NAVIDAD: ¿AMOR O CONSUMISMO? Mucho es lo que se vive en la Navidad, en muy diversas formas. Es irónico y contradictorio que para muchos es una época triste, cuando se supone que lo normal es que sea la época más feliz del año, en múltiples aspectos. Por lo dicho, también mucho es lo que se puede decir sobre este tema. Nos enfocamos en dos aspectos relacionados con el título de este artículo. Primero, definamos “amor”. Si bien el término tiene una gama amplia de significados, vamos a tomar la más básica del diccionario español: “conjunto de sentimientos que ligan une persona a otra”. Y luego, lo complementamos con la perspectiva del Amor cristiano según la cual, quien realmente ama, debería estar dispuesto a dar la vida por sus amigos. Por otro lado, veamos la definición de consumismo: afán de comprar bienes, aunque no sean necesarios. Sin ir más allá ni complicar las cosas, la sola lectura de estas definiciones ya debería hacer eco en el alma de nuestros lectores, por lo menos de aquellos que están conscientes del origen de la fiesta de Navidad: rememoración del nacimiento de Jesucristo, cabeza de la Iglesia Católica, fundamento de la FE cristiana, Aquel que nos legó como mandamiento esencial: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, y que con su propia vida dio origen a la segunda definición de Amor, establecida más arriba en este párrafo. Entonces, si a quien estamos homenajeando es a Jesucristo, lo coherente sería que el festejo tenga relación con Él. Por ello es que para quienes así enfocan la fiesta, los principales componentes son: el pesebre o nacimiento, en torno al cual se reúnen las familias a rezar la novena; el fortalecimiento de los vínculos con el prójimo, comenzando, por supuesto, con la propia familia; y también la realización de buenas obras para con los necesitados, reconociendo que, en una fiesta de esta naturaleza, hay muchos que, por su pobreza, más bien les resulta un día de pena, pues, mientras otros festejan, ellos tal vez ni siquiera podrán satisfacer sus necesidades más básicas. La costumbre de dar regalos, se la relaciona con la visita de los reyes magos al niño Jesús, recién nacido en el pesebre. El hecho es que, hoy por hoy, si bien en muchos hogares e instituciones de la geografía cristiana de todo el mundo se mantiene la costumbre de rezar la novena en torno al pesebre, celebración que llega a su clímax en la Nochebuena, así mismo es un hecho que han ido ocurriendo una serie de cambios que detallamos a continuación, que son los que justifican el título de este artículo: gradualmente la costumbre del pesebre y el festejo en torno a Jesús ha ido perdiendo terreno. Hoy en día, no es raro encontrarse con diferentes manifestaciones navideñas (artículos, películas, eventos), que parece que ni siquiera conocieran que es Jesús quien da sentido a la existencia y realización de esta fiesta. Hay sociedades en que está ganando terreno la costumbre de hablar de “Felices Fiestas”, desconociendo, intencionalmente, o por ignorancia, su vinculación con Jesús. En muchos sentidos, incluidos quienes profesamos la fe cristiana, nos vemos “arrastrados” por la vorágine consumista que gradualmente ha ido creciendo en esta época, en torno a la costumbre de obsequiar regalos, perjudicando, en mayor o menor grado, a la vivencia del verdadero sentido de la fiesta. A lo anterior hay que añadir una realidad que también ha pasado a ser parte integrante de esta fiesta: la comida en exceso, que muy buen puede ser consecuencia del afán de “atender” con cariño a los huéspedes, pero que en la práctica ocurre. Estos dos aspectos mencionados: los regalos, la comida muy bien pueden sustentar la hipótesis de que la fiesta Navideña ha degenerado en una temporada de “culto al consumismo”, con lo cual -y considerando de nuevo la definición de consumismo anotada más arriba: afán de comprar cosas, aunque no sean necesarias- se justifica el interrogante planteado como título de este artículo, más aún si se considera la descomunal cantidad de bienes “innecesarios” que se regalan por esta fiesta, mientras en esa misma fecha, a lo largo y ancho de América Latina, cientos de millones de seres humanos, hermanos nuestros por la común filiación con Dios, que nos creó a todos, por su pobreza, padecen en varios órdenes. En estos terrenos es que, , también quiere ser un aporte. Por lo antes dicho, tal vez si es conveniente terminar este artículo con un elemento que también parece intensificarse en esta época en torno al cúmulo de actividades: el stress. Esto ocurre, en muchos casos, como consecuencia de que nos empeñamos en de satisfacer a las dos puntas del interrogante que plantea este artículo. No queremos dejar de relacionar este artículo con el que presenta la sección 11 de la presente edición de : “EL MUNDO ESTÁ CAMBIANDO”, pues consideramos que nuestras probabilidades frente a la evolución del “asunto musulmán” según informa dicha presentación, está en función de qué tan vigorosa es la presencia y desarrollo de la espiritualidad y práctica cristiana en nuestra parte del mundo. Pero no pensemos en una confrontación como en la época de las cruzadas. Pensemos más bien que si nuestra mejor arma para enfrentar la “invasión musulmana”, es la práctica del Amor Cristiano, una de cuyas fechas más importantes la festejamos ahora, en Navidad. Preguntas para la reflexión: 1 ¿Qué es para mí lo más importante en la Navidad? Listar los 3 aspectos más importantes. 2 ¿Qué podría hacer para mejorar mi forma de festejar la Navidad?. ¿Me interesa hacerlo?