El Cristocentrismo del Vaticano II, clave del pontificado de Benedicto XVI Eminentes Profesores, Distinguidos Señores, gracias por haberme invitado, como Presidente de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger – Benedicto XVI, a participar en esta jornada Académica organizada aquí en la Universidad de Navarra. Es ciertamente significativo que este encuentro se de en ocasión a la edición de la Opera omnia de Joseph Ratzinger en la versión española, a cargo de la Bac. Personalmente auguro que esta preciosa edición tenga un verdadero y merecido éxito de público y de venta. Cosa que ciertamente no es indiferente a una empresa editorial. Sin embargo, la edición de la Opera omnia es sólo la razón “instrumental” de nuestra presencia hoy aquí. De hecho, esta Universidad, sabiamente, ha aprovechado esta oportunidad para presentarles un estudio y una reflexión sobre la teología que aflora a partir del Concilio Vaticano II. Y es éste el aporte que quisiera proponerles. Todos somos conscientes de que en su humildad el teólogo Joseph Ratzinger, que ha participado al Concilio en calidad de experto del cardenal Frings, ha tenido escondido por tantos años sus decisivos aportes. Sólo la investigación, la publicación de las diversas actas y la edición crítica de sus obras podrán sacar completamente a la luz, en forma acabada, el verdadero aporte de Ratzinger al Concilio. Lo que aquí diré es, en parte, lo que hemos podido intuir gracias al aporte del Prof. Blanco que nos ha ayudado a penetrar en la figura de Ratzinger como perito del Concilio. Además hemos tenido la gracia de escuchar el competente ensayo de la eclesiología del Vaticano II en los escritos de Joseph Ratzinger presentados por el doctor Schaller, quién, como Uds. bien saben, recibió el año pasado el Premio Ratzinger. Ahora es mi turno. Y yo quisiera iniciar con algunas preguntas che me puse al preparar este encuentro. La primera es: ¿se puede afirmar que la eclesiología de la que hemos oído hablar es una eclesiología Cristológica? Y desde esta pregunta nacen otras dos: ¿Se puede decir que la Cristología es la clave de interpretación del Concilio Vaticano II? ¿Se puede afirmar que el pontificado de Benedicto XVI puede comprenderse, en su desarrollo cuotidiano, sólo a partir de una dimensión Cristológica? Pienso que estas preguntas sean legítimas no porque yo me las he puesto en primer lugar, sino porque todos sabemos que el Concilio Vaticano II – el cual ha querido ser un Concilio eminentemente pastoral – no pretendió desarrollar una Cristología propia. Y todos sabemos que no definió una doctrina Cristológica. Ahora bien, dado que sería impropio hablar de una Cristología del Concilio Vaticano II, las preguntas podrían ayudarnos a captar como en la obra teológica de Ratzinger la Cristología tenga una posición eminentemente central. No sólo!, yo me atrevería a decir que, todo su pontificado fue modelado por esta centralidad. Nosotros hemos iniciado hoy hablando de la edición de la Opera omnia de Ratzinger. Yo, en cambio, quiero recordarles a todos una citación: “Sólo cuando encontramos en Cristo al Dios vivo, conocemos lo que es la vida… Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo”1. Son las palabras con las cuales Benedicto XVI inició su pontificado el 24 de abril de 2005. Volver a escucharlas hoy y ponerlas como sigla al inicio de esta contribución puede ayudar mucho. De esta forma Joseph Ratzinger ofrece –indirectamente- su específico aporte al Concilio presentando a los padres Conciliares su propia reflexión (no olvidemos que lo hace a través de la voz del cardenal Frings) la cual tiene como nítido horizonte la centralidad de Cristo. Existe un episodio que recuerda esto y fue el mismo Papa Benedicto XVI quien lo contó al clero de Roma durante su último discurso el día 14 de febrero del año pasado. Lo quisiera citar en modo casi integral: “Comienzo con una anécdota: en el año 59, yo había sido nombrado profesor de la Universidad de Bonn, donde asisten los estudiantes, los seminaristas de la diócesis de Colonia y de otras diócesis vecinas. Por tanto, tuve contactos con el arzobispo de Colonia, el cardenal Frings. El Cardenal Siri, de Génova —en el año 61, creo— organizó una serie de conferencias de diversos cardenales sobre el Concilio, e invitó también al arzobispo de Colonia a dar una de las conferencias, con el título: El Concilio y el mundo del pensamiento moderno. El cardenal me invitó —al más joven de los profesores— a que le escribiera un borrador; el proyecto le gustó, y presentó al público de Cf. Benedetto XVI, Santa Messa per l’inizio del Ministero petrino del Vescovo di Roma, http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/homilies/2005/documents/hf_benxvi_hom_20050424_inizio-pontificato_it.html 1 pagina | 2 Génova el texto tal como yo lo había escrito. Poco después, el Papa Juan le llamó para que fuera a verle, y el cardenal estaba lleno de miedo, porque tal vez había dicho algo incorrecto, falso, y se le llamaba para un reproche, incluso para retirarle la púrpura. Sí, cuando su secretario le vestía para la audiencia, dijo el cardenal: «Tal vez llevo ahora esta vestimenta por última vez». Después entró, y el Papa Juan se acerca, lo abraza, y le dice: «Gracias, Eminencia, usted ha dicho lo que yo quería decir, pero no encontraba las palabras apropiadas». Así, el cardenal sabía que estaba en el camino correcto y me invitó a ir con él al Concilio; primero como su experto personal y después, durante el primer periodo —en noviembre de 1962, me parece—, fui nombrado también perito oficial del Concilio”2. Se sabe históricamente que el Cardenal Frings presentó a la asamblea conciliar diecinueve aportaciones. De estos tenemos esbozos de once discursos escritos de la mano de Ratzinger3. Cierto, los de Ratzinger son aportes que se limitan a temas de Eclesiología, de la misión, de la Revelación y de la relación Iglesia-mundo (Gaudiun e spes. Esquema XIII). Es de todo esto que, en forma especial, habló “su” obispo, el Cardenal Frings. Por lo tanto, si se puede decir correctamente que el Concilio era un Concilio “sobre la Iglesia” no se debe, sin embargo, olvidar que Joseph Ratzinger ve un estrecho vínculo entre Eclesiología y Cristología. En relación a esto es interesante recordar, en estos momentos, el paso de una homilía que el Cardinal Ratzinger tuvo en Marktl am Inn. En relación al Concilio él se pregunta: ¿Cuál es el mensaje del Concilio Vaticano II? No es fácil encontrar la palabra clave en la diversidad de los textos. Sin embargo, debemos recordar que el Concilio Vaticano I se dispersó por la guerra de los países y no pudo terminar su doctrina. El Concilio Vaticano II continuó lo que se había interrumpido, completando la palabra sobre la Iglesia y esta palabra que perfecciona nuevamente la doctrina de la Iglesia es: Cristo”4. Llegados a este punto, quisiera sintetizar cuatro aspectos de la Cristología de Joseph Ratzinger, sin el intento de presentarla en modo adecuado y acabado. 2 Cf. Benedetto XVI, Incontro con i Parroci e il clero di Roma, http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/speeches/2013/february/documents/hf_benxvi_spe_20130214_clero-roma_it.html 3 JRGS = Joseph Ratzinger, Gesammelte Schriften (Opera omnia, edizione tedesca) 4 Cf. J. Ratzinger, in Vatikanischen Konzils. Omelia a Marktl am Inn, 13 luglio 1997, in: JRGS 7/2: Zur Lehre des Zweiten Vatikanischen Konzils, Freiburg – Basel – Wien 2012, pp. 1125-1130; 1127 pagina | 3 1. La centralidad de la Cristologia en la obra de Joseph Ratzinger Benedicto XVI. Esta tiene origen en la clara convicción que Ratzinger ha siempre manifestado de que el teólogo trabaja e investiga en la Iglesia, y el objeto de su búsqueda no es un tema abstracto, sino el sujeto mismo de ésta: Jesucristo, Dios y su historia con los hombres. La Cristología es un instrumento para conocer y dar a conocer mejor a Cristo, conocer su voluntad, sus aspiraciones, para entrar y ayudar a entrar en amistad con él. Una ratificación de este enfoque lo encontramos una vez más en la pregunta que Ratzinger –Benedicto XVI nos deja en su última fatiga La infancia de Jesús, allí donde reflexiona sobre el episodio de los reyes magos y que encontramos nuevamente presentado en la Opera omnia. Escribe: “Sorprende el hecho que quienes conocen la Sagrada Escritura no se sienten impulsados a tomar decisiones concretas. ¿Es que se refleja en esto la imagen de una teología que se reduce a la sola discusión académica?”5.Es, sin dudas, una pregunta que inquieta. Sin embargo, revela que también para Ratzinger el encuentro con Jesús, el Cristo, es decisivo para la vida porque El es el viviente, aquel que es “el criterio del cual nos podemos confiar”6. Por lo tanto, la elección de la Cristología como tema central de la teología no es una elección arbitraria. Es más bien el efecto de la centralidad de la figura de Jesús para el cristiano, el efecto de la “propuesta” de la amistad con Cristo, de una relación personal y amigable con él que está destinada a crecer. Es una vez más Joseph Ratzinger –Benedicto XVI- que lo dice: “Al libro sobre Jesús, del cual ahora presento al público la primera parte, he llegado después de un largo camino interior”7. 2. Para Ratzinger la centralidad de la Cristología está siempre relacionada con la cuestión de la hermenéutica, de la interpretación, de la Escritura y de la exegesis. En el prólogo del primer volumen de Jesús de Nazaret, nuestro autor se pregunta: “¿Qué puede significar la fe en Jesús el Cristo, en Jesús hijo del Dios vivo, si resulta que el hombre Jesús era tan diferente de cómo lo presentan los evangelistas y cómo, partiendo de los Evangelios, lo anuncia la Iglesia?”8. Una tesis análoga es propuesta nuevamente, siempre en la Opera Omnia, en el sexto volumen, de la edición alemana donde Ratzinger escribe: “La 5 Cf. Cf. J. Ratzinger, Opera Omnia. Gesù di Nazaret, la figura e il messaggio (edizione italiana), 6/1, Libreria Editrice Vaticana, 2013, pag. 96 6 Cf. Ibidem, pag. 660 7 Cf. Ibidem, pag. 117 8 Cf. J. Ratzinger – Benedetto XVI, Gesù di Nazaret, Rizzoli (terza edizione), Milano, pag. 7 pagina | 4 crisis de fe en Cristo inició en la Edad Moderna con una modo diferente de leer la Sagrada Escritura, con el supuestamente único método científico. La discusión sobre como se lee la Biblia está directamente relacionado a la cuestión del Cristo”9. Es indudable el hecho que Ratzinger considere importante una hermenéutica culta para interpretar la Sagrada Escritura y para practicar la verdadera teología. Una reflexión de este tipo surgió claramente en el Simposio que se tuvo el año pasado a Roma sobre Los Evangelios: Historia y Cristología. La investigación de Joseph Ratzinger. Quién entre los presentes participó a ese evento lo recordará muy bien. Para todos nosotros lo escribe el Prof. Estrada en la prefación a los dos volúmenes que recogen las ponencias: “El Simposio condujo en forma muy atrayente a entender como J. Ratzinger desde los inicios haya vislumbrado la necesidad de apoyar la reflexión teológica con el confronto de una investigación históricocritica lo más rigurosa posible”.10 Y a propósito de esto, quisiera agregar aquí lo que el Prof. Romano Penna afirmó en un debatito de presentación de los dos citados volúmenes en el Instituto Bíblico de Roma: “En forma muy especial merece toda la consideración posible el nexo entre cristología e historia, que se menciona en el título de ambos volúmenes de los Hechos y que constituyen casi la estrella polar del interés de Ratzinger/Benedicto XVI sobre Jesús”.11. Superar “la ruptura entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe”.12 Es el grandioso y generoso empeño teológico de Ratzinger hasta el punto que él mismo escribe: “En mi exposición sobre Jesús esto significa, antes que nada, que yo tengo confianza en los Evangelios”13. 3. La cuestión de la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento. La unidad entre los testamentos es la aplicación de la decisión hermenéutica descrita anteriormente. Sólo de esta forma se logra captar el gran espacio que concede Ratzinger a la discusión con Rabino Neusner en la 1ª parte del libro sobre Jesús. 9 Cf. J. Ratzinger, Opera omnia. Dogma und Verkündung (volume 6/2), Herder, Freiburg, pp. 647-667 Cf. B. Estrada, in The Gospels: History and Christology / I Vangeli: Storia e Cristologia. La ricerca di Joseph Ratzinger-Benedetto XVI, I-II, LEV, CITTÀ DEL VATICANO, 2013 11 Cf. R. Penna, Presentazione di The Gospels: History and Christology / I Vangeli: Storia e Cristologia. La ricerca di Joseph Ratzinger-Benedetto XVI in http://www.fondazioneratzinger.va/content/fondazioneratzinger/it.html 12 Cf. Cf. J. Ratzinger, Opera Omnia. Gesù di Nazaret, la figura e il messaggio (edizione italiana), 6/1, Libreria Editrice Vaticana, 2013, pag. 117 13 Cf. Ibidem, pag. 126 10 pagina | 5 La idea de Jesús como “Torà en persona”, a la que se dedica tanta atención en el primer libro sobre Jesús, es expresión de esta relación, un nuevo modo de expresar una cristología que no debe separar automáticamente cristianos y hebreos, pero que puede evidenciar –en la diversidad de la interpretación- la unidad y la continuidad de la historia de salvación. Es una “revolución silenciosa”, la de Ratzinger. Haber abierto su libro sobre Jesús con una vasta reflexión de la expresión “nuevo Moises” refiriéndose al Deuteronomio, ha procurado a su elección hermenéutica un lugar significante al inicio de su Cristología. Lo ha entendido el rabino Neusner, con quien el autor ha dialogado largamente en el primer volumen sobre Jesús, lo ha escrito el cardenal Schönborn que comenta: “Yo pienso que la cuestión del hebraísmo es la clave para la comprensión de la exegesis en Ratzinger”14. 4. En fin un último aspecto: el de la Cristología a partir de la Cruz. Mirando la Cruz el cristiano reconoce la unidad entre persona, palabra y obra de Jesús, su carácter de ser el Logos, y la unidad de la historia de la salvación, es decir todo aquello que hemos conocido como los pilares de la Cristología de Ratzinger. No se debe olvidar, en modo alguno, aquello que Ratzinger escribe en el capítulo sobre “La crucifixión y el descenso al sepulcro de Jesús” propuesto una vez más en la Opera omnia. He aquí una referencia: “el relato de la Pasión está entretejido de una multiplicidad de alusiones a textos del Antiguo Testamento”15 y, al mismo tiempo, hace ver que mientras se mira al Crucificado, precisamente allá, “bajo la Cruz, comienza la Iglesia de los paganos”16. Si es verdad que “Jesús en la cruz recita el grande salmo del Israel sufriente y asume de este modo en sí todo el tormento no sólo de Israel, sino de todos los hombres que sufren en este mundo por el ocultamiento 14 Cf. C. Schönborn, Zu den Quellen des christologischen Denkens im Werk von Joseph Ratzinger, in: Maximilian Heim / Justinus C. Pech (a cura di), Zur Mitte der Theologie im Werk von Joseph Ratzinger/Benedikt XVI. (Ratzinger Studien vol. VI), Pustet: Regensburg 2013, pp. 93-108 15 Cf. J. Ratzinger, Opera Omnia. Gesù di Nazaret, la figura e il messaggio (edizione italiana), 6/1, Libreria Editrice Vaticana, 2013, pag. 627 16 Cf. Ibidem, pag. 645 pagina | 6 de Dios”17, para Ratzinger es igualmente evidente que “Jesús aparece aquí como el verdadero cordero pascual, puro y perfecto”18. Se puede, verdaderamente, decir que “la Escritura era y es continuamente releída con el Cristo sufriente”19. ¿A dónde nos conducen estas observaciones? A mi parecer nos hacen conscientes no sólo del enlace entre Cristología y Eclesiología, a través del cual la Iglesia es “un cuerpo vivo, una comunión de hermanos y hermanas en el Cuerpo de Jesucristo, que nos une a todos”20, sino que nos lleva, sobre todo, a descubrir que Cristo está vivo y presente entre nosotros. Es, una vez más, Joseph Ratzinger – Benedicto XVI quien lo escribe en aquella página conclusiva del segundo volumen de Jesús de Nazaret. Una página que se transforma en poesía, porque sólo la poesía es capaz de dar voz a lo indecible. Son pocas líneas que quisiera leer, dejando así que el Papa Emérito Benedicto XVI esté idealmente aquí presente en medio de nosotros para conducir esta jornada de estudio sobre la teología que florece del Concilio Vaticano II y del cual nosotros estamos viendo solamente las primeras flores. Cito: “Jesús comienza bendiciendo. Bendiciendo se va y en la bendición permanece. Sus manos permanecen extendidas sobre este mundo. Las manos de Cristo que bendicen son como un techo que nos protege. Pero son al mismo tiempo un gesto de apertura que rasga el mundo para que el cielo penetre en él y pueda llegar a ser una presencia… Al irse Él viene para elevarnos más arriba de nosotros mismos y abrir el mundo a Dios. Por esto los discípulos pudieron gozar cuando desde Betania regresaron a casa”21. 17 Cf. Ibidem, pag. 636 Cf. Ibidem, pag. 645 19 Cf. Ibidem, pag. 406 20 Cf. Benedetto XVI, http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/audiences/2013/documents/hf_benxvi_aud_20130227_it.html 21 Cf. J. Ratzinger, Opera Omnia. Gesù di Nazaret, la figura e il messaggio (edizione italiana), 6/1, Libreria Editrice Vaticana, 2013, pag. 704 18 pagina | 7