591 DESPUÉS DEL LATIFUNDIO, ¿QUE? Gonzalo Arroyo* Centro de Estudios Agrarios (CEA) Universidad Católica de Chile. Se dice, y con razón, que uno de los grandes éxitos de la Unidad Popular es haber logrado terminar con el latifundio en 1972. En estos momentos la cantidad total de tierra expropiada por CORA alcanza a unos 8,9 millones de has., de las cuales cerca de 5,3 millones han sido expropiadas por el actual Gobierno en el plazo de sólo 20 meses. El total de tierra regada transferida al "área reformada" de la agricultura asciende a las 660.00 has., alrededor de un 39% de la superficie irrigada del país'. Demás está decir que en proporción a la superficie del país, la reforma agraria chilena es una de las más significativas de las emprendidas por vía legal, es decir, no ejecutada como consecuencia de una revolución triunfante que quiebra la institucionalidad vigente. Otro rasgo que la destaca es el bajo costo social con que ha sido realizada: basta comparar el número reducido de hechos de sangre desde que se inició el proceso en 1965 con los miles caídos en México y recordar que la producción, a pesar de los inevitables desajustes a corto plazo en un proceso masivo —rasgo que la diferencia de otras experiencias como la boliviana o la de varios países socialistas— ha logrado mantenerse sin deterioros muy apreciables. Sin embargo, está claro hoy que el proceso de reforma agraria no está terminado por el mero hecho de haber liquidado al latifundio. Sin entrar todavía en la cuestión del significado real del latifundio, su desaparición plantea nuevos desafíos a los responsables de la conducción del proceso. En la situación política actual la reforma agraria no puede avaluarse soto en términos de hectáreas expropiadas sino en cuanto a su capacidad de desarrollar la producción, de reordenar las relaciones productivas en el sector reformado, de liberar de la explotación y movilizar al mayor número de campesinos y productores en apoyo de un proceso que busca la transición hacia el socialismo. Esta reestructuración de la agricultura ni por asomo podría considerarse en forma independiente del proceso anti-imperialista y anti-monopólico desarrollado en el resto de la economía y de la sociedad global. Objetivos políticos explícitos e implícitos La evaluación del actual proceso de reforma agraria no puede detenerse en los puros aspectos técnicos. • Síntesis de una ponencia presentada en el X Congreso Latinoamericano de Sociología (Santiago • Chile • agosto 1972). 1 Análisis de las expropiaciones de IC1RA; comprende las expropiaciones hasta agosto 1972. Debs considerar los objetivos que se trazan las fuerzas políticas que lo impulsan. (Resulta obvio que también podríi hacerse desde la perspectiva contraria, de los que se oponen a ella por tener objetivos distintos). Sin embargo, para clarificar estos objetivos hay que tomar en cuenta las diferencias entre los objetivos políticos explícitos e implícitos. Por ejemplo, la legislación de reforma agraria promulgada por la administración Alessandri no fue respaldada por una voluntad política de llevarla a la práctica y más bien fue una concesión inspirada por conveniencias políticas ajenas a la agricultura (Alianza para el Progreso) a. La administración Frei utilizó ¡nicialmente la misma legislación para iniciar un proceso más drástico que luego fue sancionado por una legislación cuyos objetivos políticos explícitos contemplaban una "más justa distribución de la propiedad de la tierra" "para aumentar la producción y la productividad agrícola" y a la vez para transformar al campesinado en una "fuerza social de carácter dinámico que participe activamente en el progreso económico, social y cívico del país" 3. Sin embargo, la práctica de ese gobierno llevó a poner más énfasis en el primero de los objetivos —aumento de producción y productividad— que en el segundo —movilización campesina—, con la consecuencia que el efecto distributivo y movilizador de la reforma se morigeró en aras del impulso dado no al pequeño sector reformado, sino paradojalmcnte a la empresa mediana y grande que adquirió una eficiencia de tipo capitalista. El objetivo implícito, y el más significativo, era la modernización cíe la agricultura mediana y grande en apoyo de un proceso de desarrollo industrial dependiente del capitalismo extranjero. Esta modernización conlleva necesariamente la marginalización de sectores crecientes de asalariados (inquilinos y voluntarios) expulsados por la máquina del fundo moderno hacia la agricultura minifundista que recibe el peso de nuevos contingentes do mano de obra cesante y subcmpleada *, Objetivos políticos de la Unidad Popular El programa agrario de la Unidad Popular se inscribe dentro del objetivo estratégico general: iniciar la 1 1 Ley 15.020 de Reforma Agraria. Mensaje al Congreso Nacional del ex Presidente Freí, al presentar el Proyecto de Ley de Reforma Agraria. 22 noviembLC de 19b6, Santiago. Chile. * Una etapa sonflicilva en la Reforma Agraria. Gonzalo Arroyo y Sergio Gómez en Revista "Mensaje" N1? 183-184 (ocl.-nov. 1969). 592 Hacia la superación de una etapa transición al socialismo s. Por lo tanto la reforma agraria no puede concebirse separadamente de los cambios económicos, sociales y políticos globales fomentados por el actual Gobierno e impulsados por la clase trabajadora y sus aliados. Específicamente los objetivos son: aceleración, profundización y extensión del proceso de reforma agraria, es decir, el fin del latifundio (definido como todo predio que excede la cabida máxima de 80 has. de riego básicas); organización del área reformada; incorporación de pequeños y medianos campesinos al proceso, etc. Sin embargo, el desarrollo mismo del proceso llevó a explicitar nuevos objetivos: la "batalla por la producción" destinada a solucionar problemas de disminución de divisas y de aumento de demanda —especialmente de productos agropecuarios— causado por la política redistributiva de ingresos promovida por el Gobierno, la "reestructuración del sector agrario" que permite centralizar la autoridad bajo el Ministro y el Comité Nacional agrario, planificar socialmente la agricultura y eliminar la burocracia y el paralelismo de funciones en organismos del agro'. Indudablemente, estos objetivos tienen en cuenta la necesidad de desarrollar una alianza —dada la correlación de fuerzas políticas— con la mediana empresa capitalista que sobrevive a la reforma 1 "Programa Básico de la Unidad Popular" y "20 Medidos Bastí del Programa Agrario". " Declaración de El Arrayán. Febrero 1972. agraria y la necesidad de sumar fuerzas a los que se movilizan en apoyo de los cambios estructurales, no sólo en el campo sino también en la minería, la industria y las finanzas, que definen el programa anti-imperialista y anti-monopólico de la Unidad Popular'. Ahora bien, la práctica de la reforma agraria en el año y medio de Gobierno Popular lleva a la constatación que el énfasis principal ha sido puesto en la lucha contra el latifundio. Los otros objetivos explícitos, al menos en esta etapa, tendieron a pasar a un piano secundario y en algunos casos —por ejemplo la organización del área reformada— no dieron lugar a definiciones suficientemente claras y programáticas que hubiesen permitido orientar y a la vez encauzar la movilización campesina. Por esto último se constata que sectores significativos del campesinado han sido atraídos por consignas políticas planteadas por la oposición y en menor escala por las de grupos de izquierda que no reconocen la conducción política de la Unidad Popular y que han impulsado "tomas de fundo" en forma indiscriminada. 7 Discurso del Presidente Salvador Atiende del 24 de julio de 1972. Informe Coyunlural del Agro, Boletín N? 4, Centro de Estudios Agrarios, Universidad Católica de Chile. "El Problema de IB Reforma Agraria y la experiencia chilena". Exposición del señor (acques Choncho!, Ministro de Agricultura, en el Symposium: Transición al socialismo y la experiencia chilena. CESO-CEREN. 593 De lo anterior se llega a ta conclusión que la politica actual es esencialmente una política aittilatijundista. Surgen inmediatamente algunas preguntas: ahora que el latifundio ya ha sido prácticamente eliminado, ¿qué política deberá impulsarse hacia adelante? ¿asegura esto el desaparecimiento de la dominación capitalista en la agricultura? y por lo tanío ¿hay luz verde para iniciar la construcción en el área reformada —que alcanza un 36% de tierras equivalentes de riego básico—- de nuevas relaciones de producción en que el campesino liberado de una explotación secular pueda contribuir eficazmente a la batalla de la producción para beneficio de lodo el país? Preguntas que llevan B un cuestionamiento más de fondo: el hecho de que la política agraria se haya centrado en la lucha contra el latifundio ¿no estaría revclnndo una opción teórica implícita no necesariamente coherente con los objetivos explícitos de la política agraria y con el objetivo estratégico fundamental de la Unidad Popular de iniciar la construcción del socialismo? En otras palabras, esta práctica antilatifundista supondría implícitamente que el atraso de la agricultura chilena y la explotación actual del campesinado puedan resolverse sobre todo eliminando el latifundio. Esta suposición descansaría sin duda sobre una manera determinada de interpretar el carácter real de la agricultura chilena y se fundaría en una opción metodológica y teórica determinada. Parece indispensable que en esta etapa post-latifundaria de la reforma agraria en que deben trazarse nuevas políticas se aclare previamente a fondo cuáles son las opciones teóricas posibles respecto al carácter de nuestra agricultura y las causas de su estancamiento a partir de la década de los 30. Sólo entonces será posible determinar políticas que permitan al país avanzar hacia el socialismo, proceso global en que la reforma agraria impulsada por el campesinado, debs hacer una contribución importante que aún no se ha logrado debidamente. ¿Cuál es la causa de! estancamiento agrícola? El país debe importar este año productos agropecuarios en cantidades superiores a los US$ 300 millones. Es sin duda una carga onerosa sobre la Balanza Comercial, especialmente en un período en que el precio del cobre ha bajado en el mercado internacional. Pero es más oneroso aún para la economía del país que debe distraer, de divisas destinadas a inversiones productivas, una cantidad apreciable para consumo de la población. Sin embargo, esta situación se viene arrastrando desde fines de la década de los 30 cuando Chile aún tenía una balanza comercial favorable y exportaba productos que hoy debe importar. No es necesario analizar aquí las políticas económicas de los últimos treinta años (precios, créditos, inversiones) que en mayor o menor grado fueron discriminatorias contra ta agricultura; resulta claro que los sucesivos gobiernos favorecieron netamente a la industria nacional (dependiente del extranjero), al sector terciario de comercio y finanzas e indirectamente a actividades especulativas. Las cifras hablan elocuentemente: el crecimiento de la producción agropecuaria fue de 1,8% anual mientras la población aumentó en tasas muy superiores. Esto ha determinado una disminución de la producción, so- bre todo pecuaria, por habitante y consecuentemente un incremento de importaciones de trigo, carne y leche para satisfacer una demanda creciente *. La pregunta salta a la mente de cualquier observador. ¿Por qué un país dotado de recursos agrícolas suficientes para alimentar una población varias veces mayor no ha sido capaz de elevar la producción para alimentar a los escasos 10 millones que hoy lo pueblan? Podríamos sintetizar las respuestas en (res tipos de interpretación: 1) la causa sería la baja tasa de retorno al capital invertido en la agricultura, 2) la estructura rígida de la tenencia de la tierra y 3) el desarrollo desigual del capitalismo dependiente en la agricultura con SU3 consiguientes desajustes productivos y contradicciones sociales. Hay que notar que cada una de estas respuestas revela posiciones teóricas y metodológicas diferentes o .i| msnos con énfasis diferentes en aquellos elementos identificados como claves para explicar el estancamiento del desarrollo agrícola. No está demás decir que las "teorías" del desarrollo rural son más bien hipótesis bastante incipientes y que una d; las razones es que el proceso agrícola y rural es do una complejidad abismante. E.i el se entrelazan factores climatÉricos, ecológicos y culturales, además de los económicos, jurídicos y político^ que debieran entrar en cunlquter análisis. En los párrafos siguientes expondremos esquemáticamente las doi primeras interpretaciones como punto de referencia a la tercera. La interpretación capitalista Ln primera hipótesis acerca del estancamiento de la agricultura atribuye la causa principal a la baja tasa de retorno del capital invertido en la agricultura en relación al invertido en la industria —protegida y fomentada por el Estado— y en las actividades financieras y especulativas. La falta de incentivos financieros a los agricultores impediría una asignación eficiente y por lo tanto la maximización del producto agrícola*. Esta escuela de interpretación tiene variantes pero se insiste en que las políticas de precios, subsidios, créditos y tasas cambiarías fueron discriminatorias contra la agricultura que sobrellevó en gran parte el peso de una expansión industrial —por lo demás débil— inducida por los gobiernos a partir del Frente Popular. Esta política de sustitución de importaciones de productos manufacturados mediante el desarrollo de la industria nacional habría llevado también a desatender las inversiones en obras de infraestructura agraria que dentro de una economía capitalista pueden ser sólo emprendidas por el Estado, dada su lenta maduración. Finalmente, los precios agrícolas fijados hacia abajo para evitar abultar el índice del costo de la vida en un país de inflación secular, habrían sido objeto de un efecto depresivo adicional al introducirse en el país importaciones de alimentos competitivos con los producidos en el país. En la práctica éstos eran subvencionados por una política carnbiaria en que la moneda nacional, salvo en * Plan de Desarrolla Agropecuario 1965-1980. Texto 2? Edlclún ODEPA cap. |. • Essays on Ihc Chilcan Economy. Mumalakis and Reynolds, 1965, cap. J. Economlc opportuniilcs ¡n fhc world oí agrlcullure, T. V. Schullz. 594 dos breves etapas, fue sobrevalorada en relación al cambio libre •» Todo lo anterior habría contribuido poderosamente a reducir los incentivos a la inversión privada a largo y aún mediano plazo en la agricultura y los capitales se habrían desplazado hacia actividades más rentables. Nótese que puede haber posibles divergencias en la base empírica que sustenta a este análisis hecho desde un enfoque económico marginalista. Pero hay coincidencias en qua la solución al problema agrario consiste más que todo en políticas adecuadas de precios agrícolas, de insumos, de infraestructura, de tasas cambiarías e importaciones agrícolas, etc. La reforma agraria se acepta sólo en cuanto contribuye a la eficiencia de la producción agrícola, eliminando al empresario ineficiente y poco dado a la innovación tecnológica. El problema de la estructura global de la economía y de la sociedad, que determina una cierta distribución del poder con las consiguientes contradicciones entre clases sociales no tiene mayor cabida en este análisis preferentemente m¡ciosocial. Asimismo, los sistemas de tenencia de la tierra no se consideran sino bajo el ángulo del tamaño o extensión de tierra de la empresa individual y no se llega a conclusiones claras respecto a la relación existente entre tamaño y eficiencia productiva. La interpretación reformista La segunda interpretación calificada a veces como "sociológica" pone el énfasis no tanto en el análisis económico de la agricultura estancada sino en la estructura de tenencia caracterizada por la predominancia del complejo latifundio - minifundio que da lugar a una deficiente producción y a una estratificación social rígida que perpetúa la explotación secular del campesino. En particular se centra el análisis en el latifundista incapaz de responder al desafío de una demanda creciente de alimentos mediante una utilización más intensiva de los recursos de tierra y agua disponibles; sus valores culturales darían más importancia al prestigio social y al consumo suntuario que a la inversión y a la ganancia que mueve a los empresarios de tipo schumpeteriano a arriesgar en nuevos productos, a introducir técnicas modernas, etc. ". Algunas variantes de esta escuela de interpretación ven en la hacienda o latifundio el resabio de un pasado feudal que habría sido importado de España en tiempos de la colonia B, El inquilinaje da lugar a una agricultura de subsistencia o economía campesina en las tierras de regalía y goce, pero también provee de mano de obra barata para el trabajo extensivo de la gran superficie de tierra que controla el hacendado. Entre éste y los inquilinos se da una relación de explotación-dependencia que no se limita a lo económico sino abarca el conjunto de relaciones sociales y políticas de una sociedad rural de valores tradicionales cuyo centro dominante es el ha> cendado latifundista. 10 Mamalakis op. elt., pág. 130-175. " Por ejemplo, las Interpretaciones de! Plan de Desarrollo Agropecuario. 65-80 ODE!*A y el Informe del CIDA: Tenencia de IB tierra y desarrollo iodo.económico del sector agrícola, Santiago, 1966. u La posición de A. C. Frank en El Desarrollo del Subdesarrollo y las posiciones contrapuestas de Hernán Ramírez Necochca, Luis Vítale, Kalkl Glauser. De este modo, el retraso agrícola de Chile se explicaría en gran parte por la subsistencia del latifundio y de su versión más moderna, el fundo, que acapara gran parte de la tierra del país al iniciarse la reforma agraria en 1965. Se trata además de establecer que la empresa pequeña y mediana tendría ventajas en eficiencia productiva sobre la gran empresa ". Precisamente la reforma agraria se concibe como la forma de corregir la defectuosa estructura de tenencia de la tierra y por lo mismo de crear condiciones para un desarrollo de la agricultura adecuado a las necesidades alimenticias del país. Además, hace justicia al campesino injustamente desposeído de la propiedad de la tierra. De ahí que dentro de esta concepción la reforma agraria es ante todo una medida redtstríbutiva porque lleva a una modernización de la agricultura mediante el desaparecimiento del latifundio y la constitución de una estructura de tenencia más equilibrada. No queda claramente determinada la nueva forma de tenencia que reemplazará al latifundio: propiedad individual familiar, propiedad cooperativa son propuestas por sus ventajas propias ". Poca referencia se hace en este análisis a las relaciones entre la agricultura y el resto de la economía, sobre todo en lo que se refiere al efecto del capitalismo monopólico sobre la estructura productiva de la agricultura. Si estas relaciones son estudiadas, es más bien para señalar que el efecto redistributivo de la reforma agraria permite abrir nuevos mercados en el campo para la producción industrial. No es difícil detectar detrás de este análisis una cierta concepción que ha sido calificada de "agrarista": una visión poco realista que cae en la tentación de considerar la agricultura como un mundo cerrado en sí mismo, cuyos problemas se originan dentro de ella y se resuelven allí mediante la reforma agraria sin necesidad de cambios estructurales en el resto de la sociedad I!. Hacia una interpretación socialista La tercera hipótesis sobre la causa del estancamiento de la agricultura usa un enfoque más amplio que los anteriores, retoma muchos de sus elementos situándolos dentro de la estructura económica, política e ideológica global del país, y confiriéndoles así una nueva significación '". La incapacidad del sector agrícola para aumentar la producción y satisfacer la demonda de alimentos, las políticas de precios y de cambios que perjudican a la agricultura, la incapacidad del latifundista para producir eficientemente, los sistemas de tenencia que determinan una concentración de la tierra y del agua, la modernización de las empresas grandes y los sistemas de comercialización acompañados de la consecuente marginación del empleo de masas campesinas 13 14 11 Informe CIDA. Cap. 11. Ibidem. Cap. 17. Por ejemplo, la obra colectiva: Reformas Agrarias en América Latina de Osear Delgado. F. C. E.. México, 1969. 11 La teoría que sustenta este enfoque remonta a algunos teóricos clásicos como Karl KMlHkj (La cuestión agraria), Lenin (El desarrollo del capitalismo en Rusia y otros), y es retomada poi algunos economistas del área socialista como Chezanov y Tepicht. En nuestro país existen pocos estudios en esta perspectiva, señalando con excepción algunos ensayos de Rafael Bataliona y la Investigación de ). C. Marín (Asalariados rurales en Chile, en la Revista Latinoamericana de Sociología, 69/72, pág. 317-341). 595 crecientes, la organización sindical de empresarios y campesinos antagónicos, las huelgas y tomas de fundo, ele, todos son fenómenos que sólo adquieren real significación dentro de la dinámica del desarrollo capitalista dependiente. Por esto se tratará de bosquejar un marco histórico del desarrollo del capitalismo agrario. No cabe aquí entrar a detallar la polémica sobre si la hacienda —que se hizo predominante en el siglo XVIII— se origina de un pasado feudal o surge estimulada por el desarrollo de mercados para el trigo chileno en Lima y más tarde en California y Australia 17. Las investigaciones de Góngora hacen rechazar la hipótesis del pasado feudal y los ensayos de Gunder Frank sobre la época colonial y republicana introducen acertadamente el concepto de sistema económico mundial, distinguiendo en él una metrópolis dominante y una periferia dependiente ". El capitalismo que se consolida en Europa en el siglo XIX penetra en América bajo el liderazgo imperialista de Gran Bretaña, liderazgo que sólo cede a Estados Unidos después de la II Guerra Mundial. La economía dependiente de Chile se organiza para satisfacer necesidades de las sucesivas metrópolis: oro y plata, trigo, salitre, cobre y otros. Es decir, lo propio de la economía chilena hasta la crisis de 1930, según el término de Pinto, es el "desarrollo hacia afuera" ", ¿Cuáles serán los rasgos de la sociedad rural que se desarrollan en la época pre-capitalista? Una vez que la disminución de metales preciosos hizo decaer la encomienda, la hacienda fue Ja institución dominante en la colonia. Su característica económica principal es la que permite al latifundista extraer un excedente elevado —a pesar del trabajo extensivo de la tierra y de baja productividad— mediante la explotación de la tierra abundante y del trabajo campesino. A los campesinos se les ceden derechos sobre un pedazo de tierra —la regalía— donde se organiza una economía campesina de subsistencia," pero están a su vez obligados a suministrar a la hacienda su fuerza de trabajo para la producción comercial en las mejores tierras. Relacionados a la hacienda existen los predios de pequeña producción mercantil que pueden provenir de la fragmentación de la hacienda, de la división por herencia, etc. En ellos, pequeños propietarios, arrendatarios, medieros, etc., disponen de escasa tierra y otros recursos para sobrevivir, pero cumplen la función de proporcionar mano de obra a la hacienda en períodos estacionales. Las comunidades del norte y de los mapuches en el sur pueden asimilarse a esta agricultura de pequeña producción mercantil. A partir de la sociedad colonial, más adelante en el siglo XIX y en el actual hasta la década de los 30, esos rasgos fundamentales de la sociedad rural se mantienen ¡ncambiados: mano de obra asalariada pero con 11 C. F. Kalki Glauscr. op. cli. C. Assadourlan; Modos de producción. Capitalismo y SuhctcuirroHo en América Latina, en Cuadernos de la Realidad Nacional, N? 7; Ruy Mauro Marini, Dialéctica de la dependencia: la economía exportadora en Sociedad y Desarrollo N» 1; O. Sunkel, El marco del proceso de desarrullo y subdesarrollo. Cuadernos ILPES, serie IE, N? 1; Celso Furtudo, La economía latinoamericana desde la conquista Ibérica hasta la revolución cubana. Ed. Universitaria. Santiago, 1969. '* Mario Góngora: Orígenes de los inquirirlos en Chile Central, Ed. Universitaria. " A. Finio: Chile un caso de desarrollo frustrado. Ed. Universitaria, Santiago. Chile. 30 Raúl Urzúa: La demanda campesina. Ed. universidad Católica, Santiago. Modernizar la agricultura derecho a cultivar un pedazo en parte de pago, producción agrícola y ganadera de baja tecnología para el consumo interno de centros urbanos que crecen con relativa lentitud, exportaciones de ciertos rubros: cueros, sebos, trigo, frutas. En el siglo XIX- estas exportaciones estimulan fuertemente a los terratenientes a abrir tierras vírgenes y a construir obras de regadío, que prácticamente agotan la posibilidad de ampliar (en el sentido extensivo) la superficie cultivada mediante inversiones privadas. La agricultura cumple así con una función de apoyo al modelo exportador impuesto por el capitalismo mundial dominante. En la segunda mitad del siglo pasado, en las salitreras, en el carbón, en los puertos, surge un proletariado que se organiza en forma extra-legal y forma los primeros partidos de militancia obrera y más tarde de inspiración socialista. En la ciudad, a la sombra de uu Estado relativamente fuerte por su control de la exportación, se admite en los años 20 las reivindicaciones de grupos de clase media que deben ser aceptadas por los viejos grupos conservadores y liberales. Mientras tanto en el campo el peón no parece despertar en esa sociedad regida por la hacienda. El hacendado no sólo somete al inquilino al poder jerárquicamente institucionalizado dentro del fundo, sino también extiende un poder difuso hacia el minifundista y las comunidades rurales, mediante su control del crédito, de la comercialización y su influencia en la administración del poder político y judicial y en la dictación de las leyes ". Sólo después de la crisis de 1930-32 que afecta el sistema capitalista mundial y cuyas repercuciones en la periferia subdesarrollada como Chile son aún más fuertes, hay lugar para una nueva fase de dominación capitalista en la agricultura: se extiende el capitalismo * Alejandro Scheíman; La economía campesina. CESO, Santiago, 1972. 596 agrario que había penetrado lentamente en el siglo anterior para afianzarse en la década de los 60 y sobre todo durante la administración Frei. La política de "desarrollo hacia adentro" diseñada para escapar a la dependencia tan desastrosamente constatada en la deflación de 1932 lleva al Estado controlado por la oligarquía nacional a fomentar el crecimiento de la industria nacional e indirectamente a perjudicar la agricultura. La baja tasa de retorno en la década de los 40 desestimula la reinversión del excedente de la agricultura en la misma agricultura. Esta reinversión podría haber contribuido a aumentar su productividad y por lo tanto a mantener una balanza comercial favorable con el extranjero M . Pero los latifundistas se defienden a costa de los inquilinos y voluntarios; el estudio de Mamalakis muestra que el peso del "choque entre sectores" industrial y agrícola, que perjudica al segundo, lo sobrelleva el asalariado agrícola cuyos salarios reales disminuyen en relación al ingreso de! empresario ™. Con todo, esto crea condiciones para el ocaso del latifundio y del hacendado y el surgimiento del fundo moderno. Nótese que el desarrollo del sistema capitalista mundial que lleva a la polarización entre países desarrollados y subdesarrollados tiene también su equivalente en el país. El capitalismo dependiente de los países de América Latina condiciona el desarrollo interno de los distintos sectores de la economía que crecen en forma desigual™. Los mecanismos de dominación externa del capitalismo mundial, como son el deterioro de los términos del intercambio —materias primas cuyos precios bajan en relación a los de los productos manufacturados e industriales—, la captación de excedentes medíante inversiones en los países periféricos y otros, tienen su réplica dentro de la economía subdesarrollada. Ya bastante se dijo en la interpretación capitalista sobre la forma en que operan los mecanismos de precios, subsidios, inversiones, cambios, etc., determinando un deterioro del sector agrario. Sin embargo, no se habló allí de la dinámica capitalista de la ganancia, expresada en la ley del valor-trabajo que explica ese proceso de desarrollo desigual B . A pesar de esta insuficiencia teórica la hipótesis capitalista parece sin embargo tomar más en cuenta los datos empíricos que la interpretación reformista cuyo carácter es más ideológico". Esta última se centra en la rigidez institucional de la agricultura y en particular de la tenencia de la tierra que impide a la oferta agrícola responder con prontitud a una demanda creciente. Es indudable que los mismos latifundistas respondieron adecuadamente en el siglo pasado a los estímulos de mercados de trigo en Australia y Zelandia y también en el país y para eso por iniciativa propia extendieron el área cultivada y regada. ¿Por qué no podrían haberlo hecho de nuevo en los años 40? '•' Aranda y Martínez: La industria y la agricultura en el desarrollo económico chileno, rn Chile Hoy. Ed. Siglo XX!, 1970, pp. 116-151. » o p . elt. " La perspectiva teórica está dada por la obra de Franz Hinkelammen: Dialéctica del desarrollo desigual, en Cuadernos de la Realidad Nacional N? b. Theodonio Dos Sanios: Contradicciones del Imperialismo contemporáneo, su sociedad y desarrollo, N° 1 y Ruy Mauro Matlnl, op. ele. profundizando las intuido nes de A. G. Frank. " Lcliü Basso habla de la lógica de la ganancia y del desarrollo de fuerzas productivas en: La utilización de la legalidad para la transición al socialismo. Symposium CESOCEREN, 1971. Políticas alternativas para superar el estancamiento Si se acepta la hipótesis interpretativa del estancamiento agrícola como consecuencia del desarrollo desigual del capitalismo dependiente en el cual se inserta nuestro país, queda una segunda pregunta que hacerse. ¿Qué política de desarrollo rural podrá superar la situación actual? La escuela capitalista propone políticas adecuadas de precios agrícolas, de insiinios. de inversiones y de lasas cambiarías sin referencia alguna a la dinámica de deterioro del desarrollo capitalista dependiente. No es cuestión de desdeñar el uso de dichas políticas pero insertadas en un programa cuyo objetivo, de acuerdo con la fuerza política real con que se cuenta, es transformar la estructura global que genera el estancamiento en perjuicio del campesinado y de la población total. La escuela reformista propone la reforma agraria para acabar con la rígida estructura de tenencia de tierra y agua que a su modo de ver impide a la oferta agrícola responder adecuadamente a la demanda de alimentos y productos agrícolas. Sin embargo, la reforma agraria no es un fin en sí misma, sirve en cuanto contribuye a un proceso global de transformaciones estructurales que solucionen no sólo el estancamiento agrícola y la explotación del campesinado sino también la dependencia interna y externa de nuestra economía del capitalismo mundial. Las reformas pLirciules de estructuras no son necesariamente revolucionarias, pues el sistema dominante puede desvirtuarlas y tornarlas funcionales a la consolidación del mismo sistema; por ejemplo, modernizando un sector de la agricultura —el de la empresa multifumiliar que subsiste después de las expropiaciones— en el cual consolidan su dominación las relaciones de producción capitalistas desplazando a formas de producción con supervivencias pre-capitalistas como las que imperaban en la agricultura latifundaña, tal como se inició en Chite. Es precisamente el caso de la reforma agraria de Frei como lo demuestra el surgimiento de una burguesía agrícola que introduce innovaciones tecnológicas considerables: uso extendido de abono, herbicidas, semillas mejoradas, técnicas de cultivo, aparte de la mecanización introducida desde el siglo pasado pero extendida sobre todo en la década de los 50. El manejo que se hace del crédito obtenido en términos favorables, del mismo Gobierno que inicia la reforma agraria pero que además invierte en infraestructura lechera, ganadera y de comercialización, le permite aumentar la productividad pero también consolidar su dominación económica del sector, no sólo a través de la tierra sino también en cooperativas agrícolas, industrias de transformación, etc. El desaparecimiento del latifundio que elimina al empresario ausentista y tradicional la favorece netamente, con ta] que el proceso de expropiaciones no avanzase de tal modo que ya no tuviese ningún predio agrícola desde el cual operar y que conservase su cuota predominante de poder en la distribución del crédito, en la comercialización, en los servicios técnicos y profesionales. De ahí que, de acuerdo con la lógica de la ganancia y de la acumulación capitalista, esta burguesía capta la necesidad de organizarse para mantener y aumentar su poder. Por eso se las arregla para que la legislación de sindicalización campesina promulgada en 1966, que por Plan de desarrollo agropecuario 1965-1980, ODEPA, Cap. 1. 597 lo demás permite el paralelismo sindical con la consiguiente división del proletariado rural emergente, contemple también la sindicalización empresarial que se organiza en forma unitaria en el país, y acude a una ideología gremial i st a y aparentemente apolítica. Se encarga de reforzar técnicamente a la antigua Sociedad Nacional de Agricultura, de buscar alianza con sectores campesinos medios, fundando además una confederación sindical apatronada y últimamente creando sindicatos de pequeños productores. Trata de influir en el sector reformado atrayendo a asentados y apoyando fuertemente a la Centra] Única Campesina —no afiliada a la CUT— que se constituye con Confederaciones importantes de asalariados agrícolas y de asentados afectos a la democracia cristiana. También actúa en los Colegios Profesionales (Agrónomos, Abogados, etc.) y busca alianzas en otros frentes como son las organizaciones industriales, de comercio, etc. Esta burguesía agraria paradojalmente surge fortalecida y movilizada de una reforma agraria que sin embargo ha logrado destruir al latifundio. De ahí que la etapa post-latifundaria del desarrollo rural que se inicia, no puede partir de la premisa reformista que la mera transformación de la tenencia de la tierra suprime la causa del estancamiento agrícola y de la explotación. Al contrario, el robustecimiento del capitalismo agrario puede llevar a una super-explotación del asalariado semt-proletario (140.000) y quizás más aún del pequeño productor de subsistencia (280.000) y del trabajador ocasional subproletario (170.000) entre los cuales cunde el desempleo11. La mera destrucción del latifundio puede garantizar el desarrollo capitalista del sector dominante de la agricultura. Esto impulsa a Gutelman a afirmar, yendo demasiado lejos, que cualquiera reforma agraria, sea cual sea su alcance y magnitud, es una medida burguesa en su esencia y jamás conduce al socialismo ". Según él ésta tiene como finalidad económica crear las condiciones para un mejor desarrollo capitalista en la agricultura y en los demás sectores de la economía: los intereses económicos del capitalista (agrario e industrial) vencerían a los contrapuestos del latifundista parasitario que frena el desarrollo capitalista. De este modo se contribuiría aún más al desarrollo desigual de la economía capitalista cuyos mecanismos fundamentales señalados por la teoría del valor, que generan transferencias de plusvalía de los sectores más atrasados hacia los sectores modernos, no serían siquiera tocados por la reforma agraria M. La intuición de fondo de Gutelman es válida: J" la reforma agraria como medida reformista, aislada y parcial tiende más bien a consolidar el sistema capitalista que a debilitarlo. La destrucción del latifundio podría llevar en Chile a la consolidación del capitalismo agrario, en vez de lograr el surgimiento robusto de una nueva r - Ver un proceso semejante en el artículo de Rodolfo Stavenhngen: Margino! i dad y participación en la reforma agraria mexicana, en la Revista latinoamericana de sociología 69/2, pág. 249275. :i M. Guldman: Reforma Agraria, desarrollo del capitalismo y transición at socialismo. Symposíum C ESO-CE R EN. "' Hay criticas justas a esta teoría de Guldman; no es claro que la burguesía patronal sacrificaría sin más a la fracción latifundista perteneciente con lodo a la clase dominante. El hecho histórico es que en América Latina la burguesía se ha opuesto Invariablemente a las reformas agrarias, las cuales han triunfado Impulsadas por el campesinado, o por grupos políticos o militares progresistas. " Criticas de Ruy Mauro Marini y A. G. Frank a M. Gutelman en Svmposium CESO-CEREN. agricultura que contribuya al proceso hacia el socialismo. Si esta posibilidad no es real, ¿cómo comprender el sentido de los dos proyectos de ley de la oposición de derecha y de centro que rebajan en la práctica la cabida máxima a 50 y 40 hs. de riego básicas a cambio de la inexpropiabilidad, garantizada por la Constitución, de los predios menores de ese tamaño? El real carácter de la agricultura chilena Lo visto anteriormente no debe llevar a la falsa conclusión que la reforma agraria no es necesaria y que el fin del latifundio no es un paso adelante a pesar de que una política reformista contribuye aún más a la penetración del capilalismo en la agricultura. En efecto, el desarrollo capitalista dependiente está sometido a contradicciones que se agudizan en la medida en que alcanza madurez. Al avanzar el capitalismo genera los antagonismos entre la burguesía y el proletariado que surge como agente revolucionario y a la vez libera fuerzas productivas que tienden a la socialización. Contra la lógica de la ganancia que es el motor del capitalismo agrario se opone dialécticamente y desde adentro una lógica del desarrollo agrícola que apunta ya a un comienzo de socialización. Esto es más cierto cuando la reforma agraria se inscribe dentro del objetivo estratégico general de iniciar la transición al socialismo y existe un Gobierno apoyado por partidos de la clase trabajadora cuyo programa concreto contempla la socialización de sectores importantes de la minería, la industria, la banca y la distribución. El proceso de reforma agraria en su etapa post-latifundaria tiene como objetivos programáticos la organización del área reformada, la batalla de la producción que alivie la balanza comercial y provea de alimentos a la población y 9a acumulación de fuerzas campesinas lideradas por la vanguardia obrera y campesina para luchar por los cambios estructurales en favor de una sociedad socialista que logre independencia de la explotación del capitalismo mundial. Sin embargo, lo que parece claro en un nivel de abstracción propio del concepto teórico de modo de producción capitalista no resulta nada de claro cuando se trata de hacer el mismo análisis en la agricultura concreta de la formación social chilena. Quedan varias interrogantes a las que sólo una investigación más acabada podría dar respuesta. Trataremos de esquematizar algunos de estos puntos que deben ser esclarecidos antes de poder formular en forma rigurosa, políticas económicas y sociales que permitan el avance de la agricultura, dentro de un proceso de socialización revolucionario. Si se acepta la hipótesis general del desarrollo desigual del capitalismo dependiente, se sigue inmediatamente que existe una diferenciación del sector agrícola. En efecto, coexisten en él diversas relaciones de producción de las cuales una es dominante, la capitalista. Se podría adelantar una hipótesis que distingue entre las siguientes relaciones productivas: economía campesina: especialmente en regalías y goce de fundos y aún asentamientos en que el productor no es dueño de la tierra, pero sí puede poseer los instrumentos de trabajo, enviar una parte de su producción ni mercado. Además vende 598 parte de su fuerza de trabajo al primero": la economía minifundism o pequeña agricultura mercantil: se diferencia de la anterior en que el productor es propietario de la tierra o al menos la controla mediante arrendamiento y aparcería, no contrata fuerza de trabajo asalariada (utiliza la mano de obra familiar), comercializa parte de su producción y vende ocasionalmente su fuerza de trabajo; la hacienda tradicional no perdura después de la primera etapa de la reforma agraria; la empresa capitalista moderna que se caracteriza por Ja racionalidad económica de la ganancia que motiva al empresario, la contratación de fuerza de trabajo asalariado y permanente, el aumento de productividad mediante la introducción de nuevas técnicas e insumos, etc., que permiten aumentar la plusvalía y el beneficio. Sin embargo, el fundo moderno conserva rasgos precapitalistas al perdurar en él prácticas de pagar el salario no sólo en dinero sino en derecho a cultivar un pedazo de tierra —la regalía de! ¡nquitir.o— que es fuertemente reivindicado por las organizaciones sindicales y aún se extendería con frecuencia al "voluntario" permanente H ; la explotación familiar y la explotación mediana deben distinguirse del fundo o empresa multifarniliar grande cuya cabida máxima sería de 80 has. de riego básicas; finalmente, el sector reformado cuyo carácter no está aún determinado, pues aunque se propugnan fórmulas cooperativas o comunitarias de organización, subsisten goces individuales en asentamientos, comités campesinos, CERAS y aún Centros de Producción y es posible que exista una tendencia a regresar a la explotación individual entre campesinos, cuyo grado de conciencia social no se compatibiliza con una organización más socializada M. Resulta claro que la formación social de la agricultura chilena es heterogénea y compleja. No se debe desatender el hecho que aunque las relaciones de producción capitalistas ejercen una dominación sobre el resto, ésta no se efectúa sólo por el mero hecho que la burguesía agraria controle la mejor tierra y la mayor cuota proporcional de capital en instalaciones y maquinarias y por lo tanto genera el excedente más alto. Existen otras formas de dominación fuera de la unidad productiva, por ejemplo en la agroindustria, que pueden transformarse en obstáculo al desarrollo de las fuerzas productivas en el resto de la agricultura. Se trata también de las relaciones de intercambio comercial (comercialización, servicios financieros, transformación de productos agropecuarios, etc.) donde un grupo puede controlar cooperativas agrícolas, instalaciones frigoríficas, mataderos, etc. y puede actuar especulativamente en épocas de escasez. También existen relaciones de distribución en cierta medida en manos del Estado que mediante políticas macroeconómicas de precios, impuestos, subsidios e insumos, etc., regula el excedente producido dentro de la agricultura y en el total de la economía. Siendo así la planificación social un proyecto no realizado —hay intentos como el de los Consejos Comunales Campesinos que hasta ahora no han operado en la práctica sino en casos excepcionales— permite probablemente influencias del sector dominante de la agricultura en la determinación 11 Schejman, op. clt. " J. C. Martín así lo estima, op. clt. p. 340. n R. Billaz y E. Maffel: La reforma agraria chilena y el camino hacia el socialismo: algunas consideraciones, en Cuadernos de la Realidad Nacional N? 11. de políticas de distribución que discriminen contra los sectores asalariados y de pequeños productores. Finalmente, el consumo puede ser determinado por el sector agrícola dominante capaz de acaparamiento, de especulación: el caso del ganado vendido en Argentina a pesar de la escasez en el país o del trigo dado de alimento á los cerdos debido a un bajo precio, muestra cómo puede ejercerse esta dominación. Sobre los mecanismos de dominación —que no se reducen a la mera explotación de la fuerza de trabajo— hay poca investigación realizada de acuerdo a la diferenciación existente en la agricultura chilena. Se conocen algunos modelos tri-sectoriales —sector capitalista, sector reformado, sector de subsistencia— para los cuales se han llegado a estimar algunas variables: las de riego básicas (tierra/trabajador; capital/trabajador; Producto Bruto/trabajador; Excedente Bruto/trabajador; remuneración a la fuerza de trabajo y al capitalista) ". Sin embargo, algunos estudios más elaborados llegan con notable atraso y después que la estructura agrícola ha evolucionado, o se hacen en base a estimaciones tan amplias que sus resultados no (ienen precisión. En suma, el conocimiento del carácter de estas relaciones de dominación en la distribución, en el intercambio y en el consumo ha sido escasamente estudiado, lo que dificulta ta aplicación exitosa de políticas agrarias de acuerdo a los objetivos buscados por el Gobierno y las fuerzas políticas que lo apoyan. Caracterización de las clases en la agricultura Debe también tomarse en cuenta que la estructura productiva de la agricultura chilena determina una estructura de clases compleja, la que sufre nuevas diferenciaciones a medida que avanza el proceso de desarrollo desigual. Si se analiza en su pureza el modo de producción capitalista se pueden distinguir sólo dos clases antagónicas: burguesía y proletariado. Sin embargo en una formación social coexisten diversos modos de producción, uno siendo dominante, otros supervivencias de épocas anteriores y otros como anticipaciones de la sociedad futura. Marx distingue tres clases en la Europa del siglo XIX: latifundistas, burguesía y proletariado; esto aplicado a la agricultura se complica. Es de suma importancia en el caso de la reforma agraria chilena llegar a cierta precisión en el análisis de clases. No se trata solamente de enumerar los estratos de acuerdo al censo agropecuario: por ejemplo productores independientes (distinguiendo arbitrariamente en gran, mediana y pequeña explotación y minifundistas sólo un términos de cabida en hectáreas básicas); trabajadores del sector reformado (asentados y socios, trabajadores de CERAS, Comités y Centros de Producción); asalariados permanentes (voluntarios, inquilinos y obreros); asalariados ocasionales y empleados. No parece conveniente usar un criterio meramente cuantitativo para identificar a la burguesía agraria. ¿Por qué 80 hectáreas sería el criterio para identificar a la gran burguesía? ¿Cómo se distingue entre mediana y gran burguesía? Sí se habla de alianza política con la mediana y no con la gran burguesía habría R. Billaz: Relación entre el trabajo, ta tierra y el capital en el agro cbileno. 1971 (mlmco) - 599 que utilizar métodos más rigurosos para caracterizar las clases en el campo. En el caso de la pequeña burguesía la tarea es más simple: aquella que no utiliza trabajo asalariado, que no acumula capital y sólo gana su subsistencia. Corresponde bastante cercanamente al pequeño productor de finca familiar. Otra dificultad se encuentra en la caracterización del proletariado rural. Formalmente es aquel que vende su fuerza de trabajo y vive de eso. Sin embargo, no existe tal tipo de obrero en la agricultura chilena salvo en casos excepcionales: por ejemplo, existía en las empresas ganaderas de Magallanes hoy en el área social. En el caso del trabajador permanente de fundo una pequeña parte vive sólo de su salario. La mayoría goza de regalías en tierras, talajes y otras y esto no sólo se limitaría al inquilino sino también se extendería, según Marín, al "voluntario" permanente. Es probable que sea una defensa contra la inflación del obrero hoy sindicalizado pero también puede revelar valores culturales muy acendrados en la conciencia campesina y que son resabios de la organización tradicional de la hacienda. Quizás la mejor caracterización del obrero permanente {inquilino y voluntario) es de semi-proletariado. Un caso semejante se daría con el minifundisía quien también vende su fuerza de trabajo debido a la exigüedad de sus recursos de tierra y capital. La dificultad entonces es saber si se debe caracterizarlo como pequeña burguesía o también como semi-proleiariado. El obrero afuerino, trabajador ocasional y generalmente sub-empteado, podría a primera vista caracterizarse como proletariado. Así lo han hecho Maffei y Marchetti en forma discutible"; aunque efectivamente el afuerino no fuese más que un asalariado —lo que es discutible porque muchos de ellos pueden vivir en la pequeña agricultura y son productores minifundistas parte del año— con todo quedaría abierta otra cuestión. La naturaleza de su trabajo ocasional, rotativo en distintos fundos, ¿permite adquirir un grado de conciencia de clase suficientemente alto? ¿No se estaría más bien ante el sub-proletariado agrícola marginalizado del trabajo estable en la producción agrícola? Parece que las clases no se pueden caracterizar sin un análisis profundo de la cultura campesina sobre todo en referencia a la conciencia política. Es posible que existan categorías de campesinos —los afuerinos— con una conciencia política explosiva pero no perseverante ni internalizada. Es probable que el asalariado permanente, pese a ser un semiproletariado, se acerque más, en la medida en que asuma una práctica sindical y política, a una conciencia J5 Maffei y Murchetti: Estructura agraria y consejos campesino*, situación actual, análisis y estrategia, 1972. (mimeo). política revolucionaria. Es necesario subrayar la importancia de estas precisiones para fundamentar estrategias correctas de movilización a través de las organizaciones campesinas como sindicatos, cooperativas, consejos campesinos. Finalmente, el problema metodológico más complejo es la caracterización del trabajador del área reformada. Complejo por la variedad de formas transitorias: asentamientos, comités campesinos, CERAS, Centros de Producción y otras tenencias definitivas como las cooperativas mixtas y asignatarias. ¿Puede sin más identificarse el asentado con el proletariado? Parecería que no, porque se observa en el sector reformado una regresión a la forma individual de producción —al menos en el hecho no está excluido en los asentamientos ni al parecer tampoco en los CERAS. Resulta evidente que la caracterización de clase y de conciencia política del trabajador reformado es de suma importancia para determinar la forma que asumirá la nueva organización del área reformada. Si se atiende al contexto amplio político de sumar fuerzas al proceso revolucionario liderado por los trabajadores, es importante proponer formas de organización que correspondan al grado de conciencia política de los campesinos aún cuando estas formas no puedan caracterizarse como socialistas. Parecería que dentro de esa perspectiva, la cooperativa sea la forma más conveniente de asignar la tierra en la nueva fase de la reforma agraria: se debería poner énfasis, no tanto en la colectivización de la tierra, sino en políticas macro-económicas (créditos, precios, impuestos, etc.) de corte más socialista que por una parte debiliten la dominación que hoy ejerce la burguesía agraria y por otra incorporen al campesino del área reformada y al minifundista a un proceso en que ellos participen como pequeños productores asociados en cooperativas, contribuyendo al realce de la producción para su propio bienestar y el del país. Terminado este largo ensayo sobre la caracterización de la agricultura chilena y sus clases, parece casi demás agregar algo sobre la necesidad de hacer investigaciones que resuelvan las numerosas cuestiones planteadas. En la etapa post-latifundaria de la reforma agraria en que se deben trazar cuidadosamente políticas macro-económicas (precios, insumos, créditos, etc.) que logren estimular a pequeños y medianos productores en la batalla de la producción, en que los partidos y las organizaciones de trabajadores deben lograr con eficacia la movilización campesina, en que los organismos del agro se estructuren para corregir los vicios burocráticos y lograr la participación de los campesinos, estos puntos teóricos y empíricos deben ser cuidadosamente dilucidados. AMIGO SUSCREPTOR: Sea nuestro mejor propagandista. Envíenos nombres de posibles suscriptores. Se lo agradeceremos