Del razonamiento argumental a la retórica de las imágenes

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COMUNICAR 12, 1999
Reflexiones
COMUNICAR 12,
1999; pp. 191-197
La estereotipia icónica del discurso publicitario.
Del razonamiento argumental a la
retórica de las imágenes
Ramón Ignacio Correa García
Huelva
El autor describe el cambio que se ha producido en la estructura de los mensajes
de la publicidad gráfica durante el siglo XX. De unos textos caracterizados por la profusión del lenguaje escrito y en donde la imagen era una mera ilustración, se ha pasado
a mensajes publicitarios donde la imagen ocupa una función esencial, un valor de comunicación que ha sustituido el razonamiento argumental por una retórica visual
fundamentada básicamente en estereotipos.
En la antigüedad clásica se admitían tres
clases de razonamientos: uno, de tipo apodíptico que se caracterizaba porque las conclusiones se extraían de premisas indiscutibles o
primeros principios; otro, el razonamiento dialéctico en el que eran posibles al menos dos
soluciones entre las que había que optar por la
verdadera y, finalmente, un razonamiento retórico que, al igual que el anterior, partía de
premisas probables y llegaba a conclusiones
no apodípticas basándose en el silogismo retórico o entimema. Los dos primeros tipos de razonamientos pretendían buscar el asentimiento racional mientras que el retórico, además, el
asentimiento emotivo de los oyentes (Eco,
1986).
Así habría que entender la Retórica como
el «arte de la persuasión» que históricamente
nació en el siglo V antes de Cristo en Sicilia,
cuando dos tiranos –Gelón e Hierón– decreta-
ron una campaña de deportaciones y emigraciones masivas unidas a expropiaciones forzosas para poblar Siracusa y repartir tierras y
bienes entre sus mercenarios. Cuando fueron
derrocados, el nuevo orden democrático se
encontró con el problema de restituir las propiedades a sus legítimos dueños y se originaron numerosos procesos legales porque los
derechos de propiedad de las tierras habían
caído en confusión. En estos litigios se encontraba un jurado popular al que había que
convencer sobre las propias argumentaciones,
siendo elocuente a través de los silogismos
retóricos o «arte de la palabra fingida».
En toda argumentación retórica se consideraban cinco partes (Barthes, 1990): inventio:
encontrar qué decir; dispositio: poner en orden lo que se ha encontrado; elocutio: agregar
el ornamento de las palabras; actio: recitar el
discurso como un actor cuidando los gestos y
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R EFLEXIONES
la dicción; y memoria: aprender el recitado
argumental para poderlo reproducir.
Las tres primeras eran las más importantes. La inventio era una noción más extractiva
que creativa: todas las ideas existen ya pero es
necesario encontrarlas a través de un camino
o argumentación. De la inventio parten dos
grandes vías, una lógica y otra psicológica. La
lógica pretende «convencer» mientras que la
psicológica nos intenta «conmover».
Roland Barthes veía aún presente la retórica en las prácticas discursivas de los medios
de información de masas y concretamente en
los mensajes publicitarios. Nunca como en
ninguna otra etapa histórica hemos vivido tan
intensamente en condiciones de relación simbólica con nuestro entorno comunicativo. En
este entorno comunicativo, la saturación semiótica ha pasado de ser una realidad tangible
y cuantificable hasta una de las patologías más
acusadas de este fin de milenio (el exceso de
signos no garantiza ni certifica unas audiencias mejor informadas, porque «signo» es
aquello que también sirve para mentir). La
avalancha incontenible de imágenes que desfila
ante nosotros diariamente nos niega el hábito
de la contemplación detenida y crítica y nos
decreta una percepción acelerada, igualitaria
y redundante. Nos volvemos adictos a la cantidad indiscriminada, a ser blanco de un gran
número de impactos por segundo (Saborit,
1988).
De todos los discursos mediales, el publicitario –motor de ignición del sistema neoliberal industrial y post-industrial– es el que utiliza un lenguaje retórico más definido para persuadir y orientar a la gente hacia cierta doctrina moral del sentido de la existencia basada en
la adquisición de bienes materiales, expresión
eufemística que encubre pudorosamente un
consumismo compulsivo que obvia e ignora
deliberadamente otras realidades de miseria,
marginación y pobreza de millones de seres
humanos en otros mundos reales que la publicidad soslaya sistemáticamente.
La retórica del discurso publicitario ha
evolucionado desde la inventio lógica y psico-
lógica con signos del lenguaje (orales y escritos) hasta la inventio psicológica basada casi
exclusivamente en signos icónicos. Los razonamientos argumentales que se exponían en
los mensajes publicitarios de principios de
siglo y en donde la imagen cumplía una mera
función ilustradora de lo que la palabra decía,
ha ido dejando espacio a mensajes publicitarios donde la imagen soporta toda la argumentación retórica y esta vez apelando a los sentimientos y emociones de las audiencias dando
forma a una especie de «catecismo visual» tan
adoctrinador como aquella Biblia Pauperum
(Biblia de los Pobres) que circulaba en Europa
antes de la invención de la imprenta para
difundir la moral católica (Gubern, 1989).
Umberto Eco nos recuerda que la educación a
través de la imagen ha sido típica de las
sociedades absolutistas y paternalistas, desde
Egipto y Mesopotamia hasta la Edad Media: la
palabra escrita fue reservada exclusivamente
para las élites dominantes, mientras que la
imagen era utilizada para el control social de
las masas (Eco, 1990).
1. La inventio lógica o el razonamiento argumental
En la ilustración de la página siguiente
reproducimos un anuncio publicitario de 1913
y en la siguiente otro de 1998. Ambos se podrían situar en un eje temporal que abarca el
comienzo y el final del siglo XX y ambos son
dos ejemplos de lo que exponíamos en el párrafo anterior. Tienen en común el mismo tipo
de promesa publicitaria que ofrecen a sus audiencias, pero difieren entre sí por los métodos
que utilizan para lograr su objetivo.
En el primero destaca la profusión de
texto escrito que rodea una imagen central que
representa una figura femenina. El título y
subtítulo del anuncio juega con un mínimo de
posibilidades tipográficas para resaltar las ideas
centrales que se quieren transmitir a los posibles clientes de las Pilules Orientales. El texto
interpela a un público femenino:
«La moda actual exige la esbeltez de forma, sobre todo en el talle y caderas. Para mejor
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comprimirlas y adelgazarlas, se ha prolongado el corsé por la parte inferior, dejando la
parte alta del cuerpo completamente libre y
desahogada. Por consiguiente, ahora más que
nunca, la mujer elegante desea tener un hermoso busto y sobre todo bien firme puesto que
ya no está sostenido, completando maravillosamente la armonía de las líneas de su cuerpo.
No es ocioso recordar a las señoras y a las
jóvenes cuyo busto ha adquirido un desarrollo
suficiente, y a aquellas, aún más numerosas,
cuyos pechos no tienen toda la rigidez que la
moda actual imperiosamente exige, que sólo
las Pilules Orientales pueden darle un busto
ideal, que se armonizará elegantemente con la
esbeltez de su talle.
Muchos otros
productos y tratamientos han sido
preconizados con el
mismo objeto, pero
hasta ahora todos
han demostrado su
ineficacia y han tenido que inclinarse
ante las Pilules
Orientales, hoy en
día tan conocidas y
apreciadas en el
mundo entero. Sin
embargo, la experiencia del pasado
parece letra muerta
para ciertos imitadores, que anuncian
aún, a fuerza de reclamos, el descubrimiento de recetas llamadas maravillosas
y que operan milagros.
Desgraciadamente, de las palabras a
los hechos hay mucha distancia. Cuántas lectoras, cediendo al atractivo de esos reclamos,
particularmente enfáticos y seductores, han
experimentado amargos y costosos desenga-
ños. Cuánto mejor hubiera sido para esas
lectoras deseosas de obtener un resultado práctico de empezar por las Pilules Orientales;
cuántos disgustos se hubieran evitado.
El número de señoras y de jóvenes, que
son deudoras a estas píldoras al tener un
hermoso pecho aumenta todos los días y su
agradecimiento se manifiesta por cartas elogiosas que el secreto profesional nos impide
publicar en su totalidad, pero no por esta causa
dejan de ser testimonios auténticos y sinceros
de la eficacia indiscutible de las Pilules Orientales...».
El resto de la inventio lógica contiene
insertadas las supuestas declaraciones de siete
personas que alaban
las excelencias de las
Pilules Orientales.
Al final, se intenta
convencer a mujeres angustiadas o
acomplejadas por
cierta parte de su físico a través de la
promesa publicitaria:
«... Si a vuestro
pecho le falta desarrollo o firmeza, si
deseáis mejorar la
estética de vuestro
busto, no vaciléis en
apelar a las Pilules
Orientales . Harán
por vos lo que han
hecho por millares
de otras personas; el
aspecto de vuestro
cuerpo nada tendrá
que envidiar al de
vuestras compañeras más favorecidas.
Vos misma estaréis
asombrada y maravillada de la rápida transformación que se operará en vos...».
El proceso de creación publicitaria en el
ejemplo que comentamos responde a uno de
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R EFLEXIONES
los primeros modelos presentes en la literatura
sobre el tema: el modelo «Aida». Según este
modelo, un buen anuncio debería sucesivamente (Victoroff, 1983):
• Atraer la atención (función que en nuestro ejemplo es desempeñada por la tipografía
de encabezamiento).
• Suscitar el interés (a través de la argumentación retórica).
• Despertar el deseo (aspecto implícito o
explícito en la promesa publicitaria).
• Provocar la adquisición (final feliz de un
ciclo provocado
por las anteriores etapas).
La imagen
en el modelo «Aida» posee una
función netamente pasiva y de segundo orden subordinado a la
actividad intelectual. La imagen
sólo desempeña
un papel accesorio y quien asume la responsabilidad y el peso
de la información es el texto.
El lenguaje contiene toda la argumentación retórica para convencer a las posibles compradoras de las píldoras mágicas que
se publicitan.
carece totalmente de información sobre el
producto. La ausencia de mirada, obligada por
la sinécdoque del cuerpo femenino, despersonaliza la representación de la mujer y evita
cualquier implicación de los lectores.
Antes de cualquier consideración habría
que resaltar que esta imagen es una fuente de
placer en el sentido que equivale a un ahorro
de energía psíquica que hay que emplear para
descodificar el mensaje. Los dos ejemplos que
estamos analizando contienen la misma promesa publicitaria: tener un busto firme y hermoso. Mientras
que en el primer
caso se emplea
un texto escrito
casi interminable para ofrecer
ese prodigio,
aquí se hace uso
de una sola imagen que ocupa
una de las diagonales de la composición a la que
acompaña, en el
vértice superior
izquierdo, el logotipo de la marca y la leyenda
Lingerie de femme (lencería de
mujer).
Es una imagen que interpela a nuestras motivaciones más
profundas, una
imagen directa,
realzada por un
código lumínico
que ensalza las
cualidades del producto que quiere transmitir.
La ausencia de razonamiento lógico se sustituye aquí por un proceso de identificación entre
la modelo y las posibles compradoras del
producto. Henry Ford solía decir que él no
2. La inventio
psicológica o la retórica de las imágenes
En la ilustración la imagen del mensaje
publicitario es un ejemplo típico de la publicidad «pasional» donde la imagen abunda en
significaciones que tienen que ser inferidas y
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vendía coches sino satisfacciones. De igual
imaginario social de la publicidad permite ver
modo, la publicidad actual no vende mercandeterminados aspectos de la realidad pero
cías, sino deseos: pies bonitos por zapatos,
impide ver otros. Su lado visible es un discurso
figuras elegantes por vestidos, exclusividad
sobre los objetos, pero su cara oculta legitima
por imagen de marca, cuerpos perfectos por
todo un sistema social y económico en donde
alimentos y dietas...
no hay actividad alguna que se instruye a las
La tiranía de la imagen publicitaria ha
personas de forma más sutil y hábilmente
hecho que las audiencias se sientan mesmecomo en la necesidad superflua de consumir.
rizadas por la belleza de deLa imagen de nuestro
terminados anuncios que, priejemplo de referencia en la
vados de toda lógica y razón,
ilustración 2 es una imagen enLa publicidad actual
cautivan a los consumidores
fática, una imagen ontológica
no vende mercancías, según Peninou que aparece en
por su alto contenido de insino deseos: pies
formación visual (Pino,
primer plano, sin ambien1991). Este bestiario icónico
tación, sin personajes y con un
bonitos por zapatos,
que despliega ante nosotros
texto que se limita al nombre
figuras elegantes por
el discurso publicitario consde la marca (Peninou, 1976).
vestidos, exclusividad
tituye una nueva paideía, un
El uso de esta imagen y de toda
por imagen de mareficaz instrumento para fola retórica visual publicitaria
ca, cuerpos perfectos
mentar el consumo y el
contiene invariablemente un
consumismo de las poblaciohecho ideológico: el confiarse
por alimentos
nes.
a un universo de cosas que
y dietas...
No vivimos en un espajamás deben desilusionar a los
cio puramente físico sino tamreceptores de los mensajes o,
bién simbólico (lenguaje, milo que es lo mismo, oír lo que
tos, religión...) y nuestra capacidad intelectual
se quiere oír y ver lo que se quiere ver (Pignotti,
y de juicio crítico se ha visto mermada por los
1976).
discursos audiovisuales en donde la imagen
Hay en esta imagen otra característica
contiene toda la primacía y estatuto de lo real.
básica: su mayor iconicidad frente al ejemplo
La retórica de la imagen forma parte del
de la primera ilustración es un ejemplo del reidiscurso invisible del discurso publicitario.
nado del look . Ser imagen es poseer valor de
Éste encierra una enorme paradoja: pese a su
cambio, cotizarse en el mercado visual. Éste es
omnipresencia es totalmente invisible. La puun principio básico de la iconografía publiciblicidad como discurso deliberadamente eufótaria: ser es ser una imagen seductora, ser derico tiene una estructura y funcionamiento
seado por las miradas de los demás (González
oníricos: las imágenes, así como el resto de los
Requena, 1988). Ahora bien, la retórica de la
signos que se dan cita en cualquier anuncio no
imagen no necesita una cantidad determinada
están sólo para explicar o demostrar sino para
de argumentos convincentes como en el caso
conmover apelando a nuestras motivaciones y
de la inventio lógica. La iconografía publicitadeseos sean o no confesables. Hay dos imágeria descansa su estructura retórica bien en las
nes porque también hay dos miradas: la física
imágenes originales y paradójicas que provoy la simbólica. La primera –la imagen que se
can el escándalo visual o bien en los estereotive– atiende a la contemplación del signopos como fórmula comunicativa.
producto en la bidimensionalidad del texto
publicitario. La otra –la imagen que se escon3. La estereotipia visual en los mensajes pude– nos incita a identificarnos con el poder, el
blicitarios
éxito, el erotismo, la fama... (Correa, 1995). El
Un estereotipo es una imagen convencio-
195
R EFLEXIONES
nal o una idea preconcebida. Se trata de una
El estereotipo publicitario funciona como
concepción popular sobre un grupo de persoun auténtico gatekeeper. Filtra las infinitas
nas y constituye una forma de categorizar
variantes de un número también ilimitado de
grupos de gentes de acuerdo con sus aparienpropuestas visuales de los anuncios que quecias, comportamientos y costumbres (McMadan así proscritas del repertorio visual, hahon y Quin, 1997). Los estereotipos refuerzan
ciendo ortodoxas y canónicas otras represenlos prejuicios y convicciones que tenemos
taciones estandarizadas: el atleta negro, una
sobre los objetos, las clases sociales, institupuesta de sol, la playa solitaria, la mujer rubia
ciones e incluso sobre nosoy enigmática... Una iconogratros mismos (nuestro grado
fía seductora que sostiene,
de aceptación o autoestima escomo antes apuntábamos, la
tán afectados por convicciocreación de un mundo perfecEl estereotipo publines estereotipadas).
to que sólo existe en la publicitario funciona
Las imágenes estereotipacidad alimentando los mitos
como un auténtico
das se situarían entre la realide la sociedad del deseo y que
gatekeeper. Filtra
dad y la percepción provonos condiciona de una forma
cando una orientación selecsutil y autoritaria. Por una
las posibles protiva y distorsionada de la proparte su acción es latente, bien
puestas visuales de
pia realidad. A pesar del caa través de imágenes estereolos anuncios convirrácter aprendido de los estetipadas o incluso subliminales
tiendo en canónicas
reotipos, una de sus funciones
y, por otra, es una forma autoy ortodoxas detersociales más relevantes es serritaria porque restringe otras
vir a los intereses y necesidafórmulas comunicativas que
minadas represendes de los grupos dominantes
no estén encaminadas a lo que
taciones estan(Maisonneuve, 1974).
nos sugiere el nombre del
darizadas.
En la publicidad actual se
caballo de Calígula, Incitatus,
recurre a los estereotipos por
espoleta de un movimiento conun doble motivo. Primero, por
tinuo destinado hacia la adquiun imperativo netamente económico; el espasición de objetos dentro de uno de los mitos
cio en prensa para significar o el tiempo de
más sólidos de nuestra contemporaneidad (el
televisión para emitir el anuncio es muy limiconsumo sin fin) y uno de los axiomas que
tado y por tanto hay que recurrir a imágenes
sostienen los pilares de la economía de mercaconvencionales que sean descodificadas sin
do (todo lo que es producido debe ser también
ningún tipo de dificultad por las audiencias.
consumido).
En segundo lugar, también la publicidad neceYa no existe en la publicidad actual la insita los estereotipos como estrategia informaventio lógica porque no es necesaria. Consumitiva porque las audiencias son emotivas antes
mos imágenes porque consumir es el signo de
que racionales: los signos se registran en el
los tiempos. La retórica de las imágenes publiámbito consciente pero los valores se quedan
citarias, como todos los discursos audiovisuales
grabados a nivel inconsciente. El mesianismo
se dirigen al hemisferio cerebral derecho, emopublicitario evita todo enfrentamiento dialéccional e intuitivo (McLuhan y Powers, 1992)
tico con las audiencias y por eso recurre al
en detrimento de los argumentos de la inventio
estereotipo, ofreciendo la representación de
lógica propios del hemisferio izquierdo, racioun mundo feliz e ideal donde milagrosamente
nal y sistemático. Ver es ya comprender y no
la vejez, la enfermedad, los cuerpos deformes
hace falta ningún esfuerzo intelectual ni un
y mutilados, la lucha de clases o los problemas
mínimo de juicio crítico para decidir porque ya
sociales han desaparecido por completo.
está todo decidido. Hace ya tiempo que la con-
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COMUNICAR 12, 1999
cepción racionalista del mundo, característica
definitoria de la modernidad, ha dado paso a
una concepción más híbrida donde la razón y
el progreso aparecen debilitados, donde se
acusa un multiculturalismo evidente y se observa una primacía de la estética sobre la ética,
factores esenciales, entre otros, de lo que se ha
denominado la Postmodernidad (Pérez Gómez, 1998).
Pensemos además que las imágenes no
hablan idiomas. Su lenguaje es universal. ¿No
es el instrumento perfecto para dirigirse a distintos sectores de las poblaciones y a poblaciones cultural y geográficamente distantes entre
sí? En una sociedad total que se rige bajo los
postulados del pensamiento único –el mercado como primer principio (Estefanía, 1998)–
todos los habitantes de este planeta somos consumidores potenciales. Los creadores de imágenes y los productores de mercancías esgrimen con habilidad y técnica calculada el señuelo icónico para preservar sus intereses
mercantiles. Y lo hacen con las imágenes estereotipadas de la publicidad, arte burgués que
vende producto a través de signos.
Liquidando todos los Espartacos, los señores de la «aldea global» han impuesto un
nuevo orden (Pasquali, 1993). En este nuevo
orden, los desheradados de la tierra no tendrán
jamás cabida en este espejo de Narciso que es
la publicidad.
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• Ramón Ignacio Correa García es profesor del Departamento de Educación de la Universidad de Huelva.
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