0809-c.qxd 8/29/04 8 11:18 PM Page 1 Opinión La Plata, lunes 30 de agosto de 2004 Los orígenes del FMI, o cómo su fundador fue acusado de izquierdista a Gran Bretaña un acceso importante al crédito internacional. Por Mario Rapoport Especial para Hoy El Plan White, que finalmente se aprueba, establecía, por el contrario, la primacía del dólar y de EE.UU. sobre el sistema monetario internacional, mediante un sistema de cambios fijos basados en la relación dólar-oro y en la adjudicación de cuotas a los distintos países en relación con sus posibilidades monetarias, por lo que el país del norte tenía un poder de voto decisivo en la nueva institución. A las críticas que, desde hace mucho tiempo, venían haciendo sobre la actuación del Fondo Monetario Internacional economistas alternativos en nuestro país, se les suma un reciente informe del ministerio de Economía que responde a la presunta “autocrítica” de esa institución. Pero la mayor parte de las objeciones formuladas se refieren a lo que ocurrió en las últimas décadas, cuando a través de su rol como acreedor y auditor internacional, el FMI formuló e impuso políticas que afectaron no sólo a la Argentina sino también a muchas naciones periféricas, y las llevaron a profundas crisis. Resulta útil, entonces, abordar un tema crucial que va más allá de la coyuntura: explicarnos por qué existe ese organismo y cuáles fueron las circunstancias históricas de su creación. Sin embargo, frente a esta cuestión crucial, que marcaba la definitiva primacía norteamericana en la economía capitalista a nivel mundial, se iba a manifestar una última problemática, cuyo protagonista era el mismo Harry Dexter White, el subsecretario del Tesoro, principal inspirador de la creación del FMI y primer director norteamericano de ese organismo. El trágico destino personal de White, que en pocos años lo lleva de las altas esferas del poder hasta la marginación y la muerte, implica al mismo tiempo dos cosas: el fin del New Deal y de las políticas económicas predominantes en los gobiernos de Roosevelt, y el comienzo del fin de la alianza americano-soviética, prolegómenos ambos de la “Guerra Fría” y del mundo bipolar de posguerra. La historia del FMI tiene todos los ingredientes de una película de ficción, en los que intervienen la experiencia que lleva a la gran depresión de los años ‘30, una guerra mundial catastrófica, la disputa por cambios de hegemonía en el poder mundial, una tragedia personal y hasta un caso de presunto espionaje. La primera cuestión se refiere a la quiebra del sistema multilateral de comercio y pagos, basado en el esquema de patrón oro vigente hasta la crisis de 1929, que se había revelado insuficiente para controlar las finanzas inter- La historia del FMI tiene los ingredientes de una película: la crisis del ‘30, la guerra mundial, y hasta un caso de espionaje nacionales. Entre las causas principales estaban la imposibilidad del pago de las deudas y reparaciones originadas por la Primera Guerra Mundial, sobre todo en el caso de Alemania, la potencia vencida, y el descontrol de movimientos de capitales especulativos que se produjo en la Bolsa de Valores de Nueva York a fines de los años ‘20. La secuela posterior, en un marco de desorden monetario, deflación, caída de la producción y de la demanda y millones de desocupados a nivel mundial, desencadenó la peor crisis histórica del capitalismo y terminó derivando en un nuevo conflicto bélico. Esto hizo pensar a los gobiernos aliados, desde los mismos inicios de la nueva guerra, en la creación de una institución financiera internacional que pudiera manejar lo que los mercados por sí solos no habían podido. Lo que suponía una crítica al funcionamiento de una economía de mercado autorregulada, como pregonaban los economistas neoclásicos. La segunda cuestión se relacionaba con la guerra en sí, y allí se presentaban dos contradicciones. El enemigo principal del capitalismo había sido la revolución rusa, pero ahora la Unión Soviética era un país aliado. Alemania, por el contrario, resultó la causante de las dos guerras mundiales y se convirtió en un régimen que, manteniendo el control de la economía por el gran capital apoyado por el Estado, suprimió bajo el nazismo todo tipo de libertades propias de las democracias occidentales. ¿La institución que debía crearse incluiría al nuevo aliado y excluiría a una Alemania, tarde o temprano, vencida? productiva gracias a la actividad bélica, borrando definitivamente las secuelas de la depresión de los años ‘30 y dejándolo con una gran liquidez y disponibilidad de bienes para vender al mundo. White murió repentinamente en 1948, habiendo dejado su cargo y siendo uno de los principales acusados en uno de los primeros procesos celebrados en el Congreso de EE.UU. contra ex funcionarios del gobierno de Roosevelt por “actividades antinorteamericanas”, basado en sospechas de simpatías suyas con el comunismo soviético e, incluso, el presunto espionaje a su favor durante la guerra. Esta problemática empezó a definirse cuando se reunieron, en Bretton Woods, los representantes de 44 países (aunque en verdad dos, Estados Unidos y Gran Bretaña, llevaron la voz cantante) para aprobar, en el mes de julio de 1944, la creación del FMI, que siguió de muy poco a la del BIRF, hoy Banco Mundial. El que dirigía la Comisión Investigadora en el Congreso era un tal Richard Nixon, que tuvo con ello el primer espaldarazo en una carrera política fulgurante que lo llevaría a ser presidente de los EE.UU. hasta su renuncia por el escándalo Watergate. Que resultó también, paradójicamente, un asunto de espionaje, aunque esta vez de orden interno. La tercera cuestión tenía que ver con quién ganaba realmente la guerra en el terreno económico, descontando que con las armas lo hacía el frente de países aliados. Ni la URSS desangrada, con una economía frágil pese a sus avances geopolíticos y aún sospechosa de ser una potencial enemiga, ni una Gran Bretaña fuertemente endeudada y a punto de perder su imperio, podían echar sombra alguna sobre la nueva potencia hegemónica mundial en el orden financiero y monetario de la futura posguerra: los Estados Unidos. En ese contexto se desarrollaría la pugna entre dos planes monetarios alternativos: el Plan White, propuesto por el Departamento del Tesoro de los EE.UU., y el Plan Keynes, apoyado por el gobierno inglés. Ambos planes respondían a los intereses de los dos países, o al menos así lo parecían. ¿Pero, cuáles fueron los “pecados” que cometió White, además de haber podido tener en su pasado ideas o amigos de izquierda en el clima liberal de la administración Roosevelt? Tres aparecían como los principales. El país del norte era el único al que la guerra había fortalecido económicamente, permitiéndole desarrollar a pleno su capacidad En el Plan Keynes se propiciaba la creación de una cámara de clearing internacional que concedía crédito automáticamente a los países deficitarios que tuvieran problemas en su balanza de pagos. Con este esquema se buscaba crear un orden financiero que no dependiera de las políticas norteamericanas y en el que el dólar no jugaba un rol clave, asegurando, al mismo tiempo, 1) El haber sido el autor del llamado Plan Morgenthau (por el nombre de su superior inmediato en la secretaría del Tesoro), que propiciaba la “agrarización” de Alemania y el debilitamiento de su poder industrial después de la guerra, y que, según sus enemigos, de haberse implementado habría dejado un espacio vacío para la influencia comunista en Europa Occidental. En cambio, el Plan Marshall, que sí se aplicó, ayudó a Alemania a fortalecerse económicamente.