INDICE SOCIALISMO CRISTIANO CAPITULO I A−Orígenes del Socialismo Sus inicios se remontan a la época de la Revolución Francesa y los discursos de François Nöel Babeuf, el término comenzó a ser utilizado de forma habitual en la primera mitad del siglo XIX por los intelectuales radicales, que se consideraban los verdaderos herederos de la Ilustración tras comprobar los efectos sociales que trajo consigo la Revolución Industrial. Entre sus primeros teóricos se encontraban el aristócrata francés conde de Saint−Simon, Charles Fourier y el empresario británico y doctrinario utópico Robert Owen. Según ellos, el capitalismo constituía una injusticia: explotaba a los trabajadores, los degradaba, transformándolos en máquinas o bestias, y permitía a los poderosos incrementar sus rentas y fortunas aún más mientras los trabajadores se hundían en la miseria. Mantenían también que el capitalismo era un sistema ineficaz e irracional para desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad, que atravesaba crisis cíclicas causadas por periodos de superproducción o escasez de consumo, no proporcionaba trabajo a toda la población (con lo que permitía que los recursos humanos no fueran aprovechados o quedaran infrautilizados) y generaba lujos, en vez de satisfacer necesidades. El socialismo suponía una reacción al extremado valor que el liberalismo concedía a los logros individuales y a los derechos privados, a expensas del bienestar colectivo. B−Socialismo Es un término que, desde principios del siglo XIX, designa aquellas teorías y acciones políticas que defienden un sistema económico y político basado en la socialización de los sistemas de producción y en el control estatal, de los sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo. Aunque el objetivo final de los socialistas era establecer una sociedad comunista o sin clases, se han centrado cada vez más en reformas sociales realizadas en el seno del capitalismo. A medida que el movimiento evolucionó y creció, el concepto de socialismo fue adquiriendo diversos significados en función del lugar y la época donde arraigara. B 1−Socialismo y servicios públicos Fue sobre todo después de 1945 cuando se relacionó el socialismo con la gestión de la economía por parte del Estado y con la expansión del sector público a través de las nacionalizaciones. Aunque los activistas socialistas concebían la propiedad estatal como un primer paso hacia la abolición del capitalismo, las nacionalizaciones tenían por lo general objetivos más prácticos, como rescatar empresas capitalistas débiles o ineficaces, proteger el empleo, mejorar las condiciones de trabajo o controlar las empresas de servicio público. A pesar de que las nacionalizaciones han sido relacionadas a menudo con los partidos socialistas fueron con frecuencia los gobiernos de partidos no socialistas los que recurrían a ellas. En lo sustancial, el socialismo ha seguido estando limitado a Europa occidental o a países cuya población es o ha sido de origen europeo, como Australia, Nueva Zelanda, Israel o varios países latinoamericanos. La principal excepción la constituyen los Estados Unidos, donde nunca ha existido un partido socialista importante, algo que ha dejado a menudo perplejos a los teóricos socialistas, que se equivocaron al creer que la industrialización conlleva siempre el advenimiento del socialismo. 1 En Latinoamérica existen partidos socialistas importantes en Chile, Ecuador, Venezuela y Uruguay; en otros países forman frentes políticos con otras organizaciones. El partido socialista más antiguo de Latinoamérica es el argentino, fundado en 1896 por socialistas alemanes e italianos. B 2−El Estado de bienestar Según se acercaba a su fin el siglo, el socialismo tal y como se hallaba representado por los partidos socialistas no sólo había perdido su perspectiva anticapitalista original sino que también empezaba a aceptar, aunque con dolor por su parte, que el capitalismo no podía ser controlado de un modo suficiente, y mucho menos abolido. C−Características principales Críticos con el capitalismo Se critica: la propiedad privada y el interés personal. Anti−individualismo Identifican el individualismo con el egoísmo. Dan una gran importancia a lo social, en la sociedad la conclusión a la que llegan es que los hombres no se desarrollan plenamente si no viven en sociedad, de forma activa. Esto los lleva a potenciar la idea de comunidad. Dan mucha importancia a los factores sociales para exponer las conductas individuales. Plan de la libertad Los socialistas defienden la concepción positivista. Concepción positiva: capacidad para poder hacer algo, se necesita para ello un número de recursos económicos hay que exigir más igualdad en la sociedad, hasta el punto de que sino hay una igualdad real no podemos hablar de libertad. Internacionalista El socialismo no puede ser nacionalista, luego las cosas cambiaron, cuando llego la PGM, los obreros se unieron a sus gobiernos y no a los demás obreros. Los socialistas no siempre han sido contrarios al nacionalismo, ya que han contribuido para algunas revoluciones. D−Rasgos de la economía socialista La colectivización de los medios de Producción: El sistema socialista no acepta la propiedad privada los medios de producción y comercio, de manera que casi todo pertenece al Estado, o sea, al pueblo. Cada país ha utilizado sus medios de producción cada cual a su manera, pero dentro de esta misma doctrina. El duro camino hacia el desarrollo: El objetivo del socialismo era mejorar el nivel material y cultural de los ciudadanos, para ello es necesario modernizar casi todo. Esto es posible gracias al esfuerzo de todos los productores. Para ello convertían el trabajo como un deber nacional, que apoyaría la economía y la patria a cambio de recibir menos dinero por la cantidad de trabajo. 2 También prevaleció los incentivos económicos a tipo individual, sobre todo a los agricultores con parcelas pequeñas y grandes producciones. E−Problemas del socialismo El socialismo logró grandes metas, pero también se enfrentó con grandes problemas económicos, que vislumbraban que el sistema estaba lejos de ser eficaz en todos los aspectos. Los principales problemas fueron: % El papel hegemónico de la Unión Soviética respecto a los países de su propia área ideológica. La libertad económica de estos países quedaba en entredicho. % La burocratización continua y excesiva, que actuaba con frecuencia de freno del dinamismo y la renovación. La consecuencia fue el estancamiento productivo y la escasez de bienes. % La participación ideológica y la libertad política apenas estaban contempladas por el sistema, todo intento de cambio resultaba difícil. CAPITULO II A−Social Cristianismo Teoría que procura conferir a la, religión cristiana un tinte socialista, presentar el cristianismo como defensor de los Intereses de los trabajadores y como medio de liberación de todas las calamidades sociales. El socialismo cristiano surgió en las décadas de 1830 y 1840 como variedad del socialismo feudal, en el que se revelaba la hostilidad de las clases feudales en trance de desaparecer respecto al capitalismo. La misión del socialismo cristiano consiste en luchar contra el movimiento revolucionario, en reconciliar las clases enemigas. En nuestros días, el socialismo cristiano constituye una variedad de la ideología burguesa. La crítica que los socialistas cristianos hacen del capitalismo posee un carácter demagógico. Lo típico de dicho socialismo es la búsqueda de una "tercera línea", distinta del capitalismo y del comunismo; en realidad, su ideal la "democracia cristiana" no rebasa el marco de las relaciones sociales burguesas. El socialismo cristiano se halla estrechamente vinculado al reformismo y lleva a cabo una política escisioncita en el movimiento obrero. Se sostiene que el cristianismo es más que uno de los ingredientes principales de la "cultura de occidente" su esencia misma, su espíritu. Primero, mediante la iglesia única de Roma y luego por la acción radial de sus diversas ramas. El cristianismo tiene parte activa en la vida espiritual de millones de seres humanos y en los acontecimientos que informan su realidad durante 20 siglos en Europa, América y partes de otros continentes. Es, pues, natural que de uno u otro modo el cristianismo haya tenido contacto con los fenómenos político−sociales que se desarrollan en ese lapso. El cristianismo no pudo mantenerse ajeno a las conmociones causadas por la aparición del socialismo como participante activo en la historia de Europa. Ocupó con relación a este nuevo personaje del drama político una serie de actitudes que evolucionaron desde breves diálogos cautelosos con el socialismo de tipo utópico y reformista, pasando por una abierta guerra con el materialismo marxista hasta una convivencia pacífica que deja a salvo ciertos principios. 3 El cristianismo es intrínsicamente individualista, ya que proclama los valores primordiales del espíritu humano, reflejo de la sustancia divina. Tanto su metafísica como su ética se asientan en el concepto de la responsabilidad individual ante Dios, y del libre albedrío, incompatible, por ejemplo, con el determinismo materialista, económico, del marxismo. Sin embargo es evidente que la doctrina de Cristo encierra un profundo e indiscutible contenido social. La igualdad de los hombres, el amor a los semejantes, la caridad misma, tienen similitud con los postulados de las tendencias colectivistas. El desprendimiento de los bienes terrenales que predicó Jesús aparta al hombre del desenfreno posesivo, del apetito desmedido que es causa y efecto del enriquecimiento individual de unos a costa de otros. Fue un Padre de la Iglesia quien empezó a negar rotundamente la legitimidad del derecho de propiedad; es por eso que el cristianismo y el socialismo hubiesen seguido rumbos paralelos en ciertas etapas del viaje histórico y que, en distintas épocas y formas diferentes, se hubiese tratado de refundirlos. Hay que resaltar que si bien esas corrientes marcharon por rumbos semejantes, no llegaron nunca a unirse permanente y totalmente. B−Edad Media El cristianismo tomó sus formas teológicas definitivas, y la iglesia asentó su poder temporal. Pero, en estricta verdad, no puede decirse lo mismo de la ética cristiana en el campo social. Poco logró hacer la Iglesia para remediar los males de la sociedad feudal. Hubo, como en todo tiempo, sacerdotes que se aproximaron a los siervos, pero en ausencia de una acción oficial definida por parte de la Iglesia, la sala caridad cristiana no tuvo alcance para tocar el fondo del abismo que separaba a las clases medievales. No logró valerse de su poder en el orden espiritual para imprimir el acento de Cristo en el orden de relaciones humanas que, por diez siglos, caracterizó al feudalismo. Se le dio a la Iglesia el derecho para imponer sanciones espirituales por actos inmorales. Conforme creció el poderío de la iglesia y la autoridad de ésta, gravitó en las manos del Papa, el derecho de excomulgar a miembros de la Iglesia que desobedecieran por lo que se convirtió en un arma valiosa y se estableció la doctrina de que el soberano excomulgado perdía el derecho a la lealtad de sus súbditos. Sin embargo ni el derecho a imponer sanciones espirituales, ni la acción individual de religiosos pudieron poner freno a los desmanes del absolutismo y del sistema de privilegios. Durante la Edad Media, la división de clases llegaba a veces hasta el clero mismo. Los sacerdotes salidos de los estratos inferiores realizaban la tarea evangélica, en contacto con el pueblo. Los clérigos aristócratas hacían la política de la Iglesia. La Revolución Industrial, que llevó a su punto crítico el desequilibrio social, produjo memorables reacciones entre algunos exponentes de las iglesias católica y protestante. Había dos aspectos que considerar: • Uno de carácter doctrinal. • Otro de valor práctico. Desde el carácter doctrinal, los representantes de aquellas dos ramas cristianas comprendieron que era tiempo de revitalizar, en el campo de la realidad, las prédicas de Cristo. El industrialismo hacía manifiestos, de las injusticias sociales. El hombre había encontrado en el capitalismo individualista un camino abierto para la satisfacción desenfrenada de sus ganas de posesión. El hombre había dejado de ser el prójimo, para convertirse en una especie de enemigo del hombre, dentro de un sistema organizado y permanente del aprovechamiento de unos a costa de otros. Y desde el punto de vista práctico, algo debía hacer el cristianismo para poner límite al abandono de adeptos 4 desde los rediles de la iglesia hacia las filas del socialismo militante, acaudalado en promesas de soluciones inmediatas para los problemas vitales de las grandes masas. En el campo católico, correspondió al sacerdote francés Roben de Lamennais iniciar en Francia, a principios del siglo XIX, un movimiento destinado a acercar entre sí a la Iglesia rumana y las masas trabajadoras de Europa. El planteamiento de Lamennais era simple: la iglesia debía ponerse, generosa y decididamente, de parte de los desposeídos, lo que inmediatamente le conquistaría la simpatía y adhesión de los trabajadores. Al principio, el Papa León XII apoyó a Lamennais, quien de este modo empezó a ganar considerable influencia. Pero cuando se atrevió a pedir que la Iglesia adoptara los principios de la Revolución Francesa que eran "Libertad, Igualdad, Fraternidad", incitando además la organización de sindicatos y adoptando un gobierno republicano, el Papa le retiró su apoyo. Y el movimiento del padre Lamennais quedó frustrado. Otros sacerdotes, también en Francia y en Alemania, hicieron iguales tentativas encaminadas a estimular un proceso de reforma del capitalismo, cuyos abusos se proponían contrapesar mediante las cooperativas; pero también aquellas iniciativas individuales quedaron reducidas a simples enunciados teóricos, por falta de auspicio oficial y efectivo de la Iglesia. Pocos años más tarde, los protestantes Frederick Denison Maurice, Charles Kingsley y John Ludlow iniciaron campañas similares en Inglaterra, solidarizándose francamente con las demandas de los trabajadores para obtener algunos beneficios justos en aquella era de verdadera crisis social. Su programa estaba fundado en la noción de que, si bien el socialismo ignoraba las necesidades y aspiraciones espirituales del hombre, por su parte el cristianismo descuidaba sus necesidades y aspiraciones materiales. Por lo que dedujeron que era preciso simultáneamente , cristianizar al socialismo y socializar al cristianismo. Para equilibrar 1a tendencia materialista del socialismo extremo, organizaron grandes campañas educativas encaminadas tanto a levantar la conciencia política de las masas trabajadoras como a inculcarles las enseñanzas cristianas. Tornando al mundo católico, los papas León XIII y Pío XI promulgaron en 1891 y 1931, respectivamente, las encíclicas Rerum Novarum y Quadragesimo Anno en las cuales formularon severas críticas contra los excesos del capitalismo y proclamaron el derecho de los trabajadores a una justa retribución y a otras compensaciones materiales y espirituales. En la última de las citadas encíclicas se hace referencia a la jornada de trabajo y a las limitaciones que deberían imponerse al trabajo de las mujeres y los menores de edad. CAPITULO III 5 A−Rerum Novarum El Papa León XIII 6