Senado de la Nación Secretaría Parlamentaria Dirección General de Publicaciones (S-0075/09) Ciudad de Buenos Aires, 2 de marzo de 2009 Señor Presidente del H. Senado de la Nación Ing. Julio César C. Cobos S. / D. De nuestra mayor consideración: Tenemos el agrado de dirigirnos al Señor Presidente con el fin de reproducir el proyecto de Ley S-1498/07 por medio del cual se modifica el inc. 1 del artículo 80 del Código Penal Nacional. Asimismo, le hacemos saber que a sus efectos acompañamos a la presente una copia del mismo junto con sus fundamentos. Sin otro motivo en particular, saludamos reiterándole nuestra consideración más distinguida. lo Liliana T. Negre de Alonso. - Adolfo Rodríguez Saá.- (S-1498/07) PROYECTO DE LEY El Senado y Cámara de Diputados,... ARTÍCULO 1°.- Modifíquese el inciso 1° del artículo 80 del Código Penal de la Nación por el siguiente texto: “...1°.- A su ascendiente o descendiente consanguíneo o adoptivo, o a su cónyuge, sabiendo que lo son". ARTÍCULO 2°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo. Liliana T. Negre de Alonso. - Adolfo Rodríguez Saa. – FUNDAMENTOS Señor Presidente: La relación de parentesco creada por la adopción de una o más personas a un núcleo familiar debe ser protegida en todos sus aspectos por nuestra legislación nacional. Con la aprobación del presente proyecto de ley, anhelamos específicamente la debida protección penal del parentesco adoptivo. El artículo 80 de nuestro Código Penal de la Nación enumera en sus nueve incisos las causales de agravante del delito de homicidio. En su inciso 1º, establece que se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua al que matare “a su ascendiente, descendiente o cónyuge, sabiendo que lo son”. Nada nos dice este inciso acerca del vínculo adoptivo. ¿Qué ocurre entonces en los casos del homicidio del descendiente adoptivo al ascendiente adoptante, o viceversa, en los supuestos de homicidio del ascendiente al descendiente adoptivo? Más de uno de nosotros entenderá que un delito con estas características se encuentra implícitamente comprendido en el inciso 1º del artículo en cuestión, pero gran parte de nuestra doctrina y jurisprudencia, en cambio, entienden lo contrario. En nuestro país, el instituto de la adopción tuvo su inicio con la sanción de la ley 13.252, del año 1948. En esta oportunidad se reguló lo que hoy conocemos como la adopción simple - es decir, aquella que crea un vínculo familiar entre el adoptante y el o los adoptados, limitando el parentesco entre ellos. Estos, que eran considerados hijos legítimos del adoptante, no adquirían vínculo familiar con los parientes del adoptante ni derechos sucesorios por representación. Vale la pena destacar que la sanción del Código Penal Nacional fue anterior a la de la ley 13.252, y que bajo la vigencia de la ley 13.252 no se rompía el vínculo del adoptado con su familia de sangre. Al no contemplarse la adopción plena no existía entonces equiparación del parentesco por consanguinidad con el adoptivo en relación a sus efectos jurídicos. Tanto la ley de adopción 19.134, del año 1971, como la ley 24.779 que rige actualmente la materia, contemplan dos tipos de adopción: la simple y la plena. En la adopción plena se emplaza al adoptado en un verdadero estado de familia que sustituye a la familia de sangre. La adopción plena surte los mismos efectos que la filiación matrimonial y extramatrimonial. Así lo establece expresamente el segundo párrafo del artículo 240 del Código Civil. Quienes excluyen como causal de agravante del homicidio a aquél cometido contra un ascendiente o descendiente adoptivo alegan que la agravación del homicidio se funda de manera excluyente en el desprecio al vínculo de sangre, o sea, al parentesco biológico. Esta es la postura tomada por Nuñez (“Manual de Derecho Penal”, Parte Especial. Córdoba, 1976). En este sentido, Fontán Balestra sostiene que la ley penal no se refiere “al hijo o al padre”, sino a “los ascendientes o descendientes”, resaltando que los adoptivos no lo son (“Derecho Penal. Parte Especial”. Buenos Aires, 2002). En países tales como Uruguay y Colombia, ya se han incorporado, expresamente, a sus respectivas legislaciones, normas que incluyen al parentesco adoptivo como causal de agravante del homicidio, equiparando de esta manera el vínculo filial adoptivo con el consanguíneo. El Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, incorporado en el artículo 75° inciso 22° de la Constitución Nacional, establece en su artículo 10° que “se deben adoptar medidas especiales de protección y asistencia a favor de todos los niños y adolescentes, sin discriminación alguna por razón de filiación o cualquier otra condición”. Nuestra legislación penal indudablemente está protegiendo un vínculo jurídico, que no se encuentra limitado por un “vínculo se sangre”. Es necesario adecuar tanto la interpretación como el texto mismo del artículo 80 del Código Penal Nacional a la evolución que ha alcanzado el instituto de la adopción en las últimas cinco décadas. Es por todas estas razones que solicitamos a nuestros pares la aprobación del proyecto de ley. Liliana T. Negre de Alonso. - Adolfo Rodríguez Saa. -