¡Salud al síntoma! DANIEL MILLAS 1. Salud Para Todos Luego de

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¡Salud al síntoma!
DANIEL MILLAS
1. Salud Para Todos
Luego de finalizada la segunda guerra mundial, surge un nuevo
modelo de organización de la salud pública. Se trata del Plan
Beveridge que viene a instituir el derecho a la salud; el derecho a
estar enfermo y a interrumpir por ese motivo el trabajo.Hoy, lejos de
constituir solo un derecho que el estado debe respetar, la salud se
consolida como un importante objeto de consumo y por lo tanto en
una cuestión de macroeconomía.
Por otra parte, ¿quién decide qué es lo saludable? Si se trata de la
Salud Mental la cuestión toma ribetes que van desde lo delirante
hasta lo canallesco. Tomemos por ejemplo la clínica psiquiátrica
actual regida por la noción de “trastorno”. Sabemos que esta noción
es correlativa a una práctica que parte del consenso de los
psiquiatras para definir lo que se considera normal y adaptado. Es
decir, del establecimiento de una norma que es elevada a la categoría
de un ideal de funcionamiento. La cuantificación y las clasificaciones
que se desprenden de los cuestionarios de evaluación establecen
luego patrones de conducta que indican la normalidad esperada.
Así, la instancia del deseo es reducida a demandas objetivas y la
singularidad del síntoma queda sustituida por los casos particulares,
susceptibles de ser incluidos en un saber generalizable.
Desde esta perspectiva el síntoma no es más que una conducta. No
tiene valor de verdad, sino que se reduce a un comportamiento
anómalo, en función de la impostura de un saber que se pretende
científico. Se lleva a cabo una manipulación que consiste en elaborar
e imponer a partir de la lengua corriente un metalenguaje unívoco. Es
la operación que resulta de la objetivación del Sujeto supuesto Saber.
2. El síntoma de cada uno
De la clínica de las psicosis y sus posibles estabilizaciones, Lacan
extrae una enseñanza fundamental: El Nombre del Padre puede ser
sustituido en su función. Existen otros operadores que permiten
instaurar modos eficaces de suplencia, de estabilizar la relación entre
el significante y el goce del cuerpo.
Desde esta perspectiva puede entenderse que Lacan proponga una
concepción generalizada del delirio. Todos delirantes, a partir de que
no existe el Otro garante de una verdad trascendental y definitiva.
En una clínica orientada por lo real el SsS es un semblante que vela
la falla estructural en el saber. Sin embargo, su función operatoria
está dada porque al mismo tiempo es lo que va a permitir localizar
esa falla, siempre y cuando el analista ocupe su lugar en la cura. La
operación analítica requiere que el analista no se identifique con el
SsS, ya que vendría a desmentir con su infatuación el agujero que
existe en el saber y por lo tanto la singularidad que habita en el
síntoma.
Le corresponde al psicoanálisis hacer fracasar la demanda de reducir
el síntoma a un saber generalizable. Tendremos en nuestro próximo
ENAPOL la oportunidad de exponer nuestra clínica, mostrando la
alternativa que presentamos al cientificismo aplastante que soporta la
clínica del trastorno. Propongamos entonces un recorrido posible: Del
delirio de una salud Para Todos al síntoma incurable de cada uno.
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