DE NATURA RERUM EL LIBRO DEL UNIVERSO O DE LAS RUEDAS Coinciden los estudiosos de la obra literaria de Isidoro de Sevilla en considerar este libro, generalmente conocido bajo el título De natura rerum, uno de las más elaborados de San Isidoro de Sevilla. A juzgar por su Prefacio, obedece a una expresa petición del rey Sisebuto, a quien llama “señor e hijo” y pondera “hombre de ingenio, facilidad de palabra y formación literaria poco común”. Según señala el jesuita José Madoz, gran estudioso del corpus isidoriano, tiene muchos puntos de contacto con las Etimologías. Escrita entre los años 615 y 620, se difundió rápidamente. Las cuestiones que se tratan en él han suscitado siempre la curiosidad de los hombres, tanto en los tiempos antiguos como en los actuales. La relación de la tierra con el universo y la explicación de los fenómenos atmosféricos son permanente objeto de interés de los científicos. El mérito del escritor sevillano está en haber recogido de forma resumida las ideas que al respecto tenían los pueblos más desarrollados en la época final de predominio de la lengua latina, haciendo así de puente con las culturas posteriores. El hispanista franco, Jacques Fontaine, que ha dedicado abundantes e interesantes estudios a San Isidoro y su obra, ve en el Tratado sobre la naturaleza la comprensión unitaria isidoriana sobre el mundo, el tiempo y el hombre. Los manuscritos más antiguos de este tratado incluyen una figura compuesta de varios círculos que lleva en el centro esta inscripción: “MUNDUS, ANNUS, HOMO”. Destacan en uno de los círculos de la imagen los cuatro elementos que se consideraban entonces determinantes del ritmo de los períodos atmosféricos: el fuego y el agua, la tierra y el aire. En otro de los círculos que componen la imagen figuran las cuatro estaciones del año. Los cuatro humores o líquidos del cuerpo humano que, según la teoría de Hipócrates, influyen en los caracteres y enfermedades del hombre, se inscriben en determinados puntos de la imagen. En el centro de los círculos figura el rostro humano, síntesis del universo. La obra contiene siete imágenes, seis de ellas circulares, lo que da pie a que desde el siglo VIII sea conocido bajo el nombre de Liber rotarum. Domínguez del Val, en su Historia de la antigua literatura latina hispanoromana, define este tratado como “un manual de cosmografía impregnado de teología”. En efecto, las explicaciones científicas, muchas de las cuales aparecen en las Etimologías, suelen ir acompañadas de consideraciones morales y religiosas. La obra se estructura en tres partes. La primera, que comprende ocho capítulos, es una cronología basada en el calendario lunar y solar. El famoso monje medieval de las islas británicas, Veda el Venerable, que sigue de cerca un siglo más tarde la obra literaria del sabio arzobispo hispalense y escribe una obra con este mismo título, De natura rerum, trata estas cuestiones cronológicas en un tratado aparte, De temporibus, ampliando su contenido y fijando las fechas de las fiestas litúrgicas, en especial la Pascua, cuestión muy debatida a lo largo de la Edad Media. Los siguientes 19 capítulos de la obra isidoriana van dedicados a la Cosmografía y a la Astronomía, cuestiones también tratadas en su principal obra, las Etimologías. La tercera parte de la obra se ocupa de los fenómenos atmosféricos y terrestres. Entre los autores citados en De natura rerum, figuran antiguos astrónomos como el escritor griego Arato de Solos y el hispano-latino Higinio, nombres clásicos como Virgilio y Lucano y escritores cristianos, como Ambrosio y Agustín. La obra alcanzó pronta difusión en las islas británicas y en el continente europeo a través de los monasterios de Francia, Italia y Alemania. Se conservan una quincena de textos totales o parciales de esta obra anteriores al siglo X. El más antiguo de ellos se guarda en El Escorial. La edición crítica más completa es la de J. Fontaine, Traité de la nature, publicada en Bordeaux en el año 1960 en su texto latino y la traducción francesa. Dos de los últimos capítulos parece que fueron añadidos después de la muerte de San Isidoro. Algunos manuscritos incluyen el “Poema astronómico”, obra del rey Sisebuto. En España, el Instituto Nacional de Estadística publicó en el año 1995, una edición en castellano de esta obra, juntamente con la versión latina, tomada de la Patrología de Migne y un estudio de Antonio Laborda. Gonzalo Flórez