Toño Barreiro Alvaro de los Ángeles. El cuadrángulo como formato de representación está tan asociado a la historia de la mirada que ya no somos capaces de ver sin enmarcar lo que vemos. Nuestra "natural" manera de abstraer y contener lo externo dentro de estos cuatro lados (metáfora clásica de la ventana) no sólo se ha ceñido a la pintura o al dibujo, también y especialmente a la fotografía, y a las proyecciones de cine o vídeo. Han evolucionado los formatos técnicos con los que expresar tal vez inquietudes similares, pero existe un límite de perfiles recortados que sigue amenazando con controlar dentro de su superficie todo lo que pueda expresarse y representarse plásticamente. Contra la pulcritud y la tiranía del rectángulo, hubo artistas que hirieron, cortando, su superficie, o bien le destinaron el vacío de una nada pintada, la torsión imposible de sus materiales o simplemente mostraron su impúdica parte trasera, como una reivindicación de lo oculto. Algo así como morir matando. En la amplia y ecléctica obra de Toño Barreiro (Zamora, 1965) persiste la intención de alejarse de lo ya aprendido, asimilado y demostrado. Esta inquietud no puede alimentarse, por lo tanto, de un único lenguaje artístico; necesita la contaminación de otros medios para mostrar unos fines que, después de todo, no son sino etapas de una evolución más amplia y, en ocasiones, antropofágica con sus propios resultados anteriores. Los lienzos polimórficos son como la metáfora de un cuerpo vivo que existe adentro y lucha por salir de una racionalidad cartesiana, como un Hudini plano que quisiera desprenderse del saco y las cadenas que le mantienen preso. En el caso de que fuera la propia magia la que potenciara estas comparaciones, ningún símil vendría más apropiado, pues la ilusión y la representación beben de la misma fuente. Más detenidamente, las manchas de colores superpuestos que forman estas pinturas, con los bordes rebosantes, pisándose los matices entre ellos, coexistiendo, son ejemplos claros de lo que surge y se desarrolla sin que se sepa de dónde viene, por qué se forma y hacia adonde se dirije. Por otro lado, resultan inquietantes las fotografías que muestran una forma orgánica dibujada con tiza sobre el suelo (Huellas). Iluminada la escena con focos de estudio, el contorno de tiza parece delimitar la ausencia de un cuerpo que yació en ese lugar concreto. Estas imágenes generan una sinestesia con los lienzos de formas orgánicas. Mientras el contorno de tiza recuerda la síntesis de alguna de las formas resueltas pictóricamente, éstas -con sus intersecciones de color y sus matices- evocan las propias creadas por diferentes fuentes de luz: la máxima luminosidad concentrada en el centro, mientras los contornos permanecen oscuros o mantienen intactos sus colores primigenios. La luz como protagonista aparece en parte de su obra fotográfica redundando la propia esencia del medio: posibilitadora de creación y a la vez motivo fotografiado. Pues la luz es la que incide en una superficie sensibilizada y permite que suplantemos, traduzcamos, lo que vemos convertido ahora en imagen. Las figuras y formas creadas con luz, jugando con el tiempo de exposición y el recorrido de la fuente lumínica son, asimismo, perfectas metáforas de iluminación como desvelamiento, conocimiento y sabiduría. Es necesario, por lo tanto, acercarse a la obra de Toño Barreiro con la curiosidad del que sabe que no puede analizarla sin más como una línea recta con principio y fin delimitados. Si fuera posible definirla, esta evolución tendría un marcado carácter cíclico, un avance rotativo que vuelve una y otra vez mostrando algo nuevo pero impregnado de detalles anteriores, aquellos que han superado la más exigente de las cribas: el tiempo y el análisis severo. * Texto publicado en el catálogo “Elevage de pousière and other labyrinths”, The Annex Gallery. New York. Junio-julio 2005 Toño Barreiro / Aforismos Poéticos SIMBIOSIS El arte tiende a escoger las dos partes antagónicas del juicio. Ante lo verdadero y lo falso, carga con las dos, porque así se asegura de haber dado con algo verdadero. De no ser posible concebir las diferencias entre el valor de lo uno y lo otro, el arte opta por valorar ambos juicios como las partes de un todo. Ni se diferencian ni se distinguen, tan sólo se conmutar. Simbiosis. 6.000 millones de cerebros humanos no son tan complejos como el Universo que los contiene. La frontera del cerebro para comprender el universo está en la imposibilidad de comprenderse a sí mismo. ¿Cómo puede una máquina comprenderse a sí misma sin caer en una abstracción inagotable que lo absorbe todo? La complejidad del Universo se comprende hasta los límites del propio conocimiento. El arte es la proyección de esa abstracción que se produce al enfrentarse la mente con sí misma. Todo arte es una pura abstracción porque hace compatible lo verdadero y lo falso. La intensidad mayor que se puede alcanzar con el arte es llegar a considerar un absurdo la distinción entre lo verdadero y lo falso. La simple proposición debe de carecer de sentido. El arte es inútil. Y en eso encontramos su utilidad, en que carezca de ella. El arte se inventa mientras vives y se crea cada vez que tratamos de evocarlo. El arte siempre trata de demoler un muro que siempre retrocede. La historia es historia porque nada la detiene. CONVENCIMIENTOS Sobre el arte no tengo ningún convencimiento, todo me parece posible, aunque soy consciente de que lo posible sólo acompaña a lo real sin llegar nunca a cruzarse. Sólo pueden coincidir (lo que llamamos consumación) cuando lo posible y lo real se mueven en la misma dirección y en el mismo sentido. Coinciden sin son las dos partes de una sola construcción mental o bien si las dos fueran reales al mismo tiempo. Pero en un caso es posible y en el otro no. UN SUEÑO Las flores aparecen por las colinas y el fuego se amontona en la hierba que arde. Un círculo rodea la colina, pero las cenizas no se esparcen en el viento, reinventan otra forma de quemarse; incandescentes se revuelven en el laberinto de la luz. Cualquier día, un sueño como este podría suceder y seguir ignorando su significado. Reflejo la vida sobre la vida y oigo un eco. *Texto publicado en el catálogo “Agua/Water” Bienal de Valencia. 2005