1 G u i l l e r m o D a v i n s o n Documentos de Trabajo del pr oyecto “UNIDAD DE INVESTIGACIÓN Y SERVICIOS DE A P O Y O P A R A M I C R O E M P R E S A S Y ORGANIZACIONES DE MICROFINANZAS” D I R E C T O R I O RECTOR Mtro. Enrique González T orres, SJ COORDINACIÓN EDITORIAL Eva Paredes Camacho Andrés Sandoval Her nández Miriam Cuéllar Álvar ez DISEÑO, EDICIÓN E IMPRESIÓN Pixel y Punto http://www.pixelypunto.com FOTOGRAfÍA: Portada: María Or ellana Interiores: Iván Rico A V I S O Los documentos presentados en esta serie “Documentos de trabajo” son resultados pr eliminares de carácter inter no. Para solicitar la versión final o hacer comentarios sobre el documento de trabajo 1, comunicarse con Luis Guillermo Davinson: l u i s . g u i l l e rm o . d a v i n s o n @ s i s . u i a . m x Presentación E l presente artículo es uno de los resultados del proyecto “Transformaciones globales y el destino de la comunidad campesina indígena” a cargo del Dr. Roger Magazine N. y un servidor que recibe el apoyo financiero de la Universidad Iberoamericana. El proyecto tiene como objetivo conocer los procesos de transformación que se han dado en dos regiones de México, las comunidades cercanas a Texcoco y la región sur occidental del estado de Tlaxcala. Este conocimiento es producido mediante la colaboración activa de estudiantes del programa de posgrado en antropología social de la Universidad Iberoamericana que en los veranos de 2000 y 2001 han realizado prácticas de campo por períodos de seis semanas en cumplimiento con los requisitos curriculares. Al formar a estudiantes en la investigación el proyecto produce nuevos conocimientos sobre la realidad nacional, uno de los grandes compromisos del Programa desde sus inicios. En el presente artículo, Guillermo Davinson nos ofrece algunos avances en su investigación de tesis de maestría que desarrolla como parte del proyecto. Trayendo un interés en la comunidad indígena desde su Chile natal, el autor pronto expresó un interés en profundizar en la temática de los procesos de transformación económica en comunidades de este tipo. Los primeros frutos de esta investigación se plantean muy prometedores ya que su convivencia con los habitantes de una comunidad donde aún muchos se expresan en la lengua náhuatl le ha permitido detalladas descripciones de un proceso a desarrollar. La observación participante, la herramienta básica de la disciplina antropológica y esencial para su enseñanza, se ha reproducido gracias al apoyo de la Universidad Iberoamericana y sus resultados se dan a conocer en el presente trabajo. Es sólo a través de estudios de este tipo que se pueden conocer de cerca las realidades particulares de la diversidad mexicana y colocarlas en un trasfondo de cambio global. 1. El Dr. David Robichaux H. es académico del programa de posgrado en Antropología Social de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. Introducción E l objetivo del presente artículo es describir el funcionamiento de los talleres familiares textiles en un pueblo de origen náhuatl del Municipio de Contla, San Felipe Cuauhtenco ubicado a los pies del volcán de la Malinche en el estado de Tlaxcala. En ese marco los datos fueron recopilados en un trabajo de campo, con una duración de 5 semanas desarrollado en junio del 2001 y complementado por visitas entre enero y abril del 2002. Un análisis preliminar de la información apunta a percibir un importante cambio en las practicas económicas tradicionales de esta comunidad indígena, concretamente a partir de 1950, año que se introduce la actividad textil en la dinámica económica del pueblo. Este hecho se encuentra claramente establecido en la memoria colectiva de los habitantes de la localidad como un evento significativo y a la vez trascendente en las transformaciones que se suscitaron posteriormente en la localidad. Los cambios económicos y sociales, si bien se encuentran fijados en un régimen de historicidad propio de los habitantes del pueblo, se vinculan a procesos macroeconómicos que en esa década y posteriormente 6 afectaron a la región de Tlaxcala, como así también a otras variables que pretendemos en este primer acercamiento abordar. Algunas ideas centrales de este trabajo provienen de un capítulo de una tesis en proceso titulada “Cambios socio-económicos y transformación económica: El caso de las microempresas textiles en San Felipe Cuauhtenco, Tlaxcala” que se encuentra en la actualidad siendo desarrollada por el suscrito y dirigida por el Dr. David Robichaux del programa de maestría en Antropología Social de la Universidad Iberoamericana. 2. Guillermo Davinson es Académico de asignatura del departamento de Sociología de la Universidad Iberoamericana Ciudad de México. ACERCAMIENTO 1 UN AL CONTEXTO FÍSICO Y SOCIAL DE LA LOCALIDAD En la falda nororiental del volcán de la Malinche, en lo que es conocido como el medio Poblano – Tlaxcalteca, se ubica la localidad de estudio en el Estado de Tlaxcala. Pertenece a el municipio de Contla de Juan Cuamatzi cuya cabecera es San Bernardino Contla. Municipio N ° 18 de la entidad federativa de Tlaxcala3. El pueblo de San Felipe abarca una superficie aproximada de 3 km2 y su población total aproximada es de 1.900 habitantes. Registra 536 edificaciones, incluyendo escuelas, iglesias, centros de salud y edificios públicos y en cuanto a su división predial está seccionado en 834 lotes. En términos censales es una “localidad”; vale decir se encuentra en el segmento entre 500 y 2.499 habitantes que el INEGI para estos efectos desarrolla. Como tal es una de las 138 localidades del Estado de Tlaxcala según esta clasificación. Se encuentra a una altitud de 2.480 metros sobre el nivel del mar y el clima pre d o m i n a n t e durante la mayor parte del año es templado–húmedo, con lluvias en verano y tiende a ser más frío conforme se asciende hacia las alturas de la Malinche4, extinto volcán que determina parte importante de la vida económica, social y cultural de sus habitantes. Se encuentra a 20 kilómetros al este de la capital estatal Tlaxcala. El patrón de asentamiento del pueblo es semi concentrado en el lugar denominado por sus residentes como el “centro”, sitio donde se erigen las dos iglesias del pueblo, (una construida hace 16 años que reemplaza a la capilla usada desde principios de siglo) el atrio de las mismas y la única escuela primaria de la localidad. A un costado de esta área, se ubica el punto de llegada y salida del transporte colectivo a Tlaxcala, San José 3. El municipio que cuenta con una población de 28.842 habitantes se encuentra ubicado dentro del área de la Malinche. Su cabecera municipal Contla es un centro textil de importancia para la economía de la región desde hace mucho tiempo. 4. Volcán de 4503 msnm, de la era geológica del pleistoceno, del tipo Estratovolcano (cono con extensas laderas). De clima frío en la cumbre y templado en sus laderas. Temperatura entre los 0 y 15º C. 7 Aztatla, San Bernardino Contla, Santa Ana Chiautempan y San Pablo Apetitlán. Conforme nos alejamos de este “centro” prevalecen las casas asentadas en forma semi dispersa y ubicadas al centro de la parcela familiar. Es posible describir al pueblo, señalando que la mayoría de las casas son de un piso, hechas de block y vigas de madera expuesta como cielo raso. Los muros son de materiales mixtos; block y cemento principalmente, adobe y corteza de árbol en los menos de los casos. Respecto a las divisiones de la vivienda, la mayoría de ellas tiene una habitación principal que sirve de cocina y comedor a la vez, donde se 2 8 encuentra el fogón de leña o carbón que ha sido complementado en los más de los casos con estufas a gas. Estas últimas coexisten con el tlecuil (fogón); no obstante éste es vital para las comidas habituales, como el mole para las numerosas fiestas, los tamales y las tortillas. Además de esta construcción, se encuentra lo que ellos llaman; “cocina de humo” donde junto al tlecuil se encuentra el comal para la elaboración de las tortillas diarias. La cocina de humo esta construida generalmente de madera. En los patios de las casas, generalmente al fondo y no percibibles se construyen cuartos para instalar los talleres de tejidos. UN RECORRIDO HISTÓRICO DE LA ACTIVIDAD TEXTIL EN LA ZONA La actividad textil se encuentra estrechamente unida al desarrollo del estado de Tlaxcala y constituye en la actualidad —según indicadores oficiales— uno de sus principales ejes económicos. Fenómeno que en algunas zonas del estado se remonta a lo menos a los obrajes del XVI. Es San Bernardino Contla en la actualidad cabecera municipal, la cual ha determinado parte importante de la dinámica textil en el pueblo. No obstante se debe señalar que toda el área de Tlaxcala ha sido transformada por procesos macro y microeconómicos a partir de la década de los 70 donde destacan en este último ámbito, el cambio suscitado entre la utilización de los telares de pedal y luego los de “poder” (eléctricos). Los primeros implicaban un costo importante en el factor tiempo, como así también en ocupar a varias personas que incluía los tejedores, los moloteros y otros ayudantes en las actividades del telar manual. En cambio, la incorporación del telar ha impactado fuertemente en la dinámica economía local y por ende en las relaciones sociales entre los sujetos de los pueblos del área. Para el caso de Contla este cambio permitió la aparición de los denominados “talleres semi industriales” (González Jácome, 1991:39) La etnografía sobre la zona parece confirmar estas particularidades, es así que a partir de los 70 al igual que otros pueblos de Tlaxcala se inicia un proceso constante de comercialización y transformación, esto último, incluso se remite a la organización social de estos pueblos, como consecuencia de fenómenos de industrialización. Al respecto (Robichaux, 2000) describe, situándose en otro pueblo vecino, pero con características culturales similares como es Acxotla del monte, algunos de estos cambios que hemos esbozados y donde “el evidente proceso de transformación del campo ha conducido a los investigadores a destacar la importancia cada vez mayor de las actividades no agrícolas para la población rural5. En este trabajo Robichaux destaca cuatro momentos históricos, 1929, 1976, 1987 y 1996 donde los cambios suscitados en dicha comunidad, han producido una transformación radical de la economía doméstica, “ya que entre los años 1929 y 1987 la mayoría de los hombres han abandonado la actividad de carboneros/campesinos temporaleros por la de obreros —en gran medida en la industria textil— y trabajadores de la construcción.” (Robichaux, 2000:18). En lo que respecta al pueblo un elemento a agregarse fue la existencia de ganado lanar en el pueblo hace 60 años. Sumado a los problemas de comercialización de este recurso (como consecuencia de la inexistencia de vías expeditas de acceso) y una sobre oferta del recurso actuó como un importante insumo para el surgimiento del trabajo textil en la localidad. La existencia de lana obligaba a procesarla para satisfacer los requerimientos de los primeros telares. En esta época los habitantes del pueblo tenían como ocupación la de leñeros, carboneros y 5. Ver por ejemplo, Arias 1992, Cook y Binford 1995 y Mummert 1994, en Robichaux, 2000:17 9 pulqueros mientras que otros se dedicaban a la crianza de borregos. Se recuerda que se contaba con unas 30 casas aproximadamente y existía ganado lanar en casi todas ellas, lo que permitía una incipiente comercialización en San Bernardino Contla. Los telares manuales hacen su aparición en el pueblo en 1950, pero es en Contla donde se adiestran los primeros tejedores del pueblo. Un vecino ahora de 75 años, (Casimiro Condesa) fue uno de éstos y es recordado como el iniciador de la actividad. Compró en Contla 3 telares de madera, lugar donde trabajaba y aprendió ahí el oficio a los 18 años, “tejía en casa ajena” y lo hizo por dos años, primero con Fidel Nezahual y después en casa de Lauro Hernández donde conoció la técnica de los teñidos y algo de diseños. Le agradó la actividad textil, —según refiere— por ser un “trabajo menos pesado que la agricultura y el corte de caña” (migración temporal a Veracruz) que en ese entonces, era una de las alternativas que existían para el pueblo y en las cuales le correspondió desempeñarse. El vecino que compró los telares los adquirió cada uno en 60 pesos de la época y eran de segunda mano y de 10 los más pequeños y los instaló en su casa. No había electricidad en el pueblo y el agua, elementos necesarios para el proceso de lavado y teñido de los hilos eran escasos6. Entusiasmó con su proyecto a otros 5 jóvenes del pueblo, los cuales ayudaron en la instalación de los telares y su manejo, constituyéndose así en el primer grupo de tejedores del pueblo. Este primer taller produce saltillos (sarape pequeño) se tejían 12 piezas diarias (4 por cada telar) pagadas a 4 pesos al momento de ser entregados a un español, don José Rodríguez,7 actualmente propietario de “Hilados San José” en Santa Ana Chiautempan. Este comerciante (J. Rodríguez) entregaba los hilos a los tejedores de la época más molotes, tintas y lanzaderas —y al entregar éstos los saltillos— el proveedor “le hacía la cuenta”, vale decir, descontaba el costo del material suministrado, práctica que aún la desarrollan algunos artesanos del pueblo. Esta lógica comercial obligaba al tejedor a entregar su producción únicamente a este proveedor quien fijaba los precios y la demanda. El transporte de la producción era en bicicletas o en burros (demorándose cerca de dos horas) a 6. En 1950, no todos los hilos eran de colores, se debían teñir, para ello eran sumergidos en tinas con tintas. 7. Los nombres de las personas mencionadas en el artículo han sido cambiados para garantizar su anonimato. Santa Ana, pues no había caminos expeditos y por tanto medios de movilización que llegaran al pueblo. Los telares de este primer taller fueron utilizados por 10 años y el dueño los vendió a otro vecino del pueblo y compró nuevamente en Contla, único lugar donde había “formapalos” denominación de la época para los constructores de estos aparatos. Las impresiones que causa el inicio de la actividad textil en los otros vecinos fueron de incredulidad respecto a su aplicación y resultados. Un ex presidente Municipal en 1980 y que a los 13 años, le correspondió desempeñarse como canillero (hacía las canillas, madejas de lanas) en el primer taller del pueblo recuerda que la gente grande al momento de la llegada de los telares; “veía con malos ojos esta actividad. Habían estado siempre vinculados al campo, la leña, el carbón y el pulque y no se conocían más cosas”. Los mayores, les decían a los tejedores; “bueno, si ustedes van a ganar dinero y no van a ir a trabajar al campo, a ver si al rato comen tacos de billetes.” No obstante, los telares de madera permitían la mantención de un grupo familiar de 5 personas, se recuerda que con un telar en 1958 era posible hacer 2 saltillos (sarape pequeño) diarios solo dedicándole un “rato de trabajo”, por tal concepto se le pagaban 6 pesos (3 pesos por saltillo) y no era posible tejer más que esta cantidad, pues había que dedicarse también a la agricultura. Entonces, la quincena, en estas condiciones; era de 50 o 60 pesos aproximadamente. En este primer taller aprendieron el oficio unos 30 hombres del pueblo, quienes posteriormente se dedicaron a la actividad. Para 1963 los cálculos indicaban que cerca de 40 familias se dedicaban exclusivamente al tejido y como tal percibían por concepto de este trabajo sus mayores ingresos económicos. Las primeras producciones del pueblo eran compradas en Santa Ana Chiaumtempan además por Enrique Temoztle, cuñado de José Rodriguez, quienes conformaban una sociedad comercial que vendía la producción a otros mercados (México, Puebla y Apizaco) mediante “promotores” que recorrían estos lugares entregando los tejidos. El saltillo era la pieza más confeccionada y su uso según recuerdan los vecinos era para “ decoración, mantel, sobrecama, o algún lujo para algún mueble”. Entre la instalación de los primero telares en 1950 y la década de 1970 se consolidó la actividad económica del taller de textiles, en términos de cantidad de sujetos dedicados a ellos. Sin embargo, seguía existiendo una dependencia de los insumos que eran controlados por los compradores de los pueblos vecinos. A ello, debe agregarse que el traslado era engorroso por las condiciones camineras, sin embargo pese a ésto se continuó con la actividad. Rodolfo Cuamatzi fue el 11 12 primer vecino que lleva un carro al pueblo en 1954 y efectuaba recorridos por las barrancas aledañas y colaboraba en el transporte de tejidos. Ya en los años 70 prácticamente todas las casas del pueblo tenían telares de madera. Respecto a esta última fecha existe coincidencia por parte de los vecinos en reconocer un cambio en el pueblo, “ya el pueblo deja de ser leñero y raspador de pulque”. La consolidación de la actividad textil para los vecinos, representó además un elemento altamente simbólico que guarda una relación con una vecindad conflictuada con Contla, que se remitía a disputas por tierras en los años 40. En ese marco muchos de los habitantes, sintieron que este cambio los asemejaba a sus vecinos de Contla, dado que estos últimos poseían una larga tradición y reconocimiento por la calidad de sus tejidos. Esta percepción de cambio y transformación se consolidó definitivamente en 1978 con la llegada al pueblo de los telares eléctricos, los cuales son conocidos como; “telares de poder”. El primer vecino en instalarlos es un vecino de apellido Reyes y los adquirió usados en Santa Ana, luego hace lo mismo un tal Juárez y Galicia. Se contaba con electricidad para ese entonces y la demanda requería de aumento de producción, lo que obligaba a contar con estas máquinas cuya ventaja principal es el mayor volumen de producción respecto al telar manual. En 1981 se inauguró la escuela secundaria del pueblo la cual, junto con posibilitar la educación de los jóvenes, se constituiría en un elemento de apoyo a la consolidación de este proceso de cambio e industrialización textil. Esta fecha es recordada, por cuanto llegan al pueblo a estudiar, jóvenes provenientes de lugares como Contla, Tlachco, San Pablo, Santa Ana Chiaumtempan y son los padres de estos alumnos foráneos que motivan a los vecinos, a cambiar el telar manual por los de poder dada la experiencia que ya poseían del rubro textil. Las reuniones de padres, fueron las instancias de socialización donde se establecían contactos comerciales, de ahí que los vecinos refieran que “comienza a abrírseles el mundo”. Se establecieron relaciones sociales que redituaron en que los hombres del pueblo, se dedicaran al rubro, conscientes de contar con algún amigo o compadre que conocía la actividad y garantizaba resultados. Otro elemento que surge con la llegada de los telares de poder, es el rol que comienza a desempeñar la mujer en esta actividad, toda vez que adquiere un papel definido en el proceso textil, como es la confección de los molotes. Actividad que antes desarrollaba generalmente el hombre. Las “moloteras” eléctricas posibilitaban mayor rapidez respecto a la redina (artefacto manual para enrollar hilos) y su operación demandaba menos esfuerzo físico por parte de la operadora. Actualmente se señala; “es solo de vigilar la máquina”. Las moloteras permitían contar con mas tiempo y por ende dedicarlo a otras actividades de la casa. Además de molotear las mujeres deshebran, desempacan y empacan y son ayudadas por los hijos menores en esta función. MÁQUINAS 3 LAS DE TELAR Y LOS TEJIDOS EN EL PUEBLO Genéricamente las máquinas de telar se dividen en tres grupos (1) de lanzadera, (2) sin lanzadera y (3) telares de genero de punto. En cuanto a la generación de su energía se dividen en manuales (“de madera o pedal”) y los poder alimentados por una fuente de (“energía eléctrica o a combustión”). En los talleres del pueblo se encuentran ambas infraestructuras productivas, y de hecho muchas de estas máquinas e instalaciones no se encuentran catastradas y por ende no participan de las cifras oficiales básicamente por razones tributarias. Es posible contabilizarlos por medio de información de vecinos, pero muchos propietarios de estos talleres niegan su existencia, señalando que poseen dichas máquinas, no obstante no serían utilizadas productivamente. Las viviendas con patios extensos y de una sola entrada, posibilitan la autoconstrucción de talleres generalmente al fondo del conjunto habitacional prácticamente invisibles para el observador externo. La maquinaria de poder de algunos de estos talleres es de desecho, empero estar regulada esta materia por una normativa sobre el particular. Existen talleres que cuentan con ambas infraestructuras (poder y manual) como un complemento imprescindible. Ello dado que la misma prenda se puede confeccionar con ambos telares, pero la diferencia radica en que el telar manual permite el diseño y por ende tejer todo tipo de figuras (dependiendo de la habilidad del tejedor) lo cual con un telar de poder no es posible. Solo instalándole a estas últimas máquinas, complejos y caros sistemas de adaptación al tejido, es posible realizarlo. Tal inversión no existe en la actualidad en el pueblo. 13 3. Telares manuales 1 Los telares elaborados en madera de pino reemplazan con el pedal, la fuerza que genera un motor en los “de poder”. Son los manuales de distintas dimensiones lo que guarda relación con el tamaño de la prenda a confeccionar. Son igualmente llamados, “de pedal” y ”de madera.” Su funcionamiento es mecánico en cuanto a su lógica de operación, pues permiten sostener y tensar hilos de una urdidumbre, previamente enrollada lo que 3. Telares de poder 2 14 posibilita un tramado. La diferencia con los de poder es su velocidad dado que la fuerza motriz es humana y comparativamente, son más lentos que los eléctricos. No obstante no los desplaza, pues es imprescindible para el diseño de tejidos donde el artesano a petición del comprador, puede dar cumplimiento a las exigencias en tal sentido. Dependiendo del cuidado y mantención, los telares de pedal pueden durar sobre 30 años y más. Para ello se impregna la madera con petróleo diesel para evitar la polilla de la madera. Los telares de poder que se emplean en el pueblo, son en un 100 % de los casos de segunda mano, provienen de EE.UU. y datan de la década del 30. Su uso hace necesario continuos trabajos de reparación y mantenimiento a sus propietarios por lo que hay que contar con una persona para realizar estas tareas ante un desperfecto. Estos, denominados “correiteros”, se encuentran en San Bernardino Contla. La mayoría de estos telares cuentan con un motor eléctrico de 1.5 HP que genera la energía para poner en movimiento una rueda dentada conocida como la “Catarina” de donde emana la fuerza que provee al cigüeñal el movimiento al telar. Varían según modelos de fabricación y de ahí sus características para determinados tipos de tejidos. Este tipo de máquinas experimenta constantes cambios tecnológicos, los cuales no necesariamente aplican para el tipo de tejido que se produce en la localidad. Por ejemplo, el uso de película (rollo de cinta transparente con agujeros que posibilitan el diseño) es utilizado por telares fabricados entre 1946 y 1950. Este tipo de telar, es considerado rápido, de 130 golpes por minuto, lo cual se traduce en 70 piezas de sarapes cada 6 horas de trabajo y sólo contados talleres en el pueblo cuentan con ellos. Desde 1999 a la fecha se utiliza en pueblos vecinos el diseño computacional, técnica no utilizada por sus costos en San Felipe. El diseño a través de películas fue precedido por cadenas o rodajas, ésta ultima maquinaria es la que se cuenta mayoritariamente en el pueblo y es la tecnología más básica. Para el tipo de prenda que se produce en San Felipe, las máquinas fabricadas posterior a 1976 no sirven dado que no dejan orilla en el sarape, pues poseen un sistema de “remetedor”, que deja la prenda “bolsuda” y por ende imposible de darle forma al tejido en la presentación requerida 8. 3. Descripción 3 general del tejido de un sarape: prenda de mayor producción El sarape es una manta, prenda de 1.95 mts de largo por 1.40 mts de ancho, también llamada por los tejedores del pueblo “cobija” y es confeccionada en telar sea este manual o de poder. El primer procedimiento es convertir los conos de acrílicos en molotes, (rollos de hilos de medio kg), acción que desarrolla la “molotera” (máquina eléctrica) mediante la intervención de una operadora, generalmente una mujer (de 1 cono de acrílico de 1,5 Kg y de medida 2.5 mm salen 100 molotes)9. Como segundo paso se traspasan los molotes a la lanzadera, acción que se desarrolla durante el transcurso del tejido por parte del tejedor en forma manual. Luego sobre una base de 8. Las últimas de esta serie de 1972, de la compañía Driper, con película, permite dejar orilla en la prenda, no obstante, existen pocos talleres con este modelo. El telar mas utilizado en la zona son los modelos Crompton en las variedades W2, W3, C4, C6 y C8. A ellos se les agrega el modelo pig-pig, también de Crompton. W2:para trabajarse en telas lisas. Siendo de poder manual en cuanto a su operación o a baterías. W3: es más completo tiene 4 cambios de color, viene automático para el terminado de la trama C4:Telar electrónico que tiene foto celdas que detecta el terminado de la trama de la canilla, se le llama automático porque traen una caja de control eléctrico más controlada. C8: Modelos que hacen tejidos especiales. 9. Esta molotera enrolla los hilos en unas tomas que giran a alta velocidad y al llegar a cierta medida deben ser extraídos ya como molotes por el operador e intercalar otra hebra para continuar el proceso de enrollamiento del hilo. 15 hilos, generalmente blancos, de dos metros de largo se va conformando la urdidumbre, acción resultante del paso de las lanzaderas. Las veces que la lanzadera corre sobre los “hilos base” se denominan luchas. (En una pulgada de tejido entran 15 luchas) Los bastidores del telar cumplen la función de apretar las luchas mediante un movimiento mecánico de subida y bajada. En el ínter el tejedor vigila que las luchas queden entrelazadas en forma consistente, para finalizar una vez lograda la medida de la prenda y ser cortada manualmente. Los colores de la cobija están determinados por los hilos que con los cuales se teje el sarape. 3. Clasificación de 4 la actividad textil en la localidad Es posible clasificar la actividad textil según la dimensión de su producción y la propiedad de la infraestructura productiva. En las primeras tres es posible clasificarlas en lo denominaremos más adelante como; “talleres textiles de producción familiar” en tanto que una de ellas escapa a esta categorización y constituye una categoría propia, como es la de ser un gran taller o pequeña fabrica. Se encuentran; (A) artesanos independientes, (B) taller individual,(C) pequeño taller familiar y (d) el gran taller o pequeña fabrica. A.- artesano independiente Las personas denominadas así son de hecho tejedores asalariados. Es quien trabaja en “casa ajena”, como tal rota en los distintos talleres del pueblo. Posee experiencia como tejedor adquirida en la misma localidad e incluso maneja aspectos técnicos del telar que posibilitan su mantenimiento y reparación en algunos casos, mas no cuenta con telar propio. Cumple entonces un horario de producción y se le remunera semanalmente por parte del propietario. Entre él y el propietario media una relación contractual de palabra y por ende no esta sujeta esta relación a las formalidades exigidas por las autoridades laborales. El mecanismo de control de la producción de este tejedor es a través de un cuaderno, que éste firma diariamente. No conoce los aspectos vinculados a la comercialización del producto, toda vez que este papel lo desempeña el propietario del telar. B.- taller individual Es aquella infraestructura productiva compuesta por uno o dos telares. La propiedad de las máquinas es de quien la utiliza y opera bajo la modalidad de 17 “sobre pedido”, mantiene contacto con un comprador quien junto con adquirir la producción entrega parte de los insumos. No posee capital significativo, maneja aspectos técnicos de reparación y mantenimiento de las máquinas, puede en ocasiones (por deterioro o reparación de sus telares) constituirse en la categoría de artesano independiente y conoce la cadena de comercialización en el ámbito primario que se expresa en la entrega del producto una finalizado al comprador. Colaboran en la actividad algún miembro del grupo familiar, generalmente la mujer o un hijo del propietario, su producción es discontinua y las máquina son entendidas como de propiedad del jefe de hogar que las opera habitualmente. C.- pequeño taller o familiar 18 Es la infraestructura productiva compuesta entre dos y cinco telares, (manuales y de poder) opera por sobre pedido y también cuenta con existencia para entregar dependiendo de la demanda extra local, busca poder comprador para su producción cuando tiene producto que no fue fabricado para surtir un pedido. La propiedad de la maquinaria es nominalmente del jefe de hogar, no obstante se asume por el resto del grupo familiar como un bien de la familia, por cuanto participan de su operación y ganancias. Uno o más de los tejedores conoce los aspectos técnicos de las máquinas y poseen el capital necesario para contratar según sea el caso, “correiteros.” Además cuenta con los recursos para la adquisición de insumos y junto a los artesanos siempre opera en esta unidad un miembro de la familia del propietario que actúa como supervisor o encargado del pedido. Los ingresos económicos percibidos, se destinan tanto para la mantención del grupo como para la adquisición de bienes de capital. Manejan los aspectos vinculados a la comercialización, no obstante, no cuentan con apoyo contable y de mercadeo. D.- gran taller o pequeña fábrica Dichos talleres cuentan entre 5 y 10 telares. Poseen capital para insumos e imprevistos, cuentan con existencia de productos terminados y no operan bajo la modalidad de sobre pedido. Además, poseen espacio para el almacenamiento y la infraestructura p roductiva. Cuenta con tejedores asalariados y técnicos propios para su mantención y los propietarios poseen medios de transporte y contratos con establecimientos nacionales o extranjeros. Manejan los aspectos vinculados a la comercialización y cuentan con apoyo contable y de mercadotecnia. Los propietarios realizan viajes principalmente al Distrito Federal, Mazatlán, Cancún o las fronteras del norte donde cuentan con los contactos para la compra de sus productos. 3. Precios y redes 5 de comercialización El tejedor percibe en la actualidad 400 pesos a la semana. En el caso del sarape un buen tejedor puede sacar 50 piezas en una jornada de 11 horas10 y por cada pieza se le paga 2.00 esto en Es posible encontrar a los talleres individuales y los pequeños talleres o familiares, (categorías b y c) para efectos de nuestra clasificación adscritas o adosadas a la vivienda del propietario de dicha infraestructura productiva. Para el caso del (d) gran taller o pequeña fabrica, se ubica por razones de tamaño en dependencias externas a la vivienda del propietario en las denominadas “naves”. términos ideales, pues la producción no es constante básicamente por las temporadas y los ritmos que impone el comprador. En algunos talleres se paga 0.50 centavos más al tejedor en aquellos pedidos grandes. Los propietarios del taller individual 19 (b) y del pequeño taller familiar (c) se concentran respecto a la entrega de producción en tres centros de comercialización; Contla, San Pablo Apetatitlan y Santa Ana Chiautempan respectivamente. Al mes de mayo del 2002, los precios del sarape bordeaban los 30 pesos al menudeo en el pueblo. Sin embargo, debe señalarse que es raro que acuda algún comprador de esta modalidad. El costo total de la pieza es de 20.5 pesos. De esta cifra, 17 pesos corresponden a los insumos, (hilos, transportes y electricidad) donde el porcentaje más significativo de estos 17 pesos recae en los hilos. A ello debe agregarse el Cuadro 20 3 costo del tejedor que en los pedidos grandes cobra 2.5 pesos por sarape tejido. Una vez embalados los sarapes por las mujeres principalmente, se debe trasladar los paquetes de 80 piezas a Contla u otro centro comprador. En este transporte se calcula 1 peso por pieza aproximadamente considerando como medio una camioneta. En síntesis el costo total del sarape es de 20.5 pesos. En Contla se paga 23 pesos por esta pieza puesta en el negocio del comprador. La ganancia para el productor es de 2.5 pesos por cobija. A esta ganancia se debe considerar otro elemento, que es el peso del sarape (p/s) que determina en parte si Relación Costo Beneficio de un Sarape producido en San Felipe 10. Trabajando el lunes 4 horas, martes a viernes, todo el día. estos 2.50 pesos son íntegramente del productor textil. De no controlar el peso la ganancia será de 1 peso por prenda. La ecuación antes mencionada se ejemplifica en la expresión de los tejedores; “si pesa mas la cobija se gana menos y si pesa menos se gana más”. La cobija de un (1) Kg. cuesta 17 pesos, no obstante, si pesa 900 grs se “le está ganando” 1 peso al costo del material lo cual hace que el productor vele por este factor durante el tejido. (p/s) = (+Kg por cobija = - $) (- Kg por cobija =+$) En lo que son los costos de un sarape, (20.5 pesos) expresados porcentualmente; los insumos básicos, hilos y electricidad son los que concentran un 83 % en tanto que la mano de obra, bordea el 18 % y el restante 5 % es concepto de transporte a Contla. La ganancia de 2.50 puede ser incrementada mediante dos vías. Por un lado, el tejedor puede abaratar los costos recurriendo a que uno o más de los integrantes de la familiar realicen el trabajo y evitar la contratación del tejedor. También puede abaratar el transporte de la producción, para ello se recurre a las combis o algún familiar o amigo con transporte que viaje al lugar de venta. Actualmente los pequeños talleres familiares (c) y el gran taller o pequeña fabrica (d) entregan la producción en San Ana Chiaumtempan, siendo el comprador más requerido don José Torres (español) propietario de textiles la Providencia y Jaime Mejías de la fabrica de cobertores Santa Alicia. Ambos indistintamente compran y venden la producción a distintos mercados del mundo. De pueblo dos productores entregan a la cadena Waltmart. Esta cadena internacional vende en sus supermercados a USD 3.95 la pieza, la cual ha sido vendida a éstos en 23 pesos mexicanos, unos USD 2.95. El sarape es utilizado por el usuario de estos mercados internacionales como una prenda desechable, para la playa, cubrir asientos por citar algunas funciones. Algunos (c) pequeños talleres familiares venden en distintas zonas turísticas del país, en una suerte de menudeo a 21 pequeñas tiendas. Para ello hacen giras de entre 7 y 10 días con 600 piezas en algún vehículo rentado o a medias con otro taller y donde intercalan a la producción de los sarapes otro tipo de tejidos (cobertores y manteles) adquiridos en Puebla principalmente, que no es posible clasificarlos como artesanales, a pesar que el comprador externo supone lo contrario. Es el caso de un tipo de cobertor fabricado en Puebla que cuenta con una alta demanda en la zona de Mazatlán y alrededores. Los ingresos económicos provenientes de la actividad, se encuentran en la actualidad disminuidos principalmente por la escasa demanda del 4 22 mercado internacional, después de los eventos del 11 de septiembre, lo que redunda en que los compradores condicionen a determinadas fechas montos de producción y precios. No obstante esta situación no ha mermado las fiestas comunales donde se gastaron aproximadamente 200.000 pesos en la ultima que se realizó que constituyó una de las inversiones mas fuertes en esta materia en los últimos 5 años. Cabe precisar que en la actualidad, los actuales 4 fiscales del pueblo, se encuentran vinculados a la actividad textil, como propietarios de pequeños talleres familiares. DESCRIPCIÓN DE UNIDAD ECONÓMICA: ESTUDIO DE UN CASO Describiremos el caso de un tejedor y propietario de un taller familiar (Rogelio Cuamatzi) En primer lugar, definir que la “propiedad” es entendida como un derecho familiar fundamentado en la operación y decisión sobre la infraestructura por todos, o casi todos los miembros de la familia. Para este caso en particular la propiedad es del hombre jefe de hogar y sus 3 hijos hombres que trabajan en dicho taller. El “tamaño del taller familiar depende fundamentalmente de la constitución del grupo familiar o doméstico y de sus posibilidades económicas para incorporar trabajo no familiar” (Castillo, 1991:143) Este taller en determinados momentos ha incorporado sujetos externos al grupo familiar, los cuales provienen del mismo pueblo, debido a demandas de producción. 4. Espacios, 1 estructuras y funcionamiento del taller El patio de la vivienda, para el caso de don Rogelio constituye el lugar donde confluyen cada una de las 4 secciones que participan del proceso productivo, que hemos denominado respectivamente; 1) Área del Taller, 2) Molotera, mesa y almacenamiento de cobijas, 3) Telar manual y 4) Área de secado y tendido. 1).- El taller en esta unidad familiar es el que ocupa mayor espacio del total de superficie del conjunto habitacional, 12 mts2 (4 metros de largo por 3 de ancho) y parte de éste fue adaptado para tales efectos, es así que en el patio, se construyó una plataforma de cemento, que permite sean empotrados los 4 telares de poder. (Crompton W2) Cuenta con instalaciones de electricidad para cada una de las máquinas, como así también bancos de herramientas. Se encuentra techado desde donde cuelgan jergas para la protección de la infraestructura. La iluminación de esta área es natural, pese a que cuenta con focos sobre cada uno de los telares, éstos son de baja intensidad y solo operan cuando producto de la demanda, deben contratar tejedores independientes, para que trabajen en la noche en lo que ellos llaman el tercer turno. Los tejedores operan de pie las máquinas y no cuentan con audífonos de protección, pese al sonido de los telares que impide prácticamente todo dialogo entre ellos. Existen una serie de gestos, que permiten entenderse entre los tejedores cuando requieren de alguna pieza o material. Un aparato de radio se encuentra constantemente funcionando a un alto volumen en esta sección. La practica del tejedor permite en este ambiente diagnosticar cuando el telar produce algún sonido particular que revela su mal funcionamiento, específicamente lo que ellos denominan “problemas de sincronización”, que de suceder detiene el telar por más de una hora. El espacio que media entre cada telar es de metro y medio aproximadamente y se encuentran ubicados de manera tal que los tejedores específicamente hombres miran hacia una sola dirección, en este caso; cada tejedor ve la espalda de su compañero de trabajo. Al lado de cada telar se encuentras los molotes ya preparados, en bolsas de polietileno, para ser insertados en las respectivas lanzaderas. El hijo mayor de don Rogelio, quien teje la mayor parte del tiempo, se dedica además a supervisar el trabajo de los otros tejedores, revisa los distintos 23 telares y vela por su funcionamiento. Los tejedores operan en turnos que comienzan a las 6 de la mañana, (1 hora de comida de las 10 a las 11 hrs) y terminan a las 18 hrs. Si son sujetos externos al grupo familiar no comen en la casa. No se detiene la producción cuando uno de los familiares debe comer, pues se turnan para estos efectos. Los sábados se trabaja y domingo se detiene la actividad, a excepción que tengan un pedido que deba ser entregado. 2).- Existe una segunda área donde está la molotera, la mesa de trabajo y el lugar en el cual se almacenan los sarapes en paquetes de 12 piezas. Aquí trabajan las 2 nueras de don Rogelio desempacando las bolsas, Cuadro 24 4 confeccionando molotes y empaquetando los productos. Está techado y con piso de cemento. La molotera es eléctrica y cuenta con 6 tomas y en esta actividad colabora a las mujeres el hijo menor de don Rogelio de 15 años. Al costado de esta máquina se encuentran las bolsas para su almacenamiento, mismas que son reutilizadas, pues originalmente en ellas viene embalado el hilo. Los conos de cartón donde venia el hilo, se almacenan en esta misma sección y luego se utilizan en prender fuego para el temascal o el fogón. Esta máquina (molotera) debe estar en constante operación para tener suficiente molotes que luego son trasladados al área del taller para alimentar las lanzaderas. Las mujeres en Espacios, estructuras y funcionamiento del taller los momentos que los telares no se encuentra en operación, trabajan la molotera para contar con una suficiente reserva de molotes que no detenga la producción. 3).- Frente a esta área a unos 4 metros, se encuentra el telar de madera en un cuarto pequeño, que sirve tam- bién para almacenar piezas mecánicas de los telares de poder y (4).El área de tendido colinda con las habitaciones del grupo familiar donde se cuenta además con mesones de trabajo dedicados principalmente al doblado y empaque de las prendas. Conclusiones Este pueblo náhuatl de la Malinche, compatibiliza la producción de textiles de hace 50 años con otras actividades productivas tradicionales y cuya organización social y productiva ha experimentado cambios como resultante de este cambio social. Este cambio en su dinámica económica y social como consecuencia de la llegada de los telares en 1953 a la localidad es advertido por sus habitantes, quienes reconocen en esta fecha el inicio de una transformación local. La actual actividad del telar fue propiciada en parte por su vecindad con Contla donde esta localidad (según refieren investigaciones arqueológicas) la ha ejercido desde tiempos prehispánicos por la mujer en telares de cintura. Sin embargo destaca que solo fuera en estos últimos años que el pueblo en estudio la haya asumido y desarrollado, permitiendo conocer algunos aspectos del proceso de expansión que permitió este fenómeno. Cabe considerar los procesos de industrialización del área que han incidido en la adaptación de nuevos roles por parte de sus habitantes propiciando una transformación de lo que habitualmente se observó a principios de siglo y mediados de éste en el sector rural del estado de Tlaxcala. A ello debe agregarse que fue posible el crecimiento de la actividad textil gracias a coyunturas particulares, tales como existencia de lana, mejoramiento de caminos y comunicaciones, vecindad con centros textileros y la instalación de infraestructura educativa que sirvió de agencia de socialización para este tipo de actividad comercial en 1981. Las condiciones de adversidad durante la fase de “llegada del los telares” no impidieron a los sujetos desarrollar estrategias de capitalización en torno a la actividad textil. Por el contrario, puede ser entendido como un aliciente para consumarlas a partir de la observación de modelos externos exitosos en realidades vecinas como en Contla. La complementariedad 25 entre máquinas de distinto tipo y características y los déficit de capacitación tecnológica sobre estas herramientas permiten suponer prácticas productivas donde ha primado la capacidad local. Ello además ha contribuido a particularizar la producción y hacerla identificable en un contexto cada vez más homogeneizante respecto a variedades de tejidos. En tanto las estrategias de comercialización de los productores buscan extenderse a mercados internacionales, lo cual juega un rol distinto al suponer que las micro empresas habitualmente solo satisfacen demanda local. Destaca además que las unidades familiares juegan el rol de unidades productivas caracterizadas por el aporte de cada uno de sus integrantes en funciones claramente establecidas y asumidas. Los telares permitieron la definición del rol de la mujer en el proceso productivo, siendo ésta clave en cuanto a la operación de ciertas máquinas que posibilitan conciliar la actividad productiva con otras. La producción textil a contribuido con nuevas dinámicas en los sistemas sociales y religiosos del pueblo, fortaleciendo la participación en estos de sujetos vinculados al rubro. Las exigencias del mercado generan en los productores formas novedosas de enfrentar estos procesos productivos y renuevan los tradicionales enfoques dicotómicos de campo —ciudad que prevalecieron en estudios sobre el particular. Los talleres familiares textiles constituyen en algunos casos una expresión no registrada en los indicadores oficiales y ello guarda relación con procesos de profunda vinculación entre el espacio familiar y el productivo cuyo ejercicio es de larga data en el sector rural de México y una de sus expresiones más visible la constituye en este caso los talleres familiares textiles. Bibliografía: Castillo, Dídimo; El taller familiar y el capital. Mitos sobre el sector informal y el trabajo por cuenta propia en Alba González; Historia de la producción textil en Tlaxcala, México, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad Iberoamericana, 1991. González, Alba; (comp.) Historia de la producción textil en Tlaxcala, México, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad Iberoamericana, 1991. Robichaux, David; Cambio y Continuidad en un Proceso de Industrialización: Estructura y Organización Domésticas en un Proceso de Industrialización en Tlaxcala en La familia: Naturaleza amalgamada, 26 Centro Universitario de Estudios para la Familia, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 2000.