Regocijarse en la gratitud Regocijarse en la gratitud SERIE DE REFLEXIONES SOBRE MAYORDOMÍA SERIE DE REFLEXIONES SOBRE MAYORDOMÍA Propio 22A Mateo 21:33-46 Propio 22A Mateo 21:33-46 H H ace poco estuve en el Valle de Napa en California, que podría decirse que es — con mayúscula— LA ZONA vinícola de este país. Siempre me ha llamado la atención la complejidad del trabajo que tiene el cultivo y el proceso de crecimiento que da lugar a las uvas y luego, finalmente, al vino. Mientras estaba allí me contaron una historia de algunas de las vides que importaron a este país. En el caso de estas vides en particular, para cerciorarse de que no se trataba de especies indeseadas por nuestro ecosistema, ¡tuvieron que estar en cuarentena durante tres años! De manera que el que estaba a la espera para plantar, y comenzar el cultivo, tuvo que esperar tres años para llegar a tener las cepas en el suelo. Al igual que incontables detalles en el proceso para llegar la vendimia, la palabra clave parece ser paciencia, y también muchísimo cuidado. La moraleja es ésta: llegar a recoger el fruto y finalmente [producir] el vino conlleva buenos cultivadores del terreno, la vid, los recursos naturales, todo ello. Algunas vides de esta región tienen casi cien años. Muchos de los que las plantaron hace mucho que no están en esta tierra, pero la vides siguen dando fruto. Las vides permanecen como herencias vivas. ace poco estuve en el Valle de Napa en California, que podría decirse que es — con mayúscula— LA ZONA vinícola de este país. Siempre me ha llamado la atención la complejidad del trabajo que tiene el cultivo y el proceso de crecimiento que da lugar a las uvas y luego, finalmente, al vino. Mientras estaba allí me contaron una historia de algunas de las vides que importaron a este país. En el caso de estas vides en particular, para cerciorarse de que no se trataba de especies indeseadas por nuestro ecosistema, ¡tuvieron que estar en cuarentena durante tres años! De manera que el que estaba a la espera para plantar, y comenzar el cultivo, tuvo que esperar tres años para llegar a tener las cepas en el suelo. Al igual que incontables detalles en el proceso para llegar la vendimia, la palabra clave parece ser paciencia, y también muchísimo cuidado. La moraleja es ésta: llegar a recoger el fruto y finalmente [producir] el vino conlleva buenos cultivadores del terreno, la vid, los recursos naturales, todo ello. Algunas vides de esta región tienen casi cien años. Muchos de los que las plantaron hace mucho que no están en esta tierra, pero la vides siguen dando fruto. Las vides permanecen como herencias vivas. Domingo, 2 de octubre de 2011 Domingo, 2 de octubre de 2011 E sta parábola siempre me hace recordar la historia Preguntas para reflexionar de un granjero que le dijo a un predicador que estaba 1. ¿De qué manera vives la harto de oír que no éramos afirmación de que no somos dueños de nada y que todo “dueños” de nada, de que pertenecía a Dios. El granjero simplemente somos llamados invitó al predicador a cenar, a administrar lo que se nos ha y después de la cena lo llevó confiado? a ver su tierra. Le pidió que se detuviera y mirara en 2. ¿Cómo adoptas un hábito de todas direcciones, y le dijo gratitud por todo lo que se nos al predicador: “hasta donde da? alcanza la vista, todo esto es mío, ahora bien, ¿cómo puedes 3. ¿Cómo practicas en tu vida y estar aquí y afirmar que yo no en tu comunidad [el mandato] a lo poseo?”. El predicador se ser fructífero? limitó a sonreír y le respondió: “Hazme esa pregunta de aquí a cien años”. Las versiones más breves de esa misma idea son éstas: no hay portaequipaje en un carro fúnebre, y, al final del juego, el rey y el peón van en la misma caja. T odo lo que nos ha sido dado en esta vida es, en el mejor de los casos, un préstamo. No es nuestro, nunca llegamos a poseerlo de veras. Lo tenemos, por la razón que sea, para cuidarlo lo mejor que podamos. Esto es cierto de todo lo que nosotros, o el banco, dice que poseemos, y es igualmente cierto para todas las relaciones que tenemos. Somos mayordomos de todo, llamados por Dios a dejar la tierra, nuestras posesiones materiales, nuestro dinero y nuestras relaciones mejor que como los encontramos, o como ellos nos encontraron a nosotros. Todo lo que ahora vemos, tenemos y sabemos es el viñedo de Dios, y somos llamados a atenderlo, por el único que en verdad es dueño de todo. Rvdmo. Gregory H. Rickel Obispo Diócesis de Olympia. Copyright © 2011 The Episcopal Church E sta parábola siempre me hace recordar la historia Preguntas para reflexionar de un granjero que le dijo a un predicador que estaba 1. ¿De qué manera vives la harto de oír que no éramos afirmación de que no somos dueños de nada y que todo “dueños” de nada, de que pertenecía a Dios. El granjero simplemente somos llamados invitó al predicador a cenar, a administrar lo que se nos ha y después de la cena lo llevó confiado? a ver su tierra. Le pidió que se detuviera y mirara en 2. ¿Cómo adoptas un hábito de todas direcciones, y le dijo gratitud por todo lo que se nos al predicador: “hasta donde da? alcanza la vista, todo esto es mío, ahora bien, ¿cómo puedes 3. ¿Cómo practicas en tu vida y estar aquí y afirmar que yo no en tu comunidad [el mandato] a lo poseo?”. El predicador se ser fructífero? limitó a sonreír y le respondió: “Hazme esa pregunta de aquí a cien años”. Las versiones más breves de esa misma idea son éstas: no hay portaequipaje en un carro fúnebre, y, al final del juego, el rey y el peón van en la misma caja. T odo lo que nos ha sido dado en esta vida es, en el mejor de los casos, un préstamo. No es nuestro, nunca llegamos a poseerlo de veras. Lo tenemos, por la razón que sea, para cuidarlo lo mejor que podamos. Esto es cierto de todo lo que nosotros, o el banco, dice que poseemos, y es igualmente cierto para todas las relaciones que tenemos. Somos mayordomos de todo, llamados por Dios a dejar la tierra, nuestras posesiones materiales, nuestro dinero y nuestras relaciones mejor que como los encontramos, o como ellos nos encontraron a nosotros. Todo lo que ahora vemos, tenemos y sabemos es el viñedo de Dios, y somos llamados a atenderlo, por el único que en verdad es dueño de todo. Rvdmo. Gregory H. Rickel Obispo Diócesis de Olympia. Copyright © 2011 The Episcopal Church