Las sillerías de la iglesia de la Real Cartuja de Santa María de El Paular JOSÉ ANTONIO BUCES AGUADO Instituto del Patrimonio Histórico Español «En vano protestó la Academia de San Fernando contra este saqueo..., y que arrancada de la iglesia del Paular, la dejaría como desmantelada... El informe de la Academia quedó desatendido y la hermosa sillería fue arrebatada al templo del Paular.» FRANCISCO F. VILLEGAS1 Introducción Al hablar en este texto de patrimonio recuperado y haciendo referencia a las sillerías de El Paular, yo definiría este patrimonio como aquellos bienes que, arrebatados en el pasado, han sido reintegrados al lugar para el que fueron creados, que es donde, además, adquieren una especial significación. El turbulento siglo XIX produjo en España dos hechos traumáticos, como fueron la supresión de conventos de hombres, decretado por el rey intruso, Jose I, en 1809 y la exclaustración y desamortización decretadas por el liberal Juan Álvarez Mendizábal en los Reales Decretos de 19 de febrero y 8 de marzo de 1836. La mala situación económica y financiera del país hizo que Mendizábal pusiera en marcha una serie de reformas de corte liberal, capaces de sanear las maltrechas arcas públicas. Los remedios implantados por el político y hacendista gaditano produjeron pocos frutos y más males que bienes, sobre todo, en el patrimonio histórico, ya que la falta de licitadores provocó que los bienes fueran vendidos a precios irrisorios y a cambio de papel, sin valor alguno, y no de dinero. En mi opinión, el «decretazo» de Mendizábal, supuso para el patrimonio históricoartístico, un cataclismo sin precedentes, que ocasionó la mayor diáspora2, el desarraigo más cruel3 y la destrucción más desmedida, cuando no el abandono o, en el mejor de los casos, el olvido, hechos, todos ellos, que nunca se habían producido en este país. Además, si esto era poco, suprimieron de un plumazo, al exclaustrar a los monjes, a los que durante siglos habían sido los encargados de acrecentar, custodiar y conservar un legado histórico atesorado y transmitido de generación en generación y que sólo tenía sentido si era conservado en el ámbito para el que fue creado. Hoy, más de siglo y medio después, tratamos de subsanar los errores del pasado, y con la devolución de las sillerías a la nave de la iglesia de Santa María de El Paular, su lugar de origen, sentamos un precedente histórico, que considero ha de continuar, sin prisa, pero sin pausa, y aceptar que la restauración integral del monasterio tiene como una de sus metas últimas la recuperación de su patrimonio histórico-artístico disperso. 1 VILLEGAS, F. F. (1915): La Cartuja del Paular, Madrid-Buenos Aires. 2 El patrimonio disperso de El Paular asciende a más de un centenar de lienzos, entre los que destacan la serie «Cartujana» de Vicente Carducho, que decoraba los muros del claustro, dos carduchos más, que describe Ponz en el muro de entrecoros, una Santa Cena, copia del Tiziano, algunos lienzos de Sánchez Cotán, del que parece se conserva una Piedad, en la Parroquia de Rascafría, obras de Palomino, Van der Hamen, Mateo Cerezo, Bocanegra y un sinfín más, así como un importante número de esculturas del siglo XVIII, de artistas como Mena, Cornejo, Pereira, etc., de las que se conserva un buen número, en la parroquia de Rascafría. Desgraciadamente, no existe una relación de todo el patrimonio artístico que existía en la cartuja en el momento de la desamortización, gran parte de estos fondos pasaron al entonces recién creado Museo de la Trinidad, donde tan sólo se inventariaron aquellas obras que consideraron más significativas. 3 En un informe de 24 de octubre de 1870, dirigido al director del Museo Arqueológico Nacional, el que suscribe informa que se debe desistir en desmontar la portada ojival de Gil de Ontañon, «...por su peso y por la descomposición de la piedra en la zona inferior». De la magnífica reja, dice: «...haga a la superioridad la imprescindible traslación al museo...», sigue el informe, destacando el interés de ambas sillerías y concluyendo que deben ser adquiridas para el museo, así como, también, el grandioso retablo, alegando para ello que la iglesia es propiedad particular, motivos de conservación, contemplación, etc. Menos mal que este proyecto quedó desbaratado por la Academia. 99 LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR Fundación y construcción 100 4 ESPARRAGUER, G. (1994): «Datos históricos de la cartuja de El Paular», actas del congreso Madrid en el contexto de lo Hispánico desde la época de los Descubrimientos, Departamento de Historia del Arte II, U.C.M. Figura 1. El monasterio de Santa María de El Paular, visto desde el puente del Perdón (foto: J. A. Buces). La Real Cartuja de Santa María de El Paular, la primera y mayor cartuja de Castilla, se encuentra ubicada en el alto valle del Lozoya, a los pies del pico de Peñalara y entre los puertos de La Morcuera y Malagosto. Fue fundada por Enrique II de Trastámara que, acuciado por la culpa de haber destruido una cartuja en Francia durante sus campañas bélicas, dejó mandado que se construyera en Castilla una. El 29 de agosto de 1390, Juan I, en cumplimiento del mandato de su padre, da posesión a los monjes cartujos de todas las tierras, términos y jurisdicciones que le pertenecían en el valle del Lozoya y de unos pabellones reales de caza, llamados Palacios del Pobolar, cercanos a una pequeña ermita conocida como Santa María del Pobolar. Las obras se iniciaron bajo planos de Rodrigo Alfonso, maestro mayor de la catedral de Toledo. Comenzado el siglo XV, Enrique III encarga al maestro segoviano Abderramán la construcción, junto al monasterio, entre otras cosas, de una iglesia que sustituirá a la antigua ermita de Santa María de El Pobolar. Hacia 1406 se inician los cimientos de la iglesia, y en 1428, ya bajo el reinado de Juan II, las obras parece que no avanzan como consecuencia del Cisma del Papado, de la situación política de Castilla y, sin duda, de la escasez de recursos económicos. La iglesia, según lo descrito en el Libro Becerro4, que se conserva en el monasterio, consistía en una nave central sostenida por diez pilares de piedra ochavados, dos naves laterales y cubierta con techumbre de madera. Al parecer, a los monjes la iglesia les resulta «pequeña y baja» y proponen alargarla según la regla de la Orden, de tal manera que sea de una sola nave, de 150 pies de largo y 50 de ancho, con dos capillas y una sa- cristía. La dimensión de la nave sufrirá importantes mermas, hasta llegar a la dimensión que hoy tenemos, que es de 110 pies castellanos5 por 28 de anchura máxima. Desde finales del siglo XV y durante las primeras décadas del XVI es cuando se realizan las más importantes sillerías de coro, para catedrales y monasterios. En opinión de Pelayo Quintero6, esta manifestación artístico-industrial llega a ser un verdadero reflejo del estado social de España, en el que se reflejan todos los grandes acontecimientos históricos sucedidos por entonces, como la conquista de Granada, el descubrimiento de América o el dominio español sobre territorios flamencos e italianos. Todo ello queda reflejado en los minuciosos detalles y conjuntos de estos monumentos de madera. La sillería de Padres Profesos o del coro alto, de estilo gótico-ojival y de autor anónimo, debió ser ejecutada muy a finales del reinado de Juan II y con posterioridad a la finalización de la construcción de la iglesia. Debió ocupar un lugar preferente en la nave, entre el altar mayor y el muro de entrecoros que la separaba de la de los Hermanos Legos. Ésta debía discurrir de manera lineal, a ambos lados de la nave, hasta dicho muro, donde debía quebrarse en ángulo recto, para apoyarse en él. Realizada en madera de nogal, constaba7 de cuarenta y cuatro sillas completas de dos pasos, que podían transformarse en sillas y de cuatro fondos que se convertían en otras tantas sillas hasta alcanzar el número de cincuenta, más dos presidenciales. En cuanto a la decoración de los tableros o respaldos superiores, decir que representan figuras individuales, entre las que se puede identificar a los Evangelistas, así como santas y santos, de entre ellos algunos de la orden cartuja. Todo ello se remata con un Figura 2. Las Sillerías de Padres y de Legos en su ubicación actual (foto: Eduardo Sánchez). dosel, de traza ojival, formado por arcos conopiales calados y rematados por una esbelta crestería, igualmente calada, con pináculos y florones, alcanzando una dimensión a lo alto de 4,85 m de largo por 9 m de ancho aproximadamente. La sillería de Hermanos Legos, de estilo plateresco y de autoría anónima, debe datar del segundo cuarto del siglo XVI, y debió ocupar el espacio, casi cuadrangular y de 9,5 m de largo por 9 m de ancho, existente entre el mencionado muro de entrecoros8 y la reja de estilo gótico, que les separaba de los fieles y que daba acceso al templo. En cuanto al orden de asientos, éstos debieron estar dispuestos en dos filas enfrentadas y adosadas a los muros de la iglesia9. Realizada, igualmente, en madera de nogal, constaba de 18 sillas completas, cobijadas por un dosel corrido de estilo renacentista, que alcanzaba una altura total de 4 m aproximadamente y de ocho medias sillas. El orden iconográfico de los 5 Un pie castellano equivale aproximadamente a 28 cm. 6 QUINTERO ATAURI, P. (1928): Sillerías de coro en las iglesias españolas, Real Academia Hispano-Americana de Ciencias y Arte, Cádiz. 7 La descripción y composición de ambas sillerías están basadas en los datos publicados por José Calabuig, El Real Templo Basílica de San Francisco El Grande..., Valencia, 1919, datos estos obtenidos de la memoria redactada por el comisionado Amador de los Ríos, que desgraciadamente se ha perdido. 8 Este muro, con sus altares y ornamentación barroca, fue incompresiblemente derribado, y desperdigados sus elementos decorativos, a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. Hoy tan sólo se conserva el arco central y la talla de la Virgen. 9 En cuanto a las ocho medias sillas que describe Calabuig, según lo recogido por la memoria redactada por Amador de los Ríos, éstas debían encontrarse ubicadas delante de la reja, a ambos lados de la puerta. 101 LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR respaldos depende de la letanía del ritual cartujano. Ambas sillerías tenían delante un atril corrido, que, colocado a la distancia adecuada, permitía el paso y la colocación de los libros de coro. El de Padres parece datar del siglo XVIII y está realizado en madera de pino chapado en nogal. En él se relata la historia de David. Al parecer, el de los Hermanos Legos, hoy desaparecido, era más antiguo, de mejor factura que el de Padres y ejecutado en nogal de primera. En su Viaje de España, Ponz10 es el primero que nos da noticia y opinión de cómo eran ambas sillerías y el abigarrado embrollo de altarcitos del coro de legos, que por su interés transcribimos literalmente: «En los dichos malos altares de los Legos hay dos buenas pinturas de Vicente Carducho, que representan la Anunciación y el Bautismo de San Juan Bautista. En la coronación de las sillas de este coro se ven labores de figurillas humanas, medallas, avechuchillos, y otros, como hay también en la sillería de los Sacerdotes, más rica de labores, todo ello conforme al estilo de la portada del Templo, respetable por su antigüedad, que debe reducirse a la edad de D. Juan el Segundo. En los respaldos de la sillería hay de baxo relieve figuras de diferentes Santos...». 102 10 PONZ, A. (1787): Viaje por España, vol. X, carta IV, Madrid, pp. 75102. En este texto se da una amplia descripción y relación de la riqueza patrimonial de la Cartuja. 11 MADOZ, P. (1849): Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España, t. XII, Madrid. Sin duda, las remodelaciones sufridas por la iglesia a finales del siglo XVII principios del XVIII, y las obras de reparación de los daños del terremoto de Lisboa de 1755, debieron cambiar la imagen del primitivo cenobio y afectar a ambas sillerías, ya que es más que probable que fueran desmontadas para ejecutar las pilastras de los muros e, incluso, modificado el antepecho de una de ellas, en el que según Ponz, se realizaron: «...garambainas modernas, que executo no se quien de Valladolid.» Exclaustración y desamortización Durante el siglo XIX, con la exclaustración de los conventos de hombres, decretada por Jose Bonaparte en 1809, y sobre todo con la desamortización de Mendizábal de 1836, es cuando comienza el período de decadencia de la Cartuja de El Paular, y más concretamente en 1843, cuando se hace el anuncio de la subasta publica del monasterio, pasando en 1844 a ser de propiedad privada, si bien todos los objetos litúrgicos y artísticos quedaron en propiedad del Estado, aunque en depósito en la propia cartuja. Una década después de la exclaustración y venta del monasterio, Pascual Madoz11, puede contemplar todavía las sillerías in situ y de ellas nos comenta: «Las sillerías corales de legos y sacerdotes son todas de nogal, en las que están esculpidos el Juicio Final y la historia de David, formando los remates un dosel de bastante mérito; en particular las destinadas al preste diácono que tienen dos pirámides de gran gusto». Dado el estado de deterioro del monasterio y el hecho de ser propiedad privada, motiva que, en 1870, una Real Orden decida el traslado de las sillerías al Museo Arqueológico, pero en 1872, una comisión de estudio de la Academia de Bellas Artes de San Fernando desaconseja el traslado y recomienda al Estado la adquisición de parte del monasterio, la iglesia y sus dependencias con el claustro y el refectorio, lo que se lleva a término el 22 de junio de 1874, quedando el resto como propiedad particular. Dos años después, el 27 de junio de 1876, una Real Orden lo declara Monumento Nacional. El Ministerio de Fomento, ante el alarmante estado de ruina del monasterio, deci- de, por fin, el traslado de las sillerías, dando como alternativa la basílica de San Francisco el Grande de Madrid. No obstante, hay voces discordantes desde la Academia de San Fernando, que alegan el interés que adquieren los objetos cuando se exhiben en el lugar para el que fueron creados y el riesgo de deterioro que ocasionarían su desmontaje y traslado, y otras, como la Prendergast, director de la Obra Pía, que insiste en la necesidad de retirar las sillerías del monasterio, entre otros motivos por que considera, no sin cierta razón, que en El Paular las sillerías estarán abandonadas y descuidadas y que su traslación no ha de causar daño alguno; aquí Prendergast se equivoca, ya que es sabido que se produjeron daños con el desmontaje y traslado. El 7 de abril de 1883, a propuesta del Ministerio de Fomento y tras deliberación del Consejo de Ministros, se ordena la cesión, en calidad de depósito, de la sillería de Padres a San Francisco el Grande y, el 23 de julio, por Real Orden la de Legos y los bancos respaldados de la sala Capitular, pero con ciertas prescripciones, la más importante de ellas, que hoy ha servido para levantar el deposito, es la que dice que: «...en todo tiempo y siempre que hubiere necesidad de destinarla a otro sitio se disponga por ese Ministerio su devolución». Al maestro tallista Ángel Guirao12 se le encargaron todas las labores referentes al desmontaje, embalaje, traslado, restauración y posterior montaje en la basílica madrileña; todo ello supervisado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, en representación del Ministerio de Fomento. Se sabe que el traslado se realizó con una larga reata de carretas de bueyes y que su coste ascendió a 2.620 pesetas y que el de la reinstalación y restauración de piezas dañadas por el tiempo y, sobre todo, por el arranque y traslado, supero las 50.000 pesetas13. El 16 de junio de 1886, Velázquez Bosco notifica al Ministerio de Fomento la conclusión de las obras de instalación de las tres sillerías en San Francisco el Grande. El día 15 de octubre de 1937, la Junta Delegada del Tesoro Artístico14, ante el riesgo de bombardeos sobre la basílica franciscana, procede al traslado de las tres sillerías al Museo Arqueológico Nacional. Su reubicación de nuevo en San Francisco, no se producirá hasta el año 1943, alargándose los trabajos hasta 1944. El encargo se encomendó a los talleres H. I.15 de Madrid, tal y como consta en la inscrita encontrada en el reverso de la sillería de legos. Recuperación y reinstalación Ese mismo año de 1883, se comisiona al arquitecto Amador de los Ríos para tomar medidas y levantar planos de su ubicación en la iglesia, con objeto de estudiar su posterior instalación en San Francisco el Grande. Desgraciadamente esta valiosa y única documentación se destruyó durante el incendio del archivo de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, en la Guerra Civil. Desde el año 1944, en lo que se refiere a las sillerías de El Paular, nada de especial interés acontece hasta el año 1992, en el que el equipo dirigido por el arquitecto Eduardo Barceló, redacta un avance del Plan Director de Intervención Integral en el Real Monasterio de Santa María de El Paular, tanto en este avance, como en el Plan de Intervención Integral definitivo, se propone la 12 En la metopa de los sitiales 9 y 10 de la sillería de legos, se encontraron las siguientes inscripciones a lápiz: «Esto se puso por Ángel Freire y Macho en el año de 188.. Madrid». En el borde superior de la misma metopa: «Ángel Freire y Macho oficial de Ángel Guirao». 13 No se sabe a ciencia cierta cuántas piezas se dañaron como consecuencia del desmontaje y cuántas por el traslado, pero al desmontar ambas sillerías, para su traslado a El Paular, hemos encontrado múltiples piezas, no fundamentales, de nueva factura, unas realizadas en nogal, y otras en pino. Las de mejor factura parece que corresponden a Guirao y, otras más burdas y realizadas en pino, podrían corresponder a los talleres HI, es decir, de los años 1943-1944. 14 Se han localizado en el reverso de ambas sillerías los siglajes de todas las piezas realizados con grandes caracteres en minio. En uno de los corchones de la de Padres, hay la siguiente inscrita: «c. 11... a 5 de .... del 1937 Pedro Rafael cornisa torcida». 15 En uno de los travesaños que componen la sillería de legos, se descubrió la siguiente inscrita: «Fue reconstruido después de la Guerra Civil en España en el año 1943-44 por talleres HI? Podromas? Madrid Jaime de Oja?». 103 subsecretario de Exteriores, en la que textualmente le dice: LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR «...Finalmente no quiero dejar pasar esta ocasión sin anunciarte que posiblemente haya llegado el momento de estudiar la devolución de las sillerías del Monasterio de El Paular a su lugar original, ya que las obras de restauración del mismo permiten ya que dichas sillerías se conserven en su lugar de origen, del cual fueron retiradas cuando amenazaba ruina». En su contestación el subsecretario de Exteriores dice: «...En cuanto a la devolución de las sillerías... encargo al Director de la Obra Pía..., que se ponga a disposición del IPHE, para que se lleve a buen fin dicha devolución». 104 Figura 3. 16 Sillería de Padres (foto: Eduardo Sánchez). La sillería de Legos, fue retirada de la iglesia de San Francisco el Grande el día 11 de marzo de 2003, para ello se redactó un «Acta Parcial» en la que se decía que: «En el día de la fecha, bajo la tutela del IPHE, se procede a retirar de la Basílica de San Francisco...», firmando por la basílica, el Padre Eugenio Martínez Manjón y, por el IPHE, José A. Buces, director técnico del proyecto. La de Padres fue trasladada a El Paular en el mes de enero de 2004. recuperación, restauración y puesta en valor del Patrimonio Mueble Disperso. Por resolución, de 27 de febrero de 1998, de la Dirección General de Cooperación y Comunicación Cultural se da publicidad al Convenio de colaboración suscrito entre el Ministerio de Educación y Cultura y el departamento correspondiente de la Comunidad de Madrid, para la restauración integral del Real Monasterio de El Paular. El 11 de diciembre de 2000, el director general de Bellas Artes dirige una carta al Con fecha 2 de abril de 2001, el subsecretario de Exteriores, en nombre del Patronato de la Obra Pía, se dirige al subsecretario de Cultura, dando cuenta de la conformidad del patronato con el traslado de las sillerías a su lugar de origen. Tuvieron que transcurrir 120 años para reparar, en palabras de Francisco Villegas, el saqueo de las sillerías de su primitivo emplazamiento, y el 3 de octubre de 2003, el secretario de Estado de Cultura por delegación de la ministra de Educación, Cultura y Deporte, acuerda lo siguiente: «Orden de 3 de octubre de 2003, por la que se autoriza el levantamiento del depósito, en la Iglesia de San Francisco el Grande, de las Sillerías del Coro de Legos y de Padres del Monasterio de El Paular y su restitución a dicho Monasterio»16. Durante el año 2002, y con el fin de conocer el estado real de conservación de las sillerías, el IPHE encargó una serie de estu- Figura 4. Vista de la Sillería de Padres desde el muro de entrecoros (foto: Eduardo Sánchez). dios que permitieran documentar dicho estado y profundizar en aspectos tales como la identificación icnográfica o aspectos constructivos. Ese mismo año, el IPHE redacta el «Proyecto para el desmontaje, conservación-restauración y montaje de la sillería de Legos del Monasterio de Santa María de El Paular», y al año siguiente, el de la sillería de Padres17. El Plan Director de Rehabilitación Integral del Monasterio, tenía como una de sus metas la recuperación del patrimonio mueble disperso, siempre y cuando el estado de conservación del monasterio lo permitiera. Pero el principal problema para la reubicación de las sillerías era la inexistencia de documentación que acreditase fehacientemente su ubicación y contenido, ya que los planos y mediciones realizados por Amador de los Ríos se destruyeron durante la Guerra Civil; por tanto, se contaba tan sólo con documentación fotográfica de principios del siglo XX y descripciones literarias posteriores al traslado. En la documentación fotográfica puede observarse las huellas dejadas por las sillerías en el suelo y en los muros, huellas, que fueron destruidas en las diferentes intervenciones llevadas a cabo durante los años cincuenta del siglo XX. Otro dato, más o menos objetivo, ha sido la publicación de José Calabuig de 1919, basada en la memoria redactada por Amador de los Ríos. No obstante, las sillerías fueron alteradas y mutiladas, sin duda por Ángel Guirao, cuando ha de adaptarlas, una, al espacio semicircular del coro alto de San Francisco, donde, al disponerlas en línea continua, desaparecen ocho laterales, seguramente decorados y de los que hoy conservamos dos. Y otra, a la sala cuadrangular del capítulo de dicho templo, donde, por su peculiar disposición, reproducen amputaciones que coinciden con los cuatro ángulos, además 105 17 Ambos proyectos fueron adjudicados por Mesa de Contratación, a la empresa Coresal. El importe del proyecto de la sillería de Legos, ascendió a la cantidad de 333.000 euros y el de la de Padres en 650.000 euros. A la empresa SIT, se le adjudicaron la desinsectación con gases inertes en cámara estanca y el transporte de ambas sillerías. El tratamiento curativo de la de Legos ascendió a 10.398,24 euros y el de la de Padres 16.484,76 euros. En cuanto al transporte, el coste de la de Legos supuso un gasto de 6.798,76 euros, mientras que la de Padres, con un volumen de unos 190 m3, rondó los 67.000 euros. LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR Figura 5. Muro de entrecoros de la iglesia del monasterio. Fotografía realizada por Lacoste hacia 1905. En cualquier caso no anterior a 1900 ni posterior a 1916, período de actividad de Lacoste. Los cuadros de Vicente Carducho descritos por Ponz en ambos altares, la Degollación del Bautista, en el Museo de Cáceres, y la Anunciación, en el Museo de Balaguer de Villanueva y la Geltrú, ambos depósito del Museo del Prado, ya habían sido sustituidos por los que se ven en la imagen y que se conservan en la actualidad en lo que fue la sala del capítulo del monasterio (Fototeca del Patrimonio Histórico del IPHE. Archivo Ruiz Vernacci, n.º inv. Antiguo 60235). 106 de incluir en este espacio las dos sillas principales, una de las cuales parece ser la reutilización de una silla de los legos con un tablero de fondo de condición moderna. Por si esto fuera poco, durante la Guerra Civil ambas fueron desmontadas y trasladadas al Museo Arqueológico hasta concluir la contienda, en que nuevamente fueron montadas en la basílica franciscana; todo este trasiego ocasionó nuevos daños, aunque de menor consideración que los producidos en el traslado desde El Paular. A la hora de replantear la ubicación de las sillerías, se ha partido, por un lado, de la división de la nave de la iglesia, marcada por el muro de entrecoros y del que se conserva documentación fotográfica y, por otro, del número de sitiales existentes; aunque no coinciden en su totalidad con los enumerados por Calabuig, ya que de la sillería de Padres nos dice que consta de 44 sillas completas, que se conservan en su totalidad aunque mutiladas en parte, así como cuatro fondos, que corresponden a los dos ángulos o esconces y que carecen de asientos practicables o misericordias, aunque sí conservan los rebajes que nos indican que dispusieron de asientos, además de dos pasos, que suponemos se situaban en los accesos al claustrillo y a la sala capitular y de los que no queda ni descripción ni huella alguna. Sí se conservan, y suponemos que completas, las mesas atril corridas que datan al parecer del siglo XVIII. Por lo que respecta a la sillería de Legos, Calabuig, nos dice que se componía de 18 sillas completas y ocho medias sillas, además de las mesas atril corridas; pues bien, en San Francisco hemos encontrado 20 sillas completas, no 18, con sus correspondientes tableros o fondos tallados, de los que todos parecen del mismo maestro o taller, no de la mano de Guirao, aunque hemos encontrado, al menos, una de las denominadas medias sillas, como lo acredita una etiqueta con grafía antigua pegada en su respaldo. De lo que no hay ni rastro, es de las mesas atril corridas, que eran de más antigüedad y mejor factura que las de Padres, tal y como nos dice Calabuig. Suponemos que dado el escaso espacio de la sala capitular de San Francisco, fueron utilizadas por Guirao para ornamentar la sacristía, donde, por cierto, se conserva la sillería de asientos respaldados del siglo XVIII, de la sala del capítulo de El Paular. La primera operación de replanteo consistió en dividir la nave de la iglesia en dos ámbitos bien diferenciados: el espacio reservado al coro de Padres Profesos, que va desde el presbiterio hasta el muro de entrecoros, con una dimensión aproximada de 17 × 9 m de anchura, y el cuadrangular, de 9 × 9 m, de los Legos, que discurre desde dicho muro hasta la reja que separa a la comunidad de los fieles. Con ello hemos conseguido dos claros objetivos, el primero devolver a la nave su primitiva lectura e in- 107 Figura 6. Detalle de la sillería de Padres. cluso aspecto, y el segundo, disponer de un muro sobre el que apoyar físicamente la sillería de Padres. Desgraciadamente y como consecuencia de la traumática intervención de los años cincuenta, toda aquella riqueza ornamental barroca de altarcitos de los Legos, que nos describía Antonio Ponz, fue incomprensiblemente destruida, dispersada y perdida a mediados del siglo XX, hasta incluso llegar a la destrucción de la fábrica de ladrillo del LAS SILLERÍAS DE LA IGLESIA DE LA REAL CARTUJA DE SANTA MARÍA DE EL PAULAR 108 18 Con posterioridad a la intervención en el suelo, se localizó un documento fotográfico, que demuestra la existencia de «medias sillas», justo delante de la reja. 19 La memoria final de los trabajos de restauración e instalación de ambas sillerías se custodia en el archivo del IPHE. muro. De aquel episodio tan sólo se conserva el arco central y la talla de la Virgen. Durante la restauración del suelo llevada a cabo por Eduardo Barceló, se ha recuperado la huella de mármol negro que bordeaba las sillerías, basado, claro está, en la documentación fotográfica existente18. En lo que respecta a la conservación, restauración y montaje, en todo momento se ha intentado que, tanto el tratamiento, como el nuevo montaje fueran lo más inocuos y reversibles posibles, para ello, por ejemplo, se han levantado las sillerías sobre rastreles que las aíslan del suelo por medio de planchas de plomo o, para permitir su inspección y labores de mantenimiento por el reverso, se ha separado del muro. Para el nuevo montaje, se ha reutilizado tanto el sistema de anclaje, como los orificios realizados por Guirao, lo que nos permite poder desmontar las sillerías sin provocar más daños. En otro orden de cosas, decir que, como criterio general y siempre que ello ha sido compatible con el nuevo montaje, se han respetado todas las adiciones históricas, que correspondían en su mayor parte a piezas dañadas durante su traslado a San Francisco, y, en menor medida, a las incorporadas a las sillerías en el montaje realizado después de la Guerra Civil, entre los años 1943 y 1944, y que sin duda todas ellas forman parte de la historia material de ambas sillerías19. El día 21 de diciembre de 2004, se firmaba el Acta de reconocimiento y recepción total del desmontaje, conservación-restauración y montaje de la sillería del coro de padres, con lo que se ponía el punto y final a la reinstalación de las sillerías en su primitivo emplazamiento, al exilio forzado de más de 120 años y a la reparación, al menos parcial, de tan gran expolio y desatino.