JORNADAS DE ESTUDIO Y DEBATE SOBRE LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES QUE SE PROPONE EN EL PROYECTO DEL M.E.C. TITULADO: “UNA EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODOS Y ENTRE TODOS” ……… APORTACIONES A LAS PROPUESTAS DEL M.E.C. ANTE LA NUEVA REFORMA EDUCATIVA (Reflexiones para el Debate) ORGANIZA Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura Obispado de Almería PATROCINA Grupo Editorial SM COLABORA Universidad de Almería «Toda Civilización nació en el seno de una gran Religión». José Luis Sánchez Nogales. (Catedrático de Filosofía de las Religiones y Vicerrector de Ordenación Académica en la Facultad de Teología de Granada). 2 PRESENTACIÓN. Como se dio a conocer a todos los medios de comunicación en su momento, la Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura, tomando con seriedad el documento ministerial, organizó los días 26 y 27 de noviembre del pasado año 2004 unas Jornadas de Estudio y Debate en la Universidad de Almería, a las que fueron invitados la Delegación de la Junta de Andalucía, los partidos políticos, los sindicatos y otras entidades relacionadas con el ámbito educativo. Fruto de estas Jornadas es un documento que recoge lo fundamental de las dos ponencias y las cinco comunicaciones que se presentaron, más las aportaciones de los 350 asistentes. Este documento, se ha enviado ya a la sede ministerial para que conste nuestra voluntad de participación y colaboración rigurosa en un tema tan grave como es la educación de nuestros niños y jóvenes. Sintetizamos muy brevemente el contenido del documento: A. Juicio global o El Proyecto ministerial realiza una lectura altamente sesgada de los textos de la Constitución Española, así como de la sentencia del Tribunal Constitucional de 1981. Tenemos la convicción segura de que, si no cambia el talante del Proyecto en este punto, se nos ha invitado a jugar una partida de baraja con las cartas ya marcadas. o El Ministerio ignora que los padres o los mismos alumnos eligen libremente año tras año la asignatura de Religión y Moral Católica en un porcentaje que oscila entre el 75% y el 85%, y en lugar de integrar y articular rigurosamente este dato, con todo el respeto que conlleva la decisión de esta aplastante mayoría de la población española, el Proyecto se mueve entre un cierto respeto a la legalidad y el deseo de hacer prevalecer sus prejuicios laicistas sobre la sociedad, presentándonos unas propuestas donde, de nuevo, trata de imponer una visión muy particular derivada de una ideología sobre el ser humano, la sociedad, la cultura y la educación. 3 B. Juicio sobre cada una de las propuestas con respecto a la Enseñanza de las Religiones 1ª Propuesta: “Obligatoriedad de la enseñanza no confesional de las Religiones en las asignaturas de Geografía e Historia, Filosofía y Educación para la Ciudadanía”. o No reconoce el área de conocimiento de la Teología Católica. o Supondrá una “criminilización” o “reducción” del hecho religioso, en general, y de la fe católica en particular. o Se obliga a estudiar la Religión exclusivamente desde la perspectiva del Gobierno o de los grupos ideológicos interesados. 2ª Propuesta: “Una enseñanza confesional de las religiones no evaluable ni computable a efectos académicos”. o Elimina el carácter académico de la asignatura de Religión y Moral Católica. o Considera un perjuicio intelectual el conocimiento teológico y moral. 3ª Propuesta: “Competencia de los centros en la organización de la enseñanza confesional de las religiones”. o Sólo viable si existe una alternativa seriamente académica a la enseñanza confesional de la Religión y Moral Católica. 4ª Propuesta: “Posibilidad de exención de la alternativa a la enseñanza confesional de la Religión” o Sería una discriminación negativa para aquellos alumnos-as que cursaran la materia confesional, lo que quebraría el principio de igualdad. 5ª Propuesta: “Los profesores que impartan las enseñanzas confesionales deberán tener la debida titulación y habilitación. La contratación y las condiciones de trabajo de estos profesores serán conformes con los derechos fundamentales establecidos en el Estatuto de los Trabajadores”. 4 o La propia Administración reconoce que está incumpliendo su deber con unos profesionales que, según la legislación, son personal laboral. o No es exagerado afirmar que el profesorado de Religión y Moral Católica es el más marginado y vapuleado del ámbito laboral. o Sólo se hará justicia a este profesorado cuando se reconozca el pleno valor académico de la asignatura que imparte con todas sus exigencias e implicaciones. José Pérez Escobar. (Delegado Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura). 5 INTRODUCCIÓN. El Capítulo X de este documento tiene por título: “La enseñanza de las religiones”. Sin duda alguna su contenido es el que ha suscitado y el que suscitará más debate. De hecho, responde a un evidente deseo del Gobierno y de los partidos políticos que le apoyan: el establecimiento de un concepto de laicidad que debería comportar la gradual supresión de la presencia pública de la religión en nuestra sociedad y, también, un nuevo tipo de presencia de las enseñanzas de carácter religioso en el sistema educativo, de modo particular en las escuelas públicas. La elaboración de una propuesta sobre la enseñanza de la religión que sea satisfactoria para todos comporta una considerable dificultad, por múltiples razones. El simple hecho de plantear esta cuestión levanta recelos, prejuicios y, también, a la memoria de tiempos pasados, que ahora muchas personas quieren borrar. No obstante, es preciso plantear esta cuestión, y es totalmente necesario el intento sincero de llegar a un acuerdo que dé satisfacción a las razonables aspiraciones de los diversos sectores. Ahora bien, toda propuesta en esta dirección debería ir acompañada de un razonamiento lógico y sólidamente fundamentado, abierto a otras aportaciones que puedan completarlo y enriquecerlo. La ausencia de un razonamiento de estas características en el Capítulo X del documento presentado por el M.E.C. es una primera dificultad que el esfuerzo de todos tendrá que superar si queremos alcanzar el acuerdo deseado. Es posible que la regulación actual de las enseñanzas de carácter religioso en los centros docentes no sea la ideal y que, por ello, convenga que entre todos encontremos una solución más satisfactoria, dados los cambios que están teniendo lugar en nuestra sociedad a un ritmo acelerado. Pero debemos reconocer que las posiciones de los sectores sociales implicados y de los partidos políticos son muy distantes, por razones diversas. Pues bien, el debate que debe tener lugar sólo podrá conducir a una solución satisfactoria si unos y otros aceptamos noblemente unos principios básicos que sean el punto de partida de este debate, y si los argumentos y las propuestas que unos y otros hagamos estén sólidamente fundamentados en estos principios. En la actualidad estos principios no pueden ser otros que los proclamados por la Constitución española y, en relación con ella, por la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Tratados y Acuerdos internacionales ratificados por España (CE, 10.2), según la interpretación que de ellos se desprende y emana en la doctrina expuesta por el Tribunal Constitucional y el Tribunal Supremo. 6 Por todo ello, deben ser profundamente revisados los argumentos y las propuestas presentados por el Ministerio de Educación y Ciencia en el Capítulo X del documento: “Una educación de calidad para todos y entre todos”. El debate abierto sobre una cuestión tan importante como ésta debería favorecer y facilitar esta revisión. He aquí, pues, una fundamentación de los argumentos y las propuestas que constituyen este Capítulo X del documento sometido a consulta y debate. Pretende ser exhaustivo, pero sin excluir o menospreciar otras maneras de pensar. Se parte únicamente del análisis del texto, evitando correr el riesgo de hacer de él una lectura sesgada. El resultado y aportaciones de las Jornadas de estudio, análisis y reflexión que a continuación presentamos, se iniciaron el día 19 de noviembre de 2004 con la presentación general por parte del Dr. D. Agapito Maestre, Profesor de Filosofía en la Universidad Complutense y escritor (Especialista en Filosofía Política), y, el Dr. D. Carlos Díaz, Catedrático de Filosofía de las Religiones en la Universidad Complutense y escritor; los ponentes, abordaron el tema del hecho educativo referido a la enseñanza de la religión confesional, y a su ubicación contextual en el campo socio-político e ideológico reciente y actual con las siguientes ponencias: “Religión y Política en la Actual Situación Española”, y, “Análisis Crítico de los Presupuestos y Propuestas que se encuentran en el Proyecto del M.E.C. sobre la Enseñanza de las Religiones”. Posteriormente, se trató la ponencia: “La Enseñanza de la Religión Católica en España: algunos aspectos fundamentales de su régimen jurídico”, a cargo del Dr. D. José María Vázquez García-Peñuela, profesor-catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Facultad de Derecho de la Universidad de Almería, ilustrando sobre cuestiones de “iure y de facto” en lo que concierne a la asignatura de religión y moral católica. Concluyeron estas Jornadas el día 20 del mismo mes, con el desarrollo y exposición de cinco comunicaciones magistrales sobre las cinco propuestas del Capítulo X del documento del M.E.C., a cargo de profesores especialistas en esta materia, y que abordaron los siguientes contenidos: “La obligatoriedad de la enseñanza no confesional en las asignaturas de geografía e historia, filosofía y educación para la ciudadanía” tratada por D. José Benito Pereira Bernal (Licenciado en Estudios Eclesiásticos y Experto en Filosofía), “Una enseñanza confesional de las religiones no evaluable ni computable a efectos académicos” disertada por D. Jesús Ginés García y Aiz (Licenciado en Estudios Eclesiásticos), “Competencia de los centros en la organización de la enseñanza confesional de las religiones” expuesta por Dª. Adela Requena García (Licenciada en Historia), “La posibilidad de la exención de las alternativas a la enseñanza confesional de las religiones” argumentada por D. Javier Delgado Gómez (Licenciado en Humanidades y Diplomado en Ciencias Religiosas), “Situación de un profesorado que carece del reconocimiento oficial de su 7 área de conocimiento y del estatuto de los trabajadores” disertada por D. Indalecio Soler Vera (Licenciado en Psicología). Para estas Jornadas se invitó con toda formalidad desde esta Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura a todos los partidos políticos y sindicatos de la provincia, así como a los representantes de las Instituciones y Administraciones públicas principales de Almería y provincia, con la finalidad de crear conciencia ciudadana de participación en el debate y por otra parte, consenso y cohesión social sobre este hecho en Almería y provincia, y como no, participar desde la pluralidad de todos en el debate. El objetivo general que versaba sobre estas Jornadas, pretendía estudiar y debatir rigurosa y críticamente el proyecto del Ministerio de Educación y Ciencia titulado “una Educación de Calidad para todos y entre todos”, prestando particular atención a la sección dedicada a la enseñanza de las religiones, con el fin de elaborar una reflexión final para darla a conocer a la opinión pública y elevarla al Ministerio de Educación y Ciencia. La edición final de este volumen publicado presenta la inserción de una conferencia ajena a estas Jornadas en la Universidad de Almería, pero muy vinculada al tema que nos ocupa sobre “La Enseñanza de las Religiones”, pronunciada por el Dr. D. Francisco Miras Martínez (Catedrático de Psicología de la Universidad de Almería) en el acto de presentación oficial de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Asignatura de Religión el día 14 de diciembre de 2004 en la Casa de la Juventud de Almería, titulada “Fundamentos Psicoeducativos de la Enseñanza Religiosa”. Su ponencia fue magistral, por ello decidimos solicitársela a su autor, que muy amablemente accedió, para incluirla como conferencia-marco para la publicación del fruto de estas Jornadas de Estudio y Reflexión en la UAL, que junto a otra conferencia-marco, “La Enseñanza de la Religión Católica en España: algunos aspectos fundamentales de su régimen jurídico” del Dr. D. José María Vázquez García-Peñuela, (Catedrático de Derecho de la Universidad de Almería), y las consiguientes cinco comunicaciones que responden a las cinco propuestas expuestas por el M.E.C., forman este bloque de contenidos, fundamentos y reflexiones, fruto del estudio serio, inteligente y crítico que a continuación ofrecemos. Jesús Ginés García y Aiz. (Secretario General de la Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura). 8 CONFERENCIA: « FUNDAMENTOS PSICOEDUCATIVOS DE LA ENSEÑANZA RELIGIOSA»1 Dr. D. Francisco Miras Martínez. Catedrático de Psicología Evolutiva y del Desarrollo. Licenciado en Teología. Universidad de Almería. Guión de la pronunciada a petición de la Plataforma Pro ERE, el día 14 de Diciembre de 2004, en la Casa de la Juventud de Almería. 1 9 SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN. II. LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA ES UN ÁREA DE CONOCIMIENTO. III. LA ASIGNATURA DE EDUCACIÓN INTEGRAL. IV. LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN CATÓLICA ES UNA MATERIA DE APRENDIZAJE RECLAMADA Y SOLICITADA. V. COROLARIOS PARA LA COMUNIDAD CATÓLICA. RELIGIÓN CATÓLICA Y LA 10 INTRODUCCIÓN. Nos produce sorpresa estar defendiendo a estas alturas, en sociedades democráticas y de notable tradición católica, que se mantenga la Enseñanza de la Religión Católica en los planes de estudio de la enseñanza obligatoria del Estado. Yo apuesto por ella, centrándome para ello en Tres Ideas o Argumentos-Eje: 1. La Asignatura de Religión Católica es un Área de Conocimiento. 2. La Asignatura de Religión Católica potencia y promociona un conjunto de Valores que tienen como finalidad la Educación Integral. 3. La Asignatura de Religión Católica es una Materia de Aprendizaje, solicitada por la Comunidad Católica, que tiene una representación de casi el 90% en la Sociedad Española. Vamos a desarrollar, explicar y argumentar cada una de estas afirmaciones. 1. La Asignatura de Religión Católica es un Área de Conocimiento. Las “Creencias Religiosas”, en general, son objeto de conocimiento y no todas ellas son consecuencia de posiciones y actitudes fanáticas. Si los Centros Académicos dan cabida, por su propia naturaleza, al estudio de cuantas hipótesis (en si mismas, por principio, “creencias científicas”) sean verosímiles y probables en cualquier área de conocimiento, ¿por qué no se le va a dar cabida a cuantas hipótesis plantea el área de conocimiento religioso? ¿No es acaso porque se niega a priori que la dimensión religiosa del ser humano y el área, por tanto, del estudio religioso sea objeto de conocimiento y se afirme, por el contrario, que es causa y consecuencia del fanatismo? Concretamente afirmamos que la Asignatura de Religión Católicas es un área de conocimiento por su naturaleza y por su proyección en otras áreas de conocimiento, y que está radicalmente opuesta a cualquier fanatismo. a) Es un Área de Conocimiento por su naturaleza. ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio de la historia, de la literatura, de la filosofía de los clásicos grecolatinos?, ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio de las culturas de los pueblos antiguos de Egipto, 11 Persia, Mesopotamia etc... ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio del origen y del fin del hombre y del universo con todas las hipótesis que con ello se abren y se plantean? ¿Pone alguien en duda la conveniencia del estudio de los movimientos sociales, de las corrientes nosológicas que están en su origen, de su desarrollo, de su impacto social y cultural? ¿Cómo negar el estudio de un Área de Conocimiento como es la Religión Católica que da la cara a tantos interrogantes humanos, que se fundamenta en tantos indicios de la naturaleza física y psíquica que están exigiendo una lectura abierta que los haga inteligibles, y que trata del origen y desarrollo de un movimiento social religioso de tal envergadura que dura más de dos mil años, se extiende por todos los rincones conocidos de la tierra y que ha implicado el compromiso a lo largo ya de muchos siglos de tantas personas de una talla humana, moral e intelectual indiscutibles?. ¿Cómo no avergonzarse de estar protegiendo, subvencionando e invirtiendo en otros estudios realmente ridículos y, sin embargo, estar obstaculizando, poniendo trabas y amenazar con suprimir un área tan importante del conocimiento o relegarla a ser comparada a otras materias que son auténticas banalidades?. Los Centros de Estudio y las Academias de mayor renombre, que buscan el conocimiento, nunca han rechazado cotejar y sopesar los indicios y sospechas de un nuevo conocimiento. Y los indicios a favor de la trascendencia son innumerables. b) Es un Área de Conocimiento por su proyección. Los contenidos enseñados en la asignatura de Religión Católica tienen una proyección decisiva en otras áreas de conocimiento como son la historia, la literatura y las artes en sus múltiples manifestaciones: en la pintura, arquitectura, música y teatro. Sin el conocimiento de la Religión Católica se desconocería el origen y el contenido de ese conjunto de saberes. c) Es un Área de Conocimiento opuesta radicalmente a cualquier fanatismo. Avalada por tales argumentos y, sin embargo, acusada de fanatismo, ¿No es mayor indicador de fanatismo, querer relegarla o ignorarla? ¿No es acaso del prejuicio y del fanatismo de donde nace y donde se incuba el desprecio, la desconsideración y la infravaloración del estudio de las creencias religiosas, y por lo que se quiere sacar a éstas del horario, de la planificación y de la evaluación escolar? 12 Justamente, el estudio de la Religión Católica como objeto de conocimiento, no deriva en fanatismos sino que previene de éstos. El estudio abierto al debate razonado, fundamentado y contrastado no origina fanatismo. El fanatismo es más bien la consecuencia de actitudes personales o colectivas encapsuladas y ciegas que se resisten a la crítica, al debate, al contraste, a la constatación y a la pluralidad de hipótesis posibles; reconozcamos que estas actitudes se pueden mantener en cualquier campo del conocimiento. Digámoslo, sin complejos: en el panorama actual de asociaciones, clubes, confesionalidades religiosas y partidos políticos, no es la Comunidad Católica la que se distinga precisamente por sus fanatismos, intransigencias y agresiones a la pluralidad. Resumamos la reflexión de este punto en un mensaje: “Quienes están convencidos de que las creencias son también objeto de conocimiento; quienes están convencidos de que la Religión Católica ha desarrollado y aportado enormes bienes culturales, asistenciales y sociales, no la excluyen de los currículos, antes bien la integran en sus planes de estudio, distribución de materias y ordenación docente con el conjunto de saberes en los que se proyecta”. 2. La Asignatura de Religión Católica y la Educación Integral. La asignatura de Religión Católica está cuajada de los valores más importantes que cada persona en su propio fuero y las sociedades democráticas estiman: el valor de la vida, la libertad, la dignidad y estima personal, el reconocimiento recíproco, el respeto mutuo, la fraternidad universal de hombres y mujeres, de pueblos y culturas, el trabajo como servicio a los demás, la mejora de las condiciones de vida de los más sin exclusiones de nadie, el bienestar humano y la felicidad imperecedera fuente de continua paz para quienes creen en ella y la esperan. El conjunto de creencias que están en la base de la Religión Católica invaden las cinco grandes aspiraciones, metas y motivaciones humanas: vivir con calidad, convivir y relacionarse, desarrollarse y formarse, gozar y disfrutar, transcenderse y perpetuarse. “La vida no es un asco”, gracias a la tensión 13 dialéctica entre la creencia y la increencia que se da en el interior de cada uno y entre nosotros mismos. Si a la sociedad le quitan esa tensión hacia lo trascendente le están quitando “el alma” que la sostiene, la robustece y le hace progresar. La educación pretende que se respete el desarrollo y formación integral de toda persona (educere). La educación pretende que se le preste a toda persona la enseñanza necesaria para conseguir ese desarrollo y esa formación (educare). Pues bien, concluyamos esta segunda reflexión con un nuevo mensaje: “Quienes defienden la educación integral de toda persona, no se oponen a que ésta reciba una educación religiosa, antes bien favorecen el hecho de que las personas se beneficien de una educación abierta a la fraternidad y abierta a la trascendencia”. 3. La Asignatura de Religión Católica es una Materia de Aprendizaje reclamada y solicitada. Es un principio educativo enseñar lo que el discente puede, debe, necesita y quiere aprender. Pues bien, la Religión Católica es una materia de aprendizaje solicitada por más del 80% de los alumnos que cursan su escolaridad. Es una materia de libre elección, no impuesta. Es una materia demandada por el principal agente de educación de los hijos que es la Familia, como estamento importante de la Sociedad, en cuyo nombre el Gobierno del Estado, que es un agente educativo subsidiario y delegado, administra este servicio público. Los Gobiernos de los Estados que reconocen a las familias el derecho más genuino de poner a sus hijos en situación de que éstos alcancen su desarrollo personal y social y su formación científico-técnica, no obstaculizan el que sean las familias las que elijan el centro y los currículos que consideran que mejor conducen a este fin. Antes bien están atentos a la petición que hacen los padres y les ayudan para que esto lo consigan como el mejor servicio público que pueden prestarles. La Educación tiene carácter de Servicio Público porque lo demanda la Sociedad, no porque lo administre y/o detente la titularidad el Gobierno del 14 Estado y, en nuestro caso, de las Comunidades Autónomas, a las que el Estado se lo ha transferido. Hay que aclarar, de una vez por todas, el equívoco de lo público y lo privado. La fortaleza de la Sociedad debe prevalecer en esta tremenda confusión de roles y funciones entre Sociedad, Estado y Gobierno ante la Educación. Eso es lo que cabe esperar: a) Una Sociedad Fuerte por ser Comunidad de Ciudadanos Educados: Autorrealizados e Instruidos. b) Un Estado Consistente para defender, proteger y promover los derechos y el bienestar, pertinentes a la Sociedad que lo justifica. c) Un Gobierno Democrático, que gestiona políticas favorables al servicio de una Sociedad Educada. Los Estados y Gobiernos que aceptan y defienden que la Sociedad sea plural y que los ciudadanos y los grupos que la integran se asocien libremente para llevar adelante iniciativas que les son propias y conseguir objetivos de educación y formación que les pertenecen, no reducen estos grupos a ghetos (a la sacristía), ni los tratan como a tales, ni coartan su expansión, ni condenan su voz al silencio, ni los persiguen hasta el ostracismo (en los países dictatoriales o de régimen islámico esta confusión llega a un grado extremo), ni les aplican políticas obstruccionistas, excluyentes o sectarias, ni dificultan la opcionalidad de centros y currículos, ni les ciegan las fuentes de financiación. Antes bien, se alegran de que la Sociedad se fortalezca, emprenda sus iniciativas, gestione sus recursos y de a conocer sus manifestaciones plurales y diversas. d) Resolver los Conflictos Confesionalidad. que originan los equívocos ante la La Sociedad es Pluriconfesional. Son muchos los ciudadanos que libremente se confiesan creyentes y que reclaman el reconocimiento social de su existencia como tales. Concretamente, en la sociedad española, la mayoría de los creyentes confiesan pertenecer a la Iglesia Católica, que en nada viola los derechos y aspiraciones humanas; antes al contrario añade a todas ellas un “plus”. El Estado, que representa toda la Sociedad, debe ser Aconfesional. La aconfesionalidad del Estado no supone que éste opte por la “confesionalidad 15 laicista” y sea agresivo con las confesionalidades religiosas y que no patrocine iniciativas, sugerencias y actividades de grupos confesionales que contribuyen, por otra parte, a mejorar la convivencia y las condiciones de vida ciudadana en aspectos formativos, asistenciales y culturales. El Gobierno, al servicio de la sociedad y el estado, debe administrar políticas educativas favorables a todos los grupos sociales, sean o no confesionales. El Gobierno del Estado, en efecto, por el hecho de ser de una tendencia partidaria, no puede identificarse con una o varias tendencias de la legítima pluralidad, hasta el punto de ser excluyente de la parte o partes con las que no se identifique. El Gobierno del Estado debe favorecer que la sociedad pueda expresarse en toda su pluralidad y que sean los ciudadanos los que se adscriban a la opción que más les plazca o que consideren mejor para su educación, formación y desarrollo. La agresión a la confesionalidad católica a favor de un laicismo militante es incomprensible, a no ser-por los recelos que despierte la mayoría católica, la firmeza en sus principios y su expansión educativa. Pero, ¿qué tiene un Gobierno que temer de la comunidad católica? Concretamente, la comunidad católica nunca ha sido excluyente, antes al contrario, tiene vocación universal, defendiendo siempre los derechos que para sí misma reclama. Si bien es verdad que en tiempos de agresión y desplazamiento, como en algunos momentos históricos ha padecido, se ha defendido de su acoso con la expulsión de quienes la acusaban y a ella excluían. Pero, ya quisiera la comunidad católica que otros estados, en los que ella está en minoría, concedieran la pluralidad que conceden los estados en los que ella está en mayoría. Téngase en cuenta cómo aceptan a los cristianos en los países islámicos y de qué libertades aquellos gozan en éstos. Ya le gustaría a la comunidad católica que en esa “alianza de civilizaciones” que propone el Gobierno Zapatero, éste negociara y pactara el que los países islámicos, que tan bien la han recibido, estuvieran dispuestos a ser también aconfesionales y en todos los estados del mundo pudiera circular sin dificultades la libertad religiosa. En los pactos debe haber “mutuas concesiones” y no solamente “puras cesiones” de las partes más tolerantes a las partes más intransigentes. A veces cabe pensar antes las cesiones irresponsables de algunos dirigentes que éstos no buscan el entendimiento entre civilizaciones sino la desaparición y destrucción de alguna civilización, como es el caso de la 16 cristiana que ha estado en el origen y en lo mejor de la civilización occidental y hoy se le niega el pan y la sal y se excluye su reconocimiento en el propio texto del tratado europeo. Concluyamos este punto en otro mensaje: “Quienes aceptan que las personas pueden también agruparse por sus creencias, que lejos de obstaculizar la vida y la convivencia ciudadana, la respetan y la potencian, no pueden ver un enemigo en la confesionalidad privada y pública de los ciudadanos, antes bien darle a las confesionalidades el mismo respeto, al menos, que tienen cualesquiera otras agrupaciones (políticas, culturales, etc.) que se manifiestan pública y privadamente en la vida ciudadana. Un laicismo agresivo contra la confesionalidad promovido por gobiernos democráticos es impensable, a no ser que, paradójicamente, sea éste el único grupo que se convierte en -confesional de la anticonfesionalidad-”. 4. Corolarios para la Comunidad Católica. 1º. Una Comunidad Católica, en una Sociedad Fuerte, presente como tal, sin complejos vergonzantes ni confusiones identificadoras, sin paliativos, que deje de temer que su presencia incordia y molesta a la sociedad porque “no va con los tiempos” y, por tanto, que no crea que sus propuestas tiene que mitigarlas, suavizarlas, presentándolas más descafeinadas, más “ligh”; estando presente, eso sí, en los servicios sociales y asistenciales (no en los educativos), pero como si fuera otra cosa, una ONG o algo parecido, que la haga más aceptable. 2º. Una Comunidad Católica que se sienta libre para defender con firmeza las propias posiciones y objetivos, decidida a hacerse oír a través del diálogo con las administraciones políticas, sin apoyar confrontaciones ni agresiones, sin imponer las propias ideas a quienes defienden ideas contrarias, pero sin dejar avasallar las propias a merced de las contrarias, sino encontrar el sitio y respeto que se merecen las ideas que no violan los derechos de los otros y reclamar con audacia derechos ciudadanos tan fundamentales como el que aquí se reclama. 17 3º. Una Comunidad Católica sin nada que ocultar sino declarar abiertamente que es seguidora de Aquel que, por ser vencedor del Mal, del Miedo y de la Muerte, su seguimiento la consagra a favor de sus conciudadanos, sus hermanos, para que también ellos venzan, como ella y, si lo estiman, con ella, el mal, el miedo y la muerte: las tres celadas, las tres encrucijadas, de las que aún somos tributarios en esta vida para cuyo afrontamiento la comunidad católica está dispuesta a prestarle a sus coetáneos el servicio de Ananías (A.A. 9,17): abiertos a la esperanza de los prudentes que tienen todo preparado y a punto para que el Señor Jesús venga; abiertos a la plenitud de abundar y profundizar en el conocimiento y en el amor. 4º. Una Comunidad Católica comprometida en la construcción del conocimiento religioso al servicio de un desarrollo personal integral; que no envía “mercenarios” a este servicio sino docentes que tienen un compromiso personal con la educación y que obteniendo su justo reconocimiento y merecido salario –digno es todo trabajador de recibirlo-, se esfuerzan, y se preparan por ello con empeño, en obtener una sólida formación teológica y didáctica. 5º. Una Comunidad Católica, que se siente Iglesia, vinculada y en comunión con el sucesor de Pedro y los sucesores legítimos de los Apóstoles. 18 CONFERENCIA: «LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN ESPAÑA: ALGUNOS ASPECTOS FUNDAMENTALES DE SU RÉGIMEN JURÍDICO»2. Dr. D. José María Vázquez García- Peñuela. Catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado. Decano de la Facultad de Derecho. Universidad de Almería. Este texto sirvió de base a la conferencia pronunciada en las Jornadas que han dado lugar a la presente publicación. Se han suprimido algunas palabras o expresiones meramente circunstanciales y se ha intentado conservar el estilo propio de una intervención oral. 2 19 SUMARIO. VI. INTRODUCCIÓN. VII. DESARROLLO. 20 I. INTRODUCCIÓN. Quisiera que mis primeras palabras fueran de agradecimiento hacia los organizadores de estas jornadas, en especial hacia don José Pérez Escobar y don Jesús García Aiz, Delegado y Secretario General, respectivamente, de la Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura de la Diócesis de Almería, que estimaron oportuno que el tema objeto de estas Jornadas de Estudio fuera también analizado desde el punto de vista jurídico y que han tenido la deferencia de encomendarme a mí esa tarea. Lo primero –el advertir la conveniencia de ese enfoque– pienso que es un acierto pleno. Espero que la segunda de sus decisiones –el hacerme a mí el encargo– no resulte todo lo contrario. Y es que los hechos nos muestran que el tema del tratamiento jurídico de la enseñanza de la religión y de la moral católica en los centros docentes públicos españoles dista de ser una tarea sencilla. Resulta, más bien, que el tema se le presenta al jurista con bastantes aristas de problemática dificultad. Tales dificultades, a mi modo de ver, tienen dos orígenes o dos tipos de motivos bien diversos. En primer lugar se nos presentan unas dificultades, que son, se podría decir, como connaturales a la labor del jurista y que provienen de la existencia de determinados preceptos normativos, algunos de ellos con una función clave en la materia de la que se trata, de complicada interpretación. Las dificultades que se nos presentan en segundo lugar son de una naturaleza bien diversa. Son las que vienen provocadas por la presencia de intereses con unos intensos tintes ideológicos en la materia sobre la que el cultivador del saber jurídico ha de centrar su atención. Y la experiencia nos dice que cualquier cuestión jurídica en cuanto se tiñe de ideología automáticamente tiende a hacerse insoluble. Porque el derecho es un saber práctico mediante el cual se determina lo que resulta acorde, con la justicia, es decir, lo que es justo y no alcanza, por su propia definición, a resolver otro tipo de cuestiones como las que pueden ser objeto de legítima discusión para los políticos o de los filósofos. En esta ponencia intentaré hacer frente, del mejor modo posible, a las dificultades del primer grupo, esto es, las exegéticas y, respecto de las segundas, lo que procuraré es lo opuesto, no intentaré hacerles frente, sino sortearlas u orillarlas también tanto cuanto me sea posible. Lo cual también dista de ser fácil, porque la enseñanza es un campo surcado por los intereses ideológicos de todo tipo y, en no pocas ocasiones, de signo claramente contrario, lo cual, como cabe suponer, da lugar a tensiones en ocasiones de gran fuerza. 21 Desde este punto de vista, y con ello empiezo ya a situarme en las coordenadas normativas, se debe recordar que de todos los preceptos de la actual Constitución española de 1978, salvo quizá alguno de los que se dedican a regular la articulación territorial del Estado, el que tuvo una elaboración más difícil y trabajosa fue el del artículo 27, dedicado, como es sabido, a reconocer y garantizar el derecho a la educación y la libertad de enseñanza. Y ello hasta tal punto que el balsámico espíritu de consenso, que tan benéficos efectos había surtido en tantos otros pasajes de la Constitución, aquí estuvo a punto de mostrarse ineficaz: parecía imposible llegar a una fórmula normativa que contentase, siquiera mínimamente, a todos los grupos parlamentarios de las Cortes Constituyentes. Sin embargo, tal fórmula se acabó encontrando, aunque el precio que se tuvo que pagar por ella fue el alto: para alcanzar un texto que resultara satisfactorio a todos los grupos parlamentarios de las Constituyentes se tuvo que redactar un muy extenso artículo 27. De hecho, es el más extenso de los que se recogen en la Sección Primera del Capítulo Segundo del Título I de la Constitución: ubicación que ocupan los derechos fundamentales y las libertades públicas a los que el propio texto constitucional les asigna –en otros pasajes tendentes a ello- una mayor protección. Esa extensión proviene del hecho de que en el artículo al que me estoy refiriendo se contienen preceptos que parecen responder a concepciones diversas, casi contradictorias, de la libertad de enseñanza y del derecho a la educación. Resulta, pues, que los constituyentes redactaron, intencionadamente, un texto lo suficientemente ambiguo como para permitir una gran libertad de acción al futuro legislador ordinario. Esa versatilidad se pudo comprobar pocos años después. En efecto la norma clave, como es sabido, de los gobiernos de la UCD en materia de enseñanza fue la ley Orgánica del Estatuto de Centros de enseñanza (LOECE). Dicha norma fue, tras el correspondiente recurso de inconstitucionalidad, declarada, en su núcleo regulador fundamental, declarada conforme a la Constitución por el Tribunal Constitucional. Cuando, tras su llegada al Gobierno el PSOE derogó la LOECE y, en su lugar, como norma clave del sistema educativo español, publicó la Ley Orgánica del Derecho a la Educación, que se asentaba sobre unos planteamientos contrarios, esta norma también fue llevada, por los mismos motivos ante el Tribunal Constitucional que, nuevamente, declaró la nueva norma ordenadora de la educación, en lo que se refiere a su núcleo regulador, conforme con la Carta Magna. Ahora bien, esa ambigüedad a la que me refiero no alcanza a todos los preceptos que cobija el abigarrado artículo 27. A este respecto, me parece que, seguramente, el de sentido más unívoco de todos sus apartados es el número 3 que, clara y explícitamente dice: 22 “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”. A pesar de tan claro y rotundo tenor, al que cabría, al menos así me lo parece, aplicar el principio jurídico según el cual in claris non fit interpretatio, el número 3 del artículo 27 de la Constitución Española ha recibido interpretaciones diversas. Algunas de ellas resultan (o a mí, al menos, me lo parecen) sorprendentes. Como ejemplo de esas interpretaciones cabría señalar la del profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Oscar Celador Angón, autor por otra parte, de aportaciones muy estimables, que ha escrito, hace relativamente poco tiempo, que “la Constitución española no contiene ninguna referencia, ya sea expresa o tácita de la obligación del Estado a impartir la enseñanza de la religión en las escuelas públicas”. En efecto, si lo que se espera de la Constitución es un grado de especificación normativa extremo, forzosamente habría que reconocer que Celador tiene razón. Claro que también se podía decir que la Constitución no contiene ninguna prohibición expresa ni tácita según la cual los policías no han de utilizar su material antidisturbios contra las pacíficas ancianas que forman cola en la caja de ahorros para cobrar su pensión. Asimismo, ni expresa ni tácitamente, la Constitución contiene referencia alguna a la enseñanza de la física o de la biología en las escuelas públicas. Algo más sutil se muestra otro tipo de interpretación según la cual la enseñanza de la religión en los centros docentes públicos españoles sería un derecho amparado por la Constitución, pero se trataría un derecho de los que la doctrina constitucionalista y, en general, los cultivadores del derecho público denominan derecho de libertad, que se presenta como distinto (por contrario) de los llamados derechos de prestación. En términos sencillos se podrían describir los derechos llamados de libertad como aquellos derechos fundamentales en virtud de los cuales la actividad del Estado respecto de ellos, o mejor dicho, respecto de sus titulares se limitaría a remover, a hacer desaparecer los obstáculos que impiden o dificultan su ejercicio. Si tomamos como ejemplo el derecho de manifestación, los poderes públicos cumplirían su misión asegurando que las vías públicas por las que van a transitar los manifestantes estén expeditas, libres de tráfico, que los dispositivos de seguridad para prevenir eventuales altercados o agresiones a los manifestantes se han puesto en marcha, etc. En cambio, si se considera que el de manifestación 23 es un derecho de naturaleza prestacional, el Estado vendría obligado no sólo a impedir que nada dificulte el ejercicio de tal derecho, sino a desplegar una actividad directamente facilitadora de ese mismo ejercicio: organizar un servicio de autobuses que traslade a los manifestantes al lugar del comienzo de la marcha, a repartir algún tipo de alimentos si la manifestación es de gran duración, etc. Como se puede advertir, la distinción es decisiva si se aplica al derecho a recibir enseñanza religiosa y moral conforme a las convicciones de los padres de alumnos menores de edad. En el primero de los supuestos sería suficiente con que el Estado permitiese a los profesores de esas enseñanzas accediesen a las aulas, en los horarios que la dirección del centro estimase menos perturbador, etc., pero no habría retribución para esos profesores, ni el Estado tendría que tomar nota del rendimiento escolar de los alumnos que recibiesen esas enseñanzas, ni estaría obligado a organizar enseñanzas alternativas, etc. La cuestión, como digo es de capital importancia. Y pienso que para llegar a una interpretación del 27.3 que nos permita alcanzar, con garantía de acierto, su alcance verdadero a este respecto se ha de tener muy en cuenta qué es lo que los redactores del texto constitucional querían, quisieron, establecer cuando le dieron al número 3 del artículo 27 la redacción que tiene. Pues bien, si examina la, con mucho, principal fuente con la que se cuenta a este fin, esto es los Diarios de Sesiones de ambas Cámaras, no se puede llegar a otra conclusión distinta de que para los hombres que redactaron y aprobaron en las Cortes Generales la Constitución española de 1978, estaba claro que del artículo 27. 3 se habrían de derivar obligaciones precisas y concretas para los poderes públicos españoles. Se me permitirá que para adverar lo que tan rotundamente afirmo les presente algunos testimonios elocuentes, no sólo por lo que en ellos se expresa, sino, también, por quienes lo expresan. Que la religión hubiera de ser, en virtud, del artículo 27. 3, una materia académica en los centros docentes públicos era visto los Luis Gómez Llorente, que era el experto en materia de educación del Grupo Parlamentario Socialista, como algo muy positivo y así lo expresaba ante el Pleno del Congreso de los Diputados cuando expuso los motivos de su voto afirmativo al texto que se había aprobado: 24 "El punto tercero del artículo, al garantizar que se dará una enseñanza, en tanto se refiere a la religión y a la formación moral, de acuerdo con el deseo de los padres en todos los centros, creemos que permite superar aquella vieja antítesis de otros tiempos que produjo tantas rasgaduras de conciencia de la Nación entre las escuelas estatales laicas y las escuelas privadas, generalmente de carácter confesional". Y, poco más adelante añadía: "No nos opondremos nosotros a que puedan existir centros privados confesionales, pero nos parece un paso hacia adelante muy positivo que al enseñarse religión en los centros públicos con un carácter, a nuestro juicio, que debe ser estrictamente voluntario, tanto por parte del que la da como por parte de quien la recibe, se evita, al menos, esta imagen y esta figura de segregación que es pórtico de enfrentamiento". No resulta menos significativo que Jordi Solé Tura, el portavoz comunista, en el mismo trámite de explicación de voto (que también fue positivo), expresase que, en razón del pluralismo: "Los poderes públicos deben asegurar que los padres que quieran dar a sus hijos una educación religiosa o moral puedan hacerlo, y eso es lo que se dice en el párrafo 3 de este artículo; pero no pueden convertir una determinada concepción religiosa del mundo en norma obligatoria para todos. Si un sector de la sociedad la comparte, debe tener la posibilidad de que a sus hijos les sea impartida tal enseñanza; pero asegurar esa posibilidad para sus hijos no significa que deba imponerse a los hijos de los demás". Es también corroborador de lo que se viene sosteniendo que, en el Senado, la inicial oposición de los parlamentarios de la izquierda de la Cámara Alta a la redacción del 27.3 se basase, precisamente, en lo gravosos que se 25 estimaba que habrían de ser para los poderes públicos los compromisos que con dicho precepto se adquirían por el Estado. A este respecto las palabras de Lorenzo Martín-Retortillo, resultan, también, muy significativas. El prestigioso administrativista, con cierta exageración, llamaba: "La atención acerca del grave compromiso en que han incurrido quienes han forzado para que se incluyera el apartado 3. ¿Se ha caído en la cuenta de la carga que esto puede representar para los poderes públicos?. ¿El pluralismo religioso del país va a forzar que a lo largo de toda su geografía, aun en el más pequeño núcleo, tengan los poderes públicos que garantizar a cualquier niño de cualquier religión o ideología el derecho a recibir enseñanzas según sus creencias?". No obstante, los grupos parlamentarios de las formaciones de izquierdas en el Senado acabaron, al igual que en el Congreso, votando a favor del Texto. A la vista de cuáles eran los planteamientos de las constituyentes, es del todo congruente que en uno de los primeros y más autorizados trabajos extensos sobre la libertad de enseñanza en la Constitución de 1978, que tuvo por autor al profesor Martínez López-Muñiz, cuando ha de referirse al número 3 del artículo lo hiciera en unos términos claros e inequívocos a la hora de expresar que en él se explicita uno de los elementos esenciales del derecho a la educación y que en su virtud: “No garantiza la Constitución solamente que, quien lo desee pueda dar a sus hijos la formación religiosa y moral que prefiera, valiéndose, si es preciso, de la ayuda de terceros o de instituciones específicamente religiosas o educativo-culturales, sino que, en la programación educativa de la enseñanza propiamente dicha o institucionalizada, se incluya esa formación religiosa y moral acorde con las propias convicciones. Más: que el conjunto de la actividad educativa se desenvuelva de forma coherente con esa formación religiosa y moral, a la que, indudablemente, la Constitución atribuye un valor especialmente trascendente e importante”. 26 Finalmente, pienso que es de especial trascendencia el que el Tribunal Supremo haya interpretado el artículo 27. 3 en el sentido que se viene manteniendo, esto es, en el sentido de que de él se derivan obligaciones positivas y concretas. Así lo vino a expresar en una sentencia de 31 de enero de 1997, que resulta especialmente significativa, pues en ella se rechazaba un recurso contencioso-administrativo que se había interpuesto, precisamente, contra una norma que se estimaba, por los recurrentes, que resultaba dañosa o lesiva para con la enseñanza de la religión católica en los centros docentes públicos. Es decir, el contexto no es, precisamente, el de favorecer o ampliar las prerrogativas o la posición de la asignatura de la religión católica en el sistema educativo español. Pues bien, en esa sentencia el Tribunal Supremo, se refiere, en el Fundamento Jurídico Segundo, a la enseñanza de la religión como “prestación garantizada por los poderes públicos” y, más explícitamente aún, en el Fundamento Jurídico tercero expresa que “es evidente que las actividades alternativas no sería necesario programarlas si no fuese preciso que los poderes públicos estuvieran obligados constitucionalmente a atender la enseñanza religiosa en los términos que hemos indicado”. Ambos pasajes los hizo suyos, posteriormente, la Sentencia de 14 de abril de 1998. Así pues, y a modo de recapitulación, pienso que se puede expresar, sin margen para el error que el artículo 27.3 hace posible y necesaria la enseñanza de la religión católica en los centros docentes públicos españoles. Ahora bien, lo que no indica, lógicamente, la Constitución es la manera o las modalidades en que tal enseñanza deba realizarse. En este punto la norma fundamental resulta el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado español. Este acuerdo fue suscrito (junto a otros tres, con los cuales venía a derogar y a sustituir el viejo Concordato de 1953) el 3 de enero de 1979. Se ratificó, dada su naturaleza y rango de tratado internacional, el 4 de diciembre y se publicó en el Boletín Oficial del Estado el día 15 siguiente de ese mes y año. Y es que aquí la cuestión de las fechas no es de importancia menguada, porque se oyen voces, que, pienso que con una intención que se dirige claramente a su deslegitimación, sostienen que los Acuerdos suscritos con la Santa Sede son preconstitucionales. Ante una afirmación tal que, no me cabe duda, tiene como base un prejuicio ideológico, pienso que se debe argumentar, no con la vehemencia que suele acompañar a los planteamientos de esta índole, sean de uno u otro signo, sino con el rigor propio de la técnica jurídica. Y desde ese punto de vista, no cabe duda de que las categorías de preconstitucionalidad y de 27 postconstitucionalidad son extrañas a la dogmática jurídica. En si mismo considerado el hecho cronológico de que una norma haya sido promulgada antes o después de la Constitución, no guarda relación alguna con la conformidad o no de su contenido con los valores, principios y normas constitucionales. Creo que la cuestión es suficientemente clara pero un par de ejemplos concretos la ilustrarán más si cabe. Piénsese, en primer lugar en el Código de Comercio vigente. Se promulgó en 1885, casi un siglo antes que la vigente Constitución. Sin embargo, en lo que se me alcanza, la promulgación de ésta, en nada afecto a las normas que tal veterano cuerpo legal contenía y contiene. Fijemos ahora nuestra atención en una norma casi quince años posterior a la publicación de nuestra Ley fundamental, la Ley Orgánica 1/92, de 21 de febrero, de Protección de Seguridad Ciudadana, conocida, popularmente por el nombre del entonces Ministro del Interior, esto es "Ley Corcuera" o, más expresivamente aún, “ley de la patada en la puerta”. Fue declarada inconstitucional en un tiempo record. Así pues, hay normas preconstitucionales que son plenamente constitucionales (así sucedió con la mayor parte del ordenamiento jurídico español, tras 1978), y normas postconstitucionales que pueden ser claramente inconstitucionales. Por otro lado, no cabe duda de que la suscripción de los Acuerdos vigentes entre el Estado español y la Santa Sede fue posterior a la entrada en vigor de la Constitución. Lo que se sostiene en ocasiones es que siendo (la cuestión cronológica resulta incontrovertible) formalmente postconstitucionales, materialmente resultan preconstitucionales, pues resulta impensable que se pudieran negociar, redactar y suscribir en un plazo de poquísimas semanas. En esta cuestión me parece que los datos históricos son los que deben tenerse en cuenta, con preferencia, desde luego, a elucubraciones más o menos brillantes. Desde este punto de vista, conviene no dejar de advertir que dada, como se ha señalado, la naturaleza de tratados internacionales, tanto de los Acuerdos, como del Concordato al que venían a suceder, no resulta extraño, sino todo lo contrario, que la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados se considerase concernida por todo aquello que tenía que ver con la cuestión de las relaciones de España con la Santa Sede. Pues bien, ese órgano parlamentario, con fecha 1 de febrero de 1978, a propuesta del Grupo Socialista y por unanimidad, aprobó una Resolución en la que se decía: “La Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados, ante las negociaciones que están llevando a cabo el Gobierno español y la Santa Sede, 28 en relación con el vigente Concordato de 1953, manifiesta que cualquier acto que se acuerde entre las dos partes, regulando las relaciones entre la Iglesia y el Estado estará condicionado a lo que establezca la futura Constitución”. Por ello, no es de extrañar que los negociadores españoles de los futuros Acuerdos quisieran, no sólo que en dichas negociaciones se tuvieran en cuenta los resultados a los que se iba arribando en la elaboración de la Constitución, sino, también, que las fuerzas políticas presentes en el Parlamento conocieran de cerca el iter negocial de los acuerdos. A este respecto pienso que el testimonio de quien presidía entonces, por ser Ministro de Asuntos Exteriores, el equipo de negociador español es especialmente valioso y significativo. En efecto, Marcelino Oreja, en una de las ponencias desarrolladas en un reciente Simposio Internacional de Derecho concordatario que tuvo lugar, precisamente, en esta Universidad, la del Almería, tuvo oportunidad de expresar que tales negociaciones: “Se llevan a cabo a lo largo de 1978, teniendo siempre presente el proceso de elaboración de la Constitución, en la medida en que pudiera afectar a los acuerdos”. Y añade: “Una vez redactado el texto de la Constitución y cuando estaban ya muy avanzadas las negociaciones con la Santa Sede, se da cuenta a las distintas fuerzas políticas de cuál es la marcha de las negociaciones, sobre todo en los tramos finales, es decir, a partir de octubre y noviembre de 1978”; para concluir diciendo que “este contacto fue muy útil y se recogieron muchas de las observaciones de las distintas fuerzas políticas”. Concretamente, en lo que se refiere al Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos Culturales, expresa Oreja Aguirre que: “Fue necesario, por ambas partes, revisar no sólo la normativa concreta, sino sus mismos fundamentos doctrinales y legales. Si para la Iglesia era vital 29 encontrar un marco legal en que la enseñanza de su doctrina encontrase su debido reconocimiento y protección, para el Estado no era menos vital aplicar aquí y con todas sus consecuencias el principio constitucional de la libertad religiosa, sin discriminaciones abiertas o encubiertas”. Como he expresado hace poco, dada la naturaleza de tratados internacionales de los Acuerdos, sus respectivos textos, una vez suscritos por el Ejecutivo, fue necesario, tal como prevé la propia Constitución, que fueran aprobados (técnicamente: que obtuvieran la autorización para la ratificación) por las Cortes. Y esto resulta hoy en día, en la actual coyuntura por la que atraviesa la vida pública española, de especial interés. No sólo porque tal aprobación suponía por parte del poder legislativo un tácito juicio de adecuación de los acuerdos a lo dispuesto en la Constitución, sino porque se vertió, además, algún significativo juicio de esa adecuación en lo que se refiere, precisamente, al AEAC. Es sabido que el AEAC fue el único de los cuatro acuerdos que tuvo un número de votos en contra relativamente importante. Fueron los votos de los diputados del Grupo Socialista. Lo que es, a mi juicio, muy digno de ser tenido en cuenta, especialmente en las actuales circunstancias, es que esos votos contrarios, se emitieron no por considerar que el Acuerdo era contrario a lo dispuesto en la Constitución, sino como manera de mostrar su disconformidad con dos órdenes ministeriales (de fecha 28 de julio de 1979) que, en materia de enseñanza de la religión y con carácter provisional, había dictado el Ministerio de Educación y Ciencia. En efecto el Portavoz del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados, ante su Pleno del 13 de septiembre de 1979, Gregorio Peces-Barba, el campeón de las libertades públicas, adalid de laicidad y, de facto, vitalicio rector, ab universitate condita, de la Carlos III, expresaba: "Tengo que decir que en relación con la constitucionalidad hicimos en los cuatro Acuerdos una serie de observaciones y modificaciones, y que todas ellas fueron atendidas o suficientemente explicadas, de tal manera que, como ya tuve ocasión de decir en la Comisión, el Grupo Socialista, a pesar de que algunos temas parciales no han quedado resueltos creo que en realidad, el único tema 30 parcial que ha quedado pendiente a nivel de los acuerdos es el del carácter fundamental de la religión como asignatura, porque los demás, a ese nivel, insisto, han sido resueltos, no ve motivo para su abstención ni para su voto negativo". Y poco después añadía: "Nosotros entendemos, por consiguiente, que las disposiciones reglamentarias que se dicten o que se hayan dictado tienen que ajustarse a lo establecido en la Constitución y a lo establecido en estos acuerdos que, a nuestro juicio son, como tales y aisladamente considerados, satisfactorios. Pero por dos órdenes ministeriales publicadas en el Boletín del 2 de agosto de 1979, del Ministerio de Educación, nuestra posición en relación con el convenio en materia de educación y de asuntos culturales se va a ver modificada, y anunciamos el voto negativo si no recibimos una explicación suficiente del señor Ministro de Educación o del Miembro del Gobierno que tome la palabra, si la toma en ese sentido". Supera los límites de lo que es posible exponer en una conferencia como ésta el intento de realizar un análisis pormenorizado del texto del AEAC, solamente recordaré que su precepto, al menos a mi juicio, más importante en materia de enseñanza de la religión lo constituye el que se contiene en el primer apartado de su artículo II, que prevé que: “Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y Grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades, incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los Centros de Educación en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales”. Obviamente, corresponde a los poderes públicos estatales determinar cuáles son esas condiciones en cuya virtud la enseñanza de la religión se 31 imparte de manera equiparable a las demás materias fundamentales. Solamente quisiera llamar la atención sobre el hecho de que los distintos Gobiernos que se han sucedido desde la publicación del AEAC han mostrado una cierta propensión a recurrir a normas de carácter administrativo para regular esta materia. Antes me he referido a la opinión de Martínez López-Muñiz que expresaba que el 27.3 forma parte del contenido esencial del derecho a la educación. Lo cual no deja de tener consecuencias importantes, pues el artículo 53.1 de la Constitución prevé que, “sólo por ley, que en todo caso ha de respetar su contenido esencial, podrá regularse el ejercicio de tales derechos y libertades” (los que se ubican en la posición sistemática en la que se encuentra el artículo 27). Más aún: la enseñanza de la religión es una actividad que tiene una doble protección. Por un lado, la que le depara, como se acaba de ver, el art. 27.3, por resultar una manifestación primaria y directa del derecho a la educación y de la libertad de enseñanza. Pero es que, por otro lado, resulta protegido por el derecho fundamental de libertad religiosa, pues es uno de los contenidos directamente comprendidos en el artículo 16.1 de la Constitución. A este respecto se debe recordar que el artículo 2, 1, c) de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, expresa que en tal derecho fundamental se comprende el de "recibir e impartir enseñanza e información religiosa de toda índole, ya sea oralmente, por escrito o por cualquier otro procedimiento; elegir para sí, y para los menores no emancipados e incapacitados, bajo su dependencia, dentro y fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que éste de acuerdo con sus convicciones". No me es posible ahora detenerme en la cuestión de si impartir enseñanza religiosa puede considerarse o no un desarrollo del derecho de libertad religiosa, pero la cuestión no resulta carente de interés, toda vez que, como es sabido, el art. 81 de la Constitución prevé que, entre otras, habrán de ser “leyes orgánicas las relativas al desarrollo de los derechos fundamentales”. De ahí que me parece, al menos, poco afinada, la tendencia a la que antes me refería, de los distintos gobiernos, a relegar a ordenes y decretos la regulación de esta materia de la enseñanza de la religión. Se escapa también del objeto de mi intervención el estudio de las distintas regulaciones que tales Gobiernos han dado a la enseñanza de la religión. Solamente diré que lo que en los casi veinte años posteriores al acuerdo parece que quedó suficientemente demostrado es que una regulación que pivote sobre un sistema de contenidos alternativos para los alumnos que elijan o no cursar la asignatura de religión, presenta serios inconvenientes a la hora de hacer compatible el deber (y derecho) de impartir una enseñanza que confiera una formación integral con el principio de no discriminación. Por este 32 motivo el sistema que, en sus líneas fundamentales, había previsto la Ley Orgánica de Calidad de la Enseñanza, creador del área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión, en el cual la alternativa no sería de contenidos, sino de enfoques, merecía la pena de ser, al menos, ensayado. Pero las circunstancias políticas parece que no lo van a permitir. El actual Ministerio de Educación y Ciencia ha hecho público hace apenas unas semanas un documento que, al parecer, quiere ser un elemento para debatir lo que habrían de ser las ideas directrices de su futura política educativa. Tal documento, titulado “Una educación de calidad entre todos y para todos”, tiene un apartado específico, el décimo, dedicado a “La enseñanza de las religiones”. No me siento autorizado para juzgar el valor de lo que en dicho apartado se contiene desde el punto de vista pedagógico o desde otros puntos de vista distintos del jurídico. Desde éste, en mi opinión el documento contiene una contradicción palmaria e insuperable y presenta un muy escaso rigor metódico. Defectos ambos (uno sólo ya hubiera provocado tal efecto) que lo tornan inservible o inútil. Veamos, para finalizar esos dos defectos. A mi juicio incurre el documento en una contradicción patente porque se parte en él, acertadamente, de que el pleno desarrollo de la personalidad, al que se refiere el artículo 27.2 de la Constitución, así como “la integración en un mundo cada vez más abierto a influencias diversas, requiere la posesión y asimilación de los elementos fundamentales de propia historia y cultura. De ahí la necesidad de que todos los alumnos tengan acceso al conocimiento, análisis y valoración de diversos aspectos de la vida social y cultural, en su dimensión histórica o actual”. Añade el documentos que entre esos aspectos “ocupa un lugar significativo el hecho religioso y sus distintas manifestaciones sociales, morales, culturales, literarias, plásticas y musicales, en cuanto elementos decisivos para la configuración de las culturas contemporáneas”. Y, tras una referencia a la tolerancia que supone el conocimiento de las religiones y a la importancia de tal tolerancia para la convivencia académica y ciudadana, se expresa a continuación: “Sin embargo, las convicciones religiosas o la ausencia de ellas tienen un carácter privado que se vincula al ámbito de las creencias personales y que también demanda respeto”. Pienso que la contradicción, como digo, resulta patente e insalvable. Con independencia de que la directa e ineludible incardinación en el ámbito privado a las personales creencias religiosas es un postulado del llamado fundamentalismo laicista, no resulta nada claro qué clase de privacidad es la de esas creencias que unas líneas más arriba se ha reconocido su decisivo papel en 33 la conformación histórica y cultural de las sociedades. Quizá de que lo que se trate es que las religiosas dejen de tener ese papel y por eso se les niega la carta de naturaleza que les permita transitar, como todas las demás creencias personales, por los espacios públicos. Esa estrategia, sin embargo tiene el inconveniente de que no cabe dentro de nuestra Constitución. No parece que para ésta las creencias religiosas deban relegarse al ámbito confortable, por otra parte, de lo privado. Como es sabido, el artículo 16 de la Constitución, además de proclamar el principio de aconfesionalidad o de laicidad del Estado, dirige un explícito mandato a los poderes públicos para tener en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y para que mantengan las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y con las demás confesiones. Ahora bien, si tan privadas son esas creencias religiosas ¿cómo es que la Constitución considera que están presentes en la sociedad? Y lo que es más, si son meramente privadas ¿por qué habrían de tenerlas en cuenta los poderes públicos?. En realidad, lo de la privacidad de las creencias religiosas pienso que más que una realidad es un deseo de los redactores del documento, que, como decía, incurren, en otro defecto de carácter metódico que, a mi juicio, hace que en el plano jurídico el documento ministerial tenga una muy mermada utilidad. Consiste en el hecho de que a la hora de ofrecer determinados pasajes legales o jurisprudenciales se hace de forma que cabría calificar, por lo menos, como poco cuidadosa. Pondré tres ejemplos. Primero. "La Constitución española ha reconocido en su artículo 27.3 el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban una formación que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Se omite que la Constitución habla no de una formación en general, sino de "la formación religiosa o moral". Segundo. "De acuerdo con este planteamiento, el carácter ideológicamente neutral (sentencia del Tribunal Constitucional de 13 de febrero de 1981) de la escuela pública debe ser preservado y hacerse compatible con el objetivo formativo general de conocer las creencias, actitudes y valores básicos de las distintas confesiones o corrientes laicas que a lo largo de los siglos han estado presentes en la sociedad...". Se omite que, en esa misma sentencia, en su Fundamento Jurídico Noveno, el Tribunal Constitucional expresa que la neutralidad ideológica de la enseñanza pública "no impide la organización en los centros públicos de enseñanzas de seguimiento libre para hacer posible el derecho de los padres a elegir para sus hijos la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones (art. 27, 3 de la Constitución)". 34 Pero, obviamente, si los redactores del documento hubieran reparado en esta doctrina (las enseñanzas de religión de seguimiento libre se organizan para hacer posible el derecho de los padres a elegir la formación religiosa...), quizá hubieran omitido la rotunda y errónea afirmación de que "la obligación que tiene el Estado de ofrecen enseñanza religiosa en las escuelas deriva de los acuerdos suscritos con la Santa Sede y con otras confesiones religiosas". Tercero. El documento se plantea la cuestión de las alternativas a la enseñanza de la religión, y expresa y es cierto "que los acuerdos de 1979 no dicen nada acerca de la obligación de mantener tal tipo de enseñanzas alternativas". Poco más adelante señala que "de acuerdo con la sentencia del Tribunal Supremo de 31 de enero de 1997, del respeto a la libertad de los ciudadanos para que puedan elegir para sus hijos una formación religiosa y moral de acuerdo con sus propias convicciones no se deriva que 'nadie resulte obligado a servirse de ella ni nadie que vea satisfecha la pretensión de que sus hijos reciban enseñanza de una determinada religión o convicción moral está legitimado por la Constitución para imponer a los demás la enseñanza de cualesquiera otras religiones o sistemas morales dependientes de las convicciones o creencias personales'". Aquí lo que, en materia de alternativas, hubiera sido ilustrativo incluir la afirmación que se recoge en el siguiente Fundamento de Derecho de esa misma sentencia según la cual "es evidente que las actividades alternativas no sería necesario programarlas si no fuese preciso que los poderes públicos estuvieren obligados constitucionalmente a atender la enseñanza religiosa en los términos [no discriminatorios] que hemos indicado". Esto es: dada la obligación constitucional de atender la enseñanza religiosa, el principio de igualdad hace necesaria la programación de actividades alternativas. Realmente cuando se invita a entablar un debate sobre unos datos que se dan, como me parece que ha quedado claro, interesadamente sesgados, la sensación que se tiene no es muy distinta de la de a quien se le anima a jugar una partida con una baraja con cartas marcadas. Yo no les recomiendo que, en esas condiciones, entren a debatir. Al menos mientras no se muestre un talante más adecuado. 35 COMUNICACIÓN SOBRE LA PRIMERA PROPUESTA DEL M.E.C.: «LA OBLIGATORIEDAD DE LA ENSEÑANZA NO CONFESIONAL EN LAS ASIGNATURAS DE GEOGRAFÍA E HISTORIA, FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA». Lcdo. D. José Benito Pereira Bernal. Profesor extraordinario del C.E.P. de Almería3 Profesor de Religión y Moral Católica en el I.E.S. Alborán e I.E.S. Argar de Almería. 3 Centro de Enseñanza de Profesores. 36 SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN. II. LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES. 37 I. INTRODUCCIÓN. A esta altura del guión, es ya es de todos conocido el contenido de la propuesta realizada en el Proyecto del MEC, propuesta que lleva por título el muy ambicioso, rimbombante y nada desdeñable enunciado de “una educación de calidad para todos y entre todos”. Es de suponer que en virtud de la intencionalidad expresada en el título, es por lo que se ha invitado a participar en un debate abierto a toda la sociedad, propiciando y esperando que ésta aporte todos aquellos puntos de vista que se estimen pertinentes, bien para confirmar las tesis ofertadas por el MEC, bien para cuestionarlas u ofertar posibles alternativas. Ciertamente, de entrada la música no suena mal. Pero en lo referente a la asignatura de Religión y Moral Católica, dicho foro de debate público tiene mucho de pose, de imagen, de voluntarismo y de apariencia; es más, de clara intencionalidad política. Ciertamente, todo ello es legítimo, y así debe de ser en una democracia; pero si así es de facto, digámoslo con claridad, sin ambages ni encubiertas campañas mediáticas de ningún tipo. Esta propuesta tiene de fondo unos prejuicios ideológicos, algunos de ellos, claramente evidenciados, pero otros interesadamente velados. ¿Cuál es la situación de facto -en lo que a la asignatura de religión se refiere-, y pese a la cual se propone este documento para el debate por parte del MEC? Simplificando y obviando ahora los detalles finos, se resumen simplemente en dos: 1. Año tras año, los padres solicitan a través de una declaración escrita que así lo justifique, la asignatura de religión para sus hijos (entre el 70 y el 80 por ciento). Es decir, voluntad mayoritaria de que se imparta la religión en los centros educativos; es decir, una más que evidente demanda social. Su impartición en los centros escolares, no es sino, el ejercicio efectivo de un derecho fundamental y el cumplimiento de un precepto constitucional (Art. 27.3). Finalmente –y esto, solamente en parte-, se respetan unos Acuerdos Internacionales entre el Estado Español y la Santa Sede, en los cuales se especifica que ésta será impartida en igualdad de condiciones a las demás asignaturas del currículo. 2. Frente a este dato ¿Qué oferta el MEC? De entrada, ignorar a esa mayoría que ha expresado democráticamente su voluntad, y moviéndose entre el respeto a la legalidad y el deseo hacer 38 prevalecer sus prejuicios laicistas sobre la sociedad, nos presenta una propuesta donde de nuevo, se trata de imponer una visión muy particular derivada de su ideología sobre el hombre, la sociedad, la cultura y finalmente, sobre la educación. Evidentemente, hablamos de esa ideología de partido -la suya-, y que no es otra que la de quien hoy está en el Gobierno. Nada nuevo bajo el sol: es la misma actitud mostrada por gobiernos del mismo signo político, que con anterioridad presentaron igualmente iniciativas en este mismo sentido y que aún están presentes en nuestra memoria histórica; sus efectos son aún, por tanto, perfectamente constatables. Así pues, con este documento, se vuelve una vez más a la carga contra la asignatura de religión. De nuevo se vuelve a problematizar, confundir, obstaculizar e intentar marginar, en una interpretación particularista –la suya-, el derecho de padres y alumnos a elegir el tipo de educación moral y religiosa de acuerdo con sus convicciones. Aunque el documento explícitamente no lo dice –pero no ignoramos que la liturgia que lo acompaña es sumamente significativa-, el objetivo último perseguido no es otro que, el conseguir expulsar a la asignatura de la Religión del ámbito escolar. Este es en definitiva el fin, el cual es expresión a su vez, de un prejuicio ideológico propio de una determinada concepción política: el laicismo, beligerante y excluyente de toda expresión religiosa, en nuestro caso, de la religión católica. En 25 años -desde la llegada de la democracia a nuestro país-, hemos padecido numerosas reformas educativas; si hay algo en común a todas ellas, ha sido que finalmente terminaron por imponerse las tesis de quines de entrada, las habían propuesto, ostentaban el poder y ya habían apostado por su propio modelo cómo el únicamente válido. Aunque eso sí, todo fundamentado y argumentado sobre el sacrosanto principio de estar en posesión de la mayoría parlamentaria y el deber de dar cumplimiento a lo prometido en un programa electoral. Resulta pues oportuno -dejando el suficiente espacio para la duda-, expresar el ferviente deseo de no ver cumplida con esta nueva reforma, la misma realidad impositiva de reformas educativas precedentes, como así mismo, manifestar, evidenciar y constatar estas dudas impregnadas de realismo históricamente acumulado. Si bien es cierto que ello no debe de ser óbice para que, al igual que otras propuestas presentadas, estas -las nuestras-, sean también tenidas en cuenta en igualdad de condiciones argumentativas. 39 Manifestar este escepticismo de entrada, no es estar en flagrante contradicción con la intención de estas Jornadas. Hacer llegar la opinión, las dudas, los miedos y recelos, que tanto en la forma, como en el método y en los contenidos presenta la actual propuesta del MEC, es algo perfectamente legítimo y totalmente coherente. Por otro lado, la realidad es muy tozuda y por ello, contra los hechos poco suelen contar ni valer los argumentos. Una mirada sobre el debate social abierto con esta reforma de la LOCE, al menos de lo hasta ahora acaecido, no pasa de tener mucho de relleno estético, cuando no, de mero celofán de envoltorio para hacer que el producto aparezca públicamente atractivo, mediáticamente resultón e ideológicamente vendible. La presencia social y mediática creada en nuestro país en torno a la propuesta, permite comprobar y valorar fehacientemente en los medios de comunicación, que lo que aquí prima no es la cuestión pedagógica, escolar, académica o educativa, que al fin y al cabo es de lo que se trata, sino el oportunismo político, la estética ideológica, la estrategia mediática y los espacios de poder; y todo, bastante polarizado en el tema de la religión. Expresión de ello, son la realización ciertos debates o programas en televisión, donde no solo no se ha garantizado el equilibrio de fuerzas en juego, sino que no se han respetado en igualdad de condiciones los turnos y los tiempos en el uso de la palabra, donde se ha inducido el debate mediante la exhibición de estadísticas sesgadas de dudosa procedencia, donde se han presentado demagógicamente como conclusiones definitivas los resultados de encuestas sin ningún rigor metodológico, a su vez, fruto de preguntas con respuestas inducidas, etc. Pero en este totum revolutum de la confusión mediática, se exhiben y se presentan como concluyentes y definitivas, las opiniones vertidas por espectadores invitados a estos programas como público de relleno, y a quienes se les otorga arbitrariamente el grado supremo de la cognitividad técnica o especializada; se proyectan todo tipo de documentales, reportajes o películas para contextualizar los debates sobre la enseñanza de la religión, los cuales, demagógicamente giran en torno a algún acontecimiento histórico o leyenda negra atribuida a la Iglesia católica; en los foros de debate abiertos en internet – incluidos el del MEC-, salvo honrosas excepciones, todo se reduce a insultos, acusaciones, expresiones atentatorias contra la dignidad de las personas, a proferir todo tipo de calificaciones vejatorias contra los católicos, la Iglesia, su jerarquía y sus creencias. 40 Repito, no es querer emponzoñar el debate, ni arrojar sospechas infundadas, ni tampoco está el afán de prejuzgar de antemano; es sencillamente plantear con realismo, temores y dudas a la luz de lo ya acaecido con anterioridad histórica y relatar lo que mediáticamente se está ofreciendo a la sociedad para incidir sesgadamente en su opinión. Junto a esto no debemos obviar que quienes realmente plantearon, forzaron y animaron con sus presiones y exigencias a que sea implantada esta reforma educativa, no han sido otros sino un amplio sector del propio partido en el gobierno, que junto a esos otros partidos minoritarios -tan necesarios y determinantes para obtener la necesaria mayoría-, han justificado la presentación de dicha reforma por exigencias del guión: reivindicaciones de su electorado de base. No es difícil imaginar quienes componen este electorado de base: las asociaciones sindicales mayoritarias de izquierda, determinados lobbys sociales de presión y toda esa gama de grupos y asociaciones fijas a la subvención oficial de quienes hoy detentan el poder. El resto del electorado no deja de ser una incógnita, cuando sabemos que la estadística canta año tras año: entre el 70 y el 80 por ciento siguen solicitando la presencia de la religión para sus hijos. Y esto, con todos los matices que se quiera. Este elenco nos permite tener una impronta bastante aproximada del tejido social y del ideario político, antropológico y antirreligioso que lo sustenta. Tampoco se puede obviar en esta coyuntura, el firme e interesado apoyo de una gran mayoría de medios de comunicación social afectos al poder, y plenamente dispuestos a vociferar, aplaudir, magnificar y escenificar la aquiescencia a los postulados vertidos y defendidos por estas ideologías. Así pues, expresar dudas al respecto está más que justificado. Cabe pues, el preguntar: ¿Serán tenidas en rigurosa igualdad de condiciones todas las aportaciones? ¿Serán contrastadas, analizadas, dialogadas y consensuadas con el suficiente rigor pedagógico, académico, legal y científico? En el caso concreto de la asignatura de religión ¿Serán analizadas y tenidas en consideración las aportaciones que como parte interesada y afectada directamente haga la iglesia, los profesores de religión o las asociaciones de padres católicos? Quiero hacer notar que aunque esto no más que un introito, un preámbulo, y sin lugar a dudas, un “prejuicio”, mi prejuicio, tal vez compartido con algunos de vosotros. ¿Pesimista? ¿Realista? Tenemos un mes escaso de garantía. Pero os aseguro que pese a todo, la foto final de rotativos, noticiarios, tertulias y demás foros de comunicación no será otra que la del “consenso”. Quien dispara y regula el obturador, sabe muy bien que es cuestión de talante, que no de talento. Al tiempo. 41 II. LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES. A la hora de abordar la propuesta ofertada por el MEC referente al tema de la enseñanza de las religiones, esta comunicación se ciñe en exclusiva, a la primera de las propuestas, a saber, la obligatoriedad de la enseñanza no confesional de las religiones. Los elementos que concretan dicha propuesta vienen desarrollados en el nº 10, en las páginas 100 a la 105. Se inicia el desarrollo de la propuesta con la cita del texto constitucional, en concreto el artículo 27 en sus párrafos 2 y 3. El primer párrafo dice así: “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. ¿Y cómo conseguir este pleno desarrollo? El documento dice que “asimilando los elementos fundamentales de su propia historia y cultura”. Es más, se admite explícitamente que entre otros elementos, uno de ellos, ocupa “un lugar muy significativo, el hecho religioso y sus distintas manifestaciones (sociales, morales, culturales, plásticas, musicales, literarias, etc)”. Es por ello, que para el documento, el hecho de que los alumnos “conozcan y analicen las religiones es un ejercicio de tolerancia activa, de respeto y de comprensión”, y que ello, es “garantía de una conciencia ciudadana conformada por los valores de libertad, justicia, igualdad y pluralismo”. Así pues, el documento admite de entrada, cuatro datos dignos de consideración con relación al este artículo 27. 2 de la Constitución: a) Se admite la relevancia del hecho religioso (valor histórico y cultural). b) Se admite la necesidad de ser objeto de conocimiento para el alumno. c) Se vincula y se fundamenta su necesidad recurriendo al desarrollo de un precepto Constitucional. d) Se admite su valor y su integración educativa: ayuda el pleno desarrollo de la personalidad humana, supone el ejercicio de una tolerancia activa. 42 A continuación, el documento pasa a presentar el artículo 27 de la Constitución en su párrafo tercero. Curiosamente, la transición al mismo se realiza con una afirmación un tanto confusa, o cuando menos, con un juicio intencionadamente inductor a una calculada y ambigua lectura, a saber: “Sin embargo, las convicciones religiosas o la ausencia de ellas tienen un carácter privado, que se vincula al ámbito de las creencias personales y que también demanda respeto” ¿En qué sentido digo que este enunciado es inductor de una sesgada lectura? Veamos. De entrada, el documento no aclara suficientemente algunos términos: 1. ¿Qué se entiende por convicciones? ¿Son las creencias? ¿Se refiere más bien a prejuicios ideológicos? ¿Acaso refiere las ideas personales? 2. ¿Qué valor se le da al término privado, aplicado a estas convicciones? 3. ¿Qué se quiere decir con “…la ausencia de ellas” Una primera lectura elemental, permite ver que lo que aquí se quiere poner claro de entrada es: a) la existencia de individuos que profesan unas convicciones religiosas y otros ciudadanos que no las tienen, b) estas convicciones son de naturaleza privada y se vinculan con el ámbito de las creencias personales. Pues bien, aquí es donde se está induciendo a esa lectura sesgada, donde se prejuzga algo que se da por supuesto, pero que en el fondo esconde una intencionalidad. Sea como fuere, tal afirmación es totalmente gratuita y cabe desautorizar tal aserto con numerosas citas de textos legales. Bastaría con releer un artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, para desmentir tan falaz afirmación. Artículo 18.: “Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho 43 incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia”. De idéntica forma se pronuncia la Unión Europea cuando el 14 de octubre de 2000, es aprobada la Carta de los Derechos Fundamentales y donde se incluía un artículo (10), es cual es una trascripción literal de la redacción del artículo 18 de los Derechos Humanos Además de tan contundente argumento legal, cabe preguntarse por qué en una sociedad tan plural y multicultural como manifiesta el documento, ha de ser precisamente -y al parecer de manera única y exclusiva-, lo relativo a las creencias lo que ha de quedar relegado a la esfera de lo íntimo. ¿Por qué no se aplica este mismo principio a las convicciones musicales, deportivas, filosóficas, ideológicas, artísticas, etc? ¿Qué criterio se sigue para tal unilateralidad? ¿Pedagógico? ¿Extra-curricular? ¿Ideológico? Dígase pues, con claridad. Se introduce pues una ambigüedad calculada; esta, da por supuesto que neutralidad es igual a ausencia de las convicciones religiosas de la esfera o del ámbito de lo público. Evidentemente, dar por aceptada esta tesis es admitir de entrada un prejuicio ideológico, el mismo que postula que, para garantizar la neutralidad hay que recluir a las convicciones religiosas o la ausencia de ellas a la esfera de la privacidad, de la conciencia, de la pura subjetividad. Evidentemente, no se dice en virtud de qué supuesto el no a la referencia religiosa es lo neutral, pero resulta evidente que hay latiendo de fondo una postura laicista, que aunque válida y respetable, no es de ninguna manera neutral. La reivindicación de un espacio (¿estado?) sin otro lugar para la presencia de las convicciones o creencias religiosas, que el puramente privado, es en sí mismo una decidida opción política no neutral. Así pues, el prejuicio laicista subyacente a esta afirmación, no pasa de querer dar por sentado, evidente y asumido, algo que evidentemente no lo es; creo que su imposición de facto, implicaría el rechazo más radical de quienes pensamos que con ello, se estaría llana y sencillamente, imponiendo una nueva confesionalidad: la laicista. La confesionalidad religiosa católica no puede ser sustituida por la confesionalidad contraria de la militancia atea. Ante tal mecanismo, habría que manifestar que lo que está en juego es en realidad la falta de libertad, y por 44 tanto se estaría vulnerando radicalmente, ese artículo 18 de los Derechos humanos y una largísima lista de declaraciones, compromisos, acuerdos de índole internacional y sentencias al más alto nivel nacional (Tribunal Constitucional, Tribunal Superior de Justicia, et.) En este sentido, hay que dejar también meridianamente claro que la prueba de que las creencias no tienen “carácter privado” como dice el documento, sino que contrariamente tienen un carácter más bien absolutamente confesional, es ratificado sin fisuras por todos los estudios fenomenológicos, antropológicos e históricos realizados sobre las religiones: todos convienen en afirmar que la confesionalidad forma parte de la misma condición del hecho religioso. No está de más afirmar que hasta la psicología más elemental, la filosofía más primaria y la antropología más simple, tienen plenamente asumido que toda conducta humana es ya, de por sí, una manifestación de la propia condición personal del individuo. Es más, así lo admite de hecho el propio documento, pues en líneas anteriores ha afirmado que el hecho religioso debe de ocupar un lugar significativo en el conocimiento del alumno, y que justamente eso que debe ser objeto de conocimiento por parte del alumno sobre el hecho religioso, no es otra cosa que sus manifestaciones sociales, morales, culturales, literarias, plásticas, musicales, etc. Y es del todo lógico que así se refiera, pues difícilmente se hubiese dado esta confesionalidad cultural históricamente acumulada, si como ahora se afirma -no sin cierta contradicción-, a las convicciones religiosas se les reserva el único espacio de la privacidad. Por otro lado, no se puede obviar en este mismo apartado el uso equívoco que se hace de dos términos, los cuales se confunden: privado por personal. En el hombre hay muchas cosas que son absolutamente del todo personales, como es el caso de la libertad; ahora bien, con todo lo personal que esta sea, nadie ignora en su sano juicio la serie interminable de efectos y de consecuencias sociales que esta conlleva. De igual manera, las “convicciones y creencias” son muy personales, pero de ninguna manera de carácter privado, pues sus manifestaciones son necesariamente objetivables en categorías culturales: sociales, económicas, éticas y morales, políticas, etc. Es más, el artículo 16. 3 de la Constitución señala que “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española” ¿Cómo se llevará este mandato a la práctica efectiva si resulta que estas –las creencias y las convicciones religiosas-, son meramente reducidas a epifenómenos privativos del ámbito de la conciencia? En definitiva, la conclusión que se impone no 45 puede ser otra que la de calificar dicha afirmación como simple enunciado arbitrario y sin fundamento alguno en la realidad. Tras hacer esta alusión al carácter individual y privativo de las convicciones religiosas pasa directamente a citar el párrafo 3 de este mismo artículo 27; curiosamente a la hora de citarlo, hay que hacer notar que de nuevo hay algo brilla intencionadamente por su ausencia: el documento en su referencia elimina, quita y corta, justamente aquellas dos palabras que son fundamentales y determinantes para especificar y delimitar el contenido del derecho a la formación antes aludida. Dicho en plata, cuando se dice: “el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban una formación…”, se salta precisamente estas palabras: “religiosa y moral”. Es decir, justamente aquello que es verdaderamente el objeto de elección, aquello sobre lo que los padres han de optar según “sus propias convicciones”. A continuación pasa de nuevo machaconamente y de forma reiterada, a incidir en la misma idea del párrafo 2: manifiesta de nuevo que en un estado aconfesional se respeta la libertad de conciencia y de creencias. Repetición de principios. El siguiente párrafo lo inicia con algo que desde los conocimientos mínimos básicos de cualquier óptica epistemológica, gnoseológica, hermenéutica o cognitiva resulta hoy en día, una utopía absolutamente insostenible, a saber: “el carácter ideológicamente neutral de la escuela pública”; es decir, algo así como si en la escuela se diese una enseñanza aséptica, ideológicamente neutral y libre de todo condicionante, como si la escuela fuese ese ámbito o espacio totalmente libre de cualquier elemento ideológico o de creencias que lo contamine. Subyace de nuevo pues, el falso prejuicio y la errónea creencia de que solamente la religión no garantiza esta neutralidad, supuesto que por otro lado resulta absolutamente indemostrable. Decir esto, es afirmar a la par que, en las demás disciplinas escolares (la historia, la filosofía, la literatura, la ética, etc,) no existe ni hay la más mínima presencia de ideas o creencias personales; o lo que es lo mismo, que todas las demás materias son absolutamente inocentes y puras, objetivas, empíricas, libres de cualquier tipo de adoctrinamiento, disciplinas donde solo se describe o narra, pero donde no se valora, ni se enjuicia, ni se hacen apreciaciones personales o subjetivas. Por el contrario, las creencias por ser parte de las convicciones personales a las que le corresponde únicamente el ámbito privado, no pueden ser neutrales: están estigmatizadas e invadidas por la parcialidad. ¿Qué argumentación realizar al respecto? Muy corta y breve: todo el documento es en sí mismo, la contradictoria expresión de la más genuina parcialidad. 46 Evidentemente, partiendo de esta deformación ideológica, pasa sin mayores dificultades a presentar directamente su propuesta. Para el documento “la enseñanza de las religiones presenta dos dimensiones”. La primera la llama general, o lo que es lo mismo, aquella que debe ser de común acceso a todos los alumnos y que garantice el conocimiento del hecho religioso para así ayudar a comprender las claves culturales de la sociedad española. ¿Cómo se llevaría a cabo? A través de un conocimiento de la historia de las religiones y de los conflictos ideológicos, políticos y sociales que en torno al hecho religioso se han producido a lo largo de la historia. Difícilmente puede resultar creíble una propuesta tan sesgada y dirigida, tan groseramente parcial e ideologizada, máxime cuando es la que se pretende obligatoriamente imponer a todos. Decir que esta enseñanza consistiría en presentar la historia de las religiones desde el aspecto exclusivo de su conflictividad histórica, es a todas luces un intento de ocultamiento de la otra cara de la verdad, es decir, la serie interminable de aspectos positivos que las religiones han aportado al desarrollo del hombre y de los pueblos, a su progreso en humanización y a su evolución ética y moral. Hay pues una visión parcial y sesgada del estudio del hecho religioso, puesto que su relevancia y significatividad social queda reducida a ser causa o circunstancia de conflictos. Evidentemente que estos han existido y no se deben ocultar, pero querer reducir los contenidos de una asignatura a sus expresiones históricas más negativas, y de ahí deducir su necesaria idoneidad y obligatoriedad académicas, no pasa de ser una lectura perversa del hecho histórico religioso, y por supuesto una clara opción pedagógica fruto de una lectura criminalizada de las religiones. Es más, pretender que así es como se conseguirá de “importantes colectivos de nuestros conciudadanos, reforzar la tolerancia, el respeto mutuo y, en última instancia, la cohesión social”, no deja de ser la más absurda de las pretensiones, cuando no la contradicción más expresa del más primario, simple y elemental criterio pedagógico: reforzar los aspectos más positivos de la conducta para modificar los negativos. La propuesta no necesita más comentario. En este mismo párrafo se dice expresamente que: “la enseñanza de estos aspectos de las religiones debe de estar integrada en el currículo de la escuela de primaria y secundaria” y que esta tarea “ha de ser encomendada a los profesores y departamentos a quienes corresponda, especialmente los de geografía e historia y filosofía”. Evidentemente, apostar y determinar la necesidad y la importancia de una formación obligatoria para todos los alumnos sobre el hecho religioso y sus manifestaciones, es del todo coherente con el derecho de los padres y alumnos, 47 respeta el derecho constitucional y manifiesta claramente el reconocimiento de un área obligatoria para su desarrollo concreto y efectivo. Así mismo, al ser incluida esta enseñanza en el currículo, supone que será evaluada en el currículo correspondiente, esto es, como asignatura fundamental. Ahora bien, las objeciones se hacen también patentemente numerosas, pues aparte de que resulta inaceptable su ya aludida patente unilateralidad -la versión puramente conflictiva del mismo-, tampoco parece muy acertado querer pretender así eludir la presencia del estudio confesional a través de una asignatura o asignaturas que lo garanticen, y sustituirlo por un área de conocimiento donde dichos valores aparezcan difusos en estas áreas, como elementos transversales. Cabe pues el preguntarse: ¿Esta materia es algo más de lo que ya deben contener los programas de Historia, Filosofía, Geografía? ¿Cómo se organiza esta enseñanza no-confesional? ¿Tendrá un programa específico propio con una adecuada coherencia interna, o sólo propondrán algunos temas, dentro de un programa más amplio de la Geografía, de la Historia, de la Filosofía? Es cierto que el conocimiento de la cultura religiosa se puede hacer de manera integrada dentro de la asignatura de Historia, por ejemplo. Pero apelar a este argumento es falaz: para que eso fuera posible, se deberían reformar los planes de estudio de esta materia incluyendo temas sobre cultura religiosa – hasta ahora inexistentes– y ampliar su horario. ¿No habría la misma oposición a que la asignatura de Historia incluyera temas de cultura religiosa? Además, también la Ética forma parte de la Filosofía… ¿Por qué no suprimir esta asignatura e incluirla dentro de la enseñanza de la Filosofía? ¿Por qué no suprimir la Historia de la Música e incluirla dentro de la Historia del Arte o de la misma asignatura de Música, por cierto obligatoria? Pero cabe ir aún más lejos en las preguntas: ¿Qué garantías hay de que esta enseñanza no se utilice como arma de combate contra la Iglesia católica? Los que desean una educación católica para sus hijos –que son mayoría-, pueden tener objeciones más que fundadas contra el carácter obligatorio de esta materia para todos los alumnos. Si fuese una materia opcional, no habría nada que objetar. Conviene recordar aquí lo que dice el artículo I del Acuerdo entre la Santa Sede y el Estado español: «En todo caso, la educación que se imparta en los Centros docentes públicos será respetuosa con los valores de la ética cristiana». Es más, ¿No sería un error, querer duplicar dicha formación, a todas luces innecesaria, al menos para quienes eligen la confesional, que hoy por hoy y a tenor de la demanda social es la mayoritaria? Si como se dice textualmente se quiere forzar su inclusión totalmente difusa y difuminada en las asignaturas de geografía e 48 historia y filosofía ¿No conlleva -a parte de una innecesaria duplicación-, una igualmente necesaria modificación de los currículos de estas asignaturas? ¿No resulta más lógico desde el punto de vista de las garantías constitucionales y desde presupuestos puramente pedagógicos, el ofertar “una asignatura de historia de las religiones” opcional para quienes la elijan libremente y no deseen una educación religiosa confesional? Si se opta por lo propuesto por el documento, no tiene sentido que el currículo de primaria y secundaria tengan tres ofertas: historia de las religiones obligatoria para todos, confesional para los que la elijan, y enseñanzas alternativas para quienes no la elijan. Cuando menos, a todas luces una sobrecarga lectiva sin criterio pedagógico, académico y escolar alguno. ¿No sería mejor ofertar las dos posibilidades? Así se garantizaría el precepto constitucional de obligado cumplimiento; la necesidad de una formación religiosa que garantice el “pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos”, y se respetaría y atendería además, al pluralismo religioso, puesto que las distintas confesiones pueden hacer uso igualmente del precepto constitucional. Finalmente, se garantizaría el nada desdeñable equilibrio curricular y de horario, igual para todos los alumnos. Aquí de nuevo, hay que hacer resaltar el supuesto subyacente a tal propuesta. Analizado desde el punto de vista práctico, efectivo, es decir, de elección de los padres a la hora de la matriculación de sus hijos, hay que advertir que la implantación como obligatoria de la enseñanza de las religiones, aún existiendo la opción confesional, influiría muy decisivamente en la voluntad de los padres, quienes visto el amplio currículo que soportan sus hijos, darían por aceptado el hecho de recibir ya esa formación a través de esta asignatura obligatoria. Razonar así, ciertamente evidencia una forma futurible de conducta no demostrable a priori, y refleja a demás, una negativa sospecha de la débil fundamentación que asiste a muchos padres a la hora de elegir la clase religión católica. Pero la carga de profundidad de esta observación no va en la línea de los padres a la hora de elegir, sino de la intención de quien ha formulado esta propuesta, que evidentemente no es otra que la de obstaculizar, trabar y entorpecer lo que por la vía de los hechos es una evidencia año tras año: el ser elegida de forma absolutamente mayoritaria por los padres. Por otro lado y vistos los más que patentes prejuicios de partida que evidencia el documento, sobre todo en lo que se refiere a la legitimación y garantía del derecho a recibir una educación religiosa de acuerdo con las convicciones propias, parece bastante inquietante que al ser un ¿área/asignatura? establecida por el Gobierno… ¿No puede entenderse ésta 49 como religión del Estado para todos? ¿No hay otra vez de nuevo una fuerte presencia de fundamentalismo laico? ¿No será más bien una forma sibilina de recuperar de ciertos “tics” tan criticados del pasado -siempre se dicen superados-, pero que finalmente terminan afloran como inconscientes colectivos? ¿No parece más bien la recuperación de aquella vieja, trasnochada y siempre ridiculizada vieja asignatura de la formación del espíritu nacional? ¿Pudiera ser aquél mismo lobo, pero ahora disfrazado con el ropaje suave e inocente del cordero ciudadano, cuyos hábitos se dicen democráticos, tolerantes y multiculturales? Finalmente el documento –en lo que a esta comunicación se refieretermina con una afirmación cuando menos paradójica, pero de fuertes connotaciones contradictorias. Primeramente ha afirmado que la educación religiosa es un derecho que dimana de una exigencia constitucional, justifica su necesidad de estudio para la formación integral del individuo y para insertarse críticamente en la sociedad, asumiendo los valores de la convivencia democrática y de la tolerancia activa. Pues bien, ahora y sin ningún tipo de mediación argumentativa que lo justifique, pasa a decir todo lo contrario, o al menos, algo absolutamente distinto, que el Estado tiene la obligación de ofrecer enseñanza religiosa en las escuelas en virtud de los acuerdos suscritos con la Santa Sede y otras confesiones religiosas (Pág. 101). Esto es evidentemente incompleto e inexacto. El fundamento de la enseñanza confesional radica en el derecho que tienen los padres para elegir esta enseñanza, y no en unos acuerdos más o menos vinculantes o susceptibles de una interpretación cicatera, unilateral o parcial de los mismos. Finalmente decir que la libertad supone la posibilidad de elegir. Pero no se puede elegir lo que no se conoce. La clase de Religión potencia la libertad. Quienes deseen ser católicos lo podrán ser con conocimiento de causa, y los que se inclinen por ser ateos, lo harán también de forma más consciente y responsable. El que la asignatura de Religión figurase preceptivamente en el currículo, no condicionaría más la libertad que el hacer obligatoria la Filosofía, la Historia del Arte o la Literatura. El cursar cualquiera de ellas no presupone que después se sea católico, ateo, crítico de arte o escritor. Se dice que supone una obligación injustificada de declarar sobre las propias creencias, que veta el artículo 16.2 de la Constitución española. Elegir entre una u otra asignatura no vulnera este artículo, porque sólo se elige una asignatura, no se declaran cuáles son las propias creencias. 50 Puede suceder, por ejemplo, que unos padres deseen la asignatura de Religión católica para sus hijos, aunque ellos no la profesen. Si no fuese así, entonces, cualquier opción ideológica, como, por ejemplo, apuntarse a un partido político, o dar la cuenta corriente para hacer un donativo a una ONG, o la obligación de elegir entre jurar o prometer al tomar posesión de un cargo público, o señalar con una X en la declaración de la renta la aportación para el sostenimiento de la Iglesia católica, serían injustificadas obligaciones de declarar la propia creencia o ideología. Y por último, decir que establecer un Estado laico debe de entenderse en sentido positivo, sin cargas ideológicas ya superadas, sin el ánimo de imponer categorías propias de un pasado decimonónico desubicado; más bien un Estado laico significa que, ante la ley, deben ser iguales los creyentes en las diversas religiones y, también, los que no tienen ninguna. El laicismo de Estado no consiste en imponer una nueva confesionalidad: la laicista. Tanto los no creyentes, como las minorías religiosas confesionales en España (Hebreos, budistas, musulmanes, protestantes, ortodoxos, etc.) constituyen una pequeña minoría que tiene derecho a ser respetada. En un Estado laico, ciertamente sus creencias no deben ser discriminadas: todos iguales ante la ley. Ahora bien, que esta igualdad no se a costa de generar otra tal vez aún mayor, la de no respetar el derecho de los católicos, quienes a fin de cuentas, hoy por hoy, año tras año, y pese a las innumerables trabas y persecuciones, aún constituyen en nuestro país una abrumadora mayoría confesional en términos de elección. 51 COMUNICACIÓN SOBRE LA SEGUNDA PROPUESTA DEL M.E.C.: «UNA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES NO EVALUABLE NI COMPUTABLE A EFECTOS ACADÉMICOS». «LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES: SU OBLIGATORIEDAD, EVALUABILIDAD Y COMPUTABILIDAD ACADÉMICA Y CURRICULAR» Lcdo. D. Jesús Ginés García y Aiz. Secretario General de la Delegación Episcopal para la Enseñanza Católica y la Pastoral de la Cultura. Profesor de Religión y Moral Católica en el I.E.S. Sol de Portocarrero de Almería. 52 SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ ES UN PROBLEMA LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA? II. FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA, ACADÉMICA, EDUCATIVA Y CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN. III. UN POCO DE MEMORIA CONSECUENCIAS DE LA INMEDIATAMENTE ACAECIDA. HISTÓRICA: CRÓNICA ANÁLISIS Y EDUCATIVA IV. REFLEXIONES, APORTACIONES Y OBJECIONES A LA SEGUNDA PROPUESTA. V. CONCLUSIÓN FINAL: LA EVALUABILIDAD COMPUTABILIDAD DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN. Y 53 I. INTRODUCCIÓN: ¿POR QUÉ ES UN PROBLEMA LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA? Ante la campaña informativa que se está realizando sobre la enseñanza de religión en la Ley de Calidad, pretendo realizar algunas observaciones. Se constata que algunas de las informaciones son erróneas, o dicen "verdades a medias", lo que me parece preocupante ya que la información transmitida no es veraz y lleva a la confusión. En primer lugar haré referencia a algunos artículos fundamentales de la legislación tanto española como internacional4, que únicamente pretenden situar esta asignatura en el lugar que le corresponde, y que en la actualidad se están poniendo en juego. Cito algunas consideraciones legales5 al respecto: 1.- DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS. "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia"6. 2.- CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA. "Los poderes públicos garantizarán el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones"7. "Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Además ver: AAVV, Código de Derecho Canónico, Madrid, EDT. BAC, 199916, Título III, CC. 799, 804, 805; y sus respectivos comentarios en: GHIRLANDA, GIANFRANCO, El derecho en la Iglesia misterio de comunión, Madrid, EDT. San Pablo, 20002. 5 Ver también: JURISPRUDENCIA: sentencias de 1994 de 3 de febrero; del recurso contenciosoadministrativo 1635/1991, de 17 de marzo; del recurso contencioso-administrativo 4915/1992, y de 9 de junio; del recurso contencioso-administrativo 7300/1992. 6 Cfr. ONU (10-12-1948). 7 Cfr. Art. 27.3. 4 54 Católica y las demás confesiones".8 "La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto de los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales"9. 3.- ALGUNAS REFLEXIONES GENERALES. Con estas breves alusiones a la legislación, pretendo indicar que la presencia del área Sociedad, Cultura y Religión en el currículo escolar, no vulneraba ningún derecho básico sino que, al contrario, contribuía al cumplimiento de los mismos, colaborando en la formación integral de los alumnos y garantizando el derecho que asiste a los padres y alumnos a recibir enseñanza religiosa y moral según sus convicciones. Forma parte del ordenamiento jurídico básico constitucional del Estado asegurar el derecho a la formación religiosa y moral de todos los ciudadanos, y es un deber de los poderes públicos garantizarlo en el ámbito escolar. La presencia de la enseñanza de la cultura religiosa en la escuela no es un privilegio, ni tampoco debe ser (como parece que es) una cuestión ideológicapartidista-política, sino que es un derecho fundamental de la persona, en tanto en cuanto constituye parte de su identidad y la de su entorno (independientemente de que sea o no creyente). Por otra parte, ¿no es ideológico el oponerse de manera visceral a la presencia de la religión en la escuela? Si se cuestiona esta área podría ponerse en cuestión la presencia de cualquier otra. Toda campaña contra la religión es ideológica y recuerda a tiempos pasados decimonónicos, trasnochados, basados en un materialismo neopositivista (hagamos memoria histórica sin sesgos). El currículum de la asignatura Sociedad, cultura y religión estaba aprobado por los poderes públicos (el de la opción no confesional fue elaborado por el Ministerio, y el confesional por las autoridades religiosas competentes, pero aprobado por el Ministerio y siguiendo las mismas exigencias que el resto de áreas). Estaba articulado en torno a las cuatro fuentes presentes en todo currículo: fuente sociológica, psicológica, epistemológica y pedagógica. El profesor de esta área presentaba como el resto de sus compañeros una 8 9 Cfr. Art. 16.3. Cfr. Art. 27.2. 55 programación didáctica donde se desarrollan de manera sistemática los contenidos, objetivos, metodología y criterios de evaluación de la asignatura. Es decir, es una asignatura con un currículum tan académico y científico como puede serlo el de Filosofía, Historia, Ética,…, está por tanto, articulado de manera científica y académica. Los datos estadísticos (v.g.: matriculaciones curso académico 2003-2004) hablan por sí solos. En Educación Primaria el 85.85% de los alumnos optó por la asignatura de religión católica. En Educación Secundaria el 60.8% recibió la enseñanza de la Religión católica. En Bachillerato optaron por esta enseñanza el 41 % de los alumnos. La asignatura de religión es elegida por ocho de cada diez alumnos. Cifras que son un éxito para la asignatura, dada su clara situación discriminatoria en la LOGSE10, al tener una competencia desleal con la Alternativa, que además de no ser evaluable, en muchas ocasiones tampoco se imparte con ninguna seriedad. ¿Qué problema existe entonces con la presencia de la asignatura de religión en la escuela, si los padres y alumnos la eligen libremente y de manera mayoritaria?, ¿acaso tienen opción de elegir el resto de asignaturas? Con la nueva área no se obligaba a ningún alumno, a ir contra sus convicciones, pues podían elegir entre la opción confesional y la no confesional; más bien no se iba a privar a ningún alumno de recibir una formación, integral que contemple las múltiples aportaciones que la religión ha hecho a la cultura, sin la cual no es posible comprender la historia, arte, costumbres y creencias que forman el patrimonio de la humanidad. Es cierto que en el resto de los currículum hay elementos de la cultura religiosa, y lo mismo ocurre al contrario; la religión es parte de la cultura, y ha sido y es un elemento de tanta trascendencia que tiene entidad propia como área de conocimiento, y contenidos tan amplios que no se agotan en otras asignaturas, sino que deben tratarse de manera específica y sistemática11. Los contenidos curriculares de la nueva área en cualquiera de sus dos opciones no pretendían adoctrinar a nadie, no se imparte catequesis en la escuela, sino enseñanza de la religión. A ninguno de los alumnos que eligen religión católica se les exige que sean creyentes, y de hecho muchos no lo son, pero sí se interesan por la religión como fenómeno cultural y que les ayuda a Cfr. ESTEBAN GARCÉS, CARLOS, Enseñanza de la religión y ley de calidad, Madrid, EDT. PPC, 2003, pp. 11-49, 143-185, 193-210. 11 Cfr. AAVV, Orientaciones pastorales sobre la enseñanza religiosa escolar, su legitimidad, carácter propio y contenido, Madrid, EDT. EDICE, 1999, pp. 10-24, 30-37, 55, 82-90. 10 56 plantearse cuestiones de sentido. En todos los países europeos se da clase de Religión, en algunos como Inglaterra, es la única asignatura obligatoria por Ley. Francia es la excepción a la regla, ya que fue el único país que la sacó del ámbito escolar, pero ante la preocupante devaluación de la cultura religiosa y de valores en los jóvenes, se están planteando incluirla de nuevo (según la recomendación del Informe Debray)12. Si estamos integrados en Europa y se tiende a unificar los distintos sistemas educativos, ¿por qué algunos reivindican como modelo el francés, que es el único que excluye la religión? Si hay que mirar a Europa, hagámoslo. Recuerdo textualmente lo que dice el artículo 27 de la Constitución, ante la manipulación del mismo que se hace en la campaña informativa que citábamos al inicio de estas aclaraciones: Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales. Los profesores, los padres y, en su caso los alumnos, intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca. El artículo 27 garantiza el cumplimiento de un derecho humano fundamental, como es el de la educación; derecho que no emana del espacio público, sino que los poderes públicos deben poner en marcha todos los mecanismos para que cada ciudadano pueda ejercer su derecho a una educación. Derecho que incluye el de recibir una formación religiosa y moral. Concluyo estas aclaraciones pidiendo que no se utilice el área de Sociedad, Cultura y religión para librar batallas políticas e ideológicas en los 12 Cfr. AAVV, La enseñanza de la religión en Europa, en Alfa y Omega, 405/3 (2004), pp. 3-9. 57 centros, y que al menos se respete “su aportación innegable a la cultura y su validez para la formación integral de nuestros alumnos”13. Sirva como muestra de la importancia que se está dando a este estudio en Europa el siguiente texto: "La enseñanza de la historia de las religiones o de los usos y costumbres puede servir de útil referencia para futuros comportamientos", (….…), "La educación debe contribuir al desarrollo global de cada persona: cuerpo y mente, inteligencia, sensibilidad, sentido estético, responsabilidad individual, espiritualidad”14. Cfr. YANES ÁLVAREZ, ELÍAS, La educación cristiana, Madrid, EDT. EDICE, 1988, pp. 25, 165243. 14 Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI, «Informe Delors». 13 58 II. FUNDAMENTACIÓN CIENTÍFICA, ACADÉMICA, EDUCATIVA Y CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN. 1. ¿POSEE UNA DIMENSIÓN ASIGNATURA DE RELIGIÓN? TEOLÓGICA Y CIENTÍFICA LA La enseñanza de la Religión se atiene, en cuanto a su estructura epistemológica o disciplinar y metodología científica, al carácter científico con que en la cultura universitaria europea se abordan las ciencias de la religión y la teología15. Son saberes con una fundamentación y una metodología científicas propias, implantados con rigor y tradición en todos los Estados de nuestro ámbito cultural. Así lo recogen e incluyen las Facultades de Ciencias de la Educación en el organigrama de disciplinas formativas del Departamento de Pedagogía de Ciencias de la Educación.16 «La fe es un saber razonable, un saber que se traduce en expresiones objetivas de valor universal. La fe cristiana no es simplemente un grito del alma; es también una convicción. En la conciencia creyente se expresa como una certeza fundada. No surge como fruto del raciocinio, pero no es tampoco el resultado de un impulso irracional. Es un saber razonable, incluso cuando la fe transciende lo puramente conceptual, no se opone a las leyes del pensamiento».17 La religión tiene unos contenidos propios y una racionalidad que por sí mismos tienen capacidad para hacerse presentes y entrar en real y leal confrontación y diálogo con aquellos otros tipos de saberes y racionalidad con las ciencias- que operan en la escuela. «A lo largo de la historia la Iglesia no ha rehuido la reflexión crítica. Ha buscado continuamente mostrar la coherencia de la fe cristiana, de sus exigencias éticas, de su praxis, con la realización de una vida plenamente humana. La confrontación creadora con las diversas filosofías (y con las ciencias) está en la mejor tradición de la Iglesia. Este diálogo ha dado origen al pensamiento teológico en sus diversas expresiones, con sus métodos específicos, con su estatuto epistemológico original».18 2. COMPETENCIA CURRICULAR DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN. La competencia curricular, es decir, la validez profesional, la autoridad Cfr. AAVV, Claves teológicas de la ERE, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 24-25. Cfr. Enciclopedia de Ciencias, Técnicas y Saberes de la Educación (F.H.). (1973). 17 Cfr. Orientaciones Pastorales sobre la Enseñanza Religiosa Escolar, n. 37. 18 Ibidem n. 38. 15 16 59 intelectual y moral de su enseñanza es una exigencia que nace de la misma razón ética del trabajo encomendado. Sin embargo, hemos de ser conscientes de que la "opcionalidad" dentro de un mismo área, que es obligatoria para todos, conlleva, aún sin pretenderse, una sana competitividad. De ahí que revisemos nuestra preparación como tales profesores de religión. Señalaremos también una exigencia fundamental: 1.- Diálogo interdisciplinar. Una dimensión de la preparación curricular del profesor es la capacidad de entablar el diálogo interdisciplinar tanto con las otras opciones confesionales, como con las otras áreas. La Opción Confesional Católica ilumina el hecho religioso desde la perspectiva de la fe católica, y el profesor de religión debe entablar un diálogo clarificador y específico respecto a las otras opciones. Sólo será posible el diálogo interdisciplinar si se goza de una verdadera y sólida formación doctrinal. La ERE "no es una disciplina más al lado de las otras. Si se ocupa del sentido último, la religión ha de asumir y discernir el sentido de vida que las demás disciplinas también ofrecen. La formación religiosa, en un respeto total y absoluto de la autonomía de las demás materias, ha de integrar estos diferentes sentidos en el sentido último, que fundamentará un proyecto de vida coherente"19. Como conclusión podríamos decir que el área Sociedad, Cultura y Religión, tanto en su estructura curricular como en justificación política es, sin duda, la fórmula social más adecuada para que se garantice el derecho a la formación religiosa sin lesionar ningún otro. Corresponde a las autoridades académicas que su implantación sea con todas las garantías jurídicas y pedagógicas, al igual que cualquier otra área. El profesorado de la Opción Confesional Católica debe afrontar la nueva situación con un gran espíritu profesional y evangélico. Connatural al pluralismo religioso es la "curiosidad" por conocer el entresijo doctrinal y cultual de las otras opciones religiosas. El sentido crítico, signo de una madurez intelectual, sobrevive, si se da una firme y segura base doctrinal. Ésta es la gran responsabilidad que el profesor de religión tiene ante la nueva normativa sobre la ERE. "La obligación fundamental del profesor de religión es expresar la Cfr. BLÁZQUEZ PÉREZ, RICARDO, La enseñanza de la religión en la escuela, Bilbao, ED. Obispado de Bilbao, 1997. 19 60 riqueza y las múltiples dimensiones del saber religioso, y debe hacerlo de un modo pedagógico y adecuado a la circunstancia del educando. Nada más lejos de su labor que la función apologética".20 2.- Dimensión pedagógica de la Religión. La enseñanza de la Religión y Moral Católica tiene una identidad propia y posee un conjunto de experiencias y conocimientos, que desarrollan las siguientes posibilidades educativas en todos los alumnos21: 1.- parte del entorno del mismo alumno para procurar un aprendizaje significativo atento a los propios centros de interés en estas edades; 2.- le da la capacidad para situarse en forma abierta, crítica y exenta de prejuicios ante la realidad y la experiencia religiosa como hecho significativo presente en el propio ambiente socio-cultural y antropológico; 3.- ofrece el hecho religioso como una realidad integrada en el conjunto de experiencias de lo real; 4.- contribuye a una cultura religiosa suficiente, entre otras claves, para la comprensión de nuestra realidad social, cultural y humana; 5.- introduce, de forma sistemática, la reflexión sobre los sistemas axiológicos como realidades no autónomas, sino resultado de una construcción social e histórica, posibilitadora, desde sí misma, de la propia definición de creencias y actitudes morales. 3.- Características de la Enseñanza Religiosa Escolar Católica. La enseñanza de la Religión y Moral Católica tiene unas características que la identifican escolarmente como modalidad opcional curricular de carácter confesional22. Éstas son: 1.- Exposición del núcleo esencial del mensaje cristiano desde la fe de la propia Iglesia Católica, como ofrecimiento abierto a todos, según las Cfr. TORRALBA, F., La clase de religión, una propuesta humanizadora, en CEE (1999), La enseñanza de la religión, una propuesta de vida, Madrid, 1999, ED. SM, p.67. 21 Cfr. AAVV, Claves curriculares de la reforma, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 201-245. 22 Cfr. ESTEBAN GARCÉS, CARLOS, Foro europeo sobre la enseñanza de la religión, en Religión y Escuela, (mayo 2004), pp. 22-31. 20 61 posibilidades socioculturales y psicológicas en cada edad y en cada medio humano. 2.- Diálogo abierto, respetuoso y crítico con los otros campos del saber. Este diálogo con la cultura tiene su campo de desarrollo en un proceso interdisciplinar, de tal forma que la enseñanza de la Religión y Moral Católica sea una modalidad integrada dentro del marco curricular y, por tanto, inserta en una visión globalizadora de la educación. 3.- Apertura del alumno a la transcendencia y ofrecimiento de una respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas de tal manera que el significado último de su existencia le permita alcanzar una plena educación integral. 4.- Una enseñanza que tiene en cuenta los principios pedagógicos del diseño curricular y los incorpora a la especificidad propia de la enseñanza religiosa católica. 4.- Finalidad de la Enseñanza Religiosa Escolar. La enseñanza de la Religión y Moral Católica en la escuela tiene esta finalidad propia: “Presentar el mensaje y acontecimiento cristiano en orden a un diálogo con la cultura, lo cual conlleva una sensibilización con las raíces cristianas en que está inserto el conjunto de los demás saberes”23. Una constante preocupación ha presidido el desarrollo de los bloques: que los alumnos puedan confrontar los saberes del Área de Religión con los saberes de las restantes áreas. En este sentido se sugiere un constante ejercicio de interdisciplinariedad tanto en los aspectos más externos (uso de atlas, diccionarios, redacciones comparadas...), como en los aspectos de profundización y constante diálogo con el resto de las áreas curriculares. Estas pueden ayudar a analizar y completar determinados supuestos de la enseñanza de la religión desde sus respectivos puntos de vista. El Área de Geografía, Historia y Ciencias Sociales, el Área de Lenguaje y Literatura y el Área de Ciencias Naturales son las que, en mayor medida, incidirán en los aspectos de Cfr. AAVV, El área de religión en la LOGSE Andalucía, Madrid, EDT. PPC, 1999, pp. 193-194, 253-256. 23 62 la religión a los que podrían aportar sus planteamientos y su metodología. La investigación sobre lo que las diversas ciencias y medios de comunicación dicen respecto de los fenómenos religiosos tiene un sitio específico en la clase de religión. No se trata de polemizar, sino de clarificar y ayudar al alumno a formarse lúcidamente sus propios criterios. En cuanto a la relación y desarrollo de los bloques de contenido se ha tenido en cuenta una cierta sistematización del mensaje cristiano de modo que el alumno obtenga un conocimiento indispensable de las creencias, actitudes y valores cristianos. Es imposible valorar críticamente unos conocimientos si no se tiene una visión orgánica del conjunto de los mismos. Como ya se ha dicho, el planteamiento es paralelo al de la Educación Primaria: Responder a la gran pregunta de qué es y en qué consiste la relación del hombre con Dios. Se intenta que el alumno pueda definir, interpretar y dar respuesta, desde los contenidos de la religión católica, a los componentes de su tradición cultural y pueda insertarse de modo positivo y coherente en la sociedad en la que vive24. Todos los bloques encierran aspectos básicos del mensaje cristiano. Dentro de cada bloque se ofrece una descripción de los contenidos, un intento de acercamiento a la situación antropológica de los alumnos y una interconexión con los datos de la cultura y el arte presentes en nuestra sociedad. No hay un bloque explícitamente dedicado a estudiar la interrelación con la cultura, sino que está presente en todos ellos. 5.- Orientaciones generales para la evaluación. Evaluar es adquirir conciencia tanto del resultado de una acción realizada en función de lograr determinados objetivos como de las incidencias del desarrollo de esta acción. Quien actúa siente, normalmente, al término de su acción la necesidad de comprobar si ha logrado los objetivos propuestos o si tiene que seguir insistiendo en ellos, si el camino seguido y los medios utilizados en el desarrollo de su trabajo han sido correctos o si se precisa alguna rectificación. Se evalúa, pues, todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. Este concepto de evaluación del proceso de enseñanza y aprendizaje supone importantes implicaciones metodológicas: en primer lugar el objetivo de la evaluación se refiere al desarrollo de las capacidades expresadas en los objetivos generales del Área, a través de indicadores adecuados sugeridos en el Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Valor social y eclesial de la educación católica, Granada, ED. Adhara, 2001. 24 63 Diseño Curricular Base. Más que evaluar el rendimiento del alumno, se trata de comprobar en qué grado el proceso de aprendizaje le ha hecho progresar en el desarrollo de las capacidades expresadas en dichos objetivos generales25. Esto supone, en segundo lugar, que se aplican sucesivamente tres tipos de evaluación: 1.- Una evaluación inicial o diagnóstica para conocer el grado de desarrollo del alumno y su bagaje de conocimientos y actitudes previos. El profesor podrá así adaptar su actuación futura a los diversos niveles de maduración de los alumnos, con vistas a una orientación personalizada, que tiene en cuenta las posibilidades reales de cada alumno. 2.- Una evaluación del proceso de maduración de los alumnos, o evaluación formativa que de hecho, más o menos conscientemente, se va haciendo a lo largo del curso, y que interesa sistematizar para no dejar desatendida ninguna de las capacidades programadas. Esta evaluación tiene una función fundamentalmente orientadora. 3.- Una evaluación final, al término del proceso, para constatar si se han conseguido las intenciones educativas del proceso de enseñanza y aprendizaje. Conviene no confundida con la titulación o certificación oficial que, en determinados casos, se requiera. La evaluación final debe hacerse siempre, aunque no medie titulación alguna, para medir los resultados de la tarea realizada y la eficacia, o no, del proceso de enseñanza y aprendizaje. Viene a constituir la evaluación inicial para el siguiente tramo del proceso educativo. De todo lo indicado hasta aquí se deduce, en tercer lugar, que se trata de una evaluación criterial y formativa, adecuada a las metas fijadas a cada alumno, según sus posibilidades reales, y no de una evaluación normativa, que supone comparar el rendimiento de cada alumno con una norma general, a base de un baremo de rendimientos medios de los alumnos de una edad, para fijar la calificación de aptitud con unas determinadas notas. La evaluación criterial suministra a cada alumno información acerca de sus propios progresos y de cómo proseguir su trabajo personal. La finalidad Cfr. LÓPEZ ANDRÉS, MARÍA DEL MAR, Enseñanza religiosa escolar, Apuntes Ad usum privatum, Almería, 1999. 25 64 última de la evaluación es, efectivamente, orientar al profesor y al alumno para mejorar el proceso de enseñanza y aprendizaje (metodología, adaptaciones curriculares y optativas, recursos pedagógicos, necesidades especiales...). La evaluación se refiere a todo lo que forma parte del proceso educativo y, en concreto, al proceso de enseñanza y aprendizaje: 1.- Los contenidos del Área en su triple vertiente de contenido cognoscitivo, procedimenta1 y actitudina1 (hechos, conceptos y principios; procedimientos; valores, actitudes y normas). 2.- Las actividades programadas con referencia a los objetivos, para poner en funcionamiento las capacidades de acción y reflexión de los alumnos. 3.- Los recursos metodológicos utilizados (palabra oral y escrita, imagen y sonido, objetos y aparatos didácticos o tecnológicos, libros de consulta...). 3. ¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE UNA EDUCACIÓN SIN REFERENCIAS RELIGIOSAS? Esta reducción escolar conllevaría, en breve tiempo, una reducción antropológica y axiológica. Lo éticamente aceptable sería, simplemente, lo que en cada momento fuese científica y técnicamente posible, ya que no tendríamos a mano otras categorías para valorar las acciones a emprender. La experimentación y la experiencia sensible serían las que determinan la eticidad de las conductas: para ser bastaría experimentar y sentir. Lo bueno sería lo que provocase situaciones placenteras o supusiese avances sociales próximos, en términos mensurables o medibles, en la productividad, en el cálculo de vida cuantitativa, etc...26 Ésta es la sociedad que pretenden el nihilismo y el emotivismo fragmentario postmoderno. La mayor enfermedad de nuestros días es la falta de pasión por la verdad. Este clima difuso induce a muchos a rehuir la fatiga de hacerse cargo de la realidad y del entusiasmo que exige lo verdadero, abandonándose al disfrute de lo inmediato, en el tiempo, en el espacio, en el yo. Nuestro actual clima cultural nos aleja de la búsqueda de nuestra razón de ser Cfr. PARRILLA GÓMEZ, FRANCISCO, Comunidad cristiana y Escuela Confesional, Granada, ED. Adhara, 2001. 26 65 (cómo hemos construido lo que somos), de nuestra razón de esperar (qué ha de venir) y de nuestra razón de amar (qué debemos hacer por nosotros, por los otros cercanos, pero también por todos los que constituimos una humanidad solidariamente unida en un mismo destino). Los valores podrán incluso ser proclamados retóricamente y respetados desde una tolerancia pasiva e irresponsable carente de nervio, pueden llegar a ser simples disfraces para ocultar una inquietante ausencia de significados. En esta noche del mundo no quisiéramos que triunfasen la indiferencia, el olvido y la pérdida de pasión por el ser humano. Por ello seguimos apostando por una educación escolar en la que tengan cabida las preguntas por el sentido de la vida, los saberes sobre el alma, la cultura de la memoria, la solidaridad que brota del amor: lo que nos ha hecho y nos sigue haciendo humanos. La religión, el hecho religioso, forman parte de esa cultura. Si privásemos a la mirada sobre lo real de lo religioso, en nuestra visión ya no se reconocería el rostro humano, quizá tan sólo su máscara27. En relación intrínseca con los saberes filosóficos sobre el comportamiento humano y sobre la vida común, sobre el acontecer histórico y su memoria, cada tradición religiosa, aporta respuestas, no exclusivamente racionales, pero tampoco exentas de racionalidad, ante las grandes preguntas de la humanidad; y nos ofrece, además, un cuerpo de valores, asumidos por convicción, que se convierten en categorías necesarias para situarse en el mundo. 4. LA FUNCIÓN DE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN LA EDUCACIÓN. Si se quiere hacer realidad todo esto, el estudio del hecho religioso debe estar presente en el itinerario escolar junto a otras disciplinas, al mismo nivel que éstas, aunque con sus propios objetivos. No basta, sin embargo, con el conocimiento general sobre el hecho religioso. Es conveniente además una formación más específica en la tradición de una confesión religiosa concreta. Claro que este último itinerario educativo no puede ser único en una sociedad religiosamente plural: por eso hay que ofrecer un abanico de posibilidades para que el alumno opte. Pero, ¿qué es lo que aporta al proceso educativo la formación en las enseñanzas de una confesión religiosa concreta? Además, cada tradición religiosa ofrece, en primer lugar, una respuesta a las grandes preguntas de cada hombre: el sentido de la vida y de la muerte, del Cfr. DELICADO BAEZA, JOSÉ, Ante la reforma de la enseñanza, Madrid, EDT. PPC, 1988, pp. 12-17, 43-51. 27 66 sufrimiento y del dolor, de lo qué se puede esperar, del origen del universo, etc. No se trata de una respuesta científica, sino más bien experiencial y, en algún modo, también racional. Pero es una racionalidad distinta de la racionalidad positivista y empirista, aunque no menos válida, ya que el hombre necesita respuestas, sobre el origen último de todo y el para qué final de todo, que no siempre la ciencia empírica puede ofrecer. Si la ciencia empírica no da respuestas a estas preguntas, otros saberes humanos sí las ofrecen, al menos en parte, y estos saberes deben ser conocidos28. Cada tradición religiosa ha ofrecido normas de conducta, individuales y sociales. Detrás de cada religión concreta existe una moral, qué marca pautas sobre lo qué está bien o está mal, lo que debe o no debe hacerse. Esta moral dimana de la experiencia religiosa de algunas personas, lo que conocemos como revelación. Para nosotros, también con sus sombras que conocemos y reconocemos, la religión es un hecho humano positivo que no puede ser ignorado ni menospreciado. Al contrario, creemos que una buena educación sobre lo religioso puede ayudar a que aparezcan y se desarrollen las mejores calidades de la religión como factor decisivo para la emancipación y la humanización de la sociedad. Nos parece muy acertada aquella expresión de Kant de que no hay nada más peligroso para el hombre que dejar la religión en minoría de edad. Por el contrario, si apostamos por una ilustración y humanización de la religión, caminamos hacia un reconocimiento de posibilidades escondidas de humanidad y hacia una ilustración de la cultura. Ésa es nuestra apuesta: ilustrar la religión escolarizando la enseñanza de la religión, e ilustrar la escuela abriéndola a una consideración integral de la naturaleza humana. 5. RESPUESTA GLOBAL A LAS OBJECIONES CONTRA LA E.R.E. Hemos indicado anteriormente que son muchas las objeciones que desde grupos sociales, sindicales y políticos se presentan a la formación religiosa en la escuela. A veces son objeciones grandilocuentes y cargadas de fantasía, v.g.: la enseñanza religiosa es "inconstitucional", no debe impartirse en un "Estado laico"29, se trata de una "adoctrinamiento" de la Iglesia, que se dé en la parroquia, etc.… Sin querer caer en un análisis simplista, tales objeciones, desde mi punto Cfr. RAMOS SANTANDER, JOSÉ, Teoría General de la Educación, Apuntes Ad usum privatum, Almería, 1998. 29 A propósito de “Estado laico”, ver documento de: ADOLFO GONZÁLEZ MONTES, Iglesia católica y Estado laico, Almería, ED. Gutemberg, 2004. 28 67 de vista, no gozan, en general, de fuerza argumental alguna. Al ser imposible, en este espacio, dar respuesta a cada una de las objeciones, se ofrecen dos reflexiones como respuesta de conjunto: 1. Se prioriza la ideología sobre la pedagogía. Un análisis detallado de cada objeción nos da como conclusión que la base argumental de todo rechazo a la clase de religión es, fundamentalmente, de carácter ideológico y partidista; quienes mantienen tales posturas no tienen en cuenta ningún planteamiento pedagógico, académico, cultural, educativo, etc. Nunca se habla de las funciones de la escuela, no se menciona el concepto de educación integral, se margina la antropología que debe subyacer en todo proceso educativo, se pasa por el alto el contenido de las distintas cosmovisiones, se ignoran las distintas dimensiones de la persona, etc. Desde una postura ideológica y partidista, las bases para determinar el sí o el no a la clase de religión las constituyen los programas electorales. No se tiene en cuenta el concepto de persona ni el cuadro axiológico que debe enriquecerla para que alcance su desarrollo "pleno", ni las demandas de la educación integral, etc. Ahora bien, considerar un programa político, -pensado, a veces, más en captar votos que en transformar la sociedad- como única "fuente" para determinar el proyecto curricular de la escuela, en vez de acudir a las ciencias pedagógicas, es "politizar" el tema educativo. ¿Por qué esa postura obsesiva de rechazo a la clase de religión por parte de algunos grupos sociales y políticos? Una posible explicación esté en la pérdida de fuerza a la hora de hacer oposición política. La economía, el bienestar social, los derechos humanos, etc., que eran los temas más significativos de tales grupos, son hoy de dominio común, los comparten todo partido político y todo grupo sindical. En consecuencia, a veces, el único elemento más significativo como fuerza de oposición lo encuentran en el factor religioso. De ahí la persistencia en una negativa que resulta ya trasnochada a la luz de la experiencia de otros muchos países democráticos europeos. 2. Desconocimiento sobre la naturaleza de la ERE. La segunda reflexión que hacemos, como respuesta a dichas objeciones a la clase de religión, la centramos en el "desconocimiento" -consciente o inconsciente- o "ignorancia" que existe respecto al hecho religioso como factor educativo y de integración de la personalidad. Resaltamos algunas características. 68 a) El hecho religioso como realidad existente. Ignorar la existencia del hecho religioso y sus incidencias en la vida del hombre y de la sociedad es desconocer la historia de la humanidad y nuestra propia historia de aquí y ahora. No ha existido ninguna etapa de la historia y ningún lugar de la geografía -desde que tenemos indicios de existencia humana-, en los que no haya estado presente la religión dando sentido a la existencia y configurando a la misma sociedad. Afirma M. Velasco: "Los historiadores de la religión han renunciado hace mucho a indagar los orígenes empíricos de la religión, es decir, a descubrir el momento en que las humanidad comenzó a ser religiosa, convencidos de que donde existen indicios de vida humana, existen indicios de actividad religiosa".30 ¿No es, entonces, el hecho religioso un valor educativo, digno de ser conocido, interpretado y educado?, ¿No es su existencia a través de la Historia de la humanidad un aval suficientemente trascendente como para reclamar un lugar en la formación de los alumnos?, ¿Acaso otras áreas gozan de mayor fundamento curricular que el contenido del hecho religioso y sus manifestaciones? b) La confesionalidad del hecho religioso como cristalización de la conciencia religiosa. A veces, quienes rechazan la clase de religión ponen todo ímpetu de oposición en el hecho de que se imparta una enseñanza religiosa confesional. Es verdad que el hecho religioso puede ser tratado y contemplado como simple factor cultural y fenomenológico. De hecho, así está previsto en la Opción no Confesional de SCR. Pero también es verdad que el hecho religioso y sus manifestaciones son expresión de la conciencia religiosa de los hombres. Esta conciencia religiosa es, a su vez, expresión de los distintos modos y formas de relacionarse el hombre con el ser trascendente. La Historia de las Religiones es testigo del pluralismo religioso. Es lógico que a tal pluralismo correspondan "liturgias", distintas "teologías", en definitiva, distintas religiones históricas. La confesionalidad religiosa, por tanto, es la expresión de una comunidad de creyentes; es una expresión antropológica y social. Merece el Cfr. MARTIN VELASCO, JUAN DE DIOS, Introducción a la Fenomenología de la Religión, Madrid, ED. Cristiandad, 1978, p. 299. 30 69 máximo respeto y el máximo de atención porque constituye la urdimbre más íntima de la persona. De ahí que, al ser diversas las confesiones religiosas, sea también lógico que no se pueda imponer la formación en una de ellas; pero también es lógico que quienes participan y se identifican con una u otra confesión, quieran ser educados en ella. La educación religiosa confesional es una exigencia de la pertenencia a una determinada religión; exigencia, que hunde sus raíces en la naturaleza misma de la persona, en el ser constitutivo del individuo. El hombre religioso no es "neutralmente" religioso, sino que participa con su comunidad de creyentes de un mismo "credo". La misma fenomenología religiosa pone de relieve cómo la "confesionalidad" forma parte de la misma condición religiosa. Querer, por tanto, rechazar de la dimensión educativa de la religión su carácter confesional es ignorar la naturaleza misma del fenómeno religioso. Afirma Olegario G. de Cardedal: "Las religiones muertas se transmiten como cultura. Las religiones vivas sólo se transmiten con sinceridad, misión, celebración. Si la fe es principio constructivo de conocimiento y el «lumen atque instinctus fidei» son los que hacen real a la realidad de Dios en nosotros, no se puede transmitir en su real verdad poniendo entre paréntesis la fe. Un sistema conceptual del cristianismo es su negación en la raíz. No hay sistemas de fe, sin fe como estructura de realidad".31 c) El saber sobre el hecho religioso confesional como exigencia de la idiosincrasia esencial de la persona. El "saber" sobre el hecho religioso en todas sus dimensiones: cultural, social, teológica, histórica, confesional, etc. es una necesidad antropológica y social, porque en él está el fundamento de las distintas cosmovisiones, la respuestas a los interrogantes límites de la existencia, la justificación de muchas de las conductas humanas y, por supuesto, la clave hermenéutica de la vida social, cultural, artística, etc. La LOGSE afirma: “El objetivo primero y fundamental de la educación es el de proporcionar a los niños y a las niñas, a los jóvenes de Cfr. OLEGARIO G. DE CARDEDAL, Afirmaciones fundamentales sobre la religión en la escuela, en "Sal Terrae" 3 (1987), p.189. 31 70 uno y otro sexo, una formación plena que les permita conformar su propia y esencial identidad”32. ¿Es posible alcanzar la "formación plena" conforme a la "propia y esencial identidad", si se le niega al educando un educación de su opción religiosa confesional? Quienes se oponen por principio a la clase de religión está queriendo situar lo religioso en la esfera de lo privado, de lo accidental, como algo superficial de la persona. Desconoce o ignora que la opción religiosa e un factor de personalización y de integración de la personalidad. Supone, pues, una dimensión de la persona que exige ser educada. En síntesis, dos son las posibles causas que expliquen, de forma global, las distintas objeciones que desde algunos sectores de la sociedad se lanzan contra la formación religiosa en la escuela: Por una parte, el argumentar desde la ideología y desde planteamientos partidista; y, por otra, el desconocer la realidad del hecho religioso y su importancia en la configuración de la personalidad33. Por eso, afirmamos que el área Sociedad, Cultura y Religión es una respuesta adecuada, porque sus planteamientos y fundamentos son de carácter pedagógicos y no ideológicos. Cfr. Introducción de la LOGSE. Cfr. RODRÍGUEZ SANMARTÍN, ÁLVARO, La enseñanza de la religión católica y su entidad académica, en ANPE revista profesional, 479 (2004), pp. 25-26. 32 33 71 III. UN POCO DE MEMORIA HISTÓRICA RECIENTE: ANÁLISIS Y CONSECUENCIAS DE LA CRÓNICA EDUCATIVA INMEDIATAMENTE ACAECIDA. 1. LA OBLIGATORIEDAD DEL ÁREA SOCIEDAD CULTURA Y RELIGIÓN, Y SU JUSTIFICACIÓN CURRICULAR. LA APORTACIÓN NOVEDOSA DE AQUELLA LEY. La "obligatoriedad" del área es el aspecto que más pudo extrañar y provocar críticas, sobre todo por su contraposición al carácter de "materia optativa" que caracterizaba la clase de religión anteriormente. Dicha "obligatoriedad" quedaba justificada en la misma LOCE: "En los niveles de Educación Primaria y de Educación Secundaria, la Ley confiere a las enseñanzas de las religiones y de sus manifestaciones culturales, el tratamiento académico que le corresponde por su importancia para una formación integral, y lo hace en términos conforme con lo previsto en la Constitución y en los Acuerdos suscritos al respecto por el Estado español"34. Esta sencilla afirmación es de suma trascendencia para el área de formación religiosa. Es un párrafo que no está en el articulado de la LOCE, sino en la "Exposición de motivos", con lo cual viene a justificar el texto de la Disposición Transitoria Segunda en la que se explicita el área o materia de Sociedad, Cultura y Religión". Este párrafo rompe toda pasividad y silencio mantenidos hasta ahora en la legislación. Veamos algunos de sus rasgos más significativos: Reconocimiento de las "enseñanzas de las religiones y sus manifestaciones culturales". No se trata de un reconocimiento cualquiera ni de una afirmación intrascendente. Se reconoce el valor histórico y social del "hecho religioso" y su necesidad de que sea objeto de "enseñanza". "Tratamiento académico de la enseñanza". Cuando la autoridad académica afirma que las "enseñanza de las religiones y sus manifestaciones" tiene que tener un tratamiento académico, está afirmando su "status" curricular, su impartición en la escuela, su homologación a las demás materias comunes, 34 Así dice el Preámbulo de la Ley Orgánica de Calidad de Enseñanza (LOCE). 72 su carácter evaluable, su necesidad de ajustarse a los cánones pedagógicos y didáctico s de la escuela, etc… Destaca su "importancia para la educación integral". Éste es, sin duda, el aspecto más novedoso: relacionar la formación religiosa con la educación integral de la persona. Con él se está definiendo implícitamente la "educación integral" como un proyecto en el que debe entrar el hecho religioso, al igual que otras realidades experienciales del alumno: el conocimiento, la comunicación, la convivencia, la sociedad, la familia, el cuerpo, etc. Concordancia con la Constitución y Acuerdos suscritos por el Estado español. Este último aspecto da garantía a la afirmación central, esto es: carácter académico de las enseñanzas de las religiones. La Ley, por tanto, -y consecuentemente sus legisladores- no actúa con arbitrariedad, sino que el reconocimiento de tales enseñanzas concuerda con la Carta Magna y con los Acuerdos que firma el Estado. Realmente, se trataba de una argumentación nueva y de una nueva fundamentación de la ERE. Nunca se ha dado en la legislación civil una justificación educativa, pedagógica y académica de la clase de religión tan explícita. La valoración que la LOCE hizo (o hace, al menos hasta que no se derogue) del "hecho religioso" como elemento de educación, no se fundamentaba en un capricho político, sino que provenía de aplicarle a la realidad del "hecho religioso" las mismas fuentes curriculares que se aplican a los demás saberes para dilucidar si tal "realidad" es objeto o no de materia curricular. Las "fuentes curriculares" son las que garantizan que una materia sea y merezca considerarse como académica, esto es, integrada en el currículo de las distintas etapas educativas. En efecto, el hecho religioso y sus manifestaciones responden fielmente a las fuentes: sociocultural, psicológica, epistemológica y pedagógica. La "obligatoriedad", pues, se refería al área, porque su contenido común el hecho religioso y sus manifestaciones- es de interés para la formación integral del alumno. Las distintas opciones dentro del área -como ya hemos dichosalvaban la libertad de los padres y de las confesiones religiosas. 2. CONSIDERACIONES ACERCA DE LA LOCE. 1. Informe anual 2004 del Defensor del Pueblo sobre la asignatura de religión. 73 El Defensor del Pueblo habló de la Asignatura de Religión en el informe anual que presentó el 14 de junio en el Congreso de los Diputados35. Dejó claro en su escrito que los padres tienen el derecho constitucional a elegir la formación religiosa y moral «más acorde con sus propias convicciones». Considera que el modelo elegido en la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE) «no parece cuestionable», reclama «el máximo celo» por parte de las autoridades educativas para que no se produzcan «desigualdades o agravios comparativos» entre los alumnos en función de la opción elegida, impidiéndose, en todo caso, que la evaluación de estas enseñanzas favorezca o dificulte «injustificadamente» la progresión académica de cualquier estudiante. 2. Cómo queda la asignatura de Religión tras la suspensión de la LOCE.36 Tras la suspensión de la asignatura de Sociedad, Cultura y Religión, prevista en la LOCE, y tras las numerosas declaraciones que sobre esta cuestión se han publicado en las últimas semanas, la confusión sobre la enseñanza de la religión es muy notable entre padres y alumnos, incluso entre los sectores educativos. Conviene clarificar, pues, qué es lo que se ha suspendido y cuál es la regulación actual, que se mantendrá al menos hasta el curso 2006-2007, sobre la enseñanza de la religión. Entre otras cuestiones, es necesario decir que es una asignatura evaluable37 y computable, a todos los efectos, con la única excepción de la nota media de Bachillerato para becas y selectividad. Suspendida la implantación de Sociedad, Cultura y Religión, la implantación del nuevo marco para el saber religioso, Sociedad, Cultura y Religión, establecido en la LOCE, se ha retrasado dos cursos académicos, según el Real Decreto aprobado el viernes 28 de mayo. Pero se trata de un retraso únicamente nominal, puesto que en realidad es el primer paso para una posterior y definitiva derogación. Mientras, en ese entreacto, se pretende abrir un espacio de diálogo que nos llevará a una nueva Ley Orgánica de Educación que sustituya la LOCE y que conllevará una nueva consideración para la enseñanza de la religión. Con esta paralización de la LOCE -y de SCR"No es necesario cambiar la Religión de la LOCE". Para clarificar la actual situación sobre la enseñanza de religión y salir de la confusión, propongo la lectura del articulo de: CARLOS ESTEBAN GARCÉS, Director de la revista Religión y Escuela. MADRID. ECLESALlA, 16/06/04. 37 Recordemos que evaluar es adquirir conciencia tanto del resultado de una acción realizada en función de lograr determinados objetivos como de las incidencias del desarrollo de esta acción. Quien actúa siente, normalmente, al término de su acción la necesidad de comprobar si ha logrado los objetivos propuestos o si tiene que seguir insistiendo en ellos, si el camino seguido y los medios utilizados en el desarrollo de su trabajo han sido correctos o si se precisa alguna rectificación. Se evalúa, pues, todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. 35 36 74 permanece, para la enseñanza de la religión, la anterior regulación de 1994 que es la que está vigente en el actual curso escolar38. Conviene no olvidar que el origen de esta nueva materia SCR, que ahora se paraliza, está en ese decreto de 1994, con un ministro socialista, asumiendo ya entonces la necesidad de garantizar a todos los alumnos un acceso al hecho religioso, bien como enseñanza confesional, bien como actividades alternativas sobre manifestaciones de las diferentes religiones. Aquella propuesta global (Religión-Alternativa) y el desarrollo de la “alternativa”39 son la auténtica base de la nueva materia Sociedad, Cultura y Religión, establecida en la LOCE para abordar las religiones con el tratamiento académico que les corresponde por su importancia para la formación integral. Se mantiene la solución de 1994 sobre la ERE. La regulación de 1994 para la enseñanza de la religión fue necesaria porque en 1991 se suprimió, entre otras cosas (en las enseñanzas mínimas para el currículo de cada etapa), la evaluación de la asignatura de Religión, y los tribunales sentenciaron que dicha supresión era no conforme a derecho y, por consiguiente, nula. Ni la regulación de 1991 ni la de 1994 fueron pactadas. El decreto de 1994 fue unilateral y produjo ciertas reacciones40. La solución de 1994, que permanecerá dos años más, ante la paralización de la solución SCR, no puede ser considerada nunca una solución definitiva ni satisfactoria. Tampoco consensuada. La asignatura de Religión, según este decreto del 94, es considerada evaluable a todos los efectos en la educación obligatoria, es decir: se evalúa y consta en el expediente; y es computable para la promoción de curso desde que se ha modificado la promoción automática. La excepción académica es solo para el acceso a la Universidad y para becas de la Administración pública en el Bachillerato. El artículo 5 del mencionado decreto establece que en la Educación Primaria y en la Educación Secundaria Obligatoria la evaluación de la enseñanza de Religión Católica se realizará a todos los efectos, de acuerdo con la normativa vigente, del mismo modo que la de las demás áreas o materias del Cfr. RD 2438/1994, de 16 de diciembre. Véase la Orden del MEC. de 3 de agosto y la Resolución de Renovación Pedagógica de 16 de agosto de 1995. 40 Rememoremos algunas: El Gobierno regula la enseñanza de la religión sin dejar satisfechos ni a obispos ni a padres... Nadie está contento... (titular de Sociedad, El País, 17-12-94); los obispos acusan al Gobierno de marginar la enseñanza religiosa (titular de portada, ABC, 17-12-94); hemos comprobado con pena que esta regulación no se ajusta a lo establecido entre la Iglesia y el Estado... la Religión no será impartida en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales... consideramos que se ha perdido una oportunidad (Conferencia Episcopal Española, 15-12-94). 38 39 75 currículo, haciéndose constar en el expediente académico de los alumnos las calificaciones obtenidas41. Solo se contempla que la calificación no se compute para la nota media a efectos de acceso a la Universidad y becas de las Administraciones públicas42. Por tanto, si la Religión queda como estaba hasta el anterior curso escolar, no es, como se ha dicho reiteradamente en las últimas semanas, ni evaluable ni computable. Más bien lo contrario. En cambio, las actividades alternativas, aunque sean sobre Sociedad, Cultura y Religión, no serán evaluables43. 3. UNA NUEVA OPORTUNIDAD PARA EL CONSENSO. El objetivo último del decreto de 28 de mayo era, paralizar algunos asuntos controvertidos de la LOCE; pero, sobre todo, así se decía en uno de los borradores, no obstaculizar innecesariamente un nuevo proyecto de ley por parte del Gobierno para modificar lo regulado en la LOCE. Para esta nueva ley de educación se abrirá un diálogo para procurar llegar a un acuerdo, a un consenso para dar estabilidad a la reforma educativa, señaló la vicepresidenta del Gobierno, tras anunciar el decreto recién aprobado por el Consejo de Ministros. Siendo conscientes de que en esa nueva ley será necesario abordar, otra vez, la presencia del saber religioso en el sistema educativo, superando así, por una parte, la insuficiente regulación de 1994 y, por otra, la suprimida propuesta de la LOCE, estamos ante una nueva oportunidad para alcanzar un consenso educativo que nos aporte una solución estable para la clase de Religión. Ese diálogo reclama la participación activa de todos los sectores implicados en la ERE. Convendría no desechar de antemano lo mejor de las distintas soluciones que la enseñanza de la religión ha tenido desde la democracia44. La solución de 1994 es claramente insuficiente, pero aporta la evaluación de la asignatura de Religión y el valor de Sociedad, Cultura y Religión como alternativa; la solución de 1980 puede tenerse en cuenta por su equilibrio académico entre los que quieren la ERE y los que no la eligen; la solución LOCE de 2002 supone un planteamiento educativo sobre el hecho religioso en el sistema educativo abordado académicamente por su importancia para la formación integral. Cfr. Artículo 5.1. Cfr. Artículo 5.3. 43 En su versión original de 1995, no en la consideración de la Ley de Calidad. 44 Tiempos de UCD, del PSOE y del PP. 41 42 76 La Iglesia, desde luego, debe favorecer y participar cívica y activamente en el diálogo, y así lo ha hecho, y lo está haciendo. El presidente de la Conferencia Episcopal Española, Rouco Varela, en la asamblea plenaria del 3 de mayo, señaló por lo que toca a la enseñanza de la religión en la escuela se había llegado, según nuestro leal saber y entender, a una solución satisfactoria a través de la implantación del área Sociedad, Cultura y Religión. Sin ser la única posible, esta regulación conjuga la calidad académica con la libertad exigible en este campo, abriendo un horizonte de esperanza para la superación de los problemas que han acompañado a esta enseñanza en los últimos lustros. Confiamos en que la vía del diálogo, a la que la Conferencia Episcopal Española se ha acogido siempre en toda esta etapa de vida política española, ayude a resolver este asunto de modo estable, como pide el bien que está en cuestión. No se trata de privilegiar ni de discriminar a nadie -añadía el cardenal Rouco-, sino de posibilitar el ejercicio real y pleno de un derecho tan básico como es el derecho a la educación... Naturalmente, ni la Ley establece ni nosotros pedimos que la enseñanza de la Religión Católica sea obligatoria para todos. Hay fórmulas adecuadas para ello, sin que nadie, ni los que optan por la Religión Católica ni los que no lo hacen así, resulten discriminados de ningún modo. Así pues, una vez abierta esta nueva etapa de diálogo, todos hemos de cooperar para hacer posible una solución estable y consensuada para la educación en general y para la enseñanza de la religión en particular. Desde luego que los profesores de Religión habremos de participar activamente enriqueciendo el debate desde la realidad educativa. El primer trimestre de este curso 2004-2005 será clave para este debate, puesto que se prevé que la nueva Ley Orgánica de Educación comience su trámite parlamentario en otoño de 2005. 4. HACIA UN NUEVO CURRÍCULO. Una de las consecuencias de la nueva ley de educación que se podría iniciar en el curso 2006-2007 será establecer un nuevo currículo escolar para todas las etapas en el que las claves pedagógicas se parecerán más a la LOGSE que a la LOCE. Entre otras cuestiones, volverán al currículo escolar los conceptos, procedimientos y actitudes. Para ese currículo general habrá que elaborar también el correspondiente a la enseñanza de la Religión Católica que se impartirá en las condiciones que se establezcan en la nueva ley educativa cuyas primeras reformas se espera sean implantadas en el curso 2006-2007. 77 En la actualidad, para la asignatura de Religión Católica, el currículo vigente es la reorganización de 200145. Estaba previsto que este currículo fuera sustituido por el de la opción confesional católica de SCR.46 En la mencionada Orden se estableció este currículo formando parte de la materia Sociedad, Cultura y Religión (artículo primero) y estableciendo que forme parte del currículo escolar. Sin embargo, el decreto de 28 de mayo paraliza la implantación de las enseñanzas previstas en la LOCE con carácter general y, por tanto, también queda suspendida la nueva materia de SCR. Puede entenderse, pues, que el currículo de la opción confesional católica, en el marco de SCR y del currículo general de la LOCE ha quedado suspendida. La no aplicación, pues, del currículo de la opción confesional católica de SCR tiene una lógica razonable: fue diseñado en una clave pedagógica de la LOCE que no será implantada en el sistema educativo; fue pensado en el marco de una asignatura que tampoco será finalmente establecida; fue estructurado en paralelo a una opción no confesional que tampoco será realidad. Los currículos de SCR, como los de todas las demás materias, aunque hayan sido publicados en el BOE, se han retrasado dos años en su implantación47. Si la Iglesia, que tiene competencia para ello, quiere establecer el nuevo currículo de SCR confesional para Religión Católica, debe proponerlo oficialmente como tal a la Administración educativa para que ésta, incorporado al currículo general, establezca su implantación. Añádase la complicación que supone no poder cambiar los libros de texto, según la legislación vigente48, si no llevan un tiempo mínimo (cuatro años), a no ser que una Ley de rango superior así lo establezca49; y la dificultad de cambiar ahora conscientes de tener que cambiar de nuevo en breve. Los alumnos que optaran por la enseñanza confesional de las religiones, tendrían "dos currículos de religión", mientras que los otros alumnos sólo tendrían uno, con lo que se conculcaría el principio de igualdad. La "novedad" está en la nueva área de educación para la ciudadanía, cuyo anuncio ha causado extrañeza en parte de la sociedad española, porque puede conculcar derechos de los padres a la elección de la educación de sus Desde el punto de vista técnico no es un currículo en sentido estricto -no se publicó en el BOE-, sino la reorganización del currículo de 1991 que sí se publicó en el BOE con la Orden de incorporarlos al currículo de cada nivel educativo. 46 Cfr. Orden RD 3509/2003 de 15 de diciembre, BOE de 17. 47 Según hemos indicado ya a la luz del decreto de 28 de mayo. 48 Cfr. RD 1744/1998 de 31 de julio, BOE de 4 de septiembre. 49 Cosa que no ocurre ya al paralizarse la LOCE. 45 78 hijos, y, en general, hay que decir que este tipo de enseñanzas no es propio de regímenes democráticos. Pienso que esta propuesta no debe prosperar más que en el fomento de actividades interdisciplinares entre distintas asignaturas del currículo escolar. 79 IV. REFLEXIONES, APORTACIONES Y OBJECIONES A LA SEGUNDA PROPUESTA. 1. ANÁLISIS DE LA PROPUESTA 10.2 DE LA ENSEÑANZA DE LAS RELIGIONES. «La enseñanza confesional de las religiones será de oferta obligatoria por parte de los centros, impartida por el profesorado que se determine de acuerdo con los responsables de las distintas religiones y voluntaria para los alumnos. Su calificación no computará a efectos académicos de cálculo de nota media de acceso a la universidad ni para la concesión de becas»50. Lo que se afirma en esta propuesta no tiene nada de novedoso. Es una propuesta obligada por la Constitución y los Acuerdos Iglesia-Estado. La primera impresión que da es que se respeta la legalidad, como no podía ser de otra forma. El reconocimiento que la autoridad política hace de esta propuesta constitucional es de obligado cumplimiento. Es exactamente la exposición del estatus que tiene en la actualidad la religión confesional51. Sin embargo resulta conveniente recordar que este Real Decreto fue forzado por diferentes sentencias del Tribunal Supremo, como refleja el preámbulo del propio Real Decreto52. Dichas normas fueron declaradas no conformes a derecho por el TS en los artículos referidos a la evaluación y efectos académicos de la Religión y sus Actividades Alternativas53. La voluntariedad de la Religión Confesional para los alumnos es una realidad desde los años 70. Si la propuesta va más allá, y lo que se pretende, tal y como se recoge en declaraciones de algunos responsables de la Administración Educativa es que la Religión no sea evaluable o no cuente para pasar o no de curso, hay que recordar que el carácter evaluable de la Asignatura de Religión Confesional está fuera de toda duda y también ha sido corroborado Cfr. AAVV, Una educación de calidad para todos y entre todos, Madrid, ED. MEC, 2004, pp. 93-99, 100-105. 51 Regulada por el RD 2438/1994. 52 A lo largo del curso académico 1993-1994 el Tribunal Supremo dictó sucesivas sentencias en las que, al resolver recursos contencioso-administrativos sobre la citada regulación se pronunció declarando la nulidad de determinados artículos de las normas de referencia. 53 Cfr. RRDD 1006/1991, 1007/1991 Y 1700/1991. 50 80 por el Tribunal Supremo54. Los efectos que surte esta evaluación también son aclarados en las mencionadas sentencias. "Mientras en la enseñanza obligatoria la evaluación del área de Religión surte los mismos efectos que la del resto de áreas del currículo, en el Bachillerato las calificaciones de Religión no se computan a los únicos efectos de obtención de la nota media para el acceso a la universidad ni para la selección de solicitudes de beca y ayudas al estudio cuando hubiera que acudir a los expedientes académicos para establecer un criterio de prioridad. Esta salvedad deriva del obligado respeto al principio de igualdad entre los alumnos"55. No olvidemos que esta salvedad es debido al carácter no evaluable de las Alternativas. Por otra parte y, a mi juicio, me parece una contradicción "in terminis" el plantear la existencia de asignatura no evaluable. Se despoja a una asignatura de la herramienta fundamental para valorar la consecución de los objetivos, al tiempo que se condena al profesor a no poder evaluar la efectividad de su propia práctica docente, dejando en el vacío su profesionalidad. En resumidas cuentas; se presenta como obligatoria para los centros y voluntaria para los alumnos. Su profesorado será el que se determine de acuerdo con los responsables de las distintas religiones. No se computará a efectos de becas y acceso a la universidad. Se ha presentado esta propuesta como novedosa. Parece ser que la religión era antes obligatoria para todos. La forma en que se enuncia el tratamiento a los profesores parece indicar algo nuevo en cuanto que éstos serán los que determine la autoridad administrativa, si bien, de acuerdo con los responsables de las distintas religiones56. Las Cfr. Sentencias de 1994 de 3 de febrero; del recurso contencioso-administrativo 1635/1991, de 17 de marzo; del recurso contencioso-administrativo 4915/1992, y de 9 de junio; del recurso contencioso-administrativo 7300/1992. 55 Cfr. Igualmente, todos los efectos que surgen de la evaluabilidad están recogidos en el Preámbulo del RD 2438/1994. 56 Debajo de esta fórmula late el proyecto de designación ya experimentado en la Comunidad Autónoma catalana y en el Convenio de la Comunidad Autónoma vasca. Propuesta global de profesores que serán designados por la autoridad académica en el lugar y horas que ella convenga. 54 81 calificaciones no serán tenidas en cuenta en cuanto a becas y acceso a la universidad. No se especifican las etapas donde esto se establezca, aunque es evidente que será en bachillerato, pues sólo en esta etapa se tienen en cuenta las notas para el acceso a la universidad o adquisición de becas. 2. PROPUESTAS PARA EL DIÁLOGO SOBRE LA ERE. Creemos que es posible y deseable conseguir una solución duradera, consensuada y socialmente sostenible. Esta solución debe ser pactada políticamente y, a ser posible, formalizada en una norma legal estable, al abrigo de cambios gubernativos. La perspectiva en que nos situamos, pasa, por tanto, por la renuncia a posiciones confrontadas en exceso, por no decir extremas, y por la exclusión de planteamientos estrictamente partidistas, por legítimos que pudieran ser, o consideraciones sólo confesionales. Partimos de la base de que todos pueden ganar mucho si todos aceptan perder algo. Así saldrá ganando la sociedad española en su conjunto. Los partidos, tanto los de izquierda como los de derecha, deben renunciar a aprovecharse del rédito electoral que tiene defender posiciones utilitarias. Por eso proponemos firmemente, desde el principio, que se concluya en un pacto escolar sobre la ERE. Los sectores ideológicos de la izquierda o afines deben también renunciar a un dogmatismo excluyente en su concepción de la escuela. A nadie podemos exigir que deje de defender sus legítimas posiciones, pero creemos que unos y otros deben renunciar a las posiciones irreconciliables que han acabado haciendo de ésta una de las pocas cuestiones que, tristemente, todos enarbolan como seña de identidad y que sólo sirve para la confrontación57. Por último, partimos de la necesidad, que amplios sectores sociales y profesionales perciben, de que exista continuidad en la política educativa en este punto, por conflictivo que sea. Creemos que deberíamos intentarlo por la misma razón que los ciudadanos valoran que exista desde 1993 continuidad y estabilidad en la política económica. Nuestra sociedad tiene derecho, por razones tan profundas y exigentes como las económicas, a que las opciones de fondo en educación estén, en líneas tan fundamentales como ésta, libres de los indeseados efectos de los sucesivos y previsibles vaivenes de la política. Ahora queremos presentar el resultado de las reflexiones que preceden, ya largas, en forma de afirmaciones o propuestas que sirvan para el diálogo intelectual y Cfr. AAVV (EDITORIAL), La enseñanza de la religión en la escuela. Una solución posible, en Revista de Fomento Social, 59 (2004), pp. 239-276. 57 82 para el debate público. 3. RAZONES Y FORMAS DE LA PRESENCIA ESCOLAR DE LA ERE. La ERE está y debe seguir estando presente en la escuela por razones culturales, con una legitimidad escolar propia, y no por razones confesionales. La ERE debe integrarse en el cuadro de las finalidades educativas de la escuela, como una materia ordinaria más, sin más excepciones que las que sean imprescindibles para las opciones de desarrollo confesional por ese mismo carácter. Nos inclinamos por esta solución porque es la que da una respuesta mejor a los desafíos sociales, porque es las que articula mejor los tres principios que hemos citado (integralidad, pluralidad, cooperación) y porque ofrece la mejor integración en el horizonte europeo, desde la historia propia española. Junto a la educación cultural de las diferentes confesiones con acuerdos con el Estado (confesional y específica para los creyentes o para quienes la soliciten), habrá una educación cultural de la religión no exclusivamente confesional, con itinerarios específicos para la educación cultural confesional de las diferentes religiones58. Esta solución se inserta en el modelo cultural predominante en España (cooperación escolar entre el Estado y la Iglesia; en nuestro contexto actual debe hablarse de todas las confesiones religiosas reconocidas), aunque asuma algunos elementos del modelo de plena integración. Esta solución, nueva en la historia educativa de España, debe permitir una profunda elaboración de la educación cívica común, de la ética de mínimos, de aquel patrimonio cultural que es común para todos los ciudadanos (cultura religiosa) y de la educación constitucional. Estos contenidos educativos deben tener su propia autonomía, sin que queden subrogadas todas estas dimensiones en las diferentes opciones de desarrollo curricular de la ERE. Desde estos planteamientos se integrarían las asignaturas de contenido confesional en los esquemas propios de la escuela. Las disciplinas tendrían unos contenidos objetivos, por lo que podrían ser plenamente evaluables. Conclusiones de la presencia escolar de la ERE: Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Evangelización y Escuela, Granada, ED. Adhara, 2000. 58 83 La religión es el acto humano específico que tiene su origen en el reconocimiento por parte del hombre de una realidad suprema, el "Totalmente Otro", que da sentido a la existencia humana. Como respuesta a esta búsqueda de significado de la existencia es una necesidad innata a toda persona. Es decir, la religiosidad en cuanto sistema de interpretación de significado es necesaria por naturaleza. Esta búsqueda de significado sigue un proceso de maduración de acuerdo con los presupuestos de la experiencia personal, lo biográfico individual y colectivo. Por eso han de distinguirse grados o etapas de religiosidad desde la niñez hasta la madurez adulta, coincidiendo con el nivel de integración de personalidad. Este desarrollo es fruto de sucesivas cosmovisiones que, a través de la dialéctica pregunta-respuesta, va desde una respuesta provisional fundamentada en el nivel no último de la realidad, que se denomina cultura, hasta alcanzar una respuesta de nivel último, religión. Ambas son respuestas a un mismo objetivo, la autenticidad humana. Por eso un modelo educativo es válido en la medida en que en la antropología sea el centro de su concepción cultural y religiosa. No es posible la neutralidad, supone una opción. Religión y educación entendidas como proceso de maduración del hombre son dos conceptos inseparables59. Cfr. MÍNGUEZ ÁLVAREZ, CONSTANCIO, Educación y Religión en una sociedad intercultural, Málaga, ED. Gráficas Anarol, 2004. 59 84 V. CONCLUSIÓN FINAL: LA EVALUABILIDAD Y COMPUTABILIDAD DE LA ASIGNATURA DE RELIGIÓN. 1. ¿ES POSIBLE LA VALORACIÓN OBJETIVA (EVALUABILIDAD) DEL PROCESO DE ENSEÑANZA-APRENDIZAJE DE ESTA PECULIAR MATERIA? Según la opinión de algunos, es aceptable que haya enseñanza religiosa en la escuela, pero sólo como optativa y no evaluable. ¿Puede entenderse una clase de religión sin evaluación?, ¿existe la posibilidad de valorar objetivamente el proceso de enseñanza-aprendizaje de esta disciplina?60 Reconocer que la asignatura de la religión debe impartirse en la escuela y, a la vez, negarle que sea evaluable es una forma "sibilina" de negar que exista dicha enseñanza. Desde el punto de vista pedagógico, suprimir el factor "evaluación" de una asignatura es contrario a la naturaleza misma de "asignatura". De ahí que la intención oculta es rechazar la clase de religión; aunque, al tropezar con la contundente afirmación de la Constitución61, no queda más remedio que buscar una salida que compagine el principio constitucional -derecho a la formación religiosa y moral- y la doctrina partidista -negativa a la clase de religión-. Es la estrategia de: "Si no se puede anular que, al menos, quede desprestigiada". Desde el punto de vista jurídico, pretender que la enseñanza religiosa sea una asignatura "no evaluable" contraviene, entre otros, el Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede (1979). En él se le reconoce a la enseñanza de la religión un tratamiento "en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales".62 Dicho vulgarmente: debe ser considerada una asignatura como las demás, con todas las consecuencias y exigencias académicas, entre las cuales está que sea evaluable y conste en el expediente académico del alumno. Que la asignatura de religión tenga el mismo tratamiento "evaluativo" que las otras materias está recogido también en el Real Decreto 2438/1994, de El tema de la enseñanza religiosa en la escuela, a pesar de su nuevo "status non nato" de la LOCE, no ha dejado de ser objeto de debate y discusión. Hace unos meses el Sr. Caldera respondía a una pregunta sobre la supresión de la asignatura de la religión diciendo: "Está en estudio. Su enseñanza debe estar garantizada por el Estado, pero debe ser optativa y no evaluable" (ABC, 4/1/04). Esta opinión personal es oficial en el PSOE según declaración de su Secretario General (19/1/04). 61 Cfr. Art. 27.3. 62 Cfr. Art. 11. 60 85 16/12/94. En él se regula la "evaluación" tanto de la enseñanza religiosa católica como la de las otras religiones. Por otra parte, en el debate sobre el área o asignatura "Sociedad, Cultura y Religión", el informe del Consejo de Estado así como el del Consejo Escolar del Estado han reconocido que es conforme a derecho que la asignatura sea "evaluada" como las otras materias. No hay, pues, razón jurídica alguna que niegue a la enseñanza religiosa su carácter de "evaluable". Al contrario, se le reconoce que es una exigencia conforme a su naturaleza académica. Más fuerza, si cabe, que la razón jurídica, es la fundamentación pedagógica. Hemos venido diciendo en las cuestiones anteriores que la enseñanza religiosa, por imperativo constitucional, debe impartirse en la escuela dentro del horario académico; que es una materia plenamente curricular por ajustarse a las "fuentes curriculares"; que, en cuanto tal, debe impartirse conforme a la exigencias pedagógicas y didácticas que imponen las Ciencias de la Educación; que el profesor debe gozar de la adecuada titulación académica, similar a la de los otros profesores que imparten las demás áreas; en fin, que se trata de una asignatura en su sentido más estricto. Según esto, ¿se le puede negar uno de los elementos que integra todo currículo como es la evaluación? De ser así, supondría una clara discriminación académica y un "descafeinar" la naturaleza de asignatura63. La "evaluación" académica, según las normas de la Didáctica, es un factor de gran interés pedagógico. Su razón de ser está en garantizar que el proceso educativo sea lo más operativo y eficaz posible. No se trata de un simple recurso para evaluar "resultados" del alumno, sino que encierra toda una dinámica de revisión y orientación del proceso mismo, de la intervención del profesor, de la integración del alumno, etc. Según estas funciones de la evaluación académica, ¿se puede entender y afirmar sin rubor que la asignatura -en este caso de religión- no sea evaluable? Con tal negativa se está queriendo convertir la enseñanza religiosa en lo que persistentemente están "criticando" y "denunciando", esto es, que la clase sea un espacio de formación de carácter espiritual, catequético, etc. Y ya hemos dicho que una diferencia esencial con la catequesis está precisamente en su naturaleza curricular y académica. Consecuentemente, la evaluación, que es un rasgo característico de toda asignatura, no se le puede negar a la enseñanza religiosa. No quisiera dejar de resaltar la función motivadora que ejerce la Cfr. RODRÍGUEZ CARRASCO, BALDOMERO, Cuestiones razonadas sobre la clase de religión, Granada, ED. Adhara, 2004. 63 86 evaluación, entendida en su auténtico sentido. La "formación", en cualquiera de sus formas y modos en que se lleve a cabo, siempre supone y exige esfuerzo, lucha, trabajo, etc. Es, en cierta manera, una actividad ascética. Quiere esto decir que, de no darse una madurez y adultez psicológica -y el alumno no la tiene- es muy difícil estimular el interés, la ilusión, la autoestima, etc. en dicho trabajo formativo. Si la oferta de la formación religiosa -como la de cualquier otra asignatura- no tiene el apoyo pedagógico y el refuerzo psicológico de la animación, del reconocimiento, de la valoración, del refuerzo, etc. -funciones éstas de la evaluación-, está llamada al fracaso como tal oferta. ¿No será este "fracaso" lo que pretenden quienes niegan que la enseñanza religiosa no se evaluable? En resumen, con la objeción de que la enseñanza religiosa no se evalúe se está minando la misma existencia de tal formación. Una vez más hay que decir que tal postura responde a criterios ideológicos y partidistas y de ninguna manera a los principios de la Didáctica. Debe quedar claro que es una estrategia "perniciosa" contra el principio constitucional, avalado por la demás leyes internacionales de que la enseñanza religiosa sea una asignatura curricular. Esperemos que la aportación del estudio, reflexión y debate de estas 310 personas que estamos aquí presentes, sirva para ilustrar, iluminar y aportar luz, sentido y razón al debate actual y a la redacción última del nuevo proyecto de ley educativa de la ministra Sansegundo y de su gabinete ministerial, esperando y deseando que “las cartas no estén marcadas” desde un principio por la ideología radical de unos determinados dirigentes de un partido. Solamente recordar que un gobierno, sea del partido político que sea, DEBE GOBERNAR PARA TODOS LOS CIUDADANOS, sean o no de su filiación política. Finalmente mencionar esta misma idea, y hacerla extensible, para los sindicatos en su deber de defender los derechos y dignidad de TODOS LOS TRABAJADORES, sin excepciones (por lo menos que no se exima de derechos a estos más de 18000 trabajadores docentes de religión confesional católica en España). 87 COMUNICACIÓN SOBRE LA TERCERA PROPUESTA DEL M.E.C.: «COMPETENCIA DE LOS CENTROS EN LA ORGANIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES». Lcda.. Dª. Adela Requena García. Miembro del equipo del grupo de investigación de la Real Academia de la Historia para la elaboración del Diccionario de Personajes Ilustres Españoles. Profesora de Religión y Moral Católica en el I.E.S. El Alquián de Almería. 88 SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN. II. LA ERE EN LA ESPAÑA DEMOCRÁTICA. III. LA ENSEÑANZA DEL RELIGIÓN EN EUROPA. IV. REFLEXIONES SOBRE LA PROPUESTA. V. EDUCACIÓN EUROPEA DE CARA AL SIGLO XXI. 89 I. INTRODUCCIÓN. Lo escueto y puntual de la propuesta objeto de reflexión en estas líneas obliga a la brevedad sin que ello suponga en ningún momento la ausencia de profundidad en el análisis. Además al desarrollarse en el marco de unas jornadas, nos obliga también a mantener un grado de concreción importante que permita a cada comunicante desarrollar sus reflexiones sin resultar excesivamente reiterativos para el lector. Como consecuencia de las propuestas llevadas a cabo por el Ministerio de Educación y Ciencia sobre la Enseñanza de las Religiones, tienen lugar estas Jornadas. Su objetivo es el debate de las mismas. Sabemos que es necesaria una reforma educativa en España, los índices de fracaso escolar y de absentismo así lo demuestran y dentro de esta reforma, aunque no sea la esencial ni la de mayor urgencia, somos conscientes de que hay un problema al que dar solución, el de la ERE, que suscita un debate público y mediático, pero que para nosotros es fundamentalmente un derecho constitucional de los padres y un deber del Gobierno poner los medios para que se cumpla. El actual Gobierno, paraliza la aplicación de la LOCE en determinados aspectos. Uno de ellos ha sido lo previsto sobre la enseñanza de la Religión, quedando bloqueada el Área: "Sociedad, Cultura y Religión". Esto ha dado lugar a numerosos y diferentes puntos de vista sobre la enseñanza de la Religión en la escuela pública. La confusión se ha adueñado de padres y profesores debido a declaraciones, no siempre claras y bien informadas de diversos responsables políticos, que quizá formen parte de los llamados "globos sonda" que persiguen observar la reacción de la sociedad. Sin deliberación y consenso democrático no es posible resolver el problema del papel de la Religión en la escuela. La Ministra Sansegundo se ha comprometido a abrir el debate durante el actual curso académico y en él estamos. Para el próximo curso se tramitará la Ley que podría aplicarse en el curso académico 2006/07. La ERE de los españoles debería quedar regulada por lo que promulga nuestra Carta Magna y en bloque de la constitucionalidad, en los Pactos Internacionales y sobre todo en el propio desarrollo legislativo español que se ha propuesto. 90 II. LA ERE EN LA ESPAÑA DEMOCRÁTICA. Desde el inicio de la democracia en nuestro país, se consagra por la Constitución una sociedad plural y en ella hay que integrar el derecho de los padres a la educación religiosa de sus hijos de acuerdo con sus convicciones y el derecho de aquellos que no la deseen. Tras una serie de encuentros, el entonces Ministro de Educación, Sr. Otero Novas, en colaboración con la Conferencia Episcopal y con escasa crítica de la oposición política, planteó como alternativa a los alumnos/as que no cursasen Religión Católica la enseñanza de "Ética". La Comisión Episcopal de Enseñanza de la Conferencia Episcopal, revisó y reflexionó sobre la Enseñanza Religiosa Escolar, en un documento que vio la luz en junio de 1979 y que ha marcado estos últimos 25 años. Este documento proponía un aspecto nuevo de ERE como "Cultura Religiosa Confesional", dejando atrás "el adoctrinamiento eclesial" de la enseñanza de la Religión como catequesis escolar de la experiencia. La Enseñanza Religiosa Escolar, en cuanto cultura religiosa confesional es una exigencia de la escuela, que contribuye a tres finalidades educativas: -Situarse lúcidamente ante la tradición cultural. -Insertarse críticamente en la sociedad. -Dar respuesta al sentido último de la vida con todas sus implicaciones éticas. El periodo 1978-1982 se centró en la legitimación de la Enseñanza Religiosa Escolar en el sistema educativo, lográndose una reflexión interna nueva y buscándose una solución escolar por medio de la alternativa de la asignatura de "Ética". Esta solución tuvo, a nuestro juicio, dos aciertos importantes: libertad de elección para los alumnos/as, y estabilidad académica al contar con una alternativa seria impartida por profesores especialistas y evaluable. Tras ocho años de gobierno del PSOE, en 1990, con la aplicación de la LOGSE, se producen trascendentales cambios en la Enseñanza Religiosa Escolar, iniciándose un progresivo deterioro de la presencia y estabilidad de la asignatura en la escuela. 91 El Artículo 27.3 de la Constitución Española es el más largo y complicado de los dedicados a los Derechos Fundamentales. Al ser un Artículo de consenso, hay aspectos que se prestan a la interpretación. El Gobierno, al disociar el derecho constitucional de padres y alumnos a una enseñanza de acuerdo con las propias convicciones, de lo establecido en al Artículo 27.2 sobre el pleno desarrollo de la personalidad humana, se limitó exclusivamente a respetar el derecho a la educación según las propias convicciones como algo que era particular de algunos ciudadanos pero no generalizable. Desde el Ministerio se impulsaron políticas que se limitaron al cumplimiento formal en cuanto a la Enseñanza Religiosa Escolar. Para la Administración Educativa, este derecho era una expresión individual que no quedaba más remedio que admitir y reducir en la medida de lo posible. Así en la LOGSE la enseñanza religiosa queda fuera del currículo, justificando su presencia tan sólo como cumplimiento de un derecho subjetivo, amparado en unos Acuerdos Internacionales. Los años que siguieron a la LOGSE abrieron el camino a la inestabilidad de la ERE en el sistema escolar. La reacción de algunos grupos de ciudadanos permitió que, tras sucesivas sentencias judiciales, se fuesen rechazando las propuestas del gobierno que intentaban contraponer a la ERE, actividades complementarias variadas, desde el estudio asistido a otras más lúdicas como el "parchís" o "el patio". A pesar de los esfuerzos de algunos por dignificar académica y educativamente esta opción, la alternativa era "Religión o nada". Tras los sucesivos rechazos judiciales a las fórmulas que la Administración propiciaba, se suprimió el estudio asistido como alternativa a la ERE, ya que no era conforme a Derecho. En 1996, comienza el periodo de Gobierno del Partido Popular y se producen algunos cambios en la situación de la ERE en el conjunto del sistema educativo, dos aspectos se verán beneficiados, la situación laboral y salarial de los profesores de Enseñanza Primaria y Primer Ciclo de la Secundaria y la oferta más equilibrada a los alumnos en cuanto al contenido alternativo a la opción de la Religión Católica. Por otra parte se comienzan a suscribir acuerdos entre otras confesiones religiosas y el Estado. La opción confesional no era así exclusivamente católica. Con la Ley de Calidad promulgada en la última legislatura del Partido Popular, la ERE accedía a la consideración de plena curricularidad, con dos modalidades: una confesional con varias opciones y otra aconfesional bajo el 92 nombre de "Sociedad, Cultura y Religión". Esta Ley da a la ERE una regulación inicialmente coherente con el texto constitucional. La propuesta LOCE era una solución acertada aunque políticamente inestable, como hemos podido comprobar. Esta situación es el fruto de la carencia de un consenso social ni parlamentario. La LOCE regula, por primera vez de forma explicita en una Ley Orgánica64, la enseñanza de la Religión en su modalidad confesional y en la no confesional65 . En la LOCE se establece que el Área o Asignatura, Sociedad, Cultura y Religión es obligatoria para todos los alumnos, con dos opciones de desarrollo, confesional y no confesional. Nuestra Constitución afrontó el papel que debe representar la ERE, pero lo que ha sido válido durante veinticinco años ahora, debido a la amplitud de lecturas puede verse desde otro punto de vista, como hemos tenido ocasión de comprobar en el transcurso de este cuarto de siglo. La Unión de Centro La LOGSE (1990) se ocupó de la ERE sólo en su sentido confesional y para hacer una regulación que se limitaba a remitir a los Acuerdos Concordatarios de enero de 1979 y no entraba en el fondo de la cuestión, ignorando sin negadas, las perspectivas abiertas por la Constitución, la Ley Orgánica del Derecho a la Educación y la Ley Orgánica de Libertad Religiosa. 64 65 En su Disposición Adicional Segunda la LOCE establecía: "Del Área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión. 1. EI Área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión comprenderá dos opciones de desarrollo: una de carácter confesional, acorde con la confesión por la que opten los padres o, en su caso, los alumnos, entre aquellas respecto de cuya enseñanza el Estado tenga suscritos Acuerdos; otra, de carácter no confesional. Ambas opciones serán de oferta obligatoria para los centros, debiendo elegir los alumnos una de ellas. 2. La enseñanza confesional de la Religión se ajustará a lo establecido en el Acuerdo sobre enseñanza y asuntos culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado Español y, en su caso, a lo dispuesto en aquellos otros suscritos, o que pudieran suscribirse, con otras confesiones religiosas.3. El Gobierno fijará las enseñanzas comunes correspondientes a la opción no confesional. La determinación del currículo de la opción confesional será competencia de las correspondientes autoridades religiosas". Para desarrollar la LOCE el Gobierno aprobó tres Reales Decretos en junio de 2003 por los que se establecían respectivamente las enseñanzas comunes de la Educación Primaria, de la Educación Secundaria Obligatoria y del Bachillerato. Con ellos se da un paso más, ciertamente importante, para la implantación de nuevo modelo de ERE. 93 Democrático optó por un equilibrio respetuoso de la pluralidad; el Partido Socialista Obrero Español subrayó la particularidad de la ERE como derecho de la persona, recortando su carácter académico; el Partido Popular intentó subrayar el carácter escolar de la ERE integrándola en el currículo básico de los alumnos y haciéndola común a todos y plural en los accesos. Parece indiscutible que los Centros de titularidad Pública, como reconocía la LOGSE (1990) en su Disposición Adicional Segunda, están obligados a ofrecer las enseñanzas confesionales de la Religión. 94 III. LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN EN EUROPA. La enseñanza de la Religión es una realidad consolidada en las escuelas públicas de todos los países europeos. La ERE posee una amplia tradición en los países occidentales en los que predomina una enseñanza de la Religión obligatoria (Reino Unido, Suecia, Finlandia, Alemania, Austria, Grecia, Luxemburgo, Suiza) con la posibilidad de solicitar la exención; en otros países es opcional de oferta obligada para los centros educativos y de libre opción para los alumnos (España, Holanda, Bélgica, Italia). Francia es la excepción en cuanto a la presencia de la ERE, ya que salvo Alsacia y Lorena, el resto de las regiones se basan en el principio de laicidad. Leyes de 1880, 1882 Y 1905; aunque se están promoviendo iniciativas para incrementar la presencia del hecho religioso en los planes de estudio, básicamente a través de la asignatura de Historia. La ERE es una realizada novedosa en los países de Europa Central y Oriental en los que tras la caída del "muro de Berlín" (1989) con la transición a la democracia se están renovando los sistemas educativos y en todos los casos se está incorporando una enseñanza de la Religión (Polonia, Croacia, Letonia, Lituania, Eslovaquia). En todos los países europeos la enseñanza de la Religión en la escuela pública se entiende desde una óptica confesional y las diversas religiones y confesiones colaboran con el Estado en los diseños de los contenidos de la asignatura y en la consideración de la idoneidad de los profesores. Esto ocurre no sólo con la Iglesia Católica, se hace así en las confesiones protestantes y ortodoxas, también en las religiones islámica y judía. Las otras tradiciones religiosas son muy poco significativas en los sistemas educativos y aunque su presencia se contempla en algunas legislaciones, la realidad escolar de los que la eligen es prácticamente inexistente en las escuelas públicas de Europa. Europa sigue siendo culturalmente cristiana, pero las iglesias, tanto la Católica como las Protestantes, las Ortodoxas y la Anglicana, son minorías en sus respectivas sociedades, productoras de unos referentes simbólicos y de unos contenidos culturales que han dejado de ser comprensibles para muchos segmentos de la sociedad europea. 95 IV. REFLEXIONES SOBRE LA PROPUESTA. Esta tercera propuesta consta de dos claras afirmaciones: la referida a "la organización por los centros de la Enseñanza Confesional ya la Atención a los que no la elijan". En cuanto a la primera afirmación, desde mi punto de vista no hay nada que objetar porque es lógico que sean los centros los que lleven a cabo la organización académica. De hecho es así como se hace en la actualidad de acuerdo con la legislación vigente (Real Decreto 2438/1994). Son los Directores/as de los centros los que cada año académico y una vez que los alumnos/as están inscritos o matriculados según el nivel educativo, certifican a los servicios de inspección correspondientes de las Delegaciones Provinciales de Educación, la opción de los mismos y, aplicando la "ratio" establecida" en cada caso se obtienen las horas lectivas que se impartirán en cada Centro Escolar, siendo las Delegaciones Episcopales de Enseñanza las que designan a los profesores/as encargados de esta labor y el Centro en el que la desarrollarán. Por tanto, esta primera idea no es novedosa ya que aunque se pueden contar experiencias negativas, éstas son las menos y en las mayoría de colegios e institutos no existen problemas, salvo los que se derivan de tener que acoplar horarios en varios centros a la vez con el conflicto que esto conlleva en la elaboración de horarios generales y en los particulares del profesorado. Por lo que respecta a la segunda parte, que señala que "los centros atenderán adecuadamente a los alumnos que opten por no seguir Enseñanzas Confesionales", aspecto que tampoco varía de lo actualmente legislado, la problemática gira en que al no haber una legislación clara, esta "atención adecuada" podría convertirse en una mera formalidad legal como sucede habitualmente, y sobre lo que tendremos ocasión de reflexionar más adelante. Tanto el Tribunal Supremo como el Tribunal Constitucional se han pronunciado respecto a la cuestión de las materias alternativas y han basado sus sentencias (del tribunal Supremo de 1 de abril de 1998, Sentencia del Recurso Contencioso Administrativo 202/1995 y Auto 40/1999 del tribunal Constitucional) en el principio de igualdad ante la norma, ya que la enseñanza de la Religión Confesional ha de impartirse: "en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales y las autoridades académicas adoptarán las medidas oportunas para que el hecho de recibir o no la 96 Enseñanza Religiosa no suponga discriminación alguna en la actividad escolar”. Con anterioridad la Sentencia del Tribunal Supremo de 1991 también basaba en estos principios la no conformidad a Derecho y nulidad del Estudio Asistido como alternativa. Según el Documento que hoy sometemos a debate: "sobre la Enseñanza de las Religiones", bajo el atractivo título: "Una educación de Calidad para todos y entre todos"; la enseñanza de las religiones en sus aspectos confesionales deriva de: “la obligación que tiene el Estado de ofrecer enseñanza religiosa en las escuelas debido a los acuerdos suscritos con la Santa Sede y con otras confesiones religiosas". Esta afirmación es incompleta e inexacta ya que el fundamento del tal enseñanza confesional radica en la voluntad de los padres, cuyo derecho es ratificado por la Constitución (Art.27.3) que dice: "los poderes públicos garantizarán en derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". Así la efectiva aplicación de este derecho exige una solución coherente en el contexto de un Estado aconfesional y una sociedad en la que se respeta la libertad de conciencia y de creencias, fruto de la aplicación de este Artículo emana el derecho de los padres a que sus hijos reciban enseñanza religiosa confesional, sea católica o del resto de confesiones con el que hubiera suscritos acuerdos. En la misma línea, el Documento señala que: "de la necesidad de atender a los restantes alumnos en los centros durante las clases de Religión Católica, derivó el establecimiento de unas enseñanzas alternativas, para los alumnos y familias que no quisieran recibir este tipo de enseñanza". No obstante, las llamadas "enseñanzas alternativas" no surgen para resolver un problema con los alumnos que no han optado por la enseñanza confesional, que en el documento se identifica sólo con la confesión católica, sino que es una obligación de los poderes públicos atender aquellos que opten por la enseñanza de la religión y por tanto tienen que atender a los que no la 97 deseen con una enseñanza alternativa. Consecuentemente ningún alumno puede quedar discriminado en el ciclo horario de su formación. Si la Administración Educativa debe contemplar en el currículo la enseñanza confesional por imperativo constitucional, la misma Administración Pública debe garantizar la formación de los que no la elijan. De acuerdo con la interpretación de las diversas sentencias judiciales que se han emitido en los últimos años, esas materias alternativas no están vinculadas a los elementos básicos del currículo, ni son evaluables. La doctrina jurídica del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional, establece con toda claridad la obligatoriedad de la oferta de Religión (en todas las opciones confesionales que tengan o puedan tener acuerdos fumados con el Estado) y de actividades alternativas. Las familias tienen toda la legitimidad para exigir a los poderes públicos, que sea cual sea la opción elegida, los mínimos garantizados y tan claramente determinados por ambos Tribunales, se respeten escrupulosamente. Los alumnos o sus familias, pueden optar libre y voluntariamente por cualquiera de las opciones confesionales o por la materia alternativa. Es precisamente esta materia alternativa la que, debido a la indefinición de contenidos, ha planteado algunos conflictos en los centros educativos. Estos se observan, de forma ocasional, en la desatención del alumnado por parte de algunos profesores, que como titulares de estas actividades académicas han hecho dejación de sus funciones con la convivencia de algunos equipos directivos, de la CEAP A y de algunos sindicatos, manifiestamente reacios a acatar el contenido de las sentencias de los más altos tribunales del Estado de Derecho, conllevando a que algunos alumnos finalicen su jornada escolar antes del horario establecido y el profesorado implicado, aún teniendo la responsabilidad de impartir esa materia y recibiendo su salario correspondiente, incumplan sus obligaciones laborales. Estos días está siendo comentado por los medios de comunicación la incorporación para el próximo curso de profesores del religión musulmana a las aulas en Madrid, Barcelona y algunas ciudades andaluzas, que vienen a sumarse a los ya existentes en Ceuta y Melilla. Este hecho ha sido bien acogido por la sociedad española en general, lo que nos alegra y a cuya idea nos sumamos. Nosotros queremos que cada familia, cada persona, haciendo uso de 98 su libertad se eduque según sus creencias y respetando y aceptando a los otros. Por tanto, el Estado, como ha recogido en esta nueva propuesta: "dada la variedad de confesiones y las aspiraciones de cada una de ellas debe respetar las disposiciones que estableció la Constitución Española sobre este asunto, así como los acuerdos firmados con las diversas confesiones”. “De acuerdo con tales compromisos, las Escuela Pública debe ofrecer opciones a las que puedan acceder los alumnos de modo voluntario y libre, de acuerdo con las decisiones que en este sentido adopten las familias, aunque siempre en el marco del respeto debido a las libertades de credo y conciencia a que todo ciudadano tiene derecho ". España es hoy un Estado moderno, democrático y aconfesional y como consecuencia el Gobierno ha de mantenerse neutral, evitando cualquier forma de coacción, ante todo lo relacionado con las creencias y en consecuencia también en cuanto se refiere a la enseñanza de las religiones, ya que la opción religiosa de las familias o del individuo no es un asunto privado, sino personal y como tal tiene derecho a expresarlo en la sociedad, y la escuela, forma parte de la misma. Se presenta una oportunidad para que, partiendo de la experiencia del pasado, podamos de verdad tener una escuela y una enseñanza de calidad “para todos y entre todos", mejorando la convivencia y el respeto entre los miembros de la sociedad española, cada día más multirracial y multicultural, de manera que las culturas, las formas de vida y las creencias no supongan un obstáculo para la convivencia. Busquemos un consenso de Estado que, por otra parte, ya parecen haber resuelto los países de la Unión Europea. 99 V. EDUCACIÓN EUROPEA DE CARA AL SIGLO XXI. El llamado “Informe Delors”, patrocinado por la UNESCO ofrece los referentes para la educación en el siglo XXI, ha constatado como: "Frente a los numerosos desafíos del porvenir, la educación constituye el instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social". Este informe señala su convicción respecto a la función esencial de la Educación en el desarrollo continuo de la persona y las sociedades. “La educación, es una vía ciertamente entre otras, pero más que otras, al servicio del desarrollo humano más armonioso, más genuino, para hacer retroceder la pobreza, la exclusión, las incomprensiones, las opresiones, las guerras, etc...” Al profundizar en las tensiones que habrá de superar la educación a lo largo del presente siglo, señala la tensión entre lo material y lo espiritual. "El mundo, frecuentemente sin sentirlo o expresarlo, tiene sed de ideal y de valores que vamos a llamar morales para no ofender a nadie. ¡Qué noble tarea de la educación la de suscitar en cada persona, según sus tradiciones y sus convicciones y con pleno respeto al pluralismo, esta elevación del pensamiento y el espíritu hasta lo universal y a una cierta superación de sí mismo! La supervivencia de la humanidad depende e ello". El pasado mes de abril, tuvo lugar en Palermo el XI Foro Europeo sobre la Enseñanza de la Religión, en el que unos cincuenta expertos -teólogos, juristas, religiosos, pedagogos de la Religión, profesores de ERE- procedentes de quince países han estudiado intensamente el problema de la competencias del Estado y de la iglesias cristianas de cara a la enseñanza religiosa en los centros públicos de los estados miembros de la Unión Europea. Los ponentes han puesto de manifiesto la necesidad de educar en los valores de la nueva ciudadanía europea en una sociedad marcada por unos elevados índices de laicidad práctica y por un marcado pluralismo ético y religioso. También han resaltado la creciente importancia de las confesiones cristianas para gestionar, en el espacio público de la escuela, una adecuada enseñanza crítica de la propia tradición, que no suponga ni menoscabo de los derechos de todos los ciudadanos a la enseñanza religiosa ni discriminación con respecto a las diversas y legítimas pertenencias confesionales. 100 El conjunto de los sistemas educativos europeos debe montar de forma orgánica y contextual, las tres grandes religiones monoteístas vistas en su especificidad pero susceptibles hoy de una elaboración pedagógica escolar que respete, tanto la paridad de los derechos religiosos de cada una de las tradiciones corno las reglas comunes de la convivencia democrática. 101 COMUNICACIÓN SOBRE LA CUARTA PROPUESTA DEL M.E.C.: «LA POSIBILIDAD DE LA EXENCIÓN DE LAS ALTERNATIVAS A LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES». Lcdo. D. Javier Delgado Gómez. Asesor pedagógico del C.E.P.de Almería 66 Profesor de Religión y Moral Católica en el I.E.S. Puebla de Vícar de Almería. 66 Centro de Enseñanza de Profesores. 102 SUMARIO. I. INTRODUCCIÓN. II. TRAYECTORIA DE LA ALTERNATIVA EN EL SISTEMA EDUCATIVO. III. REFLEXIÓN SOBRE LA PERMANENCIA DE LA ERE. IV. ALGUNOS FUNDAMENTOS JURÍDICOS. V. CONCLUSIÓN. 103 I. INTRODUCCIÓN. Antes de pronunciarme sobre la cuarta propuesta para el debate público presentada por el Ministerio de Educación y Ciencia, sobre la posibilidad de que los alumnos que deseen puedan renunciar a desarrollar actividades alternativas a la enseñanza confesional de las religiones, me gustaría hacer una síntesis del Real Decreto 2438/1994 de 16 de diciembre que regula la Enseñanza de la Religión (BOE 22/95 de 26 de enero 1995) y de la Orden establecida por este Real Decreto mediante la cual se regula las Actividades de Estudio Alternativas a la Enseñanza Religiosa Escolar (BOE 209/95 1 de septiembre 1995). Real Decreto que a lo largo de esta comunicación iré desarrollando, pero quiero dejar patente, desde un primer momento, que tanto la Enseñanza Religiosa Escolar, como la Alternativa a dicha materia están reguladas por el Real Decreto citado anteriormente. Regulación de la enseñanza de la Religión: - Basada en la LOGSE y en los Acuerdos con la Santa Sede (articulo 1). - Condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales (articulo 1). - Mención de los Acuerdos de Cooperación del Estado con las Iglesias Evangélicas, las Comunidades Israelitas y la Comisión Islámica (articulo 2). - Consulta a los padres y posibilidades de variación al principio de cada curso escolar (articulo 3). - Actividades de Estudio alternativas: obligatoriedad, simultaneidad con la clase ERE y contenidos (no pueden constituir un refuerzo de otras áreas o materias del currículo) (articulo 3). - La evaluación, sus efectos y su reflejo en los libros de escolaridad. - Profesorado de la ERE: propuesta del ordinario diocesano. - Profesorado de la Alternativa (articulo 6). - Formación del profesorado de la Alternativa (adicional). 104 Regulación de las Actividades de Estudio Alternativas: - Se repite parte de lo recogido en el Real Decreto 2438/94 que regula la enseñanza de la Religión: obligatoriedad, simultaneidad con la ERE, no evaluación y no constancia en los expedientes académicos. - Se encomienda a la Dirección General de Renovación Pedagógica la propuesta de actividades de estudio referidas a Cultura Religiosa para el 2º ciclo de ESO y 1º de Bachillerato. Los Centros elaborarán propuestas de actividades de estudio, que serán aprobadas por el Claustro de profesores (Públicos) o por la Dirección (Privados). La Dirección General de Renovación Pedagógica elaborará repertorios de actividades de estudio para que sirvan a los centros como orientación en caso de que no hubieran propuestas por parte del centro. - - - Profesorado que impartirá estas actividades de estudio; voluntariedad y preferencia. Una vez realizada esta síntesis, me gustaría hacer un poco de historia sobre esta materia alternativa. 105 II. TRAYECTORIA DE LA ALTERNATIVA EN EL SISTEMA EDUCATIVO. Creo que no vendría mal hacer un pequeño repaso de la trayectoria de la Alternativa en nuestro sistema educativo. En nuestro país, la cuestión de la alternativa, como en otros países de Europa, aunque ya solucionado en ellos, ha sido conflictiva desde el primer momento, es decir, desde que entrara en vigor el acuerdo de 1979 con la Santa Sede y fuera aplicado en esta materia dicho acuerdo mediante distintas Ordenes ministeriales de 16 de julio de 1980 para su aplicación en el curso siguiente. La alternativa entonces prevista, como ocurre actualmente en la Constitución belga, era un “curso de Etica y Moral”, personal, comunitaria, social y política, cuyos contenidos se detallaban en los anexos. Esta alternativa se estableció en Bachillerato y FP, no se previó nada para EGB y Preescolar, hasta que lo hizo, aunque sólo para el ciclo superior de EGB, el anexo II de un Real Decreto de noviembre de 1982, que dictó el último gobierno, ya en funciones, de UCD. Este Decreto fue suspendido por el gobierno socialista a los pocos meses, por Real Decreto 607/1983, de 16 de marzo, aunque parece que por razones ajenas a la cuestión de la asignatura de religión. Tras la LOGSE el gobierno aprobó los Reales Decretos 1006 y 1007/91, sobre la enseñanzas mínimas de la primaria y ESO, en uno de sus artículos estableció como alternativa a la asignatura de religión “actividades de estudios” en relación con las enseñanzas mínimas de las áreas del correspondiente curso escolar, orientados por un profesor. Además se restringía el valor económico de las calificaciones de la asignatura de religión. Lo mismo ocurrió en el Real Decreto 1700/1991, de 29 de noviembre, para el bachillerato. Estas disposiciones fueron recurridas y el Tribunal Supremo, mediante sentencia de 3 de febrero, 17 de marzo y 9 y 30 de junio de 1994, sobre cada uno de los citados Decretos, dio la razón a los recurrentes y anuló por discriminatorias esas disposiciones. En la cuarta y última legislatura de mayoría socialista, aunque ya no absoluta, el Gobierno aprobó el Real Decreto 2438/1994 de 16 de diciembre, dedicado exclusivamente a regular la enseñanza de la religión, en esta ocasión la alternativa se establecía con actividades de estudio pero sobre materias ajenas al currículo preceptivo. Actividades de estudios alternativos en horarios simultáneos a las enseñanzas de Religión, las actividades serían propuestas por el Ministerio y tendrían como objetivo el conocimiento y la apreciación de determinados aspectos de la vida social y cultural en su dimensión histórica o actual. 106 Durante dos cursos de la ESO y durante otro del Bachillerato, “las actividades de estudio alternativas, como enseñanzas complementarias, versaran sobre manifestaciones escritas, plásticas y musicales de las diferentes confesiones religiosas que permitan conocer los hechos, personajes y símbolos más relevantes, así como su influencia en las concepciones filosóficas y en la cultura de las distintas épocas”. Estas actividades no serían objeto de evaluación ni constaría en el expediente del alumno. La Orden ministerial que en agosto de 1995 desarrolló ese Real Decreto no concretó los contenidos relativos a la sociedad, la cultura y las artes, en su dimensión histórica o actual, no incluidos en el currículo común, sobre las que deberían versar las actividades de estudios alternativas consistentes en el análisis y comentario de textos, imágenes o composiciones musicales previamente seleccionado y adaptado a la edad de los alumnos bajo la dirección de un profesor. La realización de estas actividades dio lugar a las más diversas expresiones de la picaresca y del ocio, sin embargo, el Tribunal Supremo no vio obstáculo para su legalidad. Se desestimaron recursos que entendían que las actividades alternativas deberían tener un contenido de formación religiosa o moral aconfesional, consideraban que la discriminación persistía al no ser evaluables, mientras que sí lo era la asignatura de religión. Finalmente en la legislatura iniciada en el 2000, la nueva ley Orgánica de la Calidad de la Educación, 23 de diciembre de 2002, llevó a cabo una nueva regulación. Esta regulación, probablemente, sea la más razonable de las adoptadas hasta ahora en estos veinticinco años. La disposición adicional segunda de esta Ley Orgánica establece: “Que el área o asignatura de Sociedad, Cultura y Religión comprenderá dos opciones de desarrollo: una de carácter confesional, acordada con la confesión por la que opten los padres o, en su caso, los alumnos, entre aquellas de cuya enseñanza el Estado tenga suscrito acuerdos; otra de carácter no confesional. Ambas opciones se presentan como oferta obligatoria por los Centros, debiendo el alumno elegir una de ellas” Con este planteamiento nos encontrábamos ante una asignatura más y para todos, como las demás del currículo que atiende a la religión con sus implicaciones sociales y culturales, y que podría ser impartida, para satisfacer el 107 derecho fundamental proclamado en el art. 27.3 de nuestra Constitución. Sin embargo, el actual gobierno socialista, mediante Real Decreto de 28 de mayo, ha paralizado la entrada en vigor de la LOCE. La justificación de la Alternativa en el sistema educativo, viene dada por la existencia de una enseñanza religiosa confesional. Dicha alternativa deberá aportar al alumno una serie de valores que contribuyan a su formación como persona. Ahora bien, la cuestión que se plantea para legitimar ambas asignaturas en nuestras aulas es si contribuyen o no, desde un punto de vista académico, a la educación integral del individuo. 108 III. REFLEXIÓN SOBRE LA PERMANENCIA DE LA ERE. Es necesario hacer una reflexión sobre la necesidad de la permanencia de la Enseñanza Religiosa Escolar, de esta manera, también se justificará la necesidad de su Alternativa, la cual habría que reestructurar, para que verdaderamente fuera, al igual que la enseñanza religiosa confesional, transmisora de saberes. Me remito al documento de los Obispos españoles “La Enseñanza Religiosa Escolar” (Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis”, (junio de 1979), donde se ofrecen unas reflexiones y orientaciones sobre el porqué, el para qué y el cómo de la Enseñanza Religiosa en la Escuela. Los Obispos españoles argumentan así: “La misión de la escuela no es instruir, sino que ha de educar, es decir, cultivar todas las dimensiones de la personalidad de los alumnos y una de esas dimensiones es la dimensión religiosa. Si no, no hay educación integral”. La dimensión religiosa opera en la consecución de una serie de objetivos educacionales: - Contribuye a la maduración personal, a partir de una comprensión lúcida de la tradición cultural en que se cree. - Sitúa críticamente ante la sociedad por medio de una escala de valores y a partir de un concepto de hombre. - Colabora en la configuración de la identidad personal por medio de las preguntas y respuestas del sentido último de la vida. La enseñanza religiosa escolar tiene una doble perspectiva: por un lado, la necesidad de un diálogo fe-cultura. El creyente vive en el mundo y debe saber estar y dar razón allí donde vive su fe. La escuela se presenta como el marco privilegiado en el que el alumno puede integrar en su formación humana la dimensión religiosa. De este diálogo tiene que ser posible: el reconocimiento y asunción de los valores que caracterizan la cultura de nuestro tiempo; una postura crítica y denunciadora ante los riesgos de deshumanización que existen en al civilización actual. Una segunda perspectiva es la síntesis de fe-cultura. No se trata sólo de poder dialogar. Es necesario llegar a una síntesis. La síntesis 109 exige de capacidad de expresión, es decir, que tiene que llegar a ser posible traducir en categorías creyentes la cultura de hoy. No es que haya dos lenguajes, uno religioso y otro profano, que exijan una división interna del hombre. Hoy hay una cultura: la nuestra, la actual, y desde ella, y con las categorías que ella utiliza, purificadas por la fe, tiene que expresarse el creyente. Una vez hecha esta justificación voy a abordar la consulta que el Ministerio de Educación y Ciencia quiere elevar al Consejo de Estado, acerca de sí las familias o los alumnos que lo soliciten expresamente a título individual puedan renunciar a desarrollar actividades alternativas a la enseñanza confesional de las religiones. Hay que decir en primer lugar, y creo que es el sentir de todos los presentes, que no estamos de acuerdo, porque la enseñanza confesional para que sea libremente elegida, es necesario, como ya he puesto anteriormente de manifiesto, que los alumnos que no opten por ella tengan una alternativa en igualdad de condiciones. Al dispensar a la religión de una alternativa el principio de igualdad se destruye. El desarrollo integral de la personalidad de los alumnos quedaría truncado si no se forma en valores cívicos y en nociones culturales sobre el hecho religioso a los alumnos que no opten por la Religión. Esta demostrado que la transversalidad es insuficiente. El sistema educativo precisa de una enseñanza coherente y sólida que transmita, intencionadamente, valores de tolerancia, pluralismo y libertad. Por otro lado, al no crearse una alternativa para la asignatura de religión, ésta acabaría impartiéndose a unas horas inusuales perjudicando gravemente a la asignatura. Esto conduciría, como vienen reclamando aquellas organizaciones educativas contrarias a la asignatura de religión, a situar esta asignatura fuera del horario escolar y no evaluable. Todo profesional de la enseñanza es consciente de que no es posible impartir una materia que no sea evaluable. El profesor de religión tiene necesidad de sentirse competente y de realizar su trabajo con la ilusión de saberse debidamente valorado y respetado en el ejercicio de su labor docente, enseñando una asignatura equiparable a las demás del currículo. Pero a este planteamiento de una asignatura fuera del horario escolar o no evaluable, responde el artículo 27.3 de nuestra Constitución, en donde se garantiza el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral de acuerdo a sus propias creencias. Anoche, se nos decía como hoy también se le da diferentes interpretaciones a este artículo, ahora bien, lo que se dejo claro es que dicho 110 artículo no reconoce, sino que garantiza la formación religiosa. Lo que querían los padres de la constitución era que los poderes públicos asumieran obligaciones concretas y no el mero hecho de derecho de libertad. Hoy lo que defienden algunos es lo contrario, diciendo que este artículo hace referencia al derecho de libertad y no de prestación. Pero además, al intentar sacar la asignatura de religión del horario lectivo, se contravendría el Real Decreto 2438/1994, así como las diversas sentencias del Tribunal Supremo y Tribunal Constitucional, que obligaron a los anteriores gobiernos socialistas a crear una alternativa, garantizando así el principio de igual y el derecho a la formación religiosa. En esta propuesta vemos claramente la voluntad política de obstaculizar y marginar la enseñanza confesional, sobre todo la católica. A los padres corresponde decidir si se debe dar o no enseñanza religiosa a sus hijos. Si los padres la rechazan para sus hijos, no se les puede imponer, por tanto, se debe impartir a los alumnos cuyos padres lo deseen. Esta postura del Gobierno de dirigir una consulta al Consejo de Estado para que los padres que no quieran enseñanza religiosa para sus hijos queden exentos, no la vemos políticamente correcta en estos momentos, (otra cosa es que cuando el Gobierno apruebe un Anteproyecto o proyecto, pida que lo informe, como es preceptivo, el Consejo de Estado), es innecesaria esta consulta en cuanto que las exenciones académicas en el caso de otras asignaturas están reguladas y en ningún caso se suele dar exención total de la asignatura, sí de alguna de sus partes (caso de Educación física, Música, dibujo…) ya que no puede darse una disminución del horario lectivo para unos alumnos, mientras que el resto tiene que hacer frente a un horario lectivo mayor. En segundo lugar debemos de recordar que con el Decreto de 28 de mayo, que paraliza algunos aspectos de la LOCE, la asignatura de religión como su alternativa, se rigen actualmente por Real Decreto 2438/1994, conforme a la disposición adicional segunda de la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, en donde se dice: ”la enseñanza de religión ha de ajustarse a lo establecido en el Acuerdo sobre Enseñanza y Asuntos culturales suscrito entre la Santa Sede y el Estado Español y, en su caso, a lo dispuesto en aquellos otros que pudieran suscribirse con otras confesiones religiosas. A tal fin, y de conformidad con lo que disponga dichos acuerdos, se incluirá la religión como área o materia en los niveles educativos que corresponda, que será de 111 oferta obligatoria para los centros y de carácter voluntario para los alumnos”. La normativa actualmente en vigor garantiza los mínimos exigibles por parte de quienes eligen Religión y alcanza los máximos permitidos para quienes eligen las Actividades Alternativas o no hacen manifestación expresa de preferencia alguna. En nuestra comunidad autónoma, se regulan las enseñanzas complementarias contempladas en el Real Decreto 2438/1994, de 16 de diciembre, mediante una orden de la Consejería de Educación y Ciencia, publicada en el BOJA n.118, de 2 de septiembre de 1995, donde se establece que: “los Centros organizarán actividades de estudios alternativos como enseñanza complementarias en horarios simultáneos a la enseñanza de la religión, para los alumnos que no hubieran optado por seguir enseñanza religiosa, encomendándose a las administraciones educativas la propuesta de las mismas”. El artículo primero de dicha Orden establece: “La oferta de enseñanzas complementarias será efectuada por los centros antes del comienzo de cada curso académico, con objeto de orientar adecuadamente la opción de los alumnos”. Al ya citado Real Decreto 2438/1994 hay que añadir las sentencias dictadas por los más altos tribunales del Estado, a través de decisiones que sientan jurisprudencia. El Tribunal Constitucional ha establecido una doctrina muy clara sobre la libertad religiosa, la aconfesionalidad del Estado Español y el derecho de los padres a elegir el tipo de educación moral y religiosa que desean para sus hijos, como fundamento de la constitucionalidad de la asignatura de religión y su alternativa, en sus sentencias.De esta manera se fija una doctrina jurídica que representa un marco legal dentro de cuyos límites hemos de movernos todos, también el poder ejecutivo y el legislativo, al elaborar leyes y reglamentos reguladores de la cuestión de la enseñanza de la asignatura de Religión y su alternativa. Los principios básicos de esa doctrina son: 112 1.- Todos los niveles de enseñanza no universitaria, los centros públicos y privados han de ofertar el área/asignatura de Religión y una materia alternativa. 2.- Los padres de los alumnos, o ellos mismos si son mayores de edad, pueden optar libre y voluntariamente por unas enseñanzas u otras y modificar o no su elección cada curso. 3.- Quienes opten por las Actividades Alternativas cursarán estudios de una materia cuyo currículo será ajeno a las demás áreas del plan de estudios, lo que no quiere decir que no pueda ser interdisciplinar. 4.- En dos cursos de la ESO y en Bachillerato, el currículo de las Actividades Alternativas tendrá que estar relacionado con la fenomenología y/o con sus manifestaciones culturales. 5.- La Religión tiene que ser evaluable y constará en el expediente académico del alumnado, por el contrario, las actividades alternativas no han de cumplir necesariamente tal requisito. Se deja a la consideración de la administración educativa tal decisión. 6.- En la enseñanza obligatoria, la evaluación de la religión ha de tener los mismos efectos que la del resto de disciplinas. 7.- El currículo de la asignatura de religión será establecido por los responsables de las confesiones religiosas correspondientes. El currículo de las actividades alternativas será fijado por el gobierno de la nación y por las comunidades autónomas, en uso de sus respectivas competencias. 113 IV. ALGUNOS FUNDAMENTOS JURÍDICOS. Una vez vista estas sentencias, me gustaría referirme, de una forma explícita, a algunos artículos de nuestra Constitución y a algunos apartados que se recogen en los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede del 79, y quiero hacerlo porque hoy parecemos olvidar, precisamente, nuestra Carta Magna y los compromisos que conlleva un Tratado Internacional. Desde mi punto de vista, si en algo se caracterizan estos detractores de la enseñanza religiosa, es precisamente de “su mala memoria”, consecuencia, entre cosas, de su falta de cultura y de conocimiento, sobre todo, de la legalidad en la que nos movemos y desde luego, de su ignorancia total del hecho religioso. Hablan sin fundamento, sin conocimiento, el caso es presentar como únicamente válido una “modernidad” que raya en el libertinaje, presentan todo aquello que tenga algo que ver con la religión como algo pasado de moda y que más bien afecta a unos pocos soñadores trasnochados, manifiestan un odio visceral a todo lo religioso y a todo lo que suponga verdaderos valores. En primer lugar tengo que citar el Titulo I. Capítulo Segundo. Sección 1ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas: ARTICULO 27. “Todos tienen derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza”. “La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales”. “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que este de acuerdo con sus propias convicciones”. TITULO III. Capitulo Tercero. De los Tratados Internacionales. Artículo 96. “Los tratados internacionales validamente celebrados, una vez publicados oficialmente en España, formaran parte del 114 ordenamiento interno. Sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho internacional. Para la denuncia de los tratados y convenios internacionales se utilizará el mismo procedimiento previsto para su aprobación en el artículo 94”. Artículo 94. “La presentación del consentimiento del Estado para obligarse por medio de tratados o convenios requerirá la previa autorización de las Cortes Generales”. En cuanto a los acuerdos entre el Estado español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales, firmado el tres de enero de mil novecientos setenta y nueve, destacaría lo siguiente: “Aprobado su texto por las Cortes Generales, y por consiguiente autorizado para su ratificación…” “Por una parte, el Estado reconoce el derecho fundamental a la educación religiosa y ha suscrito pactos internacionales que garantizan el ejercicio de este derecho”. “Por otra parte, la iglesia debe coordinar su misión educativa con los principios de libertad civil en materia religiosa y con los derechos de las familias y de todos los alumnos y Maestros, evitando cualquier discriminación o situación privilegiada”. ACUERDO. ARTICULO I. “A la luz del principio de libertad religiosa, la acción educativa respetará el derecho fundamental de los padres sobre la educación moral y religiosa de sus hijos en el ámbito escolar”. ARTICULO II. 115 “Los planes educativos en los niveles de Educación Preescolar, de Educación General Básica (EGB) y de Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) y grados de Formación Profesional correspondientes a los alumnos de las mismas edades incluirán la enseñanza de la religión católica en todos los centros de educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales”. “Por respeto a la libertad de conciencia, dicha enseñanza no tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, el derecho a recibirla”. ARTICULO IV. “Los profesores de religión formarán parte, a todos los efectos, del claustro de Profesores de los respectivos Centros”. Este en rasgos generales es el marco jurídico respecto a la asignatura de religión y a su alternativa, todo intento de aplicar fórmulas que salgan de este marco traspasaría los límites de la legalidad y de la constitucionalidad. 116 V. CONCLUSIÓN. A esos que pretenden eliminar del sistema educativo la materia de Religión, sea de la forma que sea, hay que decirles que las familias españolas tenemos toda la legitimidad para exigir a los poderes públicos que, sea cual sea la opción elegida, los mínimos garantizados y tan claramente determinados por el Tribunal Supremo y por el Constitucional, se respeten escrupulosamente. Me gustaría hacer una última reflexión, porque yo, como muchos padres, tengo grandes interrogantes sobre la futura educación de nuestros hijos y la calidad de la misma, por esto, yo me interrogo: ¿la cuestión a consulta que el Gobierno quiere elevar al Consejo de Estado no debería ser sobre la opinión que los padres tenemos ante una asignatura no confesional de las religiones, que quiere imponer el gobierno a nuestros hijos? ¿Qué profesorado será el idóneo para impartir esta nueva asignatura?, ¿cuáles son los conocimientos que tendrán estos docentes sobre fenomenología y del hecho religioso? Yo creo que estos conocimientos no se adquieren ni en las facultades de Filosofía ni en las de Geografía e Historia. ¿Nos están intentando “vender” la nueva versión de aquella alternativa que contribuía a la formación de nuestros hijos como personas mediante el juego del parchís? Todos sabemos que esto es una realidad y que no exagero. El juego del parchís fue aprobado por el Ministerio de Educación y cultura en el 2000 entre las alternativas a la asignatura de religión. Lo que no entiendo es que se realice esta consulta sobre una asignatura perfectamente regulada, porque a ninguno se nos escapa que cuando se pregunta por la alternativa lo que se está cuestionando es la asignatura de religión. Una asignatura que tiene más del ochenta por ciento del alumnado matriculado en ella, me parece un tanto absurdo, tan absurdo que deja ver muy claramente las intenciones del actual gobierno. ¿Cuántas asignaturas optativas hay en nuestro sistema educativo que tengan un porcentaje como el nuestro? Vendría bien recordarle a la señora ministra que el Real Decreto que regula la enseñanza religiosa y su alternativa es consecuencia de las consultas realizadas a las Comunidades Autónomas en la Conferencia de Educación, así como el dictamen del Consejo Escolar del Estado, como de las sucesivas consultas realizadas a la Conferencia Episcopal Española, habiéndose oído a las autoridades representativas de las confesiones religiosas con las que el Estado firmó los correspondientes acuerdos durante el gobierno socialista de Felipe González y que el origen de esta nueva materia “Sociedad, Cultura y Religión”, que ahora se paraliza, está en el Decreto de 1994, con un ministro socialista, 117 asumiendo ya entonces la necesidad de garantizar a todos los alumnos un acceso al hecho religioso, bien como enseñanza confesional, bien como actividades alternativas sobre manifestaciones de las diferentes religiones. Aquella propuesta global (religión/alternativa) y el desarrollo de la alternativa (Orden del Ministerio de Educación y Ciencia de 3 agosto del 2001 y la resolución de la renovación pedagógica de 16-8-95), son la auténtica base de Sociedad, Cultura y Religión. Estamos en un momento de diálogo, y este diálogo reclama la participación activa de todos los sectores implicados en ERE. Convendría no desechar de antemano lo mejor de las distintas soluciones que la enseñanza de religión ha tenido desde la democracia (tiempos de UCD, del PSOE y del PP). La solución de 1994 es claramente insuficiente, pero aporta la evaluación de la asignatura de Religión y el valor de Sociedad, Cultura y Religión como alternativa; pero la solución de 1980 puede tenerse en cuenta por su equilibrio académico, entre los que quieren la ERE y los que no la eligen; la solución LOCE de 2002 supone un planteamiento educativo sobre el hecho religioso en el sistema educativo abordado académicamente por su importancia para la formación integral. Una de las diferencias entre LOGSE y LOCE reside, precisamente, en las alternativas para los alumnos que no escogieron religión católica. La LOGSE estableció como alternativa la ética para los alumnos de secundaria que no eligieran religión. La LOCE estableció diversas alternativas en primaria y primer ciclo de secundaria, ya para el resto de secundaria propuso una asignatura evaluable, Sociedad, Cultura y Religión. Finalizo reivindicando que tanto la asignatura de religión como la alternativa a dicha materia sean equiparables al resto de asignaturas, como “materia fundamental”, dentro de los programas educativos “cuya clasificación tendría que ser tenida en cuenta en los expedientes académicos”, cumpliendo las diversas sentencias del Tribunal Supremo dictadas en 1994. La presencia de la religión en la escuela no es una presencia cualquiera. La religión en la escuela exige y necesita de unas características especiales que dimanan del derecho de la persona: se debe dar religión a quienes lo deseen. Es un derecho fundamental del niño y del adolescente, del que deriva el derecho de los padres a exigir que se dé o no a sus hijos la enseñanza religiosa en la escuela, y a que se les eduque en una u otra confesión religiosa, según sus propias convicciones. 118 COMUNICACIÓN SOBRE LA QUINTA PROPUESTA DEL M.E.C.: «SITUACIÓN DE UN PROFESORADO QUE CARECE DEL RECONOCIMIENTO OFICIAL DE SU ÁREA DE CONOCIMIENTO Y DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES». Lcdo. D. Indalecio Soler Vera. Delegado de APPRECE 67 en Almería. Profesor de Religión y Moral Católica en el I.E.S. Pechina e I.E.S. Viator de Almería . 67 Asociación Profesional de Profesores de Religión de Andalucía. 119 SUMARIO. I. PRESENTACIÓN A TODOS LOS REUNIDOS. II. TRATAMIENTO NORMATIVO NACIONAL. III. TRATAMIENTO NORMATIVO EN ANDALUCÍA. IV. A PARTIR DE 1993. V. CONVENIO SOBRE EL RÉGIMEN ECONÓMICO-LABORAL. VI. NUEVOS RETROCESOS A PARTIR DEL 99. VII. PROPUESTAS. VIII. CONCLUSIÓN. 120 I. PRESENTACIÓN A TODOS LOS REUNIDOS. Quiero empezar diciéndoos que el contenido de mi comunicado es el planteamiento que la Asociación Profesional de Profesores de Andalucía (APPRECE ANDALUCÍA) tiene y que ya ha dado a conocer con un Documento Oficial remitido a los obispos, a todas les delegaciones diocesanas y a la Administraciones públicas y que es fruto de un análisis exhaustivo de las propuestas ministeriales, desde la experiencia en la defensa de la asignatura y de su profesorado que dicha asociación tiene. Dicho esto paso a exponeros el contenido de mi comunicado que empiezo dando lectura a la propuesta del MEC: “Los profesores que impartan las enseñanzas confesionales deberán tener la debida titulación y habilitación. La contratación y las condiciones de trabajo de estos profesores serán conformes con los derechos fundamentales establecidos en el Estatuto de los Trabajadores.” “¿Estima necesario que las condiciones laborales de los profesores de las enseñanzas confesionales se adecuen al Estatuto de los Trabajadores?” Estamos de acuerdo, pero fijaos que en la propia propuesta ya se descubre un incumplimiento de la propia Administración con unos profesionales que según la legislación somos personal laboral en nuestra relación con la Administración y que en la actualidad no es exagerado decir que somos el colectivo más marginado y vapuleado del mundo laboral. Los acuerdos con la Santa Sede y el estado Español y la Orden del Ministerio de la Presidencia del 9-4-99, así lo confirman, entonces ¿qué es lo que quiere decir la propuesta? Si se quiere decir en condiciones análogas al resto del profesorado pues adelante. Quiero hacer un recorrido por el ámbito normativo por el que se ha regido el profesorado de Religión y Moral Católica tanto a nivel nacional como a nivel autonómico hasta 1993; seguidamente mostraremos de forma exhaustiva el cúmulo de situaciones discriminatorias que se han ido sucediendo desde el año 94 para, finalmente, hacer unas propuestas nacidas del estudio riguroso de la situación laboral del colectivo realizado por APPRECE-ANDALUCÏA. 121 II. TRATAMIENTO NORMATIVO NACIONAL. ACUERDO ENTRE EL ESTADO ESPAÑOL Y LA SANTA SEDE SOBRE ENSEÑANZA Y ASUNTOS CULTURALES de 3 de enero de 1979 (BOE nº 300 de 15-12-79). Referente al PR podemos extractar: ARTICULO III. En los niveles educativos a los que se refiere el artículo anterior, la enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar, sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario diocesano proponga para ejercer esta enseñanza. Con antelación suficiente, el Ordinario diocesano comunicará los nombres de los Profesores y personas que sean consideradas competentes para dicha enseñanza. (...) Los Profesores de religión formarán parte, a todos los efectos, del Claustro de Profesores de los respectivos Centros. ARTICULO VI. (...) quedando sometido el profesorado de religión al régimen general disciplinario de los Centros. ARTICULO VII La situación económica de los Profesores de religión católica, en los distintos niveles educativos que no pertenezcan a los Cuerpos docentes del Estado, se concertará entre la Administración Central y la Conferencia Episcopal Española, con objeto de que sea de aplicación a partir de la entrada en vigor del presente Acuerdo. El rango de este Acuerdo deviene de su carácter de Acuerdo Internacional y ha de ser interpretado a la luz del Art. 10.2 de la Constitución: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce, se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España”. 122 El desarrollo normativo de este Acuerdo se plasma para el Profesorado de Bachillerato y Formación Profesional (hoy Ed. Secundaria) en la ORDEN 11 DE OCTUBRE DE 1982 DEL MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA (BOE 16 de octubre). 1. En todos los Centros de Enseñanzas Medias existirán Profesores titulares de "Religión y Moral Católica" responsables de las enseñanzas de esta disciplina, tantos como fueren necesarios, todo ello de acuerdo con las necesidades de horario y matrícula. La enseñanza de la "Religión y Moral Católica" contará con medios pedagógicos y didácticos iguales a aquellos con los que están dotadas las cátedras de las demás asignaturas fundamentales. 2. Dicho Profesorado deberá reunir las condiciones canónicas que se establezcan por la Conferencia Episcopal a estos efectos y los requisitos de titulación determinados en el anexo que acompaña a la presente disposición. 3. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" serán nombrados por la autoridad correspondiente, a propuesta del Ordinario de la Diócesis. Dicho nombramiento tendrá carácter anual y se renovará automáticamente, salvo propuesta en contra del mencionado Ordinario (...) 4. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" habrán de someterse al régimen general disciplinario de los Centros, tanto en régimen de dedicación como en las demás actividades docentes y complementarias que se organicen para cada curso. 5. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" serán contratados por la Administración con cargo a los créditos correspondientes por cuantía equivalente a la de los demás Profesores de las restantes asignaturas fundamentales. Dicho Profesorado no vendrá obligado a asumir dedicación exclusiva pero no podrá contratarse sin un horario mínimo equivalente al número de horas que estén estipuladas o se estipulen como horario de dedicación mínima para el resto del Profesorado. (...) 123 6. No existirá incompatibilidad académica para la enseñanza de la "Religión y Moral Católica" y la enseñanza de otras disciplinas por el mismo Profesor, siempre que se cumplan las condiciones académicas pertinentes. En tal caso, el número de horas de enseñanza de "Religión y Moral Católica" puede ser completado con horas de otras disciplinas hasta alcanzar cualquiera de las dedicaciones normalmente establecidas. Tal complemento de dedicación horaria –y precisamente por su condición de tal– no podrá generar derecho a participar en turnos restringidos de concurso-oposición. Los Profesores de "Religión y Moral Católica" podrán asumir en los Centros todas aquellas funciones que les pueden corresponder en cuantos miembros del claustro de Profesores a todos los efectos según su dedicación y categoría académica y les sean encomendadas por la Dirección del Centro o autoridad competente. ANEXO: TITULACIÓN REQUERIDA PARA IMPARTIR RELIGIÓN Y MORAL CATÓLICA. En base a esta normativa, durante años y hasta el comienzo del curso 9495, la situación fue de contratos que se renovaban automáticamente, jornadas completas salvo excepciones, se completaban horarios impartiendo otras asignaturas para las que se tuviera titulación, existía el Seminario Didáctico de Religión, los PR podían ocupar Cargos Directivos, de organización docente, ser tutores... En resumen: miembros del claustro a todos los efectos, sin ningún tipo de restricción o discriminación. LEY 30/1984, de 2 de agosto de MEDIDAS PARA LA REFORMA DE LA FUNCIÓN PÚBLICA (BOE nº 185, de 3 de agosto). Esta LEY introduce dos novedades importantes que afectarán al Profesorado de Religión: a) Su disposición adicional Cuarta. 1. ordena que “A partir de la fecha de entrada en vigor de la presente Ley no podrán celebrarse por las Administraciones Públicas contratos de colaboración temporal en régimen de derecho administrativo”. 124 b) Su disposición adicional Decimoquinta. 2. ordena que “Las relaciones de puestos de trabajo docente determinarán las características de los mismos, así como los funcionarios de los Cuerpos y Escalas que deberán desempeñarlos. Excepcionalmente, PODRÁN CUBRIRSE PUESTOS DE TRABAJO DOCENTES POR PERSONAL CONTRATADO EN RÉGIMEN LABORAL cuando por la naturaleza de aquellos se requiera el empleo de personal que no tenga las titulaciones contempladas en la presente disposición. Esta será la base legal por la que los Tribunales de Justicia fallarán que la relación del Profesorado de Religión con las Administraciones Públicas es de carácter LABORAL. 125 III. TRATAMIENTO NORMATIVO EN ANDALUCÍA. ACUERDOS DEL CONSEJO DE GOBIERNO, SOBRE RETRIBUCIONES DEL PROFESORADO de enseñanza no universitaria dependiente de la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. En los primeros acuerdos en esta materia aparece un apartado específico para los Profesores de Religión; así en el Acuerdo de 2-3-88 (BOJA nº 63, de 9-888): II. PROFESORES DE ENSEÑANZA RELIGIOSA. Sexto. -Profesores de enseñanza religiosa. Los profesores de Religión y Moral Católica que realicen la jornada semanal fijada en el punto 1º de la Orden de 4 de septiembre de 1987, percibirán las siguientes retribuciones mensuales: Sueldo: El que corresponda a los funcionarios interinos clasificados en el grupo A, que se refiere el artículo 25 de la Ley 30/84 de 2 de agosto. Complemento de Destino: El que corresponda a los funcionarios interinos con nivel de complemento de destino 21. Complemento específico: Aquellos profesores que desempeñen algún cargo regulado en el artículo 4º del presente Acuerdo, percibirán el complemento específico que corresponda según dicho artículo. Asimismo, recibirán dos pagas extraordinarias en igual cuantía, cada una de ellas, al sueldo establecido mensualmente. De aquí podemos destacar que el Sueldo corresponde al de los Interinos del Grupo A (como es lógico al tratarse de Profesores de Secundaria que han de ser licenciados), y en ese grupo de cotización ha estado enmarcado la totalidad el PR de Secundaria hasta el 99. Por otra parte se especifica que el Complemento Específico será según el cargo que ocupe, con lo que explícitamente se incluye la posibilidad de ocupar cargos. Acuerdo de 20 de Septiembre de 1988, por el que se modifica el del 2 de marzo (BOJA nº 24, de 14-4-89): II. PROFESORES DE ENSEÑANZA RELIGIOSA. 126 Apartado Sexto, párrafo tercero: Complemento de Destino: El correspondiente a los funcionarios interinos con nivel de complemento de destino 23. Acuerdo de 17-1-89 (BOJA nº 32, de 25-4-89). Un aspecto a destacar de este acuerdo es que es fruto, como se expresa en su introducción, de un proceso negociador mantenido entre la Consejería de Educación y Ciencia y los Sindicatos representativos del personal docente. Así, el anexo I es el acuerdo firmado por los sindicatos UGT, ANPE y CC.OO. con la Consejería. En este anexo parece quedar excluido el Profesorado de Religión, ya que ni se le menciona. No obstante, en otro de los anexos sí hay un apartado para el PR que no varía sustancialmente con lo de acuerdos anteriores: Sueldo y Pagas como interinos del grupo A, Complemento de Destino del nivel 24 y Complemento Específico según cargo opuesto que desempeñe. Acuerdo de 10-9-91 (BOJA nº 33, de 18-4-92) Finalizado el período de vigencia del Acuerdo del 89, y tras un nuevo proceso negociador con los sindicatos se plasma este nuevo acuerdo. Nuevamente, el anexo I es el acuerdo firmado por los Sindicatos CC.OO., ANPE y FETE-UGT con la Consejería. Aquí ya desaparece definitivamente el Profesorado de Religión, que cae en el olvido o en el ostracismo en los Acuerdos sobre Retribuciones del Profesorado. En definitiva, haciendo una síntesis de este periodo la situación del profesorado de RE hasta 1994 era de una estabilidad tácita con referencias en anexos en los diferentes convenios entre los agentes sociales y la Administración (desde finales del 82 ya socialista en toda España) y expresada en una equiparación de sueldo con el profesorado interino (estoy hablando de secundaria) una renovación del contrato automática, posibilidad de desempeñar cargos directivos, reducciones por reunión de seminario, tutorías, posibilidad de completar horario con asignaturas afines… En conclusión, sin que pudiésemos hablar de una estabilidad absolutamente garantizada, se iba “sobreviviendo” cada vez con mayor dificultad con la aprobación de la LOGSE, en los Acuerdos del 91, firmados entre la Junta de Andalucía y los Sindicatos, en donde ya no se habla del profesorado de RE en los acuerdos sobre Retribuciones. 127 IV. A PARTIR DE 1993. CONVENIO DE 21 DE MAYO DE 1993 ENTRE LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CIENCIA Y LAS DIÓCESIS DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE ANDALUCÍA, SOBRE ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA. ORDEN 21 JUNIO 1993. Se abre un nuevo período normativo con la firma de este Convenio, del que extractamos lo referido al profesorado: VI. PROFESORADO. Décimo. 1. La enseñanza de Religión Católica en los niveles educativos, que corresponda, establecidos por la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, será impartida por las personas que, para cada año escolar, sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el Ordinario diocesano proponga para ejercer esta enseñanza. 2. Con antelación suficiente el Ordinario diocesano comunicará los nombres de los profesores y otras personas que sean consideradas competentes para dicha enseñanza, de acuerdo con los requisitos establecidos en la normativa vigente. 3. Los profesores de Religión forman parte, a todos los efectos, del Claustro de profesores de los respectivos Centros. 4. En lo relativo a la situación económica de los profesores de Religión Católica en los distintos niveles educativos, que no pertenezcan a los cuerpos docentes del Estado, se aplicará lo dispuesto a través de la concertación entre la Administración Central y la Conferencia Episcopal Española. 5. La Jerarquía Eclesiástica y la Consejería de Educación y Ciencia, en el ámbito de sus respectivas competencias, velarán porque esta enseñanza y formación sean impartidas adecuadamente, quedando sometido el profesorado de Religión al régimen general disciplinario de los Centros. 128 6. Las partes firmantes del presente Convenio mantendrán un proceso de diálogo sobre la aplicación en Andalucía de la legislación vigente en lo que se refiere a la situación del profesorado de Religión. Ciertamente, y resulta chocante, empieza a complicarse la situación del profesorado de secundaria en Andalucía tras la firma del Convenio entre la Consejería de Educación y las Diócesis. Ejemplos claros son los siguientes: JULIO 1994: INSTRUCCIONES DE LA CONSEJERÍA DE EDUCACIÓN Y CIENCIA POR LAS QUE LOS CARGOS DIRECTIVOS sólo los podrán ocupar Profesores con Destino Definitivo. En este momento algunos PR que ocupaban cargos directivos (elegidos por los Claustros y los Consejos Escolares) son cesados, por no existir para este profesorado el Destino Definitivo, aunque prácticamente todos los implicados llevaban varios años en sus Centros y en ellos permanecen, siendo en bastantes casos el profesor más antiguo del Centro. El profesor de Re que ocupaba algún cargo cesa. Se infringen los acuerdos del 79 y 82. Nos referimos a los órganos de coordinación docente, no a los órganos unipersonales de gobierno. RESOLUCIÓN DE 1 AGOSTO 1994 de la Dirección General de Ordenación Educativa sobre la organización y funcionamiento de Centros de Secundaria. En el Apartado 2.8 del Cáp. VII se excluye al profesorado de Religión, con lo que a partir de este momento este profesorado sólo podrá impartir Religión. Con esta Resolución, de inferior rango que la Orden Ministerial del 82 (Orden que aún sigue en vigor, pues no ha sido derogada), ya no podrá el PR completar horarios con otras asignaturas, ni podrá acceder a ciertas reducciones horarias, etc... Se establece, además, a partir del curso 94-95 un Modelo Horario particular y exclusivo para este profesorado y distinto del de los demás profesores, que lo excluye de la posibilidad de impartir otras asignaturas para las que tenga titulación, y se limitan los epígrafes referentes a las posibles actividades de obligada permanencia en el Centro. No obstante, se mantiene en este modelo la hora de Reunión de Seminario de Religión y las horas de tutoría lectiva y administrativa. 129 Podemos estimar este momento como la acentuación de lo que APPRECE ANDALUCIA considera trato discriminatorio para con el PR. Ante ello se consulta al Defensor del Pueblo. CONSULTA A LA OFICINA ACTUACIONES DE ÉSTA. DEL DEFENSOR DEL PUEBLO Y Durante el curso 94-95, a raíz de lo apuntado anteriormente, un grupo de Profesores de Religión de Sevilla llevan ante el Defensor del Pueblo Andaluz las demandas ante lo que consideran trato discriminatorio. Éste a su vez pregunta a la Delegación Provincial de Sevilla sobre este posible trato desigual. En su respuesta, la mencionada Delegación, tras negar el trato discriminatorio, afirma que “el tratamiento que se dispensa a los reclamantes es en todo acorde con el contenido del Convenio establecido entre la Consejería de Educación y Ciencia y las Diócesis Andaluzas, y la Orden de 11 de octubre de 1982 del Ministerio de Educación y Ciencia”. La Administración reconoce que además del Convenio existe la Orden Ministerial. Sin embargo, ya en su momento y aún hoy APPRECE ANDALUCÍA denuncia que esta Orden se está incumpliendo en su artículo 6º. Por su parte, el Defensor del Pueblo “entiende que lo que subyace es una diferente interpretación de la normativa vigente relativa a la Enseñanza de la Religión, y cree que la cuestión de fondo planteada debiera resolverse y residenciarse en su sede jurisdiccional, por los Tribunales de Justicia”. No obstante, recomienda “someter el debate interpretativo a la Comisión de Seguimiento creada en el Convenio entre la Consejería y las Diócesis Andaluzas”. Y todo ha seguido igual hasta el día de hoy. Es evidente que los únicos damnificados por este recorte de derechos han sido los Profesores de Religión y sus familias, pues la imposibilidad de completar horarios con otras materias ha obligado a la mayoría de este profesorado a tener jornadas parciales, con la disminución de retribuciones y de cotizaciones a la Seguridad Social que esto supone, obviándose su experiencia, preparación y dedicación profesional. SUPRESIÓN DEL DEPARTAMENTO DE RELIGIÓN. Con la implantación de la LOGSE los Seminarios fueron sustituidos por los Departamentos Didácticos, y en ese momento desaparece, en la Comunidad Autónoma Andaluza y no en otras, el de Religión. 130 Queda con ello eliminada la reducción horaria de 3 horas y el complemento específico, quedando excluido el Profesor de Religión Católica de los Equipos Técnicos de Coordinación Pedagógica. Incluso en algunos IES se niega asignación económica para material didáctico (lo que contraviene el Acuerdo del 79 Art. 2, la Orden Ministerial del 82 Apdo. 1, y el Convenio del 93). Esta situación se mantiene en la actualidad. PROHIBICIÓN DEL EJERCICIO DE LA ACCIÓN TUTORIAL AL PROFESOR DE RELIGIÓN. En Febrero del 99, la Administración con esta nueva medida agudiza, a nuestro juicio, la progresiva discriminación del PR de Andalucía. Unas Instrucciones Internas de la Viceconsejería obligan a cesar en sus cargos a todos los PR que ejercían la acción tutorial. Éstos, como en cursos anteriores, habían firmado sus horarios, en los que aparecía la frase “sólo pueden impartir clases de Religión y tutoría”. En mitad del curso, y sin tener en cuenta los derechos de los alumnos, somos cesados sin explicación ni base legal alguna. ¿Cómo explicar esto a los alumnos y sus padres? ¿Qué manera es ésta de velar por nuestra dignidad profesional? A falta de argumentos jurídicos, se dan argumentos a la prensa del tipo “yo no puedo permitir que un cura pueda ser tutor” o “podrían usar la tutoría para evangelizar”.Tras un largo proceso judicial, la Justicia ha dado la razón a la Asociación Profesional de Profesores de Religión de Andalucía (APPRECE-A) la única que defendió el derecho del PR y el del alumnado afectado-. Pero, a pesar de las sentencias firmes del TSJA, aún la Consejería de Educación y Ciencia no ha restituido el derecho ni ha rectificado, mediante comunicación escrita a los centros, las instrucciones del 99. Y así nos encontramos cada comienzo de curso con la grotesca historia de que todo oralmente y nada por escrito- hay inspectores que siguen dando instrucciones verbales a los equipos directivos para que estos no propongan al profesorado de religión para la función tutorial, vulnerando de esta forma, además de la autonomía de los centros, las decisiones de los directores y no respetando ni las decisiones judiciales del TSJA ni la legislación vigente que, volvemos a recordar, señala que “Los Profesores de "Religión y Moral Católica" podrán asumir en los Centros todas aquellas funciones que les pueden corresponder en cuanto miembros del claustro de Profesores a todos los efectos según su dedicación y categoría académica y les sean encomendadas por la Dirección del Centro o autoridad competente”. 131 Sólo en contadísimos casos en los que el profesor ya tiene la jornada completa, la inspección educativa tolera el ejercicio de la función tutorial. Estos hechos ponen de manifiesto la discriminación que sufre el profesor de Religión con respecto al resto de sus compañeros de Claustro, y queda demostrado que, a nuestro juicio, son criterios económicos (no queremos pensar que sean también ideológicos) los que prevalecen por encima del cumplimiento de la legislación y de los criterios pedagógicos. LA NO APLICACIÓN DE LA REDUCCIÓN HORARIA A LOS MAYORES DE 60 AÑOS. Ese mismo curso 98-99, y cuando la reducción de tres horas era contemplada para el resto del profesorado, no se le respetó al de Religión. Esto fue un claro incumplimiento de la norma: “Los Profesores de religión formarán parte, a todos los efectos, del Claustro de Profesores de los respectivos Centros” y supuso, a nuestro juicio, un nuevo ejemplo de trato discriminatorio. Los afectados recurrieron a los tribunales y las sentencias fueron favorables, habiendo cobrado ya el 50 % de las cantidades dejadas de percibir. LEY DE MEDIDAS FISCALES, ADMINISTRATIVAS Y DE ORDEN SOCIAL. ART. 93, MODIFICACIÓN DE LA LEY ORGÁNICA 1/1990, DE 3 DE OCTUBRE, DE ORDENACIÓN GENERAL DEL SISTEMA EDUCATIVO. Se añade un párrafo a la Disposición Adicional Segunda de la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo, con el siguiente texto: “Los profesores que, no perteneciendo a los Cuerpos de funcionarios docentes, impartan enseñanzas de religión en los centros públicos en los que se desarrollan las enseñanzas reguladas en la presente Ley, lo harán en régimen de contratación laboral, de duración determinada y coincidente con el curso escolar, a tiempo completo o parcial. Estos profesores percibirán las retribuciones que correspondan en el respectivo nivel educativo a los profesores interinos, debiendo alcanzarse la equiparación retributiva en cuatro ejercicios presupuestarios a partir de 1999”. Este párrafo, añadido a la LOGSE, llena el vacío legal existente, desde la Ley 30/1984, de 2 de agosto, de medidas para la reforma de la Función Pública, y pone un nuevo plazo a los incumplimientos que se venían produciendo del 132 Convenio suscrito con fecha de 20 de mayo de 1993, para el profesorado de religión de infantil-primaria, publicado mediante Orden de 9 de septiembre de 1993, y que fue derogado y sustituido por el del 26 de febrero de 1999. 133 V. CONVENIO SOBRE EL RÉGIMEN ECONÓMICO-LABORAL DE LAS PERSONAS QUE, NO PERTENECIENDO A LOS CUERPOS DE FUNCIONARIOS DOCENTES, ESTÁN ENCARGADAS DE LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN LOS CENTROS PÚBLICOS DE EDUCACIÓN INFANTIL, DE EDUCACIÓN PRIMARIA Y DE EDUCACIÓN SECUNDARIA (26 de febrero de 1999). Orden del Ministerio de la Presidencia de 9 de abril de 1999. BOE, nº 94 de 20-4-99. El presente convenio, además de modificar ligeramente la titulación requerida para impartir Enseñanza de Religión en los distintos niveles educativos (titulación académica igual o equivalente a la exigida para el mismo nivel al correspondiente profesorado interino, y que, además, se encuentren en posesión de la Declaración Eclesiástica de Idoneidad de la Conferencia Episcopal Española -anexo 3- ). Presenta como novedades más significativas lo que se recoge en su quinta cláusula: 1. Los profesores encargados de la enseñanza de la religión católica a los que se refiere el presente Convenio prestarán su actividad, en régimen de contratación laboral, de duración determinada y coincidente con el curso o año escolar, a tiempo completo o parcial y quedarán encuadrados en el Régimen General de la Seguridad Social, al que serán incorporados los profesores de Educación Infantil y de Educación Primaria que aún no lo estén. A los efectos anteriores, la condición de empleador corresponderá a la respectiva Administración educativa. 2. Transitoriamente, en tanto no se lleve a cabo el traspaso de los profesores de religión católica de Educación Infantil, de Educación Primaria y de Educación Secundaria a la correspondiente Administración educativa, el Ministerio de Educación y Cultura asume, respecto de estos profesores, la condición de empleador a los efectos previstos en el apartado anterior. Esta cláusula pone fin administrativamente a la duda sobre la realidad contractual del PR, duda que ya había sido aclarada por distintas sentencias en base a la Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la Reforma de la Función Pública, que limita las posibilidades de relación al servicio de la Administración Pública a sólo dos: Funcionario o Laboral. En el caso del PR queda claro que su relación con la Administración es la de Personal Laboral. 134 Otro aspecto a destacar es el cambio de redacción respecto a la Orden Ministerial del 82, ya que aquella hablaba en su punto segundo de “carácter anual que se renovará automáticamente, salvo propuesta en contra del Ordinario”, y en este Convenio se habla de “contratación laboral, de duración determinada y coincidente con el curso o año escolar”. ¿Está en conflicto una situación con la nueva? No tendría porqué, pero las interpretaciones que del Convenio hace la Administración, por supuesto de manera restrictiva, hace que cada año se tenga que revisar como va a ser la jornada y con ello, la retribución económica. En resumen, de la aplicación que se está haciendo de este Convenio, podemos destacar: * Se reconoce el Régimen de trabajador con contrato laboral. * El contrato es anual, condenándonos a la temporalidad permanente. * Se modifica la titulación requerida. No se deroga la Orden Ministerial del 82, y se le dan distintas redacciones a estos tres aspectos. CONSECUENCIAS DEL CONVENIO. NUEVO MODELO DE CONTRATO. Basándose en el convenio anterior, a partir del curso 1999-2000 se firma anualmente un nuevo modelo de contrato (hasta entonces se renovaba automáticamente-Orden del 82- ). La fórmula contractual del Profesorado de Religión es un elemento más que fortalece la sensación de discriminación de la que hablamos. La temporalidad del contrato repercute negativamente en bastantes aspectos, también en las relaciones con las Administraciones Públicas o las entidades financieras. Algunos ejemplos se muestran a continuación. Obstáculo para ser candidatos en los Consejos Escolares. 135 En general el Profesorado de Religión siempre ha estado abierto a colaborar en los centros, participando activamente en todos los órganos colegiados y, en concreto en el Consejo Escolar para el que se presenta a elecciones en representación del colectivo de profesores, siendo elegido en la mayoría de los casos para el período correspondiente. Incluso, con posterioridad, se suelen presentar para formar parte de la Comisión Económica o de la Comisión de Convivencia del Centro. Como el período de tiempo para el que se elige a los representantes del Consejo Escolar es de cuatro años y la normativa para elecciones pretende la estabilidad del Consejo Escolar durante ese tiempo, es claro que el único representante que no asegura la continuidad esos cuatro años es el Profesorado de Religión, con lo que, en la práctica, se está creando la conciencia de que el Profesorado de Religión no puede formar parte del Consejo Escolar, precisamente por su inestabilidad laboral, cosa que no ocurre ni siquiera con los interinos. Impedimentos para participar en las Elecciones sindicales. Otro ejemplo es el de las Elecciones Sindicales. Hasta el año 99, el PR de Secundaria votaba en las Elecciones junto con el resto del Personal Docente, probablemente por la desorientación respecto al tipo de relación contractual que lo vinculaba con la Administración, y que fue poniendo en claro la Justicia en múltiples sentencias y en base a la ya mencionada Ley 30/1984 de Medidas para la Reforma de la Función Pública. Una vez claro que somos Personal Laboral nos corresponde votar con los Laborales. Sin embargo, al no ser incluidos por la Empresa en los censos no pudimos votar en el 99, sin recibir en aquella ocasión el apoyo de la mayoría de los Sindicatos que no sólo no defendieron el derecho de cualquier trabajador a elegir a sus representantes, sino que algunos incluso impugnaron las elecciones parciales que se organizaron en algunas provincias. Impedimentos para ser candidatos en las Elecciones Sindicales. Y en las Elecciones celebradas el pasado curso, ha surgido de nuevo el problema. En este caso la Empresa nos incluye pero sólo con la antigüedad de la fecha de firma del último contrato, cosa que no hace con el resto de laborales con contratos temporales, a los que sí suma los meses de los anteriores contratos, como queda demostrado al observar el censo. Esto supuso que debido a las fechas elegidas para la celebración de las votaciones por UGT y 136 CC.OO. no tuviéramos al menos 6 meses de antigüedad en la Empresa, con lo que no podíamos presentarnos como candidatos. Sólo en Sevilla, y debido al retraso en el proceso por un error formal en el Preaviso impugnado por CSI CSIF, fue posible el que los Profesores de Religión formáramos parte del Comité de Empresa. UGT impugnó nuestra inclusión en los censos, entre otros motivos, por no considerarnos trabajadores de la Administración andaluza, y en Almería el PR no pudo ni siquiera ejercer el derecho a elegir a sus representantes. Obstáculos para la concesión de créditos financieros o hipotecarios. Hacer frente al futuro, formando una familia, para la que es imprescindible una vivienda y otros medios, no es posible si no se echa mano de préstamos bancarios. Las entidades crediticias, para dar un préstamo, exigen, lógicamente, garantías de que ese préstamo se puede pagar y se va a pagar. Los contratos anuales del Profesorado de Religión no son un aval para ningún préstamo que supere el año. Y es lo mismo que ocurre con las ayudas sociales que convocan anualmente las Administraciones Públicas, tanto para su personal funcionario como para su personal laboral, entre las que se incluyen préstamos para viviendas, que le son denegados al Profesorado de Religión, porque su inestabilidad laboral no asegura el pago de préstamos a largo plazo. Las consecuencias para las personas y, en particular, para quien tiene una familia o la piensa formar, no pueden ser más funestas, en cuanto a la aceptación de un número de hijos y en cuanto al logro de un mínimo de calidad de vida. Para la Asociación de Profesores de religión de Andalucía (APPRECE-A) la manera de proceder con la contratación del PR representa lo que, a juicio de algunos políticos, podríamos considerar como un fraude en la contratación a través del mecanismo de encadenamiento de contratos temporales para cubrir puestos que en realidad son de empleos indefinidos. Y, al mismo tiempo, además de estar de acuerdo en la necesidad de estimular la estabilidad laboral, frente a la precariedad, somos conscientes de que sólo un empleo estable y de calidad es el que puede ofrecer el mínimo de seguridad para llevar a cabo un proyecto de vida digna. VI. NUEVOS RETROCESOS A PARTIR DEL 99. Debido a la situación de temporalidad, al Profesor o Profesora de Religión lo/a considera la Administración Pública, en la mayoría de los centros públicos, como una persona ajena al Centro, como si fuera enviada por otra entidad distinta a la que lo hace con el resto del Profesorado. Dicho profesor, 137 debido a su jornada de trabajo, causa serios trastornos en la organización de los horarios y en la programación general del Centro, que se rige por unas normas distintas a las de los demás miembros del Claustro y que, al intervenir sobre él varias instancias, hay que dejarlo siempre aparte. Esto no quiere decir que, en general, no se valore su trabajo, ni que se impida la implicación activa de este profesorado en la vida del Centro, pero dicha implicación y aceptación se debe más al esfuerzo, dedicación y talante personal y profesional del Profesor de Religión (que "se tiene que ganar" al claustro, al alumnado y a los padres) que al reconocimiento de los derechos que como un trabajador más debe tener, como miembro del claustro a todos los efectos, tal y como recoge nuestra legislación. Pongamos algunos ejemplos: - Cuando se habla de plantilla de un centro nunca se tiene en cuenta al Profesor o Profesora de Religión, o si se cuantifica la composición del Claustro se hablará de X+1, siendo ese uno el o la Profesor/a de Religión. - Si se expone la relación de los miembros que componen el Claustro de un Centro, generalmente, nunca aparece el/la Profesor/a de Religión. Incluso en algunos programas informáticos no existe la posibilidad de incluir al PR entre el profesorado del Centro. - Cuando en un Centro el Equipo Directivo se plantea la organización del curso, todo se hace en función de los horarios y dedicaciones del Profesorado titular del Centro, ya sean funcionarios de carrera o interinos, y así se hacen los agrupamientos del alumnado y se buscan los locales sin que, por lo general, se cuente para nada con la existencia del Profesor/a de Religión. - Ante la falta de horas para completar la jornada horaria de los funcionarios se echa mano de las alternativas a la clase de Religión, -si nos referimos a los planes LOGSE vigentes-, y se hacen los agrupamientos de alumnos que hagan falta hasta que todo el Claustro tenga sus horarios completos, aunque dichas alternativas tengan uno, dos o sólo tres alumnos, y, además, contando las deducciones horarias por cargos unipersonales, Jefaturas de Departamentos, Tutorías lectivas, clases de apoyo, ayudas a Jefatura de Estudios, etc. 138 - Resueltos los problemas del Claustro, queda pendiente el horario del Profesor/a de Religión, que no cuenta con reducciones horarias, porque no tiene Departamento, ni se le nombra para Tutor/a, ni puede beneficiarse de ninguna otra mejora como pudiera ser la reducción horaria por la edad, con lo que se queda con el resto, esto es, con las horas restantes, para lo que se agrupa al alumnado desde los criterios que la Administración cree conveniente para economizar recursos. Y así llegamos al lamentable espectáculo que se produce en todos los comienzos de curso y que dura, como mínimo, los meses de septiembre y octubre de cada año. Manifestaciones del desconcierto que sufre el PR son las siguientes: - Presentarse en el lugar de destino, el Centro en el que ha estado trabajando hasta antes de las vacaciones veraniegas, sabiendo que el día 31 de agosto ha terminado su contrato y que va a comenzar su trabajo nuevamente sin contar con contrato, sin saber si está o no de alta en la Seguridad Social, sin saber si va a seguir trabajando y sin conocer si lo proponen para otro año, o si va a ser o no en ese mismo Centro. - Firmar actas en el mes de septiembre de los alumnos de Bachillerato, que se tienen que presentar a exámenes en dicho mes, cuando todavía no se tiene contrato firmado y el anterior ya quedó extinguido el día 31 de agosto anterior. - Comenzar a impartir clases con una jornada completa cuando el contrato firmado es de jornada parcial. - Firmar un contrato con un número de horas y a los 15 días llamarte para firmar otro distinto con menor número de horas o a la inversa. - Trabajar durante el mes de septiembre con la seguridad de que al final de mes no va a cobrar ya que, en la práctica, no se firma el contrato hasta final de septiembre o principios de octubre y que, si todo sale bien, cobrará a finales del mes de octubre o incluso en el mes de noviembre. 139 - Desde que termina el contrato, el 31 de agosto, hasta que se estabiliza su situación, suele ocurrir que, como mínimo, durante un mes esté el Profesor o la Profesora de Religión de Secundaria sin saber lo que a sus espaldas están resolviendo las administraciones civiles y eclesiásticas en cuanto a su jornada horaria. - Cuando los centros envían a las Delegaciones Provinciales el número de alumnos que han elegido religión, para que las Delegaciones lo manden a la Consejería de Educación, no cuentan ni con los alumnos que no se matriculan hasta el mes de septiembre, ni por supuesto con todos aquellos que tienen que examinarse en septiembre y están, por tanto, pendientes de conocer sus resultados para poderse matricular. Con los datos enviados a la Consejería en junio, ésta asigna grupos y horas de religión a los centros, que en muchos casos son menos de los que realmente existen en septiembre, y todo esto desde criterios desconocidos. - El Equipo Directivo de cualquier IES no puede ultimar los horarios, porque de la Consejería, vía Delegación Provincial, o no acaban de concretarle el horario del Profesor o la Profesora de Religión, o en verano le han comunicado unas horas, que más adelante se las pueden cambiar. Así, hasta mediados de octubre hay centros que no saben qué hacer con los horarios del Profesorado de Religión, condicionando de esta forma todos los horarios del centro, con lo que el Profesorado de Religión, por todos estos condicionamientos, se está convirtiendo en el "compañero incómodo" de los centros. - Situaciones particulares de Incapacidades Temporales en las que los afectados se ven obligados a pedir el alta médica para poder firmar nuevo contrato, si no quieren verse en el paro. - Situaciones de embarazadas, que si dan a luz en fechas cercanas a las firmas de los contratos, se ven obligadas a buscar soluciones rocambolescas hasta que logran firmar el nuevo contrato, para, si tienen suerte, disfrutar del permiso 140 de maternidad y, en otros casos, renunciar al mismo, para no perder el puesto de trabajo. Otro caballo de batalla es el de la matriculación de los alumnos/as, que afecta más que a nadie al PR, pues de ella depende que haya horas suficientes para completar su jornada, ya que es el único docente andaluz al que no se le asegura la jornada completa. En no pocas ocasiones -si hablamos de los planes LOGSE todavía vigentes- la documentación de la matrícula es rellenada por cualquiera, sin que se tenga en cuenta lo que dice la legislación: elección del padre, madre o tutor, de la Asignatura de Religión o sus Alternativas cuando el alumno es menor de edad o, en caso de ser mayor de edad, realizada por el propio alumno o alumna. * Los impresos que no llevan rellena la casilla correspondiente a la opción Religión/Alternativa son, con mucha frecuencia, contabilizados como si la opción hubiera sido la alternativa a la Religión, cuando las casillas en blanco pueden deberse a un simple olvido. * Así, en no pocas ocasiones, el número de alumnos matriculados y, por tanto, las horas de Religión dependen de las interpretaciones que puedan hacerse en cada Centro a las solicitudes recibidas, con más o menos dudas sobre la opción elegida. * El aparente desconocimiento de la legislación sobre la Enseñanza de la Religión, no ayuda precisamente a que, en la práctica, se actúe dentro de la legalidad y con un respeto exquisito a la voluntariedad en la elección y al uso de su libertad. Y a esto se añaden nuevos gestos de la Administración a los ya expuestos como muestra de la discriminación a la que nos han condenado. A saber: CIRCULAR DEL SERVICIO DE INSPECCIÓN DE MAYO DE 2003; “AGRUPACIONES DE AL MENOS 15 ALUMNOS”. La última novedad, y nueva discriminación a nuestra jornada laboral, ha sido la circular que el Jefe de Servicio de Inspección ha enviado a los Directores de IES en mayo de 2003 en los que se establecen algunos criterios: 141 * Una de las variables a tener en cuenta por la dirección del centro al formar los grupos de alumnos y alumnas deberá ser la elección de la Religión Católica. De esta forma debe tenderse a un agrupamiento de este alumnado, de forma que se optimicen los recursos disponibles. * No se autorizarán agrupaciones que contemplen menos de 15 alumnos/as por unidad, salvo en casos excepcionales autorizados por el Órgano competente. * No se autorizará ninguna modificación en septiembre del número de grupos autorizados en julio. A parte de cuestionar el hecho de que el criterio de optimización de recursos sea suficiente para segregar a los alumnos de Religión en grupos diferentes de los que no la eligen, APPRECE ANDALUCÍA considera que la aplicación de estas Instrucciones en exclusiva al alumnado de Religión y no al de Alternativa es una clarísima muestra de discriminación, y un incumplimiento del Art. II del Acuerdo entre el Estado Español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales: “Por respeto a la libertad de conciencia, la enseñanza de la religión católica no tendrá carácter obligatorio para los alumnos. Se garantiza, sin embargo, el derecho a recibirla. Las autoridades académicas adoptarán las medidas oportunas para que el hecho de recibir o no recibir la enseñanza religiosa no suponga discriminación alguna en la actividad escolar”. LA NO APLICACIÓN DE LA REDUCCIÓN HORARIA A MAYORES DE 55 AÑOS En el anterior curso académico 2003-2004, comienza a hacerse efectivo el punto Primero.1.a) del Acuerdo entre la Consejería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía y las Organizaciones Sindicales ANPE-A, CC.OO., CSICSIF, FETE, UGT Y USTEA, para la Mejora de las Condiciones Laborales y Profesionales del Profesorado en la Enseñanza Pública, a excepción de la Universitaria, de 3 de Octubre de 2002: “De forma progresiva, durante los cursos académicos 2003/04 y 2004/05, se reducirá en dos horas la jornada lectiva del profesorado mayor de 55 años. En cada uno de los 142 cursos se procederá a la reducción de una hora lectiva de acuerdo con el siguiente calendario: Curso 2003/04: reducción de una hora lectiva a todo el profesorado mayor de 55 años. : Curso 2004/05: reducción de una segunda hora lectiva a todo el profesorado mayor de 55 años.” La Consejería, unilateralmente, interpreta que el acuerdo no es de aplicación al colectivo de docentes de Religión. CC.OO y CSI-CSIF (firmantes del acuerdo) no entienden la decisión adoptada por la Consejería, y junto con APPRECE ANDALUCÍA califican esta actuación como discriminatoria y un atentado al derecho de este colectivo. Pero tampoco los Sindicatos parecen poner demasiado entusiasmo y recomiendan a APPRECE ANDALUCÍA que recurra a los Tribunales, pero hasta ahora no implicándose ellos en este conflicto. 143 VII. PROPUESTAS. El diálogo es la única manera efectiva de solucionar cualquier problema, siendo los Tribunales el último recurso ante una injusticia consciente o no. Por eso, y considerando, como decía al principio, que existe un grupo de profesores que se han molestado en defender unos derechos que nos afectan desde hace mucho tiempo acumulando una experiencia laboral y de relación con los agentes sociales y administraciones, se puede proponer lo siguiente: - Situar claramente la responsabilidad y competencias de las instancias de las que dependemos: Iglesia-Administración, unas serán exclusivas de la Iglesia, otras exclusivas de la Administración y otras serán mixtas, en las que debiera haber acuerdos escritos, para conocimiento de todos. - Contratación por jornada completa o parcial y no por horas, aplicando la reducción de dos horas lectivas semanales a los mayores de 55 años, la reducción por el ejercicio de la acción tutorial o por itinerancias en las que las distancias entre los dos centros en los que se trabaja sean grandes. Flexibilización del cómputo de horas para considerarla completa: por ejemplo, de 14 a 18 horas semanales para mayores de 55 años y de 16 a 21 para menores de 55 años, en el caso de Secundaria. En el caso de Primaria e Infantil proponemos que se hagan unos intervalos, entre 2-4 horas de diferencia entre uno y otro, para delimitar jornadas completas o parciales. - Creación de plantillas estables en cada diócesis, incluyendo movilidad geográfica, por ejemplo, entre diócesis limítrofes, cuando sobren profesores en una y falten en la otra. - Contratación anual renovable automáticamente, con cláusula resolutoria, si no ha habido causas objetivas para el cese. Y en el caso de ceses o de no ser propuestos, que la - Administración valore los méritos, la experiencia docente y los años de servicios a la misma, para su acceso a las bolsas de trabajo o a la presentación a concursos y oposiciones. - Concreción de criterios objetivos y públicos para el acceso y distribución del profesorado de REL, que consideramos una de las 144 competencias mixtas en la que Iglesia y Administración tendrían que concretar hasta dónde llega la propuesta del Ordinario y, en el caso de la Administración como empleadora que es, dónde comienzan y terminan sus responsabilidades laborales y sociales, no sólo administrativas. - Reconocimiento de todos los derechos laborales y profesionales, entre los que se encuentran nuestro modo de acceso al puesto de trabajo, que es de acuerdo a unas leyes y unas normas, que cumplen con el Estado de Derecho, gusten más o gusten menos. - Aplicación de los acuerdos Consejería-Sindicatos sobre la estabilidad del personal interino, con una moratoria de dos años, por ejemplo, manteniendo las mismas condiciones laborales, hasta que se acuerden nuevas soluciones. - Aplicación de los convenios sobre el personal laboral a los profesores de REL. - Aplicación de la OM del 82, punto 6 sobre la compatibilidad con otras áreas para completar horarios, que textualmente dice: “No existirá incompatibilidad académica para la enseñanza de la Religión y Moral católica y la enseñanza de otras disciplinas por el mismo profesor, siempre que se cumplan las condiciones académicas pertinentes. En tal caso, el número de horas de enseñanza de Religión y Moral católica puede ser completado con horas de otras disciplinas hasta alcanzar cualquiera de las dedicaciones normalmente establecidas”. - Actualizar el convenio del 92 entre la Consejería y las Diócesis Andaluzas. - Incorporación del profesorado de REL como personal docente al convenio colectivo para el personal laboral recogiendo en un anexo, las peculiaridades del profesorado de Religión y contemplando, en casos necesarios, fórmulas para jubilaciones anticipadas a partir de, por ejemplo, los 60 años. 145 VIII. CONCLUSIÓN. Podemos observar que si nos tomamos en serio nuestra defensa ante las irregularidades que venimos sufriendo desde hace años, tenemos trabajo para rato. Cada parte (Iglesia-Administración) debe asumir su responsabilidad y la parte que le toca en su gestión de nuestra condición de profesores de REL, para llegar a unos acuerdos que nos den estabilidad y una dignificación de la materia que por sus contenidos es indiscutiblemente digna. Porque no lo olvidemos: la dignificación del profesor va unida a la de la materia que imparte, y viceversa. ¿Cómo se puede llegar a esto? En principio dialogando con una actitud receptiva sin prejuicios ideológicos que, desgraciadamente, parece que es lo que prima en algunos políticos e instituciones, que, por su falta de voluntad política, están dificultando que se apliquen soluciones tan razonables como las que acabo de exponer y que espero ver algún día puestas en práctica. 146 ÍNDICE. PRESENTACIÓN.............................................................................................. 3 INTRODUCCIÓN............................................................................................ 6 I. CONFERENCIA: «FUNDAMENTOS PSICOEDUCATIVOS DE LA ENSEÑANZA RELIGIOSA»......................................................... 9 II. CONFERENCIA: «LA ENSEÑANZA DE LA RELIGIÓN CATÓLICA EN ESPAÑA: ALGUNOS ASPECTOS FUNDAMENTALES DE SU RÉGIMEN JURÍDICO»..................... 19 III. COMUNICACIÓN SOBRE LA PRIMERA PROPUESTA DEL MEC.: «LA OBLIGATORIEDAD DE LA ENSEÑANZA NO CONFESIONAL EN LAS ASIGNATURAS DE GEOGRAFÍA E HISTORIA, FILOSOFÍA Y EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA»................................................................................... 36 IV. COMUNICACIÓN SOBRE LA SEGUNDA PROPUESTA DEL MEC.: «UNA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES NO EVALUABLE NI COMPUTABLE A EFECTOS ACADÉMICOS»...................................................................................52 V. COMUNICACIÓN SOBRE LA TERCERA PROPUESTA DEL MEC.: «COMPETENCIA DE LOS CENTROS EN LA ORGANIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES».............................................................................. 88 VI. COMUNICACIÓN SOBRE LA CUARTA PROPUESTA DEL MEC.: «LA POSIBILIDAD DE LA EXENCIÓN DE LAS ALTERNATIVAS A LA ENSEÑANZA CONFESIONAL DE LAS RELIGIONES».................................................................................... 102 VII. COMUNICACIÓN SOBRE LA QUINTA PROPUESTA DEL MEC.: «SITUACIÓN DE UN PROFESORADO QUE CARECE DEL RECONOCIMIENTO OFICIAL DE SU ÁREA DE CONOCIMIENTO Y DEL ESTATUTO DE LOS TRABAJADORES»............................................................................. 119 147