Propiedades físicas de un Durustol Entico bajo labranza

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Resumen: A-064
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDEST E
Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2005
Propiedades físicas de un Durustol Entico
bajo labranza convencional y siembra directa
Prause, Juan - Fernández López, Carolina - Dalurzo, Humberto C.
Universidad Nacional del Nordeste. Facultad de Ciencias Agrarias.
Cátedra de Edafología. Sargento Cabral 2131. (3.400) Corrientes. Argentina.
Tel. 03783-427589/ FAX 03783- 427131/ E-mail: prause@agr.unne.edu.ar
Antecedentes
Los tradicionales sistemas de labranzas exigen por lo general la eliminación de los rastrojos, ya que cualquier exceso
mal manejado puede significar un problema al suelo y al cultivar. El problema físico que generan los rastrojos mal
manejados induce a los agricultores a quemarlos o retirarlos del terreno próximo a sembrar. La pérdida gradual de
materia orgánica que puede sufrir un suelo por no disponer de sus propios rastrojos, significará una lenta pérdida de su
fertilidad, lo que irá en directo perjuicio de su productividad. Los suelos con bajos niveles de materia orgánica (menos
del 2%) serán cada vez más dependientes de los fertilizantes industriales, en forma especial de los nitrogenados
(Crovetto Lamarca, 1992).
La producción de cultivos en siembra directa es un concepto relativamente nuevo comparado con siglos de agricultura
convencional. La introducción de la siembra directa en nuevos productores en cualquier país o región crea idénticas
preocupaciones. Estas se basan en la transición desde la agricultura convencional hacia la siembra directa y deben ser
dirigidas (Phillips, 1994).
En siembra directa no existen los problemas de germinación y emergencia originados por el encostramiento en suelos
bajo labranza convencional. Los primeros centímetros de suelo tienden a formar estructuras estables, granulares y
migajosas. Aumenta la infiltración pero, una de las principales objeciones se centra en la compactación subsuperficial
cuya acción restrictiva (sobre los rendimientos) no ha sido fehacientemente demostrada. En climas cálidos la siembra
directa favorece el incremento de la actividad biológica del suelo en todos sus aspectos. Ese aumento provoca (con el
tiempo) cambios favorables en el estado físico y modifica propiedades químicas del suelo superficial. Dada la
importancia del tema y los insuficientes conocimientos disponibles sobre este aspecto de nuestros suelos es necesario
intensificar las investigaciones sobre él (Romagnoli, 1994).
Barbieri et al., (2003), han demostrado que el uso de labranzas conservacionistas y en particular la siembra directa,
produce una serie de cambios en el ambiente edáfico, siendo el más relevante, la menor disponibilidad de nitrógeno
mineral durante los primeros años de su implementación.
Se sabe que uno de los indicadores de la calidad de los suelos es la cantidad de materia orgánica y la estabilidad de los
agregados. También los contenidos de C y de N en la biomasa microbiana, son indicadores precoces de cambios en los
contenidos totales tanto de C como de N (Covacevich y Echeverría, 2000). Chagas et al., (1994) observaron que la
resistencia a la penetración de las raíces que presentó la siembra directa en los primeros 15 cm del suelo respecto de las
restantes labranzas, se atribuiría al asentamiento del suelo no labrado y afectado por el peso de las maquinarias. Se pudo
apreciar en el estudio realizado por estos investigadores, una reducción en la exploración radical en profundidad bajo
siembra directa.
Como consecuencia de los antecedentes antes citados, se puede afirmar que durante los últimos años se incrementó en
forma importante en nuestro país, la implementación y el estudio de las labranzas conservacionistas y los efectos que
éstas producen en el suelo. Queda demostrado que los diferentes tipos de labranzas producen modificaciones en las
propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo, que están condicionadas por factores climáticos, edáficos, de uso y
de manejo. La mayoría de los trabajos de investigación publicados, referidos a siembra directa en Argentina, se han
realizado en la región pampeana, en relación a aptitud de suelos, materia orgánica y actividad microbiana, procesos
biológicos del suelo, cultivo de trigo en siembre directa, pérdida de suelos, transfomaciones del nitrógeno (Pidello, et
al., 1995; Marelli, 1996; Sainz Rozas et al., 1997). Como consecuencia de la introducción de la siembra directa como
sistema de producción agrícola en la Provincia del Chaco, se hace necesario realizar estudios que permitan determinar
los cambios producidos en el suelo, bajo el sistema de labranza conservacionista y el de siembra directa, para la región
chaqueña.
Objetivo
Evaluar algunas propiedades físicas de un suelo clasificado como Durustol Entico (Serie Las Breñas) de la Provincia del
Chaco, bajo dos sistemas de labranzas.
Materiales y Métodos
Se trabajó sobre un suelo del área geomorfológica Pinedo, cuyo material de origen es el Loess, correspondiente a la
Serie Las Breñas clasificado como Durustol Éntico del Departamento L.J. Fontana ubicado en el sud-oeste de la
Provincia del Chaco, caracterizado por presentar lomas tendidas de relieve normal, y sus problemas principales son:
susceptibilidad a la erosión, con escaso contenido de materia orgánica (Ledesma y Zurita, 1995). El suelo en donde se
realizó el trabajo tiene más de 50 años de monocultivo algodonero con labranzas convencionales (arados de reja y
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discos, rastras de discos, y siembra), procediéndose a la quema de los residuos de cosecha del algodonero. Desde el año
1999 se realizan rotaciones con cultivos de maíz; y rotaciones trigo-soja hasta el año 2001 (fecha del muestreo de
suelos).
Se analizaron dos tratamientos: labranza convencional (LC), y siembra directa (SD) en cultivo de soja variedad ANTA
82. Para cada una de las situaciones se obtuvieron 20 muestras tomadas al azar, a una profundidad de 0-15 cm. Se
extrajeron muestras no disturbadas de suelos con cilindro de Kopecki, para determinar densidad aparente.
En laboratorio se determinaron: Textura por Bouyouccos; Densidad aparente: método del Cilindro (Gandoy,1981);
Densidad de partícula: método del picnómetro (Gandoy,1981); Estabilidad de agregados. (Kemper, W.D. and R.C.
Rosenau. 1986); Humedad equivalente por centrifugación; Materia orgánica por Walkley-Black.
Por cálculos se determinaron: Porosidad total (Carter y Ball, 1993); Macroporosidad (MP) y microporosidad (uP) y la
Relación MP/uP (Carter y Ball, 1993).
Para determinar las posibles diferencias entre los tratamientos, se aplicó la prueba de “t” para dos muestras
independientes.
Resultados y Discusión
En el Cuadro 1 se presentan los valores obtenidos en cada uno de los tratamientos para pH en H2O, pH KCl, Porosidad
total (Pt); Macroporosidad (Mp); Microporosidad (µP); materia orgánica (MO), Densidad aparente (Da); Humedad
equivalente (He); Estabilidad de Agregados (Ea).
Cuadro 1. Caracterización física y físico-química del suelo bajo labranza convencional (LC) y siembra directa (SD).
pH
pH
MO
Da
He
Mp
µP
Pt
Ea
H 2O
KCl
%
g.cm-3
%
%
%
%
Media LC
7,28
6,43
1,90
1,16
21,78
31,12
25,21
56,33
26,53
MediaSD
7,19
6,36
1,70
1,20
21,24
29,40
25,43
54,83
27,32
Desv.Std.
0,21
0,22
0,52
0,04
1,77
3,26
2,24
1,66
9,66
t
-1,25
-1,08
-1,12
2,7
-0,93
-1,54
0,3
-2,72
0,24
P
0,225
0,293
0,276
0,012
0,36
0,14
0,77
0,014
0,817
La clase textural de los suelos en ambos tratamientos es franco-arcillosa, arrojando los siguientes valores promedios
para LC (arcilla = 30,72%; arena = 32,79%; limo = 36,50%) y para el tratamiento de SD (arcilla = 28,57%; arena =
30,91%; limo = 40, 57%).
Los valores analizados de pH en H2O fueron para LC = 7,28 y para SD = 7,19, no hallándose diferencias estadísticas
entre ambos tratamientos. Los valores de pH KCl determinados para LC = 6,43 y para SD = 6,36, no arrojando
diferencias estadísticas entre los tratamientos considerados. De acuerdo a lo reportado por Díaz Zorita (1999), la acidez
del suelo es frecuentemente modificada por las prácticas de labranzas, pero en este trabajo no se encontraron diferencias
estadísticas entre los valores de pH del suelo, que concuerden con lo reportado por este autor, probablemente debido al
escaso tiempo en que se trabaja bajo el sistema de siembra directa y a que el cultivo antecesor era el de soja, que deja
poco rastrojo en superficie.
La porosidad total (Pt) calculada para el tratamiento de LC arrojó una media = 56,33% y para el tratamiento de SD =
54,83%, valores que son considerados normales para suelos agrícolas, considerándose que la porosidad total está
constituida por una macroporosidad (Mp), utilizada para la circulación del agua y del aire y por una microporosidad
(µP) que almacena agua (Duchaufour, 1983).
Con respecto a la (Mp), se obtuvieron valores promedios para LC = 31,12% y para SD = 29,40%, no encontrándose
diferencias significativas entre los valores analizados. Se calculó la (µP), considerada como la fracción de la porosidad
total ocupada por el agua del suelo en condiciones de humedad equivalente a la capacidad de campo. Los valores de
(µP) para LC = 25,21% y para SD = 25,43%, no hallándose diferencias estadísticas significativas entre ambos valores.
De acuerdo con algunos investigadores, la relación µP/Mp indica el grado de compactación de un horizonte,
considerándose que existe compactación cuando dicho cociente es mayor o igual a 1,5. La relación µP/Mp encontrada
en este trabajo osciló entre valores para LC = 0,8 y para el tratamiento de SD = 0,9, indicando una predominancia
estructural de macroporos (Ingelmo, et al., 1988; Prause y Gallardo Lancho, 2003).
Los valores de MO obtenidos para LC = 1,90 % y para SD = 1,70 %, no presentando diferencias entre los tratamientos,
en coincidencia con lo encontrado por Alvarez et al., (1995). Estos autores reportaron que la constante de
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mineralización de las formas hábiles de MO no muestra un claro patrón de comportamiento en relación con el manejo,
como tampoco con la profundidad. Chagas et al., (1994) encontraron que los valores de MO correspondientes a los 5
cm superiores en los tres tratamientos comparados (convencional, vertical y siembra directa), no variaron
significativamente. De todas maneras, se puede observar un porcentaje levemente mayor de MO, para el tratamiento de
labranza convencional.
La densidad aparente (Da), está influenciada por el contenido de las diferentes fracciones orgánicas y minerales del
suelo, incluyendo el espacio ocupado por el aire, por lo que sus mediciones están relacionadas con la porosidad total y
por la estructura del suelo (Porta Casanellas, et al.,1994).
Los valores promedio de (Da) calculados para el tratamiento de LC = 1,16 g cm-3 y para los suelos en SD = 1,20 g cm-3,
hallándose diferencias estadísticas significativas entre ambos tratamientos (P < 0,0126), indicando un aumento en la
densificación del suelo bajo siembra directa, coincidiendo con lo reportado por Prause y Soler (2001), en un estudio
realizado en la Provincia del Chaco, en el que la siembra directa provocó un incremento en la densidad aparente del
suelo en la profundidad de 0-15 cm.
Una de las características más importantes del suelo está relacionada con el agua presente en él y que llena parte de los
poros presentes entre las partículas sólidas y en los espacios inter y extrapedales. En general, la productividad agrícola
está más frecuentemente limitada por los excesos y déficit hídricos que por cualquier otra causa (Montenegro González,
y Malagon Castro,1990). Un concepto útil es el de la capacidad de retención de agua disponible para las plantas. Se
basa en una clasificación biológica del agua del suelo que considera como disponible para las plantas el agua retenida
entre dos situaciones, la denominada “capacidad de campo” y el “punto de marchitamiento permanente”. La capacidad
de campo se trata en cierta medida del contenido máximo de agua que puede retener el suelo cuando la mayoría de la
macroporosidad está ocupada por aire y se estima partir del contenido de agua que retiene una muestra de suelo en
equilibrio con una presión de 33 kPa (Porta Casanellas, et al., 1994), en un equipo de presión y su determinación se
denomina Humedad equivalente. Los valores de Humedad equivalente (He) calculados para los suelos de ambos
tratamientos, no registraron diferencias significativas, dando promedios para LC = 21,78% y para el tratamiento de SD
= 21,24%.
La Estabilidad de los agregados (Ea) hace referencia a la capacidad de éstos para mantener su forma al estar sometidos
a fuerzas inducidas artificialmente, en concreto las derivadas de la humectación, impacto de las gotas de lluvia o el paso
de agua o a un determinado proceso dispersivo. La importancia de su determinación, radica en que determina la
distribución del tamaño de poros y por ello los procesos de transferencia (Porta Casanellas, et al., 1994). Los valores
promedios de (Ea) para el tratamiento de LC = 26,53 y para el tratamiento SD = 27,53 no hallándose diferencias
significativas entre ambos tratamientos, aunque sí se puede observar una tendencia a una mayor estabilidad para el
tratamiento de SD.
Conclusiones
Los resultados del trabajo indican que el sistema de siembra directa (SD), provocó un aumento en la densidad aparente,
y una disminución de la porosidad total. Estas diferencias resultaron ser significativas estadísticamente, que podrían
modificar a largo plazo, las características físicas analizadas del suelo.
El pH, materia orgánica, humedad equivalente, macro y microporosidad, y la estabilidad de agregados, no indicaron
diferencias estadísticas entre los dos sistemas de labranzas, probablemente como consecuencia del escaso tiempo
trascurrido, desde que se adoptó el sistema de siembra directa.
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