Capítulo 2 LOS SOFISTAS Y SÓCRATES Introducción Anaxágoras

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Capítulo 2
LOS SOFISTAS Y SÓCRATES
Introducción L 22, & 1
La filosofía sólo llegó a Atenas un siglo largo después de sus comienzos, y esto ocurrió cuando Anaxágoras,
en el siglo V a.C., viajó hasta allí, emigrando de su ciudad natal, Clazomene, que está en la Jonia. Un
discípulo suyo, Arquelao, fue con el tiempo maestro de Sócrates, el cual lo fue de Platón, como éste lo fue
luego de Aristóteles. Pero, aunque con la llegada de Anaxágoras empezaba una espléndida tradición
filosófica, lo cierto es que Atenas recibió muy mal al primer filósofo que llegó allí: los gobernantes de Atenas
lo acusaron de impiedad, porque, en vez de reconocer los dioses locales, afirmaba que existía una Mente
ordenadora del universo, y estuvieron a punto de matarlo. Por fortuna, el filósofo escapó a la ciudad de
Lámpsaco y salvó la vida.
Sin embargo, repetimos que a Atenas le esperaba un brillante futuro filosófico. Una vez vencidos los persas y
dominados los piratas que asolaban el Mediterráneo, se había convertido en sede de la cultura, viendo florecer
en ella las letras y las artes, y fue también, a partir de mediados del siglo V a. C., la patria de la filosofía.
Contribuyó mucho a ello el hecho de que, atraídos por ese esplendor cultural, fueran llegando a Atenas unos
pensadores, los sofistas, que, aunque se desinteresaron de los temas de la filosofía anterior, centrada en el
estudio del principio o naturaleza de todas las cosas, plantearon otros temas más directamente relacionados
con el ser humano, como son el conocimiento y la moral. Sócrates se enfrentará a ellos, pero discutiendo de
los mismos temas, de modo que los sofistas dieron lugar, indirectamente y por reacción, a la profunda
filosofía de aquel pensador. Así, a una etapa de la filosofía que cabría llamar cosmológica, la de los filósofos
arcaicos, le sucedió otra más bien antropológica, la de los sofistas y Sócrates. De la filosofía de este último
habían de surgir luego los grandes sistemas de Platón y de Aristóteles, los dos pilares del pensamiento
occidental.
1ª parte: LOS SOFISTAS
1. CARACTERIZACIÓN GENERAL DE LA SOFÍSTICA
1.1. Circunstancias que favorecieron la aparición de la Sofística
1.1.1. Circunstancias filosóficas
a) Si se miran desde fuera las doctrinas de los diversos filósofos en siglo y medio de filosofía,.y se constata
que no se ponen de acuerdo y que cada uno tiene su propia teoría, a cualquiera le asalta una cierta tentación de
escepticismo (actitud consistente en dudar de todo). Esto fue precisamente lo que les pasó a los sofistas, los
cuales, considerando que no se podía saber cuál de los filósofos anteriores tenía razón, se desinteresaron por
completo de la temática de aquella filosofía.
b) Pero, incluso miradas desde dentro algunas de esas doctrinas, uno podría creerse invitado a llegar a la
misma conclusión. En efecto, los atomistas, por ejemplo, dicen que el ser de todo consiste en los átomos, pero
que éstos son tan pequeños que no se pueden ver. Ahora bien, si es así,,, eso podría significar que no se puede
conocer el ser de las cosas.
Es verdad que los arcaicos afirman que por encima de lo que captan los sentidos está la mirada de la razón;
pero, como acabamos de decir que la razón parece decirle a cada filósofo una cosa distinta, y por otra parte los
sentidos resultan incapaces de decidir sobre el asunto... volvemos a estar como antes, ya que no parece posible
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extraer de todo ello ninguna conclusión definitiva.
1.1.2. Circunstancias políticas L 22, & 2−5; L 23, & 1−3
Las ciudades griegas pasaron por diferentes regímenes políticos. Esparta, por ejemplo, derivó hacia un
régimen militarista. En cambio, Atenas pasó de un antiguo régimen de aristocracia, en el que gobernaban
las familias más poderosas, a un régimen de democracia, en que gobernaban los representantes del pueblo
(demos). Este paso fue difícil, y tuvo varias fases:
• Primero, en el s. VII a.C. se pusieron las leyes por escrito (leyes de Dracón).
Antes las leyes no estaban escritas, cosa que les iba muy bien a los poderosos para manipularlas a su
conveniencia. Tengamos muy presente que en todas las culturas las leyes han sido siempre una conquista de
los más débiles.
• Más tarde, a principios del s. VI a.C., se dieron unas leyes más favorables para el pueblo (Constitución de
Solón).
• Tras varios regímenes alternantes, la democracia se inició con Clístenes (fin s. VI a.C.)
• Finalmente, la democracia se consolidó bajo el gobierno del gran estadista Pericles (s. V a.C.), el cual, una
vez derrotados los persas, limpió de piratas el Mediterráneo, consiguiendo para Atenas una larguísima
época de paz y prosperidad, en la que florecieron las artes, las letras y la filosofía. Por eso se llama al s. V
de Grecia "el siglo de Pericles".
La victoria sobre los persas representó para los griegos la ratificación divina del orden democrático.
Consideraron que los dioses habían castigado al rey persa Jerjes, que intentó conquistar Grecia, por haber
pretendido un poder excesivo, siendo así que en realidad el poder debía estar en manos del pueblo. Esto estaba
en correlación con un nuevo concepto de lo que era la virtud: a) antes, la excelencia o virtud (areté) era un
privilegio de la aristocracia (recordemos que la virtud consistía en el linaje, el éxito, el poder y la fama); b)
ahora, en cambio, la excelencia consiste en otra cosa, sobre lo cual aún habrá mucho que discutir, pero lo que
queda claro es que es algo al alcance de cualquier ciudadano.
Pues bien, todo este panorama supone dos cosas:
1/ Con la democracia, para ocupar cargos públicos ya no bastaba el ser de una familia importante (aunque eso
siempre ha ayudado mucho), sino que había que conseguir además el voto de la gente. Y para eso había que
saber hablar, dar discursos, demostrar cultura... Pues bien, los sofistas van a ser los maestros que enseñen todo
eso a los jóvenes ricos de Atenas, o sea, los formadores y preparadores de los futuros políticos. Naturalmente,
cobrando por ello, ya que los cargos públicos, una vez conseguidos, también habían de darles a esos jóvenes
fama y dinero...
2/ La brillantez cultural de Atenas atrajo a esta ciudad a pensadores provenientes de todo el mundo griego
(Abdera, Julis, Elis, Leontini...), lo cual contribuyó todavía más a realzar ese esplendor cultural (como pasó
luego con el tiempo con otras ciudades, como Alejandría, Bizancio, Roma, París o Nueva York).
1.2. Rasgos generales de la Sofística
Señalemos ya desde ahora cuáles son las características generales de esta nueva forma de filosofía, que
presentan el interés de que muchas de ellas se vuelven a encontrar ahora en nuestra actual atmósfera cultural:
Relativismo. No hay nada fijo ni estable, ni hay verdades absolutas. Todo es relativo a cada individuo, y
depende de cómo cada cual ve las cosas.
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Subjetivismo. La misma idea, vista desde otro ángulo: no hay verdades objetivas, y lo único que cuenta es la
percepción individual que cada sujeto individual tiene sobre cada cuestión.
Escepticismo. (De skepsis, "duda", y skeptomai, "dudar"). No se puede conocer nada con certeza, así que lo
único que cabe es ponerlo todo en duda.
El escepticismo propiamente dicho será una corriente filosófica que aparecerá a finales del s. IV a. C. y
continuará durante varios siglos después, pero se puede decir que los sofistas ya vivían con anterioridad esa
misma actitud).
Indiferentismo moral. Los sofistas se ocupan de la moral, pero sólo para decir que la moral les tiene sin
cuidado.
Esto es una consecuencia de todo lo anterior, ya que si no hay nada bueno ni malo en sí mismo, sino que todo
depende de cómo lo ve cada uno, eso equivale a que no haya ninguna norma moral, y el resultado final es un
total desinterés de los sofistas respecto a las cuestiones morales.
Indiferentismo religioso. Los sofistas son ateos (lo cual significaba entonces negar los dioses de la religión
politeísta griega), o simplemente les da igual cuanto se refiere a la religión.
Convencionalismo jurídico. Para ellos las leyes de la ciudad no se fundan en la naturaleza humana, sino que
son puras convenciones, algo impuesto por unos individuos que se pusieron de acuerdo en que las leyes fueran
así.
"Jurídico" viene del latín ius, iuris, que significa "derecho", y es el adjetivo con el que se designa todo lo que
tiene que ver con el derecho, o sea, con las leyes escritas.
Utilitarismo. No les importa manipular a la gente, con tal de conseguir ellos su propia utilidad.
Oportunismo político. Consideran que en política todo es válido (mentir, engañar, matar...) para conseguir uno
sus propìos fines.
(Viene a ser una aplicación de la actitud utilitarista al terreno de la política).
Venalidad. Son los primeros en cobrar dinero por enseñar.
Hoy esto parece normal, pero entonces se veía de modo parecido a como se vería hoy el hecho de que un juez
cobrara dinero por dictar una determinada sentencia. Los filósofos arcaicos no cobraban, porque consideraban
que el saber pertenecía a todos los hombres.
Finalidad práctica. No persiguen un fin teórico (theoria significa "contemplación"), ya que no buscan
conocer la verdad o el ser de las cosas (pues no creen en nada de eso), sino que tratan sólo de medrar en la
política y "triunfar" en la vida.
2. PRINCIPALES SOFISTAS L 23, & 2
Todos los sofistas fueron hombres de cultura y buenos oradores, y muchos de ellos interviniveron
personalmente en la política. Los más importantes son Protágoras y Gorgias.
Protágoras de Abdera (480−411 a.C.) . Al igual que el filósofo arcaico Demócrito, era de Abdera, ciudad del
norte del mar Egeo. Viajó mucho, y acabó enseñando en Atenas. Participó de los círculos políticos e intervino
en la vida pública, influyendo sobre el gran gobernante Pericles. Escribió un libro, Sobre los dioses, obra que
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le acarreó el ser acusado de impiedad (lo que significaba que no reconocía los dioses de la ciudad, la misma
acusación por la que persiguieron a Anaxágoras y mataron a Sócrates). El filósofo huyó de la ciudad, pero
pereció en el mar cuando viajaba a Sicilia. Escribió otras muchas obras, entre ellas el libro Sobre la verdad,
que contiene su famosa frase de que "el hombre es la medida de todas las cosas".
Gorgias de Leontini (485−380) . Era de Leontini, que está en Sicilia. Vivió más de cien años. Fue
probablemente discípulo de Empédocles, y conoció también la filosofía de los eléatas, cuyas argumentaciones
discutió. Intervino en la política (fue enviado de Leontini a Atenas para pedir ayuda en la guerra contra
Siracusa). Destacó por su cultura, y fue un extraordinario orador y maestro de retórica (el arte de saber hablar
bien), tanto que el mismo Sócrates imitaba en su oratoria el estilo de Gorgias. Escribió Sobre el no−ser (o
Sobre la naturaleza). Negó cualquier tipo de verdad objetiva, e incluyó en esto la negación de la objetividad y
fijeza de las normas morales, afirmando que varían de unos países a otros y de unas épocas a otras.
Pródico de Ceos (otros historiadores le llaman de Julis). Era de la isla de Ceos, en las islas Cíclades, que
están en el mar Egeo. Más joven que Protágoras, intervino también en la vida pública. Decía que la muerte es
deseable, porque nos libra de las calamidades de la vida, y que temer la muerte es irracional, puesto que no
afecta al vivo ni al muerto: al vivo no le afecta, porque mientras se vive aún no existe la muerte; y al muerto
tampoco, pues como el muerto no existe, ya nada le puede afectar.
Hipias de Elis. Fue célebre por su inmenso saber, ya que entendía de matemáticas, astronomía, gramática,
retórica, historia, literatura, mitología, rítmica y armonía. Fue también un notable orador y un diestro
diplomático. En el diálogo Protágoras de Platón, éste le atribuye la afirmación de que que la ley es el tirano
de los hombres y les fuerza a hacer muchas cosas contrarias a la naturaleza.
Trasímaco enseñó en Atenas, y aparece mencionado en el primer libro de la República de Platón.
Calicles y Critias fueron ambos discípulos de Gorgias y sostuvieron la teoría del derecho del más fuerte.
Critias era tío abuelo de Platón, y el año 404 a.C. fue el jefe de los Treinta oligarcas de Atenas (los
representantes de las familias más poderosas).
Antifón , que era de Atenas, es el autor del que se consevan más fragmentos. Dice que en las leyes naturales
impera la verdad, pero que en las leyes de la ciudad sólo hay apariencia, de modo que sólo hemos de alabarlas
y seguirlas cuando nos ven, pero, si nadie nos ve, podemos hacer lo que nos plazca.
3. POLÍTICA Y RETÓRICA
Los sofistas se presentan como maestros de la virtud (areté), pero... ésta se reduce a la capacitación y aptitud
para intervenir en la política: tener cultura, saber hablar bien, saber argumentar y convencer, y así conseguir el
voto de la gente.
El camino para llegar a esto es la palabra, el correcto uso del lenguaje; pero, a diferencia de los arcaicos, para
los cuales la palabra estaba al servicio del ser (ya que con el pensamiento pensamos lo que las cosas son, y
con el lenguaje expresamos el pensamiento), para los sofistas la palabra es sólo un instrumento de
manipulación, ya que la persuasión no está al sevicio de la verdad, sino al servicio de los intereses subjetivos
de cada uno. Se trataba de ser erudito, brillante, persuasivo. Protágoras dice que hay que convertir en fuertes
los argumentos débiles. Y Gorgias dice: La palabra es un veneno, para envenenr y embelesar.
4. CONCEPCIÓN SOFÍSTICA DEL MUNDO
Para Platón la Sofística no era verdadera filosofía, ya que, si la filosofía era lo que hicieron los presocráticos,
o sea, buscar la verdad de las cosas, como los sofistas se desinteresan de esto, la conclusión es que no son
realmente filósofos. Sin embargo, sí que son filósofos en otro sentido, y la historia de la filosofía los reconoce
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como tales. Veamos cuál es la concepción del mundo latente en su filosofía, concepción que está presidida por
dos grandes ideas: su relativismo (todo es relativo) y su escepticismo (no se puede conocer la verdad).
4.1. Relativismo y escepticismo
Relativismo. Para los sofistas no hay verdades absolutas; todas son relativas a cada individuo. Protágoras
afirma que no existen verdades universalmente válidas y objetivas, antes bien todo es relativo a cada uno:
Como cada cosa me aparece a mí, así es para mí, y como cada cosa te aparece a ti, así es para ti. Más
famosa aún es esta otra frase: El hombre es la medida de todas las cosas; de las que son, en cuanto que son, y
de las que no son, en cuanto que no son. Es decir, el hombre es el que en definitiva decide lo que es y lo que
no es, lo que es verdad y lo que no es verdad. Podría dudarse si esta frase se refiere al hombre en general (lo
que significaría que todo es relativo al modo como la humanidad en general ve las cosas), o si se refiere al
hombre individual. Ahora bien, parece más bien esto último: todo es relativo al modo como cada uno ve las
cosas.
Escepticismo: Según los sofistas, no podemos conocer la verdad de las cosas. Gorgias dice: Nada existe; si
algo existiera, no podría ser conocido; y si pudiera ser conocido, no podría ser comunicado. Parece que esto
es una crítica a las doctrinas de los arcaicos, Significa que no existe nada de todo eso que los arcaicos
llamaban el ser, la verdad, el logos... Y si existiera, sería lo mismo, porque no podríamos conocerlo. Y si
alguien pudiera conocerlo, con algún tipo de experiencia singular, también daría lo mismo, ya que no podría
comunicárselo a los otros, puesto que ellos no habrían hecho esa experiencia singular.
4.2. La antítesis entre physis y nomos
Ese relativismo se concreta en la antítesis entre physis y nomos, o sea, entre naturateza y ley. Para los
arcaicos las leyes de la ciudad estaban fundadas en la naturaleza, ya que las leyes escritas eran una concreción
de la justicia cósmica al ámbito de la ciudad: si en el cosmos todo está ajustado, también nosotros en la
convivencia social debemos ajustarnos los unos con los otros. En cambio para los sofistas las leyes de la
ciudad no tienen nada que ver con la naturaleza, así que no pasa nada si uno se las salta, excepto, claro está, si
alguien le ve. La naturaleza, lo natural, se reduce a placer (hay cosas que son más agradables que otras) y
poder (hay seres más fuertes que otros):
Placer: Hay cosas más agradables que otras: eso es algo natural. Es un hecho innegable en el que todo el
mundo conviene necesariamente. Ahora bien, lo que ya se podría discutir es la conclusión que los sofistas
pretenden extraer de ahí, a saber: que también sería natural el preferir lo agradable (lo que causa placer) a lo
desagradable (lo que produce desagrado).
Poder: Hay seres más fuertes que otros: también eso es algo natural, y tampoco se puede negar. Pero de ahí
pasan los sofistas a decir otra cosa: que también es natural que los fuertes dominen sobre los débiles.
Fijémonos en que estas dos cosas, placer y poder, pertenecen al ámbito de lo que los seres humanos tenemos
en común con los animales. Una bestia también encuentra más placer en unas cosas que en otras ( o al menos
así lo parece), y hay animales más fuertes que otros (el pez grande se come al chico)
Ahora bien, hay leyes puestas por los hombres (leyes inventadas, cabría decir) que prohiben hacer ciertas
cosas que uno podría encontrar agradables (pongamos por ejemplo: robar, violar, etc.), y el que no las cumple
es castigado. Si es así
4.3. La idea de poder
5. VALORACIÓN DE LA SOFÍSTICA
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Para valorar adecuadamente lo que fue este importante grupo de filósofos, lo primero que habría de hacer cada
uno es enfrentarse con sus rasgos generales (punto 1.2.), y pensar qué le parecen a él. Aquí se propone una
valoración
2ª parte: SÓCRATES
1. El problema de las fuentes
2. El hombre Sócrates
2.1. Vida y personalidad
• Método
• Doctrina sobre el saber
3.1. Epantikoi logoi
3.2. Horidsesthai katholou
• Doctrina sobre la virtud (Ética)
4.1. Superación del relativismo moral
• "El bien es el saber"
4.3. ¿Fue Sócrates eudemonista?
El libro propone fechas diferentes para el nacimiento de Protágoras: en la pág. 9 pone 480, y en la pág. 23
pone 490. En vista de esto (que es poco serio) propongo dar por buena la referencia de un gran historiador de
la filosofía, Frederick Copleston. El cual señala los años 481 y 411 como los de nacimiento y muerte de este
filósofo.
También en estas fechas el libro presenta discordancias entre pág. 9 y pág. 23. Nos inclinamos por la primera,
por coincidir con lo que señalan otros historiadores.
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