16 MINISTERIO PÚBLICO DE COSTA RICA 2006 Tema Intimidar a la víctima haciéndole creer que se tiene un arma, es un tipo de violencia simbólica y sicológica configurativa del delito de Robo Simple con Violencia sobre las personas. Diferencia entre Robo y Extorsión. Sumario El ademán de intimidar al ofendido haciéndole creer que tiene un arma es un tipo de violencia simbólica que no tiene que traducirse en una agresión física, ni siquiera exige contacto. Blandir un arma amenazante, exhibir un arma, simular con seriedad la existencia de un arma aunque no se muestre, incluso amenazar con un arma de juguete, circunstancia que la víctima ignora, todas son formas de intimidación que son un tipo de violencia sobre las personas, que claramente encuadran en los requerimientos típicos de robo simple y robo agravado según el caso. SALA TERCERA DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. San José, a las ocho horas treinta minutos del dieciséis de Agosto de dos mil seis. Res: 2006-00752 Trascripción en lo conducente Resultando: resuelve: a- Se declara a JASON y a OSCAR, ambos SALAZAR VARGAS, coautores responsables de un delito de ROBO AGRAVADO cometido en perjuicio de MARVIN SEGURA QUIRÓS y de un delito de ROBO SIMPLE CON VIOLENCIA SOBRE LAS PERSONAS (así recalificado), cometido en perjuicio de SERGIO FERNANDO MONGE PÉREZ (ambos delitos cometidos en concurso material) y como tal se les impone en su orden, la pena de CINCO Y TRES AÑOS AÑOS DE PRISIÓN respectivamente por cada uno de estos delitos, para un total de OCHO AÑOS DE PRISION los que tendrán que descontar en el Centro Penal Reglamentario, previo abono de la preventiva sufrida; b- Se absuelve a los aquí coencartados SALAZAR VARGAS de haber cometido 1.- Que mediante sentencia N° 45-06, dictada a las catorce horas del dieciséis de febreroo de dos mil seis, el Tribunal Penal de Juicio de Heredia, resolvió: “POR TANTO : De conformidad con lo expuesto, artículos 39 y 41 de la Constitución Política; 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; 26 de la declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; 10 y 11 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; 1, 18, 22, 30, 31, 71, 73, 74, 212, 213 inciso 2) todos del Código Penal; 1, 12, 13, 141 a 145, 324 y siguientes, 341 y siguientes y 360, 361, 363 al 367 del Código Procesal Penal con la totalidad de los votos emitidos y por unanimidad se 1 y, un delito de robo agravado en perjuicio de Randall Mauricio López Ramírez. Una vez firme esta resolución háganse las respectivas comunicaciones para lo de su cargo al Instituto Nacional de Criminología, al Juzgado de Ejecución de la Pena y al Registro Judicial. De conformidad con el numeral 364 en relación con los numerales 239 y 240 inciso b) del Código Procesal Penal, siendo que la pena impuesta a los aquí coencartados es bastante alta y que la misma necesariamente tendrá que ser descontada en prisión, a efectos de evitar el peligro de fuga y asegurar su cumplimiento, se ordena la prisión preventiva de éstos por seis meses a partir del día de hoy, la cual vence el dieciséis de agosto del año en curso, o bien hasta la firmeza de esta resolución si ello ocurrierre antes de dicha fecha. Son las costas de este proceso a cargo de ambos coencartados. Notifíquese por lectura.”(sic). Fs. LIC. JORGE DESANTI HENDERSON LICDA. ANA MARY HALL CUBERO LIC. ROY BADILLA R. Considerando: Recurso de casación de los licenciados Rafael Ángel Calderón Pacheco y Luis Alonso Salazar Rodríguez, defensores de los acusados Jason y Óscar, ambos Salazar Vargas I- Falta de fundamentación probatoria intelectiva: Como primer motivo de su impugnación, los licenciados Calderón Pacheco y Salazar Rodríguez, defensores de los imputados Jason y Óscar, ambos Salazar Vargas reclaman que los Juzgadores “no realizaron una valoración suficiente de los elementos probatorios”. Señalan que los hechos probados son “confusos” y al no realizarse una completa valoración de la prueba resulta que los indicios utilizados no llevan a una única conclusión. Entre los indicios que consideró el Tribunal, mencionan que la detención de los acusados se realiza en “un breve lapso de tiempo” el mismo día de ocurridas las sustracciones; que ambos imputados se movilizaban en una motocicleta color negro de características “similares” a la que describieron los ofendidos como la utilizada por los sujetos que los asaltaron; que ambos utilizaban cascos de características similares a las que describieron las víctimas y que en su poder se encontró un bolso de mensajero color negro similar al que describen los ofendidos, elementos que se relacionan con el hallazgo en poder de los imputados de los teléfonos celulares sustraídos a las víctimas. En criterio de los impugnantes, el Tribunal no tomó en cuenta que el ofendido Segura Quirós en debate dijo que en ningún momento reconoció a los imputados y que no los identificaba en la sala de juicio, esto a una pregunta directa de la co jueza Hall Cubero, por lo que quedó plenamente acreditado que esta víctima no reconoció a los acusados. También Segura Quirós dijo que no reconoció a los acusados cuando fueron detenidos y sólo pudo observar de reojo a uno de ellos cuando era llevado a la patrulla, dijo que de los cascos “ni se acordaba” y en ningún momento señaló lo que se afirma en el fallo, en el sentido de que él pudo reconocerlos por la vestimenta y que los cascos y la moto eran las mismas. El testimonio del oficial Juan Evaristo Muñoz Murillo ilustra bien el hecho de que los ofendidos no recono- 2.- Que contra el anterior pronunciamiento los licenciados Rafael Ángel Calderón Pacheco y Luis Alonso Salazar Rodríguez defensores de los coencartados Jason y Oscar ambos Salazar Vargas, interponen recurso de casación en el que acusan falta de fundamentación probatoria intelectiva, falta de fundamentación jurídica, falta de fundamentación de la temporalidad de los hechos, fundamentación contradictoria e inobservancia de las reglas de la sana crítica, inobservancia del numeral 323 por errónea aplicación de los artículos 212, 39, 213 inciso 2) del Código Penal. Solicita se case la sentencia y se ordene nuevo juicio apegado a derecho. Por su parte la licenciada Eva Maryssia Mora Rodríguez fiscal de Heredia interpone recurso de casación en el que alega falta de fundamentación del fallo, fundamentación ilegítima por no analizar prueba validamente incorporada al juicio. Solicita se case el fallo y se ordene nuevo juicio ajustado a derecho. 3.- Que verificada la deliberación respectiva, la Sala se planteó las cuestiones formuladas en el recurso. 4.- Que en los procedimientos se han observado las prescripciones legales pertinentes. Informa la Magistrada Pereira Villalobos 2 por acreditado un robo con armas si esta nunca se decomisó. cieron a los imputados, pues él mismo afirmó que aquéllos se guiaron más por las ropas y el propio Segura Quirós negó haber participado en reconocimiento alguno en la delegación policial. En cuanto al otro ofendido Monge Pérez, en debate dijo que observando a los imputados no le parecía que fueran los mismos, tampoco los reconoció el día de la detención. El Tribunal fundamenta entonces el fallo “únicamente” en que los acusados fueron detenidos con los bienes en su poder, lo que resulta insuficiente. Adicionalmente, tiene por acreditado que uno de los asaltos se realizó con armas pero al detener a los acusados éstos no portaban ninguna, sin que se explique este extremo en la sentencia. “El fallo impugnando parte de un razonamiento fragmentado en el que la proximidad temporal entre los hechos y la detención, permite acreditar ‘indudablemente’ que los aquí acusados fueron quienes cometieron los delitos, y a lo largo de la sentencia señala ese aspecto como ‘el fundamental’ para sustentar ese juicio de valor. Lo que no explica el fallo, es que los aquí imputados, se encontraban en el momento de la detención, a más de 10 kilómetros del hecho ocurrido en Moravia. Lo que el fallo no explica, es que de acuerdo con la dinámica expuesta tanto en las denuncias, como lo expuesto en las audiencias, es que los supuestos delincuentes viajaban en dirección de Santo Domingo hacia Tibás y luego hacia Moravia, y que los hechos ocurrieron supuestamente en esa secuencia, el primero fue cometido en contra de Marvin Segura Quirós y el segundo en perjuicio de Sergio Fernando Monge Pérez, es decir, los delincuentes se desplazaban en dirección oeste-este […]”. No se encontró el arma, el hecho de que a Jason y a Óscar se les haya encontrado en poder de los bienes sustraídos, no es por sí mismo suficiente para sustentar el fallo condenatorio por el delito de robo, la motocicleta es igual que cualquier otra –todas son negras y con llantas negras- los ofendidos en este caso no mencionaron una característica esencial que es que a la que decomisaron le faltaba una tapa al motor y que ésta era gris con celeste, tampoco los cascos coinciden con la descripción de los ofendidos, por lo que “a lo sumo” se podría considerar responsables a los imputados del delito de receptación. Además, si aún así estima que puede sustentarse la responsabilidad, debió decir expresamente por qué tiene II- Los reclamos no son procedentes. Es claro que los recurrentes no comparten las conclusiones del fallo, pero eso no es suficiente para estimar que existe un vicio en el razonamiento que invalide lo resuelto. Aducen que no existe un análisis completo de la prueba y que por ello no puede sustentarse válidamente la condenatoria, en especial porque los ofendidos no reconocieron a los imputados, no se recuperó ningún arma y la posesión de los bienes sustraídos en su poder no es suficiente para apoyar la condena. I) en cuanto al reconocimiento de los acusados: Segura Quirós dijo en debate, según la trascripción en la sentencia, que todo sucedió muy rápido, que eran dos sujetos en una motocicleta “negra, ya vieja, sin placas”, uno conducía y el otro se bajó con un maletín del que sacó un arma, negra y le apuntó, dijo que todo había sucedió muy rápido y él temió que lo mataran por eso entregó el celular. Afirmó que en la delegación los policías lo llevaron donde estaban ellos y los reconoció por la ropa, de los cascos dijo no acordarse allí en la audiencia pero que el propio día sí los recordó. Expresamente señaló que hoy –refiriéndose al día del debate- no los podría reconocer. Por su parte el ofendido Monge Pérez dijo que él no los quiso ver en la delegación. Dijo que eran dos sujetos en una motocicleta, que uno se bajó con un maletín en la mano y le pidió el celular haciendo un ademán como de que iba a sacar un arma, por eso él entregó el celular. Dijo “[…] Me muestran una motocicleta que estaba afuera, no puedo decir que era, es negra y se parece, me parecía que eran los mismos (cascos). La policía me los quería enseñar pero yo no quería verlos, los ví en el momento en que iban a ser trasladados. No puedo decir que eran ellos, yo no les ví la cara. No le puse atención a la vestimenta, no me acuerdo que haya dicho los colores. En su momento sí, con la camisa. Si me pareció ver unos lentes. En ningún momento ví arma alguna. No les ví la cara por temor en el momento por la impresión. Creo que un casco era cerrado y el otro con vicera plástica. Cuando veo que sacan, veo una sola persona. No sé cuántos habían detenido […]” (cfr. sentencia, folios 334 y 335). Está claro que el día del debate ningún ofendido reconoce a los imputados y lo 3 la psicología pretender, como lo insinúan los recurrentes, que las víctimas detallen la motocicleta al punto de descubrir que le falta una tapa del motor y que posee colores que la distinguen de las demás, en sus guardabarros, manijas, y demás accesorios. Las víctimas no acudieron a una exhibición de motocicletas, vivieron un abordaje abrupto por dos sujetos en una motocicleta, amenazado uno con un arma y otro con la posibilidad de que existiera, suficientes referentes para tener claro que estaban –como ellos mismos lo reconocieronasustados e impactados, al punto que no podrían identificar siquiera los rostros de los agresores, menos aún con tanto detalle la motocicleta en la que siempre permaneció uno abordo y en la que huyeron a toda velocidad luego de despojar a ambas víctimas de sus teléfonos celulares. La motocicleta es descrita en el acta de decomiso visible a folio 4, como una moto Yamaha “tanque negro y asiento negro”. Si bien se dice que sólo tiene una tapa color gris con celeste, ese dato no hace perder las características que pudieron aprehender los testigos dadas las circunstancias, que era una moto negra y además sin placas ni documentos, datos estos de color y de ausencia de placas que sí aportó con seguridad el ofendido Segura Quirós. Por último, es cierto que el bolso decomisado a los imputados es azul y el Tribunal afirmó que es negro, pero también lo es que ninguno de los ofendidos, ni al denunciar ni en el debate dijeron de qué color era el bolso, de manera que no es cierto que el Tribunal tergiverse el dicho de los testigos, sino que comete un error, lo que es importante destacar es que sí existió un bolso “como de mensajero” tal cual describieron ambas víctimas que portaba uno de los sujetos que los asaltó y lo dijeron tanto en sus denuncias, prueba incorporada al debate, como al declarar de viva voz en la audiencia, bolso que se encontró en poder de los imputados, de manera que en cuanto a estos puntos no se observan los errores que se reclaman. iii) en cuanto a la ausencia de arma al momento de la detención: El Tribunal en efecto no analizó el hecho de que los acusados, al ser detenidos, no portaran arma alguna. Sin embargo, también es claro, en primer lugar, que le dieron plena fe al ofendido Segura Quirós, quien describió el arma y la tuvo a metro y medio de su cuerpo, cuando le apuntaron, lo que lo motivó a entregar el teléfono. sucedido en la delegación está fuera del proceso por decisión del Tribunal, al haberse realizado en su criterio, un “reconocimiento” sin las formalidades legales. En realidad pese a esa decisión, los ofendidos no reconocieron físicamente a los imputados. Sin embargo, contrario a la opinión de quienes recurren, a pesar de ello existe material de prueba que permite sustentar la condena, pues no siempre las víctimas, por la forma en que son abordadas –de manera subrepticia y violenta, sin tiempo para reaccionar- logran identificar a sus agresores y eso no puede significar sin más la imposibilidad de estimarlos responsables del hecho, si esto es posible derivarlo de otras probanzas, como sucede en la especie. Ambos ofendidos dijeron expresamente que todo ocurrió muy rápido y les generó un importante impacto emocional por lo que si acaso ambos mencionaron algo de las vestimentas y que se trataba de dos sujetos en una motocicleta negra, aunque sí dijeron que tenían más “frescos” los datos el día del robo y la detención, pues los llamaron menos de una hora después de los hechos y recuperaron sus teléfonos que identificaron plenamente, por eso al denunciar sí recordaban algunos detalles, entre ellos y de relevancia, el ofendido Monge Pérez detalló en su denuncia que uno de los sujetos portaba unos anteojos con un particular tono de colores en los lentes y dijo que al ver los cascos pudo observar en uno de ellos los mismos anteojos que llevaba uno de los asaltantes. Aún cuando en debate apenas refirió que sí recordaba haber visto un par de lentes, en la denuncia, como él mismo lo reconoció en la audiencia, sí los detalló y coincidían con los que llevaba uno de los sujetos que lo asaltó y fueron casualmente hallados en poder de los acusados, de manera tal que no se aprecian los errores que en cuanto a este tema se reclaman, sin que ello se afecte por la circunstancia de que en el debate, las víctimas no los hayan identificado; ii) en cuanto a la descripción de la motocicleta y el bolso: El ofendido Segura Quirós describió la motocicleta como negra, vieja sin placas, fue lo único que pudo ver. Monge Pérez dijo que era una motocicleta y que la que vio en la delegación, color negro, se le parecía y que no recordaba si tenía o no placas. Por las mismas razones que se expusieron antes, en cuanto a la dinámica de los hechos, es contrario a las reglas de la experiencia y 4 teléfonos, como se insinúa, sino por la hilación que es posible hacer, por la cercanía temporal de ambas sustracciones y la detención de los acusados y su propia actitud al ser interceptados por la policía. Por el contrario, la conclusión de los impugnantes en cuanto al hecho de que “a lo sumo” podría considerárseles responsables del delito de receptación, carece de asidero, pues es contrario a las reglas de la experiencia suponer que en tan poco margen de tiempo estos dos sujetos, en una motocicleta con características muy similares a la de los asaltantes y con un bolso como el que portaban éstos, recibieran de otros sujetos, también en una motocicleta negra y con un mismo bolso, los dos teléfonos celulares recién sustraídos conociendo su origen y huyeran al ser interceptados menos de una hora después de los robos, por la policía. Así las cosas, los reclamos carecen de sustento y se impone su rechazo. La forma en que se valoró esta deposición es correcta y da sólido respaldo a la existencia del arma. Incontables son los eventos de robo con armas en los que no se logra la recuperación de éstas sin que por ello pueda afirmarse, como se pretende, que no existieron, si, por el contrario –como sucedió en este caso-, se cuenta con prueba independiente que le da soporte. Olvidan de todas formas los recurrentes que al momento de ser alcanzados por la policía administrativa, los acusados momentáneamente se detuvieron y mientras subían la motocicleta al vehículo policial aprovecharon y ambos salieron huyendo, lo que motivó una persecución y el apoyo de otras unidades hasta que se materializó su captura, todo lo cual se desprende no sólo de los partes policiales y documentos adjuntos, visibles de folios 2 a 16, sino también de la declaración del oficial Juan Evaristo Muñoz Murillo (cfr. sentencia, folios 337 y 338), de manera que la requisa se pudo realizar hasta después de esta huída, en cuyo trayecto bien pudieron deshacerse del arma, elemento incriminante de mucho peso, sobre todo porque la policía ya tenía el bolso con los celulares recién sustraídos y por eso, precisamente, huyeron. Por ello, la omisión del Tribunal en valorar la ausencia del arma al momento de la detención no tiene la relevancia que se pretende, pues existe un testigo confiable que la vio y sufrió la amenaza con ella y hay razones para explicar por qué no apareció, de manera tal que este alegato carece de interés. Así, resulta que a Segura Quirós le sustrajeron su teléfono cerca del mediodía en Tibás, a Monge Pérez escasos minutos después en Moravia, pues señala también que fue al mediodía y ya a la una y trece minutos de la tarde estaban formalmente detenidos los imputados, luego de la persecución, en San Antonio de Belén, causalmente dos sujetos, con un bolso “como de mensajero” en una motocicleta negra, que huyeron a la intervención policial y que portaban consigo los teléfonos recién sustraídos a las víctimas. Éstas se apersonaron a la delegación policial y en ese momento identifican no sólo sus teléfonos, sino que “se les pareció” la motocicleta, los cascos e incluso unos anteojos. Todos estos indicios, perfectamente obtenidos, llevan a la única conclusión posible, como bien se resuelve en el fallo, de considerar a los imputados responsables de ambas sustracciones, no solamente por la posesión de los III- Falta de fundamentación jurídica: Como segundo motivo del recurso, reclaman los impugnantes que el fallo carece de sustento en cuanto a la calificación jurídica que da a los hechos acreditados. Aducen que el ofendido Monge Pérez dijo que él nunca vio un arma y que el sujeto que bajó de la moto y lo interceptó llevaba consigo un bolso y metió la mano como evidenciando que iba a sacar un arma. El testigo aclaró en debate que el imputado le dijo que le diera el teléfono “si no lo iba a joder”. Aclaró que el sujeto “le dio a entender” que andaba un arma, que hizo a meter la mano al bolso pero no la metió. En criterio de los impugnantes es muy importante la aclaración del testigo en cuanto a que el sujeto que lo asaltó no llegó a meter la mano en el bolso como lo había afirmado inicialmente, cosa que pese a la aclaración el Tribunal interpretó erróneamente y recalificó los hechos de robo agravado a robo simple con violencia sobre las personas “no demostrándose en ningún momento de la prueba recabada, que se utilizara algún tipo de arma en esa situación, por lo que de existir alguna acción delictiva, sería si acaso una coacción, y no un robo simple con violencia sobre las personas como fue recalificado […]”. Señalan que el Tribunal omitió hacer un análisis de los elementos del robo simple, pues la víctima Monge Pérez nunca dijo que fuera objeto de un despojo violento sino que más bien “él lo entregó”, ni se ejerció ningún 5 tipo de fuerza sobre él, de manera que no existen elementos suficientes para establecer por qué se considera el hecho como típico del robo simple. Los reclamos no son atendibles. En cuanto a la dinámica de los hechos en perjuicio de Monge Pérez, el Tribunal razonó: “[…] en lo esencial de su declaración, el ofendido Sergio Fernando Monge indicó que los hechos en su perjuicio ocurrieron en Moravia, cien metros al norte del Liceo Laboratorio y que habían ocurrido aproximadamente al medio día, indicó que cuando el venía de una pulpería fue abordado por dos sujetos que se desplazaban en una motocicleta color negro y con cascos, siendo que el sujeto que iba detrás de la moto le dijo que le entregara su teléfono celular, a la vez que dicho sujeto hacía la maniobra como de pretender sacar algún objeto del bolso que llevaba consigo, en este punto en el debate se incorporó la denuncia que el ofendido rindió durante la investigación en el Ministerio Público a las diecisiete horas con treinta y nueve minutos del 5 de noviembre del 2004 (folios 27 al 31) y aclaró que si denunció que dicho sujeto sí metió la mano en bolso (sic) que andaba que era de color negro como de mensajero y que le indicó que le diera el teléfono celular o que sino (sic) lo iba a joder y que por eso fue que le dio el teléfono celular por miedo a que lo fuera a agredir es porque ello fue así […] en el caso del ofendido Sergio Fernando Monge al no haberse utilizado ningún tipo de arma que aumentara el poder ofensivo de los encartados, sino que lo que medió fue la amenaza de la producción de un mal a su integridad física (sin que mediara la utilización de armas) sino hacía la entrega en ese momento y en forma inmediata de su celular, aspecto que naturalmente intimidó y evitó cualquier resistencia que dicho ofendido eventualmente hubiera podido haber opuesto, procediendo a hacer entrega del bien indicado.. Por esta razón es que los hechos en perjuicio del ofendido Monge Pérez no son constitutivos del delito de robo agravado, sino que deben ser recalificados al delito de robo simple con violencia sobre las personas, tal como lo prevee (sic) el numeral 212 inciso 3 del Código Penal [..]” (cfr,. sentencia, folios 340 y 341). Aclarando que la mención que hace el Tribunal al color del bolso, es añadida porque ni en la reseña de su testimonio ni en la denuncia se hizo referen- cia al color, lo cierto es que está claro que el Tribunal sí razona expresamente el tema de la tipicidad de la conducta de los acusados en perjuicio de Monge Pérez y además, que tales conclusiones son correctas. En efecto, no hace ninguna diferencia, como se pretende, que el sujeto que abordó a la víctima efectivamente introdujera su mano al bolso o no, porque lo que está claro es su ademán de intimidar al ofendido haciéndole creer que tiene un arma y que si no entrega rápido el celular, “lo va a joder”. Este es un tipo de violencia simbólica, que no se traduce en una agresión física y ni siquiera exige contacto: blandir un puñal amenazante, exhibir un arma, simular con seriedad la existencia de un arma, aunque no se muestre, incluso amenazar con un arma de juguete, circunstancia que la víctima ignora, todas son formas de intimidación que son un tipo de violencia sobre las personas que claramente encuadra en los requerimientos típicos del delito de robo simple y del robo agravado, éste último cuando se trata del uso de armas. Cuando la intimidación se hace, como en la especie, simulando la tenencia de un arma y amenazando, en virtud de ello a la víctima con la posibilidad de usarla – no otra cosa puede deducirse de la conducta del asaltante en este caso, cuando además dice a la víctima que de no entregar el bien lo “va a joder”se está ante una intimidación que es violencia sobre las personas. Al respecto, la jurisprudencia de esta Sala ha señalado: “[…]La circunstancia de ser rodeado para impedir su movimiento indudablemente constituye un factor de intimidación y amenaza del uso inmediato de violencia en caso de oposición. A esos efectos, para la configuración del tipo, no es necesario que la violencia sobre las personas sea efectiva y actual, bastando con la verosímil posibilidad inmediata, por sí misma perceptible o bien expresada, del recurso a ella […]” 158-95 de las 8:50 horas del 24 de marzo de 1995; “[…]debe indicarse que una pistola de juguete como la que en la especie utilizaron los asaltantes no podría calificarse como un arma en sentido propio, pues resulta obvio que por su misma naturaleza tal artefacto no está diseñado con miras a aumentar de manera real y objetiva el poder ofensivo de quien lo porte. No obstante ello, por la forma en que fue manipulada por el sujeto que acompañaba al aquí encartado, quien con la misma encañonó y amedrentó al ofendido, conmi6 nándolo en virtud de ello a entregar sus pertenencias bajo la advertencia de que, si no lo hacía, “iba a quedar tirado en el suelo como un perro”(cfr. folio 107, línea 17), ha de entenderse que se trató de un arma en sentido impropio, pues de hecho desplegó todo su efecto intimidante en contra del ofendido, quien –al creer que en efecto se trataba de un arma de fuego- cedió a las injustas e ilícitas pretensiones de los delincuentes, aún y cuando nunca representó un peligro real y efectivo para su integridad física […]” 1058-00 de las 9:30 horas del 25 de octubre de 2000. De este último precedente interesa rescatar el efecto intimidatorio que vence la resistencia de la víctima y facilita la conducta del sujeto activo, elementos que se dieron plenamente en el caso de Monge Pérez, solo que sin mostrar siquiera el arma, simplemente aparentando, con seriedad, que se la tiene, además de anunciar el mal si no se accede a lo peticionado, lo que fue suficiente para que la víctima, como lo narró en la audiencia, se sintiera francamente atemorizada y decidiera hacer entrega del celular sin la menor resistencia.. Al tratarse de la intimidación inmediata para la entrega de igual forma inmediata de un bien mueble, se está en el terreno del robo simple y no en la coacción, como erróneamente se pretende. Considerando el tema de la distinción del robo con la extorsión, esta Sala señaló: “[…] La defensa señala que si el ofendido entregó obligado por la intimidación o amenaza- sus bienes a los imputados, la figura del Robo Agravado cometido con armas cede ante la de la Extorsión: si es la víctima quien entrega deja de ser robo. Tal alegato no es admisible, porque conforme a las reglas que rigen el concurso aparente de normas (relación concursal cuya naturaleza tácitamente reconoce la defensa, pues de otra manera no se entiende su pretensión), en este caso la calificación correcta es la de Robo Agravado. Nótese que las amenazas proferidas por los encartados así como el uso del puñal significaron tanto un acto de violencia sobre el ofendido (elemento del Robo Agravado) como un medio para intimidarlo o amenazarlo gravemente (elemento de la Extorsión). A pesar de esta coincidencia parcial, los tipos en cuestión se excluyen entre sí, pues el delito de Robo cometido con armas contiene íntegramente los elementos de la Extorsión, pero asignándoles un perfil concreto o específico. En el presente caso, la intimidación o amenaza grave que se deriva de la exhibición y empleo del puñal se constituye en una manifestación actual de violencia contra la humanidad y voluntad del ofendido (mientras que en la Extorsión el objeto de la amenaza puede ser una persona distinta al ofendido, o incluso podría ser una cosa o bien); mediante ella se le obligó a entregar o dejarse quitar -da lo mismo- inmediatamente sus bienes (mientras que en la Extorsión la disposición patrimonial, incluida la entrega de cosas, puede darse en un momento bastante posterior a aquel en que se sufre la intimidación o amenaza); y, finalmente, porque el apoderamiento ilegítimo logrado por los encartados recayó concretamente sobre cosas muebles totalmente ajenas (mientras que en la Extorsión la “disposición patrimonial” puede referirse a otros objetos, como por ejemplo a enajenar o donar bienes inmuebles, o a librar un cheque o emitir otros títulos valores, hacer o dejar de hacer determinados negocios jurídicos, etc.). Incluso cabe señalar que la entrega de cosas como acto de disposición patrimonial- puede hacerse a una persona distinta del autor de la Extorsión, mientras que en el Robo cometido con armas es el autor quien se apodera ilegítimamente de la cosa. Estas precisiones resultan suficientes para evidenciar que estos tipos penales se excluyen entre sí y que, conforme al artículo 23 del Código Penal, debe aplicarse la figura de Robo Agravado porque esta contiene íntegramente a la otra […]”. precedente 498-96 de las 10:40 horas del 5 de setiembre de 1996 de esta Sala y aunque distingue el robo agravado de la extorsión, resulta aplicable a este alegato, pues el robo simple es claramente una figura especial, que comparte las circunstancias propias del robo que se citan en el precedente transcrito y que se distinguen claramente de aquéllos propios de la coacción. Así las cosas el motivo debe desestimarse. José Manuel Arroyo.Jesús Ramírez Q. Rodrigo Castro M. Alfonso Chavez R. Magda Pereira V. 7