Heliogábalo, el adolescente y promiscuo emperador romano que

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Heliogábalo, el adolescente y promiscuo
emperador romano que llegó a prostituirse
Con 14 años de edad fue nombrado emperador del Imperio Romano, comenzando ahí una
etapa de cuatro años llena de desmanes y descontrol que lo llevaron a participar en
innumerables bacanales sexuales e incluso a travestirse de mujer, manteniendo relaciones
con ambos sexos. (Fuente: Le Monde – Paris)
Cuadro representando una bacanal en la Antigua Roma realizado por el artista Auguste
Léveque
La Historia del Imperio Romano y sus emperadores está llena de intrigas, asesinatos
y traiciones, la mayoría de ellas protagonizadas por miembros de la misma familia que
ansiaban alcanzar el poder.
Entre las muchas y perversas personas que manejaban lo enmarañados hilos se encontraba
la ambiciosa y perversa Julia Mesa, quien junto a su hermana Julia Domna hicieron y
deshicieron a su antojo y capricho, colocando como emperadores a quienes ellas más les
convenía y del mismo modo se libraban de ellos cuando no les eran de utilidad.
Tras el asesinato en el año 217 d.C. del emperador Lucio Septimio Basiano (Caracalla)
por encargo de Marcus Opellius Macrinus (Macrino) y el nombramiento de éste como
emperador, tras haber pagado convenientemente a un buen número de soldados y
senadores romanos, se abrió una lucha por parte de la dinastía Severa (a la que pertenecía
Caracalla y que había sido enviada al exilio por Macrino), para recuperar el control del
imperio y el cargo para la familia.
Julia Mesa organizó el complot para que un año después su nieto Vario Avito Basiano
(Heliogábalo), de apenas 14 años de edad, liderase la lucha y se alzase en el puesto de
emperador.
Pero con el nombramiento de Heliogábalo llegaron los desmanes, excesos y un descontrol
total durante los cuatro años que se mantuvo en el poder.
Busto de Heliogábalo exhibido en los Museos Capitolinos
A pesar de que era su abuela quien decidía la mayoría de asuntos de Estado, Heliogábalo
se dejó llevar por su inexperiencia y juventud y cayó en manos de todos aquellos placeres
que su cargo de emperador le ofrecía.
Entre sus muchas excentricidades estaba la orden para que lo veneraran como si de una
deidad se tratase, colocando su retrato por encima de la escultura de la Diosa Victoria,
algo que llegó a molestar profundamente a los miembros del senado.
También cabe destacar las orgias sexuales que se hicieron comunes en la residencia del
joven emperador, manteniendo relaciones tanto con mujeres como con hombres.
Llegó a casarse en cuatro ocasiones (en un periodo de cuatro años), pero con quien
mantuvo la relación sentimental más importante fue con Hierocles, un joven esclavo del
que se enamoró perdidamente y al que consideraba su ‘verdadera esposa’.
Según relata el historiador Dion Casio Coceyano, en su obra ‘Historia de Roma’ (escrita
durante 22 años en 80 volúmenes), el desmadre sexual de Heliogábalo fue tal que incluso
llegó a prostituirse y ofrecer sus servicios en algunos burdeles e incluso en su propio
palacio, travistiéndose de mujer y asomándose para atraer a los transeúntes con quienes
practicaba sexo.
La situación llegó a convertirse en insostenible y una gran parte del senado pedía la
destitución del joven emperador. Cabe destacar que Julia Mesa había conseguido ser
nombrada ‘senadora’ (junto a Julia Soemia, madre de Heliogábalo) y estaba acaparando
tanto poder en la sombra que era conocida por ser la mujer más poderosa e influyente de
todo el Imperio Romano.
Pero según iba pasando el tiempo el emperador iba haciendo menos caso a las
instrucciones de su abuela, queriendo ser él quien tuviese todo bajo control, aunque
evidentemente, por su forma de actuar era un descontrol.
Esto motivó que, en el año 222 (cuatro después de alcanzar el poder), Julia Mesa urdiese
un nuevo plan con el que reemplazar a Heliogábalo por su otro nieto Marco Aurelio
Severo Alejandro (Alejandro Severo), cinco años menor que él y contaba por entonces
con 13 años de edad.
Finalmente fue la propia Guardia Pretoriana quien movió ficha y el 11 de marzo de 222
apresó y mató a Heliogábalo, nombrando a Alejandro Severo emperador de los romanos.
Cabe destacar que, según algunos historiadores de nuestra época, muchos de los excesos
sexuales atribuidos a Heliogábalo realmente no tuvieron lugar y que fueron una invención
de aquellos que quisieron acabar con su figura y desprestigiarlo, existiendo más ficción
que realidad en esas historias.
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