18777 Novena Época Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito

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AMPARO DIRECTO 80/2005.
Número de registro: 18777
Novena Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
Tomo: Tomo XXI, Abril de 2005
Página: 1240
AMPARO DIRECTO 80/2005. MARCOS MONROY CORTÉS.
CONSIDERANDO:
QUINTO. Uno de los argumentos de inconformidad contenidos en los conceptos de violación
antes transcritos, es esencialmente fundado y suficiente para conducir a la concesión del
amparo y protección de la Justicia Federal solicitados, por las razones que a continuación se
expresarán.
Previo al examen de los aludidos argumentos de disenso, es menester señalar algunos
antecedentes de la litis natural que permitirán una mejor comprensión del asunto.
En principio, debe mencionarse que mediante escrito presentado el nueve de marzo de dos
mil cuatro, en la Oficialía de Partes Común de los Juzgados Civiles, Familiares y Penales de
Cuautitlán Izcalli, México y enviado por razón de turno al Juez Tercero de lo Civil de
Primera Instancia del Distrito Judicial de Cuautitlán, con residencia en Cuautitlán Izcalli,
México, María de Jesús Monroy Silva, en su carácter de albacea y heredera universal de la
sucesión intestamentaria a bienes de Tomás Monroy Cruz demandó de Marcos Monroy
Cortés, lo siguiente:
"A) La entrega física del inmueble que consiste en un lote marcado con el número 103, con
una superficie de 990 metros cuadrados y sus accesorios de la Avenida Miguel Hidalgo Col.
Granjas de Guadalupe Victoria o Plan de Guadalupe Victoria Municipio de Cuautitlán Izcalli,
Estado de México. B) El pago de los daños y perjuicios que ocasiona a la suscrita el presente
juicio. C) El pago de gastos y costas que origine el presente juicio."
Tales prestaciones la parte actora las basó fundamentalmente en que en el año de mil
novecientos noventa y seis, Marcos Monroy Cortés promovió un juicio ordinario civil de
usucapión bajo el expediente número 269/96 del índice del Juzgado Segundo Civil con
residencia en Cuautitlán Izcalli, México, demandando del autor de la sucesión demandante la
prescripción adquisitiva respecto de una superficie de terreno de novecientos noventa metros
cuadrados, del lote de terreno ubicado en la Avenida Miguel Hidalgo, colonia Granjas de
Guadalupe, juicio que se siguió hasta que se dictó sentencia definitiva, en la cual se declaró
procedente la aludida acción, ello debido a que sorprendió la buena fe de la autoridad
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judicial, al señalar un domicilio distinto al de Tomás Monroy Cruz, quien además ya había
muerto desde el mes de enero de mil novecientos setenta y ocho; que por tales razones en el
año dos mil uno el demandado Marcos Monroy Cortés, promovió ante el Juez Tercero de lo
Civil con residencia en Cuautitlán, México, juicio reivindicatorio en contra de María de Jesús
Monroy Silva, el cual fue tramitado bajo el número de expediente 128/2001, procedimiento a
virtud del cual fue desalojada la antes referida; por ello, promovió juicio de nulidad del juicio
de usucapión de Marcos Monroy Cortés en contra de Tomás Monroy Cruz, mismo que
seguido por todas sus etapas culminó con sentencia firme en la que se resolvió la nulidad de
la referida prescripción adquisitiva identificada con el número 269/96, resultado a virtud del
cual ahora, pretende la reivindicación del predio controvertido, cuya posesión detenta el
ahora demandado Marcos Monroy Cortés.
Admitida que fue la demanda, se ordenó emplazar al demandado Marcos Monroy Cortés,
quien mediante escrito presentado el trece de abril de dos mil cuatro, opuso como
excepciones y defensas, las siguientes:
"A) Opongo la defensa genérica de sine actione agis, en virtud de ser falsos los hechos
básicos de la demanda en cuanto a que la parte del lote 103 que pretende reivindicar la hoy
actora corresponda a su de cujus o siga siendo propiedad de su de cujus Tomás Monroy Cruz,
ya que esta persona dispuso de dicho inmueble desde antes de su fallecimiento y por ello el
suscrito tengo la posesión a título de dueño una fracción que se encuentra dentro de la parte
restante del lote 103; el resto de la superficie de este lote la tiene en posesión la sucesión del
señor Bernardo Jiménez García. B) Opongo la excepción de improcedencia de la acción
intentada, en virtud de que el de cujus de la actora señor Tomás Monroy Cruz, dispuso en
vida del lote del terreno 103 cuya reivindicación pretende la actora, al vender dicho de cujus
a diferentes personas dicho lote y son esas distintas personas quienes tienen en posesión y son
los dueños actuales del referido lote 103, incluido el suscrito que tengo en posesión una
superficie de 417.00 metros cuadrados del lote referido, posesión que es a título de dueño por
habérmelo vendido el de cujus de la actora Tomás Monroy Cruz, en consecuencia, la
superficie de terreno de mi propiedad que tengo en posesión no es propiedad del de cujus
mencionado, mucho menos la parte restante del lote 103 con superficie de 900 metros
cuadrados, sigue siendo propiedad del de cujus mencionado, en razón de que al venderlo a
distintas personas salió de su peculio y propiedad. C) Opongo la excepción de prescripción y
justo dominio, que se ha consumado en mi favor sobre la superficie de terreno de 417.00
metros cuadrados que forma parte del mencionado lote 103 ubicado en la calle de Miguel
Hidalgo número 103, Colonia Granjas de Guadalupe, del Municipio de Cuautitlán Izcalli,
Estado de México, por poseer esa superficie el suscrito en la forma y condiciones que la ley
establece para usucapir tanto de buena fe como de mala fe conforme a lo dispuesto por los
artículos 910, 911 y 912 del Código Civil del Estado de México abrogado, pero que se
encontraba vigente en la fecha en que me vendió la superficie de terreno que poseo el señor
Tomás Monroy Cruz el día veinte de marzo de mil novecientos setenta y cinco, por lo que
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desde esta fecha se generó mi derecho a usucapir; en relación con los artículos 5.127, 5.128,
5.129 y 5.130 del Código Civil vigente del Estado de México, puesto que la superficie de
terreno que tengo en posesión ha sido en forma pública, pacífica, continua y a título de dueño
desde el veinte de marzo de mil novecientos setenta y cinco, es decir han transcurrido más de
veintinueve años, en consecuencia ha operado la prescripción positiva a mi favor, porque la
prescripción procede en juicio tanto como acción y como excepción."
Asimismo, Marcos Monroy Cortés reconvino de la actora principal lo siguiente:
"A) La acción real de usucapión que ha operado en mi favor en la forma y términos que
establecían los artículos 910, 911 y 912 del Código Civil del Estado de México abrogado, en
relación con los artículos 5.127, 5.128, 5.129 y 5.130 del Código Civil vigente para el Estado
de México, respecto de una superficie de 417.00 cuatrocientos diecisiete metros cuadrados,
que se encuentra dentro de la parte restante del lote 103 con superficie de 990.00 metros
cuadrados, ubicado en la Avenida Miguel Hidalgo número 103, de la colonia Granjas Lomas
de Guadalupe, Municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de México, por poseer dicha superficie
de terreno en la forma y condiciones que establece la ley para prescribirlo, el cual tiene las
medidas colindancias y superficie siguientes: Al norte: 9.00 metros y colinda con Avenida
Miguel Hidalgo. Al sur: 10.00 metros y colinda con Bernardo Jiménez García (hoy su
sucesión). Al oriente: 43.30 cuarenta y tres metros con treinta centímetros con Adela Rivera
Bautista. Al poniente: 44.42 cuarenta y cuatro metros con cuarenta y dos centímetros y
colinda con lote 107. Con una superficie de 417.00 cuatrocientos diecisiete metros cuadrados.
B) La declaración judicial de que me he convertido en propietario de la superficie de terreno
mencionada en la prestación anterior y objeto de la usucapión. C) La inscripción en el
Registro Público de la Propiedad y del Comercio del Distrito de Cuautitlán, Estado de
México, de la sentencia definitiva que llegue a emitirse para que me sirva de título de
propiedad por haber operado en mi favor la usucapión de la superficie de terreno mencionada
y que tengo en posesión a título de dueño desde hace más de veintinueve años."
Tales pretensiones reconvencionales se basaron sustancialmente en que mediante contrato
privado de compraventa con fecha veinte de marzo de mil novecientos setenta y cinco,
Marcos Monroy Cortés adquirió de Tomás Monroy Cruz una fracción de terreno del lote
ciento tres, de la zona "A" del Plan Guadalupe Victoria, ubicado en Avenida Miguel Hidalgo
número ciento tres, colonia Granjas de Guadalupe, Municipio de Cuautitlán Izcalli, Estado de
México; que en el citado contrato se señalaron como medidas y colindancias, las siguientes:
al norte diez metros con Calzada Miguel Hidalgo, al sur veinte metros con calle Miguel
Allende, al oriente, en dos líneas la primera de cuarenta metros cuadrados (sic) con Adela
Rivera Bautista, la segunda en veintiséis metros cuadrados (sic) con calle Veintiocho de julio
(actualmente plaza cívica), al poniente setenta y un metros con lote ciento siete, así como una
superficie de novecientos noventa metros cuadrados; sin embargo, era el caso que de la
fracción de terreno antes mencionada y en atención a que su vendedor Tomás Monroy Cruz
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vendió a otras personas diversas fracciones del referido lote ciento tres, el reconvencionista
únicamente posee una fracción de terreno de cuatrocientos diecisiete metros cuadrados, los
cuales son motivo de su pretensión de usucapión y que tienen como medidas y colindancias,
al norte nueve metros con Avenida Miguel Hidalgo, al sur diez metros con Bernardo Jiménez
García, al oriente cuarenta y tres metros con treinta centímetros con Adela Rivera Bautista y
al poniente en cuarenta y cuatro metros con cuarenta y dos centímetros con lote ciento siete;
que desde que adquirió dicha fracción de terreno la ha poseído en forma continua, pacífica,
pública y a título de dueño, siendo ya más de veintinueve años que ha detentado dicho predio
por vivir en él, por lo que sea de buena o mala fe ha reunido las condiciones legales
necesarias para prescribir a su favor.
Ante ello, la actora principal dio contestación a la reconvención instaurada en su contra,
oponiendo como excepciones y defensas, las siguientes:
"I. Se opone la excepción de sine actione agis, toda vez que todos los hechos de la demanda
reconvencional que señala el demandado son falsos de toda falsedad, ya que no es verdad que
haya celebrado el contrato privado de compraventa que exhibe como documento base de la
acción, sobre todo porque mi padre en vida nunca le vendió a Marcos Monroy Cortés
ninguna fracción del predio controvertido y si efectivamente permitió que el señor Marcos
viviera por algún tiempo en ese predio, fue porque era menor de edad y era su nieto ya que
era hijo del señor Juan Monroy Cruz el que a su vez era hijo de mi padre Tomás Monroy
Cruz. II. Se opone la excepción de falta de acción y derecho del reconvencionista para
demandar nuevamente a la suscrita un juicio de usucapión sobre el mismo terreno del que ya
en el año de 1996 había promovido un mismo juicio de usucapión en contra del señor Tomás
Monroy Cruz de una manera fraudulenta, dolosa y de mala fe, ya que lo hizo mintiendo y
realizando actos jurídicos fraudulentos sobre todo en cuanto hace a la notificación de la
demanda, circunstancias que han quedado plenamente probadas al obtener sentencia
favorable en las tres instancias a favor de la suscrita al promover la nulidad del citado juicio.
III. Se opone la excepción de objeción de todos los documentos exhibidos por el demandado
y actor reconvencionista en virtud de que los mismos fueron obtenidos de mala fe y
dolosamente por el demandado al proporcionar un domicilio que no era el suyo y el que
verdaderamente ocupaba, señalando una vez más que el multicitado contrato privado de
compraventa se refiere a una fracción de terreno de 990 (novecientos noventa) metros
cuadrados y no de 417 (cuatrocientos diecisiete) metros cuadrados como señala el
demandado en su demanda reconvencional."
Una vez que estuvieron los autos en estado de dictar sentencia, con fecha veinte septiembre
del año dos mil cuatro, el Juez instructor, resolvió:
"PRIMERO. Ha sido procedente la vía ordinario civil intentada por la actora en el principal,
consecuentemente: SEGUNDO. El actor reconvencionista Marcos Monroy Cortés, no
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acreditó los elementos de la acción de usucapión que en la vía reconvencional, dedujo en
contra de la sucesión intestamentaria de Tomás Monroy Cruz, a través de su albacea y
heredera universal María de Jesús Monroy Silva, quien dio contestación a la reconvención, en
tal virtud. TERCERO. Se absuelve a la demandada reconvencionista de todas y cada una de
las prestaciones reclamadas en la vía reconvencional. CUARTO. La parte actora en el
principal sucesión intestamentaria de Tomás Monroy Cruz, por conducto de su albacea y
heredera universal, María de Jesús Monroy Silva, acreditó parcialmente los elementos de su
acción reivindicatoria que dedujo en contra de Marcos Monroy Cortés, quien no demostró sus
defensas y excepciones; en consecuencia. QUINTO. Se declara que la actora en el principal
del presente juicio tiene pleno dominio sobre el bien inmueble materia de la reivindicación y
se condena a la parte demandada Marcos Monroy Cortés a la desocupación y entrega de la
fracción de terreno número ciento tres, ubicado en la Avenida Miguel Hidalgo, de la colonia
Granjas de Guadalupe Victoria o Plan de Guadalupe Victoria, Municipio de Cuautitlán
Izcalli, México, con una superficie de cuatrocientos diecisiete metros cuadrados, con las
siguientes medidas y colindancias: Al norte: 9.00 metros y colinda con Avenida Miguel
Hidalgo. Al sur: 10.00 metros y colinda con Bernardo Jiménez García. Al oriente: 43.30
metros y colinda con Adela Rivera Bautista. Al poniente: 44.42 metros y colinda con lote
107, con todos sus frutos y accesiones, lo que deberá hacer en el plazo de ocho días contados
a partir de que la presente cause ejecutoria, con el apercibimiento que de no hacerlo se
procederá en vía de ejecución de sentencia. SEXTO. Se absuelve al demandado en el
principal Marcos Monroy Cortés de la prestación marcada con el inciso B), en términos del
considerando quinto de esta resolución. SÉPTIMO. No se hace especial condenación al pago
de gastos y costas judiciales a las partes en esta instancia. OCTAVO. Notifíquese
personalmente."
No conforme con esta resolución, el demandado ahora quejoso interpuso recurso de
apelación, del cual tocó su conocimiento a la Segunda Sala Colegiada Civil de Tlalnepantla,
del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México, quien el veintinueve de octubre de
dos mil cuatro, en el toca número 1320/2004, emitió la resolución cuyos puntos resolutivos
son los siguientes:
"PRIMERO. Resultaron infundados los agravios expuestos por Marcos Monroy Cortés en
consecuencia: SEGUNDO. Se confirma la sentencia definitiva dictada en fecha veinte de
septiembre del año dos mil cuatro, por el Juez Tercero Civil de Primera Instancia del Distrito
Judicial de Cuautitlán, con residencia en Cuautitlán Izcalli, Estado de México, en el
expediente 178/2004, relativo al juicio ordinario civil (reivindicatorio) promovido por María
de Jesús Monroy Silva, en su carácter de albacea y heredera universal de la sucesión
intestamentaria de Tomás Monroy Cruz, en contra del apelante. TERCERO. Se condena al
apelante al pago de costas generadas en esta instancia. CUARTO. Notifíquese
personalmente."
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En contra de esa determinación, Marcos Monroy Cortés promovió el juicio de amparo que se
resuelve.
Como se ha precisado con antelación, uno de los argumentos de inconformidad esgrimidos
por el quejoso, que se relaciona con el fondo del asunto, es fundado y suficiente para
conducir a la concesión del amparo solicitado.
Lo trascendente de dicho punto de disenso, radica en que desde un punto de vista técnico y
lógico jurídico cuando se demanda la reivindicación y se reconviene la usucapión, debe
estudiarse en primer término esta última, puesto que de ser procedente haría innecesario
estudiar la reivindicación del inmueble en litigio, pues la usucapión tiene por objeto obtener
sentencia en la cual se declare propietario al actor reconvencional, en cuya hipótesis,
desaparece el derecho de la propiedad del reivindicante, por lo que no sería lógico el análisis
de la reivindicatoria, antes de la usucapión, si el elemento propiedad de la primera es
menester sujetarlo a estudio en la prescripción positiva enderezada.
Al respecto, resulta ilustrativa la tesis II.1o.C.T.58 C del otrora Primer Tribunal Colegiado en
Materias Civil y de Trabajo del Segundo Circuito, visible en la página 763, del Tomo IV,
correspondiente al mes de septiembre de mil novecientos noventa y seis, Novena Época del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice:
"USUCAPIÓN, ACCIÓN RECONVENCIONAL. ES PREFERENTE SU ESTUDIO
CUANDO LA ACCIÓN PRINCIPAL ES LA REIVINDICACIÓN. Es correcto que cuando
se demanda la reivindicación y se reconviene la usucapión, se estudie primeramente esta
última, puesto que de ser procedente haría innecesario estudiar las pretensiones del actor,
consistentes en la reivindicación del inmueble en litigio. Lo anterior es así, pues cuando se
ejercita acción reivindicatoria y el demandado contrademanda su usucapión debe estudiarse
en primer término la acción reconvencional, porque el objeto de ésta es obtener sentencia en
la cual se declara propietario al actor, en la reconvención en cuya hipótesis, desaparece el
derecho de la propiedad del reivindicante, luego, no sería lógico el análisis de la
reivindicatoria, antes de la usucapión, si el elemento propiedad de la primera es menester
sujetarlo a estudio, en la prescripción positiva."
En efecto, el impetrante en parte de su primer y segundo conceptos de violación esgrime que
son ilegales las consideraciones del fallo reclamado en las cuales concluye que no se acreditó
la totalidad de los elementos de la acción de prescripción adquisitiva ejercitada de forma
reconvencional, en específico el relativo a que no es posible tener por justificada la causa
generadora de la posesión del usucapista a virtud del contrato privado de compraventa que
dijo haber celebrado con el autor de la sucesión actora, al haber sido declarada procedente la
nulidad del juicio fraudulento tramitado bajo el número de expediente 432/2002 y por no
justificarse que el actor en la reconvención hubiese poseído el inmueble en calidad de
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propietario y de buena fe pues, contrario a ello, expresa el impetrante que en el aludido
procedimiento de nulidad no se controvirtió ni discutió la validez del referido convenio
privado que celebró con el de cujus Tomás Monroy Cruz en el año de mil novecientos setenta
y cinco, y que adquirió fecha cierta a virtud de la fecha de su fallecimiento en mil
novecientos setenta y ocho, por lo que a su consideración dicho documento sí es eficaz para
acreditar la causa generadora de su posesión al no estar declarada su nulidad, además de que
la circunstancia de que exista la sentencia que declaró la anulación del diverso juicio de
usucapión identificado con el número de expediente 269/96 no conllevaría a considerar que
su posesión sea de mala fe, pues no entró a poseer a virtud de dicho procedimiento, sino a
virtud del relacionado contrato privado de compraventa, que no ha sido anulado, y porque de
conformidad con los numerales 781 y 783 del Código Civil del Estado de México abrogado,
la posesión es de buena fe cuando se entra a poseer por virtud de un título suficiente que da
derecho a poseer, y dicha característica no se pierde sino en el caso y desde el momento que
existan datos que acrediten que el poseedor conoce que posee indebidamente la cosa.
Los anteriores motivos de disenso son fundados; ello por las siguientes razones:
De lo establecido en los artículos 910, 911 y 912, fracciones I y II, del Código Civil del
Estado de México abrogado, pero aplicable porque es el que rigió la parte sustantiva de la
controversia, se obtiene que la usucapión es un medio para adquirir la propiedad de los bienes
mediante la posesión de los mismos, durante el tiempo y con las condiciones establecidas en
la ley, precisándose ahí que la posesión apta para usucapir debe ser en concepto de
propietario, de forma pacífica, continua y pública.
Los bienes inmuebles se adquieren por usucapión en cinco años, cuando se poseen en
concepto de propietario, con buena fe, en forma pacífica, continua y pública, y en diez años
cuando se poseen de mala fe, si la posesión es en concepto de propietario, pacífica, continua
y pública.
Por su parte, el artículo 781 del Código Civil del Estado de México abrogado, dispone de
manera textual:
"Artículo 781. Es poseedor de buena fe el que entra en la posesión en virtud de un título
suficiente para darle derecho de poseer. También es el que ignora los vicios de su título que
le impiden poseer con derecho.-Es poseedor de mala fe el que entra en la posesión sin título
alguno para poseer; lo mismo que el que conoce los vicios de su título que le impiden poseer
con derecho. ..."
Asimismo, conforme a los numerales 782 y 783 del ordenamiento sustantivo civil en
consulta, la buena fe se presume siempre; al que afirme la mala fe del poseedor le
corresponde probarla y que la posesión de buena fe no pierde ese carácter sino en el caso y
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desde el momento en que existan actos que acrediten que el poseedor no ignora que posee la
cosa indebidamente.
Asimismo, es menester tener en cuenta qué debe entenderse como justo título para poseer. Al
respecto, este Segundo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito sostuvo la
tesis II.2o.C.90 C, definiendo que tal concepto se contiene en la parte final del artículo 781
del Código Civil del Estado de México, el cual establece: "Entiéndese por título la causa
generadora de la posesión.", es decir, el acto o fundamento que da origen o transmite la
posesión a título de dueño, en el caso, el contrato de compraventa que llevó a cabo la parte
actora como compradora con Tomás Monroy Cruz constituye su justo título, en virtud de que
con la celebración de esa relación contractual, según lo aseveró el ahora quejoso, entró a
poseer el inmueble objeto de la controversia, conforme a la ley.
En apoyo a lo anterior, es de citarse la tesis II.2o.C.90 C de este Segundo Tribunal Colegiado
en Materia Civil del Segundo Circuito, consultable en la página 798, del Tomo VII,
correspondiente al mes de marzo de mil novecientos noventa y ocho, Novena Época del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, que dice:
"JUSTO TÍTULO, QUÉ DEBE ENTENDERSE POR (LEGISLACIÓN DEL ESTADO DE
MÉXICO).-Para la procedencia de la acción plenaria de posesión o publiciana, como primer
elemento, se requiere acreditar que el actor tenga justo título, el cual se definió en
legislaciones anteriores del país de la siguiente manera: ‘Se llama justo título el que es
bastante para transferir el dominio.’ (artículo 1188 del Código Civil del Distrito Federal de
1870) y, ‘Se llama justo título el que es o fundadamente se cree bastante para transferir el
dominio.’ (artículo 1080 del Código Civil del Distrito Federal de 1884). De los artículos
anteriores se desprende que el justo título comprende dos supuestos, a saber: a) Aquel que
transmite el dominio y que, por tanto, constituye un título de propiedad y b) Aquel que en
principio sería apto para transmitir el dominio, pero que debido a un vicio ignorado por el
adquirente, sólo le transmite la posesión. Luego, es pertinente advertir que las nociones de
justo título mencionadas no pugnan con el actual concepto que se contiene en la parte final
del artículo 781 del Código Civil del Estado de México, el cual establece: ‘Entiéndese por
título la causa generadora de la posesión.’, pues es claro que el concepto de justo título en sus
dos aspectos da origen a la posesión y, por ello encuadra dentro de lo previsto por el artículo
781 del ordenamiento últimamente citado. Por tanto, si se entiende por justo título la causa
generadora de la posesión, es decir, el acto o fundamento que da origen o transmite la
posesión a título de dueño, en el caso, el contrato de compraventa que llevó a cabo la parte
actora como compradora con persona diversa, constituye su justo título, en virtud de que con
la celebración de esa relación contractual entró a poseer el inmueble objeto de la
controversia, conforme a la ley."
Así como la diversa del otrora Segundo Tribunal Colegiado del Sexto Circuito, cuyo criterio
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jurídico se comparte, visible en la página 645, del Tomo XIV, correspondiente al mes de julio
de mil novecientos noventa y cuatro, Octava Época del Semanario Judicial de la Federación,
que dice:
"JUSTO TÍTULO, QUÉ DEBE ENTENDERSE POR. EN LOS JUICIOS SOBRE
POSESIÓN.-La expresión justo título puede tener dos acepciones: ya sea como el documento
que acredite la propiedad; y otra como la causa o el motivo legítimo o de buena fe que da
derecho a una persona a poseer o tener alguna cosa en su poder. De tal manera que en los
juicios sobre posesión, por justo título no debe entenderse el documento con que se justifique
el dominio sino la causa legítima o de buena fe de la tenencia o posesión de la cosa, ya que de
interpretarse de la primera manera, la acción publiciana sería inútil, puesto que teniendo el
título que demuestre la propiedad, la acción procedente sería la reivindicatoria; por el
contrario, cuando la parte actora carece del documento de propiedad, puede intentarse la
acción plenaria de posesión, pues ésta, como ya se dijo, tiende a proteger la posesión legítima
de un bien, siempre que se encuentre su origen en un acto lícito y de buena fe."
En esa tesitura, si bien es correcto lo resuelto por la Sala responsable al concluir que el actor
reconvencional, ahora quejoso, pretendió la usucapión derivada de una posesión de buena fe,
precisamente porque a través de los diversos hechos de su contrademanda precisa que se
encuentra en posesión del bien relacionado a virtud de un contrato privado de compraventa
que, dijo, celebró con el autor de la sucesión reivindicante, Tomás Monroy Cruz; no obstante
lo anterior, como acertadamente se esgrime en los conceptos de violación, no es legal lo
resuelto en el fallo reclamado en cuanto a que no fuera posible tener por justificada la causa
generadora de la posesión del usucapista a virtud del contrato privado de compraventa que
dijo haber celebrado con el autor de la sucesión actora, pues como fue precisado, el ahora
quejoso señaló que entró a poseer el predio controvertido a virtud de ese contrato privado de
compraventa con fecha veinte de marzo de mil novecientos setenta y cinco, celebrado entre
dicho impetrante como comprador y como vendedor Tomás Monroy Cruz, y el mismo
constituye el acto jurídico a virtud del cual entró a poseer, porque como bien lo resalta el
peticionario del amparo, dicho convenio privado no fue declarado anulado al declararse
procedente la diversa nulidad del juicio fraudulento tramitado bajo el número de expediente
432/2002, pues como puede advertirse del original de dicho procedimiento, en específico de
la sentencia definitiva de veinticuatro de octubre de dos mil dos, constante a fojas ciento
dieciséis a ciento veinticinco de dicho cuaderno, misma que fue confirmada en apelación por
la Segunda Sala Civil Regional de Tlalnepantla, del Tribunal Superior de Justicia del Estado
de México, el seis de febrero de dos mil tres, por resultar inoperantes los agravios relativos
sólo se declaró procedente la acción de nulidad del juicio de usucapión promovido por
Marcos Monroy Cortés en contra de Tomás Monroy Cruz y, como consecuencia de ello, la
cancelación de la inscripción relativa en el Registro Público de la Propiedad, precisamente
por haberse demostrado tan sólo que Marcos Monroy Cruz tenía conocimiento al momento
de iniciar el juicio de prescripción adquisitiva 269/96 del índice del Juzgado Tercero de lo
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Civil de Primera Instancia del Distrito Judicial de Cuautitlán, México, de que el demandado
Tomás Monroy Cruz ya había fallecido, hecho del que no informó al Juez de esos autos,
puesto que simulando que todavía vivía, se emplazó a juicio a un muerto, aunado a que al
llevarse a cabo dicha diligencia se dejó citatorio a Tomás Monroy Cortés y el funcionario
judicial que la practicó no se cercioró que en el domicilio en el que actuó viviera el buscado,
por lo que, efectivamente, como lo esgrime el peticionario de amparo en dicho procedimiento
no se cuestionó ni se resolvió sobre la validez de la documental privada de mérito y, en
consecuencia, es acertado que al no haberse decretado su anulación, dada su vigencia, es útil
para acreditar la causa a virtud de la cual entró a poseer el inmueble litigioso.
Bajo esa perspectiva, tampoco es legal, lo resuelto en el sentido de que el actor en la
reconvención no hubiese acreditado ser poseedor en calidad de propietario y de buena fe
como consecuencia de la sentencia dictada en el juicio de nulidad de juicio concluido
relacionado, pues, como se ha visto, el contrato de compraventa privado exhibido por el
usucapista no fue motivo de dicha controversia, y por ende no es acertado que haya dejado de
tener vigencia a virtud de dicho procedimiento en el que sólo declaró la nulidad del derecho
de propiedad declarado en el juicio de prescripción 269/96 relacionado; además, conforme a
los preceptos legales referidos con antelación, la buena fe se presume siempre, quedando a
cargo del que afirme la mala fe del poseedor la demostración de dicho extremo, esto es, que
el poseedor detentara el bien sin título alguno para poseer o que conociere los vicios de su
título que le impidiesen poseer con derecho, supuestos que tampoco se patentizan con la
existencia de la resolución judicial anulatoria de mérito, pues en dicha determinación sólo se
concluyó en la anulación del derecho de propiedad declarado a virtud de la sentencia del
aludido juicio 269/96, pero no se estableció algún vicio del título o su inexistencia por falta
de consentimiento de alguna de las partes, que conduzcan a establecer la mala fe en la
posesión, como concluyera la Sala responsable y que la condujo a sostener que no se
acreditaba dicho derecho con carácter de propietario y de buena fe.
Además de que tampoco es acertado lo concluido en cuanto a que el usucapista incurriera en
diversas contradicciones que condujeran a concluir su mala fe en la posesión al sostener que
celebró un contrato privado de compraventa respecto de una superficie incluso de
novecientos noventa metros cuadrados del lote ciento tres, de la zona "A" del Plan Guadalupe
Victoria, ubicado en la Avenida Miguel Hidalgo número 103, de la colonia Granjas de
Guadalupe, Municipio de Cuautitlán Izcalli, México, y que sólo demandó la prescripción
adquisitiva de una fracción de cuatrocientos diecisiete metros cuadrados pues, en primer
término, debe tenerse en cuenta que conforme al principio de que quien puede lo más puede
lo menos, el ahora quejoso se encuentra facultado para demandar la prescripción adquisitiva
de una porción de terreno menor, pues aclaró que es la que finalmente posee, pues Tomás
Monroy Cruz vendió otra porción, no obstante de que adujo tener un título por una superficie
mayor; de modo que sí es relevante lo que el propio reconvencionista precisó en el capítulo
de hechos de su ocurso relativo, sobre que dicha porción de terreno es el motivo de su
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pretensión, porque dijo encontrarse detentando la misma desde que adquirió el predio de
mérito, hacía más de veintinueve años, aspectos que tampoco conducen a establecer mala fe
en el derecho posesorio que aduce el usucapista aquí agraviado, pues sólo ponen de relieve
que pretende la prescripción adquisitiva en relación con un bien que asevera ha venido
poseyendo desde un punto de vista material y que pretende una sentencia que lo declare
propietario sobre lo que en realidad ha poseído, pero ello en forma alguna, pone de relieve
algún dato que condujera a establecer la inexistencia del título que constituye la causa
generadora de la posesión o la existencia del algún vicio de dicho convenio, y que éste fuese
del conocimiento del ahora quejoso, de forma tal que lo hiciere consciente de que no podía
poseer con derecho, pues no debe perderse de vista que para la integración de la prueba
presuncional o circunstancial es necesario que se encuentren probados los hechos básicos de
los cuales deriven las presunciones, así como la armonía lógica, natural y concatenamiento
legal que existiese entre la verdad conocida y la que se busca, apreciándose en su conjunto
los elementos probatorios que aparezcan en el proceso, los cuales no deben considerarse
aisladamente, sino que de su enlace natural habrá de establecerse una verdad resultante que
inequívocamente lleve a la verdad buscada, siendo en consecuencia dicho enlace objetivo y
no puramente subjetivo, es decir, debe ponerse de manifiesto para que sea digno de aceptarse
no como una probabilidad, sino una conclusión categórica e indefectible, extremos que en el
caso no se cumplen con las denominadas "contradicciones" y, por ende, se insista en lo
fundado de los argumentos en examen.
Tal conclusión encuentra apoyo en la jurisprudencia identificada con el número 325, de la
Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, conforme a anterior integración,
visible en la página 220, del Tomo IV, Materia Civil, del Apéndice al Semanario Judicial de
la Federación 1917-1995, que dice:
"PRESUNCIONES.-Esta prueba, considerada según la doctrina como prueba artificial, se
establece por medio de las consecuencias que sucesivamente se deduzcan de los hechos, por
medio de los indicios, hechos que deben estar en relación tan íntima con otros, que de los
unos, se llegue a los otros por medio de una conclusión muy natural; por lo que es necesaria
la existencia de dos hechos, uno comprobado y el otro no manifiesto aún, y que se trate de
demostrar, racionalizando del hecho conocido al desconocido."
Así las cosas, ante lo fundado de los argumentos de inconformidad en examen, lo procedente
es conceder el amparo y protección de la Justicia Federal al quejoso, para el efecto de que la
autoridad responsable deje insubsistente el fallo reclamado y, en su lugar, pronuncie otro en
el que prescinda de considerar que no es posible tener por justificada la causa generadora de
la posesión del usucapista a virtud del contrato privado de compraventa que dijo haber
celebrado con el autor de la sucesión actora al haber sido declarada procedente la nulidad del
juicio de usucapión número 269/96 del índice del Juzgado Tercero de lo Civil de Primera
Instancia del Distrito Judicial de Tlalnepantla, México y que, por ello, no se justificara por el
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reconvencionista que hubiese poseído el inmueble en calidad de propietario y de buena fe,
pues, como se ha visto, tales conclusiones resultaron impropias e incorrectas, y hecho que
sea, acto continuo dicte otra sentencia en la que, siguiendo los lineamientos jurídicos de esta
ejecutoria, conforme al contenido de la litis de primera instancia y de alzada, y con apoyo en
el material probatorio del sumario, resuelva dentro de su jurisdicción lo que en derecho
proceda.
Al haber sido fundado el aludido argumento de inconformidad formal, no es procedente el
examen de las demás cuestiones propuestas por el quejoso en su capítulo de conceptos de
violación, porque al haber resultado fundado y suficiente para conceder el amparo los
motivos de queja en examen, resulta innecesario el estudio de los restantes argumentos de
disenso contenidos en la demanda de garantías, ello en acatamiento de la jurisprudencia de la
Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, conforme a su anterior
integración, identificada con el número 168, visible en la página 113, del Tomo VI, Materia
Común, del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, que a la letra dice:
"CONCEPTOS DE VIOLACIÓN. CUANDO SU ESTUDIO ES INNECESARIO.-Si el
amparo que se concede por uno de los capítulos de queja, trae por consecuencia que se
nulifiquen los otros actos que se reclaman, es inútil decidir sobre éstos."
Asimismo, debe precisarse que la aludida concesión debe hacerse extensiva respecto de los
actos de ejecución, atribuidos al Juez Tercero Civil de Primera Instancia del Distrito Judicial
de Cuautitlán, con residencia en Cuautitlán, México, por no haberse combatido por vicios
propios y porque al quedar insubsistente el acto reclamado, obvio es que la misma suerte
corre la ejecución del mismo, por consiguiente, tal autoridad ejecutora se abstendrá de actuar
en determinado sentido.
Tal conclusión encuentra apoyo en la jurisprudencia de la otrora Tercera Sala de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, identificada con el número 102, consultable en la página 66,
del Tomo VI, Materia Común, del Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 19171995, que dice:
"AUTORIDADES EJECUTORAS, ACTOS DE, NO RECLAMADOS POR VICIOS
PROPIOS.-Si la sentencia de amparo considera violatoria de garantías la resolución que
ejecutan, igual declaración debe hacerse respecto de los actos de ejecución, si no se reclaman,
especialmente, vicios de ésta."
Por lo expuesto, fundado y con apoyo en los artículos 76, 77, 78, 80, 158 y 190 de la Ley de
Amparo, se resuelve:
ÚNICO.-La Justicia de la Unión ampara y protege a Marcos Monroy Cortés, quien por su
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propio derecho compareció a la presente vía constitucional, en contra del acto que reclama de
la Segunda Sala Colegiada Civil de Tlalnepantla, del Tribunal Superior de Justicia del Estado
de México, consistente en la sentencia de veintinueve de octubre de dos mil cuatro, dictada
en el toca 1320/2004; amparo que se concede sólo para el efecto precisado en la parte final
del considerando que antecede, y respecto de los actos de ejecución reclamados al Juez
Tercero de lo Civil de Primera Instancia del Distrito Judicial de Cuautitlán, con residencia en
Cuautitlán Izcalli, México, como se indicó antes.
Notifíquese; con testimonio de la presente resolución devuélvanse los autos al tribunal estatal
de su origen, en su oportunidad archívese el expediente como asunto concluido.
Así, y por unanimidad de votos de los señores Magistrados Presidente Javier Cardoso
Chávez, Virgilio A. Solorio Campos y Noé Adonai Martínez Berman lo resolvió el Segundo
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Segundo Circuito, siendo ponente el primero de los
nombrados.
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