Desde Aristóteles se sabe que la teoría de la argumentación, propia de la filosofía y la lógica demostrativa, va mucho más allá de ser una simple cuestión de estilo, puesto debe estar estrechamente asociada a las teorías de la elocuencia y la composición del discurso, y relacionada con la dialéctica, manteniéndose así el sentido filosófico de su Organon y filosofía primera. En Aristóteles la teoría de la Argumentación no se limita a cuestiones de los razonamientos analíticos y aspectos formales de las figuras, desarrollada en sus primeros y segundos analíticos, sino que también la fundamentó en los razonamientos dialécticos, tal como lo expondría en los “tópicos”, la “retórica” y las “refutaciones sofísticas”. Mientras que en los razonamientos analíticos se presenta la impersonal argumentación de las formas de inferencias válidas y constrictivas, en los razonamientos dialécticos se presenta la personalizada argumentación, razonable y científica, persuasiva y convincente. No nos detendremos en los estudios sobre la Retórica, tan característicos de la escolástica, puesto que no interesa tanto como juegos al interior del lenguaje, cuando el interés es enfocar la “competencia comunicativa” a la luz del papel que hoy podría cumplir en problemas tan concretos y cuestiones tan prácticas como la convivencia social, la política y la cultura. Al respecto, entre los máximos representantes de la Teoría de la Argumentación estarían el pensador belga Chaïm Perelman (1921-1984) y su colaboradora Lucie Olbrechts-Titeca, autores del Tratado de la Argumentación, quienes realizarían su labor investigativa durante diez años para, entre otros propósitos, buscar los fundamentos de la democracia participativa sustentada en la libre opinión y en la solución de los conflictos sociales, encontrando que por medio de la argumentación se llegaría a los acuerdos concertados. Pudo haberlos sorprendido el encontrar cómo dicho fundamento tuvo su origen en la antigua Grecia, donde la democracia se daba sobre los fundamentos de la libre opinión, aunque esta la libre opinión no se daría sino sobre la estructura de un gobierno democrático; esto es, si faltaba una sobraba la otra y viceversa. Por ello deciden impulsar mediante su investigación la Nueva Retórica o Teoría de la Argumentación para reconstruir las bases de una renovada democracia, ya que tal resurgimiento de la retórica estaría también extremamente relacionado con circunstancias políticas y sociales. “El desarrollo en nuestro mundo actual de sociedades democráticas, intensa y progresivamente intercomunicadas en lo informativo, lo político y lo económico, hace que, como en la Grecia clásica, se despierte en ellas con fuerza la necesidad y el interés por la retórica, por la argumentación, por la persuasión a través del lenguaje. E inversamente, la causa profunda del desinterés y olvido en que cayó la retórica en épocas pasadas radicaría en la estructura dogmática, autoritaria, coercitiva, en una palabra, antidemocrática, de aquellas sociedades.”826 El recurso argumental es idóneo para ejercer la capacidad crítica sobre cualquier cuestión, puesto que la “argumentación” (Adela Cortina, 1985) requiere compartir con una comunidad el sentido de los términos usados, seguir las reglas lingüísticas de dicha comunidad y recurrir a ella para discernir lo verdadero y lo correcto. La “argumentación” (diálogo) no es el simple recurso de alguien para persuadir a los demás, haciendo que le atiendan sus intereses particulares, sino que quien argumenta sobre una determinada cuestión, además de usar el lenguaje con pretensiones de corrección y verdad, necesita resolver sus pretensiones a la luz del consenso. Con fundamento en esto, Adela Cortina ha considerado que quien desee reafirmarse en su humanidad como Hombre, necesita calibrar la objetividad de sus deseos e intenciones, buscando desinteresadamente el acuerdo y resolviendo mediante argumentos sus pretensiones de verdad y validez, ya que es en la Argumentación tendiente a un “consenso” donde se dilucidarían las cuestiones prácticas.827 No de otra manera podríamos explicarnos por qué la argumentación está cumpliendo con uno de los papeles más importantes en la captación, interpretación y comprensión de nuestro complejo mundo. No hay conversación, discusión, declaración o escrito sin un esfuerzo por convencer. Es decir, como el Hombre vive inmerso en un contexto argumentativo es necesario estar en condiciones de poder desplegarnos con competencia argumentativa en todo nuestro quehacer vivencial y comunicacional. 826 PERELMAN, Chaïm y OLBRETCHTES–Tyteca. Tratado de la Argumentación. Edit. Gredos. Madrid, 1989. pág. 7-8. 827 CORTINA, Adela. Razón comunicativa y responsabilidad solidaria, edic. Sígueme, Salamanca, 1985, pág.166 Praxis Comunicativa 941