MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 1 Blanca Varela Secreto de familia y otros poemas BIBLIOTECA DIGITAL DE AQUILES JULIÁN Biblioteca Digital Muestrario de Poesía 42 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 2 Secreto de familia y otros poemas Blanca Varela, Perú Edición digital gratuita de Muestrario de Poesía 42 Editor: Aquiles Julián, República Dominicana. Primera edición: Abril 2009 Santo Domingo, República Dominicana ¿Qué somos? Muestrario de Poesía es una colección digital gratuita que se difunde por la Internet y se dedica a promocionar la obra poética de los grandes creadores, difundiéndola y fomentando nuevos lectores para ella. Es una iniciativa sin fines de lucro para servir, aportar, añadir valor y propiciar una cultura de diálogo, de tolerancia, de respeto, de contribución, que promueva valores sanos, constructivos, edificantes, en favor de la paz y la preservación de la vida acorde con los principios cristianos. Los libros digitales son gratuitos, promueven al autor y su obra, así como el amor por la lectura, y se envían como contribución a la educación, edificación y superación de las personas que los solicitan sin costo alguno. Este e-libro es cortesía de: INTERCOACH Forjando líderes ganadores BIBLIOTECA DIGITAL DE AQUILES JULIÁN Sol Poniente interior 144, Apto. 3-B, Altos de Arroyo Hondo III, Santo Domingo, D.N., República Dominicana. Tel. 809-565-3164 Se autoriza la libre reproducción y distribución del presente libro, siempre y cuando se haga gratuitamente y sin modificación de su contenido y autor. Si se solicita, se enviarán copias en formato PDF vía email. Para pedirlos, enviar e-mail a intercoach.dr@gmail.com, aquiles.julian@gmail.com MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Contenido Y voy hacia la muerte que no existe / Adolfo Castañón Primer baile (V) Bodas Vals (Tell me the truth) Secreto de familia (Pobres matemáticas) Conversación con Simone Weil (Es fría la luz de la memoria) Justicia Concierto animal A rose is a rose (Aquella torturada nube) Una ventana Así sea Auvers-sur –oise Canto villano Casa de cuervos Currículum vitae Dama de blanco Deseos, piedras, cielo a jirones Ejercicios En lo más negro del verano Escena final Fuente Historia Persona Juego amoroso (El día queda atrás) A lo mejor eres tú mismo El rayo ha pefumado ferozmente nuestra casa Nadie nos dice Destiempo Toda la palidez inexplicable es el recuerdo A media voz Así debe ser 5 8 8 8 9 9 10 11 12 13 13 13 13 14 15 15 16 17 18 19 20 20 21 21 22 22 23 23 24 24 25 25 25 26 26 27 3 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Visitación Diálogo Strip tease (Hoguera de silencios) Poderes mágicos Último poema de junio Puerto Supe Fútbol (Si esta línea viajara al infinito…) (Sobre la tierra de sal yacen sin ojos…) Rejas Tápies El falso teclado Ternera acosada por tábanos Esta mañana soy otra Despierto El amor es como la música El mar pliega las alas al atardecer… Estréchame las manos… Hoguera de silencios… Invierno y fuga La lección La muerte se escribe sola… Lección de anatomía Malevitch en su ventana Máscara de algún dios Monsieur Monod no sabe cantar Nadie sabe de mis cosas Palabras para un canto Poema Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos Sin fecha Supuestos Talvez en primavera… 27 28 28 28 29 29 31 32 32 33 33 33 34 34 35 36 36 37 37 37 38 38 39 39 41 42 43 46 48 48 49 49 51 51 Más allá del dolor y el placer / Octavio Paz Blanca Varela /Ana María Gazzolo Blanca Varela: el filo de la voz / Peter Elmore Una poeta en carne viva / David Hidalgo Vega Resplandor de la inteligencia / Diego Otero Reacciones a su muerte / Varios escritores Elogio de Blanca Varela / Mario Vargas Llosa Blanca Varela / biografía 52 55 62 65 68 69 70 73 4 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 5 “Y voy hacia la muerte que no existe…” por Adolfo Castañón Ese puerto existe (1959) fue el primer libro de Blanca Varela, una mujer de apariencia frágil y de recia fibra audaz. Lo publicó, “un poco contra su voluntad, casi empujada por sus amigos”, la editorial de la Universidad Veracruzana en su colección “Ficción”, con un prólogo afilado y clarividente de su amigo el poeta Octavio Paz, quien la conoció en París cuando ambos eran muy jóvenes. Aliada con el pintor Fernando de Szyszlo, la poeta recorrió al lado de su amigo y esposo los talleres y las buhardillas, las salas de los museos y de las universidades, los cafés y los puentes, junto con otros jóvenes hispanoamericanos, como el nicaragüense Carlos Martínez Rivas y los mexicanos Rufino y Olga Tamayo, entre una legión de amigos. El libro debe su título a Paz. Blanca –un buen nombre para una dama finísima dedicada a la ingrata tarea de buscar un lugar en la tierra para la voz de la poesía– contó cómo el título original iba a ser el de una pequeña localidad marítima del Perú: Puerto Supe. A Paz no le gustó el título y ella respondió con una voz casi exasperada: “Pero, Octavio, si ese puerto existe.” El sonrió, siempre atento a las insinuaciones de la poesía en el habla diaria: “Ese es el título, Blanca, ya lo tenemos.” Aunque escrito por una muy joven poeta –que no creía en las artes sino en la eficacia de la palabra y el poder del signo, para frasear a Paz–, el breve libro era ya una obra enunciada por una voz inusitadamente poderosa, no opulenta, intensa a fuerza de contención y velocidad asociativa. Varela había participado junto con su maestro, el alto poeta surrealista Emilio Adolfo Westphalen (amigo y compañero de César Moro), en la notable revista Las moradas. De ellos aprendió ese arte del balbuceo y del quiebre que es una de sus mayores contribuciones a la lírica castellana. Y de la amistad y afinidad con ese pétreo poeta calcinante, Westphalen, trajo ella a la lírica el acento despojado y veloz, la cuerda nunca monótona y el tono de asertiva e inusitada sobriedad que invita a la invención de otra cordura. Pero ya desde ese primer libro se puede advertir otra huella o, más bien, otro rumbo en su metabolismo poético: el de la palabra armada en el taller de los pintores y escultores contemporáneos y abierta al diálogo con las artes plásticas: Picasso, Matisse, Léger, Van Gogh, Giacometti, Brâncuşi, a quienes ella y Fernando de Szyszlo pudieron conocer –a veces en persona, a veces sólo a través de su taller, siempre por su obra. Blanca Varela restituyó al cuerpo de la lírica hispanoamericana una tensión atenta, una inteligencia ética en la fragua y en la composición del poema que MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 6 parecía dictada por la lección sobria de esos maestros de las artes plásticas modernas a quienes conoció en París en los años cincuenta, cuando –como ha dicho Szyszlo– “estaban vivos todos los monstruos”: Simone de Beauvoir (de quien fue confidente y amiga), Sartre, Breton, Bataille, Malraux, Camus, Duchamp, Giacometti, Éluard, Papaioannou, Cioran... La pequeña e inteligente Blanca era rápida como la brisa y simpática como un rayo de luz. Tenía una conciencia escrupulosa del otro, y tal vez esa fue la razón de que haya hecho tantas amistades en esa ciudad, donde parece haber conocido a todos: uno por uno, una a una. No maravilla que se haya llevado de vuelta a Lima, como un regalo transparente, esa lección ética y estética de sobriedad y convivialidad que de algún modo ya traía un poco en la sangre. Era Blanca como un límpido estandarte de la más alta nobleza espiritual americana. Nuestro maestro y amigo José Luis Martínez la conoció cuando fue embajador de México en Perú y ella lo puso en contacto con la pléyade limeña de entonces: Carlos Germán Belli, Javier Sologuren, Ricardo Silva Santisteban y, a la distancia, Luis Loayza, Julio Ramón Ribeyro, Jorge Eduardo Eielson. Además, lo acompañó a visitar al historiador Raúl Porras Barrenechea y, desde luego, a visitar librerías de lance. Poco después, cuando José Luis Martínez fue nombrado director del Fondo de Cultura Económica en 1977, designó a Varela directora de la filial en Lima. Fueron años de intensa actividad en la promoción cultural. Secretamente, Blanca seguía puliendo sus versos por las noches o las madrugadas en su casa de Barranco, frente al mar, mientras leía poesía clásica española. Canto villano, Ejercicios materiales, El libro de barro fueron saliendo de sus manos como fulgurantes piedras pulidas. Le dio al FCE en Lima, y desde Lima, un vuelo que sabría mantenerse luego, en los siguientes años, con el poeta Jaime García Terrés, y más tarde, durante la primera administración de Miguel de la Madrid. No, no había mucho dinero, a pesar de los aires de grandeza que les gusta darse casi siempre a los mexicanos. Pero la nobleza de Blanca, su voluntad y su conocimiento preciso del terreno –era una señora no sólo digna sino tremendamente práctica– fueron armando, con ayuda del poeta y tipógrafo Abelardo Oquendo, una breve biblioteca peruana con ediciones y coediciones propias. Tan celosa con los recursos como con las erratas, Blanca tenía una verdadera cultura económica –para jugar con el nombre de nuestra editorial– y, al final de su gestión, tengo entendido, dejó como herencia para las siguientes administraciones un pequeño capital para seguir haciendo y distribuyendo libros americanos en América. Blanca Varela, además de escribir poemas cortantes y elocuentes, para buscar la voz de su voz, sabía hablar cara a cara y al tú por tú, al vos por vos, con el príncipe y con el mendigo. Gracias a ella, a su amistad inteligente, a su magnetismo y tesón figuran en el catálogo del FCE los nombres del Inca Garcilaso, Mario Vargas Llosa, Luis Loayza, Julio Ramón Ribeyro, José María Arguedas, Franklin Pease y muchos otros. Menuda, fina, divertida y certera, Blanca no pasaba inadvertida. Una anécdota: durante uno de los festivales internacionales de poesía de la ciudad de Medellín, organizados por Fernando Rendón y Ángela García, Blanca fue invitada a leer MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 7 poemas en un inseguro barrio de las afueras, todavía dominado a fines de los ochenta por la violencia y la guerrilla. A la lectura asistieron unos encapuchados armados. Al final uno de ellos se acercó y sacó de una bolsa otra, donde venía cuidadosamente envuelta la edición inconfundible de Canto villano que se había publicado en México. Era evidente que el libro había sido leído muchas veces. El encapuchado le pidió a Blanca que se lo firmara sin dedicárselo. Así lo hizo ella, y el hombre vestido de verde desapareció. Poco después vio acercarse a un estudiante sin máscara que llevaba en la mano el libro que Blanca acababa de firmar. Se despidió de ella con un beso y una sonrisa. Esta anécdota transluce algo del alma generosa de Blanca, poeta, lectora, alentadora de jóvenes poetas, editora, ciudadana y gran señora de la palabra y el silencio, guardia celosa del lugar del canto. Cuando, en plena campaña de Vargas Llosa por la presidencia de la república, los también escritores y también políticos Julieta Campos y Enrique González Pedrero (a la sazón, efímero director del FCE) hicieron una visita a Lima, sostuvieron una cena con el escritor y su esposa Patricia. Además, los acompañábamos Mauricio Merino y el suscrito testigo. La cocina –deliciosa– la preparaba una simpática señora danesa, amiga de Blanca, que me recordó a otra santa, Karen Blixen. Eran los años rudos y crudos de la actividad de Sendero Luminoso. Durante la cena, Blanca dijo poco, pero todos dejaban de hablar cuando ella tomaba la palabra. Blanca traía la palabra limpia, la palabra verdadera del que sabe conversar y debatir a mano limpia y puede hablar y callar con todos. Sus últimos años tácitos fueron una lección que ahora, después de su partida, seguirá creciendo. Para recordármelo, además de los poemas en sus libros, tengo una pequeña llama prehispánica tallada en cuarzo y ceñida por un anillo de plata. Es un juguete o un amuleto de sacerdote inca que Blanca Varela me regaló en uno de sus últimos viajes a México diciéndome: “Cuídalo para que te cuide.” Ahora nos toca cuidarla a ella en nosotros. ~ MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 8 Primer baile (V) Hay un lugar lejos de toda ciudad. No hay un cielo sino varios, superpuestos, espejeantes, horribles. ¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino la noche y el sueño que sucede al sueño? Despegar los párpados significa morir, desprenderse de una estrella. El ritual es breve, la entrega absoluta. Se grita con los ojos cerrados, empapado de sudor o crujiendo de frío: te amo porque tu latido ocasiona catástrofes, huracanes, guerras. Te amo porque te bañas en un inmenso vacío y te alimentas de tinieblas. Nado en tus redondas pupilas ciegas como en un estanque infernal. Tus propiedades no tienen número y abundan las especies innominadas, estériles pero eternas. Te amo porque eres una ficción malvada y saludable. Si cesaras se extinguiría mi existencia de inmediato. Te podría hacer desaparecer en un abrir y cerrar de ojos. Pero, luego, ¿cuál sería el castigo? Bodas Perdidos en la niebla el colibrí y su amante. Dos piedras lanzadas por el deseo se encuentran en el aire. La retama está viva, arde en la niebla, habitada. Vals No he buscado otra hora, ni otro día, ni otro dios que tú. Laberinto, pirámide de humo, altura que canta, pozo que amenaza, tierra de abismo, primavera ciega. La soledad nos une en la humedad del guisante, en la hinchazón de la ola, en el sudor de la raíz. (Brota en el polvo gris de Lima la baya cargada de ira. Gira el vals, manantial de orina, vaho dorado y golpe bajo, labios negros, estrujados, fantasma que se acaricia bajo las uvas amarillas y se flagela al alba con las estrellas.) MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Asciendo y caigo al fondo de mi alma que reverdece, agónica de luz, imantada de luz. Es este ir y venir bate el tiempo las alas detenido para siempre. Recrearte: polvo, brizna, herida. Perderte: gesto, contacto, olvido. Buscar tu sombra, reconocerte tras una ventana, mancha de sol, sombra de lluvia, en cualquier calle del mundo. Perseguirte, concenado girasol, como una piedra encadenada al aire, arrastrando la tierra, cauda que enciende universos, que se desvanece en una plaza. La mirada que soy entorna la puerta, atisba el vacío, otea el cielo en ruinas. En la rama vencida estalla una breva furiosa, la pupila en llamas buscándote, exigiendo su razón de luz. (tell me the truth) dime ¿durará este asombro? ¿esta letra carnal loco círculo de dolor atado al labio esta diaria catástrofe esta maloliente dorada callejuela sin comienzo ni fin este mercado donde la muerte enjoya las esquinas con plata corrompida y estériles estrellas? Secreto de familia soñé con un perro con un perro desollado cantaba su cuerpo su cuerpo rojo silbaba 9 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA pregunté al otro al que apaga la luz al carnicero qué ha sucedido por qué estamos a oscuras es un sueño estás sola no hay otro la luz no existe tú eres el perro tú eres la flor que ladra afila dulcemente tu lengua tu dulce negra lengua de cuatro patas la piel del hombre se quema con el sueño arde desaparece la piel humana sólo la roja pulpa del can es limpia la verdadera luz habita su legaña tú eres el perro tú eres el desollado can de cada noche sueña contigo misma y basta (pobres matemáticas) cuando nada quede de ti ni de mí habrá agua y sol y un día que abra las puertas más secretas más oscuras más tristes y ventanas vivas como grandes ojos despiertos sobre la dicha y no habrá sido en vano que tú y yo solo hayamos pensado lo que otros hacen porque alguien tiene que pensar la vida. 10 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Conversación con Simone Weil - Los niños, el océano, la vida silvestre, Bach. - el hombre es un extraño animal. En la mayor parte del mundo la mitad de los niños se van a la cama hambrientos. ¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris, a la gravedad y la gracia? ¿Se acabó para nosotros la esperanza de ser mejores ahora? La vida es de otros. Ilusiones y yerros. La palabra fatigada. Ya ni te atreves a comerte un durazno. Para algo cerré la puerta, di la espalda y entre la rabia y el sueño olvidé muchas cosas. La mitad de los niños se van a la cama hambrientos. - los niños, el océano, la vida silvestre, Bach. - el hombre es un extraño animal. Los sabios, en quienes depositamos nuestra confianza, nos traicionan. - los niños se van a la cama hambrientos. - los viejos se van a la muerte hambrientos. El verbo no alimenta. Las cifras no sacian. Me acuerdo. ¿Me acuerdo? Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco. Viene una niña de lejos. Doy la espalda. Me olvido de la razón y el tiempo. Y todo debe ser mentira porque no estoy en el sitio de mi alma. No me quejo de la buena manera. La poesìa me harta. 11 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Cierro la puerta. Orino tristemente sobre el mezquino fuego de la gracia. - los niños se van a la cama hambrientos. - los viejos se van a la muerte hambrientos. El verbo no alimenta. Las cifras no sacian. - el hombre es un extraño animal. (Es fría la luz de la memoria…) Es fría la luz de la memoria lo apenas entrevisto brilla con insistencia gira buscando el casco de botella o el charco de lluvia tras cualquier puerta que se abre está la luna tan grande y plana tan fuera de lugar como si de un cuadro se tratara óleo sobre papel endurecido por el tiempo así cayeron en la mente formas y colores casualidades azar que anuda sombras vuelcos en la negra marmita donde a borbotones se cuecen gozo y espanto crece el yeso de un cielo mil veces lastimado mil veces blanqueado se borra el mundo y se vuelve a escribir hasta el último aliento sólo esto eternidad aparente mísera astilla de luz en la entraña del animal que apenas estuvo 12 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Justicia vino el pájaro y devoró al gusano vino el hombre y devoró al pájaro vino el gusano y devoró al hombre Concierto animal (1999) SI me escucharas tú muerto y yo muerta de ti si me escucharas hálito de la rueda cencerro de la tempestad burbujeo del cieno viva insepulta de ti con tu oído postrero si me escucharas A rose is a rose inmóvil devora luz se abre obscenamente roja es la detestable perfección de lo efímero infesta la poesía con su arcaico perfume [Aquella torturada nube] V Aquella torturada nube parecía tan firme, ambulando, 13 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA desgarrando, chocando con masas de ángeles. Cóncava, valva de nieve y soledad, de trajín y música constante, de arena, de resplandor y fuga, desierto etiope en un tutti de gemidos y sorpresa. Tan exacta sobre el laberinto de la pupila, color perdido de vieja misiva, terrible silencio de quien ha sacudido el aire y conoce el vado de los sollozos. Continuaba, migradora, llave del torbellino como una gota pura preñada de su propia existencia. Una ventana Vuelvo a contar mis dedos. (La flor helada, la desconocida cabeza que me acecha se descuelga y da voces.) Yo miro las paredes y sus frutos redondos y veloces, hago cálculos, sumo piedras, cenizas, nubes y árboles que persiguen a los hombres y perlas arrancadas de malignos estanques o de negros pulmones sepultados y horriblemente vivos. La araña que desciende a paso humano me conoce, dueña es de un rincón de mi rostro, allá anida, allí canta hinchada y dulce entre su seda verde y sus racimos. Afuera, región donde la noche crece, yo le temo, donde la noche crece y cae en gruesas gotas, en mortales relámpagos. Afuera, el pesado aliento del buey, 14 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA la vieja fiebre de alas rojas, la noche que cae como un resorte oscuro sobre un pecho. Así sea El día queda atrás, apenas consumido y ya inútil. Comienza la gran luz, todas las puertas ceden ante un hombre dormido, el tiempo es un árbol que no cesa de crecer. El tiempo, la gran puerta entreabierta, el astro que ciega. No es con los ojos que se ve nacer esa gota de luz que será, que fue un día. Canta abeja, sin prisa, recorre el laberinto iluminado, de fiesta. Respira y canta. Donde todo se termina abre las alas. Eres el sol, el aguijón del alba, el mar que besa las montañas, la claridad total, el sueño. Auvers-sur -oise Nadie te va a abrir la puerta. Sigue golpeando. Insiste. Al otro lado se oye música. No. Es la campanilla del teléfono. Te equivocas. Es un ruido de máquinas, un jadeo eléctrico, chirridos, latigazos. No. Es música. No. Alguien llora muy despacio. No. Es un alarido agudo, una enorme, altísima lengua que 15 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA lame el cielo pálido y vacío. No. Es un incendio. Todas las riquezas, todas las miserias, todos los hombres, todas las cosas desaparecen en esa melodía ardiente. Tú estás solo, al otro lado. No te quieren dejar entrar. Busca, rebusca, trepa, chilla. Es inútil. Si el gusanito transparente, enroscado, insignificante. Con tus ojillos mortales dale la vuelta a la manzana, mide con tu vientre turbio y caliente su inexpugnable redondez. Tú, gusanito, gusaboca, gusaoído, dueño de la muerte y de la vida. No puedes entrar. Dicen. Canto villano y de pronto la vida en mi plato de pobre un magro trozo de celeste cerdo aquí en mi plato observarme observarte o matar una mosca sin malicia aniquilar la luz o hacerla hacerla como quien abre los ojos y elige un cielo rebosante en el plato vacío rubens cebollas lágrimas más rubens más cebollas más lágrimas tantas historias negros indigeribles milagros y la estrella de oriente emparedada y el hueso del amor tan roído y tan duro brillando en otro plato 16 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA este hambre propio existe es la gana del alma que es el cuerpo es la rosa de grasa que envejece en su cielo de carne mea culpa ojo turbio mea culpa negro bocado mea culpa divina náusea no hay otro aquí en este plato vacío sino yo devorando mis ojos y los tuyos Casa de cuervos porque te alimenté con esta realidad mal cocida por tantas y tan pobres flores del mal por este absurdo vuelo a ras de pantano ego te absolvo de mí laberinto hijo mío no es tuya la culpa ni mía pobre pequeño mío del que hice este impecable retrato forzando la oscuridad del día párpados de miel y la mejilla constelada cerrada a cualquier roce y la hermosísima distancia de tu cuerpo tu náusea es mía la heredaste como heredan los peces la asfixia y el color de tus ojos es también el color de mi ceguera bajo el que sombras tejen sombras y tentaciones y es mía también la huella de tu talón estrecho de arcángel 17 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA apenas pasado en la entreabierta ventana y nuestra para siempre la música extranjera de los cielos batientes ahora leoncillo encarnación de mi amor juegas con mis huesos y te ocultas entre tu belleza ciego sordo irredento casi saciado y libre con tu sangre que ya no deja lugar para nada ni nadie aquí me tienes como siempre dispuesta a la sorpresa de tus pasos a todas las primaveras que inventas y destruyes a tenderme -nada infinitasobre el mundo hierba ceniza peste fuego a lo que quieras por una mirada tuya que ilumine mis restos porque así es este amor que nada comprende y nada puede bebes el filtro y te duermes en ese abismo lleno de ti música que no ves colores dichos largamente explicados al silencio mezclados como se mezclan los sueños hasta ese torpe gris que es despertar en la gran palma de dios calva vacía sin extremos y allí te encuentras sola y perdida en tu alma sin más obstáculo que tu cuerpo sin más puerta que tu cuerpo así este amor uno solo y el mismo con tantos nombres que a ninguno responde y tú mirándome como si no me conocieras marchándote como se va la luz del mundo sin promesas y otra vez este prado 18 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA este prado de negro fuego abandonado otra vez esta casa vacía que es mi cuerpo a donde no has de volver Curriculum Vitae digamos que ganaste la carrera y que el premio era otra carrera que no bebiste el vino de la victoria sino tu propia sal que jamás escuchaste vítores sino ladridos de perros y que tu sombra tu propia sombra fue tu única y desleal competidora. Dama de blanco el poema es mi cuerpo esto la poesía la carne fatigada el sueño el sol atravesando desiertos los extremos del alma se tocan y te recuerdo Dickinson precioso suave fantasma errando tiempo y distancia en la boca del otro habitas caes al aire eres el aire que golpea con invisible sal mi frente los extremos del alma se tocan se cierran se oye girar la tierra ese ruido sin luz arena ciega golpeándonos así será ojos que fueron boca que decía manos que se abren y se cierran vacías distante en tu ventana ves al viento pasar te ves pasar el rostro en llamas póstuma estrella de verano 19 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA y caes hecha pájaro hecha nieve en la fuente en la tierra en el olvido y vuelves con falso nombre de mujer con tu ropa de invierno con tu blanca ropa de invierno enlutado Deseos, piedras, cielo a jirones IV Deseos, piedras, cielo a jirones, ni un ave. Estoy huyendo. Una nueva montaña, un río joven, sin ira. Éste es el mundo que amo. Quiero un cielo veloz, la mañana distinta, sin colores, para poner mis ángeles, mis calles donde siempre hay humo y sorpresa. Ejercicios I Un poema como una gran batalla me arroja en esta arena sin más enemigo que yo yo y el gran aire de las palabras II miente la nube la luz miente los ojos los engañados de siempre no se cansan de tanta fábula 20 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA III terco azul ignorancia de estar en la ajena pupila como dios en la nada IV pienso en alas de fuego en música pero no no es eso lo que temo sino el torvo juicio de la luz En lo más negro del verano El agua de tu rostro en un rincón del jardín, el más oscuro del verano, canta como la luna. Fantasma. Terrible a mediodía. A la altura de los lirios la muerte sonríe. Sobre una pequeñísima charca, ojo de dios, un insecto flota bocarriba. La miel silba en su vientre abierto al dedo del estío. Todo canta a la altura de tu rostro suspendido como una luz eterna entre la noche y la noche. Canta el pantano, arden los árboles, no hay distancia, no hay tiempo. El verano trae lo perdido, el mundo es esta calle de fuego donde todas las rosas caen y vuelven a nacer, donde los cuerpos se consumen enlazados para siempre en lo más negro del verano. 21 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA En un rincón del jardín bajo una piedra canta el verano. En lo más negro, en lo más ciego y blanco, donde todas las rosas caen, allí flota tu rostro, fantasma, terrible a mediodía. Escena final he dejado la puerta entreabierta soy un animal que no se resigna a morir a eternidad es la oscura bisagra que cede un pequeño ruido en la noche de la carne soy la isla que avanza sostenida por la muerte o una ciudad ferozmente cercada por la vida o tal vez no soy nada sólo el insomnio y la brillante indiferencia de los astros desierto destino inexorable el sol de los vivos se levanta reconozco esa puerta no hay otra hielo primaveral y una espina de sangre en el ojo de la rosa. Fuente Junto al pozo llegué, mi ojo pequeño y triste se hizo hondo, interior. Estuve junto a mí, llena de mí, ascendente y profunda, mi alma contra mí, golpeando mi piel, hundiéndola en el aire, hasta el fin. 22 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA La oscura charca abierta por la luz. Éramos una sola criatura, perfecta, ilimitada, sin extremos para que el amor pudiera asirse. Sin nidos y sin tierra para el mando Historia puedes contarme cualquier cosa creer no es importante lo que importa es que al aire mueva tus labios o que tus labios muevan el aire que fabules tu historia tu cuerpo a toda hora sin tregua como una llama que a nada se parece sino a una llama Persona el querido animal cuyos huesos son un recuerdo una señal en el aire jamás tuvo sombra ni lugar desde la cabeza de un alfiler pensaba él era el brillo ínfimo el grano de tierra sobre el grano de tierra el autoeclipse el querido animal jamás cesa de pasar me da la vuelta Juego amoroso Las manos a la altura del aire a dos o tres centímetros del vacío no se mirará nada preciso la polvareda que pasa el inesperado cortejo de plumas 23 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA arrancadas al vuelo la nubecilla rosada y tonta que ya no es el cierraojos y el ábrelos en la breve opacidad de una luz que no se ve y el sueño pies de goma y azules y brillantes las estrellas rientes párpado sobre párpado labio contra labio piel demorada sobre otra llagada y reluciente hogueras eso haremos a solas (El día queda atrás…) El día queda atrás, apenas consumido y ya inútil. Comienza la gran luz, todas las puertas ceden ante un hombre dormido, el tiempo es un árbol que no cesa de crecer. El tiempo, la gran puerta entreabierta, el astro que ciega. No es con los ojos que se ve nacer esa gota de luz que será, que fue un día. Canta abeja, sin prisa, recorre el laberinto iluminado, de fiesta. Respira y canta. Donde todo se termina abre las alas. Eres el sol, el aguijón del alba, el mar que besa las montañas, la claridad total, el sueño. A lo mejor eres tú mismo 24 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA A lo mejor eres tú mismo el tren que pita y se mete bajo tierra rumbo al infierno o la estrella de chatarra que te lleva frente a otro muro lleno de espejos y de gestos, endiablados gestos sin dueño y tú tras ellos, solo, feliz propietario de una boca escarlata que muge. Pega el oído a la tierra que insiste en levantarse y respirar. Acaríciala como si fuera carne, piel humana capaz de conmoverte, capaz de rechazarte. Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos. Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el saltito, la imagen que te saca la lengua. No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es ridículo caerse de trasero with music in your soul El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa. Tenemos sed, tenemos prisa por golpear con el hueso de una flor en la tiniebla. Hay un árbol talado en esta historia. Contemplamos el cielo. No hay señales. ¿Es de día? ¿Es de noche? Murió la araña que medía el tiempo, sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras. Nadie nos dice Nadie nos dice cómo voltear la cara contra la pared y morirnos sencillamente así como lo hicieron el gato o el perro de la casa o el elefante que caminó en pos de su agonía como quien va a una impostergable ceremonia batiendo orejas al compás del cadencioso resuello de su trompa sólo en el reino animal hay ejemplares de tal comportamiento 25 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA cambiar el paso acercarse y oler lo ya vivido y dar la vuelta sencillamente dar la vuelta Destiempo I Se fue el día, las escamas del sueño giran. Todo desciende, la noche es el tedio. En el desierto, a oscuras, temerosa del amor la ostra llora a solas. Caen las lívidas hojas de tu frente, Te alejas, negra burbuja sin destino. Se abren súbitamente mil calles, arrecifes en llamas retienen tu cuerpo helado como una lágrima, nada te hiere, el coral clava su garra en tu sombra, tu sangre se desliza, inunda praderas, salta de las ventanas como un rojo sonido y todo esto no es sino el otoño. Toda la palidez inexplicable es el recuerdo VII Toda la palidez inexplicable es el recuerdo. Travesía de muralla a muralla, el abismo es el párpado, allí naufraga el mundo arrasado por una lágrima. A media voz 26 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA la lentitud es belleza copio estas líneas ajenas respiro acepto la luz bajo el aire ralo de noviembre bajo la hierba sin color bajo el cielo cascado y gris acepto el duelo y la fiesta no he llegado no llegaré jamás en el centro de todo esta el poema intacto sol ineludible noche sin volver la cabeza merodeo su luz su sombra animal de palabras husmeo su esplendor su huella sus restos todo para decir que alguna vez estuve atenta desarmada sola casi en la muerte casi en el fuego Así debe ser Así debe ser el rostro de dios el cielo rabiosamente cruzado por nubes grises, violetas y naranjas y su voz el mar de abajo diciendo siempre lo mismo tan monótono tan monótono como el primer y el último día 27 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Visitación Dejé al demonio encerrado en un cajón en su pequeño lecho de crespón afuera el ángel vuela toca la puerta espera en una mano la rima como una lágrima en la otra el silencio como una espada échame de mi cuerpo son las doce sin sol ni estrellas Diálogo Él abre la boca es roja por dentro ella abre los ojos su córnea es blanca como la luna se está quieta la córnea luna iluminando apenas la bienamada encía adentro con silencio a boca cerrada a oscuras habitan ambos Strip-tease Quítate el sombrero si lo tienes quítate el pelo que te abandona quítate la piel 28 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA las tripas los ojos y ponte un alma si la encuentras (Hoguera de silencios) hoguera de silencios crepitar de lamentos por el camino de la carne sangre en vilo se llega al mundo así alumbra su blanco la tiniebla así nace la interminable coda así la mosca desova en el hilo de luz la tierra gira el ojo de dios no se detiene qué haríamos pregunto sin esta enorme oscuridad Poderes mágicos No importa la hora ni el día se cierran los ojos se dan tres golpes con el pie en en suelo, se abren los ojos y todo sigue exactamente igual Último poema de junio Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne y hueso.[¿Pétalos? ¿Flores?Preciosismobienvestido, [muertodehambre, vaderretro. 29 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente mortales Luz alta. Bermellón súbito bajo el que despiertas de pie, caminando a ninguna parte. Pies, absurdas criaturas sin ojos. No se parecen sino a otros pies. Y además estas manos y estos dientes, para mostrarlos estúpidamente sin haber aprendido nada de ellos. Y encima de todo y todas las cosas, sobre tu propia cabeza, la aterciopelada corona del escarnio: un sombrero de fiesta, inglés y alto, listo para saludar lo invisible. Rojos, divinos, celestes rojos de mi sangre y de mi corazón. Siena, cadmio, magenta, púrpuras, carmines, cinabrios. Peligrosos, envenenados círculos de fuego irreconciliable. ¿Adónde te conducen? ¿A la vida o a la muerte? ¿Al único sueño? La flor de sangre sobre el sombrero de fiesta (inglés y alto) es una falsa noticia. Revelación. Soy tu hija, tu agónica niña, flamante y negra como una aguja que atraviesa un collar de ojos recién abiertos. Todos míos, todos ciegos, todos creados en un abrir y cerrar de ojos. El dolor es una maravillosa cerradura. Arte negra: mirar sin ser visto a quien nos mira mirar. Arte blanca: cerrar los ojos y vernos. Ver: cerrar los ojos. Abrir los ojos: dormir. Facilidades de la noche y de la palabra. Obscenidades de la luz y del tiempo. Y así, la flor que fue grande y violenta se deshoja y el otoño es una torpe caricia que mutila el rostro más amado. Fuera, fuera ojos, nariz y boca. Y en polvo te conviertes y, a veces, en imprudente y oscuro recuerdo. 30 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Dulce animal, tiernísima bestia que te repliegas en el olvido para asaltarme siempre. Eres la esfinge que finge, que sueña en voz alta, que me despierta. (1993) Puerto Supe Está mi infancia en esta costa, bajo el cielo tan alto, cielo como ninguno, cielo, sombra veloz, nubes de espanto, oscuro torbellino de alas, azules casas en el horizonte. Junto a la gran morada sin ventanas, junto a las vacas ciegas, junto al turbio licor y al pájaro carnívoro. ¡Oh, mar de todos los días, mar montaña, boca lluviosa de la costa fría! Allí destruyo con brillantes piedras la casa de mis padres, allí destruyo la jaula de las aves pequeñas, destapo las botellas y un humo negro escapa y tiñe tiernamente el aire y sus jardines. Están mis horas junto al río seco, entre el polvo y sus hojas palpitantes, en los ojos ardientes de esta tierra adonde lanza el mar su blanco dardo. Una sola estación, un mismo tiempo de chorreantes dedos y aliento de pescado. Toda una larga noche entre la arena. Amo la costa, ese espejo muerto en donde el aire gira como loco, esa ola de fuego que arrasa corredores, círculos de sombra y cristales perfectos. Aquí en la costa escalo un negro pozo, voy de la noche hacia la noche honda, voy hacia el viento que recorre ciego pupilas luminosas y vacías, o habito el interior de un fruto muerto, esa asfixiante seda, ese pesado espacio 31 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 32 poblado de agua y pálidas corolas. En esta costa soy el que despierta entre el follaje de alas pardas, el que ocupa esa rama vacía, el que no quiere ver la noche. Aquí en la costa tengo raíces, manos imperfectas, un lecho ardiente en donde lloro a solas. Fútbol A Vicente y Lorenzo juega con la tierra como con una pelota báilala, estréllala, reviéntala no es sino eso la tierra tú en el jardín mi guardavalla mi espantapájaros mi atila mi niño la tierra entre tus pies gira como nunca prodigiosamente bella (Si esta línea viajara al infinito…) Si esta línea viajara al infinito y se dilatara hasta convertirse en puro aire. Si pudiera encontrar la puerta más estrecha. Un esguince, un guiño y reptar nuevamente sobre la arena. Súbita simiente, pez rey de la pezuña incipiente, cristalina, sin uñas, sin dientes, sin útero ni testículo. Sin agujero donde incubar memorias de la especie. Transparente tabernáculo abuelo de la entraña donde dormita el ojo ciego del ser. Ángel novísimo, incapaz de cerrar los ojos que la velocidad ha desvelado. Cabellos al viento, aureola del vértigo. Mano-hélices-alas, y la bajada al légamo MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA de una playa original y virgen. (Sobre la tierra de sal yacen sin ojos…) sobre la tierra de sal yacen sin ojos los negros estandartes del mar ¿qué se hicieron los aires submarinos bajo los cuales flameaban antes de la batalla? ¿qué se hicieron la impavidez de la carne y el lujo de la sangre vistiendo la untuosa escama de la noche? en la marmita de los pobres su gloria se tornará bocado magro aceite tal vez eructo y pena Reja cuál es la luz cuál la sombra Tàpies (puertas) 1 hombre en la ventana medio punto negro ángel ciego o dormido 2 puerta con noche encima abajo y dentro 3 ubre de yeso lágrima de yeso pisada en el centro de la nube 4 33 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Como el mundo puerta entre la sombra y la luz ente la vida y la muerte 5 el justo golpe la mano la música de la mano la rebusca en el fuego El falso teclado toca toca todavía tus dedos se mueven bien el dedo de la nieve y el de la miel hacen lo suyo nada suena mejor que el silencio nuestro desvelo es nuestro bosque aguza el oído como una hoz a trillar lo invisible se ha dicho para eso estamos para morir sobre la mesa silenciosa que suena Ternera acosada por tábanos podría describirla ¿tenía nariz ojos boca oídos? ¿tenía pies cabeza? ¿tenía extremidades? sólo recuerdo al animal más tierno llevando a cuestas como otra piel aquel halo de sucia luz voraces aladas sedientas bestezuelas infamantes ángeles zumbadores la perseguían 34 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA era la tierra ajena y la carne de nadie tras la legaña me deslumbró el milagro mortecino la víspera el instinto la mirada el sol nonato ¿era una niña un animal una idea? ah señor qué horrible dolor en los ojos qué agua amarga en la boca de aquel intolerable mediodía en que más rápida más lenta más antigua y oscura que la muerte a mi lado coronada de moscas pasó la vida. Esta mañana soy otra esta mañana soy otra toda la noche el viento me dio alas para caer la sin sombra la muerte como una mala madre me tocó bajo los ojos entonces dividida dando tumbos de lo oscuro a lo oscuro giré recién llegada a la luz de esta línea en pleno abismo abriéndose y cerrándose la línea sin música pero llamando sin voz pero llamando sin palabras 35 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA llamando Despierto... VIII Despierto. Primera isla de la conciencia: un árbol. El temor inventa el vuelo. El desierto familiar me acoge. Alguien me observa con indiferencia. El amor es como la música... IX El amor es como la música, me devuelve con las manos vacías, con el tiempo que se enciende de golpe fuera del paraíso. Conozco una isla, mis recuerdos, y una música futura, la promesa. Y voy hacia la muerte que no existe, que se llama horizonte en mi pecho. Siempre la eternidad a destiempo. El mar pliega las alas al atardecer... 36 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA VI El mar pliega las alas al atardecer, tú no eres sino una pálida burbuja navegando al golpe del aliento, un negro trino, el sol que sale en el centro del pecho en mitad de la calle, un silencio en la música dura de la ciudad sin límites. Para atravesar ese océano, ese golpe de luz en la siesta, no bastaría la eternidad. Estréchame las manos... II Estréchame las manos, la única luz que nos queda, no me dejes olvidada en la cima de una ola. Aléjate Aparten ese frío paisaje de cipreses, escombren esos náufragos que ocultan el horizonte. La vida es una noticia conmovedora. Atravieso el desierto, la terrible fiesta en el centro de un cielo derribado. Estoy casi olvidando. Hoguera de silencios... hoguera de silencios crepitar de lamentos por el camino de la carne sangre en vilo se llega al mundo así alumbra su blanco la tiniebla así nace la interminable coda así la mosca desova en el hilo de luz 37 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA la tierra gira el ojo de dios no se detiene qué haríamos pregunto sin esta enorme oscuridad Invierno y fuga Nieve, labios rojos, una gota de fuego, un grito que nadie escucha. Éste es el día en que llega la ácida primavera, en que es dulce la herida de estar vivos. Alto horno del cielo, fulgor de plumas, adiós que el aire quema en pleno vuelo. En aire, tierra y cielo, en mi, en ti, en nosotros muere el invierno. Diamantino estertor, irritada claridad, lágrimas que la luz arrebata y fecunda. Muerte llena de oro. Todo es posible en ese activo sueño. La lección Como una moneda te apretaré entre mis manos y todas las puertas cederán y lo veré todo y la sorpresa no quemará mi lengua y comprenderé entonces el crecimiento de las plantas y el cambio de pelaje en las pequeñas crías. Hallaré la señal y la caída de los astros 38 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA me probará la existencia de otros caminos y que cada movimiento engendra dos criaturas, una abatida y otra triunfante, y en cada mirada morirá la apariencia y desnudo y bello te arrojará la fábrica entre nosotros. La muerte se escribe sola... la muerte se escribe sola una raya negra es una raya blanca el sol es un agujero en el cielo la plenitud del ojo fatigado cabrío aprender a ver en el doblez entresaca espulga trilla estrella casa alga madre madera mar se escriben solos en el hollín de la almohada trozo de pan en el zaguán abre la puerta baja la escalera el corazón se deshoja la pobre niña sigue encerrada en la torre de granizo el oro el violeta el azul enrejados no se borran no se borran no se borran Lección de anatomía más allá del dolor y del placer la carne inescrutable balbuceando su lenguaje de sombras y brumosos colores la carne convertida en paisaje en tierra en tregua en acontecimiento en pan inesperado y en miel en orina en leche en abrasadora sospecha en océano 39 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA en animal castigado en evidencia y en olvido viendo la carne tan cerrada y distante me pregunto qué hace allí la vida simulando el cabello a veces tan cercano que extravía alojo en su espesura las bisagras silenciosas cediendo lagrimeando tornasol y esa otra fronda inexplorada en donde el tacto confunde el día con la noche fresca hermosa muerte a la mitad del lecho donde los miembros mutilados retoñan mientras la lengua gira como una estrella flor de carne carnívora entre los dientes de carbón ah la voz gangosa entrecortada dulcísima del amor saciándote saciándose saboreando el ciego bocado los mondos los frágiles huesecillos del amor ese fracaso ese hambre esa tristeza futura como el cielo de una jaula la tierra gira la carne permanece cambia el paisaje las horas se deshojan es el mismo río que se aleja o se acerca tedioso espejo con la misma gastada luna de yeso que se esponja hasta llenar el horizonte con su roñosa palidez merodean las bestias del amor en esa ruina florece la gangrena del amor todavía se agitan las tenazas elásticas los pliegues insondables laten reino de ventosas nacaradas osario de mínimos pájaros primavera de suaves gusanos agrios como la bilis materna más allá del dolor y del placer la negra estirpe el rojo prestigio la mortal victoria de la carne 40 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Malevitch en su ventana 1 ah mon maitre me has engañado como el sol a sus criaturas prometiéndome un día eterno todos los días de lo inexacto me alimento y toda el agua de los cielos es incapaz de lavar esta ínfima y rebelde herida de tiempo que soy polvo rebelde sí con los cabellos de polvo desordenado para siempre jamás por un peregrino pensamiento persigo toda sagrada inexactitud suave violencia del sueño palabra escrita palabra borrada palabra desterrada voz arrojada del paraíso catástrofe en el cielo de la página hinchada de silencios aquí el ojo comienza a desteñirse a no ser y la voz se quiebra inaudita ( alguien ha perdido definitivamente su balsa ) a la deriva sobre el océano sopla el viento de la indiferencia por la puerta entreabierta llega la aurora más silenciosa y pálida que nunca es el día sobreviviente con su carreta vacía sigue brillando la lámpara penitente pero no creo en su luz ni compro la muerte con nombre de pez ni es cierto que bajo su escama mortecina dios nos contempla 2 sí señores este es otro día inevitable en que me alimento de lo inexacto de la monstruosa fruta que aletea de la huella en el aire del recuerdo del azogue perdido en alguna alcantarilla de lo irrecuperable que se acumula y agiganta 41 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA en afiebrados cristales y cruza el aire como una llama recién nacida flamante cuerpo en pugna con el sol la farsa diaria desaparece tras una mano que enciende y apaga a voluntad su propia luz penitente claridad arde el oscuro aceite de la conciencia sobre esta mesa que es todo el mundo al otro lado de la ventana alguien ha resuelto el enigma para entrar en la vida basta un puerta el otro lado sigue igual nada que la luz no atraviese y oculte nada que no sea la antigua y sagrada inexactitud que golpea maderos bate alas e incendia gargantas y corazones 3 hoy me despierta con su delgado resplandor abstracto la esperanza la oscuridad del naufragio se escapa como un gato por la ventana y alguien vuelve sí alguien vuelve desvelado y sin prisa con un pequeño rectángulo de eternidad entre las manos Máscara de algún Dios Frente a mí ese rostro lunar. Nariz de plata, pájaros en la frente. ¿Pájaros en la frente? Y luego hay rojo y todo lo que la tierra olvida. Humedad con poderes de fuego floreciendo tras las negras pestañas. Un rostro en la pared. Detrás del muro, más allá de toda voluntad, más lejos todavía que mirar y callar: ¿qué? 42 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA ¿Siempre hay algo que romper, abolir o temer? ¿Y al otro lado? ¿Al revés? Vuela la mano, nace la ínea, vibrante destino, negro destino. Por un instante la melodía es clara, parece eterna la tarde, purísima la sombra del cielo. Vuelvo otra vez . Pregunto. Tal vez ese silencio dice algo, es una inmensa letra que nos nombra y contiene en su aire profundo. Tal vez la muerte detrás de esa sonrisa sea amor, un gigantesco amor en cuyo centro ardemos. Tal vez el otro lado existe y es también la mirada y todo esto es lo otro y aquello esto y somos una forma que cambia con la luz hasta ser sólo luz, sólo sombra. Monsieur Monod no sabe cantar querido mío te recuerdo como la mejor canción esa apoteosis de gallos y estrellas que ya no eres que ya no soy que ya no seremos y sin embargo muy bien sabemos ambos que hablo por la boca pintada del silencio con agonía de mosca al final del verano y por todas las puertas mal cerradas conjurando o llamando ese viento alevoso de la memoria ese disco rayado antes de usarse teñido según el humor del tiempo y sus viejas enfermedades o de rojo o de negro como un rey en desgracia frente al espejo el día de la víspera y mañana y pasado y siempre noche que te precipitas (así debe decir la canción) cargada de presagios 43 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA perra insaciable ( un peu fort) madre espléndida (plus doux) paridora y descalza siempre para no ser oída por el necio que en ti cree para mejor aplastar el corazón del desvelado que se atreve a oír el arrastrado paso de la vida a la muerte un cuesco de zancudo un torrente de plumas una tempestad en un vaso de vino un tango el orden altera el producto error del maquinista podrida técnica seguir viviendo tu historia al revés como en el cine un sueño grueso y misterioso que se adelgaza the end is the beginning una lucecita vacilante como la esperanza color clara de huevo con olor a pescado y mala leche oscura boca de lobo que te lleva de Cluny al Parque Salazar tapiz rodante tan veloz y tan negro que ya no sabes si eres o te haces el vivo o el muerto y sí una flor de hierro como un último bocado torcido y sucio y lento para mejor devorarte querido mío adoro todo lo que no es mío tú por ejemplo con tu piel de asno sobre el alma y esas alas de cera que te regalé y que jamás te atreviste a usar no sabes cómo me arrepiento de mis virtudes ya no sé qué hacer con mi colección de ganzúas y mentiras con mi indecencia de niño que debe terminar este cuento ahora ya es tarde porque el recuerdo como las canciones la peor la que quieras la única no resiste otra página en blanco y no tiene sentido que yo esté aquí destruyendo lo que no existe 44 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA querido mío a pesar de eso todo sigue igual el cosquilleo filosófico después de la ducha el café frío el cigarrillo amargo el Cieno Verde en el Montecarlo sigue apta para todos la vida perdurable intacta la estupidez de las nubes intacta la obscenidad de los geranios intacta la vergüenza del ajo los gorrioncitos cagándose divinamente en pleno cielo de abril Mandrake criando conejos en algún círculo del infierno y siempre la patita de cangrejo atrapada en la trampa del ser o del no ser o de no quiero esto sino lo otro tú sabes esas cosas que nos suceden y que deben olvidarse para que existan verbigracia la mano con alas y sin mano la historia del canguro -aquella de la bolsa o la vidao la del capitán encerrado en la botella para siempre vacía y el vientre vacío pero con alas y sin vientre tú sabes la pasión la obsesión la poesía la prosa el sexo el éxito o viceversa el vacío congénito el huevecillo moteado entre millones y millones de huevecillos moteados tú y yo you and me toi et moi tea for two en la inmensidad del silencio en el mar intemporal en el horizonte de la historia porque ácido ribonucleico somos pero ácido ribonucleico enamorado siempre Nadie sabe de mis cosas 45 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA ( dedicatoria) 1 a ti capaz de desaparecer de ser atormentado por el fuego luminoso opaco ruin divino a ti fantasma de cada hora mil veces muerto recién nacido siempre a ti capaz de hacer girar la llave de inventar el sol en un cuarto vacío a ti ahogado en un océano de semejanza náufrago de cada mañana esclavo propietario de zapatos periódicos algunos libros tal vez padre o hijo guardián de resecos jardines de aves de paso a ti observador de la tarde infatigable lector del reloj del sueño de la fatiga del tedio de la esposa a nadie sino a ti 2 (cualquier hora del día) en una hoguera extinguida esa mujer sacrificada cerraba los ojos y nos negaba la dicha de su agonía 3 y un perro una gota de lluvia una familia de paseo como en un cuadro entraban para siempre en la memoria una vuelta de tuerca y otra y otra un peldaño que cruje siempre a la misma altura de la oscuridad la dicha puede ser este brebaje oscuro el neón de las cinco de la tarde la más esplendorosa verdad así casi ciegos encontrando generosa como nadie la miseria cruzando el muro invisibles manos tan pálidas no han existido jamás en otras manos ni tanto calor en tanto frío ni ojos tan llenos de otros ojos contemplaron la tarde y frente al mar negra ruina y portentosos círculos de bruma rodeándonos y el rojo lengua río perro mosca y la tarde la reina de desnudos 46 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA malvados brazos en su balcón de ceniza 4 (noche y descontento) pitada cruel canción de ciego la noche comienza a respirar todo se aleja todo se pierde cárcel cine amarilla luna de farmacia a las ocho a las nueve a las diez convertido en un fantasma cruel besas a mil mujeres acaricias sus senos para los otros me das asco y es esta náusea lo mejor de mi vida 5 (conversaciones insidiosas) alguien dice tu nombre -es un libro interesante y habla de un héroe anónimo por cierto hay una estrella azul al fondo de mi vaso inagotable estrella debe brillar en tus ojos cada vez que la miro cómo debes reír para los otros tú cordero disfrazado de cordero tú lobo a solas tú atrozmente niño -los bellos pensamientos señores no ocultan el perfume de la carne hemos de transpirar en los museos como bestias sumisas bestias en su rincón de terciopelo -Picasso por ejemplo... 7 hila su imposible claridad nuevamente la envenenada sonrisa solar ¿sientes el divino salivazo sobre la bestia sientes el hedor de la rosa sientes mi corazón sobre el tuyo? más tarde será tarde cuando la soledad invente lo mejor nuevamente tus labios tus ojos las ruinas de tus caricias el mar de mi pecho la soledad «estrella de mis noches» nadie sabe de mis cosas 47 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Palabras para un canto ¿Cómo fue ayer aquí? Sólo hemos alcanzado estos restos, el vaso que ilumina con su lejano y obstinado silencio, el pájaro herido en el esmalte al alcanzar el fruto. Llegamos con la puntual indiferencia del nuevo día saltando sobre la desgracia con precisión de atletas. Hemos dormido bajo las estrellas hemos perdido el tiempo. Parcas, Ancon,Chavín de Huantar. Esas son las palabras del canto. ¿Cómo fue ayer aquí? No hablemos de dolor entre ruinas. Es más que la palabra, en el aire de todas las palabras, el aliento humano hecho golpe en la piedra, sangre en la tierra, color en el vacío. Yace aquí, entre tumbas sin nombre, escrito en el harapo deslumbrante, roja estrella en el fondo del cántaro. Por el mismo camino del árbol y la nube, ambulando en el círculo roído por la luz y el tiempo. ¿De qué perdida claridad venimos? Poema Hoy estás en los brazos de mi feroz imaginación brazos que han matado brazos con que tapo mis ojos con un gesto de lobo para buscarte un hogar un lento y suave infierno donde todo calor provenga de una furtiva lágrima oh líquido mundillo oh jadeante fantasma no eres 48 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 49 sino el ojo que estalla y que deja caer como si no ocurriera sus mejores colores en mi entraña ojo que hociquea que peino con la más pura saliva aquí en mis brazos entre mis torpes alas de mamífero la muy compuesta y perdurable nada para siempre te guarde y el buen mal ojo salta y se eleva en el oscuro cielo de mi lecho y ese cielo es el marco impreciso de una frente que ya no reconozco esa sombra ese objeto esa cosa con boca con nariz y con oídos Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos... Porque ya no eres un ángel sino un hombre solo sobre dos pies cansados sobre esta tierra que gira y es terriblemente joven todas las mañanas. Porque sólo tú sabes que hay música, jadeos, incendios, máquinas que escupen verdades y mentiras a los cuatro vientos, vientos que te empujan al otro lado, a tu hueco en el vacío, a la informe felicidad del ojo ciego, del oído sordo, de la muda lengua, del muñón angélico. Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes es morir ni creer en la muerte, ni aceptar que eres tú mismo tu vientre turbio y caliente, tu lengua colorada, tus lágrimas y esa música loca que se escapa de tu oreja desgarrada. Sin fecha a Kafka Suficientes razones, suficientes razones para colocar primero un pie y luego otro. Bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la inevitable sombra que se adelanta y voltea la esquina, a tientas. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Suficientes razones, suficientes razones para desandar, descaer, desvolar. Suficientes razones para mirar por la ventana. Para observar la mano que cuenta a oscuras los dedos de otra mano. Poderosas razones para antes y después. Poderosas razones durante. La hoja de afeitar enmohecida es el límite. Lasciate ogni speranza voi ch'entrate. No se retorna de ningún lugar. Y la regla torcida lo confirma sobre el aire totalmente recto, como un cadáver. Y hay otras. Palidez, sobresalto, algo de náusea. Misterioso, obsceno chasquido del vientre que canta lo que no sabe. La luz a pleno cuerpo, como un portazo. Adentro y afuera. No se sabe dónde. Y las demás. ¿Existen? Infinitas para la duda, evidentes para la sospecha. Dejarse arrastrar contra la corriente, como un perro. Aprender a caminar sobre la viga podrida. En la punta de los pies. Sobre la propia sombra. No más grande que ellos ni más pequeña. Uno, dos, uno, dos, uno, dos, uno. Uno atrás, otro adelante. Contra la pared, boca abajo, en un rincón. Temblando, con un lívido resplandor bajo los pies, no más grande que ellos ni más pequeño. Tal vez, tal vez la estancada eternidad que algún alma inocente confunde con su propio excremento. Malolientes razones en la boca del túnel. Y a la salida. A la postre tantas razones como cuellos existen. Defenderse del incendio con un hacha. Del demonio con un hacha, de dios con un hacha. Del espíritu y la carne con un hacha. No habrá testigos. Se nos ha advertido que el cielo es mudo. A la más se escribirá, se borrará. Será olvidado. Y ya no existirán razones suficientes para volver a colocar un pie y luego el otro. No obstante, bajo ellos, no más grande que ellos ni más pequeña, la inevitable sombra se adelantará. Y volteará la misma esquina. A tientas. 50 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Supuestos el deseo es un lugar que se abandona la verdad desaparece con la luz corre-ve-y-dile es tan aguda la voz del deseo que es imposible oírla es tan callada la voz de la verdad que es imposible oírla calor de fuego ido seno de estuco vientre de piedra ojos de agua estancada eso eres me arrodillo y en tu nombre cuento los dedos de mi mano derecha que te escribe me aferro a ti me desgarra tu garfio carnicero de arriba abajo me abre como a una res y estos dedos recién contados te atraviesan en el aire y te tocan y suenas suenas suenas gran badajo en el sagrado vacío de mi cráneo. Tal vez en primavera... Tal vez en primavera. Deja que pase esta sucia estación de hollín y lágrimas hipócritas. Hazte fuerte. Guarda miga sobre miga. Haz una fortaleza de toda la corrupción y el dolor. Llegado el tiempo tendrás alas y un rabo fuerte de toro o de elefante para liquidar todas las dudas, todas las moscas, todas las desgracias. Baja del árbol. Mírate en el agua. Aprende a odiarte como a ti mismo. Eres tú. Rudo, pelado, primero en cuatro patas, luego en dos, después en ninguna. Arrástrate hasta el muro, escucha la música entre las piedrecitas. 51 MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 52 Llámalas siglos, huesos, cebollas. Da lo mismo. Las palabras, los nombres, no tienen importancia. Escucha la música. Sólo la música. Más allá del dolor y del placer Prólogo de Octavio Paz a la primera edición de Ese puerto existe No eran tiempos felices aquéllos. Habíamos salido de los años de guerra, pero ninguna puerta se abrió ante nosotros : sólo un túnel largo (el mismo de ahora, aunque más pobre y desnudo, el mismo túnel sin salida). Paredes blancas, grises, rosas, bañadas por una luz igual, ni demasiado brillante, ni demasiado opaca. Esos años no fueron ni un lujoso incendio, como los de 1920, ni el fuego graneado de 1930 a 1939. Era, al fin, el mundo nuevo, comenzaban de verdad los "tiempos modernos". Luz abstracta, luz que no parpadea, conciencia que no puede ya asirse a ningún objeto exterior. La mirada resbalaba interminablemente sobre los muros lisos, hasta fundirse a su blancura idéntica, hasta no ser -ella también- sino muro uniforme y sin fisura. Túnel hecho de una mirada vacía, que ni acusa ni absuelve, separa o abraza. Transparencia, reflejo, mirada que no mira. ¿Cómo huir, cómo romper los barrotes invisibles, contra quién levantar la mano? Amos sin rostro, multitudes sin rostro, horizonte sin rostro. Perdimos el alma y luego el cuerpo y la cara. Somos una mirada ávida pero ya no hay nada que mirar. Alguien nos mira. ¡Adelante! El mundo se ha puesto de nuevo en marcha. Vamos de ningún lado a ninguna parte. Algunos no se resignaron. Los más tercos, los más valientes. Quizá los más inocentes. Unos se entregaron a la filosofía. Otros a la política. Unos cuantos cerraron los ojos y recordaron : allá, del otro lado, en el "otro tiempo", nacía el sol cada mañana, había árboles y agua, noches y montañas, insectos, pájaros, fieras. Pero los muros eran impenetrables. Rechazados, buscábamos otra salida -no hacia fuera, sino hacia adentro-. Tampoco adentro había nadie : sólo el desierto de la mirada. Nos íbamos a las calles, a los cafés, a los bares, al gas neón y las conversaciones ruidosas. Guiados por el azar -y también por un instinto que no hay más remedio que llamar electivo- a veces reconocíamos en un desconocido a uno de los nuestros. Se formaban así, lentamente, pequeños grupos abiertos. Nada nos unía, excepto la búsqueda, el tedio, la desesperación, el deseo. En el hotel del Etats-Unis oíamos jaz, bebíamos vino blanco y ron, bailábamos. "El Alquimista" leía poemas de Artaud o de Michaux. Caminábamos mucho. Un muro nos detenía : sus manchas nos entregaban revelaciones más ricas que los cuadros de los museos. (Fue entonces cuando, en verdad, descubrimos la pintura.) "En este hotel vivió César Vallejo", me decía Szyszlo. (La poesía de Vallejo también era un muro, tatuado por el hambre, el MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 53 deseo y la cólera.) En una casa de la Avenida Victor Hugo los hispanoamericanos soñaban en voz alta con sus volcanes y sus pueblos de adobe y cal y el gran sol, inmóvil sobre un muladar inmenso como un inmenso toro destripado. En invierno Kostas se sacaba del pecho todas las islas griegas, inventaba falansterios sobre rocas y colinas y a Nausica saliendo a nuestro encuentro. En esos días llegó Carlos Martínez Rivas con una guitarra y muchos poemas en los bolsillos. Más tarde llegó Rufino, con otra guitarra y con Olga como un planeta de jade. Elena, Sergio, Jacques, Gabrielle y Ricardo, André, Lena, Monique, Georges y Brigitte, Arturo, Jean y ustedes, vistas, entrevistas, sueño o realidad, verdades corpóreas, sombras, Gertrude, Dorothy, Mary, Claire, Alberta, Charlotte, Dorothy, Ruth, Catherine, Emma, Louise, Margaret, Ferral, Harriet, Sara, Florence toute nue, Margaret, Toots, Thelma, Belles-de-nuit, belles-de-feu, belles-de-pluie, Le coeur tremblant, les mains cachées, les yeux au vent, Vous me montrez les mouvements de la lumière. Vous échangez un regard clair pour le printemps, Le tour de votre taille pour un tour de fleur, L'audace et le danger pour votre chair sans ombre, Vous échangez l'amour pour des frissons d'épées, Des rires inconscients pour des promesses d'aube, Vos danses sont le gouffre effrayant de mes songes Et je tombe et ma chute éternise ma vie, L'éspace sous vos pieds est de plus en plus vaste, Merveilles, vous dansez sur les sources du ciel. (Paul Eluard, Capitale de la Douleur) No creíamos en el arte. Pero creíamos en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o el cuadro eran exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada, el bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era defenderse, defender a la vida. La poesía era un acto de legítima defensa. Escribir : arrancar chispas a la piedra, provocar la lluvia, ahuyentar a los fantasmas del miedo, el poder y la mentira. Había trampas en todas las esquinas. La trampa del éxito, la del "arte comprometido", la de la falsa pureza. El grito, la prédica, el silencio : tres deserciones. Contra las tres, el canto. En aquellos días todos cantamos. Y entre esos cantos, el canto solitario de una muchacha peruana : Blanca Varela. El más secreto y tímido, el más natural. Jardines de fuego, chorros de plumas negras. Diez años después, un poco contra su voluntad, casi empujada por sus amigos, Blanca Varela se decide a publicar un pequeño libro. Esta colección reúne poemas de aquella época y otros más recientes, todos ellos unidos por el mismo admirable rigor. Blanca Varela es un poeta que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta, sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el amor, el tiempo y la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia. En sus primeros poemas, demasiado orgullosa (demasiado MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 54 tímida) para hablar en nombre propio, el yo del poeta es un yo masculino, abstracto. A medida que se interna en sí misma -pero, asimismo, a medida que penetra en el mundo exterior- : la mujer se revela y se apodera de su ser. Cierto, nada menos "femenino" que la poesía de Blanca Varela; al mismo tiempo, nada más valeroso y mujeril : "Hay algo que nos obliga a llamar 'mi casa' al cubil y 'mis hijos' a los piojos". Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión : "Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla como una rata envenenada...". Y en otro pasaje : "El pueblo está contento porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esta es la inmortalidad". La pasión brilla, arde, se concentra y afila en una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida : "Amo esa flor roja sin inocencia". En un número reciente de la Nouvelle Revue Française se compara la anemia de la actual poesía italiana con la vitalidad de los jóvenes poetas hispanoamericanos (fenómeno en el que, como siempre, aún no han reparado nuestros críticos). Y agrega el escritor francés : "los jóvenes poetas de lengua española, originarios de América Latina, son los hijos pródigos del surrealismo y de la escuela andaluza". La fórmula, acaso demasiado general, no carece de verdad. No sé si Blanca Varela se reconoce en Lorca, Alberti o Aleixandre, aunque tengo la certeza de que Cernuda es una de sus lecturas favoritas. En cuanto al surrealismo (palabra que no dejará de irritar y desconcertar a más de un crítico) : en efecto, Blanca Varela es un poeta surrealista, si por ello se entiende no una escuela, una "manera" o una academia, sino una estirpe espiritual. Pero, en este sentido, también son -o fueron- surrealistas muchos de los poetas andaluces y precisamente (Lorca, Cernuda y Aleixandre) en sus momentos más altos. Otro tanto ocurre con los hispanoamericanos de la misma generación. ¿Por qué no decir, entonces, que Blanca Varela es, nada más y nada menos, un poeta, un verdadero poeta? En Blanca Varela hay una nota, común a casi todos los poetas de su tiempo, que no aparece en los grupos anteriores, trátese de españoles, hispanoamericanos o franceses. Los poetas de la generación anterior se sentían, por decirlo así, antes de la Historia : los nuevos, después. La Víspera y el Día Siguiente. Antes de la Historia : en espera del Acontecimiento, el Salto, la Revolución o como quiera llamarse al profetizado cambio final. No hubo cambio o, si lo hubo, tuvo otro crácter, otras consecuencias y otra tonalidad. Después de la guerra no salimos al Paraíso o al Infierno : estamos en el Túnel. La poesía anterior a la guerra se propuso perforarlo o hacerlo estallar; la nueva pretende explorarlo, como se explora un continente desierto, una enfermedad, una prisión. La rebelión, el humor y otros ingredientes son menos explosivos pero más lúcidos. Explorar : reconocer. La nueva poesía quiere ser un re-conocimiento. El mundo exterior, ayer negado en provecho de mundos imaginarios o de sueños utópicos, comienza a existir -aunque no a la manera ingenua de los "realistas"-. Para algunos nuevos poetas la realidad no es algo que hay que negar o transfigurar, sino nombrar, afrontar y, así, redimir. Operación delicada entre todas, ya que implica una reconciliación con esa realidad, es decir, una búsqueda de su sentido y, al mismo tiempo, una transformación de la actitud del poeta. (Esa transformación, me apresuro a señalarlo, no puede ser exterior; no significa un cambio ante el mundo sino un cambio del ser mismo del poeta). En el nuevo poema, de una manera que apenas empezamos a sospechar y que sólo comienza a hacerse visible en unas cuantas obras aisladas, al fin han de conciliarse las MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 55 tendencias que desgarran ahora al hombre. ¿Asumir la realidad? Más bien : Asunción de la realidad. Blanca Varela es un poeta de su tiempo. Y, por eso mismo, un poeta que busca trascenderlo, ir más allá. Apenas escrita la última frase, siento su inexactitud : en poesía no hay más allá ni más acá. Vanidad de las clasificaciones literarias : a nada se parecen más estas líneas de un poeta del siglo XIV (el Almirante Hurtado de Mendoza) : A aquel árbol que mueve la hoja, / Algo se le antoja..., que a estos versos de Blanca Varela (que también recuerdan a Busson y a Basho) : Despierto. / Primera isla de la conciencia : / Un árbol. La poesía no tiene ni nombre ni fecha ni escuela. Ella también es un árbol y una isla. Una conciencia que despierta. París, 10 de agosto de 1959 Blanca Varela: "Más allá del dolor y del placer" Por Ana María Gazzolo Más allá de tendencias, modas, afanes innovadores, la ruta expresiva de Blanca Varela se distingue por el imperturbable apego a la verdad interior que la impulsa. Así ha sido y será. Y aunque esa verdad haya surgido penosa, grave, el lenguaje ha tratado de serle fiel, de recortarse según sus límites, de ajustarse a sus complejas modulaciones. Con el tiempo, ese lenguaje ha llegado a moverse dentro de los linderos precisos de lo que debe ser dicho, ¿para qué más en un universo poético que no es concesivo en lo más mínimo? La obra de Blanca Varela hasta hoy recogida tiende a la parquedad y a la concentración. Seis libros publicados desde 1959, ninguna prisa y una severa autocrítica. Son sus títulos: Ese puerto existe ,Luz de día , Valses y otras falsas confesiones , Canto villano , Ejercicios materiales y El libro de barro ; además, una edición de poesía reunida, bajo el título de Canto villano , y dos antologías aparecidas en Lima y en Madrid. En todos ellos habita un ser estremecido por las condiciones de la existencia, no únicamente la suya, y cuyo género es sólo relativamente importante en función del tratamiento de algún tema específico. Casi nada hay en estos versos que se identifique con patrones aceptados de lo femenino. La mirada que sustenta la expresión revela una femineidad que cuestiona, que se hace fuerte en la debilidad, que llama a las cosas por su nombre, que no se esconde sino encara; una femineidad, repito, poco común, poco reconocida, que no ha dado lugar a MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 56 un tópico. Enclavada en la que se ha dado en llamar "generación del 50", su voz es inobjetablemente personal y madura desde su primera entrega conocida; la evolución de su poética ha ido en la dirección de una cada vez mayor concisión, ha buscado el encuentro con un lenguaje de apariencia seca, desnuda, que pudiera revelar una visión descarnada de la existencia, y ha llegado, en su poesía más reciente, a expresarse frecuentemente mediante toques o pinceladas aisladas que componen un cuadro de difícil lectura, cuyo desentrañamiento requiere del lector una inmersión en territorios usualmente no transitados. Pero en los inicios de su lenguaje poético éste se expandía dando vuelo a la imagen, una inclinación sin duda emparentada con los usos surrealistas que se difundían en el Perú de los años cuarenta. Sin embargo, la trayectoria poética de Varela no confirma una filiación surrealista, antes bien, con el tiempo la imagen se hace menos azarosa y menos espléndida, sigue siendo imagen, pero escueta, incisiva, al servicio de la idea y del pensamiento y no del propio lenguaje. Tal vez por una necesidad de autorreconocimiento y de uniformidad, decide eliminar trece poemas del primero de sus libros en la edición mexicana de su poesía reunida, diez de ellos formaban "El fuego y sus jardines", título de la primera parte del poemario, y los otros tres aparecían al final. Curiosamente, en la mayoría de ellos las imágenes de influencia surrealista se extienden autogenerándose, y su eliminación reduce la huella de este "ismo". Uno de esos casos es "La ciudad", poema que abría Ese puerto existe: La ciudad oprimida por los pájaros, por su corazón de campana ardiente, por su corazón agitado como peces sobre espejos de oro, respira como un árbol frente a la tempestad, como un niño que arroja piedras para detener al viento, con su boca de isla abandonada, con su boca de doncella enardecida por el sol. Su viaje a París, en 1949, la puso en contacto con el pensamiento existencialista, el cual echaba sus raíces en la realidad de la Europa de la postguerra. El existencialismo se alimentaba en cierta forma de la vida cotidiana, de sus situaciones extremas, y era fácil embeberse de él viviendo en una ciudad que había conocido los límites de la supervivencia. En la poesía de Varela se irán acentuando la honda reflexión existencial y los sentimientos de desencanto y náusea, rasgos que, aunque asociados a este ámbito, invaden sin embargo toda su producción pues se hallan identificados con una manera personal de ver el mundo. Cuando diez años después publique su primer libro en México, Octavio Paz recordará en el prólogo las preocupaciones y los sentimientos de esos años vividos en común con otros artistas latinoamericanos y en sus palabras puede también advertirse cierta consonancia con el existencialismo, debido a la inevitable huella dejada por los tiempos: "No creíamos en el arte. Pero creíamos en la eficacia de la palabra, en el poder del signo. El poema o el cuadro eran exorcismos, conjuros contra el desierto, conjuros contra el ruido, la nada, el bostezo, el claxon, la bomba. Escribir era defenderse, defender a la vida. La poesía era un acto de legítima defensa. Escribir: arrancar chispas a la piedra, provocar la lluvia, ahuyentar a los fantasmas del miedo, el poder y la mentira". Para Octavio Paz, la poesía de Blanca Varela era un signo de su tiempo, el cual MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 57 no hacía más que nombrar: "Después de la guerra no salimos al Paraíso o al Infierno: estamos en el Túnel. La poesía anterior a la guerra se propuso perforarlo o hacerlo estallar; la nueva pretende explorarlo, como se explora un continente desierto, una enfermedad, una prisión. La rebelión, el humor y otros ingredientes son menos explosivos pero más lúcidos". La poesía, para Varela, es en sí misma la búsqueda de un fin que se sabe imposible, es a la vez esa búsqueda con su carga de imperfecciones y el fin que no se alcanza. La poesía no sirve para volcarlo todo indiscriminadamente, sino para llenarse de lo oculto y arañar lo verdadero. La sinceridad de sus postulados poéticos se manifiesta en el tono áspero, seco, punzante y a la vez duro que aplica a sus composiciones; sus versos están desprovistos de elementos engañosos y de paliativos. La poeta practica una escritura contenida, retraída, encerrada en su propio secreto, observación que no se basa únicamente en los poemas breves o en la versificación entrecortada y brusca presente en todos sus libros. Desde su primera obra ha empleado también la prosa poética, o cierta condición de narratividad contrastante con la condensación semántica de sus otros poemas, pero incluso en estas composiciones es posible hallar un movimiento de retracción cuando decide mantener ocultos los elementos que podrían revelar un misterio o cuando rehusa identificar al sujeto poético. La contención no existe sólo en la apariencia física del poema, sino que mora en la esencia misma de la entidad creadora; dicha estética austera tiene su asidero en un "rigor ético", como advierte Roberto Paoli. No es posible entender los poemas de Blanca Varela sin considerar su profunda relación con el silencio, con el enorme peso que puede llegar a tener lo no dicho. En Ese puerto existe encontramos desde el primer momento términos que contradicen el aire de paz que podría asociarse al paisaje marino y a los años infantiles, a los que hace constante referencia. Allí están los vocablos desestabilizadores ("espanto", "destruyo"), las variantes de "sombra" ("oscuro", "negro", "noche", "turbio", "pozo"), el enfrentamiento con el tiempo; están la desolación y el abandono y la que será incorregible tendencia a ir más allá de las apariencias. Se halla, sobre todo, su singular mundo interior aflorando gracias a un proceso de descubrimiento, emprendido desde el inicio, y según el cual no sólo se recuerda la infancia, sino que se la desmantela. Tanto la figura del 'pozo' como la de la 'noche' son recurrentes en la poesía vareliana y se van nutriendo paulatinamente de significados; por otro lado, la acción de escalar o ascender es también frecuente y se halla ligada a la oscuridad y a lo subterráneo, así como aparece, por lo general, enfrentada a su contraparte, la caída, o a la idea de profundidad: "Junto al pozo llegué, / mi ojo pequeño y triste / se hizo hondo, interior. // Estuve junto a mí, / llena de mí, ascendente y profunda" ("Fuente"). En los versos que ponen en juego estos elementos es reconocible un proceso de interiorización, de mirar hacia adentro, que se hará más profundo en adelante; el ámbito figurado de esa interiorización es la noche enriquecedora o la oscuridad del pozo. En varios poemas de este libro Varela adopta un "yo" poético masculino que, más bien, puede ser interpretado como universal. Es posible que haya percibido en la utilización del género femenino un carácter restrictivo, así como, a su vez, indicativo, por restringido, de la persona que se esconde tras el poema. Cuando finalmente irrumpe el "yo femenino" su asunción es paralela a otros actos MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 58 similares de su ser creador. 'Aceptar', 'asumir', son verbos casi siempre tácitos que subyacen a su actividad creadora y vital, son parte de una actitud que rechaza el engaño, pero que de ningún modo se resigna; no corresponden a actos pasivos, hay rebeldía encubierta e ironía mordaz detrás de ellos. Veamos un caso perteneciente a Valses y otras falsas confesiones: Acepta la espera que no siempre hay lugar en el caos. Acepta la puerta cerrada, el muro cada vez más alto, el saltito, la imagen que te saca la lengua. No te trepes sobre los hombros de los fantasmas que es ridículo caerse de trasero with music in your soul. ("Auvers-sur-Oise") Existe, además, para el caso de los temas considerados femeninos, un tratamiento intencionalmente áspero y abrupto, con el que tuerce el camino usualmente transitado. El tema de la maternidad, sin ser tan abundantemente tocado en su obra, es un ejemplo de escueta emotividad o de consideraciones violentas: "hay algo que me obliga (...) a llamar 'mi casa' al cubil y 'mis hijos' a los piojos" ("Primer baile"). Un poema relacionado con este asunto merece ser citado por entero, se trata de "Casa de cuervos", publicado en su poesía reunida en la sección "Otros poemas" y posteriormente incluido en Ejercicios materiales, como todos los de la mencionada sección. El título mismo supone ya un cuestionamiento y desde los versos iniciales es posible entrever que la relación madre-hijo no está planteada precisamente en términos ejemplares: porque te alimenté con esta realidad mal cocida por tantas y tan pobres flores del mal por este absurdo vuelo a ras de pantano ego te absolvo de mí laberinto hijo mío Luz de día se inicia con un poema en prosa titulado "Del orden de las cosas", en el cual expresa en cierta forma su arte poética. Esta preocupación volverá a surgir, pero en este caso la ironía se enseñorea para anotar incluso las posturas externas adecuadas para favorecer la creación y encubrir tras ellas las actitudes auténticas, la verdadera disposición interior que nace de la desesperación; el poema pone de manifiesto la lucha constante con las palabras, el carácter evanescente de las ideas, sensaciones e intuiciones poéticas, la tremenda dificultad de atraparlas con el lenguaje y el inevitable fracaso que se asocia a esta empresa. Leamos algunos fragmentos: Poner en marcha una nebulosa no es difícil, lo hace hasta un niño. El problema está en que no se escape, en que entre nuevamente en el campo al primer pitazo. (...) Volviendo a la desesperación: una desesperación auténtica no se consigue de la noche a la mañana. Hay quienes necesitan toda una vida para obtenerla. (...) Recomencemos: estamos acostados bocarriba (en realidad la posición perfecta para crear es la de un ahogado semienterrado en la arena). Llamemos cielo a la nada, esa nada que ya hemos conseguido situar. Pongamos allí la primera mancha. Contemplémosla fijamente. Un pestañeo puede ser fatal. Este es un acto intencional y directo, no cabe la duda. Si logramos hacer girar la mancha convirtiéndola en un punto móvil el contacto estará hecho. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 59 Repetimos: desesperación, asunción del fracaso y fe. Este último elemento es nuevo y definitivo. Al tema de la escritura poética se asocian también, en otros momentos de la producción de Varela, el apartamiento de los recursos superficiales y manidos, el cansancio de una lucha de resultado imposible y la facultad del poema-canto de aliviar el peso de la existencia. De su primer libro descarta estos versos: "El golpe del canto que se enciende / como una hoguera posible contra la muerte"; en ellos el 'canto' o el poema son un arma ardiente contra la aniquilación y a favor de la permanencia. Con el repudio de lo superfluo se relacionan, por ejemplo, "A rose is a rose" (Valses y otras falsas confesiones), en el que además se rechaza la figura de la flor: "inmóvil devora luz / se abre obscenamente roja / es la detestable perfección / de lo efímero / infesta la poesía / con su arcaico perfume"; y "Ultimo poema de junio" (Ejercicios materiales): "Pienso en esa flor que se enciende en mi cuerpo. La hermosa, la violenta flor del ridículo. Pétalo de carne y hueso. ¿Pétalos? ¿Flores? Preciosismo bienvestido, muertodehambre, vaderretro. // Se trata simplemente de heridas congénitas y felizmente mortales". Con la lucha fatal e insuficiente con las palabras se relacionan los siguientes versos: "un poema / como una gran batalla / me arroja en esta arena / sin más enemigo que yo // yo / y el gran aire de las palabras" ("Ejercicios", en Valses...); "no he llegado / no llegaré jamás / en el centro de todo está el poema / intacto sol / ineludible noche" ("Media voz", en Canto villano); "palabra escrita palabra borrada / palabra desterrada / voz arrojada del paraíso / catástrofe en el cielo de la página / hinchada de silencios" ("Malevitch en su ventana", en Ejercicios materiales). A partir de Luz de día se van enriqueciendo algunos elementos de sentido a la vez que se acentúan sus líneas de enlace; es así como a la simple contraposición de la sombra a la luz, y de sus variantes, la noche y el día, se vinculan el sueño y la realidad. El sueño es esclarecedor por la libertad de sus mecanismos, es una forma creativa de ver: "El día queda atrás, / apenas consumido y ya inútil. / Comienza la gran luz, / todas las puertas ceden ante un hombre / dormido"; "la claridad total, / el sueño" ("Así sea", en Luz de día). Ya en su primer libro el sueño aparecía en una orilla distinta a la de la muerte, ambos vinculados con una preocupación por el paso del tiempo: "¿Qué significará el amanecer para quien no conoce sino la noche y el sueño que sucede al sueño? / Despegar los párpados significa morir, desprenderse de una estrella" ("Primer baile"). En la poética vareliana introducirse en las tinieblas es penetrar el camino de la autenticidad, la cual no es favorecida por la luz del día que acoge las apariencias, no las esencias; la búsqueda interior a través de túneles y pozos simbólicos grafica el difícil acceso a la verdad. Lo verdadero habita en la oscuridad y, por extensión, en lo arduo, en lo oculto, en lo profundo; la mentira, en cambio, se exhibe en la claridad del día. La noche recoge y obliga a interiorizar, de ella nace una forma de vida; el día deslumbra, dispersa y engaña, da lugar a una forma de muerte: "El mundo será esa claridad que nos pierde" ("Antes del día", en Luz...); "miente la nube / la luz miente / los ojos / los engañados de siempre / no se cansan de tanta fábula" ("Ejercicios", en Valses y...); "vieja artífice / ve lo que has hecho de la mentira / otro día" ("Noche", en Canto villano); "me has engañado como el sol a sus criaturas"; "nada que la luz no atraviese y oculte / nada que no sea la antigua y sagrada inexactitud" ("Malevitch en su ventana", en MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 60 Ejercicios...); "la verdad desaparece con la luz" ("Supuestos", en Ejercicios...); "Llegar a eso. Al inexplicable balcón sobre la noche silenciosa y desvelada. Retroceder hacia la luz es volver a la muerte" ("Lentos círculos...", en El libro de barro). También la poesía se manifiesta en ese espacio interior sombrío, otra razón para huir de su ropaje superficial y falsamente luminoso, otra razón para rendirse al silencio. Es en la sombra donde aguarda la verdadera luz y donde tiene lugar el nacimiento a la vida, escalar las paredes de un pozo es ir en pos de esa luz de la conciencia: "Hacer la luz aunque cueste la noche" ("Antes del día"); "Asciendo y caigo al fondo de mi alma / que reverdece, agónica de luz, imantada de luz" ("Vals", en Luz...); "El vuelo enterrado. El agujero del cielo cielo, el firmamento del pozo y la raíz de siete brazos luminosos" ("En una mano...", en El libro...). Frente a este manejo temático que invierte los términos y sus significados usuales (oscuridad = luz interior = verdad; luminosidad = oscuridad interior = engaño), la muerte no tiene un rol dramático, no se la teme ni se la cree una salida, pues más allá de ella no se advierte nada: "Y voy hacia la muerte que no existe, / que se llama horizonte en mi pecho" ("Destiempo", en Ese puerto...); "Porque tú gusano, ave, simio, viajero, lo único que no sabes es morir ni creer en la muerte" ("Auvers-sur-Oise", en Valses...); "el que asciende de mar a río / de río a cielo / de cielo a luz / de luz a nada" ("Camino a Babel", VII, en Canto...). Es en los poemarios más recientes de Varela, sobre todo en Ejercicios materiales, que las referencias a la muerte se hacen más recurrentes e involucran consideraciones sobre la vida en las que predomina también una visión de desolación y desencanto; en "Ternera acosada por tábanos" emplea la imagen de un tierno animal perseguido que alude a la vida como algo no cumplido, traicionado en sus posibilidades, algo que no puede ser lo que es: "era la tierra ajena y la carne de nadie"; "qué agua amarga en la boca / de aquel intolerable mediodía / en que más rápida más lenta / más antigua y oscura que la muerte / a mi lado / coronada de moscas / pasó la vida". La muerte se prepara en la vida, esta comprobación nace de la lucidez y el afán de no engañarse que distinguen el discurso vareliano: "soy la isla que avanza sostenida por la muerte / o una ciudad ferozmente cercada por la vida" ("Escena final"); "la carne que sustento y alimenta / al gusano postrero / que buscará en las aguas más profundas / dónde sembrar / la yema de su hielo" ("Claroscuro"). El libro de barro, tal vez una de las colecciones poéticas más herméticas de Varela, contiene referencias más veladas a este tema, pero en el trasfondo la muerte, como parte de una cadena interminable, se enlaza con la vida en una sucesión que caracteriza a la especie; de hecho el poemario se abre y se cierra con alusiones a la articulación vida-muerte y a la relación simbólica del mar con ésta, la estructura del poemario refleja el diseño circular de los ciclos vitales. Pero uno de los poemas vincula los textos poéticos a la muerte, son como emanaciones que la desafían, que instauran en ella misma la semilla de la eternidad: "Poemas. Objetos de la muerte. Eterna inmortalidad de la muerte. Algo así como un goteo nocturno y afiebrado. Poesía. Orina. Sangre". El mundo que este libro de poemas en prosa encierra tiene que ver con la senda de la estirpe humana sobre la tierra, con la huella de lo primitivo y su proyección, con la implacable soledad de la existencia. La voz que habla no dice MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 61 'nosotros' sino para marcar la desunión, habla de otros, antes, y de sí misma, algunas veces; el tono es impersonal y hosco, el punto de vista, de quien impone distancia. Entre el espacio en el que habita esa voz y el de su invisible oyente se percibe la amplitud del cosmos. En el 'libro de barro' se inscribe la vida humana, desde el origen, el barro modela la casa y guarda la memoria del hombre. La entidad a la cual se dirige esa voz tiene antecedentes en la producción anterior de Blanca Varela, un dios con minúscula que incluso pueda crearse a imagen del hombre, pero en sus dos últimos libros la mención es más frecuente. En "Vals del Angelus" (Valses y...) el tono se eleva hasta la increpación cuando se dirige a Dios, sin nombrarlo, para echarle en cara su responsabilidad en los males de este mundo y, como consecuencia, en el desconcierto humano, representado por la propia poeta y su desamparo; en el último verso invierte los términos de un principio básico del Génesis, es Dios quien termina por parecerse a ese despojo atroz en que ha convertido al hombre: Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste. Ve lo que has hecho de mí. Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura, guiándome con sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba. (...) Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza. En El libro de barro la divinidad es una figura que declina, pero aún aquella que habita el espacio celeste al que constantemente mira el hombre; la frecuencia de imágenes o de entidades que irradian desde lo alto en relación con esa voz humana que permanece abajo es notoria en el poemario. El tercer poema del libro incide en la decadencia pero también en el alcance de su poder aún vigente, el cual se concentra en el símbolo de la mano ya anteriormente registrado en la obra vareliana: La mano de dios es más grande que él mismo. Su tacto enorme tañe los astros hasta el gemido. El silencio rasgado en la oscuridad es la presencia de su carne menguante. Resplandor difunto siempre allí. Siempre llegando. Revelación: balbuceo celeste. Día cerrado es él. Dueño de su mano, más grande que él. En Ejercicios materiales el tratamiento de la imagen divina subraya la irreverencia, la idea del maltrato y la irónica visión de un ser desgastado y perseguido. En el poema que da título al libro, la divinidad es un verdugo del hombre (el "matarife") y éste, sometido y condicionado, nada puede hacer: "que así vamos y estamos / que así somos / en la mano de dios". En "Ideas elevadas", en cambio, la divinidad es equiparada a una mosca y la elevación mística a estar en lo alto de una escalera; el estatuto irónico y la ambigüedad ponen su sello en este texto que habla de una divinidad como objeto descartable: "tenemos la lengua dura los devoradores de dios / de ese dios que crece cada noche / con nuestros pelos y uñas / de ese dios aplastable / perecible / digerible". En la poesía de Blanca Varela la configuración del yo poético y del tú es algo compleja, tiende a su no anifestación, a la ambigüedad, a la apertura; lo menos MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 62 frecuente en ella es el discurso que una mujer que ama dirige a su objeto amoroso, en cambio asoma un ser, muchas veces no definido sexualmente, que inquiere, que comprueba, que desenmascara y cuyo juicio es implacable. Este ser habla de un hombre contemporáneo que vive sin esperanza, que no tiene otra salida que repetir los mismos actos cada día, corroborando su inutilidad, y que no se abre hacia el futuro pues al final de la vida sólo está la nada: "no creo en nada de esta historia / y sin embargo cada mañana / invento el absurdo fulgor que me despierta" ("Es más veloz el tiempo", en Valses...); "digamos que ganaste la carrera / y que el premio / era otra carrera / que no bebiste el vino de la victoria / sino tu propia sal / que jamás escuchaste vítores / sino ladridos de perros / y que tu sombra / tu propia sombra / fue tu única / y desleal competidora" ("Curriculum vitae"); "harta de timo y de milagros / de ensayar el trapecio hasta la parálisis / de la iniciación de cada día / de haberte tragado el sapo con la sopa / el sapo de la náusea pura / y el sapo de la náusea práctica / et alors. / ya no te queda nada..." ("Camino a Babel", en Canto...). Algunas veces ese ser adquiere la forma de un animal (son por otro lado muchas las menciones a animales de todo tipo y el nombre genérico 'bestia' es recurrente) y su aparición se relaciona con un cuestionamiento del propio yo. A través de esta identificación se pone el acento sobre la vida, de manera amplia, y sobre la degradación y el deterioro de las condiciones de la existencia humana: "tú eres el perro tú eres la flor que ladra / (...) tú eres el desollado can de cada noche / sueña contigo misma y basta" ("Secreto de familia", en Valses...); "yo soy aquélla / que vestida de humana / oculta el rabo / entre la seda fría" ("Claroscuro"); "soy un animal que no se resigna a morir" ("Escena final", en Ejercicios...). La voz poética de Blanca Varela se impone a quien la lee, lúcida, fuerte, sin ambages; penetra el hueso de la vida, atraviesa la carne desgarrada, desecha la piel, la suavidad y la apariencia; padece las arduas luchas de la especie, no propone un mundo ilusorio ni una puerta abierta que no sea la de la muerte. Habla desde el auténtico meollo de sí misma, asumiendo la voz de la estirpe humana. Con ella no queda sino "aprender a caminar sobre la viga podrida" ("Sin fecha", en Ejercicios...). Blanca Varela: El filo de la voz Por Peter Elmore Lúcida e intensa, incandescente y enigmática, la obra poética de Blanca Varela está entre las más altas y valiosas de la lírica hispanoamericana del siglo XX. Compañera de los poetas de la generación peruana del 50 y cómplice de los surrealistas en el París de la posguerra, Blanca Varela -y no sólo por el hecho de ser mujer en medios mayoritariamente masculinos- no se confundió nunca entre los grupos de sus interlocutores y sus pares. Desde temprano, la vocación de su escritura se reveló radicalmente contemporánea y, al mismo tiempo, ajena a cualquier entusiasmo MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 63 gregario. El libro inaugural de Blanca Varela, Ese puerto existe (1959), lleva un prólogo consagratorio de Octavio Paz y, aunque es la primera entrega de la poeta, se trata ya de un libro maduro. El trabajo creativo de diez años, denso y decantado, se concentra en un volumen cuyo título es, según ilustra una anécdota bastante conocida, hijo de la amistad y el azar. Puerto Supe se iba a llamar el libro, pero Paz -que ignoraba la existencia de ese pueblo costero en el norte del Perú- opuso reparos, creyendo que se trataba de un nombre forzadamente simbólico. El título definitivo surgió cuando Blanca Varela le aclaró al poeta mexicano que ese lugar, en efecto, existía. Sitio de la imaginación y la experiencia, el ámbito del poemario tiene su origen en la geografía y la historia, pero la alquimia de la palabra lo transfigura hasta el punto de transformarlo en un territorio alucinado e íntimo. La voz poética no es, por lo demás, una emanación de la biografía. Así, el yo que habita los poemas de Ese puerto existe es masculino. Máscara y doble de la poeta, esa persona lírica declara tanto su arraigo en el litoral como su soledad: "Aquí en la costa tengo raíces,/manos imperfectas,/ un lecho ardiente en donde lloro a solas", dicen los versos finales del texto que abre el libro. Planteada ya la situación existencial del hablante, Ese puerto existe se ofrece como un drama compuesto de soliloquios: a la vez delirante y ascético, el yo entrega fragmentos de su iniciación en el oficio y el misterio de la poesía. "Junto al pozo llegué,/ mi ojo pequeño y triste/ se hizo hondo, interior", se lee en "Fuente". Esa transformación de la subjetividad trasciende la rutina cotidiana, pero no la experiencia de lo real. De hecho, en la encrucijada de lo interno y lo exterior, en la brega por establecer el propio ser y estar en el mundo, es que se halla el centro de gravedad del poemario. "¿Asumir la realidad? Más bien: asunción de la realidad", escribió Octavio Paz, con perspicacia, a propósito de los poemas de Ese puerto existe. Sin duda, esa "asunción de la realidad" supone la actividad de una conciencia que, con insistente rigor, encara al mundo y se examina a sí misma. Uno de los efectos de esa operación reflexiva es, inevitablemente, el desdoblamiento del propio ser: "Hallaré la señal/ y la caída de los astros/ me probará la existencia de otros caminos/ y que cada movimiento engendra dos criaturas,/ una abatida y otra triunfante/(...)", dice la voz poética en "La lección". Dobles y pares El motivo de la dualidad recorre e inquieta toda la obra de Blanca Varela. "Cuál es la luz/ cuál la sombra", pregunta con lacónica ironía el yo en "Reja", de Canto Villano (1972-1978). Una reflexión afín se halla en un pasaje de El libro de barro (1993-1994): "Digo isla y pienso en mar. Digo mar y pienso en isla ¿Son lo mismo?" Un pacto vincula a los elementos y los torna indesligables: en los dominios de la imaginación, la ley de la contigüidad es la que rige. El imán de la cercanía hace que los términos no sólo se necesiten recíprocamente, sino que los roles sean -en cierto modo-intercambiables. En los lazos de parentesco, esa MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 64 mudanza de posiciones cobra un sentido más desgarrado, más urgente. Así, la hija que apostrofa a la madre, sin rodeos ni falso pudor, en el extraordinario poema inicial de Valses y otras falsas confesiones (1964-1971) es también la madre que, con amarga ternura, se dirije a su hijo en "Casa de cuervos", de Ejercicios materiales (1978-1993). La otra cara de la moneda de la identidad es el asombro que despierta el propio cuerpo: "Extrañeza de la propia mano, la que toco. La ajena mía. Eso existe. Zona inexplorada de la carne íntima. Otra tierra en la tierra. Eso en la soledad del cuerpo tendido en la noche", se lee en El libro de barro. La de Blanca Varela es, así, una poesía del re-conocimiento: no se orienta hacia un trasmundo metafísico o utópico, sino que redescubre esa otra "tierra en la tierra" en la cual se respira, se siente, se piensa y se sueña. Como otro gran poeta de la generación del 50, Jorge Eduardo Eielson, o como César Vallejo en Trilce, Varela escribe de (y desde) la descarnada conciencia de un misterio: el de la existencia física, carnal. "Soy un simio, nada más que eso y trepo por esta gigantesca flor roja", declara la voz poética en "Primer baile", de Ese puerto existe. El ánima es una criatura del animal. Se comprende entonces que Ejercicios materiales evoque en su título, con acusado contraste, los Ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, de un modo análogo a aquél en que Noche oscura del cuerpo, de Eielson, remite a la poesía mística de San Juan de la Cruz. Radical y visceral, la experiencia de hallarse en el mundo es la que alimenta a la imaginación verbal: "Hay una rueda, hay algo que nos obliga a brincar, a buscar un sitio, a perderlo, a llamar "mi casa" al cubil y "mis hijos" a los piojos. Santa palabra", se lee en la sexta estancia de "Primer baile", de Ese puerto existe. El cuerpo que habita y es habitado se revela aquí femenino, aunque en esa etapa temprana de la poesía de Varela el yo sea gramaticalmente masculino. Décadas más tarde, en "Casa de cuervos", hogar y maternidad se estrechan en la metáfora que apela al hijo y expresa el desamparo de la separación: "Así este amor/ uno sólo y el mismo con tantos nombres que a ninguno responde/ y tú mirándome/como si no me conocieras/ marchándote/ como se va la luz del mundo/ sin promesas/ y otra vez este prado/ este prado de negro fuego abandonado/ otra vez esta casa vacía que es mi cuerpo/ adonde no has de volver". El silencio expresivo Ni cívica ni sentimental, la poesía de Blanca Varela desdeña la grandilocuencia: su estilo no es caudaloso. El emblema que ilustra a esta poética no es el río, sino la fuente. En el cauce del verso o del poema en prosa, así como cuando se condensa en el aforismo o se despliega en la interpelación, el lenguaje de Blanca Varela se distingue por la rica nitidez de su textura. "Vuelvo otra vez. Pregunto./Tal vez ese silencio dice algo,/ es una inmensa letra que nos nombra y contiene/ en su aire profundo", se lee en un poema de Luz de vida (19601963). La conjetura de la voz lírica señala una forma de entender el ejercicio y el sentido de la poesía. En efecto, la poeta no busca la proliferación y el exceso, sino la concentración y el despojamiento. Así, saber decir es aprender a no decir de más: "Nada suena mejor que el silencio/ nuestro desvelo es nuestro bosque", MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 65 afirman dos versos del poema que da título a El falso teclado (2000), el último de sus ocho poemarios. Libre de hojarasca, la poesía de Blanca Varela canta y se decanta. En ella, la inteligencia de la pasión y la pasión de la inteligencia tiemplan la materia de un lenguaje que vibra y exalta, interroga y conmueve. Desde Este puerto existe hasta El falso teclado, la travesía de Blanca Varela es, sin duda, una de las más fascinantes en la lírica contemporánea de América Latina. Una poeta en carne viva Por David Hidalgo Vega Ningún espíritu puede quedar inmune después de leer a Blanca Varela. Algo se rompe, rasga o tritura dentro de cada nuevo lector. Sus versos son revelaciones que muchos quisieran no tener. Con frecuencia otros autores los toman prestados para, a manera de epígrafes desgarrados, abrir la puerta a las historias más grises. Epígrafes como: "El dolor es una maravillosa cerradura". O tal vez: "Merodean las bestias del amor en esa ruina/ florece la gangrena del amor/ todavía se agitan las tenazas elásticas/ los pliegues insondables laten". Y aun más: "¿De qué balcón hinchado de miseria se arrojó la dicha una mañana?". Todos con su nombre al final. No hay que rebuscar demasiado en sus páginas para encontrar esas frases que parecen alaridos. En el prólogo de una antología que el INC acaba de publicar, la escritora Giovanna Pollarolo advierte: "Para leer a Blanca es preciso disponerse al sobresalto, a la tensión, a la desesperanza y el miedo". Intriga conocer al puño detrás de esas líneas. Es probable que muchos de sus lectores apenas recuerden su voz. A diferencia de otros autores, Blanca Varela no suele dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien discretas. Incluso es poco usual verla en lecturas de poetas. La escritora Rocío Silva Santisteban, estudiosa de su obra y amiga cercana, recuerda una de esas pocas ocasiones, a fines de los años ochenta. "Había pasado varios años sin publicar y sin dar un recital, y Cesáreo Martínez la invitó para leer su obra en el Instituto Peruano Soviético. Fue un montón de gente, porque era como muy raro". El pintor Fernando de Szyszlo, quien estuvo casado con ella y con quien hasta ahora mantiene una fuerte amistad, también lo considera un privilegio escaso. "No recuerdo haberla escuchado leer sus poemas más de dos veces", comenta. "Pero cuando la he escuchado ha sido emocionante, porque es muy insegura, conmovida por lo que está leyendo". Son momentos íntimos: se diría que pronuncia sus versos como si estuviera revelando un secreto a la fuerza. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 66 Silencios La crudeza de sus versos provoca preguntar si hubo épocas felices en quien los escribió. Las hubo. Una amiga de la universidad de San Marcos la recuerda como una joven hermosa, intensa, de respuestas rápidas. También hay huellas de sus pasos por la recordada peña Pancho Fierro junto con Jorge Eduardo Eielson, Augusto Salazar Bondy, Javier Sologuren: el núcleo de la generación del 50. "Teníamos escapadas a la música con Iturriaga, Pinilla y los Arguedas, José María y Celia. Blanca bailaba muy bien, era muy alegre", recuerda Szyszlo. En los años posteriores, la poeta se divirtió bailando en París. Octavio Paz --su padrino literario-- la llamaba La Reina del Mambo: en la casa del poeta mexicano inventaba formas de bailar el ritmo que llegaba ardiendo desde América. "Siempre tuvo muy buen oído para la música tanto como para la poesía", refiere Szyszlo. A la poeta de los versos dramáticos incluso le gustaba cantar. Podía entonar valses acompañada por la guitarra de Arguedas, a cuya casa de Puerto Supe llegaba ella con cierta frecuencia. En alguna época compuso boleros. No hay referencias precisas de cuándo ese espíritu empezó a atardecer. "Entre los veinte y cuarenta años tuvimos una vida social muy activa --recuerda el pintor--. Íbamos mucho al teatro Segura. Veíamos obras como "La vida que te di", de Pirandelo; "Los árboles mueren de pie", de Casona; "Los hermanos Karamazov", de Dostoievski. Éramos de ir a las exposiciones, conciertos". Ella ha ubicado su etapa fundamental en París. Hace cuatro años, en un texto autobiográfico para El Dominical de El Comercio, Blanca Varela describió su gusto por las palabras desde niña, sus dudas de adolescente, sus vivencias universitarias y su estancia esencial en esa ciudad. En ese período se interrumpe su crónica. "Lo que pasó después, lo demás, si no está escondido entre mis poemas, entonces está irremediablemente perdido", escribió. La madurez la empujó a la reserva. Incluso gente que la conoce de varias décadas recuerda que siempre ha tenido una actitud prudente, ajena a los sentimentalismos. "Es una persona que puede mostrarse cariñosa y preocupada, pero no a un punto que se diga maternal", dice la también poeta Rocío Silva Santisteban, quien prepara una importante antología de ensayos sobre Varela. De hecho, cuando apareció la primera edición recopilatoria de "Canto villano" --publicada a fines de los setenta por el Fondo de Cultura Económica de México-- la poeta quedó un tanto decepcionada porque la editorial había puesto una rosa en la carátula. Al parecer en referencia al poema en que ella afirma que esa flor "infesta la poesía/con su arcaico perfume". En una segunda edición, la ilustración de la carátula fue cambiada por el cuadro "Perro semihundido en la arena", de Goya, que sin ser demasiado dramático figura en la serie negra del artista. La poeta quedó encantada. Otro episodio que la retrata ocurrió en los años noventa, cuando, alentada por amigos, accedió a postularse como regidora de Barranco, el distrito donde ha vivido por mucho tiempo. Se acercaba el Día de la Madre y la oficina de cultura organizaba una actividad para las señoras del distrito. "Vinieron a la oficina y dijeron: 'sería bonito poner un poema de la señora Blanca'. Entonces yo le digo: 'Blanca, ¿tendrás un poema por el Día de la Madre?'. Y ella responde: 'Ni pensarlo, no tengo nada. Tengo cosas horribles, todo el mundo se va a asustar'", sonríe Fina Capriata, compañera de esos días en el municipio. Por esos días ocurrió también la tragedia que la marcó irreversiblemente: la muerte de Lorenzo, el segundo hijo que tuvo con Fernando de Szyszlo, en un accidente aéreo. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 67 Penas Es el Rubicón de su tristeza, la línea de no retorno. Su forma de asumir el luto fue como el presagio de un mayor aislamiento: "Anunció (a sus conocidos) que nadie le comentara nada, que nadie le dijera ni una palabra. Nadie se atrevió a variar aquello", recuerda una amiga cercana. Pero el dolor quebró su salud. "Fue una tragedia tal que ninguno de los dos nos hemos recuperado nunca", sostiene Szyszlo. La familia entera fue abatida a un punto extremo. "Las hijas de Lorenzo, por ejemplo, no pudieron hablar durante los primeros cinco años". El estrecho círculo de personas que la frecuenta en sus almuerzos familiares de los miércoles sabe que su corazón tampoco se reconstruyó del todo. "Ni ella ni yo somos abuelos chochos. Con nosotros ocurre que hemos querido tanto a nuestros hijos, que es como tener una cuenta bancaria que se derrocha. Entonces ha quedado poco para los nietos, aunque los queremos mucho", dice el padre de Lorenzo y Vicente. Alguna vez, en una entrevista, Varela explicó que en su poesía sintetiza los sentimientos sin referencias directas a la realidad. "Incluso cuando murió mi hijo, un momento muy duro para mí, lo que escribo son poemas sobre el dolor pero no hago referencia al suceso", afirmó. En realidad, es un tema casi vedado. Uno de sus autores favoritos, el rumanofrancés Paul Celan, tiene un poema que bien puede explicar ese silencio: ¿qué tiempo es éste/en el que una conversación/es casi un crimen/porque incluye/ tantas cosas explícitas? Blanca Varela, cuya vida depende de las palabras, sintetizó su dolor pero quedó disminuida físicamente. Por eso ha reducido sus actividades a lo indispensable. Hace un tiempo la Universidad de Harvad la invitó para una lectura de sus poemas, pero ella declinó. Así ha rechazado otras invitaciones. Parece valorar la tranquilidad por sobre todas las cosas. Es su derecho: ha viajado a los límites del espíritu para traer la belleza. Su obra ha pagado sus silencios. "El libro de barro y otros poemas" Anoche llegó a la presentación de su antología y se retiró sin decir palabra. Apenas unas fotos, unos cuantos libros firmados. En el auditorio del Museo Nacional de Arqueología y Antropología de Pueblo Libre una respetuosa asamblea se había reunido para homenajearla. La poeta Rocío Silva Santisteban abrió la noche con una reseña de su trayectoria. Recordó los días en que Varela ejerció la crítica literaria, su labor al frente de la oficina del Fondo de Cultura Económica en el Perú y como cabeza de la sección local del Pen Club. "En los ochenta, una antología editada por Javier Sologuren hizo que se volviera una autora de culto entre poetas jóvenes", apuntó. El escritor Abelardo Sánchez León, otro de los presentadores, destacó su lenguaje, que parece estar "escavado en su propia alma, en su propia manera de ver el mundo". Luis Guillermo Lumbreras, director del INC --que edita "El libro de barro y otros poemas"--, la elogió como parte de la generación del 50, por que "expresó con su arte parte importante de la historia del Perú". Ella estaba emocionada. Se notaba. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 68 Resplandor de la inteligencia Por Diego Otero La belleza es el resplandor de la inteligencia, escribió alguna vez Antoni Gaudí, y la frase le queda como un guante a la obra poética de Blanca Varela. Una obra que desde fines de los años cincuenta fue afilándose, concentrándose y ganando densidad simbólica hasta convertirse, con un libro llamado “Concierto animal” (1999), en una de las cúspides de la historia de la poesía peruana: “recortarse las uñas /el pelo / los deseos /aprender a pensar en lo pequeño / en lo inmenso / en las estrellas más lejanas / e inmóviles / en el cielo /espantado por mí”, dice ahí, con elocuente economía, como quien tiene la certeza de que la poesía se parece más al aire vital y ordinario que a una joya. Creo que fue Mario Montalbetti quien trazó, a propósito de un homenaje precisamente a Varela, una reveladora síntesis de los grandes momentos de la poesía peruana. Decía que Vallejo y Martín Adán son, para la primera mitad del siglo XX, lo que Jorge Eielson y Blanca Varela para la segunda. Curiosamente, todos estos poetas (salvo Adán, claro) han estructurado sus proyectos sobre una interrogación del cuerpo. Pero si en Eielson, su compañero generacional y amigo, el cuerpo es un territorio de celebración sensorial que se transfigura en experiencia sagrada, en Varela es el espacio de la duda, lo dual, los límites: entre interior y exterior, luz y sombra, vida y muerte, carne y espíritu. Intensidad y altura Dice Varela en “Casa de cuervos”, uno de sus poemas emblemáticos: “despertar / en la gran palma de dios / calva vacía sin extremos / y allí te encuentras / sola y perdida en tu alma / sin más obstáculo que tu cuerpo / sin más puerta que tu cuerpo”. Reflexión sobre la maternidad pero también testimonio de un abandono, “Casa de cuervos” ejemplifica ese magnífico juego de opuestos que es la obra de Varela. Influida por el existencialismo y por el surrealismo, ella supo tomar de estas corrientes solo lo que su riguroso temperamento creativo necesitaba; y supo, desde ahí, plasmar una poesía desde la que surgen, como símbolos encarnados, los estremecedores elementos de un ritual pagano y sagrado a la vez. Con la muerte de Blanca Varela tenemos la inquietante certeza de que la poesía peruana empieza a convertirse en patrimonio exclusivo de la historia. El reconocimiento —hispanoamericano, con premios y ediciones de lujo— le llegó tarde, claro, como suele suceder con los auténticos grandes. Aunque quizá una parte de ella así lo quiso. Después de todo, en su poesía surge permanentemente la sensación de que uno escribe siempre en secreto, encerrado en un armario, sin ambiciones ni esperanzas, más allá de nuestras necesidades, deseos o MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 69 carencias, con la humildad y la urgencia de quien solo respira y encuentra luz en ese acto. Casi como un testimonio de la biología. Nadie nos dice Nadie nos dice cómo voltear la cara contra la pared y morirnos sencillamente así como lo hicieron el gato o el perro de la casa o el elefante que caminó en pos de su agonía como quien va a una impostergable ceremonia batiendo orejas al compás del cadencioso resuello de su trompa solo en el reino animal hay ejemplos de tal comportamiento cambiar el paso acercarse y oler lo ya vivido y dar la vuelta sencillamente dar la vuelta Reacciones Siento un vacío terrible. Y lo que me impresiona es que siempre su poesía habló sobre estos vacíos, sobre estos agujeros, sobre estas sensaciones de que las cosas son como cáscara de huevo, como ceniza, son nada. Es como si su muerte confirmara todo lo que ella dijo sobre la existencia, que era una especie de muerte permanente. Su poesía ya lo dijo todo en ese territorio terrible de lo que es estar y no estar. Rossella Di Paolo. Poeta Siempre nos impresionó su autoridad para hablar de poesía. La seriedad con la que ella tomaba el oficio, sin dejar de ser también una mujer preocupada por su entorno, por su época y hasta por la moda. Su poesía nos ha marcado por ser tan intensa y tan vital a la vez. Estoy muy triste porque hacía tiempo que no la veía. Carmen Ollé. Poeta y escritora Ella representa todo el talento y las posibilidades de la poesía escrita por mujeres. Su búsqueda de una poética fiel a la experiencia de su género, marginado, sin voz en el orden lingüístico patriarcal, es un ejemplo a seguir en la construcción de un canon literario plural y siempre poderoso en el Perú. Con nosotras, las poetas, fue generosa y solidaria, compartió muchos espacios de amistad. Felizmente, en vida fue reconocida y recibió muchos homenajes, no hubo ingratitud hacia ella. Doris Moromisato. Poeta MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 70 Lamento mucho la partida de Blanca. Ella fue sin duda una de las más importantes poetas de Hispanoamérica, de gran y justa resonancia en las últimas décadas. Es todo lo que puedo decir en este momento tan triste. Carlos Germán Belli. Poeta Blanca ha sido, en el Perú, una de las mujeres pioneras del uso de la palabra con gran capacidad de recursos. Su propuesta poética ha sido muy contundente, creo que su fuerza radicaba en que podía manejar lo que se tenía que decir y lo que no se tenía que decir. Su silencio ha sido estratégico, importante. Ella me acercó mucho más a lo literario. Era muy generosa y recuerdo en estos momentos las reuniones en su casa. Era una mujer de temple. Una mujer autónoma. Ha sido para mí un gran ejemplo no solo por su poesía sino también por esa autonomía y búsqueda personal. Por eso, con Mariela Dreyfus le dedicamos “Nadie sabe mis cosas” como un homenaje. Rocío Silva-Santisteban. Poeta Elogio de Blanca Varela Por Mario Vargas Llosa Llueven los premios sobre Blanca Varela –ayer el Octavio Paz de Poesía y Ensayo, el Ciudad de Granada, el Federico García Lorca, ahora el Reina Sofía- justamente cuando no está en condiciones de saberlo, pues se halla retirada y sola en un territorio que imagino tan privado, misterioso y mágico como su poesía. Pero, si pudiera enterarse, sé muy bien cuál sería su reacción: de maravillamiento y susto, porque, entre todos los poetas de este tiempo que me ha tocado conocer, no hay uno sólo tan ajeno a la feria de las vanidades y a la ilusión o a la codicia del éxito, como Blanca Varela. Aunque, sin duda, la poesía haya sido la pasión más sostenida de su vida, para ella nunca fue un oficio, un quehacer público. Más bien, un vicio recóndito, inconfesable, cultivado en la clandestinidad, con celo y reserva tenaces, como si su exposición a la luz, a los ojos de los demás, pudiera dañarlo. Que llegara a publicar esa media docena de libros ha sido una especie de milagro, más obra de la insistencia de sus amigos que de su propia voluntad. Entre esos lectores privilegiados a los que mostraba sus versos a escondidas estuvo Octavio Paz, que prologó su primer libro y la ayudó a ponerle título. (Ella quería que se llamara "Puerto Supe" y a él no le gustaba. "Pero ese puerto existe, Octavio". "Ahí tienes el título, Blanca: Ese puerto existe). La conocí a mediados de 1958, cuando ella y su esposo de entonces, el pintor Fernando de Szyszlo, hacían maletas para viajar a los Estados Unidos, donde pasarían dos años. Vivían en un estudio precario construido en una azotea del MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 71 barrio limeño de Santa Beatriz. Yo partía en esos días a Europa y durante cuatro años no volví a verla, pero, sin embargo, desde ese primer día la quise y la admiré, como han querido y admirado a Blanca Varela todos quienes han tenido la fortuna de frecuentarla, de gozar de su generosidad y de su inteligencia, de esa manera tan cálida y tan limpia de entregarse a la amistad, de enriquecer la vida de quienes se le acercan. En medio siglo de amistad, sobre todo en aquellas largas reuniones de los sábados, la he oído hablar casi de todo. De esa generación de poetas del cincuenta de que formó parte, Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, que, con dos poetas de una generación anterior, César Moro y Emilio Adolfo Westphalen, revolucionaría la poesía peruana, enclavándola en la vanguardia de la modernidad. De Breton y los surrealistas, de Sartre, Simone de Beauvoir y los existencialistas a los que conoció en los años que vivió en París. De sus filias y fobias literarias y de tanta gente que la impresionaba y que amó o detestó. Y la he oído, cómo no, muchas veces, ayudada por un par de whiskies para vencer su timidez, decir esas maldades y ferocidades impregnadas de tanta gracia y humor que hacían la felicidad de sus oyentes y que irremediablemente se volvían bondades porque Blanca, pese a haber pasado por experiencias muy difíciles y haber sido tan perceptible y tan sensible al dolor y al sacrificio, ha sido siempre un ser ontológicamente alérgico a toda forma de maldad, mezquindad e incluso a esas menudas miserias que resultan de la vanidad, el egoísmo y demás sordideces de la condición humana. Pero estoy seguro de no haberla oído jamás decir palabra sobre su propia poesía, y, en cambio, la he visto tantas veces, cuando la interrogaban sobre ella, escabullirse con frases esquivas y cambiar rápidamente de conversación. Su poesía participa de esa misma reserva y, aunque alude a muchos temas, es de una parquedad glacial sobre sí misma. A diferencia de otras, a veces de alta estirpe, que se lucen y pavonean, orgullosas de sí mismas, la de Blanca Varela se retrae y disimula, mostrándose apenas en escorzos, y dejando sólo huellas, anticipos, a fin de que, nuestro apetito desatado por esos lampos de belleza, busquemos, indaguemos, lo que oculta en su entraña, ejercitando nuestra fantasía y volcando nuestros deseos para gozarla a cabalidad. Discreta y elegante, como las hadas de los cuentos, la poesía de Blanca Varela ha ido apareciendo de tanto en tanto, con largos intervalos, en unos poemarios breves, ceñidos y perfectos, Ese puerto existe (1959), Luz de día (1963), Valses y otras falsas confesiones (1972), Canto villano (1978), Ejercicios materiales (1993) y, por fin, su poesía reunida, con dos recopilaciones inéditas, Donde todo termina abre las alas (2001). Cada libro suyo dejaba a su paso un relente de imágenes de engañosa apariencia, pues, bajo la delicadeza de su factura, sus juegos de palabras, la levedad de su música, se embosca una áspera impregnación de la existencia, una fría abjuración del ser en trance de vivir para morir. La vida late siempre en ellas, pero amenazada y en capilla, sometida sin cesar a ordalías atroces. En uno de sus más intensos poemas, de Ejercicios materiales, la vida ("más antigua y oscura que la muerte"), aparece transfigurada en una ternera a la que acosan miles de moscas, un patético animal impotente para defenderse de las menudas bestezuelas que la atormentan. La fuerza del poema reside en que consigue hacernos sentir que aquel destino no es sólo lastimoso, que hay en él cierta inevitable grandeza, la de MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 72 los héroes de las tragedias clásicas, que morían sin resignarse, resistiendo, a sabiendas de que la derrota sería inevitable. Así ha resistido Blanca la adversidad y las pruebas a que está sometida toda vida, con gran coraje y estoicismo, y con una elegancia natural, inconsciente. Toda su vida trabajó, en trabajos alimenticios que afrontaba con buen humor y empeño –periodismo, relaciones públicas, librera, editora-, creciéndose hasta lo indecible, con temple de hierro, ante las vicisitudes más duras, incluida la más terrible de todas: la pérdida de su hijo Lorenzo, en un accidente de aviación, hace once años. Al mismo tiempo, siempre hubo en ella el ser que escribía, un ser frágil, delicado, inseguro, sensible, indefenso por su inconmensurable decencia e integridad ante las vilezas y ruindades cotidianas de este mundo sórdido, de frustraciones y traiciones, por el que ella siempre consiguió pasar incontaminada, sin hacer una sola concesión, sin desfallecimientos ni cobardía. Ésa es la historia que relata su avara y sutil poesía, bajo sus inusitadas metáforas, y sus extrañas exploraciones en el mundo de las cosas menudas, los insectos, los rumores del mar, los pájaros marinos, las voces del arenal y los paisajes del cielo. A fines de los años setenta, cuando, más por amistad hacia mí, que se lo pedí, que porque la tarea la entusiasmara, Blanca resucitó el centro peruano del P.E.N., viajamos juntos a esas conferencias y congresos que convoca aquella organización de escritores que por tres años me tocó presidir. En Egipto, en Dinamarca, en Alemania, en España recuerdo a Blanca haciendo esfuerzos denodados para pasar inadvertida, para ser invisible, y la angustia que la sobrecogía cuando no tenía más remedio que intervenir (lo hacía en voz baja y veloz, en un francés monosilábico, pálida y demacrada por el esfuerzo). Y, sin embargo, todos los que se codearon con ella y la conocieron en aquellas reuniones, la recuerdan y siempre voy encontrando por el mundo poetas y escritores que me preguntan por ella, porque en esos fugaces encuentros su inconfundible manera de ser, su halo, su varita, su silencio locuaz, su encanto involuntario, los chispazos luminosos de su inteligencia, se les grabaron en la memoria, y les dejó el convencimiento de haber entrevisto a un ser fuera de lo común, a una mujer de carne y hueso que estaba también hecha de sueño, gracia y fantasía. Pese a ella misma, en los últimos años, poco a poco, la poesía de Blanca Varela ha ido conquistando dentro y fuera del Perú los lectores y la admiración que merecía, rompiendo el círculo entrañable en que hasta entonces estuvo reducida, y muchos poetas jóvenes, sobre todo mujeres, se han ido acercando a ella, buscando su amistad y sus consejos. Eso debe haberla hecho feliz, sin duda: sentir que estaba viva entre los seres más vivos que tiene la existencia, que son los jóvenes, y, sobre todo, saber que su poesía no sólo a ella la había hecho vivir y defendido contra el infortunio, que también a otros ayudaba y daba fuerzas para soportar la existencia y ánimos para escribir. Blanca, queridísima Blanca: yo siempre lo supe, pero qué bueno que en este invierno callado de tu vida, cada vez más gente lo sepa también, y te lea, te quiera, te premie y reconozca en ti toda la inmensa sabiduría, talento y humanidad generosa que has contagiado a tu alrededor, con que has escrito y vivido la poesía. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 73 Blanca Leonor Varela Gonzáles / Biografía (Lima, Perú, 10 de agosto de 1926 - 12 de marzo de 2009 ) estaba considerada como una de las voces poéticas más importantes de la actualidad en América Latina. Se inició en la poesía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de la capital peruana, donde ingresó en 1943 para estudiar Letras y Educación. En esta universidad conoce a Sebastián Salazar Bondy, Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, y a quien sería su futuro esposo, el pintor Fernando de Szyszlo con quien tuvo dos hijos. A partir de 1947 empezó a colaborar en la revista "Las Moradas" que dirigía Westphalen; En 1949 llegó a París, donde entraría en contacto con la vida artística y literaria del momento de la mano de Octavio Paz, una figura determinante en su carrera literaria, que la conectaría con el círculo de intelectuales latinoamericanos y españoles radicados en Francia. De esta etapa data su amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux, Alberto Giacometti, Léger, Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros. Después de su larga temporada en París, Varela vivió en Florencia y luego en Washington, ciudades donde se dedicó a hacer traducciones y eventuales trabajos periodísticos. En 1962 regresa a Lima para establecerse definitivamente y cuando viaja suele hacerlo principalmente a los Estados Unidos, España y Francia. El hecho que algunas de sus obras hayan sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso implica un reconocimiento a su obra fuera de las fronteras de su país natal. A diferencia de otros escritores, Blanca Varela no acostumbraba a dar entrevistas y sus apariciones en público son más bien escasas y discretas. Ha sido condecorada con la Medalla de Honor por el Instituto Nacional de Cultura del Perú. Murió el 12 de marzo de 2009, a la edad de 82 años. Sin duda los peruanos pierden a una gran poeta y a la mujer más representativa del siglo XX y XXI Obras • • • • Ese puerto existe. 1959 Luz de día (poemario) 1963 Valses y otras falsas confesiones. 1971 Ejercicios materiales. MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA • • • • • • • 74 El libro de barro. Concierto animal. Canto Villano. (Su primera recopilación fundamental) 1978 Poesía escogida. Como Dios en la nada. Se trata de su antología de 1949 a 1988. Donde todo termina abre las alas. (Poesía reunida)[2] 1949 - 2000 El falso teclado. 2001 Premios Obtuvo el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el año 2001. En octubre de 2006 se convirtió en la primera mujer que gana el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca, dotado con 50.000 €. Durante la ceremonia de entrega del premio antes mencionado, el 10 de mayo de 2007, en el palacete del Ayuntamiento de Granada, se anuncia que Blanca Varela gana la XVI edición del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, dotado con 42.100 €, convocado conjuntamente por el Patrimonio Nacional de España y la Universidad de Salamanca. Tomado de Wikipedia MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA 75 Muestrario de Poesía 1. La eternidad y un día y otros poemas / Roberto Sosa 2. El verbo nos ampare y otros poemas / Hugo Lindo 3. Canto de guerra de las cosas y otros poemas / Joaquín Pasos 4. Habitante del milagro y otros poemas / Eduardo Carranza 5. Propiedad del recuerdo y otros poemas / Franklin Mieses Burgos 6. Poesía vertical (selección) / Roberto Juarroz 7. Para vivir mañana y otros poemas / Washington Delgado. 8. Haikus / Matsuo Basho 9. La última tarde en esta tierra y otros poemas / Mahmud Darwish 10. Elegía sin nombre y otros poemas / Emilio Ballagas 11. Carta del exiliado y otros poemas / Ezra Pound 12. Unidos por las manos y otros poemas / Carlos Drummond de Andrade 13. Oda a nadie y otros poemas / Hans Magnus Enzersberger 14. Entender el rugido del tigre / Aimé Césaire 15. Poesía árabe / Antología de 16 poetas árabes contemporáneos 16. Voy a nombrar las cosas y otros poemas / Eliseo Diego 17. Muero de sed ante la fuente y otros poemas / Tom Raworth 18. Estoy de pie en un sueño y otros poemas / Ana Istarú 19. Señal de identidad y otros poemas / Norberto James Rawlings 20. Puedo sentirla viniendo de lejos / Derek Walcott 21. Epístola a los poetas que vendrán / Manuel Scorza 22. Antología de Spoon River / Edgar Lee Masters 23. Beso para la Mujer de Lot y otros poemas / Carlos Martínez Rivas 24. Antología esencial / Joseph Brodsky 25. El hombre al margen y otros poemas / Heberto Padilla 26. Réquiem y otros poemas / Ana Ajmátova 27. La novia mecánica y otros poemas / Jerome Rothenberg 28. La lengua de las cosas y otros poemas / José Emilio Pacheco 29. La tierra baldía y otros poemas / T.S. Eliot 30. El adivinador de hojas y otros poemas / Odysseas Elytis 31. Las ventajas de aprender y otros poemas / Kenneth Rexroth 32. Nunca de ti, ciudad y otros poemas / Czeslaw Milosz 33. El barco en llamas y otros poemas / Jaroslav Seifert 34. Uno escribe en el viento y otros poemas / Gonzalo Rojas 35. El animal que llora y otros poemas / Antonio Gamoneda 36. Los andamios del mundo y otros poemas / Ledo Ivo 37. Dominican Style y otros poemas / Alexis Gómez Rosa 38. Poesía francesa actual / Muestra de 40 autores 39. Número equivocado y otros poemas / Wislawa Szymborska 40. Desde la república de la conciencia y otros poemas / Seamus Heaney 41. La tierra giró para acercarnos y otros poemas / Eugenio Montejo 42. Secreto de familia y otros poemas / Blanca Varela MUESTRARIO DE POESIA 40 – SECRETO DE FAMILIA – BLANCA VARELA Colección Muestrario de Poesía 2009 76