LA CONSTRUCCIÓN DE LA MEMORIA: LAS NARRATIVAS EN LA HISTORIA ORAL Paz, Valeria; Melara, Pablo; Bayerque, Ayelén. Instituto Jesús Obrero – GIHOR pablomelar@hotmail.com Resumen La guerra de las Malvinas enfrentó a Argentina y Gran Bretaña en 1982. El conflicto entre los dos países se centraba en la disputa por las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwichs del Sur. Luego de una breve pero dura batalla, los ingleses retomaron el control de los archipiélagos. Luego de la derrota, el tema Malvinas ingresó en un cono de silencio al que muchos denominaron “desmalvinización”. Dicha política fue oficialmente sancionada por el gobierno militar primero y los gobiernos democráticos después. Durante muchos años, el tema Malvinas también fue “olvidado” en las escuelas. Y representó, y aún lo hace, un desafío para los docentes. En este artículo, dos docentes del Instituto Jesús Obrero y una ex alumna, hoy estudiante de la carrera de letras, nos proponemos compartir nuestras experiencias áulicas detrás del desafío de llevar el tema Malvinas al aula. Nuestros alumnos de nivel secundario realizan un acercamiento a la guerra a través del testimonio, es decir, mediante la visión de los actores que la protagonizaron. Palabras clave: Malvinas - experiencias docentes - fuentes orales Este trabajo se enmarca en un proceso de investigación mayor y grupal denominado bajo las siglas GIHOR (Grupo de Investigación de Historia oral y regional), integrado por docentes, estudiantes y graduados del Instituto Jesús Obrero, nivel secundario. El grupo se inicia en el año 2012 a partir de la inquietud de investigar en el ámbito de la escuela secundaria hechos de la historia reciente de nuestro país, más específicamente de la “Cuestión Malvinas”. A través de la experiencia directa de algunos de sus protagonistas, realizando entrevistas a veteranos de guerra, comienza el trabajo del grupo. El objetivo es, en principio, contribuir a la formación integral de los estudiantes y representar a la institución en diversos espacios académicos. Debido a esto, el grupo cuenta con al menos una decena de trabajos expuestos en jornadas y congresos de Mar del Plata y otras localidades de la provincia de Buenos Aires. El grupo nace guiado por el licenciado en Historia Pablo Melara y la profesora de Historia Sandra Fernández, con la posterior adscripción de la profesora en Letras Valeria Paz. Todos ellos son docentes del Instituto Jesús Obrero. El trabajo multidisciplinario es una característica del grupo no sólo por las diversas áreas de especialidad de los docentes, sino también porque los estudiantes que han concluido la escuela secundaria y continúan participando del proyecto o que se incorporaron después, comenzaron a relacionar sus estudios en el ámbito universitario con los trayectos recorridos en GIHOR. A partir de nuestra experiencia dentro de GIHOR, conocimos el testimonio de muchos veteranos de guerra en Mar del Plata y otras localidades vinculadas con el conflicto en sí y con la postguerra.i Hay que destacar que al trabajar metodológicamente con la historia oral con encontramos con algunas dificultades: la reconstrucción de la memoria es siempre parcial y subjetiva. Pero también es cierto que el hecho de conocer y entrevistar a los protagonistas directos de los sucesos enriquece el abordaje de la temática: es la Historia contada en primera persona. El presente trabajo pretende describir cómo esta metodología permite “reconstruir” los sucesos vinculados al conflicto y a la postguerra desde una mirada amplia y plural, ya que no hay una única versión de los hechos. Hay tantas guerras de Malvinas como protagonistas tuvo el conflicto. Para ello, tomaremos en consideración las reflexiones del Dr. Facundo Manes (2015), quien en su libro Cómo usar el cerebro, hace un análisis acerca de cómo funciona la memoria: por qué recordamos con tanto detalle algunos eventos y otros no, y de qué manera recuperamos y actualizamos esos recuerdos. Y, en relación con esta perspectiva, también retomaremos la postulación de Elizabeth Jelin (2002) en Los trabajos de la memoria, donde se sostiene que la memoria en un plano individual está atravesada por múltiples olvidos y repeticiones de experiencias traumáticas que deben ser trabajados, y, a su vez, se piensa en cómo se construye la memoria colectiva. (Jelin, 2002: 14-16). Por su parte, la historiadora Laura Benadiva (2015), una referente en nuestro país en lo que a metodología de la historia oral se refiere, sostiene la importancia de la memoria individual. Partir de lo personal para comprender lo colectivo. (Benadiva, 2014: 13). Memoria emotiva y memoria autobiográfica Manes en su libro habla de la memoria remota: aquella que se dedica a los eventos pasados o a la información que ha sido presentada hace años. Y agrega que la memoria emocional, es decir, aquella cuyos recuerdos están asociados a una fuerte carga de emotividad, es fundamental en la construcción y actualización de esa memoria remota: “…Esto hace de la memoria emocional un mecanismo eficiente: recordamos mejor aquellas cosas que tienen un contenido emocional…” (2015: 136). Al acercarnos al testimonio directo de los excombatientes, estamos trabajando con lo que Manes llama “memoria autobiográfica”, es decir, la colección de los recuerdos de la historia personal de un individuo. …La memoria autobiográfica nos permite codificar, almacenar y recuperar sobre eventos experimentados de forma personal, con la particularidad de que, cuando opera, tenemos la sensación de estar reviviendo el momento. Ese componente personal le da una particularidad esencial a la memoria autobiográfica: será definida por lo episódico, es decir, podemos asignarle un tiempo y un espacio a cada una de nuestras memorias. (…) Cuando recordamos este tipo de eventos, no solo recordamos dónde fue y con quién estábamos, también los sentimientos y las sensaciones. (…) Los hechos autobiográficos con fuerte carga emocional se recuerdan más detalladamente que los hechos rutinarios con baja implicancia emocional… (2015: 137). Eso se ve claramente en el testimonio de Carlos Waispek, ex combatiente y sobreviviente del hundimiento del Crucero ARA General Belgrano: …Los que no se salvaron es porque justo habían bajado, en el cambio de guardia. Los que nos salvamos tal vez porque toda esa preparación, ver películas de hundimiento, nunca imaginábamos semejante desenlace. Pero toda esa preparación el día que paso sirvió, no para salvarnos, sino también para salvar. Yo me tiré con el salvavidas en la mano. Sí estuve consciente cuando había que salvar gente. En ese momento no pensábamos que el barco se estaba hundiendo, o si nos íbamos a salvar, sino en sacar a los que estaban ahí abajo. Había que sacar a los compañeros y tirarlos de una pendiente de 15 metros a la balsa y tratar de que entren. Muchos habrán muerto ahí por el frío, y las quemaduras. Son momentos en los que no tenés un segundo para pensar. Lo único que se te cruza es solidarizarte con el de al lado y salvarlo. No pensamos ir directo a la balsa. Son imágenes muy dolorosas pero a la vez sabíamos que éramos toda una familia, y uno por la familia hace lo imposible. En la balsa, la información que teníamos es que había una bolsa de equipo, con agua y comida para 15 días, un ancla y un par de cosas más que no recuerdo en este momento. Cuando dan la orden que abran la balsa para ayudar a los quemados, lo único que encontraron fueron 5 tabletitas de chocolate Noel, una botella de agua mineral, cañas de pescar… Ahí lo único que hay son ballenas... El ancla eran unos muñequitos que se abrían como paracaídas, que con la tormenta que había era inútil tirarlos (…). ¿Por qué no se abrió más? Porque estaba todo en inglés y nadie sabía inglés, y corríamos el riesgo que algo de lo que haya en la balsa podía pincharla. Tal vez había algo de primeros auxilios, pero no podíamos arriesgarnos. Encontramos una luz de bengala que parecía una cañita voladora. Después encontraron otra que sí anduvo, después otra cosa no había… ¿A qué voy con esto?... Cuando estás en esas horas en el mar, no tenés hambre, no tenés sed, lo único que pensás es que alguien te venga a rescatar, y se te cruza toda la familia. (…) Mientras estaba en la balsa, se me cruzó toda mi infancia, lo que pasé con mis padres, cuántas veces no les dije que los amaba porque uno a veces es tímido y no le dice. Yo vivía en la calle jugando, trabajando, me puse al hombro a mis hermanos, a mi madre, y todo gracias a ellos a su enseñanza, educación. Y pensaba por qué no podré volver para agradecerles y decirles los que los quiero. En el momento pensaba que no iba a volver más…Yo pedía un milagro, y creo que el de arriba me escuchó, porque nos salvamos.( Entrevista a Carlos Waispek realizada por Naara Marino, María Sol Carrizo y Victoria Maidana en Agosto de 2012.) Facundo Manes explica, además, que la emoción cumple un rol fundamental cada vez que evocamos este tipo de recuerdo: La forma en que recordamos un evento en particular no es muchas veces una recopilación exacta de cómo sucedió originalmente, sino el modo en que lo relatamos la última vez. Y si esa última vez estábamos más contentos, seguramente hayamos cargado con esos condimentos positivos el recuerdo. Por el contrario, si nuestro ánimo era más bien negativo, seguramente el recuerdo tenga un tinte más pesimista. La memoria, cuando se evoca, se hace inestable, frágil y permeable a nuestras emociones del presente. (…) La memoria autobiográfica es la que permite, entonces, recordar no solo los eventos, sino también revivir aquellos sentimientos asociados a esos eventos. Si borrásemos nuestros recuerdos autobiográficos, perderíamos gran parte de lo que somos… (2015: 137-138). El llamado proceso de desmalvinización que vino después de acabado el conflicto bélico, tuvo un impacto profundo en la construcción de estas memorias autobiográficas.La “desmalvinización” se hizo presente entre los excombatientes ni bien finalizó la guerra. Carlos Waispek, es un soldado más que cree y afirma que los suicidios fueron consecuencia de esa desmalvinización. Manifiesta que no hubo contención psicológica, ni de ningún tipo. Se los quiso obligar a silenciar sobre lo que vivieron y vieron en la guerra. Cabe destacar, que no todos los combatientes sintieron la guerra del mismo modo; la preparación y educación, así como su fuerza psíquica y física fueron factores que influyeron y determinaron el grado en que la guerra y la etapa posterior a ella afectó su vida. Los militares iniciaron un operativo para que los combatientes, al llegar al continente, no tuvieran contacto con los ciudadanos. Además pretendían trasladar a los soldados a cuarteles en donde se intentaba mejorar su estado físico y, conjuntamente, se les prohibió hablar sobre la guerra. Anular la posibilidad de relatar lo vivido fue el primer paso del proceso de silenciamiento social que se vivió posteriormente a la guerra. A partir de la derrota en Malvinas, hubo un claro intento por evitar hablar de la guerra. Tal como señala la historiadora Andrea Belén Rodríguez, el deber de silencio que el gobierno militar impuso, o intentó imponer, a quienes habían participado del conflicto, escondía la intencionalidad de evitar un descrédito aún mayor de las fuerzas en un contexto de fuerte crisis de la dictadura (Rodríguez, 2007). Los diferentes relatos, de realidades distintas nos muestra la complejidad la Historia y de la memoria. Así recuerda Germán Vázquez, quien que perteneció al batallón 9 de Infantería Marina, su regreso de Malvinas en Puerto Madryn: “…Los soldados venían con la idea de que como habían perdido la guerra los iban a recibir de otra manera. Madryn, fue un caso excepcional. Madryn es Malvinas…”. Ver cómo se movilizaban las tropas hacia las islas y, especialmente, el regreso a esta pequeña ciudad de los soldados que habían luchado por defender la soberanía del país, marcó fuertemente a Puerto Madryn. El gobierno no pudo predecir la reacción de la gente de Madryn, que sentía la guerra desde muy cerca y el operativo no resultó como se esperaba. Sixto Garay, francotirador, clase ‘62, del regimiento 8 de Infantería, dice al respecto: “…Nos entraron escondiendo. Madryn es un caso especial, Madryn recibió al veterano como no se esperaba, se lo recibió como un héroe...”. Pedro Bustamante, soldado conscripto, clase `63, perteneció a la compañía Ingeniero 9, amplía los recuerdos de Vázquez y Garay, dando detalles precisos de la llegada de los primeros buques: …El Canberra llegó hasta muelle grande y la mayoría de los soldados bajaron en la barraca (hoy bingo de la ciudad), sucedió que Puerto Madryn, que era una ciudad chiquita en ese momento, salió espontáneamente a recibir a los soldados… desde el muelle hasta que llegaron a la barraca. Muchos vecinos sacaron a los soldados, los militares se vieron desbordados, no podían contener ni a los soldados ni al pueblo de Madryn, que se volcó a buscarlos. Perdieron el control… los soldados muchos se fueron a las casas, o a las casas de los vecinos que les dieron alimentos. Una de las cosas que nunca se olvidan los soldados cuando llegaron acá es que se pudieron comunicar, llamar algún amigo o familiar y decirle que habían llegado y que estaban bien…. Desde el presente estos ex soldados recuperan el regreso a Madryn con un punto en común: la importancia de la bienvenida por parte de la gente de la ciudad. El recibimiento caluroso por parte del pueblo de Madryn es destacado por los veteranos como algo que, en primer lugar, los sorprendió, ya que llegaban a suelo argentino con la cabeza gacha por haber perdido y por la experiencia vivida. En segundo lugar, es valorizado como un momento vital. La preocupación de la gente por verlos, mantener algún contacto, invitarlos a sus casas a comer o garantizar que se comuniquen con sus familias es una afirmación de interés, preocupación y agradecimiento para con todos los hombres que arribaban a sus costas. Estos relatos anclados en la subjetividad e inmersos en las emociones que los atravesaron en distintos momentos se vuelven válidas fuentes desde donde seguir pensando la memoria colectiva. Por eso, coincidimos con Manes (2015:123) cuando explica que “…Las narrativas (…) ofrecen paradigmas alternativos de la vida humana sobre la base de una pluralidad y exhiben preocupaciones o esperanzas…”. Elizabeth Jelin (2002; 16) sostiene: En el plano colectivo el desafío es superar las repeticiones, superar los olvidos y los abusos políticos, tomar distancia y al mismo tiempo promover el debate y la reflexión activa sobre ese pasado y su sentido para con el presente/futuro. (…) Todorov preocupado por los abusos de la memoria (…) busca la salida en el intento de abandonar el acento en el pasado para ponerlo en el futuro (Todorov, 1999). Esto implica un pasaje trabajoso para la subjetividad: la toma de distancia del pasado, “aprender a recordar”. Al mismo tiempo implica repensar la relación entre memoria y política, y entre memoria y justicia. En este marco, nos proponemos trabajar con fuentes orales como un modo de revisar el pasado a través del testimonio. Esa voz nos permite recuperar experiencias narradas en primera persona como punto de partida para seguir pensando y haciéndonos preguntas. Si bien GIHOR comenzó siendo un espacio de profundización de algunos saberes útiles para los estudiantes de la escuela secundaria en su futura vida universitaria, con el paso del tiempo, esta tarea inicial pasó a ocupar un lugar secundario. Revisitar hechos del pasado a través del contacto con protagonistas directos crea un vínculo entre el entrevistado y el entrevistador. Sin por esto abandonar el rigor con el que se debe tratar la historia, se percibe como la tarea de trabajar fuentes históricas se vuelve significativa para todos los integrantes del grupo. Conclusiones Recordar para saber quiénes somos y cuál es nuestra historia: ese es el objetivo del GIHOR. Y partimos de la premisa de reconstruir –recrear, renarrar- las historias de vida y experiencias de los protagonistas de los hechos. La cercanía temporal con la Guerra de Malvinas nos ofrece una doble ventaja. Por un lado, contamos con el testimonio directo de sus protagonistas, que nos narran los hechos en primera persona, lo que hace sus relatos mucho más próximos y emotivos, creando espacios para la empatía. Por otro lado, esta misma emotividad de los relatos deja marcas en nuestros estudiantes, que no se acercan a los hechos históricos desde las fechas y cifras frías de un libro, sino a partir de la charla de las propias experiencias de los excombatientes. Apostamos con esto a crear espacios de aprendizaje que sean emotivos. La interacción social es central en este proceso. Simón Rodríguez (1954) sostiene: "Lo que no se hace sentir no se entiende, lo que no se entiende no interesa”. Creemos que incorporar el trabajo con las fuentes orales, donde ocupa un lugar fundamental la entrevista, es un modo válido de complejizar el proceso de aprendizaje. De este modo, además, se revaloriza el lugar de la escuela secundaria como un espacio de construcción del conocimiento. En definitiva el GIHOR busca a partir del trabajo con testimonios orales ofrecer miradas más complejas de la guerra. Además de incentivar a los estudiantes para que puedan relacionarse, entre otras cosas, en la forma en que cada persona construye un sentido de su pasado, en interacción con el de los otros, se enlaza con el presente. Referencias bibliográficas Bayerque, A. y Pintos, M. – GIHOR (2015). La experiencia del retorno (inédito). GIHOR: Mar del Plata. Benadiva, L – Comp- (2014). Otras Memorias I. Testimonios para la transformación de la realidad. Buenos Aires: Maipue. Carrizo, S. y Marino, N.– GIHOR (2012) Carlos Waispek: historia de un joven hecho hombre a la fuerza (inédito). XXIII Congreso de Historia Regional José Lijo López, Mar del Plata, 17 al 21 de septiembre de 2012. Carrizo, S. y Marino, N. (2012, agosto). Entrevista con Carlos Waispek, excombatiente de Malvinas. Mar del Plata. Grabación en audio y video. Archivo GIHOR. Jelin, E. (2002) Los trabajos de la memoria. Madrid: Fondo de Cultura Económica. Manes , F y Niro, M. (2015). Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor. Buenos Aires: Planeta. Pintos, M. (2015, junio). Entrevista con Germán Vázquez, Sixto Garay y Pedro Bustamante, veteranos de Guerra . Puerto Madryn, Chubut. Grabación en audio. Archivo GIHOR. Rodríguez, S. (1954). Escritos de Simón Rodríguez. Caracas: Imprenta Nacional. Waispek, C.(2012) Balsa 44. Relato de un sobreviviente del Crucero ARA General Belgrano. Mar del Plata: Ed. Talleres Del Plata. Notas i Bayerque, A. y Pintos, M. (2015). La experiencia del retorno (inédito). GIHOR: Mar del plata.