D.R. © UNIVERSIDAD ABIERTA, Jiménez No. 315, Barrio El Montecillo. San Luis Potosí, S.L.P., México Primera edición: Julio de 2006 HISTORIA DE MÉXICO 1521-1821 Jorge Javier Hernández Gallardo ÍNDICE CAPÍTULO 1.- BREVE HISTORIA DEL PUEBLO ESPAÑOL CAPÍTULO II.- LA CONQUISTA DE MÉXICO CAPÍTULO III.- LOS PRIMEROS GOBIERNOS DE LA N. ESPAÑA CAPÍTULO IV.- LA ÉPOCA COLONIAL CAPÍTULO V.- LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO OBJETIVO: El objetivo general de este curso de Historia de México es comprender en forma crítica los sucesos históricos que dieron origen a la época colonial, así como la independencia de México, y su consumación CAPÍTULO I.- “BREVE HISTORIA DEL PUEBLO ESPAÑOL” ESPAÑA: DATOS BIOGRÁFICOS La Península Ibérica está situada en el extremo de Europa; es un territorio de altiplanicies limitada por altas montañas. Su clima es variable debido que esta colocada en la zona de los vientos que en invierno están cargados de humedad y que provocan lluvias en la parte correspondiente a la costa atlántica. Las regiones centrales y la cuenca del río Ebro son de menor precipitación pluvial: la más húmeda en invierno es la mediterránea es templado y aun calido por la acción reguladora de los mares. RÍOS.- La vertiente del atlántico es la región de los grandes ríos: Miño, Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir. En la vertiente del Mediterráneo corren los ríos Turía, Júcar y Segura; el más importante es el Ebro. LITORALES.- En general son regulares con pocas entrantes y salientes. En el litoral mediterráneo encontramos los puertos de Tarragona, Valencia, Cartagena, Málaga y Barcelona, que ocupa el primer lugar en España por su activo comercio. Los litorales que se extienden al estrecho de Gibraltar son altos y escarpados. Los que corresponden a la región de Galicia son un tanto recortados. En el litoral cantábrico podemos encontrar los puertos de Bilbao, que está considerado como de los más importantes de la península; el de Gijón y otros de menor importancia. Las islas próximas al litoral son pocas; entre ellas figuran las Baleares. REGIONES.- La región comprende las provincias vascas, Asturias y Galicia, es montañosa y queda comprendida entre la cordillera cantábrica y el mar. En ellas se encuentran las poblaciones de Bilbao y Oviedo, La Coruña, San Sebastián y Santander. Se explotan algunas minas de carbón, hierro y zinc, mercurio y cobre, es una zona industrial de importancia. La llamada región central comprende Castilla la Vieja, León, Castilla la Nueva y Extremadura; es una zona extremadamente agrícola, se cultivan cereales, olivo y viñas principalmente. En Extremadura se cría enorme cantidad de ganado. Las ciudades principales son Valladolid, Soria, Ávila, Burgos, Salamanca y Madrid, que es la capital del Estado español. La región aragonesa, asentada en la mayor parte de la cuenca del Ebro es seca; por lo tanto, pobre desde el punto de vista agrícola e industrial. Entre la llamada Sierra Catalana y el Mediterráneo, queda una faja de tierra muy fértil y húmeda en donde se asienta Cataluña; un poco más al sur, las llamadas provincias del Levante, que corresponden a los antiguos reinos de Valencia y Murcia, siendo en ellos notable los sistemas de riego artificial, arreglados con el fin de cultivar frutas en gran cantidad. Las ciudades principales que corresponden a Aragón y Levante son: Alicate, Castellón, Valencia y Alcoy centros fabriles, Huesca, Teruel, Zaragoza y Murcia. Al sur de la Sierra Morena, y comprendiendo los Valles de Guadalquivir y el sistema montañoso llamado penibérico, en el que se encuentra la Sierra Nevada con el Pico 2 Mulhacen, el más elevado de España, tenemos la región de Andalucía; importantísima por su gran riqueza agrícola (cereales y olivos); por sus importantes centros mineros (cobre, plomo, hulla, antracita y hierro); por el auge de la industria y la gran densidad de población. Las principales poblaciones son: Sevilla y Córdova a la orilla del Guadalquivir; Granada en la parte montañosa; Málaga y Cádiz, en el litoral; al derredor del puerto de Cádiz se agrupan un sinnúmero de ciudades entre las que se significan Sanlúcar, Jerez y el puerto de Santa María. En las proximidades del Estrecho de Gibraltar encontramos la población de Tarifa, Algeciras y La Línea. Este es el medio geográfico en que se formo poco a poco, desde la más remota antigüedad, el pueblo español producto de la mezcla de diversos pueblos y de las más contrastantes civilizaciones. ESTUDIO HISTÓRICO BREVE SOBRE EL PUEBLO ESPAÑOL. LOS TIEMPOS PRIMITIVOS Los más remotos habitantes de España corresponden a la etapa paleolítica. Los restos de estas civilizaciones rudimentarias se encuentran en las tierras de los márgenes del río Manzanares, en la cuenca de Perneras y cerca de la ciudad de Murcia. Del periodo neolítico quedan en la península restos de monumentos funerarios (dólmenes) y de pintura rupestre descubierta por primera vez en las cuevas de Altamira. Se supone que el bronce fue traído a España pero una vez conocido se fabricaron hoces, cuchillos, puñales, espadas, flechas, lanzas, corazas, cascos, hachas, brazaletes, etc., decorados con dibujos geométricos. Posteriormente el bronce fue sustituido por el hierro. En Andalucía, principalmente, se han encontrado restos de este periodo. ESPAÑA: TIEMPOS HISTÓRICOS. COLONIZACIÓN FENICIA.- Los fenicios son los más antiguos colonizadores de la Península Ibérica, Existen tradiciones que afirman que en el siglo XI a. C., se fundó un a colonia fenicia en lo que hoy es Cádiz, en donde se levanto un templo en honor al dios Melkarte. Se extendieron posteriormente por el litoral mediterráneo, haciendo penetraciones al interior. COLONIA GRIEGA.- En el siglo VII, a. C., llegaron a la península los primeros colonizadores griegos quienes sin oposición pudieron fundar centros de población que compitieron con las ciudades fenicias. Éstos fueron Emporios (mercado) en la actual provincia de Gerona; Hemeroscopión, frente a las islas Baleares, en lo que hoy es Valencia y otros de menor importancia. Fue muy fuerte la influencia cultural de los griegos; introdujeron el uso de la moneda, que se fabricó por primera vez en Emporios; se inició el cultivo del olivo y de la vid, que hace a España, en nuestros días, la primera productora de aceites y vinos. Fundaron escuelas y academias. Existen restos de cerámica de esa época; se dice que se hacían representaciones teatrales, por lo que tuvieron que construirse teatros al aire libre. INVASIÓN DE LOS CELTAS.- Posiblemente entre los siglos VI y IV a. C., invadieron la península atravesando los Pirineos, pequeños grupos segregados del pueblo celta, que habitaba el centro de Europa. La civilización de los celtas era rudimentaria, pero al contacto 3 de la población existente, asimilaron parte de sus costumbres y se mezclaron. A los celtas de España se les llama celtíberos. CONQUISTA CARTAGINESA.- Empeñados los fenicios en una guerra contra los celtíberos, solicitaron ayuda a los cartagineses por ser de su misma raza. Esta intervención costó a los fenicios de Iberia la pérdida de su libertad, pues quedaron sujetos al dominio de los cartagineses, quienes emprendieron una conquista armada en la Península. Al finalizar la primera guerra púnica, en 236 a. C., Amílcar Barca conquista la región que hoy lleva el nombre de Cartagena y que él llamó Cartago Nova, con el fin de fundar un arsenal en el que se almacenarían armas y parque para atacar a los romanos. Pronto fue el centro del comercio español, a ella convergía el producto de la explotación de las minas de plata de la región de Murcia y Andalucía. Se estableció una casa de moneda. El alfabeto y la religión cartaginesa se difundieron por la península. CONQUISTA ROMANA.Se inició la segunda guerra púnica con el ataque que Aníbal llevó a cabo en contra de Sagunto que era protector de la República Romana, y ésta envió tropas en su auxilio. Desembarcan por primera vez en España el año de 218 a. C., soldados romanos. Vencidos los cartagineses, los romanos se propusieron conquistar definitivamente a los celtas y a los iberos, que se resistían. Esta conquista duro casi dos siglos. Los romanos fueron crueles con los que defendían su libertad, arrasaban ciudades completas y transportaban a los habitantes a lugares distantes. En cambio, las poblaciones que se sometían de buen grado eran tratadas con benevolencia celebrándose con ellas tratados de alianza. Hasta principiar el último siglo, (I a. C.) Roma continuó luchando con los celtíberos, habitantes de las mesetas, y con los lusitanos, que ocupan el occidente de la Península. Ésta queda definitivamente bajo el domino romano durante el gobierno de Julio Cesar, formado parte del imperio hasta los finales del siglo V de nuestra era, en que se realizan las invasiones de pueblos bárbaros, y desapareció el poderío romano. CULTURA ROMANA.- La influencia romana se significó en España en varios aspectos: por el desarrollo que imprimieron los latinos a la agricultura, a la industria, a la minería y al comercio marítimo. Por las obras materiales que emprendieron como la construcción de caminos que cruzaban la península en todas direcciones para comunicar los centros de producción más importantes, muchas de esas carreteras s fueron construidas por soldados. Se levantaron puentes de gran solidez, como el de Alcántara, que se usan aun en nuestros días. Para la introducción de agua se construyeron acueductos, fundamentalmente con arco de medio punto, como los de Segovia y Mérida, el teatro de Sagunto, el sepulcro de los Escipiones, en Bará. Los campamentos defendidos con altas murallas constituían verdaderas ciudades militares; uno de los más importantes fue el de León. Se usaron también para el comercio como vías fluviales los principales ríos, construyéndose naturalmente barcos de poco calado que cruzaban el Guadalquivir, el Guadiana, el Tajo y otros ríos de menor importancia. Se acuño moneda romana. La romanización de la península fue completa pero desigual, pues en determinadas regiones persistieron ciertos elementos autóctonos como el idioma la religión y algunas costumbres. 4 Los romanos implantaron instituciones administrativas y políticas, estableciendo colonias de libres y federados con derechos latinos. (Pagaban tributo, ayudaban a Roma en caso de guerra y eran gobernados por un representante de la República). Se establecieron a su vez ciudades completamente romanas a las que se les dio el nombre de colonias; en algunos casos la población latina se mezclaba con los aborígenes formándose los municipios. Con el tiempo éstos fueron el nervio de la dominación y el poder romano, pero en la etapa de la decadencia de Roma, tratando ésta de obtener el mayor dinero posible de sus colonias, la tiranía se enseñoreo de los municipios, y al realizarse la invasión de los bárbaros, no se encontró en España una verdadera defensa del Imperio. LAS CONSECUENCIAS DE LA DOMINACIÓN ROMANA: A).- Unificación política; b).Unificación jurídica, c).- Difusión de la cultura latina en todos los aspectos; idioma, costumbres, religión, arte, ciencia, literatura, arquitectura, obra publica, educación. Entre los hombres ilustres de la época figuran: el filosofo Séneca, el retórico Quintiliano de origen español; algunos emperadores, Trajano y Adriano, fueron también originarios de la península. PUEBLOS AUTÓCTONOS.- En el siglo I de nuestra era, Estrabón hace una descripción precisa de la vida de los pueblos autóctonos españoles. Gallegos, que dieron nombre a la región donde vivían. Astures, que ocupan parte de lo que hoy es León y Asturias. Cántabros, que habitan en el litoral. Vascones, radicados en las provincias vascongadas. Navarra y parte de Aragón. Celtíberos, que ocuparon las mesetas. Carpetanos asentados en Toledo, parte de Guadalajara y de hoy ciudad Madrid. Además, existen otros grupos de menor importancia. INVASIÓN DE LOS PUEBLOS BÁRBAROS.- En el año 409 llegan a Iberia los primeros pueblos bárbaros; suevos, alanos y vándalos que ocupan la antigua Bética, hoy Andalucía, y que a pesar del corto tiempo que vivieron en España, dejaron algunas huellas de su paso especialmente en el idioma. INVASIÓN VISIGÓTICA.- En el año 414 los visigodos acampan en la región comprendida entre el río Loire y los Pirineos por concesión del emperador Honorio, a cambio de que desalojaran de España a los suevos, alanos y vándalos, y que cooperaron con los ejércitos romanos para arrojar a los hunos de las Galias. Los alanos se funden con los suevos y se fijan en la Aquitania, teniendo por capital la ciudad de Tolosa, y los vándalos se trasladan a las costas de África, dejando huella en Andalucía. Los reyes visigodos estuvieron entonces en condiciones de formar un reino poderoso en España. Su civilización es muy inferior a la de los españoles romanizados, pero se mostraron dispuestos a asimilar los elementos de la cultura romana; mas como se había convertido con anterioridad al cristianismo arriano, los obispos conspiraron en su contra, buscando la alianza de los francos, que al comenzar el siglo VI se apoderaron de Tolosa; derrotados por Teodorico, rey ostrogodo, España paso a ser provincia del imperio ostrogótico y sólo a la muerte de Teodorico recobro su autonomía. 5 Al convertirse los visigodos al cristianismo católico, al fin del siglo VI, el alto clero comenzó a intervenir en el Gobierno por medio de la acción desarrollada por el Concilio de Toledo, que logró amalgamar definitivamente a la población germánica y la autóctona, limitando el poder regio y aumentando la riqueza e inmunidades del clero. En esa época fue cuando se adoptó definitivamente el latín. Los judíos estaban en España desde mucho tiempo atrás, formaban un grupo numeroso en la ciudad de Toledo, sostenían gran número de escuelas en las que se habla el hebreo; la intolerancia de la iglesia dispuso constantes y atroces persecuciones en contra de los judíos; estos, más tarde, en justa represalia, favorecieron la invasión árabe. INVASIÓN ÁRABE.- Se realizó al principio del siglo VII. Lanzados en contra de los infieles por su exacerbado fanatismo religioso, los árabes conquistaron el norte de África tras larguísima lucha, abarcando hasta lo que entonces era el Mohgreb, hoy Marruecos. Los habitantes bereberes aceptaron con tanto entusiasmo la religión de Mahoma (el iluminado), que en unión de los árabes se lanzaron contra España. La conquista fue breve y total debido a las condiciones de división de la península, pues habiéndose iniciado en el año 711 d. C. finalizó en 732, en que Carlos Martel, de la Casa Real de los Francos, los detuvo derrotándolos en la batalla de Poitiers, cuando ya invadían las Galias, salvando no solamente a los francos sino a toda la cristiandad. Los árabes se quedaron en la península, donde fundaron un centro de gobierno llamado Califato de Córdoba, que persistió hasta el siglo XV. Los musulmanes eran un elemento diferente al romano y al visigodo; dejaron una relativa libertad a los vencidos, por lo cual los españoles continuaron habitando, con el nombre de mozárabes, sus territorios y ciudades, sometidas a la dominación política árabe y pagando tributos. Muchos cristianos abrazaron la nueva religión; a estos les llamaron renegados, y con el tiempo constituyeron una clase social. El idioma árabe penetro también en los reinos cristianos, contribuyendo a la riqueza del idioma español formado por elementos celtíberos, griegos, latinos y árabes. Los musulmanes españoles eran un pueblo muy culto, tenían escuelas primarias donde enseñaban a leer, a escribir, gramática y poesía. Escuelas superiores en las que se estudiaba gramáticas, medicina, jurisprudencia, literatura, filosofía y tradiciones religiosas. En el campo del arte introdujeron nuevas formas, especialmente en la arquitectura, cuyos elementos fueron el arco de herradura, las columnas, la cúpula sobre base cuadrada usada profusamente en la construcción de mezquitas. Debemos citar como máximas obras de los árabes en España, la Mezquita de Córdoba y el Alcázar de Sevilla En el decorado se usaron los arabescos que son placas de mármol y yeso, labradas en hueco con motivos geométricos o estilizaciones de flores; el fondo se pinta de azul o rojo y los relieves de dorado, mosaicos de vidrio y azulejos en relieve. Las industrias artísticas de mayor importancia fueron la cerámica, la orfebrería, y los tejidos de lana y ceda. 6 Un gran movimiento industrial y activísimo comercio, especialmente marítimo a través del mediterráneo, trajeron como consecuencia una prosperidad económica que respaldo el poderío político. Los reinos cristianos contrastaban por su pobreza y su mediocridad intelectual con los musulmanes: Tenían con ellos relaciones de comercio; se hacían visitas de protocolo y las casas reinantes se unían en matrimonio. Los cristianos abundaban en las ciudades musulmanes, no solamente en calidas de mosárabes sino como emigrados, como funcionarios públicos y principalmente como miembros del ejército. INFLUENCIA FRANCESA.- Durante el reino de Carlo magno, rey de los francos y al realizarse el último intento de restauración del Imperio Romano de Occidente, Carlo magno traspuso los Pirineos, penetro en España y estableció un gobierno de frontera, que se llamó Marca Hispánica, tomando así contacto con los reinos de Navarra, Cataluña y Aragón. Se nota la influencia de los francos en las artes; en la literatura, en la organización de los señoríos y condados; en la forma de redacción de algunas leyes; en la escritura, pues se puso en uso la letra llamada francesa y se acuñó moneda de tipo francés. En el siglo IX y X la ciudad de Compostela albergó gran número de emigrantes franceses que hicieron de ella un floreciente centro industrial. PRINCIPIO DE LA RECONSTRUCCIÓN CRISTIANA.- Mientras en el resto de Europa los reinos bárbaros tenían aún perfiles de barbarie, el califato de Córdoba era un prodigioso centro de cultura, hermoseado con edificios de arquitectura árabe y con el dominio del comercio en el Mediterráneo occidental. Más en el siglo X los cristianos de manera casi imperceptible, disputaban palmo a palmo el territorio de España, edificando castillos y levantando pueblos, villas y ciudades, modificando constantemente las fronteras árabes. Gracias a ésta política, navarros y catalanes avanzaron hacia el río Ebro, y los asturianos hacia el Duero, constituyendo el reino de León. Cuando los cristianos comenzaron a recobrar los territorios invadidos por los musulmanes, estos, ya sea en calidad de esclavos o simplemente bajo el dominio de los reyes cristianos, formaron un grupo con el nombre de Mudéjares. Los mozárabes se reintegraron liberándose de sus opresores, y los judíos volvían a quedar dentro de la jurisdicción de los reinos católicos. Estos grupos eran centros de influencia árabe pues se habían educado en esa cultura. Al finalizar el siglo décimo, Almanzor, califa de Córdoba y gran conquistador, en unas cuantas campañas recupero toda la península apoderándose de las tres capitales cristianas más importantes, León. Pamplona y Barcelona; fue éste el último destello de poderío del califato. Muerto Almanzor en la batalla en que fue vencido por los cristianos unidos, el califato entró en plena decadencia. A las pequeñas etapas de esplendor, posteriores a este hecho, sucedían largos periodos de anarquía, dejando a la España árabe irremisiblemente débil y dividida. LA CABALLERÍA.- El siglo X recibió el nombre de “Siglo de Hierro” por las guerras que asolaron toda Europa, unas privadas de castillo contra castillo; otras públicas, de reino a reino; papas y obispos guerreaban también acarreando hambres, miserias y peste en el pueblo, que veía todo resto como una maldición. Los torneos y los duelos en los pequeños periodos de paz era la única ocupación de los nobles. Los monjes y los concilios comenzaron 7 a predicar la paz, más esto equivalía a cambiar el mundo feudal; por tanto, la Iglesia se conformó con la llamada “tregua de Dios” que establecía la suspensión de la guerra determinados días de la semana y en determinadas fiestas del año, bajo la pena de excomunión, que dio a los señores una misión de carácter religioso transformando la caballería, en sacramento feudal que introdujera un elemento de piedad y misericordia en el corazón de hierro de los señores feudales. A partir de ese momento, los deberes del caballero fueron: la fidelidad y la lealtad, la bravura y el honor al servicio de los débiles y necesitados. Con el tiempo la caballería degeneró en institución galante y novelesca. REINOS DE CASTILLA Y LEÓN.- Alrededor de los diversos castillos feudales de esta región se agruparon los pequeños vasallos, dependiendo todos ellos del rey de León; mas llegó un momento en que el conde de castilla, deseoso de independencia quiso sublevarse; pa ra evitarlo se concertó un enlace con la hija del rey de León; de las escaramuzas y aventuras de Fernán González, conde de Castilla, surgen todos aquellos cantos populares llamados Cantares de Gesta, que forman una de las etapas más características de la literatura hispánica. El siglo XI es el siglo épico de las hazañas castellanas personificadas en el famoso Ruy Díaz del Vivar, el famosísimo Cid Campeador, altivo con los soberanos, bueno con los humildes, vengativo e invencible, sirviendo a veces a los reyes de Castilla en contra de los mahometanos y ganándose un reino con la punta de la espada . A través de la imaginación popular, sus hazañas dieron origen a multitud de romances heroicos populares. En los principios de este siglo, Castilla se apodero de Toledo, centro judío y antigua capital de los godos. Los judíos, que formaban grupos muy numerosos al lado de musulmanes, tuvieron gran participación en el movimiento científico-literario de los siglos XII y XIII. La interpretación musulmana judía de la cultura clásica, fue la iniciación del Renacimiento en España. En el siglo XII se realizó el nacimiento de la clase media o burguesa. El enriquecimiento considerable que mediante un activo comercio logró la clase burguesa de los principales puertos italianos fue la causa de la formación de las ciudades, con gobiernos elegidos por el pueblo que se llamaron comunas o municipios. Este movimiento comunal, que partiendo de Italia invadió todos los países de Europa, se desenvolvió como ya dijimos, en el siglo XII. En España los centros principales fueron: Córdoba, Sevilla, Almería, Valencia y Mallorca. En el siglo XIII, el rey de Castilla se apodero de Córdova y de Sevilla; el rey de Valencia, de Murcia y las Baleares. Los musulmanes quedaron reducidos al reino de Granada, tributario del de Castilla; sin embargo, no fue sino hasta dos siglos después que se realizó la expulsión completa de los musulmanes. Esa es la época de los trovadores provenzales; poesía lírica erótica, nacida en el medio día de Francia, que entrando por Cataluña se difunde por toda España, y marca el advenimiento de un tipo avanzado de cultura que fue destruida con la herejía de los cátaros en el siglo XIII. Sus cantores o trovadores fueron casi siempre nobles, de la imitación de este tipo de poesía, en España e Italia, nació la poesía caballeresca. Por lo expuesto, puede sacarse por consecuencia que la historia de España comienza en los albores de la humanidad, y que la nacionalidad española no significa desarrollo o 8 desenvolvimiento de una raza o pueblo, sino mezcla de un sinnúmero de pueblos, razas, costumbres, y culturas; lo multiforme da en la Península Ibérica un producto verdaderamente asombroso. Al finalizar el siglo XV, y ocupar el trono de Aragón el príncipe Don Fernando, casado con Isabel, reina de Castilla, unieron en un solo reino las dos naciones. El problema que demandaba solución más urgente era la pacificación del reino de Castilla, que se logró en un tiempo relativamente corto mediante un periodo de terror. La reina puso su tribunal en Alcázar de Sevilla, y sus juicios fueron tan temidos por crueles, que más de cuatro mil personas huyeron de la ciudad, cuentan algunos autores que en menos de tres meses fueron condenados a la horca mil quinientos ladrones y homicidas. Pacificada Castilla, los reyes Fernando e Isabel decidieron finalizar la reconquista de Granada, último reducto musulmán, al emprender una lucha continua en su contra, favorecieron las luchas internas entre los moros. En un periodo de diez años, los reyes católicos lograron tomar Granada (1493), consolidando la reconquista de España después de setecientos ochenta y dos años de ocupación árabe. Después de vencer a los árabes, y para el logro de la unidad religiosa de España, los reyes católicos llevaron a cabo la gran expulsión judía en el mismo año de 1493. Por ser éste uno de los hechos de mayor significación para el futuro de España, daremos a continuación algunos datos históricos de la vida de los judíos en la Península, lo que nos pondrá en condiciones de entender las consecuencias económicas derivadas de la expulsión. LOS JUDÍOS.- Desde los tiempos de la dominación gótica, y como resultado de la influencia de los concilios de Toledo, se persiguieron a los judíos, pero al reconquistar los árabes a Iberia los toleraron, y posteriormente los hicieron sus colaboradores; el genio hebreo floreció en esta época en la teología, en la ciencia y en la poesía. Más tarde los reyes españoles hicieron de los judíos sus banqueros y tesoreros, que tenían agentes en las principales ciudades europeas. Al surgir el siglo XII las comunas libres, la actividad judía pronto se hizo sentir en esos centros; sin embargo, el pueblo nunca tolero de buen grado la presencia y opulencia de los judíos. En el siglo XIV, las persecuciones populares se hicieron más frecuentes, en el siglo XV, en Barcelona y Valencia las persecuciones de judíos fueron verdaderamente crueles, atenuadas un tanto por el celo apostólico de Vicente Ferrer. En Sevilla la destrucción de las Juderías y las matanzas, revistieron caracteres verdaderamente odiosos; muchos de los judíos se convirtieron para escapar de las torturas o terribles muertes a que se les destinaba; pero en secreto seguían practicando su religión. LA INQUISICIÓN.- En el condado de Tolosa, lugar de la mayor cultura del occidente cristiano, surgió una secta religiosa que se llamaba de los cátaros (los puros) o albigenses por ser su centro principal la ciudad de Albi. Logró adeptos en Bulgaria, Macedonia y Lombardía; la iglesia persiguió sin éxito y por largo tiempo esta herejía. En el siglo XIII, el Papa Inocencio III, envió un legado especial para exigir a Raimundo, conde de Tolosa, que acabara con la herejía y se encargo a Domingo de Guzmán la dirección de las misiones 9 católicas que combatieron a los herejes. Era el español Domingo de Guzmán uno de esos hombres de alma de acero, intachable en su conducta y cuyo celo religioso se convirtió en fanatismo cruel. El principio que le servia de base para perseguir a los albigenses lo expresaba en la forma siguiente: “Señor, deja caer tus manos sobre ellos y castígalos para que el sufrimiento despierte su inteligencia”. Aquí se encuentra el germen de la inquisición. Los monjes que ayudaban a domingo de Guzmán se organizaban formando una orden de predicadores que se extendió rápidamente por todo el mundo cristiano, y a esta congregación religiosa se encomendó, por regla general, una especie de tribunal ambulante que, con el nombre de inquisición, funcionaba desde tiempo atrás en diversos lugares de Europa, con el fin de investigar, entre los habitantes, quien tenia malas costumbres o ideas contrarias a la Iglesia, para encauzarlos dentro de la rigidez de los dogmas. Este tribunal, en manos de los fanáticos dominicos, se convirtió pronto en el medio más abominable de tortura al servicio de la Iglesia. El tribunal de la inquisición funcionaba en secreto; el reo no podía ser defendido ni conocía a sus acusadores, el tormento era el medio para hacerlo confesar o convencerlo de su error; las autoridades laicas eran las que aplicaban la pena de muerte emparedada o en la hoguera. En general no tenia aceptación pues hubo países, como Alemania donde no pudo implantarse; en España pudo establecerse mediante el apoyo que le prestaron los reyes con el fin de perseguir a los falsos cristianos que seguían practicando la religión de Mahoma o la judía. El rigor inquisitorial fue tan excesivo que continuamente se enviaban apelaciones al Papa. El número de condenados era tan grande que no cabían en las cárceles; no es posible saber con exactitud el número de condenados por la Inquisición desde el siglo XV hasta el siglo XIX, en que el tribunal desaparece, pero la cifra fue seguramente fabulosa. Se guarda memoria de un acto de fe en la ciudad de Jerez que duró tres días. La Inquisición evitó en España, las luchas religiosa que se llevaron a cavo en otros países. 10 CAPÍTULO II.- LA CONQUISTA DE MÉXICO PRIMERAS EXPEDICIONES ESPAÑOLAS A TIERRAS MESOAMERICANAS La llegada de los europeos a tierra insulares que Cristóbal Colón descubrió para España durante sus viajes entre 1492 y 1503, despertaron el interés de una multitud de hombres que por diversas razones -persecución religiosa, misión evangelizadora, deseo de fama y fortuna, o simple afán de aventuras- se embarcaron en las naves que integraron las expediciones subsecuentes. El encuentro con los habitantes de estas tierras, a quienes Colón identifico como “indios”, inmersos en el error geométrico que hizo suponer que habían llegado a la India, fue de graves consecuencias para los aborígenes, pues su población fue exterminada en poco tiempo, debido a las epidemias que trajeron consigo los europeos y al mal trato que recibieron de éstos. Estas circunstancias fueron uno de los motivos que llevó a los conquistadores a buscar otras tierras y otros recursos humanos. Durante su cuarto y último viaje en 1502, Colón dirigió una expedición que llegó al golfo de Honduras y ahí se encontró una canoa indígena cargada con mercancías y cuyos ocupantes informaron a los españoles sobre la existencia de ricas tierras ubicadas al occidente; pero Colón no se intereso en la búsqueda de esa tierra y continuo navegando hacia el sur, bordeó el litoral oriental del territorio que hoy es Centroamérica hasta llegar a Panamá, muy cerca del golfo de Darién, desde donde se regreso a Las Antillas. Esta expedición la primera en acercarse a tierra firme, al registrar la existencia de una tierra poblada y muy rica, dio la pauta para las incursiones posteriores que partieron de La Española (Santo Doming o) y Cuba. En 1511 un barco español procedente de Jamaica naufrago en el mar Caribe y algunos sobrevivientes alcanzaron a llegar a la costa oriental de Yucatán, donde fueron apresados por los mayas; dos de los españoles, cuyo nombre era Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, se salvaron de ser sacrificados al ser tomados como esclavos; esa circunstancia permitió que los nombres de estos europeos quedaran inscritos en la historia de la conquista, aunque con papeles muy distintos, como se vera más adelante. El tercer contacto entre españoles y mesoamericanos, esta vez realizado de manera deliberada, ocurrió poco más tarde, cuando en 1517 el gobernador de Cuba, Diego Velásquez envió una expedición al mando de Francisco Hernández de Córdova y como piloto a Antón de Alamitos, uno de los marineros que formaba parte de la tripulación de Colón cuando navegaron por el golfo de Honduras. La expedición de Hernández de Córdova sería decisiva para la posterior conquista de México, pues esta vez los españoles desembarcaron en tierras de Yucatán y pudieron comunicarse con un grupo de mayas que se acercaron a ellos llamándoles Castilan, debido a que los habitantes del lugar no sólo tenían conocimientos de la llegada de los europeos, sino que eran parte del grupo que mantenía en cautiverio a Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero. Sin embargo la comunicación con los nativos no fue positiva para los integrantes de la expedición, pues los aguerridos mayas los atacaron encarnizadamente en un sitio llamado Champotón, y tras sufrir una severa derrota, los españoles se regresaron a Cuba. La fracasada aventura de Hernández de Córdova sirvió de incentivo para que se organizara una nueva expedición, esta vez encabezada por Juan de Grijalva, quien a lo encontrar una resistencia tan agresiva por parte de los nativos, logró un mayor avance en el conocimiento 11 de la costa oriental mesoamericana; después de bordar la península de Yucatán, continuo hacia el occidente por el litoral del golfo de México, hasta llegar al actual limite fronterizo entre los estados de Veracruz y Tamaulipas. Por tratarse de una región tributaria del imperio mexica, fue en a región totonaca donde se celebro el primer encuentro de los españoles con un enviado de Moctezuma II, quien le entrego varios regalos en nombre del soberano, cuyo propósito era satisfacer la ambición de los visitantes para que se alejaran de las tierras del imperio. Pero aunque los atractivos regalos, entre los que se contaban algunas piezas de oro, produjeron en el ánimo de los españoles un efecto contrario al que esperaba Moctezuma, Grijalva no hizo intentos por adentrarse al territorio, y se regreso a Cuba. LA EXPEDICIÓN DE HERNÁN CORTÉS Los viajes realizados a la costa del golfo de México, sobre todo el último, confirman al gobernador de cuba la existencia de riqueza en estas tierras y la posibilidad de adueñarse de un botín que parecía ser grande; pero también era evidente que debido al carácter guerrero de aquellos pueblos, su conquista no iba a ser empresa fácil. Por ello, Velásquez decidió que el capitán de la nueva expedición debía ser hábil, audaz y experimentado, pero a la vez fiel y manejable, para evitar le fuera desleal y se llegara a apropiar de la empresa expedicionaria y del botín que se obtuviera como resultado de ella. La persona seleccionada fue Hernán Cortés, originario de la región española de Extremadura, quien llegó a la española en 1504, distinguiéndose luego en la conquista de Cuba, donde fue escribano y colono, y más tarde ocupo el cargo de alcalde de Santiago del Puerto (hoy Santiago de Cuba). Durante su desempeño en estas funciones, Cortés adquirió gran prestigio y entablo amistades con personas cercanas al gobernador, lo cual le valió que éste pensara en él para encabezar la expedición, no obstante existir entre ambos algunas desavenencias, por incumplimiento matrimonial de parte de Cortés hacia una cuñada de Velásquez; éste le obligó a cumplir su palabra y finalmente le otorgo el mando de la expedición a México en octubre de 1518, con el compromiso firmado por ambos de repartirse las ganancias; es importante aclarar que Cortés se comprometió además a no efectuar el poblamiento de estas tierras, sino que al ser descubiertas, debía dar aviso a Velásquez para que fuera éste quien tomara posesión de estas en nombre del rey. Pero varias personas allegadas a Velásquez desconfiaban de Cortés, e iniciaron una campaña en su contra, provocando el recelo del gobernador, quien trato inútilmente de detenerlo antes de que se embarcara. El 18 de febrero de 1519 partió la expedición con 11 navíos, 518 soldados, 110 marineros, 16 jinetes, 32 ballesteros, 13 escopeteros; los capitanes reclutados por Cortés fueron Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, Diego de Soto, Diego de Ordaz, Alonso Hernández Portocarrero, Juan Velásquez de León, Cristóbal de Olid, Alonso de Ávila, Gonzalo de Sandoval, Juan de Escalarte; iban además Alaminos, el fraile Bartolomé de Olmedo, y por supuesto Bernal Díaz del Castillo, el soldado que había de guardar en su memoria todos aquellos acontecimientos para narrarlos, con lujo de detalles muchos años después. El barco comandado por Pedro de Alvarado se adelantó y fue el primero en alcanzar la costa de Cozumel, en este lugar comenzó Alvarado a dar muestras de su carácter irreflexivo y violento, pues al ver que los nativos huían ante su presencia, ataco los pueblos cercanos, tomo unos prisioneros y se apodero de unos objetos rituales que contenían oro y cobre. Al llegar Cortés y enterarse de las acciones de Alvarado, puso en practica una estrategia que lo 12 distinguió en su papel como conquistador, mandó aprehender al piloto que se había adelantado a la expedición y reprendió severamente a Alvarado, y en cambio se mostró amistoso con los lugareños agredidos. En Catoche (cabo en la punta noroeste de la península de Yucatán) la gente de Cortés recogió a Jerónimo de Aguilar, quien le relató la forma en que había vivido entre los indígenas, así como el hecho de que Gonzalo Guerrero se había casado con la hija del cacique con quien había procreado varios hijos (los primeros mestizos en México), y se había integrado a la cultura de los mayas; Guerrero se negó a abandonar su nueva familia e incluso llegó a luchar más tarde en contra de los españoles por la defensa del pueblo maya. La incorporación de Aguilar a la expedición fue de gran trascendencia, ya que desde ese momento sirvió a Cortés como interprete, en virtud de que dominaba la lengua maya. Cortés y sus hombres siguieron el recorrido de Hernández de Córdoba y Grijalva, y llegaron a la desembocadura que éste último con su nombre y que era la tierra de un cacique cuyo nombre fue bautizado como Tabasco; en ese lugar tuvieron varios enfrentamientos bélicos con los indígenas, siendo el más violento el que ocurrió en un sitio llamado Zintla, donde los españoles resultaron vencedores; enseguida los caciques mayas se presentaron ante Cortés para concertar la paz ofreciéndole alimentos y regalos, así como un grupo de veinte mujeres que se entregaron como esclavas; entre estas destaca, por su posterior papel en la conquista, una india llamada Malinalli, bautizada después con el nombre de Marina. Esta mujer bella e inteligente, era según dice Bernal Díaz, “gran cacica e hija de grande caciques y señora de vasallos, que su padre y su madre eran señores y caciques de un pueblo que se dice Apíñala, habla náhuatl además de maya y fue junto con Aguilar de gran ayuda para Cortés, quien, al servicio de ellos como interpretes, pudo entablar conversación con los grupos indígenas que fue encontrando a su paso. El 21 de abril, la expedición de Cortés llegó a una isla frente a las costas de la región totonaca, a la cual bautizo como San Juan de Ulúa. Ahí se presentó ante Cortés un grupo de mexicas integrantes de una embajada enviada por Moctezuma, entre los cuales se encontraban los pintores encargados de mostrar gráficamente ante su soberano los rasgos característicos de los seres humanos de cuya llegada había tenido noticia desde hacía dos años. Estos pintores se dieron a la tarea de dibujar a los españoles y a los “extraños animales” así como sus embarcaciones. Al advertir la gente de Cortés la actitud de sorpresa de los indígenas frente a los objetos y armas que utilizaban, hicieron un teatral despliegue de fuerzas, activando los cañones y demás armas de fuego, y haciendo correr los caballos ante los asombrados enviados de Moctezuma, que con esto creyeron confirmar la procedencia divina de los extranjeros, cuya llegada por el oriente coincidía con la profecía de Quetzalcóatl, hecha por el dios hombre cuando partió desde la costa del golfo de México, prometiendo regresar un día para recuperar su trono. Enterado Moctezuma del interés que mostraban los españoles por los objetos de oro -que para los mesoamericanos no tenían gran valor, puesto que nunca lo utilizaron como moneda, ni tampoco tuvieron el carácter sagrado que sí en cambio era atribuido a las piedras verdes o chalchiuites-, les envió cuantiosos y ricos obsequios “muchas piezas de oro y buenas labores y ricas, mucha ropa blanca y otras joyas”, con la esperanza de que se fueran, una vez saciada su ambición. Pero al contrario, esos regalos representan para los españoles una pequeña muestra de la fabulosa riqueza que según habían tenido noticia, poseían los pueblos de estas tierras y esto constituyó un aliciente para adentrarse a ellas, no obstante los peligros que pudieran afrontar. 13 Si embargo algunos miembros de la expedición de Cortés eran adictos a Velázquez y deseaban volver a Cuba de acuerdo a las órdenes de su gobernador para repartir con el los obsequios otorgados por el soberano mexica; entonces Cortés decidió desligarse del mando de Velázquez, y con el apoyo de quienes deseaban independizarse de éste, atraído por la riqueza que prometía la tierra mexicana, donde esperaban llegar a adquirir un poder semejante al del gobernador de Cuba. De manera astuta, Cortés logró convencer a la mayoría de sus oponentes ofreciéndole premiar sus esfuerzos en la lucha por la conquista, y a los más renuentes los mandó aprehender y sujetar con cadenas. Enseguida Cortés y sus partidarios instalaron un ayuntamiento, para dar carácter legal a su decisión de poblar aquella tierra y fundar la Villa Rica de la Veracruz, ante el ayuntamiento recién constituido, Cortés renunció al poder conferido por Velázquez y recibió el nombre de Justicia Mayor y Capitán general de los territorios por descubrir, conquistar y poblar, con el ofrecimiento de que se le daría una quinta parte del oro que se obtuviese. Al quedar desligado de Velázquez como autoridad superior, Cortés sólo dependería del rey de España, que era tanto como depender de nadie por mucho tiempo, dada la lejanía y la dificultad de las comunicaciones. Después de esta hábil maniobra, el nuevo capitán general emprendió el camino a Cempoala, donde presencio los abusos de los calpixque, recolectores mexicas del tributo, y empezó a darse cuenta de las divisiones internas del imperio azteca, sobre todo después de que el cacique de Cempoala les ofreció apoyo a cambio de su alianza para liberarse del yugo mexica. Los españoles supieron aprovechar la mezcla de temor y odio, que profesaban los totonacas a las huestes de Moctezuma y a partir de entonces, además de constituirse en valiosos informantes, los nuevos aliados de Cortés le sirvieron como tamemes, como guías y como soldados, en el camino hacia el centro de México. De Cempoala se trasladaron a un lugar llamado Quiahuiztlan, donde surgió un nuevo brote de rebeldía de los partidarios de Velázquez, quienes ya se habían apoderado de un navío para escapar a Cuba; al ser descubiertos fueron severamente castigados por Cortés, quien ante el temor de que volvieran a repetirse actos de esta naturaleza, ordenó que los barcos fueran barrenados y desmantelados, a fin de evitar cualquier intento de escapatoria; sólo conservó la nao capitana y dos pequeños bergantines, con el propósito de mantener la comunicación ya no con Velázquez, sino con el monarca español. Después de esta drástica acción, que marcaba un punto de retorno para su expedición, Cortés busco respaldo real para la autoridad que le había sido otorgada por el cabildo de la Villa Rica de la Veracruz, mediante una carta de relación enviada al monarca español, Carlos I, donde solicitaba el nombramiento oficial de Capitán General y Justicia Mayor de las tierras por conquistar. Ésta que habría de ser la primera de una serie de cartas dirigidas por Cortés a la Corona española durante su permanencia en tierras mexicanas, iba acompañada por dos escritos, uno del cabildo y otro de los miembros del ejército, en los que estas dos instituciones decían respaldar la autoridad de su capitán. Los portadores de estas cartas fueron Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo; quienes partieron a la península ibérica en la nave capitana llevando además al rey “el quinto” (la quinta parte) de los ricos obsequios recibidos de los grupos indígenas encontrados durante su trayecto con el propósito de demostrar ante el monarca el deseo de actuar bajo su autoridad, y justificar además su empresa, altamente productiva, que Cortés estaba por llevar a cabo. 14 Así, según palabras de Bernal Díaz, “estaba echada la suerte de la buena o mala aventura”, y los españoles emprendieron la expedición al interior de México el 16 de agosto de 1519, acompañados por los totonacos de Cempoala que se habían ofrecido a guiarlos hacia el centro de México y apoyarlos en la lucha contra el imperio azteca. La ruta aconsejada por los guías era la de cruzar la cadena montañosa oriental, a través de sitios ubicados entre dos grandes cumbres, el cofre de perote (Nauhcampatépel) y el pico de Orizaba (Citlatépetl), y más adelante pasar por Tlaxcala región independiente cuyos habitantes, acérrimos enemigos de los aztecas, podían constituirse en aliados de la expedición. Así, en cuatro jornadas pasaron primero por Xalpa y luego por Xicochimalco, en las estribaciones de la serranía, cuyo paso les resulto muy dificultoso, debido principalmente al constante clima, pues de la tierra caliente costeña ascendieron a más de tres mil metros de altura, en una zona de brumas e intenso frió. Después se desviaron hacia el norte para acercarse a sitios en donde hubiera agua, e internarse luego al señorío tlaxcalteca. Este pueblo aguerrido, celoso de su independencia frente al pueblo azteca, había sido confinado, por los continuos ataques de la Triple Alianza, aun territorio de tierras pobres carentes de sal necesaria para su alimentación y del algodón para su vestido. El señorío de Tlaxcala estaba dividido políticamente en cuatro cabeceras: Tepeticpac, Tizatlán, Ocotelulco y Quiahuiztlan, cuyos señores regían el Estado asesorados por un grupo de ancianos integrantes del senado tlaxcalteca. Antes de internarse en territorio de este señorío, Cortés envió mensajeros expresando su intención de entrar a él pacíficamente; en Tlaxcala esto se sometió a discusión, pues había opiniones encontradas; el señorío de Ocotelulco que por tratarse de los Teules (nombre dado por los aztecas a los españoles) enviados por Quetzalcóatl, debían dejarlos entrar en paz; pero Xicoténcatl, señor de Tizatlán, dudaba que los españoles fueran dioses y sí, como suponía, eran mortales que venían a hacerles daño, debían defenderse de ellos y combatirlos. Así en Tlaxcala encontraron los españoles la resistencia más fuerte desde que pisaron tierras mesoamericanas y tuvieron que enfrentar ahí muchas batallas, en donde quizá por primera vez se hizo evidente la disparidad en la tecnología armamentista de ambas culturas, por razones de tal desigualdad vencieron los españoles y los jefes tlaxcaltecas tras su derrota, decidieron someterse, siendo el propio Xicoténcatl quien se presentó ante Cortés a ofrecer la paz de parte del senado y pedirle fueran aliados. Esta fue la segunda y más importante alianza lograda por la expedición de Cortés, en el marco de la situación de deterioro interno que presentaba el imperio azteca, situación que tan bien supo capitalizar el capitán español. Después de lograr la alianza con los de Tlaxcala, en el mes de octubre los españoles marcharon a Cholula, ciudad de gran relevancia no sólo por su trayectoria en la evolución histórica de los pueblos nahuas, sino por ser importante centro político y religioso muy poblado. Cholula es un gobierno con un señorío independiente con un gobierno regido por varios señores; pero, a diferencia de Tlaxcala, mantenía buenas relaciones con el imperio de Moctezuma en una especie de alianza militar, y quizá por esta razón los de Cholula eran enemigos de los tlaxcaltecas. Una vez en Cholula, los españoles fueron recibidos por una comitiva de sacerdotes que les ofrecieron comida y alojamiento; sin embargo Cortés, que había sido prevenido sobre una supuesta emboscada ahí preparada en su contra por encargo del soberano de Tenochtitlán, creyó observar preparativos que confirmaban aquellos informes y esto basto para que, sin comprobar aquellas sospechas, Cortés y sus aliados atacaron por sorpresa y realizaron una terrible matanza (las fuentes hablan de entre cuatro y 15 cinco mil cholultecas muertos), al tiempo que se arrasaba la ciudad, una de las más ricas y florecientes del México antiguo. Este hecho que la historia registra como “la matanza de Cholula”, tuvo efectos inmediatos favorables para los intereses de Cortés y sus aliados, pues causo gran impacto entre los habitantes de los pueblos vecinos, ya que después de aquella acción ninguno de ellos se atrevió a interponérseles en el camino. Sin embargo la matanza de Cholula cuya justificación jamás fue comprobada, constituyó una de las acciones más censuradas en el desarrollo de la conquista de México, no sólo por los enemigos de Cortés que la usaron en su contra en un juicio, al que fue sometido en 1519, sino por quienes, como Fray Bartolomé de las Casas, hicieron más tarde severas criticas contra aquellos conquistadores, cuyas atrocidades provocaron la destrucción de los pueblos de América. Con los mensajeros de Moctezuma, que habían sido testigos de la matanza de Cholula, Cortés mando decir al soberano de Tenochtitlán que estaba muy molesto pues a pesar de sus ofertas de paz y amistad, lo había engañado al prepárale una emboscada, por lo tanto, le anunciaba que habría de entrar a México con guerra, haciéndole todo el daño que pudiera como enemigo. En respuesta, Moctezuma envió una nueva embajada de obsequios, según dice Cortés en una de sus Cartas de Relación, “diez platos de oro y mucha provisión de gallinas (guajolotes) y pan y cacao, que es cierto brebaje que ellos beben”, además insistía Moctezuma e conminar a los españoles a no entrar a la ciudad. Pero de nuevo aquellos obsequios era sólo para Cortés una muestra de las enormes riquezas que le aguardaban en México. El primero de noviembre los españoles y sus aliados partieron de Cholula, escogiendo el camino más corto, aunque también el más difícil, entre los dos volcanes, el Popocatépetl y el Iztacíhuatl, sendero que luego se llamaría “paso de Cortés”, al descender pudieron presenciar, según relata Cortés, el maravilloso espectáculo que presentaba el Valle de México, con su región lacustre, y sus populosas ciudades pintadas de vivos y relucientes colores. En el camino, los españoles recibieron una nueva embajada de Moctezuma pidiendo a Cortés que se fuera y enviándole dos banderas como regalo, una de lamina de oro y otra de plumas de quetzal; aquellas banderas simbolizaban para los aztecas el sacrificio humano, pero los españoles, sin entender el mensaje oculto, desoyeron la advertencia y apresuraron la marcha hacia Tenochtitlán, pasando por los pueblos de Amecameca, Tlalmanalco, Chalco, Tulyeualco, e Ixtapalapa. EL ENCUENTRO La entrada a Tenochtitlán tuvo lugar el 8 de noviembre de 1519; fueron inútiles los desesperados intentos de Moctezuma por convencer a los españoles de regresarse; en repetidas ocasiones les advirtió sobre los peligros que afrontaban, y les informo falsamente sobre la pobreza de México, llamándola “tierra estéril y sin mantenimientos”. Pero independientemente de los fallido de aquellos intentos, lo interesante es que parecen contradecir la imagen de fanático religioso que la historia tradicional atribuye al soberano mexica, pues de haber considerado a los españoles como dioses o tules enviados por Quetzalcóatl, no tenían razón de ser las amenazas y el engaño sobre la ciudad. Además, no se debe olvidar que los mexicas se preciaban de ser los legítimos sucesores de los toltecas y nunca hubieran aceptado considerarse usurpadores del trono de Quetzalcóatl, a quien 16 rendían culto como una de sus deidades más importantes, en todo caso, “la idea es sugerida en parte por los españoles, y es imposible afirmar con certeza que Moctezuma haya creído en ella”. Como esta existen varias ambigüedades en la narración de la Conquista de México -hechas obviamente por el vencedor- sobre el comportamiento, aparentemente pusilánime, de Moctezuma, cuando más bien se trata de un soberano con carácter autoritario, que había impuesto una drástica reforma provocando serias fisuras en la estructura sociopolítica interna. Las fuentes históricas más frecuentes consultadas sobre la conquista fueron escritas por los vencedores, principalmente: Bernal Díaz del Castillo, Francisco López Gómara, y Sahagún; aunque éste último pudiera considerarse aparte, de ser cierto que actuaba como portavoz de los vencidos, pues dice escribir su historia, “en tiempos en que eran vivos los que se hallaron en la misma conquista…..los que fueron conquistados supieron y dieron relación de muchas cosas que pasaron entre ellos durante la guerra, las cuales ignoran los que los conquistaron”. De acuerdo con lo que expresa Sahagún, sus informantes indígenas le relatan la profunda postración y las angustias de Moctezuma al enterarse de la llegada de los españoles, que parecía confirmar los presagios funestos, ocho en total, que se presentan ante los mexicas desde 10 años antes; eran sucesos extraños ocurridos sin aparente explicación: caía fuego del cielo, el agua hervía de manera espontánea, por la noche se escuchaban los gritos de una mujer que clamaba por sus hijos y otras cosas más, pero el más significativo de los presagios fue el séptimo. Uno de los pescadores recogió un pájaro semejante a una grulla que tenía en la cabeza algo parecida a un espejo, como si el sol “estuviera perforado en su medianía” (¿un eclipse?): en una segunda observación a la cabeza del pájaro, el soberano mexica vio “allá en lontananza como si algunas personas vinieran de prisa, bien estiradas, dando empellones. Se hacían la guerra unos a otros, y los traían a cuestas unos como venados. Aquella visión del futuro, tan claramente especificado sobre los españoles y sus caballos, resultó muy cómoda a los cronistas de la conquista para explicar la paz y resignación de Moctezuma frente a lo inevitable, pero también para justificar los actos de Cortés, respaldados así por designios naturales. El encuentro de Cortés y el soberano azteca ocurrió cerca del Templo Mayor, en un lugar situado en la actual calle de Pino Suárez, a un costado del hospital de Jesús (donde se conserva la urna con los restos de Hernán Cortés). Las narraciones sobre este encuentro, crucial en la historia de México, describe de manera vital en encuentro entre las dos culturas, el atuendo de cada comitiva, los rasgos físicos de Cortés y Moctezuma, y las dos distintas versiones del ritual diplomático: describen el encuentro de aquellos dos hombres y los discursos que se intercambiaron; el del tlatoani mexica aparece prácticamente como un acto de sumisión ante el propio Quetzalcóatl: “Aquí has venido a sentarte en tu solio, en tu trono….por tiempo breve te lo reservaron, te lo conservaron, los que ya fueron, tus substitutos…. Llega a la tierra, ven y descansa; toma posesión de tus casas reales; da refrigerio a tu cuerpo. ¡Llegad a vuestra tierra, señores nuestros! Cortés responde a Moctezuma diciéndole que el y sus hombres le tienen gran cariño, por lo que no debe abrigar temor, y le promete además que “de nadie recibirá daño”. Los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, y después de recorrer la ciudad y maravillarse de su grandeza, descubrieron, en el edificio que le servia de aposento, la 17 existencia de un tesoro consistente en objetos de oro, de pluma, mantas de algodón, objetos de cobre y cerámica, pero en aquellos momentos no consideraban prudente apropiarse de aquel tesoro. Una semana después de su llegada, Cortés tomo una drástica decisión, preocupado el mismo, preocupado el mismo, pero además presionado por sus hombres, lleno de temor por encontrarse a merced de la aguerrida población mexica, que en cualquier momento podía atacarlos y ofrecerlos a Huichilobos, con el pretexto de haber recibido noticia de Veracruz acerca de la muerte, a manos de un cacique al servicio de Moctezuma, de unos españoles miembros de su expedición, aprehende a éste, obligándole a llamar al cacique, y presenciar como era quemado vivo en castigo a su acción. El gobernante mexica fue conducido de su propio palacio al edificio a donde se había albergado a los españoles, por lo que era un autentico prisionero, quien además se le habían puesto grilletes en los pies. La prisión del tlatoani no pasó desapercibida para el pueblo de Tenochtitlán, ni para muchos de los guerreros encargados de defenderlos, por lo que no cumplía del todo el propósito de Cortés de sentirse protegido al retener a Moctezuma, ya que los mexicas mostraban claramente su descontento y planeaban un ataque para liberar a su señor y acabar con los invasores, a quienes ya no veían con temor, sino con gran odio y desprecio. Por ello a fin de prevenir un ataque sorpresivo, Cortés ordenó a los suyos la construcción de dos embarcaciones que le permitieran evacuar la ciudad, además de pedir a su ejercito realizar algunas maniobras frente a los mexicas con el fin de amedrentarlos, y para mantenerla adhesión tanto de sus aliados de Cempoala y Tlaxcala, como de algunos poblados de la región. También aprovecho el tiempo para enviar a algunos de sus capitanes a explorar las minas y yacimientos de metales preciosos, aun en territorios muy distantes. En Tenochtitlán la situación era cada vez más tensa en contra de los españoles, cuando ocurrió un suceso que la hizo aún más grave. En abril de 1520, Cortés recibió las noticias de una expedición llegada a Veracruz enviada por Diego Velásquez, al mando de Pánfilo de Narváez, encargado de aprehender al conquistador, despojarlo del mando y gobernar las tierras mexicanas en nombre del gobierno de Cuba. De inmediato Cortés se decidió a ir personalmente a combatir personalmente a Narváez, llevando parte de su ejército y algunos aliados, mientras dejaba el control de la ciudad en manos de Pedro de Alvarado. En la acción armada contra el enviado de Velázquez, Cortés resulto triunfador e incluso adquirió mayor fuerza al integrar a sus tropas al derrotado ejercito de Narváez, pero después de logrado aquel nuevo triunfo, recibió alarmantes noticias de Tenochtitlán; Pedro de Alvarado había cometido un sangriento acto de represión al dar muerte a hombres, mujeres y niños que celebraban un ritual religioso en el recinto del Templo mayor; con esta acción injustificable, cometida quizá por el temor de ver congregada a la multitud, Alvarado provocó que la ira del pueblo alcanzara proporciones de levantamiento popular en contra de los españoles. Es posible que el violento y sorpresivo ataque contra la población, mientras rendían culto a sus dioses como parte de las ancestrales costumbres, fuera para los mexicas la confirmación definitiva del carácter humano. Y no divino, de sus invasores; la rebelión estallo y durante varios días el pueblo ataco la casa en donde estaban los españoles, los privaron de agua y víveres y dieron muerte a varios soldados. Al regresar Cortés a México, el 25 de junio, encontró un ambiente muy distinto al de aquella primera ocasión en que hiciera su entrada a la ciudad; nadie salio a recibirlo y los ataques continuaron a pesar de su presencia. Ante la imposibilidad de aplacar la rebelión, Cortés exigió a Moctezuma que calmara a la población, 18 pero ésta ya no reconocía la autoridad de su Tlatoani y se negó a obedecerlo, porque además había encontrado en la persona de Cuitláhuac un nuevo líder que los guiara. Obligado por Cortés, Moctezuma salió a la azotea del palacio de Axayácatl, en un intento por apaciguar a sus súbditos, pero una piedra lanzada contra los españoles le hirió gravemente y murió días después, según Cortés y Bernal Díaz a consecuencia de la herida, y según fuentes indígenas, asesinado por los mismos conquistadores para quienes ya no era útil. La muerte de Moctezuma no detuvo la guerra, por el contrario, continuó con mayor fuerza ahora bajo la dirección de Cuitláhuac como nuevo Tlatoani, y obligó a Cortés a ordenar la retirada de la ciudad, la noche del primero de julio de 1520, después de que los españoles cargaron tamemes con el tesoro sustraído del palacio de Axayácatl. Este momento quedo registrado en la historia como la “Noche Triste”, debido a las innumerables perdidas de los conquistadores y sus aliados, pues en su huida el ejercito de Cortés fue atacado a lo largo de la calzada de Tlacopan, al intentar atravesar sus canales con los puentes cortados, en el asalto, cientos de españoles y miles de sus aliados indígenas fueron muertos o hechos prisioneros para ser ofrecidos en sacrificio; se perdió toda la artillería, buena parte del tesoro y 45 caballos. Los sobrevivientes, con grandes esfuerzos y continuamente acosados por el enfurecido pueblo mexica, lograron llegar a tierra firme y se detuvieron por breves momentos en Popotla, al pie de frondoso ahuahuete, donde se dice que Cortés lloro de desesperación ante la terrible derrota. Los españoles y sus aliados se dirigieron luego a Tlaxcala y al llegar a Otumba tuvieron un nuevo encuentro con tropas mexicas, a las que lograron derrotar; varios días después, el 11 de julio, llegaron a la cabecera del señorío tlaxcalteca donde pudieron descansar y reponerse de sus heridas, pues los mexicas no se atrevieron a entrar a ese territorio, temerosos quizás de provocar una insurrección de sus tradicionales enemigos. Los españoles permanecieron en Tlaxcala 20 días y durante este tiempo Cortés, que durante su estancia en Tenochtitlán tuvo la oportunidad de estudiar su configuración urbana y sus puntos estratégicos, se dedico a elaborar nuevos planes para lograr la conquista definitiva de la ciudad a la que propuso sitiar por agua y tierra. El plan táctico de Cortés comprendía misión diplomática y acciones militares a desarrollarse en cinco fases: la primera fue una campaña bélica en contra de los poblados cercanos (en el actual estado de puebla) a los que saqueó, tomo como esclavos a los habitantes, herrándoles en la cara con una G como cautivos de guerra, esta acción atemorizo a otros pueblos que no tuvieron más remedio que rendirse o aliarse a los conquistadores. En la segunda fase, Cortés dio la orden de construir 13 bergantines destinados a atacar por agua a Tenochtitlán, y emprendió de nuevo el camino al valle de México; pasó con sus tropas por los volcanes, y el 31 de diciembre llegó a Texcoco donde tras realizar un devastador saqueo, tomó el poblado como cuartel y aceleró la construcción de las embarcaciones. Las tres últimas fases estaban destinadas a destruir las poblaciones ribereñas de la Triple Alianza, y cuando creyó vencida la resistencia exterior, pues sitio a Tenochtitlán. Los habitantes de la ciudad se dispusieron a defenderla, a pesar de haberlos atacado una nueva desgracia, pues en los días posteriores a la huida de los españoles, los tenochas fueron victimas de una epidemia de viruela propagada por un negro esclavo que llegó con la gente de Narváez; una de las victimas fue Cuitláhuac, caudillo de la resistencia contra los españoles y sucesor de Moctezuma. A su muerte fue electo tlatoani un hombre joven llamado 19 Cuauhtémoc, hijo de Ahuízotl, que había sido gobernador de Tlatelolco; su ascenso al poder tuvo lugar en condiciones por demás críticas, pues los mexicas tenían conocimiento de los preparativos de Cortés para un nuevo ataque a la ciudad. El sitio de Tenochtitlán comenzó el 30 de mayo de 1521, y Cortés dispuso para atacarla con 650 soldados de infantería, 194 mosquetones y ballesteros, 84 jinetes y muchos miles de aliados indígenas, organizó el ejercito en tres columnas terrestres, bajo el mano de Pedro de Alvarado, Cristóbal de Olid y Gonzalo de Sandoval, que penetraron por tres calzadas principales de la ciudad, mientras Cortés dirigió la flota de bergantines, que además de servir de apoyo a las tropas, se encargo de combatir a la defensa naval mexicana. A pesar de la desventaja frente a los españoles, dada la desigualdad tecnológica, en varias ocasiones los mexicanos pusieron a los conquistadores en serias dificultades; el 16 de julio después de un prologado ataque por tierra y agua, los españoles lograron entrar en la ciudad, pero ahí los defensores los rechazaron; Cortés fue herido en una pierna y estuvo a punto de morir al ser capturado junto con 15 soldados, pero fue puesto a salvo por la oportuna intervención de algunos de sus capitanes; los españoles se vieron obligados a retirarse ante la furiosa intervención de los guerreros mexicas que, tras esta victoria, recuperaron gran parte de la ciudad y reconstruyeron las fortificaciones. Durante las tres semanas siguientes, Cortés se mantuvo a la defensiva, para tomar nuevos bríos; entonces de dispuso a arrasar la ciudad, derribando los edificios para rellenar los canales con sus escombros y asegurar un terreno favorable para el estilo de guerrear de los españoles. De esta manera Cortés logró penetrar hasta el recinto del Templo Mayor, arrasando templos y palacios, al tiempo que sus soldados recogían todo el botín posible, diezmando a la población indígena que trataba de impedirles el paso al recinto sagrado. De ahí en adelante la lucha se torno a favor de los españoles y en varias ocasiones Cortés exhorto a los indígenas a rendirse, pero siempre obtuvo la misma respuesta negativa, a pesar de todos los sufrimientos que padecía la población sin alimentos ni posibilidad de curar a sus heridos o enterrar a sus muertos. El 13 de agosto -una serpiente del año tres casa, según el calendario indígena-, después de 75 días de sitio, el capitán de uno de los bergantines capturo a Cuauhtémoc, quien fue conducido ante Cortés. En una de sus cartas de relación el propio conquistador dejó descrita la escena y las palabras de rendición del último tlatoani azteca. Traducidas por Marina: “que ya el había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos….que ahora hiciese de él lo que más quisiera; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diese puñaladas y lo matase. Y yo lo anime, y le dije que no tuviese temor ninguno; y así, presto este señor, luego en ese punto cesó la guerra”. La conquista de México se había consumado; bañada en sangre y destruidos los edificios, la otrora esplendorosa ciudad de México-Tenochtitlán, ahora en ruinas empezaba una nueva fase de su historia, ahora como capital de la Nueva España, al tiempo que, con sus propios escombros, se esculpía sobre ella una nueva fisonomía, y se enseñorea sobre el horizonte un nuevo sol, una nueva edad. 20 CAPÍTULO III.- LOS PRIMEROS GOBIERNOS DE LA NUEVA ESPAÑA LOS OFICIALES REALES De manera natural Cortés era considerado como la suprema autoridad; pero en España desconfiaban que de que esa autoridad creciese ilimitadamente, y por intrigas de sus enemigos, enviaron personas que debían quitarle el poder y juzgarlo por los cargos que le hacían. Primero vino con nombramiento de gobernador, Cristóbal de Tapia; pero las hábiles maniobras de Cortés y de sus leales hicieron que abandonara la Nueva España. Para contrarrestar los ataques y malos informes de Diego Velázquez y demás enemigos, mando Cortés mensajeros al Emperador de España con un riquísimo presente. Consiguió detener, por lo pronto la maniobra de sus adversarios y obtuvo el título de Capitán y Gobernador General de la Nueva España. Pero volvieron los ataques y las intrigas la metrópoli, y enviaron sucesivamente a Luis Ponce de León y Marcos de Aguilar que murieron sin llegar a desempeñar sus puestos. Pero en cambio Alonso de Estrada si lo hizo y muy perniciosamente, pues ejerció su poder sobre indios y españoles de una manera despótica y en su personal provecho. En tiempo de Estrada el capitán Diego de Mazariegos emprendió la conquista de Chiapas y fundó la ciudad que hoy se llama San Cristóbal de las Casas. LA PRIMERA AUDIENCIA Ante el fracaso de los oficiales reales, se dispuso que el gobierno de la Nueva España pasara a una audiencia compuesta por cuatro oidores y un presidente que lo fue Nuño de Guzmán, gobernador de Pánuco, quien se hacía llamar “el muy magnífico”. Se inició el gobierno de esta audiencia el año de 1529, con funciones judiciales y ejecutivas, pero sus componentes lo hicieron peor que los oficiales, pues abusaron del poder trastornando el país, de manera que se decidió cambiar la audiencia, como forma de gobierno por el virreinato. LA SEGUNDA AUDIENCIA Mientras se hacían todos los preparativos para que viniera el primer virrey, se nombro una segunda audiencia formada por Sebastián Ramírez de Fuenleal, Vasco de Quiroga, Juan de Salieron, Alonso Maldonado y Francisco de Ceinos, varones todos de acrisolada honradez y capacidad que mucho bien hicieron a la naciente colonia. Bajo su gestión se hizo transitable el camino de Veracruz a México, fundado en 1531, como ciudad inmediata, Puebla de los Ángeles, se hicieron las primeras carretas de transporte, se trajeron de España ganado, redes, bestias de carga y la imprenta; se fundó la Escuela de Tlatelolco para los indios; finalmente se reanudaron las conquistas que durante la Primera Audiencia se habían quedado paralizadas y aun habían perdido terreno. CONQUISTA DEL OCCIDENTE DE MÉXICO Beltrán Nuño de Guzmán, para huir de México por el juicio y los castigos que le esperaban, después de que ceso su gobierno de la Primera Audiencia, organizó una expedición al occidente de México, con lo que esperaba satisfacer su ambición de riqueza y fama con que eclipsar las empresas de Cortés. Con trescientos españoles y más de siete mil indios, entre los que había mexicanos y tlaxcaltecas, salio de México en diciembre de 1529 con rumbo a Michoacán. 21 Ya sabemos cómo Zinsicha (rey de los tarascos a quienes los mexicanos llamaban Caltzontzin, “señor que lleva sandalias”), había ofrecido desde 1521 su alianza a Cortés de manera pacifica. A Nuño de Guzmán lo recibió en paz y le dio los indios que pedía para su ejército, así como mujeres y ochocientos tejos de oro y mil de plata; pero Nuño de Guzmán no se conformó y aplicó dos veces el tormento de fuego al rey y a sus nobles para que entregaran más. Siempre insatisfecho hizo que lo arrastrara un caballo y finalmente lo quemó vivo. La misma inhumana e injusta crueldad la siguió en todos los pueblos donde pasó, exigiendo oro y más oro, atormentando a los caciques y esclavizando a hombres y mujeres que unía a su ejército después de herrarlos y atarlos en colleras para que sirvieran como bestias de carga y de servicio. Así fueron aquellos principios de aquella expedición que no era propiamente de conquista, puesto que los indios se entregaban casi siempre en paz, sino de aventura rapiña y crueldad. Entraron los españoles al actual Estado de Jalisco por el rumbo de La Barca, y volvieron a la población de Cuitzeo que tomaron después de un combate efectuando en Tolotlán. Luego Cristóbal de Oñate y Pedro Ramírez Chirino exploraron las cercanías del Lago de Chapala. Reunidos con Guzmán fueron a Pincitlán donde muy cristianamente bautizaron al cacique, y luego lo apedrearon y aun incendiaron el pueblo por no hallar el oro que deseaban. De allí siguieron a la región de Tonalá donde varios pueblos se agrupaban formando la Confederación Chimalhuacana bajo el mando de una mujer. De acuerdo con los caciques y ella recibieron en paz a los blancos, aunque unos cuantos indios resistieron. ZACATECAS.- De allí paso el ejército a la región sur de Zacatecas dominando cuantos pueblos hallaban a su paso. En Nochistlán los indios presentaron cierta oposición; pero en general preferían abandonar los pueblos por temor a las crueldades a que les sometían si no entregaban el oro, las vituallas y los “tamemes” que les exigían. TEPIC.- La expedición entró a Tepic y exploró la costa del Pacífico. Tuvo varias escaramuzas con los indios, la principal de las cuales fue la batalla efectuada en Cilán. Cuando los españoles encontraban pueblos abandonados los incendiaban; donde los recibían en paz y les daban lo que pedían también los quemaban como hicieron con Aztatlán. Y, como si no fueran suficientes sus calamidades las que ocasionaban los españoles, también difundieron el azote de la viruela, epidemia que causó a los indios gran mortalidad y espanto. Claro que también los españoles y los indios del ejército sufrieron mucho por la inclemencia del clima, la falta de ropa, las epidemias y el hambre. En Aztatlán una inundación los dejó copados y tuvieron que comer sapos y otras alimañas. SINALOA.- Cuando nada detenía el empeño de Nuño de Guzmán llegó a Sinaloa buscando siempre el país de las amazonas cuando sólo encontraba pequeños poblados de mujeres. Los soldados fatigados de tanto caminar por lugares desérticos y montañosos, querían regresar. Implacable Nuño castigó con la horca al principal instigador. 22 Nada lo detenía y cuando cayó enfermo se hizo conducir en camilla. Llego a San Miguel de Navito donde le recibieron con fiestas y se le entrego en señal de paz, el cacique de Culiacán, fundándose la ciudad de San Miguel de Culiacán el 29 de septiembre de 1531. Regresó a Tepic (pasando por Chiametla) y estableció allí su cuartel de operaciones, desde el cual organizó expediciones para fundar la ciudades de Santiago de Galicia de Compostela, la que hoy se llama Presidio en Sinaloa, y la de Purificación. SONORA.-Muy importante fue la expedición que comandó el capitán Diego de Guzmán. Partió en julio de 1533, de Culiacán, y llegó a Sonora, más allá de los ríos mayo y yaqui; por cierto que admiró a los españoles el valor de los indios porque pelearon muy valerosamente. GUADALAJARA.- Cristóbal de Oñate había fundado una ciudad que su hermano Juan de Oñate cambió de lugar llevándola a Nochistán con el nombre de Guadalajara, en recuerdo del lugar de España en que nació Nuño de Guzmán. Pero a éste le pareció que el nuevo sitio no era apropiado y ordenó su traslación y toda vía hubo de cambiarse una vez más por el ataque que sufrió de los indios. NUEVA GALICIA.- Nuño propuso que la región explorada por él desde el río Lerma hasta Sonora se llamara “Conquista del Espíritu Santo de la Nueva España”,; pero la corona ordenó que se llamara reino de la Nueva Galicia, con capital en Compostela, y con Guzmán de gobernador. Durante el periodo de la Primera Audiencia, Cortés había estado en España para contrarrestar la intrigas que había en su contra, y obtuvo el título de marqués del Valle de Oaxaca. A su regreso le molestó el nombramiento de gobernador dado a Nuño de Guzmán, y alego ante la corte, que esas tierras debían pertenecer al Reinado de la Nueva España, pues el las había explorado por medio de sus enviados. No se conformo con reclamar y mandó a Don Luis de Castilla como gobernador a quitar el poder a Nuño de Guzmán, cosa que no tolero el conquistador de occidente. CORTÉS VUELVE A LA ACCIÓN.- Las conquistas y las arrogancias de Nuño de Guzmán herían el orgullo de Hernán Cortés y entonces decidió opacarlo con hazañas ta n extraordinarias como ofrecer al rey de España conquistar “toda la especiería y otras islas”, es decir llegar hasta el Asía, pues sospechaba que las costas de de América podían estar unidas por el norte con las del continente asiático, duda geográfica que quería desentrañar. Para realizar tan exagerado proyecto fletó dos naves al mando de Diego Hurtado de Mendoza. Las embarcaciones salieron de Acapulco y descubrieron las islas Marías, pero una tuvo que volver y la otra naufrago frente a Sinaloa. La que regresaba fue capturada por Nuño de Guzmán. Otras dos naves envió Cortés en socorro de la primera expedición las que corrieron igual suerte, una se perdió y la otra, en que el piloto Florentino Jiménez asesino al capitán, fue a dar a Baja California, donde los indios acabaron con el rebelde y otros veinte españoles. Los restantes volvieron costeando Sonora y Sinaloa, hasta llegar a los dominios de Nuño de Guzmán que los apreso con todo y nave. Cortés fue a exigírsela, y con otras tres naves que había mandado por delante, marcho a explorar la costa del pacifico. Lego al punto en que esta hoy la Paz, en Baja California, y 23 luego por falta de víveres regresó dejando una pequeña población. Cruzo el Golfo de California al cual dejó el nombre de mar de Cortés, y volvió a México donde se le creía perdido. Sus proyectos quedaron muertos. La estrella del gran descubridor y conquistador se había opacado. FIN DE NUÑO DE GUZMÁN.- La conquista de la Nueva España es la máxima significación porque abrió a los descubrimientos el occidente de México. El recorrido de Nuño de Guzmán abarcó casi la tercera parte del país en siete años. Fundo ciudades y favoreció la colonización, pero su gloria quedo manchada por la crueldad con la que castigo a los pueblos indios. Tanto es así, que en los códices indígenas se marcó su paso con una culebra que amenazaba caer del cielo. De España enviaron a Diego Pérez de la Torre a juzgarlo y a encargarse de la gobernación de Nueva Galicia, Nuño de Guzmán fue hecho prisionero, y bajo fianza marchó a la Península donde murió en la miseria. EXPEDICIÓN DEL VIRREY MENDOZA. LAS SIETE CIUDADES.- Pánfilo de Narváez, aquel capitán derrotado por Cortés, emprendió la conquista de Florida. Tras él salió Alvar Núñez Cabeza de Vaca que sufrió tormentos y naufragios, en el último de los cuales los sobrevivientes se comieron primero los caballos y luego se devoraron entre sí. Apenas se salvaron Alvar Núñez, otros dos españoles y un negro llamado Estebanico que se salvó de ser comido por su color: Vestidos con cueros de venados que les regalaron los indios, anduvieron perdidos durante ocho años; desde la desembocadura del rió Mississipi, cruzaron Texas, Chihuahua, Sonora y Sinaloa es decir, atravesaron el continente desde el Golfo hasta el Pacífico por entre manadas de búfalos y tribus de indios. Con gran alegría se acercaron a la región dominada por Nuño de Guzmán pero lejos de recibir hospitalidad, sufrieron un mal trato y fueron enviados a México atados en collera. Sus relatos despertaron la imaginación de todos, pues hablaban de ciudades grandiosas que existían en territorios que cruzaron. Gobernaba ya entonces don Antonio de Mendoza, nombrado Primer Virrey de la nueva España, y decidió hacer por su cuenta la conquista de la fabulosa región de Cíbola y Quiviria donde tantos tesoros y maravillas podrían encontrarse según la relación de Cabeza de Vaca. Preparo una expedición pero no se logró que la condujera alguno de los náufragos, y el virrey sólo pudo contar con el negro Estebanico que compro para que sirviera de guía. El explorador fue el fraile Marcos de Niza, con otros frailes, el negro y los indios que iban a su servicio. Mando por delante al negro que llegó a la ciudad de Cíbola donde fue muerto. Poco después llegó el padre Niza y quedó maravillado. A su regreso dijo que aquella tierra era la mayor y mejor de todas las descubiertas, y que la población era “mayor que la ciudad de México”. Contó como había turquesas y pieles de vaca bien adobadas, así como muchos reinos y poblados más allá. Los fantásticos relatos sobre las Siete Ciudades avivaron la ambición de muchos, entre ellos Nuño de Guzmán, Alvarado, Hernando de Soto, (que había explorado el sureste de los Estados Unidos) y Hernán Cortés. Este último había mandado, antes del regreso de Fray marcos de Niza, tres navíos al mando de Francisco de Ulloa que busco inútilmente el paso de las Siete Ciudades. 24 Se apresuro el Virrey Mendoza nombrando a Francisco Vázquez de Coronado, gobernador de Nueva Galicia, como jefe de una magnifica expedición que debía marchar tierra adentro, mientras que otra, comandada por Hernando de Alarcón, debería ir por mar. Salió Vázquez de Coronado de la Ciudad de Culiacán en marzo de 1540. Cruzó Sinaloa, Sonora y Arizona hasta acercarse a la región en que nace el río Grande o Bravo, al norte de Nuevo México. Encontró la región de los “indios pueblo” con más de setenta ciudades, pero no de la importancia imaginada, y sobre todo, sin la riqueza calculada. Estaba Cibola formada por casas de paredes con dos y hasta tres pisos; Quiviria sólo tenía chozas de paja. Los habitantes se cubrían con pieles de sus toros “cíbolos” que han desaparecido en nuestros días. Coronado exploró territorios de Texas y Oklahoma hasta Kansas. Otra parte de las tropas de Coronado, bajo el mando de Melchor Díaz, exploro la boca del río Colorado y parte de California, los pueblos Arizona y el Gran Cañón del Colorado. La expedición marítima entró en botes por el río Colorado hasta donde se acerca el Gila sin que, naturalmente, pudiera llegar a reunirse con Coronado como era su propósito. Vázquez de Coronado y su gente regresaron de aquellas inmensas regiones desérticas, desengañados de Cíbola y Quiviria. Aunque durante su estancia ocuparon militarmente la región de los “indios pueblo”, no dejaron población española por lo que la colonización no avanzo de Culiacán. Pero si no aprovechó el viaje a las fabulosas siete ciudades ni ganaron territorios ni riquezas, por lo menos se conoció, esa enorme región, que mucho tiempo más tarde, por el año de 1692, fue conquistada definitivamente por Diego de Vargas. REBELIÓN EN LA NUEVA GALICIA Los indios de Nueva Galicia, aunque conquistados por la fuerza, no estaban sometidos del todo y en varias ocasiones se revelaron. Alentaba en ellos un deseo legítimo de recuperar sus tierras y su libertad, así como vengar la crueldad de Nuño de Guzmán y los abusos de los encomenderos. Así en 1538 hubo una insubordinación en que pereció el gobernador, y otra más grave en 1540. Aprovechando la salida de Vázquez de Coronado al norte, los indios se insurreccionaron en Nochistlán, Zacatecas. Los españoles fueron derrotados y se refugiaron en Guadalajara. Pidiendo refuerzos al Virrey, pero antes de que llegaran, arribo por mar Pedro de Alvarado que había ido al Perú; venía buscando el más deseado camino a la especería. Fue a Guadalajara a dar ayuda a los españoles, y aunque el gobernador Cristóbal de Oñate quería esperar los refuerzos de México, el arrojado capitán se comprometió a acabar con los indios. Marcho contra Nochistlán que estaba protegido con siete albarradas. Atacó dos veces con gran perdida de soldados, y por fin tuvo que huir perseguido por los indios. En la retirada un caballo rodó sobre él y de consecuencias de la caída murió. Los indios cayeron sobre Guadalajara y le pusieron un sitio de catorce días; gracias sólo al esfuerzo denodado de Cristóbal de Oñate pudieron romperlo los españoles. Buscaron un lugar más próspero y seguro para cambiar la ciudad de Guadalajara y la trasladaron, nuevamente al valle de Atajemacac en octubre de 1541. 25 MENDOZA ACABA CON LA REBELIÓN El furor de los indios era tan grande que no bastaron los refuerzos mandados por el Virrey Mendoza. El mismo tuvo que ponerse al frente de seiscientos españoles y veinte mil indios. Sometió a los pueblos que en su paso hallo en guerra, y herró como esclavos a los indios que apresó. Reunido con Oñate y sus hombres se dirigió a Nochistlán, hizo el requerimiento de paz, y como el cacique indio le contesto que él también lo requería para que abandonase sus tierras, el ejercito español atacó. Los indios no pudieron resistir la artillería y abandonaron el peñón de Nochistlán para refugiarse en el cerro del Mixtán: de allí escaparon a otro cerro y luego se dieron a la huida. El virrey, que en otras ocasiones siempre dio muestras de magnanimidad y cordura, esta vez sufrió la influencia de los hombres de Guzmán y castigo cruelmente a los indios pues los mando ahorcar, mutilar, lapidar y apedrear. A muchos los marco con el hierro y los hizo esclavos. Condujo cinco mil de ellos a México. A su paso por el valle de Guayangareo dio cima a la fundación de la ciudad de Valladolid de Michoacán, que aproximadamente tres siglos después, habría de llamarse Morelia. PROSIGUEN LAS CONQUISTAS LA CIUDAD DE ZACATECAS.- Cuando estuvo pacificado el reino de Nueva Galicia, salio de Guadalajara Juan de Tolosa a castigar a los indios cascanes y zacatecos, a quienes se suponía instigadores de la rebelión que puso en peligro la conquista de Occidente y también para buscar v aquellas minas de las que llegaban ciertas noticias. Con un corto acompañamiento llegó al pie del cerro de la Bufa el 8 de septiembre de 1546. En vez de castigar a los indios los atrajo con buenos tratos, y ellos correspondieron mostrándole ricas muestras de plata y los sitios de donde la obtenían. Tolosa en sociedad con Cristóbal de Oñate, Batazar, Treviño de Bañuelos y Diego de Ibarra, fundó el Real de minas de Zacatecas, donde descubrieron las vetas de San Bernardo, Albarrada y Pánuco. Tan rico resulto el mineral que dio, en solo un siglo para el quinto del rey, según algunos autores, veinte millones de pesos plata. EL CERRO DEL MERCADO Ginés Vázquez del Mercado, que salio de Guadalajara en busca de conquistas, hallo una mina pero la dejó porque tuvo noticias de un cerro de plata; fue a su encuentro y descubrió que era de hierro. Sin sospechar su valor, herido por el desencanto, las burlas de sus compañeros y los flechazos que recibió de unos indios al pasar por sombrerete, murió antes de volver a Guadalajara. LA NUEVA VIZCAYA. (Durango) Por orden del segundo virrey, don Luis de Velasco, salio una expedición de Zacatecas al mando de Francisco de Ibarra fundador de Zacatecas. Descubrió y pobló, entre otros varios sitios, los de Fresnillo, Sombrerete y Chalchihuites y Nieves y llegó hasta el río Nasas. Aquella nueva provincia que tenía ricos yacimientos de plata, fue segregada de la Nueva Galicia y recibió el nombre de Nueva Vizcaya. Su capital fue la ciudad de Durango, fundada en 1563 por Alonso Pacheco, enviado de Francisco de Ibarra que a su vez fue nombrado gobernador de aquel inmenso territorio en que estableció numerosos poblados y que se extendía por Durango, Chihuahua, Coahuila, Sonora, Parte de Sinaloa, San Luis Potosí y Nuevo León. 26 REAL MISIONES Y PRESIDIOS.- Como la principal mira de los españoles era la de explorar sitios con riquezas metalíferas, fundaron poblaciones en sitios faltos de agricultura, en plena serranía. Les daban el nombre de reales porque eran ocupados por soldados pobladores que decían servir al rey. Así aparecieron los reales de Taxco, Sultepec, Temaxcaltepec y Pachuca. En 1549 unos mineros de Zacatecas descubrieron la veta del cerro de la luz que había de dar lugar a la ciudad de Santa Fe de Guanajuato. La lejanía de las tierras descubiertas; y los asaltos que sufrían los convoyes que transportaban los productos mineros, hicieron necesario que se establecieran lugares fortificados para proteger las comunicaciones y el abastecimiento de los reales. Estos sitios intermedios se llamaron presidios, estaban guarnecidos por indios mansos y colonos que sembraban la tierra pero que estaban listos para combatir en cualquier asalto de indios. Algunos presidios llegaron a ser tan importantes como los de Chihuahua, Santa Bárbara y Topia. Para proteger el rumbo de Zacatecas, el Virrey Don Luis de Velasco ordenó la fundación de San Felipe (Torres Mochas) San Miguel (El Grande). Juntamente con los presidios se establecieron misiones para evangelizar y someter a los indios. Las misiones formaron verdaderos cordones a lo largo de rutas que cruzaban enormes territorios, y que fueron avanzadas de la colonización hasta llegar a la Alta California donde se fundaron San Diego, san Francisco, Los Ángeles, etc. LAS CALIFORNIAS.- Debemos citar, particularmente, a los jesuitas en la colonización de Sinaloa y las Californias. No menos de diecisiete viajes se habían hecho para conocer y conquistar la Península de California y poco se había conseguido. El portugués Sebastián Vizcaíno realizó dos viajes, uno por cada costado, pero no pudo sentar las bases para colonizar. Las exploraciones se abandonaron por mucho tiempo y hasta se volvió a creer que era una isla. Al jesuita Juan María Salvatierra se debe mucho de la colonización de Baja California. Lo mismo puede decirse de la Alta California en relación con el padre Eusebio Kino, quien paso por tierra de Sonora a California, confirmando que se trataba de tierras contiguas y no de una isla. LA CONQUISTA PACÍFICA.- Debemos Destacar que la entrada de los religiosos en tierras de tribus bárbaras fue una notable conquista pacífica, pues se aventuraban casi solos y sin otras armas que la piedad y el convencimiento. No sólo en el noroeste, sino en muchas partes del país, fueron pioneros de la civilización, y esto debe reconocerse del mismo modo que la explotación que hicieron de las conquistas los religiosos que vinieron tiempos después. CONQUISTA DE QUERÉTARO.- Mientras que por el Occidente progresaban notablemente las conquistas y fundaciones novo hispanas, por la región central del país parecían estacionadas. No fueron españoles sino indígenas quienes abrieron a la dominación las vastísimas regiones que estaban al norte de Tula (Estado de Hidalgo), y que habían permanecido desconocidas para los mismos aztecas. Desde los primeros años de la Colonia algunos caciques indios emprendieron la conquista del centro de la hoy República Mexicana habitada por chichimecas, otomíes y tarascos, en 27 parte fundando poblaciones tan importantes como Acámbaro (septiembre de 1526), San Juan del Río, Apaseo y Querétaro. Debemos recordar los nombres de don Nicolás de San Luis Montañés y don Fernando de Tapia indios cristianizados a quienes se debe esta conquista del centro. La toma de Querétaro, cuyo nombre de origen tarasco quiere decir, donde ésta la gran población, fue pintoresca, pues la batalla se libró, no con armas sino con “puñetazos, patadas y mordidas” como gallos. La leyenda dice que el sol se detuvo y que apareció una cruz lo mismo que el apóstol Santiago. La fundación de Querétaro no se realizó sino hasta 1555. Conín fue un cacique poderoso; trazó la ciudad de Querétaro, la pobló de españoles y civilizo la región. CONQUISTA DE YUCATÁN.- Yucatán, la primera tierra descubierta en nuestro territorio fue conquistada tardíamente. Uno de los capitanes de Cortés, don Francisco de Montejo conocido como “El Viejo”, celebro capitulaciones con el rey para hacer esta conquista; recibió el nombramiento de Adelantado y realizó una expedición que tomo algunos puntos en la península, pero que por varias dificultades no pudo retener y fracasó. Confió más tarde la tarea a su hijo, Francisco de Montejo “El Mozo”, quien desembarco en Champotón y estableció su base en Campeche, donde fundó la villa de este nombre, en 1541. De allí otro Francisco de Montejo llamado “El Sobrino”, quien avanzo conquistando pueblos hasta llegar a T-ho. Poca resistencia encontró a su paso y, en general, puede afirmarse que la conquista de Yucatán fue fácilmente hecha, pues los cacicazgos en que se encontraba dividida no tenían unidad y se encontraban en decadencia, según dijimos en el capítulo correspondiente a los mayas. Pero se destaca el caso del jefe Nachi-cocom que trato de formar una coalición y se opuso heroicamente a los hispanos, llegando a prestar una batalla campal en que resulto vencido. La ciudad de Mérida quedó fundada en el asiento de la antigua T-ho, el 6 de Enero de 1542, y prácticamente la conquista de la península quedó hecha. EL NUEVO REINO DE LEÓN.- Por el oriente también se extendió la conquista partiendo de Pánuco por donde llegó don Luis de Carvajal. Trajo capitulaciones del rey Felipe II que le facultaron para conquistar y gobernar una enorme región cuadrada de doscientas leguas por lado. Fundo una llamada ciudad de León, donde actualmente se halla Cerrabato. Dentro de su cuadrado se encontraba comprendido Saltillo. Esta población había sido fundada por el capitán Alberto del Canto, entre 1568 y 1578, con gente que saco de Nueva Vizcaya en un sitio bien regado por numerosos saltillos de agua. Don Luis de Carvajal llevó algunos colonos de El Saltillo para poblar la Villa de San Luis, en el ojo de agua de Santa Lucía, que luego fue Monterrey. Partiendo también de El Saltillo, fue al norte y fundó la población de Almacén, que después quedo abandonada y más tarde se convirtió en el actual Monclava. FIN DE DON LUIS DE CARVAJAL.- Carvajal había obtenido autorización para traer consigo cien pobladores que saco de la Península Ibérica, sin que demostraran que eran cristianos viejos, sin antepasados judíos, según exigían las leyes a todos los individuos que pasaban a las Indias. Los inmigrantes de Carvajal fueron sus parientes y protegidos portugueses que resultaron ser judíos, pues practicaban la ley de Moisés, esperaban al Mesías, descansaban los sábados y cumplían los demás ritos hebraicos. Carvajal fue acusado de judaizante; se le aprendió por órdenes del virrey en 1589 y se le entrego a la Inquisición. Sus compañeros renegaron de la religión judía y a el se le desterró de las Indias. 28 Años más tarde su sobrino el fundador del Nuevo Reino de León, llamado como él Luis de Carvajal, y apodado El Mozo, para distinguirlo, fue acusado también de judaizante; pero éste se mostró firme en su religión por lo cual fue muerto a garrote vil y su cuerpo quemado; lo mismo sufrieron una hermana suya y otros parientes. Estos procesos de los Carvajales fueron los más notables realizados por la Inquisición y revelan todo el rigorismo de a quel tribunal. FRANCISCO DE URDIÑOLA.- El nombre de Francisco de Urdiñola fue tomado por la leyenda y deformado en muchos aspectos. Se le hizo participe de un terrible drama familiar, y aun se dice que hubo dos Urdiñolas. Francisco de Urdiñola fue comandante de las fuerzas españolas en Mazapil, donde sofocó algunos levantamientos. Llevo a la villa de Saltillo, poblada por españoles, un conjunto de indios de Tlaxcala que fundaron un pueblo llamado San Esteban de Nuevo Tlaxcala el 3 de septiembre de 1591. Muy importante es destacar la colaboración de los tlaxcaltecas en la colonización de Coahuila, San Luis y Texas, pues sirvieran como puente de unión entre los llamados chichimecas y los españoles. MONTERREY Don Diego de Montemayor, con vecinos del Saltillo, volvió a ocupar la antigua villa de San Luis, en el ojo de agua de Santa Lucia el 20 de septiembre de 1596, con lo cual quedó definitivamente establecida la ciudad de Monterrey. LAS FILIPINAS La pujanza colonizadora de la Nueva España rebasó los límites del territorio y llegó hasta el Asía. Desde tiempos del virrey don Antonio de Mendoza, se dispuso que fuera una expedición al mando de Ruy López de Villalobos a la Islas Luzón, que cambiaron su nombre por filipinas, en honor del que había de ser su rey Felipe II. La expedición fue atacada por portugueses que no querían competencia en aquel rumbo. EL TORNAVIAJE Como el conquistador de Manila había sido un experimentado navegante y cosmógrafo que se había convertido en fraile agustino, el padre Andrés de Urdaneta; a él le tocó dirigir el tornaviaje, o sea la vuelta a América por el Pacífico, gran hazaña que vino a inaugurar el transito de una ruta comercial de gran importancia, la de Filipinas a Nueva España. En efecto, todos los ricos productos de Oriente, sedas, telas, ámbar, porcelana, marfiles, especias, perlas y piedras preciosas, objetos de bronce y oro, etc., fueron traídos en embarcaciones llamadas naos o galeones que venían tres veces al año de Manila. Llegaban al puerto de Acapulco, de la Nueva España y se distribuían todas sus mercancías, mandándolas inclusive a Europa, por lo que este comercio fue de máxima importancia. NUEVA SANTANDER (Tamaulipas) Cuando ya casi todo el territorio estaba conquistado, desde las Californias a Yucatán, aún permanecía sin conquistar la región de Tamaulipas. Ni Francisco de Garay, ni Cortés, ni Nuño de Guzmán, habían podido extender la conquista del Pánuco. Tampoco lo hizo Francisco de Carvajal el Viejo, a pesar de que su conquista de Nuevo León partió de ese punto. Lejos de aprovechar la colonización, todos los intentos citados habían fortalecido la 29 resistencia y el rencor de los indígenas, por los muchos abusos que sufrieron principalmente por un sistema de “congregas”, que consistían en esclavizar a los indios para hacerlos trabajar sin darles de comer, pues ellos tenían que ir al monte en busca de sus alimentos mientras que las mujeres y los niños quedaban como rehenes. Por eso los indios que eran libres eran belicosos y agresivos; bajaban hasta Monterrey y Querétaro a destruir y matar. Así a pesar de la tregua lograda por una suspensión temporal de las “congregas”. Tamaulipas permaneció aislado hasta la primera mitad del siglo XVIII en que se encomendó a don José de Escandón la conquista de la Sierra Gorda. Era Escandón un prestigiado militar con servicios en Yucatán y Celaya, lugar éste último en que aplacó una rebelión indígena. Honrado con el título de conde de la Sierra Gorda, y después de haber hecho una inteligente inspección de la zona. Escandón planeó fundar varios pueblos. A fines de 1748 con setecientos cincuenta soldados y dos mil quinientas familias de colonizadores, partió de Querétaro pasando por San Luis y Tula. Usando no la fuerza, sino la inteligencia y de una magnifica organización, fundó las siguientes poblaciones: Palmillas, Llera, Güemes, Santander, Camargo. Laredo, Reynosa, San Fernando, Altamira y Horcaditas. Después de su primera expedición realizó otra el conde de la Sierra Gorda aumentando sus fundaciones en la prospera colonia de Nuevo Santander. Como balance de tan admirable colonización quedaron diecisiete villas, una ciudad, dos poblaciones y dos reales mineros que no tuvieron gran importancia. 30 CAPÍTULO IV.- LA ÉPOCA COLONIAL PERIODOS DEL GOBIERNO DE LA NUEVA ESPAÑA Recapitulando los diversos periodos del gobierno de la colonia, tenemos las siguientes etapas: 1º. GOBIERNO DE HERNÁN CORTES. Nombrado Capitán General por sus soldados constituidos en Ayuntamiento en Veracruz, y vuelto a nombrar por el mismo cargo por el rey de España. 2º. GOBIERNO DE LOS OFICIALES REALES. Nombrados directamente para vigilar los intereses de la Colonia. Empezaron a gobernar al lado de Cortes, quedaron como tenientes suyos cuando viajó a Honduras y luego lo substituyeron por completo. Sus cargos fueron los de tesorero, veedor y contador. En general se mostraron desacertados. También debemos contar a los jueces de residencia y visitadores que llegaron para tomar cuenta a los contadores y gobernantes. Venían con tantos amplios poderes que, más que orden, vinieron a poner desorden muchas veces. 3º. GOBIERNO DE LA PRIMERA AUDIENCIA. Presidida por Beltrán Nuño de Guzmán y cuatro oidores. Implantaron un pésimo gobierno, cuyos abusos sobre indios y españoles lo hicieron indeseables. Chocaron con los eclesiásticos principalmente el Obispo Zumárraga que vino a México al mismo tiempo que ellos. 4º. GOBIERNO DE LA SEGUNDA AUDIENCIA. Fue magnifica en su actuación, con gobernantes tales como don Sebastián Ramírez de Fuenleal, y el Licenciado Vasco de Quiroga. Muy benéfica para el progreso del país, pero transitoria para dar lugar a la llegada del virrey. 5º. GOBIERNO VIRREYNAL. Estuvo a cargo de representantes personales del rey. Se inauguró con don Antonio de Mendoza en 1535 y, duró hasta 1821 en que se cerró con el último virrey, don Juan O´Donoju. Fue la forma más permanente y característica de la Colonia. INSTITUCIONES DE GOBIERNO En realidad la Nueva España fue gobernada desde la misma España, con ilustraciones generales para todas las colonias del Imperio. LA CASA DE CONTRATACIÓN.- Antes que nada, fue necesario crear un organismo que vigilara todo lo concerniente a las actividades marítimas y comerciales con las tierras descubiertas por Colon. No mucho después del descubrimiento en 1503, se creo la Casa de Contratación en la ciudad de Sevilla. A ella acudían todos aquellos que querían pasar a América como exploradores, comerciantes o simples pobladores que debían ser autorizados en sus negocios. Allí se manejaron grandes riquezas, pues pasaban todas las recaudaciones reales, así como las mercaderías y caudales de oro, perlas y piedras preciosas, etc. EL CONCEJO DE INDIAS.- Pero hacía falta un tribunal más alto, que no sólo se dedicara a la contratación con particulares, sino que diera leyes para toda la extensión dominada; que propusiera personas para los cargos supremos, como los de virreyes, arzobispos, oidores, etc., que gobernara las flotas y ejércitos destinados a ultramar que fuera un tribunal máximo 31 que administrara justicia en todos los juicios civiles y criminales. Este tribunal fue el Consejo de Indias creado por el Emperador Carlos V en 1524. Las decisiones del Consejo de Indias eran inapelables y sus leyes fueron la base de una legislación muy importante. La Jurisdicción del Consejo sobre todos los asuntos civiles, militares y eclesiásticos fue tan amplia, que vino a disminuir la importancia de la Casa de contratación. Como su nombre lo indica, estaba compuesto por varios individuos cuyos principales puestos fueron: un presidente, ocho consejeros, un canciller, un fiscal, secretarios, etc. Para ocupar estos cargos se escogía a los personajes que más se hubieran distinguido como gobernantes, clérigos, militares o abogados. Gracias al consejo de Indias se llegó a tener unidad en el Gobierno de América y Filipinas. En cierto modo evito que tan dilatados reinos se convirtieran en campos feudales de los aventureros conquistadores que, personalmente, y sin que hubiera autorización, emprendían las más audaces conquistas en su propio provecho. En suma, al Consejo de Indias debe considerársele como el principal cuerpo legislativo, el Tribunal Superior y el Cuerpo Consultivo de los reyes para gobernar sus colonias. La principal critica a la actuación de este tribunal es que legislaba para regiones muy distantes entre si, imponiendo un mismo sistema que, conviniendo a unas, no convenía a otras. Otra critica es que sus decisiones tenían que llegar a lugares muy apartados, y por lo tanto, llegaban tarde o inoportunamente, ya que de España a México tardaban tres meses y medio y a las Filipinas ocho, lo cual, unido a los tramites engorrosos y burocráticos ocasionaban enorme retraso y papeleo. EL VIRREY.- Su persona representaba la del rey, por lo tanto, gobernaba sobre los intereses individuales de la Colonia. A su cargo estaban las tropas de mar y tierra de la que era capitán general. Era gobernador de los servicios de administración y, por lo tanto jefe de las oficinas publicas. Era también Presidente de la Real Audiencia. Tenia como encargos muy principales, los de cuidar de la conversión de los indios y defender y aumentar las conquistas, cuidar de los bienes del rey en la Real Hacienda, y ejercer el subpatronato indiano, interviniendo en el Nombramiento de los cargos eclesiásticos. En términos generales podríamos decir que los virreyes ejercían el poder ejecutivo. Se les nombraba por tres años, pero muy frecuentemente se prolongaba su cargo según lo bien que gobernaran y las influencias que tuvieran en la corte. Gozaban de grandes honores y crecidos sueldos. Su viaje de España a México resultaba muy costoso y su entrada en la capital requería muy solemnes y dispendiosas fiestas. Cuando los reyes abandonaron el poder, debían dejar escrita una “instrucción secreta” para el sucesor, exponiendo los mayores problemas en que se hallaba el país. Por esta acción podemos conocer muchas falla del gobierno colonial. Previendo el caso de que pudiera morir, debían hacer un Pliego de Mortaja en que se señalaban a todas las personas que pudieran reemplazarle. 32 Debían someterse a un “juicio de residencia” sobre su conducta y administración. Este juicio se hacía cuando cesaban en el poder, y si resultaban responsables de un cargo grave, debían responder con sus bienes y aun con su persona. A pesar de este juicio, que estaba pendiente sobre su gobierno, muchos virreyes fueron pésimos gobernantes que sólo emplearon el poder para enriquecerse. LA AUDIENCIAS REALES.- Con el fin de limitar el poder de los virreyes, que en tierras lejanas a la metrópoli, hubiera podido ser casi absoluto, se puso a su lado una Real Audiencia, cuya principal misión constituía en oír a los que pedían justicia en asuntos criminales o civiles. Por esos a sus componentes se les llamaba oidores. Fallaban todas las causas en segunda instancia y sus fallos sólo podían apelarse ante el Supremo Consejo de Indias. La Real Audiencia de México comprendía el centro del país (propiamente la Nueva España), Yucatán, Cozumel, Tabasco, Nuevo León y Tamaulipas. Tenia ocho oidores y un presidente que lo era el virrey. Las audiencia substituía temporalmente al virrey cuando faltaba éste. (Yucatán fue agregado por cedula del 23 de abril de 1548). La real audiencia de Santiago de los Caballeros de Guatemala se fundó en el año de 1543. La Real Audiencia de Guadalajara, en la Nueva Galicia, gobernaba los actuales territorios de Jalisco, Zacatecas, Durango y Colima; se le agregaron además: Sinaloa, Sonora, Coahuila, Nuevo México y Texas. ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO El territorio fue dividido en grandes regiones llamadas reinos o provincias de las siguientes maneras: 1º. Reino de México: Territorio de México, Querétaro, Hidalgo, Tlaxcala, Oaxaca, Morelos, Guerrero, Veracruz, Tabasco, Michoacán y Guanajuato con parte de San Luis Potosí Jalisco y Colima. 2º. Reino de la Nueva Galicia: Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas y parte de San Luis Potosí. 3º. Reino de Nueva Vizcaya. Durango y Chihuahua. 4º. Nuevo Reino de León: Nuevo León. 5º. Colonia del Nuevo Santander: Tamaulipas. 6º. Provincia de Texas. 7º. Provincia de Nueva Extremadura: Coahuila. 8º. Provincia de Sonora. 9º. Provincia de Nuevo México. 10º. Provincia de las Californias. Los actuales estados de Yucatán y Campeche que formaban la capitanía General de Yucatán y Chiapas, pertenecían a la Capitanía General de Guatemala. Los reinos y provincias estaban bajo el mando de un funcionario español, llamado gobernador, encargado de los asuntos económicos y militares. Estas grandes jurisdicciones se subdividían en alcaldías mayores, y estas a su vez, alcaldías menores. Unas y otras 33 tenían funciones ejecutivas y judiciales, pues conocían en primera instancia de los negocios civiles o criminales de los pueblos. ALCALDÍAS MAYORES O CORREGIMIENTOS Estaban gobernados por un corregidor o alcalde mayor, nombrado directamente por el Rey o virrey. Estos cargos, lo mismo que los de gobernador de reino o provincia, recaían siempre en españoles que venían de la península por favoritismo, pues eran paniagudos o protegidos de las autoridades. Como extranjeros en la tierra que llegaban sólo les interesaba hacer fortuna. El obispo de Oaxaca Antonio Cuevas y Dávalos escribía la rey en 1663:”...he experimentado con harto dolor y lagrimas de no poder remediar los daños que hacen los alcaldes mayores a los pobres vecinos y miserables indios, por el fin único que llevan a los oficios, que es sacar mucho dinero con que gratificar a vuestros virreyes, o pagar las cantidades que las costaron, interese con que se las fiaron, gastar mucho y quedar con caudal”. Lo anterior demuestra que los cargos se vendían. Y el visitador Gálvez, escribía: “verdadera y ruinosa plaga, más de ciento cincuenta hombres, entre alcaldes y mayores y corregidores, aniquilan la mayor heredad de la Corona”. ALCALDÍAS MENORES O MUNICIPIOS La base de la organización civil de nuestro país ha sido el municipio. Según sabemos, fue el primer gobierno establecido por los conquistadores. Se trata de una forma de gobierno democrático, nacido en Europa en la Edad Media y trasplantada de España a nuestro continente. Los vecinos de cada lugar eligen un ayuntamiento para su gobierno. Este ayuntamiento o cabildo se compone de regidores y alcaldes. En México los indios (que siguieron viviendo en sus pueblos, formando una sociedad distinta de la española) perpetuaron en el ayuntamiento sus antiguos sistemas en que los más viejos eran los representantes del pueblo. Otras veces los caciques vinieron a ocupar las alcaldías, por lo que fueron hereditarias. En el gobierno de los pueblos indios no debían intervenir negros o españoles. Sus municipios se llamaban también republicas de indios y sus autoridades gobernadores. El municipio es la cedula civil de nuestro país, la más pequeña y fundamental organización de gobiernos; por esos subsistió a todas las demás instituciones, y a un en nuestros días es la base de nuestra organización política. Tan importante institución debe ser fortalecida como garantía de una efectiva democracia. EXCESO DE AUTORIDADES.- Tantas autoridades, que tenían la misión de velar por los indios, en realidad los explotaban abusando de su prerrogativa principal que consistía en fijar tributos. El licenciado Tello de Sandoval, visitador de Nueva España, decía, en 1545, al rey, que había tantos “principales” que era necesario pedir un tributo veinte veces mayor para que alcanzara para todos. LEYES CONTRA LAS ENMIENDAS Fueron tantas la quejas que llegaron al Emperador Carlos V sobre los malos tratos que recibían los indios esclavos y “encomendados”, que fue necesario dictar unas nuevas leyes que ordenaban lo siguiente: que se diera buen trato y libertad a los indios; que no se les hiciera esclavos, que no se les obligara a trabajar sin paga; que no se formaran más 34 encomiendas, y que las ya existentes pasaran al rey cuando murieran aquellos que las tenían; que los tributos se disminuyeran. Para hacer cumplir las nuevas leyes, vino el visitador Tello de Sandoval y las promulgo el 24 de marzo de 1544. Inmediatamente hubo motines y manifestaciones de inquietud y descontento entre aquellos que tenían las encomiendas. Los mismos religiosos se opusieron a las nuevas leyes por que también ellos perderían sus encomiendas con el transcurso del tiempo. Estas mismas leyes produjeron en Perú un intento de rebelión y el degüello del visitador. Fue más prudente en México Tello de Sandoval y retiro las leyes. El mismo Emperador tuvo que derogarlas pues la oposición a ellas era muy fuerte. La razón del descontento se explica por que las encomiendas eran el medio de explotar el trabajo de los indios y sus tierras. Había, pues, una fuerte causa económica. LIBERTAD PARA LOS INDIOS Estos sucesos acaecieron durante el gobierno del segundo virrey don Luis de Velasco. Llego este noble varón con el propósito decidido de liberar a los indios. Los encomenderos y mineros alegaron que si faltaba el trabajo de los esclavos no pagados, decaían la explotación minera y los tributos al rey, a lo cual contesto Velasco que “más importaba la libertad de los indios que todas las minas del mundo”, y que no por las rentas de la Corona habrían de atropellar las leyes divinas y humanas. Ante tan firme y justa actitud, los encomenderos tuvieron que ceder y libertaron, en 1551, más de ciento cincuenta mil esclavos. Velasco fue llamado por ello “Padre de los Indios”. LA REBELIÓN DE LOS CRIOLLOS Muerto el Emperador Carlos V, subió al trono su hijo Felipe II. Se dijo que por las muchas guerras que sostenía con Europa necesitaba dinero, y llegaron noticias en el sentido de que pondría en vigor las nuevas leyes para que las encomiendas pasaran ala Corona. Para aquel entonces, las encomiendas habían pasado a los hijos de los antiguos encomenderos y conquistadores, es decir, a los criollos nacidos ya en la Nueva España. El descontento cundió entre ellos y empezaron a organizar la resistencia que se complico con la llegada de don Martín Cortés, hijo de don Hernán. Venia el heredero del conquistador con sus dos hermanos bastardos: el hijo de doña Marina, llamado también Martín, y don Luis, hijo de otra india. Se presentó con gran pompa y riqueza y organizó grandes festejos. Los criollos lo rodearon gustosamente y lo convirtieron de hecho en su jefe. El también era criollo y tenia por que pelear, pues no se le querían reconocer las veinte familias de vasallos que, según el, le correspondían en el marquesado del valle de Oaxaca heredado de su padre. Con motivo del bautizo de sus hijos mestizos, celebro el Márquez una gran fiesta en que se dijeron algunos brindis imprudentes: en ellos se insinuaba que el hijo de Cortés debía ser rey. El proyecto de los conjurados era matar a los oidores, apoderarse de los dineros de la Real Hacienda para pagar a los soldados, quemar los archivos para que no quedara ni el nombre del rey de España, apoderarse del puerto de Veracruz y de las principales ciudades, después, naturalmente coronar rey a don Martín. Tuvieron noticia de todo esto los señores oidores (que gobernaban por la muerte de don Luis de Velasco) y rápidamente mandaron aprehender al Márquez, a sus hermanos y a todos los conjurados. 35 LOS ÁVILA.- Los principales cabecillas del movimiento resultaron ser los hermanos Alonso y Gil González de Ávila, encomenderos del pueblo de Cuautitlán. Fueron decapitados en la plaza publica, sus bienes confiscados, demolida su casa y el terreno regado de sal. Aquel fue ciertamente un intento para conseguir la libertad de México; pero, además de que a los conjurados les falto previsión y al Márquez decisión, era una libertad que sólo beneficiaba a los criollos encomenderos, no a los indios ni a las castas que formaban parte de la nación. El tercer virrey, don Gastón de Peralta, marqués de Falces llegó y libró de la ferocidad de los oidores a los demás conjurados, y les arranco al Márquez, a quien envió a España. No duro mucho en su puesto aquel moderado virrey, pues los oidores intrigaron para que le quiten el cargo. De España mandaron al licenciado alonso Muñoz, con otros dos letrados para establecer la paz. El visitador Muñoz, destituyo al virrey, aprehendió nuevamente a los acusados de rebelión. Les quito sus bienes eh hizo ahorcar a muchos. Fue necesario construir cárceles especiales, pues los aprehendidos eran cada vez más. Don Martín Cortes, el hijo de Malinche, fue sometido a tormento. Can tanto daño y terror causados por Muñoz, era natural que la Nueva España se hubiera rebelado en verdad, a no ser porque llegó la destitución del cruel visitador. Cuando fue a presentarse ante el rey Felipe II, éste le dio las espaldas y le dijo: “Os mande a las indias a Gobernar, no a destruir”. Al día siguiente amaneció muerto el visitador de vergüenza y coraje. LAS LEYES INDIAS Los reyes españoles, de una manera directa o por medio de el Consejo de Indias, dictaron multitud de mandatos con los diversos nombres de cedulas, cartas, previsiones, ordenanzas, acuerdos, despachos instrucciones y autos sobre toda clase de asuntos y sin un orden especial, ni un plan premeditado con disposiciones muchas veces contradictorias; tal manera de legislar creo un maremagno difícil de conocer y manejar. Pronto fue necesario formar colecciones de las principales leyes, en México se publicó una en el año 1653, por orden del Oidor Vasco de Puga, por lo cual se le llamó Cedulario de Puga - impresa en México por el francés Pablo Ochate - que presto bastante utilidad en su tiempo. Otras varias colecciones se formularon, pero no era completa, ni tenían suficiente autoridad y publicidad. En vano Felipe II intentó publicarlas, y no fue hasta el año de 1653 cuando se publicó la compilación de las Leyes indias: luego se publicaron otras cuatro ediciones. El Código de Leyes de Indias fue dividido en nueve libros, subdivididos en títulos y leyes. Las materias que tratan están repartidas como sigue: Primer Libro.- La religión católica, iglesias, monasterios, seminarios, jerarquías eclesiásticas, el real Patronato, impresión y circulación de libros. Segundo libro.- Leyes y Justicias; Consejo Real; audiencias, alcaldes; herencias. 36 Tercer Libro.- Gobierno de las Indias; oidores, guerra, arma y fortificaciones, piratería y correspondencia. Cuarto libro.- Descubrimientos, conquista y colonización; organización de municipios, obras públicas, posadas, caminos, aguas, montes y minas. Quinto libro.- Distribución del territorio, gobernadores, corregidores, alcaldes y otras autoridades; médicos cirujanos y boticarios; jueces, tribunales y procedimientos. Sexto libro.- Indios; tribus y caciques; repartimientos y encomiendas; trato que debía dárseles y servicios que les podían pedir. Séptimo libro.- Policía, juego, divorcios, vagancia, negros y castas, leyes penales y penitenciarias. Octavo libro.- La Real Hacienda, contadores, cajas Reales, tributos, administraciones, rentas publicas, contabilidad. Noveno libro.- Casa de contratación de Sevilla, flotas y armadas, navegantes, pasajeros, fabricantes, seguros marítimos, puertos y consulados. COMENTARIOS.- Sin duda alguna las leyes de Indias, son un monumento de legislación como sustento de la monarquía y del imperio español. Hasta la misma iglesia la sujetan por medio del Real Patronato. Uno de sus grandes defectos es autorizar la esclavitud. En cuanto a los indios son dulcísimos y paternales se diría que estuvieron hechas para hacer su felicidad. En efecto, los trataron como a menores de edad, a quienes se hubiera que cuidar y proteger. De haberse llevado a cabo tales leyes, sólo bondad hubieran conocido los naturales de América. Hay leyes tan sabias en el Código de Indias que ordenaban la jornada de ocho horas de trabajo, adelantándose a su tiempo. Pero eso era la teoría; el Derecho, en la practica, la realidad era otra. Los españoles, dejando el mar, buscaron siempre la manera de burlar las leyes. Por ejemplo, no era raro que los fieles súbditos del monarca dijeran cuando le recibían en una cedula real, “se obedece pero no se cumple”, con lo cual quedaban insubsistentes muchos acuerdos. INSURRECCIONES EN NUEVA ESPAÑA LA SIESTA COLONIAL.- Han pretendido algunos historiadores hacer de la época colonial y periodo de calma y modorra en que todos vivían bajo una paz bendita al son de campanas y rezos, bajo la paternal autoridad de virreyes y frailes. Nada más agitado que esta sociedad de clases y gentes tan disímiles, de intrigas y denuncias, de rivalidad de orígenes religiosas y de choques entre el poder civil y el eclesiástico. En las mismas creencias hay una permanente inquietud que se manifiesta en las ideas heterodoxas., según lo demuestran los procesos de la Inquisición, estudiados por el actual Director del Archivo General de la Nación, don Julio Jiménez Rueda. En el fondo de la sociedad colonial hay un latente malestar que se manifiesta en súbitos motines o rebeliones, en luchas políticas o aparentemente raciales, pero fundamentalmente económicas. 37 REBELIÓN DE CONQUISTADORES.- La conquista de México se inicia con la rebelión de Hernán Cortes contra el Gobernador de Cuba, Diego Velásquez. Vienen las luchas contra Pánfilo de Narváez y Francisco de Garay que pretenden dominios en el país; luego contra Cristóbal de Olid que se rebela en Honduras. El mismo Hernán Cortes fue incitado varias veces para “alzarse en el país”. En el Perú, las revueltas entre conquistadores fueron más graves y ocasionaron la muerte trágica de algunos de ellos. CRIOLLOS.- La rebelión de criollos en 1566, según vimos, tuvo origen en la posible supresión de las encomiendas que los frailes y los hijos de los encomenderos quisieron tener en su propio provecho. Fue constante el resentimiento de los criollos contra los peninsulares; pues estos acaparaban los grandes puestos en el Gobierno, la Iglesia, lo mismo que en los negocios. Por otra parte se veían menospreciados y sin oportunidades para demostrar sus indudables dotes de inteligencia y actividad. Esta inconformidad criolla estallo al fin en la guerra de Independencia. Así lo prueba el hecho de que Hidalgo, allende, Iturbide y tantos otros criollos fueron cabezas del movimiento. DON GUILLÉN DE LAMPART.- El aventurero Guillen de Lampart, de origen francés, fraguo un proyecto para independizar la Nueva España. Empezó por usar los sellos y firmas falsificadas en documentos que lo nombraban virrey. Pretendía pedir apoyo a Holanda y al duque de Braganza, lo mismo que insurreccionar a los indios, negros y mestizos contra los españoles. Es considerado como un desequilibrado, lo que no impidió que se le quemara vivo en noviembre de 1569 después de diecisiete años de prisión. NEGROS.- Durante el gobierno del virrey Mendoza, en 1537, los negros planearon una sublevación: “tenían elegido un rey y concertado entre ellos de matar a todos los españoles, y alzarse con la tierra, y que los indios eran también en ello”. Escribió el propio virrey. A los negros acusados se les hizo cuartos (se les descuartizo) en la ciudad de México y en las minas de Amatepec. YANGA.- En el año de 1609 muchos negros del rumbo de Orizaba y Córdoba se refugiaron en los bosques en son de rebeldía. Fueron acaudillados por Francisco de la Matosa y por el negro Yanga, por cuyas venas corría sangre real africana. Los negros hicieron frente a las tropas del Capitán Pedro González de Herrera que fue a batirlos y los derroto. Pero era tanta la razón que asistía a los negros, y tanto el valor para defender sus derechos, que el gobierno colonial tuvo que acceder a fundar un pueblo que se le llamó San Lorenzo de los Negros. Poco después, en 1612, nuevas inquietudes de los negros fueron sofocadas por la Audiencia que mando degollar y partir en cuartos a veintinueve de ellos. Ese mismo año se prohibió que se reunieran más de tres negros, o cuando más ocho en caso de entierro. REBELIONES DE INDIOS.- Si las rebeliones armadas de los indios no fueran demasiadas, se debe a la superioridad que los españoles tenían en cuanto a estrategia, armas, técnica en la producción y organización, al mismo tiempo en crueldad, ambición y métodos represivos. 38 La vida de los indios se hizo pacifica a fuerza de imposiciones materiales y espirituales que acabaron por hacerlos resignados e indiferentes. Los indios “mansos” se les llamó a los sometidos en el centro y el sur. Pero los del norte fueron por mucho tiempo bravos e indómitos. De no haber sido por la violencia y la fuerza de los españoles, los indios habrían vivido en continua rebeldía, y de hecho esa rebelión debe considerarse efectiva, aunque callada y reprimida, en varias ocasiones se manifestó en movimientos armados. Apuntemos simplemente las rebeliones de la época de la conquista, como la de Tenochtitlán; la de Panuco originada por los soldados de Garay; las que Gonzalo de Sandoval hubo de castigar en Colima y en la costa del golfo de México; la de los indios Oaxaqueños y la de los indios de Chiapas que el capitán Luis Marín fue a reprimir en 1524, mucho antes de que Diego de Mazariegos realizara su conquista. Recordemos también la terrible rebelión de Nueva Galicia que puso en peligro todas las conquistas de Occidente, y que tan duramente fue reprimida por el virrey Mendoza. Por cierto que se dijo que los indios fueron aconsejados por su dios Tecoroli, lo cual no quiere decir sino que era un brote de sus creencias paganas. En la capital de la Nueva España estuvo apunto de ocurrir un levantamiento de indios durante el gobierno de la Segunda Audiencia. Ello fue en ocasión de las desavenencias surgidas entre el conquistador Cortes que reclamaba el recuerdo de sus veintitrés mil vasallos, como cabezas de familia, y las autoridades que lo estorbaban. Los indios se hubieran rebelado, si el mismo Cortes no hubiera sofocado la rebelión, quemando o apedreando a los insurrectos. INSURRECCIÓN EN TOPÍA.- En la región minera de Topia, Durango, los indios acaxes se sublevaron en 1598. Cinco mil de ellos atacaron los minerales de las Vírgenes de san Andrés. Los pocos españoles que escaparon y se encerraron en una iglesia hubieran sucumbido si don Francisco de Urdiñola, Gobernado de la Nueva Vizcaya, no hubiera roto el sitio y perseguido a los indios. Les hizo prisioneras muchas mujeres, pero se las devolvió con un noble gesto que obligó a los indios a rendirse. INSURRECCIÓN DE LOS TEPEHUANES.- También en Durango se Sublevaron lo tepehuanes en 1616. Atacaron muchos poblados y hubieran caído sobre la misma ciudad de Durango. Junto al resorte económico y político hubo una instigación religiosa de los viejos sacerdotes para volverá sus antiguas creencias. Por orden del virrey se hizo una guerra de exterminio. Hubo muchas escaramuzas en que lo indios incendiaron y destruyeron pueblos; pero fueron acosados en sus sementeras y ganados por lo que se acogieron al indulto que se les ofreció. REBELIÓN EN TEHUANTEPEC.- Por 1660 el Alcalde Mayor, Juan de Arellano, imponía tan fuertes tributos que los indios se amotinaron y le dieron muerte. Ni los frailes pudieron calmar la rebelión que cundió por Oaxaca, Nejapa y Villa Alta. Los indios tuvieron algunos combates en su favor y se disponían a batirlos gruesas tropas enviadas por el virrey, pero el obispo de Oaxaca logró la paz. Esta insurrección, que duro ocho años, pudo haber retoñado a causa de las malas cosechas. REBELIÓN EN CHIHUAHUA Y SONORA.- En 1669 el caudillo Pablo Quiché rebeló a los indios por los pocos beneficios y muchos abusos que recibían los presidios. Algunos pueblos 39 se rebelaron antes que otros, y por esto el movimiento fracaso y fue aplastado por las compañías de los presidios, a pesar de que tres veces más se intentó realizarlo. REBELIÓN DE NUEVO LEÓN.- Las congregas, como se llamaron ahí las encomiendas, causaron continuas irrupciones de los indios sobre los llamados pueblos. La situación se agravo cuando se quiso cambiar a los franciscanos que defendían a los indios en las congregas, por simples clérigos. La rebelión cundió a San Luis Potosí y a la Huasteca. REBELIÓN EN YUCATÁN.- Jacinto Uc de los Santos Canek, nativo de Campeche, vivió con los frailes de San Francisco, en Mérida. Allí se educo y conoció las obras de historia; pero fue arrojado del convento por su carácter levantisco. Fue a vivir como tahonero en el barrio de Santiago de los Naturales. Entre ellos vio la mísera condición en que vivían y empezó a planear su levantamiento. El 20 de Noviembre de 1761, aprovechando las fiestas religiosas del pueblo de Cisteil, arengo a los indios incitándolos a la rebelión. Les hizo creer que era brujo y mago, y aun así se hizo coronar Rey con el título de “Pequeño Moctezuma”, poniéndose la corona y el manto azul de una imagen de la concepción. El comandante militar de Sotuta pretendió atraparlo y fue muerto por los sublevados. Por orden del gobernador se organizaron las milicias, y Jacinto Canek fue capturado con trescientos compañeros. En Mérida se le dio tormento y fue sentenciado a ser hecho pedazos vivo, atenaceado, quemado su cuerpo y esparcidas su cenizas por el aire. Ejecutada esta sentencia, ocho rebeldes más fueron ahorcados y cientos más fueron azotados y mutilados de la oreja derecha. Los caciques que ayudaron a Canek fueron desterrados. Así fue sofocada la rebeldía de los mayas en la colonia. Tiempo después, ya libre México, en 1847, volvieron a rebelarse contra los blancos en la sangrienta guerra de castas. Y es que sobre el indio maya se ejerció siempre una de las peores tiranías que el trato de sacudir en un deseo de justicia que si no era atendida se convertía en venganza. REBELIÓN EN TEPIC.- De manera muy semejante, en la sierra de Tepic, se rebelo un indio llamado Mariano. También se hizo coronar con una diadema de santo y quería restaurar el imperio de Moctezuma. Visito a las tribus de la región que luego fueron dominadas por las tropas de la Audiencia de Guadalajara. Esto sucedía en 1802, ya muy cerca de la Revolución de independencia en que habían de canalizarse todas las rebeldías de nuestros pueblos sojuzgados. LA POBLACIÓN DE NUEVA ESPAÑA Realizada la Conquista y establecido de la Nueva España, la población de esta quedo integrada teniendo como base tres razas principales: los indios sometidos, los españoles conquistadores y los negros importados como esclavos. LOS INDIOS.- Por el error de Colon al suponer que había llegado a la India se dio el nombre genérico de indios a los aborígenes del Nuevo Continente. En nuestra país formaban un conglomerado heterogéneo en lo político, en lo étnico y en lo cultural, ya que en los tiempos precortesianos integraban un mosaico de razas y pueblos distintos y aun rivales entre si. En general lo indios del centro y el sur del país, que fueron rendidos por la fuerza o se rindieron de grado, abrazaron la religión católica y quedaron sometidos al imperio español; entre estos se contaba a los nahoas, mayas, totonacas, tarascos, mixtecas y zapotecos. Por 40 la violencia de la Conquista muchos huyeron a los bosques y montañas, pero los vencedores hispanos, auxiliados eficazmente por los frailes, los atrajeron de nuevo a los poblados llamados reducciones. Por ello a estos indígenas se les llamó reducidos, mansos o reófilos. A los que aprendían el español se les decía ladinos, y a quienes no tomaron la nueva lengua se les tuvo por torpes. Pero quedaron otros grupos de indios, principalmente en el norte del país, que continuaron fieles a su religión y defendían su libertad en todas las formas posibles rehuyendo a los blancos. Se les llamó bárbaros, infieles o gentiles. También se les llamó indios rayados a los que conservaban las cicatrices de sus tatuajes. La condición del indio al lado del conquistador fue deprimente. Inmediatamente después de la toma de Tenochtitlán, Cortés mando marcar con hierro candente a multitudes de indios; más tarde, al regresar de su expedición a la región del Panuco, mando vender como esclavos a más de trescientos aborígenes que trajo de esas apartadas regiones. En vano fue que los reyes de España dictaran leyes para proteger a los indios declarándolos vasallos en iguales condiciones que a los blancos; en vano que se establecieran los reglamentos de encomiendas, mediante las cuales los españoles estaban obligados a proteger y adoctrinar a los aborígenes; los conquistadores , sólo impulsados por su insaciable codicia, se apropiaban de sus tierras, los obligaban a trabajar en forma gratuita dentro de la encomienda, y gran parte de los indios quedaron reducidos a esclavitud. En 1524 llegó a España el hierro para marcar esclavos que fue llamado de rescate. Las crueldades de los conquistadores, a partir de ese momento, son inenarrables; se marcaba en los carrillos no solamente a los hombres y mujeres adultos, si no también a niños de unos cuantos meses, produciéndoles deformaciones espantosas. El padre de las Casas, el incansable defensor de los indios, levanto una vez más su protesta, haciendo saber al rey de España los innumerables sufrimientos de sus vasallos en Nueva España. No fue esta la única calamidad que tuvieron que soportar los indios, pues los españoles trajeron consigo gérmenes de enfermedades como la viruela, el sarampión y el tifo, al propagarse en cuerpos que no presentaban ninguna defensa contra estos padecimientos desconocidos, diezmaron a la población indígena. También fue como una plaga, (así la considero el Padre Motolinía) la reconstrucción de la derruida Tenochtitlán, pues lo indios tuvieron que aportar a su costa, todo el trabajo, y el material necesario para levantar la nueva ciudad de México. Todo lo anterior, sumado a los fuertes tributos, a los trabajos que se les imponía en las minas y en los campos, causaban una considerable baja en la población indígena, muchas regiones quedaron despobladas y pueblos enteros abandonados. Esa fue la triste condición del indígena en los años que siguieron inmediatamente a la Conquista. Aquellos mismos se habían aliado con Cortes, y lo habían ayudado a realizar la Conquista, sufrieron contra lo que esperaban, muchos trabajos. La iglesia misma, que en un principio era manto y cobijo para los indios, se torno en una pesada carga, pues los religiosos impusieron tributos muy fuertes al indígena. 41 Los indios, que resistieron todas estas calamidades, pues en poco tiempo se transformaron en hombres callados, retraídos, impenetrables, habían asistido como espectadores impotentes al derrumbe de todos sus valores culturales. Sus dioses habían rodado como piedras sin valor, sirviendo de cimientos para erigir los templos para un nuevo dios; sus tierras les habían sido arrebatadas, sus ciudades destruidas, sus reyes habían muerto o se habían sometido, sus mujeres vivían de buen grado o por la fuerza al lado de sus opresores, tuvieron que aprender una nueva lengua; perdieron todo el valor de la altivez de su raza, tornándose hombres sin voluntad, insignificantes y débiles. CONDICIÓN DEL INDIO AL FINALIZAR LA ETAPA COLONIAL.- Durante trescientos años el indio fue la base de sustentación económica de la Colonia; sobre el pesaron las más fuertes cargas y trabajos. Al finalizar el siglo XVIII, los indios formaban la clase más explotada y despreciada; llevaban una vida verdaderamente lastimosa, separados por el resto de la sociedad por el idioma o la civilización; después de tres siglos de dominación española no habían conseguido del disfrute de los bienes de la cultura europea, y habían perdido todos los valores de su raza. Vivian en humildes jacales con piso de tierra, dormían en el suelo envueltos en una manta, su único patrimonio; no tenían más utensilios que unas ollas o cazuelas y un metate; una cesta y un costal si acaso. Vestían con un calzón y una camisa de manta, huaraches y sombrero de palma. Comían tortilla, sal y Chile, frijoles algunas veces; la carne casi no la probaban, sino por excepción de una fiesta religiosa. Como bebida tomaban pulque. Embriagar y asistir a alguna festividad religiosa eran sus únicos goces. Trabajaban como peones en las grandes haciendas que tenían los españoles, recibiendo como paga tres o seis centavos diarios y teniendo que trabajar desde la salida hasta la puesta del sol. Ese mísero jornal se les escamoteaba en la tienda de raya, en la que se les pagaba con las escasas mercancías que consumían, siempre de mala calidad y a precios muy altos. Los peones de las haciendas dormían hacinados en una especie de troje (tlalpixquera) sin luz ni aire, con paja sucia y mal oliente como única comodidad. Los dueños de grandes latifundios, los amos, como los indios les llamaban, les imponían fuertes castigos por las más leves faltas, sin tomar en cuenta para nada las leyes, ni las autoridades. Las mujeres indias quedaban completamente a merced de los deseos de los amos, sin que los pobres peones pudieran protestar por esos abusos. En algunas ocasiones los indios se sublevaban; entonces eran reducidos por la fuerza, y a los que caían prisioneros se les condenaba a la horca, dejando sus cuerpos suspendidos en los árboles por largo tiempo para escarmiento. Los amos, los caciques y las autoridades los befaban, los explotaban y los despreciaban; los indios, aparentemente sumisos y conformes con sufrir su suerte, guardaban un odio profundo hacia los blancos que se hacía patente en la primera oportunidad, provocando o tomando participación en levantamientos y sublevaciones. LOS NEGROS.- En la Española, en Puerto Rico y en Cuba los indios habían sido esclavizados o encomendados para el trabajo de plantaciones y minas, mas su constitución no resistía trabajos tan rudos; para librarlos un tanto, tratando de salvar la población indígena, que al final de todo casi se acabo, se inició la costumbre de traer negros; estos 42 resistían más y daban más rendimiento. Fue por esta razón que fueron traídos al continente Americano. La Iglesia presiono a los reyes de España para que a los negros que se trajera a América fueran cristianos entonces los reyes exigieron para conceder permisos de salida a los negros que estuvieran completamente catequizados. Para ser instruidos en la religión católica los negros necesariamente tenían que pasar algún tiempo en la península, después de haber sido hechos prisioneros en las costas africanas. Los misioneros de Nueva España protestaron ante el rey, aseverando que también ellos eran capaces de cristianizar a los negros. Los frailes Jerónimo de Santo Domingo, en carta al Emperador Carlos V, le pedían: que a las islas trajeran negros bozales y no los que usualmente se acostumbraba, pues originaban grandes problemas. Bozal, quiere decir bruto, cerril o salvaje, y éste fue el calificativo que se le dio al negro recién salido de la selva africana. No es posible conocer en cifra la cantidad de negros que había en Nueva España en el siglo XVI, aun cuando se exigían licencias para el desembarque de ellos por el gravamen de la Hacienda Publica y necesariamente debieron anotarse la cantidad de esclavos que eran introducidos; pero es el caso que estos archivos no están en México, sólo tenemos las llamadas Arcas de Negros o sea los registro de los esclavos de color, que no son completas por que se han perdido algunas. Aproximadamente las población negra, en Nueva España, en el año de 1570, era de 18.569. El negro, que además en su lengua sabía el español, recibía el nombre de ladino. Junto con los rudimenteros de la lengua y la religión, el negro asimilaba, por la convivencia con el blanco, alguna noción de derecho, se tornaba por esta causa difícil de manejar; no se conformaba con ser simplemente bestia de carga y exigía derechos, escapándose con frecuencia para vivir libremente en la montañas; estos recibían el nombre de cimarrones; a los que vivían sometidos en las ciudades se les llamaba mansos. Para evitar frecuentes sublevaciones se les sometía a leyes muy crueles. No se les permitía tener casa propia aun cuando no fueran esclavos; debían servir en el seno de una familia, o tener un oficio. No podían usar armas, os pena de perder una mano, ni salir de noche. No debían de reunirse más de tres por ningún motivo, ni siquiera para asistir a un entierro. Se fugaban con frecuencia desafiando los duros castigos que se imponían a los que tal hacían, pues se les azotaba, mutilaba o ahorcaba. Ya se dijo que debido a este trato inicuo al principiar el siglo XVII, Orizaba se realizó la más violenta sublevación de negros acaudillados por Yanga. Fueron combatidos, pero se defendieron con tal bravura que los españoles prefirieron celebrar con ellos un tratado, permitiéndoles fundar el pueblo de San Lorenzo de los Negros en donde podían vivir libres. Los negros son hasta nuestros días un elemento muy importante en la formación étnica de nuestro pueblo, principalmente en las regiones costeras del sur. LOS BLANCOS.- Estos se hacían llamar a si mismos gente de razón; también se les dio el nombre de cristianos, pero el nombre más generalmente usado para designarles era gachupines. Sobre este calificativo se han dado diferentes explicaciones. Algunos sostienen que se originó en la península, otros afirman que a los indios les atraían poderosamente la atención las espuelas que usaban los conquistadores, y en su lengua les llamaban cactlitzopina (botín punzante). Vertida la expresión al castellano, por degeneración fue gachupín. 43 Los españoles venidos a América procedían generalmente de las provincias de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Extremadura y Aragón; había también algunos vascos y catalanes. En los últimos años del siglo XVI y a principios del XVII aumento la inmigración ibera a la Nueva España por las siguientes causas. En esta época se formaron en España centros ganaderos que rentaron a los pequeños propietarios sus tierras de labor. Estos campesinos, despojados de sus heredades, se vieron pronto sin recursos económicos. En la península los centros industriales se encontraban en la ruina; no les quedo, pues, otro escape, que la inmigración a las colonias. Pero estos pobres desheredados, que morían de hambre en su patria, al llegar a la Colonia se transformaban en señores, pues el solo hecho de ser peninsulares les daba superioridad sobre el resto de la población. Existían, además, pequeñísimos grupos ingleses, alemanes, genoveses, florentinos, venecianos, franceses y portugueses que se sumaron al grupo blanco. CRIOLLOS.- Los criollos sean hijos de españoles nacidos en el Nuevo Mundo eran postergados por los españoles venidos de la península, y aun cuando su numero era muy superior y las leyes los consideraban en paridad de condiciones con los peninsulares, la mayor parte de los cargos importantes, tanto en el Gobierno como en la Iglesia o el Ejercito y la totalidad de la riqueza, estaban en manos de estos últimos. El alto clero estaba compuesto por españoles, y los puestos más humildes quedaban a los criollos. El excluir a los criollos de los cargos públicos se debió en parte a la idea de que los países americanos eran verdaderas colonias, y aso Don Alfonso Núñez de Haro decía al rey Carlos III: “El espíritu de los americanos es sumiso y rendido; por que se hermana bien con el abatimiento; pero si se eleva con facultades y empleos, esta muy expuesto a los mayores yerros; por eso conviene mucho tenerlos sujetos, aunque con empleos medianos; por que ni la humanidad ni el corazón propone que se vean desnudos de todo favor; pero si me enseña la experiencia la conveniencia de que tengan por delante a nuestros europeos, que son de espíritu muy noble; desean el bien de la patria y el sosiego de nuestro amado monarca”. Para los criollos era importantísima la distribución de los empleos, pues como ellos no podían dedicarse a otras actividades como el comercio, por ejemplo, por estar acaparado por los españoles peninsulares, ni a los trabajos manuales ni a los oficios por que este tipo de actividades no estaba de acuerdo con el lustre y linaje de su nacimiento, solamente les quedaba como medio de vida los empleos. En el grupo de los criollos se formo un sentimiento de resentimiento y orgullo contra los peninsulares que habían de explotar en la revolución de independencia que en efecto fue promovida por los criollos contra los venidos de Europa, Hidalgo, Allende, Iturbide y muchos otros caudillos de la Independencia eran criollos. Por otra parte, las artes y letras fueron cultivadas notablemente por los criollos, que en esas actividades manifestaban el fino ingenio y la inteligencia que los extranjeros les reconocían. El comediógrafo Juan Ruiz de Alarcón, quien triunfo en Europa, y sor Juana Inés de la Cruz, fueron criollos. En la Colonia hubo un proverbio que decía “Padre mercader, hijo caballero y nieto pordiosero”, que revela como el español llegado a las Indias era hombre de negocios, se hijo criollo se dedicaba a lucir rumbosamente el dinero, y los descendientes vivían en la gran indigencia. LAS CASTAS.- Hemos mencionado las tres razas principales a las que se debe la integración étnica de nuestra patria, pero estas no se conservaron puras si no que se 44 mezclaron dando lugar a elementos híbridos que tenían sangre de dos o más razas; a esos productos se les llamó en general castas. Mientras que en los Estados Unidos los colonos ingleses se mantuvieron puros, sin mezclarse con los indios, por un sentimiento de discriminación que aun dura en nuestros días, los españoles si mezclaron su sangre con gente india. Quizás esto se debió a que en tanto los ingleses emigraron con sus esposas y familias, los conquistadores hispanos vinieron generalmente sin mujeres. MESTIZOS.- Los nacidos de español e india recibían el nombre de mestizos. Estos existieron desde el momento mismo en que lo españoles establecieron el primer centro estable en La Española. En nuestro país el propio conquistador Hernán Cortes dio el ejemplo, teniendo hijos con varias indias, entre ellos uno con su intérprete doña Marina; aun cuando llegaban a reconocer a sus hijos, los españoles no les daban una verdadera familia dejándolos muchas veces abandonados. Don Lucas Alemán, al referirse a ellos, dice: “Los mestizos descendientes de españoles debían tener los mismos derechos que ellos”. Eran, sin embargo, confundidos con la clase general de castas y tenían los mismos defectos que ellos. En Febrero de 1554 el virrey don Luis Velasco escribía al rey de España, Felipe II, en los siguientes términos: los mestizos van en gran aumento y todos salen en tan mal inclinados y tan osados para todas las maldades, que a estos y a los negros se ha de temer. Son tantos que no basta corrección ni castigo, ni hacerse con ellos ordinariamente justicia. Los mestizos andan entre los indios, y como tienen la mitad de su parte, acógelos y encúbrelos y dales de comer; los indios reciben de ellos muchos malos ejemplos y ruines tratamientos”. Eran los mestizos viciosos, jugaban y se embriagaban; formaban grupos de salteadores y vivían sin trabajar. Por su sangre española despreciaban a los indios; pero tales caracteres, que se atribuyeron injustamente a la mala índole de sangre, pues se decía que heredaron todos los defectos de los indios y españoles sin ninguna de sus virtudes, fueron más bien producto del abandono que sufrieron, pues no gozaban ni de los beneficios del español, ni de la situación del indio. Estaban desposeídos, sin consideración ni cargos sociales; por eso formaban la plebe de las ciudades. Sin embargo, en el mestizo radica el verdadero tronco de nuestra nacionalidad que no puede estar representada ni por un blanco ni por un indio puro. El mestizaje es el crisol donde se forma el mexicano que asume en nuestro tiempo la dirección política del país y es la fuerza principal de su progreso. MULATOS.- Son estos el producto del español con negro; se les suponía de diferente especie, más bien híbridos. Así como la mula es una degeneración cuando se cruzan caballo y burra, así el hijo de negro y blanco se suponía producto despreciable. Todas las mezclas con negro eran “infames de derecho”. ZAMBAIGOS.- Recibían este nombre los nacidos de negro e indio; parece que el nombre se derivó de la palabra zumbango, con la que se distingue a una clase de caballos de color bayo oscuro. SITUACIÓN DE LAS CASTAS.- Fueron siempre despreciables, de acuerdo con la idea de la época, muy preocupada por los linajes y la limpieza de la sangre. De a cuerdo con las leyes existentes, las castas quedaban fuera de la posibilidad de recibir el más insignificante 45 homenaje o de ocupar empleos y cargos. Para determinar el número de cruzamientos podemos recurrir a diversas clasificaciones, una de las cuales, tomada de algunas ilustraciones existentes en nuestro Museo Nacional, es la siguiente: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. Español son india, mestizo. Mestiza con español, castizo. Castizo con española, español. Español con negra, mulato. Mulata con español, morisco. Morisco con española, chino. Chino con india, salta atrás. Salta atrás con mulata, lobo. Lobo con china, jíbaro. Jíbaro con mulata, albarazado. Albarazado con negra, cambujo. Cambujo con india, zambaigo. Zambaigo con loba, calpa mulato. Calpa mulato con cambuja, tente en el aire. Tente en el aire con mulata, no te entiendo. No te entiendo con india, torna atrás. Como se vera, en la simple enumeración de mezclas, existe una gran confusión y hay algunas denominaciones como: Tente en el aire, no te entiendo y otras, que manifiestan la imposibilidad de caracterizar los productos de las mezclas. Después de la guerra de independencia, que rompió con el sistema colonial, la diferencia de castas dejó de tener importancia. Las castas formaban la parte más despreciable y baja de la sociedad; en el siglo XVIII el conde Duque de Linares lo describía diciendo: “Despiertan o amanecen sin saber lo que han e comer aquel día, por que lo han adquirido en el antecedente, ya a la noche quedo en la casa de juego o de la amiga, y no queriendo trabajar usan la voz de que Dios no falta a nadie; y esto es por que recíprocamente los que actualmente se hallan acomodados con amos, en su temporada, por obra de caridad, alimentan a los que pueden. Con una jícara de chocolate y unas tortillas, les es bastante, y así, con estos se acomodan y se desacomodan los otros, va corriendo la providencia, de donde se origina que como en México se halla la abundancia de riqueza se atrae así la multiplicidad, y de lo reales de minas y lo interno del país, sin gente y cuando hacen algún delito, no arriesgan en mudarse de un lugar a otro, más que el cansancio del camino, por que todos los bienes los llevan consigo en sus habilidades, pues aun las camas encuentran hechas en cualquier parte que se paran; en medio de que en México basta mudarse de un barrio a otro, para estar bien escondido”. Como se ve las castas no poseían nada; los blancos las despreciaban y las explotaban; sin embargo entre ellas se ocultaban hombres muy útiles y más capaces como trabajadores, pues su inteligencia era muy despierta; pero la sociedad les velaba toda posibilidad de mejoramiento y elevación. Estas razones motivaron también un odio terrible de las castas hacia la clase denominadora que los explotaba y que poseía todos los bienes de la cultura y de la riqueza. 46 Davis Robinson describe muy vivamente, la condición de los mestizos y las castas en el seno de la sociedad colonial y se expresa en la siguiente forma: “No hay país en la tierra en que se vea un contraste tan fuerte y monstruoso de riqueza y miseria, como el que presenta aquella parte de América (Nueva España)”. Un poco más adelante dice: “Cuando el propietario sale a la calle va rodeado de una muchedumbre de infelices cuyo traje se reduce, en el campo, a una piel de carnero, y en la ciudad, a una manta o sabana que le sirve de vestido durante el día y como cama por la noche. El amo no cuida en manera alguna el bienestar de estos pobres, y no existe bajo la bóveda del cielo, una clase más desventurada de labradores que los que cultivan el suelo de México, especialmente en las provincias mineras... en las ciudades las clases pobres son todavía más desgraciadas que en el campo y llámense léperos y pelados”. ASPECTOS ECONÓMICOS DE LA VIDA EN NUEVA ESPAÑA LA AGRICULTURA.- Los conquistadores, especialmente Hernán Cortes, aclimataron plantas desconocidas e introdujeron nuevos cultivos tales como el trigo, el olivo, el arroz, la caña de azúcar, la naranja, las manzanas y otros frutales, la vid, la morera, etc. Tanto el cultivo de la morera como al de la vid se les pusieron obstáculos con el fin de que en Nueva España no se produjeron vinos ni sedas. El maíz, el fríjol y el chile se afirmaron como base de la alimentación popular. El trigo fue utilizado sólo por los españoles, fuente de ganancias, ya que el uso del pulque fue fomentado grandemente por los españoles. Característicos de nuestro México colonial fueron el cultivo del tabaco, la vainilla el añil y la grana o cochinilla (insecto que se cría en los nopales y que se aprovechaba para dar un hermoso tinte de color púrpura que tenia mucha demanda en Europa). El que los cultivos de Nueva España fueran de temporal, debido a la carencia de sistemas de riego, y la mala distribución de las tierras, fue un obstáculo para el desarrollo de la agricultura. Además los españoles, los mestizos y los criollos veían en la agricultura una ocupación inferior; por esta razón las haciendas estuvieron en manos de capataces negros; los dueños se conformaban con tener una renta anual sin que les interesara realizar mejora alguna. LA PROPIEDAD EN LA NUEVA ESPAÑA La constitución de la propiedad el tipo rural o rustica es también otra de las causas del retraso agrícola. A raíz de la Conquista, Cortes regalo espléndidamente a sus compañeros de armas extensas regiones de tierras laborables, incluyendo esta donación de tierras comunales de los pueblos indígenas, además, los indios sojuzgados sostenían con su trabajo a los guerreros y a los sacerdotes. Desde el punto de vista legal, toda la tierra de la Colonia pertenecía a la Corona Española. Y esta otorgaba tierras a sus súbditos en pago por los servicios, merecimientos o por compra. Los españoles introdujeron a las tierras conquistadas el concepto de propiedad privada, desconocida por el indígena, así como ciertas formas de propiedad comunal que vinieron a sustituir al antiguo capulli indio. 47 FUNDO LEGAL.- Era una superficie de 1.440.000 varas cuadradas, dividida en pequeños solares en que los habitantes del pueblo construían sus casas y en cuyo centro se levantaba la iglesia. EL EJIDO.- Estaban los ejidos a la salida del pueblo; era una tierra comunal, pero el usufructo era individual; se ocupaban algunos para el descargue y limpia de semilla. LAS TIERRAS LLAMADAS “PROPIOS”.- Eran tierras publicas destinadas a ciertas necesidades económicas de los pueblos. En ellas quedaban incluidas partes de monte de donde se podía cortar leña, extensiones de pasto para el ganado y algunas tierras laborables. Andando el tiempo los ayuntamientos llegaron a arrendar las tierras de “propios” a los vecinos muy necesitados. TIERRAS DE REPARTO.- Estas se daban en usufructo pero no podían ser vendidas, ni empeñadas, pues pasaban de padres a hijos. LAS MERCEDES.- Eran las propiedades que el rey otorgaba a sus súbditos para que las explotaran en beneficio personal. Fueron principio y base de la propiedad privada. LOS LATIFUNDIOS.- Eran extensas zonas territoriales en poder de una sola persona. A algunos latifundios se formaron inmediatamente después de la conquista, como el Marquesado de Valle de Oaxaca que se otorgo a Hernán Cortes, y que comprendía tierra de los Valles de México y Toluca, gran parte de Cuernavaca, Cuautla, Oaxaca, Michoacán, los Tuxtlas, Tehuantepec, Costas del Golfo de México, del Océano Pacifico; contaba aquel, con treinta y dos mil vasallos; al finalizar la etapa colonial este latifundio producía 43,616 pesos de renta anual. Otros muchos latifundios se formaron paulatinamente por medio de los robos y enajenaciones que se hicieron de las tierras de los pueblos. Cuando las cosechas eran malas, los indios vendían o empeñaban las tierras de reparto, a pesar de estar prohibido. Los españoles y la iglesia les hacían préstamos que tenían como garantía las tierras. Como la mayoría de las veces los aborígenes no podían pagar, se les quitaban las tierras empeñadas que pasaban a aumentar el latifundio. Otras veces se recurría al engaño y aun hasta la violencia para robar la tierra del ejido. A los indios sólo les quedo el “Fundo Legal” y a veces aun ni eso, y tenían que ir como peones a las haciendas o alquilaban tierras del clero. El indio, como peón, continuó su condición de servidumbre; lo que ganaba, un real o dos diariamente, apenas era para no morirse de hambre. Con el objeto de retenerlo se les prestaba de $5.00 a $20.00 en un año; como el miserable jornal no les alcanzaba para pagar, eran verdaderos esclavos, pues no podían abandonar la hacienda. La condición del indio como peón es la misma que tenia en la encomienda. Fueron vanos los intentos de la corona española para mejorar la condición del indio, pues las leyes dictadas no se tomaban en cuenta. Estas hacían de los peones vasallos de la corona iguales a los españoles. Especificaban que las horas diarias de trabajo sólo serían doce, con dos intermedios para comer, y que debería pagárseles en dinero y no con artículos, pero las leyes no se cumplían y al indio se le explotaba en la tienda de raya. En cambio, los dueños de las haciendas residían en la ciudad, no les interesaba sino recoger sus rentas anuales. La mayor parte de ellos ni siquiera conocían las tierras que poseían, y no tenían interés en mejorar cultivos ni menos en proporcionar buena vida a sus trabajadores. Como las siembras eran temporales, pues carecía de sistema de riego, en épocas de sequías los dueños de las haciendas no solamente perdían las ganancias sino el dinero invertido, entonces recurrían hipotecas para 48 vivir, gastando el dinero que les proporcionaban por este concepto, los mineros ricos o las congregaciones religiosas. CONGREGACIONES.- Al finalizar del siglo XVII existían en Nueva España losa ranchos y las congregaciones que pertenecían a mestizos, el origen de estas tierras fue el siguiente, los españoles hacían donación de ellas a sus hijos naturales habidos con las indias, cuando varias familias mestizas unían sus ranchos para cultivar sus tierras en común, recibían el nombre de congregaciones. PROPIEDAD ECLESIÁSTICA Con operaciones de préstamo y constantes donaciones voluntarias o tributos forzados, se construyeron majestuosos conventos y bellísimas iglesias. Los monasterios fueron pronto el centro de extensas posesiones, y en el lapso de un siglo el clero poseía las cuatro quintas partes de la propiedad territorial en Nueva España. A esos bienes eclesiásticos se les llamó de manos muertas, porque una vez que entraban en el patrimonio del clero no salían de el, pues no tenían necesidad de venderlas y quedaban fuera de la circulación publica. La iglesia llegó a ser una casa de banca, que prestaba sobre tierras, sus inmensas posesiones no fueron desamortizadas sino mucho después de la Independencia, en el periodo llamado de Reforma. LA GANADERÍA Con los primeros españoles llegaron a América caballos, ganado vacuno, ovejas, cerdos y gallinas que se propagaron rápidamente. A fines del siglo XVI existían manadas de toros y caballos sin dueño. Se inició también un comercio muy extenso de ganado vacuno y de productos de los mismos. Los cueros se enviaban a España con el objeto de aprovecharlos en las industrias. LA MINERÍA Con el objeto de obtener la mayor cantidad de oro y plata posible, los españoles se dedicaron intensamente, desde su arribo a estas nuevas tierras, a la explotación de minas, especialmente de oro. Cuando se dieron cuenta que estas habían sido grandemente explotadas en la época precortesiana por los pueblos aborígenes, se dedicaron a la explotación de plata, con mano de obra muy barata o gratuita de los indios o los negros. El emperador Carlos V otorgo una serie de privilegios al gremio de los mineros, que fueron sostenidos por todos sus sucesores. No se les podía embargar ni sus esclavos ni sus herramientas, ni interrumpir su trabajo por ninguna deuda. Si algún minero cometía alguna falta no se le podía sacar de la jurisdicción de la mina. La localización de minas dio lugar a la fundación de ciudades y poblaciones en Zacatecas (Sombrerete, Fresnillo, Nombre de Dios y Santa Bárbara), en Guanajuato, en Taxco, en Tlalpujahua, en Pachuca y en Oaxaca. Por buscar un cerro de plata, que según la conseja popular existía en lo que hoy es el Estado de Durango, se encontró el cerro de hierro que se llama del Mercado. La producción minera, evoluciono notablemente del siglo XVI al XVII. Según el sabio Alejandro de Humboldt, dio del año de 1690 al de 1803, la cantidad fantástica de 49 $1,353,452,020. También se explotaba el cobre, especialmente en los estados de San Luis Potosí y Durango. BENEFICIO DE LA PLATA.-En un principio la plata se extraía con el simple procedimiento de fundir los metales en pequeños hornos. Pero así se desperdiciaba gran cantidad del metal. En 1554, en el importante centro minero de Pachuca, el sevillano Bartolomé de Medina introdujo un nuevo sistema que seguramente aprendió de un alemán. Consistía en beneficiar la plata por medio de la sal y el mercurio. Este beneficio, llamado de “amalgamación o de patio”, impulso notablemente la minería, no sólo en México, sino aun fuera, como por ejemplo en el Perú. En relación con la minería se hicieron otros inventos notables como el de la capellina, como metálico inventado por un minero de apellido Capellán, en Taxco, que servia para evitar que se escaparan los vapores de mercurio. Siendo la minería la principal base de la economía nacional, dio lugar a la formación de las siguientes instituciones: un tribunal especial para los mineros, las notables leyes sobre minería, el Banco de Avio para mineros y el gran Colegio de minería, orgullo de la Nueva España LA INDUSTRIA Los grandes privilegios de que gozaba la industria de la península ibérica hicieron que en la Nueva España el desenvolvimiento industrial fuera insignificante, pues la política de la metrópoli era impedir su desarrollo, evitando que se pusiera en peligro la economía del imperio. Por esa razón no progreso la explotación del gusano de seda, que tanto se propago en los primeros tiempos de la Colonia, y se usaron hasta medios violentos para evitarla. Se perseguía a quienes tenían cría de gusanos y se arrancaban las moreras. En Nueva España sólo se fabricaban telas muy toscas de algodón y lana. Se producían también tabaco y azúcar. Se defendían así las industrias de la península, asegurando su desarrollo y comercio e impidiendo el intercambio económico de las colonias entre si. Si a lo expuesto agregamos que la técnica usada era rudimentaria, pues los españoles, al pasar a América, implantaron en estas nuevas tierras las formas más retrasadas de trabajo, lastre del decadente feudalismo en que se debatía España. La Corona Española no ahogaba las iniciativas de producción industrial, sino las frenaba para que ellas se mantuvieran en el nivel que a ella le convenía. Por esta razón se obstruía el trabajo de los obrajes, pues se suponía que ellos estaban más próximos a la producción capitalista. En relación con industrias desconocidas antes del Descubrimiento, como el tabaco, pero que dejaban grandes ganancias, España las intervino completamente mediante el “estanco” que era un estricto monopolio. Así hubo estancos de producción y venta de tabaco, de pólvora y mercurio. LOS OBRAJES Frente a los pequeños talleres de los artesanos en que el maestro era al mismo tiempo trabajador y propietario de sus útiles y medios de producción, se comenzaron a organizar los 50 obrajes que concentraban, en amplios lugares (insalubres por cierto) a un mayor numero de trabajadores que ofrecían la fuerza de su trabajo a cambio de un jornal. El obraje es la descomposición del sistema feudal; es el antecedente de la fábrica, la iniciación de la etapa manufacturera. El dueño del capital no compraba para volver a vender el producto elaborado en pequeño por el trabajador, sino que contrataba la fuerza del artesano y establecía empresas (obrajes) en las que el obrero a cambio de su trabajo, percibía un insignificante salario. El obraje, como transito entre dos etapas de organización completamente diversas, arrastraba los vicios de la producción feudal y llevaba el embrión del nuevo régimen de producción. Los trabajadores en el obraje fueron más bien obreros, siervos degradados, situación en posición de inferioridad frente al artesano libre que contaba con la protección de la Corona Española. Algunas leyes fueron dictadas con el fin de aminorar la explotación despiadada del trabajador del obraje, como prohibir que permanecieran casas de juego y pulperías dentro de los mismos. Estas disposiciones en general fueron letra muerta. Los trabajadores de los obrajes eran negros, indios o castas, la mayor parte de ellos eran apresados por deudas suponiendo que no podrían pagar los anticipos que se les habían hecho; por el olvido más insignificante se les azotaba llegando hasta causarles la muerte por ello. No se les daba de comer sino lo indispensable y se les encerraba en subterráneos. Se dice que en ocasiones algunos padres vendían a sus hijos a los obrajes por treinta años en veinte pesos. Si hiciéramos una comparación entre la vida del obrero mexicano de esa época y la de los esclavos en Roma, tendríamos la impresión de que estos últimos gozaban de muchas más prerrogativas y de una vida muy superior que la de los trabajadores de la Colonia. El obraje”es la forma como se anuncio en América la etapa manufacturera” es la expresión única de la industria colonial y que siempre laboro en forma ilegal y pobrísima. España fue siempre intermediaria en las transacciones comerciales de Sevilla y Cádiz, en donde se concentraban los productos manufactureros en Europa y que posteriormente eran enviados a la Colonia. En esta, por tanto, se estorbo toda posibilidad de engrandecimiento o progreso es la industria de hilados y tejidos. Los vinos y la seda tuvieron también obstáculos por la política proteccionista de España en relación con la protección de la península, y ya explicábamos, con anterioridad, como se destruyeron las florecientes crías del gusano de seda y se prohibió terminantemente el cultivo de la vid. La producción manufacturera, destinada a lugares alejados, estaba prohibida, siendo además muy difícil transportar mercancías de lugares alejados por la falta de vías de comunicación. La iglesia, que representaba el capital más fuerte otorgaba créditos a los industriales, y oponían así una gran resistencia para la formación de capitales industriales; por tanto, era quizá la más fuerte opositora al desarrollo de la técnica industrial de Nueva España. LOS GREMIOS.- El trabajo industrial de Nueva España estuvo organizado primero por medio de los gremios que crean agrupaciones de trabajadores libres, con la finalidad de evitar la competencia, mediante la justa apreciación de la fuerza de trabajo. Los gremios estaban reglamentados, los trabajadores sólo podían desempeñar un único oficio. El gremio tenia que 51 darles autorización para dedicarse a el. Los artículos estaban sujetos a normas rígidas de manufactura, prohibiéndose la producción de artículos similares a los de procedencia extrajera o española. Como puede percibirse claramente, esta legislación realizó perfectamente el estancamiento de la industria colonial, había gremios de plateros, pintores, doradores, tejedores, etc. Las categorías de los trabajadores eran tres: aprendices, oficiales, y maestros. El aprendiz servia como criado en el taller del maestro, sin ganar por ello nada sino la alimentación y el aprendizaje. Después de mucho tiempo y trabajos, pasaba a ser oficial ganando ya por lo que hacía, hasta que lograba su independencia del taller y se convertía a su vez, en maestro. El aprendiz pasaba muchos años antes que se le reconociera la habilidad adquirida pagándosele muy poco. Más tarde pasaba a ser oficial, debiendo sufrir un examen que le practican los veedores de su oficio, pagar su examen y su contribución al gremio o cofradía. Los gremios coloniales tenían un aspecto religioso porque cada uno tenía como protector a un santo patrón a quien celebraba con fiestas. En este aspecto se consideraban como cofradías religiosas. También tenían algunas características mutualistas, de apoyo reciproco. Los gremios eran distintos a los sindicales actuales, porque los primeros no eran asociaciones de trabajadores para defender sus derechos de un empresario capitalista, sino más bien unidades para organizar el trabajo de los artesanos de un mismo oficio. Aquel medio de agremiarse correspondía a un concepto medieval del trabajo, y poco a poco fue sustituido por el obraje llegando a desaparecer por orden real en 1790. LA IGLESIA EN NUEVA ESPAÑA Durante los tres siglos de dominación española, y aun podemos decir muchos años después, la sociedad mexicana estuvo fuerte mente influida por la Iglesia católica. Ella domino la conciencia de los hombres, intervino en las normas de gobierno, en la educación, en las artes y en las ciencias; determino, con el acaparamiento de riquezas, un aspecto muy importante aunque negativo de la economía; fue, en suma, el eje alrededor del cual giro nuestra historia por más de trescientos años. Urge, por tanto, estudiarla en sus aspectos más generales. La propaganda cristiana se inició con la Conquista; ella misma fue un arma de conquista. Los frailes que acompañaban a Cortes se encargaron de difundir las primeras ideas religiosas entre los caciques y los nobles del pueblo sojuzgados. El propio Hernán Cortes pidió; en una de sus cartas al emperador Carlos V, que enviara frailes para la evangelización de los indios, pues realizarían una obra más efectiva que los clérigos, cuyas costumbres un tanto licenciosas podían causar un escándalo a los indios acostumbrados a la conducta respetable de sus sacerdotes. LOS FRANCISCANOS Los tres primeros frailes enviados a Nueva España fueron franciscanos: entre ellos vino Fray Pedro de Gante (que a pesar de tener sangre noble, pues se dice que era hermano natural del emperador Carlos V) vino a dedicar su vida a la evangelización y defensa de los indios. Fundo Fray Pedro de Gante, en la ciudad de Texcoco, la primera escuela que hubo en Nueva España y en América, logró que se construyeran gran numero de iglesias y enseño a los aborígenes a fabricar imágenes y oficios como la carpintería. 52 El año de 1524 llegaron otros doce franciscanos encabezados por Fray Martín de Valencia nombrado”custodio de la Provincia del santo Evangelio, en las tierras de la Nueva España y Yucatán”. Entre los doce frailes venía Fray Toribio de Benavente, quien, al llegar a estas tierras de América, cambio su nombre por el de Motolinía, que en idioma Náhuatl quiere decir pobreza, pues los indios al verle pasar tan humilde, clamaban “Motolinía, Motolinía”. Desembarcaron en Veracruz, y descalzos hicieron el recorrido hasta Tlaxcala. Al llegar a la ciudad de México fueron recibidos con grandes muestras de respeto por los poderosos conquistadores., quienes salieron a recibirlos figurando entre ellos Hernán Cortes y Pedro de Alvarado, lo que hincando la rodilla en tierra besaron sus pobrísimas ropas. Esto causaba gran extrañeza a los indios acostumbrados a la fuerza y altanería de los españoles. Se dividieron en grupos con el fin de hacer sus predicaciones desde diversos lugares: Texcoco, Tlaxcala y Huejotzingo fueron los centros principales, quedando Fray Martín de Valencia en la ciudad de México. Los franciscanos se extendieron por toda la Colonia y su influencia fue general en el país. LOS DOMINICOS Los primeros dominicos arribaron a playas de Nueva España en el año de 1526, siendo también doce frailes a las órdenes de Fray Tomas de Ortiz. Fueron estos muy bien recibidos por los franciscanos, mas como enfermaron algunos y murieron otros, Fray Tomas de Ortiz tomo esto como pretexto para regresar a España, dejando en su lugar a Fray Domingo de Betanzos. En realidad el fraile deseaba ir a España para informar de lo que en la Colonia acontecía, y para alejarse un tiempo de estas tierras en donde sus intervenciones en cuestiones políticas habían provocado disgustos entre Cortes y los representantes del Gobierno. Los dominicos se negaban a venir a las tierras descubiertas, alegando que eran insalubres y muy peligrosas. Carlos V tuvo que hacer gestiones para que se trasladara a Nueva España otro grupo de frailes de esta orden. Se establecieron principalmente por los Estados de Oaxaca y Chiapas. LOS AGUSTINOS Los agustinos llegaron a la Colonia más tarde (1533), pero a pesar de ello influyeron grandemente en la conversión de los indios. Su influencia fue definitiva en Michoacán, Guerrero, la Huasteca, Guanajuato y Querétaro. LOS JESUITAS En el último cuarto del siglo XVI se establecieron en Nueva España los jesuitas; se dedicaron de manera exclusiva a la enseñanza, estableciendo colegios. Regentaron también las misiones de Sonora, Arizona, las dos Californias, extendiéndose su influencia en una vasta zona, hasta el momento de su expulsión. Otras congregaciones religiosas, vendidas con posterioridad, tuvieron fines completamente específicos como redimir cautivos, prestar 53 servicio en hospitales, etc. También se establecieron conventos de monjas que tenían sus reglas y tenían que vivir recluidas. CONSTRUCCIÓN DE CONVENTOS Pasados los primeros años en que los frailes, cumpliendo con sus reglas, vivieron de la caridad y pasaron miserias y grandes sufrimientos, se propusieron levantar edificios para sus comunidades e iglesias para el culto, comenzando a construirlos tan suntuosos y ricos que demandaban gran cantidad de sacrificios de los indios, ya que eran ellos los que tenían que aportar dinero y trabajo. En los lugares muy apartados y en los lugares muy pequeños se levantaron grandes iglesias y conventos de riqueza deslumbrante. Los indios eran llevados por la fuerza a trabajar en las construcciones sin pagarles un centavo; otras veces se les obligaba a comprar materiales de construcción. Si morían a causa del excesivo trabajo, se traían a otros que los suplieran sin que esto tuviera la menos importancia. El siguiente fragmento de una carta que el arzobispo Montufar dirigió al Consejo de Indias, hace conocer hasta que grado se explotaba a los indígenas y la falta de escrúpulos de los frailes. “En lo que toca a las obras de los monasterios, van tan soberbias en algunas partes y donde no ha de haber dos o tres frailes, que para Valladolid sobrarían; y hecha una casa, otro fraile que viene, si le parece derribarla y pasarse a otra lo hace, y no tiene en nada un religioso emprender una obra nueva que cuesta diez o doce mil ducados, que diciendo y haciendo todo es uno. “Dos obras eh visto ahora hechas en un monasterio que una tendrá un costo de ocho o diez mil ducados y la otra poco menos; cada una de ellas se comenzó y acabo dentro de un año, a costa de dinero y sudor y trabajo personal de los pobres indios”. Se cuenta que en un pequeño pueblecito existían tres conventos para una misma orden, uno de humilde apariencia, otro muy suntuoso, pero como a uno de los frailes le parecía que otro lugar del pueblo era más apropiado para erigirle convento, ordenó que se construyera otro en su lugar y se destruyera el anterior. Los altares, instrumentos de música y toda clase de ornamentos para el culto, eran muy ricos y muy costosos. Había, además, gran cantidad de servidumbre indígena en los conventos; esta pobre gente realizaba toda clase de trabajos sin percibir ningún sueldo; en la mayoría de las ocasiones sin que se les diera ni siquiera la comida. Fueron muy grandes la dificultades con las que tropezaron los primeros misioneros para realizar su cometido, pues no conocían el idioma y los indios estaban agobiados bajo el peso de la enorme tarea de reconstrucción de la ciudad. Mientras aprendieron los rudimentos de la lengua trataron de hacerse entender por medio de señas, figuras y visajes; los indios los rodeaban mirándolos con extrañeza, pensando posiblemente que eran locos, aun cuando se dice que lograron conversaciones en esta forma. Por otra parte, la enseñanza religiosa adoleció de muchos defectos; los indios no siempre entendieron el fondo moral ni el espíritu de la nueva religión. Obligados por el miedo a los terribles castigos, por la necesidad de una idea de sostén dentro del derrumbe total de todas sus creencias y valores, y por ser la religión del vencedor, aceptaron una creencia que los atraía con sus ceremonias espectaculares, que no comprendían y que practicaban sin darle sentido alguno. Hasta nuestros días muchos indios son verdaderos idolatras dentro de su religión. 54 Los frailes derrumbaron templos, monumentos y todo lo más valioso de una civilización fuerte y pujante. Por medio del fuego purificaban lugares donde existían templos indígenas, y se ahuyentaban a los demonios. Los ídolos, los códices, las pinturas eran arrojadas a hornazas, se derrumbaban los oratorios para levantar templos cristianos; en estas obras de destrucción colaboraban niños indígenas ya educados en la fe de Cristo. Cuentéese que en una ocasión un grupo de muchachos dio muerte a un sacerdote indígena que, cubierto con sus antiguos ornamentos, tuvo la audacia de esperarlos a la salida de la parroquia, donde les enseñaban la doctrina, para hablarles de la fe de sus mayores y de la conveniencia de que volvieran a ella. Hay que hacer notar, sin embargo, que los datos más valiosos desde el punto de vista histórico, de los pueblos precortesianos, fueron conservados por algunos frailes que vinieron a estas tierras inmediatamente después de la Conquista. LA EVANGELIZACIÓN DE LOS INDIOS La tarea evangelizadora se realizó en diferentes formas. Lo más importante de la doctrina cristiana se tradujo a los principales idiomas indios, y se enseño a los niños en cantos que estos repetían en los atrios de las iglesias hasta que las aprendían los adultos. Se escribieron las principales oraciones en jeroglíficos para facilitar su comprensión a los naturales. Sustituyeron sus templos y sus ídolos por iglesias e imágenes cristianas y aprovecharon las danzas y festividades indígenas, dándoles un sentido nuevo, procurando que la enseñanza de la religión importada fuera completamente objetiva, con este fin se organizaban procesiones. Para las grandes ceremonias, y siendo imposible que la muchedumbre cupiera dentro del templo, se utilizaban los atrios a un lado de los cuales había una capilla abierta para que la ceremonia pudiera ser presenciada por todos los ahí reunidos. También se hacían representaciones sencillas con temas religiosos; esta especie de teatro fue muy gustado por los aborígenes. Los días en que era una obligación oír misa, los caciques levantaban a los indios en las primeras horas de la madrugada, hasta el atrio de la iglesia, contándolos para tener la seguridad de que estaban todos. Ahí, de rodillas, oraban hasta que se abría el templo. Si alguno faltaba, se le daban doce azotes en la espalda. Se cuenta que Hernán Cortes a fin de hacer comprender a los indios que todos estaban obligados a oír misa, se abstuvo de hacerlo en una ocasión, de acuerdo con los clérigos y estos le dieron doce azotes en medio del templo, ante los indios asombrados. Más no todos fueron medios apostólicos para la conversión: los frailes a veces usaban, a veces, castigos durísimos: azotaban y encarcelaban a los indios, los martirizaban y los obligaban a hacer tareas extenuadoras. En muchas ocasiones el Papa y las altas autoridades eclesiásticas españolas, aconsejaron moderación en este capítulo. La tarea evangelizadora resulto algunas veces un verdadero martirio para los frailes, como aconteció con Fray Juan de Padilla y al lego Luis de Escalona, quienes fueron sacrificados bárbaramente al tratar de catequizar a los indios de Quiviria. A Fray Luis de Cáncer y a cinco frailes dominicos los indios de Florida des dieron muerte, desollándolos después y colocando su piel y cabezas en la habitación de uno de los caciques. El fraile Cornelio Bendin de la Compañía de Jesús, comisionado para establecer una misión entre los indios tarahumaras, fue muerto por estos y quemada su capa. 55 FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS Por el fervor que puso en la defensa de los indios, por el esfuerzo que realizó para mejorar la miserable condición de los conquistados, debemos mencionar de manera especial a Fray Bartolomé de las Casas, llamado el Padre de los Indios. Gracias a las gestiones hechas por el ante los Reyes Católicos y el Papa, se libero a los indios del trabajo de las minas, importándose negros que eran más resistentes. De sus protestas y de sus gestiones se tomaron gran parte de las Leyes Indias. Se opuso con toda la fuerza que le daba su convicción y la seguridad de la justicia de si causa a la esclavitud del indio; sus principales argumentos los encontramos expresados en la celebre disputa con el doctor Sepúlveda, que sostenía que la esclavitud del indio era legal y a quien convenció públicamente. Al fin de su vida escribió un libro en el que sostiene que la conversión del aborigen sólo puede hacerse atrayéndolo con dulzura, y dándole ejemplos de verdaderas virtudes cristianas. Su obra histórica es una condenación de los procedimientos de los conquistadores. DON VASCO DE QUIROGA La obra de don Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, es en América el primer ensayo de socialismo que se realiza después de la Conquista. Se inspiro en las ideas de Tomas Moro, expuestas en su libro llamado utopía en el que se describe una sociedad ideal. Fundo, primero cerca de la ciudad de México y de después en Michoacán, hospitales para los indios. Los manejaba un director nombrado por el obispo y una junta que escogían los padres de familia. Se sostenían con sus propios recursos, pues los asilados trabajaban los campos de labor que pertenecían a la institución, y cuidaban que se multiplicara el ganado anualmente, separada la parte que era necesaria para los gastos del hospital, el resto se repartía equitativamente entre los que habían trabajado. El edificio contaba con un cuerpo central en el que estaban los enfermos y vivían los dirigentes y empleados de categoría; lo rodeaban las casas para familias pobres, la escuela y las estancias para siembra y ganado. Se asegura que fue don Vasco de Quiroga quien distribuyo en Michoacán, el trabajo por pueblos, como subsiste hasta la fecha, y para que mejor cambiaran sus productos se hacía el mercado una vez a la semana en cada pueblo. Posiblemente esta organización la tomo el obispo de las costumbres de los pueblos precoloniales. Esta obra desapareció con su iniciador. EL REAL PATRONATO Con el fin de conseguir la superioridad del poder real sobre el de la Iglesia, los reyes españoles consiguieron del Papa Alejandro VI les reconociera el derecho, a perpetuidad, de cobrar los diezmos de todas las tierras conquistadas en el Nuevo Mundo, así como proponer personas para los pueblos de obispos, señalar el sitio en el debían levantarse las iglesias, conventos, hospitales y limitar la jurisdicción de las diócesis. Además, toda bula papal tenia que pasar por la censura del Consejo de las Indias. Los reyes fueron, efectivamente los jefes de la Iglesia de América. LUCHAS ENTRE EL CLERO REGULAR Y EL SECULAR Llámese clero regular a los frailes que tenían que vivir recluidos en un convento según reglas rígidas y clero secular a los sacerdotes que tienen a su cargo la administración de los sacramentos y que pueden vivir en el siglo es decir fuera de los conventos y entre la gente. 56 Los primeros obispados fueron el de Tlaxcala y el de México agregándose después los de Oaxaca, Chiapas, Guadalajara, Yucatán y Durango. El año de 1545 el obispado de México fue hecho arzobispado. Cuando se erigió en diócesis la Nueva España, los obispos tuvieron grandes dificultades para limitar el poder omnímodo de los frailes que se negaban a permitir la entrada a los clérigos en su jurisdicción, aun cuando hicieran falta, para atender los asuntos religiosos. Esta lucha entre el clero recular y el secular provoco en ocasiones verdaderos tumultos y rebeliones poniéndose de manifiesto el gran poder de las órdenes religiosas y la defensa que hacían de sus intereses, pues no era el celo apostólico el que los obligaba a no permitir que les fuera arrebatado el señorío espiritual adquirido, sino que de acuerdo con el Real Patrono, el diezmo era del rey; pero éste dejaba una buena parte a lo prelados, para el sostenimiento del culto y la construcción de iglesias y conventos; esta era una de las causas que más alentaba la lucha. En le año de 1569 los clérigos, por cuestión de jurisdicción, trataron de impedir que los franciscanos realizaran las ceremonias acostumbradas con motivo de la Asunción. Los indios hicieron causa común con los frailes y a pedradas corrieron a los clérigos. Por los años 1644-45 el obispo de Puebla, don Juan de Palafox y Mendoza, ataco abiertamente a los jesuitas con motivo de un viejo litigio que seguía su obispado por la posesión de una hacienda que había sido cedida para la fundación de un colegio en Veracruz. Esto, unido a pequeñas faltas de atención de los jesuitas para el obispado a quien no habían visitado durante su enfermedad, ni lo habían convidado al jubileo, provoco un positivo distanciamiento que se acrecentó cuando ambos contendientes usaron el pulpito para atacarse mutuamente. El obispo prohibió a los jesuitas que predicaran, y como a pesar de esto lo hizo uno de ellos, el de Palafox los excomulgo. Los jesuitas de México nombraron jueces que fallaron el caso, pero el obispo desconoció la autoridad de estos. Entonces los jueces se trasladaron a Puebla para obligar al rebelde a obedecer; esto exaltó aun más lo ánimos, y el obispo excomulgo a los jueces y pronuncio un sermón candente que provoco las iras del pueblo, quien pretendió incendiar los colegios jesuitas. En España los altos miembros de la orden habían hecho labor en contra del obispo, ante el rey y éste le suspendió en sus funciones ordenándole volviera a España. Aun cuando don Juan de Palafox logró ser absuelto en el juicio de residencia que se le seguía, y que el Papa fallara a su favor, murió abandonado en Osma donde le había confinado el rey. En éste un claro ejemplo del poder de la compañía de Jesús. CONCILIOS Al grupo de eclesiásticos que se reúnen para discutir problemas referentes a la fe, al culto y a la propia organización de la iglesia, es a lo que se le llama concilio. En Nueva España se reunieron concilios en diversas épocas con el fin de solucionar los múltiples problemas que surgieron de la cristianización de los indios, y de las divergencias entre el clero regular y el secular En el primer concilio, al que asistieron entre otros don Vasco de Quiroga obispo de Michoacán, se tomaron interesantes acuerdos en relación con la forma de tratar a los indios y la limitación de la autoridad de los frailes. 57 Más importante es el segundo concilio, reunido el año de 1565, en el que se discutieron los siguientes problemas: admitir o no las conclusiones del Concilio, murió en Uruapan don Vasco de Quiroga que tanto había trabajado por la conversión de los indios. Al finalizar los trabajos se pidió a la Audiencia su apoyo y respaldo con el fin de que en Nueva España se cumpliera lo dispuesto en Trento en los siguientes capítulos: que los jueces del fuero no siguieran causas contra los religiosos; que los clérigos no fueran llamados a comparecer en la Audiencia; que se les dieran buenos salarios a los clérigos que residían en los pueblos; que los indios diera a la iglesia tributos; que se aumentara el salario de dos pesos a los servidores de las iglesias; que no se quitaran a los”mazeguales”sus tierras para que pastaran los ganados de los españoles; que los indios que tuvieran que trabajar en obras de mejoramiento y construcción de la ciudad fueran de los pueblos cercanos y se les pagara el viaje de ida y vuelta, y que los tributos que los indios pagaran al rey y a los encomenderos fuera de lo que ellos cultivaran y no de productos que tuvieran que adquirir. El tercer Concilio se reunió en el año de 1585, con gran aparato y presidio por Pedro Moya de Contreras y numerosos obispos. Es por demás curioso el contraste que el inquisidor que representaba todos los horrores del Santo Tribunal hacía con el ambiente del concilio en el que se luchaba por mejorar las condiciones de explotación, miseria y humillación en que vivía el indio. Las conclusiones fueron tan favorables a los indígenas que encontraron franca oposición entre el mismo clero y los españoles; ah pesar de ellos fueron aprobadas por el Papa por el Consejo de las Indias. A propósito de las nuevas leyes, dadas a conocer en México por el Visitador especial don Francisco Tello de Sandoval, el año de 1544, que amparaban legalmente al indio, hubo descontento no sólo entre los colonos españoles sino también en las congregaciones religiosas. Los dominicos, que se habían distinguido por el valor con que habían defendido la legalidad de los derechos del indígena; al conocer las leyes, las acataron y declararon que era preciso que subsistieran las encomiendas, porque de esa manera los españoles se hacían ricos y podrían sostener los principios religiosos y el culto, pues las iglesias, contando únicamente con los indios, se quedarían sin limosnas y no podrían sostenerse. Además, los indios eran flojos por naturaleza y no tenían ambiciones; por tanto no trabajarían y esas tierras se quedarían pobres y sin religión. Los franciscanos se opusieron también a las leyes que habían sido elaboradas tomando en cuenta las repetidas protestas de los frailes y las sugestiones del padre Las Casas. Ellos pedían que:”siendo los españoles cristianos y murallas de fe, son menester en la tierra para amparar y defender en lo que conviene al patrimonio real de Castilla”. Por tanto, debían subsistir las encomiendas y pedían al rey autorización para que fueran las autoridades de la Colonia las que interviniera en la solución de ese problema. Como se ve por lo expuesto, los frailes trataron de defender sus intereses en absoluto la condición del indio que era para ellos un medio de explotación. LA INQUISICIÓN ANTECEDENTES HISTÓRICOS Al iniciarse el siglo XIII, como una protesta contra el lujo y licenciosas costumbres en el seno de los conventos, se multiplicaron los brotes heréticos en toda Europa, distinguiéndose entre ellos el de los albigenses. El Papa Inocencio III organizó 58 una cruzada en su contra dispuesto a terminar de forma definitiva con ellos. Domingo de Guzmán fue el encargado de organizar las misiones que se establecían después en toda la región herética. Era de intachable conducta y elocuencia apasionada intransigente y fanático. Sus palabras distaban mucho del amor cristiano:”...deja caer tus manos sobre ellos Señor, castígalos para que con el sufrimiento despierte su inteligencia”. En ellas iba el germen de la Inquisición. Para perseguir la herejía en toda Europa, el Papa nombro tres obispos jueces que presidían tres tribunales ambulantes que tenían el derecho de perseguir, juzgar y castigar herejes. Fue tan grande el empeño que estos pusieron al realizar su labor, que un gran número de personas murió en la hoguera como resultado de sus acusaciones. Los castigos que se imponían podían ser de la excomunión y la confiscación de los bienes, hasta la pena de muerte en la hoguera y el anatema sobre el apellido Estos tribunales fueron el antecedente de la Inquisición. Domingo de Guzmán fundó una orden mendicante que se llamó de los dominicos y ala que por regla general se encomendaron los tribunales de la mal llamada Santa Inquisición Bajo el reinado de Felipe II la Inquisición cobró poderío en España por el apoyo decidido que le dio el rey con objeto de evitar la propagación de la Reforma en su reino. De ahí paso a Nueva España. LA INQUISICIÓN EN NUEVA ESPAÑA El primer nombramiento de inquisidor de las tierras descubiertas y de todas las que le fueran más tarde, recayó en Fray Pedro de Córdoba que residía en la isla española, y quien a su vez nombro Comisario de la inquisición en Nueva España, a Fray Martín de Valencia a su paso por la isla. Parece que el fraile no hizo uso de estas facultades. Posteriormente Fray Juan de Zumárraga proceso a un indio principal de Texcoco acusado de idolatría y fue condenado a morir en la hoguera. Conocido el hecho por el inquisidor principal de España, se le llamó severamente al padre Zumárraga, indicándole que con los nuevos cristianos se debía tener mayor indulgencia y cuidar de no asustarlos. También debemos recordar al terrible auto de fe celebrado en Maní, Yucatán por Fray Diego de Landa, y el castigo que se impuso al cacique de Tehuantepec, Cosijospi, por haber vuelto al culto idolátrico después de haber sido cristiano. A don Francisco Tello de Sandoval se le dio autorización para seguir juicios y castigar toda clase de delitos contra la fe; pero seguramente por los grandes problemas ocasionados al dar a conocer las nuevas leyes indias, no ejerció su papel de inquisidor, y no fue sino hasta el 4 de noviembre de 1571 que se estableció de manera definitiva la Inquisición en Nueva España, con gran solemnidad. Los indios quedaron fuera de intervención de este tribunal y sus faltas eran de la incumbencia absoluta del arzobispo o de los obispos. SISTEMAS USADOS POR EL LLAMADO SANTO TRIBUNAL Las denuncias se aceptaban sin limitación; los mismos niños eran estimulados para que fiscalizaran y acusaran a sus padres. Se procedía contra acusados con procedimientos secretos; la reo no sabia quien lo acusaba, ni de que, no podía ver los rostros de los testigos de cargo ni tenia derecho a nombrar defensor ni siquiera conocer los nombres de los acusadores. El tormento era el medio de prueba usado para que confesaran sus culpas. La confiscación de sus bienes era 59 inmediata, y parte de ellos pasaba a los inquisidores. Una vez condenado el reo, pasaba la sentencia a la autoridad laica; la que efectuaba los castigos. Se podía sentenciar a un muerto o a un ausente en el primer caso se quemaban los huesos y se confiscaban sus bienes; en el segundo se quemaba su efigie. La ceremonia que procedía a la muerte era llamada auto de fe. Los condenados llevando las insignias de su delito, recorrían las calles de la ciudad para ir al quemadero. Vestían al Sambenito (especie de túnica sin mangas de color amarillo) llevaban en la mano una vela pintada de verde y una soga al cuello. La inquisición en Nueva España tenía intervención en el arzobispado del que dependía los obispados de Nueva Galicia, Oaxaca, Tlaxcala, Michoacán, Chiapas, Yucatán, Guatemala, Verapaz y las Islas Filipinas LUCHA ENTRE EL PODER CIVIL Y LA IGLESIA En el año de 1530 fue sacado del convento de san francisco por orden de la audiencia el clérigo Cristóbal de Angulo y García y de Llerena que había buscado asilo en ese lugar indignado por esta falta de respeto al poder de la Iglesia el Obispo Zumárraga al frente de gran numero de clérigos, se dirigió a la cárcel, y rompiendo la puerta trató de poner en libertad al cautivo. El oidor Delgadillo lo impidió por medio de la fuerza armada. Zumárraga excomulgó a los oidores, y éstos, a pesar de ello mandaron descuartizar a Angulo. El obispo puso a la ciudad en entredicho. Este fue el principio de una serie de dificultades y conflictos entre el poder civil y el clero. En el año de 1622 llegó a la Colonia el marqués de Gálvez para hacerse cargo del virreinato: era el nuevo virrey hombre honrado, de gran voluntad, deseoso de poner límite a las relajadas costumbres y hacer que su gobierno se basara en la justicia y la moral. Más poner coto al voraz deseo de enriquecimiento, y limitar la explotación despiadada de oidores, españoles y de la Iglesia, era cosa casi imposible. Además, el nuevo virrey aunada, a sus grandes cualidades, ingenio vivo y dominante que lo hacía imprudente e impetuoso. El arzobispo de México era don Juan Pérez de la Serna, de carácter altivo, celoso de su autoridad, inflexible e intolerante. Gustaba de inmiscuirse en asuntos ajenos a su cargo por lo que había tenido choques con la Audiencia. Apenas tomo posesión del nuevo virrey, se le dieron informes del prelado; el maques de Gálvez tuvo el poco acierto de hacerles conocer lo que de el se decía: se le acusaba de supeditar la devoción a intereses monetarios, pues aceptaba regalos de curas y personas que tenían negocios en el arzobispado, como de tener una carnicería en su domicilia y vender la carne más cara que en el mercado. El arzobispo, grandemente humillado, formo un partido en contra del virrey, y esperaba oportunidad para atacarlo. Pronto encontró el pretexto; se acusó a Melchor Pérez de Varaiz 60 que tenía dos puestos incompatibles: Alcalde Mayor del pueblo de Mextepec y Corregidor de la ciudad de México, de arreglos ilícitos y de explotaciones en su jurisdicción. El virrey ordenó se le siguiera proceso y pidió al Consejo de Indias se le iniciara juicio por aceptar empleos incompatibles. Como se dictara orden de prisión en su contra, Pérez de Varaiz se refugio en el convento de Santo Domingo. El delincuente que se refugiaba en un templo o convento no podría se hecho prisionero pues quedaba amparado por la Iglesia. Para evitar que se refugiara, el virrey ordenó se enviaran guardias que vigilaran el monasterio. El arzobispo se alió con el prófugo preparando planes para atacar al marqués de Gálvez, y publicó censuras contra los jueces, a quienes excomulgo. Estos se quedaron de la Serna pidió al escribano Cristóbal de Osorio que le mostrara los autos; como Osorio se negara lo amenazo con la excomunión comunicándoselo por medio del notario del arzobispado, José de los Reyes, quien llegó acompañado de frailes armados que provocaron un positivo escándalo tratando de entrar por la fuerza hasta la sala de la Audiencia. El virrey, entonces, condeno al notario José de los Reyes al destierro. Esto provoco un enorme disgusto en el arzobispo quien exigió al virrey que pusiera en libertad al notario, y como no lo consiguiera, comenzó a atacar abiertamente al virrey. Todos los que intervenían en la causa seguida a Variz fueron excomulgados lo que provoco mayores dificultades y un gran malestar. Se pidió entonces al obispo de Puebla, que por la bula del Papa Gregorio XIII era juez apostólico en Nueva España, que pidiera a Pérez de la Serna levantara la excomunión y borrara los nombres de los excomulgados de las tablillas acusadoras que estaban en las puertas de los templos. Se envió a un sacerdote dominico a que absolviera a los castigados y borrara los nombres de las tablillas, y el arzobispo se negó a obedecer, oponiéndose, por cuantos medios estaban a su alcance, y con positivo furor se apresto a la lucha. Una noche las campanas de tosas las iglesias hicieron conocer a los habitantes de la ciudad de México que estaba entre dicho. Plazas y calles se llenaron de gente ansiosa de conocer la causa de tan grande calamidad, y con verdadera angustia y gran disgusto achacaban al virrey aquel castigo. Como se tratara de hacer efectiva una multa que el enviado del obispo de puebla le impulso al arzobispo por negarse a acatar sus órdenes, éste se dirigió a ver al virrey, aparentemente de incógnito, pero haciendo que el pueblo siguiera, lo que provoco terribles escándalos, pues el arzobispo se negaba a abandonar el palacio virreinal hasta que se le hiciera justicia. Como la sublevación creciera por momentos y la actitud del pueblo fuera amenazante, el virrey y los oidores le aplicaron la pena e destierro que podía conmutarse por multa de cuatro mil ducados; pero el arzobispo no se amilanó, contestando con gran altanería. Entonces se hizo efectiva la pena y el arzobispo fue metido por la fuerza en una carroza; en medio de los insultos de la multitud lo sacaron de cuidad y lo llevaron hasta Teotihuacan desde donde lanzo excomunión en contra del virrey y de los Oidores y de los que sacaron de la ciudad. Algunos oidores, quizá arrepentidos, revocaron la orden de expulsión, y el virrey los puso presos. El pueblo se sublevo y el marqués de Gálvez mando que la tropa atracara a los sublevados que estaban reunidos en la plaza mayor. El pueblo aumento su furor y comenzó 61 a apedrear el palacio pidiendo se pusiera en libertad a los oidores, lo que el virrey se vio obligado a hacer. La audiencia, entonces, desconoció la autoridad del virrey y nombro un capitán tomo en sus manos las riendas del gobierno. general que El palacio virreinal fue incendiado, el Márquez de Gálvez tuvo que salir disfrazado y retraerse en el convento de San Francisco mientras tanto, regreso con un gran aparato y solemnidad el arzobispo que había sido avisado de lo que acontecía en la ciudad. La audiencia y el arzobispo escribieron serios memoriales al rey con el fin de hacerle conocer los hechos, haciendo aparecer al virrey como un hombre sin escrúpulos que abusando de su autoridad había provocado grandes disturbios tratando de justificar la responsabilidad que le sobreviniera por su participación en los acontecimientos. El virrey, en cambio, refugiado en el convento y perfectamente vigilado, no podía informar a la corona de lo sucedido. El rey nombro un nuevo virrey y un visitador y juez para que averiguara la verdad de lo acontecido y castigara a los culpables. Era imposible que se hiciera justicia en este caso; el número de culpables era crecidísimo. El causante de todo, el arzobispo. Las ideas integrantes de la época le daban inmunidad, por que para el pueblo el representaba a la religión, y esta era invulnerable; además, estaban involucrados grandes intereses en la contienda. El visitador Martín Carrillo comprendió que el rigor provocaría nuevos disturbios y el deseo de defensa nueva lucha. El acuerdo completo con el que trabajaba el nuevo virrey y el visitador, y la practica de retraimiento observaba por el arzobispo asustados de su obra trajeron la tranquilidad a la Colonia. Otro episodio de esta lucha tenaz entre el virreinato y el clero fue lo ocurrido entre el obispo de puebla don Juan de Palafox y Mendoza, y el virrey don Diego López Pacheco, Duque de Escalona que fue acusado de infidelidad al Rey, siendo nombrado para substituirle el de Palafox, quien, para dar el golpe definitivo a su enemigo, ocultamente se hizo reconocer como virrey, llamado a muy altas horas de la noche al arzobispado de México, a los miembros de la audiencia al escribano y a las personas distinguidas de la ciudad. En la madrugada se hizo conocer su situación al Duque de Escalona y en este retiro al convento de Carmelita de Churubusco donde permaneció algunos días, pasando después a San Martín Texmelucan donde estuvo tres meses después de los cuales se embarco para España. El obispo entre tanto, había mandado informaciones falsas al rey y al Consejo de Indias; había confiscado los bienes del virrey, sus alhajas sus muebles y todas sus pertenencias las había vendido en subasta publica. El Duque logró que el rey le hiciera justicia y que le repusiera en su puesto pero prefirió aceptar el virreinato de Sicilia. Poco duro Palafox en el puesto del virrey, pues unos cuantos meses después llegó el conde de Salvatierra a hacerse cargo del virreinato. 62 EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS El poder enorme que la Compañía de Jesús había alcanzado tres siglos después de su fundación, se basaba en sus incalculables riquezas, en la preparación perfecta de todos sus miembros, en su completa unificación lograda mediante su organización casi militar basada en la obediencia ciega y absoluta, la idea arraigada de que es lícito y meritorio todo lo que se haga por el interés de la compañía, y el estudio minucioso de las aptitudes individuales con el fin de aprovechar todas las energías del hombre en un sentido determinado, hicieron poderosa, temible y funesta a la Compañía de Jesús. Lo cierto es que el Papa, los reyes y los poderosos temían su fuerza. La publicación de teorías que atacaban la infalibilidad eclesiástica o el poder temporal, atrajeron sobre los jesuitas el odio de los poderosos unidos a la gran envidia por sus riquezas y su ciencia. Fue Portugal el primer país europeo que decretó la expulsión de los jesuitas en 1759, acusándolos de propagar ideas alarmantes en sus colonias, de oposición al Gobierno y de haber intentado asesinar al rey. En 1764 Francia decretó su expulsión. Comprendiendo los jesuitas el gran peligro que les amenazaba, usaron de todos los medios a su alcance con el fin de lograr el apoyo del Papa. En el año de 1766, bajo el reinado de Carlos III, se acusó a los jesuitas de sublevar al pueblo español en contra del rey, pues éste había propuesto obligar al clero a contribuir a la realización de mejoras en todo el reino, y a limitar el gran poder eclesiástico reprimiendo la Inquisición. Además, el rey descubrió que los jesuitas usurparon el poder en Paraguay, y recibió las quejas de las iglesias de Indias que acusaban a la Compañía de Jesús de haberles quitado sus diezmos. Como, por otra parte, estaba seguro que la congregación de Loyola sería siempre el obstáculo mayor con que tropezaría su Gobierno, decretó la expulsión de los jesuitas en 1767. Toco al virrey, marqués de Croix, hacer efectiva esa orden en Nueva España. Con todo sigilo hizo los preparativos, apostando tropas en lugares estratégicos con el fin de evitar levantamientos, pues los jesuitas eran grandemente considerados y respetados en estas tierras, ya que a su cargo había estado por mucho tiempo la educación del país. Entre los expulsados salieron positivos valores en ciencia y literatura como el historiador Francisco Javier Clavijero, el poeta Francisco Javier Alegre y el filósofo Benito Díaz de Gamarra. Su expulsión hizo que se clausuraran veinticinco escuelas de enseñanza superior y quedaran abandonadas las misiones del norte del país. El pueblo hizo copias, pasquines, romances y caricaturas conteniendo ironías que atacaban abiertamente la medida real en contra de los jesuitas. En algunas regiones apartadas de la Colonia hubo levantamientos que fueron reprimidos por la fuerza. Los bienes de la Compañía, que eran cuantiosos, fueron confiscados y pasaron a poder de la Corona. 63 RIQUEZA ECLESIÁSTICA Al finalizar el periodo colonial, la Iglesia poseía riquezas incalculables, amortizadas a través de tres siglos de dominio, por concepto de recaudaciones eclesiásticas, diezmos, primicias, limosnas y usurpaciones de tierras, legados cuantiosos, préstamos con réditos usuarios, hipotecas, etc. El historiador Lucas Alamán asegura que al finalizar el siglo XVIII, la mitad de los capitales y de la propiedad urbana y rural en Nueva España pertenecía a la iglesia. Sólo por concepto de rentas el clero recaudaba, en la capital del virreinato. “un millón setenta mil pesos”. BIENES DE MANOS MUERTAS.- Se llama así a la riqueza que no produce, el dinero que no circula. Esta era la condición de la cuantiosa fortuna eclesiástica que se hallaba estancada. El clero no tenía el menos interés de mejoras y aumentar su producción agrícola, ni menos aventurar sus riquezas en inversiones; por eso no incrementaba la industria. Los bienes de la Iglesia crecían ilimitadamente, amenazando con acaparar toda la gran riqueza de Nueva España. Ni la independencia de México fue suficiente para poner un límite. Todavía en el México ya libre, la Iglesia siguió poseyendo grandes capitales y fincas. Basta considerar las iglesias, conventos y casas que tenían en ciudades como México, Puebla, Querétaro, Guadalajara, Morelia, etc., para ver su gran poderío., Fue necesario el gran movimiento de la Reforma que vino a desamortizar los bienes del clero para ponerlos en circulación. COSTUMBRES DE LA NUEVA ESPAÑA. Las costumbres en Nueva España fueron el resultado de las circunstancias especiales que siguieron a la Conquista; mezcla de capitales, persistencia de usos precortesianos, gran autoridad y completa libertad que los españoles tuvieron en la Colonia. El siglo XVI fue periodo de formación de la sociedad colonial, y es, hasta el siglo XVII, que ella presenta los caracteres que le son propios. La riqueza novo hispana era ostentosa; el oro y la plata eran de uso corriente en bandejas, estuches, marcos de retratos, vajillas, cuchillería, alhajas, miniaturas; en incrustaciones de muebles, sillas de montar y también en bordado de cortinajes, colchas, gualdrapas, vestidos, etc. Los españoles acostumbraban sostener una legión de criados en sus residencias vestidos con libreas suntuosas; tenían a si disposición gran número de carruajes y de caballos; sus vestidos de brocados, sedas y tafetanes de mucho costo eran guarnecidos de bordados de hilo de oro, plata y perlas. En sus habitaciones los muebles de maneras finas tapizados de seda o incrustaciones de oro, plata o concha nácar, y los cortinajes riquísimos con flecos de oro, ponían la nota elegante. Fue tan escandaloso el lujo en la Colonia que Fray Juan de Zumárraga escribían al Príncipe Felipe: “... hay tan gran desorden superficialidad y vanidad en trajes y atavíos de casas, que ni en la cámara de la emperatriz vi tantas tapicerías y tantas almohadas de seda”. Al principio el siglo XVII Fray Tomas Page decía después de su visita a México, que los caballeros de estas tierras llevaban una vida más lujosa y opulenta que la de la Corte de 64 Madrid. Que los artesanos y menestrales, al salir a pasear los domingos, iban tan lujosamente vestidos como los caballeros. Durante el siglo XVI los vestidos de hombres y mujeres siguieron la moda española, pero al inclinarse el siglo XVI se aceptó la moda francesa, lo que obligó a la sociedad a hacer más derroche y ostentación. Con el objeto de poner coto al escandaloso y desordenado lujo de la Corte española y de la Nueva España, Felipe IV expidió un reglamento que establecía condiciones en las costumbres de aquella sociedad. A continuación anotamos algunos párrafos. “Ordenamos y mandamos que ninguna persona de cualquier estado, calidad o condición que sea, no puede traer, entre gentiles hombres, pajes y lacayos, más de diez y ocho personas... “ “Ordenamos y mandamos que no se puede dorar ningún metal, aun cuando sea plata liza, so pena de perder la pieza, a menos que sea para el culto. Que no se hagan incrustaciones de oro en madera u otro material por ser cosa útil y superflua.” “... que de aquí en adelante no se puede hacer ningún género de bordadura de oro, seda, plata o hilo, ni en colgaduras, camas, doseles, almohadas, sobremesas, alfombras, cofrecillos, ni otra cosa alguna de tela de oro o plata, paño, cuero, cañamazo, ni en otro ningún género de tela.” En Nueva España los virreyes y arzobispos pusieron ejemplo en este derroche. Cuando el virrey salía a la calle iba acompañado de un gran séquito, existiendo reglas protocolarias para que cada uno de sus acompañantes, de acuerdo con su categoría y merecimientos, ocupara el lugar que le correspondía. En la iglesia, todos los miembros de la clase privilegiada tenían su asiento especial, rivalizando cada uno en riqueza. Sin embargo, la perfecta diferenciación entre las dos clases existentes: los españoles y criollos por una parte, y por otra las castas y los indios; es decir, los ricos y los pobres, sin que entre ambas hubiera clase media o intermedia, ponía de manifiesto el gran desequilibrio económico, pues mientras la clase poseedora hacía vida de ostentación, las castas vivían al día con grandes limitaciones y los indios explotados y miserables no tenían no con que cubrir sus carnes, comiendo tortilla con chile como único alimento. MAYORAZGOS La ostentación de los ricos hacía que grandes fortunas desaparecieran en corto tiempo, y solamente las reglamentaciones legales de los mayorazgos salvaron los capitales familiares a través de varias generaciones. Las leyes de mayorazgo establecían que el capital de una familia lo heredara íntegramente el hermano mayor, sin que los bienes se pudieran repartir entre los otros herederos, ni se pudieran vender o enajenar. Esta institución que en Europa produjo grandes daños por la injusticia que encierra, en México fue hasta cierto punto benéfica, pues por ellas se salvaron capitales que se habrían perdido en unos cuantos años, sufriendo con ello la economía colonial. 65 FUNDACIONES DE BENEFICENCIA La disposición de sociedad colonial para establecer instituciones de beneficencia se debió principalmente a preocupaciones religiosas, a su esplendidez y prodigalidad y no al deseo de solucionar problemas sociales En la capital de virreinato, en las ciudades de providencia, y hasta en pueblos de segundo orden, se fundaron hospitales y asilos para menesterosos y ancianos desvalidos. Durante el gobierno el virrey Bucareli se fundaron en la ciudad de México el Hospital de Pobres, el Manicomio de San Hipólito y el Nacional Monte de Piedad, que funciona hasta nuestros días, prestando dinero por objetos que se empeñan con insignificante intereses. Había algunos planteles educativos que independientemente de su labor docente pueden ser considerados como instituciones de beneficencia como el Colegio de las Vizcaínas fundado por tres benefactores. PESTES E INUNDACIONES Las condiciones higiénicas de la ciudad de México fueron pésimas durante el periodo colonial. Hasta finalizar el siglo XVIII había basureros en lugares céntricos, el agua llegaba a la ciudad por canales descubiertos por lo que era fácil contaminarse, resultando, por tanto, campo propicio para la propagación de cualquier enfermedad. A esto se debió que la ciudad fuera asolada de tiempo en tiempo por las pestes. En 1736 una epidemia de tifo (matlaltzahuatl) como lo llamaban los indios, cundió por los hoy Estados de México, Puebla, Querétaro y Guanajuato diezmando a la población; se asegura que murieron más de doscientos mil habitantes. No solamente pestes tuvo que sufrir la ciudad sino grandes inundaciones que arrastraban barrios enteros y que causaban gran número de víctimas, dejando en la miseria a la clase humilde. Hubo inundación que durara cuatro años. Se pensó entonces trasladar la ciudad a las lomas de Chapultepec: sólo las obras de desagüe pudieron salvar definitivamente a México de las inundaciones periódicas. Los primeros intentos para realizar estas obras fueron hechos por Enrico Martínez notable ingeniero. SALTEADORES DE CAMINOS La reparación poco equitativa de la riqueza Nueva España y la explotación de indios y mestizos provoco, entre otros males, la integración de grupos de salteadores y facinerosos que hacían intransitables los caminos y obligaban a los habitantes de las ciudades coloniales a recogerse al anochecer, por temor a los asaltos. Los viajes se hacían en diligencias, coches amplios en que cabían hasta diez pasajeros y que eran tirados por varios troncos de caballos. Las diligencias eran fácilmente atacables en los caminos completamente desiertos y en las encrucijadas; a veces los mismos cocheros estaban de acuerdo con los bandoleros: quienes detenían el vehículo con las armas listas para disparar y las caras cubiertas hasta debajo de los ojos. Con el fin de perseguir a estos salteadores, don Luis de Velasco primer virrey de este nombre, fundó en la Colonia la Santa Hermandad, tribunal que se encargaba de perseguir a 66 los malhechores y que tenia atribuciones semejantes a los que tenia en España. De el dependían grupos de hombres armados que recorrían los caminos a manera de patrullas. A los salteadores, que eran hechos prisioneros, se les ahorcaba o descuartizaba después de habérseles juzgado sumariamente, dejando los cuerpos suspendidos de los árboles en las orillas de los caminos, para que sirvieran de escarmiento. Al finalizar el siglo XVI, y casi cumplida su misión, la Santa Hermandad ya no fue necesaria; pero al quedar los caminos sin vigilancia, tornándose nuevamente inseguros y peligrosos; entonces se estableció el tribunal llamado de la Acordada con amplísimas atribuciones para perseguir y juzgar a los salteadores de caminos. LA NAO DE CHINA La noticia de la llegada de los galeones de Manila al puerto de Acapulco, encargados de mercancías, llenaba de regocijo a los hombres y mujeres que se presentaban para la compra de toda clase de artículo de lujo y chucherías. Este comercio con Filipinas, libre e ilimitado, hacía llegar a la Colonia mercaderías de China y de Japón y todos los productos de las islas: “seda cruda, floja y torcida, y toda clase de tejido de seda, telas de algodón, almizcle, estoraque, ámbar, oro, perlas, marfil, muebles de maderas finas, porcelanas, bronces, objetos de hueso y de marfil, diamantes, rubíes otras piedras preciosas, y especias como clavo, canela y nuez moscada.” Con motivo de la llegada de la nao se hacía en el puerto una especie de feria a la que concurrían gentes venidas de todos los lugares de la Colonia y de América, pero en especial comerciantes que transportaban las mercancías y objetos de lujo a lugares distantes. Se calcula que el cargamento tenía un valor de dos millones de pesos. ALIMENTACIÓN. La comida era de lo más variada y también diferenciada. En la alta sociedad persistía el uso de la comida a la usanza española, aun cuando en el tiempo se fueron introduciendo platos confeccionados con productos de otras tierras que hicieron típica la cocina mexicana. Al finalizar la etapa colonial, “ en cada comida se servia inmediatamente después de la sopa, el puchero compuesto de carnero cocido, carne de res, tocino, aves, garbanzos, calabacitas, patatas, peras cocidas, verduras y muchos otros vegetales; se servían todos juntos al mismo tiempo acompañados de una salsa de hierbas y tomates.” Típico en la sociedad colonial fue el chocolate que el pueblo tomaba en jícara, y los nobles en finas mancerinas. En los conventos se hacían mil golosinas y potajes que salían para la mesa de los obispos y de los poderosos. A las monjas de Santa Rosa de Puebla se les atribuye la invención del mole de guajolote, por más que tiene mucho de indio como su mismo nombre lo indica. Entre los indios la comida era frugal: tortillas, chiles y pulque todos los días y, en las fiestas, carnes y frijoles. 67 LEYENDAS En todas las ciudades y pueblos coloniales se formaron curiosas tradiciones... Querétaro, Oaxaca, Guadalajara, Guanajuato, etc., guardaban bellísimas leyendas. Por ejemplo, en la ciudad de México, se conserva la de don Juan Manuel. Se cuenta que este caballero, celoso por las infidelidades que suponía en su esposa, hizo un pacto demoníaco, y todas las noches, al dar las once, salía a la calle, y al primer transeúnte que encontraba le preguntaba la hora. A la respuesta del interrogado, don Juan Manuel decía: “Feliz mortal que sabes la hora en que vas a morir”, y le hundían su puñal en el pecho. Una mañana don Juan Manuel amaneció en el tablado de las acusaciones ahorcado. La gente decía que los ángeles lo ajusticiaron. Tradiciones de este tipo son sino recuerdos de algunos personajes o hechos que la imaginación popular rodeó de fantasía y leyenda. En algunos casos las tradiciones precortesianas fueron modificadas y subsisten hasta nuestros días, como por ejemplo la de Xtabay entre los mayas, que es una bellísima mujer que se aparece a los hombres por la noche, detrás de algún árbol de Ceiba, para seducirlo y perderlos. La llorona es un mito muy extendido desde tiempos de la Colonia; se contaba que una mujer había matado a sus hijos y salía por las noches a buscarlos con grandes lamentos. En realidad se trataba de una tradición más antigua, de la época de los aztecas. Una diosa invocada al pueblo con estas palabras; “¡Ah, hijos míos, a donde os llevaré que ha llegado vuestro fin!” Esta llorona fue una de las señales o agüeros que, según los aztecas, anunciaron la llegada de los españoles. LA CAPITAL DEL VIRREINATO La ciudad de México se edificio entre las ruinas de Tenochtitlan. El primer trazo de la ciudad abarcaba un rectángulo limitado por zanjas, que albergo las casas de los conquistadores, separándolos de la población indígena que vivía en los alrededores. Cincuenta años después de la Conquista, México era una ciudad con calles bien trazadas, la mayor parte de ellas empedradas; en medio de las principales corría el agua en un canal descubierto. Las casas eran magnificas, sólidamente construidas y aprecian fortalezas. Las puertas estaban adornadas en la parte alta con el escudo de armas de sus moradores. Algunos conventos, como el de San Agustín, el de las Monjas, el de Santo Domingo, el de San Francisco, la primitiva catedral y la casa del arzobispo eran los edificios más importantes. En el siglo XVII, la capital del virreinato se había extendido considerablemente; existían en ella dieciocho conventos, ocho hospitales, dos parroquias, cuatro colegios y la plaza mayor hermoseada con edificios suntuosos como el palacio virreinal, la catedral en construcción, la casa del cabildo, la casa arzobispal y la universidad. En las orillas la ciudad contaba con paseo como la Alameda. El agua era conducida hasta el centro de la población por un acueducto de novecientos arcos. 68 México era sin duda una de las ciudades más opulentas de América y quizá del mundo, “La bella ciudad de los palacios”, como la llamara el varón Alejandro Humbolt, tenia al finalizar el siglo XVIII, más de cien mil habitantes. Contaba con barrios de plateros, talabarteros, curtidores, tlapaleros, zapateros, etc., con tres paseos: la Alameda, Bucareli y la Viga, un comercio muy activo, una vida social intensa, a pesar de lo austero de las costumbres y de la religiosidad de la gente; mas a pesar de esto carecía de alumbrado suficiente y de seguridad. A las ocho la población entraba en silencio, cerrándose las garitas y dándose toque de queda. Las leyendas de aparecidos, los crímenes emboscados, los raptos, encontraron un ambiente propicio en esta muy digna y muy leal ciudad de México. FIESTAS RELIGIOSAS FIESTAS DE CORPUS.- Para festejar las fiestas de corpus se hacía una procesión que recorría las principales calles de la capital de la Colonia, las que se entoldaban con lona. Los indios levantaban arcos de flores y cubrían el suelo con hierbas aromáticas y pétalos de rosas. Los balcones se adornaban con manteles de Manila y tibores de china, pero más que todo con las lindas mujeres que esperaban el paso de la procesión. Se colgaban imágenes y se levantaban altares improvisados en las calles. La procesión era pintoresca; la encabezaba la guardia montada del virrey, después iban los gigantes de cartón rodeados de muchachos; les seguían los danzarines indios vestidos de “moros y cristianos”; a continuación las delegaciones de pueblos, llevando en andas, a cual mas rica y lucida, a los santos patronos; siguiéndoles iban los gremios de artesanos con sus estandartes y un cirio prendido en la mano. También figuraban las parroquias, los cabildos de Catedral y de Guadalupe que antecedían al arzobispo que llevando en la mano la custodia iba sobre un rico palio sostenido por cuatro clérigos, le seguían con la cabeza descubierta el virrey, la Audiencia, los corregidores, etc. después iba el pueblo. Por la tarde ese día se hacía una gran corrida de toros y por la noche, verbena popular sin que faltaran las representaciones teatrales. PROCESIÓN DE VIERNES SANTO.- De acuerdo con las costumbres religiosas de la época, la semana santa representaba para la sociedad de la Nueva España días de luto y una serie de ceremonias religiosas a las que concurrían todos los sectores sociales. La procesión de viernes santo era de duelo y partía del convento de Santo Domingo. Se iniciaba con un grupo de hombres vestidos con mayas y morriones de hierro, que representaban a los judíos, llevaban el rostro cubierto y una bandera en la mano. Les seguían otros hombres vestidos a la usanza española que representaban al pueblo católico, llevando banderas reales recogidas señalando el duelo; a continuación iban la imágenes de santos y santas, que según la tradición acompañaban a Jesús y María en ese trance; después dieciocho Ángeles colosales lujosamente ataviados, con joyas que valían una fortuna; las insignias de la pasión las cubrían tupidos crespones; cada uno era llevado por un gremio de artesanos vestidos de negro y las cabezas cubiertas un capuchón negro. Cada ángel iba precedido por dos clarines que tocaban a dúo una música triste, y en la mano una insignia de la pasión, iban después los regidores y otros miembros del gobierno caballeros y elevada alcurnia que eran invitados para tomar parte en la ceremonia, después la orden de los dominicos, cuyos frailes iban descalzos, alumbrando una urna de cristal donde yacía 69 Jesucristo, y que era llevado en hombros por los miembros más destacados del clero; en ocasiones era llevado por cuatro obispos. Después hombres con los rostros cubiertos que llevaban una caja enlutada ante la cual iban niños más hermosos de la ciudad, vestidos de Ángeles, cubiertos de ricas joyas, que simulaban llorar y limpiarse las lagrimas con un fino pañuelo. Todo este grupo marchaba al compás de dos pífianos. Tras ellos iba María agobiada por el pesar, arrastrando pesadas ropas negras y caminando trabajosamente; la rodeaban hasta doscientos hombres vestidos de negro, que alumbraban su paso con cera finísima y perfumada. Por último, y finalizando el desfile, una compañía de granaderos que marchaban en silencio. Las calles que recorría la procesión estaban completamente llenas de gente silenciosa, vestida de riguroso luto; algunas mujeres lloraban al paso de este tétrico cortejo. AUTO DE FE.- Con gran anticipación se levantaban las tribunas para que el público pudiera ver con comodidad la ejecución de los autos de fe, que eran verdaderos espectáculos. Se construían también tres tablados; uno para los miembros del Santo Tribunal, con rico dosel de fina seda, y frente a el los púlpitos desde donde se leían las sentencias; otro para la Audiencia, los cabildos eclesiásticos y secular, para la Universidad y familias distinguidas, y otro para el corregidor, quien imponía los castigos a los condenados una vez leídos los procesos. Estos tablados estaban adosados a un edificio, con el objeto de construir un puente de las ventanas del piso alto del tablado, para que los concurrentes pudieran entrar y salir cómodamente. Se cubrían con alfombras riquísimas que se mandaban hacer ex profeso. Las habitaciones de la casa en cuestión se amueblaban lujosamente; se preparaba una cámara para que el virrey durmiera la siesta, o descansara, y una almuerzo o refresco para las personas distinguidas, llevándose vajilla de plata para el servicio. Ningún gasto limitaba el Santo Oficio, con el objeto de que la ceremonia pusiera de manifiesto su inmenso poder. Los condenados recorrían la ciudad, con grotescos vestidos llamados sambenitos, con velas verdes y cabalgaduras ridículas; se les sentaba a uno y al otro lado del tablado destinado al santo Oficio, donde oían su sentencia; después desfilaban angustiosamente hasta la parte occidental de la Alameda donde estaba el quemadero. Esto representaba un día de fiesta para los metropolitanos de la época Colonial, se apiñaban en confusa mezcla todas las clases sociales, desde la dama de alcurnia, lujosamente vestida que ocupaba su carruaje, hasta el lépero y el pordiosero que comiendo y riendo esperaban, a veces largas horas, sólo por contemplar el angustioso espectáculo de un grupo de condenados llenos de terror, seguidos por varios frailes cuyas palabras, mas de aliento, eran de espanto. En Nueva España hubo un gusto morboso por las cosas tétricas y los motivos sangrientos como la ejecuciones y los autos de fe, narraciones espeluznantes de crímenes, atracos y robos, la exposición continua de picotas y horcas en la plaza mayor, los cadáveres colgados en los árboles al borde de los caminos, los hombres hechos cuartos, las corridas de toros, las peleas de gallos, etc. 70 FIESTAS CIVILES JURA DEL REY.- Al subir al trono español un rey, en las colonias se tenía que hacer una ceremonia en la que se juraba fidelidad al nuevo soberano. En Nueva España este acto revestía gran solemnidad. Frente al palacio virreinal, en la plaza mayor, se levantaba un tablado con amplio dosel en el que se colocaba el retrato del rey, un sillón para el virrey y asientos para los oidores, alcaldes y escribanos, y demás miembros prominentes del virreinato. El día de la jura se colocaban, en las cuatro esquinas del tableado, los reyes de armas, a los que estaba encomendado ordenar la ceremonia, llevar y traer mensajes y hacer el recuento de la nobleza. El pueblo desde temprana hora llenaba la plaza, ansioso de asistir a la juria, como se llamaba a la jura del rey. Con gran aparato y lujo se presentaba el virrey acompañado de gran sequito; acto seguido llegaba el alférez con el estandarte real, que era colocado en un pedestal de plata frente al virrey; en seguida éste se levantaba de su asiento y tomando el estandarte, se colocaba en el borde del tablado y gritaba tres veces: ¡Castilla! ¡Nueva España! ¡Por la católica majestad del rey nuestro señor don... (Aquí el nombre), rey de Castilla y de León, que Dios guarde muchos años!. Todos los ahí reunidos respondían a una voz: ¡Amen!. Y a continuación gritaban ¡Viva el rey! ¡Viva el rey! En ese momento se hacían descargas de fusilería y artillería, se repicaban las campanas de la catedral y de todas las iglesias. Para finalizar el acto, el alférez real proclamaba, hacia Oriente y Occidente, al nuevo rey y se descubría el retrato del monarca. Antes de retirarse el virrey daba la orden de que se arrojaran puñados de monedas chicas al pueblo que se amontonaba con el fin de recogerlas. Esta es la razón por la que hasta en nuestros días, cuando se arrojan cosas pequeñas para recogerlas, se dice que es una juria, como el pueblo llamaba a la ceremonia de jura del rey. LLEGADA DE UN NUEVO VIRREY.- Al desembarcar el virrey en Veracruz lo recibían las comisiones que la Audiencia, la inquisición y el arzobispo, el cabildo Eclesiástico, etc., habían enviado a darle la bienvenida y acompañarlo en su viaje hasta la capital. En el trayecto aumentaba la comitiva con los representantes de las autoridades locales. No llegaba el virrey directamente hasta la ciudad, sino que se detenía en Villa de Guadalupe o en Santo Domingo, uno o dos días, con el fin de terminar los arreglos de la gran recepción que se le preparaba. Mientras tanto recibía en este lugar a quienes se anticipaban para saludarlo. Se levantaba un rico arco de flores cerrado frente al convento de Santo domingo, lugar donde debía pasar el virrey, quien hacía su entrada a caballo. Le esperaban en este sitio el Ayuntamiento, el Corregidor y el Escribano de Cabildo, con el fin de recibir el juramento del nuevo Mandatario; acto seguido se le entregaban las llaves de ciudad con las que abría las puertas del arco y pasaba. Los miembros del ayuntamiento llegaban de brida su caballo. En las calles del empedradillo se levantaba otro arco al pie del cual el virrey bajaba de su cabalgadura y escuchaba un discurso en su honor. Se dirigía enseguida a la Catedral en cuya puerta le esperaban el arzobispo y los miembros de cabildo eclesiástico, que lo conducían hasta el lugar desde donde debía oír el solemne Tedeum. Acto seguido se sentaba en Palacio Virreinal. 71 El pueblo organizó enmascaradas corridas de toros y verbenas y se quemaban castillos de pirotecnia la noche de su entrada. Las principales ciudades y villas de Nueva España trataban de copiar esta fiesta cuando en la provincia llegaba un nuevo Obispo, Corregidor, Gobernador o Cura, aun cuando en naturalmente resultaba menos suntuoso. LOS PASEOS DEL PENDÓN.- Una de las fiestas civiles de mayor importancia era el llamado Paseo del Pendón. Se celebraba cada año, el 13 de agosto, fecha del aniversario de la toma de México por la tropas de Hernán Cortes. Se paseaba por las calles principales el estandarte del rey, se suponía haber sido el del conquistador. Tomaban parte las autoridades civiles y religiosas, los miembros de la universidad y demás corporación es de importancia, la cabalgata era muy solemne e iban de las casa del cabildo a las grutas de san hipilito, santo patrono del día que cayo Tenochtitlán. Esta fiesta, que se celebraba muy espléndidamente en los primeros años de la colonia fue decayendo con el tiempo hasta perder su importancia. REPRESENTACIONES TEATRALES.- Las primeras representaciones en Nueva España las hicieron los frailes con el fin de dar a conocer a los indios, en forma objetiva, algunos asuntos religiosos. Estas se hacían al aire libre, en los atrios de los templos o en las plazas, y todo el pueblo debía concurrir a ellas. Posteriormente las comedias formaron una parte muy importante de todo el programa, festejo o conmemoración. Entre otras obras los indios representaron “Conquista de Jerusalén”, escrita por Fray Toribio de Motolinía. Para representarlas se preparo un escenario especial en una llanura inmediata a Tlaxcala, donde se levantaron tres torres que hacían las veces de la cuidad de Jerusalén; diseminadas por diversos lugares, y se simularon otras fortalezas. El ejército español que iba a actuar en esa representación estaba provisto de banderas que simbolizaban las diversas provincias de España y en la retaguardia iban elementos italianos. Los indios que los formaban usaban trajes de soldados españoles y los españoles verdaderos eran los moros, los españoles derrotaros hacían oración, y un ángel les comunicaba que Dios había oído su plegaria, les enviaba su mensajero para que los ayudara. Se presenta el santo montado en un caballo blanco dirigidos por el intentaban forzar la cuidad, pero nuevamente eran rechazados. Venia después de ayudarlos san Hipólito y por último el arcángel Gabriel, que lograron contener a los contendientes y lograr que los moros se convirtieran al cristianismo y reconocieran al rey de España. Así nació un tipo de obras de teatro cuyo argumento era siempre una conquista que se arraigo tanto en el alma del pueblo que hasta nuestros días una parte importantísima en toda festividad religiosa, en muchos pueblos del país, en la representación de moros contra cristianos. Los jesuitas hicieron representaciones teatrales en español y en latín, en prosa y en verso. En ocasiones repartían premios entre los alumnos actores que realizaban la mejor representación. A los jesuitas se debe gran parte de que se popularizara el teatro y toda la afición de todas las clases sociales a esta diversión. Las fiestas familiares, las posadas, la navidad, la semana santa eran motivo para hacer pastorelas, sainetes diálogos y monólogos. El principal centro teatral fue el hospital real. En época muy posterior se construyeron teatros cerrados, y hasta principios del siglo XVIII comenzó a introducirse medrosamente el teatro propano, pues antes de esa fecha el teatro era eminentemente religioso. 72 CACERÍAS.- Fue una de las diversiones más populares desde los primeros tiempos de la Colonia. Cuando el virrey don Antonio de Mendoza venía de pacificar la nueva Galicia, los indios otomíes dedicaron una gran cacería en el ciclo llamado precisamente “El cazadero”. Don Luis de Velasco impulso mucho los ejercicios de caza y charrería. Era un guapo hombre a caballo según de dijo en esa época. MASCARADAS.- Las mascaradas eran desfiles de carros alegóricos y de gran cantidad de personas vestidas de fantasía que representaban episodios mitológicos, históricos, bíblicos o simplemente escenas imaginarias. Durante la etapa colonial las mascaradas eran un numero importante e indispensable de toda fiesta especial o popular: el cumpleaños del rey o del virrey, la canonización de una santo, la llegada de un arzobispo, el nombramiento de nuevos catedráticos, el final de cursos de la universidad o de colegios o de la educación superior, etc., se llegó a hacer de esta diversión que hubo meses que sacaran veinticinco mascaradas. FUEGOS ARTIFICIALES.- Esta fue diversión favorita de los indios hicieron de ella un verdadero arte y gastaron grandes sumas en los castillos de fuego, cohetes, y toritos, con que se festejaban especialmente las fiestas religiosas. Hasta nuestros días persiste esa costumbre entre los pueblos indígenas, en donde podemos admirar verdaderas maravillas en el trabajo de la pólvora y luces de colores. En la época colonial la pirotecnia fue una de las industrias más productivas pues los indígenas no ponían limite a los gastos, cuando se trataba de comprar cohetes, y cooperar para al adquisición del castillo de fuego y torito para la fiesta; no les importaba no tener después que comer ni con que comprar la ropa más indispensable. Este fue otro medio de explotación del indígena. La costumbre de quemar “toritos pirotécnicos” en las fiestas religiosas y civiles, data posiblemente de la llegada del virrey marqués de Villa Manrique, pues entre los festejos que se hicieron en su honor el arzobispo de México se torearan novillos a los que se les hubiera colocado de antemano, cuernos artificiales, con grandes hilos de hierro llenos de betún, tez, resina y alquitrán para que se hiciera grandes llamas: esto divirtió grandemente a los concurrentes. PELEAS DE GALLOS.- Las peleas de gallos fue una diversión favorita de los españoles y mestizos; las crecidas apuestas que se hacían en las plazas donde se peleaban los gallos sumían en la mísera a un buen numero de familias, la autoridad eclesiástica persiguió constantemente esa línea que para ellos solicitaba el respaldo de la autoridad civil; mas como en la mayoría de las ocasiones esta se hiciera desentendida por su simpatía hacia esa diversión. Se dieron casos curiosos, como la compra de la concesión que efectuó el arzobispo don Francisco de Aguilar y Seijas, mediante la suma de mil seiscientos pesos anuales que lo convirtió en árbitro. Durante largo tiempo, de las peleas de gallos no concediendo permiso para que se efectuaran estas, y así se suspendieran casi definitivamente. CORRIDAS DE TOROS.- Ocho años después de realizada la conquista de México, se hizo en esta ciudad la primera corrida de toros por oren de Nuño de Guzmán; los regidores de la ciudad con el objetivo de festejar al santo patrono, san Hipólito, en cuyo día se gano la ciudad se celebro otra, y poco a poco se fue popularizando la fiesta brava. El coso estaba en la llamada Plazuela del Marques donde “había un portal con establos abajo y talanquera 73 arriba, para los trompeteros y atalabaleros que iban a tañer en la fiesta”. Después fue trasladado a donde estuvo el Volador. Las corridas de toros eran magnificas; a ellas asistían todas las clases sociales. Las mujeres, ricamente ataviadas con espléndidos mantones de Manila y en coches abiertos y adornados de flores ponían la nota de color. Se lidiaba gran número de animales. Y se cuenta que en algunas ocasiones con pequeños intervalos se torearon hasta cincuenta toros. El ganado era bravísimo; los toros de lidia se multiplicaron tan rápidamente en estas tierras. Y a veces las personas iban al campo a pasar un día de asueto. Encontraban novillos y su afición les inducía a torearlos y matarlos, ignorando a quien pertenecían y sin recibir reclamación alguna. La primera ganadería existente en Nueva España fue la llamada de Atenco. Las corridas de toros fue la diversión favorita en la Colonia. LA PIRATERÍA Las colonias sufrían los efectos de todos los cambios y dificultades habidas en España recibiendo las consecuencias de manera directa; éste era el caso de piratería en aguas de Nueva España. Primero la rivalidad entre Carlos V y Francisco I de Francia, originó que éste prestara apoyo disimulado a los corsarios franceses que asaltaban los barcos españoles cargados de oro y plata. La divulgación de estos productos atrajo aventureros de todas partes de Europa. Después las graves dificultades entre Felipe II de España e Isabel de Inglaterra, disputándose la supremacía del comercio marítimo y por ende el predominio de los mares, revistieron caracteres diversos; el rechazo de Isabel a la propuesta de matrimonio que le hizo Felipe II; el apoyo que éste presentó a los irlandeses católicos en contra de la reina; la rotura de las relaciones entre los dos países. Pero el episodio más interesante de esta rivalidad, es el apoyo que Isabel presto a los corsarios ingleses para que estos atacaran impunemente a los galeones españoles que transportaban riquezas de las indios otorgándoles honores y permitiéndoles figurar entre la nobleza como Francisco Drake, a quien reconoció el grado de vicealmirante de la marina inglesa por sus hazañas como filibustero, a Juan Hawkins, que siendo tratante de negros en barco pirata ocupo lugar prominente en la sociedad londinense, y a Juan Morgan que fue nombrado comisario del almirantazgo. Los piratas atacaron los galeones, las ciudades costeras, las pesqueras; se apropiaban de riquezas fabulosas que conducían a Inglaterra y de las que la reina tenia una gran participación. Las hazañas caballerescas ponían en ellas una nota de fuerte colorido y la temeridad de esos aventureros dio origen a suposiciones fabulosas como la creencia de que entre el océano pacifico y el atlántico existía un paso misterioso, sólo conocido por los piratas. La piratería en el siglo XVII ya no fue motivada por la enemistad de España con otras naciones; se había vuelto un mal que asolaba las costas e infestaba los mares; era la degeneración del espíritu caballeresco, la forma de vivir de miles de hombres el refugio de todos los perseguidos por la justicia, la manifiesta declaración del poder español. 74 Loa ladrones del mar llegaron a ser los verdaderos señores del océano, como bases fijas en algunas islas de las Antillas que se había apropiado como Jamaica, Santo Domingo, la isla de las Tortugas. En aquella época una de las grandes figuras era Juan Morgan, jefe de piratas y filibusteros, el más temible en las aguas del atlántico. Contaba con doce navíos y más de setecientos hombres a su mando. Saqueaba y robaba todas las ciudades de la costa. Su audacia llegó hasta atacar ciudades tan importantes como Puerto Príncipe y Puerto Bello. Impuso un tributo que llamó de Quema; la cuidad o Villa que no le pagaba era saqueada por los piratas. Ataco y tomo Maracaibo donde fue bloqueado e intimidado a rendirse por don Alonso del Campo y Espinosa, almirante de la flota Española, que tenia la seguridad de acabar con el. Morgan no se rindió, se apresto a la lucha y valiéndose de un brulote cargado de pólvora y toda clase de materias inflamables, rompió el cepo que la flota española tenia a la entrada del puerto, lanzando el brulote en llamas contra el navío real, que incendiándose comunico el fuego a otro navío cargado de pólvora. El pánico cundió y el resto de la flota huyo. Morgan logró apresar una de las embarcaciones. Envalecido con este triunfo ataco enseguida la ciudad de Panamá, a pesar de que estaba fortificada y contaba con una poderosa artillería, el saqueo fue terrible; se llevó gran cantidad de oro, plata, riquezas mujeres y esclavos. Tales noticias llegadas a Nueva España causaron tanta alarma, que el virrey trato de mejorar las condiciones de la armada de Barlovento que patrullaba las costas del golfo, pero fue poco lo que pudo hacer. La península de Yucatán siguió siendo el centro pirata más fuerte de las aguas del caribe. Los barcos mercantes eran fácilmente atacados; se perdían las remesas de oro, plata y esclavos; los piratas tenían dominado el comercio de maderas y palo de tinte que compraban o rescataban en la laguna de términos, las ganancias fabulosas que obtenían atraían un numero considerable de hombres que iban en busca de aventura y riquezas, o que eran prófugos de la justicia. En vano el gobernador de Yucatán destruyo los ranchos, plantaciones de palo de tinte y centros de población de los piratas. Barcos ingleses trajeron gran número de hombres que reconstruyeron los ranchos y los replantaron. En muy corto tiempo la situación era igual. La Nueva España constantemente amenazada por el Golfo y por el Pacifico vivía en constante inquietud. Además, esta situación mermaba grandemente sus ingresos, pues el contrabando fue en aumento, los corsarios estorbaban la llegada de mercancías, para introducir, libre de derechos, por lugares solicitados de la costa, mercancías que les producían grandes ganancias. Al finalizar el siglo XV, uno de los más audaces filibusteros de la época, Francisco Drake, el primero en pasar del Atlántico al Pacifico, y que contaba con el apoyo de la corona Inglesa, tras saquear y robar a algunos pueblos de América del Sur hizo prisionero a un galeón español que iba de Filipinas al puerto de Acapulco con ricas mercancías de China y Japón de las que se apropio; y tras incendiar el buque abandono a la tripulación, parte de la cual logró salvarse reparando en parte el casco del buque. Fue en vano que el virrey ordenara se persiguiera a Drake pues éste había huido con el rico botín. Se cuenta que la saña con que Drake perseguía barcos españoles no se debía solamente a su deseo de obtener riquezas, si no al odio que sentía por todo lo que era Español, entre otras razones por ser el protestante. 75 No siempre los piratas lograban su intento, pues como por ejemplo, en 1598, William Park intentó saquear la ciudad de Campeche; el valor de que esta cuidad fue defendida por un grupo de sus moradores, hizo huir al pirata que fue un corsario sin suerte; todos los intentos de desembarque en lugares diversos de la costa yucateca le resultaron fallidos. Estos fracasos fueron, sin embargo, poco frecuentes, y como los piratas caían a menudo sobre Campeche, la cuidad fue amurallada como una fortaleza. Por el año de 1763 los piratas atacaron y tomaron Veracruz. Estaban capitaneados por un francés al que llamaba señor Ramón Banoven capitán general y por un mulato fugitivo de la justicia a quien llamaban Lorencillo. Las gentes sorprendidas mientras dormían, fueron sacadas de sus casas sin permitirles siquiera que se vistieran y llevadas a las iglesias donde amontonaron más de seis mil prisioneros, que casi no podían moverse. Esta situación se agravaba por el intenso calor; los niños y algunas mujeres murieron asfixiados o de hambre. Los piratas se llevaban a cada momento a las mujeres que las acomodaban sin que sus parientes pudieran defenderlas. El cura tras largos trabajos, logró hablar con los jefes y conseguir que les llevaran pan y agua, pero en tan corta cantidad que motivaba verdaderas luchas entre los detenidos. Esto se hacía con el fin de obligar a los prisioneros a declarar el sitio en donde tenían dinero y joyas. Cuando abandonaron el puerto se llevaron los caudales ahí depositados con el fin de llevarlos a España; gran cantidad de plata labrada, joyas y gran numero de prisioneros por lo que pedían crecidos rescates. Desembarcaron en la isla de sacrificios con el fin de esperar el dinero. Las perdidas sufridas por este saqueo pirata quizá el de mayores proporciones que se conoce, fue de cuatro millones de pesos. Lorencillo realizó dos años después un saqueo semejante en Campeche que había logrado salvarse en varias ocasiones de ataques piratas, numerosas fueron las hazañas de Lorencillo, cuyas actividades tuvieron siempre como teatro las costas del Golfo, y llenaron de terror a los habitantes de la colonia. Al finalizar el siglo XVII la armada de Barlovento, reforzado con hombres reclutados en todo el país se propuso desalojar a los corsarios franceses de la Isla de Santo Domingo, lográndolo en la batalla denominada de la Limonada. Este fue el primero de los grandes descalabros sufridos por los piratas; naturalmente que ellos fueron desapareciendo paulatinamente a medida de que se fue restaurando el poderío de la marina española, durante el gobierno de la Dinastía Borbónica que se inició con el reinado de Felipe V. Todavía a mediados del siglo XVIII Jorge Anson, pirata Ingles, desvalijo un galeón español que conducía mercancías de filipinas a las costas de Nueva España, apropiándose de más de dos millones de pesos. Hemos tratado de hacer un panorama a grandes rasgos de las costumbres de la Nueva España. Muchas de ellas aun perduran y viven en nuestro pueblo: leyendas, supersticiones, prendas de vestir como el sarape y el rebozo, ferias religiosas y comerciales, los tianguis, el gusto por las corridas de toros y las charrerías, la ingenua devoción de nuestra gente por las imágenes, las costumbres morigeradas, la buena organización de nuestras familias, los sistemas agrícolas, casi todas las virtudes, y también, (por que no decirlo) los vicios del mexicano se originaron en la colonia, en estos trescientos años, que no debemos condenar ni ignorar, sino por el contrario, estudiar y analizar están las raíces del modo de ser de 76 nuestra nación, en los tres siglos de la colonia, se pueden encontrar muy claros ejemplos de cómo deben implantarse costumbres y hábitos de civilización que perduren. LA CULTURA EN NUEVA ESPAÑA LA EDUCACIÓN La educación es el mejor medio para asimilar a los individuos a un sistema cultural. Así los españoles destruyeron un mundo indígena, establecieron centros de enseñanza para difundir en Nueva España la cultura Europea. LOS PRIMEROS COLEGIOS.- A raíz de la conquista se fundaron los primeros colegios no sólo de México si no de todo el continente americano. Esta gloria pertenece a Fray Pedro de Gante, uno de los tres primeros misioneros que llegaron a la nueva España. Fundo su primera escuela en Texcoco (1523). Y luego la traslado al convento de san Francisco en la ciudad de México (1525), que dirigió cerca de cincuenta años. El colegio fue destinado a niños indígenas, para enseñarles las materias más rudimentarias como son la escritura y la aritmética. Pero también se llegó a enseñar latín, música, canto, artes y oficios. De ahí salieron escultores, pintores, carpinteros, zapateros herreros y sastres. COLEGIO DE TLALTELOLCO.- Era necesario dar un paso adelante en la educación de los indios, más allá de las nociones, artes y oficios rudimentarios, y el obispo Fray Juan de Zumárraga, que creo, el 6 de Enero de 1536, el colegio de Santa Cruz de Tlaltelolco, que fue un plantel de enseñanza superior para los indios. Además de religión, escritura y lectura, se enseñaba la gramática latina, retórica, filosofía, música, canto, artes y oficios. De ahí salieron escultores, cultores, pintores y hombres de letras como Fray Bernardino de Sahagún, Fray Andrés de Olmos, Fray Juan de Torquemada y los franceses Basaccio y Focher. Tan ilustres maestros prepararon varias generaciones de indios que ocuparon cargos en el Gobierno de sus pueblos y fueron escribanos, maestros traductores, dibujantes, tipógrafos, etc., lo notable entre los alumnos indios fueron también maestros de los frailes y les enseñaron la lengua mexicana y la historia antigua, así como las costumbres, ritos y demás noticias del pueblo mexicano. Estos conocimientos los aprovecharon los frailes para componer magnificas obras de historia y filosofía gracias a los cuales podemos conocer mucho del México prehispánico. Los mismos indios compusieron obras de suma importancia como el tratado de botánica y medicina escrito en latín por Juan Badiano y Martín de la Cruz. Claro que los citados colegios no atendieron si no a una mínima parte de hijos de nobles y caciques indios que formaron un grupo selecto. Y aun esos colegios fueron desatendidos más tarde pues pareció peligros que los indios se educaran. DON VASCO DE QUIROGA.- Mas importante que las enseñanzas de los colegios, fue la educación que dieron las iglesias a pueblos enteros, organizando su vida familiar, civil y económica, dándoles normas de moral, trabajo productivo, etc., no teóricamente si no en la misma practica. El mejor ejemplo lo dio don Vasco de Quiroga quien realizó interesantes experiencias de enseñanza y trabajo colectivo en el pueblo de Santa Fe, (Estado de México) y en Michoacán. Entre los pueblos ribereños del lago de Pátzcuaro distribuyo y organizó los trabajos en cobre, madera, barro, lacas, etc., que perduran hasta nuestros días. COLEGIO DE SAN JUAN DE LETRÁN.- Fue creado por el virrey don Antonio de Mendoza, para educar a los niños mestizos cuyos padres españoles generalmente los abandonaron. 77 Pero, además de ser asilo, ese colegio preparaba profesores para otros colegios en la Nueva España. COLEGIOS PARA CRIOLLOS.- Mientras tanto, habían aparecido las primeras generaciones de españoles nacidos en Nueva España. No podían asistir a los colegios de indios ni de mestizos; por eso los educaban maestros particulares, sin embargo, pronto fue necesario crear escuelas para ellos. Si los franciscanos emprendieron la educación de indios y mestizos, los agustinos iniciaron la de los criollos. Primeramente crearon el colegio de Tiripetío en Michoacán (1540), que es considerado como la primera institución de estudios superiores en América. Mas tarde en 1575 Fray Alonso de la Vera Cruz, fundó el colegio de San Pablo, dotándole con una excelente biblioteca, globos terráqueos, etc., el colegio de Santa María de Todos los Santos también daba enseñanza también daba enseñanza superior a las jóvenes que deseaban perfeccionar sus estudios otorgaba diez becas para los más pobres. LA UNIVERSIDAD.- La Nueva España progresaba tan rápidamente y los criollos mostraban tan buen inteligencia para los estudios que hacía falta crear la universidad que sirviera de corona y remate a la enseñanza superior. Gracias a las instancias del virrey don Antonio de Mendoza, abrió sus puertas la real y Pontificia Universidad. El 26 de Enero de 1553, ya en tiempos del virrey don Luis de Velasco. Las materias que se impartían fueron latín, retórica, gramática, derecho civil y canónico, teología, sagradas escrituras, filosofía, medicina, lengua mexicana y otomí. COLEGIOS DE JESUITAS.- En 1573 los jesuitas empezaron a formar sus colegios que habían de serles tan importantes para dirigir a la juventud. Los principales fueron el de San Pedro y san Pablo, el de San Gregorio “para indios” y el de San Ildefonso. Enseñaban filosofía, teología, literatura clásica y derecho. Establecieron colegios en Pátzcuaro, Valladolid (Michoacán). Oaxaca, Puebla, Veracruz, Guadalajara, etc., estos fueron generalmente conocidos por el nombre de colegios de “la Compañía”. Extendieron sus tareas a las naciones y fundaron un gran seminario en el pueblo de Tepozotlán (Estado de México) en el que estudiaban las lenguas indígenas, como el nahoa y otomí, y del que salieron grandes sabios, historiadores y poetas. Desde su llegada, en 1572 hasta su expulsión en 1767 fundaron más de veinticinco colegios. COLEGIO PARA MUJERES.- Zumárraga fundó dos recogimientos, unos para niñas indias y otros para mestizas. En los dos conventos se les enseñaba religión en primer lugar, lo mismo que lectura y escritura, labores domesticas y manuales, tres ricos comerciantes vizcaínos, viendo como vagaban las niñas en la calle fundaron en el año de 1767 el colegio conocido como las Vizcaínas. En esta institución se educo doña Josefa Ortiz de Domínguez. Todavía funciona en nuestros días. Otros colegios fueron el de Belén y el de enseñanza, a cargo de monjas de “la compañía de María”. A pesar de esas instituciones de las que se fundaron en poblaciones de provincia la educación femenina estuvo muy descuidad pues se prefería que las mujeres no se educaran mas que en el hogar. Muchas veces se les enseñaba a leer pero no a escribir. 78 OTROS COLEGIOS.- Por toda Nueva España se extendieron los centros de enseñanza. Entre los más notables colegios de provincia citaremos los siguientes: En Guadalajara: colegio de San Juan Bautista, el Seminario, la Universidad y el Hospicio. En Valladolid (hoy Morelia): el Colegio de San Nicolás en el que estudió don Miguel Hidalgo. En Puebla: el Colegio Carolino del espíritu Santo, el Seminario Palafoxiano, el Colegio de Niñas de Santa María y el de San José y Jesús María. En Oaxaca: el Seminario. En Mérida: el Seminario. Muchos de estos colegios perdieron su carácter religioso y se transformaron, en la época del México independiente, en institutos laicos de ciencias y artes. En los finales del siglo XVII se fundaron en el colegio de minería (1792), y la Academia de San Carlos (1783), destinada a las Bellas Artes. CRÍTICA DE LA EDUCACIÓN La educación en Nueva España sirvió, no tanto para fomentar el progreso del país, sino para realizar los ideales de España que eran la imposición de la doctrina católica; la grandeza del monarca y el imperio Español; la supremacía de los blancos y la explotación de que eran victimas los negros y los indios. Por parte de aquellos. Aunque en la primera etapa del siglo XVI se dio educación a indios y a mestizos pronto perdió importancia ante la que impartió a criollos y españoles, es decir, la educación llegó a ser parte de la clase dominadora. La educación estuvo monopolizada por el clero. Aunque los primeros misioneros hicieron obra apostólica para redimir y capacitar, la educación no fue sino un medio para ejercer total dominio sobre la razón, el sentimiento y la voluntad de la población. La enseñanza era escolástica, es decir se basaba en algunos libros teológicos cuya autoridad era indiscutible. Así se desenterró la observación y la experimentación es ves de estudiar los hechos y fenómenos en si mismos, se disputaba acerca de lo que habían dicho o no habían dicho los autores, son recurrir a la observación directa. Se abusó de la memorización de texto y del verbalismo. LA IMPRENTA Junto con los políticos la imprenta vino a ser factor de progreso. La primera imprenta no sólo de México, sino de todo el continente fue introducida a instancias del obispo Zumárraga y del virrey Mendoza. El primer impresor fue el italiano Juan Pablos, y el primer libro en la escala espiritual para llegar al cielo de San Juan Climaco. Mas tarde fueron otras imprentas: Antonio de Espinosa (1559), Pedro Balli (1575) y Antonio Ricardo. Este llevó su imprenta a la capital de Perú donde fue la primera. 79 Por razón natural las primeras obras impresas fueron religiosas para difundir la doctrina, lo mismo que vocabularios, cartillas y gramáticas tanto en español como en lenguas indígenas. LA HISTORIA La literatura de México es un producto de la literatura europea y de la realidad de país. Por eso, siendo la rama de literatura española refleja mucho de nuestra sensibilidad. Sus orígenes estuvieron en las historietas, historias y las crónicas. LOS CONQUISTADORES.- Fueron los primeros en escribir notables descripciones de sus hazañas y del encuentro de la realidad mexicana. Manejaban lo mismo la espada que la pluma. Sus relatos son notables por el recio estilo y la viveza que ponen en pintar aquello que vieron o que hicieron por si mismos. Ellos son: Hernán Cortes: cartas de relación al emperador Carlos V. Bernal Díaz del Castillo: historia verdadera de la conquista de Nueva España Conquistador Anónimo: Soldado que escribió la historia de la Conquista. LOS FRAILES.- también escribieron acerca de lo que ellos alcanzaron a ver o les contaron los indios de su pasado. Sus historias son fundamentales para conocer al México anterior y posterior a la Conquista. Bartolomé de las Casas: Historia de las Indias, relación de la destrucción de Indias. Motolinía: Historia de los indios en Nueva España. Bernardino de Sahagún: Historia general de las cosas de Nueva España. Jerónimo de Mendieta: Historia Eclesiástica Indiana. Juan de Torquemada: Monarquía Indiana. José Acosta: Historia Natural y Moral de Indias. CRONISTAS INDIOS.- Algunos indígenas nobles discípulos de los frailes, principalmente de los sabios maestros del Colegio de Tlaltelolco, compusieron obras en que dejaron noticias muy valiosas sobre sus antepasados. Autor desconocido: Códice Ramírez, que es una relación del origen de los indios según sus historias. Tezozómoc: Crónica Mexicana, que cuenta las leyendas y tradiciones aztecas. Ixtlixochitl: Historia Chichimeca, que Ixtlixochitl exalto como descendiente que era de los nobles de Texcoco. 80 Autor Desconocido: antes de Cuahutitlán, notable obra escrita en nahoa con el estilo narrativo de los antiguos mexicanos. MESTIZOS Y CRIOLLOS.- Juan Suárez de Peralta, criollo (hijo de un conquistador) escribió la noticia de la Nueva España. Diego Durán: Historia de las indias de Nueva España. Diego Muñoz Camargo: Historia de Tlaxcala. OTROS CONQUISTADORES.- El doctor Francisco Cervantes de Salazar, maestro y humanista de la universidad compusieron en el siglo XVI, unos diálogos latinos y una crónica de Nueva España. Como frutos últimos de la historia de la Colonia tenemos la historia antigua de México, del jesuita Francisco Javier Clavijero, la historia antigua de don Mariano Veitia, y los tres siglos de México, de padre Andrés Cabo. HISTORIAS PROVINCIALES.- Muchos otros escritores hubo cuyas obras pertenecen más a la historia que a la literatura, y son importantes por referirse a las provincias. Su lista sería enorme y sola mencionaremos algunos autores y la provincia a la que se refieren: Fray Juan G. De la Puente Fray Alonso de la Rea Fray Diego de Basalenque Fray Antonio Remesal Fray Antonio Tello Don Matías Mota Padilla Fray Diego de Landa Fray Diego López de Cogolludo Fray Francisco de Burgoa LA POESÍA Entre los soldados de Cortes venían aficionados a la poesía que recitaban o componían romances. Eso romances fueron el antecedente de los corridos populares y aun en nuestros días se repiten y componen. Gran auge ha tenido la poesía en México desde el siglo XVI. Un escritor dijo que había “más poetas que estiércol”. A este auge contribuyeron algunos ingenieros españoles que vinieron a nuestro país. Entre ellos citaremos a: Gutiérrez de Cetina: autor del madrigal, “A unos ojos claros”, que fue asesinado en Puebla. Juan de la Cueva y Eugenio de Salazar, poetas que ejercieron gran influencia durante su estancia en México. Bernardo de Balbuena: autor de la Grandeza Mexicana en que canta la Belleza y el adelanto de México. Mateo Alemán: autor de la novela picaresca Guzmán de Alfarache. 81 PRIMERO POETAS MEXICANOS.- Francisco de Terrazas, criollo, hijo de conquistador, quizá discípulo de Cetina. Escribió sonetos y un poema épico llamado “Nuevo Mundo y Conquista” que cantan las hazañas de Cortes. Antonio de Saavedra Guzmán. Autor del peregrino indiano, obra escrita en verso, pero poco poética sobre las aventuras de Cortes. FRAY MIGUEL DE GUEVARA.- Este agustino, que vivió en Michoacán en la primera mitad del siglo XVII, es considerado actualmente como el autor del celebérrimo soneto que empieza: “no me mueve mi Dios para quererte...”, poesía de máxima calidad que se atribuyo a la pluma de santa Teresa y a la de otros grandes autores. EL TEATRO Los antiguos mexicanos mayas tenían ciertas manifestaciones de teatro que fueron destruidas por los españoles. En cambio, los frailes les dieron nuevas obras con temas bíblicos o históricos, según podemos ver por sus títulos: autos de Adán y Eva, La Adoración de los Reyes, destrucción de Jerusalén (obra escrita por Motolinía). La conquista de Rodas y el auto del Juicio Final (escrito por Fray Andrés Olmos). Eran obras que se representaban en los atrios o plazas y requerían grandes conjuntos de actores indios. Además, ciertos “mitotes y areitos” de los indios se convirtieron en danzas que aun se conservan muy modificadas, y se introdujeron los retos entre moros y cristianos, las pastorelas y algunas representaciones de la pasión de cristo. Todo ello, teatro religioso para catequizar al pueblo. Con gran visión los misioneros usaron el teatro como medio de enseñanza. Gonzáles de Eslava, probablemente sevillano escribió, en México, dieciséis coloquios, piezas de asuntos religiosos dedicadas al pueblo. AUTORES CRIOLLOS.- Pronto aparecieron los autores nacidos en México. Juan Pérez Ramírez, autor de la primera obra de teatro escrita después de la conquista por un americano y representada en 1574. Juan Luis de Alarcón. Criollo nacido y educado en México. Marcho a España donde compuso comedias que se representaron junto con las de Lope de Vega y Tirso de Molina. Por ser mexicano y doblemente jorobado, sufrió desaires y burlas, pero logró triunfar en pleno siglo de oro, al lado de los más grandes ingenios del teatro español. Es considerado creador de la comedia llamada de costumbres con un fondo de moral humana. Sus obras fueron imitadas por los franceses. A aquellos que los zaherían, les contesto con estos versos: En el hombre no has de ver Hermosura o gentileza, Su hermosura es la nobleza, Su gentileza el saber. De sus comedias, dos son las más conocidas: Las paredes oyen, y La verdad sospecha. Se discute si debe considerársele mexicano por que sus obras casi nunca aluden a México; sin embargo, su sensibilidad y el tono discreto y mesurado que se advierte en ellas es 82 netamente criollo, lo mismo que su gran cortesía. Los españoles encontraron en sus comedias cierta “Extrañeza”, que es precisamente su condición de mexicano. Su nombre no pertenece sólo a la literatura mexicana, ni a la española si no a la gran literatura universal. En los siglos XVII y XVIII hubo teatros formales con compañías y actores profesionales que no alcanzaron gran altura con sus obras GONGORISMO La escuela literaria fundada en España por Luis de Góngora, fue una poesía muy elaborada, difícil de comprender, y, por lo tanto, fuera del alcance popular. Al gongorismo, que abusaba de las figuras y metáforas vino a sumarse el conceptismo que introducía conceptos obscuros y complicados. Estas modas literarias influyeron en Nueva España causando una decadencia en las letras mexicanas. Las imitaciones gongoristas, hechas en México son de mal gusto, abstrusas, y sin ningún valor. LOS CERTÁMENES Muy frecuentes fueron los certámenes a los que concurrían multitud de poetas con sus composiciones. Uno de los más importantes, fue el organizado por la Universidad en 1682. Don Carlos de Sigüenza y Góngora, hizo su reseñe en una obra llamada Triunfo Partenico. Las composiciones presentadas fueron más de quinientas. El mismo don Carlos fue un mal poeta autor de la Primavera India y Glorias de Querétaro; pero en cambio fue notable como narrador, Historiador, astrónomo y matemático. A el se debe la conservación de muchos documentos históricos pues además de los que reunió, salvo otros muchos durante un incendio ocurrido en la casa del Ayuntamiento. LA DÉCIMA MUSA Entre los muchos y malos poetas gongorinos, se salva y eleva cantidades únicas, la monja Juana Inés de la Cruz. Fue una criolla nacida en San Miguel Nepantla (en el hoy Estado de México) el 12 de Noviembre de 1651. Desde su infancia mostró gran inteligencia y afán por el estudio. A los tres años acompañaba a una hermana suya a la escuela y así aprendió a leer y a escribir. A los ocho años compuso una loa en verso. Cuando quería aprender algo se cortaba el pelo sin dejarse lo crecer hasta que lograba sus propósitos. En veinte lecciones aprendió latín, cuando llegó a la capital del virreinato, admiró a todos con su memoria y sabiduría. El virrey Márquez de Mancera hizo que le examinaran los profesores de la Universidad y ella supo contestar y derrocar a todos. Era muy hermosa, como lo revela el retrato que le hizo el pintor Miguel Cabrera, y fue muy agasajada en la corte virreinal. Sin embargo, ella prefirió ser monja y entró primero en el convento de Santa Teresa, y luego en el de San Jerónimo, donde vivió el resto de sus días. Seguramente no le llevó una vocación religiosa muy profunda, pues no era de carácter místico, ni tampoco una decepción amorosa que, aunque pudo ser posible, no habría vencido su espíritu superior. Más bien buscaba un medio de quietud para producir su obra. El ambiente en que le tocó vivir podría escandalizarse del genio de una mujer, y ella se vio presionada a refugiarse en un convento. Y aun ahí fue importunada de varias maneras por 83 gente que no le entendía. Por ejemplo, el obispo de Puebla, encubierto por el seudónimo de Sor Filotea, le envió una carta en la que le pedía se apartara de los libros de filósofos y poetas, para dedicarse por entero a Dios y a la salvación de su alma. Ella contesto con una carta maravillosa en la que explico valientemente su vida y modo de pensar, defendiendo los derechos que la mujer tiene a la cultura y al pensamiento. Mas tarde, quizá obligada, tuvo que vender su biblioteca durante una epidemia se dedico caritativamente a cuidar a sus hermanas del convento y murió por contagio el 17 de Abril de 1695. La obra de Sor Juana es abundante. Entre lo más importante, citaremos la celebre respuesta a sor Filotea; sus loas, sainetes, autos sacramentarios y su obra teatral más notable, que fue la comedia de capa y espada los empeños de una casa; en poesía brillan sus villancicos, redondillas y sonetos. Muy populares son aquellas redondillas que empiezan: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis...” El aspecto más interesante de la poesía de sor Juana es su carácter amoroso. El crítico español Méndez y Pelayo ah dicho: “los versos de amor profano de Sor Juana son los más suaves y delicados que han salido de pluma de mujer”. Sin duda, conociendo profundamente el alma de los hombres y supo cantar magisterialmente las penas y variaciones del amor. SANTORIO Y NAVARRETE.- Hubo otros muchos poetas en la Colonia, pero ninguno llegó a la altura de Sor Juana que ocupa el centro de nuestra poesía novo hispana. Sólo citaremos al padre José Manuel Sortorio que escribió unas “poesías sagradas y profanas”, y a Fray Manuel de Navarrete nacido en Sonora (Michoacán), que público sus versos con el nombre de entretenimiento poético. Estos poetas están ya muy apartados del gongorismo y Navarrete representa la nueva moda del neoclasicismo. EL HUMANISMO De la decadencia en la que cayó nuestra literatura a causa del gongorismo y el conceptismo, pudo resurgir gracias a los humanistas que escribieron magnificas obras en latín. Debemos citar a los que jesuitas Diego José Abad (de Jiquilpan, Michoacán) Francisco Javier Alegre (del puerto de Veracruz) y Rafael Landivar que aunque nació en Guatemala escribió la obra Rusticatio mexicana en que canta los campos de México. Algunos otros humanistas tradujeron al castellano obras de Homero, Virgilio, Séneca y otros autores griegos o latinos. LA NOVELA Casi no se cultivo el género novelístico, pero al finalizar la colonia apareció un notable escritor llamado José Joaquín Hernández de Elizardi, más conocido por el seudónimo de “el pensador mexicano”. Escribió artículos periodísticos, fábulas, diálogos, obras de teatro, ensayos sobre costumbres y poesías. Demostró gran espíritu de combate para atacar los perjuicios y defectos de su época, por lo que en su medio resulta un escrito revolucionario pero su fama principal la tuvo por sus novelas. El peritillo sarniento, la Quijotita y su Prima, y Don Catrín de la Fachenda. En todas ellas muestra un afán por criticar las costumbres, 84 corregir los vicios usando de la burla y la sátira, pretendiendo “dar una enjabonadita a las mujeres” , y “ridiculizar los vicios más groseros” de los hombres. Su finalidad es moralista y docente por que trata de enseñar y corregir. Seguramente estuvo influida por el filosofo Rousseau. En el peritillo que es una novela picaresca, trata un cuadro muy vivo de la sociedad colonial en los últimos años, mostrando sus lacras y decadencias. Independientemente de su merito literario, que algunos críticos consideran no muy alto, tiene el peritillo un valor documental. Algunos de los tipos que pinta, como por ejemplo “el peladito”, aun subsiste. Su lectura es muy necesaria y útil pues da a conocer las características del mexicano. EL PENSAMIENTO Y LA CIENCIA La rígida censura que España puso a la ideas y a la importación de libros a la Nueva España, hizo que el pensamiento de estancara. Las grandes mazas de indios y mestizos vivían en total analfabetismo, y la sociedad en general, era fanática oscurantista y llena de ignorancia. Las imprentas publicaban oraciones, novenas y catecismos, pero poquísimos libros de ciencia. El historiador Luis Chávez Orozco revela el poco interés que había por los libros en relación con la fiebre de levantar iglesias, según los siguientes datos: Siglo XVI libros y 3100 construcciones religiosas. Siglo XVII 1838 libros y 6400 construcciones religiosas. Sólo unos cuantos individuos, entre criollos y españoles, que monopolizaban la cultura, llegaron a tomar contacto con las corrientes de la cultura universal, y eso con gran riesgo de las personas, pues un tal Nicolás del Aste fue procesado por haber leído a Paracelso. Para estar casi seguros casi todos tuvieron que abrazar el estado religioso. En el siglo XVI, Fray alonso de la Vera Cruz, cultivo la filosofía y escribió libros acerca de ella. Sobre medicina escribieron varios autores, solamente en el siglo XVI podemos citar los siguientes: Méndez, Bravo, Farfán, Gregorio López, Barrios y Cárdenas. Claro que han perdido valor científico, pero en su época fueron representativos. Las matemáticas y la astronomía fueron cultivadas por Enrico Martínez especialista en hidráulica que proyecto el desagüe de la cuidad de México). (ingeniero Carlos de Sigüenza y Góngora (entre cuyas muchas obras destacaban las que tratan sobre los cometas). Eusebio Kino (jesuita alemán que comprobó que California era una península), Francisco Javier Gamboa (geólogo y jurisconsulto). Antonio León y Gama (astrónomo y anticuario que escribió sobre los satélites de Júpiter, climatología y las piedras arqueológicas del sol y de tizoc), Joaquín Velázquez Cárdenas y León (construyo sus propios instrumentos para observar el paso de Venus por el disco del Sol, e hizo buenas cartas geográficas) José Ignacio Bartoloache y Antonio Alzate, sostenedores del sistema científico experimental. EL PERIODISMO.-Las noticias se daban en hojas sueltas o gacetas que salían de vez en vez, cuando había algo muy importante o curioso. El primer intento por hacer una publicación periódica se debe a don Ignacio Castorena Ursúa y G. Goyeneche. Que dio luz a “Gaceta de 85 México” en 1772. Después hubo otros intentos fracasados, hasta que en 1784 volvió a salir como semanaria la gaceta que duro hasta el año de 1809. El padre Antonio Alzate publicó una “Gaceta de Literatura” en que dio a conocer estudios científicos sobre física, geografía, geología, medicina, historia natural etc., que mucho sirvieron para combatir los errores y falsedades que corrían como verdades aun entre la gente elevada. En 1805 apareció el primero periódico cotidiano con el nombre de “Diario de México”. LA RENOVACIÓN.- A mediados del siglo XVII se produjo una renovación de pensamiento, las ciencias y las artes, que se atribuye en parte a la llegada de Borbones al trono de España. Estos reyes, de origen francés, tuvieron una saludable influencia. A esa corriente se deben los siguientes hechos: a) La creación de la Academia de San Carlos, el Jardín Botánico y del Colegio de minería dirigido por los sabios Fausto Eluyar y Andrés del Rió (autor éste último de la mejor obra de mineralogía aparecida hasta entonces en español). b) La población de los humanistas cuyas obras en latín son notables, así como en general la literatura neoclásica que se advierte en Navarrete y continúa en los principios de siglo XIX. c) El auge de publicaciones periodísticas y la fundación de academias literarias como las de “La Encarnación”, “San José”, “La Arcadia”, etc. d) La modificación del pensamiento filosófico por la influencia de los pensadores franceses. LA FILOSOFÍA MODERNA.- Aunque ya Sor Juana y Singüenza y Góngora habían podido conocer las doctrinas de Renato Descartes, la filosofía escolástica, basada en Aristóteles y los Teólogos de la Iglesia, continuaba rígida hasta que Benito Díaz de Gamarra introdujo los principios de la filosofía moderna con sus obras, la principal de las cuales intituló Elementa Recientores Philosophie. LAS IDEAS POLÍTICAS Durante la última época del siglo XVIII se infiltraron muchas obras de autores franceses, tales como Rousseau, Voltaire, Diderot, Montesquieu, Condillac, Raynal y otros, cuyas ideas sociales y políticas atacaban la autoridad de la Iglesia y la monarquía. Esas obras, que fueron condenadas y prohibidas por la Inquisición, circularon entre las personas cultas. Sus atrevidas teorías despertaron la conciencia adormecida de los criollos y prepararon la futura revolución de independencia. El cura don Miguel Hidalgo que leía en francés, conoció muchas de esas obras. LA ARQUITECTURA Independientemente de que se les considere como monumentos consagrados o como testimonios de dominación sobre las conciencias y la economía, las construcciones religiosas deben estimarse como obras de arte. En conjunto representan un gran tesoro arquitectónico de México y los mexicanos están en obligación de proteger, puesto que es el más rico de América. En nuestros templos y conventos se reflejaron los modelos europeos y así los podemos considerar por épocas y estilos. 86 ESTILO GÓTICO O FRANCISCANO.- Las primeras construcciones son del siglo XVI y pertenecen principalmente a los franciscanos. Se trata de templos y conventos que son casi fortalezas. Sus muros están coronados por almendras y troneras, por tener que servir para defensa en caso de que los indios atacaran. Presentan detalles características góticos, tales como contrafuertes, arcos en ojiva, bóvedas con nervaduras, etc. Al estilo gótico-franciscano pertenecen los recios conventos e iglesias de Huejotzingo, Tepeaca, Calpam, Xochimilco, Yecapixtla (de origen agustino), San Francisco de Tlaxcala, Tula (Hidalgo) e Izamal en Yucatán. ESTILO PLATERESCO.- En un estilo elegante que recuerda el fino trabajo de los plateros. Sus ejemplos mejores se encuentran en las portadas de los teatros de San Agustín Acolman (Estado de México) y Yuriria (Guanajuato). ESTILO MUDÉJAR.- Los árabes dejaron grandes obras de su arquitectura en España, y algo de ellos se reflejo en América. Buenas muestras de ello son el artesano en madera de San Francisco en Tlaxcala, la torre de la Iglesia de Actopan (Hidalgo) y multitud de arcos en los patios de conventos y casas particulares. ESTILO BARROCO.- Rompe con la sencillez de los estilos anteriores. Levanta campanarios y cúpulas, adorna las portadas con columnas de distintos órdenes, repartidas en varios cuerpos y alternadas con nichos y esculturas. De este tipo son generalmente las construcciones de los dominicos y el mayor numero de las iglesias mexicanas. Son notables las construcciones de Oaxaca, como Soledad y el Santo Domingo. Muchas veces se exagero el estilo barroco, hasta convertirlo en ultra barroco como la catedral de Zacatecas. ESTILO CHURRIGUERA.- Es un estilo recargado que adorna excesivamente el exterior y el interior de los templos. Multiplica las repisas quebradas, las repisas los festones, ramilletes, Ángeles, esculturas, mantos, cornisas, guirnaldas, racimos de frutas, medallones todo ello labrado finamente en cantera o madera que dorada en fuego da una impresión fantástica. La vista no puede abarcar todos los detalles. Maravillosos ejemplares churriguerescos son el Templo de Tepozotlán, la parroquia de Taxco, el carmen en San Luis Potosí, el Sagrario de la Catedral de México y muchas Iglesias en Puebla, Querétaro, Guadalajara, México, etc. ESTILO NEOCLÁSICO.- Como una reacción frente al estilo churriguera, que parecía llegar al delirio, se volvió a los modernos clásicos, usando elementos de la arquitectura grecolatina. Los grandes maestros de éste último estilo en la colonia, fueron dos, el Valenciano Manuel Tolsá (que dejó muestras de su genio en los remates, torres y cúpulas de la catedral de México, la iglesia de Loreto y el Palacio de minería), y don Francisco Eduardo Tresguerras, cuyas obras principales son: el famoso templo del Carmen de Celaya, su ciudad natal. El Palacio de los condes de Rul, en Guanajuato, la Caja de Agua y el Teatro de Alarcón en San Luis Potosí, la iglesia de las Teresas y la Fuente de Neptuno en Querétaro. Otros magníficos ejemplares neoclásicos son: la cúpula de la compañía en Guanajuato, y la del Hospicio en Guadalajara. Lástima que por la moda se hayan derribado muchos altares dorados, churriguerescos, para levantar seudo clásicos de las columnas blanqueadas y frías. MANERAS MEXICANAS.- Todos los estilos citados fueron interpretados y modificados por el gusto de los artículos mexicanos que constituyeron la mayoría de las iglesias de nuestros 87 pueblos; por eso no siempre puede catalogarse el estilo de una construcción. Entre las muy mexicanas creaciones debemos contar con las iglesias cubiertas con ladrillos rojos y azulejos multicolores, lo mismo que las capillas en que los indios dejaron sentir su influencia. LAS CATEDRALES.- Son portentosas obras, dignas de admiración, la catedral de México (el Templo Mas grandioso del continente), la de Puebla (de puro estilo herreriano), las de San Luis, Morelia, Chihuahua, etc. ARQUITECTURA CIVIL.- Fue mucho menos abundante que la religiosa. Debemos citar la casa de los Montejo en Mérida y el palacio de cortes en Cuernavaca que pertenecen al siglo XVI. En la cuidad de México, las casas llamadas de los Azulejos, de los mascarones, de Iturbide, de los Marqueses de Valparaíso, y otros muchos edificios que le dieron fama como “ciudad de los Palacios”. LA PINTURA También en pintura posee México un abundante tesoro artístico regado en sus templos; este arte, como casi todos, estuvo a servicio de la iglesia. En sus primitivos conventos los frailes pintaron sus muros con bellas decoraciones al fresco que todavía persiste después de cuatrocientos años. En Acolman, Actopan y otras construcciones de la mesa central o de Oaxaca, pueden verse restos de aquellas pinturas de fuerte estilo europeo. En el mismo siglo XVI se formo un interesante grupo de pintores, en derredor de un flamenco llamado Simon Pereyns, del que se conserva pinturas en el retablo de Huejotzingo (Puebla), y en la catedral de México. Por cierto que este pintor fue procesado y atormentado en la inquisición. En el siglo XVII abundan los pintores buenos y aun magníficos como Baltasar y Echave, el viejo, Luis Suárez, Sebastián de Arteaga, Juan Herrera, José Suárez, Juan Rodríguez Xuares, Cristóbal de Villalpando, Juan Correa, Echave el Joven, Juan Tinoco, el Padre Manuel y otros muchos. En el siglo XVIII en que bajaba un poco la calidad de la pintura, se destaca el Oaxaqueño Miguel Cabrera, cuya producción fue abundante y se encuentra regada en Texcoco, Puebla, México, Guanajuato, y otras varias Ciudades. También debe mencionarse a Miguel Jerónimo Zendejas y a Luis Rodríguez Alconero al finalizar el periodo colonial. LA ESCULTURA Igualmente abundante, comprende muchos trabajos anónimos. Con muy raras excepciones toda se reduce a imágenes religiosas, principalmente labradas en piedra o en madera brillante estocada. Los escultores propiamente considerados como artistas, aparecen hasta el siglo XVIII en que se destaca los Cora de Puebla de quienes se conservan obras en esa ciudad, y Mariano Perusquin, de Querétaro, que con otros artistas de su taller, dieron esculturas a templos de Guadalajara, México, y Querétaro. Don Miguel Tolsá que tenía en su arte un hábito renacentista fundó la admirable estatua ecuestre de Carlos IV, de la que un poeta ha dicho que es un “monumento del genio a la imbecilidad”, y las esculturas que decoran el reloj de la catedral de México, así como algunas otras imágenes. 88 GRANDEZA Y DECADENCIA DEL GOBIERNO ESPAÑOL El poderío de España se reflejo en sus colonias, de igual modo, cuando la madre patria vino en decadencia, sus colonias la sufrieron este ascenso y caída del imperio español puede estudiarse a través de sus monarcas en tres siglos de dominación. LA CASA DE AUSTRIA Bajo el imperio de Carlos V de Alemania y I de España, se hizo la conquista de México que percibió durante el reinado de su hijo Felipe II. Ambos reyes tuvieron como preocupación fundamental la defensa de la iglesia católica. En ellos fueron fanáticos e intolerantes. Sostuvieron guerras contra Francia, Turquía, los Países Bajos e Inglaterra, en las cuales consumieron gran parte de la riqueza enviada de América. El Impero Español alcanzo, con ellos, su máxima extensión y esplendor. Ambos llenaron por completo el siglo XVI que es el siglo de las grandes conquistas y fundaciones, los magníficos virreyes como Antonio de Mendoza, Luis de Velasco padre y Luis de Velasco hijo. Felipe III, Felipe IV, y Carlos II fueron los últimos austriacos bajo cuyo Gobierno empezó la decadencia de España. La flota quedo arruinada; los corsarios Ingleses y Franceses fueron obstáculos para el comercio; se pidieron frecuentes préstamos y los tributos se hicieron cada vez más pesados sobre los súbditos americanos; los cargos del gobierno se vendían y entregaban a personas que sólo procuraban robar. Los reyes entregaron el poder a favoritos cortesanos que todo lo embrollaban la burocracia entorpeció, más que facilito, los asuntos de gobierno. Los virreyes perdieron autoridad, el reino de Portugal se independizo. La Inquisición se convirtió en un instrumento político. España rodaba a su decadencia. El último de los Asturias, Carlos II, fue un imbécil que no dejó sucesión. LA CASA DE BORBÓN Cerrada la dinastía austriaca, el emperador de Alemania y el Rey de Francia Luis XIV, trataron de imponer sucesor por medio de intrigas. Gano el francés e impuso a su nieto Felipe de Anjou, que con el nombre de Felipe V, inaugura la dinastía Borbónica. La siguieron Fernando VI y Fernando VII. Durante su Gobierno, España sufrió la influencia francesa en las modas, costumbres, ideas, formas de administración, etc. En cambio de ellos, volvió a ser una potencia en Europa. El reinado de Carlos III es el más notable. Introdujo mejoras en el comercio, la marina, el ejército y la industria, así como en la salubridad y en las poblaciones. Favoreció las ciencias y la fundación de Instituciones de Cultura como la Academia. Su política fue la del despotismo ilustrado que pretendía gobernar con “las luces de la razón”. Llevo a su último grado el absolutismo del poder, sin permitir que sus procedimientos fueran discutidos. En la Nueva España un virrey dijo que los vasallos “nacieron para callar y obedecer y no para discutir ni opinar en los altos asuntos del gobierno”. Un monarca tan absoluto no podía tolerar la supremacía de la iglesia católica, restringiendo sus poderes. Sometió a los obispos al consejo real, limito el inquisición y obligó al clero a contribuir para los gastos públicos. Como estas encontraban un serio obstáculo en los jesuitas, calurosos defensores del poder decretó su expulsión de todo el imperio y se les deportó por sorpresa a pontificios de todas sus procesiones se incauto la Corona. 89 y así fueron poder de la reformas se papal, el rey los Estados LAS INTENDENCIAS La división de la Nueva España en Reinos y providencias cambio radicalmente por orden de Carlos III en 1786, según lo dictan las “Ordenanzas de Intendencias”. Esta nueva organización se hizo a imitación de Francia. Hubo doce intendencias y tres provincias según el siguiente orden: 1º. INTENDENCIA DE MÉXICO. Estados de México, Querétaro, Hidalgo, Morelos y Guerrero. 2º. INTENDENCIA DE PUEBLA. Puebla y Tlaxcala. 3º. INTENDENCIA DE GUANAJUATO. 4º. INTENDENCIA DE VALLADOLID. Michoacán. 5º. INTENDENCIA DE GUADALAJARA. Jalisco, Aguascalientes y Colima. 6º. INTENDENCIA DE ZACATECAS. 7º. INTENDENCIA DE OAXACA. 8º. INTENDENCIA DE MÉRIDA. Yucatán y Campeche, 9º. INTENDENCIA DE VERACRUZ. Veracruz y Tabasco. 10ª. INTENDENCIA DE SAN LUIS POTOSÍ. San Luis Potosí, Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila y Texas. 11ª. INTENDENCIA DE DURANGO. Durango, Chihuahua. 12ª. INTENDENCIA DE SONORA. Sonora y Sinaloa. PROVINCIAS 1.- DE NUEVO MÉXICO, 2.- VIEJA CALIFORNIA, 3.- NUEVA CALIFORNIA. LOS VIRREYES Los hubo excelentes, buenos, medianos y pésimos. Muchos, como el Márquez de Villena y el conde de Baños dejaron fama de poco escrupulosos y no honrados. Citaremos algunos de los mejores, cuyo recuerdo es interesante para México. Los primeros en tiempo y quizá en meritos fueron don Antonio de Mendoza, don Luis de Velasco padre, don Pedro Moya de Contreras, (que reunió los máximos poderes de virrey, obispo e inquisidor) y don Luis de Velasco hijo. Los virreyes del siglo XVII son menos notables. Apenas merecen citarse el obispo Juan de Palafox y Mendoza y Fray Payo Enríquez de Rivera. Entre los virreyes del siglo XVIII, bajo el reinado de los Borbones, hubo notables gobernadores, como el duque de Linares, el Márquez de Croix, don Antonio María de Bucareli, en Cuyo tiempo se fundaron la Casa de Moneda, el Hospital, el Malcomió de San Hipólito, el Hospital de San Andrés y el palacio de minería; don Bernardo de Gálvez y el segundo Conde de Revillagigedo. El virrey Revillagigedo fue el gobernante más activo y eficiente. Embelleció la ciudad de México hasta hacerla la mejor del continente. Reorganizo la administración, el ejército, la policía, las intendencias, los tribunales, la hacienda; creo escuelas primarias gratuitas, fundó el Archivo General; organizó el primer censo general del país e inauguro el colegio de minería. Pudo decirse que “en todo puso la mano y en todo bien”. 90 El Marqués de Branciforte al contrario del segundo de Revillagigedo, se enriqueció vendiendo los cargos militares y comerciando con todo. Para halagar al rey Carlos IV mando a hacer su estatua al escultor Tolsá. Los últimos virreyes, en cuyo gobierno estallaron las inquietudes de la colonia, que había madurado para alcanzar su independencia, pertenecen al siglo XIX. Las principales fueron Aranza Berenguer de Martín, José de Itubigaray, Pedro Garibay, Lizana y Beaumont, Francisco Javier Venegas, Félix María Calleja del rey, Juan Ruiz de Apodaca y Juan O'donojú que cerro la lista de 62 virreyes. Con las luchas de insurgentes se rompe el periodo de la Colonia, asentada sobre las bases de exploración, dominación española y muchos prejuicios, pero fue crisol, en múltiples aspectos de nuestra nacionalidad. Esta nacionalidad que habría de anunciarse en la alborada de Dolores. La crítica de la Colonia novo hispana que estudiamos y los elementos que dentro de ella causaron su descomposición y su fin, pertenecen al estudio del segundo curso por que se enlazan con la lucha por la independencia. 91 CAPÍTULO V.- LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO Factores externos Crisis política y económica en España El proceso de independencia de México, cuyos factores internos se trataran más adelante, debe enmarcarse en el ámbito de la situación de crisis de la corona española entre los años de 1788 y 1820, puesto que en el desarrollo de los acontecimientos en que se vio involucrada la metrópoli durante ese lapso, se presentó la coyuntura favorable que las colonias americanas aprovecharon para iniciar la revolución libertadora. Al morir Carlos III, el gobierno español careció de una mano firme que mantuviera a flote el imperio en aquella época de grandes tensiones en el panorama europeo. Carlos IV ocupo el trono en diciembre de 1788 y, por recomendación de su padre y antecesor, mantuvo al frente del gobierno en calidad de ministro al conde de Floridablanca, cuya rivalidad con el conde de Aranda, quien algunos años antes dominara la política española, agravó las tensiones internas. Más en aquellos momentos los problemas no eran sólo de índole política sino también económica y social; para entonces era evidente que las finanzas del gobierno, desgastadas por las continuas guerras en las que España intervino a raíz de la política de equilibrio impulsada por Francia e Inglaterra, sus más fuertes rivales, no podrían satisfacer los reclamos de una población en creciente expansión. Los problemas de la baja productividad agrícola, la incapacidad para competir comercialmente en forma efectiva con los rivales extranjeros, incluso en los mercados americanos, y el retraso tecnológico de la industria, demostraban de manera clara el fracaso de las reformas emprendidas por los Borbones. Esta situación, presente desde 1780, había llevado al gobierno de Carlos IV a utilizar el recurso de emitir bonos de papel conocidos como "vales reales", en un intento por conseguir créditos respaldados por los ingresos del Estado, a fin de cubrir los grandes gastos de guerra. Cuando ocurrió el fallecimiento de Carlos in en 1788, el gobierno ya había emitido vales con valor de cerca de 550 millones de reales, con la obligación de cubrir los intereses por cerca de 22 millones. Por otra parte, para mantener la confianza de los acreedores en las finanzas, era indispensable el logro de la paz con los países extranjeros y el mantenimiento de condiciones estables en el orden interno; ninguna de esas dos situaciones se dio, en gran parte debido al impacto de la Revolución francesa en la política española. El estallido de la Revolución francesa represento para la Corona española un nuevo y gran peligro; aparte de lo que significaba en el piano ideológico-político la caída del Antiguo régimen monárquico en el país vecino, la amenaza inmediata de una guerra con Francia pareció aumentar a causa de la "diplomacia de mano dura" del ministro Floridablanca, quien se propuso aislar a España del contagio trances, y mostró una actitud inflexible de rechazo frente a la revolución, lo que proporciono a sus enemigos políticos una oportunidad para intensificar las intrigas en su contra, haciendo ver a Carlos IV la posibilidad de que la hostilidad de Floridablanca contra la Revolución francesa pudiera inmiscuir a España en una guerra que no estaba en condiciones de emprender. Presionado por esos argumentos, el rey destituyó a Floridablanca y mando llamar a Aranda para que ocupara el cargo de ministro; éste reemplaz, ocurrido a principios de 1792, fue bien 92 visto en un principio por la Asamblea Nacional de Francia, pues Aranda dio muestras de una cierta apertura hacia la revolución e incluso logró establecer una alianza de paz entre los dos países; sin embargo, en momentos de tensión internacional, Aranda hubo de defender obviamente los intereses de España. Por otra parte, la posición del nuevo ministro español en la política interna tampoco estaba segura ni exenta de intrigas, en este caso provenientes de Manuel Godoy, un oficial del ejército y protegido de la reina, que aspiraba al supremo cargo del gobierno ocupado por Aranda, y cuyo ascenso en la política se estaba dando con gran rapidez. Respecto a la política exterior, ante los acontecimientos franceses de agosto de ese mismo año de 1792, Aranda se vio envuelto en el conflicto internacional contra la Revolución — cuando Austria y Prusia declaran la guerra a Francia y buscan el apoyo de España—, para rectificar luego la postura de España proponiendo su neutralidad, aunque ello significara su aislamiento de Europa. Aunque la proclamación de la Republica francesa el primero de septiembre de 1792, no condujo a una ruptura inmediata entre los dos países, la posición de Aranda era ya insostenible, pues demostraba que había fracasado en su gestión como opción a la política de Floridablanca. La vacilante actitud de Aranda frente al problema francés, agregada a la presión e intrigas de Godoy, provocaron su salida y abrieron a éste el camino como una tercera posibilidad de solución para España en el ámbito internacional, pues Carlos IV continuaba decidido a salvar la vida a su primo Luis XVI, además el nuevo gobierno francés tenia la esperanza de asegurar su frontera manteniendo la paz con España. El orden de cosas tomo un rumbo distinto cuando, en enero de 1793, Luis XVI fue ejecutado y este hecho puso fin a los esfuerzos de España por conservar la neutralidad, y aunque Godoy no estaba muy de acuerdo con la posibilidad de una guerra con Francia, tuvo que ceder ante la fuerte presión popular y, en marzo de ese mismo año, ambos países se declararon la guerra. Durante más de dos años se enfrentaron en una serie de combates en los frentes oriental y occidental de los pirineos, con desventaja para España no obstante la alianza que estableciera con Gran Bretaña, pues durante ese lapso tuvo constantes fricciones con este país, cuyo poderío naval, que no cesaba de incursionar en América, representaba para España más una amenaza que un beneficio contra el mutuo enemigo francés. Cuando Prusia, desgastada por las derrotas, firmo un tratado de paz con Francia en Basilea, en abril de 1795, España se apresuró a hacer lo mismo a pesar de los esfuerzos de los británicos por impedirlo. Al retirarse España de la alianza contra Francia, Gran Bretaña aprovecho el momento para aumentar sus incursiones en las colonias hispanoamericanas, lo cual, sumado al disgusto británico por el Tratado de Basilea, convirtió la posibilidad de una guerra entre España y Gran Bretaña en algo muy real. El conflicto europeo dio entonces un viraje, ya que Godoy se decidió a establecer un nuevo alineamiento con Francia y, mediante el Tratado de San Ildefonso concertado en agosto de 1796, se comprometió a celebrar una alianza ofensiva y defensiva con el Directorio de Francia al tiempo que insinuaba un futuro acuerdo comercial entre los dos Estados. Una de las consecuencias más graves de este viraje de —España al pasar de la alianza ideológica con la Europa monárquica, a la alianza estratégica con la Revolución representada por Francia fue el hecho de que quedo completamente supeditada a este país en lo referente al orden internacional. Además, como resultado de este tratado, sobrevino de inmediato la ruptura con Gran Bretaña y una guerra que trajo para España varias consecuencias negativas: la derrota en la batalla naval de Cabo de San Vicente, la perdida de la isla de 93 Trinidad y el bloqueo ingles al puerto de Cádiz, lo cual significaba en realidad un bloqueo al comercio español con América. Estos hechos, ocurridos en el año de 1797, obstaculizaron los vínculos entre la metrópoli y sus dominios coloniales, en el momento preciso en que los criollos presionaban cada vez con más fuerza en favor de una mayor participación en la toma de decisiones en los virreinatos y capitanías generales; así, la inconformidad de los americanos hacia la rígida política imperial de los Borbones coincidía con una penetración extranjera más intensa en los mercados americanos, alentada ahora por el bloqueo de Cádiz. La guerra con Inglaterra agravo aun más la situación financiera de España, sobre todo al reducir el ingreso proveniente de las Indias. En 1796 éste representaba 20 por ciento del ingreso total de la metrópoli, y para el año siguiente su monto se había reducido de 224 millones de reales a 14 millones; ante esta situación, las autoridades concluyeron que los ingresos debían obtenerse entonces dentro de la propia España, por lo que en septiembre de 1798 Carlos IV autorizo la apropiación de un considerable numero de propiedades eclesiásticas, para obtener ingresos que garantizaran los vales reales. Esta política de desamortización altero todavía más el ya inestable equilibrio entre el Estado y la Iglesia, alarmada esta por la alianza con la Francia revolucionaria, cuya tendencia liberal y anticlerical constituía una seria amenaza para el poder eclesiástico. Esta situación aumento las tensiones internas y provoco una crisis que culmino con la caída de Godoy, en ese mismo año de 1798. Poco más tarde Godoy fue restituido en el cargo y en marzo de 1802 concertó con Inglaterra la llamada "Paz de Amiens", la cual dio a España un breve respiro de la guerra y permitió se reanudara el comercio con las Indias, aunque no pudieron remediarse a corto plazo los trastornos en la economía española provocados por el bloqueo ingles. El desempleo en los principales centro textiles de Cataluña y Valencia hizo crecer la hostilidad hacia el gobierno; la península ibérica en conjunto padeció una de las más graves crisis de subsistencia, precisamente durante esos años de paz, entre 1802 y 1805, lapso durante el cual tampoco cedió la presión que ejercían los franceses sobre España. Cuando Francia e Inglaterra volvieron a entrar en guerra, el gobierno español se esforzó por mantenerse neutral, pero ambos países rivales le exigieron tomar una posición; el gobierno británico deseaba que España se desligara totalmente de su asociación con Francia pero, dado que la política exterior española había quedado supeditada a la de Francia, el gobierno de Godoy se vio comprometido a firmar con Napoleón, nombrado primer cónsul en 1799, una serie de tratados que prácticamente obligaron a España a apoyar la política expansionista de Napoleón; esta circunstancia condujo a una nueva guerra con Inglaterra. Los ataques sin previa provocación contra las embarcaciones españolas por parte de los barcos de guerra ingleses forzaron a Carlos IV a declararle la guerra a Gran Bretaña en diciembre de 1804, y ratificar su alianza con Napoleón, proclamado emperador de los franceses en mayo de ese año. La reanudación de la guerra exigía nuevos financiamientos para costear los gastos militares, por lo que la Corona española hizo extensiva a las Indias la política de desamortización, quedando con ello comprometido el imperio español de América a cubrir los desastres financieros de la metrópoli, lo cual hizo crecer la hostilidad de los habitantes de las colonias afectadas por estas medidas, y acentuó los deseos de autonomía, sobre todo en la Nueva España donde se obligó a la Tesorería a cubrir letras de cambio por 94 un valor de 40 millones de reales como parte de la deuda contraída por el gobierno de Madrid. Las finanzas españolas se hundieron aun más a causa de un segundo bloqueo aplicado por Inglaterra, y de la derrota naval sufrida en Trafalgar en 1805 por las fuerzas francoespañolas. Con esta serie de fracasos Godoy quedo desacreditado frente ala opinión publica y aumentaron las protestas en su contra, pero la principal oposición hacia el favorito de la reina provenía de Fernando —hijo primogénito del rey y por lo mismo príncipe de Asturias—, en torno al cual se agrupaba un núcleo de personajes de la nobleza enemigos de Godoy. Esta conspiración, además de servir como indicador del deterioro existente dentro de la familia real, tenía un significado muy importante en la unión del partido aristócrata con el partido fernandino, puesto que esa facción tradicionalista veía en el heredero al trono una oportunidad para liberarse de Godoy. Al tiempo que se daban estas intrigas en la política española, en virtud de su fracaso en Trafalgar, Napoleón se propuso poner en practica una nueva estrategia contra Inglaterra, la cual consistió en un bloqueo continental, basado en dos propósitos esenciales: 1) impedir la entrada de barcos y productos ingleses al continente europeo; 2) dominar políticamente a los países europeos que mantenían relaciones comerciales con Inglaterra, colocando en sus tronos a miembros de la familia napoleónica. Debido a su compromiso con Francia, España se vio forzada a adherirse al llamado Sistema Continental en febrero de 1807, y en octubre de ese mismo año se firmó el Tratado de Fontainebleau, por el que Carlos IV se comprometía a proporcionar dinero y tropas militares, y a colaborar con Napoleón para obligar a Portugal, último aliado que le quedaba a la Gran Bretaña, a que entrara al sistema continental, atacándolo a lo largo del territorio español; a cambio de esta colaboración, España habría de garantizar sus posesiones territoriales en Europa y América. En el interior de España se había generalizado el sentimiento adverso hacia Godoy no sólo de parte de la nobleza, sino entre la población que sufría los fracasos financieros del gobierno y por ello se veía a Fernando como una opción viable para acabar con el poder de Godoy. En virtud de lo anterior, Napoleón únicamente podrá asegurarse de contar con el apoyo de España en cuanto su intervención contribuyera al ascenso de Fernando al poder en lugar de su padre y de Godoy. Así, el paso del ejercito francés por el territorio español, de acuerdo con el Tratado de Fontainebleau, no provoco oposición porque se suponía que Napoleón estaría dispuesto a interceder en favor del ascenso de Fernando al trono. Esto era algo más que un deseo de parte de los enemigos de Godoy, pues exista una verdadera conspiración encabezada por el mismo príncipe de Asturias no sólo contra el ministro sino también contra los reyes; se trataba de un plan complete urdido por el partido fernandista para crear un nuevo gobierno con apoyo de Napoleón. Sin embargo, la conspiración fue descubierta y, a fines del mes de octubre de 1807, Carlos IV dirigió un mensaje al país en él quien informaba del complot de su hijo para destronarlo; Fernando pidió entonces un perdón que le fue otorgado, pero los acontecimientos posteriores habrían de mostrar como en el fondo el príncipe no cejaría en su empeño por derrotar al gobierno de su padre. En el invierno de 1807-1808, mientras continuaba creciendo la lucha contra Godoy, las tropas francesas que habían entrado en España con el consentimiento del gobierno fueron ocupando plazas estratégicas en el norte de país, lo cual demostraba las intenciones de Napoleón de aprovechar la debilidad y las intrigas en la Corte española para imponer su dominio sobre el territorio ibérico. Ante este peligro, Godoy trato de poner a salvo la 95 monarquía e intentó llevar a la familia real a las regiones del sur en Andalucía o si fuera preciso trasladar a América el gobierno, como había sucedido con la monarquía portuguesa, más esto no me posible porque el Consejo de Castilla se opuso a tal medida. En marzo de 1808 surgió una nueva conspiración esta vez dirigida por el conde de Montijo, partidario de Aranda, que tema también como objetivo llevar a Fernando al trono. El día 17 en la noche se llevó a cabo lo que se conoce en la historia como el "motín de Aranjuez"; los amotinados, entre los que había nobles, gente del bajo pueblo madrileño y campesinos, asaltaron el palacio de Godoy y una turbulenta multitud se lanzo a las calles de Madrid para saquear las residencias de los familiares y partidarios del favorito real. Esta acción obligó a Carios IV a destituir a Godoy de sus cargos y más tarde a abdicar en favor de su hijo Fernando. Aquella era una situación muy grave, pues el violento derrocamiento de un monarca constituía un acto sin precedentes en la vida política española, por lo menos durante los dos siglos anteriores. Dio comienzo entonces el breve primer reinado de Fernando VII, que habría de durar tan sólo seis semanas. Estos acontecimientos aceleraron la intervención francesa en España al alentar a Napoleón para que apresurara a Murat, su lugarteniente en la península, a dirigirse a Madrid antes de que Fernando pudiera consolidar su posición; y en efecto, las tropas francesas comandadas por Murat llegaron un día antes de que hiciera su entrada a la capital el nuevo monarca, quien no obstante el éxito del motín de Aranjuez, no parecía sentirse seguro en el trono y por ello decidió buscar el apoyo de Napoleón, para el cual la crisis política en España representaba una valiosa oportunidad. En el mes de abril el emperador convoco a Fernando a entrevistarse con el en Bayona, y poco después se reunían con ellos el depuesto Carios IV y su esposa. Mientras se daban agrias discusiones entre los miembros de la familia real española, hasta aquella localidad llegaron noticias sobre un levantamiento nacionalista del pueblo de Madrid que, desesperado ante la debilidad de sus gobernantes, se manifestó en contra de la invasión francesa el dos de mayo, así como de la sangrienta represión que en represalia llevaron a cabo al día siguiente las fuerzas de Murat. Aquellas demostraciones de resistencia del pueblo español hicieron a Napoleón apresurar los acontecimientos; el cinco de mayo se firmo el Acuerdo de Bayona mediante el cual abdicaron los monarcas borbones: Fernando VII en favor de su padre Carios IV, y éste último en favor de Napoleón, quien a su vez proclamo a su hermano José como rey de España. Fernando Fue conducido al castillo de Valencay, en donde quedo confinado. Mientras tanto, el pueblo español, que veía en el cautiverio de su monarca una gran afrenta a su patria, dio comienzo a una perseverante lucha por la independencia mediante la estrategia de la guerrilla, generalizada por todo el territorio de España, al tiempo que, frente al vació de poder legitimo, los integrantes del movimiento liberal creyeron llegada la oportunidad para establecer un gobierno soberano que sustituyera la monarquía y pusiera fin al Antiguo régimen. Puede decirse que de manera paralela a la guerra de independencia, se estaba dando en España un verdadero movimiento revolucionario contra el absolutismo monárquico. La ausencia de un gobierno nacional aceptable en la capital (puesto que el pueblo rechazo al monarca impuesto por Napoleón) desencadenó la fragmentación del Estado, ya que en las provincias se levantaron insurrecciones locales y se crearon diversas "Juntas" de resistencia incluso rivales entre si. La primera junta fue la de Asturias, integrada en el mismo mes de mayo, que declaro la guerra a Napoleón y envió comisionados a Londres para obtener ayuda a favor de la independencia, y así llegaron a formarse 18 juntas provinciales con la pretensión de ejercer la soberanía que según argumentaban les correspondía en ausencia 96 del rey. Ante el riesgo de una desintegración del Estado español, en septiembre de 1808 se creo una Junta Central y en mayo del siguiente año este organismo acordó la reunión de las Cortes, cuerpo legislativo comisionado para dar al país una Constitución que diera forma a un nuevo régimen y llevara a cabo una transformación de la sociedad. Así, en septiembre de 1810, las Cortes iniciaron en Cádiz la empresa legislativa que culminaría con la Constitución de 1812. Mientras tanto, en las colonias de América la caótica situación de la metrópoli hizo patente la necesidad de establecer órganos de gobierno que suplieran la ausencia del monarca español y, además, con la oportunidad de hacer uso de un considerable margen de autonomía, en virtud de la carencia de fuerza política de parte de los gobiernos provisionales improvisados en España. Así, la invasión napoleónica, aunada a la decadencia del Antiguo régimen en la metrópoli, ofrecía a los criollos hispanoamericanos una excelente oportunidad para dar comienzo al proceso de emancipación que los liberara de la marginación de que eran objeto por parte de los peninsulares, y pusiera fin a la explotación colonial, agravada recientemente por la monarquía española, que para cubrir sus enormes gastos militares, había elevado los impuestos y creado nuevos procedimientos para extraer de las colonias mayores recursos financieros, como fue el caso de la Real cedula sobre enajenación de bienes raíces y cobro de capitales de capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales que, expedida el 26 de diciembre de 1804 por el virrey Iturrigaray, enviado a México por Godoy, afectaba de manera muy perjudicial a la economía novo hispana, y avivo el descontento de los grupos de oposición que formularon protestas pidiendo al virrey abolir aquel decreto. MOVIMIENTO DE INDEPENDENCIA Factores internos del movimiento independentista Entre los factores internos que promovieron un espíritu independentista en la Nueva España, es necesario tomar en cuenta al contexto regional de los fenómenos socioeconómicos que provocaron el descontento de los grupos sociales afectados por las políticas coloniales. Es muy significativo el hecho de que los brotes de insurrección ocurridos entre 1809 y 1810 tuvieran lugar particularmente en la región centro-norte-occidente del virreinato, principalmente en el Bajío —en Michoacán primero y en Querétaro y Guanajuato después— lo cual parece reflejar una particular situación de descontento entre la población de esa región, de notable crecimiento económico durante el siglo XVII. Como se explico, el crecimiento económico novo hispano en el siglo XVII no fue extensivo a todo el virreinato ni a todas las áreas de la economía, ni tampoco beneficio a todos los grupos sociales; se manifestó en regiones específicas, favoreció sobre todo a peninsulares y criollos, e involucre solamente a algunos sectores particulares de la actividad productiva. Él más importante de estos fue el sector minero de las zonas de Guanajuato, San Luis Potosí y Zacatecas, seguido de la producción cerealera y ganadera del Bajío y el centro de Jalisco. Tal expansión productiva estuvo asociada con un crecimiento demográfico que en esta región se dio en mucha mayor medida que en el resto de la Nueva España, con la consecuente demanda de artículos alimenticios. Estos cambios contribuyeron a aumentar el deterioro de los niveles de vida en los estratos bajos de población formados principalmente por indígenas, pues aparte de que estos fueron despojados de sus tierras por los grandes hacendados y rancheros, la necesidad de aumentar la producción de cereales para satisfacer 97 la demanda alimentaría llevó a los dueños de haciendas a ejercer una mayor presión sobre los trabajadores. Estas tendencias en las relaciones sociales y económicas tuvieron repercusiones profundas sobre los trabajadores agrícolas, y ayudaron a crear entre ellos la conciencia de que se estaba deteriorando su condición de vida. Las exigencias económicas crecientes fueron vistas en el Bajío como amenazas a la comunidad campesina en general y crearon un terreno propicio para albergar anhelos de rebelión que coincidieron con la crisis en la metrópoli entre 1808 y 1810. Por otra parte, las medidas reformistas aplicadas por la dinastía borbónica bajo el esquema del "despotismo ilustrado", buscaron recuperar el control político y económico sobre las colonias de América, mediante el monopolio de los cargos principales en la Iglesia y el Estado en manos de peninsulares recién llegados. Esas disposiciones, que continúan una excesiva carga para la economía novo hispana en general, habrían de afectar de manera particular a los recién enriquecidos criollos del Bajío, frenados en un crecimiento que apenas comenzaban a saborear, además de que tales reformas frustraron los deseos de superación de profesionales e intelectuales oriundos de esa región, y agudizaron el viejo resentimiento hacia los "gachupines". En esta creciente inconformidad se puede encontrar el origen de la disidencia política del grupo criollo del Bajío, pues todos los Lideres de las conspiraciones de 1809-1810 procedían de este grupo social, y se puede explicar en gran parte su interés por capitalizar el descontento de las clases humildes contra las autoridades coloniales sostenedoras de la discriminación racial y la explotación laboral. Otro factor de gran influencia en el movimiento insurgente fue el religioso. El descontento de los criollos contra los peninsulares, presente ya en el siglo XVII, generó el surgimiento de una conciencia de nacionalidad asociada a los rasgos que me tomando la religión católica en la Nueva España, centrada particularmente alrededor del culto a la Virgen de Guadalupe. Esto constituyó la más importante identificación de la conciencia del criollo mexicano con el catolicismo y fue sustentado de manera primordial por los religiosos pertenecientes a la orden jesuita, notables intelectuales y educadores que, hasta su expulsión del país en 1767, difundieron entre sus alumnos criollos las ideas ilustradas sobre libertad e igualdad, generando con ello el espíritu del movimiento independentista. Primeros esfuerzos independentistas del grupo criollo Los acontecimientos revolucionarios de 1808 en la metrópoli dieron un impulso directo al movimiento de emancipación tanto en México como en otras colonias españolas que buscaron seguir el ejemplo de Haití, independizada en 1803. Las noticias del motín de Aranjuez y de la abdicación de la familia real en Bayona crearon en la Nueva España una situación muy compleja en la que se hizo manifiesta la división entre dos bandos claramente opuestos; por una parte, los criollos terratenientes, comerciantes e intelectuales del Ayuntamiento de la ciudad de México que pretendían crear juntas gubernativas provisionales y, por otra, los peninsulares defensores del régimen colonial, cuyo centro de poder era la Audiencia. Además, los acontecimientos en la metrópoli motivaron que el virrey Iturrigaray, sabedor de que su suerte estaba ligada con Godoy, decidiera cambiar suposición y apoyarse en el partido criollo, en un intento por mantenerse en el poder. Para tal efecto, suspendió la venta de fincas y la recaudación de capitales ordenadas por la Cedula de Consolidación, 98 acciones con las que pretendía atraerse la confianza de las personas afectadas por un decreto expedido por el mismo cuatro años antes. Los partidarios de la independencia entre quienes destacaban el regidor Juan Francisco Azcarate, el abogado Francisco Primo de Verdad y Ramos, y el sacerdote Melchor de Talamantes, el 19 de junio de ese mismo año de 1808, presentaron al virrey un proyecto para formar un gobierno provisional al frente del cual estaría el propio Iturrigaray, quien aceptó la propuesta, acorde con su ambición política. Sin embargo, la Audiencia rechazo el proyecto argumentando que el Ayuntamiento sólo representaba a la capital y no al virreinato en su conjunto y, por tanto, no expresaban la opinión de toda la población. El grupo criollo decidió entonces continuar el debate y solicito la formación de una Junta como la de España, además de un congreso similar a las Cortes de la metrópoli. Esta propuesta también fue rechazada por la Audiencia, bajo la consideración de que el hecho de ser una colonia imposibilitaba a la Nueva España a tomar esa clase de decisiones. El día 30 de agosto de ese mismo año de 1808, las Juntas de Sevilla y de Asturias exigieron el reconocimiento de su soberanía sobre Nueva España, con lo cual demostraban tácitamente la carencia de un gobierno legitimo en España, lo cual llevó a Iturrigaray a tomar una decisión: el primero de septiembre convoco a una reunión para anunciar la situación de anarquía que se vivía en España y la negativa a reconocer a las juntas provinciales de la metrópoli, además de insistir en convocar una asamblea consultiva a la que asistieran representantes de los ayuntamientos más importantes. Estas tendencias separatistas le ganaron nuevos adeptos entre los partidarios de la independencia. Ante el hecho de que Iturrigaray se proponía llevar a cabo la separación de México y convertirse en gobernante del país, la facción peninsular se propuso eliminarlo; el grupo de españoles —terratenientes, comerciantes y funcionarios coloniales—, encabezado por Gabriel de Yermo, rico terrateniente vinculado estrechamente con la Audiencia, urdió un plan en contra del virrey y la noche del 15 de septiembre lo aprehendieron, sustituyéndolo al día siguiente por un anciano mariscal de nombre Pedro de Garibay, que había de quedar prácticamente sometido al poder de la Audiencia, es decir de los peninsulares. Junto con Iturrigaray fueron detenidos Azcarate, Primo de Verdad y Talamantes. Terminaba así el primer intento de emancipación criolla durante el vació de poder en España. Pero si aquel primer intento terminó en fracaso, fue por otra parte un ejemplo que habían de seguir para el movimiento anti español que lejos de sofocarse se intensifico, dispuestos los criollos a no dejar escapar la oportunidad que ofrecía la invasión napoleónica a la metrópoli, pese a la ola de arrestos y a la creación de un tribunal especial formado para juzgar a los insurrectos, considerados como traidores a la patria. En marzo de 1809, el virrey y los miembros de la Audiencia, empeñados en mantener el régimen colonial, prestaron juramento de fidelidad a la Junta Central creada en España. En el mes de julio, este organismo decidió destituir al virrey Garibay, quien anciano y enfermo, había demostrado ser incapaz de sofocar el movimiento de emancipación, cada vez más extendido. El nuevo virrey, arzobispo Francisco Xavier Lizana y Beaumont, decidió aplicar una política conciliatoria, e incluso apoyo en ocasiones al Ayuntamiento y al partido criollo, con lo cual motivo el descontento de los peninsulares. Meses más tarde, la Junta Central exigió que Nueva España concediera ala metrópoli un empréstito cuantioso y esto produjo una indignación general. Los miembros del partido criollo plantearon cada vez más 99 enérgicamente el asunto de la independencia, y los más decididos se lanzaron a la lucha armada. En septiembre se dio en Valladolid (hoy Morelia), capital de la intendencia de Michoacán, una conspiración contra las autoridades coloniales en la que estaban involucrados varios oficiales del ejercito y miembros del bajo clero, cuyo plan consistía en formar un congreso que guardara en deposito la soberanía real mientras Fernando VII volviera al trono; con el propósito de atraer a los campesinos a su causa, los dirigentes ofrecían abolir los impuestos que pesaban sobre los indígenas. La insurrección, fijada para el 21 de diciembre de 1809, no se pudo llevar a cabo, pues los conjurados fueron descubiertos y detenidos. Pese a su fracaso, la conjura de Valladolid logró contagiar de su espíritu revolucionario a otras ciudades cercanas a la región, entre ellas Querétaro, donde se habría de planear una nueva conspiración. A principios de 1810, las noticias acerca de las derrotas sufridas por las tropas españolas en la metrópoli y la ocupación de la mayor parte del país por los invasores franceses constituyeron el detonante de la insurrección libertadora en diversas regiones de América del Sur; en Caracas, Buenos Aires, Santa Fe de Bogota y Quito, donde los ayuntamientos lograron constituir juntas gubernativas que sustituyeron a las autoridades coloniales bajo un esquema similar al del ayuntamiento de México en 1808, fracasado por el golpe de Yermo. Dos años después, los acontecimientos en América del Sur revivían el espíritu revolucionario de los criollos novo hispanos y es entonces cuando decidió entrar en acción el grupo implicado en la conspiración de Querétaro. Miguel Hidalgo y la conspiración de Querétaro Miguel Hidalgo, a quien la historia reconoce como el líder principal del movimiento surgido de la conspiración de Querétaro, fue uno de aquellos criollos que recibieran la influencia de los jesuitas; nacido en tierras del Bajío, en la intendencia de Guanajuato en 1753, Hidalgo estudió en el Colegio de San Francisco Javier, atendido por miembros de la Compañía de Jesús, y aunque su estancia en esa institución me breve, de 1765 a 1767, determino la orientación ideológica que habría de sostener de ahí en adelante bajo la influencia de las ideas "afrancesadas" (por la Ilustración francesa) transmitidas en las lecturas propias de la "modernización" de la vida intelectual jesuita en aquella época. Ordenado sacerdote en 1778, Hidalgo impartió cátedra de gramática latina, artes y teología en el Colegio de San Nicolás en Valladolid, donde hizo una muy intensa vida académica llegando a dominar varios idiomas aparte del latín de rigor: francos, italiano y las lenguas indígenas otomí, tarasco y náhuatl. En el mismo colegio de San Nicolás ocupo varios cargos hasta alcanzar el de rector en 1790, aunque renunció a este puesto al cabo de dos años, presionado por quienes le reprochaban entre otras cosas la influencia jesuita en su carácter y su afición por la lectura de libros prohibidos. A partir de 1792, Hidalgo ocupo el curato de Colima y después el de la parroquia del pueblo de San Felipe en Guanajuato, donde promovió la alfarería, compro una huerta e incremento su biblioteca personal con libros de autores franceses, considerados entonces como contrarios a la religión católica y a la monarquía española. Además de su labor sacerdotal, organizaba reuniones con el propósito de discutir asuntos políticos de vanguardia, y en una ocasión fue denunciado ante la Santa Inquisición por haber expuesto ideas que cuestionaban el papel de la Iglesia, aunque no se le pudo enjuiciar por falta de pruebas. En 1802 paso a 100 encargarse del curato de la parroquia de Dolores, pueblo situado en la intendencia de Guanajuato, en donde volvió a su costumbre de organizar tertulias y desarrollar actividades artesanales; instalo talleres de diversos oficios, introdujo la apicultura, la cría del gusano de seda y el cultivo de la uva, para lo cual el propio Hidalgo se encargo de alfabetizar a campesinos y artesanos e instruirlos a fin de que pudieran desempeñar aquellos oficios. Durante el año de 1809, Hidalgo asistió a las reuniones que bajo apariencia de academia literaria se celebraban en casa del sacerdote José María Sánchez en Querétaro, y a las que asistían también el corregidor Miguel Domínguez y su esposa Josefa Ortiz, además de hombres de leyes, algunos comerciantes y varios militares entre los que destacan Ignacio Allende, oficial y pequeño propietario de tierras, y Juan Aldama, oficial también, hijo del administrador de una pequeña industria. Esas reuniones fueron convirtiéndose en una verdadera conspiración, formalizada cuando, a principios de 1810, se tuvieron noticias acerca de las victorias napoleónicas en territorio española y sobre la organización de las juntas gubernativas en América del Sur. En febrero de ese año, el grupo de Querétaro adopto un plan revolucionario que consistía en formar juntas en varias localidades del Bajío, así como en las ciudades de México y San Luis Potosí, en rechazo a la idea de que la Nueva España quedara sometida a los franceses; se acordó expulsar del poder a los peninsulares y ejercer el gobierno en nombre de Fernando VII, mediante una asamblea formada por representantes de las provincias. Se nombro a Hidalgo como jefe del movimiento y se señalo el primero de diciembre para el inicio de la sublevación, adelantándose luego la fecha al dos de octubre. Sin embargo, al enterarse Hidalgo de que el movimiento había sido denunciado, decidió acelerar los acontecimientos. En la medianoche entre los días 15 y 16 de septiembre de 1810, Hidalgo se reunió con Allende y Aldama para comunicarles su decisión de iniciar el movimiento revolucionario. Con 110 hombres armados, los tres dirigentes se encaminaron ala cárcel para liberar a los reos, con lo que aumento el grupo, al que se sumo luego un buen numero de los hombres del pueblo, quienes acompañaron a los jefes rebeldes a realizar la aprehensión de los vecinos españoles. En la madrugada del domingo 16, Hidalgo llamó a misa, más temprano que de costumbre, y una vez congregado un buen numero de personas que regularmente asistían los domingos a la parroquia de Dolores, dirigió una arenga en la que, de acuerdo con la tradición historiográfica, expreso: Mis amigos y compatriotas: no existen ya para nosotros ni el rey ni los tributes; esta gabela vergonzosa, que sólo conviene a los esclavos, la hemos sobrellevado hace tres siglos como signo de tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos. Llego el momento de nuestra emancipación; ha sonado la hora de nuestra libertad; y si conocéis su gran valor, me ayudareis a defendería de la garra ambiciosa de los tiranos. Pocas horas faltan para que me veáis marchar a la cabeza de los hombres que se precian de ser libres. Os invito a cumplir con vuestro deber. A casi 200 años de distancia, aquel momento ha sido relatado y escenificado un sin número de veces, sobre todo el instante en que Hidalgo pronunciara el "grito" que pasaría a la historia como el comienzo de la independencia mexicana. Existen varias versiones sobre las palabras expresadas por el cura de Dolores en esa circunstancia particular, pero la más cercana a la realidad pudiera ser la que supone haya dicho Hidalgo: 101 ¡Viva la religión, Viva nuestra madre santísima de Guadalupe, Viva Fernando VII y muera el mal gobierno! Estas palabras concuerdan con los propósitos de los conspiradores de Querétaro, quienes sostenían ideas similares a las de los promotores de la independencia en tiempos de Iturrigaray, es decir, buscaban aprovechar la ausencia de Fernando VII para despojar a los peninsulares de los cargos públicos, y establecer luego juntas gubernativas provisionales integradas por criollos, mientras se resolvía la crisis política en la metrópoli y regresaba el monarca de su cautiverio en Valencay. Entre los argumentos manejados por los independentistas estaba el que se refería a la defensa de los derechos de Fernando VII, ante el posible riesgo de que los peninsulares entregaran el territorio a los franceses, lo cual significaría a su vez la destrucción de la religión católica, dado el carácter antirreligioso adoptado por la Revolución francesa de la que Napoleón había surgido. Por ello, es muy posible que el grito de independencia se iniciara con la exaltación a la religión y en particular con la invocación a la Virgen de Guadalupe, cuyo estandarte constituyó la primera bandera enarbolada por Hidalgo al encabezar el ejército insurgente. El primer contingente rebelde formado en Dolores estaba compuesto por cerca de 600 campesinos provistos de picos, machetes y azadas, y también por los militares al mando de Allende y Aldama, que constituían la única fracción disciplinada del movimiento rebelde. Conforme avanzaban por las tierras del Bajío, y ocupaban pueblos a su paso, grandes masas de trabajadores se fueron sumando espontáneamente a la rebelión, alentadas por la esperanza de acabar con la opresión de que habían sido objeto durante tres siglos de dominación colonial. Esta circunstancia convirtió el movimiento iniciado por los criollos de la conspiración de Querétaro en una verdadera revolución popular, integrada por una turba frenética e incontrolable en muchos momentos, sobre todo cuando al ser tomada una población, las masas enardecidas se dedicaban al pillaje y al saqueo. Así, la revolución de 1810 tomo un rumbo muy distinto al de los intentos de independencia de años anteriores, ya que en virtud de su composición social, adquirió características de una rebelión campesina a la que se unieron los trabajadores de las ciudades y los obreros de las minas, todos ellos dirigidos por unos cuantos criollos de clase media. Tras la toma de Celaya, los caudillos principales nombraron a Hidalgo capitán general otorgándole el título de "generalísimo", en virtud de su gran influencia sobre las tropas; Así quedaba con rango superior a Allende, a quien se designo teniente general, no obstante ser éste el conocedor de tácticas y disciplina militares. De ahí partió él ejército insurgente hacia Guanajuato, una de las más ricas ciudades mineras del virreinato; En ese lugar, donde se unieron al contingente los trabajadores de las minas y miles de indios de los lugares cercanos, estaba por consumarse uno de los actos más violentos protagonizado por la revolución independentista. El intendente Riaño había decidido resistir al empuje de los rebeldes y, junto con las familias españolas de la ciudad, se refugio en un sólido edificio recién construido que estaba destinado a usarse como alhóndiga, más la horda incontenible logró penetrar a aquella improvisada fortaleza que fue tomada después de consumarse una terrible matanza de los 200 soldados realistas y 105 españoles que ahí se habían refugiado. Este hecho preocupo seriamente a los oficiales criollos, algunos de los cuales abandonaron el movimiento por considerar que se había convertido en una insurrección popular muy 102 alejada de los propósitos iniciales. En tanto, Allende comenzó a manifestar claramente su disgusto contra los saqueos y asesinatos de españoles realizados por la turba y permitidos por Hidalgo, generándose así un distanciamiento entre los dos dirigentes. De Guanajuato, los insurgentes partieron hacia Valladolid, capital de la provincia de Michoacán, donde ya el obispo Manuel Abad y Queipo había decretado la excomunión contra Hidalgo y sus seguidores. La ciudad fue tomada sin resistencia el 18 de octubre y un día después el intendente José María de Anzorena, atendiendo a las disposiciones de Hidalgo, publicaba un decreto aboliendo la esclavitud, el cual sería el primero en mostrar el enfoque social hacia el que se había orientado el movimiento encabezado por Hidalgo. De ahí en adelante, conforme iban tomando plazas las fuerzas insurgentes, era abolida toda forma de esclavitud con base en que "todos los americanos debían ser iguales, y no debía existir distinción de castas", y se decretaban severas penas contra quienes mantuvieran personas en condición de esclavos. A fines de octubre, los insurgentes derrotaron a los realistas en el Monte de las Cruces, cerca de la ciudad de México, pero Hidalgo desistió de acercarse más a la capital y ordenó el regreso con rumbo al Bajío. En Aculco, las fuerzas rebeldes fueron derrotadas y diezmadas por el ejército virreinal al mando de Félix María Calleja, y esto obligó a Hidalgo a huir a Valladolid, mientras que Allende se encaminaba a refugiarse en Guanajuato. No obstante, la rebelión se había extendido a otras regiones del país; entre los meses de octubre y noviembre, surgieron focos de insurrección más allá de la zona del Bajío, incluso en las Provincias Internas de Oriente, hasta Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Texas. En el sur, el cura José María Morelos se levanto en armas, comisionado por Hidalgo para luchar por la causa en esa región, mientras que en la intendencia de Guadalajara, José Antonio Torres tomaba la plaza preparando el camino para que las fuerzas de Hidalgo entraran a esa importante ciudad. En Guadalajara, Hidalgo constituyó el primer gobierno insurgente y promulgó un decreto por el cual declaraba abolida la esclavitud en todo el país, y eliminaba los monopolios estatales en la producción y venta de tabaco y vino, además de reducir el monto de las alcabalas. El tres de diciembre de 1810, Hidalgo lanzo una proclama en la que había referencia al gobierno que sustituiría a las autoridades virreinales: Establezcamos un gobierno que se componga de representantes de todas las ciudades, villas y lugares de este reino, que teniendo por objeto principal mantener nuestra santa religión, dicte leyes suaves. Benéficas y acomodadas a las circunstancias de cada pueblo; ellos entonces gobernaran con la dulzura de los padres nos trataran como a sus hermanos, desterraran la pobreza, moderando la devastación del reino y la extracción de su dinero; fomentaran las artes, se avivara la industria... En los días subsecuentes. Hidalgo dictó nuevas disposiciones: Derogó los tributos y ordenó la restitución de las tierras a los indígenas, con la prohibición de volverlas a dar en arriendo; nombro ministros y oidores; designo un representante diplomático ante el gobierno de Estados Unidos y orden la edición de un periódico, El Despertador americano, con el fin de difundir el espíritu libertario de la revolución y con ello ganarse adeptos entre los criollos liberales que permanecían en el bando realista, o bien atraer de nuevo a aquellos que habían abandonado el movimiento. 103 Sin embargo, las diferencias entre Hidalgo y Allende se fueron acentuando, debido principalmente al enfoque social que el cura de Dolores imprimía al movimiento, iniciado con propósitos distintos por los criollos conspiradores de Querétaro. Desde un principio Allende se había esforzado por organizar un levantamiento ordenado, dirigido por los oficiales criollos, conducido por un camino legal mediante juntas gubernativas y cortes legislativas que, desconociendo al gobierno impuesto por Napoleón, se manejaran de manera autónoma mientras se restituía la monarquía española. Por ello, fue grande el disgusto de Allende cuando Hidalgo, además de no prestar atención a sus recomendaciones militares, empezó a dar claras muestras de rechazo hacia la idea de enaltecer la figura de Fernando VII. Muchos criollos que en un principio vieron con simpatía la rebelión, mostraban ahora temor ante el rumbo por el que Hidalgo lo encaminaba. En particular los comerciantes y terratenientes llegaron a oponerse decididamente a la revolución. Eso puede explicar la conducta adoptada por el obispo Abad y Queipo, quien no obstante haber criticado de manera enérgica a las reformas borbónicas, condenaba ahora a Hidalgo con el decreto de excomunión. El viraje de estos grupos, algunos de los cuales incluso apoyaron al ejercito de Calleja, puede ser comprensible si se toma en cuenta que en otras colonias americanas el movimiento de los ayuntamientos criollos había tenido éxito, mientras que en la Nueva España había surgido, dentro del propio movimiento reformista, una revolución distinta que hacía peligrar el posible acceso al poder de los propios criollos. Mientras tanto, los acontecimientos se iban mostrando desfavorables para la revolución; hacia fines de año, Calleja había logrado recuperar Guanajuato y, el 17 de enero de 1811, las fuerzas de Hidalgo sufrieron una gran derrota en Puente Calderón, cerca de Guadalajara, ciudad también recuperada por los realistas. Después de este suceso, las fuerzas insurgentes, considerablemente disminuidas, se encaminaron hacia el norte y en el trayecto, los militares encabezados por Allende destituyeron a Hidalgo y ocuparon el mando de las tropas; después se detuvieron unos días en Zacatecas y de ahí se encaminaron a Saltillo, sin tener conocimiento de los movimientos antirrevolucionarios surgidos en la región. En esa ciudad, ante la amenaza de los grupos realistas, los jefes insurgentes decidieron dirigirse hacia el noroeste, en donde además de que Mariano Jiménez les ofrecía seguridad, habían considerado la posibilidad de acudir a Estados Unidos en busca de apoyo y ayuda material para reiniciar la guerra. Al pasar por un lugar denominado Acatita de Baján, sorprendidos por una emboscada, los insurgentes fueron atacados sin tener oportunidad de defenderse; Cientos de ellos fueron hechos prisioneros y los dirigentes —Allende, Aldama y Jiménez— conducidos a Chihuahua, y más tarde fusilados. Hidalgo fue sometido a un proceso religioso, por el cual se le degrado de su carácter sacerdotal, y a un juicio civil que decretó su fusilamiento. Concluía de esta manera la primera fase de la revolución de independencia; más a pesar de aquel fracaso, la rebelión popular de Hidalgo había preparado el camino a otros que lucharían por la libertad de la América Mexicana. Segunda fase del movimiento de independencia. El papel de Morelos Tras la muerte de los jefes del movimiento insurgente, tomo la dirección del movimiento Ignacio López Rayón, abogado y antiguo secretario de Hidalgo, quien decidió crear una junta de gobierno, con el propósito de organizaron mando central que reuniera a las fuerzas rebeldes. Así, el 19 de agosto de 1811 fue creada en Zitácuaro, Michoacán, la Suprema 104 Junta Gubernativa de América, encabezada por López Rayón, a la que se integro José María Liceaga, e incluso Morelos, y con la que colaborara la organización secreta de Los Guadalupe. La Junta de Zitácuaro era expresión de las ideas de su dirigente quien, al igual que Allende, pertenecía al ala moderada del movimiento y, por tanto, destacaba su lealtad a Fernando VII, sin pronunciarse de una manera precisa en favor de la independencia. Una muestra de esta posición descansa en el hecho de que meses antes de creada la junta, el 22 de abril, López Rayón y Liceaga, en un intento por ganarse el respaldo de las clases dominantes en favor de la causa, enviaron una carta al virrey Calleja, proponiéndole un congreso general que guardara los derechos de Fernando VII. Es necesario hacer notar que a principales del siglo XIX se hizo manifiesta una división entre el grupo integrado por los hijos de españoles nacidos en América y, al respecto, algunos investigadores distinguen entre criollos "europeos" y criollos "americanos". Los primeros serían aquellos que, identificados con la cultura ibérica, compartían con el grupo de peninsulares o "gachupines" no sólo intereses económicos y políticos, sino además vínculos familiares. Por otra parte, el conjunto de los criollos "americanos" estaría integrado por personas de clase media quienes, no obstante su ascendencia genealógica hispana, habían incorporado la idiosincrasia americana, de tal forma que se identificaban con los intereses nativos y repudiaban el yugo que la metrópoli les imponía. Pertenecían al criollismo nacionalista que, expresado por los intelectuales en el siglo XVII, se habían interesado desde entonces en la historia del México antiguo y habían adoptado los símbolos guadalupanos. Morelos era uno de esos criollos (aunque algunos historiadores le atribuyen un origen mestizo) quien, aun cuando estaba de acuerdo en la idea de formar un congreso y sé sometió a la autoridad de la junta, se opuso categóricamente a que la revolución tuviera como objetivo el restablecimiento del monarca en el poder. En cambio, propuso una serie de medidas políticas y socioeconómicas en favor de indios y castas, que al no ser atendidas por la Junta de Zitácuaro, mostraron la orientación de esta en favor de los intereses sostenidos por los criollos de clase acomodada. José María Morelos y Pavón, segundo gran prócer de la independencia mexicana después de Hidalgo, nació en Valladolid en el año de 1765; En su juventud trabajo de labrador en una hacienda propiedad de un hermano de su padre, y más tarde fue arriero. En 1790 ingreso a estudiar al Colegio de San Nicolás, coincidiendo con la época en que Hidalgo fue rector de esa institución, y dos años después se cambio al Seminario Tridentino, interesado en estudiar latín. En 1797 fue ordenado sacerdote, y le fueron asignados varios curatos en pueblos donde pudo entrar en contacto con la situación de pobreza de sus habitantes indígenas; durante 11 años Morelos trabajo como cura y juez eclesiástico en la parroquia de Carácuaro hasta que, en octubre de 1810, Hidalgo lo comisiono como lugarteniente para que reclutara refuerzos en la costa sur del país. Para cuando López Rayón creo la Junta de Zitácuaro, Morelos ya había realizado con éxito su primera campana militar en la porción norte del actual estado de Guerrero, a la que siguieron otras varias campanas en las cuales demostró sus grandes dotes de estratega, al tomar varias plazas importantes constituyéndose en un enemigo mucho más temible de lo que suponían los jefes realistas. Preocupados estos por los triunfos de Morelos, se propusieron reforzar la persecución en su contra y, en noviembre de 1815, lograron derrotarlo y hacerlo prisionero. En la ciudad de México fue sometido aun doble proceso, 105 eclesiástico y civil; acusado de hereje y traidor, Morelos fue condenado a muerte y fusilado el 22 de diciembre de ese mismo año. Más la participación de Morelos en favor del movimiento de independencia no fue sólo de índole militar, sino que Cumplió un importante papel político, al crear el Congreso Supremo Nacional que proclamo la completa soberanía e independencia total de la "América Mexicana" y formular, en 1814, la Constitución de Apatzingán, el primer cuerpo de estatutos de clara tendencia liberal, en el que se proponía un gobierno republicano y se aprobaba una serie de medidas sociales y económicas manifiestamente anti feudales, inspiradas en la Constitución francesa y, sobre todo, en el código que los liberales de España habían formulado en Cádiz en 1812. Constitución de Cádiz Como se comentó anteriormente, desde septiembre de 1810 se habían reunido en Cádiz los miembros de las Cortes, incluyendo representantes de las colonias, con el propósito de crear una nueva legislación de tendencia liberal, aprovechando la circunstancia del cautiverio de Fernando VII. La Constitución de Cádiz, firmada el 19 de marzo de 1812, declaraba la soberanía de la Nación, a la cual debía pertenecer el derecho de hacer leyes, considerando como integrantes de ella a todos los nacidos o avecindados por más de 10 años en los dominios españoles. Decretaba la libertad de prensa y de expresión; proclamaba la igualdad respecto a la representación que debían tener en las Cortes tanto los habitantes de la metrópoli como los de las colonias, decretando que debía de haber un diputado de elección ciudadana indirecta por cada 70 mil pobladores, y un diputado más por cada grupo excedente de 35 mil. Respecto al gobierno ejecutivo, a semejanza de las constituciones de Estados Unidos y sobre todo de Francia, la de Cádiz establecía la separación de poderes de modo que nunca más el monarca o sus ministros gobernaran sobre las asambleas representativas. Apoyaba la supremacía del poder civil sobre el militar, y decretaba la abolición de cualquier tipo de privilegio en materia judicial, para lo cual debían disolverse los tribunales especiales, entre ellos el de la Santa Inquisición. Con respecto a las colonias, además de reducir significativamente las facultades de la Audiencia, la nueva Constitución española establecía una nueva división administrativa, dentro de la cual se organizaba a la Nueva España en seis diputaciones provinciales, independientes política y administrativamente unas de otras, con residencia en las ciudades de México (en donde el virrey se convirtió en jefe político, limitándose su poder a esa provincia), San Luis Potosí, Guadalajara, Mérida, Monterrey y Durango. Se asignaba a cada una de estas regiones aun gobernador civil, designado por la metrópoli, una de cuyas funciones consistía en presidir los comités regionales o Diputaciones Provinciales, integrados por personas elegidas por los ciudadanos de cada distrito, aunque de manera diferente a las elecciones para diputados de las Cortes. En tres distintos niveles, los ciudadanos españoles de ambos hemisferios tenían el derecho de representación y participaban en la toma de decisiones: en las elecciones para las Cortes imperiales, en las elecciones de las Diputaciones Provinciales, y también en las de municipalidades constitucionales; así pues, hasta cierto grado, la Constitución de Cádiz ofrecía a los ciudadanos criollos de las colonias en América el acceso a los puestos de administración publica y, en consecuencia, la posibilidad de minar la hegemonía de los peninsulares. 106 Por razones obvias, en la Nueva España, el virrey Francisco Javier Venegas retardo la publicación oficial de la Constitución de Cádiz y con el pretexto de la guerra insurgente, argumento que era indispensable gobernar bajo la ley marcial y evitar toda clase de concesiones políticas. Venegas tuvo que ceder, presionado por los diputados criollos participantes en las Cortes de Cádiz, sobre todo por Miguel Ramos Arizpe, quien amenazo con denunciarlo ante las autoridades españolas. El texto de la nueva Constitución se dio a conocer públicamente en México a fines de septiembre de 1812, seis meses después de promulgada en la metrópoli, y pocos días más tarde, el cinco de octubre, el virrey se vio obligado a hacer público el decreto sobre la libertad de prensa. El sistema constitucional obtuvo el apoyo del Ayuntamiento del Consulado de Veracruz convirtiéndose este puerto en uno del principales centros del liberalismo novo hispano, lo cual se explica por la tendencia al comercio libre desarrollada a finales del siglo XVII, cuando la gran actividad desempeñada por los comerciantes de Veracruz, les permitió rivalizar en importancia con el consulado de la ciudad de México e incluso independizarse de éste. En noviembre de ese mismo año de 1812, se celebraron elecciones para concejales municipales, ganadas en su totalidad por los criollos, con derecho a designar a los miembros de nuevo ayuntamiento. Esto provoco el entusiasmo de la multitud que aclamaba la derrota de los peninsulares, lanzando gritos que recordaban los lemas insurgentes: “¡Viva nuestra Señora de Guadalupe!” y "¡Mueran los gachupines!". Venegas temía que esas manifestaciones condujeran a la toma del poder de los criollos americanos en la capital, por lo que no sólo ordenó la suspensión de las elecciones para el ayuntamiento, sino incluso las de la diputación provincial de México y las de diputados a Cortes, así como el decreto de libertad de prensa. Sin embargo, en virtud de que el virrey había sido degradado por la Constitución de Cádiz a la categoría de jefe político de provincia, legalmente esas suspensiones sólo podrían tener aplicación en la ciudad de México, pero, de cualquier forma, las circunstancias imposibilitaron la vigencia de la Constitución liberal española. En marzo de 1813, Venegas fue sustituido por Félix María Calleja, quien aceptó de nuevo las elecciones en un intento por reconciliar al gobierno realista con los criollos europeos, mientras continuaba tratando de acabar con el movimiento de independencia. No obstante, la situación se tomo en favor de los realistas al año siguiente cuando, tras el regreso de Fernando VII al trono español, el monarca disolvió las Cortes y revoco la Constitución, poniendo fin al sistema liberal establecido en Cádiz. Congreso de Chilpancingo y Constitución de Apatzingán El 28 de junio de 1813, Morelos expidió en Acapulco un decreto en el que convocaba para septiembre de ese año un congreso a celebrarse en Chilpancingo y cuyo propósito sería el de crear un gobierno independiente. A pesar de que López Rayón consideraba que el congreso debía efectuarse al año siguiente, Morelos apresuró la convocatoria ante la necesidad de fortalecer y centralizar el movimiento para superar la anarquía entre los insurgentes, resultante de la carencia de un programa general que permitiera resistir el empuje cada vez más activo de las fuerzas realistas. El Congreso de Chilpancingo, proclamado como Supremo Congreso Nacional, se instalo el 14 de septiembre de 1813 y, ese mismo día, Morelos dio a conocer a la Asamblea un programa al que tituló Sentimientos de la Nación, en el cual, aparte de declarar la independencia y soberanía de la América Mexicana y establecer un gobierno de 107 representación popular con la división de poderes, prohibía para siempre la esclavitud, así como la división de la población en castas; sustituía los tributos por el impuesto único de cinco por ciento sobre las ganancias de cada individuo; decretaba que los empleos debían estar sólo en manos de americanos y no se admitirían extranjeros a menos que fuesen artesanos capaces de instruir. Declaraba que habrían de promulgarse leyes que comprendieran a todos sin excepción, destinadas a moderar la opulencia de los ricos y la indigencia de los pobres, para mejorar sus costumbres y alejarlos de la ignorancia. Promulgaba además la apertura de los puertos a las naciones extranjeras amigas, y exhortaba a honrar la memoria de Hidalgo y a conmemorar solemnemente cada año el 16 de septiembre. El Congreso nombró a Morelos Generalísimo de los Ejércitos Insurgentes y puso en sus manos el poder ejecutivo, con lo cual se fortaleció el ala democrática del movimiento que optaba por la independencia total y el establecimiento del régimen republicano, a la que se oponía el ala moderada agrupada en tomo a López Rayón, quien seguía considerando necesario reconocer a Fernando VII, pues suponía que de esa manera el movimiento tendría el apoyo de los criollos europeos. Morelos y sus partidarios lograron imponerse y el seis de noviembre de 1813 los miembros del Congreso proclamaron la completa soberanía e independencia de la América Mexicana. Al año siguiente, el 22 de octubre, el Congreso, reunido entonces en la ciudad de Apatzingán a causa de la persecución de las tropas de Calleja, promulgo la primera Constitución de México, titulada Decreto constitucional para la libertad de la América Mexicana. Se basaba en los principios de la Constitución de Cádiz, aunque un tanto modificados pues, a diferencia de la española, la de Apatzingán preveía la instauración del régimen republicano de gobierno y no sólo defendía el principio de la soberanía popular, sino también el derecho del pueblo a cambiar al gobierno según su voluntad. Se proclamaba la división de poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, considerando como órgano supremo al Congreso, compuesto por los diputados de las provincias, con facultades legislativas, políticas y administrativas, entre las cuales estaba la de nombrar a los miembros del Gobierno (ejecutivo) que debía estar formado por tres personas, alternándose estas en la Presidencia cada cuatro meses, y del Supremo Tribunal de Justicia (judicial) constituido por cinco personas. Se decretaba a la religión católica como única y proclamaba, asimismo, la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, la libertad de palabra y de prensa y la inviolabilidad del domicilio. Pero la Constitución de Apatzingán se inspire más en el modelo liberal democrático, de las constituciones francesa y española, que en las ideas sociales y políticas de Morelos formuladas en el documento Sentimientos de la Nación. Además de no proponer medidas para "moderar la opulencia de los ricos y la indigencia de los pobres", punto central del pensamiento de Morelos, al depositar el poder ejecutivo en tres personas en vez de una sola, la Constitución de 1814 propiciaba la anarquía del movimiento insurgente que Morelos había tratado de evitar, y limitaba su papel como líder revolucionario, entorpeciendo su acción militar y política. Precisamente por tratar Morelos de proteger a los miembros del Congreso y facilitar su huida, cayó en poder de las fuerzas realistas, en noviembre de 1815. Ultima fase del movimiento de independencia. Inesperado viraje de los acontecimientos. A la muerte de Morelos, dio comienzo la etapa de decadencia del movimiento insurgente, que me dividido en varias facciones. Nicolás Bravo se puso al frente del resto de la tropa de Morelos, pero los miembros del Congreso lo destituyeron del mando militar, a lo cual respondió más 108 tarde el general Manuel Mier y Terán disolviendo el Congreso. De ahí en adelante la insurgencia se caracterizó por una lucha de tipo defensivo o de resistencia, en el que predomino la guerra de guerrillas, destacando tan sólo la participación de Francisco Javier Mina —revolucionario liberal español que se adhirió ala causa independentista de México y realizó una campana de corta duración pues en poco tiempo Mina fue derrotado por los realistas y fusilado—, y las campanas de Vicente Guerrero, quien todavía hacia 1820 se mantenía en pie de lucha en la región sur, cuando el movimiento insurgente estaba casi sofocado en todo el país. En ese mismo año de 1820, un nuevo cambio de rumbo en la política de la metrópoli habría de ocasionar que la independencia de México se consumara de forma muy distinta a como se dio en su inicio. En el mes de marzo, una sublevación liberal en España obligó a Fernando VII a restaurar la Constitución de Cádiz, y esto coloco a las autoridades virreinales en una situación de aislamiento, pues al regresar los criollos liberales al poder, era de esperarse que actuaran en represalia por haber sido despojados, en 1814, de los triunfos obtenidos en 1812. Así pues, la restauración constitucional provoco nuevas divisiones y revivió la antigua rivalidad entre los consulados de México y Veracruz; Los comerciantes de este puerto proclamaron de inmediato su adhesión a la causa liberal y obligaron a las autoridades locales a promulgar la restituida Constitución, lo cual se hizo el 26 de mayo, y cinco días después el virrey, Juan Ruiz de Apodaca, se vio obligado a promulgarla en la capital. La restauración del régimen constitucional era particularmente grave para la Iglesia, pues se anunciaban nuevas medidas "contra ella al volver a reunirse en España las Cortes tras el triunfo de la sublevación liberal; tales medidas eran: la expulsión de los jesuitas que habían regresado a España y sus dominios a petición de los diputados mexicanos ante las Cortes de Cádiz, la abolición de los meros eclesiásticos; la supresión de conventos y órdenes monásticas así como la venta de sus bienes; y la reducción de los diezmos a la mitad. Además, los miembros del alto clero que habían apoyado en 1814 el golpe absolutista de Fernando VII, temían represalias en su contra. La situación inquieto a los funcionarios peninsulares ante la posibilidad de un movimiento encabezado por el clero y respaldado por los miembros de la alta sociedad novo hispana, por lo que algunos funcionarios, decididos a desconocer la Constitución, llevaron a cabo juntas clandestinas en el templo de La Profesa en la ciudad de México, encabezadas por Matías Monteagudo, rector de la Universidad de México y antiguo inquisidor. Al parecer, el objetivo de este grupo de peninsulares era semejante al de la conspiración de Yermo en 1808, es decir, realizar un golpe sorpresivo para restablecer el anterior estado de cosas. Pero la conjura de La Profesa no era la única; por todas partes se hacían juntas clandestinas y aunque existían diversas posiciones sobre el sistema de gobierno que se habría de seguir, se estaba generalizando entre los peninsulares y criollos europeos la idea de proclamar la independencia a fin de evitar que el régimen liberal español afectara sus intereses y les privara de sus privilegios. Agustín de Iturbide fue el escogido por los nuevos interesados en proclamar la independencia. Este personaje, nacido en la michoacana Valladolid en 1783, era un oficial militar criollo del bando realista, que en las luchas contra los insurgentes había destacado por su dureza, y cuyas tendencias antiliberales le convertían en el candidato ideal para los propósitos de la aristocracia peninsular. Además, Iturbide era uno de los criollos contraríes a la restauración del régimen constitucional que se habían mostrado en favor de la independencia, por lo que ante los ojos de los conspiradores de La Profesa, resultaba la 109 persona más indicada para encabezar un levantamiento militar contra las autoridades de la metrópoli. El primer paso que debía dar era suprimir por completo al movimiento insurgente, representado ya sólo por Vicente Guerrero, quien dirigía unas tropas acantonadas en la región del río Balsas. Pero Iturbide prefirió atraerlo a su lado en vez de continuar una lucha que podría prolongarse demasiado. En un principio el jefe insurgente se negó pero acabo creyendo que Iturbide estaba sinceramente interesado en la independencia, sin sospechar que había detrás del repentino cambio del antiguo realista. Los dos ejércitos, antes rivales, se unieron bajo una sola bandera, a la que llamaron "Trigarante", porque representaba para México la promesa de tres garantías: religión, independencia, unión. En febrero de 1821 el nuevo "libertador" dio a conocer en Iguala el plan por el que se proclamaba la independencia. El contenido del documento reflejaba un carácter totalmente opuesto a los ideales de los primeros caudillos, a quienes incluso Iturbide acusaba de haber ocasionado grandes calamidades y desordenes en el país. En cambio se enaltecía a la colonización española, "creadora de la cultura y portadora de enormes beneficios para la tierra mexicana". Buscando atraer tanto al sector liberal como al realista, se establecía como gobierno una monarquía constitucional invitando a ocupar el trono del imperio mexicano al propio rey Fernando VII, en caso de que éste no aceptara, a algún otro príncipe de la casa reinante española. Se declaraba a la religión católica romana como religión oficial sin tolerancia de alguna otra, y se mantenía el fuero eclesiástico, garantizando al clero la posesión de sus bienes y privilegios. Se conservaba intacto el sistema interno de gobierno, yen el aparato administrativo se ratificaba a los miembros de la clase privilegiada, que seguirían en los mismos puestos y cargos civiles y militares que habían ocupado durante el régimen colonial. Obviamente, el Plan de Iguala no incluía ninguno de los ideales políticos o sociales de Hidalgo y de Morelos; su contenido demuestra que la intención del grupo que apoyaba a Iturbide era separarse de España para conservar sus riquezas y privilegios. Con tal apoyo, el Ejercito Trigarante pronto pudo derrotar a las tropas realistas, muchas de las cuales fueron pasando a su bando. Mientras, crecía la confusión entre los pocos dirigentes que quedaban para defender el régimen colonial, quienes desconfiaban del virrey en turno y lo destituían aun sin esperar a recibir instrucciones del gobierno español, representado todavía en esa época por el régimen liberal surgido de la restaurada Constitución de Cádiz. En agosto de 1821 llegó la Nueva España Juan O'Donojú, enviado por las cortes liberales españolas con el nombramiento de Jefe Político Superior, gobernador y capitán general (jerarquía con la que la Constitución de Cádiz sustituía el nobiliario título de virrey), con el propósito de que calmara el descontento que existía en la Nueva España, ya que la reconocida tendencia liberal de O'Donojú permitiría establecer una alianza entre los grupos liberales de España y México, en un intento por reforzar la unión con la metrópoli. En la villa de Córdoba, el 24 de agosto de 1821, O'Donojú e Iturbide celebraron el llamado Tratado de Córdoba, en el que se reconocía la soberanía e independencia de México y su Constitución en un Imperio bajo la forma de gobierno monárquico constitucional moderado. Se reafirmaba la invitación hecha en el Plan de Iguala a Fernando VII o alguno de sus parientes, pero Iturbide logró que se agregara una cláusula según la cual, en caso de no aceptar el trono el monarca o algún otro miembro de la casa reinante española, lo ocuparía "la persona que designaran las Cortes del imperio mexicano". 110 Con la aceptación de O'Donojú sólo faltaba que éste convenciera a Novella, el virrey anterior —que todavía se consideraba en funciones y defendía la sede del virreinato—, para que reconociera el cargo conferido por el gobierno español a O'Donojú. Esto sucedía el 10 de septiembre de 1821, y el día 23 el nuevo "jefe político" ordenó a la guarnición realista la evacuación de la ciudad de México, lo que permitió que el ejercito Trigarante, encabezado por Iturbide, entrara pacíficamente en la capital el 27 de septiembre. Un día después se formó la Junta Provisional Gubernativa y la Regencia, ambas presididas por Iturbide e integradas por personas que habían sido parte de la burocracia colonial. Una vez constituido el gobierno provisional, se firmó el Acta de Independencia del Imperio Mexicano. Concluía de esta manera una lucha que, iniciada con propósitos muy distintos y en diferentes circunstancias, se había prolongado durante 11 años. 111 CUESTIONARIOS CAPÍTULO I.- “BREVE HISTORIA DEL PUEBLO ESPAÑOL” 1) Mencione los principales ríos, litorales y regiones de la Península Ibérica. 2) ¿En qué lugares en España se encuentran restos de civilizaciones de la etapa neolítica? 3) ¿En qué lugar de España se han encontrado restos de la Edad de Bronce? 4) ¿En qué lugar de España se establecieron los Fenicios? 5) ¿En qué lugar de España se establecieron los Griegos? 6) ¿En qué siglos se establecieron los Celtas? 7) ¿Quién encabezó la conquista Cartaginesa? 8) ¿En qué año se llevó a cabo la invasión cartaginesa? 9) ¿Quién y cuándo se llevó a cabo la conquista Romana de la Península Ibérica? 10) Enumere las consecuencias de la dominación Romana a la Península Ibérica. 11) ¿Cuál es el significado de la influencia de la cultura Romana en la Península Ibérica? 12) Explique los principales pueblos autóctonos en la Península Ibérica. 13) En el año 409 a. C., llegaron a Ibérica los primeros pueblos bárbaros, los cuales son… 14) Explique la invasión Visigótica a la Península Ibérica. 15) Explique la invasión Árabe a Iberia. 16) Explique la influencia Francesa en la Iberia. 17) Explique el principio de la reconstrucción cristiana en la Península Ibérica. 18) ¿En qué consistió la caballería del “Siglo de Hierro”? 19) Explique las principales características del Reino de Castillo y León. 20) Explique la influencia judía en la Península Ibérica en la conquista Árabe. 21) Explique el origen de la fundación de la Inquisición en España. CAPÍTULO II.- “LA CONQUISTA DE MÉXICO” 22) ¿Explique la expedición que encabezó Cristóbal Colon al Golfo de Honduras? 23) ¿Quiénes fueron los españoles que naufragaron en 1511 y que fueron apresados por los mayas? 24) ¿Explique la expedición enviada por Diego Velásquez en 1517? 25) ¿Quien encabezó la expedición y donde se celebro el encuentro de españoles con un enviado de Moctezuma II? 26) ¿De que lugar era originario Hernán Cortes? 27) ¿En que año llega Cortes a la Isla de la Española? 28) ¿Cuales fueron las acciones que distinguieron a Cortes en Cuba? 29) ¿Quiénes fueron los capitanes reclutados por Cortes? 30) ¿Los soldados de Cortes rescataron en cavo Catoche al español? 31) ¿En que lugar le regalaron a Cortes a Malinalli? 32) ¿En que lugar se presentaron los enviados de Moctezuma ante Cortes para darle regalos y dibujarlo? 33) ¿Cuál era el propósito de los regalos de Moctezuma? 34) ¿Al fundarse la Villa Rica de la Veracruz recibe el nombre de? 35) ¿Como castigo Cortes a los enviados de Velásquez, quienes se habían apoderado de un navío para escapar a Cuba? 36) ¿Cómo busca Cortes el respaldo del rey de España? 37) ¿En que año emprendieron los españoles su expedición al interior de México? 38) ¿Cuál era la ruta aconsejada por los guías para guiarlos al centro de México? 112 39) 40) 41) 42) 43) 44) 45) 46) 47) 48) 49) 50) 51) 52) ¿Cuáles fueron los lugares que tocó Cortes en su ruta al centro de México? ¿En que año se llevó a cabo la entrada de Cortes a la gran Tenochtitlán? ¿En donde ocurrió el encuentro de Cortes con el soberano azteca? ¿En donde fueron alojados los españoles en la gran Tenochtitlán? ¿En que año llega a Veracruz Pánfilo de Narváez? ¿A manos de que español quedo la ciudad de Tenochtitlán al salir Cortes a combatir a Pánfilo de Narváez? ¿Cuáles fueron las causas de las matanzas de hombres mujeres y niños que celebraban un ritual religioso en el Templo Mayor? ¿Cómo murió Moctezuma? ¿Quien sucedió a Moctezuma como tlatoani? ¿En que año ordena Cortes la retirada de la gran Tenochtitlán? ¿A dónde se dirigieron los españoles después de la Noche Triste? ¿Mencione las cinco fases, del plan táctico de Cortes, para conquistar militarmente la gran Tenochtitlán? ¿En que año comenzó el sitio de Tenochtitlán? ¿En que fecha cayo preso el tlatoani Cuauhtémoc? CAPÍTULO III.- “LOS PRIMEROS GOBIERNOS DE LA NUEVA ESPAÑA” 53) ¿Cuál fue el título que obtuvo Cortes por el Rey de España? 54) ¿Qué capitán español emprendió la conquista de Chiapas y fundó la ciudad de san Cristóbal de las Casas? 55) ¿Quién encabezó la Primera Audiencia? 56) ¿Cuáles fueron los logros de la Segunda Audiencia? 57) ¿Quiénes formaron la Segunda Audiencia? 58) ¿Quién encabezó la conquista de occidente y cuales fueron sus desaciertos? 59) ¿Cuáles fueron los lugares que tocó Nuño de Guzmán en su expedición? 60) Cortés le ofrece al rey: “Toda la especiería y otras islas”. Explicar las expediciones. 61) Escriba la expedición a las siete ciudades. 62) Explique la rebelión en la Nueva Galicia. 63) Describa la conquista y descubrimiento de las minas de Zacatecas. 64) ¿En qué consistían las misiones y presidios y por qué se establecieron? 65) Describa la conquista de Querétaro. 66) Describa la conquista de Yucatán. 67) Explique el Nuevo Reino de León y don Luis de Carvajal. 68) Describa la conquista del Nuevo Santander. CAPÍTULO IV.- “LA ÉPOCA COLONIAL” 69) 70) 71) 72) ¿En qué consistía la casa de contratación se Sevilla? Describa en que consistía el Consejo de Indias. Explique las características y funciones del Virrey. Explique las Audiencias reales y sus funciones. 113 73) 74) 75) 76) 77) 78) 79) 80) 81) Mencione los reinos o regiones de la Nueva España. ¿En qué consistían las Alcaldías Mayores? ¿En qué consistían las Alcaldías Menores? Explique las leyes contra la enmienda. Explique la libertada para los indios y don Luis de Velasco. Describa la rebelión de los Criollos. ¿En qué consistían las Leyes de indias? Describa la insurrección de españoles en la Nueva España. Describa cuáles eran las condiciones en que vivían los indios a inicios de la Época Colonial. 82) Describa cuáles eran las condiciones de los indios a finales de la Época Colonial. 83) Explique las clases sociales al inicio de la Época Colonial. 84) Explique los aspectos económicos en la Nueva España. 85) Explique las formas de propiedad en la Nueva España. 86) ¿Cómo se constituyó la propiedad eclesiástica? 87) ¿Cuál era la situación de la minería en la Nueva España en los siglos XVI y XVII? 88) ¿Qué productos industriales se fabricaron en la Nueva España? 89) ¿En qué consistían los obrajes? 90) Describa la situación de la iglesia en la Nueva España. 91) Describa la situación de las órdenes religiosas en la Nueva España. 92) ¿En qué consistió la evangelización de los indios? 93) ¿Cuál fue la obra de Fray Bartolomé de las Casas? 94) ¿Cuál fue la obra de Vasco de Quiroga? 95) ¿En qué consistía el Real Patronato? 96) Explique la lucha entre el clero regular y el secular. 97) ¿En qué consistían los Concilios? 98) ¿En qué consistía la Inquisición? 99) Explique la inquisición en la Nueva España. 100) Explique la lucha entre el poder civil y la iglesia 101) Explique las causas de la expulsión de los jesuitas. 102) Explique las causas de la riqueza de la iglesia. 103) Describa las principales costumbres de la Nueva España. 104) ¿En qué consistían los mayorazgos? 105) ¿En qué consistían las fundaciones de beneficencia? 106) Explique las principales pestes e inundaciones en la Época Colonial. 107) ¿Qué representaban los salteadores de caminos en la Época Colonial? 108) ¿Por qué era importante la Nao de China? 109) Describa las principales fiestas religiosas. 110) Describa las principales fiestas civiles. 111) Explique la piratería en la Nueva España. 112) Explique los inicios de la imprenta en la Nueva España. 113) Explique la importancia de la poesía en la Nueva España. 114) Mencione los principales poetas en la Nueva España. 115) Describa el pensamiento de la ciencia en la Nueva España. 116) Explique las ideas principales que se filtraron a la Nueva España en el siglo XVIII. 117) Describa las principales características de la Arquitectura en la Nueva España. 118) Explique la situación de la Casa de Austria al finalizar la época colonial. 119) Explique la situación de la Casa de Borbón al finalizar la época colonial. 120) Mencione las principales intendencias en 1786. 114 CAPÍTULO IV.- “LA INDEPENDENCIA DE MÉXICO” 121) ¿Cuáles fueron las principales causas políticas de la Independencia de México? 122) ¿Cuáles fueron las principales causas económicas de la independencia de México? 123) ¿Cuáles fueron los factores internos que propiciaron el espíritu independentista? 124) ¿Cómo se explica el crecimiento económico novo hispano en el siglo XVII? 125) ¿Cuáles fueron los primeros esfuerzos independentistas de los grupos criollos? 126) Explique la conspiración de Valladolid (hoy Morelia) contra las autoridades coloniales. 127) Explique la relación de Miguel Hidalgo con la conspiración de Querétaro. 128) ¿Dónde da inicio la independencia de México? 129) ¿Cuál es el texto del grito de Dolores? 130) En la toma de Celaya los caudillos nombraron a Hidalgo Capitán General otorgándole el título de… 131) ¿Quién decretó la excomunión de Hidalgo? 132) ¿En qué año se llevó a cavo la Constitución de Cádiz? 133) ¿En qué ciudad publicó por orden de Hidalgo el intendente José María de Anzorena el decreto de abolición de la esclavitud? 134) En Aculco las fuerzas insurgentes fueron derrotadas por el general… 135) ¿En qué lugar Hidalgo constituyó el primer gobierno insurgente? 136) ¿Cuáles eran las diferencias entre Hidalgo y Allende? 137) Calleja derrota a los insurgentes cerca de Guadalajara en… 138) ¿En qué lugar fueron hechos prisioneros Allende, Aldama, Jiménez e Hidalgo? 139) ¿Quién toma la dirección del movimiento insurgente tras la muerte de Hidalgo? 140) El 19 de Agosto de 1811 fue creada la Junta Suprema de Gobierno de América. ¿Quiénes la conformaban? 141) ¿En qué año y dónde nació José María Morelos y Pavón? 142) ¿En qué año fue fusilado y muerto José María Morelos y Pavón? 143) Morelos creó el Congreso Supremo Nacional en donde se formuló en 1914… 144) ¿En qué año fue firmada la constitución de Cádiz? 145) ¿Cuál es el nombre del virrey que retardó la publicación de Cádiz con el pretexto de la guerra insurgente? 146) ¿En qué consistía el programa Sentimiento de la Nación? 147) El 22 de octubre de 1813 se promulgó la constitución que se llamó… 148) ¿Qué líderes insurgentes enarbolaron la bandera de Morelos después de su muerte? 149) ¿En qué consiste la conjura de La Profesa? 150) El ejército insurgente y el ejército realista se unieron bajo una sola bandera que se llamó… 151) ¿En qué fecha dio a conocer Iturbide el plan por el que se proclamaba la independencia? 152) ¿Cuál era el contenido del plan por el que se proclamaba la independencia de México? 153) ¿Cuál fue el papel que jugo Juan O´Donojú? 154) ¿En qué consistieron los Tratados de Córdoba? 155) ¿En qué fecha entró a la Ciudad de México el ejército trigarante? 115 BIBLIOGRAFÍA ELVIRA DE LOREDO Y JESÚS SOTELO INCLÁN. Historia de México. Editorial F. Trillas, S.A. México, D. F. 1962. ERNESTO DE LA TORRE VILLAR Y RAMIRO NAVARRO McGraw Hill. México, D. F. 1991. DE ANDA. Historia de México II. Editorial GLORIA M. DELGADO DE CANTÚ. Historia de México I. Editorial Alhambra Mexicana. México, D. F. 1995. CARLOS ALVEAR ACEVEDO. Historia de México. Editorial Jus. México, D. F. 1996. BROM JUAN. Esbozo Historia de México. Editorial Grijalvo. México, D.F. 1998. AMALIA LÓPEZ REYES Y JUAN MANUEL LOZANO FUENTES. Historia de México. Editorial Continental. México, D.F. 2000. MIRA ALICIA BENÍTEZ JUÁREZ. Historia de México. Editorial Nueva Imagen. México, D.F. 1994. TORRES, FLORES, CÁRABES. Historia Activa de México. Editorial Progreso. México, D.F. 1998. 116