1 LA TUTORIA EN LA FORMACION INTEGRAL DEL ESTUDIANTE Marcela Olivia Contreras Contreras Escuela Nacional de Estudios Profesionales (Campus Aragón) RESUMEN: En el presente ensayo realizo una narración cronológica de mi vida académica, desde la primaria hasta el posgrado, analizando y criticando, la actitud de mis profesores, hurgando entre lo que conozco para obtener el prototipo ideal de un tutor. INTRODUCCIÓN Cuando el profesor me indico que debía escribir sobre la tutoría, un temor inmenso me invadió, porque nunca había sabido a ciencia cierta lo que es, y como reflejo natural, lo desconocido te da aversión, sin embargo la única cura contra ese tipo de pánico es el conocimiento del tema, por ello me di a la tarea de averiguar que era la famosa tutoría, y descubrí que a pesar de desconocer el termino yo he intervenido en varias relaciones tutórales a lo largo de dieciocho años de estudio. La tutoría es un instrumento importante que nos permite atender necesidades educativas individualizadas, que a veces pasan inadvertidas para los familiares, los profesores y aun mas para el mismo alumno. En este documento hago una breve descripción cronológica de mi vida como estudiante, hasta llegar a la aparición de la tutoría en ella. Sin embargo además de aclararme algunos datos imprecisos que poseía, me mostró que Aristóteles tenia razón al afirmar que “los grandes conocimientos engendran grandes dudas,” ahora me cuestionó si yo podré identificar los errores que ahora critico cuando los cometa. OBJETIVO El presente ensayo tiene como objetivo primordial mostrar que una adecuada relación tutoral puede optimizar el proceso de enseñanza aprendizaje. 2 LA TUTORÍA EN LA FORMACIÓN INTEGRAL DEL ESTUDIANTE. Cuando era niña y me obligaban a asistir a la escuela, siempre entendí que mis maestros eran personas inteligentes y preparadas, porque que tenían la respuesta exacta para todo, sin embargo ahí se aplicaba como medio didáctico el castigo, los reglasos y golpes eran el pan de todos los días, por eso el asistir al colegio no me producía placer sino un temor que aun recuerdo, pero a pesar de ello, yo consideraba a mis maestros como las personas mas sabias, pensaba que nunca se equivocaban, y que el maltrato recibido era algo necesario e inevitable para lograr ese proceso tan complejo de enseñanza aprendizaje. En la secundaria las cosas cambiaron, pues tenia un maestro por asignatura, y lo más importante es que se prohibía a los profesores golpear a los alumnos, creo que eso fue lo que mas me agrado, pero no todo fue miel sobre hojuelas, y era lógico pues en una escuela tradicional el maestro es el amo y señor de todo, el nunca se equivoca y por lo tanto aquel que se atrevía a corregirlo era prácticamente reprobado. Parece mentira pero a pesar de no existir los golpes, siempre permaneció la idea del premio o castigo, en donde los niños bien portados obtenían un diez y los mal portados cero, no importando a veces el conocimiento adquirido. Fue entonces cuando comprendí que el maestro es un ser un humano con defectos y virtudes, que también se equivoca y que no todo lo sabe, pero que en ocasiones sirve de modelo a los alumnos para bien o para mal. En el bachillerato la modificación fue radical porque estaba acostumbrada a una escuela tradicional, en donde mi función como alumno era una “pasividad física e intelectual, que propiciaba el desarrollo de la memoria como único recurso cognoscitivo para aprender.” Así en el Colegio de Ciencias y Humanidades, mi experiencia fue reconfortante, porque mis maestros solo eran una guía en la enseñanza, su función era “poner de manifiesto los objetos de conocimiento al alumno para que éste los comprendiera” entendí claramente que el trabajo del profesor es encontrar los objetos idóneos, para que el alumno obtenga de éstos el contenido que se espera. Que el maestro no transmite conocimientos, porque el conocimiento surge 3 cuando el alumno, comprende y establece una relación con el objeto que se le presentó. Aquí la escuela no era tradicional, sino critica, he de confesar que me sorprendí mucho al llegar al CCH, porque mi primer profesor me dio el temario, e indico que no había bibliografía base, porque el único limite en el conocimiento era el que cada uno de nosotros se impusiera, nos dijo que la biblioteca era nuestro nuevo salón permanente, porque el programa contemplaba cuatro horas clase y cuatro de investigación, me impacté al pensar que era muy poco tiempo dedicado a la escuela, pero cuando terminó el primer día, tenía tanto trabajo por desarrollar que comprendí que cuatro horas entre libros no eran suficientes, hubo ocasiones en que llegué antes de que abrirán la biblioteca y salía de ella hasta que me corrían, la lectura se me hizo un habito, mis maestros ya no eran los todo poderosos, se me olvido el adagio de “la letra con sangre entra” para iniciar el de “no te doy el pescado, mejor te enseño a pescar”, las técnicas didácticas eran nuevas para mi, las lecturas comentadas, los interrogatorios, los problemas, los estudios de casos, eran lo cotidiano, me olvide de los antiguos métodos dogmáticos “en donde al alumno se le impone lo que el profesor dice, sin darle oportunidad de contradecirlo”, para adoptar el método heurístico “en donde se provocaba la motivación del alumno para comprender lo enseñado y aceptar argumentos propios de éste.” La mayoría de mis profesores no necesariamente seguían los métodos o técnicas existentes, pues a veces surgían de su cabeza al mezclar varios de éstos, ahora comprendo que al conocer perfectamente los métodos y las técnicas didácticas, ellos tenían la posibilidad de variarlos o crearlos. La metodología, más que exponer y sistematizar métodos, “se esfuerza en proporcionar al profesor los criterios que le permiten justificar y construir el método que bajo razones pedagógicas responde a las expectativas educativas de cada situación didáctica que se le plantea.” Mis maestros tenia un dominio increíble de la metodología, aunque nunca lo supe hasta ahora, después de tantos años. Tampoco había entendido porque a pesar de tener dos grupos con la misma asignatura variaba tanto la forma de dar la clase entre ambos, si era la misma institución y el mismo número de alumnos, lo que no comprendí en aquel 4 entonces es que las capacidades de los alumnos eran distintas y por eso ellos debían buscar el mejor medio, para optimizar el proceso de enseñanza aprendizaje. En esta etapa de mi vida académica el profesor ya no era un dios que no se equivocaba, o que te regalaba puntos por portarte bien, por el contrario se convirtió en un verdadero tutor, entendiendo que la tutoría es “un método de enseñanza en el cual un estudiante o un grupo pequeño de estudiantes recibe educación personalizada e individualizada de un profesor. Que tiene como finalidad optimizar el proceso de enseñanza aprendizaje, tomando en cuenta la capacidad y potencialidad de cada alumno, al mismo tiempo que se busca su mayor desarrollo posible. Podría decir que en la primaria tuve dioses, porque siempre creí que eran perfectos; en la secundaria profesores dogmáticos, que no permitían posturas opuestas a la suya; y en el bachillerato tutores, porque existía realmente una enseñanza personalizada a pesar de ser mas de sesenta alumnos. Cuando ingrese a la licenciatura pareciera que hubo un retroceso, pues volví a la enseñanza tradicional, en donde la forma de acreditar la materia era a través de memorización, con lo que se corría el grave riesgo de retener sin comprender o peor aun “solo se tenia éxito para pasar la mayoría de las pruebas sobre el material, pero cuando se quería utilizar ese material en un contexto nuevo, surgía el problema”, me acostumbre a no quedarme con lo que el maestro decía, y preparaba la clase e investigaba mis dudas, pero cuando el profesor se percataba que sabia de lo que estaba hablando o me callaba, o me corría del salón, por eso opte por el método pasivo, deje de hacer lo que me gustaba, para hacer lo que le agradaba a mis maestros naciendo así un temor reverencial, a pesar de que la amenaza de la calificación no me preocupaba inicialmente, terminó por contaminarme el ambiente, y ya no estudiaba para aprender sino para pasar, eso no me agrado y preferí revelarme, pero me el precio que pague fue elevado. Porque fui sometida a exámenes especiales y a fuertes presiones emocionales, mis maestros decían “te crees muy lista no, a ver si puedes resolver esto” 5 consideraban que preparaba las clases para molestarlos o disgustarlos, pero en realidad nunca fue esa mi intención, por el contrario si preguntaba era porque no lo entendía, mis profesores intentaban dañarme con ese tipo de actitudes, pero lo que no me mataba me hacia mas fuerte, y en vez de hacerme un daño, lo que generaban era que me prepara mejor, haciéndome de manera indirecta un favor. No obstante también hubo profesores que me impulsaban a no modificar mis hábitos de estudio y gracias a ellos aun los conservo. Se que como alumno el trabajo mas fácil es culpar al profesor de las deficiencias en el aprendizaje. Pero en realidad somos los alumnos que al adoptar una actitud pasiva, nos limitamos porque sólo esperamos ser receptores de la información, lo cual es un error, porque en la medida que estudiemos y preparemos los temas, se ampliará el campo de conocimiento y como consecuencia lo que indiqué el profesor ya no será visto como la verdad absoluta. El aprendizaje no debe basarse en la memorización de datos, más bien debe consistir en buscar la comprensión de la información, claro está que son necesarios repetidos ejercicios para lograr un cierto grado de permanencia en la mente, con la finalidad de que queden a nuestra disposición para aplicarlos a situaciones reales. Al iniciar la maestría pensé encontrarme con maestros comprometidos, y bajo el riesgo de parecer maniqueísta, diré que por regla general solo encontré su ausencia, bajo la excusa de ser prestigiados profesionistas o de tener empleos absorbentes; debido a ello mis compañeros y yo, hemos tenido que adoptar el papel de guía en el salón de clases, tomando como referencia el conocimiento previo de cada uno, porque no somos todólogos, pero lo peor surge cuando llega el profesor, después de dos meses de ausencia y en vez de aclarar dudas, lo que hace es contar anécdotas de su vida o nos proporciona su currículum, como queriendo demostrar que es alguien exitoso y culto, pero como versa la frase “los alumnos tienen los maestros que se merecen”, por que si nosotros como alumnos nos quejáramos y exigiéramos algo distinto, la situación seria diferente, pero en realidad lo que nos mantiene calmados es la compensación de un diez por tantas 6 ausencias o por cumplir con las obligaciones que le correspondían, olvidándonos que lo importante de la maestría es lo que podemos aprender y no un tonto promedio que lo único que hace es aumentar la vanidad y reconfortar el ego. Pero lo increíble es que todos creemos merecer una calificación elevada por el solo hecho de asistir a la escuela, cuando en realidad nunca le dedican ni un poco de su tiempo para preparar la clase o para saber que tema vamos a tratar, en mi caso he procurado no desanimarme y me preparo cada día como si fuera exponer, porque se que papel del docente solo es colocar el objeto de conocimiento y de mi depende el aprender, por lo tanto solo suplo la actividad del profesor a través de los libros, pero no niego que a veces me siento desilusionada porque no hay quien me aclare las dudas que tengo, o porque en ocasiones mis compañeros están tan ensimismados en sus problemas laborales, o familiares que lo único que realmente desean es irse casa a descansar, es entonces cuando me deprimo porque ya ni siquiera puedo comentarles lo que aprendí, y me preocupa, porque el conocimiento que no se comparte se pierde. Pero no puedo cambiar al mundo yo sola, por lo tanto empiezo por mi, y procuro ver siempre lo bueno de cada situación planteada por que recuerdo que la actitud es un elemento importante. Hasta ahora comprendo que gracias a todo lo que he vivido, tengo la posibilidad de ver que en la primaria se confundía el carisma con la habilidad para enseñar, porque uno cuando es niño, siempre quiere tomar clase con la maestra más bonita o con la que juegas más, no importando si aprendes o no, en la secundaria a pesar de ser una escuela tradicional el alumno busca un maestro en quien depositar su confianza, para que le aclare las dudas no de la escuela sino de la vida, en el bachillerato uno se interesa por encontrar un maestro que le proporcione libertad de expresión, porque es en esta etapa donde todos somos marxistas y creemos que podemos devorar el mundo a mordidas, en la licenciatura es cuando surge un verdadero deseo por aprender, porque se sabe que si uno no lo logra, va a ser muy difícil obtener un buen empleo, por lo tanto no hay mas que buscar a los maestros mas hábiles, en el posgrado se pensaría 7 que los maestros ideales son los que poseen la especialidad en la materia que imparten, porque pormenorizarían los temas que supuestamente los alumnos ya conocen, pero la sorpresa es que la mayoría de las veces son las famosas “vacas sagradas” que jamás se presentan a clase. Por eso para ser un buen tutor se debe poseer el carisma del profesor de primaria, la confianza del de secundaria, la libertad que proporciona el del bachillerato, el conocimiento del de licenciatura y el respeto tan necesario del profesor del posgrado. En este momento soy alumno y como tal puedo observar claramente las carencias metodológicas y didácticas de mis profesores, lo que me preocupa es caer en ellas cuando yo este en su lugar, por eso procurare no olvidar las cualidades que a mi consideración no pueden faltar en un buen tutor, porque en la medida que lo logre podré hacer que mis alumnos amen la materia y sientan el deseo de conocerla más, obteniendo de ese modo una satisfacción semejante a la que posee el médico cuando salva una vida, porque yo estaré mostrándole un camino al espíritu para alcanzar la libertad. CONCLUSIONES La tutoría como método didáctico, no ha sido muy utilizada en el posgrado, a pesar de existir un comité tutoral, con funciones especificas, y con reglas perfectamente establecidas, esto se debe a que los profesores al igual que muchos estudiantes desconocen cual es el objetivo de la función tutoral, y debido a ello solo realizan las actividades que ellos creen son propias de ésta. No obstante los alumnos somos responsables del aprendizaje, y si ignoramos algunas cosas es porque no nos hemos tomado la molestia de investigar, prefiriendo culpar al docente de nuestro propio desinterés. Sin embargo una adecuada relación tutoral ayuda a solucionar los problemas tanto del alumno como del tutor, porque se ha demostrado que ésta es benéfica para todos los sujetos que intervienen en ella. Si cada uno de nosotros pusiera un poco de atención en este método mejoraría de manera sorprendente su aprendizaje, si lográramos vencer el pánico que nos 8 provocan las cosas desconocidas, tendríamos la posibilidad de conocer cosas nuevas cada día, porque es el miedo el único que nos limita en la adquisición del conocimiento. BIBLIOGRAFÍA ABAD CAJA, Julián. (1993) Diccionario de las ciencias de la educación. Santillana México. Vol. I. México. Editorial la prensa. ABAD CAJA, Julián. (1993) Diccionario de las ciencias de la educación. Santillana México. Vol. II. México. Editorial la prensa. ANDER-EGG, Ezequiel. (1999) Diccionario de pedagogía. Argentina. Editorial Ministerio del río de la plata. CHÁVEZ MAURY, Alfonso y MEDINA GÓMEZ, Cecilia. (1987) El proceso de enseñanza aprendizaje y su didáctica. México. Editorial EDAMEX. LANGER, Ellen. (1999) El poder del aprendizaje consciente. España. Editorial gedisa. MIALARET, Gastón.(1984) Diccionario de la ciencias de la educación. España. 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