la gran decisión - Sindicato Profesional de Médicos de Las Palmas

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Luis Amaya
Esther Amaya
LA
GRAN
DECISIÓN
HUIR
LUCHAR
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LA TERCERA VÍA
Como el Bambú, que ni huye ni lucha.
Sólo cede para recuperar su postura.
A R T E S
M A R C I A L E S
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A mis tres hijos favoritos,
Esther, Raquel y Luis Gabriel.
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El trabajo valdrá la pena si una sola línea de este libro
les ayuda a elegir un camino correcto.
El futuro es el resultado de cada elección
que hacemos en el presente;
el pasado, sólo el recuerdo que nos queda de ellas.
Con cada decisión vas construyendo tu porvenir.
Aprende de cada acierto
pero hazlo aún más de cada error.
En el equilibrio entre razón y corazón
hallarás siempre la respuesta.
¿Huir o luchar?
La Sabiduría te abrirá un nuevo camino...
El del Medio.
Luis Amaya
Esther Amaya
LA
GRAN
DECISIÓN
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HUIR O LUCHAR
LA TERCERA VÍA
Luis Alfonso Amaya Padrón
Las Palmas de Gran Canaria 1952
Instructor de Artes Marciales
Gestión Situaciones de Estrés
Terapista Manual
Como el Bambú, ni huye ni lucha.
Sólo cede para recuperar su postura.
amaluc52@gmail.com
Esther Amaya Escarpa
Caracas 1984
Licenciada en Psicología
Universidad Complutense de Madrid 2009
Especialista en Educación
Master en Psicoanálisis y Filosofía de la cultura
Profesora Danza Oriental
estheramayaescarpa@hotmail.com
ARTES
M AR C I AL ES
ÍNDICE
LAS SEIS VÍAS
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•
•
•
•
•
LA VÍA DEL HUIR
LA VÍA DEL CEDER
LA VÍA DEL SOMETIMIENTO
LA VÍA DE LA DEFENSA
LA VÍA DE LA ESQUIVA
LA VÍA DEL LUCHAR
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I
EL VALOR DEL MIEDO
DOMAR UNA BESTIA LLAMADA ESTRÉS
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•
•
BIENVENIDO MR. FOBOS
CABALGANDO AL DRAGÓN
RESPUESTA DE SUPERVIVENCIA (SSR)
EL MENOS VAGO DE LOS NERVIOS
35
ACEPTAR ES UNIR... LUCHAR ES SEPARAR 53
• EVALUAR
• ELEGIR
• EJECUTAR
EN EL CAOS... REFÚGIATE EN TU CENTRO 61
• FACTORES DE EQUILIBRIO
• FACTORES DE INESTABILIDAD
• EL VALOR DEL CENTRO
• EL HARA, FUENTE DE ENERGÍA
• ADIESTRAR EL HARA
9
RELAJARSE O SUFRIR
• VENTAJAS DE LA RELAJACIÓN
• EL OJO DEL HURACAN
• ARTES MARCIALES Y RELAJACIÓN
• LAS SILLAS VOLADORAS (TENSIÓN)
• BUSCANDO LA RELAJACIÓN
EL DILEMA DE RESPIRAR
•
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•
•
•
•
CONTROL DE LA RESPIRACIÓN
RESPIRAR CON EL VIENTRE
EL GENIO
CONOCIENDO AL GENIO
LLENAR LO VACÍO Y VACIAR LO LLENO
DOMINAR AL GENIO
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87
HOLISMO, LA PÓCIMA DE PANORAMIX
113
GRAVEDAD, NUESTRA FIEL COMPAÑERA 119
• EL GRAN GOLPE
• COMO UNA OLA
• UN GIRO HACIA EL INTERIOR
LA TEORÍA DEL PODER
FUERZA DE REACCIÓN
JI, LA CANCIÓN DE PRESIONAR
PENG JIN O LA FUERZA DEL AGUA
CAUTIVAR LA FUERZA
DESCARGAR LA FUERZA
UN LAZO LLAMADO MUSUBI
10
157
TAI SABAKI
171
• EL CÍRCULO
• MIRAR HACIA ADELANTE
• LOS TRES TORNILLOS
• CUESTIÓN DE TALONES
• ANDAR DE PUNTILLAS
• TENKAN
• KUZUSHI
• ENTRENANDO EL EQUILIBRIO
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II
LA FUERZA QUE TE ACOMPAÑA
•
•
•
•
•
•
KAMAE
133
ZANSHIN. El Espíritu vigilante
195
KIME. La vida en un instante
205
KIAI
213
EPÍLOGO
233
RELATOS
237
BIBLIOGRAFÍA
245
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•
•
MA-AI
DE-AI
METSUKE
KI MUSUBI
MIZU NO KOKORO
MUSHIN
• ALGO DE FÍSICA
•
•
•
•
•
•
Y EL VERBO SE HIZO CARNE
TIPOS DE ONDAS
MECANISMO AUDITIVO
EL GRITO SILENCIOSO
EN ONDA CON LA SIMPATÍA
SINESTESIA. TU NOMBRE ME SABE A HIERBA
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ZANSHIN
PREFACIO
Estado de Vigilancia
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Un hombre pidió al Maestro de Zen Ikkyu, que escribiese una
frase que le sirviera de ayuda en la vida.
El maestro cogió su pincel y escribió:
— Atención.
— Maestro, dijo el hombre decepcionado, póngame alguna
cosa más.
El Maestro volvió a coger el pincel y escribió dos veces:
— Atención, atención.
— Le he pedido una máxima edificante, dijo el hombre, y no
veo nada de interesante en eso que ha escrito ahí.
Ikkyu, gentilmente, escribió entonces tres veces seguidas:
— Atención, atención, atención
— Pero en fin, dijo el hombre furioso, ¿qué significa?
— Atención, le dijo Ikkyu, significa atención.
uir o Luchar, dos alternativas enfrentadas que nacen como
respuesta a un peligro inminente. Primera decisión por tomar. Sea cual fuere la elección, será el resultado de millones de
años de evolución de nuestro cerebro instintivo, de recuerdos y
habilidades cruciales para la supervivencia de la especie.
El hombre, en su obsesión vital de dominio y permanencia,
ha sobrevivido en un entorno hostil domesticado para su beneficio. Un camino estrecho donde el miedo a la muerte condiciona
su amor por la vida. Para Freud, una constante lucha entre Eros
y Thanatos, dos pulsiones nacidas del instinto que simbolizan
la dualidad primordial de la naturaleza humana.
En este largo trayecto y bajo la sombra del dolor, los genes
se han convertido en verdaderos transmisores de la memoria
defensiva, ayudando así a construir un complejo sistema fisiológico de alerta responsable de la supremacía que hoy ejerce
sobre otros animales que le han acompañado en el viaje.
Huir o Luchar no es una decisión simple, sino una reacción
primaria de nuestros niveles cerebrales más básicos; gracias a
ello, hoy no formamos parte de la desdichada lista de especies
extinguidas. Algo asombroso si tomamos en cuenta que, como
individuo o grupo, siempre hemos sido los más débiles. Catástrofes naturales, grandes depredadores, guerras o enfermedades,
sólo nos han empujado hacia la evolución, alimentando las an13
sias de dominio. Nuestros antepasados han encontrado grandes
piedras en su camino pero, tras tropezar con ellas, aprendieron
rápido a transformarlas en armas, diques... castillos.
Sin embargo, no podemos olvidar que ese atavismo básico
de supervivencia es consustancial con la vida misma. Otras especies han desarrollado respuestas más rápidas y eficaces que
las nuestras a la hora de solventar una situación de riesgo: veneno, espinas, velocidad, garras o grandes colmillos son herramientas, sin duda, convincentes a la hora de un enfrentamiento.
Todas ellas alejadas de nuestra débil estructura y de la delicada
piel que tenemos por abrigo.
¿Cómo es posible que la más débil de las especies haya sometido a todas las demás? Parece que la respuesta nos lleva
a una muy arrugada cubierta cerebral de sólo dos centímetros
de espesor que, con sus 30.000 millones de células neuronales,
maneja nuestras capacidades cognitivas, entre otras: memorización, concentración, autoreflexión, resolución de problemas o
habilidad de escoger el comportamiento adecuado. Su nombre:
neocórtex (corteza nueva), un recubrimiento exterior de seis
capas que el proceso evolutivo ha ido formando en los primates
por encima de la zona emocional. La bipedestación, complejidad del lenguaje y capacidad de análisis nos ha ayudado a
subir el siguiente escalón, reforzando la lateralización, la especialización de los dos hemisferios y el desarrollo de los lóbulos
frontales.
Para tener una idea de cómo influyen las zonas cerebrales en
nuestro mecanismo de respuesta ante el peligro, basta con observar los diferentes tiempos que emplea cada una en reaccionar
ante un estímulo:
La MENTE INSTINTIVA (cerebro límbico) nos permite
responder en milésimas de segundo, algo menos que la INTUITIVA (cerebro intuitivo) que requiere casi un segundo para reaccionar. Sin embargo, la MENTE PLANIFICADORA (cerebro racional) necesita superar este tiempo para elaborar una
respuesta.
Está claro que, si pudiéramos decidir, ante una amenaza inesperada con riesgo vital daríamos luz verde a la parte instinti-
va. Estemos tranquilos, es una elección que ya la naturaleza ha
tomado por nosotros al ponernos en manos incondicionales de
la amígdala, parte del Sistema Límbico y responsable del almacenamiento y procesamiento de las reacciones emocionales y de
la gestión automática de respuesta. Y debe ser así.
Imagina que caes por un gran precipicio y consigues asirte
a una pequeña rama. La mente, en programa supervivencia, se
centrará sólo en aferrarse a ella durante la caída. Tus manos y
la rama, no existe nada más en ese momento. No hay tiempo
para la duda, ni para tomar decisiones; el temor deja de ser una
opción. La vida en un instante. Toda tu energía concentrada en
un punto, para envidia de cualquier monje zen.
Cuando te encuentras con una sola opción vital tu mente y
cuerpo se funden en ese único objetivo y una maravillosa máquina de supervivencia se engrana para alcanzarlo. El cerebro
genera un estado de ‘economía cognitiva’ que nos permite obviar todo lo irrelevante, centrándonos en una respuesta única
gestionada por el instinto. La amígdala toma el mando, descartando posibilidades, para centrarse en una reacción rápida que
resuelva la urgencia.
Sin embargo, no todos los peligros son tan evidentes y reconocibles. La vida nos plantea situaciones extremas donde
la pérdida total de control se puede convertir en nuestro peor
enemigo. ¿Qué pasaría si la rama salvadora cediera a nuestro
peso rompiéndose de raíz? En fracciones de segundo deberíamos buscar y encontrar un asidero más estable, obligándonos a
decidir entre varias alternativas y recurriendo, ahora si, a nuestra mente analítica. Si la amígdala no es capaz de delegar rápidamente el mando… estamos perdidos. Una reacción que nos
salva la vida puede acabar con ella si se extiende en el tiempo.
Dominar la fuerza que el Sistema Límbico consigue generar
en tan corto plazo ante una situación de estrés nos permitiría
utilizarla en nuestro beneficio. Para esto será necesario reprogramar parte del sistema y convertir nuevas habilidades en actos reflejos. Un arduo trabajo. El cerebro instintivo ha tardado
millones de años en grabar una serie de respuestas efectivas
para solventar un peligro inmediato: protegernos la cabeza con
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los brazos o salir corriendo, pero, ¿podemos agregar datos a
esta memoria genética en el transcurso de una vida?
Aunque funcionalmente independiente de la actividad límbica, el neocórtex sí otorga nuevos niveles de acción sobre
ella. Ha pasado a ser el gran moderador de nuestras reacciones emocionales, coordinándolas y planteando tareas concretas.
Su componente más joven, el lóbulo frontal, con sólo 150.000
años de evolución ya se ha responsabilizado de las funciones
ejecutivas, aquellas que nos permiten dirigir la conducta hacia un fin que incluye la atención, planificación, secuenciación
y reorientación de nuestros actos. Cada nuevo estímulo crea
nuevas neuronas que intervienen en la creación de nuevas respuestas. Justo la herramienta que necesitamos para cincelar la
memoria emocional.
Gracias a esta reciente facultad planificadora capaz de
coordinar a las demás estructuras cerebrales, hemos podido
abrir un abanico muy amplio entre las dos respuestas básicas del cerebro intuitivo. Huida y lucha se enriquecen con
nuevas posibilidades de actuación que aumentan la expectativa
de supervivencia. Delegada la reacción inmediata a la eficiente
amígdala, disponemos ahora de un perfeccionado engranaje capaz de dirigir la conducta hacia acciones programadas; nace así
la estrategia, que refuerza las habilidades cognitivas.
Estrenado un nuevo y más desarrollado estado mental gracias a la evolución del neocórtex y el Lóbulo frontal, el humano
ha conseguido asentarse de forma definitiva en un entorno hostil, manejando a su antojo especies más fuertes y con mejor capacidad de adaptación o enfrentando a sus propios congéneres.
La elección correcta entre sólo dos alternativas nos ha permitido sobrevivir moldeando lentamente nuestra herencia genética. La especialización de nuevas áreas cerebrales capaces
de planificar, nos eleva a la cumbre evolutiva.
Y es en esa lucha constante que trasciende a los impulsos
primarios de supervivencia donde las Artes Marciales encuentran su germen, necesitadas, cada vez más, de nuevas y mejores
habilidades.
Los avances en Neurociencia y Psicología continúan confir-
mando el valor del entrenamiento marcial como gran gestor de
la mente y el cuerpo al descubrir que conceptos como tiempo
de reacción, mecanismo condicionado, control emocional, dominio del dolor o concentración de energía han sido elementos
habituales para estas disciplinas. Desde hace cientos de años,
guerreros y estrategas han conseguido manipular la percepción
a través de procesos hoy conocidos como: enmascaramiento
sacádico, foco de atención, ceguera al cambio o respuesta de
orientación.
¿Cómo enfrenta la tradición marcial este conflicto básico entre huida y lucha? ¿Cómo logra controlar el mecanismo activado por el miedo y el estrés ante una situación real de peligro? y,
sobre todo, ¿Cómo resuelve ese gran momento de decisión? Navegando entre ciencia, tradición, y cierta especulación basada
en experiencias cercanas, se irán respondiendo estas preguntas.
En las próximas páginas emprenderemos juntos un recorrido
a través de los factores que influyen en este proceso selectivo,
estudiando algunos de los caminos que el Budo 武道 propone
para iniciar esta búsqueda. Sólo conociendo las causas y dominando sus principios seremos capaces de vencernos a nosotros
mismos; primer paso para vencer nuestros miedos.
¿Huir o Luchar? En este libro encontrarás suficientes claves
para resolver tal interrogante; pero sólo tú podrás escoger el
camino correcto.
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La Tercera Vía o el Sendero de la Sabiduría 知恵道 nos invita a reflexionar sobre uno de los principios fundamentales del
Aikido y del Iaido: Saya No Uchi De Katsu, 鞘の内で勝つ,
La victoria reside en la funda de la espada; en referencia a
la máxima que da origen a la palabra ‘Budo: El guerrero más
sabio es el que consigue vencer sin desenvainar su sable.
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LAS SEIS VÍAS
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Cualquiera que tenga forma puede ser definido, y cualquiera
que pueda ser definido puede ser vencido. SUN TZU
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nte un ataque inminente la respuesta debe ser rápida y
efectiva; revelarse en fracciones de segundo para evitar
que la situación se torne irreversible. No siempre será la igual.
Distintas personas, ante iguales circunstancias, tomarán decisiones diferentes que dependerán de motivos tan variados como
el estado de ánimo, la autoestima, el entorno, el nivel de riesgo,
la seguridad de seres querido o, simplemente, algún mecanismo condicionado por experiencias pasadas. Una misma víctima
puede variar su conducta según las cartas que se pongan en juego. Alguien que, solo ante el agresor, decide adoptar una posición sumisa, puede elegir atacar cuando se trata de proteger a
un hijo; o quien suele defenderse ante cualquier agresión puede
recurrir al sometimiento si descubre una clara descompensación
de fuerzas.
Como vemos, no hay forma de vaticinar con absoluta certeza cual sería nuestra reacción ante un ataque ya que existen
factores capaces de revertir cualquier indicador al respecto; más
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aún, cuando nuestro sistema automático de respuesta tiende a
eliminar el lado racional. El Sistema Límbico, tras el choque
de estrés, toma el control y no cesará su actividad hasta que la
mente indique el final del conflicto… ¿O tal vez no?
Un guerrero adiestrado consigue reaccionar con inmediatez
ante un instante de peligro; sin perder el estado de alerta, toma
el mando de la situación. De alguna manera consigue controlar
y orientar favorablemente toda la energía generada por el estrés.
Pero, ¿cómo lo hace?
Se llama Heijoshin 平常心, habilidad para mantener calma
y serenidad antes, durante y después de la acción.
¿Como se alcanza?
Conociendo nuestras debilidades, entrenando las aptitudes y
manteniendo la atención en el ahora.
Huir y Luchar no son hoy las únicas opciones disponibles a
la hora de resolver un evento crítico. La evolución de ciertas zonas en el córtex cerebral y la posibilidad de planificar o grabar
nuevas destrezas nos permite disponer de un mayor control ante
cualquier situación de riesgo.
Para comenzar a entenderlo, veamos las posibles alternativas que un ataque real nos revela. Recordar antes que la fuerza
y su consecuencia, el movimiento, no son más que el resultado
de la asociación de dos polaridades que tienden a complementarse. Evitando su enfrentamiento (Yang-Yang), encontraremos
el equilibrio (Yin-Yang).
Quien controla el equilibrio domina la acción. 1
LA VÍA DEL HUIR
Hay 36 tácticas de Artes Marciales, la de escaparse es la mejor.
Se trata de una respuesta primaria de nuestro cerebro instintivo que nos invita a alejarnos del peligro para poder valorar su
gravedad. Para ello, adapta el sistema locomotor en fracciones
de segundo desechando cualquier proceso mental. Los grupos
musculares que potencian la huida se ven reforzados bajo la
batuta de la amígdala, y todo el cuerpo se centra en una sola
acción: eludir cualquier riesgo en el menor tiempo posible.
Cuando disminuye el shock adrenalínico producido por el
sobresalto inicial, el mecanismo fisiológico —dirigido esta vez
por el Sistema Nervioso Parasimpático— se equilibra, permitiendo que a una distancia de seguridad adecuada se especule
sobre un cambio de respuesta. Al observar la primera reacción
de un animal abordado por sorpresa notaremos un primer gesto
de huida; en seguida se detiene para mirar atrás y valorar la
situación. Esta sería la respuesta instintiva.
Como estrategia, la huida nace del conocimiento previo del
ataque, buscando un objetivo posterior que utilizará la sorpresa
como arma. Se basa en la reflexión y en la manipulación de la
realidad por lo que en ningún momento se deja el control al
Sistema Límbico. Por el contrario, quien elige esta táctica ha visualizado con anterioridad el escenario de lucha sabiendo que,
en un momento determinado, tendrá que revertir la situación
para tratar de rendir al agresor. No en vano Sun Tzu recomendaba: «No persigas al ejército que simula una huida».
La huida calculada atesora el tiempo y espacio suficiente
para concentrar fuerzas mientras el contrincante se enfrenta a
la confusión de un cambio de acción repentino. El equilibrio
entre polaridades es evidente: a la fuerza en marcha del agresor
(Yang), el enemigo responde huyendo (Yin). Cuando el primero no encuentra el enfrentamiento esperado va disolviendo su
energía (Yin) a la vez que emprende la persecución, momento
en el que la supuesta víctima cambia de táctica y sorprende contraatacando (Yang). Esta sería la respuesta racional.
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1 Yin y Yang manifiestan la dualidad Taoísta.
En este libro se tomarán como polaridades físicas complementarias que determinan la magnitud y el sentido de la fuerza.
Yang: Aplicación de Fuerza, ataque, lleno, empujar, acción.
Yin: Recepción, defensa, vacío, absorción, pasividad.
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LA VÍA DE LA DEFENSA
La defensa es para tiempos de escasez, el ataque para tiempos
de abundancia. SUN TZU
Es la respuesta automática que surge cuando la huida deja de ser
alternativa. La agresión es tan rápida e inesperada que se carece
de tiempo para tomar cualquier decisión y, de forma instintiva,
protegemos nuestros centros vitales: cerramos los ojos, nos cubrimos con los brazos, giramos la cabeza o intentamos reducir
el tamaño para disminuir el riesgo. Se trata de respuestas motoras básicas de conservación que no implican elección alguna.
Este impulso natural de supervivencia, que aparece ante un
ataque sorpresivo, permanece grabado en lo más profundo de
nuestro dispositivo de emergencia. El cerebro ha invertido millones de años en engranar este mecanismo, por lo que no es
fácil generar de forma consciente una nueva serie de respuestas
que lo sustituya.
Sin embargo, lo que nos protege en una primera reacción
instintiva, puede condenarnos si no sede el mando con rapidez
a nuestro lado racional.
Ante un ataque puntual —una rama que viene hacia nosotros— el cubrir la cabeza con el brazo nos puede librar de un
buen susto. Pero, si el peligro continúa, no nos queda otra que
‘pensar’ en una solución más eficaz ya que los siguientes impactos nos romperían el brazo mermando nuestra resistencia y
haciéndonos aún más vulnerables. Si agregamos a este ataque
sólo dos de los efectos reflejos que acompañan a nuestra particular Respuesta de Sobrevivencia al Estrés (RSE): la visión
de túnel y el efecto faro (que limitan el campo visual), obtendremos, además, un cóctel de alto riesgo.
El problema real aparece cuando esta reacción, que nos ayuda en un primer instante, se extiende en el tiempo y revierte en
nuestra contra; de ahí que la defensa primaria deba dar paso de
inmediato a otra actitud más elaborada. Me explico: se imaginan una batalla donde uno de los ejércitos sólo se defiende; o
una lucha donde uno de los contrincantes ataca de forma continua sin recibir ninguna oposición. No hace falta mucha imagi-
nación para prever el desenlace: si ejercemos presión constante
contra un elemento pasivo terminaremos por avasallarlo. Es ley
natural, hasta las más duras piedras terminan desgastándose
ante la permanente presión de elementos más sutiles como el
viento o el agua.
Una defensa continuada en el tiempo se convierte en sometimiento y así se refleja en los deportes de contacto donde la
incapacidad de responder los golpes conlleva a la pérdida del
combate por sumisión.
Coloquémonos, de nuevo, en situación: alguien, nos ataca
por sorpresa con una secuencia de golpes (técnica Lin-wanchungkuen del Wing Tsun). La respuesta instintiva será bloquear con el brazo concentrando nuestra atención en el punto
del primer impacto; salvado este, no seremos suficientemente
rápidos como para prever y reaccionar ante el segundo, el tercero, el cuarto… que llegarán a nuestro cuerpo sin la menor
resistencia.
¿Por qué? Simple, el Sistema Límbico reacciona automáticamente ante una sensación de peligro, no evalúa posibilidades
ni prevé otras opciones. Como consecuencia de esto aparecen
las llamadas ‘heridas defensivas’, serie de cortes y contusiones
en los brazos que resultan de una defensa única y sostenida con
la parte de nuestro cuerpo que utilizamos como escudo.
En otras palabras y aludiendo al Boxeo, podemos afirmar
que la vía defensiva nos permite superar el primer round y nos
debilita el resto del combate.
Por suerte para el agredido, el movimiento perpetuo viola la
segunda ley de la termodinámica o, dicho con otras palabras,
el Yang del ataque debe dar paso al Yin en una secuencia necesaria para el equilibrio natural. ¿Qué quiere decir esto? Que
nadie, por robusto que sea o entrenado que esté, puede generar
una fuerza continua infinita. Limitaciones fisiológicas y factores externos como la gravedad agotan el empuje y obligan a una
recuperación periódica (Yin) abriendo así un margen de debilidad en nuestro agresor. Los rápidos desplazamientos de defensa
y repuesta del Wing Tsun se basan precisamente en este hecho.
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LA VÍA DEL CEDER
Sé como el Bambú,
flexible ante un ataque
y contundente en la respuesta
El Ceder encuentra en el bambú su máxima expresión: quien lo
empuja e intenta doblegarlo no percibe que, cediendo, sólo acumula fuerza para generar una respuesta más rotunda. No se trata
de huir, ni siquiera de esquivar, sólo busca absorber la fuerza
del ataque para invertir su polaridad. Se reconoce como uno de
los más eficaces métodos de lucha.
dirige hacia nosotros, podremos conducirla sin ningún tipo de
esfuerzo. Absorbiéndola, nos convertimos en el canal por donde
discurre la intensión del atacante, que no tendrá más remedio
que adaptarse a la forma que le proponemos.
El cambio entre los opuestos (Yin-Yang) permite la fluidez
natural del universo. El estancamiento en una sola forma
solo atrae la desarmonía y la devastación. TAO TE CHING
Es la base de la gran mayoría de Artes Marciales chinas cuya
tradición pretende cautivar y dirigir la voluntad del rival. Su
entrenamiento es rutinario en el Wushu, Wing Tsun, Kung Fu
o Tai Chi; precisamente en esta última disciplina encontramos
su ejercicio más representativo. Se trata de una serie de movimientos coordinados en pareja llamados Tui Shou o Mano Pegajosa, donde se suceden las sensaciones de lleno y vacío, Yin
y Yang. El empuje es absorbido con amplios desplazamientos
de brazo y cadera que no tardan en invertir la dirección de la
fuerza. Un flujo continuo que refleja a la perfección la efectividad de Ceder.
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Me gusta llamarlo ‘El Tao de la Lucha’.
El choque de dos cuerpos
—Yang
contra
Yang— es el inicio de
todo conflicto. Cada uno
pretende mantener su posición en el espaciotiempo que ocupa ante la
presión del otro. La masa
pasiva, que recibe el empuje externo, puede Luchar oponiéndose al invasor o Huir como muestra de rendición. Ceder nos ofrece otra
alternativa: utilizar en nuestro beneficio la fuerza del oponente,
redirigiéndola a conveniencia. Tras un primer contacto, recibo
la fuerza que me intenta agredir; la absorbo y movilizo a voluntad.
Todo cuerpo que se desplaza sobre el planeta está condenado
a darse de bruces contra el suelo a menos que su velocidad
pueda vencer el tirón gravitatorio. El impulso inicial se diluye
a 9 metros por segundo al cuadrado en una inevitable caída
parabólica. Y esto incluye puños, patadas o cualquier objeto
que intente atacarnos.
Si tenemos la oportunidad de captar en su momento culmen
—cuando la inercia le impide el retorno— esa energía que se
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En Japón también han destacado estilos que basan su entrenamiento en la absorción y manipulación de la fuerza atacante.
Daito Ryu, Aikijuttsu, Aikido o Judo, son buen ejemplo de
ello.
LA VÍA DEL SOMETIMIENTO
No provoques la lucha, acéptala; es mejor retroceder un metro
que avanzar un centímetro. LAO TSE
Implica una reacción más elaborada en donde ya se ha medido
la superioridad del enemigo y la imposibilidad inmediata de escape o contraataque. Se toma una decisión, lo que conlleva un
proceso de evaluación que permite actuar en consecuencia. El
rendirse significa aceptar las condiciones del agresor que pasará a decidir sobre la voluntad de su víctima. El gran riesgo de
esta decisión, aparte de la indefensión absoluta, es que no sabemos cómo reaccionará nuestro oponente, dejando en sus manos
nuestra integridad física.
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Alguien que nos aborda con la intención de robar se dará
por satisfecho si le entregamos nuestras pertenencias de valor
terminando así su cometido: propósito conseguido, nuestra actitud sumisa ha logrado detener la embestida. Por desgracia, esto
no sucede en la violencia doméstica donde se persigue, bajo
amenaza, una rutina de dominación psicológica y física. En este
caso, la sumisión suele prolongar la opresión.
Desde la visión del sometido existe, sin embargo, una posibilidad de estrategia. Si la capitulación es creíble a los ojos del
invasor, este reducirá el nivel de violencia cayendo así en un
estado de confianza que reafirmará su superioridad. Desde este
punto de vista, el sometimiento es una huida que atesora tiempo
a nuestro favor. La secuencia es clara: ante el asalto (Yang), la
rendición (Yin); y ante la falsa confianza y seguridad del maltratador (Yin), una posible respuesta contundente por parte de
la víctima (Yang).
El simbolismo del Caballo de Troya, ardid que permitió la
conquista de esta ciudad según la Ilíada, es buen ejemplo de
una estrategia basada en la sumisión. El artilugio, lleno de guerreros en su interior, fue tomado por los troyanos como signo de
rendición y victoria sobre los griegos. El exceso de confianza
hizo que las tropas de Héctor relajaran su defensa permitiendo que el enemigo tomara la fortificación desde sus entrañas.
Además, para recibir el gran caballo de madera, los troyanos
tuvieron que destruir parte de su muralla, insuperable hasta ese
momento; lo que facilitó la posterior entrada del resto de los
hombres de Odiseo.
el empuje, la fuerza invasora continuará hacia el vacío afectada por la atracción gravitacional.
Aunque puede considerarse como una opción defensiva, la
esquiva merece tener entidad propia. A pesar de su efectividad,
nuestro sistema básico de respuesta al peligro no la incluye entre su abanico de posibilidades genéticas, algo difícil de comprender a menos que se analice en detalle.
A diferencia de la huida, donde nos alejamos de la amenaza,
la esquiva “deja pasar” la agresión con un rápido movimiento
corporal, ayudándonos mantener una posición estable. Al huir
perdemos temporalmente el dominio y la visión sobre el entorno
y será la distancia lo único que nos permita examinar nuestras
posibilidades con respecto al ataque. La esquiva nos da control
sobre la situación, colocándonos en un punto ventajoso para la
réplica: se mantiene la visión periférica y confiere al cerebro el
tiempo necesario para reaccionar. Este gesto, a veces realmente
pequeño en tiempo y espacio, es en realidad una maniobra que
navega a través de la delgada línea que separa la defensa del
contraataque.
Visto esto, podemos comprender el porqué el mecanismo
que activa al estrés no la incluye en su gestión de respuestas
primarias: no pertenece al ámbito de habilidades motoras gruesas y, en principio, supone una decisión instintiva o un reflejo
condicionado no propio de la amígdala.
La Tauromaquia es una muestra trágica pero real de esta
destreza. La esquiva se convierte aquí en salvaguarda de la vida
del matador quien logra permanecer, a pesar de las embestidas
del toro, en el círculo de envite del animal; lugar desde donde
logra controlar cualquier leve acción en su contra. El jugar al
despiste con el capote completa la estrategia. Encontramos acciones similares en técnicas de Aikido o Ninjitsu basadas en
rápidos desplazamientos que buscan precipitar hacia el vacío la
fuerza del ataque rival.
Uno de los aspectos más útiles de la esquiva es la oportunidad de usar a nuestro favor el vacío en el que, por inercia, cae el
agresor. El empuje (Yang) se consume al no encontrar resistencia (Yin), y pierde el equilibrio.
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LA VÍA DE LA ESQUIVA
La regla de oro de ustedes dice que vuelvan la mejilla cuando
alguien les pegue. Eso es Aiki. Nosotros la volvemos antes de
ser golpeados. Así se evita el daño al atacado y se impide que
el atacante cometa pecado. MORIHEI UESHIBA
Como ya hemos dicho: dos masas no pueden ocupar el mismo
espacio al mismo tiempo. Si una de ellas lo pretende y la otra
permanece en su sitio se producirá un choque donde vencerá la
más fuerte. Si por el contrario, esta última opta por ceder ante
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¿Les parece una reacción ideal? Aunque es así, el desarrollo
de esta habilidad conlleva un largo camino de práctica antes
de que pueda comenzar a formar parte de nuestras reacciones
automáticas. Basta con observar a un buen púgil eludiendo una
secuencia rápida de puños con movimientos y quiebres imposibles para darse cuenta de los años de preparación que requiere
esta técnica. Pero, no todo es físico. Aunque se evidencie una
respuesta motora, el secreto está en la mente y en su capacidad
para reaccionar en el momento preciso. Los maestros japoneses
lo llaman Deai, o la armonía del tiempo. Cada acción debe realizarse en el instante preciso; de no ser así, desencadenaría un
suceso diferente al deseado. Si nos movemos antes del ataque,
el agresor podría redirigir el golpe; y si lo hacemos después, no
lograríamos evitar el impacto.
El tiempo de ejecución de un ataque es el lapso que discurre entre dos momentos: desde que se inicia el golpe hasta su
punto máximo de desarrollo. La Ley de Hick nos dice que hay
un período también mesurable entre el instante en que nuestro
cerebro detecta el comienzo del movimiento hasta que el cuerpo
reacciona a su orden de evasión, ese intervalo es de 0,15 segundos si implica una decisión simple y única. Sabemos, por otro
lado, que el desplazamiento del brazo de un boxeador a un metro de distancia ronda los 0,16 segundos. Con estos datos parece
evidente que la efectividad de la esquiva sólo dependerá de la
posibilidad de ‘ver a tiempo’ el inicio del ataque.
Hay una máxima en las Artes Marciales: No puedes evitar
un ataque si lo detectas después de iniciado, por lo que los
adiestramientos efectivos no se basan en la acción del golpe en
sí sino en percibir la intención del agresor.
En este sentido les tengo una buena y una mala noticia: la
mala nos recuerda que nuestros contrincantes no suelen ser toros que, de alguna forma, nos anuncian cuando y por donde van
a atacar; serán humanos quienes, en el mejor de los casos, intentarán engañarnos con sus gestos. La buena, para tranquilidad
de todos, es que estadísticamente no es usual enfrentarse con
un boxeador en un encuentro fortuito. De hecho, la mayoría son
personas que no pueden evitar “telegrafiar” su intensión.
LA VÍA DEL ATAQUE
Permanece atento al peligro y al caos mientras no tengan
todavía forma, y evítalos antes de que se presenten;
esta es la mejor estrategia de todas. SUN TZU
Se trata de una acción elaborada que ya ha desechado previamente otras opciones como la huida o la sumisión. Es la respuesta de un animal acorralado que descarta el sometimiento;
pero también es la reacción ante una amenaza inminente que
pone en peligro nuestra vida o la de seres queridos. Un escorpión responderá con su aguijón ante cualquier acercamiento indeseado. Al igual que cualquier madre, no dudaría en agredir a
quien pusiera en riesgo su prole. En este sentido, la podemos
incluir dentro de las respuestas instintivas de supervivencia ya
que utiliza la configuración fisiológica generada por el estrés
para enfrentar una situación de peligro.
Sabemos que hasta un pequeño roedor sería capaz de atacar
a un gran ejército si no encuentra una vía de escape. La mayoría de las estrategias en la caza o en la guerra advierten del
peligro que representa un enemigo acorralado que dispone, en
las últimas, de un plus de fuerza y valor para romper el asedio.
Si dejamos al enemigo sin salida, se volverá en contra nuestra.
Se comprende así el acertado refrán: A enemigo que huye…
puente de plata.
Esta reacción se beneficia de la sorpresa, cambiando bruscamente el esquema mental del agresor que tiene que adaptarse
al nuevo escenario. Si el ataque, como respuesta, es rápido y
contundente la posibilidad de triunfo está asegurada. En fracción de segundo se invierten los roles de lucha a favor de la
víctima. Sin embargo, debemos diferenciar entre la reacción
visceral nacida del miedo que utiliza los mecanismos del estrés
como método de supervivencia y una respuesta programada a
través del adiestramiento.
Para que sea realmente funcional y no revierta en nuestra
contra, el contraataque programado exige un nivel primario de
control que permita fijar algún objetivo concreto. Si la reacción se basa únicamente en empuje y golpes a ciegas estaremos
perdiendo la única oportunidad de solventar el conflicto y sólo
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conseguiríamos aumentar el nivel de violencia. Un mínimo de
entrenamiento lograría dirigir nuestra energía dispersa a zonas
realmente sensibles del contrincante. Ya que disponemos de esa
valiosa herramienta llamada sorpresa y de ese corto tiempo de
confusión, vamos a intentar ser efectivos… nuestra vida puede
depender de una pequeña decisión en un momento preciso.
Escuelas que venden su efectividad dentro del mundo de la
Defensa Personal han convertido esta respuesta rápida y contundente en fundamento de su instrucción. Es el caso del Krav
Maga o el Wing Tsun, que funden el momento defensivo con
un ataque fulminante generalmente basado en una avasallante
secuencia de golpes: La mejor defensa… un ataque.
No hablamos aquí de una reacción básica de nuestro Sistema
Límbico sino de utilizar la reacción al estrés de nuestro cuerpo
en beneficio de unas habilidades programadas a base de entrenamiento. El miedo impone y el neocórtex dispone.
En Aikido, el concepto de Irimi 入り身 (Iri 入 = entrar / Mi
身 = cuerpo), refleja un método aún más sofisticado: penetrar en
el corazón del ataque cuando este aún se está iniciando. Lo que
conlleva un largo y profundo entrenamiento, no de las técnicas
defensivas, sino de la percepción del instante adecuado. El movimiento debe ser simultáneo, ejecutarlo antes revelaría nuestra
intención. Esta técnica consigue colocarnos en un ángulo muerto —Shikaku 死角 para las artes marciales japonesas—, punto
invisible situado a 45º al costado de nuestro enemigo y donde
presenta su mayor vulnerabilidad. Se logra gracias a una veloz
esquiva realizada en el instante preciso del ataque.
De todos los ejemplos posibles, las técnicas de Kenjutsu
son las que mejor representan las virtudes de esta ‘entrada simultánea’. En especial, la práctica de Nukitsuke (corte y desenvaine del sable), dos movimientos que se funden para unificar
la atención y economizar tiempo. El detalle de esta acción nos
dará algunas claves de su eficacia:
Frente a frente, dos samurais se preparan para el combate.
Uno de ellos mantiene su katana desenvainada señalando amenazante el cuello de su enemigo (Yang), quien permanece aún
con el sable dentro de la saya (Yin). Sintiéndose con ventaja
por este hecho, levanta el arma (Yin) y prepara un ataque descendente mortal (Kiri Otoshi), una acción en dos movimientos:
alzar la espada y asestar el golpe. Entrenado en Nukitsuke, su
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oponente necesita una sola acción para balancear el enfrentamiento a su favor y decide ejecutarla mientras observa cómo se
eleva la espada ante él. El vacío generado por el contrincante
al levantar el sable (Yin) absorbe su intención en un avance
decisivo. Alzar el arma abrió la puerta al paciente adversario
que no dudó en trazar en el espacio un círculo fatal (Yang).
Desenfundar y cortar.
Una rápida secuencia entre las dos polaridades resuelve la
justa y confirma la teoría del equilibrio.
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EL
VALOR
DEL MIEDO
Dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender.
MARIE CURIE
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DOMAR UNA BESTIA
LLAMADA ESTRÉS
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Saber es poder e ignorancia: sumisión.
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la pregunta: ¿Podemos mejorar el proceso básico de respuesta al estrés utilizando nuestro lado racional conducido
por el neocórtex? La contestación es SÍ. Podemos manipularlo
poniendo a disposición de la amígdala acciones condicionadas de rápida ejecución y tomando conciencia de cuales son
los elemento físicos y psíquicos que intervienen en el RSE. En
realidad, es una labor que lleva muchos años realizándose bajo
el paraguas de las Artes Marciales, guardianes de efectivas técnicas que han permitido la supervivencia de guerreros a lo largo
de todo el planeta.
El ser humano ha tenido que aprender a redirigir el miedo
entrenando sistemas eficaces de reacción ante situaciones extremas de riesgo. Desde gladiadores del Circo romano, hasta
pistoleros del Lejano Oeste, todos los grandes luchadores de
la historia parecen haber tenido acceso a valiosa información
sobre los procesos cognitivos que rigen los protocolos del estrés
como elemento desestabilizador cincelado por el miedo.
Hoy día, gracias a siglos de conocimientos acumulados tras
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multitud de batallas y enfrentamientos, existe una verdadera
Ciencia de la Lucha que estudia con métodos empíricos nuestra
capacidad para superar cualquier disputa. Tiempo de reacción,
control del miedo o mecanismo de respuesta al estrés —conceptos hasta hace poco reservados a legendarias escuelas marciales— se manejan ya con fluidez en el complejo mundo de la
seguridad personal.
Aún así, no parece fácil. Imaginen a un samurai, de pié, frente a varios enemigos armados hasta los dientes, con el sable
envainado en espera de un pequeño movimiento para comenzar
su ataque múltiple. La pulsación en aumento mantiene irrigados los principales grupos musculares, listos para una reacción
explosiva, mientras un extra de adrenalina refuerza su alerta.
Hasta aquí la respuesta fisiológica ante el estrés ha funcionado.
Pero, a diferencia de cualquier mortal, el guerrero consigue burlar otros síntomas limitantes: no hay efecto túnel, por
el contrario, utiliza la visión periférica para ubicar a todos sus
contrincantes. Sus sentidos están más sensibles de lo normal, la
percepción espacial le permite medir con exactitud la distancia
y, lo que es mejor, sus habilidades motoras finas permanecen
intactas. Sin duda, un estado que contradice las reglas que rigen
las respuestas orgánicas ante el miedo a la muerte.
Pero, ¿cómo consigue el guerrero evadir este bloque de síntomas estresantes? Aún más, ¿cómo logra discriminar entre los
efectos beneficiosos y los perjudiciales?
La respuesta parece simple: un arduo entrenamiento basado
en el conocimiento de la mente y del cuerpo en circunstancias
extremas. Para las Artes Marciales japonesas significó el nacimiento del Budo, y su estrecha unión con el mundo Zen.
La mayoría de nosotros no pretende ni necesita convertirse
en guerrero, pero sí nos interesa comprender los métodos empleados por ellos para solventar una situación violenta.
¿Es posible perfeccionar el mecanismo que gobierna la arremetida de adrenalina? ¿Podemos llegar a controlar y manipular
los efectos generados por el Sistema Límbico?
En el corazón de la respuesta se encuentra el factor MIEDO.
y BIENVENIDO MR. FOBOS
Hijo de Ares (dios de la guerra) y Afrodita (diosa del amor),
Fobos —del griego ‘pánico’— personificaba el temor y el horror en la mitología helena. Su figura aparecía antes de cada
confrontación y aguerridos luchadores huían ante el miedo al
dolor o la muerte. La representación de esta deidad sigue grabada con fuego en nuestro inconsciente colectivo y su presencia
continúa despertando nuestros más oscuros instintos.
Aunque sus consecuencias suelen ser negativas, hay que reconocer la aportación que este terrible Dios ha hecho al hombre
en su proceso evolutivo. Un salvoconducto que nos ha permitido superar continuos conflictos. Gracias a él y a nuestra capacidad de adaptación, hemos conseguido dar respuesta adecuada
a cada situación de peligro. Fobos se ha convertido en la piedra
angular de la supervivencia humana.
El miedo es un estado emocional primario que nos invade
cuando percibimos algún riesgo, el disparador que se acciona
ante una situación que nos intimida o produce incertidumbre.
En su esencia, es común a todo ser humano, aunque no todos lo
percibimos de la misma manera. Cualquier suceso debe atravesar primero el tamiz de nuestro acerbo vital antes de ser valorado; la mente es responsable de evaluar la situación, desecharla o colocarla en el nivel de peligro correspondiente.
No hay una respuesta universal a un mismo estímulo, todo
depende del cerebro con que se mire. De ahí la máxima: controla tu mente y controlarás tus miedos.
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…todos los miedos
e infinitos sufrimientos
surgen de la mente”.
«. . . no es posible
controlar todas las circunstancias externas,
pero si solo controlo mi mente,
¿qué necesidad tengo de controlar lo demás? BUDA
Al tener claro el origen ‘mental’ del miedo podemos comenzar a preguntarnos si es algo aprendido, como sostienen
los conductistas, o si se trata de conflictos inconscientes no re37
sueltos. Para el Budo (camino de las Artes Marciales) al igual
que para algunas escuelas filosóficas orientales, el miedo es una
proyección de nuestras inseguridades y, a su vez, reflejo de
nuestra ignorancia. El humano, como individuo o como colectivo, teme todo aquello que desconoce. Y es desde ese enfrentamiento perpetuo entre control e ignorancia donde se han
escrito los principales capítulos de la historia. Saber es poder
e ignorancia: sumisión.
Todos los estamentos de poder han utilizado, utilizan y
parece que seguirán utilizando el temor como herramienta de
sometimiento. Estados, religiones, empresas y personalidades
dominantes plantean un amplio abanico de sanciones para asegurar obediencia incondicional. Conceptos como cárcel, infierno, despido o castigo son ya comunes en las relaciones humanas
‘piramidales’. Nuestra sociedad permanece inmersa en un mundo dominado por el miedo.
Dejemos estas dudas para la psicología o la sociología y dediquémonos a descifrar la función del miedo como disparador
de una serie de cambios bruscos que nuestro organismo ejecuta
de forma automática para solventar, con rapidez, un riesgo que
considera inminente. He aquí el gran secreto guardado tan celosamente por maestros y escuelas: una serie de técnicas que
conducen al control físico y mental basadas en el conocimiento
detallado de la conducta humana y de sus posibilidades.
En realidad, ¿puede alguien no adiestrado en el mundo marcial liberarse de la esclavitud de Fobos? En el sentido que aquí
nos ocupa, que es la relación entre miedo y estrés como resultado de una situación violenta, la respuesta es afirmativa y el
proceso, en su inicio, eminentemente cognitivo.
1. Conoce las respuestas naturales del animal ante una situación de estrés producida por un jinete a sus espaldas al que
considera un riesgo.
2. Acepta y controla estas reacciones, no luchando en
su contra sino adaptándose a ellas, gestionando la situación y
acompañando sus movimientos.
3. Trabaja el equilibrio corporal que, ante situaciones extremas, le aportará seguridad a la hora del encuentro.
4. Dentro de la tensión, se mantiene relajado. Es la única
forma de unirse al caballo, llave indispensable para no salir despedido de la silla.
5. Aprende a regular la respiración en el momento crítico;
disminuyendo el ritmo cardíaco y la posibilidad de perder el
control.
El adiestramiento en estos cinco puntos crea las habilidades
necesarias para dominar el instinto salvaje del animal. Recordemos que la práctica constante de una habilidad la convierte en
un mecanismo automático de respuesta, con lo que el atrevido
jinete podrá enfrentar la peligrosa monta con una conducta programada. Repasemos:
. Conocimiento de los síntomas y consecuencias del estrés.
. Aceptar estas reacciones para usarlas en nuestro beneficio.
. Mantenerse centrado y en equilibrio.
. Relajarse dentro de la tensión.
. Controlar la respiración, evitando así perder la percepción
de la realidad.
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y CABALGANDO AL DRAGÓN
¿Has visto alguna vez un rodeo? Montas en un caballo salvaje
nunca antes ensillado e intentas dominar su espíritu indomable
mientras el bronco salta y patalea intentando deshacerse de su
montura. Instinto versus habilidad. Una lucha descompensada
de fuerzas donde el jinete conoce el riesgo y lo acepta aunque
vaya su vida en ello. Pero, ¿cómo lo hace?
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Este es, además, el procedimiento para dominar ese dragón
en forma de energía que explota desde el interior cuando el
miedo nos sorprende. Por un lado, conocer y aceptar el proceso para poder tener control sobre él; y por el otro, trabajar
el equilibrio, la relajación y la respiración como elementos
físicos relevantes que nos permiten tomar el mando de nuestros actos.
Al igual que en la doma, la consecución de este objetivo implica el control de ciertos recursos a través de un entrenamiento
adecuado.
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El primer paso para dominar…
es comprender
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo,
serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas. SUN TZU
Estar al tanto de los síntomas del estrés y tomar conciencia de
lo que nos sucede cuando advertimos sus efectos es primordial
en el proceso, así que busquemos los mecanismos fisiológicos
que activan y controlan esta conducta.
a que la mengua del tiempo de reacción juega a nuestro favor
en un primer instante, la prolongación de este estado conlleva
claras consecuencias negativas; y sus desventajas crecen en relación al número de pulsaciones por minuto:
1. Inicialmente las arterias que irrigan la piel y los órganos
menos críticos (riñones, intestinos) se contraen para disminuir
la pérdida de sangre en caso de heridas, y para dar prioridad al
cerebro y a los órganos indispensables para la acción (corazón,
pulmones, músculos).
2. Aumenta el umbral del dolor.
3. A 115 ppm, se pierden habilidades motoras finas: manipular pequeños objetos, coordinación del ojo con la mano, manejar un cuchillo, disparar un arma. Todo a favor del uso de las
habilidades motoras gruesas que controlan movimientos más
básicos y bruscos: correr, saltar, empujar o golpear.
4. A 145 ppm, disminuye la audición anulando la capacidad
de concentrarse en sonidos concretos.
5. A 175 ppm, las pupilas se dilatan y aplanan causando el
estrechamiento del campo visual llamado visión de túnel: con
enfoque sólo sobre los objetos que tenemos al frente en un ángulo aproximado de 30º. Se sacrifica así la visión periférica que
nos permite más control sobre el entorno. El resultado, conocido como efecto faro, nos ayuda en un enfrentamiento único y
nos crea indefensión ante cualquier ataque múltiple.
A este ritmo tendremos dificultad para enfocar objetos cercanos, afectando la percepción del espacio. Este nivel de estrés
produce amnesia crítica y economía cognitiva, que dificultan
el recuerdo posterior de detalles ocurridos durante este estado.
6. A más de 185 ppm: Se activa la hipervigilancia, con mayor sensibilidad sensorial y una exagerada e irreal percepción
de conductas amenazantes; lo que vuelve al sujeto más irritable.
La hipervigilancia también viene acompañada de un estado de
mayor ansiedad que causa agotamiento. Otros síntomas incluyen alta capacidad de respuesta a los estímulos (sobre-reacción)
y análisis constante del entorno en busca de peligros. Produce
un bucle de reacciones impulsivas que puede causar parálisis.
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y RESPUESTA DE SUPERVIVENCIA
Pongámonos en situación, el posible ataque de un feroz velociraptor activa el temor a morir en sus garras. El miedo nos
asalta, descargando en el organismo una buena dosis de tensión
en forma de adrenalina; el cerebro vislumbra peligro y reparte
las órdenes necesarias para actuar en consecuencia. En décimas
de segundo el corazón acelera su ritmo enviando un extra de
sangre a los músculos, que aumentan su rigidez. Debemos huir
o pelear y en esa huida o defensa gastar el extra de energía que
ha invadido nuestro cuerpo. Tras el susto logramos ponernos a
salvo y la frecuencia cardíaca recupera su ritmo, los músculos
se laxan y el cerebro racional toma de nuevo el mando.
Así reaccionaba la mente y el cuerpo de nuestros antepasados lejanos ante una situación extrema de peligro, y nada ha
cambiado desde entonces cuando se trata de sobrevivir. Al percibir una amenaza se activa de forma automática el Sistema
Nervioso Simpático, generando una respuesta autónoma que
nos deja poco margen de control. La Respuesta de Supervivencia al Estrés (RSE) es un mecanismo involuntario que nos
permite responder de forma rápida a un riesgo evidente, una
verdadera adaptación de nuestro cuerpo y mente dirigidas hacia
un único objetivo: sobrevivir.
Para lograr esto, el cuerpo activa una serie de mecanismos
fisiológicos que incluyen el súbito incremento del nivel de
adrenalina y un drástico aumento del ritmo cardíaco, permitiendo el bombeo extra de sangre hacia los grupos musculares
más potentes que nos ayudarán en la huida o la defensa. Pese
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115 ppm
• Pérdida
parcial de
destrezas
motoras finas
• Falta de
coordinación
ojo/mano
145 ppm
• Pérdida total
de destrezas
motoras finas
• Pérdida de
sensibilidad
auditiva
• Dificultad
• Dificultad para para pensar
realizar varias
coherentetareas simultá- mente
neamente
• Falta de aire
175 ppm
185-200 ppm
• Visión túnel
• Hiperviglancia
• Pérdida de
percepción de
profundidad
(1.5 metros)
• Reacciones
impulsivas e
irracionales
• Percepción
focalizada
• Conductas
en bucle
• Parálisis
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• Economía
cognitiva
• Amnesia
Crítica
Lo que en principio consigue ser una respuesta eficaz ante
el peligro revierte en nuestra contra si se sostiene en el tiempo,
afectando la percepción. En un enfrentamiento, la frecuencia
cardíaca puede escalar de 70 a 220 ppm en sólo medio segundo
y he aquí donde reside el peligro; el rango óptimo para mantener la consciencia y disponer de un tiempo de reacción efectivo
oscila entre los 115 y 145 ppm.
y FASES DEL ESTRÉS
Ante un riesgo evidente, nuestro organismo debe escoger entre
luchar o huir, lo que implica adaptarse con rapidez a una serie
de cambios biológicos involuntarios (Síndrome de Adaptación
General de Selye):
• ALARMA o HUIDA. El cuerpo acumula el máximo de energía ejecutando los cambios químicos necesarios. El cerebro,
a través del Sistema Límbico, envía las señales adecuadas al
Sistema Nervioso Simpático para que actúe en la secreción de
hormonas (Adrenalina, Noradrenalina y Dopamina) desencadenantes de un cúmulo de reacciones que nos permitirá responder
de forma instantánea a la amenaza.
• ADAPTACIÓN o RESISTENCIA. La situación de alerta
persiste aunque el organismo intenta recuperar su estado nor42
mal. Se repite la respuesta fisiológica que mantiene a las hormonas en alerta permanente. Se desarrollan procesos fisiológicos,
cognitivos, emocionales y de conducta destinados a “negociar”
la situación de estrés de la manera menos lesiva para la persona.
Si se consigue la adaptación, esta no está exenta de costes.
• AGOTAMIENTO. Al fracasar la fase de Resistencia, el estrés se vuelve crónico y se mantiene en el tiempo, lo que produce debilidad, sensación de angustia y deseo de huida. Los
trastornos físicos, psicológicos o sociales pueden llegar a ser
irreversible.
n Según su ORIGEN, la respuesta al estrés puede ser de tipo:
• COGNITIVO: Son pensamientos, ideas de incapacidad o imposibilidad de manejo del estresor:
. Preocupación
. Falta de confianza
. Pensamientos negativos
. Desorganización en la toma de decisiones
. Incapacidad para concentrarse
. Sensación de falta de control
. Bloqueo (mente en blanco)
• EMOCIONAL: Emociones que creemos negativas:
. Ansiedad
. Miedo
. Ira
. Impaciencia
. Frustración
• FISIOLÓGICA: Todas las reacciones corporales van dirigidas al ahorro energético y a la preparación corporal para la
huida o defensa:
. Aumento de la tasa cardiaca
. Tensión muscular excesiva (agarrotamiento)
. Aumento de la respiración (agitada y superficial)
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. Aumento de la presión arterial
. Aumento de la sudoración
. Sequedad de la boca
. Dilatación de las pupilas
• MOTORA o CONDUCTUAL: Lo que hacemos o dejamos
de hacer cuando nos encontramos ante el evento estresante. Al
priorizar la rapidez y disminuir las posibilidades de elección,
la RSE tiene que recurrir a respuestas motoras efectivas sólo en
primera instancia:
. Proteger con los brazos las zonas más vitales del cuerpo.
. Girar la cabeza para cuidar los órganos sensoriales.
. Agachar la cabeza para proteger el cuello.
. Caminar hacia atrás para alejarse de la amenaza.
. Cerrar los ojos para protegerlos.
Reacciones que, de alargarse el peligro, sólo daría facilidades a nuestro atacante.
Todas estas respuestas están relacionadas entre sí: el miedo
hace que el cuerpo se prepare para la defensa o huida. La falta
de confianza produce pensamientos negativos que nos deja la
‘mente en blanco’ (bloqueo cognitivo).
y FISIOLOGÍA DEL ESTRÉS
Para que el cuerpo reaccione ante un estímulo estresante, se
deben poner en marcha mecanismos fisiológicos muy concretos
que permitan la transmisión del mensaje y devuelvan una reacción adecuada. La percepción, a través de alguno de nuestros
sentidos llega al Sistema Límbico que decide el nivel de riesgo.
Si se detecta sensación de peligro, la amígdala deberá recurrir
a su memoria instintiva para gestionar una respuesta automática de defensa. Se activa entonces el Sistema Nervioso Simpático, encargado de la respuesta emocional involuntaria, quien
pone en funcionamiento los cambios biológicos necesarios para
adaptarse a la situación. Un largo proceso que no excede de los
0,20 segundos.
Veamos en detalle los elementos implicados:
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n Según sus CONSECUENCIAS, debemos distinguir entre
dos situaciones antagonistas: hablamos de EUSTRÉS o estrés
positivo, cuando las consecuencias de nuestra reacción son favorables y de DISTRÉS o estrés negativo, cuando el resultado
nos perjudica. Imaginemos el ataque de un depredador: si nuestra maniobra instintiva nos lleva a huir y salvamos nuestra vida
estaremos hablando de eustrés, pero si el miedo nos bloquea y
quedamos a merced del atacante será el distrés el responsable
de la tragedia.
Visto esto, demos un repaso por el mecanismo neurológico
que interviene en la gestión del miedo.
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SISTEMA LÍMBICO
Una de las partes más antiguas del cerebro a nivel evolutivo.
El Sistema Límbico se encarga de gestionar los mecanismos de
respuesta ante estímulos emocionales, es el principal responsable de la vida afectiva y participa en la formación de la memoria. El ‘cerebro reptil’ se encarga de los instintos básicos de supervivencia generando reacciones rápidas y programadas. Está
ubicado por debajo de la corteza cerebral, sede del pensamiento
y la imaginación, y comprende elementos esenciales como:
• Tálamo. Situado en el centro del cerebro, recibe los estímulos sensoriales, con excepción del olfato. Los impulsos dirigidos a la corteza cerebral se filtran en el tálamo, donde se decide si siguen o terminan su camino; esto último ocurre cuando
se consideran triviales.
• Hipotálamo. Relacionado principalmente con la homeostasis (estabilizador interior del cuerpo). Regula, y tiene el control último, de las funciones del Sistema Nervioso Simpático
y Parasimpático. Recibe información del nervio vago sobre la
presión sanguínea; de la distensión intestinal (llenado del estómago), del nervio óptico (luz y oscuridad) y sobre la temperatura de la piel.
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• Hipocampo. Trabaja sobre el aprendizaje y en la transformación de la memoria a corto plazo en recuerdos perdurables o memoria a largo plazo. Desde aquí va al núcleo anterior
del tálamo que envía la información hasta la corteza cerebral.
Contiene estructuras cerebrales que se activan ante estímulos
emocionales.
• Amígdala. Centro de procesamiento de las emociones. Se
encarga esencialmente de la formación y almacenamiento de
memorias asociadas a estas. Los recuerdos y experiencias con
mucha carga emocional hacen que nuestras conexiones sinápticas estén asociadas a esta estructura, provocando taquicardias,
aumento de la respiración, liberación de hormonas del estrés…
La amígdala dañada nos incapacita para detectar situaciones de
riesgo o peligro. Su función protectora le lleva a estar involucrada en la consolidación de la memoria, necesaria para recordar situaciones de peligro y actuar en consecuencia.
Al estimularla eléctricamente, los animales responden de
forma agresiva, y cuando se extirpa, se vuelven dóciles. Envía
proyecciones al hipotálamo, encargado de la activación del Sistema Nervioso Autónomo.
El Sistema Límbico está en permanente interacción con la
corteza cerebral. Una transmisión de señales de alta velocidad
permite que este y el neocórtex trabajen juntos, lo que nos permite mantener el control sobre algunas emociones.
n SISTEMA NERVIOSO SIMPÁTICO (SNS).
Responsable de la respuesta al estrés emocional, nos prepara
para la lucha o la huida aumentando la frecuencia de latidos
del corazón y dilatando bronquios y pupila. Estimula las glándulas suprarrenales. La sudoración excesiva o hiperhidrosis en
manos, axilas o cara se relaciona con una hiperactivación del
sistema simpático. Es el garante de la regulación de los mecanismos homeostáticos (equilibrio orgánico) de los seres vivos. Las fibras de este sistema llegan a casi todos los órganos y
sistemas del cuerpo, desde la pupila del ojo hasta controlar la
motilidad intestinal. Además, nos ayuda a sentir las sensaciones
de frío o calor.
- Prepara al organismo para situaciones de emergencia
- Libera adrenalina, noradrenalina y dopamina: necesarias para la producción energética.
- En el ojo, dilata la pupila
- En la salivación, la producción de saliva se reduce
- En los pulmones, dilata los bronquios
- En el corazón, aumenta la velocidad del latido para obtener más oxígeno.
- En los vasos sanguíneos, los constriñe
- En las glándulas sudoríparas, las estimula
- En el riñón, disminución de la secreción de orina
- En el pene, promueve la eyaculación
- En el aparato digestivo, inhibe los movimientos involuntarios de contracción del estómago.
- Disminuye la necesidad de comer, ir al baño, frío o calor.
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SISTEMAS NERVIOSO AUTÓNOMO (SNA)
El Sistema Nervioso se divide en Central (SNC), formado por
el Encéfalo y la Médula Espinal, y Periférico (SNP), con nervios craneales y espinales que nacen del SNC y recorren todo
el cuerpo. Dentro del Periférico se encuentra el Sistema Nervioso Autónomo (SNA) o Vegetativo, que es responsable de
nuestra actividad involuntaria; recibiendo información de las
vísceras para enviarla luego hacía músculos, glándulas y vasos
sanguíneos. Debido a su función eferente transmite el impulso
nervioso desde el SNC hacia la periferia.
El Sistema Nervioso Autónomo se compone a su vez de:
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n SISTEMA NERVIOSO PARASIMPÁTICO (SNP).
Actúa sobre el organismo disminuyendo la tensión producida
por el estrés. Cuando pasa el peligro, este sistema se hace responsable de la regulación de los órganos implicados en la respuesta de supervivencia, reduciendo la frecuencia cardíaca y regulando el ritmo respiratorio. Debe recuperar energéticamente
el cuerpo tras la activación del SNS.
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Alguno de sus efectos fisiológicos son:
- Lagrimeo
- En el ojo, la pupila se contrae
- Libera Acetilcolina
- En los pulmones, contrae los bronquios
- En la salivación, la producción de saliva aumenta
- En el corazón, disminuye la frecuencia cardíaca
- En el aparato digestivo, aumenta los movimientos de contracción del estómago
- Disminuye la tensión arterial
- En el riñón, aumento de la secreción de orina
- Aumenta el almacenamiento de combustible
- Aumenta nuestra resistencia a las infecciones
- Aumenta la circulación de oxígeno a los órganos no vitales
si es necesario.
- Aumenta la sensación de hambre y frío.
En resumen, el Sistema Nervioso Autónomo está compuesto de dos elementos antagonistas que se enfrentan en nuestra
mente y cuerpo: el Sistema Nervioso Simpático, gran gestor
del mecanismo de respuesta de lucha o huida; se nutre de adrenalina y cortisol y organiza la actividad fisiológica en situaciones críticas. Y su opuesto, el Sistema Nervioso Parasimpático,
con el nervio vago —eje central de su funcionamiento— responsable de reducir la velocidad orgánica y canal transmisor de
la acetilcolina, que favorece la vasodilatación para aminorar
la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Cuando el peligro
ha pasado, ralentiza la respiración y redirige la sangre hacia el
sistema digestivo.
Los sistemas simpático y parasimpático funcionan de forma
recíproca; es decir, un aumento en la actividad de uno provoca
la disminución en la actividad en el otro. A nivel de los neuroreceptores, la liberación de noradrenalina desde las terminales
nerviosas simpáticas inhibe la liberación de acetilcolina de las
fibras vagales vecinas, mientras que la acetilcolina impide la
liberación de noradrenalina.
y EL MENOS VAGO DE LOS NERVIOS
La relajante acetilcolina discurre a través del par 10 de los 12
pares de nervios craneales. Se trata de una larga ramificación
que se extiende desde el bulbo raquídeo hasta el esófago, inervando el conducto gástrico, el corazón, el diafragma y la mayor
parte del Sistema Digestivo.
El nervio vago (neumogástrico), o nervio ‘errante’, es responsable de informar al cerebro sobre el estado de órganos vitales
para nuestra pervivencia. De él
depende el proceso respiratorio,
el ritmo cardíaco, la digestión o
la deglución de alimentos.
Su trabajo es tan fundamental que si pudiéramos impedir al
cerebro comunicarse con el diafragma a través de la liberación
de acetilcolina desde el nervio
vago, moriríamos por asfixia.
Es, además, determinante
para la conducta. Hay quien llega a afirmar que el instinto no es
más que el conjunto de intuiciones emocionales enviadas al cerebro a través del nervio vago.
Excitar este nervio mejora las
habilidades cognitivas y conductuales, además de calmar la
tensión producida por la ansiedad o el estrés. Se ha descubierto que las personas con alta activación del nervio son propensas
al altruismo, la compasión, la
gratitud, el amor y la felicidad.
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En 1921, Otto Loewi, fisiólogo alemán, reveló que la estimulación del vago disminuía la frecuencia cardíaca gracias a
la liberación de una sustancia que llamó Vagusstoff (sustancia
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vaga), que fue posteriormente reconocida como acetilcolina:
primer neurotransmisor identificado por los científicos.
Lo cierto es que, a pesar de su nombre, el hecho de que el
‘par 10’ sea el vehículo por donde discurre la acetilcolina lo
convierte en el conjunto de fibras nerviosas menos vagas de
todo el Sistema. Este neurotransmisor es utilizado por el nervio vago para enviar un mensaje fisiológico de relax y sosiego
a todo el cuerpo, convirtiéndose en un efectivo tranquilizante
natural.
EJERCICIOS
Veamos algunas de las prácticas más sencillas de realizar para
la estimulación de este nervio, algo así como los primeros auxilios de la relajación a través de la ENV:
> Inspirar profundamente hinchando el abdomen (respiración
diafragmática) es la mejor forma de estimular el vago. El oxígeno reactiva el nervio.
> Retener la respiración al inhalar.
> Expirar larga y profundamente.
> Colocar un paño húmedo y fresco sobre la cara.
> Presión sobre el globo ocular.
> Beber un vaso de agua fría rápidamente.
> Acostarse sobre una superficie inclinada con la cabeza hacia abajo (posición de Trendelenburg).
> Contraer el abdomen como si se fuera a recibir un golpe en
el estómago. Esto trae consigo una expulsión plena de aire.
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ESTIMULACIÓN DEL NERVIO VAGO (ENV)
En una situación tensa los resultados de estimular este nervio
antiestrés pueden ser sorprendentes.
Algunos efectos inmediatos de su estimulación son:
- Relajación.
- Contracción de pupilas.
- Disminuye del ritmo cardíaco.
- Regula la respiración.
- Salivación.
- Efecto desinflamatorio.
A largo plazo, permite regenerar algunos órganos, reduce la
presión arterial, mejora la función inmunológica, armoniza el
sistema nervioso, reduce la ansiedad, el estrés y la depresión, y
mejora la frecuencia cardíaca.
Sin embargo, es en la resolución inmediata de situaciones
estresantes donde podemos encontrar su mayor utilidad. La mayoría de las maniobras recomendadas para su activación están
relacionadas con el proceso respiratorio debido a que el nervio
vago controla el ritmo, la fuerza y la frecuencia en la respiración, conectando directamente al diafragma con el cerebro.
Se recomienda entrenar con asiduidad un ejercicio de respiración completa con tres pasos fáciles de ejecutar:
1. Inspirar profundamente por la nariz llenando primero el
abdomen (respiración diafragmática) con una duración de 4 o
5 segundos.
2. Mantenemos el aire en los pulmones 6 segundos. Recordar
que la retención del O2 estimula el nervio vago.
3. Lo expulsamos en una espiración prolongada que debe durar otros 4 o 5 segundos. Mientras expulsamos el aire colocamos los labios como si estuviéramos apagando una vela, o sea,
ligeramente contraídos.
Tanto la inspiración como la espiración deben ser lentas y
profundas. El tiempo ideal para realizar el ejercicio es de 7 a 8
minutos.
SINCOPE VASOVAGAL. A quienes hayan visto en la acetilcolina la clave para reducir los síntomas de la reacción orgánica
a la supervivencia al estrés tengo que darles una mala noticia:
como siempre, no es oro todo lo que reluce. Exceder ciertos
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límite puede invertir los resultados previstos.
El nervio vago no es una excepción, ya que su sobreestimulación puede causar daños graves en cualquiera de los órganos
que irriga en su complejo y errante camino: desde el Síncope
Vasovagal o desmayo común hasta la muerte.
Existen situaciones que estimulan el nervio vago en demasía, ocasionando la reducción drástica de la frecuencia cardíaca
y la dilatación de los vasos sanguíneos del cuerpo. La débil pulsación y los vasos sanguíneos dilatados hacen que llegue menos
cantidad de sangre al cerebro, quien percibe tal evento como
una situación crítica provocando enseguida el desmayo como
método de precaución.
Un golpe o traumatismo aplicado sobre el triángulo carotídeo que sobreactive esta rama del nervio, puede ser traducida
por el organismo como una hipertensión brutal. La hipertonía
vagal producida derivará en paro cardíaco.
De igual forma los mecanismos de respiración y deglución
pueden verse fatalmente perjudicados por la merma radical de
su actividad.
Este hecho no resta importancia a los méritos que el nervio
vago tiene como inhibidor de los efectos producidos por el estrés, pero si debe prevenirnos acerca del peligro que representa
una incorrecta aplicación de los métodos de estimulación recomendados.
ACEPTAR ES UNIR
...LUCHAR ES SEPARAR
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Nuestra capacidad para reconocer los síntomas de un
proceso estresante nos abre la puerta hacia su control. Al
comprender cada uno de los mecanismos involuntarios de supervivencia generados por la amígdala conseguimos que estos
afloren a nivel consciente, donde será el neocórtex el responsable de su gestión.
52
Si utilizas al enemigo para derrotar al enemigo,
serás poderoso en cualquier lugar a donde vayas.. SUN TZU
T
ras comprender el mecanismo de activación de la Respuesta
de Supervivencia ante el Estrés y asimilar sus consecuencias sobre el organismo podremos orientar toda esa actividad
energética en nuestro beneficio. Unificar la mente volitiva con
el potencial instintivo, esta debe ser la meta. No debemos
considerar la reacción al estrés como algo ajeno a nosotros,
como un enemigo a vencer; por el contrario, necesitamos incorporarla a nuestro patrimonio de herramientas necesarias para
solventar cualquier situación de peligro.
La respuesta instintiva siempre vence en velocidad a la vía
racional a la hora de enfrentar un peligro, sin embargo, existen
situaciones de riesgo en las cuales el neocórtex debe mantener
el control sobre el Sistema Límbico, recibiendo información de
los sentidos a través del tálamo para analizar la situación y decidir un plan de acción.
En los años cincuenta, John Boyd, piloto y coronel de la
Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), identificó una
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Consciencia Situacional capaz de ubicarnos en un entorno de
riesgo y que nos permite actuar en consecuencia. Según la psicología cognitiva, su función reside en conseguir decisiones
apropiadas y efectivas valiéndose de cualquier información relevante. Boyd la aplicó al cerebro de un piloto de caza, y su
correcta utilización representa la diferencia entre vivir o morir
en combate; de ahí el tiempo que dedicó a su desarrollo. Tras
las guerras de Corea y Vietnam, los pilotos consideraban esta
consciencia como un factor decisivo (Ace Factor) en los enfrentamientos aire-aire. La evaluación y anticipación de la acción
enemiga implican control sobre sus movimientos y la utilización adecuada del escenario.
Para Mica Endsley, especialista estadounidense en factores
humanos: La consciencia situacional es la percepción de los
elementos existentes en el entorno en un volumen de tiempo y
espacio, la comprensión de su significado, y la proyección de su
estatus en el futuro cercano. La percepción es el reconocimiento básico donde se recopilan datos relevantes; la comprensión,
la habilidad de reconocer patrones para evaluar e interpretar; y
la proyección, la capacidad de ajustar nuestras expectativas con
toda la información obtenida.
Boyd, más ocupado en aplicar este mecanismo cognitivo a
las exigencias de las fuerzas aéreas, dio forma al ciclo OODA
(Observar la situación, Orientarla o analizarla, Decidir un curso de acción y Actuar) como un rápido proceso mental —de
un segundo de duración— gobernado por el lóbulo frontal del
Neocórtex responsable de la elaboración de estrategias. Se trata
de intentar mantener el control consciente de la situación sacrificando al mínimo un tiempo de reacción que en la respuesta
límbica no excede de los 0,20 segundos.
Si adiestramos la mente en un sistema de alerta consciente
de análisis y resolución del problema aumentará nuestra probabilidad de supervivencia. La realidad de un piloto de guerra,
tal y como lo vio el coronel, es buen ejemplo de ello: en un
confrontamiento aéreo dentro de un arma bélica a más de 1000
Km/h la velocidad sobrepasa nuestras capacidades de coordinar
tiempo y espacio, el tiempo que tarda el cerebro en enviar y
ejecutar la simple orden de presionar un botón es insuficiente
para alcanzar el objetivo, por lo que se hace indispensable un
proceso previo de evaluación que permita cierto automatismo a
la hora de ejecutar una acción.
Si este método funciona para un piloto de caza en condiciones extremas, no tengamos la menor duda de que su aplicación
es también efectiva en circunstancias más terrenales.
Trabajando sobre el objetivo de conciencia situacional de
los especialistas cognitivos, vamos a simplificar el proceso en
tres niveles. Hablemos entonces de la triple ‘E’: Evaluar, Elegir y Ejecutar.
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EVALUAR
Fase primaria de reconocimiento donde tomamos contacto con
la situación de riesgo, acumulando la información necesaria antes de pasar a la siguiente etapa. Evaluar significa obtener datos
veraces y suficientes antes de tomar alguna decisión. Para esto
es importante que estemos al tanto de los detalles y posibilidades físicas del escenario donde va a producirse el enfrentamiento:
• Distancia de la amenaza
• Cantidad de agresores
• Fuerza del agresor y capacidad de hacer daño
• Actitud (agresividad, drogas)
• Vías de escape
• Armas de defensa
Al tratarse de la primera percepción de peligro, se puede
convertir en la parte más crítica del proceso ya que podemos
vernos afectados por los mecanismos automáticos de defensa
puestos en marcha por el Sistema Límbico. Condicionantes
como la ‘visión de túnel’ o el ‘efecto faro’ pueden afectar fatalmente nuestro examen del entorno. Es en esta fase donde se
producen los errores más frecuentes; una apreciación errónea
derivará en una respuesta inadecuada. Pasar por alto detalles
como posibles armas ocultas o la existencia de otro atacante
sería fatal para la resolución del conflicto.
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Es el momento de recopilar todos los datos posibles antes
de plantearnos opciones de respuesta, lo que nos permitirá escoger, en fracciones de segundo, entre las posibilidades menos
nocivas para nuestra integridad.
En las Artes Marciales esta es la etapa donde construimos
una recreación mental de los posibles escenarios a los que nos
vamos a enfrentar. Donde podemos manipular la realidad a
nuestro favor utilizando el engaño y la trampa como herramientas de despiste con el objeto de adelantarnos a la acción del
agresor. Es el momento de la estrategia.
No sólo nosotros vigilamos, el atacante también mantiene su
atención sobre la conducta de la víctima listo para aumentar el
nivel de violencia al menor indicio de resistencia. Por eso, dentro del mundo de la consciencia situacional se considera que es
este el contexto donde se decide el devenir de la contienda.
Alterando la fase de Evaluación del contrincante le obligaremos a trazar un pronóstico equivocado; sus errores siempre
incrementarán nuestra cuenta de beneficios.
Sin caer en obsesiones paranoicas, se trata de un procedimiento fácil de practicar y adiestrar en nuestra vida cotidiana
ya que no trasciende lo conceptual.
ELEGIR
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Tras una buena evaluación sobre el terreno y con un plan básico
de acción debemos escoger la decisión adecuada, una elección
que debe ser simple y viable que no comprometa procesos muy
largos o complejos; además de tener en cuenta las posibles reacciones del agresor. Ya tenemos bastante con intentar controlar
la excitación de nuestros recursos vitales (respiración y tensión
cardíaca) como para estar emprendiendo maniobras complejas.
Si la elección fracasa tendremos que disponer de un plan alternativo al cual recurrir de forma inmediata: un ‘plan B’, sencillo en su ejecución, que nos resuelva un cambio del esquema
previsto. Recuerda, los demás también disponen de su propio
plan de acción, no son entidades autómatas esperando a que
nosotros decidamos actuar, así que, dentro de todo el proceso,
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hay que procurar descifrar sus intenciones.
La opción elegida irá encaminada a prevenir cualquier agresión, este es el fundamento real del sistema y no el de defenderse ante un ataque ya iniciado. Esto es fácil de entender: si
alguien nos amenaza en la calle con una navaja pidiéndonos
la cartera nos está dando, sin saberlo, un tiempo de reacción
suficiente para evaluar la situación y seleccionar entre varias
alternativas. Determinado el nivel de peligrosidad, decidimos
entre salir corriendo, entregar el dinero o intentar quitarle el
cuchillo. Sea cual fuere la reacción, hemos conseguido aplicar
la consciencia situacional sobre un entorno amenazante.
Ahora bien, si vienen a clavarnos un cuchillo sin previo aviso, nuestra vida sólo dependerá de la inmediatez de nuestro instinto o, en todo caso, de la activación de un mecanismo reflejo
muy difícil de condicionar.
Sun Tzu lo tenía claro al afirmar: si tenemos que frustrar la
acción del enemigo, entonces, llegamos tarde. Hay una palabra
que establece la diferencia entre la vida y la muerte, entre la
derrota y la victoria, y esta es: anticipación.
Recurramos al duelo entre pistoleros, un buen ejemplo de un
evento de riesgo. Quien logre observar el momento en el que el
otro saca el arma … está perdido. Mientras ambos permanezcan con el revólver enfundado, a pesar de la amenaza evidente, tendrán la posibilidad de emplear su destreza o habilidades
cognitivas. Al piloto de caza que consiga ver como las balas se
dirigen hacia su avión… sólo le queda el paracaídas.
Boyd, alabado por derribar cinco aviones en un mismo día,
comentaba al respecto: Simple, cuatro de ellos nunca se enteraron que yo estaba en el cielo. Debemos ser capaces de ‘leer’ la
situación antes de actuar. Una buena elección basada en una
evaluación acertada nos permitirá dominar el combate,
EJECUTAR
Tomada la decisión más adecuada, el siguiente paso nos lleva
a la acción, consecuencia de las dos fases anteriores. La respuesta debe ser rápida y contundente como consecuencia de las
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estrategias elegidas, de no ser así, esta tarea prediseñada puede
verse alterada por el imprevisto comportamiento del agresor.
Esto rompería nuestro esquema mental llevándonos de nuevo a
la fase de Evaluación.
La ejecución puede responder a esquemas ya condicionados
en nuestro cerebro, aportando así una mayor rapidez de movimientos. Una serie de gestos o palabras que asociamos al peligro generan ‘acciones preventivas’: respuestas instantáneas
de defensa entrenadas previamente y que reducen el tiempo
de reacción. En el caso del aviador, el adiestramiento consigue automatizar respuestas necesarias en los momentos álgidos
del combate aéreo: desde presionar el botón de disparo hasta
activar el eyector del asiento. De la misma forma, el samurai
necesitaba desenvainar (Nukit Suke) y envainar (Noto tsuke)
el sable miles de veces antes de asumir un enfrentamiento real.
Existen técnicas que nos ayudan a mejorar la agilización de
las respuestas motoras: el Efecto Ideomotor (efecto Carpenter),
la Teoría e la Consolidación de la Memoria, la repetición, el
condicionamiento reflejo o la Programación Neurolingúística
(PNL), son algunas de ellas.
La falta de entrenamiento de estas Acciones Preventivas tendrá que ser compensada con un mayor control en las etapas de
Evaluación-Elección, un equilibrio que también funciona a la
inversa: si fallamos en calibrar la situación y no tomamos la
decisión adecuada, será necesario recurrir a la rapidez de respuesta.
Así funciona el sistema:
• Al conseguir resultados fiables de la evaluación e ideando
un plan efectivo, dominaremos mejor la acción.
• El estar preparados para la lucha con capacidad de generar
defensas y ataques rápidos y eficientes nos hará sentir más seguros, aún sin contar con un plan preestablecido.
convencer a nuestro interlocutor de lo inútil de su agresión. La
obsesión por vencer tiene más que ver con la exaltación del
ego que con el deseo de solucionar el conflicto.
Si piensas que el tiempo empleado en desarrollar este sistema es excesivo y que es imposible su aplicación mientras estas
inmerso en una situación amenazante… tienes razón. Sería perjudicial para nuestra salud el intentar recordar todo este proceso
mientras alguien nos amenaza con un arma. Sin embargo, y por
suerte, nuestro mecanismo interno de seguridad maneja tiempos
y recursos diferentes a los empleados en actividades cognitivas
¿Un ejemplo?:
— Prepara el cronómetro del móvil y colócalo en cero.
— Dale al botón ‘iniciar’ cuando comiences a leer el próximo párrafo, y a ‘parar ‘ cuando llegues al punto final. Lee con
candencia normal.
— ¿Listo?
— ¡Ahora!
— Vas conduciendo el coche por una autovía a 110 Km/h
cuando, sin esperarlo, un vehículo, a 33 metros por delante del
tuyo, frena bruscamente. En sólo un instante tienes que decidir si frenar o esquivar, mientras piensas que los frenos pueden no resistir tal exigencia. Optas por esto último, pero, antes
de desviarte de la trayectoria e invadir el carril contiguo debes
comprobar por el retrovisor del copiloto que no hay otro vehículo transitando cerca. Por suerte, consigues evitar la colisión y
continuar el camino intentando tranquilizar a tus acompañantes,
sorprendidos por la imprevista maniobra.
— ¿Ya se detuvo el reloj?
Con una lectura regular el tiempo transcurrido debería aproximarse a los 30 segundos (36,5 en mi caso). Pues bien, entre
otras cosas, te habrá extrañado el dato específico de 33 metros
de separación entre los dos coches, no es al azar, se trata de la
distancia que recorre un vehículo a 110 km/h con un tiempo de
reacción de un segundo, es decir, lo que avanza en este espacio
de tiempo.
Como verás, en tomar consciencia del suceso a través de la
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La Ejecución no tiene porque darse siempre a través de una
respuesta física. Por el contrario, muchos conflictos se solucionan recurriendo al diálogo o tras una negociación acertada;
como ceder ante la amenaza de robo entregando la cartera o
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lectura tranquila del párrafo has empleado 29 segundos más de
los que necesitó el conductor para reaccionar a tiempo y salvar
su vida ante una situación estresante.
En un solo segundo hemos tenido tiempo para Evaluar la
situación, Escoger entre varias alternativas y Ejecutar la decisión tomada. El neocórtex mantuvo el mando ante el estímulo
visual transmitido a través del tálamo, que eligió esta vía y no la
límbica por percibir que contaba con el tiempo de reacción necesario. Recurrir al camino instintivo de la Amígdala nos habría
llevado a reacciones drásticas como: soltar el volante para cubrirnos la cabeza, frenar bruscamente o intentar echarnos fuera
del vehículo, cualquiera de ellas con un final fatal predecible…
eso sí, en sólo 0,20 segundos.
Neocórtex 1 – Amígdala 0
Aunque no es siempre así. Imagínate ahora en el medio de
una carretera cuando adviertes, a 33 metros, un coche que viene
hacia ti a 110 Km./h. Sólo la acción de percibir el peligro consumirá ya medio segundo, con lo cual te quedarías sin tiempo
de reacción (recordemos que, a esta distancia, tardará sólo un
segundo en impactar). Sin embargo, los 0,20 segundos necesarios para activar nuestro mecanismo reflejo de supervivencia
bastaran para reaccionar girando el volante hacia un lado de
la carretera. Por suerte, esta vez el Tálamo eligió la vía rápida.
Neocórtex 1 – Amígdala 1 (2)
EN EL CAOS…
REFÚGIATE EN TU CENTRO
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2 La relación espacio temporal condicionada por la percepción
de la realidad y los mecanismos fisiológicos de respuesta forman
parte del contenido del libro del mismo autor: ‘Un Espacio Llamado Tiempo’.
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Solo moviéndonos centrados se puede tener estabilidad, solo
siendo estable se puede tener paz, solo teniendo paz se puede
estar seguro, solo con seguridad se puede deliberar y sólo con
deliberación se puede conseguir lo que se desea.
MORIHEI UESHIBA
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onerse en pié no ha sido un cometido fácil para nuestra especie; millones de años de evolución nos han ayudado en
el proceso de bipedestación. Muy lentamente se ha ido desplazando el Centro de Gravedad (CG) hasta nivel del sacro, en
su segunda vértebra en los hombres y algo más abajo en las
mujeres debido a su estructura pélvica. Es el eje del peso corporal, donde todas las partes se equilibran y los planos (sagital,
frontal y horizontal) se interceptan. El lugar donde las fuerzas
que confluyen son iguales.
Esto es así únicamente en posición anatómica, es decir,
cuando estamos perfectamente erguidos sobre las dos piernas,
y se va desplazando a medida que cambiamos nuestra postura.
El centro se proyecta verticalmente entre la parte anterior de los
dos pies, razón por la cual el cuerpo tiende a irse hacia adelante
cuando avanzamos. Para evitar la caída, los músculos gemelos y espinales se contraen isométricamente. A estos músculos
se les denomina “antigravitatorios”, y son los responsables de
mantenernos erguidos.
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B. La altura. Mientras más bajo o cerca de la base de sustentación esté el CG, más difícil será el desequilibrio.
C. El peso. A mayor peso más estabilidad. El peso de un
cuerpo es la atracción que ejerce la Tierra sobre él que, si no
interviene otra fuerza, cae verticalmente a una velocidad de 9
metros por segundo al cuadrado.
El cuerpo humano, que no deja de ser una masa móvil a
merced de la gravedad, tiene a su disposición una serie de mecanismos estabilizadores; órganos sensoriales que le mantienen
informado acerca de su situación. Estos son:
• Los ojos, que nos ubican en el espacio calculando velocidad y distancia con relación a los objetos que nos rodean.
• El tacto, a través de la piel y la propiocepción, que informa al organismo de la posición de los músculos regulando la
dirección y el movimiento. Existen sensores de presión en el
cuello, el torso, las articulaciones de las piernas y los pies que
envían información al cerebro acerca de dónde está el cuerpo
con respecto al entorno.
• Los oídos internos. En su parte trasera están los canales semicirculares, que afectan el equilibrio. Conectados a ellos está
el vestíbulo (con órganos sensoriales conocidos como utrículo
y sáculo), que afectan al equilibrio y la estabilidad. Cuando giramos la cabeza rápidamente, el líquido de los canales semicirculares mueve los pequeños vellos que recubren la cóclea
y envían un mensaje (a través del nervio vestíbulo coclear) al
cerebro acerca del movimiento realizado. En menos de un segundo el cerebro hace intervenir a los músculos implicados en
el equilibrio y solicita a los ojos que mantengan el enfoque.
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En ocasiones el CG se proyecta fuera de nuestra masa produciendo una sensación de caída que inmediatamente compensamos en busca de equilibrio. De hecho, podemos afirmar que el
movimiento no es más que la búsqueda continua de equilibrio
intentando impedir que el cuerpo se desplome y evitando así
una perturbadora percepción de inestabilidad.
Se considera que una masa se encuentra en equilibrio cuando su centro de gravedad cae dentro de su área de sustentación,
es decir, de la superficie de apoyo. Cuando se traslada pierde la
estabilidad y tiene que volver a recomponerse.
En dos situaciones habituales se hace evidente este desplazamiento: al subir una cuesta el CG cae hacia tras y nuestro
cuerpo lo compensa inclinándose hacia adelante, al bajarla sucede exactamente lo contrario.
FACTORES QUE AFECTAN AL EQUILIBRIO
Existen tres factores físicos que son determinantes en la búsqueda de estabilidad:
A. La base de sustentación Cuanto más grande más equilibrio. Podemos decir que una masa mantendrá su equilibrio
mientras permanezca apoyada sobre un punto o base de sustentación localizado entre su CG y el centro del planeta. Un cuerpo
cae cuando la vertical que pasa por su CG se proyecta fuera de
esta base.
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FACTORES DE INESTABILIDAD
Muchas más son las causas físicas y psicológicas que pueden
desestabilizarnos.
A. La Mala postura. Es complicado caminar o mantenerse
erguido si se duermen tus pies o algún bloqueo muscular te dificulta el movimiento.
B. Una infección que afecte a los líquidos del oído puede
causar mareos y pérdida de orientación.
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C. Beber alcohol. Consumir drogas o el uso de algunos medicamentos pueden causar vértigo o sensación de que todo gira
a tu alrededor.
D. El estrés y la ansiedad suelen ser desencadenantes de
desequilibrio.
E. El vértigo o la enfermedad de Meniere.
Los deportes, el Yoga, Tai Chi o las Artes Marciales, nos
ayudan en la estabilidad corporal. Por desgracia, los sistemas
educativos occidentales no invierten mucho interés ni dinero en
una educación física integral, empleando todo su tiempo en el
amueblado del “piso superior”: el cerebro y la razón.
más. Los chinos hablan del “segundo cerebro”, y papiros egipcios de más de 4.000 años de antigüedad señalan al Sistema
Digestivo como centro de sentimientos y emociones. Esta es
una realidad que hoy día defienden especialistas como Irina
Matveikova, médica especializada en Endocrinología y Nutrición Clínica, quien nos recuerda:
En nuestro sistema digestivo se produce y almacena el
90% de la serotonina de nuestro cuerpo; su función es
esencial: absorción, aporte nutricional y movimientos
musculares. Es la misma serotonina que en un 10% se
crea en nuestro cerebro superior y de la que depende
nuestro bienestar.
Además de la llamada “hormona de la felicidad” segregada
en el cerebro, el intestino también genera el 50% de dopamina,
neurotransmisor que influye en el comportamiento y la cognición, la actividad motora, la motivación y la recompensa, el
sueño, el humor, la atención, o el aprendizaje.
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y EL VALOR DEL CENTRO
Todas las Artes Marciales, sin excepción, basan su entrenamiento en la toma de conciencia del centro corporal como generador
de fuerza y base del equilibrio. A este concepto, claramente físico, dedican gran parte de su instrucción. Los movimientos de
ataque y defensa nacen en la cadera como gran coordinadora
del Sistema Motriz. Al igual que un látigo proyecta su acción
desde la empuñadura hasta su extremo, la acción rotatoria de
la pelvis produce energía suficiente para movilizar el lado más
distal de nuestras extremidades. Actuar ‘desde la cadera’ se ha
convertido en una recomendación habitual para cualquier disciplina de lucha.
Vallamos un poco más allá y veamos como nuestro ‘centro’
va superando las expectativas.
PENSAR CON EL ESTOMAGO
El estudio del cuerpo humano confirma hoy la validez de esta
práctica, acorde con la biomecánica de músculos y articulaciones. Además, moverse desde el CG, ubicado a la altura de L4 y
L5, contribuye a la estabilidad de una masa corporal en busca
constante de equilibrio.
Hasta aquí evidenciamos una realidad eminentemente física
de compensación de fuerzas, pero la tradición nos aporta aún
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El SISTEMA NERVIOSO ENTÉRICO (SNE). Con sus
cien millones de neuronas (más que la médula espinal), se encarga de controlar el sistema gastrointestinal e influye en las
emociones y los procesos nerviosos no racionales. Este ‘segundo cerebro’ parece estar ligado a estados de ansiedad, depresión
y, en especial, al estrés y el miedo con los cuales tiene una
relación muy estrecha. Cada vez más profesionales incluyen ya
terapias dirigidas a esta zona del organismo a la hora de tratar
este tipo de patologías ya que mucha gente somatiza problemas
psicológicos a través de malestares digestivos. Hasta tal punto
esto es así que los pensamientos pueden causar corte de digestión o alteraciones del apetito. Según la propia Matveikova,
se trata de: Un sistema nervioso central que no se encuentra
bajo la presión emocional ni el estrés crónico, y que recibe las
adecuadas pausas y descansos, le propone una buena función
al sistema digestivo.
No en vano la cultura popular está llena de referencias al
respecto que relacionan los problemas intestinales con situaciones alteradas: estamos “cagados de miedo ”o estreñidos por
el mal humor. Dependiendo del grado de estrés o ansiedad, el
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estómago puede tener un ‘nudo’, ‘nervios’, un ‘hueco’; estar
“encogido’ o ‘revuelto”.
Para muchas culturas, el vientre es el centro de la energía
vital del organismo, donde se integran mente y cuerpo. Un lugar
situado a dos dedos por debajo del ombligo, en el centro de gravedad. Para mantener la salud es vital conectar con este punto;
el resultado genera bienestar, calma y serenidad.
FUERTE, EQUILIBRADO Y RELAJADO
los brazos y las piernas tienen que generarse en este centro, tal
y como enseñan tradicionalmente las Artes Marciales.
El caminar, empujar o golpear, deben tomar su fuerza primaria del giro de cadera para después ir sumando la musculatura
implicada: la acción de un puño, por ejemplo, comienza con los
rotadores de la cadera que extienden su potencia al dorsal mayor, músculos del hombro y rotadores interiores del brazo. La
suma de fuerzas resulta en un impacto más contundente.
Para conseguir esto, nuestros miembros deben evitar cualquier tensión y sólo absorber y transmitir la onda energética
que recibe desde la cintura. Recordemos el ejemplo del látigo:
un fuerte movimiento sobre el mango transmitirá el impulso a
través de la cuerda, llevando hasta la punta el máximo de su potencia; esto sólo se logra gracias a su flexibilidad (relajación).
Es necesario convertir esta maniobra voluntaria en un mecanismo de respuesta instintivo, para ello debemos incorporarla en movimientos cotidianos que no impliquen habilidad fina.
Abrir o cerrar la puerta, empujar el carro de la compra, levantarse y sentarse, subir y bajar escaleras y hasta desenroscar la tapa
de una botella, se irán convirtiendo así en tareas menos arduas.
Tomar conciencia de este centro convirtiéndolo en nuestro motor habitual nos ayuda a automatizar esta conducta y no
tardaremos en apreciar positivos cambios en la relación con el
entorno. Además, una movilidad adecuada y bien dirigida, que
parte desde el equilibrio, repercutirá necesariamente en estabilidad corporal y, por ende, en confianza personal, principal
antagonista del miedo y la sumisión.
No en vano, caminar erguido con el Centro de Gravedad precedíendonos, se traduce corporalmente como muestra de seguridad y confianza.
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Este debe ser el estado ideal cuando nos enfrentamos a una situación conflictiva y tememos ser víctimas del miedo y el estrés. Aunque se nos presenta como un objetivo utópico alejado
de la realidad, el estudio y trabajo sobre nuestro centro fisiológico puede ayudarnos a adquirir destrezas insospechadas.
Para ello, estudiemos tres funciones básicas de esta región
media del cuerpo que la revisten de un valor especial:
1. BIOMECANICA. Como punto que coincide con el centro de gravedad.
2. EMOCIONAL. El cerebro emocional puede ser controlado por el Sistema Entérico... y viceversa.
3. ENERGÉTICA. Es la Sede del Hara, desde donde fluye
la energía.
La mayoría de los occidentales no están al tanto de la importancia que esta zona tiene en la vida diaria y de lo que su
desconocimiento nos aleja de una parte esencial de nuestras posibilidades vitales, tan común en otras culturas.
Detallemos cuales son sus virtudes e inconvenientes y como
sacarles provecho a cada una de estas funciones:
1. BIOMECÁNICA
Conociendo las funciones y propiedades del Centro de Gravedad así como sus ventajas y limitaciones, se pueden aprovechar
al máximo todos los procesos implicados en el Sistema Locomotor (óseo y muscular) dirigido por la cintura pélvica, base
de la columna que controla nuestra verticalidad; y de la cadera,
responsable del desplazamiento. Los movimientos amplios de
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2. EMOCIONAL
El Segundo Cerebro o Sistema Entérico dirige la parte emocional y conecta al cerebro su red de neurotransmisores a través
del nervio vago. Debido a este canal abierto las alteraciones
fluyen fácilmente en una y otra dirección. La unidad digestiva
se convierte entonces en la principal víctima de las consecuen67
cias del estrés mientras que el equilibrio y la relajación de la
zona puede contribuir, por acción inversa, a armonizar estas
perturbaciones en la conducta.
Al estar implicado el Sistema Digestivo parece lógico afirmar que una adecuada alimentación, los buenos hábitos alimentarios y el equilibrio entre la entrada de alimentos y su posterior
expulsión debe ser primordial para un buen funcionamiento.
Sin embargo, es necesario sumar una actividad física apropiada
basada en estiramientos y movilizaciones que nos enseñe a liberar tensiones y relajar el área abdominal. No existe ya ninguna
duda: mejorar el proceso digestivo repercute en el aumento de
la calidad de vida.
La estrecha relación descubierta entre el Sistema Entérico
y la “inteligencia emocional”, como reguladora del comportamiento, hace que la alimentación y su proceso sea determinante en nuestro estado de ánimo. Pero, ¿sucede lo mismo a
la inversa? ¿Pueden los pensamientos o emociones afectar el
proceso digestivo?
La inminencia de un ataque nos llega a través de los sentidos, siendo la vista y el oído los primeros en percibir el peligro.
El cerebro, receptor de las señales visuales y auditivas, evalúa
entonces elementos básicos como distancia, dirección y tamaño antes de activar el mecanismo de respuesta que incluye la
liberación de neurotransmisores como la adrenalina o la noradrenalina, relacionadas con la reacción de “lucha o huida” del
Sistema Nervioso Simpático.
Este sistema autónomo que nos prepara para la acción, influye directamente sobre el Aparato Digestivo y órganos cercanos.
Estos son algunos de sus efectos:
- Ralentización de la motilidad gastrointestinal, que ayuda a
las funciones de digestión, secreción y absorción de sustancias.
- Estómago: Disminuye las contracciones estomacales.
- Intestinos.- Disminución del peristaltismo, hace más lento
el tránsito intestinal. Disminuye la secreción de hormonas paracrinas. Disminuye tono de musculatura lisa y esfínteres ¿Has
sabido de gente que defeca por el miedo?, esta es la razón.
- Glándulas salivales.- Secreción viscosa, disminución de
secreción: sensación de “boca seca”.
- Vejiga.- Relajación leve del músculo detrusor (igual, puede
provocar uresis por miedo o sorpresa extremos).
- Páncreas.- En su porción endocrina, activa la secreción de
las células alfa de los islotes de Langerhans para la producción
de la hormona glucagon, que tiene efecto hiperglicemiante. Es
decir: provoca que el organismo produzca la glucosa necesaria
para responder al estrés agudo.
El proceso estresante iniciado en el entorno, detectado a través de los sentidos y expandido por el Sistema Simpático, afecta al Entérico que, a su vez, controla las emociones. Un bucle
que comienza en los órganos sensoriales y se cierra en torno a
nuestros órganos digestivos que sufrirán las consecuencias si el
estímulo se extiende en el tiempo.
Si somos agredidos, nuestra respuesta básica al estrés replicará de forma inmediata gestionando el peligro según los
mecanismos primitivos de protección generados por la amígdala. Pero, si esta solución falla o adoptamos la sumisión como
respuesta, las reacciones físicas puestas en marcha no cesarán
mientras sigan detectando la amenaza, lo que empezará a deteriorar todos los sistemas implicados. Se pasa entonces a la
“fase de agotamiento”, donde el estrés se vuelve crónico (estado constante de alarma) dando lugar a la debilidad, cansancio,
sensación de angustia y deseo de huida.
Este escenario nos llevaría irremediablemente a una situación de distrés si no logramos recuperar pronto el control
del organismo estabilizando el ritmo respiratorio e intentando
movilizar el centro a nuestro favor; en definitiva, llevando a
nivel consciente la situación. Debemos aprender a utilizar y
dirigir esa energía que se concentra precisamente en la zona
donde reside nuestro centro motriz.
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3. ENERGÉTICA
Estables y tranquilos como una montaña, así define el Tai Chi
de la familia Yang el “equilibrio central” basado en hacer que
la cintura sea tan flexible que todo movimiento parezca que
carece de huesos.
69
Todos los cambios entre lo lleno y lo vacío se producen
desde la rotación de la cadera, una alternancia de polaridades
considerada por la propia física como el origen de toda fuerza
corporal. Si carecemos de potencia, dice el Tai Chi, la causa
debe buscarse en la cintura. La naturaleza descubre su dualidad
en cada movimiento: el volar de los pájaros, caminar, saltar,
pedalear o el devenir constante de las olas revelan la necesidad
de dos fases complementarias que rompan lo estático. Arriba y
abajo, vacío y lleno, positivo y negativo, se tienen que complementar para producir una acción.
social; un concepto difícil de asumir por nuestra mente occidental. Llamado también “océano del Ki”, se trabaja sobre su
dominio para logra el adecuado progreso técnico, conductual o
mental. Todos nuestros conflictos son el resultado de la incongruencia entre lo que somos y lo que creemos que somos,
dos extremos que se unifican en este centro vital.
El término tiene su origen en Japón, y se
corresponde con un punto energético a dos
dedos por debajo del ombligo, que se ubica
en el canal ‘Renmai’ denominado en chino ‘Kikai’ o el ‘mar de la energía`. Se dice:
todo nace en el hara y vuelve al hara.
Por su situación se le relaciona con el
Centro de Gravedad, lugar privilegiado a
partir del cual es posible cualquier movimiento correcto y desde donde se vinculan todas las partes del cuerpo aumentando
su potencia y eficacia. Cuando nos concentramos en este punto
los hombros y la cadera se relajan, aumentando la estabilidad y
la capacidad de transmitir energía. Su concepto es mucho más
amplio, puesto que unifica en un sólo punto el equilibrio físico,
mental y espiritual.
Es interesante ver como la lengua japonesa está llena de palabras que utilizan este término para reforzar la idea de energía
y equilibrio:
Hara Kiri (seppuku): significa literalmente “rajar el vientre”
o cortar nuestra energía vital.
Hara no aruito: El hombre que tiene centro.
Hara no naiito: Aquel que pierde fácilmente el equilibrio.
Hara de kangaeru: Pensar con el vientre.
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Tal y como lo escenifica el artista japonés Hokusai en ‘La
gran ola’, el ser se convierte en una onda de movimiento perpetuo. Al aceptar este principio estamos dando por válido parte
del concepto de Seyka Tandem o Hara manejado en oriente
y que sitúan a cuatro centímetros bajo el ombligo el receptor,
acumulador y emisor de energía vital o Ki. Nuestra tridimensionalidad coloca en el centro del cuerpo el punto de equilibrio
donde confluyen todas las tensiones que resultan de la Ley de la
Gravedad y de los Principios de la Dinámica de Newton.
y EL HARA, FUENTE DE ENERGÍA
En la idea oriental de la relación del hombre con el universo el
Hara es el punto de coordinación del ser humano, centro vital
del ser y fuente desde donde fluye toda energía. Es el lugar
donde se articula el cuerpo y el espíritu, el ser individual y el
70
ADIESTRAR EL HARA. Las escuelas marciales dedican gran
parte de su instrucción a la práctica de ejercicios que permitan
concentrar y dirigir la energía del Hara de forma consciente.
Uno de los ejemplos más destacados es el Funatori Furutana, practicado y transmitido por el mismo Morihei Ueshiba.
Conocido como ‘remar’, se trata de un ejercicio de respiración
profunda empleado por el fundador del Aikido y que hoy ha
71
sido desechado por la mayoría de sus practicantes.
Mitsugui Saotome, lo explica en su libro ‘Aikido o la armonía de la Naturaleza’: Partiendo de las caderas, este movimiento imita al de los pescadores o los samurais cuando reman
en sus barcas hacia la batalla. Acompañando este movimiento
con un kotoyama (sonido) fuerte procedente del hara, la voz y el
cuerpo traducen el flujo y el reflujo de la vida. Quienes ejecutan
este ejercicio forman un único y mismo cuerpo, ya que la fuerza
general absorbe la fuerza individual hasta que no es posible
distinguir una voz de un conjunto.
Aparte del Funatori Furutana, algunos ejercicios básicos y
sencillos nos ayudan a conectar con nuestro centro fisiológico
y energético.
a. Focalizar la concentración en el centro o zona del abdomen siempre que ejecutes una actividad física. Dejar la responsabilidad permanente de esta labor a nuestro primer cerebro
produce inestabilidad e inseguridad ya que elevamos nuestro
Centro de Gravedad.
b. Estimular la respiración abdominal, lenta y profunda.
c. Aprender a relajar los músculos manteniendo la tensión
en el vientre.
d. Mantener la verticalidad en cualquier postura.
e. Cuando camines visualiza una cuerda que tira de ti a nivel del ombligo, siendo la cadera quien presida todos los movimientos musculares implicados. De igual manera actúa cuando
te levantes o incorpores de una silla o del suelo.
f. Durante los desplazamientos visualiza ante ti un Centro
de Gravedad Imaginario (CGI) y ubícalo siempre en la dirección hacia donde quieres ir.
g. Camina como si empujaras la tierra con tus pies y el cielo con tu cabeza. Sentirás como el centro del cuerpo se transforma en el Centro del Universo... al menos, de tú Universo.
h. ¡Recuerda! Gobierna tus pensamientos con la cabeza,
tus emociones con el corazón y tu fuerza con el estómago.
RELAJARSE O SUFRIR
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La tensión es todo aquello que pensamos que deberíamos ser,
la relajación… es lo que somos.
S
i hacemos caso a su propiedad polisémica, el término ‘Relajación’ es uno de los más contradictorios de nuestro idioma.
Para la Real Academia de la Lengua, si sugerimos a alguien
que se relaje podemos estar invitándole a dejar sus músculos en
completo abandono o, por el contrario, pidiéndole que infrinja
las normas de moralidad y buenas costumbres. Nuestro interlocutor podría entender también que esperamos que libere su
mente de toda preocupación; o que revele a alguien del voto,
juramento u obligación al que le tenía sometido. Aún más, siguiendo siempre la definición de la RAE, al relajamos podríamos dar a entender que estamos afectados por una hernia, o
que hemos caído en un estado importante de desorden, falta de
seriedad y barullo. Más allá de todas estas acepciones, sí existe
un criterio general que relaciona relajación con una percepción
agradable de sosiego tanto físico como mental.
A pesar de la sensación grata que nos produce, esta palabra
tan recurrente puede causar reacciones opuestas en nuestro ánimo y si no, observa como se exaspera aún más alguien al que, en
73
un momento de nerviosismo, recomendamos relajarse de forma
repetitiva. Para conseguir este estado de tranquilidad no valen
órdenes ni imposiciones externas, es necesaria la intervención
de la mente que, en definitiva, es quien dirige al organismo, de
forma consciente o no. Lo cierto es que existen situaciones de
hiperactividad difíciles de contener, que necesitan ser exteriorizadas a través del desgaste físico antes de que nuestro cerebro
vuelva a tomar el control. En estas ocasiones, deporte y ejercicio son dos aliados indispensables.
Influencias culturales y actitudes sociales grabadas en la
mente con la complicidad del tiempo han desvirtuado nuestro
concepto instintivo de peligro, común a todas las especies. Con
las necesidades primarias satisfechas y sin enemigos naturales
evidentes, nos hemos convertido en víctimas del entorno social,
de una nueva percepción de la realidad encubierta tras el disfraz
del bienestar, de la felicidad prometida. Un pesado lastre que
deriva en presión emocional y rigidez muscular, consecuencia
del estrés no resuelto.
Sea cual sea el origen del miedo, necesitaremos revertir su
mecanismo estresante si pretendemos evitar sus efectos.
Tal y como aconsejaba Homero en labios de Cirse, a veces hay que cubrir los oídos con tapones de cera para evitar
el hechizante y letal canto de las sirenas. Es aquí donde cobra
importancia la relajación como forma de revertir el proceso: un
tapón que aísla la situación estresante a través de métodos encaminados a soportar o aliviar la tensión. La relajación consigue
mejoras físicas y mentales.
El estado normal del ser humano, cuando sus necesidades
básicas están cubiertas, es el de relajación y en este sentido
no tenemos más que observar a un bebé limpio y satisfecho
en brazos de su madre. Sin embargo, en la misma medida que
crecemos van aumentando las tensiones convirtiendo al estrés
negativo en uno de los grandes males de nuestro siglo y, sus
consecuencias, en motivo de consulta habitual a médicos y psicólogos. No podemos olvidar que la hipertensión arterial está
considerada como uno de los principales problemas de salud
pública en países desarrollados afectando a cerca de mil mi-
llones de personas. La OMS afirma que este mal provoca hoy
cerca de siete millones de muertes cada año, cerca del 13% de
las producidas en todo el mundo. La disminución de la presión
arterial en la población reduciría el riesgo de ataques cardíacos
y de accidentes cerebro-vasculares.
Aplicando métodos de relajación adecuados conseguiremos
mejorar de forma importante la calidad de vida, equilibrando
nuestro cuerpo, apaciguando nuestra mente y mejorando la
relación con el entorno. Sin embargo, no todos los métodos
consiguen idénticos objetivos; cada persona debe experimentar diferentes opciones que permitan aliviar tensiones físicas y
mentales ya que el ser humano responde de forma desigual ante
un mismo estímulo.
Hasta ahora hemos visto la relajación como la ausencia total
de tensión física y mental en busca de un estado de bienestar transitorio que pretende compensar la presión cotidiana de
nuestro entorno. En adelante, trataremos en detalle la posibilidad de relajarse ante un choque súbito de estrés producido por
el miedo.
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y VENTAJAS DE LA RELAJACIÓN
No hay que escarbar mucho entre las escuelas de equilibrio
emocional o disciplinas del bienestar para conformar una amplia lista de los beneficios que nos aporta la relajación:
• Disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial.
• Regula la respiración. Ayuda a una mayor oxigenación de
las células y el cerebro.
• Reduce la tensión muscular, lo que contribuye a mejorar
sensaciones de dolor.
• Reduce los niveles de algunas sustancias fisiológicas implicadas en la ansiedad (adrenalina, noradrenalina, lactato sanguíneo).
• Mejora el funcionamiento de nuestro sistema inmunológico.
• Ayuda a reducir los niveles de colesterol y grasas en sangre.
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• Contribuye a lograr un estado de descanso profundo.
• Conduce a un estado de claridad mental con impacto positivo a la hora de poner en práctica estrategias de resolución
de problemas.
• Contribuye a generar pensamientos positivos lo que incrementar la sensación de seguridad y autoconfianza.
• Aumenta la fuerza aplicada a través de empuje o golpes.
• Economizar y distribuir con equilibrio nuestra energía.
• Evitar robotizar los movimientos y telegrafiar nuestra
intención.
• Elimina la sobrecarga muscular gracias a que el peso se
distribuye mejor.
Si aún les parece pocas ventajas sería bueno recordar que
con la relajación regulamos la presión sanguínea como consecuencia de estabilizar el ritmo respiratorio lo que nos lleva a:
• Recuperar las habilidades motoras finas.
• Impedir limitaciones ópticas como la visión de túnel o el
efecto faro.
• Recobrar la visión periférica.
• Evitar el estado de hipervigilancia.
• Incrementar la velocidad de reacción.
Hacemos aquí una referencia a la mecánica de ‘Los tres
tornillos’ de William C. C. Chen. La relajación es una de las
bases del Tai Chi Chuan, de ella parten todas sus posturas y
movimientos. Chen, recurre a la estabilidad física a través de
nuestros pies para recordarnos que: si la raíz es fuerte, el cuerpo entero y la mente se pueden relajar... cuando esto sucede,
las articulaciones se abren, los músculos se distienden y los
meridianos energéticos y recipientes comienzan a abrirse. Esto
permite que la energía interior fluya sin esfuerzo y que la parte
superior del cuerpo se mueva en libertad sin perder la raíz.
Todo nuestro peso se descarga sobre el área del pié en contacto con el suelo, es allí donde hay que dedicar especial atención. Utilizando las palabras de Chen: El pie es nuestra raíz, la
base donde apoyamos todo el peso del cuerpo. No debe estar
demasiado distendido. Debemos mantener nuestra verticalidad,
necesaria para la transferencia eficaz de energía hacia nuestros
miembros superiores. Recordemos que, según la idea de Los
Tres Tornillos, los puntos de equilibrio que permiten mejor sujeción son: el dedo gordo; la cabeza del metatarsiano del dedo
gordo y la parte interna del talón.
Esto nos lleva a la estrecha relación entre equilibrio y relajación. Un cuerpo en desequilibrio, con el CG desplazado fuera
de su centro físico, entra automáticamente en un proceso de
compensación de cargas que debe resolver a través de tensiones
en los músculos antigravitatorios. Si por el contrario, el cuerpo se encuentra centrado y en equilibrio, el peso distribuirá su
carga de forma uniforme manteniendo la tensión sólo en los
músculos necesarios para sostener su postura.
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y EL OJO DEL HURACÁN
La Serenidad no es estar a salvo de la tormenta,
sino encontrar la paz en medio de ella. THOMAS DE KEMPIS
En su obsesiva búsqueda de armonía la naturaleza lo tiene muy
claro; Yin y Yang son las dos fuerzas complementarias que
sostienen al universo y, como tal, están presentes en cualquier
manifestación humana o divina. Pero, no nos toca aquí dilucidar
sobre esta realidad taoísta aunque sí utilizarla en nuestro beneficio. Encontrar paz dentro de la guerra, amor dentro del odio,
equilibrio dentro de un conflicto o distensión en la rigidez no es
tarea fácil... pero sí posible.
Ya vistas las perturbaciones físicas y mentales que genera
el estrés ante una situación violenta es fácil entender lo que se
siente al estar relajado, exactamente todo lo contrario: disminuye el ritmo respiratorio, reduce la tasa metabólica, estimula el
sistema parasimpático como responsable del restablecimiento
de la energía corporal, equilibra la presión arterial, disminuye
la tasa de oxígeno, distiende los músculos, baja el gasto energético, favorece la concentración y el desbloqueo de alteraciones
emocionales...
Asistir a clases de yoga, esterilla al hombro, buscando paz
y sosiego al ritmo de la estupenda música Zen de Tony Scott
es, sin duda, una buena manera de encontrar la paz, pero con77
seguir la calma en medio de una situación violenta implica un
conocimiento más profundo de nosotros mismos. Disparado el
mecanismo de supervivencia que activa el Sistema Límbico no
es fácil revertir en fracciones de segundo las acciones fisiológicas puestas en marcha.
Difícil sí, pero no imposible.
Son múltiples y variadas las actividades que deben recurrir
a este estado: paracaidismo, descenso de ríos, surf, parkour,
wingsuit flying, carreras de coche o cualquier estilo de lucha;
en ellas es indispensable mantener el control si no se quiere ver
comprometida la seguridad personal. Sus practicantes, una vez
más, serán víctimas de la Reacción de Supervivencia al Estrés,
que se activará de forma automática. A diferencia del resto de
los humanos alguien entrenado en situaciones de riesgo será
capaz de mantener el equilibrio ante los efectos estresores que
sobreexcitan el organismo. Al igual que el ojo del huracán permanece estable en el mismo centro de la tormenta, nuestra mente debe ser capaz de encontrar la calma dentro de la tensión .
Pongamos un ejemplo. Conduces un maravilloso Fórmula 1
a 370 kilómetros por hora en compañía de 20 pilotos más. A esta
velocidad el tiempo de reacción se mide en milésimas de segundo —algo imperceptible en nuestra vida cotidiana— mientras
los estímulos y respuestas se alternan de forma constante. En
un cortísimo espacio de tiempo, bajo tensión, se deben tomar
decisiones cruciales para asegurar la carrera… y la vida: nivel
de frenada, aceleración o fuerza y dirección correcta del volante. Todo esto, claro está, cuidando no colisionar contra otro
de los competidores. Una situación estresante para la mayoría
de nosotros, la enfrenta el piloto con una frecuencia cardíaca
media de 170 ppm mantenida durante más de una hora y cargas
aerodinámicas que pueden superar los 3G de presión.
Con solo una parte de esta presión cualquiera hubiera colapsado dentro de la Fase de Agotamiento ante la persistencia del
estrés y el desgaste producido. Pero, ¿cómo lo logran?
Los instructores deportivos lo tienen claro: con una ardua
preparación aeróbica que permita adaptar el organismo a los
desordenes respiratorios, cardiovasculares y hormonales que se
suceden en un lapso muy corto de tiempo.
Este entrenamiento consigue:
• Aumentar la capacidad pulmonar.
• Mejorar la circulación sanguínea
• Optimizar el aprovechamiento de oxigeno.
• Disminuir los niveles de Adrenalina (hormona del estrés).
• Incrementar los niveles de Endorfina, lo que disminuye la
tensión emocional y mejora el estado anímico.
• Fomentar le neurogénesis o regeneración de neuronas.
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Eso no es todo. A nivel cerebral, los pilotos adiestran especialmente:
• El Tiempo de Reacción.
• La Capacidad Multitareas
• La Conciencia Espacial
• La Visión Periférica
Sin duda, un escenario ideal para manejar la reacción extrema que, si recuerdan, genera el mecanismo activado por el
miedo. Aunque no todos disponemos del tiempo y la dedicación
necesaria para adiestrarnos como un deportista de élite, si podemos reflexionar acerca de algunos métodos que nos permitan
llegar a resultados parecidos.
Ya hemos visto que para tomar el mando ante la modificación brusca de conducta producida por el estrés tenemos que:
conocer sus síntomas; aceptar las reacciones como un proceso
vital necesario; y mantenernos centrados y en equilibrio. Todo
esto aumenta la confianza y estimula la seguridad en nosotros
mismos.
Sentirnos más seguros y en equilibrio nos da mayor control
de la situación pero, para ejercer con efectividad ese dominio
debemos disminuir la sobretensión física que nos impide utilizar las habilidades motoras finas y nos limita el campo visual.
En el caso del piloto de F1, este bloqueo impediría accionar un
simple botón o atender a los mensajes del panel de control. Es
aquí donde entra en juego la necesidad de relajar el cuerpo para
no dejar el mando a nuestra amiga, la amígdala.
79
Sin embargo, una escasa educación en motricidad nos ha
llevado a una mala o, al menos, equivocada utilización del Sistema Locomotor disminuyendo nuestras posibilidades físicas a
la hora de relacionarnos con el entorno. Nuestra mente tiende a
independizar cada movimiento articular poniendo énfasis sólo
en los músculos implicados, olvidando que estamos diseñados
como un todo y que, como tal, debemos actuar.
No sabemos relajarnos, entre otras cosas, porque funcionamos en un bucle eterno, una lucha feroz entre músculos agonistas y antagonistas. Nos cuesta aprender que distender uno
de ellos no implica necesariamente la contracción del otro.
y ARTES MARCIALES Y RELAJACIÓN
Be water, my friend. BRUCE LEE
Las Artes Marciales se ven especialmente perjudicadas por esta
falta de educación locomotriz. Ante la posibilidad de un enfrentamiento, un luchador inexperto exteriorizará su inseguridad
con síntomas evidentes de tensión: apretar los dientes, contraer
los hombros, contraer el cuello o pegar la barbilla al pecho,
enviando mensajes de miedo e inseguridad a su oponente. Esto
nos lleva a la necesidad de incorporar la relajación dentro de los
mecanismos activados en momento de peligro, sin olvidar, claro, que necesitaremos mantener la suficiente tensión muscular y
atención mental para solventar el riesgo.
Explicar el concepto de tensión dentro de la relajación o
cómo generar fuerza desde la distensión se convierte en todo
un reto para los instructores y una enseñanza difícil de asimilar
para los alumnos que vienen a clase convencidos de que rígido y potencia son sinónimos inseparables. Sólo después de una
práctica constante se llega a comprender y experimentar lo que
para la Física es un hecho indiscutible.
Personalmente recurro a esta ciencia para explicar la teoría:
Si al estado de relajación le damos valor ‘0’ y a la máxima potencia aplicada ‘100’, y conociendo que la fuerza es el resultado
de masa por aceleración (F=m.a), no nos será muy difícil deducir que, a misma masa, un desarrollo de 0 a 100 debe generar
más aceleración que si comenzáramos el recorrido en cualquier
valor intermedio, digamos 40. Visto de una forma más anatómica, si comienzo un golpe (tsuki) con el tríceps completamente
relajado (0) y lo llevo en el menor tiempo posible a su máxima
extensión (100), la fuerza final será mucho mayor que la conseguida si arranco la acción con el músculo ya tenso. Es decir: la
fuerza proviene de la tensión y la velocidad de la relajación.
De nuevo, el alumno de Funakoshi lo explica maravillosamente:
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Si quiero extender mi pierna flexionada gracias a la contracción del bíceps femoral no es necesario contraer bruscamente
el cuádriceps, bastaría con aflojar el primero. Igualmente puedo
relajar un brazo contraído por el bíceps sin activar el tríceps.
La patada frontal de kárate (mae-gueri) es un buen ejemplo de
ello: para que sea efectiva (potencia más velocidad con el menor esfuerzo posible) debemos contraer súbitamente los músculos anteriores de la pierna conservando la relajación en los
posteriores, que sólo se activarán en la recogida; mantener a
la vez ambos grupos musculares en acción afectará a la contundencia del golpe.
Hirokazu Kanazawa, noveno Dan de Shoto Kan y alumno
directo de su fundador Gichin Funakoshi, pone énfasis en esto:
Los principiantes deben fijarse en los expertos y aprender de ellos qué músculos son necesarios y cuáles no lo
son; el entrenar conociendo esto es un modo de hacer
más corto el camino hacia el progreso en las Artes Marciales.
En este ‘defecto de fábrica’ de nuestra especie se basa el
método de relajación progresiva de Jacobson utilizado por terapeutas desde 1920 y que consiste en contraer y relajar voluntariamente varias zonas musculares propensas a la sobrecarga
en estados de ansiedad.
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En un combate no deben existir causas para tensar el
cuerpo en ningún momento, excepto en el instante de un
contacto, bien sea recibido o dado. Incluso en el mismo
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instante de golpear, la tensión de nuestro cuerpo debe
ser la máxima en el mínimo de tiempo, es decir, relajar
rápidamente después de haber golpeado, con lo que ahorraremos un gasto de energía muscular al tiempo que
preparamos al cuerpo, dándole descanso para otra rápida contracción del músculo.
Al estar relajados podemos, además, sumar al golpe todos
los músculos agonistas y sinérgicos que contribuyen al movimiento del tríceps o ayudan al brazo en su rotación interior,
lo que significa aumentar de forma considerable el valor de la
masa. En su momento hablaremos de Newton y de la suma de
fuerzas, por ahora nos dedicaremos a explicar lo mejor posible
el valor de la relajación.
Otra ventaja indiscutible es el ahorro energético. La contracción muscular generada por la respuesta primaria al estrés
puede ser útil en el primer instante de lucha o huida pero tendrá
un coste energético importante si se extiende en el tiempo. Además, la tensión reduce la fluidez de movimientos, agarrotando
los músculos y ralentizando los desplazamientos.
El que la acción no se concentre sólo en una zona permitirá también repartir mejor el esfuerzo evitando la sobrecarga
muscular, el cansancio, la fatiga y el agotamiento que merma
nuestras posibilidades de defensa. Por otro lado, el exceso de
rigidez ralentizaría los movimientos desvelando así nuestras intenciones.
‘sillas voladoras’. Se basa en un motor medular de cuyo extremo se despliegan brazos encadenados de los que cuelgan pequeñas sillas. En estado de reposo todo el bloque se mantiene
estático y las sillas penden como un eslabón más. Sin embargo,
al encender el motor y comenzar el giro, la fuerza centrífuga
desplaza hacia afuera todos los dispositivos móviles que comienzan a girar alrededor de la columna central. Lo flexible
transmite la tensión hacia el exterior a través de su extremo: la
silla, y cada argolla transfiere y multiplica la potencia de origen.
Si apagamos el motor y cesa el giro, las piezas vuelven de nuevo a su estado de relax natural.
Todos los elementos implicados responden a las propiedades
básicas de la física y la dinámica. En nuestro caso, sin embargo, no funciona así: aun con el ‘motor apagado’ y dejando de
generar fuerza desde la cintura, no somos capaces de relajar las
extremidades, por el contrario, miembros y articulaciones no
dejan de recibir señales de actividad. Simplemente, nos hemos
olvidados de ser ‘naturales’.
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y LAS SILLAS VOLADORAS
En la quietud sé como una montaña
En la acción fluye como un gran río. YANG CHENG FU
La relajación en momento de riesgo no tiene nada que ver con
su definición clásica de ‘abandono físico y mental’ que nos convierte en objetivo pasivo y fácil para cualquier agresor. Debemos rentabilizar la activación del SNS, que nos prepara para la
acción y evitar entrar en el ‘modo descanso’ del SNP.
Para comprender este estado de tensión-relajación basta con
visualizar un elemento habitual en parques de atracciones: las
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Kanazawa se refiere a esta ajustada relación de dependencia
entre tensión y relajación:
Cualquier técnica ejecutada con demasiada tensión muscular carecerá de velocidad, mientras que la técnica desarrollada con mucha relajación estará falta de fuerza.
Acordémonos: tensión es igual a fuerza mientras que relajación lo es a velocidad.
¿Cómo lograr, entonces, una adecuada proporción entre aceleración y potencia? Sin duda, conociendo nuestro cuerpo, funciones, límites y posibilidades.
No debemos olvidar que somos una gran masa sólida a merced de la gravedad, así que los elementos de nuestro cuerpo que
tocan tierra deben generar una fuerza inversa suficiente para
compensar nuestro peso y mantenernos erguidos. Los músculos antigravitatorios (estáticos o tónicos): tríceps sural gemelo
más soleo) o extensores de la espalda (paravertebrales), son los
responsables de este trabajo. La tensión se concentra necesariamente en las articulaciones del tobillo, rodilla, cadera y zona
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lumbar. Dos tercios de los músculos ejercen esta función y destonificarlos nos derrumbaría contra el suelo.
Asegurando la estabilidad a través de la utilización correcta
y funcional del peso, podemos ‘dejar caer’ el resto del cuerpo
evitando tensar los músculos gravitatorios (dinámicos o fásicos): abdominales y músculos del tórax, glúteos, trapecio, deltoides y tríceps braquial.
DE
TÓNICOS / DINÁMICOS
A N T I G R AV I TAT O R I O S
ADUCTORES
SARTORIO
PECTÍNEO
ISQUIOTIBIALES
LOS
MÚSCULOS
FÁSICOS
G R AV I TAT O R I O S
GLÚTEO MEDIANO
GLÚTEO MAYOR
VASTO EXTERNO
OBLICUOS
RECTO DEL ABDOMEN
RECTO ANTERIOR
PARAVERTEBRALES
CUADRADO LUMBAR
TRÍCEPS BRAQUIAL
TENSOR DE LA FASCIA LATA
TRAPECIO INFERIOR Y MEDIO
TRÍCEPS SURAL
DELTOIDES
DORSAL ANCHO
PECTORALES
TRÍCEPS SURAL
(GEMELO Y SOLEO)
BÍCEPS FEMORAL
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Si eres asiduo a los gimnasios y a la preparación física estarás
al tanto de que los músculos anti-gravitatorios se deben entrenar en flexibilidad y resistencia mientras que los gravitatorios
fundamentalmente en fuerza.
Parece complicado, pero realmente, no lo es. Para comprenderlo mejor recurriremos de nuevo al Tai Chi y a los principios
fundamentales del Maestro Yang Cheng Fu:
• Mantener la cabeza erguida. Es importante que el cuerpo
esté recto, relajado y vivo. El sacro debe estar derecho y con
una leve inclinación hacia dentro en una leve retroversión de
la cadera.
• Relajar el pecho y mantener la espalda recta. Los músculos del pecho y abdomen son gravitatorios, es decir, no necesarios para mantener la verticalidad. Si no se relaja el pecho, las
plantas de los pies no tienen arraigo.
• La cintura determina la dirección del cuerpo y debe
mantenerse relajada y flexible. En palabras de Cheng Fu: “hacer que la cintura sea tan flexible que todo movimiento parezca
que carece de huesos”, quiere decir, que sólo hay músculos.
• Esto permite que las piernas, que son la base, estén estables y de este modo la fuerza suba por ellas.
• La zona de la cintura es la fuente de la energía vital.
Los cambios entre sólido y vacío vienen del movimiento de la
cadera; Si los movimientos carecen de fuerza se debe a que la
cintura y las piernas están débiles.
• Distinguir entre lo lleno y lo vacío yin/yang: Comprender
esta distinción permite la flexibilidad y el cambio fluido entre
lo suave y lo rígido permitiendo que los movimientos resulten
ágiles, leves y sin esfuerzo.
• Relajar los hombros y los codos: Relajar no significa dejar caer los hombros, sino mantenerlos libres de tensión. Los
codos deben seguir el movimiento para conectar la fuerza interna. Cuando se levantan los codos tensando los hombros, la energía se eleva y el movimiento es obstruido y duro. Al adoptar
esta posición el pecho queda hundido y sus músculos relajados.
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FUNCIÓN
PSOAS ILÍACO
EJERCICIOS
ABDOMINALES
CUÁDRICEPS
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• Utilizar la mente, para ejecutar los movimientos sin usar
la fuerza muscular.
• Coordinar lo inferior con lo superior: Según la tradición
las raíces están en los pies, la energía sube por las piernas, es
controlada por la cintura y proyectada a través de las manos.
Recordemos el símil de las sillas voladoras.
• Mantener la unidad entre lo externo y lo interno: Formando un solo bloque que dirige los desplazamientos.
• Mantener la continuidad y la fluidez de movimientos:
Toda la forma del Tai Chi es un solo movimiento de principio
a fin, y el cambio de vacío a lleno, del Yin al Yang imita el permanente cambio de la naturaleza.
• Buscar la serenidad en los movimientos: Debe ser flexible y fluido como un río y la mente fuerte y sólida como una
montaña.
EL DILEMA DE RESPIRAR
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¿Parece complicado?
No hay porqué preocuparse: toma aire y mientras lo exhalas,
ríndete a la gravedad dejando caer tu peso contra el suelo…
¿Te caíste?, lo siento, a veces hay que darse de bruces contra
el problema antes de superarlo.
Ahora, haz lo mismo pero utilizando los recursos mínimos
para sostenerte en pié.
¡Bien!… eso es relajarse dentro de la tensión.
Rigidez sólo en el lugar y tiempo necesario.
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Hay una circulación común, una respiración común.
Todas las cosas están relacionadas. HIPÓCRATES
N
o hace mucho pude ver un reclamo publicitario que invitaba a participar en un seminario cuyo sugerente título era
‘Curso de respiración consciente’; el precio, 150€ por día. Me
vino entonces a la memoria una advertencia premonitoria de
mi entrañable abuelo Alfonso: “algún día, nieto, nos cobrarán
hasta por respirar”, comentaba el buen hombre harto ya del afán
recaudatorio de nuestra especie. Y qué razón tenía. Dentro de la
obsesión por rentabilizar cualquier cosa que despierte un mínimo interés, nuestro espíritu de supervivencia sumado al fervor
consumista nos lleva a la explotación global del individuo. Supongo que me tocará advertir a mis nietas acerca de un futuro
donde habrá que pagar tributo por cada pulsación cardíaca.
Aún así entiendo que, con independencia de quien sea nuestro mentor, es necesario reeducar este mecanismo reflejo. Un
viejo proverbio, supongo que chino, nos recuerda que los primeros hombres descubrieron una clave esencial para mejorar
nuestra vida: una fórmula para respirar. Pero, en su inconsciencia, comenzaron a repetir dicha receta sin asumir su verdadero significado, sin comprenderla.
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Siendo esto cierto, es indudable que hemos superado millones de años respirando biomecánicamente sin necesidad de
aprender nuevos métodos. Como siempre, la clave está en nuestra mente y en su constante necesidad de rebuscar más allá de
los procesos naturales de los cuales nos vamos alejando milenio
tras milenio.
y CONTROL DE LA RESPIRACIÓN
El que conoce su aliento conoce a su señor. MÁXIMA SUFÍ
el diafragma (llamado el segundo corazón) en su trabajo de dilatación de la caja torácica y los pulmones.
PULMONAR O MEDIA. A la altura de la caja torácica, que
aumenta su volumen y abre las costillas para permitir la entrada
de aire en los pulmones. Los músculos inspiratorios se relajan
posteriormente para expulsar el aire.
CLAVICULAR O ALTA. Respiración muy corta que permite
poco aporte de aire fresco en la zona superior de los pulmones.
La clavícula se eleva sin conseguir desplazar los hombros.
De las tres, es la completa y profunda respiración abdominal la que más se adapta a las necesidades del Yoga, el Zen
y las Artes Marciales. El hecho de que el diafragma active el
sistema nervioso parasimpático, encargado de la ‘respuesta de
relajación’ del organismo la convierte en la fórmula ideal para
lograr el equilibrio corporal.
Aunque funcione como un mecanismo involuntario, uno de
sus grandes beneficios reside en la posibilidad de intervenir en
el proceso respiratorio; algo fundamental para la práctica de
algunos deportes y para el entrenamiento marcial. Además, su
evolución se desarrolla alrededor del Seika tandem (Hara), que
aúna cerca del abdomen al centro de equilibrio corporal y a la
fuente de irradiación del Ki o energía vital.
El maestro Zen, Taisen Deshimaru, enfatiza en su libro
Zen y Artes Marciales la importancia capital de la exhalación
lenta, controlada y desde el abdomen; recomendando para
su entrenamiento la práctica de zazen (meditación sedente).
Para Taisen, los artistas marciales deberían aprender a transformar esta forma de respiración en un acto natural e inconsciente. Algo prioritario para un luchador ya que cualquier golpe o
proyección de fuerza debe realizarse durante la exhalación. No
cabe duda de que, como dice el maestro, la exhalación controlada y baja permite un dominio total del cuerpo.
La exhalación completa sólo culmina con la firme contracción de los músculos abdominales y viceversa, es decir, la contracción de los músculos abdominales conduce a la espiración
completa.
La inspiración funciona de forma inversa: este mismo gru-
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En el lenguaje esotérico japonés la inspiración total de aire se
llama Kitsu (plenitud) y la exhalación total Kyo (vida); atacar
la vida con plenitud debe ser un medio seguro para vencer. El
Kiai es sinónimo del arte de controlar la respiración. En Kendo
se utiliza la frase: Kiai no kakeru, para referirse a la acción de
caer sobre el enemigo con un grito en el preciso momento en
que ha exhalado su respiración, cuando se encuentra vacío de
Kiai.
Siguiendo la terminología japonesa, encontramos cuatro tipos
de respiración:
• DONTO. Respiración normal.
• IBUKI. Respiración diafragmática con contracción abdominal sonora.
• NOGARE. Respiración diafragmática sin contracción abdominal.
• IBUKI- NOGARE. Respiración diafragmática con contracción abdominal sin ruido.
• IBUKI SANKAY. Respiración diafragmática profunda y
sonora como forma de concentración.
Fisiológicamente hablando, y si tomamos en cuenta el nivel del cuerpo donde concentramos su actividad, la respiración
puede ser:
DIAFRAGMÁTICA O ABDOMINAL. Realizada en la parte
baja del tronco, se genera gracias a los movimientos de extensión y contracción de los músculos abdominales que movilizan
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po muscular, insuflado por el aire que entra, debe relajarse y
expandirse durante este proceso, evitando cualquier tipo de
tensión. Si quieres comprobarlo, intenta comprimir esta zona
mientras inspiras: como verás, se trata de un gesto incómodo y
antinatural debido a que la reducción de los músculos locales
obstaculizan la ampliación del abdomen y del diafragma necesaria para el ensanchamiento de los pulmones. Se detiene súbitamente la entrada de aire y tu cuerpo se dobla tras un espasmo
en el área del tronco que te incapacitará por un breve instante.
Una inadecuada inhalación puede resultar especialmente
peligrosa si no se inicia desde el abdomen. La toma de aire
demasiado “alta” eleva la atención alejándola del centro de gravedad.. precisamente lo que necesita nuestro oponente para desestabilizarnos. Además, recibir un golpe en el pecho o vientre
mientras inspiramos nos llevaría a expulsar de forma brusca
el aire residual de los pulmones, dejándonos a merced del atacante. Esto sucede debido al reflejo protector activado por el
cerebro cuando percibimos una agresión física y que nos lleva
a conformar un escudo muscular en la zona de contacto para
resguardar los órganos internos.
Por el contrario, si el golpe no nos coge desprevenidos, podremos exhalar en el momento del impacto mientras tensamos
los músculos abdominales, previniendo la pérdida de conciencia y aliviando el dolor.
Debemos aplicar el mismo procedimiento si somos nosotros
los atacantes: golpear cuando el oponente inhala es una buena
habilidad táctica. Para ello debemos prestar especial atención
al lenguaje corporal. Al igual que los movimientos de los pies
o del pecho pueden indicarnos la intención y dirección de un
golpe, una simple señal como el ensanche de las fosas nasales, o la ascensión de los hombros nos informa por adelantado
del ritmo respiratorio del contrincante y revela su carencia de
oxígeno. Un luchador experimentado presionará al oponente al
comprobar que está exhausto, este es el motivo por el cual artes
marciales como el Ninjitsu enseñan técnicas para disfrazar la
respiración y ocultar signos de fatiga.
Nunca deberíamos inhalar en el momento de realizar un
ataque, bloquea los movimientos y reduce su poder. Por el contrario, todo lo que implique proyectar la fuerza hacia el exterior
debe estar acompañado por la espiración y su esencia Yang.
Esto es fácil de constatar: intenta lanzar un golpe en apnea
espiratoria, es decir, sin aire en los pulmones, la sensación de
impotencia es evidente. La explicación fisiológica es clara: la
fuerza decrece al no poder invertir toda la capacidad de los
músculos del abdomen, reduciendo así el poder rotatorio de la
cadera.
¿Por qué? Por la poca capacidad de contracción que les
hemos dejado. En reposo, el cuerpo humano sólo necesita del
diafragma e intercostales para respirar pero ante movimientos
espasmódicos como la tos o el ejercicio físico se optimiza el
proceso respiratorio echando mano de los músculos abdominales o del pectoral, ambos esenciales en la acción de golpear. En
la espiración voluntaria los músculos de la pared abdominal se
contraen empujando el diafragma hacia arriba y permitiendo la
salida de aire. Recordemos también que tanto oblicuos mayores como abdominales intervienen en la rotación de la cintura,
motor básico en la generación y transmisión de fuerza. Parece
obvio agregar que si los músculos implicados están ya contraídos (ocupados en la espiración forzada) carecen de margen para
ejecutar una nueva acción. Dependeremos entonces de la robustez de los músculos del brazo para lanzar un golpe eficaz.
La secuencia queda aún más evidenciada si golpeamos con
un objeto contundente. Intenten soltar el aire mientras levantan
el arma e inhalarlo cuando la descargan y comprobarán la dificultad para coordinar los movimientos. El criterio es siempre
el mismo: se ataca espirando cuando el contrario inspira y se
inspira absorbiendo o esquivando el ataque mientras este espira. Conociendo este mecanismo involuntario es factible predecir, con un mínimo de anticipación, el momento en que nuestro
agresor decide ir en nuestra contra.
Imagina la ventaja de un pistolero adiestrado en la detección
de los movimientos corporales de su rival sabiendo que el desenfundar debe ir necesariamente acompañado de la espiración.
Bastaría con hacerle hablar para encontrar el instante preciso
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del ataque. No nos consta de este tipo de estrategias en el lejano oeste aunque si sabemos que esta táctica formaba parte
del entrenamiento marcial más exquisito de algunas escuelas
orientales basadas en la concentración y el conocimiento del
enemigo. En encuentros deportivos de Kárate o Taekwondo podemos distinguir hoy a combatientes especializados en esperar
a que el oponente termine una secuencia de puños y patadas
para contraatacar durante el inicio de su recuperación respiratoria. Recordemos: Kiai no kakerú.
Este bucle constante entre lleno y vacío es la esencia de Musubi o ‘nudo de Ki’, que en las Artes Marciales representa la
perfecta sincronización entre los dos contendientes. La secuencia entre Yin y Yang llevada a su máxima expresión.
En resumen, una exhalación profunda, deteniendo la respiración, tensa el abdomen; mientras que gracias a una lenta inhalación podemos absorber la fuerza de un ataque ayudándonos,
además, a preparar el siguiente movimiento. Como vemos, la
respiración controlada puede acondicionar el cuerpo para recibir un golpe, o para aumentar la contundencia del ataque.
EJERCICIOS
3. Acostado con un cojín bajo la cabeza coloca las manos en
tu abdomen. Expulsa a fondo el aire de los pulmones varias veces, si quieres haciendo algunos suspiros, con el fin de vaciarlos
bien de aire residual, lo cual provocará el deseo de inspirar más
profundamente.
Provocado este impulso de respiración profunda, inspira llevando el aire “hacia tu abdomen” como si quisieras empujar
hacia arriba las manos posadas en él. Mientras más extiendas el diafragma y más profundo respires, más se “hinchará”
tu vientre.
Retén unos instantes el aire en tus pulmones. Cuando sientas
la necesidad de expulsar el aire, hazlo relajando tu vientre (este
se “desinfla” y las manos bajan con él). Al final de la exhalación
empuja voluntariamente el diafragma hacia los pulmones para
expulsar todo el aire.
Quédate un instante con los pulmones vacíos, sintiendo
cómo te vas relajando, y en cuanto sientas nuevamente el impulso de inspirar, hazlo profunda y lentamente volviendo a llenar tus pulmones mientras tu abdomen sube.
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La respiración abdominal profunda es conocida por los japoneses como fukushiki kokyu. Para ejercitarla, vamos a explicar
tres ejercicios:
1. Arrodillado en zeiza, el tronco relajado con los hombros
bajos y la espalda derecha, de tal manera que la punta de la
nariz permanezca por encima de la vertical del Seika tandem.
Con el cinturón del kimono damos dos vueltas alrededor del
pecho a la altura de las últimas costillas y finalizamos con un
nudo. Inspira aire por la nariz y llévalo al bajo vientre. Repite
el ejercicio hasta automatizarlo. Hay que habituarse cuando se
está en zeiza a apoyar los glúteos sobre los talones y a unir
los dedos gordos de los pies con los empeines apoyados en el
tatami. Para entrenarlo mientras caminas, proyecta en cada inspiración el vientre hacia abajo como si quisieras tocarte con él
las puntas de los pies.
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2. Acuéstate boca arriba, con un objeto con cierto peso sobre
el abdomen. Relájate con los ojos cerrados mientras concentras
tu atención en empujar el objeto hacia arriba cada vez que inspiras. Presta atención en como baja el vientre cuando sale el aire.
La respiración debe ser únicamente diafragmática, es decir, sin
inflar el pecho.
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El Genio
Dicen que, al nacer, los dioses nos hacen un regalo muy especial: un diminuto genio que SIEMPRE velará por nosotros. En
su perenne bucle de ida y vuelta, de arriba a abajo, este acompañante nos servirá de sustento vital, al cuidado de nuestra salud
y equilibrio. Pero, como todo regalo celestial, la dádiva tiene
trampa: el pequeño mensajero divino arrastra consigo secretos
que tendremos que descifrar. Como si de una cruel prueba de
fidelidad se tratara, su existencia y la nuestra estarán encadenadas hasta el mismo instante de la muerte.
Conocerlo, cuidarlo y respetarlo será nuestra misión; y
en ello… nos va la vida.
No podemos ir contra tal dictamen. Al contrario de otras
funciones corporales internas como la digestión o los latidos
cardíacos, la respiración puede ser influenciada por la voluntad.
Podemos decidir sobre el ritmo de trabajo del pequeño genio:
cuando sube o baja, su velocidad o si descansa un rato entre una
y otra acción; sin embargo, no podemos detenerlo. Esta responsabilidad recae, en su totalidad, sobre el encéfalo; en particular,
sobre el bulbo raquídeo, una extensión de la médula espinal
a la altura del cráneo que controla de forma autónoma todo el
proceso.
Vivir es respirar —y viceversa— y aunque es verdad que
intentar explicar lo obvio molesta, también lo es el que necesitamos que alguien nos lo recuerde permanentemente y, para
colmo del masoquismo, a veces hasta decidimos pagar por ello.
Pero, ¿qué es respirar correctamente? La respuesta parece
fácil: conseguir el mayor rendimiento posible para nuestro organismo a través de la absorción y conversión adecuada del oxígeno que inhalamos.
La respiración forma parte de un bucle natural constante
que, de romperse, acabaría con la vida en nuestro planeta. El
oxígeno es, sobre todo, un elemento indispensable para el ciclo biológico del carbono, elemento químico que sustenta toda
vida.
Es inhalado hacia los pulmones que, a través de los alveolos,
lo inyecta en el sistema sanguíneo donde es recogido y transportado por los glóbulos rojos. Las arterias se encargan de distribuirlo por todo el organismo quien lo aprovecha devolviendo
anhídrido carbónico (CO2) por vía venosa. En sentido inverso
las venas descargan el CO2 en los alveolos pulmonares para ser
expulsado. Todo este proceso se sincroniza por medio de un delicado control nervioso donde interviene, por un lado, músculos
volitivos de la respiración y, por otro, reflejos vegetativos del
corazón, pulmones y arterias.
En definitiva, la respiración invade cada célula de nuestro
cuerpo. Toda célula en contacto con el oxígeno lo absorbe. Por
la oxidación de ciertos elementos se libera energía, que produce
el CO2 que es expulsado.
La respiración nos conecta con nuestro entorno, es el nexo
de unión con lo que existe y se manifiesta físicamente: la tierra,
el agua, el aire y lo que habita a su alrededor. Comunica los
elementos más sutiles de nuestro organismo con todo elemento
viviente.
Orgánicamente nos ayuda a regular el metabolismo, a la oxigenación celular, a la regeneración, a liberar la tensión muscular, colabora en la producción y equilibrio de nuestro capital
energético o estabiliza la tensión sanguínea. Como consecuencia de esto, el ritmo respiratorio se hace fundamental para la
actividad cognitiva y emocional regulando la concentración y
permitiéndonos liberar tensiones y agresiones externas.
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RESPIRAR ES PRESENTE
No hay pasado ni futuro, ni lejos ni cerca. Sólo se respira
aquí y ahora. Si quieres estar consciente de ti mismo… siente
tu respiración. No existe el planteamiento dual de ‘mi respiración y yo’. Es más sencillo, yo soy la respiración y la respiración soy yo; plantearlo de otra forma va contra el propio
sentido de la naturaleza. Somos la única especie que ‘tiene’
que aprender a respirar porque se le ha olvidado hacerlo correctamente.
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y CONOCIENDO AL GENIO
En nuestro afán clasificador, hemos tratado de diseccionar al
máximo el proceso y consecuencias de la combustión alveolar. Ya disponemos de respiración completa, diafragmática o
abdominal, costal o torácica, nasal, oronasal, oral, holotrópica,
consciente, zumbadora, alterna, de la cabeza, con el mentón hacia adentro, con el mentón hacia afuera; en fin, cada maestro
escribe una nueva página en el gran libro de la respiración. No
es para menos, se trata de la batuta que impone el ritmo a nuestra vida física y mental. Gracias a ello podemos encontrar hoy
a verdaderos expertos en el ‘Arte de Respirar’ que, acordado
el precio, son capaces de transformar a sus alumnos en seres
calmados, sanos y en armonía con la naturaleza.
Diafragma y pulmones se han convertido así en mercancía
ideal para científicos, seudocientíficos y anticientíficos que no
se ponen de acuerdo si hay que respirar a nivel del abdomen, del
tórax o de la clavícula. Si hay que hacerlo por la nariz, la boca,
los pies o el ombligo o, finalmente, si nos hacemos merecedores
de paz, salud, armonía universal o altos niveles de consciencia.
Independiente a este mercado del oxígeno, sí es cierto que
no respirar correctamente tiene consecuencias fisiológicas y
conductuales evidentes, pero: ¿Nos enfermamos porque no sabemos respirar o no sabemos respirar porque nos enfermamos?
El ser humano, al igual que otros mamíferos, nace y se desarrolla respirando como acto reflejo y necesario para la subsistencia. Al ser una acción involuntaria no nos planteamos de
forma consciente aumentar el tiempo de apnea o hiperventilar
con intensión de perjudicar nuestra salud; por el contrario, las
patologías respiratorias aparecen como consecuencia de algún
tipo de alteración interna o externa.
Como especie, somos verdaderos especialistas en llevar la
contraria a la naturaleza creando nuevos hábitos que después
nos vemos obligados a corregir por lo que nuestro trabajo, en
este sentido, debe ir enfocado a encontrar los mecanismos necesarios para, desde la respiración, solventar cualquier perturbación del organismo. Aristóteles ya lo decía: El aire es tu alimento y tu medicamento.
No existe la ‘respiración perfecta’, ni la ‘tensión cardíaca
correcta’ todo dependerá de lo que el cuerpo exija en cada momento. En situación de descanso podrá ser lenta y profunda
pero ante cualquier señal de alerta deberá adaptar su ritmo para
compensar con oxígeno el mayor bombeo sanguíneo. Corazón
y pulmón son dos órganos en constante interacción, cualquier
variación en uno genera cambio instantáneo en el otro; por este
motivo, la activación del Sistema de Respuesta al Estrés ocasiona un aumento drástico en la cadencia respiratoria. Los pulmones deben compensar la exigencia del corazón enviando más
oxígeno.
Una intensa actividad psicofísica quema oxígeno obligando
a una elevada carburación. A causa de este incremento en el
consumo este gas exige una mayor actividad respiratoria que
deriva en un desproporcionado aumento del metabolismo basal.
Este estado de sobrexcitación trastorna nuestras capacidades
cognitivas que deben ceder su energía al mecanismo de supervivencia; el cuerpo reacciona a los estímulos de peligro activando una serie de respuestas programadas en nuestro cerebro
instintivo o Sistema Límbico. La situación se agrava cuando
la agitación del ritmo respiratorio y el incremento del pulso se
suceden en un círculo destructivo de desgaste.
Nos encontramos, entonces, inmersos en un bucle fatal de
dos acciones que se refuerzan en cada ciclo. Debemos conseguir que al menos uno de los dos: respiración o tensión cardíaca
‘vuelva’ a sus valores normales y arrastre al otro hacia la recuperación. Regular la ventilación o la circulación, este es el
objetivo para recuperar el equilibrio.
Ya hemos visto que la relajación contribuye a estabilizar un
organismo afectado por el shock del estrés ante una percepción
de peligro. Si reduzco la frecuencia cardíaca la necesidad de
oxígeno no será tan crucial. En cuanto a la respiración, disminuyendo el ritmo bajará la cantidad de O2 enviado a los pulmones
y el corazón no se verá obligado a impulsar tanta sangre.
Hay que tranquilizar al genio, pero, ¿le conozco lo suficiente?
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y LLENAR EL VACÍO Y VACIAR LO LLENO
Si controlas la respiración, controlaras todas las situaciones en
tu vida. YOGI BHAJAN
El ritmo del genio se modifica cada vez que una emoción nos
embarga. Cualquier estado alterado de la mente influye en este
mecanismo vital. La ira deriva en una respiración breve de ciclos rápidos mientras que la pena o el disgusto conforma ciclos
largos y profundos. Cuando queremos controlar la ira, necesitamos exhalar fuertemente, soltar toda la presión. Ante la pena
cogemos fuerzas si inspiramos con amplitud.
Si el miedo nos invade, la respiración tiende a bloquearse,
la sensación de ‘falta de aire’ se evidencia y la percepción de
‘ahogo’ aparece. Durante un episodio de ansiedad se vuelve
rápida y superficial, perjudicando al proceso de oxigenación del
cerebro. La tristeza consigue que la respiración se haga mucho
más lenta y profunda, motivo por el cual en estados depresivos
aparecen suspiros con mucha frecuencia. En situaciones de estrés se acelera y acorta, aumentando el pulso cardíaco.
Las emociones consideradas ‘negativas’ —miedo, ansiedad
o frustración—, derivan en un patrón respiratorio corto, arrítmico y limitado que nos conduce a una respiración alta y superficial. El cuerpo se encorva y recoge, como si quisiéramos cubrir
nuestras debilidades. Las positivas —alegría, satisfacción, ternura, paz— producen una respiración amplia, lenta y saciada de
oxígeno como elemento energizador.
En general, las emociones estimulan el proceso respiratorio. Su etimología así lo descubre: ‘emotio’ que significa movimiento o impulso. La emoción es una fuerza interior que lucha
por exteriorizarse, y lo consigue a través del aliento.
El movimiento es, precisamente, la esencia de la respiración: Yin y Yang, lleno y vacío, principio y final, inspiración
y espiración, se alternan y complementan en un ciclo vital que
sólo la muerte logra detener.
Todo lo que afecta a nuestra mente se expresa a través de
este ritmo vital: inhalar, exhalar.
Veamos en detalle las fases del proceso respiratorio:
INSPIRACIÓN (YIN)
E S P I R A C I Ó N ( YA N G )
ABSORBE O2
EXPULSA CO2
ENERGETIZA
RELAJA
CONTRACCIÓN MÚSCULOS
INSPIRADORES
CONTRACCIÓN
SOLO EN FORZADA
ABSORCIÓN DE ENERGÍA
ESQUIVA / HALAR
PROYECCIÓN DE ENERGÍA
EMPUJE / GOLPE
EXTENSIÓN MUSCULAR
FLEXIÓN MUSCULAR
AUMENTA EQUILIBRIO
(Baja el CG)
SENSIBLE AL DESEQUILIBRIO
(sube el CG)
BEBER / HALAR
HABLAR / TOSER
ESCALENO
ESTERNOCLEIDOMASTOIDEO
DIAFRAGMA / PECTORALES
DELTOIDES
INTERCOSTALES EXTERNOS
INTERCOSTALES INTERNOS
ABDOMINALES
OBLICUOS
EN ESPIRACIÓN MÁXIMA
CUADRADO LUMBAR
ANTIGRAVITATORIA
GRAVITATORIA
SORPRESA
OPTIMISMO ESPERANZA
PENA / DECEPCIÓN
ABANDONO / RENDICIÓN
SENSIBLE AL DOLOR
RESISTE EL DOLOR
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INHALACIÓN
Absorber la energía es lo primero que hacemos antes de un esfuerzo. “Coge fuerzas”, decimos, y se responde con una gran
toma de aire. Es la primera reacción de un recién nacido que
inspira para llenar sus pulmones y comenzar así un ciclo biológico que marcará la duración de su vida. Este acto nos llena de
energía disfrazada de oxígeno. No son pocos los Génesis humanos donde Dios insufla el alma a través de un soplo: Y Jehová
procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en
sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente, dice el Génesis 2:7.
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El diafragma desciende agrandando la caja torácica y empuja el abdomen hacia abajo y adelante. Los músculos intercostales externos levantan el esternón y las costillas. Todo esto
aumenta el tamaño del pecho con su cavidad pulmonar y el aire
es absorbido para rellenar el nuevo espacio gracias a su presión negativa, que atrae el oxígeno del exterior. Por arriba, el
escaleno ayuda elevando las primeras costillas, el esternocleidomastoideo hace lo mismo con el esternón. Son los músculos
inspiradores, necesarios al tratarse de un proceso activo que necesita de su complicidad. La caja torácica crea en los pulmones
una depresión que aspira la sangre hacia el ventrículo derecho
del corazón.
Está ligada a los movimientos extensores: abrir los brazos
en rotación externa; estirar la espalda o sacar el pecho; y a la
absorción de una fuerza que se proyectará enseguida con la espiración.
La cantidad de oxígeno que llega hasta las arterias a través
de la sangre es determinante para la salud y la vitalidad celular.
Se le considera de polaridad Yin por su cualidad pasiva de
absorción energética aunque revierte a Yang en el interior, donde ejerce una función activa. La inspiración es indispensable
en movimientos como absorber, halar, subir, levantar o beber.
Acompaña a la expresión de sorpresa y está asociada con las
actitudes de optimismo, dominio, esperanza, susto o defensa.
En lo físico, eleva el centro de gravedad aumentando el desequilibrio y nos vuelve más sensible ante cualquier impacto.
Al auparnos desde la cintura se genera una potente fuerza en
ascensión que en algunas artes marciales se incrementa a través
de un movimiento rotatorio de cadera. Las técnicas de Ko Kyu
Ho (Ko=espirar – kyu=inspirar) del Aikido trabajan en este sentido; eliminando toda la tensión muscular se consigue absorber
la fuerza del contrario para proyectarla posteriormente la través
de la espiración.
El genio escala hasta la cima, descansa, y emprende el regreso a casa. Su vértigo no le permite permanecer mucho tiempo
en las alturas. Tarda en subir la mitad del tiempo que emplea en
el descenso.
EXHALACIÓN
Relaja, prepara para el descanso. Es un proceso pasivo basado
en la distensión de los músculos espiradores. Todo vuelve a su
sitio, aunque una forzada contracción de abdomen, diafragma
e intercostales internos expulsará al completo el dióxido de
carbono residual. Los músculos que complementan la espiración son esenciales para toser, vomitar, defecar, estornudar o
sonarse. Su cualidad aferente, de adentro hacia fuera, extiende
la energía más allá de nuestro cuerpo. Al morir, expiramos, dejando ir nuestro último halo de vida… la espiración final.
En su curso se produce el drenaje linfático, desintoxicando
el organismo. Las células no tienen otra forma de deshacerse
del desecho que arrojarlo al flujo sanguíneo. Debido a ello, invertimos el doble de tiempo que en la inspiración. La sangre,
después de haber entregado sus residuos y recibido el oxígeno,
es impulsada hacia el ventrículo izquierdo del corazón.
Se le define como Yang por su capacidad de proyectar hacia
fuera la energía, si bien es internamente es Yin por su relación
con el vacío y lo pasivo. Nuestra mente sincroniza, por defecto,
las contracciones musculares de la expiración forzada con la
expulsión de aire, de forma que acciones como empujar, hacer
movimientos bruscos o hablar se realizan durante su desarrollo.
Aumenta el equilibrio corporal al descender el centro de gravedad y nos hace más resistentes al dolor si la forzamos con la
contracción muscular implicada. Es la reacción automática ante
una agresión, el cuerpo se encoge para proteger zonas sensibles.
En el mundo marcial se le vincula con la proyección de una
fuerza hacia el exterior, acompañando a cualquier tipo de golpeo, de ahí el sentido del kiai o grito que sincroniza con una acción de ataque. Suya es la responsabilidad en los movimientos
de flexión: doblar el cuerpo o cerrar los brazos.
Relacionada con la pena, la decepción, la sumisión, el abandono, la aceptación o el rendirse ante una adversidad. Pero también es la respuesta natural de alivio, tranquilidad, desahogo,
sosiego, entrega y relax.
El genio vuelve al hogar para renovar energías, y lo hace sin
esfuerzo, relajado, dejándose llevar por la inercia del descen-
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so. En el camino de regreso tiene que deshacerse de todo peso
inútil, necesita aliviar su carga antes de emprender de nuevo
el viaje. Por ello emplea el doble de tiempo. Se desliza por un
largo y placentero tobogán. Y prepara, sin pausa, el nuevo trayecto.
RETENCIÓN
A este movimiento dual que rige la vida en todas sus manifestaciones el Yoga agrega dos retenciones: una con los pulmones
llenos (Antara) y otra ya vacíos (Bahya). Esta cesación voluntaria (Kumbhaka) parece ser la esencia del Prânâyâma —ejercicios respiratorios que conducen a la concentración del Prana
o energía vital— ya que mejora la metabolización del oxígeno.
Al retener el aire, se prolonga el tiempo de contacto del oxígeno con la membrana pulmonar, aumentando así el nivel de
absorción de este gas y la expulsión de anhídrido carbónico; lo
que provoca importantes modificaciones del metabolismo.
Además, la retención permite:
• Expandir la capacidad pulmonar
• Ayudar a sobrellevar las situaciones estresantes
• Estimula la respiración celular
• Ayudar a la concentración mental
El metabolismo de nuestro cuerpo, es decir, el conjunto de
las transformaciones bioquímicas y energéticas que nos permiten vivir, continúa también durante esta fase. Incluso cuando
contenemos la respiración las células de los tejidos del cuerpo
siguen quemando oxígeno y produciendo dióxido de carbono.
El hecho de retener el aire estimula el nervio vago, la rama
principal del sistema nervioso parasimpático encargado de reducir la actividad corporal cuando esta es demasiado intensa o
prolongada. Con ello conseguimos regular el ritmo respiratorio
y la presión sanguínea.
El tiempo de retención variará según el nivel del practicante,
desde los 30 segundos de los recién iniciados hasta los largos
minutos de los yoguis experimentados. Como norma general,
se mantiene la retención la mitad de tiempo del empleado en la
inspiración o espiración.
Transcurrido varios segundos sin aliento con los pulmones
llenos, se registra un cambio de composición en la sangre: sube
la tasa de CO2 y desciende la de O2. Este cambio estimula el
trabajo vegetativo del bazo que se contrae y lanza al circuito
sanguíneo mayor cantidad de glóbulos rojos, a la vez que aumenta la temperatura del cuerpo y se relaja el sistema nervioso.
Cuando la presión parcial de CO2 en el aire alveolar excede los
50 mm de mercurio el estímulo respiratorio es tan fuerte que no
se puede mantenerse más tiempo la retención. Esto se considera
el Punto Límite, el bulbo raquídeo toma entonces el mando y
reinicia automáticamente el movimiento respiratorio.
No se confunda este método en cuatro fases con la respiración que realizamos de forma natural en nuestra vida cotidiana.
Se trata de un ejercicio que implica la acción voluntaria y que
suele realizarse en situaciones controladas.
Con la retención daríamos a nuestro genio dos paradas de
abastecimiento: una, en inspiración, donde recuperar el aire
(O2) antes de comenzar la bajada; y otra tras la espiración para
que limpie su ‘hogar’ (expulsión del CO2), acumulando la fuerza necesaria para emprender su nuevo ascenso. Teniendo en
cuenta lo arduo de su larga y trascendente misión, seguro que
nuestro pequeño amigo nos agradecerá un poco de sosiego de
vez en cuando.
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y DOMINANDO AL GENIO
Conocida la rutinaria pero vital tarea de este personaje, nos toca
ahora manipularlo a nuestro favor, si es posible, con su consentimiento.
Ya hemos visto que cualquier estímulo externo estresante
excita los ritmos cardíaco y respiratorio hasta niveles incontrolables haciéndonos caer en un bucle donde ambos se retroalimentan. También observamos que, mediante la relajación, conseguimos reducir el ritmo cardíaco y la presión arterial. Ahora
nos toca ver cómo, a través de la respiración, se puede intentar
103
revertir esa cadena de reacciones puestas en marcha por un estado de alarma.
Existe un factor fisiológico común que acompaña a cualquier
reacción al miedo, incluido el estrés: se trata de un aumento
drástico de la actividad pulmonar. El tiempo entre inspiración y espiración disminuye hasta niveles alarmantes y la falta
de aire se hace evidente, con la cadena de consecuencias orgánicas que ello conlleva. Recordemos que el origen somático de
tal alteración se encuentra en la alta y rápida exigencia de oxígeno solicitada por una frecuencia cardíaca afectada por la
adrenalina y el cortisol inyectados en el torrente sanguíneo
por orden de la amígdala.
Esta ‘necesidad de aire’ establece un bucle fatal: las cortas
inspiraciones limitan el acceso de O2 sobrecargando los niveles
de CO2,en los pulmones: al no producirse un intercambio de
gases adecuado el CO2 tiene que ser expulsado rápidamente con
espiraciones largas y profundas que vuelven a requerir con urgencia O2. La cota de expulsión de Dióxido de Carbono supera a la de absorción de Oxígeno, generando descompensación
a favor de este último.
La búsqueda extrema de equilibrio respiratorio durante
situaciones de ansiedad, ataque de pánico o estrés, deriva en
HIPERVENTILACIÓN, que en realidad es una HIPEROXIGENACIÓN.
Sus efectos pueden ser varios:
1. La falta de CO2 en la sangre es detectada por el cerebro,
que enseguida intentará compensarla reduciendo el impulso de
respirar; al percibir esto intentamos aumentar conscientemente
el ritmo respiratorio generando un nuevo desequilibrio y agravando la situación. El cerebro se esforzará aún más para hacernos respirar menos e incluso, si lo considera necesario, puede
detener momentáneamente el proceso con la intensión de equilibrar el intercambio de gases. Es normal que nos asustemos
al ignorar lo que ocurre. La hiperventilación nos produce una
sensación de ahogo difícil de asimilar.
2. Los descensos del nivel de CO2 en las venas (hipocapnia)
generan una alteración del pH en sangre. Si este equilibrio se
rompe, la sangre se vuelve alcalina y puede causarnos debilidad
en las piernas, aumento de palpitaciones o tensión muscular.
Se produce una alcalosis respiratoria o aumento del pH en la
sangre (acidosis por debajo de 7,35, es alcalosis si supera 7,45).
La consecuencias son:
• Al haber menos CO2 se reduce la frecuencia respiratoria
y para compensarlo se fuerza voluntariamente, aumentando la
sensación de disnea o ahogo.
• El cambio de la composición en la sangre libera menos
oxígeno en los tejidos por lo que el corazón, de forma refleja,
intensifica la potencia y frecuencia de sus latidos.
• Se convierte en un círculo vicioso que se retroalimenta
(feedback): genera más ansiedad, incrementa el nerviosismo, se
respira más rápido, lo que lleva a más alcalosis y así indefinidamente. La alcalosis produce mareos, temblores, sudoración e
irritabilidad del Sistema Nervioso.
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EN BUSCA DE EQUILIBRIO
Hay que recordar que partimos siempre desde un mismo principio: abordar la alteración fisiológica desde una situación generada por una agresión externa que ha producido desequilibrio
mental y físico. No se pretende complementar ni sustituir el
trabajo y consejos de un experto; la Hiperventilación o los
desajustes metabólicos pueden tener sus orígenes en procesos patológicos que nada tienen que ver con este libro y que
deben ser tratados por profesionales de la medicina.
Dicho esto, hay que intentar regular el ritmo respiratorio
ahora que ya conocemos sus causas y los efectos que se producen en nuestro interior:
Recordemos, al aumentar el nivel de oxígeno producido por
la hiperventilación desciende el dióxido de carbono debido
el desequilibrio en la respiración celular. Se percibe una sensación subjetiva de disnea o falta de aire y temor a la asfixia,
por lo que procuramos respirar más rápido para compensarla.
Conociendo esto, les indico tres recomendaciones sencillas
para tratar de revertir este estado y que van orientadas a reducir
105
la inhalación excesiva de oxígeno o regular la presencia de
anhídrido carbónico:
• Intentar respirar con los labios fruncidos, como apagando una vela. Ayuda a regular el ritmo respiratorio.
• Tapar la boca y una fosa nasal respirando por la que
queda libre. De esta forma limitamos la entrada de O2 y damos
tiempo a la compensación de gases.
• Respirar dentro de una bolsa cubriendo nariz y boca con
ella. Al no reponer el O2 se vuele a inhalar CO2 que al aumentar su presencia compensa la alcalosis. Hay que retirarla en intervalos de tiempo breves y seguir el procedimiento hasta que
desaparezca el ataque.
EJERCICIO
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Aunque no está incluida entre las sugerencias habituales de los
especialistas agrego otra técnica bastante simple pero efectiva
que podemos aplicar en momento de tensión; se trata de realizar una espiración profunda contrayendo los músculos de la
zona abdominal para luego forzarla al máximo hasta vaciar
los pulmones. Debemos mantenernos sin aire hasta que el propio cuerpo lo pida.
Con esto conseguimos una serie de beneficios importantes:
• Bajamos la energía al centro físico, alejándonos de los
pensamientos estresantes.
• Forzar en tensión los músculos espiradores (diafragma,
abdominales y lumbares) para después aflojarlos (método Jacobson) contribuye a la relajación de la zona intestinal, sede del
Sistema Entérico.
• En apnea espiratoria se incrementan los niveles de CO2
estabilizando el intercambio de gases en las células. Evita la
alcalosis al disminuir el pH en la sangre.
• Activamos el Nervio vago disfrutando así de los beneficios de sus propiedades relajantes.
• Equilibrando la respiración celular la tensión cardíaca
comenzará a reducir su frecuencia.
• El concentrar la energía en el abdomen, centrada en los
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músculos flexores de tórax y cadera, implica la relajación de la
espalda (dorsal ancho), el hombro (deltoides y trapecio) y los
brazos (tríceps y bíceps) lo que permitirá una respuesta rápida
y efectiva.
• La espiración forzada aumenta el umbral del dolor y el
nivel de equilibrio corporal.
•. La víctima puede disponer en su defensa de la potente
fuerza ascendente generada por la inspiración posterior.
Si bien puede ser útil en cualquier instante del conflicto, el
mejor momento para ejecutar esta última práctica es al inicio.
Tras la percepción de peligro, la primera reacción de nuestro
cerebro será absorber el oxígeno necesario para adaptar el organismo a la huida o defensa, o sea, inspirar. Sin duda, la situación ideal para continuar con una forzada espiración y dejar el
mando a nuestro centro.
En su obstinado deseo de ponernos a prueba, Dios (cualquiera de ellos), nos ocultó en las entrañas una herramienta mágica,
un complicado interruptor tan imprescindible como rutinario
que rige nuestra vida de forma autónoma. Por un lado la ciencia, y por otro disciplinas tradicionales que vienen transmitiendo sus conocimientos basados en el trabajo y la experiencia,
nos han permitido comprender los mecanismos que rigen este
proceso.
Llegados aquí, ya podemos decir que conocemos algo más
a nuestro genio, que en su incesante viaje de subidas y bajadas
debe superar todas las dificultades que colocamos en su camino,
convirtiendo una sencilla misión en una carrera de obstáculos
llena de sobresaltos, emociones, miedo, estrés…
Comprendemos su conducta, sus gustos y reacciones e incluso podemos predecir sus actos. Es posible, sólo posible, que
estemos descubriendo, al fin, la sutil argucia de este creador:
¡El genio, somos nosotros!
107
y EL IAIDO Y LA RESPIRACIÓN
Los practicantes de Kendo o del Arte de la Espada, disponen
de un método inigualable para conseguir un ritmo respiratorio
equilibrado y conseguir la sincronización perfecta entre la mente, el movimiento corporal y la respiración.
Les dejo un cuadro que detalla el proceso completo de envaine y desenvaine de la katana.
FASE
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ACCIÓN
Calma,
ZANSHIN Estado de
Alerta
KOKYU
RESPIRACIÓN
INSPIRACIÓN
lenta profunda,
abdominal.
HYOSHI
RITMO
Acción dentro
de la calma.
RETENCIÓN
NUKI
TSUKE
Desenvaine
ESPIRACIÓN
parcial
Lento al principio y
rápido lenta - brusca. al final (largo).
SEME
Desequilibrio
KIAI (corto).
ESPIRAR
el resto del aire
Breve pausa
RETENCIÓN
FURI
K A B U T E Armar sable
KIRI
TSUKE
INSPIRACIÓN
abdominal.
Cortar. KIAI al ESPIRACIÓN
bajar (corto). brusca.
Velocidad normal al
subir (corto).
Aceleración
progresiva.
RETENCIÓN
INSPIRACIÓN
C H I B U R I Limpiar sable
ESPIRACIÓN
lenta parcial.
Lento al subir, rápido al bajar (largocorto).
RETENCIÓN
INSPIRACIÓN
NOTO
TSUKE
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Envainar
ESPIRACIÓN
larga-forzada.
Lento al aproximar
la punta a la boca
de la saya rápido al
principio y lento al
terminar (largo).
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II
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LA
FUERZA
QUE TE
ACOMPAÑA
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Holismo,
La Pócima de Panoramix
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No son necesarios edificios, dinero, poder o prestigio para
practicar el Aikido. El cielo está exactamente allí donde te
hallas y ese es el lugar para entrenarse. MORIHEI UESHIBA
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igo a menudo, dentro del mundo de las Artes Marciales,
que el ser humano utiliza de media sólo el 20% de su fuerza. Es una cifra difícil de valorar debido a la diversidad de factores que influyen en esta estadística, la profesión o los hábitos
cotidianos de cada persona pueden fácilmente hacer bailar esta
cantidad en ambos sentidos. No obstante, bastaría un mínimo
análisis de nuestros movimientos para revelar esas deficiencias
motoras.
¿Dónde reside este llamativo ‘déficit’? Sin duda, en la infrautilización de nuestro sistema locomotor. No te asustes, no
es nada grave ni imposible de corregir. Se trata de una de las
grandes diferencias que nos aleja de culturas como la japonesa,
china o coreana donde la educación incluye, desde la infancia,
actividades dirigidas a integrar cuerpo y mente. El cuerpo es
un sistema holístico que debe ser utilizado como un ‘todo’,
no sólo como suma de sus partes.
Desde el comienzo me gustaría dejar clara esta evidencia y
112
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para ello, sin más, vamos a realizar un sencillo ejercicio:
Pídele a otra persona que se coloque frente a ti, ambos de
pié y erguidos. Intenta empujarla utilizando sólo el dedo índice,
es decir, moviendo nada más que la articulación de este dedo.
Ahora ampliemos la acción a la palma de la mano, sumando
la fuerza de la muñeca a la de las falanges. Intente no mover
ninguna otra parte de su cuerpo ¿Aún no generamos suficiente
potencia para desplazar al compañero? Recurramos entonces al
codo: unidas: falanges, muñeca y codo en una sola dirección,
comenzamos a sentir el resultado del empuje. Esto se debe a la
importante participación del tríceps braquial, principal extensor del brazo. Pero todavía no es suficiente.
Incorporemos el hombro, anexando así al vigoroso deltoides, flexor de esta estructura. En este punto la sensación de
fuerza se acrecienta de forma importante. Seguimos con el torso y la espalda notando como se ponen en marcha estructuras
musculares muy potentes: el dorsal mayor y los pectorales.
Hemos conseguido juntar la energía movida por las falanges,
muñeca, codo, hombro, espalda y torso. Un gran avance, hay
quien asume que aquí termina nuestra posibilidad de generar
fuerza ¡Gran error!
Ahora, sumemos la rotación de la cadera impulsándola en la
misma dirección que el hombro, el brazo y la mano. Sorpresa,
nuestra capacidad de empuje se ha multiplicado exponencialmente. Al desfile se suman los glúteos, cuadrado lumbar, oblicuos, abdominales… en fin, el centro motor de nuestro cuerpo.
Aunque habrá alguien que en este momento se sienta ya un
personaje de Marvel, aún nos queda la joya de la corona —en
cuanto a impulso se refiere—: la tierra. Al presionar contra ella
nos devuelve un flujo de energía difícil de conseguir utilizando
únicamente el cuerpo. Se ponen en funcionamiento los grandes
músculos antigravitatorios del miembro inferior: los cuádriceps crurales y el tríceps sural, aumentando la actividad de
los glúteos e isquiotibiales.
Si has realizado correctamente el ejercicio habrás comprobado cómo tus recursos físicos exceden en mucho a los que
utilizas habitualmente.
Aunque insistamos en la necesidad de considerar nuestro
cuerpo en movimiento como un solo bloque, según la función
de la zona utilizada podemos señalar cuatro fases diferenciadas:
1. Brazo y hombro
2. Tronco
3. Cadera
4. Piernas
En realidad, el ejercicio, por una cuestión didáctica, se ha
hecho de forma inversa, desde el dedo de las mano a los del pié,
cuando en verdad son las piernas quienes recogen la tensión
ascendente transmitiéndola hacia la cadera, que rota buscando
el sentido de la proyección y suma el empuje de la espalda para,
tras el impulso del hombro, extender la fuerza a través de las
manos. Al menos, este debería ser el orden si nuestro objetivo
fuera aplicar el máximo de fuerza posible. Sin embargo, no es
la forma habitual en que nos comportamos.
La bipedestación ha contribuido a la desconexión entre las
extremidades y la cadera a la hora de aplicar una fuerza específica con brazos o piernas. Mientras nos desplazábamos a cuatro
patas la transmisión de la energía fluía naturalmente de uno a
otro extremo; al estar erguidos los brazos parecen no necesitar
ya el concurso de nuestro centro para ejecutar una acción. Y
así debe ser cuando la resistencia es mínima: levantar un vaso;
lavarse los dientes o dar la mano a un amigo; los músculos braquiales son capaces de vencerla. Pero, cuando la intensidad
parece superarnos y la musculatura del brazo no es capaz de
sobreponerse al peso, solemos dejarlo por imposible y nos apresuramos a buscar una herramienta que nos sustituya; recurriendo, entonces, a la palanca.
El hecho de que sean los miembros los elementos motores
más utilizados en nuestra comunicación con el exterior nos indica ya la poca actividad que en este sentido exigimos a la cadera
y el tronco a pesar de contener la musculatura más potente del
cuerpo. En el ejemplo anterior, ante la incapacidad del tríceps
y flexores de la muñeca para lograr mover a la otra persona,
decidimos agregar los inmediatos agonistas del hombro, tórax,
espalda, cadera y piernas con las que, además, sumamos el im-
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pulso resultante de nuestra presión contra el suelo. Nos hemos
‘olvidado’ que brazos y piernas sólo son una parte de una verdadera cadena locomotora que comienza en la tierra que pisamos.
Confieso que uno de los conceptos más difíciles de explicar
durante el entrenamiento de un arte marcial es el de la necesidad de unir todo el cuerpo en el momento de realizar cualquier
técnica tanto defensiva como ofensiva. Los alumnos principiantes suelen responsabilizar de toda la fuerza al bíceps y tríceps,
sobrecargando con facilidad el brazo.
Si Asterix hubiera comprendido este mecanismo holístico,
es decir, resultado de la implicación plena del cuerpo, habría
prescindido de la pócima mágica del druida Panoramix.
cerebelo los organice y equilibre de la forma más conveniente.
No nos preocupemos por el tiempo; el impulso nervioso se desplaza por la médula a 70 metros por segundo.
Está claro que no podemos, al menos por ahora, manipular
al cerebelo para que incorpore en una sola acción la cadena
muscular que nos conviene, así que optaremos por incrementar
conscientemente este hábito para irlo convirtiendo en un mecanismo automático de respuesta: activar la ‘memoria’ de los
músculos implicados en el proceso para que lo ‘recuerden’
en el momento requerido.
Aunque lo parezca, la verdad es que estos tejidos no tienen
memoria, así que la grabación de nuevas habilidades correrá
a cargo, como siempre, del cerebro. Los movimientos activan
sensores (propioceptores) en los músculos, tendones y articulaciones que retroalimentan constantemente al sistema nervioso central informándole acerca de la situación del cuerpo en el
espacio y de los músculos implicados. Como resultado de esta
rutina se crean rutas de ida y vuelta que terminan convirtiéndose en acciones automáticas. Tal es el caso de algunas de las
tareas realizadas durante la conducción, (pisar el freno ante la
luz roja del semáforo), o de muchos eventos reflejos aplicados
en profesiones con trabajos rutinarios.
Para comprender mejor el mecanismo de transmisión de
fuerzas a través de nuestro sistema locomotor, vamos a abordar
la secuencia desde su inicio: la tierra.
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Lo cierto es que la necesidad de hacer intervenir todo nuestro cuerpo en la aplicación de una fuerza ha dejado de ser un recurso automático patrocinado por el instinto; es importante que
nos habituemos nuevamente a él. Para ello, veamos el proceso
utilizado por el Sistema Nervioso Central para gestiona runa
acción voluntaria:
1. La información visual sitúa el objeto dentro del espacio.
2. El lóbulo frontal valora las posibilidades, planifica el alcance y ordena el movimiento.
3. La médula espinal transmite la información hasta la
mano.
4. Neuronas motoras transmiten el mensaje hacia los músculos implicados
5. Receptores de los dedos devuelven un mensaje a la corteza motora de que están preparados para ejecutar la orden.
6. La médula espinal envía la señal de ‘listo’ al encéfalo.
7. Los ganglios basales juzgan la fuerza de presión y el cerebelo corrige los errores de movimiento.
8. La corteza motora recibe el mensaje de que todo está
preparado y manda a ejecutar el movimiento.
Es esta, la corteza motora situada en la parte posterior del lóbulo frontal, la responsable de la movilización de los músculos
necesarios para ejecutar una acción voluntaria, dejando que el
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Gravedad,
nuestra fiel compañera
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No hay nada más importante en Artes Marciales
que utilizar esta Ley universal que Ueshiba llamó:
la esencia del Universo. KIYOSHI ARAKAKI
H
as intentado alguna vez golpear un objeto dentro del agua
sin hacer contacto con el suelo, o suspendido en una cuerda? Si lo has hecho te habrás dado cuenta de la poca fuerza que
puedes generar con tus movimientos en estas condiciones, en
donde todo depende de lo efectivo de un grupo muscular muy
específico. Ni que decir si lo que pretendes es empujar una masa
que te supera en peso: saldrás despedido hacia atrás sin alterarla
en lo más mínimo. Por eso se amarran los astronautas cuando
salen de la nave espacial, cualquier tropiezo les mandaría a un
viaje sin retorno.
No estamos ‘diseñados’ para flotar, todo lo contrario, las formas más primitivas de vida se desplazan a ras de suelo y van
levantándose sobre él con el pasar de los años… miles de millones de años. La tierra nos mantiene encadenados a ella en una
sumisión insoslayable.
Aunque Albert Einstein demostró que la fuerza de gravedad: es una ilusión, un efecto de la geometría del espacio-tiem-
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po, lo cierto es que nuestro cuerpo es el resultado de una lucha
constante contra la atracción que ejerce el centro del planeta.
Para vencer este irresistible imán hemos desarrollado un eficiente engranaje elevador basado en un sencillo mecanismo: la
palanca.
El sabio de Siracusa, Arquímedes (287-212 a.c.) dijo alguna vez “denme un punto de apoyo, y moveré el mundo”. Su
amigo, el rey Herón, lo puso en duda. Entonces, Arquímedes,
para demostrarlo, pidió que en un barco se colocaran la mayor
cantidad posible de armamento y personas. El monarca pudo
ver, sorprendido, como desde una silla y cómodamente sentado,
el científico sacó el barco del mar usando sólo un sistema de
poleas. Herón no tardó en publicar un edicto según el cual, de
ese día en adelante, todo lo que Arquímedes dijera sería considerado verdadero.
Partiendo del principio básico de que todo cuerpo sobre la
tierra permanece inmóvil a menos que una fuerza externa lo
ponga en movimiento, podemos deducir que para desplazar
cualquier masa hay que poner en marcha algún mecanismo que
imprima una fuerza mayor a la ejercida por la gravedad. En
pocas palabras, cualquier movimiento implica el uso de un artilugio parecido al de Siracusa.
¿Qué tiene que ver eso con nuestra movilidad? Mucho, el
cuerpo sería una masa inerte, en reposo, si no tuviera la capacidad de oponerse a la fuerza de gravedad —Primera Ley
de Newton— ¿Cómo lo hace? Para contestar esto debemos entender el funcionamiento de las palancas de tercer grado; en
estas, la potencia se encuentra entre la resistencia y el punto
de apoyo, que está en un extremo. Nuestra masa corporal necesita la acción de la fuerza muscular ejercida a través del pié
apoyado contra el suelo para vencer la resistencia que produce
su peso. Eso es, nos desplazamos gracias al engranaje de una
palanca.
De esta forma, nuestra máxima potencia aparecerá como
respuesta a la acción de presionar contra la tierra (punto de
apoyo) nuestro elemento de contacto (pié), a la que se irán sumando todos los demás grupos musculares solicitados. A mayor
impulso, mayor fuerza. En la simple tarea de empujar, la fuerza originada en el suelo es recogida por los extensores de las
piernas y transferida a la cadera; esta la direcciona y aumenta
gracias a su rotación descargándola en los grandes músculos de
la espalda y el tórax, quienes conectan con el brazo y la mano
a través de la cintura escapular y el hombro. Así, la presión
que transmitimos a nuestro destinatario es la del impulso iniciado por nuestra acción antigravitatoria más la suma de todas
las fuerzas generadas durante esta secuencia muscular. Por el
contrario, sin base de apoyo —como sucede en el agua o en el
espacio­­­—, toda la responsabilidad recaería sólo en la acción de
los músculos implicados.
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Ese gran ‘primer impulso’ desde la base se convierte en el
percutor de un movimiento que va incrementando su presión.
Recordemos que las Leyes de la Dinámica afirman que si las
fuerzas tienen una misma dirección se suman todos sus
módulos (en este caso: músculos), lo que nos puede dar una
idea del potencial conseguido en el momento final del empuje
si podemos unificar en un mismo sentido todos los elementos
que concurren.
La Segunda Ley de Newton lo cuantifica cuando establece
que: La suma de todas las fuerzas que actúan sobre un cuerpo es directamente proporcional a la aceleración que sufre.
La constante de proporcionalidad entre la fuerza aplicada y
la aceleración producida es la masa del cuerpo. De donde:
F1+F2+F3 = m.a
La suma de todas las fuerzas que intervienen (F) será igual
al producto de la masa (m) por la aceleración (a). Lo que quiere
decir que: mientras más fuerzas hayan implicadas en una
misma dirección, mayor será la aceleración del cuerpo, y
por tanto, más contundente su efecto sobre el receptor.
Pero, volviendo al percutor, ¿Cuánta energía somos capaces de generar oprimiendo el suelo que pisamos? Parece claro
que la cantidad va en relación directa a la fuerza descendente
que seamos capaces de transmitir con nuestra masa (músculos
+ peso) en su viaje hacia el centro de la tierra. Al caminar ejer121
cemos una presión ‘moderada’ y por eso no nos despegamos
mucho de la tierra, sin embargo, si nuestra intención es saltar
debemos aplicar un impulso (presión descendente) muchísimo
mayor. Como si el planeta nos devolviera con creces lo que le
damos… y así es.
Dejemos que sea nuevamente Newton quien nos dé la solución, esta vez con la tercera de sus leyes:
Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria: quiere decir que las acciones mutuas de dos cuerpos
siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto.
Sencillo, toda fuerza que se aplica sobre un objeto con
mayor masa es devuelta con la misma intensidad. Si el sabio
inglés estuviera equivocado y la tierra no nos pudiera devolver
la energía que mandamos hacia ella estaríamos condenados a
reptar.
dos técnicas mencionadas son una muestra de lo que podríamos
denominar la ‘ciencia de la lucha’; un ejemplo fiel de cómo
invertir de forma calculada todos los recursos biomecánicos necesarios para conseguir un impacto a plena potencia.
El Gyaku Tsuki se inicia desde la pierna atrasada estirada
y con ligera flexión de rodilla. El puño que golpea, en posición
supina, comienza recogido en la cadera y cerrado sin tensión.
El lado de ataque: brazo; cadera y pierna, se encuentra rotado
hacia el exterior. Toda la acción se centra en un giro hacia el
interior de forma rápida pero encadenada.
El movimiento comienza con la súbita contracción de los
extensores de la pierna y flexores del talón: gemelos, cuádriceps
e isquiotibiales que impulsan el pié contra el suelo produciendo
así una potencia de rebote equivalente que asciende hasta el
centro del cuerpo.
Los músculos de la cadera —glúteo y aductor interno—
arrastran consigo en la torsión a oblicuos y abdominales del
lado contrario que ayudan a extender la energía hacia el dorsal mayor y el trapecio. Finalmente,
la cintura escapular y los pectorales
concentran y dirigen —a través de la
rotación interna del hombro—toda la
energía ascendente que culmina en
una fulminante pronación del brazo
y del puño, que cierra en el momento
del impacto.
Como ven, se trata de la misma
secuencia escalonada que se repite en el destructivo Crochet de los
boxeadores, con alguna adaptación:
al ser el impacto lateral, el puño no
se conforma con la pronación sino
que sigue girando hasta poner el dorso frente a nuestra cara. Por su parte, en la pierna, tanto la rodilla como el dedo gordo quedan mirando hacia el centro gracias
al desplazamiento externo del talón, que gira y se levanta para
un último impulso. Todo esto en busca de una extrema rotación
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y EL GRAN GOLPE
¿Qué aportan los principios de Arquímedes y la física newtoniana a las Artes Marciales?
No me equivoco al afirmar
que constituyen una de las bases
de estas disciplinas. Las leyes de
la dinámica y las ventajas de la
palanca han sido aplicadas desde
siempre por los grandes maestros
de la lucha, de ahí su gran conocimiento sobre las debilidades,
fortalezas y límites del cuerpo
humano.
Buena muestra de esto es el
Gyaku Tsuki, golpe de puño
de karate a pié cambiado o el Crochet del Boxeo tradicional.
Para la mayoría de las personas un puñetazo consiste en alzar el
hombro para tomar impulso y arrojar el brazo hacia delante extendiéndolo bruscamente; la potencia del golpe depende así de
la contracción pectoral y el vigor del tríceps. Sin embargo, estas
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interior que permita el mayor desarrollo de la fuerza.
Otras técnicas, como el Uppercut, siguen la misma dinámica cambiando sólo el lugar del impacto. En este caso se trata de
un golpe ascendente hacia la mandíbula.
que si queremos incrementar la fuerza (Fuerza = masa x aceleración) será necesario aumentar considerablemente la velocidad. De ahí que técnicas como el Gyaku Tsuki, dada su rapidez
de ejecución, sean utilizadas como contraataque sorpresivo. No
obstante, podemos valernos de la gravedad para aumentar tanto
la masa como la velocidad:
• Otra opción aplicada en los deportes y actividades de lanzamiento pero que mantiene algo reticentes a algunos practicantes de kárate que temen perder la estabilidad, es aumentar la
masa dejándose llevar por el momento de inercia generado; en
otras palabras, intentar alcanzar el Centro de Gravedad Imaginario desplazado delante nuestro. Esto sí se aplica en el Uppercut gracias a un generoso giro a favor del golpe, lo que aumenta
el desplazamiento de masa y ayuda a mantener el equilibrio.
• Dejarse ‘caer’ en el momento del impacto suma la fuerza
gravitatoria a la inercia de la ejecución aumentando masa y aceleración. Esta es una de las grandes aportaciones del Taekwondo ITF (Federación Internacional de Taekwondo) y su creador.
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El que esta secuencia biomecánica sea la mejor forma de
proyectar una fuerza queda evidenciado por su aplicación en
deportes o juegos que implican lanzamiento de objetos, tales
como la jabalina, el disco o el martillo. En el Baseball, el pitcher se impulsa desde la pierna atrasada para arrojar la bola
con el brazo del mismo lado y el bateador impacta con el bate
de forma homolateral. El cuerpo tiende a adoptar esta postura
de forma natural porque asume que es la manera más eficaz de
transmitir la fuerza.
Datos a tomar en cuenta:
• Si la pierna atrasada está tensa al comienzo no deja margen para la extensión necesaria en el empuje inicial. Esto suele
ocurrir en principiantes que dejan todo el trabajo motor a la rotación de la cadera obviando el impulso contra el suelo y desaprovechando así una buena parte de la potencia del movimiento.
• Antes del golpe, el cuerpo debe estar relajado con excepción de los músculos que ayudan a sostener la posición. Es en
el instante del impacto donde hay que concentrar la máxima
tensión.
• La cintura tiene que estar ligeramente girada hacia el lado
de golpeo. Al atrasar la pierna, hay que dejar que esta arrastre la
cadera en rotación externa hacia su posición lo que conforma un
eficiente elemento disparador de la fuerza absorbida de la tierra.
• Tenemos una masa pequeña de contacto, el puño, por lo
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BIOMECÁNICA
Kinesiología conjunta o proceso biomecánico que interviene en
el Gyaku Tsuki:
Movimientos de deslizamientos y de rotación:
1. Articulación del tobillo: actúa en el talón.
2. Articulación de la rodilla activa: en el giro de rodilla y
muslo.
3. Articulación coxofemoral: actúa en el giro de la cadera.
4. Articulación escapulo humeral: actúa en la salida del
brazo.
5. Articulación radio humeral: actúa en la extensión y rotación interna del antebrazo.
Los principales músculos que intervienen son:
1. En el pie: calcáneo medio, lateral, maléolo, maléolo medio.
2. En la pierna: soleo, gemelo, tibial, tríceps sural.
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3. En el muslo: semimembranoso, semitendinoso, bíceps femoral, recto femoral, abductor, tensor de la fascia lata, cuádriceps, sartorio.
4. En la cintura coxofemoral: glúteo mayor, glúteo mediano, oblicuo externo.
5. En el tronco: recto abdominal, pectoral mayor, dorsal,
trapecio.
6. En el hombro: deltoides.
7. En el brazo que va adelante: tríceps, braquial anterior,
coracobraquial.
8. En el brazo que se recoge (acción de Hikite): bíceps braquial y deltoides.
9. En el antebrazo: extensor largo de los dedos, cubital
posterior y anterior.
10. En la mano: ínter óseo, abductor corto del pulgar.
máximo la masa corporal, velocidad y coordinación en golpes
de gran potencia. Un movimiento ondulatorio con desplazamiento ascendente y descendente del centro de gravedad del
cuerpo.
En el Kárate se empuja contra el suelo manteniendo la presión de las caderas hacia abajo con los brazos sujetos cerca del
cuerpo. Los músculos saltan como un resorte impulsando el
brazo explosivamente hacia delante en un movimiento de tirabuzón. La pierna de atrás proyecta sus caderas hacia el blanco
con una fuerte contracción de los músculos abdominales al
impactar. En el Taekwondo de Choi no se advierte esfuerzo
alguno, así lo explica Manuel Adrogué en su trabajo ‘La Ola
del Taekwondo’: Los brazos se revuelven con soltura cerca del
costado, y los pies no se acercan entre sí más que al ancho de
hombros. La cabeza se encuentra más alta que en el modelo
de Karate, con las rodillas ligeramente flexionadas antes que
un suave y sutil descenso y rebote a mitad de camino eleven
al cuerpo para accionar el movimiento de “ola sinusoide. La
acción se siente como una caída con plena potencia sobre el
blanco usando la masa corporal y la aceleración final de las
manos».
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y COMO UNA OLA
Al hablar de movimiento secuencial en la transmisión y suma
de fuerzas de un golpe debemos recurrir necesariamente a la
figura y trabajo de Choi Hong Hi, general del ejército coreano
y fundador del Taekwondo como Arte Marcial refundido del
Taekkyon, antiguo arte coreano de la lucha, y del Shotokan
(Escuela de las Olas de los Pinos), estilo de Kárate creado por
Gichin Funakoshi.
Choi, un verdadero científico de los métodos de lucha, buscaba una disciplina eficaz donde cada golpe alcanzara su máximo potencial. Tras el impulso dado contra el suelo, los movimientos debían comenzar en la cadera y el tronco, e ir agregando
elementos en busca de la máxima fuerza haciendo confluir la
aceleración y la masa en una estructura adecuadamente alineada al impactar. Todas las partes del cuerpo, (cadera, hombro y
mano) que intervienen en la acción deben llegar al choque con
su máxima velocidad y con la dirección-alineación apropiada.
En su permanente obsesión por la eficacia, el general coreano formalizó un movimiento de ataque al que llamaría ‘onda
sinusoidal’ (hwaldung pahdo en coreano, sine wave en inglés),
técnica básica del Taekwondo ITF, que pretende rentabilizar al
126
Este cambio de nivel corporal agrega un valor clave para la
fuerza del movimiento: el efecto gravitatorio. Según la teoría
de la energía cinética, cualquier objeto incrementa su velocidad en un movimiento descendente, gracias a la acción de la
aceleración de la gravedad ¿Y esto que implica? Como hemos
visto, y con la complicidad de Newton, la gravedad se evidencia
con la caída libre de un objeto hacía el centro del planeta con
una aceleración de 9,81 m/s2. Al conseguir armonizar este ‘des127
plome’ del cuerpo con la aceleración de la rotación de cadera y
el recorrido del puño se genera un aumento de velocidad y masa
considerable.
Sin ser físicos ni especialistas en dinámica, parece fácil la
deducción: Si favorecemos la masa y la aceleración se incrementa la fuerza (F = m.a), e incrementando la fuerza y la velocidad generamos más potencia (Potencia = fuerza x velocidad)
que es la cantidad de esfuerzo realizado en un intervalo de tiempo. Disponemos de todos los ingredientes necesarios —fuerza,
masa y velocidad—, sólo tenemos que coordinarlos a través de
una técnica adecuada.
Por algún motivo, nuestra educación física se ha orientado
hacia la utilización de las secciones del cuerpo como si fueran
barras sólidas e independientes, olvidando que somos un flexible objeto articulado. Este ‘error’ de apreciación sobre la mecánica del cuerpo humano nos lleva a proyectar toda la energía
de forma lineal, bloqueando las juntas articulares para crear un
elemento rígido continuo contrario a la dinámica de ondas (véase la forma rígida que empleamos para empujar).
Esto exige un exceso de esfuerzo sobre el grupo muscular
utilizado: si empujo gracias sólo a la extensión del tríceps, el
músculo se agotará rápidamente disminuyendo su potencia. Sin
embargo, si estas fibras consiguen integrarse en un sistema
dinámico y flexible mayor, que absorba su energía no de la
contracción sino de tierra, y la transmita a través de un movimiento ondulatorio, el desgaste será mínimo y la potencia
resultante máxima.
La onda sinusoidal no deja de ser un tipo de onda mecánica
por la que discurre la energía. El Tai Chi es un buen ejemplo
del empleo de transmisión de fuerza a través de ondas transversales (perpendiculares a la dirección de la energía) o longitudinales (paralelas a la dirección de la energía). Para que esto
ocurra, cada articulación debe estar relajada, permitiendo una
transferencia fluida y sin pérdida. Sus movimientos son un fiel
ejemplo de la aplicación de la mecánica de ondas: la ‘perturbación’ se inicia en tierra y se propaga a través de las articulaciones, que cambian la masa del cuerpo para transferir la energía.
Una onda mecánica no transporta masa, sino energía y cantidad de movimiento, en el caso de las ondas la cantidad de
movimiento depende del cambio de masa del medio perturbado
y no de la velocidad de propagación.
Con la práctica y el conocimiento necesario podemos combinar todos estos factores a nuestro antojo para conseguir máxima efectividad. Para que la aplicación de una fuerza sea plena,
la suma de toda la energía generada debe seguir una misma dirección y descargar en un único objetivo. Si comparamos la
energía con agua que se desplaza a través de una manguera,
diremos que el líquido tiene que mantener su presión durante
todo el recorrido, cualquier desviación o rotura antes del final
implicaría una pérdida considerable de la fuerza aplicada.
Debemos llamar la atención sobre un error común a la hora
de ejecutar un golpe: lo habitual de un tsuki en combate es que
termine con una pierna adelantada para evitar la caída hacia delante como consecuencia de la inercia producida. El pié —homolateral o contralateral al puño atacante— se fijará en el suelo
en el momento del choque para asegurar el equilibrio. Y he
aquí el problema, si apoyamos el pié un solo segundo antes,
nuestra cadera y abdominales se verán obligados a repartir y desviar la energía, descargando en el suelo una parte
importante de ella y permitiendo que sólo el resto continúe
hacia el brazo. Es como si hiciéramos un corte en la manguera
antes de que el agua alcanzara el orificio de salida.
Artes Marciales como el Wing Tsun o el propio Taekwondo de Choi Hong Hi, conscientes de la gran pérdida de potencia por esta causa, trabajan este ‘mal hábito’ e intentan que
sus practicantes consigan impactar con la mano milésimas de
segundo antes de que la pierna adelantada consiga su apoyo
estabilizador.
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y UN GIRO HACIA EL INTERIOR
A esta altura habrán advertido ya que al hablar de los potentes
golpes utilizados en las Artes Marciales se repite un movimiento común: la rotación interna. Un giro que es, además, el gesto
natural que adopta el brazo en acciones como empujar o cubrir129
se la cara, dejando ver unos patrones musculares muy específicos. Esta misma dirección está relacionada con el concepto
mecánico de ‘abrir’. Tapas, cualquier tipo de llave, tornillos y
tuercas o el regulador del horno se abren con un giro antihorario
(levógiro).
Ya hemos visto que la mayoría de ataques con puño, con independencia del estilo marcial, salen de nuestro plano corporal
trazando un tirabuzón en rotación interior hacia el punto de contacto. Sea directo (Jab, Oi Tsuki) o circular (Uppercut) el puño
suele rotar entre los 90º y 180º antes del impacto.
De esta forma y desde el impulso obtenido desde el suelo, la
pierna se tuerce hacia el centro del cuerpo arrastrando consigo
a la cadera. Los oblicuos y abdominales del lado opuesto se
contraen para girar la cintura y el fuerte dorsal ancho se suma
al deltoides y pectoral para extender súbitamente el brazo en
rotación interna.
Esta preferencia por el giro interior a la hora de ejercer más
fuerza no es producto de la casualidad. Al contrario, se apoya en
una serie de razones fisiológicas evidentes:
3. Partiendo de la posición anatómica, el hombro y el antebrazo
se encuentran en su límite articular en rotación externa y supinación, mientras que la rotación interna y la pronación disponen
de un giro superior a los 180º.
Todo esto determina que la mayor capacidad generadora de
fuerza en el cuerpo humano resulte de la combinación sincronizada, en tiempo y espacio, de estos elementos. Nuestro instinto
lo sabe y por eso responde a la simple acción de empujar con
una evidente rotación interna del brazo. Si quieres comprobarlo
sólo tienes que probar la acción inversa: empujar un objeto girando los brazos hacia el exterior.
La potencia de este movimiento de rotación hacia el interior
permite que también recurramos a él en técnicas implicadas en
la suelta de agarres y en Kansetsu Waza o trabajos de luxación.
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BIOMECÁNICA
1. Los músculos más potentes de la anatomía humana son rotadores internos, lo que les hace girar hacia el centro del cuerpo:
a. Glúteos medio y menor.
b. Oblicuos, rotan el tronco hacia el lado del músculo que se
contrae; Psoas, rota el tronco hacia el lado contraído.
c. Dorsal ancho, redondo menor, redondo menor y subescapular.
d. Pectoral mayor, deltoides.
e. Pronador redondo y braquioradial.
2. El giro aumenta la distancia recorrida en un espacio de tiempo determinado lo que implica mayor Velocidad y, por lo tanto, incremento de los valores de Aceleración; a igual Masa (el
puño), esto repercute positivamente en la aplicación final de la
Fuerza (F = m.a).
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LA TEORÍA DEL PODER
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“Imposible” es sólo una palabra que usan los hombres débiles
para vivir fácilmente en el mundo que se les dio, sin atreverse
a explorar el poder que tienen para cambiarlo.. MUHAMMAD ALI
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ualquier trabajo realizado sobre la transmisión de fuerzas
dentro de las Artes Marciales estaría incompleto si no toma
en cuenta uno de los fundamentos básicos del Taekwondo: La
Teoría del Poder. Se trata de seis principios básicos necesarios
para lograr una potencia plena a la hora de ejecutar la técnica:
1. Fuerza de reacción (Bandong Ryok)
2. Control de la respiración (Hohug Jojul)
3. Equilibrio (Kyun Hyung)
4. Masa (Zilyang)
4. Concentración (Jip Jong)
5. Velocidad y reflejos (Sokdo)
Todos ellos dentro de la necesidad, planteada por el general
Choi, de convertir esta disciplina en una verdadera Ciencia de
la Lucha basada en la aplicación de formulaciones físicas comprobadas. Factores necesarios para que los alumnos lleguen a
desarrollar un alto grado de potencia física.
Desarrollemos algunos de estos aspectos.
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y FUERZA DE REACCIÓN
Si te encuentras suspendido en una barca sobre el agua y empujas con los brazos un pilar fijo, esta se desplazará en dirección contraria con una fuerza igual a la de nuestro empuje. En
realidad, esto sólo sería totalmente cierto en el espacio donde
no intervienen factores como la fricción del agua o la gravedad. Aun así, nuestro impulso siempre se revertirá en nuestra
contra a menos que el objeto ceda.
Ni que decir si la masa del puño es llamativamente superior
al objeto golpeado. Además de no generarse reacción en contra,
no podremos transmitir el total de la energía debido a que el
cuerpo agredido cede ante tal impulso. Imaginemos una bola de
bowling chocando contra una de billar, la grande avasallará a la
pequeña continuando su recorrido.
Cambiemos la perspectiva por un momento y pongámonos
en el lugar del sujeto pasivo (quien es empujado). Si alguien
viene violentamente en contra nuestra, bastaría un pequeño y
veloz golpe para hacerle retroceder, al menos, esto afirma ‘La
Teoría del Poder’. En la práctica, no es tan simple. Para que
esto suceda es necesario oponerle una fuerza igual o mayor a
través de la relación masa/velocidad y, sobre esto, saben mucho
las artes marciales tradicionales. En Aikido, este trabajo forma
parte del entrenamiento cotidiano que busca demostrar el valor
del Ki.
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Este principio está basado en la tercera Ley de Newton que
establece que la fuerza siempre es dual, es decir, se presenta por
parejas, y que a toda acción se le opone siempre una reacción
de igual magnitud. Ya hemos visto la aplicación de esta Ley
en movimientos tan básicos como caminar o empujar, acciones
que necesitan de la respuesta física generada por el impulso de
nuestra pierna contra el suelo, aunque su utilidad en una confrontación va mucho más allá de esta tarea.
Toda la energía que lleva el puño no se transfiere al completo. Parte es absorbida por la deformación del objeto golpeado,
otra se pierde en la generación de calor y, la más importante, se
refleja gracias a este principio de reacción.
La que regresa hacia su origen guarda relación directa con
la masa de ambos cuerpos. Este ‘choque elástico’ producido se
basa en un criterio elemental: si la masa de un puño es igual o
mayor que el objeto golpeado no se producirá fuerza de reacción, absorbiendo el cuerpo que la recibe toda la potencia del
impacto. Como ya se ha dicho, a falta de masa aumentamos el
factor velocidad, incrementando así el valor total de la fuerza.
(F = m.a).
Es fácil de visualizar si recurrimos al billar. Una bola en movimiento golpea a otra fija desplazándola violentamente mientras ella se ‘clava’ en el lugar del impacto. Esto nos indica que,
a igual masa, la velocidad de la bola permitió una transferencia
total de fuerza sin percibir ninguna reacción en contra. Podemos ver claro ahora el perjuicio físico que conlleva el golpear
un makiwara sin elasticidad o impactar con el bokken sobre un
árbol sólido (sin flexibilidad).
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En las exhibiciones de Morihei Ueshiba era un clásico ver
como fornidos alumnos rebotaban en su enclenque anatomía intentando desequilibrarlo. En realidad, el fundador de este Budo
llegó a ser la mejor demostración viva de la aplicación de las
leyes de Newton gracias al extraordinario control de su cuerpo
y a su capacidad para adaptarlo con rapidez a cualquier estímulo exterior. No cabe duda que, como el general Choi, Ueshiba
ha sido uno de los grandes científicos de las artes marciales.
Posteriormente, Gozo Shioda, fundador del estilo Yoshinkan,
y Koishi Tohei, creador del Ki-Aikido (Shin Shin Toitsu Aikido), han basado sus estilos en las cualidades del Ki incluyendo
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en su práctica numerosas técnicas de exaltación de este ‘poder
interno’.
Si observamos una demostración de Shioda —hoy día es fácil gracias a youtube— seguro que tendremos la oportunidad de
ver uno de los sorprendentes trabajos heredados de Ueshiba: el
maestro invita a un alumno a abalanzarse sobre él y a empujarle
en el pecho bruscamente. Para sorpresa de todos, el atacante
sale despedido hacia atrás como impulsado por un gran resorte.
Los espectadores no disimulan su asombro convencidos de la
extraordinaria concentración de Ki que emana del sensei… y
tienen razón. Esta fuerza, que parece nacer del cuerpo de Shioda, recibe el nombre de ‘energía cinética’ o kinética y es la
producida por un cuerpo en movimiento, el suyo. Se define
como el resultado de dividir entre dos el producto de la masa
por el cuadrado de su velocidad: EC = ½.m.v2. Esto quiere decir
que desplazando su masa velozmente (la velocidad se potencia al cuadrado) el receptor del empujón ‘devolvió’ multiplicada la fuerza recibida.
El alumno ha absorbido, en el instante de contacto, una fuerza inversa superior a la que él imprimió. De hecho, los uke que
participan en este tipo de ejercicios suelen definirlo como un
fuerte impacto contra una sólida pared. Sin embargo, cualquier
persona del público podría poner en duda el hecho de que el
instructor, aparentemente estático, sea capaz de generar por sí
mismo una reacción tan contundente. Entonces, ¿cómo lo hizo?
La cámara lenta nos permite hoy descifrar cuadro a cuadro
el movimiento realizado. En fracciones de segundo el maestro
se prepara para la colisión y fragua la respuesta: Retrocede una
de las piernas flexionando las rodillas; inclina el cuerpo hacia
delante; y sube el talón en flexión plantar apoyándose en el metatarso en posición evidente de ataque. Antes de que su compañero le alcance, toma impulso y lo intercepta, empujándole con
el pecho en dirección ascendente.
Para que entiendan qué ha conseguido Shioda a su favor en
este pequeño lapso de tiempo, vamos desglosamos:
• La postura angular adoptada en dirección al contrincante
prepara al cuerpo para ser ‘lanzado’ hacia delante.
• La flexión de rodilla y pié, al extenderse bruscamente contra el suelo, producirá una enorme energía inversa de impacto,
gracias al aumento de ‘masa efectiva’.
• El desplazamiento ascendente en el momento del choque
envía hacia arriba la fuerza del oponente elevando su centro de
gravedad, lo que logra el desequilibrio necesario para invertir
su inercia. Este movimiento incrementa el factor ‘velocidad’.
• En el último instante, el instructor contacta con sus manos
ambos brazos de uke. Este simple gesto debilita la presión del
empuje repartiendo en tres direcciones la energía.
En definitiva, el receptor consigue generar, con la orientación e impulso adecuado, la masa y velocidad suficientes como
para dar por buena la tercera Ley de Newton haciendo ‘rebotar’
la acción en su contra.
Tomando en cuenta que todos estos gestos se producen en
algo menos de un segundo podemos comprender la mezcla de
admiración y sorpresa de los espectadores. Es más, hasta podemos entender la conmoción del alumno tras su choque contra
una pared ‘invisible’.
Pero, ¿Qué sucede si no somos capaces de generar la velocidad suficiente como para compensar nuestra ‘poca’ masa? No
queda mucho donde escoger, debemos aumentar el factor masa
para compensar la falta de velocidad. Bueno, no es un trabalenguas, sólo disponemos de dos factores —masa y aceleración—
para aumentar el valor ‘fuerza’; así que, a falta de uno…
La pregunta es, ¿de dónde sacamos más masa para evitar
la fuerza de rebote o ‘de reacción’? Dado el pequeño tamaño
de nuestra mano, tendremos que buscarla algo más atrás: en la
tierra, tras el impulso inicial; y en la suma de fuerzas de torsión
de la cadera, el tronco y el brazo.
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Tomando como base las posibilidades de reacción ante un
empuje, analicemos a continuación varias formas de gestionar
la presión recibida por un cuerpo apoyándonos en conceptos
básicos de las artes marciales chinas y japonesas.
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y JI O LA CANCIÓN DE PRESIONAR
Como hemos visto, el Aikido puede resolver el ataque a través
de la acción, interceptando el empuje con un desplazamiento
potente de masa y velocidad. Un verdadero Irimi.
El Tai Chi Chuan, en cambio, lo aborda desde una estrategia
diferente: “empujando la barca a favor de la corriente”, es
decir, extendiendo hasta el infinito la energía extraída de la tierra. El agua que fluye con fuerza e impide, con su presión constante, que nada quebrante su recorrido, rechazando cualquier
objeto que lo intente.
Según las transmisiones de la familia Yang: Se pueden utilizar los dos lados del cuerpo para oponerse a un ataque. Abriendo y cerrando en el mismo movimiento o bien uno puede utilizar
indirectamente la fuerza de reacción. Entonces el adversario
parecerá una pelota que rebota contra un muro o una moneda
que cae sobre un tambor y resonando rebota lejos. Se dice que
el Maestro Fu Sheng Yuan puede mandar a una persona varios
metros por el aire con esta técnica y, lo que es peor, causarle un
serio daño interno sobre el pecho.
Se trata de la fuerza Ji que
se proyecta más allá de nuestra
esfera, en línea recta. Se le conoce como: ‘Golpear al toro
más allá de la montaña’. La
energía Yang básica de ataque
del Tai Chi, utilizada en ‘cepillar la rodilla’ o ‘peinar la
crin del caballo’ y la postura
fundamental de la fase Yang en
la serie ‘acariciar la cola del
gorrión’. Es la posición flecha
o Gong Bu del Wushu. Se trata de una fuerza de extensión de
un único vector, y como tal, sólo necesita la compresión de los
músculos tónicos (estáticos) encargados de mantener la postura
La energía que absorbemos desde tierra se expande a través
de los músculos extensores en un viaje de ida y vuelta. Cualquier fuerza externa encontrará una barrera infranqueable. Sin
velocidad, sin movimiento y sin tensión muscular, la energía
cinética se convierte en una fuerza expansiva pero estable,
como un balón inflado capaz de devolver sin esfuerzo cualquier
presión en su contra.
Imagina que te encuentras en medio de dos paredes cuando
una de ellas comienza a cerrarse. Con el pié atrasado te apoyas
en la que tienes a tu espalda mientras que con los brazos presionas la del frente que intenta aplastarte. Una la utilizas de apoyo
para generar la fuerza inversa necesaria para detener a la otra.
Mientras puedas mantener esta tensión evitaras ser aplastado,
así que decides sabiamente activar tu programa de ‘ahorro energético’ y comienzas a relajar toda aquella parte del cuerpo no
indispensable para esta tarea. Te das cuenta, entonces, de que
los dos únicos puntos donde debes concentrar el enfoque son
los que te mantienen en contacto con el exterior: el pié y las manos. Todo lo demás se convierte en mero transmisor de energía
entre dos fuerzas opuestas en extensión.
Ahora, sin esperarlo, desaparecen las paredes.
Aún así, ¿puedes mantener este estado?
¡Estupendo!, te presento a la potente energía Ji.
Fíjense, la corriente de energía no nace del centro y se dirige
a cada extremo (dos vectores) sino que viaja en una sola dirección, desde la masa estable de la tierra hasta el lugar donde se le
requiere (un sólo vector). Qué más se puede pedir… utilizar la
fuerza telúrica para rechazar cualquier embestida.
Si empujo una barca en contra de la corriente, cuerpo y mente estarán ocupados en evitar que esta venza mi resistencia, y
actúo para impedirlo, esto no es Ji. Si lo hago a favor de la corriente libero las tensiones de cualquier lucha y sólo me centro
en proyectar hacia el exterior toda la tensión que absorbo del
suelo, generando una fuerza de reacción automática ante cualquier elemento que venga en mí contra. Esto sí es Ji.
Para que la energía fluya directa, sin intervención de movimiento alguno, es necesario que pie y mano del mismo lado
presionen hacia delante mientras que la pierna contraria recibe
el impulso desde tierra. Según el Tai Chi de la familia Yang,
es esta la postura ideal para la transmisión de una fuerza
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de empuje a través del cuerpo humano, un concepto que encuentra justificación biomecánica gracias a que la rotación de la
cadera favorece dicha transmisión, es decir, se encuentra girada
en la misma diagonal y no frontal como en las rígidas posiciones de kárate. La fuerza se transfiere mejor diagonalmente, siguiendo los trazos continuos de
una ‘X’, piernas y brazos contralaterales .
Si quieres pruebas, sólo tienes que intentar empujar un objeto muy pesado. Sin pensarlo, de
forma natural, tu cuerpo adoptará esta posición: piernas abiertas
formando un gran triángulo con
brazo y pierna homolaterales
adelantados. ¿Lo ves? Mientras
más resistencia encuentres más
abrirás las piernas intentando
buscar un mejor ángulo de apoyo y más girará la cintura en
dirección de la fuerza aplicada, hasta casi colocarse de perfil
(postura gong bu). Aún empleando las dos manos, la mayor potencia siempre recaerá sobre el brazo que acompaña a la pierna
adelantada lo que puedes verificar si, sin cambiar la postura de
los pies, tratas de empujar con cada brazo por separado.
¿Has notado la dificultad de hacerlo con brazo y pierna
opuestas?, (postura para Gyaku Tsuki). Perfecto, la naturaleza
siempre opta por la eficiencia.
Como en el caso de las ‘paredes asesinas’, el secreto está en
mantener la estabilidad si repentinamente el motivo de nuestro
esfuerzo ‘desaparece’. Entrar en desequilibrio o caerse hacia
delante por culpa de la inercia se traduce como ausencia de JI.
Al inclinarnos demasiado desplazamos nuestro centro fuera de
su vertical —en realidad no nos caemos porque estamos apoyados— creando un nuevo Centro de Gravedad Imaginario frente
a nosotros que nos absorberá bruscamente si perdemos el apoyo. Al presionar un objeto nos unimos físicamente a él estableciendo, en medio de los dos, un centro de gravedad común que
atraerá a las partes si una de ellas desaparece.
¿Se puede evitar este movimiento lógico de inercia? La respuesta la encontramos en el propio mecanismo de esta fuerza
elemental. En Aikido se habla de expandir el Ki mientras mantenemos el cuerpo relajado, el peso abajo y siguiendo las leyes
de la gravedad. Es cierto. El secreto, si lo hay, está en conseguir
proyectar la fuerza sin desplazar el centro de gravedad, pero,
¿es esto físicamente posible? Por supuesto, sólo tenemos que
mantener nuestro centro presionado hacia abajo, relajado y dentro de la vertical gravitatoria, lo que sólo conseguiremos evitando la anteversión de la cadera, que la impulsa hacia delante.
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Partiendo de esta retroversión necesaria para la estabilidad,
debemos recordar que Ji no es simplemente una fuerza de
empuje, como tampoco lo es el cuero tenso del tambor donde
rebota la moneda o la pared que devuelve la pelota que choca
contra ella. Su esencia reside en una fuerza vertical ascendente que la mantiene equilibrada y estable.
y
PENG JIN O LA FUERZA DEL AGUA
Acabamos de ver como el choque entre dos objetos produce una
fuerza inversa de reacción, y lo que sucede tras el impacto cuando uno de ellos tiene una masa superior al otro. Sin embargo,
existen elementos compuestos de materiales expandibles que
aumentan su umbral de absorción; esto les permite ceder a la
presión con más facilidad.
Un sólido al entrar en contacto con otro ejerce una fuerza
en su superficie tratando de penetrarlo, si no lo consigue genera
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una resultante inmediata llamada fuerza de reacción. Si por el
contrario, logra acceder a él, el efecto deformador de esa fuerza
o la capacidad de introducción depende de su intensidad y del
área de contacto.
La presión es la magnitud que mide esa capacidad (Presión
= Fuerza / Superficie). No tiene dirección ni sentido debido
a la poca densidad de sus moléculas, pero la fuerza que crea
contra las paredes de su contenedor es un vector con dirección
perpendicular a la superficie y con sentido hacia afuera.
Una fuerza externa aplicada a la superficie móvil de un recipiente que contiene líquido (un globo lleno de agua) crea una
presión que lo comprime; la fuerza repartida sobre la superficie
da el valor de la presión. Aunque la compresibilidad es casi
nula en los fluidos, el volumen que ocupa dentro del recipiente
disminuye con el aumento de la presión, no así su cantidad real.
Por sí mismo, sin fuerza externa, el peso del líquido ejerce una
presión hidrostática sobre sus capas inferiores engendrando una
fuerza de empuje que actúa desde el interior del líquido hacia fuera y perpendicular a todas las paredes del recipiente.
Esta explicación básica de Física representa, para el Tai Chi,
el poder de Peng: En defensa, absorbe hasta el límite que
determina su capacidad de compresión. Sin permitir que se
alcance el centro, devuelve la misma energía que ha absorbido gracias a su naturaleza elástica. En ataque se expande
a partir de la energía acumulada en nuestro centro. Su naturaleza es esférica y ascendente.
¿Qué nos aporta en nuestro trabajo corporal las propiedades
hidrostáticas de los fluidos?
A veces pasamos por alto una realidad con la que convivimos: somos el 70% de agua y, por si fuera poco, la sangre ocupa
1/13 del cuerpo. No nos debe extrañar entonces que el cuerpo
humano avale los mismos fundamentos que rigen a la Física de
los fluidos.
Peng responde a los principios del agua, revelándonos la capacidad para absorber y transmitir energía desde nuestro centro.
Algunas de sus propiedades son:
• Absorbe la presión exterior.
• Es una energía expansiva.
• Se proyecta desde el centro hacia fuera.
• Devuelve la fuerza que recibe.
• La respuesta se expande a partir de la energía acumulada
en el centro.
Un antiguo poema conocido en la tradición china nos habla
de esta fuerza:
Es como el agua que sostiene
una barca en movimiento.
Primero hay que hacer que el Qi
se solidifique en el Dantian;
después estirar la cabeza
como si colgase de un hilo.
Todo el cuerpo siente
la fuerza de un resorte;
apertura y cierre
deben definirse con exactitud.
Aunque se nos cargue
con un peso de quinientos quilos,
los haremos flotar sin ninguna dificultad.
A su vez, un escrito del monje taoísta del siglo XIII Zhang
Sanfeng nos dice: El boxeo largo es como un gran río o un mar
inmenso, que fluye sin cesar. Peng, lu, ji, an, cai, lie, zhou y kao
corresponden a los ocho trigramas (…) Peng corresponde al
trigrama kan (agua).
Esta constante relación entre Peng Jin (energía Peng) y las
propiedades del agua nos lleva al concepto de fuerza de empuje,
que resulta de sumergir un cuerpo dentro de un líquido. Se rige
por el principio de Arquímedes: Todo cuerpo sumergido en un
líquido recibe un empuje, de abajo hacia arriba, igual al peso
del líquido desalojado.
La consecuencia es:
• Si el peso es mayor que el empuje (P > E), se hunde.
• Si el peso es igual que el empuje (P = E), queda suspendido.
• Si el peso es menor que el empuje (P < E), flota.
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el cuerpo detectando la trayectoria del ataque, que absorbe y
dirige hacia arriba; esto desestabiliza al adversario desviando
su centro de gravedad. El foco no debe estar en los brazos adelantados sino en la zona sacro-lumbar. La pelvis relajada, desciende ante la presión externa convirtiéndose en un gran rotor
que devuelve con creces la presión recibida. El movimiento de
rechazo se hace desde los brazos, que se desplazan hacia afuera
y arriba. Como Ji, es una fuerza de extensión que sólo necesita la compresión de los músculos tónicos (estáticos), pero, a
diferencia de esta, confluye en el centro y divide su trayecto en
dos direcciones opuestas . Para proyectar Peng es necesario
hundir la energía (chi) en Tantien y mantener la columna
erguida.
La expansión energética
aferente debe ser continua, incluso en el momento de absorción no cabe dejar ningún resquicio a la fuerza que viene del
exterior. Una barca flota como
consecuencia de este principio,
si el líquido dejara de presionar
hacia arriba un solo instante la
barca no tardaría en hundirse.
La fuerza de reacción de
Peng se acrecienta con la presión externa, es decir, es proporcional al empuje que recibe.
Esto sucede gracias a que la compresión del líquido que está
siendo desplazado por una masa externa genera una respuesta
violenta en sentido inverso; algo fácil de comprobar si se introduce en agua una pequeña pelota, mientras más intentamos
hundirla mayor será su rechazo. El líquido tiene un límite de
absorción (compresibilidad) muy corto, más allá de este punto
responde devolviendo la misma energía que ha acumulado.
Una de las alegorías más utilizadas para explicar Peng Jin
no emplea el agua como símil, sino el aire. Nos invita a imaginar nuestro cuerpo como un gran balón que, al ser presionado,
responde con fuerza en sentido inverso. El ejemplo es válido
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Esta relación entre Peso y Empuje es la misma que la establecida entre nuestra masa corporal (P) y una fuerza externa que
pretende actuar sobre ella (E):
• Si nuestro peso es mayor que el empuje (P >E): la repelemos.
• Si es igual (P =E): caemos en un momento neutro.
• Si es menor (P < E): nos desplaza.
El cuerpo humano es sólido y su comportamiento debe responder a la mecánica que rige este estado; sin embrago, no somos una masa pasiva e inerte a merced de la gravedad. Nuestra
estructura motora nos permite adaptarnos con facilidad a los
estímulos constantes que recibimos del exterior y esto es así
gracias a la flexibilidad y capacidad de adaptación del sistema
muscular; tejidos que en sus tres cuartas partes están compuestos por agua. Gracias a ellos, y al igual que los fluidos, nuestros
movimientos nos permiten absorber cualquier fuerza dirigida
en nuestra contra, concentrarla en una zona determinada o expandirla nuevamente. Esta capacidad de dirigir y manipular
la energía desde el ‘centro motor’ que es, además, el punto
de equilibrio corporal, se llama Peng Jin.
La utilizamos para medir la potencia y dirección de la fuerza
del rival, lo que en el argot del Tai Chi se conoce como pesar la
energía del contrincante. Además, la empleamos para transitar
entre suavidad y dureza con un mínimo de trabajo o para transmitir la energía a través del funcional sistema articular. Nos
faculta, como decía Gu Liuxin, uno de los grandes del Taiji del
siglo XX, para utilizar una fuerza elástica y constante que permita adherirse, neutralizar, ejercer presión y envolver.
Peng se convierte en un escudo defensivo que envuelve todo
144
145
ya que los gases reaccionan a la presión externa igual que los
fluidos, aunque es cierto que su propiedad de compresibilidad
es mucho mayor.
Encontramos Peng Jin en el tercer movimiento de la serie
‘acariciar la cola del dragón’ del Tai Chi. Se define como ‘el
inmortal arregla su manga’, una alegoría fácil de entender si
tomamos en cuenta que el practicante de esta disciplina utiliza una camisa holgada con largas mangas que cuelgan desde
las muñecas. En esta postura se extiende el brazo en horizontal
que queda suspendido frente a los hombros. Cualquier intento
para ‘mover’ la manga será infructuoso ya que, tras ceder al
principio, siempre recupera su verticalidad. Esta es la esencia
de Peng.
y
A
I
P
O
C
LU O CAUTIVAR LA FUERZA
Al recibir un impulso no siempre tenemos que oponernos a él
presionando en sentido inverso para alejarlo de nosotros, tal y
como hacemos al utilizar Ji o Peng. Permitir que la energía
de un ataque se disperse y aleje quedando fuera de control
favorece la recuperación del rival y nos expone a una nueva
agresión.
Disciplinas marciales como el Tai Chi o el Aikido nos enseñan otro camino: convertirnos en un vehículo de transmisión
de la fuerza, un canal por donde pueda discurrir sin la menor
resistencia.
Para Ueshiba, se trata de absorber la energía para dirigirla
luego hacia la dispersión o inmovilización absoluta, creando así
un nuevo espacio de paz y armonía. El desarrollo de este comportamiento se nos presenta mucho más práctico que el simple
choque producido al repudiar una agresión, permitiéndonos respetar esa dualidad que impregna al universo en todas sus manifestaciones: Yin y Yang.
Sobre el planeta no existe el movimiento perpetuo que vaticina la Primera Ley de Newton (con semi-excepción del movimiento semi-perpetuo del ingenioso reloj suizo Atmos). Estamos cautivos de una gran fuerza descendente que nos atrae
146
irremediablemente hasta el suelo. Debido a ello, cualquier fuerza horizontal, con independencia de su magnitud, tiende a caer
de forma parabólica descargando su masa. Esto es algo que
conocían muy bien Jigoro Kano y Morihei Ueshiba, que llegaron a convertir la gravedad en uno de los fundamentos técnicos
del Judo y del Aikido. Una fuerza en acción es un elemento positivo que la inercia convierte en negativo tras su agotamiento
físico, la habilidad está en dirigirla en su recorrido y aplacarla
antes de que se extinga. De alguna forma, convertimos la intención de ataque en nuestro mejor aliado.
Como resultado de esta interacción, el ataque y la defensa
aparecen como un proceso dual que resulta de la puesta en marcha de dos polaridades complementarias.
El ataque es el culmen del Yang, una proyección de energía
destructora que tiene que vencer la fuerza del oponente. La misión de su contraparte, la defensa, no es otra que evitar que esto
suceda y para ello se verá en la necesidad de esquivar o desviar
su dirección, ambos gestos consiguen que la embestida se diluya al no encontrar su objetivo.
Por medio de esta dinámica convertimos la ‘fuerza de reacción’ newtoniana en una ‘reacción controlada de la fuerza’, la primera implica choque y la segunda absorción. Ambas
sirven para evadir pero, mientras Peng moviliza energía, Lu la
acumula en un circuito complementario. Una rechaza hacia el
exterior y otra recibe e interioriza.
En los dos movimientos iniciales de ‘acariciar la cola del
gorrión’ encontramos un buen ejemplo: ante una fuerza de empuje utilizamos Peng Jin con la intención de repelerla, pero, si
la potencia vence nuestra capacidad de reacción no nos queda
otro camino que ceder, lo que significa desviar y atraer su recorrido hasta nuestro centro. Este movimiento es llamado ‘dos
dragones juegan con la perla’ y habla de la energía Lu, de naturaleza Yin, esférica y descendente. El atacante la percibe como
la caída al vacío que se experimenta al empujar una puerta, en
apariencia cerrada, y que cede sin la menor resistencia; o como
intentar empujar un pañuelo que flota gracias al impulso del
viento.
147
Una vez diluida la fuerza rival aprovechamos su inercia en
caída para invertir la dirección y devolverla a su origen. De esta
forma, Lu anula cualquier nivel de potencia. Es el ‘pase’ que
emplea un torero con el capote ante la embestida del animal,
que no encuentra resistencia en su objetivo y queda, durante un
breve instante, a merced del matador.
Citando los textos de la Familia Yang, la canción de Lu
dice así:
de ciertos ‘trucos’ que permiten dispersar la presión recibida.
El reto consiste en lograr desviar un impulso horizontal, haciéndolo descender diagonalmente hasta el suelo.
Veamos. La actitud correcta,
como siempre, es la de relajación;
sólo deben permanecer tensos los
músculos necesarios para mantener la verticalidad (antigravitatorios). Al igual que una manguera
recurre a su flexibilidad para dirigir el agua que toma de la llave,
nuestro cuerpo ha de convertirse
en un simple receptor y conductor
de la energía que recibe. El secreto está en conservar este estado:
cualquier mínima oposición genera una fuerza de rechazo, bloqueando el recorrido y eliminando
cualquier posibilidad de absorción.
Dicho esto, no hay que complicarse. La mecánica es la misma que la utilizada cada vez que necesitamos bajar desde un nivel superior empleando una escalera: la pendiente nos ayuda a
desplazarnos hacia abajo con más
comodidad.
Podemos recurrir a imágenes
de antiguas construcciones góticas
que aún perviven para comprobar
cómo grandes cargas horizontales
recibidas por los muros exteriores
se transmiten al suelo a través de
contrafuertes, arbotantes y arcos
de descarga.
Nuestro cuerpo sería el objeto
apuntalador, para lo cual tendría que adoptar la posición correcta:
a. Completamente frontal. De no ser así desviaríamos el
empuje hacia un lateral.
b. Posición de triángulo. Cuyos lados estarían formados por
A
I
P
O
C
Deja que tu oponente entre;
Luego gira con su fuerza.
No resistas, Pero no pierdas contacto
Debes ser ligero y ágil
Deja que su fuerza llegue al máximo
Entonces estará agotada
Para el Tai Chi, la fase de absorción no es más que parte de
un ciclo dual y complementario que implica una posterior respuesta. Esto se refleja en la postura An que crea un movimiento
descendente de energía —‘El oso se esconde en la cueva’—,
para generar luego una fuerza ascendente —‘abrir la ventana
para mirar al cielo’— capaz de desequilibrar al adversario .
En definitiva: Peng y Lu se utilizan para evadir una fuerza
en contra, mientras que Ji y An nos permite adherirnos a ella.
Mientras Peng moviliza la energía, Lu la acumula. Y si Ji es
fuerza de ataque, An lo es de recepción.
y DESCARGAR LA FUERZA
Esto no es todo. Nos queda aún otra posibilidad de respuesta
ante una empuje que se proyecta en nuestra contra: liberarnos
de ella descargándola hacia la tierra, lo que nos convierte en
un mero transmisor inmune a sus consecuencias. Se trata de una
técnica utilizada por magos e ilusionistas que pretenden mostrar un poder descomunal del que en realidad carecen. Durante
el espectáculo se pide la colaboración de personas corpulentas
para que les empujen hasta hacerles perder el equilibrio. En realidad, todo consiste en adoptar la postura adecuada valiéndose
148
149
las dos piernas y el suelo. Los vértices serían la cabeza y ambos
pies.
c. Pié atrasado extendido. Si se flexiona la rodilla desviamos la fuerza angular.
d. Cadera en anteversión. Al estar inclinada, baja el centro
de gravedad. La retroversión nos llevaría hacia el frente.
e. El tronco, lo más inclinado posible hacia delante permitiendo la ‘caída’ natural de la fuerza, si permanece recto esta
seguiría su camino horizontal inclinándonos hacia atrás. La anteversión nos ayuda en esta labor.
f. El pié tiene que estar firmemente enraizado. Es decir
debidamente anclado en su apoyo, permitiendo que sea el talón
quien descargue toda la energía.
Una duda frecuente a la hora
de realizar este trabajo aparece al
intentar determinar el grado de inclinación correcto del cuerpo con
referencia al plano horizontal del
suelo. La respuesta viene dada por
la proyección lineal de la trayectoria
de la presión aplicada sobre nuestro
pecho, que debería coincidir, en lo
posible, con la pierna de descarga
(atrasada). Imaginemos siempre la
fuerza como un vector con dirección
y magnitud, es decir, una flecha que
indica hacia donde está dirigida y el tipo de trayecto que dibuja
en su recorrido.
En nuestro caso, la dirección del empuje que recibimos a través del pecho debería proyectarse en línea recta hasta el lugar
donde descarga (pié atrasado). Una fuerza descendente aplicada
por alguien más alto supone reducir la inclinación, aumentando
nuestra verticalidad y disminuyendo el espacio entre las piernas
lo que facilita la descarga. Mientras que otra frontal nos llevaría
a separar exageradamente nuestros pies y a adoptar una posición lo más horizontal posible. Ni que decir de la imposibilidad
de ejecutar esta tarea si la presión recibida es ascendente.
¿Entendemos ahora por qué magos y maestros en su empeño por mostrar el poder del Ki escogen a personas más altas y
corpulentas que ellos? Por si no bastara esto para asombrar a
los incautos espectadores, hemos encontrado la forma de dispersar la fuerza antes de que esta sea descargada en su totalidad
sobre nuestro cuerpo: basta con un suave empuje con las manos
sobre el antebrazo del oponente, exactamente por debajo de la
articulación del codo. Al presionar el antebrazo sus músculos
intentarán compensar esta posible ‘agresión’ desviando a través de nuestras dos manos parte de la energía hasta entonces
focalizada en el pecho. La presión se divide en detrimento del
impulso principal.
¿Qué sucede?
Estamos utilizando a nuestro favor un acto reflejo que se
activa ante toda percepción de ataque. Si alguien nos tira hacia
delante iremos hacia atrás para compensar la fuerza, protegiéndonos así de un posible desequilibrio; si se nos empuja hacia
atrás, responderemos también de forma inconsciente con una
acción contraria. Cualquier peligro pone en marcha un mecanismo automático e inconsciente de respuesta inversa que debemos aprender a manipular a nuestro favor.
Así de sencillo.
A
I
P
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C
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LAS CUATRO ENERGÍAS (JIN) BÁSICAS DEL TAI CHI
ACARICIAR LA COLA DEL GORRIÓN
PENG RECHAZAR
ARRIBA
FUERA
CIELO
REBOTE
YANG
LU
DESVIAR
CEDER
ABAJO
DENTRO
TIERRA
CAÍDA VACÍO
YIN
JI
PRESIONAR
FRONTAL
RECTO
FUERA
AGUA
EMPUJE
REBOTE
YANG
AN
HUNDIR
EMPUJAR
ABAJO
ARRIBA
DENTRO
FUERA
FUEGO DESEQUILIBRIO
YIN
YANG
151
y
MUSUBI O UNIRSE A LA FUERZA
En los lazos habitan seres beneficiosos, al
menos esto afirma la tradición japonesa,
un país donde antiguamente se entregaban
representaciones de estos objetos como obsequio de amor o amuleto contra los malos
espíritus. Hoy en día todavía se utiliza esta
palabra, ‘musubi’, para designar algunos
talismanes que se venden en los templos.
Dentro de las Artes Marciales se emplea
este kanji para definir conceptos que van mucho más allá de la
superstición o la costumbre: es el nexo físico y mental que debe
existir entre dos oponentes.
El ideograma 結び nos lleva a la imagen de un hilo muy delgado que se entrelaza (糸) en una situación propicia (吉). Juntos
reflejan unión, nudo o conexión. Al sumar el kanji ‘Ki’ obtenemos unos de los elementos fundamentales del Aikido, el Kendo
y el Hapkido: Kimusubi 氣結び.
Fisiológicamente hablando, absorber una fuerza supone un
estado de relajación muscular suficiente como para evitar la
ruptura; su esencia reside en la unión de dos masas que deberán actuar de forma conjunta en lo que a dirección y magnitud
se refiere. Si el contacto se produce a través del brazo mantendremos sólo la ‘tensión mínima necesaria’ para no oponer
resistencia ni ser avasallados por el empuje, una línea que hay
que determinar de forma intuitiva. En los brazos, el principal
responsable de este movimiento equilibrante es el tríceps y su
gran capacidad para transitar con suavidad y firmeza entre las
contracciones concéntricas y excéntricas. Me explico:
El intentar rechazar un empuje implica, sobre todo, la contracción del tríceps que buscará estirar el brazo para contrarrestarlo. Esta acción natural se conoce como concéntrica y aparece cuando el músculo consigue desarrollar la tensión necesaria
para superar una resistencia. En este momento la respuesta es
mayor que la presión recibida y como consecuencia se rechaza
o detiene la fuerza. Ahora bien, si a pesar de su oposición, no
es capaz de vencer la resistencia, el músculo se ve obligado a
ceder y crea con su rigidez una contracción excéntrica, manteniendo la tensión, pero con respuesta negativa. Podríamos decir
que se produce una extensión del brazo con la resistencia de
una fuerza inversa.
Para dejar claro este concepto pongamos como ejemplo una
acción rutinaria de su antagonista, el bíceps braquial, que interviene en la flexión del codo: Si levantamos un objeto pesado
necesitará contraerse para compensar la acción de la gravedad
que genera su peso, mientras más pesado sea dicho objeto más
acortamiento (concéntrica) se producirá. Sin embargo, al intentar colocar el objeto sobre una mesa estirando el brazo el músculo se alarga sin perder el grado de contracción necesaria para
neutralizar su peso (excéntrica).
Esta tracción hacia el alargamiento es el trabajo muscular
al que debemos recurrir al absorber una fuerza si pretendemos
mantenerla bajo control, ya que la pérdida de tensión o de contacto rompería esa interacción armónica que los japoneses asocian a la palabra ‘Musubi’.
El término va aún más allá, ya que hace referencia a la habilidad de unirse física y mentalmente con la energía del contrincante. Se le considera la base de una buena comunicación y
su práctica convierte el nexo en productivo o inútil, amigable
u hostil.
A
I
P
O
C
152
El Aikido se basa en la necesidad de esta relación entre Uke
y Tori, quienes deben unir su ‘intensión’ en un solo camino.
Sin esta interacción sería imposible ejecutar secuencias tan
desarrolladas como la interminable versión de Irimi Nage de
153
Kisshomaru Ueshiba, técnica empleada en la antigüedad con
el propósito de romper el cuello del contrincante y que se ha
convertido en una proyección de desarrollo vertical–horizontal
donde ambos se funden en un movimiento circular a merced de
la fuerza centrípeta y centrífuga generada.
Fuera del entrenamiento marcial, hay una situación donde
el contacto estrecho entre los adversarios es vital: los enfrentamientos cuerpo a cuerpo con arma blanca. Ante un ataque
de cuchillo es esencial conocer en cada momento su ubicación
ya que nuestra velocidad de reacción no es capaz de detectar a
tiempo la embestida a menos de un metro de distancia. Si nos
conformamos con bloquear o ‘quitarnos de encima’ el objeto
atacante estamos ofreciendo a nuestro agresor una nueva, violenta y más peligrosa oportunidad, esta vez, inesperada. De ahí
la importancia de mantener ‘musubi’ con el arma o, más bien,
con el brazo que la conduce.
Esta unión no implica sostener el contacto visual con el cuchillo, lo que afectaría a nuestro nivel de atención global colocándonos a merced de cualquier engaño, basta con percibir
la intención del rival mientras se observa de forma periférica
(Metsuke). Miyamoto Musashi insistía en la inconveniencia de
mirar a los ojos o el arma del adversario, y el monje Zen Soho
Takuan recomendaba liberar la mente durante el combate para
ser conscientes del cuerpo entero del oponente.
de ‘lleno’ y ‘vacío’, y a adaptarnos de forma instantánea a cualquier cambio corporal del compañero.
Tui Shou amplía el campo sensorial gracias a los movimientos elásticos en todas las direcciones (arriba, abajo, delante,
detrás, circular). El cuerpo se vuelve sensible y fuerte, lo que
permite reaccionar rápidamente. Dominando la cadencia podemos encontrar el ‘hueco’ necesario para un ataque o advertir la
ofensiva gracias al cambio de ritmo del oponente.
Musubi no implica necesariamente contacto físico. La unión
entre dos personas no tiene que darse sólo a través de la unión
corporal y esto puede comprobarse en ejercicios de Kendo como
Ki musubi no tachi, donde no es necesario el choque de ambos
bokken. Cada practicante absorbe el ataque a través del vacío
para redirigirlo de nuevo hacia el contrincante en una secuencia
armónica entre Yin y Yang.
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C
INSPIRACIÓN VACÍO
ABSORBER
ABRIR
EXPIRACIÓN
PROYECTAR
CERRAR ENTRAR YANG
LLENO
SALIR
YIN
Esta sucesión ininterrumpida de movimientos debe estar
acompañada del ritmo respiratorio adecuado. Es tan fácil como
natural, aunque a veces nos empeñemos en desvirtuar los procesos innatos.
Una de las mejores formas de entrenar musubi es a través del
clásico ejercicio ‘manos pegajosas’ —Tui Shou 推手 del Tai
Chi, o Chi Sao 黐手 de Wing Tsun—. Su práctica habitual
nos lleva a tomar consciencia física y mental de los conceptos
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155
Kamae 構
A
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P
O
C
Hasta el más poderoso de los seres humanos tiene una esfera
de fuerza limitada. Sácalo de esa esfera y atráelo a la tuya;
su fuerza se disipará. MORIHEI UESHIBA
A
unque se interpreta como ‘postura’, Kamae refiere además
la actitud de equilibrio físico y mental que debemos adoptar antes y después de la acción. Su traducción implica fabricar,
construir, preparar, atender o estar al acecho.
Proyectar una fuerza concentrada en solo un instante, lleva
consigo la predisposición necesaria para acumularla y dirigirla
correctamente. Kamae necesita de un estado relajado y elástico
capaz de servir de vehículo a toda a la energía acumulada en el
Seika Tandem. Esto se consigue manteniendo el cuerpo alineado con la columna vertebral erguida, la boca cerrada mientras se
inhala por las fosas nasales para ayudar a fortalecer el vientre,
y el mentón algo hundido para beneficiar al estiramiento de la
columna. Un kamae correcto nos mantiene estables y en disposición de desplazarnos con rapidez en cualquier dirección, además de colaborar de forma positiva con el proceso respiratorio.
Debe ser natural en estático y en movimiento, dando sensación de seguridad y poder, con el peso bajo, en piernas y cade-
156
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ras. Cuando el miedo nos invade las piernas se paralizan impidiendo cualquier desplazamiento. La energía inicial comienza
con un impulso en la tierra y, como ya se ha explicado, necesita
elasticidad y rotación para llegar al objetivo con su máxima
intensidad. Como parte esencial en el camino de la fuerza; rodillas, talones y cintura deben estar relajados.
Veamos algunos de los factores que influyen en la adopción
de un correcto Kamae:
embargo, si lo hago desde su cabeza —punto más alejado de
su centro—conseguiré desplazarlo sin dificultad debido al aumento del brazo de palanca. A más distancia, menos resistencia.
BRAZO DE PALANCA. Es precisamente eso, una palanca y
la extensión de su longitud. En física se mide en términos de
fuerza por distancia, es decir, la fuerza que se aplica sobre la
palanca en relación con la distancia de la misma. Tratemos de
mover una roca con un trozo de madera; la roca pesa varios kilogramos, pero la madera que mide 1 metro nos ayudará a aplicar palanca sobre su base. La fuerza que transmite tu cuerpo, se
concentra en el punto de contacto con la vara e incrementa su
poder. O sea, que se aplica una potencia sobre la palanca acorde
con la fuerza de quien la acciona.
Digamos que solo puedes empujar 3 kg sobre una palanca
que mide un metro, se ejerce entonces una fuerza de 3 kg/metro.
Si incrementamos el largo del brazo de palanca (la madera),
podrás ejercer mayor fuerza. Esto quiere decir que aumentando
la longitud de la palanca, podrías aplicar 3 kilos por cada metro
de más. Con una palanca de 2 metros estarías aplicando 6 kg ya
que el Momento del brazo de palanca es igual a la fuerza multiplicada por la distancia.
En el cuerpo humano, que funciona
mecánicamente como
un cono, conseguiríamos el desequilibrio
aplicando una fuerza
ascendente sobre la cabeza, que cede gracias
a la articulación del
cuello y a la elevación
de CG. La fuerza de
oposición tendrá diferente ángulo al de la fuerza de empuje ya que su Punto de Apoyo es el centro de gravedad, por lo que la trayectoria seguirá
la misma dirección (del punto central al de impacto), pero con
diferente ángulo. La consecuencia será un desplazamiento del
A
I
P
O
C
y EL DESEQUILIBRIO
En una situación de inestabilidad —viajando de pie en un autobús en movimiento o ante un empujón sorpresivo— el cuerpo tiende a adaptarse de forma refleja, separa las piernas para
incrementar la base de sustentación y las flexiona para bajar el
centro. Pero, si la respuesta instintiva es superada por la velocidad de la acción no podremos evitar convertirnos en un muñeco
a merced de la fuerza recibida. De ahí la importancia de aprender los mecanismos implicados en nuestra estabilidad.
Se dice que un objeto se encuentra en
equilibrio mecánico
estable cuando no se
ve alterado por fuerzas o perturbaciones
internas o externas.
Cualquier masa permanecerá estable mientras su Centro de
Gravedad (CG) esté dentro de la vertical de su base. Por
lo tanto, si pretendemos hacer caer un cuerpo tendremos que
levantar y desplazar horizontalmente su CG mientras se
inmoviliza su apoyo. Es fácil sostener un cono sobre la base
pero, para derribarlo, sería necesario elevar su centro y empujar
desde su vértice —extremo más alejado del CG— aumentando
así la dimensión del brazo de palanca definido por el punto
de aplicación de la fuerza y la proyección del CG.
Lo explico de otra forma: si empujo a alguien apoyándome
en su estómago tendré problemas para moverlo ya que el punto
de contacto se encuentra a nivel de su CG (resistencia). Sin
158
159
eje vertical con el consiguiente desequilibrio.
El resultado de aplicar esta carga de trabajo (Fuerza de
Empuje + Energía Cinética) es una línea que gira alrededor del
CG y que genera un giro desequilibrante en el eje corporal. En
Aikido se aplica en el Irimi Nage
en su versión Omote, un técnica
contundente que podríamos definir
como ‘proyección frontal entrando
en el ataque’. En este caso la fuerza de ataque ascendente aplicada
sobre el cuello —articulación más
alejada del centro—se refuerza fijando la otra mano sobre la nuca
del oponente lo que permite un
giro más controlado de dicha articulación.
En otra versión de Irimi ejecutada sobre un sujeto que viene directo hacia nosotros basta con sujetar la cabeza desde la
frente mientras nos apartamos de su trayectoria, el cuerpo continuará su camino hasta perder la vertical del eje de sustentación; la inercia conseguirá que cadera y piernas conviertan su
movimiento lineal en ascendente e intenten girar alrededor del
punto de bloqueo.
Si a todo esto sumamos la fuerza cinética generada por la
intercepción brusca de un cuerpo que se desplaza (Leyes de
la Dinámica de Newton), obtendremos una de las técnicas de
contraataque más rápidas, eficientes y resolutorias de todo el
panorama marcial. Ciertamente, el estudio y práctica del Irimi
Nage en sus versiones Ura u Omote constituye todo un tratado
de Física y Biomecánica.
El cuerpo humano está diseñado para moverse, propulsarse
y equilibrarse desde su línea central y desde allí ordenar todas
las acciones y reacciones. A donde vayas, a menos que poseas
algún gen de cangrejo, debes primero orientar tu centro antes
de emprender la marcha. Sin embargo, lo que constituye una
ventaja a la hora de organizar nuestra actividad física se puede convertir en un gran obstáculo si no logramos coordinarnos
debidamente. Es necesario aprender a armonizar el conjunto de
músculos, tejidos y esqueleto que conforman nuestro aparato
locomotor, una masa que ‘cuelga’ a nuestro alrededor y que tenemos que ‘arrastrar’ allá donde vamos. Su adecuada gestión
será primordial para lograr estabilidad.
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EL CÍRCULO
Todo se resuelve a través del principio del círculo. El secreto
del círculo es crear una técnica que penetre en el corazón del
espacio. MORIEHI UESHIBA
El ser humano se relaciona físicamente con el entorno inmerso
en una esfera que forma parte de su existencia desde que alcanzó la bipedestación. Nos convertimos en un eje vertical que discurre a lo largo de un plano horizontal, una especie de trompo
con dos bases de sustentación que le permiten controlar su giro.
360º de círculo vital convertidos en una pequeña prisión cuyos
barrotes se desplazan a lo largo de una circunferencia que se
estira o encoge según el alcance de nuestras extremidades.
Dentro de este espacio unipersonal más allá del cual no ejercemos ninguna influencia nos mantenemos estables y seguros,
con todo lo necesario a ‘un paso’ o al ‘alcance de la mano’. Intentar salir del círculo sería darse de bruces contra el suelo: un
castigo por atentar contra la inexorable Ley de la Gravedad que,
como ya sabemos, nos obliga a mantener cierta perpendicular
con respecto a la tierra que pisamos.
Preguntado acerca de cómo se las ingeniaba para controlar
a un oponente mucho más fuerte que él, Morihei Ueshiba explicaba:
161
Dibujo un círculo alrededor de él. Su poder se encierra
dentro de ese círculo. No importa que tan fuerte sea,
no puede extender su poder fuera del círculo. Se vuelve impotente. Así, si presionas a tu oponente mientras
estás fuera de su círculo, lo puedes controlar con tu
dedo índice o tu dedo meñique. Esto es posible porque
tu oponente se ha vuelto impotente.
Un método físicamente infalible con el que estaba de acuerdo su amigo Jigoro Kano.
Lo cierto es que esta
ubicación en el espacio
debemos compartirla con
más personas que pivotan
a la vez a nuestro alrededor. Al caminar, trasladamos con nosotros esa pequeña cárcel trazada por
el proceso evolutivo; de su
adecuada gestión depende
nuestra estabilidad corporal. Un artista marcial, sin importar la disciplina que practique,
debe tomar consciencia de este hecho, tanto en el ataque como
en la defensa.
en vez de empujar sobre el centro de un cuerpo (tronco) lo hacemos sobre sus extremos (hombros o brazos), lejos de la vertical
proyectada por el CG. De esta forma generamos un impulso
capaz de vencer la resistencia con mucho menos trabajo. Esto
sucede porque al aplicar la fuerza en un punto alejado del plano
de sujeción (proyección central), introducimos en la acción un
nuevo eje de giro convirtiendo la inercia del oponente en su
elemento desestabilizador.
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Dentro de esta realidad que nos condiciona, uno de los factores que más influyen a la hora de reaccionar ante una presión
externa es la fuerza aplicada angularmente. La existencia de un
eje central en un sólido genera un movimiento circular como
respuesta a cualquier fuerza recibida en alguno de sus ángulos;
si alguien nos empuja de un solo hombro podemos girar sobre
nuestro eje sin alterar la posición. Mantendremos la estabilidad
siempre que sepamos gestionar de esta forma cualquier fuerza
externa aplicada fuera del eje corporal, y tenderemos al desequilibrio si intentamos girar alrededor de un punto alejado de
nuestra centro.
Podemos utilizar esta propiedad dinámica a nuestro favor si
162
De nuevo el Irimi Nage ura nos muestra su perfecta adaptación a las leyes de la Física: uke contacta el brazo de tori
creando un nuevo eje de rotación entre los dos; luego redirige
su empuje siguiendo una trayectoria espiral descendente.
Intentemos visualizar esta dinámica tomando como referencia una situación cotidiana: tropezar el hombro contra otra
persona que se desplaza hacia nosotros. Se nos presentan dos
opciones:
a. RELAJARNOS. Si el choque sólo consigue hacer girar
nuestro torso sin alterar el resto del cuerpo la recuperación será
inmediata y seguiremos el recorrido sin desviación alguna. La
relajación nos permite ceder ante el impacto y girar sobre un
eje gravitacional firme y estable. Si oponemos resistencia en
el punto de contacto la tensión muscular del hombro arrastrará también nuestro centro. La relajación nos ayuda a ‘aislar’
mecánicamente cada parte del cuerpo.
b. TENSARNOS. Si la fuerza de la otra persona nos supera
(masa + aceleración), la pérdida de control debido al brusco
desplazamiento del centro de gravedad será inevitable. Al permanecer tensos, sin permitir que el hombro ceda ante el choque,
el punto de contacto se convierte en el nuevo eje de rotación
haciéndonos girar a su alrededor.
163
Sea cual fuere la presión de empuje sobre nuestro costado, el
simple hecho de ceder con el hombro nos mantendrá estables
dentro del círculo protector permitiéndonos absorber y dirigir la fuerza recibida. Por el contrario, al intentar oponernos
contrayendo la musculatura, el eje de giro se desplaza hasta el
punto de contacto de los dos cuerpos, sacando de su círculo y
desviando de su trayectoria a la masa más débil.
De ahí la importancia de aprender a navegar acertadamente dentro de la circunferencia donde nos ha tocado vivir.
dición con sus dos receptores colocados a ambos lados de la
cabeza.
La incapacidad de controlar visualmente más de la mitad de
nuestro círculo de protección nos crea un importante espacio de
indefensión e inseguridad ante cualquier agresión externa. Un
país amenazado que sólo pueda vigilar y defender la mitad de
su territorio estaría condenado a la derrota o a la rendición. Le
quedan tres soluciones posibles: rogarle al enemigo que ataque
siempre por delante donde disponemos de la protección adecuada; colocar cámaras de seguridad que prevengan el asalto,
permitiendo preparar las defensas a tiempo; o disponer de un
ejército con la movilidad necesaria para cubrir con rapidez
cualquier zona de peligro.
Visto que no disponemos de ojos en la nuca (todo llegará)
y de que el enemigo no suele ser muy condescendiente en la
ofensiva, deberíamos optar por la última: movilidad y rapidez,
única elección que depende de nosotros mismos. Precisamente
a ello se han dedicado con afán todas las Artes Marciales tradicionales, en general, y las escuelas de Kárate, Kenjutsu, Kung
Fu y Aikido o Daito Ryu en particular.
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Aunque parece natural… no es fácil, y no lo es, además, porque
la naturaleza no nos ha dotado de los medios necesarios para
mantener un control adecuado del entorno. Por el contrario, la
estructura corporal nos plantea limitaciones notables que, en su
mayoría, hemos sabido solventar gracias a la tecnología.
y MIRAR HACIA ADELANTE
La disposición del cuerpo está regida por un principio incontestable que nos limita el dominio del espacio: el enfoque frontal. Esculpidos para ir hacia adelante, es la vista quien asume
la gran responsabilidad de este engranaje fisiológico. Mientras
nuestro universo particular —del cual depende la relación con
el entorno— nos rodea 360º, la visión reduce su campo a 180º
(90º por cada lado), con sólo 2º de enfoque central total. Es
más, debido al bloqueo articular cervical, nos es imposible ver
un objeto situado a nuestra espalda a menos que giremos todo
el torso. Esta barrera nos obliga a agudizar el sentido de la au164
Llegados hasta aquí, y teniendo claro la necesidad de vencer
la tiranía del círculo que nos envuelve, nos tropezamos con un
escollo biomecánico importante. Como ya se ha dicho, toda la
movilidad del cuerpo está enfocada hacia nuestro lado anterior:
• Allí se dirige la cara, receptora de dos sentidos indispensables para la ubicación espacial y el mantenimiento del equilibrio: vista y oído.
• En esta dirección miran también los dedos internos del pié
(dedo gordo) que nos preceden en cualquier desplazamiento.
• Al igual que las rodillas que, al contrario que los cuadrúpedos, flexionan hacia adelante.
• También los potentes músculos antigravitatorios nos impulsan frontalmente.
• Un sistema locomotor diseñado para andar, marchar o correr con eficacia que nos guía hacia el frente.
Para visualizar mejor la situación, dediquemos un momento
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a un fácil ejercicio de reafirmación: emprende un recorrido cualquiera y, tomando conciencia de lo que haces y mueves, cambia
la dirección 90º a la derecha. Si tu cuerpo funciona como en la
mayoría de nuestra especie te habrás detenido un instante para
girar la pierna adelantada en este sentido, más aún, has ‘disparado’ el dedo gordo del pié hacia el nuevo rumbo indicando el
camino. Verás que, casi de forma simultánea, tu ombligo decide
perseguir al píe que ya habrá iniciado el nuevo trayecto.
Lo has hecho estupendamente, rotando tu eje y lanzando las
piernas en la dirección elegida, es decir, colocándote de frente
a tu nueva meta antes de emprender el próximo camino. Repite
el movimiento variando el ángulo y la dirección, gira 180º (hacia tu espalda) o intenta dar un vistazo alrededor de tu círculo
(360º).
Hagas lo que hagas, el lado anterior: pié, rodilla y ombligo,
te precederá, indicando el inicio del movimiento tal y como lo
haría el volante del automóvil si decidimos cambiar de sentido:
su viraje mueve las ruedas y estas arrastran al pesado vehículo.
Como verás, siempre hay que virar para situarte frente al
nuevo destino. Sin la posibilidad del giro estaríamos absolutamente rendidos a una agresión externa. Pero, ¿En qué afecta a
la estabilidad corporal este simple mecanismo reflejo de adaptación?
Nuestro centro —y con él nuestra atención— siempre estará
enfocado hacia delante, quedando atrás el resto del círculo, un
sector sensible a cualquier hostilidad externa. Esta estructura
que adquirimos ‘de fábrica’ más la barrera que nos circunda
han limitado nuestra relación con el entorno, convirtiéndonos
en verdaderos esclavos del giro.
Aprender a movilizarnos con rapidez y equilibrio dentro de
ese anillo invisible solventando los condicionantes físicos se ha
convertido en la esencia del adiestramiento marcial. Fuera de él
perdemos nuestro poder.
y DOMAR EL CÍRCULO
El Sama, danza giratoria de los Derviches Sufíes de la orden
Mevlevi, está destinada a generar estados místicos que conducen a los iniciados en su camino hacia Dios. Su fundador Muhammad Rumi diría: El sama’ es el adorno del alma que ayuda
a ésta a descubrir el amor, a experimentar el escalofrío del
encuentro, a despojarse de los velos y a sentirse en presencia
de Dios. Para la geometría sagrada, el movimiento circular simboliza la perfección y constituye una entidad completa en unión
con el punto de origen. No tiene principio ni final y convierte
en visible lo invisible. Aparece como la irradiación del punto,
ese mismo que es el centro, principio y fin de todas las cosas.
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El baile les lleva a girar sobre su eje en un símbolo de victoria sobre la muerte. Extienden sus manos, la derecha recibe
la energía del mundo espiritual que viene del cielo, mientras la
izquierda se dirige a la tierra. Originalmente, el Sheik o líder,
representaba al Sol y los danzantes, los planetas.
Sus practicantes estiman que el mareo es, sobre todo, un
condicionamiento mental que refleja poco enraizamiento con
la tierra a través de los pies, una evidente ‘desconexión’ con el
suelo. Por eso recomiendan ejercicios preparatorios de yoga:
la postura del ‘camello’, la ‘langosta’, el ‘puente’, tocarse los
pies con las piernas extendidas, llevar una rodilla al pecho, estar tumbado con los pies en alto, andar con pies y manos como
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un ‘elefante’, zapatear, saltar, patear, correr, descansar, recibir
masajes, etc.
Al realizar el giro se extienden los brazos en cruz, la palma
de la mano derecha mira al cielo, la palma izquierda mira hacia
el suelo. Al principio, se recomienda pivotar sobre el pie izquierdo, girando éste hacia su exterior desde el talón, pisar sin
desplazarlo y recolocar el cuerpo hacia dicho pie. Con los ojos
abiertos se mira hacia el frente, el mundo empieza a moverse y
a verse borroso, a alejarse, sólo quedamos nosotros en el centro, con nuestros pensamientos, nuestras sensaciones. Somos lo
único importante en este momento, un canal entre el cielo y la
tierra.
En su éxtasis, los derviches pueden alcanzar los 30 giros por
minuto en desplazamiento contrario a las agujas del reloj —de
derecha a izquierda—, buscando la dirección del corazón.
No cabe la menor duda de que los bailarines sufíes constituyen un excelente ejemplo de estabilidad y coordinación del
cuerpo humano ante una exigencia imposible de superar sin un
adiestramiento adecuado.
Pero, no son los únicos; y
la Pirouette del ballet clásico
es un buen ejemplo de ello. Se
trata de un movimiento circular
uniforme con un solo punto de
apoyo que puede alcanzar velocidades de hasta 5 metros por
segundo. Para conseguir este
prodigio dinámico en el cuerpo
humano, el bailarín debe entrenar concienzudamente en busca de un movimiento perfecto, equilibrado y suave sobre
el primer metatarsiano (dedo
gordo) mientras gira 360º. Esta
técnica, aunque vaciada de sentido religioso, refleja nuestra capacidad de manipular la infalible gravedad a nuestro favor a
través de un conocimiento preciso de mecánica corporal.
Veamos algunos conceptos manejados en el ballet y que pueden aportarnos datos de relevancia en nuestro trabajo sobre el
equilibrio:
EQUILIBRIO ESTÁTICO
Es el que debemos mantener mientras estamos quietos. Antes de
realizar cualquier giro, el bailarín establece un equilibrio fuerte
y una conexión estable con el suelo. Esto proporciona una base
de partida sólida para el giro. Si el bailarín no está en equilibrio
antes de comenzar el giro este tiende a degenerarse rápidamente
una vez que el movimiento comienza.
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EQUILIBRIO DINÁMICO
Esto es, mantener el equilibrio durante el movimiento. Ocurre
durante todo el giro y significa que el bailarín mantiene su centro estable sin necesidad de cambiar su alineación vertical. El
centro de gravedad debe permanecer entre los pies de los bailarines. Mantener ese equilibrio se hace más difícil, ya que un
bailarín va en punta y la superficie de contacto con el suelo se
reduce.
VELOCIDAD DE GIRO
Etapa que transcurre justo antes y durante el giro. La velocidad
de giro es proporcional a la cantidad de energía puesta en él.
Su rapidez depende, entonces, de la fuerza generada en el centro. La extensión de los brazos durante el desarrollo disminuye
la velocidad mientras que acercarlos al cuerpo, la aumenta. La
fuerza del “momentum” es proporcionada por los brazos, que
permanecen inmóviles durante el giro. La cabeza es lo último
que se mueve, mientras el cuerpo gira hacia el espectador.
PREVENIR EL MAREO
Un bailarín debe trabajar para prevenir el mareo durante el giro.
El líquido en el oído interno llamado endorinfa continúa moviéndose incluso después de que el cuerpo se detiene y esto
puede resultar en mareos. Puede prevenirse mediante el ‘spotting’, etapa del giro donde el bailarín elige un lugar o un ob169
jeto a la altura de los ojos sobre el cual concentrarte antes de
comenzar su pirueta. Mantiene su vista en ese punto el mayor
tiempo posible y, a medida que gira, busca ese lugar exacto
nuevamente para completar la rotación en equilibrio. En cada
evolución mueve la cabeza para encontrar de nuevo el punto. Al
reducir la cantidad de giros de la cabeza, se reduce la posibilidad de mareo.
Es evidente que el nivel de exigencia planteado por derviches, bailarines o acróbatas es muy superior a los empleados
por los artistas marciales ya que, a excepción de algunos desarrollos del Wushu, basta con una sola rotación controlada de
360º para aplicar con efectividad técnicas de ataque o defensa.
Sin embargo, podemos valernos de algunas de sus recomendaciones para reforzar nuestros desplazamientos.
En particular, nos referimos a cuatro de ellas:
• Mantener el equilibrio estático, es decir, conservar el
dominio estable del cuerpo sin movimiento. Un sólido enraizamiento en el suelo nos dará el soporte necesario para emprender
cualquier acción.
• Conservar la estabilidad del centro aun cuando debamos
girar nuestro eje (equilibrio dinámico).
• Generar suficiente fuerza de arranque para sostener la
potencia del giro. Al contrario de lo que ocurre en el ballet clásico, la velocidad de giro no se ‘diluye’ y acaba con la última
vuelta, por el contrario, solemos utilizarla como un acumulador
de la potencia inicial que proyectamos finalmente hacia un objeto estático.
• Utilizar la técnica del ‘spotting’ para no perder la referencia en un giro brusco.
Tai Sabaki 体捌き
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El control del Tai Sabaki es la clave para la óptima ejecución
de las técnicas de proyección. JIGORO KANO
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s en el Tai Sabaki —movimiento (sabaki 捌き) del cuerpo
(Tai 体)— donde encontraremos las claves para desplazarnos con eficiencia dentro de nuestra particular esfera. Recordemos que este espacio se mueve y extiende siempre alrededor de
su eje vertical; allá donde vaya le seguirá el cuerpo.
Como podrán deducir a través de las palabras de Kano que
encabezan este capítulo, se trata de mucho más que una serie de
técnicas de esquiva destinadas a anular la eficacia de un ataque
agresor. Su desarrollo incorpora la práctica y conocimiento de
conceptos tan esenciales como Ma Ai —control del tiempo —,
o De Ai —control del espacio—. Como principio general, diremos que todo Tai Sabaki conlleva de forma simultánea: defensa, esquiva y ataque.
De todas las técnicas marciales que implican la rotación total del cuerpo alrededor de un círculo manteniendo estable su
eje central, son las patadas en giro en 360º las que mejor muestran las prestaciones y posibilidades del cuerpo humano. Buen
ejemplo de ello son: la conocida ‘Cola de Dragón’ , ejecutada
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por los practicantes de Wu Shu; la contundente Tolyo Chagui
del Taekwondo; la Twister Kick; la Pop 360; la Armada Volada de Capoeira; o la potente Ushiro Mawashi Gueri y sus
variantes en el Karate japonés.
Otro de los Tai Sabaki más interesantes y completos, en lo
que a giro se refiere, lo encontramos curiosamente en las tradicionales peleas callejeras; el agresor, colocado frente a su rival,
se gira con la aparente intención de dar la espalda a la situación
y abandonar el conflicto; en realidad está comenzando un movimiento pleno de rotación que culminará en un sorpresivo y
brutal golpe de codo a la cabeza del oponente. El pié adelantado
(naha) circula alrededor del atrasado (shuri), que sirve de eje.
Una variante empleada en Muai Tai y Kick Boxing comienza
con un ataque de engaño que sirve de impulso para girar velozmente y golpear al rival con el brazo opuesto. Este método
es responsable de muchos knockout consumados en la MMA y
otras disciplinas mixtas. Técnicamente hablando, se trata de un
desplazamiento de 360º que se realiza con el pié atrasado sobre
un punto fijo marcado inicialmente por el adelantado, que rota
sobre su propio eje. Un ejercicio básico para adquirir estabilidad y destreza en la ejecución de rápidas defensas y ataques.
Su amplitud depende del objetivo: para técnicas cortas —
con codos y rodillas— desplazamientos en giro cortos; para
técnicas medias —con puño o shuto— en giros medios; y para
técnicas largas con patada, desplazamiento en giros largos. La
distancia vendrá determinada por la apertura de las piernas en el
momento de la rotación. Esto es fácil de entender si nos comparamos con un compás que varía el diámetro del círculo trazado
con sólo abrir o cerrar sus dos brazos.
Después de conseguir estabilidad suficiente, este movimiento permite realizar secuencias ininterrumpidas combinando
piernas, brazos y codos. Girar con rapidez sin la coordinación
motora adecuada trae como consecuencia mareos, pérdida de
sentido espacial y merma de potencia en los golpes.
Como preparación a este desarrollo algunas escuelas entrenan una danza que llaman Tai Sabaki Mai, creada con el propósito de estudiar todas las posibles combinaciones de ataque y
defensa. Este ejercicio da prioridad a la utilización de los codos
por ser el elemento contundente más cercano al eje de rotación.
La velocidad de giro del cuerpo va en relación a la distancia entre los pies—aumenta mientras más juntos estén—, por lo que
desplazamientos más cortos producen rotaciones más rápidas y potentes. De ahí que se adopte, en principio, una postura
similar a la ‘Pirouette’ de la Danza clásica.
La decisión de recurrir casi con exclusividad a los codos
se debe a que facilita el movimiento hacia ambos lados, permitiendo invertir la dirección en cualquier instante; un cambio
de trayectoria casi imposible de realizar en técnicas amplias de
patada como Mawashi Gueri o Ushiro Mawashi Gueri.
Versiones más complejas y menos utilizadas como el Tai
Sabaki Ghost (desplazamiento fantasma del Ninjutsu) trasladan todo el eje mientras se realiza el giro. La idea es colocar el
cuerpo en uno de los ángulos del rival antes de iniciar el golpe.
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Los movimiento de Tai Sabaki que se inician con la parte anterior del pié —desde la cabeza del primer metatarsiano—
punto de propulsión antigravitatoria, nos ayuda a desplazar
el eje proyectándonos hacia fuera del círculo. Los ejecutados con el talón descargan el peso sobre el suelo manteniendo
nuestro eje estático; el calcáneo (hueso del talón) imita a la
aguja metálica del compás que, fijada en el papel, traza una
circunferencia a su alrededor.
Al hablar de Tai Sabaki no aludimos únicamente a los desplazamientos amplios y complejos. En su esencia está el ‘desaparecer’ de la línea de ataque del rival y preparar nuestro cuerpo
para una respuesta efectiva. En esquiva nos permite acceder a
ese lugar privilegiado que nos libera del alcance del oponente;
un ‘ángulo muerto’ llamado Shikaku. En ataque nos sitúa en
el lugar adecuado para golpear o proyectar al adversario. Para
lograrlo, recurre al control inteligente del tiempo y el espacio a
través de una economía eficaz de movimientos.
Para perfeccionar el Tai Sabaki es necesario conocer y entrenar ciertos conceptos y mecanismos que mejoran el funcionamiento de nuestro cuerpo:
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y LOS TRES TORNILLOS
Para el Tai Chi Chuan es necesario
disponer de una raíz firme, sólida
y equilibrada. Con este propósito, William C. C. Chen, investigador de la mecánica corporal de
este arte, recurre al principio de
los tres puntos de la planta del pié
que dan solidez al movimiento: el
dedo gordo, que indica la dirección hacia donde vamos a dirigir
la acción; la cabeza del metatarsiano del dedo gordo (primer
metatarsiano), que dirige la energía que se transmite a los brazos;
y la parte interna del talón, que
da una base firme de sujeción al
movimiento.
Aunque se señala a la cintura
(Seyka tandem) como lugar de inicio de los movimientos del
cuerpo, el Tai Chi nos recuerda que es en los pies donde debe
comenzar el proceso de esta transmisión de energía, absorbiendo de la tierra la fuerza necesaria para ello. Los tres tornillos
activos llevan la orden y el control del cuerpo para hacer los
giros y movimientos, afirma Chen.
El Tai Chi nos ayuda también en la distribución equilibrada
del cuerpo durante su caída gravitatoria. Repartir equitativamente el peso entre dos soportes podría mantener la estabilidad
de un objeto inmóvil, muy pesado y con la base de sustentación
cercana al centro de gravedad, propiedades que se dan rara vez
juntas en el cuerpo humano en bipedestación. Somos flexibles,
estamos articulados, y en constante movimiento.
Enraizarnos en el suelo a través de ambos pies nos crea serios problemas de estabilidad ante cualquier fuerza externa que
intente cambiarnos el centro de gravedad. Por este motivo es
recomendable distribuir la carga entre ambas piernas en una relación de 70% - 30%; permitiendo así un mejor y más rápido
desplazamiento a la hora de compensar cualquier desajuste.
El Kárate comparte esta idea de estabilidad en posturas
como Zenkutsu dachi (posición adelantada) o Kokutsu dachi
(posición atrasada); esta última muy parecida al Ninja Sogui
de Ninjitsu y al Gong Bu (forma de flecha), una de las cinco
posturas básicas del Wu Shu.
y CUESTIÓN DE TALONES
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Los hombres verdaderos respiran desde los talones. CHUANG TZU
Hace ya algunos año tuve la oportunidad de presenciar la estéril
discusión entre un profesor de Aikido y uno de sus alumnos
acerca de la conveniencia de rotar sobre la punta del pié o del
talón. Ambos defendían opiniones opuestas al respecto y ambos
carecían de criterios prácticos suficientes como para hacer valer
sus razonamientos, resumiendo la argumentación a: yo siempre
lo he hecho así o, una vez vi a un maestro que lo hacía de esta
forma….
No es un tema baladí. Conociendo la mecánica de nuestro
cuerpo lograremos más eficiencia con menor desgaste de energía. De ahí la importancia del estudio detallado de las katas.
Heian Sandan —antiguo Pinan Sandan— es un kata de 20
movimientos del estilo Shorin Ryu (Shuri te) que contiene en
su segundo tramo un giro de 360º. Comienza en Zenkutsu Dachi
y evoluciona sobre el pié derecho adelantado que gira mientras el izquierdo traza media circunferencia para pasar a ser el
segundo soporte de Shiko Dachi. Lo que hace especialmente
interesante este esquema, en lo que a este tema se refiere, es que
el pivote se realiza sobre el talón, que hace rotar todo el cuerpo
sin perder su contacto con el suelo. Y tiene que ser así. Si intentamos hacerlo sobre la parte anterior del pié inyectaríamos a la
secuencia una dinámica de ruptura con el ritmo del kata.
Veamos. En Zenkutsu, el 70% del peso del cuerpo recae en
el pié derecho (adelantado) por lo que el CG se encuentra desplazado en su dirección. Al comienzo del giro el talón se ‘clava’
en el suelo liberando la pierna izquierda (atrasada) que traza un
semicírculo hasta que se asienta para compartir la mitad de la
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carga en un equilibrado Shiko Dachi. El Bunkai (aplicación
del Kata) nos dice que el giro es defensivo por lo que debe ‘descargar’ a tierra, a través del talón, la fuerza recibida. En efecto,
nuestro brazo no ‘tira’ del contrario —que intenta inmovilizarlo
con sus dos manos— sino cede con una rotación de cadera que
culmina en golpe de codo contra nuestro atacante que se encuentra ahora a nuestra espalda.
En el siguiente movimiento, el Oi Zuki de derecha en
Zenkutsu Dachi se convierte en un estanco Musubi Dachi tras
180º de giro. Para ello, el pié que acompaña al puño pivota con
descaro sobre el talón atrayendo hacia sí la pierna atrasada. De
nuevo finaliza en una posición estática. Comprendo la dificultad
de visualizar esta secuencia si nunca has visto la Kata con anterioridad por lo que recomiendo el video (Youtube) de un Heian
Sandan magistralmente ejecutado por Hirokazu Kanazawa,
décimo Dan de Shotokan.
El calcáneo es uno de los huesos más utilizados por el cuerpo ya que en bipedestación soporta todo su peso. En su flexión
interviene el Tendón de Aquiles, que le une con el Gemelo y el
Soleo, músculos antigravitatorios responsables de nuestra propulsión.
Mientras los talones estén apoyados nos mantendremos
estáticos, en el sitio. En cierta forma, están diseñados para la
descarga de fuerzas. Nos hace estables, pegándonos a la tierra,
lo que contribuye a la relajación. Al no estar contracturado el
Tríceps Sural —gemelos y soleo— permanecemos inmóvil: ni
arriba, ni abajo; ni adelante, ni atrás.
Pivotar con los talones mantiene fijo y estable el eje de
sustentación. Debemos girar sobre ellos si el movimiento culmina en una situación estática —como Shiko, Kiba o Musubi
Dachi— sin visos de continuidad. Nuestro eje queda estancado,
sin proyectar el CG, por lo que no conviene utilizarlo como
transición hacia una postura de ataque.
Un pequeño ejercicio nos permitirá comprenderlo mejor: erguido con un pié delante del otro en apertura de paso normal,
giramos 180º con la bola de ambos pies, mantenemos la posición y volvemos a girar 180º, esta vez, apoyado en los talones.
Al hacerlo varias veces notarás como se desplaza el cuerpo en
el sentido del giro cuando utilizas la punta, mientras que permanece estático cuando lo haces con los talones. De nuevo, el
primero nos desplaza y da continuidad al movimiento mientras
que el segundo gira alrededor de un eje fijo.
Si aún tienes dudas, intenta realizar algún giro en contra de
su función natural, como dar una patada circular trasera rotando
con el talón. Lo normal es que sientas una fuerte tensión en los
gemelos debido a la tracción producida por dos fuerzas opuestas: la del pié que va hacia el suelo y la ascendente de la patada.
Puedes probar incluso con patadas frontales o traseras directas
como Mae gueri o Ushiro gueri; la sensación de ‘clavarse’ en el
suelo es inevitable.
Nada mejor que el ballet clásico para comprender esta relación. Las cinco posturas base apoyan la planta completa del pié
mientras que los movimientos de giro se realizan con la punta.
Neko Ashi Dashi, o posición de gato, es un estupendo ejemplo de una postura defensiva que muestra la diferencia funcional
entre las dos zonas del pié cuando de equilibrio se trata. El 90%
del peso recae sobre el talón del pié atrasado en cuyo centro
encontramos la proyección del CG, aportando así estabilidad y
una base de sustentación adecuada a la hora de accionar la pierna adelantada, apoyada con suavidad sobre el suelo. La pierna
‘suspendida’ se sostiene
ligeramente en su zona
metatarsiana activando
al Tríceps Sural en una
postura que recuerda a
la del felino agazapado
en espera del momento
oportuno para saltar sobre su presa. La brusca
extensión del cuádriceps
extiende la pierna en un claro Mae Gueri (patada frontal). Parece lógico: para que una extremidad se mueva libremente la
otra debe aportar equilibrio. La que aporta equilibrio apoya
el talón y la móvil extiende el empeine.
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y ANDAR DE PUNTILLAS
Todos los grandes velocistas del mundo animal corren apoyando la punta del pié para conseguir alargar la zancada; nosotros
nos vemos obligados a pisar primero con el talón. Sin embargo,
la evolución nos ha compensado convirtiéndonos en verdaderos
expertos en largos recorridos; nuestra especie se adaptó para
caminar grandes distancias con un desgaste energético reducido. La especialización del talón jugó un papel fundamental en
ese proceso: consumimos un 53% más de energía si no pisamos
sobre el talón y más aún si corremos de puntillas, además, un
caminante necesita 70% menos de fuerza que un corredor para
cubrir la misma distancia.
El 5% de los niños ha caminado de puntilla alguna vez y
la mitad de ellos continúan haciéndolo hasta los cinco años de
edad e invierten en ello la cuarta parte del día. Los motivos varían desde la distrofia muscular hasta trastornos neuropsiquiátricos. Sea cual fuere la razón, lo cierto es que ‘elevarse’ del
suelo parece ser una obsesión común a nuestra especie.
La flexión plantar es sinónimo de movimiento e implica el
trabajo de los músculos antigravitatorios responsables además
de acciones cotidianas como la marcha o el salto.
En la marcha normal, cada pie permanece en contacto con el
suelo el 62% del tiempo. En ese intervalo se produce un primer
momento en el que el talón recibe el impacto, parte de la energía cinética se transmite a lo largo de la línea media o del pie;
posteriormente se efectúa la propulsión a través de la base
del dedo gordo. En carrera, el talón disminuye el tiempo de
contacto con el suelo, aunque el punto de apoyo sigue siendo el
mismo que en la marcha normal. Actúa como un gran sistema
sesamoideo, transmitiendo la fuerza tensora del tríceps sural al
pie, y posibilitando la posición de puntillas. Indispensable en el
inicio de la marcha, aunque el músculo más importante en esta
acción sea el flexor largo.
Disminuyendo la amplitud de su base de sustentación, una
masa se hace más inestable pero, si aprendemos a controlar tal
inestabilidad, el esfuerzo necesario para darle movimiento será
considerablemente menor.
Al ‘aliviar’ la carga del cuerpo gracias a la acción de los músculos antigravitatorios (tríceps sural), andar de puntillas nos
vuelve ‘ligeros’, siendo más fácil cualquier desplazamiento
en horizontal. Se trata de crear una fuerza ascendente que
compense el peso de nuestra masa corporal liberándonos por
un instante de la opresión de la gravedad.
El secreto está en hacer coincidir perpendicularmente el centro gravitatorio con el eje de giro, lo que permite que, gracias
a una fuerza aplicada de forma angular, se genere un efecto
giroscópico que le mantiene ‘de punta’, mientras conserve la
vertical necesaria. Cuando el vector peso —masa por gravedad— determina una inclinación extrema con respecto al eje se
genera una variación en el alineamiento con el CG, provocando
un cambio en la trayectoria del giro con aumento del círculo
descrito: el trompo... se cae. El rozamiento con el aire y con el suelo
hace que el giro se vaya debilitando
si deja de recibir fuerza externa (reducción de la velocidad angular).
Una bailarina en posición estática y de ‘punta’ —apoyada sólo en
el dedo gordo— no tardará mucho
en desplomarse contra el suelo;
algo que no ocurrirá si es el talón
quien sostiene su peso. Ahora bien,
si imprimimos angularmente velocidad a su cuerpo la situación cambia. Si está sobre el talón, con un
área de contacto con la tierra muy superior, la fricción y el peso
frenarán el giro, mientras que si se encuentra apuntalada en la
tercera falange del dedo gordo el cuerpo comenzará a pivotar.
Como vemos, existen varios motivos para que esto suceda:
- Al flexionar el pié hacia adelante –liberando el calcáneo—
el cuerpo le acompaña alineándose con el punto de contacto con
el suelo, para ello, desplaza el eje de gravedad desde al talón
hacia el nuevo apoyo.
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- La flexión plantar necesita la contracción del Tríceps
Sural, grupo muscular de efecto antigravitatorio, es decir, nos
impulsa hacia arriba elevándonos del suelo, reduciendo así la
fuerza vertical descendente (peso)
de nuestro cuerpo.
- Un espacio tan reducido de
contacto (falange distal) disminuye el frenado producido por el rozamiento con la superficie, permitiendo un movimiento más fluido.
- La cadera, como centro motor, es capaz de generar la fuerza
angular intrínseca necesaria para
crear el ‘efecto giroscopio’. La
distribución equilibrante de brazos
y pierna libre contribuirán en la estabilización del cuerpo.
y TENKAN 転 換 ser como el agua
Sea cual fuere la fuerza y velocidad del enemigo, es posible evitar su ataque si uno se mantiene fuera de su esfera cambiando
de posición. MITSUGI SAOTOME
Con los pies en paralelo, abiertos a la altura de nuestros hombros (Soto hachi dachi) –sin moverlos- intentemos rotar hacia
los lados sólo con la cadera, usando el ombligo como referencia
de nuestra posición frontal. Un humano normal, como es mi
caso, sólo alcanza los 90º de giro antes de sentir los bloqueos
articulares correspondientes. Ahora, hagamos lo mismo pero
con una pierna adelantada: hacia nuestro interior podremos alcanzar el cuarto de círculo mientras que si vamos en dirección a
la pierna adelantada (hacia nuestra espalda) nos bloquearemos
en un arco de 30º, problemas de cadera. No se trata de evidenciar nuestras limitaciones —aunque tal vez sí— sino de conocer
cómo superarlas de la forma más funcional posible.
Les pediré algo más. Rehagan el ejercicio pero intentando
forzar el bloqueo hasta el límite. El cuerpo le pedirá auxilio
a la pierna que nos bloquea la dirección del giro e intentará
‘arrastrarla’ hacia nuestra espalda en un movimiento giratorio;
es decir, si rotamos al máximo hacia la izquierda empezará a
‘tirar’ de la pierna izquierda y viceversa. No detengan el giro y
permitan que la pierna continúe la inercia circular de la cadera... aquí comienza el Tenkan: aprovechando la fuerza de torsión generada por la cintura para dirigir y controlar los movimientos circulares mientras se desplazan las piernas. Al igual
que los brazos de un compás que son lanzados circularmente
tras el movimiento rotatorio de su eje.
También llamado el ‘Yin del Aikido’, Tenkan representa la
suavidad transmitida por el agua que fluye y deja fluir. Es un
movimiento de giro que permite desequilibrar y controlar al
oponente saliendo de su trayectoria para absorber su energía, una definición estándar que, sin embargo, se queda corta
ante las posibilidades defensivas que permite el dominio de estos desplazamientos. Se trata de esquivar el ataque vaciando la
fuerza generada por la acción a la vez que nos situamos en una
posición de ventaja. Esto, tan fácil de explicar con palabras,
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HUESO SESAMOIDEO. Actuando como polea de los tendones, ayudan a que el primer dedo del pie se mueva normalmente y proporcione una acción de palanca cuando el dedo
gordo “empuja” contra el suelo al caminar y correr. También
sirven de soporte del peso que recibe el primer hueso metatarsiano (el hueso largo que se conecta con el dedo gordo),
absorbiendo y distribuyendo la carga que recibe la bola del
pie cuando caminamos corremos o saltamos.
Visto esto, podemos ya afirmar que somos un eje vertical
limitado por un corto radio horizontal moldeado fisiológicamente para andar largas distancias hacia adelante. Mientras
que la carrera y el giro se convierten en habilidades que usualmente debemos desarrollar dentro de disciplinas deportivas.
Dejando claro la diferencia funcional entre utilizar el talón o
la zona anterior del pié a la hora de emprender un giro podemos
retomar el estudio del Tai Sabaki, conjunto de técnicas que nos
permiten controlar nuestro circular espacio.
Dentro de estas, destaca el Tenkan.
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constituye la esencia del entrenamiento marcial.
¿Cómo explicar Tenkan? Aunque la literalidad en la traducción del japonés deja generalmente mucho que desear, podemos
relacionar su significado con la idea de volver, invertir, eludir
o esquivar. Kibun-tenkan, es cambiar de conversación, refiriéndose a una situación que repentinamente altera su sentido en
dirección opuesta. Pero es mucho más.
Ciertamente, si sólo nos centramos en evitar el ataque lograremos retrasar el peligro durante un instante, hasta que nuestro agresor se de cuenta de nuestro cambio de posición. Es por
eso que Tenkan va más allá de su propio significado llegando a
abarcar el dominio total de la situación a través del manejo del
tiempo y el espacio.
Es fácil de entender. En cuanto al tiempo: si intentamos esquivar demasiado rápido corremos el riesgo de ser ‘detectados’,
permitiendo que el oponente corrija la dirección de su golpe; si
lo hacemos más despacio de lo debido, recibiremos el impacto
aún antes de empezar a movernos. Y si hablamos de espacio,
tanto el alejarnos excesivamente como el colocarnos demasiado
cerca nos convertirá en víctima fácil de un contraataque.
Encontrar el momento y la distancia adecuada… eso también es Tenkan.
Aunque, por ahora, solo nos interesa su aportación en lo que
al control espacial se refiere. En este sentido, se trata de un giro
de 180º que invierte nuestra posición actual y que nos permite,
desde un centro estable, dominar la mitad del círculo. Para conseguir esto, no basta con desplazar los pies, hay que involucrar
el tronco, los hombros y, por supuesto, la cadera, desde donde
nace todo el movimiento. Al tomar contacto con otro cuerpo,
adopta un desarrollo centrípeto, es decir, hacia nuestro interior,
buscando en la inercia la unión armónica de ambas masas que
pivotan alrededor de un eje firme, el nuestro.
La biomecánica nos ofrece cinco formas de invertir la posición del cuerpo. Una observación antes de enumerarlas: se considera ‘lado interior’ a la zona hacia donde mira nuestra parte
frontal y ‘lado exterior’ el que se ubica a nuestra espalda:
1. CORTO / DIRECTO. Para alcanzar el dominio del es-
pacio situado a nuestra espalda de la forma más rápida posible; esto se consigue con un solo movimiento de pies y cadera.
Aunque en ocasiones se levanta por completo la planta del pié,
la práctica nos enseña que dejando un punto de apoyo conseguimos un ritmo más ágil y ligero. Dependiendo del punto elegido
como eje de giro, podemos utilizar:
• Talón (una acción). Apoyando ambos talones realizamos
el giro en 180º. Se ejecuta de forma estática y sólo se puede
realizar hacia el lado interno del cuerpo, intentar hacerlo hacia
el otro costado bloquea las piernas. Buen giro para defender
firmemente un ataque que viene por la espalda (Soto uke). La cadera debe quedar
firme y las piernas enraizadas, sin inercia
de continuidad.
• Metatarso (una acción). Igual que
el anterior pero rotando sobre la ‘bola’
del pié en un movimiento de giro interno
(Tenkai). Deja el cuerpo preparado para el
ataque (ushiro gueri) o en una defensa activa (Neko Ashi dachi). En Kenjutsu, se
utiliza en Zengo giri, para un doble golpeo
con inversión sobre dos enemigos situados en lados opuestos.
Okuri ashi (arrastre de pies): Un pequeño desplazamiento
inicial con el pié adelantado nos alarga el movimiento, ‘metiéndonos’ en el ataque antes de invertir el cuerpo. Se pivota con la
parte anterior del pié.
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2. MEDIO / DIRECTO. TENKAN ASHI (una acción / un
paso). Giro sobre los metatarsos del pié adelantado, que permanece en el sitio. Lo utilizamos de eje fijo para mover a su
alrededor el pie atrasado, que pivota 180º por nuestra espalda.
Permite dejar pasar una fuerza con un corto y rápido desplazamiento . Se utiliza con armas largas de forma habitual; tal es el
caso del Ushiro Barai Jo, ante un oponente que nos agrede por
la espalda.
Okuri ashi (arrastre de pies): Con este breve movimiento lo
convertimos en una acción más incisiva, ideal para entrar en el
ataque mientras se esquiva.
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3. LARGO (dos acciones / un paso).
Se da un paso ( atrás o adelante) para
luego pivotar sobre ambos pies con un
giro corto-directo. Se ejecuta en dos
movimientos realizados hacia nuestro
exterior. Si es frontal, el primer paso se
puede considerar, en realidad, un IRIMI o ‘entrada en el ataque’.
• Tenkan ushiro. Atrasar el pié adelantado y giro corto-directo de 180º.
• Tenkan omote. Adelantar pié
atrasado (Irimi), y giro corto-directo
de 180º.
un punto fijo durante la danza, por lo que pivotan sobre el talón
(enraizamiento) impulsándose con el pié contrario en sentido
levógiro (contrarreloj) en lo que sería una secuencia media y
directa de Tenkan realizada sobre el talón y no sobre el metatarso. El diámetro dibujado durante su rotación no excede al ancho de los hombros del ejecutante pese a que la larga vestimenta
utilizada indique un giro mayor.
El Judo constituye un buen ejemplo de la aplicación de estas
técnicas. Si bien, la lucha cerrada cuerpo a cuerpo debe centrarse en inversiones de cadera cortas y rápidas, una distancia media de agarre nos permite mejorar el impulso con giros medios o
largos. Tal es el caso de las técnicas de los barridos de cadera O
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4. LARGO con IRIMI (dos acciones / dos pasos) Movimiento muy amplio que nos permite trasladar fácilmente nuestro círculo. También comienza con un paso con el pié atrasado
que pivota para que la otra pierna dibuje un arco hasta colocarse
de nuevo atrás (medio-directo). Se gira hacia el exterior en una
maniobra clásica utilizada en el Irimi
Tenkan de Aikido.
5. GIRO 360º (dos acciones / un
paso). Consigue los 180º a través de una
inversión MEDIA o LARGA y cumplimenta la circunferencia con un giro
CORTO y directo.
Aunque en cada uno de los casos el
sentido del movimiento corporal siempre es el mismo —simples limitaciones
biomecánicas— se abre todo un mundo
de posibilidades en lo que a amplitud
se refiere. Al igual que sucede con el
compás, el diámetro del círculo solo dependerá de la extensión
y apertura de las piernas y de cuán lejos seamos capaces de separar los pies de nuestro eje central.
En la Sema, los ‘derviches giradores’ buscan permanecer en
184
Koshi y Harai Koshi o de proyecciones como Seoi Nage, que
entran, con un solo paso, por debajo del centro de gravedad del
oponente para luego lanzarlo hacia delante con un fuerte giro
de cintura.
El primer movimiento ‘invade’ el eje de sustentación del atacante mientras la inversión brusca de cadera tira de nuestro píe
atrasado dibujando un Tenkan largo de dos pasos que consigue
lanzarlo por los aires. Todo sucede en un espacio muy reducido
­ de Uke y Tori—, llegan a confundirse.
donde los dos círculos —
Este trabajo puede acortarse aún más si partimos de un pié inicial ya adelantado convirtiéndose así en un desplazamiento corto y directo, situación dada si se comienza de forma dinámica,
es decir, caminando junto al contrario. Tomemos en cuenta que
la posición base y estática de judo es Heiko Dachi, con los pies
abiertos en paralelo a la altura de los hombros, lo que fuerza a
un primer adelantamiento antes de realizar la técnica.
Otra peculiaridad del Judo es que la pierna que avanza para
servir de eje de pivote se convierte, a veces, en el elemento de
bloqueo o base de palanca que permitirá la caída del oponente —como en O Guruma o Harai Otoshi—, dejando todo el
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apoyo sobre el pie atrasado.
Como podemos ver, el Tenkan no es una esquiva para el
Judo, sino una forma eficaz de dar continuidad y manipular una
fuerza que se dirige hacia nosotros adueñándonos del eje de
equilibrio del atacante. Aun así, sigue manteniéndose como un
elemento de inversión y absorción que da continuidad al empuje recibido.
Al contrario del Judo, donde se trabaja sobre el contacto directo y agarre mutuo inicial, el Aikido ofrece, en cuanto a Tai
Sabaki se refiere, un panorama mucho más diverso. El hecho
de que el combate se inicie sin roce físico exige desplazamientos más amplios donde se hace impredecible controlar el centro
del oponente. Todo dependerá, entonces, del tipo de ataque: un
agarre de muñeca devendrá usualmente en inversiones medias,
mientras que la sujeción por la solapa, el cuello o los hombros
indicará soluciones a través de giros cortos o medios.
Pero, sólo una pequeña parte de este Arte Marcial se basa
en agarres. Necesitaremos, además, evadir golpes y embestidas
con armas blancas, y es aquí donde comienza la necesidad vital
de ampliar el radio de nuestro círculo de control. En ataques con
distancia por medio, sin contacto inicial, la esquiva es la verdadera protagonista. Desaparecer de la trayectoria del objeto
que nos agrede es la norma elemental de supervivencia en
cualquier enfrentamiento físico, al menos, claro, que se tenga
un escudo protector.
Unas de las prácticas más interesantes, ejecutada frecuentemente por Ueshiba en sus exhibiciones, es la de salir indemne
del círculo formado por varias personas en el preciso instante
del ataque. Quien lo realiza, se escabulle por el lateral de uno
de los oponentes realizando un veloz Irimi Tenkan, es decir, un
desplazamiento LARGO de dos pasos: con el primero sale del
círculo y gracias al segundo invierte 180º su posición para quedar finalmente frente a los atónitos contrincantes.
Es Tenkan quien nos esconde, haciéndonos invisibles por
tan solo un instante. Sería imposible apartarnos del ángulo de
visión de alguien si sólo nos movemos de forma lineal, en dos
direcciones. Podemos prever un ataque frontal, y defendernos
en consecuencia, pero las dificultades empiezan cuando el enemigo logra situarse fuera de nuestro campo visual. Muchos depredadores lo intuyen y circunvalan su presa hasta encontrar un
punto débil. La lucha entre dos de las especies más rápidas del
mundo animal nos da buen ejemplo de ello: la mangosta suele
vencer a la veloz serpiente cada vez que se enfrentan, da igual el
tamaño o veneno del ofidio, el mamífero logra terminar con su
cráneo entre las fauces. Recorre un circulo de seguridad alrededor de su objetivo hasta que consigue el camino para asestarle
el mordisco fatal. Localiza y utiliza el Shikaku de su peligroso
contrincante.
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DOMINAR LAS OCHO DIRECCIONES
Limitar los movimientos sólo a nuestra zona frontal sería un
gran error si nos encontramos en situación de peligro. Algo innecesario, además, si consideramos las 360 direcciones que nos
permite el espacio circular, aunque, para que esto fuese realmente cierto, el volumen
del cuerpo tendría que
abarcar sólo UN GRADO. Lo cierto es que si
medimos el ancho medio de los hombros nos
será fácil reducir a tan
sólo OCHO el número de desplazamientos
posibles dentro de esta
área personal.
La Mangosta no lo
sabe cuando enfrenta
a su mortal enemigo,
pero utiliza la misma estrategia que el Bagua Zhang —o boxeo de los ocho trigramas—, tradicional arte marcial china cuya
esencia desarrolla la habilidad de moverse sobre un octógono
alrededor de un eje: el oponente.
Además de ser el número atómico del Oxígeno, los lados del
Bagua, las ocho fuerzas del Tai Chi, los elementos básicos de
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la naturaleza o la cantidad de caminos a recorrer en el budismo,
el octágono conforma la figura ideal si queremos convertir simétricamente un círculo en un espacio controlable, ya que nos
traza zonas asequibles de 45º, un ángulo muy recurrente —en
vertical u horizontal— en todas las artes de lucha. Los ocho
puntos (Happo), determinan las direcciones básicas en los desplazamientos de casi todas las disciplinas marciales. Se utiliza
como refuerzo en los trabajos de orientación espacial y habilidad de giro de sus practicantes.
Uno de los ejercicios que más evidencia este hecho lo encontramos en el Kenjutsu con el nombre de Happo Giri, serie
de cortes realizados con el bokken en ocho direcciones que simula el enfrentamiento con un enemigo óctuple. El ejecutante
va realizando giros de 180º, 225º y 270º hasta que cubre las
ocho posiciones. Aunque pueden encontrar en la red un sinnúmero de vídeos con esta referencia, les recomiendo un antiguo
cortometraje en blanco y negro de Morihiro Saito, alumno
destacado de Ueshiba y un verdadero experto en el manejo del
sable de madera.
Antes de iniciarse en el Happo Guiri conviene practicar
Shio Guiri, ejercicio parecido
pero ejecutado sólo en cuatro
direcciones perpendiculares
entre sí (cruz).
Como ya se ha dicho, cualquiera de estos desplazamientos combustiona desde la rotación de la cadera, por lo que
NUNCA deberíamos utilizar
la fuerza muscular de las piernas para su ejecución. La posición debe permanecer erguida
durante todo el ejercicio; si nos vemos en la necesidad de agacharnos y bajar el centro, tendremos que recurrir a los flexores
de las piernas. Y esto debe ser así debido a la necesidad de conservar el CG alineado con el eje de sustentación, lo que nos permitirá mantener el equilibrio durante todo el movimiento Si no
lo conseguimos, nuestra propia fuerza generada desde la zona
media nos desestabilizará, expulsándonos fuera del círculo.
El trabajar ‘desde el centro’, y no desde las extremidades,
nos lleva a controlar cada uno de los momentos que conforman
el giro liberándonos de la inercia dominante. Este control permanente posibilita cambios rápidos dentro de la ejecución como
respuesta a variantes inesperadas en la actitud del atacante. No
podemos olvidar que los giros en defensa o ataque aplicados en
las Artes Marciales, por más fluidos que sean, tienen un objetivo concreto que suele coincidir con el desenlace de la situación
de peligro; al contrario de los empleados en deportes como la
gimnasia rítmica o en la danza de los Derviches sufíes, donde
son un fin en sí mismos.
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La práctica disciplinada de este sistema estructurado nos lleva
al dominio de nuestro pequeño círculo y nos enseña a movernos con él y en él dentro de una estructura equilibrada.
Vale la pena meditar un momento sobre las palabras de Ueshiba:
La técnica del Aikido se organiza alrededor de un movimiento circular puesto que todo conflicto se resuelve
a través del espíritu del círculo. Por ello, para la creación de la técnica de Aikido resulta vital la reacción del
cuerpo y la mente al principio del círculo. Los procesos
creadores de la vida se unen, por acción del espíritu, al
Universo infinito a partir del centro del círculo.
El corolario es evidente: intentar abandonar nuestro espacio circular, no girar desde el eje o desalinear la perpendicular entre el centro de gravedad y nuestra base de sujeción se
traducirá irremediablemente en desequilibrio.
El Círculo se desplaza siempre alrededor de un eje.
189
y KUZUSHI 崩し
No hay que detener un ataque, si se hace se iniciará otro diferente. Hay que conseguir el kuzushi del atacante.
Aceptar el ataque.
Kuzushi es un término japonés usado para definir las técnicas
de desequilibrio sobre un oponente. Para un judoca se crea esta
situación cuando la línea de acción que parte de su CG cae
fuera del área de la base de sustentación.
Hablamos nuevamente de ocho direcciones sensibles al desequilibrio ubicadas con un ángulo de 45º de diferencia, una especie de rosa de los vientos de la desestabilidad.
Podemos aprovechar
esta óctuple vía de dos
maneras: utilizar nuestra
fuerza para impulsar al
oponente hacia una de
estas direcciones o aprovechar su propio movimiento e inercia para
desequilibrarlo. Esta es
la base táctica del Judo
y de donde nacen todas
sus técnicas de proyección.
El momento crítico de un desplazamiento ocurre cuando los
pies se cruzan (uno pasa a la altura del otro) porque la base de
sustentación se reduce al mínimo. Entonces, la mejor dirección
para producir desequilibrio es la perpendicular a la línea que
une el centro de ambos pies.
Nuestro cuerpo busca constantemente el equilibrio y para
ello realiza los movimientos necesarios para encontrar nuevas
bases de apoyo. Este momento de “caída” y recuperación constante genera un flujo de energía que podemos utilizar a nuestro favor si intentamos golpear o desestabilizar a un oponente.
Convertimos la gravedad en nuestra gran aliada.
ENTRENANDO EL EQUILIBRIO
Si queremos impedir que nos desequilibren debemos recordar
las tres reglas básicas:
• Abrir los pies para aumentar nuestra base de sustentación,
pero no de cualquier manera, al separamos demasiado caeríamos con un pequeño empujón. Un poco más del ancho de
nuestros hombros será suficiente. Además, los pies no deben
colocarse en el mismo plano sino en diagonal, con un ángulo
aproximado de 45º.
• Agacharnos para acercar el CG a su base, pero no demasiado; un barrido (zancadilla) sobre una de nuestras piernas nos
llevaría al suelo sin mucha dificultad.
• Relajarnos para producir un efecto de “aumento de peso”.
Pero ¡no demasiado! Si elimino toda la tensión muscular me
quedo a merced de un pequeño soplo. Hay que aprender a relajar los músculos antigravitatorios del miembro inferior que
son algunos de los responsables de “aligerar el peso”, ellos son:
gemelos (flexor del talón), soleo (extensor del pié), cuádriceps
(extensor de la pierna) y glúteo (extensor de la pierna y principal actor en la bipedestación). El secreto está en apoyarse
en los talones eliminando así la acción del tríceps sural (gemelos y soleo) y doblar ligeramente las rodillas para reducir la
contracción del cuádriceps.
Ayuda también el simultanear esta acción con una espiración
completa. Expulsar el aire favorece a la gravedad porque desactiva los músculos estáticos de tronco y espalda que ayudan a
la bipedestación tales como pectorales y trapecio.
Por el contrario, la inspiración es un mecanismo antigravitatorio que se produce por la relajación fibroelástica de los
músculos inspiradores: hay que sostener las costillas y todo el
peso suspendido en ellas, y elevarlas en cada movimiento. Es
un proceso muscular activo que asciende el CG favoreciendo el
desequilibrio.
Erguidos, el CG se encuentra en algún punto sobre nuestra
base, es decir, sobre el área delimitada por los pies; con los brazos a los costados permanece dentro del cuerpo. Recordemos
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que se ubica de 2 a 3 cm por debajo del ombligo y a la mitad de
la distancia entre el frente y la espalda. Al levantar los brazos
verticalmente sobre la cabeza el CG se eleva de 5 a 8 cm mientras que si nos agachamos se desplaza fuera de la masa corporal.
Un saltador hace buen uso de este hecho cuando pasa sobre la
barra mientras su centro de gravedad se desliza por debajo de
ella.
El CG en las mujeres está algo más abajo que el de los hombres, debido a que suelen tener la pelvis más grande y amplia.
En los niños se encuentra sobre un 5% más arriba gracias a que
tienen la cabeza proporcionalmente más grande que un adulto y
las piernas más cortas.
segundos luego cambias. Si empiezas a tambalearte, prueba a
doblar algo la rodilla. Cuando ya lo domines prueba con los
ojos cerrados.
6. Un truco para mantener el equilibrio que utilizan artistas
marciales y bailarinas: erguido mirando al frente, concéntrate en tu centro de gravedad. Posteriormente inténtalo con los
ojos cerrados mientras imaginas un plano horizontal que representa la tierra.
7. Sobre los dos pies y cerrando los ojos, escucha a tu cuerpo. Siente sus movimientos y corrige la postura. La sensación
será más fácil de percibir si pones los pies juntos. Esta es una
buena forma para aprender lo que percibe el sistema vestibular
y un buen ejercicio para refinarlo. Hay pocas posibilidades de
que te caigas pero, como la sensación es sutil, necesitarás paciencia y concentración.
8. Un ejercicio más práctico: trata de ponerte a la pata coja
y aguantar medio minuto en esta posición.
9. Mantener la mirada fija en algo estable cuando te estás
equilibrando hace que sea más fácil mantenerte firme; te permite apreciar el moviendo de tu cuerpo en relación con el objeto
que miras. Si observas a un objeto cercano te equilibrarás casi
inconscientemente. Si lo haces sobre algo lejano como el horizonte los movimientos sutiles serán muy difíciles de notar. La
visión periférica se suele utilizar como referencia para lograr un
mejor equilibrio.
10. Puedes probar a entrenar tu sistema vestibular gradualmente, trata de mirar algo cercano primero y cuando lo
domines, empieza a mirar cosas más lejanas para mantenerte
estable.
12. Para desarrollar tu sentido del equilibrio aún más, prueba
a repetir los pasos anteriores poniéndote de pie sobre superficies firmes que sean más pequeñas que tu pie.
13. Mejora tu equilibrio usando un simple ejercicio habitual
en los artistas marciales: estando de pie, agáchate y levanta la
rodilla hasta que el muslo quede paralelo al suelo. Mantén
esa posición tanto tiempo como puedas y luego cambia de pierna. Se puede practicar esto con la rodilla flexionada o con toda
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La posición correcta, los movimientos lentos y la concentración son factores indispensables a la hora de conseguir un
buen equilibrio. Esto nos dará estabilidad, control y confianza en nuestros movimientos. Hay innumerables ejercicios para
mejorar la estabilidad aunque vale la pena destacar algunos
aplicados tanto en el deporte como en las Artes Marciales.
Repasemos algunos:
1. El juego de pies con giros, cambios de postura y dirección. Un excelente ejercicio es ejecutar las katas con los ojos
cerrados. Muy difícil al comienzo.
2. Caminar sobre una superficie delgada.
3. Mientras mantienes recta la pierna de apoyo sin moverla,
con la otra realizas 10 grandes giros, primero subes la pierna
por delante la pasas por un lado y terminas atrás procurando
repetirlo sin perder el equilibrio ni tocar el suelo.
4. Practicar controles, este ejercicio te ayudará a mejorar
el anterior. Agarrado de una barra o silla entrenas la correcta
ejecución de patadas altas con el fin de coordinar los músculos y tener fuerza suficiente para elevar las piernas sin perder
el equilibrio.
5. La grulla o la postura del árbol. De pie con tus manos
en posición de rezo frente al pecho, elevas la pierna que no
es de apoyo y colocas la planta del pie sobre tu muslo interno
de la otra. Sostienes esta postura de yoga (Vrksasana) por 30
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la pierna extendida. Los músculos tiemblan al hacer este ejercicio, pero fortalecerá tus piernas además de ayudar a desarrollar
un fuerte centro de gravedad.
14. Centra la atención en la respiración, haciéndola lo
más profunda posible y expandiendo la hacia el perineo. Si te
destabilizas, basta con ampliar la respiración para lograr que las
piernas se vuelven a reconectar con al suelo. La respiración es
nuestro único punto de apoyo... un anclaje muy eficaz.
Zanshin 残心
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¿Porqué nos desequilibramos?
En el oído interno se encuentran tres pequeños bucles llamados conductos semicirculares que tienen mucho en común
con la cóclea: están llenos de líquido y tienen miles de pelitos microscópicos. Su función es diferente: la cóclea sirve
para oír y los conductos semicirculares para el equilibrio.
Cuando se mueve la cabeza, el líquido en los conductos lo
hace también. El líquido mueve los pelos, que envían un
mensaje nervioso al cerebro sobre la posición de la cabeza.
En menos de un segundo, el cerebro averigua dónde está
tu cabeza y a qué músculos debe enviar los mensajes para
mantener el equilibrio.
A veces, el líquido en los conductos sigue moviéndose
después de que nos hayamos detenido, al igual que el agua
continua moviéndose después de que colocamos el vaso sobre la mesa. Los pelos siguen mandando mensajes sobre la
posición de la cabeza y confunde al cerebro acerca de nuestra verdadera posición.
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Zanshin es el futuro, aunque comienza ahora.
MITSUGI SAOTOME
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uando mi vida rondaba alrededor del
mundo del Kárate—allá por los años
70—, tuve la oportunidad de presenciar un
suceso que con posteridad me ha servido de
ejemplo en el ámbito de las Artes Marciales.
Todo sucedía durante una competición celebrada en Caracas donde se enfrentaban dos escuelas muy dispares en cuanto a estilo: Shito
Ryu y Kyokushinkai que, de alguna forma,
habían conseguido, por un momento, unificar
criterios en cuanto a las reglas del Kumite. La final era previsible y sus dos mejores representantes se enfrentaban en busca
del trofeo.
Por un lado, un alumno de Shoko Sato (hoy 8º Dan del
World Shito Ryu Karate-do Federation WSKF) y por otro, Enrique Corredor —7º Dan, alumno directo de Masutatsu Oyama y uno de los fundadores del Kyokushin en Venezuela—. De
árbitro, el propio Sato.
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A puntos iguales, llegaba el instante decisivo. Un rápido tsuki ante la entrada de su oponente le dio el merecido punto de
triunfo a Corredor quien convencido de su victoria y tras el
certero marcaje optó por girarse rápidamente —puño en cintura— en dirección a su esquina. Craso error. El rival buscó la
mirada cómplice del arbitro-maestro quien deslizó en su rostro
un gesto de aprobación. Eso le bastó para abalanzarse sobre
la espalda del ganador mientras le acertaba el tanto definitivo.
Una decisión que debió haber tomado el juez del combate sin
parcializarse por el alumno.
Sato saltaba de alegría…su escuela salió como vencedora
del torneo.
Ni que decir que este suceso significó un ‘trauma’ juvenil
para mí, que disfrutaba del evento con el ‘corazón partío’: llevaba tres años de alumno con Shoko Sato y era amigo y compañero de colegio de Enrique quien, además, me alentó a iniciarme en el judo allá por los años 60.3
¡Qué había pasado? Sencillo, aunque decepcionantemente
lógico. Para la Shito Ryu, la acción del golpe puntuado debía
sostenerse hasta la oportuna orden del Sushin. Corredor se vio
ganador y dio la espalda al oponente antes de que el árbitro diera por finalizado el combate.
Este hecho pone en evidencia una de las peores servidumbres que las Artes Marciales tienen que pagar por su conversión
en disciplinas deportivas, donde no se pone en riesgo la vida
sino el lugar en el podio. Con el punto termina el combate… y a
la ducha. Aun así, algo ha cambiado hoy en los kumite, y ya es
común ver como el vencedor mantiene su posición dominante
sobre el vencido hasta que el juez reinicia el encuentro.
Veinte años después, desde la perspectiva del Aikido y ante
el asombro de algunos compañeros de práctica, decidí mantener
esta actitud de control tras realizar cada técnica… había descubierto Zanshin.
y EL ESPÍRITU VIGILANTE
Vigilen y oren, decía Jesús en el Monte de los Olivos; este fue
el último consejo que dio a sus discípulos antes del Calvario.
O monjes, sean vigilantes, sean vigilantes, también fueron las
últimas palabras de Buda a sus discípulos.
El estar alerta es el camino de la inmortalidad; la negligencia
el de la muerte. Quienes se mantienen en vigilia jamás mueren:
en cambio los indolentes son ya como muertos.
Los necios e insensatos se entregan a la indolencia y nunca están atentos: pero el sabio, siempre en vigilia, la considera como
su mayor tesoro, podemos leer en el Dammapadha.
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3 Aún hoy día sigo manteniendo que la Amistad está muy por
encima de la relación alumno-maestro, así que sirva este pequeño
recordatorio como reconocimiento a Enrique Corredor, de alguna
forma responsable de que esté escribiendo este libro.
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Para las Artes Marciales se trata de permanecer en conciencia absoluta de lo que nos rodea, la mente y el cuerpo se conjugan en una sola dirección… o en todas. Esto es Zanshin, un
estado sostenido de vigilancia y alerta que no desaparece
con la ejecución de la técnica.
Según el Kárate, es una presencia total que nos hace conscientes del entorno y nos prepara para reaccionar ante cualquier
agresión. En Kyudo lo entienden como la postura mantenida
tras el lanzamiento de la flecha. Para el Kendo incluye la preparación física y mental necesaria para enfrentar una realidad que
se puede manifestar en forma de ataque.
En la práctica del Aikido es un elemento esencial que trasciende al oponente y a la técnica misma y en Iaido, es la alerta
que se mantiene tras derrotar al enemigo ante la posibilidad de
que este emprenda una nueva embestida.
Para el Golf, es ese pequeño instante –después del golpe- en
el que jugador y pelota permanecen unidos –hierro en alto—
observando el trazado de la pequeña esfera. El ‘follow-trought’
inglés que traducimos como: ‘marcar el movimiento’.
Pero, no sólo en la acción encontramos Zanshin. La meditación lo haya a través del anterior y posterior saludo ritual.
En Japón está presente en su caligrafía, la ceremonia del té o
el Ikebana. Para Taisen Deshimaru, se manifiesta en lo cotidiano. Hay un modo Zanshin para colocar un objeto, tomar
197
una comida o para cerrar la puerta: Se suspende el empuje una
fracción de segundo antes de cerrarla para que esta no golpee.
El monje zen nos aclara que su significado proviene del arte de
combate con sable y significa prestar el máximo de atención al
adversario, aunque se aplica en cualquier acto de la vida.
Los conductores pueden dar fe de las palabras de Deshimaru cada vez que toman consciencia de cuál es su actitud cuando
guían un vehículo. Aunque los actos de conducción llegan a
ser reflejos —pisar el embrague antes de cambiar de marcha—,
resolver situaciones inesperadas que llegan desde el exterior sí
exigen un estado de alerta y vigilancia permanente que trasciende al pensamiento. Tenemos que mantener la atención simultánea sobre los dos espejos laterales, el retrovisor, el vehículo
que llevamos enfrente, no exceder la velocidad permitida, el
mensaje de las señales de tráfico, los comentarios del copiloto o
si debemos cambiar la emisora de radio. Esto, sin lugar a dudas,
es mantener un espíritu vigilante.
Mitsugi Saotome lo define como… la continuidad de la
energía. Es el Tao, el Do y nos recuerda que… cada fibra del
cuerpo está dotada de Zanshin. Y no le falta razón al alumno
de Ueshiba. La mejor muestra de ello es el proceso respiratorio,
que se prolonga en el tiempo, sin pausa. Un ciclo continuo que
refleja al máximo nuestra realidad vital deteniéndose sólo ante
la muerte.
Es el estado mental que nos permite estar conectados al
tiempo y al espacio, proporcionándonos una visión clara de la
realidad. Aunque, en principio, parecen conceptos muy ‘etéreos’, no es más que la suma de condiciones que generan una
fase de presencia total, permitiendo el control de una situación
determinada.
Pero, no se trata sólo de la ‘concentración’ recomendada por
el maestro Choi en su Teoría del Poder. El Zanshin, va aún más
allá, porque:
. Concentrarse en uno o varios elementos que nos rodea deriva en la exclusión de otros que podría ser igual o más decisorios
a la hora de emprender una acción.
. Concentrarse durante un solo instante durante la realiza-
ción de la técnica indica una ‘relajación’ mental –anterior y
posterior- que puede tornarse peligrosa ante un contraataque
inesperado o la aparición de varios enemigos.
Siendo muy difícil dar literalidad a los kanji, podemos traducir Zanshin como ‘la mente que permanece’ o ‘el espíritu
que perdura’ descrito en inglés como remaining mind, siempre
en referencia a la continuidad de la atención necesaria para el
dominio de nuestra vida en relación con lo que nos rodea. Personalmente, me gusta llamarlo ‘presente continuo’ ya que me
parece un tiempo verbal adecuado para representar su esencia.
Hay quienes tratan de reducirlo a un constante estado de
alerta ante cualquier agresión externa; a esa habilidad genética
—ligada al mecánico instinto de supervivencia— que permite a
los seres vivos percibir una situación de peligro. Inclusive, he
encontrado quien lo define como ‘alerta en relajación’. Desde
luego, este ideograma incluye todas estas acepciones… y más.
Y es que su idea trasciende al mundo marcial que conocemos
y penetra en las entrañas del Bushido, el camino del guerrero,
y del Zen..
El entrenamiento adecuado consigue que, ante la evidencia
de peligro, nos mantengamos alertas ante cualquier acción y
vigilantes hasta la extinción del riesgo. Una actitud de ‘espera
dinámica’ que implica la unificación de cuerpo y pensamiento
unidos en un solo objetivo.
Zanshin no trabaja aislado, al contrario, es el compendio de
varios conceptos que le complementan y le ayudan a conseguir
la integración entre lo físico y lo mental.
Veamos los más relevantes:
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MAAI 間合
EL ESPACIO
Dos cuerpos no pueden ocupar el mismo espacio en el mismo
instante, el espacio que nos separa da sentido al Universo conocido.
Si Zanshin es la armonía y la prolongación de la energía, Maai
representa la armonía y el dominio del espacio. Si Zanshin se
relaciona con el futuro, Maai es el pasado, el trecho que nos
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separa de nuestro oponente, la posición exacta en la que somos
inmunes a su ataque. Todo el universo necesita de una relación
espacial adecuada: desde el átomo hasta las revoluciones planetarias, la distancia determina los principios físicos que han
de regir la existencia. Somos una masa andante que vive esquivando todo aquello que le rodea y para ello genera espacios de
protección.
Sería inútil mantener la energía y alerta adecuada tras la resolución de un conflicto si hemos quedado demasiado cerca o
lejos del oponente. Perder el dominio de la situación por culpa
de una distancia inadecuada convierte en estéril cualquier vestigio de Zanshin.
DEAI 出合
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EL TIEMPO
Todo en el Universo posee un ritmo diferencial que condiciona
su existencia. El instante en el que suceden las cosas determina
su presente, el ahora.
De-ai es la armonía y el control del encuentro. Representa el
instante preciso o el momento de la verdad. El punto exacto
dónde se produce la unión de dos cuerpos. Recordemos:
Zanshin es el futuro; Maai, el pasado; y Deai —o la armonía
del cambio— es el presente. En nuestra ecuación personal, es
el tiempo que necesitamos para cubrir un espacio.
Hemos visto los tres pilares básicos en un estado de plena
conciencia y la unión de pasado, presente y futuro: la energía
de Zanshin, el espacio de Maai y el tiempo en Deai. Pero vale la
pena agregar ciertos conceptos más tomados de la terminología
japonesa que, sin duda, contribuyen a su perfeccionamiento.
METSUKE 目付
MIRADA
En nuestro idioma hacemos una clara distinción entre la noción de ver y mirar. Mientras el primero se conforma con dirigir
la vista hacia una dirección, el segundo agrega un esfuerzo de
atención por parte del cerebro. Es por esto que solemos traducir
Metsuke como mirada. En sentido estrictamente físico se trata de lograr una ‘visión periférica’ del entorno, que es aquella
200
que extendemos más allá de los cerca de 30º de visión normal.
Controlamos así los movimientos realizados dentro de los 180º
de percepción visual que nos permite captar la colocación de
nuestros ojos.
Pero la ‘visión periférica’ es sólo una pequeña parte de lo
que implica Metsuke. A través de la mirada obtenemos información de nuestro oponente: dirección de sus pies, tipo de guardia,
movimiento de brazos o alguna reveladora mueca que refleje su
propósito. El lenguaje corporal nos permite vaticinar su intensión, desvelar sus dudas o descifrar su próxima acción, por lo
que debemos evitar enfocar un solo objetivo. Mirar sin mirar.
La escuela Daito Ryu distingue dos tipos: Mokushin supone el ver a través del ojo de la mente, visualizando al oponente
y su entorno; y Ganriki, una mirada aguda, penetrante, capaz
de percibir las intenciones del rival con el objeto de dominarle.
Metsuke necesita la concentración de Zanshin y, a su vez,
es la ventana por donde Zanshin percibe la realidad y descarta
el engaño.
KIMUSUBI 氣結び
NUDO DE KI
Cualquier relación entre dos personas se basa en la conexión de
sus dos energías. Mientras más fuerte sea este vínculo, mayor
será el intercambio que se produce en ambas direcciones. El
control remoto, invento reciente, nos desvela el funcionamiento
de esta correspondencia invisible que nos permite contactar con
‘algo’ que no está físicamente unido a nosotros, pero que sí
logra conectarse a través de ondas electromagnéticas que viajan
a diferentes frecuencias y a las que llamamos hoy: bluetooth,
wifi o infrarrojos,.
La interacción humana se basa, también, en ese permanente
intercambio energético que muchas veces no podemos percibir
por las múltiples interferencias que empañan nuestro receptortransmisor. Al menos, a ello aludimos, cuando recurrimos a frases como: tu presencia me relaja’, ‘me pongo de los nervios
cuando estoy a tu lado’, o ‘se me eriza la piel cada vez que te
veo’. Fuertes emociones, como el odio, la ira o el amor, pro201
ducen potentes emisiones, y de eso saben algo los animales,
expertos en ‘oler el miedo’.
A esa relación tan etérea como real los japoneses le dieron
un nombre: Kimusubi, que podríamos traducir literalmente
como ‘nudo de ki’, lo cual es lógico, si tomamos en cuenta que
el ki o Chi, para los chinos, no es otra cosa que el ‘flujo vital de
la energía’ que se manifiesta a través de todos los seres vivos.
¿Qué tiene que ver esto con Zanshin? Todo. No solamente las sensaciones fuertes nos unen al prójimo. Para la cultura
japonesa, ese nudo persiste y se mantiene mientras exista cualquier tipo de relación entre dos personas: estar alerta al comportamiento del otro, vigilarlo o simplemente prestarle atención
nos ‘conecta’ a él. Ni que decir del vínculo creado transitoriamente entre ambos rivales de un combate, o entre los contendientes de una batalla. Mantenerse alerta ante la posible acción
del adversario nos obliga a percibir a tiempo sus movimientos,
sus intenciones… esto es Zanshin.
refleja la imagen sin ser afectada por ella. Para el Zen representa el Mushin No Shin o la mente sin mente, una forma de definir la ausencia de pensamiento y, por lo tanto, de miedo o dolor.
Se trata de un concepto abstracto utilizado con asiduidad en
el Zen y las Artes Marciales. Está compuesto por dos caracteres
chinos:
無 Mu: Nada, Sin, No.
心 Shin: Corazón, mente, espíritu.
A
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P
O
C
MIZU NO KOKORO 水の心
ESPÍRITU COMO EL AGUA
Estado de calma que mantiene a la mente trasparente y en reposo. Como el líquido elemento, nos amoldamos a la situación,
reaccionando según la presión exterior, manejando los cambios
con la destreza necesaria para vencer cualquier obstáculo. El
agua fluye adaptándose a las circunstancias sin ser dominada
por ellas, llenando el vacío con su ansia expansiva.
Con la mente en calma, libre de distracciones que afecten la
percepción, aumenta nuestra sensibilidad mejorando la capacidad de respuesta. El lago refleja la realidad sin verse afectado
por ella; de la misma forma Mizu no kokoro percibe todo a su
alrededor, sin que nada particular le enturbie. Es la energía en
reposo lista para colarse por cualquier hendidura para rellenar
toda oquedad a su paso. Zanshin se alimenta de su espíritu.
MUSHIN 無心
SIN IDEA - SIN MENTE
Es el estado de la mente desligada del ego, de emoción y deseo. Reacciona —como Mizu no kokoro— como el espejo que
202
No se piensa en la defensa... se defiende; no se piensa en el
ataque... se ataca. Las acciones se ejecutan de forma natural e
instantánea; el tiempo y la velocidad pierden su sentido como
factores que condicionan la mente, que antes de que diga al
cuerpo lo que tiene que hacer, este ya lo ha hecho. Se diluye el
desfase temporal que limita nuestra decisión de actuar.
Esto es Mushin.
Vale la pena transcribir aquí un corto texto del maestro Zen
Taisen Deshimaru:
...Mushin quiere decir “no-pensamiento”, “inconscientemente”, “pensar sin pensar”, “no pensar”. Es la esencia del Zen. Durante la vida cotidiana, si hacéis o queréis algo conscientemente no sois mushin. Si lo hacéis
con el pensamiento, no es Zen. Esta es la razón por la
que el entrenamiento y la práctica con los músculos y
con el cuerpo es tan importante. También para hablar es
importante. La mayoría de las personas hablan después
de que el cerebro haya dado la orden. Si sois mushin o
hishiryo, podréis hacerlo inconscientemente, sin pensamiento.
Un profesor debe pensar antes de responder cuando le
hacéis una pregunta. Pero el monje Zen responde sin
pensar, inconscientemente. Por eso el mondo Zen es tan
importante. Yo pienso, desde luego, en vuestra pregunta, pero respondo inconscientemente. Esto no es posible
en la educación moderna, por eso la educación Zen es
tan importante. Lo mismo sucede con la acción. Primero
203
piensa el cerebro, después se actúa. Esto no es mushin.
Mushin quiere decir que es el cuerpo el que piensa. Si
comprendéis esto podréis comprender el Zen. La mayoría de las historias Zen tratan de mushin.
En ‘El Sermón de Obaku’, el monje Hung Po afirma:
Cuando entiendas o realices el mushin sin ninguna intervención [esto es, intuitivamente], la sustancia misma se
te es revelada. Es como el sol revelándose a sí mismo en
el cielo, su iluminación penetra las diez potestades y no
hay nada que interfiera con su travesía.
Kime 決め
A
I
P
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C
El Libro de las Cinco Esferas (Gorin No Sho), de Miyamoto Musashi también hace referencia a Mushin:
El espíritu debe de estar sin ninguna confusión, inmutable, puliendo la mente de modo que no haya nada que
pueda perturbarla, prestando toda la atención, ‘afilando’
el ojo que observa (percepción) y el ojo que ve (visualización), llegando de esa forma al vacío real, donde no
hay sombras ni nubes que lleven a la confusión.
Cuando uno comprende un principio, lo interioriza de tal
forma que luego lo aplica con naturalidad, sin pensar en
ello, encuentra el ritmo de las cosas y actúa. La forma
sublime de combatir es aplicar todas las enseñanzas sin
detenerse a pensar en ellas en el momento de ejecutarlas.
Ese ‘no pensar’ es el vacío.
En busca de la efectividad, un espíritu vigilante no debe estar afectado por factores externos que empañen su percepción de la realidad. Así, Zanshin necesita de Mushin para
excluir cualquier conflicto perturbador. En situaciones extremas, la claridad de visión se
traduce en decisiones acertadas, donde el estrés no tiene cabida ni la incertidumbre razón.
Zanshin y Mushin nos abren la puerta de la ‘Tercera Vía’; el conocimiento y una preparación adecuada nos permitirá transitar
por ella.
204
En kimé todo nace.
En kimé todo muere.
Kimé es la vida del karate
HIDEO TSUCHIYA
S
i Zanshin es la concentración del espíritu, Kimé es la concentración perfecta de la fuerza y el espíritu, el fin que resuelve un movimiento. El maestro Tsuchiya lo compara con
un auto de carrera que se desplaza a 250 kilómetros por hora y
que en un décimo de segundo se detiene: toda su velocidad se
transforma en un golpe inmóvil. La energía se concentra en un
solo punto, dice, y todo desaparece: el mundo es mío, el mundo
es suyo. Kimé es el Gran Vacío. Ni uno ni otro tiene pausa, es
un movimiento constante
Su transcripción nos remite a los concepto de ´foco’ o ‘decisión’ (決), entendiendo que es un estado mental donde el pensamiento se encuentra completamente centrado en el oponente
y en el instante del impacto final donde descargamos toda la
fuerza. Si el Kiai expresa la proyección de nuestra energía a
través de la voz, kimé lo hace utilizando lo tangible, lo físico.
En este sentido, ambos se complementan y unen en el momento
del choque.
Vale la pena recordar que la tercera ley de Newton nos ad205
vierte que, al golpear al adversario, su masa NO llega a absorber toda nuestra fuerza; parte de esa energía regresa a nosotros.
Sin pretender llevarle la contraria al físico alemán, podemos
afirmar que, a través del Kime, se logra reducir esa pérdida.
Un golpe depende, y mucho, del objeto donde descargamos
su potencia. Los rompimientos de tejas o ladrillos reciben mejor
la fuerza que se imprime sobre ellos ya que no tienen ninguna
capacidad de absorción, es decir, reciben íntegramente el impacto y lo distribuyen por toda su masa. No es el caso del cuerpo humano, formado por músculos y huesos capaces de ceder
ante cualquier colisión. La energía del golpe se disipa, evitando
así la fractura. El cuerpo posee un buen sistema de amortiguación que aumenta su eficacia si cedemos a la fuerza y no nos
oponemos frontalmente ella.
mejor forma posible y a esto se han dedicado las Artes Marciales desde sus inicios.
Un paréntesis para explicar que uno sólo de los elementos —masa o aceleración— no es suficiente para conseguir un
golpe efectivo. Hemos visto personas adiestradas en velocidad
capaces de lanzar más de diez golpes en un segundo pero sin
la contundencia necesaria para vencer al contrincante. Dispersan la energía en la realización del propio movimiento, lo que
les impide concentrarla en un sólo foco. También conocemos
personas con una gran masa muscular demasiado lentos para
ejecutar un buen golpe. En la búsqueda de Kimé debemos esforzarnos en conseguir el equilibrio entre estos dos factores cuyo
producto determinará la magnitud de la fuerza.
Visto esto, caigamos en cuenta que, debido al tamaño de
nuestros brazos, para ejecutar un golpe certero que atine con
contundencia en zonas vitales necesitaremos acercarnos, lo
más posible, al objetivo, recortando la distancia de ataque y
sacrificando la fuerza del impacto. Recordemos, a menos recorrido, menos aceleración y menos velocidad. Así que, para
poder aplicar una fuerza aceptable será necesario aumentar considerablemente la masa.
Es evidente que tenemos un problema: generar potencia a
corta distancia y con poca masa (el puño). Newton necesitaría
otra manzana para descifrar este entuerto. Debemos encontrar
un componente impulsor que genere una fuerza descomunal en
un espacio reducido.
Ciertamente un reto para cualquier sistema mecánico elemental pero no para el cuerpo humano, con un mecanismo locomotor capaz de adaptarse a cualquier contingencia física.
¿La solución? Tendremos que trabajar en dos sentidos:
- Sobre el músculo, que deberá ser capaz de generar el máximo de energía en un mínimo de espacio.
- Sobre la distancia. Llevando el origen de la fuerza lo más
lejos posible de su objetivo.
¿Cómo conseguirlo?
Para ello, les planteo CUATRO soluciones:
A
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P
O
C
y ALGO DE FÍSICA
Kime es el resultado de un esfuerzo energético que se manifiesta físicamente a través del cuerpo y donde el sistema locomotor
juega un papel fundamental. De ahí la importancia de aprender
a optimizar el uso de los músculos implicados en la acción. En
definitiva, son ellos los responsables de generar y transmitir la
fuerza que proyectamos hacia el exterior.
Recordemos que el valor de la aplicación de una fuerza es
igual a masa por aceleración (F = m.a), lo que supone que dado
el pequeño tamaño de nuestro puño (masa) debemos imprimirle
la máxima velocidad posible para que el impacto sea efectivo.
Ahora bien, la aceleración necesita espacio suficiente para
aumentar su valor: a = velocidad inicial - velocidad final / tiempo. Me explico, un coche tendrá que cubrir una distancia concreta a una velocidad máxima en un tiempo determinado para
aumentar su aceleración. Dicho de otra forma, el puño, por su
pequeña masa, debería moverse muy rápidamente durante un
largo espacio si quiere golpear con contundencia. De ahí que el
tsuki clásico del Kárate nazca pegado a la cintura: la distancia
hasta el objetivo le asegura un trayecto máximo que, sumado a
la fuerza de torsión, consigue descargar una potencia efectiva.
Se trata de exprimir nuestras posibilidades ergonómicas de la
206
207
PRIMERO. FAH-JING 發勁
Entrenar Fah-jing que, traducido del chino, sería algo así como
‘fuerza explosiva’. Sus dos kanjis lo definen como la ‘revelación (發) de una fuerza interna similar a la desplegada por
la potente corriente de un río (勁)’. Y aquí no podemos evitar la referencia al ‘puño de una pulgada’ de Bruce Lee. Hay
mucho que escribir sobre esta técnica, aunque aún habría más
que practicar. Antes recordemos unas palabras reveladoras del
propio Bruce: ...un golpe de Karate es como ser golpeado con
una barra de hierro, mientras que un golpe Gongfu es como ser
golpeado por una bola de metal en el extremo de una cadena.
Esto, para Lee, representa el golpe de kárate, potente pero
necesitado de espacio para poder transmitir toda su magnitud;
precisamente lo que quiso demostrar en su exhibición durante el Campeonato Internacional de kárate de Long Beach. Claro está que utiliza como ejemplo un golpe lineal y no circular
como el aplicado con el olisi en el Kali o Palo Filipino, donde
el pequeño giro de la muñeca blandiendo el arma se traduce en
un incremento de distancia, velocidad y aceleración.
Hagamos un pequeño ejercicio. Coge un palo con la mano,
coloca su otro extremo a unos, digamos, 2,5 centímetros de tu
objetivo e intenta golpear con el brazo extendido sin doblar las
articulación de la muñeca o codo. Habrás comprobado el poco
daño que eres capaz de producir, convirtiendo la acción en algo
parecido a un simple y leve empujón. El palo que sostienes en la
mano no deja de ser un elementos sólido que funciona como extensión del brazo, por lo que se necesita un gran recorrido previo para ‘coger fuerza’ si queremos que produzca algún efecto.
Es fácil, a más separación entre arma y objetivo, más fuerza
se podrá aplicar sobre él. Al igual que la mayoría de los tsukis
del Kárate o los efectivos golpes del boxeo, la potencia siempre
dependerá de la aceleración y esta, de la longitud del recorrido
de la masa. Mientras más largo sea el objeto con el que golpeas,
más lejos tendrás que iniciar la acción. Lo mismo pasaría con
un bokken, un Jo o una espada.
Para que esta técnica sea efectiva es necesario dotar a las
articulaciones del brazo de un amplio movimiento ondulatorio
que alargue el recorrido de una fuerza originada en la tierra que
pisamos y no en un grupo muscular concreto (tríceps braquial).
Tendemos a segmentar el cuerpo a la hora de ejecutar una acción, olvidando que somos realmente un bloque locomotor diseñado para actuar de forma conjunta y corporativa; un sistema
mecánico perfectamente articulado que necesita de la relajación
para su mejor aprovechamiento. Esta confusión nos lleva a infravalorar nuestras capacidades y posibilidades.
A
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P
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208
La propuesta de Fah-jing —que parte desde la relajación muscular y articular— necesita de poco espacio entre la mano y su
objetivo ya que el inicio de la fuerza se encuentra muy lejos
de ella: en tierra, con potentes amplificadores en la rodilla, la
cadera, la cintura escapular, el hombro, el codo y la muñeca.
Este largo trayecto (suelo-mano), sumado al movimiento oscilatorio del cuerpo, incrementa la aceleración, compensando
la poca masa del puño.
En definitiva, Fa-jing convierte las articulaciones en verdaderos eslabones capaces de transmitir e incrementar la fuerza
absorbida del suelo gracias a nuestro empuje y a la ya tan manida Tercera Ley de Newton o ‘Principio de acción y reacción’.
Si golpeamos con un látigo, la fuerza que genera nuestro
cuerpo se transmite hacia la punta a través de la empuñadura.
En Fah-jing, la pelvis se transforma en empuñadura de la
energía que tomamos de la tierra.
Pero hay más, observando a un practicante del estilo Chen
de Tai Chi, o al propio Bruce Lee realizando su ‘puño de una
pulgada’, podemos apreciar un instante de ‘sacudida’ o ‘vibración’ durante el culmen de Fah-jing. Se trata de la contracción
que resulta del paso brusco del estado inicial de relajación a
la tensión súbita del golpeo cuando se descarga, en milésimas
de segundo, toda la energía acumulada. El mismo fenómeno
producido por el látigo que lanza un chasquido al aire cuando
se extiende o la bola al final de la cadena que se templa violentamente. Lo comprenderemos mejor si comparamos el puño
con la bola donde descarga toda la energía; nuestro cuerpo con
la cadena que la transmite; la tierra, con la mano firme que la
209
impulsa; y las articulaciones con cada uno de sus eslabones.
Ese momento de proyección extrema donde la bola, la punta
del látigo y el puño concentran toda la fuerza en un sólo punto,
es Kimé. Trascendiendo Tiempo y Espacio, Fa-jing logra unificar velocidad y masa en un instante demoledor.
¿Cómo debemos ejercitar Fa-jing? Preparando los músculos
implicados para responder a tales requerimientos. Veamos.
repite el ciclo una y otra vez. Sin embargo, deportes como el
salto, lanzamiento de objetos, el Baseball o el boxeo, necesitan
alcanzar la potencia extrema durante sólo un instante. Son los
que utilizan Kimé para finalizar el trabajo requerido.
Como hemos dicho, su entrenamiento debe estar diseñado
para ayudar a los músculos a producir con rapidez la fuerza necesaria para culminar un acción, que es la base del Fa-jing y la
aplicación perfecta de la fórmula de la potencia: fuerza x velocidad. Si nos empeñamos en ejercitar sólo la fuerza —trabajos
concéntricos (positivos) con pesas o mancuernas— iremos en
detrimento de la velocidad, y viceversa. De ahí la necesidad
del adiestramiento pliométrico que tiene como objetivo producir movimientos rápidos, potentes, y mejorar las funciones
del sistema nervioso. Estos ejercicios aprovechan un fenómeno
conocido como ciclo de estiramiento-acortamiento (SSC) que
implica cambio de ángulo brusco en la articulación y se realizan como un método de choque para incrementar la potencia y
la fuerza explosiva: lanzamiento de balones medicinales, saltos
estirando y doblando las rodillas o flexiones de brazos con salto.
Mecánicamente, al cargar el músculo se acumula energía,
como en un muelle, y esa energía nos impulsa en la contracción.
Si no saltamos inmediatamente, la energía acumulada se pierde.
A
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SEGUNDO. ENTRENAMIENTO ISOMÉTRICO
Entrenar de forma isométrica los músculos extensores y abductores del brazo: tríceps braquial y deltoides. Necesitaremos
un peso o elásticos para oponerlo a nuestro empuje. Los ejercicios isométricos son estáticos y se basan en mantener durante
corto tiempo una determinada posición. El músculo se tensa sin
causar cambios en su longitud soportando una resistencia mayor
a la fuerza que imprime de forma que, si se retira bruscamente
el objeto, la inercia disparará el brazo en su dirección. Por eso,
el ejercicio se hace en la trayectoria inversa al gesto, es decir,
el elemento externo debe obstruir la dirección del golpe que
se quiere perfeccionar. Se recomienda mantener la tensión tan
sólo cinco segundos a lo largo de 15 o 20 repeticiones.
Las acciones isométricas implican un incremento de tensión muscular desde situación de reposo hasta alcanzar valores
máximos o submáximos durante un lapso de tiempo determinado, para después disminuir la tensión de nuevo hasta recuperar
el reposo. De esta manera, se pueden distinguir los isométricos
explosivos con una ‘fase de ataque’ (mantenimiento de la tensión) más corta y los isométricos lentos con una fase más larga.
TERCERO. EJERCICIOS DE PLIOMETRÍA
Para que exista Kimé necesitamos fuerza explosiva. También
llamada pliométrica o entrenamiento de potencia, la podemos
definir como la aplicación de la máxima fuerza en el menor
tiempo posible. Es acíclica, es decir, rompe con cualquier tipo
de ritmo. En deportes como el remo o la natación el esfuerzo
recae de forma continua sobre el mismo grupo muscular que
210
CUARTO. CONTRACCIÓN EXCÉNTRICA
Entrenar la contracción dinámica negativa o excéntrica en
la que se produce un estiramiento del grupo muscular implicado. Tiene la función de controlar o frenar el movimiento cuando
va a favor de la gravedad, evitando que nos demos de bruces
contra el objeto sobre el cual ‘caemos’.
Al bajar una cuesta o la escalera, el píe que toca el suelo en
primer lugar debe soportar toda la carga del cuerpo, al igual que
en el salto; al colocar algo pesado sobre una mesa, lo hacemos
con un movimiento controlado para no golpearla bruscamente
y romper el objeto. Empleamos un movimiento excéntrico, que
elonga el músculo mientras está contraído.
¿Cuáles son sus beneficios? Sin duda, muchos y variados:
211
• Aumenta la fuerza muscular y la velocidad articular.
• Aumenta la elasticidad de los tejidos. Tanto muscular,
como conectivo.
• Facilita el alargamiento muscular.
• Mejora el reclutamiento (capacidad de las fibras musculares de contraerse).
• Aumento de síntesis del colágeno en el tejido conectivo lo
que permite un mejor funcionamiento del tendón.
• Mejora la capacidad propioceptiva (estabilidad corporal).
• Control neuromuscular más ajustado.
• Disminuye el riesgo de lesiones musculares y tendinosas.
• Mejora la respuesta de la contracción concéntrica.
Todo esto redunda en su favorable acción sobre el sistema
locomotor cuando se trata de movimientos acíclicos o explosivos —frecuentes en las artes marciales—, aportando grandes
beneficios de fuerza y movilidad en los músculos. Fa-jing nace
desde tierra, en un movimiento eminentemente antigravitatorio
y en dirección ascendente, sentido en el que suele trabajar la
capacidad excéntrica de nuestras fibras. De ahí la importancia
de este entrenamiento para la ejecución de un Kimé efectivo.
Como resumen, veamos en un solo ejemplo la diferencia entre estos tres tipos de trabajo muscular: si sujeto con firmeza
la correa cuando el perro tira de ella manteniendo la compensación de fuerzas en una situación estática, es decir, ni para
el perro ni para mí, estaré realizando un ejercicio isométrico;
pero si lo traigo hacia mí doblando el brazo estaré aplicando un
trabajo concéntrico sobre el bíceps (positivo), contrayéndolo y
acortando sus fibras. Ahora bien, me queda otra opción, ceder
ante la presión del animal y estirar el brazo de forma controlada, entonces, la contracción será excéntrica y de sentido negativo. Sus fibras se estirarán. En las flexiones de pecho la subida
es concéntrica, a favor del tríceps, la bajada es excéntrica y el
sostenimiento a medio camino sería isométrico.
Kiai 気合
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C
Hablamos de concéntrico cuando nos sobreponemos al peso
luchando contra la gravedad, de excéntrico si cedemos a él, y
de isométrico si mantenemos el equilibrio estático.
212
Miren a Rikyu haciendo el té,
y notarán que todo su cuerpo está lleno de Kiai,
y no hay lugar para un ataque. SHOGUN HIDEYOSHI
N
ace de Kokyu 呼吸, proceso de espiración e inspiración
que constituye la base de la vida. Sin Kokyu no hay Aikido,
afirmaba Ueshiba, consiente del poder del aliento, de la energía
vital que se manifiesta en forma de vibración. De ahí la importancia que dio al Kototama 言霊 —EL espíritu de la palabra—
dentro de sus enseñanzas más secretas.
Tal es la interacción entre kimé y kiai que a una proyección
de fuerza sin esta técnica se le llega a comparar con un río sin
agua: con forma pero sin vida. L<a palabra Kiai proviene de Ki
気 —energía, mente o voluntad— y Ai 合, —contracción del
verbo awaseru— que significa unir, armonizar. Es la unión de la
energía Ki y su posterior expansión; la armonía del Ki, energía
vital que procede de nuestro centro (Hara). Se basa en la propiedad del sonido para afectar el lado emocional. La materialización del Ki, la fuerza interior que surge a partir de la absorción,
acumulación, distribución y proyección de esa energía vital.
El Kiai se manifiesta plenamente al liberar el Ki. Es el arte
de concentrar toda la fuerza física y mental sobre un sólo punto
con la intención de vencerlo y someterlo.
213
Se trata de un Haragei oral, que centra la energía en el abdomen a través de la contracción del diafragma y la emisión de un
mudra mediante las cuerdas vocales. Es el Qi-yi-i o Fa Sheng
para los chinos, el Het para los vietnamitas y el Kihap coreano.
Según el concepto Zen, es la manifestación activa del Ki, la
explosión, la vida, la expresión activa de la energía que empuja
al hombre a una acción con la firme resolución de llegar a buen
fin; el soplo que da el impulso para tomar ventaja en todas las
oportunidades que se presentan en la vida. Kumashiro Hikotaro, maestro de Kiaijutsu, decía que la combinación de Ki con
Ai significaba que la mente más fuerte se fusiona con la mente
más débil.
El maestro Zen Taisen Deshimaru nos indica: Emite tu grito con todo lo que eres, comenzando en el hara, el abdomen
bajo o intestino. Una larga exhalación, tan profunda como se
pueda. Justo al final de ella, la energía de uno es la mayor. El
Kiai es esa misma exhalación, combinada con un grito; el sonido debe surgir naturalmente de las profundidades del cuerpo,
y para esto uno, obviamente, tiene que saber respirar, lo que
pocas personas saben hacer.
Yamaoka Tesshu, samurai fundador de la escuela de Kenjutsu Itto Shoden Muto Ryu, considerado como el más diestro
kendoka de su tiempo, explicaba de este modo el arte de esgrima japonés: No fije su espíritu sobre la actitud que tome su oponente, no la concentre tampoco sobre su propia actitud o sobre
su sable. Concentre su energía (Ki) sobre su seika tandem (bajo
vientre). No piense en dar un golpe sobre el oponente ni en que
éste le va a aplicar un golpe. Descarte toda premeditación y
lance el ataque en el instante mismo en que vea al oponente
intentar empuñar el sable. Se refería a la canalización del Ki,
o sea, al Kiai.
En el karate finaliza en el instante del impacto y la expulsión
de ki por la garganta, lo que cierra la respiración por unas décimas de segundo y todo el cuerpo queda contraído evitando la
absorción y disipación de la energía del golpe que realizamos.
En el ‘Libro del fuego’, Miyamoto Musashi relata detalladamente la práctica del Kiai, basado en su experiencia de
combate: …durante la lucha, la voz adquiere un timbre bajo,
elevando el grito cuando atacamos. Después del enfrentamiento, gritamos en la estela de nuestra victoria. En combate singular, simulamos que nos disponemos a atacar y gritamos al
mismo tiempo para perturbar al enemigo, entonces en la estela
de nuestro grito, cortamos con el sable largo. Gritamos después
que hemos abatido al enemigo para anunciar nuestra victoria.
A esto se le denomina Sen go no Koe (voz de antes y después).
No gritamos nunca al mismo tiempo que blandimos el sable
sino durante el combate, para entrar en ritmo. Como podemos
ver, Musashi nos habla de varias formas de Kiai relacionados
con el momento del combate.
En este sentido, el Kiaijutsu diferencia tres tipos de Kiai
según el momento en que se realiza:
Antes del ataque. Para bloquear mental y psíquicamente al
enemigo.
Durante el ataque. Desconcertar y romper el equilibrio del
agresor.
Después del ataque. Para disuadir al agresor de cualquier
tentativa de contraataque.
Hemos encontrado, incluso, clasificaciones que dividen el
Kiai según su intensidad:
1. De tono bajo, en el momento del enfoque de una técnica.
2. Agudo, después de una técnica, como un grito de victoria
3. Baja a media aguda, justo antes de una técnica de difusión o golpes, para confundir el pensamiento de un oponente.
4. Medio tono, con propósito de reanimación.
5. Silencio (Kensei), usado en ciertos ejercicios de meditación.
Por su parte, el maestro Hidehiko Ochiai lo simplifica en:
1. Largo y fuerte.
2. Corto y fuerte.
3. Corto y tranquilo.
La voz es exhalación, y la exhalación es Yang que proyecta
la fuerza hacia el exterior, aunque internamente es Yin, repre-
A
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P
O
C
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215
sentando el vacío que queda tras la expulsión del aire. Por eso,
la situación ideal para ejecutar el kiai es su sincronización con
la inhalación del oponente. Los japoneses hablan de enfrentar
‘vacío’ contra ‘plenitud’ o de Kiai no kakerú: atacar con kiai
cuando el enemigo ha terminado de espirar.
Kiai estimula la potencia estática del golpe al no activar las
células de contracción lenta (Células ST), que utilizamos en
los esfuerzos normales tanto del ámbito cotidiano como en el
deportivo, sino las células de contracción rápida (células FTa FTb) que se activan ante situaciones de esfuerzo extremo. Esto
a costa de un consumo extraordinario de energía del cuerpo. Las
fibras de contracción rápida se contraen con más velocidad y
generan mucha potencia, mientras que las de contracción lenta,
están dotadas de gran resistencia.
Para el médico español Guillermo Laich: Es un sonido abdomino-gutural profundo que en realidad procede de las mismísimas entrañas del deportista en busca de “algo más. Un sonido
altamente específico que requiere de una potente contracción de
la musculatura abdominal y lumbar, y que sobre todo procede
de la zona inferior del tronco, donde se encuentra el centro de
gravedad corporal. Sobre un estudio de los ‘gemidos’ de Nadal,
el especialista agrega: Otra de las funciones del grito o gruñido
consiste en otorgar una mayor densidad a la zona abdominal,
favoreciendo así la transferencia de fuerza desde el suelo hacia
la raqueta. Si existen indicios de discontinuidad o desconexión
en algún punto de esta cadena cinemática, en semejanza a lo
que sucede en las técnicas de karate, el golpe perderá fuerza de
impacto y precisión. Pero sin duda lo que más perderá será la
capacidad para coordinar una mayor cantidad de masa íntimamente integrada a la velocidad y precisión del impacto.
Sin embargo, uno de los aspectos más interesantes del estudio de Laich sobre el rendimiento del tenista español es su
revelación acerca de la dirección del sonido producido que, según él: no se realiza exhalando con fuerza hacia el exterior, no
se trata de vaciar el cuerpo de aire, sino de llenarlo rápida y
explosivamente como cuando inflas rápidamente y en exceso un
globo y este explota. Y nos pone un ejemplo: Intenten expeler
todo el aire de sus pulmones, como cuando se desinfla un globo,
y verán que se quedan vacíos, sin fuerza, y sin movilidad. Reconociendo que es un trabajo complejo y largo de aprender, lo
define como: un proceso “implosivo,” dirigido hacia el interior
del cuerpo, más que un proceso “explosivo” dirigido hacia el
exterior.
Físicamente, Kiai podría ser considerado como el arte de
expulsar el aire, de forma rápida y explosiva, concentrando toda
la fuerza del cuerpo en el seika tandem. Porque Kiai, es el arte
de controlar la respiración. También es conocido como ‘grito
que mata’ o ‘grito de vida’, es utilizado en la casi totalidad de
las disciplinas de lucha donde, a través del aliento vocalizado,
se descarga hasta el último hálito de fuerza.
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y Y EL VERBO SE HIZO CARNE
El apóstol Juan ya nos lo advertía en su Evangelio, desvelándonos cómo la palabra (el verbo) es capaz de transformarse en
carne si todo se hace como Dios manda. Muchos años después,
en uno de los genocidios más notables de la Biblia, Josué consiguió derribar los muros de Jericó con ayuda del sonido de siete
trompetas.
La influencia de la palabra ha sido un verdadero clásico en la
historia de la humanidad. Desde sortilegios de magos y brujas
hasta los graves mantras sanadores de los monjes tibetanos, el
sonido ha sido siempre un eficiente vehículo para interferir en
las propiedades de la materia.
El sonido es una sensación que percibe el oído al detectar el
cambios de presión generado por movimientos vibratorios. Se
dice que un kiai en tono menor produce parálisis parcial en virtud de una reacción que hace descender bruscamente la presión
sanguínea arterial, mientras que un tono mayor produciría el
efecto contrario, si se emite fuerte y súbitamente.
La audición es el primer sentido que se activa en el ser humano que, desde el vientre de la madre, ya es capaz de escuchar.
Así mismo, la memoria auditiva es la más eficaz y estabilizada.
El oído es también nuestra mayor fuente de emociones: provoca
imágenes visuales, activa la sensación de miedo o llega a irritar217
nos hasta niveles extremos.
El cine, en su búsqueda de estímulos que afecten al espectador, nos ha aportado una escala de diez sonidos capaces de
hacernos sentir algún tipo de emoción:
• El llanto de un bebe recién nacido
• La intensidad de la bocina de una sirena
• El sonido de las olas contra las rocas
• El que producen las llamas durante un incendio forestal
• Una sirena de barco en medio de la niebla
• El lento sonido de una gota de agua
• El sonido que producen los caballos al cabalgar
• El silbato de un tren a lo lejos
• Un perro aullando
• La música de la marcha nupcial
Aunque cada persona percibirá las sensaciones en diferente
grado.
La música es uno de los mejores ejemplo del efecto que el
sonido ejerce sobre el organismo. Para Stefan Koelsch, profesor de psicología de la música en Berlín, tiene la capacidad de
ayudarnos a cambiar el estado de ánimo: La música es capaz
de evocar el núcleo mismo, el núcleo de las estructuras cerebrales responsables y creadoras de nuestro universo emocional
comenta.
Un estudio de Thomas Fritz, del Instituto Max Planck en
Alemania, señala tres emociones que la música puede transmitir
al individuo: felicidad, tristeza y miedo. Por su parte, una investigación de la Universidad de Pennsylvania publicada en ‘Nature Neuroscience’, pudo concluir que, aunque los efectos de los
sonidos sobre la percepción acústica son específicos del córtex
auditivo, son la amígdala y las áreas auditivas subcorticales las
implicadas en el proceso.
Nuestra sensibilidad a sonidos de alarma no lineales, como
los que emiten las marmotas para advertir la presencia de depredadores, son usados por compositores de cine para inquietar
al público. En ello se basan las películas de terror, que utilizan
ruidos disonantes y chillones que asociamos de forma inconsciente con animales en peligro. Tal es el caso de ‘Psicosis’ de
Alfred Hitchcock, que acompaña las situaciones de pánico con
ruidos emitidos con cuerdas.
En el mundo animal, los sonidos más graves son usualmente
utilizados como método de intimidación; tal vez el caso más
evidente sea el famoso gruñido de los perros con el que advierten de un posible ataque. Los tigres emplean los rugidos como
táctica de caza con la intención de inmovilizar a su presa, y los
leones emiten profundos bufidos de ‘largo alcance’ para ‘marcar’ el territorio.
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Al producirse el sonido se genera una perturbación en el espacio que se transmite a través del aire en forma de vibración.
El cuerpo humano, como cualquier objeto cercano, la absorbe de forma diferenciada. El oído está diseñado para percibir
cualquier frecuencia incluida entre los 20 y 20.000 Hz, pero
la frecuencia audible cotidiana se encuentra entre los 250 y
6.000 Hz. Aun así, otros niveles fuera de este rango no pasan
desapercibidos, activando por resonancia órganos y sistemas
armónicos: Los 20 Hz provocará una reacción cardíaca, mientras que si la emisión se acerca a lo 8 Hz encontrará respuesta
en el tálamo o en la actividad neuronal.
Lo que parece estar claro para la tradición japonesa es que
a través de expresiones vocales determinadas el guerrero lograba intimidar, si no confundir, a su oponente abriendo la vía
necesaria para el triunfo o provocando su huida. Se trata de un
sonido parecido al gutural (el dorso de la lengua contra el velo
del paladar estrechando el conducto) que resulta de la expulsión enérgica de todo aire que procede del vientre (Fukushiki
Kokyu). Es el resultado de una exhalación natural y en armonía
con el movimiento del cuerpo
Como características comunes de la mayoría de estos sonidos podemos comprobar que:
• Todo el aire pasa por la cavidad bucal sin ningún obstáculo.
• No existe movimiento labial, por lo que la boca sólo tiene
que permanecer abierta para expulsar el aire.
• Hay una mínima intervención de las cuerdas vocales. Es el
resultado de la expulsión controlada del aire impulsado desde
219
el plexo solar.
• El aire viene impulsado completamente libre por una fuerte
contracción abdominal en busca de la espiración total, nunca
como resultado de la expiración pulmonar.
El sonido gutural o profundo, con un resultado parecido, es
utilizado con el nombre de ‘death growl’ por algunas bandas de
Heavy Metal, aunque se comenzó a extender desde el Jazz con
cantantes como Louis Armstrong y Cab Calloway. El Diccionario de la Real Academia Española define gutural como los
sonidos graves y similares a gruñidos que se producen al tocar
con la parte detrás del velo del paladar el dorso de la lengua,
o aproximándose al velo creando una constricción dentro de la
cual transitará el aire que se espire. La misma constricción laríngea es lo que impide el uso de esta voz gutural en el kiai, ya
que interrumpe la espiración en su recorrido.
Este sonido profundo se realiza en el instante del ataque,
más aún… es el ataque. Suele comenzar de forma explosiva
por ‘e’, que es la letra que implica menos movimiento bucal,
lingual y labial. Y termina con una alargada ‘i’, que da la última
contracción abdominal para la expulsión del aire: ‘EIIIIIIIII’.
Para la Bujinkan de Masaaki Hatsumi, se trata del ‘grito de
ataque’ que acompaña la acción y busca, además, desconcentrar
al oponente.
Pero, como decía el propio Musashi, no es el único. La Bujinkan identifica también:
• Grito de Reacción (Yaku Sohei): Ruido fuerte e intenso que persigue frustrar la táctica del enemigo. La espiración
suena hueca y se asocia a la palabra ‘TOH’. Con la ‘t’ dental y
explosiva.
• Grito Victorioso (Kongi Yaku): Un grito triunfal que celebra el triunfo sobre el enemigo. El grito viene del plexo solar,
como una risa de desánimo al oponente. Su vocalización es parecida a ‘YAH’ o ‘OH’.
• Grito de la Sombra (kage no kiai): Como podemos ver
por su nombre, no se trata de un grito vocal sino interior. Su
sonido es: ‘UM’. Es el nivel más alto de dificultad y se utiliza
como protección antes del ataque y de adoptar una defensa.
Para esta escuela, ...uniendo los diferentes Kiai, se consigue
quebrar el espíritu, la técnica y el cuerpo del oponente, creándole inmovilización y ceguera (Fudo Kanshibari).
y MECANISMO AUDITIVO.
Cuando las ondas de sonido llegan hasta el conducto auditivo
externo y al tímpano, éste empieza a vibrar. Las vibraciones pasan por los tres pequeños huesos: el martillo, el yunque y el estribo, transfiriéndolas al oído interno. Los músculos del martillo
y del estribo reducen la amplitud de las oscilaciones y protegen
al oído interno frente a los sonidos intensos de baja frecuencia.
Los movimientos de la superficie del estribo en la ventana oval
hacen variar las características de la onda sonora que se transmite. Para ondas de elevada frecuencia y pequeña amplitud la
superficie del estribo se mueve como una puerta, mientras que
para ondas de baja frecuencia y gran amplitud el movimiento se
realiza alrededor de un eje perpendicular al anterior.
Cuando la presión del sonido se transmite a los fluidos del
oído interno a través del estribo, la onda de presión deformará
la membrana basilar en una zona concreta en función de la frecuencia de dicho sonido. Las frecuencias altas actuarán sobre
la basilar de la base de la cóclea y las bajas frecuencias cobre
la del ápex. En el canal central de la cóclea existe el receptor
sensorial, denominado Órgano de Corti, que descansa sobre
la membrana basilar y contiene las células sensoriales individualizadas o células ciliadas. El movimiento de las ondas de
líquido a lo largo de la superficie externa del canal central, origina vibraciones de la membrana basilar que a su vez provocan
vibraciones de las células ciliadas que abre canales iónicos en la
membrana y produce una despolarización de la misma. Las células ciliadas hacen sinapsis con neuronas sensoriales, de forma
que los axones de estas neuronas constituyen el nervio auditivo,
el cual manda la información a la parte correspondiente de la
corteza cerebral.
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y EL GRITO SILENCIOSO
Kiai no siempre va acompañado de un grito o gruñido perceptible por el oído humano. También se puede perturbar al adversario emitiendo vibraciones que se encuentran por debajo
del rango audible. El instructor de artes marciales, Hidehiko
Ochiai, lo explica: Cuando usted está en un nivel avanzado se
puede ejecutar un buen Kiai sin gritar ni chillar. El mero grito
no significa que el Kiai sea bueno, y un buen Kiai puede o no
producir un sonido fuerte o gritar.
En películas como ‘Irreversible’ o ‘Paranormal Activity’ se
ha comenzado a experimentar con infrasonido para inducir al
miedo. En la primera, parte del público confesó sentirse desorientados y físicamente enfermos tras sólo media hora de infrasonido, y se salieron de la sala de proyección antes de que
mostraran la secuencia visualmente más impactante en la pantalla. Mientras que la audiencia del film de horror “Actividad
Paranormal” reportaron haber sentido altos niveles de miedo a
pesar de la falta de acción en la pantalla. Se piensa que fueron
provocados por ondas sonoras de baja frecuencia.
Se trata de vibraciones con una frecuencia inferior a la del
espectro del oído humano, que es capaz de captar todo lo que se
encuentre entre los 20 y 20.000 Hz (vibraciones por segundo).
Estas ondas graves son de vibración lenta y longitudes largas
que superan los 20 metros. Un sonido de muy baja frecuencia,
yos cósmicos, meteoritos o terremotos.
Gracias a su resistencia a la absorción y a su facilidad para
traspasar sólidos, las ondas que no sobrepasan 1 Hz pueden
propagarse con una pérdida mínima de energía, lo que se ha
evidenciado en tragedias como la erupción del Krakatoa que,
en 1883, causó la desaparición de la isla y cuya onda dio varias
vueltas alrededor del planeta, o la explosión en el aire del meteorito de Tunguska, en Siberia, con una detonación similar a
la de un arma nuclear. La tradición nos hace asimilar los sonidos graves —cercanos a los 20 Hz—, con nuestros más bajos
instintos: el toque del tambor, las fuertes pisadas sobre el suelo
o los gruñidos, se relacionan con la guerra.
En efecto, no sólo oímos a través de nuestros oídos. La materia, y de eso estamos hechos, dispone de sensores capaces de
detectar ondas sonoras que el sentido auditivo no puede percibir. Esto no es nuevo, el médico y científico suizo Hans Jenny
lo demostró al tiempo que establecía los fundamentos de una
nueva ciencia que llamó ‘cimática’.
Aunque no es audible, se ha demostrado que el infrasonido puede
causar en el ser humano estados de
ansia, extrema tristeza, palpitaciones y temblores. Tomemos en cuenta que ondas de elevado volumen
pero comprendidas entre los 0,5 y
10 Hz, son suficientes para hacer vibrar al vestíbulo, parte del laberinto
auricular en el oído interno.
Los infrasonidos, especialmente los de baja intensidad, afectan al
sistema nervioso o transmiten efectos fisiológicos perjudiciales que
pueden ir desde señales luminosas a cambios de temperatura.
Todo dependerá de la frecuencia de onda y el tiempo de exposición:
0,1-10 Hz: Deficiencias de movimiento.
1-100 Hz: Dificultad de respiración y habla.
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capaz de desplazarse a grandes distancias atravesando objetos
con facilidad. Están relacionados con peligros naturales: tormentas, erupciones volcánicas, ciclones, mar embravecido, ra222
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4-100 Hz: Resonancias en el cuerpo.
4-800 Hz: Pérdida de visión.
2-1000 Hz: Bajo rendimiento en el trabajo.
Dependiendo de su intensidad nos encontramos que:
• Si es superior a 180 db, provoca desgarro de alvéolos pulmonares e incluso, la muerte.
• Entre 120 y 140 db. Después de mucho tiempo expuesto
a estas ondas aparecen perturbaciones fisiológicas y fatiga. Un
piloto cuyos vehículos son fuentes artificiales de infrasonidos.
Como ejemplo diremos que:
- Los elefantes se comunican entre sí, a más de 4 km de distancia con una intensidad de 116 dB y una frecuencia entre los
12 y 35 Hz.
- Los sismógrafos monitorean las vibraciones sísmicas entre
0,001 y 10 Hz, nivel detectable por muchos animales.
- El ‘silencioso’ giro de un ventilador ronda los 18,98 Hz, un
nivel que provoca ‘pseudo-percepción’ fuera del campo visual
muy relacionada con sitios ‘embrujados’.
- La respiración normal de una persona al dormir genera 12
Hz al igual que el sonido del mar.
- Incluso partes del cuerpo generan esta frecuencia: el corazón suena a 20 Hz, mientras que el simple roce producido por la
contracción muscular alcanza los 25 Hz.
- El cuerpo humano sano vibra entre 62 a 68 Hz.
- Las Ondas Alpha (estado de relajación), oscilaciones electromagnéticas que surgen de la actividad cerebral de la zona del
tálamo, se mueven en un rango de frecuencia de 8 - 13 Hz.
- Hay, al menos, dos frecuencias críticas para la salud: la de
7 Hz que parece afectar al trabajo intelectual; y la de 12 Hz que
no precisa de una gran intensidad y largo tiempo de exposición
para provocar malestar.
La frecuencia 7.8 Hz transmitida a elevada potencia (±db)
induce al pánico, rememorando, tal vez, el terror de nuestros
antepasados ante catástrofes como: incendios, terremotos, tsunamis o huracanes. Despiertan el instinto de supervivencia des-
estabilizando el sistema nervioso, lo que deviene en ataques de
ansiedad, crisis de angustia o inestabilidad emocional. Aunque
se trata de la intensidad más alta de la Resonancia de Shumann, impulsos electromagnéticos que viajan entre la tierra y
la ionosfera que tanto a dado que hablar en el ámbito de la ciencia-ficción, 7.8 Hz parece ser el nivel al que se desplazan las ondas cerebrales y que permiten a la vida mantener un equilibrio
estable. Aún más, el propio ser humano no puede mantener su
estado normal de salud fuera de esta frecuencia.
Como vemos, existe un mundo sonoro no audible, de baja
emisión, capaz de influir en nuestro entorno físico y de afectar
el estado emocional de quienes nos rodean. Manejar a voluntad
ciertas frecuencias nos puede investir de un gran poder, algo
conocido por la tradición marcial y practicado por guerreros de
todo el mundo.
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Veamos ahora cómo una vibración puede penetrar y afectar
a sólidos que se encuentran lejos del emisor.
y EN ONDA CON LA SIMPATÍA
Gracias al principio de ‘vibración por simpatía’ sabemos que
todo objeto comienza a vibrar en presencia de un sonido. La
materia posee una frecuencia intrínseca que depende de su masa
y elasticidad; se llama, ‘frecuencia natural de vibración’.
Cuando percibe un sonido similar, el cuerpo responde vibrando
al unísono. En otras palabras: un objeto se sintoniza con toda
vibración que se encuentre en su misma frecuencia natural.
Partamos del ‘La’ a una escala de 440 Hz, su octava superior
es 880 Hz, la siguiente 1.760 Hz, y así sucesivamente hasta
superar la barrera de los 20.000 Hz, en que los sonidos se
desvanecen y dejan de ser audibles (la vibración se duplica
en cada octava). En sentido inverso, se van dividiendo entre
2: 220, 110, 55, hasta que también dejamos de oír el sonido.
Hacia arriba oiremos sonidos cada vez más agudos y hacia
abajo cada vez más graves. Esta es la frecuencia natural de
vibración de la nota ‘La’ por lo que basta con que suene una
sola para que todas las demás se unan al coro.
225
Si abrimos la tapa de un piano y tocamos con fuerza una
nota ‘La’, veremos como todos los demás ‘La’ suenan a la vez,
aunque de forma más de débil. El primer tono ha hecho vibrar
a los restantes por simpatía y esto se debe a que la vibración de
una nota es equivalente en todas sus octavas.
Otro ejemplo: toma una guitarra y pisa el tercer traste de
la sexta cuerda, sonará un ‘Sol’; la sexta cuerda libre, también
‘La’, vibrará a la vez.
Gracias a este fenómeno algunos cantantes pueden hacer estallar con su voz el cristal de una copa ¿Cómo lo hacen? Sencillo, el cristal, como todo objeto, tiene un nivel de vibración
específico, y exactamente a ese nivel deberá situarse la voz del
cantante. Al entrar en resonancia con la materia de la copa, esta
empezará a amplificar su frecuencia con vibraciones cada vez
mayores. El estallido será sólo cuestión de tiempo, ya que es la
consecuencia de las propiedades físicas de elasticidad y resistencia del cristal.
Un globo se rompe si lo llenamos en exceso de agua porque
sus moléculas no resisten la presión del líquido. El cristal quiebra su solidez cuando la vibración de sus moléculas excede a
sus propiedades físicas.
Pero, ¿cómo se ha enterado el cantante del sonido esencial
de la copa?
Para él no es complicado, la ha hecho sonar con un simple
golpe de uña, su adiestrado oído musical se encarga de detectar
el tono y su potente voz de amplificarlo.
Siendo esto posible, para que suceda tienen que coincidir
cuatro cosas:
- El sonido emitido debe ser periódico, es decir, lo más constante posible.
- De la misma frecuencia que el cristal de la copa. Ni un Hz
más, ni menos.
- Con un alto volumen (+db), para sobrepasar los límites
estáticos del cristal.
- El cristal tendrá que ser buen transmisor (óxido de plomo)
y mal absorbente (poca elasticidad) de vibraciones.
Para explicar este travieso ‘maleficio’ vamos a recurrir a un
columpio en movimiento. Todos recordamos, dentro de nuestros juegos de infancia, como nos mecíamos plácidamente en
un columpio colgado, por dos cadenas, a una barra horizontal.
Gracias al impulso sostenido se puede mantener cierto ritmo
durante un tiempo, diríamos que el columpio alcanza así una
frecuencia determinada que mantiene debido a la inercia. Ahora
bien, imaginemos que otra persona se coloca tras el columpio,
si intenta empujarlo cuando viene retrocediendo hacia él, los
dos cuerpos colisionarán deteniendo bruscamente el movimiento. Sin embargo, si lo empuja por detrás con el mismo ritmo y
dirección (resonancia), el columpio irá incrementando su velocidad y altura hasta quedar en vertical (boca abajo); en este
momento rompe la inercia de giro que mantiene tensa la cadena
y se precipita hacia el suelo. Lo que en principio parecía favorecedor al ritmo, terminó rompiendo con él.
Aunque podríamos destruir objetos llevando a su extremo
los niveles de resonancia, lo que al parecer consiguió Josué
en Jericó con sus trompetas, la realidad es que el Kiai habitual
parece utilizar el método contrario, asemejándose más al momento en que interrumpimos el ritmo del columpio al empujarlo
en su retroceso. Este grito controlado suele generar un impacto
brusco en el oponente, perturbando su actividad neuronal.
El sonido –a cualquier escala— es vibración, al igual que la
energía que conforma la materia. Para influir en ella, sólo hay
que sintonizarse de forma adecuada.
Esto es Kiai.
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y SINESTESIA, TU NOMBRE ME SABE A HIERBA
No hay que recurrir a Einstein para deducir que energía y materia están íntimamente relacionadas. E = m.v2 nos confirma el
hermético manifiesto: Nada está inmóvil, todo se mueve, vibra,
y serán estas vibraciones las que determinen el estado de la materia. Hasta el Tiempo parece ser una frecuencia más.
La relación con el entorno no está exenta de este movimiento
omnipresente y perpetuo… depende de ello. Y son los sentidos
las verdaderas puertas de conexión con el exterior, las antenas
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que recogen la información que utiliza el cerebro para crear un
mundo acorde con nuestras necesidades, los que configuran esa
gran mascarada a la que llamamos personalidad.
El mundo sensorial conforma una realidad individual que
puede diferir, en mucho, de la realidad colectiva. Conocer el
mecanismo de los sentidos, sus interferencias y travesuras ante
un espacio saturado de estímulos, nos hace más conscientes de
nuestras facultades y limitaciones.
Debido a su localización algunos sentidos manifiestan mayor vinculación entre sí. El gusto y el olfato reaccionan a estímulos químicos que posteriormente se convierten en impulsos
nerviosos. Se mantienen estrechamente relacionados y a veces
comparten sensaciones (sabor). Ambos están directamente conectados al Sistema Límbico, de ahí que olores y sabores despierten emociones y evoquen recuerdos.
Por su parte, la vista y el oído nos ubican en el entorno. Los
dos son receptores del espacio electromagnético que nos rodea,
eso si, a diferentes frecuencias. Lo que pasa desapercibido a
la mirada pude ser captado por el oído, y viceversa. Compartir este espacio permite ciertos niveles de sustitución donde el
oído puede percibir movimientos sin recurrir a la visión: tal
es el caso de la ecolocalización de murciélagos y cetáceos que
algunas personas invidentes ya han logrado desarrollar; o del
‘Sakki test’ (prueba de la verdad), que según el Bujinkan Budo
forma parte de las enseñanzas secretas de los dioses y que consiste en detectar, con ojos cerrados, el golpe dirigido a la cabeza
con un Shinai.
Pero, no solo estos sentidos pueden funcionar en interactividad. El 4% de la población humana tienen la capacidad de
mezclar la mayor parte de los estímulos percibidos: oír sabores
o colores; ver la música; o saborear sonidos, texturas y colores.
Este fenómeno se conoce como Sinestesia, un término neurofisiológico que refiere la interferencia sensorial.
La sensación es la representación consciente del estímulo.
Se convierte en un impulso nervioso después de ser incorporada en nuestro sistema a través del órgano sensorial correspondiente. La captación de estímulos activa zonas diferentes del
cerebro: la vista, en el lóbulo occipital; el oído en el temporal;
el olfato en el frontal; y el gusto y tacto en el surco central entre
los lóbulos temporal y parietal. De alguna forma, las diferentes
áreas se conectan entre sí.
Aunque aún no se tiene claro el origen, ciertos estudios establecen como causa una mayor cantidad de conexiones neuronales dentro del cerebro de los sinestésicos. Otros afirman que,
si bien todos poseemos esta capacidad al nacer, la perdemos en
una etapa temprana. Lo que sí está demostrado son sus características hereditarias y de permanencia.
Pero, no hace falta este trastorno para percibir tal confusión
sensorial. Hace más de 5.000 años, aborígenes americanos recurrían a un cactus llamado Lophophora Williamsii, más conocido como peyote, para alcanzar estados de modificación de
conciencia en ámbitos religiosos, lúdicos o sanitarios. El fundamento de este enteógeno —sustancia vegetal con propiedades
psicotrópicas— es la mezcalina, su principal alcaloide, y su
molécula es una feniletilamina (FEA), alcaloide neurotransmisor curiosamente relacionado con sentimientos de ‘amor’. El
LSD, o ciertos hongos tropicales también incluyen reacciones
sinestésicas tras su consumo.
Estos mecanismos sinestésicos artificiales parecen confirmar un vínculo fisiológico real entre algunos sentidos. Tal es
así, que hay quienes ven este fenómeno como una habilidad
potencial dentro del cerebro humano, una capacidad sensorial adiestrable a través de estimulación adecuada que nos permitiría conectar nuestras sensaciones.
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¿Por qué nos interesa la Sinestesia cuando hablamos de
Kiai? El kiai es mucho más que un grito; penetra en lo más
profundo de nuestro organismo produciendo alteraciones
neurológicas y sensoriales. El Sistema Nervioso y su estrecha
relación con el sentido propioceptivo que regula la posición de
los músculos, y los sentidos exteroceptores (vista, oído, gusto,
olfato, tacto y sistema vestibular) maneja aún vínculos desconocidos que derivan de la continua transmutación electroquímica producida entre lo que creemos percibir y lo que realmente
interpreta el cerebro.
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Ignorar nuestras capacidades no implica que estén ausentes.
Gracias al conocimiento objetivo podemos reconocer una base
empírica en el saber transmitido por las Artes Marciales tradicionales, sostenida en el estudio profundo y la práctica constante. No estaríamos muy equivocados al pensar que estas Artes
son el resultado de la aplicación estricta de verdaderos métodos
científicos aplicados mucho antes de la revolución cartesiana.
Métodos sostenidos en la observación, la hipótesis y la tesis,
donde la experimentación no es más que el resultado de ensayos
basados en pruebas y errores.
Ciencia y Tradición deben unir sus esfuerzos para romper
las cadenas que aún nos atan a condicionamientos sociales, culturales y religiosos; para emprender nuestro definitivo viaje por
el Sendero de la Sabiduría 知恵道.
Chie Do
El Sendero de la Sabiduría
知恵道
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知 Conocer.
矢 Ya = Flecha, dardo.
口 Kuchi = Boca.
惠 Confiere amabilidad, bendición.
十Ju = Diez, cruz.
田 Ta = Campo de arroz.
心 Kokoro = Corazón, espíritu.
道
Do = Camino, sendero.
El ideograma Chie no hace referencia a la simple acumulación de información, nos habla de entendimiento, realización, y de la necesidad de comprender algo en su totalidad;
— como bien lo expresa el kanji — de bendecir la palabra.
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EPÍLOGO
Como el bambú,
que ni huye ni lucha.
Sólo cede para recuperar su postura
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a vieja barcaza de cedro no iba llena, pero transportaba al
menos a veinte personas. Campesinos, comerciantes, algunos soldados y caballeros de clase Samurai que se dirigían a la
capital. Había salido de un pequeño embarcadero situado junto
al camino de Kioto, y cruzaba el lago Biwa, para ahorrar un
largo trecho del trayecto.
Uno de estos caballeros era un tipo arrogante y pagado de
sí mismo. Su mirada tenía un destello de continuo desafío para
quien no se doblegase ante el con algún signo de mansedumbre. Era un hombre ruidoso y pronto congregó en torno a él a
un buen número de viajeros teniendo captada la atención del
resto. Contaba historias de batallas y duelos y se jactaba de su
habilidad con la espada, ensalzando la escuela de esgrima a la
cual pertenecía.
Solamente uno de los pasajeros parecía ajeno a las palabras
del bravucón; dormitaba tranquilamente recostado, con el sombrero ancho de paja inclinado sobre la cara para protegerse del
sol. Por su aspecto se veía que era un caballero de casta Samurai. Tenía cara enjuta y cabeza afeitada a la manera de los
monjes Zen. Algunos caballeros, educados en su juventud en
monasterios zen, aun siendo ya laicos, mantenían este signo exterior de sus antiguos votos budistas.
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La inactividad del samurai dormido y el halo de dignidad
que desprendía llamó la atención de aquel hombre violento.
Pronto se sintió molesto ante la poca de atención que le prestaba. No cabía en su cabeza que alguien en aquella barca no
admirase boquiabierto su charla engreída.
Se sintió con motivos para tomarse la actitud del samurai
casi como una afrenta personal y, levantándose, se dirigió a
nuestro caballero, lo agarró por un brazo y lo despertó de su
sueño.
—¡Eh, amigo! También vuestra merced lleva un par de espadas. ¡¡¿Por qué no responde?!!
El samurai miró fijamente al bravucón con una extraña tranquilidad. Sonriendo contestó:
—Mis habilidades difieren de las de vuestra merced. Mi arte
tiene como misión no el derrotar a los otros, sino no ser derrotado.
—¡Vaya, vaya! Vuestra jactancia al hablar parece indicar
que os creéis a vos y a vuestra escuela de esgrima superiores a
los demás. ¿A que “ryu” pertenecéis? Si puede saberse.
—Mi escuela lleva el nombre de Mutekatsu (lo que en japonés viene a significar “vencer sin manos”, es decir, sin utilizar
la espada).
El pendenciero samurai rió estrepitosamente.
—¡Ja, ja, ja! ¡Vencer sin utilizar la espada! ¿Cuál es entonces la razón de que portéis las vuestras? ¿Son acaso simplemente un bonito adorno… ?
Bokuden, que así se llamaba el silencioso caballero, tardó
unos instantes en responder mientras su mirada, de una forma
extrañamente serena, mantenía la de su desafiante oponente:
—Mis espadas tienen como misión suprimir fines egoístas y
no dañar a los otros. Es por tanto superior a las demás.
La cólera contenida del fornido samurai no conocía ya límites. Estaba deseoso de quitarle la vida a aquel extraño individuo
que con tan poco temor le contestaba. La tensión se había apoderado de todos los pasajeros. En aquellos tiempos en que los
caballeros iban provistos con armas tan mortíferas el traspasar
ciertos límites suponía casi la certeza de que la sangre podía
terminar corriendo.
—¿Insinuáis acaso que aceptaríais batiros conmigo?
—¿Por qué no?- Fue la respuesta de Bokuden.
—¿Cuál es vuestro nombre? Preguntó el otro iracundo.
— Bokuden.
-Bien, mi nombre es Yamada, no perdamos tiempo. Propongo que el barquero nos lleve de inmediato a tierra firme.
La tensión se había transformado. Había surgido una nueva
situación en la que la vida y la muerte se tocaban.
—¿Qué le parece a vuestra merced -dijo Bokuden- el que
desembarquemos en una de esas pequeñas islas? El hacerlo en
tierra firme podría atraer a muchos curiosos. Alguien podría
salir dañado.
— Como gustéis- el espadachín gritó entonces al barquero
que se dirigiese a una isla cercana que se podía ver a estribor.
Yamada tenía prisa por enfrentarse a Bokuden, deseaba sacar
partido de su cólera violenta, pues en el fondo de su corazón
intuía, sin ni siquiera poder confesárselo a sí mismo, que su
adversario poseía algo de lo que él carecía y que temía.
La barcaza llegó a la pequeña isla y Yamada saltó aparentemente resuelto. Desenvainó la katana y se dispuso para el duelo.
Bokuden se quitó el sombrero de paja ante la temerosa y
atenta mirada de los demás pasajeros. Pidió entonces al barquero que le sostuviese las espadas para poder saltar al islote.
Pero en ese momento sin haber saltado, dio un fuerte impulso a
la barca con la pértiga del barquero. Esta rápidamente se alejó
de la isla ante la sorpresa de todos y la cólera de Yamada que
se había alejado lo suficiente como para no poder abordar la
embarcación de nuevo.
— Rema barquero- fue la tajante orden de Bokuden.
Mientras la barca se alejaba del burlado Yamada, Bokuden
le gritó sonriendo:
—¿Qué le parece a vuestra merced?
Esta es la Escuela de la No-Espada.
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RELATOS ZEN
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n ENTRE LOBOS
Yamamoto Kausuke, estratega que sirvió a Takeda Shingen
antes de la invasión a Corea de Hideyoshi, pasaba por un bosque
montañoso cuando una manada de lobos hambrientos le rodeó.
En un impulso momentáneo, Kausuke trató de atacarlos, llevando la mano a la espada, se detuvo, y concluyó que sería un
deshonor para un samurai usar tal arma contra los animales.
Tranquilamente unió sus muñecas con los pulgares por debajo
de los demás dedos, en el estilo nigiri katami, y fríamente pasó
a través de la horda de lobos.
Estos parecieron retroceder ante la compostura y aire digno
de Kausuke, y se volvieron sobre sus talones.
n EL BAMBÚ
Dos agricultores iban caminando por un mercado cuando se
pararon ante el puesto de un vendedor sorprendidos por unas
semillas que nunca habían visto.
— Mercader, ¿qué semillas son esas?, le preguntó uno de ellos.
— Son de bambú. Vienen de Oriente y son unas semillas muy
especiales.
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— ¿Y por qué son tan especiales?, le dijo uno de los agricultores.
— Si las llevan y las plantan, verán por qué. Sólo necesitan
agua y abono.
Motivados por la curiosidad, compraron algunas semillas de
bambú, volvieron a sus tierras y las plantaron.
Pasado un tiempo, las semillas no germinaban mientras que
el resto de los cultivos seguían creciendo y dando frutos; entonces uno de los agricultores le dijo al otro:
— Aquél viejo nos engañó con esas semillas. De ellas no saldrá nada. Y decidió dejar de cultivarlas. Aun así el otro siguió
haciéndolo.
Seguía pasando el tiempo sin resultados, hasta que un buen
día, cuando el agricultor estaba a punto de dejar de regarlas, se
sorprendió al encontrarse con que el bambú había crecido. Y no
sólo eso, sino que las plantas alcanzaron una altura de 30 metros
en tan solo 6 semanas.
¿Cómo era posible que el bambú hubiese tardado 7 años en
germinar y en sólo seis semanas hubiese alcanzado tal tamaño?
La verdad es que durante esos 7 años de aparente inactividad,
el bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que
le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después.
—¡Maestro! Usted sabe que hemos jurado abstinencia.
No nos permiten tocar una joven hermosa así
¿Cómo podría usted tomar a aquella joven hermosa en sus
brazos y dejarle poner sus manos alrededor de su cuello, sus
pechos al lado de su pecho, y llevarle a través de la corriente
así?
Y el anciano le dijo,
—¡Hijo mío, yo la he dejado en la orilla, usted todavía la
lleva encima!
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n CRUZANDO EL RÍO
Dos monjes Budistas estaban paseando fuera del monasterio.
Uno era un viejo maestro y el otro un principiante joven. Estaban cerca de una corriente de agua que había inundado sus
bancos. Al lado de la corriente había una joven hermosa que les
dijo, Mirad, Maestros, está todo inundado.
—¿Me ayudaría usted atravesar la corriente?
El joven monje estaba horrorizado ante el hecho de tener
que tomarla para atravesar el charco, pero el viejo con calma
la tomó y la llevó a través la corriente. Cuando llegaron al otro
lado de la corriente, él la dejó y los dos monjes continuaron
caminando. El joven no podía dejar de pensar en este incidente
y finalmente le dijo al más viejo,
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n LAS PUERTAS DEL CIELO Y DEL INFIERNO
Un belicoso samurai desafió en una ocasión a un maestro zen a
que explicara el concepto de cielo e infierno.
Pero el maestro respondió con desdén:
—No eres más que un patán. ¡No puedo perder el tiempo con
individuos como tú!
Herido en lo más profundo de su ser, el samurai se dejó llevar por la ira, desenvainó su espada y gritó:
—¡Podría matarte por tu impertinencia!
—Se acaban de abrir las puertas del infierno —repuso el maestro con calma.
Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro señalaba con respecto a la furia que lo dominaba, el samurai se
serenó, envainó la espada y se inclinó, agradeciendo la lección.
—Se acaban de abrir las puertas del cielo —añadió el maestro.
n EL MAESTRO DEL TÉ
Una vez, un maestro de la ceremonia del té, en el viejo Japón,
accidentalmente ofendió a un samurai. Se disculpó rápidamente, pero el impetuoso guerrero exigió que el asunto fuera resuelto en un duelo de espada.
El maestro del té, que no tenía experiencia con las espadas,
pidió consejo a un amigo maestro de Zen quien sí tenía la habilidad. Mientras su amigo le servia, el espadachín Zen que no lo
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podía ayudar, notó cómo el maestro del té realizaba su arte con
perfecta concentración y tranquilidad.
—Mañana, dijo el espadachín Zen, antes del combate, pídale
un poco de tiempo para realizar por última vez la ceremonia del
té e invítele cordialmente a compartirla.
Al día siguiente, a la hora y lugar acordados para el duelo, el
maestro del té siguió el consejo. El soldado miró fijamente durante largo tiempo la cara completamente atenta pero tranquila
del maestro del té. Finalmente, el samurai se disculpó por su
arrogancia, y se fue sin que un solo golpe fuera dado.
al ver una breve sonrisa en el rostro de Takuan al percatarse
también de la serpiente que se encontraba ya deslizándose sobre
él. La serpiente aceptaba la presencia de Takuan como una parte
natural de los alrededores.
A unos metros, la serpiente sintió la presencia de Musashi
y retrocedió asumiendo una postura de ataque ante el samurai,
que no hizo movimiento alguno. Aunque el espíritu de Musashi
estaba en paz ante la presencia de la serpiente, su poder, habilidad y amenaza de era tan palpables a la que el reptil decidió irse
y esconderse tan unos arbustos como si fuese un conejo asustado. Muchos hombres estarían orgullosos de poseer tal aura
intimidante, pero Musashi solo sintió vergüenza al entender súbitamente su propia gran debilidad.
—¿Qué te perturba? Preguntó Takuan sintiendo el humor
de su amigo
—Toda mi vida”, se lamentó Musashi, “He entrenado para
desarrollar tal habilidad que nadie se atreviese a atacarme.
Ahora que he logrado mi meta, todas las cosas vivas me temen
instintivamente. ¡Tú mismo vistes como la serpiente huyó de mi!
—Si, lo vi, dijo el monje. Ya que no se atrevió a atacarte, tu
la derrotaste sin atacarla, y debido a tu gran habilidad, tanto
tu como la serpiente están vivos ahora. Aunque ya sabía la respuesta, Takuan preguntó Entonces, ¿porque te entristece?
—Porque soy tan fuerte que nunca nada puede crecer cerca
de mi. Jamás podré tener paz de verdad. Musashi apuntó su
dedo hacia el monje No como tú, dijo con admiración. Tú no
temiste a la serpiente, ni la serpiente te temió a ti. Tu espíritu es
tan calmado y tan natural que la serpiente no te trató diferente
a como trataría a una piedra, a los árboles o al viento. La gente
te acepta de esa manera también.
Takuan solo sonrió, satisfecho de que su amigo había realizado tan importante auto descubrimiento.
Musashi pasó el resto de sus días entrenando para perfeccionar su espíritu tal como lo había hecho Takuan. Este estado
mental, el ideal al que todo kenshi aspira, es el llamado ‘Heijoshin’. Literalmente significa “espíritu constante y estable”.
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n EL GENERAL Y EL MONJE
Durante una guerra civil en el Japón, la armada rebelde invadió
una ciudad legitimista. Todos los habitantes habían huido, como
así también todos los monjes del templo zen de esta ciudad.
Todos salvo el Maestro.
El general fue al templo y no le gustó nada el frío recibimiento del maestro ni tampoco la poca consideración que le
manifestó.
—Sabe usted que tiene delante suyo a un hombre capaz de
partirlo por la mitad sin ni siquiera pestañear?
—Y usted, contestó el maestro, ¿sabe que tiene delante suyo
a un hombre listo a dejarse partir por la mitad sin ni siquiera
pestañear?
n MUSASHI Y LA SERPIENTE (Heijoshin)
Musashi se encontraba junto a su amigo y mentor, el monje
Soho Takuan, sentado a lado de un tranquilo arrollo, practicando meditación Zazen. Mientras meditaban, los sentidos de
Musashi lo alertaron de otra presencia en los alrededores. Sin
perturbar su serenidad, permitió que su mirada cayera sobre una
serpiente venenosa que se encontraba en las cercanías.
Sabiendo que el menor movimiento podría asustar a la serpiente haciéndola atacar a su amigo, Musashi controló su espíritu, mirando la serpiente en completo silencio. Se sorprendió
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BIBLIOGRAFÍA
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La práctica del Zen y cuatro textos canónicos. ZEN TAISEN
Gorin No Sho. Libro de las Cinco Esferas. MIYAMOTO MUSASHI
Aikido o la armonía de la naturaleza. MITSUGI SAOTOME
El Arte de la Guerra. SUN TZU
El Arte del Kiai. KUMASHIRO HIKOTARO
Budo. MORIHEI UESHIBA
El Arte de la Paz. MORIHEI UESHIBA
El Espíritu del Aikido. KISSHOMARU UESHIBA
El Libro del Ki. KOICHI TOHEI
Alicia en el País de las Maravillas. LEWIS CAROLL
El valor del miedo. GAVIN DE BECKER
Las Transmisiones secretas de la Familia Yang. DOUGLAS WILE
Anatomía del Movimiento. BLANDINE CALAIS-GERMAIN
La calma en acción IAIDO. J. SANTOS NALDA
Los engaños de la Mente. S. MARTÍNEZ-CONDE / S. L. MACKNIK
El Kendo. CLAUDIO A. REGOLI
Tao Te King. LAO TSE
Zen y las Artes Marciales. TAISEN DESHIMARU
Kárate desconocido. ENZO MONTANARI
Los secretos del Kárate de Okinawa. KIYOSHI ARAKAKI
La “ola” del Taekwon-Do ITF. MANUEL ADROGUÉ
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x Además de ambiguo, Felicidad es un término que ha sabido aglutinar a su alrededor una enorme aureola de estupidez;
no en vano el propio Freud llegó a entender sólo dos maneras
de alcanzar la Felicidad: … hacerse el idiota, o serlo.
x El hecho de nacer conlleva la certeza de morir, y el temor a
dejar de ser. Por si esto fuera poco, entre los dos extremos se
extiende un largo sendero de incertidumbre que se alimenta
de la transformación constante.
x Existe un origen y un destino, pero no como principio y fin
de una recta, sino como punto de unión de una circunferencia.
De forma que, cada final representa un nuevo comienzo.
x La cadena de ADN no es el resultado del azar evolutivo.
Se trata de un verdadero software de vida que nos determina
y construye desde el nacimiento.
x Hay quienes sólo conocen la realidad que reflejan otros
ojos, limitando su mundo a una visión ajena. Como en la caverna de Platón, necesitan ser liberados de tal esclavitud para
tomar verdadera consciencia de su ser.
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Tiempo y espacio, dos pilares que sostienen ese concepto tan
endeble al que llamamos ‘realidad’; en su adecuada gestión se
encuentra la llave que abre la puerta de la consciencia situacional. Estamos encadenados a unas coordenadas que se desplazan a través de tres dimensiones y que determinan nuestra
posición; el tiempo se pone en marcha cada vez que variamos
el punto de referencia. Toda masa debe su existencia a la armónica disposición de sus elementos.
Las Artes Marciales surgen de la necesidad de controlar
y dominar el escenario donde estamos inmersos. Dos masas
no pueden ocupar el mismo espacio al mismo tiempo: esta
es la clave de todos los conflictos. Quien domina estos dos
elementos, dominará el mundo, al menos, el suyo.
El cerebro es capaz de llegar a conquistar los reinos del
tiempo y el espacio sin tener que recurrir a la física o a las matemáticas. De alguna forma, la mente alcanza niveles extraordinarios de precisión sin necesidad de realizar ningún cálculo
previo ¿Cuáles son los mecanismos que nos permiten acceder
a tales habilidades? ¿Cómo podemos obtener destrezas que
superan complejos procesos de evaluación?
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En todas las cosas, la uniformidad es un defecto.
Es interesante dejar algo incompleto...
y por terminar; así se tendrá la sensación
de que mediante la imperfección
se prolonga la vida de los seres.
Kenko Yoshida
TSUREZUREGUSA
Terminada la 1ª Edición el 15 de agosto de 2015
Las Palmas de Gran Canaria
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uir o Luchar no es una decisión
simple, sino una reacción primaria de nuestros niveles cerebrales más básicos.
La elección correcta entre sólo dos
alternativas nos ha permitido sobrevivir cincelando lentamente nuestra herencia genética. La especialización de
nuevas áreas en el encéfalo capaces
de planificar, nos ha elevado a la cumbre evolutiva.
¿Cómo enfrentan las Artes Marciales
la resolución de este conflicto básico?
¿Cómo logra controlar el mecanismo
activado por el miedo y el estrés ante
una situación real de peligro? y, sobre
todo, ¿Cómo afronta esa Gran Decisión?
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Navegando entre ciencia, tradición, y
cierta especulación basada en experiencias cercanas, intentaremos responder a estas preguntas.
¿Huir o Luchar? En este libro emprenderemos juntos un recorrido a través
de los factores que influyen en este proceso selectivo. Estudiaremos vías que el Budo propone para liberarnos de tal
dependencia.
Sólo conociendo las causas y dominando sus principios seremos capaces de vencernos a nosotros mismos.
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