Rasgos hermenéuticos en la Filosofía de D. Davidson Prof. Mag. Marta Bayarres El término hermenéutica deriva del griego "hermenéuiein" que significa expresar o enunciar un pensamiento, descifrar e interpretar un mensaje o un texto. Etimológicamente, el concepto de hermenéutica se remonta y entronca con la simbología que rodea a la figura del dios griego Mermes, el hijo de Zeus y Maya encargado de mediar entre los dioses o entre éstos y los hombres. Dios de la elocuencia, protector de los viajeros y del comercio, Hermes no sólo era el mensajero de Zeus. También se encargaba de transmitir a los hombres los mensajes y órdenes divinas para que éstas fueran tanto comprendidas. El hermeneuta es, por lo tanto, aquel que se dedica a interpretar y desvelar el sentido de los mensajes, haciendo que su comprensión sea posible y todo malentendido evitado, favoreciendo su adecuada función normativa. Aristóteles escribió un Peri hermeneias que, como parte del Organon, versaba sobre el análisis de los juicios y las proposiciones. Se trataba de un análisis del discurso, pues sólo desde el interior del mismo la realidad se nos manifiesta. Por este motivo, la hermenéutica se constituyó fundamentalmente en un arte {techné) de la interpretación dirigida, en el Renacimiento y la Reforma Protestante, al esclarecimiento de los textos sagrados, dando lugar a la exégesis bíblica, uno de cuyos principales investigadores fue Mattias Flacius. En esta misma época, como consecuencia del Humanismo, la hermenéutica se aplicó a la literatura clásica grecolatina, configurándose como una disciplina de carácter filológico y después, desde el ámbito de la jurisprudencia, se ocupó de la interpretación de los textos legales y de su correcta aplicación a la particularidad de los casos. Actualmente entendemos por hermenéutica aquella corriente filosófica que, hundiendo sus raíces en la fenomenología de HusserI y en el vitalismo nietzscheano, surge a mediados del siglo XX y tiene como máximos exponentes al alemán Hans Georg Gadamer (nacido en 1900), Martín Heidegger (1889-1976), los italianos Luigi Pareyson (1918-1991) y Gianni Vattimo y el francés Paúl Ricoeur (nacido en 1913). Todos ellos adoptan una determinada posición en torno al problema de la verdad y del ser, siendo la primera definida como fruto de una interpretación, y el ser (mundo y hombre) como una gran obra textual inconclusa que se comporta de manera análoga a como lo hace el lenguaje escrito. El giro hermenéutico se desarrolla dentro de la filosofía alemana y critica la concepción tradicional del lenguaje como un instrumento para la designación de entidades independientes del lenguaje. 1 El lenguaje es responsable del modo en que se nos aparecen los entes, solo mediante el nombrar queda establecido lo que una entidad es, por lo cual lleva en sí la esencia del ser de los entes y la verdad de los mismos. En la Hermenéutica existe una preeminencia del significado sobre la referencia. La designación de un objeto por un nombre no se da por una relación ostensiva directa sino por una relación indirecta en la cual los conceptos elaborados en el lenguaje sirven de nexo entre ambas partes- y predomina una concepción holista del lenguaje, éste es una totalidad simbólicamente articulada donde cada parte adquiere su significado por referencia al todo. El término análisis proviene del verbo que significa "deshacer", "desligar", "examinar un problema", "dilucidar una cuestión". En general el método del análisis nació vinculado a las matemáticas. Se entiende por extensión un método que conduce de lo complejo a lo simple. Descartes lo utiliza tomándolo de la geometría analítica. Posteriormente el término análisis ha pasado a designar el procedimiento por el cual se descompone el todo en sus partes. En la llamada Filosofía Analítica se encuentra la tendencia a utilizar el análisis como método. Esta Filosofía nació con G.E. Moore y Bertrand Russell en Inglaterra. Es importante destacar que, desde sus comienzos, la Filosofía Analítica presenta distintas orientaciones. Por un lado se centra en el lenguaje formal y por otro en el análisis del lenguaje corriente. El giro lingüístico analítico se basa en el reemplazo de la conciencia y sus categorías psicológicas por el lenguaje y sus componentes lógicos como objeto de estudio de la filosofía y, por lo tanto, se centra en el análisis formal de las estructuras semánticas, desatendiendo las connotaciones psicológicas, pragmáticas u ontológicas. Debido a esto, su postura es conocida como antipsicologista o anti-mentalista. Afirma que los problemas filosóficos tradicionales se deben al uso incorrecto del lenguaje y pueden ser resueltos-disueltos a través de la inspección lógica y la reformulación de nuestro lenguaje, declara obsoleta y absurda a la metafísica porque enuncia entidades que van más allá de la experiencia común o lo que las ciencias pueden verificar, apunta a convertir a la filosofía en una ciencia estricta a partir del análisis de las proposiciones y defiende tanto la concepción referencial del significado como la teoría de la verdad como correspondencia. Pertenece a la corriente conocida bajo los nombres de filosofía analítica, filosofía del análisis lógico del lenguaje, positivismo lógico, neopositivismo o atomismo lógico. Por otra parte como otra fuente de esta filosofía encontramos los aportes del Círculo de Viena y del Positivismo Lógico. Más allá de las diferencias es posible reconocer algunos rasgos comunes a los representantes de esta corriente. 2 En cuanto al momento preciso de su comienzo, es bastante difícil fijarlo con exactitud. La tarea del filósofo consiste en el análisis riguroso del lenguaje para evitar la ambigüedad. La lógica se constituye en el soporte normativo para realizar dicho análisis. De este modo buena parte de los considerados hasta ese momento como problemas filosóficos se diluyen al ser sometidos sus enunciados al análisis. Si bien es cierto que hay elementos de coincidencia entre la comente Inglesa y la norteamericana, también es importante destacar que en ciertos enfoques difieren. Ambas corrientes coinciden en la necesidad de tomar el análisis del lenguaje como eje de la investigación filosófica. Difieren en cambio en el tipo de abordaje que hacen del lenguaje. Intentaremos establecer una diferencia básica entre el "sentido" y de "valor de verdad" de un enunciado. Entendemos por enunciado una formulación lingüística efectiva, oral o escrita, que puede ser declarada verdadera o falsa como, por ejemplo: "EL auto de Juan es verde". Verdadero y falso son lo que llamamos "valores de verdad". Cada enunciado posee uno de los dos valores de verdad, o es verdadero, o es falso. El sentido del enunciado es lo que este significa, o lo que "dice". Es un mérito histórico de Frege el haber establecido de modo preciso la línea divisoria entre las nociones de sentido y valor de verdad, pensando consiguientemente en sus implicaciones. Conocer es atribuir valores de verdad; entender es captar sentidos. Entender un enunciado es una condición necesaria de todo conocimiento de aquello que se dice. La filosofía analítica no es, en primer lugar, el planteo de un tema nuevo u objeto del filosofar, sino básicamente de un método: el análisis lógico del lenguaje. La filosofía ya no es un discurso sobre objetos, ni sobre nuestro conocimiento de los mismos, sino sobre el lenguaje en el que hablamos de ellos. La idea común a los pensadores analíticos es la de resolver lingüísticamente supuestos problemas filosóficos, evidenciando que carecen de sentido. En ciertas variantes radicales del "giro analítico" la filosofía deja de ser concebida como una "teoría", como un discurso sobre temas específicos o como un tipo particular de saber (inclusive sobre el significado) para pasar a ser una actividad "terapéutica": una actividad de aclaración del sentido. El carácter trascendental de la comprensión, de la aceptación y de la justificación de las proferencias, marca la imposibilidad de comprender aquello que no se puede traducir en su propia lengua, justificar a través de sus propias prácticas de justificación. De cara a una proferencia llamada “de lengua extranjera” no se puede comprender más que aquello que podemos traducir a la nuestra. 3 .D. Davidson transfiere y generaliza esta experiencia a toda comunicación: no podemos determinar referencialmente ni predicativamente aquello sobre lo cual hablan los demás, a menos que lo hayamos interpretado a la luz de nuestra propia experiencia verbal, con nuestras propias proferencias. Como ha señalado Donald Davidson, Wittgenstein nos puso en el camino real para encontrar en la comunicación interpersonal el origen de la noción de verdad objetiva. Si se sostiene que el lenguaje es esencial al pensamiento y se está de acuerdo con Wittgenstein en que no puede haber lenguaje privado y en que sólo la comunicación con los demás nos proporciona el uso correcto de las palabras, entonces, de la misma manera y con la misma rotundidad, ha de afirmarse que no puede haber pensamiento privado y que es la comunicación interpersonal la que proporciona también la pauta de objetividad en el ámbito cognoscitivo. La objetividad de la verdad está mezclada con el carácter público del pensamiento, con el carácter solidario, social, del lenguaje y con el carácter razonable de la realidad. Los tres elementos -pensamiento, lenguaje y realidadque intervienen en la discusión filosófica acerca de la verdad se confieren sentido respectivamente en su interrelación y es la comunicación interpersonal la que establece esa constelación de sentido. Algunas de estas ideas importantes que maneja Davidson en el comienzo de este artículo son: 1) la coherencia genera correspondencia;2) propone la correspondencia sin confrontación;3) la importancia del significado en la medida que éste tiene su origen en la verdad objetiva. Con respecto a estos puntos señalados, el autor considera que si bien no todas nuestras creencias son verdaderas, sí lo son la mayor parte. Si es así entonces debemos inclinarnos a pensar que existe una correspondencia entre dichas creencias y los eventos del mundo, en la medida que estos son las causas de mis creencias. Considerar la coherencia como generadora de correspondencia lleva a Davidson a rechazar la necesidad de confrontar las creencias con la realidad, en la medida que la misma coherencia constituye una prueba de la verdad. Es cierto que no todas mis creencias son necesariamente verdaderas, pero si lo son la mayor parte de ellas, entonces en la fundamentación de las mismas se encuentran comprendidas las condiciones de su verdad. Dichas condiciones son objetivas, por lo tanto es absurdo reclamar la confrontación entre las creencias y la realidad. Cuando el autor señala la importancia del significado, plantea que el mismo constituye el nexo entre la verdad y el conocimiento. Esto debemos entenderlo de este modo. Para Davidson la verdad es objetiva y no es definible pues es un primitivo. La objetividad de la verdad hace de Davidson un realista. Como él mismo lo plantea en el artículo al que hacemos referencia, la objetividad de la verdad otorga al significado su relevancia. La interpretación de las proferencias de un hablante consiste en la posibilidad de 4 alcanzar la comprensión del significado de las mismas. Si puedo interpretar al otro es porque ambos compartimos un mismo mundo que es independiente de nuestro pensamiento y en el cual se encuentran los hechos, eventos, acontecimientos que dan lugar tanto a sus creencias como a las mías. Por otra parte si podemos reconocer cuando una creencia es verdadera o falsa, es porque ambos manejamos el concepto de verdad. Si puedo interpretar las proferencias del otro es porque descubro su coherencia, pero al mismo tiempo me siento identificado con su conjunto de creencias básicas en torno al mundo y al estado de cosas. Cuando Davidson hace la siguiente observación:”…hay una presunción a favor de la verdad de una creencia que es coherente con una masa significativa de otras creencias”1, lo que quiere indicar es la idea de que debemos partir del supuesto de que si bien puede haber dentro de un cuerpo de creencias, algunas que sean falsas, la mayor parte de ellas es verdadera. El significado de las creencias está dado por su origen causal en los eventos del mundo. Creemos que aquí aparecen elementos interesantes en lo que se refiere a los rasgos hermenéuticos de su filosofía. Encontramos sujetos que comparten un mun do, y la posibilidad de lograr, a través de la interpretación de sus proferencias, descubrir dicho mundo. Por otra parte no encontramos por un lado mentes que construyen en forma aislada determinadas creencias sobre el mundo y por otro lado un mundo que puede o no corresponderse con dichas creencias. Aquí lo que encontramos es una comunidad de sujetos vinculados, por el lenguaje, con un mismo mundo en el que se encuentran las causas de sus creencias. Es interesante ver cómo la atención que pone Davidson al análisis del lenguaje, rasgo que marca su origen analítico, se conjuga con el carácter holístico de su propuesta. Al analizar las creencias asume una postura coherentista porque la forma de determinar si una creencia es o no verdadera, es descubriendo su coherencia con “la masa significativa de otras creencias”. Creemos importante detenernos en una observación que hace con respecto al relativismo. Considera que para que dos intérpretes no se pongan de acuerdo con respecto a la verdad de una proferencia, es preciso que no estén de acuerdo o bien acerca de cómo es el mundo, o bien acerca del significado de la proferencia. Si el significado de las creencias está dado por los eventos del mundo, el desacuerdo con respecto al significado implica el desacuerdo con respecto a cómo es el mundo. Del significado de las proferencias pasamos al tema de la verdad. Si 1 Verdad y Conocimiento; p75 5 la verdad es objetiva, entonces una creencia es verdadera si guarda coherencia con un conjunto de creencias, pero a su vez, en la medida que las creencias son causadas por los eventos del mundo, la verdad, como el autor sostiene es “correspondencia con el modo en que son las cosas”2. Rechaza la idea de esquemas conceptuales aplicados a la construcción de mundos privados, de los cuales poseen conocimientos privados y por lo tanto representados en lenguajes también privados. El mundo es compartido, se trata de un mundo público con el que nos interrelacionamos gracias al lenguaje público. Si podemos entender al otro es porque su proferencias manifiestan un conjunto de creencias acerca del mundo, que nosotros también poseemos. De este modo es que podemos llegar a determinar si una creencia es verdadera o no. Por una parte porque es posible descubrir su falta de coherencia con el resto de sus creencias, por otra, porque en la medida que las causas de sus creencias se encuentren en el mismo mundo en que yo habito, puedo reconocer cuando una creencia además de no ser coherente con el resto del sistema, no se corresponde con el mundo que, supuestamente la causó. Más adelante se refiere al principio de caridad que consideramos de vital importancia en lo que se refiere a la posibilidad de que funcione una comunidad de hablantes en la que sea posible la comprensión, y aquí estamos utilizando el concepto en el sentido empleado por la hermenéutica. En su refutación al escéptico con respecto a la necesidad de encontrar una justificación para las creencias, se refiere a la coherencia como punto de apoyo para que el sujeto pueda estar seguro de que la mayor parte de sus creencias no puede ser falsa. Desarrolla su argumento dividiéndolo en dos partes. En la primera se refiere a la comprensión correcta del habla y enumera una serie de actitudes proposicionales como creencias, deseos, etc., implica aceptar que la mayor parte de ellas deben ser verdaderas, y apela a la coherencia como criterio de valoración. En la segunda parecería apelar al sentido común porque señala que cualquiera que posea determinadas creencias y presuma que no está equivocado, debe estar seguro acerca de cómo es el mundo y de qué modo se originaron dichas creencias. Tomando las dos partes, llega al principio de caridad, principio fundamental en la interpretación, ya que el objetivo de dicho principio es lograr la comprensión del hablante. Más adelante nos detendremos en el análisis del mismo. 2 Op. Cit. P.77 6 Marca una distinción importante entre la traducción radical de Quine y su Interpretación radical, si bien destaca que ya en la Interpretación radical de Quine, el principio de caridad juega un rol fundamental. En tanto Quine hace depender la traducción de patrones de estimulación sensorial, él considera que depende de los eventos del mundo que causan las creencias y que se manifiestan en proferencias. Davidson rechaza la distinción hecha por Quine entre oraciones observacionales y teóricas. Aceptar dicha distinción implica aceptar que para el caso de ciertas proferencias es preciso recurrir a la confrontación con la experiencia. Rechaza el recurso verificacionista propuesto por Quine, pues aceptarlo lo comprometería con el trazado de una línea divisoria entre distintos tipos de creencias que él no acepta. De aceptarlo caería en el mismo círculo vicioso en el que han caído quienes han procurado buscar un fundamento último de evidencia de las creencias. Por otra parte, tal como él mismo lo señala “…resulta vano que alguien exija una seguridad adicional, pues ello no haría sino incrementar el conjunto de sus creencias.”3 Considera que la comprensión es fundamental en la interpretación, y cuando se trata de comprensión el camino adecuado no parece ser el de la reducción de las creencias a algo más básico como evidencias empíricas. El holismo desempeña un rol fundamental en la comprensión. Si somos capaces de interpretar al otro es porque somos capaces de abrirnos paso en su sistema de creencias, a partir de la interpretación de sus proferencias, descubriendo sus interrelaciones, en lugar de buscar los fundamentos últimos en determinadas estimulaciones sensoriales. Mientras que para Quine las causas de las creencias son las estimulaciones sensoriales producidas por los objetos del mundo, y que por tanto funcionan como fuente de evidencia, para Davidson, la relación entre las proferencias y los eventos del mundo es directa. Por eso en Quine la interpretación depende de la distinción de las oraciones de observación en la medida que son claves en la traducción. En cambio para Davidson la interpretación, que consiste en el descubrimiento de las relaciones entre las creencias entre sí, y la correspondencia de dicho sistema con el mundo, es comprensión holística de proferencias, y, en última instancia, comprensión del mundo. Ambos, intérprete e interpretado, comparten un mismo mundo que causa las creencias que en su mayor parte son también compartidas y que se manifiestan en un lenguaje público, es decir, también compartido. Con respecto al carácter holístico de la interpretación, las creencias nunca se dan en forma aislada, guardan entre sí determinadas relaciones y el descubrimiento de estas constituye el camino hacia la comprensión. Descubrir las relaciones entre las 3 Op. Cit. P.87 7 creencias nos lleva a reconocer la coherencia entre ellas. Es cierto que también podemos descubrir incoherencias, pero no es posible que todas las creencias sean entre sí contradictorias. Aún en los casos de existencia de creencias contradictorias entre sí, y que podemos considerar como irracionales, nos encontramos con un trasfondo de racionalidad que posibilita la atribución de irracionalidad a determinas creencias, en la medida que son notoriamente inconsistentes con el resto. Volviendo a la comprensión, y a su importancia en lo que se refiere a la interpretación, Davidson muestra grandes proximidades con la Hermenéutica. Si logramos interpretar al otro es porque logramos comprenderlo. Comprendemos en la medida en que descubrimos el significado de un conjunto de creencias, porque toda creencia implica a su vez una trama compleja de otras tantas creencias. Por eso se trata entonces de comprensión holística. Por otra parte, como ya señalamos, si podemos interpretar al otro es porque no sólo descubrimos la coherencia entre sus creencias, sino además reconocemos que sus creencias al igual que las nuestras coinciden en su correspondencia con un mundo compartido. Volvamos ahora al principio de caridad que constituye condición de posibilidad de la interpretación. Dicho principio se basa a su vez en el principio de racionalidad y en el conocimiento que todo individuo posee de la verdad objetiva. Tal vez sea preciso aclarar este último concepto. Cuando se hace referencia a creencias, se indica determinada disposición para comportarse como si p fuera verdadera, y, por ende la posibilidad de diferenciar entre la creencia verdadera y la falsa. Por otra parte si el individuo maneja el concepto de verdad objetiva, puede reconocer cuando una creencia es inconsistente con el resto en la medida que reconoce que la mayor parte de sus creencias son verdaderas. De este modo cuando se trata de interpretar al otro, el intérprete radical parte de algunos supuestos que se desprenden de lo anteriormente aclarado. Estos son: -El comportamiento del sujeto a interpretar es consistente. -Tanto el sujeto a interpretar como el intérprete manejan los mismos supuestos lógicos. -Las creencias del sujeto a interpretar son en su mayor parte, verdaderas. De esta manera el intérprete no necesita confrontar una a una todas las creencias del otro. Basta con aplicar el principio de caridad y saber que la mayor parte de sus creencias son verdaderas, porque en la medida que esta tarea es posible, también es posible descubrir qué creencias pueden ser falsas. Se descubre el error sobre un trasfondo de verdades. Como vimos, la preocupación de Davidson por el análisis del lenguaje no obedece solamente a requisitos estrictamente formales sino que trasciende los mismos. A 8 esta razón obedece nuestro interés por hacer una lectura de su filosofía considerándolo como filósofo puente entre la orientación analítica y la hermenéutica. BIBLIOGRAFÍA Davidson, Donald; “Verdad Y Conocimiento”, en Mente, Mundo Y Acción; Paidós, Barcelona, España, 1992 9