XI. Extinción del contrato En ambos casos, el Fondo de Garantía Salarial se subroga frente al empresario por el importe de las prestaciones satisfechas». En cualquier caso, la nueva redacción del artículo 51 en su número 7, párrafo cuarto, del TRLET no está limitando en modo alguno la cuantía indemnizatoria a percibir por el trabajador (que será de 20 días de salario por año de servicio con un máximo de 12 mensualidades) sino, tan sólo, previendo una posibilidad de que esa total indemnización, o una parte de ella, sea satisfecha, inicialmente, por el FGS. d) Por lo que se refiere a las concretas cuantías indemnizatorias a satisfacer por el FGS, habrá que estar a lo dispuesto en el artículo 33.2 ET en la última redacción dada al mismo por el artículo 19 del RDL 20/2012, de 13 de julio, de medidas para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad, y en el artículo 19.1 del RD 505/1985, conforme a la cual: «... el salario que servirá como base de cálculo de las indemnizaciones a satisfacer por el Fondo de Garantía Salarial será el que acredite percibir el trabajador, excepto cuando sea superior al triple del salario mínimo interprofesional, en cuyo caso se tomará esta última cifra». En cuanto a la segunda variable (años de servicio prestados a la empresa), serán los que resulten de la certificación de la Tesorería General de la Seguridad Social relativa al período de alta en la empresa, salvo que el trabajador acredite un período superior de vigencia de la relación laboral (art. 19.1, RD 505/1985). La materia relativa a las formas de cálculo de las indemnizaciones y conceptos que la integran se expone en el epígrafe de esta misma obra, concerniente a indemnizaciones en expedientes de regulación de empleo por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. 3.10.7. Efectos de la extinción en orden a las prestaciones de desempleo El artículo 208.1.1, letra a) del RDLeg. 1/1994 (TRLGSS) determina: se encuentran en situación legal de desempleo los trabajadores cuya relación laboral se extinga en virtud de expediente de regulación de empleo o de resolución judicial adoptada en el seno de un procedimiento concursal. La acreditación de la situación legal de desempleo por parte del trabajador ante la entidad gestora de aquella prestación se acomodará a los requisitos ya mencionados en el anterior epígrafe 3.9.5 de este mismo Capítulo XI. En conclusión, pues, el trabajador que reúna los requisitos generales del artículo 207 del TRLGSS, aprobado por el RDLeg. 1/1994, de la L. 31/1984 y pierda su ocupación por causa de fuerza mayor, acreditará derecho a las prestaciones reglamentarias de desempleo. 3.11. El despido colectivo fundado en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción Entre las causas de extinción del contrato de trabajo incluye el artículo 49.1.i) TRLET: 814 Relaciones Laborales 2013.indb 814 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo «Por despido colectivo, fundado en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción» El supuesto constituye la manifestación más frecuente de resoluciones colectivas de las relaciones de trabajo, especialmente relevantes en los últimos tiempos, como consecuencia de la recesión económica generalizada que viene soportando el país. La vieja aspiración liberal que siempre ha reivindicado el derecho del empresario de acordar libremente el cese y cierre de su empresa sin intervención o tutelas de carácter administrativo-público, ha estado sometida, hasta la reforma del año 2012, a la no menos añeja y arraigada social y políticamente concepción del Estado moderno de que toda propiedad individual desempeña, finalmente, una función social, y debe hallarse, en el terreno del Derecho Laboral supeditada, en determinados supuestos, a la supervisión e intervención de los poderes públicos. Esta dicotomía filosófico-política en la concepción y regulación del ejercicio de los derechos individuales inherentes a la propiedad ha venido resolviéndose en esta materia y en el Derecho laboral positivo español -hasta la reforma del año 2012- de una manera clara a favor de la intervención de los poderes públicos. A ello respondía la exigencia (que sigue manteniéndose en los supuestos de «fuerza mayor») de que el empresario debiera contar con una “autorización administrativa” de los poderes públicos (Administración laboral) para proceder a la extinción colectiva de contratos de trabajo en los supuestos en que se invocara la concurrencia de aquella causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. La posibilidad de cierre total de la empresa con la paralela extinción de todos o un importante número de los contratos de trabajo de los trabajadores empleados en la misma venía, pues, supeditada al interés superior de permanencia de los trabajadores en el empleo, estimando de mayor gravedad social la situación de paro de los trabajadores que las eventuales pérdidas y/o falta de rentabilidad negocial registradas por el empresario. Naturalmente, ésta es una perspectiva simple y estática del problema: lo que se produce es un conflicto entre dos intereses o derechos contrapuestos, que hay que resolver dando primacía al que, en cada supuesto correcto, se estime de mayor importancia, cosa que se trata, en la norma positiva, de corregir condicionando o no (según los momentos históricos y las situaciones sociales generales) el cierre y la extinción de las relaciones de trabajo a una autorización administrativa. La limitación de la libertad empresarial para acordar extinciones colectivas de las relaciones de trabajo por causa de crisis laboral o económica, ha contado con una acendrada tradición jurídica en Derecho español. Sus antecedentes se remontan a 1935, con la legislación contra el paro y pasa, sobre todo, por el denominado «Decreto de Crisis» de 1944, habiéndose establecido, desde entonces, la tutela de los derechos sociales por medio del control administrativo de las extinciones colectivas, dando intervención a la autoridad laboral en el proceso y exigiendo, para su validez, una autorización. Ya en los años 90, la necesaria acomodación del Derecho Español del Trabajo a la legislación de la UE en esta materia quedó concretada a través de la introducción –mediante la L. 11/1994, de 19 de mayo, de modificación de determinados artículos del ET– de la figura del despido colectivo en seguimiento de la normativa comunitaria integrada por las Directivas 75/129/CEE, de 17 de febrero, y 92/56/CEE, de 24 de junio, en las que se contempla la extinción colectiva de contratos de trabajo por motivos no inherentes a las © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 815 Relaciones Laborales 2013 815 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato personas de los trabajadores afectados y se mantiene aquella tradición intervencionista de los poderes públicos exigiendo al empresario la acreditación/prueba de las causas invocadas a través de un proceso administrativo previo (Procedimiento de Expedientes de Regulación de Empleo) en el que es la Autoridad Laboral administrativa el sujeto que, a la postre, tiene la facultad de autorizar al empresario la extinción colectiva de los contratos de trabajo en la empresa. Sucede que, si bien desde la perspectiva jurídico-política tal intervencionismo y facultades públicas encuentran indudables y potentes razones de equidad y justicia social como para justificar sobradamente esa tutela pública del interés social y de los trabajadores limitando el poder decisorio empresarial en esta materia, la realidad económica y los resultados sociales en materia de empleo obtenidos al cabo de los años a través de ese mecanismo interventor se han mostrado, cuando menos, de poca y escasa utilidad en orden a facilitar a las empresas (que son a la postre las únicas organizaciones socio-económicas que crean y generan el empleo en cualquier sociedad moderna), la necesaria flexibilidad y ágil acomodación de sus plantillas a los ciclos productivos y/o de los mercados que demandaban los productos y servicios que aquellas producían. Es así que las demoledoras cifras macroeconómicas en que la crisis económicofinanciera iniciada en 2007/2008 en España (y también en la mayoría de los países occidentales o «primer mundo») ha situado a la economía y las estructuras del Estado y la constatación de que los riesgos de quiebra afectaban ya al propio Estado y no solo a algún/nos sector/es de la economía nacional ha impulsado un verdadero cambio de paradigma en la articulación de las reglas y normas legales reguladoras de las relaciones laborales; nuevo paradigma que determina en el Derecho Laboral español los profundísimos cambios regulatorios introducidos por las reforma laboral de marzo/julio de 2012 y que, entre otras materias, determinan, en la que ahora nos ocupa, la supresión de aquella autorización administrativa previa antes exigida a las empresas para la realización o adopción de medidas de despido colectivo, habiéndose residenciado, como no podía ser de otra manera, el único y posterior control de legalidad de la medida empresarial en tales supuestos, únicamente en sede judicial. 3.11.1. Concepto de despido colectivo Determina el artículo 51.1 TRLET, aprobado por el RDLeg. 1/1995, de 24 de marzo, y en la redacción dada al mismo por la L. 3/2012, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral, que se entenderá por despido colectivo la extinción de contratos de trabajo fundada en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, cuando tal extinción afecte, en un período de 90 días, a: – Un mínimo de 10 trabajadores, en las empresas que ocupen menos de 100 trabajadores. – El 10 por 100 del número de trabajadores de la empresa en las empresas que ocupen entre 100 y 300 trabajadores. – Un mínimo de 30 trabajadores en las empresas que ocupen 300 o más trabajadores. 816 Relaciones Laborales 2013.indb 816 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo 3.11.2. Antecedentes. La Ley 35/2010, de 17 septiembre, de reforma urgente del mercado de trabajo. Modificación de la delimitación conceptual del despido colectivo Recordemos que, en verano de 2010, y en el contexto de la gravísima crisis financiera y económica general que situaba el índice de desempleo rayano al 20% de la población activa de España (entre 4,5 y 5 millones de personas desempleadas 7), el Gobierno se vio obligado a acometer lo que se pretendía, al menos en las expresiones públicas de los responsables políticos, que fuera una “reforma” con profundidad de las tradicionales rigideces de nuestro mercado de trabajo que nos habían, también tradicionalmente, alejado de los índices de competitividad de las principales economías productivas de la Unión Europea. Surgió así, primero, el RD-L 10/2010 que publicado el mes de junio (la norma se fecha el día 16 y se publica en el BOE el día 17 de ese mes), y luego, en sustitución de éste, la Ley 35/2010, de 17 de septiembre, de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo, con el objetivo general, a decir de su preámbulo, “de contribuir a la reducción del desempleo e incrementar la productividad de la economía española, intentando corregir la dualidad de nuestro mercado de trabajo promoviendo la estabilidad en el empleo y pretendiendo incrementar la flexibilidad interna de las empresas”. Tal objetivo general se perseguía a través de tres líneas de actuación concretas: – La reducción de la dualidad del mercado de trabajo mediante el impulso de medidas de creación de empleo estable, – El reforzamiento de los instrumentos de flexibilidad interna en el desarrollo de las relaciones laborales y, en particular, las medidas de reducción temporal de jornada, como mecanismo que permita el mantenimiento del empleo durante las situaciones de crisis económica, reduciendo el recurso a las extinciones de contratos y ofreciendo mecanismos alternativos más sanos que la contratación temporal para favorecer la adaptabilidad de las empresas, y – Adopción de medidas que aumenten las oportunidades de encontrar empleo (“empleabilidad”) por parte de personas desempleadas. La redacción introducida finalmente por la Ley 35/2010 en el art. 52 ET establecía simplemente que: El contrato podrá extinguirse ,…. C) Cuando concurra alguna de las causas previstas en el art. 51.1 de esta Ley y la extinción afecte a un número inferior al establecido en el mismo….” Y, por su parte, la nueva redacción dada al art. 51.1. señalaba: «1. A efectos de lo dispuesto en la presente Ley se entenderá por despido colectivo la extinción de contratos de trabajo fundada en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción cuando, en un período de noventa días, la extinción afecte al menos a: 7 A fecha de cierre de esta edición (abril de 2013), las últimas estadística de la EPA arrojan la pavorosa cifra de 6,2 millones de desempleados en España. © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 817 Relaciones Laborales 2013 817 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato a) Diez trabajadores, en las empresas que ocupen menos de cien trabajadores. b) El 10% del número de trabajadores de la empresa en aquéllas que ocupen entre cien y trescientos trabajadores. c) Treinta trabajadores en las empresas que ocupen trescientos o más trabajadores. Se entiende que concurren causas económicas cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos, que puedan afectar a su viabilidad o a su capacidad de mantener el volumen de empleo. A estos efectos, la empresa tendrá que acreditar los resultados alegados y justificar que de los mismos se deduce la razonabilidad de la decisión extintiva para preservar o favorecer su posición competitiva en el mercado. Se entiende que concurren causas técnicas cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los medios o instrumentos de producción; causas organizativas cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los sistemas y métodos de trabajo del personal y causas productivas cuando se produzcan cambios, entre otros, en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado. A estos efectos, la empresa deberá acreditar la concurrencia de alguna de las causas señaladas y justificar que de las mismas se deduce la razonabilidad de la decisión extintiva para contribuir a prevenir una evolución negativa de la empresa o a mejorar la situación de la misma a través de una más adecuada organización de los recursos, que favorezca su posición competitiva en el mercado o una mejor respuesta a las exigencias de la demanda…”. Los criterios o requisitos, pues, para pretender la procedencia de un despido objetivo (individual), o de la extinción colectiva de contratos, por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción, antes de la nueva reforma iniciada por el RDL 3/2012 del mes de febrero podríamos enumerarlos como sigue: A) Para que se entendieran concurrentes las Causas económicas, se requería: a. Que de los resultados de la empresa se desprendiera una situación económica negativa por la existencia de pérdidas actuales o previstas o una disminución persistente de su niv Que estas circunstancias/condiciones negativas en el desarrollo empresarial “pudieran” afectar a la viabilidad de la empresa o a su capacidad de mantener el volumen de empleo. c. Que a estos efectos anteriores, la empresa, de un lado “acreditara” los resultados alegados y, de otro, que “justificara” que de los resultados alegados “se deducía la razonabilidad de la decisión extintiva” para preservar o favorecer la posición competitiva de la empresa en el mercado. B) Por su parte, y en relación a las Causas Técnicas, éstas existirían cuando se produjeran cambios, entre otros, en el ámbito de los medios o instrumentos de producción. Causas Organizativas cuando se produjeran cambios, entre otros, en el ámbito de sistemas y métodos de trabajo del personal; y Causas Productivas cuando se pro818 Relaciones Laborales 2013.indb 818 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo dujeran cambios, entre otros, en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretendía colocar en el mercado. La empresa, además, tratándose de este segundo grupo de causas (que admitían ser ampliadas a otras análogas o similares que pudieran ser alegadas por la empresa), debía, para obtener la procedencia del despido: • Acreditar que efectivamente concurre la causa alegada, y • “Justificar” que de la causa alegada se deducía “la razonabilidad” de la decisión extintiva en el sentido de que tal decisión resultaba orientada o dirigida “a contribuir a prevenir una evolución negativa de la empresa o a mejorar la situación de la misma a través de una más adecuada organización de los recursos, que favorezca su posición competitiva en el mercado o una mejor respuesta a la exigencias de la demanda”. Si lo que con la reforma de 2010 pretendía el Legislador era la simplificación y clarificación de este tipo de causas de la extinción del contrato de trabajo por causas objetivas, para mejor “objetivar” de forma clara y concisa aquéllas y evitar que los Tribunales Laborales y la Administración Laboral debieran continuar en la labor de análisis e interpretación de cuestiones técnicas y económicas (más que netamente jurídicas) para obtener conclusiones certeras acerca de la concurrencia o no de tales causas y llegar a establecer, finalmente, la procedencia o improcedencia de los despidos acordados por la empresa, nuestra opinión (ya expresada en la edición anterior de esta obra) era, como por desgracia la realidad ha venido a refrendar, es que la Ley 35/2010 no iba a contribuir en demasía a aquel objetivo. Nos apoyábamos para mantener aquella opinión en argumentos tales como que de una somera lectura y comparación de los regímenes legales anterior y el reformado por la Ley 35/2010, se evidenciaba que continuaban existiendo en la regulación de las causas del despido colectivo, y en los requisitos exigidos a la empresa para acreditar tanto la concurrencia de aquéllas como los perseguidos efectos benéficos del propio despido sobre la situación futura de la empresa y sus niveles de empleo, una pléyade de conceptos abiertos a la interpretación administrativa y judicial que no auguraban, en nuestra opinión, mayores clarificaciones y seguridades a partir de la Ley 35/2010 que las obtenidas (tanto por trabajadores como por empresarios) en la normativa precedente a la hora de afrontar la defensa de sus respectivas posiciones en sede judicial. Si lo que se pretendía era “desjudicializar” este tipo de despidos, dotando de una mayor claridad, certeza y seguridad jurídica a empresarios y trabajadores a la hora de enfrentarse a estos supuestos, resultaba harto dudoso que la reforma de 2010 fuera a conseguirlo porque, ¿dónde o en qué elementos probatorios, por ejemplo, puede encontrarse la demostración o acreditación terminante de que uno o varios despidos, eran “razonables” en aras, por ejemplo, a contribuir de cierto a prevenir una evolución negativa de la empresa?, o ¿Cómo puede “ justificarse” que de uno o varios despidos dependa efectiva y ciertamente la viabilidad de una determinada empresa? Las colecciones jurisprudenciales incorporan ya numerosos ejemplos de resoluciones judiciales que ratifican aquella opinión profesional mantenida por este autor ya desde la promulgación y publicación de la Ley 35/2010. © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 819 Relaciones Laborales 2013 819 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato 3.11.3. Cambio de paradigma: Nueva regulación del Despido Colectivo introducida en el Estatuto de los Trabajadores por la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral El Legislador, en el Preámbulo de la Ley 3/2012, de 6 de julio, justifica y razona la necesidad de la reforma: «La caracterización del despido colectivo, con un expediente administrativo y posibles impugnaciones administrativas y judiciales, se ha revelado contraria a la celeridad que es especialmente necesaria cuando se trata de acometer reestructuraciones empresariales. De ahí, seguramente, la tendencia a alcanzar acuerdos con los representantes de los trabajadores durante el período de consulta como modo de asegurar la autorización por parte de la autoridad laboral. Sin embargo, ello se ha hecho muchas veces a costa de satisfacer indemnizaciones a los trabajadores despedidos por encima de la legalmente prevista para este despido. Se desnaturaliza así, en buena medida, el período de consultas con los representantes de los trabajadores que, en atención a la normativa comunitaria, deben versar sobre la posibilidad de evitar o reducir los despidos colectivos y de atenuar sus consecuencias, mediante el recurso a medidas sociales destinadas, en especial, a la readaptación o la reconversión de los trabajadores despedidos. Por su parte, los despidos objetivos por las mismas causas han venido caracterizándose por una ambivalente doctrina judicial y jurisprudencia, en la que ha primado muchas veces una concepción meramente defensiva de estos despidos, como mecanismo para hacer frente a graves problemas económicos, soslayando otras funciones que está destinado a cumplir este despido como cauce para ajustar el volumen de empleo a los cambios técnico-organizativos operados en las empresas. Ello explica que las empresas se decantaran, a menudo, por el reconocimiento de la improcedencia del despido, evitando un proceso judicial sobre el que no se tenía demasiada confianza en cuanto a las posibilidades de conseguir la procedencia del despido, debiendo, por tanto, abonar la indemnización por despido improcedente más el coste adicional que suponían los salarios de tramitación. Sobre la base del anterior diagnóstico, el conjunto de medidas referidas a la extinción del contrato de trabajo recogidas en el capítulo IV, se inicia con una reforma del régimen jurídico del despido colectivo. Una de las principales novedades reside en la supresión de la necesidad de autorización administrativa, manteniendo la exigencia comunitaria de un período de consultas, pero sin exigirse un acuerdo con los representantes de los trabajadores para proceder a los despidos. Ello se acompaña de una asimilación de estos despidos colectivos con el resto de despidos a efectos de su impugnación y calificación judicial, con la particularidad de que se prevé una acción para la que están legitimados los representantes de los trabajadores y que permitirá dar una solución homogénea para todos los trabajadores afectados por el despido. También se introducen innovaciones en el terreno de la justificación de estos despidos. La Ley se ciñe ahora a delimitar las causas económicas, técnicas, organizativas o productivas que justifican estos despidos, suprimiéndose otras referencias normativas que han venido introduciendo elementos de incertidumbre. Más allá del concreto tenor legal incorporado por diversas reformas desde la Ley 11/1994, de 19 de mayo, por la que se modifican determinados artículos del Estatuto de los Trabaja820 Relaciones Laborales 2013.indb 820 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo dores, y del texto articulado de la Ley de la Jurisdicción Social y de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social, tales referencias incorporaban proyecciones de futuro, de imposible prueba, y una valoración finalista de estos despidos, que ha venido dando lugar a que los tribunales realizasen, en numerosas ocasiones, juicios de oportunidad relativos a la gestión de la empresa. Ahora queda claro que el control judicial de estos despidos debe ceñirse a una valoración sobre la concurrencia de unos hechos: las causas. Esta idea vale tanto para el control judicial de los despidos colectivos, cuanto para los despidos por causas objetivas ex artículo 52 c) del Estatuto de los Trabajadores. La nueva regulación refuerza los elementos sociales que deben acompañar a estos despidos. De una parte, se incentiva que mediante la autonomía colectiva se establezcan prioridades de permanencia ante la decisión de despido de determinados trabajadores, tales como aquellos con cargas familiares, los mayores de cierta edad o personas con discapacidad. De otra parte, en aquellos despidos colectivos que afecten a más de cincuenta trabajadores, la ley contempla una efectiva obligación empresarial de ofrecer a los trabajadores un plan de recolocación externa, que incluya medidas de formación, orientación profesional, atención personalizada y búsqueda activa de empleo». Normativamente, el artículo 51.1 ET, en la redacción dada por la Ley 3/2012, establece: A) Conceptuación de despido colectivo Su delimitación conceptual continúa vinculada tanto al número de trabajadores afectados por la medida extintiva como a la concurrencia de unas determinadas y concretas causas y por lo tanto, jurídicamente, se entiende por despido colectivo «…la extinción de contratos de trabajo fundada en causas económicas, técnicas, organizativas o de producción cuando, en un período de noventa días, la extinción afecte al menos a: a) Diez trabajadores, en las empresas que ocupen menos de cien trabajadores. b) El 10 por ciento del número de trabajadores de la empresa en aquéllas que ocupen entre cien y trescientos trabajadores. c) Treinta trabajadores en las empresas que ocupen más de trescientos trabajadores. Se entenderá igualmente como despido colectivo la extinción de los contratos de trabajo que afecten a la totalidad de la plantilla de la empresa, siempre que el número de afectados se superior a cinco, cuando aquél se produzca como consecuencia de la cesación total de su actividad empresarial fundada en las mismas causas anteriormente señaladas.» Debe tenerse en cuenta que para el cómputo del número de extinciones de contratos antes señaladas, se deberán tener en cuenta asimismo cualesquiera otras extinciones producidas en el período de referencia por iniciativa del empresario en virtud de otros motivos no inherentes a la persona del trabajador distintos de los previstos en el art. 49.1.c) del TRET, siempre que su número sea, al menos de cinco; y que cuando en períodos sucesivos de 90 días y con el objeto de eludir las previsiones del propio art. 51 TRET (procedimiento de Despido Colectivo), la empresa realice extinciones de contratos al amparo de lo dispuesto en el art. 52.c) del TRET (despidos objetivos individuales © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 821 Relaciones Laborales 2013 821 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato por las mismas causas) en un número inferior a los umbrales antes señalados, y sin que concurran causas nuevas que justifiquen tal actuación, dichas nuevas extinciones se considerarán realizadas en fraude de ley, y serán declaradas nulas y sin efecto. B) Causas Profundizando tanto en el intento de «objetivar» las causas habilitadoras/justificativas de la extinción, cuanto intentando acotar el margen y discrecionalidad de interpretaciones doctrinales o judiciales que acaben imposibilitando el cumplimiento de las finalidades perseguidas por la reforma de recuperar para esta institución la función de constituir un verdadero y efectivo cauce o instrumento para ajustar el volumen de empleo a los cambios económicos, productivos y técnico-organizativos operados en las empresas, la norma enumera y delimita aquellas causas fijando de forma mucho clara y terminante que en la legislación anterior que la función valorativa del Juez respecto a las mismas deberá circunscribirse a la apreciación y valoración sobre la concurrencia de unos hechos (sin otros juicios o valoraciones de «oportunidad», «razonabilidad» o inferencias y otros juicios valorativos sobre la gestión empresarial, la posible incidencia de los despidos sobre el futuro de la empresa, la evolución futura de los resultados económicos de aquélla o el futuro de los niveles de empleo en la misma). La norma señala, de forma contundente, que SE ENTIENDE QUE CONCURREN tales causas: – Económicas: Cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos ordinarios o ventas. En todo caso, se entenderá que la disminución es persistente si durante tres trimestres consecutivos el nivel de ingresos ordinarios o ventas de cada trimestre es inferior al registrado en el mismo trimestre del año anterior. – Técnicas: Cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los medios o instrumentos de producción. – Organizativas: Cuando se produzcan cambios, entre otros, en el ámbito de los sistemas y métodos de trabajo del personal o en el modo de organizar la producción. – Productivas: Cuando se produzcan cambios, entre otros, en la demanda de los productos o servicios que la empresa pretende colocar en el mercado. Creemos que el intento legislativo de «objetivación» en la concurrencia o no respecto a las causas es particularmente acertado tratándose de la causa «económica». No nos parece que quede mucho margen a interpretaciones o a la discrecionalidad de juicio para discutir o negar la concurrencia de causa habilitante para el despido colectivo cuando una empresa acredite por los medios comúnmente admitidos en Derecho la existencia de pérdidas económicas en su cuenta de explotación o cuando, con arreglo a razonables criterios y métodos de proyección económica, establezca una previsión de pérdidas futuras, o cuando evidencie, por los mismos métodos probatorios el descenso continuado y trimestral de sus ingresos ordinarios o ventas en relación al mismo período del año anterior. Tratándose de resultados y guarismos económicos que vienen 822 Relaciones Laborales 2013.indb 822 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo reflejados en la contabilidad de la empresa, nos hallamos ante «hechos objetivos»; o se dan o no se dan, pero no cabe mayor discusión ni interpretación de clase alguna sobre si dándose o acreditándose judicialmente, constituyen o no causa habilitante para el despido colectivo. Algo similar puede decirse respecto a la causa «productiva». Entendemos que no ha de resultar especialmente complejo para la empresa la acreditación de los hechos y circunstancias que pueden conformar o integrar esta causa ya que, por lo general y en la mayoría de las ocasiones, esta causa está esencialmente vinculada y opera indisociada a la causa económica, constituyéndose, a su vez, como verdadera «causa generadora» de aquélla ya que suele ser la menor demanda exterior, y consecuentemente la menor necesidad de producir bienes y servicios en la empresa, la que lleva a la caída/descenso de facturación en la empresa y, eventualmente, la generación de pérdidas de explotación o probabilidad/previsibilidad futura de que se generen. No obstante, es claro que también, y por supuesto, puede darse el juego o activación autónoma de esta causa (productiva) sin necesidad de que concurra también la económica, y ello se producirá, por ejemplo, cuando la retracción del mercado/demanda de los bienes y/o servicios de la empresa impida el mantenimiento/necesidad de unos niveles de producción que requieran la reducción del volumen de empleo en la empresa, o cuando por otras cualesquiera causas y circunstancias deba pueda abordar la empresa cambios e innovaciones en el tipo/clase de productos o servicios que pretenda producir. En relación a las causas «Técnicas» y las «Organizativas» no pensamos, sin embargo, que aquella finalidad «objetivadora» y delimitadora de la causa se haya conseguido con igual éxito, puesto que tales «cambios» (que en el ámbito de las causas técnicas se ejemplifican refiriéndolos, y «entre otros», a los «medios o instrumentos de producción», y en de las «organizativas» al ámbito de los «sistemas y métodos de trabajo del personal» o en el «modo de organizar la producción») pueden ser muchos y de una muy variada índole y, asimismo, cada uno de ellos con unos muy distintos niveles de incidencia y/o afectación al volumen de empleo/trabajadores de la empresa. Entendemos que en estos supuestos, y llegado el momento de la revisión judicial del despido amparado en aquellas causas técnicas u organizativas, sí va a resultar justificado y necesario -casi ineludible- que para poder valorar si concurre o no causa eficiente del despido el Juez proceda a analizar y considerar (juzgar en definitiva): 1º) La naturaleza, entidad, importancia y trascendencia de aquellos cambios técnicos y/u organizativos. 2º) La forma en cómo los mismos acaban afectando a la empresa en su dimensión y a los puestos de trabajo. 3º) La existencia última de justificación y racionalidad de la medida extintiva en relación a la causa invocada y su real incidencia en la empresa. Ello significa en mi opinión que, como señalaba antes, la «objetivación» de la causa perseguida por vía de la norma reformadora dejando al juez únicamente la «valoración» de la existencia (concurrencia), o no, de los hechos que conformen la causa legal de despido no ha llegado a completarse hasta el punto que quizás se pretendía por el legislador y que, sin duda, volverán a reproducirse los debates en sede judicial a propósito de los límites y alcance del control judicial sobre las causas invocadas por las empresas en materia de despidos colectivos (y objetivos por causas económicas, © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 823 Relaciones Laborales 2013 823 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato técnicas, organizativas o de producción). Ello es así por cuanto no nos parece posible sostener la interpretación de que la mera acreditación de aquellos «cambios» en el ámbito de «medios a instrumentos de producción», de los «sistemas y métodos de trabajo del personal» o en el «modo de organizar la producción» ya equivale a la concurrencia de la causa de despido colectivo (o individual objetivo) y que éste, por ello, automáticamente (ipso iure), ya se encuentra justificado, es decir, debe ser calificado de procedente. En esa línea de exégesis del precepto, que hace referencia a cuál debe ser y hasta dónde debe llegar el control judicial de la causa, se cuentan ya algunas opiniones doctrinales (surgidas a raíz de la promulgación del RDL 3/2012, 10 feb., precursor de la L. 3/2012, 6 jul.), que fundamentan tal opinión hermenéutica en el Convenio 158 de la Organización Internacional del trabajo8 que, ratificado por España exige en su artículo 8 Convenio nº 158 de la OIT sobre la terminación de la relación de trabajo por iniciativa del empleador (Adoptado en Ginebra el 22.06.1982, en vigor desde el 23.11.1985, y Ratificado por España el 26.04.1985): Artículo 4: No se pondrá término a la relación de trabajo de un trabajador a menos que exista para ello una causa justificada relacionada con su capacidad o su conducta o basada en las necesidades de funcionamiento de la empresa, establecimiento o servicio. Artículo 8. 1. El trabajador que considere injustificada la terminación de su relación de trabajo tendrá derecho a recurrir contra la misma ante un organismo neutral, como un tribunal, un tribunal del trabajo, una junta de arbitraje o un árbitro. 2. Si una autoridad competente ha autorizado la terminación, la aplicación del párrafo 1 del presente artículo podrá variar de conformidad con la legislación y la práctica nacionales. 3. Podrá considerarse que el trabajador ha renunciado a su derecho de recurrir contra la terminación de su relación de trabajo si no hubiere ejercido tal derecho dentro de un plazo razonable después de la terminación. Artículo 9. 1. Los organismos mencionados en el artículo 8 del presente Convenio estarán facultados para examinar las causas invocadas para justificar la terminación de la relación de trabajo y todas las demás circunstancias relacionadas con el caso, y para pronunciarse sobre si la terminación estaba justificada. 2. A fin de que el trabajador no esté obligado a asumir por su sola cuenta la carga de la prueba de que su terminación fue injustificada, los métodos de aplicación mencionados en el artículo 1 del presente Convenio deberán prever una u otra de las siguientes posibilidades, o ambas: – incumbirá al empleador la carga de la prueba de la existencia de una causa justificada para la terminación, tal como ha sido definida en el artículo 4 del presente Convenio; – los organismos mencionados en el artículo 8 del presente Convenio estarán facultados para decidir acerca de las causas invocadas para justificar la terminación habida cuenta de las pruebas aportadas por las partes y de conformidad con los procedimientos establecidos por la legislación y la práctica nacionales. 3. En los casos en que se invoquen para la terminación de la relación de trabajo razones basadas en necesidades de funcionamiento de la empresa, establecimiento o servicio, los organismos mencionados en el artículo 8 del presente Convenio estarán facultados para verificar si la terminación se debió realmente a tales razones, pero la medida en que esos organismos estarán facultados también para decidir si esas razones son suficientes para justificar la terminación deberá determinarse por los métodos de aplicación mencionados en el artículo 1 de este Convenio. 824 Relaciones Laborales 2013.indb 824 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo 4 la existencia de una causa «justificada» y que exista también un control judicial u otro organismo de control «neutral») para el despido. Tras la publicación y entrada en vigor de la Ley 3/2012 en el mes de julio, aquella línea doctrinal anticipada por la doctrina científica ha sido, efectivamente, seguida y ratificada por la doctrina de tribunales siendo una de sus primeras manifestaciones jurisdiccionales la Sentencia de la Audiencia Nacional, Sala de lo Social, de 21 de noviembre de 2012, dictada en Procedimiento de Conflicto Colectivo, en cuyo Fundamento Jurídico Séptimo se argumenta: “El art. 51.1 ET entiende que concurren causas económicas cuando de los resultados de la empresa se desprenda una situación económica negativa, en casos tales como la existencia de pérdidas actuales o previstas, o la disminución persistente de su nivel de ingresos o ventas, subrayando, a continuación, que se entenderá en todo caso como disminución persistente de su nivel de ingresos si durante tres trimestres consecutivos el nivel de ingresos ordinarios o ventas de cada trimestre es inferior al registrado en el mismo trimestre del año anterior. - El mismo precepto dispone que concurrirán causas productivas cuando se produzcan cambios, entre otros, en la demanda de productos o servicios que la empresa pretenda colocar en el mercado. Como vemos, han desaparecido las justificaciones finalistas de la regulación precedente, que obligaban a la empresa a demostrar la razonabilidad de la decisión extintiva para preservar su posición competitiva en el mercado, cuando la causa era económica, o contribuir a prevenir una evolución negativa de la empresa o a mejorar la situación de la misma a través de una más adecuada organización de los recursos, que favorezca su posición competitiva en el mercado o una mejor respuesta a las exigencias de la demanda, cuando la causa era técnica, organizativa o de producción. Sin embargo, la modificación legal no significa que haya desaparecido la conexión de funcionalidad, aunque hayan desaparecido las justificaciones finalistas precedentes, que obligaban a consideraciones prospectivas difíciles de acreditar, ya que ahora la situación económica negativa o los cambios en la demanda de productos o servicios, que la empresa pretenda colocar en el mercado, deben relacionarse razonablemente. con los contratos de trabajo, que se pretendan extinguir, puesto que dicha relación es el presupuesto constitutivo, para cumplir el mandato del art. 4 del Convenio 158 de la OIT, el cual exige de modo perentorio que no se pondrá término a la relación laboral, a menos que exista causa justificada, relacionada con su capacidad o su conducta o basada en las necesidades de funcionamiento de la Empresa, establecimiento o servicio. Así pues, la justificación del despido económico o productivo exigirá la superación de tres fases por las empresas: – Acreditar la situación económica negativa o, en su caso, cambios en la demanda de los productos y servicios que la empresa quiera colocar en el mercado. – Determinar de qué modo las situaciones descritas inciden en los contratos de trabajo, que se pretenden extinguir. – Probar la adecuación de las medidas adoptadas para hacer frente a dicha necesidad. Por consiguiente, la nueva regulación del art. 51.1 ET no ha liquidado la conexión de funcionalidad entre la causa económica o productiva y las extinciones contractuales, sino que ha modificado su formulación, que ya no exigirá contribuir a la consecución de objetivos futuros, como preservar o favorecer la posición competi© CISS Relaciones Laborales 2013.indb 825 Relaciones Laborales 2013 825 21/05/2013 16:34:29 XI. Extinción del contrato tiva de la empresa, o prevenir una evolución negativa de la empresa o a mejorar la situación de la misma a través de una más adecuada organización de los recursos, que favorezca su posición competitiva en el mercado o una mejor respuesta a las exigencias de la demanda. - Por el contrario, deberá acreditarse que el despido es procedente para corregir desajustes en la plantilla, lo que obligará a demostrar que los contratos, cuya extinción se pretende, han dejado de cumplir su finalidad económica y productiva. La prueba, exigida al empresario, requerirá acreditar la concurrencia de la causa económica y productiva, que son las causas más anudadas entre sí, como viene sosteniéndose por la mejor doctrina, así como razonar de modo proporcional, utilizándose como técnica de ponderación la razonabilidad como proporcionalidad, que constituye, en suma, una técnica de ponderación de los sacrificios. Así pues, una vez acreditada la concurrencia de la causa económica o productiva, o de ambas a la vez, como sucederá en la mayoría de los supuestos, en tanto que la causa productiva se producirá normalmente en situaciones económicas negativas, el empresario deberá acreditar que el contrato ha devenido superfluo en términos económicos, porque ha perdido u relevancia económica para el empresario, o lo que es lo mismo que el contrato ha perdido su objeto y su causa, que son los presupuestos obligados para su permanencia, conforme a lo dispuesto en el art. 1261 CC, lo que sucederá cuando la prestación de trabajo ha perdido su utilidad económica para el empresario por causas objetivas sobrevenidas, del mismo modo que el trabajador puede extinguir justificadamente su contrato de trabajo cuando el empresario no está en condiciones de proporcionarle trabajo efectivo o de retribuir su trabajo. La prueba de la pérdida de eficacia económica del contrato de trabajo deberá relacionarse normalmente con el devenir de la actividad de la empresa, cuya evolución podrá comprobarse a través de la cifra de negocios, que forma parte de la cuenta de pérdidas y ganancias de las empresas, cuya finalidad, conforme a lo dispuesto en el art. 35.2 del Código de Comercio, es la identificación de los importes de la venta de los productos y de la prestación de servicios u otros ingresos correspondientes a las actividades ordinarias de la empresa, deducidas las bonificaciones y demás reducciones sobre ventas, así como el IVA y otros impuestos directamente relacionados con la mencionada cifra de negocios, que deban ser objeto de repercusión, puesto que la evolución negativa de la actividad empresarial permitirá comprobar si la extinción de contratos se ajusta razonable y proporcionadamente a la misma”. 3.11.4. Procedimiento de despido colectivo Aún a pesar de la supresión/eliminación de la exigencia de autorización administrativa previa a la empresa para acordar el despido colectivo, la nueva y actualmente vigente redacción del TRLET dada al artículo 51, por la L. 3/2012, de 6 de julio, sigue reafirmando en esta materia lo que podríamos denominar un principio voluntarista, o de primacía de la voluntad de las partes interesadas, plasmado en el hecho, con traducción positiva en múltiples preceptos, de favorecer el acuerdo entre los interesados en los términos que libremente se pacten (con respeto siempre a los límites mínimos y de derecho necesario que se consideran infranqueables), y dando entrada a las decisiones imperativas del empresario respecto a la efectividad del despido únicamente cuando el acuerdo de los interesados se haya revelado imposible de alcanzar tras el 826 Relaciones Laborales 2013.indb 826 © CISS 21/05/2013 16:34:29 3. Causas de extinción de contrato de trabajo preceptivo período de consultas que se mantiene en vigor en cumplimiento de la Directiva 98/59/CE del Consejo, de 20 de julio de 1998, sobre aproximación de las legislaciones de los Estados miembros en materia de despidos colectivos. Esta orientación sigue presente en el nuevo procedimiento legal establecido para los despidos colectivos en cuya tramitación cabe distinguir dos fases completamente diferenciadas: una primera, en que el problema se debate entre el empresario y los trabajadores en el preceptivo y obligado período de consultas, durante la cual el papel y función de la autoridad laboral se circunscribe únicamente a «velar por la efectividad del período de consultas pudiendo remitir, en su caso, advertencias y recomendaciones a las partes que no supondrán, en ningún caso, la paralización ni la suspensión del procedimiento»;y una segunda fase de control de legalidad frente a los acuerdos alcanzados por las partes en el período de consultas cuando se le abre la posibilidad de impugnar aquéllos si es que entiende o estima que han sido alcanzados y concluidos mediante fraude, dolo, coacción o abuso de derecho, o cuando la entidad gestora de las prestaciones por desempleo hubiese informado de que la decisión extintiva empresarial pudiera tener como finalidad/objeto la obtención indebida de las prestaciones por los trabajadores por la inexistencia de causa real motivadora de la situación legal de desempleo. Las normas jurídicas y reglas concretas que regulan la tramitación de los Procedimientos de Regulación de Empleo se contienen en el artículo 51 del TRLET y (tras la vigencia durante unos meses de la parte declarada vigente9 del RD 801/2011, de 10 de junio), por el Real Decreto 1483/2012, de 29 de octubre (BOE del 30) por el que se aprueba el Reglamento de los procedimientos de despido colectivo y de suspensión de contratos y reducción de jornada. Conforme a su contenido, el procedimiento que se ha de seguir en orden a la extinción colectiva de las relaciones de trabajo es el siguiente: A) Iniciación del expediente/procedimiento A.1) Periodo de consultas previo Se iniciará el procedimiento mediante una notificación/escrito de «Apertura de Período de Consultas» dirigido a los representantes de los trabajadores cuya de cuya copia se dará traslado por la empresa a la Autoridad Laboral. La decisión de despido colectivo deberá ir precedido de un periodo de consultas con los representantes legales de los trabajadores. El empresario y la representación de los trabajadores podrán acordar en cualquier momento (al inicio o durante las consultas) la sustitución del período de consultas por el procedimiento de mediación o arbitraje que, de existir, sea de aplicación en el ámbito de la empresa, si bien tal procedimiento deberá desarrollarse dentro del plazo máximo fijado legalmente para el período de consultas. Las consultas son con los representantes legales de los trabajadores o, en ausencia de representación legal de éstos, en la empresa con una comisión designada con- 9 Vide la Orden ESS/487/2012, de 8 de marzo (BOE del 13) sobre vigencia transitoria de determinados artículos del RD 801/2011, de 10 de junio, el cual fue derogado por el RD 1438/2012, de 29 de octubre (BOE 30 de octubre). © CISS Relaciones Laborales 2013.indb 827 Relaciones Laborales 2013 827 21/05/2013 16:34:29