DIVINITUS REVELABILIA - Lumen Veritatis

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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra
doctrina según Santo Tomás de Aquino:
una categoría teológica frecuentemente
olvidada
The “divinitus revelabilia” in sacra doctrina according
to Saint Thomas Aquinas: A Frequently Forgotten
Theological Category
Eduardo Caballero Baza, EP 1
Resumen
La reflexión teológica del siglo XX ha prestado poca atención al concepto de “divinitus revelabilia” que Santo Tomás de Aquino define discreta pero inequívocamente
al inicio de la Suma de Teología y que, sin embargo, tiene importantes implicaciones
para la sacra doctrina. En el presente artículo se abordan, a nivel meramente introductorio, algunos aspectos importantes de la cuestión. Con ello, se pone de manifiesto que se trata de una verdadera categoría teológica, que posee una estrecha relación
con el concepto de necesidad de la divina Revelación, permitiendo discernir con claridad una legítima distinción formal de una ilícita separación material entre razón y
fe, entre Filosofía y Teología, en el ámbito de la sacra doctrina, y fundando lo que se
podría denominar una “extensión radical” del concepto de divina Revelación.
Palavras-chave: Tomás de Aquino, Suma Teológica, sacra doctrina, revelabilia,
cognoscibilia.
Abstract
Theological reflection of the twentieth century has given sparse attention to the
concept of “divinitus revelabilia” which Saint Thomas Aquinas discreetly but unequivocally defines at the beginning of the Summa Theologiae and which, nonetheless, has important implications for sacra doctrina. This article deals, in a merely introductive manner, with some of the important aspects of this question. It duly
becomes manifest that this is a true theological category closely linked with the
concept of the necessity of divine Revelation, enabling a clear vision of a legitimate formal distinction of an illicit material separation between reason and
faith, between Philosophy and Theology in the ambit of sacra doctrina, laying the
groundwork for what could be called a “radical extension” of the concept of divine
Revelation.
Keywords: Thomas Aquinas, Summa Theologiae, sacra doctrina, revelabilia,
cognoscibilia.
1) Doutorando en Teología en la Pontificia Università Gregoriana. Artículo recibido en 2/7/2014; aprobado en 11/9/2014.
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
No es raro encontrar referencias a Santo Tomás en las que, contrariamente al pensamiento original del autor, se restringe el ámbito de aplicación de
la sacra doctrina a todas aquellas verdades que escapan a la capacidad de la
sola razón, considerando que la necesidad de la divina Revelación a que se
refiere el santo doctor al inicio de la Suma de Teología no se aplica a aquellas
verdades que, de por sí, no son inaccesibles a la sola razón en aquellas personas que eventualmente hayan llegado a alcanzarlas por su propio esfuerzo. 2
Éstas pertenecerían, según esta errónea interpretación, al ámbito de la pura
filosofía, esto es, no tendrían relación alguna con la fe. Con ello, yendo más
allá de una legítima distinción formal, se admite implícitamente la posibilidad efectiva de una separación material entre filosofía y teología, entre razón
y fe dentro del ámbito de la sacra doctrina. En el núcleo de la cuestión relativa a la correcta comprensión del concepto de necesidad de la divina Revelación se encuentra la categoría teológica de lo divinitus revelabilia, cuyas profundas implicaciones en la sacra doctrina superan con mucho la discreta alusión que el Doctor Angélico hace de ella al inicio de la Suma de Teología.
En las páginas que siguen nos proponemos mostrar, a modo de mera introducción necesariamente incompleta, algunos de los temas que, en el ámbito de la sacra doctrina, están estrechamente relacionados con el concepto de
“divinitus revelabilia”. 3
1. Un concepto que fácilmente pasa desapercibido
A. Blaise incluye en su diccionario de autores del medioevo el adjetivo
“revelabilis”, enunciándolo mediante la forma masculina y femenina singular
del nominativo e indica como ejemplo de uso el artículo 3 de la cuestión 1 de
la Prima Pars de la Suma de Teología 4 — tal vez imaginando que el Maestro
de Aquino lo usa de modo extensivo en sus obras —, donde aparece la forma
neutra plural de dicho adjetivo, en nominativo, “revelabilia”. En latín, el uso
del adjetivo revelabilis (revelable) parece estar circunscrito, al menos en parte, a la discusión en torno a la referida cita de Santo Tomás, incluso en sus for-
2) Referencias concretas en este sentido, más adelante en este mismo artículo.
3) Hemos ya avanzado uno de los aspectos más interesantes de la cuestión en artículo anterior: Cf.
Caballero Baza, Eduardo. El concepto de “divinitus revelabilia” en la comprensión de la autonomía
de la filosofía. Lumen Veritatis, v. 7 (1), 2014, p. 63-76.
4) Cf. Revelabilis. In: Blaise, Albert. Latinitas medii aevi praesertim ad res ecclesiasticas investigandas pertinens = Dictionnaire latin-français des auteurs du moyen âge. Turnhout: Brepols, 1975, p. 798.
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mas con función de sustantivo. 5 Las formas sustantivadas del participio del
verbo revelo (revelar), como revelatus, revelata, revelatum y sus correspondientes flexiones (revelado, revelada, revelados, reveladas), son, en cambio,
de uso frecuente. 6
Se podría conjeturar que el Doctor Aquinatense lo hubiese introducido simplemente como un neologismo. En tal caso, debería usarlo en muchas
otras ocasiones. Ahora bien, según el Index Thomisticus de Roberto Busa, 7
en toda la Opera omnia de Santo Tomás no aparece ninguna de las flexiones
de semejante adjetivo, a saber: revelabilis, revelabili, revelabilem, revelabiles, revelabilium, revelabilibus, revelabile. Con una sola excepción, como ya
mencionado: la forma correspondiente al neutro plural, en nominativo (revelabilia). 8
Se da, además, la curiosa circunstancia — si nos atenemos a lo que la crítica textual ha conseguido hasta el momento poner a nuestra disposición de las
obras del Maestro de Aquino, accesible a través del mismo Index Thomisticus
— de que el Angélico usa el vocablo “revelabilia” únicamente dos veces en
todas sus obras, como ha señalado oportunamente E. Schillebeeckx. 9 Se trata, por tanto, de un hapax legomenon en sentido lato, en este contexto. Por si
la singularidad de esto fuera poca, estas dos ocurrencias se encuentran prácticamente juntas, al inicio de la Suma de Teología, en el artículo 3 de la cuestión 1 de la Prima Pars, como refiere A. Blaise. 10 En ningún otro lugar el
Aquinatense hace uso del vocablo “revelabilia”.
5) Así, por ejemplo, Guillermo de Ockham (c. 1285-c. 1349). Véase más adelante nuestro análisis al respecto.
6) Se trata, en realidad, del “uso nominal del participio”, bien con función de atributo, bien con función de
predicado. Tanto en un caso como en otro, al igual que con los adjetivos, el participio puede ser sustantivado, esto es, usado solo, con función de sustantivo.
7) Cf. Busa, Roberto. Index Thomisticus. Sancti Thomae Aquinatis Operum Omnium Indices et Concordantiae. Roma; Stuttgart; Bad Cannstadt: Frommann-Holzboog, 1974-1980.
8) Por otro lado, con la ayuda del Prof. Manuel José Crespo Losada, ha sido posible constatar que la cadena “revelabil*” (donde el asterisco sustituye a cualquier conjunto de caracteres contiguos) no aparece
en las siguientes bases de datos textuales consultadas: Patrologia Latina Database (PLD, versión 5.0b),
que incluye los textos latinos cristianos editados en la colección del mismo nombre; CLCLT-5 Library
of Latin Texts (versión 5.0, 2002), que incluye la mayoría de los textos latinos paganos y gran parte de
los cristianos hasta 1965.
9) Cf. Schillebeeckx, Edward. Revelación y teología. Salamanca: Sígueme, 1969, p. 107.
10) He aquí las dos ocurrencias mencionadas: Cf. S. Th., I, q. 1, a. 3, co.: “Quia igitur sacra Scriptura considerat aliqua secundum quod sunt divinitus revelata, secundum quod dictum est, omnia quaecumque
sunt divinitus revelabilia, communicant in una ratione formali obiecti huius scientiae”; S. Th., I, q. 1,
a. 3, ad 2: “Et similiter ea quae in diversis scientiis philosophicis tractantur, potest sacra doctrina, una
existens, considerare sub una ratione, inquantum scilicet sunt divinitus revelabilia”. (Cursiva nuestra).
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
Ahora bien, como es sabido, entre las obras de Santo Tomás a las que hay
que atribuir madurez intelectual eminente, así como esmero en su redacción
y revisión, ciertamente la Suma de Teología no se encuentra en último lugar,
sobre todo por lo que respecta a la primera cuestión, esto es, las características de la sacra doctrina. Por ello, está fuera de toda consideración la posibilidad de un uso arbitrario; sus palabras, por el contrario, están contadas, pesadas y medidas. En este sentido, no deja de ser significativo que la expresión
“sacra doctrina” haya acabado desplazando a otras denominaciones como
“theologia” a lo largo del proceso de maduración de su pensamiento, dejando
patente su “densidad epistemológica”. 11
Estando así las cosas, surge un gran interrogante. ¿Qué significa esto? ¿Por
qué el Doctor Angélico usa el vocablo “revelabilia”? ¿Cuál es su intención al
hacerlo? La respuesta, en nuestra opinión, es tan simple como sorprendente:
porque “revelabilia” hace rima con “cognoscibilia”. El Maestro Aquinatense
está haciendo un juego de palabras con el cual quiere dar a entender algo muy
concreto en este preciso contexto — algo que, evidentemente, va mucho más
allá de la mera rima —, lo cual explica que el término no aparezca en ningún
otro lugar.
2. Lo “revelabilia”
En el pasado, como se sabe, no ha sido pequeña la discusión en torno al significado del vocablo “revelabilia” en el uso del Maestro de Aquino. Limitando nuestro análisis a épocas relativamente recientes, se constata que, después
de haber suscitado un cierto interés en la teología de la primera mitad del
siglo XX, el tema cayó prácticamente en el olvido y sólo recientemente está
volviendo a atraer las atenciones de la reflexión teológica. En todo caso, las
11) Da la impresión que haya existido, de hecho, una evolución terminológica en el Angélico, el cual,
aunque sin dejar de recurrir desde el inicio a la expresión “sacra doctrina”, comienza sirviéndose más
del vocablo “theologia” (con el sentido de “teología” y no de “metafísica”) en el comentario al De
Trinitate, pasando después a la expresión “doctrina fidei” en la Suma contra los gentiles, para terminar con un uso predominante de la expresión “sacra doctrina” en la madurez de la Suma de Teología. La
idea de fondo de la superioridad sobre las demás ciencias filosóficas nos sirve de término de comparación: Cf. In Boet. De Trin., pars 1, q. 2, a. 3, ad 7: “unde metaphysica, quae est omnibus superior, utitur
his quae in aliis scientiis sunt probata. Et similiter theologia, cum omnes aliae scientiae sint huic quasi famulantes et praeambulae in via generationis, quamvis sint dignitate posteriores, potest uti principiis omnium aliarum scientiarum”; SCG, lib. 2, cap. 4, n. 5: “Unde non est ad imperfectionem doctrinae fidei imputandum si multas rerum proprietates praetermittat [...] Unde et ipsa maxima sapientia dici debet [...] Et propter hoc sibi, quasi principali, philosophia humana deservit”; S. Th., I, q. 1, a. 2, s. c.:
“Ergo sacra doctrina est scientia”; S. Th., q. 1a. 9, arg. 1: “huic scientiae, quae inter alias tenet locum
supremum”. (Cursiva nuestra).
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aproximaciones al respecto han sido y continúan siendo con frecuencia contrastantes. 12 Definirlo simplemente “lo que puede ser revelado” o “lo revelable”, 13 resulta ambiguo, pues da margen a que se ponga en entredicho la necesidad de la divina Revelación: 14 no queda claro si lo que puede ser revelado entra o no dentro de la necesidad salvífica de la Revelación. En efecto, si,
como afirma tajantemente el Doctor Angélico, lo que Dios reveló era necesario para la salvación del hombre, entonces ¿qué debemos pensar acerca de
lo que no fue revelado? Si eso que no fue revelado fuese necesario, Dios no
habría sido leal en su revelación. Y en tal caso, ¿cómo se justifica la necesidad
de la plenitud de la Revelación en Nuestro Señor Jesucristo? Si, por el contra12) Véase, por ejemplo, a este respecto: Chenu, Marie-Dominique. La théologie comme science aux XIIIe
siècle. Paris: Vrin, 1927, p. 58; Congar, Yves M. Comptes rendues. Bulletin Thomiste, Paris, ano 1416, n. 5, 1937-1938, p. 496; Bonnefoy, Jean-François. La théologie comme science et l’explication
de la foi selon saint Thomas d’Aquin. Ephemerides theologicae Lovanienses, n. 14, 1937, p. 421-446;
Charlier, Louis. Essai sur le problème théologique. Thuillies: Ramgal, 1938; Gagnebet, MarieRosaire. La nature de la Théologie speculative. Revue Thomiste, n. 44, 1938, p. 213-266; Congar,
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Gerald Francis. Sacra doctrina: The Subject of the First Question of the Summa theologica of St.
Thomas Aquinas. Romae: Catholic Book Agency, 1952; Gilson, Étienne H. El Tomismo. Introducción
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Introduction à la philosophie de Saint Thomas D’Aquin, Paris: J. Vrin, 1965, p. 46; Schillebeeckx,
Edward. Revelación y teología, Salamanca: Sígueme, 1969, p. 107-108; Rodríguez y Rodríguez,
Victorino. El conocimiento analógico de Dios, Madrid: Speiro, 1995, p. 49-54; Rogers, Eugene F.
Thomas Aquinas and Karl Barth: Sacred Doctrine and the Natural Knowledge of God, Notre Dame:
University of Notre Dame Press, 1995; Elders, Leo J. El método en la sacra doctrina según Santo
Tomás de Aquino. In: Morales, José (ed.). Cristo y el Dios de los cristianos. Hacia una comprensión actual de la teología. XVIII Simposio Internacional de Teología de la Universidad de Navarra
(1997). Pamplona: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, 1998, p. 288; Hauerwas,
Stanley. The Truth about God: The Decalogue as Condition for Truthful Speech. In: Torrance, Alan
J.; Banner, Michael (ed.). The Doctrine of God and Theological Ethics. London; New York: T & T
Clark International, 2006, p. 87.100, nota 15; Elders, Leo J. Faith and Reason. In: Morales, José
(ed.). Cristo y el Dios de los cristianos. Hacia una comprensión actual de la teología. XVIII Simposio
Internacional de Teología de la Universidad de Navarra (1997). Pamplona: Servicio de Publicaciones
de la Universidad de Navarra, 1998, p. 528, nota 4; Martínez, Pedro Daniel. Santo Tomás de Aquino,
“divinitus revelabilia” y Juan de Santo Tomás. [ponencia] Semana Tomista. Intérpretes del pensamiento de Santo Tomás, XXXVI, 5-9 septiembre 2011. Sociedad Tomista Argentina, Disponible [sólo en
formato digital] en: http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/ponencias/santo-tomas-aquino-divinitus-revelabilia.pdf. Acceso: 25.11.2013. Más concretamente, en el panorama teológico actual, destaca como excepción el interés que Rogers dedica a la cuestión de lo “divinitus revelabilia” (cf. Rogers,
Eugene F. Op. cit., passim).
13) Revelabilis. In: Blaise, Albert. Latinitas medii aevi praesertim ad res ecclesiasticas investigandas
pertinens = Dictionnaire latin-français des auteurs du moyen âge. Turnhout: Brepols, 1975, p. 798:
“qui peut être révélé”.
14) Ni que decir tiene que cuando se habla de “necesidad de la divina Revelación” no se trata de una necesidad absoluta, a la que Dios esté ontológicamente obligado, sino que se encuadra dentro de un acto perfectamente libre de la voluntad divina, y por lo tanto, gratuito: no necesaria de modo absoluto por lo que
a Dios respecta, pero sí por lo que toca a la salvación del hombre (cf. DH 3005).
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
rio, fuese superfluo, ¿para qué lo habría de revelar? Toda prudencia es poca,
por tanto, al proceder a la enunciación de su significado.
Por ejemplo, la definición que da A. Escallada Tijero — “lo que tiene que
ser revelado para que pueda ser conocido” 15 —, aunque formalmente verdadera, es insuficiente. Si fuese exacta esta definición, no podrían estar incluidas dentro de su campo semántico las cosas de que trata la filosofía. Y sin
embargo lo están. 16 Igualmente insuficiente es referirse a ello como “las cosas
que son revelables divinamente”, o “las cosas que son cognoscibles por medio
de la luz divina”, 17 si bien estas afirmaciones no son contrarias a la verdad.
É. H. Gilson afirma que el vocablo “revelabilia” se refiere a un objeto de
conocimiento “naturalmente accesible a la razón natural”. 18 También en este
caso nos parece que el significado de la expresión queda insuficientemente definido, pues el Doctor Angélico especifica que “revelabilia” se refiere
a todo lo que abarca la sacra doctrina. 19 El filósofo francés establece, además, una distinción entre lo “revelable” (revelabile) y lo “revelado” (revelatum) según la accesibilidad o no por parte de la razón humana con sus solas
fuerzas, lo cual, en nuestra opinión, no corresponde a la intención de Santo
Tomás. Si así fuese, las verdades que, de por sí, no son inaccesibles a la sola
razón, no podrían ser englobadas dentro de lo “revelado”, lo cual es evidentemente falso.
15) Cf. Escalada Tijero, Alberto. Introducción y notas doctrinales al Prólogo y a la cuestión 1 de la Parte
I. Suma de Teología, I-V, Madrid 1988-1994, 20014 (reimpr.), I (2001), BAC maior 31, p. 89, nota k.
Esta afirmación sería correcta si se añadiese la expresión “con una certeza fija”, pues entonces estaríamos en la definición de la constitución Dei Filius (“firma certitudine” [DH 3005]) y en la del propio
Doctor Angélico (cf. SCG, lib. 1, cap. 4, n. 5: “Et ideo oportuit per viam fidei fixam certitudinem et puram veritatem de rebus divinis hominibus exhiberi”). (Cursiva nuestra).
16) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 3, ad 2: “Et similiter ea quae in diversis scientiis philosophicis tractantur, potest
sacra doctrina, una existens, considerare sub una ratione, inquantum scilicet sunt divinitus revelabilia”.
17) Cf. Escalada Tijero, Alberto. Op. cit., p. 88-89, nota k.
18) Cf. Gilson, É.H., El Tomismo. Introducción a la filosofía de Santo Tomás de Aquino. Pamplona:
EUNSA, 20024; orig. fr. Le Thomisme. Introduction à la philosophie de Saint Thomas D’Aquin, Paris:
J. Vrin, 1965, p. 46: “Cualquiera que sea el objeto, naturalmente accesible a la razón natural (revelabile)
o transcendente a la razón (revelatum), la teología filosófica, que es el coronamiento de la metafísica,
permanece esencialmente humana tanto en su origen como en su contenido”. Da la impresión — a juzgar por el uso del nominativo neutro singular (revelabile) — que haya pasado desapercibido a Gilson el
uso específico que hace el Angélico del vocablo “revelabilia”, así como la completa ausencia de la flexión “revelabile” en los textos del Angélico.
19) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 3, co.: “Quia igitur sacra Scriptura considerat aliqua secundum quod sunt divinitus revelata, secundum quod dictum est, omnia quaecumque sunt divinitus revelabilia, communicant in
una ratione formali obiecti huius scientiae. Et ideo comprehenduntur sub sacra doctrina sicut sub scientia una”.
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Por el contrario, está de acuerdo con la intención del Maestro de Aquino
que todas aquellas cosas que son “divinitus revelabilia” comunican en razón
formal de objeto uno de la sacra doctrina. 20 Es decir, todo aquello que es susceptible de entrar en la consideración de la sacra doctrina, desde el punto de
vista de lo que principalmente caracteriza su objeto formal propio, esto es, el
lumen fidei, constituye el conjunto de las realidades divinitus revelabilia. Y la
sacra doctrina se ocupa tanto de lo que está al alcance de la sola razón humana como de lo que supera su capacidad. 21
3. Lo “divinitus cognoscibilia”
Lo que, a nuestro entender, permite comprender el vocablo “revelabilia”
en su significado exacto es precisamente su relación con el término “cognoscibilia”, así como con el adverbio “divinitus”.
Como es sabido, un adjetivo sustantivado o absoluto es el que desempeña
la función de sustantivo. Esto puede ocurrir en varios casos. Uno de los más
frecuentes en latín es el de los adjetivos neutros, particularmente en plural,
como, por ejemplo, el adjetivo “iusta” (las cosas justas, lo justo) en la frase
“iusta sunt” (son cosas justas, es justo). El género neutro subraya el carácter
inanimado y abstracto de la cualidad significada; el plural denota la universalidad del concepto. 22 Así, el adjetivo “cognoscibilis” (cognoscible) se sustantiva, en el caso nominativo, al neutro singular mediante la forma “cognoscibile” (lo cognoscible) y al neutro plural mediante la forma “cognoscibilia” (las
cosas cognoscibles, lo cognoscible). Esta última forma es usada con una cierta frecuencia por el Doctor Angélico en diversos escritos, aunque no se puede
decir que su utilización sea abundante. En particular, en la Suma de Teología,
la usa en sus tres partes un total de doce veces, de las cuales, dos se encuentran en la cuestión 1 de la Prima Pars. 23
Teniendo esto en cuenta, resulta significativo el uso que Santo Tomás hace
del binomio “revelabilia-cognoscibilia” — de ahí el juego de palabras del
Angélico a que nos hemos referido más arriba —, pues pone de manifiesto
20) Cf. Escallada Tijero, Alberto. Op. cit., p. 88, nota k.
21) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, co.: “Unde necessarium fuit homini ad salutem, quod ei nota fierent quaedam
per revelationem divinam, quae rationem humanam excedunt. Ad ea etiam quae de Deo ratione humana
investigari possunt, necessarium fuit hominem instrui revelatione divina”.
22) Cf. por ejemplo: Ernout, Alfred. Morphologie historique du latin. 3. ed. Paris: C. Klincksieck, 1914,
1953; Pavanetto, Cletus. Elementa Linguae et Grammaticae Latinae. 6. ed. Romae: LAS, 2005.
23) Búsqueda realizada en el Index Thomisticus de Roberto Busa.
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
la relación distinguible formalmente, pero no separable materialmente, entre
el don de Dios (revelabilia) y la acción humana (cognoscibilia) en el ámbito
de la sacra doctrina. El conocimiento humano sólo es pleno gracias al don de
Dios, y el don de Dios es concedido — en el ámbito epistemológico a que nos
referimos — para que el conocimiento humano sea pleno. Esto es, el conocimiento humano a que se refiere el Maestro de Aquino es susceptible, dentro de la sacra doctrina, de alcanzar su plenitud solamente gracias al don de
Dios; a su vez, el don de Dios es concedido en vista de la capacidad humana
natural de conocer, a fin de sublimarla hasta la plenitud para la cual ha sido
creada. Por este motivo, lo “revelabilia” no se puede definir de modo apropiado simplemente como “lo que puede ser revelado”, como si de una revelación arbitraria se tratase. Es lo que puede ser revelado, sí, pero con vistas a la
plenitud de la facultad natural cognoscitiva del hombre; plenitud que sólo es
posible bajo la acción del don de Dios, y por tanto, íntimamente relacionada
con su salvación eterna, esto es, con la necesidad de la divina Revelación. 24
La corriente nominalista, sin embargo, contestará resueltamente la validez de la categoría tomasiana de divinitus revelabilia, de manera que la progresiva difusión y el innegable triunfo de esta corriente comprometerá gravemente la correcta comprensión del concepto de “necesidad de la divina Revelación”. Guillermo de Ockham (c.1285-c.1349), representante paradigmático,
como sabemos, del más crítico nominalismo en relación a la gran Escolástica, se dedica explícitamente — en su comentario al primer libro de las Sentencias, ya en el prólogo — a refutar con detalle la tesis del Doctor Angélico.
Para el Venerabilis Inceptor, no se puede hablar de la teología en cuanto ciencia una, sino solamente de un conjunto de conocimientos diferentes, fundados exclusivamente en la autoridad de la divina Revelación que tienen la función exclusivamente práctica de dirigir los pasos del ser humano rumbo a la
salvación eterna. En efecto, al afirmar que no es razonable que “ser divinamente revelable” constituya el objeto formal de la teología, está indirectamente poniendo en tela de juicio su unidad. 25 Resulta significativo el recurso
al ejemplo de la geometría, que un contemporáneo suyo, franciscano y nomi24) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, co.: “necessarium fuit ad humanam salutem, esse doctrinam quandam secundum revelationem divinam, praeter philosophicas disciplinas, quae ratione humana investigantur”.
(Cursiva nuestra).
25) Cf. Guillelmus de Ockham. In I Sent., pr., q. 8 (cursiva nuestra): “Praeterea, minor sua est falsa, quia
“esse divinitus revelabile” non est ratio formalis obiecti theologiae; tum quia tunc quaelibet conclusio
geometrica pertineret ad theologiam, cum quaelibet talis sit divinitus revelabilis; tum quia, secundum
ipsum, Deus sub ratione deitatis est subiectum theologiae”.
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nalista como él, Pedro Aureolo (c. 1280-1322), 26 usa para disentir igualmente
en relación con el pensamiento del Maestro de Aquino a este respecto. 27 Así,
el nominalismo establece una disociación entre la necesidad salvífica de la
divina Revelación y la posibilidad de que ésta se realice de hecho. Con ello, se
admite la eventualidad de una revelación arbitraria, sin relación efectiva con
la salvación eterna del destinatario de la misma. Ello está, por cierto, en sintonía con el voluntarismo teológico que Ockham lleva a sus más extremas consecuencias 28 al admitir que, de potentia absoluta, Dios habría podido ordenar al ser humano que lo odiase; en tal caso, ese acto sería virtuoso y, por tanto, meritorio. 29 Así como Dios podría mandar lo absurdo y contradictorio y el
ser humano estar obligado a obedecerlo, de modo semejante, podría arbitrariamente revelar lo que es innecesario en orden a la salvación eterna; o dicho
de otro modo, una determinada revelación podría ser “salvíficamente super­
flua” sin dejar de ser divina.
Por el contrario, la correcta interpretación de la concepción tomasiana queda, en nuestra opinión, reforzada si se considera el adverbio “divinitus” que
antecede inmediatamente al vocablo “revelabilia” en los dos únicos casos en
que el Angélico lo utiliza mediante la expresión “divinitus revelabilia”. Una
idea que señala repetidamente en los primeros artículos de la cuestión 1 de la
Prima Pars es la de que las verdades de que se ocupa la filosofía pueden perfectamente ser tratadas al mismo tiempo por la sacra doctrina: un mismo
objeto material conocido mediante diferentes objetos formales. Tres formulaciones distintas de esta misma idea en ese lugar pueden ayudarnos a entender
el significado de la citada expresión. Por una parte, afirma el Angélico que
nada impide que unas mismas cosas entren dentro del campo de las materias
filosóficas 30 siendo conocidas por la simple razón natural, y, al mismo tiem26) Cf. Bougerol, Jacques-Guy. Pietro Aureoli. In: Leonardi, Claudio; Vauchez, André; Vincent;
Catherine. Dizionario Enciclopedico del Medioevo. Città Nuova: Roma, vol. 3, p. 1471.
27) Lo refiere Escallada Tijero (op. cit., p. 89, nota k): “Se diría que esta precisión de Sto. Tomás [entre
‘revelabilia’ y ‘revelata’] vendría a resolver por anticipado la objeción del nominalista Pedro Aureolo
(Sent. prol. q. 3 a. 3), reportada por Cayetano al comentar este lugar. Decía Aureolo: “Si Dios revelase
simultáneamente la filosofía y la geometría, aun siendo idéntica la luz que las hiciera cognoscibles, no
por eso serían una sola ciencia”.
28) En relación con el voluntarismo en G. de Ockham, véase: Renault, L.. “Volontarismo”. Lacoste,
Jean-Yves; Coda, Piero. Dizionario critico di teologia. [orig. fr.: Lacoste, Jean-Yves. Dictionnaire critique de théologie. 2. ed. Paris: Presses universitaires de France, 1998]. Roma: Città Nuova, 2005, p.
1493a-1494a.
29) Cf. Guillelmus de Ockham. In I Sent., d. 17, q. 3.
30) Como es sabido, en este contexto, la “filosofía” abarcaba todos los campos del saber humano.
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
po, dentro del campo de otra ciencia cuyo modo de conocer es por la luz de la
revelación divina. 31 Poco después, en el artículo 3, aclara que la sacra doctrina puede considerar bajo un solo aspecto — precisamente el que consiste
en la posibilidad de ser revelado por Dios —, esto es, como una sola ciencia,
todo aquello que es considerado por las diversas ciencias filosóficas. 32 Por
último, en el artículo 4, especifica que la sacra doctrina, por ser única, abarca todo lo que concierne a las ciencias filosóficas por el aspecto formal bajo
el que lo considera, esto es, en cuanto puede ser conocido por la luz divina. 33
Son, por lo tanto, equivalentes las expresiones “secundum quod cognoscuntur lumine divinae revelationis”, “inquantum [...] sunt divinitus revelabilia” y
“prout sunt divino lumine cognoscibilia”. Donde se aprecia, asimismo, que en
el primer caso (a. 1, ad 2) el Doctor Aquinatense podría haber usado también
el vocablo “cognoscibilia”; no lo hace para evitar su repetición a distancia de
pocas palabras. 34
Resulta evidente, por tanto, que la expresión “divinitus revelabilia” equivale a “divino lumine cognoscibilia” o “divinitus cognoscibilia”, donde el
vocablo “revelabilia” tiene la forma de un adjetivo sustantivado, al igual que
“cognoscibilia”. Así, parece claro que el vocablo “revelabilia” hace referencia a la misma realidad que el vocablo “revelata” (sacra Scriptura considerat aliqua secundum quod sunt divinitus revelata), 35 con la particularidad de
hacer rima con “cognoscibilia”, subrayando con ello la particular significatividad del binomio “revelabilia-cognoscibilia”. De este modo, los conceptos de “divinitus revelata”, “divinitus revelabilia” y “cognoscibilia” constituyen tres categorías teológicas diferentes. Tanto las verdades que forman parte
de la categoría “divinitus revelata” como las que forman parte de la categoría
“divinitus revelabilia” son siempre cognoscibilia, esto es, susceptibles de ser
31) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, ad 2: “Unde nihil prohibet de eisdem rebus, de quibus philosophicae disciplinae
tractant secundum quod sunt cognoscibilia lumine naturalis rationis, et aliam scientiam tractare secundum quod cognoscuntur lumine divinae revelationis”. (Cursiva nuestra).
32) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 3, ad 2: “Et similiter ea quae in diversis scientiis philosophicis tractantur, potest sacra doctrina, una existens, considerare sub una ratione, inquantum scilicet sunt divinitus revelabilia”.
(Cursiva nuestra).
33) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 4, co.: “sacra doctrina, ut dictum est, una existens, se extendit ad ea quae pertinent
ad diversas scientias philosophicas, propter rationem formalem quam in diversis attendit, scilicet prout
sunt divino lumine cognoscibilia”. (Cursiva nuestra).
34) En tal caso, la frase quedaría así: “Unde nihil prohibet de eisdem rebus, de quibus philosophicae disciplinae tractant secundum quod sunt cognoscibilia lumine naturalis rationis, et aliam scientiam tractare
secundum quod sunt cognoscibilia lumine divinae revelationis”.
35) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 3, co.
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conocidas, pues la fe es una forma de conocimiento. 36 Las verdades divinitus revelata son simplemente aquellas que son conocidas por la luz de la divina Revelación, esto es, han sido alcanzadas gracias al lumen fidei. Las verdades divinitus revelabilia son aquellas que pueden llegar a ser conocidas por la
luz de la divina Revelación. Pero, tanto en un caso como en otro, no se puede
olvidar que este conocimiento se da en orden a la salvación eterna del hombre y sin menoscabo de la necesidad de la divina Revelación.
4. Necesidad de la divina Revelación
El Doctor Angélico distingue dos “luces” esencialmente diferentes por
medio de las cuales puede realizarse el conocimiento humano: una es la luz
natural de la razón que el hombre encuentra en su propio ser; otra es la luz
sobrenatural que le viene de Dios y que constituye una participación en el
propio conocimiento que el Creador tiene de sí mismo y, en sí mismo, de
todas las cosas. En el primer caso, el Maestro Aquinatense habla de “lumen
naturale mentis humanae”, 37 “lumen naturale rationis”, 38 “lumen naturalis rationis” 39 y otras expresiones similares. En el segundo caso, se trata del
“lumen fidei”, 40 del “lumen divinae revelationis”, 41 del “lumen gratiae”, 42
de la “divina lux” 43 o de fórmulas semejantes. El motivo de esta inevitable
dualidad hay que buscarlo en el concepto de “necesidad de la divina Revelación”. El Aquinatense se apresura a tratar de esta cuestión ya en el primer
artículo de la Suma de Teología, pues, en el ámbito de la sacra doctrina, esta
dualidad debe ser entendida en el sentido de dos realidades autónomas y diferenciables, pero no autosuficientes y separadas.
En efecto, Dios revela — se auto revela — porque la Revelación es necesaria para la salvación del hombre, a fin de que éste pueda conocer el fin hacia
36) Cf. In Boet. De Trin., pr. 1: “Et ideo Deus humano generi aliam tutam viam cognitionis providit, suam
notitiam mentibus hominum per fidem infundens”.
37) Cf. In Boet. De Trin., pars 1, q. 2, a. 3, co. 1.
38) Cf. In Boet. De Trin., pars 1, q. 2, a. 3, co. 2.
39) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, ad 2; In Boet. De Trin., pars 1, q. 2, a. 3, co. 1.
40) Cf. In Boet. De Trin., pars 1, q. 2, a. 3, co. 1.
41) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, ad 2.
42) Cf. S. Th., I-II, q. 79, a. 3, co.
43) Cf. In Boet. De Trin., pars 1, pr. 2.
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
el cual debe ordenar su vida en la tierra, para alcanzar la vida eterna. 44 Revelación por parte de Dios y conocimiento del fin por parte del hombre son,
pues, inseparables. Dios revela para que el hombre pueda conocer su fin; el
hombre puede conocer su fin porque Dios se lo revela. Suponer que el hombre
puede conocer su fin al margen de cualquier forma de “revelación” divina —
de la manera y en el grado que necesita conocerlo para salvarse — equivale a
considerar superflua dicha Revelación. 45 Y esto vale también para las mentes
supuestamente preclaras — como lo eran, por lo demás, los grandes filósofos
de la Antigüedad — que podrían llegar por la sola razón a las verdades sobre
Dios que, de por sí, no le son inaccesibles. También para ellos es necesaria la
fe en esas mismas verdades, por la cual se opera un conocimiento salvífico de
las mismas que viene de la divina Revelación. 46
En este punto, resulta especialmente evidente la profunda coherencia del
pensamiento del Angélico. Ya en la segunda objeción del primer artículo de la
Suma de Teología, él mismo incluye entre la argumentación una proposición
que es de fundamental importancia en toda su metafísica del ser, en general,
y en la cuestión de la necesidad de la Revelación en particular. Como en tantas ocasiones, es afirmada con tanta naturalidad que corre el riesgo de que su
importancia pase desapercibida. Dice el Doctor de Aquino que el ser, lo que
existe, es transmutable con (convertitur cum) lo verdadero — el ente y la verdad son intercambiables — y que sólo es posible el conocimiento de lo verdadero, por lo que sólo puede haber doctrina acerca de lo que tiene existencia. 47
44) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, co.: “necessarium fuit ad humanam salutem, esse doctrinam quandam secundum revelationem divinam [...] quia homo ordinatur ad Deum sicut ad quendam finem qui comprehensionem rationis excedit”.
45) Esto no quiere decir que la salvación esté restringida a los que efectivamente reciben la divina
Revelación. La Santa Iglesia Católica no conoce otro medio que el Bautismo para garantizar la salvación eterna de la persona humana. Sin embargo, esto no significa, como sabemos, que no existan otras
vías misteriosas, extra-sacramentales por las cuales el ser humano pueda salvarse, pues “Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, sin embargo, Él no queda sometido a sus sacramentos” (CCE 1257).
46) No es pequeño el número de los que piensan, aún hoy — incluso entre eminentes estudiosos del pensamiento del Doctor Angélico — que semejantes ilustres inteligencias no necesitarían creer en esas verdades de fe por el hecho de haberlas alcanzado por la sola razón. Sólo como botón de muestra: Forment
Giralt, Eudaldo. Introducciones y notas doctrinales a los libros I y II. In: SCG, I-II, Madrid 2007, I,
BAC 94, p. 9: “Este saber natural o racional, apoyo de la fe, para muchos hombres no es conocido, o lo
es con dudas y errores. De ahí la necesidad de la revelación de estas verdades naturales para estos hombres, que para ellos serán creídas, aunque a los pocos que las han obtenido con su razón les serán comprendidas y no objeto de la fe”.
47) Cf. S. Th., I, q. 1, a. 1, arg. 2: “doctrina non potest esse nisi de ente, nihil enim scitur nisi verum, quod
cum ente convertitur”.
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En esta perspectiva se entiende mejor el concepto de necesidad de la divina
Revelación en el contexto del artículo 1, dedicado a explicar la necesidad de
la sacra doctrina. Esta última es necesaria porque aquélla lo es. La auto-revelación divina es la manifestación de la verdad del Ser de Dios, o mejor dicho,
de la Verdad que es Dios. Y así, una doctrina necesaria en sentido absoluto
sólo puede referirse al Ser necesario, o lo que es lo mismo, a la Verdad absoluta. Considerar la posibilidad de una Revelación divina superflua o incompleta no sólo constituye un error teológico, es además un atentado contra el
Ser y la Verdad.
Así, si alguien acepta la divina Revelación como verdadera y realmente
la considera necesaria para la salvación del hombre, y por tanto, para la suya
propia, entonces se verifican las condiciones humanas de posibilidad para
que su reflexión filosófica sea también formalmente teológica al recibir el
don de Dios, esto es, la virtud teologal de la fe. 48 En tal caso, la reflexión se
desarrolla necesariamente dentro del ámbito de la sacra doctrina. La filosofía es, pues, en ese caso, intra-teológica.
Como consecuencia de lo anterior, la filosofía, o se ejerce dentro de la
sacra doctrina o debe ser ejercida totalmente al margen de ella, es decir, al
margen de la divina Revelación. No existe un término medio, en el sentido de una posible ambivalencia. Sólo hay dos opciones “existenciales”: o el
lumen fidei está presente en la reflexión o no lo está; y si lo está, nos encontramos necesariamente en el ámbito de la sacra doctrina. Con ello no queremos decir que la intervención del lumen fidei no admita grados; es evidente
que los admite. Pero aquí se trata de diferenciar netamente entre la participación, aunque sea mínima, del lumen fidei en la reflexión y su exclusión total
en la misma. Una u otra opción no dependen de la reflexión en sí misma, sino
de una opción existencial que acompaña e influye de modo determinante en
48) Como sabemos, por el Bautismo — sacramental o extra-sacramental, según lo recordado más arriba
— la Santísima Trinidad infunde en el alma humana la gracia santificante, que la hace capaz de creer
en Dios, de esperar en Él y de amarlo mediante las virtudes teologales. En el alma del bautizado existe, pues, la virtud infusa de la fe teologal (cf. CCE 1266). Las virtudes teologales infusas garantizan la
presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades de la persona humana (cf. CCE 1813). A esta
fe “formada” por la caridad — pues las tres virtudes teologales son indisociables, como sabemos — parece referirse la definición de fe que se encuentra en la constitución Dei Verbum, por la que la persona
humana presta a Dios que se revela la “obediencia de la fe”, con la cual se abandona totalmente y libremente en Él prestándole el pleno homenaje de su inteligencia y de su voluntad y asintiendo voluntariamente a su divina Revelación. Esto sólo es posible con la gracia de Dios que previene y ayuda, así como
con la asistencia interior del Espíritu Santo que mueva el corazón, lo dirija hacia Dios y “abra los ojos
del espíritu”, concediendo a la vez gozo en el consentir y creer en la verdad (cf. Concilio Vaticano II.
Dei Verbum, n. 5).
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todas las reflexiones de la persona. En el primer caso, se trata, como hemos
mencionado, de una filosofía intra-teológica, que sin ser autosuficiente —
entendiendo por autosuficiencia únicamente el caso de la exclusión total del
lumen fidei —, es perfectamente autónoma o independiente. 49 En el segundo, se trata de una razón abandonada a sus propias fuerzas, como la de los
“filósofos” a los que se refiere el Aquinatense; una razón “minusválida” en
relación al conocimiento del fin para el cual fue creada. En otras palabras,
una filosofía autosuficiente sólo es posible en dos casos: o bien cuando existe ignorancia en relación a la divina Revelación, o bien cuando la misma es
conscientemente considerada superflua o incompleta.
Cabe, pues, preguntarse: ¿tiene sentido que un creyente pretenda, en orden
a su salvación eterna, reflexionar sobre la realidad prescindiendo de modo
absoluto de lo que la luz de la divina Revelación le da a conocer a respecto de
esa misma realidad y que Dios ha dispuesto que pueda conocer de ese modo
para su salvación? ¿Es, de hecho, posible para un bautizado prescindir de ello
de modo absoluto sin renegar de algún modo de la fe, sin considerar incompleta o superflua la divina Revelación?
5. Una “extensión radical” del concepto de Revelación
Por otro lado, no hay que olvidar que el Doctor Angélico pone de manifiesto que existe una relación íntima entre la cognoscibilidad de la divina Revelación y su necesidad salvífica. Las cosas necesarias son cognoscibles de modo
perfecto por el entendimiento, y dicho conocimiento es ciencia — como lo es
la sacra doctrina —, mientras que el conocimiento de las cosas contingentes,
que son cognoscibles sólo de modo deficiente, es sólo opinión. 50 Se puede
afirmar, por tanto, que su concepto de “divinitus revelabilia” constituye una
especie de extensión radical del concepto de Revelación: todo es susceptible
de ser divinitus cognoscibilia para cada individuo concreto, esto es, cognoscible a través del lumen divinae revelationis. Y el sujeto de tal conocimiento,
como bien se ve, es cualquier persona humana que tenga uso de razón, siem-
49) La encíclica Fides et ratio (n. 67) ha subrayado enfáticamente esta autonomía de la razón: “a la luz de
lo conocido por la fe, emergen algunas verdades que la razón ya posee en su camino autónomo de búsqueda. La Revelación les da pleno sentido, orientándolas hacia la riqueza del misterio revelado, en el
cual encuentran su fin último”.
50) Cf. SCG, lib. 2, cap. 16, n. 4: “necessaria enim perfecte sunt intellectu cognoscibilia; contingentia vero, inquantum huiusmodi, non nisi deficienter; habetur enim de eis non scientia, sed opinio”.
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pre y cuando su reflexión tenga lugar dentro del ámbito de la sacra doctrina,
es decir, en presencia de la virtud teologal de la fe.
Esto nos lleva a la consideración de algo a manera de una revelación privada que el individuo puede “experimentar” en cualquier momento y a respecto
de cualquier cosa que sea considerada por el lumen naturale mentis humanae.
No se trata, evidentemente, de una “revelación privada” en el sentido en que
esta categoría es considerada en la doctrina del Magisterio. Como sabemos,
las revelaciones privadas no tienen la misión de completar la Revelación definitiva de Nuestro Señor Jesucristo, sino de ayudar a vivirla más plenamente en una determinada época histórica. Su valor es esencialmente diferente
de la única revelación pública, que “exige nuestra fe”, pues en ella, por medio
de palabras humanas, y con la mediación de la comunidad viva de la Iglesia,
Dios mismo nos habla. Y así, la efectiva orientación de una revelación privada a Nuestro Señor Jesucristo constituye el criterio para discernir su autenticidad. La revelación privada es una ayuda para la fe y se manifiesta como
creíble precisamente porque encamina hacia la única revelación pública. Con
la oportuna aprobación eclesiástica — que consiste esencialmente en indicar que el respectivo mensaje no contiene nada que contraste con la fe y las
buenas costumbres —, la revelación privada puede lícitamente hacerse pública y los fieles quedan autorizados a darle una siempre prudente adhesión. De
hecho, una revelación privada puede “introducir nuevos acentos”, “suscitar
nuevas formas de piedad” o “profundizar otras antiguas”; puede incluso tener
“un cierto carácter profético” y constituir una efectiva ayuda para comprender y vivir mejor el Evangelio “en el momento presente”, por lo que no se trata de una ayuda despreciable; es una ayuda ofrecida, pero de uso no obligatorio. Y en cualquier caso, debe constituir un alimento para la fe, para la esperanza y para la caridad. 51
A pesar de todo lo cual, cabe señalar que una comprensión errónea de la
necesaria distinción entre Palabra de Dios y “revelaciones privadas” puede
llevar a algunos a banalizar la necesidad de la divina Revelación en el sentido
expuesto más arriba. La gratuidad de la divina Revelación no debe ser entendida como arbitrariedad, sino como dimensión inseparable de su providencialidad. Por ello, es inherente a cada nueva revelación de Dios esta necesidad salvífica. Sería indigno de Dios imaginar que pueda revelarse arbitrariamente, sin otro fundamento que un “capricho”. Por el contrario, para entender correctamente el concepto de “divinitus revelabilia”, hay que tener pre51) Cf. Benedicto XVI. Verbum Domini, n. 14.
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Lo “divinitus revelabilia” en la sacra doctrina según Santo Tomás de Aquino
sente que “lo que puede ser revelado por Dios” no obedece a un capricho, sino
necesariamente a un designio salvífico y eterno. Hay que entender bien, por
tanto, en qué sentido esta “revelación” participa de las características de las
“revelaciones privadas” a que se refiere el Magisterio, pues no se puede negar
que una “revelación” de este tipo — y aquí se ve claramente la importancia de
una adecuada comprensión del concepto de “necesidad de la divina Revelación” — obliga en conciencia a quien la ha recibido en primera persona, que
no puede negarla arbitrariamente sin ofensa de Quien se ha revelado, por más
que otras personas permanezcan exentas de tal obligación.
En este sentido, se podría aplicar a lo divinitus revelabilia la denominación
de “revelación trascendental”, según la terminología de K. Rahner, por oposición a “categorial” y por lo que tiene, por un lado, de subjetivo y de “comprometedor” para la entera vida de la persona, y por otro, de universal. Esta
expresión es, de hecho usada por el teólogo alemán al subrayar la dimensión
universal de toda revelación particular que esté en la base de una “autointerpretación recta de la trascendentalidad sobrenatural del hombre”. 52 En todo
caso, no hay que olvidar que un presupuesto esencial para poder aplicar el
concepto de “divinitus revelabilia” es la presencia indiscutible de la fe teologal en el sujeto que recibe una tal “revelación trascendental”, pues es el lumen
fidei el que permite que la misma se verifique dentro de la sacra doctrina.
Conclusión
En resumen, lo “divinitus revelabilia” constituye una categoría teológica
de suma importancia en la sacra doctrina que ha sido con frecuencia olvidada o poco profundizada en la reflexión teológica.
Entre las implicaciones de orden epistemológico más relevantes, saltan a
la vista dos cuestiones importantes aquí mencionadas. Por un lado, la universalidad de su aplicación: en el ámbito de la sacra doctrina, todo lo que existe
52) Rahner, Karl. Curso fundamental sobre la fe. Introducción al concepto de cristianismo. Barcelona:
Herder, 1979, p. 197-198: “Con lo dicho sin duda resultan comprensibles la peculiaridad, el nexo y la
diferencia que median entre la historia general, trascendental y categorial, de la revelación, por una parte, y la historia particular, regional de la revelación, por otra. […] Si la historia particular, categorial de
la revelación, en la que la revelación trascendental se interpreta para un círculo de hombres espacial o
temporalmente limitado, sólo puede pensarse, en primer lugar, por la simple razón de que también hay
otras autointerpretaciones del hombre, culturalmente limitadas según factores de espacio y tiempo, en
culturas particulares y épocas limitadas, se deduce en consecuencia que toda autointerpretación recta de
la trascendentalidad sobrenatural del hombre como el elemento fundamental de la constitución de toda
existencia humana también significa algo en principio para todos los hombres”.
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es “divinitus revelabilia”, pues todo es susceptible de ser conocido a la luz de
la divina Revelación, tanto lo que escapa completamente a la capacidad de la
sola razón, como lo que, de por sí, no le es inaccesible. En este sentido, Santo Tomás funda lo que podríamos llamar una “extensión radical” del concepto de divina Revelación. Por otro lado, la expresión “divinitus cognoscibilia”,
que el Santo Doctor define como equivalente al concepto de “divinitus revelabilia”, pone de manifiesto que la dimensión revelativa de Dios y la dimensión cognoscitiva del ser humano en el denominado “conocimiento natural de
Dios”, dentro del ámbito de la sacra doctrina, constituyen dos aspectos inseparables materialmente, aunque puedan distinguirse formalmente; la necesidad de la divina Revelación garantiza esta inseparabilidad, so pena de admitir la posibilidad de una Revelación incompleta o arbitraria. Con ello se pone
de manifiesto no sólo que existe una relación entre razón y fe, entre filosofía y teología, sino que la filosofía, en el ámbito de la sacra doctrina, es
intra-teológica.
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