380_11-XII-2003

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Nº
Nº380/11-XII-2003
368-18-IX-2003
SEMANARIO CATÓLICO DE INFORMACIÓN
EDIC. NACIONAL
CONGRESO DE TEOLOGÍA MORAL EN LA UNIVERSIDAD CATÓLICA
SAN ANTONIO, DE MURCIA
EL
HOMBRE Y LA VERDAD
A
SUMARIO
Ω
Etapa II - Número 380
Edición Nacional
Edita:
3-7
Fundación San Agustín.
Arzobispado de Madrid
Congreso de Teología Moral en la Universidad
Católica San Antonio, de Murcia:
El camino de la vida.
La vida moral: seguir a Cristo.
El esplendor del martirio
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Portada: Lady in a green jacket, de August Macke
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19
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Concluye la peregrinación de las reliquias
de santa Teresa de Lisieux :
Santa entre las santas.
A vueltas con Teresa, Teresita y el Carmelo
...y además
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10
11
La foto
Criterios
Cartas
Ver, oír y contarlo
Aquí y ahora
12
Apología de un nombre
para una calle.
13
Bolivia: La paz, fruto del perdón
Iglesia en Madrid
12
Apología de un nombre
para una calle.
13
La voz del cardenal arzobispo
14
Testimonio
15
El Día del Señor
16-17
Raíces
La «Madonna», signo de identidad de Siena
18
España
Aumenta el número
de centros católicos concertados
20-21
Mundo
Congreso Internacional
de Teología Moral, en Roma:
El puesto de la ética
en la sociedad y en la Iglesia
22-23
La vida
Desde la fe
26
220 diáconos permanentes
en España.
27
El cine ha creado una nueva
iconografía de Cristo.
28
Teatro: Celos del aire.
Gran Circo Mundial.
29
Libros.
30
Televisión.
Con ojos de mujer.
31
No es verdad.
32
Contraportada
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Congreso de Teología Moral en la Universidad Católica San Antonio , de Murcia
El camino de la vida
E
Dos momentos del Congreso, en la Universidad Católica San Antonio, de Murcia
Con cuatro horas de tren por delante, Juan y Carlos –Cayo y Ticio, que dirían los
escolásticos– tenían tiempo de sobra para aclarar las ideas después de haber
participado, durante intensos días, en el Congreso Internacional de Teología
Moral, organizado por la Universidad Católica San Antonio, de Murcia. La lectura
de los periódicos, acompasada por el creciente movimiento del tren, era, sin
duda, el mejor contraste para las muchas buenas ideas oídas en el académico
Congreso. Ideas convertidas en preguntas; traducidas en respuestas. ¿De qué
hablamos cuando hablamos de moral? ¿Hay una sola moral o varias? ¿Es la moral
cristiana una rémora para la felicidad del hombre? ¿Es la moral sólo del individuo,
o del grupo, la sociedad, la especie? ¿Qué importan más: los hechos, las actitudes
o las sensaciones y sentimientos? ¿Qué aporta Cristo a la moral?
l Congreso había profundizado en un
texto clave del magisterio de Juan Pablo
II, la encíclica Veritatis splendor, de la
que, el pasado 6 de agosto, se cumplía el décimo aniversario. Un texto histórico en su
más auténtico sentido. Para el arzobispo de
Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Antonio María
Rouco, un texto que «supone un hito clarificador en la doctrina y vida pastoral de los
fieles. Clarificador en una materia decisiva
para lo cristiano y para la vida de los cristianos: la expresión de los principios morales de la doctrina cristiana».
La encíclica Veritatis splendor –según el
cardenal Rouco Varela– asienta las bases
para la superación de «un contexto de crisis de la fe, crisis interna de la moral cristiana como elemento característico de la crisis de fe de aquellos años. La Veritaris splendor es una respuesta del magisterio pontificio de la Iglesia en orden a superar el reto
de la secularización radical que se ha introducido en los entresijos de la vida cristiana
y de la vida pastoral. En la actualidad se manifiesta un proceso de radicalización de los
atentados contra la vida humana, con legitimaciones sociales y jurídicas; un nuevo proceso de vaciamiento de la dignidad de la
persona humana; un vaciamiento jurídico y
ético del matrimonio y de la familia».
Juan y Carlos leían y comentaban las páginas de los periódicos. «¿Existe hoy una
ética, o un conjunto de éticas que dominan en
la sociedad?», se preguntaban. Los titulares
del día hablaban de la experimentación con
los embriones; del sentimiento, de la emotividad como fuente de las acciones de las
personas; del hambre en el mundo y de las
enfermedades incurables; de un joven que
afirmaba que todo era relativo, menos sus
formas de vestir y de relacionarse con los
demás; o de quien pensaba que, en la democracia, las verdades absolutas y los principios absolutos eran incompatibles con el
sistema político que hacía todo relativo y
dependiente del consenso; de la responsabilidad ante las catástrofes ecológicas; de la
cultura del cuerpo y del placer. «No vaya a
ocurrirnos a nosotros –pensaban nuestros
interlocutores– que no nos pongamos de
acuerdo ni siquiera acerca de la naturaleza de
nuestros desacuerdos».
Juan y Carlos pensaron que lo mejor para explicar lo que habían escuchado durante el Congreso de la UCAM era elaborar un
pequeño glosario de las principales corrientes de ética que circulaban hoy por las calles de nuestros pueblos y de nuestras ciudades, y descubrirlas en los titulares de la
prensa. Por ejemplo, cuando alguien dice
que lo bueno y lo malo dependen de la persona que lo dice y de sus deseos e intereses,
y no de una realidad objetiva, está defendiendo una especie de subjetivismo emotivista, que es tan antiguo como la filosofía
de Hobbes, quien afirmó que lo bueno y lo
malo «son términos que sirven para significar nuestros apetitos y aversiones, los cua-
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les varían según los diferentes temperamentos, costumbres y doctrinas de los hombres». Juan le recordó a Carlos que el profesor Enrique Bonete había dicho, en su ponencia del Congreso, aquello de que, además de Hobbes, el filósofo escocés de
nombre Hume había dado un paso más, afirmando que «el bien y el mal no son criterios emanados de la razón, ni corresponden
a realidad alguna ante nuestros ojos. Se ha de
buscar la base de los juicios morales que elaboramos ante actos y personas en el sentimiento de rechazo o aprobación que suscita
en nuestro pecho (no en nuestra razón) la
contemplación de determinados comportamientos». Con lo que ya sabemos que quien
afirma que esto es bueno porque me sale del
pecho es un subjetivo emotivista.
Un emotivismo del que dijo el profesor
Llano, citando a la filósofa Elizabeth Anscombe, que no es criterio suficiente para la
evaluación moral, puesto que, «según había
indicado ya Platón en el libro VI de la República, a diferencia de lo que acontece con
lo bello, para asegurar la presencia del bien
moral es necesaria la realidad de aquello que
cabe considerar como bueno. En este terreno, las apariencias no bastan. Y sucede que
sólo está capacitada para discernir el bien
del mal la persona dotada de virtudes, cuya adquisición exige, a su vez, el
respeto a los principios y
normas morales».
Dios, fundamento
de la moral
Juan recordó entonces que un
filósofo, de nombre I. Kant,
había señalado que lo
mejor era que la religión no fuera el
fundamento de la
moral, sino al contrario: es el hecho
de preguntarnos
por el porqué
de nuestras
acciones
prácticas, y
por la razón o razones de
nuestra
actuación, lo
que
iba a
hacer necesaria la
existencia de
un Dios y
de la reli-
Ilustración de
Jean Deny
Philippe, en
Le Nouvel
Observateur
gión. Se podría decir
que Dios no es el
fundamento de la
moral, sino que es la
moral la que nos exige la
existencia de Dios como postulado. A este tipo de personas
las denominaríamos autonomistas, en la medida en que obran
bien, no porque Dios –o su ley del
amor en nuestra conciencia– les
haya dicho que obren bien, sino
porque el obrar bien demuestra
la existencia de Dios. Según
contó el profesor Bonete, «es el
ámbito de la moralidad aquel
en el que cabe hablar con sentido de Dios, pero sólo como
postulado de la razón práctica
(no demostrable racionalmente), como supuesto juez
de las acciones de los hombres, en Quien necesitamos creer para que el
mundo moral adquiera sentido pleno, para que el esfuerzo por cumplir con el deber
nos conduzca
de algún modo a la felicidad, si no
en nuestra vida cotidiana, al
menos en la
otra vida, tal
como se deriva
del postulado
de la inmortalidad del alma».
A todo esto, cuando ya Juan y Carlos
estaban cerca de la
primera estación
en la que el tren hacía una
parada, Carlos leía en voz alta el número de
muertos en el mundo a causa del sida. Entonces se acordó de lo que algún autor denominó la muerte de Dios, y sus consecuencias para la moral. Era inevitable, por tanto,
hablar de F. Nietzsche y de sus peculiares
ideas, con las que sostenía que, como el hombre necesitaba creer en algo duradero, sólido,
eterno, fijo, se había inventado a Dios. En
el momento en que el hombre no necesitó a
Dios, rechazó a Dios y a la moral, que era
una forma de esclavizar al hombre libre. Por
tanto, no hay fundamentos morales, no hay
nada, sólo la voluntad de poder, de dominio, de superación: hemos llegado al nihilismo. Aunque, como le pasaba a Alasdair
MacIntyre, no olvidemos que Nietzsche escribió, en Ocaso de los ídolos: «Me temo
que no nos vamos a desembarazar de Dios,
porque aún creemos en la gramática».
Por cierto, Juan recordó que, hablando
de libertad, el profesor Alejandro Llano había aclarado, en el Congreso de Teología
Moral de la UCAM, que «todo intento de
concebir la libertad humana como una capacidad de elegir que es anterior e independiente de los preceptos de la ley natural, no
sólo está teóricamente equivocado, sino que
será prácticamente inviable. Porque la libertad no se puede constituir plenamente si
no se sabe que las normas no la constriñen,
sino que la posibilitan. La libertad no se puede desplegar a espaldas de la verdad. Es utópico considerar que la verdad moral podría
resultar de un diálogo libre de dominio, como propugna la pragmática trascendental de
Apel y Habermas, por la fundamental razón
de que tal tipo de conversación civil no existe. En la actual sociedad fragmentada y compleja, la marginación no es marginal, mientras que el acceso a los medios de comunicación colectiva está reducido a grupos muy
determinados que controlan y –casi siempre– manipulan a la opinión pública. De suerte que la mayor parte de la pobación queda
excluida de un diálogo que, en rigor, es fic-
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ticio. La consideración de la democracia deliberativa como fuente y crisol de una ética
civil, de carácter puramente procedimental y
carente de contenidos sustantivos, es una
ficción que resulta inhabitable. El velo de
la ignorancia, del que según John Rawls
hay que partir, no consagra una neutralidad
tan inalcanzable como indeseable, sino que
significa una ocultación sistemática de los
oprimidos y olvidados en una sociedad donde muy pocos lo tienen casi todo y el resto se
agrega al contingente anónimo de una mayoría desposeída».
La tiranía del consenso
El revisor pasó por el pasillo del vagón y
se quedó escuchando la animada conversación de Juan y Carlos, justo en el momento
en el que Juan le decía a Carlos: «Mira lo
que dice este político inglés: Yo soy fiel a
mis principios por encima de todo. ¿No será antidemocrático decir eso?» Carlos entonces recordó que el profesor Bonete se había preguntado si los políticos han de decir
siempre la verdad, o es el interés el que marca la conveniencia o no de seguir una norma;
y si la verdad depende de la opinión de la
mayoría. Lo que parecía claro es que, aunque
algunos autores sostengan que la base de la
democracia radica en la aceptación de que no
existe ninguna verdad absoluta que el hombre pueda conocer racionalmente, y, además, que no existen valores morales universales (como el emotivismo o el existencialismo han resaltado de forma reiterada),
hay que afirmar que «la democracia no es
sólo un procedimiento para resolver conflictos en la vida pública, sino que, como
sistema de gobierno, presupone valores morales que no son nada relativos. Y así se asevera con claridad en la encíclica Veritatis
splendor, al reivindicar la defensa de los derechos humanos y de la dignidad de la persona como principios éticos racionales y
universales, modernos e ilustrados. La base
de la democracia no es el nihilismo moral,
aunque indirectamente ha contribuido a la
difusión de un cierto relativismo en el que vive inmersa gran parte de la cultura dominante. Además hay que tener en cuenta que
El sueño humano
de la libertad
La vida moral: seguir a Cristo
E
l cardenal Georges Cottier, Teólogo de la Casa Pontificia, participó en el Congreso de Teología
Moral con su conferencia Jesucristo, norma universal concreta, consumación y superación de la
ley natural y del Decálogo. Recientemente nombrado cardenal por Juan Pablo II, monseñor
Georges Cottier desarrolló su intervención en torno al significado de la ley moral, la Ley Antigua y
la Ley Nueva, tomando como referencia la Carta encíclica Veritatis splendor. En su ponencia, el
cardenal profundizó en el significado de la sequela Christi, el seguimiento de la llamada de Cristo,
y afirmó que «la condición de todo creyente es seguir a Cristo; por ello, seguir a Cristo es el
fundamento esencial de la moral cristiana. De esta forma, el camino hacia el amor perfecto
consiste en el seguimiento de Jesús. Por otra parte, la ley moral proviene de Dios, pues la razón
natural deriva de la sabiduría divina; así, la ley moral constituye la ley propia del hombre.
El doctor Tremblay, profesor de Teología Moral en la Academia Alfonsiana, en Roma, y
consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe, afirmó que «Cristo es el criterio
fundamental de verdad, porque Él es la Verdad. No olvidemos que Cristo dijo esto en un momento
central de su vida, en el corazón de la realización del misterio pascual, trámite por el cual el Padre
dará al hombre su amor que es el Espíritu Santo.
Cristo, siendo el Señor de la Iglesia –y la Iglesia ofreciendo esta verdad que es Cristo–, permite
al hombre adherirse a esta verdad, en la cual se realiza en plenitud la libertad, siendo ésta un sí al
amor de Dios. Así, la Iglesia es la instancia por excelencia de la verdadera libertad. Este Congreso
ha hecho posible una gran divulgación de una verdad fundamental: la moral es algo maravilloso
que se descubre viendo a Cristo, el hombre más perfecto, el hombre que seduce y que atrae».
la democracia, al tener que resolver, por
ejemplo, conflictos de carácter ético a través de resoluciones legislativas emanadas
de acuerdos parlamentarios, ha difundido la
mentalidad de que lo legal es moral, lo permitido por las leyes es bueno; luego lo bueno es el resultado del acuerdo entre los hombres». Claro que Juan se acordó de aquello
que escribió J. Maritain en el prólogo a la
primera edición francesa de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos: «Todos
estábamos de acuerdo con la Declaración
de los Derechos mientras no se nos preguntara por el origen y fundamento de esos derechos».
Después de varias horas en esta discusión, Juan y Carlos se dieron cuenta de que
había otro problema con la ética de las acciones: el de quienes consideran que una acción es buena según la ponderación de bienes y la razón proporcionada de esa acción.
Es decir, quienes sostienen, como explicó
el profesor Ángel Rodríguez Luño, «que no
basta saber que una persona ha cometido
consciente y libremente un aborto, o ha mentido, o ha tenido relaciones sexuales fuera
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del matrimonio, o ha matado deliberadamente a un inocente, para pronunciar un juicio moral sobre la acción y sobre la decisión de esa persona. No existirían tipos de
acciones como abortar voluntariamente, o
mentir, o fornicar, o matar, que sean siempre
y para todos malas, así como tampoco los
preceptos que las prohíben serían válidos
siempre y para todos». En este caso, nos enfrentaríamos a quienes dicen que, aunque
mentir sea una acción mala, no siempre que
se mienta se ha hecho mal, hay que analizar las intenciones, circunstancias y consecuencias para determinar el grado de moralidad de la acción. En este sentido, no podemos olvidar que hay acciones que tienen
una moralidad intrínseca absoluta, que son
inmorales en virtud del objeto moral que las
constituye como acciones de una determinada especie. Y las normas morales que prohíben tales acciones son verdaderas y válidas
siempre y para todos. Lo que determina la
moralidad de la acción es la conformidad o
no con la intencionalidad intrínseca de la
acción, del propósito deliberado que la constituye como tal acción, con los principios
naturales de la recta razón y con las virtudes morales.
El fin no justifica los medios
Como aclaró el profesor Leo Elders, «en
una época en que el subjetivismo prevalece, muchos opinan que la intención con la
que se hace algo cuenta más de lo que se
hace. Otros, al contrario, siguen una línea
más bien práctica, y razonan que el valor
moral depende de las consecuencias del acto. Una acción sería mejor en la medida
que produzca más efectos útiles para el
agente, y/o para el mayor número de personas. Ahora bien, sin negar la importancia
de la intención del agente, es decir del fin
que persigue, y de una consideración de las
consecuencias, la encíclica afirma que el
primer factor que determina fundamentalmente la moralidad de nuestros actos es el
objeto, es decir, lo que se hace. No se trata
del objeto material –llevarse el bolso de
una mujer anciana–, sino del objeto formal
–privar a esta mujer de sus documentos, de
su dinero, apropiándoselos–. El fin que uno
puede perseguir con este acto puede ser
bueno –distribuir el dinero robado a los niños pobres–, pero esto no cambia la naturaleza perversa de la acción. En la vida de
todos los días, en particular en el campo
de la justicia, este hecho simple es aceptado, y es la base del orden jurídico y del derecho penal. Pero en la vida privada, sobre
todo en lo que toca a la sexualidad, la intención y el efecto conseguido son para
muchos la base de la licitud del acto. Entonces, el bien es lo que yo quiero o lo que
resulta conveniente».
El viaje llegaba a su fin. Otros muchos
temas de discusión habían llenado las horas
de nuestros viajeros: la ley natural, la opción fundamental del cristiano, las relaciones
entre martirio y moral cristiana, o la espiritualidad como fuente de moralidad en la vida de los cristianos. Quedaba para las conclusiones del Congreso la pregunta sobre
qué aporta Cristo a la moral. Una pregunta
similar a la de qué aporta la fe a la vida; la
gracia, a la naturaleza; la Iglesia, a la sociedad. En resumen: la perfección. Pero sobre
todo, al final del diálogo, Juan y Carlos habían llegado a una conclusión que, en su día,
oyeron al profesor Elders: «El panorama
que hemos descrito no parece muy prometedor para la renovación de la vida moral.
Sin embargo, la disolución de las costumbres en las sociedades del mundo occidental
y los problemas conexos como el egocentrismo, la desintegración de las familias, la
disminución de la natalidad, la criminalidad
creciente van a provocar una reacción en el
El presidente de
la Universidad
Católica San
Antonio, de
Murcia, don José
Luis Mendoza,
acompañado por
el cardenal
Nicolás de Jesús
López
Rodríguez, y el
cardenal
Antonio María
Rouco Varela
sentido de la búsqueda de la verdad en el
campo de la vida moral. Igualmente, la pluralidad desconcertante de opiniones sobre
cosas de importancia vital pueden conducir,
a los que viven en esta situación, a apreciar
más la necesidad de una autoridad que se
pronuncia sobre ciertas cuestiones y nos da
certeza. Por fin, la conducta irreprochable e
inspiradora de los cristianos no dejará de
despertar en otros un deseo de conocer los
verdaderos bienes del hombre y de dirigir
su vida hacia ellos».
José Francisco Serrano
Veritatis splendor, regalo
del Papa a la Iglesia
E
l profesor Mauricio-Pietro Faggioni destacó la
importancia del Papa como única voz
verdaderamente autorizada y profética en este mundo,
especialmente respecto al problema de la paz. El
Ministro Provincial de los franciscanos de Florencia y
consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe
afirmó que «la aportación más importante que ha
hecho Juan Pablo II a la Humanidad es el anuncio de
que el hombre es el camino principal de la Iglesia,
porque el hombre es conocido y presentado en
relación al misterio de Cristo, y, de este modo, puede
fundar el valor de la dignidad humana y de la libertad
a la luz de Cristo. El Papa ha demostrado que no se
puede trabajar si no se cree verdaderamente en Dios.
En efecto, el Papa es la única voz realmente autorizada
y profética en este mundo respecto a los problemas
que tenemos de la paz, de la política y del respeto.
Sólo podemos servir verdaderamente al hombre si
ponemos nuestra mirada en Cristo, el hombre perfecto.
Se debe decir que la encíclica, escrita por el Santo
Padre y dirigida a toda la Iglesia, nos ofrece la
oportunidad de reflexionar sobre los fundamentos de
la vida cristiana como respuesta a los desafíos y
preguntas de este tiempo en el que vivimos».
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Conclusiones del Congreso Internacional de Teología Moral
El esplendor del martirio
Ofrecemos a nuestros lectores el texto íntegro de las Conclusiones del Congreso Internacional de Teología Moral
convocado por la la Universidad Católica San Antonio, de Murcia, entre el 27 y el 29 de noviembre,
bajo la presidencia del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo de Santo Domingo,
Presidente de la Federación de Universidades Católicas
E
l Congreso, realizado en homenaje a Su
Santidad el Papa Juan Pablo II, con motivo de la celebración del décimo aniversario de la publicación de la Carta encíclica Veritatis splendor, ha puesto de relieve
aquello que la misma encíclica afirma en
primer lugar: «El esplendor de la verdad brilla en todas las obras del Creador y, de modo particular, en el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios». A través de una
reflexión profundamente eclesial, centrada en
los grandes núcleos temáticos del documento, hemos podido concluir, como también concluye la encíclica, que sólo la Cruz
y la gloria de Cristo resucitado pueden dar
paz a la conciencia del hombre y salvación a
su vida.
● El hombre, como sujeto de la experiencia moral, aparece como ser que desea la
felicidad y está abierto al bien, pero a la vez
como sujeto que no tiene originariamente el
conocimiento de la ciencia del bien y del
mal, aunque participa de él mediante la luz
de la razón natural y de la revelación divina.
En este sentido, las expresiones autonomía o
heteronomía moral alcanzan su clarificación
en el concepto de teonomía participada (VS
41): así, la ley es considerada como expresión de la sabiduría divina. Acogiéndola, la
libertad vive la verdad de la creación. De
este modo, llegamos a reconocer, en la libertad de la persona humana, la imagen y
cercanía de Dios, que está presente en todos.
● Analizando la sociedad actual, comprobamos un hundimiento de la moral objetiva y algunos intentos, no siempre acertados, de superar esta crisis: en ocasiones se
ha negado el fundamento de la verdad práctica, o simplemente se ha negado ésta. Frente a posturas que abogan o proponen directamente un relativismo ético –y más allá de
lo moderno o postmoderno–, recuperar un
sano realismo filosófico parece algo fundamental en estos momentos. Esta reflexión
debe partir de la respuesta que ya Dios ha
dado al hombre mediante la ley inscrita en su
corazón: la ley natural. Afirmar ésta y entender correctamente el concepto de conciencia moral se torna especialmente necesario para evitar contraposiciones y dicotomías, como las que erróneamente se plantean entre libertad y verdad, libertad y moral,
o entre fe y moral (VS 88).
● Además de las condiciones generales
de la moralidad –por ejemplo, la libertad–, el
Congreso ha reflexionado sobre las fuentes
de la moralidad y, consecuentemente, sobre
la calificación moral del obrar libre del hombre. A este respecto debemos subrayar la imposibilidad de una fundamentación puramente teleológica de la ética (como pretenden el consecuencialismo o el proporcionalismo), y afirmar la afirmación de que hay
Jesucristo resucitado con sus
apóstoles,
Duccio di
Buonisegna,
Museo de la
Ópera del
Duomo,
en Siena
acciones malas en sí mismas. Efectivamente, la encíclica Veritatis splendor afirma que
pertenece a la doctrina de la Iglesia la tesis de
que existen algunos tipos o especies de acciones morales que no pueden ser elegidas
deliberadamente sin cometer con ello una
culpa moral. En este sentido, el Congreso
también ha puesto de manifiesto la insuficiencia y la negatividad de algunos elemen-
Frente a posturas que
abogan o proponen
directamente un
relativismo ético,
recuperar un sano
realismo filosófico
parece algo fundamental
en estos momentos.
Debe partir de la
respuesta que ya Dios
ha dado al hombre
mediante la ley inscrita
en su corazón:
la ley natural
tos de la teoría de la opción fundamental
que son contrarios a la estructura moral del
hombre, pero también ha aportado unas claves hermenéuticas que permiten el desarrollo positivo de ésta.
● La moral cristina no se entiende sin Jesucristo; seguir a Cristo es el fundamento
de la moral cristiana. «Seguir a Cristo no es
una imitación exterior, porque afecta al hombre en su interioridad más profunda. Ser discípulo de Jesús significa hacerse conforme a
Él, que se hizo servidor de todos hasta el
don de sí mismo en la cruz» (VE 21). «La
caridad, según las exigencias del radicalismo
evangélico, puede llevar al creyente al testimonio supremo del martirio. Siguiendo el
ejemplo de Jesús que muere en cruz, escribe
Pablo a los cristianos de Éfeso: Sed, pues,
imitadores de Dios, como hijos queridos, y
vivid en el amor como Cristo nos amó y se
entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma» (VE 89). El martirio
se halla en el núcleo de toda fe cristológica. A través de él se da testimonio de la verdad, ya sea en circunstancias ordinarias o
extraordinarias. El martirio constituye la base para una moral del maximum, de la entrega siempre inédita.
● Este congreso, en definitiva, nos invita
a «caminar como hijos de la luz». Luz que
han de ver los demás en nosotros por los
frutos de la vida cristiana: bondad, justicia y
verdad, sin desdoblamiento ni ruptura entre
el ser y el actuar, entre la fe y la vida. En este congreso «todos hemos aprendido mucho. Lo que resta ahora es compartir con
otros lo aprendido y, a pesar de las dificultades que encontramos en todas partes, insistir en que urge la renovación de las personas, de las sociedades y del mundo político, en base a normas universales e inmutables de la moral». Así, seremos auténticos
hijos e hijas de la luz.
Dado en Murcia,
a 29 de noviembre de 2003
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LA FOTO
11-XII-2003
Reina de la paz
n estos tiempos marcados por muchas incertidumbres y temores
nos dirigimos a Ti, Reina de la
paz: ruega por nosotros»: así rezó
el Papa Juan Pablo II en la oración ante el monumento a María
Inmaculada en la romana Plaza
de España. Ni el frío ni el cansancio le impidieron cumplir, un año más, con esta bellísima tradición; este año, en vísperas del 150 aniversario de la
proclamación, por el Beato Pío IX, del dogma de la Inmaculada Concepción de María. Con numerosas pausas para recobrar el aliento, el Papa pidió a la Virgen la paz para los
hombres y las mujeres del tercer milenio: paz en los corazones y en las familias, en las comunidades y entre los pueblos; paz, sobre todo, para aquellas naciones en las que cada día se sigue combatiendo y muriendo.
En toda España e Hispanoamérica, miles de cristianos se
reunieron en la Vigilia de la Inmaculada para rezar juntos; en
Madrid, lo hicieron en la catedral de la Almudena, en la basílica de la Merced (como se ve en la foto), y en la basílica de
Jesús de Medinaceli. Fue leído un mensaje de apoyo y de
bendición del Papa Juan Pablo II
«E
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CRITERIOS
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La mirada necesaria
«Q
las miradas. Y no puede decirse, ciertamente, que
ué tendrá la virtud, que hasta los que no la practiJesús no esté llamando con toda claridad y fuerza
can no pueden por menos que aparentarla», solía
a cumplir, no ya los más altos preceptos, sino hasdecir un profesor de moral. Hoy, cuando no pocos
ta el más pequeño y mínimo de todos. La explialardean, sin el menor rubor, de lo que no admite
cación está en la dirección de la mirada.
alarde alguno, podría pensarse que ese dicho ya no
Una mujer samaritana llega al pozo de Jacob en
tiene sentido. Y, sin embargo, basta un simple enbusca de agua y se encuentra con Jesús, que le picuentro con la realidad del dolor y de la muerte, inde de beber. No era precisamente un dechado de
cluso con una pequeña contrariedad, pero que
virtudes, pero miró a Jesús… y descubrió que Él
afecta a lo más verdadero del propio corazón, pala había mirado primero y le hablaba al centro
ra que el bien y la virtud retornen al horizonte de
mismo del corazón: «Si supieras quién es el que te
los deseos de cualquier hombre o mujer, de hoy
pide de beber…, tú le pedirías a Él, y te daría un
como de ayer. Esos deseos, más exactamente, ese
agua que salta hasta la vida eterna». Había endeseo de bien, de verdad y de belleza, es decir, el
contrado el centro de toda mirada verdadera. La videseo de felicidad, está en lo más hondo del coda de aquella mujer, a partir de ese momento, era
razón y es, por eso, insobornable, pero no basta.
ya otra. Y también la de cuantos se dejaron lleSon innumerables las cosas que pretenden satisvar por ella hasta Jesús.
facerlo; ahora bien, si falta lo único necesario, el
ser humano va de tumbo
en tumbo, de frustración
en frustración, hasta la negación absoluta de la realidad, el escepticismo total, se llame agnosticismo
–término tan de moda como vacío–, o se llame
nihilismo, la nada del sinsentido de la vida que lleva a la destrucción del yo
–ahí están las drogas de
todo tipo– y de los demás
–ahí están los nuevos escenarios de la violencia
que recordábamos la semana pasada–.
Una cultura que trata
de sustentarse en la total
inconsistencia del agnosticismo y del nihilismo,
evidentemente, no puede
subsistir, por mucho que
pretenda hacerlo acumulando toda clase de riquezas materiales, inútiles sin
lo único necesario. Se dice que ya es Navidad en
los centros comerciales,
las luces inundan nuestras
calles, y se dice también
que es la hora de los regalos y de los gastos hasta
la exageración. Y ¿qué se
celebra? ¿Lo sabe, y lo vive, esa inmensa mayoría
con el único horizonte del
consumir y más consumir? De ese modo –se
Cristo, de la Escuela de Duccio di Buoninsegna
anuncia– «te convertirás
No es el esfuerzo titánico por cumplir los mil y
en el centro de todas las miradas». ¿O el centro es
un preceptos de la Ley de los fariseos de ayer, o
otro? ¡He aquí la clave que distingue la verdad
por conquistar unos valores, morales y cívicos
de la mentira, el bien del mal, la belleza del mapara unos o crasamente materiales para otros, de
quillaje!
unos u otros fariseos de hoy, lo que llena y cumSe acaba de celebrar en la Universidad Católiple la vida, sino el único que ha podido decir con
ca de Murcia un Congreso sobre moral, al que deverdad «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida».
dicamos nuestras páginas de portada, es decir,
Cumplir no es la palabra clave de la moral, sino senuestra mirada, pues a él sí merece la pena diriguir. Por eso, precisamente, los fariseos rechazagirla. Mejor dicho, a Él, con mayúscula. Resulta
ban a Jesús, sin darse cuenta de que era a ellos
fuertemente llamativo que los más acerbos enemismos a quienes estaban rechazando. No basta
migos de Jesús, como testimonian los evangelios,
cumplir. A la larga –y cada vez más a la corta–
fuesen precisamente los más estrictos cumplidoeso agota y seca el corazón. Es preciso lo único neres de la Ley, los fariseos, es decir, los separacesario, encontrar esa mirada que, por el contrario,
dos, que eso significa el término hebreo; en dellena de plenitud y de gozo verdaderos.
finitiva, los que pretendían ser el centro de todas
Ω
A
Laicismo
y libertad
religiosa
E
stado laico no significa el
laicismo programado por el
Estado contra la realidad
religiosa de la sociedad. El
Estado debe tener en cuenta el
carácter de las Iglesias como
entidades de interés público que
debe tutelar. Dentro de los
derechos más fundamentales, el
de la libertad religiosa está en
ese núcleo constitutivo de la
dignidad humana, que el Estado
debe defender.
Cualquiera, libre de
prejuicios ideológicos, puede
ver que algunas de las
consecuencias que algunos
pretenden hoy extraer del
derecho a la libertad religiosa de
la Constitución de 1978 tienen
poco fundamento, como es el
caso de la oposición a que sea la
Iglesia la que determine la
enseñanza de la Religión y
Moral católica en la escuela, la
presencia del crucifijo, etc.
Por esta razón, la Iglesia está
en su derecho y tiene el deber de
exigir de los políticos católicos,
militen en el partido que militen,
que no secunden las apelaciones
de quienes, desde el poder
político, socavan la mentalidad
cristiana. Mucho más, la Iglesia
está en el deber de exigir de los
políticos católicos coherencia con
su conciencia religiosa a la hora
de secundar leyes contrarias a la
dignidad humana y a los valores
del Evangelio. No pretende la
confesionalización del Estado,
sino orientar la presencia de los
católicos en la vida pública,
porque no pueden poner entre
paréntesis su conciencia cristiana
en la vida pública.
La Iglesia ha de poder
expresar con libertad no sólo su
convicción sobre la capacidad
natural de la conciencia moral
para objetivar el bien y el mal,
sino también qué aporta la
revelación evangélica a este
conocimiento de la verdad y del
bien. Una sociedad que no
tolera la declaración de la
verdad como objetivamente
dada a la conciencia,
declarando que todo descansa
sobre el consenso de los
ciudadanos, es una sociedad
camino de su propio suicidio
moral. El consenso no basta por
sí mismo para generar razones
para vivir y morir.
Adolfo González Montes
Obispo de Almería
A
10
Ω
CARTAS
11-XII-2003
Instante de amor
Morir antes de nacer
M
R
ecuerdo la fotografía que ocupaba la portada de Alfa y
Omega en la que aparecía, con una ternura estremecedora, un guardia civil atendiendo a un inmigrante, en gesto sólo atribuible a una madre acurrucando a su hijo enfermo o maltrecho por alguna desgracia acaecida. Tendido
en tierra el posible náufrago, y arropado con una manta,
la mano izquierda del protector abarcaba la frente de la
víctima y con la derecha y antebrazo le aproximaba contra
el pecho en ademán de darle no sólo protección y cobijo,
sino también calor y amor. No sé cómo se otorgarán los
premios de fotografía, pero esta foto se merece un galardón porque recoge cómo un hombre, saltándose las barreras del racismo de las incomprensiones practica la virtud teologal de la caridad en un alarde de entrega y compasión.
e remuerde la conciencia vivir en el país donde cada
vez se realizan más abortos, y nos acercamos al liderato en la lista de la lucha contra la vida. Si no me creen,
examinen los datos publicados este verano por el Instituto
de Política Familiar. España se ha convertido, en pocos
años, en el paraíso del aborto libre y sin limitación de ningún tipo. En España se ejecuta un aborto cada 7,5 minutos.
No es de extañar que la total impunidad con la que se puede practicar un aborto en nuestro país, no sólo en los tres supuestos que figuran en la ley, esté atrayendo a numerosas europeas que ven la facilidad con que se incumple la ley en
nuestro país. Desde la aprobación del aborto en España,
se ha acabado con la vida de 700.000 niños. Estamos consiguiendo el liderato de la muerte, no por casualidad, sino
debido a una política muy concreta: el apoyo real que se
presta a las futuras madres en este país es extremadamente ridículo comparado con el del resto de países europeos;
la irresponsable educación sexual que se da a la juventud,
cada vez más parecida a la educación innata de los monos;
y, por último, campañas como Póntelo-pónselo, la legalización de la píldora abortiva y otras burradas más, que lo
único que han conseguido, y ya no hablo de teorías, es
que el número de embarazos no deseados se esté incrementando cada año.
Juan Boronat Roda
Valencia
El juicio del rico
E
uiero con esta carta animar a los más jóvenes, y a quienes lo hayan olvidado, lo que es la Navidad y animarles para que la vivan de otra forma.
La Navidad para los cristianos es (o debería ser) una gran
fiesta en la que celebramos que nació en Belén un niño
muy especial, que cambiaría el mundo; un niño que trajo la
luz a nuestros corazones y que por nosotros trabajó, padeció, y vivió… para enseñarnos cómo deberíamos pasar por
la vida. Por eso estamos contentos, hay ese aire de fiesta; hacemos regalos porque celebramos el cumpleaños de Jesús,
el gran regalo que nos hizo Dios. Los regalos no tienen que
ser excesivos; sí, detalles que sirvan, no sólo para recordar
un cumpleaños, sino también para celebrar su Nacimiento
y comunicar a las personas que los reciben que los queremos, no sólo en estos días, sino todo el año.
Estoy de acuerdo en que estas fechas parecen un invento de los grandes almacenes; todo se reduce a gastos excesivos y a celebraciones copiosas, ya nadie parece recordar
el anuncio del ángel: «Gloria a Dios en el cielo y paz a los
hombres de buena voluntad». Un mensaje de paz y alegría;
por eso es tiempo oportuno para pedir la paz en nuestro
corazón, la paz sobre la tierra y, sobre todo, paz para este
mundo tan lleno de conflictos e insatisfacciones. Pasemos de
tanta publicidad, tanto gasto y tanto cuento, e intentemos vivir la Navidad de otra forma, más cristiana.
n Madrid tuvimos a una pareja de amigos de mi misma
nacionalidad chilena, que al pasar por dificultades económicas acudieron a un grupo parroquial en busca de ayuda. Un día pasamos a visitarlos (mi marido y yo); hacía tiempo que no nos veíamos, ya estábamos en
Andalucía. Para celebrarlo, esta familia compró cervezas, pan y aguacates, e
hizo bocadillos. Al poco
rato tocaron el timbre. Era
una vecina del grupo parroquial en cuestión, que
al ver la mesa puesta y el
ánimo contento, no se cortó en decir: «¡Vaya, vaya!,
parece que no estamos tan
mal, así aprovechan las
ayudas, ¿eh?»
Al instante recordé algo
que había oído no hacía
mucho: la áspera crítica de
una persona a un mendigo –a quien había ayudado con unas moneditas–,
al verlo tomar un refresco
junto a otra persona en un
restaurante.
Por supuesto que nadie quiere ser engañado, ni que se
abuse de su buena fe, pero ciertas actitudes rayan en la
mezquindad y en la dureza del corazón; yo me pregunto: ¿es
que no podemos aceptar que la víctima de nuestra ayuda esté contenta o se dé un gusto?; ¿es que sólo nos sentimos satisfechos y generosos cuando el otro nos inspira lástima y lo
vemos pasar miserias y problemas sin fin?
Carmen Poyatos González
Madrid
Katty Reyes De la Jara
Rute (Córdoba)
José María L. Ferrera
Madrid
En este mismo sentido, nos esccribe don Pablo
González Herranz de Madrid
Lo que es la Navidad
Q
Las cartas dirigidas a esta sección deberán ir firmadas y con DNI, y tener una extensión máxima de 20 líneas.
Alfa y Omega se reserva el derecho de resumir su contenido
11
VER, OÍR Y CONTARLO
11-XII-2003
Ω
La amnesia de la memoria
A
lvin Toffler, gurú de la sociedad del
futuro, ha escrito, el pasado jueves,
un artículo, en el diario El Mundo,
titulado Una generación en el poder sin memoria histórica, en el que leemos: «El concepto de amnesia generacional es importante para comprender las visiones conflictivas del mundo y los insólitos derroteros
políticos que están adoptando algunos integrantes de estas nuevas generaciones que,
en estos momentos, están alcanzando posiciones de poder. La nueva generación no
comparte la advertencia del filósofo George
Santayana de que aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo.
Aunque quizá puedan estar de acuerdo con
Santayana quienes viven en sociedades de
evolución lenta, es posible que, para quienes
están inmersos en el vértigo de cambios que
en la actualidad barre de un extremo a otro
buena parte del mundo, las cosas sean muy
diferentes. De hecho, podrán aducir que allí
donde el cambio es rápido, el pasado se repite muy poco. Incluso en el caso de que parezca que se reproduce un hecho concreto,
habrá cambiado el contexto que lo rodea, lo
que le confiere un significado nuevo y diferente. Están en lo cierto. Los cambios cambian la manera en que pensamos acerca de
los cambios.
Tampoco es que la falta de interés de la
nueva generación en el pasado se haya visto reemplazada por su interés en el futuro.
Son tantas las cosas que están sucediendo
simultáneamente y a tal velocidad, que mucha gente ha abandonado la esperanza de
comprender, y aun menos de prever, el acontecimiento que vendrá después. Si tanto el
pasado como el futuro están excluidos del
conocimiento, lo que queda es el presente».
Ecclesia
La amnesia de la memoria constitucional llega hasta la contribución de la Iglesia a
la transición política y al diseño constitucional. Sólo quienes quieren dar un paso
más en el vacío de su laicismo han escrito y
reescrito sobre la necesidad de reformar la
Constitución en los artículos que se refieren a la Iglesia y, sobre todo, a los Acuerdos Iglesia-Estado hoy vigentes.
El profesor Juan María Laboa ha escrito un artículo, en el último número de la
revista de la Conferencia Episcopal Española, Ecclesia, sobre Iglesia y comunidad
creyente, en el que afirma: «En efecto, en
esta conmemoración agradecida de una convivencia mayoritariamente serena y enriquecedora, en la que casi todos hemos crecido y madurado, podríamos, al menos, hacer las siguientes reflexiones:
Se ha manifestado con intensidad y acritud creciente un anticlericalismo hosco –y, a
menudo, anacrónico– que, admitiendo el
chador, los derechos de todos los inmigrantes y las inclinaciones morales más subjetivas e individuales, parecen negar el pan y
la sal a los católicos, tanto individual como
colectivamente.
Existe una indiferencia atroz a cuanto
significa religión, devociones, creencias e
instituciones religiosas.
A menudo pienso que,
para muchos, Cristo y la
Iglesia tienen la misma
actualidad que Buda y
los templos egipcios. Son
puras expresiones culturales de un tiempo ya pasado que no han vivido
y no les afecta. Evidentemente, no podemos
achacar a la Constitución
esta situación.
En una democracia,
son los ciudadanos quienes influyen, alteran,
modifican las prioridades y las grandes líneas.
Si esa mayoría de católicos –que son también
ciudadanos con todos sus
derechos– no sigue las
normas y consejos de la
jerarquía ni se esfuerza
por conseguir que sus valores tengan más relevancia, habrá que preguntarse qué clase de valores tienen, o si son tan
razonables y evangélicos
todos los valores que les
exigimos, si tenemos la
necesaria capacidad de
diálogo con los miembros de la comunidad, si
explicamos con realidad
y transparencia la situación eclesial. La
Constitución no puede ni debe suplir nuestras
carencias y debilidades. No sólo esto; el artículo 16, tal como está redactado, presupone una mayoría, al menos sociológica, de
católicos. Si ésta se pierde, se pierde el fundamento de la argumentación».
ABC
El teólogo y académico Olegario González de Cardedal publicó una esclarecedora Tercera de ABC, el jueves día 4 de diciembre, bajo el encabezameinto de El régimen de los príncipes, en la que afirmaba:
«El matrimonio del Príncipe ha suscitado
muchos comentarios en la prensa del corazón. No sé si tantos en las revistas de la razón
analítica. Existe también el problema ético.
A la monarquía no le basta apelar a la historia pasada o a la mera legalidad jurídica, sino tiene que ganarse su perduración por la
diaria ejemplaridad, la diaria eficacia, la diaria significación. Ésa es la gloria y la conquista de Doña Sofía y Don Juan Carlos.
Ellos han sabido que no basta la potestad jurídica, sino que es necesaria la autoridad moral. Y es autor quien acrece, precede en el
deber cumplido, dignifica, alienta y sostiene.
No puede ejercer real autoridad quien carece de la ejemplaridad necesaria para suscitar
adhesión. Quien nos preside, con su vida nos
dignifica o indignifica a todos. Nosotros podemos ser malos y pecadores, pero necesitamos que el bien siga siendo bien; la verdad,
verdad; y la justicia, justicia. Hacer eso real
es la regia tarea de los Reyes.
Junto al problema político y al ético, surge el problema religioso, ya que su prometida había vivido previamente en matrimonio, civilmente contraído, y divorciada después. Al mismo tiempo, la Casa Real manifestaba su intención de que fuera un
matrimonio católico. Esto es una decisión
de su libertad, que ya no viene exigida por la
condición real ni por la Constitución, sino
por su voluntad personal. La monarquía es y
será católica no por tradición y herencia sólo, sino sobre todo por voluntad. Situados
en la perspectiva religiosa hay tres problemas: el canónico, el intelectual y el moral. En
las discusiones públicas casi sólo ha aparecido la dimensión canónica. ¿Se puede casar
el Príncipe con una mujer divorciada? ¿Es
posible hacerlo en la Iglesia? La respuesta
verdadera tiene que ser más compleja. Para
la Iglesia, un matrimonio entre cristianos debe realizarse en la forma prevista en el Código de Derecho Canónico; es comprendido como sacramento y, por ser expresión del
amor definitivo e irrompible de Dios a los
hombres, pecadores o santos, tal como él se
ha manifestado en Cristo, tiene las características de unidad, fidelidad e indisolubilidad. Al matrimonio no realizado como sacramento, no le reconoce el carácter de indisolubilidad. Por eso es canónicamente posible el nuevo matrimonio sacramental de
Letizia».
José Francisco Serrano
redactorjefe@planalfa.es
Misa
de Espíritu Santo
con motivo
de la coronación
del Rey
don Juan Carlos
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AQUÍ Y AHORA
11-XII-2003
De Añastro, a Añastro
Apología de un nombre
para una calle
Adriano VI; el último no italiano hasta que
fue elegido Juan Pablo II. Sirva este excursus, desde el pueblo de Añastro hasta la calle Añastro de Madrid, o viceversa, de base
y de memoria en orden a continuar la apología del nombre de Juan Pablo II para una
calle nueva, tanto de Madrid como, al menos, de todas las ciudades en las que ha estado el Santo Padre, justamente cuando cumple XXV años cabales de pontificado, con
cinco Visitas apostólicas a España.
Distintas ciudades ya han espabilado más
que otras, no sólo para honrar a Juan Pablo
II, sino para sentirse honradas por el nombre
de este Papa. Respectivamente: Ávila y Zaragoza le han dedicado una Avenida; Huelva y Valencia, una Plaza; y Toledo, un Paseo. ¿Y las demás? Por ejemplo –y por lo
menos– Barcelona, Granada, Salamanca,
Santiago de Compostela, Segovia, Sevilla…,
donde el Santo Padre ha recorrido en una
ocasión, y en algunas de ellas dos, sus calles o plazas. Aún más llamativo es el caso de
Madrid, adonde el Papa ha venido en tres
visitas, la última todavía reciente y toda concentrada en la capital de España.
Si este Papa, y por innumerables motivos, bien se merece el nombre de una calle,
como Pío XII y Juan XXIII ya la tienen en
Madrid (y todavía no Pablo VI, por si a los
25 años de su muerte también se pudiera recuperar), los madrileños bien se merecen
ser honrados con el nombre de Juan Pablo II,
y como se suele decir: Ad perpetuam rei memoriam.
Es obvio que estas carencias cantan nuestra deuda con él y, mientras tanto, nos estamos perdiendo, además, esa gracia, que gracia es sinónimo de nombre.
Deuda y gracia que no debería costar tanto, en espacio y tiempo, saldar y recibir.
Estatua
del Papa Juan
Pablo II
en bronce,
de Juan
de Ávalos,
en el atrio
de la catedral
de la Almudena,
de Madrid
C
uando, el 31 de octubre de 1982, Juan
Pablo II llegó a Madrid en su primera visita apostólica a España, después
del saludo del Rey en Barajas recibió, en
una de sus plazas, la acogida del alcalde de
la capital –en latín, por cierto– y allí firmó en
el Libro de la Villa. Después, desde la Nunciatura de la avenida de Pío XII, se dirigió a
la Conferencia Episcopal de la cercana calle
Añastro para encontrarse con los obispos y,
en esa ocasión, bendijo e inauguró la llamada Casa de la Iglesia.
Algunos vecinos de esta calle se habían
movilizado antes para recoger las firmas del
resto de los inquilinos de aquellas casas, en
orden a solicitar del alcalde un cambio de
nombre: de Añastro por Juan Pablo II. La
solicitud no prosperó, porque se dijo que era
más fácil dar nombre a una calle nueva que
sustituir un nombre antiguo, y ya acuñado,
por otro.
Hay que saber que Añastro es un pueblo del condado de Treviño, actualmente
de la provincia de Burgos, pero de la diócesis de Vitoria. A pesar de que su población
no llega al centenar de habitantes, pusieron su nombre a esa calle porque, en la urbanización del Bosque, tocaba poner nombres de pueblos de la redonda de Soria o
de Burgos.
Monseñor Larrea, a la sazón obispo de
Bilbao y Presidente de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, ya dijo
entonces que la calle Añastro estaba relacionada con otro Papa, Adriano de Utrecht.
Cuando éste era obispo de Tortosa y cardenal –pues había venido a España con Carlos I, de quien había sido preceptor, y luego
lo haría virrey–, precisamente en Añastro,
le alcanzó la noticia de que había sido elegido Papa el 9 de enero de 1522, en un cónclave de 39 cardenales; sería coronado en
Roma el 31 de agosto de ese mismo año, y
murió el 14 de septiembre de 1523. Así,
pues, para quien sabe esta historia, la calle
Añastro contiene implícitamente su Papa,
Joaquín Martín Abad
Homenaje
al Papa
20 de diciembre, sábado, a la 17
horas, en el Palacio de Congresos
de Madrid (Castellana, 99)
Intervendrán:
Cardenal Antonio María Rouco
Varela, arzobispo de Madrid y
Presidente de la Conferencia
Episcopal Española.
Padre Raniero Cantalamessa,
OFM. Cap., Predicador de la Casa
Pontificia.
Orquesta Santa Cecilia y Coro
San Jorge, dirigidos por Ignacio
Yepes.
13
AQUÍ Y AHORA
11-XII-2003
Ω
Documento de los obispos bolivianos
La paz, fruto del perdón
Bolivia está viviendo unos meses difíciles. Las recientes revueltas, en protesta
por la privatización en manos de empresas extranjeras del gas natural, uno
de los mayores recursos naturales del país, ha provocado una profunda crisis
política y la dimisión del Presidente del Gobierno, Gonzalo Sánchez de Lozada.
El coste ha sido muy alto: más de 80 muertos y cerca de 200 heridos, además
de un clima social violento y unas convicciones democraticas profundamente
debilitadas. En medio de esta situación, la Iglesia no ha dejado de clamar
por el cese de los disturbios y por la construcción de la paz; recientemente,
los obispos bolivianos, reunidos en Asamblea Plenaria, han hecho público
el documento Ya llega el Reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio
cotidiano y a las violencias y excesos de algunos momentos, es preciso ir construyendo
la democracia desde los niveles básicos de
la sociedad, a través de movimientos y organizaciones sociales, entendidos como amplios espacios de participación. El Estado
debe tener actitud de apertura en beneficio
de la pluralidad de los diversos factores presentes en la sociedad, aunados en un interés
común. La actual crisis de los partidos políticos plantea a éstos la necesidad de redescubrir su vocación de servicio al bien común».
No hay justicia sin perdón
E
l documento de la Conferencia Episcopal
Boliviana incide de manera especial en
la recuperación de una democracia asentada en la participación ciudadana y en los
valores éticos que nacen del Evangelio: «Después de los dolorosos acontecimientos de octubre, y ante la cercanía del Adviento, deseamos compartir con todo el pueblo de Dios y
personas de buena voluntad la firme esperanza que despierta en nosotros el apremiante llamado de Jesús al cambio de vida. Este
mensaje de Jesús –de conversión, de esperanza y de fe en su Reino– es muy apropiado
para los momentos críticos de cambio que
estamos viviendo en nuestro país. Aceptemos, por tanto, la invitación de Jesús a creer
en el Evangelio, en la Buena Noticia de que
vale la pena tener esperanza, fuerza que impulsa a construir, con realismo, el camino hacia una Bolivia renovada. Los hechos de violencia, que se han vivido, nos cuestionan profundamente, pues muestran una larga historia de injusticia social, de un hondo racismo,
de exclusión de la vida del país de muchos
hermanos y, especialmente, de los pueblos
originarios. Estamos frente a estructuras injustas y excluyentes, que han barrido los valores propios de la convivencia humana y,
Tres pequeños
bolivianos
sobre todo, la solidaridad y honestidad. Ha
llegado el momento de cambiar nuestra manera de vivir la democracia, tanto en el aspecto político-social como en el económico,
recuperando los valores éticos y realmente
participativos que deben fundamentarla.
Frente a la pasividad, que suele darse en lo
El 40% de la población boliviana está en
paro y el 80% de los campesinos viven por
debajo del umbral de pobreza. Ante esta situación, el comunicado de los obispos afirma que «es tarea urgente conseguir una economía social. En los últimos decenios, hemos visto cómo la riqueza se ha ido injustamente acumulando en muy pocas manos y,
a causa de la corrupción, creando amplios
espacios de pobreza y exclusión extremas.
En nuestra patria debemos crear más riqueza y compartirla. Hay que extremar los medios para desterrar ahora la pobreza; así, todos los ciudadanos gozarán efectivamente
de sus derechos sociales y económicos: trabajo con un salario digno, salud, educación,
vivienda, seguridad ciudadana y servicios
básicos».
«Para ello –continúa el comunicado–, es
preciso que todos cambiemos de actitud y
de vida; nos apartemos de nuestros malos
caminos; desterremos de nuestra sociedad
la violencia, el odio, el resentimiento y la
sed de venganza. La conversión pide, en primer lugar, la reconciliación con Dios. Cada uno de nosotros debe hacerse consciente
de que, por sus faltas de pensamiento, palabra, obra y omisión, traiciona el plan de
Dios en su creación y en su obra redentora.
Tampoco puede haber verdadera conversión
si no hay reconciliación con el hermano. Así
como Dios nos perdona, hemos de saber perdonar».
Mensaje de los obispos cubanos
La respuesta de Cristo: entregar su vida en la cruz
J
esucristo no fue indiferente al sufrimiento humano: al dolor, a la enfermedad, a la muerte, ni a las
situaciones injustas que laceran la dignidad del hombre, como son: el hambre, la falta de libertad,
el abuso de poder y otras condiciones económicas o políticas. Su respuesta ante estas situaciones fue
el amor hasta el extremo de entregar su vida en la cruz. A este servicio en el amor está llamada
también la Iglesia; éste es el bien que ella puede y debe aportar. Una actitud responsable es más que
necesaria en nuestro país, cuando los problemas son tantos y tan grandes que no sabemos qué hacer.
La opción que se presenta entonces con más fuerza es la de escapar, sea hacia el extranjero, sea hacia
las evasiones que enajenan la responsabilidad, como el alcohol, las drogas y hasta el suicidio, o hacia
una situación acomodaticia a los requerimientos impuestos por las circunstancias. Sólo mediante la
oración, la meditación de la Palabra de Dios, la aplicación de la doctrina social de la Iglesia y una
serena reflexión compartida, podrá ser ejercida la verdadera libertad de los hijos de Dios.
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba
Del documento La presencia social de la Iglesia
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IGLESIA EN MADRID
11-XII-2003
De Añastro, a Añastro
Apología de un nombre
para una calle
Adriano VI; el último no italiano hasta que
fue elegido Juan Pablo II. Sirva este excursus, desde el pueblo de Añastro hasta la calle Añastro de Madrid, o viceversa, de base
y de memoria en orden a continuar la apología del nombre de Juan Pablo II para una
calle nueva, tanto de Madrid como, al menos, de todas las ciudades en las que ha estado el Santo Padre, justamente cuando cumple XXV años cabales de pontificado, con
cinco Visitas apostólicas a España.
Distintas ciudades ya han espabilado más
que otras, no sólo para honrar a Juan Pablo
II, sino para sentirse honradas por el nombre
de este Papa. Respectivamente: Ávila y Zaragoza le han dedicado una Avenida; Huelva y Valencia, una Plaza; y Toledo, un Paseo. ¿Y las demás? Por ejemplo –y por lo
menos– Barcelona, Granada, Salamanca,
Santiago de Compostela, Segovia, Sevilla…,
donde el Santo Padre ha recorrido en una
ocasión, y en algunas de ellas dos, sus calles o plazas. Aún más llamativo es el caso de
Madrid, adonde el Papa ha venido en tres
visitas, la última todavía reciente y toda concentrada en la capital de España.
Si este Papa, y por innumerables motivos, bien se merece el nombre de una calle,
como Pío XII y Juan XXIII ya la tienen en
Madrid (y todavía no Pablo VI, por si a los
25 años de su muerte también se pudiera recuperar), los madrileños bien se merecen
ser honrados con el nombre de Juan Pablo II,
y como se suele decir: Ad perpetuam rei memoriam.
Es obvio que estas carencias cantan nuestra deuda con él y, mientras tanto, nos estamos perdiendo, además, esa gracia, que gracia es sinónimo de nombre.
Deuda y gracia que no debería costar tanto, en espacio y tiempo, saldar y recibir.
Estatua
del Papa Juan
Pablo II
en bronce,
de Juan
de Ávalos,
en el atrio
de la catedral
de la Almudena,
de Madrid
C
uando, el 31 de octubre de 1982, Juan
Pablo II llegó a Madrid en su primera visita apostólica a España, después
del saludo del Rey en Barajas recibió, en
una de sus plazas, la acogida del alcalde de
la capital –en latín, por cierto– y allí firmó en
el Libro de la Villa. Después, desde la Nunciatura de la avenida de Pío XII, se dirigió a
la Conferencia Episcopal de la cercana calle
Añastro para encontrarse con los obispos y,
en esa ocasión, bendijo e inauguró la llamada Casa de la Iglesia.
Algunos vecinos de esta calle se habían
movilizado antes para recoger las firmas del
resto de los inquilinos de aquellas casas, en
orden a solicitar del alcalde un cambio de
nombre: de Añastro por Juan Pablo II. La
solicitud no prosperó, porque se dijo que era
más fácil dar nombre a una calle nueva que
sustituir un nombre antiguo, y ya acuñado,
por otro.
Hay que saber que Añastro es un pueblo del condado de Treviño, actualmente
de la provincia de Burgos, pero de la diócesis de Vitoria. A pesar de que su población
no llega al centenar de habitantes, pusieron su nombre a esa calle porque, en la urbanización del Bosque, tocaba poner nombres de pueblos de la redonda de Soria o
de Burgos.
Monseñor Larrea, a la sazón obispo de
Bilbao y Presidente de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, ya dijo
entonces que la calle Añastro estaba relacionada con otro Papa, Adriano de Utrecht.
Cuando éste era obispo de Tortosa y cardenal –pues había venido a España con Carlos I, de quien había sido preceptor, y luego
lo haría virrey–, precisamente en Añastro,
le alcanzó la noticia de que había sido elegido Papa el 9 de enero de 1522, en un cónclave de 39 cardenales; sería coronado en
Roma el 31 de agosto de ese mismo año, y
murió el 14 de septiembre de 1523. Así,
pues, para quien sabe esta historia, la calle
Añastro contiene implícitamente su Papa,
Joaquín Martín Abad
Homenaje
al Papa
20 de diciembre, sábado, a la 17
horas, en el Palacio de Congresos
de Madrid (Castellana, 99)
Intervendrán:
Cardenal Antonio María Rouco
Varela, arzobispo de Madrid y
Presidente de la Conferencia
Episcopal Española.
Padre Raniero Cantalamessa,
OFM. Cap., Predicador de la Casa
Pontificia.
Orquesta Santa Cecilia y Coro
San Jorge, dirigidos por Ignacio
Yepes.
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IGLESIA EN MADRID
11-XII-2003
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La voz del cardenal arzobispo
Urge cuidar el bien común
En su homilía en la catedral de la Almudena, en la Vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción
de Santa María Virgen, nuestro cardenal arzobispo dijo:
C
uando el Papa Beato Pío IX proclamaba el dogma de la Inmaculada
Concepción de la Bienaventurada Virgen María, el 8 de diciembre de 1854, en un
acto supremo de magisterio, ejerciendo su
oficio de pastor de la Iglesia universal con un
estilo de valiente y lúcida profecía, presentaba a los hombres de los nuevos tiempos
–los que se autocalificaban como los de la
era del progreso por antonomasia– la figura
y la historia de una humilde doncella de Nazareth en la que se abre, de par en par, el camino de la victoria del hombre sobre el pecado y sobre la muerte, indicándoles concreta y existencialmente por dónde tenían
que ir las vías de su realización plena y de su
verdadero progreso. La luz de la Inmaculada brilla en el interior de la Iglesia, desde
ese día, cada vez más nítida y esclarecedoramente.
¡Cuánto está costando al mundo abrirse a
formas de cooperación internacional que aseguren y garanticen el bien común de toda la
Humanidad sobre la base de la verdad, la
justicia, la libertad y el amor que el Beato
Juan XXIII, hace cuarenta años, auspiciaba
como fundamentos de una paz duradera, justa y solidaria en momentos de una extraordinaria tensión internacional ensombrecidos
por la amenaza de una posible y aniquiladora guerra nuclear!
¡Y cuánto nos cuesta también en España
estimar, tutelar y cuidar «el bien común de
una sociedad pluricentenaria», tal como lo
recordábamos los obispos españoles en nuestra Instrucción pastoral del pasado año sobre
la Valoración moral del terrorismo, de sus
causas y de sus consecuencias! No olvidemos tampoco lo que afirmábamos igualmente
en ese mismo documento: «La Constitución
de 1978 no es perfecta, como toda obra humana, pero la vemos como el fruto maduro de
una voluntad sincera de entendimiento y como instrumento y primicia de un futuro de
convivencia armónica entre todos». Querer
cerrar los ojos a la fascinación que ejerce el
recurso a la violencia –a la violencia terrorista y a la violencia común–, en la juventud
actual constituiría una gran prueba de ceguera histórica, espiritual y social. Como
tampoco se puede pasar de largo, con un mayor o menor grado de indiferencia, ante ese
proceso de relativización del derecho, propio e inalienable, de todo ser humano a la vida desde el mismo momento de su concepción, hasta su muerte natural, impulsado por
grandes intereses económicos y por una concepción amoral de la metodología de la investigación científica, que avanza, a primera
vista, imparablemente; lo cual sucede a costa de un ingente número de vidas humanas, en
el estadio de su mayor indefensión, que son
sacrificadas sin escrúpulos a objetivos, en el
fondo, de refinado egoísmo social, dispuesto
a saltarse cuando convenga el respeto incuestionable que se le debe a la dignidad de
toda persona humana y de sus derechos fun-
Celebración
de la Vigilia
de la Inmaculada
en la Catedral
de la Almudena
damentales, desde el seno materno. Se trata
de apuestas por la victoria de una cultura de
la muerte que, quizá sin que se sea plenamente consciente de sus tremendas consecuencias para el futuro del hombre, oscurecen
la esperanza. No menos que los intentos de
adulterar en su misma esencia la naturaleza
del matrimonio y de la familia como comunidad indisoluble de amor y de vida.
Retos de la esperanza
Oscurecimiento y retos de la esperanza
a las que el Papa nos invitaba a responder
en su última e inolvidable Visita apostólica
a nuestra patria, en Madrid, los días 3 y 4
de mayo. Juan Pablo II, en la Vigilia de Cuatro Vientos, decía a los jóvenes de toda España: «Hoy quiero comprometeros a ser operadores y artífices de paz. Responded a la
violencia ciega y al odio inhumano con el
poder fascinante del amor. Venced la enemistad con la fuerza del perdón. Mantenéos
lejos de toda forma de nacionalismo exasperado, de racismo y de intolerancia». Y, en
la homilía de las canonizaciones de la Plaza
de Colón, al domingo siguiente, nos conminaba con palabras vibrantes y apremiantes:
«¡No rompáis con vuestras raíces cristianas!
Sólo así seréis capaces de aportar al mundo
y a Europa la riqueza cultural de vuestra historia!»
Se trata de que el hombre contemporáneo se abra por la fe a la presencia y a la acción de Dios en su vida; y no de cualquier
manera, sino precisamente en forma de Gracia. Naturalmente, si se huye de Dios en la
vida personal y colectiva, como tan frecuentemente ocurre en la sociedad actual,
si nos instalamos en el ateísmo teórico o
práctico, al que se refería con tanta clarividencia el Santo Padre en su Discurso euro-
peísta de Santiago de Compostela, o en una
concepción radicalmente secularizada de la
vida, tan de moda en la Europa actual, ¿cómo va a ser posible abrir el alma a los designios amorosos de Dios, que «nos ha destinado en la Persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos»? Las dificultades se agrandan cuando sabemos que esa
secularización radical en Europa sucede a
un período de largo abandono del Evangelio,
al que la Exhortación postsinodal Iglesia en
Europa no vacila en calificar de apostasía silenciosa.
¡Qué fuerza histórica la de las palabras
de Juan Pablo II en Cuatro Vientos cuando
invitaba a los jóvenes «a formar parte de la
Escuela de la Virgen María»! Porque, verdaderamente, como él mismo denunciaba
con vigor, «el drama de la cultura actual es
la falta de interioridad, la ausencia de contemplación». A partir de la experiencia interior de la gracia es posible instaurar en
medio de la sociedad y en el corazón del
hombre, de nuevo, el primado de la Ley de
Dios como la clave de arco de toda la existencia humana, la personal y la social. ¡Sí, se
puede cumplir ya la Ley del amor a Dios y al
prójimo en su plenitud evangélica! El testimonio de su cumplimiento en la vida de los
cristianos y de la Iglesia se convertirá en el
mejor instrumento de la nueva evangelización de España y de Europa: de sus ciudadanos y de sus pueblos. La tentación y «el
riesgo de la alianza entre democracia y relativismo ético» que podrían estar dando pie
a una sinuosa, pero eficaz, negación de los
derechos fundamentales de la persona humana, de su libertad y dignidad, quedarían de
ese modo eficazmente neutralizados y superados.
+ Antonio Mª Rouco Varela
A
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14
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TESTIMONIO
11-XII-2003
«Yo seré el Amor»
En el Congreso Nacional de Misiones, celebrado en Burgos el pasado mes
de setiembre, la Hermana Mitsue Takahara, carmelita descalza en Sevilla,
nos dejó su testimonio de fe:
H
e acudido a este Congreso para hacer
visible con mi modesta presencia la
necesaria e íntima relación entre la
contemplación y la evangelización, entre la
vida en clausura y la actividad misionera,
como dos realidades inseparables en el quehacer de la Iglesia católica.
Quiero agradecer de todo corazón a ustedes, y a todos los españoles, por habernos hecho posible recibir el don de la fe
enviando a tantos misioneros y misioneras
al Japón. Hoy estoy aquí como una japonesa católica y como carmelita descalza.
Y con mucha alegría quiero presumir diciendo: «Quien me ve a mí, ve el fruto de la
semilla que sembró san Francisco Javier».
Cuando él llegó a Japón en 1549, y antes de
su llegada, ningún japonés conocía a Dios,
no había ningún católico. Él fue el comienzo de la historia de la Iglesia católica
en Japón.
En mi familia no había ningún cristiano,
sin embargo, mis padres desearon enviar a
sus cuatro hijos a las escuelas de los misioneros católicos. Mi hermana mayor se bautizó con 9 años, mientras estudiaba en la escuela de las mercedarias. Así entró la religión católica en mi familia. Mi segunda hermana fue bautizada cuatro años más tarde, y
mi hermano con 18, en el colegio de los jesuitas.
En 1967 mi hermana mayor entró en el
convento de las carmelitas descalzas de Tokio. Yo tenía 16 años, y aún no era católica,
al igual que mis padres. La acompañamos
toda la familia el día de su entrada. Fue la
primera vez que visité un convento de clausura. Muros de cemento, rejas, cortinas,
bombillas desnudas..., ningún adorno, allí
dominaba un silencio absoluto. La Madre
Priora abrió la cortina y me quedé sorprendida, estaba vestida exactamente igual a santa Teresita, junto a ella otras dos hermanas
muy sonrientes; hablaba pausadamente, y a
mi oido llegaban palabras como «vida de
oración». Nos contó cosas muy graciosas,
¡qué simpática y qué amable!
A la salida me llamó la atención una tabla
donde, con una preciosa caligrafía japonesa,
decía: «Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra» (santa Teresa de Jesús). Ese
día llegamos a casa tristes por la separación
de nuestra hermana, y muchos interrogantes se abrieron: ¿por qué viven dentro de un
muro tan alto, y qué hacen allí escondidas?
¿Para qué sirve aquella vida? ¿De dónde nacen aquella paz, alegría y sonrisa?
Al terminar seis años de estudios en las
Esclavas del Sagrado Corazón, seguí estudiando en la universidad. En 1971, con 20
años, deseé ser bautizada, y recibir la Primera Comunión; como mi hermana no podía
salir del convento, fuimos nosotros, y nos
acompañó toda la comunidad. Me pusieron
el nombre católico de María Teresa, por santa Teresita de Lisieux. Como recuerdo de
ese día, la Madre Priora me regaló un libro
sobre la doctrina de santa Teresita. Lo leí y
lo releí; encontraba en él alegría, luz, consuelo y ánimo; me daban ganas de amar a
Jesús más y más.
Después del Bautismo, conocí a muchos
fieles y misioneros de varios países; se iba
abriendo delante de mí un mundo nuevo e internacional. Pasaron los años y, en 1976, hice los Ejercicios espirituales, con un padre
misionero español, y vi que mi vocación era
ser carmelita descalza. No sabía cómo agradecer a todos los misioneros que me habían
guiado hasta el Bautismo y hasta encontrar
mi vocación. Me dije a mí misma: «Cuando
yo sea carmelita, ofreceré mi vida especialmente por ellos, y pediré mucho por ellos y
trabajaré con ellos, recorriendo el mundo
entero, a través de la oración, para que todos
los hombres conozcan y amen al Señor, y
encuentren una verdadera felicidad, como
yo la he encontrado».
En 1980 entré en el convento de Yamaguchi, que acababan de fundar las Madres
de Tokio. Entre las fundadoras, estaba mi
hermana, vivimos juntas 18 años.
En Japón vi a muchos misioneros olvidándose totalmente de sí mismos, haciendo
un esfuerzo muy grande por inculturarse.
La cosecha era muy poca. Ante tal panorama
me dolió tanto el corazón, que me surgió la
idea de hacer un intercambio. Ellos se dan
generosamente en Japón, entonces yo me
daré toda a los españoles en España, amando y sirviendo a las Hermanas en el convento. Pedí el traslado, y en 1998 llegué a
Sevilla, y estoy muy feliz, muy unida en la
oración con los misioneros de todo el mundo, de una manera muy especial.
Las carmelitas nos dedicamos a la oración continua. En nuestra clausura entra la
Humanidad entera y estamos siempre unidas a todos los hombres, nos quedamos junto a ellos, a través de la oración. Casi nunca
vemos los frutos de lo que pedimos. ¡Pero no
importa! Algunas veces Dios nos da la alegría de ver algunos frutos. En concreto a mí,
me hizo muy feliz cuando el 21 de mayo de
1983, víspera de la solemnidad de Pentecostés, mi madre dijo que quería creer en el
mismo Dios que sus hijas y fue bautizada. En
cuanto a mi padre, se bautizó hace 8 años,
con 80 años, en la misa de Bodas de Plata de
mi hermana carmelita.
Sé que soy muy débil, pobre, y muy limitada. Encima soy una extranjera en España y hay muchas cosas que no entiendo, ni
sé hacer. Pero no me desanimo, porque Teresita está siempre conmigo y me anima diciendo: «Hermanita, no te preocupes, lo que
le agrada a Jesús es verte, amar tu pequeñez
y tu pobreza, es la esperanza ciega que tienes
en su misericordia…; es la confianza, y nada más que la confianza, que debe conducirnos al Amor; y recuerda siempre que el
más pequeño movimiento de puro amor, es
más útil a la Iglesia que todas las demás
obras juntas».
Mitsue Takahara
15
EL DÍA DEL SEÑOR
11-XII-2003
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A
Tercer Domingo de Adviento
Coherencia entre fe y vida
Q
uienes se acercaban a Juan en el desierto para reNo es acertado proponer un moralismo exclusivacibir el bautismo de conversión le preguntaban
mente humanista, pensando que así hacemos más fácil
qué tenían que hacer. Él les respondía de manera
el conocimiento y seguimiento de Jesucristo. Es nececoncreta y con radicalidad: «El que tenga dos túnicas,
sario que la moral se cimente en la auténtica revelación
que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga codivina y que esté enraizada en el amor a Dios y a los
mida, haga lo mismo». Ésta y las otras respuestas del
hermanos. La moral cristiana supone para la conducta
Bautista son muy actuales y preanunciaban de algún
humana una novedad radical, que proviene de la adhemodo la moral evangélica del Sermón de la
sión personal a Jesucristo, propiciada por una auténtica
Montaña.
iniciación cristiana.
Todo cristiano, si busEl testimonio de vida de los cristianos no siempre
ca realmente la coherentrasluce la coherencia con la fe que se profesa. Quien
cia entre la fe y la vida,
es consciente de la gracia del Bautismo recibido va
se hace con frecuencia
aprendiendo, día tras día, a poner su confianza en el
la misma pregunta. La
Señor más que en sus propias fuerzas. A
moral cristiana le ayumedida que uno va
da a encontrar las resconfiando más en
puestas que contribuyen
Dios, se percata
a que la persona pueda remás de Quién es
alizarse en plenitud como
Dios para él, con
tal, y como llamada por
qué amor le ha amaDios a la filiación divina y
do y cuál es el amor
a la fraternidad universal.
que habita en él.
La moral que esEl fragmento del
tá enraizada en
evangelio acaba con
la Revelación y
estas palabras: «Juan
en la tradición
exhortaba al pueviva de la Igleblo y le anunsia, pide siemciaba la Buepre un seguina Noticia».
miento de la perVivir una visona de Jesucrisda de amor,
to. Se observa que
de justicia y
no todos los crisde paz no es
tianos han tenido
sólo
una
una experiencia vicuestión priIlustración de Le Nouvel Observateur
va de Cristo y, en
vada, sino
consecuencia, no han
que incide dihecho una opción personal por Él. Poner la mirada en el
rectamente en bien de la Humanidad. La moral cristiarostro de Cristo comporta una renovación en la fe, y esna es una buena noticia porque abre el corazón del homta fe viva impulsa a un gozoso seguimiento del Señor y
bre y de la mujer para acoger el don de Dios que es la fe,
a un compromiso evangelizador. Urs von Balthasar ha
la esperanza y la caridad, y para vivir en coherencia con
afirmado que una Iglesia que no ponga fuertemente el
este don.
acento en Jesucristo «no interesa al mundo, ni tiene credibilidad», porque Jesucristo es «el acontecimiento úni+ Lluís Martínez Sistach
co» en la historia de la Humanidad.
arzobispo de Tarragona
Evangelio
E
n aquel tiempo, la gente
preguntaba a Juan:
«Entonces, ¿qué hacemos?»
Él contestó: «El que tenga dos
túnicas, que se las reparta con el que
no tiene; y el que tenga comida,
haga lo mismo».
Vinieron también a bautizarse
unos publicanos; y le preguntaron:
«Maestro, ¿qué hacemos nosotros?»
Él les contestó: «No hagáis
extorsión a nadie, ni os aprovechéis
con denuncias, sino contentaos con
la paga».
El pueblo estaba en expectación y
todos se preguntaban si no sería Juan
el Mesías; él tomó la palabra y dijo a
todos:
«Yo os bautizo con agua; pero
viene el que puede más que yo, y no
merezco desatarle la correa de sus
sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego: tiene en la
mano la horca para aventar su parva
y reunir su trigo en el granero, y
quemar la paja en una hoguera que
no se apaga».
Añadiendo otras muchas cosas,
exhortaba al pueblo y le anunciaba
la Buena Noticia.
Lucas 3, 10-18
Esto ha dicho el Concilio
E
l divino Maestro y Modelo de toda perfección, el Señor Jesús, predicó a todos y cada uno de sus discípulos, cualquiera que fuese su condición, la
santidad de vida, de la que Él es iniciador y consumador: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Envió a todos el
Espíritu Santo para que los mueva interiormente a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con toda la mente y con todas las fuerzas, y a
amarse mutuamente como Cristo les amó. Los seguidores de Cristo, llamados por Dios no en razón de sus obras, sino en virtud del designio y gracia
divinos, y justificados en el Señor Jesús, han sido hechos por el Bautismo, sacramento de la fe, verdaderos hijos de Dios y partícipes de la divina
naturaleza, y, por lo mismo, realmente santos. En consecuencia, es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la
santificación que recibieron. El Apóstol les amonesta a vivir «como conviene a los santos», y que, como «elegidos de Dios, santos y amados, se
revistan de entrañas de misericordia, benignidad, humildad, modestia, paciencia, y produzcan los frutos del Espíritu para la santificación». Pero como
todos caemos en muchas faltas, continuamente necesitamos la misericordia de Dios y todos los días debemos orar: «Perdónanos nuestras deudas».
Es, pues, completamente claro que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad, incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las fuerzas recibidas según la medida de la
donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen
con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Así, la santidad del pueblo de Dios producirá abundantes frutos, como brillantemente lo
demuestra la historia de la Iglesia con la vida de tantos santos.
Constitución Lumen gentium, 40
A
16
Ω
RAÍCES
11-XII-2003
Duccio di Buoninsegna
La Madonna, signo
de identidad de Siena
Adoración de los Magos, oro y témpera sobre tabla, de Guido da Siena. Lindenau-Museum, Altenburg
Se le ha denominado uno de los grandes innovadores del arte medieval. Siena y
el arte italiano no serían lo que son sin él; y él y su arte no habrían sido nada sin
Siena y sin la fuerte devoción a la Virgen que tiene esta ciudad, que se define a
sí misma como Civitas Virginis. Duccio de Buoninsegna es un signo de identidad para la ciudad sienesa, que ahora reconoce, con la exposición Duccio: los
orígenes de la pintura sienesa, al pintor que convirtió a la Virgen en orgullo de
la ciudad y a los pintores influidos por él
E
Anunciación, pluma y acuarela sobre pergamino,
de Vigoroso da Siena. Galería de los Uffizi, Florencia
l 4 de septiembre de 1260, en una procesión
hacia la Plaza del Duomo, los ciudadanos
de Siena, con el rey Manfredi a la cabeza,
pedían a la Virgen diciendo: «Virgen María, danos lo que te pedimos, líbranos de los
malvados que, como leones y dragones, nos
quieren devorar», para que les protegiera y
les diera fuerzas para vencer a los guerreros de Florencia. La famosa batalla de Montaperti entre Florencia y Siena, que recuerda
Dante en el Canto X del Infierno, de la Divina Comedia, fue un signo para los ciudadanos de Siena de la particular atención de la
Virgen hacia ellos, que, siendo inferiores en
número y fuerza, vencieron a los asaltantes.
El 9 de junio de 1311 la procesión se repite,
esta vez en acción de gracias por la victoria; a la cabeza va la obra más grande de
Duccio, la Maestá, que después de tres años
de trabajo se va a convertir en el orgullo de
la ciudad. Los ciudadanos de Siena ofrecieron entonces las llaves de la ciudad a la Virgen María, en una ceremonia simbólica que
se repite desde entonces cada 15 de agosto,
el día de la Asunción de la Virgen.
Ahora, la ciudad de Siena dedica una exposición a Duccio, uno de los mayores artistas del siglo XIII, cuya pintura influyó en
autores como Segna di Bonaventura, Vigoroso da Siena, Guido di Graziano, Rinaldo da
Siena, Ugolino di Nerio, Simone Martín y
Pietro Lorenzetti, de los cuales se recogen algunas de sus obras. De entre las pinturas de
Duccio, cabe destacar la Madonna con Bambino, también conocida como Madonna di
Crevole; Duccio recoge de su maestro Cimabúe el fondo dorado, de influencia bizantina, y las líneas del manto de la Virgen.
17
RAÍCES
11-XII-2003
Ω
Historia de san Pedro (detalle), oro y témpera sobre tabla, de Guido di Graziano. Pinacoteca Nacional de Siena
María y Cristo en el trono, oro y témpera sobre tabla, de Rinaldo da Siena.
Convento de las clarisas de Siena
Cruz pintada, oro y témpera sobre tabla, de Duccio di Buoninsegna. Colección Salini, Siena
Pero Duccio hace hablar a sus figuras en un
diálogo del que hace partícipe también al
observador. La Virgen muestra, al tocarse
el corazón, su dolor ante la futura muerte de
su Hijo, mientras éste, lleno de afecto y adivinando su pensamiento, sonríe mientras la
consuela acariciando su rostro. Aquí es donde da un salto con respecto a los pintores
anteriores; ya no se trata del Niño simbólico,
sino que la proporción de sus miembros, el
rostro infantil y la piel sonrosada muestran
la encarnación misma de Dios.
Otra de las obras que merece destacar es
la Croce dipinta: un crucifijo de tamaño natural con un Cristo triunfante sobre el pecado y la muerte, reflejando asimismo una
emoción real en su rostro, del que emana
dolor. El pintor se cuida de mostrar cada
Virgen con el Niño, oro y témpera sobre tabla, Duccio di Buoninsegna.
Museo de la Ópera del Duomo, Siena
parte del cuerpo de Cristo, dándolo tonos
rosados para dotarlo de relieve. Muchos de
los artistas sieneses modernos reconocen en
sus obras el legado de Duccio, un pintor que
llegó a escribir: «Madre Santa de Dios, fuiste origen de paz para Siena y vida para Duccio, que de tal manera te ha pintado».
Carmen María Imbert
A
A
18
Ω
ESPAÑA
11–XII–2003
Los centros católicos de enseñanza, en el sistema educativo español
Aumenta el número de
centros católicos concertados
La Federación Española de Religiosos de la Enseñanza (F.E.R.E.) ha presentado el informe La Enseñanza en los centros educativos católicos, con datos estadísticos del curso 2002-03. Entre las principales conclusiones de este estudio, resalta
que, pese al ligero descenso en el número de alumnos y de centros de enseñanza católicos, aumentó en un 3,65% el número de centros católicos concertados. Además, en términos de calidad de la enseñanza, los centros católicos siguen preparando mejor a sus alumnos para las pruebas de Selectividad. Por primera vez, se han recogido los datos de todos los centros católicos en España, gracias a una aplicación construida en Internet. Las cifras referidas al conjunto del sistema educativo provienen del Ministerio de Educación y son datos avance, susceptibles de futuras correcciones
Alumnos en España, según niveles de enseñanza y titularidad del centro
Centros
públicos
Ed. Infantil
Ed. Primaria
Ed. Especial
E.S.O.
Bachillerato
Ciclos Formativos Grado Medio
Ciclos Formativos Grado Superior
Programas de Garantía Social
TOTAL
U
826.129
1.638.896
13.458
1.232.874
491.602
157.895
169.902
32.586
4.563.342
Centros
privados
427.067
822.163
14.117
649.276
169.813
64.155
57.812
15.652
2.220.055
no de cada cinco alumnos en enseñanzas no universitarias están matriculados en centros católicos. En
el período obligatorio (Primaria y E.S.O.)
el porcentaje asciende al 21,7%, mientras
que en el post-obligatorio (Bachillerato, ciclos formativos de grado medio y superior y
programas de garantía social) es del 13,8%
(en estos ciclos, hay menos subvenciones
públicas a la enseñanza privada). Con respecto al curso 2001-02, el resultado global de
19,8% supone un ligero incremento, de una
décima, y se constata un suave, pero constante, aumento a lo largo de los últimos años.
TOTAL
Privados/
católicos
1.253.196
2.461.059
27.575
1.882.150
661.415
222.050
227.714
48.238
6.783.397
235.582
521.274
3.382
422.040
104.136
29.205
20.278
6.759
1.342.656
Privados/
católicos/
concertados
220.099
513.602
3.193
415.964
100.956
29.137
19.813
6.605
1.309.369
El informe aporta otro dato de interés: la
tasa de escolarización sigue aumentando en
España en los niveles pre y post-obligatorios. Es del 82,5% entre los jóvenes de 16 y
17 años (hace 10 años, era del 72,9%); del
60% entre los de 18 y 20 años (48,5%, en
el curso 1992-93); y del 32% entre los de
21 y 24 años (un 7,3% más que hace una década).
● El número de centros católicos ha descendido (23 menos que los 2.698 del curso
anterior), debido, entre otras cosas, al descenso en la tasa de natalidad. No obstante, el
curso pasado se produjo un nada desprecia-
% Alumnos en
centros catól.
sobre el total
% Alumnos en
centros catól.
concertados
sobre el total
18,8
21,2
12,3
22,4
15,7
13,2
8,9
14
19,8
17,6
20,9
11,6
22,1
15,3
13,1
8,7
13,7
19,3
ble aumento en el número de centros católicos concertados: 2.357 frente a 2.274, esto
es, un 3,65% más.
A nivel nacional, un 88% de los centros
católicos están subvencionados. En Andalucía, la comunidad donde la enseñanza confesional católica está más extendida en términos absolutos, el porcentaje es del 89%; en
Cataluña, están concertados el 90% de los
centros, igual que en Castilla-León; y, en el
País Vasco, lo están el 96%. Por el contrario,
en Madrid, la tercera Comunidad Autónoma en número de centros católicos (después
de Andalucía y Cataluña), sólo están concertados el 82% de los centros católicos.
Los centros católicos preparan mejor
para la Selectividad
Alumnos aprobados en Selectividad, según la titularidad del centro
Total España
% aprobados
Centros católicos
% aprobados
L
1997
1998
1999
2000
2001
2002
77,9
78,6
77,1
78,4
78
78,9
89,5
90
88,9
89,3
91,1
87,7
os alumnos de los centros católicos siguen teniendo un porcentaje de éxito en las pruebas de Selectividad muy por encima de la media. De los que se presentaron en junio de
2002, aprobaron un 92,7%, mientras que en las pruebas de septiembre aprobaron un 65,6%.
El porcentaje de aprobados fue ligeramente superior en los centros concertados que en los
no concertados: aprobaron el 87,8% de los alumnos de la enseñanza católica concertada.
19
ESPAÑA
11–XII–2003
Ω
Las cuentas de la Iglesia
La LXXXI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, reunida hace dos semanas en Madrid, aprobó
los balances económicos de sus organismos e instituciones correspondientes al año 2002, y los Presupuestos
previstos para el año 2004. También se aprobaron los criterios de constitución y distribución del Fondo Común
Interdiocesano para el próximo año. Ofrecemos a continuación un resumen de dichos datos económicos:
Total gastos
Total ingresos
RESULTADO
Año 2004
3.028.945
3.028.945
0
Diferencia
109.120
109.120
0
% valor
3,74
3,74
Año 2004
204.880
2.387.350
144.500
292.215
3.028.945
Año 2003
203.505
2.323.600
131.400
261.320
2.919.825
Diferencia % valor
1.375
0,68
63.750
2,74
13.100
9,97
30.895
11,82
109.120
3,74
Año 2004
I. Servicios (editoriales, etc.)
416.550
II. Rentas del patrimonio
869.410
III. Ingresos comunidad eclesial 1.694.985
Año 2003
416.450
863.910
1.589.215
Diferencia % valor
100
0,02
5.500
0,64
105.770
6,66
I. Comisiones y organismos
II. Gastos comunes
III. Asambleas y reuniones
IV. Otras secciones
TOTAL GASTOS
Fondo común interdiocesano
Otros (colectas, etc.)
IV. Ingresos de fieles y otros
TOTAL INGRESOS
El Secretario General de la Conferencia Episcopal, padre Juan Antonio
Martínez Camino (en el centro), junto a monseñor Bernardo Herráez (a la
izquierda), Secretario del Consejo de Economía, y a don Jesús de las Heras,
Director de la Oficina de Información
Año 2003
2.919.825
2.919.825
0
1.350.000
1.323.200
26.800
2,03
344.985
266.015
78.970
29,69
48.000
3.028.945
50.250
2.919.825
-2.250
109.120
-4,48
3,74
Constitución y distribución
del Fondo Común Interdiocesano 2004
CONSTITUCIÓN F.C.I.
I. Dotación estatal
II. Aportación de las diócesis
III. Reintegro cuotas Seguridad Social capellanes
IV. Donativo
V. Remanente ejercicio anteriores
TOTAL
138.695.761
12.057.357
350.000
6.000
52.471
151.161.589
DISTRIBUCIÓN F.C.I.
A) Pagos a realizar por la gerencia de la Conferencia Episcopal Española
1.-EN CONCEPTO DE PERSONAL
Remuneración de los sres. obispos
1.484.400
Seguridad Social del clero diocesano
12.765.014
22.515.638
14.249.414
2.-VARIOS
Santa Sede
125.059
Fondo Intermonacal
202.739
Ayuda C.E. del tercer mundo
100.250
Confers
828.796
Conferencia Episcopal Española
1.349.664
Universidad de Salamanca
1.016.475
Insularidad
- apartado A)
168.878
- apartado B)
81.061
Instituciones en el extranjero
101.774
Mutualidad nacional del clero
7.324
Actividades nacionales: congresos, asambleas y reuniones 1.202.024
Fondo ayuda a proyectos evangelización
601.012
5.785.056
3.- FACULTADES ECLESIÁSTICAS
2.481.168
B) Cantidad a distribuir entre las diócesis
B.1. Gastos generales y de personal
B.2. Actividades pastorales
B.3. Seminarios Mayores y Menores
TOTAL
128.645.951
112.746.996
14.151.055
1.747.900
151.161.589
*NOTA: Todos los datos ofrecidos están calculados en euros
A
A
20
Ω
MUNDO
11-XII-2003
Congreso Internacional de Teología Moral en Roma Caminar en la luz
El puesto de la ética
en la sociedad y en la Iglesia
Un momento del Congreso
Entusiasmo, novedad y esperanza: éste era el
clima, al finalizar el Congreso Internacional
sobre Teología Moral, con el lema Caminar en
la luz, organizado por el Instituto Pontificio
Juan Pablo II, de la Universidad Lateranense,
de Roma, recientemente, y al que se estima
que han asistido más de trescientas personas
al día. En el marco de la celebración de los
XXV años del pontificado de Juan Pablo II, y
diez años después de la publicación de la
encíclica Veritatis splendor, se constatan los
avances y la cercanía a la realidad de la
Iglesia respecto a la moral.
El profesor Livio Melina, director del Área de
investigación del Instituto Juan Pablo II y
máximo organizador del Congreso, afirmó:
«Junto a la demanda de reglas en el ámbito
secular –bioética, ética de las
comunicaciones, justicia internacional–, se
da, al mismo tiempo, una gran permisividad
moral sobre la vida. Hoy, cuando a la
enseñanza moral de la Iglesia se le contesta
con un pluralismo ético, con una
emancipación de la conciencia moral
cristiana, se necesitaba un congreso que
repensase el puesto de la ética en la sociedad
y en la Iglesia»
L
a cualificación de los ponentes del Congreso no dejaba atrás a la de los asistentes, como se reflejaba en los coloquios posteriores a las conferencias. El Congreso lo abrió monseñor Rino Fisichella,
Presidente del Instituto Juan Pablo II y Rector de la Universidad Lateranense, al que siguió la lectura de una carta de congratulación
del Secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano.
Para comenzar los estudios, en la primera sesión –el Congreso constó de seis sesiones más una extraordinaria– se abordó la
Cuestión moral y cuestión antropológica.
Algunas de las primeras luces las aportó el
Patriarca de Venecia, cardenal Angelo Scola, que ofreció la perspectiva teológica de
la encíclica, en lo que denominó un concentrado de intuiciones: «La encíclica –dijo el cardenal Scola– introduce un elemento de gran importancia para la teología moral: la teología de la experiencia». Para explicarlo, desarrolló la idea de la libertad en
relación con la ley, la conciencia y la verdad. «La ley debe servir para la vida, pero
puede causar la muerte si se la ve como algo congelado que rompe el dinamismo de
la libertad. Puede convertirse en un ídolo».
Destacó en el Congreso la intervención
del profesor Stanislaw Grygiel, del Instituto Juan Pablo II, que explicó cómo La verdad resplandece en la transparencia del ser.
En su exposición marcó los extremos entre
racionalismo y moralismo, asemejándolos
al comunismo (razón sin moral) y al puritanismo (moral sin razón). De su relación
destacaron la esperanzadora afirmación: «La
belleza salvará al mundo rompiendo el racionalismo y el moralismo corrupto»; y la
valiente constatación de que, «en una sociedad donde falta el heroísmo, falta la verdad».
La segunda sesión, centrada en la moral
y en la gracia, la presentó Karl Josef Romer,
Secretario General del Consejo Pontificio
para la Familia, institución que definió como
un reto y un misterio, ya que la misma gracia de Dios y el propio Cristo suponen un
misterio. El cardenal Francis George, arzobispo de Chicago, habló sobre la cultura de
la fe y la formación de los discípulos. Después de un rápido análisis sobre la cultura,
siempre vinculada a la ley natural, afirmó
que «la fe genera cultura, y un sistema moderno que reconoce las normas morales hace que se desarrolle el individuo y la cultura misma».
Don Juan J. Pérez-Soba, de la Facultad de Teología San Dámaso
«La Iglesia hace crecer a las personas»
U
sted ha dicho que una moral basada sólo en el respeto niega la gracia; ¿qué
puede decir acerca de lo que se ha denominado políticamente correcto?
Lo políticamente correcto no se mueve ni siquiera en un nivel de respeto, sino
en una concordancia común acerca de aquello que es aceptable. Corre un peligro
muy grande, que es cambiar lo que es moralmente bueno por lo que es
simplemente plausible a nivel social. En el fondo, es un nuevo fariseísmo. Si una
persona dirige su vida sólo hacia aquello que los demás piensan que es correcto,
desde luego su vida tendrá grandes carencias morales.
¿Por qué la Iglesia tiene autoridad para decir cómo se deben regir las personas
en el campo de la moral?
La autoridad no es algo que te conceden, es algo que se es. La Iglesia tiene
autoridad porque hace crecer a las personas, es la autoridad que tenía Jesucristo.
La autoridad de la Iglesia llama la atención porque está diciendo aquello que uno
desea vivir, y por eso es un camino de vida.
21
MUNDO
11-XII-2003
Ω
A
Habla el Papa
María
Inmaculada
(Palabras en la Plaza de España, en
Roma, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María)
El dinamismo de la razón práctica fue el
tema de la tercera sesión. De gran valor filosófico fue la ponencia del profesor Martin
Rhonheimer, de la Universidad Pontificia de la
Santa Cruz, de Roma. Explicó, desde la perspectiva tomista, lo que es el acto de la voluntad que permite tomar las decisiones. Habló
de la objetividad y de la carga de valor de la intencionalidad de los actos: «Los actos en sí
no dictan la moralidad; debe ser la razón del
hombre la que defina la moralidad del acto».
La cuarta sesión, dedicada a la virtud y a
la moral, tuvo también una fuerte dosis filosófica de la mano del profesor Eberhard Schockenhoff, de la Universidad de Friburgo. Primero analizó cómo la virtud no puede estar
separada de la idea de bien. En un segundo
punto, vinculó la virtud a la disposición de seguir el deber, no como una ética de normas
según la ética moderna, sino integrándola con
la afectividad.
La sesión más concurrida fue aquella en la
participaron el cardenal Ratzinger y monseñor Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo. Éste desarrolló varios puntos: la relación
entre el hombre y Dios como una teología
del don, la presencia de la gracia, la estruc-
tura cristológica de la libertad, para terminar concluyendo que la amistad con Dios es
el principio clave de la teología moral. El
cardenal Ratzinger desarrolló su conferencia explicando cómo surgió esta encíclica y
cuál fue la intención del Papa al escribirla:
«El Papa quiso recuperar y volver a proponer
el sentido moral del Concilio Vaticano II».
Relacionó la razón con la moral como un
punto clave al que acudir, porque, «para la teología moral, el racionalismo tiene mucha
importancia», al tiempo que resaltó la presencia de la gracia: «Sin Dios no se puede
construir una moral».
De las últimas intervenciones, cabe destacar la de monseñor Juan Antonio Reig, obispo
de Segorbe-Castellón, quien propuso varios
puntos en los que incidir para una educación en
la moral; los más contundentes, cuando se refirió a ser testigos de la moral «cambiando la
pregunta ¿Qué debo hacer? por la de ¿Quién
quiero llegar a ser?», y vivir la verdad en
nuestras acciones reconociendo en la Iglesia
esa casa donde encontrar el humus o ámbito
prropicio para la virtud.
Intervención
del cardenal
Ratzinger;
a su lado,
el cardenal
Ruini, Presidente
de la
Conferencia
Episcopal
Italiana, y monseñor Cañizares,
arzobispo de
Toledo
y Primado
de España
Carmen María Imbert. Roma
Monseñor Antonio Cañizares, arzobispo de Toledo
«Los mártires expresan la verdad del hombre»
¿E
s necesario hablar de teología moral, hoy?
No solamente es necesario, es urgente. La moral es el actuar del hombre nuevo, del hombre en
verdad, del hombre conforme a la dignidad con la que Dios le ha creado y redimido en Jesucristo.
Solamente desde la moral habrá un mundo nuevo. Por eso es urgente y apremiante, sobre todo en un
mundo tan deshumanizado donde el hombre vive de espaldas a Dios, como si Dios no existiera.
¿Cómo puede la Iglesia ser luz para el mundo en el campo de la moral, después de haber padecido
tantos casos de error moral en su seno?
El que haya pecado en los hombres que formamos la Iglesia no quita para nada el testimonio de los
mártires. Sólo en el siglo XX hemos tenido 36 millones de mártires. Son los que expresan el grado más
alto de la humanidad y la verdad del hombre, que es sencillamente decir que Dios es el que llena el
corazón del hombre. Más allá de los escándalos, está ese testimonio martirial, hombres y mujeres que
viven desde Jesucristo el amor de Dios.
H
e venido aquí, esta noche, para
rendirte el homenaje de mi devoción sincera. Es un gesto en el que se
unen a mí, en esta Plaza, innumerables romanos, cuyo afecto me ha acompañado siempre en todos los años de
mi servicio a la Sede de Pedro. Estoy
aquí con ellos para iniciar el camino
hacia el 150 aniversario del dogma que
hoy celebramos con alegría filial.
¡Reina de la paz, ruega por nosotros! A Ti se dirige nuestra mirada con
más fuerte ansiedad, a Ti recurrimos
con más insistente confianza en estos
tiempos marcados por muchas incertidumbres y temores por el destino
presente y futuro de nuestro planeta. A
Ti, primicia de la Humanidad redimida por Cristo, finalmente liberada de la
esclavitud del mal y del pecado, elevamos juntos una súplica sentida y
confiada: escucha el grito de dolor de
las víctimas de las guerras y de tantas
formas de violencia, que ensangrientan la Tierra. Despeja las tinieblas de
la tristeza y de la soledad, del odio y
de la venganza.
¡Abre la mente y el corazón de todos a la confianza y al perdón! Madre de misericordia y de esperanza,
alcanza para los hombres y las mujeres del tercer milenio el don precioso
de la paz: en los corazones y en las
familias, en las comunidades y entre
los pueblos; paz, sobre todo, para
aquellas naciones en las que cada día
se sigue combatiendo y muriendo.
Haz que todos los seres humanos, de
todas las razas y culturas, se encuentren con Jesús y le acojan a Él, que vino a la tierra en el misterio de la Navidad para darnos su paz.
María, Reina de la paz, ¡danos a
Cristo, auténtica paz del mundo!
(8-XII-2003)
A
22
Ω
LA VIDA
11-XII-2003
Nombres
El Papa Juan Pablo II ha concedido la Encomienda de
la Orden de San Gregorio Magno al periodista don
José María Cruz Román, y al jurista don Ignacio
Carrau Leonarte, Presidente de la Cofradía del
Santo Cáliz, informa la agencia AVAN. Estas distinciones, concedidas a petición del arzobispo de
Valencia, monseñor García Gasco, les fueron entregadas por el propio arzobispo.
El cardenal Roberto Tucci, S.J., ha alertado sobre «la
dictadura de las minorías» en Occidente, que termina amparándose en el principio de laicidad.
«Aunque todos tienen derecho a ser respetados
–dijo–, por ejemplo, en la libertad religiosa, basta
que haya una minoría no contenta con algo que corresponde a los sentimientos y a la cultura de la
mayoría, para que, en nombre de la laicidad, se
quiera cerrar la boca a los más y se quieran eliminar símbolos importantes, no sólo para la fe, sino
también para la cultura de la mayoría. Se cree que
para respetar a las minorías se puede ofender a la
mayoría, y eso me parece que no es democracia. El
respeto a los derechos individuales no debe hacer
olvidar el respeto a los derechos de las familias y de
las comunidades de creyentes».
En la iglesia de San Francisco (jesuitas), de El Puerto de
Santa María, donde descansan sus restos, ha tenido lugar la clausura del proceso diocesano de la
Causa de beatificación del Siervo de Dios padre
Pedro Guerrero González, S.J.
El costarriceño Hermano Álvaro Rodríguez, Superior
General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas
(Lasalle), ha sido reelegido Presidente de la Unión
de Superiores Generales para un segundo mandato trienal. Como Secretario General, sigue el marianista español padre José María Arnáiz.
El arzobispo de Barcelona, cardenal Carles, ha presidido la solemne sesión de apertura de la Causa de
beatificación de José María Armengol Sierra y de
un numeroso grupo de jóvenes catalanes, miembros de la antigua Federación de Jóvenes Cristianos
de Cataluña, que fueron martirizados durante la
persecución religiosa de 1936 a 1939.
Cristina López Schlichting pronunciará el pregón de
Navidad en el Foro Juan Pablo II, en la parroquia
madrileña de Nuestra Señora de la Concepción
(calle Goya 26), el próximo 18 de diciembre, a las
21 horas, seguido de un concierto navideño.
Monseñor Renato Boccardo, hasta ahora Jefe del Protocolo con encargos especiales en la Secretaría de
Estado del Vaticano, y encargado de los viajes pastorales del Papa, ha sido nombrado por Juan Pablo
II Secretario del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales; al mismo tiempo, ha sido
elevado a la dignidad episcopal. Sustituye en el
cargo a monseñor Pierfranco Pastore, quien, por
motivos de edad, presentó al Papa su renuncia.
El Arzobispado de Madrid, la Acción Católica y Peregrinos de la Iglesia, como ya informamos en nuestras páginas, han recordado a su primer sacerdote
diocesano camino de los altares, el Siervo de Dios
Manuel Aparici, con un congreso con ocasión del
primer centenario de su nacimiento. Participaron
el cardenal Rouco Varela, el Nuncio Apostólico,
monseñor Monteiro, y los obispos monseñor Atilano Rodríguez, obispo de Ciudad Rodrigo y Consiliario General de la Acción Católica, y monseñor Cerviño, obispo emérito de Tuy-Vigo
El próximo domingo 14, a las 13 horas, tendrá lugar en
el templo de la Sociedad de San Vicente de Paúl, en
Madrid (calle Verónica 11), la renovación de la
Promesa Vincentina, durante la Eucaristía que presidirá el padre Joaquín González Hernando, provincial de los padres paúles.
Iglesia en Iberoamérica
É
sta es la portada del libro que la Pontificia Comisión para
América Latina acaba de editar en la Librería Editrice Vaticana.
Contiene las Actas –discursos, relaciones, ponencias y
recomendaciones– de la reunión Plenaria de la Pontificia
Comisión celebrada en el Vaticano la pasada primavera, en la que
se abordaron los problemas más candentes de la nueva
evangelización en el continente iberoamericano.
DVD sobre el fundador del Opus Dei
J
osemaría Escrivá: enamorado de Dios, apasionado por la
vida es el título de un DVD sobre la vida y enseñanzas del
Fundador del Opus Dei. El documento, de más de tres horas
de duración, recoge imágenes del santo y sus propias
explicaciones sobre las más diversas cuestiones de la vida
cristiana. Estas grabaciones están entre las primeras que la
Iglesia puede ofrecer sobre una persona que ya ha declarado
santa.
El DVD recoge una semblanza de la vida de san
Josemaría; un resumen de su canonización en Roma; sus
encuentros con cientos de personas en diversos países del
mundo entre 1960 y 1975; los testimonios de quienes lo
conocieron; y el relato de los milagros que se probaron para
la beatificación y la canonización, contados por sus
protagonistas. También recoge más de un centenar de
fotografías e imágenes relacionadas con su vida y con el
impacto que tiene en todo el mundo. Ya se han vendido
5.000 copias en librerías y grandes centros comerciales.
Una de las secciones que ofrece el DVD se titula San
Josemaría habla de... En ella, se han agrupado, en seis
temas, las diversas cuestiones que le plantearon al
sacerdote en auditorios distintos. Así, se habla de
juventud, familia, vida cristiana, enfermedad, trabajo y
vocación.
Cursos del Instituto de Humanidades
E
l Instituto de Humanidades Ángel Ayala-CEU ha organizado dos seminarios: uno de filosofía
teórica: Opúsculos de santo Tomás, y otro de filosofía práctica: Teoría de la acción en santo
Tomás. Participarán en estos seminarios, cuyo objetivo esencial es la investigación y difusión del
pensamiento filosófico y teológico de santo Tomás de Aquino, destacados profesores e
investigadores. Más información: Tel. 91 514 04 43. E-mail: ihuman@ceu.es. Asimismo, el
Instituto inicia su 2° Curso de Experto Universitario en Doctrina Social de la Iglesia. Este curso, en
el marco de la cátedra Ángel Herrera Oria, tiene como objetivo principal el estudio y la
enseñanza rigurosa del magisterio de la Iglesia católica acerca de las cuestiones sociales. Más
información: E-mail: gprensa@ceu.es
Monseñor Antonio Cañizares, en San Dámaso
E
l pasado miércoles 26 de noviembre, el arzobispo de Toledo, y Primado de España, monseñor
Antonio Cañizares, pronunció una conferencia, en la Facultad de Teología San Dámaso, de
Madrid, sobre Los desafíos actuales de la catequesis en España, con motivo del primer encuentro
de antiguos alumnos del bienio de Catequética.
23
LA VIDA
11-XII-2003
Calendario navideño de Juan Pablo II
E
l pasado día 8, el Santo Padre
realizó la tradicional visita del Papa
a la Plaza de España, de Roma, para
rendir homenaje a la Virgen, en la
solemnidad de la Inmaculada
Concepción. Y ya en las fechas
navideñas, el Papa Juan Pablo II
presidirá, Dios mediante, las
principales celebraciones litúrgicas de
la Natividad del Señor, en la basílica
de San Pedro, del Vaticano. Presidirá
la misa del Gallo, el 24 de diciembre,
a las 12 de la noche; el día 25, a
mediodía, dirigirá su Mensaje de
Navidad desde el balcón central de la
fachada de la basílica. El 31 de
diciembre presidirá, en la basílica
vaticana, a las 18 horas, la
celebración de las Vísperas, y el Te Deum, de acción de gracias por los dones recibidos durante el año
2003. El 1 de enero de 2004, Jornada Mundial de la Paz, dedicada a El derecho internacional, un
camino para la paz, presidirá, en la basílica de San Pedro, la celebración eucarística, en la solemnidad
de Santa María, Madre de Dios. No está prevista, como en años anteriores, la ordenación de obispos, el
día de la Epifanía del Señor.
El chiste de la semana
Giannelli, en Corriere della Sera
Ω
A
Libros
L
a Biblioteca de Autores Cristianos ha consolidado, por obra y gracia de su director,
una buena costumbre
anual en torno a la celebración de la Navidad: la
edición de un libro que
recoge valiosos testimonios vitales de algunos de
los más selectos autores
que forman parte de su
catálogo. En años anteriores, gracias a esta acertada iniciativa, la BAC
nos dejó entre las manos
una verdadera, y muy
preciosa, trilogía teológica, tan vivencial como
entrañable: tres libros –en realidad los hermanos mayores de este que ahora acaba de
aparecer– titulados Felicidades, Jesucristo;
¡Bienaventurada!; y Y la Iglesia también. Fueron tres libros dedicados a Cristo, a María y
a la Iglesia. Ahora, la BAC se ha preguntado si
no era llegado el momento de pasar, discreta
y suavemente, de la teología a la antropología.
Y ha pasado. El resultado son estas 372 páginas de reflexiones testimoniales acerca de la filosofía y teología del vivir: Sobre el aprecio
de la vida. La lista de testigos es nutrida y muy
cualificada: de don Marcelo y monseñor Sebastián, al padre Pozo, monseñor Gil Hellín,
José Tomás Raga y el propio Joaquín Luis Ortega, hábil muñidor de la iniciativa. Resulta,
bien trenzado, un buen cesto de valiosos mimbres sobre el gozo, el misterio, la rutina, el espectáculo, el arte, el compromiso, el riesgo y
la gloria de vivir. ¡Magnífico regalo de Navidad!
E
La dirección de la semana
E
l Consejo Pontificio para la Justicia y la Paz ha publicado en Internet los principales textos del
magisterio de la Iglesia sobre doctrina social. Con el título Agenda social: una colección de textos magisteriales, ofrece una selección de documentos clave sobre la Iglesia como Madre y
Maestra, la dignidad de la persona humana, la familia, el orden social, el papel del Estado, la economía, el medio ambiente, el trabajo...
WWW
http://www.thesocialagenda.com
l cardenal Marcelo González Martín, arzobispo emérito de Toledo, lleva ya algunos
años descansando merecidamente –es un decir–
de su impresionante tarea apostólica, ministerial, al frente de la diócesis primada de Toledo,
tras una vida de entrega
admirable a la Iglesia; pero su descansar no le ha
impedido, naturalmente,
el desarrollo impagable
de su servicio ministerial;
por ejemplo, predicando
a las carmelitas descalzas, con admirable fidelidad año tras año. Hace unos días, don
Marcelo sufrió un infarto cerebral del que,
gracias a Dios, se repone lentamente. Las carmelitas descalzas del monasterio de la Encarnación, de Ávila, han tenido el acierto y la
oportunidad de recoger en estas páginas, espléndidamente editadas por Edibesa, en su
colección Grandes Firmas, con el título Véante mis ojos. Santa Teresa, para los cristianos de hoy, la palabra límpida y alta de las
predicaciones del cardenal. El actual arzobispo de Toledo, monseñor Cañizares, le da las
gracias a don Marcelo en unas entrañables
páginas de presentación. Cualquier fiel católico puede aprender mucho de doctrina y de
amor apasionado a la Iglesia en estas páginas.
M.A.V.
A
24
Ω
DESDE LA FE
11-XII-2003
Teresa de Lisieux,
santa entre las santas
El recorrido de las reliquias de santa Teresa de Lisieux por nuestras tierras, que tantos deseos de santidad
ha suscitado entre los fieles españoles, está llegando ya a su fin. Hoy llega a la archidiócesis de Tarragona,
y en los próximos días lo hará, hasta el día 22 de este mes, a las diócesis de Barcelona, Palma de Mallorca,
Vich y Lérida. Ofrecemos uno de los testimonios que ha dejado su paso entre nosotros
U
n misterio insondable acompaña a
esta santa contemplativa del Carmelo de Lisieux, cuyas sagradas reliquias llevan más de dos meses recorriendo
pueblos y ciudades de España en olor de
multitud, y así seguirán, en medio de un fervor sin precedente, hasta las vísperas de Navidad. Son las únicas que han recorrido los
cinco continentes –las peticiones de visita
hacen cola–, despertando la veneración de
ingentes multitudes de católicos, pero también de ortodoxos, coptos musulmanes, incluso de increyentes. Pío XI, el Papa que la
canonizó, no dudó en señalar que santa Teresa era «la gran santa de los tiempos modernos, maestra de las cosas del espíritu»,
a la que Dios descubrió y enseñó aquello
que ordinariamente oculta a los sabios y entendidos, y revela a los sencillos. El gran
teólogo Hans Urs von Baltasar, en su magnífico libro Teresa de Lisieux. Historia de
una misión, se ha atrevido a señalar, con su
indiscutible autoridad: «Teresa, juntamente con el Cura de Ars, representa el único
ejemplo absolutamente evidente de una misión teológica, en el amplio sentido, dentro
del siglo XIX…, y que ella, hasta hoy, ha
sido también la última». Recuerda el ilustre maestro algunos santos contemporáneos que no alcanzaron, como santa Teresa,
«el volumen de una primaria misión teológica». Entre ellos, menciona el caso de Don
Bosco, por el que yo personalmente siento
una veneración muy especial. Podríamos
decir que ese profetismo exclusivo de la santa carmelita descalza lo comparte en nuestros
días con la Beata Madre Teresa de Calcuta,
cuyo nombre y ejemplo tomó precisamente
de la santa de Lisieux. Ambas son modelos
consumados de caridad. De Madre Teresa
no es preciso recordar lo que todo el mundo
sabe. De Teresita, rememoremos lo que dejó escrito en su bellísima obra Historia de
un alma: «Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor
lo era todo… Entonces, al borde de mi alegría, exclamé: ¡Jesús, amor mío…, al fin he
encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es
el amor!» Dos evangelios vivientes que
cuestionan duramente los valores hedonistas
imperantes en la sociedades de Occidente.
Santa Teresita no acudió a la universidad,
ni estudió Teología o Sagrada Escritura. «Algo sorprendente –dijo Juan Pablo II en su
homilía al proclamarla Doctora de la Iglesia–. Murió joven, y, sin embargo, desde hoy
será honrada como Doctora de la Iglesia,
cualificado reconocimiento que la eleva en la
consideración de toda la comunidad cristiana mucho más allá de lo que pueda hacerlo
un título académico». ¿Para qué necesitaba
tales estudios? Nos dice casi al comienzo del
Manuscrito B: «Jesús me instruye en secreto; no lo hace sirviéndose de libros, pues no
Llegada
de las reliquias
de santa Teresa
del Niño Jesús
a la catedral
de Valladolid
entiendo lo que leo. Pero a veces viene a consolarme una frase, como la que he encontrado al final de la oración…» En otro lugar de
su Manuscrito A vuelve a insistir sobre las
enseñanzas de teología profunda que recibe
de su único Maestro: «Jesús no tiene necesidad de libros ni de doctores para instruir a
las almas. Yo nunca le he oído hablar, pero
siento que está dentro de mí, y que me guía
momento a momento y me inspira lo que debo decir o hacer». Su sabiduría de las cosas de
Dios le ha venido de los místicos del Carmelo –santa Teresa y san Juan de la Cruz–, de
la Imitación de Cristo y de la Sagrada Escritura, sobre todo. Su libro de teología fue el
Evangelio, lo que la sustenta por encima de
todo: «En él encuentro todo lo que necesita
mi pobre alma. En él descubro de continuo
nuevas luces, y sentidos ocultos y misteriosos». La Iglesia la ha proclamado Doctora,
haciendo realidad su deseo: «A pesar de mi
pequeñez, quisiera iluminar las almas como
los profetas y Doctores». Ya figura en su lista, al lado de san Agustín, santo Tomás de
Aquino, santa Teresa, san Juan de la Cruz…,
junto a los grandes maestros de la Iglesia.
El Espíritu Santo le enseñó el caminito
místico de la infancia espiritual, de la confianza ilimitada en Dios, como un niño en
brazos de su madre. Confiesa que, desde niña, sólo ha conocido al Dios misericordioso.
El infierno, recuerda von Baltasar, no ocupó
lugar alguno en el mundo existencial de Teresa. «¡Qué dulce alegría pensar que Dios
es justo!; es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente
la debilidad de nuestra naturaleza. Siendo
así, ¿de qué voy a tener miedo? Soy demasiado pequeña para condenarme. Los niños
pequeños no se condenan». Como Job, también ella dirá: «Aun cuando Dios me matara, yo esperaría en Él».
Los católicos españoles y cuantos se sientan atraídos por la sencillez evangélica de
esta santa excepcional harían bien en venerar las reliquias de santa Teresita, pocas y
humildes, como era ella, polvo enamorado
de Jesús y de los hombres. Ella predijo que
sólo sería feliz en el cielo haciendo el bien
sobre la tierra. «Nuestro Señor no me daría
este deseo de hacer el bien sobre la tierra
después de mi muerte, si no me lo quisiera
cumplir». Desde el día de su muerte, Teresita
ha comenzado una misión única, un milagro continuado, que es pasar su cielo derramando gracias sobre la tierra, hasta que todos sus hermanos, como era su ardiente deseo, hayan entrado en la alegría y el descanso del Paraíso.
Mariano Alonso
25
DESDE LA FE
11-XII-2003
A vueltas con Teresa,
Teresita y el Carmelo
E
l destino, que a algunos nos parece una
versión secularizada de la Providencia,
produce caprichosos encuentros y desencuentros entre las personas y las cosas;
aproximaciones y alejamientos que a menudo marcan el rumbo de nuestra vida. Es
una reflexión que me ha asaltado con insistencia a lo largo del ir y venir de las reliquias de santa Teresita del Niño Jesús por
los caminos de España. Andariega la hija,
después de muerta, como lo fue la madre,
la gran Teresa, mientras vivía.
A la una y a la otra las descubrí en la adolescencia, por no decir en la infancia. Mi
madre había nacido en 1897, el mismo año
en que murió Teresita en su Carmelo de Lisieux. Pero la coincidencia no se acababa
ahí. Las dos, una en francés y la otra en castellano, se llamaban Teresa Martín. Un emparejamiento curioso (y para mi madre vinculante), del que nos hablaba con frecuencia.
Bastaba con eso para que Teresita nos cayera la mar de bien a todos los hermanos.
Pero mi madre era, además, lectora asidua de
Teresa de Jesús. A mí, todavía tierno seminarista, me regaló una edición popular de
sus obras completas, y Teresa me asombró y
me sedujo desde el primer momento. Su
frescura de alma, su desparpajo estilístico, su
apasionada experiencia de Dios me fascinaban.
En aquellos años de maduración sicológica, noté que Teresita se me quedaba un
poco corta. Creo que tendría que culpar de
ello a su iconografía, un tanto rosácea y blandengue. Su mismo nombre en diminutivo y
la especialidad que se le atribuía, la infancia
espiritual, no cuadraban, por lo visto, con
mi creciente virilidad juvenil. Tendrían que
pasar largos años para que me reconciliara
con la carmelita de Lisieux.
Ocurrió el reencuentro durante la etapa
de mis estudios en Roma. Había centrado mi
tesina para la licenciatura en Teología en la
doctrina espiritual de sor Isabel de la Trinidad, marcada por su deslumbrante vivencia
trinitaria. En las lecturas obligadas para mi
trabajo encontraba frecuentes alusiones y semejanzas entre la carmelita de Dijón y la de
Lisieux. En vista de lo cual me decidí a emprender un viaje con doble parada y fonda:
ambos Carmelos franceses. Lógicamente, el
mejor preámbulo para semejante peregrinación era la lectura intensa de sus obras. Y ahí
es donde saltó el reencuentro con Teresita,
al hilo de su Historia de un alma.
Supe enseguida que su nombre completo, en religión, había sido Teresa del Niño
Jesús y de la Santa Faz. Eso era ya otra cosa. De hecho, fue para mí la primera clave
para atisbar la hondura mística de Teresita,
su identificación con Jesucristo doliente, la
ofrenda sacrificial de su vida, su apasionada
vocación de ser, en el corazón de la Iglesia,
el amor. Cuando llegué a Lisieux, en aquel
verano de 1957, era ya un convencido (por
no decir un converso) de la grandeza de la
pequeña Teresita. Ya había entendido que
su dichosa infancia espiritual es pura destilación de las mejores esencias del Evangelio.
Con todo, he de decir que esta crecida
intensa de la estimación de Teresita no su-
Foto de Teresa
de Lisieux, en el
papel de Juana
de Arco.
A la izquierda,
estatua de santa
Teresa de Jesús,
en el convento
de la
Encarnación,
en Ávila
Ω
puso merma alguna en mi arraigado aprecio por la gran Teresa. El descubrimiento,
por aquellos años también, de la figura y los
escritos de Edith Stein añadió varios enteros
más a mi admiración teresiana. ¿Cuál era el
poderío espiritual de aquella mujer para que
la lectura de su vida, escrita por Teresa a finales del siglo XVI, decidiera, en una noche, el rumbo de la existencia de una judía
conversa, filósofa especializada en axiología,
como era Edith Stein?
En realidad mi arrimo a Teresa de Jesús
ha permanecido siempre vivo, y ocasiones
nunca me han faltado para depurarlo e intensificarlo. Amén de frecuentes y felices
andanzas por lugares y conventos teresianos, el apego continuado a la lectura de sus
obras, la colaboración periodística y literaria en su IV Centenario (1982), la presencia en aquella estancia inolvidable de Juan
Pablo II en la Encarnación, de Ávila (noviembre de 1982), la participación en el rodaje de la serie, de feliz recordación, de TVE,
Teresa de Jesús. Sin olvidar el cuidado actual
de las ediciones de obras de Teresa, Juan de
la Cruz, Teresita, Isabel de la Trinidad y
Edith Stein que honran el catálogo de la
BAC.
Pero es el caso que toda esa trayectoria
–al fin y al cabo otra historia de otra alma–
se ha enriquecido últimamente con motivo
del viaje a España de las reliquias de Teresita. La conmoción espiritual que ha desencadenado, el fruto pastoral que ha ido produciendo su paso, me han hecho entender
que aquello de la lluvia de rosas sobre el
mundo distaba mucho de ser una cursilería.
Por si fuera poco, este tránsito de Teresita me ha proporcionado algún que otro descubrimiento. El más señalado tiene relación
con el Congreso misional que se celebró en
Burgos, en coincidencia con la estancia de
las reliquias en la ciudad castellana. Para tal
Congreso, el ahora cardenal de Sevilla, responsable de su organización, solicitó la presencia de una religiosa japonesa: la Hermana Teresa María, dicho a la nipona Mitsue
Takaharo. Se me hizo la honrosa encomienda de que pastoreara la estancia, fuera de
la clausura, de la Hermana Mitsue, firme y
alegre seguidora tanto de Teresa cuanto de
Teresita. Fue para mí un don, una gracia,
mucho más que una encomienda.
La presencia de la Hermana Teresa María esparció en el Congreso de Burgos las
mejores esencias del Carmelo. Su testimonio personal, escuchado por los asistentes
con lágrimas de gozosa emoción, reveló
que su clausura en el convento de Sevilla
(también fundado por santa Teresa, con la
ayuda de san Juan de la Cruz) responde a
su decisión personal de agradecer así al Señor la primera evangelización de Japón por
los españoles, desde los primeros jesuitas
a los misioneros y misioneras actuales, ya
que a ellos se ha debido su conversión y la
de toda su familia al cristianismo. Se trata de
un lance de notable enjundia teresiana y misionera en la mejor línea del axioma que
dice que la misión es cosa de todos. Todas
estas idas y venidas, encuentros y coincidencias, a vueltas con Teresa, Teresita y el
Carmelo, demuestran sobradamente que el
llamado destino es sólo un nombre más de
la misteriosa y multiforme Providencia de
Dios.
Joaquín L. Ortega
A
A
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Son maestros, empleados de Banca, industriales, mecánicos…
220 diáconos permanentes
da a los sacerdotes. He fundado tres grupos
de scouts católicos…
Ricardo Rovira
proclamando el
Evangelio en una
celebración
¿Cómo lo vivió su familia, y las personas cercanas?
La gente, al principio, se extrañaba de
nuestra tarea, pero ya llevamos 13 años de
servicio en esta diócesis y las cosas se han
normalizado. Además, el hecho de estar casado hace que la gente te sienta muchas veces más cercano, más en medio del pueblo;
te ven con un trato muy directo con la gente, y compartiendo muchas inquietudes y
muchos problemas con las mismas familias.
Estamos muy cerca del pueblo, y te preguntan, se te acercan para pedirte favores… El
párroco siempre tendrá un grado más en los
sacramentos, y la gente no puede evitar verle como «un grado más», a nosotros nos ve
como muy cerca de ellos, y nos sentimos
muy queridos.
A. Llamas Palacios
Los diáconos, en cifras
2
H
ace ya 25 años que se establecía en
España el diaconado permanente,
instaurado por el Concilio Vaticano
II. Después de unos años de reflexión y de
estudio, en el año 1978, el arzobispo de
Barcelona ordenaba al primer diácono permanente de España. Un diácono permanente es un hombre que puede estar casado, puede pertenecer a una Orden religiosa o al clero secular, y cuya acción pastoral se centra: en Cáritas, donde pueden ser
encargados parroquiales, o delegados diocesanos; en la Liturgia, donde puede asistir al presbítero o al obispo en la misa, proclamar el Evangelio, dar la comunión y el
viático a los enfermos, presidir las exequias, asistir como delegado del párroco
al sacramento del Matrimonio, administrar el Bautismo, presidir la Liturgia de las
Horas; y en otros muchos servicios de la
Iglesia.
«25 años sirviendo a la Iglesia. El diaconado en España 1978-2003» es el lema
del Encuentro que se acaba de celebrar en
Alcalá de Henares y que ha reunido a muchos de los 220 diáconos permanentes que
hay en España, para reflexionar sobre la historia y la labor de estos hombres: profesores,
empleados de banca, trabajadores en la industria, etc…, que comparten, junto con los
presbíteros y los obispos, el sacramento del
Orden.
Don Ricardo Rovira es un diácono casado y padre de familia, que, desde su pueblo
de Castellón, La Vall d’Uxó, lleva a cabo,
junto con su trabajo como maestro en un colegio, su labor como diácono en una parroquia. Así nos explica su vocación y su ministerio:
¿Cómo nació su vocación al diaconado?
Ya desde pequeñito fui monaguillo, y desde siempre he servido a la Iglesia, pero desde
los 13, 14 años me sentí llamado al diaconado, y desde que oí que en el Vaticano II se
implantaría el diaconado permanente para las
personas casadas, ya empecé a decir que sería
diácono permanente. La verdad es que mi padre, los párrocos de la Iglesia, siempre me
preguntaban si no querría ser presbítero, pero
yo veía claro lo de ser diácono permanente.
¿Cuáles fueron los pasos que tuvo que
seguir para ser diácono?
A partir de 1986 empecé los estudios, y
estuve estudiando hasta 1990. Fui ordenado diácono el 24 de junio de 1990, junto con
dos compañeros más de Castellón. Después,
continué los estudios en el instituto internacional de Teología a Distancia. De ahí surgió
mi vocación: siempre de un servicio a la Iglesia. En las parroquias en las que he estado, incluso antes de ser diácono, siempre he trabajado desde las catequesis, los coros, ayu-
5 años después de haber sido instaurado en
España, actualmente son 36 las diócesis que ya
han establecido el Diaconado Permanente, lo que
significa el 57,1% de las diócesis españolas.
En España hay 220 diáconos permanentes, más
65 aspirantes al diaconado. Del total, 10 pertenecen
a Congregaciones religiosas. En las diócesis de
Bilbao, Pamplona y Túy-Vigo no hay en la
actualidad ningún diácono permanente, pero hay 5,
2 y 6 aspirantes respectivamente. Además, las
diócesis de Oviedo, Calahorra, Teruel, Solsona,
Zamora y Lugo han instaurado el diaconado,
aunque no hay ningún aspirante ni ordenado.
Las diócesis con más diáconos de España son
Barcelona, con 52 y 12 aspirantes, y Sevilla, con 38
y 11 aspirantes.
Los diáconos permanentes en España tienen un
promedio de 55 años, y desarrollan su trabajo en
diferentes campos. La mayoría de ellos son
profesores; algunos de ellos, catedráticos; pero
también hay diáconos permanentes en el sector de
la Banca y de la industria, en talleres y en fábricas.
Requisitos necesarios
P
ueden ser candidatos al diaconado permanente
hombres casados, mayores de 35 años, con
cinco años, al menos, de matrimonio estable, que
han dado testimonio cristiano en la educación de
los hijos y en la vida familiar. También pueden serlo
miembros de Institutos seculares o religiosos,
mayores de 25 años, viviendo el celibato.
Su formación se desarrolla en tres etapas:
comienzan con una etapa introductoria, para
discernir y reflexionar sobre el significado de la
vocación diaconal; después, tres años de
preparación teológica, pastoral, espiritual y
comunitaria; y, finalmente, una tercera etapa de
inserción pastoral, recibiendo los ministerios
laicales de lector y acólito.
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Ω
Cristo y el cine, una historia que dura desde hace más de cien años
El cine ha creado una nueva
iconografía de Cristo
Directores de cine, críticos cinematográficos, teólogos... analizaron la relación
entre Cristo y el cine y, sobre todo, las implicaciones que ha tenido para la cultura,
en un Congreso celebrado en Roma por iniciativa de los Consejos Pontificios
de la Cultura y de las Comunicaciones Sociales
D
esde los hermanos Lumière –en
1898– hasta La Pasión, de Mel Gibson –que saldrá a la gran pantalla el
próximo Miércoles de Ceniza–, la historia
del cine ha mantenido un interés particular
por Cristo, que, como es obvio, ha creado
incluso una auténtica iconografía. Ésta es
una de las conclusiones más claras del VII
Congreso sobre Cine e Iglesia, que se celebró en Roma, el 2 de diciembre pasado, por
iniciativa del Consejo Pontificio de la Cultura y del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
Repasando la historia que se ha entretejido entre Jesús y el séptimo arte, el cardenal
Paul Poupard, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, al inaugurar el Congreso, reconoció que «el cine es un vehículo irrenunciable para hacer cultura, y en la
Iglesia, para evangelizar».
«Espero –añadió– que el cine sepa construir una cultura auténtica de la vida y de la
dignidad de la persona», así como «una civilización del respeto mutuo y de la convivencia entre culturas. Tengo una confianza
plena en que los que operan en el mundo del
cine sabrán responder a esta petición de un
suplemento de esperanza».
El tema específico de la edición de este
año, celebrada en la Universidad Pontificia
Un momento
del rodaje de la
Pasión de Cristo,
de Mel Gibson
Urbaniana, fue Cristo en el Cine. Un canon
cinematográfico. Directores de cine, críticos cinematográficos y teólogos, muchos
de ellos profesores en las Universidades
Pontificias, analizaron aspectos específicos
de esa relación que dura ya desde hace más
de cien años. La iniciativa buscaba ser, según
explicaron sus organizadores, «un espacio
de diálogo entre el cine y la fe».
Monseñor Enrique Planas, Director de la
Filmoteca Vaticana, confirmó con sus palabras el trabajo que viene realizando, desde
hace décadas, en la promoción del fecundo
diálogo que puede darse entre Cristo y la
gran pantalla: «Las películas sobre Jesucristo las quiero todas, porque nos muestran
el reflejo de Jesucristo, perfecto comunicador», confesó. «Prefiero las películas que
presentan la familiaridad de Dios en la cotidianidad, su ternura y su inmediatez: estoy
agradecido a los autores que saben mostrarnos estos rasgos en la figura de Jesucristo»,
reconoció monseñor Planas.
El arzobispo John P. Foley, Presidente
del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, clausuró el encuentro asegurando que «la expresión cinematográfica
puede suscitar una profunda experiencia de
encuentro con Dios». La fe y el cine, explicó el prelado estadounidense, son «dos rea-
lidades creadoras de cultura: dos lenguajes
de representación simbólica», que «establecen vínculos entre las personas y afectan a los puntos más vitales del hombre»,
como el «anhelo de una sociedad mejor», o
«la lucha entre el bien y el mal».
«La expresión cinematográfica, aunque
no tenga por objetivo directo la búsqueda
espiritual, sin embargo se encuentra constantemente con ella y puede suscitar una
profunda experiencia de encuentro con Dios,
sobre todo cuando se convierte en auténtica
creación artística», aseguró. Por último,
constató cómo la imagen que ofrece el cine
de Cristo tiene una influencia decisiva en la
percepción del público, de manera que hoy
constituye «una nueva forma de iconografía
sumamente válida en nuestro tiempo». El
rostro de Cristo, que ha sido representado
por las diferentes formas artísticas, en el cine «refleja los aspectos personales que refleja cada autor», motivo por el cual el hombre del Papa para la atención pastoral de los
medios de comunicación pidió «respeto por
el Misterio».
Los participantes en el encuentro no pudieron ver la última representación cinematográfica de Cristo, La Pasión de Cristo,
que está terminando de producir el director
y actor estadounidense-australiano Mel Gibson. La organización había previsto esta posibilidad pero, a última hora, la sociedad
productora, Icon Entertainment, envió un
mensaje para posponer la proyección, pues
«la película todavía no está terminada».
«Mel Gibson está trabajando para que la
película esté lista para su presentación con
motivo de Año Nuevo. Hasta ese momento, preferimos esperar y presentar una película completa, dado que está a pocas semanas de ser terminada», explicó uno de los
representantes de la productora en un mensaje electrónico enviado a la organización
de la proyección.
El Ente del Espectáculo, institución de
financiación pública italiana, que organiza en
estos días en Roma el Festival Tertio Millennio», de cine espiritual –paralelo y complementario al Congreso Cine e Iglesia– dio
la noticia con un tono polémico, con el que
después fue retomada por algunos periódicos: «Mel Gibson dice no al Vaticano». En
realidad, como la organización aclaraba en
el comunicado, el ganador de Premios Oscar
no ha podido llevar la cinta a Roma, pues
está revisando todavía algunas escenas. Los
cardenales, obispos y teólogos de Roma que
quieren ver la película, centrada en las últimas doce horas de la vida terrena de Cristo,
tendrán que esperar, por tanto, unas semanas
para ver la proyección terminada. La obra
en Estados Unidos llegará a las salas cinematográficas el 25 de febrero de 2004.
J.C. Roma
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Teatro
Lo que nos va quedando...
«C
uando uno se va, es de buena
educación despedirse». Lo decía, hace unos días, al hacerlo,
Gustavo Pérez Puig, poco antes de alzarse el
telón, en el madrileño Teatro Español que
ha regido, con mano maestra, durante nada
menos que los últimos catorce años. Y había
en su voz, al decirlo, un inevitable tristealegre tinte de nostalgia, por hablar solamente
de lo obvio. Recordaba, al dar las gracias a
tantos amigos, cómo lo mejorcito de nuestra
escena ha pasado por las tablas del Español
–¡cuánto talento, fantasía, imaginación, poesía, realidad!–, e ironizaba que no se va a la
guerra, porque vuelve a su casa, que es Televisión Española. La verdad es que no sabe
uno muy bien, a estas alturas de la representación, si eso es una guerra o no...
Recientemente galardonado con el Premio Nacional de Teatro, se va Pérez Puig
del Español rindiendo un justo y merecido
tributo de admiración a uno de los más claros y señeros hombres del teatro español del
siglo XX, José López Rubio, de cuyo nacimiento se cumplen cien años, precisamente,
el próximo 13 de diciembre, y programando
–con insuperable brillantez, por no perder
la costumbre– la más acabada de sus comedias: Celos del aire. Con el estreno de esta
divertidísima comedia, de diálogos tan fulgurantes como los del Hollywood de entonces, que fue el bueno, y en el que López
Rubio se movió como pez en el agua, diálogos finos y certeros sobre el amor humano y sus derivados y compuestos –de la mentira a la ternura, y de los celos a la fidelidad–, en un mundo en el que «decidimos no
vernos ni oírnos unos a otros», obtuvo, hace más de medio siglo, un éxito arrollador,
en este mismo Teatro. De este autor las nuevas generaciones apenas si han oído hablar
siquiera, y ya es desgracia, a pesar de haber
Material
para soñar
El Gran Circo
Mundial se encuentra en Madrid, hasta el próximo 21 de diciembre, y en Valencia desde el 6
de diciembre hasta el 7 de enero.
25 atracciones
de artistas llegados
desde diferentes
puntos del planeta
formado parte de la otra, e irrepetible, generación del 27 (Jardiel, Mihura, Neville,
Tono), de haber logrado el Premio Fastenrath, y de haberse sentado, por derecho propio, en el más español de los sillones de la
Española, el de la letra eñe.
«Desde que hay cine, al teatro no van
más que las personas inteligentes»; «la verdad es un arma peligrosa y no se puede dejar en cualquier mano»; «tiene demasiada
imaginación para fijarse en lo que tiene delante»: son sólo tres elocuentes botones de
muestra de lo que escucha el espectador
atento a lo que se cuece en el escenario, con
un decorado que es una belleza, marca de
la casa Alfonso Barajas. Bajo la dirección
«P
arece que vuelvo un poco triste», me decía, al salir, un amigo que había venido
conmigo. Yo me acordé de aquel libro que había leído de pequeña: El hombre del acordeón, de Angelina Gatell. Recuerdo que reflejaba,
con melancolía, pinceladas de vida de artistas
de circo: el payaso que había perdido su sonrisa,
el romance entre la bailarina y el domador de
fieras… Eran retratos llenos de magia y de realidad, que un hombre que se ganaba la vida
tocando un acordeón, sentado en un bar, le
contaba a un chiquillo que le escuchaba sin
pestañear. Hay historias que llegan tanto al
corazón que, en vez de alegría, nudos en el estómago, algo extrañamente necesario con frecuencia. Por eso acudí al circo con curiosidad, con el recuerdo de mi infancia metido
en el bolsillo y con los personajes de Angelina Gatell perfilados en mi memoria, como esperando compararlos y desilusionarme con
la realidad.
Entonces la función comenzó. La música invadió el pequeño recinto, y dos jóvenes ataviados con kilos de brillantina comenzaron a
cantar. Poco a poco, todos los artistas fueron
artística de Mara Recatero, todo el reparto
(Ana María Vidal, Jesús Guzmán –¡qué soberana lección de cómo hay que escuchar
en un escenario!–, Abigail Tomey, Paula Sebastián, Mario Martín, Juan Ribó, Andoni
Ferreño) actúa con exigente profesionalidad.
Al despedir del Español a Gustavo Pérez Puig, es obligado dar las gracias. Como
dice uno de los personajes, al final de esta
obra, que alguien «suba una botella de ese
champagne que decimos que ya no nos queda»... Cada vez, ¡vaya por Dios!, nos van
quedando menos cosas...
Miguel Ángel Velasco
saliendo al escenario y, con una coreografía
que cada uno parecía interpretar a su manera,
nos contaron con música que «el circo era su vida y los aplausos del público su recompensa».
Desde la segunda fila pude comprobar que, en
su mayoría, eran jóvenes de cuerpo fibroso,
sonrientes en sus luminosos vestidos, de movimientos circenses… (¿existe el movimiento
circense?: aquel movimiento ágil, elegante, que
se entrega al público, que se alegra y se envalentona con los aplausos…). Tras la presentación, vino el espectáculo: tres horas de magia,
camellos, cocodrilos espeluznantemente cerca del público, elefantes, caballos, tigres, asombrosas acrobacias, saltos, equilibrios, payasos…
Al terminar el espectáculo, volví a los personajes de El hombre del acordeón. Y pensé
que a lo mejor no eran tan distintos de los que
acababa de ver. ¿Merece la pena estar tan loco?
Yo creo que sí… Vuelvan al circo: resulta muy
recomendable para el corazón un poco de ejercicio de nostalgia, se viaja a través de la memoria, y se proporciona material para soñar.
A. LL. P.
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L
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I
B
R
O
S
La educación ética de las nuevas generaciones
Ω
A
Punto de vista
¡¡No matarás!!
N
Título: Ética y buena vida /Querido Bruto
Autor: José Ramón Ayllón
Editorial: Cálamo/Belacqua
E
l objetivo de las palabras es «ocuparse en cosas diferentes de las palabras». Aunque pueda parecer el principio de un acertijo, la cita es de
Bertrand Russell en su crítica a ciertas corrientes y a ciertos pensadores neopositivistas. Ocurría como en la Historia. Un día le preguntó a un
hombre cuál era el camino más corto para llegar a Winchester: «–¿El señor
desea saber cuál es el camino más corto para llegar a Winchester? –Sí. –¿El
camino más corto? –Sí. –No lo sé». Y añade Russell: «Aquel hombre quería
conocer con claridad la naturaleza de la pregunta, pero no tenía el más mínimo
interés en responder. Eso es exactamente lo que hace la filosofía moderna con
aquellos que buscan apasionadamente la verdad». No es fácil, por tanto, encontrar autores y obras de esos autores que nos catapulten hacia la
verdad y los problemas de su búsqueda. Y mucho menos es fácil encontrarnos con libros de ética que no contemporicen con los discursos
dominantes que suelen regir las propuestas de comportamientos en el orden del bien y del mal a impulsos de programas televisivos.
José Ramón Ayllón es un filósofo y profesor de filosofía nada común
en estos predios y por estos años. Tiene la capacidad de presentar las preguntas fundamentales que todos nos hacemos, tarde o temprano, y de
ofrecer las respuestas desde la solidez de un pensamiento que no friltea
con lo políticamente correcto, aunque sea el más correcto para la naturaleza del hombre y sus ansias de felicidad, y con el lenguaje que habla
el joven medio. No en vano sus años dedicados a enseñar filosofía en los
institutos no han pasado en vano. Ahora nos entrega dos libros bien
distintos, pero nada distantes. El primero es una especie de guía de recursos éticos, en forma de aforismos que, sin duda, servirán, y mucho, para la no fácil tarea de la
educación ética –no se alarmen, que no utilizaré, de momento, la expresión moral– de las nuevas
generaciones. La segunda parte de su Ética y buena vida es un magnífico, entre otras cuestiones por
su brevedad, repaso de la historia de la Ética, en apretada, clarificadora y comprensible síntesis de
pensadores y de pensamientos. Y como José Ramón Ayllón, si es algo, es un educador en toda regla, a la par que polivalente, ha sido capaz de llevar sus presupuestos filosóficos, y de vida, a una
novela. Una novela histórica, por supuesto, dado que es uno de los géneros de más tirón editorial
del presente. Querido Bruto nos conduce al tiempo en el que Julio César escribe una serie de cartas que componen su testamento ideológico, al término de la guerra civil. Son las cartas trasunto de
la condición humana, de sus virtudes y de sus pasiones, del amor y de la muerte, de las ambiciones
y de los fracasos, de la vida vivida, proyectada y no cumplida. Son cartas sobre los grandes temas
del hombre y de lo humano, que se leen con el gusto y solaz de un delicado regalo navideño.
José Francisco Serrano
Un gigante de nuestro tiempo
Título: Juan Pablo II, ese desconocido. Anécdotas humanas de un Papa fascinante
Autor: Miguel Ángel Velasco
Editorial: Booket/Planeta
C
uenta Miguel Ángel Velasco, en este libro ya clásico sobre Juan Pablo II, escrito en 1988 y reeditado ahora, a la sombra del XXV aniversario del pontificado de Juan Pablo II, en cuidada edición de bolsillo, lo que la prestigiosa
revista Time decía del Santo Padre, en un titular de portada: «Sus ideas son muy
diversas de la mayoría de los mortales. Son más grandes». Mucho se ha dicho y
se ha escrito de estos veinticinco años de pontificado. La aportación específica
de este libro, y de este autor que respira el aire de la vida, del pensamiento, de la
obra de Juan Pablo II en el día a día de su trabajo, es la vertiente humana de un
Papa, gigante de nuestro tiempo y de nuestra Historia; una vertiente humana
que confirma, ratifica y acredita su palabra, el eco del Evangelio en su vida. Son
estas doscientas páginas un buen testimonio del valor de la fe, de la esperanza y
de la caridad en la vida de un Gigante de nuestro tiempo que, por serlo, lo es
cercano de todos nosotros.
J. F. S.
o sólo es un precepto de moral
cristiana, sino de moral universal que
cualquier ser humano, con las luces solas
de su razón, puede descubrir grabado en el
fondo de su conciencia. Ha servido, a lo
largo de la Historia, para que todos los
Códigos penales del mundo protejan
penalmente, sin excepción, la vida
humana. Pero Juan Pablo II, en su olvidada
encíclica Evangelium vitae, ha alertado
sobre la amplitud y complejidad del ¡No
matarás!, que puede servir de fundamento
lo mismo a las campañas
anticontaminación y en defensa del medio
ambiente, como las dirigidas contra la pena
de muerte, el aborto o la eutanasia.
Como no podía ser de otra manera, el
art. 15 de la Constitución de 1978
proclama que todos tienen derecho a la
vida, pero desde 1985 dicha norma ha
sufrido una injustificada quiebra, al excluir
de su manto protector a los niños que
todavía no han nacido. Según las
estadísticas oficiales, llevamos camino de
igualar en su conjunto el total de víctimas
de nuestra guerra civil, pues cada año crece
de modo constante el número de abortos,
los que vienen a suponer, periódicamente,
el aniquilamiento de la población actual de
ciudades tales como Huesca o Zamora, y
superior a la suma de las de Soria o Teruel.
Esto parece no conmover a nuestra
sociedad, que se dice tolerante con la
situación de las madres angustiadas,
permisiva con el negocio de las clínicas
abortistas, e indiferente ante la violación
flagrante del fundamental derecho a la vida
de varios miles de seres humanos cada año.
Tampoco los políticos dan muestras de
inquietarse. Sabemos de algunos partidos
que, en cuanto logren mayoría suficiente,
abrirán más las puertas legales para llegar al
aborto libre, prácticamente facilitado ya por
la legalización de la píldora del día
siguiente. Otros ponen su esfuerzo en que
se aplique correctamente la ley
despenalizadora, pero tuercen el gesto
cuando se les habla de trabajar por su
derogación. La conclusión es desoladora:
¿Tienen todavía futuro los movimientos provida?
La respuesta ha de ser rotundamente
afirmativa, y se basa en el bíblico Clama ne
cesses. Alguien tiene que recordar a la
dormida o complaciente sociedad española
que, además de oponerse con todas sus
fuerzas a la guerra del Iraq y al goteo
trágico de las pateras, tome conciencia de
que se producen más bajas todavía en la
guerra contra el nasciturus; que los
derechos humanos son indivisibles y que, si
de la vigencia de muchos de ellos podemos
enorgullecernos, en este terreno padecemos
un gravísimo déficit que pueden
reprocharnos otros países de inferior nivel
al nuestro.
Gabriel García Cantero
A
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Gentes
Carmen Alvear,
ex-Presidenta
de la Confederación
católica de Padres
de alumnos (CONCAPA)
Mirando atrás, recuerdo perfectamente el proyecto de escuela con un solo modelo educativo
que estaba en la alternativa de –por qué no decirlo– la izquierda política; un proyecto excluyente que, en principio, no contaba con la participación de los padres. Gracias a la oposición
que mantuvimos numerosos padres, se logró
dar a luz un documento en el que se defendía
una educación para una sociedad justa, libre y
democrática.
María Galiana,
actriz
María Vallejo-Nágera,
pedagoga y escritora
Las famosas y denostadas virtudes burguesas deberían volver: el sentido del honor, el sentido de la
obligación, el amor al trabajo. En cuanto a la televisión, si los programas son buenos, la gente también los sigue; no hay que venderse a las audiencias.
Todo ser humano puede cambiar. La bondad es
posible hasta en los hombres más alejados de
Dios.
Con ojos de mujer
Televisión
Juan Pablo II,
humanizador mediático
Machos
M
e esperaba otra cosa. Como no hacían más que castigarnos con la promoción de la serie después de cada bloque de anuncios y, además, venía
precedida de notables éxitos internacionales, pensaba que Machos iba a ser
una especie de novedad absoluta en la narración de una saga familiar de siete
hermanos con padre mandarín y madre con corazón de manteca. Expectativa
frustrada. Absolutamente. Bueno, he de confesar que tenía cierto despiste a
la hora de la definición del producto. Creía que la serie iba para la noche de los
lunes, que iba a ser semanal, que era española, una especie de Los Serrano en
plan serio y sin chistes castizotes que apuntalan cualquier escena. Sin embargo, Machos es un culebrón de 150 capítulos para la sobremesa de cada día, que
ha comprado TVE para, cuando menos, igualar el bombazo de audiencia que ha
supuesto en Chile, su país de origen.
Dicen que cuando terminó el último capítulo del novelón por entregas, el país quedó colapsado y en los bares comenzaron a languidecer los temas de conversación. Lamento creerme bien poco esta campaña de marketing, tan magníficamente orquestada, para que la telenovela entre en nuestro país por la
puerta grande del enganche. Ya desde el primer momento comenzaron a aflorar esos condimentos pirotécnicos de todo fuego de artificio que, por principio,
tiene que hacer sonar toda la tralla concebible en muy poco tiempo. Y así fue:
gritos, situaciones de tensión, melodramas forzados, malos más que malos,
chulos más que chulos, y así. El hijo ligón; el hijo pródigo que vuelve a casa y
le acoge el llanto de una madre desconsolada; la chica de servir que, además de
poner los platos en la mesa, pone también las cartas del tarot para hurgar en la
magia y vaticinar un futuro demoledor para la familia; el descubrimiento homosexual de uno de los hijos; el padre machista hasta la náusea o, digamos, hasta la risa del no poder creerte lo que ves. Y ya en el primer capítulo nos sirven
la separación de padre y madre, los primeros apuntes de infidelidades, besos,
bofetadas y frases del tipo: «¡O me sueltas, o grito!» ¡Y todo esto, en menos de
15 minutos! Los culebrones siempre me han parecido que fagocitan las neuronas, o las prensan, o qué sé yo, pero seguro que las dejan inhábiles para entender a Tólstoi o a Shakespeare, porque el ciclo-culebrón obliga a acostumbrarse a lo fácil, a la tragedia de recuelo y cordel, al gesto chocante e imprevisible, y no soporta ver a los personajes al contraluz de su verdadero destino.
¡Y antes de Machos se programa otro culebrón y le sucede otro! Apagué el
televisor y me fui directo a mi biblioteca; para espabilarme, tuve que coger
uno de los poemas amorosos más bellos de Rilke que dice: «Oh sonrisa, primera
sonrisa, sonrisa nuestra./ Qué único fue aquello: respirar el aroma/ de los tilos
y oír el silencio del parque...,/ y de pronto mirarse, y sonreír de asombro».
Esa escena de amor incipiente, tan sutil, me cuenta más que los 150 descoyuntamientos amorosos de los muy Machos.
Javier Alonso Sandoica
E
s tan densa en investigación como rica en propuestas útiles sobre el oficio
periodístico. Me refiero a la Tesis de Manuel Bru, sobre la Ética en las
comunicaciones sociales. Más que el dinero, la carrera o el éxito, los comunicacadores debemos amar a la gente, al público al que nos dirigimos. Lo
dice Juan Pablo II, y constituye una reflexión necesaria para los periodistas católicos.
La investigación evalúa la ética de la estructura comunicativa, y en la descripción advierte cómo el avasallamiento, la selección tendenciosa, la objetividad instrumental o la manipulación del lenguaje se han convertido –¡qué
ironía!– en grandes conquistas de la información. La visión, sin embargo, es
más realista que catastrófica. Juan Pablo II propone al comunicador social nobleza y creatividad, una vocación exigente y apasionada. Una vocación con
Dios en su plan de salvación.
Lo dicho, una reflexión necesaria en este panorama mediático, donde el sensacionalismo y la vacuidad se sitúan en prime time.
Elsa González
31
DESDE LA FE
11-XII-2003
Punto de vista
Ω
No es verdad
El semáforo
¿E
stamos de acuerdo? El que las personas se
pongan de acuerdo para alguna cosa es
algo natural y conveniente, sobre todo si en ello
les va su futuro. Sin embargo, se oye decir por
ahí que hoy esto no es posible, porque «cada
uno ve las cosas de distinta manera»… y «todas
son respetables». Veamos qué clase de respeto.
¿Estamos de acuerdo en aceptar y convivir
con el caos, es decir, con la confusión y el
desorden?; ¿con el divorcio, las separaciones, el
aborto, la eutanasia, el terrorismo, el bandidaje,
la basura televisiva e internáutica, el deterioro
sangrante de la naturaleza por la especulación?
¿Estamos de acuerdo en convivir con todo eso,
y más? Se tiene la impresión de haber llegado al
punto en el que incluso estas cosas también
«cada uno las ve de distinta manera…, y todas
son respetables». Dan ganas, ¿verdad?, de salir
corriendo y escaparnos a la escuela de la madre
naturaleza, la poca que todavía queda.
Miremos con nuestros ojos cómo se nos
presenta: es una maravilla de unidad, armonía,
belleza, tonalidades y matices inigualables.
Todo en función de todo: la piedra, el árbol, la
tierra, el agua…, todo al servicio de todo, como
un don de amor de unos a otros. Nada sobra ni
falta. Se trata de una demostración práctica de
la verdadera definición del respeto: cada cosa
estima y aprecia la excelencias de las demás, y
corresponde siendo lo que es y como es, al
servicio de la plenitud armónica del conjunto.
¿Creemos que existe ese amor, pleno,
desinteresado, ese estar en función del otro, y
que es posible también entre las personas?
Sumido en estas ideas, de pronto el vehículo
que me traslada se detiene en un semáforo, y
mi pensamiento se desplaza, sin poder evitarlo,
hacia el semáforo. Cuando se presente en la
vida, y bruscamente, el rojo de esa enfermedad,
de ese problema, de esa situación…, ¿qué
sucede entonces? ¿No habíamos quedado en
que todo es amor? Por tanto, también esto.
Amaré esta situación, la abrazaré quizá con
lágrimas, le daré mi sí. Igual que la naturaleza
continúa amando y dando todo de sí después
de algún cambio ecológico. Amaré el semáforo
rojo, cuando dice: espera, reflexiona, tómate un
respiro y ama. A continación amaré también el
ámbar... ¿Seguimos estando de acuerdo en que
lo que importa es el amor? Entonces te quiero
así, tal como eres, con tus virtudes y tus
defectos, con lo que sucede y con las cosas
como se presentan y no como a nosotros nos
gustaría que fueran. De pronto, se pone el
semáforo en verde. Sin embargo…, espera que
piense: cada uno ve las cosas de distinta
manera. ¿Y si yo lo estoy viendo verde y resulta
que es rojo?; por otro lado, soy muy libre de
verlo rojo, porque a ver… Un solemne
bocinazo bom, bom, desde atrás, me traslada a
la más pura realidad, reclamando urgentemente
la marcha. Caminar, salir hacia delante,
avanzar al unísono. Dicho de otra manera, un
no al caos y al todo vale, y un sí al orden, a la
armonía, al amor recíproco, al semáforo que
todos llevamos dentro. ¿Estamos de acuerdo?
Antonio Espinosa
El Roto, en El País
Ahora que, como todo parece indicar, los
responsables de la cosa pública en
Cataluña –la pela es la pela, y habrá que ir
pensando en Agencias Tributarias en cada
Comunidad Autónoma– han optado por lo
peor para España, y, por tanto, para todos
los ciudadanos que viven en Cataluña, da
mucha pena tener que constatar la falta de
fiabilidad que, lógicamente, invade el
ánimo de la mayoría de los españoles en
los políticos que, mientras se llenan la
boca de elogios a la Constitución,
demuestran con los hechos lo contrario de
lo que dicen sus palabras. No es verdad
que se respeta la Constitución, que
garantiza el bien común, si se apoya a
quienes quieren romper la unidad nacional,
tan laboriosamente lograda. No se puede
uno fiar, para el resto, de quien dice una
cosa en Madrid, y hace otra en Barcelona o
en San Sebastián. Y tampoco parece de
recibo la frivolidad con que altos
representantes de la cosa pública aseguran
que «la unidad de la nación española no
corre peligro». Probablemente, lo que
quieren decir es que no corre peligro la
defensa de la unidad nacional que ellos
están dispuestos a hacer, pero negar, a
estas alturas de la película, que la unidad
nacional corre peligro, es negar lo
evidente. Hace muchos años que no corría
tanto peligro y no es, ciertamente, con
palabras falsamente tranquilizadoras como
mejor se puede ayudar a que lo peor no
suceda. Desde este rincón mínimo, una y
otra vez, machaconamente, a tiempo y a
destiempo, se ha pedido que
«tempestivamente se ponga remedio, antes
de que sea tarde». No me importa volver a
decirlo una vez más.
Ha habido medios de comunicación que
han aprovechado la natural celebración
de los 25 años de la Constitución
española de 1978 para resucitar
irresponsablemente viejos fantasmas, y
para volver a arrimar, una vez más, el
ascua a su particular y escuálida sardina,
que muy poco tiene que ver con el bien
común. Obsesionados con sus miopes
esquemas beligerantemente laicistas, no
pocos siguen sin querer enterarse de que
no es lo mismo un Estado aconfesional
que un Estado laico; de que la
Constitución española habla
explícitamente de la Iglesia católica,
porque da la casualidad, miren ustedes
por dónde, de que, a pesar de todas las
secularizaciones reales o provocadas y
programadas, noventa de cada cien
padres españoles siguen queriendo para
sus hijos, en la España de hoy, una
educación en la fe católica. Y nadie me
va a hacer creer que los padres españoles
no quieren lo mejor para sus hijos; como
hay algunos otros –curiosamente siempre
los mismos- que no quieren respetar unos
Acuerdos internacionales firmados entre
la Iglesia y el Estado.
No resulta fácil entender a quien, como el
señor Zapatero, asegura: «No puedo
entender a quien se asusta de las ideas
nuevas; a mí lo que me asusta son las ideas
viejas». Verá usted: no es cuestión de si las
ideas son viejas o nuevas, sino de si son
buenas o malas, sean viejas o nuevas; y,
sobre todo, es cuestión de que se trate de
ideas, no de ocurrencias, como las de
quienes confunden la familia con cualquier
cosa, o las de quienes creen haber
descubierto el Mediterráneo proponiendo,
en lugar del matrimonio, el
semimatrimonio, en una freudiana
confusión de la realidad con sus propios
deseos.
Gonzalo de Berceo
A
A
Ω
El próximo jueves 18 de diciembre, en su kiosko: volumen II de Libros Alfa y Omega
Una atenta mirada
«E
1uropa, sé tú misma: este desafiante y, al
mismo tiempo, propositivo y esperanzador grito lanzado al viejo continente por
Juan Pablo II en Santiago de Compostela,
da título a este segundo volumen de la colección Libros Alfa y Omega, que recoge
buena parte de todo lo publicado en nuestro semanario sobre Europa; no todo, ciertamente, pero sí los textos más importantes y decisivos. Tres partes bien definidas
componen estas páginas: bajo el epígrafe
de Criterios, los textos editoriales que expresan el pensamiento propio de Alfa y
Omega; bajo el de Firmas, la selección de
los artículos más significativos sobre el
tema, así como declaraciones de destacadas personalidades con re-
Portada
del libro
«Europa, sé
tú misma»
lación a Europa; y el libro se completa con
una tercera parte documental, referida a
la segunda Asamblea especial para Europa del Sínodo de los Obispos, con el texto del Mensaje final de dicha Asamblea y,
como broche de oro, la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Europa, que
el Santo Padre Juan Pablo II firmó en «Roma, en San Pedro, a 28 de junio de 2003,
Vigilia de la solemnidad de San Pedro y
San Pablo, vigésimo quinto de pontificado».
Así reanudamos nuestro encuentro editorial con nuestros lectores, después de la
publicación del primero de los Libros Alfa y Omega,
realizada con ocasión de la quinta Visita
apostólica del Papa Juan Pablo II a España, los días 3 y 4 del pasado mes de mayo,
en el que recogíamos la quintaesencia de
las enseñanzas del Santo Padre durante su
largo y fecundo pontificado sobre todas
las realidades que importan en la vida. Este segundo volumen va dedicado a Europa, a esa nueva Europa de los quince que
muy pronto será de los veinticinco, y que
no es otra que el Viejo Continente que
ahonda sus raíces, de veinte siglos ya cumplidos, en el hecho cristiano: una de las
más sentidas preocupaciones de Juan Pablo II.
Esas raíces, portadoras de vida, y
vida en plenitud, son justamente
la razón de ser de la mirada que
descubre la verdadera importancia de esas realidades que traspasan y tejen la existencia humana.
Con esa mirada, que lo abraza todo, han sido, y siguen siendo escritas, semana tras semana, las
páginas de Alfa y Omega. El propósito de la colección cuyo segundo libro presentamos no es
otro que la atención apasionada a cada una de esas realidades que entretejen nuestra vida, reuniendo en cada volumen, de modo monográfico, lo
más esencial de lo publicado
en nuestro semanario.
Este volumen II de la colección Libros Alfa y Omega,
para el que hemos contado
con el apoyo de la Fundación
Hernando de Larramendi y
la Fundación Apóstol Santiago, lo podrán adquirir
nuestros lectores y todos los
interesados en su kiosko, el
próximo jueves 18 de diciembre, al precio de 7,50
euros. También podrán adquirir el volumen I, ¡No
tengáis miedo! –su primera edición se publicó con
ocasión de la visita del
Santo Padre a España el
pasado mes de mayo–, al
precio de 5,85 euros.
Bien pueden ser estos libros un bello, y ciertamente fecundo, regalo de
Navidad y Reyes.
Alfa y Omega
Alfa y Omega agradece la especial colaboración de:
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