ESTILO DE VIDA ASOCIADO AL AUSENTISMO LABORAL EN TRABAJADORES UNIVERSITARIOS (*) Ramón Arcay Montoya, M.Sc., Académico Depto. de Ciencias de la Actividad Física, Universidad de Los Lagos, Chile Dr. Edgardo Molina Sotomayor, Académico Depto. de Educación Física, Universidad Metropolitana, Chile RESUMEN El objetivo del estudio fue establecer el posible estado de relación existente entre el ausentismo laboral por enfermedad de los trabajadores de una Universidad de Osorno, Chile, con su respectivo estilo de vida. Se estudió un total de 104 trabajadores de ambos sexos, que el año anterior a la investigación se ausentaron de su trabajo por motivo de alguna enfermedad (excluido el embarazo en las mujeres). De ellos, 74 son administrativos y 30 son docentes. Se les aplicó una encuesta con preguntas relacionadas con las variables hábitos de actividad física, hábitos alimenticios, y estado de salud. Al mismo tiempo se les midió la estatura, peso corporal y % de grasa, con el propósito de estimar su composición corporal. Se evidenció un grado significativo de sedentarismo tanto en trabajadores administrativos como docentes de ambos sexos, con mayores porcentajes de sobrepeso y obesidad en los hombres comparados con las mujeres. Existe una sensación compartida de sentirse tanto en mejor como en peor forma física comparados con sus colegas de trabajo. Sólo el hábito alimenticio se encontró más cercano a los márgenes saludables. Las diferencias de estilo de vida entre administrativos y docentes no fueron significativas, tampoco entre hombres y mujeres. Existe una asociación entre estilo de vida y ausentismo laboral por enfermedad sólo con el disminuido hábito de actividad física y con los altos niveles de sobrepeso corporal. Palabras claves : Ausentismo laboral, estilo de vida, actividad física, alimentación, composición corporal. ________________________________________________________________ (*) Trabajo de Investigación aprobado y financiado por la Dirección de Investigación y Post Grado de la Universidad de Los Lagos, Chile 2 INTRODUCCIÓN El Sedentarismo, la inactividad física o en su defecto la inmovilidad, está indicado en la medicina moderna como uno de los factores de riesgo que actualmente más prevalece en los seres humanos y que afecta su calidad de vida. Se conoce en la actualidad una tendencia evidente hacia la inactividad física que encaran las naciones. Chile cuenta con más del 90% de sedentarismo, en forma creciente a medida que aumenta la edad (Encuesta Casen, 2000). Tales tendencias son conducidas en gran parte por el decreciente gasto de energía en prácticamente todas las esferas del ámbito social, incluyendo trabajo, transporte y mantención de hogar. Las consecuencias de los actuales niveles poblacionales de baja actividad física son nefastos. Por ejemplo, basado en la gran prevalencia de sedentarismo y falta de mejor condición física en la población, Blair y col (1989), en un estudio longitudinal, encontraron que la población expuesta a riesgo en ambos sexos, era comparable o mayor que otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares, incluyendo el cigarrillo, la hipertensión y niveles séricos de colesterol. Caso similar fue el reportado por Paffenbarger y col. (1986), al estudiar a alumnos de Harvard de sexo masculino, indicando que los riesgos atribuibles a la inactividad física fueron similares a los calculados para otros factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estos datos de riesgo se traducen en un aumento sustancial del número de muertes prematuras, discapacidades, así como la pérdida de la calidad de vida, además de una tremenda pérdida con respecto a los gastos en salud curativa (Shephard, R., 1992). Por otra parte, el ausentismo laboral es reconocido como uno de los factores que más negativamente influyen en el proceso de producción. Esto, por razones obvias, si se reconoce que la producción laboral dependerá de las horas dedicadas por el empleado al logro de las metas productivas. La ausencia al trabajo por enfermedad de cualquier tipo, es un problema aún no resuelto por los estados y las instituciones laborales. Se conoce desde hace mucho tiempo, que las ausencias laborales por licencias médicas son un hecho recurrente en cualquier repartición laboral, sea esta pública o privada. En el campo laboral industrial, se ha podido asociar a una disminución del ausentismo laboral, la adquisición de un estilo de vida físicamente activo. Entre otras cosas, la mantención del peso corporal dentro de rangos deseables ha sido posible gracias a la práctica habitual de actividad física (Shephard, 1992). 3 En este contexto, el hábito de vida físicamente activo y la mantención de un peso corporal dentro de márgenes normales, parecen ser las acciones más recomendadas por los especialistas para hacer frente a enfermedades propias de los avances de civilización Ante la sostenida modernización de las empresas, donde la eliminación del trabajo corporal y la implementación de nuevas tecnologías han sido su principal avance, constituyen por si solas los pilares sobre los cuales se apoya el sistema de vida laboral actualmente. La población adulta, sometida al rigor del trabajo como único elemento para subsistir en una sociedad moderna, que induce a la competitividad como sistema de vida, estableciendo un desequilibrio entre el bienestar material y el espiritual, atentando con ello a su calidad de vida, debe soportar altas exigencias laborales para justificar su presencia en su lugar de trabajo, lo que genera una serie de efectos nocivos, llevándola a quedar cada vez más vulnerable al efecto de enfermedades de diverso tipo, partiendo por la de mayor ocurrencia : el estrés laboral. Está demostrada la importancia de las causas médicas y la multifactorialidad en la génesis del ausentismo laboral. En efecto, la mayoría de los estudios relacionados con la ausencia al trabajo por enfermedad, apuntan hacia la existencia de una etiología multifactorial, fenómeno en el cual interaccionan factores individuales (tomando al trabajador con inquietudes, expectativas, necesidades, valores, habilidades, conocimientos, etc.), factores laborales (relacionado con las condiciones y tipo de trabajo) y factores ambientales o extralaborales (determinado por el medio social en el que operan dichas organizaciones).(Botelho, 1994). En Chile, el ausentismo laboral de algunas reparticiones públicas durante el año 1999 fue, en promedio, de 23 días al año, aparte de sus vacaciones. Esto representa un mayor costo de $ 3.809 millones si se lo compara con los patrones de ausentismo laboral de los trabajadores que se atienden en el sistema público y de $ 6.615 millones respecto del ausentismo laboral de los trabajadores afiliados a Isapres. (Fuente: Centro de Investigaciones de Economía y Negocios, Universidad del Desarrollo, Chile, 2001). Así visto el problema, parece importante consignar que el estado de salud de las personas en período de trabajo, es fundamental a la hora de sacar las cuentas sobre lo que significa en pérdidas el ausentismo laboral. Hoy en día, las empresas están preocupadas de la salud ocupacional de sus empleados. Dentro de las acciones que emprenden para asegurar su productividad laboral, se encuentran los programas de acondicionamiento físico, con el fin de mantenerlos en mejor estado físico, emocional y anímico. 4 Empresas como la General Electric por ejemplo, redujo sus costos de salud entre miembros de sus programas de ejercicio en un 38%, en un período de 18 meses, mientras que el índice de costos para los no participantes aumentó en un 21%. (International Health, Racquet and Sportclub Association, 1996). Por otra parte, cabe mencionar que la población laboral mayoritaria corresponde a sujetos de edad adulta, los que poco a poco comenzarán a sufrir alteraciones orgánicas y físicas producto del envejecimiento natural del hombre. Se producen cambios a nivel músculo esquelético, donde se reduce el repertorio motor, reflejos mas lentos y descenso del tono muscular en reposo, descoordinación y torpeza motriz. Los cambios también se observan en el orden metabólicos, cardiovascular y respiratorio (Alcántara, 2001). Un fiel exponente del modo de vida actual, es el caso del típico empleado de oficina, que utiliza un medio de locomoción propio o arrendado para desplazarse al trabajo, luego está sentado prácticamente durante la mayor parte de la jornada laboral, luego regresa a su casa de la misma forma que cuando se fue al trabajo, se sienta cómodamente a ver televisión o a hacer vida social con su familia o amigos, después cena y finalmente se acuesta a ver una buena película y luego a dormir. Este ejemplo de hombre ha ingerido 3.200 calorías por efecto de los alimentos del día y con su estilo de vida poco activa ha gastado sólo 2.900 calorías, quedando un sobrante de 300 calorías cada día. En tres meses, este hombre habrá acumulado 18.000 calorías, lo que le significará 3,5 kg de grasa extra. Lo anterior muestra, que el estilo de vida activa en los trabajadores podría estar muy bien asociado a la probabilidad de evitar riesgos de enfermar y por lo tanto hacer uso de licencia médica. Es por esa razón, que en este estudio se intentó evaluar el estilo de vida de trabajadores del sector educacional universitario, que en el último año se ausentaron de su trabajo por enfermedad. MATERIAL Y METODOS El estudio se caracterizó por ser de tipo descriptivo, de asociación de variables, cuya población estuvo formada por todos los profesores y administrativos de ambos sexos de la Universidad estudiada, que en el último año se ausentaron de su trabajo haciendo uso de licencia médica por enfermedad. No se consideraron en esta población a las mujeres que se ausentaron con licencia médica por embarazos (prenatales y post natales). 5 Se estudió la probable dependencia entre variables, en una muestra representativa, elegida en forma aleatoria, bajo la técnica estratificada proporcional, reconociéndose como estratos las variables desempeño laboral (docente o administrativo) y el género (hombre o mujer). La muestra quedó conformada en definitiva por un total de 104 trabajadores (52.8%), todos con causalidad de ausentismo laboral por enfermedad. De ellos, 74 pertenecen a la planta administrativa (24 hombres y 50 mujeres) y 30 pertenecen a la planta docente (15 hombres y 15 mujeres). A cada uno de los sujetos de la muestra, se les aplicó una encuesta, validada para este estudio bajo el método de juicio de experto, al mismo tiempo que se les midió características antropométricas como estatura de píe, peso corporal y % de masa grasa, que sirvieron para clasificarlos según tablas estandarizadas de Indice de Masa corporal (IMC) y Porcentaje de Masa Grasa (%MG). Los datos fueron ingresados a una ficha particular para cada tipo de función laboral (administrativo y docente) y para cada sexo (hombre y mujer. Una vez ordenados los datos, se procedió a calcular las estimaciones a través de cálculos matemáticos y estadísticos, para describir cantidad de ocurrencia, tendencias y porcentaje de casos. La encuesta denominada Modo de Vida Habitual, fue adaptada de la realizada en Canadá en 1982 y Chile en 1997. Estuvo conformada por cinco partes fundamentales: a) b) c) d) e) Antecedentes generales como edad, fecha de nacimiento, antigüedad laboral, estado civil y escolaridad. Antecedentes referidos a los hábitos sobre actividad física, como por ejemplo, conocer su nivel de participación en actividad física, así como las opiniones que de ella les merecía. También se consideró en esta parte la frecuencia de práctica y el tipo de actividad física practicada. Antecedentes sobre el modo de vida habitual, con relación a características como cantidad y calidad del dormir, estado emocional y opiniones sobre la importancia que le atribuyen a su bienestar. Antecedentes referidos a la alimentación, para conocer por ejemplo, costumbres relacionadas con la cantidad y calidad de los alimentos que consumen. Antecedentes referidos al estado de salud de los sujetos, mas bien relacionados con opiniones sobre sentimientos en cuanto a su estado de salud y por otro lado, relacionado con las necesidades de consultas médicas con y sin consecuencia de ausencia del trabajo. 6 Después de todo el proceso de validación y medición de confiabilidad, se procedió a aplicar la encuesta a cada uno de los sujetos de la muestra. Se les entregó el documento para que lo respondieran con absoluta tranquilidad en un lugar elegido por ellos. Las encuestas fueron recogidas al día siguiente. Las características antropométricas fueron logradas a través de las mediciones de estatura de píe, dato importante para la estimación del IMC. Se usó para ello un tallímetro de precisión marca “Detecta”. Los sujetos debían estar sin calzado, erguidos, con mirada al frente. Se controló la medida después que el sujeto hacía una inspiración profunda. Por otra parte, para el peso corporal, también necesario para estimar el IMC, se usó la balanza de precisión marca “Detecta”, en la que los sujetos se ubicaron descalzos sobre la balanza, con el mínimo de ropa de calle. La medida se controló después que el sujeto se encontraba tranquilo y relajado. El porcentaje de grasa corporal, fue medido a través del sistema de bioimpedancia eléctrica, que mide la oposición de los tejidos corporales al paso de una corriente eléctrica (impedancia corporal), propiedad que depende fundamentalmente de su contenido hidroelectrolítico. Se usó para la medición de % de grasa el bioimpedanciómetro de mano, que al ser activado provoca una descarga eléctrica imperceptible para el sujeto y que recorre el cuerpo durante 5 segundos, para luego ser analizada por el dispositivo para calcular la impedancia. Para ello, previamente se ingresan a la máquina los datos de peso, estatura, edad y sexo. Los valores obtenidos del % de grasa, fueron comparados con los de la tabla propuesta por Höeger, 1989 (George y col, 1998), que clasifica a los sujetos en Normal, Bueno, Graso y Obeso, considerando para ello la edad y el sexo. El Indice de Masa Corporal (IMC), utilizado para estimar la proporción estructural del cuerpo, determinando la adecuidad del peso corporal en relación con la estatura del sujeto. Su cálculo se hizo utilizando los valores obtenidos de peso corporal y estatura. Se calculó el IMC a través de la operación matemática peso dividido por la estatura al cuadrado (P/E2). El valor obtenido (índice) se contrastó con la tabla de clasificación del IMC propuesta por Garrow, 1981. Dadas las características de las variables independientes del estudio, estas fueron tratadas de la forma que corresponde a escalas de medición de tipo nominal, es decir, se consideraron como variables no paramétricas, usando para los cálculos de estadística inferencial el X2, con el propósito de estimar el grado de dependencia o independencia entre el ausentismo laboral por licencias médicas y las clasificaciones de Composición Corporal (IMC y %MG), Hábito de Actividad Física (HAF) y Hábito Alimenticio (HA). 7 También se hizo lo propio con las variables intervinientes Desempeño Laboral, Años de Servicio y Género. Como utilidad para hacer un análisis de resultados en términos generales, se practicó el cálculo de porcentajes de casos, como así también estadísticos de tendencia como el promedio y la moda. RESULTADOS Y DISCUCION El Cuadro 1, muestra en detalle, la cantidad y porcentaje de casos tanto de trabajadores universitarios que se ausentaron de su trabajo por licencia médica como de aquellos que no tuvieron necesidad de hacerlo. Cuadro 1 Trabajadores Universitarios Cantidad y Porcentaje de casos, con y sin licencia médica por enfermedad, separados por actividad laboral y género n = 532 Hombres n = 287 c/Lic. s/Lic. Mujeres n = 245 c/Lic. s/Lic. Total n = 532 c/Lic. s/Lic. 49 116 221 81 96 130 Administrativo (17.0% (40.4% (41.5% (33.1%) (39%) (24.4%) ) ) ) 36 86 31 37 67 114 Docentes (12.6% (30%) (12.7%) (15%) (12.6%) (21.4) ) 85 202 335 112 133 197 Total (29.6% (70.4% (62.9% (45.7%) (54%) (37.0%) ) ) ) Fuente : Departamento de Recursos Humanos, Universidad de Los Lagos (julio 2001) Como se puede observar también en el mismo Cuadro 1, se ausentaron por enfermedad con licencia médica, un total de 197 trabajadores, que equivale al 37% de ausentismo en la Universidad. De los administrativos, se ausentaron un total de 130 trabajadores (24.4%), de ellos 49 fueron hombres y 81 fueron 8 mujeres, mientras que por parte de los docentes, se ausentaron un total de 67 trabajadores (12.6%), de los cuales 36 fueron hombres y 31 mujeres. No obstante lo mostrado en relación con las ausencias laborales de los trabajadores universitarios de este estudio, cabe destacar que esas ausencias se observan bastante más reducidas en cantidad de días, en comparación con las reportadas por otros estudios (Danatro, 1997; Bórquez, 1999). Entre 5000 y 10.000 ausencias por año, versus 3430 en esta Universidad. Lo anterior, explicaría el hecho que los trabajadores de este estudio que solicitaron licencia médica, lo hicieron principalmente por enfermedades relacionadas mas bien con estados gripales, situación coincidente con la estacionalidad (segundo semestre), donde la mayor cantidad de las licencias fueron otorgadas en ese período del año, característico de mayor clima húmedo y de bajas temperaturas. Otras enfermedades como las lesiones oteo musculares y la gastritis, consideradas como las más recurrentes en este estudio, junto a los estados gripales, concuerda con lo mostrado por otros estudios también, por lo que se podría afirmar que los trabajadores de la Universidad no presentan enfermedades de mayor o menor gravedad que el común de los trabajadores. Estos antecedentes muestran que la población estudiada, se enferma bastante menos que otras empresas laborales. En efecto, estudios, como el de Danatro, en 1997, reporta que un total de 10.085 días anuales faltaron los trabajadores de una institución pública del Uruguay, mientras que Bórquez en 1999, reportó en su estudio con una empresa chilena un total de 5314 días faltados. Por otra parte, el promedio de edad que presentan los trabajadores universitarios que se ausentaron por licencia médica el año anterior, está dentro del promedio de edad de toda la población de trabajadores de la misma Universidad (Fuente: Dpto. de RR.HH, Universidad de Los Lagos, julio 2001), y además corresponde a la edad natural de personas que trabajan entre 10 y 20 años en alguna institución (Bórquez, 1999), por lo que no debería extrañar que ese promedio de edad corresponda a los trabajadores que solicitaron licencia médica por enfermedad. (Cuadro 2) 9 Cuadro 2 Antecedentes Generales de la muestra. Número de trabajadores ausentes, separados por desempeño laboral. n Antigüedad Edad ( X ) <1 10- >2 0 20 0 Est. Civil Escolaridad C* S O B M TP U 5 2 3 15 0 Administr. Hombre Administr. Mujer Docente Hombre 24 46 5 11 8 17 50 15 37 47 24 4 16 5 10 6 24 21 5 12 2 1 0 0 4 0 23 23 0 15 Docente Mujer 15 49 1 9 5 9 0 0 0 Total 104 45 34 41 29 62 31 11 3 19 23 59 C = Casado B = Básica S = Soltero O = Otro M = Media TP= Técnico Profesional 3 3 6 15 U = Universitaria La antigüedad laboral, considerada en tres rangos (< de 10 años - entre 10 y 20 años y > de 20 años), visto como muestra total y analizada estadísticamente bajo la prueba de diferencia de proporciones, se observa que los trabajadores que se ausentaron por enfermedad el año anterior, presentan rangos que van de menos de 10 años hasta los 20 años de antigüedad. Porcentajes de casos significativamente inferiores se observaron en el rango de más de 10 años de antigüedad (α=0.05). Los grupos de administrativos hombres y docentes mujeres presentan mayor tendencia hacia el rango de 10 a 20 años de antigüedad, mientras que las administrativas mujeres se observan con mayor tendencia hacia el rango de menos de 10 años de antigüedad. Los docentes hombres se reparten prácticamente en forma igualitaria en los tres rangos de antigüedad laboral. Desde el punto de vista de la escolaridad, se observa también en el Cuadro 2, una tendencia clara hacia la enseñanza universitaria, dado fundamentalmente por una alta cifra de mujeres administrativas, que se suman al mismo nivel de enseñanza alcanzada por los docentes hombres y mujeres. Cabe destacar al respecto, que las administrativas mujeres también presentan una tendencia mayoritaria hacia la escolaridad técnico profesional, mientras que los administrativos hombres son los que muestran una mayor tendencia hacia la enseñanza media, aunque también se observan sujetos de este grupo con escolaridad básica y universitaria (no hay administrativos hombres con escolaridad técnico profesional. Respecto de las características antropométricas de los trabajadores, se puede observar en el Cuadro 3a, que el Peso Corporal promedio (kg), no 10 presenta diferencias significativas al compararlos entre hombres y lo mismo sucede cuando se hace esta comparación entre las mujeres. (α =0.05). El mismo hecho se observa en el caso de la estatura. Cuadro 3a Características antropométricas de los trabajadores que se ausentaron por enfermedad, separado por grupo de desempeño laboral. (n = 104) Administrativo Hombre Administrativo Mujer Docente Hombre Docente Mujer Peso ( X kg) Talla ( X cm) IMC (X) % Grasa ( X %) 80.5 1.66 29.0 26.7 64.7 1.57 26.2 32.7 82.4 1.68 29.1 28.9 60.0 1.56 24.7 33.8 En el mismo cuadro, se observa que el Indice de Masa Corporal (IMC) de los hombres de ambos grupos es mayor que el IMC de las mujeres. Lo contrario se observa cuando se trata del % de grasa. Esto podría explicar que los hombres poseen mayor masa muscular en comparación con las mujeres que poseen mayor masa grasa, lo que parece mas bien natural. En relación con los niveles de clasificación del IMC (normal, sobrepeso y obesidad), se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre ambos sexos (p>0.05), donde las mujeres presentaron un IMC con mayor tendencia a la normalidad en comparación con los hombres que presentan mayor tendencia al sobrepeso y obesidad (Cuadro 3b). Este fenómeno no se observó con igual resultado al separar a los trabajadores por desempeño laboral, es decir, no hubo diferencias significativas de IMC entre docentes y administrativos de ambos sexos (p>0.05). 11 Cuadro 3b Clasificación de los trabajadores ausentes según el IMC y % de Grasa. (n = 104) Obesidad n (%) IMC %G Administrativo Hombre (n=24) Administrativo Mujer (n=50) Docente Hombre (n=15) Docente Mujer (n=15) Total (n=104) 9 (37.5) 10 (20.0) 5 (33.3) 2 (13.3) 26 (25.0) 5 (20.8) 6 (12.0) 5 (33.3) 3 (20.0) 19 (18.3) Sobrepeso n (%) IMC %G 10 (41.7) 21 (42.0) 8 (53.3) 2 (13.3) 41 (39.4) 10 (41.7) 24 (48.0) 6 (40.0) 2 (13.3) 42 (40.4) Normal n (%) IMC %G 5 (20.8) 20 (*) (40.0) 2 (13.3) 11(*) (73.3) 38 (36.5) 9 (37.5) 19 (38.0) 4 (26.7) 10 (66.7) 42 (40.4) (*) = diferencia significativa en género (p<0.05) En los niveles de % de grasa por su parte, se observó que no existió diferencias significativa entre las frecuencias observadas y las frecuencias esperadas, por lo que se asume que en caso de esta variable, el género (hombre o mujer) es independiente de los niveles de clasificación (p<0.05). Situación similar se observó en el análisis relacionado con el desempeño laboral. Por otra parte, en relación con la adhesión a la práctica habitual de actividad física, se pudo observar, como se muestra en el Cuadro 4, que existe un número significativo de administrativos y docentes ubicados en el nivel de Sedentarios (p>0.05). Lo mismo sucede al considerar el género, donde se observa que trabajadores de ambos sexos se ubican mayoritariamente en el nivel de Sedentario, hecho que coincide con lo indicado en otros estudios de similares características (Mc-Millan, 1991; Arcay, 1993 y 2000). 12 Cuadro 4 Adhesión a la práctica de actividad física de los trabajadores que se ausentaron por enfermedad, separados por grupo de desempeño laboral n = 104 Administrativo Hombre (n = 24) Administrativo Mujer (n = 50) Docente Hombre (n = 15) Docente Mujer (n = 15) Total n = 104 Activo n (%) ½ Activo n (%) Sedentario n (%) 1 (4.2) 1 (4.2) 22 (91.6) 4 (8.0) 2 (4.0) 44 (88.0) 4 (26.7) 2 (13.3) 9 (60.0) 2 (13.3) 5 (33.3) 8 (53.3) 11 (10.6) 10 (9.6) 83 (79.8) Considerando que los trabajadores medianamente activos también practican algo de ejercicio físico, sumados estos a los porcentajes de trabajadores activos, se observa en la misma tabla que apenas alcanza al 20.2% de sujetos que habitualmente practican algún tipo de ejercicio físico. Concuerda lo mostrado en el cuadro anterior, con los antecedentes sobre estilos de vida activa observados en este estudio, en cuanto a que no se privilegia la actividad física como forma de vida, puesto que la gran mayoría de ellos no ejecuta acciones que favorezcan la actividad corporal, tales como subir escaleras en vez de ascensor, estacionar su auto lejos del trabajo, caminar en sus horas libres, caminar en su lugar de trabajo, etc. En relación con la importancia que le asignan a la participación en actividad física, los docentes de ambos sexos piensan más en aspectos relacionados con el fortalecimiento de la salud, en contrario con los administrativos de ambos sexos, quienes prefieren la práctica de actividad física para relajarse o sentirse mejor físicamente. En su tiempo libre, aquellos trabajadores que practican algún tipo de actividad física, escogen en, orden de preferencia, las caminatas al aire libre, los ejercicio físicos en casa y los programas de acondicionamiento físico. Las mujeres de ambos sectores de desempeño, agregan a sus preferencias también la jardinería en casa. 13 Tanto docentes de ambos sexos, como administrativos hombres que practican actividad física, reconocen que llevan practicando habitualmente sólo menos de 3 meses. La opinión que entregan los sujetos de la muestra, hombres y mujeres, respecto de las razones que existirían para no practicar actividad física habitualmente, son coincidentes al indicar la falta de tiempo como la principal causa. Además señalan como causales también, los costos económicos y las instalaciones lejos de sus casas. En cuanto a de los antecedentes de actividad física en la edad escolar, un porcentaje significativo de los sujetos aseguran haber participado normalmente en las clases de Educación Física o practicaron deporte por su curso o algún club deportivo. Comparativamente con otras personas de su edad y sexo, en relación con el sentimiento de forma física que los trabajadores tienen de si mismos con respecto de sus similares (Cuadro 5), muestran porcentajes mayores en el rubro de mejor forma (35.6%). Sin embargo, estadísticamente no existen diferencias significativas de proporciones entre los cuatro niveles de sentimiento de forma física, por lo que no habría un nivel mayoritario en este caso. (α=0.05). Cuadro 5 Sentimiento de forma física con respecto de sus similares de igual sexo y edad. Muestra total y separados por grupos. n = 104 Mejor forma Peor forma n (%) n (%) Igual n (%) No sabe n (%) Administr. Hombre (n=24) 10 (41.7) 4 (16.7) 5 (20.8) 7 (29.2) Administr. Mujer (n=50) 13 (26.0) 5 (10.0) 16 (32.0) 16 (32.0) Docente Hombre (n=15) 7 (46.7) 4 (26.7) 3 (20.0) 1 (6.7) Docente Mujer (n=15) 7 (46.7) 2 (13.3) 2 (13.3) 4 (26.7) Total (n=104) 37 (35.6) 15 (14.4) 26 (25.0) 28 (26.9) No obstante las cifras mostradas en relación con el sentimiento sobre su forma física, se detectó que un porcentaje significativamente alto de sujetos estima que la actividad física influiría positivamente en su estado emocional (74%). Este porcentaje se presenta más alto en las docentes mujeres (93.3%) y más bajo en las administrativas del mismo sexo. Cabe destacar sin embargo, 14 que existen porcentajes que no dejan de ser importantes en el rubro “no sabe como se siente”. Finalmente, en este punto de análisis de la actividad física, la caminata, los cursos de acondicionamiento físico y los ejercicios en casa, son las actividades que los sujetos practicarían preferentemente para mejorar su condición física. La alimentación considerada saludable (bajos en azúcares, aceites y sal), tiene relación con la calidad de los alimentos consumidos habitualmente por los trabajadores. El Cuadro 6, informa sobre el tipo de alimentos que ellos acostumbran a consumir actualmente, en comparación con el año pasado. Se observa allí, que los trabajadores ingieren en forma saludable las frutas y verduras y en forma relativamente saludable también (53.8%) los aceites y frituras, mientras que siguen consumiendo en forma no saludable los dulces y chocolates junto a la sal y alimentos salados, lo que explica que estos trabajadores que el año pasado solicitaron licencia médica, no han cambiado en la actualidad sus hábitos alimenticios. Cuadro 6 Calidad de los alimentos que consumen actualmente los trabajadores que solicitaron licencia médica el año pasado (n = 104) Dulces y chocolates n (%) Administrativo Hombre(n=24) Administrativo Mujer (n=50) Docente Hombre(n=15) Docente Mujer (n=15) Total (n=104) Frutas y verduras n (%) Sal y alimentos salados n (%) Aceites y frituras n (%) +o= - (*) + o = (*) - - (*) +o= +o= - (*) 18 (75.0) 32 (64.0) 10 (66.7) 7 (46.7) 67 (64.4) 6 (25.0) 18 (36.0) 5 (33.3) 8 (53.3) 37 (35.6) 22 (91.7) 41 (82.0) 14 (93.3) 13 (86.7) 90 (86.5) 6 (25.0) 16 (32.0) 5 (33.3) 4 (26.7) 31 (29.8) 2 (8.3) 9 (18.0) 1 (6.7) 2 (13.3) 14 (13.5) 18 (75.0) 34 (68.0) 10 (66.7) 11 (73.3) 73 (70.2) 15 (62.5) 20 (40.0) 6 (40.0) 7 (46.7) 48 (46.2) 9 (37.5) 30 (60.0) 9 (60.0) 8 (53.3) 56 (53.8) : Ha comido menos... + o = : Ha comido más o igual... - o = : Ha comido menos o igual... (*) : Concepto de comida saludable La diferencia entre alimentación saludable y no saludable, en relación al tipo de alimento que ingieren los trabajadores administrativos y docentes, no es estadísticamente significativa entre las frecuencias observadas y las esperadas, por lo que se podría indicar que la calidad de alimentación es independiente del 15 tipo de labor que realizan los trabajadores (p>0.05). Lo mismo se puede afirmar en el caso del género. En cuanto a la cantidad de comidas habituales que consumen diariamente, los sujetos podrían ser ubicados en el nivel de alimentación saludable, puesto que porcentajes superiores al 79% de sujetos consumen habitualmente de 3 a 4 comidas diarias. En contraste con lo anterior, entre el 67% y 92% de los trabajadores, acostumbran a consumir alimentos entre las comidas habituales. Las mujeres administrativas aparecen con porcentajes mayores en comparación con los sujetos de los otros grupos. Sobre la base de su propia percepción actual de su estado de salud, se observó que son las docentes mujeres quienes se creen en mejor estado (73%), seguido de los hombres y mujeres administrativos (71 y 70% respectivamente) y más atrás los docentes hombres con un 60% de sujetos que se sienten en buen estado de salud. Porcentajes significativamente menores (α=0.05), se observan en el rubro “más o menos” Se puede destacar en este aspecto, que al comparar las percepciones entre el año anterior y actualmente, en los dos rubros más destacados (“bueno” y “más o menos”), se puede observar que las diferencias de proporciones, en ambos rubros, no son significativas estadísticamente (α=0.05), por lo que se podría afirmar que se han sentido “bien” o “más o menos”, de igual forma el año pasado y el actual. No ha habido un cambio en ese sentido. En lo que respecta a la necesidad de consultar con un médico sin necesidad de ausentarse del trabajo, no existen diferencias significativas en los porcentajes observados entre “no” haber tenido necesidad de consultar con un médico y haber consultado “entre 1 y 3” veces. (α=0.05). Al momento de revisar la situación de consultas médicas con alejamiento temporal del trabajo, resulta obvio indicar que el 100% de los sujetos de la muestra lo hicieron el año pasado (esa es la esencia del estudio), sin embargo, en el año actual, esas ausencias disminuyeron a un poco más de la mitad de trabajadores que se ausentaron este año de su trabajo por enfermedad (58.7%). CONCLUSIÓN Ante los resultados encontrados, se podría afirmar que el estilo de vida de los trabajadores universitarios que debieron solicitar licencia médica por alguna enfermedad, estaría asociado significativamente con los bajos niveles de práctica de Actividad Física, así como también con una alimentación mas 16 cercana al concepto de No Saludable y con una composición corporal ubicada mas cercana al nivel de Sobrepeso. En efecto, a una cifra significativa de trabajadores Sedentarios, se debe agregar, desde el punto de vista de los niveles de composición corporal, tanto en el IMC como en el % de grasa, un número también significativo de trabajadores de ambos sexos así como de ambos sectores ocupacionales, con Sobrepeso Corporal. La alimentación por su parte, se evidenció también como No saludable, asumiendo que los trabajadores no modificaron sus hábitos alimenticios de un año a otro, manteniéndolos con altos consumos de azúcares y grasas, aunque cabe reconocer que el consumo de frutas y verduras se mantuvo relativamente alto. Queda en evidencia entonces, que tanto los trabajadores hombres como mujeres así como docentes y administrativos, son por igual, Sedentarios, con Sobrepeso Corporal y con hábitos alimenticios No Saludables. Estos tres elementos influirían negativamente en el estilo de vida de los trabajadores de este estudio Concordante con lo anterior, y teniendo en cuenta que las sensaciones que una persona pueda tener respecto de sí mismo en relación con su sentimiento de forma física dependerán del grado mayor o menor de actividad física que practique, en este caso, los trabajadores tienen un sentimiento de forma física que va por igual desde sentirse mejor que otros a encontrarse peor que los demás. Tomando en cuenta que en este estudio no se trató de relacionar enfermedades específicas con el estilo de vida de los trabajadores, sino mas bien con el uso de licencias médicas solamente, cabe destacar sin embargo, como elemento a considerar en investigaciones futuras, que ante el número significativo de estos trabajadores clasificados como sedentarios, con sobrepeso corporal y alimentación no saludable, se podría esperar que ellos, de seguir en esa línea y a medida que aumente la edad y el tiempo de vida dedicado al trabajo, podrían asociarse con mucha propiedad futuras enfermedades con estas variables del estilo de vida de los trabajadores. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS 1.2.- Andersen, R.; Wadden, T.; Barlett, S.; Zemel, B.; Verde, T. y Franckowiak, S. (1999). “Effects of lifestyle activity vs structured aerobic exercise in obese women”. J.A.M.A., 281:4, 335-340. Alcántara, Pedro. (Marzo 2001) “Actividad Física y Envejecimiento”. 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