EL CASO BOLIVIANO (LA TENSIÓN ENTRE TRADICIONES PARTICULARISTAS y MODERNAS COERCIONES UNIVERSALISTAS) H C. F. Mansilla * 1. Aspectos generales y teóricos de la temática S e puede afinnar que en casi todos los países del así llamado Tercer Mundo la situación contemporánea está signada -entre otros prob1emas- por la existencia de dos grandes conflictos trabados inextricablemente entre sí: la pugna entre la preservación de 10 propio y la adopción de 10 ajeno, y la contienda entre valores particularistas y coerciones universalistas. Se trata de la lucha entre la conservación de la tradicionalidad y los intentos de alcanzar la modernidad a la brevedad posible. No hay duda de que estas sociedades adoptan lenta pero seguramente numerosos rasgos básicos del mundo occidental, lo que tiene una relevancia decisiva para las confi­ guraciones de las identidades colectivas del presente. 1 * Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia. 1 Cfr. Los sugerentes trabajos de J.M. Briceño Guerrero, El laberinto de los tres m inotauros, 1 994, Caracas, Monte Avila; Jorge Larraín Ibáñez, "La identidad latinoamericana: teoría e historia", en Estudios Públicos, nO 55, 1 994, Santiago de Chile; Larraín, Ideology and Cultural Identity, 1 994, Cambridge, Polity; Bernhard Giesen (comp.), Nationale und kulturelle Identitat: Studien zur Entwicklung des kollektiven BewujJtseins in der Neuzeit, 1 99 1 , Frank:furt, Suhrkamp. 105 H.C.F. MANSILLA Las élites (en sentido económico y educativo) configuran los vehícu­ los más rápidos y eficaces para la diseminación de los standards de la modernidad y de los valores universalistas que se originaron en el seno de la civilización occidental. Así sea por de pronto baj o la forma de modas efimeras, las llamadas clases altas son las primeras en abrazar �y de manera entusiasta� las pautas de comportamiento y las ideas prevalecientes en las sociedades metropolitanas del Norte, que poco a poco llegan a ser vistas como normativas más o menos propias de las naciones periféricas. La preservación de la tradicionalidad queda res­ tringida a los estratos sociales de ingresos inferiores y menor acceso a la educación formal contemporánea, estratos que en toda el área andina, México y América Central engloban a dilatados sectores indigenas. Aquí se manifiesta toda la conocida gama de fenómenos de aliena­ ción : la consciencia colectiva sufre la escisión entre la antigua armonía social, cultural y económica de la época premoderna, que se desarrolló lenta y orgánicamente, por un lado, y la pluralidad, renovada incesan­ temente, de acciones colectivas y valores de orientación de la era moderna, por otro. La cosmovisión compartida hasta hace poco por la mayoría de la población latinoamericana era relativamente simple, 106 unitaria y englobante: entre sus valores fundamentales se hallaban una religiosidad practicada consuetudinariamente, la familia extendida, las jerarquías sociales basadas en la tradición histórica y en el origen so­ cial-familiar de sus miembros y las obligaciones mutuas sancionadas por una ética venerable y un control social bastante estricto. La incur­ sión de la modernidad significa ahora la confrontación cotidiana y cambiante con mensaj es disimiles, normativas divergentes y paradig­ mas foráneos, lo que genera los moderno s fenómenos de enaj enación, por un lado, y la introducción de valores normativos corno el principio de rendimiento, el enriquecimiento individual , la familia nuclear y el consumismo masivo, por otro. Esta evolución ha tenido consecuencias decisivas sobre la identidad 2 colectiva. Aun sin ingresar a la confusa y tediosa temática de las identi2 Sobre la identidad en cuanto relación y reacción de respecto a sí mismo, cfr. Sheldon Stryker, un organismo con Die Theorie des symbolischen EL CASO BOLIVIANO dades individuales y sociales, no cabe duda de que la confonnación de un grupo social más o menos sólido depende de sus vínculos con los otros y lo Otro : 3 el concepto de identidad sólo tiene sentido, como dij o Theodor W. Adorno, cuando se refiere a 10 no-idéntico .4 En la Fenomenología del espíritu Hegel concibió la certidumbre -incontami­ nada por la experiencia del Otro-- como la forma más abstracta y más pobre de la verdad.5 La autoconsciencia de sí mismo, en cambio, es aquella que se pierde en el Otro y por ello se reconoce a sí misma en la alteridad. 6 De acuerdo con Hegel, lo propio recién puede ser conocido Interaktionismus, en Manfred Auwarter/Edit Kirsch/Klaus Schroter (comps.), Seminar: Kommunikation, Interaktion, Identitat, 1 977, Frankfurt, Suhrkamp, p. 267; Charles Taylor, Sources ofthe Self. The Making ofthe Modern Identity, 1 989, Cambridge, Harvard D.P. 3 En tomo a la temática del Otro en las ciencias políticas latinoamericanas, cfr. Enrique Serrano Gómez, "Las figuras del ' otro' en la dimensión política. La dimensión moral del conflicto político", en Estudios Políticos, nO 1 0, enero/junio de 1 997, Medellín, p. 1 1 -33; sobre el descubrimiento del Otro y de lo Otro y lo que esto significa para la comprensión de sí mismo, cfr. Peter Soehlke-Heer, El Nuevo Mundo en la visión de Montaigne o los albores del anticolonialismo, 1 993 , Caracas, Universidad Simón Bolivar, p. 193, obra que tematiza esta relación con respecto al primer gran pensador que se preo­ cupó por ella en el contexto del mundo extra europeo: Michel de Montaigne. 4 Theodor W. Adorno, Philosophische Terminologie, 1 974, Frankfurt, Suhrkamp, t. n, p. 1 35 . Esta concepción está basada en la obra de Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Enzyklop adie derphilosophischen Wissenschqjten im Grundrisse. Erster Teil: Die Wissenschaft der Logik, en Hegel, Werke in zwanzig Banden, Eva Mo1denhauer y Karl Markus Michel (comps.), 1 970, Frankfurt, Suhrkamp, voL 8, p. 23 6-40. s G.W.F. Hegel, Phanomenologie des Geistes, en Hegel, Werke. . . , op. cit., voL 3, p. 82, 1 3 7, 1 43 (nota 4) . Sobre la diferencia entre los distintos ni­ veles cognoscitivos, cfr. el brillante pasaje de Hegel, en ¡bid., p. 3 5 ; cfr. también el comentario más importante: Alexandre Koj eve, Hegel. Eine Vergegenwartigung seines Denkens. Kommentar zur Phanomenologie des Geistes, 1 958, Stuttgart. 6 Hegel, ¡bid., p. 1 46. 107 H.C.F. MANSILLA y llegar a ser familiar si 10 podemos reconocer en el seno de 10 aj eno . El éxito del proceso identificatorio se da superando la cualidad de la alteridad absoluta: 10 ajeno es, en el fondo, 10 que aun no ha sido comprendido del todo. En la confrontación con el Otro el suj eto tiende a percibirlo primeramente como 10 extraño, pero el reconocimiento de lo propio en medio de lo aj eno es, paradój icamente, 10 que permite un conocimiento cabal de uno mismo: un reconocimi ento de 10 familiar e íntimo en el marco de lo extraño y ltjano.1 El hecho de que 10 Uno pueda derivarse, así sea parcialmente, de 10 Otro es 10 que constituye una de las experiencias cognoscitivas más valiosas y perdurables. 2. Los antecedentes del caso boliviano El espacio geográfico que hoy cubre la República de Bolivia ha desa­ rrollado, a pesar de todas las corrientes centrífugas y los avatares del destino histórico, una identidad sociocultural relativamente sólida. Esta identidad más o menos estable no estaba garantizada ni por la diversidad geográfica ni por la variada composición étnica, ni menos aun por las 108 erráticas direcciones políticas que tuvo la república desde su fundación en 1 825. Ha sido, como la gran mayoría de las creaciones histórico­ culturales, la obra de muy distintos factores y hasta de la contingencia. El Imperio Incaico conquistó y unificó un territorio inmenso y hasta entonces políticamente desarticulado, imponiendo usos y costumbres uniformes y parcialmente una lengua común. Esta tarea homogeneiza­ dora fue continuada por la administración española, que se distinguió por la integración de regiones bastante separadas entre sí y por la inci­ piente apertura de las zonas tropicales del Oriente. A la formación de una identidad especifica altoperuana y luego boliviana ha contribuido 7 G.W.F. Hegel, Texte zurphilosophischen Propiideutik, en Hegel, Werke ... , op. cit.,vol. 4: Nürnberger und Heidelberger Schriften 1808-181 7, p. 78 S . , (nota 4). Cfr. también Anke Thyen, Das Eigene und das Frernde oder Über uníverselle Gerechtigkeit, en Zeitschrift Für Didaktik Der Philosophie Und Ethik, vol. 16, nO 1 , febrero de 1 994, p. 7 s. EL CASO BOLIVIANO la enerb,fa civilizal.oria irradiada por la existencia de centros urbanos relativamente grandes, que desde la época colltlial constituyen las cabezas deladivi�ión administrativa actuaL La integración de las co­ munidades aborigellCR y el �nrgimiento de una id.utidad cole�tivano hasada más en el predominio de los bhllJco� y, simultáneamente, el intento de modernizar la .'lOciedad boliviana mediante la acción guber­ namental han .'lido lo.� efectos premedi tados de la llamada Revolución Nadanals de 1952. Lo que se puede olmervar hoy en día es una rápida ocupación poblaci�llIl del e8fla�io fisico departe de unacomnnidad económica­ mente din ámica, socialmente OOIllpl"ja y étnicamente heterogénea, comunidad que ha desplegado, sin embargo, l.IlliI identidad cultural ba�tante finne, aunque conformada mayonn",nk por la irrlitación acritica de las metas IlOrmativas de la civilización meb:upolitaJJa o<:ci­ dental. La catástrofe ecológica que esta ",voluciÓD ¡!tova cUlJsigo no dcrunerece la edificación de e�a identidad �incret:ista, cuy" durabilidad no debe �er subestimada, y donde Se entreenv.un simultánromente las variablc� del particularimnuy el univcrnaliRffiO ylo�imp"'r<ltivos de la tradición y la modernidad. 109 3. Formación del Rstado nacionlll y consolidación d� la identidad social El establedmiento de una identidad colectiva relativamente estable y la ya menciunada obra de la cuntingenciahi�tóticano son fcnómenoR exeluyenteR. El caso bolivianu Se inserta, en realidad, en nn cuadro muyuRnal de la constitución de grandes unidades nacionale� donde la carualidad juega un rol significativo, unida, por sllpue_�to, a otros fae­ l�es determinantcR de origen social y económico. Pur ello "" conve­ � Sobre la ''RevnluciónNaci[)lJal'' oc 1952, cll. I[), do, ",tudi[), prüx;ipal"", James M. Mal]oy, BolivÚI: The Uncompleted Rwol"üotJ, 1970, Pittshurgh UP.; lames M. Mall[)y, Richard S. Thorn (c[)mp'_), lJeyond tlu.,Revol"twn. Boliv;a sitJcc /951, 1971, Pitt,burgh U.P. H.C.F. MANSILLA mente echar un vistazo recordando los decursos evolutivos baj o los cuales se confonnan los Estados nacionales. (a) Estas instituciones han sido, por ejemplo, producidas por el paulatino crecimiento orgá­ nico-histórico de una colectividad con raíces y tradiciones comunes, con una lengua y un aparente modo de ser que las diferencia de las demás y especialmente de los pueblos vecinos. La nación engendra el Estado. Se supone que este procedimiento es el que ha prevalecido en Europa Occidental. (b) Otra vía es aquella que se ha dado en el Nuevo Mundo, en África y en regiones de colonización europea: una estruc­ tura estatal, existente, así sea embrionariamente en el momento de la independencia, actúa como núcleo organizador de la nación y logra irradiar al cabo de algunas décadas la consciencia de una identidad colectiva propia, la cual, con el paso del tiempo, adquiere la repu­ tación de 10 nacionalmente auténtico, inconfundiblemente propio y avalado por una larga historia. (c) La libre voluntad colectiva de dotarse de una estatalidad propia y de una identidad grupal distinta a la de las comunidades contiguas constituye otro camino de la formación de Estados, probablemente el menos habitual : la decisión de los involu­ crados, expresada en un consenso ciudadano más o menos explícito, 1 10 configura una especie de plebiscito fundacional sobre el cual se basa la legitimidad posterior del Estado respectivo. Lo más probable es, sin embargo, que la inmensa mayoría de las naciones existentes -y entre ellas Bolivia- se haya fonnado de acuerdo con una combinación aleatoria de estos tres procedimientos o simple­ mente según la obra de la casualidad histórica. Un análisis desapasiona­ do podría mostrar que aun en el mejor de los casos, en el del ' despliegue orgánico-histórico' de la nacionalidad, la extensión física del Estado, la cantidad de subgrupos étnicos y los elementos culturales y hasta lingüísticos que ahora están englobados en la nación contemporánea han ido cambiando a lo largo de los siglos y que su estructura actual tiene poco que ver con la de origen. Comunidades aborígenes que tenían una identidad común -como las etnias aymara y guaraní- han sido desgarradas por conflictos provenientes de afuera y pertenecen ahora a distintos países, a los cuales se han integrado obligadamente. El CASOBOLlVIIINO Algo &lncjankpUtxle aseverarse del desarrollo delos Estados como instituciones. Aquellos ql� en AmmcaLatina fueron moldeados por los avatare� de la gllerra de la independencia y sigui endo los limites dejado� jX>r la administración colonial han exhibi 00 una notable 10rl.a­ lcza y cohermcia: rontinuando una dinámica autÓlloma de evolucióu, estos Estados han logrado cousolidar su frágil contextura iuicial, han erigido administmciones bastante dilatadas (aI-Ulque, como se sabe, ineficientes y corruptas) yhan motivado un sentimiento de pertenencia colectiva que hoy puede ser calificado ro1ll0 una identidad nacional relativanl<w'Uic ooli day estilllle Éste parece haber sido d caso boliviano, aunque la histociogralla del país celehra la declaración de laindepen­ dencia mediante uua asamblea constituyente en 1825 mmo un plebis cito fuudacioual y legitiU"llItorio. De todo csto se puede inferir que es imposible establecer1 eyes históricas de validez incuestionilllIe acerca de la formación y evolucióu d� los Estados nac:ionalesy de las identidades mlectivas. Los nexos entre Estado e identidad están oometidoo i�.'uaJmente a decllISoS aleatorios. Todo esto no es, empero, un obstáculo para que bajo ciertas circuns­ tancias los Estados y las identi dades nacidas de lamanera ulás fortlli1a puedandesplegar lInanotilllle l\xtaJeYa y lougevidad. Asill1isrn<) se puede Illl cons1atar que gnq)os oociales relativamente pcqueiioo, mando no insigni licuntes, �,uscitande l11I)(10 in",",perndo grandesmovimimtosreivindica tm;o&, sangrlentos y persi,tentes, que terminan por cambiar la historia de una región. Tampoco exist.e, por cousiguiente, nua sola e,1rategia adecuadaparaafullltar conientes alItonomistas, regionalistas y nacionalistas de cuño violento e intokran.tes pura cou los disidentes dentro de la propia comlllúdad, qne jug(jfican su actitud con la pretensión de restanrar llila identidad colectiva sojuzgada por algúu cenlralismo imperialisla. Parece que los ES/m"'s más exitosos en este campo 50U aquellos que logran couvertir las demandas étnico-culturales o s�paratistas en int=cs políticos 'nonnales' -de acuerdo mn la democracia plurali�1amoderna -, que evitan los extremos de unainmhercncia inestable y de una burocratización asfixiante y que r�spetan autonomías de todo tipo mediante fórmulas de libre asociación, de�renlralización . ­ ­ H . C.F. MANSILLA efectiva y devolución de derechos históricos tolerables para la reali­ dad contemporánea. La evolución del caso boliviano en los últimos años se inscribe parcialmente en esta especie de tradición pragmática. 4. Mestizaje y aculturación La historia boliviana -como cualquier otra- puede ser vista como una serie interminable de fenómenos de mestizaje y aculturación. Además de las innumerables mezclas étnicas, se han dado variados procesos mediante los cuales la Bolivia contemporánea ha recibido la influencia de la cultura metropolitana occidental, que ha sido percibida como militar, técnica y organizativamente superior a la sociedad premodema, siendo la consecuencia una simbiosis entre los elementos tradicionales y los tomados de la civilización triunfante.9 Cultura significa también cambio, contacto con lo foráneo, comprensión de 10 extraño. El mes­ tizaje puede ser obviamente traumático, 1 o pero también enriquecedor. Se podría aseverar que las sociedades más exitosas, como las de Eu­ ropa Occidental, han sido aquellas que han experimentado un número 1 12 relativamente elevado de procesos de aculturación. El tratar de volver a una identidad previa a toda transculturación es, por 10 tanto, un es­ fuerzo vano, anacrónico y hasta irracional: se puede pasar rápidamente de las reivindicaciones anti-imperialistas a las obsesiones nacionalistas 9 Cfr. Elizabeth Arrázola, "Impacto de la identificación étnica en las deci­ siones del Estado boliviano", en H.C.F. Mansilla, María Teresa Zegada (comps.), Política, cultura y etnicidad en Bolivia, 1 996, La Paz, CEBEM/ CESU, p . 7-24. 10 Sobre el proceso de mestizaj e, cfr. Roger Bastide, Elprójimo y el extra­ ño. El encuentro de las civilizaciones, 1 973, Buenos Aires, AmOITortu; Julio Cotler, Clase, Estado y nación en el Perú, 1 992, Lima, IEP; Alberto Flores Galindo, Buscando un inca: identidad y utopía en los Andes, 1 98 7 , Lima, Instituto de Apoyo Agrario; Tzvetan Todorov, La conquete de I 'Amérique. La question de l 'autre, 1 982, París , Seuil; Nathan Wachtel, Los indios del Perúfrente a la conquista española, 1 976, Madrid, Alianza. II CASO llOLlVL o. ." .. '¡O n Wl filturo remoto e.�ta pm.ibilidad no y a las limpiezas étnica�. E puoo e ser excl"ida totalmente de la realidad bolivi ana. En el área andina Cb10s dccursos evolutivos han exbibido tina enor­ me complejidad.l l Desde un comienzo se han dado diver.�as opdone.� para enl\-entar el fenómeno de la pre.�en�ia del conquistador exitoso almooo al inC'lli table proceso de acuHuración. "ntre ellas se encuen­ jran, ¡x'r ejemplo; (Al la permanencia apática dentro de loprooctemli­ nado 1X'r los agentes externos y el propio destino de fru,tración; (B) la rebelión habitualmente inútil. de los aborigene.� asediado.�pN la obse­ súón de un reU.lfno a la identidad primigenia; y (C) el intenJar un camino que combine el legooo de los mayores con los avances civilb'atorios de las sociedade.� exilOsa� del momento. "'ta última 1X'sibilidad e.� la pmdicada en >udo boliviano, el re,ultado puede ser descrito como una �enda de de.<;arrollo siucrc!ista '1ue preserva algunos fragmentos de tln l egado lTadil1 onal con tendencias particularistas y adopta algu­ nos elementos de la civilización moderna de índol e ullÍversali,ta. Se vislumbra en Bolivia lUla interesante amalgama entre una defClL�a paró al de la propia tradición cultural y una apropiación - lamentable­ mCllte acrítica- de los el ementos técnico-económicos de la civiliza- ción indmtlÍal de Occidente. El rechazo del universalismo a causa de su presllilto carácter wrocén­ [1;CO o su talant e impcriali,ta se conj uga con la búsq"eda de una iden­ tidad cultural primigenia, q lItJ estaría en peligro de desaparecer ante el avasallamiento de lamooerna cultura occidental de c1ll10 globalizador. Esta indagadóll, a ve""s dramática y amenooo dolorma para las comu­ nidade.� afectadas, intenta en el 11100 boliviano de.welar y recom,1nlÍr una esencia étnica y cultural que confi em caractensli ca.� indelebles y, al mismo tiempo, totalmente originales a lo.� gmpos étnicos que �e .�ienlen aJllClll\zadOS por la exitosa civilizaciónillodcma. E,te esn.lerzo p"ede .�cr calificado de lraumatiz¡mte y de inútil: lo.� ingrcr1ientes apa­ rentemcnte má� sólidos y los factofQs más sagrado.� del acervo cultu" Cfr. Wi1liam Tom.."S Armas, "El tem"- élnico en o. debate aet""l", en ll.e.F. MansilIa., María Tc'"CSa Legada (eomp'.), (¡p. di., P 49-74, (noI.J¡,9). 113 H,C,F. Mi\NS!LLA mI � hi�t<\rieo del actual e�pacio boliviano reffilltan �er una mixtura de\ez;nablc y contingente de e1emcnto� queprovi�nen queohns tradi­ cionc� nacionales o q<.le \icn�)1 una proced",ncia común C<lll lo� mú� diver�o� IX'JreSOS civilizutOlios. La quinta�sencia identificatoTÍa nacio" na1 o grupal, reputada como algo primordia� bámco � inalterabl�, sólo puede s�r d",finida y comprendida con respecto a lo cnmplejo, múlti­ pley camhiante qu� �stú encarnado enlo Otro, �� decir enl(JI; el<)m�tlU1S dd�rminantes d� las �ulturas ai�nlls y ha�la h:,�\ile�. E�te ejercicio de hÚRqu�da por 10 auténtico y pmpio tiCll� �f�CIOS traumaticos porq,le pon� d� Teliev� el hecho de que el núcko uÜIUf3) q,le puede ser con­ siderado efed;ivamentc como la identidad nacional incontaminada tituy� un fenómeno de poca importancia y exten�iÓ!L Pero eS si­ multáneamente una OCLlpaci6n qwe gw,a del favor popular porque en las ca]:\�s má� profurda� de la c,��cicnda colectiva �e haIla el propósito perseverante de aprehender y oon�olidar algo eslablequed" �cl1lido a COlL� las Otr3S uctividade� humanas y que p...wa ser percihido orgullosa y favorablemente oomo el alma imllutahle de la cOlnunidud ilimde Se vive y s� �nfre. 1141 : I 5. LIiI compleja dialéctica entre modernidad y tendencias iDdigeoil;tIiIs En Bolivi a algullO� moviruicnulg inrligeni�ta� e indiani�tas propagan un etnocon!ri,;mo acendrado y hasta un racismo excluyente., a�()mpa­ ñados por el de�ignio d� revitalizar las antih 'U as religiones, l engua y costumhre�, J)e�pués de largo� �iglos de amarga !nnnillación y e;<plo­ tación despiadllda, "s comprcn�ible q<le �u-rj3n corri entes de est38 cu­ nlcterhticllS,12 que se consagran a una apologia ingenna del estado de J1 Cfr, Silvia Rivera Cus;canqui, Oprimido,t pero no vencUln.\', 19E4, J <J colonizadore<¡ y co1rmirad(}s", en x"vier Albó, RlÚl Barrio, Morón (romps,), Violencias C/1cubia/m' en Bnlivia, 19')3, La Paz, C1PCNAR\JWIY 00; Ri<:anlo Calla Ortega, "Idenlifi- Paz, \liS¡¡OL; Rivera Cusic.anqui, "I�\ r"[z: EL CASO RO!,IVIANO OO�aR antes rle la llegada delos conqui�I.ad(..-e� e�pañoles. Pero a pe�ar de todo ello, la� coerciones de la técnica motlerna, la irradiaciÓn de valores normativos desdc lo� ecntrú� metropolitanos y la necesiu.ad de cohabitar cOll lo� mestizos y blalloo� han llevarlo a q1Ie una porción con�irlerahle u.e e�to� movimientos ingrese a la seru1a de la moderación y el comprnmi�o, reconociendo (a) la realüJlId inexorable u.e u.ml �oci�u.ad mullinaciCflal y pluriculh1T1l1, (h) la validez y bondatl de los valores uuiversale� y (c) la� ventajas u.e la cooperación ccu las otras comuuidade� étnioo"cllltllra1e� ll El cumino más promisorio parece ser el rle aceptar la divffsidad dentro de la lluiiliuJ del actllal Estado boliviano, IllÍ."ime � lo� gobien10� a partir de 1982 p=en hab�r aband(�ado todo proyecto unificador y homogencizantc que privikgic una sola iu.entidad nacional. La senda del pre��ntc porhía s¡,r rl�scrita como tolerarse y respctar�e, aun �in entender�e del tO(lo; por lo meno� se tiende a dejar de lado la vicja propensión de imponer p'..- la fuerza la civilización rle los blarlCO� y meslizo�, lo qlle caus6 como [e�pl-'esta que las dircrencias culturales fueran vistas como arllagÓlliC¡ls y mu­ tuamente excluyentesY' Este proceso se lleva acabo a pc�ar de quc \a legüJación bo!ivüma hasta 1994 no reconoció a los imlios en cuanto nacionalidade� propia¡¡ o comunidadeR autónomas, �ino 0010 como �ación élni�a y pmce;;{)" políli"", en Bolivia", o, Alberto Adriantzén, el al., DemIJcracia, Lima, lFEAIIEI', a,licidady violeflcia po litica e'l /usp<Ú\'('.\' andinn,<, 1 '193, " Cfr. Ant<IlÍo Otazo, "l:1 kataritilllO hocia el llniven;ali,mo", en l'rese'l­ cia, S dc jul;o (le 1993, I.·a Paz: 1mé Alcina F,.anch (�omp.), ftidilmi,!mn i1)ltigen¡�mo "'1 Am,ricll, 1990, Madrid, Alianza, pllssim. e 14 Ésta ha ,i(lo t"mbién la prúpuc"\a del gran inve,tigadm mcxi�mlO Guillermo Bonti! Batalla, Uto"iay revolución, ¡-:Ipefl,mmie,¡to ¡}(lIMen Cntl­ Innpurá,¡cn de lo" ifldin,< en América Latina, \ 9g 1, Méxi"", Nueva Imagen; Bmúli, ldefllit!adypluralismu eu/l!lml en América Latina, J 992, San Juan, Univ..."'dOO del'nocLo Ri"", <..-'fr, »obre e>;\a lemáti�a: Jorge V..-gaTa E.t�vez, Jorge 1. Vcrgar� del Solar, "l." identidOO Lultura! ]¡rtinoameric..·ma, Un ",,,ífui, de la" plincipa[e,s leo1, y = interpretac;o""'"", cnl'erliUtl{¡ySuciedad, 1995, Santiago de Chile, voL x, n' 1, p. 77-95. 1115 R.e.F. MANSILLA individuos. 1 5 Recién ahora países como Bolivia y Brasil han dado los primeros pasos para el reconocimiento jurídico-constitucional de pue­ bl os y territorios indígenas, pero esta medida se ve y se verá fuertemente contrarrestada por la difusión de las normas y los valores modernos de orientación, por la expansión implacable de la llamada frontera agrícola, por la búsqueda cada día más intensa de recursos naturales, y finalmente por la inmensa presión demográfica. No son, por ej empl o, únicamente los blancos -en cuanto representantes de la civilización in­ vasora del Norte-, sino mestizos de todo tipo y los indígenas proveni en­ tes de las tierras altas los que amenazan con destruir para siempre la identidad y los modelos sociales de las tribus selváticas, los territorios, la fauna y los grandes bosques de las regiones amazónicas. En nombre del progreso y la civilización, es decir, en nombre de valores comparti­ dos por las más diversas tendencias sociales y políticas, se está come­ tiendo un etnocidio unido a una irreversible devastación de dilatados ecosistemas tropicales. Ahora bien: a las corrientes nacionalistas, regionalistas y particularis­ tas de todo tipo -y en el caso boliviano a las etnias originarias- les asiste un cierto derecho. En una época de fronteras permeables, de un 116 sistema global de comunicaciones casi totalmente integrado y de pautas normativas universales, nace la voluntad de oponerse a las corrientes de uniformamiento y despersonalización. La legítima aspiración de afirmar la propia identidad sociocultural puede, sin embargo, trans­ formarse rápidamente en una tendencia xenófoba, racista, agresiva y claramente irracional, que a la postre pretende la aniquilación del Otro. Precisamente las peculiaridades de la evolución boliviana parecen alej arse de esta última alternativa. Aquí los grupos étnicos discrimi15 Cfr. Alcides Vadillo Carrillo, "Los territorios indígenas en Bolivia: de­ seos y realidades", en Presencia, 5 dejulio de 1 993 ; Sergio Ricco, Lo étnico! nacional boliviano. Breves reflexiones, en: Mario Miranda Pacheco (comp.), Bolivia en la hora de su modernización, 1993, Méxíco, UNAM, p. 1 79-9 1 ; Diego A . lturralde, "Pueblos indígenas y Estados latinoamericanos: una relación tensa", en José Luis Exeni, Carlos F. Toranzo Roca (comps.), Lo pluri-multi o el reino de la diversidad, 1 993, La Paz, ILDIS, p. 63-73. LL CASO HOU\lAL"'hl nado� primafacie por la modernización univer¡;aJi�ta occidental co­ mienzan a darse cuenta de las ventajas que en el fonoo C0n]1e.'a esta comente, pSfa defender SIlS intereses y acrecentar su participa�ión en los usualmente magros frutos del cTC\-1miento económico_técnico,16 E.� por eso que los movimiCtlt{,� i ndigenistas han tomado paulatina­ mente un giro pragmático y conciliau.or; su exponel.lte más conocido es cI líder del katarismo moderado, VíctorllUí;O Cárdenas, quial fue Vieepre�idcnte de la Rq¡ública de 1993 a 1997. 17 El gobierno del Gener¡¡l Hugo Banzer, a partir de agosln de 1997, ha pro5'Cgui<.lo la política de integrar sclcctiv¡¡mente a los grupo� afines a ideologías i ndigeni ,tas e indianistas: a la ¡¡Clual coalición gubcrnamCllial pcrtc­ ne<:en la fracción katarista de Fermm.:!o Untoja18 y el partido populh­ ta CO¡\'DEPA (Conciencia de Patria), de fume implantaci(lll entre la etnia u.e los aym(lC¡¡S (departamento de La Paz). El nuevo gobit'1110 truta activamente de llegar a un comprnllltoo aco::ptable con Jos campe­ sinos indi¡;enas productores de coca, lo qucrq¡resenta, como �e sabe, el mayor problema bolivillllo inlemo de las últimas décadas.19 ,o Clr. el interasan(e astudio ba:;ado en materiales empíri"m: RolanJo Sánchez Se¡rallll, ComunidadeJ rurales anle el carnhiny la modernización, 1994, La. Paz, c�an.\1. 17 VlctorHugo Cárdenas, "Katari"",o: matriz viva en la lógica del pacto", ell Presencia, 20 deun j io de 1993, Sobre osta temática, cfr, Ren6 An(onio Ma.yorga, Anlipolitica y neopopuli,mn, 1995, La Paz, Clol3EM, (l, 13 1-52; lean-Pime Lavaud, "De 1'indigénisJn) á I'indianisme: lo cas de la Bolivie", enProhleme de I 'Amerique Latine, n' 7, oc\uhrc/dicicmhr" de J 992, Parlo, p. 73 •.; Javier Hurtado, El katarismo, 19�6, La Paz, HlSBOl; Xavicr AIM, iDe katarislaJ a MNlli,taJ? La sorpre,oiva y audaz alianza entre kalaristas y neoliberalos, 1994, La Paz, r:llrX)INir:II'c,\, p, 12-23. '" Este IIdor indfgella "O hizo famoso al declarar que la. (lTCocupación eoológica seria la ideolo¡;ÍB./Illacrinica, fomnea yreacciowria de oociedll<ics agola.da" CQIT\[) la" del Norte. Cfr. lo'"" ,"ndo {J ntoja, "Ecolo¡;la: ¿nna ideo­ logia?", en Pre'erll:ia, 2 J de septiembre de 199 ( , 19 "Hi'tóri�'O acuado entre pro<bctorce de "<lC& Y gohiemo: pactan erradi­ car cocales , enPresellcia, 3 de septiembre de " 1997, p. 8. In R.e.F. MANSILLA El relativo éxito del régimen democrático-representativo, 20 restau­ rado en Bolivia en 1 982, ha significado una seria declinación de la concepción indigenista de una democracia directa, participativa y co­ munitaria, basada aparentemente en viej as tradiciones sociopoliticas 21 de las etnias originarias. Sólo reducidos grupos extremistas pretenden recrear las comunidades campesinas precolombinas de índole colecti­ vista para que actúen como núcleos paradigmáti cos de una sociedad perfecta, sin los defectos que están presuntamente vinculados con todas las fonnas del odiado ' capitalismo ' occidental. La corriente modera­ da ya no propugna la edificación de una comunidad homogénea basada en la pureza étnica de los grupos aborígenes, sino una sociedad com­ plej a y cambiante con amplia tolerancia para todas las razas, l as clases sociales y los niveles civilizatorios. En el caso boliviano se tiende a abandonar también el 'modelo 22 que era uno de los rasgos centrales -y aparen­ mestizo homogéneo , temente modernizantes- de la llamada Revolución Nacional de 1 952. Este ens ayo de un nacionalismo antí-oligárqui co y abiertamente desarrollista pretendía crear ciudadanos jurídicamente iguales, pero culturalmente unifonnes : bolivianos por antonomasia, preocupados 118 exclusivamente por l a construcción d e una nación socialmente justa y económicamente adelantada. La realidad de las últimas décadas ha desmentido aquel designio de marxistas revolucionarios, liberales autoritarios e iluminados en función gubernamental, que propugnaba 20 Sobre la evolución bastante exitosa del régimen democrático-represen­ tativo en Bolivia, cfr. entre otros: René Antonio Mayorga, ¿De política al régimen democrático?, 1 9 9 1 , La Paz, CEBEM. 21 la anomia C fr la apología más conocida de la democracia directa de las comuni­ . dades campesinas ayrnaras : Silvia Rivera Cusicanqui, "Democracia liberal y democracia de ' ayllu"', en Mario Miranda Pacheco (comp.), op. cit., p. 2 1 7-55, (nota 1 5); cfr. también los estudios críticos: Franco Gamboa Rocaba­ do, "Colonialismo interno : entre la visión crítica y el fatalismo político", en H.C.F. Mansilla, 22 María Teresa Zegada (comps.), op. cit., p. 35-48, (nota 9). Carlos F. Toranzo Roca, "Lo pluri-multi", 1 993, suplemento especial: enPresencia, 6 de agosto de Bolivia: país pluri-multí, p. 6 . EL CASO BOLIVIANO el igualar a la fuerza a todos los ciudadanos de acuerdo con criterios culturales y educativos dictados desde arriba y desde el centro . La evolución histórica ha mostrado más bien la supervivencia de las tra­ diciones étnico-culturales paralelamente al desenvolvimiento de la moderna racionalidad técnico-económica; se han dado, además, nuevos fenómenos en el marco de varias ' culturas mestizas ' de inusitado vigor, sobre todo en los terrenos de las artes plásticas, la música, el cine y las 23 artesanías. Reformas politico-institucionales a partir de 1 994, que otorgan una importancia creciente a los municipios y a las comunida­ des indígenas rurales, han contribuido a revitalizar elementos de un modo de vida distinto del occidental-moderno-urbano . La instauración de un régimen estable de democracia pluralista y representativa a partir de 1 982, la introducción de la economía de libre mercado y el discurso muIticulturalista -en conjunción con las reformas políticas de 1 994- han favorecido un sistema híbrido, en el que convi­ ven de manera paradójica las ya mencionadas tendencias dispares: la uniformización según parámetros occidentales modernos y el renaci­ miento de las culturas indígenas premodernas . A esto ha coadyuvado poderosamente la evolución de la juventud actual, que ha gozado de una mej or educación que sus progenitores, vive mayoritariamente en centros urbanos, ti ene más acceso a la formación universitaria y habla 24 castellano en proporción más elevada que las generaciones anteriores. Esta juventud parece ser más to1 erante frente al pluralismo cultural (y político), pero simultáneamente más propensa a imitar pautas foráneas de comportamiento que la población boliviana de edad avanzada. Pero aún falta mucho por hacer en este sentido: como escribió Carlos Toranzo, 10 necesario ahora sería "el reconocimiento democrático del 23 Miguel Castro Arze, Mauricio Lea Plaza, "La hora de 10 local en BoH­ via", en Nueva Sociedad, nO 1 42, marzo/abril de 1 996, p. 1 1 6-25; Repúbli­ ca de BolivialMinisterio de Desarrollo Humano (comp.), El pulso de la democracia. Participación ciudadana y descentralización en Bolivia, 1 997, Caracas, Nueva Sociedad. 24 Salvador Romero Ballivián, "Los jóvenes ante el nuevO escenario", en La Razón, La Paz, suplemento Ventana, 22 de septiembre de 1 996, p. 8 s. 1 19 ReJ'. MANSILLA rcino de la diver�idad","l ya que en Bo1ivia las esrnK'turas nmdarn",n­ talc� del poderpoHtieo yd", la organización ewnómicano son todav;" genuinamente diver�a� y traen consigo ell<)illle5 desventajas pan! las etnias ahorigenes.z6 6. Conclusiones provisionales EII ",1 hderog(:neo espacio fl�ieo del actlUll territorio bolivmno �'"puede percibir la constrlJ<:ci (VI de una identidad socio�llltural de cllño ,'Íncre­ ti�ta. cuya viabilidad hi�\ó1;ca no partx-"" ser rcducidu. El indigenimlo moderado en Bolivia en particular y la� tendencia� au\oct()nista� en genera1 1'retcndert una s¡nte�is entr", d de�an:ol\o iécrlÍco-cumómieo moderno, por un lado, y la propia tradición en lo� campos de la vida familiar, la religióll y las �(rueh1fas sociopolítica�, por otro. Es decir: aeepto.n <leríticamente los úJtimo� progre�o� de la tQ11ologia, los �is­ temas d", C(,mtmicadón más refinudos provenientes de Occidente y sus métodos de gerencia empresarial, por una parte, y preservan, por 120 otra. d", modo iguulrnente ingenuo, las modalidades de la esfera ínti" mu, las pautus <:olcclivas de comp:Jrtamicnto cotidiano y las instiiu­ ciones políticas de lu propia hen:ncia histórica confonnada an\es del contado con las potencias europeas. La cOIL�ewencia de estos proce­ sos de u<.'Ultumción, que siempr", van ucompañados por fenómenos de d",sestubili7.ación ",mocional wlcctivu, se traduce enuna irritante mix­ turu que puooe Str descrito. como lmu extendida tecnojili<l en el ámbi­ to cconómico-organÍ7.ativo, complementada con la conservación de modos de pen� y actuar premoderno:>, particularistas (en sentido negativo) y francamente retrógrados en lo� otro� campos de la vida humana. El rcsgllaTdar y hasta cCilso!idar la tmdición sociopolítica )j Cario" 1'. Torat)7.(l Roca, "Prólogo", en E"enitToran7o Roca (comp•.), op. cil., (nola 15), p. I 7. 26 l-I.:rnmKlo Calla Ortega, "¡,Rociprocid¡¡(1 en la dominación?", en T LC.F. Man"ilb, Maria T...esa Z�ga(la (comps.), op. cit., (nota 9), p. 25"34. EL CASO BOLIVIANO del autoritarismo tiene entonces la función de proteger una identidad colectiva en peligro de desaparecer (barrida por los valores universa­ listas propagados por los medios contemporáneos de comunicación), de hacer más digerible la adopción de parámetros modernos en otras esferas de la actividad social y mantener un puente entre el acervo cultural primigenio y los avances de una modernización considerada como inevitable. A 10 largo de la historia universal han existido muchos intentos de legitimizar estos regímenes lubridos y de justificar la mencionada adopción parcial y parcializante de la civilización occidental. En Bo­ livia hay una tendencia sociocultural a diferenciar entre la religión, la cultura, la filosofía y la política de los ' gringos' ,27 por un lado, y sus técnicas industriales, por otro. Lo primero debía ser rechazado taj ante­ mente, pues sería el núcleo de una sociedad aborrecible, pero 10 segun­ do constituiría 10 ' aprovechable' de la misma, que podía ser utilizado sin contaminar la identidad de la cultura endógena. El resultado es una modernidad imitativa, que adapta más o menos exitosamente algunos rasgos de la sociedad industrial moderna, rasgos pueden ser resumi­ dos bajo la categoría de una racionalidad meramente instrumental. Se puede afinnar, por consiguiente, que la actual ola en pro de la recuperación de tradiciones endógenas en el plano sociocultural preten­ de, en el fondo, consolidar identidades colectivas devenidas precarias; estos intentos no han podido o no han sabido crear modelos verdadera­ mente diferentes con respecto a las exitosas naciones metropolitanas de Occidente, sobre todo en lo concerniente a las últimas metas nor­ mativas que hoy en día definen 10 que es ' desarrollo ' : modernización, alto nivel masivo de vida, tecnificación en un contexto urbano y un Estado nacional más o menos eficiente. Lo Otro, que para las etnias aborígenes era consuetudinariamente 10 Occidental, ha sido acogido 27 Sobre la ambigua y explosiva relación de los latinoamericanos con la exitosa sociedad de los Estados Unidos, cfr. Mariano Baptista Gumucio, Latinoamericanos y norteamericanos. Cinco siglos de dos culturas, 1986, La Paz, Artística. 121 R e.F. MANSILLA por ellas en fonna entusiasta y convertido en un valor nonnativo de primer orden. En este aspecto las comunidades aborígenes siguen la pauta establecida por la dite blanca y los grupos mestizos del país, que siempre se han sentido próximos a una selección de los valores metropolitanos occidentales, selección que ha demostrado ser arbitra­ ria: se adopta la más moderna tecnología, pero no así el espíritu critico y científico que la ha posibilitado. En esta época de presurosas adopcio­ nes de las más disímiles herencias civilizatorias e intercambios cultu­ rales incesantes con las naciones más lej anas, es arduo establecer qué podría ser efectivamente la alteridad sociohistórica para la conciencia colectiva boliviana. La confrontación entre 10 propio y lo ajeno tiende a diluirse en un mar de ambigüedades donde todo vale. A fines del siglo xx, después de haber experimentado los horrores asociados a un racionalismo exclusivamente instrumentalista y a un fundamentalismo antihumanista, lo más razonable parece ser una sín­ tesis entre principios universalistas y valores particularistas, que por un lado logre preservar elementos identificatorios aceptables de las tradiciones de cada pueblo y por otro pueda generalizar 10 positivo de la civilización occidental. Lo rescatable del mundo premoderno reside, 122 como ya se mencionó, en su heterogeneidad, su polifonía y su colorido, es decir en aquello que puede servir aún de freno a la monotonía de la sociedad enteramente modernizada, a sus standards implacables, exen­ tos de toda estética, y a su unifonnidad vacía de sentido de la vida. Lo que se precisa es algo que nos haga comprender 10 valioso de aquellas sociedades hoy calificadas despectivamente de arcaicas, primitivas y atrasadas, y 10 negativo de un universalismo anónimo y frío, que es un modo de controlar y dominar todo aspecto de vida humana, un uni­ versalismo tecnocrático que tennina por desechar al mismo tiempo 10 rescatable de la Ilustración y el racionalismo: el espíritu crítico-científi­ co, la democracia parlamentaria y representativa, el respeto al individuo y la moral universalista.