DE LA METAFÍSICA A LA META-TÉCNICA Alfredo Vallota* Nota previa: En los últimos años hemos compartido con el Dr. Ernesto Mayz Vallenilla muchas circunstancias académicas, políticas, personales. Hemos comentado y discutido ideas y propuestas; hemos hecho planes y proyectos con esperanzas, de los que muy pocos hemos podido disfrutar su concreción; hemos estado muy cerca en muchas circunstancias y no lo hemos estado en otras. En resumen, ha sido una relación enriquecedora y plena para mí. De él admiro su talento como pensador, su capacidad para penetrar con intelecto acucioso en la realidad y en el futuro, pero el talento es algo que no se puede compartir. Pero también admiro, y esto sí lo compartimos, su pasión por el Nuevo Mundo que es Latinoamérica. Pasión por hacer de nosotros una voz respetada en el concierto de voces que se oyen en el planeta, diciendo nuestras cosas con propiedad y con conocimiento, con criterio y espíritu creador, sin las ataduras y fidelidades que impone la tradición, con la libertad de ser herederos de una cultura pero sin compromisos con el pasado, manteniendo una autocrítica que no conoce treguas porque aspira a que la promesa que somos desde hace medio milenio, se convierta en realidad. Nos unimos al homenaje a uno de los pensadores que más ha enriquecido la filosofía latinoamericana, explorando sus aportes que pueden abrir nuevas vías de comprensión y fundamentos para nuestro tiempo, tal como lo ha hecho en otras ocasiones de su fructífero trabajo, y cuyas ideas siempre han surgido de una profunda identificación con el suelo, el cielo y la gente de nuestra América. * * * En el presente escrito pretendemos indagar la posibilidad de que la meta-técnica que propone Mayz Vallenilla sea una alternativa para ocupar el lugar que en la filosofía tradicionalmente ha tenido la metafísica. Pero hemos de comenzar reconociendo que la nuestra no parece una inquietud muy de estos tiempos, porque ¿Se puede hablar hoy, todavía, de metafísica sin ruborizarse? ¿No estamos sometidos a una presión –incluso coacción– negativa respecto a la metafísica por razones culturales?1. Es evidente que las * 1 Argentino radicado en Venezuela. Profesor de la Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela. Conill, J.: El crepúsculo de la metafísica, Anthropos, Barcelona, (1988), p. 11. respuestas que podríamos darle a estas cuestiones tienen un matiz negativo para la que una vez fuera la reina de la filosofía. La gente no parece estar interesada en nada más allá ni nada más acá del aquí y ahora, nada más profundo ni más lejano que la superficie y se ha perdido la preocupación por la realidad, el saber, la búsqueda de sentido, mientras que el poseer, el tener, el dominar y el poder ocupan el centro del desvelo general. Pero así también hemos de reconocer lo apropiado de las observaciones de M. Ayala cuando nos dice que la expresión que escucha con más frecuencia es Yo no entiendo nada, un no entender que conduce a una sensación de estar perdidos dentro y fuera de nuestra piel2. Todo parece resolverse en la superficialidad de lo sensorial, de lo que es lindo, olvidándonos que, como señalaba O. Wilde, la fealdad es la que cala hasta los huesos. Nos invade un talante de desánimo colectivo porque, al despreocuparnos por la verdad (con la verdad se pierden hasta los amigos reza el refrán), hemos caído en la trivialidad, la indiferencia y el aislamiento, el todo es igual, nada es mejor del tango discepoliano, que no es relativismo sino desinterés3. Esto refleja la crisis de nuestro tiempo, es decir, una situación en la que se ha perdido claridad, en la que el presente se soporta en lugar de vivirlo y al futuro se lo espera en lugar de construirlo. Crisis porque dudamos sin esperanza de la legitimidad de los supuestos que sostienen nuestro modo de vida, lo que afecta todos los aspectos de nuestra existencia incluyendo hasta la misma concepción del hombre. Históricamente, una crisis aparece cuando se resquebraja y agrieta un sistema y, si la crisis es profunda, como parece que es el caso, entonces la desazón y el desconcierto son graves. Entonces surge la urgencia por diseñar uno nuevo y las modificaciones requeridas son radicales. Si el dictum Yo no entiendo nada refleja la actual situación, estamos ante esta circunstancia, como alguna vez lo estuvo el mundo griego al lanzarse a filosofar, el mundo romano cuando se encontró con la tradición judeo-cristiana o Europa cuando el Renacimiento, y es menester atender a las propuestas que abran nuevos caminos de comprensión. ¿Dónde buscar estas propuestas? ¿No será que la metafísica debe volver a cumplir su clásico rol de ayudarnos a entender? ¿Puede hacerlo tal como está o debe cambiar y transformarse? ¿O debe definitivamente disolverse y hemos de buscar otro rumbo? Así como reconocemos la crisis de la metafísica, también hemos de recordar que no es la primera vez que esto sucede y en más de una ocasión parecía que definitivamente había muerto, para resurgir como ave Fénix de sus propias cenizas, renovada y con más fuerza4. En las líneas 2 Ayala, M.: «Yo no entiendo nada», Principia #19, Barquisimeto (en prensa). Discépolo, E.S.: Cambalache. 4 Crisis de la metafísica ha habido con el rechazo de los sofistas al conocimiento, de donde surgió Sócrates, en la Edad Media postergada por la preocupación fundamental de las relaciones con Dios, de donde surgieron Tomás de Aquino y Duns Scoto, en el Renacimiento con el nuevo escepticismo, de donde surgieron Descartes y compañía, a finales del siglo XIX y comienzos del XX con el positivismo y las teorías semánticas, que llegan a nuestros días. Cfr. Gracia, J.J.E. (Ed): Concepciones de la metafísica, Ed. Trotta, Madrid, (1998), pp. 11-13. 3 que siguen pretendemos presentar la alternativa de transformación de la metafísica que se deriva de la propuesta que hace Mayz Vallenilla de su nuevo logos meta-técnico, para lo cual haremos previamente una consideración del papel que entendemos tiene la metafísica en la filosofía y la cultura y el porqué la técnica ocupa un lugar central. El papel de la metafísica Para Heidegger la voz metafísica nombra una perplejidad fundamental5 que Ortega define con más precisión cuando dice que es la búsqueda del hombre por orientarse en su situación, un hombre que está constitutivamente desorientado frente a su propia vida6. Precisamente, quienes han desarrollado la metafísica siempre lo han hecho para satisfacer esa necesidad vital, la de orientarse en el mundo para saber estar en la vida, o bien-estar en la vida. Frente a las complejas e incomprensibles experiencias de lo uno y lo múltiple, de lo finito y lo infinito, de lo contingente y lo necesario, de lo simple y lo complejo, de lo permanente y lo transitorio, de lo real y lo aparente, de lo verdadero y de lo falso, el hombre siente la necesidad de ordenarlas, darles razón o sentido, para superar el caos que provocan y atemoriza. Ante el abismo, el sin fondo, lo inasible, el sin asiento, que genera temor, se busca el fundamento, la definición, la base, alcanzar una norma de acción que, antes de los filósofos, sólo se había encontrado en dioses inefables, mitos y religiones. En este intento, los precursores comprometieron todas las capacidades sensibles, emocionales e intelectuales de las que el hombre estaba naturalmente dotado o, bien pudiera ser, tuvieron que desarrollar para lograrlo. La metafísica surge como un saber ordenador, un saber de los fundamentos que resulta de una reflexión acerca de nuestras experiencias. Fue posible debido a que el hombre pudo superar la permanente búsqueda de satisfacción de necesidades, en la que están inmersos los animales, gracias a una técnica que le dejó la vacancia necesaria para hacerlo pero le generó la urgencia de ganarse metafísicamente la vida, como bien lo dice Ortega. Se trata de un saber unificador con pretensión de comunidad, porque es un saber que orienta para la acción y la acción siempre compromete a lo otro y a los otros, es decir, impone una ética. Por ello también la metafísica es un saber que carece de objetivos, porque pretende sentar los fundamentos de todos los objetivos; es un saber abierto que debe estar siempre atento a incorporar las nuevas experiencias y logros de los hombres que se preguntan por la realidad, por la verdad, por el curso de la acción. La metafísica es más una 5 6 Heidegger, M.: Kant y el problema de la metafísica, FCE, México, (1983), p. 17. Ortega y Gasset, J.: Unas lecciones de metafísica, Ed. Porrúa, México, (1998), pp. 130-131. pregunta que una respuesta, siempre se encuentra en estado de iniciación, siempre en revisión, siempre recomenzando, antidogmática, sin presupuestos y por eso se la llamó filosofía primera. Podemos decir que a la metafísica no se llega sino que se vive con ella, y se la vive con malestar, con ansiedad, con preocupación vital. Es el pensar del compromiso más íntimo del hombre con el hombre mismo que somos, o podemos ser, en la persecución de sentido de lo que hacemos y de lo que hicimos, pero también orientado a la construcción del futuro que haremos. Con estas premisas nace la filosofía, que no parte de una creencia, ni de una revelación, ni de un acto de fe, sino con aspiración de generar un saber que no puede ser inamovible sino que, por su carácter, es cambiante, como cambiante es la racionalidad que la produce. En efecto, siendo la aspiración de la metafísica ordenar la multiplicidad de la experiencia unificándole en una unidad de sentido, fácil es de entender que será sometida a la exigencias de dar cuenta de las variables circunstancias epocales de las que se nutre. En consecuencia, los fundamentos que proponga, los objetivos que de ella se deriven y el sentido que proporcionen serán históricos, como lo será el logos ordenador que realice tal empresa. Pretender que algunos de sus logros, sea en la concepción del hombre, en las normas de acción o en los principios de la verdad, sean eternos es una pretensión vana para la finitud humana. En tanto apunta a los principios y se nutre de los hechos, ninguno de ellos puede corroborar o refutar sus propuestas, como sucede en el conocimiento científico. Es una actividad principalmente crítica, de reflexión permanente y revisión continua, que trasciende la cosa, el objeto mismo de la experiencia. Hemos de reconocer que esta primigenia manera de entender la metafísica ha sido desvirtuada. Desde que Aristóteles sentó su propuesta considerándola como la ciencia del ente en tanto ente, el hombre encorsetó su desarrollo porque confundió una respuesta con la respuesta, cuando se trata de una pregunta que no puede tener una única respuesta. La propuesta aristotélica centró el problema en este saber del ente por el hombre, suponiendo que estaba fijado lo que es el hombre, lo que es saber y lo que es el ente. La tradición aceptó estos supuestos y, a partir de ellos, lanzó su indagación. Pero son demasiados supuestos para una filosofía primera y por ello Ortega prefirió referirse a la metafísica como una búsqueda de orientación, que es una manera más fidedigna de rescatar el espíritu original que animó al hombre a hacer metafísica. La metafísica tradicional aceptó este dualismo entre el saber y el ente. Durante 2000 años las preocupaciones acerca del ser del ente tuvieron preponderancia sobre el saber pero luego de Descartes fue el saber el que prevaleció en los desvelos filosóficos. Pero en ambos casos, lo que se ha considerado metafísica ha estado centrado en estos dos polos y la relación del hombre con ellos. Quizás, para superar la crisis contemporánea, haya llegado el momento de tratar de encontrar nuevos fundamentos, retornando a la inquietud original que movió a los hombres a hacer metafísica que, tanto en sus intentos de transformación como en la crítica, parece seguir encerrada en la tríada hombre natural, ente y saber. Sin embargo, por este camino no parece que pueda superarse la desazón que se traduce en la expresión que rescata M. Ayala, Yo no entiendo nada. Condiciones para una transformación de la metafísica Ante la evidente dificultad de la metafísica tradicional de dar respuesta a las cuestiones del mundo contemporáneo se ha desarrollado un rechazo que podríamos llamar un pensar antimetafísico. J. Conill7 hace una minuciosa revisión de esta corriente y sugiere una serie de condiciones que ha de tener la transformación de la metafísica, condiciones que van a constituir el eje de este trabajo pues considero que la meta-técnica que propone Mayz Vallenilla las satisface, desde una perspectiva radicalmente distinta a la que ha sostenido la metafísica tradicional, por lo que puede aspirar a convertirse en una nueva orientación para el pensar del siglo XXI. Queda abierta esta indagación y su mérito a las objeciones que se le puedan hacer a Conill, así como la posibilidad de que otros pensadores propongan otras opciones para la transformación. Para presentar las condiciones que hemos adoptado, comencemos por la incuestionable afirmación de que, en nuestro tiempo, la primera de las razones por las que la metafísica entró en una profunda crisis nos la ofrece el empirismo8, y, su heredero el positivismo, que en América Latina constituyó una corriente importante de pensamiento, en especial en oposición a la tradicional formación religiosa que sigue impregnando la educación y formación cultural de gran parte de la gente de nuestra América9. El empirismo y el positivismo, en sus variadas manifestaciones, han contribuido a entronizar la tajante afirmación de Carnap las proposiciones de la metafísica sirven para la expresión de una actitud emotiva ante la vida10, frente a la cual se ha erigido la ciencia positiva como el verdadero saber, objetivo y exento de actitudes apasionadas. La metafísica, aunque presenta la forma de una teoría y aparenta ser un sistema cognoscitivo, no lo sería 7 Cfr. Conill, J.: El crepúsculo de la metafísica, Anthropos, Barcelona, (1988), Cap. 1. Conill, J.: El crepúsculo de la metafísica, Anthropos, Barcelona, (1988), p. 31. 9 Tenemos presente, aunque no lo trataremos, que en la corriente denominada empirista hay una variada gama de significaciones que sus autores le dan al término metafísica, que usan frecuentemente pero con sentidos muy diferentes. Cfr. Armstrong, R.: Metaphysics and British Empiricism, University of Nebraska Press, Lincoln, (1970), Introduction, p. vi¡. 10 Carnap, R.: «La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje», en Ayer, A.J. (Comp): El positivismo lógico, FCE, España, (1981), p. 85. 8 ya que su contenido es fundamentalmente emotivo, lo que hace que no pueda compararse con un saber como el de aquella. Precisamente, el análisis lógico ha permitido poner en evidencia que la metafísica incluye un conjunto de pseudoproposiciones11 que no pueden constituir una verdadera teoría. Al respecto dice Carnap12: Hay dos géneros de pseudoproposiciones: aquellas que contienen una palabra a la que erróneamente se supuso un significado o aquellas cuyas palabras constitutivas poseen significado, pero por haber sido reunidas de un modo antisintáctico no constituyeron una proposición con sentido... en la metafísica aparecen pseudoproposiciones de ambos géneros13. Es claro que en esta afirmación de Carnap encontramos el eco actualizado de la posición que antes adoptó Hume respecto de la metafísica cuando sostuvo: Me parece que los únicos objetos de la ciencia abstracta o de la demostración son la cantidad y el número y que todos los intentos de extender la clase más perfecta de conocimiento más allá de estos límites son mera sofistería e ilusión... Todas las cuestiones de los hombres conciernen sólo a cuestiones de hecho y existencia... Si procediéramos a revisar las bibliotecas de estos principios, ¡Qué estragos no haríamos! Si tomamos cualquier volumen de teología o metafísica escolástica, por ejemplo, preguntemos: ¿Contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad y el número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencias? No. Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión. De manera que, sea porque las proposiciones de la metafísica no tienen el rigor del número, de la lógica, sea porque sobre ellas no hay control empírico o sea porque son pseudoproposiciones, no pueden considerarse conocimiento y están más cercanas a una sinfonía o a un cuadro expresionista que a un verdadero saber. Ésta es la misma perspectiva que encontramos en Wittgenstein cuando, si bien no considera que la metafísica contenga proposiciones falsas, afirma que no lo son simplemente porque no tienen sentido (unsinning). La causa de esta confusión radica en que no comprendemos la lógica de nuestra lengua14. En consecuencia la recomendación será abandonar la metafísica y adoptar como la verdadera tarea filosófica la crítica del lenguaje15. Estas posturas radicalmente antimetafísicas son las que gozan de mayor popularidad y han servido de estandarte para asumir posiciones con un carácter cientificista que se 11 Una pseudo-proposición es una secuencia de palabras, dentro de un lenguaje específico, que a primera vista parece una proposición pero que no lo es porque carece de sentido. Las proposiciones, es decir las que tienen sentido, son las que pueden calificarse de verdaderas o falsas, fructuosas o estériles. Cfr. Carnap, R.: «La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje», en Ayer, A.J. (Comp): El positivismo lógico, FCE, España, (1981), p. 67. 12 Carnap, R.: «La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje», en Ayer, A.J. (Comp): El positivismo lógico, FCE, España, (1981), p. 67. 13 Carnap, R.: «La superación de la metafísica mediante el análisis lógico del lenguaje», en Ayer, A.J. (Comp): El positivismo lógico, FCE, España, (1981), p. 67. 14 Wittgenstein, L.: Tractatus, 4.003 15 Wittgenstein, L.: Tractatus, 4.0031 supone está enfrentado a la metafísica16. Pero han mostrado su fracaso en tanto que son representantes de un reduccionismo inadmisible que ni siquiera algunos de sus beneficiarios, como sería la ciencia contemporánea, admite17. Como dice M. Bunge, no hay modo de evitar la metafísica18, y mucho menos en las ciencias, puesto que en ellas, como buenas herederas de la filosofía, laten las mismas preocupaciones e inquietudes que dieron origen a la metafísica: conocer la realidad, dar cuenta de la experiencia, totalizar las parcialidades y unificar la multiplicidad. Sin duda que ha habido una falsa identificación al considerar al empirismo como la filosofía más propia de la ciencia contemporánea, hecho al que ha contribuido en el siglo XIX y XX la preponderancia del pensamiento anglosajón así como ciertas ideologías e intereses. Sin embargo, no debemos olvidar que grandes figuras de esa misma ciencia, como Descartes o Leibniz, fueron también grandes metafísicos19. De hecho, si revisamos lo que hemos comentado de Hume, Carnap y Wittgenstein, fácil es de descubrir en sus posturas tres grandes principios metafísicos sostenidos por Leibniz, como serían: que hay verdades de razón (que se corresponden con aquellas que tendrían validez lógica, o del número como diría Hume); que hay verdades de hecho (que se las conoce por experiencia) y que es posible una lingua philosophica sive calculus ratiocinator (un lenguaje ideal capaz de determinar los equívocos mediante el análisis lógico)20. Pero no debemos desatender las observaciones de la crítica antimetafísica del neopositivismo sino hacer que ellas sean motivo para la superación, transformación o eventual abandono de la metafísica, en caso de que fueran insuperables. Tomando en consideración esta descalificación de la metafísica, Conill propone que los proyectos metafísicos han de dar cuenta, al menos, de cuatro aspectos21: 1. Proponer un nuevo análisis de la sensibilidad, en el que se descubran todas sus posibilidades que no se reducen al análisis empirista. 2. Una nueva filosofía de la lógica que tenga en cuenta su enlace con la metafísica y la ontología. 3. Una nueva teoría de la experiencia y una teoría del sentido que dé cuenta de una manera más integral de los fenómenos, sin reducirlos unilateralmente de modo cientificista ni según la forma del lenguaje. 16 Cfr. Duhem, P.: The aim and Structure of Physical Theory, Atheneum, New York, (1962), p. 18. Cfr. Frondizi, R.: Los problemas fundamentales del hombre, FCE, Madrid, (1977), p. 317: Quienes, deslumbrados por los grandes hallazgos de la ciencia, pretenden reducir la totalidad del problema a una cuestión científica, podrán quedarse con el cadáver del hombre y perder el sentido mismo de la vida, la riqueza de sus matices y el largo y dramático proceso de su evolución histórica. 18 Bunge, M.: Filosofía de la física, Barcelona, (1978), p. 169. 19 Cfr. Vallota, A.D.: Mecánica de la res extensa, Ed. Innovación Tecnológica, UCV, Caracas, (2001), Cap. 1. 20 Cfr. Conill, J.: El crepúsculo de la metafísica, Anthropos, Barcelona, (1988), p. 40. 21 Cfr. Conill, J.: El crepúsculo de la metafísica, Anthropos, Barcelona, (1988), pp. 41-42. 17 4. Descubrir si teoría y praxis, si lógica e historia, si conocimiento y vivencias son polos opuestos e irreconciliables o si es posible la razón práctica, es decir si el ámbito de la libertad y de la acción humana están desgajados de la razón o es la razón su motor y condición de posibilidad. Dadas estas condiciones, Conill anuncia que se necesita un nuevo marco teóricofilosófico que dé cuenta de todos estos niveles y de lo que no es capaz el empirismo filosófico clásico y moderno. En lo que sigue pretendemos considerar si la propuesta de Mayz Vallenilla de un logos meta-técnico satisface estos requerimientos. De la fysiká a la techné El origen anecdótico de la expresión metá ta fysiká es el de una mera clasificación bibliográfica que, posteriormente pasó a designar el conjunto de asuntos que trataban los libros aristotélicos ordenados luego de la Física. Pero, como bien dice Heidegger: Dicho cambio de significado no es cosa baladí, como suele creerse, sino que orientó la interpretación de esos tratados en una dirección determinada y con ello definió metafísica lo que Aristóteles trató en ellos22. Se trata de un saber que está fuera del dominio de la física pero que se refiere a ella, que viene después de ella, están más allá, pero antes que en ella en tanto que concierne a los fundamentos23. La física, fysiká, es el estudio de la fysis pero nunca fue fácil dar un sentido unitario a lo que los griego entendían por fysis tradicionalmente traducido como naturaleza, como tampoco se ha logrado un sentido unitario hasta hoy24. De hecho, si nos acercamos al tratado aristotélico que lleva por nombre Física como un referente ancestral, encontraremos que en él hay muy pocos temas que consideraríamos como típicos de lo que entendemos hoy por la disciplina y más bien parecen pertenecer a la filosofía de la ciencia, pues revisa nociones tales como causalidad, tiempo, continuidad, infinito. Esto ayuda a poner en evidencia que, a pesar de que pueden ser evidentes ciertas regularidades en los acontecimientos de nuestra experiencia, la noción de fysis debió ser inventada, creada, es un constructo de un logos histórico acaecido en una época para 22 Heidegger, M.: Kant y el problema de la metafísica, FCE, México, (1983), p. 16. Cfr. Gómez-Lobo, A.: «Aristóteles y el aristotelismo antiguo» en Gracia, J.J.E. (Ed): Concepciones de la metafísica, Ed. Trotta, Madrid, (1998), p. 52. 24 Cfr. Torrance, J.: «Preface» en Torrance, J. (Ed): The concept of nature, Clarendon Press, Oxford, (1992), p. viii. 23 interpretar las experiencias de un grupo de gente. La noción de naturaleza no es natural. Conocer o suponer ciertas regularidades no equivale a tener un claro y explícito concepto acerca de ellas ni apreciar el alcance que puede tener el concepto de naturaleza en caso de que se lo logre. Así lo reconoce el mismo Aristóteles, que tanto reflexionó en torno al concepto, recogiendo anteriores reflexiones25. Por supuesto que los griegos, y otros hombres anteriores a ellos, conocían de estas regularidades pues de otra forma no podrían haber cultivado sus alimentos o criado animales, pero no podemos sostener que esto implique que había algo de natural en la naturalidad de los fenómenos naturales que fue una noción que debió construirse. De hecho, en los textos griegos más antiguos no aparece la palabra fysis26 y Homero la usa una sola vez en la Odisea, cuando Hermes le muestra a Ulises una planta acerca de la que discuten su crecimiento o naturaleza, que en nada podemos asociar con un discurso referido a ciencias naturales27. Muestra de que se trata de un constructo es que lo que con la palabra natural se significaba, y se significa, es muy variable. Este origen no natural del término naturaleza es lo que le permite decir a A. Murray que la historia de la idea de naturaleza, en cualquier tiempo, es el lado visible de otra historia, invisible, de la que es antitética: la de la voluntad e inteligencia con lo que pone de manifiesto que la noción de naturaleza es dependiente de un logos inteligibilizador que la formula y sostiene28. Tampoco con el transcurrir del tiempo el término naturaleza ha logrado uniformidad ni homogeneidad, ni en la Edad Media, ni en la Modernidad, ni en nuestro tiempo, en que encontramos que naturaleza tiene distintos significados para el físico, para el biólogo, para el hombre común29. Menguada frente al saber que intentó abordar el conocimiento de la cambiante naturaleza se colocó a la técnica, la techné de los griegos, también un saber pero que se vinculaba con el hacer del hombre y era, por ende, inferior, un saber que no era digno de los verdaderos sabios. Aunque no fue exactamente así en Sócrates, picapedrero de oficio, que con frecuencia se refiere a zapateros, curtidores, cocineros y médicos. En la concepción socrática, expresada en los primeros diálogos platónicos, el poder de los artesanos depende del saber ya que la realización de la obra depende de conocer el oficio30, cuyo ejercicio es virtuoso en tanto que es bueno para algo, valioso en tanto alcanza el cumplimiento de una 25 Aristóteles, Física, I, 8, 191 a 23-25. Cfr. Lloyd, G.: «Greek antiquity: the invention of nature» en Torrance, J. (Ed): The concept of nature, Clarendon Press, Oxford, (1992), p. 3. 27 Homero: Odisea, X, 303 y ss. La planta, en todo caso, es una planta mágica. 28 Cfr. Murray, A.: «Nature in the Middle Ages» en Torrance, J. (Ed): The concept of nature, Clarendon Press, Oxford, (1992), p. 29. 29 Cfr. Torrance, J.: «Preface» en Torrance, J. (Ed): The concept of nature, Clarendon Press, Oxford, (1992). 30 Platón, Carmides, 163-164. 26 meta propuesta, un eidos, una idea previamente imaginada31. Platón, en su madurez, abandonó el modelo socrático de la techné para fundamentar la verdad y el bien y, en lugar de centrarse en lo bueno para propio de la técnica, construyó su grandioso sistema en torno a lo bueno en sí, aunque algo conserva en la idea del demiurgo que se trasladaría a la noción de un Dios cristiano fabricator mundi. Esta actitud, dibujada aquí a grandes rasgos, se mantuvo hasta el gran cambio de la Modernidad. Descartes introdujo una separación radical e insalvable entre el hombre y la naturaleza al mostrar las dificultades, a pesar de su propio esfuerzo, por conocer al ente en sí. Frente a ello, sólo quedaba el actuar por lo que el saber sólo podía referirse al saber hacer, y la ciencia devenía tecno-ciencia, que le ha permitido al hombre los logros del que hemos sido testigos en los últimos siglos, incomparables con cualquier otro período de la historia. El saber se vincula con el hacer y el hacer se funda en ese saber, que está supeditado a la voluntad de poder del hombre, en una interrelación que fue nueva y que generó una reorganización radical de toda la civilización occidental que la distinguió de otras corrientes de la cultura en el mundo. Este cambio radical en la concepción de la realidad y de la verdad provocó lo que Alain Guy llamó la gran mutación mental de occidente, que podríamos calificar como un nuevo logos ya que sentó nuevos fundamentos para orientarnos en la existencia, en todos los órdenes de la vida, aunque quizás muchos de estos aspectos no hayan sido apreciados por sus mismos protagonistas. Contribuyó al ocultamiento del papel de la técnica que la voz técnica en sentido contemporáneo no tiene muchos años de uso. Hasta mediados del siglo XIX el lenguaje se refería a máquinas, motores, máquinas-herramientas, ars mecánica, pero no se usaba técnica. Kant apenas la usa en la Crítica del juicio (1790) en la consideración de la naturaleza como arte y no en el sentido actual, Marx no la usa en El Capital (1867) y habla de máquinas y máquinas-herramientas ni tampoco la usa Goethe, aunque todos ellos trataban temas que tienen un aire de familia con la técnica tal como la usamos actualmente. Aparece por primera vez en el título de un libro en la obra de Ernst Kapp, profesor de geografía de Dusseldorf, Glundlinien einer Philosophie der Technik en 1877 y Franz Reuleaux en 1884 da una disertación a la que titula Cultur und Technik. Progresivamente, desde comienzos del siglo XX se irá popularizando y definiendo su significación32. A pesar de que no se viera reflejada en el quehacer metafísico, Heidegger puso la situación en sus exactos términos cuando dijo: 31 32 Cfr. Dessauer, F.: Discusión sobre la técnica, Ed. Rialp, Madrid, (1964), pp. 138-140. Cfr. Dessauer, F.: Discusión sobre la técnica, Ed. Rialp, Madrid, (1964), pp. 14-20. En la metafísica se opera la reflexión sobre la esencia de lo existente y una decisión sobre la esencia de la verdad. La metafísica funda una época al darle un fundamento de su figura esencial mediante una determinada interpretación de lo existente y mediante una determinada concepción de la verdad. Este fundamento domina todos los fenómenos que caracterizan la época. Viceversa, en esos fenómenos debe poderse reconocer el fundamento metafísico para una reflexión suficiente sobre ellos... La técnica maquinista sigue siendo hasta ahora el puesto avanzado más visible de la esencia de la técnica moderna, esencia que es idéntica a la de la metafísica moderna33. Esta apreciación heideggeriana define el problema en términos contemporáneos, acentuada porque la técnica ya no es meramente maquinista. El mismo Heidegger así lo aprecia cuando le asigna a la técnica un carácter verdaderamente poiético, creador, en lo que coincide Mayz V., aunque no en el sentido que cada uno de ellos le da34. Por ello es que hoy el término que mejor describe el quehacer de la ciencias naturales y su estrecha vinculación con el hacer técnico es tecno-ciencia, como lo señala Hottois35. El logos meta-técnico Mayz V. enfrenta el conjunto de problemas contemporáneos en forma franca y plena en su Fundamentos de la Meta-técnica36 y los coloca en una situación radicalmente nueva. En términos muy sucintos, la propuesta de Mayz consiste en considerar al logos humano como histórico, no sólo en su contenido sino en sus categorías y actividad inteligibilizadora. Pero no se trata solamente de un carácter evolutivo sino que son posibles giros irreversibles en la conformación de un ser, el hombre, que por naturaleza es inacabado, indeterminado, al que no podemos considerar establecido definitivamente en su carácter sino como una posibilidad nunca plenamente realizada37. Esta posibilidad de construir nuevos modelos de racionalidad se concreta gracias al actual desarrollo de la técnica que, habiendo superado su carácter antropomórfico, antropocéntrico y geocéntrico, da lugar a radicales y decisivos cambios que inciden sobre la epistemología y la ontología de nuestra propia época así como en el instituir humano en general. Esto, a su vez, provoca la invención de nuevos aparatos, como respuesta al desafío que presenta lo desconocido, y se establece un círculo de mutua y 33 Heidegger, M.: «La época de la imagen de mundo» en Sendas Perdidas (trad. J. Rovira Armengol), Ed. Losada, Buenos Aires, (1960), p. 67. 34 Heidegger, M.: «La pregunta por la técnica» en Conferencias y artículos (trad. Eustaquio Barjau), Ed. Odós, Barcelona, (1994), p. 15. 35 Cfr. Hottois, G.: Le paradigme bioethique, DeBoeck Université, Bruselas, (1990), Cap. 1. 36 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, Monte Ávila Editores, Caracas, (1990) fue la primera edición, que está agotada, por lo que las citas se hacen tomando la segunda edición de GEDISA, Barcelona, 1993. La obra ha sido traducida y publicada en francés e italiano, está en prensa la edición alemana y en preparación la edición inglesa. 37 Castillo, A., D. Jiménez y A.D. Vallota: Técnica y meta-técnica de la computación, UCLA-IDEA, Barquisimeto, (2000), p. 37. 11 dinámica irradiación entre los avances epistemológicos, las innovaciones ontológicas y la creación instrumental38. En otras palabras, se rompe la que Mazlish llamó la cuarta discontinuidad entre el hombre y la máquina para constituir una unidad sinérgica, un híbrido hombre-máquina que constituye una verdadera novedad de cuya dinámica interacción emerge un nuevo logos inteligibilizador que trasciende el natural humano, el logos meta-técnico39. Mayz lo expone con toda claridad: Frente a la modalidad hasta ahora prevaleciente de la técnica –de estilo y límites antropomórficos, antropocéntricos y geocéntricos– comienza a insinuarse, en nuestros propios días, un nuevo proyecto y modelo de ella cuyo logos pretende transformar y traspasar aquellos límites –modificando eo ipso el estilo del quehacer técnico– con la finalidad de acrecentar el poder que dispone el hombre más allá de las fronteras que establecen su ingénita constitución somato-psíquica y la capacidad cognoscitiva sustentada en ésta misma40. Esta novedad se traduce en amplias y radicales transformaciones en la actividad fundante, ordenadora de la alteridad que constituye el meollo de la metafísica. Uno de los cambios inmediatos es la pérdida de la dependencia que el hombre tiene de su dotación ingénita, especialmente de sus sentidos naturales. En efecto, Mayz destaca, con todo vigor, la dependencia que toda la actividad ordenadora del logos humano innato, y de la metafísica que de esa actividad resulta, ha tenido de la visión, principal sensorio humano. Dice Mayz: Destacando su preeminencia... lo óptico se ha erigido en fundamento exclusivo de la ratio humana... haciendo de la videncia y la evidencia no sólo rasgos definitorios de la misma, sino protofundamentos privativos de su genealogía41. En consecuencia, todas las categorías inteligibilizadoras, el eidos platónico, el nous aristotélico, la contemplación tomista, la evidencia cartesiana, la dualidad fenómeno-noumeno kantiana, las posiciones de Husserl o el descubrir heideggeriano, tienen una raigambre óptico-lumínica y una dependencia con la visión que la técnica contemporánea obliga a superar. La primacía de lo óptico-lumínico había llevado a considerar al logos como una luz, con una función iluminadora, especular o reflexiva, descubridora, desveladora, al que se le asignaba una índole noética o eidética. El planteamiento meta-técnico asume la pérdida de este predominio que resulta del quehacer técnico, examina los protofundamentos del logos óptico-lumínico natural y propone reemplazarlo por otro que parta de admitir la superación de las innatas limitaciones humanas e incorpore en su verdadera jerarquía los progresos de la técnica. 38 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), Cfr. Castillo, A., D. Jiménez y A.D. Vallota: Técnica y meta-técnica Barquisimeto, (2000), pp. 54-58. 40 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), 41 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), 39 p. 25. de la computación, UCLA-IDEA, p. 11. p. 28. Más aún, la técnica no sólo ha permitido librarnos de las limitaciones de nuestros sensorios innatos, sino que también permite transformar la propia constitución somato-psíquica del hombre natural que, con alcances inimaginables, puede ser alterada, modificada, transmutada, abriéndose caminos nunca transitados en las relaciones del hombre consigo mismo (expresión que queda abierta en tanto su referente también ha de ser revisado) y con la alteridad42. En consecuencia, estos cambios presentan una circunstancia desconocida para la cual carecemos de fundamentos y herramientas para interpretarla, una situación de crisis. Nuevamente se abren ante nosotros el abismo y el caos que atemorizan pero que, a la vez, en tanto verdadera instancia originante, nos desafía a buscar una filosofía primera con fuerza hipnótica y necesidad vital43. Se trata de establecer nuevos fundamentos, es decir, buscar una nueva metafísica en tanto que el mismo hacer del hombre ha disuelto, ha llevado a la obsolescencia, al conjunto de categorías a partir de las cuales cobraba significación y sentido su vida, o las discusiones que en torno a ella se daban. Esta nueva búsqueda de fundamentos descarta, por inadecuados, todo tipo de conceptos, categorías y hasta el lenguaje, de origen óptico-lumínico. El nuevo logos ordenador es el resultante de una radical novedad, la conjunción hombre-máquina, que obliga a superar la inteligibilización derivada de la dotación humana congénita. Con más fuerza que nunca el hacer del hombre se transforma en un hacerse que no se limita a ideas, nociones, fenómenos sino que alcanza su misma constitución material. En consecuencia, se requieren constructos de nuevo carácter, meta-técnicos, que puedan conducir a una nueva sintaxis trans-humana, en el sentido que está más allá de lo que el hombre natural puede alcanzar, pero que sin que por ello se la entienda como divina, mística o irracional. Se trata de una nueva racionalidad cuya función logificante se inscribe y despliega en una alteridad trans-óptica, trans-racional, trans-finita, que no responde, ni es equivalente, a la efectuada por el logos óptico-lumínico, sustentada en parámetros y horizontes de la misma raigambre propios del hombre natural que señalaban un horizonte que la técnica ha permitido superar. De forma que la propuesta de Mayz V. de la aparición de un nuevo logos ordenador, el logos meta-técnico, constituye un inédito fundamento o, más bien, proto-fundamento, que comporta una radical novedad en la actividad orientadora del hombre en el mundo y en sus relaciones. Esto permite hablar de una nueva filosofía primera, en tanto que la propuesta abarca todos los aspectos de la ordenación humana de la alteridad, provocando 42 Cfr. Vallota, A.: Ante la radical novedad del porvenir, Actas del VIII Congreso Venezolano de Genética, Valencia, Junio 2001 (en prensa). 43 Cfr. Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), p. 12. profundas alteraciones en las concepciones epistemológicas, ontológicas, éticas, institucionales, lingüísticas y hasta religiosas. La meta-técnica ante los requerimientos para ser metafísica Luego de esta escueta presentación, centremos nuestra indagación en responder a las cuestiones planteadas por Conill como condiciones para una nueva metafísica y que volvemos a presentar con las observaciones que permiten considerar a la propuesta del logos meta-técnico como una alternativa: 1. Un nuevo análisis de la sensibilidad, en el que se descubran todas sus posibilidades que no se reducen al análisis empirista Sin ninguna duda que la meta-técnica resulta de una radical novedad en lo que hasta ahora hemos considerado lo sensible que, a pesar de abarcar a todos los sensorios, es innegable que se ha referido primariamente a lo visible. Pero sucede que actualmente nuestra capacidad sensorial se ve no sólo potenciada sino que poseemos nuevos sensorios creados por la técnica, que superan tanto nuestras limitaciones naturales, en particular la dependencia con la visión, como cualquier actividad mimética de otros seres vivos44. Esto conduce a la necesidad de un cambio en su basamento dóxico de sustentación y de sentar nuevos fundamentos que reconozcan esta situación, que reconozca la pérdida de su carácter antropocéntrico si por tal entendemos al hombre y su dotación sensorial innata. Los nuevos sensorios hacen necesaria la elaboración de nuevas claves para interpretar los mensajes, claves que no involucran solamente la ratio congénita sino también a los aparatos con los que conforma así una unidad receptora-interpretativa trans-humana45. En efecto, entre las claves interpretativas del logos natural están el espacio y el tiempo, nociones que tienen una más que fuerte impronta y dependencia con la visión. La expansión ilimitada de nuestra capacidad receptora, así como de los canales de recepción, obliga a la modificación de tales claves, dependiendo de los aparatos técnicos involucrados. En consecuencia, a partir de un origen caótico, fuente de la información, se amplía el rango de mensajes perceptibles, que pueden tomar infinidad de formas y no dependen solamente 44 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), Prólogo a la 2da edición, p. II. Cfr. Vallota, A.D.: «Consideraciones acerca de la percepción sensorial en la meta-técnica», en Revista Venezolana de Filosofía #33, Caracas, (1996), pp. 109-127. 45 de la dotación humana original. En consecuencia, con ellos será posible construir múltiples modelos de la alteridad, que en su conjunto constituyen lo que Mayz llama una supra-naturaleza, en oposición a la naturaleza construida desde un logos desarrollado a partir de la dotación somato-psíquica congénita46. Hemos de aceptar que el microcosmos que habitamos es muy poco natural, ya que vivimos en el mundo que nos fabricamos con la técnica47. A esto se suma que en los últimos años el hombre no sólo ha logrado modificar la alteridad en general sino su propia dotación, sus sensorios naturales, además de manipular y modificar el cuerpo humano todo, la herencia, la gestación, nuestra interrelación con todo tipo de aparatos que reemplazan partes de nuestro organismo modificando nuestras capacidades mentales en grados y cualidades insospechables. El hombre puede efectuar mutaciones en su cuerpo que no son de origen biológico sino operativas, por lo que el cuerpo natural deja de ser el centro de gravedad para ser desplazado por los constructos del mismo hombre sobre su propia constitución psico-física. La situación es tal que cabe preguntarse: ¿Qué queda de la naturaleza esencial del hombre tal como la concebía el logos óptico-lumínico y de la sensibilidad natural en la que se centraba la filosofía clásica?48. El camino andado desde el primer implante de una bomba osmótica en una rata blanca en el Hospital Rockland State de Nueva York en 1950 hasta hoy fueron los que llevaron a Lovelock a concebir a la Tierra como Gaia, un organismo dinámico y autorregulado conformado por el planeta y las realizaciones del hombre49. 2. Una nueva filosofía de la lógica que tenga en cuenta su enlace con la metafísica y la ontología Las radicales novedades técnicas, no sólo en lo que hace a nuestros sensorios sino también en la constitución somato-psíquica del hombre mismo, hacen no sólo posible sino necesario plantear una nueva racionalidad, puesto que el proto-fundamento de la anterior ha sido transmutado y transformado, o está en vías de serlo, como resultado del hacer técnico. Como bien lo expone Mayz, la afirmación y la negación son posiciones que, en cuanto tales, 46 Cfr. Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), pp. 99-101. Tomemos un caso sencillo para ejemplificar lo que decimos. La naturaleza tradicionalmente se dividía en 3 Reinos: animal, vegetal y mineral. ¿En cuál de ellos incorporamos el plástico, o los virus, surgidos como resultado de interacción del hombre con su propio hacer técnico? Cfr. Crick, F.: ¿Ha muerto el vitalismo?, A. Bosch Ed., Barcelona, (1979), p. 2-3. 48 Cfr. Vallota, A.D.: «Meta-técnica, antropocentrismo y evolución» en Revista de Hispanismo Filosófico, Madrid, (1998), pp. 82-83. 49 Lovelock, J.E.: Gaia: A New Look at Life on Earth, Oxford University Press, Nueva York, (1979). 47 requieren de un ámbito espacial para la verificación y/o cumplimiento de sus acciones, lo que muestran la raigambre óptico-lumínica de estas nociones, que se resume en ese in-cluir y ex-cluir en que precisamente consiste la afirmación y la negación50. Pero si los adelantos técnicos exigen un replanteamiento de las nociones de espacio y tiempo que superen las limitaciones óptico-lumínicas, ¿En qué espacio será este incluir y excluir? ¿O es que deberemos abandonar estas nociones espacio-sustanciales para desarrollar opciones como podrían ser la de relaciones entre constructos lógicos que permitan superar principios tradicionales, como el de no-contradicción o del tercero excluido, que se muestran inadecuados ante los nuevos logros tecno-científicos? Esta búsqueda de nuevos fundamentos lógicos, para resolver los problemas que la técnica misma nos impone, son los que se abordan en reciente estudios de la computación cuántica guiados por las propuestas de la meta-técnica51. 3. Una nueva teoría de la experiencia y una teoría del sentido que dé cuenta de una manera más integral de los fenómenos, sin reducirlos unilateralmente de modo cientificista ni según la forma del lenguaje Los puntos anteriores no sólo obligan a dar cuenta de una forma distinta de los fenómenos sino que los fenómenos mismos constituyen una categoría que debe revisarse, dada su clara raigambre óptico-lumínica. Por ello Mayz señala que si todos los posibles objetos de racionalidad humana óptico-lumínica desembocan en la conocida dualidad fenómeno-nóumeno, los eventuales correlatos de la trans-racionalidad meta-técnica no son, en estricto sentido, ni uno ni otro ya que no son productos de un entendimiento al que se acople la intuición sensible ni son correlatos de un logos que los organice como apariciones o manifestaciones ópticas. Por supuesto que queda por determinar realmente qué son, ya que difícil es, en grado sumo, hallar una acertada denominación para los mismos, apresado como se halla el propio lenguaje entre las rejas de su raigambre y textura óptico-lumínica52. Pero cualquiera que sea el rótulo, el logos meta-técnico inaugura una nueva dimensión de la racionalidad humana, una trans-racionalidad que no aniquila la anterior sino que la enriquece con los resultados de la tecno-ciencia. A su vez, la posibilidad de una reducción se hace imposible debido a la dinámica multidependencia que tienen los nuevos fundamentos con la propia creación técnica, que es cambiante, histórica. 50 Cfr. Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 43. Cfr. Castillo, A., D. Jiménez y A.D. Vallota: Técnica y meta-técnica de la computación, UCLA-IDEA, Barquisimeto, (2000), p. 295. 52 Cfr. Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 49. 51 Por otra parte, como cualquier lector de la obra de Mayz y de este escrito ha podido apreciar, el lenguaje es resultado, reflejo, instrumento o integrante de la ratio inteligibilizadora, por lo que el nuestro está atravesado por la dependencia que tiene la ratio técnica de la visión, como el mismo Mayz lo muestra exhaustivamente con sus consideraciones acerca de la etimología de sus símbolos primarios y de la estructura lógicosintáctica que los rige y compagina53. En consecuencia, como cualquier otro constructo meta-técnico, el lenguaje deberá adoptar nuevas formas, modos, que reflejen el desarrollo epigenético del nuevo logos y cuyo vocabulario y sintaxis recoja las nuevas vertientes ordenadoras. Entre ambos lenguajes, así como entre la ratio technica y el logos meta-técnico, juega un papel central la nootecnia, nombre de la disciplina que tiene bajo sí la tarea de tra-ducción y trans-mutación de los códigos de la ratio técnica y creación de los nuevos códigos del logos meta-técnico54 le sirve al logos meta-técnico como un verdadero órganon poiético. La nootecnia con esta doble función traductora y poiética, se constituye en el puente, en el ámbito del recíproco flujo entre técnica y metatécnica como una activa y bidireccional disciplina que inaugura y construye un inédito universo de posibilidades susceptibles de propiciar y admitir nuevas combinaciones y reordenaciones... imposibles de ser alcanzados dentro de los ingénitos parámetros de la naturaleza humana55. 4. Descubrir si teoría y praxis, si lógica e historia, si conocimiento y vivencias son polos opuestos e irreconciliables o si es posible la razón práctica, es decir si el ámbito de la libertad y de la acción humana están desgajados de la razón o es la razón su motor y condición de posibilidad La trans-formación o trans-mutación que la meta-técnica propone, operada sobre la propia racionalidad humana natural, es señal de su potente poder creador que, en primer lugar, debe ser un proceso de autocreación que Mayz llama proyecto antropogónico56. Vale la pena citar in-extenso lo que Mayz concibe con este intento: Concebimos semejante intento como aquella acción mediante la cual el hombre, utilizando los instrumentos y artefactos meta-técnicos diseñados por su propia racionalidad, no sólo transforma y trans-muta los límites bio-cognitivos impuestos por su innata constitución somato-psíquica, sino a la vez, gracias al desarrollo de las posibilidades trans-ópticas, 53 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 110 Acerca de la distinción entre ratio y logos, cfr. Castillo, A., D. Jiménez y A.D. Vallota: Técnica y meta-técnica de la computación, UCLA-IDEA, Barquisimeto, (2000), p. 36. Este trabajo es uno de los desarrollos que hace posible la nootecnia para atender a los fundamentos de la computación cuántica. 55 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 32. 56 Cfr. Mayz V., E.; Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 109. 54 trans-finitas, y trans-racionales que éste propicia, logra asimismo superar las características limitativamente antropocéntricas y geocéntricas de la concepción que tiene de sí mismo... abriendo en tal forma... una perspectiva que le permite su aproximación y acceso a los trans-fenómenos y trans-realidades... que integran la alteridad supra-natural y trans-humana con que entonces debe enfrentarse57. La ética, en todas sus manifestaciones, ha apelado y se funda en la naturaleza humana, en el ser natural del hombre, esa noción, fundada en el logos dependiente de la visión de los griegos, todavía en construcción desde su génesis. Pero tanto la naturaleza en general como la naturaleza humana se enfrentan a cambios radicales que conforman la actividad del logos meta-técnico. En consecuencia, se debe revisar el conjunto de valores éticos que se han erigido, con una genealogía óptico-lumínica, y que le imprimen un carácter antropomórfico y antropocéntrico y traducen el afán de poder y dominio de la ratio técnica58. Es menester desarrollar nuevos constructos meta-técnicos que se correlación con las nuevas categorías que proyectan y construyen la trans-racionalidad y la supra-naturaleza propia del logos meta-técnico. No se trata simplemente de invertir o reemplazar unos valores por otros dentro del mismo logos, sino transformar la propia vida liberándola de los límites ingénitos a los que había estado constreñida y generando cimientos vitales que la proyecten más allá de aquellos límites. Dice Mayz: En esta tecnósfera comunicacional –donde el hombre (para expresarlo sin ambages) ha perdido su plena autonomía y libertad– se hallan instaladas, en nuestro tiempo, las energías y los procesos éticos, condicionados intrínseca e indisolublemente por las fuerzas coactivas que de aquella tecnósfera emanan59. En esta condición, en que la racionalidad es un producto técnico resultado de la construcción de la misma razón, la vida adquiere la configuración de un sistema abierto cuyo intrínseco dinamismo depende de las relaciones entre los miembros de la comunidad y las técnicas que desarrolle, fundada en un respeto a lo viviente que permita la generación de vida, en una escala más amplia que los límites antropocéntricos y geocéntricos, para integrarse en un sistema que tiene como finalidad su autoconservación y crecimiento mediante la permanente creación de instrumentos y energías que lo garanticen, en ese flujo dinámico al que hemos hecho referencia y del que los medios tecno-comunicacionales son su expresión60. En efecto, Mayz destaca como paradigmática la acción transformadora y desustancializadora de las comunicaciones, que diseña, fabrica y construye la alteridad 57 58 59 60 Mayz V., E.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 109. Cfr. Mayz V., E.: Esbozo de una crítica de la razón técnica, Equinoccio, Caracas, (1974), p. 17. Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), p. 259. Mayz V., E.. Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 118. trastocando las nociones mismas de tiempo y espacio. El sujeto de la comunicación no es ya el sujeto concebido en los términos de la acción epistémica tradicional porque no es un receptor virgen sino algo mediado y, a la par, producto del mensaje61. En su mejor expresión, si el mensaje puede ser provocador, estimular la insubordinación frente al poder y el mandato, entonces las comunicaciones pasan a estar al servicio de la autonomía y autarquía, a la que Mayz no llama an-arquía sino liber-arquía62. Tal proyecto ético no se funda en motivaciones emocionales o religiosas sino en la trans-racionalidad que el nuevo logos genera, que supere las limitaciones que el ser natural del hombre y su logos óptico-lumínico impone. Por supuesto que esto no implica abandonarlos sino incluirlos en una consideración más amplia. Al respecto dice Mayz: La razón humana no sólo tiene la capacidad de construir una supra-naturaleza, diversa y artificial con respecto a la espontánea, sino de instituir entre su creador y ella nuevos nexos que modifican y trascienden los existentes en aquella primigenia relación63. Estamos frente al caso en que la libertad humana coincide con la razón ya que el hombre se separa de lo natural, trastoca lo ingénito y termina problematizando la relación entre lo ingénito y lo artificial64. El hombre deviene un creador y, en especial, un creador de sí mismo, en un proceso de autocreación, una antropogonía y/o antropogénesis, que conduce a una transvaloración de los fundamentos éticos existentes, dominados por el afán de poder, para aceptar la pluralidad, lo múltiple, la diversidad, en el extremo opuesto del superhombre nietzscheano, en un diálogo fecundo, permanente, dinámico y fructífero, del logos meta-técnico con la alteridad65. La vida pasa a constituirse en valor primero pero no desde la genealogía óptico-lumínica sino trans-humana donde el Eros se constituye en la concepción holística de la alteridad. Dice K. Loreto: En el logos meta-técnico lo simpatético y lo simbiótico está puesto en relación no ya con la noción de persona, sino en relación a lo holístico. Ya no se realza en este logos lo que es fin en sí mismo (persona) sino la equifinalidad, es decir, la vida66. Mayz hace un paralelo entre lo que llama la ingeniería social y lo que es la ingeniería hidráulica, que no busca destruir el potencial energético de una corriente sino trans-formarla, de la misma manera no se deben destruir la potencialidad derivada de la 61 Cfr. Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), pp. 298-299. Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), p. 303. 63 Cfr. Mayz V.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 109. 64 Desiato, M.: «Implicaciones éticas y antropológicas de la meta-técnica» en Revista Venezolana de Filosofía #33, Caracas, (1996), p. 32. 65 Cfr. Mayz V.: Fundamentos de la meta-técnica, GEDISA, Barcelona, (1993), p. 109. 66 Loreto, K.: Eros meta-técnico, manuscrito. 62 libertad sino trans-formarla en cauces de mejores frutos que los derivados del afán de poder67, y propiciar una creciente y polícroma heterogeneidad de comunidades, multiplicando los incentivos o agentes que se aproximarán en un babélico aunque fecundo dia-logo... carente de los límites y fronteras topo-gráficos de genealogía óptico-lumínica68. Final Hemos presentado lo que consideramos el sentido de la metafísica, así como una de las objeciones principales que constituyen, especialmente entre nosotros los latinoamericanos, la manifestación más difundida del pensamiento anti-metafísíco, como es la del empirismo-positivismo. Para buscar una salida a la crisis, representada por el Yo no entiendo nada que caracteriza nuestro tiempo, hemos hecho uso de las condiciones que sugiere Jesús Conill para una transformación de la metafísica, buscando superar aquellas objeciones. Con ellas, como piedra de toque, evaluamos la propuesta que Mayz Vallenilla hace de su logos meta-técnico y creemos haber mostrado que efectivamente lo hace, y con creces. Se insinúa la posibilidad de que la propuesta de Mayz Vallenilla se convierta en el fundamento orientador en los tiempos que corren y cimiento sobre el cual se pueda construir un nuevo modelo de la realidad y de la verdad, pudiendo ser considerada una filosofía primera, la que sienta los fundamentos del posterior desarrollo. No aspiramos haber resuelto el problema. Son muchas las sugerencias y dificultades, algunas de las cuales han sido tratadas y criticadas en artículos y seminarios69. Por la magnitud y alcance del logos meta-técnico, sin duda que es considerable lo que hay por hacer. Pero este escrito pretende haber mostrado que muchas de las cuestiones de hoy pueden tener respuesta en el marco de la propuesta mayziana o, al menos, hallar un fecundo punto de partida para la indagación. 67 Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), p. 297. Mayz V., E.: Invitación al pensar del siglo XXI, Monte Ávila, Caracas, (1998), p. 313. 69 Cfr. Vallota, A.D.: «Consideraciones acerca de la percepción sensorial en la metatécnica», Revista Venezolana de Filosofía #33, Sartenejas, pp. 109-128. 1991: Vallota, A.D.: «Hacia una tercera revolución copernicana», EIDOS, Vol. 6, # 1-2, Caracas, Venezuela. 1992: Vallota, A.D.: «El logos Meta-técnico», CRITERION # 5, pp. 13 y ss. Caracas. Y Vallota, A.D.: «Meta-técnica, antropocentrismo y evolución», Revista de Hispanismo filosófico, Año #3, Madrid, (1998), pp.75 y ss; Dessiato, M.: «Implicaciones éticas y antropológicas de la Meta-técnica», Revista Venezolana de Filosofía #33, Sartenejas, pp. 25-40, 1991: Garber, D. «Notas en torno al logos metatécnico en Fundamentos de la Meta-técnica de Ernesto Mayz Vallenilla», Revista Venezolana de Filosofía #33, Sartenejas, pp. 41-58; Castillo V., A., D. Jiménez y A.D. Vallota, Técnica y metatécnica de la computación, UCLA-IDEA, Barquisimeto, (2000); Loreto, K.: «Eros meta-técnico», manuscrito, 2001. 68