LA METAMORFOSIS DE UN PITIYANQUI Obra pictórica de 50x38, abril, 2011 Toda condición de vasallaje, servidumbre o dominación colonial tiende a producir deformaciones de carácter patológico en la personalidad individual y colectiva de los pueblos sometidos al control interno o foráneo. El llamado pitiyanquismo consiste en la imitación y el apego servil a las modalidades de ser y a los símbolos que representan a la metrópolis estadounidense que ejerce el dominio colonial. Dichas tendencias no se limitan a la condición particular del puertorriqueño, sino que se manifiestan, en mayor o menor grado, en todas las instancias donde existe conflicto de poder entre la identidad cultural del sujeto colonial y la del ente que ejerce el control social y político. En casos extremos, el mimetismo de las modalidades del ente dominante se eleva a niveles patológicos de conducta aberrante. Son muchos los estudios que se han realizado a nivel global sobre estas particulares circunstancias en diversos contextos políticos y culturales como lo son la Argelia francesa, la India bajo el imperio británico, Sudáfrica y las islas de nuestro propio archipiélago caribeño, entre otros. Inclusive, se manifiestan variantes del pitiyanquismo entre las élites económicas dominantes en toda la América hispana y en determinados grupos de origen hispano dentro de los EE.UU. La presente obra toma como punto de referencia el recuento alegórico de La Metamorfosis, de Franz Kafka, para relatar de forma pictórica el proceso de transformación del pitiyanqui desde su identidad natural como puertorriqueño hasta su muerte existencial motivada por la mutilación de su esencia vital. La secuencia en el proceso de deformación progresiva del pitiyanqui se representa mediante un políptico compuesto de cinco recuadros alegóricos. Primer segmento – La Herencia Cultural y la Condición Natural del Puertorriqueño. Aparece un infante en los brazos de su progenitora y acunado entre los símbolos de su propia naturaleza cultural y caribeña. En lo alto se muestra la deidad suprema taína de Yocajú Bagua Maorocotí iluminando, como fuerza primigenia, las otras fuentes culturales provenientes de África y Europa. Se incluyen, además, las dos banderas patrias, la vegetación tropical que nos enmarca y las raíces que nos atan al lar puertorriqueño. La figura maternal que cuida del naciente hijo de la patria lleva como atributo la flor del ave del paraíso. Segundo segmento – El Entrampamiento y el Tributo de Sangre. Muestra una figura suplicante con el Tío Sam encaramado sobre ella. El suplicante es el propio Kafka, representando a todos los Gregorios Samsa del mundo, atrapados por sus circunstancias. El sol taíno del primer recuadro ha sido reemplazado por la divisa de las 13 estrellas del escudo de armas de los EE.UU. Las siete barras rojas de la bandera norteamericana se muestran convertidas en venas sangrantes en referencia directa al obligado tributo de sangre al que es sometido el puertorriqueño. Las frases El Apoderado Nos Alimenta y Nos Deforma señala el inicio del proceso de mutación del puertorriqueño. El uso del término “el apoderado” hace, nuevamente, referencia directa al personaje en la alegoría de Kafka que representa la autoridad represiva. Completa el simbolismo la sarta de espinas que aparece al fondo y en las que se ha transformado la vegetación primigenia del primer recuadro. Tercer segmento – Happy Mantengo Forever Se representa la adicción al mantengo como la motivación principal de la vocación y el fanatismo asimilista. La figura arrodillada del “cebao” se muestra con un embudo en la boca por el que recibe las múltiples dádivas del mantengo. En lo alto figura la deslumbrante visión de la providencial modernidad de las grandes urbes de la metrópolis, como la meta de su envidia, su codicia y su anhelo. La frase Gravy-Trained Domestic Subjects fija la condena de esta a la deformación patológica del asimilista radical. El inicio de la etapa irreversible de la metamorfosis se muestra por las patas de insecto que han comenzado a salirle por los costados al personaje representado. Cuarto segmento – La Crisálida y el Amor no Correspondido Es característica de los insectos holometábolos, o los más evolucionados, el mudar drásticamente su apariencia. Durante este proceso la larva aspira a reencarnar en mariposa. Sin embargo, en la alegoría representativa de este segmento de la metamorfosis, la larva intenta llegar a emprender el vuelo de la mariposa, pero su anhelo se ve frustrado debido a que su deseo de convertirse y ser aceptado como un americano legítimo no se cumple. El rechazo del amado frustra el proceso. La crisálida se disfraza con un peluquín rubio en su intento desesperado por ser favorecida por el amado. Como símbolo de la causa subyacente del fracaso de la asimilación total, se muestra el tórax de la crisálida ya vacío de todo trazo de la identidad puertorriqueña, la cual rinde y rechaza a cambio del afecto de su amado. Se enfatiza la tragedia sicológica del pitiyanqui, mostrando, en la fosa ya vacía de su personalidad originaria, la frase USA I love you. Quinto segmento – La Muerte por Mofongo Como Gregorio Samsa, el personaje ya en su fase final de transformación, convierte su aposento en su sepultura al no poder escapar ni superar la condición final en la que ha degenerado. En el cuento de Kafka, a Gregorio Samsa lo mata su propio padre tirándole manzanas, una de las cuales se incrusta en su costado y eventualmente le produce la muerte. En nuestra representación, se substituye la manzana por una bola de mofongo representativa de nuestra autóctona naturaleza caribeña que el pitiyanqui ha fatídicamente rechazado a cambio de una forzada y engañosa identidad. Completa la simbología de la secuencia metamórfica la puerta de la habitación con la inscripción Not An Exit. El mofongo puertorriqueño corresponde al mangú dominicano y al fufú cubano. Como tal, lo utilizamos para representar todo aquello que nos corresponde conservar y defender, por orden natural, como puertorriqueños y antillanos, y que el pitiyanqui desdeña en su intento fallido por convertirse en “el otro”. Según nos sreferimos en nuestra América a “la cultura del maíz” del pueblo azteca o a “la cultura de la papa” del imperio inca, tiene sentido caracterizar a la cultura caribeña como “la cultura del plátano”. Como ya nos señalaba José Martí, “El vino, de plátano, si sale agrio, es nuestro vino”. Y así permanecemos navegando por la orilla entre la institucionalizada timidez de afirmación nacional y el desquiciado arrebato entreguista del pitiyanquismo. Los unos intentan con escaso entusiasmo mantener la distancia y los otros anhelan el incestuoso abrazo mortal del nihilismo. La tragedia existencial gira entre no ser por cuenta propia o resignarse con ser a medias. En ambos casos el estado anímico determinante es lo que el sicólogo existencialista Erich Fromm caracteriza como el miedo y el peligro que representa la responsabilidad inherente que conlleva el ejercicio de la libertad. (Fromm, Escape from Freedom, ’41) La identidad, en última instancia, determina los valores cívicos y la moral social que rigen la conducta individual y colectiva. Ni la identidad ficticia ni la empobrecida y limitada pueden afirmar lo que la cultura no establece. La consecuencia de este desarraigo es la condición actual que prevalece en Puerto Rico. Jose Buscaglia Villa Pitirre, Rhode Island 2011