^^Q V- ILUSTRACIÓN DECENAL INFANTIL. II MADRID 28 DE FEBRERO DE 1891. II Caza de mariposas. NUMERO 6 EL MDÍ?DO DE LOS NIÍÍ08. m SUMARIO T E X T O : Conversacióa familiar, por M. Ossorio y B e r n a r d . — Explicación de los c r o m o s . — L o s g u r r i a t o s , por Ángel Ossorio y G a l l a r d o . — C o l ó n , por E. CebaUos Q u i n t a n a . — Cajas de herramientas, por E. Cironi. — La muerte todo lo iguala, por Ramón de Campoamor. — Toma puntapiés, por Alfonso Pérez Nieva.—Narraciones de u n glóbulo rojo, por Justiniano F e r r e r y Lozano. — ¡Huérfanos!, por Salvador G u i l l e r m o H e r n á n d e z . — L a toña, por Ángel Ossorio y G a llardo.—Física recreativa, p o r José Martínez Feí'nández.— El defecto de Julio, p o r Ventura Mayorga.—Mosaico.— Juegos de imaginación.—Nuevos problemas. CROMOS: Caza de mariposas.—Una liistoria c r u e l . — B a l d e r r a y a . GRABADOS: Toma p u n t a p i é s . CONVERSACIÓN FAMILIAR Acaban de circularse por toda Europa los prospectos de una nueva Exposición Internacional de carácter novísimo: una Exposición de muñecos. Se celebrará en Scheveningue (Holanda), habiéndose señalado para su inauguración el día 4 de Julio próximo, y para su celebración el Salón de baile y de teatro de Kurhaus. Los envíos habrán de hacerse desde el i." al 30 de Junio, acompañando á cada muñeco un pedestal, sobre el que habrá de exhibirse de pie. Los expositores abonarán un derecho muy módico por el género expuesto, y podrán fijarle precio si aspiran á su venta. También se organizará una lotería, en la que figurarán muñecos adquiridos al efecto por la Comisión organizadora. Podrán figurar en la Exposición: Muñecos representando personajes históricos, políticos y artistas, compositores y actrices célebres. Muñecos que representen personajes de ópera, de ópera cómica ó de obras teatrales célebres. Muñecos que figuren trajes nacionales de los diferentes países. Muñecos-juguetes para niños. Excepto estos últimos, todos los demás deben ir acompañados de una descripción completa del personaje. No me atrevo á suponer que sean muchos los industriales españoles que piensen acudir á la Exposición Universal de Scheveningue, pues en este ramo nos encontramos en evidente atraso y siendo tributarios del industrialismo extranjero, pero tal vez fuera de buen efecto patriótico que, siquiera en la sección de muñecos de los varios países, figurasen los de las varias regiones de España. Por esto no he vacilado en dar cuenta de este certamen, como, Dios mediante, la daré á su debido tiempo de los resultados que logre. No sé si en la Exposición anunciada figuraráaunque me atrevo á suponer que sí, la muñeca par. lante de Edisson, ó sea la novísima aplicación que ha hecho del fonógrafo El célebre inventor ideó aplicar su maravilloso aparato á la fabricación de unas muñecas, que reproducen, con verdadera exactitud, la voz humana. La muñeca encierra oculto en lo interior del cuerpo un pequeño fonógrafo, que repite con voz infantil frases sueltas y cuentos. La idea es bastante original, y hace creer que las muñecas parlantes son más perfectas que las antiguas, que apenas hacían ove:papa y mama y esto bastante mal, lo cual hace creer tenga en Europa la nueva aplicación del fonógrafo el lisonjero éxito que ha tenido en América Un diario científico americano describe la fábrica montada en Orange, en el mismo establecimiento de Edisson. Está instalad i en edificios contiguos, consagrados a la fabricación de dos tipos de las citadas muñecas. El primer tipo ó modelo constituye un aparato más ó menos conocido ; el segundo, más pequeño, de construcción más sencilla y más barato, que tratamos de describir. Una gran parte del mecanismo está construido en el establecimiento destinado á la fabricación del fonógrafo ordinario; pero las piezas y los dos cilindros que registran las frases se ejecutan en un edificio especial. La muñeca ya acabada tiene el aspecto de una muñeca común; el cuerpo está hueco y contiene el aparato fonográfico; el aparato está dispuesto de manera que el volante se halla colocado en la parte interior del cuerpo; el cilindro fonográfico tiene un eje que puede quitarse por medio de una manivela, á fin de que vuelva á su posición primitiva después de terminar la audición. El mismo eje de rotación tiene una pequeña correa de transmisión, qne pone en comunicación el cilindro fonográfico con el volante que tiende á conservar una velocidad rotativa uniforme. Por medio de una llave puede darse cuerda, haciendo repetir las veces que se quiera las palabras registrad.is. Una corneta acústica amplifica los sonidos del fonógrafo ordinario, y está colocada en la parte superior del cuerpo de la muñeca, que tiene en el pecho una abertura para dar paso á los sonidos. Cualquier niño, moviendo la manivela, puede hacer que la muñeca repita la historia ó canción que anteriormente haya sido registrada en el aparato. Y con esto quedan terminados los sucesos del momento, ó, por lo menos, aquellos en que más directamente os halláis interesados. Porque, piadosamente pensando, sospecho que se os importará un ardite todas las combinaciones de personal políticas , nombramientos de senadores, mesas de las Cámaras, reuniones de las mayorías, actas, elecciones de mesas y demás juegos á que vienen entregados en estos días muchos niños grandes de los que todos conocéis abundantes ejemplares. EL MrNDO DE LOS NlSüS. T a m b i é n podría deciros algo de vuestros conocidos los animalejos del Retiro, que parece van á ser reemplazados p o r fieras de v e r d a d ; pero esto m e obligaría á murmurar del A y u n t a m i e n t o , que, al a r r o i d a r la colección zoológica, os priva de u n a d e vuestras distraciones gratuitas, y prefiero callar. N o me pesa, porque mientras menos espacio ocupen mis escritos, m á s amplitud quedará para los de los colaboradores habituales de E L M U N D O DE LOS N I Ñ O S , q u e , menos g a s t a d o s q u e y o en esta contmua tarea d e treinta a ñ o s , sabrán agradaros con sus invenciones, aleccionaros con sus ejemplos y sembrar en vuestras almas ideas d e patriotismo, de moral y de amor. ^ M. OSSORIO Y B E R N A R D . EXPLICACIÓN DE LOS CROMOS Caza (le laariposiis. Jadeante y sudorosa corre Juanita tfas de una verdadera cajita de pinturas alada. A falta de red, un p a ñuelo es instrumento apropósito para' la caza. Pero la traviesa mariposa parece que comprende que no la busc i n para nada bueno, y escapa saltando de flor enflory de. mata en mata burlando la persecución de Juanita. Estaño ceja en su empeño, y aunque la fatiga ya la va rindiendo, continúa su tarea, sin reparar para nada en obstáculos. De pronto la niña vacila, pierde el equilibrio y mide el suelo, pero no se apura. En vez de llorar se levanta rápidamente, y llevándose la mano á la parte dolorida, exclama: -—¡ Demonio I Ya empezó la veda... 83 Uno de esos chulos, hez de la sociedad, deshonra del pueblo y vergüenza de su Patria, se acercó á los perros qué tiraban del original carricoche, y blandiendo asquerosa navaja, asesinó sin piedad á uno d e ellos. El infeliz afilador podrá exigir daños y perjuicios al miserable autor de la hazaña. El Código civil proteje la propiedad de aquél; pero el Código penal no sanciona semejante delito. Y, sin embargo, es un verdadero crimen. El hombre que sea llevado ante los Tribunales de justicia por matar á un semejante, podrá alegar en descargo propio la defensa, la pasión que enloquece, la irritación que ciega, la riña que trastorna, el miedo que avasalla... ¿qué disculpas podría presentar el que, á sangre fría, dio de cuchilladas á un perro? Los dos canes, unidos por cuerdas que su destino tegió, ayudaban á ganarse la vida á un hombre honrado; juntos hacían el esfuerzo material; juntos devoraban sus exiguas comidas, y juntos se animaban en la ruda tarea. Hoy todo ha cambiado: uno de los dóciles animaks ha servido de pasto, durante un rato, á la curiosidad inhumana de chiquillos desharrapados, y más tarde, ha encontrado infecta tumba en el carro de la basura; el otro tirará algúa tiempo del tinglado, pero su fatiga irá en aumento, sus fuerzas se amenguarán, y llegará un día en que sus débiles pitas no correspondan á sus buenos deseos. Y entonces, el viejo industrial centuplicará sus trabajos y morirá tan desatendido como sus perros. Niños míos, rezad, no por el animal asesinado, sino por el desalmado asesino, que es digno de tanta lástima como desprecio. Balderraya. Nombre dado á un pez espinoso, correspondiente al orden de los acantopterijios. Son óseos, fibrosos, con branquias en forma de peine, mandíbulas libres y radios espinosos, conteniendo la aleta dorsal. U n a liistoria cruel. Lo que voy á narraros ha sucedido, aunque no diré dónde, por ser el lugar de la acción sobrado conocido, y la acción en sí, vergonzosa para un pueblo. Un pobre afilador de cuchillos recorría las calles de la ciudad ofreciendo sus servicios á todo, el que quisiera utilizarlos. Conducía sus bártulos una pareja de p e rros, fieles y dóciles como todos ellos lo son. Aquel carruaje más miserable que modesto, improvisado por la necesidad, simbolizaba el trabajo, la fidelidad y el cariño; que si bajo una mala capa se esconde un buen bebedor, los sentimientos que purifican y ennoblecen no nfjfíesitan el marco de im palacio, si no que se encuentran á las veces en el sitio en que hemos hallado al afilador: en medio de la calle. Pero ¡ay 1 que la calle es tierra que da jugo á todas las plantas y que mantiene, en constante-unión, la mies y la cizaña. Sostén de la virtud y del vicio, manantial de la nobleza y de la virtud, es refugio de todo lo bueno y de todo lo malo. En la calle se da la limosna y se perpetra el robo; en la calle se comete el homicidio y se auxiHa al herido; en la calle se ofende á Dios y se descubre el mundo al Santo Viático. IvOS GURRIATOS Alfonso Pérez Nieva (i). Conste, ante t o d o , que no v o y á hacer un juicio crítico. Me propongo únicamente unir mi h u milde aplauso á los muchos que el público en m a s a ha tributado al autor de Los Gurriatos. Seguramente n o habrá uno de los que esto leanj que no conozca al Sr. Pérez Nieva. Trabajador tan infatigable como inteligente y genial, h a logrado en poco tiempo hacerse una reputación d e las m á s envidiables en el mundo hterario. T o d o s los periódicos españoles h a n d a d o cabida á sus trabajos, y las obras p o r él publicadas h a n alcan(i) Con ilustraciones de Butler, fotograbados de Laporta. Madrid, Gran Centro Editorial, 1891. ! •i:\i¿fe.Á*íi'^?;**%ii^*'!''. '^t!lis',i:!í iiip-: -\- r-'éMiBIS; I f . i ' 1 1 V v.^S '--^^^^l^ff^^^' ?^ — ^, . s -t íiSt ^ife.;^&..;::. %J'^-~ • " Una hispía cruel. i ^ '"f EL MTTNDO DE LOS NTTION m z a á o gran popularidad. Para aumentarla, ha d a d o á la estampa el libro Los Gurriatos, colección d e cuentos y artículos agradabilísimos Los Gurriatos, son los chiquillos emblema y representación d e la libertad. Libres Como el aire, ligeros c o m o la ardilla, independientes c o m o ,el paj a r o , viven unos en medio del arroyo enfre bnenos ejemplos y nocivas enseñanzas, entre la hez de la sociedad y en el m á s absoluto desconocimiento d e t o d o lo que no sea el miserable medio ambiente en que se mantienen; alientan otros,, eptre hkla-gos y cariños, frases amantes y comodidades siií,cuento. Pero aquéllos y éstos tienen algo' detorñtíii, ,y mucho d e semejante. Para ellos no Tiay suj<;ción^'pbsible. Parece que saben que han'-veníííio---si inundo p a r a alegrarle mientras son niños, y -desempeñan á conciencia su dificilísimo papel A éermj'anza de las aves no reconocen travas ni valladares de, ningún género, y alegres, sonrientes, bulliciosos, anim a d o s y traviesos, viven, más que en la tierra, en la luz, en el colorido, en el aroma, en el aire, en fin. E n t r e estos niños se mezclan algunos tristes y melancólicos; que también h a j ' pajaios enjaula'dos. P e r o n o pasan de ser manchas de c o l o r - o b s c a i o q u e hacen que se destaque m á s y más la'briljaijtez d e los otros. Pérez Mieva h a pintado en su últimq libro á estas criaturas de un m o d o verdaderamente gd-mi rabie. Y es porque á los Gurriatos los conoce, ]os estudia, los analiza, los comprende, los siente. L o s siente, sí, porque no basta examinar á los niños para penetrarse de ellos: hace falta llevar 'en el corazón un inexplicable germen d e c a r i ñ o , que a m u y pocos les es dado tener, y que Pciez Isicva posee en alto grado. Buena prueba de ello es q u e ha llegado á desentrañar lo que un chiquillo e x presa en la risa, en el llanto, en sus travesuras, en todas sus manifestaciones; y comprender á un niño, es mil veces más filosófico que comprender á un hombre. L o s diseminados artículos del distinguido cp laborador de este periódico, estaban r e c l a m a n d o q u e se les reuniese, y en lugar de describir actos sueltos, sintetizasen caracteres y personalidades. S i cada cuento por sí solo era digno de aplauso, t o d o s j u n t o s merecen universal elogio, p o r lo cual t o d o lo que del libro en cuestión pudiera aquí decirse, no resultaría en consonancia con los méritos que encierra. R e p i t o que no h e hecho un juicio crítico. N o rae corresponde juzgar á Pérez N i e v a : tócame, únicamente, admirarle y aspirar á seguir su ejemp l o en la medida de mis fuerzas. AKGEL OssoRio Y GALLARDO. COLON En su entusiasmo profundo por la ciencia, ardiente y loco, juzgó un día un hombre poco para las razas el mundo. Con fe creciente acogía la idea, al siglo remota, de que una región ignota en nuestro globo existía. Tras la niebla el arrebol de la ilustración buscaba; su mente allí vislumbraba nuevo horizonte de sol. Para ello, para encontrar del mar soñadas orillas, pidió este hombre tres barquillas por un mundo que iba á dar. Y lo dio, sí; de su ciencia cual testimonio elocuente, surgió un nuevo continente de combatida existencia. Su planta al fin holló un suelo de asombrosa lozanía, que virgen flora teñía con su luz, fulgente cielo. La Europa, al prodigio ingrata codició al punto el tesoro de un país nue daba el oro entre raudales d j plata. Y el genio, el que su ideal hizo ver tras dura guerra, el que dió ensanche á la tierra icón su esfuerzo colosal; el que aumentó la grandeza del mundo,'torpe y reado, ese hombre no tuvo espacio \ donde inclinar su cabeza. Y mientras loca ambición con fiebre de oro embriagaba a Europa... el odio forjaba ^ las cadfenas de Colón. Aquella alma ennoblecida do fijó el genio su huella, vio conjurarse sobre ella las borrascas de la vida. Creyó hallar luz al través de la sombra y la perfidia., la tormenta de la envidia lanzó el rayo al genovés. E. -4»®«»- CEBALLOS QUINTANA. EL MUNDO DE LOS MÑOS. CAJAS DE HERRAMIENTAS Continuando nuestro estudio acerca de la naturaleza y cualidades de cada una de las herramientas y útiles que comprenden generalmente las denominadas cajas de herramientas, vamos á ocuparnos al presente de las limas: Hay que distinguir entre las limas las destinadas al desbaste de los metales de las que se emplean en igual "trabajo de la madera. Las limas propiamente dichas son las que se hallan picadas por estrías longitudinales en una misma dirección ó en direcciones distintas, como se observa en la generalidad de. los casos, y se aplican al trabajo de los metales; las otras reciben el nombre particular de eixofinas, Y su picadura consiste en series de golpes aislados más ó menos próximos, de modo que levantando el acero de la herramienta, determinan puntos salientes que producen el desbaste de la madera. Las limas, lo mismo que las escofinas, reciben nombres diferentes según la proximidad y profundo de la picadura, con relación á su tamaiío y teniendo en cuenta la forma de su sección recta. Si las limas tienen las estrías muy separadas se las denomina de grano grueso, las que las tienen más prójcimas, de grano fino y reciben el nombre de ¿¿mas .muzas, las que_ apenas desgastan el metal por lo muy fino del grano'que las caracteriza empleándose para repasar las piezas quitándoles las rayas que en ellas produce el empleo de las limas ordinarias. Después del empleo de la lima muza en ciertas obras delicadas de platería, se emplea el raedor, herramienta triangular, lisa y de acero, que debe hallarse muy bien afilada, y, por último, se apomazan las su jerficies metálicas con piedra pómez y agua, y, todavía, para conseguir superficies más tersas sin grano alguno, se frotan con carbón de pino y agua obteniéndose así con esta última labor, esas superficies completamente lisas que después son susceptibles del más bello pulimento, como se observa en las patenas, en el interior de las cajas de los relojes de bolsillo, en las cucharillas de lujo para café, etc., etc. Las limas pueden ser más ó menos grandes, pero las pequeñas que usan los relojeros y aún los plateros que sólo alcanzan unos cuantos centímetros de longitud y uno, dos ó tres milímetros de gruesas, se d e n o minan de aguja y se emplean en trabajos muy delicados sin ponerlas mango alguno, generalmente. Según la forma de las limas se clasifican en rectas •ó de cod¿llo, siendo estas últimas muy Uiadas por los broncistas para limar los calados y bajo relieves en sus artísticos trabajos. Las limas rectas son las ordinarias conocidas por todos y las de codillo consisten en unas barras de acero cuyos extremos, picados y de secciones diversas, vuelven en sentido contrario determinando curvaturas más ó menos pronunciadas. Según la forma de la sección recta de la lima ó escofina, así tiene su nombre propio: si dicha, sección es un cuadrado, se llaman de cuadrad¿l¿o; si es circular, íola de ratón: si es un rectángulo, plana; si es un segmento circular, media caña, y por este orden las hay de cuclúllo porque afectan esta forma; ovaladas cuando su sección recta es un óvalo; triangulares, etc., etc. 87 Las limas deben conservarse en sitio seco y cuidando de que no se hallen unas en contacto de las otras. Las limas escofinas, según hemos dícho, sólo se usan para la madera, pues sobre que no dan resultado s e n sible para el desbaste de lo? metales, se echan á perder á las dos ó tres veces nada más que se pasen por una superficie metálica. Jamás deben emplearse las limas sobre materiales que no estén perfectamente secos; la observación de esta práctica es muy esencial sino quiere perderse la híframiepta^ Kirsu virtud, las maderas húmedas deben dejarse á'Sccaí tpílo el tiempo que se pueda, pues d e otro modo si s^dfigjjistin ct>n la escofina ó la lima propiamente dicTí^físe piec^de la picadura en seguida porque en ella se acu.raJ4l,¿i líría mas^'pastosa que las entrapa quitándoja^^^'dfefcfo íitll paf4 el trabajo, e n m o heuéndolas rápicSf^iíértle. '- -'- / • / Para CG^,cli;^j:^é§t(^Va.titC.^'Oi advertiremos al lector que^no us&j^2^'lí^'^i\ii'|}'GÓn prudencia, es decir, empleando l^^^^^jtó'-áfft^ '¡grueso para desbastar y las de grano ó |>i.t^póf*>"ftiva p ira afinar, absteniéndose en absoluto de empL'áilas pira limar acero sin destemplarle áiffes ni tampoco la fundición demasiado agria, lo que se^iibta en el acto da aplicar la herramienta por un ruido estridente que acusí no sólo la inutilidad del trabajo sino la pérdida de la herramienta que al poco rato se queda sin pie idura. GABRIKL GIRONI. LA MUERTE TODO LO IGUA.LA LA VUELTA DEL CAMPESINO Halló al volver coa otros á su tierra un nuevo cementerio un campesino, y al cruzar por en medio del camino vio escrita en él esta inscripción que aterra: — U n Fonce de León aquí se encierra; dobla al pasar la frente, ¡oh., peregrino! y acata liumilde al que postró el destino, recto j uez en la paz, y héroe ea la g u e r r a . » — Fija la vista en los eternos bronces, gestos de admiración haciendo extraños, dijo extasiado el campesino entonces: — «¡Por Dios, que son terribles desengaños! ¡Quién les dijera á los ilustres PoNOES que aquí enterró yo un hurro hace dos años!» RAMÓN DE CAMPOAMOE., —%.wvQ8'Vw«- Balderraya. PENSAMIENTOS La mujer que se disgusta cuando tiene h i jos, es despreciable.—Juan Pablo. Los niños á quienes antes de tiempo quiere hacerse atletas, quedan hechos unos verdaderos abortos: y á los que se quiere hacer prematuramente sabios, quedan generalmente hechos unos imbéciles.—A. Fonilliere. Se conoce á los hombres eminentes en la carencia completa de orgullo.—^. Bumas. Cada lágrima que se desprende, es una gota de rocío que hace brotar una sonrisa. — Gustavo Droz. Quien no sabe perdonar, no sabe amar; pues la amistad vive de iadulgencia y perdones recíprocos.—//. Durand. La pluma es más conquistadora que la espada; nunca devuelve lo que una vez ha tomado.—A. Yacquerie. La muerte del que ha hecho un beneficio, no solventa la deuda del que lo ha recibido.— A. Dumas. La ley es una cuerda mal tendida: los a l tos saltan por encima de ella; los pequeños so deslizan por debajo.—Un magistrado. EL MUNDO DE LOS NIÑOS. 89 cada derecha en el piso, escapando luego para atisbar el campo de la escena desde detrás de la esquina. Lo que allí pasó no es para dicho; el garbanzo de pega dio contra la tinaja, estallando en el acto y produciendo una detonación estruendosa; al golo que es de esta se la pagaba .. pe recibido, la tinaja fué rodando hasta las pa¡Vaya si se la pagaba!... Lo que tas del jumento que dormía tranquilamente , y el es aquel puntapié que aún le es- que sintiendo entre sueños una cosa fría que le rotaba escociendo en semejante zaba en las manos y á la vez el estrépito del garparte, no se quedaba en duda. banzo, abrió con espanto los ojos aguzando las Después de todo, ¿ qué había he- orejas; casi á la vez los fósforos de trueno debiecho para que la cacharrera le ron prender dentro de las tinajas tumbadas en la arrimase fan tremenda patada? albarda, pues en el interior de las vasijas comenzó ]Echarle un fósforo de trueno en á oirse un chisporroteo bronco y atronador; y el uno de aquellos tinajonesl... ¡Vaya un delito!... asno, que no las tenía ya todas consigo, al oir en Digo, y cómo retumbaba dentro de la panza de la sus costillas aquel fuego repetido, perdió su serevasija. . Cada vez que se acordaba le entraban nidad, se sintió acometido de un pánico horrible, unas ganas de reir... Pum, purrum, pum, pum... se le erizaron los pelos, lanzó un rebuzno desgaJa, ja!... Pero la voz de la buena mujer no era rrador, y escondiendo la cabeza entre las manos, tampoco para echarse en olvido... ¡Y con los za- soltó al aire un par de coces; las tinajas, que patones que gastaba la muy bestia, que parecían no se hallaban bien atadas; se le vininieron sobre sus patas las de un aguador!. . Corriente... Pues la cabeza, conclu yeiido de azorarahora iba á ver cómo las gastaba el Tifia... Y el granuja, con el único perro que le queda- le; y porfin,arranba del real que le habían dado poco antes por ba- có en una carrera jar un talego al río, compró en el puesto de las vertiginosa, danaleluyas una carrera de fósforos de trueno, la par- do brincos y huitió por la mitad, hizo con las dos partes dos bolas das, y lanzando de nieve y papel de estraza, y con singular maes- lejos de sí las dos ' • tría, porque el dinero no le alcanzaba para tanto, tinaja»!, q u e se robó mientras le despachaban un garbanzo de r o m p i e r o n c o n pega; luego se apartó tarareando, y con mucho di- estrépito en mil pedazos. Cuando la cacharrera y el amo del jumento sasimulo, se acercó á la cacharrería á la puerta de la cual dormitaba de pie un pacífico jumento, es- lieron gritando detrás del animal, ya éste había perando á que le cargaran, sobre las dos que ya tornado gran delantera; una y otro se detuvieron tenía aposentadas sobre la albarda, una tercera ti- á contemplar afligidos los restos de las tinajas, y entonces el Tifia, gozándose en su obra, se marnaja erguida en el suelo al borde de la acera. La suerte le favorecía; la cacharrera se hallaba chó repitiendo su frase con igual tonillo sarcástal vez en la trastienda con el amo del rucio; nadie tico: —¡Anda, toma puntapiés! podía verle; no había que perder tiempo... A L F O N S O P É R E Z NIEVA. —Yo te daré puntapiés—murmuró el Tina, sonriéndose de antemano con el éxito de su hazaña. Y sacando las dos bolas de fósforos de trueno, prendió con una cerilla el papel de estraza para que sir(DEL FRANCÉS) viera de mecha; ráEn la mitad del camino pidamente echó una que á su cabana guiaba, bola en cada tinaja, halló un chico campesino apartándose desá un sapo que se arrastraba. pués al galope, y Sobre él avanzó derecho desde tres ó cuatro aplastándole inhumano y prosiguió satisfecho varas de distancia, como un invasor romano. disparó con toda la ¡Pequeña satisfacción fuerza de su brazo harto fugaz é ilusoria! el garbanzo de pega Vencer sin exposición sobre la tinaja colono es más que un triunfo sin gloria. TOMA I^UNTAPIESÍ') El_ SAPO (i) Del libro Los Giirri,i/os. MARIANO DEL TODO Y HERRERO. EL MUNDO DE LOS NlSOS. 90 NARRACIONES DE UN GLÓBULO ROJO I EL CALOR ANIMAL «Soy un habitante de la sangre, un glóbulo rojo, y, aunque mi tamaño es muy pequeño, no me cambiaría por ninguna otra célula del organismo á que pertenezco. » Me explicaré. »La sangre es un líquido absolutamente indispensable para la vida de todo animal, puesto que, no sólo sirve para nutrir los diferentes órganos, sino que ejerce sobre ellos el estímulo necesario para que ejecuten las funciones que les son propias... »Pero en la sangre — pudiera objetarme al llegar á este punto algún avisado lectorcito — hay una parte líquida [plasma), que es tanto ó más importante que la globular, por cuanto en ella se contienen todos los principios nutritivos que resultan de la digestión y absorción de los alimentos. Además, en la inmensa serie de animales llamados invertebrados no existen glóbulos rojos, y aun cuando por este motivo su sangre es generalmente incolora, ó cuando más, sólo ofrece un ligero tinte rosado, azul, lila, verde ó amarillo, no por eso dejan de ser posibles y admirables sus manifestaciones vitales, »Así es, ciertamente — replicaría yo á quien con tales verdades me arguyese ; — pero, {cabe comparar la sencilla organización del insecto, del molusco ó del zoófito con la tan complicada de los vertebrados superiores? ¿No se distinguen éstos últimos por su mayor tamaño y por el superior desarrollo de sus facultades intelectuales ? Y, por último, si la misión que mis hermanos y yo cumplimos no fuese otra que la de teñir el líquido sanguíneo , ¿cómo explicar el hecho de nuestra existencia en los organismos más elevados, siendo así que la sabia Naturaleza nos presenta el ejemplo de los anélidos (sanguijuelas, serfulas, lombriz de tierra, etc ), cuya sangre es casi siempre encarnada, aunque en ella no se encuentran glóbulos de tal color ? »Mas ahora advierto cuánto me he separado de mi objeto al entrar en discusión con un contradictor imaginario,— al cual, si existiera, no lograría convencer con palabras, sino aduciendo los hechos que mejor declaran á mi favor, •—• y voy sin más tardanza á exponer el resuitado de las observaciones de que he sido objeto por parte de numerosos fisiólogos y naturalistas. »En realidad, yo no merezco el nombre de glóbulo —^ que fué dado impropiamente á mis hermanos por los primeros observadores — pues no soy esférico; lo mismo que sucede á todos los corpúsculos colorados que hay en la sangre de los mamíferos, tengo la forma de un disco, ó mejor dicho, de una lenteja aplanada, y en esto me distingo de los que se encuentran en las aves, reptiles, anfibios y,peces, que son elípticos y ofrecen un abultamiento en sus dos caras. Mi volumen, como ya indiqué al principio, es muy pequeño; tanto, que para verme y estudiarme se ha de emplear el microscopio. La longitud de mis diámetros y la medida de mi espesor, según el sabio Harting, son respectivamente de ¡ys3' ^7 diez milésimas de milímetro! » Felizmente , sin embargo, las exiguas cifras que acabo de consignar no pueden ser motivo para que se me desdeñe, puesto que los mismos hombres de ciencia que las han determinado y hecho públicas han visto también que los glóbulos rojos somos tan considerables por nuestro número como insignificantes por nuestras microscópicas dimensiones. Yo, que vivo en el aparato circulatorio de un niño de ¿oce años ¡tengo cuatro millones Át compañeros por cada milímetro cúbico de sangre que en él se mueve 1 ¡ Y este sorprendente número es mayor todavía en el hombre adulto 1 »También mi composición química es notable, y lo digo con legítimo orgullo, porque en ella consiste precisamente toda la importancia del papel fisiológico que desempeño. Estoy, en efecto, constituido por una materia particular, de naturaleza albuminoidca (es decir, análoga químicamente á la albúmina de la clara de huevo), llamada ^/cbulina, la cual se halla unida á una substancia colorante,/¿í;«<7g-/j¿/«í7, que tiene la singular propiedad de absoibcr y ceder oxígeno muy fácilmente. »Pues bien, lo repito: esta facilidad con que la hemoglobina toma y pierde el maravilloso gas que tanta influencia tiene sobre la vida de todos los seres, justifica en absoluto el nombre de vectores del oxigeno, que á los glóbulos rojos nos han dado los micrógrafos alemanes, y explica claramente el secreto de las funciones que á Dios le plugo asignarnos en el armónico concierto de hechos y fenómenos que estudia la biología I Somos los encargados de llevar por todo el organismo el activo 'comburente a cuyas expensas se queman los materiales combustibles y se produce el calor animal 1 ] Somos, pues, los principales agentes de la calorificación ! »Ahora bien: siendo así que con la palabra calorificación se denota la facultad que tienen los animales de producir el calórico necesario para mantener su cuerpo á una temperatura determinanada , y habida cuenta de lo que acabo de decir respecto á nuestra participación en tan importantísimo fenómeno, ¿de qué manera puede explicarse el hecho de que no todos los animales posean dicha facultad en igual grado? ¿No habrá quien piense, en vista de esto, que los glóbulos rojos olvidamos á veces nuestra alta misión, dejando de activar el fuego de la vida como si fuéramos las perezosas vestales á quienes se castigaba en la anti- EL MtrNDO DE LOS NIÑOS. gua Roma por permitir que se apagase el fuego sagrado en el altar de la célebre diosa ? Pudiera haberlo, y, por consiguiente, bueno es que yo me anticipe á toda sospecha explicando con cuanta exactitud me sea posible lo que á primera vista parece contradictorio. «Cierto es que al estudiar la bien conocida división de los animales en hematermos ó de sangre caliente y hemacrimos ó de sangre fría, se advierte desde luego que les primeros (mamíferos y aves) han recibido dicho nombre por tener una temperatura constante c'e + 30° á + 40° C, al paso que los segundos (todos los restantes seres de la escala zoológica) la tienen variable y apenas superior en dos ó tres grados á la d;l medio que habitan; pero la razón de semejante notable diferencia no depende __de nosotros los laboriosos corpúsculos sanguíneos, ni se nos puede atribuir en justicia Muchos hemacrimos, la mayoría mejor dicho, carecen de esqueleto, y ya he manifestado que en la serie' de animales desprovistos de vé-tebras no existen glóbulos rojos; y por lo que respecta á las tres clases de vertebrados de sangre fría, reptiles, anfibios y peces,—conviene advertir que en ellos concurren varias circunstancias que limitan el trabajo de mis hermanos, y que son de tan marcada 'influencia como la temperatura del medio en que viven los peces; la vida acuática y terrestre de los anfibios, y el hecho orgánico de tener los anfibios incompleta la circulación. »En los hematermos, por el contrario, todo nos favorece al par que nos obliga. En ellos, en efecto, la circulación es completa y, por ende, la sangre arterial corre separada de la venosa; la respiración, por lo mismo que es muy fácil y frecuente, hace que sea considerable el caudal de oxígeno que debemos transportar, y la asimilación—ó sea el acto de nutrirse los tejidos tomando de la sangre ciertas mok'culas que pasan á formar parte de ellos y desprendiendo otras que resultan de su continuo desgaste—es tan activa y requiere de nuestra parte tan eficaz concurso, que bien puede asegurarse que la vida de las aves y mamíferos esta sostenida en gran manera por nosotros Y esta afirmación queda probada con decir solamtnte que el calor producido por las primeras llega á 44° C, siendo, por tanto, superior al de los mismos mamíferos. »Respecto de estos últimos, sin embargo, he de hacer una aclaración que considero necesaiia; es, á saber: que algunos de ellos, habitantes en los países de las zonas templadas y frías, como sucede, por ejemplo, al oso y al lirón de Europa, se asemejan á los lagartos, insectos, moluscos, etc., por el hecho de ser invernantes^ es decir, por pasar el invierno sumidos en una especie de letargo ó profundo sueño, durante el cual no sólo se suspenden las funciones de relación de su organismo, sino que las de nutrición se verifican de una manera muy lenta. Pero como quiera que cii el transcurso del 01 tiempo que permanecen aletargados y sin tomar ninguna clase de alimentos, la vida de dichos hematermos se sostiene á expensas del tejido celular adiposo que tienen acumulado debajo de la piel, y cuya grasa suministra el hidrógeno y el carbono que, siquiera sea lentamente, se combinan CO'T ^I oxígeno transportado por los glóbulos rojos, conservándose así cierto grado de calor, resulta evidente la verdad de mi anterior aserto. He de advertir, por último, que la calorificación no consiste únicamente en la facultad de producir calor, sino que estriba también en otra no menos preciosa que poseen asimismo los animales, y es la de oponerse por el enfriamiento á temperaturas demasiado altas. De suerte, pues, que entre el calórico producido y el calórico gastado existe siempre un admirable equilibrio, que si es verdaderamente prodigioso considerado hasta en el animal más inferior y rudimentario, lo es sobremanera en el hombre, dado que éste puede emplear á voluntad medios que regulen su temperatura y favorezcan el cumplimiento de las leyes fisiológicas según lo exijan las condiciones del clima en que viva. »Y para que no se crea que esto es una exajeración, hija de un entusiasmo irreflexivo, voy á probar su exactitud con el ejemplo de las prácticas higiénicas que, ya para favorecer, ya para limitar la producción de su calor vital, observa el niño de cuya rica y pura sangre soy microscópico componente. »Durante la estación de los fríos, la actividad de Emilio—que asi se llama el simpático niño en cuestión—no se concreta al estudio y á las distracciones sedentarias que tan agradables son para otros; él, que nada tiene de perezoso, sabe compartir higiénicamente su tiempo entre los libros, el gimnasio y el paseo, con lo cual consigue no pequeñas ventajas. Tales ejercicios—unidos al uso de alimentos nutritivos y reparadores—hacen que su sangre circule, que sus músculos funcionen y que su asimilación se active, de donde resulta necesariamente un aumento de calor que vestidos apropiados impiden se pierda por irradiación. Y como á todo esto se agrega la circunstancia natural de ser el aire más denso, conteniendo, por tanto, más oxígeno el volumen de aquél que cada inspiración lleva á los pulmones del niño, inútil es decir que éste conserva la temperatura de 37° C que es la correspondiente al organismo humano en estado de salud. »En un todo opuesta á la anterior, la conducta de Emilio durante el verano se armoniza debidamente con lo dispuesto por la previsora higiene. Con el uso de vestidos claros y de telas ligeras, el de frecuentes baños, la abstención de todo ejercicio violento, y una alimentación menos sustancio sa y en la que las frutas reemplazan á las grasas, procura lograr el fin fisiológico indicado por la Naturaleza al hacer que la atmósfera—enrarecida Oí EL MtJNDO DE LOS NIÑOS. p o r el calor—contenga menos oxígeno y al disponer que funcionen esas válvulas orgánicas que se llaman glándulas sudoríperas. Y así, produciendo menos calórico y gastando mucho en evaporar el líquido segregado en su piel por dichas glándulas, el niño atiende á la necesaria refrigeración tan conveniente para su salud en el ardiente estío. •i Y ahora, puesto que dejo ya probadas todas mis afirmaciones respecto á la importancia del objeto para que servimos los tan diminutos como activos glóbulos rojos, me despido a t e n t a m e n t e de los lectores, prometiéndoles que no será esta la última Narración con que he de procurar satisfacer el laudable afán que muestran por instruirse.» Por la copia, JUSTINIANO F E R R E R Y LOZANO. ÍHUÉRFANOSI ¡En la miseria! ¡En la orfandad! En esa noche profunda y negra á donde el día no lleva su alegría ni el consuelo vital de su tibieza! ]Allí, en la sombra densa, abandonados polUielos que han caído, las alas tiritando, desde el nido, por maternal amor no calentados! ¡Huérfanos! ¡Solos! ¡Harapiento enjambre de pálidas criaturas que pintan en su faz las amarguras del duelo cruel, la desnudez y el hambre! Y en la alba de la vida... ¡Oh! prematuros sinsabores y agravios, que así heláis la sonrisa de los labios y en el niño matáis placeres puros! No con crueldad sumáis en honda pena el alma tierna que su vuelo ensaya porque ¡ay! si se desmaya, y en desmayo mortal no se hace buena! Miseria, antro profundo... ¡Allí los males, para herir en la sombra á los que gimen, urdiendo'están con el sangriento crimen sus tramas infernales. ¡Una luz! ¡Una luz!... Sé diligente, Sociedad, y allí lleva tu mirada; que por ella ha de ver, inmaculada, la mirada de Dios siempre clemente. ¡Una luz! ¿Pues qué esperas si asi dejas en obscuro abandono á tus criaturas ? ¿No miras? Allí hay niños, almas puras que te están aclamando con sus quejas. Acude presurosa. No te asombre si mañana, al llegar, tardos tus pasos, hallas á aquel que te tendió los brazos tornado en criminal, hecho ya un hombre. Mira, va una pareja Con cariño , soportan ambos su corr.ún estrella: la niña es donairosa, gentil, bella; el niño, sonrosado, hermoso niño. ¡Flores que aun no han abierto el casto broche y ya son por el viento fatigadas; flores ya señaladas pira víctimas tristes de la noche! ¡Se juntan y se van!... ¿Ah, para donde, á dónde irán los pájaros sin nido ? ¿La dicha donde está? ¿Porqué habrá huido? ¿Por qué, por qué se esconde?... Se van por el desierto y tú los dejas perderse en medio á la tiniebla, ¡impía! .. Acójelos, ¡oh madre! oye sus quejas; Sociedad, tú eres madre, no estés fría. Tiéndeles ya la bienhechora mano antes que vayan, con \\ planta incieita, á entrarse por la puerta del hondo mal en su delirio insano; porque en esa inquietud que no se nombra y en la que el alma lucha desesperada y triste, sólo escucha los consejos siniestros de la sombra! ¡Álzate, caridad! Y al desvalido, mostrando con el dedo el alto cieL), dale al dolor consuelo y en tu regazo al huérfano hazle un nido... SALVADOR GUILLERMO HERNÁNDEZ. (Amerioano.) LA. TOÑA Con el rostro encarnado y sudoroso, los pies poco menos que descalzos, el pantalón desgarrado y la blusa o n d e a n t e , Nicasio se dispuso á emprender el juego. E n t r e la cáfila de granujillas de aquel barrio, ninguno tan ágil, tan desenvuelto, tan atrevido, ni tan desvergonzado como Nicasio, se había presentado todavía, ni t a m p o c o llevaba trazas de presentarse. A p a r t e de su fuerza y su destreza, tenía s o bre los otros chicos algo que les imponía y a m e drantaba, que hacía que á sí propios se rebajasen sus especiales méritos , que les infundía un sentitimiento intermedio entre el respeto y el miedo, una especie de fuerza moral, en fin. Fuerza moral, sí, porque para todo hace falta; los mismos ladrones acatan y respetan en medio de su vida de desenfreno, á los que, por raro privilegio, logran i m ponerse. A l g o parecido á esto ocurría con la preponderancia de que Nicaéio disfrutaba sobre sus compinches, nacida no del talento y la virtud, sino del descaro, la desfachatez y la insolencia, aparte de los múltiples recursos con que nuestro héroe contaba para los casos de gravedad é im- EL MUNDO DE LOS NIÑOS. portancia. Seguramente habría muy pocos que quisieran encontrarse al alcance de un capón, una galleta ó una tabaquera de Nicasio. Criado en medio del arroyo, educado en el descuido más absoluto, con la vagancia por profesión, y la independencia y el capricho por consejeros, Nicasio no sabría leer ni escribir, pero era maestro en todos los juegos. El marro, éi paso, la pelota, el toro, las chapas^ el peón y la toña, tenían en él el cultivador más entusiasta y apasionado con que contaron jamás. Aquel día la toña estaba llamada á desempeñar un papel importante. Lo más lucido de la infantil ralea, iba á tomar parte en la diversión que, si tiene poco de divertida (para los indiferentes), peca en cambio de brutal y peligrosa. La calle es local suficientemente extenso para que los jugadores desarrollen en él sus habilidades. Nicasio da la orden de empezar el juego batiendo la toña con su pala, y aquélla hiende al aire para ir á caer en campo contrario. Los que le componen la devuelven con esfuerzo aún más poderoso, y la pelea adquiere proporciones cada vez mayores, animada por los gritos de los pequeños espectadores. ¡Qué bullicio! Las boca.s y los ojos expresan pintorescamente el efecto que en los muchachuelos produce el agitado entretenimiento, y todos ellos alaban la destreza de Nicasio, que lleva gran ventaja á sus contricantes. Pero una de las veces, el maestro, menos afortunado ó con peor intención que de ordinario, hace que la toña se desvíe de la dirección que debiera seguir, dando en la frente á un transeúnte que pacíficamente cruza la calle, y que se detiene para gritar al autor de la fechoría: —!Ah, pilletel Como yo te coja te aseguro que has de ];asar mal. ¡Bárbaro! ^'No ves dónde tiras? Y Nicasio, con su habitual desvergüenza, replica: —¡Anda, el caballero\ Pues no chilla poco porque le he dao con la toña en la frente... ¿Qué guardará pa el día que le salte un ojo?.. Á N G E L OSSORIO Y GALLARDO. FÍSICA RECREATIVA QUERIDOS LECTORES: Voy á permitirme indicaros algunos juegos de Física recreativa, que al par que os deleiten, os instruyan. Ya sé que todo el que haya estudiado Física sabrá algunos de estos juegos, pero como no conoce todos los que voy g enumerar, y como todos no habéis estudiado Física, os suplico que me dispenséis si soy demasiado pesado en la enumeración de Cbtos juegos. Si tomáis una copa llena de agua, colocáis un IKÍ papel encima, sostenéis éste con la mano é invertís la copa, el líquido quedará sostenido por el papel, y éste á sii vez, por la presión atmosférica, y ni el papel ni el agua caerán al suelo. Tomad ahora un plato, colocad un cuerpo en combustión, un papel, cerilla ó cabo de vela, tapad con el vaso y verted un poco de agua en el plato, ¿qué sucederá ? Que apagándose la cerilla ó el papel, por falta de oxígeno, se efectuará una especie de vacío, y el agua entrará en el vaso quedando el plato seco. Después de haber cocido un huevo, quitadle la cascara para que quede bien pelado: ahora tomad una botella como la que emplean en los cafés para servir agua, arrojad un papel ardiendo dentro y colocad el huevo encima; el huevo, aun cuando antes no entraba por el cuello de la botella, pasará por él y caerá al fondo con gran estrépito. Buscad un tablero vertical, fuerte y liso, vcrbi gracia: una puerta, el lado de un armario, etc ; ahora, con una perra chica ó moneda de cinco céntimos vamos á hacer que se sostenga en la puerta; para esto, es necesario oprimirla bien contra ésta, y frotarla de arriba abajo, después de lo cual, quedará sujeta en virtud de la presión del aire. En un cajoncito de papel, como los que se hacen de las pajaritas, echad agua: ahora, arrimadle con cuidado á una lámpara de alcohol poniendo en contacto de la llama la parte que tenga agua, y éstahervirá sin que el papel se queme. Fundado en este mismo experimento, podéis fundir el estaño en un naipe. Haced de un tapón una bolita de corcho; colocadla al extremo de una varilla previamente doblada, y de la cual se la suspenderá por medio de un cordón de seda, coged ahora una barra de lacre, frotadla con fuerza con un paño de lana, arrimad la barra á la bolita y ésta será atraída por aquélla. Llenad un frasco de agua; cuando ya esté lleno, tomad un vaso también con éste líquido, introducid el cuello del frasco en el vaso, tapando la boca de éste con el dedo, y cuando el cuello e^té sumergido en el agua retirad el dedo con el que tapabais la boca del frasco, que no caerá el agua. Si los líquidos que pongáis en el vaso y el frasco son de distinta densidad, verbi gracia leche y agua, observaréis que el líquido más dentó (la leche) descenderá, al par que subirá el agua por el frasco. Si ahora cogéis una bandeja, cortáis un pedazo de cartulina ó papel bien fuerte, de modo que cubra perfectamente la superficie plana de la bandeja, y á la plana de papel con que se haya de cubrir la bandeja se la pegan dos tiritas de papel para poderla levantar con facilidad, habréis construido un aparato, que en electricidad se llama electróforo, y del cual voy á deciros el resultado que podéis obtener y el modo de operar para esto. Se coloca el papel sobre una mesa y se le frota con un paño de lana; después se le pone al calor \Ví EL MTJNDO DE LOS NI^OS. d e una lumbre bastante viva, una chimenea, h o r nilla ó b r a s e r o : se le dan repetidas vueltas para que quede bien s e c o ; después de esto se le coloca en una mesa ó tablero de m a d e r a , se le frota con un cepillo hasta que se adhiera á la mesa, y levantándolo entonces p o r las tiras de papel que sirven de a g a r r a d o r e s , y colocándolo sobre la bandeja, que estará sostenida entre dos vasos ó copas, tocando ahora la bandeja y levantando el papel por los agarradores, podéis a p r o x i m a r un dedo á la bandeja y obtendréis una chispa eléctrica. T e r m i n o por hoy, prometiendo en otro número dar á conocer otros más bonitos y las causas de estos fenómenos, y no me cansaré nunca de aconsejaros que miréis todas estas recreaciones, no como un punto de j u e g o si no como estudio. Galileo descubrió las leyes del péndulo, contemplando el balanceo de una lámpara en una iglesia. Newton adivinó t i principio de la atracción universal viendo caer de un árbol una manzana, y Pascal emprendió el estudio d e la acústica por h a b e r oído resonar un plato de porcelana, que alg u n o mientras estaba en la mesa, tropezó inadvertidamente con un cuchillo. ¿Comprendéis ahora lo provechoso que es fijarse y estudiar aun cuando sea la cosa más trivial é insignificante ? JOSÉ MARTÍXEZ FERÍÍÁSDEZ. EL DEFECTO DE JULIO " Que Julio era un niño de buen corazón y muy c a riñoso, decíanlo sus papas á. todas horas; que era e s tudioso, aplicado é inteligente sus Maestros se encargaban de hacerlo saber á todo el que quisiera oírlo, pero Julio tenía un defecto que obscurecía sus excelentes cualidades; criado en la opulencia, pues su papá es un riquísimo banquero; todos sus caprichos, todos sus gustos eran en el acto satisfechos, y el niño, acostumbrándole insensiblemente á toda suerte de comodidades y á ser humildemente servido por numerosos criados de lujosa librea, llegó á verse poseído del demonio del orgullo, defecto que, como antes dije, obscurecía todas sus buenas cualidades. A causa, pues, de esta mala cualidad suya, Julio, á pesar de sus buenas condiciones no era querido de sus compañeros de Colegio, ni sus criados le tiinían el cariño que á otro de carácter más amable hubieran profesado. En los primeros años de su infancia, el papá de Julio, con muy buen acuerdo, no hizo nada para corregirle reservándose hacerlo más adelante y cuando el niño estuviera en edad de poder comprender y apreciar en su justo valor los consejos paternales. No tardó en llegar esta ocasión, pues los años pasan rápidamente y una noche después de comer, llevóle á su despacho su papá y le habló de la manei-a siguiente: —De nada sirve, querido Julio, que seas cariñoso, aplicado é inteligente, si éstas tus buenas condiciones se ven obscurecidas por el desmedido orgullo que te domina; pronto serás un hombro y de igual manera que hoy te ves odiado de tus compañeros, lo serás mañana de toda la sociedad, pues aunque poseas una inmensa fortuna y no escasa instrucción, el mundo no quiere nunca-á los orgullosos y de poco ó de nada podrán servirte tus bienes ni tus conocimientos si eres despreciado de todo el mundo. Has de saber, aunque esto mortifique un tanto tu orgullo, que yo, tu padre, el banquero millonario, de todos respetado, envidiado de todos, he nacido en hamudísima cuna en una mísera aldea de Galicia; mis padres pobres campesinos cargados de hijos apenas podían sustentarnos, hasta el punto de que, á los catorce años, hube de abandonar mi a'dea y cruzando el Atlántico, poco menos que de limosna siendo el criado de todos los tiipulantes llegué á la Habana sin más capital que una carta de mi pa Ire para un amigo suyo, allí residente: excuso decirse, hijo mío, los trabajos que yo he pasado, las pruebas que he sufrido, lie desempeñado los oficios más rudos y más humildes y solo á fuer>;a de tiempo, de constancia y de una economía rayana en la miseria, llegué á encontrarme en condiciones de dar ancho vuelo á mis energías, y favorecido por la fortuna, llegué á la posición que hoy ocupo; así, pues, hijo mío, no seas orgulloso, ten siempre en cuenta que no eres solamente el hijo del banquero opulento, sino el nieto del mísero aldeano gallego. Y á fin de que mis consejos te sean de provecho, aunque te mortifique al pronto, quiero que elijas un oficio, el que á tí te parezca más conveniente, al objeto de que, cuando veas por esperiencia lo que cuesta ganar el pan modifiques tu orgullo; esto, por supuesto, sin perjuicio de que estudies una carrera digna de la posición social que tu padre ocupa. Como fácilmente se comprenderá no agradaron mucho á Julio los propósitos de su papá, pero éste, de una voluntad de hierro, no cedió en su propósito y sin descuidar por esto la carrera literaria de Jjl'o, hízole entrar en un taller de carpintero, oficio que el niño eligió, recomendando al maestro, eficazmente, que su hijo fuera tratado exactamente como los demás individuos del taller. Han pasado de esto algunos años: al principio vióse Julio bastante molestado pero fuese acostumbrando á aquella vida y en la actualidad es un perfecto caballero, pues su antiguo defecto ha desaparecido por completo, gracias á la energía y buen criterio de su papá. VENTURA IsKO S - A . I O MAYORG.\. O . Acerca de la mortalidad en la infancia, nuestro querido amigo y colaborador Alfonso Pérez de Nieva, publica en £/ Globo los siguientes sentidos párrafos: «El qué no ama los niños, los pájaros y las flores, no tiene corazón, ha dicho poco más ó menos el gran Víctcr Hugo; la estadística cruel, con su brutal franqueza, ha venido á revelarnos que en España, el país clásico de la luz espléndida y del cielo azul, se abrirán las flores y volarán los pájaros, pero no pueden vivir los niños. La mortalidad infantil alcanza entre nosotros una cifra aterradora; el año anterior se llevó la muerte lo i68 criaturas, dejando otros tantos hogares EL MUKDO DE LOS NIÑOS. 93 mudos, solitarios, sombríos, sin gorjeos, sin nada rubio J U E G O S DE IMAGINACIÓN. ni de color de rosa. L a proporción entre el número total de víctimas y la que corresponde á cada día es. horrible; se siente SOLUCIONES Á LOS DEL NÚ.MERO 4 . una angustia enorme al escribirla; representa veintisiete XXVÍL-Charadas: defunciones d'arias y una fracción, es decir, que durante el año pasado hemos perdido más de un niño por hora; i.'i E—mi—lio. las enfermedades propias de todo organismo naciente, 2.^ Co—ro-la—rio. reforzadas por la difteria implacable v por la feroz viruela han arramblado con todos nuestros ángeles, se XXVIII.—Cuadrados de puntos. han llevado todas nuestras rosas. Y es q le en España,' C O L R O T O aunque parezca absurdo, los niños se mueren de aban0 R 0 0 R 0 dono y no me refiero ya á los chicos de las puertas; á L 0 S T 0 A los hijos del arroyo; á los que duermen en una cueva, 0 S A S en las afueras de las poblaciones, á la intempaiie; á los XXiX.—Charadas: que no tienen pid'-es, ó si los tienen solo se cuidan de ellos para explotarlos; á esas pobres hijas errantes preBu—fe—te. s i del viento y de la Luvia, sino á los niños pudientes, 2.'' Ca—bo. atendidos, que cuentan con un tabernáculo en el que son adorados, sobre los que velan unos ojos vigilantes XXX. — Cuadrados de puritos. y á los que guía una mano cariñosa. El abandono á que C A M A V E L A aludo es el de los besos, el del cariño infmito, el de A M A S E R A S muchas madres que solo saben querer á sus pequeños M A S A L A T A sin considerar que no bastan las caricias para conservarles bien, así como el árbol tierno, aunque el símil A S A S A S A S resulta gastadísimo, necesita adeínás del riego otros XXXL—Triángulo: . mil cuidados de igual importancia. El niño requiere C Á D I Z mucho amor, pero la madre no debe contentarse con A M A R tenderle los brazos; en el extranjero la higiene de la infancia llega ha'^ta un punto 'inverosímil, alcanza una D A R rigiJez y una escrupulosidad extremas, su observancia I R es una de las cuestiones preferentes de los Gobiernos, Z En España, por desgracia, apenas si tan humanitaria XXXII.—Criptografía: ciencia da señales de vida;'hasta hace muy poco la gimnasia era considerad,! como arte de titiriteros, y no El Mundo de los Niños. escasos trabajos y esfuerzos hercúleos ha costado m e XXXIIL—Acróstico: dio aclimatarl.a, acostumbrar á las familias á que enMahoma. "^'íen á sus hijos á esos centros donde completan su desarrollo ayudando á la naturaleza y combaii.ndo la XXXIV.—Fuga de vocales: ' aneuiia, el terrible y solapado enemigo de los niños, Pobre barquilla mía que poco á poco, aprovechando todos los descuidos, en entre peñascos rota, silencio, sin descubrirse á veces, va diezmando la husin velas desvelada manidad aprovechándose de la debilidad ingénita de y entre las olas sola, los seres en su edad primera. La cifra de más de un '^iño por hora muerto durante el año anterior, es digna * * °e que se estudie el remedio, .por caridad y para que Han remitido soluciones los subscriptores: Nilo Fahra y íio haya derecho á decir por ahí que nuestra patria no. Herrero, de Madrid; Alejandro .Betegón, de Midrid; Juanita Estebanot, de Castro Urdíales; María y Dolores Iñarra y Dola-' t'ene corazón.» c * Los alumnos de la Escuela Normal de Maestros de *ladrid, bajo la dirección del Sr. Sarda, han comenza*^o 'as excursiones escolares fuera de Madrid, que acostumbran todos los años. * La Liga Madrileña contra la ignorancia, anunciará 6n breve un concurso para adjudicar varios premios pecuniarios de alguna importancia á los Maestros de primera enseñanza que más se distinguen en el ejercicio de su cargo y que acrediten las circunstancias que se fijarán en el anuncio. Los esfuerzos de la Liga son, como se ve, cada J'fz más entusiastas para cumplir su difícil cometido y uien merece tan benéfica institución el apoyo de las autoridades, el concurso de los particulares y los aplausos de todos. s garay, de Pamplona; Magdalena Solsona, de Zaragoza; Salud y Rafael Farrán y Mazas, de Lérida; Manuel Huidobro y Hernández, de M.idrid; Pilar Solsona, de Zar.igoza; Francisco Alberola, de Valencia; María Rubio, de Linares: Félix Lecea y García, de Tafalla; Asunción Martínez y Gil, de M.idrid; Antonio de la Fuente, de Madrid; Cándida, Elisa y Francisco de P. Caplín, de Valladolid; Margarita Beorlegui y Oyaregui, de Pamplona; Joaquín de la Llave y Sierra, de Madrid; Salvador Fspiau, de Valladolid; Carmen y I^ernando Bertrán, de M:ulrid; Joaquín C.irdenas, de Madrid; Julián y José Luis Palacios Gutiérrez, de Madrid; Emilia Galbete, de Pamplona; Eduardo Aecino, de Linares; Enrique y José María Delg.ado, San de Fernando; Domingo Regué ral, de Madrid ; Antonio Barrutia, de Cazorla ; Juan Masip y Rulz, de Benicarló; Victoriano y I^urificación Sánchez y González Valdés, de Gijón; María Thullier, dei Puerto de Santa María, Rodrigo y Urbano Fernández, de Sahagiin; Ramón María Gassol y Mensa de Lérida; Victor Díaz Brito, de Valencía; Andrés Hortet, de Madrid. En el número 3 se dejó de incluir, por olvido involuntario entre los suscriptores que remitieron soluciones, á la Srta, D.í" Margarita Beorlegui y Oyaregui, EL MUNDO DE LOS NIÑOS. 96 NUEVOS PROBLEMAS. XL.-Acróstico (remitido por Miguel Chapí y Selva): Manuel. XXXV.—Rompecabezas (remitidos por Nilo F J . bra y Herrero): . . , . . . . . . T . I . B .U . R C .1 . 0 . . . . . . P . . O . R . . T . . . U , . G . . . A . L . . . . . . . . . . . . . . . . Amadeo. Mariano. Gastón. Ramón. Cecilio. Ruperto. Rogelio. . . . . . . Sebastián. Lorenzo. Sustituyanse los puntos por letras, de modo que en la primera figura obtengamos ocho nombres de varón, y en la segunda otros tantos de Naciones. Natalio. XXXVI,—Cuadrado de puntos (remitido por F e derico Romeu y Roca): Enrique. Isidoro. Ubaldo. Oroncio. Andrés. Isidro. Osear. Sustituyanse los puntos por letras, de modo qu^^ nos den horizontal y verticalmente: Lo que hay en las poblaciones, lo que hay en los sombreros, lo que hay en la lumbre y un pronombre. XXXVII.—Cuento charadístico (remitido por So-, ledad Martín y Ortíz de la Tabla): Vivía en una prima dos tres una todo, llamada tres cuatro, la cual criaba un tres cuatro dos con mucha e s tima. Un día pasó por allí un muchacho y tirando una piedra al tres cuatro áos le quebró una. prima tres. Tres cuatro, enfadada por ello, le dijo: «Cuando mi tres cuatro dos se ponga bueno y cuatro dos, ya me pagarás el haberle roto el prima tres. XXXVIII.—Logogrifo numérico (remitido por María Luisa de Montes y Jovellar); 8 7 4 5 6 7 8 3 1 2 2 3 4 2 610 7 7 4 5 6 9 8 10 9 10 = Un mar. 2 3 = F u t u r o de un verbo. 7 2 3 = Otro. 8 9 1 0 = Animal. 2 9 i o = Producto de América. 3 I 2 = Un río. 7 8 2 = Otro. I ;= Vocal. XXXIX.—Fuga de consonantes (remitida por Santos Arias de Miranda): • .0 e. a..e..a .e.e. .ua..o .e a.o.a .e .a .e..uia .u.ai.a. e. ..io; .a. .u.u,.i. .e..i.o .i. .e..o.a e. .a.i.p ,e a. .ue .0. a.o.a .u *, e.o e..e.e a. . u . i i c . o .io .a..ia .u.ie..e. Formar con las iniciales el nombre y apellidos de un escritor muy celebrado. XCT.—Charíd'as (remitidas por Miría Luisa Montes y Jovellar): Es madera/r/V«a fres, mi segunda una vocal, y en el todo, lector, ves instrumento musical. Primera dos me crió, la tercia río extranjero es la cuarta musical y el todo flor que yo quiero. Tiempo presente es la prima, nota musical la tres, un pronombre la segunda y usa el ^1-/1? la mujer. Prima es artículo, letra tercera, prenda tres dos y el todo tela. Prima un pronombre dos en la escala y el lodo un nombre. Imp. y Lit. de J. Palacios. Arenal, 27.---Madriil. Teléfono 133.