LOS REINOS CRISTIANOS EN LA EDAD MEDIA EL REINO DE NAVARRA: Origen: El Reino de Navarra es una continuidad de una parte de los territorios del Reino de Pamplona-Nájera a manos de Sancho Ramírez de Aragón, quien se autoproclama rey de Navarra tras la muerte violenta de su hermano Sancho García IV de Navarra, uniendo ambos territorios. Así ocurre durante sesenta años, entre 1076 y 1134. Independencia del reino de Aragón: En 1134 muere Alfonso I sin descendencia. Tras este suceso, Navarra se independiza del Reino de Aragón eligiendo como rey a García Ramírez V (1134-1150). Historia del condado: Estas dificultades se aprecian en el reinado de Sancho VI (1150-1194) pero mejoran con su sucesor Sancho VII que colabora en la batalla de Tolosa 1212 contra los musulmanes. Le sucede el Conde de Champaña Teobaldo (1234-1253), sobrino del Rey que es reclamado en sus posesiones francesas, deja el gobierno en manos de Sancho Fernández de Monteagudo que se juntó con el Rey para evitar el malestar de la población por sus largas ausencias, esto supuso la creación de un Fuero General de Navarra (1238) en el que se recogían los derechos y obligaciones de la población. Teobaldo muere y le sucede Teobaldo II (1253-1270). Durante este período hay ataques de Castilla y el Rey de Aragón acude en su ayuda. Los enfrentamientos finalizan con la Paz de Soria (1256). En 1270 comienza a reinar Enrique I, hermano del anterior, quien muere cuatro años después, en 1274. Empieza una guerra civil entre los partidarios de la unión con Castilla, los que apostaban por la unión con Aragón y los que preferían una alianza con Francia. Finalmente Jaime I rey de Aragón convence a Navarra de lo ventajoso que sería para ellos y lo perjudicial para Castilla y León que se uniesen con ellos. Finalmente lo hacen convirtiéndose en el rey su hijo Pedro. EL CONDADO DE ARAGÓN: Origen: A raíz de la expedición de Carlomagno del 778, el rey franco habría creado un condado en torno a Jaca, poniendo al frente a Oriol. A la muerte de Oriol, las autoridades carolingias nombraron a Aznar Galíndez como sucesor, que finalmente acabaría siendo expulsado del condado, siendo compensado con los condados de Urgel y Cerdaña. No mucho tiempo después, su hijo, Galindo Aznárez, recuperó un condado, el de Jaca, que será origen del condado de Aragón. Relación con el condado de navarra: Será con Aznar II (864 - 893), cuando Aragón y Navarra comienzan a establecer estrechas relaciones - a través del matrimonio entre éste y Oneca, hija de García Iñiguez de Navarra - que acabarán vinculando ambas formaciones políticas. Pero será por el matrimonio entre su nieta, Andregoto Galíndez, con García I Sánchez de Navarra, cuando el condado aragonés acabe quedando vinculado al reino de Pamplona. Durante este período, destacará Sancho III el Mayor de Navarra y Ramiro I, su hijo, al que se adjudica Aragón. Ramiro I: Ramiro I, que aparecerá en ciertos documentos nombrado como rey, incorporará pronto los condados de Sobrarbe y Ribagorza, tras la muerte de su titular, Gonzalo. Así mismo, Ramiro I Sánchez apoyará las reformas eclesiásticas promovidas por Roma, favoreciendo así el apoyo ideológico y político del Papado, cosa lógica si tenemos en cuenta que era de origen bastardo y que su posición podía ser contestada. Por su parte, estimuló la repoblación y la ocupación de grandes burgos en detrimento del hábitat disperso, lo que supuso un estímulo a su vez para el comercio, contribuyendo a consolidar el tramo aragonés del Camino de Santiago. Ramiro I morirá a manos del castellano, tras intentar tomar Graus (1063). Es entonces, cuando la favorable actitud del monarca aragonés para con el Papado, dio sus frutos, dado que el sucesor de Ramiro I, Sancho Ramírez, acudió al Papa Alejandro II a fin de que convocara una cruzada contra Barbastro. Expansión de Aragón con Alfonso I el Batallador: Sería Alfonso I el Batallador, hijo del conquistador de Huesca, el que daría un impulso al proceso reconquistador aragonés. Tras el frustrante intento de controlar el reino castellano-leonés, y de hacerse con las comarcas más orientales del reino - remitimos al lector al artículo relativo a Alfonso VII -, el Batallador fijará su atención en la conquista de Zaragoza, proyecto facilitado por la creciente debilidad del poder almorávide. Además de esta operación, se imponía urgentemente repoblar el territorio conquistado con cristianos, dado que se temía que una población musulmana refractaria, se convirtiera en foco de constante rebeldía y agitación. EL CONDADO DE BARCELONA: Origen: En 732, en la batalla de Poitiers, los musulmanes (en plena expansión) fueron derrotados por Carlos Martel. Su nieto Carlomagno iba a llevar a cabo una política expansionista del reino y, posteriormente, imperio, tanto hacia oriente como hacia el sur, hacia las penínsulas italiana e ibérica, creando zonas fronterizas conocidas con el nombre de marcas. El sistema de gobierno de Carlomagno se basaba en un férreo control del territorio, gracias a que los señores controlaban zonas más reducidas que, en las fronteras, se organizaban en condados. Historia: El conde de Urgel y de Cerdaña, Wifredo el Velloso, fue investido en 877 con los condados de Barcelona y Gerona. Wifredo estableció un sistema sucesorio en sus territorios, centrándose en la casa condal de Barcelona. El conde Borrell II de Barcelona, se negó a prestar vasallaje al rey franco en 1085 pero hasta el Tratado de Corbeil (1258) no renunciarían los francos definitivamente a sus derechos sobre los territorios catalanes. Durante el siglo XI, la casa condal de Barcelona, junto con los condes de Urgel y de Pallars, se lanzaron a una política expansiva hacia el sur, dando origen, a lo que se conoce históricamente como la Cataluña Vieja (territorios existentes a finales del siglo X o principios del XI) y la Cataluña Nueva, ocupada a partir de ese momento. El tiempo de la Cataluña condal puede darse por finalizado con el primer rey de la dinastía catalano-aragonesa, Alfonso I el Casto (1154-1196), quien llevaría las fronteras más al sur y el valle de Arán en el noroeste. En el norte, la política expansionista se vería frenada definitivamente con la muerte de su sucesor Pedro I en Muret (1213), durante la cruzada contra los albigenses llevada a cabo por los ejércitos franceses.