EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014 p1 CLAVES DEL CAMINO. Se cumplen 26 años del misterio de Voronezh, el llamado ovni de la Perestroika soviética. 6/7 del domingo revista semanal de EL DÍA La visión de un pueblo a través de los viajeros Los Realejos durante los siglos XVIII y XIX (I) Texto: Javier Lima Estévez (graduado en Historia por la ULL) A lo largo de los siglos XVIII y XIX, Canarias fue visitada por todo un conjunto de viajeros atraídos por el clima y la realización de estudios científicos, cartográficos, geológicos, botánicos, astronómicos, antropológicos, etc. Tales viajeros no dudaron en relatar todo aquello que tenían ante sus ojos, dejando por escrito testimonios que acabarían por convertirse en un estímulo para aquellos que pretendían llegar hasta las Islas. Lo cierto es que a partir del siglo XVIII, el progreso de las ciencias de la navegación alentó a los gobiernos europeos a organizar grandes expediciones marítimas rumbo a África, América y el Pacífico. En Canarias, durante el XVIII, y junto a los aspectos mencionados, también se presentaron diversos estudios sobre el pasado aborigen y el poblamiento hispánico. No podemos dejar de mencionar el interés que generaba alcanzar la cima del volcán Teide, motivo de la llegada de Edens (1715), Feuillée (1724), Heberden (1752) y Van Steinfort (1754), entre muchos otros. Canarias, además, conocería durante el siglo XIX la visita de artistas de la talla de Alfred Diston, James J. Willians, Joseph Mallord William Turner, Major H. A. Leveson, Lord Frederick Leigton, George Graham-Toler y A.E. Grosser. También llegaron a las Islas múltiples científicos, siendo notables ejemplos de ello: Philip Barker Webs, Charles Piazzy Smyth y Robert Stephenson, así como mujeres que nos dejaron multitud de datos y hechos sobre las Islas, siendo el caso de Elizabeth Murray, Marianne North, Olivia Stone, etc. Los beneficios del clima canario y la publicidad que realizaban los viajeros del mismo derivaron en la llegada de muchos “invalids”(1) en busca de soluciones para sus enfermedades. La Laguna, La Orotava y el Puerto de la Cruz, entre otros lugares, fueron visitados como espacios idóneos para recuperar la salud. A través de las crónicas de los via- jeros que visitaron Canarias durante los siglos XVIII-XIX podemos llegar a conocer multitud de datos sobre la vida cotidiana en distintos puntos de las Islas, centrando nuestro artículo en la visión que aquellos viajeros y viajeras manifestaron sobre Los Realejos, dejando interesantes descripciones que reproduciremos en las siguientes páginas con la finalidad de conocer la realidad de un pueblo siglos atrás a través de unos ojos que no dudaron en destacar las ventajas o las deficiencias de todo aquello que se encontraron a lo largo de su estancia. El naturalista francés André-Pierre Ledrú (1761-1825) dejó escrito uno de los testimonios más interesantes de cuantos se plasmaron entre los siglos XVIII-XIX. Ledrú estuvo marcado por una sólida formación botánica. En 1796 se embarcó en su primera expedición científica, comandada por el capitán N. Baudin. Su llegada a Canarias se produjo al amparo del Gobierno republicano francés, como consecuencia de una misión científica a las Antillas, que a causa de una tempestad tuvo que hacer escala en Tenerife. A lo largo de medio año, Ledrú recorrió una gran parte de isla, recopilando un conjunto de aspectos que abarcan desde la geografía a las leyendas, la economía y las manifestaciones religiosas y culturales de los tinerfeños. Sobre Los Realejos cita unos pocos datos que se concentran en describir la situación del Realejo Bajo y el Realejo Alto. Para el primer caso, Ledrú no duda en destacar la excelente ubicación de tal población, próxima al mar y con una temperatura benigna a lo largo del año. Asimismo, hace una pequeña referencia a la cantidad y calidad de las aguas que regaban unos campos marcados por una notable presencia de viñedos. Un marco al que le debemos añadir la presencia de coquetas casas de campo, no dudando en manifestar el francés que todos los elementos unidos “hacen que todo concuerde Perspectiva del Realejo en 1893. Foto de Carl Norman. Fuente: FEDAC para que la estancia en este municipio, que en 1776 tenía 2.151 habitantes, sea deliciosa”(2). Para el Realejo Alto, prácticamente cita lo mismo, destacando las mismas ventajas del clima y del suelo. Asimismo, afirma que en 1776 el lugar era habitado por 2.441 personas(3). Ledrú recorrió múltiples pueblos, realizando una gran labor en la isla a través de la redacción del catálogo de plantas existentes en el Jardín Botánico de La Orotava. Finalmente, tras más de cuatro meses de estancia, embarca en los primeros días de marzo de 1797, dedicando sus últimos años a la dirección de un centro de estudios de historia natural en la pequeña ciudad francesa de Le Mans. Otro de los insignes personajes que nos dejaron su particular visión sobre Los Realejos sería el geólogo Leopold von Buch (1774-1853), quien llegó a Canarias acompañado de su amigo el botánico Christian Smith, en pasa a la pág. siguiente® p2 domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA EN PORTADA el año 1815. Su expedición a las Islas se desarrolló desde el 5 de mayo al 27 de octubre. Destaca la descripción que realizó del Realejo, mostrando su excelente formación de geólogo en las descripciones que ofrece del lugar. De esta forma, manifesta que “en la parte inferior de la masa aproximadamente uniforme de la montaña de Tigaiga, se observa un poderoso estrato de conglomerado, formado en gran parte por bloques de un tamaño mediano; toda la roca es basáltica. Más arriba, los bloques se vuelven más pequeños y la roca se convierte en toba basáltica. A mitad de la montaña hay una capa poderosa de un basalto muy compacto; antes de llegar a ese lugar se comienzan a ver otras capas pequeñas de la misma naturaleza”(4). También dejó una descripción sobre la morfología de la costa realejera, observando “los grandes acantilados que bordean el mar por debajo de Los Realejos, cerca del molino del Gordaxuelo, también ofrecen declives inmensos, donde es fácil estudiar la naturaleza de estas rocas diversas. En ese punto, los estratos de basalto sólido sólo alternan tres veces con otros formados por trozos negros, escoriformes y sin coherencia entre ellos”(5). L. Von Buch pasará luego a realizar diversos comentarios sobre los diferentes tipos de rocas que podía observar a su paso por la costa realejera y el origen de la misma, proporcionando una interesante descripción de la geomorfología del lugar, destacando, además, la meticulosidad en la descripción de las montañetas del Valle de La Orotava, con especial atención al desaparecido Granadillar realejero. Sin lugar a dudas, L. Von Buch aportó una valiosa descripción geológica de Tenerife, la más exhaustiva hasta su presencia, llegando a tocar de forma acertada muchos aspectos que hasta entonces habían permanecido inéditos o muy poco estudiados. Considerado por Alexander von Humboldt como el geólogo más notable de su tiempo, terminaría sus días en Berlín en 1853. No podríamos avanzar en nuestro artículo sin conocer la descripción que nos dejó uno de los más prestigiosos viajeros que visitaron nuestra isla en la segunda década del siglo XIX, el francés Sabino Berthelot (1794-1880). Eminente naturalista y cónsul de Francia en Canarias, en diciembre de 1819 S. Berthelot tendría su primer contacto con el Archipiélago, llegando a Tenerife el 1 de enero de 1820, tras haber superado el peligro de las corrientes marinas, que llegaron a desplazar el barco a las costas africanas. En su obra “Primera estancia en Los Realejos” nos dejó múltiples datos sobre el municipio, manifestando lo siguiente: “Los Realejos son dos bonitos pueblos separados por un barranco. Realejos significa campamento: el 25 de julio de 1496, don Alonso de Lugo y sus castellanos ocuparon las alturas donde después se fundaría el pueblo”. No dudó en visitar la Rambla de Castro y destacar la privilegiada ubicación de tal enclave, así como la notable productividad que el propietario obtenía de ese terreno. La tranquilidad en tal espacio únicamente era alterada por “el rumor de la espumosa cascada que se precipitaba entre las rocas para después discurrir más sosegadamente sobre un suelo esmaltado de flores”. Bajo el característico tono bucólico que solían utilizar los viajeros y naturalistas del siglo XIX en sus descripciones sobre las Islas, S. Berthelot llegó a comparar la Rambla de Castro con los Jardines de Armida. Un lugar donde “las viñas hacen gala de sus dorados racimos y las huertas de los más hermosos frutos. Contemplando la Rambla de Castro no parece que haya intervenido la mano del hombre, es como si se hubiesen creado los jardines de Armida…”(6). El lugar de Los Realejos llegó a representar para S. Berthelot dos realidades distintas, constatando la diferencia existente entre el Realejo Bajo y el Alto, exponiendo cómo uno se encuentra “asentado sobre las últimas estribaciones del Valle y el otro posado sobre las alturas que lo dominan”. La obra de S. Berthelot es rica en el análisis de usos y costumbres, aspectos económicos y culturales en general, representando un singular relato para el estudio sociocultural del siglo XIX en el Archipiélago, mediante un estilo que logra cautivar al lector. Víctor Pruneda nos dejó unos breves datos sobre ambos Realejos a mediados del siglo XIX. Pruneda nació en El Ferrol en 1809. Su figura es reconocida como una de las personalidades más importantes del republicanismo decimonónico. La política y la prensa fueron sus dos grandes pasiones, combinando ambas. Fundó “El Centinela de Aragón” y colaboró en la fundación de otros periódicos como “El Huracán” (Teruel), “El Pueblo” y “La Igualdad”, ambos en Madrid. Fue varias veces alcalde de Teruel, así como diputado y gobernador civil de Zaragoza y miembro Dibujo realizado por Adolphe Coquet. Ermita de San Sebastián y Hacienda Los Príncipes. Imagen cedida por José Melchor Hernández Castilla. del Directorio Nacional Republicano. Publicó varias obras. Por motivos políticos, sufrió el exilio en varias ocasiones, llegando a Tenerife en uno de sus destierros y dejó por escrito su visión sobre la isla en la obra “Un viaje a las Islas Canarias” (1848). Del Realejo Alto, afirma que “su nombre se deriva del real en el que asentaron los conquistadores en el lugar que ocupa. Sus cosechas son 7.200 fanegas de granos, 1.400 arrobas de vino, con abundantes frutos menores. Tiene de población 3.400 almas”(7). Por su parte, para el Realejo Bajo nos dice que se trataba de “una villa al NO, con 2.350 habitantes. Produce 8.600 fanegas de granos y legumbres, 2.300 arrobas de vino, y algunos frutos menores”(8). Pruneda permaneció en Canarias hasta la amnistía que se le concedió a los condenados por delitos políticos como consecuencia de la boda de Isabel II. Regresó a Teruel en 1847, donde continuaría con una de las trayectorias más relevantes de la política española, hasta su muerte, en 1882. Elizabeth Murray fue una pintora inglesa que nació en Londres en 1815. La misma se dedicó al arte bajo el influjo de su padre, apreciado retratista nombrado presidente de la Society of Artist en 1824. En su adolescencia, visitó con su padre Italia y quedó fuertemente impresionada. Su primera exposición individual se inaugura antes de cumplir los veinte años. La llegada de E. Murray al Archipiélago obedeció al nombramiento, en 1850, de su marido como cónsul en las Islas Canarias. La viajera llegó hasta Los Realejos, admirando y destacando el hermoso paisaje que se conservaba en el pueblo aún en el siglo XIX, así como señalando la presencia de un profundo barranco como marca de separación entre el Realejo Alto y el Realejo Bajo. E. Murray no dudó en destacar algunos aspectos referentes al asentamiento guanche del lugar. Plasmó, al respecto, su particular visión sobre el desarrollo de la Conquista, “no exenta de errores que evidenciaban un desconocimiento de la historia canaria, sobre todo en lo referente a los embalsamamientos y entierros de los antiguos canarios”(9). Dos conventos continuaban en pie durante su visita, indicando el estado lamentable que los mismos presentaban por entonces(10). La presencia de una anciana monja en el convento agustino constituirá un hecho anecdótico que E. Murray no dudó en recoger, exponiendo que se trataba de “una monja casi tan vieja como el mismo lugar; según su apariencia, podría prolongar su milagrosa existencia tanto como las murallas sagradas en las que acostumbraba a vagar”(11). Sabemos que la misma fue sor María Jesús de San José Álvarez, última monja del convento de las Agustinas Recoletas, quien “permaneció viviendo sola en su celda del monasterio hasta su muerte, acaecida después en 1856”(12). La anciana p3 EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014 monja sufría las transformaciones de un espacio religioso que iba perdiendo poco a poco su primitiva función, pues en tal recinto sagrado, donde antaño hubiera religiosas, en el momento de la visita de E. Murray únicamente se encontraban “cerdos alimentándose de raíces entre las ruinas, aves picando semillas y muchos niños jugando constantemente a lo largo del día, haciendo que el lugar, que en un tiempo fue dedicado a la paz de la religión, resuene ahora con sus gritos”(13). No duda en manifestar E. Murray cómo la monja “necesitaba, por ejemplo, buena ropa que esperaba ansiosa conseguir de Inglaterra, así como cualquier cosa que viniese de mí, porque en verdad notaba que todo estaba muy caro en Los Realejos y no tenía mucho dinero que gastar”(14). Murray también visito en Los Realejos la zona de Icod el Alto, lugar que identificó como “un humilde pueblo con un aspecto decrépito y con una pequeña y pobre población cuyas míseras cabañas apenas pueden distinguirse del terreno en que están construídas”(15). Su impresión del lugar queda marcada por la pobreza que veía y las diferencias con respecto a otros núcleos que había podido visitar en el pueblo, destacando la dificultad de llegar al lugar, pero, al mismo tiempo, resalta el hermoso paisaje y la impresionante vista que obtuvo de Los Realejos. De E. Murray se ha dicho que cometió varios errores históricos, pues tuvo como objetivo querer conocer todo sobre las costumbres y la gente, no dudando en criticar los asuntos religiosos y las modas femeninas. La opinión crítica de la pintora inglesa sobre diversas tradiciones canarias derivó en múltiples artículos en su contra. Su traslado a Estados Unidos se produjo en 1869, dejando atrás unas Islas de las que intentó conocer todo. La artista británica especializada en pinturas sobre la naturaleza Marianne North (1830-1890) también visitó Canarias. Su presencia en Los Realejos se produjo como consecuencia de la invitación que recibió para quedarse unos días en la Rambla de Castro(16). En el interior de tan bello espacio se encuentra una ejemplar casona de la familia José Bethencourt Castro. Por los senderos del lugar ya habían transitado todo un conjunto de viajeros tan insignes como Sabino Berthelot, Jules Leclerq, Olivia Stone, etc., que habían dejado por escrito sus impresiones sobre el lugar. M. North permaneció tres días en la casa de J. Bethencourt Castro, siendo amablemente acogida por sus cuatro hijas: María Rosa, Josefa, María de los Dolores y María del Rosario(17). Recorrió los senderos del lugar y disfrutó con la espectacular vegetación que inundaba un lugar, marcado por multitud de arroyos que fluían libremente en un espacio que, indudablemente, dejaría su huella en una persona tan interesada por captar la naturaleza en sus múltiples manifestaciones. En la Rambla de Castro, M. North conoció al VI marqués de la Florida, Luis Francisco Benítez de Lugo y Benítez de Lugo, y a su esposa, Francisca Delgado Trinidad O’Shea, pues los mismos tenían su casa veraniega cerca de la familia de Bethencourt Castro(18). Tras dejar atrás Los Realejos, M. North se trasladó al Puerto de la Cruz, alojándose en el Sitio Litre(19). Después de tres meses de estancia en el norte de la isla, se trasladó a Santa Cruz, regresando definitivamente a Londres el 8 de mayo. El arquitecto francés, Adolphe Co- NOTAS (1) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Clima y medicina. Los orígenes del turismo en Canarias”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2007, p. 18. El concepto de “invalids”, agrupa a las personas que padecían la gota, reumatismo, escrófula, ciertos enfermos, zimóticos, asmáticos, aploplegía, hepatíticos y, sobre todo, enfermos pulmonares y bronquiales, fundamentalmente la tuberculosis pulmonar y otras afecciones respiratorias. (2) LEDRÚ, André-Pierre. “Viaje a la isla de Tenerife (1796)”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2005, p. 94-95. (3) LEDRÚ, André-Pierre. Op. Cit, p. 94. (4) VON BUCH, Leopold. “Descripción de Grabado de J.J. Williams. Cascada de Gordejuela. Sobre 1829. Realizado para la “Historia Natural de las Islas Canarias”, obra de Philip Barker Webb y Sabino Berthelot. la isla de Tenerife”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2004, p. 32. (5) VON BUCH, Leopold. Op. Cit, p. 35 (6) BERTHELOT, Sabino. “Primera estancia en Tenerife (1820-1830)”. Santa Cruz de Tenerife: Instituto de Estudios Canarios, 1980, p. 73. (7) PRUNEDA, Víctor. “Un viaje a las Islas Canarias”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2006, p. 146. (8) PRUNEDA, Víctor. Op. Cit, p. 146. (9) FELIPE ACOSTA, Isidro. “Elizabeth Murray y su visita a Los Realejos en 1850”. Boletín informativo municipal (nº5). Noviembre de 1990, p. 11. (10) Se refiere al convento de Santa Lucía y el convento de San Andrés y Santa Mónica. quet (1841-1907) también nos dejó referencias sobre Los Realejos, tras su paso por Santa Cruz de Tenerife y La Orotava, en su viaje alrededor de la isla. Coquet fue un notable arquitecto francés. Cursó estudios y desarrolló sus trabajos en Lyon. En Francia existen toda una serie de obras representativas realizadas por él, sobresaliendo el Hospital General de Vichy (1885-1887) y el Sepulcro de los Niños de Rhone. Viajó dos veces a Tenerife. Su primera visita se produjo en 1882 para construir el mausoleo situado en los jardines del antiguo hotel Victoria, en La Orotava, y la segunda en 1889, para realizar los planos del edificio sanatorio del Taoro-Gran Hotel Jardín (en la actualidad abandonado). Tras dejar La Orotava, Coquet se dirigió a Los Realejos. Del Realejo Alto anotó como curiosidad su alto campanario, pero lo que verdaderamente le llamó la atención fueron las notables pendientes tan características del pueblo, llegando a afirmar lo siguiente: “Las pendientes de las calles desafían las leyes del equilibrio. Pero uno se acostumbra a todo y, como esto continúe igual, terminaré por (11) MURRAY, Elizabeth. “Recuerdos de Tenerife”. Santa Cruz de Tenerife: Ediciones Idea, 2004, p. 169. (12) SIVERIO, José. “Los conventos del Realejo”. Ayuntamiento de Los Realejos, 1977, p. 132. (13) MURRAY, Elizabeth. Op. Cit, p. 169. (14) MURRAY, Elizabeth, Op. Cit, p. 170. (15) MURRAY, Elizabeth, Op. Cit, p. 171. (16) Se trata de un espacio natural protegido de enorme belleza natural. Podemos señalar la existencia de diversas construcciones en tal espacio, destacando la ermita de San Pedro, la Hacienda de los Castro, el Fortín de San Fernando y la antigua estación de bombeo Gordejuela. (17) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Maria- creer que la línea horizontal no existe en Canarias”(20). En Los Realejos, Coquet organizó su caravana, teniendo una serie de guías que le ayudaron con el equipaje. Llevó consigo diversas provisiones elegidas para la ocasión, manifestando cómo “el malvasía no ha sido olvidado. Son medidas prudentes, pues El Realejo no ofrece a nuestros estómagos sino recursos muy limitados”(21). Sin lugar a dudas, Coquet realizó una descripción centrada profundamente en el paisaje que veía, con especial atención al Valle de La Orotava, motivado por las circunstancias que le habían hecho llegar hasta las Islas. En unas brillantes palabras del periodista Alfonso González Jerez, nos encontramos ante un viajero “que no escribe tan elegantemente como Ledru, ni tiene el talento científico ni la capacidad de observación de Berthelot, ni la pericia narrativa y la curiosidad incesante del temperamento romántico de Verneau. Pero su prosa tiene encanto, ritmo y capacidad de seducción y recuerda intensamente la calidad de una magnífica crónica periodística”(22). nne North y su viaje a Canarias”. Puerto de la Cruz: Sitio Litre, 2000, p. 51-52. (18) GONZÁLEZ LEMUS, Nicolás. “Marianne North en la Rambla de Castro”. Conferencia como mantenedor en la Fiesta del Arte en honor de la Virgen del Camen en Los Realejos el 29 de julio de 2013. (19) GARCÍA PÉREZ, José Luis. “Sitio Litre, parada y fonda en el camino”. Santa Cruz de Tenerife: Burgado, 1996. (20) COQUET, Adolphe. “Una excursión a las Islas Canarias”. La Orotava, 1982, p. 45. (21) COQUET, Adolphe. Op. Cit, p. 45 (22) COQUET, Adolphe. “Una excursión a las Islas Canarias”. Santa Cruz de Tenerife; Las Palmas de Gran Canaria: Ediciones Idea, 2005, p. 14. p4 Y iya Cabrera Estévez me cuenta: “ Tenía ya 20 años y un buen día mí querido hermano llegó a casa diciéndome que me tenía una gran noticia. Quería Ofelia que fuese a ensayar rápidamente porque nos íbamos a bailar a New-York. Lo primero que pensé es que mi hermano Manolo estaba bromeando, pero enseguida comprendí que era cierto y verdadero. Ir a bailar a New York, como las grandes estrellas, pensé. El sueño más grande de mi vida lo iba a realizar. Parecía estar flotando en una nube y... llegó el gran día. “Todo allí era grandioso; nuestro grupo enseguida destacó en el pabellón español por su colorido vestuario y por nuestros bailes. Actuaba antes que nosotros Antonio Gades, recién casado con Marujita Díaz. A nosotros nos presentaba la princesa Inmaculada de Borbón Dos Sicilias. Desde el primer momento conectamos muy bien ella y yo. Me llamaba "ratita" porque así lo hacía también mi hermano y siempre estábamos con bromas. A ella le encantaban mis movimientos bailando y así me lo decía. Cuando regresamos del viaje seguí manteniendo contacto por carta con ella. Es una persona sencilla y maravillosa de la que guardo un gran recuerdo. “Todos los días vivíamos unas experiencias fabulosas, dignas del mejor cuento de hadas. Otro día maravilloso fue cuando fuimos a bailar para la televisión al pie de las cataratas del Niágara. Allí, de la emoción, mi cuerpo bailaba solo; fue indescriptible. Otro momento inolvidable fue nuestra actuación en el Madison Square Garden, presentándonos la actriz Jayne Mansfield. Apabullaba actuar allí con el recinto lleno. Un día, al terminar mi actuación me entrevistaron y me hicieron fotos para la revista Life. En esos momentos yo dominaba el inglés y no tenía problemas con el idioma. Otro día imborrable fue actuar para el sah de Persia y el miedo que pasé al tener delante a Anthony Perkins, que yo acababa de ver su película y le tenía terror. Fuimos los últimos en regresar y gustamos cantidad. Ganamos mucho dinero y vine con las maletas llenas de ropa preciosa. Todos los grupos nos llevábamos muy bien y convivíamos. Me encantaba el grupo de Badajoz; eran sensacionales. Hoy sigo recordando mi gran aventura y cuando bailaba malagueñas con Concha Machado y mi querido hermano. Ahora, casi sin damos cuentas, nos hemos hecho mayores y volvemos al recuerdo de hace 50 años. Desgraciadamente ya no estamos todos, pero lo vivido nos tiene unidos a aquella fabulosa época”. Carmelo Sebastián Sánchez Delgado con solo 15 años entonces recuerda: “Nunca podre olvidar aquellos años. Corría el año 1963 cuando con tan solo 14 años nos anunciaban que la agrupación de Coros y Danzas viajaría a New York. Recuerdo cuando dijeron que del grupo adulto no viajaría una pareja por ser novios. En aquella época era impensable que sin casarse via- domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA 50 años de la participación de los COROS Y DANZAS DE LA SECCIÓN FEMENINA DE LA OROTAVA EN LA FERIA MUNDIAL DE NUEVA YORK (y II) Texto: Bruno Juan Álvarez Abréu Profesor mercantil jasen juntos, por lo tanto nos comunicaron al segundo grupo que se realizaría una prueba para de entre nosotros sacar una pareja, supervisada por Maruja San Pelayo, la cual había hecho un gran hincapié en que fuese nuestra agrupación la que representase a Canarias. “Sentí una gran satisfacción personal cuando nos eligieron a mí y a Goya Núñez, convirtiéndonos en la pareja más joven del grupo y pronto descubriríamos que también en la más joven de la Feria. Nos pasamos un año ensayando de lunes a lunes sin importar domingos ni festivos, un sacrificio que realizábamos con gusto. De esa manera conseguimos la perfección. “Ya en 1964, el 15 de abril, después de tanto esperarlo con anhelo, viajamos a la Gran Manzana. Recuerdo que mi madre no quería que fuese y mi padre me decía "vete para que te hagas un hombre". Por fin llegamos. Todavía tengo la imagen de aquellos rascacielos gigantes, aquel gentío, todo era un mundo por descubrir para un joven que no conocía más que un pueblo pequeño en una pequeña isla. “Éramos un grupo compuesto por 12 bailadores, de entre los cuales se encontraba la solista y 5 tocadores. En la feria teníamos actuaciones diarias en el pabellón de España, y como anécdota curiosa cerraba el día el ballet de Antonio Gades. Al mes de estar allí comenzamos a bailar a las 11:00 en el patio central como apertura de la exposición. Como folclorista recuerdo con especial cariño actuaciones como la del Madison Square Garden, presentada por Jayne Mansfield, Shirley MacLaine, Bob Hope y Anthony Perkins, llevándonos el galardón de mejor grupo del mundo por votación popular, junto con el grupo de Huesca. También fuimos invitados a las cataratas del Niágara, donde grabamos una película para Eurovisión. Otros momentos que viví con ilusión fueron el viaje a Connecticut, en el desfile para conmemorar la independencia norteamericana, en el cual participamos con una carroza decorada como un patio canario, sobre el cual íbamos bailando. También actuamos para los enfermos de un hospital. “También tengo el gusto de decir que he bailado en la asamblea general de la ONU y fuimos invitados a hacerlo en un barco israelita llamado “Shalon”. “Con que alegría recuerdo el almuerzo que se celebro en el pabellón de España compartiendo mesa con grandes personajes de la historia como Dalí y Mario Moreno "Cantinflas", aparte de conocer al maravilloso Walt Disney. “Quiero recordar que solo era un chaval que quería descubrir cosas y divertirse. Una de las borracheras más grandes que recuerdo fue el día de San Isidro ya que nos daban libre. Haciendo memoria veo a mi compañero Javier, más conocido como "el Pinto", atendiéndome toda la noche pero al día siguiente bailé como si no hubiese pasado nada. Todas las noches nos montábamos unos tenderetes con otras agrupaciones que no parábamos de bailar. Lo pasábamos genial, al punto de coger el metro vestidos de magos y la gente sonreía al vernos pasar. “Fue algo inolvidable ya que fuimos el primer grupo que está tres meses en el extranjero exponiendo el folclore de su tierra, y no es que nosotros nos considerásemos los mejores, sino que realmente nos querían allí. Porque se realizó un sorteo para que dos grupos regresasen a España y a nosotros nos dejaron fuera del bombo. “La vuelta a casa fue apoteósica. Fuimos recibidos por muchísima gente y familiares que se alegraban al vernos llegar. Y del aeropuerto directamente al Gobierno Civil, donde nos recibió el gobernador y nos felicitó por el gran éxito que tuvimos al representar a Canarias. “Qué más puedo decir, que aquello me dejo marcado de por vida, una vida ligada al folclore y la tradición”. Juan Pedro Pérez Rodríguez que conocemos cariñosamente por “Peyo” (bandurria), sentado en los bancos de la histórica plaza de la Constitución o de la Alameda, me cuenta su estancia en Nueva York en la primavera del año 1964: “Deseo hacerle ver a la actual juventud, repleta de grandes tecnologías, que para un muchacho de 17 años residente en una ciudad como La Orotava, entonces rodeada de campos, plataneras, trigos, árboles frutales... viajar a Nueva York, vía Madrid, con una cultura de aquellos años, obtenida en el colegio de San Isidro, ver antes estas dos grandes ciudades que el sur de Tenerife, e incluso que la santa imagen de la Virgen de la Candelaria, es una experiencia que jamás olvidará en su vida”. A “Peyo” le fueron a buscar un mes antes, recomendado por Efrén Sacramento Álvarez. Entonces alternaba entre los grupos: rondalla de pulso y púa del Colegio de San Isidro (aprendió de la mano de un gran maestro, el salesiano Manuel Rojas), Agrupación Juvenil Orotava, del amigo Paco Morales, y Los Divinos de Higinio. Manolo Cabrera Estévez que era jefe del grupo de los Coros y Danzas de la Sección Femenina de La Orotava, le hizo una pequeña prueba instrumental, que no le sirvió de nada, pues ya reunía unas cualidades artísticas y musicales que eran evidentes. Incorporado al grupo, se sintió identificado con la calidad del mismo, sobre todo con la de su director musical, Juan José González de Villar, el cual reunía unos conocimientos musicales jamás visto después de tener a profesores de mucha calidad. Recuerda que el día que embarcaron por Los Rodeos, unas semanas antes, se había producido un accidente. Concretamente, el 17 de marzo un avión militar Douglas DC - 3, perteneciente al Ejército del Aire español, se estrelló en las cercanías de La Esperanza, al intentar un aterrizaje nocturno. En Nueva York, la residencia donde se instaló la compartía con Cándido León y Pedro Martín. Ganaba 6 dólares diarios, el cambio entonces estaba en 60 pesetas el dólar. Se gastó todo lo que ganó, puesto que se trajo para su casa la ilusión de su vida: transistor, cámara fotográfica, vestuario y demás. En ese tiempo compartía en La Orotava el trabajo en las oficinas del constructor Ángel García con los estudios musicales en el Conservatorio de Santa Cruz, al que se desplazaba diariamente. Dos ilusiones se le quedaron grabadas en vida: primero, el recibimiento en el aeropuerto neoyorquino al grupo The Beatles, que le eran totalmente desconocidos; después, la visita que realizó a la multinacional RCA, un pabellón moderno repleto de televisiones y aparatos de música, donde se vio en pantalla. Desconocía lo que era ver la televisión pues aquí, en su casa, la llegó a tener cuatro años después. Actuaban en los escenarios sin megafonía y le sorprendió que a los asistentes no se les oía ni la respiración. Aparte de Maruja San Pelayo, que era la jefa suprema, le acompañaba una segunda que se le conocía por la señora Belén (no recuerda sus apellidos). El orotavense Carlos Argüelles, a través de la agencia de Pedro Hernández Méndez, se encargó de trasmitir toda la documentación necesaria para el viaje. Llevaron consigo los equipajes particulares de cada miembro, pero p5 EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014 aparte, en un baúl de mimbre, se llevó el vestuario típico (propiedad de la Sección Femenina de la Villa) y las cintas de las varas. Lo curioso es que nunca se supo nada de las varas de San Isidro, desaparecieron en la aduana del aeropuerto de Nueva York misteriosamente. Hizo amistad con Marujita Díaz, que siempre le escuchaba al toque de su bandurria, acompañándole en algunas coplas. Lo curioso es que cuando íbamos con los grupos a cualquier espectáculo prohibido para menores nuestro compañero Antoñito era el único que se encontraba con la prohibición de entra, no por la edad, sino por la estatura. A titulo anecdótico recuerda que un día el grupo de Huesca ( representando a Aragón) no tenia bandurria para actuar porque había tenido un problema, y se ofreció para tocar, eso sin ensayar, sino sobre la marcha. Nadie del grupo de Aragón se lo podía creer: le vistieron de maño a 10 minutos de salir al escenario y no se notó la falta del bandurria. Ese día dicho grupo casi lo saca a hombros”. Isidro Álvarez me manda un riguroso detalle narrativo de lo vivido en Nueva York en los tres meses de estancia: “Amigo Bruno, con relación a mi estancia en New York con el grupo de Coros y Danzas de La Orotava, en la Feria Mundial de 1964, tengo que decirte que mis recuerdos se han desvanecido muchísimo. Cincuenta años son demasiados para retener todas las alegrías, emociones y los buenos ratos que pasamos en esa aventura maravillosa. Con ayuda de las fotos, pequeños objetos de recuerdo, etc. y algunas conversaciones esporádicas con algunos de mis compañeros de expedición, trataré de esbozar unas líneas que espero te sirvan para tu relato. “Como me imagino que tienes el nombre de los componentes, paso a relatar algo de lo que vivimos en esa “World´s Fair” y otros lugares que visitamos, como el Madison Square Garden, las cataratas del Niágara o Connecticut. Pero antes de ello quiero recordar a nuestros queridos amigos y compañeros fallecidos, “Taco”, Óscar y Manolo, que a pesar de su ausencia los seguimos teniendo en el corazón. Comienzan mis recuerdos estando en el avión. Antes de aterrizar nos entregaron un folio con la letra de la canción “América the beautiful”, canción con la que terminábamos siempre nuestras actuaciones en el escenario. “Nuestro desfile a la llegada por la Quinta Avenida, con una lluvia impresionante. Pensábamos que los instrumentos de cuerda quedarían inservibles. A continuación nuestro encuentro con el apartamento en la 68, Ithaca Street, en Queens. Y posteriormente nuestro primer día en el pabellón español. Nos impresionaron sus dimensiones y las obras en las diferentes salas allí expuestas: “La Tizona” del Cid, la Dama de Elche, las pinturas de El Greco, Goya, Zurbarán, Dalí, etc. También recuerdo, sobre todo, uno de los patios, porque en él, cuando nos tocaba “guardia”, actuábamos como reclamo para los visitantes de la feria. Y cómo olvidarnos de los restaurantes, “Toledo”, “Granada” y el bar “La Marisquería”, donde nos tomábamos un vino con una tapa de paella, que nos dejaba nuestra maltrecha economía en muy malas condiciones. El mejor recuerdo de los restaurantes fue el día en que un señor palmero (lamento no acordarme de su nombre) nos invito a todo el grupo a un almuerzo y sus lágrimas emocionadas cuando le cantamos el “Palmero sube a la palma”; además de otra comida con los embajadores en la ONU y el comisario del pabellón español, Miguel García Sáez, donde Concha Machado tiene una bonita anécdota. avería, seguimos hasta Niágara Falls, donde disfrutamos del fabuloso espectáculo de las cataratas. Actuamos y regresamos a New York. Hicimos otro viaje a Connecticut, donde fuimos para desfilar en la fiesta del día de la independencia de EEUU (4 de julio) en el pueblo donde residía la señora del embajador de EEUU en España. Fue anecdótico cuando nos ofreció unos caballos para participar en el desfile. Al final fuimos en una carroza. “Asimismo, fue emocionante cuando un primo de nuestro querido Manolo Cabrera (q.p.d) nos llevó a visitar las Naciones Unidas. Igualmente cuando nos acompañó a la playa y nos llevó por la noche a una boîte, de la que era propietario el famoso Charles Atlas. “Y qué decir del teatro, donde actuábamos. El ambiente detrás del escenario, los guitarristas haciendo dedos con un pequeño diapasón, el cantaor Enrique Morente calentando la voz, Antonio Gades zapateando, las bailarinas y bailadores del MarienmaBallet de España y otros muchos, amén de los grupos que nos tocaba actuar, todos un poco nerviosos. Los 150 componentes de los Grupos de Coros y Danzas, de Granada, Bilbao, Yecla, Salamanca, Santander, Sitges, Badajoz, Huesca y nosotros, La Orotava, todos en el escenario el día de la inauguración. Fue impresionante. Y siguiendo con las actuaciones, recuerdo la del Madison Square Garden, donde nos presentó la famosa estrella Jayne Mansfield. Eran tal las candilejas del escenario que cuando salimos no veíamos al público, deslumbrados por los rutilantes “focos” de la Mansfield. “También fue memorable nuestro viaje a las cataratas del Niágara, para hacer un reportaje para una televisión americana. Salimos de New York en un autobús español; paramos porque se averió, y de paso fuimos a ver la fábrica de Kodak. En esa época salió al mercado la Instamatic 100, una cámara maravillosa para la época; yo me compré una. Una vez reparada la “Maravilloso fue igualmente, cuando en nuestros días libres nos acercábamos a Manhattan, para visitar la ciudad, la biblioteca pública, la calle 42, la Quinta Avenida, los cines, Radio City Music Hall, Central Park, China Town, el Empire State Building, el Moma, etc. Otra excursión, como no podía ser menos, fue la visita a la Estatua de la Libertad. Un día muy emotivo fue cuando la despedida de los grupos de Salamanca y Sitges. Muchos intercambios de direcciones, besos, llantos y largos abrazos. Algo inolvidable. “La visita a los diferentes pabellones de la feria nos ocupaba la mayor parte del tiempo que teníamos libre. Nuestros pabellones preferidos fueron la Ford, General Motors, IBM, Futurama, Sinclair, Bruselas, Monorail, El Vaticano, etc. Sobre todo la Ford y la General Motors, por las historias que cada cual tuvo en ellos, pero eso pertenece a la intimidad. “Por último, cómo no recordar la rutina diaria: la compra, la comida, la limpieza del apartamento, la colada, las fiestas en el mismo y tantas y tantas anécdotas que con el tiempo se nos han ido olvidando. Recuerdo un día de calor tremendo, más que un día, una noche. Era tan alta la temperatura en el apartamento donde dormíamos que cogí el colchón y subí al otro piso, Acto en el Ayuntamiento de La Orotava celebrando los 50 años de aquel viaje. donde dormía el resto de compañeros, toqué el timbre y por lo tarde que era Javier salió con cara de susto y al verme con el colchón en la cabeza, me dice: “¡¡Qué, ¿vas de ligue?!! “Tampoco se me olvida, nuestra salida desde el apartamento hasta la esción del metro cerca de nuestro barrio, que nos llevaba hasta la entrada de la feria. El recorrido era aéreo, y pasábamos por el estadio de beisbol “Shea Stadium”. Hay que recordar que sirvió como escenario a uno de los conciertos más emblemáticos de la historia, cuando The Beatles se presentó el 15 de agosto de 1965 en el primer concierto que una banda de música daba en un estadio al aire libre. “Y la entrada a la feria al salir del metro y avanzar por una rampa que nos llevaba hasta encontrarnos con la famosa Unisphere, que en la actualidad sigue allí ocupando el espacio central del actual recinto donde se celebra el famoso campeonato de tenis, el abierto de EEUU, de Flushing Meadows-Corona Park”. El 14 de julio regresan a Tenerife, tras tres meses en la ciudad de los rascacielos. El periódico El Día difundió la noticia así: “En el avión directo de Madrid, que aterrizó en Los Rodeos a las ocho y media de la tarde, llegaron a Tenerife los componentes del Grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina de La Orotava que tomaron parte en los festivales organizados por el pabellón español de la Feria Internacional de Nueva York. Desde antes de la hora anunciada para aterrizar el “Superconstellation”, el aeropuerto presentaba un aspecto brillantísimo. Una verdadera multitud se había trasladado desde La Orotava para recibir a sus paisanos. Al frente el alcalde accidental y concejales de aquel Ayuntamiento. En representación de las primeras autoridades civiles – jefe provincial del Movimiento–, saludó a los componentes del Grupo de Coros y Danzas de la Sección Femenina el subjefe provincial, señor Estévez Méndez, a quien acompañaban el inspector, la delegada de la Sección Femenina y numerosos mandos de esta organización. Las seis señoritas que formaron parte del grupo fueron obsequiadas con ramos de flores al bajar del avión, mientras sus compañeros del cuadro folklórico que quedaron aquí, ataviados con el traje típico, ejecutaban isas y folías. Desde el aeropuerto, los recién llegados se trasladaron al Gobierno Civil de la provincia, donde les recibió y saludó, uno a uno, el Gobernador Civil Jefe Provincial del Movimiento, don Juan Pablos Abril. Familiares y amigos de los componentes del grupo entraron también al salón de actos del Gobierno. Pronunciaron breves palabras de ofrecimiento la delegada provincial de la Sección Femenina, señorita Vilar Borges, y el subjefe provincial. Ambos se refirieron a los éxitos cosechados por el conjunto orotavense en los Estados Unidos y a la significación que para la isla, provincia y nación tenía ese triunfo. p6 domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA CLAVES DEL CAMINO EL MISTERIO DE VORONEZH 26 años del ovni de la Perestroika La prensa de medio mundo replicó al instante la sorprendente noticia suministrada por la agencia Tass aquel 9 de octubre de 1989. Según aquella primera información que los periodistas occidentales se afanaban en confirmar, una nave extraterrestre había aterrizado a plena luz del día en un parque ruso, ante la atónita mirada de decenas de testigos que contemplaron el descenso y las evoluciones de sus desconcertantes tripulantes. Nacía, para no ser resuelto jamás, el caso Voronezh. L a ufología soviética no volvería ser la misma a partir del incidente de Voronezh, algo que incluso los observadores más sesudos y escépticos no durarían en rubricar. Y es posible que una sentencia similar pueda ser aplicada sin demasiados matices a la ufología internacional. El affaire Voronezh lo cambiaría todo, al menos en apariencia. El encuentro cercano, con aterrizaje incluido, en medio de un concurrido parque público terminaría convirtiéndose, a partir de los testimonios iniciales y merced al paulatino enriquecimiento con detalles a cual más sorprendente que experimentaría el caso, en un relato cada vez más increíble y bizarro que terminaría por minar la fiabilidad ufológica del mismo, revelándose ante los analistas como una expresión más de la Perestroika y sus ramificaciones sociales. La cuestión radicaba, y aún hoy lo hace, en determinar a qué tipo de expresión en concreto podía obedecer semejante episodio mediático. A todas luces parecía increíble que una agencia como Tass, durante décadas portavoz oficiosa del bloque soviético y con fama de escrupulosa sobriedad informativa, diera cuenta al mundo de manera tan rotunda, diáfana y colorista del aterrizaje de una nave alienígena tripulada, algo que con justicia, y aun admitiendo discrepancias, podría ser definido como la noticia más importante de la historia de la humanidad. ¿Era acaso aquella bomba informativa otro síntoma del aperturismo y la democratización catalizada por Mijail Gorvachov, decisivo impulsor de una Perestroika llamada a transmitir al mundo la existencia de vida inteligente en el Universo? ¿O tal vez aquella bola de nieve que comenzó con un teletipo tan sólo fue una tosca pero eficaz maniobra de distracción informativa en un momento delicado para el movimiento aperturista soviético? Es posible que la respuesta se encuentre precisamente a medio camino de ambas opciones, aunque, por lo que parece, muy lejos del ámbito extraterrestre. Aunque la noticia se divulgaría el 9 de octubre, el incidente de Voronezh habría tenido lugar el miércoles 27 de septiembre, en el transcurso de una oleada de avistamientos que azotaba Texto: José Gregorio González el lugar desde hacía una semana. La agencia Tass convertiría en un evento global una información que periodísticamente había nacido unos días antes en el periódico local Sovetskaya Kultura, de la mano del cronista Alexander Mosolov. Fue él quien recogió ese y otros casos, posiblemente sin saber que la todopoderosa agencia TASS amplificaría su impacto mediático. En torno a las 18:30 horas de aquel día un grupo de niños jugaba en el parque público Yuzhni del distrito de Leverezhni, ubicado frente a la Escuela Secundaria 33, mientras otros jóvenes y adultos transitaban la zona o bien esperaban el autobús. En un momento determinado contemplaron una luz de color rosado “que después se fue convirtiendo en un globo de color rojo oscuro de aproximadamente diez metros de diámetro”, según los datos de Vladimir Lebedev, corresponsal de Tass en la región, que había hablado con una decena de niños y adolescentes. Ante el lógico y creciente desconcierto de los testigos el objeto daría una vuelta a la zona antes de comenzar a descender y aterrizar en el parque, momento en el que se abrió una especie de escoti- Recreación de Gustavo Sanchez sobre los humanoides de Voronezh lla en su parte inferior y apareció una figura humanoide de tres metros de estatura, dotado de tres pequeños ojos de los que uno parecía moverse en diferentes direcciones. El ser, que tenía una cabeza minúscula en comparación con su talla, vestía un ajustado traje plateado y botas de color bronce, portando lo que parecía ser un disco en el pecho. Si su extraño aspecto recordaba ya a ciertas imágenes clásicas de la ciencia ficción, esa percepción se reforzaría cuando al instante apareció junto a él lo que sería descrito por los testigos como un “robot” de menor tamaño y aspecto “humano”. ¿Qué hizo pensar a los testigos que se trataba de un robot si su aspecto era humano? La respuesta se la brindaba a Luís Alberto Rivas, corresponsal de TVE en Rusia, el piloto de aviación y ufólogo Slava Marlinov: “Los testigos vieron junto a la nave una gran figura, de gran estatura, que tenía tres ojos. El ojo central giraba como un radar. Su cabeza era pequeña, se mantenía fija, sin girar. El lugar de nariz tenía dos orificios. La nave sobrevoló este lugar. También salieron dos personas más y un robot; dicen que era un robot por sus movimientos mecá- nicos, les faltaba naturalidad a sus movimientos”. La complejidad de los hechos iría aumentando por segundos y con ella la dificultad de los investigadores para establecer una secuencia fiable de los mismos, ya que, por ejemplo, antes de este aterrizaje algunos testigos describieron una suerte de simulacro del mismo al quedar suspendida la nave –cuya forma fue descrita no solo como ovoidal y redonda, sino también como lenticular y de media luna- a unos metros del suelo y realizar sus tripulantes un sondeo visual tal vez buscando dónde tomar tierra. Tras aquel chequeo la nave desaparecía unos segundos y reaparecería para finalmente aterrizar. Al margen de esta discordancia y según la información en este caso de la agencia española EFE, elaborada tras más de una veintena de entrevistas a testigos directos por quien entonces era su delegado en la zona, Miguel Bas, “el extraterrestre emitió un sonido y dibujó sobre la tierra un triángulo luminoso de unos treinta por cincuenta centímetros que desapareció rápidamente. La extraña criatura tocó el pecho del robot, y éste comenzó a andar. En ese momento, uno de los niños gritó aterrorizado, y el extraterrestre le miró y el pequeño se quedó paralizado” Tras lo que pareció un breve sondeo de la zona, los dos seres -en algunas versiones se habla de hasta cuatro, siempre descritos con afiladas cabezas- descenderían de la nave para proceder a la recogida de muestras de suelo y vegetación, momento en el que se viviría otra escena especialmente controvertida: un chaval intentaría salir corriendo presa del pánico siendo volatilizado por el haz de luz desprendido por una barra metálica de medio metro de longitud con la que el gigante alienígena le había apuntado. Aquella aparente desmaterialización quedaría sin efecto al finalizar el incidente, reapareciendo el niño sano y salvo cuando la nave se alejó del lugar a gran velocidad, quedando como rastro de su presencia cuatro profundas huellas triangulares en el terreno dispuestas en rombo, marcas que se correspondería con su hipotético tren de aterrizaje y cuyo estudio permitiría estimar en 11 toneladas el peso de la supuesta nave de 15 metros de diámetro. p7 EL DÍA, domingo, 7 de septiembre de 2014 Las indagaciones de los medios occidentales y de los corresponsables en tierras soviéticas resultaron en todo punto infructuosas a la hora de localizar a los numerosos testigos del caso, especialmente a los adultos. Apenas tres niños, Julia Sholokova, Basia Surin y Zheila Blinov, aparecerían de manera reiterada referenciados por la prensa, junto a Genrij Silanov, jefe del Laboratorio de Geofísica y responsable del Centro de Investigación de Fenómenos Anómalos de Voronezh, una organización a la que la prensa daría un protagonismo posiblemente excesivo, aunque siempre con el beneplácito de las autoridades locales. TVE, a través de Informe Semanal, lograría el testimonio del ufólogo antes citado Slava Marlinov, y de uno de los niños, Volodia Startshev, de 12 años, quien ante la cámara española relataría cómo “cuando ellos salieron de la nave yo me quedé inmóvil, como paralizado. Estábamos todos muy asustados. Dos de los seres salieron de la nave y observaron el lugar. Después de cinco minutos se fueron. Cuando desaparecieron me mareé, la cabeza me dolía y me daba vueltas”. Estos y otros detalles que iremos viendo convierten el caso del aterrizaje en Voronezh en un incidente único, de manera que no es extraño que el programa Cuarto Milenio que conduce Iker Jiménez, terminara por enviar a uno de sus reporteros, Pablo Villarubia, en busca de respuestas. Villarrubia logró localizar en 2011 en aquellos parajes en los que hoy se respira desazón e inseguridad a varios de los protagonistas de aquel affaire. Este fue el caso del periodista y biólogo Fiodor Kiseliev, quien a los detalles conocidos explicaría al reportero español que la policía también había visto algo anómalo, añadiendo que “la tripulación de un avión civil dio parte, y los localizadores del aeropuerto pudieron ver que había algo extraño”. Villarubia también daría con Stanislav Kadmensky, por entonces físico en la Universidad de Voronezh, quien recordó como en los estudios sobre el terreno desarrollados por la comisión de expertos creada al efecto estuvieron presentes representantes de la Cátedra de Física Nuclear y de la Cátedra de Biología. “Se tomaron cincuenta muestras del sitio donde había algún tipo de huella diferente. Hicimos análisis de trazas de material radiactivo, pero a pesar de todo no encontramos ningún tipo de radiactividad. Los biólogos verificaron si había algún tipo de virus, bacterias, esporas…y tampoco encontraron nada”, explicaría el físico antes las cámaras de “Cuarto Milenio”. Curiosamente, estos apuntes de Kadmensky contradicen una parte de la información que trascendió en 1989, la relativa al hallazgo de radiactividad en la zona. Tal y como se informó en aquellas semanas, el parque presentaba en el lugar del presunto aterrizaje índices de radiactividad por encima de lo normal, algo que supuestamente verificarían tanto el KGB como las autoridades nuclea- res rusas y que parece reiteradamente mencionado en las crónicas, artículos y libros que se han ocupado del caso. Una radiactividad que, según se decía entonces, no suponía peligro alguno y que se esforzaron en desligar del incidente ovni, atribuyéndola por el contrario a los efectos del accidente sufrido años atrás por la central nuclear de Chernóbil. Lo singular en aquel 1989 era que aparentemente la radiactividad solo aparecía en ese lugar del parque y no en otro, mientras que lo desconcertante en el año 2011 es que se afirmase que nunca hubo anomalías radiactivas. Se podría apuntar que apenas es una contradicción sin importancia, pero la realidad es que no sólo no es la única, sino que nada carece de importancia en este caso. Curiosamente, las autoridades comenzaron hablando abiertamente del incidente aireando los detalles más increíbles, para poco después replegar velas y paulatinamente ir restando valor y credibilidad a los hechos, atribuyendo a la fantasía de los niños y al cansancio de los constantes interrogatorios a los que eran sometidos en aquellos días un buen número de aquellos detalles. Sin embargo, el análisis de toda la información disponible permite asegurar que algo realmente inusual ocurrió en aquel territorio con casi 450 años de historia y más de 800.000 habitantes, ubicado a unos 450 km al sureste de Moscú. El fenómeno parece tener un principio y un desenlace similar y “coherente” en todos los relatos: una luz rosada que termina revelándose como un objeto ovalado o semiesférico, del que tras aterrizar en un parque descienden varios seres de extraña apariencia, quienes tras interactuar a la vista de todos regresan a la nave alejándose del lugar dejando una serie de huellas en el terreno. Sin embargo son los detalles, muchos de ellos anacrónicos y hasta risibles, los que parecen romper la uniformidad. Es el caso, por ejemplo, del amago de aterrizaje con el que los alienígenas echan un vistazo para asegurarse de donde posar su nave, algo que una tecnología capaz de surcar el universo Testigos del caso Voronezh debería poder solventar sin necesidad de abrir la escotilla y sacar la cabeza, por no citar la existencia de un tren de aterrizaje que deja huellas como los dispositivos terrestres, frente a lo que uno espera de la tecnología de otro mundo. Hay sonadas diferencias en el número de extraterrestres, uno y tres según las versiones, aunque siempre con un robot que parecer seguir las órdenes que un testigo identificó con fijos chirridos. Genrikh Silanov, que sería presentado inicialmente como científico –y que lo era- y poco después como ufólogo -que también lo era-, describiría que su grupo había dado con el lugar del aterrizaje mediante “biolocalización”, un término que la prensa reprodujo por su tufillo científico pero que no era más que un eufemismo de radiestesia. Incluso a los más fervientes creyentes en la visita de extraterrestres a la Tierra les tendría que parecer poco lógico que el escenario de un aterrizaje contemplado por decenas de testigos en un parque público y perfectamente identificado requiera de un zahorí para ser ubicado. “¡Detectamos un círculo de veinte metros de diámetro, en el que se ven cuatro hendiduras de cuatro a cinco centímetros de profundidad cada una, con un diámetro de catorce a dieciséis centímetros, situadas en los cuatro vértices de un rombo. También encontramos dos misteriosos trozos de roca roja oscura” aseguró Silanov. Aquellas rocas, finalmente, tampoco resultaron extrañas al identificarse como escoria metálica, con un alto contenido en hierro. Tampoco se supo más de los elevados índices de fósforo que se dijo presentaba el lugar del supuesto aterrizaje. Quien sabe, tal vez todo estaba dentro de la normalidad.. El rayo desmaterializante es otro ingrediente que parece fuera de lugar, pero que forma parte no sólo de la iconografía ufológica y de la ciencia ficción más clásica, sino también de las artes y poderes mágicos atribuidos a magos, brujos y seres sobrenaturales. Precisamente uno de los testigos que nunca fueron localizados sería éste, una auténtica contrariedad para los investigadores que se quedaron con las ganas de saber a dónde se fue o en qué se convirtió durante esos minutos aquel niño, o sí con posterioridad padeció secuelas. Lo más lógico en un caso llenó de contradicciones sería pensar que tal episodio nunca ocurrió, que fue fruto de la fantasía de los pequeños. Sin embargo, durante la citada investigación de Pablo Villarubia en 2011 el reportero consiguió confirmar con Julia Sholokova, vía telefónica, y a través de la mediación de su padre Anatoli Valentinovich, este controvertido detalle de la desmaterialización y materialización de uno de los niños. De no ser cierto, ¿para qué seguir manteniendo algo así pasados más de veinte años? Los ufólogos están acostumbrados a que los testigos rectifiquen cuando son reencuestados al cabo de los años, sin embargo este y otros detalles se mantienen sin figuras. Igual de desconcertante fue la descripción del símbolo de “Ummo”, la famosa “h” que algunos testigos afirmarían divisar en la panza del artefacto y que enredaría aún más la trama. En algunos dibujos elaborados por testigos aparece claramente decorando el artefacto volador, y en la iconografía posterior ya es incluido como adorno en el atuendo idealizado de los humanoides de Voronezh. ¿Era ese símbolo parte de esos añadidos posteriores, o pertenece al fondo inicial del caso? No es ni mucho menos un tema baladí, puesto que en su origen, y al menos oficialmente, el emblema ummita habría sido parte de los elementos creados en España a finales de los años sesenta para el “caso Ummo” por José Luis Jordán Peña, según su propio y cuestionable testimonio. Cierta casuística anterior a esa fecha –recopilada de manera precisa por Juan José Benítez en su libro “El hombre que susurraba a los ummitas” – pone de manifiesto que la “h” ya existía en la casuística ovni antes de que Jordán Peña supuestamente la inventara o la adoptase para su fraudulenta trama, un símbolo que por otro lado tenía muchas posibilidades de resultarle familiar a los testigos de Vorozonezh al corresponderse con la letra “zhe” del alfabeto cirílico, en uso en diferentes regiones soviéticas, incluida Rusia. Ni Silanov ni su equipo pudieron confirmar el detalle de la inscripción, de manera que su presencia no pudo ser aclarada. Si se trató de una contaminación desde luego no fue ni mucho menos aleatoria, resultando obvio que de haber sido el fruto de un enriquecimiento posterior la migración del emblema buscaba desacreditar el caso de cara a Occidente, utilizando un signo que paradójicamente no iba a desentonar en tierras rusas. Por entonces llegaron a circular un puñado de fotografías que se atribuyeron al incidente, con un origen y credibilidad más que dudosa. De haber existido alguna fotografía, seguramente se habría distribuido sin problemas en aquellos primeros compases. Inquieta pensar lo que habría pasado sí el episodio se produce en un escenario tecnológico y socialmedia como en el que vivimos actualmente. Veinticinco años después el caso Voronezh sigue siendo un enigma. La solución salomónica por la que ha optado la mayor parte de la comunidad ufológica es la de admitir que algo extraño, fuera de lo común, ocurrió aquella tarde en la localidad rusa. Desde luego una observación ovni importante, tal vez incluso un aterrizaje, y hasta es posible que la contemplación de sus tripulantes de formas humanoides. Pero, ¿estamos dispuestos a admitir algo más?... ¿recogida de muestras? ¿ojos que escanean?, ¿rayos paralizantes?, ¿emblemas ummitas?, ¿huellas y escorias alienígenas en el terreno? Hay que reconocer que un cuarto de siglo después, superados los miedos al retroceso de una perestroika que en aquel momento necesitaba oxigenarse, seguimos sin saber a ciencia cierta que ocurrió aquel miércoles de 1989. p8 domingo, 7 de septiembre de 2014, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 944 EMDR: una terapia psicológica de nueva generación que no deja indiferente a nadie E MDR (en inglés Reprocesamiento y Desensibilización por el Movimiento de los Ojos) es una terapia psicológica y científica elegida por la Organización Mundial de la Salud y otras organizaciones sanitarias internacionales para tratar de forma eficaz el trauma. Es un baile apasionante, tanto para el paciente como para el terapeuta, donde el paso, el ritmo, el destino y el camino lo marca el cerebro del paciente. EMDR es una terapia psicológica que actúa de forma rápida, potente y estable. En cada sesión la persona activa de forma sorprendente su capacidad natural de aunar todas las líneas de trabajo que ofrecemos hoy en día desde la Psicología: en dos horas realiza un psicoanálisis de varios años, al mismo tiempo que reestructura sus pensamientos, creencias y cogniciones. Por un lado, cambia durante la semana sus conductas por sí misma (sin instrucciones, sin líneas base ni tareas para casa) y, por otro, adquiere una conciencia más plena de sí misma y de sus procesos mentales, de su sufrimiento y de sus recursos, de la vida en general. Del EMDR se pueden beneficiar personas que han sufrido un accidente o una agresión que las colocó al borde de la muerte, o que viven dramáticamente la pérdida de un ser querido, que han sufrido un abuso sexual… Esto es, se pueden beneficiar personas que han vivido cualquier experiencia difícil y que les perturba (incluso en situaciones mucho menos graves que las anteriores). Desde el modelo de trabajo en EMDR, la depresión, las fobias, la ansiedad, el pánico, incluso las crisis psicóticas y los problemas psicosomáticos, pueden ser intentos de respuesta de nuestro cerebro ante situaciones que en un momento Texto: JoséÁngelLópez (especialista en Psicología Clínica, consultor y clínico EMDR-Europa; formador del Servicio Canario de Salud) cerrados, que nos cuenta que siendo muy pequeño se quedó aprisionado en un ascensor junto a un familiar al que le dio allí dentro un ataque de pánico. Podríamos pensar que aquella sensación de peligro que vivió aquel niño se quedó perfectamente memorizada en el sistema reptiliano de su cerebro: ascens o r = e s p a c i o cerrado=peligro grave. Por puro aprendizaje y condic ionamiento, otros espacios cerrados provocarán la respuesta de miedo, porque su cerebro quiere evitar el peligro, desarrollándose lo que llamamos una fobia. EMDR trabajaría precisamente sobre aquellos registros originales, para permitir que el sistema natural del cerebro reprocese la información, el aprendizaje, las memorias, y permita a ese adulto, de una forma adaptativa y más ajustada, moverse con tranquilidad y libertad en espacios cerrados. Con otros trastornos pasaría algo parecido. determinado parecieron inabordables. Un ejemplo Pongamos el caso de un adulto que experimenta fobia a los espacios La filosofía neurológica que subyace en EMDR Nuestro cerebro es una máquina extraordinariamente preparada durante millones de años de evolución para responder a muchísimas situaciones. Ese sistema de neuronas nos “quiere” mucho y se desvive por protegernos y cuidarnos Imagen del cerebro con una sabiduría natural cuyo objedonde se ve la mayor o tivo es que seamos felices. menor activación Eso que llamamos “trastornos neuronal (color más claro) mentales” vienen a ser las respuesantes y después del tratamiento con EMDR tas que nuestro cerebro encuentra ante la indigestión que sufre nuestro sistema neurológico de procesamiento cuando vive alguna experiencia difícil, dura, traumática. EMDR activaría la capacidad natural que tiene nuestro cerebro para digerir la perturbación que aquella experiencia provocó, reemplazando la información disfuncional por otra más ajustada y adaptativa, pudiendo emplear la metáfora de un soporte que nos permitiera grabar una música actual que nos gusta sobre otra que ya no sirve y que estábamos escuchando a nuestro pesar y a disgusto. Mediante un protocolo aparentemente sencillo, EMDR busca la estimulación bilateral de nuestro cerebro; con ello aumenta la conectividad entre estructuras neurológicas profundas ligadas a la gestión de las emociones y la supervivencia (hipocampo, amígdala, etc.), y otras más avanzadas del pensamiento y del control (zonas prefrontales y otras). Esa estimulación bilateral se puede conseguir a través del movimiento de los ojos, de escuchar sonidos mediante auriculares que alternan de lado, o de pequeños toques o vibraciones lateralizadas en las manos u otras partes del cuerpo. La aparente simplicidad de la técnica no debe llevar a engaño. Por un lado hay mucha investigación científica clínica y psiconeurológica que se ha venido realizando y se sigue llevando a cabo. Por otro lado, su aplicación segura y eficaz necesita de amplios conocimientos en psicoterapia, psicopatología y psicotraumatología, por lo que la formación en EMDR debería quedar reservada a los profesionales de la Psicología y de la Medicina. Esta formación se viene impartiendo en Madrid y Barcelona, pero estos años pasados se ha acercado a Tenerife y Gran Canaria, brindando una excelente oportunidad a nuestros profesionales para entrenarse en esta novedosa y potente técnica pues, al seguir un modelo americano, es una formación eminentemente práctica y aplicada. En nuestro país la formación viene avalada por la Asociación EMDR-España, en cuya web se puede encontrar más información sobre EMDR, sobre formación y sobre los terapeutas acreditados en Canarias y en España. Obviamente, EMDR no es la panacea universal que resuelve todos los males de manera milagrosa. Es una técnica psicológica basada en la evidencia científica en constante experimentación y reevaluación, como no podía ser de otra forma. Es muy potente y rápida en lo que llamamos “trauma simple” (un incidente en una persona que lleva una vida normal); en “trauma complejo”, donde hay una tupida red de incidentes, a pesar de que la duración lógicamente puede ser mayor al tener que trabajar sobre más dianas, pero la técnica sigue siendo poderosa, rápida y estable en sus resultados en comparación con otras.