EESÜMEN DE AEQUITECTÜRA Madrid 1.° de Septiembre de 1896. TEORÍA DEL ARTE ESTUDIO DE LOS ELEMENTOS DE ARQÜITECTÜUA (Continuación.) Alemania es el país de la trasplantación del arte antiguo; la reproducción de los monumentos griegos es un dogma para sus arquitectos; Berlín nos muestra bellísimos ejemplares: el Schauspielkaus (Teatro de la Comedia), con su hermoso pórtico hexastyló de columnas jónicas en la fachada principal; el Museo de Artes industriales; el monumento de la Victoria, en el centro de Konigsplatz (Plaza Real), tiene un templete que le sirve de pedestal de diez y seis columnas dóricas de un estilo muy puro; la puerta de Brandeburgo, imitación de los Propileos de Atenas, emplazada en la Plaza de París frente á la famosa avenida Unter den Linden (bajo los tilos); la Galería nacional de Bellas Artes.es un templo corintio con un frontispicio octastylo, sobre gran estilobato; el Museo Real con elegante columnata de orden jónico en su fachada, y otros muchos edificios públicos y privados, atestiguan el cariño que los alemanes profesan al arte clásico. Citaremos, por último, para demostrar que los alemanes, siempre que han adoptado el estilo griego para sus grandes monumentos, jamás perdieron de vista lo racional en la disposición de sus elementos, la Walhalla, monumento erigido en las orillas del Danubio, cerca de Donaustauf, sobre el Salbatorberg; es el templo de la gloria, en que en un día de orgullo el pueblo alemán encerró los bustos de sus grandes hombres. • Exteriormente es el Partenón de Atenas transportado á Germania; alrededor del monumento no se ve nada más que el bosque, las rocas y la montaña; alejado de todo país habitado, el templo de los héroes germánicos se eleva por encima del gran río y forma parte de la naturaleza que lo rodea. Seducido por la analogía del programa, por la semejanza del paisaje con el del fondo de la grande obra de la Acrópolis, sin preocuparse de las diferencias de clima y de cielo, al tomar por modelo la creación genial de Ictinius, es evidente se cometió un contrasentido que no escapa á la vista de un espectador inteligente; sin embargo si se hace momentáneamente abstracción de esta falta capital, justo es reconocer que el Arquitecto de la Walhalla supo apropiar el interior al exterior, si no con gusto, á lo menos con franqueza: la disposición adoptada no está en contradicción con el buen sentido y la razón. r i p Fig. 23. — Planta del templo de Júpiter en Agrigcnto. Bajo el punto de vista que nos ocupa, los muros de este edificio trasplantado llenan, por lo menos en la copia, el mismo oficio que en el original; estos apoyos continuos no están solicitados por otras fuerzas que las cargas verticales, lo mismo que en el templo antiguo; cierto es que su estructura no es absurda, se ha copiado fielmente el modelo, y forman una envolvente lógica de la obra, satisfaciendo perfectamente el programa que ha presidido á su concepción. Esta manera de proceder, si bien es recomendable , en la gran mayoría de casos que — 74 se basan en la imitación conduce á obras bastardas y sin carácter; este ejemplo lo hemos citado únicamente para desarrollar nuestra teoría relativamente á la función racional del muro, sirviendo de punto de apoyo continuo y de reacción vertical á las carg-as soportadas. Absolutamente nada tenemos que objetar á todo lo relativo del dominio de la razón, pero no sucede lo mismo á lo que se refiere al sentimiento. En Grecia, el sistema general del monumento, sus grandes trazos, están marcados por los apoyos aislados; así es que rehusaron llamar la atención sobre el muro, y se presenta como gráfico de Lisícrates, en Atenas; consiste en un rehundido no muy pronunciado; debemos hacer observar que este monumento es de orden corintio, el más rico, y, sin embargo, lo emplearon con moderación; sabían perfectamente que la moderación es una cualidad moral que siempre sienta bien, y es una condición de elegancia; el arte de esta época es esencialmente sobrio. Consideremos un detalle del muro, la cornisa: en su perfil entran dos elementos que se relacionan con los dos motivos de su existencia: la utilidad, que corresponde sencillamente á una necesidad de la estructura, y Fi^,' 24. — F a c h a d a del templo de J ú p i t e r en Agrriírento. un fondo unido, sobre el cual se destacan majestuosas y llenas de gracia las siluetas de las columnas. En las fachadas laterales y pósticos de sus templos no rodeadas de pórticos, los muros afectan la misma sencillez, evitan el multiplicar los medios de decoración, no querían que lo accesorio dominase á lo principal; por esto no emplearon los rehundidos ni almohadillado, de que tanto abusaron los romanos, sacrificando la sencillez á la riqueza de los ornamentos; el único ejemplo que nos presenta el arte griego de ornamento de este género, se encuentra en el basamento del pequeño monumento coreo- el sentimiento más ó menos verdadero de la forma y del efecto que debe producir esta forma derivada del arte puro; aquí el sentimiento no es otra cosa que el medio de traducir una necesidad bajo una forma de arte, pero á su vez el sentimiento es sometido á una ley; nos explicaremos con más claridad: el objeto de la cornisa es recoger las aguas pluviales de la cubierta, alejarlas del paramento del muro que cubre, dar asiento á la armadura y servir convenientemente de coronación al muro; reconoceremos desde luego el cumplimiento de la necesidad satisfecha en la cornisa del Walhalla y en la del templo griego imitado; pero no basta llenar 75 — estas funciones, es necesario que el espíritu encuentre en estos perfiles una expresión saliente, armoniosa, que impresione agradablemente á los ojos del espectador; en Grecia la luz es vivísima, los fondos son brillantes, presentan matices dorados; las sombras, arrojadas en pleno ambiente, no son negras, participan algo del azul de aquel /*"ig. 25. — Sección del muro exterior con los detalles del -.-u t a b l a m e n t o de la columna y p i l a s t r a del templo de Júpiícr en A g r i g e n t o . purísimo cielo; por esto el vuelo ó proyectura de la corona de la cornisa está determinado teniendo presente estas condiciones, y proyecta una sombra que evidencia, da valor por contraste al muro, le hace más perceptible y le destaca con más limpieza del paisaje que le sirve de fondo. No podemos menos de reconocer en el trazado de este perfil la mano de un artista hábil, de un espíritu fino y delicado, al mismo tiempo que constructor experto y sabio. En Alemania la luz es más difusa, los fondos son grises, las sombras más negras y menos transparentes; por esta razón no es] necesaria tanta proyectura en los países del Norte como en los del Mediodía; otra condición hay que tener en cuenta en los perfiles, deducida de lo indicado últimamente; es la acentuación: depende de las circunstancias tópicas, acentuación perfectamente marcada en la cornisa del templo griego por la cantidad de sombra arrojada. que le da carácter; desempeña análoga función que la acentuación en las palabras del lenguaje al recaer sobre una sílaba, comunicándole el carácter de nacionalidad; bajo este concepto la Arquitectura griega, muy bien imitada y trasplantada en el suelo de Alemania, podemos afirmar que su acento es extranjero, por no haberse amoldado á las condiciones de la localidad. Aunque fuera de su lugar, si bien trataremos con más extensión á su tiempo oportuno, no podemos menos de citar como ejemplo, para corroborar, que la disposición del muro es dependiente de la función racional que desempeña en la construcción, lo cual hará más sensible y grabará con mayor intensidad, de una manera indirecta, lo expuesto al tratar del muro griego. Se trata de una iglesia que hemos visto en esta Corte, cuya obra toca á su término; la disposición de sus muros, por la forma, proporción, por los contrafuertes, destacándose con limpieza al exterior, marcando los tramos de la construcción, todo induce á creer es la bóveda la que cubre y salva los espacios libres; el simple aparato de contrarresto exterior lo hace adivinar sin necesidad de penetrar al interior. Pero en realidad no es así; después de cubierto el edificio, una serie de camones, suspendidos del techo y parte apoyados en los muros, sujetan un rig.26.—Sección del; muro exterior con los detalles de la iiasa, de la columna j-.el estilóbato del templo de Júpiter en Agrigento. enlistonado de madera, dispuesto según la generación de la bóveda, y reciben los corridos de terraja , guarnecidos y blanqueos de 3-eso, cuyo conjunto completa el simulacro de una bóveda. Esta disparidad de disposi- -Ib ción y forma del soporte con los elementos soportados, proviene de una falsa imitación, es el olvido completo de los principios creadores que determinan las formas arquitectónicas. Vamos á filosofar este caso, para deducir consecuencias que nos eleven á la altura de los principios que jamás debe olvidar el Arquitecto al proyectar y realizar sus obras. Toda estructura debe llenar un objeto y proponerse un fin; parece que es el objeto el que debe imponer los medios, los cuales han de subordinarse al objeto. Aquí es la bóveda el objeto: trata de salvar y cubrir un espacio, es la parte esencial de la estructura; su forma, extensión y peso, determinan la disposición, la forma y resistencia de los puntos de apoyo; esta manera de proceder tan sencilla, natural y lógica, en el Fig, 27,— Planta de la columna y pilastra empotradas en el muro del templo de Júpiter en Ag:rigento. arte arquitectónico hace acordar las premisas con las conclusiones, ó sean los medios con el objeto; únicamente pueden apartar el arte de estas verdaderas vías cuando no vive más que de tradiciones confusas y corrompidas, tradiciones cuyos elementos se desconocen ó se han olvidado por completo. La observancia de estos principios determina en arquitectura la hellesa racional: sus condiciones son definidas, emanan de la ciencia pura y de la filosofía, indispensables para su existencia; la belleza es el esplendor de la verdad, manifestada bajo formas sensibles, y jamás se podrá producir en lo falso; así como el público manifiesta su desagrado á la vista de un cuadro de color falso cuyo asunto sea un absurdo, del mismo modo que silba el drama inverosímil, despreciaría á la obra del Arquitecto concebida fuera de todos los límites de la lógica y del buen sentido, si tuviese suficientes conocimientos que le hicieran notar la incoherencia resultante por apartarse de la verdad. Lo bello racional, que es percibido y juzgado por nuestra inteligencia, no nos da más que la mitad del fenómeno; existen otros méritos de naturaleza más elevada, que aportan á la composición un carácter de suprema perfección, que es la esencia de lo bello; es la bellesa ideal: efluvios emanados de la verdad absoluta escapan al análisis, y se presenta como expresión de leyes que no podemos percibir sus profundos misterios; es puramente subjetiva; su intensidad depende del grado de desarrollo de nuestras facultades estéticas; sus condiciones son indefinidas, hacen surgir espontáneamente del seno de las tinieblas vivos destellos de luz que impresiona nuestra alma, por ser intuiciones de la verdad traducidas en formas; esta es la causa de que lo bello real es condición de lo bello ideal, el cual no podría existir si faltase la verdad; determina la expresión justa y saliente de lo que hay de más esencial y de más íntimo en nuestro sentimiento. Retrocedamos para volver á nuestro punto de partida; vamos á ver qué hicieron los griegos cuando aplicaron á sus edificios el sistema de la columna empotrada en el muro. Siempre partieron de un principio verdadero; para ellos la columna y el entablamento eran los elementos que constituían la estructura; si en ciertos casos quisieron cerrar el intercolumnio, al muro que llenaba esta función no le dieron otra importancia que el de un cerramiento de mayor ó menor espesor. Consecuentes con nuestro programa, tomaremos los hechos directamente de la historia; el templo de Júpiter en Agrigento (hoy Girgenti, Sicilia), es el mayor templo que los griegos edificaron en sus colonias, y nos ofrece un ejemplo magistral de esta disposición; tiene 53 metros de ancho, 112 metros 60 centíms. de longitud, comprendido - 77 el estilóbato, por 37 de alto, desde la base al vértice del frontón; en la planta, figura 23, podemos ver que está dividido longitudinalmente en tres naves: la central tiene 12metros 58 centímetros de ancho, y 11,27 cada una de las laterales. La fachada principal, figura 24, formada por siete columnas empotradas con su correspondiente entablamento y frontón; igual disposición afecta el póstico de este templo: las fachadas laterales cada una consta de 14 columnas empotradas á los muros; quedan acusadas en los paramentos interiores por medio de pilastras; un entablamento reúne estos puntos de apoyo; en la figura 25 podemos ver el despiezo del muro, columna y entablamento; Iks columnas son los únicos puntos de apoyo sobre que descansan, por el intermedio de los arquitrabes, formadas por dos piedras acopladas, los elementos de la estructura de las partes altas del edificio; el muro en este caso no desempeña otra función que la de cerramiento, con exclusión completa de toda idea de soporte; la figura 26 es un detalle de la basa de las columnas y del estilóbato; la figura 27 es la planta de uno de estos soportes, cuyas dimensiones son enormes: 18 metros 86 centímetros de altura, sin comprender la basa, particularidad que sólo presenta el templo de Cora, y son los dos únicos monumentos griegos de orden dórico en que la columna va acompañada de basa; lo podemos considerar como una reminiscencia del Egipto el caso que nos ocupa; su diámetro inferior es de 3 metros 96 centímetros; sus estrías corresponden á la división de 20 para la columna completa; su ancho y profundidad es tal, que un hombre puede ocultarse en ellas sin tocar sus paredes. El entablamento tiene 7 metros 89 centímetros de elevación, y está despiezado en tres hiladas: los dos muros interiores, formados por dos filas de doce pilares cuadrados cada una, completando el cerramiento por un muro de disposición semejante á los exteriores, forman dos órdenes superpuestos; el superior, más ligero, lo constituyen figuras de hombres desnudos, figura 28, con , la cabeza hacia adelante, los brazos elevados hasta la espalda, para concurrir, enunión de la nuca, á sostener una consola que recibe á su vez la armadura de la cubierta. Estas grandes figuras, aproximadamente de 8 metros de alto, llamadas por los griegos Atlantes, y por los romanos Telemones, recuerdan las cariátides del templo de Athenea Folias en Atenas, y las figuras osiriacas Fig. 28, — Sección del muro interior con los detalles del pilar, entablamento y Atlantes del templo de Júpiter en Agrigento. adosadas á los pilares de los templos egipcios, con la diferencia que en la Arquitectura egipcia no sostienen nada, y las del Agrigento reciben el peso de la cubierta. Por último, añadiremos, respecto al despiezo, que los griegos generalmente elevaron monumentos de pequeñas dimensiones, de modo que los aparejos se adaptaban á las de los miembros ó partes de su arquitectura, pero aquí traspasan los límites ordinarios: es el templo más elevado que construyeron, y el segundo relativo al ancho y largo (por esta circunstancia y sus enormes figuras es conocido vulgarmente con el nombre de templo de los Gigantes); la necesidad de sujetarse á la escala y de subordinarse á las formas que habían adoptado como tipo les condujo á despiezar los tambores de las columnas, á yuxtaponer y superponer dos hiladas para la altura de los capiteles, dividiendo el abaco en piezas, quedando una junta en el eje de estos capiteles; lo mismo que en los colosos que, también estaban despiezados, y sus cabezas se componían de tres trozos; lo cual es una falta enorme para un verdadero constructor, y nos evidencia que lo racional de su estructura puede dejar de existir al traspasar los límites de las proporciones impuestas por la naturaleza y condiciones de los materiales que emplearon. (Continuará.) F. BORRAS SOLER, Arquitecto. IDISCTJISSO DEL EXCMO. S E S O R ÜON ENRIÍÜE MARlA REPOLLES Y VARGAS Leido ante la R. A. de Bellas Artes de San Fernando, en su recepción pública, verificada el día 24 de Mayo de 1896. (Continuación.) La decoración arquitectónica en lo interior de una casa se aplica á sus huecos, importante detalle digno del mayor cuidado; á sus muros, techos y suelos; y en cada una de estas partes habrá que considerar la materia aparente que haya de constituirlos, el dibujo y el color; tres elementos á que ha de atender el ai'tista separadamente y en su unión, pues apreciados del primer modo tienen valor y significación propias y precisas; pero fundidos en un conjunto indivisible, como tienen que aparecer en la decoración^ son relativos, dándoles el Arte la propiedad de expresar ideas conformes á disposiciones especiales ó á funciones comparativas de nuestro espíritu. En demostración de esto, y por lo que á 78 los trazados se refiere, recordaré que algunas denominaciones técnicas han trascendido al lenguaje vulgar para la expresión de determinadas ideas. Nadie duda de que la línea recta representa virilidad, justicia, honradez; y así, empleamos la palabra rectitud como sinónima de justicia, y hablamos de intenciones rectas, es decir, honradas. La curva es lo flexible, lo que se doblega: en la línea quebrada se ve algo como de movimiento, de vida, vaivén. Por su posición, tienen también las líneas cierta expresión: la recta horizontal, recordando la superficie de tranquilas aguas, nos anuncia reposo, calma, quietud; en la vertical parécenos ver lo contrario, así como exaltación, elevación y hasta poesía. La multiplicidad de líneas y fajas horizontales, dividiendo y subdividiendo en tal sentido la superficie de una pared, rebaja al parecer la altura de ésta; y, por el contrario, el predominio de la línea vertical, la hace más elevada. Por esto, y con objeto de relacionarlos con la estatura humana, ha de procurarse que los frisos no sean muy altos, no debiendo exceder, en ningún caso, de la cuarta parte de la elevación total del muro; y cuando éste no es grande, como sucede en los casos comunes, debe huirse de entablamentos ó cornisas que la hagan aparecer aún menor. La repetición de un bello elemento decorativo es causa de mayor belleza, porque todo lo que se dirige al sentimiento adquiere gran valor por la reiteración. Tal sucede en poesía y música con los ritmos y la repetición de los motivos, frases ó palabras, y más aún en la Arquitectura, donde dicha repetición es característica, constituyendo uno de los mayores recursos de la ornamentación ; pues las grecas y las franjas de meandros y palmetas, los casetones y artesonados en los techos y los dibujos y estructura de los pavimentos no son más que repeticiones ordenadas de un solo y pequeño motivo, si bien á veces contra cierta variedad dentro de la unidad y echando mano de otro recurso, corno es el de la sucesión alternativa. -79 — Y si estas y otras muchas observaciones pueden hacerse respecto á las líneas y á los ornatos, referentes á la simetría y euritmia, á la progresión, á la consonancia, á la difusión y al contraste, no son menores las referentes á los colores cuyos tonos y matices, además de inspirar ideas de tristeza y alegría, severidad, sencillez y otras, alteran aparentemente las dimensiones de los objetos y ayudan á la perspectiva, aumentando ó disminuyendo al parecer las distancias. Y que expresan estados de ánimo, impresionando del mismo modo todas las personas, pruébalo también el mismo lenguaje usual, con las frases: ver las cosas de color de rosa, tener pensamientos negros; y el experimento que se hace de recortar una misma figura, exactamente de igual tamaño, en blanco y en negro, hace ver la primera como de mayores dimensiones que la segunda, siendo necesario superponerlas para convencerse de su igualdad. En los colores hay además que tener en cuenta sus propiedades físicas, atendiendo á los complementarios, á las tintas neutras y á las modificaciones sufridas por todos, según venga la luz á iluminarlos, ya filtrada por cortinas de varios tonos ó por verdes follajes, ya reflejada de otras superficies coloreadas de diverso modo, bien sea, finalmente, la natural del día, bien la producida por las diferentes clases de iluminación nocturna, cada una de las cuales los influencia de manera distinta. Debe procurarse que la gradación de tonos en una misma habitación sea suave; y, recordando que no sólo tienen por objeto decorar superficies, sino encuadrar en cierto modo á las personas y destacarlas, se comprenderá con cuánto esmero habrá de hacerse la elección y combinaciones de los colores. Pero ¿dónde iría yo á parar si á examinar fuera todo lo que puede hacer el arte con líneas y colores en la decoración de una ca sa? La labor sería larguísima y muy fatigosa para vosotros, de cuya paciencia para escucharme estoy abusando. (Continuará.) LAS CATEDRALES ESPAÑOLAS Conferencia leída por D. Vicente Lampérez en el Ateneo * de Madrid el 17 de Marzo de 1896. (Continuación.)^ Pero lo que distingue de ambas citadas á la iglesia toledana, lo que la avalora y singulariza, es el trazado de su doble gii-ola. Sabidas son por cuantos se han dedicado á estos estudios constructivos y artísticos las enormes dificultades con que tropezaron los Arquitectos de los siglos xii y xin para resolver el problema de cubrir los trapezoidales tramos de las girólas de sus iglesias. Todas las combinaciones adoptadas pecan de dificultosas y, entre ellas, es notable la que presenta el ábside de la iglesia de San Remy, de Reims, más por lo ingeniosa que por lo satisfactorio de su solución. Admira la sencillez del trazado del ábside de Toledo, en el que aparecen vencidas la mayor parte de las dificultades. Su doble colateral presenta dividida el área en compartimientos rectangulares, cubiertos por crucerías, en las que no se presenta ya dificultad alguna, y las diferencias de perímetro entre la línea de la capilla mayor y la de la fila intermedia de pilares, y entre ésta y la de entrada á las capillas absidales, véncese con aumentar el número de apoyos; quedando divididas, en suma, ambas naves en una serie de compartimientos rectangulares y triangulares alternados de la más lógica traza y del más hermoso efecto. Esta disposición no aparece empleada en ninguna Catedral española, ni el estudio de las plantas de las principales iglesias francesas me lo ha mostrado, si se exceptúa en las de Saint-Martín des Champs, en París i, y en la Catedral de Mans, cuyo ábside fué construido en 1220 (y es, por lo tanto, algo anterior al de Toledo), el cual presenta en el segundo colateral una alternada ordenación de compartimientos rectangulares y triangulares, empleados por cierto de un modo mucho menos lógico que en To1 Véase VioUet-le-Duc, obra citada, Ábside. - 8 0 ledo, puesto que por seguir la citada disposición en la parte recta de la nave, donde era innecesaria, tuvieron que trazar bóvedas de planta trapezoidal, cayendo en el defecto que pretendían evitar i. Consecuencia de tan bello traz:ado es en esta Catedral una ordenación de capillas absidales de dos distintas dimensiones, según que tienen su ingreso en los formeros de los tramos rectangulares ó en los de los triangulares. Estas capillas absidales, así como las que aparecen á los lados del brazo mayor de la cruz, son de reducidas dimensiones, y por algunos signos que se pei-ciben en los muros exteriores pudiera deducirse que las últimamente citadas son posteriores á la construcción del templo, aprovechando el saliente de los contrafuertes, á semejanza de lo efectuado en 1245 en Nuestra Señora de París. Si notable es la Catedral de Toledo por la traza de su planta, no lo es menos por la de su alzado. Distingüese desde luego por la carencia de triforio en la verdadera importancia que este elemento tiene en las iglesias de los siglos XIII y xiv, pues no aparece al interior y queda reducido á un paso para el servicio del templo en los arranques de los ventanales de la nave mayor y délas intermedias. En la del crucero existe el trifo rio, y en el ábside aparece una sencilla galería con arcos lobulados, teniendo, finalmente, una arquería de arcos entrelazados, de marcadísimo sabor oriental, en torno de la iiave mayor. La falta casi absoluta de tan importante elemento de la arquitectura ojival contribuye acaso al efecto de severidad que produce la nave mayor, pues su misma simplificación de líneas y sobriedad de ele mentos aumentan su imponente majestad. Adicionad aquella capilla del infeliz valido de Don Juan II, elevada en 1450, no me nos rica que la del Condestable en Burgos; unidla á la de San Ildefonso de igual fecha; poblad su recinto de obras maestras como 1 Véase VioUet-le-Duc, obra citada, Architecture thedrale. Ca- el retablo de Diego Copín, el coro de Felipe de Borgoña y Alfonso de Berruguete, y las rejas y pulpitos de Villalpando y Céspedes, y comprenderéis que no en vano ostenta la Catedral de Toledo título de obra maestra de las Artes españolas en las centurias que abarcan, como gigantes de la historia, Fernando III el Santo y Carlos V el Emperador ^. Sepultada bajo inmensa balumba de ab surdos agregados, con habitaciones sobre sus naves lisos muros cubriendo sus capillas absidales, espantables linternas sobre el crucero y sinnúmero de construcciones híbridas, desaparece al exterior la Catedral de Toledo. No es posible imaginar más desdichado conjunto, en el cual apenas si puede adivinarse la primitiva forma, ora por aislada ojiva, ya por olvidado trozo de imposta ó aislado pináculo que como vago recuerdo aparece tímidamente entre las fábricas modernas. Las portadas, los restos más importantes de los siglos XIV y xv, han sido adicionadas bárbaramente. ¡Qué archivoltas del greco-romano más degenerado para coronar riquísimos arcos abocinados! ¡Qué medallones barrocos sobre calados doseletes! ¡Qué pesadas estatuas alternando con las ideales creaciones de Alvar Martínez y Anequín Egas! ¡Y para remate de tanto desacierto, aquellos absurdos é inútiles arcos en espolón con que el arquitecto Durango coronó el hastial Oeste, para cobijar el simulacro de la Sagrada Cena, encaramado allá en lo alto del frontón, á manera de escena de teatro en elevado y rústico escenario! Cuando desde las alturas del Alcázar de Alfonso VI contémplase aquel conjunto de piedras, tejas y pizarras, divísase la linterna de la capilla que guarda los restos de D. Alvaro de Luna, con sus cubos y contrafuertes de belicoso aspecto, única construcción que se destaca de aquel caos, irguiéndose cual enérgica protesta contra la invasión de tan extraños elementos. (Continuará.) 1 Véase España, sus monumentos y artes, su naturalesa é historia. Castilla la Ahueva, tomo iii.—Barcelona 1887.