TEMAS PARA DISERTACIONES 4: LA LIBERTAD. ARTICULOS Y TEXTOS 1.- ARTICULO FERNANDO SAVATER SOBRE LA LIBERTAD. La libertad en acción 2.- ¿SOMOS LIBRES? DOCUMENTO 3.- ARTICULO DE M. ONFRAY (ANTIMANUAL FILOSOFÍA) PARA HACER UNA DISERTACION SOBRE LA LIBERTAD (o también, como actividad para la evaluación, puedes señalar el tema, la tesis y los argumentos del artículos) ¿Dejaríais a vuestro hijos acceder a las páginas pornográficas de Internet? ¿Sí o no? ¿Lo toleraríais? ¿O haréis como si no os dieseis cuenta cuando toqueteen el ratón? Porque el problema se planteará —este u otros que harán que os enfrentarán con la libertad de vuestros hijos y os obligarán a poner límites a su ejercicio—. Por su bien, diréis; por el vuestro, más bien... Porque os encontraréis en la piel del censor de vuestros antiguos deseos, desaprobados ayer por vuestros padres. Lo que cada uno se autoriza, no lo tolera forzosamente de los suyos o de los otros en general. ¿Quién no ha visto nunca a escondidas una película pornográfica en televisión o en Internet? ¿Quién se comporta hoy peor? ¿Quién no aumentaba su placer con la transgresión del orden o de la opinión parental? ¿Y quién cerrará los ojos, convertido en adulto, una vez en la piel, no del que demanda libertad, sino de quien la puede dar? De adolescentes os enfadáis al constatar el apocamiento de vuestros padres que, la mayoría de las veces, conceden raramente, difícilmente o con parsimonia, todas esas libertades que reivindicáis: acostarse tarde, salir por la noche, fumar tabaco u otra cosa, beber más de la cuenta, colgarse al teléfono cuando no se paga la factura, contar con un poco de dinero, viajar el fin de semana, tener relaciones sexuales, tomar la pildora, disponer de un móvil, utilizar el coche del padre, etc. Las libertades son más fáciles de reivindicar que de conceder. La ley no es una excepción: cuando seáis adultos con responsabilidades paternas, olvidareis las dificultades encontradas en la época en la que siempre aspirabais a una mayor libertad... ¿Hay que aprender a ser libre? Cada uno lo experimenta: no podemos dejar hacerlo todo, concederlo todo sin prohibir nunca nada. Una libertad que no encuentra ningún límite no puede definirse, precisarse, diseñarse claramente. Solo los límites le dan un sentido, una consistencia. Pero ¿dónde están? Respuesta: allí donde un daño se sigue de su uso. Daño para sí, o daño para el prójimo. Sin duda, pero ¿quién esta habilitado para juzgar los daños? Los padres, los adultos, las personas investidas de poder, autoridad o experiencia. Al menos las cosas funcionan así. No hay libertad, en efecto, si esta debe pagarse con un disgusto o una pena, con una falta o un apuro, con un riesgo para uno mismo o para el otro. Por supuesto, a veces es difícil ser juez y parte, saber lo que es perjudicial para uno mismo o para el prójimo; pero a menudo es más difícil aún confiar esta tarea a un tercero siempre susceptible de abusar de la autoridad que se le otorga o reconoce. Con la autodisciplina arriesgáis menos el exceso que con la disciplina. El ejercicio de la libertad supone, por tanto, un aprendizaje. No se nace libre, nos hacemos libres. Hacer o dejar hacer cualquier cosa, sin preocupar las consecuencias, noes ejercer nuestra libertad, sino obedecer impulsos, como un animal salvaje. En primer lugar, son los educadores y los padres quienes, según su idea del bien y del mal, os señalan límites. En función de su interés por daros forma a partir de un principio preconcebido, deciden para vosotros límites que no han de ser superados, barreras que se impondrán a vuestra libertad. Evidentemente, algunos las imponen demasiado pronto, otros demasiado tarde: en un caso, vuestra libertad es casi plenamente amputada, en el otro, dicha libertad no encuentra ningún límite. Por un lado, sufrís la tiranía del esclavo, por el otro, ejercéis la licencia de los tiranos. La libertad se limita por imperativos religiosos y éticos que permiten construir y sostener una sociedad según las reglas. Se limita la libertad allí donde su uso, o bien su abuso, pasa a ser perjudicial para el prójimo, sus bienes, su propiedad, su tranquilidad, su seguridad, su paz. Podéis hacerlo todo, con tal de que no perjudiquéis al otro. Es la definición clásica de la libertad a la que se añade: está autorizado todo lo que no está prohibido, o aún: todo lo que la ley no prohibe, podéis hacerlo. De ahí una rápida y fácil captación de la naturaleza de la libertad: define el poder de actuar hasta que se encuentra el tope de la ley y del derecho. Así, sois libres mientras que una figura de la autoridad no os lo prohiba... ¿Con, sin, contra, a pesar de los otros? ¿Y cuando el individuo no dispone de medios intelectuales o morales para decidir lo que puede o no hacer? ¿En el caso de un menor mental o social? ¿De un niño? El problema es más complicado, ya que la ley de una sociedad o el derecho de un Estado no bastan. También debemos tener en cuenta la ley moral. Como en el caso del niño que siempre demanda más. ¿Cuándo decirle que no? ¿Y respecto a la película pornográfica? Por principio, el niño ignora lo que en verdad es perjudicial moralmente para él. Está por lo tanto condenado a ser un sujeto en manos de sus padres, que le imponen su voluntad creyéndola buena para él (por ejemplo, los padres que, en nombre de una religión que creen justa, pueden prohibir la transfusión de sangre que salvaría a su hijo). La libertad de un niño es, por lo tanto, la que definen para él sus padres. También adoptamos decisiones por un disminuido mental o de un anciano desprovisto de razón. Nuestra sociedad decide igualmente por los presos, privados de libertad y a los cuales se les arrebata el poder de moverse, de encontrar a otro, de ir y venir, de decidir sobre su empleo del tiempo, de disponer sin trabas de su cuerpo. La sociedad decidía también, no hace mucho, sobre el reemplazo obligado a hacer el servicio militar en un cuartel. A veces la sociedad toma también la decisión de limitar, reducir o suprimir la libertad de los enfermos en los hospitales y, en su caso, se decide en nombre de los menores de edad a los que se retira la libertad que conceden la ley y el derecho. Así pues, la libertad exige un juego permanente entre la licencia y la ley, entre el poder de hacer lo que queremos y la posibilidad de actuar conforme al derecho. Supone, igualmente, el orden, la autoridad y la jerarquía, el poder de instancias que legislan y legitiman el mundo tal y como va: la familia declara el derecho y, en nombre de la ley moral, limita la libertad del niño. La misma lógica funciona entre la escuela y el alumno, el adulto y el adolescente, el ejército y el soldado, el hospital y el enfermo, la Iglesia y el fiel, la empresa y el obrero, la prisión y el detenido, la residencia geriátrica y el anciano, pero también, y todavía demasiado a menudo, entre el hombre y la mujer, el rico y el pobre. La limitación de la libertad de algunos se defiende mientras esta permita el aumento de las libertades de la mayoría. Por ello, no hay ley a priori que permita saber qué dosis de libertad es posible y deseable en una relación. Cada caso depende de una situación particular. Supone, en la medida de lo posible, el conocimiento de la situación, la comprensión de lo que está en juego, la discusión, el intercambio, la propuesta contractual. La libertad se construye, se crea, y no puede proceder de una decisión unívoca y unilateral. Al nacer, el niño no dispone de ningún medio para captar la naturaleza de los desafíos de la libertad. La educación debe perseguir la emancipación de la necesidad con el fin de hacer posible una autodeterminación, ella misma creadora de libertades para los otros. Entonces, y solamente entonces, la vida en común no parece una jungla y pasa a ser un terreno de juego ético y político. ACT. 1. Comenta los siguientes textos. Texto 1. Por LIBERTAD se entiende, de acuerdo con el significado propio de la palabra, la ausencia de impedimentos externos, impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que su juicio y razón le dicten. (...) Th. Hobbes. a) Explica cuáles son las ideas principales del texto. b) ¿Qué aspectos de la libertad quedan fuera de la definición proporcionada por Hobbes? Texto 2. Cuando digo que soy libre en el primer sentido (libertad externa), quiero decir que una acción mía no se ve obstaculizada, y que por tanto puedo llevarla a cabo; cuando digo que soy libre en el segundo sentido (libertad interna, libre arbitrio), quiero decir que mi querer es libre, es decir que no está determinado por el querer de otros o más en general, por fuerzas extrañas a mi mismo querer. (N. Bobbio.) a) Explica cómo caracteriza el autor los dos tipos de libertades. Texto 3. Y ser responsable es saberse auténticamente libre, para bien y para mal: apechugar con las consecuencias de lo que hemos hecho, enmendar lo malo que pueda enmendarse y aprovechar al máximo lo bueno. A diferencia del niño malcriado y cobarde, el responsable siempre está dispuesto a responder de sus actos: « ¡Sí, he sido yo!˝ El mundo que nos rodea, si te fijas, está lleno de ofrecimiento para descargar al sujeto del peso de su responsabilidad. La culpa de lo malo que sucede parece ser de las circunstancias, de la sociedad en la que vivimos, del sistema capitalista, del carácter que tengo (¡es que yo soy así), de que no me educaron bien (o me mimaron demasiado), de los anuncios de la tele, de las tentaciones que se ofrecen en los escaparates, de los ejemplos irresistibles y perniciosos... Acabo de usar la palabra clave de estas justificaciones: irresistible. Todos los que quieren dimitir de su responsabilidad creen en lo irresistible —Indica si el autor del texto es determinista o indeterminista. Razona tu respueta. —Señala de qué tipos de determinismos habla. Texto 4. A la libertad de pensar se opone, en primer lugar, la coacción civil. Es verdad que se dice que la libertad de hablar, o de escribir, puede sernos quitada por un poder superior, pero no la libertad de pensar. Pero ¿pensaríamos mucho, y pensaríamos bien y con corrección, si no pensáramos, por decirlo así, en comunidad con otros, que nos comunican sus pensamientos y a los que comunicamos los nuestros? Por consiguiente, se puede decir bien que el poder externo que priva a los hombres de la libertad de comunicar públicamente sus pensamientos los priva también de la libertad de pensar, y ésta es el único tesoro que todavía nos queda en medio de todas las cargas civiles y también lo único que puede aportar un remedio contra todos los males inherente a esa condición. —Indica en que clase de libertad (interna o externa) incluirías la libertad de pensar y la libertad de hablar. —Comenta de qué modo Kant relaciona estos dos tipos de libertad. ¿Estas de acuerdo? ACTIVIDAD. 2. Lee los siguientes textos y coméntalos. Pon un título adecuado a ambos. Indica sus ideas principales y relaciónalo con el concepto de verdad. Texto 5. F. SAVATER. Y aquí conviene señalar dos aclaraciones respecto a la libertad: Primera: No somos libres de elegir lo que nos pasa (haber nacido tal día, de tales padres y en tal país, padecer un cáncer o ser atropellados por un coche, ser guapos o feos, que los aqueos se empeñen en conquistar nuestra ciudad, etc.) sino libres para responder a lo que nos pasa de tal o cual modo (obedecer o rebelarnos, ser prudentes o temerarios, vengativos o resignados, vestirnos a la moda o disfrazarnos de oso de las cavernas, defender Troya o huir, etc.). Segunda: Ser libres para intentar algo no tiene nada que ver con lograrlo indefectiblemente. No es lo mismo la libertad (que consiste en elegir dentro de lo posible) que la omnipotencia (que sería conseguir siempre lo que uno quiere, aunque pareciese imposible). Por ello, cuanta más capacidad de acción tengamos, mejores resultados podremos obtener de nuestra libertad. Soy libre de querer subir al monte Everest, pero dado mi lamentable estado físico y mi nula preparación en alpinismo es prácticamente imposible que consiguiera mi objetivo. En cambio soy libre de leer o no leer, pero como aprendí a leer de pequeñito la cosa no me resulta demasiado difícil si decido hacerlo. Hay cosas que dependen de mi voluntad (y eso es ser libre) pero no todo depende de mi voluntad (entonces sería omnipotente), porque en el mundo hay otras muchas voluntades y otras muchas necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario. Pero, cosa importante, no por ello dejaré de ser libre... aunque me escueza. Texto 6. F.MARTINEZ MARZOA En el ámbito de los objetos de conocimiento, la libertad es un absurdo, porque el conocimiento tiene como supuesto necesario el de que todos los fenómenos han de poder explicarse (aunque de hecho no se posea siempre, ni en la mayoría de los casos, esa explicación) a partir de otros fenómenos según unas leyes; en cuanto yo me pongo a estudiar mis actos o los de otro como objetos de conocimiento (psicología, sociología, etc.), asumo el postulado de que esos actos tienen sus «causas», las cuales los «explican»; pero, en cuanto decido de algo, estoy reconociendo que puedo hacer lo uno o lo otro y que soy yo quien decide. En este sentido, el ámbito de la libertad en nada puede ser mermado por una coacción exterior; la coacción exterior puede presentarnos alternativas más o menos «duras», pero nunca quitarnos la posibilidad de decidir en ellas; podrá ser una «estupidez» el que yo prefiera que me fusilen antes que disparar contra el «enemigo», pero yo puedo cometer esa «estupidez» y, por lo tanto, mi decisión de disparar es una decisión libre, una decisión de la que soy responsable. Yo soy responsable de todos mis actos, inclusive de aquellos que —según suele decirse— me son «impuestos» por (por ejemplo) una norma social, una ley civil o cualquier otra cosa semejante; la obligatoriedad de todas esas normas consiste en que, si no las cumplo, se siguen tales o cuales consecuencias desagradables, pero soy yo quien elige entre la norma y las consecuencias desagradables. ACT. 3. En los siguientes textos 1: Señala el tema que trata (el asunto o el problema que plantea) 2. Indica las ideas principales y expón como son argumentadas: ¿Cuáles son las ideas principales del texto? ¿Cuál es el hilo argumentativo que utiliza el autor? Texto 7 JP SARTRE «Dostoievski ha escrito: 'Si Dios no existe, todo está permitido'. He aquí el punto de partida del existencialismo. Efectivamente todo es lícito si Dios no existe, y como consecuencia el hombre está “abandonado” porque no encuentra en sí ni fuera de sí la posibilidad de anclarse. Y sobre todo no encuentra excusas. (…) No hay determinismo: el hombre es libre, el hombre es libertad». Si Por otra parte, si Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que puedan legitimizar nuestra conducta. Así, no tenemos ni por detrás ni por delante, en el luminoso reino de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos, sin excusas. Situación que creo poder caracterizar diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado porque no se ha creado a sí mismo, y no obstante libre porque, una vez lanzado al mundo, es responsable de todo lo que hace». (JP Sartre) Texto 8. BARUCH SPINOZA "Los hombres se equivocan al creerse libres, opinión que obedece al solo hecho de que son conscientes de sus acciones e ignorantes de las causas que las determinan. Y, por tanto, su idea de libertad se reduce al desconocimiento de las causas de sus acciones, pues todo eso que dicen que las acciones humanas dependen de la voluntad son palabras, sin idea alguna que les corresponda. Efectivamente, todos ignoran lo que es la voluntad y cómo mueve el cuerpo, y quienes se jactan de otra cosa e inventan residencias y moradas suelen mover a risa o a asco" (Baruch Spinoza.) Texto 9. LAS BENEVOLAS. NOVELA DE J. LITTELL El protagonista de la novela Las benévolas es un alemán que intervino activamente durante el periodo nazi y que no tiene ningún remordimiento ni sentimiento de culpa respecto a los acontecimientos ocurridos: “Otro ejemplo sacado de la abundante literatura histórica más que de mi experiencia personal: el del programa de exterminación de los inválidos y los enfermos mentales, llamado Eutanasia o T-4, que se creó dos años antes que el Programa de Solución Final. En este programa, a los enfermos, seleccionados mediante disposiciones legales, los recibían en un edificio unas enfermeras profesionales que registraban la entrada y los desnudaban; unos médicos los examinaban y los llevaban a un cuarto cerrado, un operario abría el gas, otros limpiaban; un policía extendía el certificado de defunción. Cuando después de la guerra, interrogaron a esas personas, todos dijeron: “¿Culpable yo?”. La enfermera no mató a nadie, se limito a desnudar y a tranquilizar a unos enfermos, gestos habituales de su profesión. El médico tampoco mató a nadie; sencillamente confirmó un diagnóstico, ateniéndose a criterios fijados por otras instancias. El peón que abre la llave del gas, esa persona qué es, pues, la que se halla más próxima en el tiempo y en el espacio al asesinato, realiza una operación técnica bajo el control de sus superiores y de los médicos. Los obreros que vacían el cuarto realizan una indispensable tarea de saneamiento, y muy repugnante además. El policía sigue el procedimiento reglamentario, que es dejar constancia de un fallecimiento y de lo que ha sucedido sin vulnerar las leyes vigentes. ¿Quién es culpable, pues? ¿Todos o nadie? ¿Por qué iba a ser más culpable el operario encargado del gas que el operario encargado de las calderas, el jardín o los vehículos?” LITELL Jonathan: Las benévolas. ACT. 4. COMENTA LOS SIGUIENTES TEXTOS. RESUME SUS IDEAS PRINCIPALES John Stuart Mill (inglés, 1806-1873) Filósofo utilitarista (doctrina que pretende hacer posible para el individuo, a través de la moral, y para el grupo, a través de la política, la mayor felicidad posible). Entre los filósofos, uno de los escasos defensores de la causa femenina con El sometimiento de las mujeres (1869). ¿Limitar la libertad peligrosa? Este principio consiste en que el único fin que justifica la intervención de la especie humana, colectiva o individualmente, en la libertad de acción de cualquiera de sus semejantes, es su propia protección. Que el único propósito para el que puede ejercitarse legítimamente el poder sobre cualquier miembro de una comunidad civilizada, contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demás. Su propio bien, sea físico o moral, no constituye justificación suficiente. Él no puede ser justificadamente forzado a actuar o a abstenerse de hacerlo porque sea mejor para él hacerlo así, porque ello le haga sentirse más feliz, porque en opinión de los demás hacerlo así sería de sentido común, o incluso justo. Estas son buenas razones para amonestarlo, para razonar con él, para persuadirlo o para suplicarle, pero no para obligarlo o infligirle cualquier mal en caso que actúe en forma diferente. Para justificar esto, la conducta de la que se desea disuadirlo tendría que haber sido calculada para perjudicar a otras personas. En la parte que le concierne meramente a él, su independencia es, por derecho, absoluta. El individuo es soberano sobre sí mismo, sobre su propio cuerpo y sobre su mente. Quizá no sea necesario decir que esta doctrina es solo aplicable a seres humanos en la madurez de sus facultades. No nos referimos a niños ni a personas jóvenes que están por debajo de la mayoría de edad que la ley pueda fijar tanto para los hombres como para las mujeres. Aquellos que aún permanecen indefensos y requieren la ayuda de otros, deberán ser protegidos contra sus propias acciones tanto como contra los daños que otros puedan inferirles. Sobre la libertad (1859),