universidad pública - Universidad Complutense de Madrid

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Los ÓRGANOS de gobierno son decorativos"
La universidad opaca: sólo dos centros
españoles aprueban en transparencia: La
de Cantabria y la Carlos III de Madrid.
Basta abrir un periódico, ver la televisión u observar los carteles del metro para ver
decenas de anuncios de universidades, públicas y privadas, con un mensaje similar: “Si
estudias en nuestro centro, encontrarás trabajo”. Pero ¿sabe alguien cuál es la
empleabilidad real de los egresados de cada universidad? Teniendo en cuenta que,
nos guste o no, la principal razón por la que se cursa una titulación universitaria es para
tener una profesión cualificada en el futuro, es incomprensible que no exista este dato.
Apenas hay universidades en España que ofrezcan esta cifra. Ni ésta, ni muchas otras.
En su segunda edición, el Informe de transparencia en la web de las universidades
españolas, elaborado por la Fundación Compromiso y Transparencia, pone de
manifiesto las profundas lagunas que en materia de transparencia tienen nuestras
universidades. Y en esta ocasión el análisis se ha extendido a los centros privados. Sólo
dos universidades públicas pueden ser consideradas transparentes –cumplen, al
menos, 20 de los 25 indicadores de transparencia, entre ellos, obligatoriamente, estados
financieros, cuentas anuales e informe de auditoría–, la Universidad de Cantabria y la
Universidad Carlos III de Madrid. Todas las universidades privadas son opacas, pues
cumplen menos de quince indicadores de transparencia, una calificación que obtienen
también algunos de los centros españoles más presitigiosos como la Universidad de
Barcelona o la Universidad Complutense de Madrid.
Para la elaboración del informe de transparencia sólo se ha aceptado información
que sea visible, accesible, comprensible y actual“Las universidades españolas, hoy
por hoy, son instituciones muy autorreferenciales y muy poco abiertas”, ha
explicado a El Confidencial Javier Martín Cavanna, director ejecutivo de la
Fundación Compromiso y Transparencia y coautor del informe. Aunque, desde que se
publicó la primera edición del estudio el año pasado, hay centros que han hecho los
deberes, la transparencia sigue brillando por su ausencia en gran parte de las
instituciones. Y no hay más que visitar las páginas web de los centros para
comprobarlo.
“Hoy en día no se puede concebir la rendición de cuentas y la transparencia si no es a
través del principal canal de comunicación, que son las webs”, explica Cavanna. “Es un
canal con muy poco coste, aunque tiene una serie de complejidades, como identificar
cuál es la información relevante. Nosotros definimos esos contenidos, cuál es la
información sensible, aquella información básica desde el punto de vista
institucional que las universidades deben revelar a sus distintos grupos de interés”.
Transparencia no es colgar documentos irrelevantes
Uno de los grandes problemas que han arrastrado los portales de las universidades
españolas desde su lanzamiento es la dificultad que reviste encontrar determinada
información. Por ello, para la elaboración del informe de transparencia, sólo se ha
aceptado información que sea visible, accesible, comprensible y actual. “Que sea
visible quiere decir que sea de fácil acceso al internauta, porque está colocada es
unos niveles de navegación razonables (segundo o tercer nivel, como mucho) y porque
acceder a ella es sencillo”, explica el autor del informe. “Muchas veces no damos por
buena alguna información que, es verdad que está colgada pero el esfuerzo que se le
exige al internauta para localizarla, sintetizarla y saber lo que pasa es enorme”.
Sería muy bueno que las universidades se autorregularan y definieran la información
mínima básica que hay que presentarPor supuesto, el problema de la transparencia en
las universidades no se limita a la usabilidad de sus webs, pero estas son la cara visible
del problema, la punta del iceberg. La rendición de cuentas de las universidades
españolas deja muchísimo que desear y no está estandarizada. ¿Qué indicadores
deberían ofrecer estos centros? En opinión de Cavanna, todas las universidades deberían
ofrecer indicadores sobre investigación, situación en los rankings, profesorado, precios,
contabilidad, empleabilidad… Un total de 25 aspectos que se recogen en el informe.
“Sería muy bueno que las universidades se autorregularan y definieran la información
mínima básica que hay que presentar, o al menos que la Conferencia de Rectores
(CRUE) haga algo en ese sentido, y como no lo hace hemos tenido que poner en marcha
este informe”, asegura Cavanna. “Lo que estamos viendo es que nuestros informes
consiguen consensuar esos criterios. Al final las universidades nos lo agradecen, porque
es el único criterio que hay”.
Las universidades privadas también deben rendir cuentas
Una de las principales novedades de esta nueva edición del informe es la inclusión de
las universidades privadas, que suspenden estrepitosamente. Tal como señala el
documento, “la mayoría de universidades privadas son instituciones no lucrativas
que disfrutan de un sistema de exención fiscal por su actividad y de la capacidad
legal de obtener donaciones de terceros”. Un estatus que justifica la exigencia de
transparencia.
Basta darse un paseo por la web de estas instituciones para observar una patente falta de
información: sólo tres centros han publicado su plan estratégico, sólo la mitad publican
la composición de sus órganos de gobierno, tan sólo un tercio sus estatutos, sólo cuatro
universidades informan de los resultados de la actividad docente y la información
económica es prácticamente inexistente.
Si las universidades no dan el dato de empleabilidad es porque no es buenoY esta
opacidad, asegura Cavanna, va a acabar jugando en su contra, ya que son los propios
alumnos los que acabarán pidiendo mayor información: “En EEUU es obligatorio
publicar el porcentaje de alumnos que se han empleado tras graduarse. Las
universidades privadas las pagan los alumnos, cuestan mucho y se endeudan. Uno de los
criterios más importantes para matricularse en una universidad es las posibilidades que
tienes para encontrar empleo. Algunas universidades han falseado estos datos y se han
encontrado con 25 demandas colectivas. Es un tema muy grave. Los alumnos van a
demandar ese tipo de información y, aunque hay universidades españolas que ya lo
están dando, sus iniciativas son muy débiles”.
En opinión del autor del informe las universidades privadas juegan con un doble
discurso: centran su marketing en su supuesta empleabilidad, pero no ofrecen datos
sobre la misma. Por eso, en el próximo informe, se exigirán los porcentajes de
empleabilidad de los egresados de cada universidad, un dato que hoy no da casi ningún
centro. Cavanna reconoce que “si las universidades no dan este dato es porque no es
bueno”, pero cree que es mucho peor que no lo den: “El porcentaje importa mucho, pero
más si aceptas publicarlo o no. Esto va a ir a más. La universidad tiene que estar
pendiente de su principal grupo de interés, que son los alumnos, y esta es una
información que, tal como están las cosas en este país, es muy pertinente”.
Un problema de mal gobierno
Está claro que las universidades españolas tienen un problema de comunicación: no sólo
falta transparencia, falta integración con el resto de la sociedad. “Las universidades no
están acostumbradas, como si lo está el mundo empresarial, a mantener un diálogo
permanente con sus diferentes grupos de interés: no los han identificado y no tienen una
estrategia clara”, asegura Cavanna. “Falta esto porque hay un déficit de gobierno muy
fuerte y el tema de comunicación es uno de los que más se resienten. Cuando ves
que falla la rendición de cuentas, que básicamente es la comunicación de resultados, lo
que falla es el vértice de la pirámide. Los órganos de gobierno de las universidades,
incluso más los de las privadas que los de las públicas, son órganos decorativos, no de
gobierno. No hay una exigencia, no hay indicadores, no hay un cuadro de mando
claro…”
Es incomprensible que no sepamos qué nos cuestan estas instituciones. Y este
problema, explica Cavanna, no lo va a solucionar la Ley de Transparencia. “El borrador
establece una serie de cosas que tienen que cumplir los organismos públicos, pero no
luego no establece ningún mecanismo de sanción para exigir ese cumplimiento”,
asegura el autor del informe. Las universidades deben enviar sus presupuestos al
Tribunal de Cuentas, pero esto, explica Cavanna, no aporta nada a la ciudadanía: “Por
eso decimos que con independencia de a quién mande usted los presupuestos, debe
colgar sus estados financieros en la web, porque eso lo pagamos todos los españoles.
Por eso se lo estamos diciendo a las universidades, pero también a los museos o los
partidos políticos. Es incomprensible que no sepamos qué nos cuestan estas
instituciones”
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