CORTES GENERALES DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS COMISIONES Año 2004 VIII Legislatura Núm. 64 TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN Sesión núm. 5 celebrada el lunes, 19 de julio de 2004 Página ORDEN DEL DÍA: Celebración de las siguientes comparecencias: — Del señor rector de la Universidad Carlos III (Peces-Barba Martínez). (Número de expediente 219/000026) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 — Del señor catedrático de Sociología de la Universidad Complutense (De Miguel Rodríguez). (Número de expediente 219/000027) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 — Del señor catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo (Bastida Freijedo). (Número de expediente 219/000028) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22 — De la señora presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas (Chicano Jávega). (Número de expediente 219/000029) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 1 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Página — Del señor catedrático de Derecho Procesal de la Universidad de Alicante (Asencio Mellado). (Número de expediente 219/000030) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 — De la señora directora del Centro de atención, recuperación y reinserción de mujeres maltratadas de Coslada (Pérez del Campo). (Número de expediente 219/000031.) . . . . . . . . . . . . 60 Se abre la sesión a las diez de la mañana. to a esta Cámara, que representa la soberanía del pueblo español, y a los portavoces de todos los grupos parlamentarios. Dicho esto, yo entiendo que en relación con este tema mi intervención tiene que ser un poco para explicar la posición, la perspectiva de un filósofo del Derecho, como yo soy, que tiene una presencia en la reflexión del tema de los derechos humanos desde hace muchos años —les recuerdo a ustedes que mi primer libro, en épocas todavía poco fáciles para el tema, fue de los años setenta, concretamente del año 1972—. Además de la reflexión sobre la teoría de los derechos humanos, tenemos, todo el grupo de investigación que yo dirijo en la Carlos III, un trabajo de investigación enorme, que afecta también a los temas que aquí vamos a tratar, de historia de los derechos humanos, aunque todavía en cuatro volúmenes no hemos podido llegar más que hasta el siglo XVIII, donde aún esta cuestión no se plantea de manera profunda. ¿Cómo veo yo la cuestión? Yo creo que estamos ante un problema de compresión de categorías jurídicas, aparte de un problema de fondo real, que es el que hay, pero a él lo doy por sentado, no me voy a referir, porque después de la aprobación por el Gobierno de este proyecto de ley todavía ha habido una serie de delitos vinculados al objeto de esta ley de violencia de género sobre las mujeres. El punto de partida tiene que ser entender cuál es el sistema jurídico y las categorías jurídicas del mundo moderno. El sistema jurídico y las categorías jurídicas del mundo moderno, a diferencia del Derecho medieval, son unas categorías sistemáticas. El Derecho se construye como un sistema, como un sistema vinculado al Estado; la posibilidad de hacer las leyes las tiene el soberano a partir de Bodino, y de ahí vamos evolucionando y sobre todo está la gran construcción jurídica moderna, que arrancará con influencia de los estoicos, del humanismo jurídico, y que es la del iusnaturalismo racionalista. Si ustedes leen por ejemplo, a estas alturas, un libro de Pufendorf o de Tomasio, los iusnaturalistas alemanes, o de Burlamaqui, el iusnaturalista suizo del siglo XVIII, y los del siglo XVIII, o del Wolff, que es el último de ellos, o lee «La metafísica de las costumbres», de Kant, verá cómo hay un sistema de categorías jurídicas que prácticamente descubre todo lo que viene después. La ciencia ya existía en el XVIII y se potencia en el XIX, la ciencia empírica del Derecho, que construye unas categorías jurídicas que son fundamentalmente de inspiración CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS: — DEL SEÑOR RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (PECES-BARBA MARTÍNEZ). (Número de expediente 219/000026.) La señora PRESIDENTA: Quiero dar la bienvenida en primer lugar a esta su casa al excelentísimo señor don Gregorio Peces-Barba, y digo ésta su casa porque es uno de los siete padres de nuestra Constitución, uno de los siete ponentes de nuestra Carta Magna, que además ha sido, quiero recordarlo, presidente del Congreso de los Diputados de 1982 a 1986, primer presidente socialista después de Julián Besteiro, algo muy importante de resaltar en estos momentos democráticos. Ahora es ilustre profesor y rector de la Universidad Carlos III. Su presencia en esta Comisión, como la de muchos otros comparecientes que a lo largo del día de hoy, de mañana y del próximo jueves irán pasando por ella, tiene por objeto ir haciendo aportaciones, enriqueciendo sobre todo, al proyecto de ley orgánica de protección integral contra la violencia de género. Es un terrible problema que aqueja fundamentalmente a las mujeres, pero también —quiero resaltarlo— al conjunto de la sociedad. Y los que aquí estamos, los que tenemos la responsabilidad de legislar, tenemos también la obligación de contribuir, si cabe con mayor esfuerzo, a hacerlo de un modo rápido y de un modo eficiente, para poner fin a este gran problema social. No voy a entretenerme más. Los portavoces de los grupos conocen lo que hemos hablado sobre el reparto de tiempos. Tenemos tres comparecientes por la mañana, y vamos a tratar de ajustarnos en la medida de lo posible a esos tiempos. Y sin más preámbulos, cedo la palabra a don Gregorio Peces-Barba, nuestro primer compareciente. El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (Peces-Barba Martínez): Señora presidenta, con su venia; señoras y señores diputados. Lo primero que quiero decir es el honor que para mí supone volver a esta casa; precisamente en esta sala que se inauguró siendo yo presidente del Congreso he tenido muchas sesiones y desde ella quiero expresar primero mi respe- 2 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 garantizar la autonomía de la voluntad y el funcionamiento de la autonomía de la voluntad, y el Derecho penal era la función represora para aquellos que se salían de las reglas. Frente a esas dos grandes funciones del Derecho, naturalmente que el socialismo reformista tiene que influir algo, tiene que intentar proceder a algunos cambios en esa estructura, y el cambio principal que se produce es añadir a esas dos funciones una tercera función: la función promocional. La función promocional consiste en que los poderes públicos no son unos simples espectadores del funcionamiento del sistema jurídico, sino que en los casos en que haya no desigualdad formal, porque ésa está ya corregida, sino desigualdad material, los poderes públicos puedan intervenir. Ésa sería una de las dimensiones y eso es lo que potencia, por ejemplo, aspectos muy destacados que hasta entonces no tenían mucha importancia en el Derecho, incluso surgen como nuevas ramas del Derecho el Derecho del Trabajo, y el Derecho administrativo, que era una rama absolutamente secundaria, se potencia mucho también en el siglo XIX. Pero el Derecho del trabajo se desgaja como una rama separada del Derecho civil en relación con un determinado contrato que hasta entonces solamente se veía desde la perspectiva del Derecho civil. Hay otra dimensión, que aquí nos afecta menos, que es también la ruptura de otro de los grandes dogmas de esa gran construcción de las categorías liberales, que es la de la obediencia sin posibilidad de cualquier tipo de disidencia al sistema jurídico. Lo más que se permitían los autores como Jeremías Bentham es: Critica libremente y obedece puntualmente. Eso también surge, se produce una ruptura de esa perspectiva y aparecerá al cabo del tiempo la desobediencia civil. En el ámbito que aquí a nosotros nos interesa aparece esa idea de la superación de la desigualdad material a través del juego de la igualdad como diferenciación. Sobre la terminología, yo les confieso a ustedes que lo de la discriminación positiva no me gusta, me parece que es el uso de un lenguaje paradójico que no aclara, que desde el punto de vista científico no es adecuado, no es bueno, y yo prefiero hablar de igualdad como diferenciación o igualdad promocional, que como estructura ya existía en la Edad Media, puesto que los privilegios (recuerden ustedes lo que decía el Rey Sabio) son aquellos, decía Alfonso X, en Las Partidas, otorgados apartadamente a algún lugar o algún home para facerle bien y merced. Pues bien, la técnica del privilegio se utiliza para favorecer derechos que ya no son del hombre y del ciudadano, ni siquiera de la persona, incluyendo la mujer y el ciudadano, sino que son solamente los derechos de personas situadas, y son derechos de personas situadas porque se encuentran en inferioridad de condiciones y que no llegan a la igualdad formal. La diferencia de este tratamiento desigualitario que favorece solamente a unos colectivos, en relación con lo medieval, es que el tratamiento medieval tenía la pretensión de que esa diferencia se mantuviera, mientras que el tratamiento de la igualdad pro- liberal, de ideología liberal, y donde la única igualdad que es contemplada es la igualdad formal, la que se incluye en las constituciones liberales. Me detengo un momento aquí para hacerles a ustedes una distinción de tres conceptos que son muy importantes: diferencia, desigualdad y discriminación. La diferencia puede ser natural o puede ser cultural. Hay diferencia natural —la diferencia de los sexos, la diferencia de las edades— y hay diferencia cultural, por ejemplo, la diferencia de las religiones. Y ese pensamiento jurídico y esas categorías jurídicas liberales sí que afrontan el problema de considerar irrelevantes esas diferencias en la mayor parte de los casos y por consiguiente aceptan la igualdad formal hombre-mujer, la igualdad formal de las religiones, etcétera, etcétera. El principio de igualdad formal es consecuente y se puede integrar en esas categorías liberales del Derecho del XIX. El segundo concepto es el concepto de desigualdad, que es un concepto puramente fáctico, es una realidad. Y el concepto de discriminación es un concepto de desigualdad, pero producido por el Derecho. Por ejemplo, los viejos privilegios medievales, que premiaban a una clase o a los comerciantes de Londres, o a los ciudadanos de los bosques, o a los vecinos de León, eso eran discriminaciones jurídicas que luego se irán prolongando, y cuando lleguemos al siglo XIX existen muchísimas en el ámbito del Derecho civil, en el ámbito, por ejemplo, ya entonces, pese a la igualdad formal, en la relación hombre-mujer, etcétera, etcétera. En el siglo XIX, esa concepción del Derecho y esas categorías jurídicas que habían sido construidas, que es un edificio gigantesco, que es un edificio extraordinario, que es un edificio de una complejidad y de una solidez extraordinaria, por primera vez es contrastado, por primera vez es discutido. Aparece el proletariado, aparecen los partidos obreros y en el siglo XIX hay dos versiones de este planteamiento. Una versión que quiere acabar con ese sistema, que quiere destruirlo, pura y simplemente. Les recuerdo a ustedes La crítica del Programa de Gotha, de Marx: Cuando corran a chorro llenos los manantiales de la riqueza colectiva, acabaremos con los estrechos horizontes del Derecho burgués y estableceremos los lemas de la sociedad de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades». Lema, por cierto, que no es original, sino que es de Louis Blanc, al que Marx despreciaba, por otra parte. Frente a ese socialismo que quiere destruir el sistema aparece otro socialismo, que es al principio minoritario pero que poco a poco se va convirtiendo en mayoritario, que es un socialismo reformista que acepta los grandes esquemas del sistema del Derecho burgués, que acepta por supuesto las elecciones, los derechos fundamentales, pero que amplía los derechos a los derechos sociales y a las dos funciones tradicionales del Derecho hasta entonces, de esa gigantesca y como digo sólida construcción, que eran una función garantizadora y una función represora. La garantizadora era todo el Derecho privado, el ámbito del Derecho para 3 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 mocional lo que pretende es que, con ese trato diferenciado las personas se sitúen en igualdad de condiciones con las restantes. La primera versión o el primer nivel de eso son los derechos económicos, sociales y culturales, y luego aparecerá ese cuarto proceso de especificación de los derechos cuando aparecen los derechos de la mujer, los derechos de los niños, los derechos de los mayores, los derechos de los consumidores, los derechos de los usuarios, los derechos de los soldados, los derechos de los enfermos, los derechos de los presos..., que son ya derechos de personas situadas. Y en esa dialéctica es en la que hay que situar el tema que nos ocupa aquí. Está plenamente situado, hay muchísimos ejemplos ya, es un planteamiento, digamos, que ha tenido dificultades, porque, naturalmente las categorías jurídicas liberales eran muy resistentes y tenían una gran potencian, aunque ya el propio Kant se burla de la ciencia empírica del Derecho, como se burlará en el siglo XIX el segundo Iering, que criticará el formalismo de los juristas, y no digamos ya todas las burlas y las caricaturas que se hacen de los juristas por parte de la literatura en el siglo XVIII, en el siglo XIX y en el siglo XX. Sería muy bonito, pero nos desviaríamos de la cuestión si hablásemos de Anatole France, o si hablásemos de Kafka, o si hablásemos de Unamuno. Kant dice algo que yo creo que está muy bien dicho, porque dice: A la ciencia empírica del Derecho le ocurre lo que a las cabezas de las fábulas de Fedro, que pueden ser muy hermosas pero carecen de sexo. Es muy crítico. ¿En qué sentido? En el sentido de que la ciencia del Derecho, esa gigantesca y extraordinaria construcción, es una construcción que está muy cerrada en sí misma y es muy difícil la aceptación de categorías que son categorías nuevas que le vienen de nuevo. De ahí la dificultad que tiene de aceptar la innovación, que tampoco es tan enorme, pero que tiene unas dimensiones importantes, la aceptación de estos planteamientos del socialismo reformista. A esa dificultad se añade el hecho de que la ciencia jurídica del siglo XIX —de la que hoy seguimos viviendo en gran parte— es una ciencia jurídica que arranca del iusnaturalismo racionalista y por consiguiente que tiene esa misma vocación de representar lo cierto, lo único, etcétera. Incluso hay todavía hoy un autor norteamericano, por cierto, de mucha fama, que yo no considero tan merecida, que es el profesor Ronald Working, por otra parte, buen amigo mío, que es al mismo tiempo catedrático en la New York University en Oxford, que habla, en relación con el Derecho, de la única respuesta correcta; como si solamente hubiera una única respuesta a los problemas que plantea el Derecho. Bien. En ese contexto yo creo que es donde tenemos que situar nuestro tema. Ya dio un avance en relación con el planteamiento constitucional, porque hasta entonces se había planteado este tema de la igualdad como diferenciación o de la igualdad promocional en otros ámbitos, el artículo 3 de la Constitución italiana, el artículo que se llama De Lelio Basso, que es el que establece ese principio de la obligación de los poderes públicos de promover las condiciones y de remover los obstáculos. Lo que ocurre es que, a mi juicio, es un artículo todavía digamos impregnado de restos del socialismo marxista, en el sentido de que no se refiere a todos los ciudadanos, sino que se refiere sólo a los trabajadores. Mientras que el artículo 9.2 de la Constitución Española es un artículo digamos más integrado en el sistema jurídico liberal, puesto que sitúa la promoción de las condiciones y la remoción de los obstáculos para todos los ciudadanos y para los grupos que formen los ciudadanos, es decir que está más integrado en el sistema. Por cierto yo les tengo que confesar que este artículo fue una idea mía, que yo mantuve siempre, con el apoyo, naturalmente, del señor Solé Tura, con el apoyo del señor Roca, con la indiferencia de alguno de los ponentes de UCD y con una beligerancia académica de un buen amigo mío, del profesor Óscar Alzaga, que decía que eso era una cabezonería mía, que era una tozudez, que eso no servía para nada. Yo creo que ahí estaba presente esa dialéctica de las categorías a la que yo me refiero. Porque este artículo 9.2 es el que ha permitido que en España existan, a diferencia de otros países, leyes sobre la paridad o sobre la presencia de un número determinado de mujeres en las listas electorales sin necesidad de modificar la Constitución; sin embargo otros, por ejemplo Francia, ha tenido que hacer una modificación constitucional para poder llegar a esas consecuencias. Termino rápidamente. El tema está planteado ya en todo el mundo; en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en el Tribunal de Justicia de Luxemburgo, en el Tribunal Constitucional español, en el italiano, eso está ya aceptado, siempre que la desigualdad tenga unos contenidos razonables, que tenga un fundamento razonable, que se produzca porque hay hechos o circunstancias que lo justifican. En este caso no es necesario decir ni media palabra sobre lo justificado que es una línea política —otra cosa puede ser los contenidos— una línea política que está basada en una estadística escalofriante. Les confieso a ustedes que a mí me cuesta entender cuáles son las razones que pueden producir esa estadística de la violencia sobre las mujeres en España. ¿Qué tiene esta ley además, a mi juicio, de innovadora y de importante? Que entra en el ámbito del Derecho penal. ¿Por qué? Porque el ámbito del Derecho penal es el ámbito sacrosanto de la dogmática jurídica. El otro día había un artículo de un ilustrísimo colega y una persona magnífica, el profesor Gimbernat, que hablaba de que esta ley establecía una línea de derecho que es la línea del Derecho penal de autor, y el propio informe mayoritario del Consejo General del Poder Judicial rechaza la dimensión penal porque tiene que ver con el Derecho penal de autor. Yo creo que no, yo creo que no es así. Yo no sé si quieren que lo explique ahora, señora presidenta, o que espere a las preguntas de los señores diputados. Lo que puedo decir es que a mi juicio es perfectamente constitucional el amparo a esa dimensión penal. Yo haré alguna crítica, porque un profesor 4 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 materias que regula —los títulos competenciales referidos a proceso y a Derecho penal, efectivamente, son estatales—. Es en las otras áreas en las que el proyecto incide, áreas absolutamente necesarias por supuesto, todas, como cuando habla de la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres, la educación, la sanidad, la asistencia social, el trabajo, la función pública, la vivienda, la policía, si entiende que se ha sido absolutamente exquisito en el respeto a que éste es un Estado plural. Hay veces que parece que los poderes públicos son sólo el Estado —son sólo, quiero decir, el Gobierno central—, si bien le manifiesto que entre el texto del anteproyecto y el del proyecto se ha corregido en gran medida esta cuestión cuando se llama a los poderes públicos a erradicar las discriminaciones que puedan existir. Inicialmente se utilizaba siempre la expresión el Gobierno del Estado en el anteproyecto; tras el paso por los distintos informes de los órganos consultivos, ahora ya se dice los poderes públicos en general, y ello nos satisface. Aun y así, hay materias, como la referida a Policía, en la que no se contempla que existan policías distintas, o también en relación con materias asistenciales o títulos sociales, íntegramente en poder de las comunidades autónomas. Me gustaría conocer su parecer sobre si no ha llegado el momento de hacer caso de una vez a lo que una y otra vez pide el Consejo de Estado, que es que en los proyectos de ley en los que se utilizan títulos competenciales variados del listado del artículo 149.1 no se deba decir, respecto de cada uno de los apartados, cuáles son los preceptos que desarrollan esa potestad concreta del Estado. No recurrir (si se me permite la simplificación) al batiburrillo de mezclar apartados distintos del 149.1 diciendo que se han utilizado todos estos títulos, sino decir en cada artículo cuál. Ello podría dar una mayor claridad también a la hora de intentar que la ley resulte con el mayor consenso posible por parte de todas las comunidades autónomas y con la mayor claridad posible en cuanto a qué corresponde hacer a cada uno de los niveles competenciales —todos los del Estado, creo yo— que están implicados en la erradicación de esta desigualdad estructural a la que me he referido. Sólo me queda ya agradecerle que nos haya tranquilizado en cuanto a la posibilidad constitucional de encontrar tipos penales de posible redacción, para terminar con lo que podemos terminar, y le agradecería que, en lo que hace referencia a la situación de Estado compuesto, me diese alguna respuesta. no puede intervenir sin hacer alguna crítica que considere justificada, y yo creo que alguna cosa hay que modificar. Pero, en principio, a mí me parece perfectamente justificado y el proyecto de ley tiene, desde el punto de vista doctrinal, todas las posibilidades. Tengamos en cuenta por fin que muchas veces, y en este caso he visto yo que hay un debate muy doctrinal, que de nuevo están las categorías jurídicas, y a veces con los debates entre los juristas tenemos que tener cuidado, porque son puras disputas verbales sobre el sentido de las palabras; hay que tener un poco de cuidado con eso. Y yo desde luego afirmo la constitucionalidad plena del proyecto y también de la parte penal. La señora PRESIDENTA: Pasamos a la intervención de los grupos parlamentarios. De menor a mayor, ¿grupos que quieran intervenir? Yo ruego a los intervinientes que se ajusten a los tiempos, para que la sesión de la mañana termine a una hora prudencial, para los comparecientes sobre todo. Empieza la señora Uría, del Grupo Vasco (EAJ-PNV). La señora URÍA ETXEBARRÍA: Intervengo a los solos efectos de que quede constancia de la presencia y el interés de mi grupo en la tramitación de este proyecto de ley y porque siempre es un placer para cualquiera que tenga interés por los asuntos jurídicos gozar de una exposición doctoral como la que nos ha hecho el profesor Peces Barba, profesor en este momento, tantas otras cosas, como ha recordado la presidenta, en tiempos pretéritos, y quienes tenemos ya una cierta edad hemos compartido importantes momentos históricos que le ha tocado a él protagonizar en esta misma casa. Mi formación política está absolutamente convencida de que ha llegado el momento de abordar esta situación estructural de desigualdad que el proyecto de ley que hoy comenzamos a tramitar pretende abordar; y nos ha satisfecho especialmente que, frente a lo que desde muchos ámbitos se ha venido diciendo, puesto que no podemos obviar que el aspecto penal del proyecto de ley es el que más interés en los medios ha suscitado, quizá también motivado por el casi empate que suscitó en un órgano de relevancia constitucional, como es el Consejo General del Poder Judicial. Ahora, desde los ámbitos doctrinales, efectivamente, hay opiniones para todos los gustos y debo yo también manifestar, con el profesor Peces-Barba, que me sorprendió el artículo del profesor Gimbernat, porque en la medida en la que ostento una pequeña afición por esta rama del Derecho que es el Derecho penal, creo también posible encajar en la constitucionalidad plena los preceptos penales que la ley contempla, si bien en algunos casos puede ser discutible la política criminal que se ha pretendido, aunque perfectamente reconducibles mediante los trámites de enmiendas que tenemos por delante y lo que podamos aprender con las comparecencias que en estos días vayamos a tener. Sin embargo, profesor, hay otro aspecto, que yo no tacho de inconstitucional pero en el que sí creo que el proyecto de ley es poco cuidadoso, y es el resto de las La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Pigem, del Grupo Catalán. La señora PIGEM I PALMÉS: Quiero también que mis primeras palabras sean para agradecer la docta intervención del profesor Peces-Barba. Desde Convergència i Unió compartimos las líneas generales de cuanto ha expuesto, incluso compartimos que no nos gusta lo que es el vocablo, el propio término de «discriminación positiva», en cuanto al propio término; aun- 5 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 que consideramos con usted, con la propia Constitución y con la doctrina reiterada del Tribunal Constitucional, que el principio de igualdad exige tratar de distinta manera situaciones que son distintas. Por lo tanto, nos pronunciamos claramente acerca de la constitucionalidad del proyecto que estamos tratando. Esta necesidad de medidas de acción positiva creemos que es pacíficamente aceptada cuando se trata de medidas preventivas, de la tutela institucional, de medidas laborales, de medidas de protección social, etcétera. Pero ciertamente, como usted ha señalado, como ha señalado también la portavoz que me ha precedido en el uso de la palabra, hay una controversia, iniciada en el Consejo General del Poder Judicial y en este momento inmersa en la sociedad, acerca de la tutela judicial, tanto de la tutela estrictamente penal como de la tutela procesal o de la tutela judicial. Ante esto yo quisiera formularle tres grupos de preguntas. En primer lugar, hay voces que dicen que en el proyecto hay un excesivo peso que recae en el sistema judicial, 32 de los 60 artículos recaen sobre la tutela penal y la tutela propiamente jurisdiccional. Sectores progresistas dicen que se utiliza el derecho penal como factor de sensibilización ante la amenaza de un hipotético castigo frente a un problema que se antoja mucho más social, educativo y cultural que meramente represivo. También por lo que respecta al aumento de penas se levantan voces diciendo que tenemos ya experiencia suficiente para ver que cuando se aumenta muchísimo la pena hay una cierta tendencia a absolver, puesto que no hay resquicio para poner una pena menor. Quizá en el propio proyecto ya se ve esto cuando se pena y acto seguido se dan instrucciones al juez para que aplique la pena en el grado inferior. Este sería un primer bloque, es decir, ¿qué considera usted acerca de si hay un excesivo peso del aumento de penas y de la tutela judicial? Segundo. ¿Qué consideración le merece a usted el que el ofendido, la ofendida en este caso, sea únicamente la mujer? Yo no discuto que esto pueda ser, me he manifestado ya diciendo que es perfectamente posible pero ante la irritación social que genera este tema, yo le pregunto a usted qué ventajas e inconvenientes se le antojan, no —reitero— en cuanto a la posibilidad sino en cuanto a la efectividad para las víctimas, de que esto sea así y no sea la descripción del tipo en términos neutros, de manera que sea la propia sociología del delito la que ponga los porcentajes de agredidos o de agredidas. Y en tercer lugar me gustaría saber su opinión —y acabo, señora presidenta— sobre los juzgados de violencia contra la mujer. Se levantan también voces que dicen que de alguna manera las mujeres agredidas serán doblemente estigmatizadas puesto que unas, las no agredidas, se separarán por lo civil y las agredidas se separarán por lo criminal. Es decir, se establecerá una doble condición, además en unos supuestos que tampoco veo yo que estén claramente determinados, de si han de ir a los juzgados de familia o a los juzgados civiles o si, después de una coacción leve, una amenaza, incluso una agresión, han de pasar a los juzgados de violencia contra la mujer, que, por otra parte —y también se pone sobre la mesa— quedan apartados cuando las agresiones son directamente a los hijos, que no podemos olvidar que son víctimas en todos los casos indirectamente y muchas veces directamente, porque los agresores saben que agrediendo a los hijos agreden también a sus madres. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular, tiene la palabra la señora Camarero. La señora CAMARERO BENÍTEZ: En primer lugar agradecemos la comparecencia del profesor Peces-Barba y le damos la bienvenida a esta Comisión y a esta su casa durante tantos años. Quisiéramos desde el Grupo Popular hacerle algunas preguntas que nos puedan aclarar algunos aspectos que a nosotros nos aparecen importantes cuando hablamos de violencia de género, y especialmente ahora que hemos empezado a trabajar para hacer la mejor ley posible, la más eficaz para las víctimas. Nos gustaría saber cuáles son, desde su experiencia y sus conocimientos, las causas más profundas del fenómeno de la violencia de género. También, si existen hoy más casos de violencia de género que en el pasado y, en caso afirmativo, cuáles pueden ser las causas del aumento de este tipo de violencia. Usted, profesor, escribió el pasado 23 de junio un artículo en El País titulado El debate sobre la violencia de género, y en el mismo defendía la constitucionalidad de la discriminación positiva de la mujer por su situación de desigualdad real. ¿Insiste usted en que esta discriminación debe llevarse al ámbito penal? En este mismo artículo destacaba que las situaciones de desigualdad material frente a la igualdad formal alcanzan actualmente a otros sectores, y hoy lo ha reiterado durante su comparecencia, como ancianos o niños. ¿Cree usted que estas personas, y haciendo hincapié en los niños, que también sufren violencia doméstica, deben estar incluidas como sujetos pasivos en esta ley? ¿No cree que tanto niños como ancianos podrían beneficiarse de esta discriminación positiva? ¿Cree usted, señor Peces-Barba, que se restaría un ápice de protección a las mujeres por incluir a otras víctimas en esta ley? Queremos manifestarle que estamos totalmente de acuerdo con usted en la discriminación positiva o en la igualdad como diferenciación, como a usted le gusta denominarla, que puede ser oportuna para corregir situaciones de desigualdades previas, que nosotros lo hemos compartido durante nuestra etapa de Gobierno. Pero nos gustaría saber qué opina usted del argumento esgrimido por el Consejo General del Poder Judicial y por el Consejo de Estado, que es también bastante crítico, que pone de relieve que diferenciar la sanción penal por los mismos hechos sólo en función del sexo del autor o de la víctima no es una discriminación positiva sino que es una violación del principio de proporcionalidad en materia penal. Me gustaría que ampliase el argumento que ha empezado a comentar en su compa- 6 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 previas, la oportunidad y la necesidad en España de acometer una ley integral contra la violencia de género? Parece que es la primera con estas características que existe en Europa. El principio de igualdad, don Gregorio, en la forma que viene regulado en nuestra Constitución española, ¿exige tratar a todos por igual con independencia de la situación en que se encuentren? El trato de alguna forma desigual que viene regulado en algunos aspectos en el proyecto de ley sobre la violencia de género, ¿puede considerarse inconstitucional o, por el contrario, no es cierto que la propia Constitución exige a los poderes públicos que hagan efectivos y eficaces estos principios de igualdad y libertad? Las medidas, don Gregorio, de igualdad promocional —me ha encantado su terminología, aunque no sé si nos va a ser fácil trasladarla a la opinión pública, muy acostumbrada a escuchar el término de discriminación positiva o de acción positiva—, permítame acuñar su término, a favor de la mujer, recogidas en el proyecto de ley pretenden disminuir la lacra de la violencia de género. ¿Considera, con carácter general, que dichas medidas pueden resultar positivas en este sentido? ¿Considera igualmente, casi en la misma dirección, que la igualdad se consigue o se tiende a conseguir apoyando y protegiendo a quienes están en situación de inferioridad? ¿Qué interpretación —ya la ha hecho de alguna forma— hace usted del artículo 9.2 de la Constitución española en relación con las medidas a favor de las mujeres recogidas en el proyecto de ley? Si quiere y puede relacionar de alguna forma el artículo 10 de la Constitución, que recoge el valor o el principio de la dignidad humana, y el artículo 14, que con carácter general regula la igualdad, le agradeceríamos una breve mención. Voy terminando. Otro par de cuestiones. Don Gregorio, no todo el Consejo, pero sí formalmente el Consejo General del Poder Judicial, diez de sus miembros, curiosamente todos coincidentes con un grupo político que les nombró, sin fisura alguna en una ley tan compleja como esta, que recoge y regula tantas aristas, pero como un solo hombre (creo que son todos hombres) han dado una serie de argumentos, creo que conocidos por usted, pero sobre todo en un tema concreto, porque hay lugar a otro tipo de debates, en que afirman o pretenden sembrar la duda de que este proyecto de ley puede ser inconstitucional. Si conoce usted sus argumentos, ¿nos podría hacer resumidamente, si lo tiene a bien, una pequeña valoración de los mismos y decirnos si tiene, a su juicio, soportes jurídicos suficientes para mantener esa afirmación? Penúltima cuestión, don Gregorio. ¿Desde el punto de vista de la filosofía del derecho, una misma conducta, en función del receptor o receptora, del autor o de la autora de la misma, puede tener un reproche penal diferente? Por ejemplo, ¿una amenaza, una coacción, una agresión realizada por un hombre sobre una mujer puede ser considerada como una conducta más grave y diferente que si es dirigida desde una mujer a un hombre, analizado esto desde un punto de vista filosófico y recencia y también, ya que nos lo ha adelantado, que nos dijera qué le gustaría o qué cree usted que puede ser cambiado en esta ley. Para terminar, hay de otro tema que no se ha tratado hasta el momento en la Comisión pero en el que me gustaría que usted hiciese hincapié. ¿Cree usted que la sensibilización social sobre la violencia de género puede favorecer la solución del problema? Es decir, ¿cuanto más alejemos el problema del ámbito privado, más efectivas serán las medidas a adoptar? Sabemos que usted viene colaborando en varios diarios nacionales y que conoce los medios, por eso quisiéramos reflexionar sobre algunos de estos aspectos. ¿Qué opinión le merece el tratamiento que los medios de comunicación dan a estas noticias? Se trata de un debate abierto y algunas opiniones critican las posturas de los medios de comunicación respecto a las noticias sobre violencia de género. Los expertos piden un tratamiento más formal, dejando a un lado el espectáculo y viendo estos casos ya no solamente en clave de sucesos con excesivo morbo y sobrecarga de emotividad, que puede terminar con una insensibilización ante las reiteradas imágenes, y nos gustaría saber si usted cree que si los medios de comunicación incidiesen más sobre el tema del castigo a los maltratadores se podrían evitar casos de mimetismo en otros potenciales agresores. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor Villarrubia. El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Bienvenido, don Gregorio, a esta su casa, no más que la de todos los españoles, pero con un afectuoso y especial saludo por su condición de haber sido presidente de esta Cámara. Intervengo brevemente también. Algunas de las preguntas que teníamos inquietud en plantearle han quedado de alguna forma contestadas en su corta pero brillante intervención. No obstante, insistiré, no porque no lo haya mencionado sino para confirmar, no sea que haya entendido mal alguna de sus observaciones y afirmaciones. En primer lugar, la premisa para situarnos, al menos desde nuestro punto de vista, es que nos encontramos ante un proyecto de ley orgánica integral sobre la violencia contra la mujer, no ante otra cosa, no ante otro tipo posible de ley de protección de otros colectivos. Es un proyecto de ley integral sobre y para luchar contra la violencia de género hacia la mujer, esa es la premisa. Y quería preguntarle precisamente sobre esta premisa si usted considera que es necesaria una especial protección en estos momentos, en 2004, en España, a las mujeres que son o pueden ser víctimas de la violencia de género. Si no es así, desde nuestro punto de vista, no estaría muy justificado este proyecto de ley que pretende convertirse en ley. En segundo lugar, ¿considera usted que las mujeres en España, pese al marco legal de igualdad, se encuentran en una situación de desigualdad real? De alguna forma ya lo ha manifestado, pero quiero insistir en ello. ¿Comparte usted, en función de las otras cuestiones 7 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 desde la realidad española de este momento? ¿Podríamos estar hablando —lo tocó en relación con esta pregunta— de la interpretación que también un sector del Consejo hace respecto a que podríamos estar ante lo que es conocido como el derecho penal de autor? Finalmente, ¿qué bienes jurídicos entiende usted, desde el punto de vista de la filosofía del derecho, que subyacen en la protección multidisciplinar de esta ley? Por supuesto, la vida, la integridad física y moral, me permito adelantarle, la dignidad de la persona: ¿Pudiera estar en el sustrato también de toda esta protección la igualdad como bien jurídico constitucional y como base del sistema de convivencia democrática? Y cualquier otra circunstancia que usted pudiera considerar. Y última pregunta, ya sí, señora presidenta. La protección jurídica que la ley establece para las mujeres que son o han sido cónyuges o compañeras del agresor en una relación intrafamiliar ¿merma en alguna medida la protección jurídica de otros ciudadanos u otras ciudadanas? tencias, pero de ninguna manera justificarse; sería considerar a las leyes casi como si fueran una jurisprudencia de un tribunal. No deben justificarse. En caso de que haya algún exceso como los que usted ha apuntado que podrían producirse, para eso está el Tribunal Constitucional para corregirlos. La señora Pigem señalaba el posible exceso de la tutela judicial en esta ley. Yo creo que depende de cómo se entienda. Si entendemos la ley como vinculada al concepto de prevención general, que es un concepto interesante, no el de prevención general negativa, es decir, no que la gente se asuste ante el temor de la sanción, que es lo que suponían las teorías de la prevención general negativa, sino la prevención general positiva, que entre otros ha puesto de relieve quizá uno de los más brillantes maestros del derecho penal, el profesor Roxin, teniendo en cuenta que los tipos penales y la acción judicial pueden servir de pedagogía positiva para que los ciudadanos comprendan que esos comportamientos, incluso haciendo contrapeso a lo que la señora portavoz del Grupo Popular me planteaba antes sobre los medios de comunicación, es decir, eso, la prevención general positiva puede verse favorecida, y yo no criticaría el exceso ni de la tutela judicial ni el exceso —entre comillas— de la acción penal en esta materia. Yo creo que la consideración de que la ofendida sea siempre la mujer es el núcleo de lo que supone esta ley y es un tema de política legislativa en el que creo que yo no debo entrar. Si se me pregunta si sufre mucho porque se incluyan los niños en algún precepto, mi respuesta es que pues yo no lo veo negativo. Pero me parece que sí de alguna manera sufriría —puede haber otros preceptos—, la nitidez con la que los ciudadanos que no son juristas lo ven. Ni siquiera estoy de acuerdo con lo que ha dicho el señor portavoz del Grupo Socialista respecto a que está el tema penal en la sociedad. En absoluto. Está el tema penal en los juristas, en los especialistas y en lo que se refleja en los medios de comunicación, pero no está entre los ciudadanos. Pero por eso, porque yo creo que los ciudadanos tienen que ver con nitidez las cosas, me parece que sea sobre la mujer sólo tiene ventajas, aunque tampoco, ya digo, me parece mal que pudiera ser en el otro sentido. Otra cosa es que desapareciese la distinción hombre-mujer aquí, que eso sí me parecería fundamental y rompería el principio. Respecto a los juzgados de violencia contra la mujer, la verdad es que entusiasmo por la proliferación de jurisdicciones no siento, de ninguna manera. Ahora bien, si realmente se comprobase que los juzgados de familia o, allí donde nos los haya, otros juzgados —ya no recuerdo muy bien porque estoy muy separado de la planta judicial si intervienen en algo los juzgados de primera instancia en esto—, en todo caso, los juzgados civiles, realmente fueran capaces de asumir sin reticencias lo que esta ley supone, yo también, como usted, preferiría que no proliferasen las jurisdicciones. La señora Camarero me ha hecho varias preguntas. Respecto a las causas de la violencia contra la mujer, yo muchas veces me lo he preguntado, señora Camare- La señora PRESIDENTA: Terminadas las preguntas de los distintos grupos políticos, damos la palabra nuevamente al compareciente, profesor Peces-Barba. El señor RECTOR DE LA UNIVERSIDAD CARLOS III (Peces-Barba Martínez): La verdad es que en esta casa nunca había estado compareciendo, siempre había estado en otras posiciones. Y la verdad es que no recuerdo, desde mi examen para profesor adjunto, que se llamaba entonces el titular, que me hicieran tantas preguntas, algunas tan complicadas. Voy a contestar a las preguntas que no tienen que ver con el tema penal y luego haré una exposición más general sobre el tema penal. A la señora Uría, a la que agradezco mucho sus palabras, en relación con el tema segundo, que es el del Estado compuesto y de los títulos competenciales, el profesor Virgilio Zapatero, que ahora también ha pasado a la posición de profesor, siendo ministro de la Presidencia, hizo unas normas, puesto que él es muy aficionado a la llamada teoría de la legislación, sobre cómo deben hacerse las leyes. Yo creo que a ustedes no les vendría mal conocer dichas normas porque fue algo que aprobó el Gobierno hace unos quince años yo creo que siguiendo un poco los consejos de Monstesquieu, de Filangieri o de todos los grandes que se ocuparon de la teoría de la legislación en el siglo XVIII. A mí me parece que sí hay que tener cuidado de las competencias distintas de unos y de otros, que el Estado puede establecer, en los ámbitos en que sea posible, bases generales, pero no puede establecer comportamientos muy concretos en las materias que sean de competencia exclusiva de las comunidades autónomas. Y respecto a esa pretensión, que me parece que ha dicho que era del Consejo de Estado, de que se pudieran señalar los títulos competenciales en las leyes, a mí me parece que si Filangieri o Montesquieu levantasen la cabeza no estarían de acuerdo con el Consejo de Estado. Porque las leyes tienen que mandar, prohibir, permitir, dar compe- 8 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 ro. Realmente, desde mi punto de vista resulta tan inexplicable que no lo acabo de entender. Solamente se puede explicar, y es lo que se dice, desde el punto de vista de mentalidades muy posesivas, de personas incultas, pero, claro, eso se rompe cuando se ve que muchas veces la violencia de género se da en sectores de la alta burguesía, etcétera, por lo que creo que prima la dimensión de la idea de posesión de la mujer. Aquel dicho: La maté porque era mía, creo que representa muy exactamente lo que está detrás de toda esa cultura y que está muy apoyado incluso en normas jurídicas. No olviden ustedes que ha habido en el mundo en general y en este país una serie de normas muy despectivas para la dignidad de la mujer. Todas las obligaciones de los permisos maritales en el Código Civil y en el Código de Comercio, etcétera, incluso aquel delito terrible, que aunque teóricamente favorecía a la mujer era a mi juicio, espantosamente vejatorio para ella, de la mujer que mataba a un niño recién nacido, y si lo hacía para ocultar su deshonra se le bajaba la pena uno o dos grados. Para ocultar su deshonra, fíjense ustedes lo que eso supone y el nivel de indignidad a la que llegaban mujeres llevadas por el contexto social a entender que había que hacer eso y que eso era para ocultar la deshonra, por ejemplo. Yo creo que todo eso está en la misma línea. Respecto a si debe llevarse al ámbito penal, yo creo, primero, que ya lo está y, segundo, me parece que sí. Lo relativo a los niños y los ancianos no lo veo un problema, digamos, de principio, pero sí me parece que desaparecería el valor de la prevención general positiva, es decir, la imagen nítida para que los ciudadanos vieran cómo realmente se está lanzando desde los poderes públicos y desde el derecho ese mensaje. En cuanto a los medios, hay algunos que tratan el tema seriamente, que alertan bien, y luego hay toda una despreciable cantidad, más bien en televisión que en periódicos, donde se trata mal. Yo no suelo ver estos programas, pero este verano les confieso a ustedes que por las tardes me dedicó a jugar al dominó en Ribadesella, aunque trabajo por las mañanas, y como empiece un poco tarde el dominó veo alguno —no voy a mencionar los programas— y realmente es impresionante. Es impresionante el nivel de desprecio hacia las mujeres, o hacia quien sea, porque eso se generaliza, pero también hacia las mujeres que van a contar allí todos sus problemas de la manera más lamentable posible. Yo creo que lo que usted ha propuesto en realidad es la idea —usted lo ha dicho de otra manera— de la prevención general positiva. Usted ha apuntado que se podía hacer una pedagogía desde los medios de comunicación. Yo creo que desde aquí y desde los medios de comunicación se puede hacer esa pedagogía, naturalmente. A la primera de las preguntas del señor portavoz del Grupo Socialista mi respuesta es clarísima. ¿Es necesaria una especial protección? Claramente es necesaria porque existe una desigualdad real de la mujer, y el artículo 16 de la Constitución no se puede entender si no es en juego con el artículo 9.2. Pero esto, que yo les he dicho a ustedes que era una aportación del socialismo moderado al gran sistema, estaba ya en Isidoro de Sevilla. En las Etimologías de Isidoro de Sevilla ya se decía que hay que tratar desigualmente a los desiguales e igualmente a los iguales. O sea que realmente es una vieja tradición de sentido común que los sistemas culturales, políticos y económicos de las etapas anteriores al siglo XIX habían ido tapando. Y el artículo 9.2 establece una obligación, pero no solamente una obligación negativa sino también positiva. La jurisprudencia del Tribunal Constitucional dice que es un deber positivo de los poderes públicos, y que no actuar es incumplir ese deber. Por consiguiente, yo creo que la ley se justifica absolutamente y con apoyos serios del Tribunal Constitucional. Del informe del Consejo hablaré ahora ¿Una misma conducta puede tener un reproche penal diferente? ¿Qué bienes jurídicos se protegen? Usted mismo se ha contestado, yo no tendría que decir más que amén a lo que usted ha dicho: vida, por supuesto, integridad física y moral, dignidad e igualdad me parece que son los bienes que se protegen fundamentalmente. Paro a referirme al tema penal. Yo creo que la discriminación en materia penal nunca se había producido, es un hecho absolutamente nuevo, no existe en ningún caso. Hay dos leyes que naturalmente no podían tratar el tema penal, una de Castilla-La Mancha y otra canaria, que yo sepa, no sé si hay alguna más, pero hay esas dos leyes por lo menos, que, por cierto, no mencionan, me parece, en la lectura que he hecho de ellas, que quizá haya sido apresurada, el artículo 9.2 como fundamento ninguna de las dos, cosa realmente curiosa. Existe en materia tributaria, en materia laboral, pero no existe en el ámbito del derecho penal. La objeción primera que muchos de ustedes han apuntado es si el tema de la igualdad promocional no supone incurrir en un derecho penal de autor. El Tribunal Constitucional, dice ya en sentencias de principios de los noventa, que no sería constitucionalmente legítimo un derecho penal de autor que determinara las penas en atención a la personalidad del reo y no según la culpabilidad de este en la comisión de los hechos. Con esta tesis yo logré arrancar al Tribunal Supremo en la época del franquismo una absolución a unos acusados y condenados por el Tribunal de Orden Público de pertenencia al Partido Comunista, porque se les aplicaba sin más la agravante para la pena en su grado máximo por el hecho de ser comunistas. En base al rechazo del derecho penal de autor, y el Supremo en una sentencia magistral de don Antonio Quintano Ripollés, un maravilloso magistrado, en el caso Sandoval Moris defendido por don Enrique Tierno y Antonio Gil López, al que yo defendía, conseguimos la absolución de esas personas, con lo cual, naturalmente, yo estoy absolutamente en contra del derecho penal de autor. Lo que ocurre es que no estamos ante un caso de derecho penal de autor. Esa misma sentencia de 4 de julio de 1991, que cita el informe del Consejo del Poder Judicial, define el derecho penal de 9 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 muerte— no garantiza ni resuelve nada en absoluto en relación con la disminución de los delitos. Sin embargo, la prevención general positiva es una doctrina penal que se elabora a finales de los años sesenta y principios de los setenta por Hassemer, por Jacobs y, sobre todo para España porque tiene mucha influencia, por el maestro de muchos de nuestros colegas, el profesor Roxin, ¿Qué es lo que pretende esta doctrina, este planteamiento sobre el sentido del derecho penal? Pues pretende evitar la comisión de delitos por parte de la colectividad, conformando la conciencia jurídica de los ciudadanos para fomentar su adhesión al derecho y al reconocimiento de los valores que encarna, sus mandatos y sus prohibiciones, y así no sería el miedo sino la función comunicativa de los valores jurídicos la que llevaría a esta justificación. De todas formas vean ustedes que todos estos son planteamientos doctrinales. Yo afirmo que en estos planteamientos doctrinales, que en este caso favorecen lo que estoy diciendo, puede haber otros contrarios y estaríamos en esas disputas jurídicas que no nos deben hacer olvidar una cosa que dijo Kelsen, uno de los más sabios, quizá el más sabio de los juristas de los tres últimos siglos. Y Kelsen, que como saben ustedes defendió la tesis de lo que él llamaba la norma hipotética fundamental, que es una hipótesis lógica que apoya todo el sistema jurídico para que éste exista, etcétera, al final de su vida abandonó esta tesis y dijo algo que es fundamental: que no hay que olvidar que detrás de toda norma siempre hay una voluntad y que el derecho siempre tiene tras de sí las gárgolas del poder. En fin, que sin caer en un decisionismo y apreciando el enorme valor de las doctrinas jurídicas, tampoco se puede convertir en el derecho natural clásico que decía: esto es justo y por consiguiente es derecho, y esto es injusto y por consiguiente es corrupción de la ley, como decía Santo Tomás. No podemos dar ese valor, aunque tenga mucho, a los juristas. Para terminar haría dos observaciones críticas sobre el proyecto de ley precisamente sobre el ámbito penal. La verdad es que no me he detenido mucho a ver lo que decía la señora Uría y no estoy muy seguro de lo que le he contestado, pero en este caso sí que me he parado más y veo que hay una utilización de diversos tiempos verbales. El derecho siempre debe utilizar la misma palabra para situaciones iguales y los mismos tiempos verbales. En el artículo 148.4, se habla de mujer, lesiones agravadas que estuviere o hubiere estado ligada al autor, futuro de subjuntivo. Y en el 172.2, coacciones leves, se refiere a la mujer que esté o haya estado ligada a él. Unifíquense los verbos o unifíquese el autor y él, porque puede tener consecuencias. Porque si el Gobierno cumple su promesa de que a partir del próximo año las parejas homosexuales podrán contraer matrimonio, no el matrimonio de dos varones, que no estarían concernidos aquí, pero sí el matrimonio de dos mujeres, serían esposas y, por tanto, las dos posibles sujetos pasivos idóneos respecto de los actos realizados por su cónyuge. Si la víctima fuese esposa del autor, resulta autor como aquel que determina las penas en atención a la personalidad del reo, lo que no se produce de ninguna manera en este caso, en el que se protege a un colectivo, no al reo, que se encuentra en una flagrante situación de vulnerabilidad, y entonces se aplica la igualdad como diferenciación por esas razones. Por eso no estamos ante la represión de ningún sujeto, sino ante la protección de un colectivo que está absolutamente necesitado de ello. Estamos ante lo que yo llamaría, en todo caso, un derecho penal de las víctimas y no ante un derecho penal de autor. Es la misma tesis que sostenía mi respetadísimo colega el profesor Gimbernat. Esa sería una primera perspectiva. Yo creo que podemos defender sin tacha alguna de inconstitucionalidad el mantenimiento del ámbito penal si se sostiene que los tipos penales previstos tienen penas más graves porque el hecho tipificado también es más grave en atención a la especial vulnerabilidad social de las víctimas. La vulnerabilidad social de las víctimas supone que existe un disvalor añadido al simple y ya inherente a cualquier tipo de acción de maltrato, amenazas, coacciones. Cuando se atenta contra una mujer que se encuentra sometida a una situación de dominio cultural respecto a su agresor se está incurriendo en un plus de disvalor adicional respecto a la gravedad del hecho mismo, además de la fuerza física. A nadie se le ocurriría considerar como inconstitucional la mayor penalidad del homicidio o asesinato del Rey o de los miembros de la familia real, de las lesiones, detenciones ilegales, injurias, etcétera, con respecto a las conductas dirigidas hacia otras personas. Creo yo que siempre deben ustedes mantener la discusión en este ámbito de mayor gravedad de situaciones cuando los sujetos pasivos a que alude el proyecto son más débiles. Por consiguiente, la cuestión está en el hecho y no en el autor, lo que nos llevaría a esta afirmación del derecho penal de autor. También ocurre con los menores y con los incapaces, que son colectivos que tienen una situación de inferioridad que puede ser psicológica o simplemente por la edad, y en el caso de las mujeres es fundamentalmente cultural. Es decir, son las mismas razones que llevaron a toda la batalla por la igualdad de la mujer en otros ámbitos como el del sufragio, etcétera. Fíjense que ni siquiera la igualdad jurídica hombremujer ha producido igualdad real en cuanto al sufragio pasivo, y por eso ha sido necesario un paso más, que es además una acción del derecho. Pues aquí ocurre lo mismo. Alguno de ustedes, que no recuerdo bien, ha hablado de si cargar en el aumento de las penas iba a favorecer la disminución de los delitos. Yo creo que como tal no, porque eso sería situarnos y confiar en la prevención general negativa, que la defendieron —fíjense qué autores— el Marqués de Beccaria, Montesquieu, Juan Jacobo Rousseau, Voltaire, don Manuel de Lardizábal, nuestro gran penalista, Feuerbach, Bentham y nuestro también buen jurista Ramón Salas a principios del XIX, pero eso está absolutamente superado. Está visto que el aumento de las penas —es uno de los argumentos fundamentales contra la pena de 10 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 sugerente a lo mejor puedo votar a algún otro partido. Soy independiente, así que lo que voy a decir no compromete a ninguna ideología, a ningún partido ni a ningún grupo y vengo a pecho descubierto. Empiezo con una pequeña divagación léxica (después de todo, como soy profesor, me interesan mucho las palabras), que supongo que ustedes han tratado ya pero yo voy a dar mi punto de vista, y es el término violencia de género, que me parece francamente desgraciado, y no creo que se imponga en el mundo porque en todas partes se habla de violencia doméstica. Hay un informe un dictamen de la Real Academia Española, que ustedes conocen, en el que se dan todos los casos. Hay violencia intrafamiliar, violencia familiar, violencia contra las mujeres, hay muchos términos, pero el de violencia de género es el más desgraciado y es el que se emplea en el anteproyecto. En fin, qué le vamos a hacer. No es una simple disquisición léxica o lingüística, porque el que se emplee uno u otro término condiciona todo lo que vayamos a decir a continuación. Es decir, el que se haya elegido violencia de género o violencia contra las mujeres hace que haya un reduccionismo que a mi modo de ver es pernicioso, pues reduce todos los actos de posible violencia dentro de la familia o del grupo íntimo a la violencia contra las mujeres, lo que hace extraordinariamente complicado el proceso, las figuras jurídicas, el tratamiento de la cuestión y seguramente desplaza la verdadera realidad. Es la táctica del avestruz: se esconde la cabeza, no se quiere ver la realidad, y la realidad es que un padre puede violar a su hijo y lo puede matar pero esta ley no le compete; siempre puede decir que hay un Código Penal en donde eso está perfectamente establecido. Pues bien, si hay un Código Penal donde eso está establecido no hace falta esta ley. O sea que si tenemos leyes penales suficientes para castigar todos los delitos no hace falta inventar una nueva figura jurídica. Yo creo —repito— que si se ha elegido violencia de género o violencia contra las mujeres es porque se enfoca mal el problema, y al enfocar mal el problema me parece que se va a resolver mal. Ese es mi punto de vista. Si cuando se dice género o contra las mujeres se quiere decir que estadísticamente los varones son los que ejercen la violencia en su mayor parte, eso es un truismo, eso es una obviedad. Es así, los varones son más violentos que las mujeres en el tráfico de carretera, en los deportes de riesgo, en la guerra, en los suicidios. En todas las muertes violentas, en todos los actos violentos hay más varones que mujeres. En el terrorismo hay muy pocas mujeres en todos los países, los grupos terroristas suelen ser de varones y los que se estrellan en la carretera por hacer locuras e ir borrachos suelen ser varones. ¿Pero se imaginan ustedes una ley denominada de violencia de género porque los que se estrellan en la carretera o van en dirección contraria son varones y matan o pueden matar a mujeres? No tiene sentido ninguno. Es un disparate desde todos los puntos de vista. ¿Por qué los varones —es una cuestión filosófica— son más violentos? Nos llevaría muy lejos esto. obvio que éste solamente podría ser el marido; sin embargo, cuando se legalice, el autor podrá ser también mujer. Ahora bien, si la pareja homosexual fuese masculina, como digo, las afirmaciones no cabrían. No entiendo bien por qué se refiere el proyecto a amenazas contra una mujer y no se refiere a otros artículos, como el 620, a las vejaciones injustas. No sé por qué las faltas de vejaciones injustas, que tienen como bien jurídico nada menos que la integridad moral de la persona, no deban tener un tratamiento diferente. Las vejaciones injustas son también muy típicas de este tipo, lo mismo que el llamado delito de maltrato familiar o doméstico del antiguo artículo 153 del Código Penal, ahora recogido entre los delitos contra la integridad moral en el artículo 173.2. Éste se caracteriza fundamentalmente por el ejercicio habitual de violencia física o psíquica que produce un grave menoscabo de la integridad moral de la persona. ¿Por qué se ha dejado al margen? Podríamos señalar alguno más pero no quiero cansarles. A mi juicio, si piensan que debe generalizarse, deberían rastrear todo el Código Penal para ver qué otros asuntos se han dejado fuera de la filosofía, porque si se dejan fuera el problema es que cae por su base toda la argumentación; si dejan fuera alguno cae por su base la argumentación porque ¿por qué en unos casos es especial la debilidad de la mujer y en otros no se considera? La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias, profesor Peces-Barba, por sus aportaciones y por su serenidad. Le reitero que siempre será bienvenido a esta casa, y creo que hablo en nombre de todos los grupos políticos aquí presentes. Muchísimas gracias. — DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE (DE MIGUEL RODRÍGUEZ). (Número de expediente 219/000027.) La señora PRESIDENTA: Señoras y señores diputados, confirmamos con las comparecencias. En este momento tenemos con nosotros al profesor don Amando de Miguel Rodríguez, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, con la misma finalidad de enriquecer y de hacer sus aportaciones a este proyecto de ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género, a quien cedo la palabra sin más preámbulos. El señor CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE (De Miguel Rodríguez): Me siento muy honrado —no creo que quepa subrayarlo— de estar en esta casa. Debo anticipar que yo vengo aquí supongo que como profesor o como ciudadano, no lo sé, como persona que escribe, y no vengo en representación de ningún campo ideológico concreto, es decir que respeto que la gente tenga sus campos ideológicos pero yo no tengo ninguno. He votado al PP en las últimas elecciones, pero en unas anteriores voté al PSOE, por lo que si sale un programa 11 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 que hay más varones que mujeres entre los agresores, cosa que ya sabíamos pero es interesante comprobar, aunque no son sólo varones los que agreden, desde luego. El dato más espectacular es que son sobre todo extranjeros. Me dirán: ¿Es que los extranjeros son más violentos que los españoles? No. No tiene ningún sentido. ¿Por qué los extranjeros van a ser más violentos que los españoles si es un factor de personalidad que más o menos se distribuye como una curva normal en todos los países? Lo que ocurre es la situación de extranjería, que ahora es inmigración, en muchos casos clandestina, a veces con guetos, a veces con mala integración en el mundo laboral. Es una inmigración reciente con poca integración social. Es decir, es la falta de integración social lo que hace que los inmigrantes en España ahora sean más violentos, y tanto en las denuncias como en los agresores aparece que los extranjeros superan con mucho la proporción que tienen estadísticamente en España. Y esto me lleva a pensar que si sumáramos todos los datos de desintegración social, o de no integración social mejor, o marginación si ustedes quieren, con esa lista, con ese perfil de datos de no integración social, obtendríamos las concomitancias claras que nos determinan la violencia doméstica. Cuando se da una sola circunstancia, claro, no determina la conducta; pero si se dan dos, tres, cuatro, cinco o más, entonces tiene uno todos los números en la rifa. Si se dan seis o siete rasgos de desintegración social o de no integración social, si se dan todos ellos, la violencia está asegurada, repito, uno ha comprado todos los números de la rifa y le va a tocar. Luego sería fácil hasta cierto punto prevenir la violencia si se estudiara. Lo que pasa es que ahora aquí viene lo de políticamente correcto. No es políticamente correcto lo que yo voy a decir o lo que yo estoy diciendo. No se debe decir que los extranjeros cometen más violencia que los nacionales, eso no se debe decir. O no se debe decir que en las parejas de hecho hay más violencia que en los matrimonios legales, es que eso no se puede decir porque ahora estamos en lo de la igualdad; bueno, pero es que es un hecho. Sumen ustedes extranjeros, o sea, inmigrantes, recientes sobre todo, parejas de hecho, delincuencia habitual, alcoholismo, drogas, desempleo, guetos, pobreza y conciencia religiosa debilitada, este último es el más políticamente incorrecto, dado que no tenemos que declarar nuestra filiación religiosa, pero es que yo sostengo que las personas con conciencia religiosa debilitada son más violentas que las que no, y las que están en parejas de hecho son más que los que no. No hay ningún juicio moral en lo que digo; es simplemente una constancia estadística. Si se estudiara esa constancia estadística, para empezar, si se recogieran bien los datos, tendríamos una forma de saber las causas, y si supiéramos bien las causas (luego hablaré de ello), atajaríamos el mal. La ley lo pretende o el anteproyecto lo pretende, pero como no se plantea las causas ni las concomitancias de este fenómeno de la violencia, difícilmente lo va a prevenir. Piensen simplemente que los varones son los que tienen armas, los que tienen familiaridad con armas, son los cazadores, los pescadores, los militares, normalmente, son los aficionados a los deportes de riesgo, es decir, tienen elementos contundentes siempre. Los varones están más familiarizados con la fuerza, con la violencia, con los deportes violentos. Los toreros son varones, no mujeres; los carniceros son varones, no mujeres; los matachines o matarifes, los que matan a animales también. Es decir, el varón, por lo que sea — no está en la naturaleza, desde luego, pero sí en la sociedad—, está relacionado con la violencia. El que en el grupo doméstico haya violencia de género digamos que es lo normal estadísticamente, quiero decir, no moralmente. Los suicidas suelen ser más varones que mujeres en todos los países del mundo desde que el mundo es mundo. De todas formas, el número de víctimas, incluso en los casos de violencia doméstica, ampliándolo, no reduciéndolo, a todas las personas que pueden morir dentro de un grupo familiar, es una proporción relativamente pequeña de las muertes violentas que hay en un país. Por cierto, es una tasa baja; en España la tasa de muertes violentas es baja y la tasa de violencia doméstica es baja. Ahora bien, el que sea bajo este índice no quiere decir que no nos preocupe; al contrario, nos preocupa mucho. ¿Por qué nos preocupa mucho? Pues es evidente, porque es un suceso últimamente cada vez más frecuente. Es decir, por mucho que la tasa sea baja —aunque está subiendo—, lo que nos preocupa es que suba, no que sea baja. En segundo lugar, tiene una enorme visibilidad en los medios. Por ejemplo, los suicidios son muchos más que las muertes violentas, pero normalmente los suicidios no son noticia porque, la mayoría son de viejos y las noticias en la televisión o en los medios suelen ser de jóvenes. Es la visibilidad, que no es lo mismo que la incidencia estadística. En tercer lugar, hay una creciente sensibilidad, lo cual me parece muy positivo. Es decir, simplemente esto nos horroriza. En otras épocas se basaban en que los varones suelen ser violentos y como suelen ser violentos de vez en cuando matan a las mujeres, y se acostumbraban. Nosotros, por fortuna, no nos acostumbramos. En cuarto lugar, no se sabe muy bien cómo atajar esto, y después de leer el anteproyecto yo tampoco sé cómo se va a atajar —lo comentaré un poco más tarde—, de momento no sabemos cómo se puede atajar, por eso nos preocupa. Y en último lugar, no se saben bien, ni siquiera teóricamente, las causas. ¿Cómo se va a poder atajar si no sabemos bien las causas? Y a través del anteproyecto tampoco me queda claro si alguien sabe cuáles son las causas. Tenemos unos datos muy parciales; desgraciadamente, que yo sepa, hay muy pocos datos buenos sobre el particular. El Consejo General del Poder Judicial acumula las incidencias de malos tratos normalmente en un sentido amplio —aquí sería violencia doméstica pero sin llegar al suicidio o al parricidio—, malos tratos, y todos juntos nos dan unas constantes estadísticas que son muy interesantes. Por ejemplo, se demuestra 12 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 No hay que descartar tampoco, y me parece que el anteproyecto no lo trata, que en algunos casos los malos tratos —menores normalmente— son una suerte de venganza para conseguir ciertos beneficios personales en caso de divorcio o de separación, y con este anteproyecto mucho más. Aunque sólo sea por esto, este anteproyecto va a generar aumento de la violencia doméstica, y si ustedes quieren lo subrayo para indicar que no me he equivocado. Como esto queda grabado, dentro de un año hablamos. Si no se cambian otras circunstancias, este proyecto va a generar más violencia doméstica. Lo siento, señores, pero es mi juicio particular sobre el asunto, repito, porque en muchos casos se va a cometer un fraude de ley, que ya se comete, pero con esta ley mucho más, porque da muchas más facilidades para cometer este fraude: es utilizar la denuncia de malos tratos para conseguir ventajas en las situaciones de divorcio y separación, porque en esas situaciones, no nos engañemos, cada uno de los cónyuges normalmente, aunque sea de buen grado esa separación..., me atrevería a más, en las separaciones de buen grado es donde se da más la venganza. La idea es yo voy (perdón por la expresión) a joder al otro todo lo que pueda, como dicen los argentinos, digamos, ¿no? Es esta venganza lo que paradójicamente genera la violencia no ya menor sino mayor, es decir, la venganza de la que se venga o del venga es matar a ese otro. En muchos casos de uxoricidio seguramente hay un principio de fraude legal en este aspecto. En casi todos los casos de divorcio o separación que conozco, al menos como tentación, hay la idea de voy a vengarme del otro, se va a enterar: ¿el niño lo quiere el domingo? Pues el domingo no lo va a tener, porque el domingo tiene... lo que sea. Se da en los casos de las visitas y de la denegación del pago de alimentos. ¿Cómo es posible que los españoles, que pagan religiosamente las cuotas de las hipotecas y que tenemos un índice de impago de las mismas de los más bajos del mundo, tengamos uno de los más altos del mundo en negativa a pagar los alimentos en los casos de divorcio con niños? Pues es porque, repito, se utiliza este fraude de ley. No vale la explicación de que la mujer ha estado tradicionalmente sojuzgada o preterida o dominada por el varón, es decir, que no está en situaciones de igualdad, y esto la ley lo recalca mucho, habla mucho de igualdad. Eso no sirve, porque ahora tenemos más igualdad que nunca y más violencia doméstica que nunca; luego la igualdad no es el problema. El anteproyecto se basa todo en la cuestión de la igualdad. Eso es un error. Ahora que hay más igualdad que nunca tenemos más violencia doméstica que nunca, y van a seguir aumentado las dos cosas, la igualdad y la violencia doméstica. No son correlativas. Me gustaría que el padre Brown de Chesterton examinara la situación de estos uxoricidios y vería que se producen en muchos casos cuando son iguales, esa es la gran sorpresa. Tanto preocuparnos de la igualdad y va a haber muchos casos de violencia doméstica en donde haya perfecta igualdad. Les confieso que estoy escribiendo una novela sobre la violencia doméstica —no se la voy a contar— y es una pareja de universitarios, porque, claro, es lo que menos se espera uno, es una pareja exactamente igual, ella emancipada, lo mismo que él y en situación... bueno, ya leerán ustedes la novela. Pero, vamos, mi impresión es esa, que es un error haber planteado esto desde el punto de vista de la igualdad. ¿Por qué se ha planteado? Luego se lo diré, yo tengo una explicación de por qué se ha hecho así, es un poco atrevida, pero se lo voy a decir en un momento. Mis opiniones al llegar aquí ya empiezan a ser las de un ciudadano particular. Hasta aquí me he basado en las lecturas que he hecho, puesto que yo explico estas materias en mis clases, explico familia, explico población, explico todas estas cosas, y aunque no he citado literatura científica, pero hasta aquí se basa en lo que he leído sobre el particular. A partir de ahora se basa en mis opiniones particulares, aunque ya he adelantado algunas, como digo, más como ciudadano, como persona de la calle. Por ejemplo, una polémica que se plantea y que la ciencia sociológica no la ha sabido resolver: si estos casos de violencia doméstica se airean en la televisión, ¿aumenta o no aumenta la violencia doméstica? Pues no está claro. Yo no creo que sea bueno airear mucho estos casos, sobre todo en plan monográfico, como suele hacerse, es decir, esta noche vamos a estar toda la noche hablando de uxoricidios, aunque no se llama así, que es en el fondo a lo que se refiere el anteproyecto, a la violencia extrema al final como consecuencia de pareja, es decir, que una mujer sea asesinada por su marido, por su compañero. Yo no soy partidario de la censura, no creo que haya que censurar las informaciones, pero tampoco recrearse de manera monográfica. En los telediarios, por ejemplo es casi ya una sección fija el uxoricidio correspondiente o los malos tratos correspondientes. Eso no creo que sea bueno, francamente, porque hay mucho loco por el mundo... En fin, recuerdan ustedes aquello del suicidio a lo bonzo, pues salió un verano que se suicidaba uno a lo bonzo y empezaron a suicidarse a lo bonzo, que nadie había pensado en suicidarse a lo bonzo. Siempre hay más o menos desequilibrados a los que, aunque parezca extraño, les encanta imitar lo que han visto por la televisión, y no vaya a ser que surjan estos locos. No sé si recuerdan otro ejemplo, el de los perros que asaltaban a los niños un verano. Bueno, pues pasó aquella noticia y ya no hay más perros que asaltan a los niños, pero aquel verano por lo visto era terrible la cantidad de perros que asaltaban a los niños, luego ya no asaltan mucho a los niños. Quiero decir que en esto hay que tener mucho cuidado porque los periodistas lo cogen como tema, como tema casi en el sentido musical, y se convierte en una obsesión. Simplemente hay que informar, informar bien, pero sin recrearse en la suerte, dicho en términos taurinos. Al leer el anteproyecto y las discusiones que se tienen y las noticias que aparecen en la televisión, hablamos siempre del caso mayor, del asesinato, del uxoricidio —claro, eso es lo que nos tiene que preocupar—, pero normalmente eso está cantado por la violencia 13 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 menor. Es decir, que habría que preocuparse mucho, me parece a mí, de las pequeñas violencias, por ejemplo, esa tan usual, repito, en los casos de divorcio, de no te dejo ver al niño porque este fin de semana tiene la semana blanca y me voy a esquiar con él. Esa es la violencia menor. O no te pago los alimentos porque ahora yo no tengo mucho trabajo en el despacho y no puedo pagarte. Bueno, eso normalmente se pasa. ¿Y qué habría que hacer? Pues muy sencillo. El asunto no es jurídico estrictamente, porque cuando hay que llegar al tribunal, ya mala cosa, y claro, si es el asesinato ya, no tiene solución. No, no, hay que preverlo, anticiparlo antes, prevenirlo antes. ¿Cómo? Pues en los casos de separación o en los casos de marginación o en los casos de desorganización social, que eso se puede estudiar, porque muchas de esas personas reciben ayudas, subvenciones, por ejemplo, o están acogidas a centros de beneficencia, o como se llamen, tendría que haber equipos pluridisciplinarios de asistentes sociales, de enfermeras, de médicos, de psicólogos (sociólogos no, por favor, mejor no) que atendieran a las parejas y a la menor señal le encendieran la luz roja, le dijeran: oiga, no sigan por aquí, no sigan peleándose por quién tiene al niño, porque por ahí se empieza. Es decir, anticiparse mucho en la violencia menor y en la que no figura ni siquiera en los códigos penales, pero que la tiene que estudiar un profesional, un psicólogo, estudiar esos casos de violencia y hacer un seguimiento de las parejas como ayuda a ellas, es decir, no como un control policiaco, sino al contrario, y voluntario, si ustedes quieren, no me he planteado si esto tiene que ser obligatorio, pero yo creo que las parejas estarían encantadas de que alguien les escuchara, para empezar, porque muchas veces en los casos de disputa doméstica simplemente los cónyuges no pueden hablar, no hablan. La primera violencia es cuando los dos cónyuges no se hablan. El silencio es lo peor que puede haber en un matrimonio. Mientras los matrimonios, las parejas, se tiren los platos a la cabeza, eso va muy bien. En las discusiones, cuantas más voces se den, mejor. Ahora, cuando llega un momento en que no se habla, eso es violencia ya, retirar la palabra es violencia, el primer signo de violencia, y ahí tiene que estar un equipo pluridisciplinario atento a esas situaciones, para ayudar y decir: un momento, no sigáis por aquí, porque esto puede ir a venganza, venganza, venganza, celos, venganza, celos, y eso acaba en el asesinato. Lo podemos cometer cualquiera de nosotros, no hay una raza especial que asesine, no son personas desequilibradas, no, no, son personas equilibradas, cualquiera de nosotros podría matar si se reproducen esas mismas condiciones. Yo no he llegado a matar, pero confieso que podría llegar, no me considero fuera de estas situaciones, son normales, hay que preverlas, anticiparlas. El problema no es de leyes. Ya sé que me han invitado aquí para que comente el anteproyecto y esta es la casa de las leyes, qué le vamos a hacer. Parece que venir a predicar esto aquí a ustedes, que les pagamos para que hagan leyes, es un poco gratuito, lo siento, pero es mi forma de pensar. El asunto es tan gordo que no es un problema de leyes. Yo creo que nos sobran leyes para tratar este problema, nos sobran, llevamos cientos de años haciendo códigos penales. ¿Cómo es posible que con los códigos penales y las leyes que tenemos no se pueda resolver este problema jurídico? Habrá pequeños retoques, si ustedes quieren, continuos retoques en las leyes penales, pero no es un problema de hacer una ley grandiosa. ¿Por qué se hace una ley grandiosa, tan grandiosa que me llaman a mí aquí a comparecer? No puede ser más grandioso, vamos, es absolutamente gratuito, pueden ustedes prescindir del sociólogo porque no les va a convencer de nada. Me da la impresión de que todos ustedes tienen sus ideas sobre el particular y lo que yo diga les va a resbalar. Bueno, pero yo hago aquí lo que puedo. Con que convenciera a una sola persona de que valdría la pena ponerse a pensar y que el asunto no es de leyes o no es sólo de leyes, claro está... ¿Y por qué se plantea como un problema de una ley, una ley grandiosa, con comparecencias y discusiones y debates y televisiones? Pues se plantea porque, perdonen ustedes, eso es propaganda. Es muy lícita la propaganda política, pero eso es propaganda. ¿Qué quiere decir propaganda? Quiere decir que mientras hablamos y el público vea que estamos hablando, parece que lo estamos resolviendo. Los medios ya han dicho esta mañana que yo iba a venir aquí y la gente dirá: ¡ah!, pues si está don Amando, pues sí, ya la cosa va bien, ya... bueno, los partidarios míos. Los enemigos dirán: ¡qué desastre, si está el Amando, va a ser un desastre! Pues no señores, que hablemos de esto no quiere decir que se vaya a resolver; lo desplaza. Nos ocupamos de hablar del anteproyecto y luego de la ley y desplaza la verdadera preocupación, que no es sólo legal, que no es sólo jurídica y que no es sólo judicial, porque yo no soy un jurisperito, pero la ley es muy judicialista, no ya juridicista, sino judicialista, es decir, todo son juzgados especiales y jueces especiales y no entiendo muy bien por qué hay que hacer tanta judicatura especializada. A mí esto de los tribunales especiales es una cosa que me produce, no sé si porque proviene del franquismo, pero me produce una sensación incómoda. (El señor Villarrubia Mediavilla: No hay eso. Una señora diputada: Sí que hay.) ¿No hay eso? Pues a lo mejor me equivoco, pues te lo agradezco, ¿sabes?, pues no sé, quizá es mi ignorancia. Lo fundamental, como digo, es que reduce la violencia doméstica, que son muchos casos, a la violencia contra las mujeres. Me dirán: pero es que es la violencia más flagrante, la que más nos irrita. Bueno, sí, puede incluso que sea la que más nos irrite. Yo no sé por qué violar a un hijo y luego matarlo no nos irrita, a mí me irrita mucho también. Yo creo que nos debe irritar toda la violencia doméstica, por una razón psicológica además, porque el que mata o vapulea o insulta a una mujer también vapulea o insulta al abuelo, a la abuela, al niño o a la niña, es decir, que va a seguir. Ese que está molestando a la mujer va a seguir molestando 14 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 sentido; es más, sospecho que los jueces que va a haber en estos... me han dicho que no son tribunales especiales, bueno, vale, los jueces encargados de estas cosas van a ser juezas, lo más probable. Y termino, ustedes ahora me someten a sus hirientes e incisivas preguntas, que para eso estoy aquí. Termino con la conclusión de que desgraciadamente esta ley, si sigue adelante, no va a aminorar la violencia doméstica, sino que la va a acentuar, por todas las cosas que he dicho, porque va a desplazar el interés real en resolver el problema por otras cosas, digamos, accesorias o adjetivas que nos van a ocupar mucho tiempo, y como nos van a beneficiar, sobre todo a los partidos políticos les van a beneficiar, y sobre todo a los de izquierda, pues van a estar encantados, y por eso esta ley se aprobará más o menos tal y como está, en cuyo caso hemos perdido un poco la mañana, pero no importa, yo estoy aquí deseoso de... estamos en vacaciones, no tengo clases ahora y estoy encantado de estar aquí con ustedes. Me someto a sus preguntas. a otros miembros de la familia, o lo ha hecho ya. No sé por qué aislarlo; porque, si no, no entendemos bien el caso. La violencia es literalmente violencia doméstica, porque el violento, el criminal, lo es contra todo lo que se le pone por delante, y puede ser la suegra o la cuñada. Puede que me equivoque también, pero al leer el anteproyecto me da la impresión de que se va a crear una gigantesca burocracia con todo esto: que si los observatorios, que si... no sé, a mí eso no me gusta tampoco, francamente. Yo creo que tenemos suficiente burocracia; con la que tenemos, dado que todos estos casos van a los tribunales, ¿por qué los tribunales no trabajan un poquito, nos recogen los datos y ya está el observatorio, no hay que hacer ningún observatorio? ¡Qué manía de los observatorios! Es una manía astronómica que nos ha dado ahora, todos son observatorios, y se lo dice uno que está especializado en observar la realidad, pero que es que tenemos suficientes instrumentos para observar la realidad. ¿Por qué se hacen observatorios? Porque esos observatorios los van a llevar mujeres y esta ley, esa es mi interpretación personalísima, es un instrumento para ayudar a las asociaciones de mujeres. Esas asociaciones de mujeres están en todos los partidos políticos, fundamentalmente en los de izquierdas, también en los de derechas. Bueno, todos salen ganando. Ustedes aquí representan a los distintos partidos y les va a encantar esta ley, porque esta ley va a ser una gigantesca ubre para alimentar a los movimientos de mujeres. Yo no digo que no haya que subvencionar a estos movimientos, que no haya que darles dinero y locales y todas facilidades, pero hacer toda esta ley sobre la violencia doméstica para justificar que estos grupos tengan poder, influencia y dinero público, me parece excesivo, francamente. No llega a un despilfarro público, no me atrevería a decirlo, pero no es una política sana, no me parece sano, se esconde lo fundamental con lo accesorio, y lo fundamental, repito, lo más positivo de esta ley es que van a salir ganando las mujeres, porque si se crea un observatorio, es inconcebible que no sea una mujer la que lo dirija. Y yo pregunto por qué, por qué no puede observar la violencia doméstica un varón, por qué un varón no puede dirigir el Instituto de la Mujer. Hay diecisiete institutos de la Mujer en España, ¿Cuántos institutos están dirigidos por varones? No sé, puede que haya alguno. Estamos en la Sección Femenina, fíjense qué cosas, es decir, las mujeres tienen que ocuparse de las mujeres. Pues no necesariamente. Las personas nos ocupamos de las personas. Yo no soy mujer y estoy aquí hablando sobre el problema de la violencia contra las mujeres. Esa seccionfemenización de la vida política tiene un peligro, que es que se cree que las mujeres son un estamento, en el sentido de los estamentos del viejo régimen, del Antiguo Régimen quiero decir, no el de Franco, del antiguo al liberal, y eso es un error monstruoso. Los problemas de las mujeres son problemas que nos competen, nos conciernen a todas las personas, no tienen por qué ser sólo de mujeres para mujeres, eso no tiene La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor De Miguel. ¿Qué grupos desean intervenir? (Pausa.) La primera persona que interviene es Rosa Bonás. Por favor, tiene la palabra. Yo deseo pedir a los intervinientes, a las mujeres y hombres parlamentarios que van a formular las preguntas al señor De Miguel que no sean hirientes. Nosotros intentamos aquí ser conciliadores y, por tanto, que sean normales, no hirientes. La señora BONÁS PAHISA: Señor De Miguel, soy representante de Esquerra Republicana de Catalunya. Le agradezco su contundencia y su sinceridad por polemizar un poco la Comisión. Siempre es interesante la polémica, porque se avanza más. Nosotros también teníamos nuestras dudas sobre la ley de violencia, si tenía que ser de violencia doméstica o de violencia contra las mujeres. Le confieso que nos ha quedado la duda de si era interesante ya hacer una ley de violencia doméstica o sólo restringirla al ámbito de la violencia contra la mujer. Es un hecho que hay una violencia especial contra la mujer por el hecho de ser mujer. Entonces hemos aceptado el anteproyecto, aunque le confieso que tenemos las dudas. Respecto a la estadística, usted es catedrático de sociología y creo que puede aportar mucha luz para entender la violencia. Estamos de acuerdo en que una ley no va a erradicar la violencia, ninguna violencia. Hay que entender la violencia: ¿por qué hay, de dónde viene, cuáles son las causas? Esto es complicado, usted es sociólogo y ha dicho que no lo sabe; nosotros lo sabemos menos. Las estadísticas que ha proporcionado nos gustaría saber sobre qué datos se han obtenido, sobre qué población, sobre qué tantos por cientos, porque creo que son interesantes para dar luz a esta discusión. Yo también he leído que en España la violencia sobre las mujeres es más baja que en otros países. Pienso si la 15 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 claro que usted está en contra de esta ley y por lo tanto creo que las manifestaciones que usted realiza son sin conocer datos; por lo menos a mí no me ha quedado claro qué datos maneja usted, y si me permite y dicho sea lo más suavemente posible, el análisis que usted hace es muy superficial. violencia sobre las mujeres precisamente está creciendo ahora porque la mujer es más independiente, porque es más libre, porque en el momento en que deja de estar sometida es cuando el hombre —como usted ha dicho, más violento— cree que no lo puede permitir. Entonces, si queremos erradicar la violencia, ¿qué tenemos que hacer? ¿Educar a las mujeres para que sean más libres, más independientes, que entiendan que pueden tener otra vida y abandonar a la pareja, o debemos abandonar esta vía, porque según usted el hombre es violento de por sí y no lo podemos cambiar? Entonces, igual mejor educamos a las mujeres. Respecto a la presencia en la prensa, usted ha dicho que no es buena, porque esto siempre crea un efecto espejo o imagen. Podría ser, pero si queremos que la mujer sea consciente de que hay un posible proceso de violencia contra ella y que se levante en el momento adecuado, que no espere demasiado, entonces ¿puede ser interesante, al contrario, que salgan en la prensa estos casos para que las mujeres puedan detectar que están en esta situación? Se lo pregunto como sociólogo, que seguramente sabe mucho más que yo. Muchas gracias por su comparecencia. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar deseo agradecer a don Amando de Miguel la intervención que ha realizado, en primer lugar porque siempre es bienvenida cualquier opinión, evidentemente, se coincida o no con ella, aunque sólo sea por lo que aporta como contraste de pareceres. Yo pienso además que realmente el señor De Miguel hoy aquí nos ha expuesto algunas de las opiniones que de forma normal se oyen en la calle, con cierta frecuencia incluso tomando un café, no de forma mayoritaria. Realmente ha habido cosas que usted ha expuesto que no es la primera vez que al menos esta diputada las oye. Lo que para mí como diputada sí que ha sido una sorpresa es oír esas mismas afirmaciones, que yo entiendo que se hagan como comentario del ciudadano o ciudadana de a pie que de alguna forma están perplejos con la situación que se está produciendo en los últimos años en nuestro país. Digo esto porque, sinceramente, así como en la anterior comparecencia con las preguntas que han formulado otras portavoces me daba por satisfecha, en esta quería intervenir. También tengo que reconocer que los aspectos que más me preocupan de esta ley, y en general del fenómeno de la violencia de género, son los que van ligados al mundo de la sociología, la psicología, etcétera. Tenía interés en escuchar su intervención. Por cierto, creía que era de esta manera, pero siempre se tiene la esperanza de que no sea así y que alguien aporte datos de estudios científicos y comprobados. Este es un gran problema que tenemos en estos momentos en nuestro país y no sé si existe con la misma magnitud en los demás países. Repasaba un informe de hace tres años, que son las conclusiones del tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de justicia. Yo diría que los únicos estudios en profundidad sobre los malos tratos que tenemos en estos momentos encima de la mesa vienen del campo de la justicia, de aquellas situaciones que han llegado a la vía penal, pero la realidad es que hay muchísimas más situaciones que se conocen en otros ámbitos y que, no con demasiado esfuerzo o recursos, podrían estudiarse para elaborar un estudio riguroso. ¿Por qué? Porque las mujeres con problemas de malos tratos están en expedientes del ámbito sanitario, de los servicios, en el conocimiento de escuelas infantiles etcétera, así como en el ámbito judicial cuando han llegado allí. Mi máxima preocupación es que nos acostumbremos a hablar solamente de aquellos casos que han llegado al ámbito judicial, mientras que desconocemos la vida de las mujeres y de los maltratadores, y algunas cuestiones La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Pigem, del Grupo Catalán, por favor. La señora PIGEM I PALMÉS: Yo simplemente intervengo para dejar constancia de la sorpresa que causan a la persona que le habla las afirmaciones que usted ha realizado, máxime cuando me ha parecido entender que no hay datos suficientes para realizarlas. Usted en un momento dado, y lo he puesto entre comillas, dice «si se recogieran bien los datos». A mí me gustaría saber en qué basa usted sus afirmaciones para decir la serie de cosas que nos ha dicho y que me parecen, permítame que se lo diga, graves en cuanto que generaliza lo que me parece que son unas opiniones prácticamente personales suyas. Entonces, yo creo que si no se tienen suficientes datos, estaría bien abundar en el tema de que hay que recoger más datos o alguna apreciación por el estilo, pero no basar unas conclusiones generalizando, que no sé si pretenden una provocación, pero lo parece. Por lo que a mí respecta, no puedo juzgar las generalizaciones que usted dice, pero hay una que sí. Yo soy abogada de familia desde hace veintiocho años y le puedo decir que es rotundamente falso que de manera generalizada se interpongan denuncias para cometer un fraude de ley, es decir, para obtener beneficios que la ley, digamos, da a las personas que son maltratadas. Niego rotundamente que como generalización esto sea cierto, y lo he oído como generalización. Además, existe un delito que es la denuncia falsa, existe el fraude de ley, etcétera. A mí me parece, la verdad, una provocación, y no lo puedo entender de otra manera, que frente a una situación en donde hay tantísimas mujeres muertas y tantísimas mujeres agredidas, se haga esta manifestación, que en lo que yo conozco, y solamente me voy a ceñir a este ámbito, ya le digo que como generalización es rotundamente falsa. Queda 16 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 trata de un bien escaso. Estimamos que no tienen que hacerse planteamientos reduccionistas, como los que se han señalado en los informes de la comparecencia anterior, que nos lleven a hablar de un derecho penal de autor en el que los tipos delictivos sean diferentes en función de quién es el autor que los comete. Ese no es el planteamiento más acertado. Por otra parte, estimamos (y me gustaría que usted lo señalara) que el que se extiendan las medidas que se contemplan en esta ley a todas las personas que pueden sufrir violencia no perjudica a la prevención o a la protección que se pueda dar a las mujeres. Se habla aquí de una ley que es en principio integral y al final, con ese reduccionismo, podríamos hablar de una ley que pueda ser excluyente y desintegradora. Deberíamos proteger en el ámbito doméstico a todas las personas que pueden sufrir violencia, como son los mayores, los hijos y quizás nos tendríamos que plantear una especial atención a personas que sufren discapacidad. Usted ha hablado de las causas y señalaba que no están muy estudiadas, que no son muy conocidas y que tampoco se reflejan en el proyecto de ley. Citaba distintas causas, una de las cuales puede ser la discapacidad, personas que tienen una serie de limitaciones, que pueden sufrir de una forma más acentuada la violencia, con menos recursos y posibilidades para denunciar y superar esas situaciones de violencia. Otras de las causas que ha mencionado como alcoholismo, drogas, pobreza o marginación, tienen que ser abordadas, en mi opinión, porque si queremos luchar contra la violencia desde luego la prevención es fundamental. Y para prevenir tenemos que hacer un gran esfuerzo en ese conocimiento previo de las causas. Una reflexión que podemos compartir cuando vemos determinadas noticias, es que a veces hay más violencia cuando hemos avanzado enormemente en la igualdad. Hace muy pocos días, veíamos el caso terrible del asesinato de una chica de 15 años por su pareja, de 18 años. Son jóvenes que han nacido en la democracia, que han crecido en igualdad y, sin embargo, se producen estos comportamientos. De manera que tenemos que analizar profundamente esas causas, no hacer un reduccionismo y decir que la violencia que sufren las mujeres es un problema sólo de dominación o de desigualdad. En muchísimos casos eso es así y hay muchos hombres que no soportan que una mujer ejerza su libertad, esa libre participación en todas las esferas de la vida; pero a veces son otras las causas que concurren y que generan estos fenómenos de violencia. Habría que ir más allá, y ver problemas como el de la violencia generalizada, porque en nuestro país se producen comportamientos que otros países sufren desde hace más tiempo. Quería enlazar con este asunto y preguntarle sobre uno de los temas que ha planteado, que es el del tratamiento en los medios de comunicación. Usted señalaba que no es partidario de la censura, nosotros tampoco. Pero, ¿daría algunas recomendaciones concretas de cómo abordar este fenómeno? No ocultar su existencia, pero qué recomendaciones haría para tratar- podrían aportar para solucionar este problema. No quiero que interprete esto como una crítica, pero pensaba que su intervención arrojaría alguna luz con datos fiables, estadísticos, del mundo de la sociología —del mundo de la psicología no vienen al caso—, que pudieran ayudarnos. Mi pregunta es muy clara: ¿Cree que tendría que hacerse en nuestro país una apuesta seria por una investigación rigurosa de todos los casos que se conocen en los diferentes ámbitos en estos momentos? La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Torme, del Grupo Popular. La señora TORME PARDO: Quiero empezar agradeciendo la intervención del señor De Miguel porque ha supuesto un revulsivo. Cuando uno afronta el estudio de un proyecto, un proyecto que es ambicioso (la ha denominado ley grandiosa), hay que hacerlo a veces con ideas preconcebidas, es un hecho inevitable; pero todos tenemos que tratar de apartar esas ideas preconcebidas y tratar de hacer un examen de lo que son las causas, de lo que es la prevención, de las medidas que podemos adoptar, tratando de escuchar a todas las personas que nos puedan aportar algo nuevo. La perspectiva que ha planteado aquí no es nada convencional ni, desde luego, políticamente correcta. Incluso puede herir sensibilidades. Cuando uno estudia un problema tan grave como el de la violencia en general y, en concreto, la que sufren las mujeres, es bueno enfocarlo con ojos nuevos. Yo creo que esa perspectiva valiente y nada políticamente correcta es un estímulo intelectual que espero se refleje en el éxito de los trabajos que podamos tener. Mencionaba, en primer lugar, el señor De Miguel que hay un reduccionismo. Se refería al léxico, a la cuestión terminológica y a cómo a veces la semántica hace que enfoquemos las cuestiones de una determinada forma, a veces reduccionista, y añadía que el fenómeno es muy complejo. Se ha reflejado también en muchos de los informes preceptivos que han acompañado a este proyecto de ley, en el que se constatan los problemas que se pueden plantear por el hecho de que haya una discriminación penal a favor de las mujeres. El anterior compareciente señalaba que se ha avanzado muchísimo y hay obligación de todos los partidos políticos, de los grupos parlamentarios, de remover los obstáculos que impiden la igualdad efectiva, en este caso de las mujeres, y tratar de acabar con esos obstáculos. Pero en el ámbito penal —y así se señala—, no parece que sea la medida más adecuada. Desde nuestro punto de vista, hacer discriminación positiva en aquellos ámbitos en los que los bienes son escasos. Compartimos que en el acceso al empleo las mujeres tenemos muchísimas más dificultades, que las tasas de desempleo son mayores, que eixsten más problemas para ese primer acceso y para promociones posteriores. Ahí sí que el bien es escaso, ahí sí que se trata de adoptar una serie de medidas para corregir esas desigualdades. Pero cuando hablamos de tutela judicial, ya no se 17 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 que ha manejado, la bibliografía que ha usado y los estudios e investigaciones que tiene que nos podrían dar luz al proyecto que tenemos entre manos. Algunas de esas estadísticas, como decía, nos han chocado. La que nosotros manejamos, y que es el motivo fundamental de la ley, es una que nos preocupa profundamente y que tiene que ver con unos cuadros que tengo aquí. En el año 2003, 35.000 mujeres han presentado denuncias; en el año 2002, 34.000; en el 2001, veintipico mil... Esa es una realidad. La otra realidad —tetngo aquí otro cuadro— es que en el año 2003 murieron 68 mujeres y en el 2002, cincuenta y pico. En los últimos ocho años han sido asesinadas mas de 600 mujeres a manos de sus parejas o ex parejas, en el ámbito de una violencia que tiene que ver con sus relaciones afectivas, se den éstas en la situación en que se den. Es quizá la estadística más fuerte. Yo le querría preguntar. Ante esta situación, ¿usted cree que los poderes públicos tienen que actuar de una forma integral y rotunda, yendo a la raíz del problema y poniendo instrumentos que alivien esta situación? ¿O sencillamente, actuar frente a eso puede ser un elemento de propaganda y no de compromiso, como pretende esta ley, y por tanto es mejor no hacer nada? Por otro lado, como sociólogo, ha dicho que, efectivamente, esta realidad tiene poco datos, que no está objetivada y que los datos que existen no se cruzan convenientemente. Los que hemos trabajado en la ley en estos últimos años habíamos pensado en un instrumento que nos parece importante, no sólo en España, sino también para que en la Unión Europea se homologuen las fuentes estadísticas, que es el Observatorio de Violencia contra las Mujeres, que es el que tendría que estudiar en el futuro esta realidad y profundizar no sólo en estadística, sino en sus causas, en sus consecuencias y en la evaluación de los instrumentos que se ponen en marcha para aliviar esta realidad. Sin embargo, ha despreciado el instrumento, más que por sí mismo, porque puede ser llevado por mujeres o por asociaciones de mujeres. Ha aprovechado para decir que ahí las mujeres somos un estamento. Las mujeres somos la mitad de la población, esa es la realidad, pero todavía no somos la mitad del poder de la población. Posiblemente porque, como usted decía en su introducción, los hombres manejan mucho más los instrumentos de violencia y la violencia en sí; el caso es que nos han dejado muy pocas parcelas de poder y, efectivamente, no dirigimos bancos ni grandes estructuras sociales, económicas o culturales. Es verdad que afortunadamente dirigimos los Institutos de la Mujer porque desde ahí se han impulsado algunas de las políticas y también se ha analizado esta realidad. Por último, en los datos que usted maneja en sus investigaciones, aparte de cómo ha estudiado el articulado de la ley (estoy segura de que lo ha estudiado en profundidad, tengo esa seguridad), me choca que haya dicho que es una ley propagandística porque yo creo que es una ley seria, una ley integral, una ley que recoge distintos instrumentos que tienen que ver con la lo de forma correcta y que no genere esos efectos miméticos que puede producir. Usted ha dicho que no está claro que se produzcan estos efectos. Nos gustaría, si lo tiene, algún dato que incidiera en esta materia. Leí hace poco un artículo de una persona cuya comparecencia creo que ha pedido algún otro grupo, que señalaba que fenómenos como el de la violencia que aparece en la televisión, hace que se generalicen. No se trata sólo de esa situación de desigualdad, sino de comportamientos violentos que se van induciendo a veces desde edades tempranas, por fenómenos como son los medios de comunicación. En cuanto a éstos quisiera que nos comentara el tratamiento de los casos concretos de violencia que surgen, cómo lograr que no incidan negativamente en esos efectos miméticos y que se generalicen esos comportamientos. También me gustaría saber si desde su perspectiva de sociólogo, entiende que a veces esas imágenes que se transmiten se van interiorizando dando lugar a que se generalicen los fenómenos de la violencia. Concluía su intervención de una forma no hiriente pero sí poco políticamente correcta, señalando que aquí no se trata sólo de leyes, opinión que todos los que estamos aquí creo que compartimos. Señalaba que es una ley grandiosa que puede ser propaganda. Ningún grupo de los presentes quiere que sea propaganda, pero es cierto que a veces, cuando se estudian las medidas a adoptar, hay que ser mucho más cuidadoso. El anterior compareciente señalaba que él no veía mal que se extendieran las medidas que se incluyen en este proyecto a mayores o menores, pero decía que si se pierde esa diferenciación se pierde al final una imagen que se transmite a la sociedad. Quizás no hay que hablar tanto de imágenes y tratar de extender esta ley. Aunque pueda quedar menos bonita la imagen que se transmita o esa propaganda sea menos correcta políticamente, quizás sea más eficaz. Quisiera también que nos aportara alguna consideración a este respecto. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Monteserín, por el Grupo Socialista. La señora MOTESERÍN RODRÍGUEZ: Quiero darle las gracias, señor De Miguel, por haber venido a comparecer a esta Comisión. Es un trabajo que ha empezado hoy y queremos que sea serio y profundo sobre la ley que nos ha remitido el Gobierno, una ley que se ha demandado y defendido por muchos sectores de la sociedad que están preocupados ante una realidad objetiva, una situación real que existe y que está en la sociedad, y luego hablaremos de los datos de esa realidad. Está usted aquí porque lo ha pedido un grupo parlamentario y su comparecencia pretendía que nos aportará, más que sus opiniones, los datos del estudio de esa parte de la realidad que tiene que ver con la violencia contra las mujeres, para no entrar en términos de otro tipo. Lo que nos gustaría saber, de los pocos datos que ha dado, son algunas de las estadísticas que a mí me han chocado. Me gustaría saber cuáles son las fuentes 18 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 doméstica es mucho más amplia y que va a crecer en otros planos. Varios diputados me dicen que echan de menos que yo traiga aquí estadísticas y porcentajes. Quizá es un concepto demasiado estereotipado de la sociología, de los sociólogos. Yo he contribuido a ese estereotipo porque he escrito muchos libros llenos de números y de porcentajes, pero he creído que no es el momento de hablar de números y de porcentajes, entre otras cosas porque este es un campo en el que tenemos muy pocos números y porcentajes. Es muy difícil de investigar, porque precisamente son fenómenos de marginación, de ir contra la norma. En esos casos sería ingenuo preguntar: ¿oiga, es usted violento?, ¿pega usted a su mujer? Esa broma que hacemos los sociólogos de las preguntas que no deben hacerse en una encuesta: ¿Ha dejado usted de pegar a su mujer? Si uno dice que sí es que le pegaba y si dice que no, es que le sigue pegando. Los instrumentos de encuesta para este tipo de conductas no sirven y tenemos poca información. Como varias de ustedes se han referido a ello, les digo que más bien me he basado en la literatura que hay sobre el particular, sobre todo la de otros países, porque creo que las consecuencias, aunque tuviéramos datos aquí, no iban a ser muy diferentes. Las causas de la violencia doméstica están estudiadas en otros países. Desgraciadamente, aquí no tenemos estudios directos. Todo esto lo he estudiado en otros países y, francamente, no creo que sea muy diferente. ¿Por qué la violencia es baja en España? Llama la atención que comentemos el que es baja en España, porque que mueran 60 mujeres es tristísimo, cada uno de esos casos es tristísimo, desde luego, pero es mucho más baja que en casi todos los países del mundo. Estamos entre los países que tienen menos violencia doméstica, menos violencia de todo tipo, incluidos homicidios, suicidios, envenenamientos, etcétera, todo tipo de causas de matar al prójimo, que son los más válidos para las estadísticas, porque la violencia menor es la que no se registra en las estadísticas, como es natural, pero se supone que es proporcional. Si un país tiene violencia mayor, tiene en la misma proporción violencia menor. Y en España es baja. Porque el grupo familiar es muy fuerte en nuestro país, para mal y para bien. Aquí es corriente (y no digamos en Cataluña), prestar dinero sin interés, prácticas donaciones entre los miembros de la misma familia. Ese es uno de los secretos de la empresa familiar catalana y en valenciana también. Todo el mundo se pregunta cómo ha habido desarrollo capitalista en Cataluña sin bancos. En el País Vasco ha habido bancos, pero en Cataluña muy pocos, siempre ha sido una parte débil. ¿Por qué? Porque las familias eran muy fuertes, se invertían los beneficios de toda la familia y se prestaba a los miembros de la familia. En España, en Cataluña y en todas partes, la familia es un grupo muy fuerte. Esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes. ¿Ventajas? Que la gente vive muy bien, que la calidad de vida es buena, que uno se siente atendido, que se siente correspondido. Aquí no hay que prevención. Sin embargo, quizá por la propaganda que han hecho de ella algunos sectores, usted se ha centrado seis artículos que tienen que ver con los aspectos penales o jurídicos, que son los que a usted que a usted como sociólogo le puedan interesar quizá menos. Como sociólogo lo más interesante de la ley es aquella parte que tiene que ver (y sobre la que le quiero pedir su opinión) con la prevención, con los instrumentos sociales, educativos y laborales que pone en marcha la ley para trabajar de una forma integral, establecer una hoja de ruta para aquellas mujeres que sufren este problema desde que el comienzo hasta el final del proceso en el que pueden salir de la cárcel donde están y volver a ser personas libres. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra otra vez el compareciente, señor De Miguel, para contestar a las preguntas formuladas por SS.SS. El señor CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE (De Miguel Rodríguez): Les agradezco mucho sus intervenciones porque han sido educadísimas. Yo creía que iban a ser más hirientes, que eso del Parlamento era algo así como en Inglaterra. Perdonen si he sido yo a lo mejor un poco agresivo o provocador, como me han llamado, pero uno es así; es como lo del escorpión, está en la naturaleza de las cosas. Contesto por el mismo orden en que me han formulado las preguntas. A la diputada de Esquerra Republicana quiero decirle que mi visión del futuro es que la violencia que nos va a preocupar más en el futuro y que a esta ley no le preocupa en absoluto es la que se ejerce contra los viejos, contra los ancianos. Quizá ahora ya sea muy frecuente, pero lo va a ser más porque vamos a tener muchos ancianos. En España tenemos la fórmula, por otro lado óptima, de que los ancianos viven con la familia o solos atendidos directa o indirectamente por ella. Es nuestra fórmula: el 95 por ciento de los viejos viven así. En Dinamarca, el 95 por ciento de los viejos viven en residencias. Son dos maneras de entender la vida. La nuestra es que el grupo familiar tiene mucha más fuerza; el avi, en su Cataluña, es parte de la familia; en toda España el abuelo es parte de la familia. Eso tiene sus pros y sus contras, en general tiene más pros, yo creo que es una cosa buena. Pero también tiene en contra que eso genera seguramente tensiones, porque las distintas generaciones conviviendo en el mismo hogar va a plantear muchos problemas de frustración y va a haber violencias, sobre todo porque la longevidad está aumentando y ya los hijos no heredan, heredan los nietos y van a heredar los biznietos dentro de poco. Es decir, va a haber una generación de hijos frustrada porque ellos no se quedan con el piso, el piso se lo va a quedar el nieto o el biznieto. Otras sociedades en las que los viejos están atendidos de otra forma no tienen ese problema. Me estoy desviando un poco del tema, pero la idea es que el reduccionismo de la violencia contra las mujeres, nos lleva a ocultar que la violencia 19 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 hacer Día de la Madre como en Estados Unidos, porque aquí todos los días son los de la madre; allí inventaron el día de la madre porque sólo hay un día en el que llaman por teléfono a su madre. Por eso crearon el día de la madre. Aquí lo hemos copiado, pero aquí la madre está presente continuamente en la vida de los adultos, es decir, la vida familiar es muy fuerte. Ahora bien, una serie de fenómenos recientes, como el de la emigración, está haciendo que esos lazos familiares no sean tan fuertes. Lógicamente, un inmigrante que venga a España y deje a los hijos y a la mujer, por ejemplo, en el Ecuador, es aquí un desarraigado, se mire como se mire. En el Ecuador estaba integrado, pero por el hecho de la emigración es un desarraigado. No por ser extranjero es más violento, lo es por emigrar. El español seguramente yendo a la Argentina también era violento, por la misma razón de desarraigo. En cuanto a las uniones de hecho, es evidente que no hay el arropamiento familiar, son más individualistas. Una pareja aislada como una mónada, podríamos decir. Ahí es más peligroso o probable que estalle la violencia en igualdad de circunstancias. Pero no por una razón intrínseca, porque los que no se casan con papeles son más violentos, sino que lo que han fundado es un núcleo familiar más débil, menos arropado. A lo mejor es más agradable pues a veces la vida de la gran familia también es muy molesta, los parientes pueden ser muy molestos y uno pretende esa vía más moderna —podríamos decir individualista— de la pareja. Es algo que a mí me ha dicho alguna suegra alguna vez: Recuerda que no te casas con esta mujer, te casas con la familia. Y es verdad, te casas con la familia. En las uniones de hecho te casas con la mujer o con el marido, no con la familia. En la medida en que se está debilitando el grupo familiar, para mal y para bien, tendremos violencia, como desaparecerán los préstamos sin interés y las donaciones. En Estados Unidos en las familias, no hay donaciones ni préstamos sin intereses no existe; eso es inconcebible en el mundo anglosajón, porque es un mundo individualista. En España es perfectamente corriente, pero desaparecerá y tendremos más violencia. No se puede tener todo en esta vida. Cuando se elige un modelo hay que ver las consecuencias que tiene. Varias diputadas han aludido a la prensa. ¿Qué habría que hacer? Para empezar, informar bien. ¿Qué es informar mal? Yo me he fijado muchas veces en las noticias de televisión y cuando es ella la que le mata a el se dice que estaba desequilibrada mentalmente, pero si él la mata a ella no está desequilibrado mentalmente. Habría que verlo. Qué casualidad: las mujeres cuando matan están desequilibradas y los hombres cuando matan no están desequilibrados; habría que verlo. El desequilibrio mental no suele ser lo normal. La gente, cuando mata, mata a conciencia, por venganza, por celos, que es lo mismo, por ensañarse. Los locos no suelen matar, los que tienen un problema mental no son más violentos que las personas de fuera del manicomio. En los manicomios hay pocos casos de violencia, los locos son poco violentos. Esa imagen vulgar de: la mató porque estaba loco no implica nada. Repito, los locos no matan, matamos los sanos. A la portavoz de Convergència i Unió le llama la atención que no tenga aquí muchos datos objetivos. Primero, porque no los hay en España, o yo los desconozco y, segundo, porque a estas alturas de mi vida puedo permitirme el lujo de tener lo que se llama en inglés educated guess, es decir, intuiciones de una persona ilustrada, que es lo que soy yo. Yo llevo cuarenta años dedicado a esto (Rumores.) Sí, es verdad. En la ciencia es así. (Risas.) No, no se rían, en la ciencia es así. En la ciencia, la acumulación de observaciones y de conocimientos hace que a una persona se le ocurran cosas. Muchas de las cosas que he dicho no se documentan con datos españoles, se documentan con datos de otros países. Yo he estudiado estas cuestiones de familia y de la disrupción de la familia con William Goode, que es quizá la autoridad mundial más notable que hay en este asunto; lo he estudiado y me he informado. En España, repito, desgraciadamente no tenemos, que yo sepa, monografías sobre el particular; tenemos muchas cosas de sociología de familiar, pero al llegar a la violencia doméstica, ahí navegamos, digamos, en datos positivos. Eso no quiere decir que dejemos de pensar, aunque no se tengan datos hay que pensar; si se tienen datos de la literatura comparada y se tienen educated guess, se puede pensar, porque si sólo habláramos de aquello de lo que tenemos datos, no hablaríamos de nada, estaríamos siempre callados. Normalmente, en la ciencia se va por delante; precisamente si se estimula la imaginación es cuando el innovador en la ciencia va por delante de los datos. Se lo dice uno que está siempre pegado a lo datos, he publicado más de cien libros y casi todos ellos con datos estadísticos. Quiero decir que aunque ustedes me oyen aquí hablar así, ligeramente, para conocer lo que yo he hecho se tienen que leer más de cien libros, sólo este año he publicado seis, —bueno, ahora estoy escribiendo una novela— y casi todos llenos de datos. En general, mi interpretación es que en casi todos los casos de violencia la causa fundamental es la venganza. Por eso las situaciones de violencia no son sólo de un lado, es siempre una relación de dos, de dos o más, puede intervenir la suegra o el suegro o el cuñado, etcétera; en fin, en España, como el grupo familiar es grande, intervienen más personajes en el drama, en la tragedia, pero normalmente es una relación de dos. Como oigo lo de la violencia, quizá no me he explicado bien, porque dice que estoy un poco en contra de las mujeres o lo que sea eso de la venganza o el fraude de ley. No, vamos a ver si me explico. Yo creo que el fraude de ley lo utilizan mucho más los varones que las mujeres, es la clásica utilización de la letra pequeña de la ley y de los reglamentos para no pagar los alimentos, que en España es escandaloso. El incumplimiento de la obligación de los alimentos es la norma general. Usted me dice: soy abogada de familia 20 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 y yo no encuentro muchos casos. Yo le digo: soy sociólogo de familia y me encuentro muchos casos. Quiero decir, que ni usted domina todo el mundo ni yo domino todo el mundo, cada uno con su experiencia. Con la mía, yo le digo que eso es frecuentísimo y no hay más que salir a la calle y hablar con la gente. Es normal. Seguramente los casos que llegan a los juzgados son los menores, son casos ya flagrantes, son casos de inanición, de la persona que no tiene literalmente alimentos. No se hace para que no coman los niños o para que no coma la mujer, no, el varón no paga para vengarse, porque tú te has quedado con el niño y yo me siento ofendido en mi dignidad. En fin, hay esas extrañas luchas y conflictos de personalidad. Contesto a la señora García, de Izquierda Unida. Efectivamente, decía usted, y yo estoy completamente de acuerdo, que basándose en estadísticas judiciales como las que yo les he citado del Consejo del Poder Judicial, aparece claramente que los inmigrantes están más representados en los agresores. Eso tiene un peligro y es que a los juzgados llegan los casos extremos, llegan los casos liminares, los casos límite. Desgraciadamente, no tenemos los datos que no llegan. Precisamente mi propuesta ha sido que no esperemos a que lleguen a los juzgados, que lo hagamos antes de que lleguen a los juzgados. Por eso la idea de ayudar a las parejas que tienen problemas, o a los que están, digamos, en programas de ayuda o lo que sea. Literalmente, anticipar los problemas antes de que lleguen. Efectivamente, como usted sugiere, los estudios no los tenemos. ¿Que valdría la pena hacerlos? Naturalmente. Ojalá ese famoso observatorio se dedique a hacer esos estudios, vamos, sería ideal, pero tenemos el CIS, que lleva muchos años en España, y no hay ningún estudio del CIS. Yo he hecho algunos estudios en el CIS, pero de esto no los he hecho porque es francamente difícil. La señora Torme del Grupo Popular me ha dicho que sí, que agradece ese estímulo y esa provocación que yo he tenido. La verdad es que no era mi intención ser tan provocador, pero a lo mejor es que no puedo ser de otra forma; qué le vamos a hacer. Respecto a la discriminación positiva, vamos a ver si me explico. ¿Cómo voy a estar en contra de la discriminación positiva si yo toda la vida he estudiado con becas? Desde los diez años hasta mis estudios en Columbia, todos los años de mi vida estudiantil los ha pagado el contribuyente y eso es una discriminación positiva. A mí me han dado esa beca y no se la han dado a otro; pero la vida está llena de discriminaciones positivas, hay que ayudar a unas personas y no a otras, porque si no todo funcionaría por un sistema de lotería, es decir, las becas serían por una rifa. No, en las becas hay que estudiar quién lo necesita más y quién lo va a aprovechar mejor. Se puede uno equivocar, pero las becas es una forma de discriminación positiva. Lo que ocurre es que dudo de que en el derecho penal la discriminación positiva tenga fundamento. Probablemente es una excepción, a lo mejor, pero es una excepción sagrada. Eso viene del derecho romano: todos somos iguales ante la ley, especialmente en la ley penal, ahí sí que no puede haber delitos para unos y para otros. Sería atroz que como los jóvenes se estrellan con el coche hubiera una ley que especialmente sancionara a los jóvenes que se estrellan con el coche, mientras que si es un adulto el que se estrella con el coche no habría tanta pena para el adulto porque es adulto. Sería una discriminación por la edad verdaderamente monstruosa. Tan monstruosa como la que va en el anteproyecto por razones de sexo. Ustedes verán. Después de todo, esta ley va a salir así. ¿Qué habría que hacer en los medios?, también me pregunta la señora del PP. Repito, informar bien. La influencia no es tanto de los telediarios como de las películas, sobre todo en las películas infantiles, donde hay tanta violencia que difícilmente vamos a poder contrarrestar eso con buenas informaciones en los telediarios. La violencia que hay ahora en las películas, sobre todo en las infantiles, llama la atención, es una violencia gratuita y ésta es la que luego se copia en la violencia doméstica. Vamos a ver qué quiere decir esto. La literatura entera es violencia, desde La Iliada, La Odisea, Shakespeare, yo qué sé. El Quijote. Las obras literarias son combates, violencia, unos contra otros, pero no es una violencia gratuita, porque es una violencia moral, o pretende ser moral, es decir, hay uno —San Jorge y el dragón— que representa lo aceptable en una sociedad y otro, el dragón, el monstruo, al que hay que derrotar y hay que vencer y hay que matar incluso, y a veces de manera cruel. Eso en la sociedad emula que hay que luchar por las causas nobles e incluso a veces empleando la violencia. Sí, pero ésta no es la violencia que tenemos ahora. La violencia que hay en las películas, sobre todo infantiles, es una violencia gratuita, es decir, yo te pego a ti porque quiero y la idea de pegar al otro se convierte en algo ennoblecedor sin ninguna justificación, sin que sea un medio para ningún fin, sino un fin en sí mismo. Me temo que la violencia doméstica en muchos casos sea una parva imitación de esto que vemos en las películas, de la violencia por la violencia. La ley va a salir, ya lo digo, y me dicen qué tengo que hacer. Pues que se cumpla. Yo he criticado esta ley. Para empezar, yo creo que es mi misión, porque si yo la hubiera defendido sería una estupidez, sería perder el tiempo, lo lógico se criticarla para ver si se mejora. ¿Que sale así como está? Lo único que pido es que se cumpla. Igual que digo que si se hubieran cumplido las leyes que tenemos ahora, a lo mejor no habría tanta violencia doméstica. Eso está muy claro. No es una cuestión de hacer buenas leyes. En España nos sobran leyes y nos sobran excelentes leyes, lo que pasa es que no se cumplen. Hay que ver todas las campañas de tráfico de todos los veranos: ahora se van a cumplir los...; bueno, se van a cumplir, pero todos los veranos dicen que se van a cumplir los límites de velocidad y de alcoholemia, pero no se cumplen. La señora del Grupo Socialista, efectivamente también ha insistido en cosas que ya se han dicho, que las estadísticas que tenemos son de denuncias, éstas que deben manejar. Insisto, cuando llegan y son denuncias, 21 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora PRESIDENTA: Señorías, continuamos con las comparecencias. En este momento tenemos con nosotros a don Francisco Bastida Freijedo, catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Oviedo, a quien le damos la bienvenida y agradecemos que esté hoy en esta Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales para seguir en la línea de ilustrar, de hacer aportaciones a este proyecto de ley tan importante que en este momento tenemos en la Cámara. Señor Bastida, tiene la palabra. pues lógicamente se incrementan. Las estadísticas que tenemos de incremento de violencia doméstica no son muy válidas porque, lógicamente, las personas ahora son más libres para denunciar, sobre todo las mujeres, y al ser más libres ya no tienen ese prejuicio que había antes y denuncian; pero no nos creamos al pie da la letra o al pie del número ese incremento de que como suben las denuncias sube la violencia. Mi impresión es que hace cien años la violencia doméstica era mucho mayor que ahora. Desde luego, había más homicidios hace cien años que ahora en España, en relación a la población, claro está, y desde luego de tipo doméstico y por celos y todo eso; incluso las estadísticas distinguían homicidio por celos, que ahora sería lo más parecido a la violencia doméstica o al uxoricidio. Eso era muy corriente hace cien años. Lo que pasa es que, repito, no nos tenemos que fijar en eso. Ahora llegan más a los tribunales y por eso quizá no sea muy válida esta estadística, este dato. Insisto en que la violencia doméstica, por mucho que nos impresione, y es lo que nos convoca en este momento, es una parte pequeña de la violencia en España. En España hay unos tres mil y pico suicidios al año, por ejemplo, y yo no veo que se haga una ley para prevenir el suicidio, sería inútil, por otro lado, o sería poco útil, porque el que quiere suicidarse se suicida. Se me ha olvidado decirlo antes, en esto de la imitación quizá no me he explicado. Cuando sale una noticia en el telediario sobre esto, no es que aumente la violencia por esa noticia, eso está estudiado. Cuando hay noticias de suicidios no aumentan los suicidios, no, lo que aumenta es la forma de suicidarse. Es un consuelo. Si decimos que uno se ha suicidado a lo bonzo aumentan los suicidios a lo bonzo, pero disminuyen los suicidios por ahorcamiento; cambia la forma de suicidarse. No soy tan pesimista como para creer que los datos y las informaciones sobre violencia doméstica generen más violencia, pero sí se copian. Cuando se informa con delectación y con detalle, y se les da pistas de cómo hacerlo, habría que controlarlo un poco. No censurarlo, pero los mismos informadores deberían darse cuenta de que eso puede generar imitación. Decía la señora del Grupo Socialista, y termino, que somos la mitad de la población. Es obvio que somos la mitad de la población, pero todas las que han intervenido son mujeres, ¡qué casualidad! Se cumple exactamente la predicción que yo hacía: a partir de esta ley este asunto de la violencia doméstica va a ser un asunto de mujeres. Por eso estoy yo tan a gusto hablando sobre este particular. Nada más. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Señora presidenta, señorías, agradezco muy especialmente esta invitación que se me ha hecho para venir a esta Comisión que está debatiendo un asunto tan importante. Para un profesor de derecho constitucional, como yo, estar en el Congreso de los Diputados es un lujo, una satisfacción y un honor, y espero estar a la altura de las circunstancias por las que me han llamado. A la hora de analizar este anteproyecto, no quisiera entrar en cuestiones que no domino especialmente, como puede ser el derecho procesal. Además creo que va a haber por la tarde comparecencias en este terreno, y entonces, entrar en las medidas sobre la reorganización de los juzgados o la cuación de juzgados, etcétera, me parecería de todo punto improcedente. Quisiera centrarme un poco en el núcleo de lo que aquí se ha planteado, al menos en los medios de comunicación, que es el problema de la discriminación positiva y si la ley es inconstitucional en este sentido o no. A mi juicio la ley nace con un defecto, si me permiten la expresión, y es que habla de una protección, de medidas integrales contra la violencia de género, sin embargo su objeto se centra en la violencia de género en el ámbito doméstico; por tanto, habría que adecuar el título al objeto de la ley. Otra cuestión y otro debate sería: ¿Habría que hacer una ley que realmente abarcase todos los fenómenos de la violencia de género? Yo lo dejo ahí, en el aire. Acerca de la legislación en Estados Unidos (que es lo que yo he estudiado, y la discriminación positiva en los años noventa, que es cuando comenzaba a estar en declive la tesis de la discriminación positiva en Estados Unidos), ha habido bastantes leyes sobre violencia de género, las más recientes son una del año 1994, otra del año 1998, otra del 2000 y ahora acaba de aprobarse una, en el 2004, para penalizar la violencia de género cuando a quien se maltrata es al feto. Para las mujeres embarazas hay dos sanciones distintas, sanciones penales por maltratar a la mujer y además por maltratar al feto. En todas esas leyes, salvo en ésta, que es muy específica, en todas, la de 1994, la de 1998 y la del 2000, si se ve el índice, que es apabullante, se advierte que abarca todas las materias que se consideran relevantes en la violencia de género (no sólo la violencia de doméstica, que es un epígrafe importante, pero un epígrafe dentro de la ley). Se habla del conjunto del fenómeno de la violencia, por ejemplo: la violencia en los campus universitarios, que allí tiene La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor De Miguel, por sus aportaciones. Muchas gracias a los grupos. Vamos a continuar con las comparecencias a las trece horas en punto, porque ya está aquí el compareciente. (Pausa.) — DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (BASTIDA FREIJEDO). (Número de expediente 219/000028.) 22 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 bendecida por la Iglesia católica, de manera que la sumisión parecía más que legal natural. Por tanto, cuando miramos tan críticamente a los países musulmanes en esa materia, deberíamos ser igualmente críticos con nuestro reciente pasado, sin indulgencias de ningún tipo. El problema hoy no es la desigualdad dentro del matrimonio, no hay leyes desigualitarias, pero el problema sigue siendo la sumisión del hombre y la mujer a través de un expediente distinto, que es la neutralidad del Estado. En el país sufragista por excelencia, donde surgen los movimientos feministas, en los Estados Unidos de América, primero se aplicaba el Common Law, y esto se concretaba en el rule of thumb o la regla del dedo pulgar, de tal manera que según decía Blackstone el esposo, que era responsable de la mujer, precisamente por esa responsabilidad, tenía derecho a esa regla del pulgar, que era el derecho a azotarla con una vara del grosor de un pulgar. Eso durante años estuvo existiendo en Estados Unidos casi hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX. Cuando desaparece esta regla realmente el Estado dice que sólo hay que intervenir en los asuntos públicos, pero no en los asuntos privados ni en los ámbitos privados. En la empresa, por ejemplo, podía haber una coacción del empresario sobre la trabajadora, o de los trabajadores sobre las trabajadoras, pero eso era un asunto doméstico laboral. Desde luego, donde más se dice que es el ámbito privado y donde no debe entrar el Estado es en la casa, siguiendo el aforismo inglés de mi casa, mi castillo; esta es una barrera infranqueable para el Estado. La doctrina de los tribunales norteamericanos a finales del siglo XIX sobre la privacidad afectiva era, textualmente —cito una sentencia—. Si no se ha infringido un daño permanente y el marido no ha mostrado malicia, crueldad o violencia peligrosa, es mejor cerrar la cortina, dejar fuera el ojo público y permitir que las partes perdonen y olviden. Este es el caso del Estado de Nueva Carolina contra Oliver en 1874. Esto es una doctrina que se extiende después a otras sentencias, la idea de que el Estado no debe correr esa cortina, no debe quedar al escrutinio del ojo público lo que ocurra dentro de casa. Curiosamente, esta doctrina no se formula en al ámbito penal en Estados Unidos, sino que se formula en el ámbito civil cuando la mujer demanda a su marido exigiéndole una responsabilidad patrimonial por los daños causados por los malos tratos. Entonces dice: No, no quiero que vaya a la cárcel, lo que quiero es que me indemnice con su patrimonio. Entonces ahí reaccionan los tribunales y el Tribunal Supremo diciendo, en síntesis, si usted, esposa, quiere meter a su marido en la cárcel, demuestre que le ha infligido malos tratos; si usted quiere divorciarse, no quiere vivir con él, divórciese, aunque en aquel momento el divorcio no era de mutuo acuerdo y tenía que manifestarse una causa legítima. De ahí lo que se ha visto en las películas muchas veces de esgrimir crueldad mental, porque había que esgrimir alguna causa, porque, si no, no se podían divorciar. Lo que de ningún modo puede hacer es pedir una indemnización especial importancia; la violencia en el trabajo; la violencia en las Fuerzas Armadas. Creo que en España también ha habido algún caso, pero allí, como llevan ya mucho tiempo con unas Fuerzas Armadas donde están hombres y mujeres, se han dado muchos casos y ha habido que atajar ese problema, bueno, la ley también ataja o intenta atajar ese problema. Otra cuestión importante a mi juicio que se regula en Estados Unidos es la violencia de género en el ámbito rural, puesto que en él concurren una serie de circunstancias donde el maltratador toma café con el sheriff, por tanto, al ser amigos intenta poner paz, paños calientes y no admitir o no cursar denuncias de oficio cuando sabe que hay un maltrato, porque en la zona rural todos se conocen. En Estados Unidos un capítulo importante de las leyes se dedica a esta cuestión y también a la violencia sobre las mujeres mayores en distintos ámbitos, sea en el familiar o sea en residencias de ancianos, etcétera. Por tanto, son leyes que, aunque es posible que se dejen algún fenómeno suelto, sin regular, en general regulan todo el fenómeno. Insisto, yo no me pronuncio aquí si es necesario y conveniente hacer una ley de ese tipo, pero desde luego con el título que se le da al anteproyecto yo esperaría encontrar un índice de la ley, un objeto de la ley que recogiese transversalmente todo este fenómeno de la violencia de género. Dejo en el aire, por tanto, si eso podría ser interesante. Otra cuestión es, entrando en la violencia doméstica, que es de lo que se trata en esta ley, si hay que regular la violencia doméstica en sí, la violencia en lo que en Estados Unidos se denomina, yo creo que quizá con un poco de más rigor, la privacidad afectiva. Porque la privacidad afectiva se da en el ámbito doméstico, pero podría también estar fuera de él, cuando hay separación de hecho, incluso las relaciones de noviazgo entrarían en esa privacidad afectiva. A la pregunta de si hay que regular la violencia doméstica contesto por supuesto que sí. Históricamente se demuestra cómo el Estado no ha querido saber nada de esta violencia doméstica; históricamente el dominio fáctico del hombre sobre la mujer ha sido avalado por las leyes, que se han demostrado especialmente perversas en la desigualdad en el ámbito familiar. Cuando se consigue la igualdad entre el hombre y la mujer, persiste la desigualdad entre el hombre y la mujer casada. Habría que incidir en ese asunto, en la diferencia entre el hombre, el esposo y la mujer casada. De tal manera que la mujer soltera se emancipa con la mayoría de edad, pero pierde esa emancipación históricamente cuando se casa, y vuelve a una situación parecida a la de la minoría de edad o de la incapacidad, etcétera. En otros países la igualdad legal dentro del matrimonio se consigue a mediados del siglo XX y aun antes, pero en España con la dictadura franquista se educó y se legisló en la desigualdad en todos los campos (civil, penal, laboral, etcétera) cuando se trataba de desigualdad entre el hombre y la mujer casada. Esta sumisión fáctica y legal de la mujer dentro del matrimonio tenía el agravante de estar consagrada y 23 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 por daños, porque —dice— eso, en definitiva, sería abrir un nuevo método para saquear el patrimonio. Curiosamente en Estados Unidos lo que hace más daño es la demanda civil y no la demanda penal. En consecuencia, se suprime la rule of thumb, la regla del dedo pulgar, de la vara del grosor del dedo pulgar, pero se sigue manteniendo el dominio a través de ese principio de neutralidad del Estado, el Estado no debe entrar en el ámbito privado. En el campo penal se interviene si las denuncias son por delitos graves. Si no, la violencia doméstica, incluso cuando se crean juzgados familiares, no es una actividad criminal, sino que responde a unos desajustes emocionales de la pareja, que han de resolverse por otras vías, pero no por la vía penal. Por ejemplo, en 1970 y en los años posteriores los boletines de la policía que instruían sobre el modo de comportarse la policía cuando era llamada por un caso de violencia doméstica, decían: Los agentes deben poner paz, intentar calmar los ánimos, pero nunca crear un problema policial donde sólo existía un problema familiar. Por tanto, buscar el orden público externo, pero después, dentro ya, no hay problemas de orden público para el Estado en lo que ocurra dentro de casa. La privacidad, por tanto, se erige en un equivalente funcional de la impunidad del castigo. Esta idea de que el Estado tiene que regular la privacidad afectiva o la privacidad doméstica lo pone de manifiesto, me parece, el dictamen del Consejo de Estado. Yo creo que está muy bien hecho ese dictamen, y comparto muchas de esas cosas, pero no deja de ser curioso que en este dictamen del Consejo de Estado se diga lo siguiente, cuando pone una objeción a la transformación de faltas en delitos: Mientras que la persecución de las actuales faltas de amenazas y coacciones leves exige denuncia de la persona agraviada o de su representante legal, tras su conversión ahora en delito pasarían a ser perseguibles de oficio, con todo lo que supondría de posible ampliación indebida de actuación de terceros en conductas que se inicien en el ámbito de las relaciones y convivencias de pareja. Por tanto, si convertimos las faltas en delitos es perseguible de oficio. El Estado debe actuar de oficio en algo que nace de unas desavenencias de pareja? No sé si de manera subliminal surge la teoría de que dentro del matrimonio, salvo en circunstancias graves, no hay actividad criminal sino desajustes emocionales de la pareja. Yo no creo que esa sea la intención del Consejo de Estado, pero subliminalmente parece que está así. En suma, es necesario regular la violencia doméstica, otra cosa es cómo regular la violencia doméstica dentro de la legislación y, más en concreto, del Código Penal. Por tanto, y ese sería el meollo de la cuestión, ¿hay que tratar específicamente la violencia de género dentro de la regulación de la violencia doméstica? Dentro de esto, ¿se puede hacer en el Código Penal? Esto nos lleva al problema de la igualdad de trato, alguno diría de la igualdad de malos tratos. Nos topamos otra vez con la neutralidad del Estado, pero aquí de un signo distinto. El Estado y la Constitución reconocen el prin- cipio de igualdad, y el principio de igualdad establece un principio de neutralidad: todos son iguales en la ley y todos son iguales ante la ley. ¿Puede hacer la ley diferenciaciones? ¿Puede hacer diferenciaciones en razón del género o de la raza de las personas? Esa es la cuestión fundamental, y sobre todo: ¿Lo puede hacer en el Código Penal? Una de las grandes conquistas del Estado moderno es precisamente el principio de igualdad, la supresión de privilegios, de privis legis, es decir, de leyes privadas, en función del destinatario de la ley. Estamentos, clero, etcétera, todo eso se suprime porque todos son iguales ante la ley. Por tanto, se eliminan los estatus, pero no se eliminan totalmente. Algunos estatus se considera que son legítimos y que deben existir, por ejemplo, el estatus de extranjero o el estatus del menor de edad. De manera subrepticia se entiende que la mujer, sobre todo la mujer casada, como vimos antes, también está en una especie de estatus encubierto bajo la idea de familia y de la patria potestad en manos del esposo. Por eso los movimientos feministas siempre han luchado por el principio de igualdad y, por tanto, por la eliminación de ese estatus que era vejatorio y discriminatorio para la mujer. Este lema feminista de principios de siglo sería, ante las propuestas diciendo que tiene que haber un estatus porque a la mujer hay que protegerla, frente a esas medidas supuestamente protectoras de la mujer: diferencias no, gracias, estatus no, gracias. Por tanto, la igualdad es un bien en sí mismo, la igualdad formal del hombre y de la mujer; lo que pasa es que eliminada la discriminación jurídica persistió la discriminación fáctica. Esto se consolida con el principio de neutralidad del Estado, es decir, ni el Parlamento, ni el Gobierno y la Administración, ni los jueces pueden favorecer a alguien en contra de otro, porque entonces rompemos el principio de igualdad y de equilibrio de que todos son iguales; sin embargo, en la medida en que persistía esa desigualdad, con el wellfare state, con el Estado social, como todos ustedes saben, se establece un principio donde cabe tratar desigualmente las situaciones desiguales. El artículo 9.2 de la Constitución (y me figuro que aquí ya se ha hablado de él en la primera hora de la mañana por lo menos), establece, siguiendo casi miméticamente el ejemplo italiano del artículo 3.2 de su Constitución: El Estado tiene la obligación de remover los obstáculos que impidan la igualdad y la libertad efectivas de los ciudadanos. Esto hace que en Estados Unidos —nos aproximamos así a la discriminación positiva o discriminación inversa o afirmative action, como quieran llamarle— se entiende que debe haber no sólo trato desigual, porque el trato desigual se puede hacer en cualquier momento, simplemente basta decir que es necesario, que es proporcional y que es justificado. La cuestión es: ¿Se pueden establecer tratos desiguales por razón de raza, sexo o religión? Eso ya es discriminación. Por tanto, la desigualdad se convierte en discriminación cuando no hay razones justificativas para la desigualdad, pero cuando las desigualdades son por razón de raza, sexo o religión se presume que no hay bajo ningún concepto justificación para ese tipo de des- 24 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 igualdades, por tanto, en principio, son ya declaradas inconstitucionales ese tipo de desigualdades. En Estados Unidos, más por razones de raza que de sexo, pero también de sexo, se entiende que históricamente, como ustedes saben, la raza negra fue preterida; había un estatus del negro, un estatus también de la mujer y después de la mujer casada. Se intenta paliar ese retraso histórico haciendo medidas y políticas de desigualdad, pero de desigualdad que afectan a raza o sexo; por tanto, se habla de discriminación positiva, porque se parte de la base de que eso es una discriminación, en principio inaceptable y con una presunción de que no se podría deshacer. Excepcionalmente, dadas esas circunstancias, se permite deshacer esa presunción y se admite la discriminación positiva en los años setenta, con medidas de reserva de determinados puestos de la Administración para negros. Una de las sentencias más famosas es por reserva de lo que hoy aquí se llama el MIR para los médicos residentes; había un cupo de plazas de MIR que se reservaban a los negros. Un médico blanco recurrió, porque tenía más puntos que uno negro, diciendo que eso era inconstitucional y el Tribunal Constitucional, en los años setenta declara que eso es constitucional, y ahí se inicia el concepto o la doctrina de la discriminación positiva o de la afirmative action. La cuestión es que esto es una discriminación y a foto fija es injustificable esa discriminación. El joven médico blanco dirá: Oiga, y yo qué culpa tengo de esto. Por tanto, a foto fija eso es injustificable, pero en la película histórica, que es lo que dice el Tribunal Supremo, hay que hacer este tipo de discriminaciones siempre que sean proporcionadas, que no se diga: ahora todos los médicos van a ser negros; tiene que ser proporcionada, pero sí cabe que alguien acceda con menos mérito y capacidad a una plaza que otro que tiene más, siempre que sea una medida temporal y para paliar esa situación. Los movimientos feministas miraron con recelo este tipo de políticas, porque dijeron: A ver si esto va a ser la puerta falsa por la que nos llevan otra vez a un estatus, de tal manera que vamos a estar en el estatus de mujeres que si estamos aquí no es por nuestra valía, sino por la mala conciencia del Estado de que nos tiene que poner aquí. Eso realmente lo rechazaban algunos movimientos feministas, mientras otros decían: Esta es una oportunidad para conseguir la igualdad, y, en definitiva, si hay estas plazas, no es porque yo sea mujer o porque yo sea negro, sino porque estoy en una condición histórica donde he sido desfavorecido. En el siglo XIX nadie decía nada cuando las mujeres no podían acceder a estos trabajos, nadie se acordaba de esa cuestión. En Estados Unidos la justificación constitucional de las acciones afirmativas desde luego siempre era en el campo distribuidor del Estado —lo veremos ahora con un poquito más de detalle—, no en el Código Penal, sino en el campo de distribución de recursos del Estado, y el Estado orientaba los recursos haciendo discriminación inversa. Justamente cuando decae esta doctrina en Estados Unidos en los años noventa, con Reagan, comienza a decirse que ya no puede haber más discri- minación positiva, que esto es una injusticia, que ya no cabe la idea esa de a foto fija, pero la película..., no hay argumento para justificar una injusticia actual a cuenta de remediar una injusticia pasada. En esa época, que coincide justamente cuando estoy estudiando este tema en Estados Unidos, me acuerdo que se iba a nombrar por Reagan, —no, con posterioridad a Reagan— a los magistrados del Tribunal Supremo, que como saben ustedes tienen que pasar un hearing o un examen parlamentario para ver si es que cumplen determinados requisitos. Los nombramientos que se pretendían eran de jueces muy conservadores. Uno de ellos era Thomas Clarence, que era un negro que en aquel momento además estaba cuestionado en la Comisión por acoso sexual a unas secretarias en épocas pasadas. Ya saben que en Estados Unidos eso además se lleva muy a rajatabla. Una de las preguntas que se le hacen en la Comisión es: Qué opina usted de la doctrina de la discriminación inversa. Él dice que está en desacuerdo con eso (a pesar de que él es negro está en desacuerdo con esa doctrina), pero una senadora le dijo: Oiga, pero usted fue a la Facultad de Derecho gracias a un programa de discriminación inversa, que si no usted no hubiera accedido a la facultad, con lo cual él se calló. Llega un momento en que esto ya se convierte más en una cuestión ideológica que de otro tipo. Cuando en Estados Unidos en los años noventa cae la doctrina, se recibe en Europa, en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y también nuestro Tribunal Constitucional, y me figuro que aquí se han mencionado algunas sentencias sobre la aceptación por parte del Tribunal Constitucional del principio de discriminación positiva con una serie de condiciones, pero, en fin, sí es aceptada. Pues bien, la cuestión es si cabe la discriminación en el Código Penal. Ahí, por lo que yo he leído al profesor Peces-Barba, manifestaría cordialmente una discrepancia. Aquí habría que distinguir dos facetas del Estado. No es lo mismo el Estado cuando regula la libertad, cuando delimita la libertad o cuando pone límites a la libertad, que cuando el Estado distribuye recursos, por tanto, cuando el Estado es prestacional, y desde luego, no puede comportarse de la misma manera. El Estado, por ejemplo, no puede prohibir la pornografía; no podría prohibir la pornografía como manifestación en sí, puede poner límites, horario de exposición de pornografía, si tiene que ir envuelta en un plástico, etcétera, aunque eso podría chocar incluso con la libertad artística, literaria. En Estados Unidos existe el test Miller para saber si una obra es pornográfica o no, pero en todo caso se dice: El test de constitucionalidad es muy estricto. Si el Estado prohíbe la pornografía tiene que demostrar con muchísimas razones por qué la prohíbe, porque está actuando en un campo de la libertad del ciudadano. Cosa distinta es que el Estado en un su actividad prestacional o de fomento ya oriente sus recursos hacia una actividad artística o hacia otra. El que el Estado destine sus recursos a promocionar el teatro clásico y no una producción de películas pornográficas no supone quiebra del principio de igualdad, porque el 25 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Estado en su política de orientar sus recursos los lleva hacia un lado o hacia otro; por tanto, ahí el test de constitucionalidad tiene que ser mucho más laxo. Pues bien, aquí estamos ante algo parecido. Una cosa es la cantidad de medidas importantes que establece este proyecto de ley para favorecer a la mujer en cuestiones laborales, en tutela incluso judicial... Yo creo que a la tutela judicial, que es una actividad prestadora del Estado —que oriente sus recursos para proteger a una víctima que en un porcentaje altísimo es la mujer es aceptable—, constitucionalmente es difícil ponerle algún reproche. Si fuese excesivo y dejase desprotegidos a los demás ciudadanos y sólo hubiera tutela judicial efectiva para la mujer, pues sí, pero no creo que ese sea el caso. Sin embargo, cuando se trata del Código Penal, cuando se trata de limitar la libertad, yo sería mucho más cauto, desde luego, y lo digo claramente, establecer tipos penales donde se dice el esposo que maltrate a la esposa tiene una determinada pena, pero no al revés, es inconstitucional, y sobre todo más que inconstitucional, que es lo que más debería preocupar a este Parlamento, yo creo que no es eficaz, porque se puede conseguir el mismo efecto por otra serie de vías distintas. Si se puede evitar este reproche de inconstitucionalidad y lograr el efecto, que es de lo que se trata, de conseguir los mismos efectos de protección de la mujer, sería bueno. No creo que sea inconstitucional incluso —fíjense, por discriminar, no es discriminar, porque ahí no hay discriminación— dar un trato desigual a la mujer como sujeto pasivo, es decir, de igual manera que se puede proteger a los niños de una manera especial o se puede proteger a los discapaces, aunque una feminista en Estados Unidos diría: Ojo, que estamos ya introduciendo un estatus. Al margen de eso, puede suceder que en las circunstancias actuales el sujeto pasivo se mencione, como tal sujeto pasivo y como condición para agravar la pena, que sea una mujer la maltratada. En la ley no es mujer maltratada sino que es la esposa, con lo cual en el ámbito familiar habría que ver qué ocurre con las otra mujeres (con las mayores, con las hijas, etcétera). Donde está la inconstitucionalidad, a mi juicio, es en el sujeto activo, cuando sólo como sujeto activo figura el esposo; ahí es donde creo que está, y además esto, insisto, se puede evitar por otra serie de caminos que son perfectamente constitucionales. En Estados Unidos, estas leyes que les dije de 1994, 1998, 2000, nunca dicen el esposo, siempre dicen el cónyuge, el cónyuge que golpea, a veces dice a la esposa, pero dice el cónyuge, y a veces no dice la esposa, dice el cónyuge que golpea al otro; como en el 95 por ciento de los casos el que golpea es el marido, ya le cae ese agravamiento de la pena sin tener que mencionar específicamente. Se entiende que eso podría ser, aparte de inconstitucional, más de cara a la galería: fíjense cómo se preocupan de las mujeres que aparece el marido mencionado específicamente. Yo creo que el efecto que se pretende se consigue de una manera distinta. Después hay otra cosa importante que es que estas leyes integrales a mí me ofrecen ciertos reparos, como tales leyes integrales. El Estado codifica, hace el Código Civil, el Código Penal, pero cuando nos ponemos, ante un problema concreto, a regular este problema de manera transversal, acabamos deshaciendo todos los códigos. No podemos confundir, yo creo, una ley, hacer una ley con hacer un tríptico de medidas o hacer una monografía sobre un determinado tema. Corremos el riesgo de estar haciendo inconscientemente estatus, porque hoy hacemos una ley de protección de la mujer o contra la violencia de la mujer, mañana será contra los gays y lesbianas, pasado, contra los que son de religiones minoritarias. Acabamos, sin darnos cuenta, legislando en un multiculturalismo extraño, como si el principio de igualdad fuese un principio de intolerancia. Estamos dando un poco a veces la vuelta a la cuestión. Otro punto importante es que, como decía Camus, hacemos muchas reglas cuando nos olvidamos de los principios. Y yo creo que a veces estamos incurriendo en eso, estamos haciendo reglas para esto, Código Penal, el artículo tal, el otro artículo, el otro artículo, Estatuto de los Trabajadores... ¿No nos estaremos olvidando de los principios? Este problema que existe, que es real, pongámoslo en los principios y hagamos que se irradie a cualquier parte del ordenamiento jurídico. En concreto, para no crear una nebulosa, en las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal podría introducirse una serie de cambios para que, fuese cual fuese el delito, lo importante fuera la circunstancia de que se comete el delito en el ámbito doméstico de la privacidad afectiva o familiar, y eso agravarlo, sea quien sea el que haga el maltrato dentro del ámbito familiar y sea quien sea el sujeto pasivo. En el artículo 22, cuando dice que son circunstancias agravantes, etcétera, se podrían introducir una serie de precisiones. Por ejemplo, dice el citado artículo 22: Circunstancia agravante, ejecutar el hecho mediante disfraz, con abuso de superioridad o aprovechando las circunstancias de lugar, tiempo o auxilio de otras personas. Se podría especificar, cuando se habla de lugar, pues se presume que siempre es el lugar lo que agrava la conducta, aprovechar la actuación dentro del ámbito de la privacidad afectiva, o aprovechando la relación de afectividad, para que englobe también a los novios, que no tienen a lo mejor ese lugar específico de domicilio conyugal. Especificar el artículo 22 esa presunción o que concurre esa agravante, «siempre que se trate del domicilio», no sé si sería suficiente, pero sería importante. En el artículo 23, cuando se dice «la circunstancia mixta de parentesco», yo creo que habría que eliminar el término parentesco, porque a veces no hay parentesco en las relaciones afectivas y sin embargo de lo que se trata es de atajar ese tipo de violencia. Habría que regular el artículo 23 de otra manera e incluir también a los tutores, por cierto, que no están; sería una medida importante. 26 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Incidir mucho en el aumento de penas no sé si es contraproducente, porque a lo mejor se retrae más de hacer denuncias cuanto más elevada sea la sanción penal. En todo caso, en los supuestos más dramáticos, el maltratador tiene un desprecio olímpico por la pena que se le pueda imponer; está dispuesto a morirse, a quitarse la vida. Entonces, hasta qué punto el Código Penal es la medida más efectiva. En cuanto a la ley, y voy concluyendo ya, presidenta, me ha llamado la atención, pero a lo mejor tiene una justificación que yo desconozco, cuando define —yo creo que hay que definirlo— lo que es la violencia doméstica. En el artículo 1.3 dice: La violencia de género a que se refiere la presente ley comprende todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad. ¿Puede haber en el seno del matrimonio una privación de la libertad de la mujer que no sea arbitraria? No sé a qué se refiere lo de privación arbitraria de libertad. Será privación de libertad, entiendo yo; a lo mejor es un lapsus. Así, no sé a qué se refiere. Y, para concluir, las medidas en el ámbito educativo. Yo creo que es muy importante el problema de la educación. Este Parlamento debería estudiar ese problema de fondo, porque yo, y les hablo como docente, creo que cada vez más se confunde la enseñanza con la educación y los padres confían la educación de sus hijos a los enseñantes, olvidándose de que hay un principio básico, que es que ellos están ordenados por el Estado —esto no es un problema de privacidad—, los padres tienen la obligación estatal de darles la educación a sus hijos. Habría que incidir en ese aspecto en general, no ya en este tema, sino en general, porque es un problema pavoroso que existe. De igual manera, y concluyo definitivamente, debería plantearse con seriedad el Estado su política educativa, sin tantos miramientos como a veces existen. A mi juicio es un tanto contradictorio decir que tienen que promocionarse los valores de igualdad, etcétera, y luego permitir colegios privados, aunque no sean concertados, simplemente privados, donde hay una educación segregada de niños y niñas. Si el artículo 27 de la Constitución dice que tiene haber una enseñanza en los principios constitucionales, y se entiende que los principios constitucionales pasan por este fomento de la igualdad y de la educación en valores igualitarios, no sé hasta qué punto es permisible esa circunstancia. O no sé hasta qué punto es permisible mantener financiación a organizaciones religiosas donde toda su estructura es estrictamente machista. No sé cómo por una parte se dice que hay que promocionar los valores iguales, pero, por otra, se financia ese tipo de organizaciones religiosas. Esto es como querer, y ésta es otra contradicción de este país, hacer una ley integral de protección de los animales pero luego subvencionar espectáculos taurinos. Y no es que yo sea antitaurino militante ni nada por el estilo, simplemente señalo que eso es una contradicción que ahí está. Y vuelvo a la idea de que el Estado, cuando distribuye sus recursos, debe estar pensando en los principios constitucionales que lo inspiran. Perdón, porque creo que me he extendido demasiado y muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, profesor Bastida. Iniciamos las intervenciones de los grupos. Tiene la palabra la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: Doy las gracias al señor Bastida, ha sido un placer su exposición. Sólo voy a hacer una pregunta. Muchos de los aspectos que ha manifestado la verdad es que los comparto casi totalmente. No me ha quedado claro si en Estados Unidos en estos momentos hay realmente una diferenciación de discriminación positiva también en el Código Penal o no. También me gustaría saber si conoce si en algún otro país, fundamentalmente en Europa, hay alguna experiencia como la del proyecto de ley que nosotros pretendemos llevar adelante. La señora PRESIDENTA: Señora Uría. La señora URÍA ETXEBARRÍA: Muchas gracias, profesor Bastida, por su interesante exposición. Yo ya había visto con curiosidad su participación, cuando fue propuesto, no sólo porque es profesor de Derecho constitucional, sino porque se le presentó, o así lo manifestó el grupo proponente de la iniciativa, Izquierda VerdeIniciativa per Catalunya-Els Verds, como experto en materias de discriminación positiva. Se da además la circunstancia de que en algunas de las manifestaciones que ha hecho, con mucho más criterio que yo, por supuesto, y más doctamente manifestadas, hay alguna coincidencia con reflexiones que me sugería a mí la presentación de este proyecto de ley por parte del Gobierno. La primera es que él se manifiesta partidario de que la ley que se haga para erradicar las situaciones de violencia, las situaciones estructurales de desigualdad, tiene que ser más global que lo que es la mera contemplación de las situaciones de violencia. Yo creo que eso es así, la formación política a la que represento así lo ha sostenido. El problema de la desigualdad debe abordarse en la idea de promover la autonomía y de fortalecer la posición social, económica y política de las mujeres, lo que se llama, dicho sea entre comillas, empoderamiento de las mujeres. Ésa será la vía, creo yo, para que las situaciones de violencia concluyan. Existe en este momento un único intento de regular una situación de este estilo y, si se me permite hacer propaganda, es la apadrinada desde las instancias vascas. Está en este momento en el Parlamento vasco una ley integral de igualdad de los hombres y de las mujeres que yo pienso que podría ser ejemplo o pauta de lo que usted decía y que ignoro si existe en alguna otra parte. En el otro aspecto en el que usted es experto, que es en el de la discriminación positiva, me interesaba una 27 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 cuestión: si se define la discriminación positiva, jurídicamente hablando, como desigualdad producida por el Derecho, si es la propia norma jurídica la que promociona las diferencias ante situaciones que son diferentes. Yo creía que esto se podía predicar y era lógico respecto de determinadas cuestiones; parecía muy obvio o muy evidente si estábamos hablando de actividad prestacional del Estado, es decir, si era el acceso a servicios, el acceso a bienes determinados, pero era mucho más difícil predicar estas acciones afirmativas cuando estamos hablando de materia penal. Aunque todas lo hemos hecho, yo misma, todas (empleo el femenino porque somos más mujeres que hombres entre las ponentes), todas y todos lo hemos hecho, creo que, respecto de la materia penal, no hay quizá que hablar de discriminación positiva, sino que habría que buscar otros ámbitos. En esto quizá discrepo algo de usted, porque yo sí creo que tiene que ser posible encontrar tipos penales que protejan especialmente a las mujeres de ese tipo de conductas; a lo mejor debiera ser a través de un bien jurídico protegido distinto. En este tipo de violencia que se produce en el ámbito doméstico, además del factor vida, integridad o dignidad de la persona, habría también una idea de humillar o de someter, o un afán de superioridad; a lo mejor es más correcto el camino que usted sugería de utilizar agravantes, ir al artículo 22 del Código Penal y dejar el tipo penal neutro. A mí tampoco me resultaría repugnante incluirlo dentro del propio tipo, entendiendo que hay un bien jurídico distinto que el que se ofende con otro tipo de actos agresivos cuando se producen en un ámbito distinto de esto que ha sido un entorno doméstico, o sin llegar a ser doméstico; entendemos por tal a veces la violencia en relaciones que fueron de afecto y que han degenerado con posterioridad, sin que haya habido siquiera convivencia. Me han parecido interesantes sus reflexiones al respecto y creo que por ahí debiéramos ahondar; antes que hacer definiciones objetivas de tipos penales distintos hay que intentar buscar algo que, siendo los tipos penales neutros, nos permitan entender que es el hecho distinto porque ofende a bienes distintos y no derecho en función de las personas. Me sorprendió como a usted la frase a la que usted se ha referido, del informe del Consejo de Estado, cuando dice que no hay que meter a terceros en las relaciones de familia. Yo soy del criterio, creo que casi todo el mundo hoy en día lo es, de que efectivamente los poderes públicos tienen que entrar a regular estas situaciones que son de delincuencia y no de mera situación intramuros de lo que es el entorno familiar. Pero a lo mejor también era posible no ir al endurecimiento de penas sino introducir las faltas de oficio, que ya han existido en otros momentos del Código Penal —creo que todavía existe ahora alguna—, en lugar del endurecimiento de penas o lo que supone de elevación de escala convertirlos en delito. Me ha gustado también que usted haga referencia a la posibilidad de objetivar los tipos penales utilizando la expresión de la pareja (usted ha dicho el cónyuge, yo digo la pareja por intro- ducir otro tipo de relaciones) y a que, como el 95 por ciento de las situaciones de violencia se producen de hombres frente a mujeres, sin mencionar expresamente a las mujeres se habría conseguido el efecto que se pretende de penar más duramente estas conductas o de tipificar estas conductas. Ésa es una solución que también en su informe sugiere el Consejo de Estado y que a mí me había parecido que era un buen camino o un camino posible de transitar en las enmiendas que vayamos a hacer las distintas formaciones políticas. Finalmente, también me ha gustado, y lo habíamos comentado varias portavoces en uno de los intermedios, su inquietud por la codificación o descodificación que hacemos con leyes de este estilo, en las que se abordan multitud de materias dejando sectorialmente mutilados otros sectores del ordenamiento que ya no están globalmente introducidos en una única norma, sino que están fragmentados por aquí y por allá. A nosotros nos incumbe, como legisladores, tener ese especial cuidado por esta segmentación y, en la medida de nuestras posibilidades, si usted nos puede dar alguna idea, intentaremos evitarlo y acertar con nuestras enmiendas a la hora de redactar la norma. Muchas gracias de nuevo por su intervención. La señora PRESIDENTA: La señora Bonás, tiene la palabra, por Esquerra Republicana de Catalunya. La señora BONÁS PAHISA: Gracias, doctor Bastida. Ha reflejado en su exposición muchas de nuestras dudas sobre este anteproyecto. Muy concretamente, además de que dudamos de la eficacia punitiva de este anteproyecto para reducir la violencia de género, ¿no cree usted que se utilizan muchas expresiones como impulsar, contribuir, buenas intenciones, pero no sabemos si hay algo que se pueda articular después, más tarde, de forma obligatoria? Y un último apunte. Ha hablado de educación y yo quería preguntarle si en estas leyes hay experiencias de cómo regular la presencia de la violencia en los medios, tanto cinematográficos como de noticias, si hay alguna experiencia en este aspecto. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el Grupo Catalán la señora Pigem. La señora PIGEM I PALMÉS: Muchísimas gracias, profesor Bastida por su intervención. En Convergència i Unió compartimos muchos de los puntos que usted ha planteado, si no como conclusiones, al menos en este ámbito en el que nos movemos de estar escuchando opiniones acerca de determinados puntos de este proyecto, que nos pueden causar algún tipo de interrogantes. A este efecto le quiero decir que su intervención ha sido, al menos para la portavoz que le habla, muy ilustrativa. Nosotros compartimos también algo que usted ha dicho al comienzo de su intervención, que era la necesidad de acotar el título de la ley, decir que era una violencia de género en el ámbito doméstico. Porque esta violencia de género se produce en muchos 28 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 otros ámbitos, en el ámbito laboral, por ejemplo, en el ámbito institucional también. Yo creo de todas maneras que del anteproyecto al proyecto este tema ha sido resuelto, puesto que, si no entiendo mal el artículo 1, al definir cuál es el objeto de la ley, ya dice que es perseguir las conductas que se producen como violencia de género cuando se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado unidas a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia. Por tanto, yo entiendo que en este artículo 1.º ya se acota este objetivo, este objeto de la ley. Lo que entonces sucede, desde nuestro punto de vista, es que en la ley falta alguna cuestión y sobra alguna otra. ¿Qué faltaría? Faltaría, por ejemplo, el tema de la mutilación genital. La mutilación genital se practica en el ámbito doméstico y, si bien a juicio de quien le habla está ya contemplado como tipo punitivo en el Código Penal, se echa de menos la posibilidad de persecución extraterritorial de la comisión del delito. Porque sabemos que, además de cometerse en el ámbito doméstico, en su residencia en el Estado español, se comete también aprovechando lo que se llaman viajes de vacaciones, etcétera. Desde el Consejo General del Poder Judicial no es la primera vez que se solicita una modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial con el objeto de que se pudiera perseguir, como se hace en otros delitos, este delito de manera extraterritorial. Me gustaría saber su opinión al respecto. Y desde este punto de vista de acotar el ámbito, hay algún artículo quizá extemporáneo, como por ejemplo cuando se habla de que al trasponer la directiva de acoso en el ámbito laboral, la Directiva 2002/73, se dice que se hará una regulación específica del acoso en el ámbito laboral. Entendemos que esto no es estrictamente el ámbito de la relación intrafamiliar que define la ley en el artículo primero de la ley cuando acota la violencia de género al ámbito familiar. Nos gustaría también saber su opinión. Con respecto a lo que usted ha comentado del dictamen del Consejo de Estado, me sumo a las palabras que ha dicho la portavoz que me ha precedido en el uso de la palabra, pero quiero decirle también que yo creo que esto ya está resuelto en la legislación aprobada, si bien todavía no ha entrado en vigor, de la modificación del Código Penal. En la modificación del Código Penal que se aprobó al final de la pasada legislatura ya se decía, al hablar del artículo 620, al hablar de las faltas, que cuando se trataba de amenazas, coacción, injuria, vejación injusta, etcétera, en los supuestos de este apartado las personas a las que se refería el artículo 173.2, es decir, las del ámbito doméstico, a éstas no les era exigible la denuncia cuando se refería a estas conductas del párrafo anterior. Esta acotación del Consejo de Estado la verdad es que a mí me es difícil entenderla, porque esto, desde mi punto de vista, ya se aprobó la pasada legislatura; esto ya excedía lo que era el ámbito privado. Me ha gustado mucho toda su información acerca de que si bien las acciones positivas están pacíficamente afectadas, tanto doctrinalmente como sociológicamente, en lo que se refiere a los bienes escasos, a las medidas de carácter laboral, etcétera, genera mayor problemática, quizá no tanto constitucional como en cuanto a la eficacia, el tema de la acción positiva en el Código Penal. Yo aquí me apuntaría también a incluir algún tipo de agravante en el artículo 22, quizá a través del apartado 2.º, e incluso del apartado 4.º cuando habla de sexo, desprecio de sexo. O quizá también podía incluir algún subtipo agravado en algún tipo específico. Pero quizá valoraría un poco más hacerlo por diferencia en el ofendido o la ofendida o bien en el causante o en el sujeto activo de estas conductas. A mí me ha parecido entender que usted no era partidario de generalizar el aumento de penas a todos los componentes del ámbito familiar. Me gustaría que me aclarara si esto es así. Y finalmente me gustaría saber su opinión acerca de estos juzgados de violencia contra la mujer de nueva creación, si usted piensa que son idóneos para la consecución del fin al que van destinados o si sería suficiente con una buena articulación de coordinación a través de la Fiscalía, por ejemplo, en los juzgados penales y en los juzgados civiles o de familia actualmente existentes. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular tiene la palabra la señora Méndez Monasterio. La señora MÉNDEZ MONASTERIO: En primer lugar quiero agradecer la comparecencia del catedrático don Francisco Bastida y también manifestar que estamos de acuerdo en bastantes de las cosas que ha expuesto. Nos gratifica que uno de los argumentos que nosotros esgrimimos para la mejora de esta ley, que es que no se puede penalizar a una persona ni imponer una sanción solamente porque sea hombre o mujer, o tipificar un delito solamente por razón de sexo, pues una de nuestras premisas para intentar modificar el planteamiento de esta ley, sea compartida por el catedrático de derecho constitucional don Francisco Bastida, que sea de esa opinión, además bastante mejor documentada por lo menos que la mía lógicamente, como catedrático en la materia. Superado el tema, que ha quedado realmente claro, de la constitucionalidad o no de que existan delitos solamente para hombres, hay un segundo tema sobre el que sí que me gustaría que se pronunciara y es cuál sería su opinión en cuanto a incluir no solamente, como víctima de este tipo de delitos a la mujer, sino también a los niños, a los menores, a los ancianos, a todos aquellos que pueden ser víctimas de violencia doméstica dentro del seno del hogar, donde se realizan este tipo de actuaciones. Porque el artículo 153 del Código Penal, como bien sabe usted, incluye como sujetos pasivos a todas las personas que formen parte del núcleo familiar: ancianos, niños, hermanos, etcétera. Querría saber si usted cree que sería muchísimo más eficaz la persecución de este tipo de delitos de violencia doméstica 29 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 incrementando como víctimas a los menores, a los niños, teniendo en cuenta además que muchas veces el mal que se infringe sobre la mujer o los daños que se causan a la mujer también se infringen a los niños, a sus hijos, precisamente para hacerle daño a la mujer. Todas esas relaciones de violencia doméstica pienso que están muy cohesionadas, interconexas, y pensamos que no sería la ley tan eficaz si se limitara solamente a las mujeres. Le pido su opinión con respecto a si sería mejor y mucho más eficaz esta ley si se ampliara que las víctimas pudieran ser los ancianos y los niños. Usted ha dicho, y también me parece que lo ha comentado la representante del Grupo Parlamentario Socialista, que no le gusta el sistema codificador de esta ley, que se hace una ley de carácter transversal y que además crea un determinado estatus, porque solamente se perseguirían los delitos contra las mujeres; y ha dicho que le parecería muchísimo más adecuado poner agravantes en los tipos del Código Penal y en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Pero a mí me gustaría que nos dijera su opinión respecto a si crearía esta ley un determinado estatus solamente porque va dirigida hacia la mujer como víctima de esta violencia doméstica o si, desde su punto de vista, no caería en ese error si fuera una ley codificadora de todo lo concerniente a la violencia doméstica dentro, lógicamente, del seno del hogar. Si de esa manera sería una ley más integral, además incluyendo, como decía, entre las víctimas de esa violencia doméstica, a niños y a ancianos. Usted ha manifestado al inicio de su comparecencia que no iba a entrar en los temas de los juzgados, porque a lo mejor comparecerían especialistas de Derecho procesal. Pero, como un experto en Derecho, a mí sí que me gustaría que si puede, si quiere, se manifestara sobre lo que le ha preguntado ya una diputada si sería mucho más eficaz para que este tipo de delitos y todo lo concerniente y todo lo relacionado con ellos, todas las medidas que se dictaran en temas relacionados con este tipo de violencia, un juzgado específico, como se plantea en este proyecto, o si sería mejor especializar un juzgado de instrucción, o los juzgados de familia. Porque si no, desde nuestro punto de vista, a lo que se podría llegar es a que se sancionaran o se decidieran determinados temas en diferentes juzgados solamente por la víctima o por el autor del tema en concreto. Por lo tanto, si lo estima usted oportuno, me gustaría que se pronunciara. El tema de la educación también nosotros pensamos que es un crucial, que es muy importante para la prevención de este tipo de conductas. Usted ha comentado en su intervención que quizás el hecho de que existiera esta discriminación en cuanto al autor de los delitos no haría que fuera más eficaz esta ley. ¿Usted nos puede decir o ampliar datos por los cuales cree que esta ley pudiera ser más eficaz? Porque a lo mejor hay medidas que no se contemplan, medidas de carácter preventivo. Algunos de los comparecientes han dicho que era una ley que estaba quizás excesivamente judicializada y que no preveía medidas de carácter pre- ventivo, y le pregunto si usted piensa que existen medidas de carácter preventivo que puedan también enriquecer esta ley. Por último, disiento de lo que usted ha dicho en cuanto a la educación de los niños, la coeducación o no coeducación, sobre todo además porque precisamente en Estados Unidos, país sobre el que usted tanto comenta, hay estudios muy importantes sobre el tema de la coeducación o no coeducación en virtud de que los niños y niñas maduran de manera diferente, la autoestima es de manera distinta, etcétera. No es el momento ahora mismo de entrar en ello pero sí disiento porque en Estados Unidos se ha llegado a la conclusión de que en muchos casos, por la libertad de los propios padres de elegir la educación para sus hijos, es conveniente que puedan diferenciar o elegir entre coeducación o no coeducación. La señora PRESIDENTA: Ya para cerrar el grupo de intervenciones, por el Grupo Socialista tiene la palabra el señor Villarrubia. El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Don Francisco Bastida, bienvenido a este Parlamento, muchas gracias por su sustanciosa información, rigurosa en todo caso y argumentada, que compartimos en una amplia gama de los aspectos que ha tocado y que deducimos compartir también, sin riesgo a equivocarme, de otros muchos que por no ser de su especialidad no ha habido lugar ni ocasión de tocar, aunque pretendidamente en la última intervención se hayan realizado algunas afirmaciones que nada tienen que ver con lo que estamos hablando en este ámbito. Dicho eso, también me permitirá que alguna puntual discrepancia tengamos desde mi grupo parlamentario con algún aspecto, insisto, puntual de su intervención. Alguna aclaración de entrada. Empezaba usted la intervención, y es importante para centrar el problema, diciendo que el proyecto de ley se centra en la violencia de género en el ámbito doméstico y no en otros ámbitos más amplios. Efectivamente, así viene definido perfectamente en el artículo 1.º del proyecto de ley, no sólo en el ámbito doméstico, pero siempre que haya además relaciones de afectividad, etcétera. Ese es el ámbito expreso que pretende regular la ley con la premisa de que la mujer necesita en estos momentos en España de una especial protección, la mujer víctima de la violencia de género; no es otra cosa lo que pretende regular este proyecto de ley. ¿Sería bueno recoger algún derecho de no sé quién? Todo es bueno, todo lo que sea recoger derechos, pero no es lo que pretende esta ley, cuya premisa es la protección de la violencia de género a la que se ve sometida la mujer por razones históricas, culturales, de machismo asentado en nuestra sociedad, que usted bien ha denominado con otras palabras pero claramente. La raíz de ello la ha tocado usted aunque viene de más atrás. Se adecuó, decía usted textualmente, y se legisló en la desigualdad de la mujer en el régimen franquista, con la sumisión natural de ella. Claro que sí. 30 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 ¿Y qué ha ocurrido después de aprobarse la Constitución? Que afortunadamente tenemos una igualdad formal dentro de la Constitución. Pero convendrán, yo así lo he deducido, si no corríjame, que existe —y ahí está la raíz del problema— una desigualdad real en los derechos de la mujer y en el tratamiento de la mujer. Usted apuntaba y ahí es donde me permitirá tener una pequeña discrepancia en un tema que ha tocado, que después de la Constitución, después de ese Derecho natural —entre comillas— anterior, el problema no era la igualdad formal ante la ley sino la no neutralidad, efectivamente, la no neutralidad del Estado ante la desigualdad real. Y ahí va una de mis preguntas. Efectivamente, compartiendo ese principio, el artículo 9.2 de la Constitución obliga, no recomienda, principio constitucional, obliga a los poderes públicos a remover los obstáculos que impidan o hagan ineficaz esa libertad o igualdad real. Es lo que está pretendiendo hacer en su conjunto este proyecto de ley. Antes de continuar con la argumentación, permítame, porque me parece que estamos cayendo en un riesgo un poco perverso, reiterarle la última intervención respecto a que, centrando el tema en algún aspecto puntual la discrepancia, concretamente en el ámbito penal, estamos hablado de una ley transversal, de una ley integral para combatir este fenómeno, con medidas fundamentalmente preventivas, introduciendo mecanismos para la lucha contra la desigualdad en el colegio, en la escuela, medidas sanitarias, medidas asistenciales, medidas laborales intensas, con presupuesto, probablemente con un coste inicial de más de cien mil millones de pesetas al año. Después está el tema que usted no va a tocar, no pretendía, lo haremos por la tarde de la planta judicial. Y finalmente, para regular esas conductas, que es el epílogo de la ley, está el aspecto punitivo, el aspecto penal de lo que hay que hacer con esas conductas. No es el meollo. Afortunadamente, vemos cómo la discusión por parte de la derecha judicial y del Partido Popular se centra en algún aspecto del tipo penal, que, por otro lado —para eso estamos haciendo todas estas comparecencias y para ello tendremos el trámite parlamentario— tendremos ocasión de debatir. Vaya por delante otra pregunta que, creo respetuosamente, se ha interpretado mal, por alguna portavoz. Le pregunto: ¿la protección jurídica que establece esta ley para las mujeres que son o han sido cónyuges o compañeras del agresor en una relación intrafamiliar, merma en alguna medida la protección jurídica de otros colectivos, como se ha dejado caer? Es decir, ¿estas medidas de acción positiva merman en alguna medida la tutela judicial efectiva de cualquier otro colectivo? Y apunto modestamente, para general conocimiento de alguien que parece no conocerlo, que los artículos 53 y 172.1 del vigente Código Penal ya regulan específicamente la agravación de estos colectivos de ancianos, de niños, etcétera. La protección de los menores también está expresamente recogida, no en el ámbito penal sino en el asistencial, dentro del proyecto de ley, pero, insisto, como una cuestión más añadida importante, en esta ley transversal que hemos presentado. Transversal, por otro lado, aunque no lo comparta usted de todo punto, me ha parecido deducir, de forma inevitable porque el elenco de situaciones y de actuaciones que pretende llevar a cabo, insisto, con presupuesto, es diverso en distintos momentos, de prevención, de resolución, de tratamiento, de detección precoz en el ámbito sanitario de cuándo se produce la violencia, etcétera. No vamos a desarrollar, insisto, el proyecto de ley, pero hago esta reflexión porque a veces las ramas impiden ver el bosque. Esta discusión que aquí estamos teniendo, importantísima, no es más, insisto, que la conclusión, el epílogo de lo que es este importantísimo proyecto de ley pionera en toda Europa. Y esa es otra cuestión que me gustaría preguntarle, si nos puede informar sobre las acciones en el Derecho constitucional europeo, en el sentido de acciones positivas. ¿Qué ha dicho el Tribunal Constitucional en España en relación con este tipo de acción positiva? ¿Qué le parece puntualmente, aunque esto es casi marginal, el hecho de que en la Constitución europea, a instancias del Gobierno actual de España, se haya recogido dentro de los valores y principios de esta Constitución la igualdad entre hombres y mujeres como pretensión para un posterior tratamiento de este problema de una forma común y coordinada en toda Europa? Me gustaría también conocer su opinión. Finalmente, respecto al tema que ha centrado en parte, insisto, aunque debe ser el epílogo, esta discusión, me permito modestamente discrepar de usted en un aspecto, aunque coincido con el fondo en que deben regularse principios y no situaciones regladas que a veces pueden no tener límite. Y desde luego entiendo, por supuesto, ¡faltaría más!, como razonable una posible alternativa que usted plantea. En el mundo del derecho, dentro de una complejidad tan especial como lo que estamos regulando, y con amplitud, en este proyecto de ley, lógicamente las opiniones pueden ser muy diversas y a veces no unas con menos rigor que otras. Porque podemos encontrarnos al final, yo al menos así lo veo, más que con un problema de discusión o no de constitucionalidad, que modestamente entiendo que no existe en el proyecto de ley, con una cuestión de oportunidad política o de forma de ver reflejados en el papel, en el texto de la ley, esos principios o valores que, evidentemente, no son iguales en función de quién sea el interlocutor. Con suma distensión también, si llega usted a estar hace una hora en esta sala, entendería perfectamente lo que le estoy diciendo. Pero, en lo que nos ocupa, señor Bastida, ¿no cree usted que cuando se intenta regular en la ley tipos penales con una agravación o un tratamiento distinto en función de proteger a un colectivo especialmente vulnerable, en este caso el colectivo de la mujer, que está necesitado de especial protección, y ahí están las alarmantes estadísticas que existen? Esto se puede admitir. No se está penando al esposo de forma individual, se está penando la conducta de agredir, con un aumento de desvalor, a una mujer que pertenece a un colectivo que necesita en estos momentos una especial protección. ¿Que eso tenga que 31 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 tener una regulación permanente en el tiempo? Yo coincidiría con usted y me adelanto a decir que creo que no. Pero la realidad española, la realidad de nuestra sociedad sí impone en el desarrollo del artículo 9.2 de la Constitución, lo contrario sería precisamente no cumplir con el mandato constitucional, que llevemos a cabo estas actuaciones. Y estaríamos hablando probablemente no de un derecho penal de autor sino de un derecho penal de las víctimas. Por supuesto que la tesis que usted plantea, de agravar en lugar de llevar ese tipo distinto. Es discutible. Habrá que admitirlo como una tesis con mucho rigor, por supuesto, como toda su intervención, pero, en definitiva, es una cuestión de oportunidad política, de oportunidad legislativa, y que corresponde a los representantes del pueblo decidir en un momento dado, dentro de distintas hipótesis, insisto, todas ellas constitucionales.. diferenciación en el sujeto activo. Yo distinguiría entre diferenciación entre el sujeto activo y el sujeto pasivo del delito. Mi idea es que cabe excepcionalmente hacer diferencias en el sujeto pasivo. Por tanto, la mujer podría aparecer en el sujeto pasivo como mencionada específicamente; se puede decir: las agresiones a la mujer dentro del ámbito familiar, igual que se hace mención a los niños o a los discapaces. Insisto en que determinado movimiento feminista diría: Ojo, que no es lo mismo, a ver si estamos haciendo estatus. Pero constitucionalmente es posible. Lo que ya no es posible, a mi juicio, es introducir diferencias en el sujeto activo por razón de sexo, raza o religión, porque eso es una discriminación que ya no es positiva. A la mujer además no se le beneficia en nada con que el sujeto activo sea hombre, sea negro, etcétera. Esas categorías a ella no le afectan. Si es maltratada, es maltratada. Por tanto, ahí no se ve cuál es el efecto beneficioso y sin embargo hay un claro efecto discriminador en función de quién maltrata y no de la conducta. En Estados Unidos, en la ingente legislación que he mencionado sobre la regulación de la violencia de género no se habla de género sin especificar el género, se dice violencia contra la mujer, se dice así específicamente. A pesar de que es una regulación sobre la violencia en la mujer, sin embargo nunca dice que el sujeto activo sea el hombre, siempre habla de cónyuge, de pareja, utiliza el término genérico y abstracto que se puede aplicar a un hombre o a una mujer, a un negro o a un blanco, etcétera. En Estados Unidos esa diferencia al menos no hay. Que yo sepa, en Europa tampoco, pero no he estudiado de manera exhaustiva la legislación europea. En cuanto a la diputada Uría, sobre algunas cuestiones que se han dicho aquí sobre las acciones afirmativas, en el Código Penal el bien jurídico protegido insisto en que puede ser la mujer y por tanto se puede introducir en las condiciones modificativas o en las circunstancias que agravan la responsabilidad criminal entre las circunstancias que agravan la responsabilidad penal, igual que se dice disfraz, abuso de superioridad. Pero si ahí no está incluida la mujer porque se dice «que en abuso de superioridad no cabe incluir a la mujer, pues inclúyase a la mujer en un apartado, si se quiere, específico: Cuando la víctima sea una mujer, aprovechando la circunstancia de relación afectiva o de privacidad doméstica, etcétera. Eso se puede poner. Lo que no se puede, a mi juicio, es, insisto, en el sujeto activo establecer agravante en función de quién sea ese sujeto activo. En cuanto a la codificación, es un problema de técnica legislativa, y a mí me parece que de las técnicas legislativas no es esta la más adecuada, pero desde luego se realiza, insisto, en Estados Unidos con mucha más profusión. La ley que regula la violencia de género entra en todos los ámbitos de la legislación, porque como tiene que regular en el ámbito laboral, en el ámbito rural, en todos los ámbitos no respeta —entre comillas— ningún código cerrado, entra en todo. Es una La señora PRESIDENTA: Perdón, señor Villarrubia, ¿puede ir concluyendo, por favor? El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Voy concluyendo rapidísimante. En definitiva, este es el único punto de discrepancia. En esta discrepancia, ¿usted cree que cuando se agrede sistemáticamente a la esposa o pareja el machismo inherente se puede desvalorar jurídicamente, es decir, penar más que cuando se agrede sin más a una mujer por la calle? Porque otra cuestión que se está manifestando es la persecución delictiva en función de ser una agresión a la mujer por un hombre. No es así, no es cualquier agresión sino sólo la que se produce perfectamente definida en el objeto en el artículo 1 del proyecto. Esa es la discrepancia. Podría intentar dar algún argumento más pero no es lo que toca. Hay otra pequeña discrepancia, y es que usted ha bebido, afortunadamente —yo tengo esa ignorancia— abundantemente de las fuentes del derecho americano, yo creo que en este tema que nos ocupa, tanto en el derecho penal como en el derecho penitenciario, sería bueno que los americanos bebieran de los principios y de la regulación más humanitaria y más garantista que tenemos en el derecho español. La señora PRESIDENTA: Para concluir, tiene la palabra nuevamente el compareciente, profesor Bastida. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Muchas gracias por todas las observaciones y las preguntas que han formulado y que me llevaría realmente mucho tiempo contestar. Voy a contestar en la medida de lo posible a todos los temas e intentaré hacerlo de forma individual, pero cuando hay una reiteración, porque ha habido varias cuestiones que han planteado distintos portavoces de grupos no voy a repetirme en algo que ya he dicho. La diputada de Izquierda Unida-Izquierda Verde ha preguntado si en Estados Unidos hay esta regulación como en España en el Código Penal, donde se hace esa 32 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 técnica legislativa. Yo creo que en la medida en que sea excepcional, a lo mejor es bueno hacer una regulación integral, en la medida en que sea excepcional. Pero si mañana sale en los medios de comunicación un problema que se agiganta o se magnifica creo que este problema está magnificado, el de la violencia de género en estos momentos, no es que no sea un problema, es un problema importante, pero creo que está magnificado regularíamos también de manera transversal esa materia, y entonces romperíamos la codificación. Es un peligro que existe, pero creo que también tiene beneficios hacer este tipo de regulaciones integrales. La diputada de Esquerra Republicana creo que comentó que había demasiadas menciones a impulsar, favorecer, etcétera ¿Esto cómo se concreta? Yo creo que en una legislación integral precisamente es donde tiene más sentido que aparezcan estas expresiones como principios orientadores de lo que debe ser la política general en cualquier ámbito en que se realicen acciones de prestación. Pero también puede quedar en buenas palabras, y eso depende ya del Gobierno y de la Administración. Si sólo hubiese ese tipo de expresiones, la ley sería papel mojado. Si esto se acompaña, para empezar, con financiación adecuada y con medidas concretas de ejecución como principios generales no estarían mal. En cuanto a si se regula la violencia en los medios de comunicación, en Estados Unidos se pasó de un control relativamente importante de la Federal Communication Commissión sobre los medios de comunicación, sobre todo la radio y la televisión, que allí tienen una calificación semejante a lo de servicio público, y entonces ahí, con una sentencia muy importante, la Red Lion, se hizo una política de un cierto control por parte de asociaciones ciudadanas que intervenían en las decisiones de esta comisión federal, sobre todo a la hora de renovar las licencias, o sea que siempre había una espada de Damocles: Vigile usted cómo informa porque después tendremos informes de movimientos ciudadanos y se le puede no renovar la licencia; en fin, este tipo de cuestiones. Esta política un poco controladora de la Comisión Federal de Comunicaciones, en la época Reagan también, con la desregulación de los medios, se vino abajo. Y hoy prácticamente cada medio informa como quiere. Yo creo que en España sería muy importante en estos momentos y una medida muy adecuada, que las Cortes regulasen un Consejo Superior de lo Audiovisual. Me parece importantísimo. Porque si la radio y la televisión están declaradas servicios públicos, debe ser para algo y debe haber un control de esos servicios públicos no por el Gobierno sino por una autoridad independiente y que vigilase este tipo de contenidos. Otra diputada, la de Convergència i Unió, cuestionaba si había una diferencia en el objeto de la ley y decía que compartía que no era ese el objeto propio de la ley en relación con el título. Yo creo que es así. El representante del Partido Socialista ha dicho lo contrario. Pero yo creo que la ley, cuando ya es proyecto, se titula proyecto de ley orgánica de medidas de protección inte- gral contra la violencia de género. No se habla de violencia doméstica, se habla de violencia de género. En el artículo 1 se aclara. Pero lo que yo digo es que no se corresponde el artículo 1 con el título de la ley, y habría que adecuar el título de la ley, que tendría que ser ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género realizada en el ámbito doméstico, por ejemplo. Eso sería lo adecuado para que el título de la ley correspondiese al objeto que regula. Sobre la inclusión de algunas medidas, como la penalización de la mutilación genital, que ya está penalizada, considero que es añadirle una transversalidad más a la norma. Quizá habría que modificar la legislación correspondiente para hacer que haya extraterritorialidad, porque el problema no es meter en una bombonera cuanta medida haya sino allí donde hay un problema corregirlo. Si hay un tipo penal que ya condena la mutilación genital, pero no está prevista una medida que se considera adecuada, como puede ser la persecución extraterritorial, pues inclúyase. ¿Que se aprovecha esta ley? Pues bueno. Pero es que entonces el peligro de esto siempre es que casi estamos haciendo una ley de acompañamiento, una ley ómnibus donde vamos a meterlo todo. Pero la materia seguramente lo requiere. En materia judicial, yo no quisiera introducir ningún comentario sobre si la ley es adecuada o inadecuada, y no por no mojarme sino porque considero que no estoy capacitado para hacer un juicio académico al respecto. No he estudiado el tema suficientemente y me parecería una frivolidad decir que la ley es magnífica o que es una barbaridad. La representante del Grupo Parlamentario Popular, señora Méndez Monasterio, dice que le parece que la tipificación por razón de sexo es inconstitucional. A mí me parece, insisto, inconstitucional en relación con el sujeto activo pero no con el sujeto pasivo. Lo que sucede es que como el objeto de la ley es la violencia de género dentro del ámbito doméstico, ¿qué es lo que se pone en primer plano, la violencia de género, y en segundo plano, en el ámbito doméstico, o en primer plano regulamos la violencia doméstica y en segundo plano, pero muy importante, subrayar la violencia de género porque es la que se produce de manera estadística más importante dentro del seno familiar? Sería una cuestión de decidir qué es lo que se pone primero. A mí me parece que no es inconstitucional resaltar que la víctima pueda ser la mujer, aunque insisto en que los términos en que habla la ley, que habla incluso de esposo, en términos que se contradicen con la futura ley de matrimonios homosexuales, por ejemplo, y entonces, el concepto de esposo o esposa va a quedar desfasado cuando se legalice. Habrá que hablar de cónyuge o de pareja sentimental. En Estados Unidos utilizan el término de pareja romántica, pero la traducción yo creo que es sentimental más bien. Pero lo utilizan justamente en ese sentido, porque en la pareja sentimental entran los novios también. Esto es muy importante porque me figuro que la ley pretende ir más allá que la violencia 33 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 doméstica ya que el problema hoy no es a veces en el ámbito doméstico sino en la relación afectiva de los novios. Yo creo que habría que tener especial cuidado para incorporar todo tipo de relaciones que realmente se quieren regular. ¿Se incrementaría la protección mencionando a los niños y a los ancianos? Insisto en que desde el punto de vista de las circunstancias agravantes ya quedaría incluida. Si mencionamos que se presume que hay que aplicar la circunstancia agravante cuando la actividad delictiva se produce en el ámbito doméstico, ahí ya quedarían todos, incluido el servicio doméstico, que no es familiar pero a veces se dice que es como de la familia, y como es como de la familia, también recibe golpes como de la familia, no golpes físicos, pero sí maltrato psicológico en muchísimas circunstancias. Yo creo que también habría que incluir ese tipo de cuestiones. ¿Se podría crear un estatus si es que se menciona a la mujer en el sujeto pasivo? Yo creo que no se crearía un estatus, pero queda protegida de manera indirecta la mujer si se habla de violencia en el ámbito doméstico. Si el noventa y pico por ciento de los maltratos los recibe la mujer y la conducta delictiva está agravada por hacerse en el ámbito familiar, lógicamente quien sale protegida en ese sentido es la mujer. De igual manera si se dice el cónyuge de una manera abstracta; si el maltratador en el noventa y pico por ciento de las ocasiones es el marido o el compañero sentimental, es él el que va a recibir el castigo. La coeducación nos llevaría a otro tema distinto y que yo saqué de una manera tangencial, pero tampoco querría entrar en esa disputa. Ese es un problema sobre todo en los valores en los que se pueda educar, no ya en la coeducación sino en los valores que puede transmitir la enseñanza religiosa, sea cual sea. Yo creo que la religión, por razones muy diversas, tiene un contenido sexista muy grande, por lo que puede haber una contradicción entre promocionar por una parte valores de igualdad, y por otra, promocionar así sin más, corriendo ese tupido velo sobre la estructura que se puede ver en las organizaciones religiosas. Y por último, para no alargarme más, al representante del Grupo Socialista, señor Villarrubia, quisiera decirle que el artículo 9.2 ha de aplicarse a las medidas de distribución. Es decir que el artículo 9.2 diga que el Estado debe remover los obstáculos para que la igualdad sea real y efectiva no quiere decir que hay que hacer lo imposible para que todos seamos iguales, porque eso llevaría a expropiar los bancos, a que todos fuéramos iguales. Justamente el valor democrático es la diversidad. De lo que se trata es de remover aquellas condiciones de discriminación, no de igualdad. Una cosa es la igualdad en relación con la desigualdad y otra es la igualdad en relación con la discriminación. Y lo que hay que remover es en el ámbito de la discriminación, es decir que no haya discriminación por razón de raza, sexo o religión. Ahí es donde hay que aplicar el artículo 9.2, porque si no sería una locura, viviríamos en un régimen absolutamente dictatorial, monolítico y unidimensional. La cuestión es ¿y esto en qué ámbito se aplica? Cuando hablamos de remover los obstáculos en el ámbito de la discriminación, ¿cabe aplicarlo en el Código Penal? Esa es otra cuestión. A mí me parece que esto no es una cuestión de oportunidad política. Se dice: si el legislador lo considera oportuno. No. Yo creo que quien no lo ha considerado oportuno es el constituyente. Y cuando el constituyente dice que hay un principio de igualdad y de no discriminación se permite excepcionalmente, y así lo ha interpretado el máximo intérprete de la Constitución, que es el Tribunal Constitucional, en el sentido siempre de las políticas distribuidoras del Estado, pero no en las políticas reguladoras del Estado. Por tanto en el Código Penal, a mi modesto entender, no cabe, y desde luego no hay ninguna sentencia de ningún tribunal que aplique la discriminación positiva en materia penal. Me parecería realmente asombroso que lo hiciese porque chirría con el principio democrático. Lo que pasa es que ley no sólo incide en el Código Penal, me parece que es sólo una parte mínima —ha salido mucho en los medios de comunicación— que lo más importante de la ley no está en el Código Penal y si me apuran incluso lo más ineficaz de la ley, porque lo más importante son las otras medidas, educativas, de atención a la mujer, todo lo que tiene de redistribución y de atención específica y de discriminación positiva la ley. Yo creo que es ahí donde hay que incidir. Pero no porque sea positivo y beneficioso en general se puede decir que es una política legislativa tocar el Código Penal, en virtud del artículo 9.2, estableciendo criterios de discriminación, porque insisto en que en el Código Penal no cabe en el sujeto activo discriminación positiva. Es una contradicción en los términos. En cuanto a que Estados Unidos tendría que mirar más para Europa en esta materia, pues yo no soy antinorteamericano pero tampoco soy un forofo de Estados Unidos y desde luego de su gobierno, pero creo que en esto llevan bastante ventaja, por razones históricas, quizá porque las mujeres han tenido poder suficiente para dar la vuelta a posiciones de discriminación, no en vano los movimientos feministas nacen allí, y hay que ver cómo han regulado esta materia. Y a las pruebas me remito cuando digo que una legislación contra la violencia de la mujer abarca absolutamente todo: campus universitario, campo rural, trabajo, violencia doméstica, mujeres mayores. Yo creo que no es malo mirarlos de vez en cuando. La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias, profesor Bastida, por su larga, extensa, con gran contenido y enriquecedora aportación. Le reitero las gracias por su colaboración en este proyecto de ley. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO (Bastida Freijedo): Yo les doy las gracias a todos ustedes. Ha sido un placer enorme haber podido participar en esta Comisión. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Se suspende la sesión hasta las cuatro de la tarde. 34 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Se suspende la sesión a las dos y cuarenta minutos de la tarde. perspectiva histórica y es la que afectará a sujetos titulares con nombres y apellidos y condiciones sociales y culturales determinadas, aunque el giro definitivo llegue en el siglo XX, cuando nace ya un interés por proteger a personas concretas en situación de inferioridad con los estratos sociales. La Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada en 1942 dio un importante paso. Ahora todos ya entendemos que los derechos universales lo son porque ningún Estado ni grupo étnico puede apelar a unas condiciones culturales específicas para no respetarlos, porque suponen de una forma implícita o explícita el reconocimiento de una naturaleza humana que todos, absolutamente todos, compartimos. Son, por tanto, innatos a cada ser humano como reconocimiento de su dignidad. Ninguna tradición que atente a la dignidad de la persona puede ser esgrimida en su defensa. Todos, todas, tenemos derecho a tener derechos. Implantan los derechos humanos una cultura de paz a través de derechos positivos y los Estados adquieren compromisos éticos para con la colectividad. Muy brevemente, pero necesariamente, tengo que hacer una referencia al movimiento feminista en la consecución de los derechos humanos y de los derechos humanos para las mujeres. El feminismo entraña algo más que la toma de conciencia de la mujer sobre su situación de marginación, explotación y dominio. Significa la movilización y la acción encaminada a conseguir la transformación social. Tiene por objetivo lograr una sociedad justa que encuadre a las mujeres y a los hombres en situación de equidad y en la equivalencia que les corresponde como seres humanos. Precisamente la base ética del feminismo es la inclusión. Aunque comparativamente el feminismo español avanzó despacio con respecto a feminismos de otros países, el avance más importante lo hizo en el terreno educativo. No obstante, el modelo varió muy poco y muy tarde. En las escuelas se ha seguido transmitiendo pautas de comportamiento basadas en la función doméstica de la mujer concebida como ángel del hogar, su labor debía dedicarse en exclusiva a los quehaceres domésticos y cuidado de la familia. La resistencia generalizada a la enseñanza femenina fue muy acentuada. El reconocimiento del derecho a la educación superior no se produjo hasta 1910, y a lo largo de todo el siglo XIX el analfabetismo femenino se mantuvo en tasas enormemente altas que rondaban el 70 por ciento en muchas zonas a principios del siglo XX. Eso también sucedía en otras partes del mundo. Hay un testimonio de los estudiantes de medicina del hospital de Middlesex en Londres que protestan por la presencia de una mujer estudiante y dicen: Nosotros, los estudiantes abajo firmantes, consideramos que los resultados de la mezcla de sexos en la misma clase pueden ser desagradables. Es muy probable que los profesores se sientan cohibidos ante la presencia de mujeres y no puedan referirse a ciertos hechos necesarios de forma explícita y clara. La presencia de mujeres jóvenes como espectadoras de la sala de operaciones es una ofensa a nuestros instintos y sentimientos naturales y está destinada a destruir esos Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde. — DE LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES PROGRESISTAS (CHICANO JÁVEGA). A SOLICITUD DEL GRUPO PARLAMENTARIO SOCIALISTA DEL CONGRESO (Número de expediente 219/000029.) La señora PRESIDENTA: Señorías, reanudamos las comparecencias. Tenemos con nosotros en este momento a doña Enriqueta Chicano Jávega, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. Siguiendo la norma de esta mañana, intervendrá en primer lugar la señora Chicano y a continuación los portavoces de los distintos grupos parlamentarios. Tiene la palabra la señora Chicano. La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega): Gracias, presidenta. Entiendo que la presencia aquí de las organizaciones de mujeres se debe a la perspectiva que sobre este tema podemos dar con nuestro trabajo de muchos años, por nuestra experiencia directa con el problema, por nuestro contacto con otras organizaciones, por nuestra relación con organizaciones de otros países, por nuestro empeño en esta ley y porque de acuerdo con los tratados internacionales también representamos la legítima voluntad de los ciudadanos y las ciudadanas a defender sus derechos. Ni puedo ni voy a comentarles los aspectos más técnicos y más jurídicos de la ley, aunque yo sea jurista de formación, porque creo que ese no es mi papel aquí. Confío en que todos, todas, partimos del compromiso y de la convicción de que la dignidad de las personas está por encima de cualquier otro valor y que debemos tratar desde la participación para ir más allá de los planteamientos estéticos de la igualdad teórica, y empezar a darle verdadero sentido a esta ley. Considero que es necesario, sin embargo, que hablemos y que hablemos mucho de igualdad, de cómo concebir una manera distinta de ser y de habitar el mundo, de cómo aprender a mirar las realidades con los otros ojos, ponerse en el lugar de la otra persona para construir un mundo más justo, más igualitario y más feliz. Creo que para eso, para hablar de esto, estoy yo hoy aquí. El desarrollo personal y colectivo que hemos ido asumiendo a lo largo de la historia nos define como individuos en crecimiento, dentro de un contexto de intercambio social. La conciencia de la dignidad inviolable del ser humano, del andar erguido, en palabras del filósofo alemán Bloch, está en la base de la reivindicación de los derechos de la persona y de esto es de lo que estamos hablando, de derechos de las personas, de derechos humanos. Ha habido que esperar hasta el siglo XIX para que se abra una nueva dimensión en la 35 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 sentimientos de respeto y admiración que todo hombre en su sano juicio siente hacia el otro sexo. Estos sentimientos son un signo de civilización y refinamiento. Este tipo de manifestaciones se han ido sucediendo a lo largo de toda la historia y hoy, lamentablemente, todavía escuchamos algunas. El feminismo español siempre ha estado centrado mas bien en reivindicaciones de tipo social, como el derecho a la educación o al trabajo, que en demandas de igualdad política. Nunca adoptó una acción directa violenta como estrategia de combate ni pudo alcanzar, por razones obvias, grados destacados de militancia. Estas referencias, aunque parezcan fuera de contexto, me parece que incluso referidas al momento temporal son importantes para explicarnos el porqué de la situación que estamos viviendo. La historia nos lleva al origen y está en la respuesta a muchas de las incertidumbres actuales. El modelo de género establecido en la sociedad liberal española garantiza la subordinación de la mujer al hombre y establecía una serie de pautas muy estrictas para su actuación social. Este sistema, muy jerárquico, actuaba en dos niveles. Una legislación basada en la discriminación de la mujer (a la que no voy a hacer referencia porque todos conocen: Código Civil, Código Penal, Código de Comercio) y, sin duda, todo ello inspirado en los dictados del ilustrado francés Rousseau, que decía: el más fuerte no es nunca bastante fuerte para ser siempre el amo, sino que transforma su fuerza en derecho y la obediencia en deber. El otro sistema de dominación además de las leyes era algo más sutil y por tanto más eficaz, era un control social informal. El dominio del género masculino se basaba en la idea de la domesticidad, que establecía los principales arquetipos femeninos (ángel del hogar, madre solícita, dulce esposa), su función social y su código de conducta. Desde mujer casada, la pierna quebrada, son innumerables los refranes españoles que limitan la actividad de la mujer al círculo de los quehaceres domésticos, idea ésta que está profundamente arraigada en nuestra clase media. La preparación de la mujer para algo que no sea estrictamente el matrimonio aparecía hasta hace muy poco como una cosa insólita, que no sólo debía ser tomada en consideración sino severamente reprobada o, lo que es peor, ridiculizada. Todavía a principios del siglo XX, hace poco, la subordinación de la mujer estaba justificada basándose en una supuesta inferioridad genética. La función reproductora convertía a la mujer en un ser pasivo, inferior, incompleto y, en resumen, un mero complemento del hombre, es decir, del ser inteligente. Esta opinión no era exclusiva de los grupos más conservadores o reaccionarios del país. El escritor catalán Pompeu Gener, lógicamente adscrito al republicanismo federal, afirmaba lo siguiente: En sí misma la mujer no es como el hombre, un ser completo; es sólo el instrumento de la reproducción, la destinada a perpetuar la especie, mientras que el hombre es el encargado de hacerla progresar, el generador de la inteligencia, el creador del mundo social. Ha sido precisamente la presión de los grupos de mujeres organizadas lo que ha logrado avanzar concepciones distintas y transformaciones paulatinas, y también situar la violencia contra la mujer, históricamente considerada como un hecho de ámbito privado, entre los puntos fundamentales de denuncia con relación a la violación de los derechos de las mujeres y uno de los ejes de debate prioritarios hoy en numerosas conferencias internacionales. Hace más de 20 años el movimiento feminista mundial denunció esta escalofriante realidad, sin embargo, tan sólo hace una década es cuando desde organismos internacionales e instancias de gobierno se han propuesto que erradicar esa violencia es una prioridad. El reconocimiento de que han prevalecido los modelos masculinos de poder ha hecho aflorar la otra mirada, la mirada de las mujeres, capaz de equilibrar la representación del mundo, hasta ahora determinada por los hombres. Las conductas violentas están basadas en convicciones y sistemas de creencias sesgados por mensajes de carácter sexista, mitos sobre el poder y la violencia, estereotipos por falsedad o ausencia de información sobre las relaciones entre iguales, la sexualidad y las relaciones de género, y por unos mecanismos de socialización que hacen que la realidad emocional de los hombres y las mujeres sea diferente, presentándose mutiladas y mutilados ante las relaciones interpersonales y en propio proceso de desarrollo persona. Estoy segura que abundo en todo lo que ustedes saben, pero abordar el estudio del contenido del proyecto de ley desde una perspectiva adecuada requiere aclarar al menos algunos conceptos. Voy a prescindir de algunos, que quizá surjan en el debate, y me voy a centrar en género. Cuando Simone de Beauvoir afirmó en 1949 que una mujer no nace, sino que se hace, su reflexión llevaba a afirmar que las características humanas consideradas como femeninas no derivan de una supuesta naturaleza biológica, sino que son adquiridas mediante un proceso complejo individual y social. El género hace referencia a la construcción sociocultural de los comportamientos, actitudes y sentimientos de hombres y mujeres. El género se define como un conjunto de creencias, rasgos personales, actitudes, sentimientos, valores, conductas y actividades que diferencian a hombres y mujeres a través de un proceso histórico que se desarrolla a diferentes niveles, tales como el Estado, el mercado de trabajo, las escuelas, los medios de comunicación, la ley y a través de las relaciones interpersonales. En segundo lugar, este proceso supone la jerarquización de estos rasgos y actividades, de tal modo que los que se definen como masculinos se les atribuye mayor valor. Equivocar el origen de la violencia —es algo que hemos denunciado que existe siempre, que ha pasado siempre— no sólo impide su eliminación, sino que además confunde, desvirtúa y obstaculiza, por su inadecuación, las acciones, medidas y planes encaminados a paliar sus efectos y las consecuencias de los hombres contra las mujeres. 36 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Otro concepto en el que quiero hacer especial hincapié es en el de medidas de acción positiva. Pueden definirse como el reconocimiento normativo, tanto estatal como internacional, de ciertas medidas que suponen un trato favorable para aquellas personas que sufren discriminación por razones económicas, de nacionalidad, de raza, de sexo o de insuficiencia física. Aplicadas a mujeres son medidas compensatorias. Las acciones afirmativas surgen cuando hay una igualdad formal en la que en apariencia hay espacios para ambos sexos, y ninguno de los dos logra estar ahí efectivamente. La igualdad requiere volverse real o práctica, no sólo teórica. La lógica de las acciones positivas se deriva del reconocimiento de que la desigualdad de las mujeres descansa en su identidad de género, por tanto parte de posiciones y condiciones diferentes, sobre las que entendemos se puede actuar. Se trata de medidas que tienen un carácter instrumental y provisional, cuya finalidad correctora es superar las limitaciones que las mujeres tienen en el punto de partida. Las medidas de acción positiva vienen basándose en tres líneas jurídicas argumentales y otras de tipo sociojurídico que están en la base de toda fundamentación. La primera es el contenido de convenios y de tratados internacionales suscritos por España y de obligado cumplimiento por incorporarse a nuestra legislación como derecho positivo patrio. Entro otros solamente voy a citar la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, adoptada por la Resolución 34/180 de la Asamblea General de Naciones Unidas en 1979, la Declaración y programa de acción de Viena, aprobados por la Conferencia mundial de Derechos Humanos el 25 de junio de 1993, y la Declaración de la eliminación de la violencia contra la mujer, Resolución de Naciones Unidas 48/104, de 20 de diciembre de 1993. La segunda de estas líneas argumentales está directamente basada en el imperativo constitucional del artículo 9.2 de nuestra Constitución, cuando obliga a los poderes públicos a remover los obstáculos que impidan el desarrollo de los valores constitucionales. La tercera proviene del propio derecho comunitario, del que no procede dar un análisis exhaustivo pero sí la cita de la Directiva 2002/73, del Parlamento Europeo y el Consejo de 23 de septiembre de 2002, que modifica la Directiva 76 del Consejo. La novedad más significativa de esta directiva —por cierto, tenemos que tenerla traspuesta antes de octubre de 2005—, según unánimes apreciaciones doctrinales, radica en garantizar al máximo nivel comunitario las políticas legislativas de los Estados miembros orientadas hacia la imposición de acciones positivas a favor de las mujeres. Por su parte la nueva formulación del apartado 4 del artículo 141 del Tratado salva expresamente la compatibilidad con el principio de igualdad de trato de las políticas de acción positiva o preferenciales de los Estados miembros, superando las dudas que sobre su legitimidad y alcance o incidencia manifestó en su momento la jurisprudencia del Tribunal en las sentencias que todos recordarán. Recordarán que se hablaba de acción positiva no sólo en oportunidades sino en resultados, siempre que tales medidas no garantizaran preferencia absoluta e incondicional de las mujeres y permitieran la apreciación objetiva de situaciones particulares. Bueno, pues esta nueva formulación del artículo 4 supera estas incertidumbres de las sentencias que eran de los años 1995, 1997 y 2000. Por último, el componente de carácter sociológico o sociopolítico del que les he hablado es la evidencia social de la dimensión del problema y de sus características, del que no vamos a hacer ahora relato exhaustivo porque tendrán ustedes tiempo en el transcurso de las comparecencias ya que además, es bastante evidente, como también es evidente que nos enfrentamos a un problema de estas dimensiones pero que como ha venido siendo una constante en las civilizaciones modernas forma parte de la llamada normalidad, y es normal lo que por estar sujeto a norma común de comportamiento asumimos como correcto, necesario e incluso imprescindible. Manifestaciones históricas, costumbres culturales, marginación social, desigualdad entre los sexos, dominación y subordinación son algunas de las expresiones que más se utilizan para definir la situación secular de la mujer en la sociedad. La violencia de la que hablamos también es estructural; se le atribuyen a la mujer, en la estructura de la sociedad, funciones sociales carentes de identidad propia y no se le reconoce en principio más función que la de la reproducción de su especie. Ante todo esto entendemos que la ley integral contra la violencia de género, el hoy proyecto, va a contribuir a hacer desaparecer dos de estas grandes rémoras. Creo que va a contribuir a cuestionar la hasta ahora normalidad, la consideración normal de tantas conductas, actitudes y aptitudes que han venido dándose en aras de esa normalidad impuesta por una cultura secular androcéntrica. Ha llevado a que fuera entendido como natural, por tanto legítima, la subordinación, lo que ha hecho imposible, o al menos muy difícil su cuestionamiento. Se siguen minimizando o justificando estos hechos y esa es una forma de actuar aprendida a través de la transmisión intergeneracional de las normas y valores imperantes en la sociedad. La agresión a la mujer ha estado presente desde el inicio de la sociedad patriarcal como forma de sumisión, funciona como estrategia para aceptar un hecho que de variar supondría una grave quiebra social; posiblemente de aquí tantas resistencias. La ley, sin duda, contribuirá a rebasar el ámbito de lo privado, la consideración de que estamos ante algo que sucede en los arcanos de las parejas está en la explicación de muchos responsables políticos, de muchos jueces y de una gran parte de la sociedad que no se da por aludida. Un punto importante que creemos debe abordarse y abordarse a la hora de tratar un tema como este es tener presente cual es la percepción social que hoy existe sobre el fondo del problema. Hay varios estudios al respecto. En primer lugar voy a citar los datos que reco- 37 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 gió la Fundación Mujeres en un estudio previo al proyecto Detecta, que han demostrado que los varones jóvenes, entre 16 y 18 años tienen interiorizadas actitudes sexistas. El 53,4 por ciento considera a la mujer como débil e inferior pero desde posiciones más indulgentes, protectoras y sutiles (sexismo benévolo) Hablo de los jóvenes. El 23 por ciento tiene la convicción de que la debilidad de las mujeres legitima al varón para ejercer la autoridad dentro de la pareja (sexismo hostil) El 35,4 por ciento está de acuerdo o muy de acuerdo con actitudes que justifican, niegan o minimizan la violencia contra las mujeres. El 72 por ciento tiende a justificar dicha violencia achacándola a la locura, al paro o a las drogodependencias, frente al 72 por ciento de las chicas que lo achacan a causas sociales. De cualquier forma es un riesgo alto ya que el 24 por ciento de las chicas no detecta el sexismo hostil y el benévolo no lo detecta el 43 por ciento. Por su parte, otro estudio realizado durante cuatro años, desde 1998 a 2000, a jóvenes de 14 a 18 años, por un equipo de expertos en psicología de la Universidad Complutense de Madrid, llega a la conclusión de que uno de cada cuatro adolescentes tienen opiniones claramente discriminatorias. El 35 por ciento participa en los estereotipos y reparto de roles tradicionales. En cuanto a la violencia del varón hacia la mujer sólo la repudia el 52 por ciento de los chicos frente al 85 por ciento de las chicas. El 31 por ciento no sabe nada sobre movimientos feministas y mujeres que hayan destacado en algún campo. En una horquilla entre el 31 y el 65 por ciento, no pueden mencionar a ninguna mujer destacada a lo largo de la historia y relacionada con la ciencia, el arte o la política. El 99 por ciento no sabe lo que es la democracia paritaria. Muchos otros estudios, investigaciones, etcétera, ponen de manifiesto que muchos jóvenes y muchas jóvenes ven como algo natural la relación desigual entre hombres y mujeres. Para la mayoría de los jóvenes el tema de la violencia de género es algo que no tiene que ver con ellos, en principio. Después de abordarlo con alguna profundidad, son conscientes de que el tema de la violencia de género está presente en sus vidas cotidianas y en sus relaciones. Las llamadas pruebas de amor exigidas por los chicos, las actitudes machistas de hacerles prohibiciones a sus novias, la división injusta de tareas, son indicios de cómo han naturalizado las relaciones de poder entre hombres y mujeres. En este contexto no se les proporciona a los jóvenes los mínimos elementos que los alejen de la posibilidad de ejercer o padecer la violencia. Los efectos que ésta tiene son impactos destructivos en la salud física y mental y en la vida social de las jóvenes, quienes viven el mismo dolor, el mismo deterioro y confusión que las mujeres adultas maltratadas. Algunas consecuencias detectadas son depresión, aislamiento, fracaso escolar, bajo rendimiento laboral. No hemos aprendido nosotros ni les hemos sabido enseñar a reconocer los diferentes rostros de la violencia ni las máscaras del amor. La conducta violenta no es percibida ni por la víctima —mujeres en su mayoría— ni por quienes ejercen la violencia — hombres en general—, sino que es confundida con una expresión de interés y amor. Por amor —se dice— se tolera el maltrato. En este sentido en fundamental el aspecto preventivo relativo a la formación que contiene el proyecto de ley y que, por supuesto, alcanza a niños y a niñas. Lo mismo sucede para el resto de los europeos que, por no extenderme mucho, les voy a ahorrar el dato. Después si les interesa se lo hago llegar. Es una encuesta del Eurobarómetro, aunque uno de los datos más sorprendentes de la encuesta es que el 46,1 por ciento de las personas que respondieron a las preguntas —se hizo a 15.900 personas— responsabilizó a las mujeres de provocar la violencia doméstica con su comportamiento. Las estadísticas sobre violencia hacia las mujeres son escasas, suelen ser incompletas, pero sí se conoce que el 98 por ciento por las víctimas de violencia de género son mujeres; que una mujer de cada 5 en Europa ha sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja y, según un estudio llevado a cabo en los Países Bajos, el coste de la violencia hacia las mujeres, como servicios sociales, sanidad policía, etcétera, en ese pequeño país, es de cerca de 150 millones de euros al año. No es nada exagerado decir que los estereotipos, los mitos, han enmascarado la violencia al sembrar ideas falsas acerca de la realidad. Cada día lo oímos. Ayer mismo lo escuchaba yo de un sociólogo que participaba en el mismo programa de radio que yo. Decía que el mayor número de casos de violencia se produce entre inmigrantes, en sectores sociales menos favorecidos, entre parejas de hecho. Es curiosa la diferente manera de interpretar las realidades por muy sociólogo que se sea. Yo traigo datos, que no son de organizaciones de mujeres, que opongo a estos datos. Son el informe realizado por el servicio de inspección del Consejo General del Poder Judicial relativo a muertes violentas en el ámbito de la violencia doméstica en el año 2003 y que da los siguientes datos: Los casos de muerte en que existía vínculo matrimonial, son el 28,4 por ciento del total; en parejas de hecho, el 15,7 por ciento del total ; en novios, el 3,9 por ciento del total ; donde el agresor y la víctima eran extranjeros, el 13,7 por ciento del total ; donde el agresor era extranjero, el 18,6 por ciento del total y donde la víctima era extranjera, el 17,6 por ciento del total. Creo que además de ser intuitivo hay que ser riguroso. Sigue siendo muy frecuente, casi diario, escuchar que la violencia está ocasionada por el alcohol, que la posesividad y los celos son expresión de amor, que una mujer puede cambiar al hombre que ama, que una mujer se queda en una relación violenta porque es masoquista, que la violencia en el noviazgo no es tan severa como la de una mujer adulta maltratada. Tenemos que desterrar estas ideas, igualmente que el problema de la violencia es un problema de las mujeres. Esto, que lo creen la mayoría de los hombres y no pocas mujeres, es un obstáculo para la acción que debe ser removido, ya que la violencia no es un problema de las mujeres sino un problema para las mujeres, siendo 38 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 en realidad y fundamentalmente un problema de la cultura masculino-patriarcal y de los hombres. Son las normas de esta cultura las que propician y toleran esta violencia y son en general ellos las que la ejercen de diferentes modos y en diferentes ámbitos y el problema no sólo es de las mujeres y tampoco un problema familiar o doméstico, aunque repercuta en esos ámbitos. Estas definiciones homologadoras de todos los miembros de la familia invisibilizan el hecho de que algunos integrantes de la familia son casi siempre las víctimas y otros los agresores. Todos los pasos que demos debemos darlos desde una perspectiva asentada en la necesidad del cambio hacia la igualdad de las relaciones de género y en los valores de una cultura de paz y de responsabilidad. Es importante partir de la idea de que la violencia no es un acto de descontrol o justificado por razones externas al hombre, sino un mecanismo de control hacia la mujer históricamente legitimado para ello y que éstos usan en diversas circunstancias. Este mismo sociólogo dijo ese día que la violencia se produce porque los hombres son más violentos. Esto está en la base de sentencias como la que todos conocemos del uso de la minifalda: Qué va a hacer el pobre hombre si la mujer va con minifalta, sino agredirla. Esa es su naturaleza, ser violento. Esta ley, creemos, puede ser un instrumento eficaz. No pensamos que hayamos terminado sino que ahora comenzamos, y las estrategias que desarrolla esta ley y que contribuirán a la erradicación del problema, estamos seguras, van a permitir cuestionar la violencia como vía válida para la resolución de conflictos entre las personas. Hay que potenciar el poder de las personas y no el poder sobre o contra ellas. Va a permitir igualmente condenar social y legalmente la violencia de género en todas sus formas. Hay que percibir como una forma de violencia el abuso de la disponibilidad femenina en todos los ámbitos y establecer mecanismos de condena social y judicial para quienes la ejercen. Va a permitir cuestionar y luchar por transformar estructuras desigualitarias y autoritarias. Es necesario para esto diseñar estrategias y preguntarse en qué etapa se encuentra nuestra comunidad en relación a la tolerancia y la percepción del problema y a la voluntad política de formulación de políticas globales de prevención. Va a permitir igualmente trabajar para redefinir en todos los ámbitos el modelo y las prácticas de la masculinidad tradicional y obligatoria, machista, que la cultura propone para los hombres. Este modelo, con su énfasis en la autosuficiencia, la supuesta superioridad sobre las mujeres y la violencia como estrategia para lograr lo que se quiere permite creerse a los hombres con el derecho a controlar, a corregir o a castigar a las mujeres. Este modelo es dañino en general para los hombres ya que propicia así mismo la violencia contra otros hombres los percibidos como menos hombres o contra los iguales y contra sí mismos, y es limitador de la propia emocionalidad masculina. Es importante romper el actual modelo de asociación entre masculinidad, agre- sividad y violencia, y reemplazarlo por otro que homologue violencia con delito y con masculinidad injusta, cobarde y vergonzosa. Va a permitir la ley, como digo también, generar actividades educativas, preventivas y de sensibilización, dirigidas a varones, niños, jóvenes y adultos, que les permitan involucrarse en la transformación de la violencia masculina y en el desarrollo de comportamientos respetuosos y cuidadosos. Entendemos y creemos que la ley también permitirá comprometer a los hombres a romper el silencio corporativo. En definitiva y para concluir, creemos que es el momento de avanzar en necesarias transformaciones sociales que pueden dar respuesta a la nueva situación que todos vivimos; ya nada es igual que hace 25 años, y el modelo social todavía imperante no es capaz de afrontarlo, generándose incertidumbres y perplejidades que incrementan el riesgo de violencia. Muchas mujeres hemos avanzado, hemos completado nuestra identidad sumando roles sociales que hasta ahora nos habían sido vedados, y muchos hombres, o algunos, también lo han hecho, pero es necesario que también decidan ser seres humanos integrales. Los tiempos históricos, cortos en general, son infinitos en el espacio de una vida humana. La segunda década del siglo XX es un momento histórico muy próximo, reciente, pero sólo a partir de entonces las mujeres han empezado a ser titulares de sus propios derechos y a intentar proyectos de vida autónomos. Enfrente, siglos de cultura androcéntrica y excluyente, cuyos resultados estamos padeciendo. Por eso es imprescindible un enorme esfuerzo de todas las personas y todos los estamentos en los diferentes procesos de socialización, educación y formación de jóvenes universitarios y universitarias, formación de profesionales, formación de formadores, es importante ver quién va a formar y cómo. Algo importante en lo que no voy a entrar pero que no podemos dejar de mencionar, es el trato en los medios de los estereotipos de los que hemos venido hablando, la eliminación de lenguajes publicitarios y periodísticos de estos estereotipos y de estas actitudes que nos inviten a avanzar. Estas acciones, a nuestro juicio prioritarias, todas las relativas a los primeros capítulos de la ley, son muy difíciles y, sobre todo, no son de resultados inmediatos, pero desde luego son imprescindibles. Quiero acabar pidiéndoles, por nuestra sociedad, un esfuerzo para el consenso. No estamos en una batalla de partidos contra partidos ni siquiera de mujeres contra hombres, estamos en una guerra contra injusticia, indignidad y negación de derechos a la mitad de los seres humanos. Muchas gracias y estoy a su disposición. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Chicano por su testimonio desde el ámbito de las asociaciones. Iniciamos los turnos de los grupos parlamentarios. ¿Quiénes desean intervenir? (Pausa). Por el grupo catalán de Convergéncia i Unió, señora Pigem, tiene la palabra. 39 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora PIGEM I PALMÉS: Quiero comenzar agradeciendo a la señora Chicano su exposición con la que coincido en buena medida; especialmente, estoy de acuerdo en que la situación actual de las mujeres, el avance que ha podido hacerse desde posiciones de total subordinación y discriminación, incluso legal, como las que nos ha descrito al comienzo de su intervención, se debe, si no totalmente, sí en gran medida al movimiento organizado de mujeres y singularmente al movimiento feminista. Coincido también con buena parte de todas las situaciones que usted ha descrito y, por lo tanto, con la necesidad de una ley integral. (La señora vicepresidenta, Cortajarena Iturrioz, ocupa la Presidencia.) Hasta aquí las coincidencias. Ya que usted ha hablado de experiencia, que viene aquí más que como jurista como fruto de una persona con experiencia en estas situaciones o en el tratamiento de estas situaciones, me gustaría que nos diera algún punto de crítica sobre a lo que esta ley le falta o de lo que esta ley adolece, porque de su exposición me ha faltado quizás el punto de decir qué se podría mejorar de esta manera o de esta otra. Desde este punto de vista me gustaría trasladarle algunas cuestiones. Por ejemplo, usted ha hablado de estadísticas, ha ofrecido algunas estadísticas, pero todos sabemos que las estadísticas de las que se dispone no son homogéneas muchas veces, cada una se toma desde una perspectiva o punto de vista. Me gustaría desde esta luz de esa experiencia saber si en el conjunto de la Unión Europea, en países en los que quizá llevan más años tratando estos temas con rigor, hay algún tipo de patrón estadístico que pudiera servirnos de modelo para poder homogeneizar las experiencias y poder hablar de datos más concretos o comunes a los que referirnos desde todos los puntos de vista. En segundo lugar, cuando ha hablado de la necesidad de medidas preventivas, una necesidad con la que también coincidimos, ha dado unos datos de la Fundación Mujeres y algunos otros que yo también había tenido oportunidad de leer como una encuesta que salió en Francia, donde efectivamente las mujeres de alguna manera justificaban en su propia actitud ser maltratadas, lo cual me pareció y me sigue pareciendo tremendo. ¿Usted cree que el aspecto contemplado en la ley como medidas educativas es suficiente para avanzar en la erradicación de estas mentalidades? En tercer lugar, me gustaría tener una opinión también sobre el tema de la acción positiva aplicada a las medidas penales. Todo el mundo coincide o por lo menos casi todo el mundo no sólo en la conveniencia sino también en el absoluto e imperativo mandato constitucional de medidas de acción positiva cuando hablamos del reparto de bienes no ilimitados, recursos, ocupación laboral —usted citaba la propia directiva, la transposición que hay que hacer en el tema laboral—. Creo que ahí hay una opinión pacífica en todos los sectores. No existe la misma opinión pacífica cuando se trata de bienes ilimitados como la regulación del tema penal, en el tratamiento penal no, y esta mañana hemos tenido oportunidad de escuchar opiniones a favor y en contra. Yo, más que hablar del tema de la constitucionalidad, que no es mi máxima preocupación, sí me gustaría saber su opinión acerca de la eficacia de delimitar el sujeto activo como ofensor en esta acción penal. ¿Qué eficacia se consigue? Por último, me gustaría saber su opinión con respecto a la bondad, a la indiferencia o a la no bondad del tema de los juzgados de violencia que se crean en esta ley, que también hay constancia de que tampoco es un tema pacífico ni siquiera en el seno de juristas, de jueces o incluso de asociaciones de mujeres juristas. Muchas gracias. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente, tiene la palabra por Esquerra Republicana de Catalunya, la señora Bonás. La señora BONÁS PAHISA: Sólo quería hacer unos comentarios. Esta mañana se ha discutido sobre si debía llamarse ley de violencia de género contra las mujeres o ley de violencia doméstica. Según su versión, ¿no debería llamarse ley de violencia patriarcal? Porque si partimos de la base de que la violencia surge de la situación de la mujer de sometimiento, igual si hablamos de violencia patriarcal, ya incluimos el concepto que estamos tratando. Respecto a las estadísticas que nos ha dado, quiero hacer un comentario. Las mujeres inmigrantes, ¿sabemos cuántas se atreven a denunciar? Cuando decimos que hay un 18 por ciento de mujeres inmigrantes maltratadas, ¿no estamos siendo un poco frívolos? ¿Cuántas mujeres se atreverán a denunciar a su compañero si saben que pierden su permiso de residencia, por ejemplo? Lo interesante para la prevención es la educación. ¿Esta ley usted cree que es eficiente con lo que proponemos para realmente promover un cambio en la sociedad? Si tenemos que redefinir un nuevo concepto de masculinidad, si sólo tenemos esta ley, ¿realmente puede haber un cambio? ¿No estamos abriendo falsas expectativas a la sociedad de que con esta ley vamos a erradicar la violencia de género cuando es sólo, usted lo sabe, un primer instrumento que dependiendo de cómo se aplique tendrá alguna eficacia, o que si sólo aplicamos la parte penal, sólo tendrá eficacia nula? Hay que desarrollar la otra parte de la ley y, en este caso, está aún muy en el principio. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, tiene la palabra la señora Camarero. La señora CAMARERO BENÍTEZ: Quiero agradecer la comparecencia a la señora Chicano y decirle que estamos de acuerdo en muchas de las manifestaciones que ha realizado esta tarde. Evidentemente, todos estamos aquí convencidos de que nos enfrentamos a un problema de Estado que nos afecta a todos y que todos tenemos que poner el máximo esfuerzo por luchar contra esta lacra social. Me gustaría realizarle algunas preguntas que puedan aclararnos aspectos relacionados 40 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 con la violencia de género y que puedan ayudarnos a todos en este trámite parlamentario que comenzamos a mejorar el texto de la ley, una ley que todos deseamos que sea la más eficaz para las víctimas. Me gustaría preguntarle cuáles son para usted las causas más profundas del fenómeno de la violencia de género. Ha hablado usted de dominación, de subordinación, y me gustaría que ampliase estos motivos. También me preocupa otro tema, señora Chicano. Se ha referido a informes recientes donde se demuestra que nuestros jóvenes siguen teniendo actitudes machistas. ¿Por qué cree usted que siguen dándose estos fenómenos en jóvenes que han vivido una educación igualitaria, al menos en teoría? ¿Cree usted que las medidas educativas recogidas en esta ley pueden cambiar esta tendencia? ¿Cree usted por su experiencia como presidenta de una federación de mujeres que existen más casos de violencia de género hoy que en el pasado, y en caso afirmativo, cuáles pueden ser las causas de este aumento de violencia de género? ¿Cree usted que existe relación entre la violencia de género y la situación de dependencia económica de la víctima respecto a su agresor? ¿Qué posibilidades cree que existen de que la mujer salga adelante rompiendo el ciclo de violencia en el que se ve atrapada? También hemos oído algunas voces que hablan de síndrome de Estocolmo doméstico, la mujer intenta disculpar y justificar al agresor en algunas de las ocasiones que recibe violencia. ¿Cree usted que este fenómeno se produce? No ha hecho referencia a ello y me gustaría que nos dijese qué actividades pueden desarrollar asociaciones o qué actividades en este caso concreto desarrollan ustedes como federación de asociaciones de mujeres para ayudar a erradicar la violencia de género. Me gustaría saber si ustedes tienen casas de acogida para ayudar a estas mujeres que tienen que abandonar sus hogares, y respecto a las casas de acogida, me gustaría hacerle algunas preguntas. Yo, que he tenido la oportunidad de abrir una casa de acogida cuando era presidenta de una asociación de mujeres y conozco las dificultades de todo el proceso y las complicaciones que conlleva la apertura de una casa de acogida, tengo algunas preguntas que hacerle en este sentido. ¿Cree usted que es suficiente o que se debería hacer un esfuerzo por parte de las administraciones para aumentar el número de casas dado el incremento de mujeres que lo reclaman? ¿Cree usted que el periodo de residencia de las mujeres en esta casa de acogida es suficiente o quizá sea demasiado reducido para que las mujeres puedan rehacer sus vidas? ¿Cree que es necesaria la elaboración de protocolos o reglamentos de funcionamiento de estas casas para que existan normas comunes de desarrollo de las mismas? ¿Cree que sería positivo una mayor profesionalización de su personal? ¿Le parecería importante la existencia de personal más profesionalizado para el cuidado de los menores que habitan en esas casas mientras que las madres están en formación o en busca de empleo? También me gustaría que nos comentase cuál es su opinión sobre si cree necesaria la existencia de un fondo de garantía de alimentos para las mujeres víctimas de violencia, algo de lo que no se ha hablado; es un fondo que existía en otros proyectos, en el proyecto de ley que presentó el Partido Socialista la legislatura pasada y que ha desaparecido de éste. Me gustaría saber si usted sabe por qué ha sido suprimido y si usted opina que sería bueno que estuviese incluido en este proyecto de ley. Por otra parte, la violencia que sufre la infancia repercute sin duda en la situación de violencia de nuestra sociedad en general. ¿Cómo cree usted que se está comportando la sociedad respecto a la violencia contra los menores? ¿Cree que existe la misma sensibilización social en casos de violencia contra las mujeres y contra los niños? ¿Cree usted que los niños deben recibir la misma protección que sus madres? Ha hablado usted de la educación en su comparecencia, y evidentemente, la educación del individuo es fundamental, el 90 por ciento de los maltratadores vienen de familias donde hay una previa experiencia de maltrato. ¿Cómo cree usted que influyen en los niños las situaciones vividas en sus hogares y cómo podemos hacer que estos niños que hoy sufren violencia o que viven en hogares donde se dan estas situaciones puedan ser en un futuro hombres normales y no agresivos? ¿Cree usted que la violencia contra los mayores y contra los dependientes en el seno del hogar existe? Si usted cree que existe, ¿cree que deben recibir un tratamiento por parte de los poderes públicos? También me gustaría saber si cree usted que debería haber seguridad personal para las víctimas, viendo los casos de muertes por violencia doméstica, que han denunciado previamente a sus maltratadores, si cree que debería estar recogida esta protección personalizada a cada víctima en esta ley. Para finalizar, me gustaría.. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Un momento, señora Camarero. La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega): La última pregunta no la he entendido. La señora CAMARERO BENÍTEZ: Si cree usted que debería estar recogido en la ley un plan personal de seguridad para las víctimas. Como usted sabe, existe ya un observatorio de violencia doméstica en el seno del Consejo General del Poder Judicial y en este proyecto de ley se prevé la creación de un nuevo observatorio de violencia. Me gustaría saber en base a qué cree que se pide esta creación del nuevo observatorio y si considera que va a ser más eficaz de lo que ha sido hasta el momento el ya existente. Como me consta que usted ha tenido la oportunidad de hablar con el ministro y de conocer el proceso de elaboración de la ley, me gustaría que me explicase un poco más el tema del observatorio. 41 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Disculpe que le haya hecho tantas preguntas pero creo que nos puede aclarar algunas situaciones o algunas dudas que desde nuestro grupo tenemos respecto al proyecto de ley. Para terminar, me gustaría que nos dijera cómo valora los resultados de la orden de protección en estos meses que lleva implantada, una ley que salió por unanimidad de la Cámara, en cuyo desarrollo y debate previo que se produjo en esta misma Cámara sobre el tema sé que usted participó. tes, un sociólogo que no sé por qué creo que es el mismo al que usted se ha referido, hacía una afirmación que me ha puesto los pelos de punta, y permítame que se lo diga. Ha dicho algo así como que el Observatorio sobre Violencia de Género, también se refería al proyecto de ley, cómo no, era una ubre para alimentar a las asociaciones de mujeres. Quiero decirle que me ha parecido una auténtica grosería, entre otras cosas porque esta diputada cree firmemente en el papel que las organizaciones sociales, como intermediarias entre el Gobierno y la ciudadanía, cumplen, imprescindible en nuestra sociedad. Sin estas organizaciones no sería posible. En consecuencia, le formulo las siguientes preguntas ¿Qué pueden hacer en este nuevo contexto y en el marco de lo que esperamos sea la nueva ley, organizaciones como la suya, la que usted representa, y otras tantas? En segundo lugar, ¿por qué cree que se ha generado una reacción contraria a esta norma, sobre todo a aquellos aspectos punitivos que, siendo importantes, no son lo esencial y fundamental de este proyecto de ley que quiere atravesar en estas tres líneas que usted planteaba y que yo le recogía. ¿Por qué se ha producido esta reacción en contra por una parte de la judicatura? Otro elemento que también creo yo que nos debería hacer reflexionar y sobre el que quizá usted nos pueda dar luz son los riesgos que corren las mujeres en una relación intrafamiliar como compañeras, ex cónyuges, esposas. ¿Estos riesgos son comparables o pueden ser los mismos que sufran los varones? ¿En este contexto intrafamiliar son comparables ambos riesgos? Quizás esto también nos daría luz, porque aquí existe, entiendo yo, la verdadera desigualdad. Finalmente, su asociación y otras asociaciones han realizado varios estudios sobre sentencias de jueces en casos de violencia de género. A pesar de que tenemos muchas sentencias, ¿qué cree que está pasando para que las mujeres se encuentren a pesar de ello en una situación clara de desprotección, después de estas sentencias? Cuando existe libertad las mujeres son perseguidas y finalmente, muchas de ellas, lamentablemente, muertas. ¿Cree usted que los niños, teniendo una legislación vasta, amplia, rigurosa y profundizada en este país con relación a la protección de los menores, y que el proyecto de ley solamente como consecuencia de la situación intrafamiliar recoge también, quedan suficientemente protegidos? Aquí acabo y quiero solamente señalar que estoy de acuerdo con usted cuando señalaba la importancia de la formación, de la educación y del cambio de actitudes. Efectivamente, este es el camino. Gracias. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Finalmente, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista, tiene la palabra la señora Esteve. La señora ESTEVE ORTEGA: Señora Chicano, quiero darle las gracias por su intervención que seguro nos va a hacer reflexionar a todos los grupos que hoy estamos aquí y a la vez quiero destacar la labor que viene haciendo la organización que usted representa, de otro lado absolutamente imprescindible el papel de su organización y de otras tantas en nuestra sociedad. Ante el bombardeo de preguntas que le ha hecho la representante del Partido Popular que me ha precedido, yo también voy a hacerle unas cuantas preguntas, pero cada una de ellas entiendo que representa un vacío que hoy tenemos en la legislación en nuestra sociedad con relación a las mujeres, y no puedo evitar pensar qué ha pasado durante todos estos años para que hoy tengamos necesidad de ir rellenando todos estos vacíos que efectivamente existen tanto en el marco político como en el legislativo. Dicho esto, señora Chicano, le doy de nuevo las gracias, y quisiera señalar que de su intervención creo que se infieren tres aspectos fundamentales y que creo que la ley, en su espíritu y filosofía y también en las medidas que plantea, recoge, y son los siguientes. Usted ha hablado de las víctimas, las mujeres. Existen también evidentemente víctimas indirectas, aquellas que como consecuencia de estas relaciones de desigualdad indirectamente pueden sufrir situaciones de malos tratos y por tanto son víctimas potenciales —me refiero a los otros componentes del núcleo familiar— Hay otro elemento que usted ha señalado que es todo aquello que tiene que ver con los agresores, pero no solamente aquellos hombres que se convierten en agresores de facto, sino aquellos en nuestra sociedad que con su actitud y su manera de actuar lo que hacen es alimentar estos valores y estas actitudes que son predominantes en nuestra sociedad y sobre los cuales hay que incidir también. Creo que usted se ha referido a la potencialidad de nuestra sociedad en tanto en cuanto, como sujetos activos, si modificamos la formación y determinados aspectos culturales, en definitiva, si modificamos nuestras prácticas ayudados por una ley, que yo siempre insisto que es el camino, no el único, pero es la guía sobre la cual hay que ir, finalmente seremos capaces de tener una sociedad mejor. En este sentido, le voy a formular cuatro preguntas para que nos ayude y nos amplíe su visión. Esta mañana uno de los comparecien- La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): A continuación, tiene la palabra la señora Chicano para responder a todas las intervenciones. La señora PRESIDENTA DE LA FEDERACIÓN DE MUJERES PROGRESISTAS (Chicano Jávega): A ver si soy capaz de responder a tantas preguntas si he sido capaz de recogerlas. En primer lugar, a la diputada 42 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 de Convergència i Unió, la señora Pigem, efectivamente, cuando yo he hablado del proyecto de ley me he referido muy genéricamente a determinados aspectos que podían mejorarse desde el punto de vista educativo, primero porque no me considero capaz y, segundo, porque al ser las primeras comparecencias creo que se irán desarrollando todos los aspectos de la ley, los más jurídicos, los procesales y otros. He querido destacar, por el propio ámbito de la intervención que estaba más referida al ámbito sociopolítico actual nuestro y de Europa, los aspectos preventivos referidos fundamentalmente a educación y a formación. Yo no creo que un solo instrumento sea suficiente para resolver todo un problema, sobre todo un problema de la envergadura del que estamos hablando, pero sí que creo sin embargo que la ley es un instrumento absolutamente necesario. Dentro de poco tiempo nos diremos y alguien nos dirá, ¿para qué queríais la ley si sigue habiendo muertes? Seguirá habiendo muertes, lamentablemente. Creo que este es un proceso largo y que nos va a hacer sufrir mucho por el camino. Sin embargo, creo que se puede concretar más en el tema de la educación, vía desarrollo de la ley y, seguramente, vía seguimiento posterior de la ley. Creo que el propio Consejo Escolar, que introduce nuevas personas para evaluar las políticas educativas, y los diseños curriculares, todo eso debe de ser producto de un actuar conjunto de todos los poderes, del Poder Legislativo y sobre todo del Ejecutivo en este caso, que será quien reglamente la ley. Desde luego, lo que tendrá que poderse hacer siempre es un seguimiento. No es suficiente con enunciar las políticas, tiene que haber después un mecanismo de control de las mismas. También he dicho que todo esto nos conducirá a cierta melancolía seguramente en el aspecto que también he querido indicar, de que la vida de una persona es mucho más corta que un proceso histórico. Yo siempre digo que yo no acabaré viendo cuáles son los resultados de una educación distinta en el modelo de sociedad que hoy tenemos, pero si no empezamos nunca, no lo voy a ver yo ni lo van a ver mis hijos ni lo van a ver mis nietos. Creo que hemos perdido unos años preciosos y que es momento de recuperar esto. Les pido, como legisladores y le pediremos al Ejecutivo desde la organización que sean extremadamente rigurosos y cuidadosos con los reglamentos de desarrollo. Creo que por ahí la ley puede hacer alguna precisión más. Una de las propuestas que se podría proponer en el ámbito más procesal sería la consideración de legitimidad de las asociaciones de mujeres para solicitar recusación de los jueces cuando conocemos, como conocemos, sentencias en que han utilizado argumentos «anticonstitucionales» pero desde luego discriminatorios en sus considerandos. De mala manera se puede llegar a un fallo ajustado cuando el considerando es el que es en tantas sentencias como padecemos. Esto parece que tampoco será solución, pero ninguna medida es solución. Creo que todas contribuyen a ir creando una sensación de que no se puede hacer lo que uno quiera con este tema; igual que afortunadamente han empezado a desaparecer de algunos ámbitos algunos comentarios porque no son políticamente correctos, que empiecen a desaparecer de las páginas de las sentencias determinados considerandos será un paso importantísimo. Después seguiré con este tema con alguna de las preguntas que han hecho alguna de ustedes. En cuanto al tema de la acción positiva de las medidas penales, estoy absolutamente de acuerdo. Creo que no hay distinción, estamos hablando de un hecho de una relevancia social muy importante y de una dimensión fundamental. Creo que estamos en un Estado de derecho con una democracia consolidada en la que el cuerpo jurídico tiene medidas para proteger cualquier situación y para defender a la propia sociedad de cualquier agresión que se le produzca desde cualquier medio. Sin embargo, hay que dar respuesta a algo con cuya clave estamos viendo que no hemos dado porque no solamente no disminuye sino que se incrementa. Desde luego a mí, ni desde el punto de vista jurídico ni desde ningún otro punto de vista, me repugna la posibilidad de tratar favorablemente estas medidas de acción positiva desde el punto de vista penal. De todas maneras, en esto, como en todo, ustedes son los legisladores y ustedes acabarán mejorando la ley seguro, pero no dejen de pensar siempre que hemos utilizado muchos mecanismos, que estamos siempre hablando en una sociedad, que es una sociedad de cuotas y de acciones positivas, no para las mujeres, para todos: partidos políticos, repartos económicos, todos son cuotas y medidas de acciones positivas, dirigidas a colectivos para resolver problemas. Cuando hablamos de medidas de acción positiva, ¿por qué siempre la estampida social es cuando hablamos de que vamos a cambiar la situación de las mujeres con medidas de acción positiva? ¿Por qué siempre es lo mismo? Porque eso significa transformar la sociedad y hay mucha gente que no quiere transformar la sociedad. Hay mucha gente que entiende y considera que las desigualdades son naturales. Esto lo habrá leído usted como lo he leído yo. Uno nace blanco, nace mujer o nace negro, y no hay que matarlo, simplemente es distinto; lo que hay que hacer es echarle una mano. Nosotros opinamos que eso no es cierto, que todas estas desigualdades no son por nacimiento, son desigualdades por construcción social, y sobre esas circunstancias que influyen se puede actuar, y hay que actuar porque estamos además padeciendo una situación absolutamente violenta que va ascendiendo, y ocurre igual en todos los países del mundo. Me parece imposible cómo desde la sociedad no se reacciona cuando se reacciona ante otros fenómenos que son importantes socialmente, qué duda cabe, pero no más que éste. Usted conocerá como yo que hay medidas que favorecen la protección de cualquier aspecto de cualquier colectivo que se considere que está en situaciones de inferioridad. Yo jamás he visto que se produzcan las reacciones que se producen cuando hablamos de la acción positiva, no solamente en España sino en general. En cuanto a que si esto va a ser eficaz, una de las cosas más terribles que se están produciendo hoy es la 43 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 impunidad de los agresores. El otro día tuve oportunidad de ver un vídeo de un asesino, y digo un asesino aunque a lo mejor es un homicida porque tiene juicio pendiente, que ha matado a su mujer hace aproximadamente dos años y no ha entrado todavía en la cárcel, por no sé qué mecanismos procesales y jurídicos. La familia de la mujer está absolutamente descorazonada porque es una situación de una injusticia manifiesta. El hombre pasea tranquilamente por las calles del pueblo, hace declaraciones a los medios públicos, no tiene la más mínima sensación —lo he visto en una entrevista durante media hora— de haber hecho nada que no pudiera hacer; de hecho, el relato que tuve oportunidad de escuchar es tan escalofriante como que empieza a describir qué ha pasado en la discusión que tuvieron previa a la muerte de ella, que se puso a limpiar y un cuadro se le cayó y se rompió, y siguió limpiando y el sofá que estaba delante de la mesa también se cayó, y siguió limpiando, o sea que era un hombre que limpiaba todo el tiempo y según limpiaba iba rompiendo las cosas. Es algo absolutamente escalofriante. Tengo que decirle que en los procesos de mujeres maltratadas que llevamos, cuando se dicta una sentencia de ese tipo que genera o provoca la impunidad de los hombres, una media de tres mujeres nos llama para que retiremos su demanda, ¿por qué? Porque la desmotivación que se les produce es tremenda. El proceso de reclamación judicial es tan costoso desde el punto de vista personal que la actuación de la justicia posterior les produce lo que llamamos la segunda victimización, y es una situación que muchas ni controlan ni quieren, ni tienen por qué, porque pedir heroicidades lo hacemos siempre, pero no entiendo por qué se les tiene que pedir siempre a las mujeres esta actuación. Creo que el que la ley cause una menor impunidad de los agresores será absolutamente fundamental para la salud general de la sociedad. En cuanto a la bondad o la indiferencia de que haya o no otros juzgados, me manifiesto favorable porque hemos comprobado que se están produciendo —supongo que se lo irán contando a lo largo de todas las comparecencias porque es una constatación bastante unánime— fallos que son contradictorios entre los procesos civiles, los procesos penales, medidas de alejamiento con visitas autorizadas, todo este tipo de cosas están causando muertes. El que se sustancien en los juzgados que la ley prevé por lo menos nos va a permitir el tener a la vista todo el procedimiento y nos va a permitir lo que pretendía la orden de protección, que pretendía aquello pero lo que pasa es que lo que no arbitraba era un sistema procesal. Entonces era muy complicado, de hecho se han producido muertes después de conceder las órdenes de protección, con lo cual vemos que esto puede favorecer que no se produzcan esas distorsiones importantes que dan lugar a muertes. Tengo que decir que cada una de las medidas que me parecen importantes, no me parece ni única ni suficiente, es decir, se tienen que dar todas las medidas juntas. Necesitamos una ley integral, porque se trata de poner en marcha todos los ámbitos de actuación que tienen que converger para que este problema, ni siquiera digo se erradique, sino para contribuir a erradicarlo, y por eso he dicho que no hemos terminado con la ley sino que la ley nos permite empezar. No sé si me he dejado algunas de las cosas que me ha preguntado la diputada. La señora Bonás me preguntaba por qué no le ponemos otro título como patriarcal; mientras que no leamos violencia doméstica, porque creo que no responde a lo que la ley pretende, o no le llamemos violencia hacia las mujeres porque creo que tampoco responde, porque hay otra violencia inespecífica hacia las mujeres que no es la violencia de género.. Se le podría poner el nombre que se ha dicho, pero ¿por qué inventar unos nombres cuando tenemos acreditado un término internacionalmente acreditado? Cuando hablamos en conferencias internacionales desde 1995 sabemos exactamente de qué hablamos, está doctrinalmente consolidado y sabemos a lo que responde. Parece que quizá si todos respondiéramos a ese término, seguramente no es la mejor traducción del inglés al español pero es algo que ya entendemos. La sociedad quizá lo entiende menos porque no hemos tenido la oportunidad de hablar de determinadas cosas; ahora parece que ese debate está permitiendo que hablemos de esto. Lo que en un principio me pareció tremendo es que la Real Academia de la Lengua que es tan poco proclive a hacer informes, de hecho es el primero que le conozco antes de la utilización de un término —y han traducido en la Academia además términos de otros idiomas, por ejemplo el corner, quién le llamaría al corner de otra manera que no fuera corner, y ya veo anuncios en inglés—, haya sido tan diligente al hacer esto. Seguramente, repito quizá no sea la traducción exacta, pero sí es la traducción que hoy todos entendemos. Desde luego lo que no está claro es que la Academia haya entendido el sentir que tiene o con que se acuñó ese término, porque dice que las mujeres utilizamos género como sinónimo de sexo y no es cierto, utilizamos género como construcción social, todo a lo que nos hemos referido antes. Por ello, creo que está bien llamarlo violencia de género, así se llaman las otras leyes que conocemos y así también nos entendemos internacionalmente. Estoy de acuerdo con usted en una cosa, y es que hay mucha violencia que las mujeres inmigrantes no denuncian por muchas razones; las que mejor conocemos eso somos las organizaciones de mujeres porque ellas no suelen ir a sitios públicos hasta ahora, a nosotros nos lo han dicho porque les daba miedo que las pusieran en la frontera. También hay mucha violencia que no se denuncia de mujeres no inmigrantes. Estamos hablando de la violencia que conocemos, y la violencia que conocemos ahora en unas dimensiones que nos tienen escandalizadas y que no conocíamos hace 15 años. Entendemos que no es más según estudios que supongo que son empíricos, porque no hay datos suficientes que nos permitan decir que supone el 10, el 8 ó el 27 por ciento, pero sí sabemos que es una mínima parte de la violencia que existe. Cuando además una mujer denun- 44 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 más avanzados como los del norte de Europa, estamos hablando de 1920, 1925 y de ahí en adelante, hace nada. ¿Qué es lo que ha sucedido en las sociedades, por ejemplo, nórdicas, que siempre hemos dicho que son las sociedades más avanzadas y que por otra parte tienen más índice de violencia que nosotros? Todo el mundo me comenta que sucede una cosa, o yo entiendo que sucede una cosa, es una interpretación absolutamente personal y fruto de las vueltas que le da uno a las situaciones cuando intenta buscar soluciones. El propio Estado de bienestar de los países del norte de Europa, la propia riqueza que han tenido ha hecho que a partir de ese momento en que eran titulares de derechos se les garantizara el ejercicio de esos derechos y además se pudiera subvenir a muchas de las necesidades, con lo cual las mujeres han tenido un avance exponencial tremendo en muy pocos años; pero el resto de la sociedad está parada, la sociedad no se ha movido, no se ha movido ninguna estructura, solamente las mujeres han corrido mucho, pero los hombres se han quedado donde estaban y las estructuras sociales están donde estaban. Los hombres están perplejos, y por eso aumenta la violencia. El otro día dio la clave uno de los hombres que mató a su mujer de más de 70 años, era un hombre de 75 años que mató a su mujer de 71; estaban en un proceso de separación. Un hombre de 75 años después de esta educación, que su mujer le dijera ahí te quedas, no lo ha podido soportar. El hombre dijo: ¡Es que no me obedece! Esto es la causa. ¿Por dónde empezamos? Tenemos que empezar por el principio que es la educación y eso hacerlo ya, aunque tenga resultados a medio plazo. Después habrá que resolver temas que ya están dándose como es el estar con las mujeres que hoy están padeciendo violencia porque es una situación durísima y gravísima y todos tenemos que contribuir por lo menos a paliar los efectos. Me parece que no hay que hablar de una sola causa. Realmente, la violencia que ocurre aquí es la más visible, la más brutal y la más abominable, y así como todavía somos capaces de hacer reaccionar a la sociedad un poco, lamentablemente muy poco, o a algunos sectores de la sociedad, ante la violencia de género, la sociedad no reacciona ante el resto de las discriminaciones, no reacciona. No reacciona ante que las mujeres tengamos en exclusiva las responsabilidades familiares; si hablamos de estar las mujeres en puestos de representación política, las reacciones son en contra de los sistemas que hacen que nos ahorremos 200 años de camino. Nada más que eso, la educación paritaria, las cuotas, es ahorrarnos tiempo, espabilar un poquito. Ante eso la sociedad no reacciona. ¿Cuántas veces habremos oído nosotras: pero qué queréis ya las mujeres? Tenemos además una situación formal absolutamente perfecta, con una constitución que impide la discriminación de unas leyes en contenidos discriminatorios, entonces ¿qué más queremos? Ahora la desigualdad es absolutamente sutil, al ser más sutil es más difícil de combatir. Ese es el origen, por eso la prevención es seguir actuando en presencia de las mujeres en cia, hay una media de 5 a 7 años anteriores que viene sufriendo violencia en ese momento de denuncia; existe todo ese antecedente de violencia. Y cuántas mujeres no denuncian nunca. Estamos hablando de los malos tratos físicos. Si hablamos de los malos tratos psíquicos, que tienen una dificultad de prueba enorme, le diré que la denuncia es escasísima. Con lo cual, esto que se da entre las mujeres inmigrantes, que quizá lo ha dicho porque haría variar la estadística que le he dado que es del Observatorio de la Violencia, no es una estadística de organizaciones de mujeres —lo digo porque para muchos tiene más crédito uno que otro y he cogido la del observatorio— igual que se incrementa esta se incrementaría la otra. Creo que decir que la violencia se produce más en los inmigrantes, no es decir verdad, y no es decir verdad interesadamente, aunque, efectivamente, creo que hay una violencia oculta y no denunciada tremenda. Ya he contestado, pero lo vuelvo a decir que no me parece suficiente la ley, me parece necesaria pero no suficiente. Lo que sí me parece importante y fundamental es la voluntad política primero de que salga la ley, y segundo, de armarla después, de que funcione y de que entre todos, todas las vías y posibilidades que se abren con la ley en todos los aspectos se pongan en marcha. Eso necesita recursos económicos. Yo no soy capaz de valorar los recursos económicos que haya detrás de la ley, pero hoy hay recursos económicos fijos, con números, detrás de la ley; hasta ahora no había, ahora hay. Algo hemos avanzado, y todo lo que se avanza, por lo menos, no es pararnos. Nosotras siempre decimos que cuando las mujeres nos paramos a celebrar cualquier éxito o cualquier conquista, en ese momento que nos paramos, hemos dado un paso atrás. Creo que todo esto son pasos adelante. Señora Camarero, las causas más profundas de la violencia son la discriminación y la desigualdad que persisten. He evitado toda una serie de datos porque me parece que ustedes tienen acceso a ellos y tienen muchas posibilidades de tenerlos; si alguno necesitan, estoy dispuesta a facilitárselo cuando quieran. Desde que solamente el 1 por ciento de la riqueza del planeta está en manos de mujeres y somos casi el 52 por ciento de la población, hasta la presencia de las mujeres en los ámbitos públicos, hasta la consideración de las mujeres en los ámbitos laborales, hasta la responsabilidad única de las mujeres en la atención de dependientes, no solamente hijos, que alguien siempre me alega la condición biológica, sino padres, suegros o tíos, todo eso hace que las mujeres no hayamos estado nunca en situaciones de igualdad, todo eso genera violencia. ¿Por qué? Porque además está ocurriendo una cosa que no sé si ahora le contesto a usted y aprovecho para contestar a otra persona, creo que se ha incrementado la violencia, por una cosa. Antes comentaba ¿cuándo las mujeres, que nosotras conozcamos por la historia que conocemos, han empezado a tener derechos propios, en algunos casos, no en muchos, a poder exigir que se les garantice el ejercicio de esos derechos? En los países 45 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 ámbitos públicos, en el ejercicios de derechos laborales en las mismas condiciones que los hombres, en el reparto de responsabilidades, que no digo tareas, en el ámbito familiar y de trabajo, en que la sociedad asuma como función social muchas de las cargas que tenemos las mujeres, pero función social como pasa en Suecia, maternidades, etcétera. Nos queda mucho camino, pero estoy contenta con la ley porque me parece que por fin hemos llegado a un diagnóstico que es el acertado, y solamente con un diagnóstico acertado podemos ir a un tratamiento acertado. Los problemas que nos han ocurrido antes es porque partíamos de diagnósticos confundidos y los tratamientos no funcionaban. Eso es lógico, cuando el diagnóstico está confundido, el tratamiento nunca funciona. A lo mejor ahora hemos dado con la clave y empezamos a resolver cosas. ¿Por qué los jóvenes siguen siendo machistas? Por lo que estamos hablando todo el tiempo. No se ha cambiado ninguna de las pautas educativas; no solamente no se han cambiado las pautas educativas sino que se ha confundido la coeducación con la educación mixta. El llevar a los niños y a las niñas a los mismos colegios nos ha parecido que era la coeducación, y realmente eso no es la coeducación, sino que es que los niños y las niñas van al mismo colegio, pero cuando nos descuidamos, hay colegios que se salen y empiezan a hacer colegios de niñas y colegios de niños, con lo cual también debemos de tener cierta prevención. Hoy los niños de 4 y 5 años diferencian perfectamente cuáles son los papeles de los niños y de las niñas. Eso es terrible, porque es no adelantar absolutamente nada. Eso es parte del problema. Hoy también sucede que la educación, por eso antes he querido hacer una referencia aunque haya sido muy somera a los medios de comunicación, siendo el proceso de socialización por excelencia, nuestros jóvenes tienen unos sistemas de información enormes que también son procesos de socialización, que son los medios de comunicación e internet, y ahí hay verdaderas barbaridades, o entramos ahí también todos, o nos va a costar mucho que ellos vayan percibiendo que esta sociedad tiene que ser equilibrada y que las relaciones interpersonales también exigen democracia y equilibrio. He explicado por qué entiendo que ahora hay más violencia. Hay muchos factores por los que las mujeres no han salido de situaciones de violencia. Uno es la dependencia económica. Dicen que quizá esa es una de las cosas por las que hay quien opina, el mismo sociólogo que creo que sí es el mismo, que se da en las clases más desfavorecidas de la sociedad, y cuando decimos que no, él dice que sí. No, lo que ocurre es que en las clases más desfavorecidas no recurren a los recursos públicos, no están en nuestras estadísticas. Cuando la persona tiene medios económicos, no suele recurrir a un recurso público. Es lo mismo. El origen es exactamente igual, y además nosotras conocemos desafortunadamente muchas situaciones. ¿Posibilidades de que salga la mujer? Claro que hay posibilidades de que salga la mujer, tenemos maravillo- sas experiencias y desde luego que es el mensaje que nos corresponde a todos mandar, el que nosotras intentamos mandar, y que creo que ustedes como políticos y políticas les corresponde enviar, que se puede salir. Se puede salir pero no se pueden sentir solas, y se sienten solas cuando el proceso judicial les va en contra, cuando no saben a qué puerta llamar, cuando con la Policía les pasa lo que les pasa, cuando van a los servicios médicos con síndromes inespecíficos y a nadie se le ocurre pensar lo que le pasará a estas mujeres, y cada día van por una cosa; entonces se sienten solas. Voy a intentar, si a usted le parece, entrar en la medida en que tengo mi opinión sobre el tema, pero por no alargar mucho, vendrá después otra persona que tiene absoluta experiencia en el tema de casas de acogida. Si le parece salto el tema de las casas de acogida y se lo dejo a ella. Mi asociación no tiene casa de acogida, y les voy a explicar una de las razones de por qué no tenemos casas de recuperación, es por el sistema de subvenciones de las asociaciones. No quiero decir que otros no lo hayan hecho con mejor fortuna. Nosotras entendemos que los procesos de recuperación son largos y hasta ahora, porque ahora afortunadamente hemos empezado a cambiar los sistemas de financiación, las subvenciones han sido anuales sin que se asegure cuál es la siguiente subvención. A nuestra asociación le ha parecido que iniciar ese proceso que es costoso económica e incluso profesionalmente no era lo que teníamos como una prioridad. Lo que tenemos son servicios de atención integral contra la violencia de género. Tenemos equipos multidisciplinares y atención integral contra violencia de género. La mujer que va, por ejemplo, en busca de orientación laboral, o va a un programa de inmigrantes, incluso a aprender el idioma, o va a un programa de canguras, que es un programa que tenemos de atención a mujeres con problemas para atender a personas dependientes y necesitan que alguien les atienda para ellas buscar trabajo o ir al médico, vayan donde vayan, ellas contestan a unos cuestionarios, normalmente las psicólogas los ven y detectan determinados casos, pero incluso cuando están detectados los casos tampoco se les presta solamente asistencia jurídica, sino que a la abogada le acompaña después la psicóloga y la propia procuradora, que también normalmente en los casos que llevamos nosotros es una mujer del equipo que va resolviendo los temas procesales; ustedes sabrá muy bien cómo las mujeres se desmoronan en el momento de presentar las denuncias, entre otras cosas porque normalmente tienen que hacer la comparecencia, o hasta ahora era así, con el agresor delante. Esto sí que está dando bastante buenos resultados, y digo esto porque ya hay alguna sentencia que nos ha permitido ir fortaleciendo psicológicamente a la mujer durante todo el proceso judicial, que es muy largo, y después es atendida por personas que están muy formadas en el tema de género y en el tema procesal específico. He explicado más o menos qué hace esta asociación, tiene implantación prácticamente en todo el territorio 46 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 español, si a usted le interesa una memoria yo se la hago llegar, no quisiera aburrir a nadie con las actividades de la asociación. Sí le digo que, alguien lo ha comentado, la labor del movimiento ciudadano es absolutamente imprescindible en una democracia. Me parece que es el elemento que cualifica las democracias. Un movimiento ciudadano estructurado, fuerte y participativo. No nos pisamos los terrenos, es absolutamente complementaria una democracia participativa y una democracia representativa, y lo que tenemos que hacer es buscar esos espacios de interactuación. Una de las cosas que a los políticos se les achaca, y usted lo sabrá mucho mejor que yo, es que se separan de la sociedad en cuanto llegan a los sitios. Los pies en la tierra de los políticos somos normalmente el movimiento ciudadano estructurado, por lo cual les pido que cuenten con nosotras porque estamos para eso, y que además lo haríamos aunque ustedes no contaran, y de hecho así lo hacemos, pero cuánta más eficacia tendríamos si fuéramos capaces de articular sistemas de interactuación, no solamente entre los políticos y el movimiento ciudadano, sino entre los gobernantes y el movimiento ciudadano. Estoy a favor de que exista un fondo de garantía de alimentos y no sé por qué no está, y aunque usted dice que sabe que he estado con el ministro, no me lo ha contado. En cuanto al tema del observatorio, el observatorio que existe no es incompatible con el observatorio. He visto que entre la relación de comparecientes está Montserrat Comas, que ya les contará. El observatorio que existe está referido exclusivamente a la actuación judicial, observan solamente los casos de la propia actuación judicial. Entendemos que un observatorio de violencia es un observatorio integral, lo que tendría que hacer el observatorio de violencia es manejar los indicadores sobre los que a lo mejor me he olvidado de contestar; no me acuerdo quién me preguntó acerca de los indicadores en Europa, sí que hay algunos indicadores. Hoy, por ejemplo, tenemos una absurda guerra de cifras entre los estamentos oficiales y las organizaciones de mujeres, porque unos hasta hace unos días no contaban las mujeres que sufrían el maltrato fuera del matrimonio, hoy las cuentan, pero cuentan también los otros casos de violencia doméstica, por ejemplo, agresiones que se producen dentro del hogar y que no son específicamente violencia de género; no hay un indicador, sino que hay varias relaciones de indicadores en Europa para tratar los temas de género. Entendemos que el observatorio lo que debe de hacer para realizar el seguimiento absoluto de la ley integral es tener indicadores en cada uno de los aspectos, en el educativo, en el laboral, en el penal, en todos. Por eso, me parece que no es incompatible. Si acaso fuera incompatible, sería que se subsumiera el observatorio del Consejo en el general, esto se me acaba de ocurrir, así que no hagan mucho caso. No lo he pensado ni medio minuto. La orden de protección es una buena idea, y a las organizaciones de mujeres desde hace mucho tiempo nos parecía que esta idea, que no es original porque ya está funcionando en otros países, era buena pero uno a base de decir las cosas parece que es agorero. Recuerdo cuando la ley apareció y la orden de protección entró en vigor, inmediatamente desde las asociaciones de mujeres dijimos que era imposible que pudiera ser eficaz, porque no tenía recursos materiales ni económicos detrás, y esto exige una movilización de tal categoría de recursos humanos, de coordinación y de recursos económicos que no era posible, como efectivamente entiendo que así ha pasado. Ha tenido un impasse importante en el que se han dictado muchas más órdenes de alejamiento, que no el resto de las medidas que conlleva la orden de protección, pero si bien es cierto que la orden de alejamiento antes nos costaba mucho conseguirla, con la orden de protección hemos conseguido más órdenes de alejamiento. Sin embargo, si no conseguimos garantizar a la mujer con una orden de alejamiento que no será asesinada o maltratada, realmente nos pasa como siempre, estamos inhibiendo muchas veces la iniciativa de las mujeres para separarse del propio agresor, digo físicamente no me refiero a lo jurídico. Parte del fracaso es que se necesita una coordinación importante de recursos humanos, y una dotación económica muy importante detrás. En cuanto a la señora Esteve, del Grupo Socialista, le agradezco que valore el trabajo de la federación. Nunca soy pudorosa al hablar de la federación porque como tengo la sensación de que no me refiero a mí misma, puedo hablar bien de lo que se hace porque es la labor de muchas personas durante mucho tiempo, incluso de cuando yo no estaba, con lo cual el pudor que tiene uno al hablar de sí mismo se me pasa cuando hablo de la Federación de Mujeres Progresistas. Entiendo que es una organización que ha trabajado en este país por los derechos de las mujeres con mucho rigor, con una implicación muy directa en todos los temas que afectan a los derechos de las mujeres. Quiero decir con esto que no hemos tenido sólo programas específicos de violencia; sí que creo, por lo que he dicho siempre y por lo que estoy diciendo todo el tiempo, que todo el trabajo que hemos hecho va dirigido a eliminar también la violencia, porque va dirigido a potenciar que la mujer tenga la posibilidad de tener su propio proyecto de vida y eso, cuando una mujer es capaz de tener la autonomía para tener su proyecto de vida, seguro que elimina el riesgo de violencia en una medida enorme. Le agradezco que me informe de que se oyen manifestaciones como la que me ha contado de que la ley es una ubre para las asociaciones de mujeres, que no sé lo que quiere decir, pero si quiere decir que vamos a tener satisfacción porque vamos a mejorar los casos, estoy de acuerdo con él. Otra cosa no sé lo que quiere decir, o no quiero saberlo. Nosotras podemos seguir siendo conciencia social, como lo estamos siendo, de lo que está sucediendo y de lo que ocurre cada día con las mujeres. Podemos pedir desde la sociedad, que además tenemos hoy un espacio, no solamente la organización que hoy puedo presidir, 47 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 sino en general el movimiento ciudadano, la sociedad civil organizada, unas mejores condiciones para trabajar y hacer llegar, que es un poco nuestra misión, a los poderes públicos lo que está ocurriendo cada día. Y desde el punto de vista de la ley, intentaremos estar o que estén las personas más adecuadas en todos los órganos de evaluación y de seguimiento, que me parece que es una labor importante en cuanto la ley entre en vigor. Corresponderá a los poderes públicos desarrollar muchas de las medidas, pero desde luego lucharemos en todas las comisiones, en todos los órganos que sean de evaluación y seguimiento, e intentaremos si no en estar en todos porque no podemos estar en todos naturalmente, que estén las personas que entendemos que tienen las mejores condiciones de implicación y de preparación profesional y personal para estar. La reacción que se ha provocado en contra de la ley ha venido desde un sector muy concreto y después se ha alimentado. Estamos diciendo que estamos perviviendo con todos los estereotipos del mundo, y es muy fácil alimentar el que se diga, por ejemplo, que se deja fuera a los hombres, cuando no está pasando nada de eso. Hoy mismo si no hubiera ley, estaríamos todos desprotegidos. No es cierto o no debería ser cierto. Si alguien piensa que es cierto eso ¿que qué hemos hecho en esta sociedad hasta hoy? Espero que no se piense que la sociedad está desprotegida. Se genera una reacción contraria y en muchos casos, tengo que decirlo porque lo he pensado, es más intuitiva que racional. Es más de decir, si éstas se están moviendo, algo se va a mover. Es evidente que siempre que las mujeres hemos intentado dar un paso en la consecución de algún derecho o en conseguir la garantía del ejercicio de algún derecho, todo han sido muros y dificultades. No hemos conseguido pacíficamente, sin luchar, porque el único movimiento transformador pacífico ha sido el feminista, absolutamente nada las mujeres, ni el voto. ¡No íbamos a conseguir esto! Es igual, vamos a batallarlo porque entendemos que es bueno y que esta sociedad se lo merece, no solamente las mujeres. No están en igualdad de riesgo los hombres y las mujeres, es obvio. No solamente los datos cantan, sino que el propio esquema que hemos visto de relaciones interpersonales lo pone en evidencia cada minuto. En algunas encuestas que se han hecho, en las que se pregunta qué le parece a la sociedad que algunos hombres sean maltratados, a todos y todas —hombres y mujeres— les parece horrible en eso no hay un resquicio en la estadística; mientras que al contrario, hay resquicios en las estadísticas, no les parece igual de horrible que a las mujeres se las maltrate, porque entra dentro de lo que antes denominábamos lo que es normal. El título del libro de Miguel responde a lo que oímos tantas veces, Mi marido me pega lo normal no es un título retórico de un libro, es una frase que oímos 200 veces, si no en su literalidad, de manera muy parecida. Luego el riesgo es distinto y por eso también se avala que se proteja en la situación de más riesgo. Donde tenemos mucho que avanzar, y les aliento a que mañana le pregunten a la vocal del Consejo General del Poder Judicial, es en el sistema de protección judicial. Afortunadamente, siempre tengo que decirlo, hay muchos jueces que, con las mismas leyes que otros, producen unas estupendas sentencias, a favor o en contra, cuando digo que son estupendas no digo que siempre sean a favor, a favor o en contra, pero sin entrar en consideraciones de ningún tipo que vulneren lo que yo entiendo cuando menos el derecho a la dignidad de las personas. Sin embargo, el procelosísimo y larguísimo procedimiento judicial, la ausencia de seguridad para las mujeres, algunos pronunciamientos numerosos, mucho más de lo que quisiéramos, que se produce por parte de muchos jueces y de muchas mujeres juezas, desalientan, desmotivan, generan impunidad y no favorecen que adelantemos en el sistema de igualdad. Les ofrezco un documento, si les interesa. Nosotras en estos días vamos a sacar el informe, correspondiente a este año, de los fallos judiciales; no tiene ningún componente jurídico, es un estudio que hacemos exclusivamente con los casos que aparecen en los periódicos, por lo que ni siquiera es exhaustivo. Surge porque leíamos un día una sentencia, otro día otra, nos parecía que no se daba idea de cuántas se producían y decidimos hacer el ejercicio de ponerlas todas juntas. Nos encontramos con que cada año, solamente de este ejercicio de sacarlas de los periódicos a los que tenemos acceso, nos salen entre 75 y 100 sentencias, con unos considerandos absolutamente imposibles. Ese informe lo tendremos listo en estos días, si les parece se lo hago llegar a la Mesa por si lo quieren consultar, para que apoye la necesidad de la transformación que estamos pretendiendo. No sé si me he dejado alguna pregunta y no sé, si me la he dejado, si pueden volver a preguntar. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señora Chicano, por su intervención. Lo cierto es que habíamos decidido la Mesa y portavoces que pudiéramos tener tres intervenciones por la mañana y tres por la tarde. Ha sido muy exhaustiva a la hora de responder a todas las propuestas y preguntas que se han hecho en su comparecencia, y es cierto también que va a venir otra persona, en estos tres días, que tendrá una intervención en la que va a poder hacer una exposición mucho más amplia en relación con las casas de acogida, de recuperación y de rehabilitación y por lo tanto creo que es acertada su propuesta. Sí quiero hacer llegar por parte de la Mesa y de todos los responsables de los grupos parlamentarios nuestro agradecimiento por haber acudido y por su intervención. Pasaremos rápidamente al siguiente compareciente (Pausa.). — DEL SEÑOR CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL. UNIVERSIDAD DE ALICANTE (ASENCIO MELLADO). (Número de expediente 219/000030.) 48 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora PRESIDENTA: Continuamos con la comparecencia del señor Asensio, catedrático de derecho procesal. Después intervendrán los grupos parlamentarios. Tiene la palabra el señor Asencio. punto de partida. Es una ley que viene a recopilar todo lo existente, y esto es algo importante. Este anteproyecto ni modifica ni deroga ninguna de las normas hasta ahora aprobadas, desde la ley 15/2003 pasando por la ley 27/2003. Es muy respetuoso con todo el esfuerzo legislativo que se ha hecho en estos últimos años en materia de violencia contra la mujer. Se respetan los juicios rápidos, se respeta el artículo 543 en materia de orden de protección; lo único que sucede es que se da un paso más, porque se está viendo por la experiencia, y solamente basta ver las estadísticas, que la normativa, aún siendo positiva, no parece ser suficiente para dar soluciones válidas e integrales. ¿Cuáles son, desde el punto de vista procesal, las características de este anteproyecto? La creación de unos juzgados de violencia, de los que trataremos posteriormente, y la acumulación de competencias penales y civiles en los mismos. Son opciones, lo digo de antemano, para mí plenamente constitucionales, y no podrían ser de otra forma. Si esto no se entiende de esta manera, habría que poner nuestro ordenamiento jurídico patas arriba, habría seguramente que decir lo mismo de la Audiencia Nacional, o para ser más concretos, habría que decir lo mismo de los recién creados juzgados de lo mercantil en la ley concursal que seguramente tiene unas características, si no idénticas, casi idénticas, a los juzgados de violencia contra la mujer, como intentaré explicar. Uno de los problemas, aunque no es exactamente procesal, que se ha planteado en los distintos informes, básicamente en los dos del Consejo General del Poder Judicial, uno no aprobado, otro aprobado por la mayoría y el informe del Consejo de Estado, que naturalmente los he leído con detenimiento, es el relativo a la definición que de la violencia contra la mujer realiza el artículo 1 en su apartado segundo. No voy a entrar a hacer un análisis de carácter penal de esta definición o de esta posible finalidad asignada a este tipo de delitos, solamente lo voy a hacer desde el punto de vista de mi especialidad, en relación con ciertas conclusiones a las que llega el informe del Consejo General del Poder Judicial. La primera, ¿es necesario probar esta finalidad establecida en el apartado segundo del artículo primero para que se proceda a una condena por estos delitos? Dos, segundo presupuesto desde mi especialidad, ¿para que sea competente el juzgado de violencia contra la mujer es necesaria esa prueba con carácter previo? Llega a decir el informe del Consejo General del Poder Judicial que, por este hecho o por esta finalidad asignada a este delito, nunca podría determinarse la competencia del juzgado de violencia contra la mujer hasta que no se dictara una sentencia condenatoria, ergo nunca serían competentes los juzgados de violencia contra la mujer. Son dos cosas que voy a analizar. La primera, ¿qué es exactamente a nivel procesal este apartado segundo? No creo que este sea un elemento subjetivo del injusto que afecte a la antijuricidad, o un elemento de la culpabilidad que exija una prueba, es decir, no es necesario probar que se den los elemen- El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE (Asencio Mellado): Quiero en primer lugar mostrar mi satisfacción por encontrarme hoy en el Congreso, presentando este informe; para mí ciertamente es un momento especial, porque esto no sucede todos los días y también lo es además que esto sea con motivo de emitir un informe técnico sobre un anteproyecto de ley que se nos presenta, que creo que es necesario en todos los sentidos desde los cuales pueda ser analizado, porque viene a apuntar soluciones válidas a un problema de una gravedad manifiesta, tanto desde el punto de vista cualitativo, que ya les ha sido expuesto por otros informantes con más conocimientos que yo, como cuantitativo, habida cuenta del número creciente de víctimas mujeres de actos de violencia que provienen de la persona con la cual tienen una relación afectiva determinada. El informe obviamente lo debo emitir desde el punto de vista de mi especialidad, que es el derecho procesal; este anteproyecto tiene aspectos procesales, muchos y variados, fundamentalmente la creación de los juzgados de violencia contra la mujer, y lo que esto comporta en cuanto a la acumulación, a la competencia penal, lo que es la instrucción por los delitos y la emisión de órdenes de protección, también la acumulación de materias civiles, concretamente las que se establecen en el artículo 33, apartado segundo, del anteproyecto. El análisis, necesariamente el mío, y para eso estoy aquí, ha de ser un análisis jurídico; básicamente quiero transmitirles a ustedes mi opinión acerca de si el anteproyecto es un proyecto que se puede adaptar o es consecuente con nuestra Constitución y con el resto de leyes de nuestro ordenamiento jurídico. No es un análisis ni político ni de conveniencia, que yo no me atrevería a hacer, precisamente ante ustedes que son los que tienen que realizar, no solamente la valoración, sino una conclusión al final, si el anteproyecto se convierte en ley. Parto necesariamente de un punto para mí esencial. Estamos en presencia de un anteproyecto que ya él mismo se califica como ley integral. Es un proyecto que tiene una finalidad muy determinada, se ve desde el artículo primero cuál es la protección de la mujer frente a una violencia concreta, que es la violencia que proviene de la persona que convive o que ha convivido con ella. Desde este punto de vista, el objeto de la ley es muy concreto y muy determinado. No se protege, entiendo, la mujer en un sentido general, la mujer por el hecho de ser mujer; no hay, por tanto, creo, una exclusión de los hombres o los niños, por razón de sexo, ni hay una protección de la mujer sólo por razón de sexo. Se protege un acto, una situación muy determinada que afecta a la mujer, pero una muy concreta. La ley, por ser integral, tiene ciertas cosas que deben analizarse como 49 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 tos de intencionalidad del apartado segundo de este artículo. A nivel procesal, estaríamos más bien ante lo que se conoce como verdades interinas. ¿Qué son verdades interinas? Es algo parecido a una presunción pero que funciona con mecanismos distintos, que se establecen por la ley en atención a máximas de la experiencia contrastadas o bien a decisiones estatales. Por ejemplo, una verdad interina es la diligencia de un buen padre de familia. Se presume que una persona se comporta siempre con la diligencia de un buen padre de familia. O la buena fe; se presume que todo el mundo actúa de buena fe. O la presunción de inocencia; se presume que todo el mundo es inocente hasta que se demuestra lo contrario. En definitiva, de ser algo, yo entiendo, a nivel procesal, que no habría que probar esta finalidad porque no es un elemento del tipo, sería una verdad interina, que en todo caso admitiría prueba en contrario, pero no habría que acreditarla en el concreto proceso. Esta es mi opinión, que desde luego es discutible como todas las opiniones en el derecho y en todas las ciencias, incluidas las jurídicas. Como dice el Consejo General del Poder Judicial, habría que acreditar esta finalidad para determinar la competencia de un juzgado de violencia contra la mujer desde un principio. Esto no es así; si esto fuera así, en este país nadie podría juzgar, porque un delito sólo se sabe si ha existido, si se ha cometido y su calificación cuando se dicta la sentencia definitiva, de todos. La competencia se determina por el acto de iniciación, por la denuncia o por la querella. A partir de ahí, con lo que se dice en una denuncia o en una querella se abre un procedimiento determinado ante un juzgado determinado. Naturalmente, lo otro sería imposible. No podríamos jamás juzgar a nadie si hubiera que esperar a calificar el delito, porque sólo se hace en la sentencia definitiva. Más aún, ¿qué pasaría aplicando este artículo 1.2, como se dice desde el Consejo que hay que acreditar esta finalidad, qué pasaría si al final en la sentencia se estableciera que no estamos ante un supuesto de violencia contra la mujer? ¿Sería nulo todo? Entiendo que no, porque aunque el artículo 238 de la ley orgánica del Poder Judicial hable de nulidad absoluta cuando se plantea o cuando hay un problema de competencia objetiva, en este caso no hay que olvidar nunca que no se produce ninguna indefensión. Estamos hablando de juzgados especializados, dentro de la jurisdicción ordinaria, estamos hablando de que en algunos casos van a ser los mismos juzgados de primera instancia de instrucción, los mismos, sin ninguna especialización —esto se olvida muchas veces— y con la aplicación del mismo procedimiento. Y algo más que estamos olvidando es que los juzgados de violencia contra la mujer son sólo órganos de instrucción, no van a dictar sentencias, la sentencia la dictarán los juzgados de lo penal ordinarios; en consecuencia, lo que sería nulo sería la instrucción pero nunca la sentencia, y hay un principio, que es el de subsanación de los actos procesales, que siendo la sentencia válida jamás sería nula la instrucción, bajo nin- gún concepto. No obstante, es cosa de ustedes determinar o decidir si se mantiene este apartado o no. Creo que es una decisión más bien de carácter político y desde luego no es algo que a mí me corresponda. He hecho una síntesis muy rápida, en la universidad invertimos 15 minutos en la presentación y aquí, en 20, hay que hacer la exposición de toda una ley, con lo cual corremos contra la experiencia de nuestra costumbre. En cuanto a los juzgados de violencia contra la mujer, para mí la medida desde el punto de vista procesal fundamental que propone el anteproyecto, ¿qué son estos juzgados de violencia contra la mujer? Cualquier cosa menos una jurisdicción especial. Podemos hablar de tribunales o de juzgados especializados —ni especiales ni de excepción—, que se introducen y que están en la jurisdicción ordinaria —los crea la Ley orgánica del Poder Judicial—, en el seno del orden jurisdiccional penal —si tienen competencias civiles, el orden penal es preferente porque así lo dice el artículo 44 de la Ley orgánica del Poder Judicial— y con una competencia perfectamente establecida y general. Dice — voy a comentar esto porque sé que lo van a preguntar ustedes porque les preocupa— el informe del Consejo General del Poder Judicial que estos juzgados son y constituyen una jurisdicción ordinaria. Permítanme que sea incluso un poco vehemente, pero naturalmente en la universidad tenemos esa libertad absoluta que creo que es buena que la ejercitemos, a mi este informe me parece muy preocupante, por varias razones. La primera porque el concepto que dan de jurisdicción especial no lo he leído jamás en ningún libro de texto, en ningún tratado; en lo que yo estudié desde que empecé primero de derecho hasta ahora, que han pasado ya unos 30 años, jamás he visto una definición de jurisdicción especial como la que hace el Consejo, ni la mantiene Jimeno ni Montero, absolutamente nadie. Por lo tanto, no acabo de entenderlo desde el punto de vista doctrinal. Desde el punto de vista jurisprudencial, les pediría que miraran el informe del Consejo; no cita ni una sola sentencia porque no la hay. Yo no he traído ninguna sentencia pero si quieren les puedo citar cien que dicen lo contrario, no tengo ningún problema; todas las que justifica la Audiencia Nacional, por ejemplo, vienen a decir exactamente lo mismo. Desde luego, si admitiéramos este concepto del Consejo General del Poder Judicial, desde mañana yo a lo mejor estaría de acuerdo. Habría que derogar la Audiencia Nacional de arriba abajo, los juzgados de lo mercantil, los juzgados de familia. Esto sería un caos. Habría que acabar con la acumulación, habría que cargarse todo el sistema. Si hay que ser coherente, seámoslo, yo seguramente lo apoyaría, pero creo que casi nadie en este país lo haría. Por lo tanto, vamos a ser un tanto prudentes. ¿Qué dice el Tribunal Constitucional, que es el que nos importa, que son las exigencias del derecho al juez ordinario predeterminado por la ley? Dice lo siguiente: Requisitos: uno, que esos órganos se creen por la Ley orgánica del Poder Judicial, es lo que dice el artículo 3 de la Ley orgánica del Poder Judicial, este anteproyecto 50 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 crearán específicamente juzgados de violencia contra la mujer con competencias en instrucción, no en enjuiciamiento —esto es muy importante—, para no decir que son una jurisdicción especial, porque ellos no van a dictar sentencia, sólo van a investigar y van a emitir medidas cautelares; nunca van a dictar sentencias, éstas las van a dictar los juzgados de lo penal ordinarios. Dos, también algunos juzgados de Instrucción podrán en algún lugar determinado no crearse de nuevo, sino darles la competencia para conocer de la instrucción de estos delitos y la competencia civil acumulada. Se podrá hacer, y puede ser de manera exclusiva y excluyente, es decir, exclusiva siempre, excluyente significa que conozcan de otras cosas o no, dependerá de los medios y del número de delitos que se cometan. Cuando haya medios y delitos suficientes, ese juzgado será exclusivo y excluyente; cuando no, será exclusivo pero no excluyente, podrá conocer de otras materias. Y por último, cuando solamente haya un juzgado de Primera Instancia e Instrucción naturalmente tendrá que conocer él. Dicho esto, una jurisdicción especial lo veo complejo y la ley a mi juicio da un paso adelante que es plenamente constitucional. Naturalmente es un órgano de protección integral y en consecuencia tiene una competencia penal en materia de instrucción, porque lo que interesa al legislador no es que se sentencie sino que se instruya, que se investigue de una forma determinada y que además se dicten medidas cautelares —las órdenes de protección— de forma especializada, porque han de concentrarse esfuerzos y medios. Hay una razón obvia. En cada uno de estos juzgados va a haber un psicólogo y un asistente social, y si hubiera que hacerlo en los 3.000 de España no sé de dónde saldría el dinero. Es imposible que no sea por razones de carácter funcional. Dice el Consejo General del Poder Judicial que no se puede hacer, que un órgano penal no puede tener competencias civiles y que esto es una inflación del artículo 1 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que los órdenes jurisdiccionales tienen sus materias. Creo que el Consejo seguramente se habrá equivocado porque los tribunales penales conocen siempre, desde el siglo XIX, de materias civiles. Toda causa civil derivada del delito, reparación, restitución o indemnización por daños y perjuicios son pretensiones civiles que en España siempre las conocen los órganos penales, siempre, cualquiera de ellos, en vía penal. Por tanto creo que habrá sido un lapsus importante. Pero hay algo más. Los juzgados de lo mercantil, que entran en vigor en septiembre, conocen de materias civiles y del orden social, y han sido informados por el Consejo —en un informe excelente y brillante— sin ninguna pega. Es natural. El artículo 9 no impide que un orden conozca de otro. Esto es así. Pero incluso los juzgados penales conocen de materias civiles en ciertos delitos económicos que no son sólo en reparación de daños y perjuicios sino cierre de empresas, pérdida de la condición de administrados; es decir, cuestiones civiles muy complejas. Por tanto, esto es una realidad y, como digo, habría reforma la Ley orgánica del Poder Judicial, se crean por esta ley, formal y materialmente. Dos, que el régimen orgánico y procesal sea el ordinario. Yo no he visto en ningún momento que los jueces que sean de violencia contra la mujer vayan a incorporarse a esos juzgados a través de un régimen que no sea el ordinario, ni siquiera se les exige especialización, a diferencia de los mercantiles; por tanto, son más ordinarios incluso que los mercantiles. Que sean independientes e imparciales, por supuesto que sí, si tienen el régimen ordinario y se crean por ley orgánica, no sé dónde se puede atacar a estos jueces ordinarios de falta de independencia, porque además, insisto, algunos juzgados de violencia contra la mujer van a ser los ordinarios de Primera Instancia e Instrucción, la inmensa mayoría, por lo tanto, si decimos que no son ordinarios, no lo son seguramente cientos de juzgados de Primera Instancia e Instrucción de este país, lo cual sería bastante difícil. Y por último, que las competencias estén preestablecidas, que la ley determine antes del hecho cuál es la competencia. Están perfectamente establecidas con carácter general, no para una persona o grupo de personas, y eso hay que clarificarlo. ¿Qué significa grupo de personas, personas concretas? Crear un tribunal para conocer de un caso concreto. Por ejemplo, el que está juzgando a Sadam Husein, es un tribunal creado para él, o el de Milosevic. Eso en España sería inviable. Es un tribunal para un caso o una persona concreta. No se pueden crear tampoco para grupos de personas. Naturalmente. Como pasaba en la posguerra española, los tribunales de represión de masonería o del comunismo o de responsabilidades políticas eran para grupos de personas. ¿Por qué? Porque eran tribunales con una finalidad muy clara: o bien proteger a ciertos sujetos de la ley, que no se les aplicara, o bien sancionar especialmente a ciertos sujetos. Aquí no; aquí lo que se hace ni más ni menos es asignar una competencia que afecta a unas personas pero en relación con un delito muy concreto y muy determinado, sin nombres y sin apellidos. Además, existen supuestos muy parecidos. Por ejemplo, la Audiencia Nacional conoce los delitos de terrorismo. ¿Para qué? Para aquellas personas que cometan delitos de terrorismo, grupo de personas sin nominar, para todos aquellos que cometan delitos de terrorismo. La Audiencia Nacional también conoce delitos contra la Corona. ¿Quiénes? Aquellos señores que cometan delitos contra la Corona. O el Tribunal Supremo, para ser más claro, conoce de los delitos cometidos por aforados. Posiblemente, si alguno de los varones de esta sala agrediera a su mujer sería juzgado por el Tribunal Supremo. Ahí sí cabrían personas más concretas y también es perfectamente constitucional, según ha dicho el Tribunal Supremo. ¿Cómo se ha hecho la creación de los juzgados de violencia contra la mujer? Creo que de una forma muy razonable, atendiendo exactamente a la realidad, y la realidad, es que hay un número indeterminado de asuntos en cada lugar y hay escasez de medios. Por tanto, se ha optado por todas las fórmulas posibles. Primero, se 51 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 legal y plenamente constitucional, pero además impecablemente constitucional. En cuanto a las competencias penales, no voy a entrar naturalmente en el listado de delitos que se establecen en la ley porque no es mi competencia; esto corresponderá a los penalistas. Solamente quiero decir algo respecto de la posibilidad en nuestro sistema de establecer penas distintas para un mismo hecho. Se ha dicho que el hecho de que haya ciertos delitos, muy pocos (que antes eran faltas y que ahora se convierten en delitos), que sean penas más graves cuando se cometen contra la mujer o contra el hombre supone una discriminación, y supone un perjuicio para el hombre. Se viene a decir algo así como que el hombre tiene derecho a que se imponga la misma pena. Voy a reflexionar. ¿Hay un derecho de los hombres o de los ciudadanos a que el Estado imponga la misma pena? No. No existe ese derecho en ningún sitio ni deriva de nuestra Constitución. Ningún ciudadano tiene derecho a que el Estado imponga una pena determinada cuando es él el sujeto pasivo, porque el ius puniendi, el derecho de penar no corresponde a los ciudadanos sino al Estado. La prueba evidente es que el Estado puede indultar en contra de la opinión de la víctima, del perjudicado. El ius puniendi pertenece al Estado, no a los ciudadanos. No hay ningún derecho subjetivo de nadie a que el Estado pene una conducta de una forma determinada. De hecho es así. El mismo delito cometido por funcionarios públicos o no supone una pena distinta. O como antes he comentado en el fenómeno del terrorismo, el mismo hecho implica una mayor pena en el terrorista. ¿Por qué? Porque se entiende, como dice el Código Penal, que su finalidad es la perturbación del Estado de derecho, pero es el mismo hecho y tiene distintas penas. En cuanto a la proporcionalidad, dice el Consejo General del Poder Judicial que las faltas convertidas en delitos afectan al principio de proporcionalidad y al principio de intervención mínima del derecho penal. Creo que lo que se ha hecho ahora no es ni más ni menos que la continuación de lo que se hizo en la Ley 15/2003, que también penalizó muchas conductas que antes eran faltas. Esto es una opción legislativa. ¿Pueden entrar los tribunales españoles, en un análisis de proporcionalidad, a valorar si el Poder Legislativo — ustedes— establece una pena determinada que no es proporcional? No. No lo digo yo. Lo dijo el Tribunal Constitucional (no tengo la fecha, pero si la quieren se la doy) en una sentencia muy clara que salió en la prensa, en el caso de aquellos que no se someten a las pruebas de alcoholemia que podían ser condenados por delito de desobediencia con la última reforma del Código de 1995. Se planteó un recurso de amparo por un ciudadano y hubo una discusión en el Tribunal Constitucional acerca de si el Estado podía o no establecer penas para ciertos hechos que hasta entonces no eran delitos sino infracciones administrativas. El Tribunal Constitucional concluyó que ese juicio de proporcionalidad corresponde a las Cortes, no al Poder Judicial; es un análisis que corresponde al Poder Legislativo y que que poner todo patas arriba si seguimos con esa interpretación. ¿Hay razones para la especialización? Obviamente. Dice el Consejo General del Poder Judicial que no hay razones por causa de la materia, y es verdad. Dice que esto podría ser conocido por los órganos ordinarios, y es verdad. Pero también la competencia de la Audiencia Nacional sería conocida por los órganos ordinarios. Perfectamente. Pero la ley puede especializar no por la materia sino por otras razones de carácter funcional, estructural o de política criminal. No hay ningún inconveniente. Cuando a la Audiencia Nacional se le da la competencia del terrorismo, cualquiera que sea el lugar donde se cometa, no es porque no puedan conocer del terrorismo los juzgados del País Vasco, Valencia o Barcelona, sino porque se considera que hay que concentrarlo en un órgano de Madrid para una mejor persecución del delito, por razones de eficacia, por razones de concentración. Y esto está perfectamente reconocido y admitido por nuestro Tribunal Constitucional. Aquí no hay más remedio que especializar si queremos que haya una ley integral en la que se acumule la cuestión penal y la civil, porque la cuestión civil hay que acumularla necesariamente a la penal, por muchas razones. El artículo 544 ter, el que regula la orden de protección, permite la adopción de ciertas medidas civiles. Creo que está bien, fue un paso adelante pero son pocas. Y además permite sólo mantenerlas durante 30 días, de tal manera que si a los 30 días no se interpone la demanda pierden su vigencia. ¿Saben lo que está pasando? Los juzgados de familia están absolutamente colapsados. Los juzgados de familia en este país, cuando hay una orden civil de protección, no están admitiendo las medidas previas a la demanda, con lo cual decaen las medidas civiles y hay una auténtica desprotección. Esta es una realidad empírica, esto está sucediendo. Alegan litispendencia, alegan una serie de excepciones bastante delicadas. Queda totalmente desprotegida la mujer a niveles civiles. Esto es una realidad. Pero hay algunos datos más. Donde más situaciones de violencia y más graves se dan es precisamente cuando se pone en marcha el proceso civil, cuando se anuncia una separación o un divorcio. El peligro ahí de una violencia cualitativamente mayor es mucho más grave. Por tanto, esa acumulación —no extraña en nuestro derecho, que ya existe— es perfectamente posible. Además es necesario que sea así por razones estructurales. Es decir, un juzgado de Primera Instancia e Instrucción tiene una doble oficina judicial, porque no es igual tramitar un proceso penal de instrucción que un proceso civil plenario; requiere una doble oficina judicial. Esto no podemos hacerlo para todos los juzgados de Primera Instancia e Instrucción de España. Naturalmente, tiene que hacerse en un órgano determinado con una estructura muy determinada para conocer de esas materias. Otra cosa es que se entienda que no llegue a acumular, pero —como digo— esa es una decisión política que cada cual tiene que asumir. Yo entiendo que es necesario, entiendo que es positivo, pero sobre todo —es mi función— entiendo que es 52 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 él no puede entrar. Hubo algún voto particular, es cierto, pero el pleno del Tribunal Constitucional dijo que es un análisis que corresponde exclusivamente al Poder Legislativo y que no puede entrar el Poder Judicial nunca en esa revisión. Por último, quiero hablar de la competencia civil, que es seguramente lo que más problemas ha generado. Es la finalidad de la norma de acumular a la instrucción penal las competencias civiles enumeradas en el artículo 33.2. Al margen de las valoraciones, me parece que esto es perfectamente adecuado a una norma que pretende una protección integral y que, en consecuencia, lo que pretende es dar una mejor solución a aquellos conflictos que derivan de una situación de violencia. Como he dicho antes, ya el artículo 544 ter, que se mantiene, contempla la posibilidad de que los jueces de instrucción adopten medidas de carácter civil: el abandono del hogar, la pensión de los hijos. Es decir, no es algo novedoso, ya está ahí. Es una decisión que creo que es legítima y, como he dicho antes, no tiene ningún inconveniente constitucional ni en el artículo 24.1 ni en el artículo 9 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que permite que cada orden pueda asumir competencias de los demás si así lo establece la ley, y he puesto ejemplos claros. Se ha hecho alguna crítica al respecto de las materias civiles de las cuales van a poder conocer los juzgados de violencia contra la mujer en el artículo 33.2. Yo no voy a entrar en valorarlas, por supuesto, no es mi competencia, pero sí quiero destacar algo. Creo que de los informes que he visto nadie se ha molestado en comparar estas competencias con la Ley de Enjuiciamiento Civil, y si uno las compara resulta que son básicamente en un 95 por ciento las del artículo 748 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Esto es, aquellos llamados procesos inquisitivos, que son los que afectan al estado civil de las personas y que tienen unas características muy especiales y muy particulares, son procesos donde prima el interés público, donde interviene el fiscal, donde la legitimación puede ser de terceros incluso y donde hay un interés social manifiesto. El artículo 33.2 del anteproyecto viene a coincidir casi en su totalidad con el artículo 748, y creo que el título I del libro IV (se lo puedo decir luego con la ley en la mano) viene a coincidir con esa relación que además da lugar a un proceso especial —también la Ley de Enjuiciamiento Civil— que es el juicio verbal con contestación a la demanda escrita. Es decir, son normas que tienen también un tratamiento procesal especial en la propia Ley de Enjuiciamiento Civil. Se ha dicho también —y esto me parece importante— por el Consejo General del Poder Judicial que estamos ante una jurisdicción especial por un dato que quiero explicarles porque me parece francamente preocupante. Se dice que en los supuestos regulados en el anteproyecto, cuando un órgano civil, un juzgado de Primera Instancia, esté conociendo de algunos de los supuestos del artículo 33.2 y se cometa un acto de violencia contra la mujer resultará competente el órgano penal para la instrucción y, por tanto, habrá que acumular el proceso civil, que ya está vivo, a la instrucción penal que se ponga en marcha. Dice el Consejo General del Poder Judicial que esta pérdida de competencia implica una jurisdicción especial. A mí me preocupa por muchas razones. Una, porque no se da cuenta el Consejo de que cuando se habla de competencia preestablecida no es solamente la competencia del órgano civil. Cuando la ley dice que pierde la competencia para que sea del órgano penal también la está estableciendo. Tan preestablecida es la del juez civil como la del juez penal cuando suceda la apertura de la instrucción; lo importante es que esté preestablecida. Dos, cuando hay varios procesos civiles y se entiende que hay alguna relación entre ellos —es lo que sucede normalmente— se acumula ese proceso de ese juez a otro que no tiene por qué ser el más antiguo, aunque esa sea la norma, que es otra crítica al Consejo General del Poder Judicial. Por ejemplo, los juzgados de lo mercantil, artículos 50, 51, 56, 57 y 25, cinco supuestos de acumulación de la Ley concursal donde juzgados de lo civil que estén conociendo de un proceso civil van a perder su competencia cuando se declare el concurso y todo el proceso civil va a pasar a manos del juez del concurso. Exactamente igual que esto. ¿Y entonces no era jurisdicción especial y ahora sí? Yo necesito alguna explicación adicional a esa conclusión desde el punto de vista procesal y científico, o es que yo ya no sé nada. Me gustaría comentar algo en cuanto al artículo 49 bis. Pediría que en el trámite parlamentario se mirara. El artículo 49 bis 1 y el 49 bis 2 —ha sido destacado por los informes— sí que creo que puede plantear algún tipo de problema en cuanto a la inhibición de oficio o la comparecencia del ministerio fiscal. Quería comentar también una cosa en cuanto a las medidas de protección, medidas cautelares. Las medidas de protección son muchas y veo en los informes una cierta confusión que genera el propio anteproyecto, porque las medidas que puede adoptar el juez de violencia contra la mujer y que ahora está adoptando el juez de instrucción en violencia doméstica en general las califica indistintamente de medidas cautelares, medidas de protección o medidas de seguridad. Creo que no. Todas estas medidas son cautelares, no son medidas de protección, que es un término coloquial. Medidas de seguridad tampoco lo son, porque una medida de seguridad exige siempre una sentencia firme y que se esté ejecutando. Por tanto, hace bien el anteproyecto en el artículo 49 cuando habla de medidas cautelares. Son medidas cautelares sujetas al mismo régimen de medidas cautelares. También pediría en esto dos cosas. Primera, que se clarifique mejor la posibilidad de que los jueces puedan adoptar urgentemente, sin comparecencia, este tipo de medidas con un mantenimiento equis, como pasa en materia de prisión provisional. Esto está pero debería clarificarse. Sería a mi juicio importante. Otra cosa es que se intentara después de esta ley un engarce más adecuado en este anteproyecto emtre el artículo 503, el 53 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 ¿Qué le hace suponer que no va a colapsar los juzgados de la violencia contra la mujer algo que está colapsando ya los juzgados de familia, como son las reiteradas ejecuciones, sobre todo de alimentos y de régimen de visitas, de las resoluciones que recaigan en materia de familia? Porque es cierto que si estos juzgados son de instrucción resolverán en sentencia en primera instancia los temas de separaciones y divorcios y, por tanto, la ejecución correspondiente a estas resoluciones se tendrán que ver en estos juzgados. ¿Piensa usted que puede también haber un riesgo de colapso? ¿Cree usted que son adecuadas las competencias tanto penales como civiles que se contemplan en el proyecto o que son demasiadas? Lo digo porque se reputan competentes para la instrucción de los procesos por aborto, por ejemplo; también todos los procesos contenidos en los títulos I y II del libro III del Código Penal, todas las faltas contra el patrimonio, todo el tema de los derechos y deberes familiares, no sólo los de prestación de alimento sino la mendicidad y otros. Y en cuanto a las competencias civiles, por ejemplo, falta contemplar las crisis de las parejas de hecho, porque como usted ha dicho repite el contenido de lo que está ya vigente en la Ley de Enjuiciamiento Civil y hay otros que son un poco vagos, medidas de trascendencia familiar, etcétera. Por tanto, obviando el informe del Consejo, ¿usted cree que hay demasiados asuntos, o sea que la vis atractiva competencial es demasiado amplia? ¿Cree que será viable? Respecto al artículo 49 bis, que yo entiendo que era del anteproyecto, me gustaría que me lo cifrara si puede ser en el proyecto para lo relativo a la acumulación, que creo que ya ha variado sustancialmente en su paso del anteproyecto al proyecto porque justamente se han tenido en cuenta estas situaciones complejas que podían darse. Me gustaría, si puede, que nos hiciera sugerencias concretas y, sobre todo, conocer su opinión acerca de si estos juzgados son óptimos en cuanto a la eficacia o bien podría conseguirse el mismo efecto con unos juzgados penales o de instrucción y unos juzgados de familia debidamente coordinados a través de la Fiscalía, que sí creo que al respecto contempla el proyecto unas medidas de calado importante y realmente eficaces. artículo 544 bis y el artículo 544 ter. Como obedecen a reformas distintas, el 544 ter establece presupuestos que no coinciden en el 503 en materia de prisión provisional, lo que está generando algunas disfunciones. Creo que es el momento de que en esto tan importante pudieran homogeneizar más y dar un único régimen de carácter procedimental, y que las remisiones fueran más adecuadas. Creo que les he aburrido aunque tendría para mucho más. Me pongo a su disposición. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Asencio, por su intervención. Tiene la palabra la señora Pigem por el Grupo Catalán (Convergència i Unió). La señora PIGEM I PALMÉS: Gracias, profesor Asencio, desde luego a mí no me ha aburrido nada, me hubiera gustado seguirle escuchando, sobre todo porque si no he entendido mal usted ha basado su exposición sobre todo en rebatir los argumentos que se dieron en el informe aprobado en el Consejo General del Poder Judicial, en el informe redactado por la mayoría, el que se aprobó, y, francamente, para los que no somos dogmáticos de ese informe nos hubiera gustado escuchar sus sugerencias —tal como ha hecho en la última parte de su exposición— de mejora o de llenar algún vacío no tanto en el anteproyecto sino en el proyecto. En este paso del anteproyecto al proyecto creo que ha caído la cuestión de la intencionalidad del delito, puesto que ya no se aborda de esta manera —y agradezco su exposición al respecto—, y creo que ya no plantea ningún problema puesto que, como digo, se ha subsanado en el paso del anteproyecto al proyecto. Me gustaría tener su opinión sobre el contenido del proyecto obviando el informe aprobado por el Consejo General del Poder Judicial, que es lo que no hemos tenido. Me gustaría saber si usted tiene estudiados los asuntos del proyecto que hacen referencia en los juzgados de violencia contra la mujer a la competencia, a la acumulación, etcétera, pues por lo menos para la portavoz que le habla sería de suma utilidad en el momento de hacer las enmiendas correspondientes. Coincido con usted acerca de la constitucionalidad, de la legalidad, de la viabilidad de la creación de los juzgados de la violencia contra la mujer. Lo que se me antoja que tiene más problemas, o por lo menos así me ha parecido leer de distintos informes, no sólo el del Consejo sino otros, y también de opiniones que he ido escuchando, es la oportunidad. Le digo esto porque hay quien opina que centrar en unos juzgados específicos de violencia contra la mujer de alguna manera puede suponer una estigmatización añadida de personas que se van a separar por los juzgados de familia o por los juzgados civiles, personas que además de ser maltratadas se van a tener que separar por lo criminal, entre comillas. Es una crítica que no me parece baladí porque puede suponer una estigmatización. Usted ha dicho también algo con lo que estoy completamente de acuerdo, y es que los juzgados de familia están colapsados. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el Grupo Parlamentario Popular el señor Barrachina. El señor BARRACHINA ROS: Muchas gracias, señor Asencio, porque su enérgica y vehemente intervención nos viene muy bien por las tardes. Le agradezco que su plena identificación con el texto presentado vaya —si me permite— más allá incluso de la defensa del propio autor, que el cambio que ha hecho del anteproyecto al actual proyecto de ley hace que sus referencias a los artículos 33, 34, 49 bis 1 y 2 hayan quedado desfasadas. El anteproyecto tenía sólo 50 artículos y el proyecto tiene ya 60. Me gustaría preguntarle dos cosas partiendo de que esa plena identificación suya con este texto hace inne- 54 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 cesarias muchas explicaciones. Dice que ha sido respetuoso este texto y por tanto continuador de medidas puestas en marcha anteriormente. Me gustaría tener una valoración, aunque fuese escueta, tanto de los juicios rápidos a los que usted ha hecho referencia como de la orden de protección. Me gustaría también saber, en relación a esa defensa que ha hecho de la consideración en exclusiva de la mujer, si perdería eficacia si a ella se incorporasen personas con discapacidad, mayores o niños, y los hijos del matrimonio. Es decir, si esas referencias que existen con carácter exclusivo se ampliasen a esa serie de colectivos, ¿la defensa que usted ha hecho seguiría siendo la misma, perdería eficacia o no? Dado que usted es defensor de la existencia de los juzgados de violencia, ¿le parecen suficientes los 14 juzgados que de acuerdo con la memoria económica que aquí nos llegó se van a implantar? Y si siendo defensor de esto le parece poco, ¿no supondrá, hasta que se consiga una adecuada implantación, una distorsión o un perjuicio en la actual ejecución? Sin extenderme más, con ese espíritu crítico que usted dice que tiene la actividad universitaria, aunque en este momento no la esté ejerciendo, con ese espíritu crítico en el anteproyecto que usted enérgicamente defendía, me gustaría saber si hay posibilidades de mejora en la protección policial, desgraciadamente siempre escasa y por la prensa sabemos que ocasionalmente ineficaz. Naturalmente, usted desde esa óptica libre y universitaria encontrará posibilidades, procedimientos y acciones de protección policial más eficaces de las que nosotros hemos sido capaces de encontrar en este proyecto de ley. Por tanto, si es capaz de aportarlas pueden ser parte de las enmiendas al proyecto. yecto de ley de protección integral contra la violencia sobre las mujeres. Incluso me atrevería a decir —es una opinión casi personal, el resto lógicamente no— que es más importante que el aspecto punitivo o penal para el fin primordial que pretendemos, para la puesta en marcha de este proyecto de ley y de los juzgados. Por eso le quiero hacer alguna consideración y alguna breve reflexión. El primer aspecto importante que ha dejado claro —y aunque lo haya dejado tan claro quiero hacerme eco del mismo de nuevo— es esa interesada opinión de decir que se está creando, despectivamente además, una jurisdicción especial, vienen a decir cotidianamente, de las mujeres contra los hombres; es decir, una jurisdicción especial en virtud del sexo para perseguir y castigar sola y exclusivamente por razón del sexo. Se crea una jurisdicción especial, estos juzgados de violencia contra la mujer constituyen una jurisdicción especial. No se sujeta y no es casi opinable —lo digo modestamente y usted lo ha dicho con muchos más argumentos—, no se sostiene; no estamos ante una jurisdicción especial sino ante juzgados especializados para esta materia concreta. En cuanto a la planta, si no se quiere hacer demagogia —y usted lo ha definido pefectamente—, hay que ir a las necesidades reales y luego ver los medios materiales que pueden hacer posible la aplicación efectiva, eficaz y real de la ley. ¿Qué es lo que dice el proyecto de ley? Que se van a crear no 14 —supongo que ha sido un pequeño error de mi compañero— sino, de entrada, 21 adicionales —además en la memoria económica viene evaluado hasta el coste de cada juzgado, y luego le puedo pasar la fotocopia— en grandes ciudades. Luego, en función del desarrollo, en la forma en que viene establecido, donde hay uno va a conocer ese juzgado que hay —son muchos los partidos judiciales de territorios y poblaciones pequeñas donde sólo hay uno— y donde hay más, en función del número de asuntos y de la demanda efectiva, se crearán nuevos juzgados o bien se atribuirán esas competencias a juzgados ya existentes que, en función a su vez de ese número de asuntos, conocerán de forma exclusiva de estos asuntos o si por las normas de reparto son insuficientes, les será adicionado también el conocimiento de otros asuntos civiles o penales, si son juzgados de Primera Instancia e Instrucción, en función de la cuota que tengan en esa provincia. Entendemos que el sistema es, entre comillas, perfecto dentro de lo posible, con los recursos necesarios pero no más allá, en una Administración, como es lógico, en la que no sobran los recursos económicos. Entendemos que esto es lo real, dar respuesta a esta situación, a este grave problema. Además, no sólo desde el punto de vista económico —y es una pregunta que le planteo—, porque de este sistema se desprende una cuestión, que es la concentración, la proximidad territorial. Yo así lo veo y, por tanto, le pregunto: ¿Este sistema no responde mejor, más rápida y eficazmente a la atención real a la víctima? Señor Asencio, le quiero formular alguna pregunta concreta. Se la han preguntado de forma distinta y yo se La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra el señor Villarrubia. El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Don José María Asencio, muchas gracias por la ilustración que ha hecho absolutamente rigurosa y motivada, con independencia, en el ámbito jurídico de las discrepancias que pueda haber. Me da la impresión de que, así como hay algunos temas que admiten más puntos de vista —casi todo lo admite por supuesto en el mundo del derecho—, desde el punto de vista procesal, que es en el que usted ha centrado su intervención en casi el 90 por ciento, me da la impresión —como digo— de que la posibilidad en lo fundamental de discrepancia objetiva es menor cuando está acotada por el propio ordenamiento jurídico, si tiene encaje este ordenamiento procesal que se pretende en la Constitución, en las leyes orgánicas y en el ordenamiento jurídico que en definitiva existe. Yo creo que difícilmente —y no lo voy a pretender— podría intentar siquiera añadir algún aspecto importante a su brillante exposición, que deja claro algunos de los temas que interesadamente, entre comillas, se han puesto en el debate jurídico-político, generando una cierta confusión. Para nosotros el aspecto procesal es fundamental, es una piedra angular del pro- 55 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 General del Poder Judicial. Sí, por una razón muy sencilla, porque la regulación procesal la veo clara y ajustada a la Constitución. Como se han planteado problemas y están apareciendo titulares en prensa que me preocupan mucho por ser de mi materia consideraba necesario contrarrestar ese informe en relación con los puntos más importantes, desde el punto de vista procesal, del proyecto, como es una jurisdicción especial, la creación de los juzgados de violencia contra la mujer o la acumulación de competencias civiles en juzgados de Instrucción. Esto es totalmente cierto. Dice que no he hecho sugerencias. Podría hacerlas. En primer lugar, me hubiera sido imposible hacerlas porque me he excedido con creces del tiempo que se me ha dado y si hubiera entrado a hacerlas una a una, al ser de carácter técnico, me hubiera llevado mucho tiempo, pero las puedo hacer. Como digo, son de carácter técnico porque, aunque siempre he sido crítico, uno critica lo que cree que debe criticar y lo que no debe criticar no lo critica. Yo soy muy crítico, y critico y apoyo con independencia de quién lo proponga, se lo puedo asegurar. Critico lo que creo que es criticable y lo que no, no lo critico. Soy totalmente libre. Apoyé, por ejemplo, la Ley de Enjuiciamiento Civil desde el primer momento. ¿Por qué? Porque me parecía razonable. Se lo digo con toda sinceridad y está ahí, lo puede usted ver. Sugerencias puedo hacer muchas, pero voy a hacer tres o cuatro. La modificación del artículo 49.bis.1 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. Perdóneme pero yo suelo equivocarme siempre con los números de los artículos. Me hago una plantilla y luego no modifico el número del artículo. Es un defecto que tengo. Como decía, modificación del artículo 49.bis.1, que es el que determina los supuestos de la competencia de los juzgados de violencia sobre la mujer cuando se dan situaciones en las que hay un órgano penal que está conociendo, hay un proceso civil en marcha, etcétera. Hay tres supuestos en el artículo 45 que hacen referencia a situaciones bien determinadas. En cuanto a los dos primeros, uno lo suprimiría y otro lo redactaría de forma bien distinta. Habría que mantener el apartado tercero del artículo 45, el supuesto de que hay un juez de violencia contra la mujer que está conociendo de un proceso penal, es decir, ha abierto una instrucción, ha iniciado un proceso. Por cierto, los procesos se inician cuando se admite la denuncia —artículo 269— o se admite la querella —artículos 312 y 313 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal—. Lo digo porque también hay un informe del Consejo que no sabe cuándo se inicia. Se inicia cuando se dan estos casos, ni antes ni después. Cuando está conociendo el juez de violencia contra la mujer una instrucción penal y tiene conocimiento de que hay un proceso civil que por las materias podría ser competente del artículo 37, el supuesto normal es que el juez de violencia contra la mujer requiere de inhibición al juez de lo civil y remite la documentación que acredita que hay en marcha un proceso penal. Natural- la voy a hacer en el mismo sentido. La protección jurídica que la ley establece para las mujeres que son o han sido cónyuges o compañeras del agresor en una relación intrafamiliar, ¿merma en alguna medida la protección jurídica de otros u otras ciudadanas, como de alguna forma en alguna intervención se ha desprendido? La creación de estos juzgados, las competencias que se dan, los delitos que van a juzgar, la protección especial está en el espíritu y en la base fundamental. Esta ley sirve sólo, como bien sabe, para atacar un problema concreto. Hay muchos más problemas en la sociedad, naturalmente que sí, pero la finalidad que persigue esta ley es luchar contra la violencia existente contra la mujer. Tangencial e indirectamente el proyecto de ley toca otros temas y protege en mayor medida a los menores, pero no es esa la finalidad, como tampoco lo es la protección de los ancianos ni de los hombres, como se pretende manifestar en alguna intervención. Otras dos cuestiones y con esto concluyo. Las nuevas medidas judiciales de protección y seguridad de las víctimas recogidas en la ley, compatibles con las existentes actualmente tanto en los procesos civiles como penales, ¿aumentan la protección de las mujeres y de los menores víctimas de la violencia de género? Es un tema que no se había tocado y me permito tocarlo sólo de refilón. ¿Considera necesario y adecuado el nombramiento del fiscal contra la violencia sobre la mujer y las funciones que se le atribuyen en el proyecto de ley? ¿La intervención del ministerio fiscal en todos los procedimientos penales y civiles que tengan origen en la violencia intrafamiliar favorecerá, a su juicio, una tutela judicial más efectiva de las víctimas? Me hacían alguna señal desde la Mesa, así que aunque tengo más cuestiones a las que referirme, estas son suficientes. Le agradezco su claridad, con independencia de que agradezco que su postura coincida con lo fundamental de este proyecto de ley. Le agradezco especialmente la primera parte de su intervención, porque era un tema muy delicado. Es cierto que se cambiaron un par de renglones del anteproyecto de ley al proyecto. Estaba superado. Es un tema que nos ha llevado muchas horas de discusión y de debate. Ojalá hubiéramos escuchado esos argumentos hace un par de meses, porque nos hubieran ahorrado bastantes disputas y enfrentamientos. La señora PRESIDENTA: Para contestar a las cuestiones planteadas por los distintos grupos, tiene la palabra el profesor Asencio nuevamente. El señor CATEDRÁTICO DE DERECHO PROCESAL DE LA UNIVERSIDAD DE ALICANTE (Asencio Mellado): Señora Pigem, son muchísimas preguntas. No sé si las he tomado todas bien. Tenemos la costumbre de contestar uno a uno, pero esto parece una oposición, donde se contesta siempre al final. De esta forma uno se deja preguntas sin contestar porque o no se acuerda o no quiere. Es un viejo truco. (Risas.) Dice que me he centrado fundamentalmente —y tiene usted razón— en rebatir el informe del Consejo 56 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 mente, el juez de lo civil no puede oponerse a esa competencia y remite las actuaciones. El artículo 49.bis.1 dice una cosa distinta que tiene muy escasos referentes en nuestra legislación. Nos está planteando el supuesto de un juez civil que está conociendo de un proceso civil y que tiene conocimiento de existir un proceso penal en marcha, de haberse iniciado un proceso penal. Se establece la medida, como digo extraña en nuestro proceso, de que el propio juez civil se inhibe y remite la actuaciones al órgano penal. Solamente hay un supuesto en la Ley de Enjuiciamiento Criminal en el cual hay una inhibición de oficio con remisión de actuaciones al órgano competente, que es el supuesto de los aforamientos, artículo 12. Cuando un órgano ordinario entienda que es competencia del Tribunal Supremo, se inhibe y remite. Pero normalmente esto no sucede así. La remisión de actuaciones por inhibición no se hace, salvo en competencia territorial. Cuando es competencia objetiva, según el artículo 36 ó 37 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, la inhibición por competencia objetiva supone el archivo y que las partes ejerciten su derecho ante el órgano correspondiente. Es decir, se introduce un mecanismo que solamente tiene el referente del artículo 12 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y en el artículo 50 de la Ley Concursal. El artículo 50 es muy problemático. Está planteando que cuando un juez civil conoce de un asunto que es competencia del juez del concurso porque se ha iniciado el proceso civil tras la declaración del concurso, ha de inhibirse y remitir las actuaciones al juez concursal. Es muy problemático. Ese artículo lo he estudiado con profundidad y plantea problemas tales como de qué manera tiene que conocer el órgano civil de ese proceso, por qué vía, si por una denuncia o una información en prensa. En segundo lugar, si le permitimos al juez civil que se inhiba, está apreciando la competencia del órgano penal, no la suya propia y podría producirse un conflicto negativo de competencias, es decir, que el órgano penal diga que no es competente y que hay que ir al tribunal de conflictos. Esto supondría alargarlo. Propongo suprimir el 49.bis.1 y dejar sólo el 49.bis.3. Lo que tiene que hacer un juez de violencia contra la mujer es requerir inhibición y si hay un órgano civil, esperar a que le requieran de inhibición. En el 49.bis.2 me parece que no hay necesidad de esta comparecencia. No le veo ningún sentido a que un juez que está conociendo de un proceso civil, cuando tiene conocimiento de la sentencia, tenga que citar una comparecencia del fiscal y de las partes. ¿Por qué? Por razones prácticas y teóricas. A nivel práctico, en este país las comparecencias no funcionan, porque este país no es Alemania. Aquí nadie se da por notificado, nadie recoge el aviso. Esto no es ninguna broma. Recuerdo cuando estuve estudiando en Alemania, en Friburgo, el monitorio penal y me decía un profesor alemán: Piénseselo bien porque en Alemania todo el mundo se da por notificado pero en España no. Puede fracasar un proceso sencillamente porque nosotros no cogemos la carta si es de Hacienda o del juzgado. Esto es así, es decir, comparecencias que no llegan, que falta una parte, nulidad. Por otro lado, qué sentido tiene si el artículo 40 de la Ley de Enjuiciamiento Civil dice claramente que cuando un juez civil tiene noticia de la comisión de un delito lo pone en conocimiento del fiscal. Artículo 40, que regula las cuestiones prejudiciales. Vamos a eso. ¿Para qué tenemos que hacer una comparecencia con las partes si éstas ya habrán denunciado? Si no denuncian, lo hace el fiscal, son delitos públicos. Es decir, para qué comparecer si esa parte no ha denunciado o no ha deducido querella y no lo va a hacer. Hablamos de delitos públicos. Además de estas dos cuestiones, habría alguna más. Voy a ser más concreto o abstracto, no lo sé, en relación con las medidas de protección del artículo 49 y siguientes. No sé quién me lo ha preguntado, pero me parecen muy positivas las medidas que ahora se introducen con carácter novedoso en relación con la protección de los hijos, es decir, la supresión del régimen de visitas, patria potestad, que por cierto ya están en el Código Penal como medidas que derivan del delito. Son medidas cautelares que están ahí, pero que es bueno establecerlas porque no existen como medidas cautelares. Ahora se establecen. Una cosa es que sean penas accesorias y otra que existan como medidas cautelares. No existen, se introducen ahora, lo que permite a los jueces adoptarlas y antes no, porque solamente pueden ser acordadas como medidas cautelares las que dice la ley. En consecuencia, el cambio es trascendental porque pueden acordarse desde un principio. Veo el artículo 544 ter, el 544 bis, el 503.1.1.º.c), de la prisión provisional en relación con los delitos de violencia doméstica, que es la última modificación en materia de prisión provisional, y me gustaría que esto se clarificara. ¿Por qué? Porque es verdad que con la norma en la mano caben todas las medidas cautelares de la Ley de Enjuiciamiento Criminal: la prisión provisional, la libertad con fianza, las del 544 bis, las del 544 ter, a nivel civil todas las medidas cautelares civiles ordinarias, más las del Código Civil de las medidas previas, más éstas. Sistematicemos porque si no, resulta que hay presupuestos de la ley de violencia contra la mujer y presupuestos de ciertas medidas cautelares que están en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. El artículo 544 ter habla de medidas cautelares para la protección de la víctima; el 503.1.1.º.c) habla de prisión provisional para asegurar la víctima y sus bienes. ¿En qué quedamos? ¿Para una cosa o para otra? Hay que clarificar perfectamente el concepto de medidas cautelares. Hace poco estaba en Castellón dando una conferencia y estaba presente el teniente fiscal de Castellón que tenía un problema gravísimo con el 544 ter, que era cuando se incumplía la orden de alejamiento, ¿qué pasaba? A mí me parece bien que haya una pena por quebrantamiento de una medida. Lo que me pregunto es, cuando se quebranta, ¿qué se hace a nivel cautelar? Si hablamos de medida cautelar, y aplicando el principio de excepcionalidad, cuando se quebranta una medida menos intensa se puede aplicar 57 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 una de más gravedad. Entiendo que si se infringe la orden de protección procede incluso la prisión provisional. Por cierto, el artículo 503.1.1.º.c) permite aplicar la prisión provisional al margen de cualquier pena, sin el límite de los dos años ni del año en ningún caso. Esto no lo hacían en Castellón. Allí consideraban que no podían hacerlo. ¿Por qué? Porque falta una clarificación conceptual. Me parece importantísimo, me parece esencial que la ley, cuando vaya adelante, sistematice estas medidas, les dé una naturaleza jurídica determinada: conceptos, medidas, presupuestos, periculum in mora, duración y proporcionalidad. Entiendo que esto sería lo correcto, porque así nos vamos a evitar muchísimos problemas en un tema tan sensible como que los jueces sepan qué pueden hacer en caso de incumplimiento. Esto es francamente importante porque está planteando muchísimos problemas en la práctica. Me preguntaba usted por los juicios rápidos y la orden de protección y cuál es mi valoración. No voy a hacer una valoración general de los juicios rápidos. Me parecen bien. ¿Me preguntaba por los juicios rápidos en general o aquí? Pienso que aquí. Le doy esta respuesta y conecto con la otra. Me parecen posibles en un tipo de violencia e imposibles en otros. Siempre he sostenido que la violencia psíquica no puede verse nunca por juicio rápido, es imposible. No se puede probar por juicio rápido, es evidente. Por mucho que lo diga la Ley de Enjuiciamiento Criminal, es un brindis al sol. No conozco casos de violencia psíquica que puedan verse en juicios rápidos sólo por el hecho de que en 15 días no hay un dictamen psiquiátrico. Es imposible que se haga el dictamen necesario para acreditar la violencia psíquica. Creo que no lo ha habido en ningún caso de violencia psíquica. Violencia física, ¿cuándo? Cuando estemos en los presupuestos de los cinco años y hablemos de un delito flagrante, que son los requisitos de los juicios rápidos. Ahora bien, ¿qué me preocupa a mí? Y me gustaría que hubiera un cierto detenimiento al respecto. Si uno mira el proyecto, la competencia de los jueces de instrucción se mantiene para emitir las órdenes de protección o para medidas urgentes del artículo 13 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando no pueda conocer de ellas el juzgado de violencia contra la mujer. Esto es verdad y me parece correcto, porque habrá que adoptarlas en el lugar donde se pidan, según el artículo 544 ter. Es competencia del lugar donde se pide, ni siquiera el domicilio del actor, ni siquiera el domicilio de la víctima. A mí esto me parece correcto. Ahora bien, ahí puede darse algún tipo de disfunción y yo no he llegado a ninguna solución porque creo que habría que plantearlo más. ¿Qué puede suceder, por ejemplo, cuando en la misma guardia se pudiera llegar a una solución del artículo 801, es decir, a la conformidad premiada, que es perfectamente posible? ¿Por qué no hacerlo ante el propio juez de instrucción y terminamos en la propia guardia en 24 horas? Habría que planteárselo. Si esto lo mantenemos como está, en esa conformidad premiada, que en definitiva no supone nada ni exige especializa- ción, sencillamente el fiscal va a presentar su escrito, va a haber una reducción de pena de un tercio y nada más. Habría que plantearse la posibilidad de alguna competencia adicional. Incluso, hablando de juicios rápidos, en aquellos casos donde en la propia guardia pudiera dictarse la sentencia. Es difícil pero por lo menos habría que pensarlo más, porque si lo que buscamos es rapidez, puede que si no aprovechamos situaciones de auténtica rapidez, sobre todo en lugares donde hay guardias de 24 horas, estemos perdiendo esa celeridad. El efecto que buscamos es positivo pero nosotros mismos lo podemos complicar. Como digo, es un tema muy difícil, muy delicado, y habría que estudiarlo con más detenimiento. Estas son, básicamente, las cuestiones principales. Podríamos dar más vueltas pero, como digo, son cosas muy técnicas y no podía tratarlas en mi intervención. Me preguntaba también por el principio de oportunidad, si se van a criminalizar las cuestiones civiles. Creo que esto no tiene nada que ver por una razón muy sencilla. No podemos olvidar una cosa muy importante que cuando se habla de jurisdicción especial me resulta muy chocante. Los jueces de la violencia contra la mujer tienen dos tipos de competencias: civiles y penales. En materia penal son de instrucción exclusivamente y en materia civil sí tienen competencia. Fíjese que hay situaciones en las cuales esto es lo ordinario. Donde sólo hay un Juzgado de Primera Instancia e Instrucción esto pasa todos los días. Ese juzgado instruye y conoce de todos los asuntos civiles y por eso no criminaliza la cuestión civil, porque opera con principios y con fundamentos totalmente distintos. ¿Cómo se han creado estos juzgados? Y con esto contesto a una pregunta del señor Villarrubia. Con un mecanismo bastante correcto. A mí, por ejemplo, me ha preocupado mucho el tema de los juzgados de lo mercantil, que entran en funcionamiento en septiembre. Los juzgados de lo mercantil tienen competencia exclusiva y excluyente. Se han creado 37 y se crearán 44 el año que viene. Cuando haya un juzgado de lo mercantil, los juzgados de Primera Instancia no van a poder tener competencia. La única forma de que funcione un juzgado de lo mercantil es poniendo dinero. El Consejo General del Poder Judicial no hizo una memoria. En Alicante se va a crear uno, que además es el Juzgado de Primera Instancia de la marca europea, porque no hay más. La forma como se creó por la ley sólo permite una inversión imposible en estos momentos o estar en esta situación. Esto no va a pasar con los juzgados de violencia contra la mujer, porque la memoria económica dice que ahora creamos 21 nuevos, no 14, pero da igual porque donde no cree nuevos, puedo dar a los juzgados de Instrucción competencia exclusiva y excluyente, o competencia exclusiva pero no excluyente, o incluso no darle competencia exclusiva sino normas de reparto, que eso ya sucede. Nos olvidamos de la vida real. El Consejo me ha preocupado porque se olvida de la vida real. En la vida real, las secciones de las audiencias donde hay varias que conocen de civil, están especiali- 58 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 zadas por normas de reparto: una tiene propiedad horizontal, la otra derechos reales, etcétera. Lo hacen constantemente. Donde hay siete u ocho juzgados de Primera Instancia no conocen de todo; se lo reparten por normas de reparto. Así funciona en la vida real y me preocupa que el Consejo no lo conozca, porque es el Consejo del Poder Judicial, el órgano de gobierno del Poder Judicial. Así funciona, son normas de reparto. Me parece que no hay criminalización sencillamente porque está funcionando. Sería tanto como decir que no es que se criminalice, es que es bueno que se haga. Esa es mi opinión. Yo creo que es bueno acumular, concentrar. La única manera de dar una auténtica protección es la concentración, y se ha demostrado por eso, porque no está funcionando el 544 ter no tanto en vía penal sino de proceso civil. Ahí es donde se produce el incremento de la violencia contra la mujer, porque se produce en el proceso civil que luego transita. Usted me preguntaba si se va a colapsar en materia de ejecución. Este problema no es de violencia contra la mujer, es un problema general que deberíamos plantearnos. Es decir, ¿ es conveniente crear juzgados de ejecución de familia, como sucede, por ejemplo, en Centroamérica, concretamente en Costa Rica? Yo creo que sí. Sería muy bueno. En Costa Rica, el tema de la violencia contra la mujer funciona con otra planta diferente. A mí personalmente me gusta más este diseño que está en el proyecto. Hay juzgados de ejecución de familia, independientes de los juzgados que dictan la sentencia, porque la ejecución de familia no acaba nunca. No es una ejecución, permanece siempre: más pensión, más visitas. El riesgo de que estos juzgados puedan colapsarse puede existir, pero como el proyecto es tan amplio y permite tantas posibilidades sin necesidad de inversión, creo que el riesgo es menor incluso que con los juzgados de familia. Los juzgados de familia tienen competencia exclusiva y excluyente cuando se crean. Aquí podemos dar competencia exclusiva pero no excluyente si vemos que hay un colapso en más de uno. Creo que la ley permite esa flexibilización. Me pregunta el señor Barrachina si perdería eficacia la ampliación de la protección a niños, a hombres y otros. Pondría esto en relación con la pregunta del señor Villarrubia en cuanto a si hay una merma en la protección a otros que no sean las mujeres. Creo que no la hay, y me parece que es un tema que hay que meditar. Cuando se afirma que con este proyecto hay una mayor desprotección de otros sectores distintos, sería tanto como reconocer que hasta ahora han estado desprotegidos; yo no lo haría porque no cambia el tratamiento. Si decimos eso estamos reconociendo que ahora están desprotegidos. Tienen una protección, que es la que está en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, Código Penal y otros, y la ley quiere dar una protección superior a un sector porque es una cuestión de política criminal. Yo nunca lo he visto como discriminación. Cuando he oído hablar de discriminación positiva, activa, negativa, lo he visto como un problema de política criminal. El Estado quiere dar protección en un sector muy determinado, porque hay un problema muy real que tiene unas causas muy determinadas, muy precisas y muy diferentes. ¿Para qué queremos dar juzgados de violencia contra la mujer a la violencia contra los niños, contra el hombre o contra los ancianos? A mí me parece que no tiene ningún sentido, porque normalmente cuando se da un acto de violencia contra la mujer, se genera un posterior proceso civil de separación, pero cuando hay un problema de violencia contra los niños, no, y tampoco contra los ancianos. La violencia contra algo que no sea la mujer requiere una respuesta totalmente diferente, porque no siempre viene detrás un proceso de separación o divorcio. Normalmente cuando es violencia a niños, suelen estar incluso los dos de acuerdo, no siempre; o cuando es contra un anciano no lleva consigo un proceso civil de separación. Sin embargo, cuando es contra la mujer sí que viene después esa ruptura con ese proceso civil. Hay características especiales de esta violencia que pueden permitir esto. Me preguntaba también el señor Barrachina si eran suficientes 14 juzgados. Sean 14 ó 21, ya le he dicho que el tema no es este. Esa pregunta sería correcta por ejemplo en la Ley Concursal cuando sólo los juzgados de lo Mercantil pueden conocer, pero como este proyecto permite muchas variantes, el problema no existe, porque se ha actuado con bastante reflexión. Se crean los que se pueden, pero donde no se creen hay otras muchas soluciones, todas las posibles para que la ley cumpla su función y no nos encontremos con problemas de saturación. Si usted va a la vía de los juzgados únicos con exclusión de competencia, como los juzgados de lo Mercantil, puede ser que el colapso sí se produzca. El señor Villarrubia planteaba que diga claramente si es una jurisdicción especial. Creo que lo he dicho. No es una jurisdicción especial ni tiene nada que ver con la intervención del artículo 24,1. Son juzgados especializados, pero no siempre, tampoco porque cuando conozca de la violencia contra la mujer el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción único no hay ninguna especialización. Y cuando conozca el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción que se determine donde haya varios, lo que habrá es no tanto competencia funcional, habrá casi una norma de reparto. Estaremos ante distintos supuestos, pero en ningún caso ni una jurisdicción especial, ni un tribunal de excepción, sino jurisdicción ordinaria. La concentración me parece necesaria, como he contestado, la planta que se ha utilizado me parece correcta, es un mecanismo muy serio, es una de las cosas más serias que se pueden haber hecho. En cuanto a las medidas cautelares que ahora se regulan, como he comentado, hay algunas que aumentan necesariamente esa protección, estaban referidas a los menores y eran penas accesorias pero no se podían adoptar como medidas cautelares. Ahora sí, desde un principio. Algo que se me ha olvidado comentar que me parece importante. El artículo 15 que confiere legitimación a 59 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Ley de Divorcio. Aquí hay que pararse un momento para reflexionar acerca de por qué de repente desde todas las partes llueven las críticas, las impugnaciones, se habla de inconstitucionalidad y se ataca nada menos que hasta el nombre de la propia ley. Y se ataca por instituciones que no tienen la función de elaborar dictámenes previos. Me estoy refiriendo a la Real Academia de la Lengua, que nunca se ha distinguido por hacer informes previos a esta situación. ¿Por qué ocurre esto cuando hay una demanda clamorosa que ha tenido la poca fortuna de que hasta ahora han permanecido con los oídos taponados sin hacer caso de las cuestiones que planteábamos al Gobierno anterior respecto de las medidas que coyunturalmente aplicaba a través de planes, reformas puntuales o circunstanciales de la Ley de Enjuiciamiento Civil o del propio Código Penal? Aquí hay algo que no se puede obviar, porque ustedes van a trabajar en esta ley, y tienen que tener muy presente que aquí hay razones de orden ideológico tanto como las había en la anterior Ley de Divorcio. Esas razones de orden ideológico son los indicativos que han marcado la situación de las mujeres en la historia de la humanidad. Es ese sistema patriarcal que pervive, que está vigente, que se acomoda a los cambios que se experimentan en las sociedades y que continúa oponiéndose sistemáticamente a todo lo que sea una transformación de raíz, El origen de la violencia, el origen del conflicto en la sacrosanta familia era el divorcio; en aquel momento no había organizaciones de hombres, sólo había organizaciones de mujeres que defendieran la Ley del Divorcio. Era una situación en la que las mujeres estábamos en un sometimiento tal que borrábamos nuestra vida, nuestra persona y la de nuestros hijos. Éramos ciudadanas de tercer grado, y seguimos siendo ciudadanas en una situación de discriminación y de desigualdad clara, evidente y que no se soluciona con medidas paliativas. Por muy buena intención que tenga quien las propone, por muy indignados que se encuentran ante la situación de violencia, no es de recibo, señoras, señores diputados, (principalmente señoras diputadas), que haya artículos de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que se hayan tenido que reformar hasta tres veces. Me refiero al artículo 544 ter; estamos ya en el ter, porque el bis ya lo pasamos. En aquel momento, las mujeres fuimos a decir que no servía para nada esa reforma. Supongo que hay aquí —no puedo reconocerlas tan fácilmente— alguna cara de diputadas del Partido Popular. Como decía, entonces señalábamos que lo que hacían no servía. No se lo decíamos porque quisiéramos, sino porque esas medidas paliativas nunca iban a acabar con la situación. La falta de razones verdaderas en la razón impugnatoria es una sinrazón. Ustedes están impugnando algo que estamos reclamando los sectores perjudicados, las personas que recibimos violencia, las mujeres y los niños. Porque estamos en este momento con 52 mujeres muertas y con 10 niños que también han fallecido. Aquí voy a hacer hincapié. Soy la última que intervengo esta tarde, sé que las personas que han intervenido antes lo habrán los servicios de asistencia social para la solicitud al juez de medidas urgentes; esto ha sido también criticado diciendo que estos servicios de asistencia social no tienen capacidad ni legitimación para pedir estas medidas, que lo más que podrían hacer sería denunciar. No ¡Claro que están legitimados para pedir estas medidas! El Consejo hace un análisis procesal y dice que no tienen capacidad para ser parte ni capacidad de actuación procesal ni legitimación, la tienen por los artículos 6 y 7 de la Ley de Enjuiciamiento Civil que dicen expresamente: Tendrán capacidad para ser parte aquellos entes sin personalidad jurídica a los cuales la ley les confiera esta capacidad. Tendrán legitimación aquellos a los que la ley se la confiera. Si la ley confiere capacidad y legitimación a un ente sin personalidad, tiene capacidad y tiene legitimación porque lo dice la ley, por tanto es perfectamente posible hacerlo desde un punto de vista jurídico. Creo que he contestado lo que he podido, si alguna cuestión ha quedado, pendiente, les pido disculpas. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, profesor Asencio por su colaboración tan interesante a este proyecto de ley. Estoy segura de que ha enriquecido, como no podía ser de otra manera, a los señores y señoras diputados que están aquí presentes. — DE LA SEÑORA DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (PÉREZ DEL CAMPO). (Número de expediente 219/000031.) La señora PRESIDENTA: Tenemos con nosotros a la última compareciente de la tarde, doña Ana María Pérez del Campo, directora del Centro de atención, recuperación y reinserción de mujeres maltratadas de Coslada. Bienvenida, doña Ana María a esta Comisión. Le agradecemos su aportación y le damos la palabra para que haga su exposición inicial. La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Quiero agradecer expresamente a los grupos parlamentarios Socialista y Convergència i Unió, que son los que han propuesto nuestra presencia aquí, en una tanda de expertos sobre una ley que está a punto de pasar los trámites precisos para su aprobación final. También quiero agradecer la presencia de los señores y señoras diputados de otras fuerzas políticas que se encuentran presentes en esta Comisión. En primer lugar, quisiera hacer una reflexión sobre la desproporción entre la polémica suscitada ante este proyecto de ley integral, tantas veces demandado por las organizaciones de mujeres en relación con la resistencia, la firme oposición y los augurios catastrofistas que en su día provocaron también los trámites legislativos correspondientes a la introducción de otra ley, la 60 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 hecho de una forma exhaustiva, y ni el tiempo me lo permite ni el cansancio que ustedes deben de tener después de este maratón tampoco se lo permite a ustedes, pero voy a explicarles por qué no es inconstitucional hacer una ley adecuada un fenómeno social, porque estamos ante un fenómeno social que es que las que mueren son mujeres, las que tienen que salir corriendo son mujeres, las que están en tratamiento psicológico y psiquiátrico son mujeres. Cuando algún hombre ha sido agredido por una mujer, (no olviden, señorías, que no estamos en un mundo de absolutos, no existen absolutos en ninguna cuestión ni legal ni social del mundo), cuando ha ocurrido eso y se ha investigado, (y se ha investigado aquí, en Estados Unidos, en Francia, en Alemania, en Italia, en Europa y en África), esa situación se ha debido en la inmensa mayoría de los casos, por no decir en todos, a una respuesta de la mujer a otra agresión. Ustedes hablan de no hacer leyes que discriminen, ¿Qué pasa, que los hombres que ahora pudieran ser maltratados o violentados por una mujer están en situación de indefensión, o tienen todo el Código Penal a su servicio? La situación de las mujeres es diametralmente opuesta a la de esos supuestos hombres que algunos de ustedes o un sector de la sociedad se empeña en ponernos como obstáculo para que no podamos avanzar en algo que afecta a los derechos fundamentales de las mujeres, y no solamente a los derechos fundamentales sino también a su condición como ciudadana a esos derechos que debe tener por el hecho de ser ciudadana, que es la integridad de su vida, el derecho a no ser sometida a tortura, a no sufrir las consecuencias de un terrorismo de género que, lo miren por donde lo miren, es patente, claro y evidente. Se va a dar un paso decisivo que nosotras como organizaciones de mujeres hemos considerado imprescindible, porque vamos a hablar de una ley que va a enfocar esto desde múltiples campos, vamos a tener la prevención, vamos a tener también la publicidad, la educación, la formación, así como las acciones de tipo legal que desde el campo civil o desde el campo penal sean susceptibles de aplicarse a situaciones de violencia de género. Nosotras no solamente aplaudimos sino que demandamos esta ley. Creemos que no hay leyes perfectas, y que a lo largo del debate parlamentario y de la introducción de enmiendas, ustedes la pueden enriquecer o empeorar. En ese sentido nos pronunciaremos sobre si la ley es capaz de encauzar el problema para erradicar la violencia, que es el objetivo al que debe tender una vez que podamos leer esta ley en el Boletín Oficial del Estado. Pero sepan ustedes, señorías de todos los partidos del arco parlamentario, que es responsabilidad suya lo que van a hacer ahora con esta ley, las enmiendas que van a presentar, los inconvenientes que van a poner o van a dejar de poner. El fin es enriquecer la ley para que sea adecuada a los fines que se persigue. No voy a describirlos aquí ahora uno por uno, porque ya he hecho un trabajo sobre ello, pero sí les voy a resaltar ciertas cuestiones que me parecen fundamentales. No se trata sólo de que la gente esté formada en educación. Necesitamos formar a todos aquellos profesionales que en un futuro van a estar llamados a intervenir, y eso es una perspectiva a largo alcance. Estoy hablando de introducir entre el número 5 y 6 de la ley, la enseñanza universitaria en los cuadros curriculares de las licenciaturas de derecho, psicología, en las titulaciones académicas correspondientes a trabajo social, a magisterio, en las escuelas policiales de las fuerzas de seguridad del Estado que también van a intervenir después de una agresión. Yo dirijo un centro de recuperación integral para mujeres y niños maltratados; reitero, niños maltratados. Lo digo porque hay veces en que las cosas que ustedes dicen y que trascienden a los medios de comunicación producen un resquemor en la población civil. Ustedes llegan a la población civil. Para bien o para mal, ustedes llegan. ¡Y cómo llegan! Cuando se dice que esta ley no protege a los niños, ustedes están llegando para mal, porque todas las mujeres de este país han empeñado su esfuerzo en que esta ley se ocupe de las dos víctimas que hay. Yo no voy a ser como un sociólogo que ha estado aquí esta mañana y que ha dicho muchas cosas, pero entre ellas se ha olvidado de que las mujeres maltratadas salen con sus hijos, se van con sus hijos y acuden con sus hijos a las casas de acogida que hoy hay y que deben convertirse en centros de recuperación, centros de emergencia. Estamos pidiendo insistentemente a las organizaciones de mujeres y por tanto la ley lo tiene que contemplar así que las medidas de alejamiento no se apliquen a la mujer sólo sino a la mujer y a los hijos. Antes he mencionado la necesidad de formar. Sé cómo se hacen los cursos, pero seamos serios. En esta casa seamos serios y rigurosos. No se puede hablar de que se ha formado a todo un elenco de abogados con 18 horas de formación. Sabe muy bien el Partido Popular, que es quien impulsó estos cursos de formación, que eso se ha estado haciendo, y creo que todavía se está haciendo así. Eso es una broma pesada, porque yo llevo 30 años trabajando en esto y no me considero todavía formada, figúrense con 18 horitas. Hay otra cuestión en esta ley que tengo que aplaudir porque me parece muy importante y es el capítulo segundo, del artículo 8.º que dedican a la publicidad vejatoria y discriminatoria. Señorías, les diría a todos ustedes que incluyeran esta pequeña frase: incluso bajo forma subliminal. Porque hay publicidad que nada más verla se hace la crítica, pero la grave es aquella en la que de forma subliminal se está vejando y discriminando igualmente y la gente no se entera, no es capaz de dar una respuesta a esa crítica, aunque después sí tiene consecuencias en la configuración de sus principios y de sus valores en la vida. En cuanto al artículo 15, les quiero hacer una puntualización. Hay una persona mucho más competente que yo, que no sé si coincidirá o no con lo que voy a decir. Ustedes han llamado al artículo 15 derecho de asistencia social integral. Estamos reclamando derechos humanos de la ciudadanía y, por tanto, les rogaría 61 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 que reflexionaran sobre la posibilidad de cambiar derecho a las prestaciones básicas de los servicios sociales universales, porque de la misma manera que hay que descartar la beneficencia, (y no me voy a extender porque ustedes saben muy bien por qué), también hay que descartar lo que se llama asistencia social. Necesitamos que haya derechos contundentes de la ciudadanía de la mujer, y que ello no sea susceptible de ser modificado porque no pudo proponer en su día. Tengo que felicitarles por el artículo 23 cuando definen qué es violencia de género. Por supuesto, hay que hablar de las vejaciones pero también hay que hablar de una violencia que se nos olvida y es lógico, porque trabajas trabajando con ello no lo ves, que es la violencia económica, presente en todos los casos de violencia. La forma de violencia económica, impide que la mujer salga de la situación en la que se encuentra y la coloca en situación de dependencia. Hay que introducir esa forma de violencia que está presente en todas las otras formas de violencia. Puede haber violencia física y económica, violencia psicológica y económica, sexual y económica; la económica está presente. Respecto del artículo 27 y de otros artículos que en la ley hablan de la participación les quería hacer una petición. Ayer escuché en la televisión al presidente del Gobierno y me sentí congratulada cuando decía que iba a dar participación en esta nueva sociedad ciudadana. La participación, señoras y señores diputados, se hace a través de la sociedad organizada, y la sociedad organizada la representamos las organizaciones de mujeres, las ONG, de mujeres y de no mujeres. Precisamente para evitar conflictos que son subsanables les quiero pedir, que cuando se refieran a la participación de organizaciones de mujeres añadan: representativas en el ámbito de la violencia de género, porque organizaciones de mujeres hay muchas. Muy rápidamente voy a exponer las razones por las que impugnamos que en este tipo de violencia el juez pueda cambiar la pena impuesta, la prisión de 6 meses a un año, por la de trabajos en beneficios a la comunidad, de 30 a 80 días. Estamos pidiendo que esto en este caso no se tenga en cuenta por una razón: cuando se habla de hombres maltratadores es un canto al sol que minimiza la acción del criminal de estos señores. Voy a centrarme ya únicamente en dos cuestiones más porque veo que el tiempo se escapa, aunque quisiera que ustedes me preguntaran y yo les pudiera contestar. Hay dos cuestiones importantes, una es la que contempla el artículo 32 en el apartado 2, cuando habla de un artículo que tiene que ver con el Código Penal y que dice: el que amenace de modo leve con armas.. Con armas no se puede amenazar de forma leve, ni con armas mortíferas de fuego, ni con armas blancas; voy a ir más allá. Yo puedo aterrorizar sistemáticamente a una persona después de haber impuesto mi dominio simplemente haciendo esto —la señora compareciente hace un gesto alusivo, pasándose el índice por la parte delantera del cuello— esto una vez y otra sin haber abierto la boca, pero sumiendo en el terror a esa perso- na. Estos señores son terroristas; lo quieran ustedes reconocer o no, estos señores son terroristas. Por lo tanto, yo no hablaría nunca en ningún artículo de que de modo leve con armas de fuego o con armas blancas o con instrumentos peligrosos; no, seamos serios, eso es una coacción gravísima y como tal hay que contemplarla. Me quedan muchas cosas, pero sé que no puedo emplear más tiempo. Les voy a hablar de algo que no puedo dejar de mencionar sin faltar a la lealtad de las mujeres en este país, a la lealtad que les debemos todas y todos, y es a la situación del régimen de comunicación y visitas con padres maltratadores. Miren ustedes, aquí hay dos víctimas claras, evidentes y transparentes: las mujeres y los hijos. Llevamos en este momento 10 niños muertos en ese maravilloso régimen de comunicación y visitas. Los niños son utilizados por el maltratador como instrumento para seguir maltratando a la mujer, y cuando los matan lo hacen exclusivamente para que la mujer ya no pueda vivir el resto de su vida. Por lo tanto, no hay ninguna justificación, nada que se pueda argumentar en favor de dar visitas a un padre maltratador, porque eso es seguir poniendo obstáculos a la liberación de las mujeres, a la consideración de las mujeres como lo que son, seres humanos, y de los niños. No les voy a contar lo que ocurre con los niños que no mueren, pero estoy absolutamente convencida de que cualquiera de ustedes que tuviera la experiencia, el conocimiento empírico que yo tengo, de ninguna forma consentiría que un padre violento tuviera ningún tipo de comunicación con esos niños. Yo soy absoluta defensora de que cuando un padre tiene unas relaciones normales con su familia y por razones que no son el maltrato se rompe la unión matrimonial, no solamente tengan visitas sino que tengan la custodia. Nosotras llevamos siglos teniendo la custodia. Quiero explicarles algo: la custodia es una responsabilidad. Aquel al que se le da la custodia lo que está adquiriendo es una responsabilidad, pero además de ser una responsabilidad es una hipoteca del tiempo de la persona que tiene los niños, y es una preocupación permanente que tiene que llevar uno solo de los progenitores. Lo digo para que no se sigan diciendo estas cosas que se dicen de que a la madre le dan los hijos, claro que le dan los hijos. ¿Saben ustedes señorías por qué les dan los hijos? Primero, porque la ley establece que se le dará al cónyuge más idóneo, y a la hora de la separación o el divorcio las pruebas están en que el cónyuge que se ha ocupado de los hijos ha sido la mujer, aunque en ese momento al padre le nazca la paternidad, pero es un poco tarde porque es el momento de la ruptura. ¿Estarán de acuerdo conmigo? Pero sobre todo porque no la piden; no piden la custodia. Como estamos en una justicia arrogada, lo que no pides no te lo pueden dar, y no lo piden ni en el contencioso ni en el mutuo acuerdo. Hay un 20 por ciento de custodias que son solicitadas por un progenitor y otro. Si ustedes saben que tenemos 2 millones de mujeres maltratadas en este país, según datos del Instituto de la Mujer, nada sospechoso de veleidades femi- 62 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 compañeros y compañeras diputados quizá ya lo conocen, aunque llevo aquí poco tiempo, pero me parece que he sido un poco pesada, nunca lo suficiente, precisamente con el tema de los menores. Por tanto, empezando por el final, estoy absolutamente de acuerdo en la necesidad de proteger y de incidir en los menores. Algunos menores llegan ya a una situación extrema con sus familias, con sus madres, con sus padres. Es una de mis preocupaciones más grandes de todo este tema de la ley, porque fundamentalmente siempre que se habla del colectivo de violencia de género se está pensando en la punta del iceberg; es una sensación continua y permanente que he tenido a lo largo de todos estos meses. Usted ha mencionado que el proyecto había sido muy demandado por las asociaciones de mujeres; evidentemente así ha sido durante mucho tiempo. Las asociaciones de mujeres en este país han jugado un papel que durante bastantes años atrás no jugaban los poderes públicos, ni el Estado ni las administraciones autonómicas ni los ayuntamientos. Por tanto, aquí hay un reconocimiento histórico a las asociaciones de mujeres por el papel que tuvieron que jugar en este sentido y en otros muchos en nuestro país otro tipo de asociaciones (asociaciones de vecinos con los problemas de necesidades de los barrios y de proyectos que no había, y otro tipo de asociaciones con otras cuestiones). En estos momentos —yo vengo del campo municipal, es otra de mis señas de identidad— tengo también que insistir en que es bueno, porque en el momento en que el reconocimiento sea muy amplio entre unos y otros, entre unos sectores y otros, nos va a permitir, primero, comprendernos más desde las diferentes visiones y de alguna manera reflejos que tenemos y, por tanto, avanzar más en las resoluciones. En nuestro país llevamos por suerte 25 años de democracia, y yo diría que realmente en estos 25 años el papel de los ayuntamientos en concreto, y aún más de los servicios sociales municipales, ha sido importantísimo. Digo esto porque desde muchos sectores se ha estado incidiendo, recordando y reclamando a los diferentes niveles que se debían poner más medidas, más soluciones no ya solamente leyes, sino planes integrales. Este tema ha sido una demanda clarísima desde hace muchos años por los municipios y en concreto por los servicios sociales de atención primaria. Digo todo esto porque mientras que en los servicios sociales de atención primaria hace mucho tiempo, y continúa siendo así, y también en algunos servicios y centros específicos de atención a la mujer, a cargo exclusivamente de los ayuntamientos en la mayoría de casos, se han ido creando —no solamente en Cataluña, que los conozco bastante bien, sino en otras comunidades; al margen de estos centros específicos de atención a la mujer que se han ido creando, repito, han sido fundamentalmente los servicios sociales de atención primaria, y continúan siéndolo, quienes atienden en primer lugar la problemática de la violencia, y la atienden en un momento incipiente muchas veces y en otros en situaciones de un deterioro bastante evidente y con una situación bastante nistas en los tiempos en que se hizo el estudio, es obvio que no tienen los niños porque tampoco los piden. En ese sentido, les haría una reflexión: No sigan legislando de forma facultativa sino imperativa. Si ustedes dicen: El juez podrá.., sepan que el juez no va a suspender, no va a limitar. Ya lo tenemos en el artículo 94 del Código Civil, y casi literallmente se lo digo: El juez podrá suspender o limitar las visitas y el régimen de comunicación entre el progenitor y el custodio cuando se dieran graves circunstancias que así lo aconsejen. Si me dicen ustedes qué circunstancias son más graves que la de la violencia de género.. Pues, no hay ni una suspensión por esa historia. Por lo tanto, es fundamental que sepan ustedes que la población de las mujeres de este país está pidiendo, para salvaguardar la vida de sus hijos que son víctimas inocentes de un ambiente de violencia que protagoniza el agresor, que se les salve de esa situación porque ellos son los que tienen menos capacidad para poder solucionar una problemática tan grave como es la de la violencia de género. Me parece que esta mañana estaba un sociólogo al que se le ha olvidado decir una cosa tan importante como que el 90 por ciento de los hombres maltratadores lo fueron en su infancia, fueron víctimas de violencia de género. Por lo tanto, aquí tiene dos funciones lo que les estoy transmitiendo: salvaguardar la vida de esos niños, la vida física y psíquica de esos niños, y también prevenir la violencia cortando el círculo de la violencia, ese círculo que hace que se traslade de generación en generación según el modelo referencial de aprendizaje de un padre a todas luces inadecuado. Cuando les hablo de esto, les menciono algo que quizá les puedan transmitir personas con mayor solvencia que yo, pero les transmito algo para que se queden tranquilas y tranquilos sobre si un maltratador debe ver a un niño cuando actúa de esa forma. Un maltratador no tiene ningún reflejo de afectividad, no tiene resonancia afectiva, y les puedo citar autores hasta marear, no tiene ninguna resonancia afectiva. Esto quiere decir que no va a querer a su mujer pero tampoco a sus hijos. Gracias, señorías. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Pérez del Campo por su intervención. Pasamos al turno de los grupos. ¿Qué portavoces quieren intervenir? (Pausa.) Vamos a empezar por la señora García de Izquierda Unida. Tiene la palabra. La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar, quiero agradecer mucho a la señora Ana María Pérez del Campo la comparecencia y la intervención que nos acaba de ofrecer. Paso a hacer una serie de preguntas muy concretas, y a algunas reflexiones que pretendo dejar en el aire, porque seguramente se nos escapan en conjunto pero me parece importante decirlas en voz alta, y también alguna manifestación muy clara en cuanto a —empezando por el final— todo lo que usted ha expuesto, con lo que estoy de acuerdo al cien por cien, incidiendo precisamente en cuanto al planteamiento que ha hecho de los menores. Muchos de mis 63 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 irreparable. En muchas otras ocasiones desde los servicios sociales de atención primaria y sanitarios coordinadamente se detectan graves situaciones, que son la mayoría numérica, y no la gravedad, que es la punta del iceberg, y son las muertes desgraciadas que tenemos y la mayoría de mujeres que viven día a día una situación de tensión, de convivencia no pacífica, de peligro, entre comillas, para ellas y para todas las personas que conviven en la familia, es enorme, es la mayoritaria y es la que se está atendiendo desde los ayuntamientos sin recursos en la mayoría de ocasiones. Por tanto, nuestro grupo, precisamente en todo este paquete que corresponde a lo que en la memoria económica se denomina área de servicios sociales y otras medidas preventivas, es lo que adelanta, porque queremos al máximo que esta ley sea eficaz e integral; esto es lo que aplaudimos, que sea integral, porque si llega a ser una ley, que es lo que parece, que se ha convertido en penal o judicial mal favor estaríamos haciendo. Apostamos y creemos que esta ley será integral, y por eso vamos a hacer propuestas y enmiendas —evidentemente y modestamente así lo planteo—, aunque —a esto también me referiré— no se nos escapa que aquí hay una cuestión de modelos de cómo se puede estar interpretando en estos momentos desde diferentes ámbitos el fenómeno de la violencia y cómo, de qué manera y con qué modelos se cree desde diferentes ámbitos que se es más eficaz para abordar la violencia. En este sentido, me atrevería a sugerir que nos escucháramos más y que nos diéramos el voto de confianza de que no son cuestiones solamente ideológicas; cuando no se está del todo de acuerdo en una propuesta o en un planteamiento —cuando digo una cuestión ideológica me refiero no sólo a una diferencia ideológica en el sentido de estar en un posicionamiento ideológico diferente, sino de estrategia, de planteamiento, en todo caso de interpretación de esta realidad— es porque seguramente cada uno venimos de una experiencia. Mi experiencia es municipal, de ver muchas situaciones incipientes de violencia y, por tanto, de entender que no puedo poner en un solo paquete toda la problemática de la violencia de género, ni en cuanto a población ni en cuanto a causas ni en cuanto a las alternativas o medidas que tendría que buscar ni en cuanto a multitud de cosas y que, por tanto, es un fenómeno complejo, muy plural y muy difícil que hemos de entender y decir que la ley no va a poder solucionar al cien por cien, pero que se va a hacer, y debemos estar preparados para saber que al cabo de equis meses de estar esta ley aprobada, por desgracia, va a continuar habiendo problemas como los que ahora tenemos. Por tanto, eso no ha de ser tampoco un problema, ha de ser una asunción de una realidad de un fenómeno complicado en el que todos y entre todos vamos a intentar poner medios para que se rebajen. En todo caso, tengo una pregunta concreta para la señora Pérez del Campo. Usted ha hablado de los centros de recuperación —en concreto, usted es directora de una casa de acogida, perdón de un centro de recupe- ración; es que yo hace unos años tuve la suerte de ir a visitar la casa— En aquel momento era así, yo estuve allí y usted lo explicó, pero evidentemente igual ahora no lo es, de lo cual me alegraría mucho. Por eso lo pregunto, porque usted ha insistido en el tema de los niños y en que las mujeres salían de casa y lo hacían con sus hijos. Yo recuerdo eso de hace unos años, tres o cuatro años. Me llevé la sorpresa de que hasta una edad determinada las niñas podían estar en la casa con las madres, los niños hasta una edad inferior, pero ambos a partir de una edad determinada no podían estar en la casa con las madres. Esto fue hace tres o cuatro años. Si no es así, no sabe cómo me alegro, porque es un tema que me preocupó mucho y que, particularmente, no puedo compartir de ninguna manera. Si no es así en estos momentos, le adelanto que me alegro mucho. Por otro lado, estoy muy de acuerdo en que hay un problema, y usted ha dicho concretamente que los maltratadores son terroristas. No sé si son terroristas o no —quizá no es el calificativo que pondría— lo que sé es que viven en esta sociedad y que son el producto de esta sociedad. Usted lo ha explicado muy bien, son estos niños (a los que seguramente ahora no estamos siendo capaces en parte de atender lo suficiente, de darles esa atención terapéutica que necesitarían, de soporte y de otras cosas, y que posiblemente estos niños ahora tienen 5, 7, 8 ó 10 años y están viviendo una determinada situación —un porcentaje de ellos, porque no considero que sea el 90 por ciento-) en un porcentaje significativo los maltratadores de aquí a 10 ó 20 años. A pesar de la gravedad del tema, hemos de asumir que esa gravedad es responsabilidad de toda la sociedad. Toda la sociedad en parte es responsable de esta realidad y hemos de pensar también en cómo abordarla, porque entre otras cosas es un problema que tenemos y no podemos llevarlos a una isla; están aquí y alguna posibilidad tendremos que buscar. Son personas que, aunque vayan a prisión, saldrán de allí, continuarán su vida y posiblemente repetirán la misma actuación. Por tanto, yo lo único que dejo en el aire es que sean lo que sean, terroristas, personas con una gran carga patológica, lo que sea, es un problema social, que hemos generado entre todos en esta sociedad y que algo tenemos que hacer. Por último, voy a comentar una cuestión sobre el tema de las guardas y custodias. Supongo que en este tema se estaba refiriendo exclusivamente al tema de la situación de los malos tratos; en este sentido no tengo nada que decir, pero si como planteamiento tuviera que decir cuál sería mi deseo máximo en el futuro serían dos cosas: una, evidentemente que la violencia sexista o contra las mujeres desapareciera rotundamente y, dos, que de forma mayoritaria todos los hombres que se separan pidieran la guarda y custodia compartida. Este sería un gran deseo para mí. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra la señora Bonás, por Esquerra Republicana. 64 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora BONÁS PAHISA: Muchas gracias, señora Ana María Pérez del Campo. Le agradezco la vehemencia de su intervención y que haya introducido por primera vez hoy el tema de los niños, que hasta ahora no nos había ocupado. No voy a extenderme mucho porque mi compañera Carmen García ya ha tratado el tema. Otro punto que usted ha sacado que quuiero abordar es el de la violencia económica, que ya era hora. Usted tiene más experiencia que yo en este campo, pero creo que la sumisión de la mujer empieza muchas veces y termina en el tema económico. Me pregunto si esta ley da los suficientes medios para que las mujeres que quieran independizarse o empezar una nueva vida lo puedan hacer con los medios que les vamos a suministrar. No sé si el nuevo Gobierno adquirirá el compromiso con sus problemas presupuestarios de cuántos medios podrá asignar para este campo, porque si una mujer al cabo de un año no puede subsistir no es solución. Hay que mantener un compromiso, no darle una ayuda para un año y luego dejar que se espabile. Usted debe saberlo mejor que yo, que esa es la raíz del problema. En cuanto al inciso de la custodia compartida, usted hablaba en general. Yo también, en general, sé de muchos casos en que la mujer no ha querido la custodia compartida porque se usan los niños como arma. Hay que abordar el tema en todo su aspecto. Respecto al maltratador sí tenemos un problema. Si hay 2 millones de mujeres maltratadas, hay 2 millones de maltratadores, pero en la ley no se aborda ese tema, y habría que abordarlo. (La señora vicepresidenta, Cortajarena Iturrioz, ocupa la Presidencia.) Estoy completamente de acuerdo con usted en el tema de la educación, en el tema curricular de la universidad, y hay que empezar por aquí, por la coeducación, pero coeducar, no poner asignaturas, y también tener en cuenta la publicidad subliminal. dos, procuradores, jueces, secretarios, fiscales, etcétera. Por lo tanto, me parece que sí que hemos de recoger la indicación que nos dice de que esto no se puede reducir a unos cursos de formación que sabemos que se imparten desde hace tiempo, pero que evidentemente no dan los resultados apetecidos, sino incidir en la formación curricular, en la formación universitaria, en la formación inicial y permanente de todos los operadores. Esto está previsto ya en el proyecto para el profesorado, pero debe extenderse a todo el resto de operadores que intervienen en el tema de violencia de género. Me parece un buen apunte y desde luego la portavoz que le está hablando lo tendrá en cuenta. También es relevante el apunte que ha hecho de pasar de una visión de asistencia social a otra de derechos sociales y de derechos de ciudadanía. Con respecto a este tema me gustaría preguntarle, cuando se refiere la ley a los derechos económicos, ayudas sociales, si usted considera suficientes los recursos que se han previsto para víctimas de violencia mayores de 55 años con unos determinados requisitos, o de 50 años con responsabilidades familiares. Quizá ahora las mujeres tienen hijos más tarde, pero las mujeres de 50 años tienen ya pocos hijos con responsabilidad a su cargo, por lo tanto, creo que quizá el techo de los recursos económicos es un poco alto y quisiera conocer su opinión. Respecto a la prevención, la recuperación y los derechos de la mujeres víctimas de violencia, si no entiendo mal, son derechos universales es decir, para tener acceso a todos estos derechos no se necesita acreditar de ninguna manera que se ha puesto una denuncia. Sí se necesita para los supuestos en que expresamente se dice en la ley, para estos sí, en el aspecto laboral y otros, pero para los derechos generales, por ejemplo, el derecho de asistencia, de información, de recuperación, etcétera, me parece entender que son de acceso universal. Creo que es importante porque no todo el mundo está dispuesto de entrada a poner una denuncia, y a lo mejor es bueno que no ponga de entrada una denuncia porque las mujeres antes de denunciar tienen que haber recuperado parte de su autoestima, tienen que saber qué es lo que va a pasar después de la denuncia y con lo que se van a encontrar. Por lo tanto, también le preguntaría a usted, que está en una casa de recuperación integral y que por ello puede prestar este tipo de asistencia, si a su juicio la ley contempla de manera adecuada este acceso universal. Me parece también importante la sugerencia de que quitemos del tipo penal la pena de trabajos en beneficio de la comunidad; lo estudiaremos ya que me parece una sugerencia a tener en cuenta. También se sugiere el que redactemos no de forma facultativa sino de forma imperativa. Ahí hay que tener cuidado, pero yo de alguna manera coincido con usted en que lo que el juez ha de poder apreciar con suficiente discrecionalidad, que no arbitrariedad, es si se dan los supuestos que contempla la norma, es decir, si esa mujer ha sido víctima o hay indicios racionales para pensar que se han producido malos tratos o no, pero que una vez bajo su discre- La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Muchas gracias, señora Bonás. Seguidamente tiene la palabra la señora Pigem, por el grupo catalán de Convergència i Unió. La señora PIGEM I PALMÉS: Gracias, señora Pérez del Campo por su explicación, también por su vehemencia al explicarla, que es fruto del convencimiento y de la convicción que tiene en estos temas, ya que como nos ha dicho tiene una larga experiencia en luchar contra la violencia de género. Ha hecho usted un repaso un poco por encima de los artículos del proyecto; yo conozco el estudio que usted ha hecho, y de todas maneras, me parecen complementarias las explicaciones que usted hoy nos ha dado. Coincido con usted en que la base del futuro es la prevención, porque si ha habido sanción, etcétera, quiere decir que el mal ya se ha producido; por lo tanto, la base es la prevención para conseguir erradicar todas estas conductas. Me parece muy importante lo que usted ha apuntado de la necesidad de formar a todos los operadores que intervienen en el largo iter personal sanitario, profesorado, aboga- 65 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 sus orígenes en esa desigualdad, y que hay un empeño afortunadamente también de toda la sociedad para que la tolerancia cero sea lo que impere en nuestras reglas democráticas y en nuestra convivencia. Es, en definitiva, un lastre de la sociedad y por eso le hemos deparado a lo largo de todos estos años tantas horas, tantos trabajos parlamentarios y muchas veces hasta también muchas frustraciones cuando vemos que ponemos todo el empeño para tratar de solucionarlo y al final nos volvemos a encontrar con ese drama día tras día. Quiero también reconocer el esfuerzo y el trabajo que realizan las organizaciones no gubernamentales, como también tengo que reconocer, y lo he hecho muchas veces en este Parlamento, el que realizan y han realizado todas las fuerzas políticas y también las muchas cosas que se han hecho desde la Administración. Tengo que reconocer también y recordar lo que ha hecho el Gobierno anterior, porque si no, lo que hoy se está haciendo aquí, esta ley, no tendría sentido, sería muy corta. Saben perfectamente que en la anterior legislatura se ha reformado el Código Penal, y lo hemos hecho además por consenso parlamentario, y todos recordamos cómo celebramos cuando se tipificó como delito la violencia psíquica, que no lo era; cuando se tipificó también como delito cualquier agresión desde la primera que se produjera; cómo la reincidencia pasó a contemplarse como agravante cualificado, cómo se consideraron delito la agresión y las amenazas con armas o instrumentos peligrosos; cómo se duplica el alejamiento hasta 10 años; cómo la Ley de prisión provisional contemplaba la posibilidad de esa prisión provisional por quebrantar las medidas de alejamiento impuestos, cómo la implantación de los juicios rápidos permitió una mayor agilidad en el enjuiciamiento de estas causas, y cómo —y además no sé si en ese sentido hay alguna confusión— también se estableció la pérdida de la patria potestad o el derecho de custodia o visita a los hijos en los casos de condena por agresiones de este tipo. Por lo tanto, alejamiento y prohibición de aproximación a la víctima y a los hijos, atribución del domicilio conyugal, etcétera, un sinfín de medidas que entre todos hemos considerado buenas, que hemos considerado necesarias y que han sido fruto de un trabajo parlamentario de la última legislatura y que tuvo la primera Ley de orden de protección de las mujeres también con un carácter integral, porque había no solamente medidas de tipo penal o social sino también sanitarias, de asistencia social, claramente importantes y que buscaban además dar una respuesta ágil, rápida e inmediata de todas las administraciones, en una coordinación importante, y también de la jurisdicción civil y de la jurisdicción penal, superando unas dispersiones anteriores. Pues bien, todas estas medidas fueron aprobadas por unanimidad, y hace unos meses Montserrat Comas decía que era bueno que se conocieran y que en este país todas las víctimas conociesen los derechos legales y el paso hacia adelante que se ha dado en el terreno de su protección en el momento en que estén ante la tesitura de denunciar o no. cionalidad ha apreciado esto, no puede no adoptar determinadas medidas, por ejemplo, la orden de protección o la suspensión del régimen de visitas. Le pregunto si es esto a lo que usted se refiere, y en este caso coincido en buena medida con lo que usted ha expuesto respecto a ir acotando la respuesta al juzgador cuando a su juicio —del juzgador— se dan determinadas circunstancias. En cuanto a las custodias compartidas, hago una alusión que ya han hecho aquí las dos portavoces que me han precedido en el uso de la palabra. Desde mi punto de vista —y me gustaría saber cuál es su opinión— una custodia compartida se da cuando una pareja o unos padres viven juntos; mantener esta custodia compartida cuando no viven juntos es muy difícil cuando están de acuerdo en todo y se me antoja harto imposible cuando no están de acuerdo en nada, que es lo que sucede en muchas ocasiones. Por no hablar de lo que quiere decir custodia compartida: cambiar al niño cada semana, cada 15 días, cada mes, cada medio año, etcétera. Yo pongo estos temas sobre la mesa porque la custodia compartida es una situación ideal que a todos les gustaría tener, como que los padres de estos niños se llevaran bien y actuaran siempre de acuerdo y no los utilizaran, etcétera, pero la realidad es mucho más rica que los buenos deseos que podamos tener. Por lo tanto, sin decir que nunca en ningún caso puede haber una custodia compartida, quiero llamar a las cosas por su nombre y si los progenitores no están en absoluto de acuerdo entre ellos, es muy difícil partir a un niño en una solución salomónica porque el que sale perjudicado evidentemente es el niño. Por último, y ya acabo, me gustaría saber su opinión acerca de la eficacia, la viabilidad o qué considera usted acerca de estos nuevos juzgados de violencia contra la mujer, o si a su juicio sería mejor o más adecuado que el tema penal lo instruyeran los juzgados de instrucción, el tema civil los juzgados de primera instancia o los juzgados de familia y que hubiera una óptima coordinación o cooperación entre ambos a través de la Fiscalía. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Tiene la palabra, en nombre del Grupo Parlamentario Popular, la señora Sainz. La señora SAINZ GARCÍA: Quiero darle también la bienvenida, doña Ana María Pérez del Campo, a esta Comisión en la que una vez más en el Parlamento se trabaja sobre el tema de la violencia y en la que usted es una asidua desde la competencia que su trabajo le confiere. Tengo que empezar diciendo que cómo no voy a compartir la primera reflexión que usted hacía acerca de que la violencia que sufren las mujeres afecta a la dignidad humana. Por supuesto que afecta a la dignidad humana, a los derechos humanos, que son valores supremos de la sociedad y de la convivencia. Desgraciadamente, hoy la violencia es un fenómeno social que todos sabemos que está basada en la desigualdad, tiene 66 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 Por lo anteriormente expuesto, partimos de un trabajo riguroso y hoy nos encontramos con una ley que estamos tratando de evaluar en esta Comisión con el fin de conocer mejor las opiniones de todos los expertos, entre los que está usted, y tratar de no empeorarla, como era su miedo, sino en todo caso mejorarla. Yo desearía además que también se diese en ella el consenso parlamentario que tuvo lugar en la anterior etapa en la que se propusieron cuestiones muy importantes, desde luego también en el terreno educativo. Yo comparto no sólo las reflexiones que ha hecho usted sino también mi compañera Merce Pigem, de Convergència i Unió, respecto a que la educación es básica y fundamental. Por eso —cómo no la va a hacer una personal decente— también me gustaría que se incorporaran —y si no, estoy segura de que nuestro grupo lo hará a través de enmiendas— algunas medidas importantes que en el terreno de la educación se aprobaron en una subcomisión de carácter legislativo que se aprobó hace unos meses en el Congreso de los Diputados y en la que teníamos como objetivo traspasarlas a la legislación. Creo que pueden ser claramente complementarias y son, repito, fundamentales porque la educación lo es en la sociedad y desde luego en una cuestión tan importante como la que estamos tratando. Desde ese marco general, sin duda importante, me gustaría hacer algunas reflexiones y al mismo tiempo algunas preguntas para conocer cuál es su opinión como persona experta. Usted recordará que en una proposición de ley que presentó en la anterior legislatura el Grupo Socialista creaba la delegación del gobierno pero vinculada a Presidencia; ahora pasa a estar vinculada al Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Le pregunto si considera que sería más correcto lo anterior o si, por el contrario es correcto que dependa del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y en qué medida podría o no tener solapamiento también con el Instituto de la Mujer, que está trabajando de una manera específica sobre estas cuestiones. Le pregunto también qué valoración puede hacer usted de la aplicación de la orden de protección, que ha sido valorada positivamente por todos los grupos políticos porque la hemos apoyado. Además tengo que decirle que hemos estado abiertos todos a conseguir lo que nos pareciese más eficaz, sin ninguna carga ideológica y desde luego contando también con el trabajo del Consejo General del Poder Judicial, con la Fiscalía y con una persona que conoce tanto este tema como Montserrat Comas. Y le preguntaría precisamente desde esa valoración de la orden de protección si usted piensa que puede generar distorsiones el hecho de que la orden de protección esté prevista para todos los supuestos de la violencia doméstica, mientras el régimen de esta ley tenga sólo un acotamiento determinado que todos conocemos. ¿En qué medida, junto a la jurisdicción que se crea, puede esto llegar a crear alguna distorsión o inconveniente en la aplicación? Me gustaría también que me dijese si cree que la mujer obtiene una mayor protección si se excluye de su ámbito a las niñas. Hoy reclamaba un profesor, un cate- drático, que se pudiese incorporar porque le parecía absolutamente necesario. Le voy a preguntar solamente por ello. También me gustaría que me dijese qué inconveniente puede ver para que la ley sea integral en lo subjetivo en situaciones objetivas idénticas, como dicen en algún momento las reflexiones del Consejo General del Poder Judicial e incluso algún voto particular, y si cree que las medidas de agravación penal que se incorporan son necesarias para mejor proteger a la mujer o habría otras medidas más eficaces alternativas o complementarias a las medidas penales; porque también tengo que decirle que en el momento en el que trabajamos sobre la orden de protección se pensó que las medidas de tipo penal que se incorporaban eran suficientes para tratar de conseguir el objetivo que todos buscábamos. Esta mañana, un catedrático, Bastida Freijedo, decía que endurecer penas de determinados comportamientos que siendo objetivamente los mismos se sancionen de forma más grave por razón de ser el sujeto varón y no por la mayor gravedad del injusto podía tener también problemas, y que puede al final plantear problemas incluso de aplicación desde la propia judicatura. Quiero reflexionar con usted sobre si no puede temerse que cuando una mujer es agredida con otra finalidad distinta a la del artículo 1.2 fíjese que podría entrar el tema de la venganza, de los celos, incluso de los odios, por reflexiones que yo he visto también no se pueda aplicar esta ley por la definición de la violencia que hace la ley precisamente. En ese sentido, le preguntaría si le parece acertada la definición de la violencia que sufren las mujeres o si, por el contrario, es un poco corta y puede ocurrir que queden fuera algunas cuestiones que sería muy importante enfocar, o que en el fondo entrarían dentro de la violencia que sufren las mujeres. (La señora Presidenta ocupa la Presidencia.) Se ha dicho que esta ley es, más que integral que en su caso es la modificación como fue el trabajo que se hizo anterior de una serie de códigos, el Código Penal o la Ley de enjuiciamiento criminal, entre otros, judicializada sobre todo. Alguna compañera le preguntaba sobre si le parecía oportuno o no que hubiese juzgados exclusivos de la violencia, en qué medida podía tener o no distorsión esto con los juzgados de instrucción o de familia ya existentes; si en todo caso no sería oportuno que se creara un grupo de trabajo en el que estuviesen penalistas, jueces, magistrados, incluso personas que conocen de estas cuestiones, como catedráticos que han venido aquí, para ver si podríamos encontrar un diseño que pueda ser eficaz pero también desde el punto de vista procesal más coherente, más viable y menos cuestionable, como algunas voces, y no las nuestras precisamente, ha expresado. Puesto que la ley viene acompañada de una evaluación económica, me gustaría que me dijese si cree que en la ley se contemplan los medios necesarios para dar protección integral a la mujer, incluida la protección física, o si, por el contrario, sería importante complementarla con otras garantías de seguridad personal de 67 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 esperamos de ella resultados. Aun sabiendo que la ley no puede resolver automáticamente el problema, creemos y coincidimos con usted en que el fondo de la ley, los valores que intenta que se recuperen para que esta sociedad realmente sea más igualitaria y para superar el problema de desigualdad de las mujeres, es una parte sustancial y fundamental de la misma. La ley también pretende, sin querer ser el instrumento que automáticamente resuelva este problema, que sería en todo caso un punto de vista bastante ingenuo, superar algunos de los conceptos raquíticos con los que estábamos acostumbrados a que se tratara este problema legislativamente en este Parlamento, y no sólo legislativamente sino también en las medidas e instrumentos que se ponían o se articulaban para atajar el problema, sobre todo en los últimos ocho años. Sé que usted es profundamente conocedora de esos instrumentos y me gustaría saber qué opinión tiene de los que se pusieron en marcha y hasta qué punto esta ley realmente corrige la valoración no positiva que pudieran tener dichos instrumentos, es decir, si la ley efectivamente introduce en el fondo, en la forma, en el contenido y en los instrumentos que pone en marcha una superación real de aquellas concepciones parciales sobre este problema. También hoy hablamos ya casi unánimamente todos los grupos políticos de que este es un problema de Estado y, por tanto, tiene que tener un tratamiento de Estado. La ley intenta también resolverlo como un problema de Estado, y la prueba es que en ella tienen que modificarse cuestiones y tienen que trabajar siete ministerios, al menos que yo haya contado, y todas las comunidades autónomas, la Administración local y la sociedad civil. En ese sentido, creo que está claro que la ley contempla este problema como un problema de Estado, y esto también es un paso adelante respecto a como se venía contemplando esta situación hasta estos momentos. Por otra parte, usted ha incidido en varias cuestiones, y lo ha hecho muy bien, porque la ley ha estado vinculada a una polémica sobre un aspecto muy parcial de la misma, y usted se ha referido a lo que tiene que ver con la garantía de derechos, con los itinerarios de atención, con el cambio de valores y actitudes, con los sistemas preventivos que contempla la ley, con la protección ante la publicidad, con la ayuda a las situaciones laborales y la situación de desprotección en la que queda la mujer que sufre este problema desde el momento en que presenta la denuncia e intenta liberarse de la situación carcelaria en la que ha vivido. Por último, quisiera plantearle sólo tres cuestiones, ¿Cree usted que la ley contribuye a fomentar la igualdad en la sociedad, así como favorece la sensibilización de la población en relación con la violencia de género? ¿Cree usted que esta ley cumple con las recomendaciones de organismos internacionales de dar una respuesta integral al problema de la violencia ejercida sobre las mujeres? ¿Cree usted que la ley garantiza una atención integral a las mujeres víctimas de la violencia a manos de su pareja o ex pareja? Con esto finalizo mi intervención. las víctimas de la violencia. Mi grupo ha presentado una proposición de ley en ese sentido que creemos que sin duda daría un paso muy importante en la seguridad de la protección a la mujer. Me gustaría saber si usted la conoce y, en su caso, si le parecería oportuno incorporar muchas de las cuestiones que en la proposición hemos planteado. Le preguntaba al principio si le parece acertada la redacción del artículo 1. 2, que define la violencia ejercida sobre la mujer. Se lo digo no sólo porque el Consejo General del Poder Judicial en su informe haya dicho claramente que no le parece oportuno y que quedan fuera extremos importantes que pueden crear distorsiones, sino porque también en el voto particular personas muy expertas como Montserrat Comas dicen que la redacción no es afortunada y señalan que debiera incluirse también a las niñas, entre otros extremos. Lo mismo se dice acerca de incorporar la intencionalidad que aparece en la redacción del artículo 1. 2. Me gustaría conocer su opinión sobre este tema porque creo que puede ser muy importante para el futuro, para que entren un grupo de mujeres en la protección de la ley, que lógicamente todos queremos que sea la mejor. Voy a terminar porque la Presidencia me hace señas de que debo hacerlo, preguntándole si considera que la asistencia gratuita no sería también de interés que se extendiese a la asistencia jurídica, a la información previa o cualquier actuación procesal, cuál sería a su juicio —y esto además le toca muy de lleno—, la ratio de centros de atención de emergencia y de recuperación integral de víctimas de la violencia doméstica en relación con el número de habitantes, y si usted es o no partidaria de que se reglamente de una forma general por la Administración central. Por último —y con esto termino, señora presidenta—, también ha desaparecido de este proyecto de ley lo que se había incorporado en la anterior proposición de ley, que era el fondo de garantía de pensiones de alimentos. Me gustaría saber si usted considera de interés que se incorpore el fondo de garantía de pensiones. Muchas gracias por lo que nos ha informado y sobre todo por las respuestas y las reflexiones que pueda aportar a nuestro grupo. La señora PRESIDENTA: Gracias, señora Sainz. Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, la señora Monteserín. La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Muchas gracias, Ana María, por su exposición, que ha sido clara, contundente y con el apasionamiento lógico de una persona que ha venido luchando durante tantos años por los derechos de las mujeres y por la igualdad en la sociedad. Entiendo muy bien desde qué posición habla y le agradezco mucho no sólo su presencia aquí sino también la lucha que ha llevado durante todos estos años. Creo que habrá podido percibir que este Parlamento también ha evolucionado en los últimos meses y estamos tratando una ley que para nosotros es muy importante en el fondo, en la forma y en el contenido porque 68 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora PRESIDENTA: Para contestar a todas las sugerencias que han hecho los representantes de los grupos parlamentarios, tiene nuevamente la palabra la señora Pérez del Campo, que en un esfuerzo de síntesis intentará concentrar la multitud de preguntas que le han formulado. Popular, yo estaba hablando de la ideología del sistema patriarcal, que pervive y que se acomoda a los distintos cambios operados en las distintas sociedades, de forma que no se puede arrumbar de ninguna manera la violencia de género, porque inmediatamente surge el problema de que se considera como normal, la normalidad en el trato desconsiderado, vejatorio, humillante, de broma, de chiste, de desvalorización de la mujer: ¿No nos vamos a poner por eso así, no? Eso es lo que ocurre, que está normalizado. Y eso es ideológico. El fenómeno se podrá solucionar y esta ley lo que hace es encauzarlo. Yo no he dicho para nada que la ley vaya a acabar con la violencia de género; he dicho que la ley encauza la función de la erradicación porque parte del origen de la violencia de género y examina sus circunstancias y además interviene en una cosa tan compleja como es la configuración de la personalidad de las personas que aceptan ese trato de discriminación y de desigualdad —y esto ha sido universal— como algo razonable, lógico, como el rol que debe ocupar la mujer en la sociedad. Por lo tanto, sí tiene un origen ideológico que debiera combatirse por todas las ideologías. Me alegro mucho que usted fuera (me disculpo porque no lo recuerdo) al centro de recuperación integral donde estamos. Pero se enteró mal porque siempre, desde que se ha constituido ese centro, y va ahora para 14 años, ha recibido mujeres, niñas y niños con una única diferenciación. Nosotros ya hacíamos aquí una acción positiva en favor de las niñas, es decir, las niñas ingresaban en el centro con la edad que tuvieran, da igual la edad, tres años, un año, incluso han nacido allí porque las mujeres entraron gestantes y han salido a los 18, a los 20 o 22 años, a la edad que sea, sin embargo, los niños, a partir de los 12 años, no. Explicarle ahora el por qué supondría un monográfico de por lo menos hora y media. Usted sabe muy bien por qué no puede entrar un niño a partir de una edad determinada porque necesita otro tipo de recursos. Por lo tanto, corrija usted porque las residentes están con sus hijos. Ahora bien, si encontramos una mujer que no tiene hijos y sufre violencia de género, también entra. No es requisito indispensable tener hijos para entrar, el único requisito que hay es el haber padecido violencia de género, con o sin hijos, con o sin papeles, porque lo que sí es muy conocido es que las mujeres no entraban en las casas de acogida si no estaban regularizadas, pero la ideología principal que debe regir estos centros es precisamente el ser víctima de violencia de género. Tiene usted toda la razón, esta violencia es un producto no de la sociedad sino del sistema patriarcal que nos dimos y que sigue rigiendo nuestra vida. Tiene usted toda la razón del mundo. Y yo también tengo la razón cuando digo que el terrorismo etarra es producto de esta sociedad. Todas las violencias son producto de esta sociedad, luego no descubrimos absolutamente nada ni podemos disculpar nada de lo que no seamos responsables en la sociedad, no sólo la violencia de género, también el terrorismo etarra, y el islámico, y miren ustedes, si tenemos que hablar de la difusa vio- La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Muchas gracias, señorías, por el interés que despierta en esta Comisión una ley de tanto calado, de tanta importancia y de tanta gravedad como es la de la violencia de género. Se lo agradezco a todas las fuerzas políticas que han intervenido. Les advierto de que a pesar de que he corrido mucho, a lo mejor he recogido algo a medias, por lo que les interrogaré sobre ello. Empezaré por la primera parlamentaria, del grupo de Izquierda Unida. Todas ustedes me han dicho que he puesto mucho énfasis en la defensa de esta ley y en mi intervención, pero no puedo hacerlo de otra manera. Las mujeres que mueren están recordándonos que alguna responsabilidad nos compete en esas muertes. Sin embargo, ahora voy a intentar ser un poco más cauta. Han hablado de 25 años de democracia. Yo, señora diputada de Izquierda Unida, creo que esta democracia tiene ese déficit democrático. Creo que no se puede hablar de democracia cuando lo que está ocurriendo es que tenemos cerca de un centenar de mujeres muertas, otros muchos cálculos no efectuados pero que habrá que efectuar —desde luego mi organización se dispone a hacerlo—, de suicidios inducidos y de situaciones de minusvalía irreversibles. Hablar de democracia en una situación de tal desigualdad es ser bastante optimista. Yo diría que hay un déficit democrático que hay que corregir. Por supuesto, conozco perfectamente las funciones que han desarrollado los ayuntamientos, los planes integrales que se han desarrollado tanto en Cataluña como en otras comunidades desde los distintos municipios que usted dice conocer tan bien. No voy a explicarle hasta qué punto los conozco y hasta qué punto estoy de acuerdo en unas cosas y discrepo de otras. Esto no es una cuestión de modelos, es una cuestión de conocer en profundidad la violencia de género para articular los recursos y la normativa vigente necesarios. Mire usted, las casas de acogida fueron algo que inventó el movimiento feminista en Estados Unidos y en Reino Unido como emergencia para salvar vidas de mujeres, este era el objetivo, y el segundo objetivo era trasladar a las mujeres, desde el conocimiento del movimiento feminista, por qué les pasaba lo que les pasaba. Respecto a mantener casas de acogida no vamos a entrar aquí en la discusión de cómo se hace o se deja de hacer. Lo que sí quiero trasladarle a usted, y lo hago con el mejor tono posible, es que no es una cuestión de modelos, es una cuestión de conocimiento de la materia y de profundización en ella. Creo que me he explicado mal antes cuando he comentado lo de las ideologías. Para nada estaba hablando de la ideología socialista, de la de Izquierda Unida ni de la del Partido 69 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 lencia con la que se quiere tratar esto, tendríamos que decir que tenemos que empezar por proclamar en la Constitución nuestro no a la guerra, que es la forma de violencia más brutal de todas las que han existido y existirán. Usted quiere la guarda y custodia compartida, y yo discrepo de lo que Izquierda Unida plantea a través de usted. La guarda y custodia compartida se resolvió con Salomón, es decir, el niño no se puede partir por la mitad, y la guarda y custodia compartida se tiene cuando los progenitores conviven juntos, pero incluso cuando los progenitores conviven juntos, y además hay una relación, un entendimiento cordial, una comunicación fluida entre los dos progenitores, muchas veces hay que ponerse de acuerdo para no contradecir normativas educativas, y eso lo quiere usted llevar a una situación de separación o de divorcio. Yo, en defensa de los niños, no de las mujeres, nunca estaré de acuerdo con una guarda y custodia compartida porque el niño no es un niño maleta, y aunque sean los padres los que se cambien, tampoco es un niño experimento. Creo que le he contestado a esto y además también le puedo facilitar documentación mucho más autorizada que la mía que avala lo que acabo de comentarle. Voy a contestar ahora, con el mismo placer que he contestado a Izquierda Unida, a Esquerra Republicana, a la señora Bonás. Quiero explicarles una cuestión sobre las casas de acogida, los distintos ámbitos o los distintos problemas. En el centro del que les he venido hablando hay mujeres de todas las clases sociales. El discurso teórico coincide con la práctica, quiere decir, que el discurso teórico, que nadie discute, es que la violencia afecta a todas las clases sociales, a todos los niveles culturales y a todas las situaciones económicas que disfruta o no una mujer. Por ejemplo, en este centro hay mujeres que tienen un nivel cultural universitario, que son profesionales en ejercicio, hay mujeres que son profesoras de universidad, mujeres médicas, periodistas, abogadas y hay mujeres gitanas, mujeres que no tienen graduado escolar. Por tanto, coincide la teoría con la práctica, porque no debe de haber esas diferencias, y si es un derecho básico, una prerrogativa de derecho, tiene que afectar a cualquier mujer, con o sin recursos. Quiero explicarles que eso terapéuticamente es absolutamente favorecedor para las mujeres, porque hay un denominador común con el que todas ellas se identifican y es que son violentadas por el simple hecho de ser mujeres, y que no ha influido en esa violencia, ni a más ni a menos, su condición social, su nivel económico y su formación profesional. En cuanto al maltrato económico al que usted hace alusión, yo no digo que la mujer salga sin recursos o no tenga recursos, porque aunque la mujer maltratada proceda de una situación económica muy débil, si hay alguna mujer que en este país trabaja es la mujer maltratada, porque lo primero que hace el maltratador es no dar un duro, es no facilitar medios económicos, por lo tanto, sea del nivel que sea, esa mujer está trabajando. A lo que me refería del maltrato económico es a que precisamente es el primer control, el otro control son los celos, que son otra forma de control de la mujer y no una especificidad de violencia, porque si hay un trastorno de personalidad ya no estaríamos hablando de violencia de género sino de trastorno de la personalidad celotípica. ¿Qué me parecen a mí las atenciones de recursos económicos que la ley establece para mujeres entre 50 y 55 años? Les voy a contestar muy rápidamente a esto. Los sindicatos dicen que un parado de 40 años es un parado permanente; por lo tanto, me parece muy alta la edad, y creo que eso podrá corregirse a lo largo del proceso que todavía le queda por recorrer a esta ley. A lo de la custodia compartida ya he contestado claramente. En cuanto a si me parecen bien los juzgados contra la violencia, es una pregunta que hace tanto la representante de Convergència i Unió como la de Esquerra Republicana. Simplemente les voy a decir lo que aquí tengo escrito y me van a permitir que lo lea, es muy breve. La señora PRESIDENTA: Perdón. No quiero interrumpir pero le quiero pedir que si tiene interés en pasarnos ese texto, que es muy interesante lo repartimos luego, aparte de que ahora lo comente. La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Lo voy a comentar, dejándolo al mejor conocimiento no catedráticos de derecho, porque estos saben mucho sólo de teoría, sino de profesionales del derecho que pudieran dar soluciones más acertadas. «Nosotros proponemos que se refuerce con la materia de violencia de género la especialización y asistencia en los juzgados de familia de la jurisdicción civil y que se dote de las correspondientes secciones de orden penal con especialización así mismo en la materia penal familiar en cuya sede jurisdiccional se instruyan los sumarios de violencia de género que sentenciará la Audiencia». Aquí no hay incompetencia con respecto a las faltas, porque nosotras estamos defendiendo que no hay faltas sino que son delitos. Estamos defendiendo todo el tiempo que maltratar a una mujer no es una falta sino un delito. «Pudiendo tales instructores adoptar las medidas cautelares correspondientes.» Creemos además que hay algo que no hemos dicho y que es importante decirlo, que es la competencia de los fiscales de violencia de género. Me parece fundamental esta figura y esta intervención, y tendrían que hacerlo en todo caso y, aún cuando no se tomara en consideración lo que decimos, deberían estar también en los juzgados de familia, porque detectar la violencia de género para trasladarla al juzgado correspondiente es una función difícil y complicada, sobre todo tal y como funcionan los juzgados en este país. «Pudiendo como tales instructores adoptar las medidas cautelares correspondientes con esta integración en unidades respectivas competentes de ambas secciones, la penal y la civil, de los juzgados de familia dedicados con exclusividad a la 70 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Esta es una ley que se ha elaborado desde el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. El que la Delegación de la violencia esté ubicada en quien ha elaborado la ley, me parece que puede ser una garantía de eficacia de esta Delegación, porque lo queremos coordinar y acercar. La valoración del orden de protección ya se la he dado. También le tengo que decir que en muchas ocasiones, ahora no me lo ha preguntado pero es igual, ustedes me han preguntado qué me parecían las pulseritas o los teléfonos, y les he contestado que estos son un medio que localización rápido del cadáver, pero no una protección. También me ha preguntado si me parece que las situaciones de agravación penal son necesarias para una mejor protección ¿Es esto lo que me ha preguntado? materia del derecho de familia, recíprocamente especializados en violencia de género». Estamos manteniendo al juez ordinario preestablecido en la Constitución. Creo que con eso he contestado a las preguntas que me hacían. Antes de que interviniera la representante del Partido Popular, a quien en otras ocasiones he contestado en comisiones como esta, ha intervenido Convergència i Unió a quien tengo especial interés en contestar. La señora PIGEM I PALMÉS: Perdón, presidenta. Me ha contestado ya a buena parte de todo lo que he preguntado. La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo ): Si se da por contestada me alegro porque no encuentro por ninguna parte lo que usted me preguntaba. Usted perdone. Me voy a centrar ahora en el Grupo Popular, en la diputada María Jesús Sainz. Qué le voy a decir que me he desgañitado durante ocho años, trasladándoles las opiniones que me merecían los planes, las modificaciones legales y, por supuesto, no voy a hacer juicios de intenciones de ninguna clase, pero los juicios rápidos nos han dejado infartadas. Quiero decirle que sólo desde el conocimiento más evidente de lo que es la violencia de género se puede pretender que un juicio rápido dé una respuesta adecuada a una situación de violencia de maltrato, porque la mujer está sumamente bloqueada, necesita reaccionar e informarse. Me ha parecido muy bien (y esto no es responsabilidad de ustedes, en parte), las medidas de alejamiento, de protección. Pero creo que ustedes, a lo mejor no saben lo que ocurre; nosotras sí porque estamos con las personas a las que les está pasando. El alejamiento que muchos jueces han puesto ha sido de 25 metros, de 50 metros, de 100 metros, con lo cual el juez estaba consagrando, legitimando el acoso ocular permanente. Por eso, yo antes hacía tanto hincapié en la necesidad de que los jueces actuaran imperativamente y no facultativamente, porque el artículo 544 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, como usted muy bien sabe, no habla de metros, habla de barrios, de comunidades, de instancias alejadas, sin embargo, a la hora de la aplicación, los jueces ponen esas distancias que ahora se han ampliado después de protestas múltiples de las mujeres, y estamos empezando a conseguir los 200 metros. ¿Usted sabe lo que se tarda en recorrer 200 metros cuando se tiene una edad un poco más joven que la mía? Nada de nada. Usted también me ha preguntado, no sé si he tomado mal el dato, si la delegación de la violencia debía depender de la Presidencia de Gobierno o de.. La señora SAINZ GARCÍA: Bueno, más o menos le he preguntado eso. Le decía si considera que las medidas que en la ley se introducen de agravación penal exclusivamente dirigidas hacia la mujer, son suficientes y si van a servir para proteger mejor a la mujer. Por cierto, que lo de la modificación de los metros de alejamiento no se modifica, ni lo de la prisión provisional tampoco, ni los juicios rápidos. La señora PRESIDENTA: Voy a intervenir un momento. No vamos a permitir más interlocuciones por seguir el orden. Señora Pérez del Campo, conteste lo que haya recogido, sino tendrá oportunidad de enviar por escrito cualquier cuestión o matiz, porque si no tendremos problemas para finalizar esta comparecencia. Vamos a hacerlo así si le parece bien. La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Le voy a contestar a la última parte. Usted habla de que hay casos que pueden quedar fuera de la ley, y al referirse a esos casos habla de temas de venganza o de celos. Los celos son control, salvo que fuera patología, en cuyo caso no estaríamos hablando de violencia de género y tendríamos el Código Penal para juzgar esa situación. Los celos son control, salvo que haya un psiquiatra, un médico o una persona capacitada que diagnostique que esta persona tiene un trastorno de la personalidad paranoide que le produce delirios celotípicos, en cuyo caso tenemos el Código Penal y no estaríamos hablando de violencia de género. Nosotras nunca hemos dicho que esta gente esté enferma, sino todo lo contrario, que no son enfermos. Creo que la agravación penal era necesaria sencillamente porque las situaciones por las que pasan en los juicios, las condenas y el tiempo que pasan en la cárcel las personas que han cometido este tipo de delitos no son en absoluto disuasorias, en la mayoría de los casos. La señora SAINZ GARCÍA: Del Ministerio de Trabajo. El anterior proyecto de ley la hacía depender de Presidencia, y ahora depende del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, por eso se lo preguntaba. 71 Congreso 19 de julio de 2004.—Núm. 64 He contestado a lo de los juzgados exclusivos, porque he contestado a las representantes de CIU y de Esquerra Republicana, y no tengo recogido nada más. Por último, claro que soy partidaria del fondo de garantía de pensiones, lo era con ustedes. Ustedes llevaron en sus programas el fondo de garantía de pensiones de las mujeres. Se me había olvidado esta pregunta, con las ganas que tenía de decirle a usted que por qué no cumplieron ustedes con el fondo de garantía de pensiones que llevaban en sus programas en una y en otra de las veces que se presentaron y ganaron las elecciones. ¿Por qué no? Ahora también soy partidaria de eso, no cambio de opinión porque esté gobernando otro partido. Pero ustedes debieron cumplir. Y hay una cosa, y acabo con esto, que es muy clara y que la ciudadanía ha aprendido, y es que queremos que ustedes cumplan las promesas que llevan en sus programas, queremos que las cumplan, no que nos sigan engañando. Ha habido mucho engaño y de eso se ha resentido la sociedad. Espero que ustedes hayan aprendido que los ciudadanos no son lerdos. futuro, el que los hombres pidieran en las separaciones —no de violencia— la guarda y custodia se podría considerar como un valor, porque en el momento en que eso ocurra, querrá decir que ha cambiado mucho la sociedad. Muchas gracias. La señora PRESIDENTA: ¿Quiere contestar? La señora DIRECTORA DEL CENTRO DE ATENCIÓN, RECUPERACIÓN Y REINSERCIÓN DE MUJERES MALTRATADAS DE COSLADA (Pérez del Campo): Sí, en un segundo. Evidentemente se había entendido mal, porque yo le entendí a usted que estaría encantada de que en el futuro se pidieran guardas y custodias compartidas, y esto no se puede pedir ni con violencia ni sin violencia. Creo que anteriormente he dicho, y me parece que lo he dicho contestándole a usted, señoría, que yo soy partidaria de que en aquellas situaciones en las que no hay violencia de género, los hombres vayan asumiendo la responsabilidad de la guarda y custodia de los hijos, y me he referido a ello con respecto a la responsabilidad que ello entraña, la hipoteca de la libertad, etcétera. (La señora Sainz García pide la palabra). La señora PRESIDENTA: Antes de finalizar y agradecer a la señora Pérez del Campo su intervención, le voy a dar la palabra a la señora García por medio minuto para un tema muy concreto. También le ruego brevedad a la señora Pérez del Campo en la contestación, y así ya damos por finalizada la Comisión. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias. No, señora Sainz, ya ha pasado el tiempo. La señora SAINZ GARCÍA: Perdón, señora presidenta. Era por una imprecisión. Sí hemos constituido en la orden de protección el fondo de garantía de pensiones para las mujeres víctimas (y por lo tanto quería dejar constancia de ellos). Y ahora ha desaparecido del proyecto de ley del Grupo Socialista. La señora GARCÍA SUÁREZ: Creo que no hará falta contestación, más que nada quiero que se tome nota, porque se ha dado a mi intervención una interpretación absolutamente errónea. En cuanto a las guardas y custodias, creo que está así recogido en acta, la señora Ana María Pérez del Campo en el momento de su intervención ha dicho que la guarda y custodia no la piden los señores. Y entiendo que esto se decía en un tono como que los señores no estaban suficientemente sensibilizados para querer ejercer de padres. En todo caso este ha sido el contexto donde se ha dicho esta frase. Yo he acabado mi intervención diciendo que personalmente, mi máximo deseo sería en el futuro que se erradicara la violencia de género, y en este contexto de La señora PRESIDENTA: Muchas gracias a todos los portavoces. Muchas gracias, señora Pérez del Campo por su intervención y por su aportación a este proyecto de ley. Mañana continuamos con las comparecencias a las diez de la mañana. Gracias. Se levanta la sesión. Eran las nueve de la noche. Edita: Congreso de los Diputados Calle Floridablanca, s/n. 28071 Madrid Teléf.: 91 390 60 00. Fax: 91 429 87 07. http://www.congreso.es Imprime y distribuye: Imprenta Nacional BOE Avenida de Manoteras, 54. 28050 Madrid Teléf.: 91 384 15 00. Fax: 91 384 18 24 Depósito legal: M. 12.580 - 1961 72 CORTES GENERALES DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS COMISIONES Año 2004 VIII Legislatura Núm. 65 TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN Sesión núm. 6 (extraordinaria) celebrada el martes, 20 de julio de 2004 Página ORDEN DEL DÍA: Celebración de las siguientes comparecencias: — De la presidenta del Observatorio de violencia doméstica y de la Comisión de seguimiento de la implantación de la orden de protección. Vocal del Consejo General del Poder Judicial. Miembro del Observatorio contra la violencia doméstica (Comas de Argemir). (Número de expediente 212/000111.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2 — Del vocal portavoz del Consejo General del Poder Judicial. Miembro del Observatorio contra la violencia doméstica (López López). (Número de expediente 212/000112.) . . . . . . . . . . . 17 — De la presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo y Asistentes Sociales (Aguilar Manjón). (Número de expediente 219/000022.). . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 — De la señora Naredo Molero, de Amnistía Internacional. (Número de expediente 219/000023.) . 41 1 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Página — Del director del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia (Sanmartín Esplugues). (Número de expediente 219/000024) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55 — De doña Ángeles Álvarez Álvarez, de Fundación Mujeres. (Número de expediente 219/ 000025) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 Se abre la sesión a las diez y cinco minutos de la mañana. mente uno de los problemas sociales más acuciantes a los que se enfrenta el Gobierno, el Parlamento, el resto de los poderes públicos y la sociedad civil entera. Avanzo que entiendo que esta ley es necesaria, oportuna y tiene encaje constitucional, considero que es necesaria y oportuna porque persigue dos objetivos ineludibles. El primero es conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres, y el segundo es combatir la violencia de género a fin de reducir las insoportables cifras que padecen las mujeres, con el objetivo además de erradicarla. En cuanto al primer objetivo, es un hecho incuestionable en este país que después de 25 años de aprobación de la Constitución española no hemos conseguido la igualdad real entre hombres y mujeres, a pesar de que la igualdad —como todos ustedes saben— es un derecho constitucional, es un derecho fundamental de los ciudadanos y ciudadanas de este país. Considero, por tanto, que es una ley para la igualdad, para lograr la igualdad. En relación con el segundo objetivo, también es indiscutible que la violencia que se produce en el ámbito familiar, en su inmensa magnitud, es violencia de género, es violencia de hombres contra mujeres, fundamentalmente en el ámbito de la pareja, fruto de las relaciones de dominio, de control, de sumisión, de posesión que históricamente los hombres han ejercido contra las mujeres. La ley está justificada constitucionalmente, en primer lugar, porque existe un mandato expreso a los poderes públicos del artículo 9.2, que es inequívoco. De una forma expresa mandata a los poderes públicos para que se remuevan todos aquellos obstáculos que impiden que al día de hoy los derechos fundamentales de las personas, sobre todo el de la igualdad no sea todavía un derecho real. Además, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que no ha tenido la oportunidad todavía de poder examinar ningún tema relacionado con una opción legislativa como ésta, aunque sí en otros supuestos y precedentes, ha consolidado la doctrina —que yo comparto— de que es posible acordar medidas de acción positiva, terminología y denominación que en mi caso prefiero a la de discriminación positiva, pues no se trata de discriminar a otros colectivos sino de favorecer a aquellos que han estado históricamente en situación de desigualdad, en este caso a las mujeres, que en el ámbito de las relaciones de pareja han estado en muchas ocasiones en situaciones de inferioridad, fruto de estas relaciones de poder, de dominio, CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS: — DE LA PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (COMAS DE ARGEMIR). (Número de expediente 212/000111.) La señora PRESIDENTA: Señoras y señores diputados, reanudamos las sesiones de la Comisión. En estos momentos tenemos con nosotros a doña Montserrat Comas de Argemir, presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de la Comisión de seguimiento de la implantación de la orden de protección, vocal del Consejo General del Poder Judicial y miembro del Observatorio contra la Violencia Doméstica, que hará la exposición, como todos los días, correspondiente a los comparecientes y, a continuación, intervendrán los distintos portavoces de los grupos políticos. Antes quiero decir que la compareciente, señora Comas, ha traído una documentación que está a disposición de las señoras y señores diputados en esta sala. Tiene la palabra doña Montserrat Comas de Argemir. La señora PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Comas de Argemir): Con la venia, señora presidenta, señoras diputadas y señores diputados, sean mis primeras palabras para agradecer a esta Comisión que me haya citado para que, como experta, pueda dar mi opinión, lo cual me permite manifestarme sobre uno de los proyectos de ley que yo creo que va a ser uno de los más importantes en esta legislatura porque aborda precisa- 2 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 que derivan de nuestra historia y de la cultura; una historia y una cultura que han fomentado un modelo de relaciones familiares patriarcales, basadas en la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y un modelo de sociedad en el que la mujer ha estado en situación de inferioridad. Esto es lo que ha supuesto que los patrones culturales llamados machistas o de discriminación sexista hacia la mujer estén todavía muy enraizados en nuestra sociedad. Por eso pienso que las medidas de acción positiva hacia el colectivo mujer en situación de discriminación son necesarias y, repito, avaladas por el Tribunal Constitucional en esta terminología que, por ejemplo, menciona expresamente en el fundamento jurídico segundo de la Sentencia 229/1992, de 14 de octubre, cuando la denomina derecho desigual-igualitario entre hombres y mujeres, es decir, la de tratar de forma desigual a los que están en situación de desigualdad en la sociedad para lograr precisamente la igualdad. Con esta opción legislativa lo que se pretende, en definitiva, es combatir lo que en España constituye la auténtica lacra social, el auténtico problema social: la violencia que se ejerce en el ámbito de la pareja de hombres contra mujeres —por eso se denomina violencia de género—, y creo que precisamente este tipo de violencia que en algunas ocasiones públicamente yo he denominado violencia criminal machista es la que produce un reguero de sangre de cifras insoportables. Las cifras estadísticas están ahí, en todo caso, para avalar lo que está sucediendo en nuestra realidad social. No se trata de legislar en función de las estadísticas, pero sí de examinarlas porque ayudan a entender cuál es el problema social grave al que nos enfrentamos y el que se quiere combatir. Este año llevamos 36 mujeres muertas a manos de la pareja o ex pareja. Son cifras hechas públicas por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género; son por tanto cifras judiciales y no periodísticas, son cifras contrastadas con los jueces que instruyen los sumarios. El año pasado, de 103 mujeres 81 murieron por violencia doméstica, y de estas, 65 murieron a manos de sus parejas o ex parejas. En la documentación tienen además la estadística judicial del año 2003. Es el primer año que el Consejo General del Poder Judicial ha hecho público un informe de la actividad de los órganos judiciales en el ámbito de la violencia doméstica, y en él se expresa que de las 76.267 denuncias que se presentaron por actos violentos en el ámbito familiar el 90 por ciento de las víctimas denunciantes son mujeres. Respecto a las cifras de la orden de protección derivada de la aprobación en el Parlamento español el 31 de julio del año pasado, desde que entró en vigor el 2 de agosto hasta el 31 de diciembre, de las 6.004 órdenes de protección otorgadas judiciales el 95,7 por ciento de las personas protegidas son mujeres. En los tres primeros meses del año 2004, de las 5.685 órdenes de protección otorgadas judicialmente el 78 por ciento de las protegidas son mujeres. Por estas y otras razones yo, como vocal del Consejo General del Poder Judicial, voté en contra del informe que se aprobó en una estrecha votación, efectivamente, pero se aprobó por mayoría y por tanto es el informe del Consejo General del Poder Judicial; se aprobó por diez votos a favor y nueve vocales votamos en contra y expresamos nuestra discrepancia a través de los distintos votos particulares que también están a disposición de ustedes y los he incluido en la documentación. Voté en contra del informe del Consejo por varias razones, pero fundamentalmente porque no comparto —creo que el informe se equivoca— el diagnóstico del problema, sus consecuencias y determinados enfoques. En mi opinión, no se trata de legislar una vez más respecto al fenómeno y al problema de la violencia doméstica. Esto ya se ha hecho y se ha hecho bien. Hay buenas leyes que han servido para abordar esta problemática. La ley integral no pretende, ni lo hace, derogar leyes anteriores como la Ley Reguladora de la Orden de Protección, ni tampoco modifica todos aquellos tipos penales que ya recogen en nuestro ordenamiento jurídico el castigo por los actos violentos que se cometen en el seno familiar, cualquiera que sea el sujeto pasivo. Por tanto, no comparto aquellas opiniones que mantienen que con la aprobación de esta ley quedarían desprotegidos los menores, los ancianos y los hombres; no lo comparto porque sinceramente creo que no es verdad. Al igual que al día de hoy cualquier menor, cualquier anciano, cualquier hombre que fuera maltratado o amenazado, cualquiera que sea el sujeto pasivo en este país, no sólo recibe la tutela efectiva de nuestros órganos judiciales y, por tanto, su denuncia sería investigada y es investigada por un juez de instrucción, sino que además los actos violentos denunciados están plenamente recogidos como delito en el Código Penal, por lo que si se probaran los hechos serían objeto de castigo y de condena por parte de un juez de lo penal. En mi opinión, si al día de hoy el proyecto de ley integral de medidas contra la violencia de género se aprobara incluso tal y como está, sin mejoras técnicas —aunque yo creo que es mejorable y es bueno que se mejoren algunos aspectos que diré—, pero si se aprobara al día de hoy, en modo alguno supone, repito, que queden desprotegidos, porque al igual que ahora reciben tutela efectiva y están en el Código Penal contempladas estas conductas, de la misma manera si quedara aprobada la ley integral, estas mismas personas encontrarían en nuestros tribunales la tutela efectiva que merecen y el castigo y el reproche penal que merecen estas conductas. En todo caso, ¿qué es lo que hace la ley integral? Dar un paso adelante para combatir una auténtica lacra social. No es un problema social en este país que se peguen dos hermanos, que una mujer pegue o amenace a un hombre, o que un yerno pegue a su suegro o al revés. Estas son conductas individualizadas que existen, efectivamente, y nuestro ordenamiento jurídico penal y judicial tiene respuesta para ellas. Lo que hace la ley integral es dar un paso al introducir un plus de protección a favor de la mujer, no exclusivamente por el hecho de ser mujer, como se está diciendo, sino por 3 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 el hecho de que los atentados que padece tienen lugar en el ámbito de la pareja. Hay por tanto un plus de protección a la mujer en esta específica relación, en el ámbito de la pareja, por ser socialmente donde se está demostrando que existen las mayores cotas de violencia contra la mujer. Además de la justificación constitucional y de las sentencias del Tribunal Constitucional, esta opción también está avalada por todas las resoluciones internacionales de organismos internacionales como Naciones Unidas y el Parlamento Europeo, que desde el año 1989 son conscientes de que este es un problema universal que no tiene fronteras territoriales, y es la razón del porqué se están haciendo tantos acuerdos, recomendaciones, resoluciones, convenciones y tratados internacionales, uno de ellos la Declaración de Naciones Unidas, en diciembre de 1993, que aprobó la Asamblea General de Naciones Unidas y que define la violencia de género como una violación de los derechos fundamentales y de las libertades fundamentales. En mi voto particular he hecho una relación del resto de declaraciones, resoluciones y convenciones internacionales que están aprobadas y en todas ellas la denominación que se utiliza a nivel internacional es cómo combatir la violencia contra las mujeres; esta es la denominación de todos los organismos internacionales. Es verdad que mi voz hoy aquí no es la mayoritaria en el Consejo General del Poder Judicial, porque efectivamente mi opinión no reunió a la mayoría, pero como presidenta sí creo ser la mayoritaria en el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, en el que, como todos ustedes saben bien, aparte del Consejo General de Poder Judicial están también representados el Ministerio de Justicia y el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, entre otros, que son precisamente promotores e impulsores de esta ley. He de decir, y lo creo por la experiencia que he tenido la oportunidad de vivir hace diez días, que esta opción legislativa no va a merecer un reproche de nuestros organismos internacionales como Naciones Unidas. Los días 6 y 7 de julio he podido formar parte como experta de la delegación de España, presidida por la secretaria de Estado para la Igualdad doña Soledad Murillo, en Naciones Unidas para defender precisamente el informe que ha hecho España para el seguimiento de una de las convenciones que nos vinculan, porque España la ratificó el 16 de diciembre de 1983, la llamada Convención para la eliminación de toda discriminación contra la mujer, que no sólo nos vincula, sino que forma parte de nuestro ordenamiento jurídico interno, y les he de trasladar que de los 21 países distintos que conforman el CEDAW ningún experto en sus intervenciones puso objeción alguna respecto a que esta opción legislativa no incluya a los hombres, a los menores o a los ancianos. La única preocupación que nos expresaron y que yo traslado aquí para que les pueda servir para la reflexión es que entendían que existía una contradicción entre el título de la ley y su contenido, y nos sugerían que de mantener el título de la ley adaptemos el contenido y, por tanto, legislemos en relación con todo tipo de violencia que se comete contra la mujer, sea en el ámbito privado, sea en el ámbito público. Si mantenemos esta opción legislativa, la que está específicamente concretada en el artículo 1 y que es el objeto de la ley —combatir la violencia que se comete contra las mujeres en el ámbito de la pareja o ex pareja—, lo único que nos pedían es que se adaptase el título a este específico objeto o contenido de la ley. Por tanto, compartiendo esta preocupación, lo dejo encima de la mesa para que, como una opinión más pueda examinarse. Entro ya en una de las cuestiones que ha sido objeto de mayor debate en estos últimos días, que es precisamente la de las modificaciones penales que se proponen en el proyecto de ley. Hay dos aspectos en mi opinión. Respecto a lo que se propone en el artículo 29.4, que es introducir una agravante específica en el delito de lesiones para agravar la pena cuando el delito tiene como sujeto pasivo la mujer en el ámbito de la pareja, mi opinión es la siguiente. El Código Penal español está plagado de casos en los se agrava el tipo penal cuando el delito tiene lugar en una determinada relación por la actitud o por la intención del sujeto según los medios empleados. Así, por ejemplo, la pena del homicidio está agravada en los casos de genocidio del artículo 607 del Código Penal; también está agravada la pena del homicidio en los casos de terrorismo del artículo 572; y lo está también en los casos de magnicidio del artículo 485 del Código Penal. Por tanto, entender que constitucionalmente —como se dice en el informe aprobado por el Consejo del Poder Judicial— no es posible esta opción legislativa, creo que es un error porque esta posición doctrinal exigiría la derogación de una buena parte de preceptos de nuestro Código Penal. El ejemplo para mí más visible de esta opción y que tiene sus precedentes está en el artículo 22.4 del actual Código Penal, la que establece en la parte general de nuestro código una agravante para todos los delitos cuando el autor comete el hecho por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, la religión, las creencias de la víctima o su orientación sexual. La primera pregunta, por tanto, a hacerse es: si el Código Penal ya castiga en la actualidad con una pena más grave al que actúa, por ejemplo, por motivos racistas, ¿por qué no podemos introducir una agravante para aquellos que actúan por motivos machistas, es decir, de discriminación sexista hacia la mujer? Si admitimos que el machismo es un problema social del que se deriva desigualdad y una buena parte de la violencia que se comete contra las mujeres, entiendo que es una opción legislativa legítima establecer un plus de protección a las mujeres que sufren las consecuencias de este problema, protegiendo de esta forma las relaciones de igualdad en la pareja. No es, repito, una sobreprotección hacia la mujer por el mero hecho de ser mujer, sino por el hecho de que los atentados que padece tienen lugar en el ámbito de la pareja. 4 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Se trata, por tanto, de un doble requisito, porque lo que se protege es la situación de la mujer en las relaciones de la pareja para que sean relaciones de igualdad. La segunda pregunta a hacerse es: si se introduce en el tipo penal de las lesiones —que es la opción del proyecto, la del artículo 29.4— ¿por qué no hay que introducirlo en los demás tipos penales que tipifican las conductas violentas y atentatorias contra aspectos nucleares de la dignidad de la mujer? En mi opinión hay dos opciones en este terreno. La que yo prefiero, por mejor técnica legislativa y desde un punto de vista sistemático, es añadir en el artículo 22 del Código Penal, en el que existen ocho circunstancias agravantes, una novena que fuera una circunstancia agravante para el que actúa por motivos sexistas o de discriminación sexista hacia la mujer. Por tanto, sería la opción de introducir una agravante genérica porque la segunda opción, que yo creo que es más coherente que la del proyecto, sería la de en todos los tipos penales que tipifican conductas relacionadas con la violencia doméstica y que son los malos tratos de obra, el maltrato físico y psíquico habitual, las coacciones graves, las amenazas graves, el homicidio, el asesinato; introducir en todos ellos la agravante específica, la misma del proyecto en este mencionado artículo 29.4. Sin embargo, repito que por razones sistemáticas y de mejora técnica sería suficiente y positivo que se introdujera como agravante genérica en la parte general del código —repito, en el artículo 22— una novena circunstancia agravante. Entro ya en la segunda parte del tema penal que aborda la ley. Aquí tengo reparos técnicos, aunque no constitucionales, respecto a la opción que hace el proyecto en los artículos 30 y 31, en definitiva, pasar a delito las coacciones y amenazas leves cuando el sujeto pasivo es mujer y si el hecho se ha ocasionado en el ámbito de la pareja con o sin convivencia. Efectivamente esta es una opción de política criminal que corresponde al legislador, que es legítima y constitucional por la misma justificación que anteriormente he dicho, pero en mi opinión no es adecuada porque tiene más problemas que ventajas. Desde un punto de vista dogmático, es más acertado proseguir en la línea que ya se inició en la Ley 11/2003, de 29 de septiembre y que entró en vigor el 1 de octubre del año 2003, que trasladó ya a delito las amenazas de muerte con exhibición de arma y las agresiones desde la primera agresión, siempre en el marco de la violencia doméstica; el mantenimiento de las faltas penales contra las personas —otra cosa es el capítulo de las faltas penales, por ejemplo, contra el matrimonio o contra el orden público—, pensando y analizando cuál es el bien que protegen, que en definitiva es la libertad y que en derecho penal es lo más importante a preguntarnos: ¿qué bien jurídico protegido queremos proteger? En este caso el bien jurídico de la libertad y, por tanto, el derecho a no ser coaccionado ni amenazado, que históricamente en este país ha estado secularmente desprotegido. Nunca he entendido que nadie cuestione que en nuestro dere- cho penal sustraer un bolígrafo —siempre que valga más de 400 euros, el equivalente a las antiguas 65.000 pesetas—, sin violencia, sin intimación y sin fuerza, sea delito en este país, y no acabo de entender por qué una amenaza de muerte se salda con un juicio de faltas y con una pena de multa. Por eso yo tengo escrito en muchas ocasiones (no soy la única que lo piensa, también lo piensan otros), que el capítulo de las faltas penales, las que afectan a las personas y, por tanto, las que el bien jurídico que se protege es la libertad o la integridad física debería ser delito, cualquiera que fuera el sujeto pasivo, fuera hombre o mujer, también, con esta misma opción, aplicar la circunstancia agravante si la coacción o la amenaza se produce por motivos machistas o sexistas de discriminación contra la mujer. Otra opción posible, si esta se considera, digamos, demasiado atrevida —aunque les he de decir, por mi conocimiento del derecho comparado, que no existen en ningún código penal europeo las faltas contra las personas consideradas como conductas leves; en todos los códigos penales europeos, cuando se protege la libertad y la integridad física de las personas, es delito, lo cual no quiere decir ingreso en la cárcel, no quiere decir penar con penas de cárcel, porque como ustedes saben los delitos se pueden también penar con penas de multa, con penas de trabajos al servicio de la comunidad, con penas de localización permanente y ya con penas privativas de libertad, por tanto, graduando la proporción de la pena a, efectivamente, la gravedad del hecho o de la conducta—, como decía, otra posible opción, para evitar las desventajas que crea la redacción del proyecto referida a estos dos artículos es dejar las amenazas y coacciones leves tal y como están, consideradas como faltas en la redacción que va a entrar en vigor el 1 de octubre del 2004 y que de hecho ya también hace una opción de penar más gravemente cuando la amenaza o la coacción se comete en el ámbito de violencia doméstica. Comparto plenamente la opción legislativa de la creación de juzgados especializados, también la de que estos juzgados tengan competencias no sólo penales sino civiles, aunque creo que es demasiada extensiva la competencia que se les ha atribuido en el terreno civil. Quizás en el trámite de preguntas tendré la oportunidad de concretarlo. Yo creo que se tendrían que reducir las competencias civiles que atrae el juez de violencia sobre la mujer y centrarlas en aquellas competencias civiles que claramente derivan de actos violentos o de conductas violentas, todo lo relativo a la separación y divorcio, a las relaciones paternofiliales o al régimen de la guardia y custodia de los hijos. Quizá sería una buena opción legislativa porque se trata no de crear una jurisdicción especial, como se ha dicho en el informe del Consejo General del Poder Judicial, sino una jurisdicción especializada como ya la hay en los juzgados de menores, como la hay también en familia o como la jurisdicción laboral; especializar para conseguir jueces mejores formados y además para poder concentrar en 5 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 los juzgados y evitar la dispersión judicial que nos ha hecho históricamente ser muy ineficaces. Telegráficamente y ya para terminar, en relación a otros temas de mejora técnica de la ley que sugiero, son los siguientes. Valoro muy positivamente la expresa mención que se hace en el artículo 35 del proyecto a la reinserción social de los condenados y creo que además de hacerse mención expresa como se hace en este precepto de la necesidad de hacer programas específicos en los centros penitenciarios, debería hacerse mención expresa también en la ley integral respecto a los condenados que por la pena impuesta no han de ingresar en prisión, a fin de que se creen y regulen centros específicos para el tratamiento de condenados por este tipo de delitos para que los jueces puedan aplicar las previsiones que se contienen en el artículo 83.1.4 del Código Penal actual, relativo a la sustitución de las penas, y también la del artículo 105.1, apartado f), en el terreno de la ejecución de las medidas de seguridad. Por tanto, Se trataría también de la previsión de que se regularan los programas específicos de los condenados que no han de ingresar en prisión. En segundo lugar, creo que falta una mención expresa a los puntos de encuentro, que saben ustedes que es una realidad que ya existe en varios partidos judiciales, en varias comunidades autónomas, pero no están generalizados. Son lugares donde se están realizando regímenes de visita de los menores en presencia de profesionales cuando se ha dictado una orden de protección con prohibición al agresor de acercamiento a la víctima. Estos puntos de encuentro están desempañando un papel fundamental en la disminución del conflicto familiar y por tanto son, yo creo, un instrumento de gran utilidad a la hora de prevenir o evitar la violencia familiar. Sería conveniente plantearse, aunque no tengo una opción cerrada respecto a este tema, si es bueno especializar juzgados que investiguen los delitos relacionados con la violencia de género, y también la ley integral recoge la opción de especializar las secciones de las audiencias provinciales que por la vía del recurso de apelación han de entender o bien de las resoluciones de naturaleza civil o las que se dicten en los juzgados de instrucción y por tanto en el ámbito penal. Dejo sobre la mesa la pregunta de por qué no hay que considerar la opción también de especializar a los juzgados que han de juzgar, es decir, a los juzgados de lo penal, a los jueces de lo penal, que en definitiva son los que juzgan prácticamente el 90 por ciento de las conductas que se denuncian en violencia de género, porque saben ustedes que juzgan todos aquellos delitos con penas privativas de libertad hasta cinco años de duración, que por tanto son el inmenso abanico de los actos violentos que se cometen. En la disposición adicional primera del proyecto, cuando se prevé la pérdida de la pensión de viudedad por razón de ser condenado por un delito de homicidio o de lesiones, yo entiendo que dicha pérdida de la pen- sión debería circunscribirse exclusivamente a la condena por el delito de homicidio; es decir, el que es autor del delito de homicidio o de asesinato del sujeto pasivo, por razones obvias, no puede luego beneficiarse, lucrarse, de la pensión de viudedad de la mujer muerta. Sin embargo, no acabo de entender que se extienda a cualquier condena por delito de lesiones, pero, en todo caso, si se mantuviera por delito de lesiones, creo que debería circunscribirse a la condena por delito de lesiones graves o muy graves, es decir, no a las lesiones menos graves, como por ejemplo el maltrato de obra, o a la primera agresión que haya producido una lesión leve aunque ya sea delito. Creo que es desproporcionado que esta condena comporte la pérdida de la pensión de viudedad. Me dejo en el tintero otras posibles mejoras técnicas por razones de tiempo —además sé que la señora presidenta ha sido muy benevolente conmigo, se lo agradezco— y acabo mencionando sólo dos cuestiones positivas. La primera es que el proyecto se haya aprobado con dotación presupuestaria. Creo que en este país hemos tenido muy buenas leyes pero que han tenido un defecto: no se han aprobado acompañadas de la memoria económica que haga creíble que una vez que se aprueben, cuando se tengan que aplicar, sean eficaces y efectivas. Si esto inaugura una nueva fórmula de legislar, bienvenida sea. Por último, un segundo gran beneficio que el proyecto de ley remitido por el Gobierno al Parlamento está suponiendo en este país es el gran debate nacional, social y jurídico que se ha logrado a partir de la discusión de esta ley. Yo creo que se logrado situarla además en centro del debate político nacional. Este es un gran logro. Si además ustedes consiguen en torno a ella y en torno a las modificaciones que haya que introducir un gran consenso parlamentario, creo que habremos ganado mucho terreno contra los maltratadotes y también daremos otro paso más a favor de la protección de las víctimas de esta gran lacra social que es la violencia de género. La señora PRESIDENTA: La presidenta lo que tiene es que agradecer en nombre de la Comisión su exposición y su valiosa aportación a este proyecto de ley. Por tanto el agradecimiento es nuestro por su presencia en esta Cámara. Entramos en el turno de los grupos políticos. ¿Qué grupos quieren intervenir? (Pausa.) Tiene la palabra la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar, deseo agradecer la intervención de la señora Montserrat Comas, de la que nos felicitamos estoy segura que todos, por lo que nos ha aportado y porque indudablemente su experiencia es para nosotros fundamental, en este caso y en este punto en el que estamos de reflexión y de trabajo parlamentario. Aprovecho para comentar al segundo día de sesión que considero que ha sido muy 6 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 positivo plantearnos estas comparecencias y que espero que podamos continuar teniendo ocasión como hoy de incrementar opiniones y sobre todo aportaciones tan importantes como la que nos acaba de realizar doña Montserrat Comas de Argemir. Algunas de las cuestiones que nos ha comentado me habían llegado ya de alguna manera, pero han servido para aprender mucho más sobre las posibles soluciones o modificaciones que podríamos encontrar para mejorar alguno de estos aspectos, lo que creo que en estos momentos mayoritariamente vemos que es necesario. Empezaría por decir que comparto totalmente que con la ley se ha conseguido un revulsivo y un debate en la sociedad y en todos los sectores muy importante. Supongo que en cada formación y en cada ámbito el debate se desarrolla de una manera determinada y también con unos intereses —en el buen sentido, no peyorativo— u otros, pero es igual. Yo pienso que sea lo que sea, el debate siempre es importante, porque aclara y nos permite reflexionar y avanzar. Supongo que coincidiríamos en que habríamos de conseguir, después de todo este debate, cómo y de qué manera llegamos al máximo de consenso, que personalmente como diputada es lo que más me preocupa; el consenso siempre es importante y más ante un problema de Estado como este y al que hemos de dar una solución urgente teniendo claro que la aprobación de la ley no va a ser la solución absoluta. Esto siempre me gusta recordarlo, porque hemos de continuar trabajando; no será la única medida que tengamos que introducir o que aprobar, pero la aprobación de esta ley es fundamental. Si el consenso siempre es importante y más en una ley como ésta, también lo es para que una vez aprobada la ley no nos encontremos con dificultades o con problemas que hagan difícil su aplicación. En definitiva, lo que creo que a la mayoría de los presentes nos mueve es que esta ley sea eficaz, que realmente se aplique sin problemas, que todos los actores que la tienen que desarrollar se impliquen en ella, que su desarrollo sea normalizado, que no se encuentre con obstáculos y, por tanto, que en el día a día de la aplicación de la ley se puedan ir mejorando las situaciones en las que en estos momentos nos encontramos. No me voy a extender demasiado porque creo que han sido brillantemente explicitadas sus opiniones sobre aquellos aspectos que podrían de alguna forma mejorar la ley en parte. Son cuestiones delicadas que creemos que pueden ayudar a ese consenso o como mínimo a rebajar estas diferencias que ahora podemos encontrar entre unos sectores y otros. Yo no las voy a enumerar. Simplemente las he recogido, me parecen valiosísimas y que nos van a servir para que a partir de aquí, como trabajo parlamentario, cada uno sepamos un poco qué es lo que hemos de ir proponiendo. Me ha parecido muy ponderada su opinión, con un criterio que yo comparto absolutamente, y sé que es uno de los temas delicados y que no siempre se manifiestan en una comparecencia, en relación a la reinser- ción de los agresores en las prisiones o en centros específicos cuando no hayan de ingresar en las prisiones. Nuestro grupo apuesta realmente también por esto, así lo manifestaremos, y apuesta por una cuestión muy clara. Sabemos que siempre se aduce que no hay suficiente presupuesto. Nosotros consideramos que es una manera clara y directa, al dedicar presupuesto a este fin, de incidir en la prevención y por lo tanto en la mejora de la situación de la violencia contra las mujeres. Cuando trabajamos en este sentido lo estamos haciendo por las mujeres, estamos trabajando, en definitiva, por intentar abordar este problema desde la óptica preventiva o desde la no repetición de esta situación. Cuando hacemos este tipo de propuestas estamos convencidos de que trabajamos por las mujeres. No estamos diciendo que se haya de traspasar un presupuesto dedicado a la mujer; se ha traspasar en este caso al agresor. Creemos que haciendo esto estamos beneficiando también a las mujeres. Quería incidir en este tema. Querría hacer énfasis en la cuestión de jóvenes y de niños. Los niños no van a poder ir a centros específicos porque para algo está la Ley del Menor y en todo caso es otro tipo de tratamiento. Venimos defendiendo que los menores de familias con problemas de malos tratos han de tener en la ley también —y vamos a hacer aportaciones vía enmiendas— desde el inicio tratamiento específico y terapéutico para intentar incidir en todas estas vivencias que seguramente desde la más tierna infancia han tenido y que les van a afectar de manera clara, seguramente, en cuanto a la repetición de valores y de comportamientos. Por otro lado, cada vez más jóvenes entre 16 y 20 años realmente ya están o bien con sus parejas o bien incluso en los ambientes familiares con sus propias madres ejerciendo la violencia. Pensamos que estos centros específicos, cuando se ha ejercido la violencia y ya han pasado a ser agresores, son importantísimos de cara a la prevención y la rehabilitación o como mínimo para intentar que ese comportamiento pueda reducirse al máximo. Se han dicho muchísimas cosas y, repito, he tomado nota de todo lo que doña Montserrat Comas nos ha planteado, que he encontrado realmente brillante. Concretamente he recogido su opinión sobre los juzgados especializados. Le agradezco una vez más su intervención y todas las aportaciones que nos ha realizado. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por Esquerra Republicana de Catalunya, la señora Bonás. Les ruego, y sirve para todos los intervinientes, que se ajusten a los tiempos lo mejor posible. La señora BONÁS PAHISA: Bienvenida, señora Comas. Ya sabe que soy muy concisa siempre, señora presidenta. La señora PRESIDENTA: Ya lo sé. 7 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 La señora BONÁS PAHISA: En primer lugar, ha surgido el tema del título de la ley. Ayer se habló de esto y de la violencia patriarcal. Le preguntaré qué opina usted de esto, si sería adecuado para entender lo que usted ha definido como violencia machista. En segundo lugar, me ha gustado porque nos ha aclarado el objetivo de la ley. Hay situaciones de desigualdad que necesitan protección. La ley tiene una parte de acciones positivas para corregir esas situaciones de desigualdad, por eso es ley integral, pero nos ha parecido muy generalista. Me explicaré. Cuando habla de información a la mujer —que, por cierto, no menciona a sus hijos— lo que menciona la ley son los derechos que tiene cualquier ciudadano a información. Debería especificar cómo va a darse esta información, por qué sistema, si va a ser telemática, en qué centros; si no, es una información general, ya que es patente que hay este derecho a la información. No sé si me explicó. Luego, en cuanto al tema de los hijos, si bien la ley es para corregir la situación de desigualdad de las mujeres, se tiene que especificar que los hijos van incluidos en todas las normas que hay en la ley integral de asistencia social. Me ha parecido interesante lo relativo a las parejas de los agresores. Si bien el agresor normalmente no reconoce que tiene un problema y no se le puede obligar a ir un tratamiento, ¿podría la ley, cuando se detecta la primera agresión, por leve que sea, obligar al agresor a seguir un tratamiento psicológico o ir a un centro? Porque él no va a reconocer que tiene un problema, pero en cuanto se ha detectado que ha habido una amenaza, por leve que sea, sabemos que allí puede haber un presunto agresor. ¿Podría de alguna manera obligarse a esta persona que ha amenazado incluso a ir un centro de tratamiento? Es una pregunta que dejo en el aire. En la ley no aparecen las comunidades autónomas. Hay comunidades autónomas que tienen ya programas de atención a la mujer, de tutela. Entonces, de alguna manera tendrá que articularse o establecer quién es responsable en algún momento. Hemos visto que en la ley esto prácticamente no aparece. Me gustaría saber qué opina usted. El tema de los juzgados. Ayer salió que en algunos casos hay quien está en contra de que haya juzgados especiales porque puede estigmatizar a la mujer. Usted ha defendido que la prioridad de estos juzgados especiales viene porque se concentra y se evita la dispersión y son más útiles. Querría que explicase un poco más por qué está usted a favor de los juzgados especiales, cuando hay personas y colectivos que están en contra. en la que nos ha dado sus opiniones, unas opiniones que, como ella misma ha dicho, no coinciden con las de la mayoría del Consejo General del Poder Judicial, pero que a juicio de la portavoz que les habla eran esenciales, y lo eran porque doña Montserrat Comas es la presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y, dentro de él, es la presidenta de la Comisión de seguimiento de la orden de protección. Sus opiniones me parecen esenciales por cuanto doña Montserrat Comas preside la parte del Consejo General del Poder Judicial que actúa mayoritariamente en el ámbito de la violencia de género. Por tanto, aunque no coincida con la mayoría, me parecen especialmente cualificadas todas sus opiniones. Los grupos parlamentarios tenemos un tiempo muy corto de intervención. Doña Montserrat Comas sabe, porque hemos tenido ocasión de hacerlo en otras ocasiones, que me gusta debatir los proyectos, digamos, hasta el artículo y la coma. Hoy no va a poder ser así, pero sí que me gustaría decirle que comparto en buena medida las líneas generales y hasta las particulares, con alguna escasa excepción, de todo lo que ha expuesto, incluso que a mí tampoco me gusta el término de discriminación positiva. Yo comparto sobre todo el mandato constitucional y lo que se recoge en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, que es claramente que el principio de igualdad exige tratar de distinta manera las situaciones que son distintas, por decirlo de forma abreviada. Por tanto, a nuestro juicio, no hay una objeción constitucional a ninguna parte del proyecto. Esto no quiere decir que no se pueda mejorar, evidentemente, sobre todo los aspectos que desde mi punto de vista son desgraciadamente más polémicos, porque yo creo que si algo buenísimo tiene esta ley es plantear un acceso universal a toda una serie de derechos y de prestaciones que hasta ahora no habían sido consideradas así. Considerar la violencia a partir de la denuncia creo que es tratar el problema de manera inadecuada, porque una mujer antes de denunciar tiene que ser informada, tiene que recuperar parte de su autoestima, parte de su integridad física y psíquica para estar en las condiciones óptimas o por lo menos en las mejores condiciones de abordar el problema que se le va a venir encima, también a partir de la denuncia, porque las situaciones de la vida real no desaparecen poniendo una denuncia. Yo creo que la gran virtualidad de esta ley es conseguir este acceso universal a un tratamiento personal y a un tratamiento que pasa de una consideración asistencial a una consideración de derechos. Dicho esto, siento que desde el Consejo General del Poder Judicial se haya comenzado una polémica que ha llegado a la sociedad y que en este momento crea alguna irritación y creo que entre todos hemos de intentar adoptar las mejores soluciones para, sin perder de vista lo que pretendía el proyecto —con lo que coincido—, de alguna manera salir al paso de estas objeciones que se han planteado. Me alegra muchísimo lo que usted ha dicho del tratamiento penal. Cuando ha aludido al artículo 148 del La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Catalán de Convergència i Unió, la señora Pigem. La señora PIGEM I PALMÉS: Yo quiero de entrada agradecer a doña Montserrat Comas la clara, brillante, rigurosa y magnífica exposición que nos ha hecho, 8 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Código Penal ha dicho que por qué no y lo ha referenciado al magnicidio y a otros tipos penales. Yo creo que el propio 148, en su redactado actual tercero, ya agrava las penas; hay un subtipo agravado si la víctima fuere menor de doce años o incapaz. El Código Penal está trufado de subtipos agravados para muchos delitos. Por lo tanto no veo yo objeción a que haya un subtipo agravado. Sin embargo, me gusta mucho la referencia que usted ha hecho de que este planteamiento debe extenderse a todo tipo de violencia, si queremos, en este ámbito de la privacidad, de la afectividad, doméstico o como se le quiera llamar. Coincido plenamente con usted en llevar este tipo de agravante al artículo 22 del Código Penal. Coincido también en el tratamiento tan sorprendente que tenemos en el libro III, título I, del Código Penal, en las faltas contra las personas. Yo creo que en algún momento de esta legislatura habrá que plantearse qué tipo de faltas son, qué tipo de mensaje estamos lanzando cuando decimos que comete una falta el que de modo leve amenace con una arma no ya a su esposa sino en general. ¿Qué amenaza puede ser leve con un arma? Por lo tanto yo coincido también con el planteamiento que usted ha hecho. Sentada la coincidencia, en la que no me puedo alargar por falta de tiempo, quisiera trasladarle algunas cuestiones. Desde su experiencia en el observatorio y en la implantación de la orden de protección, creo que hemos coincidido alguna vez constatando que hay un agujero negro que se produce en la protección de la mujer, una vez que se ha otorgado la orden de protección con un alejamiento, etcétera. ¿Usted cree que este agujero negro desaparece en el redactado de este proyecto de ley o hemos de incidir un poco para dar respuesta a esta situación de hipotética indefensión que se puede dar? Si es así, ¿a través de qué medidas o a través de qué soluciones? Segundo punto. Yo soy de las que no tengo claro el tema de los juzgados contra la violencia. He escuchado opiniones, unas a favor y otras en contra, y no se me alcanza la bondad de estos juzgados, no porque sean juzgados específicos —no veo que nadie haya objetado nada a los juzgados de lo mercantil o a la propia Audiencia Nacional—, no por un tema conceptual, que no es mi caso, sino un poco en cuanto a su eficacia. Yo tengo mis dudas de que sean más eficaces estos juzgados que una buena articulación o coordinación de los juzgados de instrucción y de los juzgados de familia o civiles actualmente existentes, a través de la nueva reglamentación del ministerio fiscal que sí se me antoja perfectamente adecuada. Sobre todo, tengo mis dudas acerca de la eficacia cuando, y como usted ya ha señalado, la competencia de los mismos, a mi modo de ver, es extensísima, tanto en temas penales —tortura, aborto, etcétera—, como en temas civiles, que se me antoja una competencia demasiado extensa. Me gustaría que ampliara un poquito lo que ya ha apuntado en su intervención. Por último, paso al tema de la dualidad de observatorios. Hay ahora uno en el Consejo General del Poder Judicial y la ley va a crear uno nuevo. Se ha dicho que podían superponerse, solaparse, etcétera. Mi opinión es que no, puesto que el del Consejo es específicamente legal o de seguimiento de resoluciones y el que crea la ley es un observatorio mucho más amplio, al que pueden ir temas sociales, laborales, etcétera, pero puesto que está aquí y es la presidenta del observatorio del Consejo General del Poder Judicial, me gustaría saber también su opinión al respecto. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Popular, la señora Torme. La señora TORME PARDO: El Grupo Parlamentario Popular también quiere empezar su intervención agradeciendo su presencia en la Comisión y sus aportaciones. Nuestro grupo considera esencial su presencia aquí en esa doble o triple condición de vocal del Consejo General del Poder Judicial, de presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y como miembro de la comisión de seguimiento de la aplicación de la orden de protección y, desde luego, no se han defraudado nuestras expectativas. Aquí hay una cuestión clara y es que todos compartimos esa preocupación, ese objetivo de acabar con este problema que usted ha señalado al principio de su intervención, que es acuciante. Todos queremos, con los medios y con las medidas más eficaces, combatir y acabar con la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Por eso damos tanta importancia a las comparecencias que se están celebrando y creemos que las distintas que han tenido lugar, así como las aportaciones que usted acaba hoy de hacer, van a contribuir a que podamos enriquecer el texto que estamos debatiendo. Nos gustaría conocer su opinión sobre algunas cuestiones. Nos gustaría que nos dijera si considera que se han producido avances en los últimos años con las medidas que se han ido adoptando contra la violencia de género, la violencia doméstica, así como la percepción social que hay de este problema, la repulsa social contra esta lacra. Me gustaría que las pudiera valorar. Se han adoptado distintas medidas, planes de violencia que han ido acompañados de la financiación adecuada. Usted tiene estadísticas (quiero agradecer que nos las haya aportado), por lo que puede conocer qué repercusión han tenido esas medidas, qué personas se han beneficiado de esas facilidades que se han dado en la aplicación de la red activa de inserción a mujeres que sufren violencia o en la aplicación de la orden de protección. Otro instrumento que se ha puesto en marcha son los juicios rápidos, que hacen que procesos judiciales que se demoraban, con la consecuencia de introducir mayor violencia, al beneficiarse de esa justicia ágil, rápida y eficaz, contribuyan a combatirla. Como experta en esta materia y desde esa posición privilegiada 9 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 sobre estas cuestiones, querría que nos hiciera una valoración de cómo se han ido implantando esas medidas y de la eficacia o bondad de las mismas. Asimismo, nos gustaría que hiciera una consideración sobre si usted cree que una ley integral, partiendo de esa valoración sobre medidas que se han ido introduciendo en los últimos años, es la mejor solución o si podría ocurrir que su aplicación fuera más compleja e introdujera dificultades. ¿Qué opina respecto a que en el resto de países de nuestro entorno no haya un instrumento de estas características una ley integral? Yo creo que en otros países hay tasas de violencia mayores que las de España y la concienciación, repulsa y condena social de la violencia ha tenido una evolución anterior a lo que ha ocurrido aquí. En este sentido, habría que valorar a qué se debe que no haya esa ley integral. ¿A un desinterés? Yo creo que no, pues hay esa concienciación y se quiere luchar contra ella por todos los medios. Quizás se ha considerado que era más oportuno actuar con otros medios. Quisiera que nos diera su valoración respecto a si este instrumento es la solución adecuada para acabar con la violencia o si también pueden ser válidos otros mecanismos, como hacen otros países, que van en la línea de planes que se han ido aprobando en España en los últimos años. Nos gustaría conocer su opinión sobre el tratamiento de la violencia en los medios de comunicación y su posible impacto en la reproducción de estas conductas, incluso en la grabación de las mismas, asunto del que ayer se habló en alguna de las comparecencias. Asimismo nos gustaría conocer su valoración sobre qué repercusión pueden tener los debates políticos que a veces se producen cuando tienen lugar casos de violencia doméstica. Criminalizar al Gobierno de turno, cuando se producen estos casos, creo que no es una buena decisión. Nos podemos felicitar de que en los últimos tres meses no se haya acusado al Gobierno de los casos de violencia que se han ido produciendo. Aunque es terrible, en lo que va de año ha habido muchas más denuncias que las que se produjeron en total en el año 2003. Nos gustaría que nos diera su opinión sobre si valora positivamente esas actitudes de prudencia en las que no se condena, no se criminaliza, no se hace responsable al Gobierno, que es el que tiene que desarrollar las medidas de lucha contra la violencia. Me gustaría que nos dijera si comparte que hemos de ser prudentes en el tratamiento de los medios de comunicación de estos casos, así como en los debates políticos. Pasando a otra cuestión, si hay un elemento claramente compartido en la lucha por la igualdad real y efectiva de las mujeres es la acción positiva de la que usted ha hablado. Ayer se mencionaba la obligación que tienen todos los poderes públicos, que se deriva del artículo 9.2 de nuestro texto constitucional. Todos los que estamos aquí y la inmensa mayoría de la sociedad española está de acuerdo en esa necesidad de adoptar medidas positivas a favor de la mujer, pero las dudas surgen con relación a si estas medidas han de extender- se al ámbito del derecho penal. Ayer hubo también una interesante aportación del catedrático de derecho constitucional, el profesor Francisco Bastida, que señalaba que la igualdad ante la ley es un principio al que no podemos renunciar, más aun en el caso del derecho penal, que es restrictivo de derechos y libertades. En el informe previo que S.S. elaboró, discrepaba de la extensión de las medidas de acción positiva al derecho penal. Para aclarar a qué párrafos me refiero, leeré, la página 31 del informe previo en el que usted señalaba que no parece oportuno establecer unos tipos penales cualificados en atención al ser el sujeto pasivo esposa o mujer que esté o haya estado ligada al sujeto activo por relación de afectividad, aun sin convivencia. Añadía que, a su juicio, no debe distinguirse en la forma que pretende este proyecto de ley, pues doctrinalmente no se justifica que una misma conducta lesiva pueda variar en función de quiénes sean los sujetos activo y pasivo que la cometan. Me gustaría que nos aclarara si mantiene esa posición que manifestó ya en la redacción de este informe previo. Ha señalado en su comparencia, que su voto particular hace mención prolija a resoluciones de organismos internacionales a favor de combatir de una forma eficaz la violencia que se ejerce sobre las mujeres. Puesto que usted ha estudiado las resoluciones y declaraciones de estos organismos, quisiera que nos dijera si en alguna de ellas se contempla la necesidad de que haga esa distinción de tipos penales en función de quien los comete, eso que se ha denominado derecho penal de autor. En su informe, así como en votos particulares, mencionaba una serie de problemas técnicos y procesales que encontraba en la redacción del proyecto de ley. La portavoz del grupo de Izquierda Unida así como la señora Pigem, de Convergencia i Unió, han destacado que S.S. ha hecho aportaciones interesantes que nos van servir de trabajo para la posible presentación de enmiendas, como la introducción de una agravante genérica o la extensión de la reinserción a los condenados, no sólo a los que ingresan en centros penitenciarios, sino también a los que no ingresan, medida fundamental para combatir la violencia y para prevenir que se vuelvan a reproducir esas conductas, porque si no se le trata ese agresor puede reproducir esas conductas sobre su pareja o sobre las que pueda tener en un futuro que no conozcan cuáles son sus comportamientos. S.S. ha echado en falta los puntos de encuentro, instrumento que consideramos eficaz y que tiene en cuenta el problema que se produce a veces a costa de los menores; la utilización y el chantaje a costa de los mismos o el que pueda haber circunstancias en las que se agrava la violencia cuando hay que llevar a la práctica ese régimen de visitas, esa custodia compartida de los hijos. De manera que consideramos de gran interés todas esas aportaciones. Pero me gustaría que nos hiciera algunas recomendaciones para corregir esos problemas técnicos y procesales que señaló en ese informe previo. Me refiero a 10 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 que pretende, que es la lucha contra esta lacra que es la violencia de género. Breves van a ser las preguntas porque ha dado usted respuesta en esa intervención a algunas de las incógnitas o interrogantes que han ido surgiendo, no sólo en la opinión pública, sino en las comparecencias de estas Comisión. La pregunta típica que le gusta a alguien realizar de si desprotege a los hombres, a las mujeres y a los ancianos, es ridícula, desde el punto de vista jurídico, poco seria y carente de rigor. Lo ha dicho usted claramente: El proyecto de ley no puede desproteger a hombres, menores o ancianos porque, entre otras cosas, significaría que están desprotegidos totalmente en nuestro Estado de derecho. Sólo favorece al colectivo de mujeres en esta lucha contra la violencia de género. Un tema puntual. Le agradecería información añadida sobre las estadísticas, de las que usted tiene buen conocimiento, sobre la relación de la inmigración de las mujeres extranjeras y el nivel económico-social —expresión que se maneja que no me gusta— de los maltratadotes. Otro tema importante. Creo que ha quedado claro en comparecencias anteriores y usted lo ha mencionado, pero modestamente no entiendo cómo puede cometer un error tan de bulto el informe de los diez hombres del Partido Popular en el Consejo. Y es hablar de jurisdicción especial en la creación de los juzgados de violencia contra la mujer. Un magnífico procesalista intervino ayer en esta Comisión, otro constitucionalista y otros más vendrán. Salvo obediencia debida, y dentro de que todo en el mundo del derecho es opinable, en este tema procesal es tan claro que no entiendo a qué puede ser debido este informe tan escasamente riguroso. Es claro —no me voy a extender— que estamos ante juzgados especializados, no ante una jurisdicción especial. Está dentro de la jurisdicción ordinaria, igual que los juzgados de Menores, igual que los juzgados de Familia, igual que los juzgados de lo Mercantil que acabamos de aprobar hace unos cuantos meses. No entiendo este error tan de bulto en el máximo órgano de gobierno de los jueces. Le agradezco sinceramente su análisis profundo y valiente sobre la constitucionalidad o no, sobre las opciones legislativas en el ámbito penal. Me ha parecido entender —corríjame si no es así— que usted no ve tacha alguna de inconstitucionalidad en todo el proyecto de ley; no sólo en este ámbito, en todo el proyecto de ley, si bien aporta una serie de sugerencias —no apuesta exclusivamente por una vía— de posible mejora de la regulación de este ámbito penal. Tomamos buena nota y le agradecemos esta información. Sé que usted ha reflexionado mucho sobre una propuesta que ha realizado en la mañana de hoy, que es la introducción de una agravante genérica y no específica. ¿No cree usted que aunque en apariencia queda una presentación muy clara, pudiera tener algunos problemas de aplicación práctica? Por ejemplo, la agravante genérica puede ser no apreciada por los tribunales y en ese caso estaríamos ante una ineficacia absoluta. Por los artículos 33, 87, o a la atribución —ya lo mencionaba Pigem— de determinadas competencias civiles, ajenas a la violencia contra la mujer, a juzgados de violencia sobre la mujer que usted consideraba que no era adecuado. Señora presidenta, voy a finalizar con otra cuestión que quería plantear en la que no me extenderé porque también la ha esbozado la señora Pigem. Como presidenta del Observatorio contra la Violencia usted tiene una posición privilegiada para analizar todas estas cuestiones. Quisiera que nos dijera si estima que el órgano que usted preside es el adecuado para desarrollar los fines que la ley atribuye en el artículo 26 a ese nuevo observatorio que está previsto que se cree, en cuyo caso dependería exclusivamente del Poder Ejecutivo. Nosotros entendemos que el observatorio que usted preside tiene una adecuada regulación y una adecuada participación de distintos órganos. No depende del Ejecutivo sino que, como usted ha señalado, participan en él ministerios como el del Trabajo y Asuntos Sociales o el de Justicia y creo que también se han incorporado las comunidades autónomas. Me gustaría que nos dijera si no cree que sería más eficaz, puesto que los recursos son escasos, potenciar este observatorio que ya está funcionando de una forma muy adecuada. Sin más, agradeciéndole su comparecencia, concluyo mi intervención. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Parlamentario Socialista, el señor Villarrubia. El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Muchas gracias, doña Montserrat Comas, por la magnífica intervención que ha tenido en la que ha dejado claro, en contra de otras respetables opiniones, que no incluye el epíteto de la obediencia debida en sus argumentos. Como corresponde en el mundo del derecho y en una ley tan compleja, es inevitable tener distintos puntos de vista en aspectos importantes, en algún caso fundamentales y en otro más o menos puntuales. He leído atentamente su voto particular, igual que el de otros compañeros suyos, pero no podido leer ninguna observación ni voto particular de los diez hombres nombrados por el Partido Popular, que hicieron un informe unitario y uniforme, como un solo hombre, en un tema tan complejo, tan abstracto y tan importante como el que aquí estamos debatiendo y de una ley integral de estas características. Usted ha discrepado de algunos temas. Intentaré puntualizarlos dentro de los escasos minutos de mi intervención. El Grupo Parlamentario Socialista le agradece de verdad sus discrepancias y aportaciones, algunas de las cuales ya fueron tenidas en cuenta al pasar de anteproyecto a proyecto de ley y es posible que a lo largo de la tramitación parlamentaria las suyas y las de otras personas puedan ser tenidas en cuenta para mejorar el proyecto de ley y convertirle en la mejor ley posible para conseguir los fines 11 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 de personas condenadas en los que por la pena que se les ha impuesto no han de ingresar en prisión. Coincidimos, por lo que no tengo nada que contestar. La señora Bonás hacía varias preguntas y expresaba algunas opiniones. Respecto al título efectivamente será necesario que SS.SS. aborden esta cuestión. No estoy en las mejores condiciones para señalar cuál sería el mejor. Sí creo que el título de la ley se ha de adecuar al objeto de la ley, que está perfectamente establecido en el artículo 1. Como la opción legislativa es correcta y buena de que se mantenga esta opción de combatir específicamente la violencia de género en el ámbito de la pareja o la ex pareja, por razones de coherencia, se tendría que trasladar al título. En cuanto a lo de la violencia patriarcal no acabarían de entenderlo los ciudadanos y ciudadanas de este país. Es cierto que forma parte de la cultura el discurso de las asociaciones de mujeres en las personas que desde otros ámbitos llevamos tiempo trabajando y reflexionando en esta materia, pero las leyes, aparte de que tienen la fuerza de vincular, han de ser muy pedagógicas. Yo haría un título mucho más comprensivo, expresivo y pedagógico para los ciudadanos. No sé si una ley de medidas contra la violencia de género en el ámbito de la pareja satisfaría o no, porque estamos hablando de relaciones que se dan fuera de la pareja, en la ex pareja, contando también con el caso de que las relaciones sean de noviazgo, que también se quiere que entren. Habría que pensar en ello para no crear una incoherencia y adecuar el título al ámbito de la ley que está en el artículo 1. Respecto a los hijos de las víctimas, creo que está expresamente incluido, en el artículo 37.1. a) del proyecto, cuando define las competencias de los juzgados de Violencia sobre la Mujer. Efectivamente es el momento en el que el proyecto opta para hacer una mención expresa de todos los actos violentos que serán competencia de estos juzgados. Es aquí donde el proyecto opta por incluir a los hijos de las víctimas. Fue una de las sugerencias que hicieron algunos colectivos al anteproyecto. Por la misma razón por la que se ha incluido como competencia de los juzgados de Violencia sobre la Mujer, para que no hubiera dudas de que los hijos de la víctima están incluidos en todas las consecuencias en el terreno de los recursos sociales, de protección económica y otros, no estaría de más que en el artículo 1, en el que se define el ámbito de aplicación de la ley, se hiciera la expresa mención a los hijos o hijas de las víctimas que sufren violencia en el ámbito de la pareja. En cuanto a si cuando condenan los jueces a una persona por un delito o falta relacionada con la violencia doméstica, cuando se trata de la primera agresión, pueden obligarle a ir a un centro de tratamiento, quiero decirle que ya el Código Penal lo prevé para el caso de la sustitución de las penas, artículo 83, y también para la suspensión, siempre condicionado a la observancia de una serie de reglas de conducta, entre las que menciona la expresa obligación de asistir a un otro lado, una agravante genérica como la que usted propone tiene un sentido diferente al de un elemento específico del injusto que refleja mejor la idea que este proyecto de ley propone, que no es que quiera castigar más la conducta cuando el autor es el esposo o el hombre en general, sino el distinto desvalor. ¿No cree que quizá fuera mejor —como motivo de reflexión lo planteo— la regulación a través de una agravante específica y no la genérica? Una pequeña cuestión ya y voy terminando señora presidenta. Lo leí en su voto particular y a mí personalmente me ha llamado a la reflexión. Parece un tema menor, pero estamos hablando del ámbito de la libertad de las personas, y quizá se haya olvidado hoy por la falta de tiempo el artículo 620. ¿Qué opinión le merece el trasladar a los juzgados de Paz el conocimiento de estas faltas que quedan después de la última reforma, que va a entrar en vigor el día 1 de octubre próximo, del Código Penal? ¿Qué inconvenientes o ventajas ve y en qué medida se puede pronunciar? Algo me ha parecido leer en su informe, pero me interesaría, aunque sea un elemento crítico, que opinara brevemente sobre este aspecto. Una mención casi obligada, es qué le parece la regulación de la tutela institucional, dada su condición de presidenta del observatorio, y este nuevo órgano que se crea en el proyecto de ley sobre la delegación del Gobierno contra la violencia de la mujer. Tenía otra serie de cuestiones, pero lo cierto es que me las ha desbaratado su intervención porque están aclaradas y son compartidas por el Grupo Parlamentario Socialista. La señora PRESIDENTA: Para contestar a los distintos grupos parlamentarios tiene nuevamente la palabra la compareciente, doña Montserrat Comas. La señora PRESIDENTA DEL OBSERVATORIO DE VIOLENCIA DOMÉSTICA Y DE LA COMISIÓN DE SEGUIMIENTO DE LA IMPLANTACIÓN DE LA ORDEN DE PROTECCIÓN. VOCAL DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (Comas de Argemir): Quiero dar las gracias a todas las señoras diputadas y al señor diputado que han intervenido, preguntando u opinando acerca de lo que ha sugerido mi intervención en esta Comisión. La señora García ha hecho una reflexión en la que, en líneas generales, coincidía, sobre todo en un aspecto concreto que yo he planteado. Está en la Constitución —lo saben todos en esta sala— que una de las finalidades de la pena, aunque no la única, es lograr la reinserción social, pero es bueno haberlo llevado a la ley porque es un compromiso del legislador que se hagan estos programas específicos en prisión. Coincidía la señora diputada conmigo en que es el momento de hacer una específica mención a la necesidad de que estos programas se hagan en centros adecuados en aquellos casos 12 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 centro en el que se hagan tratamientos específicos para lograr la reinserción social, que es que el condenado aprenda a vivir y a convivir con los demás sin volver a delinquir. Esto ya puede hacerse, lo que sucede es que los jueces no pueden aplicarlo en muchos territorios porque no existen centros preparados para la suspensión o sustitución de la ejecución de la pena, siempre con los otros requisitos que exige el Código Penal. Sí se puede obligar a un persona porque es una de las reglas de observación obligatoria, como obligatorio es no volver a delinquir o prohibirle que se acerque a la víctima. Son las condiciones que ya exige el Código para la suspensión o sustitución de la ejecución de la pena. En cuanto a los juzgados especializados, tema que ha sido objeto de pregunta por parte de varias diputadas y del diputado del Grupo Socialista, repito que no son juzgados especiales. Está prohibida por la Constitución la creación de una jurisdicción especial. Se trata de especializar a los juzgados de Instrucción o a los juzgados mixtos que ya son competentes en materia civil o penal. Se trata de la creación de unos juzgados especializados dentro de la jurisdicción ordinaria, con esta clara atribución de competencias de la que ya existe un claro precedente, que es la Ley Reguladora de la Orden de Protección. Ya se hizo una opción por nuestro legislador. Fue una ley votada por unanimidad, lo saben perfectamente ustedes, en la que se atribuyen al juez de Instrucción competencias para resolver y decidir temas relacionados con las denominadas medidas de naturaleza civil. Es cierto que tienen una duración de 30 días porque se mantenía la opción legislativa de que la competencia para resolver después la separación o el divorcio es del juez de Primera Instancia o del juez de Familia. Pero ya hay el precedente de que el juez de Instrucción, en el caso de las víctimas de violencia doméstica, resuelve hoy no sólo la investigación del delito o falta que denuncian, sino también las medidas de naturaleza civil. Es más, forma parte de nuestra tradición, de la organización judicial española, esta concepción del juez mixto, del juez que es competente tanto en materias de índole penal —para la investigación e instrucción de delitos— como de índole civil. En la estadística que he aportado del 2003 se demuestra que en el 36 por ciento de los casos de violencia doméstica en este país los jueces competentes son los jueces mixtos en España. Es decir, el juez que además de ser competente para la instrucción penal, lo es también para resolver la separación, el divorcio; en definitiva, es también un juez civil. No es ajeno a nuestra tradición porque ya ahora es una realidad que la jurisdicción mixta, en muchos partidos judiciales, es la que es. Dentro de esta opción de especializar y por tanto de conseguir jueces más formados en esta especial problemática y cómo combatirla legislativamente, en la aplicación de la ley, es buena la idea de que finalmente la víctima que vive con una absoluta unidad personal el conflicto familiar que deriva de actos violentos y amenazas de malos tratos, sean físicos, sean psíquicos, y que tiene ya la decisión adoptada de querer instar la separación, es bueno, como digo, evitar no sólo la dispersión judicial en el terreno de la investigación de las varias denuncias que a veces interpone la víctima contra el mismo autor, y que el mismo juez sea competente en otro procedimiento distinto al penal; es bueno que sea el mismo juez quien conozca, porque así tendrá un enfoque global de todo el problema que la víctima vive con una absoluta unidad de acto cuando ya ha decidido instar la separación al hablar de los actos violentos. Quiero destacar un caso muy claro. En el crimen de Alcira, que tanto nos impactó —la mujer muere con sus dos hijos, presuntamente su marido aprovechó que estaban durmiendo para quemar la casa y murieron los tres—, esta mujer había realizado cinco denuncias; en un partido judicial con seis jueces de Instrucción había cinco distintos entendiendo de cada una de estas denuncias, y, además, la separación la estaba entendiendo un sexto juez. Existió un caso claro en España de dispersión que efectivamente hace que cada uno de ellos no viera la globalidad del problema. Si el mismo juez de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Alcira es competente para resolver las separaciones y los divorcios de los justiciables y para instruir delitos, ¿por qué no podemos lograr esta opción legislativa, como lo está haciendo una buena parte de la jurisdicción mixta de este país, y concentremos en este mismo juez, que en lugar de seis sea sólo uno, que no sólo vea todos los actos violentos que se denuncian, sino que también sea el competente para resolver la separación o el divorcio? Aquí sí que de todas maneras entiendo —es mi opinión— que el artículo 37.2 del proyecto, en el que se especifican las competencias civiles que atraen la competencia del juez del juzgado de violencia sobre la mujer, es demasiado extensivo. Hay competencias civiles que no guardan relación con lo que son propiamente actos de violencia; en concreto, como sugerencia personal, en mi modestísima opinión, del proyecto eliminaría las relativas a los apartados a), b), d), h) e i) y mantendría la c) —es decir, que fueran competencias del juzgado de violencia sobre la mujer en los casos de separación, divorcio y nulidad—, la e) —relaciones paternofiliales—, la f) —modificación de medidas de trascendencia familiar— y la g) —la guardia y custodia de los hijos—. Respecto a la señora Pigem, coincide muchísimo conmigo en una buena parte de mi intervención. Hay esta coincidencia también en que le parece más adecuado llevar el tema de la agravación de la pena sobre la base de establecer esta posibilidad en el artículo 22 en una nueva agravante, la novena. En todo caso queda en el aire, si se mantuviera el proyecto tal como está, la pregunta de por qué hacemos la opción legislativa en el delito de lesiones y no en el delito de maltrato físico y psíquico habitual, que tanto nos ha preocupado y respecto del cual tanto nos hemos ocupado legislativamente y además hemos creado en los jueces esta cultura de que apliquen precisamente uno de los tipos penales más 13 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 inaplicados en España; y hemos logrado efectivamente avanzar en este terreno. Por eso, contestando ya al señor Villarrubia, quizá sistemáticamente es mejor llevar esto por la vía de la parte general como agravante genérica porque nos permite poder aplicarlo a todos los tipos penales, eso sí, cuando se prueba que el autor ha actuado por razones machistas, por razones sexistas de discriminación hacia la mujer. Comporta lo mismo para probar que se ha lesionado en un bar a una persona de color negro y actuando por motivos racistas. Efectivamente tiene que ir acompañada de la prueba, ya que si por ejemplo en el momento de aproximarse a él le ha dicho ¡maldito negro! y le agrede, le da una bofetada, está más penado en nuestro Código Penal que la misma bofetada dada a una persona de color blanco. En Estados Unidos, cuando finalmente reconocieron que el racismo era un problema social que había que combatir con políticas y con medidas legislativas efectivamente avanzaron para poder desterrar este problema social tan importante. Quizá aquí hay que reconocer que efectivamente tenemos un problema de machismo, un problema de patrones culturales machistas que hay que desterrar no sólo con el Código Penal. Quizá este debate sobre la parte del Código Penal ha eclipsado aspectos muy importantes de la ley que no se están comentando ni se están debatiendo, porque se ha centrado muchísimo el tema de las soluciones, como si la ley integral redujera —y yo creo que precisamente no son las más importantes— la batería nueva de medidas de la ley integral. Se ofrece con esa pedagogía de que estén contenidas en una sola ley que tengan la fuerza vinculante de la ley, que es lo que la diferencia de los planes, que efectivamente han sido útiles, buenos. A lo mejor hemos de aceptar que el que las medidas tengan fuerza de ley tiene, además del valor simbólico de pedagogía hacia los ciudadanos, esa virtud que vincula a los poderes públicos en su aplicación. Respecto al tema de la seguridad que planteaba —existencia de un agujero negro en la protección de la mujer una vez que se dicta la orden de protección— es verdad que está recogido en el artículo 27 el tema de la competencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad. Quizá sería bueno que alguno de los aspectos que hemos sido capaces de llevar al contenido de este protocolo de actuación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, y de coordinación con los órganos judiciales, que se aprobó en la Comisión de Seguimiento de la Orden de Protección el 10 de junio de este año —recuerden que esta comisión es una comisión formada precisamente porque ustedes nos los mandaron en la disposición adicional octava de la Ley Reguladora de la Orden de Protección; es una Comisión de representación muy amplia—, que fuimos capaces de consensuar, se llevara a la ley, al artículo 27. Una vez que han notificado la orden de protección a las fuerzas y cuerpos de seguridad (teniendo en cuenta que ya el juez ha tenido que hacer una primera valoración del riesgo de la vícti- ma, porque así lo exige y es uno de los requisitos de la Ley Reguladora de la Orden de Protección para que un juez pueda acordar una orden de protección, que haya unos indicios de que la víctima está en situación de riesgo) se debería hacer una expresa mención de lo que ya decimos en este protocolo: que una vez notificada la resolución a las fuerzas y cuerpos de seguridad, teniendo en cuenta ya la valoración de la situación de riesgo que ha hecho el juez, hagan también una valoración individualizada policial para adecuar las distintas respuestas policiales que cada víctima merece, partiendo de que efectivamente la situación de cada víctima es distinta. Por tanto, este esfuerzo de individualización de qué respuesta policial es la adecuada para poder hacer el control y seguimiento de la orden de protección sería bueno llevarla al artículo 27 como obligación de las fuerzas y cuerpos de seguridad, sumando a la que ya hace el juez de instrucción, valorando la situación de riesgo de la víctima partiendo de la propia resolución judicial y de todas las otras circunstancias y documentos que existan respecto a la víctima, para poder adoptar la respuesta policial que cada víctima merece y que es distinta según el riesgo en que se encuentre la víctima. Respecto al tema de las faltas penales me gusta que alguien crea que tampoco es algo finalmente tan descabellado, sino que efectivamente alguna reflexión algún día se hará; ya se vienen haciendo. Yo creo que la Ley 11/2003 fue un avance en este país, lo digo sinceramente, apoyándome en una estadística que no tienen ustedes aquí. El primer estudio que hizo el Consejo General del Poder Judicial se basa en un seguimiento que encomendó al laboratorio de Sociología de la Universidad de Zaragoza después de un concurso público. Consistió en el seguimiento de 4.600 sentencias judiciales de delitos y faltas relacionadas con la violencia doméstica. El estudio se finalizó en diciembre de 1999 y tuvimos dos conclusiones, que nos ayudaron a todos, y sobre todo a ustedes, al Poder Legislativo, a cambiar nuestra legislación. Hasta diciembre de 1999 el 70 por ciento de las denuncias que se presentaban en este país por violencia doméstica se calificaban por los jueces y fiscales, o por los jueces con la aquiescencia de los fiscales, de conducta leve; ab initio del procedimiento se incoaba juicio de faltas y el 70 por ciento de las conductas se juzgaban en juicios de faltas con penas a mi entender muy irrisorias, con penas de multa y con efectos disuasorios cero hacia el agresor. Gracias a la reforma de la Ley 11/2003 el hecho de que al menos la amenaza de muerte con exhibición de arma y desde la primera agresión ya haya pasado a ser delito, ha hecho que las mujeres y las víctimas de la violencia doméstica que finalmente, después de un proceso muy largo como ustedes conocen, deciden denunciar tenga una respuesta más adecuada, más proporcionada a la gravedad de los hechos; repito, se hizo esta transformación de delitos y faltas para acabar con esta realidad de que un 70 % 14 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 se calificaban de conductas leves, teniendo en cuenta la magnitud del problema con que ya nos encontrábamos en el año 1999, aunque llevamos décadas con este problema, como todos ustedes saben. Sé que ahora no es el momento oportuno, y cabe la opción legislativa de que no se traslade, de que pasen a ser delitos el resto de amenazas y las coacciones leves, cualquiera que sea el sujeto pasivo; que es lo que yo defendía en el voto particular, señora Torme. Es verdad que criticaba y lo he seguido criticando este aspecto concreto que afecta a los artículos 30 y 31, por la razón de que les veo más inconvenientes que ventajas. Pero la crítica la hacía —y hay que leer hasta el final— precisamente porque proponía en el voto particular que en línea y coherencia con la Ley 11/2003 las faltas que afectan a las personas, en concreto teniendo en cuenta que lo que se quiere proteger es el bien jurídico de la libertad, pasasen a ser delito cualquiera que fuera el sujeto pasivo. En ningún momento he cuestionado en mi voto particular la inconstitucionalidad de la opción legislativa que hay en el proyecto de ley, porque no comparto la reflexión que se ha hecho en el informe del Consejo y tampoco por la que de hecho me ha preguntado usted. No se trata de un derecho penal de autor lo que se propone en el proyecto de ley, aunque quedase intacto; en modo alguno lo puedo compartir. El derecho penal de autor castiga personalidades, formas de ser y no hechos, actos o manifestaciones de voluntad, por eso está proscrito en el derecho penal moderno, democrático, ya que castiga la personalidad, castiga al ladrón por se ladrón y no el robo; y esto está proscrito en el Derecho moderno democrático. En el proyecto de ley no se castiga la personalidad, no se castiga tampoco, como se está diciendo, más por el hecho de ser hombre o por las actitudes, por su pensamiento o por su forma de hacer; no se castiga en el proyecto con más pena por esta cuestión, que sí sería derecho penal de autor castigable. Lo que se castigan son conductas en una determinada relación hombre-mujer porque el bien jurídico que se protege es la libertad en la relación de pareja y se protegen dos bienes jurídicos: la libertad como persona y la libertad en la relación de pareja. Por tanto, no creo que se trate ni tenga nada que ver, como se decía en el informe del Consejo, con este derecho penal de autor, que finalmente es un derecho penal nazi, porque castigaba a las personas por lo que son y no porque lo que hacen. Esto sí que no lo hace el proyecto de ley, por tanto, no lo puedo compartir. Me ha pedido usted que le conteste si se han producido avances en la lucha contra la violencia doméstica y la repercusión que han tenido. Efectivamente, se han hecho. No hay ningún gobierno de la nación, ni cuando el Partido Popular gobernó, ni ningún gobierno que está gobernando en las comunidades autónomas —también comprometidas para erradicar esta lacra social—, ni ningún poder público en este país desde hace años que sea ajeno a esta lacra social. Efectivamente a todos nos tiene comprometidos —estamos obligados a ello— para paliar esta situación, para solucionarla, para ayudar a las víctimas, para protegerlas, para combatir este problema, para castigar a los autores. Es verdad que durante los últimos años se han producido avances en la lucha contra la violencia doméstica. La Ley Reguladora de la Orden de Protección (que además tuvo la virtud de que se logró consensuar en el Parlamento español y, por tanto, de aprobarse por unanimidad, lo he dicho públicamente en muchas ocasiones y también lo digo aquí) es una ley que ha ayudado a avanzar en la protección de las víctimas, porque hay más víctimas protegidas y mejor protegidas con esta nueva herramienta legal. Por tanto, me alegra decir que la ley integral no sólo no parte de cero, ni lo pretende, sino que respecto a la Ley Reguladora de la Orden de Protección, compartiendo seguramente el análisis de que es buena, la hace suya, la integra en su totalidad, incluso ni siquiera hace ninguna modificación. Precisamente porque ha sido buena ha servido para avanzar en este país, como ha servido la modificación legislativa de la Ley 11/2003. En esta reflexión coincidimos. Lo que pasa es que la pregunta es: Cuando efectivamente estamos ante una plaga social como ésta, ¿qué más se puede hacer teniendo en cuenta que estas medidas han sido buenas, pero se han demostrado insuficientes? Aquí es donde cabe la opción legislativa del Gobierno de querer centrar ya sus esfuerzos donde existe mayor foco de violencia, que es precisamente contra las mujeres y además en el ámbito de la pareja, como antes comentábamos. Creo que es bueno —eso también lo comparto— que siempre cuando hablemos los responsables de los poderes públicos dejemos muy claro, cuando se nos pregunta en los medios de comunicación porque es muy pedagógico hacia los ciudadanos, que los únicos responsables de las muertes de una mujer o de una víctima de la violencia doméstica es su autor; es el único responsable. Respecto a las muertes en este país por violencia de género y por violencia doméstica habría que hacer el mismo esfuerzo que se ha hecho en terrorismo. Efectivamente hay muchos gobiernos de signos políticos distintos en las comunidades autónomas; existe ahora de signo político distinto al que hubo en los últimos ocho años. Un compromiso bueno sería, porque todos en la erradicación de esta lacra social estamos interesados, no hacer uso, instrumento de las muertes, al igual que no se hace en terrorismo. Yo creo que esto nos interesa a todos; en este combate estamos y en este interés se está haciendo. Respecto al tema del observatorio, en el que han coincidido la pregunta de tres o cuatro diputados, en el artículo 26 se propone la creación de ese observatorio de ámbito nacional con unas competencias que no están definidas o lo están muy incipientemente, porque se ha dejado que sea en el desarrollo reglamentario donde se opte finalmente por definir las competencias del observatorio. Tuve la oportunidad de decir en el voto particular —lo dejo también aquí expuesto— que no tiene que haber ningún problema de incompatibilidad de funcio- 15 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 nes ni de ámbitos de actuación (como tampoco lo está habiendo con el Observatorio Regional contra la Violencia Doméstica creado por el Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid, y espero que ustedes lo entiendan así, porque pienso en la trayectoria del observatorio que impulsó el Consejo General del Poder Judicial; hay que recordar que aunque se identifique mucho con el Consejo General del Poder Judicial, seguramente por ser yo quien lo presido, es un observatorio que nació, y así se mantiene su composición, para coordinar nuestras actuaciones con el Ministerio de Justicia, con el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, con la Fiscalía General del Estado y en el que posteriormente pidieron su ingreso las ocho comunidades autónomas que tienen la competencia de Justicia transferida), pero de todas maneras no veo inconveniente en la delimitación de funciones. Decidimos cuando lo creamos, y así está en el convenio que su ámbito de actuación era el tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de Justicia. Como órgano de gobierno de los jueces, ya que afecta a la actuación del conjunto de jueces y magistrados, precisamente para evaluar de qué forma los jueces aplican las leyes y para poder evaluar el propio impacto de las reformas legislativas, esta función debería seguir manteniéndola el observatorio que se creó el 26 de septiembre del 2002, que yo presido. Por tanto, como opinión mía, dado que nosotros ni pretendemos, ni lo hemos hecho nunca, evaluar las políticas o las medidas legislativas, cuando se convierta en ley este proyecto, en el terreno educativo, en el terreno de la prevención, en el terreno de las medidas sociales, en el terreno de la publicidad ilícita, —y ya que pretendemos sólo mantener nuestra competencia en lo que es el tratamiento de la violencia doméstica en la Administración de Justicia—, mi única sugerencia respecto a cuando en el proyecto se prevé que el observatorio nacional que se crease sería el competente para evaluar la aplicación de una serie de tipos penales que se mencionan —sólo puedo moverme en el ámbito de las sugerencias porque ustedes son los soberanos y son los que tienen la última palabra, como no podía ser de otra manera— es que la cuestión de lo que es propiamente el seguimiento de las sentencias que dictan los jueces en la aplicación de las leyes no se haga al margen del Consejo General del Poder Judicial, porque somos el órgano de gobierno de los jueces, porque tenemos unas competencias que nos vienen marcadas por la Constitución y por la ley, y además somos los competentes en nuestro centro de documentación para informatizar, documentar y disponer de todas las sentencias que dictan los jueces en esta materia. Por lo tanto, pienso que no sería bueno atribuir esta competencia exclusivamente al observatorio nacional sin contar con el Consejo; pienso que una fórmula que en la ley podría hacerse o en vía reglamentaria sería establecer la cooperación administrativa del observatorio nacional, que está pensado para evaluar de forma mucho más amplia, como lo hacemos nosotros, la aplicación de esta ley. Por tanto, es una buena opción que exista la creación de este observatorio, pero las leyes es bueno que luego se evalúen en su aplicación. Repito, en todos los ámbitos de la publicidad ilícita, la evaluación de las medidas educativas, de recursos sociales, las de tipo económico, es bueno que las hiciera este observatorio nacional, respetando las competencias en lo que afecta a la aplicación de las leyes de jueces y magistrados, respetando las competencias del actual Observatorio creado el 26 de septiembre del año 2002. Creo haber contestado prácticamente a todas las intervenciones anteriores. Me queda solamente la del señor Villarrubia, aunque ya el tema de los juzgados especializados lo doy por contestado, así como toda la reflexión de las cuestiones penales que son las que están más abiertas y encima de esta mesa. Sí soy crítica respecto a trasladar la competencia a los jueces de paz, de las faltas penales del artículo 620. No me parece adecuado, teniendo en cuenta que además ni siquiera son licenciados en derecho, por tanto, no son expertos en derecho, trasladarles nada menos que la competencia de juzgar las amenazas, teniendo en cuenta que las amenazas con exhibición de armas o instrumento peligroso han pasado a ser delito en violencia doméstica, aunque se mantiene la posibilidad de que judicialmente puedan ser calificadas de conducta leve a pesar de que se exhiba un arma; el hecho de que un juez de paz juzgue faltas de lesiones con exhibición de arma o instrumento peligroso y también coacciones leves y amenazas leves, aunque no se exhiba instrumento peligroso, teniendo en cuenta que lo que se protege es el bien jurídico de la libertad de las personas —que no es cualquier bien y seguramente después de la vida es uno de los máximos bienes jurídicos a proteger—, entiendo que no es una opción adecuada. Ya en otras ocasiones ha habido oportunidad de reflexionar sobre esto. Yo pienso que es más adecuado mantener la competencia de los jueces de instrucción, sin perjuicio de que en otros capítulos de faltas penales, como son las faltas de orden de público, o las faltas contra la propiedad, un hurto en el que no llega a los 400 euros el valor de lo sustraído, puedan tener competencia los jueces de paz, pero no lo veo precisamente en los casos del artículo 620, que son los que protegen la libertad de las personas. Con ello me despido, dándole otra vez las gracias a la señora presidenta por su paciencia, ya que no me ha cortado en ningún momento, a pesar de que seguro que me lo merecía. Gracias señoras y señores diputados por escucharme. La señora PRESIDENTA: Gracias señora Comas por su intervención, por su valiosa aportación a este debate que, como usted definía en algún momento —creo que interpreto el sentir de la Comisión—, está generando un debate jurídico, un debate social y un debate político. Por tanto, si entre todos somos capaces de poner fin a esta lacra social, yo creo que bienvenido 16 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 sea un poco más de tiempo en las intervenciones. Muchísimas gracias por su aportación. Damos un receso de cinco minutos y reanudaremos enseguida la comparecencia. (Pausa.) cos a lo largo de muchos años— han generado tanta polémica como este informe, lo cual es positivo y negativo. Es positivo en tanto en cuanto ha generado, como ha dicho el ministro de Justicia, un saludable debate público. Creo que una ley tan importante como esta ha de venir precedida de un debate público, sin lugar a dudas, y de un amplio consenso, porque si hay una materia en la que no cabe ni un ápice de demagogia es precisamente la violencia doméstica y en especial la violencia de género, que requiere el consenso y el apoyo de todos. También es negativo en tanto y cuanto hemos asistido a descalificaciones personales que en un sistema democrático no son de recibo. En esta misma casa hemos asistido a una declaración de un ministro de la nación descalificando el informe por la condición religiosa de uno de sus ponentes. Desde periódicos de importante tirada expertos constitucionalistas nos han llamado ignorantes a aquellos que entendemos que no cabe la discriminación positiva en materia de derecho penal. Incluso se nos ha dicho que aquellos que hemos defendido este informe llevamos debajo de nuestra piel un maltratador. Sin ir más lejos, hace dos días una directora general nos ha dicho que teníamos que dedicarnos a la política y no a hacer informes en el Consejo. Lo que no se nos sugirió es por qué partido había que presentarse. Pero insisto en que son descalificaciones personales que entiendo que son negativas, pues las críticas son buenas, son bienvenidas, pero lo que desearíamos es que se criticara el informe por lo que dice y no porque lo que no dice, y fundamentalmente por su contenido. Además me gustaría poner de manifiesto que el informe del Consejo General del Poder Judicial, como el informe del Consejo de Estado —que se parece mucho, dicho sea de paso—, no son más que aspectos adjetivos porque lo importante aquí es la ley, que se debe debatir sobre la ley, y los informes no son más que instrumentos que tienden a favorecer la ley. En esta línea, el Consejo General del Poder Judicial en su informe parte, como no podía ser de otra manera, de la importancia que tiene esta delincuencia y de la importancia que tiene utilizar instrumentos enérgicos que tiendan a eliminarla cuanto antes. Hacemos nuestras las palabras de Kofi Annan, que han sido muy repetidas, y que creo que resumen de una manera clara el problema, en el sentido de que la violencia contra la mujer es quizá la más vergonzosa violación de los derechos humanos, que no conoce límites geográficos, culturales o de riquezas, y mientras continúe no podremos afirmar que hemos realmente avanzado hacia la igualdad, el desarrollo y la paz. En esto estamos todos conjurados y en esto creemos todos. Por eso compartimos plenamente la filosofía y los fines de la ley. Insisto, compartimos plenamente la filosofía y los fines de la ley. Obviamente, se puede discrepar en cuanto a los instrumentos que la ley arbitra, y en ese sentido se puede entender que existen otros instrumentos que pueden conseguir los mismos fines, y creo que esto en democracia es absolu- — DEL VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL. MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (LÓPEZ LÓPEZ). (Número de expediente 212/000112.) La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión con la comparencia de don Enrique López López, vocal portavoz del Consejo General del Poder Judicial, miembro del Observatorio contra la Violencia Doméstica, a quien damos nuestra cordial bienvenida a esta Cámara por su aportación a esta ley tan importante, este proyecto de ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género. Sin más preámbulos, porque vamos bastante ajustados de tiempo, por lo que ruego concisión a todos, don Enrique López López tiene la palabra. El señor VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (López López): Quiero manifestar mi gratitud por concederme la oportunidad de estar hoy en esta Comisión, porque para cualquiera que tiene sensibilidad, que creo que somos muchos y muchas, respecto a este tema es un honor trabajar junto con ustedes y aportar, en la medida de lo posible, ideas y soluciones que se pueden tener en cuenta o no en función de su responsabilidad. Pero insisto en que para mí consiste en un auténtico honor. Trataré de ser breve en mi exposición porque considero que lo más importante es contestar a sus preguntas, a sus inquietudes y a aquello que quieran conocer, pero obviamente voy a hacer uso, insisto, con mucha brevedad, de una intervención inicial respecto al tema que aquí nos concita. En primer lugar quiero manifestar que yo hablaré en una parte de mi intervención como vocal portavoz del Consejo, explicando el informe del Consejo General del Poder Judicial —el único que tiene el Consejo General del Poder Judicial, al margen de los votos particulares—; es la opinión del órgano de gobierno de los jueces— y en una segunda parte a título personal porque yo tengo libertad de expresión y en ese sentido no me siento vinculado por nadie, y como experto que soy en materia de violencia doméstica, puesto que soy miembro fundador y promotor del Observatorio de Violencia Doméstica, dedicaré también una parte de mi intervención a manifestaciones personales, al margen del informe que el Consejo ha aprobado. En ese sentido, quiero poner de manifiesto en primer lugar y desde el propio seno del Consejo que llama la atención que quizá pocos informes emitidos a lo largo de la historia del Consejo —y créanme, ha habido informes polémi- 17 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 tamente legítimo ponerlo de manifiesto. Por eso me gustaría dejar claro en principio que el informe del Consejo General del Poder Judicial, como no podía ser de otra manera, parte de compartir plenamente la filosofía de la ley, de compartir el problema. Estamos convencidos de que la violencia doméstica, pero en especial la violencia de género y en especial la violencia sobre la mujer, es la lacra que a todos nos tiene que hacer conjurarnos y unir esfuerzos para acabar con ello. Pero hemos dicho desde el principio que esta ley no es mala por lo que incluye sino por lo que excluye. En este sentido, entendemos, y así se entiende en el propio informe como punto de partida, que la exclusión formal de protección en la ley de otros grupos que no sean las mujeres en principio no nos parece adecuado. Y ello fundamentalmente por dos razones. La primera razón es que no minora en absoluto la protección que se pretende dar a la mujer. Estamos absolutamente convencidos de que a la mujer hay que protegerla como tal mucho más, pero entendemos que el hecho de que esta protección se iguale a otros sectores, concretamente a hombres o a la mujer agredida por mujer o al hombre agredido por hombre en otros modelos de pareja, en modo alguno minusvalora ni hace menor la protección a la mujer. Por eso, insisto, compartimos la filosofía de la ley. Para ello me gustaría comenzar dando unas cifras de la delincuencia en esta materia en el año 2003. En materia de violencia doméstica, con carácter general, se produjeron el año pasado 31.329 condenas a hombres y 2.607 a mujeres. Se han adoptado 16.725 medidas cautelares, de las cuales el 90 por ciento se refieren a mujeres como sujetos de protección y el 10 por ciento a hombres. Estamos ante una cifra de muertes por violencia doméstica en el año 2003 de 103, de las cuales 81 han sido, desgraciadamente, mujeres y 22, desgraciadamente, hombres. Lo cual supone un porcentaje de muertes por violencia doméstica sobre el total de crímenes de sangre del 14,3, teniendo en cuenta que el total de muertes por crímenes de sangre en España el año pasado fueron 717 homicidios. El hecho de que estemos ante una lacra que supone que el 14 por ciento de los fallecidos en el año 2003 por crímenes de sangre se haya producido en el seno de la violencia doméstica, y en especial la de género, es ya por sí mismo una razón fundamental para que todos asumamos, sin lugar a dudas, que tenemos que plantearnos buscar mayores elementos de protección en el ámbito de la violencia doméstica y la violencia de género. Hechas estas puntualizaciones iniciales, y en cuanto a lo que se refiere a la breve explicación del informe del Consejo General del Poder Judicial, como ya lo conocen ustedes, voy a ser muy breve en su explicación. Como dije antes, este informe parte de entender la gravedad del fenómeno de la violencia doméstica y en especial la de género. Por eso entendemos que debe existir una reacción más enérgica y sobre todo eficaz del Estado de derecho ante esta delincuencia. Entendemos que respecto al texto que se ha informado, el ante- proyecto en su momento, hay obviamente algunas partes del informe que han decaído en su objeto toda vez que el proyecto de ley ha recogido algunas de esas objeciones, al igual que también las del Consejo de Estado. Por eso a ellas no me voy a referir lo más mínimo. Este texto informado, el anteproyecto que ahora ya es proyecto, lo situamos dentro de un conjunto de iniciativas legales desarrolladas en los últimos años, en especial en la última legislatura, que han sentado la base para poder alcanzar un consenso sobre una ley de estas características. Hay que entender que la primera respuesta legal con un cierto grado de coherencia que ha habido en nuestra legislación en esta materia es del año 1999, cuando se reformaron mediante sendas leyes orgánicas el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Hasta el año 1999, lo único que se había producido en España era la tipificación del delito de maltrato habitual, pero no había ninguna respuesta específica ni ninguna ley sobre esta materia. Insisto, primer punto de partida, año 1999, que se vio refundada en el año 2003 con sendas reformas del Código Penal en esta materia y fundamentalmente con la ley que estableció la Orden de Protección, la Ley 27/2003, que obviamente es la primera respuesta de protección integral que se produce en nuestro ordenamiento jurídico para proteger a las víctimas, en este caso con carácter general, de la violencia doméstica y en especial la violencia de género. Por eso insisto en que nace en este contexto, y eso hay que tenerlo muy presente porque también tendremos que estar atentos a analizar cuál ha sido el impacto de estas últimas reformas poder dirigir en el futuro posibles reformas ulteriores. Ahora bien, creemos que en este proyecto no se ha producido —aunque todavía esperamos todos que en el trámite parlamentario se puedan producir cambios— el efecto compilador que debería tener una ley que aspira a ser de protección integral y evitar que haya regímenes diferentes, tanto en el ámbito penal como en el ámbito procesal, en esta materia. No se ha querido darle este efecto compilador, pero obviamente es una decisión del legislador, aunque nosotros estamos en la obligación de ponerlo de manifiesto. Estamos ante una ley que en primer lugar, afortunadamente, se ha cambiado de nombre. Una ley no puede ser integral nunca desde el momento en que las medidas de protección no son sólo competencia del Estado sino también de las comunidades autónomas, y por ello sí que es una ley de protección integral, como afortunadamente el Consejo de Estado puso de manifiesto, y también afortunadamente se ha acogido por el Gobierno el cambio de nomenclatura. Por eso insisto en poner de manifiesto este concepto de ley de protección integral y no de ley integral. Como dije anteriormente, nosotros formulábamos objeciones a la ley no tanto por lo que contiene —que también, y luego me referiré expresamente a ello—, como por lo que no contiene. Decíamos que la ley, en lo que se refiere a aspectos más adjetivos y en lo que se refiere al desarrollo procesal de la propia ley y el desarrollo de 18 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 jueces y tribunales, contenía soluciones que nos han parecido en algunos casos un poco precipitadas, faltas de cierta reflexión y sobre todo faltas de un estudio previo del impacto que puede generar en nuestro modo de organizar los tribunales el nuevo modelo que se establece de juzgados. Pero insisto en que a que eso me referiré al final de mi intervención. Voy a referirme ahora a lo que quizá sea más importante o medular de esta ley, lo que más se ha puesto de manifiesto o lo que más polémica ha generado. El artículo 1 de la ley ha sido afortunadamente corregido del anteproyecto al proyecto. Se eliminó el elemento intencional para poder calificar la violencia contra la mujer, que evidentemente producía muchos problemas. Eso se ha eliminado, pero obviamente se mantiene, porque esa es la voluntad del legislador, la discriminación en el sentido de entender que esta ley sólo va a regular la violencia determinante entre el hombre y la mujer. Así lo dice el artículo 1, y por eso este artículo inspira al resto de los artículos, porque, por ejemplo, cuando se establece que los jueces de violencia contra la mujer van a conocer de las órdenes de protección de las víctimas, obviamente, aunque no distingue las víctimas, habrá que aplicar el artículo y entender que sólo se refiere a mujeres y sólo se refiere a mujeres si son agredidas por hombres. Esto parece obvio por el propio dictamen del artículo 1. En este sentido, insisto, esa acción positiva en esa materia no nos parece correcta. Por supuesto que no la calificamos de inconstitucional porque no nos corresponde esa calificación. Sí advertimos de esa posible inconstitucionalidad, lo que sí nos corresponde porque nuestra función es advertir de posibles inconstitucionalidades. Luego, evidentemente, tendrá que ser el Tribunal Constitucional el que lo determine, que es al que corresponde determinar si una norma se acomoda o no a la Constitución. De igual manera, por poner un ejemplo, los órganos del Consejo General del Poder Judicial advirtieron en su momento compartiendo los fines, que eran asegurar la seguridad de los ciudadanos, la posible inconstitucionalidad de la Ley de Seguridad Ciudadana por establecer un instrumento, que era la entrada en un domicilio sin orden judicial, que podía estar en contra de la Constitución. Luego, evidentemente, hubo que esperar a que fuera el Tribunal Constitucional el que decidiera que ese instrumento legal no se acomodaba a la Constitución. Nosotros advertimos, insisto, sobre la posible inconstitucionalidad por lo siguiente. Me gustaría ser breve pero a la vez, si me permiten, señorías, pedagógico. Nosotros distinguimos y por supuesto asumimos que es plenamente constitucional la existencia de discriminación positiva. No hace falta recordar el dictado del artículo 14, interpretado por el artículo 9.2 de la Constitución. Creo que en ese sentido estamos todos absolutamente de acuerdo en que caben, como no puede ser de otra manera, acciones positivas y discriminaciones positivas. No es lo mismo una acción positiva que una discriminación positiva y no es lo mismo una acción positiva directa que una acción positiva indirecta. Me explico: una acción positiva es aquella que tiende a remover obstáculos que impiden la igualdad real sobre la base de promocionar a determinados colectivos que tienen un difícil acceso a un bien escaso —el empleo, la vivienda, etcétera—. Pero esto se puede hacer de dos formas. Por ejemplo, en el empleo, de forma directa, diciendo que por el hecho de ser mujer, por el hecho de pertenecer a un grupo marginal, etcétera, en una oposición a funcionario se tienen de entrada diez puntos, y a partir de ahí se suman los puntos que se saque en la oposición. Es una acción positiva directa. Pero también se puede hacer de forma indirecta reservando un cupo, un número de esas plazas para mujeres en este caso o los colectivos que fueren. Pero una discriminación positiva va mucho más allá que una acción positiva. La ley en ningún momento habla de discriminación positiva, sino que nos habla de acción positiva. Ejemplo de acción positiva indirecta es precisamente un tipo penal que no discrimine por razón de sexo, pero sí agrave conductas, por ejemplo, por razón de la relación entre víctima y agresor con carácter general. ¿Y qué es lo que nos dice la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Tribunal de Luxemburgo? Que esa acción positiva indirecta sí cabe porque estamos favoreciendo a un colectivo que va a ser, en el 99 por ciento de los casos, el que sufre ese ataque, de tal manera que agravando el tipo penal sin establecer discriminación por sexo, pero sí agravando la condición de la relación entre la víctima y el agresor, estamos discriminando positivamente pero por vía indirecta, no por vía directa. Y la vía indirecta está absolutamente asumida en los países de nuestro entorno y, por supuesto, por la Unión Europea y fundamentalmente donde nació esta política, que fue, como saben ustedes, Estados Unidos. En Estados Unidos, hace ya algunos años, se crearon las famosas acciones positivas, las acciones afirmativas, para pretender y conseguir que a grupos sociales, en muchos casos minorías, que tenían difícil acceso a determinados bienes —insisto, escasos— se les promocionara mediante este tipo de acciones para que pudieran remover cuanto antes los obstáculos que impedían el acceso. Eso es lo que se inventó en Estados Unidos. Por ejemplo, concretamente para favorecer el acceso de ciudadanos de una determinada raza a la sanidad, a la vivienda, a la enseñanza, etcétera. Pero lo que nunca se hizo fue penalizar la xenofobia sólo sobre la base de castigar a una determinada raza, aunque el 90 por ciento de los actos de xenofobia en Estados Unidos se producían sobre una determinada raza. Los tipos penales eran generales: se castigaba la xenofobia. El bien jurídico protegido era el respecto a la dignidad humana, al margen de la raza a la que se perteneciera. Evidentemente, en palabras que se han puesto muy de moda, la xenofobia de blancos es socialmente irrelevante en Estados Unidos porque se produce en contadas ocasiones. Pero no se prohibía o no se les excluía de la ley si 19 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 lo que ocurre es que la mayor parte de las veces se producía sobre ciudadanos de raza negra. Y eso es lo que ha venido a decir también el Tribunal de Estrasburgo y está en absoluta coherencia con lo dice nuestro Tribunal Constitucional. Para que se pueda discriminar positivamente, insisto, tiene que existir de entrada una situación de inferioridad. Tienen que existir obstáculos que estén determinando que ese grupo no pueda acceder a determinados bienes. Ha de ser una medida coyuntural porque el fin de esa medida es que se restablezca cuanto antes el equilibrio, por lo que debe ser una medida temporal; no puede ser para siempre porque entonces sería una medida que en sí misma asumiría el fracaso. Esa medida tiene que ser temporal porque lo que tiene que hacer es remover los obstáculos cuanto antes para que con el tiempo no haga falta discriminar positivamente porque ya la sociedad haya removido los obstáculos que impiden la igualdad formal. Esto es lo que define fundamentalmente estas acciones discriminatorias de carácter positivo directo. Y en el ámbito de esta ley se establecen acciones positivas —y huye, insisto de establecer criterios de discriminación positiva— en materias en las que estamos absolutamente de acuerdo y que son, entiendo, unas soluciones formidables, como, por ejemplo, favorecer a la mujer funcionaria o a la mujer trabajadora que ha sido sujeto de malos tratos en su integración en otro puesto de trabajo, reducción de jornada, movilidad geográfica, etcétera. Todas estas medidas que sólo se introducen para las mujeres trabajadoras o funcionarias son absolutamente permisibles en nuestro sistema. ¿Por qué? Porque el trabajo como tal, el puesto de trabajo, es un bien escaso. No tenemos infinitos puestos de trabajo, tenemos unos cuantos. Y la movilidad geográfica es un bien escaso. No tenemos posibilidades de hacer movilidad geográfica de forma infinita, es imposible, el sistema no lo permite. Por eso, insisto, todas estas materias son analizadas positivamente por el Consejo, ya que tienden a remover esos obstáculos. Pero, yo me pregunto: ¿La ley penal es por sí misma un obstáculo que impide la igualdad? ¿La tutela judicial efectiva es por sí misma un obstáculo que impide la igualdad? No. La ley penal nunca puede ser un obstáculo que impida la igualdad si es constitucional, como en nuestro Código Penal actual. Y por supuesto, el modo de organizar los tribunales en sí mismo no impide la igualdad. ¿Por qué? Porque la tutela judicial efectiva con que queremos asistir a los tribunales para que nos den la razón es un bien infinito, es un bien que no es tangible, no es uno, dos, tres, cuatro o cinco. Sería tangible si la ley estableciera un límite máximo. Si dijera que los tribunales sólo pueden atender al año 2.000 casos, si la ley estableciera eso, sí estaríamos ante un bien escaso y podríamos discriminar, porque como sólo se pueden atender 2.000 casos entonces que sólo sean las mujeres las que puedan acudir a los tribunales. Ahí sí cabría. Pero en nuestro sistema eso no es así. Insisto en que la tutela judicial efecti- va es infinita. Además, ¿qué ocurre si los hombres u otros colectivos como los menores —luego me referiré al cambio que ha habido en la ley al respecto— o los ancianos son objeto de protección en esta ley? ¿Es que eso minora la protección en que todos estamos de acuerdo que tiene que tener la mujer? No. Porque como además es tan socialmente irrelevante, como son tan pocos casos los que se dan, no va a impedir en absoluto que el sistema judicial dé respuesta adecuada a la protección de las mujeres. Socialmente irrelevante, con las cifras que he dado, es un calificativo demasiado generoso. Estamos hablando de 2.100 condenas el año pasado a mujeres por violencia de género, en este caso, de sus esposos, maridos o convivientes, que también es una cifra que creo que hay retener. Pero insisto en que estamos todos de acuerdo en que el fenómeno a quien castiga de verdad es a las mujeres. Por eso entendemos que estas medidas de acción positiva no caben en el ámbito penal y desde luego no caben en la forma de organizar los tribunales. Los nuevos tribunales que se pretende crear con esta ley no suponen ningún tipo de jurisdicción nueva, es jurisdicción ordinaria, lo que ocurre es que es un sistema nuevo de organizar los tribunales. Los cuatro órganos constitucionales en España siguen siendo los mismos: civil, penal, contencioso-administrativo y laboral. Eso no cambia. Lo que ocurre es que van a ser jueces que conocen de asuntos en el ámbito penal y de asuntos en el ámbito civil relacionados con el ámbito penal, pero las jurisdicciones son las mismas que tiene establecida la Ley Orgánica del Poder Judicial. El hecho de que se cree un nuevo modelo de tribunales, en principio, es porque entiende el legislador que va a ser mucho más eficiente que el anterior, que va a dar una respuesta mucho más eficaz que el anterior. Una medida de discriminación positiva nunca puede discriminar negativamente a otros colectivos; no puede. Una mujer maltratada por su mujer, cuando entre en vigor esta ley, querrá acudir a esos tribunales a obtener protección y le dirán: No, a usted la protege el Código Penal ordinario y la protegen los otros juzgados, que ya tienen un nivel de protección muy eficaz, dicho sea de paso, pero no puede acudir a estos nuevos tribunales que son más eficientes. Y preguntará: ¿Por qué? Porque a usted la ha maltratado una mujer y no un hombre. Esa va a ser la razón que le va dar el juez o la juez en su auto: A usted la ha maltratado una mujer y no un hombre. En el caso de los niños, afortunadamente se han introducido en el proyecto los delitos relacionados con los menores pero siempre que tengan relación con un acto relacionado con la violencia contra la mujer, de tal manera que el padre que castigue o maltrate a sus hijos, si no ha castigado o maltratado previamente a su mujer, esposa, etcétera, esos niños no van a poder acudir a ser amparados en estos juzgados sino que tienen que acudir a los ordinarios, por ejemplo. Insisto en que esto genera una discriminación positiva que genera a su vez una negativa no admisible y que, además, no justifica en nada que 20 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 se excluya el posible hecho de que se minore la protección de las mujeres, porque —insisto— la protección de las mujeres en este caso va a seguir siendo la misma, igual de eficaz y eficiente tanto en tiempo como en forma. Por eso insistimos en nuestro informe en que no nos parece acertado que se resuelva de esta manera la ley y hemos cumplido con nuestra obligación, por supuesto, respetando como no puede ser de otra manera la opinión del Poder Ejecutivo y obviamente la del Poder Legislativo cuando esto adquiera forma de ley, y los jueces seremos los primeros que aplicaremos esta norma en la forma que al final determinen sus señorías que debe ser aplicada. Por eso insisto en que la mujer no tiene mayor protección por el hecho de que la ley proteja tan sólo a ella; no tiene mayor protección. Y desde luego, la llamada discriminación positiva en el ámbito penal o en el ámbito judicial conduce a une censurable discriminación negativa. Les voy a poner un ejemplo al margen de esto. Imagínense que el legislador decide proteger a los taxistas porque están siendo objeto de innumerables robos en sus vehículos con intimidación. Podemos establecer un tipo penal que agrave el robo con intimidación en el interior de un taxi. Muy bien. ¿Pero por qué no hacemos un tipo penal que agrave el robo con intimidación en el interior de cualquier vehículo? Porque el principio que se protege es el de la confianza de alguien que monta en un vehículo a un autoestopista o un taxista que recibe a un cliente. Además, si el tipo es general, estamos cumpliendo dos objetivos: primero, cumplimos con el objetivo de igualdad y, segundo, estamos haciendo una medida de discriminación positiva indirecta porque la mayor parte de las veces, por no decir el 99 por ciento, el sujeto pasivo va a ser un taxista, lo que estamos dando es protección al taxista pero no estamos impidiendo que a ese conductor que recoge en su vehículo a un autoestopista y le produce un robo con intimidación se le excluya de ese nivel de protección mayor que al taxista. Perdonen por la simpleza del ejemplo pero creo que a veces ejemplos de este tipo pueden ayudar a entender mejor la ley. Les pongo otro ejemplo. Hace ya unos años, en esta misma casa, se debatió la reforma del Código Penal de 1973 en el año 1988. Como ustedes conocen, el delito de violación —en ese momento era un delito contra el honor, no contra la libertad sexual porque todavía no se concebía de esta manera— sólo se castigaba en el caso de que la víctima fuera mujer. Se decía: el que yaciere con mujer será castigado… En 1988, el legislador entendió que aunque era socialmente irrelevante la violación del hombre, incluso la del hombre por hombre (si les doy los datos del año pasado son muy inferiores a los de la violencia de género; el año pasado sólo hubo un dos por ciento de delitos de violaciones sexuales contra hombres producidos obviamente por hombres, porque en este caso es irrelevante por no decir inexistente la posibilidad de una violación de mujer a hombre), el legislador entendió en ese momento que para cumplir el principio de igualdad había que establecer un tipo general: el que obligare a otro…, sin perjuicio de que en la mayor parte de los casos el sujeto pasivo iba a ser una mujer y el sujeto activo un hombre. ¿Y eso supone que la mujer está más desprotegida con este nuevo tipo que lo que estaba antes con la legislación de 1988? No, en absoluto. Por eso insisto en que debería reflexionarse sobre esta materia y así lo hemos puesto de manifiesto, pero por supuesto —insisto—, no podía ser otra manera, asumiendo y respetando todo lo que aquí se legisle. Por último, en cuanto a la forma de organizar los tribunales, también hemos puesto objeciones al hecho de que sólo en asuntos o temas en que la mujer sea víctima y el hombre agresor se tenga el derecho a obtener la tutela judicial efectiva en los nuevos juzgados de violencia sobre la mujer, juzgados que como saben ustedes van a tener competencias penales y civiles. Todo lo que he dicho hasta ahora es predicable a eso. Pero es que además tenemos serias dudas, si bien no nos hemos opuesto a ello, en cuanto a la acumulación de competencias civiles en el juzgado penal. Hemos advertido sobre el posible riesgo de la criminalización de muchos asuntos civiles; hemos advertido sobre el posible riesgo del uso de denuncias para soslayar el juez predeterminado por la ley (esto lo ha dicho también el Consejo de Estado, no lo dice sólo el Consejo General del Poder Judicial) y por supuesto entendemos que hay muchas materias que se pretenden acumular a los juzgados penales que no tienen sentido. Las reclamaciones de paternidad, maternidad o filiación no tienen nada que ver con la violencia de género. Hay delitos como el del aborto que no tiene nada que ver con la violencia de género y, sin embargo, es uno de los delitos que si quien aborta es la mujer determina la competencia del ámbito de la violencia de género, porque el bien jurídico protegido no es la mujer sino el feto. Por eso se debería hacer un estudio más general de los delitos que determinan la competencia de estos nuevos juzgados o tribunales. Estamos también ante una ley —así lo hemos calificado— que como dije antes en alguno de sus aspectos tiene una cierta precipitación en las soluciones procesales que se dan. Y como además estamos absolutamente de acuerdo en los fines que la ley persigue, en la filosofía que persigue, lo que ofertamos son soluciones para intentar que la ley cumpla con el fin que el propio Gobierno y el Poder Legislativo le quieren dar para que no fracase. No cabe duda de que la ley —insisto— tiene errores técnicos de bulto; los tenía en el anteproyecto y los sigue teniendo en el proyecto, algunos afortunadamente han sido solucionados mediante la lectura de los informes del Consejo General del Poder Judicial y del Consejo de Estado, pero algunos se mantienen. Voy a citarles dos a título de ejemplo, aunque podía citar veinte, que son técnicos, no se refieren a la parte importante de la ley, la discriminación positiva o no, sino a errores técnicos. Partiendo de que ya por supuesto 21 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 segunda. He de reconocer que lógicamente, a estas alturas no de las comparecencias sino de la discusión y de la polémica alrededor de la ley, sabemos donde están realmente, sobre todo en función de cada compareciente, aquellos aspectos en que puede haber más diferencias de interpretación o de análisis en cuanto a la ley. Por tanto, voy a ser muy concreta y aprovechando que una de las cosas que he hecho al subir al despacho por una cuestión urgente ha sido mirar el correo, por la ventaja hoy día de la informática, de internet, voy a trasladarle un par de preguntas que son las que sinceramente en estos días como diputada me han llegados con más frecuencia. Lo que preocupa fundamentalmente es si la propuesta de ley que tenemos encima de la mesa es constitucional o no. Si hipotéticamente la ley se aprueba tal como está en estos momentos —sabemos que hay opiniones a favor y en contra—, la pregunta que se hacen muchísimos ciudadanos y ciudadanas y que estoy convencida de que usted nos podrá ayudar a clarificar es la siguiente. En caso de que se aprobara la ley tal como está en estos momentos —para algo se están haciendo las comparecencias y en el proceso parlamentario va a haber modificaciones—, y en la aplicación de la ley hubiera un solo juez que considerara que es anticonstitucional y la llevara ante al Tribunal Constitucional, ¿qué significa esto, qué pasa en ese momento? En caso de que me comentara, como me decía alguna compañera abogada en el correo electrónico, que por esas cuestiones se paralizara el proceso de la ley ¿afectaría a toda la ley o al precepto concreto? ¿Qué pasaría? ¿Cuál sería realmente el proceso en ese momento? Doy por hecho que la ley va a tener modificaciones, pero me gustaría saber su opinión porque es lo que se están preguntando muchísimas personas en esta hipótesis, qué pasaría, cuál sería la situación con la nos podríamos encontrar. entendemos que no son posibles los tipos penales agravados ni los que sólo entiendan que el sujeto activo puede ser hombre y el pasivo mujer, partiendo de eso y entendiendo que roza el artículo 14 de la Constitución y puede ser inconstitucional, una vez superada esa discusión nos encontramos con tipos penales que tienen algunos errores sobre todo de proporcionalidad. No tiene sentido que, por ejemplo, cuando un hombre amenaza a su mujer sea una falta leve que pasa a delito — bien, perfecto, estamos de acuerdo—, pero se le puede castigar con una pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la patria potestad o custodia, etcétera, de hasta cinco años. El tipo siguiente establece las amenazas generales, que ya no son de hombre a mujer sino que son las amenazas que se establecen con exhibición de armas, etcétera, a cualquiera de las personas que cita el artículo 173.2: el cónyuge, el hermano, el descendiente, etcétera. En este caso las amenazas permiten una inhabilitación especial de hasta tres años. Y yo me pregunto: si la amenaza la realiza un padre a un hijo exhibiéndole un arma, el juez sólo puede privarle hasta tres años; si la amenaza es contra la mujer, puede privarle de hasta cinco años. No tiene sentido. Habrá que unificar esa respuesta penal en ambos tipos. Son cuestiones muy técnicas pero —insisto— que están aquí. El proyecto tenía un error gravísimo y es que establecía que en cuanto el juez civil o tribunal tuviera conocimiento de un hecho que pudiera ser constitutivo de uno de los delitos o faltas de violencia contra la mujer debería de, si ya se ha presentado denuncia, inhibirse automáticamente en favor del juzgado penal. Ya se advirtió por parte del Consejo General del Poder Judicial y del Consejo de Estado que si el asunto estaba en apelación en una audiencia provincial esto no tenía sentido, y se corrige en el primer párrafo del artículo 46 de la ley, que es cuando se tiene conocimiento de la presentación de una denuncia, pero no se corrige ni en el 2 ni en el 3, que es cuando no se tiene conocimiento de ella pero sí del hecho. Estos son errores —insisto— puramente técnicos, que esperamos todos que se vayan resolviendo a lo largo de la tramitación parlamentaria, y no voy insistir más en ello. Por eso voy a someterme al tiempo que me di y quedo a su disposición pues considero mucho más importantes sus preguntas. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra por el Grupo de Esquerra Republicana la señora Bonás. La señora BONÁS PAHISA: Muchas gracias, señor López, por su intervención. Yo no soy jurista, soy de ciencias y he venido para aprender. He escuchado diversas opiniones sobre la discriminación positiva y la discriminación negativa, y aunque entiendo que sería mejor no tener que hacer esta ley, que nuestra legislación fuera suficiente para proteger a todos los ciudadanos y ciudadanas, también entiendo que por razones históricas ha llegado el momento de hacer esta ley. Es evidente que no todos los colectivos están incluidos y que hay problemas de violencia doméstica no contemplados en esta ley. ¿Será buena esta ley para las mujeres que tienen un problema de afectividad y están sometidas a una relación de violencia? Evidentemente no va a proteger a todos los colectivos, pero ¿para el que nos preocupa hoy será suficiente? Un tema concreto que me ha llamado la atención es el aborto. Había entendido que estaba aquí porque era La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario de Izquierda Unida tiene la palabra la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: Al igual que a los anteriores comparecientes y a todos los que en estos días comparecerán, quiero agradecerle muchísimo, señor López, su aportación y que podamos contar con usted como portavoz del Consejo General del Poder Judicial y miembro del Observatorio contra la Violencia Doméstica. En primer lugar, me querría disculpar porque la primera parte de su intervención no la he pedido escuchar y por tanto me ceñiré un poco más a la 22 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 directa, activa, pasiva, etcétera, el quid que se puede plantear no es que se agrave la pena en función del sujeto pasivo, del ofendido o la ofendida, porque si pusiéramos en cuestionamiento esto estaríamos poniendo en cuestionamiento casi todo el Código Penal. El artículo 148 del Código Penal en su redacción actual pone subtipos agravados, por ejemplo, cuando la víctima fuere menor de 12 años o incapaz. Este es un sujeto pasivo. ¿Por qué? Porque es un colectivo digno de especial protección. ¿Por qué razón? Por su especial vulnerabilidad. Las estadísticas que tenemos con respecto a las agresiones que padecen las mujeres ¿no le inducen a pensar que es un colectivo de especial vulnerabilidad? Por la razón que sea, por la organización patriarcal, por el machismo, por la razón cultural, por la que sea, pero parece un colectivo de especial vulnerabilidad. Por tanto, creo que las objeciones no se pueden poner tanto en agravar la pena por determinados sujetos pasivos cuanto que se pene a determinados sujetos activos. Ahí es donde admito que tengo una duda, aunque la voy aclarando después de las comparecencias y en este sentido le pregunto: ¿Le parecería a usted positivo trasladar el agravamiento de la pena por sujeto pasivo al artículo 22 del Código Penal en general como una agravante, encontrando una redacción que pudiera describir esta especial vulnerabilidad por estar el colectivo de mujeres en este ámbito? Comparto con usted lo que ha dicho de la posibilidad de que esta ley sirviera para una compilación de cuanto se ha hecho hasta ahora, no por ser necesario pero sí por ser pedagógico, es decir que al juez cuando le llegara una denuncia tuviera delante todos los pasos que puede realizar. Finalmente, reitero que me agradaría que sus sugerencias de modificaciones técnicas nos las aclarara en su contestación, con lo cual las tendríamos en el «Diario de Sesiones», o nos las hiciera llegar por escrito. provocado por el agresor, pero según su intervención he entendido que no necesariamente. Querría que me aclarase este punto. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Catalán (Convergència i Unió) tiene la palabra la señora Pigem. La señora PIGEM I PALMÉS: Muchas gracias, señor López, por su tono y las precisiones técnicas que nos ha hecho. Me gustaría que nos hiciera llegar sus precisiones técnicas, pues creo que son de indudable valor a la hora de poder formular enmiendas al texto que se nos ha presentado. Ha comenzado dándonos unos datos que ponen de relieve que en el ámbito familiar o en el ámbito doméstico, como se le quiera llamar, existen agresiones, agresiones de hombres a mujeres, de mujeres a hombres, de mujeres a niños, de hombres a niños, a mayores, etcétera. Esto es así, pero los datos que nos ha dado nos ponen de relieve que lo que es un auténtico fenómeno son las agresiones de los hombres a las mujeres, aunque esto no quita que haya agresiones a otros miembros del mismo componente familiar. Usted nos dice también que esta ley le parece mala no por lo que pone sino por lo que excluye, y yo me aventuraría a decir más, que usted cree que es mala por a quien excluye. Yo le pregunto: ¿Usted cree que no está suficientemente protegido en la legislación actual? Si no es así, por qué no se hicieron observaciones cuando estábamos tramitando la modificación del 153, del 173, de la orden de protección, etcétera. Por tanto yo entiendo que si lo que está hecho hasta aquí no es malo sino que es bueno, y en eso podemos coincidir todos, está suficientemente protegido cualquier tipo de agresión en el ámbito doméstico. Ahora bien, ¿está suficientemente protegido el fenómeno de agresión de hombres a mujeres, que como usted ha puesto de relieve es el noventa y mucho por ciento de los casos? Esta es la pregunta y en este fenómeno se intenta ir avanzando con esta ley integral. Echo de menos francamente que se diga que todo el tema de discriminación, no discriminación, acción-discriminación, etcétera, se reduce a una parte muy pequeña de esta ley, porque —lo he dicho antes a otros comparecientes— yo creo que la gran novedad de esta ley es que se aborde integralmente la prevención, la protección social, etcétera, y también alguna reforma penal, pero alguna reforma penal porque el grueso —como usted ha dicho— se viene haciendo desde 1999 sin que se hayan puesto objeciones al respecto. Me gustaría un análisis de la gran novedad de esta ley, que es el acceso a una protección integral de manera universal, pasar de la concepción asistencialista a una concepción de derechos sociales. Esto creo que es la gran novedad y en donde esta ley ha de alcanzar su máxima virtualidad. Pero yo no quiero rehuir la discriminación ni el tema penal. Vamos a ver. Se han ido haciendo reformas desde 1999. Cuando usted ha hablado de la discriminación La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra la señora Torme. La señora TORME PARDO: Desde nuestro grupo parlamentario queremos agradecer la comparecencia de don Enrique López. En este caso también nosotros considerábamos, al igual que en la comparecencia anterior, que eran esenciales sus aportaciones, también por coincidir en su caso esa triple condición de vocal portavoz del Consejo General del Poder General, de miembro del Observatorio contra la Violencia de género, así como miembro también de la Comisión de seguimiento de la aplicación de la orden de protección. Al igual que pedimos la comparecencia de la señora Comas, hemos pedido la suya entendiendo que desde sus aportaciones podemos extraer conclusiones para posibles enmiendas que ayuden a enriquecer esta ley. Partimos, y lo hemos dicho antes, de que todos consideramos muy grave el problema de la violencia de género que existe en nuestro país, esa violencia que se ejerce en los ámbitos pri- 23 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 vados, en el ámbito doméstico, y queremos luchar contra ella de todas las formas. De modo que si la vía que se está acometiendo en estos momentos es este proyecto de ley que ha presentado el Gobierno, nosotros lo que queremos es que de aquí salga el mejor texto posible, por lo que con mucho rigor y con mucha seriedad estamos afrontando este trámite de comparecencias. Al inicio de su intervención señalaba que se ha suscitado una gran polémica en torno al informe del Consejo General del Poder Judicial. Yo creo que desde algunos ámbitos se ha querido descalificar este informe, restarle credibilidad, tratando de interpretar que las discrepancias del mismo más que razones jurídicas o razones técnicas, como aparecen en el mismo, se debían a un juego de mayorías distintas de las que en estos momentos sustentan al Gobierno. Nosotros pensamos que cuando se emiten valoraciones u opiniones jurídicas, éstas han de ser consideradas como tales y no restarles fiabilidad o autoridad en función de la ideología o de las convicciones personales de ámbito privado que puedan tener las personas que las emitan. Creemos que es una actitud de clara intolerancia y con rasgos antidemocráticos que nosotros, por supuesto, denunciamos y no compartimos. Es cierto que algunas personas o desde algunos sectores se da mucha importancia y una valoración mucho más positiva y a priori, antes de conocer las manifestaciones, cuando éstas provienen de ámbitos a los que se define, como progresistas. Por eso me interesaría que usted pudiera dar su opinión o su valoración sobre ese manifiesto que han suscrito casi 200 penalistas progresistas que, según tengo aquí en las noticias publicadas, arremetían contra la nueva ley de violencia de género. Y leo textualmente: Se trata de un total de 180 jueces, fiscales, catedráticos y profesores expertos en derecho penal, integrados en el llamado Grupo de política criminal, de talante progresista, que hicieron público un manifiesto en el que arremeten con dureza contra el proyecto de ley aprobado el pasado viernes por el Gobierno para luchar contra la violencia de género. Pronosticaban y llamaban la atención sobre que la nueva ley iba a ser ineficaz, creando expectativas infundadas que pueden defraudar a las víctimas. Yo creo que nadie de los que estamos aquí queremos que se pueda defraudar a las víctimas. Por eso, como le decía, comentamos estas comparencias con mucho rigor, tratando de mejorar el texto que pueda aprobarse definitivamente. En este sentido quería que valorara la opinión de estos casi 200 penalistas progresistas; si tienen sustento las críticas que formulan contra esta redacción y si hay coincidencia con el informe que ha sido aprobado también por el Consejo General del Poder Judicial. Como usted hablaba de esa polémica en relación con el informe del Consejo General del Poder Judicial, quería preguntarle también si es un informe que no tenga ninguna coincidencia con otros informes de los que también son preceptivos y que han emitido otros órganos constitucionales en esta fase del anteproyecto y de la aprobación definitiva del proyecto por el Gobierno. Usted ha hecho mención a una coincidencia concreta con el informe del Consejo de Estado, pero me gustaría que nos dijera si hay más coincidencias o si no tiene nada que ver el informe del Consejo General del Poder Judicial con el del Consejo de Estado. También a nuestro grupo le gustaría que usted pudiera hacer una valoración sobre los aspectos novedosos, que incorpora esta ley en relación con las últimas medidas que se han aprobado en la pasada legislatura. Y hablo de aspectos novedosos porque, por ejemplo, la creación de un fiscal contra la violencia sobre la mujer es una figura que ya existe y creo que viene funcionando desde hace dos años, por eso me refiero a los aspectos que realmente son novedosos, que se incorporan como de nueva creación por parte de este proyecto de ley. En este mismo sentido me gustaría que usted nos dijera si por ejemplo se podría poner en riesgo la eficacia de un instrumento que ha sido valorado muy positivamente por la anterior compareciente, por la señora Comas, un instrumento novedoso, como es la orden de protección, que prevé por primera vez una actuación de carácter integral contra la violencia doméstica; instrumento que fue aprobado aquí mediante una ley por unanimidad de la Cámara. Querría que nos dijera si podría ocurrir que quedara marginada en su aplicación esta orden de protección con la redacción que ahora mismo tenemos de este proyecto de ley que ahora tramitamos y si pueden surgir problemas de interferencias en la aplicación de ambas leyes. También me gustaría que nos dijera si usted considera que sería conveniente y que contribuiría también a dar más eficacia a las órdenes de protección que se incorporaran mecanismos que puedan asegurar y garantizar la protección física de las mujeres, de las víctimas de la violencia mediante un plan de seguridad personalizado. No sé si usted conoce que el Grupo Parlamentario Popular ha presentado una proposición de ley precisamente para que se pueda, como un nuevo derecho para las víctimas de la violencia, tener un plan de seguridad personalizado. Le quiero señalar que en este mismo sentido la señora Comas decía antes que sería bueno que se introdujeran modificaciones en algunos artículos del proyecto de ley que debatimos para que se recogieran precisamente esas situaciones especiales de riesgos, esas circunstancias que tienen algunas mujeres, para que la respuesta policial se pudiera adecuar a esas circunstancias de las víctimas para tratar de garantizar esa seguridad, una adecuada protección y, como decía, para dar más eficacia a medidas que son novedosas y que hemos compartido entre todos, como la orden de protección. Quisiera, y algo ha señalado a este respecto en su intervención inicial, que nos pudiera exponer las incidencias que puede tener este proyecto de ley en la forma de organizar los tribunales. Me interesa saber sobre todo qué incidencias puede tener la organización de los tribunales en cuanto a la eficacia de la respuesta 24 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Agradeciéndole su intervención, su comparecencia y esas sugerencias que les pedimos que nos remita, concluyo mi intervención. que estos den para combatir esa lacra que a todos nos preocupa, esa violencia que sufren las mujeres en nuestro país. Nos gustaría que pudiera también señalar si a su juicio, desde ese ámbito en el que usted trabaja, se considera que se contemplan los recursos personales y económicos adecuados para abordar todas estas medidas que se recogen en el proyecto de ley por parte de jueces, de tribunales. Ha mencionado algunos problemas técnicos de carácter orgánico y procesal en el proyecto de ley. Creo que en concreto ha dicho que iba a señalar dos problemas técnicos concretos, pero que podía llegar hasta veinte. La señora Pigem le decía en este sentido que para nosotros sería de gran interés que nos pudiera mandar por escrito esas sugerencias, esas aportaciones, esas propuestas de modificación de la redacción para solucionar todos esos problemas técnicos. Yo a puerta cerrada, cuando ha acabado la señora Comas su intervención, también le he dicho que agradeceríamos que nos remitiera muchas de las cuestiones que ha apuntado. Entonces, me gustaría que si ahora puede profundizar en algunos de ellos, lo hiciera, y que en todo caso nos hiciera llegar esas posibles redacciones, porque, como le decía anteriormente, lo que queremos es enriquecer la ley, que sea mejor, que sea eficaz y que pueda contribuir verdaderamente a luchar contra la violencia. En este sentido, que se solucionen esos problemas técnicos pueden ser bueno para que, como decía la portavoz de Izquierda Unida esta mañana o ayer, se pueda contar con el consenso y la implicación de todos los profesionales que pueden intervenir. Ella hablaba en concreto de todos los profesionales de la Administración de Justicia; que jueces, fiscales y secretarios judiciales consideren que el texto que se aprueba es un buen texto y que ellos no consideren que hay muchos problemas técnicos yo creo que puede ayudar a que esa respuesta sea mucho más eficaz, que es el objetivo que nosotros perseguimos. Termino diciendo que compartimos con usted y con el resto de la Cámara la necesidad de seguir desarrollando e impulsando medidas de acción positiva. Nos parece que dentro de la violencia de género esas desigualdades que hay entre hombre y mujer desde luego son un condicionante fundamental y en el Partido Popular y en el Grupo Parlamentario Popular somos firmes defensores de las medidas de acción positiva. Nosotros creemos que es fundamental y que es una obligación de todos los poderes públicos remover esos obstáculos que impiden que la libertad y que la participación de las mujeres sean reales y efectivas, de manera que nosotros vamos a seguir insistiendo en que se adopte este tipo de medidas, pero nos gustaría, y además planteaba una cuestión muy interesante la portavoz de Izquierda Unida, que nos dijera qué tipo de dudas se suscita que se pueden extender al ámbito penal. También se lo hemos formulado a la señora Comas y no me voy a extender más en ello. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Socialista, el señor Villarrubia. El señor VILLARRUBIA MEDIAVILLA: Muchas gracias a don Enrique López por la información que nos ha suministrado y por las opiniones que ha vertido, tanto en este momento como anteriormente a través del informe preceptivo del Consejo General del Poder Judicial. Se lo agradezco de entrada, aunque la verdad es que me ha descolocado un poquito la primera afirmación, la máxima afirmación en cuanto a que comparten la filosofía y los principios de esta ley. Entonces es que han fallado bastante los mecanismos de comunicación, porque todo lo que se ha trasladado a la opinión pública era la confrontación del Poder Judicial, la oposición de éste e, incluso, en grandes titulares, el pulso del Consejo General del Poder Judicial al Gobierno. En fin, a uno que como usted es experto en el mundo del derecho esto le llama poderosamente la atención, porque es o un desconocimiento o una ignorancia de lo que es la división de poderes. A ustedes, como bien conoce, porque así lo mandata la Constitución, les corresponde, sencilla y llanamente y con lealtad, como es lógico, informar cada proyecto de ley, ni más, ni menos, y es un informe preceptivo y no vinculante, que es de agradecer, porque casi siempre, con su buen criterio, se comparta o no, los anteproyectos y proyectos suelen ser mejorados, pero hasta ahí llega su competencia, y por supuesto no les corresponde decir si es inconstitucional o no, pues para eso está el Tribunal Constitucional en su caso. Podrán advertir, sugerir, pero, ¡hombre!, afirmar que es inconstitucional cuando la mayoría de los expertos no opinan así.. Pero, con independencia de cómo opinen, me refiero a su función institucional. De ahí que sí es verdad que ha habido algunas críticas. En definitiva, ¿a quién corresponde? Porque me ha llamado también poderosamente la atención, y es un tema de máximos, que diga que sobre todo están de acuerdo con los principios, con la filosofía y que están fundamentalmente en desacuerdo con lo que excluye y no con lo que incluye. ¿No le parece que van un poco más allá de su competencia también en este sentido? Porque el objeto de la ley lo decide el legislador y a ustedes no les corresponde decir cuál ha de ser el objeto. Hay una premisa en este proyecto de ley, don Enrique, y es: ¿la mujer víctima de la violencia de género necesita en estos momentos de una protección especial? Nosotros entendemos que sí y el objeto de la ley es la protección integral contra la violencia de género, no otros objetos que pueden ser buenos, que pueden ser convenientes y que pueden ser necesarios, pero que no son el objeto de esta ley. Hay —y ya entro a las cuestiones técnicas, aunque yo he visto que no eran tan técnicas, sobre todo las fun- 25 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 damentales— una curiosidad, de verdad, no malsana, y no la interprete mal, se lo digo con todos los respetos, y es que en una ley integral tan compleja y con tantas aristas, en el informe que usted denomina del Consejo, porque técnicamente es así, de los diez vocales concretos a los que usted representa, no han tenido ni una sola discrepancia, ni una sola opinión diferente, de aportación positiva diferente en un tema tan complejo, donde cada persona de este mundillo jurídico que nos podemos hablar vemos aristas, vemos sugerencias, cuestiones que nos gustarían más o que nos gustarían menos. Ustedes han actuado como un solo hombre. ¡Qué curioso! Esto no es muy normal y no quiero pensar, por supuesto, que se deba a razones de estrategia ideológica o política, como se ha afirmado por la portavoz del Partido Popular. Yo no quiero pensar eso, pero es que me sorprende mucho que en una ley tan compleja, tan importante y tan amplia —integral—, ustedes, como un solo hombre, firmen ese informe preceptivo, insisto, no vinculante, y ahí acaba su cometido; no hay ningún pulso ni ninguna historia. El órgano de la soberanía popular es el Parlamento, al que corresponderá decidir, les guste ustedes o no —¡ojalá les guste, porque será que es bueno, que coincidimos y que hay un amplio consenso!—. Serán los representantes de la mayoría del pueblo español quienes decidirán, una vez se haya escuchado a todos, por supuesto, para intentar mejorar el proyecto de ley. Todo es mejorable, seguro que sí. Ya el proyecto corrigió muchas carencias técnicas y de otro tipo que se recogían en el anteproyecto. Esta es práctica común y es muy de agradecer al Consejo General del Poder Judicial en su conjunto y a los otros órganos que han emitido informe. Permítame una cuestión, porque viene en su informe, y en concreto me ha extrañado —y le pido esa pequeña explicación— que venga de usted. El informe mayoritario de los diez vocales dice que la violencia contra ancianos y menores es más grave porque están más desprotegidos. No veo muy coherente que usted, que es miembro vocal del observatorio, firme eso cuando más del 90 por ciento en las estadísticas son agresiones a mujeres. No digo que no sea un problema importante y grave, ¡pero que sea más grave y que argumenten además que en qué perjudica a la mujer que esto se incluya.! En sentido contrario, don Enrique, es que no toca. Es que es una ley de violencia de género para este problema específico. ¿Está la tutela judicial efectiva de los ancianos, de los hombres o de los niños de alguna forma desprotegida? Nos llevaría al absurdo de que actualmente están desprotegidos y no es verdad, y usted lo sabe. Lo que hay es un plus para favorecer el tratamiento a la mujer víctima de la sumisión de un machismo que ustedes, en el fondo, en su informe, no reconocen. Porque el problema de la discriminación positiva o de la acción positiva es el que da origen a todo el meollo de este proyecto de ley. En el fondo subyace un problema filosófico e ideológico de que de alguna manera hay quien no comparte estas medidas de ver- dad, revolucionarias entre comillas, de acción positiva para acabar con esta lacra social tan grave que padecemos en 2004 en España. Hay otro tema que ha corregido usted y me alegro de verdad, porque esa sí que no era una cuestión menor. Que hablaran ustedes —o he leído mal o, si no, casi todos los medios de comunicación lo habrían interpretado mal— de jurisdicción especial clamaba al cielo. Era un error imperdonable. Eso no podía ser un error, don Enrique. Lo ha corregido hoy y ha reconocido que es jurisdicción ordinaria, Naturalmente. Hablamos de especialización. Pero voy más allá: ¿es que han cambiado de criterio ustedes? Porque ustedes siempre han defendido por escrito reiteradamente la especialización en estas materias. ¿A qué viene esa crítica, primero, de jurisdicción especial —que eso sí sería grave—, inexistente, y, segundo, de juzgados especializados, que es lo que ustedes han venido recabando permanentemente? Sinceramente, ¿no le parece magnífica la solución procesal del proyecto de ley en cuanto a la creación de los juzgados de violencia contra la mujer? Le digo magnífica, no buena. ¿No le parece, de verdad, además posible y realista en la forma en que se ha regulado —que se puede mejorar técnicamente, sin duda-? ¿No le parece que la concentración en un juzgado, aunque se pueda mejorar en cuanto a las competencias civiles, si son excesivas o no —podemos discutirlo—, evita la dispersión que a veces ha producido situaciones fatales? Se ha hablado esta misma mañana del caso de Alzira: cinco o seis denuncias en cinco juzgados distintos. ¿No es mejor que se concentre el conocimiento de esa situación particular que a veces puede evitar estos resultados y desenlaces fatales? ¿No lo comparte usted de verdad? ¿No cree que es mejor para la defensa de las víctimas y para una mejor tutela judicial efectiva? Hablaba —voy resumiendo, no lo ha mencionado hoy, sino que lo mencionaban por escrito en su informe— del derecho penal de autor. ¿No considera usted que cuando se penaliza, no al hombre por el hecho de ser hombre, sino por el mayor desvalor de la conducta, por la sumisión histórica y cultural de la mujer, por ese plus de protección a la mujer, no estamos hablando del derecho penal de autor sino más bien del derecho penal de las víctimas? ¿No cree que es una acción positiva que se enmarca perfectamente y tiene cobertura en nuestra Constitución española en el 9.2, e incluso también en el artículo 10 y en el propio artículo 14, como último argumento? Porque el bien jurídico constitucional de la igualdad, como base del sistema de la convivencia democrática, exige esta protección, y no es individualizada, de persecución personal. Ese bien jurídico es claro, junto con los que usted conoce de la defensa de la persona física, de la integridad moral y de la dignidad que recoge el artículo 10. Podremos discutir la oportunidad y estaremos abiertos a ello para mejorar —distintos ponentes lo han manifestado—, regulación penal o no o qué es mejor para conseguir esta finalidad que pretendemos, pero no por razones de 26 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 También puede ocurrir que algún ciudadano o ciudadana acuda a presentar una denuncia ante ese juzgado y el juez o la juez le diga que porque su agresor, siendo mujer, es mujer o la víctima es un hombre, siendo el agresor mujer u hombre, no puede ir a ese juzgado y que irá a otro, en el que también estará muy protegido —luego hablaremos de eso—, pero en este juzgado, evidentemente, si vamos a hacer un esfuerzo económico, es porque se le va a dar mayor protección y mayor eficacia, porque si no no tendría sentido montar un nuevo sistema para dar un nivel de protección igual al que ya tenemos. Entonces esta persona obviamente puede plantear un recurso de inconstitucionalidad en tanto en cuanto esa resolución que le impida accionar ante ese juzgado sea firme. Esto es lo que puede ocurrir y esto es lo que todos esperamos que no ocurra. Agradezco las palabras de su señoría señor Villarrubia en el sentido de que presuma que, por supuesto, respeto el legítimo juego de los poderes del Estado, como no puede ser de otra manera, entre otras razones, porque cuando fui nombrado juez juré cumplir y hacer cumplir la Constitución. En cuanto a la siguiente pregunta por parte del grupo de Esquerra Republicana, ¿es una buena ley para las mujeres? Por supuesto que lo es. Es una ley muy buena y como es tan buena, lo que no entendemos es por qué van a quedar excluidos otros colectivos, ya que creemos que su inclusión en modo alguno empece para que la mujer se vea menos protegida, evidentemente con pleno respeto a lo que se decida aquí, pero es que nuestra obligación —y luego hablaré de cuál es el objeto del informe del Consejo— es manifestar nuestro informe y nuestro parecer, y si no se quiere tener nuestro parecer, está abierta una reforma orgánica para impedir que el Consejo informe las leyes, pero insisto en que nuestro objetivo y nuestra obligación es informar sobre nuestro parecer de las leyes. En ese sentido, repito que es una buena ley para las mujeres, pero también entendemos que es una buena ley para mujeres a las que maltratan otras mujeres y también para niños a los que maltratan los padres y es una buena ley para los ancianos que son maltratados por su entorno familiar. Para todos estos colectivos es una buena ley y por eso entendemos que no deberían excluirse del ámbito de protección, pero, insisto, es un parecer, muy respetable o no, pero es nuestro parecer. En cuanto al aborto, efectivamente es la intención. La intención sería castigar sólo, que el juez de violencia contra la mujer sólo instruya asuntos relacionados con el aborto cuando el agresor, el causante del aborto sea el marido, pareja, etcétera, pero, tal cual está en la ley determinado el tipo penal, se refiere al aborto en general y por eso habrá que perfilarlo y establecer con carácter específico que sólo será cuando el sujeto activo que cause el aborto o que promueva que se cause el aborto sea esta persona. En cuanto a la intervención de la señora Pigem, representante de Convergència i Unió, efectivamente, inconstitucionalidad, sino de eficacia para abordar estos temas. Le agradezco, aunque sólo haya sido someramente, y le pregunto qué le parece el resto, aparte de estos matices técnicos, entre comillas, que usted decía, del contenido de la ley en materia educativa, preventiva, de detección precoz, asistencial o laboral, todo este conjunto de medidas integrales con, por si no lo sabe —que sí lo sabrá—, dotación económica, con compromiso de dotación económica para hacerlas eficaces. ¿No considera usted que es un paso importante, no para acabar con este problema de inmediato, sino para que a lo largo del tiempo pero empezando ya generemos una cultura diferente en nuestro país para combatir esta importante lacra? ¿Por qué no hablan de esas cosas positivas también? En su informe apenas lo tocan. En fin, este es un poco el esquema. Me mira la presidenta. Quedan ahí algunas cuestiones planteadas. Nada más, le agradezco su comparecencia y, de verdad, créame, las sugerencias por escrito son válidas todas, verbales también, están en su informe, del que ya se ha tomado nota; no se ha despreciado en absoluto en su conjunto. Sí hemos puesto algunos, y yo mismo, en tela de juicio cierta intencionalidad, a lo mejor mal entendida, pero entonces ha sido un malentendido generalizado, porque en la calle no se había percibido esta coincidencia con los principios, con la filosofía, esa clara separación de poderes. ¡Hombre, si Montesquieu levantara la cabeza y leyera lo que hemos tenido que leer en este último mes, nos tendría que sonrojar a todos un poco! Pero el hecho afortunado es que la consolidación de nuestro sistema democrático hace innecesarios ciertos debates, porque el órgano soberano del pueblo decidirá al final lo que considere más oportuno. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra para contestar el compareciente, don Enrique López, al que sí le ruego un esfuerzo de brevedad, porque tenemos ya la otra comparencia también aquí. El señor VOCAL PORTAVOZ DEL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL MIEMBRO DEL OBSERVATORIO CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA (López López): Intentaré ser lo más breve posible para permitir que sus señorías puedan acudir a cumplir con el derecho a la comida lo antes posible. (Una señora diputada: Antes tenemos otra comparecencia.) Por eso, como sé que hay otra comparecencia, insisto en que trataré de que no se alargue. Comenzaré por las preguntas que realizó la representante del grupo de Izquierda Unida. ¿Qué puede suponer el posible no acomodo de esta norma a la Constitución? Puede suponer dos hechos, el primero, que haya jueces que planteen cuestiones ante el Tribunal Constitucional, pero esto sólo va a afectar, efectivamente, al artículo al cual se refiera y al caso que se refiera; ese caso se suspenderá, pero el resto se seguirá tramitando. 27 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 haciendo aquí un poco de resumen de todas las intervenciones, la ley, como todas, es perfectible, es susceptible de ser mejorada, pero esta ley, de entrada, tenía errores técnicos muy de bulto, alguno de los cuales afortunadamente se han corregido, pero otros no. El ejemplo que les ponía antes respecto al tema de la inhabilitación para ejercer la custodia en función de que la amenaza sea contra una mujer o sea contra un menor exhibiendo armas determina nada más ni nada menos que el delito pase de ser grave a menos grave y eso determina también la competencia del tribunal a enjuiciar el asunto. Por eso hay que tratar de que la respuesta legal sea coherente, teniendo en cuenta que estamos ante ataques similares y que son bienes jurídicos exactamente iguales que los que se protegen en uno u otro delito. La ley por ejemplo no prevé qué ocurre cuando en estos nuevos juzgados la denuncia es retirada, el asunto es sobreseído por entender que el hecho penal no se ha cometido, si eso ha tenido la consecuencia de que el asunto civil ha venido a ser conocido por el juez penal. La ley no prevé qué ocurre. Lo normal es que entonces el asunto civil continúe siendo conocido por el juez penal, pero no tiene sentido porque ha desaparecido la condición que tuvo como efecto que ese asunto civil que se tramitaba en un juzgado civil se trasladara a un juzgado penal, con lo cual entiendo que si no se está en la fase de enjuiciamiento oral, siempre que se está en una fase previa, se debería establecer un mecanismo que permitiera que una vez desaparecida la causa que motivó que ese asunto civil saliera de su sede natural, que es el juez de familia, especializado en familia, si desaparece la causa, ese asunto volviera al juez de familia, porque, insisto, si no, estaríamos estableciendo un arma —y por supuesto presumo la decencia y profesionalidad de todos los abogados— que podría estar determinando la elección del juez. Encontramos también problemas técnicos en cuanto a la definición de los tipos penales. Evidentemente, hay que establecer una mejor redacción de estos tipos. Además, hay otro caso muy claro. Cuando se establece en las amenazas leves que constituyen delito una medida especial como es la inhabilitación para ejercer la custodia, se endurece la pena y esto no se hace para el resto de amenazas con una amenaza condicional. Habría que establecer la misma previsión para el resto de tipos penales que establece el Código Penal, que aunque no tipifica el tipo penal como sujeto activo hombre o mujer, obviamente recoge esa acción, ese desvalor; esa misma consecuencia penal que se establece para ese tipo penal específico habría que trasladarlo al resto del Código Penal. Por eso insisto en la falta de efecto compilador de esta ley y es una buena oportunidad de tratar de entender qué tenemos en el Código Penal y qué, de lo que aquí se introduce, puede ser aplicado a otros tipos penales que también pueden estar incursos en el ámbito de la violencia contra la mujer, asumiendo la terminología que esta ley establece. Se producen problemas procesales, sobre todo en los traslados de los procedimientos. Se establece que el juez civil, en el caso de que conozca la existencia de un procedimiento penal o que se interponga la denuncia, sin más, deberá inhibirse. Yo creo que en ese momento debería establecerse un breve instrumento procesal que examinara, aunque fuera un espacio de tiempo reducidísimo, la competencia del juez, precisamente para evitar los riesgos que antes había. La ley por ejemplo tiene algo que es curioso. Se establecen tipos penales, de protección penal en amenazas: ahí el sujeto activo es el hombre y el sujeto pasivo es la mujer; protección penal de malos tratos: aquí el sujeto pasivo y activo es asexuado, puede serlo cualquiera. No es coherente. Si yo quiero agravar más el ataque a la mujer, lo hago en todos los tipos y no sólo en algunos, pero la ley en ese sentido en algunos tipos discrimina y en otros no. Evidentemente las razones las tiene el legislador e, insisto, habrá que respetarlas, pero al Consejo se le pide informe y todo esto estamos en la obligación de decirlo. El quebrantamiento de condena se introduce en esta ley, cuando en teoría no debería estar aquí, porque si en el quebrantamiento de condena el sujeto activo o pasivo puede serlo hombre o mujer, eso debería haber ido a una disposición final para reformar el Código Penal, pero no formar parte de la ley. Esta ley tiene un gran problema, no serio pero sí de técnica legislativa, que ya advirtió el Consejo de Estado. Se confunden mucho las reformas que deben de estar en la propia ley de otras leyes y las que deben estar en sus disposiciones finales. En la ley sólo debe estar aquello que afecta a la propia ley, y aquello que haya que cambiar o que sea consecuencia de la ley y que haya que alterar en otras leyes, como por ejemplo el quebrantamiento de condena, habría que llevarlo a la parte última. ¿Por qué? Porque no es objeto específico de protección el quebrantamiento de condena porque el sujeto activo sea hombre o mujer, porque en este caso es absolutamente irrelevante. Por eso, insisto, habría que acomodar con un criterio de técnica legislativa adecuado ese tema. Sobre ello les remito a la lectura atenta del informe del Consejo de Estado porque da perfectamente las soluciones legales que hay que seguir. Tiene otros problemas técnicos como es la intervención de la Delegación del Gobierno que se crea para esta materia. Es una buena medida, no cabe duda, que haya un órgano del Gobierno —sin competencia jurídica, hay que decirlo— que se encargue de este tema, pero en la ley no se articula cuál es su participación en el proceso. Se le concede que tendrá una legitimación para actuar en defensa de los intereses y de los derechos que esta ley establece, pero no se articula cuál es su papel. ¿Puede por ejemplo, ante una comparencia para determinar si cabe o no la prisión del imputado, pedir la prisión? El simple hecho de que el delegado del Gobierno pida la prisión al fiscal ¿supone que el juez pueda acordar la prisión? Estos temas, que son menores desde el punto de vista de la filosofía de la ley, son 28 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 acuerdo con esa novedad, pero no estamos de acuerdo con esa discriminación positiva en el ámbito penal. Respecto a la agravación en el artículo 22 del Código Penal, es lo mismo. La tipificación debería estar cuando el abuso de superioridad estuviera determinado por el sexo de la víctima y del agresor, sin especificar que siempre sea mujer. ¿Por qué? Porque en el 90 por ciento de los casos esa agravación siempre se estará centrando sobre el hombre; pero no hace falta establecer que sea la mujer o el sexo femenino el que determine la agravación. Con una redacción, tipo de cuando el abuso de superioridad venga determinado por la diferencia de sexo entre víctima y agresor, se agravará la pena en tal y tal, por ejemplo. Esto es una previsión perfectamente constitucional, que cumple los fines que se persiguen y que son que la mujer sea más protegida pero, insisto, no roza con la Constitución. Respecto a las preguntas de la señora Torme, representante del Grupo Popular, en cuanto a ese manifiesto de los 200 penalistas-progresistas, en una gran parte sí estamos de acuerdo porque coincidimos. Estos juristas progresistas ponen de manifiesto que la discriminación positiva no cabe en el ámbito penal. No cabe porque estamos ante un derecho sancionador. Por eso vamos más allá y advertimos de su posible inconstitucionalidad porque estamos hablando del artículo 14 en materia penal; porque estamos poniendo en riesgo una ley que si obviamos el tipo penal donde el sujeto activo sólo es el hombre, si lo obviamos, no ponemos ningún tipo de problema sobre su constitucionalidad. De esta manera, sí la hay. Entonces, si lo que yo añado de nuevo a la ley la pone en cuestión y no me aporta nada más, ¿por qué no lo quito y ya dejo de estar en cuestión? Porque sigo manteniendo el mismo nivel de protección, en este caso, a las mujeres. Por eso insisto en que hay una plena coincidencia en esa crítica. Aquí también se critica la exasperación de las penas en algunos casos, pero ahí sí que no hemos hecho énfasis en el informe porque ahí sí que tendrá que ser el Tribunal Constitucional el que tenga que definirse, que seguro se va definir, pues se puede estar rompiendo el principio de proporcionalidad entre la antijuridicidad, la culpabilidad y la exasperación penal en algunos casos. Insisto en que eso no nos corresponde a nosotros, sino que será el Constitucional el que en el futuro determinará si una amenaza leve aislada es susceptible de tener un reproche penal de cinco años de prisión o tres años, no lo sé. Insisto en que eso corresponderá al Tribunal Constitucional y por eso no hago mías esas declaraciones de este grupo de juristas. Sí las que ponen en cuestión la discriminación positiva en el ámbito penal y nosotros además, el Consejo General, lo ha llevado también al ámbito de los tribunales, al ámbito de la tutela judicial efectiva y de la posibilidad de estar su asunto o el asunto tratado en un juzgado o en otro. En cuanto al informe del Consejo de Estado, evidentemente, la diferencia que hay entre el informe del importantes a la hora de aplicarla en el futuro. Podría seguir, pero insisto en en que estaré encantado de remitirles por escrito toda una serie de objeciones técnicas a este respecto. La gran novedad de la ley —primero, afortunadamente, se cambió el nombre y no estamos ante una ley integral, porque no podíamos estarlo; lo que ocurre es que a base de repetir muchas veces un concepto va asumiendo la categoría de cierto, pero, como dice el propio Consejo de Estado, estamos ante una ley de protección integral, no ante una ley integral—, la gran novedad es que la violencia doméstica se afronta desde la violencia de género, desde el ámbito de la mujer, y ahí estamos absolutamente de acuerdo, pero esto no empece ni desde luego dificulta que los tipos penales sean abiertos y no se reduzcan al sujeto activo hombre o mujer, en absoluto. Esto no determina que sea una ley de violencia contra la mujer o una ley de violencia de género, como recuerdo que fue la proposición de ley que planteó el Grupo Socialista hace ya años en esta Cámara y donde no se distinguía ese aspecto. Era una ley igual de novedosa que ésta, con otras ideas —esta en algunos aspectos se ha superado, en otros, no—. El hecho de que haya tipos penales donde el sujeto activo sea hombre o mujer no viene determinado por el hecho de que sea una ley que afronte la violencia desde el ámbito de la mujer, en absoluto, no es obligatorio, y desde luego, bajo nuestro punto de vista, roza la constitucionalidad, roza el artículo 14 de la Constitución, insisto, bajo nuestro punto de vista, y nuestra obligación es advertir de esa posible inconstitucionalidad, porque para eso se nos pide el informe. Evidentemente, la soberanía representada en esta Cámara es la que tendrá que decidir cómo la ley es aprobada al final, pero nuestra obligación es advertir de esa posible inconstitucionalidad, como se advirtió en su momento en la famosa Ley de Seguridad Ciudadana, aunque se compartía la filosofía de la ley, como se comparte en ésta. Se comparte plenamente la filosofía de una ley que afronta la violencia doméstica desde la violencia de género, en concreto, el de la mujer, sin lugar a dudas, se comparte, y hay aspectos muy positivos en la ley como son la discriminación positiva, aspectos laborales, administrativos, etcétera, pero evidentemente hay aspectos que entendemos que rozan la posible inconstitucionalidad. Sí entendemos que es muy bueno, muy efectivo y eficaz por ejemplo que el agresor de una mujer no sea beneficiado de su derecho, si fallece desgraciadamente, a la pensión. Absolutamente de acuerdo, pero no entendemos por qué aquí no se aplica un criterio de discriminación positiva indirecta. Trátenlo con carácter general, si seguro que el caso de la viuda va a ser mínimo, va a haber muy pocas mujeres que hayan asesinado a sus maridos y que se vean favorecidas por esa pensión, seguro, pero es que protegiendo de manera indirecta estamos protegiendo a la mayor parte de las víctimas, que son las mujeres. Por eso insisto en que estoy de 29 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Consejo de Estado y nuestro informe del Consejo General del Poder Judicial, es que el del Consejo de Estado hay que leerlo más entre líneas, es menos duro, es menos claro en algunos aspectos, pero es igual de contundente. El informe del Consejo quizá es más claro, en otros aspectos es más diáfano y es más comprensible por la opinión pública. Tanto el informe del Consejo de Estado, por ejemplo, asume, como también asume el Consejo, que la ley parta desde una perspectiva de género que sobreentiende que la violencia contra las mujeres está vinculada al desequilibrio en las relaciones entre los hombres y mujeres; pero, a renglón seguido, el Consejo de Estado lo que dice es que en el ámbito penal y para el tratamiento del ámbito penal se debe partir de una concepción de la violencia sobre la mujer diferente a la de otros países. En España —estoy remitiéndome a lo que dice el Consejo de Estado, que yo también lo asumo, pero no es algo que sea novedoso en mi declaración—, en materia de violencia de género, hay que entender que no estamos ante un problema estructural de la sociedad. Viene a decir que en España, el hombre por ser hombre no es un maltratador, ni la mujer por ser mujer es una maltratada. El problema es que hay un porcentaje alto de mujeres que son maltratadas por las parejas con las que conviven o con las que han convivido. Esto hace que este problema no se trate igual aquí que en otros países que obvio por no herir sensibilidades. Por eso, el Consejo de Estado dice que no son oportunos los tipos penales en los que se discrimine por razón de sexo, ya que el bien jurídico protegido no es la mujer, sino la dignidad, la vida, etcétera, no la mujer. Sin embargo, el Consejo de Estado dice con mucha claridad que hay que utilizar discriminación positiva indirecta; que tipifiquen un delito agravando la relación entre sujeto activo y sujeto pasivo sin discriminar por sexo, porque estarán favoreciendo de forma indirecta a la mayor parte de mujeres. Esto también lo dice el Consejo de Estado. Por eso digo que hay mucha similitud entre un informe y entre el otro; aunque por razones que luego también diré un informe ha sido más polémico y el otro ha sido menos polémico. El Consejo de Estado hace muy buena lectura de lo que es una medida de discriminación positiva. Establece con claridad la diferencia entre acciones positivas indirectas y directas, refiere con mucha claridad cuál es la doctrina constitucional e internacional al respecto, y dice claramente dónde se puede aplicar y dónde no. Por eso les aconsejo la lectura tranquila y sosegada del informe del Consejo de Estado, pues nos pone de situación de entender este proyecto de ley. El Consejo de Estado hace alusión también a una infinidad de problemas técnicos de la ley, algunos de los cuales han sido superados y otros no. También el Consejo de Estado pone en solfa la atribución de competencias civiles a estos juzgados de violencia contra la mujer. Los cuestiona y por eso, insisto, y con esto finalizo esta parte de la intervención, hay una gran simili- tud entre el informe del Consejo de Estado y el informe del Consejo General del Poder General. Esta ley tiene aspectos novedosos, pero tiene otros aspectos que no lo son tanto. Esta ley, por ejemplo, crea la figura del fiscal especial, pero es que ya desde el año 1999, cuando se reformó la Ley de Enjuiciamiento Criminal y el Código Penal, hubo una instrucción del Fiscal General del Estado de aquel momento creando las fiscalías especiales contra la violencia doméstica en todas las fiscalías provinciales, con lo cual, ya llevamos contando con fiscales especializados desde hace ya casi cuatro años. No está mal que esto deje de ser una instrucción y pase a estar en la ley. Por cierto, echo de menos en la memoria económica una partida específica para dotar a esas fiscalías de un aparataje técnico y material humano como el que requiere esta materia, pero volveré luego sobre este tema cuando me refiera a la memoria económica. Los aspectos novedosos de la ley, que en algunos casos lo son y en otros no, me gustaría conectarlos también con la valoración de la orden de protección a la que se ha hecho alusión. La orden de protección ha sido un ejemplo positivo de cómo hay que legislar y cómo se debe legislar. En primer lugar, la orden de protección es una iniciativa que parte del Poder Ejecutivo anterior, pero que genera un debate en una subcomisión de esta propia Cámara en la que nos introducimos miembros del Consejo General del Poder Judicial, Fiscalía, Consejo General de la Abogacía, Procuradores, etcétera, y ahí se pacta, se cierra, lo que fue el embrión del texto de la orden de protección, texto que fue el que luego se debatió aquí en la subcomisión y que ya venía muy consensuado entre todos los que tenían algo que ver en esta materia y el resultado fue su aprobación por unanimidad en esta Cámara y en el Senado. En un ejemplo claro de cómo se debe legislar. Además es un ejemplo claro de los fines que persigue la orden de protección, que sí es una medida auténtica de protección integral, ya que por primera vez en España el juez de instrucción va a poder adoptar medidas de protección de la víctima no sólo en el ámbito penal, sino en el ámbito civil, que esta ley, evidentemente, no se encarga ni mucho menos de cercenar, sino de potenciar, aunque va a tener problemas de cohabitación, sin lugar a dudas, por la falta del efecto compilador al que antes he hecho alusión. Por eso es importante tener en cuenta el marco legislativo en el cual esta ley se inserta y valorarlo muy positivamente. Esta ley va a tener problemas técnicos de conexión y cohonestación con la ley anterior, por ejemplo, con la Ley de Juicios Rápidos. Un ejemplo claro es que al establecerse el fuero territorial para conocer de los delitos, el fuero del domicilio de la víctima, que en principio es una medida positiva que acerca a la víctima la actuación judicial, puede haber casos en los que ese fuero de la víctima perjudique a la propia víctima porque la víctima puede cambiar de domicilio por voluntad propia o por lo que fuere, con lo cual, ese asunto 30 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 deberá ir itinerando según cuál sea el domicilio de la víctima. Además ante un juicio rápido, imagínese una agresión por un ex cónyuge mientras que su ex mujer se encuentra de vacaciones, en un partido judicial diferente al de su domicilio. Es detenido en ese momento, en unas horas en las que el juzgado de violencia de mujer no está abierto; el juzgado de guardia es el que asume las competencias y puede perfectamente aplicarse un juicio rápido en el que puede haber una conformidad y, sin embargo, esta ley lo impide porque no tiene competencia el juez de instrucción, para poder dictar esa sentencia. Esto es un ejemplo más de posibles problemas que son fácilmente solucionables. Es un poco de reflexión y al final, entre todos, alcanzaremos la solución que haga que esta ley sea muy eficaz y que además no colisione con las normas que ya existen en estos momentos. En cuanto a la incidencia que puede tener esta nueva ley ante los tribunales, sin duda, va a ser mucha. En primer lugar, llama la atención que sólo se prevea una creación limitada de poco más de veinte juzgados, si se entiende que en el resto de las ciudades se puede perfectamente utilizar uno de los juzgados que ya existen. Sin embargo, analizando dónde se crean los juzgados, viendo en la reforma de la Ley de planta donde se crean los juzgados, creo que hay otras ciudades que se merecían la existencia de juzgados específicos. ¿Qué puede ocurrir en ciudades medianas? Pongo el ejemplo de mi ciudad, León. Pues que habrá un juzgado, juzgado de instrucción, al cual se le especialice en esta materia, que será el que lleve toda la violencia contra la mujer, todos los asuntos civiles relacionados con esa violencia, pero que además va a compartir otros asuntos de violencia doméstica exactamente iguales que los que está tramitando, como consecuencia de ser especializado, pero mediante caminos diferentes. Por eso insisto en que yo creo que si ya que se hace un esfuerzo entre todos para crear un nuevo modelo que sea mucho más eficiente y eficaz, hagamos un esfuerzo económico que dote de más juzgados especializados a toda nuestra geografía nacional. El Consejo General del Poder Judicial, y yo personalmente lo asumo, y el Consejo de Estado, ponen en cuestión que los asuntos civiles sean automáticamente llevados al juzgado penal. En ese sentido, el Consejo de Estado ofrece una solución que yo considero muy acertada y que sea el ministerio fiscal el que a la vista del estudio del caso concreto, determine o proponga si el asunto debe itinerar o no, porque hay veces que la denuncia, como el efecto llamada no lo produce un delito, sino que lo puede producir una falta, un ataque mínimo, el efecto llamada del asunto civil puede tener muy poca relación con el asunto civil y puede romper un principio de proporcionalidad. Entonces, que sea el ministerio fiscal el que determine, estudiando el caso, el que proponga la inhibición o no. Así estamos salvando, primero, el riesgo que antes establecía de la posible priorización de asuntos civiles para convertir los asun- tos penales con fines espúreos que no son o no pueden ser los estrictamente y muy importantes de protección de la mujer, pero, además, estamos dotando al sistema de coherencia. Estamos utilizando los juzgados penales para asuntos civiles allá donde son necesarios, donde el conflicto civil está muy criminalizado; pero no llevemos asuntos civiles que no están criminalizados por aspectos muy concretos e, insisto, creo que la solución que propone el Consejo de Estado es muy adecuada. Por eso entiendo que la solución que se propone con carácter general puede distorsionar el modelo en el que se organizan nuestros tribunales. Por último, en cuanto al representante del Grupo Socialista, insisto en que agradezco que presuma mi respeto hacia la división de poderes. En cuanto a que le parece absolutamente contradictorio que compartamos la filosofía y los principios de la ley cuando resulta que son contradictorios con el texto de nuestro informe, yo creo que no; quizá, a lo mejor, nos hemos explicado mal, lo reconozco. Compartimos que haya una ley que quiera proteger más a la mujer; compartimos que haya una ley que quiera proteger y acabar con esta lacra social lo antes posible; compartimos que haya una ley que quiera discriminar a la mujer positivamente en muchos aspectos. Lo que no compartimos es que haya instrumentos que, amparándose en esa filosofía, puedan ser inconstitucionales, y, evidentemente, nuestra obligación es ponerlo de manifiesto. ¡Cómo no vamos a respetar que es a esta Cámara a la que al final y a la postre le va a corresponder determinar la forma de la ley y, como dije en mi primera parte de mi intervención, los jueces seremos los primeros que acataremos esa ley y la haremos cumplir! Y la haremos cumplir con plena eficacia, la compartamos o no, pero la haremos cumplir, sin lugar a dudas. Insisto en que es plenamente conciliable que estemos a favor y asumamos la filosofía de la ley y sus principios, con que también advirtamos sobre los instrumentos que la ley establece, que no son poco importantes porque sean pocos artículos. No, esta ley, de casi cincuenta artículos, dedica más de la mitad al ámbito penal, procesal y de tribunales. Se me ha preguntado al final: ¿Cómo no destacan otros aspectos importantes de la ley en materia educativa, sanidad, etcétera? Porque precisamente nosotros nos limitamos al objeto de nuestro informe. Esta materia, siendo muy importante, no debe ser objeto de nuestro informe. Insisto en que compartimos con el Gobierno este aspecto, para el que propone soluciones muy novedosas y muy buenas, pero nos limitamos a lo que es objeto de nuestro informe. ¿Qué es lo que dice la Ley Orgánica del Poder Judicial? Derechos fundamentales relacionados con la tutela judicial efectiva y tribunales. Es lo que nos dice la ley orgánica y nosotros debemos someter nuestro informe al objeto del mismo. Por eso no hemos ido más allá. No es porque no hayamos querido poner de manifiesto aspectos de la ley que son muy importantes, en absoluto. Es que nos hemos querido limitar a lo 31 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 que usted mismo decía: limítense ustedes a lo que tienen que hacer, que es informar la ley. Evidentemente, a nosotros, de la consecuencia mediática de nuestro informe no somos responsables. Yo me podría sentir aludido en tanto en cuanto la responsabilidad de la política mediática del Consejo me corresponde a mí como portavoz. Nosotros nos hemos limitado a comunicar nuestro informe. En mi comparecencia me limité a leer las conclusiones del informe y como tal, luego, los medios de comunicación, pueden titularlo como quieran: enfrentamiento, etcétera. Lo que quieran los medios de comunicación, pues son muy libres de interpretar un informe. Sin embargo, que yo sepa, en momento alguno hemos querido enfrentarnos a ningún gobierno, en absoluto. Hemos informado una ley porque es lo que nos corresponde y es nuestra obligación. Le recuerdo que, además, yo represento a los veinte vocales más el presidente del Consejo, porque represento el acuerdo del Consejo y no represento a once vocales, por más que se quiera deslegitimar desde determinados ámbitos. Insisto, cuando hablo como portavoz. Cuando hablo a título personal me cito a mí mismo y ya me llega. Insisto, represento al órgano de gobierno de los jueces y de los tribunales. Compartimos, insisto, esa filosofía y por eso insistimos en poner de manifiesto que se está poniendo el riesgo el éxito de la ley, como consecuencia de no integrar a esos colectivos que se dice que no toca. Evidentemente, si toca o no toca, son ustedes los que tienen que determinarlo, sin lugar a dudas, pero a nosotros nos corresponde decir que no toque a esos colectivos puede ser inconstitucional. Es nuestra obligación y tenemos que advertirlo. A ustedes les corresponde decidir si toca o no toca. Luego ya, en su momento, habrá la posibilidad de decidir o poner de manifiesto quién tenía o no razón jurídica. Porque razón política y legitimación la tienen el Congreso y el Senado, como no puede ser de otra manera; pero razón jurídica, a lo mejor, me permitirá S.S. que dentro de dos o tres años nos la puedan dar a nosotros o no. Espero que nos sigamos tratando y podamos en ese momento comentar cómo queda el examen constitucional de esta ley, si es que al final esta ley queda como se ha dicho. Se me ha preguntado sobre la especialización, qué opinión tenía sobre estos juzgados. Ya la he manifestado. Estamos de acuerdo con especializar juzgados en el ámbito de violencia doméstica. El Consejo General del Poder Judicial es el primero que en el año 2001 dictó un acuerdo en su pleno, en el cual se aprobaba la creación de juzgados especializados en violencia doméstica. En su informe, en el anterior Consejo General del Poder Judicial, que éste ha hecho suyo, sobre violencia doméstica, se proponía la especialización del juez de instrucción en la lucha contra la violencia doméstica. No somos sospechosos, precisamente, de haber estado en contra de esta delincuencia desde hace ya muchos años. Somos pioneros en la creación de juzgados especializados en violencia doméstica e, insisto, en el estudio de este tratamiento y ya lo proponíamos. Cuestión diferente es una vez que decidamos que deben crearse juzgados especializados, automáticamente se les lleve a su conocimiento asuntos civiles en bloque. Menos mal que afortunadamente se ha corregido el error que creíamos que era bastante evidente de atribuir al juez de violencia contra la mujer el conocimiento de una acción de cesación de publicidad, por ejemplo, ¡Menos mal! O en el ámbito laboral. ¿Por qué? Porque lo que queremos es especializar, no desespecializar. ya que, a veces, concentrando en un solo juez, se está desespecializando. Nosotros creemos en la especialización del juez de violencia de género y del juez de familia, porque también creemos que es importante una jurisdicción especializada, potente y eficaz, de familia. Por eso entendemos que la mayor parte de asuntos, conflictos que existan entre matrimonios, hoy por hoy, y parejas en el futuro, sea el juez de familia el que los resuelva. Sólo cohonestando con lo que antes decía, y si se acoge a la solución del Consejo de Estado, cuando el ministerio fiscal entienda que este conflicto está muy relacionado con el ámbito penal, sea ese juez de violencia contra la mujer el que conozca de este asunto. Sí estamos a favor de la especialización, pero no a favor de la desespecialización. Hasta el punto de que termino con un ejemplo. El año pasado aquí se aprobó, en esta Cámara, la Ley concursal. Se estableció un nuevo sistema para resolver los concursos de las personas físicas y jurídicas en España, las quiebras antiguas, para que nos entendamos. En la propia ley se crean unos juzgados especiales, una jurisdicción civil pero especializada, que son los juzgados de lo mercantil, y se establece que tanto los concursos de personas físicas, como de personas jurídicas, sean conocidos por los juzgados de lo mercantil. Se podía decir: ¡Oiga!, ¿cuántos concursos de personas físicas hay al año? Le digo que cero. El año pasado no hubo ninguno. Podría perfectamente haber seguido conociendo el juez de primera instancia porque, total, la relevancia social de esos conflictos es mínima. No, porque creo que una persona física que se ve en un grado de insolvencia tiene derecho a que si realmente plantea un concurso, sea un juez especial, el juez de lo mercantil, el que conozca de su concurso, al margen, insisto, de que la relevancia social de esos concursos sea cero. Por eso creemos en la especialización y termino diciendo que creemos plenamente en la filosofía de esta ley y, desde luego, los jueces seremos los primeros empeñados en que esta ley, termine como termine, se apruebe como se apruebe, no fracase. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias don Enrique López por su valiosa aportación, por su extensa y con contenido exposición. Ha sido una contribución importante a este proyecto de ley que tanto afecta a un colectivo de mujeres importantísimo de nuestra sociedad. 32 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 — DE LA PRESIDENTA DEL CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO Y ASISTENTES SOCIALES (AGUILAR MANJÓN). (Número de expediente 219/000022.) to de ley hay que resaltar también la articulación de campañas informativas y de sensibilización así como el control de la publicidad que utilice el cuerpo y la imagen de la mujer de forma discriminatoria y vejatoria. En el ámbito laboral se reconoce a la víctima el derecho a la reducción de la jornada, a la movilidad geográfica de funcionarias, a la suspensión con reserva del puesto de trabajo y a la extinción del contrato. Para estos dos últimos supuestos se garantiza el derecho a la protección por desempleo. Quiero comenzar nuestra aportación haciendo una primera mención relativa al empleo del lenguaje y de la terminología utilizada en el desarrollo del conjunto del proyecto. En este sentido, y considerando hacer efectiva la garantía de derechos, no conviene introducir ambigüedad utilizando términos como ayudas o asistencia social, que implican la actitud graciable de quien lo concede y que son propios de un sistema público de beneficencia. Por ello y desde que se aprobara nuestra Carta Magna, comenzamos a trabajar desde la base de la garantía de los derechos sociales y utilizamos técnicamente, en lugar de ayudas, el término prestaciones, y en lugar de asistencia social, atención social. Todo ello incardinado dentro del ejercicio profesional realizado en los diferentes sistemas públicos en los que se sustenta el Estado del bienestar —sanidad, educación, servicios sociales y pensiones—, sin menoscabo de aquellas entidades privadas que continúan realizando asistencia social. Es muy positivo que quede recogida la realización de prevención en el ámbito de la educación, porque se trata de formar a los ciudadanos y ciudadanas del futuro. Prevención denominada primaria, según Heller en 1984, pero que resulta insuficiente en tanto que en la actualidad la violencia de género mayoritariamente se produce en ámbitos extraescolares; por ello se hace necesaria abordar la prevención desde otros niveles en el espacio socioeducativo. De esta manera podemos hablar de prevención primaria, que es aquélla dirigida a la población en general con la finalidad de disminuir los casos de violencia de género, y de prevención secundaria, que es aquélla cuyo objetivo es la detección precoz de los casos de violencia de género para evitar que se produzcan. No queda recogido en el texto la ejecución de estos niveles de protección y, por ende, qué administración y departamento tiene estas competencias, que entendemos que se sitúa en el repertorio específico y competencial de los servicios sociales de proximidad. A continuación, realizamos un análisis del articulado del proyecto de ley. En el título preliminar, en el artículo 2.a), proponemos la sustitución del término asistencial por servicios sociales, por considerarlo un ámbito específico de intervención dentro del Estado del bienestar, al igual que lo son el ámbito educativo y sanitario, quedando la redacción como sigue: Fortalecer las medidas de sensibilización ciudadana, dotando a los poderes públicos de instrumentos eficaces en el ámbito La señora PRESIDENTA: Reanudamos las comparecencias. Tenemos con nosotros a doña Ana María Aguilar Manjón, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo y Asistentes Sociales, a quien damos nuestra cordial bienvenida a esta Comisión y ya le cedo la palabra para su exposición. La señora PRESIDENTA DEL CONSEJO GENERAL DE COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO Y ASISTENTES SOCIALES (Aguilar Manjón): En primer lugar, quiero agradecer la convocatoria dirigida al Consejo General de Colegios Oficiales de Diplomados en Trabajo Social, para realizar aportaciones al proyecto de ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género. Consideramos que nuestra profesión constituye un elemento fundamental de conocimiento y relación con la realidad de las mujeres víctimas de la violencia de género, por desarrollar gran parte de nuestro ejercicio profesional en el primer nivel de atención a la ciudadanía, en el que el interlocutor mayoritario son mujeres. Quiero resaltar el avance social que supone para nuestro país contar con esta ley, al tratarse de la primera ley integral en Europa que abarca aspectos preventivos, educativos, sociales, asistenciales, sanitarios y penales, implicando a siete ministerios: Educación, Justicia, Interior, Trabajo y Asuntos Sociales, Sanidad, Administraciones Públicas y Economía. Como aspectos positivos recogidos en el proyecto de ley que garantizan los derechos de las ciudadanas puedo reseñar: en el ámbito educativo se incluye la formación en la igualdad entre hombres y mujeres. En Justicia se habilitan juzgados de violencia sobre la mujer en todos los partidos judiciales así como la fiscalía específica; el Código Penal se reforma en parte para la atribución de penas para hechos que no estaban contemplados y que constituyen una vivencia traumática para las mujeres víctimas de los mismos y vulneración de sus derechos fundamentales. En Interior se crean las unidades especializadas en el Cuerpo Nacional de Policía y en la Guardia Civil, en cooperación con las policías locales. Estas unidades recibirán formación en materia de igualdad y no discriminación; también se facilitará a los condenados por actos de violencia contra la mujer el acceso a programas de rehabilitación y se prevé la suspensión cautelar de licencia de armas a los inculpados por actos de violencia contra la mujer. En el ámbito sanitario, además de la formación y sensibilización del personal sanitario, se establecen protocolos de actuación en colaboración con la Administración de justicia. Entre otras medidas recogidas en el proyec- 33 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 dos en este capítulo, contribuyen a hacer reales y efectivos sus derechos constitucionales y a la integridad física y moral, a la libertad y seguridad, y a la igualdad y no discriminación por razón de sexo. Artículo 14, Derecho a los servicios sociales: 1. Las mujeres víctimas de violencia de género tienen derecho a recibir plena información y asesoramiento, adecuando su situación personal a través de los correspondientes servicios sociales de proximidad. 2. Se garantizará a través de los medios necesarios que las víctimas discapacitadas tengan acceso a la información sobre sus derechos y sobre los recursos existentes. 3. Las mujeres víctimas de violencia de género tienen derecho a servicios sociales de proximidad, de acogida, de emergencia, de apoyo y de recuperación integral. La organización de estos servicios sociales responderá a los principios de atención permanente, actuación urgente, especialización de prestaciones y de multidisciplinariedad profesional. 4. La atención multidisciplinar implicará: a) Atención social; b) Atención psicológica; c) Seguimiento de las reclamaciones de los derechos; d) Apoyo educativo a la unidad familiar; e) Formación preventiva a los valores de igualdad, dirigida a su desarrollo personal y a la adquisición de habilidades en la resolución no violenta de conflictos; f) Apoyo a la formación e inserción laboral. 5. Los servicios sociales adoptarán fórmulas organizativas que por sus características de convergencia e integración de acciones garanticen la efectividad de los indicados principios. 6. Estos servicios sociales actuarán coordinadamente y en colaboración con los cuerpos de seguridad, los jueces de violencia sobre las mujeres y los servicios sanitarios del ámbito geográfico correspondiente. Los servicios sociales podrán solicitar al juez las medidas urgentes que consideren necesarias. 7. También tendrán derecho a la atención social integral a través de estos servicios sociales los menores que se encuentren bajo la patria potestad o guarda y custodia de la persona agredida. 8. Con el fin de coadyuvar a la puesta en funcionamiento de los recursos carentes del sistema público de servicios sociales y garantizando la equidad interterritorial en su implantación en los dos años siguientes a la entrada en vigor de esta ley, se dotará un fondo al que podrán acceder las comunidades autónomas, de acuerdo con los criterios objetivos que se determinen en la respectivas conferencia sectorial. Además, se considera necesario abordar de forma específica el derecho de las mujeres rurales víctimas de la violencia de género a estas prestaciones y servicios señalados. Hay que tener en cuenta que en la actualidad el único referente del bienestar social en el ámbito rural son las unidades de trabajo social de zona, por lo que se hace necesario desarrollar en el medio rural los centros de servicios sociales comunitarios, algo que desde el Consejo General de Diplomados y Diplomadas en Trabajo Social venimos reivindicando a través de las jornadas rurales celebradas desde el año 1985 y cuya próxima edición será la novena. También se ha de contemplar la situación de las mujeres inmigrantes sin papeles víc- educativo, de servicios sociales, sanitario y publicitario. En el artículo 2.c) se propone eliminar los términos «establecer un» por «reforzar el» sistema de servicios sociales de atención, de emergencia, de apoyo y de recuperación integral. En el título II, Derechos de las mujeres víctimas de violencia, en su capítulo I, denominado Derecho a la información, a la asistencia social y a la asistencia jurídica gratuita, que comprende los artículos 13, «Garantía de los derechos de las víctimas; 14, Derecho a la información y 15, Derecho a la asistencia social integral, se propone la modificación del título y parte del articulado del capítulo I, quedando como Derecho a los servicios sociales y a la asistencia jurídica gratuita; artículo 13, Garantía de los derechos de las víctimas, y artículo 14, Derecho a los servicios sociales. Se elimina un artículo de este capítulo e integra su contenido en el artículo 14. El argumento en el que nos basamos para hacer esta propuesta viene sustentado por: Primero, la legislación existente en todas las comunidades autónomas a efectos de lo comprendido en los artículos 14 y 15 adopta la denominación de leyes de servicios sociales, como cuarto pilar del Estado del bienestar. Segundo, la configuración del sistema público de servicios sociales asume como prestaciones básicas: a) Información, orientación, valoración y tratamiento social integral en el marco de las unidades de trabajo social de zona del sistema público de servicios sociales, emisoras del preceptivo informe social que faculta la acción profesional. b) Atención integral de emergencia social con centros de 24 horas para las situaciones que requieran la salida urgente e inmediata de la víctima del domicilio de residencia. c) Acogida y alojamiento de larga estancia para las mujeres víctimas de la violencia de género y sus hijos, en el caso de que se requiera un tratamiento prolongado, en casas de acogida de tratamiento integral multidisciplinar. d) Prevención e inserción social a través de los centros de servicios sociales comunitarios con itinerarios personalizados de inserción, orientados a lograr la plena participación e incorporación de las mujeres a una vida normalizada en el ámbito social y laboral, y poniendo en marcha asimismo programas preventivos en el ámbito familiar y comunitario que han de intervenir en cualquier fase de detección inicial del maltrato, como en la superación de comportamientos y actitudes de discriminación de género. Se valora muy positivamente la identificación del derecho a los servicios sociales y se considera necesario definir de forma más explícita las prestaciones concretas a las que las mujeres, en situación de violencia de género, han de tener derecho. Estas prestaciones están identificadas en las leyes de servicios sociales, aunque no desarrolladas en su aplicación y garantía de derechos. Por ello, la modificación propuesta sería la siguiente: Artículo 13, Garantía de los derechos a las víctimas: Los servicios sociales y la asistencia jurídica a las víctimas de la violencia de género, en los términos regula- 34 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 timas de la violencia de género. El trabajo social tiene la obligación, de acuerdo con su código de ética, de atender a cualquier víctima, independientemente de su situación administrativa. Por otro lado, la Ley Orgánica 14/2003, de 20 de noviembre, en su artículo 14.3 indica que los extranjeros, cualquiera que sea su situación administrativa, tienen derecho a los servicios y prestaciones sociales básicas. Por tanto se ha de regular el derecho de las mujeres inmigrantes víctimas de la violencia de género para tener acceso a las prestaciones de información y orientación, emergencia social y alojamiento en casas de acogida de tratamiento integral, en tanto se resuelva su situación administrativa. Con ello también se garantizaría el derecho a la atención social integral de los hijos e hijas menores de estas mujeres, como recoge la legislación vigente. En la misma línea que se articulan consejos interterritoriales en los diferentes ámbitos de actuación, consideramos necesaria la articulación de un consejo interterritorial de servicios sociales que realice las mismas funciones que los demás en materia de prevención, planificación de la intervención, promoción, sensibilización y formación del personal técnico de dicho ámbito, así como que proponga las medidas necesarias para la aplicación del protocolo de actuación de los servicios sociales de proximidad y cualesquiera otras medidas que se consideren oportunas, como pudieran ser por ejemplo la elaboración de un informe anual que sería remitido al Observatorio de violencia de género. A efectos de garantizar el derecho a estas prestaciones y servicios, se hace constar que en la actualidad la red pública del sistema de servicios sociales no está dotada para hacer frente a las responsabilidades que corresponden a las administraciones públicas. El Plan concertado de prestaciones básicas de servicios sociales ha sido congelado presupuestariamente a lo largo de los últimos años y se requiere un fuerte incremento de la financiación para poder desarrollar la red de equipos interprofesionales y centros, imprescindibles para hacer efectiva la garantía del derecho a los servicios sociales, teniendo muy presente la necesidad de que estos servicios sociales han de ser de proximidad para garantizar la eficacia de las medidas de protección integral a las víctimas de violencia de género. El Consejo General de los colegios oficiales de diplomados en trabajo social, junto con ONG’s y la ciudadanía, promueve la campaña por la universalidad del derecho a los servicios sociales, plasmada en el manifiesto de Talavera de la Reina, al objeto de que las nuevas necesidades sociales y en especial los problemas sociales derivados de la violencia de género encuentren un adecuado tratamiento social y preventivo en el marco del desarrollo del cuarto pilar del Estado del bienestar, que aporta un gran potencial para hacer frente a esta gran lacra social que amenaza la vida de las mujeres y los valores de libertad e igualdad en los que ha de sustentarse nuestra convivencia personal y social. En el mismo título II y dentro del capítulo IV, De los derechos económicos, a tenor de la exposición realizada al comienzo, se propone el cambio del término recogido en el artículo 23 de ayudas por prestaciones, tanto en la denominación del artículo como en los puntos que desarrolla en el mismo. Consideramos necesario que se contemplen de forma más específica los requisitos de acceso y disfrute de estas prestaciones en un posterior desarrollo reglamentario. Asimismo, en el punto tres del citado artículo, es importante especificar que el informe del servicio público de empleo deberá incorporarse al expediente tramitado por los servicios sociales, ya que la competencia de la concesión recae en dichos servicios sociales, y dando prioridad a la valoración técnica realizada por los mismos sobre el informe en el que se recoja la empleabilidad de la víctima. Respecto al artículo 24, valoramos adecuado añadir como complementario el concepto de plazas públicas en residencias para mayores, porque la naturaleza del dispositivo residencial no implica que la gestión facilite el acceso a sus plazas con carácter público, si bien se debe mantener presente la necesidad de la ampliación de residencias públicas. Por otro lado, dicho acceso debe ser garantizado por vía urgente de adjudicación de plaza. Me queda hacer referencia al artículo 28, planes de colaboración. Recomendamos que sea recogido en dicho artículo que el Estado debe potenciar la elaboración de dichos planes en los diferentes ámbitos competenciales, municipal, autonómico y estatal. Además, cabría añadir un nuevo punto en el que fuera recogido que las administraciones con competencias en servicios sociales promoverán la aplicación, permanente actualización y difusión de protocolos de actuación que contengan pautas uniformes de actuación social, tanto en el ámbito público como privado, en especial del protocolo aprobado por el Consejo Interterritorial de Servicios Sociales. Debería incluir de forma idéntica los dos últimos párrafos del número 3, relativo a las administraciones con competencia sanitaria. Para finalizar las observaciones a este artículo, consideramos imprescindible que se especifique la unidad de coordinación, necesario para que dichos planes integrales puedan ser eficaces y garanticen la protección integral de las víctimas de la violencia de género. Como conclusión, quiero decir: 1, que la protección integral a las víctimas de la violencia de género debe realizarse desde los ámbitos más cercanos a las mismas. 2, que las medidas de protección, atención y prevención, deben ser ejecutadas desde los sistemas de atención existentes. 3, que para ello, los sistemas que presentan carencias deben ser reforzados, tanto en medios económicos como en recursos de diferente índole. Y 4, el Plan concertado para el desarrollo de las prestaciones básicas de servicios sociales en las corporaciones locales da la respuesta necesaria para la realización de la atención social adecuada, requiriendo una dotación presupuestaria actualizada y adecuando con ello las respuestas a las nuevas demandas sociales, 35 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 entre ellas el abordaje en todos sus aspectos competenciales relativo a la violencia de género. ción. Porque muchas veces una mujer no se atreve a pedir una orden de protección, tardan, normalmente tardan años en decidirse a poner la denuncia. Si ya se ha detectado en los servicios sociales, que tampoco se precisa cuáles son, si los sanitarios o en el ayuntamiento, que hay un problema de violencia de género, si puede acceder a los servicios sociales antes de tener la orden de protección. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Aguilar Manjón, por su primera intervención. Pasamos a la intervención de los grupos. ¿Quiénes desean intervenir? Tiene la palabra la señora Bonás, por el grupo de Esquerra Republicana de Catalunya. La señora BONÁS PAHISA: Bienvenida, señora Aguilar, me ha gustado su exposición porque coincidimos en todo y también porque la visión del Estado es un poco más real. Leyendo este proyecto de ley, me parece que habla de un Estado que no es en el que yo vivo, es un Estado en el que hay autonomías y hay competencias transferidas. Tiene que haber un respeto de la competencia de cada autonomía. Al menos, usted ha dicho que hay que tener en cuenta las autonomías. Por ejemplo, cuando se habla de que habrá un fondo con unos criterios subjetivos, no se sabe qué criterios ni quién va a estar en la comisión interterritorial; es un asunto que queda en el aire y nos gustaría que se hubiera determinado cuáles son los criterios objetivos que se van a seguir para el fondo, como población migrantes. Aquí no se habla de los inmigrantes y usted sí lo ha hecho. La población inmigrante no está registrada y no sabemos qué necesidades va a tener cada autonomía. Nos va a pasar como está pasando ahora, que las autonomías están obligadas a prestar unos servicios para los que no tendrán fondos. Si no tenemos los fondos suficientes, la ley no puede aplicarse correctamente. Es el punto principal de todos los derechos sociales y económicos. Hay un tema, además del económico, que me preocupa mucho y que es el de la invasión de competencias. Si tenemos en cuenta que Cataluña tiene transferidas sanidad y asuntos sociales —que allí se llaman servicios sociales—, debe respetarse que Cataluña tenga ya sus planes hechos. La financiación. Si el Estado decide, por ejemplo en vivienda, que está transferida a Cataluña, por esta ley que hay que tener vivienda protegida, ¿quién va a pagar, el Estado o Cataluña? En este caso debe ser el Estado el que debe proporcionar los fondos, a menos que vayamos al régimen económico, como en el País Vasco. Pero mientras no tengamos un régimen económico, el Estado, para cada ley, debe proporcionar los fondos. Lo que no se puede hacer es exigir a una autonomía, con los fondos que ya tiene, que son insuficientes, nuevos cargos. Esto en la ley no se aclara. Otra cuestión que me preocupa también es que, para acceder a una serie de derechos sociales, es necesaria la orden de protección. Muchas mujeres tardan mucho en pedir orden de protección. Se ha hablado en estas reuniones bastantes veces de que una orden de protección significa ya una denuncia. Para acceder a estos servicios me gustaría que se pudiera encontrar una fórmula en la que no fuese necesaria una orden de protec- La señora PRESIDENTA: Quiere intervenir la señora García, por Izquierda Unida. La señora GARCÍA SUÁREZ: Pido disculpas en primer lugar, porque he tenido que salir de la sala justo en medio de su intervención un momentito. Pero, agradezco muchísimo su colaboración, señora Aguilar. Quiero decir que precisamente estos son los temas que a lo largo de mi trayectoria profesional y política he tocado más y por tanto me interesan de forma especial. Comparto las sugerencias o los planteamientos que ha ido realizando sobre la redacción de la ley. Allí donde hablamos de asistencia social está absolutamente desfasado, hemos de hablar de servicios sociales, hemos de hablar de atención social, de prestaciones, pero no de ayudas. En todas estas cuestiones estoy totalmente de acuerdo y pienso que, como en otros aspectos de la ley, es muy interesante esto que estamos haciendo. Tenemos una propuesta de ley encima de la mesa que podemos ir modificando después de estudiarla. Supongo, aunque me he perdido una parte de su intervención, que desde el Colegio de Diplomados en Trabajo y Asistentes Sociales se tiene la visión de que queda muy en el aire el sistema de servicios sociales, por decirlo de alguna forma. Entiendo que éste es su planteamiento. Yo lo comparto. Además, por mi experiencia en este sentido, sé que los servicios sociales de atención primaria son una de las puertas de primera entrada de la mayoría de los problemas sociales, digo una, porque todos sabemos que hay varias. La experiencia que nosotros hemos tenido en algunos lugares de Cataluña es que el problema de la discriminación de género y también específicamente el de la violencia de género requiere una atención especializada. Esto es una realidad, al menos desde mi experiencia particular, porque si desde la atención primaria propiamente dicha se desarrollaran más (yo creo que se han desarrollado en unos sitios más y en otros sitios menos, pero todavía hay grandes deficiencias en equipos por ratio de población, etcétera), aun en la hipótesis de que se desarrollaran más, nos parece que en aquellos municipios donde se han creado unos servicios específicos, si no los queremos llamar especializados —entraríamos aquí en terminologías muy concretas—, el tratamiento del problema desde esta visión de género se podría atender con más profundidad. Esta es nuestra idea dentro del sistema de servicios sociales; yo no lo planteo fuera del sistema sino dentro del servicio público de servicios sociales. Es fundamental que los servicios 36 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 de las comunidades autónomas y me gustaría saber su opinión al respecto. Entre las modificaciones del articulado de la ley que usted ha propuesto a lo largo de su comparecencia ha hablado del artículo 27, en el que se dice que el Gobierno establecerá unidades específicas para la prevención de la violencia sobre la mujer. Estas unidades especializadas ya existen, ya existen los servicios de asistencia a la mujer en la Policía Nacional y en la Guardia Civil, pero a mí me gustaría preguntarle sobre un hecho concreto. Es un hecho incuestionable y además lamentable que el número de mujeres muertas por violencia de género siga creciendo. Esta mañana hemos podido hablar con Montserrat Comas sobre el tema y sobre la posibilidad de la implantación de un plan de protección personalizada para cada víctima. Ella nos ha dicho que podría ser un plan determinado por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado una vez que el juez de instrucción haya dictado la orden de protección, porque parece ser que es el momento en que más riesgo tienen las mujeres. Es un plan que coincide con una proposición de ley que nosotros presentamos y que debatiremos en esta Cámara próximamente. Me gustaría saber si cree usted que sería factible y bueno que exista una seguridad personal para las víctimas y si debería estar recogido en este o en otro artículo de la ley, pero desde luego recogido en la ley de la que estamos tratando. En otro orden de cosas, me gustaría hablar sobre un tema que a nosotros nos parece de vital importancia y sobre el que venimos incidiendo en cada una de las comparecencias que se producen estos días en esta Comisión: la violencia que se ejerce sobre los niños, de la que usted también ha hablado a lo largo de su comparecencia. Me gustaría saber qué medidas de protección cree usted que se pueden implantar en esta ley para aumentar la protección a los niños y si cree que deben tener los niños las mismas medidas de protección de las madres. En el ámbito laboral, otro de los ámbitos que recoge la ley, se hace una discriminación positiva en la que nosotros estamos absolutamente de acuerdo y compartimos, pues se habla de medidas positivas para favorecer la situación laboral y económica de las mujeres. Me gustaría hacerle algunas preguntas en este sentido. ¿Cree usted que las agresiones que reciben las mujeres perjudica el rendimiento laboral de las mismas? Respecto a medidas específicas de la ley, ¿es razonable que las ayudas sociales establecidas en el proyecto de ley se limiten a las mujeres mayores de 55 años o de 50 en el caso de que tengan responsabilidades familiares? ¿Cree usted que es suficiente una ayuda equivalente a diez mensualidades del salario mínimo interprofesional? También me gustaría que me dijese si podrían ser una alternativa adecuada a estas medidas las ayudas sociales directas, incluso ampliando la duración del programa de renta activa de inserción que contempla la incorporación de las víctimas a programas de formación y empleo. También me gustaría saber su opinión sobre la sociales de atención primaria tengan también esta visión de género. Aprovecho para decir que en la carrera universitaria de Trabajo Social todavía hay hándicaps importantes en este sentido y que los contenidos se tendrían que ampliar bastante más a nivel de asignatura o transversal, pues falta formación específica. Si bien la atención primaria es una de las primeras vías de entrada a la problemática, un primer lugar de detección, si bien esta detección es fundamental y por tanto esa formación se ha de dar claramente a los profesionales de la atención primaria, considero que el abordaje después de esas problemáticas de la mujer, de la familia, de los niños, etcétera, requeriría de unos servicios específicos en donde se desarrollara esta atención multidisciplinar o de diferentes tipologías profesionales como la terapia o la terapéutica para la mujer y los niños, el psicólogo o la psicóloga, los trabajadores sociales, pero especializados en la cuestión de género. No sé si este ha sido su planteamiento o no, porque he tenido que salir un momento, pero mi pregunta a usted es cómo lo ve, si realmente esta es la visión que tienen desde el Colegio de Trabajadores Sociales, y si es otra le agradecería igualmente que me la explicara. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Popular tiene la palabra la señora Camarero. La señora CAMARERO BENÍTEZ: Muchas gracias, señora Aguilar, por su comparecencia, que nos ha parecido interesante y sobre la que haremos algunas apreciaciones y preguntas para ver si usted nos puede contestar y podemos clarificar alguno de los aspectos que ha comentado y que nos parecen interesantes en estos días en que estamos empezando el trámite parlamentario de esta ley, pues queremos utilizar sus experiencias como expertos para mejorar entre todos el texto del proyecto de ley que se nos ha presentado a esta Cámara. Usted ha comentado durante su comparecencia la necesidad de una prevención primaria y secundaria y la falta de concreción específica en esta ley. Me gustaría que se nos concretara un poco más qué cree usted que falta en la ley respecto esta cuestión y cómo podemos mejorar estas deficiencias ahora que estamos en el trámite de presentación de enmiendas. Hablaba también de los servicios sociales de proximidad, competencia de los ayuntamientos y de las comunidades autónomas. ¿Usted cree que están recogidas con claridad las competencias de los ayuntamientos y de las comunidades autónomas respecto a los distintos artículos de la ley? Porque desde mi punto de vista a las comunidades autónomas se les ha dado la espalda en la tramitación de esta ley porque se ha contado con ellas tarde y mal y en poca medida, cuando son básicamente las gestoras de los recursos sociales y de esos servicios sociales de proximidad, como usted ha dicho. Yo creo que deberían estar recogidas las competencias 37 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 En este sentido tendríamos que hablar de la transversalidad en el territorio, que usted ha planteado, es en el territorio, en los servicios sociales de proximidad, en definitiva en los ayuntamientos, donde está el quid de la cuestión, donde se hace la prevención primaria, donde se atiende la primera demanda, donde se diagnostica o se prevé que pueden existir problemas, en relación con la violencia de género. Algunos de aquí presentes hemos trabajado directamente en estos temas y sabemos lo difícil que es poder determinar qué está pasando y después aplicar las medidas pertinentes. Por tanto, este es el quid de la cuestión, y es imprescindible hacerlo con aquellos que son competentes: Estado, comunidades autónomas y ayuntamientos. Pero, fíjense que como algunas leyes que se han aprobado en este Parlamento lo fueron sin memoria económica y, por tanto, sin poderlas hacer efectivas, esta es una ley que viene ya con una memoria económica y con un fondo que va a permitir un diagnóstico, una atención y un tratamiento para poder desarrollar esta ley. Dicho esto, quisiera hacer constar que sus aportaciones nos van a servir de reflexión. Evidentemente estos artículos se pueden mejorar, pueden tener unas mejoras técnicas en cuanto al lenguaje —que tiene un significado distinto, tal como usted lo plantea— y en el desarrollo mayor de las medidas que se tienen que aplicar, siempre de acuerdo y respetuosos con el marco competencial, lo cual se deberá hacer constar, pero como le digo vamos a reflexionar sobre las aportaciones que ha hecho en cuanto a detallar cada una de las medidas. En otro orden de cosas, usted hablaba de su preocupación por el tema rural. Me consta que su colectivo está muy preocupado por este tema, dada la dispersión territorial, y por cómo acceder a través de las unidades de trabajo social para trabajar de manera eficaz. Yo creo que en buena parte la ley lo resuelve, no sólo a nivel jurídico, pero sí que es cierto que se tendrán que desarrollar determinados aspectos de los servicios sociales, sobre todo haciendo un esfuerzo de integración en el territorio con los otros servicios de atención a la persona o de bienestar: los sanitarios y los educativos. Si esto tiene razón de ser en un contexto urbano, mucho más en un contexto rural, y ahí tendremos que hacer un esfuerzo adicional para poder trabajar de manera seria y eficaz sobre la violencia de género. Otro tema del que usted señala su preocupación es la inmigración. En el tema de la inmigración, especialmente desde los servicios sociales, desde nuestro sistema de bienestar, siempre se han primado por encima de los derechos de ciudadanía, que pienso personalmente que hay que desarrollarlos mucho más, los derechos humanos. Los servicios sociales, que son el primer escalón del sistema de bienestar, no los profesionales, siempre ha atendido a través de la información, a través de recursos, a través de globalizar a nivel comunitario la atención a las personas inmigrantes y concretamente a las mujeres; y lo mismo en la orientación jurídica y todos los recursos existentes en el territorio, como ayer posibilidad de implantar en la ley un fondo de garantía de alimentos, del que siempre ha venido hablando el Partido Socialista e incluso recogía en su programa electoral y que no sabemos muy bien por qué ha desaparecido de este proyecto de ley. Me gustaría saber su opinión acerca de si sería positiva la inclusión del fondo de garantía de alimentos en este proyecto de ley. Y ya para terminar quiero hablarle de un punto también importante para nosotros. La legislatura pasada se aprobó por unanimidad de esta Cámara la orden de protección, que se convirtió en la primera respuesta legislativa de protección integrada a las víctimas de violencia de género. Es un instrumento importante desde nuestro punto de vista. Según los datos aportados esta mañana por Montserrat Comas, de un informe del Consejo General del Poder Judicial, se solicitaron desde agosto del pasado año, en los cinco primeros meses de su implantación, 7.869 órdenes de protección en España que derivaron en medidas privativas de libertad, en órdenes de alejamiento, en medidas cautelares relacionadas con los niños, con la prestación de alimentos, etcétera. Nos gustaría saber la opinión que le merece la orden de protección y si cree que es un mecanismo útil para luchar contra la violencia de género. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Socialista tiene la palabra la señora Esteve. La señora ESTEVE ORTEGA: Bienvenida señora Aguilar. Quiero darle también las gracias por su intervención clara y que nos aporta y amplía aspectos que están relacionados con los artículos 13, 14, 15 y 16 de esta ley que hacen referencia a los servicios sociales. Usted ha planteado algunas cuestiones sobre las que me va a permitir reflexionar en voz alta con usted, con la mesa y con todos los asistentes porque creo que de alguna manera este es el quid de la cuestión. ¿Cómo se hace operativa esta ley —me parece inferir de su intervención— haciendo posible la integración de las medidas? Estas medidas y esta integración de las que me consta la preocupación de su organización, que tiene una gran extensión en todo el Estado español y que agrupa a todos los colegios —si no me equivoco— a cerca de 10.000 profesionales que están trabajando mucho de manera directa en las demandas y problemas sociales, entre ellos, de la violencia de género. Se me ocurre señalar algunas cuestiones que me han de permitir posteriormente hacerle algunas preguntas. En esta ley no se puede olvidar ni se olvida, porque es imprescindible (me consta que el Gobierno ha consultado con las comunidades autónomas y con los otros niveles competentes de la Administración este proyecto de ley), el trabajo coordinado, este trabajo competencial para que esta ley tenga éxito. De ahí el trabajo que se ha realizado en el Consejo Interterritorial de Servicios Sociales y la consulta a las comunidades para incorporar las diferentes perspectivas que sirvan para que después esta ley no sólo sea operativa sino eficaz y eficiente. 38 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 nos señalaba otra compareciente, en relación con las casas de acogida. Esto no obvia que en algún momento quizás tengamos que revisar la Ley de Extranjería e incorporar algún artículo que permita desarrollarlo mejor, pero hoy por hoy este acceso universal está garantizado a las mujeres. Otra cuestión que quisiera señalar y que me parece importante y me gustaría que usted también comentara, porque es patrimonio del trabajo realizado, es cómo podemos compatibilizar —que ya se hace pero probablemente hay que hacerlo mejor— los servicios sociales de proximidad de atención primaria o comunitarios con aquellas políticas que se vienen realizando en los ayuntamientos para trabajar la igualdad. Esto es fundamental porque es nuestro patrimonio y tenemos unas experiencias de integración muy importantes en los municipios que no sería bueno perder, y creo que se va a poder integrar ambas intervenciones, aquellas que se hacen de manera integral y que tienen la visión de género incorporada en su génesis, en su origen, que serían las políticas de igualdad, con los servicios sociales y otros servicios de bienestar comunitarios. Dicho esto y diciendo también que vamos a reflexionar con su aportación, le quisiera hacer tres o cuatro preguntas. Desde su punto de vista —creo que lo ha mencionado en el inicio de su intervención pero me gustaría que lo aclarase—, ¿cree usted que esta ley garantiza una atención integral a las mujeres víctimas de la violencia de su pareja o ex pareja o, en todo caso, mejor que hasta ahora? ¿Nos permite esta ley, dada la especificidad en este caso de los servicios sociales en los que usted se ha centrado, impulsar el diagnóstico precoz, esta prevención primaria, que no secundaria —permítame que la corrija, señora Aguilar— aquella que se produce antes de que aparezca la gravedad de los síntomas; contempla esta ley impulsar el diagnóstico precoz, la asistencia y la rehabilitación de la mujer y de aquellas víctimas indirectas como son los hijos? ¿Cree que esta ley establece mecanismos suficientes de colaboración con los distintos poderes públicos en la línea que le señalaba, que establece la ley integral, entre los distintos poderes públicos y también con las organizaciones sociales? ¿Cree que liga a estos mecanismos? Por último, ¿la ley realmente deja desprotegidos a los menores o, al contrario, permite que estos menores que son víctimas indirectas, porque el objeto no va dirigido a ellos sino a la mujer, sean tratados, independiente o complementariamente a la legislación del menor? tario Esquerra Republicana, diciéndole que estoy totalmente de acuerdo en el requisito de que exista un fondo, que además está previsto en el proyecto de ley. Es claro que los criterios para la distribución de ese fondo tienen que desarrollarse, pero en concreto en relación con los servicios sociales tendríamos que utilizar unos criterios muy claros que tienen que ver con la elaboración de los mapas de servicios sociales en cada una de las autonomías. Los mapas existentes están obsoletos y requieren de un trabajo para poder después implementar, ese fondo. Estoy totalmente de acuerdo en que es fundamental utilizar como principio rector el respeto a las competencias de cada una de las autonomías y municipios, y yo creo que el proyecto de ley sí que lo respeta. Creo que con el desarrollo y el planteamiento del mismo queda recogido suficientemente. Ha preguntado también si consideraba suficiente y me parecía buena la orden de protección como para que pudiéramos trabajar únicamente con esa legislación. Le puedo decir que sí, pero realmente esa normativa nace con el grave defecto, de no tener dotación presupuestaria. Debemos trabajar para que los derechos básicos sean iguales en todo territorio, deben serlo en las diferentes autonomías, y la financiación es un puro instrumento para hacer efectivos esos derechos. La portavoz del Grupo Parlamentario de Izquierda Unida, la señora García, que en su exposición ha dejado ver que estaba de acuerdo en gran parte de lo que yo he comentado me preguntaba si me parecía que el proyecto de ley dejaba en el aire los servicios sociales. En lugar de utilizar el término en el aire, me parece que queda desdibujado, por eso he insistido tanto en que cuando se habla de servicios se especifique qué tipo de servicios. No es la primera norma que se plantea en esa línea. El sistema público de servicios sociales viene penando por ello, no se ha reconocido suficientemente la existencia del mismo y tenemos ahora la oportunidad de poder comentarlo, dar nuestra opinión y decir que ese sistema existe, aunque con sus carencias, y que debemos trabajar para que desaparezcan. Estoy totalmente de acuerdo en que no es la única puerta de entrada de las víctimas de violencia de género, que existen otras, pero que en este momento se está trabajando, se está trabajando muy descoordinadamente, por lo que se requiere un esfuerzo de coordinación. El planteamiento que hacía hace un rato tiene que ver con que, aunque existan esas otras puertas, el volumen de atención que los servicios sociales tienen en relación con víctimas de la violencia de género, considero que es superior al de otros sistemas. Por eso ha sido centrado en el sistema de servicios social. Estoy totalmente de acuerdo en que existen otras puertas y creo que el proyecto de la ley lo trabaja suficientemente, pues establece que esas puertas se coordinen e inicien un trabajo para lograr objetivos comunes. No estoy tan de acuerdo con su planteamiento sobre la atención especializada. Al igual que en las profesio- La señora PRESIDENTA: Para contestar el conjunto de las intervenciones, tiene nuevamente la palabra la compareciente señora Aguilar Manjón. La señora PRESIDENTA DEL CONSEJO GENERAL DEL COLEGIOS OFICIALES DE DIPLOMADOS EN TRABAJO SOCIAL Y ASISTENTES SOCIALES (Aguilar Manjón): Empezaré por responder a la señora Bonás, del Grupo Parlamen- 39 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 nes consideradas sanitarias, desafortunadamente para el trabajo social, que no lo es en este momento, , se requiere y está previsto en los currícula módulos que aborden la perspectiva de género, y he hecho una aportación en ese sentido. También consideramos que aunque el trabajo social parte con un planteamiento y una metodología de trabajo, con unas teorías, quizás —y no voy a ser presuntuosa— le haga más fácil el trabajo o tenga bastante ganado en relación con otras profesiones. Podría decir que los trabajadores sociales en este momento pueden abordar el trabajo necesario en relación con la apuesta y la implementación de este proyecto de ley sin requerir una formación específica; podría decirlo pero prefiero no hacerlo. Prefiero introducir ese elemento como necesario también porque siempre hay mucho que aprender y mucho que trabajar. Y en la misma línea que para las otras profesiones, considero que también debe ser recogido para la nuestra, ya que la nuestra es fundamental para abordar la violencia de género. En la misma línea también decía que se podría crear el consejo interterritorial, que no está recogido en el proyecto, una de cuyas funciones sería establecer la formación necesaria para los trabajadores sociales, para los trabajadores de ese ámbito. Por tanto, creo que lo he recogido también y en esa parte estoy de acuerdo con su exposición. En relación con recursos más específicos, quizás en determinado nivel de la intervención puedan ser necesarios. Existen ya las casas de acogida y los centros de recuperación integral. ¿Que se puede decir en este momento que son escasos? Pues bien, pero existen. No voy a decir que no a recursos específicos de esas características, siempre dentro del sistema. Yo creo que estamos en la misma línea, en el mismo planteamiento. En relación con las preguntas que ha planteado la señora Camarero, del Grupo Parlamentario Popular, cuando he dicho que es necesario abordar la prevención es porque en la lectura y en el análisis que hemos podido hacer del proyecto de ley no lo hemos visto recogido suficientemente, por eso, hemos incidido. Por tanto, en ese sentido estamos de acuerdo que se requiere trabajar la prevención o especificar más la prevención primaria y secundaria. Yo creo que fundamentalmente se habla de sensibilización en el proyecto de ley, lo cual es diferente. Todos sabemos que es diferente. En cuanto a si son competencia o no del Estado los servicios sociales, yo creo inicialmente que sí, y el instrumento que se utiliza hasta este momento para poder hacerlos efectivos, es el plan concertado, que en los últimos años ha estado congelado —y creo que lo he referido— en su dotación presupuestaria. No sólo ha estado congelado económicamente sino que ni siquiera han sido revisados, como decía antes, los mapas de servicios sociales, mapas de servicios, de prestaciones, de centros, etcétera. Yo creo que ahí el Estado sí que tiene que decir, al igual que lo tienen que decir las comunidades autónomas, que también tienen competencias en servicios sociales, y los ayuntamientos, por- que son los que realizan y ejecutan los servicios sociales de proximidad. En cuanto a si es necesario un plan personalizado de protección policial —no sé si he entendido bien y es así como lo ha planteado— la verdad es que me cuesta un poco responder la pregunta, pero diría que inicialmente no es necesario. Sí es necesario un plan personalizado de atención integral. Y estamos hablando de otras muchas cosas, de medidas, intervenciones, y no solamente de servicio de seguridad. En cuanto a si se recoge el que puedan ser atendidos los niños víctimas de violencia, creo que sí porque están recogidos como víctimas indirectas. Están atendidos, están protegidos en tanto que la persona agredida es quien tiene la guarda y custodia de ese menor. En ese sentido, el menor queda recogido en el proyecto de ley. En relación con la intervención de la señora Esteve, del Grupo Parlamentario Socialista, aclaro, no sólo a ella sino a toda la Cámara que somos ya más de 24.000 colegiados y colegiadas. (La señora Esteve Ortega: Me equivoqué.) Como saben, también hay algunas comunidades autónomas que no recogen la obligatoriedad de la colegiación y eso hace que seamos un número menor. Me preguntaba si la ley garantiza la protección lo suficiente. Creo que con la exposición que ya he hecho hasta ahora he aportado elementos suficientes como para contestar con un sí rotundo, aunque haya algunas cuestiones que debieran ser modificadas y que he expuesto. En cuanto a la pregunta que ha hecho en relación con si se aborda suficientemente el diagnóstico precoz, el tratamiento, la rehabilitación y el apoyo a los hijos, insisto en la parte que tiene que ver con el tratamiento, la rehabilitación y el apoyo de los hijos e hijas. Y en cuanto al diagnóstico precoz, en tanto que son atendidos —más atendidas, como he dicho antes, porque son en su mayoría mujeres— directamente por los servicios sociales, se es capaz de realizar un diagnóstico precoz. Pero, bajo nuestro punto de vista, la ley no recoge suficientemente la ejecución de la prevención necesaria para poder realizar un diagnóstico precoz. Es reiterar las respuestas, pero insisto en que articula suficientemente bien los mecanismos para que pueda desarrollarse una protección integral de las víctimas, y creo que ya he respondido a su última pregunta relativa a la protección de los menores. No tengo nada más que aportar a esta Cámara, y agradezco muchísimo la oportunidad que nos han dado al colectivo de trabajadores y trabajadoras sociales porque, como decía inicialmente, tenemos mucho que hacer porque estamos al pie del cañón, a pie de obra, en primera línea. La señora PRESIDENTA: Muchísimas gracias, señora Aguilar Manjón, por sus aportaciones, que desde luego son muy valiosas y contribuirán a que este proyecto de ley que tenemos entre manos salga adelan- 40 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 En primer lugar, haré una valoración global, de una ley específica sobre violencia contra las mujeres, de protección de las mujeres frente a la violencia. En segundo lugar, me introduciré en el tema del objeto de la ley, es decir, el marco en el que piensa incidir el proyecto de ley. En tercer lugar, los principios rectores de la ley; también haré una pequeña aportación al respecto. En cuarto lugar, me detendré mínimamente en algunas de las medidas que consideramos que faltan o que deben ser matizadas a juicio de Amnistía Internacional. Y por último, añadiré dos lagunas importantes que existen en el proyecto de ley y que hacen referencia a las mujeres objeto de tráfico con fines de explotación sexual y a las mujeres que piden o solicitan asilo en España por ser perseguidas por violencia de género. Respecto al enfoque de Naciones Unidas y a los instrumentos de derechos humanos ratificados por España, Amnistía Internacional considera que el que exista una ley que proteja, los derechos humanos de las mujeres frente a la violencia de manera específica está totalmente avalado por esos instrumentos, para ese marco de derechos humanos del que nos hemos dotado y que por supuesto vincula a España. Las Naciones Unidas en sus diferentes instrumentos, partiendo de la CEDAW y las recomendaciones del comité, considera la violencia como la máxima expresión de la discriminación por razón de sexo. Las Naciones Unidas nunca hablan de violencia familiar sin referirse a violencia familiar contra las mujeres, violencia contra mujeres y niñas, violencia en el seno de la familia o fuera de ella, pero la ONU, desde la recomendación general 19, del año 1992, y la declaración de 1993 sobre eliminación de todas las formas de violencia, siempre hace referencia a la violencia contra las mujeres. Define esta violencia, como la que sufre la mujer porque es mujer o porque la afecta de forma desproporcionada. Por esta razón, el abordaje de Naciones Unidas nos puede arrojar dos conclusiones muy importantes que avalan, que exista un instrumento legal específico de protección de los derechos humanos de las mujeres. Estas dos conclusiones son que la violencia contra las mujeres tiene una única raíz, se produzca donde se produzca —es decir, en el espacio público o en el espacio privado, es un continuum de violencia, eso es lo que nos hace llegar la doctrina de Naciones Unidas— y no es el espacio lo que define esa violencia sino el que se produce por el hecho de una discriminación. Es la punta del iceberg de una situación discriminatoria, de una situación de facto —y en otras circunstancias de ley pero en este caso, desde luego de facto— de discriminación, de falta de igualdad de oportunidades y la punta del iceberg, la gran manifestación o la manifestación más extrema sería la violencia. Por otro lado, cuando se habla de violencia contra las mujeres se habla siempre de una violación de derechos humanos. La ONU no ha hecho sino recordar, desde el año 1993, a los Estados que la violencia contra las mujeres y niñas, por el hecho de ser mujeres y que las afecta de forma desproporcionada, es te con las mayores posibilidades de éxito para las personas afectadas. Se suspende la sesión, que se reanudará a las cuatro en punto de la tarde. Eran las tres y diez minutos de la tarde. Se reanuda la sesión a las cuatro y cinco minutos de la tarde. — DE LA SEÑORA REPRESENTANTE DE AMNISTÍA INTERNACIONAL (NAREDO MOLERO). (Número de expediente 219/000023.) La señora PRESIDENTA: Señorías, reanudamos la sesión con la comparecencia de doña María Naredo Molero, de Amnistía Internacional, a quien damos la bienvenida a esta Comisión. Le agradecemos que comparezca para hacer sus aportaciones a este proyecto de ley que estamos tramitando en la Comisión. Sin más preámbulos, le doy ya la palabra a la compareciente. Tiene la palabra, la señora Naredo. La señora REPRESENTANTE DE AMNISTÍA INTERNACIONAL (Naredo Molero): En primer lugar, deseo agradecer la posibilidad de que Amnistía Internacional esté en esta Comisión de elaboración de una ley que para nuestra organización es de vital importancia. Aparte de este agradecimiento, quiero señalar que me acompaña esta tarde una persona que ha venido invitada por Amnistía Internacional, que es la presidenta de la Asociación Miríadas, que es la primera asociación de víctimas de violencia que se ha constituido para ayudar a otras víctimas. Se llama Esperanza, ese es su pseudónimo, y no va a poder hablar aquí, como nos hubiera gustado proponer a la Presidencia, porque los medios de comunicación harían difícil que su situación y su integridad física permaneciera salvaguardada. Es una mujer que está amenazada de muerte por su marido y a la cual hemos querido traer de invitada para que pueda, más allá de la comparecencia, trasladarles la palabra de las víctimas, por supuesto no en la comparecencia, como digo, pero sí en otro momento, y de este modo hemos querido reflejar algo que para Amnistía Internacional es clave, que es la voz de las víctimas en este proceso. Es la primera asociación de mujeres víctimas que se han organizado para apoyar a otras víctimas. Entendemos que es de vital importancia el que la voz de las víctimas se oiga en este tipo de comparecencias y en general en el proceso de elaboración de un instrumento legislativo de estas características. Y dicho esto, doy comienzo a mi comparecencia. Amnistía Internacional es una organización de defensa de los derechos humanos y, por tanto, el marco de mi exposición va a ser el de los derechos humanos porque ese es el marco de trabajo nuestro y desde ahí es desde donde quiero partir y enmarcar mi exposición. 41 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 una violación de los derechos humanos. Y esto es muy importante que lo recalque aquí por cosas que luego diré, medidas que, en muchas ocasiones, se están denegando a determinados sectores de mujeres porque quizá no se entiende que cuando estamos hablando de violencia contra las mujeres estamos hablando de una violación de derechos humanos y toda la protección de las mujeres frente a esa violación tiene que estar por encima de cualquier otra consideración de índole administrativa o geográfica. La obligación del Estado de combatir la violencia contra las mujeres se inscribe en la obligación, derivada de la Convención de la ONU sobre Discriminación hacia las Mujeres, (CEDAW) deriva de la obligación de combatir la discriminación, toda vez que, como digo, la ONU las vincula de tal manera que si el Estado no previera un instrumento legislativo específico, no hiciera todos los esfuerzos que están en su mano por combatir la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo, estaría desoyendo las obligaciones que tiene contraídas en virtud del derecho internacional con la CEDAW, con la convención de la mujer. Una vez sentado que para Amnistía Internacional, y con el derecho internacional en la mano, plantear una ley específica sobre violencia contra las mujeres está totalmente sentado y es coherente con las obligaciones que emanan de esos instrumentos ratificados por España. Me quiero detener para destacar ciertas lagunas que Amnistía Internacional considera clave. Como organización de derechos humanos, consideramos que estamos ante un momento importantísimo para paliar todas esas lagunas que ya venían existiendo. Se ha abierto un proceso legislativo de abordaje integral de un problema y hemos de entender que este proceso es clave para paliar esas lagunas que ya venían de largo. En lo primero en lo que me voy a detener es en el objeto de la ley. Amnistía Internacional estima que el cambio del objeto de la ley en el paso del anteproyecto al proyecto de ley nos ha alejado de la definición de Naciones Unidas sobre la violencia contra las mujeres. Amnistía Internacional entiende, y con ella también el comité de la CEDAW en la semana del 7 de julio, cuando examinó el informe de España, entiende que la violencia contra las mujeres debe ser entendida como lo han hecho las Naciones Unidas: Toda forma de violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, es decir, por su pertenencia al sexo femenino, o que las afecta de forma desproporcionada, tanto la producida en la esfera pública, como la producida en la esfera privada. Amnistía Internacional siente verdadera preocupación porque se haya recortado el objeto de la ley y actualmente estemos hablando de violencia ejercida contra las mujeres única y exclusivamente a mano de sus parejas y ex parejas. Ni siquiera toda violencia cometida contra las mujeres en el ámbito familiar entraría en el marco actual de la ley integral. Una niña abusada por su padre tampoco estaría dentro de la ley integral. En este sentido, nos parece clave proponer —y lo hemos hecho así en el documento que creo se les ha entregado antes de mi comparecencia— que se maneje en la redacción definitiva de la ley la definición de la ONU sobre la declaración de eliminación de violencia contra las mujeres de 1993, que habla de todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto en la vida pública, como en la vida privada. Entre las lagunas que Amnistía Internacional ha detectado en el abordaje general de la ley, otro de los puntos clave es el hecho de que las mujeres, dentro del proyecto de ley integral, siguen considerándose como un colectivo homogéneo y no como un colectivo heterogéneo. Las mujeres, aparte de ser mujeres, pertenecen a una determinada clase social, a un determinado grupo étnico, a una determinada área geográfica o nacionalidad, son residentes administrativamente legales, son inmigrantes sin regularidad. Tienen una serie de características añadidas, pertenecen al área rural, al área urbana,.. Y todas esas características, como Naciones Unidas también recordó al Estado español ya hace cinco años, deben considerarse a la hora de valorar los obstáculos que determinados grupos de mujeres tienen para acceder a los recursos y a los derechos. Pongo como ejemplo la situación de las mujeres del área rural. En la macroencuesta del Instituto de la Mujer existen datos de que las mujeres del área rural, en el colectivo de mujeres víctimas no auto-reconocidas como maltratadas, son superiores a las de las áreas urbanas. Existen datos que nos permiten llegar a la conclusión de que las mujeres del área rural tienen dificultad de acceso a muchos de los servicios previstos para mujeres que sufren violencia. No podemos desatender en la elaboración de una ley las especiales necesidades de colectivos como las mujeres del área rural, las mujeres inmigrantes —y especialmente las inmigrantes sin residencia regularizada—, las mujeres discapacitadas u otras mujeres que están viéndose dificultadas en el acceso a los recursos y derechos. Amnistía Internacional quiere traer a la mesa de esta Comisión las especiales dificultades que están teniendo las mujeres inmigrantes irregulares a la hora de acceder, tanto a derechos, como a la asistencia jurídica gratuita, como a recursos como pueden ser los centros de emergencia, los pisos tutelados o las casas refugio. También queremos destacar los obstáculos que están haciendo que las mujeres que no tengan residencia regular no puedan acceder a la prestación económica derivada de la orden de protección a víctimas. Estos tres elementos nos parecen suficientemente graves porque estamos hablando, como decía antes, de derechos humanos y no estamos hablando de algo que pueda ponerse bajo una situación administrativa u otra. Tal y como nos han recordado Naciones Unidas en reiteradas ocasiones, así como la relatora de derechos humanos de 42 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 las personas migrantes, los derechos de las mujeres y su protección frente a la vida, integridad física y seguridad están por encima de su situación administrativa. Amnistía Internacional quiere recordarlo en esta Comisión y su propuesta es que en la ley integral existan previsiones para adecuar toda la legislación estatal y autonómica a lo firmado por el Tribunal Constitucional, es decir, que todas las personas con independencia de su situación administrativa tengan acceso al beneficio de la justicia gratuita en idénticas condiciones con las personas residentes y españolas. Por otro lado, incluir todos los derechos especificados para las víctimas en la ley integral dentro de la Ley de Extranjería como derechos que se reconocen en cualquier circunstancia, que tiene la persona por el hecho de serlo. Al igual que en la Ley de Extranjería por el hecho de estar empadronada, se reconoce el derecho a la asistencia sanitaria y a la educación hasta los 16 años, todos los derechos de las víctimas frente a la violencia de género deberían estar en ese apartado. Lo recomendamos de manera explícita en nuestro informe. Por otro lado también es muy importante que se recoja en la ley integral la necesidad que existe de formación a agentes y profesionales de las instancias públicas en el sentido de que proveer atención integral a las víctimas de violencia de género es algo que debe garantizarse por encima de la situación administrativa de las personas. Esto debería formar parte, no solamente de la reforma de la Ley de Extranjería que he comentado, sino también de un capítulo de formación imprescindible a todas las instancias, no sólo policiales, sino también de servicios sociales. Amnistía Internacional está recibiendo quejas respecto a teléfonos de urgencia, teléfonos de emergencia, comisarías, centros de atención a víctimas, en los cuales se pregunta a la persona si tiene o no tiene papeles para ser atendida en circunstancias de urgencia o de necesidad. Esto contraviene, a juicio de Amnistía Internacional, todos los tratados de derechos humanos suscritos por el Estado. En cuanto a las mujeres rurales, no existe una discriminación de iure, como sí ocurre en parte con las mujeres indocumentadas, pero es una discriminación de facto. Debe haber programas específicos dirigidos a estas mujeres, debe haber diagnósticos específicos. Desde que en 1999, con ocasión del III y IV informe de España al comité de la CEDAW, el comité le dijo a España que existían estos colectivos vulnerables, mujeres rurales, indocumentadas, en ninguno de los planes contra la violencia de género ni en planes de igualdad, se ha recomendado o se ha elaborado un diagnóstico dirigido a conocer cuáles son las necesidades específicas de las mujeres rurales frente a la violencia —un diagnóstico, a nivel estatal, de amplio espectro—, ni tampoco cuáles son las necesidades de las mujeres inmigrantes, de otras etnias, respecto a la violencia. A juicio de Amnistía Internacional urge este tipo de diagnósticos y urgen las medidas específicas para paliar la situación de mujeres pertenecientes a colectivos vulnerables. Respecto a la tutela institucional hay dos ámbitos de preocupación que Amnistía Internacional quiere poner sobre la mesa y son los siguientes: en primer lugar, la necesidad de que el Gobierno central supervise el cumplimiento de las medidas de protección de derechos humanos en todo el territorio. No puede ser que porque exista una descentralización administrativa y los servicios sociales estén transferidos a las comunidades autónomas, tengamos como tenemos la información de que en determinadas comunidades autónomas existe mayor o menor protección de los derechos humanos según una normativa autonómica, local o incluso, a veces, según la normativa de la casa de acogida o el centro de emergencia de turno. Es una situación grave que debe ser a partir, no solamente de algo que Amnistía Internacional valora muy positivamente y que es la creación de dos figuras institucionales como son la Delegación del Gobierno contra la violencia de género, prevista en el proyecto de ley, así como el observatorio sobre violencia de género. Dos figuras institucionales, a nuestro juicio, importantes y muy necesarias, pero existe la necesidad de que esas figuras, que van a servir para supervisar las políticas, tengan instrumentos para la evaluación de esas políticas. Y esos instrumentos no pueden ser otros que unos estándares mínimos que deben de estar absolutamente presentes en todas las comunidades autónomas. La ley debe prever que reglamentariamente existan estándares de actuación mínima y adecuada en los siguientes aspectos básicos que no pueden dejarse al arbitrio de lo que una comunidad autónoma considere necesario o básico, sino que deben ser previstos desde el ámbito estatal. Estos estándares mínimos serían importantísimos en servicios de información y atención urgente a las víctimas, en centros de acogida temporal, en medidas de recuperación integral a las mujeres, en servicios de asistencia jurídica, en servicios de asistencia sanitaria, en actuación de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y en actuación de médicos forenses. No podemos dejar que en una comunidad autónoma exista un determinado número de casas refugio y en otras otro número, en unas las casas tengan como principio inspirador unos valores y en otras, otro muy diferente. Estamos hablando de protección de derechos humanos y eso tiene que estar supervisado por el Gobierno central. Amnistía Internacional considera que estos estándares mínimos son la clave para que los dos organismos que se van a crear hagan su trabajo de una manera mucho más eficaz y se garantice esa homogeneidad del respeto de los derechos humanos en todo el Estado español, con independencia de qué comunidad autónoma estemos hablando. En este mismo campo de la tutela institucional hay otro tema muy importante para Amnistía Internacional, que es la evaluación de las políticas. En el proyecto de ley viene encomendada al observatorio pero en la ley debe hacerse hincapié en lo que se considera clave para 43 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 evaluar las políticas. Hasta ahora se han venido realizando las macroencuestas sobre la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar. Parece interesante como una manera de evaluar el fenómeno, pero en absoluto son instrumentos idóneos para evaluar las demandas o las necesidades de las mujeres, la idoneidad de los recursos de las usuarias, de las beneficiarias. Desde luego, faltan. Amnistía Internacional lo ha planteado desde hace tiempo como una laguna importante y quiere trasladarlo para que la ley sobre violencia contra las mujeres o de violencia de género lo recoja como un elemento clave, que es la evaluación a partir de las demandas y de las necesidades de las usuarias de los servicios. Si seguimos sin darle la voz a las mujeres, si seguimos sin evaluar los servicios a partir de las necesidades de las mujeres, seguiremos adoptando las medidas desde los despachos. Esas políticas van a encajar en esas necesidades, pero sin ir de abajo a arriba, de las necesidades a las políticas, será muy difícil que ello sea así. La evaluación es una de las tareas más importantes del observatorio pero debe tener esa característica que resulta clave. Respecto a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, nos parece insuficiente el que se creen las unidades especializadas porque la formación sobre violencia contra las mujeres, el cómo entender el problema, cómo atender y proteger a las víctimas de los agresores debe ser una formación obligatoria a todos los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, no solamente a las unidades especializadas. En este momento las unidades especializadas están siendo tan sumamente escasas que, por ejemplo, el EGUME en Madrid son cuatro agentes para los 5 millones de personas que vivimos en la Comunidad de Madrid. Las unidades especializadas están muy bien, pero su número debe incrementarse de manera importante. La formación sobre las necesidades de las víctimas y la especificidad de estos delitos debe ser obligatoria en todos los planes de formación de la policía, porque este es uno de los delitos, es una de las violaciones de derechos humanos, que más habitualmente se están cometiendo en nuestro territorio y todos los policías, pertenezcan al cuerpo que pertenezcan, deben estar formados con carácter obligatorio sobre este tema. Eso en el proyecto de ley, nos parece que todavía no se recoge. En cuanto a la tutela judicial hay tres áreas clave en las que existen lagunas. La primera —a juicio de Amnistía Internacional importantísima— la falta de diligencia de los médicos forenses. La segunda sería la protección de las mujeres que denuncian, que hace referencia a la Ley de Protección de Testigos que, como comentaré más delante, debería ser reformada. Y la tercera, la reparación judicial a las víctimas. Amnistía Internacional quiere traer aquí una cifra a la que hemos llegado a partir de datos oficiales del Instituto de la Mujer y de la Dirección General de la Policía, sobre la impunidad que rodea a estos delitos. El 97 por ciento de las mujeres que sufren violencia habitualmente siguen sin denunciarla. Es una cifra extraída a partir de los 2 millones de mujeres que, según la macroencuesta del Instituto de la Mujer, están habitualmente sufriendo violencia y de las poco más de 50.000 denuncias que se recogen al año según el Ministerio del Interior. El hecho de que el 97 por ciento de las mujeres sigan sin denunciar da una imagen de lo que todavía queda por hacer, de por qué las mujeres siguen sin denunciar y cómo realmente la impunidad social de estos delitos es la más alta si estamos hablando de delitos de violencia física, psíquica y sexual. Esa es la primera cifra que queríamos dar porque nos parece que cuando se habla del ámbito judicial parece como que todo se reduce a si la policía recoge la denuncia, no recoge la denuncia.. ¿Pero qué se hace para que las mujeres denuncien, confíen en el sistema judicial y empiecen a dar los pasos para iniciar el recurrido judicial, policial y penal? Por otro lado quiero traer un dato para empezar a hablar de la situación respecto de los médicos forenses, que es el que ofrece el Observatorio del Consejo General del Poder Judicial sobre violencia de género y doméstica y que arroja el dato de que en el 18 por ciento de los casos de violencia de género el médico forense no comparece, pero es que en el 64 por ciento de esas no comparecencias es el profesional el que decide no hacerlo, y esto realmente nos preocupa enormemente. Realmente en un delito como el de violencia contra las mujeres la prueba normalmente es muy endeble, porque suele existir una deficiencia probatoria derivada del hecho de que la víctima suele ser el único testigo; en estos casos nos parece que la actividad probatoria y la actividad de los médicos forenses debe ser mucho más intensa si cabe que en otros delitos. ¿Por qué existe esa falta de diligencia de los médicos forenses? ¿Por qué existe esa falta de comparecencia de los profesionales ante estos delitos? Amnistía Internacional entiende que en la ley integral debe haber, dentro de la tutela judicial, un capítulo específico sobre la diligencia de los médicos forenses, sobre la necesidad de formación de estos profesionales y sobre la importancia que tiene que estos profesionales estén recabando esa prueba que va a ser la que le dé a la víctima la posibilidad de obtener una sentencia absolutoria o condenatoria de su agresor; si estamos hablando de recoger la prueba es muy importante la actividad del médico forense. Por otro lado existe también, como decía antes, la importancia de la protección de las denunciantes. Amnistía Internacional sigue recibiendo información sobre la debilidad de la Ley 19/1994, de Protección de testigos y peritos, para proteger a las mujeres y a sus familias que comparecen en un juicio, que han denunciado su situación y que están inmersas en un proceso judicial. Esta ley, que nunca tuvo un reglamento, esta ley que realmente se aplica no de la misma manera y no con el mismo rigor por parte de todos los jueces, debería ser objeto también de revisión por parte de la ley integral y debería ponerse sobre la mesa la importancia de que todos los jueces estuvieran formados en esos 44 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 derechos que tiene las víctimas, las víctimas especialmente de estos delitos, a no comparecer en el mismo momento que su agresor, a que sus datos no se vean en los papeles, en los documentos derivados del proceso, a tener protección también los hijos e hijas de estas mujeres. Todo esto nos parece que falta en la ley integral y realmente queremos hacer un llamamiento para que se incluya en ella una revisión de la Ley 19/1994, nunca como digo desarrollada por reglamento. En el ámbito de la protección judicial o de la tutela judicial quería hacer hincapié o referencia a la reparación a las víctimas. Amnistía Internacional queda bastante sorprendida de que en la ley integral toda la materia de protección, de apoyo integral a las víctimas sea integrada en el ámbito de los servicios sociales. Entendemos desde luego, como una organización de derechos humanos, que el derecho a la reparación es un derecho también consustancial a todas las víctimas de los delitos, sea cual sea su situación socioeconómica. Es decir, por un lado está el apoyo a las víctimas que sufren violencia y que se han visto empobrecidas, o que pertenecen a una determinada clase social, o que tienen unas determinadas necesidades sociales, lo que aplaudimos totalmente, porque creemos que es muy necesario, y por otro lado está el derecho a la reparación de todas las víctimas de los delitos. Igual que existe un derecho a que investiguen tu denuncia, o existe un derecho a que sancionen al autor de tu delito, existe un derecho a ser reparada cuando has sufrido un delito. La reparación, según el derecho internacional, tiene cuatro elementos clave que deberían ser abordados por la ley integral. Dentro del sistema judicial de la reparación justa y adecuada debemos entender que existe un derecho a la restitución; es decir, volver a la situación anterior a la situación que te provocó el delito. Por otro lado, el concepto de indemnización ahora mismo no podemos entender que esté garantizado por la Ley 35/1995, que es una ley absolutamente insuficiente para las víctimas de violencia, especialmente para las víctimas de violencia física, que ni siquiera están incluidas en esta ley. Existe un derecho a la rehabilitación. Con independencia como digo de su situación económica o de su situación coyuntural esa mujer ha de recobrar una situación de autonomía tal que le permita vivir como antes de haber sufrido la violencia. Garantías de no repetición. Esto es algo clave que acompaña a todo el derecho de reparación entendido por el Derecho internacional. El Estado debe garantizar la no repetición a esa víctima y esto forma parte de la reparación del Estado. Si el Estado no cumple con ese derecho, el derecho de la víctima a que no se repita la agresión contra ella, debe indemnizarla. Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos en los que la ley integral no ha incidido: por un lado, las medidas de sensibilización. Actualmente las medidas de sensibilización, las que ha venido habiendo y las que de momento hay, son medidas que han sido fuertemente criticadas por Amnistía Internacional por ser medidas que confundían el derecho a la información que tienen todas las víctimas con el derecho a la sensibilización o, digamos más bien, las propuestas de sensibilización a la sociedad en general. Las medidas han sido en su mayoría dirigidas a las mujeres, a las víctimas, para que hicieran algo para romper el ciclo de la violencia. Eran medidas que, en muy pocas ocasiones eran de larga duración; es decir, las campañas se circunscribían al mes de noviembre y poco más, y eran medidas no evaluadas en profundidad. También eran medidas que partían exclusivamente del Instituto de la Mujer o del organismo institucional con la colaboración de agencias de publicidad, pero en muy pocos casos con la participación de las asociaciones de mujeres y de las organizaciones sociales en general. Son medidas que deberían ser revisadas y replanteadas; sin embargo, en la ley integral así como vemos principios rectores de las políticas educativas, tampoco vemos en el ámbito de los planes de sensibilización unos principios rectores, unos principios clave que vayan a guiar esas políticas de sensibilización para que de algún modo sean políticas mucho más adecuadas, que se dirijan a la población en general y especialmente también a los hombres, por supuesto, y no a las mujeres. Las dirigidas a las mujeres deben ser medidas de información sobre sus derechos y otro tipo de aspectos, pero las medidas de sensibilización, es decir, para romper el ciclo de la violencia y para transformar la sociedad en una sociedad sin violencia, no deben dirigirse sólo a las víctimas. Y por último, y ya con esto termino, quería también traer a colación dos ámbitos de preocupación de Amnistía Internacional que derivan del ámbito de la violencia o de la definición de la violencia contra las mujeres establecida por Naciones Unidas. Esta ley, según Naciones Unidas y Amnistía Internacional, debía ser una ley que abarcara todas las formas de violencia contra las mujeres por el hecho de ser mujeres y no sólo la violencia en el ámbito privado, no sólo la de la pareja o ex pareja, sino que fuese o que debería ser una ley que abarcara todas esas otras formas de violencia también. Queremos traer a colación dos tipos de violencia, dos tipos de víctimas, como son, uno, las mujeres solicitantes de asilo en España. Un Estado sensible hacia las víctimas de violencia de género, debería ser un Estado sensible a las solicitudes de asilo de mujeres que están siendo perseguidas por violencia de género en sus Estados, y piden asilo en España. Hoy por hoy la legislación sobre asilo y también la práctica administrativa del asilo sigue sin desagregarse por género —por sexo mejor dicho— las solicitudes de asilo y también las denegaciones o admisiones de asilo; sigue sin trabajarse en profundidad el hecho de que muchas mujeres están pidiendo asilo por persecución por género, sigue sin tenerse en cuenta a estas víctimas de la violencia de género. Amnistía Internacional desde luego cree que estas víctimas deberían ser consideradas en una ley integral que abarcara la violencia contra las mujeres en toda su amplitud. 45 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Aparte estarían las mujeres víctimas de tráfico con fines de explotación sexual, que por supuesto también son numerosísimas en España, que por supuesto también la Ley de Extranjería en su artículo 57 sigue sin proteger de una manera adecuada. Hoy por hoy seguimos considerando a las víctimas de tráfico casi exclusivamente en la vertiente que tienen estas mujeres de testigos de un delito, de testigos valiosos para la policía para desarticular una red de tráfico, pero no como víctimas de una violación de derechos humanos de las más extendidas en el mundo. Consideramos que reforzar la protección de las mujeres objeto de tráfico debería ser una prioridad de todo gobierno y de todo parlamento que entienda como prioridad la lucha contra la violencia de género. Sin más, y sintiendo haberme pasado a lo mejor un poquito del tiempo previsto, les doy las gracias por haberme escuchado en esta comparecencia y quedo a su disposición. gio de las mujeres que huyen por violencia de género respecta. Quisiera saber si tiene ustedes datos, más que nada por conocer exactamente la realidad que usted nos está planteando; si podemos hablar de una realidad en números en lo que a la entrada o a la solicitud de entrada en territorio español respecta de este tipo de personas, a las solicitudes que pudieran producirse por violencia de género. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo de Izquierda Unida, la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: Saludo en primer lugar a doña María Naredo, representante de Amnistía Internacional, y comenzaría en todo caso por tres apartados que querría resaltar un poquito. En primer lugar, una vez más quiero decir que es interesantísimo escucharles desde diferentes ámbitos y desde diferentes entidades, por lo tanto competencias (competencias sociales o competencias institucionales), porque realmente todos los puntos de vista son complementarios y necesarios, sobre todo cuando estamos hablando precisamente de una ley integral que tiene como objetivo dar una atención realmente completa, amplia y muy plural. Dicho esto, le querría comentar que comparto bastante el planteamiento que ha hecho en cuanto a la necesidad de evitar lo que en estos momentos está pasando y me consta —y quizá no digo tanto en el entorno que más conozco en este caso, que es Cataluña, y que seguramente también está pasando, sino por el conocimiento que ahora estoy también teniendo de otros lugares del Estado español—, que realmente hay una diferencia sustancial en cuanto a lo que serían estos servicios mínimos o estos estándares mínimos de servicios sociales desde unas comunidades a otras e incluso dentro de algunas comunidades. Realmente esto tiene que ver con lo que algunos grupos —en concreto nuestro grupo también así lo ve— consideramos que es necesario, y es que o bien se elabore una ley de bases que después las comunidades autónomas serán las que tendrán que concretar, o bien haya una cartera de servicios realmente mínimos para todo el Estado, en la que después evidentemente tendrán que ejercer su competencia las comunidades autónomas. Es cierto, lo compartimos y nosotros también nos preocupamos, este tema. Por eso quiero en todo caso puntualizarlo realmente va bastante más allá de lo que es el ámbito de la ley porque está afectando a la población en general. Coincidiendo con usted, sí quiero puntualizar que la ley no va a poder abordar todas las cuestiones, que sin duda tendremos que ir poco a poco trabajando. Como dato estamos de acuerdo y consideramos que es algo a trabajar; por nuestra parte, nuestro grupo intentará hacer las propuestas correspondientes en este sentido. También comparto totalmente la necesidad de la evaluación de las políticas y de esta evaluación en concreto. Sobre el tema que nos compete de la violencia de La señora PRESIDENTA: ¿Grupos que desean intervenir? (Pausa.) Tiene la palabra en primer lugar la señora Barkos, del Grupo Mixto. La señora BARKOS BERRUEZO: Gracias a la señora Naredo por esta exposición. Entiendo que de manera global y fundamentalmente lo que ustedes plantean es una modificación del enunciado y, por tanto, del objeto y del desarrollo de la ley, que sea el de violencia de género y no el de violencia doméstica, y aquí entramos ya en un terreno evidentemente amplio y muy, muy ambicioso. Siendo uno u otro caso, afirma usted que en principio el proyecto de ley no garantiza los derechos de todos los colectivos de mujeres: habla de inmigrantes, de indocumentadas, de mujeres en el medio rural, de discapacitadas.. Quisiera saber si tienen ustedes propuestas que plantearnos, propuestas concretas en este sentido. En un siguiente capítulo, referido a la tutela institucional, usted afirma que la Delegación de Gobierno —Amnistía Internacional propondría— controle la Delegación del Gobierno contra la violencia sobre la mujer las actuaciones de las comunidades autónomas. Yo no sé —y quisiera que me lo aclarara—, pero esto sería tanto como dotar a la Administración central de una capacidad de bondad en la actuación que no sé si niegan ustedes a las administraciones autonómicas. También quisiera que lo centrara un poquito más. Me interesa también especialmente esa recomendación, ya en lo que respecta a la tutela judicial —y me parece muy interesante además—, de que se garantice la intervención de los médicos forenses en estos delitos. Yo creo que este es un capítulo que a todos nos interesa especialmente y quisiera saber si proponen algún mecanismo concreto. Y ya finalizo el turno de preguntas. Detectan también ustedes lagunas en lo que al derecho a asilo y refu- 46 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Catalán de Convergencia i Unió, la señora Pigem. género. A nosotros también nos preocupa mucho que generalmente tanto la evaluación como incluso las estadísticas se están haciendo —y sobre esto he ido insistiendo también en varias intervenciones, aquí y en otros ámbitos— en base a las denuncias. Siempre estamos hablando del fenómeno, de la problemática de la violencia de género a partir del momento de la denuncia. Nosotros consideramos que hay ya mucho datos en muchos ámbitos y en muchas competencias para poder hacer un estudio muchísimo más amplio y riguroso sobre la problemática, la tipología, las mujeres, las familias, etcétera, que sufren o han sufrido el problema de la violencia de género. Por tanto coincido también en la necesidad, cuando hablemos de diagnóstico y de valoraciones, de utilizar todo aquello que es posible, como son todos los servicios existentes más todas las asociaciones y entidades de importancia, como puede ser evidentemente la que usted representa. Una de mis preguntas coincide con la de la anterior diputada acerca de si ustedes tenían propuestas en concreto, pero yo añadiría, sobre todo en cuanto a los colectivos más vulnerables, en cuanto a lo que serían los inmigrantes, las inmigrantes en este caso. Nuestro grupo, realmente ha dedicado un tiempo —como supongo que todos los demás lo han hecho— a pensar posibles soluciones o propuestas cara a la ley, y lo cierto es que es un tema delicado, difícil, sobre todo si no se modifica o no se plantea alguna modificación en la Ley de Extranjería, por ejemplo. También quería saber si ustedes realmente tienen alguna propuesta. Por último (aprovecho la coincidencia para resaltar y manifestárselo también), hoy mismo nos han entregado unos datos —esta mañana en una de las comparecencias, y todo el mundo ya los tiene— de las órdenes de protección desde el 1 de agosto al 31 de diciembre, un período de cinco meses; y he estado mirándome algunas de las cuestiones que más me interesaban. Cuando hablamos de qué es lo que pasa, usted comentaba y decía: qué hemos de hacer para que no solamente podamos tratar aquellos casos que llegan a denunciarse sino todo el volumen que realmente no se denuncia, y que está ahí y que de alguna forma u otra está siendo atendido, incluso de manera descoordinada o sin saber que realmente hay un problema. En este informe nos dicen que de los veintidós casos calificados —y muertes— como violencia doméstica sólo en siete se había constatado la existencia de procedimientos incoados; siete de veintidós. Esta es una realidad, esta es una de las cuestiones en la que nosotros también insistimos más, y que creemos que ha de formar parte de esta ley integral, y seguramente así va a ser, y entre todos lo vamos a conseguir, para que no nos remitamos sólo al problema desde el momento en que hay una denuncia, porque no es entonces cuando nace el problema de malos tratos, sino muchísimo antes. Realmente a través de esta ley deberemos ver cómo abordamos esta problemática. La señora PIGEM I PALMÉS: Señora Naredo, desde Convergencia i Unió teníamos un verdadero interés por su comparecencia puesto que nos aporta una óptica de derechos humanos —su organización es una organización de derechos humanos—, y pensamos desde Convergencia i Unió que la violencia contra las mujeres es un delito pluriofensivo; es, en todo caso la suprema expresión de la desigualdad, pero realmente es, un delito contra los derechos humanos, que afecta a los derechos humanos de las mujeres. Por eso teníamos interés en su comparecencia y desde este punto de vista también se lo agradecemos. Usted nos ha hablado de muchas cosas. Creo que las acotaciones que usted hace a la ley realmente son ya para nota. Ojalá pudiéramos integrarlas todas a través de enmiendas en lo que podría ser una ley con un objeto más amplio —a lo que luego me referiré—, pero desgraciadamente creo que partimos de mucho más atrás. Es la primera ley integral que hay no sólo en España, sino en todo el ámbito europeo. Las cosas para hacerlas bien se han de ir abordando poco a poco e irlas integrando poco a poco, porque realmente lo que usted plantea es muy, muy, muy ambicioso y quizá hemos de partir de un ámbito no más modesto, pero sí más reducido por lo menos de momento, para luego ir ampliando. Me refiero a cuando usted comentaba el objeto de la ley, diciendo que le gustaría que ésta fuera una ley sobre la violencia que se comete contra las mujeres por el hecho de ser mujeres; a mí también me gustaría. Yo creo que esto lo podríamos compartir todos los que estamos aquí. Si ha estado usted al tanto de la polémica que ha habido y que han reflejado los medios de comunicación y la que ha habido en las propias comparecencias, habrá visto que en este objetivo, no menos ambicioso pero más reducido, ya ha habido muchísima polémica. Por lo tanto creo que todavía hay que hacer mucha más pedagogía y esta ley integral va a ser un primer paso también; aparte de intentar solucionar realmente la violencia en el espacio afectivo o en el espacio doméstico, va a ser un paso muy importante en esta pedagogía del tema de la violencia de género, es decir, contra las mujeres por el hecho de ser mujeres. Ha comentado usted que las mujeres no son un colectivo homogéneo. Efectivamente no son un colectivo homogéneo, y también esperábamos de su comparecencia, como así ha sido, que usted aludiera a mujeres en circunstancias especiales o a mujeres que por sus circunstancias están en situaciones de especial vulnerabilidad. Se ha referido a las mujeres migrantes en situación irregular, a las mujeres del ámbito rural y también a las mujeres con discapacidad. A mi me gustaría, puesto que se ha extendido más en el tema de las mujeres migrantes, que nos dijera si tienen propuestas concretas en el tema de mujeres con discapacidad. 47 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 las mujeres se realizan en el ámbito doméstico, violencia de género o doméstica. A lo largo de las intervenciones de estos dos días los comparecientes lo que han venido señalando quizá es que lo más importante de esta ley es el carácter de las medidas preventivas, educacionales, sociales, etcétera; y quizá las mayores diferencias se han suscitado en las medidas de carácter penal —como usted también apuntaba—. La mayoría de los comparecientes, si no todos, han dicho que la eficacia de esta ley radica más precisamente en todas las medidas anteriores que en las de carácter penal, que aun siendo necesarias —como lógicamente han reconocido la totalidad de los comparecientes— no son exclusivas para que esta ley sea eficaz. Ya digo que lo que realmente reconocían era que las medidas preventivas era lo que venía a ser lo más importante que tenía esta ley. Desde ese punto de vista yo le quería preguntar a usted si ve suficientes todas las medidas preventivas que se han detallado en la ley y si a usted se le ocurre alguna otra de carácter preventivo, independientemente de las que usted ya ha dicho (la sensibilización social, etcétera); si a usted se le ocurre alguna otra medida y si ve usted que las de carácter educativo son suficientes o no; si usted ampliaría más el tema desde el punto de vista educativo; o si incluso limitaría algún tema de publicidad o de violencia específica, estricta o demasiada en películas, en anuncios, en publicidad.. Me gustaría mucho desde ese punto de vista que nos dijera qué es lo que propondrían ustedes. Me gustaría también que nos dijera si a usted le parece que en esta ley también se debiera contemplar o proteger a los menores y a los ancianos, víctimas también de la violencia doméstica; si a usted le parecería oportuno o no que se incluyera en esta ley. Si se incluyese, ¿eso afectaría a que la mujer estaría menos desprotegida. Nosotros somos conscientes de que existe ahora mismo una protección; no es que exista desprotección hacia los menores y hacia los ancianos, sino que esta protección que se va a aumentar para las mujeres también debiera ampliarse para evitar la violencia que se ejerce contra los menores y los ancianos. Nos gustaría que se pronunciara en este sentido. Nos ha parecido interesantísima la apreciación que usted ha hecho —ya lo ha comentado otra de las intervinientes— sobre el tema de los médicos forenses. Se ha apuntado que puede existir una falta de diligencia en los médicos forenses y que no intervienen en los procesos judiciales que se instruyen sobre estos determinados delitos, cuando pueden aportar pruebas que van a ser contundentes para que se produzca una sentencia de carácter judicial. También me gustaría saber si ustedes han detectado, y de qué manera, si se están cumpliendo o no los protocolos sanitarios en los centros de salud y qué medidas piensa usted que se podrían precisar en esta ley para que esos protocolos se cumplieran, porque algunas veces tenemos constancia de que son causa de Siento no compartir sus apreciaciones —por lo menos en una parte— en el tema de la tutela institucional. La tutela institucional, en el informe que ha hecho Amnistía, lo que pretende es asegurar la protección apropiada de los derechos humanos de todas las mujeres, y hasta ahí lo compartimos absolutamente. Ahora, yo le pregunto: ¿Por qué cuando la decisión es de una comunidad autónoma que tiene competencias exclusivas en muchas de las materias, usted dice que no se puede dejar al arbitrio de las comunidades autónomas? ¿Por qué piensa que la decisión de la comunidad autónoma es arbitraria y la del Estado no? ¿Por qué cree que la comunidad autónoma, que también es Estado, no puede identificar mejor las necesidades de su propio territorio? ¿Cree usted que los derechos humanos de las mujeres van a estar mejor tutelados por el Estado que por la comunidad autónoma? Estas son preguntas que le traslado porque me causa una cierta perplejidad esta consideración de que va a estar mejor tutelado de una manera que de otra, porque mi opinión y la de mi formación política y la de las personas con el pensamiento que yo aquí podría representar justamente pensamos que una administración próxima es una administración que puede identificar mejor justamente las necesidades de su propio territorio. Ha hablado usted de la tutela judicial. Me parece muy interesante y muy importante lo que usted ha dicho de garantizar las intervenciones de los forenses, pero al leer el informe que ha hecho Amnistía me ha parecido entender que ustedes no veían tan conveniente o no consideraban que fuera tan importante la necesidad de incremento de las penas. Me gustaría que abundara un poco en este tema, si es que esto es así. Por último, me gustaría saber su opinión con respecto a la necesidad de la creación de un fondo de garantía de alimentos que anticipara los alimentos o las pensiones derivadas de una resolución judicial e impagadas, y que en este caso se pudiera subrogar el Estado —quizá con unos límites, etcétera, para que la cuestión no se desbordara absolutamente que habría anticipado hasta esos límites las pensiones o los alimentos impagados. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular tiene la palabra la señora Méndez Monasterio. La señora MÉNDEZ MONASTERIO: He de agradecerle su comparecencia por todos los análisis que se han expuesto esta tarde, por las conclusiones a las que se ha llegado y por las propuestas que se hacen desde Amnistía Internacional, que realmente han sido muy enriquecedoras. Desde el Grupo Parlamentario Popular creemos que efectivamente todo este tipo de comparecencias que se están realizando están siendo muy enriquecedoras, y además nos parece fantástico cómo se están haciendo, porque va a enriquecer la ley en el trámite parlamentario posterior. Lo que nosotros queremos es que sea una buena ley y que trate de erradicar los delitos que contra 48 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 humanos que usted señalaba, y esta ley es, o intenta ser, una prueba de ello. Entrando ya en los diferentes aspectos de su intervención, a mi se me ocurre, como primer análisis, que si a alguna ley o a algún proyecto se le puede poner una cita poética, quizá sería: Se hace camino al andar. Porque la ley, entendida como tal, no es más que un proceso para intentar conseguir cotas de dignidad que hoy por hoy todavía no están reconocidas y, efectivamente, en aquello que toca lo más básico que son los derechos humanos. Dicho esto, y para no repetir la intervención de la representante del Grupo de Convergencia i Unió respecto al objeto de la ley, no voy a insistir en ello y por tanto me sumo a su intervención, pero quisiera comentar algunos de los aspectos que usted ha señalado y sobre los que le voy a formular finalmente alguna pregunta. Hablaba usted de la vulnerabilidad de algunas mujeres. Me voy a referir siempre, o casi siempre, a aquellas que están recogidas en el objeto de la ley. Hablaba del área rural, y efectivamente podríamos decir que en el área rural puede que se dé una paradoja y digo puede: que mientras que las mujeres que están en el área rural gozan de los mismos derechos que cualquier otra mujer, es cierto que organizar las respuestas de protección quizá es algo más difícil, y de ahí la razón de la ley. La ley se concibe no sólo como integral, sino integrada en sus respuestas, y ésta es la clave no sólo en la propia ley sino también en su desarrollo. Si no somos capaces de articular respuestas más eficaces, mal favor nos haríamos. Yo estoy convencida de que ésta es una oportunidad idónea para enlazar e integrar los diferentes servicios universales que sí están garantizados, sean éstos sanitarios, educativos, policiales, servicios sociales, etcétera, en el ámbito rural, con unos niveles de respuesta superiores a los actuales para poder hacer llegar la información, para hacer llegar la protección y para obtener resultados mejores que los actuales. Por lo tanto, éste es un aspecto en cuanto a derechos. Ha señalado también lo referente a las mujeres inmigrantes, y no deja de sorprenderme porque yo, que ahora estoy en este Parlamento pero que nunca he dejado de estar al pie de cañón y, por tanto, la realidad de las mujeres y de la inmigración no está en mi pasado reciente —que lo está— sino en mi presente rabioso, puedo decirle que desde mi experiencia personal, y naturalmente desde la legislación actual, las mujeres inmigrantes tienen hoy por hoy los mismos derechos de acceso a los servicios básicos. Tendríamos que ver qué pasa si en algo no ocurre así, y por tanto yo le voy a formular una pregunta en este sentido: ¿En qué datos se basa para poder decir esto? Porque probablemente esto nos dará luz y nos dará más elementos para poder corregirlo si es que hay que corregirlo. Pero hoy por hoy, y puedo hablar de mi experiencia personal en una comunidad autónoma pero me consta que en otras también, en el acceso a los servicios básicos, servicios que determinados delitos no se puedan probar de manera suficiente. Ustedes seguramente habrán analizado todo lo referente a la asistencia jurídica gratuita, y por ello le pregunto si le parecería oportuno que en esta ley, en la que ya se prevé la asistencia jurídica gratuita —como no podía ser de otra manera porque se prevé ya a nivel general— se consigue la especificidad de que sea de carácter urgente, es decir que la intervención de la asistencia jurídica gratuita se les dirija así a los colegios de abogados y se realice de manera urgente. No obstante, ¿a usted no le parecería importante y muy necesario que la asistencia jurídica gratuita también se realizara en la presentación de la denuncia y demás actuaciones que la preceden? A nosotros nos parecería importante que también se incluyera en esta ley. Ha hablado usted también de la protección de los testigos y ha dicho que algunos expertos ven dificultades en que los testigos comparezcan delante de sus agresores. ¿Cree que sería positiva alguna fórmula alternativa para que los menores no testifiquen en los juzgados? Y si ustedes han pensado cómo y de qué manera, ¿nos podría decir cuáles? Ha hablado también de la insuficiencia de agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de las medidas de carácter policial. Nos gustaría que se pronunciara sobre si para usted sería positivo crear un plan de protección personalizado para cada víctima, determinando diferente protección en función de la valoración del riesgo para cada una. Por último, quería constatar que ustedes han analizado muy bien la ley porque de su comparecencia se deduce, y por ello quería preguntarle si consideran suficiente o no las ayudas de carácter económico que se prevén para las mujeres de 50 y 55 años me parece que es en el artículo 22 de la ley y si han analizado las medidas de inserción laboral, porque desde mi grupo parlamentario pensamos que se queda un poco corto aludir solamente al Plan de Empleo del Reino de España sin decir cuáles son los principios básicos que inspiran las actuaciones del Plan de Empleo del Reino de España, cuando pensamos que una medida realmente fundamental para que efectivamente pueda haber rehabilitación es la inserción de carácter laboral. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Parlamentario Socialista tiene la palabra la señora Esteve. La señora ESTEVE ORTEGA: Señora Naredo, mi grupo parlamentario le da la bienvenida y le agradece su intervención y sus aportaciones. Permítame, no obstante, un saludo de una Esperanza a otra esperanza. Esperanza es mi nombre y he entendido que no es el suyo, pero le doy también la bienvenida. Sepa, pues, que no sólo Amnistía y otras organizaciones sociales están con las mujeres víctimas, sino que desde este Parlamento y en todos los estamentos de la Administración del Estado estamos intentando luchar por los derechos 49 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 sociales, información, orientación, tratamiento, ayudas puntuales, asistencia jurídica, plazas en casas de acogida, el porcentaje de mujeres inmigrantes y de mujeres autóctonas es prácticamente el mismo. Por tanto, no hay dificultades en el acceso, y si hay alguna dificultad, tendríamos que ver por qué. Otra cosa es el derecho de asilo, al que usted también se refería. En España, hoy, a través del artículo 17.2 de la Ley de Asilo, se está admitiendo a las mujeres en situación de asilo cuando éstas están amenazadas o están sufriendo una situación de violencia doméstica. Es un artículo que está relacionado con el Convenio Europeo de Derechos Humanos. Por tanto, éstas son medidas de protección que se están aplicando. No obstante, me interesará saber su opinión porque probablemente habría que incidir mucho más en estos aspectos. Visto esto, y respecto a las mujeres discapacitadas, es cierto que el proyecto de ley las menciona y que prevé sistemas de traducción, porque aquí lo importante es cómo establecer puentes de comunicación. Lo mismo pasa a veces con las mujeres inmigrantes, es decir que nos encontramos con problemas sin que tengamos plenamente interiorizado el fenómeno de la inmigración en muchas situaciones para las que todavía hoy no existen respuestas: nos encontramos con problemas de traducción en servicios sanitarios, etcétera, pero en general, y por supuesto que este déficit por fuerza se tienen que manifestar también en las situaciones de violencia. Respecto a la tutela institucional, estoy de acuerdo en que hay que supervisar el cumplimiento en todo el territorio teniendo en cuenta, y siempre desde el respeto a las diferentes competencias —como decía la representante de Convergencia i Unió—, a comunidades autónomas y ayuntamientos. Pero es verdad que la ley prevé los mecanismos: una Delegación del Gobierno y el Observatorio. Estoy de acuerdo con usted en que hemos de ser muy rigurosos con la evaluación, porque esto no se hace muchas veces con las políticas y no sabemos nunca el impacto que éstas tienen una vez que se aplican. Por tanto, ésta es una garantía que hace bien en recordarnos y nosotros en recoger. Otro elemento que quisiera señalar es el de las medidas de sensibilización, sobre las que estoy de acuerdo con usted. No solamente hay que trabajar con aquellos que sufren la violencia directa o indirectamente, con aquellos que son agresores y que con su actitud la fomentan, sino también con la comunidad en general, con la sociedad en general. En este sentido me propongo reflexionar sobre el sistema de redes. Las campañas de gran impacto son cortas en el tiempo —lo dice su informe-y por ello hay que analizar cómo podemos trabajar en un sistema de redes que penetre profundamente en nuestra sociedad y que asegure la comunicación y el cambio sociocultural que pretendemos en las escuelas, etcétera. Y vuelvo a remitirme al carácter integral de la ley. En este sentido quiero plantearle tres preguntas. Me preocupan sobre todo los datos. Si el 92 por ciento de las mujeres que sufren violencia de género tienen una relación sentimental con su agresor, le pregunto qué podríamos hacer en el caso de aquellas mujeres que no están en esta situación y que son casos que usted plantea que deberían incorporarse a este proyecto de ley —me refiero al tráfico de mujeres, abusos y demás—. ¿Los sacaría del Código Penal y los incluiría en la ley? ¿Cree que seríamos más eficaces? ¿No cree que estaríamos desvirtuando? También le en qué momentos y en qué situaciones se rechaza la atención a las mujeres inmigrantes en los servicios sanitarios, en los educativos, en las asesorías jurídicas. Esto nos ayudaría. Y finalmente, respecto a los menores, ¿cree usted que la ley, en su sistema protector y con el planteamiento actual, permite proteger al conjunto de la familia que está en situación de vulnerabilidad o indefensión, al igual que la mujer? La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, para contestar a las preguntas formuladas por los distintos grupos, la compareciente, señora Naredo. La señora REPRESENTANTE DE AMNISTÍA INTERNACIONAL (Naredo Molero): Muchas gracias por las preguntas formuladas. Creo que han sido de una gran riqueza los comentarios escuchados. Voy a contestar por orden de los intervinientes, aunque algunas de las preguntas, si son similares, trataré de contestarlas juntas. La representante del Grupo Mixto planteaba si nos deberíamos referir a violencia de género o a violencia doméstica. Voy a empezar mi turno de intervención de respuesta precisamente hablando de esto que se ha repetido en diferentes intervenciones y que hace referencia al objeto de la ley, para indicar la postura de Amnistía Internacional respecto al mismo. En primer lugar diré que la postura de Amnistía es la que se ha recogido de la normativa sobre derechos humanos, y no solamente de la que ya he citado y del abordaje que entiende la ONU como más importante para la violencia; que no es definirla por el lugar donde se produce o donde se padece, sino por el origen, por la raíz de esa violencia. En ese sentido me permito decir que Amnistía Internacional y también las expertas del Comité de la CEDAW que evaluaron el informe de España presentado hace un par de semanas por el Gobierno español —de hecho, les he repartido en la carpeta del dossier de información las conclusiones del Comité de la CEDAW, el Comité que vigila la Convención de la Mujer y su aplicación por parte de los Estados— hicieron esa misma valoración. Dijeron que es muy importante el marco de la ley. Estamos hablando, por supuesto, de algo que empieza, pero es muy importante empezar las cosas con un marco que permita luego trabajar y defender un abordaje determinado. Yo entiendo, por ejemplo, que si se habla de violencia doméstica y se circunscribe el ámbito de la ley a la violencia derivada de la pareja o ex pareja, no se está aplicando la doctrina de Naciones 50 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Unidas, que hace hincapié y pone el foco en la raíz del problema, en por qué las mujeres sufren violencia en su casa, en el trabajo, en el espacio público, en por qué una mujer que sufre acoso sexual en el trabajo tiene una situación de violencia y de vulnerabilidad similar a una mujer que sufre violencia por parte de su pareja. Es decir, es el continuum de la violencia el que hace que la ONU nos recuerde que no se puede compartimentar la violencia porque surge toda de una misma raíz. Por eso la relatora de Naciones Unidas sobre violencia contra las mujeres recuerda que es muy importante huir de términos vagos como violencia familiar; es muy importante porque se descuida el origen, se descontextualiza la violencia, y para abordar con rigor la violencia contra las mujeres es preciso contextualizarla en el ámbito de la discriminación. Y esa discriminación se sufre tanto en el ámbito familiar como en el ámbito público, y con el ejemplo del acoso sexual que he manifestado creo que se entiende perfectamente que el abordaje de Naciones Unidas sobre la violencia hace referencia a la discriminación que las mujeres sufrimos y que nos hace ser víctimas de violencia en todos los ámbitos de la vida. Entonces. Por supuesto que la violencia en el ámbito familiar, la violencia a manos de la pareja y ex pareja, es quizá la más extendida. No me cabe duda de que esos datos son muy importantes y nos hacen ver que el trabajo en el ámbito de la violencia familiar, o sea, de la violencia contra las mujeres, es esencial y crucial. Pero estamos hablando y por supuesto queremos ser ambiciosos de un marco de trabajo para paliar la violencia que se ejerce contra las mujeres. Yo no comparto la idea de que se hace camino al andar. Es muy importante que ese camino empiece siendo coherente y empiece planteando el marco de Naciones Unidas. Si a partir de ahí se hace hincapié y se prevén medidas específicas, una mayor dotación económica y una serie de previsiones en el ámbito familiar, lo entenderemos perfectamente, pero al hablar de una ley integral sobre violencia de género, no podemos desoír ni descuidar esos otros datos. Porque decimos que existen unas cifras escandalosas de mujeres que sufren violencia en el ámbito familiar, pero ¿y las cifras sobre el acoso sexual en el trabajo? ¿Y las cifras de menores abusadas por parte de sus progenitores? Esas cifras están ahí, lo que ocurre es que existe una opacidad total respecto a la violencia contra las mujeres. Yo, desde luego, entiendo que el acoso sexual es otra de las violencias absolutamente opacas. La violencia sobre las niñas a manos de sus padres es también opaca. Todas esas violencias estarían fuera de la protección de la ley integral. Con lo anteriormente expuesto respondo a la pregunta que me han hecho respecto al acoso sexual en el sentido de si sería cuestión de sacarlo del Código Penal e integrarlo en la ley integral. No, en absoluto. Pero porque tampoco se está haciendo lo mismo con la violencia en el ámbito familiar. Se entiende que existe una protección penal y luego existe un abordaje político- institucional integral del problema. Es decir, el Código Penal está perfectamente previsto como medida de protección de los derechos humanos tanto en el acoso sexual como en la violencia en el ámbito familiar como en el tráfico de mujeres, pero decimos de que ese abordaje criminal, penal o sancionador exclusivamente no es suficiente. Se necesita un abordaje integral de todo el problema. En ese ámbito es en el que Amnistía Internacional entiende que no se puede hablar exclusivamente del enfoque holístico para la violencia a manos de la pareja y ex pareja, sino que ese enfoque es necesario para todas las formas de violencia contra las mujeres, tal y como las define Naciones Unidas. Y, como digo, no solamente Amnistía Internacional sino también el Comité de la CEDAW, dos semanas atrás, de las cinco preocupaciones que recogió la presidenta del Comité —cinco preocupaciones que quiso recordar al Estado al finalizar la comparecencia—, una era que se amplíe el marco de la ley a todas las formas, tanto públicas como privadas. Les he pasado la comparecencia. Es muy importante reflexionar sobre este tema. La ley integral no es un punto de llegada sino de partida, y en eso estoy totalmente de acuerdo con ustedes. Pero ese punto de partida hay que establecerlo en coherencia con el marco de derechos humanos del sistema que nos hemos dotado, porque afortunadamente se han ratificado todos los instrumentos de derechos humanos de las mujeres, y eso nos obliga a trabajar con un enfoque y no con otro. En ese sentido es en el que quería contestar respecto al objeto de la ley. Para nosotros no se trata de ser o no ambiciosos, se trata de empezar con un marco dotado de coherencia. Entendemos la complejidad de este asunto y que se hace camino al andar, pero la forma en que empiezan las cosas es muy importante. Hay una pregunta que han formulado tanto Mercè Pigem como la representante del Grupo Mixto y también la representante del Grupo Socialista, en relación con los estándares mínimos que entendíamos que son importantes, y quiero resaltar que esto no es una idea brillante de Amnistía Internacional, sino que vuelve otra vez a ser planteado como uno de los principales comentarios del Comité de la CEDAW. Siempre que se habla de la protección de los derechos humanos en España, se trae a colación la descentralización y cómo esa descentralización, efectivamente, es algo importantísimo en el sentido de que la cercanía de la Administración a la ciudadanía hace que las políticas sean mucho más reales, más ricas. Pero es fundamental aclarar que el Estado español ha ratificado la Convención, la CEDAW, y el Gobierno central es el que responde ante los organismos de derechos humanos por todo el territorio estatal. Eso es así en derecho internacional, es decir, cuando es preciso valorar los progresos que se han hecho para cumplir la Convención, el interlocutor de Naciones Unidas es el Gobierno central, el Estado representado por el Gobierno central. Por supuesto que la panoplia de derechos que nos vinculan porque hemos ratificado como Estado vinculan también a todas las 51 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 administraciones públicas más descentralizadas. Eso es clarísimo. Pero quien tiene que velar por que exista una homogeneidad en última instancia y frente a Naciones Unidas, quien tiene que velar porque haya un cumplimiento exhaustivo de esos derechos humanos es en último término el Gobierno central. Eso no exime que los gobiernos autonómicos lo hagan también. Pero es muy importante que exista un mínimo garantizado, que por supuesto cada comunidad autónoma pueda ampliar y puede reforzar. Nos alegraría enormemente que las comunidades autónomas no se contentaran con que existiera una mínima protección tanto a las casas refugio como a los centros de recuperación integral, y a unos criterios adecuados a la normativa de derechos humanos para tratar de reparar a las víctimas, etcétera, sino que fuesen más allá y se hicieran programas para mejorar esos mínimos. Entendemos con el Comité de Naciones Unidas que tiene que haber una garantía que ahora mismo no existe, y desde luego no sería la delegación del Gobierno, porque no puede tampoco hacerlo así, un organismo que impusiera absolutamente nada, sino que simplemente velaría por que esos estándares mínimos y adecuados se cumplan, es decir, viera si las comunidades autónomas integran esos estándares mínimos y mejorables. Existiría así una vara de medir si se está cumpliendo la protección de derechos humanos frente a la violencia contra las mujeres en los diferentes territorios. Entendemos, desde luego, que no puede dejarse la protección de las mujeres al arbitrio —pero al hablar de arbitrio no quiero decir que sean arbitrarias las políticas de derechos humanos de las autonomías— de que una comunidad autónoma quiera legislar o normativizar, mejor o peor, sino que tiene que haber un mínimo homogéneo. Simplemente eso. Y ahora no existe. Pero no lo decimos nosotros, sino Naciones Unidas. Uno de los asuntos que nos preocupan especialmente —y contesto también a la representante del Grupo Socialista— es el acceso de las víctimas a los recursos. El acceso de las víctimas a los recursos, lamentablemente, depende de qué comunidad autónoma, incluso de qué ayuntamiento, hablemos y, a mayor abundamiento, de qué casa refugio o centro de emergencia hablemos. Amnistía Internacional lleva recabando información sobre esto desde hace ya varios años, desde que publicó su informe No hay excusa en noviembre de 2002 —y ahora hablaré especialmente de las mujeres inmigrantes indocumentadas— porque nos importa mucho este aspecto y porque existe un grave problema a partir de la recogida de datos. Por ello les hemos entregado en el dossier el informe Mujeres invisibles. Abusos impunes, en el cual se recaba información de asociaciones que trabajan con mujeres inmigrantes. Entendemos que no debe suceder que una mujer, por tener sus hijos mayores de 16 años, por tener un problema de alcoholismo o por ser inmigrante sin documentación, en unas comunidades autónomas pueda sin ningún problema acceder a la red de servicios y en cambio en otras comunidades autónomas les pongan problemas desde la misma recepción en comisaría. Esto está sucediendo, se lo garantizo porque estamos recibiendo información en el terreno, y nos parece muy preocupante. ¿Qué ocurre? Que, efectivamente, en una sociedad que tuviera interiorizado el sistema de derechos humanos hasta el último funcionario o funcionaria de turno, no habría ninguna necesidad de prever en la ley integral nada que haga referencia específica a mujeres inmigrantes indocumentadas. Pero esto no es así. Ya es un clásico la denuncia de SOS Racismo de la Comunidad Valenciana según la cual dos mujeres inmigrantes marroquies llegaron a la puerta del centro de emergencia y les dijeron que no las podían atender y que además les iban a incoar expediente de expulsión. De estas realidades es de las que Amnistía Internacional se ha hecho eco con el informe Mujeres invisibles. Abusos impunes, del que tienen copia. Entendemos que es importantísimo prever y atar y atar bien que la protección de los derechos humanos de las mujeres esté por encima de su situación administrativa. Alguna de las integrantes de la Comisión preguntaba cuáles eran nuestras propuestas al respecto. Nosotros proponemos incluir en los principios rectores de la ley —esto está en el informe que les hemos pasado— un texto que dijera: Garantizar en todo el territorio la protección de los derechos de mujeres pertenecientes a sectores específicos en circunstancias de especial vulnerabilidad, y en el apartado en el que se hace referencia a la garantía de los derechos: Todas las mujeres víctimas de violencia que se encuentren en territorio español, con independencia de su situación administrativa, tienen garantizados los derechos previstos en este capítulo. Sólo con esa frase se dice que la situación administrativa no puede influir en su protección mayor o menor. Es algo de cajón, pero es importantísimo preverlo en una ley y que esa ley vaya calando en todos los sectores profesionales que trabajan con mujeres y que vean como algo meridianamente claro que la protección y los derechos a la seguridad personal, a la vida, a la integridad física y psíquica y sexual están por encima de los derechos de residencia o no residencia administrativamente regulados. Contestando a la segunda parte de sus preguntas, si tienen más preguntas respecto a datos, yo les derivaría a organizaciones como MPDL, ATIME, y Rumiñahui, que están trabajando con mujeres inmigrantes y que les pueden dar datos de primera mano, o también asociaciones como Miriadas —de la que es representante Esperanza—, que están diariamente enfrentándose con estos obstáculos. Amnistía Internacional entiende que si en este momento tan precioso que tenemos, con la elaboración de un instrumento legislativo de protección de las mujeres, no nos hacemos eco de los obstáculos actuales, ¿cómo vamos a paliarlos? Es muy importante conocer cuáles son esos obstáculos para legislar y tratar de proteger realmente. Hay también algo muy importante 52 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 que es la protección legal y la protección de pacto y cómo, en concreto, los miembros del Comité de la CEDAW, siempre hablan de igualdad legal, igualdad en la ley, igualdad de resultado. ¡Qué importante es hablar de la igualdad de resultado! A mí no me vale de nada que en la ley no exista ninguna discriminación hacia las inmigrantes si de hecho la está habiendo. Y se están interpretando determinados artículos, como la reforma del derecho a la asistencia jurídica gratuita; gracias que existe esa sentencia importantísima del Tribunal Constitucional. Pero aun así hay determinados colegios de abogados que se siguen agarrando a la palabra residente, dentro de la Ley de Extranjería. Debemos tener muy claro los obstáculos que se nos están poniendo para que las mujeres vean que sus derechos están garantizados. A partir de ahí podremos hacer una ley que mejore y que proteja los derechos de todas las mujeres. En cuanto a los médicos forenses, me preguntaban cómo puede de alguna manera garantizarse que los médicos forenses hagan su trabajo con diligencia. Yo entiendo que la ley, igual que hace referencia de manera específica por ejemplo a la policía, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, debe hacer referencia a los médicos forenses como un eslabón clave en la atención profesional a las víctimas y debe poner de manifiesto la importancia que tiene la labor de estos médicos forenses. Estaría bien asimismo que estableciera como principio rector la formación de estos profesionales para trabajar con estas víctimas, porque es algo clave que estas víctimas, no sólo las víctimas de violencia física y sexual, sino muy especialmente las víctimas de violencia psíquica, sean tratadas por profesionales que puedan evaluar los daños de una manera eficaz y con unos criterios que respondan a la diligencia profesional. Porque, según nos consta, la violencia psíquica está siendo muy mal evaluada. Hay pues que considerar, en primer lugar, la importancia de estos profesionales y, en segundo lugar, la importancia de su formación. Primero, que deben atender a todas las víctimas de violencia de género, como una máxima, como un principio rector; y, segundo, que la Administración judicial debe garantizar formación continúa a estos profesionales. Otra de las preguntas de la representante del Grupo Mixto se refería al tema del asilo. Nos parece clave; precisamente por eso lo traemos aquí. Después esa pregunta ha sido retomada. ¿Por qué? Porque, primero, sí que existen datos sobre solicitantes. De 6.309 nuevos solicitantes el año pasado, 2.435 eran mujeres. Pero de lo que no hay datos, porque la Oficina de Asilo y Refugio, la OAR, no da datos, es de cuántas de las denegaciones de admisiones correspondían a mujeres o a hombres. Ésta es una solicitud que Amnistía Internacional, ya desde su informe Asilo: una carrera de obstáculos, lleva haciendo, lleva planteando; desagregar por sexos, no sólo las solicitudes, que por supuesto, sino también las admisiones y las denegaciones. Y tam- bién es muy importante, a juicio de Amnistía Internacional, saber —porque ése es otro de los temas que tampoco se sabe—, cuando deniegan o admiten, qué circunstancia había alegado la persona para solicitar el asilo. No sabemos, de las denegaciones, desafortunadamente, cuántas son de mujeres que habían solicitado su asilo por persecución por género. Pero lo que sí sabemos —hace relativamente poco tuvo conocimiento de ello Amnistía Internacional, lo reportó y lo envió a su sede central en Londres— es que una mujer con riesgo de ser mutilada en su país de origen fue devuelta. El derecho a la no devolución de todas las víctimas de violencia de género es algo absolutamente clave, y eso, si se recogen los datos, será mucho más sencillo poder evaluar cómo está funcionando, cómo está respondiendo la Administración española, cómo está respondiendo la OAR, a esa máxima de no devolución de las mujeres que son perseguidas en sus países por violencia de género. Y una mujer con riesgo de sufrir mutilación genital es una mujer perseguida por violencia de género. En el tema del asilo, nuestra preocupación esencial radica en conocer los datos para ver si la Administración española está actuando en consecuencia y cumpliendo los estándares internacionales al respecto. A los sectores desprotegidos de mujeres hacía referencia la representante de Izquierda Unida, que existieran servicios específicos para esas mujeres. Amnistía Internacional entiende que lo que no se visibiliza muchas veces no existe. Y es muy importante por eso que la ley parta de un reconocimiento de que las mujeres somos un colectivo heterogéneo, de que existen mujeres especialmente vulnerables ante la violencia. Ese reconocimiento de vulnerabilidad, del cual Amnistía Internacional se hace eco pero lo recoge también en sus numerosas recomendaciones Naciones Unidas, llevará a la Administración a actuar en consecuencia, elaborar diagnósticos, elaborar medidas específicas y tener como máxima el hecho de responder a las mujeres según sus demandas y según sus necesidades. Por supuesto que deben existir carteras. Y claro que la ley es el marco pero no es el ámbito en el que se deben prever a lo mejor esos servicios específicos, pero sí que la ley debe dotar de ese marco imprescindible que es el reconocimiento de heterogeneidad de las mujeres y de colectivos especialmente vulnerables. Me hablaban de algunas recomendaciones con respecto a las mujeres con discapacidad. Amnistía Internacional lo que celebra es que las mujeres con discapacidad estén siendo interlocutoras de la ley, estén siendo llamadas por el Instituto de la Mujer y por las personas que en el Gobierno elaboraron el anteproyecto y el proyecto. Entendemos que deben seguir siendo interlocutoras. Por supuesto nos parece insuficiente las dos previsiones que existen en la ley. Por ejemplo, se habla de información y se hace referencia exclusivamente a las mujeres sordas, es que las discapacitadas son muchas más que las mujeres sordas. Hay un informe —y se lo 53 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 recomiendo a todas las personas integrantes de la Comisión—, que es el informe de la Ararteko, de la Defensora del Pueblo Vasco, sobre respuesta institucional a la violencia contra las mujeres. En este informe, la Defensora del Pueblo Vasco hace especial referencia a la inadecuación de los servicios de acogida y de emergencia para mujeres que sufren violencia con respecto a las necesidades de las mujeres discapacitadas físicas, y a la necesidad de que, cuando se está hablando de centros de emergencia, de casas de acogida y de todo tipo de servicios, se tengan en mente las necesidades de las mujeres discapacitadas, no sólo a las mujeres sordas, en general. Amnistía Internacional lo único que traslada es la preocupación de vulnerabilidad, que también fue manifestado por el comité de la CEDAW, y hace referencia a esas interlocutoras privilegiadas que son las propias mujeres discapacitadas, que están, nos consta, haciendo propuestas a la ley. En cuanto al incremento de las penas, cuestión por la que se nos ha preguntado, Amnistía Internacional hace, sobre la referencia a la tutela penal, una única recomendación, que es la de prever en el Código Penal, como una forma de tortura, toda agresión física y sexual o psíquica contra mujeres en condiciones de detención, eso entendiendo el marco amplio de la ley. Amnistía Internacional sí que entiende que existe esa laguna todavía respecto a las mujeres que están sufriendo violación en las comisarías, nos llegan noticias de ello en numerosas ocasiones, y contrariamente a la legislación internacional de derechos humanos no está siendo considerada tortura. El Código Penal —y hemos hecho una referencia al respecto— debería integrar, aparte de cómo una violación o una agresión sexual, un delito contra la libertad sexual, ese delito de torturas, como hace la legislación del Tribunal Penal Internacional por ejemplo. Respecto a la violencia en el ámbito familiar, Amnistía Internacional no considera que el problema fundamental de la violencia en el ámbito familiar, de la impunidad del problema de la violencia en el ámbito familiar, sea el incremento de las penas. En absoluto compartimos ese aspecto. Entendemos que ahora mismo existen elementos para sancionar a los autores de una manera que se considera no impunidad, pero el problema es otro. El problema, como decíamos antes, es la falta de diligencia en la investigación, lo cual hace que las pruebas no sean recogidas con toda la diligencia que ello requiere, porque son pruebas muy difíciles de obtener, y que los juicios muchas veces terminen en absolución, por ese tema de la recogida de la prueba. Y también, muy importante para Amnistía Internacional, algo que supone impunidad, que supone indefensión, es la suspensión de las condenas. No es ya que a la persona no se le condene, sino que es que esas condenas muchas veces, por no tener antecedentes el condenado, son suspendidas en general sin ningún tipo de obligación añadida. Y el efecto, como decimos muchas veces, de la frustración de la sentencia favorable; la mujer acaba en sentencia condenatoria ese proceso y después se encuentra con que su marido está en su casa porque le han suspendido la condena, porque no tiene antecedentes, y se encuentra conviviendo en la misma casa con una condena por violencia en el ámbito familiar. Eso nos parece muy grave, nos parece gravísimo, pero entendemos que no tiene tanto que ver con el incremento de las penas sino con la aplicación rigurosa de las penas y de las condenas que ya existen. Sobre el fondo de garantía de alimentos, es uno de los ámbitos de protección del Estado que Amnistía Internacional lamenta que haya desaparecido del proyecto de ley —estaba en la proposición de ley del Grupo Socialista de hace dos años— y lamenta profundamente que algo tan clave no aparezca. ¿Por qué? Porque entendemos que es fundamental para la autonomía de las mujeres, que debe ser la finalidad de toda recuperación o rehabilitación de las víctimas. Insisto, y discúlpenme, en que lamentamos que no exista ese fondo. Voy a ir concluyendo. En cuanto a las medidas preventivas, simplemente les remito a las propuestas del texto que les hemos pasado. Amnistía Internacional sí que valora que existan en el texto del proyecto de ley medidas, sobre todo, más que educativas en los diferentes tramos de la educación, de educación del profesorado en los derechos humanos y en los derechos de las mujeres. Para Amnistía Internacional es clave la formación del profesorado y de hecho hemos emitido un informe, Educación en derechos humanos: una asignatura pendiente, que está en la página web y que quien quiera lo puede consultar. Entendemos que se debería hacer quizá más hincapié todavía en la formación del profesorado, de todo el profesorado, en derechos humanos. No solamente en lo que se refiere a la violencia contra las mujeres, sino en general en derechos humanos. Me preguntaban sobre los ancianos y los menores. Amnistía Internacional recoge la definición de Naciones Unidas, recoge el abordaje de Naciones Unidas, y entiende que la violencia está absolutamente ligada, es más, es la manifestación última, la manifestación más grave, de la discriminación por razón de sexo, de la discriminación que sufren las mujeres, niñas y ancianas. Amnistía Internacional valora muy positivamente que exista un abordaje específico de las mujeres, que son las víctimas de la violencia de género por el hecho de ser mujeres; nos separamos totalmente del abordaje que mete en un mismo saco, digamos, a diferentes colectivos vulnerables. Porque, de hecho, con los estudios que existen en Unifem a nivel mundial, les puedo garantizar que no es lo mismo ser un anciano que una anciana, que no es lo mismo ser un niño que ser una niña, respecto a las posibilidades, a las oportunidades y a la posición para gozar de los derechos humanos. Siempre va a ser más desfavorecida tu posición si eres una niña que un niño, si eres una anciana que un anciano. Yo remito a la normativa, a los estudios y a las 54 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 declaraciones y a las recomendaciones de Naciones Unidas, que recogen ese marco de violencia contra las mujeres, que debería ser el marco que adoptara este Parlamento y que es realmente ilustrativo para enfocar la ley debidamente. Sólo voy a hacer referencia a la Ley de protección de testigos y peritos; alguna de las preguntas hacía referencia a la protección de esos testigos. Es una ley absolutamente insuficiente, de la cual las víctimas vienen quejándose. Tenemos muchos ejemplos en derecho procesal comparado, y nos podemos ir hasta incluso a Estados Unidos, de cómo recoger la declaración de testigos con medios audiovisuales; son perfectamente posibles si se hacen con peritaje y se hacen con todas las garantías. Recoger esos testimonios de testigos, por ejemplo de menores o de víctimas que no quieran o no puedan, porque peligra su seguridad, que se les vea la cara en la comparencia. En ese sentido hemos de ser mucho más imaginativos, debemos aplicar toda la tecnología a nuestro alcance y por supuesto ampliar la Ley 19/1994, de manera que se garantice realmente la protección de todas las víctimas. Esa ley debería ser mejorada por la ley integral y debería recoger todas las posibilidades a nuestro alcance, siempre desde el punto de vista de la víctima; cada víctima tiene unas necesidades específicas de protección, diferentes en cada caso, pero que deben ser un punto esencial en todos los procesos de este tipo. Esas necesidades deben llevarnos a arbitrar diferentes posibilidades. Pero los primeros que deben entender que esta ley es muy importante, la Ley de protección de testigos, son los jueces. Y para eso la ley podía prever también un capítulo de formación continua de los jueces respecto a las necesidades de protección de las víctimas en los procesos. Por último, en cuanto a los protocolos sanitarios, lo que llama la atención a Amnistía Internacional es que el protocolo estatal esté en funcionamiento desde el año 1999, que se haya producido, como todo el mundo recordará, una reforma en el Código Penal que incluía la violencia psíquica como delito, y que en ese protocolo, si van ustedes a leerlo, siga la llamada a pie de página diciendo que, en tanto no se reforme el Código Penal, todos los médicos y médicas entenderán que la violencia psíquica no es delito. Lo primero que Amnistía Internacional recomienda es que los protocolos al uso estén debidamente actualizados y que los protocolos sean también verificados en cuanto a su aplicación y a su cumplimiento, que no solamente se queden en la elaboración de un documento más o menos estático, sino que sean documentos que se revisen con periodicidad y también que se promueva su uso. Ahora mismo, yo entiendo, desde la opinión de Amnistía Internacional y desde la información que estamos recabando, que no se está haciendo suficiente para que los protocolos sean un manual de consulta habitual de los médicos. Y ahí entramos en un problema que nos parece clave, que es que, si está funcionando de manera más o menos, en muchos casos, bastante adecuada la asistencia a vícti- mas de urgencia, lo que no está funcionando, y por ello es muy importante el tema de los protocolos, es la asistencia a mujeres que no evidencian una lesión física de urgencia y que deberían ser detectadas como víctima de violencia de género y ayudadas y apoyada en un proceso personal de ruptura de la relación de violencia y de apoyo integral como cualquier víctima. La detección precoz, ese trabajo desde el ámbito sanitario de detección precoz, está siendo completamente insuficiente y para eso también serviría la actuación de los protocolos y el trabajo de los médicos y sanitarios en el ámbito de la violencia psíquica, no solamente la física. Con esto doy por respondidas, visto que además el tiempo corre, las preguntas en general, pero además tienen el dossier con los documentos que hemos querido acompañar. Nos gustaría mucho también que para cualquier consulta, cualquier aclaración, se dirigieran a Amnistía Internacional. Igual que se han puesto en contacto con nosotros para invitarnos a la comparecencia, también pueden hacerlo para cualquier aclaración o cualquier consulta. Nosotros estaríamos encantados de responderles. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, María Naredo, por su magnífica exposición y su aportación desde el aspecto de los derechos de las mujeres, desde los derechos humanos, que es el primer derecho que tenemos como personas. En esto creo que coincidimos todos. Quiero trasladar también desde la Presidencia a Esperanza nuestro apoyo y nuestro afecto, que nos remita su testimonio por escrito. Y desde luego que pueden remitirnos todos los datos, que siempre contribuirán a enriquecer este proyecto de ley para que beneficie a todas las mujeres que de algún modo sufren violencia. Continuamos inmediatamente con las comparecencias. (Pausa.) — DEL SEÑOR DIRECTOR DEL CENTRO REINA SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA (SANMARTÍN ESPLUGUES). (Número de expediente 219/000024.) La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión. Antes de dar la palabra al compareciente de esta tarde, les recuerdo a sus señorías que el jueves 22, tendremos reunión de Mesa y portavoces a las 9:45, en esta misma sala, previamente a la comparecencia que se iniciará a continuación. Damos la bienvenida a don José Sanmartín Esplugues, nuestro próximo compareciente, director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, que está sentado a mi izquierda con su ordenador y que nos va a ilustrar con su exposición. Tiene la palabra, señor Sanmartín. El señor DIRECTOR DEL CENTRO REINA SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA (Sanmartín Esplugues): Ante todo permítanme agradecerles la oportunidad de comparecer en este acto. 55 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Para clarificar las propuestas que voy a intentar formular y que responden al propósito de mejorar esta ley de protección, me veo obligado a hacer una breve introducción sobre algunos términos clave en el área de estudio sobre violencia. Ustedes ya saben que en España todo el mundo sabe de casi todo, pero sobre todo sabe de fútbol y de violencia y de cómo resolverla. Pues bien, el motivo de que yo vaya a hacer una breve introducción terminológica es muy simple y es porque el significado científico de muchos de esos términos a los que he aludido y el significado común de los mismos no coinciden. No suelen coincidir, en concreto, los significados de los términos violencia de género y violencia doméstica. Y difícilmente se podrán tener leyes unívocas si la definición de estos conceptos es confusa. No hace muchos días yo oía como algunos magistrados en la radio discutían sobre qué era preferible, si usar violencia de género o violencia doméstica. Pues lo preferible sería estudiar libros científicos sobre violencia y quizás así los conceptos comenzarían a usarse con la pulcritud exigida y exigible. Pues bien, en primer lugar, ustedes ya saben seguro que científicamente se entiende por violencia toda acción, amenaza de acción pero también toda omisión que causa intencionalmente un daño físico, psicológico o sexual, y saben también que, recientemente, se ha añadido a esos daños el económico y que se habla también de violencia económica, que es una violencia, por cierto, muy característica de la mujer en general y de la mujer mayor en particular. En segundo lugar, por género —y digo esto porque últimamente escucho mucho sobre la palabra género, en expresiones como violencia de género—, no nos estamos refiriendo nunca jamás a las características anatómicas y funcionales, en definitiva a las características biológicas, que hacen de un ser humano un hombre o una mujer. El género no es la característica que indica que un sustantivo se aplica a personas, animales o cosas o mujeres u hombres, el género —repito— no es eso ni tampoco es el sexo. El género, en estudios de violencia, es siempre el rol, el rol construido socialmente para el hombre o la mujer a partir de sus diferencias biológicas. Desgraciadamente el uso común ha hecho que la extensión de este término de violencia de género se restrinja sólo al rol social de la mujer. Hechas estas previsiones iniciales, la violencia de género, a partir de la resolución que ustedes tiene en la pantalla, que es la 48104 de la Asamblea General de Naciones Unidas, de 20 de diciembre de 1993, se empezó a definir de forma estricta, aunque la gente no lo sepa, pero se empezó a definir de forma estricta. En la resolución realmente no se habla de violencia de género, en esta resolución de 1993, aunque se define lo que es la violencia de género, que empezará a ser llamada así en documentos posteriores de la ONU y, fundamentalmente, en el informe realizado por el Fondo de Población de Naciones Unidas sobre violencia contra mujeres y niñas en el año 1993. Pues bien, por tal, por violencia de género, como ustedes saben, se entiende todo acto de violencia basado en el género, en el rol social, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la viada pública, como en la vida privada. La definición a ustedes les tiene que sonar porque es más o menos la que forma parte del proyecto de ley objeto de esta comparecencia. Por lo demás, formas paradigmáticas de la violencia de género son tradicionalmente la mutilación genital, la explotación sexual de la mujer, el tráfico sexual de mujeres, el acoso sexual y la denominada violencia doméstica, entre otras muchas formas. Esta última expresión, la de violencia doméstica, es por cierto muy equívoca, no tanto como la de violencia de género, que tiene un significado más o menos estricto. En torno al conjunto de violencia doméstica hay, repito, una gran confusión. El término doméstico, perdonen la pedantería, ya saben ustedes que proviene del latín domus, que significa casa y que doméstico es entonces un adjetivo que se refiere a todo lo perteneciente o a todo lo que es relativo a la casa o al hogar. Es este sentido estricto del término doméstico el recogido por ejemplo por una célebre feminista, la coordinadora del programa de estudios de la mujer, del Colegio de México, la doctora Marta Torres Falcón, en un libro suyo que les recomiendo encarecidamente, que se llama La violencia en casa. En este libro, Marta Torres Falcón analiza la violencia que se da entre los distintos que conviven en un mismo hogar y que forman una familia, en el sentido amplio de este término. De ahí que en este contexto la expresión violencia doméstica y la violencia familiar sean sinónimas. Parte de esa violencia doméstica es por cierto la que ejercen sobre la mujer diversos agresores en el marco de la familia, como por ejemplo, la pareja, los hijos, etcétera. Pues bien, sobre el grado de violencia familiar, yo no voy a exagerarles aquí. Los científicos tenemos un juramento con nosotros mismos, y es que cuando manejamos las cifras es porque las hemos sopesado, analizado, comparado y decidido. Y digo esto porque hubo un sociólogo llamado Strauss que dijo que la familia era el segundo contexto más violento de la historia de la humanidad sólo por detrás de un ejército en tiempo de guerra. Hombre, yo no voy a exagerar como Strauss, pero sí que les puedo decir que la evolución de la violencia familiar en España, entre 2001 y 2003, es preocupante, porque es esta que hay aquí. En el caso de la mujer, el incremento del maltrato en el seno de la familia ha sido del 99,42 por ciento, con un salto tremendo entre 2001 y 2002. En el caso del menor el incremento ha sido del 89,14 por ciento; y en el caso del mayor el incremento ha sido del 86,25 por ciento. Por lo tanto, unas cifras que deberían hacernos meditar. Bien, obviamente, así entendida la violencia doméstica como violencia familiar, la violencia doméstica no 56 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 es una forma de violencia de género en su totalidad. Sin embargo, hay autores, como un buen amigo mío, Jorge Corsi, que emplean la expresión violencia doméstica para referirse sólo a la violencia de género contra la mujer que tiene lugar en las relaciones de pareja y en los vínculos con las ex parejas. Es, pues, distinta de la violencia familiar. Se trata de la violencia de género que tiene lugar en el espacio doméstico, entendido el espacio doméstico no como el hogar, sino como el espacio delimitado por las interacciones de hombres y mujeres en contextos de intimidad. Esta violencia se asocia, pues, con las relaciones de pareja y con los vínculos con ex parejas. Como saben ustedes, Corsi, el autor de las frases que acabo de citar, es uno de los mayores expertos en violencia contra la mujer en el mundo de habla hispana. Es autor de numerosas publicaciones, entre las que destaca esta muy reciente, llamada Maltrato y abuso en el ámbito doméstico, donde entra en precisiones terminológicas similares a las que yo estoy haciendo en este inicio de la comparecencia. Violencia de género es lo que es: violencia contra la mujer por el mero hecho de serlo; la violencia doméstica, o puede ser violencia familiar o, según otros autores, violencia de pareja. Para evitar precisamente el uso de términos confusos, como violencia doméstica, que tiene esta equivocidad, la OMS, que tiene algún prestigio, como ustedes saben, en su informe mundial sobre la violencia y la salud de 2003, empleó la denominación de violencia de pareja en lugar de la expresión violencia doméstica en el sentido de Corsi. Pues bien, en el Centro Reina Sofía que me honro en dirigir —este es el informe de la OMS en castellano claro y este es el penúltimo informe que hemos sacado en el Centro Reina Sofía— donde asumimos también la denominación violencia contra la mujer en las relaciones de pareja. De este modo, no estaría mal que se precisaran los conceptos, de manera que todo el mundo supiera de qué se está hablando y que la preferencia a un uso conceptual no naciera simplemente de intuiciones. La violencia de género es la violencia basada en el género, la violencia contra la mujer, por el mero hecho de serlo, es la violencia que ejerce, anormal pero habitualmente, el hombre sobre la mujer con fin determinado, que es el de subordinación o control. La violencia doméstica es sinónima a la violencia familiar y la violencia en las relaciones de pareja es la violencia entre quienes están unidos por lazos como cónyuge, conviviente, novio, o los «ex». Me atrevería a decir que casi todas y todos los que estamos presentes en esta sala, si de verdad algo nos inquieta o nos alarma es la violencia en las relaciones de pareja, porque es la que está creciendo de manera que yo quisiera que fuera parable y que sin duda alguna lo será, y ojalá esta ley sirviera para eso, si no para parar, por lo menos, para reducir. Permítanme ofrecer ahora algunos datos respecto a la violencia de pareja para ver el porqué el Centro Reina Sofía está tan preocupado por ella, como ustedes lo están, y por qué entonces nosotros queremos leyes, y leyes integrales que le pongan freno. Entre el año 2001 y 2003, si recuerdan ustedes, la violencia contra la mujer en el ámbito familiar había crecido un 99 coma algo; pero cuando vamos al agresor, cuando nos preguntamos quién está agrediendo en el hogar, nos encontramos con que la violencia contra la mujer realizada por su pareja no está creciendo un 99 por ciento, sino que está creciendo un 107 por ciento. Siempre podría pensarse que las cosas no son tan negativas como parecen a primera vista, que no han aumentado las agresiones, sino las denuncias, pero cuando se atienden hechos incuestionables que la víctima no tiene la posibilidad de denunciar, como es su propio asesinato, y cuando se atienden hechos incuestionables como los asesinatos de mujeres a mano de parejas o ex parejas, entonces es cuando creo que se observa la verdadera realidad. Por eso el Centro Reina Sofía, fundamentalmente, trabaja en el campo del asesinato. Entre 2001 y 2003 han sido asesinadas en España, como ustedes saben, 168 mujeres a manos de parejas o ex parejas, más a manos de otras personas en el ámbito familiar, pero esas, en el ámbito del hogar y a manos de la pareja o ex pareja. 168 con un incremento del 52,17 por ciento. Ustedes saben la significación de una cifra. Por eso no se fíen nunca cuando un estadístico les diga simplemente dos o que dos es poco, o que tres es poco, o que seis no es mucho. Ustedes deben poner siempre las cifras en relación con la población de referencia. Esto es, ¿son muchas o pocas 168 mujeres en relación con la población de mujeres españolas mayores de 14 años, que son las que estadísticamente cuentan como personas que ya son susceptibles de tener relaciones con el otro sexo? Si nosotros ponemos en relación, nos encontramos con que en el año 2001, de cada millón de mujeres mayores de 14 años, fueron asesinadas 2,59. Si ustedes tienen nuestro informe —que creo que lo tienen— del año 2000, recordarán que eran 2,44. No es poco 15 décimas lo que sube en un año. Pero, miren, en el año 2003, al cabo del trienio, la cifra de 2,59 ha pasado a ser 3,89. Es decir, si antes morían dos mujeres y media por cada millón de mujeres mayores de 14 años en España en el año 2000, en el año 2003, dos años después, mueren casi cuatro por millón de mujeres mayores de 14 años. Y les garantizo que estas cifras son correctas, créanme. (La señora vicepresidenta, Cortajarena Iturrioz, ocupa la Presidencia.) El crecimiento no paró el año pasado. Creo que la mayor parte de los presentes el año pasado entramos en un verdadero shock cuando nos encontramos con que habían muerto 70 mujeres a manos de parejas o ex parejas y muchas más a manos de otros. Si nosotros hacemos como con el paro, que es como hay que hacerlo —el crecimiento interanual de julio a junio para saber ahora mismo cómo estamos en España—, de julio de 2001 a junio de 2002, murieron 47 mujeres. De julio de 2002 a julio de 2003 murieron 62 y de julio de 2003 a junio de 2004 —hasta ayer—, 64. Eso, ¿qué quiere decir? Que 57 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 la cosa sigue y que va en aumento. El aumento es del 36,17 por ciento. No sólo sube año a año en variación interanual; hasta ahora mismo tenemos que está creciendo. Hay algunos aspectos sociodemográficos de las víctimas que preocupan el Centro Reina Sofía y hay uno en particular que yo no me resisto comentar aquí, porque estos días pasados ha dado lugar a algún motivo de incomprensión por parte de entidades ajenas al Centro Reina Sofía. Debo decirles que el Centro Reina Sofía es una institución que tiene tres compromisos fundamentales: uno con su Majestad la Reina, otro con la verdad, y el tercero con la defensa de los derechos humanos desde y para la paz, y ahí terminan nuestros compromisos. Y cuando nosotros damos datos nos arriesgamos a que se nos corrija, pero debe corregírsenos desde la verdad siempre, como nosotros queremos actuar y actuamos. El Centro Reina Sofía está preocupado por la edad de las mujeres, porque como ha publicado en un reciente boletín suyo, editado la semana pasada y que fue enviado a todas ustedes, pero no sabemos por qué todavía no les ha llegado, en ese boletín semestral dedicado a violencia contra la mujer, al comparar los primeros semestres de los años 2001 a 2004 dijimos que en el primer semestre de 2001 murieron tres mujeres menores de 25 años —mayores siempre de 14, voy a ahorrar la coletilla de mayores de 14—, en el primer semestre de 2002 murieron seis y que la tendencia se consolida en el primer semestre de 2004 porque murieron siete, siete mujeres menores de 25 años. Se ha dicho que no es así, pero el día 2 de mayo de 2001 murió una mujer de 21 años en Zaragoza, el 19 de mayo murió una mujer de 22 años en Valencia y el 27 de junio murió una mujer de 22 años en Castellón. Y cuando pasamos al año 2002 en que dijimos que habían muerto seis mujeres —y parece que se decía que no era así—, el 3 de enero murió una de 22 en Palma de Mallorca, el 7 de enero una de 20 en Villajoyosa, el 19 de enero una de 22 en Marbella, el 10 de abril una de 22 en Algeciras, el 12 de abril una de 22 en Granada y el 13 de mayo una de 18 en Valladolid. Cuando dijimos que en el primer semestre del año 2004 habían muerto siete mujeres y se ha dicho que no era así, pues lo sentimos mucho, pero el 19 de marzo murió una mujer de 24 años en Roquetas de Mar, el 20 de marzo una de 22 en Fuentes de Ebro, el 4 de mayo una de 15 en Mas de Barberans, el 16 de mayo una de 19 en Córdoba, el 28 de mayo una de 24 en Caudete, el 30 de mayo una de 19 en Chiclana de la Frontera y el 1 de junio una de 18 en Alzira. También se ha dicho que las cifras no son significativas porque son tres mujeres en 2001 y siete mujeres, menores de 25 años, en 2004. Hombre, siete mujeres en el primer semestre de 2004 supone que más de una mujer menor de 25 años está muriendo al mes en España. La significación de una cifra siempre la da la población a la que la cifra se refiere. Claro, que un niño se acatarre en la India, no tiene el mismo significado que se acata- rre en Andorra o en Liechtenstein. Las mujeres menores de 25 años son 2.600.000 aproximadamente, y al calcular la prevalencia, que es lo que importa, ¿qué creen ustedes que mueren, más mujeres de 25 años o de menos de 25? Pues miren, en el año 2001 morían más mujeres en general mayores de 14 años que mujeres menores de 25, en el primer semestre, porque en el año, no; en el año murieron más menores de 25 que en caso contrario. En 2004, las mujeres que mueren por millón de mujeres mayores de 14 años son 72. La cifra ha crecido tres décimas. Pero las mujeres que mueren por millón de mujeres menores de 25 años son 2,84. Eso en un semestre. Eso quiere decir que la cifra siete es altamente significativa. No se fíen ustedes nunca de los números con carácter absoluto; póngalos en relación con la población. Están muriendo más mujeres menores de 25 años en el primer semestre de 2004 que en el primer semestre de 2001. Dicho de otra manera, están muriendo más del doble de mujeres en un semestre respecto de otro. Cada cual piensa que pueden los datos ser interpretados de manera distinta; pero yo no he hecho ninguna interpretación de datos. Yo me he limitado simplemente a mostrárselos. Ustedes son los que estarán haciendo, supongo, las interpretaciones pertinentes. El Centro Reina Sofía no quiere entrar en debate con nadie y, por tanto, no debatirá con nadie, pero lo que no puede hacer es negarse, en una comparecencia como esta, a decir la verdad, y la verdad es esta. El problema de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja es en definitiva muy grave, y muy grave nos parece que cada vez en esa violencia vaya bajando la edad. Creo que no hay remedio que muestre más a las claras la voluntad política de acabar con un problema de esta gravedad que una ley integral. Por ello en el Centro Reina Sofía nos ha parecido conveniente y necesaria la iniciativa de una ley que contribuya a atajar la violencia contra la mujer, y así nos hemos manifestado, no hoy, sino en reiteradas ocasiones anteriores. Ahora bien, qué tipo de ley sea la más conveniente —una ley de violencia de género, una ley de violencia doméstica o una ley de violencia de pareja— es cosa que deben debatir y aprobar ustedes que representan la voluntad nacional. Es un asunto político que trasciende a una institución científica como la nuestra. Lo que desde luego no nos trasciende es el análisis técnico de la propuesta efectuada por el Gobierno de la nación. A mí me gustaría hacer un breve análisis de cuatro aspectos y de manera muy breve, repito. Primero, el título de la ley. Sobre el título del proyecto de ley, en su artículo 1, el proyecto de ley orgánica integral de medidas de protección contra la violencia de género, establece que: La presente ley tiene por objeto actuar contra la violencia, que como manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quien sean o hayan sido sus cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, 58 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 aun sin convivencia. Esta definición, después de lo que yo les he dicho al principio, no se refiere a la violencia de género, sino al tipo específico de violencia de género que se da en las relaciones de pareja o en los vínculos con la ex pareja, es decir, la violencia denominada por la OMS, que no por nosotros, de pareja. Dicho de otro modo, yo me atrevería, con toda humildad, a recomendarles a ustedes que el proyecto de ley que se llama de medidas de protección integral contra la violencia de género, cambiara de nombre para adecuarse realmente a lo que es, que es un proyecto de ley de medidas de protección integral contra la violencia de género en la pareja, y de esa manera se evitarían ustedes algo que sería necesario en caso contrario, que es, para adecuar título y contenido, tener que introducir capítulos especiales de violencia de género, como es la mutilación genital, que nos preocupa extraordinariamente; como es la violación, que nos preocupa extraordinariamente; como es la violación en los contextos de guerra, que nos preocupa extraordinariamente; como es el acoso laboral, que nos preocupa extraordinariamente, todo ello y muchas más son formas de violencia de género. Por lo tanto adecuen ustedes el título al contenido sólo por rigor, y esto me atrevo a sugerírselo desde la más estricta humildad, desde luego. Quisiera hacer una segunda propuesta y esta vez sobre el capítulo II de la ley, en el apartado referido a la publicidad y los medios de comunicación. Miren, el articulado de la ley referido a medidas en el ámbito de la publicidad y los medios de comunicación, como a ustedes no se les oculta, se preocupa principalmente de la utilización publicitaria de la mujer con carácter vejatorio o discriminatorio. Lo hace claramente en los artículos 8 y 9, donde habla de publicidad. Cuando habla de los medios de comunicación pública, nunca de los privados, hace referencia tan sólo a evitar toda discriminación entre hombre y mujer. Pues bien, el articulado no aborda de forma específica un problema que a nuestro juicio es tan grave como los anteriores: la imagen de la mujer en los espacios no publicitarios y en particular la manera de dar noticias referidas a la violencia de género en las relaciones de pareja, que es probable que en estos instantes esté contribuyendo a una cierta banalización del problema, a una cierta insensibilización y a un cierto mimetismo. ¿Por qué hablar sólo de publicidad cuando en estos momentos la imagen la mujer está siendo vejada en los magacines, en espacios informativos y en muchos otros espacios televisivos? ¿Por qué reducirnos a la publicidad cuando lo que puede crear mimetismo es precisamente más lo segundo que lo primero? Desde el Centro Reina Sofía nos atreveríamos a proponer algo. Quizá convendría crear una entidad que se dedicara al análisis del tratamiento informativo y no sólo del publicitario, del tratamiento informativo acerca de la mujer y de la violencia de genero, y que formulara las recomendaciones oportunas, como las formula el Observatorio de la publicidad no sexista. Quisiera, si me permiten, hacer una nueva propuesta, esta vez sobre el artículo 25. El artículo 25 contempla un organismo que al Centro Reina Sofía nos parece imprescindible, que es la Delegación del Gobierno contra la violencia sobre la mujer, pero, por lo que hemos leído de la ley, esa delegación lo que hace es velar por las políticas públicas de protección sobre la mujer y coordinar los distintos departamentos administrativos, pero en origen. Por experiencia propia les digo que el mayor drama que tiene una mujer es convertirse en un ser itinerante, que va de institución local en institución local para que se le resuelvan los problemas. Eso en otros países se ha resuelto de manera muy sencilla: no creando una unidad en origen, sino creando unidades locales que sean las encargadas de coordinar y de poner en marcha al resto de las instituciones locales, de manera que la mujer se remita sólo a esa unidad, a lo que en otros países llaman la unidad de víctimas, y que sea la unidad de víctimas la que, con independencia de lo que la mujer decida, una vez presentada la denuncia, retirarla o no, se encargue de forma absoluta, metódica, sistemática, sin estancamientos y sin marcha atrás, de poner en marcha al resto de las instituciones implicadas por la ley. Por lo tanto, muy bien la Delegación del Gobierno, pero convendría que tuviera subdelegaciones, unidades de víctimas o como se quiera, al estilo de otros países, con carácter local. Hay una última cuestión que puede ser problemática, pero que yo la tengo que decir porque creo firmemente en ella, lo mismo que les he dicho al principio que creo en los datos y que por eso los datos del Centro Reina Sofía, cuando se dan, han sido meticulosamente analizados, como les he mostrado en mi exposición. Pues bien, respecto al artículo 35 sobre la administración penitenciaria, me gustaría decirles que, por deleznable que un agresor resulte, y la verdad es que hay agresores que a mí me resultan algo más que deleznables, no se les puede negar el derecho constitucional a su rehabilitación y reinserción social. El agresor de mujeres no puede ser una excepción, so pena de socavar los cimientos de nuestra Constitución. Las víctimas, para el Centro Reina Sofía, están en primer lugar. pero ello no está reñido con la conveniencia de sujetar a tratamiento a los agresores de mujeres. Por ello, de verdad que nos felicitamos de que por primera vez hayamos visto que en una ley como ésta haya un artículo como el 35 que contempla la realización de programas específicos para internos condenados por delitos relacionados con la violencia de género. Pero a mí me gustaría plantear una cuestión en alto: la mayor parte de los agresores de mujeres no están, ni estarán, según esta ley, en la cárcel; no. Si se sigue teniendo la misma potestad que los jueces tienen de, cuando la pena es menor de dos años y no obran antecedentes penales, suspender la pena, vamos a tener agresores en la calle, puestos en libertad única y exclusivamente porque no tienen antecedentes penales. Pues bien, a mí me gustaría proponerles a ustedes que se 59 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 hicieran eco de esto y que el artículo 35 lo modificaran diciendo que en cualquier caso un juez no podrá suspender una pena inferior a dos años, a menos que, además de no obrar antecedentes penales, no haya un compromiso y un seguimiento; por cierto, un compromiso del agresor de seguir un tratamiento en libertad. Sin tratamiento, no hay libertad, y en cualquier caso, por cierto, el tratamiento no debe nunca, bajo ninguna condición, reemplazar la pena. Nosotros creemos en la paz, en la rehabilitación, en la reinserción, pero no somos ingenuos. Por tanto, punición más rehabilitación., pero ambas cosas. No sé si me he ajustado al tiempo. Gracias. taría que en su segundo turno de intervención pudiera ir contestando. En primer lugar, me gustaría incidir en cuál es su opinión sobre el tratamiento de la violencia de género en los medios de comunicación. Ha hablado someramente sobre el mismo. Ha hablado usted de que se puede banalizar el problema de la violencia. Me gustaría saber si cree usted que, si los medios de comunicación no inciden más sobre el castigo a los maltratadotes, se puede llegar a casos de mimetismo en otros potenciales agresores. Desde mi punto de vista este es un debate abierto, un debate importante y que tiene que ser tenido especialmente en cuenta cuando hablamos de este grave problema, no vaya a ser que, como ha determinado alguno de los comparecientes de estos días pasados, estemos agravando con estas intervenciones el problema. ¿Cree usted que, al generalizarse en los medios las imágenes de los asesinatos a mujeres y el tratamiento un tanto morboso que se hace de los mismos, puede llevar también a insensibilizar a la sociedad y a perder el efecto que se desea de que el tema de violencia doméstica sea un tema que nos afecta a todos, que afecta a la sociedad, un tema de Estado? Respecto a los datos que usted nos ha aportado, me gustaría incidir en alguno de ellos, en primer lugar, en la edad de las víctimas. Usted ha utilizado parte de su comparecencia para explicar estos temas. ¿Por qué cree que cada vez son más jóvenes las víctimas y también los agresores? Los datos que usted nos ha contado, y que evidentemente son irrefutables, nos muestran casos de niñas menores de 18 años que son asesinadas brutalmente por sus parejas. Esto nos hace preguntar: Desde su punto de vista ¿cuál es la causa de que esto se produzca? Además, coincide con algunos de los datos que nos han dado otros expertos que han venido a comparecer otros días. Ayer la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas hacía referencia a unos informes recientes, donde se demuestra que nuestros jóvenes siguen teniendo actitudes machistas. Me gustaría saber por qué cree usted que siguen dándose estos fenómenos en jóvenes que han vivido en democracia y con una educación igualitaria. ¿Cree usted, por otra parte, que las medidas educativas que recoge este proyecto de ley pueden cambiar esta tendencia? Siguiendo con el tema de la educación, esta es sin duda fundamental, y conociendo que el 90 por ciento de los maltratadores vienen de familias donde hubo una previa experiencia de maltrato, ¿cómo influye desde su punto de vista en los niños la situación vivida en sus hogares? ¿Cómo podemos evitar que estos niños, que hoy sufren violencia o que viven en hogares donde se dan estas situaciones, puedan ser en un futuro hombres normales y no agresivos? Parece obvio —y hemos visto los datos— que la violencia contra los mayores y contra los dependientes en el seno del hogar existe, es una realidad, pero me gustaría saber si usted cree que debe recibir tratamiento por parte de los poderes públicos y si creen que podrían estar incluidos estos sujetos dentro de este proyecto de La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señor Sanmartín. Sí se ha ajustado usted al tiempo, y además en esta Comisión en estas comparecencias, estamos intentando ser bastante permeables a todas las necesidades que tengan los intervinientes. Seguidamente, si quiere usted tomar asiento a mi derecha, paso a preguntar a los miembros de los grupos parlamentarios quién quiere intervenir para hacer algún tipo de preguntas o matizaciones con relación a la intervención que ha tenido el director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia. (Pausa.) Primeramente tiene la palabra la señora Camarero. La señora CAMARERO BENÍTEZ: Señor Sanmartín, bienvenido a esta Comisión. Desde el Grupo Parlamentario Popular queremos agradecerle su comparecencia, que podemos calificar de muy clarificante, ilustrativa y exhaustiva. No creo que haya defraudado ninguna expectativa, por lo menos, no la nuestra. Usted actualmente es director del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia, pero lleva años estudiando y analizando el tema de la violencia en general y de forma especial la que afecta a las mujeres y a los niños. En su larga trayectoria profesional ha tenido oportunidad de conocer el fenómeno de la violencia desde distintos ámbitos, tanto como catedrático universitario como actualmente desde la presidencia del Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia. Por eso, desde el Grupo Popular, consideramos oportuno que esta experiencia y estos conocimientos pudiera hoy traerlos a esta Cámara para aportarnos datos que nos sirviesen para el conocimiento más profundo y más exhaustivo de cuál es la realidad de la violencia de género ahora que estamos, como usted sabe, en este trámite parlamentario de estudio de la ley que ha sido traída a la Cámara. Señor Sanmartín, recientemente el Centro Reina Sofía ha editado un boletín que usted presentó ante los medios de comunicación hace tan sólo unos días y del que se desprenden muchos datos, alguno de los cuales ha comentado esta tarde, y que a mí me gustaría destacar. Le voy a realizar ahora una serie de preguntas sobre los mismos y sobre otra serie de cuestiones que me gus- 60 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 ley. Ya sé que usted ha dicho que era una cuestión nuestra, pero me gustaría conocer su opinión personal. Hemos visto la evolución de las cifras de la violencia familiar entre el 2001-2003 que nos ha traído y comprobamos que en la mujer se incrementa en un 99 por ciento; hay cifras similares en el incremento de violencia en el menor, con un 89 por ciento, y en los mayores con un 86 por ciento. Son cifras suficientemente representativas, por lo menos en incremento de porcentajes, que además demuestran una tendencia alcista que merece la pena ser debatida por lo menos en este momento. También me gustaría que reflexionásemos sobre las capas sociales de donde provienen los agresores. Creemos que ya hoy en día se pueden generalizar, no como antes que se adjudicaban los malos tratos solamente a las clases más desfavorecidas. Nos da la impresión de que ahora pueden generalizarse. Me gustaría saber si usted tiene alguna opinión o algún dato al respecto. También desearía conocer el nivel de estudios de los agresores, si los agresores han tenido cualquier tipo de estudios o pertenecen a un nivel de estudios determinado. Igualmente me gustaría, saber si los agresores tienen problemas de alcohol, drogas o están en situación de paro, problemas económicos, es decir, si hay alguna causa que pueda favorecer la realización de estas conductas violentas. Nos podría aclarar qué porcentaje de causas se producen en el ámbito rural y cuáles en el urbano, si últimamente se han modificado las cifras y si hay razones para ello, aparte de si el conjunto de estas cifras nos puede llevar a concluir que se está generalizando la violencia doméstica. Insisto en un dato que me parece importante y es conocer cuál es el perfil del agresor; si el agresor es un hombre agresivo por sistema o muestra una doble faceta, en su vida cotidiana se comporta con normalidad y en casa es un maltratador nato. También es importante eliminar las falsas creencias de que los agresores tienen un momento de ofuscación y matan a sus parejas y a continuación se suicidan por remordimientos. Me gustaría saber, si usted los tiene, los datos de hombres que se suicidan y cuál es el comportamiento habitual de los agresores: si se suicidan, si se entregan, si la policía es quien los tiene que detener, etcétera. Hay una pregunta que se ha suscitado durante estos días de comparencias y en el de hoy: ¿Por qué en los países más desarrollados de Europa es donde más casos de violencia de género se producen? En comparación con los países de nuestro entorno ¿qué lugar ocupa España en la estadística de violencia de género? También hablando de datos comparativo, me gustaría saber si usted conoce si hay otro tipo de leyes similares a ésta que estamos debatiendo en otros países. Cuando hablamos de maltrato hacia la mujer nos llegan a la cabeza palabras como dominación, machismo, sentimiento de propiedad, hombre inseguro, manipulador, egocéntrico. ¿Por qué cree usted que la mujer es maltratada? Sé que es una pregunta complicada, pero me gustaría que usted nos la pudiera contestar. ¿Cuáles son las motivaciones de un hombre para maltratar a una mujer? ¿Cuáles son las motivaciones para el maltrato infantil? ¿Cuáles son las razones por las que se produce el maltrato a mayores o hacia los dependientes? Es decir, ¿obedecen a las mismas motivaciones la violencia de género y otras manifestaciones de violencia doméstica, como la violencia contra los niños, los ancianos, los hombres o en el marco de las parejas homosexuales? ¿Todas responde a la misma razón o a distintas motivaciones? ¿Cree usted que los estereotipos culturales con contenidos machista sirven de base a la violencia? ¿Por qué mayor educación y mayor prosperidad del país no se corresponden con menor violencia contra la mujer? ¿Por qué la mayor protección social y jurídica no está dando sus frutos? Para terminar —que sé que le he hecho un aluvión de preguntas— me gustaría que me concretase un aspecto que me ha sorprendido en las estadísticas que usted nos ha traído. Dentro del escalofriante aumento del número de agresiones que se producen, veo, entre los datos que usted trae, que entre 2001 y 2002 la cifra crece más de lo normal. Cuando hablamos de violencia familiar pasan de más de 32.000 a más de 56.000 casos, es decir, un incremento del 99 por ciento, duplicando los casos de violencia contra las mujeres, y cuando hablamos de violencia en pareja sufre un incremento de un 107 por ciento. ¿Hay algún dato o razón objetiva que nos pueda decir por qué justamente en este año se produce un incremento superior al resto de los años? La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Tiene la palabra la señora Monteserín, en nombre del Grupo Parlamentario Socialista. La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Señor Sanmartín, muchas gracias por comparecer ante esta Comisión que intenta recoger aquellas opiniones de expertos y de organizaciones que nos pueden ayudar a hacer un contenido final de la ley lo más mejorado posible. Usted en su fundación ha trabajado ampliamente en el estudio del fenómeno general de la violencia y específicamente de la violencia que sufren las mujeres no solamente en nuestro país, sino en otros países. Yo he tenido de participar en uno de los foros que organizó la fundación, el Foro Mundial contra la violencia de las mujeres, de noviembre del año 2000 en Valencia. Desde ese lugar en el que usted dispone de esta serie de datos, que nos ha expuesto con toda claridad hoy y que algunos otros están en el boletín y que no ha recogido —no sé cuáles son sus fuentes, me imagino que son fuentes propias—, esos datos en todo caso grosso modo contradicen altamente las opiniones que un divulgador de la sociología nos expuso ayer aquí y que claramente iban en otra dirección, que no tienen nada que ver con los datos que usted ha expuesto hoy, que sin duda me parecen más científicos y seguramente muchísimo más 61 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 rigurosos. De los datos que hoy no nos ha dado, que figuran en ese boletín que he tenido oportunidad de consultar, se deduce que más del 60 por ciento de los asesinatos de las mujeres son por sus cónyuges —y esta es otra clara diferencia con el sociólogo de ayer— y además el 50 por ciento al menos tiene una formación cualificada, aparte de que cada vez son más jóvenes los agresores. El de la formación cualificada también se contradice claramente con los datos que tenía el sociólogo-divulgador de ayer. En fin, estos son los datos. Me gustaría que pudiera profundizar un poco más en las causas de esta situación y en esta evolución rápida que nos ha señalado de las cifras. Sin duda, las consecuencias están más claras para todos y las conocemos más. Hay una reflexión en una de sus publicaciones de que esta violencia no está relacionada sólo con el machismo —una reflexión que yo comparto—, sino sobre todo con la ruptura del machismo, es decir, con la recuperación de la autonomía perdida y de la libertad secuestrada de la mujer cuando toma una opción clara por la emancipación para ella y para sus hijos, en el caso de que los tenga, que es cuando comienza, por un lado, el riesgo físico para ella y sus hijos y un camino tormentoso por los juzgados y por la vida; ese camino tormentoso también intenta paliarse desde esta ley integral. Según usted, ¿es esta situación crítica o peligrosa para su seguridad? Es decir, ¿confirma esto que yo estoy diciendo? Por otro lado, no tenía ninguna duda de que usted vendría aquí a defender claramente esta ley integral; no la tenía porque en ese congreso en el que he tenido oportunidad de participar, y cuyas conclusiones casi siempre tengo en mente cuando hablamos de violencia contra las mujeres, de violencia de género y en este caso de violencia de género en el seno de las relaciones afectivas, en aquellas conclusiones —que sirvieron de referencia en algunas de las actuaciones posteriores— se decía que había que considerar las violaciones graves de los derechos humanos de la mujer como una cuestión de Estado. Esta ley lo primero que hace es considerar este problema efectivamente como una cuestión de Estado, puesto que además de ser instrumento transversal es una ley orgánica. También se decía que era necesario promulgar e implementar leyes específicas contra la violencia doméstica —en este caso se llamaba doméstica, aunque no hay tampoco una unidad de nomenclatura a lo largo de las conclusiones— dotándolas de recursos económicos necesarios para asegurar su implementación. En este caso, la ley también tiene una memoria económica que avala la mayoría de los instrumentos que se ponen en marcha. Una de esas recomendaciones de esas conclusiones que se habían hecho en ese foro era reconocer —y quisiera saber su opinión sobre esto, porque la ley también lo recoge— que los mejores resultados a la hora de cambiar la respuesta de la policía, de los fiscales, de los jueces, de los magistrados, se consigue mediante la especialización, incluyendo equipos y juzgados dedica- dos a la violencia contra la mujer. Creo que este es un aspecto importante de la ley y me gustaría saber su opinión al respecto. Por último, usted habló de algunas sugerencias: medios de comunicación y publicidad, que desde luego tendremos en cuenta, aunque algunas cosas se tienen que llevar a lo mejor a otros ámbitos legislativos, pero sin duda son interesantes, y hablaba usted de la delegación de Gobierno como un instrumento demasiado alejado de la proximidad de la realidad de las mujeres. A lo mejor no se ha parado a ver que la ley no sólo es integral, sino integrada en todos los mecanismos que pone en marcha, y que todos aquellos servicios específicos para las mujeres, tanto los de igualdad que existen en los territorios como la red de políticas sociales, también se incluyen en la ley como instrumentos precisos para atender este itinerario, esa ruta que comienza unas veces cuando receptivamente se demanda esa autonomía de la mujer maltratada y otras veces antes porque se tienen que poner instrumentos que detecten de una manera precoz la situación de la propia mujer maltratada. Precisamente yo creo que si la ley en algo es interesante es en aliviar esos recorridos de la mujer que quiere por fin recuperar su autonomía o su libertad. Me gustaría que tuviera en cuenta que no es sólo el instrumento delegación de Gobierno, aparte de que tiene sus delegaciones en cada comunidad autónoma, en este Estado descentralizado que tenemos, sino los servicios de proximidad los que tienen que dar solución a esta itinerancia que hasta ahora es tan farragosa para las mujeres que sufren la violencia. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente tiene la palabra para dar respuesta a las preguntas que le han elevado, el señor Sanmartín. El señor DIRECTOR DEL CENTRO REINA SOFÍA PARA EL ESTUDIO DE LA VIOLENCIA (Sanmartín Esplugues): ¿De cuántos días se dispone? (Risas.) De todas maneras, para la próxima comparencia, por favor, si ustedes tienen un cojín... Lo digo porque yo soy bajito y me he tenido que poner debajo la bolsa del ordenador y estoy padeciendo mucho. Eso va a hacer que no me vaya a extender demasiado, aunque las preguntas de doña Susana Camarero tienden al infinito. Me gustaría empezar diciendo que uno es lo que hace y no lo que se dice que es. Usted ha sacado los dictámenes del Foro Mundial de Mujeres de 2000 y dice: Usted dijo aquí que una ley integral; y lo dije. Dije que nosotros éramos partidarios de leyes integrales. Por lo tanto, soy partidario desde el primer momento de mejorar la ley, aunque quizá cambiándole el título —como soy catedrático de metodología siempre trato de ver si las palabras se corresponden con los contenidos— porque la ley no tiene un título que se corresponda luego con las medidas. La ley es muy amplia, el título es muy amplio; habla de violencia de género y 62 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 luego habla de un solo tipo de violencia de género, que es en las relaciones de pareja. Es simplemente un problema de un metodólogo, por lo que debería arreglarse para que de esa manera continente y contenido, formulación y medidas fueran a la par. En cuanto al tratamiento de la violencia de género en medios de comunicación, es muy poco, señoría, lo que científicamente sabemos sobre la influencia de los medios de comunicación, pero hay un autor, amigo mío por cierto y que muy pronto estará en España, que se llama Craig Anderson, que ha revisado 248 artículos, y de esos 248 artículos ninguno pone en duda que los medios de comunicación, y en concreto la televisión, tiene influencia. Ahora, de lo que se trata de ver es el grado y el tipo de influencia. Desde luego, no tenemos ninguna duda de que se puede generar mimetismo. En qué medida, eso no lo sabemos. Mimetismo se puede generar, y lo digo de paso porque también he visto que el proyecto de ley se hace eco del Código Penal donde se penaliza, por ejemplo, el que el agresor lleve armas y cosas así. Ustedes saben que los agresores de mujeres no matan con armas de fuego, matan con armas blancas y sobre todo con sus manos: asfixian, estrangulan, golpean con las manos o con algún objeto contundente. El que penalicen que una persona de esta condición lleve armas no lo acabo de entender. Digo esto por lo siguiente. Imagínense ustedes España hace unos meses. Es raro que se mate con armas. Curiosamente, dos parejas, las dos jóvenes y las dos simulando un suicidio, han empleado un arma de fuego; eso es rarísimo. Imagínese el señor que tira por debajo de la puerta gasolina y prende fuego, y a la semana siguiente tenemos otro caso. ¿Qué los medios de comunicación dan ideas? Desde luego. ¿Qué banalizan? Cada mujer que cobrando explica los supuestos malos tratos a que ha estado sujeta en televisión es un daño no diré que irreparable, pero tremendo, que está causando a esta causa: a la justa lucha por la protección de la mujer. Banalización absoluta. En cuanto a insensibilización qué les voy a decir a ustedes. ¿Cuántos y cuántas sienten las mismas emociones viendo las Torres Gemelas derrumbándose ahora, que los que sintieron el día 11 de septiembre a las tres y cinco de la tarde? La insensibilización es clara y es uno de los fenómenos más estudiados, en Estados Unidos. En estos momentos, y nosotros estamos en contacto con ellos. Por eso yo decía que aprovechemos el contexto de la ley no sólo para regular el uso vejatorio de la imagen de la mujer en la publicidad, sino para regular también el uso de la información que se hace de la mujer fuera de la publicidad. Eso no está, lo que está en el articulado (y lo he leído con mucha atención) es que en las televisiones públicas se procurará que no haya tratamiento discriminatorio entre hombre y mujer, es decir, que se pueden tratar igual de mal las dos imágenes no, por favor, lo que queremos es que se trate bien, en la publicidad y fuera. La edad. No se pueden ustedes imaginar el sofoco tremendo que me llevé el viernes pasado, cuando estando frente a La Concha, en San Sebastián, en el sexto piso de un hotel magnífico, me llaman por teléfono y me dicen que el ministerio desautoriza el boletín. Si nosotros no escribimos más que para tratar de concienciar a la sociedad de un problema en el que creemos profundamente. Si nosotros hemos dicho: tres mujeres en el primer semestre, seis en 2002 y siete en 2004; créanme. Estadísticamente son cifras muy significativas porque, como yo les he demostrado hoy, las cifras hay que ponerlas en relación con la población, en este caso de mujeres menores de 25 años. Tres mujeres en 2001 es una prevalencia casi igual a la que tiene la muerte de mujeres por millón de mujeres mayores de 14 años en general en el año 2001. En 2004 siete mujeres es el doble de prevalencia; es decir, en el primer semestre de 2004 ha muerto el doble de mujeres menores de 25 años que mujeres en general mayores de 14. Ese es el significado. A mí me preocupa, y no soy alarmista. Si los datos no son esos, nos pondremos orejas de burro, pero desgraciadamente son esos. Cuando se examina la prevalencia de todo un año —hemos elegido la del semestre porque el boletín es semestral— se encuentra con que en el 2001 la prevalencia ya era superior entre personas menores de 25 años que mayores de 25, y en 2004 también es mayor, y eso es preocupante. Me preocupa porque yo creo que el factor principal —y es una pregunta que me ha formulado doña Susana Camarero—, el tablero de la mesa, o la pasta de las teclas del piano en que consiste la violencia, es la educación, es la socialización; luego hay otras cosas, pero lo principal es la educación en el sentido clásico de la expresión, la socialización desde la cuna. Yo quiero y deseo que los jóvenes españoles estén mejor socializados de lo que yo lo estuve; simplemente eso, sin más. ¿Qué hay en estos momentos prejuicios machistas? Nosotros tenemos un sondeo que no hemos dado a conocer de una importante ciudad en España por su población, y ¡claro que hay! Nos sale lo mismo que le salió al Instituto de la Mujer o que le sale al INJUVE en cada uno de los informes que va haciendo. ¡Claro que hay! Como hay jóvenes, incluso universitarios y universitarias, que creen que el uso de la violencia es legítimo en determinadas circunstancias; si no legítimo, normal. Eso se combate a fuerza, sobre todo, de mejor socialización. A mí me preocupa Usted habla de medidas educativas. Si yo creo en la socialización, tengo que creer en la educación escolar, lo que se llama enseñanza. Lo que voy a decir no lo he dicho antes como propuesta, pero tómenlo como tal, si quieren. Yo tengo una tristísimo experiencia en mi vida y es haber convencido al secretario general de Universidades, don Miguel Ángel Quintanilla, en los años ochenta, y a quien entonces creo que era secretario de Estado, Álvaro Marchesi, de la necesidad de crear una asignatura que acabara con nuestro funambulismo tecnológico. Nosotros apretamos los enchufes, pero no sabemos lo que 63 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 pasa, por qué se hace la luz o por qué funciona una televisión. Se creó la asignatura. La asignatura hoy en día es Tecnología y es una maría. Yo jamás crearía una asignatura que se llamara educación no sexista o educación contra la violencia de género. Jamás. Lo que tenemos que hacer es impregnar el currículum de arriba abajo de los valores no sexistas. Impregnarlo, no crear asignaturas. Yo tengo en mi biblioteca un estante completo de libros que se han escrito sobre educación no sexista. ¿Para qué, si lo que necesitamos son profesores y profesoras, y libros de texto de matemáticas, de física, de química, que no hagan ningún tipo de discriminación? Porque ha habido matemáticas, que no aparecen en los libros; porque ha habido físicas, que no aparecen en los libros; porque ha habido genéticas, que no aparecen en los libros. Si es muy simple. A mí realmente me gusta cómo se formula en la ley; se dice que se van a revisar los contenidos. ¡Pues, ya era hora! Revísenlos, de verdad. Pero no creen ustedes asignaturas que se convierten luego en marías. La asignatura más importante del currículum estudiantil hoy en día, en mi modesta opinión, es ética. Y ya ven ustedes, la ética la dan como alternativa a ajedrez. Influencia en los niños. Tremendo, señoría, tremendo. Un niño que asiste al empleo de la violencia en su casa, por ejemplo en la pareja, es un niño que puede estar interiorizando lo más horrible que cabe en una circunstancia como esta y es que la violencia es un medio, si no legítimo, eficaz para la resolución de conflictos. No digo yo que un niño que vive en ese ambiente vaya a convertirse en agresor de mujeres, pero vean, y la cifra que voy a dar es la mínima: entre los agresores de mujeres, un 10 por ciento sabemos que han sido niños que ha sufrido maltrato. Ésa es la mínima, posiblemente la cifra es muchísimo más. No hay peor escuela que la violencia de pareja presenciada por el hijo. Por cierto, los niños son, además importantes a otro respecto que pasa frecuentemente desapercibido. Existe un síndrome que se llama el síndrome de Münchausen, que lo ponen en práctica sobre todo algunas mujeres para llamar la atención del estatus médico y que puede poner en riesgo la vida de niños y niñas. Creo que fue la mujer de Reagan y luego Hillary Clinton quienes dieron la medalla a una mujer que había intentado 300 veces matar a su hijo llevada por el síndrome de Münchausen. Pues el síndrome de Münchausen se da también en la violencia de pareja y hay hombres que, para herir a las mujeres, a quien matan no es a ellas sino a los hijos. Eso es lo que se llama asesinato por intermediario y en España tenemos constancia, al menos en el Centro Reina Sofía, a lo largo de este año ya, de dos casos que apuntan en esa dirección. Agresores. Nivel socioeconómico. Cuando clásicamente se ha dicho que la violencia contra la mujer se da en todos los estatus socioeconómicos, alguien podría decir que son intuiciones. En el Centro Reina Sofía, de acuerdo con las cifras que nosotros vamos recogiendo día a día y publicándolas semestre a semestre, nos hemos encontrado con que el 50 por ciento de los agresores —de los que tenemos el informe completo, que no es de todos— tienen un empleo no cualificado y el otro 50 por ciento lo tienen cualificado. Por tanto, en todos los estatus, en todos los niveles socioeconómicos se da la violencia contra la mujer, pues es una violencia de género, como se está diciendo. Y el género no conoce límites sociales. Usted me ha hecho una pregunta tremenda y que necesitaría mucho tiempo, pero voy a intentar responder de la manera más simple posible, sabiendo que esta respuesta puede disgustar a terceros. La socialización de un agresor es la clave. Pero ustedes se preguntarán: ¿Y cómo es que habiendo recibido la misma socialización las personas pertenecientes a una misma generación, unos maltratan y otros, no? Porque, se quiera o no se quiera, además de la socialización, hay otros factores. Si la socialización es el tablero, esos otros factores son las patas y son los que hacen que al final tengamos la mesa de la violencia. Sólo un tablero de por sí no es la mesa. Una de las patas importantísima son las prácticas de crianza, el estilo educativo en que el niño o la niña es educado. Hoy sabemos que el estilo que correlaciona con un mayor número de psicopatologías es el estilo que se llama indiferente, que es no dar afecto y no dar control, ese es el peor. Seguido del autoritario, que es mucho control y ningún afecto. Lo mejor es el estilo llamado democrático, que es afecto y poner normas, no imponer, sino poner normas, que se dialoguen; pero, en un momento determinado, que tampoco pasa nada por establecerlas, ya que, al final, los adolescentes necesitan normas a las que sujetar su comportamiento. Y ellos mismos lo reconocen con el paso del tiempo. Las prácticas de crianza son muy importantes, el continente de la socialización es muy importante. Un continente indiferente, en el que hay poco afecto y no hay normas, en el que metes una socialización sexista basada en el desprecio del otro, en la consideración de la mujer como un ser inferior, es una bomba de relojería. La bomba quizá estalle si además tiene otra pata, una pata por la que se quiere pasar demasiado rápido, los psicólogos piden calma y que se examine con atención. Es la pata constituida por las características psicológicas del agresor. Los agresores no son enfermos mentales en su mayor parte. No lo son. Los agresores no tienen trastornos fuertes de la personalidad, como psicopatías, en su mayor parte. Pero los agresores tienen una serie de psicopatologías que la socialización refuerza de una manera brutal. Por ejemplo, si una persona ha sido criada de forma indiferente o autoritaria y se socializa en la idea de que la mujer es un ser inferior, una propiedad, y es un individuo que, desde el punto de vista psicológico, tiene baja la autoestima o es inseguro, en el momento en que la mujer le plantee el más mínimo problema, él va a considerar que eso es una insubordinación. Y como estos individuos creen en el valor de la disciplina o el castigo, golpearla no será otra cosa más que utilizar un medio por su bien, como ellos 64 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 mismos dicen. Una persona que en cambio sea segura, que tenga la autoestima normal, que no sea narcisista, que no sea misógina, una persona que no sea posesiva, será una persona en la que seguramente la socialización sexista tendrá unos efectos diferentes a aquellos casos en que la socialización sea sexista. Cuando nosotros decimos tratamiento a agresores, queremos decir que, además de educarlos mejor, además de exigir para todo el mundo mejores prácticas de crianza, hay que darles el tratamiento adecuado a las psicopatologías que tiene. A estos señores, fuera de la cárcel, sin ningún tipo de freno, les aseguro que la socialización, les volverá a salir. Y todo agresor se encuentra por término medio en su vida a tres mujeres. Por baja que sea la eficacia del tratamiento, si logramos por lo menos salvar a dos mujeres, después de una maltratada, no será suficiente, pero sí será un paso adelante. Datos de hombres que se suicidan. Eso tiene que ver con otro mito muy frecuente en los estudios sobre violencia, que es que todos los agresores son iguales. Y no es verdad. Hay agresores que son cíclicos, que son los agresores que te pegan y te quieren; luego el ciclo cada vez es más corto y al final te matan, si no pones tierra de por medio. Además de esos agresores cíclicos, que tienen un arrepentimiento muy semejante al de un caimán, pero lo tienen, están los llamados agresores psicopáticos o cuasi-psicopáticos, que no tienen un trastorno de la personalidad, pero se comportan con la frialdad, con la carencia de remordimientos, característica de un tipo psicopático. Y luego hay otro tipo de agresor muy importante, que es el llamado agresivo pasivo, que es el que te está victimizando, pero él es la víctima. Pues bien, de esos agresores, teóricamente al menos el primero, el agresor cíclico, y el último, una vez cometido un asesinato, por ejemplo, uno esperaría que, presos de remordimiento, se suicidaran. Pues si se fijan ustedes en la televisión, eso parece que es lo que pasa siempre. Porque cuando muere una mujer, le acercan el micrófono al vecino o vecina, y además de decir que era un buen chico, dice: ¡Uy, y se ha suicidado o ha intentado suicidarse! Pues no. Yo leía el otro día un editorial de un periódico que decía: ¿Por qué estos señores y señoras del Centro Reina Sofía abren el boletín con la noticia de que, de los asesinos, un 58 por ciento son detenidos y sólo un 19 por ciento se suicidan? Pues por esto; porque normalmente lo que le pasa a un asesino de mujeres no es que preso de remordimiento se suicida —es un buen chico que se le ha ido la mano en un momento determinado—. No, no. ¡De buen chico, nada! Tiene un síndrome de doble fachada, es un monstruo dentro de casa, amable fuera de casa, al que no se le ha ido la mano una vez, es que se le viene yendo la mano desde hace mucho tiempo. Y no tiene remordimientos; y no se suele suicidar. De cada diez asesinos, no llegan a dos los que se suicidan. El resto van a la cárcel, que era lo que quería decir esa noticia, porque no hay mejor noticia para alguien que pueda tener la tentación de que saber que su destino va a ser la cárcel. Porque sepan ustedes, y esto lo digo de pasada, que todavía, en nuestra sociedad, el agresor de mujeres sigue pensando que existe una cierta complicidad encubierta y que encontrará el respaldo de sus iguales en distintos compartimentos. Y eso se lo tenemos que desmontar. Por lo tanto, cuando decimos que no se suicidan, sino que van a la cárcel, lo decimos para que sepan el destino que tienen. No decimos en cambio: la mató pegándola cien puñaladas y arrastrándola por el suelo, porque sabemos que esa noticia, además de escabrosa, suele ser la que induce un cierto mimetismo. Usted me pregunta por países más desarrollados de Europa. En el informe nuestro del año 2003 se veía. Y es cierto. Pero es que, además de la socialización, como he dicho, hay muchos otros factores. En los países del norte hay más criminalidad que en los países del sur; no sólo hay más violencia contra la mujer, hay más criminalidad. Hay también más psicopatologías; hay también más consumo de alcohol, que no es la causa de la violencia, pero ¡ay que ver cómo desinhibe! Y quienes hemos vivido en los países del norte sabemos que el alcohol tiene un carácter lúdico, entre comillas, en el sur, pero en el norte, normalmente, tiene siempre el carácter de evasión. Eso está presente y no lo podemos perder de vista, además de que, a lo mejor la educación es igualitaria en lo formal, pero todavía en lo material no se ha avanzado lo suficiente. Lo que ahora mismo está pasando en España. Y no quiero entrar ahora en conflicto con ninguno de los comparecientes anteriores, con nadie. Pero en España, lo que yo creo que está pasando es que de verdad ahora una serie de derechos históricos que tenía la mujer sobre sí misma se están materializando aunque no de forma rápida; se están materializando mayores cotas de independencia económica; mayores de independencia emocional; mayor capacidad de decir no, plantarse y marcharse; mayores cotas de dominio sobre el propio cuerpo. Y ante eso caben dos cosas: ir hacia atrás, que es la caverna, o ir hacia delante, consiguiendo que de verdad el proceso de igualdad entre los hombres y las mujeres sea lo más rápido posible. Porque yo lo que creo es que en estos momentos estamos viviendo una situación trágica en España, porque está chocando la mente estrecha de determinados hombres con los avances espectaculares no, pero sí notables, realizados pos las mujeres. Me pregunta usted si en otros países conozco leyes similares a esta. Yo me he preocupado fundamentalmente de América del Sur y allí, prácticamente todas las leyes que existen son, excepto en Puerto Rico y no sé si en algún otro país leyes de violencia familiar, y dentro de ellas incluyen a la mujer. Puerto Rico, no. Puerto Rico tiene una ley específica de violencia de pareja. Y en Europa, saben ustedes que la mayor parte de los países no tienen ley; tienen códigos penales. Leyes, creo recordar que Austria tiene ley de violencia familiar y dentro de ella contempla a la mujer. Quizá también Alemania tiene la misma situación. Pero otros países tienen ley —Italia, por ejemplo— pero es ley de 65 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 pareja, ley de violencia de género en la pareja. De todo hay. Usted me dice ¿por qué cree usted que la mujer es maltratada? Pues creo habérselo respondido hace un momento. Porque en esta sociedad sigue habiendo dejes machistas, porque no hemos superado el sexismo, porque la mujer esta avanzando, porque la mujer se está incorporando al mercado de trabajo, no de la manera acelerada que sería preciso, porque está ocupando puestos de cualificación no de la manera acelerada que sería preciso, porque está creciendo en cuotas de independencia económica y de independencia emocional. Todo eso, ustedes lo entenderán, para alguien que tiene una mentalidad estrecha o una mentalidad sexista constituyen verdaderos retos, retos a su masculinidad y por ahí creo que empieza casi todo. Yo no creo que el maltrato hacia el menor tenga la misma causa, aunque a mí me preocupa extraordinariamente ese maltrato y cómo está creciendo. Además, otra cosa. Lo que está creciendo de verdad entre menores es el maltrato con resultado de muerte. Y eso nos preocupa, porque nos lleva a la idea de que se está posesionando algo de la sociedad española, algo que no queremos, que no queremos, y que es que cada vez la vida humana vale menos. Pero cada vez la vida humana debe valer más. Yo estoy muy preocupado por el maltrato sobre la mujer; estoy preocupado por el maltrato contra mayores, porque es el gran problema encubierto de esta sociedad —la prevalencia del maltrato de mayores es prácticamente la misma que la prevalencia del maltrato de menores y casi nadie habla del maltrato de mayores—; estoy muy preocupado por el maltrato del menor y me preocupa en general cualquier maltrato que pueda haber entre cualesquiera miembros que formen una unión estable, temporalmente estable, sean del género que sean, masculino o femenino. Ustedes decidirán la ley que quieren. Todos los casos son preocupantes; ahora, el Centro Reina Sofía en su día dijo que quería leyes específicas de violencia contra la mujer y por eso yo, desde el principio, he dicho que mi comparecencia sería para mejorar esta ley. Me dice la señora Monteserín que la separación es el peligro, me dice algo así, que es el largo camino de la mujer. Ya lo dijo el Defensor del Pueblo en su informe de hace dos años, decía que el 67 por ciento de los casos de asesinato en este país se producen en ese momento. Nosotros, lo que tenemos detectado es que un tercio, cuando menos un tercio de los asesinatos de mujeres y de hijos de mujeres se produce entre el momento en que la mujer decide plantarse y los nueve meses posteriores a la separación. Es un momento de peligro y por lo tanto la ley —que eso sí lo contempla— hace bien en contemplar medidas que puedan evitar que ese sea el momento de riesgo de vida. Yo dije en el año 2000, en el foro al que usted ha hecho alusión, que para mí el problema de la violencia contra la mujer es tan grave que debe ser una cuestión de Estado. Y con eso me gustaría terminar este turno de respuestas. Para mí el problema de la mujer es tan grave que debe ser una cuestión de Estado por encima de los tintes ideológicos de cualesquiera partidos. Para mí el problema de la mujer es una cuestión de Estado. Y me gustaría decir también, y aprovecho el foro para decirlo, que dada la gravedad que presenta el problema de la violencia contra otros sectores de la familia, convendría tomar en serio la opinión de Straus de que la familia es el segundo contexto más violento tras el ejército en tiempos de guerra. Y preparen ustedes también —no sé si es esta la ocasión de aprovechar la oportunidad— las pertinentes leyes referidas a mayores y a menores. No hay que esperar a que las cifras sean mucho más elevadas; ya lo son suficiente. La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Gracias, señor Sanmartín, por se presencia y por sus aportaciones a este debate para este proyecto de ley que ha presentado el Gobierno y que consideraremos términos en los que usted nos ha transmitido. Continuaremos enseguida con la siguiente comparecencia. (Pausa.) — DE LA SEÑORA ÁLVAREZ ÁLVAREZ, REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES. (Número de expediente 219/000025.) La señora PRESIDENTA: Reanudamos la sesión. Señorías, iniciamos la comparecencia de doña Ángeles Álvarez Álvarez, de la Fundación Mujeres, que va a hacer su exposición apoyada por su servicio informático. La señora ÁLVAREZ ÁLVAREZ (Representante de la Fundación Mujeres): Señora presidenta, señorías, agradezco la invitación, especialmente porque vengo en representación de Fundación Mujeres, una organización no gubernamental que tiene el valor añadido de que las organizaciones de mujeres tengamos voz en estos espacios. La verdad es que no pensaba hacer grandes referencias estadísticas, pero me veo obligada a hacer algunas matizaciones respecto a algunas de las estadísticas que se han dado en la comparecencia anterior. Parecería de interés, sería conveniente fijar las fuentes a la hora de dar datos estadísticos. Ha habido un dato que se ha aportado hace unos minutos que me ha parecido especialmente preocupante porque ya venimos denunciando desde las organizaciones que cuando hablamos de estadísticas no se pueden mezclar las cuestiones de género con las cuestiones de generación. Y aquí se han presentado algunos datos estadísticos relativos a ancianos y menores sin hacer un cruce inmediatamente posterior a ése que recogería, por ejemplo, la situación que aporta esta estadística que tenemos en la pantalla relativa al servicio de atención de violencia doméstica del Ayuntamiento de Madrid. Quiero decir a SS.SS. que cuando desde Fundación Mujeres hicimos 66 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 preguntas relativas a cuál era el sexo de los ancianos y niños representados en estos números, se dio la circunstancia en este caso concreto de que diez de las personas denominadas como ancianos eran mujeres y la totalidad de los denominados niños eran niñas. Parece pues que no es conveniente —insisto— cruzar datos relativos a género y generación. Esta es una cuestión que va a surgir de forma sistemática tanto en el proceso de elaboración de la ley como en lo que tiene que ver con la conceptualización. La verdad es que a pesar de que durante todas las comparecencias que se vayan produciendo a lo largo de estos días las referencias estadísticas van a ser muy numerosas, yo necesito ubicar numéricamente la cuestión haciendo un pequeño apunte. En enero de 1999 es cuando las organizaciones de mujeres iniciamos un proceso de recuento de víctimas que aparecen en los medios de comunicación. Creo que el Centro Reina Sofía utiliza el mismo método, no tenemos otras fuentes sino éstas o las del Ministerio del Interior, que como saben se publican con tres meses de retraso en relación con las fechas. Nos encontramos con que desde 1999, fecha en que comenzamos a hacerlo, tenemos 423 referencias en los medios españoles de casos de violencia de género con resultado de muerte. Parece que este solo dato deja claro que a pesar de las reformas legislativas y la puesta en marcha de los planes de actuación no se ha logrado minorar la incidencia de la violencia contra las mujeres en la sociedad española. De hecho, en estos últimos cinco años, según el primer informe que hizo Fundación Mujeres sobre casos recogidos en los medios, y que se va a adjuntar como documentación a la mesa, se han duplicado los casos de asesinatos y homicidios de mujeres en España por violencia de género. La envergadura del problema, la brutalidad que evidencia cada caso y la sistemática de violencia que describen las miles de mujeres que denuncian cada año han llevado a un amplio debate social sobre cómo afrontar y poner freno a una situación que ya ha sido calificada de epidémica. Creo que nos encontramos en un punto en que la impresión de la opinión pública es que las medidas implementadas hasta el momento son insuficientes. El Informe de la ponencia sobre la erradicación de la violencia doméstica, aprobado el 7 de noviembre de 2002, también deja claro que persiste la indefensión y desprotección de las víctimas y la impunidad de los autores pese a los dos planes de acción aprobados por el Gobierno español y específicamente dirigidos a combatir lo que ha sido denominado como violencia doméstica. Reconoce dicho informe que los planes no han logrado erradicar esta lacra social y que por tanto resulta necesario —y cito— seguir profundizando en el tema y perfilando soluciones. Cuando el Informe de la ponencia sobre erradicación de la violencia doméstica anima a seguir profundizando en el tema y perfilando soluciones se aproxima a la idea ya desarrollada en otros países de legislar específicamente sobre esta cuestión. Creo que pocas personas cuestio- nan la necesidad de dar respuestas coordinadas tanto desde el ámbito administrativo como civil y penal. La principal referencia viene marcada por la Resolución de la Comisión de Derechos Humanos de 1997 de Naciones Unidas cuando insta a los gobiernos a reforzar en las legislaciones nacionales sanciones penales, civiles, laborales y administrativas para castigar cualquier forma de violencia infringida a mujeres y niñas. La cuestión que se nos ha planteado durante estos días y al hilo del anteproyecto es hasta dónde estamos dispuestos a llegar en la búsqueda de soluciones. Es la identificación de este límite lo que está alimentando la polémica que hemos estado viviendo en torno a esta ley y que se puede concretar en dos posturas básicamente. Por un lado están las opiniones de personas que reconocen e identifican el problema en el ámbito de la desigualdad entre los sexos y están dispuestas a hacer todos los esfuerzos necesarios para evitar que la mitad de la población esté en situación de inseguridad permanente, removiendo todos los obstáculos e introduciendo las reformas y medidas necesarias incluidas las de un ordenamiento jurídico que se ha presentado incapaz de dar respuesta eficaz a este problema. Y por otro lado tenemos a quienes se parapetan en la individualización de los casos de violencia, ignorando el género y la desigualdad social en las relaciones entre mujeres y hombres. Son quienes no aceptan, por ejemplo, la estadística como mecanismo probatorio de la discriminación social que sufrimos las mujeres, ni creen que exista una discriminación colectiva que posiciona al conjunto de las mujeres como grupo de riesgo. Quienes comprenden el problema como casos unicasuales son los que opinan que la ley no puede intervenir más allá de una pura concepción formal de la igualdad porque no están dispuestos a cuestionar el orden familiar y social que se define en función de estereotipos sexistas y que, por tanto, no sólo potencia la desigualdad entre mujeres y hombres sino que además es caldo de cultivo de este tipo de violencias. Las organizaciones feministas y las asociaciones de mujeres hemos defendido una ley integral porque certifica una adecuada conceptualización del fenómeno, porque envía un mensaje claro e inequívoco por parte de los poderes del Estado sobre la tolerancia cero hacia este tipo de sucesos y porque realiza un reconocimiento de derechos a las mujeres víctimas en relación con la asistencia y mecanismos de restitución del daño que no es posible a través de otros procedimientos de intervención. En primer lugar, valoramos positivamente la adecuada definición del fenómeno, y es aquí donde a nuestro entender el anteproyecto de ley hace su primer contacto con la realidad al señalar que tiene por objeto actuar no contra una violencia accidental contra la mujer sino contra aquella que es manifestación de la discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres. Es muy importante que seamos conscientes de que esta violencia 67 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 En relación con la segunda cuestión que planteaba, la relativa al mensaje inequívoco de tolerancia cero por parte del Estado, cabe señalar que los poderes públicos deben alentar instrumentos eficaces que pongan fin a la tolerancia que desde distintos ámbitos existe hacia la violencia que se ejerce contra las mujeres. Es la sociedad precisamente la que está reclamando que el Estado evidencie que no acepta bajo ningún concepto y en ningún supuesto este tipo de violencia. Los jueces en demasiadas ocasiones argumentan sus fallos a través de auténticos manuales de justificación de la violencia sexista. No sólo necesitamos adecuar los instrumentos jurídicos. De nada servirá si no se forma a quien debe aplicar la norma en concepciones no androcéntricas del mundo. El mensaje debe ser que no se acepta ninguna agresión, que no existe ninguna justificación para las mismas y mucho menos si los argumentos están relacionados con la supuesta desobediencia de las mujeres a las exigencias y mandatos que tradicionalmente se nos han atribuido en virtud de los roles y estereotipos de género. Es esencial que el Estado se enfrente a las resistencias violentas que una parte de la población tiene ante los nuevos derechos de las mujeres. En este proceso, el Estado debe poner a disposición de la erradicación de la violencia y a favor de la igualdad todos los mecanismos que tiene a su disposición, tanto el funcionamiento de los diferentes servicios públicos como el ordenamiento jurídico. Decir que los principios del derecho penal no nos permiten castigar de forma específica esta violencia es reconocer que tenemos un ordenamiento jurídico ineficaz. Cuando hablamos de remover obstáculos en busca de la igualdad también hablamos de los que se esconden tras el igualitarismo de la norma. El principio de tolerancia cero también hay que aplicarlo desde la Administración de Justicia. Necesitamos una ley que enfrente desde todas las instituciones del Estado un problema persistente que no ha tenido respuestas eficaces a través de los mecanismos empleados en los últimos años y que debe venir a fortalecer la emergente toma de conciencia de la ciudadanía española sobre el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres y a su expresión más dramática que no es otra que la violencia contra las mismas. La ley integral contra la violencia de género se presenta así como una ley necesaria, ineludible y urgente. El tercer aspecto esencial que se presentaba en una legislación específica es el reconocimiento de los derechos de las mujeres víctimas. Desde las organizaciones de mujeres siempre hemos entendido que se debe facilitar a las víctimas de violencia de género la recuperación en todo los sentidos mediante el establecimiento de normas. Este anteproyecto de ley se compromete con muchos derechos que se articulan desde el reconocimiento de que las víctimas difícilmente pueden sobreponerse a las secuelas sin ayuda. El derecho a recibir esta ayuda sólo puede articularse de forma general y efectiva a través de ley. Hemos de tener en cuenta que las competencias relacionadas con la prestación de queda definida por el objetivo que persigue. Su elemento intencional no es otro que la imposición de la voluntad del varón y el sometimiento de su compañera. Ya en 1869 John Stuart Mill acotaba nítidamente el problema cuando en su trabajo El sometimiento de la mujer indicaba que al hombre le gusta tener su propia voluntad pero no le gusta que su compañera doméstica tenga una voluntad distinta de la suya. Ignorar estos elementos en la elaboración de diagnósticos del problema nos aboca a cometer errores y consecuentemente limita las posibilidades de encontrar soluciones eficaces. Por eso es preciso matizar que el anteproyecto de ley integral no lo entendemos como una norma excluyente. Estamos ante una ley especifica que esboza soluciones para un problema concreto que sufren casi de manera exclusiva las mujeres, aunque en ocasiones presente víctimas colaterales como menores dependientes. Hay quien viene defendiendo la necesidad de hacer extensiva la ley a ancianos y menores. Sin embargo, esta ley en aras a la eficacia debe atender la problemática que pretende enfrentar, la violencia por razón de género, y no debe combinarse con violencias condicionadas por la generación, por ejemplo, puesto que éstas presentan diagnósticos diferentes que reclaman otro tipo de actuaciones. En realidad lo que creemos es que esta polémica no persigue tanto estimular acciones de protección a favor de estos colectivos, que desde luego bien pueden hacerse a través de otras normativas, como desenfocar la particularidad de la violencia contra las mujeres en un intento por desarmar los argumentos a favor de la igualdad por la vía de concebir el derecho de igualdad como el idéntico tratamiento ante la ley. Existe el vacío entre la igualdad formal y la igualdad material, y no podemos dejar ese abismo abierto. Creemos por tanto que el anteproyecto de ley acerca estas orillas, que el anteproyecto de ley hace un adecuado acercamiento conceptual a ese tipo de violencia, aunque opinamos que sería necesario seguir trabajando y profundizando en otras manifestaciones de esta violencia que no se producen exclusivamente en el ámbito de las relaciones afectivas de pareja. Si bien es cierto que el diagnóstico es certero y es esencial mantener intacta la idea central de la ley, también sería conveniente buscar fórmulas que permitan incluir otras modalidades de violencia de género que sabemos que se están produciendo y que afectan gravemente a la vida de las mujeres. Me refiero, por ejemplo. a los ya emergentes casos de las denominadas violencias por honor que enfrentan ya a algunos países europeos con segundas y terceras generaciones de inmigrantes o a la desprotección de las mujeres traficadas con fines de explotación sexual. En todo caso, quizá sería conveniente no limitarla a los cónyuges y definir o perfilar qué se quiere decir cuando se habla de quienes ha estando ligados por relaciones afectivas, ya que por ejemplo muchos victimarios son los hijos que asumen la representación social del padre en la familia. 68 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 servicios a las víctimas se encuentran en estos momentos transferidas a las comunidades autónomas y esto nos llevó a pedir en su día que la ley incluyese fórmulas para garantizar e igualar los derechos en todo el territorio español en relación con el derecho a la información y todos los relacionados con la restitución del proyecto de vida. Nos parece esencial, por ejemplo, que la ley estipule la obligación de contar con un determinado número de plazas por habitante en las casas de acogida y que en sus apartados relativos a la denominada asistencia integral concrete cuáles deben ser los modelos adecuados de intervención de cara a evitar el asistencialismo o la falta de intervenciones especializadas. En todo caso, si sus señorías me permiten, me gustaría reflexionar sobre algunas cuestiones relacionadas con los órganos administrativos donde el anteproyecto de ley ubica en su artículo 15 la responsabilidad de garantizar tanto el derecho a la información como el asesoramiento a las víctimas y la asistencia social integral. No pensamos que el derecho a la información, el asesoramiento o la ayuda integral que refiere el citado artículo deba desarrollarse como insta la norma a través de los servicios sociales. La atribución de estas funciones debe ampliarse a otros órganos administrativos dependiendo entre otras cosas de cómo se hallen organizados en cada comunidad autónoma. De todas formas, nosotras entendemos que sería conveniente que fuesen los organismos de igualdad los encargados de la coordinación de estos recursos. Creemos que su intervención es imprescindible en la definición de las metodologías y procesos de acompañamiento a las víctimas. De hecho, muchas comunidades autónomas ya han estructurado sus servicios y recursos a través de los citados organismos de igualdad, coordinando además las actuaciones con otros programas íntimamente ligados a las estrategias que se proponen en la ley, como son el fomento de la igualdad de oportunidades o el empleo femenino y, quizás más importante aún, otros recursos disponibles que se articulan específicamente en estos organismos y se ubican en ellos como, por ejemplo, el apoyo a la toma de decisiones de las víctimas durante el proceso de salida de la relación violenta. Efectivamente, esto nos llevaría a plantear ciertas cuestiones sobre la contribución que se propone en el artículo 15.6 relativa al fondo económico y que se detalla en la memoria económica para coadyuvar —cita— a la puesta en marcha de servicios para garantizar la equidad territorial. Entendemos que esa financiación debe abrirse a los organismos de igualdad por un lado y, por otro, debería referirse a financiar no ya la implantación o la puesta en marcha de recursos sociales, como cita el mencionado artículo, sino su funcionamiento, puesto que de otro modo estaríamos penalizando a las comunidades autónomas que han realizado con anterioridad un esfuerzo presupuestario para crear los dispositivos de atención a las víctimas. En cualquier caso, resulta de vital importancia que el desarrollo de estos servicios se haga desde criterios de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Es esencial tomar conciencia de que el nivel de especialización profesional en materia de género es en muchos casos la única garantía que las mujeres víctimas tienen respecto a una completa recuperación de su vida desde una posición de plenitud en el ejercicio de sus derechos. Para una organización como Fundación Mujeres, que entiende que una ley integral contra la violencia de género en realidad es un instrumento para la consecución de la igualdad, este anteproyecto presenta elementos que son de vital importancia y que quedan recogidos, aunque quizá cabría decir que están más bien apuntados, en los títulos I, II y III. Entendemos que muchas de estas cuestiones son objeto de un posterior desarrollo reglamentario que en todo caso debe realizarse de acuerdo con el espíritu de la ley. Algunas de estas cuestiones que nos parecen fundamentales son: las referidas a la sensibilización de la población, la prevención en la educación, la revisión de los currículos educativos, la formación de profesionales y la investigación de las causas de la violencia contra las mujeres. Estos han sido, junto a la coordinación de las actuaciones, el eje principal de las reivindicaciones que las organizaciones de mujeres hemos venido haciendo en los últimos años. A modo de ejemplo quisiera recordar a sus señorías que la primera campaña institucional que se realizó en España contra los malos tratos es del año 1984. Su lema fue Mujer, denuncia los malos tratos. Parece evidente que después de 20 años no podemos seguir como si no hubiese cambiado nada, con los mismos lemas en las campañas institucionales, con mensajes además que suelen trasladar la responsabilidad para la resolución del problema a la acción de denuncia de las mujeres. Las campañas publicitarias institucionales deben ser utilizadas con mayor frecuencia para dar claves preventivas a las víctimas y enviar mensajes rotundos y claros a los agresores. Referido también a posibles mejoras que puedan incorporarse a través de enmiendas cabe reflexionar sobre la importancia de hacer extensivo a todos los medios de comunicación el respeto a la igualdad y la lucha contra la discriminación a que hace referencia el artículo 10. No nos parece conveniente que este principio constitucional deba limitarse a los medios de titularidad pública. En relación con la prevención en el ámbito educativo y sanitario, la verdad es que un primer diagnóstico nos indica que hasta el momento no se han puesto en marcha medidas de largo alcance que actúen sobre el conjunto de la población y contra la variable que la etiología de la violencia identifica como el primer factor de riesgo que no es otro que el sexismo. Fundación Mujeres en su proyecto Detecta, que fue citado ayer por la tarde en esta sala y de donde salieron los datos relativos a interiorización del sexismo por parte de los adolescentes españoles en un trabajo de investigación que se ha realizado con 6.400 adolescentes, ha definido el sexismo como una discriminación que atenta contra la integridad de la persona en sus planos psicológico, físi- 69 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 co y sexual por la única razón de pertenecer a uno u otro sexo biológico. El sexismo es discriminación porque condiciona el desarrollo de las identidades personales de las mujeres y de los varones. El sexismo discrimina porque determina e impone los roles que tenemos que desempeñar unas y otros. El sexismo discrimina porque define e impone el uso de los espacios públicos y privados en función del sexo biológico. Esta discriminación previa es la que se trata de corregir a través de las acciones positivas. Este caldo de cultivo de la violencia es lo que hay que acometer desde una legislación específica y estas medidas han sido, sin embargo, las grandes ausentes cuando se ha tratado de atajar el problema. Sus señorías deben conocer que un 14 por ciento de varones españoles entre 14 y 18 años pueden ser catalogados como sexistas radicales que minimizan y justifican la violencia contra las mujeres. Pero siendo este dato preocupante lo es más que el 40 por ciento de chicos y chicas sean incapaces de identificar comportamientos sexistas en la relación de pareja que predicen riesgo, y esto evidencia la urgencia de intervenciones preventivas. Seguramente son los aspectos relacionados con la prevención que aporta este anteproyecto lo que hace posible augurar un cambio decisivo en relación con la violencia de género. Fundación Mujeres lleva cuatro años trabajando en aulas con adolescentes en relación con esta problemática y hemos evidenciado que esta tarea debe ser acometida sin falta y con urgencia por los profesionales de la educación, por una cuestión muy sencilla, porque funciona. Dentro del título I sobre medidas de sensibilización el artículo 6 se refiere a la formación inicial y permanente del profesorado. Cabe decir en ese sentido que las universidades españolas se encuentran en este preciso momento inmersas en el proceso de integración de su sistema en el espacio europeo de enseñanza superior y en la constitución de diversas comisiones de estudio para la elaboración de los planes que van a ser presentados para su informe y aprobación al Consejo de Coordinación Universitaria. Es decir que nos hallamos en un momento en que se están estudiando cómo van a ser las nuevas titulaciones y es aquí desde donde se deberían incorporar las materias obligatorias para todas las titulaciones que formen a los futuros profesionales que de una u otra manera tendrán relación con la problemática de la violencia. Pero entre tanto tenemos un vacío que podemos paliar planificando en los centros universitarios, en concreto en las escuelas de magisterio en relación con lo que va a ser la formación con adolescentes, seminarios permanentes sobre igualdad en razón de género o estudios no cíclicos de posgrado que especialicen a algunos profesionales del ámbito educativo para su reinversión en las escuelas de infantil y primaria y en los centros de secundaria. Por otro lado tenemos el sistema sanitario, que debe estar preparado para detectar en las fases iniciales los sucesos de violencia contra las mujeres y aportar soluciones mucho antes de que la vida de las mujeres se encuentre en una situación real de riesgo o que su calidad de vida se vea perjudicada de una forma irreversible. Y les quiero dar un dato. En España hay 951.800 profesores trabajando en educación. Sumen ustedes los y las profesionales del ámbito sanitario y tomemos conciencia del potencial que se pone en juego cuando hablamos de prevenir desde la educación y la salud. Ahora bien, para que este sistema de prevención funcione son necesarios dos elementos imprescindibles. Primero, un conocimiento fiel sobre cómo se produce el fenómeno de la violencia y sobre los elementos que la potencian y, segundo, profesionales adecuadamente formados en la materia. Policía, servicios sociales, jueces, psicólogos, forenses y después de ayer los sociólogos, sobre todo los intuitivos (Risas.), deben adaptar su formación inicial en la Universidad y crear especialidad. Para los que específicamente trabajen en servicios relacionados con la violencia sería esencial proponer que estos contenidos figuren dentro de los programas de las pruebas de acceso a los servicios públicos, a las oposiciones, y pido a sus señorías que propongan enmiendas en este sentido. Finalmente, en relación con la tutela institucional, quiero destacar la urgencia de poner en funcionamiento un observatorio nacional de la violencia. Si hay algo que está resultando verdaderamente preocupante y que se ha venido evidenciando en estos últimos años y en estos días de comparecencia es el absoluto caos estadístico en relación con la contabilización y análisis de la información relativa a la violencia de género contra las mujeres. Tengo una amiga que el otro día me decía que nos ha costado mucho entrar en todas las listas, en las listas electorales y en las listas de muertas. En este sentido quiero recordarles que, como ya he indicado al inicio de mi intervención, la tasa de asesinatos producidos en España en los últimos cinco años se ha duplicado. La cuestión que quiero plantearles es que observemos que de las 73 víctimas mortales de media que informaban las ONG desde el año 1999, nos encontrábamos con una media de 40 que venía recogiendo el Ministerio del Interior durante esta horquilla de tiempo. Esta diferencia en las medias anuales viene determinada por una cuestión conceptual e ideológica, que determina el concepto que estaba manejando el Ministerio del Interior cuando hacía sus recuentos y sus cómputos, ya que el ministerio, hasta el año 2002, no contabiliza, como SS. SS. saben, los casos en que el victimario era ex cónyuge, incluido separado, divorciado o compañero sentimental, etcétera. SS. SS. saben también que esta cuestión ha sido una polémica reflejada por los medios de comunicación y que nos sirve para reflexionar sobre la urgencia de disponer de sistemas unificados y con indicadores consensuados de recogida de información. Ya en la Conferencia de Lisboa de 2000, en la que se analizaron los resultados de la campaña Tolerancia cero, se destacó de forma explícita, que una de las áreas menos privilegiada ha sido la de sistemas de recogida y registros específicos de sucesos violentos. También el 70 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 Consejo de Europa ha reconocido en repetidas ocasiones la necesidad de mejorar los registros estadísticos de la violencia contra las mujeres, llegando a concluir que, por desgracia, la mayoría de los Estados miembros del Consejo de Europa carece aún de datos estadísticos precisos para evaluar la envergadura y el peso social que constituyen los actos de violencia contra las mujeres. Y esta realidad cuestiona, por ejemplo, los datos que algunas organizaciones han recopilado para realizar comparativas europeas, ya que los países de la Unión no registran con los mismos criterios e indicadores, lo que nos imposibilita comparar en el ámbito europeo. Hoy por hoy es imposible hacer ranking, teniendo una información que se ajuste a la verdad. Se pregunta el Consejo Europeo cómo evaluar las necesidades, aplicar políticas eficaces y comprobar la incidencia de estas últimas sin una herramienta estadística. En general, se están ofreciendo referencias sobre datos absolutos o porcentajes que no permiten la realización de análisis, porque no son relacionados con otras variables que hagan posible profundizar en la situación en función de la evolución de otros indicadores. La información se hace en referencia a cuestiones como el incremento del trabajo, por ejemplo. Y esto lo hace el Consejo General del Poder Judicial. Me explico. El informe del Consejo General del Poder Judicial ha hecho una evaluación en la que presenta sus datos estadísticos con relación al número de denuncias tramitadas, ya que es el indicador que a ellos les permite conocer el incremento de su actividad, en relación con la violencia de género. Sin embargo, no analiza, aunque cuenta con el dato y está incluido en el propio informe del Consejo, la proporción de denuncias retiradas por comunidades autónomas y no hace una comparativa. Este indicador que puede resultar de gran utilidad a la hora de valorar el impacto de los recursos de protección y acompañamiento jurídico a las mujeres víctimas en cada uno de los territorios, no ha sido tenido en cuenta o ha pasado desapercibido a los analistas del Consejo. Estas cuestiones, entre otras, ponen en evidencia la urgencia de contar con un observatorio de la violencia de género, porque la escasez de datos sobre la violencia está obstaculizando la formulación de políticas y la realización de análisis. La ausencia de indicadores comunes y consensuados está impienso hacer estos análisis comparativos y de conjunto del fenómeno de la violencia. Se está procediendo a realizar afirmaciones sobre la envergadura del problema refiriendo, por ejemplo, exclusivamente los datos que nos aportan los servicios sociales, lo que está, por otro lado, desdibujando la realidad del problema ya que un gran número de mujeres resuelve a través de servicios privados o de ONG. Necesitamos, por tanto, crear un sistema integrado de información; un observatorio de la violencia que lleve a cabo la compilación y análisis de datos e informaciones recogidos por todos los prestadores de servicios, es decir, policía, servicios sociales, casas de acogida, juzgados, etcétera, contando con un sistema de información que evite la dispersión, la omisión o la duplicidad de datos. Hay que hacer algún matiz porque hay algunas cuestiones que se deben de garantizar a través de la composición de estos organismos. Por ejemplo, es fundamental que se garantice una experiencia acreditada de sus miembros; la independencia de quien realiza los análisis; y entender que un observatorio en ningún caso debe ser un órgano integrador de políticas, ni puede estar al cargo de coordinar funciones y recursos o procedimientos para la gestión de acciones encaminadas a la lucha de la erradicación de la violencia de género. La Administración —y eso es muy importante— como gestora o proveedora de servicios es una fuente más de información, pero nunca puede ser un observador o un evaluador imparcial de sus propias políticas. En este sentido, sería aconsejable que por parte de algunas administraciones españolas se revisasen los criterios seguidos para la puesta en marcha de observatorios de la violencia, dado que están contraviniendo estos principios esenciales y colisionan con criterios y definiciones técnicas, internacionalmente aceptadas, respecto a la finalidad y garantía de imparcialidad de dichos organismos. Adjuntamos dos documentos a la mesa relacionados con estas cuestiones en cuya elaboración ha participado Fundación Mujeres y que recogen pautas básicas para los registros y tratamiento de datos, consideraciones generales y diferentes baterías de indicadores.. La señora PRESIDENTA: Disculpe un momento. Le rogaría, si hay documentos, ya los aporta. Los cita para abreviar, por favor. La señora REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES (Álvarez Álvarez): De acuerdo, bien. Finalmente, y también en relación a la tutela institucional, deseo mencionar que nos parece adecuado que la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género se encuentre ubicada en el Secretaría General de Política de Igualdad. Es muy importante que esté dotado de competencias que faciliten comunicación y coordinación con los diferentes departamentos. Esta Delegación del Gobierno debe tener como función esencial suplir una de las carencias que se han detectado en los últimos años, cual es la descoordinación absoluta entre servicios. No tenemos ninguna duda de que el periodo de enmiendas permitirá perfilar mejoras al proyecto de ley integral contra la violencia de género. Pero, lo que como miembro de una organización no gubernamental me gustaría trasladar a SS. SS., es el deseo de que sean capaces de compartir el objetivo último de la ley. Hace ya un año, el consenso entre todos los grupos de la Cámara logró la puesta en marcha de una medida, la orden de protección, que, aún a espera de evaluación, ha supuesto un avance. La realidad también ha sido 71 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 nación, sino de un Estado muy complejo con situaciones muy diferentes. Sería mucho mejor si escuchásemos a las comunidades autónomas que ya han trabajado que opinen y, entonces, consensuar las políticas. Si se quiere organizar desde aquí, vamos a cometer muchos errores. En Cataluña hay un grupo de mujeres Tamaia que han trabajado muy bien el tema de la educación. Déjenlas trabajar; hablemos por el momento de recursos; vamos a ser lo más equitativos posible con los recursos, que nunca los seremos; tengámoslo en cuenta y no hablemos tanto de temas nacionales, hablemos de Estado. En cuanto al registro, si queremos hacer un gran registro en el centro del Estado seguramente fracasará. Dejemos que trabajen los registros autonómicos. Con el observatorio nacional sucede lo mismo, si tenemos comunidades que ya están trabajando, que ya están poniendo en marcha sus planes, lo que no tienen son recursos, porque los recursos a veces se quedan en el centro y hay unas comunidades más castigadas, que son Cataluña, Baleares y Valencia. Esas tienen que apañárselas como puedan porque históricamente representan a los más ricos y son los que reciben menos recursos. Sí se está haciendo ya un esfuerzo. Escuchémosles, cuantifiquemos todas las necesidades y entonces hablemos. De momento, la memoria económica tiene muy poco valor, tiene que trabajarse más. Según cómo se trabaje en la memoria económica, esta ley sí tendrá valor. De momento, todo es papel. Esperemos que haya un buen trabajo después y veremos si esta ley se puede poner en marcha. tozuda y nos ha dejado constancia de que, a pesar de todo, era insuficiente. Por eso la sociedad está reclamando un paso más. Creemos que este anteproyecto de ley abre ese camino y en el voto de SS. SS. queda depositada la salud y la seguridad de muchas mujeres. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Álvarez. Vamos a dar un turno a los grupos parlamentarios. Inicia el turno la señora Bonás. Les ruego brevedad por la hora y porque ya ha habido una densa exposición. La señora BONÁS PAHISA: Señora Álvarez, ha empezado la exposición con estadísticas. Le diré que en el caso que tratamos las estadísticas no son muy relevantes, porque todos sabemos que los casos no han aflorado. Yo recuerdo que cuando hablaban de suicidios, decían que en España no había suicidios y que en Suecia había muchos. Sabíamos que aquí, sencillamente, no se declaraban los suicidios. En este caso, es algo parecido. Lo que sí es real son las muertes que ha habido. Y una muerte es demasiado. Coincido con usted en que es importante diagnosticar el problema, que tenemos un problema de violencia contra las mujeres. Después de dos días de comparecencias está claro que esta ley tiene que ir dirigida a este tipo de violencia porque este es el problema que tenemos. Hay que adecuar los instrumentos jurídicos, pero hay que hacer una reflexión: ¿quién controla a los jueces? Hasta ahora, esto no ha sido posible. La respuesta, seguramente, es la sociedad. Si conseguimos que la sociedad del Estado español no se admita la tolerancia mínima, tolerancia cero con la violencia, con el sexismo, con el machismo, será quien controlará a los jueces. El control deberá venir desde abajo. La ley es importante en cuanto consiga sensibilizar a la sociedad. Lo que usted ha dicho: la prevención, la enseñanza. Si no, no servirá de nada por muchos instrumentos jurídicos que queramos poner, ya que la prisión tiene que venir de la sociedad. Otro punto que ha comentado es la igualdad de derechos en todo el territorio español. Eso es una falacia porque en el territorio español los ciudadanos no reciben los mismos recursos según el territorio en el que vivan. Para distribuir los recursos tendríamos que partir de la base de que en todo el territorio español se reciben los mismos recursos. Y ya sabemos que hay comunidades que se han esforzado mucho más. Como usted ha dicho: si ahora vamos a distribuir las casas de acogida por número de habitantes, tampoco será igualitario. Son las comunidades las que deben decidir cuántas casas necesitan, porque si distribuimos por número de habitantes tendríamos que contar con el efecto territorio, con el efecto concentración, con el efecto inmigración, que no está cuantificada en el número de habitantes. Esta ley se está haciendo muy centralizada pensando en una nación, cuando no hablamos de una La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Catalán (Convergència i Unió), la señora Pigem. La señora PIGEM I PALMÉS: Siguiendo las instrucciones de la señora presidenta, voy a intentar ser casi telegráfica. No obsta ello para agradecer su exposición, todo cuanto nos ha explicado, y para manifestarle que para una persona, como soy yo, defensora de la necesidad de una ley integral, me ha gustado una intervención como la suya que ha puesto el acento, que ha puesto un valor, a aspectos de la ley, como los aspectos preventivos y de prestación social y no, como muchas veces a lo largo de estos días de comparecencia, parece que estamos hablando de una ley sólo de tutela penal y de tutela procesal. Le agradezco su intervención porque nos ha hablado de la necesidad, de la educación; de la necesidad de formar a los que forman; de la necesidad de formar a todos los operadores que intervienen en el largo camino desde la prevención hasta la recuperación; y también de la necesidad de hablar de este paso de una concepción asistencialista a una concepción de derechos sociales, con todo lo que ello implica, de dotación económica y de una buena articulación para que esto 72 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 iniciativas legislativas. Usted tiene que considerar trascendente el que se haya tipificado como delito la violencia psíquica hace poco; el que desde la primera agresión se haya convertido en un delito; que la reincidencia se contemple como una agravante; que se haya duplicado el alejamiento, aunque ayer alguien decía que los jueces lo aplican a 50 ó 60 metros —el Código Penal no puede contemplar los metros, pero el sentido común de quien impone las sentencias, lógicamente, tendría que contemplarlo—; el que se haya establecido la prisión provisional para quien quebrante también la orden de alejamiento. Aunque alguna representante de una asociación le producía escalofríos el hecho de que se pudieran aplicar los juicios rápidos, afortunadamente, este Gobierno no los ha eliminado para el tema de la violencia y seguimos considerando la mayoría que es básico que se sigan aplicándose y, desde luego, el de que se haya elaborado con un consenso parlamentario total, esa primera ley integral, la Ley de la orden de protección de las mujeres víctimas de la violencia doméstica, que fue esta mañana valorada muy positivamente por Montserrat Comas, persona que ha estado trabajando con todos los grupos parlamentarios. Primera reflexión. Usted hablaba de algunas recomendaciones que hicieron en una ponencia aprobada en el mes de noviembre, pero quiero destacar que la inmensa mayoría fueron recogidas en esas reformas legislativas. Doña Ángeles se lo manifiesto como elemento previo. Pasando ya a las preguntas, ¿usted cree que la mujer va a obtener mayor protección por el hecho que la ley excluya de su ámbito a menores e incluso a las niñas? Digo esto también porque en un voto particular Montserrat Comas recomendaba el que se pudiesen incorporar. Usted también se ha manifestado de una forma muy entusiasta acerca de la definición que la ley da sobre la violencia que sufren las mujeres, sin embargo una persona como Montserrat Comas y en ese voto particular así lo recoge estima que pueden surgir muchos problemas porque puede ser difícil establecer esta intencionalidad en el momento de juzgar esa violencia contra la mujer y ser posible el determinarlo a posteriori. En segundo lugar, ¿no considera poco pausible que si el agresor no agrede contra la mujer con la intención de discriminarla, con el ánimo de mantener la relación de poder que ejerce sobre ella, pues es muy difícil determinar esa intencionalidad, pero en cambio puede estar mezclada con una venganza, un arrebato, o unos celos? Porque muchas veces la violencia contra la mujer de la que ha sido su pareja, cuando le deja vienen los celos y viene esa agresión. ¿El hecho de que se haga esa definición puede llevar consigo a que en el fondo unos mismos hechos de violencia contra la mujer sean juzgados por otros jueces, que considera la ley que es bueno crear, por esos juzgados específicos de la violencia? Se juzgarían algunos de acuerdo con unas normas y otro tipo de violencia contra las mujeres, sin ser muy fácil la frontera para dividirlas, por otras leyes y por otros jueces. sea una realidad. Para mí la necesidad de una ley integral era justamente para que se abordaran estas visiones —preventivas y también de prestación social—, puesto que lo que se había hecho hasta ahora, con mayor o menor fortuna, eran reformas parciales y, sobre todo, penales. Puesto que usted no ha hablado en demasía del tema penal, yo le quería hacer tres o cuatro preguntas. Desde su óptica —aunque sé que en su fundación no son expertas en temas jurídicos, me interesa por eso su óptica—, ¿ustedes creen en el aumento de penas como una situación óptima para prevenir o para erradicar este tipo de conductas? Hay distintas asociaciones, también de mujeres juristas, que dicen que la utilización del derecho penal como factor de sensibilización ante la amenaza de un castigo, en este tipo de agresiones, no es lo más efectivo, ya que aquí la solución del problema ha de venir mucho más desde los aspectos sociales, educativos y culturales, que de los aspectos represivos. Yo le pregunto cuál sería su óptica al respecto. Si usted considerara que sí, que ha de haber más pena, ¿usted cree que estas penas deberían referirse únicamente a lo que se contempla en el proyecto, que serían las lesiones, los malos tratos, amenazas, coacciones y vejaciones, o tendría que hacerse transversalmente como un agravante genérico en todos los casos en los que la violencia fuera de género, aunque fuera circunscrita al ámbito específicamente intrafamiliar, doméstico o como se le quiera llamar? Dos temas más. Nos gustaría conocer su consideración acerca de la necesidad de la creación de un fondo de alimentos, que podría ser no para todos los casos, ni para todas las economías; la necesidad, por lo menos, de que alcanzara a determinados casos en los que la inexistencia puede crear situaciones muy complicadas. Han tenido la amabilidad de pasarme por escrito los ejes de su intervención y usted alude que yo también es necesario, que es la conveniencia de decir que en los casos en los que hay violencia, no se puede acudir a la utilización de la mediación familiar. Me gustaría que expusiera algo al respecto. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Popular, la señora Sainz. La señora SAINZ GARCÍA: Doña Ángeles Álvarez, gracias por su intervención, en nombre del Grupo Popular. A raíz de de una de las declaraciones que usted hizo, me gustaría realizar una consideración inicial, A nuestro juicio, esta ley, nace en un escenario no de escasez de medidas, sino de una pluralidad de iniciativas legislativas muy importantes que se han tomado en estos últimos años, no solamente en el ámbito de la Administración central, pues también hay comunidades autónomas que tienen leyes integrales. Me parece relevante que reflexionemos y partamos de la base de que esta ley nace después de que se hayan hecho importantes 73 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra, por el Grupo Socialista, la señora Monteserín. Me gustaría también preguntarle si considera que en la ley se contemplan las medidas necesarias para dar seguridad personal a las víctimas, algo que nos parece fundamental, aspecto que ha sido objeto de trabajo muy intenso por el Grupo Popular, y de hecho hemos presentado una proposición de ley, para tratar de dar mayores garantías de seguridad personal a las víctimas. En tercer lugar, usted ha hablado con mucho entusiasmo —como docente, imagínese que para mí todo lo que tiene que ver con las medidas de prevención y de educación me parecen básicas y fundamentales— de las importantes medidas que de prevención hay en la ley. Me encantaría que las hubiese, pero no las encuentro tan claramente. Me gustaría que me dijera cuáles son esas medidas de prevención que usted ve tan positivamente en la ley porque, repito, yo no las encuentro. Si las hay nos alegrará, y si no las hay, a lo mejor con enmiendas podemos entre todos incorporarlas. En cuarto lugar, ha hablado de las medidas sociales, y dejo de lado otras medidas que ya han sido abordadas por otros comparecientes—. Los temas sociales, como sabe S. S., son competencia de las comunidades autónomas. Por lo tanto, vamos a ver cómo se aborda esto. En la memoria económica se señala claramente que la gestión del conjunto de estas medidas, a excepción, por ejemplo, de la prestación por desempleo, es competencia de las comunidades autónomas. No incidiría en los temas económicos. El coste casi sería mínimo. ¿No le parece que al no haber articulado esta ley en diálogo, en consenso y en acuerdo con las comunidades autónomas, es muy complicado el que esas medidas que ahí se perfilan puedan llegar a ser una realidad, puedan quedar, como ya se ha señalado por otra diputada, en papel mojado? Si vamos a alguna de las páginas de esa memoria económica, se habla de lo que le correspondería pagar a los juzgados contra la violencia de género al Estado, una cantidad mínima y, en cambio, toda la carga económica iría a las comunidades autónomas. Y así, igual en una serie de temas de tipo social. El coste de las medidas de tipo social se hace recaer sobre las comunidades autónomas, pero sin que se hable de transferir fondos. Eso sería, por lo tanto, abocarlas a un fracaso. Nos preocupa porque nuestro grupo tiene también el convencimiento de que son importantes, pero de nada sirve articular en la ley unas medidas de tipo social, si se reconoce luego en la memoria económica que son competencias de las comunidades autónomas y no hay previsión de transferir fondos. La comunidad autónoma dirá: es muy fácil que la Administración central legisle, pero si pone esas obligaciones, tendrá que facilitarnos los recursos para que eso pueda ser una realidad. Es un tema importante del que quizá no se ha hablado mucho. Dado que usted ha puesto el dedo en la llaga, me gustaría conocer sus reflexiones. La señora MONTESERÍN RODRÍGUEZ: Muchas gracias, señora Álvarez, por su trabajo, por su exposición clara, documentada y sobre todo por sus aportaciones. Su exposición nos da ha dado pie a profundizar en aspectos de la ley que siendo quizá los más importantes, no han sido los que más hemos tratado estos días, ni siquiera han sido tratados tampoco por los medios de comunicación. Quiero poner de manifiesto porque me parece relevante que el movimiento feminista ha sido importantísimo para concienciar a la sociedad y a los poderes públicos de los problemas específicos de las mujeres, y en concreto el de la violencia de género. Quiero hacerle tres preguntas, muchas de las que tenía pensadas ya han sido contestadas en su exposición brillante y algunas otras han sido planteadas por otro grupos y no quiero repetirme a estas alturas del día. ¿Por qué el movimiento feminista, por qué el movimiento de mujeres, ha optado por la fórmula de una ley integral para combatir la violencia de género? ¿Por qué ha optado por esto valorando las medidas que se habían puesto en marcha durante los últimos ocho años? ¿Cuándo aparece la propuesta de la ley integral y en función de qué realidades, si de otras medidas que no han funcionado o de otro análisis que ustedes hayan eso? En segundo lugar, se ha parado mucho en un tema que a mí me parece también fundamental, el instrumento que la ley pone en marcha, que es el Observatorio contra la Violencia Doméstica. Se han señalado desde algún grupo los problemas de vivir en un Estado con competencias transferidas, en el que cada uno adopta iniciativas. Este observatorio tiene que conseguir la homologación de los indicadores y de los objetivos, y coordinarlo con otros instrumentos que puedan tener las comunidades autónomas y que puedan servir para el mismo objetivo. Pero tienen que ponerse de acuerdo en cuáles son los indicadores con los que tienen que trabajar. ¿Qué tipo de indicadores le parecen que son fundamentales para hacer esto de una manera homologada y cohesionada en todo el territorio del Estado? Por último, quiero decirle que usted no va a poder resolver el problema de legislar en un Estado descentralizado, aunque esta ley ha sido tratada en otro contexto diferente a otras leyes. Estábamos acostumbrados en los últimos 8 años a aprobar leyes muy conocidas, que yo he seguido, como la Ley del Menor, que se han elaborado al margen de las administraciones que tenían luego que poner los medios, los dispositivos y los centros, y se han legislado desde el Congreso de los Diputados sin haber buscado fondos, para que luego las comunidades autónomas pudieran poner en marcha esos dispositivos y desarrollar la Ley de Menores. Eso ha generado unos problemas en su aplicación. Estábamos acostumbrados a yo legislo, tú pagas. No es este caso porque hay una memoria económica que reconoce 74 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 peldaño es hacer que los indicadores sean comunes; que una comunidad autónoma esté tratando de evaluar y medir lo mismo que está evaluando y midiendo otra comunidad autónoma; que tengamos en la misma cesta los mismos productos, ya que si no tendríamos desconcierto, que es lo que yo creo que en estos momentos tenemos. En todo caso ya hay creados, al menos que yo conozca, tres observatorios de la violencia, con más o menos acierto. Tenemos uno en Vizcaya, otro en la Comunidad de Madrid, alguno local en el mismo Ayuntamiento de Madrid, —la semana pasada se ha aprobado alguno— que nosotras entendemos que no se han constituido bajo esos criterios que yo indicaba que deben tener los observatorios, en el sentido de que están conformados por las mismas personas que van a ser evaluables. Nos preocupó muchos en su día el hecho de que se nombrase con un nombre genérico, el Observatorio, que nosotros entendemos que es sectorial en el Consejo General del Poder Judicial, que se limita, como no puede ser de otra manera, a aquellas cuestiones que atañen a la administración de justicia, pero, evidentemente, deja fuera todo lo que tiene que ver con servicios sociales, Policía, etcétera, en fin, un montón de fuentes de información, entre las que estarían las organizaciones no gubernamentales, por ejemplo, que tienen servicio de atención a las víctimas. Toda esa información es importante que la recojamos. No nos podemos limitar exclusivamente a recoger la información de los jueces, igual que no nos podemos limitar a recoger exclusivamente el número de denuncias que nos da la Policía. A la Policía, y aprovecho para contestar a alguna otra pregunta que se me ha hecho en este sentido, tendrá que incorporar en sus indicadores una batería más amplia que el mero dato estadístico de cuáles son las denuncias, porque, hasta ahora, el Ministerio del Interior no nos está facilitando otro tipo de datos. Esto hay que corregirlo, entre otras cuestiones, porque nosotras lo que necesitamos es información que nos facilite después intervenir. Para eso queremos la información, además de por otro motivo que me parece importante, porque la información, y estoy me gustaría que SS.SS. no lo olviden nunca, es un derecho que tenemos la ciudadanía. Tenemos derecho a conocer qué es lo que ocurre. Por ejemplo, he tenido ocasión de analizar datos por comunidades autónomas que nos podían aclarar cómo se puede llegar a desvirtuar la realidad. Recuerdo un debate electoral donde un candidato acusaba a otro candidato de que una comunidad autónoma —de la que era el candidato acusado— sufría más violencia que otra. Aparte de que el argumento lo califico de penoso, quiere decir que además de un acierto, porque estaban acusando a una comunidad autónoma de que era la que más muertes tenía en todo el Estado, pero es que resulta, que esa comunidad autónoma era la que más habitantes tiene de todo el Estado. Entonces, parece poco serio tirarse a la cara estos trapos sucios que además no nos llevan a nada. Aquí se ha hablado eso, pero, sé que ustedes conocen que las comunidades autónomas tienen distintos niveles de desarrollo normativo, dispositivo, instrumental y de recursos a las mujeres que sufren violencia en las distintas comunidades autónomas, y querría saber si tienen una valoración hecha de esos instrumentos y de esos dispositivos por comunidades y cuáles serían, en este caso, las que tendrían que empezar si no de cero, de un nivel más pequeño que las otras en todos otros instrumentos. A la vez, si desde la memoria económica se tendría que contemplar esto como un déficit o como un valor; o se tendría que llegar a la conclusión de que como estamos hablando de derechos, hay que obligar a determinados servicios e instrumentos en todas las comunidades autónomas y coparticipar en el pago todo el Estado, ya que es una ley que implica a todo el Estado, es una ley que entiende que la violencia de género es un problema de Estado y como tal es todo el Estado, todas las administraciones, las que tienen que aportar los fondos pertinentes para el desarrollo de la misma. La señora PRESIDENTA: Para contestar a los distintos grupos, tiene la palabra nuevamente la señora Álvarez. La señora ÁLVAREZ ÁLVAREZ, REPRESENTANTE DE LA FUNDACIÓN MUJERES: Voy a tratar de ser breve, ya que la Mesa ha considerado que me he excedido en mi tiempo. La señora Bonás preguntaba quién controla a los jueces. La verdad es que la sociedad quizá pueda controlar a los jueces, pero no creo que una ley tenga que perseguir el control de los jueces. De lo que yo he hablado en mi exposición va más en la línea de quién forma a los jueces. La cuestión de interés para nosotras está más relacionada con la formación de los jueces, con el hecho de que los jueces comprendan esta problemática, pues creo que han estado muy alejados, en general, y tenemos textos jurídicos, por ejemplo, para justificar las violaciones matrimoniales y los tenemos en los anales de grandes pensadores. Entonces, la cuestión es quién forma a los jueces. Es para echarse las manos a la cabeza y traigo unos cuantos que tendré a bien dejarlos a la Mesa. En relación a los recursos por comunidades autónomas, el Observatorio de violencia, porque creo que es al hilo de esta cuestión por lo que usted me hace la pregunta, un Observatorio nacional de violencia no significa que no deban de existir puntos de recogida de información en las comunidades autónomas, que podemos llamar como usted considere. La ley ha optado por Observatorio de la violencia; Naciones Unidas, por ejemplo, está hablando de Unidades estadísticas internacionales. ¿Qué hacemos entonces? Si Naciones Unidades hace una Unidad estadística internacional, ¿los distintos Estados no tienen por qué tener control sobre su territorio? Esto es algo que va de arriba abajo, o de abajo arriba porque, en realidad, la función del último 75 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 esta tarde de la importancia de incorporar otro tipo de registros, de hablar de tasas, de tendencias, etcétera, y nos encontramos con que en los análisis que la Fundación Mujeres ha hecho en estos últimos años, curiosamente, en los últimos cinco siempre aparece a la cabeza las islas Canarias y Baleares. Siempre me he preguntado cuál es la circunstancia que hace que en las islas haya una mayor tasa de asesinatos. Me encuentro con que no tenemos capacidad de rascar información de ningún sitio para saber por qué en las islas hay una tasa más alta, de forma sistemática y sostenida, que en otras comunidades autónomas. Eso es lo que tiene que venir a corregir un observatorio. Facilitemos información para que después, quienes tienen que legislar, sean capaces de tener diagnósticos más certeros. En estos momentos, quitando el número de mujeres que son asesinadas, ¿verdaderamente alguien sabe en este país por qué más en un sitio que en otro? ¿Se ha hecho un análisis respecto a qué es lo que está ocurriendo en aquellos sitios donde se han implementado unas medidas u otras? No tenemos ninguna información y esto parece grave, sobre todo cuando queremos hacer una apuesta en serio para modificar las cosas. Hay alguna pregunta que se me ha hecho sobre cómo deberían articularse algunas cuestiones en relación con las comunidades autónomas. Aquí lo único que puedo decir es que yo no soy el Gobierno. No parece que sea la persona que tenga que contestar a ese tipo de cuestiones. Soy miembro de una organización no gubernamental y entiendo que las reivindicaciones territoriales son justas, las comparto y entiendo —y aprovecho también para contestar a alguna otra pregunta— que las políticas tienen que ser consensuadas, sobre todo aquellas que atañen a las responsabilidades que ya están ubicadas en los territorios. Eso es incuestionable. ¿Prevención? Prevención es la cuesta de trabajo que Fundación Mujeres en su día. Fundación Mujeres trabajó fundamentalmente en los primeros años en temas que tenían que ver con empleo e igualdad de oportunidades, y es cierto que llegó un momento en el que tomó conciencia —y muy rápidamente, por cierto— de que había un obstáculo con relación a la igualdad, con relación al empleo, que era muy importante que lo incluyese en su estrategia de acción, que era, precisamente, la violencia que sufren las mujeres. En ese sentido, organizó dentro su estructura un área de prevención. La fundación no trabaja específicamente con víctimas, bien es cierto que tenemos estrechas relaciones con organizaciones de mujeres, como SS.SS. conocerán, que sí trabajan directamente y que hay una tradición entre las organizaciones de trasvase de información en ese sentido y de apoyo, incluso; o sea que, aunque no trabajamos con ellas, sí que tenemos acceso a sus informaciones y datos. Nunca hemos pensado que las medidas penales fueran las grandes medidas contra la violencia y esta ley tampoco apunta en ese sentido, aunque bien es cierto que matiza muchas cuestiones. Si lo vemos en exten- sión, hay muchos apuntes referidos a las cuestiones jurídicas, es cierto, pero para nosotras el valor de esta ley está puesto precisamente en lo que está fuera de esos capítulos y así lo he mencionado. No con el entusiasmo que se me ha adjudicado porque, como tengo la intervención por escrito, quiero recordar a SS.SS. que he dicho que más que definidos, están apuntados, o sea, no he tenido mucho entusiasmo. He tenido mucha esperanza, que es distinto, porque entiendo que esos apuntes van a avanzar hacia donde deben ir las intervenciones. La intervención que he hecho ha ido toda centrada, en los pocos matices que he hecho o en las pocas incursiones que he hecho en los asuntos relacionados con la justicia, al elemento intencional que hace el anteproyecto de ley a la hora de castigar a los autores de estos delitos. La verdad es que a nosotras nos ha sorprendido mucho —y lo digo desde la ignorancia de estas cuestiones, pero como ciudadana de la calle— que se haya levantado esa polémica, porque legislación y tipos penales que se aplican de acuerdo al objetivo o el propósito que tienen las agresiones, existen muchos en el Código. En estos días, en la lectura de los informes del Consejo General del Poder Judicial, y más concretamente de algunos votos particulares, al menos he visto cinco referidos por alguno de los vocales del Consejo. Aquí, la cuestión que se plantea es la dificultad de la prueba, como usted bien ha indicado. A mí eso a lo que me lleva es a hacer una reflexión más allá: ¿por qué tenemos esas dificultades en la prueba? Me atrevería a decir, entre otras cosas, que no tenemos profesionales formados para detectar, por ejemplo, el síndrome de la mujer maltratada —que ya está perfectamente definido y que seguro que alguno de los ponentes que vendrá después probablemente se lo explique mucho mejor que yo—, o el denominado síndrome de Estocolmo doméstico. ¿A qué nos aboca esa dificultad de la prueba? A entender que los jueces tienen que tener a su lado personal especializado que sea capaz de detectar esa sistemática de la violencia sobre la que queremos legislar. En relación al pronunciamiento que me pide en las cuestiones relativas al fondo de alimentos, nos gustaría verlo reflejado en la ley. De hecho, en una reunión que hemos tenido con la secretaria de Políticas de Igualdad, así lo hemos llevado. También le digo que no todas las organizaciones de mujeres están de acuerdo o no tendrían inconveniente en que se desarrolle la aplicación de esa cuestión fuera de esta norma. Es decir, no tenemos un consenso en esa cuestión, pero la verdad es que estaría bien ubicarlo dentro de la ley. Me alegra muchísimo que me pregunte por las cuestiones referidas a la mediación familiar, porque el tema de los puntos de encuentro y la mediación familiar pueden ser problemáticos si no queda perfectamente definida cuál es su función última y, desde luego, cuándo está contraindicada el uso de uno y de otro. La mediación, en materia de separación o divorcio, tiene como misión fundamental permitir que las partes 76 Congreso 20 de julio de 2004.—Núm. 65 ejerzan sus responsabilidades en un clima de cooperación y de respeto mutuo. Esta definición nos apunta hacia dónde van las contraindicaciones. Pero además, si me permite, me gustaría decirle que existe un documento de Naciones Unidas —Mejora del sistema de justicia penal. Estrategias para luchar contra la violencia doméstica— elaborado por Naciones Unidas, Nueva York, 1997, que dice que la mediación, más bien que el proceso penal, sugiere que la violencia doméstica no es un delito o no es un delito menos grave; que este proceso no brinda la seguridad de que el acusado asuma la responsabilidad por la violencia y además, las víctimas corren el riesgo de que la violencia se repita; que la mediación puede exigir que las víctimas modifiquen su conducta, lo que parece dar a entender que comparten la responsabilidad de la violencia y que en ellas recae la responsabilidad de poner fin, etcétera. Dejaré el documento a la mesa. No parece tampoco procedente que les dé lectura del mismo pero, desde luego, nosotras entendemos que la mediación está contraindicada siempre que exista violencia entre la pareja. Señora Sainz, creo que he terminado mi intervención haciendo una alabanza a la orden de protección. La he calificado como un avance importante —además, lo creo en serio—, porque es evidente, aunque es una medida que se ha quedado corta. En ese sentido, necesitábamos reforzar algunas cuestiones. Nosotras, de todas formas, sí creemos que se han hecho importantes reformas que avanzan en las cuestiones de tipo penal y jurídico, pero lo que siempre hemos echado en falta han sido precisamente las medidas preventivas. Hemos entendido que se estaba haciendo una apuesta de conjunto por las cuestiones penales y por asuntos que tenían que ver más con las cosas referidas a paliar el problema, más que atacar de raíz la cuestión de fondo del problema. Yo tengo una frase de cabecera que dice: La mejor manera de proteger a un menor es proteger a su madre. No sé si esta frase le puede aclarar cuál es mi posición respecto al hecho de que se incluya o no a los menores. Si estamos hablando de una violencia colateral, como resultado de la violencia de género hacia la madre, creo que la norma apunta ya hacia esa protección y, además, no esta norma. En estos momentos tenemos normas en relación, por ejemplo, con las casas de acogida, que ya están dando cobertura a los menores. Eso ya se está aplicando. Los menores que están en casas de acogidas ya están protegidos por esas normas. En relación a cómo agrede y cuál es la intencionalidad última que tiene el agresor y todas estas dudas que se nos generan, creo haber contestado antes y no me voy a extender especialmente. Las medidas sociales y las comunidades autónomas y los fondos. Evidentemente, como ONG, siempre me van a parecer insuficientes los recursos económicos que se pongan. No creo que ni ésta ni otra norma que duplique esta memoria económica a mí, personalmente, me vaya a parecer suficiente, porque además entiendo que el problema que tratamos de atajar va a ser muy costoso. Sin embargo, es cierto que se plantean algunas cuestiones referidas a los dineros en las no sé si puedo estar de acuerdo, porque sí que en la memoria económica, en el área social, en el punto 1.1, hay un fondo destinado a financiar la primera instalación de los servicios. En mi intervención he dicho que personalmente no estoy de acuerdo con esto. Me parece que necesitamos un fondo destinado a financiar el trabajo sostenido de los servicios. El Gobierno de la nación tendrá que negociar con las comunidades autónomas cómo se implementa esto. Entonces, insuficiente, evidentemente, aunque cuando nos lo dupliquen seguiremos diciendo que es suficiente. ¿Se completan las necesarias para las medidas de protección? No se hace a través de la ley, pero yo tengo aquí un texto referido al protocolo que han firmado el Ministerio de Justicia y el Ministerio del Interior, respecto a las actuaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y coordinación de los órganos judiciales, que me parece que es bueno, que me parece que es muy parecido a la proposición de ley que ustedes han puesto encima de la mesa el otro día y que recoge cuestiones referidas, por ejemplo, a cómo evaluamos el riesgo —una de las medidas que ustedes proponen— y cómo en razón de esta evaluación del riesgo se aplican distintos niveles de protección a las víctimas. Efectivamente, no está recogido en la ley, pero entiendo que está recogido en el protocolo. No sé si he sido lo suficientemente breve. (Risas.) La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señora Álvarez, por su valiosísima exposición y, desde luego, estaríamos encantados de escucharla más tiempo, pero las circunstancias de los tiempos y la jornada que llevamos, nos obligan a poner fin. Repartiremos, desde luego, es un compromiso, los documentos que nos ha dejado sobre la mesa y los tendrán SS.SS. a su disposición. Eran las ocho y cincuenta y cinco minutos de la noche. 77 CORTES GENERALES DIARIO DE SESIONES DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS COMISIONES Año 2004 VIII Legislatura Núm. 67 TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES PRESIDENCIA DE LA EXCMA. SRA. D.ª CARMEN MARÓN BELTRÁN Sesión núm. 7 (extraordinaria) celebrada el jueves, 22 de julio de 2004 Página ORDEN DEL DÍA: Celebración de las siguientes comparecencias: — Del señor Lorente Acosta. Médico forense. (Número de expediente 219/000017.) . . . . . . . . . . 2 — De la presidenta de la Asociación Adamuvic (Ronei Albareda). (Número de expediente 219/000018.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 — De la señora Varela Portela. Abogada y experta en violencia de género. (Número de expediente 219/000019.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 — De la señora profesora titular de Derecho Penal de la Universidad Autónoma de Barcelona (Larrauri Pijoan). (Número de expediente 219/000020.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 1 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 Página — Del señor profesor titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid (Rey Martínez). (Número de expediente 219/000021.) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50 — Del Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid (Núñez Morgades). (Número de expediente 212/000110.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Se abre la sesión a las diez y veinte minutos de la mañana. do para que realmente permanezca reducido al ámbito privado del hogar, y que si no descubrimos esa parte oculta como elemento principal, como cimiento de la violencia, en ningún caso podemos atajar esa manifestación última en forma de agresiones. Las dos ideas básicas que quiero compartir con ustedes esta mañana, y lo voy a hacer de manera rápida porque vamos un poco con retraso y tampoco quiero yo contribuir a esa dilación en el tiempo, son precisamente el elemento, la continuidad de la violencia; es decir, no hay una simple agresión en el momento final, sino que hay una actitud continuada y cómo precisamente esa exposición a la violencia no sólo el ataque puntual es fundamental para entender las medidas que hay desarrollar para acabar con las manifestaciones y con el origen. Es primordial que entendamos que una gran parte de la violencia —y así lo recogen la mayoría de los estudios— todavía está en un lugar totalmente invisible. Como sociedad, como profesionales, como instituciones, no debemos confundir lo invisible con lo inexistente, porque lo invisible simplemente no se ve y lo inexistente no es. Aquello que no se ve no quiere decir que no exista y a veces da lugar a una sensación extraña, que incluso puede facilitar la interpretación de que cuando no se puede demostrar algo que ocurre en el ámbito privado, es que se ha denunciado falsamente; simplemente el que no haya elementos objetivos que demuestren un hecho desde el punto de vista jurídico no quiere decir que no haya existido desde el punto de vista social, desde el punto de vista real. Por eso, recurriendo a los estudios más extensos y más exhaustivos, podemos ver cómo —además recientemente publicado en Campell— la prevalencia de la violencia contra la mujer está situada verdaderamente entre el 10 y el 50 por ciento; aproximadamente entre el 11 y el 30 por ciento de las mujeres que acuden con lesiones a los servicios de urgencia lo son por haber sido maltratadas; y el estudio mundial de violencia de la OMS recoge que el 68 por ciento de los homicidios que sufren las mujeres en todo el mundo son debidos a la violencia que ejercen sus parejas sobre ellas. Es decir, hay una realidad, esa es la realidad, ésa es una imagen de la realidad bastante certera con todos los estudios de instituciones internacionales que se han hecho, y esa realidad no es lo que se representa, lo que CELEBRACIÓN DE LAS SIGUIENTES COMPARECENCIAS: — DE DON MIGUEL LORENTE ACOSTA, MÉDICO FORENSE. (Número de expediente 219/000017.) La señora PRESIDENTA: Señorías, se abre la sesión de comparecencias previstas para el día de hoy con la presencia del compareciente don Miguel Lorente Acosta, médico forense, a quien damos la bienvenida a esta Comisión y agradecemos sus aportaciones al proyecto de ley de medidas de protección integral contra la violencia de género. Señor Lorente, tiene ya la palabra para iniciar sus intervenciones. El señor LORENTE ACOSTA (Médico forense): En primer lugar, quería agradecer la invitación que me han cursado desde esta Comisión para comparecer y poder compartir con todos ustedes, todas ustedes, las cuestiones más relacionadas con la medicina legal, la medicina forense y cómo la violencia debe ser entendida como una manifestación global, no sólo como una serie de resultados. Al mismo tiempo, quiero manifestar el honor tan grande que es para un profesional, para un ciudadano, estar en esta casa y como dije la primera vez que tuve la posibilidad de comparecer ante una Comisión del Congreso de los Diputados, no sólo para —como era el sueño de cualquier juventud— cambiar la sociedad, sino también en la medida de lo posible, mejorarla. Con esa idea fundamental desarrollo el trabajo en el día a día, y con esa idea y con ese objetivo también quiero comparecer ante todos sus ustedes: poner a la luz un poco los elementos que desde la medicina legal hemos podido encontrar detrás de las manifestaciones de esas denuncias que llegaban a los juzgados de mujeres maltratadas, de mujeres que sufren la violencia por parte de sus parejas y cómo detrás de esa manifestación última, que es objetiva, que es visible, existe todo un mundo oculto y en parte también ocultado, porque ha habido elementos activos que han actua- 2 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 Esas situaciones diferenciales nos dan lugar a formas de presentación y a formas de manifestación totalmente distintas que no aparecen en el resto de la violencia interpersonal en general, y sí aparecen como elementos definidores de lo que es la violencia contra las mujeres. Entre esas formas, vemos que es una violencia inmotivada en cuanto al desencadenante de la agresión; es decir, no hay un elemento objetivo por el cual se pueda prever o se pueda pensar que se va a actuar de manera especialmente violenta, sino que puede ser cualquier elemento, cualquier argumento, que en un momento de conflicto —que eso puede ocurrir en cualquier relación de pareja, en cualquier relación interpersonal humana—, el conflicto, en lugar de dar lugar a una resolución pacífica, se potencia hasta acabar en una agresión. Por lo tanto, hay una situación de inseguridad que las mujeres refieren de una manera especialmente tensa porque dicen que no saben cuándo ni por qué les va a pegar, con lo cual, desarrollan un estado alerta mantenido, de esperar a ver qué es lo que van a hacer o no van a hacer para que suponga una agresión, que implica un deterioro psicológico bastante importante. Una cosa significativa es el hecho de que se producen muchas de estas de agresiones, especialmente las más graves, en lugares públicos, a la luz del día, sin ninguna máscara, sin buscar nocturnidad, sin buscar ausencia de testigos, sino que se representa ante los demás, ante la sociedad, como personas que tienen que cumplir con una obligación, con un deber que ellos reconocen como coherente con la actitud que vienen manteniendo con esa mujer. Eso coincide además con una actitud también significativa en cuanto a lo que es la delincuencia, la violencia interpersonal, como es el hecho de entregarse voluntariamente a la policía después de haber cometido el crimen, la agresión, o en algunos casos, aproximadamente un 20 por ciento, suicidarse. En ambos casos, lo que están reconociendo es el hecho de lo que se denomina un crimen moral o por autojustificación. Es decir, la motivación no está en algo material, no está en algo que va a rentabilizar a corto plazo, sino en esa obligación, en ese imponerse, en ese no permitir que la mujer se salga con la suya, generalmente cuando hablo de homicidio rompiendo la relación de pareja. Eso significa que ellos asumen las consecuencias y, por lo tanto, se entregan y van a la cárcel directamente, o si por su nivel de integración social ellos perciben que pueden ser muy criticados y cuestionados por la conducta, suelen cometer el suicidio, precisamente, para evitar esa crítica social en nombre de la cual ellos han actuado para imponer un orden: el orden que considera que la mujer debe estar, dentro de la relación, controlada por un rol específico. Esa motivación moral es la que hace que muchas veces se comporte de esa manera y por lo tanto, cuando se establece una orden de alejamiento, si no valoramos previamente al agresor, si está dispuesto a matar a su mujer, lo que menos le va a intimidar, lo que menos le va a detener, es quebrantar una orden de alejamiento. Son ele- aparece en la práctica del día a día. Nosotros debemos dirigir los esfuerzos, tanto a lo que se presenta —que generalmente suele coincidir con los casos más graves—, pero también respecto a aquellos otros casos que están iniciando una carrera para un día presentarse ante nosotros de esa forma especialmente grave, que exige y que demanda una respuesta por nuestra parte. Junto a esa violencia oculta, esa violencia ocultada, también tenemos que entender que la violencia contra las mujeres es una violencia diferente al resto de la violencia interpersonal. Eso clave porque si no entendemos las diferencias, tampoco podemos entender que las medidas que se van a aplicar para combatir esa violencia deben de ser distintas. Esa violencia diferente no está en el hecho del resultado y es fundamental entender que el resultado solamente es la primera aproximación al problema. En ese sentido, la frase de Bertillon que pronunció a finales del siglo XIX es muy significativa. Él decía que solamente se ve lo que se mira y sólo se mira lo que se tiene en la mente. Si nosotros no tenemos conceptualizadas las diferencias de lo que es la violencia contra las mujeres como algo distinto al resto de la violencia interpersonal, realmente no sabremos identificarla y difícilmente podremos poner en marcha las medidas para resolver esa situación. Por eso no es una violencia de resultado. Toda violencia acaba en el mismo lugar, en lesiones físicas, psicológicas o en la muerte. No es una violencia del autor; sí es una violencia de motivación, de elementos que dan lugar al porqué y al para qué se ejerce una violencia sistemática, continuada, repetida en una relación teóricamente basada en el afecto, basada en el amor. Esas diferencias en los objetivos residen fundamentalmente en la pretensión de conseguir control, dominio, pero no como algo abstracto o teórico, sino que el maltratador lo que busca, en definitiva, es control y dominio, pero él lo hace desde una percepción totalmente práctica y utilitarista. Él busca privilegios, busca estar relajado, no asumir responsabilidades y poder imponer su voluntad en cada momento. Eso, lógicamente, exige un control y un dominio. Ese control y dominio, esos objetivos, nacen de unas motivaciones, de un porqué, y ese porqué parte de esa consideración superior de lo que es la figura del hombre en la relación de pareja, ese concepto de paterfamilias del derecho romano, traducido y mantenido hasta el momento actual; parte, lógicamente, de una desconsideración de lo que el rol de la mujer en la relación de pareja, y, por supuesto, tiene que tener la idea de mantener un orden. Cuando el maltratador dice que quiere mantener la paz del hogar por medio de su actitud de control, en el fondo, lo que está imponiendo es un orden establecido según su concepción patriarcal de lo que es la relación, pero confunde orden con paz. Claro, hay un orden porque hay un control por su parte, pero lógicamente es un orden basado en la violencia y causando alteraciones como veremos a lo largo de la exposición. 3 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 mentos que debemos conocer como específicos de la violencia contra la mujer para luego actuar con medidas adecuadas y proporcionadas a la forma de comportarse de estos agresores, que podrían ser medidas útiles en otro tipo de violencia, pero que en muchos casos, al hablar de violencia contra las mujeres, de violencia de género, estamos tomando referencias equivocadas si no consideramos estos matices diferenciales. Otro elemento característico y muy significativo para conseguir ese objetivo de control es el hecho de la violencia denominada excesiva. El agresor, cuando hay un conflicto, hemos dicho que provoca el conflicto para resolver la cuestión que se ha planteado, y en lugar de utilizar la violencia para intentar imponer su solución, su mandato, su criterio, lo que hace es aplicar una violencia excesiva. Es decir, no da un puñetazo, no da una patada, no da un empujón, sino que da una paliza. Además, en lugar de dar una paliza utilizando las manos, los pies, los elementos naturales, recurre a objetos que producen un mayor daño lesivo —ceniceros, botellas, taburetes, una sartén—, todo eso para producir un daño extra. ¿Por qué el daño extra si realmente lo que quiere es continuar con su relación de pareja basada en esa concepción que él tiene? El daño extra, esa violencia excesiva, es fundamental para atemorizar, para aleccionar, para aterrorizar, en definitiva, a las mujeres que sufren este tipo de violencia. Si no existe es daño extra, el control que se puede ejercer es mucho menos efectivo y, además, necesitaría de más violencia repetida. Es decir, a raíz de una agresión brutal, como muchas de las que estamos recogiendo aquí, con una simple mirada, con un simple puñetazo, con un simple gesto, es suficiente para que la mujer vaya aceptando los criterios bajo el miedo de que la violencia pueda repetirse y, por tanto, la situación es grave. Por eso, amenazar o coaccionar en estas situaciones es grave, no porque se haga sobre la mujer en sí, sino porque en estas circunstancias de violencia, una amenaza, una coacción, reproduce el episodio excesivo de violencia que sirve para intimidar, controlar y mantener a la mujer en el lugar que el agresor previamente ha establecido para ella. Es fundamental entender que la violencia es una situación mantenida, continuada, y que necesita de las agresiones puntuales, pero también de las amenazas, de las coacciones, de las humillaciones, de las ridiculizaciones que va ejerciendo sistemáticamente para mantener ese control que él ha decidido establecer en la relación. Otra característica también significativa es la utilización del cuerpo como mecanismo lesivo directo, algo que no aparece habitualmente en la violencia interpersonal y que sí aparece con mucha frecuencia en la agresión específica sobre las mujeres. Elementos diferenciales que nos indican ese concepto y esa situación distinta de la violencia contra la mujer hacia el resto de la violencia interpersonal. Esa violencia de continuidad es una violencia que permite construir o reconstruir la relación de pareja sobre unos parámetros totalmente nuevos que están basados en la imposición, en la desigualdad, en la restricción, en la limitación, en la exigencia a la mujer. Esa situación nueva genera conflictos que son, permítanme la expresión, perversamente utilizados e identificados como propios de la pareja y, por tanto, necesitados de corrección por medio de la violencia, cuando son propios y exclusivamente elementos generados por la violencia. Sin embargo, ya se identifica el conflicto con la pareja, cuando la única causa del conflicto es la violencia que se ha instalado en esa relación. Eso hace que sea necesaria, no como una estrategia que se aprenda, una estrategia que se desarrolla desde el punto de vista del error-ensayo de la práctica del elemento cultural que existe, sino que es una estrategia basada en la generación de violencia. ¿Qué queremos decir con esa situación de violencia? Que sobre una no violencia, como aparece en la relación en esta línea apuntada, se va estableciendo una especie de control progresivo. La violencia contra la mujer es un proceso y no se empieza maltratando de manera intensa a la mujer, sino que se va limitando, se va cuestionando, se va diciendo que no le gustan esas amistades, que está mucho tiempo con la familia, que está abandonando a sus hijos, que no le gusta que trabaje fuera, que para el tiempo que trabaja fuera al final hay que meter una persona que trabaje dentro. Todos esos cuestionamientos del desarrollo del papel de la mujer, la van limitando, la van cerrando en su núcleo de familia, en el núcleo de la relación. Esa situación de violencia va aumentando de manera progresiva, comparando siempre el nivel posterior con el nivel previo; por lo tanto, no da la sensación de que se haya aumentado mucho el control porque no se compara con el nivel de no violencia, sino con lo previamente consolidado, y eso hace que vaya aumentando esa situación de violencia. Sobre este clima de violencia, con ese control, esa limitación, esa restricción, esa humillación, esa ridiculización de la mujer, primero en privado y luego en público, se generan las agresiones; o sea, ya el ataque puntual, que tiene en un principio y tiene un final por una situación que se ha planteado y que el agresor decide resolver por medio de una agresión. Esa agresión puntual se repite con más o menos frecuencia y tiene más o menos intensidad, pero lo que estamos viendo y estamos tratando tradicionalmente desde el punto de vista social por medio de las instituciones, son las agresiones especialmente intensas. Estas agresiones que, por su intensidad, dan lugar a una denuncia; por su intensidad dan lugar a un parte de lesiones; por su intensidad dan lugar a que los vecinos llamen diciendo que están oyendo voces y gritos, y por su intensidad hace que actuemos. Sin embargo, nosotros, como sociedad y como instituciones, como profesionales, no podemos olvidar que detrás de estas agresiones especialmente intensas que se producen, existen agresiones más leves que ni siquiera son denunciadas, incluso a veces ni siquiera son consideradas por las propias mujeres como agresiones, como violencia, 4 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 cuando detrás de toda esta situación de agresiones múltiples, repetidas, existe una situación continuada de violencia, en la cual, insisto, no se da sólo la agresión, sino que la amenaza, la agresión, la intimidación, la humillación es lo que va manteniendo esa relación basada en la violencia. Es el elemento clave para resolver y atajar, no sólo las manifestaciones de la violencia, sino la violencia en sí. Es como si existiera una curva peligrosa en una carretera, la gente se accidenta en esa curva y entonces nosotros ponemos un puesto de ambulancia al lado de la curva. Lógicamente, habrá menos muertes porque la ambulancia trasladará antes, pero, aun así, sigue habiendo muertos; ponemos un centro de salud y sigue habiendo muertos; ponemos un hospital, sigue habiendo muertos; ponemos un hospital con un nivel terciario y sigue habiendo muertos, aunque cada vez haya menos. Lo mejor sería quitar la curva, arreglar la curva. Si acabamos con la causa que genera el problema, no necesitaremos imponer muchas medidas que vayan destinadas a actuar sobre las manifestaciones, sino que hay que atajar el origen de esa violencia. De manera rápida, diré que al hablar de una situación continuada, amparada por la justificación, por las normas, por la historia, por la tradición, por la cultura, ello permite que existan justificaciones de todo tipo sobre la conducta provocadora de la mujer, aceptando implícitamente que ya hay algo que la mujer puede hacer que es merecedor de reprobación y, por lo tanto, de corrección desde el punto de vista del hombre, cuando en realidad no hay ese algo que pueda justificar la agresión. Por supuesto, permite también la normalización de la violencia, que es el elemento previo a la invisibilización. Es decir, cuando se normaliza luego se acepta como tal y luego se invisibiliza porque ni siquiera es cuestionado como algo diferente al resto de las conductas o situaciones que ocurren en la sociedad. Esa normalización de la violencia es grave porque incluso ante un delito estamos ya viendo circunstancias muy concretas. En este estudio que se hizo en centros hospitalarios de salud de Andalucía, se les preguntaban a las mujeres que acudían no por violencia, sino por cualquier motivo a un centro de salud, si había violencia o no en su relación. Luego, conociendo ya ese dato, se le preguntaba si su relación la consideraba como muy mala, mala, regular, buena o muy buena. Lo significativo fue que prácticamente el 52 por ciento de las mujeres que reconocen ellas que sufren violencia, consideran sus relaciones como buenas o muy buenas. Es decir, la violencia no se ve como ese todo continuado, sino como agresión, y la agresión se ve como una tormenta que llega, descarga, se va y vuelve a brillar el sol. Esa situación facilita lo que son las consecuencias negativas sobre la mujer, lo que no supone que sea aceptada por la mujer. De muchas se dice: es que son masocas, es que les gusta, es que les va la marcha, es que ellas provocan. No, no. Es una imposición amparada en una cultura que tradicionalmente ha justificado, y por eso le da la potestad al hombre, al agresor, a entender que en busca de un objetivo que para él es superior, como es el orden que hemos comentado, como es la corrección de algo que no se puede aceptar, puede ejercer un instrumento contundente como es la violencia para establecer esa normalidad que él busca, que él desea. Por eso manifiestan esa potestad que ellos tienen en ejercer esa violencia. Aquí he dejado para la Comisión el trabajo en el que se publicó la definición del síndrome de agresión a la mujer, donde se dice que los casos de agresión a la mujer no son la suma de todos los casos. La violencia contra la mujer no es la suma de todos los casos, sino que es ese algo más, por una parte por estar oculto y, por otra, por el significado. El significado que hace que entendemos la violencia contra la mujer como un síndrome, el síndrome de agresión a la mujer, que básicamente significa que estas agresiones, en cualquiera de los ámbitos fundamentales en los que se desarrolla una persona —ambiente familiar o de pareja por medio del maltrato, en el ámbito de las relaciones sociales por medio de la agresión sexual y en el ambiente laboral por medio del acoso—, las mujeres sufran violencia, sufran agresiones por el hecho de esa desigualdad estructural, institucional, histórica que existe sobre el género masculino, sobre el género femenino y sobre los roles que se le asignan a cada uno de ellos. Si no existiera ese condicionamiento, ese elemento previo, habría casos aislados de violencia contra las mujeres, pero no se daría una situación estructural de violencia contra las mujeres, no sólo en España, sino en todo el mundo. Yo trabajo como experto en la Organización Mundial de la Salud y cuando nos juntamos expertos y expertas de todo el mundo, en todos los países del mundo existe violencia contra la mujer. Hoy, en pleno siglo XXI, todavía no se ha resuelto en ninguno de ellos el problema de la violencia contra las mujeres. La oportunidad que hoy tenemos en nuestro país está siendo un poco referencia para el resto de Europa. Estoy colaborando en algún proyecto Dafne y les transmito a la presidenta que nos han pedido que, en la medida de lo posible, se traduzcan todas estas actuaciones para remitirlas a instituciones europeas, porque están seguras de que van a ser referencias y van a ser elementos a considerar para el resto de la normativa que se pueda desarrollar en la Unión Europea. Esa similitud de concepto también coincide en la evolución de los casos. Si comparamos, por ejemplo, el delito de lesiones, hay una evolución totalmente independiente de los casos de violencia contra la mujer. Vemos en rojo cómo ha evolucionado la violencia en cuanto a maltrato y cómo las agresiones sexuales también han ido evolucionando de forma paralela hasta que en 1999, a raíz del caso de Ana Orande en 1997, todas las medidas sociales que se han puesto en marcha, han permitido una separación, un despegue, porque hay más información, más crítica, más capacidad para no aceptar como normal la violencia y, por lo tanto, han permitido que esas denuncias se despeguen de una conducta relacionada, como es la agresión sexual. 5 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 Eso nos debe llevar a pensar y a entender esa situación general, ese síndrome de la violencia contra la mujer, la violencia de género, como algo diferente a la violencia doméstica o a la violencia familiar. Lo doméstico o lo familiar es simplemente el escenario más común, por otra parte, en el que se desarrollan las relaciones de pareja, pero no es el causante, ni es el definidor, de la violencia contra las mujeres porque, simplemente, hay violencia fuera de la relación de pareja, hay violencia que ocurre antes de que se inicie la relación familiar doméstica, en el noviazgo, y hay violencia fuera de la relación doméstica o familiar, cuando estamos hablando de ex parejas, ex maridos, ex novios, que actúan de manera violenta bajo los mismos principios, bajo los mismos objetivos, con las mismas motivaciones, frente a sus ex parejas. Luego, vemos que el concepto de violencia contra la mujer, el concepto de violencia de género, es más amplio y sobrepasa lo que es el escenario más común, que es el de la violencia doméstica o familiar, pero en ningún caso debe circunscribirse esta violencia a ese escenario por muy frecuente que sea en la práctica. Esa situación de exposición a la violencia es fundamental para que entendamos que las consecuencias que nosotros vamos a ver como sociedad, van más allá de lo que es la lesión física o psicológica puntual. Es decir, no sólo vamos a ver heridas, fracturas, fases psicológicas agudas, sino que está estudiando, publicado en Lances, en el año 2002, como múltiples alteraciones de tipo dolor crónico, alteraciones gastrointestinales, alternaciones del sistema inmunitario, alteraciones neurológicas, son consecuencia de esa exposición a la violencia, no de la acción aislada de una agresión, sino de estar inmersa en una situación de violencia mantenida y, por lo tanto, y así se presentó hace dos semanas también aquí, en Madrid, por el Ministerio de Sanidad y la organización médica colegial, una guía para los profesionales de la salud, para relacionar, no se trata sólo detectar, pues se sabe muy bien que esa persona tiene un dolor de tipo crónico, pero no se sabe cuál es la causa. Debemos incluir entre el diagnóstico diferencial también la violencia como causa de todas estas alteraciones, para dar un buen tratamiento y una adecuada recuperación de la mujer. Así lo considera la OMS y así lo estableció ya en 1996 al considerar la violencia como un problema de salud pública, además. No es un solo un problema que afecta a los individuos aislados, en este caso a las mujeres, sino que afecta a toda la sociedad también. Eso es fundamental para recuperar, desde el punto de vista integral, a la mujer. Desde el punto de vista psicológico, hemos comentado que hay unas lesiones agudas, pero luego hay unas lesiones crónicas, a largo plazo, el síndrome de la mujer maltratada, que se caracteriza por unos hechos que son muy importantes porque es lo que clínicamente se podría diagnosticar como un estrés postraumático, pero hay baja autoestima —no se consideran a sí mismas, piensan que no tienen ningún valor, que todo se lo merecen porque ellas lo provocan o lo facilitan—; hay un síndrome depresivo, hay una sensación de impotencia y una sensación de que no hay salida, de que eso es así y será así toda la vida. Esa situación psicológica es muy grave porque hay una tercera fase en la evolución del maltrato en la relación, que es la fase de huída, que se caracteriza por dos conductas: una es el suicidio. En esta situación hay elementos que facilitan el suicidio y en España sabemos que entre el 20 y el 40 por ciento de las mujeres que se suicidan tienen antecedentes de malos tratos. No podemos establecer, además sabemos por medio de gente que ha sobrevivido a intentos suicidas o por mujeres que están siendo tratadas en lugares adecuados, que la ideación suicida, es decir, el suicidio como liberación, es una idea que se maneja y resulta coherente con esa sensación de impotencia, de que no hay salida, de baja autoestima. Entonces, es una situación que significa que en España, aproximadamente, cada año mueren 200 o 400 personas por mecanismos suicidas con antecedentes de malos tratos. No podemos decir que en todos los casos se pueda establecer una relación directa, pero en ninguno ellos se puede desconsiderar esa relación, aunque sea indirecta. Por lo tanto, es un elemento a considerar, dada la consecuencia y la trascendencia de esta violencia. Luego hay una situación que también preocupa y debe preocuparnos, pero que es mal interpretada en muchos casos. Es la violencia de la mujer hacia el hombre, incluso a veces en forma de homicidio o asesinato. Esa violencia, que es el otro elemento de la fase huida —está el suicidio o el homicidio—, es una violencia que debemos entender que se asemeja en el resultado, pero que tiene un significado totalmente distinto. Si queremos abordar adecuadamente la solución la problema, no sólo la solución a la manifestación, tenemos que irnos a ese origen. Miren ustedes. Las diferencias entre la violencia del hombre hacia la mujer y de la mujer hacia el hombre son significativas y claras. El hombre, y es un elemento fundamental que ya Strauss y otros lo pusieron de manifiesto en el año 1987: para establecer una violencia sistemática, continuada, mantenida, no una agresión puntual en la calle, hace falta la capacidad de intimidación. Es un elemento clave para mantener esa posición basada en la violencia, porque si no genera más violencia en cuanto a que se te enfrenta, se te sube a las barbas, como tradicionalmente se dice. Entonces, esa capacidad de intimidación es fundamental, pues el hombre, por los elementos, la posición, la estructura psicobiológica o biológica fundamentalmente, crea amenazas en la relación cuando recurre a la violencia. Tiene gran capacidad lesiva sin recurrir a instrumentos o elementos alternativos; es una violencia que la ejerce para imponer, para atacar; él decide cuándo llevar a cabo esa violencia, como hemos dicho, como un elemento diferencial —la violencia inmotivada—; hay una justificación sociocultural —mi marido me pega, es lo normal—; está lo reglamentario —existe un cierto 6 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 amparo por parte de las normas que tienden a justificar la violencia en la mayoría de los casos—; busca el control de la mujer; justifica y minimiza a la sociedad cuando se producen estos casos por medio del alcohol, de las drogas. Habitualmente, por ejemplo, el CIS demuestra que en España, los hombres y las mujeres piensan que la violencia se debe en el 94 por ciento de los casos al alcohol y a las drogas, lo que la justifica. Por último, lo que permite esta violencia ejercida por el hombre es perpetuar la relación de la mujer, es decir, controlar bajo el control. En cambio, si comparamos estos mismos elementos en la mujer, está analizado y estudiado por estos autores y por otros clásicos, la mujer no crea amenaza ni riesgo, incluso a veces con instrumentos que son claramente intimidatorios, porque el hombre se considera con la posibilidad de que en cualquier caso reducir a la mujer, y no se toma en serio esa amenaza que pueda ejercer la mujer; no tiene capacidad lesiva si no es con la ayuda de esos instrumentos; no es una respuesta que busque el ataque al hombre, sino que se produce en respuesta a una situación de violencia previa; la motivación, fundamentalmente, es una reacción, defensa, venganza, inversión de los roles pero, lógicamente, existe previamente el concepto de que se puede recurrir a la violencia para imponer un determinado orden en la relación de pareja y eso es algo específico que se ha desarrollado históricamente por medio de la violencia del hombre sobre las mujeres; y sobre todo, y esto es un elemento fundamental, no se ejerce para perpetuar la relación, sino que se hace precisamente para todo lo contrario: para escapar, para huir, para intentar superar una situación, que ni la denuncia, ni la separación física, ni nada de lo que ha intentado hasta este momento, ha sido eficaz. Es un mecanismo de huída que, además, es muy criticado y cuestionado por la sociedad, que justifica y minimiza cuando es el hombre el que ejerce la violencia. Luego, aunque el resultado sea el mismo, no podemos comparar el significado de esa violencia ejercida por las mujeres sobre los hombres porque tiene un elemento totalmente diferencial. Por eso debemos entender la violencia como continuidad, como conducta o situación que se mantiene en el tiempo, va más allá de las consecuencias sobre las mujeres, sobre los menores. En cualquier caso hay que entender que igual que la OMS dice que la violencia contra la mujer es un problema de salud pública, las consecuencias van a la sociedad. Van a la sociedad en cuanto a que afectan a los derechos humanos, quiebran los valores democráticos sobre los que deben las relaciones humanas o afectivas y van imponiendo un orden, unas referencias —ética patriarcal— sobre las que identificar o tomar como válidas a la hora de resolver un conflicto. Eso se basa en lo que es la concepción de que la ética patriarcal, como se define y menciona, que cuando hay un problema se recurre al conflicto, en lugar de buscar alguna solución pacífica o alternativa. Es decir, si yo me siento en una posición de poder y me siento vence- dor sobre cualquier enfrentamiento con la otra persona, y eso ocurre con el hombre en la relación de pareja, cuando hay un conflicto, en lugar de resolverlo de manera consensuada, de manera pacífica, lo que hago es potenciar ese propio conflicto para yo ser victorioso, porque sé que con la violencia puedo salir siempre victorioso. Entonces, en lugar de alternativas, lo que se hace es potenciar la situación de violencia para sentirse en esa posición de poder, como definió José Antonio Marina muy gráficamente: que el poder significa capacidad de castigar, capacidad de influir y capacidad de premiar. La capacidad de influir está clara porque la intimidación, la coacción, la amenaza, es un elemento fundamental, al margen de las agresiones puntuales; pero la capacidad de premiar y castigar es tan perversa en estas situaciones que yo recuerdo, en una conferencia, una mujer mayor, que me dijo: Mire, usted, mi marido es muy bueno. A mí nunca me ha puesto la mano encima. Mi marido es tan bueno, que no me pega. Es decir, que el premio está en no castigar. Luego el hecho de tener una persona que no sea violenta se considera ya como elemento positivo, cuando simplemente debería servir de base para iniciar o potenciar cualquier relación. Por supuesto, cuando hablamos de violencia como situación continuada, no sólo estamos hablando de agresión, sino que hay otras formas de ejercer ese control por medio de la imposición, de la amenaza, de la coacción, de la agresividad, de la agresión y luego, de la violencia, elementos que van a ejercer un efecto positivo y concreto —positivo en cuanto a los objetivos que pretende el agresor— sobre la mujer. Una mujer que había perdido un ojo porque la había clavado un destornillador y la había tenido retenida 24 horas, y la hemorragia y la tensión dentro del ojo, con unos dolores tremendo, hizo que perdiera la visión de ese ojo. Cuando una mujer en esas circunstancias —ahí está el ejemplo que ha salido publicado, pero hay otras muchas en esas circunstancias de violencia con agresiones puntuales— oye la frase: Si me dejas, te mato, esa frase es grave, esa amenaza es grave, por las coacciones que conlleva. No porque lo haga un hombre sobre una mujer, sino porque en las circunstancias en las que se produce tienen esa capacidad de imponer, coaccionar, limitar, violentar, restringir, lo que es la libertad de esas personas, de esas mujeres. En este sentido es en el que hay que entender cómo la violencia no es la agresión y cómo necesita de mecanismos alternativos a lo que es el ejercicio de la fuerza física o la fuerza psicológica en ataques puntuales, sino que es un todo continuado, que si no se aborda, difícilmente podremos resolverlo. Por eso es importante que la violencia, ese todo único que da lugar a múltiples manifestaciones y que en todo momento tiene lugar a la mujer en el lugar central, porque es la mujer la víctima, la que tiene que afrontar los problemas sociales, jurídicos de tipo civil, penal, familiar, si hay cambio por traslado en el puesto de trabajo, los problemas de salud, etcétera, todo eso 7 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 tiene que ser abordado desde una visión global y con una respuesta integral que lo coordine todo. No podemos estar abordando las manifestaciones de manera aislada porque eso ya, de por sí, es actuar mal sobre la situación. En ese sentido, y para ir finalizado con algunos comentarios o reflexiones sobre algunas propuestas, les pidieran que hicieran el ejercicio de imaginación: olvidémonos de lo que hoy nos ha traído aquí, una ley integral contra la violencia de género. Pensemos en que si éstas son las circunstancias de la violencia, una violencia que da múltiples manifestaciones, que tiene un origen basado en lo que es esa concepción de lo que es la relación de pareja, que además se tiene que mantener sobre los ataques físicos, psicológicos, de coacción, de amenaza, etcétera, ¿qué tipo de situación debemos de abordar nosotros para resolver todo eso y no sólo las manifestaciones? Está claro que hay que hacerlo con esa visión global, como algo único, con una respuesta que incluya todas las manifestaciones y también lo que es fundamental, la prevención para que no lleguen a manifestarse, y sobre todo, con una aproximación a la realidad. Una aproximación a la realidad que nos muestra cómo en los últimos años ha ido aumentando sistemáticamente el número de denuncias y el número de homicidios —aparece aquí en oscuro— que se han producido en los últimos años. Una situación que además refleja una parte, el 10 por ciento cifran algunos autores, que además coincide con la prevalencia; si hablamos del 10-50 por ciento y conocemos solamente 50.000 denuncias, pues estamos hablando de que realmente conocemos un 10 por ciento de la realidad. Es verdad que se dice que sólo con las denuncias, pero también incluso con los homicidios porque luego, con el tiempo, se descubren que muchas muertes naturales, muertes accidentales, han sido muertes homicidas que se han descubierto por medio de la investigación, el arrepentimiento o los factores o elementos que se han ido conociendo. En cualquier caso, este aumento de los homicidios —en el último año casi del 21 por ciento— es especialmente grave por sus consecuencias. En primer lugar nos demuestran —las estadísticas son fuentes del Centro Reina Sofía, con lo cual, quizá ya se comentaron— dos elementos: uno, el hecho de que haya disminuido el número de homicidios producidos en el domicilio, lo cual viene a justificar y a demostrar, en parte, que la violencia, el homicidio se produce fundamentalmente en el momento de la separación y, por lo tanto, ocurre en lugares públicos. Y dos, el hecho de que en el 20 por ciento de los casos, la primera manifestación de violencia conocida, que no es la primera manifestación de violencia, sea el homicidio. Eso quiere decir que estamos llegando tarde en nuestras medidas y que además los elementos que no son considerados suficientemente, como es la peligrosidad, el riesgo que tiene la separación cuando no se adoptan medidas alternativas que vayan más allá de una orden de protección que se va a quebrar porque, lógicamente, no tiene ningún valor cuando lo que se busca es matar a la otra persona, deban de ser completadas con otro tipo de medidas, de cara a la reparación. Por eso debemos alejarnos de una idea que yo creo que es especialmente delicada y peligrosa, que es considerar la violencia a la hora de actuar respondiendo ante lo excesivo. Es decir, cuando hay un caso grave, cuando hay un caso especialmente sangrante, cuando la situación de la familia está muy mal, cuando se repite en múltiples casos, es cuando la sociedad responde. Y en violencia, actuar por excesivo, es actuar mal. Porque cuando hablamos de violencia contra las mujeres, cualquier manifestación, por leve que sea en el resultado, es excesiva porque, sencillamente, no tendría por qué existir. Luego no podemos esperar a actuar sólo en lo excesivo porque en violencia todo es excesivo. En ese sentido (y yo muestro aquí, en la Comisión, mi preocupación, porque lo oí en las noticias como elemento que se planteaba en la Comisión), hay que tener mucho cuidado con las agravantes que se manejaron, las agravantes por abuso de autoridad o por machismo, porque el abuso de autoridad significa que hay una autoridad que no es abuso cuando no hay autoridad. Estamos hablando de una situación de igualdad. Luego, no puede haber abuso de autoridad cuando no hay autoridad previa y, por lo tanto, es un elemento que puede dar lugar a confusión, sobre todo en la interpretación a la hora de aplicar esta medida técnica, porque no deja de ser una medida técnica. Y tampoco poco puede presentarse una agravante como machismo, cuando toda manifestación de violencia contra la mujer parte de una desigualdad que podemos conceptuar como machismo en cualquier caso. Luego, esperar a que sea una situación de machismo muy grave, muy descarada, para decir que es machismo, no deja de ser también un elemento de subjetividad que puede dar lugar e inducir a errores. Por eso, yo creo que los planteamientos deben ser hacia lo general; deben conocer las características peculiares; y, por ejemplo, en el tema del agresor, para evitar esas consecuencias últimas de la forma especialmente grave que es el homicidio, intentar trabajar sobre la peligrosidad del agresor. Es decir, si una persona ha denunciado porque dice que su marido la ha amenazado (una amenaza grave, siempre que como vemos incluso a veces se traduce en resultados de muerte) tenemos que estudiar las fases psicológicas de la peligrosidad y luego ponerlas en relación con elementos de tipo social, contextual que potencian la peligrosidad. Eso nos va a dar una probabilidad, nunca una certeza, para poder tomar medidas que sean diferentes, de tipo protección, de tipo encarcelamiento del agresor, para evitar que muchas de estas mujeres puedan ser atacadas y sufrir lesiones especialmente graves o la muerte. Eso se puede hacer por medio de las medidas que hoy por hoy existen y que se deben coordinar en el contexto de esa respuesta integral que se plantea, precisamente, en esta Comisión. 8 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 Y luego, un delito fundamental, que yo creo que es clave también para acabar con el clima de violencia, no sólo con las manifestaciones de violencia, es decir, con esos valores que dan lugar a que se produzca la violencia, es el actuar sobre la sociedad por medio de la información. Miren, si analizamos la media de muertes que se han producido en los últimos años, en los últimos cuatro años —2000 a 2003—, vemos que sigue una evolución que casi siempre suele ser más alta en los meses de verano, del periodo vacacional, pero si eso lo ponemos en relación con el porcentaje de españoles, de españolas —la encuesta del CIS— que consideran la violencia contra las mujeres como un problema grave, aparte de sorprender el bajo porcentaje que lo considera como un problema grave —en el caso más alto, en el 3,5 por ciento de media—, vemos que la relación de la consideración de la violencia contra las mujeres como un problema grave está siempre, en todos los años, a lo largo de los meses de octubre y noviembre, incluso a veces cuando hay períodos en los que las muertes han sido más altas, incluso a veces sin que haya una respuesta homogénea con el número de muertes. Vemos que el número de muertes ha aumentado y el porcentaje de españoles, la media del porcentaje de españoles que consideran esto un problema grave, se ha mantenido. Es decir, la gente no se sensibiliza por el resultado de la violencia, por la noticia. Se sensibiliza por la información. Porque en octubre y noviembre, todos los años, todas las instituciones, hacen campañas alrededor del día 25 de noviembre, alrededor del Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres. Cuando la gente tiene información, tiene capacidad crítica, tiene capacidad de conocer, es cuando se posiciona de manera clara en contra de algo que es totalmente inaceptable. Sin embargo, como son campañas que acaban el día de 25 de noviembre, en la mayoría de los casos, la gente vuelve a su normalidad, vuelve a su día a día, y vuelve a considerar que esto es obra de unos pocos que están locos, borrachos, alcohólicos o drogadictos. Ese es el problema. Es fundamental actuar para que la gente conozca, la sociedad se posiciones y cuestione y critique todas esas situaciones que van, en cierto modo, permitiendo que la violencia continúe. Eso también tiene un efecto a la hora de la práctica y por eso la desprotección que existe, hoy por hoy, de la mujer no es sólo porque sufra una violencia específica, con unas motivaciones y unos objetivos concretos hacia ella, y que sea además histórica y mantenida por una serie de valores culturales, sino que la respuesta, la actitud de la sociedad ante esa manifestación ya objetiva de la violencia, es diferente. Es diferente y es menor que la respuesta ante otro tipo de violencias de características parecidas, que no iguales. Si planteamos la siguiente pregunta, que hace también el barómetro del CIS: ¿Estaría usted dispuesto a denunciar si viera a alguien que maltrata a una mujer, a un anciano o a un niño?, vemos que en las tres encuestas que se han hecho el porcentaje de personas, hombres y mujeres, que estarían dispuestos a denunciar una agresión que se ve a una mujer es menor significativamente, cinco puntos menor, que los que estarían dispuestos a denunciar a una persona que agrediera a un anciano o a un menor. Eso significa que un elemento fundamental para evitar la violencia en la sociedad, el control social, la actitud, la respuesta social, tampoco lo tiene la mujer de su lado. Por eso hablamos de medidas de acción positiva, porque son necesarias simplemente para igualar. Es que las mujeres están desprotegidas culturalmente, socialmente y a veces normativamente cuando la ley no permite dar respuesta a las características específicas y concretas que tiene la violencia contra las mujeres. La espalda que le da la sociedad ante la violencia significa mucho y es parte de la desigualdad y de la desprotección que tienen las mujeres y que nosotros tenemos la obligación de reparar, la obligación de reponer. Finalizo con unas manifestaciones de tipo técnico, incidiendo en que en esta Comisión se haga todo lo posible por desarrollar los institutos de medicina legal, donde haya además —no existen ahora— unidades o personas que tengan una formación específica para valorar y actuar de acuerdo con el conocimiento de la violencia de género como una violencia diferente al resto de las violencias interpersonales. También sería muy importante la creación de los servicios clínicos de medicina legal porque estarían no en los institutos de medicina legal sino en los hospitales, en los centros de salud, y por lo tanto permitiría el diagnóstico y que esa información que se obtiene fuera útil de cara a los juzgados y que la mujer no tuviera que peregrinar por diferentes servicios para ser reconocida por las mismas razones, por los mismos motivos. Y eso habría que integrarlo con todos los servicios sociales, especialmente con los servicios de atención a las víctimas que existen en muchas instituciones, para coordinar y facilitar todo lo que es la actuación sobre las mujeres. En ese sentido, insisto en que si realmente queremos acabar con las manifestaciones graves que aparecían en la fotografía rodeadas de un círculo, tenemos que ser conscientes —porque son producto de las agresiones menos graves en cuanto a resultado, igualmente graves en cuanto a significado— de que esas agresiones son producto de la violencia que se ha ejercido, que existe previamente en la relación, que esa violencia es producto de la desigualdad que existe en la sociedad y que la desigualdad que existe en la sociedad es propia de un concepto y de una estructuración basada en la cultura patriarcal. Si queremos acabar con estas agresiones graves, tenemos que acabar con el origen de esa situación de violencia. Por eso, como ciudadano me siento especialmente feliz de haber participado y, sobre todo, de encontrarnos con un instrumento que puede abordar el problema con una visión global y con una respuesta integral, entendiendo, por lo menos desde mi punto de vista, que no es una ley 9 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 que sea, que se produce seguramente mucho tiempo antes, años antes incluso, de esta manifestación final, tendría que ser vivida como un problema político, social y, por tanto, del conjunto de la sociedad. Realmente no es así. Vemos que no es así, como manifiestan incluso la mayoría de las mujeres cuando se les pregunta, lo cual quiere decir que está integrado que una forma de relación, de convivencia, puede llevar, como cuestión natural, a una cierta violencia, para entendernos. El problema es que esta cierta violencia ya es un problema y además se va agravando con el tiempo. Por eso nuestro grupo parlamentario insiste en que hemos de hacer un análisis en este sentido, no sé si diferente pero sí complementario; que si bien está claro que hemos de poner la preocupación, tanto política como social, en esta manifestación última y en que no se ve, en cuanto la mujer denuncia, ha de tener todos los circuitos jurídicos, penales, etcétera, de atención. Pero si realmente queremos abordar el problema de la violencia no podemos poner el énfasis exclusivamente ni tan siquiera seguramente la mayoría de los esfuerzos en este punto, sino que hemos de ponerlos en cómo llegamos y cómo detectamos lo antes posible las manifestaciones que se producen de forma casi normal en las familias, en las parejas, incluso en las parejas jóvenes, porque esto cada vez se está produciendo más. Mi novio me quiere tanto, que no me deja salir vestida de esta manera, es una frase que se puede oír con mucha frecuencia y que es el inicio de una relación que con el tiempo puede empeorar. Por no alargarme excesivamente, le repito que comparto su preocupación y el análisis que nos ha hecho. Yo le preguntaría a usted, que seguro que es muy conocedor de las propuestas que hay en el proyecto de ley que tenemos en estos momentos en estudio, qué otras medidas y qué otras actuaciones que no aparezcan en la ley o que tuvieran que desarrollarse más de lo que están ahora en estos momentos en la ley consideraría usted necesarias para realizar una acción preventiva, en el inicio, aparte de las que ya ha recogido y que entiendo perfectamente y comparto, que es lo referente a la formación, la información y la educación. Estos tres términos los comparto totalmente y también comparto que una campaña es algo puntual, una vez al año. Lo había valorado en alguna ocasión, por eso decía que se hacen cosas, como estas campañas, a nivel estatal, autonómico y local, como charlas, programas, conferencias. Después, lo que aparece en los medios es la noticia, en este caso, de la muerte. Por tanto, también entiendo que no son eficaces estas campañas puntuales y que esto tendría que ser más sistemático y de una manera más continuada para que fuera eficaz. También entiendo que cuando habla de formación se refiere a todos los niveles, público sobre todo pero también privado, que están actuando en este problema. Y respecto a la educación también entiendo que nos está planteado que debe ser transversal, continuada y que no puede ser producto de un momento o de una asignatura concreta. que va dirigida hacia las mujeres o en contra de los hombres. Yo creo que las leyes son para la sociedad, y como tal ley para la sociedad necesita abordar los problemas y las cuestiones puntuales que tiene la sociedad. Y eso significa tomar medidas en un sentido u otro para corregir aquello que está desviado. En el amanecer que supone cada día para el futuro, sin duda andamos por la cuerda floja del tiempo, y eso significa balanceos hacia un lado y hacia otro; esa sensación de inestabilidad es propia del desarrollo, del progreso, de la evolución humana. Pero si nosotros no hacemos lo posible por consolidar y por afianzarnos, no vamos a ser capaces de resolver las cuestiones que dan origen a los problemas, no sólo a los problemas cuando ya se han producido. Por eso creo que no se puede establecer la justicia desde una injusticia. Si hay injusticia, es difícil que nosotros podamos establecer la justicia porque llegará un momento en que el problema no se identificará como tal elemento desviado, sino que será totalmente coherente con lo que nosotros concebimos y pensamos. Y si esa justicia no parte de la igualdad, difícilmente podremos encontrar y hablar de justicia, no sólo como Administración de justicia, sino como valor, como sentimiento que nos guíe como sociedad hacia el futuro. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Lorente, por su intervención. ¿Qué grupos desean intervenir, por favor? (Pausa.) Tiene la palabra, por el Grupo de Izquierda Unida, la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: En primer lugar agradezco enormemente al señor Lorente su exposición en esta comparecencia, por la que le felicito. Personalmente, como con seguridad la mayoría de los presentes, tengo que decirle que ha sido de una enorme riqueza seguir su exposición, que sin duda refleja un análisis muy profundo de las consecuencias del fenómeno de la violencia sobre las mujeres. Su análisis es producto de un estudio riguroso no solamente, como usted muy bien dice y nos ha explicado, de las manifestaciones finales sino también del porqué se ha llegado a esta situación final y cómo —que es lo que realmente he encontrado más interesante— ha sido el proceso hasta llegar a esta situación. Tengo que manifestarle que comparto plenamente, casi al cien por cien, muchos aspectos, entre ellos, el de que seguramente estamos llegando tarde. Usted decía que estamos influyendo o intentamos influir o actuamos generalmente, y aunque ahora también me explicaré, pienso que se hacen otras actuaciones, que seguramente son insuficientes todavía pero se hacen. Si tuviéramos que hacer un análisis más global, compartiría que cuando se pone tanto el acento en la sociedad en esta manifestación última, nos olvidamos de que posiblemente se da esta circunstancia porque estamos llegando tarde. Comparto de manera total que cualquier manifestación de violencia o de agresión, por mínima 10 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 percibir que es la solución a un problema, y no como ahora, que no se percibe como solución porque no se percibe el problema. No sé si me estoy liando demasiado, pero es lo que estaba tratando de decir. Teniendo en cuenta la polémica que suscita y lo contraproducente que me parece esta polémica, ¿usted cree que es necesario modificar la respuesta penal, tal como se aborda aquí, teniendo en cuenta que, como podemos consensuar, abordar la respuesta a partir de una denuncia es abordar una parte pequeña? ¿Es necesario incidir en la polémica? ¿Lo considera usted absolutamente imprescindible? De ahí derivaba yo que ponerlo como una agravante en el artículo 22 del Código Penal me parecía una buena solución como un primer paso para sacar lo bueno que tiene esta ley y aparcar lo que me parecía que era excesivamente polémico. Yo creo que nunca se ha hablado del abuso de autoridad. Sólo puede abusar de autoridad el que legalmente tiene esta autoridad y por lo tanto son las fuerzas, los cuerpos de seguridad. Evidentemente, ni la mujer ni el hombre tienen autoridad. También hay otras cuestiones que se abordan que yo creo que se tendrían que sacar, como, por ejemplo, prohibir indebidamente salir del domicilio. La retención siempre es indebida. El único que puede retener es el que tiene capacidad de retener, que es el Estado en su papel de punición. Encontrar algún agravante, que sería un primer paso, yo lo consideraba como algo positivo. Quizá la palabra machista —hay que encontrar una redacción adecuada— o sexismo, que me parecería más adecuada. Hay que encontrar una redacción más consensuada y adecuada. Usted nos ha hablado en general, y yo se lo agradezco muchísimo, pero no me voy a resistir a hacerle alguna pregunta por su calidad de forense. Hemos oído en las comparecencias de días anteriores que la participación del forense, cuando ya se produce una denuncia, tiene lugar en un porcentaje escaso. Eso conduce muchas veces a que, como falta esa prueba importante, se puede derivar hacia una absolución o hacia una consideración de la manifestación de la violencia menor de lo que en realidad es. Si esto es así, ¿cuál es su percepción y cómo se puede mejorar? Usted nos ha hablado de unidades especializadas, de servicios clínicos —que me han parecido muy interesantes— de medicina legal que podrían estar fuera del juzgado, en los servicios de asistencia. Quisiera que nos lo detallara. Esto enlaza —intentaré ser breve, señora presidenta— con otro tema. La respuesta jurídica hoy en día frente al fenómeno de la violencia, se sustenta en tres pilares: la orden de protección, que supuso un avance, desde mi punto de vista, importantísimo; las modificaciones del Código Penal en general y del ordenamiento penal en general, muchas de las cuales todavía no han entrado en vigor, puesto que lo harán en octubre del año 2004; y un tercer pilar, que eran los juicios rápidos. Los juicios rápidos nacieron con la voluntad de dar respuesta a una queja de una situación flagrante, que era que la media de resolución de estos temas pasaba de Finalmente le pediría que nos concretara alguna propuesta más, ya que creo que usted es una persona experta, tanto en la línea de las medidas de actuación preventiva como en la de los agravantes, que, si no he entendido mal, usted no veía que fueran muy efectivos. Me gustaría que nos explicara un poco más cuál es su idea al respecto. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Catalán de Convergencia i Unió, tiene la palabra la señora Pigem. La señora PIGEM: Señor Lorente, quiero también agradecer su intervención, que me ha parecido muy ilustrativa de los elementos, de la etiología, en definitiva, de la naturaleza de la violencia de género. A la luz de lo que usted nos ha dicho, me parece evidente que su conclusión es que las denuncias suponen sólo la punta del iceberg del fenómeno de la violencia y que, por lo tanto, la parte importante de este fenómeno quedaría sin tratar si el abordaje se llevara únicamente a la actuación a partir de la denuncia, creo que esto era así, y que, por lo tanto, de ahí se derivaba la necesidad de una ley integral que supusiera la obligación de poner el acento en la prevención y en la actuación antes o incluso al margen de cualquier denuncia. Desde este punto de vista, la pregunta cómo considera usted que el proyecto de ley integral aborda la resolución de esta problemática y si tiene sugerencias o propuestas concretas, en el caso de que creyera que se pueda mejorar. Ha hecho usted hincapié en la necesidad de información. Ha dicho que actualmente se ciñe alrededor de la fecha del 25 de noviembre, pero que no es sostenida en el tiempo y quizá tendría que ser sostenida. Y nos ha hablado también de la necesidad de la educación. Yo creo que es un punto muy importante porque la educación ha de ser en cuanto a la igualdad entre hombres y mujeres. Pero yo creo que ha de ir un poco más allá. Es decir, no es posible que una mujer internalice que alguien es bueno porque no pega. No puede ser. Se ha de internalizar que pegar no es un forma de resolver conflictos ni de resolver relaciones. Por lo tanto, la educación ha de llegar hasta allí. Esto enlaza con otro tema, y es que yo creo que ha de haber mucha pedagogía al respecto. Usted ha dicho que la violencia contra las mujeres no se detecta como un problema, y este es el quid de la cuestión de la polémica que estamos viviendo respecto a esta ley. ¿Por qué? Porque si algo no se detecta como un problema, es decir, no hay la suficiente pedagogía al respecto, la ley que da respuesta a un problema que en el imaginario no es tal, se vive de manera polémica y de manera injusta. Y esto es lo que yo percibo. Ahora bien, una ley por sí sola no puede actuar como medio pedagógico. Es más, puede llegar a ser contraproducente. Por tanto, me parece importante la finalidad con la que nace esta ley, pero creo que hay que hacer más pedagogía respecto a lo que usted tan bien nos ha ilustrado de lo que es la violencia de género contra las mujeres, porque sólo de esta manera se podrá 11 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 las actuaciones de prevención para evitar esta situación. Creo que tenemos que fijarnos, como usted bien ha dicho, muy sinceramente en la prevención y de forma muy especial en la prevención para evitar estas situaciones. Es usted, señor Lorente, médico en ejercicio y ha tenido la oportunidad de ver muchos casos de malos tratos entre sus pacientes. Sobre esta experiencia, me gustaría que me contestase algunas preguntas que nos parecen interesantes sobre el aspecto más clínico del problema. En el capítulo III del proyecto de ley, en el artículo 11, se habla de la sensibilización y de la formación de los profesionales sanitarios para la detección precoz de la violencia de género. Es evidente que esta detección precoz puede evitar muchos casos de violencia, lo que es importante, como venimos diciendo. Por eso me gustaría saber qué tipo de formación existe ahora para los profesionales; si hay algo más que la Guía de profesionales de la mujer que ha editado el Ministerio de Sanidad y que recientemente se ha presentado, según usted mismo nos ha comentado; y si usted considera que esto es necesario ampliarlo y de qué manera sería ampliable. Alguno de los expertos que han comparecido estos días nos han dicho que cuando se habla de violencia en el seno del hogar existe un problema que puede ser el gran problema de la violencia en el futuro, que es la violencia contra los mayores. Usted ha tenido la oportunidad de conocer todo tipo de violencia en general, y me gustaría saber si comparte esa opinión y si cree que existe, en el caso de la violencia doméstica sobre los mayores y sobre los dependientes, mucha más violencia escondida desconocida, y si cree que si no incorporamos en esta ley a estos sujetos pasivos, en un futuro tendremos que legislar sobre la materia. Me gustaría saber su opinión sobre este tema. También me gustaría saber qué indicadores advierten al médico con más frecuencia de que una mujer está sufriendo malos tratos: si son signos físicos o psíquicos —algo nos ha avanzado ya en su comparecencia, pero me gustaría que incidiera en este tema—, y si es cierto que muchas de las mujeres que sufren malos tratos terminan con graves problemas psíquicos que puedan derivan en problemas de alcoholismo o drogadicción. Si es así, yo veo algún problema o déficit en la ley sobre la rehabilitación de estas mujeres. Quizá tendríamos que incluir en esta ley, en el ámbito sanitario, mayor rehabilitación en este sentido, en el sanitario, de las mujeres que padecen esta sintomatología. También quisiera que nos dijera si la historia clínica y el informe de asistencia se aportan como prueba testifical en el caso de los malos tratos. Añado a esto un tema que nos han comentado los expertos durante estos días. La representante de Amnistía Internacional nos indicó que sería positivo que los médicos forenses tuviesen una mayor participación. Ella decía que en el 18 por ciento de las veces los médicos forenses no asisten o asisten sólo al 18 por ciento —una cifra así 100, 200 y a veces 300 días, hasta que se producía una sentencia. Evidentemente esto era demasiado lento. Pero, ¿usted cree que el que sea tan rápido permite una defensa adecuada y permite trasladar al juzgador o a la juzgadora la verdadera naturaleza de la situación? ¿Hay suficiente tiempo para practicar las pruebas? ¿Usted cree que simplemente con que se cumplieran los plazos que marca la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sin necesidad de ir a juicios rápidos, no sería suficiente? Mi grupo parlamentario —tengo que reconocerlo— fue partidario de los juicios rápidos justamente para dar respuesta a las tantísimas dilaciones que había, innecesarias e injustas. Pero después de las quejas que ha habido, nos podríamos replantear si con una ley que cumpliera los plazos de instrucción quizá sería no sólo suficiente sino también más adecuado. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo Popular, tiene la palabra la señora Camarero. La señora CAMARERO BENÍTEZ: Señor Lorente, quiero agradecerle su presencia en esta Comisión y sobre todo su comparecencia, que al Grupo Parlamentario Popular, igual que al resto de los grupos, le ha parecido muy interesante. Creo que usted nos ha aportado datos muy importantes para el estudio que estamos realizando estos días sobre la violencia de género y que va a ser muy aleccionador y muy importante para las enmiendas que nosotros vamos a presentar a partir de septiembre. Conocemos, señor Lorente, que usted ha escrito un libro que no ha querido comentar hoy titulado Mi marido me pega lo normal, en el que mantiene que hay mujeres que siguen sin denunciar los malos tratos por considerar —y eso sí que lo ha explicado a lo largo de su comparecencia— este fenómeno como algo normal que tiene que aceptarse sin más. A mí me produce escalofríos que en pleno siglo XXI, y con la información y la sensibilización social que existe en este momento, con los recursos que hay en las distintas administraciones, con las reformas legislativas que hemos conseguido que favorecen y facilitan la denuncia de malos tratos, siga existiendo este comportamiento y que algunas mujeres vivan la violencia como algo normal y asumible. Me gustaría saber su usted cree que este comportamiento se puede definir como habitual, por su experiencia, y qué podemos hacer para evitarlo. En este mismo sentido, me gustaría preguntarle cuáles serían los mecanismos o actuaciones que podríamos hacer entre todos para animar a las mujeres a denunciar y que se aumenten las cifras de denuncias, que todos sabemos que siguen siendo un porcentaje reducido pero que todos queremos que vayan a más. Nos ha indicado también en su comparecencia —ya lo habíamos leído anteriormente— que entre el 20 y el 40 por ciento de las mujeres que se suicidan han sido víctimas de malos tratos. Estos datos están confirmados, pero me gustaría que me dijese si existe alguna posibilidad de ampliar 12 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 La señora ESTEVE ORTEGA: Señor Lorente, igual que los otros grupos, quiero agradecerle su presencia hoy aquí y sobre todo el contenido de su intervención. Al menos a esta diputada le ha aclarado y le ha aportado muchísimos elementos que creo que van a ayudar a mi grupo a profundizar mucho más en el aspecto de la ley. Estoy en la convicción de que el proyecto de ley que se plantea no es perfecto, pero usted hablaba en su intervención de la transversalidad, de la visión global, de respuestas globales, y entiendo que quizá no es la última solución, pero el camino solamente es una ley integral que permita incidir en todos los ámbitos y organizar respuestas. En este sentido, yo ayer reflexionaba sobre su bibliografía y sobre alguna cuestión que contribuía a esta reflexión: el mapa conceptual que usted utilizaba y que de alguna manera nos ayuda a fundamentar la agresión, el anonimato, la inexistencia por el anonimato, la impunidad, la violencia como proceso, como continuo, la fortaleza que da esto al agresor, la invisibilidad y, por tanto, la normalización. Señalaba usted que en el inicio está la sociedad, es como un círculo de la violencia y al final está la sociedad, pero en medio han de pasar cosas, y usted lo señalaba. De ahí la importancia de los poderes públicos para organizar respuestas que vayan a aquello que es más difícil de modificar en nuestra sociedad y que entronca con la historia, que son nuestras actitudes; actitudes compuestas por la información, por lo que interiorizamos, por lo cognitivo y por las conductas de los sujetos. Esta es la gran dificultad: cómo hacer y conseguir cotas de eficacia cuando aquello que queremos modificar entronca con lo más íntimo del ser, con su cultura, con su historia, por tanto con aquello que interioriza y con su conducta. A mí me daría igual que con la información, aunque no modifiquemos actitudes, aquello que nos permite adaptarnos a la sociedad, que es la conducta, no fuera agresora, pero no es así. Por tanto, cada vez más vemos que necesitamos de mecanismos que nos permitan ir mucho más allá y nos permitan incidir y promover el cambio, y esto es difícil, usted lo señalaba. Hablaba de suicidios, de la impunidad, de la situación de las mujeres, que siempre las convertimos en el objeto y hablamos del agresor. ¿Cómo incidir en todo ello? Quisiera señalarse que cada vez más —y me gustaría que usted profundizara un poquito en ello— cuando la sociedad incide en la respuesta a partir de la denuncia, tenemos la impresión de que llegamos tarde. De ahí la importancia de esta transversalidad y de organizar respuestas que estén muy orientadas al mundo social de la posible víctima, de la mujer, a su organización, a su sistema más inmediato, al territorio, cómo incidimos en esa sociedad que se articula en forma de redes y a partir de estas redes intentar incidir cada vez más en este cambio de actitudes. De ahí la importancia de trabajar desde las distintas instancias, desde los servicios sociales, la salud, lo educativo, para ir a los intersticios y promover el cambio. Vemos lo complicado que es por- daba—, y ella creía, y nosotros compartimos esta idea, que el papel del médico forense como testigo de prueba es evidente e importante en estos casos debido a las peculiaridades de la prueba y lo complicado que resulta en los procesos. Me gustaría saber su opinión sobre esto. Comparto con usted la importancia de la creación de servicios clínicos de medicina legal con expertos en la materia que puedan servir de apoyo en los juicios de violencia, además de coordinar todas las actuaciones que es preceptivo realizar en estas materias y que llevan a la mujer a una doble victimización porque tiene que reiterar en todo este proceso la situación que ha vivido, y eso es duro. Me gustaría saber si este tipo de servicios tendrían cabida también en la ley. Yo creo que podrían ser incorporados. También nos ha comentado usted, señor Lorente, datos conocidos sobre la tendencia alcista de las mujeres muertas por sus parejas. Nos decía que el 20 por ciento de estos casos llevan directamente a los homicidios, y por tanto usted creía que una vez dada la orden de alejamiento y por el perfil del agresor, la peligrosidad del agresor, lleva a que a éste no le importe saltarse la orden de alejamiento y directamente mate a la víctima, a su mujer. Por eso veía usted importante adoptar otras medidas complementarias a la orden de alejamiento. Desde el Grupo Parlamentario Popular presentamos hace un tiempo una proposición de ley para la realización de un plan de protección personal a la víctima. Sería un plan que llevaría medidas telemáticas, como se están desarrollando en distintas comunidades autónomas, junto con otras medidas de atención policial, dependiendo de las circunstancias de cada víctima. Me gustaría saber si usted cree que ésta podría ser una medida complementaria a la orden de protección que se da a las víctimas para evitar que en este proceso que se da desde que se presenta la denuncia hasta que la sentencia es firme, la mujer que tiene un riesgo evidentemente mayor pueda tener una protección complementaria a la que hoy existe, ya que vemos que es insuficiente. La policía que existe y los medios que tenemos en este momento no son suficientes para evitar estas víctimas. Me gustaría saber si usted cree que este plan podría ser oportuno y podríamos incluirlo en la ley. Ya para terminar, voy a referirme a algo que usted ha manifestado y que ya han comentado mis compañeras de otros grupos parlamentarios. Usted dice que no está de acuerdo en que se imponga una agravante por machismo. Pero me gustaría saber si ve adecuado agravar la pena por el sexo del sujeto activo; es decir, llevar a una discriminación positiva respecto a la pena. Me gustaría que nos ampliase esta cuestión. La señora PRESIDENTA: Por el Grupo parlamentario Socialista, tiene la palabra la señora Esteve. 13 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 medidas globales para resolver no sólo esa última consecuencia que aparece en forma de agresión. Eso, dada la base histórica, por una parte, y cultural, por otra, y ese proceso de normalización que se ha producido, exige actuar con mecanismos que cuestionen lo aceptado como normalizado, precisamente por lo contrario, como algo inadecuado, incorrecto y que debe ser rechazado y combatido. Formación, educación e información, son elementos básicos, pero al mismo tiempo entiendo que son abstractos y generales. Educar en valores, ¿cómo se hace? Yo creo que es importante, aparte de plantear de manera específica la formación, la información positiva en cuanto a que hay que abordar las noticias, por ejemplo, de una manera adecuada para que no traten de destacar lo anecdótico, que no justifiquen sobre todo en titulares ni en el contenido —pero casi todas van en titulares— el crimen: pasional, celos, alcohólico, inmigrante, etcétera; y luego, la información en negativo que pueda determinar lo que es la imagen de la mujer en la sociedad, sobre todo por la publicidad cuando esta es claramente ofensiva a la dignidad de la persona, en este caso de la mujer. Eso también hay que hacerlo en otros aspectos de la formación. Hoy por hoy no existe ninguna, creo, carrera curricular en que haya una formación específica sobre lo que es género, igualdad y sobre todo violencia en las disciplinas que sí van a abordar el problema de la violencia contra las mujeres. Dentro de medicina legal se estudia exclusivamente una parte técnico-legal, no se habla para nada de lo clínico; se plantea como una violencia tradicional, es decir, lo que yo he tratado de presentar hoy aquí no aparece como tal en los libros de medicina legal; aparecen trabajos publicados, pero la adquisición académica de estos valores y de estos conocimientos todavía es compleja. Yo creo que hay que potenciar la creación de asignaturas en las que se pueda incluir este tipo de elementos de formación específica para que el profesional salga con la capacidad crítica. No es otra cosa que incluir, dentro de los elementos críticos o diagnósticos, el famoso juicio clínico como un elemento más del diagnóstico diferencial. Entonces habrá un posicionamiento y sobre todo eso te abre la mente. Ya no es sólo es el hecho de que seas capaz de detectar, sino que a partir de ese momento tú tendrás en la mente lo que decía Bertillon, elementos que te puedan hacer ver aquello que te pasa desapercibido. Es decir, solamente se ve lo que se mira, sólo se mira lo que se tiene en la mente. Entonces, hoy por hoy, en la mente no existe el concepto de violencia de género, sobre las mujeres, como una violencia específica y diferente al resto de las violencias por su significado, por sus motivaciones, por sus objetivos, en definitiva, en el porqué y en el para qué, y sí se ve como un elemento real que forma parte de las manifestaciones violentas de la sociedad en cuanto al resultado, pero un resultado que viene condicionado por la víctima, no por el significado, y ahí es donde yo creo que hay que cambiar el valor para que se pueda ver no sólo como esa manifestación que cuanta más información y más conocimiento, aunque sea este empírico tengamos, realmente vemos las dificultades que existen. Por tanto, para que usted nos ayude a dar más luz, voy a hacerle algunas preguntas. Intentaré no repetir aquellas que ya han formulado los otros grupos parlamentarios. Si la violencia es un problema grave de salud pública, tal y como usted ha señalado y así lo señala la OMS, ¿no cree usted que el sistema sanitario, entre otros medios, los profesionales sanitarios, los médicos, todo el personal de enfermería, tienen la obligación de detectar a priori, en fases incipientes posibles indicios de situación de violencia continuada, aunque esta no se manifieste con una lesión física? Después de esta detección, ante las sospechas, ¿deberían comunicarlo? Estoy hablando de un mayor compromiso, de una actitud de los diferentes profesionales, pero me refiero a todos los sanitarios. La misma importancia doy al papel del forense. La ley señala la importancia de las unidades de valoración realizadas por el forense de manera integral porque precisamente su ciencia es multidisciplinar per se. ¿Cómo puede ayudar al conjunto en la elaboración de protocolos? Otro elemento que tiene que ver con la noticia y a la que usted se ha referido es que la sociedad no se sensibiliza por la noticia —decía— sino por la información. En cambio, ¿qué impacto tiene la noticia sobre el potencial homicida, sobre el que se mantienen los niveles todavía de impunidad? Es decir, ¿le llega a él, le va a permitir modificar su conducta, sirve para algo? Otro elemento es cómo hacer que la solicitud de separación o la adopción de medidas cautelares, especialmente los alejamientos de los hijos, no sea un elemento que desencadene consecuencias peores, por ejemplo, los homicidios. Finalmente, una preocupación es que entendiendo esta espiral social, la dificultad del cambio de actitud, parece que el agresor en todo esto sale impune porque no le importa. Por tanto, ¿hay alguna posibilidad de ejercer medidas sobre el agresor, más allá de las punitivas, que permitan su rehabilitación? Modestamente creo que no, pero yo le pregunto, desde su conocimiento, cómo ve esta cuestión. La señora PRESIDENTA: Tiene la palabra el compareciente para contestar a las preguntas formuladas por los distintos grupos políticos. El señor LORENTE ACOSTA (Médico forense): Tengo la palabra; lo que no sé es si tengo el tiempo suficiente, porque veo que efectivamente la participación de sus señorías ha sido muy productiva y me produce satisfacción poder compartir y reflexionar de una forma concreta sobre algunas cuestiones. Empezaré por el orden en que se me han planteado. Con relación a las preguntas de la señora García, de Izquierda Unida, efectivamente, el problema de la violencia es un problema global y, por tanto, necesita de 14 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 última, sino como un instrumento que está amparado históricamente por esa normalización que se ha producido. Yo creo, y lo reiteraré porque algunas de las cuestiones que me han planteado van en ese sentido, que entre las cosas que se pueden incluir de manera específica está la parte clínica. Es clave. Sabemos que las mujeres maltratadas, las mujeres que sufren violencia, no acuden siempre a un centro hospitalario, a un centro médico cuando la han sufrido. Incluso hay elementos psicológicos el síndrome del paso-acción retardado que hacen que se detengan durante un tiempo, se quedan bloqueadas y cuando ya empiezan a reaccionar, eso mismo impide que la mujer entienda que su situación es grave y lo van normalizando: se toman su pastilla, se ponen su crema si le duele mucho la zona donde han recibido el golpe, y van tirando, pero sabemos que el cien por cien de las mujeres maltratadas van a servicios médicos con mayor frecuencia que las mujeres que no sufren malos tratos. Es decir, hay una mayor demanda de asistencia sanitaria, no sólo por la violencia, o sobre todo por su percepción de que la violencia es la causante, sino porque tienen ese tipo de molestia inespecífica, de sensación psicológica de que todo lo que se les viene encima, de que se sienten mal, no saben por qué, y eso hace que vayan al médico. Entonces, es fundamental insistir en la parte clínica porque es el único elemento que hace que todas las mujeres maltratadas vayan a presentarse en un momento determinado, con independencia de que lo hagan por el maltrato, que permite diagnosticar si vemos los parámetros de referencia adecuada como elemento diagnóstico diferencial y que por lo tanto se puedan establecer medidas para ir resolviendo la situación de salud y al mismo tiempo de violencia. Eso exige algunos cambios —y luego responderé a qué cambios, de cara a la pregunta que me ha hecho la señora Esteve—, pero es fundamental. Yo creo que la clave para hacer mucho en poco tiempo está en la sanidad, sinceramente, porque además dependerá de actuaciones en positivo de las personas que sufren la violencia; eso conlleva que interpreten que es violencia, que haya una crítica de no aceptación social, porque no hay aceptación nunca en lo individual, una mujer maltratada nunca acepta la violencia, sino que la normaliza, la justifica, pero no la acepta, y entonces lo que tiene que dar es el paso a no aceptarla tampoco como conducta socialmente reprobada. Ese elemento exige toda la influencia de lo que es la educación, formación e información y eso lleva tiempo. Poco a poco yo considero que va a ser eficaz porque se está viendo que el aumento de número de denuncias no es por casualidad. No es por casualidad que surja ese aumento de manera significativa, casi exponencial, en el año 1999, cuando se empezó a debatir este problema públicamente a finales de 1997. Todo eso está demostrando, como también ha apuntado usted, que se está haciendo mucho y bien, pero de manera insuficiente todavía para ir resolviendo el problema. Yo creo que, además, en ese sentido lo apunto, la ley integral nos va a dar un nuevo panorama que va a exigir que modifiquemos muchas cosas en un sentido u otro, según veamos que sean más o menos eficaces, que son totalmente innecesarias o que son totalmente insuficientes, pero no podemos prever el futuro ideal desde el principio porque es un proceso, y el proceso se modificará paulatinamente y eso significa hacer correcciones en el trayecto. Además, creo que desde el punto de vista técnico-parlamentario, será imposible plantear una ley cada año, lógicamente, pero es lo que nos debe dar es el marco, sobre todo el marco de referencia, para que la sociedad establezca el límite entre lo normal y lo anormal, lo permisible y lo que no se puede permitir, y lo reprobable y lo aceptable. Eso es lo fundamental y ahí sí creo que una ley tiene una función pedagógica, no sólo porque actúe sobre cada caso, sino porque a mí me sitúa la referencia. Yo, cuando voy navegando y veo un faro, sé que por allí hay un cabo y, aunque no vaya al cabo, por lo menos sé que está por allí. Las leyes sirven para eso, sobre todo estas leyes de amplio calado cultural y social, ya que ayudan a que la crítica no sea sí o no crítico, sino que haya una crítica institucional, social, compartida por la sociedad, y eso es importante. A raíz de esta situación hay que hacer una espera activa. Nosotros vamos a poner un instrumento nuevo para actuar. Hay que esperar activamente y no pasivamente, ir actuando, ir modificando, ir viendo e ir desarrollando. La ley solamente nos va a dar las referencias para desarrollar una serie de medidas que son amplísimas, que conllevan también la participación de las comunidades autónomas, y eso no es poco. En ese sentido, el rechazo social que pueda generar saber decir no, al tener una referencia que nos puede permitir la ley, es fundamental. Hace unas semanas salió publicado en prensa que la primera palabra que aprendieron a decir los seres humanos y fue clave para la evolución fue no, y es verdad que se ha estudiado cómo otros primates, en la evolución, llegaron a alcanzar niveles de inteligencia similares a los humanos, pero no los superaron. Tener un poco de inteligencia es muy peligroso porque te incita a hacer cosas —esto es un comentario al margen—, pero el no, establecer el límite de lo que es no, es fundamental para no equivocarte, y ahora mismo la sociedad tiene un límite en el no muy disperso y muy interpretable, y eso es un problema porque siempre se hace la interpretación desde el punto de vista subjetivo, desde el punto de vista que beneficia a la persona. Por eso creo que las medidas que se han apuntado hay que desarrollarlas de esa manera específica, hay que tener una espera activa y sobre todo hay que insistir mucho en las medidas de tipo sanitario-clínico, porque sabemos que el cien por cien de las mujeres van a ir con frecuencia a recibir algún tipo de asistencia médica, y ahí es donde se puede detectar y empezar a tratar no sólo la parte clínica. Cuando se trata clínicamente, la posición de la mujer ante un proceso penal, proceso de separación, etcétera, es mucho más activa y 15 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 no se deja llevar pasivamente por los diferentes elementos —la influencia de la familia, los consejos de los especialistas—, sino que ella misma se va posicionando porque tiene mayor capacidad para hacerlo por esa recuperación, y creo que es fundamental. No sé si respondo a su pregunta pero en cualquier caso creo que ha sido interesante en ese sentido la reflexión que ha apuntado. En cuanto a la señora Pigem, del Grupo Catalán, efectivamente, la situación es complicada —y yo comparto esa reflexión muy interesante—, y es decir: si no es problema, ¿qué problema vamos a resolver? Sí hay problema, lo que pasa es que es un problema oculto. Cuando a alguien le pregunta el CIS: ¿a usted le parece bien que la mujer sufra maltrato? ¿Existe justificación? ¿Le parece bien que haya violencia contra las mujeres? ¿Cree que en alguna ocasión es justificable la violencia? Pues el 0,4 por ciento —que ya hay alguien— piensa que sí, que se puede ejercer. Si eso lo traducimos de forma más indirecta, vemos que aumenta el porcentaje, por ejemplo cuando dice el Eurobarómetro, que el 46,8 por ciento de las mujeres sufren violencia porque ellas la provocan. Entonces estamos diciendo que es permisible y que se lo merecen. Entonces vemos que hay elementos que nos indican que eso está muy enraizado en la forma de entender la relación, porque no se entiende que haya violencia; las mujeres no permiten que sufran violencia por parte del vecino, sino que tiene que ser de su pareja. Es una aceptación hacia esas parejas, hacia esas personas en concreto. Por lo que acabo de comentar creo que el elemento pedagógico existe en cuanto que nos establece los límites, y aunque ese desarrollo de la ley no va a significar que a raíz de eso se hagan muchas más denuncias y que la gente diga ¡por fin, hemos descubierto la luz!, etcétera, sino que la cultura, los valores, van a seguir siendo los mismos pero con una referencia nueva —lo que quiere decir que en el camino que va desarrollándose día a día ya se podrá cambiar el trayecto para acercarse a esas nuevas referencias—, yo creo que sí va a ser eficaz porque al mismo tiempo —y ahí es donde yo veo la ventaja de esa aproximación global y con respuestas integrales— se va a estar actuando, no para esperar a que llegue, sino para, desde el principio, con lo que es la prevención, adoptar medidas que sean eficaces en la modificación, pero llevará tiempo, seguro. En ese tiempo, en esos límites y en esas referencias, yo creo que es fundamental la respuesta penal, no para castigar exclusivamente, sino para sentar el limite entre lo que es aceptable y lo que no es aceptable, lo que es correcto y lo que no lo es, en definitiva, lo que es legal y lo que no lo es. Entonces, el hecho de regular una situación que sabemos que es diferente con un elemento específico yo creo que es positivo, no sólo por la ventaja procesal que pueda suponer tener un tipo penal que regule una cuestión específica, sino que además servirá como elemento para valorar y establecer las respuestas a raíz de ese tipo concreto. En cuanto a que el agravante pueda ser una medida procesal —en ese sentido lo que los expertos y expertas consideren debe ser siempre lo mejor—, veo que es una forma de adaptación, pero veo que es permitir que haya una parte que no esté afectada por el agravante. Es decir, si el agravante es para todos, es mejor un tipo especial; y si el agravante es para alguno, ya estamos perjudicando a otros. Entonces, para tener ese agravante para algunos, dejando que para otros no, o tenerla para todos, cuando podemos tener un tipo, que en el fondo es lo que vendría a suponer el agravante porque sería para todos, considero que es más correcto, incluso más estético desde el punto de vista procesal, tener ese tipo específico que regule una violencia concreta y diferente al resto de las violencias. En ese sentido, sí se comentó lo de la agravante de abuso de autoridad y el de machismo. Por eso lo he criticado, primero, el de autoridad, porque, efectivamente, como se ha apuntado, es que no hay autoridad y, por lo tanto, no puede haber un abuso de, porque ya estamos partiendo de que se reconoce una autoridad que no es real o que no debe ser real, aunque luego en la práctica exista; y luego, el otro, el de machismo, parece que sea respuesta ante lo excesivo. Es decir, cuando esto sea demasiado grave, cuando haya ostentación manifiesta de esa condición de sexismo, machismo, como queramos llamarlo, entonces puede ser aplicado el agravante. Eso puede generar el problema de la subjetividad. Luego hay mujeres víctimas de delitos que no tienen nada que ver con la violencia de género y entonces se puede recurrir en un momento determinado por un mecanismo técnico, aunque tú hayas sufrido el robo de un bolso al salir de un mercado y digas: y ahora, agravante por tal. Mire usted, es que esto no tiene nada ver con eso. Es verdad que se ha actuado sobre una persona más débil físicamente, que sabe que tiene menor capacidad de respuesta agresiva ante una posible disputa, pero el objetivo de su conducta no ha sido dominar, controlar a esa mujer, sino conseguir un dinero. Entonces, aplicar agravantes así puede conducir a cierta confusión, que en ningún caso sería clarificadora para lo que se pretende con una medida de este tipo, que no sólo es sancionar mejor en la respuesta penal, sino también cambiar un poco la actitud, contribuir a ese cambio de mentalidad. En ese sentido, salvo que los expertos digan otra cosa, desde mi opinión, como médico legista, conozco el derecho pero estoy formado en medicina, al existir unas características específicas, debe hacerse también de una manera concreta sobre la conducta que se pretende sancionar y, por lo tanto, modificar. La participación forense no tiene por qué ser escasa. Si es escasa es porque el juzgado no ha remitido a la persona. El forense no puede citar directamente a la persona que ha sufrido una agresión, a la mujer maltratada. El forense no conoce que existe ese caso. Al forense le viene remitido por el juzgado. El forense no puede actuar de manera directa porque desconoce ese hecho, ni lo conoce por la policía, que también puede 16 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 remitirla directamente, ni lo conoce por el juzgado. Luego, si no llegan todos al forense —y hoy por hoy, le puedo decir que la mayoría de los asuntos de la guardia son casos de maltrato—, es porque de alguna manera el juzgado no ha tramitado adecuadamente la citación al forense, porque siempre hay forenses de guardia, al margen de lo que es el instituto, en cualquier parte de España ahora mismo. Debería ser un elemento a considerar y efectivamente ver por qué los juzgados no citan a esas personas, además de manera inmediata, porque lo que sí hemos comprobado, cada vez menos, es que citan tarde, eso sí. Ahí ha habido un problema, que a veces surge de la propia instrucción policial. Es decir, la policía tiene un número de días para instruir y remitir las actuaciones y tras ese número de días a veces, cuando llegan, el hecho no está en la efervescencia propia del conflicto y el juez empieza a actuar de una manera diferente, en vez de que la vea el forense directamente, empieza a tomar declaración, empieza a llamar a testigos, a los hijos, y al final da la sensación de que esto no ha sido nada, de que no es motivo, y no se cita al forense directamente o se cita cuando han pasado quince días y no vemos las lesiones recientes y, por lo tanto, no podemos valorar otros muchos elementos, pues no es sólo constatar la violencia, sino cómo se ejerció, cuándo se produjo el ataque, si hubo desproporción de fuerzas, si atacó por detrás, todos esos elementos que son fundamentales para tener una idea sobre los hechos. Lo que he propuesto en otras ocasiones es que, al margen de la instrucción policial, que yo creo que debe hacerse correctamente, se remitan inmediatamente diligencias de urgencia, que se hacen a veces, para que el juez tenga conocimiento de los hechos, con independencia de que se esté investigando y que se permita reconocer a la persona de manera inmediata. Eso facilitaría que pudiéramos reconocer en todos los casos y de forma reciente a la mujer que ha sufrido esa violencia. En cuanto a la respuesta jurídica basada en los pilares de la orden de protección, las reformas que a partir de octubre empezarán a ponerse en marcha, y los juicios rápidos, yo coincido con usted. Casi todos vimos que los juicios rápidos pueden ser una manera positiva para ir resolviendo cuestiones que por el hecho de no solucionarse ya supondría el mantenimiento del conflicto que generara más enfrentamiento, pero ahora mismo yo creo que son perjudiciales, no voy a decir en todo, pero sí en un porcentaje muy alto de casos por esa presión y sobre todo porque no se está valorando en absoluto el daño psicológico, que es lo que más manifiesta una mujer maltratada. Un daño psicológico no se puede valorar en cuestión de minutos y un daño psicológico necesita de una actuación especializada, que no tiene por qué ser lenta ni retardada, y eso se puede hacer cuando tienes a las personas formadas. Por ejemplo, en mi instituto, estamos 18 forenses y hay dos de guardia. Si esos dos de guardia son forenses que no tienen formación específica en este tema, valorarán lo que puede valorar cualquier médico forense, pero lógi- camente no harán una valoración especializada de ese problema. Es como si vas al médico de guardia del hospital y en vez de estar el cardiólogo, está el neurólogo y éste te ve por un problema de corazón. Evidentemente te va a diagnosticar, te va a poner un tratamiento, pero nunca lo hará igual de bien que lo haría un cardiólogo. Entonces, si tenemos margen de actuación, le decimos a esa señora que llega a las seis de la tarde: vuelva usted mañana a las nueve, que la va a ver la persona que está valorando este tipo de casos. Creo que se ha confundido el juicio rápido con el juicio precipitado. A veces se hace demasiado pronto y lo pronto no quiere decir que sea rápido, porque en ocasiones los obstáculos que surgen desde el principio pueden originar trompicones, caídas y hacer que haya que repetir muchas cosas a lo largo de todo el proceso. Por lo tanto, yo creo que sí convendría modificarlo. En ese sentido, de cara a ese ajustarse a los plazos, que sabemos todos lo difícil que es por el volumen y por las diferencias en el trabajo, los juzgados específicos quizá puedan facilitar todo eso. Si a los juzgados les quitamos todo lo que es la carga de trabajo que viene en el día a día y además les damos una cierta actuación específica, lógicamente se podrán ajustar más a los plazos y, no sólo en la calidad sino en el tiempo, también se podrá dar respuesta mejor. En ese sentido, creo que pueda ser interesante. En cuanto a las preguntas realizadas por la señora Camarero, efectivamente, hay un aumento del número de denuncias y eso en cualquier sentido es positivo, positivo porque lo único que está manifestando es que sobre esa parte del 90 por ciento que sigue oculta, que vimos que no era un 10 por ciento sino que probablemente era un 5 por ciento como mucho, ahora es cuando nos estamos acercando a un 10 por ciento, según los datos de la prevalencia, y si hay ese número de mujeres maltratadas y ahora estamos en alrededor de 50.000, estamos acercándonos a ese 10 por ciento. ¿Qué hay que hacer para que ese número siga aumentado? Primero, responder bien a los casos que se denuncian, cosa que a veces no se hace del todo, como hemos apuntado, por diferentes motivos. Se ha estudiado que cuando las mujeres maltratadas perciben por noticias o comentarios que el resultado es positivo, se animan a denunciar, pero ocurre lo contrario: cuando perciben que no es positivo, no se animan a denunciar. Entonces, el hecho de responder adecuadamente es fundamental y clave para que esta dinámica hacia la denuncia, hacia la ruptura de esa cadena que mantiene con el agresor se vaya produciendo. Luego está la información, formación de las personas para que critiquen y no vean la violencia como algo anecdótico, puntual en forma de agresión, sino que es violencia y que está mantenido, y que se cuestione, cuando van a ver a su madre por qué no les gusta que trabaje fuera, por qué critican cuando sale con sus amigas a fulanita, por qué critican la forma de educar a los hijos, por qué le dicen «tú te callas». Todo ese tipo de cosas son parte de la violencia que habitualmente se ejerce sobre esa mujer, y eso también tiene 17 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 que incluirlo como parte del arsenal violento que ejerce su marido, y cuando te vas cuestionando todo ese tipo de cosas, vas recomponiendo tu situación ante esa relación de pareja, ante esa relación familiar y puedes entender que son inaceptables determinadas cosas y puedes denunciar. Insistiría en ese sentido en lo que es el diagnóstico clínico. A ellas, por esa presión social y cultural, por esa baja autoestima, cuando una mujer va cayendo dentro de lo que es la red del maltrato, les es más difícil salir. Puede parecer un poco al contrario: cuando hay mucha violencia, más fácil es identificar que eso es violento, que al Paco no es que se le haya ido la mano hoy, sino que se le va siempre; que Paco no es tenga mal beber, sino que siempre está igual, y eso nos puede dar a entender que cuanto más, mejor. Todo lo contrario: cuanto más, más se va hundiendo psicológicamente, más va justificando, más va racionalizando, más va sintiéndose responsable de lo que está pasando y más difícil es salir. Luego lo importante es evitar ese ciclo que tiende hacia lo que es el hundimiento personal, humano y social de esa mujer y, por lo tanto, superarlo, y se puede detectar y actuar sobre ello de una forma relativamente sencilla desde un punto de vista clínico-sanitario. Por eso es muy importante. Además, evitaríamos lo que usted ha apuntado, ese porcentaje tan alto de mujeres con antecedentes de malos tratos que se suicidan, el 20 ó 2l 40 por ciento. ¿Qué se puede hacer? Es clave que la medicina clínica entienda que hay que hacer un diagnóstico diferencial con esta situación de violencia porque, al contrario, de una mujer con 40 ó 50 años que esté deprimida se dice mucho que es normal, los hijos están en la universidad, ella está en la menopausia, lo normal es que esté bien, no es normal que esté deprimida, y entonces hay que analizar si hay alguna situación de violencia detrás de esa depresión que puede conducir al suicidio. En ese sentido creo que el no tener ese diagnóstico diferencial como posible hace que se medique, se trate, pero se trate inadecuadamente y además se posicionen muchas veces cuando se detecta. Hay estudios y trabajos sobre el miedo de los médicos que dicen: ¿Y si lo detecto qué hago ahora? Les da miedo enfrentarse a una mujer maltratada porque no saben qué hacer; no saben si denunciar o no. No cuestionan nunca la denuncia del menor, cuando ha habido un maltrato, en contra de la opinión de los padres. No cuestionan la violencia entre familiares cuando se pelean por la herencia, una Nochebuena cuando beben dos copas; no lo cuestionan nunca y lo hacen. Yo conozco un caso de dos hermanos con dos copillas que se habían peleado en la Nochebuena y se besaban delante del médico y le decían: Mire usted, si nos queremos mucho, ha sido una tontería. Y el médico les decía: Eso que me están explicando se lo explican al juez. Pero cuando ven a una mujer maltratada se detienen, piensan que van a romper la relación, si el hombre le va a pegar más o menos y prefieren no hacer; cuando en violencia no hacer es hacer en sentido negativo. Hay un posicionamiento claramente derivado de esta con- cepción de la violencia como algo anecdótico, puntual y asunto de pareja, asunto de familia. Creo que la clave está en insistir en el diagnóstico diferencial y eso pasa por lo que hemos apuntado antes, la formación específica, que además se puede adelantar con medidas puntuales en forma de guía, en forma de cursos, buscando servicios específicos como los clínicos. Yo sé que un médico no se va a implicar al cien por cien ante la violencia, lo sé, y por eso quiero dar las alternativas. Igual que cuando un médico detecta un problema cardíaco lo manda al cardiólogo, cuando detecte un problema de violencia lo mande a una persona que sí va a actuar de manera específica sobre la violencia. Ahí es donde entra el servicio clínico de medicina legal, porque va a abordar la cuestión médico-legal de esa situación de salud. Ahí si podemos ser eficaces. Si pretendemos que cada uno de los profesionales en cualquier de los ámbitos se sensibilice y actúe, eso no lo vamos a conseguir. Lo que hay que hacer es dar los instrumentos específicos para que actúen sobre todos los casos. Es lo que más podemos conseguir en ese tiempo tan limitado que tenemos porque está corriendo a costa de violencia y es siempre una cuenta negativa que generamos en la sociedad. La violencia contra los dependientes no es bueno que esté en la ley. ¿Por qué? Porque estamos cuestionando una actitud histórica, una actitud que tiene un significado y que ha influido incluso en el mantenimiento de esa ética a fin de arrancar ese recurso al conflicto para resolver el problema, y eso no es igual aunque el ambiente sea el mismo. Dice usted que es posible que tengamos que regular específicamente. Estoy convencido de que sí, lo veo bien. El derecho penal durante siglos se ha mantenido con una visión muy general. En una sociedad posmoderna, compleja, individualista, difícil, egoísta en muchos casos, con necesidad de respuestas inmediatas para casi todo, quizás ha llegado el momento de buscar unos nuevos parámetros a la hora de la regulación, igual que ha ocurrido en otros campos de la sociedad, entre ellos la ciencia, que no puede dar abasto ya a todo. La medicina legal surgió como parte de la medicina interna y dentro de ella estaba la psiquiatría; ahora ya la psiquiatría desapareció y es una especialidad independiente desde los años cincuenta del siglo pasado. Eso se va desgajando. Esa visión total —y veo por aquí especialistas que podrán abordarlo desde el derecho penal, no lo sé— esa visión genérica, global, quizá tenga que cuestionarse ahora para tratar temas de manera más específica, lo que de hecho ocurre en otros temas muy concretos generalmente relacionados con la ciencia, como la manipulación genética, la Ley de reproducción asistida, cosas muy concretas pero al mismo tiempo pensando en medidas de acción positiva. Quizás este sea el momento. Además, el tema de los dependientes tiene estructuras diferentes en cuanto al significado y motivación de la violencia y se produce en familias con características distintas. No planteo aquí la diferencia entre el síndrome del maltrato en el 18 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 niño, en la mujer y en el anciano, pero tenemos un componente fundamental que es la violencia institucional contra los ancianos o dependientes, la violencia en instituciones, y eso cambia completamente el sentido y es donde más se produce, más que en la propia familia. En cualquier caso, estoy de acuerdo con usted en que es una violencia muy desconocida porque no hay elementos para animarse a denunciar por parte de estas personas. Respecto a las otras cuestiones, todo lo que sean medidas de recuperación de la mujer deben hacerse con independencia de que esa alteración psicológica haya derivado en una drogodependencia o cualquier situación que suponga una perjuicio, un daño para su salud. Todas las medidas que vayan dirigidas a esa recuperación de la mujer integral también por otra parte, porque es del todo, tanto desde el punto de vista individual de la salud como de su integración social, son fundamentales. En ello sí creo que es clave, por lo que comentábamos antes, la participación de la medicina clínica y de la historia clínica. Yo creo que la clave en ese cómo hacer que la medicina clínica actúe de una forma mucho más eficaz de cara a la violencia de género pasa por la historia clínica. ¿Por qué? Porque no vamos a ser capaces de detectar la violencia de género en un primer reconocimiento ni ante una sintomatología inespecífica, por otra parte. Si una mujer dice que tiene dolor de cabeza, dolor en la zona abdominal baja, mareos, eso puede ser indicativo —lo dice la Organización Mundial de la Salud— y puede ser derivado de una situación de violencia, pero con eso no se puede diagnosticar que existe violencia. Tampoco en una primera consulta se puede intentar que la mujer cuente toda su vida, algo tan íntimo, privado y tan en parte cuestionado por ella misma, como sintiéndose responsable, como es la violencia. Igual que ocurre en otros procesos, como médico le pido pruebas, sospecho que puede existir una situación de violencia y la cito —ya soy yo el que toma la iniciativa— para que vuelva la semana que viene o en 15 días, y así se hace un seguimiento que puede llevar al diagnóstico y al adecuado tratamiento. La historia clínica es clave para ese fenómeno. En cuanto a las medidas telemáticas, creo que estaríamos todos de acuerdo en que todo lo que sume es positivo. Lo que ocurre es que a veces podemos dar la sensación de una falsa seguridad. Las medidas telemáticas lo único que pueden hacer —y en ese sentido tienen su parte positiva— es comunicar algo para que de manera más rápida se acuda a proteger a esa mujer; pero en ese crimen moral o por autojustificación que comentábamos, no porque al agresor le pongan la orden de alejamiento la va a matar, sino que la orden de alejamiento nunca es una barrera para que el que tiene pensado matar a su mujer la mate. Las medidas telemáticas, por la forma de producirse últimamente —hemos visto cómo se han incrementado los crímenes en lugares públicos— pueden contribuir a avisar antes, pero no es del todo seguro que ese antes sea suficientemente pronto para evitar el homicidio; en unos casos sí y en otros no. Tenemos que verlo como una medida más, como todo lo que hemos estado planteando, pero con la idea de que estas personas planifican el crimen, esperan a la mujer durante horas en determinados lugares con el cuchillo en el bolsillo o montados en el coche para atropellarla. Insisto en que es una situación que debemos considerar para no crear una falsa sensación de seguridad, como a veces parece que se produjo con la orden de protección. Con la orden de protección parece que había una especie de cúpula o campana que aislaba a la mujer y que la protegía, cuando efectivamente existe una protección basada en el mandamiento legal pero nunca es suficiente para que en un momento determinado se pueda producir. Por ello hay que buscar medidas alternativas entre las cuales ésa puede ser una. Yo creo que es muy importante el reconocimiento del agresor para valorar la peligrosidad y ver la probabilidad que tiene de ejercer esa amenaza que previamente ha vertido, que no es que surja de la nada sino que ya tenemos los antecedentes de la violencia y de la amenaza. Eso es positivo porque podemos adoptar medidas de protección más estrechas sobre esas mujeres que tienen una mayor probabilidad o un mayor riesgo de sufrir la violencia. En cuanto a que cuestionaba la agravante, las penas más graves sobre la mujer, no es del todo así. Soy crítico en cuanto a las agravantes porque creo que de una cuestión global hacen temas de parcialidad, que son determinadas circunstancias en que el machismo y el abuso de autoridad puede dar lugar a la violencia. Yo creo no, que el machismo y el abuso de autoridad no real pero sí en la práctica, no basado en nada pero sí en la práctica, lo cual permitiría la subjetividad y la aplicación arbitraria en algunos casos y no en otros, eso lo crítico porque hay elementos para regular específicamente un hecho distinto. En cambio no es que yo crea que son penas más graves porque son sobre la mujer, sino porque las circunstancias que hemos planteado son graves. El si me dejas te mato, por ejemplo, o como te separes te voy a quitar los niños y te voy a dejar en la calle, ese tipo de cuestiones, cuando estás dentro de una situación de violencia, no lo percibes como un comentario, como un arrebato o una salida de tono en una discusión, sino que lo percibes como una realidad que te limita, y por eso muchas mujeres no sólo por la deformación psicológica de lo que es estar dentro de esa situación de violencia, sino porque tienen miedo a salir y lo primero que hacen es irse a una casa de acogida antes de poner una denuncia, tienen miedo real, pánico, porque la violencia que se produce crea ese clima de terror. Una violencia como la que hemos comentado sin amenazas, sin coacciones no sería del todo eficaz; tendría que basarse exclusivamente en las agresiones físicas repetidas y son elementos objetivos de crítica porque hemos dicho que la mujer no acepta nunca la violencia; la puede racionalizar, la puede integrar, pero no la acepta. Si nosotros no le damos elemen- 19 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 tos como la coacción o la amenaza para que se perpetúe esa situación de violencia o desigualdad, lógicamente acabaría en un momento determinado. Por eso hacerlo en esas circunstancias sobre la mujer es grave, pero no porque sea sobre la mujer. Comparto las reflexiones que ha hecho la señora Esteve y hay varias cuestiones. Una, el médico clínico detecta el maltrato con cierta objetividad, con ciertos elementos objetivos. ¿Qué debe hacer? ¿Denunciarlo? Ahora mismo legalmente sí. El artículo 162 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal dice que hay que dar parte ante un delito de lesiones, etcétera. Creo que hay que modificarlo. Lo primero que tenemos que intentar es recuperar. Yo hablo desde el punto de vista médicolegal, con visión también clínica. Si una mujer desde el punto de vista de la salud no está recuperada, el que tú comuniques ante un juzgado la existencia de un posible delito de lesiones basado en elementos que dependerán de la especificidad en un momento determinado —por eso hablo de cuatro situaciones diferentes que no he pedido abordar— en un caso difícil porque esa mujer no refiere directamente violencia y en cambio se puede detectar, incluso demostrar una causalidad con violencia pero basada en una situación científica, clínica, no en el hecho del hematoma, la lesión, si lo comunicas, la mujer cuando vaya al juzgado va a decir que eso no es verdad, que es un golpe que se dio hace unas semanas, con lo cual la denuncia no va a servir para nada y la mujer va a desaparecer del tratamiento médico que está recibiendo, con lo cual perdemos a la mujer y perdemos el caso. Como apuntaba antes la señora Camarero, la historia clínica es fundamental. ¿Para qué? Para que hasta que no esté recuperada la mujer y los elementos sean muy objetivos, no se puede actuar, y ahí sí creo que ganamos mucho. ¿Por qué? Porque la historia clínica es un documento médico legal, también es un documento médico legal. Y cuando en esas anotaciones se vaya viendo la evolución, las respuestas, los comentarios, es un elemento de prueba muy fuerte que nosotros utilizamos, por ejemplo, para valorar la responsabilidad médica. Cuando alguien denuncia a un médico porque ha cometido una mala praxis nosotros cogemos la historia clínica, es lo único que cogemos y lo vemos. Y cuando decimos aquí hizo esto y no debió haberlo hecho, a ese médico lo condenan sólo y exclusivamente por la historia clínica. Creo que en este caso también puede ser una referencia muy útil para recoger esa situación de violencia, nunca supeditar la denuncia a la situación de salud de la mujer, y así solucionarlo. El tratamiento al agresor puede ser una medida que puede dar un mensaje equívoco a la sociedad, primero porque no parte de una desviación y una enfermedad, y segundo porque estamos haciendo un trato diferencial basado en la Constitución, que comparto, pero que sólo se plantea para determinados tipos de delito curiosamente cuando la víctima es la mujer. Si tu dices, desde el punto de vista social, si le pego a mi mujer voy al psicólogo por las tardes y si le pego al vecino voy a la cárcel, el mensaje que se manda a la sociedad es que agredir a la mujer es menos grave que agredir al vecino. Todas las medidas que se puedan aplicar para la recuperación o las posibles desviaciones interpretativas, etcétera. me parecen muy bien, pero siempre como complemento a la pena, nunca como alternativa a la misma; por tanto hay que hacerlo en prisión donde existen talleres, módulos y servicios muy adecuados para ello. Creo que es fundamental para establecer el límite pero no por venganza ni por revanchismo, es que si no dejamos las cosas claras siempre serán oscuras. Y el problema no es sólo no aclarar sino poner más bruma y humo en la perspectiva que estamos adoptando. La última cuestión es la referente al impacto de las noticias sobre los agresores. Es verdad que sobre la violencia no se ha estudiado específicamente, pero históricamente se ha hecho mucho sobre el impacto de la violencia en las conductas que reproducen violencia y se ha demostrado que donde no hay violencia no hace aparecer conductas violentas. Los medios de comunicación tienen que adoptar una posición responsable para informar adecuadamente, informar formando a la sociedad sobre lo que es la realidad de la violencia contra las mujeres, pero en ningún caso deben restringir la información por un supuesto beneficio al no conocer. Se sabe que personas que tienen pensado matar a la mujer, por ejemplo, o que quieren cometer algún delito pueden adelantarlo en el tiempo (ve la noticia y dice mañana voy a hacer lo mismo) y pueden reproducir el mecanismo, pero en cualquier caso lo iban a hacer. Nunca surge de la nada el hecho de que la noticia pueda impactar. Y tampoco hay tanta relación. Es verdad que cuando aparecen en tres días tres casos seguidos la gente los relaciona, pero es que el primero de esos tres casos ocurrió cuando en meses no se había producido ninguno, y nadie se da cuenta de que hay un lapso también. Hemos visto cómo la propia dinámica se acumula a lo largo de los meses; agosto suele ser el mes en quemás casos de homicidio se producen, la media en los últimos cuatro años está en 8,1, me parece, y posiblemente en agosto se produzcan más casos según esta estadística, pero no por los medios de comunicación sino por la convivencia, por el mayor roce, por el mayor conflicto, por enfrentarse a esa realidad desde la desigualdad e intentar reponerla por medio de la violencia. La señora PRESIDENTA: Muchas gracias, señor Lorente, por su magnífica exposición y ojalá se cumplan sus pronósticos de que podamos ser referente a nivel europeo para que la violencia se erradique no sólo en España sino en todos los países. Muchísimas gracias por su aportación. Señorías, el señor Lorente nos ha dejado una documentación para distribuirla a la Comisión. 20 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 — DE LA SEÑORA PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN ADAMUVIC (RONEI ALBAREDA). (Número de expediente 219/000018.) están empeñados todos los grupos parlamentarios y sus señorías. También hay que decir que desde la pluralidad en el movimiento feminista en la elaboración de esta ley ha faltado la voz de otras mujeres; hay otras organizaciones además de las que ya se han consultado hasta la fecha que se sienten legitimadas y que quieren opinar y aportar sus ideas sobre esta ley. En primer lugar, voy a hacer unas consideraciones generales traspasando los distintos artículos o las distintas propuestas de la ley para centrarme y situarme solamente en aquellas que en opinión de quien les habla, por su experiencia ante los juzgados y los tropezones y problemas con los que nos podemos encontrar, y también por las opiniones de grupos de mujeres que se han venido reuniendo, quisiera exponer a sus señorías. A nadie se nos escapa que esta ley va dirigida a unas mujeres que, entre otras circunstancias, la situación que más les puede caracterizar es que tienen mucho miedo, tienen pánico, que incluso están paralizadas intelectualmente por este miedo, por este pánico proveniente de la violencia, que tienen una situación de bloqueo y que en ocasiones se pueden encontrar con posturas contradictorias y que nos pueden parecer extrañas a la hora de ir a los juzgados; es esa presentación de denuncia, retirada de denuncia, son esos balbuceos a los que luego nos podremos referir y que están entroncados con esta ley que sin duda intenta dar una solución. ¿Qué nos ocurre con el agresor? El agresor entre otras circunstancias, y no la única, es aquel que hasta que no se le denuncia ha venido actuando con total impunidad, es un agresor que en muchas ocasiones lleva muchos años maltratando a una persona, y es un agresor al que la cultura social ha venido justificando que la violencia se puede ejercer. En distinto o menor grado el compareciente anterior de una manera muy gráfica lo ha venido ilustrando y no me voy a repetir. Cuando a este maltratador se le denuncia se encuentra muchas veces perplejo, no se cree que le puedan denunciar, no se cree que sea una realidad. Si ha estado tantos años maltratando a la mujer ¿por qué ahora se le va a denunciar? Una de las primeras reacciones que puede tener es que esto no va con él y además va a intentar dilatar buscando todo tipo de subterfugios. Por eso las medidas que se tomen han de tener también en cuenta esta circunstancia que sistemáticamente vemos que se da. En relación con esta valoración positiva que sin duda venimos a hacer del anteproyecto de ley, hay que empezar por destacar y sólo voy a destacar aquellas que en nuestra opinión han podido dejar corta la ley o que convendría modificar o eliminar. Respecto a las medidas de sensibilización, creo que en las disposiciones finales habría que contemplarse una formación específica en concreto en las enseñanzas universitarias de aquellas profesiones que vayan a intervenir con las mujeres víctimas de violencia, como son las que se refieren al ámbito educativo, al ámbito sanitario, al psicológico, al social y al jurídico. En el ámbito sanitario es imprescin- La señora PRESIDENTA: Para la siguiente comparecencia contamos con la presencia de doña Carmen Ronei Albareda, presidenta de la Asociación Adamuvic, a quien damos la bienvenida y que tiene la palabra para hacer su exposición inicial. La señora PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN ADAMUVIC (Ronei Albareda): Quiero agradecer la oportunidad que se me brinda invitándome a que comparezca ante esta Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales, y quiero agradecerlo muy especialmente a los grupos que me han propuesto, entre ellos al Grupo Parlamentario de Izquierda Unida. Desde mi doble condición de mujer comprometida con los derechos de las mujeres, perteneciente al movimiento de mujeres, y desde mi condición profesional como abogada en ejercicio que ha llevado muchos asuntos de violencia contra las mujeres y también separaciones matrimoniales donde en muchas ocasiones subyace una violencia, quisiera aportar algunas reflexiones que espero nos sean útiles a todas y a todos. Lo primero que he de hacer es valorar positivamente la elaboración de una ley cuya finalidad sea acabar o, al menos, paliar la violencia contra las mujeres. También he de valorar muy positivamente que con ocasión de esta tramitación parlamentaria el Congreso de los Diputados abra sus puertas a las distintas opiniones en un debate que incorpore algo que el feminismo, desde el patriarcado, ha dicho desde muy antiguo que lo privado es político y en esta ocasión se está siendo capaz de llevarlo adelante. La primera reflexión me lleva a considerar que la violencia contra las mujeres es una dinámica de desigualdad entre los sexos muy ancestral y que a esta dominación del sexo masculino sobre el femenino el feminismo lo ha denominado, desde los años sesenta, patriarcado. No digo nada nuevo si expongo que la violencia contra las mujeres no se ejerce sobre un determinado tipo de mujer concreto, sino que se ejerce sobre todas las mujeres, mujeres que no se circunscriben a un solo núcleo social, a una sola ideología política, y que a su vez los agresores y maltratadores pertenecen también a todos estos ámbitos. Por ello sería deseable que la respuesta de esta ley integral contara con el más amplio consenso social y político, si fuera posible que se repitiera la situación que se dio cuando se discutió y aprobó la Ley 27, de 31 de julio, reguladora de la orden de protección de las víctimas de violencia doméstica, cuya redacción final contó con el acuerdo de todos los grupos parlamentarios. Creo que sería muy negativo que la ley finalmente fuera sólo aprobada por un grupo parlamentario, sacara la minoría justa, rampante de los votos necesarios para tirar hacia delante. Creo que debe recoger una anplísima mayoría, si no unanimidad, puesto que en la lucha contra la violencia —estoy segura— 21 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 dible, a la vista de la experiencia actual y del incumplimiento sistemático de los protocolos por parte de los operadores sanitarios que tienen relación, que debería imponerse con carácter obligatorio y además exigir responsabilidades en el caso de inobservancia de estos protocolos. En cuanto a los derechos de las mujeres víctimas, es importante que se reconozca de modo expreso el papel fundamental que las asociaciones de mujeres vienen ejerciendo y que sin lugar a dudas tienen que continuar ejerciendo en este ámbito; es decir, complementar estas organizaciones que la ley ya viene mencionando. Dentro de esa protección y asistencia a la mujer, de manera muy especial habría que destacar la asistencia letrada especializada, ya que cuando la mujer decide denunciar va a ser la única garantía de tutela judicial efectiva de las mujeres víctimas de violencia, e incluso debería proporcionarse con carácter previo a la decisión de interponer por parte de la mujer la denuncia. Al principio se mencionaba esa situación de miedo, pánico, confusión y bloqueo que tiene la mujer. También es necesario apoyarla para que vaya a denunciar cuando ha dado algún paso, por pequeño que sea; animarla y asesorarla. En otro orden de derechos que se recogen en la ley, me voy a referir a los derechos laborales diciendo que en el ámbito de protección sería necesario que se incluyera a cualquier tipo de mujer trabajadora. Es decir, habría que incluir a las autónomas, a las empleadas del servicio doméstico, a las trabajadoras del campo, a las que en general no están encuadradas en el régimen general de la Seguridad Social. En el apartado de los derechos económicos es deseable y habría que arbitrar un medio para que la edad no pudiera ser el único criterio para acceder o no a determinadas ayudas, sino que habría que atender de forma individualizada al resto de las circunstancias personales y familiares de la víctima. En el apartado de la tutela institucional, y en concreto el Observatorio de Violencia de Género, habría que asegurar la obligatoriedad para cumplimentar los requerimientos de datos o informes que efectúe el observatorio a cualquier organismo público o privado. Es decir, la respuesta necesaria y la obligación de contestar a este observatorio que se pretende crear en la presente ley. Es importante también potenciar la creación de unidades especializadas dentro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad; que no estén compuestas sólo por policías en una segunda actividad o de una manera secundaria. Estas unidades especializadas en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad que ya están funcionando son imprescindibles. En primer lugar porque la mujer, cuando acude a estos miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, se encuentra con que de antemano la van recibiendo y además es comprendida en los atentados que redactan y elaboran esos cuerpos especializados, que son fundamentales para que luego prospere la necesaria denuncia que se interponga. Hasta ahora se está haciendo a medias. En algunas ciudades grandes está habiendo unos cuerpos especializados femeninos, los llamados SAM, Servicio de Atención a la Mujer, brigadas especiales, pero no todas las mujeres pasan por estos cuerpos femeninos, especializados. Acuden a veces a comisarías donde son recibidas por funcionarios que lo mismo te atienden un homicidio, que un robo, que una reyerta, etcétera, y, evidentemente, no tienen la sensibilidad, la preparación. Luego, las abogadas y abogados que llevamos adelante estas denuncias nos encontramos con una imprecisión y una generalidad que hace que en ocasiones se pueda archivar esa denuncia o que si se lleva a juicio, se llegue a la conclusión, por parte del ministerio fiscal, por parte de su señoría, de que por lo relatado en la denuncia, no hay motivo para considerar delito el hecho que se ha denunciado. En la misma línea que mencionaba anteriormente, es muy importante, con respecto a los protocolos de actuación, que su cumplimiento sea obligatorio. Protocolos de actuación que se van a dar, en las Fuerzas de Seguridad, en los hospitales que atienden a las mujeres, que se deberían dar en la atención que reciben en el juzgado y en el reconocimiento del médico forense; es decir, especial atención a los protocolos de actuación. En el apartado de la tutela penal, no quiero dejar de dar la opinión de un sector del movimiento feminista, de profesionales que estamos día a día con este problema, y manifestar una discrepancia por una mayor penalización y endurecimiento de las conductas violentas, porque esto va a situar a las mujeres, una vez más, en una posición victimista. Por el contrario, para acabar con la impunidad actual que hay en estos momentos, que sí existe impunidad, se trataría de evaluar y exigir el cumplimiento efectivo de las leyes vigentes que en los últimos tiempos han aumento la penalización. Me estoy refiriendo, ustedes conocen sobradamente, a la Ley de protección de víctimas de violencia doméstica, aprobada el 31 de julio de 2003 y a la Ley orgánica, de 29 de septiembre, de medidas concretas en materia, entre otras, de violencia doméstica. Es decir, el endurecimiento de los tipos penales no ha causado el efecto de disminuir los delitos violentos y así lo que se hace es que se desvía la atención y se relega la solución al Código Penal. Incluso se puede llegar a pensar en corto plazo que la solución punitiva es la única efectiva que se propone. Sin lugar a dudas, la puesta en práctica de esta ley de forma inmediata no va a ser fácil; requiere dotarla de presupuesto; requiere reformar por ley orgánica otras leyes que ya están vigentes. En resumidas cuentas, quizá la medida más rápida y más efectiva sea cambiar los tipos penales endureciéndolos. El mensaje que se puede enviar a las mujeres es que la ley, lo que ha venido a hacer, es a endurecer las penas. Esto no soluciona el problema y tenemos ya unas leyes ya aprobadas importantes, a las cuales hay que prestar atención, para intentar mejorar, entre otras cosas, la orden de protección. 22 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 De manera muy puntual parece necesario que en esta ley se contemplen unas referencias específicas, ya que pueden quedar fuera del ámbito de la ley diferentes colectivos de mujeres, como serían las inmigrantes indocumentadas o las mujeres objeto de tráfico con fines de explotación sexual. Asimismo es muy importante, ya que quedan fuera de la ley, las mutilaciones genitales femeninas, como violencia específica hacia colectivos de mujeres. No es necesario ampliar mucho esta realidad que sabemos y que determinadas culturas vienen practicando mundialmente. Es difícil acabar con esta auténtica tortura y atropello contra la dignidad de las mujeres empleando una violencia máxima, pero en nuestro territorio nacional, en España, cada vez hay más mujeres que son de determinadas culturas, ya hay casos que han salido a la luz y sabemos que se están practicando estas mutilaciones. Sabemos que es un problema cultural importante; sabemos que hay un gran pacto de silencio, pero también sabemos que las mujeres a las cuales se les practica no quieren que se les practique y hay que ampararlas de forma específica. También en relación con las mutilaciones genitales femeninas es preciso arbitrar un medio de persecución cuando se realicen fuera del territorio español, si se hubiera organizado en España. Sabemos que el derecho penal se rige por el ius soli, por el lugar donde se cometen los delitos, pero quizá se podría ir a la idea de que si los viajes se organizan a los países de origen desde España para realizar esta mutilación, podrían ser perseguibles desde nuestro ordenamiento jurídico español y desde el ordenamiento internacional. Con la tutela penal, una última reflexión. En relación a los programas específicos de reinserción en el marco del régimen penitenciario, que evidentemente responde a los fines generales de la pena, es necesario tener en cuenta no sólo su seguimiento sino los resultados que se hayan obtenido y siempre limitar legalmente los beneficios penitenciarios que pudieran conllevar. Es decir, que no se acogieran solamente los agresores para que puedan salir antes de la cárcel, sino que, por el contrario, fuera una medida que no premiase ese acto de acudir a los programas de reinserción. En relación a la tutela judicial habría que valorar como muy positivas algunas cuestiones que se han planteado en la ley. Se destaca como muy necesario, para conseguir el efectivo cumplimiento de las disposiciones, la creación de los juzgados especializados y se contara, asimismo, con la formación de los operadores jurídicos, no sólo teóricamente, sino algo más profundo de la comprensión del concepto, del origen, las consecuencias de la violencia para vencer la resistencia en este ánimo. Miren ustedes, esta ley y leyes anteriores se pueden quedar en papel mojado si a la hora de la verdad los aplicadores, los operadores de la justicia, entre otros, jueces y fiscales, no se sensibilizan y no se facilitan las cosas. Nos encontramos a diario con una incredulidad por parte de los juzgados, en su conjunto, cuando la mujer va a denunciar. Es decir, lo primero que se pone sobre el tapete, para entendernos, no es si la mujer ha sido o no víctima de violencia, sino que se ha generalizado la idea de si la mujer viene a decir o no la verdad. Es decir, se ha cambiado el objeto. Esto está subyaciendo en la opinión mayoritaria de los juzgados. Ustedes conocen opiniones de alguna decana importante, que ha recogido de sus jueces, del fiscal jefe de esa misma zona apoyando estas declaraciones, y no se ha echado en falta la opinión de otros jueces que no pensaran así. Es decir, la realidad es a veces una carrera de obstáculos para esa mujer que finalmente decide denunciar y lo que se encuentra en el juzgado no es precisamente esa comprensión de su problema y esa atención adecuada. Por eso es muy importante, y sin detenerme en otras consideraciones y valoraciones jurídicas de insignes comparecientes que me han precedido en otras comparecencias y han aportado sus distintas opiniones, en lo que se refiere a la práctica, estos juzgados especializados llevarían a que de una manera especializada se atendiera a la mujer, no confundiendo con una jurisdicción nueva, con un orden jurisdiccional como puede ser el orden penal o civil. No tiene que ver con esto. Además, necesariamente, para que esto pueda prosperar y avanzar, la Administración de Justicia tendría que estar dotada del presupuesto que en esta ley se apunta y que hay que llevar a la práctica. Los jueces, fiscales, funcionarios que se adscribieran a estos juzgados elegirían libremente sus propios destinos, es decir, habría otra situación favorecedora. Sería necesario también que estos juzgados especializados se dieran no sólo como nueva creación de los mismos, que sin ningún lugar a dudas en un primer momento se daría en las ciudades grandes donde hay suficiente población, sino también, al menos, en todas las provincias de España, para que cualquier mujer, por recóndito y despoblado que sea el pueblo, y sabemos que existe violencia, tenga en su provincia un punto de referencia desde el que la justicia le va a ayudar y poder asistir. Estoy pensando en una provincia despoblada, como puede ser Segovia, Soria. Ustedes saben que en todos los pueblos o en muchísimos pueblos hay una violencia soterrada, oculta. Esta ley, junto con toda la trayectoria de otras leyes, y va a tener que seguir haciéndose, está sacando a la luz esta realidad oculta de la violencia hacia las mujeres. Pues bien, estos juzgados especializados, en este aspecto práctico y favorecedor de la denuncia de las mujeres, son imprescindibles a juicio de la que les habla y de otras personas que lo han visto. Asimismo, en relación —ya lo ha explicado de una manera amplia el forense que me ha precedido, don Miguel Lorente—, los institutos de medicina legal tendría que crear unas unidades específicas de violencia hacia las mujeres. Los forenses tienen un papel y una intervención importantísimos en la atención y para que puedan prosperar esas denuncias y lleguen a buen término. Hay que dotar a los forenses de medios; hay que 23 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 obligarles a que realicen esos protocolos. Ese primer momento en que llega la mujer, a veces lesionada, efectivamente; a veces llega con unas lesiones tremendas, pero a veces no; a veces llega con lesiones leves y a veces llega sin lesión porque en ese momento no le ha lesionado su compañero o su marido, pero llega con un estado de ansiedad, de depresión, con un estado psíquico fácilmente detectable, que ha de incorporarse a ese expediente judicial, junto con la denuncia y junto con el reconocimiento de otros médicos. Es decir, no hay que esperar sólo a que la mujer pase por urgencias con unas lesiones importantísimas para que su expediente pueda prosperar. Por suerte sería deseable fomentar y favorecer medidas, entre otras por esta ley, para que la mujer pueda, porque tenga una lesión o no la tenga, o simplemente porque lo decida, denunciar después de años una violencia física que, sin duda, también ha sido psicológica. De ahí ese papel y esa intervención fundamental de los forenses. Hay una necesidad de inmediatez en la vía judicial, de respuesta judicial, en esta línea de dotar de juzgados especializados para que jueces y fiscales estén plenamente al servicio de las mujeres, que sería también de dotar de juzgados de violencia contra la mujer con una guardia permanente. Es decir, que estos juzgados no fueran de 9,30 a 13,30 sino que también por la noche se arbitraran esos medios, y habría entonces que hablar de una nueva organización de la planta judicial. Señorías, vuelvo a repetir que hay que congratularse, desde el movimiento feminista, desde la práctica profesional —al menos, de quien les habla—, de este intento para que desde del poder político se intente paliar la violencia contra las mujeres. Solamente diré que el enraizamiento de la violencia va a ser difícil de afrontar y voy a recordar a algunos de los padres de nuestra cultura occidental. Para el filósofo francés Rousseau, en el siglo XVIII, la violencia contra las mujeres se vendría a justificar como forma de relación entre los sexos, habría que educar a las niñas en unos valores supuestamente femeninos que se impondrían con violencia. En su famoso libro El Emilio o De la educación, nos dice: Generalmente, las niñas son más dóciles que los muchachos y también debe hacerse mayor uso de la autoridad con ellas. Acostumbrad a las niñas a que se vean interrumpidas en sus juegos y a que las llamen para otras ocupaciones sin que murmuren. Toda la vida han de ser esclavas de la más continua y severa sujeción. Concluye este filósofo, padre de la cultura occidental: Es preciso acostumbrarlas a la sujeción cuanto antes y aunque sea a través de la violencia. Señorías, quedo a su disposición. Tiene la palabra, en nombre del Grupo parlamentario de Izquierda Unida, la señora García. La señora GARCÍA SUÁREZ: Una vez más, como así ha sido con todos los comparecientes, agradezco enormemente la intervención de la señora Carmen Ronei Albareda. En este caso, el Grupo de Izquierda Verde-Izquierda Unida-Iniciativa por Cataluña Verds pensó en su comparecencia por su doble visión. Nosotros lo entendimos así y nos parecía que era una visión complementaria, la una con la otra, en primer lugar por lo que es su faceta de experta profesional como abogada penalista y después por ser presidenta de la Asociación ADAMUVIC y una mujer muy reconocida dentro del movimiento feminista y de lucha, por los intereses de igualdad de la mujer. En este sentido, nos parecía que tener en una sola compareciente esta doble visión, podría también aportar una información, que si bien tiene una línea similar seguramente a muchas de las otras personas que han comparecido, posee esta doble ventaja de que puede también aportar la experiencia desde el asociacionismo. Le agradezco muchísimo su exposición y le felicito por la misma. En todo caso, no me gustaría extenderme demasiado, también por la hora y porque nos hemos ido retrasando un poquito, pero no querría dejar de preguntarle un par de cuestiones. En primer lugar, usted ha mencionado en su intervención, a mí me ha parecido entender, que quizá tendría que haberse contado con una representación más amplia de la que al parecer se ha contado, de asociaciones de mujeres, representación de mujeres, etcétera. En relación a esto, le querría preguntar más bien, dentro de lo que es la propuesta que tenemos en estos momentos, el proyecto de ley orgánica, ¿qué introducción nos haría usted de modificación o de ampliación en cuanto a los órganos de participación? Si hay alguna cuestión o elemento en cuanto a la participación que las asociaciones o entidades o movimientos representativos de mujeres que usted considere que sería necesario quizá ampliar o en todo caso plantear de manera diferente. La segunda cuestión es que comparto muchísimo el análisis que hace sobre las Fuerzas y los Cuerpos de Seguridad y sobre la necesidad de que realmente en las comisarías haya cuerpos especializados. Se han creado con diferentes nombres y en todo caso es una realidad que allí donde los hay —que en este caso lo que más conozco es Cataluña— la diferencia es sustancial, y que realmente esto después, en el proceso que la mujer haya de tener, en el proceso de la denuncia, de la separación, en el proceso en definitiva que sea necesario, es básico. Hay una gran diferencia según el tipo de atestado o de denuncia, cómo se realiza, cómo se especifica, con qué rigurosidad o con qué amplitud, porque hay una formación específica seguramente o como mínimo algo más especializada en estas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, incluso por el enfoque del propio atestado. Por tanto, es algo que comparto y en este sentido, si La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Muchas gracias, doña Carmen Ronei por su intervención y sus aportaciones. Seguidamente tienen la palabra los representantes de los grupos parlamentarios que la quieran tomar para hacer una serie de planteamientos o de cuestiones. 24 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 que desde su posición y desde su profesionalidad y desde ese movimiento de mujeres feministas, usted valore si efectivamente esas medidas que hemos tomado con el consenso, vuelvo decir, de todos los grupos parlamentarios, han conseguido proteger mejor o un poco mejor a las mujeres víctimas de la violencia doméstica. (La señora presidenta ocupa la Presidencia.) Por otra parte, también quería preguntarle algo que está en el debate que está en el debate social. En el debate social se oyen continuamente voces sobre si ha aumentado la violencia contra las mujeres o afortunadamente hemos roto el silencio de las mujeres. Desde mi punto de vista, hemos sido capaces, desde las instituciones, desde el Poder Legislativo, desde todos los planteamientos de la sociedad, romper ese silencio de las mujeres. También a mí me gustaría, que se refiriera a los derechos económicos de las mujeres. Estos días, estudiando el proyecto de ley, como no podía ser de otra manera para poder participar en esta Comisión, me parecía que no podíamos establecer la edad como partida para que las mujeres tuvieran derechos económicos. Usted sabe, por su experiencia profesional, cuántas mujeres vuelven con el maltratador porque dependen económicamente de él. Hoy la violencia doméstica no se da solamente en mujeres de 50 años, ni en mujeres de 55 años. Se da en parejas de novios con 18 años, con 15 ó 17 años, son tan viles que las matan, como la última muerte de esa niña de 15 años, por ese chico que la mató y no quiero recordar más. Desde ese posicionamiento y desde su profesionalidad, me gustaría que nos dijera, para el enriquecimiento del texto de la ley, qué medidas contemplaría, aparte de no establecer esos topes de edad. En la subcomisión que dio lugar a la orden de protección a las víctimas de la violencia doméstica se aprobó la posibilidad de crear un fondo de alimentos, con independencia de la Ley de 35/1995, de ayuda y asistencia a las víctimas de delitos violentos y contra la libertad sexual, a favor de las víctimas de la violencia doméstica. Entendíamos y entendemos, y vuelvo a repetir lo mismo, que la mujer siente pánico, terror, miedo y además depende emocional y económicamente, en la mayoría de los casos, del maltratador. Desde nuestro punto de vista y desde el planteamiento del Grupo Parlamentario Popular, me gustaría saber si cree usted que esta ley debe contemplar ese fondo de alimentos en un primer momento de apoyo a las mujeres víctimas de la violencia doméstica. Nosotros hemos debatido esta ley. Todos los diputados y diputados de esta Comisión hemos debatido esta ley con seriedad porque nos preocupa y nos duele la violencia que sufren las mujeres. Hemos entendido que efectivamente esta ley integral es necesaria y estamos a favor de ella, con las enmiendas que nuestro grupo va a presentar; indiscutiblemente en ningún caso hemos estado en contra de esta ley. Sin embargo, también somos conscientes de que hay niños y mayores maltratados en la sociedad actual. Y que a esos niños y mayo- usted tiene más experiencia, que seguramente la tiene, si cree que en la ley se tendría que recoger de forma específica que realmente fuera de obligado cumplimiento que en las comisarías tuviéramos estos cuerpos especializados. Por último, le digo que también comparto que los juzgados especializados sean permanentes, de 24 horas, porque también aquí hay una vacío importantísimo. Muchísimas veces pasa esto, que depende de unas horas o depende del momento en el que realmente se produzca. Aquí hay un vacío importante. Usted lo ha planteado, pero yo le preguntaría: ¿Considera realmente la necesidad que la ley recogiera esta ampliación de los juzgados especializados permanentes las 24 horas? La señora VICEPRESIDENTA (Cortajarena Iturrioz): Seguidamente tiene la palabra la señora Quintanilla, en representación del Grupo Parlamentario Popular. La señora QUINTANILLA BARBA: En primer lugar quiero, como no podía ser de otra manera, dar la bienvenida a esta Comisión de Trabajo y Asuntos Sociales, en nombre de mi grupo, el Grupo Parlamentario Popular, a la señora Ronei y felicitarla por su exposición, porque efectivamente aquí, desde todos los grupos parlamentarios, queremos enriquecer el texto de la ley. Cuando la estaba escuchando recordaba que hace 28 años, en la primera Conferencia Mundial de las Mujeres celebrada en la ciudad de México, la declaración más importante que se hizo en aquel momento fue que la violencia doméstica era el mayor crimen encubierto en el mundo contra las mujeres. Hoy, desgraciadamente, 28 años después, seguimos hablando de la violencia que sufren las mujeres. Por ello quería empezar diciendo esto, porque efectivamente la violencia es un atentado contra los derechos humanos, los derechos fundamentales de la vida, de la integridad física y de la paz de las mujeres. En esta Comisión estamos intentando por todos los medios, desde posiciones distintas, como no puede ser de otra manera, que esta ley integral salga con el consenso de todos los grupos parlamentarios, como fuimos capaces —y además se lo voy a decir porque creo que es importante siempre hacer historia— de trabajar todos los grupos parlamentarios en aquella ponencia que se constituyó en la anterior legislatura a iniciativa del Grupo Parlamentario Popular en el Senado y que dio lugar a que 78 personalidades comparecieran. Ellas hicieron posible hoy tener medidas legislativas importantes, como son los juicios rápidos, las modificaciones del Código Penal y como fue posible también, porque partió de esa ponencia, la orden integral de protección a las víctimas de la violencia doméstica. Es verdad que el actual Gobierno recoge desde su inicio que también contempla la orden de protección a las víctimas de la violencia doméstica, pero me gustaría 25 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 res les cuesta mucho más denunciar la violencia que sufren. Cuántas veces ha oído a una mujer: No, yo vengo a denunciar, para que usted mande una carta a mi marido o a mi compañero, pero no quiero que vaya a la cárcel; no quiero que se haga ninguna medida judicial contra él. ¡Cuántas veces hemos oído eso en los despachos profesionales! Es difícil que una mujer denuncie a ése que entiende ella que va a cambiar si va a verle a usted y usted le manda esa carta, porque ésa es la mentalidad de esas mujeres que viven el terror en sus vidas. Lo que quieren es que cambien, porque desgraciadamente te siguen diciendo que le siguen queriendo. Si es difícil para ellas, mucho más difícil es para los niños y para los mayores, sobre todo, para los mayores, denunciar un padre a su hijo. Ya que estamos haciendo una ley integral, una ley orgánica que va a proteger integralmente a las víctimas de violencia de género, siendo además la violencia de género el grado más violento que existe dentro de la violencia doméstica, me gustaría que usted entendiera lo que le voy a plantear. Si esta ley integral recogiera medidas de apoyo, de prevención, de protección, a los niños y a los mayores, ¿quitaríamos consistencia a la protección a las mujeres, que desgraciadamente son las que más mueren en la sociedad española actualmente, las que son asesinadas por sus maltratadores? También quería comentarle, y ya lo han dicho en varias ocasiones los distintos grupos parlamentarios, pero acudo a su experiencia profesional desde su presidencia del movimiento asociativo de mujeres al que representa, que hemos visto que la ley, en su artículo 27, recoge las unidades especializadas de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Hemos visto a través de los medios de comunicación cómo a veces, ese policía, después de que esa mujer ha denunciado en distintas ocasiones, llega tarde y la mujer es quemada con sus hijos en su domicilio conyugal o en el ex domicilio conyugal. Y nosotros hemos presentado una proposición de ley de medidas de seguridad personal a las víctimas de violencia doméstica, una proposición de ley que quiere recoger que, de acuerdo con el riesgo que sufre esa mujer, se pongan en marcha, desde la Delegación del Gobierno, desde el Observatorio de la Violencia Doméstica, desde los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, medidas de seguridad personal dependiendo del riesgo que corra. Pueden ser esas medidas del GPS, las nuevas medidas tecnológicas, pero también esa protección de un policía a esa mujer cuya vida está corriendo grave peligro, o esa mujer cuya vida no corre tanto peligro pero que debe ser acompañada a la salida de su casa o a la salida de su trabajo. Yo quiero que usted valore si efectivamente esta ley integral puede recoger esas medidas de seguridad personal de las víctimas. No quiero alargar mi intervención, porque efectivamente estamos muy mal de tiempo, pero es que tengo muchas preguntas que hacerle. La propia ley recoge unos elementos básicos, desde mi punto de vista —y además es así como se debe hacer—, de los derechos sociales que deben contemplarse para proteger, para prevenir, para amparar a las mujeres víctimas de la violencia doméstica. Por nuestra experiencia vemos que no todas las comunidades autónomas tienen los mismos servicios de actuación con las mujeres víctimas de la violencia doméstica; además, cada comunidad autónoma, en el ejercicio pleno de su propia organización como comunidad autónoma, tiene distintos servicios de asistencia a estas mujeres. También es verdad que eso lleva a que haya mujeres que, dependiendo de la comunidad autónoma en la que resida, tienen mejores servicios que otras mujeres en otra comunidad autónoma. A nosotros, a nuestro grupo parlamentario, nos gustaría que existiera un protocolo de actuación y de interactuación entre las distintas comunidades autónomas y que la propia ley lo recogiera, para que todas las comunidades autónomas tuvieran unos servicios mínimos, desde casas de acogida, desde asistencia e información, desde asistencia a la protección. Y ha hablado usted de algo importante; de las mujeres de los pueblos de España. Cuatro de cada diez mujeres, decía anteayer el profesor Sanmartín, del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia, mueren en manos de sus maltratadores. No podemos hablar lo mismo, y yo no quiero hacer una comparación, de las mujeres del medio urbano que de las mujeres rurales. Las mujeres rurales todavía no han roto el silencio. Las mujeres rurales lo más que pueden tener en esos pequeños pueblos de España —no solamente los de 500 habitantes, los de 3.000 habitantes, los de 1.500 habitantes— es una asistente social, que va una vez a la semana, y el consultorio médico en el que pasa consulta un médico por la mañana. Y luego hay un médico en la mancomunidad de municipios o en la comarca que asiste a las mujeres. En mi grupo parlamentario creemos, para el enriquecimiento de esta ley, que debería contemplar medidas importantes de protección a las mujeres rurales de España. Cuatro millones y medio de mujeres que viven en los pueblos de España. Y usted también ha dicho algo que me lleva a pedirle que valore si efectivamente la propia ley puede hacer un apartado específico de protección a estas mujeres, de asesoramiento y de información, ya que la información en el mundo rural llega tarde siempre. Ha hablado usted de que el endurecimiento de las penas no ha ayudado a que tengamos menos violencia contra las mujeres en España. Yo anoche lo pensaba, por la visión que tengo y por el conocimiento pobre y humilde que tengo de lo que es la violencia contra las mujeres, y lo pensaba desde ese planteamiento que le he hecho: las mujeres, cuando van a denunciar, en muchas ocasiones no quieren que sus maridos, o sus compañeros, o sus ex novios vayan a la cárcel. ¿Qué alternativa podemos tener? ¿Cómo podemos hacerlo? Porque, efectivamente, queremos saber su opinión. Por último quiero hablarle de los centros de rehabilitación de los maltratadores. Quiero preguntarle si está 26 Congreso 22 de julio de 2004.—Núm. 67 hacia la mujer y estamos hablando de perseguir esas mutilaciones, y estoy absolutamente de acuerdo con su punto de vista, eso requiere de una legislación específica, o del aumento de algunos aspectos del Código Penal, o del aumento de algunos aspectos que legislativamente puedan condenar y mitigar este tipo de situaciones; además, es necesario perseguir fuera de nuestras fronteras al practicante de estas horribles prácticas. El tráfico de mujeres es otra preocupación fundamental que se ejerce como violencia contra las mujeres, y en este país, en los últimos años, ha aumentado de una manera escandalosa, posiblemente porque el Ministerio del Interior se preocupó más de otras problemáticas que están muy presentes en la sociedad, como por ejemplo el terrorismo; pero se han instalado aquí todo tipo de mafias que han producido un aumento importantísimo del tráfico de mujeres, sobre todo en determinadas zonas. Creemos que eso también tiene que ser objeto de una legislación específica y de una actuación específica de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, sin duda, con la misma urgencia que pueda tener esta ley, pero es verdad que hemos priorizado este problema porque las cifras realmente son escandalosas. Podríamos igualmente hablar de la situación de los inmigrantes o de un tema que no recuerdo si usted ha tocado que es el acoso laboral o del acoso de las mujeres en el trabajo, que también tiene que ver con la violencia de género, pero nos parece que también para eso es necesario otro tipo de legislación y que en todo caso se penaliza a través de nuestro Código Penal. Y no ya desde su planteamiento feminista, pero sí se lo han planteado y yo quiero hacer un repaso de ese tema, es cómo se contempla la situación de los niños en la ley, que yo creo que es el adecuado, y por qué no se contempla la situación específica de los niños y de los mayores en cuanto a la violencia, que esa sí, ya que se produce dentro del ámbito específicamente doméstico y que antes el profesor Lorente explicó muy bien. En la violencia de género contra las mujeres en el ámbito de la pareja, lo doméstico es solamente un lugar, pero no es el único. Nosotros creemos que los niños, que son víctimas colaterales de esa violencia, en la ley están tratados en sus justos términos, en principio, pero en realidad la violencia que puedan sufrir los niños y toda otra serie de situaciones que sufren, porque realmente la infancia en este país ha estado abandonada a su suerte en los últimos años, no solamente en legislación, ni siquiera las directivas europeas se han puesto en marcha y hoy los niños están desprotegidos, no sólo contra la violencia, sino por ejemplo con la publicidad, en los juegos, en la comunicación. Ese tema sería objeto, para mí, de otra regulación, que incluso abarcaría muchos otros temas y que sin duda este Parlamento tendrá que abordar en algún momento y el Gobierno también. Pero en todo caso no tienen que ver con esta legislación. Los niños y los mayores entiendo que tienen la protección usted de acuerdo o no. Y si está de acuerdo —y nuestro grupo parlamentario sí lo está—, con que en ningún caso pueda reducir penas el maltratador por asistir a un curso. Y para aquel maltratador o ag