LA EXPLOTACION MINERA EN CAJAMARCA

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QUINCE AÑOS DE LA PRESENCIA DE
YANACOCHA EN CAJAMARCA
Por: Emilio Cacho Gayoso
Agosto 2005
El presente es un breve recuento de los hechos relevantes de la presencia de la minera
Yanacocha en Cajamarca, desde los últimos años de la década de los ochenta, hasta el
presente año 2005, así como una aproximación a la identificación de los impactos
producidos y algunas sugerencias de lo que debiera ser la actitud y el comportamiento de
la minera en el futuro.
La principal motivación para la realización de este documento son las interrogantes que,
de una manera u otra, me han formulado algunos amigos (destaco el caso de Felipe
Miranda), algunos gratuitos enemigos (mejor no destaco a nadie), y también algunos
conocidos preocupados por ciertas afirmaciones temerarias difundidas “por vía oral” o en
algunos medios de comunicación, acerca de mi posición en relación al tema de la minería
en Cajamarca.
El documento expresa los puntos de vista del autor. No pretende ser un estudio completo
ni un documento científico, pero sí un documento directo, objetivo y verás, que contribuya
al conocimiento de la verdad, al aprendizaje de las experiencias pasadas, y a la
formulación de propuestas para el beneficio de la población cajamarquina en el futuro. El
documento no es una apología a Yanacocha, tampoco una estrategia para obtener algún
beneficio personal de la empresa, ni mucho menos un intento de posicionamiento político.
Desde mi punto de vista, la actitud de la población cajamarquina frente a la minera ha ido
evolucionando desde una primera etapa, al final de los ochenta, de desconocimiento y
misterio, luego surgió una etapa de incertidumbre y desconfianza por el temor de repetir
las experiencias pasadas, vino después una etapa de expectativas e ilusiones por los
beneficios que se decía iba a traer la minera, se pasó a una etapa de constataciones en la
cual los hechos definieron lo que era verdad y lo que era mentira, luego vino una etapa de
desilusiones y temores causados por una serie de accidentes que afectaron al medio
ambiente y a las personas, luego se pasó a una etapa de indignación y reacción, cuando
la empresa insistió en la exploración del Quilish, y actualmente estamos en una etapa de
polarización creciente entre los que se sienten beneficiados por la minería y los que se
sienten afectados por ella. La siguiente etapa depende de varios factores, pero
fundamentalmente de la actitud y comportamiento de la minera. La tendencia actual
conduciría hacia la confrontación seguida de la violencia, pero también es posible el
advenimiento de una etapa de crecimiento de la confianza en la minera, como
consecuencia de percibir avances significativos en el desarrollo sostenible de Cajamarca.
Hoy más que nunca el tema de la explotación minera resulta controversial. La divergencia
entre las posiciones extremas (a favor y en contra) se va agrandando, por lo cual creo que
es necesario precisar claramente cuál es mi posición al respecto:
Creo firmemente que una de las obligaciones más importantes del Estado es la promoción
del empleo para todos los pobladores, tanto hombres como mujeres, jóvenes o mayores,
competentes o discapacitados, ricos o pobres (el énfasis debe ponerse, obviamente, en
los pobres). Esto se consigue utilizando adecuadamente los recursos del Estado y
fomentando la inversión privada, principalmente la inversión nacional, pero también la
internacional.
En la interrogante si se debe explotar o no los recursos mineros, creo que debe hacerse,
pero sólo con el propósito de contribuir al desarrollo y bienestar de la población (y no con
el propósito de enriquecer a las grandes empresas transnacionales), y, en todo caso, su
explotación debe hacerse cumpliendo las siguientes reglas básicas:
a) Respetar a la población del lugar. La explotación de los recursos naturales debe
hacerse sólo en los casos en los que exista “licencia social”.
b) Las empresas que explotan los recursos naturales, deben asumir el 100% de los
costos para corregir todos los impactos negativos que ellas generan. Por ningún
motivo dichos costos deben ser transferidos al Estado ni a la población.
c) La población debe participar en calidad de socio con las empresas, con la finalidad
de compartir las decisiones y las utilidades.
En el transcurso del documento se desarrollará con mayor profundidad estas propuestas.
Con la finalidad de facilitar el recuento de los hechos, el texto se ha separado en las
siguientes partes:
Antes de los ochenta;
La década de los 80;
La década de los 90;
La primera mitad de la década del 2000;
La situación actual (año 2005);
¿Cuál debiera ser el comportamiento de Yanacocha?;
El canon minero; y
Colofón
Antes de los ochenta.
Se puede afirmar que una de las “ventajas comparativas” del departamento de Cajamarca
es su riqueza minera, consistente en yacimientos de diversos materiales, principalmente
metálicos, de alto valor en el mercado internacional. No sorprende, por tanto, que durante
siglos se hayan explotado los recursos mineros en algunas de sus provincias, como es el
caso de Hualgayoc.
Lo sorprendente es que, en general, las explotaciones mineras se hayan realizado en
condiciones muy precarias, a costa del sacrificio y la explotación de los obreros, y
afectando descaradamente el medio ambiente.
Los impactos de la explotación minera han sido tradicionalmente adversos, las pruebas
más contundentes de ello son, por un lado, la persistencia e incluso profundización de la
pobreza de la población, sobre todo rural, del departamento (actualmente Cajamarca
ocupa uno de los lugares más bajos en los Mapas de la Pobreza), y de otro lado, los
enormes pasivos ambientales de las antiguas explotaciones mineras (Por ejemplo:
Hualgayoc, Paredones).
La década de los ochenta (Belaúnde 1980–1985 ; Alan García 1985-1990)
Si bien, el Perú, ha vivido y vive una sucesión de crisis de diversa índole (moral, política,
económica, social, ambiental, de seguridad, etc.), en la segunda mitad de la década de
los ochenta la crisis generalizada fue especialmente profunda, al punto no solo de ser
considerado un país ingobernable sino, incluso, inviable. Son harto conocidos los
indicadores más emblemáticos de esa situación: el terrorismo había “liberado” más del
60% del territorio nacional y había causado más de 20,000 muertes; la hiperinflación
superaba los 17,000 % anuales, los sueldos descendieron su poder adquisitivo a niveles
de miseria, la escasez de alimentos y productos básicos generaba interminables colas,
las pérdidas económicas y sociales como consecuencia de las paralizaciones gremiales y
de los atentados terroristas fueron cuantiosas, la corrupción y la inseguridad ciudadanas
se incrementaron notablemente, el país fue declarado inelegible por la comunidad
financiera internacional. En la práctica el país llegó a una situación de quiebra.
Fue en este contexto en el que, en Cajamarca, se comenzó a escuchar algo de la
explotación minera de Yanacocha, como consecuencia de percibir un inusitado
movimiento de camiones transportando cargas enigmáticas (la empresa Yanacocha
estaba haciendo una prueba piloto de la extracción de oro de la zona). Debido al secreto
en el que se mantuvo la información por parte del Gobierno Central y de los empresarios
involucrados, en Cajamarca se generó una situación de incertidumbre creciente y de
intranquilidad, alimentada por rumores y temores, como por ejemplo, que se trataba de
una explotación de Uranio.
Ahora ya sabemos que la zona volcánica que atraviesa Cajamarca, que se inicia en la
sierra de la Libertad, y se extiende hasta la frontera ecuatoriana, había sido identificada
como zona mineralizada por estudios geológicos, tal como figura en el libro “El Perú
Minero” (1978) del Ing. Mario Samamé Boggio, entusiasta promotor de la minería en el
Perú. También sabemos que en varias ocasiones se realizaron trabajos de exploración
preliminares en la zona, como es el caso de los estudios realizados por una empresa
japonesa que, según parece, debido a la naturaleza de la mineralización (oro
diseminado), concluyeron que no era posible su explotación económica, con las técnicas
que se utilizaban en ese entonces (relaves, amalgamas).
Un dato interesante es que, durante las prospecciones arqueológicas realizadas en el año
1997 por Narváez y Melly, en la zona de influencia de la mina Yanacocha, se encontraron
vestigios de explotación y procesamiento de minerales realizados durante la época
preincaica.
No es muy claro, por el momento, cuándo ni quién hizo los primeros denuncios mineros
de la zona, pero se sabe que en el año 1981, la Oficina Francesa de Investigaciones
Geológicas y Mineras “descubrió” la mina Yanacocha; sin embargo, la dueña de las
concesiones fue la Sociedad Minera de Responsabilidad Limitada Chaupiloma 2,
conformada por: Newmont Perú Limited (40%); CEDIMIN, Empresa gubernamental
francesa (40%), y Compañía de Minas Orcopampa SA, subsidiaria de Buenaventura
(20%). Luego la propiedad fue arrendada para ser operada por la empresa Yanacocha,
compuesta por: Newmont Second Capital (51.35%); Buenaventura (43.65%) y IFC, Banco
Mundial (5%).
Se sabe que la empresa francesa, luego de un proceso judicial (en el que intervino de
alguna manera Vladimiro Montesinos), dejó de pertenecer al consorcio, teniendo la
empresa Newmont que pagarle la suma de 189 millones de dólares.
La década de los noventa (Fujimori 1990-2000)
En la primera mitad de esta década se realizaron grandes cambios políticos y
económicos, que condujeron hacia el incremento del poder presidencial, en base a la
combinación de una política altamente favorable a las grandes empresas y a la inversión
extranjera, con una política populista de subsidios a las poblaciones pobres del país.
El Gobierno central, desesperado por obtener recursos financieros, implementó una
política de privatizaciones de las empresas y bienes del estado, a cualquier precio,
normalmente los bienes del estado se vendían subvaluados, a precios de remate. Para el
Estado, la inversión minera de Yanacocha, que estaba en curso, tenía la más alta
prioridad, por lo cual estaba dispuesto a proporcionar todas las facilidades solicitadas por
los empresarios del sector minero.
En el año 1991, el Ministerio de Energía y Minas -MEM- aprobó el Estudio de Impacto
Medio Ambiental de Carachugo Sur, elaborado por la empresa Shephard Millar. Este era
un requisito para el inicio de las operaciones de extracción, de acuerdo al Código de
Recursos Naturales y Ambientales aprobado por D.L. 613 de Set. 1990.
En el mes de noviembre de 1991, el Gobierno promulgó, mediante el DL 708, la Ley de
Promoción de Inversiones en el Sector Minero, normando, entre otros aspectos, el
otorgamiento de las Garantías Contractuales siguientes, adicionales a las mencionadas
en la Ley General de Minería que estaba vigente:
• Estabilidad tributaria;
• Se aplicarán impuestos a las ventas locales y a las exportaciones en forma de créditos
en vez de impuestos a los ingresos;
• La infraestructura, establecida como servicio público, no se considerará parte de los
activos para propósito de impuestos;
• Trato no discriminatorio con respecto a las normas cambiarias;
• Derecho a libre repatriación de ganancias y el libre uso de moneda extranjera
• Libre mercadeo de la producción;
• Simplificación de procesos administrativos;
• No discriminación de la actividad minera en comparación con otras actividades
económicas.
El 5 de abril de 1992, Fujimori disolvió el Congreso de la República, y se inició un proceso
para cambiar la Constitución Política con el propósito de implementar la denominada
política neoliberal (reducción del tamaño y del rol del Gobierno y promoción de la
inversión privada). La nueva Constitución fue promulgada el 29 de diciembre del año
1993, previo referéndum realizado el 31 de octubre de ese año.
En el mes de junio de 1992, el Gobierno promulgó el Texto Unico Ordenado de la Ley
General de Minería, mediante DS 014-92-EM, con el propósito de promover y favorecer la
inversión minera en el Perú, así como simplificar el ordenamiento legal vigente.
Paralelamente, en ese mismo mes, se realizó en Brasil la primera Cumbre de la Tierra, en
la cual la mayoría de los países integrantes de la ONU, acordaron la Agenda 21, relativa
al cuidado del uso de los recursos naturales (Estados Unidos no suscribió la Agenda 21).
El 30 de noviembre de 1992, el Ministerio de Energía y Minas, mediante la R. D. 161-92EM/DGM, aprobó el Estudio de Factibilidad Técnico Económico de la explotación del
cerro Carachugo Sur, autorizando a Yanacocha una inversión total de 36 millones de
dólares.
El 17 de marzo del año 1993, el MEM aprobó el Estudio de Impacto Ambiental, ajustado al
Texto Ordenado de la Ley General de Minería, con lo cual la empresa quedó expedita
para iniciar, en ese mismo año, las operaciones de explotación.
En abril del año 1993, el Gobierno Central aprobó, mediante el D.S. 016-93-EM, Las
Reglamentaciones Ambientales para las Actividades Minero Metalúrgicas, el cual amplía
la obligación a las empresas mineras de elaborar estudios de Impacto Medio Ambiental
Complementarios, para el caso de ampliaciones en la explotación minera.
En este mismo dispositivo legal, se estipula que la autoridad pertinente en materias
ambientales del Sector Minero es el Ministerio de Energía y Minas, siendo la única
autoridad responsable de determinar las políticas de protección ambiental y de aprobar
las disposiciones legales estatutarias asociadas para las actividades minero metalúrgicas;
asimismo el MEM es el organismo responsable de la aprobación de los estudios
ambientales.
El 7 de agosto de 1993, Yanacocha produjo la primera barra de Oro, la que fue mostrada
a Fujimori en una ceremonia realizada en los terrenos de la minera. Con esa barra la
empresa fabricó monedas conmemorativas.
El 6 de mayo del año 1994, el MEM aprobó los estudios de factibilidad de Maqui Maqui, y
6 días más tarde, el 12 de mayo, aprobó el Estudio de Impacto Ambiental
correspondiente. Luego, una semana después, el 19/05/94, se suscribió el Contrato de
Estabilidad Tributaria entre el Gobierno Peruano y la Empresa Yanacocha, para
Carachugo Sur, y al día siguiente, se suscribió el Contrato de Estabilidad Tributaria
correspondiente a Maqui Maqui.
En Cajamarca, el 1 de enero de 1993, asumió el cargo de Alcalde Provincial el Ing. Luis
Guerrero Figueroa, rompiendo por primera vez en la historia de Cajamarca el predominio
del partido Aprista, e implementando una política participativa (creación de la Mesa de
Concertación), descentralista (elección de alcaldes vecinales), de cuidado del medio
ambiente (se declaró la primera municipalidad ecológica del Perú), de gestión externa
(relaciones con la Cooperación Internacional), de gestión interna basada en la
planificación (se formuló el primer Plan de Desarrollo Estratégico de Cajamarca), y de
mejoramiento de los servicios municipales.
Con los antecedentes de la minería en Cajamarca, el nuevo Gobierno Municipal mostró
insistentemente su preocupación por los impactos negativos que podría generar en
Cajamarca la explotación minera de Yanacocha que ya contaba con las autorizaciones
legales otorgadas por el MEM y estaba en curso. En ese momento, la preocupación
principal era la posible contaminación ambiental. Por su parte, los funcionarios de la
minera desmintieron categóricamente que se tratase de una explotación de uranio, y
explicaron que se trataba de la explotación de “dore” (70% de oro y 30% de plata), para lo
cual utilizarían una nueva tecnología de punta, consistente en un proceso de lixiviación
con cianuro de sodio en circuito cerrado.
Obviamente la noticia de que se iba a utilizar cianuro de sodio para la explotación minera
alarmó mucho más a la población cajamarquina y al Gobierno Local, ya que no había en
el país ningún lugar que estuviera usando dicha tecnología que sirviera para demostrar
que en efecto se controlaba la contaminación.
Un detalle importante, asociado al tema de la información, es que, recién el uso de
Internet comienza a extenderse en Cajamarca, a las finales de esta década. La Web fue
creada por Tim Berners-Lee y comenzó a usarse a partir de 1990, pero durante los
primeros años, la cantidad de información que tenía Internet era insignificante, comparado
con la información que contiene en la actualidad. Por esa razón no era posible en ese
momento obtener información por esta vía.
Con la finalidad de mostrar la tecnología de lixiviación con cianuro de sodio, la empresa
facilitó una visita formal a Denver (USA), donde la empresa Newmont Gold Company la
estaba utilizando. La delegación estuvo conformada por el Ing. Director de Minería del
MEM; el Ing. Lanza, Director de Medio Ambiente del MEM; el Ing. Miguel Pajares,
congresista de la República; el Ing. Pablo Sánchez, como invitado especial; el Ing. Luis
Guerrero, alcalde de Cajamarca; el Ing. Emilio Cacho, como invitado por el Alcalde; el Ing.
Felipe Injoque, responsable del medio ambiente de la empresa Yanacocha y el Ing. Carlos
Santa Cruz, funcionario de Yanacocha.
La visita se realizó en el mes de mayo de 1993, y en ella se pudo observar todos los
detalles del proceso de extracción del mineral mediante la mencionada tecnología. Al
retorno, los participantes de Cajamarca presentaron ante el Concejo Municipal un informe
objetivo de lo que se vio en Estados Unidos, describiendo el sistema y cada uno de sus
componentes y concluyendo que si bien el proceso de lixiviación en circuito cerrado
contaba con elevados niveles de seguridad en los Estados Unidos, en Cajamarca las
condiciones topográficas y climáticas eran muy diferentes. Esta preocupación fue puesta
en conocimiento de los funcionarios de Yanacocha (Ing. Leonard Harris, Ing. Carlos Santa
Cruz), quienes explicaron que habían tomado todas las precauciones del caso, tal como
se podría ver en el Estudio de Impacto Ambiental aprobado por el MEM. La Municipalidad
solicitó una copia del citado estudio a la Dirección de Medio Ambiente del MEM,
recibiendo como respuesta de que no podían atender ese pedido por tratarse de
información confidencial. (todavía no se había promulgado la ley de transparencia).
Posteriormente la municipalidad obtuvo una copia de dicho estudio de la propia empresa
Yanacocha, encontrando que en él habían participado algunos connotados profesionales
de la localidad. Luego del análisis del documento, se encontró que éste se circunscribía
al área de influencia directa de la mina, y que no profundizaba el estudio del impacto que
iba a producir la explotación minera en Cajamarca, tanto en lo referente al impacto
ambiental como en lo referente a otros impactos: económico, social, político, etc. Esta
observación fue reiteradamente presentada ante los funcionarios de la minera y los
directivos del MEN.
El hecho de que el Alcalde y los dos profesionales cajamarquinos participen en la citada
visita, resintió a algunas personas, sobre todo a ciertos políticos opuestos al Frente
Independiente Renovador (ganador de las elecciones municipales), quienes tergiversaron
los hechos y los informes que se hicieron, con el propósito de desacreditar a la gestión
municipal de ese momento. Algunos paranoicos, aplicando la peruanísima costumbre de
“presumir la culpabilidad”, no tuvieron ningún escrúpulo en inventar y difundir mentiras,
como por ejemplo, que la empresa les había obsequiado un departamento en los Estados
Unidos, lo cual es absolutamente falso, y eso lo puede comprobar cualquier persona, en
cualquier momento.
Con los dispositivos legales dados por el Gobierno el año 1993, se ordenó que los
estudios de impacto ambiental fueran puestos en conocimiento de la población, como pre
requisito para su aprobación por el MEM, para ese efecto se instauraron las Audiencias
Públicas de presentación de los estudios, en las cuales participaban solo las personas
invitadas, quienes después de escuchar la presentación resumida que hacían los
técnicos, sólo podían formular preguntas por escrito. De acuerdo a las normas
establecidas, las preguntas formuladas serían respondidas también por escrito, dentro de
los siguientes días, directamente a cada interesado. En la Audiencia para la presentación
del Estudio de Impacto Ambiental de Maqui Maqui, que se llevó a cabo en el auditorio del
hotel Laguna Seca, no se permitió que hable ni el Alcalde.
En el año 1994, el Directorio de la Empresa Semdacaj (actualmente Sedacaj), invitó a los
funcionarios de la empresa Yanacocha (Ing. Carlos Santa Cruz, Ing. Peter Orams), a
formular en conjunto un “Plan de Contingencias” con el propósito de prever y diseñar
anticipadamente las medidas a tomarse en el caso se produjeran accidentes que pudieran
afectar a la planta de tratamiento de agua del Milagro. Para tal efecto se instaló una
comisión conformada por los técnicos de ambas empresas, sin embargo, no se logró
avanzar lo suficiente.
Durante los primeros años de la presencia de Yanacocha en Cajamarca, el
comportamiento de los funcionarios y del staff de la empresa puede calificarse de
irrespetuoso y soberbio, amparados en el apoyo que recibían por parte del Gobierno
Central y en el poder que les daba las ingentes ganancias que obtenían de la explotación
del oro de Cajamarca ya que, en promedio, tenían un costo de producción de 100 dólares
por onza de oro, mientras que el precio de venta superaba los 400 dólares (el precio más
bajo del oro fue de 230 dólares), es decir, la empresa lograba utilidades superiores a 100,
200 ó 300 %. Esto es impresionante si se tiene en cuenta que un negocio se considera
muy bueno si alcanza una utilidad de 30%.
El comportamiento y la actitud de los mineros fue incrementando la animadversión hacia
la empresa en un amplio sector de la población, que se iba manifestando en una serie de
críticas, quejas, reclamos, denuncias, manifestaciones masivas pacíficas, e incluso hasta
medidas de fuerza.
Cabe destacar la permanente preocupación por los impactos negativos de la actividad
minera, así como la actitud vigilante y crítica, de algunos líderes y ciudadanos, como es el
caso del padre Marco Arana y de muchos más, quienes por expresar sus puntos de vista
fueron objeto de denuncias y amenazas.
Frente a las reacciones de la población en oposición a la minera, al interior de la empresa
aparecieron las dos corrientes clásicas: la “línea dura”, muy típica de los antiguos
empresarios que priorizaban solo cuestiones de eficiencia técnica y rentabilidad
económica de la empresa, afirmando que la única responsabilidad social de la empresa
es el logro de la rentabilidad económica, y la “línea blanda” que se preocupaba además
por las relaciones sociales de la empresa con la población y de los impactos que la mina
generaría, frente a los cuales debiera tener programas de neutralización, mitigación y/o
compensación según el caso.
Lamentablemente prevaleció la primera, bajo la
justificación de que la empresa iba a estar muy poco tiempo en Cajamarca, por tratarse de
“una pequeña zona mineralizada”. Carlos Santa Cruz hablaba de cinco años, pero que tal
vez podría reducirse a tres, en base a la eficiencia técnica con la que pensaban trabajar.
Posteriormente Yanacocha reconocería estos errores (dentro de otros), pero en ese
momento la empresa optó por una estrategia cuasi militar de autoprotección que
justificaba por la supuesta presencia de subversivos en Cajamarca. Yanacocha organizó
un sistema de seguridad impresionante con guardaespaldas que usaban armas de fuego
y una casaca azul que les dio el mote de “shaca shul”. Por esa época los “shacas” se
encargaban de aislar a los funcionarios de la mina y sus familiares de la población
cajamarquina, con prácticas tan absurdas como las de desalojar a la gente de una
discoteca para que entre allí un minero con su novia. Muy pronto los mineros se
convirtieron en una casta social apartada de la población de Cajamarca.
La actitud optada por Yanacocha y el apoyo incondicional que recibían del Gobierno
Central, derivó en una serie de abusos, como por ejemplo, la adquisición de las tierras de
los campesinos a precios de arancel (80 ó 100 soles la hectárea), a cargo de empresas
contratadas para tal fin que amenazaban a los campesinos con el argumento de que si no
vendían a las buenas, el Gobierno les iba a expropiar a las malas (pocos años después,
Yanacocha tuvo que recompensar a los campesinos afectados por esta práctica).
Durante estos años fue cobrando cada vez más fuerza la pregunta: ¿Qué gana
Cajamarca con la explotación minera?, ya que nos encontramos literalmente en la figura
de Raymondi: ser mendigos sentados en un banco de oro. En efecto, por un lado,
Cajamarca es uno de los departamentos más pobres del Perú, y por otro lado tenemos lo
que cualquier pueblo del mundo quisiera tener: la mina de oro más grande de Sud
América. Sin duda alguna esa riqueza natural debería servir para el desarrollo de
Cajamarca, pero no era así, ¿por qué?, por varias razones, una de las principales es que
las empresas no pagan nada por los minerales que extraen (por supuesto que cubren los
costos de la extracción, pero no tienen que pagar por ellos). Esta es, sin dudas, una de
las injusticias más descaradas de las normas del mercado impuestas por las grandes
transnacionales del hemisferio norte, en su afán de dominio sobre el hemisferio sur: la
negación del valor de los recursos naturales, para ellos los recursos naturales, tales como
los minerales, el agua, los bosques, el petróleo, el gas, etc, no valen nada, y no pagan por
ellos, un simple trámite de “denuncio” (que cuesta 2 ó 3 dólares por hectárea por año), les
concede la propiedad del recurso. Las transnacionales han impuesto el paradigma del “la
competitividad” y, basándose en ella, hacen competir a los países pobres para ver quién
les regala más, quien les ofrece los menores costos, y los mayores beneficios, incluso
subsidios que son pagados con el presupuesto público, o sea con el dinero de todos los
pobladores. Esa es una de las razones por las cuales los costos de producción son tan
bajos para las empresas mineras en nuestro país.
Para compensar en algo esta injusta situación, en el Perú, antes del Texto Unico
Ordenado de la Ley General de Minería, existía el canon (al petróleo de la selva y Piura,
al oro de Madre de Dios), que consistía en la obligación de las empresas de entregar al
lugar en el cual se encontraban ubicados los recursos, un porcentaje de la producción
bruta (por ejemplo, en el caso del petróleo es del 12.5 %). Este pago no tenía nada que
ver con el Impuesto a la Renta que las empresas tenían que pagar al Estado por su
actividad empresarial (tal como lo hacen todas las empresas en todos los lugares del
mundo). Sin embargo, con la obsesión de “ser competitivos” y de promover la inversión
privada, las normas dadas en esta década eliminaron el canon minero entendido como un
porcentaje de la producción bruta.
Actualmente se ha dado el nombre de “canon” a un porcentaje del Impuesto a la Renta
que pagan las empresas al Estado; es decir, es el Estado y no las empresas quien paga
el Canon. El porcentaje actual es del 50%, y se distribuye entre los distritos, provincias,
regiones, y universidades, de acuerdo a los Indices de Distribución que aprueba el
Congreso. El artículo 77 de la Constitución Política, fue reformado mediante la Ley Nº
26472, publicada el 13 de junio de 1995 y, en la parte pertinente dice: “Corresponde a las
respectivas circunscripciones, conforme a ley, recibir una participación adecuada del total
de los ingresos y rentas obtenidos por el Estado en la explotación de los recursos
naturales en cada zona en calidad de canon.”. La Ley del Canon, Nº 27506, se promulgó
recién el 9/07/2001, y en ella se indica que el canon se refiere únicamente al impuesto a
la renta.
En la segunda mitad de esta década, el poder del gobierno central se consolidó en base a
los éxitos obtenidos en la disminución del terrorismo, el control de la inflación, la
reinserción económica internacional, la mejora de la economía nacional, el incremento de
la seguridad, entre otros. Esto trajo como consecuencia un incremento del centralismo
presidencialista y del crecimiento a niveles alucinantes de la corrupción, en los niveles
más altos del Gobierno Central, que involucra a políticos, militares, funcionarios,
empresarios, periodistas, jueces, curas, intelectuales, etc. etc.
En este mismo período la minera Yanacocha reconoció que su cálculo inicial sobre el
período de permanencia en Cajamarca había estado muy equivocado y que en realidad
esperaba estar unos 30 ó 40 años más, para lo cual, era conciente, que debía mejorar sus
relaciones con la población. Con ese propósito diseñó e implementó un Programa Social,
que estuvo a cargo de las esposas de los mineros, a quienes les encantaba autollamarse
“las tortuMINYAS”. No es difícil imaginar la pobreza de los resultados obtenidos mediante
este programa, ejecutado por personas que no solo no tenían la menor idea de lo que era
Cajamarca, sino que además no ocultaban su desagrado por tener que vivir en ella. Poco
después, la empresa decidió crear la Asociación Civil Yanacocha, para que sea quien
maneje el Programa Social. Si bien con esta acción mejoraron las cosas, no se resolvió el
problema de que era la empresa quien tomaba las decisiones, sin contar con la
participación de la población, por lo cual el Programa Social no era visto como un
instrumento de desarrollo sino solo como un conjunto de subsidios.
En este quinquenio el MEM aprobó el Estudio de Impacto Ambiental Complementario de
Carachugo (15/ 4/96), el Estudio de Impacto Ambiental Complementario de Maqui Maqui
(15/4/96), el estudio de Impacto Ambiental del cerro Yanacocha (15/12/96), el Estudio de
Impacto Ambiental Complementario del cerro Yanacocha (15/8/98), y el estudio de
impacto ambiental de La Quinua (24/12/98).
También, durante este quinquenio comenzaron a evidenciarse algunos de los efectos e
impactos de la minería, tales como el incremento de la turbidez y acidez de las aguas de
los ríos, que nacen en la zona (En la zona nacen los ríos: Mashcón y Chonta, de la
cuenca del Cajamarquino; Rejo, de la cuenca del Jequetepeque, Llaucano, de la cuenca
del mismo nombre en la que se ubica la ciudad de Bambamarca, y Sendamal, de la
cuenca en la que se ubica Celendín). Este problema causó la muerte de peces (truchas)
en los ríos cercanos a la zona de operaciones mineras. El problema del incremento de la
turbidez de las aguas afecta también a la empresa Sedacaj, la que se ve obligada a usar
mayor cantidad de floculantes para limpiar el agua que consume la población. Los costos
adicionales que se requieren son pagados por la población y no por la empresa
responsable, como debería de ser.
La década del dos mil (Paniagua 2000-2001 ; Toledo 2001-2006)
El 2 de junio del año 2000, un vehículo que transportaba mercurio producido en
Yanacocha, derramó 150 kg de dicho material en el tramo vial comprendido entre San
Juan y Choropampa. Parte del mercurio fue recogido por los pobladores del lugar,
especialmente por los niños, y conducido a sus domicilios, sufriendo luego diversos
niveles de contaminación por la aspiración del mercurio evaporado a causa de la
temperatura.
Es obvio que la empresa carecía de planes de contingencia para solucionar este tipo de
accidentes (hasta ese momento, en Cajamarca ni siquiera se sabía que Yanacocha
producía también mercurio). Su primera reacción fue de querer ocultar los hechos y
disminuir la importancia de los daños. Las reacciones siguientes, no fueron más
afortunadas, como culpar a la empresa de transporte de carga, y, a través de terceros
afirmar que el mercurio no es dañino para la salud y que los enfermos se hacían los
enfermos. La noticia del derrame de mercurio se difundió a nivel internacional concitando
el interés de muchas organizaciones ecologistas y humanistas. Posteriormente la
empresa reconoció su responsabilidad, cubrió los gastos de la atención de salud a los
pobladores y asignó un presupuesto para obras de desarrollo de la zona.
Este no fue el primer accidente que tuvo Yanacocha (referido al derrame de sustancias
peligrosas o contaminantes en la carretera), ni será el último, pero a partir de él se reavivó
en Cajamarca la preocupación por la contaminación minera, sobre todo, por la
contaminación de las aguas, cobrando cada vez más fuerza las manifestaciones
populares anti mina, así como las organizaciones creadas con el propósito de manejar los
conflictos entre la minera y la población.
El 5 de octubre del 2000, frente a la pretensión de la empresa minera Yanacocha de
explotar el Cerro Quilish, y atendiendo el clamor de la mayoría de la población
cajamarquina, la Municipalidad de Cajamarca emitió la Ordenanza Nº 012-MPC-2000,
declarando al cerro Quilish como Zona de Protección Municipal, por tratarse del acuífero
más importante de la zona y de cuyas aguas se alimenta a la planta de agua potable que
abastece a gran parte de la ciudad. La empresa trató por todos los medios de anular este
dispositivo, llevando el problema hasta el Tribunal de Garantías Constitucionales.
La defensa del cerro Quilish se convirtió en la bandera de lucha de un gran sector de la
población, absolutamente convencidos de la irracionalidad con la que la empresa minera
quiere manejar los recursos naturales cajamarquinos, así como de los efectos
contaminantes de la minería. Sin ninguna duda, cientos o miles están dispuestos a dar la
vida defendiendo la intangibilidad de este acuífero vital para el presente y futuro de
Cajamarca. El 4 de setiembre del 2004, se realizaron de manera simultáneamente, en
varios lugares del departamento, imponentes manifestaciones populares en contra de la
explotación del Quilish, la decisión de la población fue tan contundente que hizo dar
marcha atrás a la empresa en su empeño de explotarlo, así como reflexionar sobre su
actitud frente a la población de Cajamarca, pedir disculpas públicamente por los errores
cometidos, y dejar sin efecto, a solicitud de parte, la autorización ya otorgada por el MEM
para efectuar trabajos de exploración en el Quilish. Esta inteligente decisión de la minera
hizo que las cosas se calmaran por el momento.
En los primeros años de este período, se produjeron muertes masivas de truchas en
algunos de los ríos alimentados por las aguas que salen de la zona minera. Esto generó
la protesta de los campesinos afectados. En marzo del año 2001 hubo una manifestación
masiva de campesinos en la plaza de armas de Cajamarca, que duró una semana. En
setiembre del mismo año, una manifestación masiva de pobladores que protestaban
contra la mina causaron daños a un local de la empresa ubicado en la ciudad.
Las reacciones del Poder Ejecutivo, principalmente del Ministerio de Energía y Minas,
frente a las expresiones de malestar por parte de la población cajamarquina, fueron de
temor de que “estemos ahuyentando la inversión extranjera”, de censura a la población, y
de amenazas de “que tomarán las medidas necesarias para proteger la inversión”. Tal vez
el hecho de que en el Perú se pone como Ministro de Energía y Minas a un empresario
del sector, y no a un profesional independiente, explique este sesgo.
El año 2001 se creó la Mesa de Diálogo y la Concertación –CAO- con el propósito de que
tanto los representantes de la empresa Yanacocha, como los representantes de las
organizaciones de Cajamarca, analicen los problemas ambientales que genera la
explotación minera y puedan llegar a soluciones satisfactorias para ambas parte. La mesa
se encuentra actualmente en proceso de reformulación de su misión.
También en esta época (año 2002), la empresa decidió promover la creación de una
Asociación independiente para que sea quien diseñe y ejecute un nuevo Programa Social
orientado efectivamente al desarrollo de Cajamarca. Con ese propósito invitó a varios
cajamarquinos para formular la propuesta. Luego de cerca de dos años de trabajo, en la
que se volvió a conceder “el beneficio de la duda” sobre las buenas intenciones de la
empresa, en efecto, se presentó una interesante propuesta, la que por no ser del agrado
del Alcalde de Cajamarca, no se implementó nunca (el Alcalde quería que Yanacocha
transfiera a la Municipalidad los fondos del Programa). En su lugar la empresa creó, en el
año 2004, la Asociación Corporativa Los Andes de Cajamarca, dependiente siempre de la
propia empresa.
Entre los años 2002 y 2003, Yanacocha construyó represas para almacenar sedimentos
en los ríos Porcón y Río Grande, y tiene previsto construir un reservorio con el mismo
propósito en el río azufre. El objetivo fundamental de estos reservorios es retener los
sedimentos que producen las lluvias en los terrenos removidos por la actividad extractiva,
para que no sean arrastrados por los cursos de agua.
Por esta época en el Congreso de la República comenzó a discutirse la Ley de Regalías
Mineras, con el propósito de que las empresas mineras paguen al Estado un pequeñísimo
porcentaje de sus utilidades (entre 1 a 3%), para que los Gobiernos Locales dispongan de
más recursos. Esto alarmó al gremio de empresarios mineros quienes repitieron el
argumento de que se está ahuyentando a la inversión extranjera. Lo curioso fue que el
Alcalde de Cajamarca salió públicamente en contra del proyecto de ley, con un argumento
similar.
En el mes de mayo del 2004, la Mesa de Concertación de la provincia de Cajamarca, hizo
llegar a la Municipalidad Provincial la propuesta del Plan de Desarrollo Concertado para la
Provincia de Cajamarca, 2004-2015. Dicho Plan consta de 36 Acuerdos, siendo el
acuerdo Nº 33 el siguiente:
“Acuerdo Nº 33: Exigir a las empresas mineras la realización de estudios imparciales de la
evaluación de los impactos que la explotación minera viene generando, tanto en el
medioambiente, como en los aspectos sociales y económicos.
Exigir asimismo la implementación de medidas neutralizadoras frente a los impactos
negativos, y medidas correctivas eficaces para los impactos negativos ya ocasionados.
Establecer límites a la explotación minera, para no poner en riesgo la vida de las personas
ni deteriorar sus posibilidades en el futuro, tales como la delimitación de zonas
intangibles.”
Otro problema crítico causado por Yanacocha durante este período, es la alteración del
nivel freático y del flujo superficial y subterráneo de las aguas, en la zona de operaciones,
que trajo como consecuencia la desaparición de manantiales y que se secaran los
canales de regadío Encajón-Collatán del caserío Aliso Colorado y Quishuar del caserío
Quishuar Corral. Para resolver este problema, la empresa Yanacocha se comprometió a
devolver a las comunidades afectadas un volumen de 100 litros por segundo, pensando
en trasvasar esa cantidad de agua de la cuenca del Jequetpeque, mediante la
construcción de un reservorio de 2.2 millones de metros cúbicos en la zona conocida con
el nombre de Las Lagunas, perteneciente a la provincia de San Pablo. Esta noticia alarmó
e indignó a un gran sector de sampablinos, incluyendo sus autoridades, y muy
especialmente a su alcalde, quien ordenó la elaboración de un Plan de Ordenamiento
Territorial, con el propósito de declarar zona intangible a la zona de las lagunas, proceso
en el que se encuentra actualmente.
La situación actual: año 2005
Han pasado ya más de 15 años de la presencia de Yanacocha en Cajamarca, 13 desde
que inició la explotación masiva de minerales. A esta altura ya se pueden percibir con
nitidez los impactos ambientales, económicos, sociales, políticos, etc. que se han
producido.
Antes de la presencia de Yanacocha, Cajamarca era una apacible ciudad que bordeaba
los 100,000 habitantes, en su mayoría vinculados a las actividades agrícolas, ganaderas,
comerciales, a pequeños servicios privados, o dedicados al sector público. La empresa
Nestlé era sin dudas la más grande e importante ya que contaba con más de 5,000
proveedores, mientras que la Universidad era la institución pública más relevante, con una
población estudiantil que superaba los 5,000 estudiantes.
Los “arreglos sociales” establecidos a lo largo de la historia de Cajamarca, permitían una
convivencia pacífica, agradable y segura. La vida tenía el encanto provinciano del cultivo
de valores como la amistad, la solidaridad y el respeto. Cajamarca tenía una interesante
actividad cultural en la que destacaban intelectuales y artistas de diversas disciplinas. Los
esfuerzos de la Casa de la Cultura de Cajamarca, y del INC posteriormente, lograron
conservar el patrimonio histórico y cultural de Cajamarca. La población se sentía orgullosa
de tener una ciudad con personalidad propia y de pertenecer a un pueblo con rasgos
culturales muy particulares. Teníamos bien merecido el título de “Patrimonio Histórico y
Cultural de las Américas”. El himno a Cajamarca describe parte del transcurrir de la vida
en esta época: “aire puro respiro en tus valles, tus retamas adornan mi lar, Dios bendiga
la paz de tus calles, Cajamarca tu eres mi hogar”. En efecto, Cajamarca era una ciudad
para vivir.
Por supuesto que no todo era positivo, ya que Cajamarca ocupaba uno de los lugares
más bajos en el Mapa de la Pobreza, con todas las consecuencias que ello significa:
pobreza extrema en la zona rural, elevadas tasas de desnutrición infantil, alto porcentaje
de analfabetismo, debilidad de instituciones y organizaciones, ausencia del Estado en
muchos lugares y sectores, deterioro de los recursos naturales causados por malas
prácticas agrícolas, escasez de trabajo, sobre todo para los jóvenes, lo que ocasionaba
elevadas tasas de emigración, etc.
La presencia de Yanacocha alteró casi todo lo positivo y no ha contribuido
significativamente para superar lo negativo. Por cierto que no todos los cambios ocurridos
se deben directamente a Yanacocha, eso es obvio, por eso, con el propósito de averiguar
cuáles son los impactos (directos e indirectos) causados por Yanacocha, se les ha pedido
en reiteradas veces, que realicen una EVALUACIÓN DE IMPACTOS (sociales,
económicos y ambientales), de manera integral e imparcial. La diferencia entre los
estudios de Impacto Ambiental y una Evaluación de Impactos, es que los primeros se
realizan ANTES de las intervenciones, y son estudios que analizan probabilidades de
ocurrencia de eventos; en cambio la Evaluación de Impactos se realiza DESPUES de las
intervenciones con el propósito de identificar los cambios significativos que han ocurrido
en la realidad (impactos) y las causas que los han originado (responsabilidades),
independientemente de lo que se hubiera previsto en los estudios de Impacto Ambiental.
De hecho, la Evaluación de Impactos sirve para verificar la calidad o la acertividad de los
estudios de Impacto Ambiental.
Pese a la innegable importancia de la Evaluación de Impactos, aún no se cuenta con ella.
Sólo en el tema relacionado con los impactos en las aguas, la Mesa de Diálogo CAO
contrató a la firma Stratus Consulting, en el año 2000, para realizar una evaluación de los
cambios producidos en la calidad y cantidad de las aguas como consecuencia de la
actividad minera. Los resultados (que en síntesis demuestran que en efecto hay cambios
en la calidad y cantidad del agua en algunos lugares y en ciertas ocasiones, pero que
éstos son relativamente pequeños frente a la disponibilidad total del agua), han sido poco
difundidos y discutidos con la participación de la población.
Aun sin contar con la Evaluación de Impactos indicada, es fácil percibir empíricamente
que el crecimiento de la ciudad ha desbordado los esfuerzos de planificación y control por
parte del Gobierno Local, la improvisación en el diseño y ejecución de proyectos urbanos
la han convertido en una ciudad “chimbotizada”, ahora Cajamarca es la ciudad de los
parches, de los desmontes, de la basura, del desorden y de la huachafería. Es
impresionante el irrespeto con el que se está tratando a la ciudad, la falta de elementales
criterios de previsión y planificación, la incongruencia total entre lo que se dice en el
discurso con lo que se hace en la realidad. En el discurso se dice que estamos buscando
ser reconocidos como “Patrimonio de la Humanidad, por la historia, belleza y cuidado de
nuestra ciudad y su entorno”, sin embargo, en los hechos se está transformando a
Cajamarca en una ciudad desagradable y anodina, ante la increíble pasividad y aguante
de la población cajamarquina que pareciera haber perdido su capacidad de asombro ante
el maltrato y destrucción de su hábitat. Veamos algunos ejemplos:
La entrada a la ciudad, por la carretera que viene de la
basural pestilente (botadero de la ciudad), las bermas
utilizadas como botadero de todo tipo de desmontes,
materiales de construcción parecen zonas bombardeadas
costa se ha convertido en un
de la carretera están siendo
las zonas de explotación de
por hacerse sin ningún criterio
ambiental, la “señalización” más visible corresponde a un burdel. Así se recibe a los
visitantes, después del stress de viajar por una carretera en franco proceso de deterioro,
casi sin mantenimiento ni señalización de seguridad, en la que hay que hacer proezas
para sortear los convoyes de enormes camiones que se adueñan de la pista.
El otro acceso por vía terrestre a la ciudad, la carretera que viene de Bambamarca, solo
se ha mejorado en el tramo que interesa directamente a la Minera Yanacocha,
habiéndose realizado el asfaltado de la calzada, pero no se han construido bermas ni
veredas para la circulación peatonal. Se afirma que no hay espacio libre para estas obras,
sin embargo, el que no haya espacio no significa que no haya solución.
En el camino hacia los Baños de Inca, se encuentran las lagunas de oxidación, ubicadas
en el corazón del valle, completamente sobrepasadas en su capacidad de tratamiento de
las aguas servidas de la ciudad de Cajamarca, por lo que contaminan el ambiente con
olores de cloaca.
Cajamarca ya cuenta con el anhelado “aeropuerto ampliado”, del que se habló tanto
tiempo con la certeza de que iban a bajar los precios de los pasajes aéreos. Estamos
comprobando que los pasajes no bajaron, ahora son los pasajes más caros del Perú. El
porcentaje de pasajeros más alto corresponde a aquellos vinculados a la actividad minera.
Las calles de Cajamarca, además de estar demolidas por la presencia de carros de alto
tonelaje, están siendo demolidas por las “obras” que realizan de manera anárquica la
Municipalidad, Sedacaj, Hidrandina, Telefónica, algunos contratistas y algunos
inversionistas privados. Los desmontes son dejados el tiempo que les da la gana en las
calles o en las veredas, sin importarles el daño que causan a la población. Nadie
responde por nada. Caminar por las calles de Cajamarca se ha convertido no solo en algo
desagradable sino en un peligro inminente tanto para peatones como para vehículos. La
impresión que se llevan los visitantes de la ciudad es, con razón, malísima. Al parecer las
autoridades no son concientes del impacto negativo que la desorganización provocada en
la ciudad tiene sobre el turismo.
El parque automotriz ha crecido y saturado las calles céntricas de la ciudad; la agresividad
contra el peatón, por parte de taxistas y choferes de combis se ha convertido en algo
normal, en algo aceptado. El tránsito vehicular por las calles de Cajamarca es un
verdadero suplicio y es uno de los elementos contaminantes del ambiente tanto por las
emisiones de los vehículos como por los ruidos molestos de motores y bocinas que son
utilizadas a diestra y siniestra para llamar a los posibles pasajeros o para protestar por los
embotellamientos que se generan.
La plaza de armas ha sido pintarrajeada con un pobrísimo sentido estético “para
parecernos a Trujillo” en lugar de exaltar y fortalecer nuestra propia identidad, y ya
tenemos la “amenaza” de que pronto se iniciarán las “verdaderas obras en la Plaza”, con
el propósito de cambiar el pavimento de las calles y veredas actuales por “cemento
estampado que simula ser piedra, para que así vengan más turistas a ver lo moderna que
es nuestra histórica ciudad”. Por el momento ya se ha avanzado en la eliminación de los
setos de ciprés que tenía, con la sana intención de desratizarla, pero la falta de un buen
diseño la está convirtiendo en el dormitorio, baño y zona de camping de algunos
cansados o apurados transeúntes.
La arquitectura de las construcciones “modernas” está violentando los estilos
cajamarquinos y su identidad cultural, además se hacen sin respetar las normas técnicas
existentes, principalmente el Reglamento Nacional de Construcciones. Cajamarca
pareciera ser ahora “tierras de nadie”.
Cajamarca sigue sin disponer de un mercado de abastos acorde con su tamaño, que
cuente con los elementos necesarios para favorecer la actividad comercial. Esa
deficiencia trae como consecuencia la concentración de vendedores en el centro de la
ciudad, ocupando calles y todos los espacios imaginables, contribuyendo al desorden y
suciedad existentes. En muchos casos se autoriza el uso de la Plaza de Armas para la
realización de actividades comerciales, por falta de lugares apropiados para dichos fines.
Cajamarca no cuenta con lugares alternativos para la realización de ciertas actividades,
tales como: conciertos, verbenas, ferias de libros, exposiciones, etc., por lo cual se sigue
usando la Plaza de Armas para todos los fines, como hace 50 años, cuando hasta la feria
de Corpus Christi, zoológicos incluidos, se hacía allí, convirtiendo sus calles circundantes
en letrinas públicas.
La inseguridad ciudadana se ha incrementado explosivamente, estamos ante el “boom”
de la delincuencia común, los robos y asaltos se realizan a plena luz del día. La “fiebre del
oro” está convirtiendo a Cajamarca en un centro de servicios de recreación, de bares, de
discotecas y de prostitución. Este problema se agrava por la presencia en Cajamarca del
Penal de Huacariz.
Los arreglos sociales se han alterado por completo, los respetables de antes han dejado
de serlo para dar paso a la casta de los mineros, de los que “tienen billete”. La población
se ha polarizado en dos partes: los que apoyan la presencia de la mina (porque se
benefician de ella) y los que están en contra (porque sienten que la mina los perjudica o
perjudica a Cajamarca). Esta polarización, que es alentada y promovida por la empresa
en su afán de buscar el apoyo de la población, presenta extremos alucinantes, desde
defensores a ultranza de la actividad minera, absolutamente convencidos de sus
paradigmas empresariales e incapaces de percibir los impactos negativos que genera la
actividad minera, hasta detractores fundamentalistas capaces de confundir la realidad
con su imaginación y que piensan que todos son corrompidos por la minera.
En la zona rural, la empresa Yanacocha es la propietaria del “fundo” más grande de
Cajamarca que, irónicamente, se encuentra exonerado del pago del Impuesto al Valor del
Patrimonio Predial. La zona de minado ocupa una extensión impresionante, con millones
de toneladas de materiales removidos, que contaminan las aguas de lluvias y los cursos
de aguas que allí nacen. Los impactos negativos en el volumen de las aguas
(disminución) también son objetivos y observables.
El movimiento económico de Cajamarca, basado en la actividad minera, ha crecido
muchísimo, pero los actores y beneficiarios principales de este crecimiento son empresas
foráneas. En general, el número de Cajamarquinos que trabaja en la mina es reducido,
frente a las demandas de empleo.
Sin duda, también se pueden percibir impactos positivos, tales como los generados por
las inversiones que realiza Yanacocha en su área de influencia directa y algunas otras, sin
embargo, los criterios y métodos utilizados por Yanacocha y su obsesión por invertir sólo
en aquello que la beneficia directamente, hacen que la población perciba estas
inversiones como estrategias para “meter una aguja de plata y sacar una barreta de oro”.
¿Cuál debiera ser el comportamiento de Yanacocha?
En primer lugar Yanacocha debiera respetar a la población cajamarquina, tanto rural
como urbana. Respetar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia, sus valores y, sobre
todo, su dignidad. Yanacocha no debiera “aplastar” con su poder económico, no debiera
utilizar los mecanismos que usó Vladimiro Montesinos para salirse con la suya.
Yanacocha no debiera fomentar la división ni la pelea entre los Cajamarquinos.
En segundo lugar, yanacocha debe asumir el 100 % de los impactos negativos que ella
genera, no debe transferir los costos al gobierno ni a la población ni dejar pasivos de
ningún tipo. Es obvio que la actividad minera produce una serie de impactos negativos,
negarlo sería una tontería, no se trata de decir que la mina no contamina, que no altera,
que no daña… de lo que se trata es que la mina asuma todos los costos necesarios para
corregir los efectos negativos que ella produce. En el tema de la contaminación
Yanacocha debe comprometerse a limpiar todo lo que ensucia, de ninguna manera es
aceptable permitir que Yanacocha contamine un poco las aguas “por debajo de los límites
permitidos”. Las aguas sucias no deben mezclarse con las aguas limpias jamás, antes
deben limpiarse En el tema del uso de las vías de comunicación, principalmente la
carretera hacia la costa y las calles de la ciudad, Yanacocha debe asumir los costos del
mantenimiento y la reparación, así como los costos de la construcción de vías
alternativas, ya que es el causante directo del tránsito de vehículos de alto tonelaje que
deterioran aceleradamente esos servicios. En el tema del crecimiento desordenado de la
ciudad, Yanacocha debe financiar los estudios del Plan Dinámico de Desarrollo Urbano de
Cajamarca. En el tema del incremento de la delincuencia, Yanacocha debe cubrir al
menos parte de los sobregastos que se requieren para su control.
En tercer lugar, Yanacocha debiera tener una relación de asocio con la población
cajamarquina, no solo para tomar las decisiones sobre las intervenciones mineras, sino
también distribuir las utilidades de la empresa. En esta asociación Cajamarca pone los
recursos naturales (oro y plata), la infraestructura existente de vías de comunicación, los
servicios existentes, etc., mientras que Yanacocha pone la tecnología y la capacidad
empresarial. Para un negocio tan rentable como la explotación de oro en Cajamarca, el
capital no es un problema.
Lo más lógico sería que los recursos con los que cuenta Cajamarca se utilicen para el
desarrollo de toda su población, para que Cajamarca deje de ser uno de los
departamentos con mayor pobreza en el Perú. Actualmente, con el sistema actual,
mientras la pobreza continúa, la empresa minera se enriquece tanto, que hasta Kukzinsky
ha dicho: “Mi mensaje a la minera es: nunca han ganado tanto en el Perú, sino además en
el mundo. Entonces ustedes deben poner algo pues..”
El canon minero
Uno de los impactos positivos es, sin duda, los impuestos que paga la minera al Estado
(30% de la utilidad neta). Como se sabe, al 50% de este monto se le ha denominado
“canon”, que se distribuye entre los gobiernos regionales, locales y universidades, de
acuerdo a los criterios establecidos por el Congreso.
Pero ¿se está utilizando de manera apropiada el canon, por quienes lo perciben?; es
decir, ¿está sirviendo el canon para la superación de la pobreza y el desarrollo equitativo
de toda la población?. La respuesta es que aun no, por diversos motivos, siendo uno de
los principales la ausencia de una clara visión de desarrollo, y de estrategias para lograr
dicha visión, por quienes toman las decisiones. Otra razón es el énfasis en la ejecución de
obras físicas “que se vean”, lo cual conduce a la obsesión de trabajar “en la plaza de
armas”, demoliendo lo construido para volver a hacerlo de otra manera. En Cajamarca
tenemos tantos ejemplos del malgasto del “escaso dinero que se tiene” en obras tan
absurdas que son verdaderas bofetadas a la pobreza. Otra razón es la escasa capacidad
de gasto de los gobiernos (locales, regionales) que es la consecuencia de la escasa
capacidad de planificación y formulación de proyectos, teniendo que recurrir a
improvisaciones que producen efectos contrarios a los deseables. El SNIP no es el
culpable de que no se cuente con proyectos de buena calidad.
Es indispensable que la sociedad civil participe más activamente en el análisis, discusión
y decisión sobre los usos de estos recursos, para lo cual se requiere un cambio en la
actitud de los políticos que gobiernan, ya que ellos han sido elegidos para servir a la
población de manera transparente y participativa.
Colofón
Quiero terminar este recuento de hechos, con un cuento.
Había una vez una familia pobre pero laboriosa que vivía en armonía y
tranquilidad en una modesta pero hermosa casa, en contacto con la
naturaleza. Un día llegaron unos gringos, y la familia los acogió con los
brazos abiertos y les cedió las mejores habitaciones para que ellos se
acomoden allí. Los gringos nunca explicaron a la familia que en realidad
ellos estaban buscando un baúl lleno de monedas de oro que la abuelita
había enterrado hace muchos años en algún lugar de la casa. La familia
no sabía nada de ese tesoro. De pronto los gringos cambiaron su actitud
y comenzaron a ocupar más y más lugares de la casa, y la casa
comenzó a destruirse como consecuencia de los huecos que hacían los
gringos. También la casa comenzó a ensuciarse porque los gringos eran
unos cochinos que ensuciaban todo y no les gustaba limpiar. Cuando los
gringos encontraron el baúl, se dieron cuenta de que tenía más oro del
que ellos se habían imaginado y, con una pequeña parte del tesoro
compraron a la familia su propia casa, porque se enteraron que la
abuelita había enterrado otros baúles con oro. La familia tuvo que
mudarse a vivir en las afueras y con lo que le pagaron los gringos apenas
pudieron improvisar una casucha. Poco después los gringos se
adueñaron del puquio de agua de la casa y apenas permitían que la
familia saque agua para tomar, pero ya no podían regar. Las condiciones
de vida se volvieron miserables para la familia, en cambio, los gringos y
sus amigos vivían en opulencia con el tesoro de la abuelita. Algunos
miembros de la familia decidieron reclamar, pero fueron acusados de
terroristas y por poco los meten presos. La situación de la familia se
deterioraba más y más, hasta que llegó el día que ya no soportaron más,
entonces agarraron unas rajas de leña, entraron por sorpresa a la casa y
les dieron tal maja a los gringos, les dieron como al canshalug, que
tuvieron que salir corriendo para nunca regresar. La familia se enteró que
para sacar los otros baúles de oro tendría que demoler su propia casa,
por lo cual decidieron no hacerlo, y desde ese entonces, con el oro que
dejaron los gringos vivieron felices por muchos años… agradecidos de la
abuelita a la que cariñosamente llamaban “mama pacha”…
Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a todas las personas que tuvieron la
gentileza de revisar los borradores de este documento y, asimismo, agradecer por
anticipado a los lectores que deseen expresar sus puntos de vista.
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