Rev. de Med. E. G. Navarra VI: 153, 1961 Hepatitis vírica: sus complicaciones y terapéutica E. Castillo Bernal, ']. Medina. Diez y R. González Abraldes (*) RESUMEN Los AA dividen los :asas de hepatitis vírica por ellos estud;ados con arreglo a su evolución en hepatitis prolcngada, a brotes y crónicas. Hacen un estudio clínico de rn:la uno de .estos grupos. En la segunda parte del trabajo se verifica un estudio de los distintos tratamientos terapéuticos. Dado lo extenso del tema, nos limitaremos a estudiar aquellos datos que puedan tener interés, por reflejar aspectos particulares de la labor de la Escuela, dejando aparte las consideraciones generales que se pueden encontrar en la mayoría de los trabajos publicados hasta nuestros días. Dadas las características de organiza ción de nuestro servicio, el conjunto estadístico de los enfermos visitados difiere bastante de lo que se observa normalmente en la práctica diaria, por cuanto ingresan esencialmente los casos difíciles de curación o complicados. Prescindiremos por lo tanto de la hepatitis aguda benigna, que siendo la forma más habitual en la práctica, es proporcionadamen(*) Escuela de Patología digestiva del Hospital de la Santa Cruz y San Pa-blo. Barcelona. te menos frencuente entre los enfermos ingresados en las salas; del tal modo que ni por las características generales de la enfermedad, ni por la extensión de la casuística que poseemos no creemos de interés tratar en este momento. Por lo tanto nos referimos únicamente a aquellos enfermos cuyo curso -en cuanto a su duración como a su evolución- se sale de los límites de una hepatitis benigna. Para una mayor facilidad en su estudio los hemos dividido en cuatro grupos: A) Hepatitis prolongada. B) Hepatitis a brotes. C) Hepatitis crónica. D) Cirrosis hepática. A) HEPATITIS PROLONGADA.- Comprendemos en este apartado, las hepatitis víricas que tienen un período de evolución comprendido entre cuatro meses y un año. 164 Clínica. ~ Período prodómico: La sintomatología clínica en un principio no se diferencia demasiado de las titis benignas. No obstante existen algunos datos que pueden ser de interés. En las benignas, el período prodrómico no suele durar más de l O a J 5 días y por el contrario en las prolongadas este período es mucho más largo. En Jos 27 casos estudiados 12 tuvieron un prodrómico de más de 20 días y el resto de 2 a 4 rneses, excepto uno de ellos que fue de 8 meses. La consideración de esta diferencia de duración, nos llevaría a diferentes problemas todavía no muy tales como, diferentes cepas víricas, más agresivas unas que otras, la de resistencia de cada individuo e incluso su etiología vírica. El hecho fundamental es que los en este continúan haciendo vída normal, y no guardan reposo, lo que consideramos del todo punto necesario para una mayor posibilidad de buena evolución de su proceso hepático. Período de estado: La ictericia es el síntoma que caracteriza la enfermedad. En todos los casos ha sido manifiesta. Es franca, y sigue una curva ascendente para luego remitir paulatinamente, con la diferencia que la duración de la misma es más prolongada. El de duración de este período oscila entre y 7 meses, haciendo resaltar que el tico de la enfermedad, está en razón inversa con el tiempo de duración de este período. A la exploración física encontramos con bastante constancia esplenomegalia más o menos manifiesta, y con bastante frecuencia ascitis, lo cual nos indica mal Pronóstico y evolución.-En general, consideramos a las formas prolongadas de las hepatitis víricas como procesos de pronóstico muy serio. De nuestros 27 ca- casos, 6 han evolucionado hacia la insuficiencia hepática grave, después de un curso lentamente progresivo que les ha llevado a un cuadro clínico superponible a la cirrosis, por lo cual no dudamos en catalogarlos dentro del concepto de cirrosis posthepatitis, en sus diversas modalidades anatomopatológicas. El tiempo de evolución de todos ellos, no ha rebasado el límite de los 2 meses que nos hemos como esquema de traDos o tres meses del comienzo de la enfermedad, se presenta ascitis, esplenomegalia evidente, desarrollan telany circulación colateral; es en estos casos en Jos que sólo valorando el factor y algún matiz laparosy anatomopatológico, podemos diferenciarlas de las clásicas cirrosis de Laennec. Ahora en los casos de evolución todo es francamente distinto: después de un período más o menos largo de ictericia manifiesta, ~en un caso la bilirrubinemia ascendió a 32 unidades V. Den Berg- el enfermo ha ido repaulatinamente hasta obtener la curación clínica. En otros pacientes, se ha comprobado cierta tendencia de las pruebas de laboratorio a simular ictericia obstructiva extrahepática, elevándose las fosfatasas alcalinas y el colesterol del suero, sin que se haya podido comprobar de manera uniforme alteraciones de afección colangiolíticaº HEPATITIS A BROTES O HEp A TITIS RECIDIVANTE. - La denominación hace referencia al tipo especial de evolución de la enfermedad, en la cual se registran una o varias remisiones de reactivaciones del proceso. Hemos estudiado 12 enfermos con estas características. "'"""'"""""'!>'ª·--L<1 comienzo de la enfermedad y la evolución del primer bro- 155 te, en nada se ha diferenciado de una hepatitis aguda benigna. Al cabo de un período de tiempo de uno a tres meses, se evidencia una mejoría notable, el enfermo se cree curado y hace vida normal; como único síntoma que sugiera una latencia de su afección hepática, hemos registrado la persistencia de coluría leve en algunos de los enfermos estudiados. De uno a cinco meses después. se presenta un segundo brote de características análogas al anterior, aun cuando lo más frecuente ha sido una evolución más prodel brote, con mayor de Con todo hemos notar, que cuando aparece un agudo de enfermedad de la curación aparente a virus, la relación del segundo brote con el primero es más difícil de establecer a medida que aumenta el intérvalo entre ambos; la mayor de recidivas verdaderas ocurren dentro de los seis meses que al ataque inicial. Cuando el intervalo es mayor, cabe considerar la posibilidad de una infección simultánea por virus de diferentes cepas, con período de incubación distinto. En nuestra casuística, 8 enfermos de los 12, curaron por completo después de sufrir dos o tres brotes de su proceso hepatítico; los cuatro restantes evolucionaron de manera gradual a una forma crónica, con grave afectación hepática, ascitis, edemas.. etc. C) HEPATITIS CRONICA. Bajo este término encuadramos aquellos pacientes, que habiendo sufrido una hepatitis su enfermedad persiste más allá de un año desde su comienzo aparente. Esta persistencia la hemos seguido paso a paso, mediante los datos que nos ha suministrado la clínica, el laboratorio, la Y la punción hepática. Hemos estudiado en este apartado do- ce pacientes. Realmente los resultados ponen en evidencia que en este tipo de evolución, el pronóstico es más sombrío que en otras formas de hepatitis víricas. De los doce enfermos incluídos en este trabajo, seis, o sea el 50 por ciento, murieron con el cuadro de la grave insuficiencia hepática. otros seis los dividimos en dos apartados: uno que pudiéramos llamar de dudosa recuperación y otro de recuperación tardía. En el primero, se cuatro que se encuentran en regular estado, con su enfermedad hepática relativamente tolerada, pero con pruebas de laboratorio y punción biopsia sumamente reveladoras de una alteración evolutiva en progresión. En cambio, los dos que colocamos bajo el título de recuperación efectiva. nos ilustran acerca de un hecho de enorme significado, que ha sido señalado por varios hepatólogos, y es que la hepatitis crónica, aun habiendo conservado su actividad durante años, puede resolverse finalmente en una curación clínica y funcional. Uno de nuestros pacientes, después de tres años y medio con su ictericia, hepatomegalia y pruebas de función hepática positivas, se encuentra en la actualidad clínicamente curado y con los test biológicos negativos. Otro, había sufrido una hepatitis de año y medio de duración, y en el momento actual también se encuentra bien y hace vida normal. Clinica.-En la mayor parte de los casos se trata de pacientes que han sufrido una enfermedad clínicamente superponible a la llamada hepatitis aguda benigna. Pero después de mucho tiempo de remisión de los síntomas de agudeza, sigue palpándose un hígado a varios centímetros del reborde costal, de borde más o menos duro, pero con mucha constancia sensible a la percusión y a la palpación. Presentan dolores espontáneos indefinibles en hipocondrio derecho y con frecuencia, el esfuerzo provoca una sen- 15() sación penosa y distensiva en esta región. Al mismo tiempo tiene una disorexia acentuada, con especial dificultad en la digestión de las grasas, Y un aumento manifiesto en la facilidad de la presentación de fatiga. Terapéutica de la hepatitis vírica Es muy difícil poder medir el valor terapéutico de ciertas medicaciones en la hepatitis vírica, debido a las diferentes formas en que se presenta la enfermedad, su curso tan variable y evolución tan diversa. Existen todas las formas intermedias, desde la que apenas produce ligera alteración hepática. sólo reconocible porque se presenta durante los períodos epidémicos y porque sigue un curso que aunque es apenas esbozado, es similar al de la hepatitis epidémica, hasta los casos de evolución rapidísima con fallo total de todas las funciones hepát¡.;as con la muerte como final en 3 o 4 días. Las bases para el tratamiento d~ las hepatitis son: reposo en cama, dieta ordenada y evitar una medicación tóxica. especialmente productos que normalmente son desintoxicados por el hígado, y al no poder ser destruídos se acumulan en el organismo, produciendo efectos tóxicos más o menos perjudiciales. La pauta seguida en nuestro Servicio es la siguiente: Reposo en cama. Es para nosotros de gran importancia, pues casi todos los enfermos que han presentado atrofia aguda hepática en el servicio, habían trabajado durante períodos más o menos largos de su enfermedad. Chalmers y sus colabor:.ires, después de un estudio al parecer bien controlado indican, que en la hepatitis infecciosa una moderada actividad es preferible a un reposo obligado en cama, pero por nuestra parte debemos señalar el hecho de que la inmensa mayoría, por no decir casi la totalidad de los enfermos que han evolucionado fa- talmente, no guardaron cama desde el primer momento, aunque el trabajo a que estuvieron sometidos no fuese agotador. Por otra parte, en enfermos con hepatitis crónica de curso lentamente progresivo, con o sin ictericia intensa, con hepato y esplenomegalia y a veces con ascitis, ha bastado el reposo en la sala del hospital para que su curso mejorara ostensiblemente, logrando por este sencillo hecho efectos terapéuticos no logrados con una terapéutica medicamentosa correctamente dirigida. Dietética. Otra de las grandes armas con que cuenta el médico en las enfermedades he:páticas víricas es la dietética. Debería ocupar una primera línea, y por lo regular, no es así. La alimentación a base de hidratos de carbono era la única dietética empleada hasta hace pocos años, pero actualmente se conoce más perfectamente el papel de la alimentación en los trastornos del hígado. En eJ Servicio hemos tenido varios casos de esteatosis por sub-alimentación demostrados y seguidos por punción biópsica, esteatosis que ha desaparecido cuando la alimentación ha sido normal. En la cirrosis tropical la alimentación deficiente juega un papel importante, y en estos regímenes desequilibrados se han podido producir verdaderas necrosis hepáticas. Así el régimen rico en grasas y pobre en proteínas es más nocivo que beneficioso. El régimen en los hepáticos debe ser equilibrado en hidratos de carbono, prótidos y grasas. Estos prótidos han de ser lo más asimilables posible en cantidad de dos gramos por kilogramo de peso y día. La forma más recomendable es la leche desgrasada en polvo. carne roja a la parrilla, pescado no graso. queso no fermentado, etc. Las grasas deben darse en cantidad de 50 a 60 gr. por día Ya que la alimentación rica en glúcidos y prótidos sin 157 grasa, retarda la transformación de los prótidos, así como la absorción de las vitaminas liposolubles. En las formas graves de hepatitis, en general se trata de hepatonefritis y el problema dietético es más complejo, pues el aporte normal de prótidos podría aumentar los residuos nitrogenados de retención. Por otra parte, hay que aportar el número de calorías necesarias, pues de lo contrario el organismo cataboliza sus propios tejidos, agravando la producción y retención de urea. Por regla general el número de calorías debe girar entre 1.500 a 2.500. No obstante, a pesar de lo antes indicado, cuando se trata de hepato-nefritis se teme a la dieta grasa porque ataca el hígado y la prótida porque perjudica al riñón. No queda otro recurso que e•tablecer una dieta rica en bebidas azucaradas, purés, cómpotas, frutas, etc. Si el enfermo no se recupera y el peligro hepático es preponderante, el papel renal pasa a segundo término y se instituye un régimen equilibrado. Si el enfermo entra en coma, la alimentación por vía oral es un mito, por lo que hay que realizarla por vía parenteral. Debe pensarse asimismo en el período de convalecencia, tan abandonado, pues las necesidades no sólo continúan si no que aumentan. A estos enfermos se les somete a inyección de vitaminas, extractos hepáticos, pero se descuida las dos reglas terapéuticas principales, como son el reposo y la dieta adecuada. Es preciso aconsejar un período de reposo a veces de meses, en lugares tranquilos de altura moderada, entre los 500 y 700 metros, precauciones que en alguna ocasión deberá prolongarse años. Es la única forma de que la víscera retorne a su estado primitivo y desaparezca la fatiga física y cerebral, así como la pesad::z postprandial y los dolores sordos extendidos a todo el hipocondrio derecho. El enfermo dejará de notar su hígado, idea obsesiva de muchos enfermos hepáticos. La Cortisona y sus derivados en las hepatitis vírkas.-Nuestra experiencia es la siguiente: En las que desarrollan un cuso grave puesto de manifiesto por la intensidad de la ictericia, presencia de esplenomegalia, oliguria, ascitis, etc., hemos empleado los corticoesteroides como tratami(~nto complementario, junto con la dieta, antibióticos, extractos hepáticos, etc. En algunos casos parece evidente una acción directa de la droga sobre el apetito, el tono afectivo Y la diuresis al igual que sobr,e la menor duración de la enfermedad, mientras que en otros no ha sido posible observar ningún resultado beneficioso sobre la evolución ni sobre los síntomas anteriormente citados. Un hecho que creemos importante es el que estos resultados beneficiosos que se obtienen alguna vez en los primeros días de tratamiento, no persisten ni d> terminan una ulterior evolución favorable de la enfermedad, resultados comprobados por la clínica, por las prueba3 de función hepática, punción biopsia y laparoscopia. En seis casos de hepatitis de evolución gravísima hacia la atrofia aguda hepática que cursaron con marcada oliguria. adinamia y síntomas de intoxicación cerebral, no observamos con esta terapéutica ningún efecto favorable sobre la gravedad de su curso. Las dosis de estos preparados por vía oral que parece ser la más conveniente serán en un comienzo de 20 a 30 mg. de prednisona. Estas dosis deben disminuirse lentamente haciendo por ejemplo una reducción de 5 mg. cada tres días. Al terminar el tratamiento, que excepcionalmente se prolongará más de diez días, debe administrarse una inyección intramuscular diaria de cuarenta unidades de ACTH, durante tres días, para restablecer la actividad de la corteza suprarrenal hasta su nivcel normal. Hipnóticos analgésicos y sedaides.-Como se sabe los hipnóticos analgésicos y 158 sedantes de uso corriente suelen ser mal tolerados por los pacientes con afectación hepática y su uso indiscriminado puede ser uno de los factores precipitantes del coma hepático. El problema reside en que estos fármacos son a veces totalmente necesarios, sobre todo en determinadas fases de la evolución de las formas graves. El estado de considerable excitación, la conducta inadecuada, los gritos, los correteos nocturnos, que tan a menudo se observan en estos casos (lo cual ha sido descrito con el nombre de locura hepática) exigen la administración urgente de un sedante. Pero es de observación diaria que muchas veces esta sedación se continúa insensiblemente de un coma profundo que puede ser final. ¿Qué agente debemos utilizar con preferencia? Tenemos experiencia favorable con la Meperidina (Dolanquifa Uquifa) que no necesita del hígado para su excreción y de la que es posible administrar dosis repetidas a pacientes con afecciones hepáticas sin producir un sueño prolongado. En general la hemos utilizado a dosis menores que las usuales (50 mg., media ampolla de dolanquifa) produciendo un efecto sedante satisfactorio. En ocasiones hemos utilizado el fenergan y el largactil con buenos resultados teniendo la precaución de dar dosis inferiores a la normaL pues es sabido que este último fármaco puede atacar el parénquima en algunos casos de sensibilización a esta droga. Plasma sangre total.-Los consideramos indicados sólo en aquellos casos que evolucionan con marcado hipoproteinemia. Como tratamiento de fondo de la enfermedad misma no hemos obtenido resultados favorables. Como terapéutica sustitutiva y de aporte de oxígeno a un hígado hipóxico, debe utilizarse la sangre total. Aparte de esto hay que considerar con Ducci, aquellos casos en que se trata de un shock posthemorrágico y no de un genuino coma hepático. En es- tos casos, la recuperac10n después de la transfusión es teatral. Tenemos poca experiencia del plasma declorurado. El resultado de un caso en que lo hemos utilizado fue francamente malo, lo cual coincide con la opinión de la mayoría de los autores. Acido Ghntámico y utilizándolos en el coma y en los estados precomatosos, pero para valorar su acción terapéutica nos encontrarnos con la bien conocida dificultad que se presenta en estos casos; la existencia de fluctuaciones del estado de conci-:ncia, que se presentan de manera espontánea, aun en ausencia de toda medicación. Esta terapéutica fue propueota por Walshe en 1953 y, corno se sabe, pretende rebajar el grado de amoniemia, gracias al poder de combinación del ácido glutámico con el amoníaco circulante, formándose glutamina. Algunos autores han comprobado de hecho que el glutámico disminuye la amoniemia, pero por otra parte Davidson, a pesar de comprobar este descenso, no ve modificarse el cuadro clínico. Todo parece indicar que el ácido glutámico puede ser útil en algunas formas del coma hepático y absolutamente ineficaz en otras. Estamos convencidos que debe hacerse este trata miento en los casos de estupor exógeno, acompañando a la dieta exenta de proteínas y a los antibióticos de acción sobre la flora intestina l. En otro tipo de coma su eficacia es dudosa. Venimos administrando sistemáticamente en el coma hepático y estados precomatosos, dos envases diarios del preparado Argy-glutamil que aporta diez gr. del ester gamma etílico del ácido glutámico y diez grs. de arginina. Diuréticos.-Por lo regular en las hepatitis corrientes no es necesario el empleo de los diuréticos. En las formas graves que se acompafian de anasarca puede 159 estudiarse la necesidad de emplear diuréticos en mayor o menor escala, pecando siempre por menos que por más, ya que en la hepatitis grave estamos muchas veces frente a una hepato-nefritis en las cuales los diuréticos deben emplearse con gran precaución. Usamos habitualmente la acetazolamida (Edemox o y la Clorotiazida y derivados. Es muy útil hacer una medicación alternada, intercalando cada cinco días de tratamiento con clorotiazida, uno o dos días de tratamiento con Diamox. Sueros y salinos.-- También esta terapéutica está reservada para aquellos casos graves, y sobre todo cuando existe afectación del sensorio del enfermo y se plantea el problema de la alimentación por vía parenteral. En estos pacientes, la dieta se basa fundamentalmente en la administración de hidratos de carbono, ya que las grasas son muy difícilmente digeribles y las proteínas son capaces de desencadenar el coma. Clásicamente se viene aconsejando la administración de 2.000 calorías día, pero es muy difícil alcanzar esta cifra calórica utilizando exclusivamente la vía parenteral; las soluciones hipertónicas de glucosa tienen el inconveniente de que inutilizan la vena precozmenk, y las isotónicas exigen una entrada simultánea de agua en el torrente circulatorio peligrosa para enfermos cuyo metabolismo hídrico puede ser deficitario. Se aconseja, y Vilardell lo ha hecho en nuestro servicio, suplementar la vía parenteral con la ingestión de soluciones azucaradas o zumos de frutas, que en caso de que el paciente esté muy estuporoso pueden administrarse mediante una sonda de po1ietilcno. que se tolera muy bien durante larras períodos de tiempo. Existe la tendencia actualment: de sustituir las soluciones glucosadas p0r otras análogas que contengan levulosa al 5 o JO por cien; esta tendencia está basada en los trabajos de Cori, según los cuales la levuíosa es capaz de formar glucógeno en el hígado con mayor intensidad y rapidez que la propia glucosa. Se ha visto que cuando una hepatopatía se manifiesta por una defectuosa utilización de la glucosa, el hígado sigue siendo capaz de metabolizar la levulosa administrada por vía intravenosa. Esta vía, por otra parte, es la obligada, ya que, cuando se da por vía oral, ha de atravesar la pa red intestinal donde se transforma gran parte en glucosa. La levulosa está además indicada en aquellos casos en que existe una glicemia normal o alta, ya que no tiene poder elevador de la cifra de glicemia. En cuanto a los sueros salinos no queda otro remedio que utilizarlos previo estudio detallado del estado electrolítico del paciente, individualizando cada caso. Existen casos en que el estupor e~tá relacionado con una hiponatremia intensa, resultado de la dieta previa exenta de sodio y de las frecuentes paracentesis. Antibióticos. Los utilizarnos con buenos resultados. en la prevención y tratamiento de infecciones sobreañadidas. sobre todo el Clorarnfenicol y la Aureomicina a dosis de un gramo diario. A pesar de que la acción antivírica ~s muy dudo- lGO sa, disminuyen las putrefacciones de la flora intestinal, con lo que el hígado deberá de metabolizar menor cantidad de elementos tóxicos. Si el Wassermann es positivo administramos 20 millones de unidades de penicilina. Los autores americanos recomiendan el empleo de la Neomicina a grandes dosis. En nuestros medios es un tratamien· to económicamente imposible, por lo que no tenemos experiencia. Sondeo§ Duodenales. En las hepatitis prolongadas, Varela Fuentes indica haber obtenido efectos favorables mediante sondeo duodenal repetido, con instilaciones de 1Oü e.e. de sulfato de magnesio tibio al 1O por ciento. A esta opinión se adhiere Caroli, al afirmar que en cierto tipo de hepatitis, sobre todo en aquellos que se prolonga el período ictérico, la repetición de sondeos duodenales tiene acción más beneficiosa que la propia terapéutica con corticosteroides. En nuestra experiencia tenemos la convicción de que un sondeo duodenal a veces inicia el flujo de la bilis señalando el comienzo de la mejoría clínica y biológica de la enfermedad. Ant'ihistamínicos. El microscopio electrónico ha puesto al descubierto que la pared sinusoidal de la célula hepáticos está formada por microvellosidades. Estas microvellosidades son la expresión del poder absorbente y secretor de las células hepáticas. Las mitocondrias son el sitio donde se almacena la energía celular y su tamaño depende de la permeabilidad hormonal de las microbellosidades. En la hipoxia, así como en las primeras fases de la hepatitis, las células se cargan de agua, disminuyen su actividad y se transforman en células claras. Los antihistamínicos pueden prevenir esta hinchazón celular, que si progresa produce la muerte de la célula. Este concepto puede tener aplicación práctica en el futuro, si ello se confirma. Smv1MARY The complications and treatment of viral hepatitis The cases of viral hepatitis are classifie<l, according to the clinical course, into prolonged, r.e;a1ising and ohronic. The clinical fea- tures of e.ach type are described. The diffenent treatments are analyzed in the last section of the article