28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 28 > JURISPRUDENCIA FICHA TÉCNICA AUTOR: TOSCANI GIMÉNEZ, Daniel. TÍTULO: Luces y sombras en la regulación de las enfermedades profesionales. FUENTE: Gestión Práctica de Riesgos Laborales, nº 48, pág. 28, abril 2008. RESUMEN: El Real Decreto 1299/2006 de enfermedades profesionales regula una nueva lista de enfermedades relacionadas con el trabajo siguiendo la recomendación europea 2003/670/CE; además, la lista ya no se configura de manera estática, sino que contempla una cláusula de actualización automática. Aun así, se queda corta a la hora de afrontar la adaptación a los cambios tecnológicos, a la forma de trabajar y a las nuevas sustancias utilizadas en los procesos productivos y, sobre todo, frente al reto de los factores multicausales de las llamadas enfermedades del trabajo. También reforma el sistema de declaración, calificación y notificación, atribuyendo ahora a la entidad gestora o colaboradora que diagnostica la enfermedad profesional la puesta en marcha de dicho procedimiento con la colaboración del empresario, agilizando y simplificando así los trámites. DESCRIPTORES: • Real Decreto 1299/2006 • Enfermedades profesionales • Enfermedades del trabajo • Declaración, notificación y calificación de enfermedades profesionales • Patologías • Agentes de la enfermedad profesional • Jurisprudencia 28 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Luces y sombras en la regulación de las enfermedades profesionales Poco más de un año después de la entrada en vigor del Real Decreto 1299/2006, que introduce una nueva lista de enfermedades profesionales, además de simplificar los trámites de declaración, calificación y notificación, ya se han pronunciado las primeras sentencias de varios Tribunales Superiores de Justicia. Daniel Toscani Giménez, doctor en derecho y profesor titular de la Universidad de Valencia Nº 48 • Abril de 2008 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 29 www.riesgos-laborales.com ese a estar contemplada en la normativa de la Seguridad Social, la protección de las enfermedades profesionales no ha alcanzado la misma importancia de que ha gozado el accidente de trabajo. A diferencia del carácter dramático e inmediato, y de la visibilidad del accidente, la enfermedad profesional se va contrayendo de manera lenta y progresiva, casi invisible, sobre todo si no se adoptan medidas adecuadas de vigilancia de la salud: éstas son las razones por las que no ha tenido la atención que hubiera merecido. P Las enfermedades profesionales suelen representarse en el espacio público y mediático como fenómenos excepcionales y aislados, cuando muchas veces no son más que la punta del iceberg de unas malas condiciones de trabajo y de unas normas que no son más que papel mojado. Además de una muestra de la insuficiencia o negligencia de los organismos y autoridades encargados de verificar su aplicación. De este modo, la primera víctima a sacrificar por el incumplimiento de las normas de prevención y las malas condiciones de trabajo es la salud del trabajador. Sólo desde estas consideraciones se puede entender, aunque no justificar: > La deficiente protección y regulación de las enfermedades profesionales. > La falta de actualización y adaptación de la lista de enfermedades profesionales a los cambios tecnológicos (pantallas de visualización, informática, salas blancas, etc.), a la forma de trabajar (trabajo en cadena, posturas, movimientos repetitivos, etc.), a las nuevas sustancias utilizadas en los procesos productivos y a los nuevos riesgos psicosociales. > No se llevaban a cabo, salvo en caso de presión sindical, estudios o investigaciones sobre los nuevos síntomas y las nuevas enfermedades que permitieran identificar actividades y empleos con alto riesgo para la salud y suministrar pistas relativas a la etiología de las enfermedades. > La conexión de la declaración con la acción protectora de la Seguridad Social y no con la prevención: el sistema de notificación no aparece de manera autónoma a efectos de prevención, sino a efectos de reparación, esto es, del abono de las prestaciones. Nº 48 • Abril de 2008 De ahí la necesidad experimentada desde hace muchos años de acomodar el sistema español de enfermedades profesionales a los parámetros europeos. Por ello, con la actualización de la lista, se ha establecido junto a la obligatoria, otra complementaria u opcional, para que puedan considerarse como tales dolencias relacionadas con el trabajo; también se justifica así la modificación del sistema de notificación y prevención de las enfermedades profesionales. En la exposición de motivos del Real Decreto 1299/2006, de 10 de noviembre, que regula las enfermedades profesionales, se pone de manifiesto las deficiencias en el sistema de notificación producidas por un procedimiento que se ha demostrado ineficiente, sin vinculación suficiente con el profesional médico que tiene la competencia para calificar la contingencia o con aquél otro que pueda emitir un diagnóstico de sospecha. Por ello, con el objetivo de actualizar el sistema español de declaración de enfermedades profesionales y, especialmente, su cuadro descriptivo, se aprobó el Real Decreto de Enfermedades Profesionales, (RD 1299/2006), de 10 de noviembre de 2006), en ejecución de lo previsto por el acuerdo sobre Medidas en materia de Seguridad Social estipulado entre los agentes sociales el 12 de julio de 2003. Dicho acuerdo contempla que hay que adecuar “la lista vigente a la realidad productiva actual, así como a los nuevos procesos productivos y de organización”. Con la reforma no se produce una nueva regulación o definición del concepto de enfermedad profesional establecido en el artículo 116 de la Ley General de la Seguridad Social (LGSS), ni se modifica el sistema de lista ahí contemplado, sino que deroga y sustituye al Real Decreto 1995/1978. En efecto, el artículo 116 sólo exige un cuadro de actividades y que estén provocadas por la acción de elementos y sustancias que se indiquen en dicho cuadro, es decir, que se trate de un sistema de lista y no judicial, pero no predetermina el carácter de la citada lista. Por ello, el decreto tiene competencias propias para configurar un sistema más cerrado o más abierto, sin alterar el régimen establecido en la LGSS. Desarrolla las previsiones recogidas en el art. 6.1 g) de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL) sobre procedimiento de calificación de las enfermedades profesionales, así como los requisitos y procedimientos para la comunicación e información a la autoridad competente de los daños derivados del trabajo. Contempla la universalización del reconocimiento de las enfermedades profesionales –ciertos grupos de trabajadores como los funcionarios, por ejemplo, no estaban incluidos–. Introduce importantes novedades en el sistema de notificación, entre las que cabe destacar la asignación de competencias a los facultativos del sistema público para emitir propuestas de declaración de enfermedades profesionales a los facultativos de las entidades gestoras. También incluye un sistema de resolución de conflictos cuando se produzcan discrepancias en las declaraciones entre las entidades gestoras (MATEPSS) y el INSS, previéndose que en estos casos decidirán o tendrán la facultad de resolver dichas discrepancias los facultativos del Instituto Nacional de la Seguridad Social. El Real Decreto 1299/2006 clasifica las en1 fermedades recogidas en el anexo I en seis grupos (Tabla 1, página 30); en cada uno de ellos se contempla el agente o elemento susceptible de provocar la enfermedad, así como las principales actividades capaces de producirla según la propia definición de la enfermedad profesional y del cuadro previsto por el artículo 116 de la LGSS. Al adoptar la recomendación europea están muy bien definidos los grupos según el agente causal o la parte del cuerpo afectada –y, desde luego, con mejores definiciones de agentes y de las propias enfermedades–. Además, la lista incluye algunas enfermedades que no contempla la recomendación europea, como las causadas por radiaciones no ionizantes (ultravioletas), pero que sí prevén algunos organismos, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, si se compara la lista nueva y la anterior y pese a la derogación del Real Decreto 1995/1978, los agentes y enfermedades de aquella lista no han desaparecido, sino que muchos de ellos aparecen formulados literalmente 1 Este primer anexo incluye, de forma automática, la lista las enfermedades profesionales incluidas en el anexo I de la recomendación 2003/670 e, incluso, algunas del anexo II, en especial todas las del grupo 3. Gestión Práctica de • 29 Riesgos Laborales 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 30 > JURISPRUDENCIA TA B L A 1 Clasificación de las enfermedades profesionales El Real Decreto 1299/2006 clasifica las enfermedades recogidas en el anexo I en seis grupos: • Grupo 1: Enfermedades profesionales causadas por agentes químicos. • Grupo 2: Enfermedades profesionales causadas por agentes físicos. • Grupo 3: Enfermedades profesionales causadas por agentes biológicos. • Grupo 4: Enfermedades profesionales causadas por inhalación de sustancias y agentes no comprendidos en otros apartados. • Grupo 5: Enfermedades profesionales de la piel causadas por sustancias y agentes no comprendidos en alguno de los otros apartados. • Grupo 6: Enfermedades profesionales causadas por agentes cancerígenos. en los mismos términos, al no haber quedado anacrónicos ni obsoletos. Se trata más de una revisión y actualización que de una lista totalmente nueva, salvo en algunos aspectos que son en su totalidad originales. En el anexo II también se repiten los mismos grupos que en la recomendación, salvo en el grupo 3 (enfermedades causadas por agentes biológicos) porque las de la lista europea ya han sido incluidas en el anexo I –anticipándose el Real Decreto al propio carácter y a la finalidad del anexo o lista complementaria–. En general, la lista de 2006 supone un avance muy importante respecto a la de 1978, al contemplar nuevas sustancias y actividades en muchos de los agentes. Las enfermedades, por grupos en el anexo I > Enfermedades causadas por agentes químicos. La lista incluye nuevas sustancias, además de ampliar la relación de trabajos y tareas susceptibles de producir dicho tipo de enfermedad. El hecho de que, en ocasiones, se precise con mucho detalle las actividades nunca debe entenderse como cerrada, pues el propio encabezamiento habla de “principales actividades capaces de producir enfermedades relacionadas con el agente”. > Enfermedades causadas por agentes físicos. Introduce como novedad las enfermedades oftalmológicas a consecuencia de exposiciones a radiaciones ultravioletas, con 30 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales longitud de onda de entre 100 y 400 nm. –es llamativo incluso en relación con la recomendación europea–. Además, se mejora de manera importante la hipoacusia o sordera provocada por el ruido, las enfermedades osteoarticulares o angioneuróticas provocadas por vibraciones mecánicas; también lo hacen, de manera destacada, las enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el trabajo e introduce como enfermedad profesional los nódulos de cuerdas vocales a causa de los esfuerzos soste2 nidos de la voz por motivos profesionales . Se concretan y precisan mejor las enfermedades de las bolsas serosas debidas a la presión, celulitis subcutáneas (bursitis, tendinitis, etc.), enfermedades por fatiga e inflamación de vainas tendinosas, de tejidos peritendinosos e inserciones musculares y tendinosas, arrancamiento por fatiga de las apófisis espinosas y parálisis de los nervios debidos a la presión y lesiones del menisco por mecanismos de arrancamiento y compresión asociadas dando lugar a fisuras o roturas completas. La mayoría de ellas ya estaban contempladas por la lista de 1978, pero la actual es mucho mas precisa, ordenada y detallada. 2 No obstante, llama la atención que la hipoacusia se tenga que dar únicamente en las actividades listadas y que la enumeración no parezca ejemplificativa. De ahí que sea difícil considerarla en otras actividades, por ejemplo, la enseñanza, como en ocasiones han reclamado los profesionales del sector. De igual modo, se hace una declaración muy precisa de la forma de trabajar, de las diversas partes del cuerpo, de las extremidades afectadas o sobre la que se basa el trabajo (hombro, codo, muñeca, carga y descarga sobre la espalda, entre otros), así como de las que requieran determinadas posiciones corporales (de rodillas, en cuclillas, contracción de ciertos músculos, hiperflexión de la rodilla, etcétera). Se exponen algunas profesiones concretas (zapateros, sastres, carpinteros, etc.) a título de ejemplo, pues hay una fórmula abierta a otros trabajos que requieran ciertos esfuerzos o formas de trabajo o movimientos. En su anexo I, grupo 2D contempla las enfermedades provocadas por posturas forzadas y movimientos repetitivos en el trabajo; enfermedades por fatiga e inflamación de las vainas tendinosas, de tejidos peritendinosos e inserciones musculares y tendinosas: 01 Hombro: patología tendidosa crónica de maguito de los rotadores. 01 2D0101: Trabajos que se realicen con los codos en posición elevada o que tensen los tendones o bolsa subacromial, asociándose a acciones de levantar y alcanzar; uso continuado del brazo en abducción o flexión, como son pintores, escayolistas, montadores de estructuras. En este sentido, no obstante, ya existen pronunciamientos judiciales que establecen que las tareas de otros oficios, no mencionados expresamente (sentencia del Tribunal Supremo de Justicia de Extremadura, de 24 de octubre de 2007) de calefactor tubero que presenta limitaciones del movimiento de uno de sus hombros o trabajadora que desempeña sus funciones en una cadena de montaje de vehículos que padece tendinitis bicipital (STSJ de Cataluña, de 3 de julio de 2007), pueden implicar asimismo la utilización de las extremidades superiores en acciones que requieran la aplicación de esfuerzos directos de músculos y tendones, pero requerirán la prueba de que han sido causadas por el desempeño de las concretas funciones de la referida profesión. Así, deberá ser un informe médico el que permita llegar a la conclusión de enfermedad profesional a la vista del cuadro de secuelas descrito en el concreto relato fáctico. En el supuesto concreto que examina la sentencia, llega a la conclusión de que dicha consecuencia no se puede extraer de los informes médicos, sino más bien que coinciden todos en la naturaleza degenerativa de las dolencias del trabajador. Nº 48 • Abril de 2008 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 31 www.riesgos-laborales.com Asimismo, el epígrafe 01 2D0201 del Real Decreto 1299/2006, considera la epicondilitis y la epitrocleitis como enfermedades profesionales en los trabajos que requieran movimientos de impacto o sacudidas, supinación o pronación repetidas del brazo contra resistencia, así como movimientos de flexoextensión forzada de la muñeca, como: carniceros, pescaderos, curtidores, deportistas, mecánicos, chapistas, caldereros, albañiles. Carniceros, sí; charcuteros, no A tales efectos, en cuanto a la epicondilitis padecida por una trabajadora que realiza sus funciones en la sección de charcutería de una conocida grande superficie, se puede citar una sentencia (STSJ del País Vasco, de 12 de junio de 2007) que califica la misma como enfermedad profesional alegando que: > Las tareas desempeñadas por la actora, en su condición de dependiente de charcutería en un supermercado, requieren movimientos repetitivos del brazo derecho y, al mismo tiempo, realizar fuerza con la mano derecha para cortar embutidos, quesos y otros productos, movimientos que afectan a la zona reseñada, resultando significativo que el RD 1299/06 incluya el de los carniceros entre los trabajos susceptibles de causar la epicondilitis, cuyas labores son muy parecidas a las de los charcuteros. > La recurrente venía realizando esas funciones desde hacía más de 27 años. > Las manifestaciones clínicas de la enfermedad aparecieron en un momento en se encontraba prestando ese tipo de servicios. > La patología afecta únicamente a la mano derecha, que es la dominante. > No se ha alegado ni acreditado la existencia de una causa extraña al trabajo que justifique la aparición de la dolencia. Otra sentencia llega a las mismas conclusiones en el supuesto de una trabajadora manipuladora de alimentos (STSJ de Cataluña, de 23 de marzo de 2007). En sentido contrario, se puede traer a colación otro pronunciamiento jurisprudencial que no considera como enfermedad profesional la epi- Nº 48 • Abril de 2008 condilitis padecida por una trabajadora que presta sus servicios en una empresa de limpieza. La lista no recoge los trastornos músculoesqueléticas, ni las enfermedades psicosociales, como el estrés y el burnout A tales efectos argumenta que la profesión de “limpiadora” no se encuentra recogida en el citado epígrafe del RD, donde sólo se hace mención a carniceros, pescaderos, curtidores, deportistas, mecánicos, chapistas, caldereros, albañiles, sin que pueda, por tanto, incluirse la de “limpiadora”, al no realizar funciones o tareas semejantes o parecidas a las que se realizan en dichas profesiones listadas, lo cual hace inaplicable la 3 presunción iuris et de iure , debiendo la trabajadora probar la causa exclusiva del trabajo (STSJ de Castilla-La Mancha, de 15 de marzo de 2007). En cuanto a las nuevas enfermedades profesionales incorporadas, hay que destacar algunas cuyo reconocimiento venía siendo reclamado por los sectores profesionales afectados, como algunos trastornos músculo-esqueléticos –no todos, como pedían los sindicatos–, y especialmente los nódulos de las cuerdas vocales y las enfermedades derivadas del amianto. Se listan los nódulos en cuerdas vocales a causa de los esfuerzos sostenidos de la voz por motivos profesionales en actividades en las que se precise uso mantenido y continuo de la voz, como son profesores, cantantes, actores, teleoperadores, locutores. Esta enfermedad, que figura en el anexo II de la recomendación europea, ha pasado al real decreto como enfermedad profesional del anexo I –no ya meramente sospechosa–, y se añaden a la normativa comunitaria ejemplos de los posibles profesionales afectados. Sin embargo, la lista no recoge las enfermedades músculo-esqueléticas que, junto a los problemas de la voz y el estrés laboral y el síndrome de estar quemado (burnout), originan, en algunos sectores, un número elevado de bajas médicas, especialmente en la enseñanza. La presencia de nódulos en las cuerdas vocales, y de problemas otorrinolaringológicos, en este sector triplica la de otras profesiones a causa de un continuado esfuerzo de la voz. Asociadas a ellas se presentan también en ocasiones enfermedades infecciosas, en vías respiratorias, cardiovasculares, etc. 3 Presunción que no admite la prueba en contrario. Gestión Práctica de • 31 Riesgos Laborales 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 32 > JURISPRUDENCIA También deberá hacerse prevención en las no contempladas, como las músculo-esqueléticas, esto es, dolores de espalda, cuello y extremidades, a causa del deficiente diseño ergonómico de los puestos de trabajo que genera malas posturas, estar muchas horas de pie y en tensión, la carga de objetos y personas sin preparación y medios adecuados, así como la existencia de barreras arquitectónicas. No incorpora el estrés como enfermedad profesional, pese al elevado número de bajas que ocasiona, pues sus factores son muy diversos y obedece a múltiples causas que, desde luego, deben dar lugar a considerarse como factores de riesgo y, por tanto, a adoptar medidas de prevención de acuerdo con lo previsto en la LPRL. En sentido, es preciso recordar las sentencias que establecen que las enfermedades psicológicas que tengan su causa en enfermedades que sí están listadas como profesionales, deben compartir asimismo esta naturaleza. Así, por ejemplo, el Real Decreto 1299/2006, contempla como enfermedad profesional la urticaria contraída por el personal sanitario. De esta forma, la sentencia de primera instancia entiende que la misma naturaleza puede predicarse respecto a la dolencia que sitúa a la actora en situación de incapacidad temporal, esto es ansiedad-neurosis, al considerar que la ansiedad que padece la trabajadora en la fecha de la baja es reacción a la enfermedad profesional que padece y, por ello, debe compartir la contingencia. No obstante, la sentencia de segunda instancia, que resuelve el recurso (STSJ de Castilla y León, Valladolid, de 26 septiembre de 2007), con mejor criterio a mi juicio, mantiene que al no aparecer recogida entre las enfermedades propias de una profesión, dichas dolencias deben considerarse en principio como derivadas de contingencia común. Sin embargo, al quedar probado que la enfermedad que ahora se analiza se la produce el trabajo que desarrolla dado que es el temor insuperable que padece a tener contacto con los productos que le causan la urticaria lo que le desencadena la ansiedad-neurosis, debe aplicarse aquí lo dispuesto en el artículo 115-2 e) de la LGSS, cuando califica de accidente de trabajo “las enfermedades, no incluidas en el artículo siguiente, que contraiga el trabajador con motivo de la realización de su trabajo, siempre que se pruebe que la enfermedad tuvo por causa exclusiva la ejecución del mismo” extremo este último que debe apreciarse como concurrente en este caso. 32 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Por tanto, se sigue considerando como enfermedad del trabajo, relacionada con las condiciones laborales aunque estadísticamente se dé más en este sector que en otras profesiones u oficios. Al no incorporar las dolencias relacionadas con el estrés y los riesgos psicosociales en los ambientes de trabajo, tendrán que seguir siendo consideradas –como ya sucedía hasta ahora– como enfermedades de trabajo –a pesar de ello, es preciso adoptar las medidas de prevención adecuadas, según recoge la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL)–. > Enfermedades causadas por los riesgos biológicos. Ya se contemplaban en el RD de 1978; se trata de las originadas por actividades relacionadas con la prevención, asistencia médica y actividades en las que se ha probado un riesgo de infección, con exclusión de aquellos microorganismos incluidos en el Grupo 1 del RD 644/1997, de 12 de mayo, que regula la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes biológicos durante el trabajo. También se incluyen en este apartado las enfermedades infecciosas o parasitarias transmitidas al hombre por animales o por sus productos o cadáveres. En este sentido, ya estaban contempladas por la lista de 1978, incluso con alguna modificación como la del Real Decreto 2821/1981, que tienen en cuenta los trabajos de manipulación, carga, descarga, transporte y empleo de los despojos de animales. La nueva lista añade, no obstante, nuevos sujetos protegidos. Este apartado adquiere a veces cierta actualidad e importancia con motivo de epidemias como la gripe aviar, la peste porcina u otras enfermedades como el mal de las vacas locas. En cuanto a las enfermedades infecciosas y parasitarias no contempladas en otros apartados, se añaden la micosis y la legionella, lo que resulta muy importante por la frecuencia con la que se producen, así como una nueva lista de trabajos o actividades. No obstante, pese a coincidir enfermedad y profesión, por ejemplo, hepatitis C en personal sanitario (enfermería), debe calificarse como enfermedad común cuando quede probado que la enfermedad se contrajo por motivos ajenos a la actividad profesional. Así, en el supuesto examinado por la sentencia, se trata de una enfermera que contrae la hepatitis C, quedando probado, sin embargo, que fue a consecuencia de una transfusión de sangre que recibió durante una intervención quirúrgica de cirugía estética a la que se sometió (STSJ de Andalucía, Granada, de 27 de junio de 2007). > Enfermedades profesionales causadas por inhalación de sustancias y agentes no comprendidos en otros apartados. Se incluyen la silicosis (polvo de sílice), neumoconiosis (polvo de carbón), asbestosis (por polvo de amianto) y las derivadas de otros polvos de minerales (talco, hollín tierra de batán, bentonita, sepiolita, mica y otros silicatos naturales). La nueva lista reproduce íntegramente la anterior, si bien añade algunas actividades o las precisa más o mejor. En polvo de amianto añade los trabajos de carga, descarga y transporte de mercancías que pudieran contener fibras de amianto. Ahora bien, conviene reseñar ahora que, de acuerdo con recientes sentencias del Tribunal Superior (STS, de 4 de mayo de 2006), a tales efectos, sigue siendo aplicable el artículo 45 de la Orden de 15 de abril de 1969, que establece normas especiales para la silicosis, ya que el actual Real Decreto 1299/2006, no contiene una derogación expresa de la norma citada. De tal modo que, conforme al mentado precepto, en su número 1, el primer grado de silicosis, sin las enfermedades intercurrentes que enumera el apartado a) y cuyo diagnóstico la asimila al segundo grado, bronconeumonía crónica, cardiopatía orgánica y tuberculosis sospechosa de actividad o lesiones residuales de esta etiología, no genera disminución alguna en la capacidad para el trabajo (STSJ de Extremadura, de 12 septiembre de 2007). > Enfermedades de la piel causadas por sustancias y agentes no comprendidos en alguno de los otros apartados. Son una novedad todas las actividades en las enfermedades derivadas de sustancias de bajo peso molecular –en la lista de 1978 sólo se contemplaba el asma derivado de una serie de sustancias no incluidas en otros apartados–, algunos de los que coinciden con los actuales y las enfermedades causadas por irritación de las vías aéreas superiores por inhalación o ingestión de polvos, líquidos, gases o vapores, sin más concreción de agentes ni de trabajos o actividades relacionadas con ellos. En este grupo es novedoso la inclusión del antinomio y sus Nº 48 • Abril de 2008 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 33 www.riesgos-laborales.com se han incorporado ya algunas enfermedades del anexo II de la recomendación europea (nódulos en cuerdas vocales, ciertos factores cancerígenos por exposición al hollín, alquitrán brea, etc., asma bronquial o determinadas afecciones broncopulmonares debidas a ciertos metales), así como todo el grupo 3 (enfermedades provocadas por agentes biológicos). Además ya estaban incorporadas en la lista anterior algunos agentes químicos (alcoholes o sus derivados alogenados, éteres y sus derivados, o el talio y sus compuestos). © Latin Stock En este punto también hay que destacar que la nueva lista ha incluido ya enfermedades profesionales que la lista europea de la recomendación de 2003 todavía considera como sospechosas. Restan, por tanto, los siguientes grupos: Se contempla una “lista complementaria” de enfermedades cuyo origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el anexo I podría llevarse a cabo en el futuro. derivados, y las actividades relacionadas, así como agentes y sustancias de alto peso molecular por encima de los 1000 daltons. > Enfermedades causadas por agentes carcinogénicos. La nueva lista supone un avance muy importante ya que sistematiza y ordena en un solo grupo todos los factores cancerígenos antes dispersos. En la lista de 1978 aparecían en el grupo de las enfermedades sistémicas y se contemplaban carcinomas en trabajos definidos genéricamente con riesgo por los siguientes agentes: amianto, vinilo, benceno, nitrobenceno, arsénico, aminas e hidracinas aromáticas y sus derivados, radón, ácido clanhídrico, clanuros, compuestos de clanógenos y acrilonitrilos, radiaciones ionizantes y cromo, sin más precisiones salvo en el caso de los dos últimos (se producía una remisión a las actividades mencionadas antes en la lista). También se contemplaban en la lista de 1978, si bien no en este apartado, sustancias de riesgo de carcinoma, como las aminas aromáticas, el berilo, el cadmio, el cloruro de vinilo monómero, hidrocarburos aromáticos (PAH), productos de destilación del carbón (hollín, alquitrán betún, parafina bruta, brea antraceno, etc) y de la hulla, níquel. Nº 48 • Abril de 2008 Lleva, además, algunas enfermedades del anexo II de la recomendación europea al anexo I del decreto, como las afecciones y cánceres broncopulmonares consecutivos a la exposición al hollín, alquitrán, asfalto, brea antraceno y sus compuestos, aunque no lo ha hecho con el cáncer de laringe por inhalación de polvos de amianto. Añade de manera especial, como algo nuevo y como factor cancerígeno, el polvo de madera dura que pude ocasionar neoplasia maligna de cavidad nasal en numerosos trabajos del sector de la madera, como fabricación de muebles, tala de árboles, aserraderos, triturado de madera en industria del papel, modelistas de madera, prensado, mecanizado y montaje de piezas de madera, trabajos de acabados de productos de madera, contrachapado y aglomerado, lijado de parqué, tarima, etc. Enfermedades del anexo II: la lista complementaria Se contempla una “lista complementaria” de enfermedades cuyo origen profesional se sospecha y cuya inclusión en el anexo I podría llevarse a cabo en el futuro. Esta lista no es tan amplia como la del primer anexo porque en él > Grupo 1: enfermedades provocadas por agentes químicos que contempla una larga lista de agentes o sustancias. No así, lógicamente, las actividades en las que se da relación con el agente. Entre estas hay que destacar enfermedades provocadas por la inhalación de polvo de nácar, utilización de ozono, provocadas por sustancias hormonales o caries dental debida al trabajo en industrias chocolateras, del azúcar y de la harina, alcoholes, glicoles, ésteres, éteres cetonas –entre otras no incluidas en el anexo I–, plata, selenio, cobre, zinc, manganeso, etc. > Grupo 2: enfermedades provocadas por agentes físicos, por vibraciones verticales repetitivas y por el frío. > Grupo 4: enfermedades provocadas por inhalación de sustancias no comprendidas en otros grupos: • Fibrosis pulmonares debidas a metales no incluidos. • Afecciones broncopulmonares debidas a fibras minerales. • Afecciones broncopulmonares debidas a fibras sintéticas. • Afecciones respiratorias, en concreto asma, causadas por sustancias irritativas no recogidas en el anexo I. > Grupo 5: enfermedades de la piel causadas por sustancias y agentes no comprendidos en otros grupos: afecciones alérgicas y ortoérgicas no reconocidas en el anexo I (se seGestión Práctica de • 33 Riesgos Laborales 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 34 > JURISPRUDENCIA ñala que, probablemente, la configuración en el anexo I de las enfermedades de la piel es tan amplia que resulta innecesario acudir a este grupo en el anexo II). trabajo pero, a la vez, es difícil encontrar enfermedades con una relación causal exclusiva en el trabajo. En este punto, el Real Recreto no ha querido introducir y contemplar los factores multicausales con mayor precisión y con mayor objetividad. > Grupo 6: enfermedades provocadas por agentes carcinogénicos: • Cáncer de laringe producido por la inhalación de polvo de amianto. • Enfermedades provocadas por agentes carcinógenos no incorporadas en apartados anteriores con la calificación de C1 y C2 dada por el RD 1124/2000, de 16 de julio, sobre protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la exposición a agentes cancerígenos durante el trabajo. En cuanto a la mención en el anexo II del cáncer de laringe por inhalación de polvos de amianto, obedece a que la propia normativa comunitaria limita el uso y comercialización del amianto (Directiva 97/56/CE, de 20 de octubre, que modifica la anterior de 1976). La Orden de 15 de diciembre de 1998 es la transposición de la directiva europea al ordenamiento jurídico español, por lo que modifica el anexo del Real Decreto 1406/1989, así como las medidas de prevención para proteger a los trabajadores del Real Decreto 665/1997, de 12 de mayo (modificado por el 1124/2000, de 16 de junio). El Decreto de 2006 deroga el de 1978, así como el cuadro y lista de trabajos que figura como anexo al Decreto 3772/1972, por el que se aprueba el reglamento general del Régimen Especial Agrario de la Seguridad Social (REASS). Aun cuando la lista que se propone no llega tan lejos como la jurisprudencia y, por ejemplo, las enfermedades psicológicas no se contemplan expresamente como profesionales todavía, sí incorpora otras aceptadas ya como causadas por contingencias profesionales, los cánceres laborales, por ejemplo. En cualquier caso, en este apartado es preciso recordar que la actual lista se queda corta a la hora de afrontar la adaptación a los cambios tecnológicos, a la forma de trabajar y a las nuevas sustancias utilizadas en los procesos productivos. Pero, sobre todo, se queda corta frente a los factores multicausales de las llamadas enfermedades del trabajo. Hay que tener en cuenta que actualmente la mayoría de las dolencias que aquejan al trabajador son enfermedades vinculadas con el 34 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales Cambios en el sistema de notificación El Real Decreto 1299/2006 introduce importantes novedades en el sistema de notificación de las enfermedades laborales, entre las que caben destacar la asignación de competencias a los facultativos del sistema público para emitir propuestas de declaración de enfermedades profesionales a los facultativos de las entidades gestoras, así como un sistema de resolución de conflictos cuando se produzcan discrepancias en las declaraciones entre las mutuas de accidentes de trabajo (MATEPSS), entidades gestoras y el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), previéndose que en estos casos decidirán o tendrán la facultad de resolver dichas discrepancias los facultativos del INSS. La actual lista, sin duda alguna, va a suponer en principio un mayor y mejor reconocimiento de enfermedades profesionales, ya que ha sido tradicional el bajo porcentaje de declaración. Según la IV Encuesta nacional de condiciones de trabajo, del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, sólo se diagnostican el 2,5% de los casos cuando hay un 13% de trabajadores que han demandado atención médica por un problema de salud derivado del trabajo. Y según estudios recientes, las cifras españolas son muy inferiores a la mayoría de los países de la Unión Europea. Las razones de esta infradeclaración se deben, en parte, a las deficiencias de la propia lista vigente hasta la última reforma: aunque ya ofrecía instrumentos para afrontar nuevos procesos productivos y formas de trabajo, presentaba notables lagunas que ahora se han colmado. Pero el fenómeno de la infradeclaración no es sólo achacable a una lista deficiente, sino también a los propios cambios en el mercado de trabajo en algunas profesiones, como en construcción, aunque sólo sería un ejemplo, donde los procesos de externalización a través del aumento del número de trabajadores autónomos que no ha optado por la protección de riesgos profesionales lleva a que no se declaren como tales. Por otra parte, la infradeclaración se debe también al propio sistema de notificación y declaración que ha estado vigente, a las limitaciones del parte de enfermedad profesional y al escaso interés y escasa formación, hasta fechas recientes, en que ya se incluyen temas de medicina del trabajo en los temarios de los MIR, de los médicos de los servicios de salud, que rara vez interrogan al enfermo sobre su actividad laboral y no abordan, por tanto, las causas de la enfermedad sino que sólo atienden a sus efectos. De ahí que en la propia exposición de motivos del Real Decreto se ponga de manifiesto las deficiencias en el sistema de notificación, que se producen “por un procedimiento ineficiente, sin vinculación suficiente con el profesional médico que tiene la competencia para calificar la contingencia o con aquél otro que pueda emitir un diagnóstico de sospecha”. Para intentar solucionar estas deficiencias, el RD 1299/2006 no se limita a actualizar la lista, sino que también incide en el sistema de declaración, calificación y notificación, así como en el papel de los médicos de los servicios de salud. Con el fin de garantizar al máximo la declaración de todos los casos de enfermedad profesional y para facilitar su notificación y comunicación, modifica el mecanismo de iniciación que estaba en vigor atribuyendo a la entidad gestora o colaboradora que diagnostica la enfermedad profesional la puesta en marcha de dicho procedimiento con la colaboración del empresario; también se agiliza el procedimiento y se simplifican los trámites, liberando al empresario de las dificultades de la puesta en marcha del mecanismo de notificación y comunicación de las enfermedades profesionales ajeno a su actividad empresarial. En efecto, el artículo 4 del decreto establece que la entidad gestora o colaboradora elaborará y tramitará el parte de enfermedad profesional correspondiente. La empresa deberá facilitar a la entidad gestora o colaboradora la información que obre en su poder y que sea requerida para la elaboración del parte en un nuevo modelo que viene a sustituir al anterior. Según el grupo de trabajo de la Comisión Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (CNSST), el nuevo parte de enfermedad profesional debería satisfacer las necesidades de información a las distintas autoridades laborales y sanitarias, a las entidades aseguradoras y la protección de la intimidad del trabajador y del tratamiento informatizado de datos. También se establece un mayor protagonismo de los pro- Nº 48 • Abril de 2008 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 35 www.riesgos-laborales.com fesionales sanitarios del Servicio Nacional de Salud (SNS). El artículo 5 obliga a los profesionales del SNS y de los servicios de prevención a comunicar a la entidad gestora, con ocasión de su actividad profesional, la existencia de una enfermedad (tanto de las profesionales incluidas en el anexo I como las del II) a través del organismo correspondiente de cada comunidad autónoma, a efectos de su calificación, y en su caso también a la entidad colaboradora que asuma la protección de las contingencias profesionales. El real decreto no precisa quienes son los facultativos del SNS, pero parece más restrictivo que el concepto de “sistema sanitario”, que era el que contemplaba el grupo de trabajo de la CNSST, que incluía a todos los médicos en ejercicio, con independencia del marco sanitario en el que se encuentren cuando identifiquen o sospechen razonablemente una enfermedad derivada del trabajo como consecuencia de acciones de vigilancia de la salud, prestación de una atención médica o peritación de una incapacidad, por lo que incluía también los de la medicina privada, servicios médicos de las mutuas, y servicios de prevención. Aunque el concepto actual no parezca tan amplio, quizás sólo queden exceptuados de esta obligación los facultativos de la medicina privada, salvo que formen parte de los servicios de prevención, pues los servicios médicos de las mutuas de la Seguridad Social ya tendrían ese cometido sin necesidad de que el real decreto los mencione expresamente. La actual lista, sin duda alguna, va a suponer en principio un mayor y mejor reconocimiento de enfermedades profesionales, ya que ha sido tradicional el bajo porcentaje de declaración se transmita por medios electrónicos para asegurar la fluidez de la información entre la entidad gestora o colaboradora, la empresa, la administración laboral, la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, los servicios de prevención y demás instituciones afectadas, tal como propugnaba el grupo de trabajo de la CNSST. La Orden TAS 1/2007, de 2 de enero, ha regulado de nuevo el parte de enfermedad profesional desarrollando en este punto en el Decreto 1299/2006. La nueva regulación se sitúa no ya sólo en una perspectiva reparadora a efectos de la gestión de las prestaciones derivadas de las enfermedades profesionales, sino que persigue tanto la armonización estadística de acuerdo con las normas europeas, como facilitar el seguimiento de la seguridad y salud de los trabajadores a efectos de la prevención mediante la comunicación de datos fiables y útiles. El nuevo parte es electrónico –aplicación informática CEPROSS (comunicación de enfermedades profesionales, Seguridad Social), artículo 5 y disposición adicional 1ª de la orden– y su contenido es amplio. Fundamentalmente se centra en datos del trabajador a efectos preventivos: > Tipo y clase de trabajo, los actuales del trabajador al sufrir la enfermedad (según la lista del anexo II), pero también los puestos y trabajos anteriores y su duración cuando puedan ser útiles como posible indicio de la enfermedad profesional. El objetivo de esta obligación de los médicos del SNS y de los servicios de prevención es que comuniquen la existencia de la enfermedad profesional o la sospecha fundada de la relación de la enfermedad que están diagnosticando con el trabajo, aunque no intervenga la empresa. Deben comunicar, por tanto, no sólo en el caso de incapacidad temporal o cuando el trabajador se encuentra prestando servicios en la empresa, sino también en aquellos supuestos en que la enfermedad no de lugar a baja médica, o bien cuando el trabajador está en desempleo o ha pasado a la condición de pensionista de incapacidad o de jubilación, pues puede que en tal momento surja la enfermedad profesional que se contrajo en otro momento al ser de evolución lenta y progresiva muchas veces (antes no existía un procedimiento de comunicación a todos los agentes implicados). > Existencia de reconocimientos médicos y quién los ha practicado, así como su contenido y parte del cuerpo afectada (según la lista del anexo IV). Asimismo, el real decreto permite que el nuevo modelo de parte de enfermedad profesional > Reconocimientos médicos periódicos (del art. 196 del la LGSS). Nº 48 • Abril de 2008 > Código del cuadro de EP. > Diagnóstico CIE–10, el tipo de asistencia. También contiene otros datos preventivos importantes: > Modalidad de organización preventiva adoptada por la empresa. > Evaluación de riesgos, ya se trate de la empresa principal o si se trata de empresas contratistas o de trabajadores cedidos por una ETT. Gestión Práctica de • 35 Riesgos Laborales 28-37 Enfermedades profesionales 28/3/08 09:37 Página 36 > JURISPRUDENCIA > Informe del empresario relativo a las causas de la enfermedad profesional (artículo16.3 de la LPRL) y de informe a los representantes legales de los trabajadores (artículo 36.2.c de la LPRL). El parte debe ser emitido por la entidad gestora o colaboradora que gestione los riesgos profesionales dentro del plazo de 10 días hábiles siguientes a la fecha en que se haya producido el diagnóstico de enfermedad profesional. La totalidad de los datos se comunicará en el plazo de los 5 días hábiles siguientes a la comunicación inicial. A tal efecto, las empresas (y los trabajadores por cuenta propia) tienen la obligación de enviar a la entidad gestora o colaboradora la información que obre en su poder y les sea requerida para la elaboración del parte. Lo mismo tienen que hacer los servicios médicos de las empresas colaboradoras en la gestión de los riesgos profesionales, que deberán dar traslado en el plazo de 3 días hábiles del diagnóstico de enfermedades profesionales de sus trabajadores. Deberán enviarlo a la entidad gestora o colaboradora por la que tengan asegurada la gestión de los riesgos profesionales. Los partes son de inicio del proceso, de cierre del mismo y de calificación y confirmación de la enfermedad profesional, o de otra contingencia (accidente de trabajo o enfermedad común). Dado que contienen datos sensibles la norma establece las garantías adecuadas para la protección de los datos informáticos mediante medidas de índole técnica y administrativa. El nuevo sistema de comunicación e información deberá servir para aportar datos descriptivos sobre la magnitud real de las enfermedades de origen profesional que sirvan para la elaboración y seguimiento de políticas de prevención de riesgos laborales, además de la gestión de las prestaciones, y permita también llevar a cabo actividades de vigilancia epidemiológica de las enfermedades profesionales conocidas y la identificación de las nuevas o emergentes. Por ello, los facultativos del SNS deben informar también de las enfermedades del anexo II (probablemente no sea necesario, ni siquiera, limitarse a ellas dada la formulación abierta de muchos apartados). Es posible que el decreto de 2006 debiera haber incluido otras medidas, como el establecimiento de sistemas específicos de vigilancia epidemiológica y de control como los sistemas centi- 36 • Gestión Práctica de Riesgos Laborales nela o cualquier otro en el sentido establecido por el RD 2210/1995, de 28 de diciembre, por el que se crea la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Quizá se refiera a ellos la disposición adicional 2ª al crear una nueva unidad administrativa con funciones de registro y análisis e investigación de las enfermedades profesionales en colaboración con el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y el de Sanidad, así como con los organismos competentes de las comunidades autónomas. Finalmente, podría haberse contemplado, aunque no ha sido así, la creación de unidades de referencia especializadas en los centros de atención primaria de las áreas de dalud, que actúen como instancia médica eficaz e independiente, para evitar discrepancias o, de darse, resolverlas, sobre la calificación de enfermedades profesionales. Tales discrepancias deberán seguir solventándose en el marco de los Equipos de Valoración de Incapacidades (EVIS) del INSS. También hubiera sido la ocasión, dado el mayor protagonismo que se otorga a los facultativos del SNS, de establecer procedimientos de trabajo que favorezcan la unión de las enfermedades con la historia laboral del trabajador y mejorar la capacitación del personal facultativo del SNS para la detección de la relación entre enfermedad y trabajo. Es cierto que muchas veces los factores multicausales se presentan con el transcurso del tiempo desde que se contrajo la enfermedad, que los cuadros clínicos de la patología no se diferencian de la que tiene otras causas, y el propio desconocimiento del trabajador. En efecto, aunque las mutuas de la Seguridad Social gestionen los riesgos profesionales, no tienen la última palabra en la calificación del origen de la contingencia, sino que corresponde a los EVIS tal como ha sido interpretado el art.3.1 del Real Decreto 1300/1995 por la jurisprudencia, lo que parece lógico, pues no es tanto su consideración como subordinadas respecto de las entidades gestoras públicas, sino que aunque colaboren en una función pública no pueden ser juez y parte de la prestación porque dado el régimen económico de las mutuas no estarían en una posición de igualdad. Pero, en todo caso, habría que facilitar elementos para sospechar que la patología es de origen profesional mediante la información que se debe obtener del paciente y los datos de la historia clínica, para que las pruebas exploratorias y complementarias confirmen o eliminen la sospecha. Los datos que pueden orientar la sospecha son: la aparición o exacerbación de la sintomatología durante la actividad laboral, la existencia de otros compañeros igualmente afectados y la presencia de factores laborales capaces de causar patologías. La entrevista con el enfermo debería verificar tales datos. Otra razón es que no cabe dejar al trabajador sin protección hasta que haya una resolución judicial, si la mutua se negara a asumir la responsabilidad por una contingencia que entendiera no profesional, obligando al trabajador a reclamar en vía judicial, siendo así que los poderes públicos son los últimos garantes y responsables de las prestaciones. Se dará entonces una baja médica por causa común por el Servicio de Salud, sin perjuicio de ventilar en el seno de los Equipos de Valoración de Incapacidades la discrepancia, prevaleciendo la calificación de la entidad gestora en sede administrativa. Igualmente hubiera sido una buena ocasión de elaborar normas médicas y protocolos de ayuda al diagnóstico y calificación de enfermedades profesionales que sustituyan a las publicadas en los años sesenta. Es posible que en el desarrollo del decreto esto se lleve a cabo pues su disposición final primera establece que los órganos técnicos del Ministerio de Asuntos Sociales y el de Sanidad y Consumo elaborarán una guía de los síntomas y patologías relacionados con el agente causante de la enfermedad profesional que sirva como fuente de información y ayuda para su diagnóstico. Pueden ir dirigidos a los facultativos del SNS y también a los facultativos de los servicios de prevención. La cuestión era controvertida en los Tribunales Superiores de Justicia hasta que se unificó por el Tribunal Supremo. Se suscitaron algunas dudas tras la reforma del Reglamento de colaboración de las mutuas por el Real Decreto 428/2004 de 12 de mayo (artículos 61 y 87), pero fueron despejadas por el Decreto 1041/2005 de 5 de septiembre. El decreto de 2006 viene a confirmar esta regulación y en su artículo 1 dice que “sin perjuicio de su tramitación por las entidades colaboradoras, la calificación de las enfermedades profesionales corresponde a la entidad gestora de conformidad con las competencias y sistema de recursos recogida en el RD 1300/1995, de 21 de julio y normas de desarrollo”. Nº 48 • Abril de 2008