UTILIDAD PRÁCTICA DEL PROCEDIMIENTO MONITORIO Con la entrada en vigor de la nueva Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC), se instauró en el campo del Derecho Procesal una nueva vía, más ágil, de ejecutar los diversos documentos de crédito. Los procesos que establecía la legislación anterior se habían caracterizado siempre por su lentitud e ineficacia a la hora del cobro de impagados, es por esto, que la nueva Ley 1/2000 quiso dar celeridad a este tipo de cobros y estableció el Procedimiento Monitorio actual, sustanciándolo en una mezcla de procedimiento declarativo y documental. Este sistema, que el Legislador instauró como una protección rápida y eficaz del crédito, como así se recoge en la propia Exposición de Motivos de la LEC, ha dejado ver, tras casi cinco años desde su puesta en vigor, la verdadera utilidad y eficacia de este Procedimiento Especial. Actualmente, sin ser tan utilizado como en otros países europeos, el Monitorio acapara ya más del 25% de las demandas que actualmente llegan a los Tribunales. Esta vía, establecida exclusivamente para el cobro de las deudas, la pensó el Legislador como protección de los créditos de pequeños y medianos empresarios, pues el límite máximo de la cuantía que se puede reclamar por esta vía es de 30.000 euros, cifra que suele quedar pequeña para las grandes operaciones financieras o comerciales, debiendo acudir en estos casos a la vía del Juicio Ordinario. La Norma exige que la cuantía que va a ser objeto de reclamación por vía del Monitorio esté vencida, y que esté perfectamente determinada en la demanda. En este sentido, deberemos de tener en cuenta que no se nos permitirá, ulteriormente, variar o actualizar la cuantía o los intereses exigidos que previamente deberemos haber calculado, pues tan solo se nos permitirán nuevas modificaciones o ampliaciones cuando el proceso se convierta en declarativo. Los documentos con los que podemos probar la existencia de la deuda son muy diversos, admitiéndose en principio facturas y contratos, pero podemos utilizar tanto fotocopias, como transcripciones telefónicas, documentos comerciales, etc... Una vez que el Juzgado le notifica al deudor la reclamación judicial de la deuda, éste tiene la opción de pagar o de oponerse a la misma. Si el demandado opta por oponerse, deberá en este momento dar las razones que estime más convenientes por las cuales no debe la cantidad reclamada, entonces el Juzgado dará trámite de Juicio Declarativo. Si el deudor no paga, se pasará directamente a la fase de Ejecución, por lo que siempre deberemos tener en cuenta, antes de presentar la demanda de Monitorio, que si estimamos muy probable que nuestro demandado vaya a oponerse, será mejor utilizar directamente la vía del Procedimiento Declarativo correspondiente, pues así evitaremos perder tiempo a través de la petición inicial. Una de las ventajas de este procedimiento, desde el punto de vista del acreedor, consiste en la innecesariedad de intervención de procurador y abogado para proceder a la petición inicial. Así se reguló, respetando siempre el Derecho a la tutela judicial efectiva, pensando que éste era un procedimiento sencillo, pero en la práctica, se ha puesto de manifiesto que, muchas veces, las vicisitudes que derivan del Monitorio hacen preceptiva la intervención de estos profesionales. Existe también la posibilidad de renunciar a parte de las cantidades que se adeudan, para que así, la cuantía que se reclame en la demandada no alcance los 900 euros, que harían necesaria la actuación de abogado y procurador si deviene en un Juicio Verbal, o los 3.000 euros, que harían necesario acudir a un Juicio Ordinario. La anteriormente indicada falta de postulación, tanto de abogados como de procuradores, está llevando en muchas ocasiones, a proceder por la vía del Monitorio desechando otro tipo de Procedimientos como el Cambiario, instaurado también por la Ley 1/2000 para el caso de que la deuda esté acreditada por documentos cambiales, cuya reclamación es más cómoda y eficaz, y en la que sí es necesario acudir con letrado y procurador. También, el hecho de que el artículo 35 de la Ley 53/2002, de 30 de diciembre, de Medidas Fiscales, Administrativas y del Orden Social, dispense de pagar las tasas judiciales en tanto en cuanto no exista oposición al Monitorio, ha propiciado, en muchos casos, la elección de ésta vía de cobro en detrimento de otras como el Cambiario, incluso cuando se dispone de los documentos necesarios para interponer este último. Uno de los grandes inconvenientes del Procedimiento Monitorio, es el problema que se plantea con la localización del deudor. El acreedor es quien debe aportar el domicilio del demandado, excluyéndose la posibilidad de que éste pueda ser citado por medio de edictos. También es posible instar la averiguación del domicilio “de oficio”, por medio del Juzgado, lo que en muchos casos lleva a que el lugar donde se realice la notificación del deudor pase a ser el del Partido Judicial competente, inhibiéndose en favor de éste último el Juzgado que en un principio se declaró competente. Este es un problema, que afortunadamente, no se da en los Monitorios que se interponen al amparo de la Ley de Propiedad Horizontal, pues en estos casos, el Juzgado competente será el del lugar donde se encuentre el inmueble donde el copropietario haya impagado. Para la efectiva celeridad del Procedimiento Monitorio se ha establecido el despacho automático de la ejecución, que se realiza de oficio por el propio Juzgado cuando ha transcurrido el plazo para oponerse o pagar. Aunque en la práctica, son muchos los Juzgados que siguen exigiendo la presentación de la demanda de ejecución forzosa para instar el despacho, y poder proceder finalmente al embargo de los bienes. Se permite la solicitud, en la propia demanda inicial, tanto de la ejecución provisional como de cualquier otro tipo de medidas cautelares que se estimen convenientes. Y es de destacar que, en la fase de ejecución permite la Ley actuar sin abogado ni procurador, siempre que la cuantía objeto de ejecución no supere los 900 euros y no haya habido oposición. En cuanto al tema de las costas, la posibilidad de que se condene a las mismas a la parte demandada durante la petición de monitorio, aunque quede totalmente demostrada la mala fe del deudor, es prácticamente nula, pues ningún Juzgado las admite en ninguna de las fases de este procedimiento. Esto cambia por completo cuando se pasa a la vía de ejecución, donde se admiten las costas de igual manera que si el despacho derivase de cualquier otro procedimiento. En definitiva, cabe decir que el Procedimiento Monitorio ostenta actualmente una efectividad que se encuentra entre el 40 y el 50%, por lo que ha quedado demostrado que puede llegar a ser una vía rápida y útil para proceder al cobro de muchos impagados, pero es evidente, que ha sido relegado por el Legislador a un segundo plano de la Ley sin concederle la importancia que realmente le corresponde, y que necesita para que pueda equipararse al resto de procesos regulados en la Ley 1/2000. VÍCTOR SÁNCHEZ ALCANTUD