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El lenguaje no oficial
Marcelo Meléndez Peñaranda*
Corporación Universitaria Unitec
l presente artículo se realizó como avance en el proceso de investigación
llevado a cabo en la Corporación Universitaria Unitec, en el Programa
de Diseño y Producción Gráfica, bajo el título “Análisis retórico del
grafiti bogotano.” El propósito de la presente valoración consistió en la
reciprocidad del concepto contracultura como denominación de género, en
un contexto de marginalidad y oposición con los valores formales dictados
en la complejidad epigráfica del grafiti, determinados estos en la ciudad
de Bogotá. Para ello, fue primordial el referente histórico que nace en los
años sesenta como actitud contra-hegemónica en los Estados Unidos y el
cómo esta naturaleza predetermina en su lectura las propuestas y lecturas
gráficas en los escritores urbanos capitalinos. Se dio relevancia al valor
comparativo de lenguajes y estructuras que formalmente presentan los
grafitis en su estética y práctica narrativa, dada la variedad temática en
las diferentes localidades de la ciudad.
Como método, la comparativa entre grupos abordó las definiciones de
tendencia y estilo que desde la composición, color, formatos y técnicas
deciden la caracterización de las zonas en donde se elaboran estas obras,
entendiendo la autoría anónima como tendencia contestataria en franjas
urbanas y la oficialidad en otros grupos como antecedente de construcción
social. El tipo de estudio descriptivo permitió la apreciación de elementos
representativos e interpretativos en todas las muestras seleccionadas;
estableció también el carácter de discurso, forma, originalidad y la
autenticidad que como valor histórico y plástico define al grafiti.
[Palabras claves: Contracultura, hegemonías,
expresión, grafiti, plástica, gráfica, ilegalidad.]
I
Oposición y contracultura
Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre,
y del hombre al cerdo, y, nuevamente, del cerdo al hombre,
pero ya era imposible distinguir quien era quien...
—George Orwell
El concepto contracultura surge en los Estados Unidos
a mediados de los años sesenta, principalmente en
la juventud. Objeta todo valor social y modo de vida
establecido, determinando valores y alternativas de vida
menos predeterminadas como el pacifismo (filosofía
radicada en el respeto a los otros), la convivencia en
comunas, el retorno a la naturaleza, el amor libre, la
novedad de la espiritualidad oriental y un consumo frugal
de los psicotrópicos, el llamado estado sicodélico de la
mente. En un sentido, puede definirse como una ofensiva
contra la cultura oficial de la década; puede hablarse de
“cultura a la contra” que permanece en su concepción al
*Maestro en Bellas Artes de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Docenteinvestigador del programa de Diseño y Producción Gráfica de la Corporación
Universitaria Unitec. Correo electrónico: mmelendez@unitec.edu.co
86
Vestigium, 3, (2). Julio - diciembre de 2007, pp. 86-91.
© Corporación Universitaria Unitec, 2007
margen del mercado y los medios de formación de masas,
en buen término antropológico, la hoy definida cultura
underground.
El lenguaje no oficial
Los protagonistas de tal insurrección cultural fueron los
denominados
beatniks, siendo estos William S. Burroughs,
1
Allen Ginsberg y Jack Kerouac, gestores de una identidad
inconformista, la que más tarde estructurará los cimientos
del movimiento hippie en los años sesenta. A finales de
dicha década, Timothy Leary, Ken Kesey, Alan Watts y
la resistencia, generalmente vista, no es un concepto
inseparable a una u otras razas, a uno u otros grupos
humanos; es más bien, en palabras de Davis, “el resultado
del instinto de preservar los valores culturales, materiales
e ideológicos ante la confluencia de culturas foráneas en
un espacio establecido.”4
Norman O. Brown, entre otros, desarrollaron el discurso
contracultural, convirtiéndose en líderes incuestionables
de este pensamiento.2 Paralelo a este momento, la música
pop de la época no se concibe sin esta trama intelectual;
buen ejemplo de ello es la cantante de blues Janis Joplin, el
símbolo femenino por excelencia en la contracultura de los
años 60. Otros artistas, como Jimi Hendrix y Jim Morrison,
fueron sublimados como íconos del movimiento, inclusive
mártires espirituales de su época. Surge, también paralelo
a este circuito, el grafiti, que como herramienta plástica
propone la resistencia al academicismo y la formalidad
estética de la época.
Hoy en día se puede definir a la contracultura como la
manifestación que se generó como opción y, en su
La contracultura confronta estamentos y códigos de la
cultura oficial. A su vez, Armando Silva, centrándose
en un análisis sistemático del fenómeno contracultural,
señala que una contracultura es una subcultura, ya que
presenta códigos propios y en ocasiones estructuras que
“quebrantan” la principal escala de valores de la cultura
dominante y en secuela algunos entes institucionales (sean
sociales, políticos, académicos, económicos, militares,
etc.). Los elementos que definen una contracultura, como
la autogestión, la independencia, la espontaneidad, la
horizontalidad y la auto educación, son una característica
y una potencialidad de la cultura urbana en Bogotá. Ella
constituye un accionar sociopolítico y cultural que nace
desde razones e identidades sociales.
marginalidad, como añadidura de la cultura preponderante,
colectivamente preservada y endosada por reducidos
grupos sociales, los cuales en su momento han sido
absorbidos por el sistema, que los mimetiza convirtiéndolos
en formas inofensivas (domesticación cultural).
El
argumento
de
lo
contra-hegemónico
y
En el propio marco activista, los anteriores elementos
encajan apropiadamente en declaraciones consolidadas
como el grafiti que, como escritura, se instala en el
espacio público. Cuando señalamos espacio público
estamos trazando no sólo la calle como primer formato de
los
cuestionamientos críticos no es un contexto exclusivo
de nuestra época, sin embargo, no por eso dejan de
ser significativas las diferencias, tanto en forma como
en contenido, entre los movimientos sociales de los
años sesenta y lo que en la actualidad se traza bajo la
concepción de movimiento o contracultura urbana.
La denominada contracultura es cultura de resistencia a
los valores de la sociedad imperiosa. Según las palabras
de Pierre-Charles, “la resistencia está muy vinculada a la
historia del individuo que lucha por no ser subordinado
radicalmente a una cultura ajena, no sólo desde el punto
de vista particular sino también desde el punto de vista
oficial hasta alcanzar su autonomía y reafirmación.”3
Este esquema decide dos factores importantes para la
estimación de la resistencia cultural: la condición étnica
y la condición de clase. Ello apunta a que la contracultura
existe siempre en el contexto de sistemas culturales
determinados por la relación dominante-dominado (lucha
hegemónica). De ser así, debe considerarse el componente
generacional en el análisis de la contracultura, pues entre
los componentes presentes en la cultura urbana hip-hop
de la ciudad de Bogotá en su conjunto, lo racial o étnico es
casi inexistente, no así la condición social y la resistencia
juvenil al adulto-centrismo. Asimismo, cabe señalar que
87
manifestación; también lo son los baños públicos, los muros
(...) es toda una continuación de pensamiento y
de entidades oficiales o, en su instancia más elemental,
expresión cultural, familiarmente juvenil y colectiva,
los pupitres y paredes de las universidades y colegios.
que extralimita, resiste, se aparta, se enfrenta o
Éstas son las locaciones comunes al espacio público del
trasciende la cultura institucional. Todo lo institucional
transeúnte cotidiano que no representan responsabilidad
se da a entender como cultura dominante, regida,
o propiedad de uso. El grafiti aquí protagoniza un tipo
adquirida y con permutas para que nada cambie,
de escritura, provocando en consecuencia una actitud en
muchas veces irracional, generalmente contractual,
las funciones ciudadanas previamente asignadas; se hace
deshumanizante, que refuerza al status quo y
trasgresor al inscribirse en fachadas y muros francos con
ahoga, si no es que destruye las posibilidades de una
límites de propiedad.
expresión auténtica entre jóvenes, además de que
estimula la opresión, la represión y la explotación
Si el grafiti, en cambio, se encuentra en sitios absolutamente
por parte de los que ejercen el poder.5
públicos como plazas, cabinas telefónicas, monumentos,
etc., considera adecuado no reconocer propiedades
La contracultura conoce cuánto poder cáustico consigue
comunitarias. En uno y otro caso desconoce las normas
el dogma en un discurso y por tanto su oposición se sitúa
gubernamentales.
en la margen y trata de conservar, de regular sus propios
medios de intervención, precepto urbano denominado lo
El grafiti se define, pues, básicamente anti-institucional,
underground.
aunque no todo grafiti lo sea. Más aún, el solo hecho de
una cierta permisividad por parte de quienes gobiernan
El grafiti referenciado desde la contracultura siempre hace
las cuestiones públicas, le hace perder parte del impulso.
evidente su estado trasgresor, propasado, destructivo,
La contracultura no es el arquetipo de actores idealizando
contestatario y, en el peor de los casos, decorativo. En
o confabulando para combatir un sistema político o
su contexto es éste el valor que compone su esencia: lo
simplemente a ellos mismos; tal estereotipo se ha fijado
infractor. Desde lo legislativo, tal ilegalidad se denomina
con los prejuicios de lo contestatario en la incertidumbre
vandalismo y es una exageración considerando la falta de
política y agite social latinoamericano de las últimas
consecuencias letales que un acto de estos pueda generar.
generaciones. Un movimiento contracultural puede serlo
Tratar de reconocer el grafiti sin su condición de ilegalidad
aun sin que los propios actores lo sepan. Todo aquel o
es negar la condición histórica de la vida como concepto
aquellos en su autonomía que ofrecen algo desde su
urbano y no entender una de sus raíces primordiales de
entorno o modus vivendi enriquecen la cultura popular o
existencia.
social, que es el ámbito inmediato a la percepción social. El
sentido contracultural muestra de una manera consecuente
Ahora, si el discurso entabla la razón y pensamiento contra
o instintiva lo que está mal en una acción desde el propio
lo hegemónico, es la manifestación; y en este caso, desde
individuo, ante un gobierno, ante la sociedad que lo
lo gráfico, el sujeto que caracteriza y moldea lo perceptual
inscribe, ante el escenario hegemónico que lo define; en
y cautivador como acción, el indiscutible atractivo artístico
la contracultura se muestra el desaliento, la parvedad, la
de estas obras pictóricamente hablando, la técnica y
inconformidad o desconcierto, simplemente el no estar de
habilidad de sus autores, el estilo propuesto como escritor
acuerdo. Una manifestación contracultural define recursos
urbano, es pauta que desde la retórica ensambla preceptos
de cuestionamiento, crítica y procedimiento; el individuo
de la morfología y la estética, al lado de doctrinas o del
en su sentir y sentido común colectivo apropia recursos de
marco social que lo valida.
elaboración y conocimiento. A diferencia de lo beligerante,
lo cultural legitima efectos en su misión, desde una
II
película que muestra una realidad individual o colectiva
de una situación o momento, hasta un grafiti en el acto
Morfología en el grafiti
más íntimo de su justificación. En el aspecto formal, la
contracultura reivindica la condición de una naturaleza
En las puertas de este nuevo siglo, en esta descuadernada
que en expresiones de género, como la música, el teatro,
ciudad de Bogotá, en este persistente e insondable
el arte, la literatura, etcétera, manifiesta esa incomodidad
malestar de la cultura (parafraseando a Carlos Soto) y
en lo inminente como realidad.
en el inevitable desencanto del sistema académico, hay
que reconocer en el grafiti la creación de una escritura de
Un
movimiento
contracultural
comienza
como
una
oposición a lo establecido. Según José Agustín Ramírez,
contracultura:
88
ruptura y de trasgresión ante el creciente silencio de los
muros y sus habitantes.
El lenguaje no oficial
Desde la semiología, la cual precisa que toda forma tiene
una cualidad de realismo en cuanto a su representación, la
que involucra la propia forma y su abstracción total de la
misma, el grafiti se estructura también con base en estas
premisas, en un rango de complejidad, las cuales se valoran
por dos factores esenciales: el “valor de abstracción”,
según sea la intencionalidad del escritor, la búsqueda de
estilo o de legibilidad y el “sentido de interpretación” del
espectador. En este caso lo que prima por encima de todo
es la legibilidad o los elementos repetitivos para poder
llegar de una manera más segura al ojo del transeúnte.
Lo hegemónico y la misma incongruencia gubernamental
conceden al grafiti la disposición para ser dado de baja a
corto plazo. El grafiti, en consecuencia, es epigrafía fugaz
y temporal. De todas las expresiones gráficas urbanas, es
ésta la más expuesta a la no permanencia denotando la
fragmentación y desconexión social del propio entorno.6
Al conjunto de circunstancias que hacen factible que un
grafiti en el espacio público sea tapado, tachado, destruido
o borrado, se suma la acción normativa y moralista de
organismos oficiales en campañas concebidas para tal fin
(“Bogotá es de todos, cuídala”) y que no comprometen
al resto de las expresiones ciudadanas. Indiscutiblemente
no a la publicidad y en ocasiones tampoco a la publicidad
política o comercial. De esta manera, el grafiti comparte
su existencia con manifestaciones de todo tipo y género,
no bastando sin embargo tal carácter público para
confundirlos entre sí (oficialismo gráfico).
En cuanto a la relación formal entre grafiti y la variedad de
géneros gráficos en el paisaje urbano, diferentes técnicas
caracterizan y diferencian a ambas escrituras entre sí. El
grafiti propiamente confronta estamentos y códigos de la
cultura oficial y de la intrincada cultura comercial.7
En nada se parecen la actividad del escritor urbano
que trabaja con aerosoles (en forma clandestina y por
lo general de noche) con el trabajo de un pintor de
anuncios publicitarios o con el de una cuadrilla que una
noche cualquiera recorre la ciudad pegando afiches del
lanzamiento de un nuevo producto del mercado o la
expectativa del político de turno.
Pareciera en la metrópoli bogotana que el humor, la
religión, el sexo, la política y el amor son las principales
pautas del inconsciente colectivo del habitante de los
muros citadinos.8 Se añaden a esta lista enunciados sobre
paz y violencia, ecológicos y filosóficos. En todos ellos hay
un claro rechazo de la verdad absoluta y un alto nivel de
decepción ante lo nombrado en temas políticos, la familia,
lo educativo y religioso; de esta manera los mensajes
prohibidos, el tabú, lo socialmente tácito, se hace público
en esos mitos epigráficos del grafiti.
89
son varios los colectivos (excusa2, Pavimento, Objetivo,
Mefistófeles, entre otros) que en concertación con el Distrito
Capital o entidades públicas (jóvenes sin indiferencia, p. e.)
desarrollan un nivel atrayente y decorativo de cuanta pared
y muro desamparado se sitúan en vías principales. De esta
forma, la ciudad9, como medio permeable, no está libre de
la reproducción o la prolongación de los patrones culturales
de unos modelos sociales que en principio critica o censura
con su protesta. Por otra parte, la dimensión del fenómeno
grafiti, y en especial su avasallante desarrollo a manos del
hip-hop, ha generado un merchandising desde diseños en ropa y
accesorios de marca, hasta elementos especializados para
el perfomance del escritor, todo ello con el riesgo de contraer su
inevitable institucionalización; sería entonces este el costo
Semillero Inkultura. Barranquilla, 2007.
de llamar la atención, la retribución por su protagonismo,
en buena parte aquietado en su repercusión mediante el
Bogotá y su amalgama de localidades aprecia la influencia
silencio o la contra información de los
que recibe el grafiti de disciplinas más actuales e
masivos de publicidad).
mass media (medios
institucionalizadas como el diseño gráfico, la ilustración, el
arte o la estética de corrientes foráneas como el free style o el
street art. No es raro encontrarnos, aparte de temáticas, con
alguna de estas estéticas, piezas particulares de escritores
en las que se perciben modelos de estas disciplinas,
disipándose cada vez más la identidad, en algunos casos,
del original diseño de letras y expresiones propias del grafiti
tradicional. No es extraño, entonces, observar elementos
geométricos y formas poligonales, obras a sólo dos colores,
recursos tipográficos, etcétera, en obras de escritores en
las que lo que se supone es el factor principal del grafiti, el
nombre del autor se pierde en ocasiones de manera total
o parcial. Se presentan murales en los que la existencia de
letras con morfología del grafiti es nula, llenando sin embargo
el espacio con la composición de personajes del jet set o
fondos figurativos. También podemos encontrarnos con una
mezcla de carteles o plantillas representando personajes,
siluetas, tipografías o logotipos adaptando un mural de
carácter urbano a un formato meramente estético. Muchos
son adeptos de estos elementos, de estas designadas
nuevas tendencias consideradas como evolución del grafiti;
otros no lo vemos así y creemos que estas manifestaciones
poco tienen que ver con el original fenómeno del
writing
Semillero Inkultura. 2007.
neoyorkino. Hay quien expresa que califica rotundamente
lo que hace como grafiti, sin saber el cómo situarlo, ya
Indiscutiblemente, se ha observado el diseño de una
sea entre una obra de arte post moderna o una de arte
cadena de medidas y campañas de combinación que, pese
callejero. Hay escritores y colectivos que incluso tarifan la
a su talante conciliador y a distinguirse en la concepción
hora y el metro cuadrado por pintar; muchas de las cosas
del fenómeno de las tradicionales maniobras restrictivas,
que vemos hoy en día que se nos muestran como tal, no
no ocultan su intención final: la adopción del grafiti o,
son ciertamente grafiti.
al menos, de los escritores de grafiti. Pero, igualmente,
dentro de una atmósfera permisiva se observa la
En Bogotá no todo lo expuesto como grafiti reúne el género
ineficacia de cualquier acción manipuladora, ya que el
de contracultural, pese a su postizo componente de ilegalidad
escritor de grafiti no es ni podrá ser un artista a la carta,
y trasgresión. En su mayoría, puede observarse como un
planteamiento de partida al que se acogen las propuestas
apropiado y conveniente medio de socialización. De hecho
de lo innovador.
90
El lenguaje no oficial
No obstante, la posibilidad de riesgo existe en el seno
mismo del grafiti, pues lo que se podría calificar como
la “domesticación” o “institucionalización básica”, se
da como un esquema equivalente al establecido en el
círculo de las artes o en los propios sectores del diseño
profesional, que trata de establecer quién es genuinamente
escritor de grafiti, lo que se necesita para serlo, qué es
y qué no es un genuino grafiti y, lo que es peor, cómo
se normaliza su discurso y su forma limitando en parte
el vigor, espontaneidad y autonomía que caracterizaba
históricamente, hasta hace poco, una alternativa.
Referencias
1. Barthes, Roland. “Retórica de la imagen.” En La semiología. Buenos
Aires: Tiempo Contemporáneo, 1972.
2. Benjamin, Walter. “La obra de arte en la época de su reproductibilidad
técnica.” En Discursos interrumpidos. Barcelona: Planeta-Agostini, 1994,
pp. 17-57.
3. Casas, Quim. “Batman vuelve: héroes oscuros, villanos atormentados.”
Dirigido. No. 204 (julio-agosto de 1992), pp. 30-35.
4. Dorfles, Gillo. “Prólogo” En Armando Silva Téllez, Grafiti: una ciudad
imaginada. Bogotá: Tercer Mundo editores, 1988, pp. 13-16.
5. Eco, Humberto. Tratado de semiótica general. Barcelona: Gustavo Gili,
1970.
6. Popper, Frank. Arte, acción y participación: el artista y la creatividad de
hoy. Madrid: Akal, 1989, pp. 237-293.
7. Vattimo, Gianni. “El arte de la oscilación.” En La sociedad transparente.
Barcelona: Paidós, 1990, pp. 133-154.
Páginas web de referencia
1. Universidad Nacional Autónoma de México. José Agustín. [en línea]
Disponible en internet en la dirección: http://escritores.cinemexicano.
unam.mx/biografias
2. Colectivo Libre Aquiles Nazoa. Angela Davis: un compromiso de clase.
[en línea] Disponible en internet en la dirección: http://my.opera.com/
CLAN/blog/angela-davis-un-compromiso-de-clase
3. Portal Palabras malditas.net. [en línea] Disponible en internet en la
dirección: http://www.palabrasmalditas.net/ Notas
Fue la generación de los derrotados. La generación Beat –cuyos
miembros han acabado siendo conocidos como beatniks– es un punto de
referencia ineludible para comprender todos los movimientos sociales e
intelectuales posteriores.
2
El término contracultura se usa especialmente para referirse a un
movimiento organizado y visible cuya acción afecta a muchas personas y
persiste durante un período de tiempo considerable. Véase: Wikipedia, s.
v. contracultura. Disponible en internet en la dirección: http://es.wikipedia.
org/wiki/Contracultura.
3
Angela Davis: un compromiso de clase. [en línea] Disponible en internet
en la dirección:
http://my.opera.com/CLAN/blog/angela-davis-uncompromiso-de-clase. (Acceso: Miércoles 19 de septiembre de 2007).
1
4
Ibíd.
José Agustín Ramírez. [en línea] Disponible en internet en la dirección:
http://serviciosva.itesm.mx/ele/no_4/ellos_son.html
6
“El factor de homogeneidad más fuerte que tenemos en la sociedad
es la ciudad. El gran moderador de las conductas es la ciudad. Hoy día
nuestras experiencias cotidianas de la vida pública son cada vez más
fragmentadas y fragmentarias caracterizadas por la desconexión social
del lugar propio, del lugar antropológico (Augé Marc, 1993) con sentido,
significado y memoria: la ruptura del interior con el exterior, entre mi
vida y la elaboración de una máscara social. Pero, por supuesto, vamos
5
a encontrar mecanismos de adecuación e incorporación como también
dispositivos de resistencia cultural urbana, pero que no están del todo
separados, sino mezclados. Y, es esto lo que hace difícil investigar los
usos del espacio urbano con mentalidad maniquea.” Carlos E. Guzmán
Cárdenas, “La demanda del ‘nosotros’: descubriendo la ciudad como
acontecimiento de consumo cultural.” En Medios de Comunicación y Poder. S.l.:
Universidad Central de Venezuela/Fundación Carlos Eduardo Frías., 1996.
Disponible en internet en la dirección:
http://www.crim.unam.mx/cultura/ponencias/ponen2faseindice/
guzm%C3%A1n.htm
7
Armando Silva, “Imaginarios urbanos: hecho público.” Ponencia
presentada el seminario Imaginarios urbanos. Sevilla, España, 3 y 4 de
enero de 2004.
8
“Más que nunca, la ciudad se está volviendo una especie de encrucijada
donde percibimos que se concentran, sintetizan y contradicen la mayoría
de las dimensiones que se afirman sobre una comunidad interpretativa;
esto es, redes del intercambio plural donde todos participamos en la
configuración de un país que aspiramos a vivir en común. Una de las
maneras de comprender lo que son las ciudades como ‘acontecimientos
públicos’ es mirándolas como espacio de comunicación.” Véase, Jesús
Martín-Barbero. “Comunicación y ciudad: entre medios y miedos.” Magazín
Dominical. El Espectador. Bogotá, Colombia. No. 388., 1990.
9
“(…) pese a ello, las ciudades siguen funcionando como poderosos imanes
que atraen una heterogeneidad de culturas, costumbres y expectativas
cada vez más políglota, abigarrada y en permanente cambio. Se puede
hablar de una crisis, pero no acerca de la pérdida de la vida pública
sino de los problemas de no haberle puesto atención en forma crítica
a su transformación, como si la cultura de la ciudad por la que vivimos,
pensamos y actuamos significativamente en la vida social y las imágenes
de la ciudad que organizan, nombran y definen el uso del espacio público
urbano fuesen exclusivamente asunto de burócratas, leyes, ordenanzas
municipales y arreglos organizacionales de mayor o menor cuantía”. Jesús
Martín-Barbero, “Comunicación y ciudad: entre medios y miedos.” Magazín
Dominical. El Espectador. Bogotá, Colombia. No. 388., 1990, p. 15.10
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