el enano. - Hemeroteca Digital

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PUNTOS
DE SUSCRICIONEn la calle del Factor , niim, 9.—Libreriasdfi Monier.—
Bailly Bailliei'j,—
Matute, Villa, y en
la galería de S. Fe
llpe.Htograaadelo
Amigos.
EL ENANO.
Madrid un mes 2 rs
ProMncias. franco de
porte, 3 ra. Las reclamaciones se dirigirhn francas, al Director del periódico,
calle del Factor, 9.
PERIÓDICO PICANTE, DURLON Y PENDENCIERO.
SON s u OBJETO PRINCIPAL LAS CABALAS PARA LA LOTERÍA
PRIJIITIVA ,
PRECIOS
DE SUSCRICION
-oo-
'I
Y LA DESCRIPCIÓN DE LAS CORRIDAS DE TOROS DE LA CORTE Y ARANJUEZ. DA TAMBIÉN ARTÍCULOS
DE TEATROS, MODAS Y COSTUMBRES, NOTICIAS SUELTAS, CHISMES Y P O E S Í A S .
mm im mmm I?®B m ^assii.
N." 53.
Octubre 14 1851.
- - - : = -•'LOTERÍA.- ' - ^ \ . - - LA ESPERANZA DEL POBRE.
Inmoral llaman algunos al juego de la lotería, y
acaso lo será, que no es por hoy nuestro ánimo ponerlo en duda ni negarlo; pero inmoral y todo, nadie
podrá dejar de conocer, que al mismo tiempo que
siempre lleva en sí la esperanza de los pobres y engrandece las ilusiones de los ricos, suele aliviar
algunas veces las miserias de los necesitados , y
alegrar el corazón de los que están tristes. Esto es evidente. O reconocemos ó no reconocemos la legalidad con que el juego se verifica. Si no la reconocemos, lo cual seria injus|o á todas luces, cualquiera
observación nos es inútil. Si la reconocemos , no podremos menos de convenir en que los premios que
anuncian (hablamos de la moderna), han de ser precisamente para los jugadores. Que es diíicil dar con
uno... es verdad, pero alguno ha de ser seguramente
el afortunado, y en la suerte está el misterio. MulH
sunt vocati, pauci vero elecli, que dijo el otro. Y como
en el número de los pocos cree entrar todo el que juega, si muchos son los que esperan en vano, otros hay
que ganan. Lo mismo en la primitiva. El que sabe
que de noventa números cinco han de salir precisamente, no va fuera de camino al esperar que algunos
sean los mismos que ha jugado, lo cual, en mayor ó
menor escala, sucede muchas veces. Ergo la dificultad
está también en la mayor ó menor fortuna de cada
jugador. Y como nada hay en el mundo mas variable
que la tal fortuna , no vemos razón para que el que
nunca acertó un terno, pierda la esperanza de acertarlo. Por eso raro jugador hay que teniendo sus billetes
ares en la cartera, no haga planes, forme cálcucasi se crea con el premio mayor, ó un terno en
AÑO
1,
la gaveta. Después llega tal vez el dia del desengaño,
pero entre tanto el rico se regocija con sus ilusiones,
el pobre ha dado rienda suelta á su esperanza, y ambos han olvidado lo pasado y el presente por saborear el porvenir. Esta es á lo menos una gran ventaja que casi compensa el dinero que se pierde. Juguemos, pues, y esperemos.
TOUOS.
" . 'í>'-.
UNA NO TAN MALA,
ó SEA
décima cuarta media corrida, no al estilo de estos tiempos, verificada en la tarde de ayer lunes, bajo la dulce, grata é
inolvidable influencia del Sr. Javier, A quien libre Dios de
zaratanes.
Perdona, lector querido , si otro, en lugar nuestro, hoy
te cuenta la corrida de ayer tarde. Ahórranos este trabajo
un mozo cruo, natural de Andujar, según confesión propia,
y mas inteligente en tauromaquia que el mismo Pepe-Hillo,
que nos deparó la suerte á nuestro lado. Colocados estábamos ya sobre la dura banqueta , poco antes de salir el
primer toro, cuando sintiendo sobre nuestro hombro izquierdo una mano de hierro, y á la voz de \lao que mancho!
vimos desplomarse casi sobre nuestro cuerpo un ciudadano
particular, de marsellés y faja, botin y calañés, y de nueve
arrobas de peso cuando menos. Sin reparar que bien pudo
habernos estrujado, y con tal de acomodarse á su manera,
se deslizó sobre nosotros , sin dejarnos mas recurso para
poder respirar, que reducir nuestro volúman á cuatro quintas partes, del que naturalmente era en sí.
—¡Güeñas tardes, cabayeros!... dijo al mismo tiempo,
dirigiendo á izquierda y derecha su saludo. Ostcs han de
¡simular si aburto mucho y les molesto.
Compusímonos, pues, como Dios nos dio á entender; sonó
á poco la hora; hizo el presidente la señal, salieron los toreros, y preparando nosotros nuestro lápiz y desdoblando el
papel para tomar nuestros apuntes, esperamos á ver salir
el primer bicho.
—¡Cam;iraita!... esclamó entonces el de Andujar. Esas
jerramienlas que vuestra mercé tiene en la mano , me jasen sospechar que vuestra mercé periodiquea, y que too eso
será pa venirnos mañana con aqueyo de alo espachó Curro
de twa buena, y esotras zarandajas, que sierapre son las
mesmas, porque toaví'a no he visto un periodista que do
toros entienda una palabra.
Muchas gracias por la lisonja.
No es lisonja , cámara, sino la chachi. Y pue que er
ha querio que yo me siente junto á su mercé esta
tarde bien pueo responder, si su mercé pone lo que yo
le vaya isiendo, de que se han de chupar los déos de gusto
cuantos aficionaos lean mañana la corria.
—Si usted lo cree asi, con mucho gusto serán recibidas
sus indicaciones.
—¡Chachipé! No hay mas que hablar, compadrito. En
cuanto que suene el trompetin y sarga el bicho, présteme
sii' mercé atención, que ni er mesmo Costillares sabia mas
que mangue, en tauromaquia.
—Con que usted lo diga, basta.
—Claro está. Pero aunque sea descortesía, ¿quié isirme
su mercé pa qué periódico va á tomar esos apuntes?
—No hay ningún inconveniente. Estos apuntos van á ser
para el Enano.
—¡Virgen santa!... Pá el Enano!!! Toque su mercé esos
cinco, que ya sernos amigos. ¡No , que te quiero!... Tanto
es el af'erto que yo le profeso al Enano, como tirria le tiene
mi compae Javier. Y en verdá que al ver yo á su mercé tan
chiquirritilo, debí haberlo adivinao, pero... ya sale er bicho... veamos...
De Gaviria es retinto y bravo... ¡buen trapio!... -Apunte su
mercé... De Trigo nueve varas, perdiendo dos rocines. De
Bruno cuatro... ¡Santa Bárbara!... ¿Han visto ostés que cojia?... Pero parece que no le ha Jecho mas que desgarrarle
el calzón y darle un varetazo en un costao. Dosj.:;'os ha perdió también, y lo peor es que se lo llevan á la enie.''mer!a.
Ceferino viene en su lugar y otra mas le pone. A banderillas
tocan. ¡Bien por Blayé y Muñiz, y que dos pares ha puesto
cada uno!... ¡Ea camaraita!... Limpíese su mercé las légañas
que ahí sale Currillo, vestido de azul y plata que dá gozo.
Bien trasteao... ¡Voto al chápiro!... U.i pinchazo y dos volapiés bajos, y sin poerlo escabellar. Eso no es lo tratao, s e ñor Curro. Es menester pararse mas elante er bicho yaguardar á que esté en suerte.
De Barquero el segundo... apunte su m e r c é , retinto, ojo
perdiz y bien armao, ¡Por via é Trigo]... Dos puyazos y dos
rocines muertos. De Bruno que ha vuelto á la plaza, cuatro
varas. Pulga y Enrique le han clavao tres pares ar cuarteo,
vsale Lavi. Cámara, ese mozo es un valiente. Ya lo ve siempre su merce á la cabeza der bicho, ¿qué mas se le puede
pedir que lo quejase? Tres pinchazos... ¡mala suerte!...
pero... ¡bravo!... esa es una estoca güeña!
También el tercero es de mi tierra, .\punte su mercé.
De Andrade, retinto oscuro y cornigacho. Ná , ese toro no
pue jacer cosa é provecho. En la manera de estirar la cola
y alargarla oreja izquierda se le conoce que ha é ser blando. Dicho y hecho. Cinco de Trigo, y tres de Bruno, que ha
perdió malamente un j a c o , han sio bastantes. El Regalero
V Domingo le ponen cuatro pares, y sale Cayetano. ¡Ola, ola!
¿De cuándo acá? Asi, señó Cayetano, asi se trastean los toros. Lo está osté viendo, compadrito. Er mozo ha conoció lo
que le conviene, y vea su mercé como se vá á la cabeza der
toro V que giiena estoca , recibiendo, acaba é darle. ¡Bien
por los mozos cruos! se arma otra vez... ¡magnífica!... magnífica estoca arrancando!
Y sale er cuarto. Apunte osté. De Barmasea, negro bragado y bien puesto, pero no vale un comino. ¡Éh! ¿qué tal?
A la cuarta vara no quié mas y juye hasta de su sombra.
¡Bien por Sánchez y Guzmaul... Tres pares le han clavao
V vuelve Curro con er trapo. Muy descompuesta tiene er bicho la cabeza , mas no importa; que no es niño de teta er
diestro que está elante. ¡Bien por Dios! Eso es lo que se
llama una soberbia estoca por too lo arto.
Ahora se mudan los picaores y sale er quinto. Apunte su
mercé, que ya esto es otra cosa. Ilermanito der pasao es y
der mesnio pelo, pero bravo y pegajoso. Er Pelón le pone
cuatro varas y pierde dos jamelgos. ¡Aprieta!... Cinco pierde
Chola en otras tantas. CuiJallos pie la gente, pero el magistrao ve que- es tarde y jase la señal de banderillas ¡Qué lástima é bicho! Allá van Blaye y Muñiz que solo un par le clavan cada uno, y vuelve Lavi. Er loro es de intención y me
estoy temiendo un lance. Tiene arranques largos y ligeros,
er diestro está mú á la cabeza y no cuenta con facultades, y
si le arranca... atienda su mercé que en ose pase... no lo
,dije...lo coglú... ¡,Iesú,iyiaríayJosé!... lo hajecho peasos...
(En efecto, en un arranque del toro fue Lavi arrollado
cogido por mitad del cuerpo y volteado y corneado en el
aire de tal modo , que por milagro tuvimos que quedase
X.."--.
vivo. Cayó al suelo y con su valor de siempre quiso levantarse y marchar de nuevo á la fiera, pero volvió á caer
retiraron entre cuatro. Afortunadamente solo sacó
tazo en la cadera. En su lugar mató Cuchares el toro de un
volapié, descabellándolo después á la primera^
Ese, que si no me engaño, es el sesto, de Barquero, berrendo en negro y bien armao, no parece cosa. Bien por er
señó Oliva que lo ha la sartao con la garrocha! Cinco varas
le ha puesto cada ginete, dos pares y medio Enrique-^Pulga
y vuerve Cayetano. Apunte osté, una güeña arrrancando...
Otra recibiendo... otra corta... y un buen volapié.
Tarde es ya, camaraita, y yo no dico bien. Er sétimo de
Andrade, negro bragao y blando . Ha tomao dos varas y ha
matao un rocin. Domingo y el Regatero le han clavao tres pares, y allá va Curro. Un pinchazo y una güeña.
Y concluye la función con un Gaviria, retinto oscuro y
voluntario. En doce varas un jamelgo ha despachao. Pulga
y Guzman, tres pares. ¡.\y Pucheta!... No sabemos lo que
has Jecho, porque ya es de noche, pero no habrá sio ná
bueno.
Ahora, compadrito, ponga su mercé el resumen, si le place, que bien parla no irá la descricion de esta corria , pero
con mas imparcialiá ni mas verdí , ninguna. Er ganao en
lo general güeno. Triguilo picando entre cuero y carne y
dejándose clavar la varas, como si eso fuera un chiste : los
emas medianos. Curro h'ien; Lavi siempre valeroso y arrojao.
Cayetano como nunca , y tal que si asi signe adelantará lo
que ha perdió, y se le verá matar con gusto. Diez y seis rocines muertos. La entrada güeña.
Y no igo mas , porque me voy. Salú y hasta otra tarde,
cabayeros.
Y nosotros que no hemos querido quitar ni poner á lo que
el majo andaluz nos fue diciendo, como nos lo dijo , lector
querido , te lo decimos. Ahora tú verás , si es que lo entiendes.
EL PAÑUELO DÉLA INDIA.
:,,
HISTORIA QUE PARECE UN CUENTO; •'
Con permiso de quien á nosotros nos ló ha referido, vamos á nuestra vez á referir al que lo quiera saber un lancecillo
reciente, que aunque á primera vista casi parece un cuento , es una historia como un templo. Y el caso fue como
sigue:
Hace muy pocas mañanas que una herniosa y elegante
señorita entró en una de las mejores tiendas de la calle
del Carmen con intención de comprar un pañuelo bordado
de la India. El bocado era carillo, y después de haber so.?tenido un animado diálogo con el dependiente sobre el precio, se marchó sin é l , llevando en cambio el disgusto natural que sienten todas la mujeres cuando se ven privadas
de sus mas insignificantes caprichos.
No bien había salido de la tienda, penetró en ella un caballero que había presenciado la escena anterior al través
de los cristales del escaparate, é informado de que la señorita no podia disponer de la cantidad, precio del pañuelo,
arrebató la caja que lo contenia, y echando sobre el mostrador un billete de cuatro mil reales. Salió precipitadamente ofreciendo pasar después por la vuelta.
La elegante dama que habia tomado por la calle de la
Montera, iba ya á alguna distancia, de manera que nuestro
héroe, tuvo que correr un largo trecho para poderla alcanzar. Conseguido esto, aun le faltaba lo mas peliagudo y difícil , es decir, que ella no rehusase el-pañuelo, en cuvo
ofrecimiento se estrellaban todos los proyectos.
Y pensando el mejor medio iba- el mancebo cuando vio
entrar á la desconsolada señorita en una suntuosa casa de
la cnlle de Fuencarral. Paróse , reflexionó, fué á acercarse
para hablarla, pero le faltó el valor, palideció y recostóse
en la pared de enfrente , como abismado en profundas y
serias meditaciones. De seguro hubiera sido rechazado sí
le hubiese ofrecido el pañuelo directamente, y en no haberlo hecho asi dio á conocer que no era lerdo.
Después que hubo ella desaparecido en las vueltas de la
escalera, corrió el joven á la casa, puso una moneda de oi"
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man s del portero, y le mandó con la mas grande serieI que entregase la caja consabida á la señora que acababa
e subir, de cualquier modo que fuese. Al dia siguiente
pasó por la misma calle y recibió del portero una llave y
un billete perfumado, en el cual se le daba una cita para el
sábado , advirtiéndole que no hiciese ruido al entrar en la
casa, para que nada advirtieran los criados. Trasportado de
gozo desapareció el galante joven, al contemplar en sus
manos el precioso talismán, que le habia de franquear las
puertas de su hermosa desconocida.
A la hora preBjada del dia que queda dicho, un joven
oficial de cierta oficina , cuyo nombre no hace al caso , se
levantaba de su puesto para dirigirse al despacho de su
gefe, con el objeto de pedirle licencia para retirarse por dos
horas.
—¿Me permitiréis que me retire? le dijo; me duele bastante la cabeza.
—Pues no tenéis cara de enfermo, repuso el gefe.
—No lo dudo; pero es que la función anda por dentro.
—Vamos, sed franco. Apostarla á o, e tenéis alguna cita
amorosa. Estáis muy elegante y perfumado, señor E.., y es
casi seguro que hay faldas de por medio.
—Os engañáis completamente.
—Acaso será asi, pero permitidme que os diga que no
oreo vuestra indisposición, y me niego por lo tanto á concederos el permiso que deseáis, sin que me deis una prueba
de la legitimidad de vuestra demanda. Ya sabéis que soy
vuestro amigo,
—Pues bien; sabedlo. Voy á ver á una mujer encantadora, que me aguarda en este instante.
—¿La vais á ver?
—Si: .á su casa.
'"-—Según eso, tenéis franca la entrada.
—Merced á esta llave, que ella misma me ha entregado.
Y diciendo esto la sacó de su bolsillo.
—-¿A ver, á ver? esclamó el gefe arrebatándola de entre
sus manos. Y un movimiento eléctrico conmovió los miembros del curioso empleado, cuyo semblante tomó instantáneamente los siete colores del arco iris.
—¿Qué me decís? preguntó el subalterno con modestia,
sin advertir la violenta situación de su interlocutor.
•—Nada, mi querido E... Me habéis convencido: tomad la
llave y Dios proteja vuestro amor.
Un instante después salia con precipitación el afortunado Adonis, notándose á larga distancia la descompuesta
figura del gefe que seguia desatalentado los pasos del primero.
Arrebatado de gozo nuestro héroe, subió de cuatro en
cuatro los peldaños de la escarera, abrió con sigilo la puerta,
y transcurrido un segundo se halló á los pies de una mujer tan
poética y espiritual como la Monalisa deVinci. Hubo dulces
palabras, solemnes juramentos, y un terrible campanillazo
al mismo tiempo que puso en conmoción á todos los depondientes de la casa. Un hombre , pálido como un cadáver,
colérico como un demente, penetró en la estancia , buscó
frenético por todas partes, y acercándose á las colgaduras
de un balcón, se encontró frente á frente con el atrevido
invasor, que desmelenado y atónito reconoció al mismo
tiempo á su enojado gefe. En aquel mismo acto tuvo lugar
una violenta escena que renunciamos á describir.
Dos coches cerrados hicieron alto al dia siguiente á espaldas de la fonda de la Fuente Castellana. Después resonaron sucesivamente cuatro pistoletazos. A poco rato entraba un carruaje á paso lento por la puerta de Recoletos,
V en él dos hombres levemente heridos. ¿Quién es ella? preguntarán nuestros lectores.—La hermana del gefe, les contestaremos nosotros.
Cuatro dias después se verificaba un matrimonio en una
de las parroquias de Madrid. Una particularidad llamaba la
atención de los concurrentes. El novio tenia pendiente de
una venda el brazo derecho y el padrino entablillado el izquierdo por tener desconcertado un codo. La desposada
estaba estraordinariamente pálida.
Antes de ayer domingo, último dia de ferias, paseaba en
la calle de Alcalá una elegantísima pareja. Todas las miradas
se fijaban en ella , y singularmente en un magnífico pañuelo
de la ludia que ostentaba sobre sus hombros, origen de esta
historia.
¡Véase pues, por cuántos caminos se puede llegar á ser
feliz!
LATIGAZOS.
^
o t r o a i ü c s l n a t o . La impunidad es en nuestro concepto una de las cosas que mas alientan en la actualidad á
los criminales. No pasa dia sin que se oiga contar un crimen
horrible, y rarísima vez , si es que esta vez llega, se hace
un escarmiento. El herrador de Carabanchel de arriba tenia en su establecimiento un mancebo, quien, según se dice,
quería á la criada que habia en la misma casa, si bien ella no
le hacia caso. Uno de estos últimos dias, en ocacion en que
el dueño estaba fuera, se hallaba ella cosiendo, y acercándose él á su lado, haciendo el ademan d« picar un cigarro
con una gran navaja, parece que le dijo con bastante sangre
fria—¡Qué ganas se me pasan de matar á una!—Avemaria,
contestó ella, y qué pensamientos!... ¡Dios nos libre!...» Y
aun no habia acabado de pronunciar estas palabras , cuando
lanzándose sobre ella, le atravesó el corazón de parte á parte. Y no contento—«Para que no penes»—dijo, y le dio en
seguida otra. Habia en la misma habitación un muchacho
de unos 14 años, á quien parece se dirigió el asesino con el
mismo objeto; pero mas listo, pudo huir y avisar al alcalde
del pueblo, quien inme4iatamente, acompañado de algunos
vecinos, salieron en su perseguimiento, habiéndolo alcanzado cerca de San Isidro. La navaja fue encontrada en el
camino, y él llevaba todavía las manos llenas de sangre. Esto
es escandaloso y si no se trata de cortar de raiz tantos crímenes, natural es que vayan en aumento.
C a t a t i t r o r e . ¡Qué espectáculo mas lindo presenciamos el domingo los que á la una pasábamos por la calle de Carretas! Propasóse una vendedora por cuestión del precio con
una compradora, apurando, en su exaltación, cuantas voces
se conocen en el diccionario de las plazuelas. La compradora
callaba, pero al oirse apellidar de una manera que omitimos, tiró al suelo unos cacharros que llevaba en un pañuelo, y arrojándose sobre la deslenguada mujer, que tan
sin razón la habia insultado, tuvo tanta agilidad y tan buena
maña se dio, que colocándosela como dómine de escuela á un
chiquillo, y descubriéndole con asombro de ¡os circunstantes,
la parle occidental del cuerpo, le dio una que y a , ya. A las
carcajadas de unos y los gritos de otros , acudió un señor
de bastón con borlas y después un salvaguardia, quienes
pusieron paz, llevándose á las dos, no sabemos donde.
I V o v e d a d t c a l r a i . Está en estudio y se prepara
para ponerla en escena á la mayor brevedad en el teatro
de la Cruz, la famosa y nunca bien ponderada producción
dramática, en la que tan grandes y estrepitosos aplausos r e ceje siempre su protagonista nato, titulada... E L TÍO PININI.
i l l a « í v a l e a s i ? Con sorpresa hemos notado que se
han pasado cinco dias y medio sin que las campanas hayan
tocado á fuego. Indudablemente las medidas que se piensan
adoptar van principiando ya á surtir su efecto.
A t r o p e l l o de un hombre por o t r o , y de los dos por
por un armario. Con un mueble de estos acuestas bajaba
un hombre por la calle de la Montera, y tropezando con
otro que subia, cayeron los dos al suelo, y sobre ambos el
armario. Los tres quedaron contusos, aunque uno solamente
fue el que no pudo por su pié continuar su camino.
B ü c l í p s e . Todas las noches se verifica el del reló en
la Puerta del Sol, que empieza alumbrando mal y concluye
peor. En cuanto á señalar la hora, hay ocasión en que apunta la una y son las tres. No sabemos por que no se tomará una
medida para que todos los relojes de esta corte , que en
cuanto á este último particular, todos andan á su modo, y
nunca van conformes.
BiOM S S A r í i a - e s . Del bolsillo lo fuimos los que quisimos asistir á la primera representación de la ópera que
este título lleva, la cual se ejecutó la noche del 10, cumpleaños de S. M. De lo dicho se infiere que los revendedores, como siempre, hicieron su agosto, aun cuando ya e s tamos en octubre. Olvidando por lo tanto nosotros, lo que
tan olvidado tienen los que olvidarlo no debían .diremos á
nuestros lectores, que nunca se ha visto en Madrid una
ópara puesta en escena con mas lujo. La Sra. de GiuK es
nna encólente cantante y agradó mucho: el Sr. Gironella fue
también escuchado con gusto, y en lo general las demás
partes y los coros trabajaron perfectamente.
V r a M a c f o n . Ayer por la mañana han sido trasladados á su última morada los restos mortales del distinguido
actor don Carlos Latorre, que ha sucumbido después de
una larguísima enfermedad. Acompañaban el cadáver un
número considerable de personas conocidas, entre las que
se distinguían casi todos sus compañeros, y muchos de
nuestros mas notables poetas. El teatro ha sufrido con esta
muerte una pérdida que no podrá reparar tan fácilmente.
Lirt V a u r ó m a c a . Concurrida y animada como nunca estuvo la corrida de becerros que en la tarde de antes
de ayer celebró esta sociedad en su plaza, extramuros de
la puerta de Alcalá. El ganado fue bueno , en particular el
de Colmenar, y los aficionados lo trabajaron con inteligencia
y valor, habiendo quedado los espectadores todos muy satisfechos y contentos.
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i
•
D c » p c f l i i l n . Llegó la hora fatal para algunas pobres
Atalas, que han visto pasar el verano, y concluir las ferias,
sin ningún Chactas, que haya fijado en ellas sus ojos ni les haya
dicho una palabra. El domingo por la noche desapareció en
la calle de Alcalá la última esperanza, y eso que hubo algunas que prolongaron el paseo hasta cerca de las diez,
dando á sus miradas, cuando Con las de algún pollo ó gallo
tropezaban, el carácter mas alarmante y elocuente que han
podido jamás discurrir pupilas femeninas. Muchas, á pesar
de todo, se marcharon á dormir desconsoladas, pensando en
el jubileo.
POESÍA.
LAS PRENDAS DE MARIQUIILLA.
i
I ;
Mariquilla, Mariquilla,
La de los ojos torcidos.
La del labio respingado
Y la nariz de pestiño; •
,
Cuya boca, por lo grande.
Con sus dientes tan pajizos.
Si muerde, no hace un alano
Lo que ayer á mí me hizo;
Cuyos cabellos son cerdas.
Cuyos pechos son botijos,
(Perdona si és que me eseedo
En la forma en que te pinto),
Cu5'0 cuerpo en lo garboso
(Ni le pongo ni le quilo)
Desde el cogote á las corvas
Casi viene á ser seguido;
Cuyo pié derecho es tuerto
Y el izquierdo tira á bizco;
Cuyos mofletes se ostentan
Con almazarrón teñidos;
Mariquilla, Mariquilla,
No te enfurruñes conmigo,
•
Ni torvo gesto me pongas
Ni me frunzas el hocico,
Que aun cuando á quina te sepan,
ü á merengues ó á suspiros,
(Cuatro verdades muy claras
Voy á decirte ahora mismo.
Mujer eres y esto solo,
A no tener mas motivos,
Bastara , si he de ser franco,
Para que fuese tu amigo;
Mas tan buenas cualidades
Se juntan á tus hechizos.
Que há 'iempo que de tus gracias
Estoy viviendo, cautivo.
Muía de alquiler pareces
En dar al aire respingos,
Y lo de las coces callo
Y esotro de las mordiscos, ", »
Porque tengo poco tiempo
Y no debo ser prolijo.
' :.:.
Bien tocas las castañuelas, ,, ., ,,
, Y de ello yo no me admiro,
Que harto puedes ser maestra
Con tan continuo ejercicio.
*
En mentir no eres muy diestra,
Aunque mientes de lo lindo,
Si bien lo que mientes cantas
En el modo de mentirlo.
Ni la gaceta de antaño
Es comparable contigo.
En pedir no eres escasa,
Y aunque en dar eres lo mismo,
Lo que das hace mas daño
Que una espada de los filos.
No me digas que exagero
Ni te enfurruñes conmigo.
Pues si los dedos me metes
Cuanto de tí sé vomito.
¿Me amenazas con los puños?
Pues oye que ahora principio.
Yo sé bien las relaciones
Que tuviste con mi primo,
Y las de Pedro Fernandez,
Por sobre nombre Longinos;
Y ademas las del alférez
De los realistas de Vigo;
Y las de aquel guarda-costa.
Que por ti estuvo en presidio,
Por no haberte declarado
Género de decomisos.
"• - _
Yo sé las del mercachifle
Que porque caso te hizo,
Casi convirtió en vendajes
Todas sus telas de hilo.
Yo sé las de don Ambrosio,
Almacenista de vino.
Que por tí vio sus pipotes
En poco tiempo vacíos.
Yo sé las del boticario,
Que por tu amor consumido.
Dio fin de sus lamedores.
Ventosas y sinapismos,
Y al cabo murió chupado,
. ,
Por no decirte sor&ádo.
Yo sé las del rapa-velas,
, ,,,
Sacristán ó monaguillo
Con quien te ibas á la torre
Las fiestas y los domingos,
Y á vísperas ó maitines
Tocabas, según su aviso.
Yo sé las de Juan el Zurdo,
,:
Yo sé las de don Toribio,
Yo sé las de don Torcuato,
.i
Yo sé las de Periquillo,
Y sé en fin las de otros muchos,
Que, por no ofenderte, omito.
Ni te hablo de mi persona,
Porque dirán los vecinos
Que en causa propia sentencio
Lo cual nunca está bien visto.
Mas por ser caso notorio,
Por despedida te digo
Que con tu amor á estas fechas
Estoy mas muerto que vivo.
Mariquilla, Miiriquilla
La de los ojos torcidos
Lo que hoy me falta, otra noche
Te contaré, si me alivio.
í-..'í'
MADRID:—1851.
Imprenta que fue de ÜPERaios, calle do Factor, num. 9
á cargo de D. F. K. DEL CASTU LO.
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