Comentarios sobre la ratificación del CIADI 89 Comentarios sobre la ratificación del CIADI Andrés FernándezSalvador C El Gobierno del Ecuador mediante Decreto Ejecutivo No. 14] 7-B publicado en el Registro Oficial No. 309 de 19 de abril de 2001, ha ratificado el Convenio sobre Arreglo de Diferencias Relativas a In versiones entre Estados y Nacionales de otros Estados, C1ADI, más conocida por sus siglas en inglés ICSID (International Center for Settlement of Investment Disputes). fr, .j LL Por cuanto forma parte integrante del ordenamiento ju rídico ecuatoriano es importante conocer algunos aspectos puntuales de dicho instrumento internacional y los efectos legales llamados a producir, no sin antes revisar los prin cipales aspectos relevantes de Derecho Internacional rela cionados con dicha Convención. Debido a la publicación en el Registro Oficial antes se ñalada, que establece de manera inequívoca la vigencia en Ecuador de dicha Convención, es difícil creer que, según la información proporcionada por autores’ y por el mismo 2 Ecuador habría ratificado la misma el 15 de junio CIADI, de 1986 y habría entrado en vigor el 14 de Febrero de 1986. El CL4DI forma parte de las cinco organizaciones in ternacionales que conforman el Grupo del Banco Mundial: Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento BIRF; Agencia Internacional de Fomento AIF; Corporación Fi nanciera Internacional CFI; Organismo Multilateral de Garantía de las Inversiones OMGI; y, Centro Internacional sobre Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones entre Estados y Nacionales de otros Estados, CIADI. El Centro o CIADI no es reciente, al contrario fue creado mediante la citada Convención Internacional que tuvo lugar en Washington el 18 de marzo de 1965, es de cir hace 36 años. A septiembre del 2000, 148 Estados han suscrito la Convención y de ellos, 133 habrían ratificado y 3 depositado el correspondiente instrumento de ratificación. En una época de globalización, parecería natural la suscripción por parte del Ecuador de dicha Convención, más aún cuando lo que se pretende es dar seguridad a los inversionistas sobre el medio de resolver sus controversias 4 No es de extrañarse, y, de esta manera, atraer inversiones. suscripción de dicha Convención hadicha que por tanto, ya sido exigida por la comunidad de naciones exportado ras de capital y demás organismos internacionales de cré dito. Sin embargo, como se verá más adelante, esta Con vención nació hace 36 años de una necesidad y desde su creación ha sido objeto de estudios, y por cierto de reti cencias, especialmente por los países en vías de desarro llo, que paradójicamente son ahora los que conforman el grueso de suscriptores de la Convención. Así, en lo rela tivo a las inversiones, los países exportadores de capital se afrontaban con los países importadores en algunos puntos delicados de derecho internacional que se encon traban sin resolver debido a la falta de consenso. Estos as pectos, bajo el auspicio del Banco Mundial, han sido agrupados y resumidos por la Convención, de tal forma que satisfagan los intereses y antagonismos de ambos grupos. Por su gran importancia, se analizarán por ahora úni camente en los artículos 25 (numeral 1), 26 y 27 de la Convención, y se irán estudiando determinados aspectos y problemas legales de derecho internacional, para des cubrir que su inclusión en la Convención, lejos de ser una improvisación, es el resultado de un proceso, resumen de tendencias inconciliables entre los países del Norte y del Sur y, a su vez, el lanzamiento de nuevas tendencias con determinada dirección: Artículo 25 (1) La jurisdicción del Centro se extenderá a las di ferencias de naturaleza jurídica que surjan directamente de una inversión entre un Estado Contratante (o cual quiera subdivisión política u organismo público de un Estado Contratante acreditados ante el Centro por dicho Estado) y el nacional de otro Estado Contratante y que 90 1 Comentarios sobre la ratificación del CIADI las partes hayan consentido por escrito en someter al Centro. El consentimiento dado por las partes no podrá ser unilateralmente retirado. Artículo 26 Salvo estipulación en con frario, el consentimiento de las partes al procedimiento de arbitraje confonne a este Convenio se considerará como consentimiento a dicho arbitraje con exclusión de cualquier otro recurso. Un Es tado Contratante podrá exigir el agotamiento previo de sus vías administrativas o judiciales, como condición a su consentimiento al arbitraje conforme a este Convenio. Artículo 27 (1) Ningún Estado Contratante concederá protección diplomática ni promoverá reclamación internacional respecto de cualquier diferencia que uno de sus naciona les y otro Estado Contratante hayan consentido en some ter o hayan sometido a arbitraje conforme a este Conve nio, salvo que este último Estado Contratante no haya acatado el laudo dictado en tal diferencia o haya dejado de cumplirlo. (2) A los efectos de este Artículo, no se considerará como protección diplomática las gestiones diplomáticas informales que tengan como único fin facilitar la resolu ción de la diferencia. Inmunidad soberana.- En virtud del art. 25 de 1. la Convención antes citado, un Estado que por naturale za es un ente soberano, puede ser sometido ante un tribu nal de arbitraje para resolver una controversia jurídica surgida con un nacional originario de otro Estado. Prin cipios fundamentales de derecho internacional han teni 5 como la do que ser superados para llegar a este punto, un tribunal dis a someterse de Estados los reticencia de en contendiente como tener propios y suyos tinto de los 6 Estado. otro de nacional un a jurídico un conflicto Por definición un Estado, al ser un ente soberano, no puede estar en igualdad de condición que un nacional de 7 cualquier otro Estado. Los Estados son iguales entre sí. al ; Internacional Comunidad la de parte El Estado forma Preten Estado. un de parte forma nacional contrario, el der que un Estado se someta a un tribunal en respuesta a una acción planteada por un individuo, persona natural o jurídica nacional de otro Estado y, en consecuencia, ten ga como contendiente en igualdad de condiciones a un nacional, hace algunos años era simplemente insosteni Ningún Estado puede juzgar a otro Estado sin el 9 peor aún un Estado estar consentimiento de este último, en igual de condiciones frente a un nacional en un tribu nal de justicia internacional. Los Estados debaten entre Estados en Cortes creadas por los Estados mismos, como la Corte Internacional de Justicia de La Haya que reem plazó a la extinta Corte Permanente de Justicia Interna cional. Este principio internacional, aún vigente, ha tenido que resistir varias tormentas con el devenir de los años, que han flexibilizado su rígida interpretación original. Así, comenzaremos por anotar que en nuestros días, un nacional de un Estado, que puede ser una persona jurídi ca como una empresa transnacional o una persona natu ral, puede ser más poderoso que un Estado desde el pun to de vista económico; basta pensar en la empresa Micro soft o en el Bill Gates; luego, en la práctica, las inversio nes junto con el comercio han ido aumentando a un rit mo muy acelerado, lo que produce como consecuencia inevitable que el riesgo de conflictos entre Estados y na cionales se incremente también, más aún cuando muchas de las inversiones en los países en desarrollo tienen por objeto la explotación de recursos naturales que, por lo general, son áreas sensibles controladas por los Estados, como telecomunicaciones, petróleo, minería, transporte, entre otras. De esta manera el nacional de un Estado, en caso de que su inversión se vea afectada por un problema legal, en donde se habrían violado sus derechos, no podía ini ciar un juicio contra el Estado receptor de la inversión. Conviene aclarar este punto: por lo general y en todo ca so en Ecuador, los tribunales de justicia de dicho Estado los mecanismos judiciales para resolver la controversia que tiene por víctima a un nacional, pero aquí resulta que, desde una perspectiva objetiva e internacional del conflicto, el Estado es juez y parte, ya que la Función Ju dicial es parte integrante de dicho Estado y, frente a una inversión extranjera, los tribunales nacionales no tienen (o mejor dicho no tenían, ya que con el advenimiento de la globalización, parecería que esta corriente está cam biando) la tendencia a beneficiar la inversión extranjera; a esto hay que sumar la circunstancia de que en la mayo ría de países, la injerencia de la política es intensa en lo que tiene que ver con la designación de magistrados de justicia.’° En resumen, antes de la creación del CIADI, un in versionista que tenía un conflicto (incumplimiento, rup tura anticipada del contrato suscrito con el Estado, vícti ma de expropiación, de confiscación de la inversión, etc.) con el Estado receptor de la inversión, debía acudir a su propio Estado y ejercer la Protección Diplomática, para que su Estado inicie las acciones legales intemacio nales para la solución de conflictos. La Protección Diplomática es el derecho que tiene un Estado, de hacer suyo el conflicto de su nacional surgido con otro Estado. Se encarga así de la protección de sus nacionales cuando otros Estados amenazan o violan sus derechos que no pueden ser respetados por ellos directa ’ Este endoso del conflicto por parte del nacio 1 mente. nal a favor de su Estado quien interviene con las prerro gativas que el Derecho Internacional confiere a los Esta dos el para resolver las controversias, desde los medios 2 pacíficos hasta el uso de la fuerza.’ Tratamiento nacional.- Existe la teoría de que 2. los extranjeros, cuando adquieren propiedades en un Es tado, se someten al principio internacional de tratamien to nacional, es decir que tiene los mismos derechos que los nacionales de dichos Estados. En el pasado, esta teo ría ha visto su lado obscuro y particularmente se compli có en 1917 con la Revolución Rusa, en donde se expro piaron las propiedades de los extranjeros sin compensa ción ni indemnización alguna; el gobierno revolucionario ruso basó su negativa a dar alguna compensación por las expropiaciones verificadas, en justamente base al princi pio del mismo tratamiento nacional, ya que si a los ciu dadanos rusos no se les compensó por las expropiaciones sufridas a sus propiedades, tampoco se les puede com pensar a los extranjeros por las expropiaciones sufridos por ellos. El concepto de nacionalización nació aquí dán Comentarios sobre la ratificación del CIA])I dose énfasis a los efectos de los actos de un Estado sobre su misma comunidad, sin considerar los intereses del particular afectado por tales medidas. Mínimo estándar internacional.- Como res 3. puesta y en contrapartida a la teoría de tratamiento nacio nal, los Estados de los inversionistas afectados reclama ban la aplicación del principio del mínimo estándar in ternacional, en donde el inversionista extranjero tendría derecho a un mínimo de derechos reconocidos por la co munidad internacional, entre estos, la prohibición del en riquecimiento injusto, que forma parte de los Principios 3 El problema es que tal comuni Generales del Derecho.’ dad internacional que generaría tales derechos es en rea lidad un pequeño grupo de países exportadores de capi tal, por lo que no se puede hablar, en stricto sensu, y en este tema de las inversiones, de derechos reconocidos por la comunidad internacional. Cláusula Calvo.- Sin embargo, la circunstancia 4. de que un extranjero tenga más derechos que los mismos nacionales, que es la consecuencia de aplicar el principio del mínimo estándar internacional antes indicado, tam poco resultaba muy justo y evidente como lo pretendían las naciones poderosas de aquel entonces - que siguen siendo las mismas de hoy en día -; así, se fortaleció la doctrina Calvo creada por el jurista argentino Carlos Cal vo, quien afirmaba que los extranjeros que se establecen en un Estado ciertamente tienen los mismos derechos de protección que los nacionales, pero no deberían tener mayores prerrogativas para reclamar una protección más extendida que la que reciben los propios nacionales de dicho Estado. Calvo pensaba que admitir un mínimo estándar inter nacional significaría crear un exorbitante y fatal privile gio que favorecería esencialmente a las naciones podero sas y perjudicaría a las naciones más débiles, estable ciendo una injustificable inequidad entre nacionales y 4 extranjeros, en favor de estos últimos.’ Como corolario de esta doctrina nació la famosa Cláusula Calvo, que es considerada una importante con tribución latinoamericana al desarrollo del derecho inter nacional. Mediante esta cláusula se pretendía eliminar el derecho del extranjero a reclamar la Protección Diplomá tica de su Estado, de tal forma que el extranjero se encon traría exactamente en la misma posición que el nacional 5 del Estado receptor de la inversión) El asunto se complicó más cuando los Estados pode rosos, una vez endosado a su favor el conflicto nacido con su nacional y otro Estado, tenía la tendencia a utili zar la fuerza para resolver los conflictos, especialmente para exigir el pago de lo adeudado a las nuevas e inde pendientes repúblicas latinoamericanas. Aquí se debe mencionar a Drago, otro gran tratadista argentino, quien fomentó la doctrina que lleva su nom bre, por la cual se prohibe a un Estado toda intervención armada u ocupación territorial sobre cualquier otro Esta do Americano, ejecutada para asegurar la recuperación de la deuda pública por parte de dicho Estado, a una ac ción igual reacción: fue el uso de la fuerza que inspiró el nacimiento de la Convención Drago-Portar (que contiene 6 barcos de Gran Bretaña, Alemania e la doctrina Drago):’ Italia bombardearon en 1902-1903 los puertos venezola . 7 nos con el fin de recuperar las deudas’ 91 La validez de la Cláusula Calvo es controvertida. A su favor mencionaremos que, con ocasión de conflictos surgidos entre México y nacionales de los Estados Uni dos de Norteamérica, estos Estados acordaron, mediante instrumento internacional, formar una Comisión Mixta de Reclamaciones formada por dichos Estados, para re solver esas controversias; esta Comisión admitió que si un extranjero había acordado por medio de un contrato que cualquier controversia relativa al mismo será resuel to por los jueces nacionales, entonces tal extranjero debe respetar dicho acuerdo y someterse a los jueces naciona les y la Comisión Mixta de Reclamaciones no era, por lo 9 Es decir, se admitió tácitamente la tanto, competente.’ validez de la Cláusula Calvo. Sin embargo, lo anterior no debe entenderse con de masiada latitud. Si la disputa tiene relación con violación del derecho internacional, por ejemplo la negación a ac ceder a la justicia, entonces sería posible la intervención del Estado del extranjero, a pesar de la existencia de la Cláusula Calvo; para que esto suceda, además, se reque riría que la actuación y violación del Estado receptor de la inversión sea grave. Como es de suponer, existe una posición más radical y contraría que afirma que la Cláusula Calvo es nula de nulidad absoluta. Se fundamenta esta corriente contraría en el argumento de que el nacional de un Estado carece de derecho para renunciar a la protección diplomática del Estado de su nacionalidad. Por tanto, cualquier cláusula suscrita en ese sentido carece de eficacia ante los ojos del Estado y del Derecho Internacional. Los países latinoamericanos fomentaron la expansión de la Cláusula Calvo como consecuencia de lo cual, co mo acabamos de ver, en caso de disputa entre un extran jero y un Estado sobre un contrato o concesión, tal dispu ta sería resuelta por los mismos jueces nacionales. Más aún, en virtud de dicha Cláusula el Estado del extranjero no podía ejercer la Protección Diplomática para llevar el caso a un Tribunal Internacional, debido a que dicho ex tranjero había acordado renunciar a ese derecho. En la práctica, la aplicación de la Cláusula Calvo constituía una barrera importante que impediría el flujo de inversiones a los países que exigían su inserción con tractual, ya que los inversionistas no sentían seguridad alguna al conocer que los conflictos surgidos con el Es tado receptor de la inversión serían resueltos por jueces nacionales del mismo Estado, sin posibilidad de recurrir 9 a la protección diplomática de sus Estados) Frente a este escollo, que afectaba a todos los actores de la economía, tanto países exportadores de inversiones como receptores, en el año de 1965, bajo el auspicio del Banco Mundial, se creó el centro de arbitraje CIADI, que no es otra cosa que el producto de un tratado multilateral en el que los Estados contratantes, en virtud del artículo 25 antes citado, aceptan someterse al arbitraje para resol ver la controversia surgida con un nacional de otro Esta do. Pero también se tiene el art. 27 de dicha Convención, que prohibe a un Estado conceder la Protección Diplo mática cuando uno de sus nacionales haya sometido la diferencia al arbitraje del CIADI, entendiéndose el ejer cicio de la protección diplomática en su sentido restrin gido, limitado solamente a recursos jurisdiccionaleS y 92 Comentarios sobre la ratificación del CIADI bajo la excepción de que el Estado sí tendrá derecho de ejercer la Protección Diplomática, cuando el otro Estado no acepte el laudo o se niegue a ejecutarlo. Artículo 27 (1) Ningún Estado Contratante concederá protec ción diplomática ni promoverá reclamación internacio nal respecto de cualquier diferencia que uno de sus na cionales y otro Estado Contratante hayan consentido en someter o hayan sometido a arbitraje conforme a este Convenio, salvo que este último Estado Contratante no haya acatado el laudo dictado en tal djferencia o haya dejado de cumplirlo. (2) A los efectos de este Artículo, no se considerará como protección diplomática las gestiones diplomáticas informales que tengan como único fin facilitar la reso lución de la dferencia. Sin duda, ahora es más comprensible el contenido y alcance del art. 25 de la convención CIADI. Así también se entiende la inclusión del artículo 27, que limita el ejercicio de la Protección Diplomática por parte de las naciones poderosas, tesis defendida por las más débiles y especialmente por las latinoamericanas, promotoras de la doctrina Calvo. De la misma manera se comprende y justifica la in clusión en el mismo artículo 25 de la exigencia de la ma nifestación de voluntad expresa del Estado para sorneterse al CIADI y que las partes hayan consentido por escrito en someter al Centro. En efecto, si no se hubie se incluido esta disposición que viene de señalarse, hu biera sido muy dificil que los Estados receptores de in versiones acepten ser partes contratantes de la Conven ción, ya que hubiese significado una renuncia a la doc trina Calvo, que tanto fomentaron los países en desarro llo. Entonces, para efectos de la validez del sometimien to al arbitraje del CIADI no solamente es necesario que el Estado sea miembro de la Convención, es decir que la haya suscrito o se haya adherido, ratificado y deposita do el instrumento de ratificación sino que, en el caso de especie de un contrato de inversión suscrito entre dicho Estado y un inversionista, en el mismo se haya señalado de manera precisa el consentimiento de las partes de so ° 2 meterse al arbitraje del CIADI. El consentimiento del Estado para someter la resolu ción al arbitraje del CIADI puede estar expresado en el mismo contrato suscrito con el inversionista extranjero, mediante una Cláusula Compromisoria; también puede manifestarse en otro instrumento o contrato por separa do suscrito entre el Estado e inversionista en cuestión, que tenga como objeto acordar que el conflicto que sur ja o el ya presente sea resuelto mediante arbitraje según las reglas del CIADI, o finalmente, y esto nos lleva a otro acontecimiento de mucha importancia verificado durante las últimas décadas en la comunidad internacio nal, puede estar preestablecido en otros instrumentos in ternacionales, que en la práctica se han cristalizado en los Acuerdos Bilaterales de Protección y Promoción a las Inversiones. En estos Acuerdos Bilaterales, más conocidos por sus siglas en inglés BIT, Bilateral Investment Treaties, entre otras cosas se estable que los conflictos surgidos entre nacionales de un Estado y el otro Estado, serán re... internacional. Más adelante nos ’ sueltos por el arbitraje 2 detendremos un momento a analizar estos Acuerdos Bi laterales. Agotamiento de los recursos internos.- En 5. Derecho Internacional, para que un nacional en el caso de sentir que sus derechos han sido violados por el Esta do pueda acudir ante los órganos jurisdiccionales inter nacionales de justicia, previamente debe solicitar la Pro tección Diplomática de su propio Estado, a quien se le endosa el conflicto y lo hace suyo, Estado que a su vez hará uso de los medios pacíficos para resolver la contro versia (negociación, mediación, conciliación, arbitraje, reglamento judicial, recurso a organismos o acuerdos re conveniencia). gionales u otros medios pacíficos de su 22 Como se ha visto, mediante el CIADI, se ha evitado este largo proceder, ya que el nacional puede directa mente iniciar la acción legal ante el Estado causante de la violación del derecho, sin tener que recurrir a la Pro tección Diplomática de su Estado. En Derecho Internacional, previo a iniciar una ac ción legal en contra de un Estado, el nacional debe ago tar todos los recursos internos que la justicia del Estado receptor de la inversión contempla en sus leyes. En otras palabras, el inversionista extranjero que se sienta perju dicado por el Estado deberá iniciar las acciones legales, judiciales y administrativas ante los jueces competentes de dicho Estado, continuar con los procesos hasta última instancia y, agotado este procedimiento, sin que se ha yan satisfecho sus pretensiones, podrá entonces acudir a su Estado y solicitar la Protección Diplomática. Ahora bien, en el caso que un Estado y un inversio nista hayan suscrito una Cláusula Compromisoria por la cual se someten al arbitraje internacional, cabe la inte rrogante si previamente a acudir ante dicho tribunal ar bitral, será o no necesario que el inversionista haya ago tado todos los medios administrativos y judiciales que las leyes de dicho Estado establecen en su ordenamien to legal, y de esta manera cumplir y respetar la Regla In ternacional del agotamiento previo de los recursos inter nos. Caso contrario, el laudo arbitral podría ser conside rado nulo o, peor aún, el Estado condenado mediante un laudo arbitral podría alegar inejecutabilidad del mismo, por la violación de esta importante regla de Derecho In ternacional. Esta inquietud fue sometida a análisis y resolución en cuatro ocasiones ante la Corte Permanente de Justicia Internacional y la Corte de Justicia Internacional. La mentablemente, en los cuatros casos los conflictos en contraron una solución extrajudicial antes de dictarse los internacionales. respectivos fallos 23 De manera más práctica y frontal, la Convención CIADI abordó y resolvió el problema, al señalar en su artículo 26 lo siguiente: Artículo 26 Salvo estipulación en contrario, el consentimiento de las partes al procedimiento de arbitraje conforme a este Convenio se considerará como consentimiento a dicho arbitraje con exclusión de cualquier otro recurso. Un Es tado Contratante podrá exigir el agotamiento previo de sus vías administrativas o judiciales, como condición a su consentimiento al arbitraje conforme a este Convenio. En conclusión, frente a un conflicto en particular, las Comentarios sobre la ratificación del CIADI partes pueden acordar (1) sea el agotamiento a los recur sos internos, (II) sea la exclusión de esta regla. Lo que debe quedar en claro es que manifestada la voluntad de que el único remedio para solucionar el conflicto es el arbitraje según las reglas de CIADI, entonces no cabe que el Estado alegue la violación de la regla internacio nal del agotamiento previo de las vías administrativas o judiciales. 24 Acuerdos Bilaterales de Protección y Promo 6. ción de las Inversiones.- Comenzaremos por indicar que el incremento y desarrollo de los acuerdos bilatera les de protección y promoción de las inversiones, suscri tos inicialmente entre países desarrollados y en vías en desarrollo, es espectacular, sobre todo cuando los mis mos están basados mucho más en las posiciones de los países del Norte que del Sur, y su contenido iría en con tra de las tesis sostenidas por los países en vías de desa 25 rrollo. Por lo anteriormente indicado, y aunque parezca pa radójico, este desarrollo se revela más sorprendente cuando la suscripción de dichos acuerdos se ha verifica do no solamente entre países desarrollados y en desarro llo (así, Ecuador ha suscrito acuerdos, entre otros paí Norteamérica, Francia, Estados Unidos de 27 ses, con 26 dos, subdesarrolla entre otros) pero también entre países con Ecuador por como el caso de los Acuerdos suscritos ay, y Paragu 32 ’ 3 Chile, ina, Argent 29 30 Salvador, Cuba, El 29 otros. En lo que tiene que ver con el CIADI, como hemos podido apreciar es una convención que suscrita en el año de 1965, es respetuosa de los conceptos y tesis defendi das tanto por los países del Norte como del Sur, cristali zada en los artículos 25, 26 y 27. Así, por un lado los Es tados en vías de desarrollo han aceptado someterse a priori a la competencia del Centro y, en contrapartida, los Estados desarrollados han renunciado a ejercer la protección diplomática de sus nacionales. Por tanto, to do Estado parte de la Convención deberá en forma adi cional manifestar de manera expresa y para cada caso en particular su consentimiento expreso, como lo ordena el artículo 25 de la indicada Convención. Aquí es donde han entrado en acción los Acuerdos Bilaterales suscritos entre los países desarrollados y los países en desarrollo. Mediante las normas contenidas en dichos convenios, los Estados en desarrollo (receptores de inversión) han manifestado su consentimiento a so CIADI. meterse al arbitraje del 33 De esta manera, en dos tiempos, primero mediante la suscripción de la Convención CIADI y luego mediante la suscripción de Acuerdos Bilaterales de Promoción y Protección a las Inversiones, se ha resuelto un escollo que tenía que afrontar un inversor frente a un conflicto con el Estado receptor de la inversión, a saber obtener el consentimiento para someter la controversia al arbitraje CIADI. Para terminar vemos que, en el caso concreto del Ecuador, se ha ido aún más lejos al emitirse el Reglamen to Sustitutivo de la Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones, en donde se ha establecido de forma impe 34 rativa que todo contrato de inversión que se suscriba con un extranjero se someterá a resolución del CIADI. Confunde, sin embargo, encontrar que el Reglamen 93 to Sustitutivo de la Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones, publicado en el Registro Oficial de 25 de enero del 2001, señala imperativamente en su artículo 29 que en los Contratos de Inversión se estipulará la competencia del Centro Internacional de Arreglo de Di ferencias Relativas a Inversiones, cuando a esa fecha, en enero del 2001, Ecuador era solamente un Estado sus criptor de la Convención y la misma no formaba parte del ordenamiento jurídico ecuatoriano ya que, como se ha indicado al comienzo de este artículo, solamente con fecha 19 de abril del 2001 ha sido ratificada en legal y debida forma. Podemos incluso afirmar que lo anterior resulta has ta contradictorio, cuando en forma expresa el art. 29 del Reglamento Sustitutivo que viene de indicarse, señala que el contrato de inversión estará sujeto a la normativi dad legal ecuatoriana, ya que son tales normas las que ensombrecen su aplicación y eficacia por las razones in dicadas. Para perfeccionar este enredo legal interno, en el Re gistro Oficial No. 255 de 30 de enero del 2001 se publi có el Acuerdo Ministerial No. 200 1-024, por el cual se estableció el formato básico común para el Contrato de Inversión, en donde se sefíala la competencia del CIADI para resolver las controversias que no hayan podido ser resueltas amigablemente, cuando tampoco a esa fecha estaba vigente en territorio ecuatoriano dicha conven ción internacional. La aparición de tales normas es incomprensible, so bre todo se descubre que el derogado y sustituido Regla mento de la Ley de Promoción y Garantía de las Inver siones, publicado en el Registro Oficial No. 346 de 24 de junio de 1998, establecía sin apuros, en legal y debi da forma en su art. 29 que los conflictos y controversias se podrán someter a los procedimientos específicamente acordados o estipulados en los Convenios Bilaterales o Multilaterales firmados y ratificados por el país. Por lo antes señalado, naturalmente fluyen algunas interrogantes: ¿Quién y qué motivó esta apresurada y absurda derogación? ¿Son nulas por objeto ilícito o aún por falta de objeto estas disposiciones legales, ya que hacen referencia a una norma legal inexistente en nues tro ordenamiento jurídico? Sabemos que la ley no puede tener efecto retroactivo, pero, ¿tienen valor jurídico las normas que hace referencia a expectativas futuras? Por ahora dejaremos planteadas estas inquietudes e incongruencias de derecho interno, que prueban lo peli groso y contraproducente que resulta ejercer presiones (son las incongruencias arriba indicadas, en realidad, las mayores inseguridades jurídicas que alejarán a cualquier inversionista), sobre todo cuando los responsables de la redacción de las normas (en este caso del Ejecutivo) no tienen la preparación y cuidado suficientes. Volviendo al centro de arbitraje CIADI, es curioso verificar que en realidad ha tenido poco éxito en su ob jetivo de ser el centro receptor de las controversias sur gidas entre Estados e inversionistas originarios de otros Estados. Así, si consideramos que el Centro tiene 36 años de existencia, es muy pobre el número de contro versias 59 que finalmente han sido sometidas al pro cedimiento CIADI, a marzo del 200 ¿Por qué razón entonces hay tanto interés en que sea - - 94 Comentarios sobre la ratificación del CIADI el CIADI el centro de resolución de las disputas nacidas entre Estados e inversionistas extranjeros? Una respuesta razonable sería el interés del Banco Mundial de centralizar la administración de justicia en lo relativo a la solución de conflictos jurídicos relacionados con las inversiones que tengan como actores a Estados e inversionistas de otros Estados. Esta circunstancia permitiría, con el transcurso del tiempo, ratificar y fortalecer las normas contenidas principalmente en los Acuerdos Bilaterales de Promoción y NOTAS Protección a las Inversiones, generando nuevas reglas y principios generales del derecho que deberán respetar las partes en conflicto, en definitiva, intentar crear juris prudencia internacional uniforme que influya positivamente en la actitud de los Estados y, de esta manera, generar las condiciones necesarias para el nacimiento y 36 la principal formación de una costumbre internacional, internacional derecho y, probablemente la susfuente de cripción, en un futuro no muy lejano, de una Conven ción Internacional sobre Derecho de las Inversiones. 1. Philippe Sands, Ruth Mackenzie, Yuval Shany, Manual on International Courts and Tribunals. Ed. Butterworths, London, Edinburgh, Dublin, 1999, pág. 103-106. 2. www. worldbank.org./icsid. 3. Idem. 4. Lalive Pierre, Sorne Threats to International Investment Arbitration, ICSTD Re view. Foreign Investment Law Joumal. Vol. 1, Number 1. Spring 1986 p. 28, quien objeti paramount “its del CIADI, General Secretario por el manifestado acota lo States: investors and between confidence of mutual climate a promote is to ve 1984 ISCID Aun. Rep. 5, and Shihata, Towards a Greater Depoliticization of In vestrnent Disputes: The Roles of ICSID and MIGA, 1 ICSID Rev.-FILJ 1, 4 (1986). 5. Lalive Pierre, Op.cit., p. 33 6. Idem. p. 35 7. Guggenheim Paul, Traité de Droit International Public, Tome 1, Librairie de l’Uni versité, Georg & Cje S.A., Geneve, 1953, p. 174-175. 8. Nguyen, Daillier, Pellet, Droit International Public, Librairie Générale de Droit et de Jurisprudence, Paris, 1987, 3 Ed., pp. 636-637. 9. Schwebel Stephen M., (Judge International Court of Justice The Hague) “Sorne Aspects of International Law in Arbitration Between States and Aliens. Private In vestors Abroad, Problems and Solutions in International Business in 1986”. Inter national and Comparative Law Center. The Southwestern Legal Foundation. Da llas, Texas. Ed. Mathew Bender., Chapter 12, p. 12-9. 10. Lalive Pierre, Op. cit., p. 28 11. Guggenheim Paul, Op. cit., pp. 310-311. 12. Charte de Nations Unies et Statut de la Cour Internationale de Justice, Chapitre VI, art. 33 13. Dolzer Rudolf, “Expropiation and Nationalization”, en: R. Bernhardt (ed), Ency clopedia of Public International Law, Instalment 8 (1981), p. 214. 14. García Amador F.W., “Calvo Doctrine, Calvo Clause”, en: R. Bernhardt (ed), Encyclopedia of Public International Law, Instalment 8 (1981), p. 62. 15. Idem, p. 63. 16. Doctrina consagrada mediante la Convención de La Haya de 1907, respecto de las Limitaciones para el Empleo de la Fuerza para la Recuperación de los Contra tos de Deuda. Idem. p. 312. 17. Wolfgang Benedek, “Drago-Porter Convention (1907)”, en: R. Bernhardt (ed), Encyclopedia of Public International Law, Instalment 8 (1981), p. 141 18. Idem. 19. Lalive Pierre, Op. cit. p. 34 20. Philippe Sands, Ruth Mackenzie, Yuval Shany, Op. cit., p. 92 21. Caflisch Lucius, “L’avenir de l’arbitrage interétatique”, AFDI, 1979, p. 26. 22. Charte de Nations Unies et Statut de la Cour Internationale de Justice, Chapitre VI, art. 33 23. Schewebel Stephen M., (Judge International Court of Justice The Hague) “Sorne Aspects of International Law in Arbitration Between States and Aliens. Private In vestors Abroad, Problems and Solutions in International Business in 1986”. Op. cit. pp. 12-4 Comentarios sobre la ratificación del CIADI NOTAS 95 24. En el reporte anual del Director Ejecutivo del Banco Mundial, éste dejó claro al manifestar que cuando la intención de las partes es someterse al arbitraje sin ago tar previamente los recursos internos del Estado, entonces debe respetarse dicha intención. “Convention on the Settlement of Investment Disputes between States and Nationals of Other Estates Submitted to Governments by the Executive Di and Accompanying Report of the Executive Directors, March 18, rectors Legal Materials 532, 524 (1955), citado por Schewebel Stephen Int’l 4 1985.”, cit. op. M.,, p. 12-8. Julliard, Droit Internatinal Economique, Paris, Librairie Généra Flory, 25. Carreau, Jurisprudence, 3eme Ed, 1990, p. 600. de et Droit le de No. 778 de 11 de septiembre de 1995. Oficial Registro 26. No. 49, de 22 de abril de 1997 Oficial 27. Registro Oficial No 831 de 28 de noviembre de 1995 28. Registro No. 330 de 2 de junio de 1998 Oficial 29. Registro No. 785 de 20 de septiembre de 1995 Oficial 30. Registro Oficial No. 785 de 20 de septiembre de 1995 31. Registro 782 de 15 de septiembre de 1995 No. Oficial 32. Registro Petter, Daillier, Op. cit. p. 638. 33. Nguyen, 252 de 25 de enero del 2001. No. Oficial 34. Registro Shany, Op. cit., p. 87 Mackenzie, 35. Sands, Op. cit., 292; Art. 38 del Estatuto de la Corte In Pellet, Daillier, Quoc, 36. Nguyen Justicia. de ternacional ... ni1gUs i,o it(t ) uIT inq mfd4ls p1oqlritb imm7qni’na ti* oJo*i .il rftn p ‘t lsnom oI,w. t € u ‘1Sni rki O3t ¡)ffi’ tu uriavÁngs.y J ubib:ziq povauss bn;h3W 4!aflaaL iUI wi au ‘o frtn up- ObIRflOO 4 Øp &4 ‘na m&Ipt’ÇI3U 3Id1Ud1UI .hiiq wT&ufiq Y’ MI O2/V1l) )fflitflfl 4l b aob • u4flIC)!tt) id 1hqb ,b33Ñ do\a E\k1ern k :fiicñ rv’I flWi,’( (l7’ 4 *tsl WÑii t Nl frq Ih1 ll iilff$I b abn4I nvm .i 1 Ii