LA COMEDIA NUEVA DE LEANDRO FERNÁNDEZ DE MORATÍN 1. Breve identificación. Leandro Fernández de Moratín (Madrid 1760 - París 1828) es el creador de la comedia neoclásica, uno de los géneros literarios característicos del siglo XVIII. Formó parte del grupo de intelectuales ilustrados del Madrid borbónico que más apoyaron a José Bonaparte, por lo que después de la Guerra de la Independencia tuvo que abandonar el país. Murió en el exilio como tantos otros españoles de la época. Aunque escribió algún poema y algún ensayo, lo que le hizo famoso fueron sus comedias neoclásicas de corte satírico: El viejo y la niña, El sí de las niñas (la más conocida) y La comedia nueva o El café, obra que comentaremos. 2. Valoración y sentido. Elementos estructurales de la obra. Esta comedia estrenada en 1792 en el Teatro Príncipe sostiene la idea central del movimiento neoclásico, renunciando a la exageración del teatro barroco poscalderoniano y solicitando un regreso a los principios del teatro tradicional, el de las reglas de las tres unidades. Otro de los conflictos que Moratín analiza es la lucha entre el papel tradicional y el papel moderno de las mujeres en la sociedad española de su época. El resumen de la obra es el que sigue. Don Eleuterio está contento porque, con el consejo experto de don Hermógenes, hombre pedante y poco fiable, se dispone a estrenar su obra El gran cerco de Viena. Recibe el apoyo y la ayuda de su mujer, doña Agustina, quien ha sacrificado su vida familiar para ayudar a escribir la obra a su marido. No están tan convencidos del éxito ni don Pedro, hombre culto y entendido en cuestiones teatrales, ni doña Mariquita, hermana de doña Agustina. Al final, la obra resulta un fracaso porque no era nada diferente a las obras que ya existían. Pero no todo está perdido, Don Pedro acoge a la familia fracasada. La estructura de la obra no es exactamente la de las obras neoclásicas, ya que el autor pasa de tres actos a dos actos. El primero de ellos contiene seis escenas y el segundo diez. La sencillez de la obra no da para más, no es una obra de enredo. El argumento es sencillo y se extiende, principalmente en la caracterización de los personajes. Moratín no quiere extender la resolución de un conflicto para el que cualquier extensión sería retórico, hecho totalmente contrario a lo que se propone la obra: criticar la extensión innecesaria y la parafernalia de las obras teatrales posbarrocas. 1 Planteamiento y progresión de la obra. Se adapta plenamente al teatro neoclásico porque la obra posee una sola acción: la discusión sobre la representación de la obra de don Eleuterio. Moratín compagina lo que vemos en escena con lo que se oye o se intuye fuera de ella. Los personajes debaten y discuten sobre la idoneidad o no del tipo de obras que se representan, pero no se dan cuenta de que la obra ya ha empezado y van a llegar tarde gracias a que el reloj de don Hermógenes se paró. La aparición de don Pedro en escena al final de la obra anticipa el resultado. Fracaso total. Por lo tanto, el enfrentamiento entre las dos posturas se decanta a favor de don Pedro y doña Mariquita, quienes creían que la obra no era nada del otro mundo. El desenlace final debería ser ése. Pero Moratín termina con una especie de epílogo en el que don Pedro, sin mucha verosimilitud para la obra, recoge a la familia vilipendiada y engañada por don Hermógenes. Personajes. Todos los personajes son de la misma clase social a pesar de su diferente posición económica. Veamos personaje por personaje. Don Eleuterio es el autor de la obra que se va a representar; está muy ilusionado y ha recibido la ayuda de su mujer doña Agustina. Don Eleuterio no llega a ser autor por capricho, ha sufrido varios percances en su vida y la dramaturgia cree que es su salvación. Cuando comprueba su fracaso acepta el trabajo que le ofrece don Pedro como segura salvación para su vida futura. Don Hermógenes el típico erudito a la violeta al que criticaban autores de la época como Cadalso y el mismo Moratín. Su verborrea latina, sus opiniones fuera de lugar reflejan perfectamente al típico erudito que contaba lo que había aprendido pocas horas antes, aunque no tuvieran nada que ver con la conversación. Halaga a don Eleuterio para aprovecharse de su éxito. Una vez que fracasa, reconoce, cínicamente, que ya lo sabía, que actuaba por interés económico. Es un personaje muy exagerado por Moratín para acentuar el carácter crítico que pretende el autor. Don Pedro es el polo opuesto a don Hermógenes. Es un hombre culto que no presume de su erudición nada más que cuando quiere dejar en ridículo al pedante don Hermógenes. Representa las ideas de Moratín: el teatro debe reflejar el buen gusto y el ingenio, no las extravagancias, porque la cultura influye en la evolución y el progreso del país. Su benefactora acción final descoloca un poco el objetivo de la obra. Los papeles femeninos son de lo más interesante de la obra. Estos papeles son representados por los personajes de Doña Mariquita y Doña Agustina, respectivamente. Mariquita, femenina e inculta, pero suficientemente letrada, ya que sabe de cuentas y leer y escribir; encarna a la mujer convencional de la España del siglo XVIII. Agustina presta más atención al teatro y a los temas académicos que a sus propios niños, representando una pedante y una mujer moderna. La batalla entre estas dos mujeres y sus posiciones sociales refleja la 2 lucha entre la tradición y la modernidad en el teatro español y la sociedad misma. Tanto don Serapio como don Antonio son personajes menos importantes. Quizá podamos destacar a don Antonio, quien adopta una postura un tanto aséptica porque él va al teatro para reír no para protestar si la obra está bien o mal. Por lo tanto, le gusta tanto un teatro como el otro. Tanto tiempo como espacio se ajustan a las reglas de las tres unidades: los hechos transcurren dentro de un día, apenas dos horas, y el espacio dramático es el mismo, el café en el que esperan algunos personajes para asistir a la representación. Existe otro espacio aludido en la obra y es el de la representación fracasada de la obra de don Eleuterio, pero no aparece directamente en la escena. Lenguaje y estilo. Toda la obra presenta un tono cómico suave. El lenguaje más destacado aparece cuando se enfrentan los personajes con posicionamientos diferentes, sobre todo, debe mencionarse el lenguaje extremadamente culto, y pedante, de don Hermógenes, y la gracia del personaje de Mariquita, quien utiliza un lenguaje estándar que se adapta muy bien a su personaje. Moratín no se sirve excesivamente de las acotaciones para redondear el espacio o para describir mejor a sus personajes; lo hace mejor con su forma de hablar y de comportarse. 3. Conclusión. La intención de Moratín no fue crear una gran obra de teatro, sino una obra con una clara intención crítica hacia el teatro predominante de la época. Se sirve de una manera magistral de los personajes para mostrarnos sus ideas teatrales ajustadas al Neoclasicismo. Personajes como los de don Hermógenes o los de doña Mariquita están muy bien definidos. El personaje de don Pedro y su paternalismo final me resulta un tanto chirriante para la obra. 3