EL SISTEMA RESPIRATORIO

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EL SISTEMA RESPIRATORIO
La función de este aparato consiste en tomar aire del exterior para hacer llegar a la sangre el oxígeno que
contiene y expulsar fuera del cuerpo el dióxido de carbono. Está formado, fundamentalmente, por las
siguientes partes: fosas nasales, laringe, faringe, traquea, bronquios y los pulmones. La mayoría de estos
órganos se hayan conjuntamente con el corazón, en le tórax, separados del abdomen por medio de un músculo
llamado diafragma. Para desarrollar su función el aparato respiratorio debe realizar dos movimientos: el de
inspiración, por medio del cual el oxígeno es llevado hacia los pulmones; y el de espiración, por el cual es
eliminado el dióxido de carbono. Los pulmones son en realidad verdaderos filtros que impiden que el polvo
que se inhala penetre en el organismo. Para esto poseen una células macrófagas que digieren las partículas
tóxicas, así como unos anticuerpos que combaten los antígenos que han sido absorbidos por las vías
respiratorias. En 24 horas un hombre de buena salud respira 23.000 veces absorbiendo 120,3 metros cúbicos
de aire. Toman el oxigeno que les lleva la sangre y/o utilizan para quemar los alimentos que han absorbido,
allí producen la energía que el cuerpo necesita y en especial el calor que mantiene la temperatura del cuerpo
humano a unos 37 grados.
El aparato respiratorio comprende las vías áreas superiores: la nariz, la faringe, la laringe (con sus cartílagos y
cuerdas vocales, la tráquea (que une la laringe con los bronquios) y los dos bronquios. Los pulmones están
alojados en el interior de una caja constituida por 12 pares de costillas que se unen en el esternón por delante y
por las vértebras dorsales por atrás.
La respiración tiene una anatomía, que consiste en: los pulmones, los músculos, los nervios, los huesos. Cada
uno de ellos cumple una importante función y además sin uno de los elementos no podría funcionar el aparato
respiratorio.
Los pulmones y el corazón, ocupan la mayor parte del espacio interior de la caja toráxica, también llamada
cavidad torácica; sus paredes son las costillas y su suelo el diafragma. La función principal de los pulmones es
oxigenar la sangre y desechar residuos gaseosos del cuerpo, principalmente dióxido de carbono. Una segunda
función, muy importante para el que usa la voz, es suministrar la corriente de aire que sale fuera y actúa como
conductor de la voz. No tenemos un control directo de los pulmones, pero si un control efectivo, pues a pesar
de que los pulmones no están unidos a la caja torácica o al diafragma, siempre se mueven según la forma que
impone la cavidad toráxica. Por otro lado, el corazón cumple la función de bombear la sangre y a través de las
venas conducir la sangre a través del cuerpo. En el transcurso de la vida, y sin recibir ningún cuidado especial,
el corazón late unas 2.500.000.000 de veces. En un día el corazón hace el trabajo suficiente parar elevar a un
metro de altura a una locomotora.
Los pulmones de los humanos son rojizos y de forma piramidal, en consonancia con la forma de la cavidad
del tórax. No son simétricos por completo, en el pulmón derecho se distinguen tres lóbulos y en el izquierdo
dos, el cual presenta una cavidad donde se alberga el corazón. En el medio de cada uno de ellos está la raíz del
pulmón, que une el pulmón al mediastino o porción central del pecho. La raíz está constituida por las dos
membranas de la pleura, los bronquios, las venas y las arterias pulmonares. Los bronquios arrancan de los
pulmones y se dividen y subdividen hasta terminar en el lobulillo, la unidad anatómica y funcional de los
pulmones. Las arterias y las venas pulmonares acompañan a los bronquios en su ramificación progresiva hasta
convertirse en finas arteriolas y vénulas de los lobulillos, y éstas a su vez en una red de capilares que forman
las paredes de los alvéolos pulmonares. Los nervios del plexo pulmonar y los vasos linfáticos se distribuyen
también de la misma manera. En el lobulillo, los bronquiolos se dividen hasta formar los bronquiolos
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terminales, que se abren al atrio o conducto alveolar. Cada atrio se divide a su vez en sacos alveolares, y éstos
en alvéolos.
También podemos ver que los nervios contribuyen en la respiración de manera que los principales centros
nerviosos que controlan el ritmo y la intensidad de la respiración están en el bulbo raquídeo (o médula
oblongada) y en la protuberancia anular (o puente de Varolio) del tronco encefálico. Las células de este núcleo
son sensibles a la acidez de la sangre que depende de la concentración de dióxido de carbono en el plasma
sanguíneo. Cuando la acidez de la sangre es alta, se debe, en general, a un exceso de este gas en disolución; en
este caso, el centro respiratorio estimula a los músculos respiratorios para que aumenten su actividad. Cuando
la concentración de dióxido de carbono es baja, la respiración se ralentiza básicamente, el proceso de
respiración se activa por la acción cíclica del nervio frénico y el nervio vago. El nervio frénico actúa sobre el
diafragma, que baja y se ensancha; los pulmones se expanden para llenar el espacio creado por las presiones
negativas. Al hacer esto, el nervio frénico es alcanzado por los seis nervios intercostales inferiores, lo que
hace que el diafragma actúe como si fuera un sistema de prevención de fallos. Una vez que los pulmones
alcanzan un determinado grado de expansión, el nervio vago, mediante sus receptores de presión en los
pulmones, recibe la información de que los pulmones están en peligro de sobre−expansión, y la transmite a los
centros respiratorios en el cerebro, que ordenan el cese de la inhalación y dan paso a la exhalación. Esta
actividad cíclica, la ritmicidad de respiración, responde a la información suministrada a los centros
respiratorios por los impulsos más altos del cerebro, tales como la actividad emocional, y el deseo de hablar y
frasear nuestro diálogo, por ejemplo, y que a cierto nivel es capaz del control consciente. Uno de los puntos
principales al trabajar con la respiración es asegurarse de que esta actividad cíclica se mantenga funcionando
con propiedad. Cuando falla, tenemos problemas; podemos contribuir a ello inhalando demasiado o forzando
la exhalación demasiado tiempo, o fijando los músculos respiratorios en un estado de espasmo.
Un fallo circulatorio puede provocar anoxia en los tejidos del cuerpo cuando el volumen circulatorio es
inadecuado o cuando la capacidad de transporte de oxígeno está alterada.
Los músculos principales que se usan en la respiración son el diafragma, los músculos abdominales y los
músculos de las costillas. El diafragma es una gran capa de músculo adjunta al final del esternón, la columna
y el par de costillas flotantes superiores. Si trazas la línea de las costillas desde el esternón hacia la columna,
estarás siguiendo la curva del diafragma y su línea de unión. Lo verás en su nivel más bajo en la espalda,
donde los lóbulos de los pulmones bajan hacia los riñones. Así, la abertura de la espalda durante la inspiración
es importante si deseamos usar los pulmones al máximo. Los músculos de las costillas o los intercostales
trabajan en colaboración con el diafragma y los músculos abdominales, y tienen la función de subir y bajar las
costillas durante la inhalación y la exhalación; al exhalar, un grupo de músculos intercostales las cierra,
mientras que al inhalar otro grupo de músculos hace que se abran. El músculo abdominal del que seremos más
conscientes al inhalar es el rectas abdominis, que se une, en su punto más bajo, a la banda pélvica en el área
de la sínfisis del pubis y se extiende hacia arriba como una capa amplia que se une a las costillas inferiores
frontales. Este músculo, junto con otros, tiene la función de proteger las vísceras. Durante la inhalación se
expande y durante la exhalación se contrae, y ayuda a bajar las costillas; al hacerlo, contribuye también a un
desplazamiento de las vísceras hacia la parte superior de la caja torácica, por lo que impulsa el movimiento
ascendente del diafragma.
Por último nos damos cuenta que los huesos no solamente cumplen la función de sostener y articular al
organismo, sino que también son esenciales en cuanto al movimiento respiratorio que hacemos
cotidianamente. Los huesos que más nos conciernen son las costillas, la columna y el esternón, aunque
durante la respiración algunas veces es importante tomar nota de lo que pasa con las clavículas, los omóplatos
e incluso los huesos de las piernas y brazos. Todas las costillas están articuladas por detrás con dos de las
vértebras, desde las que siguen un trayecto que se curva hacia delante y hacia abajo del frente de la caja
torácica, donde las primeras siete costillas se unen directamente al esternón; las siguientes tres comparten la
misma línea de unión por medio de sus cartílagos, que se fusionan formando un solo punto de unión con el
esternón; los últimos dos pares de costillas sólo tienen un punto de unión con la columna y se las llama
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costillas flotantes. Las costillas son capaces de un movimiento de rotación durante la elevación y depresión de
sus puntos de articulación; de cualquier forma, no todas las costillas tienen el mismo grado de flexibilidad en
movimientos, y en esto las costillas inferiores tienen ventaja. El movimiento lateral mayor en la caja torácica
sucede en la mitad inferior. La caja torácica también se desplaza hacia arriba y hacia abajo, y se mueve
siguiendo las curvas de la columna. (Además, los músculos del cuello pueden emplearse para tirar de la caja
torácica y de las clavículas hacia arriba. Esto sucede durante la respiración clavicular, y varios tipos de
comportamiento nervioso e histérico pueden provocar también este movimiento. En general, esto es
innecesario para nuestros propósitos y no ayuda materialmente al suministro de aire mientras la relación
cabeza/cuello/espalda funciona regularmente.)
LA FONACIÓN
Podríamos definir la fonación como el proceso en el cual el aire asciende por los pulmones y se encuentra con
un obstáculo; a este obstáculo lo llamaremos laringe que está compuesta por las cuerdas vocales que se cierran
en mayor o menor medida dependiendo del sonido. La apertura variable entre las cuerdas se llama Glotis y de
esta se desprenden dos cualidades fundamentales de la voz: la altura o tono de la nota y el volumen o
intensidad (alto o bajo). La siguiente cualidad fundamental de la voz es la Resonancia (Timbre) y está
determinada por: la acción de las cuerdas vocales y lo que le sucede al aire articulado después de pasar por las
cuerdas vocales y entrar en los resonadores. Por lo tanto la Fonación de la voz será el resultado del uso de
estas tres cualidades: altura, intensidad y timbre. Esta en definitiva sería la definición más correcta de lo que
es la voz. Para dar una visión aún más completa de la fonación se adjuntan algunos diseños de los órganos
fonatorios.
Definiremos los elementos que actúan en la fonación que son los siguientes:
La Laringe: está situada en la parte media de la garganta y está conformada por una serie de cartílagos
móviles, siendo el más prominente la nuez o manzana de Adán, que sobresale en la parte anterior de la
garganta. La Laringe es una válvula que bloquea totalmente la conexión entre los pulmones y la boca,
pudiendo con esto controlar el flujo del aire entre los pulmones, la boca y la nariz. Esta función ha sido
diseñada específicamente para los mecanismos de la voz y del habla.
Las cuerdas vocales: aunque su nombre lo diga, en realidad no son específicamente cuerdas, son músculos y
ligamentos que sobresalen de las paredes internas de la laringe y están unidas a la nuez por delante de la
garganta y a dos cartílagos móviles (Aritenoides) en la parte posterior. Al moverse y rotar estos cartílagos las
cuerdas se mueven, ayudadas también por sus propias fibras musculares. La acción de las cuerdas en su
movimiento de aproximación y separación, convierte el flujo del aire en una serie de bocanadas que pueden
oírse como sonidos. La onda sonora, con la resonancia correcta es la Voz.
La Glotis: está definida como el espacio u apertura entre las cuerdas vocales. Mediante sus propios músculos,
la Glotis genera los movimientos que producen los soplos o ráfagas de aire. Como la altura está determinada
por el número de ráfagas o soplos de aire que pasan y el volumen esta controlado por el ajuste de presión de la
respiración, podríamos decir que la Glotis determina la altura y el volumen de la voz.
Los Resonadores: son espacios llenos de aire parcialmente cerrados, en los que el sonido original reverbera,
agitando el aire que hay en las cavidades y provocando otras reverberaciones con frecuencias de vibración que
difieren de las que son armónicamente simpáticas al sonido original.
Los resonadores importantes están conectados de tal modo que el flujo del aire que vibra pueda entrar en
todos ellos. En dirección ascendente desde la glotis se agrupan de la siguiente manera:
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1° La boca y la garganta
2° La nariz
3° Los senos
La boca y la garganta son dos grandes resonadores y tienen un sinfín de ajustes que el resto no posee. Dado a
su gran flexibilidad los resonadores de la garganta y la boca nos proporcionan, en cada momento, la
posibilidad de utilizarlos a favor del sonido cambiante con el máximo provecho. Podemos modificar la forma
y el tamaño de estos resonadores, potenciando las posibilidades de resonancia y las cualidades acústicas,
moviendo la laringe, la lengua, los labios, la mandíbula inferior, el paladar blando y las mejillas.
La nariz está separada de la boca y de la parte superior de la parte superior de la faringe por la acción del
paladar blando cuando asciende para unirse con la pared anterior de la garganta en el punto superior de la
faringe. Cuando el paladar blando desciende, el flujo del aire va hacia la nariz. Por lo tanto el resonador de la
nariz no sólo podemos utilizarlo para las consonantes nasales M, N y Ñ, ya que si queremos podemos
nasalizar todos los sonidos.
Los senos cumplen un papel importante en la resonancia de la voz, ya que están conectados con la nariz y por
ende con el paladar blando. Es así que cuando este baja la voz está dirigida a hacer vibrar la cabeza y la cara.
Las enfermedades
Las vías respiratorias superiores pueden ser el centro de ataques virales responsables de inflamaciones, tales
como faringitis, laringitis o traqueitis. Los bronquios, sobretodo están sometidos a factores microbianos o
alérgicos: estas afecciones degeneran en bronquitis agudas o crónicas, o en bronconeumonías. El efisema
provoca una dilatación permanente, e incluso una destrucción de unas células en los pulmones. En el fondo las
enfermedades respiratorias disminuyen la capacidad pulmonar. La patología más frecuente y más grave es el
cáncer de pulmón, hoy combatido por numerosos medios terapéuticos (cirugía, radioterapia o quimioterapia).
Respiración artificial
Las afecciones crónicas del aparato respiratorio, como el asma, la silicosis, el efisema o la bronquitis crónica
presentan frecuentemente un gran número de episodios de insuficiencia respiratoria aguda que constituyen
una verdadera asfixia para el enfermo. Son entonces necesarias las técnicas de reanimación, Gracias al
respirador artificial puede ser reparado de manera periódica en los pulmones, mezclando aire y oxígeno. Este
aparato suple el deficiente sistema de ventilación que tiene el enfermo. Reemplaza a los pulmones, por esto su
aplicación es decisiva en todas las enfermedades que presentan una parálisis respiratoria, especialmente en el
caso de las intoxicaciones producidas por los medicamentos que paralizan los centros nerviosos.
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INTRODUCCIÓN
Seguramente nunca te has puesto a pensar: Debo respirar. Lo haces sin darte cuenta, ya que es algo que se
ejecuta en forma mecánica, incorporando oxígeno cuando inspiras (o inhalas) y expeliendo anhídrido
carbónico cuando espiras (o exhalas).
La respiración es una función que no puedes dejar de realizar por más de cuatro minutos. Si no lo haces, te
asfixiarías hasta llegar a la muerte.
Para funcionar, las células de tu cuerpo necesitan oxígeno. El sistema respiratorio es el que se encarga de
suministrar este elemento a la sangre, para que esta lo distribuya a todos los tejidos de tu cuerpo. Sin embargo,
a causa del metabolismo celular (conjunto de cambios químicos y biológicos), en el organismo se forma un
compuesto gaseoso llamado anhídrido carbónico, que carece de utilidad y es muy tóxico, por lo que debe ser
eliminado, función que también cumple este sistema.
El sistema respiratorio está formado principalmente por dos grandes secciones:
Las vías respiratorias, es decir, el conjunto de estructuras formado por la cavidad nasal, la faringe, laringe,
tráquea, bronquios y subdivisiones más pequeñas. Esta sección es la encargada de permitir la entrada de aire a
las superficies respiratorias.
El aparato pulmonar, donde se efectúan los intercambios gaseosos entre el aire del ambiente y la sangre.
Debido a la naturaleza gaseosa de sus contenidos, las vías respiratorias están cubiertas por una armazón ósea o
cartilaginosa, que hace posible mantener abiertos estos caminos para que el aire pueda pasar libremente.
En la siguiente investigación se analizará más detalladamente en que consiste la respiración y sus elementos.
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Infecciones respiratorias
Cada vez que respiras estás renovando el aire de los 80 metros cuadrados de superficie que tienen los
pulmones. Diariamente respiramos entre 14 y 18 kilos de aire, que muchas veces está lleno de partículas
nocivas y contaminantes, virus y microbios que entran con el aire a los pulmones. Es por esto que las
enfermedades más comunes son las respiratorias, lo que se comprueba cada invierno, cuando se ven los
hospitales colapsados por la gran cantidad de gente que asiste por algún problema respiratorio, especialmente
niños, que son los más afectados.
Incluso, y aunque te parezca extraño, si respiras por la boca tienes más posibilidades de enfermarte, porque
esta es un pésimo filtro: muchas partículas que por la nariz no entrarían, llegarán por esta vía a tus pulmones.
Algunas de las enfermedades más comunes del sistema respiratorio son:
Resfrío común: un conjunto de enfermedades
El resfrío no es una enfermedad como tal, sino un grupo de enfermedades menores provocadas por cualquiera
de los 200 virus distintos causantes del resfrío. Normalmente, un resfriado común se limita a afectar la nariz y
la garganta, pero hay veces en que incluso pueden llegar a afectar la laringe, lo que se conoce como laringitis.
En general, el resfrío puede afectar casi cualquier parte de tu sistema respiratorio. Cuando estornudas o
produces mocos, significa que el tracto respiratorio superior está afectado. La infección puede irritar la
tráquea, produciendo tos, y la laringe, provocándote ronquera y disfonía. Cuando son los bronquios los que se
ven afectados por esta enfermedad, estamos frente a una bronquitis aguda.
Rinitis alérgica: el mal de la primavera
Cuando llega septiembre y empiezan a florecer los árboles, mucha gente se ve afectada por una alergia que no
la deja respirar bien, le produce congestión y estornudos. Es lo que se conoce como rinitis alérgica, una
enfermedad muy parecida al asma. Esta alergia es consecuencia de una sustancia disuelta en el aire que causa
hipersensibilidad. Se manifiesta en los ojos, nariz y garganta. Esto sucede por la exposición al elemento que te
produce irritación, que está disuelto en el aire, lo que provoca una descarga de histamina (producto químico
del cuerpo); además, causa inflamación y secreción en las células de las mucosas de la nariz, en los párpados
y en la capa superficial de los ojos.
Sinusitis: dolor de cabeza constante
Esta enfermedad se produce cuando se inflaman las membranas mucosas de los senos peri nasales. Los senos
son cavidades aéreas en los huecos craneales, tapizados de mucosidades, que se comunican con la cavidad
nasal. La sinusitis suele producirse después de una infección bacteriana o vírica. Los senos más susceptibles
son los frontales y los maxilares (en la frente y las mejillas, respectivamente). Los organismos causantes
provienen de la nariz, generalmente después de un resfrío que se complica con una infección secundaria
provocada por bacterias. Los síntomas son, generalmente: aumento de la mucosidad verdosa, lo que provoca
una obstrucción en las vías respiratorias; la nariz se torna aún más obturada; la respiración tendrá que hacerse
por la boca; la conversación se hará gangosa y proviene un decaimiento general, además de un dolor de
cabeza constante sobre los ojos. Si los afectados son los senos maxilares, el dolor se sentirá en una o las dos
mejillas, y una especie de dolor de muela en la mandíbula superior.
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CONCLUSIÓN
Al finalizar este trabajo he aprendido la importancia que tiene el sistema respiratorio en todos los seres
humanos.
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Asimilé que la respiración es un movimiento de aire dentro y fuera de los pulmones.
Debemos tener una buena higiene para mantener nuestros pulmones en buen estado, ya que debemos cuidarlo
para prevenir las enfermedades que se producen en él. Estas enfermedades se transmiten en el medio que nos
rodea y muchas veces es provocada por nosotros mismos.
Por lo que he investigado aprendí que los pulmones son parte importante y vital para nuestro organismo y que
además existen otros elementos en nuestro cuerpo, tales como: los nervios, los huesos, los músculos, la
traquea, la laringe, etc.; que sin la existencia de uno de ellos no podría funcionar bien el sistema respiratorio, y
por ende, tampoco el cuerpo humano, en general.
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Integrante
Carrera: Comunicación Escénica
Ramo: Voz
Profesor:
Anexos
* Foto pulmón
* Foto transcurso del aire por el aparato respiratorio
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