IMPLICACIONES DE LOS ÁCIDOS GRASOS EN LA SALUD OCULAR

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EDITORIAL
ARCH SOC ESP OFTALMOL 2008; 83: 401-404
IMPLICACIONES DE LOS ÁCIDOS GRASOS EN LA SALUD
OCULAR
IMPLICATIONS OF FATTY ACIDS IN OCULAR HEALTH
PINAZO-DURÁN MD1, ZANÓN-MORENO V2, VINUESA-SILVA I3
Las grasas son compuestos orgánicos que se
generan de forma natural, estando caracterizadas
químicamente por la unión de ésteres de glicerina
con una, dos o tres moléculas de ácido graso recibiendo así la denominación de monoglicéridos,
diglicéridos o triglicéridos respectivamente. Los
aceites y grasas son compuestos de consistencia
oleaginosa, grasienta o cerosa, insolubles en agua y
más ligeros que ésta. A temperatura ambiente las
grasas son sólidas y los aceites líquidos, solidificándose a bajas temperaturas, mientras que las
ceras (ésteres de ácidos grasos con alcoholes) suelen ser sólidas. Los lípidos son menos abundantes
que los glúcidos, pero durante el metabolismo producen más del doble de energía que éstos, se almacenan rápidamente y pueden ser utilizados cuando el
organismo sufre escasez de aporte de los carbohidratos. Los ácidos grasos son componentes principales de todos los lípidos, son ácidos orgánicos (carboxílicos) con una cadena alifática larga, que generalmente contiene más de 12 carbonos. Su cadena
alquílica puede ser saturada o insaturada (enlaces
simples entre los átomos de carbonos o dobles enlaces) y según esto se clasifican en saturados (AGS),
insaturados (AGI) o poliinsaturados (AGP). La
mayoría de los ácidos grasos naturales posee un
número par de átomos de carbono, ya que se sintetizan a partir del acetato (CH3CO2-) que posee dos
átomos de carbono. En los AGS, cada átomo de carbono se une al que le precede y al que le sigue
mediante un enlace covalente, simple o doble.
Las grasas de origen animal son generalmente
ricas en AGS. El concepto de saturación de un ácido graso deriva del hecho del número de átomos de
1
2
3
hidrógeno que posea su cadena. Los insaturados
(AGI) son aquellos que han perdido algunos átomos
de hidrógeno. En este grupo se incluyen los
monoinsaturados (que perdieron sólo un par de átomos de hidrógeno) y los AGP (a los que les falta
más de un par de ellos). Hay que destacar también
que las grasas saturadas y mono insaturadas se producen metabólicamente en el organismo y, por tanto, no es necesario su aporte dietario. Las grasas
saturadas proceden sobre todo de los animales,
como la manteca, el sebo y la mantequilla. Sin
embargo, hay dos AGP que el cuerpo humano no
puede sintetizar: el ácido linoleico y el ácido alfa
linoleico. Ambos deben obtenerse de la ingesta diaria, y se les conoce como ácidos grasos esenciales.
Una vez absorbidos pueden convertirse en otro
AGP, como el ácido araquidónico, ácido eicosapentanoico (EPA) o el ácido docosahexanoico (DHA).
En este sentido, el ácido araquidónico es un AGP
semi-esencial, ya que el organismo lo puede sintetizar a partir del linoleico.
Los AGP son indispensables para el cuerpo
humano, realizando muchas funciones, como el
mantenimiento de membranas celulares, producción
de prostaglandinas (reguladores de muchos procesos
corporales, entre ellos la inflamación y la coagulación sanguínea). Asimismo las grasas son necesarias
en la dieta para que las vitaminas liposolubles de los
alimentos (A, D, E y K) puedan ser absorbidas, y
para regular el metabolismo del colesterol. La
nomenclatura de los ácidos grasos se basa en la posición del primer doble enlace respecto del carbono
que ocupa el inicio, y que se denomina omega, con
lo que se nombran así omega 3, omega 6, etc. (1,2).
Doctor en Medicina y Cirugía. Coordinador Investigación Biomédica Departamento Sanitario 10, Valencia. España.
E-mail: ignacio.vinuesa.sspa@juntadeandalucia.es
Biólogo. Doctor por la Universidad de Valencia. Unidad Investigación Oftalmológica Santiago Grisolía. Valencia. España.
E-mail: zanon_vicmor@gva.es
Doctor en Medicina y Cirugía. Jefe Oftalmología del Área Sanitaria Campo de Gibraltar. Cádiz. España.
E-mail: pinazo_mar@gva.es
PINAZO-DURÁN MD, et al.
Las fuentes alimenticias de estos dos principales
AGP son:
Ácido linoleico (familia omega 6): presente en
las frutas frescas, frutos secos, cereales, semillas y
verduras. Una buena fuente de linoleico la constituyen los aceites de cártamo, girasol, maíz, soja, onagra, calabaza y germen de trigo (3)
Ácido alfa linoleico (familia omega 3): presente
en el aceite de linaza (lino), en aceite de semillas de
mostaza, de pipas de calabaza, soja, nueces y colza,
en hortalizas de hoja verde y en cereales. Una buena
fuente de alfa linoleico son los aceites de lino, colza, soja y linaza (este último contiene doble proporción de alfa linoleico que el aceite de pescado) (3).
En el organismo, el ácido alfa linoleico se convierte en EPA que normalmente se encuentra en
aceites de origen marino, y en DHA que normalmente se encuentra en los aceites de pescado procedente del mar.
La grasa no debe suponer más del 35% de la
ingesta total de energía en adultos y aun menos en
niños. Paradójicamente, en países con alta disponibilidad de alimentos, las costumbres, oficios y cambios nutricionales, han provocado que el acumulo
de grasa corporal se convierta en causa de enfermedades, destacando la incidencia de la obesidad
infantil. Las grasas saturadas contribuyen a que
haya niveles altos de colesterol en la sangre, principal factor de riesgo para la arteriosclerosis y patología cardiovascular, mientras que los AGP producen el efecto contrario.
El organismo humano requiere un suministro
constante y suficiente de los dos ácidos grasos esenciales (DHA, EPA) para los requerimientos metabólicos y para el mantenimiento de la salud, la prevención o el tratamiento de diversas enfermedades.
Además de cierto descontrol en la ingesta, la industria alimentaria ha pervertido, si así lo denomináramos, ese aporte esencial, con la incorporación de
ácidos grasos alterados, que presentan estructuras y
propiedades físico-químicas distintas a las naturales, cuya única utilidad es incrementar la vida de los
diversos productos comerciales (sucedáneos de los
alimentos naturales). Entre los ácidos grasos desnaturalizados por la industria alimentaria encontramos
los siguientes: ácidos grasos Cis-Trans, ácidos grasos rancios, ácidos grasos parcialmente hidrogenados y ácidos grasos totalmente hidrogenados. La
presencia de ácidos grasos desnaturalizados produce, en consecuencia, un desorden de origen químico que altera fundamentalmente las células, modifi-
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cando la permeabilidad, selectividad, flexibilidad,
elasticidad y fluidez de las membranas plasmáticas,
mitocondriales y nucleares, lesionando las organelas celulares y conduciendo finalmente a las células
hacia una muerte prematura.
El mundo occidental está descubriendo lo que los
indios americanos conocían desde siglos, que «el
aceite de onagra es útil para mantener una dermis
sana». La onagra es una planta bienal, originaria de
América del Norte que se encuentra también en los
países centroeuropeos y algunos del sur de Europa.
La característica bioquímica que nos interesa de
este aceite, es que los componentes fundamentales
de la onagra son el ácido linoleico (AGP) y el ácido
oleico (AGM).
El ácido docosahexaenoico (DHA) ha demostrado
ejercer acciones citoprotectoras y citoterapéuticas que
contribuyen a diversos mecanismos antiangiogénicos
y neuroprotectores en la retina (4), por tanto puede
modular procesos metabólicos y, de esta manera, atenuar los efectos de exposiciones ambientales que activan moléculas involucradas en la patogenia de las
enfermedades vasoproliferativas, fibroproliferativas y
neurodegenerativas de la retina. La forma en la que se
encuentra el DHA en el tejido afecta a los mecanismos de transmisión de señales de las células retinianas, que intervienen en la fototransducción y en el
proceso de regeneración de la rodopsina (el pigmento
visual) para dar lugar al acto de la visión.
La asociación de DHA, vitamina E y complejo
vitamínico B, ha puesto en evidencia diferencias
estadísticamente significativas entre los campos
visuales y la sensibilidad al contraste de pacientes
glaucomatosos respecto al grupo control que no
tomó esa suplementación micronutricional (5). En
diversos estudios con modelos animales se ha
observado la función protectora antiapoptótica del
DHA en fotorreceptores, tanto en lesiones inducidas por la luz, como en lesiones derivadas de procesos de isquemia/reperfusión y aquellos provenientes de procesos de estrés oxidativo. El DHA se
ha detectado en la leche materna, demostrando que
favorece el desarrollo visual y cognitivo en los lactantes (6). Es importante reseñar aquí la existencia
de una enfermedad de las denominadas «raras», que
consiste en una metabolopatía congénita letal asociada a trastorno de los peroxisomas, denominada
síndrome de Zellweger (7). Esta enfermedad está
caracterizada por el déficit de ácido omega 3, causa
de la génesis defectuosa de los peroxisomas. En los
niños afectos de este síndrome se aprecia un retraso
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Implicaciones de los ácidos grasos en la salud ocular
psicomotor grave, hipotonía, fallo del desarrollo
pondoestatural, sordera progresiva, afectación del
sistema visual, afectación hepática, insuficiencia
suprarrenal, afectación ósea y falta total de adquisición del lenguaje. En escasas ocasiones dichos
pacientes llegan a andar y suelen fallecer durante
los primeros meses o primeros años de vida. El
DHA es el AGP más importante que existe en los
fotorreceptores retinianos y en las neuronas del
cerebro. Su carencia, en etapas clave del desarrollo,
conducirá al déficit visual y neurológico en los
pacientes afectos de enfermedades peroxisomales.
En este punto, debemos enfatizar la influencia de
los AGP esenciales (DHA, EPA) en la visión y el
mantenimiento de la salud ocular. Así se puede
explicar su implicación en ciertas patologías entre
las que cabe resaltar las que afectan a la superficie
ocular, a la retina y al nervio óptico, por la riqueza
de estas estructuras en ellos. Diversos autores
ponen de manifiesto en distintos trabajos la mejoría
de todos estos procesos tras la ingesta de ácidos
grasos omega 3 y omega 6, al igual que ocurre
cuando tratamos mediante suplementación oral de
DHA a pacientes intervenidos de cirugía refractiva
según técnica de lasik con el resultado de ojo seco
temporal, y secundario a la cornea neurotrofica consecuente al corte del flap. Además, las membranas
de los discos de los segmentos externos de los fotorreceptores retinianos, poseen grandes cantidades
de AGI omega 3 y omega 6, particularmente el
DHA, del que depende la estabilidad de las propias
membranas y, por lo tanto, la disminución o ausencia de DHA en nuestra dieta afectaría la estructura
y función de los fotorreceptores y, por ello, también
la visión. Se postula que el DHA puede ser útil
como protector en la DMAE (8), y también en la
retinosis pigmentosa (9), sobre la que se ha documentado que los niveles bajos tanto plasmáticos
como eritrocitarios de DHA podrían contribuir a los
trastornos visuales característicos de esta enfermedad. En cuanto al Glaucoma Primario de Angulo
Abierto, hace unos 10 años aparecieron los primeros resultados del estudio que demostraba que la
ingesta de DHA junto con vitaminas B y E producen una mejoría significativa en cuanto a los resultados del campo visual y la sensibilidad al contraste. En este sentido nosotros podemos aportar nuestra experiencia en el servicio de oftalmología del
Hospital Punta de Europa de Algeciras, donde la
experiencia personal tras la aportación de suplementos micronutricionales conteniendo DHA, a
pacientes diagnosticados de GPAA en estadio inicial, medio y avanzado, mediante la toma de un producto comercial (Visan®), nos demuestra tras un
seguimiento de dos años, la mejoría subjetiva de la
visión de los pacientes, la mejoría del estado general, así como la mejoría de la presión intraocular
media y una proporción considerable de estabilizaciones campimétricas. Este estudio prosigue su realización en la actualidad con el fin de analizar todos
los parámetros morfológicos y morfométricos y las
variables que definen la progresión de la enfermedad glaucomatosa para alcanzar las conclusiones
definitivas. En esta misma línea, hemos demostrado
que los niveles de DHA disminuyen en el humor
acuoso y en el plasma de los pacientes con GPAA
en estadio quirúrgico, respecto a los sujetos intervenidos de cataratas, datos publicados en el año 2007
por los mismos autores de esta editorial (10).
Existen evidencias para apoyar la suplementación micronutricional con DHA en las enfermedades oculares y patologías asociadas al envejecimiento. No obstante se precisan estudios con mayores muestras de pacientes suplementados y complementarlos con modelos experimentales que controlen diversas variables, para analizar la repercusión
oftalmológica de las alteraciones en la disponibilidad de los AGI y dirigir los trabajos hacia las mejores opciones para la administración de los suplementos micronutricionales con DHA y EPA, el
tiempo de ingesta de los mismos y los efectos a largo plazo de dicha suplementación.
El ser humano necesita alimentarse para vivir, y de
hecho el pasar de los años nos ha llevado a convertir
el acto de comer en algo más, no solo en la calidad
de los productos que ingerimos, sino que la comida
ha llegado a ser un arte y a la vez un acto social.
Comer posiblemente sea uno de los placeres más
grandes de la vida, pero no olvidemos nunca que gastronomía y nutrición deben de converger para obtener la satisfacción plena en cada acto de comer.
«LOS ANIMALES SE ALIMENTAN, LOS HOMBRES COMEN, PERO SÓLO EL HOMBRE INTELIGENTE SABE CÓMO COMER» Brillant-Savarin (gastrónomo francés)
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THEA; Ed. Domènec Pujades; 2007.
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